Violence">
Nothing Special   »   [go: up one dir, main page]

Dialnet ElGimnasioDeBoxeoComoProyectoPedagogico 7658611

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 14

El gimnasio de boxeo

como proyecto pedagógico*

Hortensia Moreno**

Resumen
El gimnasio de boxeo como proyecto pedagógico

La tradición del boxeo ha generado un sistema de enseñanza de la disciplina que se extiende en el tiempo y en el
espacio con notable regularidad. Al tiempo que reproduce una serie de tecnologías del yo, se inscribe en un orden
simbólico que otorga valores y lugares jerárquicos en función del género, por lo cual sostenemos que se trata
de una “tecnología de género”. De esta forma, el aprendizaje de la práctica boxística integra a los peleadores
en una estructura social compleja, separada y defendida como un coto de exclusividad masculina, con un
funcionamiento que abarca una variedad de dimensiones del cuerpo, el género y la educación.

Palabras clave: gimnasio de boxeo, masculinidad, enseñanza del boxeo, formación del boxeador, tecnologías
de género, cuerpo, escuela de moralidad.

Abstract
The boxing gym as a pedagogical project

The boxing tradition has produced a teaching system which expands through time and space with remarkable
regularity. It reproduces a series of technologies of self, and at the same time is inscribed in a gender symbolic
order which gives hierarchical values and places to subjects; therefore, boxing is a technology of gender. The learn-
ing of the boxing practice integrates the fighters in a complex social structure, isolated and fortified as an exclusive
preserve of masculinity in a way of working that incorporates several dimensions of body, gender and education.

Key words: boxing gym, masculinity, teaching boxing, boxer training, gender technologies, body, morality
school.

* Este ensayo forma parte del trabajo de investigación para el Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma Metro-
politana, Plantel Xochimilco, con el título “Orden discursivo y tecnologías de género en el boxeo”. El trabajo de campo se inició en
septiembre de 2005 y concluyó en septiembre de 2008.
** Doctora en Ciencias Sociales. Profesora del Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México. Correo
electrónico: hmoresp@unam.mx

15
Revista Educación y Pedagogía, vol. 24, núm. 63-64, mayo-diciembre de 2012
El gimnasio como proyecto pedagógico

Résumé
Le gymnase de boxe comme projet pédagogique

La tradition de la boxe crée un système d´enseignement de la discipline répandu dans le temps et l´espace
de manière bien régulier. Elle reproduit une série de technologies du moi tout en s´inscrivant à un ordre
symbolique qui confère des valeurs et lieux hiérarchiques à propos du genre. C´est pourquoi on affirme qu´il
s´agit d´une « technologie de genre ». De cette manière, l´apprentissage de la pratique de la boxe inscrit les
combattants dans une structure sociale complexe, séparée et défendue comme une réserve d´exclusivité
masculine, dont leur fonctionnement comprend plusieurs dimensions du corps, du genre et de l´éducation.

Mots-clés: Club de boxe, masculinité, enseignement de la boxe, formation du boxeur, technologies du genre,
corps, école des mœurs.

El boxeo y la masculinidad para Connell, la presión del deporte competitivo


de alto nivel obliga a los jugadores profesionales a

E
utilizar sus cuerpos como si fueran instrumentos o
n otro lugar (Moreno, 2007) expongo la incluso armas, de modo tal que “las lesiones depor-
manera en que el campo deportivo y en tivas se vuelven parte de las expectativas normales
particular los deportes de contacto fun- de la profesión” (p. 91). Tal estructura, a mi modo de
cionan como un ámbito de constitución de ver, queda muy bien ejemplificada en la organización
la masculinidad, cuya dinámica social se basa en una —tanto al interior como hacia el exterior— del gim-
pugna por defender, de la invasión de las mujeres, las nasio de boxeo.
actividades, los espacios y los valores asociados con
el campo. Si, como afirma Connell, la corporificación de la
masculinidad en el deporte “incluye patrones com-
En el mundo occidental, los hombres no solo pletos de desarrollo y uso del cuerpo”, es necesario
han dominado los campos de juego, sino que establecer la lógica de esos patrones para entender
cualidades atléticas tales como agresión, cómo la organización institucional del deporte “fija
competitividad, fuerza, velocidad, poder y tra- relaciones sociales definidas: la competencia y las
bajo en equipo se han asociado con la mascu- jerarquías entre los hombres, la exclusión o domi-
linidad. A muchos hombres, el deporte les ha nación de las mujeres” (p. 85).
aportado una arena donde cultivar la mascu-
linidad y llegar a la hombría (Cahn, 1994: 3). De manera concomitante con este posicionamiento,
autores como McKay, Messner y Sabo han hablado
Hay una amplia bibliografía sobre la forma en que el de la inserción de la institución deportiva como una
campo deportivo se relaciona con la construcción de estrategia para responder a las diferentes crisis de
la masculinidad. Quizás el discurso más influyente en la masculinidad de la era moderna. En este contexto,
el conjunto de la reflexión sea el de Connell (2003), el deporte se volvió una de las maneras privilegiadas
quien expone la idea de que las relaciones sociales para naturalizar la subordinación de las mujeres a
de género se realizan y se simbolizan en las actuacio- los hombres y para reproducir relaciones en que el po-
nes corporales. der se distribuye de forma inequitativa en función del
género, la clase social, la raza/etnia y la sexualidad.
Tales actuaciones se insertan en un mundo donde “la Desde luego, en cierto sentido, esta interpretación
producción de la masculinidad […] se caracteriza por puede también criticarse por simplista y determinista,
una estructura institucional competitiva y jerárquica” tal y como empiezan a notarlo estos mismos autores
(Connell, 2003: 59). Entre otros detalles decisivos, (McKay, Messner y Sabo, 2000: 1-2).

