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Cirrosis Hepatica Info Completa
Cirrosis Hepatica Info Completa
Cirrosis Hepatica Info Completa
Esquema final
- Repaso
- Pruebas hepáticas
Bilirrubina
Transaminasas
Fosfatasas
1. Definición de cirrosis
2. Etiología
- Definición de hepatitis alcohólica
- Definición de esteatosis hepática
3. Clasificación
- Histológica
- Child Puigh
4. Epidemiología
5. Fisiopatología
- Cirrosis
- Hepatitis alcohólica
- Esteatosis hepática
6. Manifestaciones clínicas
7. Complicaciones
- Definición de ascitis
- Fisiopatología de ascitis
- Definición de encefalopatía hepática
- Fisiopatología de encefalopatía hepática
- Definición de hipertensión portal
- Fisiopatología de hipertensión portal
- Definición de ictericia
- Fisiopatología de la ictericia
8. Diagnostico
9. Tratamiento
- Médico
- Nutricional (requerimiento)
- Quirúrgico
10. Caso clínico
- Repaso
- Pruebas hepáticas
Alanina-Aminotransferasa (ALT)
Función: La AST YALT catalizan la transferencia reversible del grupo a-amino del
aspartato o de la alanina al 2-oxoglutarato para formar glutamato y oxalacetato o piruvato.
EI equilibrio de las reacciones favorece a formación de aspartato o alanina. Cada
molécula de AST contiene 2 moléculas de la coenzima fosfato de piridoxal un derivado de
la vitamina B6 que colabora en las reacciones de transaminaci6n como grupo prostético.
Sin vitamina B6 este proceso podría dificultarse.
¿Por qué aumentan? Las células hepáticas producen la enzima ALT. Las concentraciones
de ALT aumentan cuando las células hepáticas están dañadas o se están muriendo. A
concentraciones de ALT más elevadas, mayor muerte celular o inflamación del hígado
está ocurriendo. Sin embargo, las ALT no siempre son buenos indicadores de qué tan
bien está funcionando el hígado, sólo una biopsia del hígado puede revelar eso.
Aspartato-Aminotransferasa (AST)
En muchos casos de inflamación del hígado, las ALT y AST también están altas. En
algunas enfermedades, como la hepatitis alcohólica, las concentraciones de AST pueden
ser más altas que las de ALT. Las concentraciones de AST pueden ser normales, y de
todas maneras se puede estar presentando daño hepático. Esta prueba agrega tan sólo
otro punto de vista más sobre la enfermedad hepática.
Fosfatasa alcalina
La fosfatasa alcalina (FA) proviene fundamentalmente del hígado y del tejido óseo.
Algunas afecciones como la enfermedad de Paget, sarcomas, metástasis oseas,
hiperparatiroidismo y ricketsiosis pueden elevar ligeramente los niveles de fosfatasa
alcalina en suero. Cuando la FA y la GGT están elevadas al mismo tiempo debe pensarse
en daño hepatocelular. Después de excluir una enfermedad ósea toda elevación de la FA
sugiere obstrucción de las vías biliares, rara vez puede ser originado por un proceso
familiar benigno. Los rangos normales de FA sérica en adultos son de 20 a 120 ul.
Esta enzima, como la fosfatasa alcalina, es producida en las vías biliares y se puede subir
cuando hay un trastorno de las vías biliares. Las alzas en GGT y fosfatasa alcalina, por lo
general sugieren enfermedad de las vías biliares. La medición de GGT es una prueba
muy sensible, puede aparecer alta con cualquier otra enfermedad hepática. Las
concentraciones altas de GGT también son causadas por medicamentos (aun cuando se
hayan tomado según la prescripción médica), y a menudo son elevadas en personas que
beben demasiado, aun cuando no haya enfermedad hepática.
Niveles normales:
Transaminasas
Fosfatasas
1. Definición de cirrosis
La cirrosis es un proceso difuso caracterizado por fibrosis y la transformación de la arquitectura
hepática normal en nódulos estructuralmente anómalos. Es una enfermedad crónica e irreversible
originado a causa de la destrucción de las células hepáticas y produce un aumento del tejido
nodular y fibroso en este órgano, comprometiendo sus funciones.
La cirrosis representa el estadio final de una hepatopatía crónica en la cual gran parte del tejido
hepático funcional ha sido reemplazado por tejido fibroso. El tejido fibroso reemplaza el tejido
normal del hígado y forma bandas constrictoras que interrumpen el flujo de los canales vasculares
y las vías biliares hepáticas. La interrupción de los canales vasculares predispone a la hipertensión
portal y sus complicaciones, a la obstrucción de los canales biliares y a la exposición de los efectos
destructivos de la estasis biliar y a una pérdida de células hepáticas que lleva a la insuficiencia
hepática.
2. Etiología
- Definición de hepatitis alcohólica
La mayoría de los pacientes con hígado graso permanecen asintomáticos la mayor parte del
tiempo y de ocurrir síntomas, son frecuentemente de tipo inespecífico, estos síntomas pueden ser
fatiga, alguna molestia más que dolor en el cuadrante superior del abdomen.
