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Pruevas de Funcion Hepatica Teoria
Pruevas de Funcion Hepatica Teoria
Pruevas de Funcion Hepatica Teoria
Este órgano realiza muchas e importantes funciones metabólicas que se interrelacionan y coordinan
con las de otros órganos y tejidos, por lo que la evaluación de sus funciones resulta compleja.
También debe considerarse que la extirpación de grandes áreas del hígado no afecta de forma
importante muchas de las funciones que ejerce este órgano. De ello es posible deducir que las
hepatopatías leves no van a poder ser detectadas por disfunciones que se reflejen en grandes
cambios de las pruebas habituales de laboratorio.
Las pruebas de laboratorio indicadas para la evaluación de la enfermedad hepática pueden ser de
utilidad en una o más de las siguientes aplicaciones clínicas:
Es importante mencionar que se han propuesto otras pruebas que pueden tener interés en
circunstancias concretas como la feto proteína alfa, la ceruloplasmina, el amonio y la
antitripsina-alfa 1, entre otras.
BILIRRUBINAS
La bilirrubina es un tetrapirrol lineal liposoluble que precede del metabolismo del hem de varias
proteínas. De su total, 85% proviene de la hemoglobina de los hematíes circulantes maduros,
destruidos en el sistema reticulohistiocitario; el resto, 15%, procede del catabolismo de
hemoproteínas tisulares, como mioglobinas, catalasas, citocromos y de la eritropoyesis ineficaz.
Normalmente, la bilirrubina total del suero es de 0,2 a 1,2 mg/dL y es posible que la ictericia no sea
clínicamente reconocible hasta que los valores asciendan a casi 3 mg/dL. En términos
fisiopatológicos, la ictericia puede deberse a bilirrubina en el suero, de manera predominante no
conjugada o conjugada. La ictericia se identifica clínicamente en el niño y en el adulto cuando la
concentración sérica de bilirrubina es de 2 a 3 mg/dl., sin embargo es importante considerar que en
el recién nacido se va a presentar la ictericia cuando los valores son > 5 mg/dL.
AMINOTRANSFERASAS (TRANSAMINASAS)
La AST -TGO se encuentra presente en otros órganos como el corazón y los músculos, mientras que
la ALT- TGP se encuentra ante todo en hígado por lo que han sido utilizadas como indicadores de
lesión hepatocelular desde 1965.
El incremento más importante en los niveles de las aminotransferasas se produce en las lesiones
hepatocelulares agudas que pueden llegar a ser en miles de unidades en la hepatitis viral aguda,
lesiones por tóxicos, la hipoxia o la hipoperfusión.
La AST- TGO y ALT - TGP se encuentran elevadas en muchas hepatopatías y en algunas alteraciones
del sistema gastrointestinal.
La AST – TGO también se encuentra elevada en padecimiento del músculo cardíaco y esquelético,
así como en el infarto del miocardio y en la hemorragia cerebral. En el diagnóstico de las
enfermedades hepáticas puede considerarse la ALT – TGP como una prueba más específica,
mientras que la AST – TGO resulta más sensible, lo que la hace útil en enfermedades crónicas o
infiltrativas.
El hecho de que los niveles de AST- TGO y ALT-TGP aumenten o disminuyan de forma diferencial
en ocasiones aporta información útil, como en la hepatitis aguda la elevación de ALT- TGP es
mayor que la de AST-TGO; lo contrario ocurre en las hepatopatías alcohólicas y las infecciones
fulminantes por echovirus.
La relación AST/ALT tiene un valor de 0,8 y cuando existe una variación puede indicar un
determinado origen, como la relación menor de 2:1 es sugestiva de hepatopatía alcohólica y mayor
que 1 de cirrosis hepática por hepatopatía crónica viral.
GLUTAMIL TRANSPEPTIDASA (TRANSFERASA)-GAMA (GGT)
Esta enzima regula el transporte de aminoácidos a través de las membranas celulares, catalizando
la transferencia de glutation a un aminoácido libre; se encuentra insertada en la membrana celular
de tejidos con elevada capacidad secretora y de absorción, como en las células epiteliales del tracto
biliar, de los túbulos renales e intestinales.
En las hepatopatías con daño celular se muestran elevaciones de dos a cinco veces el límite superior
de referencia. En cambio, cuando existe colestasis intra o extrahepática las elevaciones suelen ser
superiores a cinco veces, superando incluso 50-100 veces el límite superior de referencia.