16
Revista Educación y Pedagogía, vol. 24, núm. 63-64, mayo-diciembre de 2012
El gimnasio como proyecto pedagógico

La tesis de la crisis varonil, o “crisis de la mas- exitosos reciben amplia atención, son elevados al
culinidad”, ha asumido, para muchos, casi el estatus de héroes, y disfrutan de numerosos privi-
estatus de una característica definitoria de las legios sociales y económicos. Entre otros, como lo
sociedades occidentales […]. Asumen que señalan Dworkin y Wachs (2000: 60), los varones
los hombres están siendo reducidos a este
heterosexuales que ocupan lugares sobresalientes
estado confuso, disfuncional e inseguro a tra-
vés de una combinación de, primero, un con-
en el ámbito deportivo, supuestamente disfrutan del
sumismo rampante, desalmado; segundo, el “acceso a los cuerpos de numerosas mujeres”.
exitoso asalto de las mujeres (del feminismo)
sobre los bastiones masculinos de privilegio; Desde luego, en el boxeo queda de manifiesto la
y tercero, una desaprobación social y cultural dimensión paradójica de este acceso, por un lado,
cada vez más extendida de los despliegues al privilegio, y por el otro, a la superioridad moral.
tradicionales de la masculinidad (Whitehead Como puede observarse con bastante claridad en la
y Barrett, 2001: 6). disciplina casi monacal del gimnasio de boxeo, la se-
xualidad es tabú: rompe la concentración y debilita el
No obstante, se mantiene el postulado de que la cuerpo. Y, sin embargo, uno de los mayores atracti-
“masculinidad hegemónica”, es decir, la forma do- vos imaginarios del éxito boxístico es precisamente
minante de masculinidad (blanca, de clase media, el acceso a las esferas del poder, donde abundarían
heterosexual) en un período histórico determinado, mujeres dispuestas a entregarse —casi en calidad
se define en relación con la feminidad y con las de ofrenda— a los guerreros victoriosos.
masculinidades subordinadas.1 Es aquí donde el
cuerpo masculino atlético adquiere un poder simbó- La illusio originaria, que es constitutiva
lico importante en el pensamiento occidental, donde de la masculinidad, reside sin duda en el
se convierte en “una marca de poder y superioridad fundamento de la libido dominandi bajo
moral para aquellos que lo portan” (Dworkin y Wa- todas las formas específicas que reviste
chs, 2000: 48-49). en los diferentes campos. Es lo que hace que
los hombres (en oposición a las mujeres)
Este conjunto de ideas debe considerarse de mane- estén socialmente formados e instruidos
ra cuidadosa. El propio Connell propone un modelo para dejarse atrapar, como unos niños, en
tripartita de la estructura del género que distinga todos los juegos que les son socialmente
relaciones de poder, de producción, de catexis y de atribuidos y cuya forma por excelencia es
representación, dado que la denominada “masculi- la guerra (Bourdieu, 2000: 96-97).
nidad hegemónica” no es un carácter fijo, sino, más
bien, “una posición siempre disputable” (Connell, El carácter paradójico de la figura del héroe deporti-
2001: 36-38). Es necesario examinar cómo estas vo exitoso permite distinguir entre varias facetas del
cuatro estructuras refuerzan las articulaciones entre fenómeno de la construcción de la masculinidad, al
el orden de género global y abstracto, y los regíme- hacer evidente cómo la institución del deporte es un
nes de género de nivel micro, como por ejemplo, la lugar ideal para estudiar a los hombres y las mascu-
religión, el deporte, el trabajo, los medios o la vida linidades, aunque deba ponerse mucho cuidado para
familiar (Lafferty y McKay, 2004: 251). no ignorar las realidades derivadas de las diferencias
de raza y clase social, en la medida en que los depor-
Es en este contexto fluido y cambiante donde el cuer- tes organizados son una práctica mediante la cual
po varonil se asocia con la superioridad moral. Por la separación y el poder de los hombres sobre las
eso en México, de manera tradicional, los boxeadores mujeres se corporifica y naturaliza, al mismo tiempo

1 El concepto de hegemonía se refiere a la dinámica cultural mediante la cual “un grupo reclama y sostiene una posición de liderazgo
en la vida social […]. La masculinidad hegemónica puede ser definida como la configuración de la práctica de género que encarna
la respuesta actualmente aceptada al problema de la legitimidad del patriarcado, la cual garantiza (o se supone que garantiza) la
posición dominante de los hombres y la subordinación de las mujeres” (Connell, 2001: 38-39).

17
Revista Educación y Pedagogía, vol. 24, núm. 63-64, mayo-diciembre de 2012
El gimnasio como proyecto pedagógico

que la masculinidad hegemónica (blanca, hetero- es una actividad decididamente fraternal y, como
sexual, de clase profesional) se diferencia claramente dice Wacquant (1992: 234), la cultura del gym es
de las masculinidades marginadas y subordinadas un “espacio quinta esencialmente masculino” dentro
(Messner, 1989: 71-72). del cual la invasión de mujeres es tolerada mientras
sea incidental y las mujeres son a menudo cons-
Messner ha hecho una crítica de los estudios sobre truidas de maneras denigrantes (Lafferty y McKay,
masculinidad y deporte, donde se sostenía que “los 2004: 250). El mito de la inclinación “natural” de los
deportes socializan a los niños para convertirse en hombres hacia la violencia, junto con la construcción
hombres” (1989: 74). Para este autor, aunque tales social de la masculinidad, apuntalan los deportes
enfoques ofrecieron visiones importantes, adolecen violentos —y el boxeo de manera fundamental—
asunciones limitantes de una como un dominio exclusivo de los varones que ellos
utilizan para probar, medir, desplegar o realzar la
[…] teoría del rol de género que parece asumir masculinidad (Halbert, 1997: 12-13).
que los niños llegan a su primera experiencia
atlética como tablas rasas sobre las cuales se Puede decirse, por tanto, que en la ideología deportiva
imprimen los valores de la masculinidad (p. 74). convencional, el boxeo es una actividad esencial-
mente masculina:
En efecto, es importante destacar que los mucha-
chos que llegan por primera vez al gimnasio de La sangre, los moretones, las cortadas y golpes
boxeo ya traen una identidad generificada a sus que acompañan la agresión, la violencia y el pe-
primeras experiencias deportivas. Como lo muestro ligro intrínsecos del boxeo, son popularmente
más adelante, la estructura del gimnasio de boxeo se considerados legítimos e inclusive “naturales”
convierte, entonces, en un contexto en el cual los para los hombres (Hargreaves, 1997: 35).
aprendices construyen una “identidad posicional
masculina” (Messner, 1989: 75). Ahora bien, este En el gimnasio de boxeo se expresan variados tipos
posicionamiento de identidad no es lo único que se de masculinidad y feminidad, sin perturbar la mascu-
juega en el gimnasio. linidad hegemónica, pues los procesos de diferencia-
ción persisten incluso aunque los límites del dualis-
Dado que se trata de una estructura fundamental- mo masculino/femenino se hayan difuminado y estén
mente jerárquica, esta organización replica la vertica- siendo constantemente redefinidos:
lidad que caracteriza las interacciones en el conjunto
de la vida social y, como bien lo advierte Shaw, los […] la participación de mujeres en deportes
hombres que no desempeñan roles tradicionalmente de hombres todavía se enfrenta a la lógica de
“masculinos” también se enfrentan a una discrimi- la oposición binaria de género […] y al ethos
nación histórica en las organizaciones deportivas. de la superioridad masculina […]; aunque
Como lo demuestra la investigación etnográfica, en las mujeres siguen haciendo incursiones en
la organización boxística, aquellos que ocupan los actividades tradicionalmente exclusivas para
lugares más bajos en la jerarquía son invisibilizados, los varones, es debatible cuánto impacto han
explotados y sacrificados por quienes detentan el tenido estas incursiones en realidad en las
poder (Shaw, 2007: 76). representaciones hegemónicas de género, en
las identidades y en los deportes (Mennesson,
Ahora bien, los gimnasios de boxeo que visitamos 2000: 22).
durante la investigación de campo en la ciudad
de México se constituyen, sin duda, en un ambiente El boxeo y la violencia
acotado, aislado y de fronteras nítidas, donde se
privilegia la imagen de una masculinidad paradig- El boxeo es un deporte limítrofe cuya legitimidad es
mática, directamente relacionada con su opuesto puesta en duda reiteradamente. Su finalidad expresa
identitario femenino, mediante mecanismos de ex- es la destrucción del cuerpo del enemigo, a diferen-
clusión rigurosos y netamente establecidos: el boxeo cia de lo que ocurre en la mayoría de los deportes

