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Burke - Macpherson
Burke - Macpherson
Burke - Macpherson
© C. B. Macpherson 1980
© Ed. cast.: Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1984
Calle Milán, 38; ® 200 00 45
ISBN: 84-206-0039-3
Depósito legal: M. 20.927-1984
Papel fabricado por Sniace
Fotocomposición: Compobell, S. A. Patino. Murcia
Impreso en Lavel. Los Llanos, nave 6. Humanes (Madrid)
Printed in Spain
Abreviaturas
i
5. El economista político burgués
!
II
I
;
Lit
Ya hemos señalado que Burke fue un asiduo estu
dioso de los asuntos económicos y la política comercial
desde los comienzos de su carrera política. Conside
raba que esto formaba parte de su deber como miem
bro del Parlamento, y hay muchas pruebas de su labo
riosidad a este respecto, particularmente su detallado
análisis económico de las Observaciones (1769). El
mismo se recomendó a su electorado de Bristol, en el
decenio de 1770, en parte sobre la base de su conoci
miento de los principios comerciales. Su defensa de
una política más indulgente con las colonias americanas
y con Irlanda, y su ataque sostenido contra la Compa
ñía de las Indias Orientales, tenían un fundamento si
milar. Después de dejar el Parlamento, se jactaba de
todo lo que había hecho «en el campo de la economía
política» como miembro del Parlamento y aún antes,
afirmando que la pensión que se le había otorgado
después de su retiro estaba justificada aunque se le
considerase «sólo como un economista»:
82 C. B. Macpherson
Si no la hubiese juzgado de algún valor, no habría hecho a
la economía política objeto de mis humildes estudios, desde
mi muy temprana juventud hasta casi el final de mis servicios
en el Parlamento, aún antes (al menos, según mi conoci
miento) de que hubiese atraído la atención de los pensadores
de otras partes de Europa. Por entonces, aún estaba en su
infancia en Inglaterra, donde había nacido en el siglo pasado.
Hombres grandes y sabios pensaron que mis estudios no eran
totalmente de despreciar, y se dignaron comunicarse con
migo, ahora y entonces, sobre algunos puntos de sus obras
inmortales. Partes de esos estudios pueden aparecer inciden-
ralmente en algunos de los primeros escritos que publiqué.
La Cámara ha sido testigo de su influencia, y los ha aprove
chado más o menos durante más de veintiocho años. (NL
8.27.)
Ya hemos señalado, también, que Burke no sólo te
nía la limitada habilidad de un analista de la política
económica, sino asimismo cierta comprensión de los
amplios principios de la economía política, de la impor
tancia subyacente de las relaciones económicas de clase
(como en la Vindicación y en el Opúsculo sobre las Leyes
del Papismo) y de cómo las relaciones mercantiles ha
bían penetrado en las relaciones sociales y políticas
(como en La Reforma Económica). Pero sólo después de
que la amenaza de la Revolución Francesa le obligó a
embarcarse en una teoría más general se permitió
Burke hacer algo similar a una formulación plena de
sus supuestos sobre economía política. La más com
pleta formulación de ellos, los Pensamientos y Detalles
sobre la Escasez (1795), fue una respuesta a la amenaza
adicional al orden establecido que percibió interna
mente, pero remitió esta amenaza a los mismos falsos
principios que veía subyacentes en la política revolu
cionaria francesa.
La nueva amenaza era el espectro de Speenhamland.
Los jueces de paz de Speetihamland, Berkshire, no le
jos de la propiedad de seiscientos acres de Burke, en el
condado contiguo de Buckinghamshire, habían puesto
en práctica ese año un sistema de pagos a los trabajado
res que aumentaban sus salarios, en una escala relacio
Burke 83
108 C. B. Macpherson
ahora la principal tarea de los liberales es legitimar el
orden capitalista modificado actualmente establecido, o
a alguna variante de él, ante una clase obrera occidental
de cierta conciencia política y muy fuertemente organi
zada. Y esto debe hacerse en circunstancias internacio
nales muy diferentes.