La característica que distingue a la GGT de otras enzimas que se emplean para la función del
hígado es su respuesta al alcohol. En apariencia, el alcohol estimula elevaciones rápidas de la GGT
en un plazo de 18 horas, aún con ingestiones relativamente reducidas y sin otra evidencia de daño
hepatocelular, como incremento en las concentraciones de otras enzimas hepáticas,
proporcionando una evidencia objetiva de la ingestión reciente de bebidas alcohólicas.
En enfermedades metabólicas de los huesos las concentraciones de GGT son normales; por lo
tanto, cuando la concentración de la fosfatasa alcalina está aumentada, la prueba es útil para
distinguir entre enfermedades óseas y enfermedades hepatobiliares.
Esta enzima realiza la transferencia de un grupo fosfato donador a otro aceptor, que puede ser
el agua, caracterizado porque su pH óptimo es fuertemente alcalino. En la actualidad, se
consideran cinco formas moleculares distintas: hepática, ósea, renal, intestinal y placentaria. De
ellas, la forma renal aparece en la orina en determinadas circunstancias, y la placentaria, sólo
durante el tercer mes del embarazo. La forma intestinal aparece en sangre sólo después de las
comidas, y tiene una vida media muy corta.
Por ello, la determinación de las isoenzimas ósea y hepática presenta un mayor interés diagnóstico,
debido a la elevada actividad osteoblástica. La actividad de FA tiene variaciones según la edad;
los niños con crecimiento normal tienen valores de FA significativamente elevados en suero,
debido a la isoenzima originada en el hueso, en especial en adolescentes en fases de crecimiento
rápido. Por esta razón, un incremento aislado de FA cuando otras pruebas de función hepática son
normales no debe considerarse posibilidad de enfermedad.
La determinación de la concentración de fosfatasa alcalina en suero es un indicador de enfermedad
hepática de gran sensibilidad, aunque de escasa especificidad. Como la elevación de la fosfatasa en
suero puede ser de origen hepático o extrahepático, para su distinción es importante determinar
otras enzimas como la GGT y la 5'-nucleotidasa.
DESHIDROGENASA DE LACTATO
Esta enzima es menos sensible que las transaminasas para detectar daño hepático, siendo más útil
para el infarto al miocardio y como indicador de hemólisis. Existen dos situaciones en que son útiles
en hepatología: 1) cuando la DHL se eleva y se mantiene alta de igual forma que las transaminasas
en hepatitis isquémicas y 2) cuando se eleva con la fosfatasa alcalina en trastornos infiltrativos
malignos del hígado.
La aminopeptidasa de leucina (LAP) y la 5'-nucleotidasa (5'-NT) son enzimas que se emplean para
incrementar la especificidad de la fosfatasa alcalina en las alteraciones hepáticas. La LAP por lo
general se relaciona con el cáncer pancreático y también cuando existen alteraciones de vías
biliares; la 5' -NT, cataliza la hidrólisis del fosfato en la posición 5' de la pentosa que forma parte de
los nucleótidos y su principal utilidad es la de confirmar el origen hepático de las elevaciones de
fosfatasa alcalina.
Como la vida media de los factores de la coagulación es de seis horas a cinco días, en los
padecimientos agudos de hígado el tiempo de protrombina es anormal desde que se inicia la
enfermedad y posiblemente sea una de las observaciones de laboratorio más tempranas que
indiquen la gravedad de la disfunción hepática.
AMONIO
La concentración de amonio en plasma refleja la capacidad del hígado para transformar en urea
los productos tóxicos que contienen amoniaco y excretada más tarde. La vena porta transporta
amoniaco al hígado, que es el único órgano que tiene las enzimas necesarias para sintetizar urea,
siendo esta última excretada por los riñones.
La síntesis hepática de urea a partir del amoniaco intestinal puede alterarse por dos mecanismos:
insuficiencia hepatocelular o circuito porto-sistémico intrahepático (la derivación del flujo
sanguíneo en la cirrosis con várices esofágicas). Las concentraciones de amonio aumentan en:
1. Cirrosis hepática
2. Algunos casos de hepatitis
3. Hemorragia gastrointestinal, secundaria a complicaciones de la cirrosis hepática
4. Acidosis metabólica con insuficiencia renal
5. Hiperamoniemia congénita tipos I y lI
6. Trastornos congénitos con hiperaminoacidemia y aminoaciduria secundaria a: ornitinemia,
intolerancia congénita a la lisina, citrulinemia y argininosuccinilcoaciduria
CERULOPLASMINA
La Cp es una proteína multifuncional. La función que la misma cumpla dependerá de los cambios
en las condiciones fisiológicas y patológicas presentes en el organismo frente a una situación
determinada.