18
Revista Educación y Pedagogía, vol. 24, núm. 63-64, mayo-diciembre de 2012
El gimnasio como proyecto pedagógico

institucionalizados, donde la violencia se disfraza o Joyce Carol Oates, es el único deporte “donde el enojo
se atenúa con objetivos que no son los otros cuerpos se acomoda, se ennoblece […]; donde la ira puede ser
en competencia. El boxeo manifiesta de manera muy transpuesta, sin equivocación, como arte” (2002: 63).
franca su relación con el ethos guerrero. Despliega
al mismo tiempo una extremada destreza física y Según dicho esfuerzo discursivo, el enfrentamiento de
un pronunciado desarrollo de habilidades corporales dos cuerpos en el cuadrilátero no significa la cruda
con uno de los más altos riesgos de destrucción y exposición de la fuerza bruta, sino “un exhibidor ma-
de muerte. Es visiblemente somático, pero se postu- ravilloso de aptitudes cerebrales”, donde se ponen en
la estratégico. Depende de virtudes tremendamente juego cualidades como: “balance, coordinación, velo-
anti-intuitivas —quizás irracionales—, como el arro- cidad, reflejos, poder, instinto, disciplina, memoria y
jo hasta el grado de la temeridad, la negación del do- pensamiento creativo” (Hauser, 2000: 23). Una pelea,
lor, el sostenimiento de la voluntad por encima de las entonces, se convierte en la posibilidad de demostrar
indicaciones de alarma que lanza el cuerpo, de modo una combinación de inteligencia, astucia, gracia, ha-
tal que no es difícil encontrar entre las historias de bilidad, y de manera muy especial, “lo que los boxea-
la tradición boxística muchas en que el grave daño dores llaman ‘corazón’: la capacidad de seguir pelean-
a la salud o incluso la muerte del boxeador se debió a do cuando uno ha sido lesionado” (Oates, 2002: 79).
su enorme “corazón”, a su decisión de desoír esas
señales. En esa medida, el boxeo construye un cuer- A diferencia de lo que ocurre con otros espectáculos
po destinado a su propia aniquilación. públicos de la violencia —como la lucha libre, pero
también los géneros policíacos, bélicos, “de acción”,
No obstante, hay una interpretación mística del bo- o inclusive la pornografía en el cine y la televisión—,
xeo, la cual inspira una producción cultural bastante el boxeo no es teatral; “su violación del tabú en con-
extensa. A partir de esta visión se elabora una figura tra de la violencia […] es abierta, explícita, ritualizada,
heroica que se mueve en el mundo boxístico para y, como he dicho, rutinaria” (Oates, 2002: 106). En
fabular mitos de la modernidad, como el de la cons- el ring se cumple lo que Thomas Hauser denomina
trucción de la masculinidad, la conversión del niño la ley básica del hombre: “si vas a derrotar a otro
en hombre o la salida de la pobreza con base en el hombre, derrótalo completamente” (2000: 7). No
mérito individual. En todas estas expresiones, el bo- obstante, en el campo se repite con frecuencia el ar-
xeo “es conquista y destrucción, competencia pura, gumento de que se trata de una violencia controlada,
hombre contra hombre” (Hauser, 2000: 7). una expresión reglamentada de la agresión que, al
ser asimilada por la cultura, se legitima a sí misma.
En el campo del boxeo de la ciudad de México, muchos
informantes reproducen esta mirada ambigua, donde El boxeo es espectáculo, negocio, empresa, apuestas
se idealiza una práctica cuestionable en función de su y hasta contacto con el mundo del hampa. Lugar
capacidad para sublimar sus contenidos más inmedia- de explotación, pero también camino —aunque
tos —violencia, brutalidad, peligro— en imágenes de precario— hacia la fama y la fortuna. Como el control
espiritualidad y trascendencia, control corporal y so- del negocio es monopólico, su crecimiento monetario
metimiento riguroso del cuerpo a la mente, además de implica un extendido abuso de la fuerza de trabajo.
interpretarse como una vía para sobreponerse al ritmo John Sugden (1996) ha analizado esta dimensión del
frenético de la vida cotidiana y como una disciplina cu- boxeo de manera elocuente. Según Hauser, aunque
yos dividendos más apreciados son el fortalecimiento la televisión aporta una cantidad enorme de ingresos,
de la autoestima, la salud y el bienestar físico. muy poco de ese dinero se filtra hacia abajo; el
grueso de las ganancias del boxeo “se divide entre
En su caracterización como “ciencia” y como “arte”, quienes no combaten”. A los boxeadores les tocan
existe un esfuerzo discursivo —emitido en diferentes “salarios pobres, cuidado médico inadecuado y sin
textos— por encontrarle un lugar honroso dentro de las pensión más allá de un puñado de recuerdos cuando
actividades humanas, a pesar de que exista un incon- su carrera termina”. De modo que hasta los más
fundible reconocimiento de su violencia expresa. Para famosos terminan en la miseria (Hauser, 2000: 58).