El hígado graso de etiología no alcohólica se relaciona con obesidad (60-95%), diabetes (28-55%)
y dislipidemia (27-92%). Un nivel bajo de HDL eleva al doble el riesgo de EHNA. Las personas con
obesidad central y por ende con resistencia a la insulina son las que se encuentran particularmente
en riesgo. Otro determinante es la edad entre 40 y 50 años.
3. Clasificación
- Histológica
Se basa en el tamaño de los nódulos. Se trata de una subdivisión de tipo morfológico más que una
clasificación verdadera, ya que la presencia de macro y micronódulos no se relaciona con alguna
etiología en particular.
Cirrosis micronodular: Se define por la presencia de nódulos de diámetro inferior a los 3 mm.
Afecta en forma difusa al hígado y predomina la necrosis hepatocitaria sobre la regeneración. La
etiología más común es el alcohol. Otras causas menos comunes son la hemocromatosis, cirrosis
congestiva y cirrosis biliar secundaria.
Cirrosis macronodular: Se define por la presencia de nódulos con diámetro superior a los 3 mm los
cuales engloban varios lobulillos hepáticos y separados por bandas gruesas de fibrosis. Reflejan
un alto grado de regeneración. Por lo general se asocian a etiología viral.
- Child Pugh
Sérica
INR / tiempo <1.7de/ >50 1.7-2.3 / 30-50 >2.3 / <30 sin unidades / %
protrombina
Encefalopatia hepatica
Ausente Grado I-II Grado sin unidad
III-IV
4. Epidemiología
5. Fisiopatología
- Cirrosis
La fibrosis es un componente esencial de las enfermedades hepáticas crónicas, que a largo plazo
pueden producir complicaciones como la cirrosis. Las enfermedades crónicas del hígado,
cualquiera que fuera su causa (infección crónica por virus B, virus C, consumo abusivo de alcohol,
trastornos del metabolismo como hemocromatosis, déficit congénito de alfa-1-antitripsina,
autoinmunidad, drogas, etc.) que cursan con un proceso inflamatorio durante cierto tiempo,
producen una acumulación progresiva de fibras de colágeno en el parénquima hepático
llamada fibrosis, cuyo estadio final es la cirrosis hepática. Focos de necrosis en la hepatitis C
crónica en el parénquima hepático. Fase inicial del proceso inflamatorio que dará origen a la
fibrosis
La progresión de la fibrosis hepática altera la normal arquitectura del hígado, lo que trae aparejado
trastornos en su circulación con aumento de la presión portal, que es la presión de la sangre en el
territorio portal (venas abdominales). Cuando este aumento es importante lleva a la aparición de
varices esofágicas, retención de agua, con edemas en miembros inferiores y ascitis (acumulación
de líquido en el abdomen).
La fibrosis hepática es la acumulación de cicatrices fibrosas y duras en el hígado. Para llegar a la
fibrosis hepática hacen falta una sucesión de eventos que empiezan con el proceso inflamatorio de
la célula hepática, por cualquier causa de las citadas. Este proceso inflamatorio hace que los
hepatocitos (células funcionales del hígado) sufran daños o mueran; entonces se activa el sistema
inmunológico haciendo que el proceso de reparación entre en escena. La lesión o muerte
(necrosis) de los hepatocitos estimula la liberación de citoquinas, factores de crecimiento y otras
sustancias químicas por parte de las células inmunitarias.
Proceso inflamatorio portal con ruptura de la membrana limitante del espacio. Fibrosis incipiente.
Infiltración grasa en el parénquima hepático.
Con el transcurso del tiempo y la continuidad del fenómeno inflamatorio, se irá produciendo la
acumulación del material colágeno en el interior del hígado, lo que constituirá la fibrosis. En
algunas enfermedades este fenómeno es muy lento y se requieren muchos años para llegar al
estadio final de cirrosis.
Además, se ha demostrado que la depresión del sistema inmunitario – por ejemplo, debido a la
coinfección con el VIH o al consumo de fármacos inmunosupresores tras un trasplante de hígado –
también agudiza la fibrosis. El abuso del alcohol está claramente asociado a un empeoramiento de
la fibrosis y la cirrosis. Por último, los estudios indican que la esteatosis (hígado graso) y la
resistencia a la insulina están vinculadas a una progresión más rápida y un grado más avanzado
de fibrosis. En contraste, la carga viral del VHC no parece ejercer un gran efecto en el avance de la
fibrosis.
En las primeras etapas, el hígado funciona relativamente bien y pocas personas experimentan
síntomas. Pero a medida que continúa la inflamación y se extienden las lesiones, empieza a
acumularse tejido cicatrizado que se conecta con las cicatrices existentes, lo cual termina alterando
las funciones metabólicas del hígado. Si la enfermedad avanza, termina desembocando en cirrosis,
en la que el hígado está repleto de cicatrices que restringen el flujo de sangre e impiden el
funcionamiento correcto del hígado.