Nadie era más consciente que Burke de que las polí
ticas nacionales deben ser elaboradas a la luz de la
situación internacional. Pero cuando Burke murió, el
igualitarismo de la teoría y la práctica revolucionaria
francesa, si bien era realmente una amenaza para el
orden establecido inglés y europeo, era solamente eso,
una amenaza. Sus resultados eran aún inciertos. Pero
ya no lo son. Ahora, el principio igualitario es la ideo
logía oficial del mundo comunista y del Tercer Mundo,
y su aceptación del mismo pesa sobre la conciencia de
los liberales del mundo occidental, quienes no están
seguros de que la devoción occidental al principio igua
litario no sea superficial.
El problema de los liberales del siglo XX se agrava en
la medida en que reconocen que la defensa utilitarista
del capitalismo ya no es moralmente adecuada. Los
teóricos morales y los economistas políticos del siglo
XViu y hasta de bien entrado el XIX podían hacer una
defensa razonable del capitalismo sobre la base de que
un sistema de empresas competitivas movidas por la
búsqueda de beneficio del capital hacía aumentar al
máximo la producción y, por consiguiente, conducía al
máximo beneficio general. Pero a medida que el capita
lismo se ha alejado de la competencia pura para pasar
al oligopolio y el monopolio, se ha hecho evidente que
la devoción del capital al beneficio ya no hace aumentar
necesariamente al máximo la producción o el beneficio
general: en las nuevas circunstancias, el beneficio má
ximo no está ligado a la productividad máxima. En la
medida en que se reconoce esto, disminuye aún más la
utilidad potencial de los principios de Burke. No sólo de
be hacerse la defensa para un público nacional e internar
cional diferente, sino que también se la debe hacer sin uno
de los principales soportes morales de la vieja defensa.
Burke 109
Para resumir, los demócratas del siglo XX, tanto libe
rales como conservadores, comparten con Burke, el
no-demócrata, la percepción de que lo que se halla en
juego es la legitimación de un orden social, y que en
definitiva esto es una cuestión de valores morales. Pero
si atienden a la advertencia de Burke sobre la vital
necesidad de ajustar los principios a las circunstancias
concretas, deben pensarlo dos veces antes de apoyarse
en él. Por su insistencia en la importancia de las cir
cunstancias, el mismo Burke se descalificó como men
tor de fines del siglo XX.
Nota sobre las fuentes
Las referencias a, y cicas de, obras distintas de las de Burke son las
siguientes:
En la pág. 14, el estudio en dos volúmenes es el de Carl B.
Cone, Burke and the Nature of Polities (University of Kentucky Press,
1957 y 1964). Los cuatro estudios de los decenios de 1950 y I960
son los de Charles Parkin, The Moral Bassis of Burk/s Political
Thought (Cambridge University Press, 1956); Peter Stanlis, Edmund
Burke and the Natural Law (University of Michigan Press, 1958); F.
Canavan, The Political Reason fo Edmund Burke (Durham, Carolina
del Norte, I960); B. T. Wilkins, The Problem of Burke's Political
Philosophy (Oxford, Clarendon Press, 1967). El estudio más reciente
es el de Frank O'Gorman, Edmund Burke, his Political Pbilosphy
(Londres, Allen & Unwin, 1973). La psicobiografia es de Isaac
Kramnick, The Rage of Emund Burke, Portrait of an Ambivalent Con-
senative (Nueva York, Basic Books, 1977).
En las páginas 15 y 16, la observación de Gibbon está tomada
de The Private Letters of Edward Gibbon, ed. a cargo de R. E. Prot-
hero (1897), vol. 2, pág. 237; los epítetos de Marx son de£/ Capital,
vol. 1, ed. a cargo de Dona Torr (Londres, Allen & Unwind, 1949),
cap. 13. pág. 312, y cap. 31, pág. 785, n.° 2. Los dos libros de
Morley son Edmund Burke, a Historical Study (1867) y Burke (English
Men of Letters, 1879). Las observaciones de Buckle se hallarán en su
obra History of Civilization in Engfand (2.a ed., 1871), vol. 1, pág.