19
Revista Educación y Pedagogía, vol. 24, núm. 63-64, mayo-diciembre de 2012
El gimnasio como proyecto pedagógico

El boxeo está lleno de paradojas, sobre todo en el mensiones, como espacio para la masculinización
plano económico, dado que se mueve en una fronte- de los niños y los jóvenes; como el lugar donde se
ra muy borrosa entre legitimidad e ilegalidad, sobre endurecen el cuerpo y el carácter, a través de téc-
todo por la intervención de las apuestas. Esto permi- nicas corporales intensas, repetidas y deliberadas,
te que los atletas mejor pagados del mundo sean los técnicas dirigidas al establecimiento de una discipli-
boxeadores de campeonato, pero eso no quiere decir na rigurosa cuya finalidad es preparar no solo para la
que los boxeadores como clase sean los deportistas pelea, sino también para la vida.
que reciben más altos sueldos, sino todo lo contrario.
Como dice Oates: “la cima de la pirámide es peque- La primera condición del boxeo —en su estructura
ña, la base amplia, bordeando el anónimo subsuelo tradicional— es el aislamiento de los pupilos en un
de la humanidad” (2002: 34). ambiente estrictamente homosocial: el gimnasio. En
el imaginario del boxeo, los roles de género están ri-
No podría haber boxeo sin un público ávido de emo- gurosamente repartidos. Las mujeres pueden ocupar
ciones fuertes y dispuesto a alimentar la saña de un el lugar de espectadoras o pueden funcionar como la
encuentro con el furor irracional de la masa enarde- red de apoyo que mantiene las condiciones de posi-
cida. Los eventos boxísticos suelen ocurrir dentro bilidad de la vida de un atleta. Pero en el gimnasio,
de un conjunto de ceremonias, rodeados de un am- “agotan la energía de los varones y como compa-
biente en la dimensión del espectáculo, donde juego, ñeras sexuales, destruyen la concentración de un
ritual, festival y espectáculo son géneros (genres) de boxeador” (Fields, 2005: 130), por lo cual se les pro-
actuación (performance) —análogos a los géneros híbe la entrada a esa especie de santuario.
literarios— que se vinculan dentro de un sistema
ramificado (MacAloon, 1982: 104-106). Se trata de En las peleas, el papel de las mujeres se limita a
conjuntos de símbolos organizados como procesos
en el espacio y en el tiempo. Funcionan como un […] funciones estereotipadas que se realizan
usualmente de manera entusiasta y estereo-
aparato que procura “de forma inseparable, la parti-
tipadamente femenina [como la de anunciar,
cipación individual del espectador en el espectáculo
usualmente en traje de baño y con maquillaje
y la participación colectiva en la fiesta cuya ocasión y peinados vistosos, el número del episodio],
es el propio espectáculo” y, mediante las manifesta- porque de otra manera, las mujeres no tienen
ciones colectivas que suscitan, satisfacen “al gusto un lugar natural en el espectáculo (Oates,
y al sentido de la fiesta, de la libertad de expresión y 2002: 72).
de la risa abierta” (Bourdieu, 1998: 32).
De esta forma, mientras se considera que el boxeo
Pero sobre todo, el boxeo es una tecnología de género.2 es una actividad “normal” para los varones, aparece
Como afirma Sarah Fields, el box como la más inapropiada para las mujeres.
[…] se ha contemplado como algo que salva Hay que subrayar que las formas de respeto
la masculinidad (como lo imaginó Teddy Roo- habituales en el gym son formas exclusiva-
sevelt) o como algo que destruye la civiliza- mente masculinas, que afirman no sólo la
ción (como lo temieron las cortes en la década solidaridad y la jerarquía de los boxeadores
de 1860) (2005: 130). entre sí sino, además, y de una forma más
eficaz puesto que no es consciente, la supe-
Si el deporte en general es un campo clara e inten- rioridad de los hombres (es decir, de los “ver-
samente generificado, el boxeo multiplica de manera daderos” hombres) sobre las mujeres, térmi-
fundamental estas características en todas sus di- no físicamente ausente pero simbólicamente

2 Para Teresa de Lauretis (2000), las tecnologías de género estarían ligadas con prácticas socioculturales, discursos e instituciones
capaces de crear “efectos de significado” en la producción de sujetos hombres y sujetos mujeres. El género y las diferencias sexua-
les serían efecto de representaciones y prácticas discursivas.

20
Revista Educación y Pedagogía, vol. 24, núm. 63-64, mayo-diciembre de 2012
El gimnasio como proyecto pedagógico

omnipresente en negativo tanto en la sala pertenencia al reino de lo masculino o al reino de lo


como en el universo pugilístico (Wacquant, femenino.
2004: 74n).
A partir de este marco es factible una lectura del
No obstante, el mundo del boxeo es inconcebible sin espacio particular del gimnasio para descifrar las
la presencia discreta, silenciosa y cálida de muje- marcas genéricas y las barreras visibles o invisi-
res que funcionan como la principal motivación de bles que funcionan como mecanismos de exclusión
los peleadores —como el componente imaginario no totalmente infranqueables y, sin embargo, vigentes
fundamental del hogar que le da sentido a la acción en muchos de sus aspectos medulares. Estas marcas
masculina—, al tiempo que representan uno de los existen como significantes, es decir, como expre-
peligros a que se enfrenta la carrera boxística. siones materiales y perceptibles que nos remiten a
significados interpretables. No se trata de signos
homogéneos, sino de semiosis, o sea, de posibi-
El lugar lidades de significación inscritas en una enorme
McDowell (2000) desarrolla el concepto de lugar variedad de soportes repartidos no solo en la distribución
no como una referencia estrictamente espacial, sino arquitectónica —en la medida en que “la arquitec-
como un hecho definido por prácticas y relaciones tura refleja las ideas dominantes a propósito de las
sociales de poder. Un lugar es la intersección de un relaciones sociales, e incide en ellas” (McDowell,
conjunto diverso de corrientes e interacciones que 2000: 96)—, los objetos, los colores, los accesorios
operan en un abanico de escalas espaciales; se o la iluminación, sino también en las actitudes, los
constituye en el cruce de las relaciones y las prácti- gestos y las palabras de las personas que se encuen-
cas sociales, en el tiempo y en el espacio, y a través tran ocupando esos espacios.
de los significados culturales asociados con ellas.
El espacio no es un vacío inerte y neutral, sino una
El gimnasio, para Loïc Wacquant, “es una fábrica entidad cargada de contenidos cuyas propiedades
social destinada a rehacer cuerpos humanos y con- dependen de factores codificados culturalmente; por
vertirlos en ‘máquinas luchadoras’ virtuales” (1999: eso, el espacio es conflictivo, fluido, cambiante. Para
247). Como tal, forma parte del escenario que po- McDowell, lo que define el lugar son las prácticas so-
sibilita la representación de actos performativos de cioespaciales, y de manera decisiva, las relaciones
género y es, por lo tanto, una de las claves para com- sociales de poder y de exclusión: los espacios
prender las tecnologías de género que este deporte […] surgen de las relaciones de poder;
pone en marcha.3 A pesar de que, en la actualidad, las relaciones de poder establecen las nor-
los gimnasios de boxeo son espacios abiertos a per- mas; y las normas definen los límites, que son
sonas de uno u otro sexo, su vocación genérica sigue tanto sociales como espaciales (McDowell,
siendo una condición problemática. Esto significa 2000: 15).
que el ingreso de las mujeres al boxeo aún se lee
como una transgresión de fronteras: ellas están in- En la ciudad de México, la estructura interna de los
vadiendo un territorio masculino. Por lo tanto, resulta gimnasios de boxeo parece organizarse alrededor del
decisivo comprender la lógica interna de esta terri- cuadrilátero, de la misma forma que el entrenamiento
torialidad, es decir, los elementos y las relaciones tiene como punto culminante el sparring, es decir,
estructurales de significación (semiosis) a partir de la práctica de tirar golpes a un oponente, dentro del
los cuales se atribuye a una actividad humana su ámbito perfectamente acotado del ring, en lapsos

3 Hemos denominado “actos performativos de género” cierto tipo de acontecimientos ritualizados que tienen una ubicación determi-
nada en el tiempo y en el espacio, cuentan con un conjunto de reglas (escritas y no escritas), además de que son una experiencia
compartida y una acción colectiva (véase Palomar, 2005). En los gimnasios de boxeo, el género es actuado repetida y cíclicamente
por agentes que encarnan dramática y activamente significados culturales particulares.