FETO PROTEÍNA-ALFA
La fetoproteína-alfa (FPA) es sintetizada por los hepatocitos embrionarios y las células del saco
vitelino fetal, representa un tercio de la proteína sérica en el segundo trimestre del embarazo, su
función en el feto puede ser inmunosupresora, previniendo de esta forma problemas con los anti-
cuerpos maternos. Poco después del nacimiento los niveles de FPA disminuyen, alcanzando los del
adulto al año de edad.
ANTITRIPSINA-ALFA 1
En el suero de pacientes con enfermedad hepática crónica se han observado anticuerpos dirigidos
contra diversos componentes histológicos. Así en pacientes con hepatitis crónica activa aparecen
anticuerpos antinucleares y anticuerpos antimúsculo liso; y en los que padecen cirrosis biliar
primaria es característica la presencia de anticuerpos antimitocondriales.
Los títulos elevados de anticuerpos antimúsculo liso indican una enfermedad progresiva del
hígado. Los antimitocondriales contribuyen a distinguir la cirrosis biliar primaria de la obstrucción
extrahepática, la hepatitis viral y la cirrosis alcohólica. Estos autoanticuerpos representan un apoyo
importante en el diagnóstico de las hepatopatías.
Es importante considerar que los valores normales en una determinada prueba de laboratorio no
excluyen una posible alteración del parénquima hepático, puesto que no hay un conjunto de
pruebas de aplicación universal, es preciso seleccionar las más adecuadas para cada problema
clínico, interpretando los resultados con la integración de los datos clínicos del paciente.
La biopsia hepática sigue siendo el estándar de oro para establecer el estadio de la fibrosis hepática,
el grado de inflamación y la magnitud de esteatosis. Con el objeto de disminuir la variabilidad intra
e ínterobservador, se han desarrollado numerosos sistemas de cuantificación del daño hepático
(incluyendo la fibrosis) entre los que destacan el índice de Knodell una modificación del mismo
establecida por Ishak y cols. y el índice METAVIR.
Dentro de las principales responsabilidades que los laboratorios clínicos deben cumplir, se
encuentran la "oportunidad" y la "confiabilidad" de los resultados de las pruebas realizadas. Dentro
de éstas, la indispensable es la rápida, clara y precisa comunicación de los resultados y de los
llamados "valores críticos" a los médicos, para que, a su vez, ellos realicen las acciones pertinentes
basadas en los criterios clínicos.
Durante la atención al paciente los médicos se enfrentan con muchos obstáculos en la comunicación
de los valores críticos. Es por ello que debe existir una excelente comunicación laboratorio médicos
para que, de acuerdo con los criterios clínicos y el tipo de población al que se realizarán las pruebas
de laboratorio, se establezcan de manera clara las ponderaciones de los valores críticos y los medios
de comunicación para su notificación. Sin duda, este tipo de acciones contribuye a una mejor
atención a los pacientes. En el siguiente cuadro se describen los valores críticos de algunas pruebas
de función hepática que deben considerarse.
La evaluación de laboratorio del paciente con una posible hepatopatía depende del contexto en
el cual se encuentre clínicamente. La secuencia de las pruebas de función hepática obedece en gran
medida una evaluación clínica adecuada, dirigida en busca de antecedentes, signos y síntomas
que puedan indicar la presencia de hepatopatías y que permita al médico integrar los aspectos
clínicos del paciente con los resultados de las pruebas de laboratorio para poder llegar a un
diagnóstico correcto y realizar el tratamiento adecuado.
Una u otra prueba bioquímica de la función hepática aislada ofrece información limitada y es de
poco valor en la detección de enfermedad, ya que muchas patologías hepáticas pueden estar
asociadas con niveles dentro de valores normales; incluso pudieran encontrarse niveles anormales
en individuos sanos o en procesos no necesariamente hepáticos; por esto, las pruebas de
laboratorio deben individualizarse en el contexto clínico de cada paciente.