467. La visión de Laski está en H.J. Laski, Political Thought in En-
112 C. B. Macpherson
glandfrom Locke to Bentham (Londres, Thornton Butterworth, 1920).
En la página 24, la referencia a Kram nick es a su libro The
Rage of Edmund Burke, págs. 59-63, donde el estilo de esta realiza
ción juvenil de Burke se muestra en varios extractos cel Reformer.
En la pág. 27, los detalles sobre el trabajo de Burke en el
Annual Register se hallarán en Cone, vol. 1, págs. 112-13 y 121-2.
En la página 32, la primera cita de Morley está tomada de
su obra Edmund Burke, a Historical Study, página 10; la
segunda, de su artículo sobre Burke publicado en la 11.a ed. de la
Encyclopaedia Britannica. Las citas de Laski están tomadas de H. J.
Laski, Political Thought in England from Locke to Bentham, págs. 173-
4.
En la página 35, la cita de Parkin es de The Moral
Basis of Burke's Political Thought, las de Stanlis de Edmund Burke and
the Natural Law, págs. 34, 4 y 83.
En las págs. 40-42, el informe sobre la observación de Adam
Smith se halla en Robert Bisset, Life of Edmund Burke (2.a ed., Lon
dres. 1800), vol. 2, pág. 429.
En la página 55. las citas de Paine son de su obra Rights
of Man, ed. a cargo de H. B. Bonner, 1937, págs. 23, 29 y 41;
la cita de Mackintosh es de Vindiciae Gallicae, 3.a ed., 1791, págs.
VI-VII.
En las págs. 56 s, la cita de Morley es de Edmund Burke, a
Historical Study (véase antes), págs. 25-6.
En la página 99, la cita de Turgot está traducida de sus Oeuvres,
vol. 5, pág. 244.
Lecturas adicionales
Escritos de Burke
Las Reflexiones sobre la Ret>oluci6n en Francia aún constituyen una
lectura fascinante, más por su pirotecnia y la visión que brinda aj
lector del pensamiento de Burke que por su (deficiente) análisis de la
revolución. Una edición moderna en rústica recomendada es la de
Pelican Classics, con una introducción de Conor Cruise O’Brien.
Igualmente importante es la obra mucho más breve de Burke Pensa
mientos y Pormenores sobre la Escasez, que desgraciadamente está ago
tada, pero puede consultarse en una u otra edición de sus obras. De
sus otros escritos, el Llamado de ¡os Nuevos a los Viejos Wbigs proba
blemente sea el más importante, pero tampoco es fácil de hallar. Los
lectores interesados en Burke como hombre tal vez quieran sumer
girse en su Correspondence, en nueve volúmenes, edición a cargo de T.
W. Copeland, Cambridge University Press, 1938-70.
Escritos sobre Burke
El resurgimiento del interés por Burke en las tres últimas décadas
ha dado origen a una variedad de libros y artículos, como señalamos
en el Capítulo 1 y en la Nota sobre las Fuentes. Tres de los libros
pueden ser recomendados por diferentes razones. El de Cari B.
Conc, Burke and rhe Nature of Po/itics (dos volúmenes, 1937 y 196-1,
University of Kentucky Press), sigue siendo el más sustancial estudio
114 C. B. Macpherson
Abreviaturas ...................................................... 7
1. El problema Burke .......................................... 11
2. El aventurero irlandés .................................... 21
3. El político inglés .............................................. 29
4. La avispa angloeuropea.................................... 61
5. El economista político burgués ....................... 81
6. ¿Burke para fines del siglo XX? ......................103
Nota sobre las fuentes .................................... 111
Lecturas adicionales .......................................... 113