21
Revista Educación y Pedagogía, vol. 24, núm. 63-64, mayo-diciembre de 2012
El gimnasio como proyecto pedagógico

de tres minutos de actividad por uno de descanso; sión de un entrenador. Es el entrenador el que indica
se trata de un ejercicio que se desarrolla invariable- cuándo y cuánto tiempo se debe dedicar a golpear el
mente bajo la cercana supervisión del entrenador. Es saco o las peras, cuánto a saltar la cuerda, cuánto al
durante el sparring cuando el peleador recibe indica- sparring.
ciones decisivas sobre cada uno de sus movimientos
corporales, en un escenario que repite hasta cierto Esto significa que, sin entrenador, no hay entrenamien-
punto las condiciones de la pelea, excepto porque to: la posibilidad de que una mujer se integre a la
se trata de un trabajo de ensayo donde no hay ga- actividad cotidiana de un gimnasio está mediada por
nador ni perdedor; suele llevarse a cabo —incluso ese vínculo. Las opiniones de los entrenadores fue-
en la rama profesional— con careta de protección, y ron diversas, pero en todas se puede discernir una
no todos los gimnasios cuentan con un ring con las sensación de extrañamiento, donde sigue estando
especificaciones oficiales.4 presente la idea de que las mujeres que boxean
están fuera de lugar.
En nuestro recorrido por gimnasios de boxeo, nos
encontramos una interesante variedad de disposicio-
nes y soluciones espaciales para responder a las ne- Técnicas corporales
cesidades del entrenamiento. En su enorme mayoría,
cuentan con un ring acondicionado lo más fielmente La “cultura” boxística consiste en una serie de pos-
posible a las descripciones reglamentarias, aunque turas y gestos repetidos hasta la saturación y con
no todos poseen una plataforma elevada sobre la su- tanta acuciosidad que terminan por convertirse
perficie del suelo. en coordinaciones motoras, es decir, terminan por
volverse respuestas automáticas, actos eficaces, dis-
Los inmuebles no siempre fueron diseñados con el posiciones fundamentales (corporales, emocionales,
objetivo de servir para estos fines, sino que han sido visuales y mentales), un “saber práctico compuesto
adaptados a partir de bases arquitectónicas diver- por esquemas inmanentes a la práctica”. Se convierte,
sas. Las variantes se dan sobre todo en la disponi- pues, en un capital específico, un capital que reside
bilidad de espacio, la iluminación y la ventilación. En en el cuerpo, un capital fisiológico que “una vez uti-
todos ellos notamos una continua pugna por el en- lizado, carece de valor en otro campo” (Wacquant,
torno: no solo por conseguir o construir locales ade- 2004: 66-67).
cuados, sino por la disponibilidad de un sitio personal
que requiere un atleta para desarrollar una actividad Según Wacquant, no se puede dilucidar la importancia
muy intensa que consiste, la mayor parte del tiempo, y el arraigo del boxeo
en aprender y repetir hasta la saciedad un tipo muy
específico de movimientos corporales. […] sin examinar la trama de relaciones socia-
les y simbólicas que se tejen en el interior y
En ninguno de estos lugares existe una prohibición alrededor del gimnasio, núcleo y motor oculto
de entrada a las mujeres; no obstante, una rápida del universo pugilístico (2004: 29).
observación permite darse cuenta de que no es fá-
cil ingresar, ni para los hombres ni para las mujeres. El boxeo es una práctica intensamente corporal, una
La mayoría de las personas que entrenan en estos cultura profundamente cinética, un universo en el
lugares ha llegado debido a la invitación previa de que lo más esencial se transmite, se adquiere y se
un visitante habitual. Una vez dentro, la repartición despliega más allá del lenguaje, en la coordinación
del espacio no es sencilla; por lo general, el acceso a de tres elementos: el cuerpo, la conciencia individual
los diferentes aparatos está regulado por la supervi- y la colectividad (Wacquant, 2004: 19).

4 No obstante, durante el sparring los boxeadores reciben quizá la proporción más importante de los golpes que impactan su organis-
mo durante su carrera. Véanse Anasi (2002), Oates (2000) y Hauser (2000).

22
Revista Educación y Pedagogía, vol. 24, núm. 63-64, mayo-diciembre de 2012
El gimnasio como proyecto pedagógico

En el boxeo, el cuerpo es, al mismo tiempo, […] una in-corporación imperceptible de los
esquemas mentales y corporales inmanentes
[…] agente y objeto de la práctica, y es me- en la práctica pugilística que no admite me-
diante estas prácticas corporales como se de- diación discursiva o sistematización alguna
finen y organizan las estructuras dentro de las (Wacquant, 1999: 250),
cuales se forman los cuerpos y se forjan iden-
tidades significativas y corporificadas (Wood- y se traduce en el conjunto de posturas, patrones de
ward, 2007: 86), movimiento y estados cognitivo-emocionales que
definen la maestría de un boxeador: “el trabajo cor-
en la poral reorganiza el campo corporal del boxeador en
su totalidad” (p. 252).
[…] inculcación del Noble Arte como trabajo
de conversión gímnica, perceptual, emocional El boxeo no solo implica la totalidad del propio cuerpo,
y mental que se produce de forma práctica y sino también una lectura del otro cuerpo en el ring.
colectiva a base de una pedagogía implícita Los boxeadores aprenden a conocer y monitorear
y mimética que, pacientemente, redefine uno sus propios organismos, y también a evaluar el cuer-
a uno todos los parámetros de la vida del po de sus oponentes, “mediante una lectura de su
boxeador (Wacquant, 2004: 23, 24). superficie exterior”. Antes de cada pelea, los boxea-
dores y sus entrenadores “evalúan metódicamente el
En su exploración, Wacquant encuentra que las sa- cuerpo de su adversario, intentando detectar índices
las del boxeo de todo el mundo “se componen más o de posibles debilidades que puedan ser explotadas”
menos de los mismos elementos y se parecen unas a (pp. 252-253).
otras hasta confundirse” (2004: 30n). De igual mane-
ra, la disciplina consiste de los mismos movimientos La experiencia de entrenadores y mánagers en el tra-
y rutinas, con variantes mínimas, en todos los pun- bajo con mujeres deriva en diversas posiciones que
tos geográficos donde se practica. Esta regularidad reflejan, por una parte, una sensación de discordancia,
—característica de todos los deportes en sus ver- pero también una adaptación a nuevas condiciones
siones “oficiales” y que es, además, el fundamento y nuevas reglas del juego dentro del campo boxísti-
de la competencia— obedece, por un lado, a una re- co. Sin embargo, la presencia de mujeres siempre
glamentación formal —determinada por la existencia es problemática; no es sencillo compartir el espacio,
de cuerpos directivos internacionales— y, por otro, no se pueden aplicar los mismos criterios para unas
a una tradición que permanece a través del tiempo. y otros. Lo que se subraya y se naturaliza es la dife-
rencia entre hombres y mujeres, en dos vertientes
En los diferentes gimnasios visitados durante la principales: o la incapacidad de ellas para la práctica
investigación de campo, observamos una clara —y la obvia superioridad física de los varones— o
uniformidad estructural, adaptada a las condicio- su sobredesempeño.
nes específicas de cada establecimiento. Aunque es
evidente una heterogeneidad derivada de los muy
distintos orígenes de cada gimnasio, en todos en- El dúo entrenador/pupilo
contramos la misma composición básica, organizada
en función de características espaciales heteróclitas, El boxeo se transmite “cuerpo a cuerpo”: es una
pero alrededor de un principio básico: la posibilidad disciplina que requiere la presencia del entrenador
de desarrollar las mismas actividades corporales como agente del conocimiento corporal, y de com-
—las técnicas boxísticas— que se llevan a cabo en pañeros aprendices con quienes se ensaya y se repi-
todos los gimnasios de boxeo del mundo. te cada detalle de una minuciosa preparación. Estos
dos factores conjugados —entrenador/pupilo—, in-
La lenta y prolongada temporalidad del entrenamiento dispensables para la pedagogía boxística, estructu-
tiene como finalidad afinar una sensibilidad corporal ran el entrenamiento como una práctica que requiere
específica, la cual requiere condiciones espacio-temporales muy especiales. De

23
Revista Educación y Pedagogía, vol. 24, núm. 63-64, mayo-diciembre de 2012
El gimnasio como proyecto pedagógico

ahí la constitución del gimnasio como un lugar social Ninguno de los informantes que se identificaron
de índole específica, a donde no cualquiera puede o como entrenadores o como entrenadores/mánagers
quiere entrar. Los límites del gimnasio no son nada habían recibido una instrucción institucional; todos
más barreras físicas (puertas, paredes, marcas ma- se habían formado en la práctica, la enorme mayoría
teriales), sino sobre todo barreras simbólicas, pro- como boxeadores. La enseñanza del boxeo se impar-
hibiciones explícitas rigurosamente observadas por te mediante un método cuya eficacia se va probando
propios y extraños, que no solo delimitan con clari- de manera tautológica: un entrenador es “bueno” en
dad un “adentro” y un “afuera”, sino también áreas la medida en que sus pupilos ganan más peleas.
internas de diferente acceso, en función sobre todo
de una inflexible jerarquía dentro del grupo que esta- En el dúo formado por el entrenador y el pupilo a me-
blece el sitio que cada quien puede ocupar. nudo aparece un vínculo personal que puede ir más
allá de la capacitación del cuerpo para la realización de
No es solo el espacio, sino también la temporalidad una tarea más o menos especializada. En la visión
lo que se determina con rigor en el “centro del dispo- de muchos de nuestros informantes, esta ligazón es
sitivo de aprendizaje pugilístico”. Se trata de una sin- un componente crucial para la práctica, en cuanto la
cronía colectiva, de un “ritmo común” que se impone confianza ciega y la observancia rigurosa de las indi-
desde el centro, con indicaciones cronométricas caciones del entrenador son decisivas para el éxito
—usualmente auditivas, como el sonido de un silba- de un boxeador.
to, un timbre, una campanada o una orden verbal—
para pausar los lapsos de actividad y de descanso en En muchas ocasiones, el vínculo es previo al ingre-
función de la estructura del boxeo (tres minutos de so al boxeo, porque una de las vías de entrada es
ejercicio intenso por uno de descanso), coordinada a precisamente la pertenencia a una familia boxística;
partir de la lógica de los encuentros en el ring. en muchas entrevistas registramos cómo se vuelven
boxeadores y entrenadores —y también boxeadoras—
Estas dos condiciones —de aislamiento en el tiempo los hijos y hermanos de boxeadores y entrenadores
y en el espacio— producen el ambiente privilegiado más o menos establecidos, y de esta manera, el me-
del gym: un emplazamiento ritual donde se esceni- canismo de reproducción de la práctica depende del
fica de manera cotidiana y metódica la ceremonia acceso a los lugares y a los secretos que determinan
mágica de la masculinidad en un ambiente de pares. la configuración del campo a través de relaciones fa-
Ambas dimensiones permiten el establecimiento de miliares, las cuales se convierten en el capital social
un centro de significación para la vida de quienes más importante de muchos boxeadores.
acuden diariamente a este reducto semisecreto, ini-
ciático, religioso, de dolorosa solidaridad, donde A pesar de esta solidaridad, la relación entre entrena-
la vida cobra sentido en oposición al sinsentido de la dor y pupilo no siempre es desinteresada y afectuosa;
realidad exterior en lo que Wacquant ha denominado en particular, porque el boxeo es también un negocio
el “culto plebeyo de la virilidad” (2004: 30). donde se juega dinero. A menudo se dan condiciones
de explotación y abuso de la fuerza de trabajo que es-
Como se trata de un ámbito atravesado por saberes tán determinadas por la estructura del campo, en la
tradicionales —que se transmiten por vía oral, de medida en que la posibilidad de ganarse la vida en el
maestro a discípulo—, los ejercicios y los regímenes oficio depende de la concertación de peleas públicas
de los boxeadores aparecen a menudo como una prác- que generarán ingresos dentro de un aparato com-
tica empírica que no pasa de manera formal por las plejo de intereses. En última instancia, un boxeador
instituciones, los textos y los aparatos burocráticos.5 es una inversión tanto para el entrenador/mánager,

5 Allí donde otros deportes “han dado lugar a complicadas burocracias compuestas por múltiples funciones ultraespecializadas, el
boxeo sigue funcionando con la tríada artesanal del entrenador, preparador y mánager —y a veces una misma persona asume las
tres funciones” (Wacquant, 2004: 118-119).

24
Revista Educación y Pedagogía, vol. 24, núm. 63-64, mayo-diciembre de 2012
El gimnasio como proyecto pedagógico

como para la familia, que desvía una considerable De ahí el carácter monástico, casi penitencial, del
cantidad de recursos para su manutención y cuida- programa de vida que exige el boxeo, el cual se con-
do. Las negociaciones para programar peleas no son vierte, para Wacquant, en “vector de una desbana-
sencillas y dependen de muy delicados equilibrios, lización de la vida cotidiana”, al convertir la rutina
donde se juegan las carreras de los boxeadores, así en el medio de acceder a un universo en el que se
como su integridad y bienestar físicos. Lo que queda entremezclan aventura, honor y prestigio (Wacquant,
claro, a partir de los testimonios de nuestros infor- 2004: 30). Estos tres factores, interpretados precisa-
mantes, es que el entrenador/mánager es una figura mente como atributos relacionados con la masculini-
decisiva para el destino de un boxeador. dad, se enganchan con una “subordinación fanática
del yo en términos de un destino deseado” (Oates,
2002: 27), una ascética cifrada por la renuncia, el sa-
El ámbito protector del gimnasio crificio, el control sobre sí.
Para convertirse en una fábrica de capital corporal, el Este movimiento permite que la renuncia, el sacrifi-
gimnasio debe funcionar como una escuela de mo- cio y el control sobre sí puedan ser caracterizados
ralidad, una máquina donde se fabrica “el espíritu de como una libertad (Foucault, 1984: 76).6 Se trata,
la disciplina, la vinculación al grupo, el respeto tanto sin duda, de una libertad paradójica, sostenida en la
por los demás como por uno mismo y la autonomía abnegación, la renuncia y el sacrificio. Un sacrificio
de la voluntad” (Wacquant, 2004: 30). que se extiende a todas las dimensiones de la vida
de un boxeador. Para tener éxito, un atleta del ring
En sentido lato, este tipo de organización recupera debe someterse a un régimen que rebasa con mucho
formas de socialidad muy semejantes a las que las horas y el ámbito del gimnasio, para impregnar
Foucault estudia en El uso de los placeres (1984) todos los aspectos de la vida privada: dieta estricta,
y en Tecnologías del yo (1990). Los dispositivos de horario regular, obligación de ir a la cama temprano,
saber-poder que se desarrollan en el gimnasio re- abstinencia sexual durante las semanas anteriores al
cuerdan principios como la enkrateia, inventada por combate, renuncia a prácticamente todo tipo de vida
los griegos del período clásico y definida por el autor social. Todos estos factores son parte de la cotidia-
como “forma activa de dominio de uno mismo, que neidad de un boxeador dedicado.7
permite resistir o luchar, y asegurar su dominio en el
campo de los deseos y de los placeres”, la cual El gym funciona como una institución que reglamenta
toda la existencia del boxeador: uso del tiempo y el
[…] se sitúa en el eje de la lucha, de la resis- espacio, cuidado de su cuerpo, estado de ánimo y
tencia y del combate: es moderación, tensión, deseos;
“continencia”; la enkrateia domina los placeres
y los deseos, pero necesita luchar para vencer- […] al reclutar a sus jóvenes y apoyarse en
los […]; es la condición de la sõphrosyne- , la su cultura masculina del valor físico, el honor
forma de trabajo y de control que el individuo individual y el vigor corporal, se enfrenta a la
debe ejercer sobre sí mismo para volverse tem- calle como el orden al desorden […] como
perante (sõphrõn) (Foucault, 1984: 62-63). la violencia controlada y constructiva de un

6 “Esta libertad-poder que caracteriza el modo de ser del hombre temperante no puede concebirse sin una relación con la verdad.
Dominar sus placeres y someterlos al logos no forman más que una sola y la misma cosa […]. No podemos constituirnos como
sujeto moral en el uso de los placeres sin constituirnos al mismo tiempo como sujeto de conocimiento” (Foucault, 1984: 84).
7 “El dominio que un régimen convenientemente meditado debe cubrir se define por una lista que con el tiempo ha adquirido un valor
casi canónico […]; comprende: ‘los ejercicios (ponoi), los alimentos (sitia), las bebidas (pota), los sueños (hypnoi), las relaciones
sexuales (aphrodisia)’ —todas cosas que deben ser ‘medidas’ […]; el régimen debe tener en cuenta numerosos elementos de la
vida física de un hombre, o por lo menos de un hombre libre, y ello a lo largo de todos los días, desde el levantarse hasta el acostarse
[…]; el régimen problematiza la relación con el cuerpo y desarrolla una manera de vivir en la que las formas, las elecciones, las
variables están determinadas por el cuidado del cuerpo” (Foucault, 1984: 95-96).

25
Revista Educación y Pedagogía, vol. 24, núm. 63-64, mayo-diciembre de 2012
El gimnasio como proyecto pedagógico

intercambio estrictamente civilizado y clara- Foucault (1984: 55-56) reconoce, en la caracteriza-


mente circunscrito (Wacquant, 2004: 64), ción de la templanza —como arte de los placeres capaz
de limitarse a sí mismo—, una estructura esencial-
cuyo fundamento es la aceptación mente viril, cuya consecuencia es que
[…] de un sistema de valores que enfatiza el […] la intemperancia depende de una pasivi-
respeto por uno mismo y por otros: no sólo dad que la emparienta con la feminidad […];
el respeto físico, sino también el respeto por el ser intemperante es […] estar en un estado
carácter propio y del oponente […]; un trabajo de no resistencia y en posición de debilidad
ético junto con los principios del sacrificio […], y de sumisión; es incapaz de esta actitud de
agresión controlada y una renuncia a la violen- virilidad respecto de sí mismo que permite ser
cia viciosa que es tan familiar en los vecindarios más fuerte que sí mismo […]; el hombre de la
más allá de las puertas de los clubes de boxeo falta de dominio (akrasia) o de la intemperancia
(Sugden, 1996: 183). (akolasia) es un hombre al que se podría llamar
femenino, más ante sí mismo que ante los de-
Varios autores (Oates, 2002; Hauser, 2000; Anasi, más (pp. 82-83).9
2002; Woodward, 2007; De Garis, 2000; Wacquant,
1992, 1999, 2004) coinciden en la lectura del gimnasio
como un lugar de realización, donde niños, jóvenes y Referencias bibliográficas
hombres —siempre en masculino— encuentran un
sentido para la vida, respeto, trabajo y disciplina, Anasi, Robert, 2002, The Gloves. A Boxing Chronicle,
además de que sirve para apartarlos “de una vida de Nueva York, North Point Press.
drogadicción, conducta antisocial y crimen” (Hauser,
Bourdieu, Pierre, 1998, La distinción. Criterio y bases so-
2000: 14). Todos ellos subrayan en algún momento la ciales del gusto, Madrid, Taurus.
cualidad generificada de este cumplimiento:8
—, 2000, La dominación masculina, Barcelona, Anagrama.
La factura de la personalidad consciente en el
boxeo a menudo se basa en una lógica bina- Cahn, Susan K., 1994, Coming on Strong / Gender and Se-
ria, especialmente en relación con el género. xuality in Twentieth-Century Women’s Sport, Cambridge
Dicha identidad, o conjunto de identidades, MA y Londres, Harvard University Press.
podría involucrar una fuerte inversión en y una
identificación con la masculinidad tradicional, Connell, R. W., 2001, “The Social Organization of Mas-
en oposición a la feminidad que se constituye culinity”, en: Stephen M. Whitehead y Frank J. Barrett,
comps., The Masculinities Reader, Cambridge, Polity
como su contrario psíquico y material (Wood-
Press, pp. 30-50.
ward, 2007: 37-38).
—, 2003, Masculinidades, México, Pueg-UNAM.
En el boxeo, las cualidades de los varones se oponen
implícitamente a las características de las mujeres, De Garis, Laurence, 2000, “‘Be a Buddy to Your Body’.
en un juego donde los principios de lo humano se Male Identity, Aggression, and Intimacy in a Boxing
identifican con lo masculino. De la misma forma, Gym”, en: Jim McKay, Michael A. Messner y Don Sabo,

8 “A través de esta concepción [la del pensamiento griego] del dominio como libertad activa, lo que se afirma es el carácter ‘viril’ de
la templanza […]. En esta moral de hombres hecha para los hombres, la elaboración de sí como sujeto moral consiste en instaurar
de sí a sí mismo una estructura de virilidad; sólo siendo hombre frente a sí mismo podrá controlar y dominar la actividad de hombre
que ejerce frente a los demás en la práctica sexual […]. En el uso de sus placeres de varón, es necesario ser viril respecto de
uno mismo, como se es masculino en el papel social. La templanza es en su pleno sentido una virtud de hombre” (Foucault, 1984:
80-81).
9 La templanza implica que el logos sea colocado en posición de soberanía sobre el ser humano; que pueda someter los deseos y esté
en situación de regular el comportamiento (Foucault, 1984: 84).

26
Revista Educación y Pedagogía, vol. 24, núm. 63-64, mayo-diciembre de 2012
El gimnasio como proyecto pedagógico

Masculinities, Gender Relations and Sport, Thousand McDowell, Linda, 2000, Género, identidad y lugar. Un es-
Oaks, Londres y Nueva Delhi, Sage Publications Inc., tudio de las geografías feministas, Madrid, Cátedra, Uni-
pp. 87-107. versitat de València, Instituto de la Mujer.

De Lauretis, Teresa, 2000, “La tecnología del género”, en: McKay, Jim, Michael A. Messner y Don Sabo, 2000, Mas-
Diferencias. Etapas de un camino a través del feminismo, culinities, Gender Relations and Sport, Thousand Oaks,
Madrid, Horas y horas, pp. 33-69. Londres y Nueva Delhi, Sage Publications Inc.

Dunning, Eric, 1995, “El deporte como coto masculino: no- Messner, Michael, 1989, “Masculinities and Athletic
tas sobre las fuentes sociales de la identidad masculina y Careers”, Gender and Society, vol. 3, núm. 1, pp. 71-88.
sus transformaciones” en: Norbert Elias y Eric Dunning,
Deporte y ocio en el proceso de la civilización, México, —, 1990, “When Bodies are Weapons: Masculinity and
Fondo de Cultura Económica, pp. 323-342. Violence in Sport”, International Review for the Sociology
of Sport, vol. 25, núm. 3, pp. 203-220.
Dworkin, Shari Lee, y Faye Linda Wachs, “The Morality /
Manhood Paradox / Masculinity, Sport, and the Media”, Moreno, Hortensia, 2007, “Mi última pelea”, Debate femi-
en: Jim McKay, Michael A. Messner y Don Sabo, 2000, nista / cuerpo a cuerpo, año 18, vol. 36, octubre, pp. 11-29.
Masculinities, Gender Relations and Sport, Thousand
Oaks, Londres y Nueva Delhi, Sage Publications Inc., Oates, Joyce Carol, 2002, On boxing (expanded edition
pp. 47-66. with photographs by John Ranard), Nueva York, ecco
(Harper Collins).
Fields, Sarah K., 2005, Female Gladiators. Gender, Law,
Palomar Verea, Cristina, 2005, El orden discursivo de gé-
and Contact Sport in America, Urbana y Chicago, Univer-
nero en Los Altos de Jalisco, Guadalajara, Universidad de
sity of Illinois Press.
Guadalajara.
Foucault, Michel, 1984, Historia de la sexualidad, vol. 2, El
Shaw, Sally, 2007, “Gender in sport management / A con-
uso de los placeres, 13.a ed., México, Siglo XXI.
temporary picture and alternative futures”, en: Cara Carmi-
chael Aitchison, comp., Sport & Gender Identities / Mas-
Foucault, Michel, 1990, Tecnologías del yo y otros textos
culinities, Femininities and Sexualities, Londres y Nueva
afines, Barcelona, Paidós.
York, Routledge, pp. 74-89.
Halbert, Christy, 1997, “Tough enough and Women Sugden, John, 1996, Boxing and Society. An International
enough: Stereotypes, Discrimination and Impression Ma- Analysis, Manchester y Nueva York, Manchester Univer-
nagement among Women Professional Boxers”, Journal of sity Press.
Sport and Social Issues, núm. 21, pp. 7-36.
Wacquant, Loïc, 1992, “The social logic of boxing in black
Hargreaves, Jennifer, 1997, “Women’s boxing and related Chicago: Toward a sociology of pugilism”, Sociology of
activities: Introducing images and meanings”, Body and Sport Journal, núm. 9, pp. 221-254.
Society, núm. 3, pp. 33-49.
—, 1999, “Un arma sagrada. Los boxeadores profesionales:
Hauser, Thomas, 2000, The Black Lights. Inside the World capital corporal y trabajo corporal”, en: Javier Auyero,
of Professional Boxing, Fayetteville, The University of Caja de herramientas. El lugar de la cultura en la sociología
Arkansas Press. norteamericana, Buenos Aires, Universidad Nacional de
Quilmes, pp. 237-292.
Lafferty, Yvonne, y Jim McKay, 2004, “‘Suffragettes in Sa-
tin Shorts’? Gender and Competitive Boxing”, Qualitative —, 2004, Entre las cuerdas. Cuadernos de un aprendiz de
Sociology, vol. 27, núm. 3, otoño, pp. 249-276. boxeador, Madrid, Alianza-Ensayo.

Macaloon, John J., 1982, “Double Visions: Olympic Games —, 2007, “Carisma y masculinidad en el boxeo”, Debate
and American Culture”, Kenyon Review, invierno, vol. 4, feminista (cuerpo a cuerpo), año 18, vol. 36, octubre,
núm. 1, pp. 98-112. pp. 30-40.

27
Revista Educación y Pedagogía, vol. 24, núm. 63-64, mayo-diciembre de 2012
El gimnasio como proyecto pedagógico

Whannel, Garry, 2007, “Mediating masculinities / The pro- Whitehead, Stephen M., y Frank J. Barrett, comps., 2001,
duction of media representations in sport”, en Cara Carmi- The Masculinities Reader, Cambridge, Polity Press.
chael Aitchison, (comp.), Sport & Gender Identities / Mas-
culinities, Femininities and Sexualities, Londres y Nueva Woodward, Kath, 2007, Boxing, Masculinity and Identity.
York, Routledge, pp. 7-21. The “I” of the Tiger, Londres y Nueva York, Routledge.

Referencia

Moreno, Hortensia, “El gimnasio de boxeo como proyecto pedagógico”, Revista


Educación y Pedagogía, Medellín, Universidad de Antioquia, Facultad de Educación,
vol. 24, núm. 63-64, mayo-diciembre, 2012, pp. 15-28.

Original recibido: 24/02/2010


Aceptado: 12/07/2010

Se autoriza la reproducción del artículo citando la fuente y los créditos de los autores.

28
Revista Educación y Pedagogía, vol. 24, núm. 63-64, mayo-diciembre de 2012

También podría gustarte