- Hepatitis alcohólica
Una vez ingerido, el alcohol es rápidamente absorbido por el estómago y el intestino delgado,
desde donde se distribuye por el agua corporal. El 10% del alcohol absorbido es eliminado por los
riñones, la piel y los pulmones. El resto es metabolizado en el hígado, donde sufre dos procesos
oxidativos que lo transforman primero en acetaldehído (AcH) y después en acetato (figura 2). En el
hígado, el etanol es metabolizado a través de tres sistemas enzimáticos: El sistema de la ADH,
localizado en el citosol; el sistema microsomal oxidante del etanol (MEOS), ubicado en el retículo
endoplasmático, y el sistema de la catalasa, ubicado en los peroxisomas.
La ADH metaboliza el 80% de la cantidad total de etanol, formando acetaldehído. Simultáneamente
hay reducción del cofactor nicotina-adenina-dinucleótido (NAD) a nicotina-adenina-dinucleótido
reducido (NADH). El acetaldehído es convertido en acetato a nivel mitocondrial por la enzima
acetaldehído-deshidrogenasa (ALDH). El acetaldehído es un metabolito altamente tóxico.
Durante el consumo crónico del alcohol, la actividad de la ADH origina exceso de NADH, lo que
incrementar el índice Lactato/Piruvato que resulta en hiperlactiacidemia; esta a su vez disminuye la
capacidad del riñón para excretar el ácido úrico.
Durante el consumo crónico de alcohol hay gran actividad del sistema MEOS, el cual metaboliza
hasta el 10% del etanol ingerido. Esto se debe a la inducción del citocromo P450, que libera
electrones incrementando aún más la formación de radicales libres de oxígeno.
En condiciones normales o fisiológicas, la catalasa metaboliza menos del 1% del etanol. Sin
embargo, en casos de alcoholismo crónico, Handler reportó incremento en su actividad debido al
aumento de peróxido de hidrógeno (H2O2) a partir de la oxidación de los ácidos grasos. Se
localiza en los peroxisomas y mitocondrias de los hepatocitos y su papel en la oxidación del etanol
es mínimo, limitado por la cantidad de peróxido de hidrógeno(H2O2) que genera esta reacción.
Dentro del organismo, el hígado juega un papel crucial para controlar el flujo de ácidos grasos y de
triglicéridos, así como su metabolismo y su síntesis almacenándolos, secretándolos y oxidando los
ácidos grasos de gran cadena a ácidos grasos libres. El principal factor patogénico de la esteatosis
hepática es el incremento del flujo y de la captación hepática de ácidos grasos libres (AGL)
circulantes procedentes de una lipólisis periférica excesiva, todo ello como consecuencia de la
resistencia a la insulina (RI) en el tejido adiposo.
Otros factores que pueden contribuir al acúmulo de grasa en el hígado son el aumento de la
lipogénesis hepática, la disminución de la beta-oxidación mitocondrial de los AGL, así como un
insuficiente incremento en la secreción hepática de triglicéridos
En el hepatocito, los ácidos grasos libres (AGL) son oxidados en la mitocondria, esterificados a
triglicéridos y convertidos en fosfolípidos y ésteres de colesterol, para ser secretados como
lipoproteínas de muy baja densidad (LMBD).Los triglicéridos son incorporados hacia las
lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL)
A nivel hepático la insulina activa el factor de transcripción SREBP-1c (sterol regulatory element
binding protein- 1c) que es un factor de transcripción, lo cual aumenta la expresión de genes de la
lipogénesis, la síntesis de ácidos grasos (AG), aumenta la glucólisis y acelera el acumulo de
triglicéridos en los hepatocitos por síntesis y disminución en su oxidación
Pasando a la segunda etapa que involucra al estrés oxidativo, el estrés oxidativo es el fundamento
fisiopatológico que caracteriza el desarrollo y la progresión final hacia la EHNA.
Adiponectina: tiene propiedades anti-inflamatorias en el hígado, de manera que los niveles bajos
de adiponectina pueden aumentar la necrosis celular y favorecer la progresión de esteatosis a
esteatohepatitis. Se expresa sólo en adipocitos. Los niveles bajos se relacionan a componentes del
síndrome metabólico y su administración revierte la RI y ejerce propiedades antiinflamatorias. En el
hígado disminuye la gluconeogénesis, suprime la lipogénesis y activa la oxidación de AGL. Los
niveles bajos de adiponectina se han relacionado a acumulación de grasa intrahepática, necrosis
hepática y progresión de la enfermedad. La adiponectina disminuye la producción hepática de
factor de necrosis tumoral alfa (TNF) y ejerce efectos antagónicos en los receptores tisulares del
mismo
Factor de necrosis tumoral alfa.- Este factor es una citocina derivada de los adipocitos que juega
un papel central en la resistencia a la insulina. Se conoce que altera la señalización de la insulina
inhibiendo las funciones de una proteína intracelular conocida como el substrato proteico receptor
de insulina o IRS -1 (por sus siglas en inglés) a través de la fosforilación de la serina. En pacientes
obesos y en pacientes con DMT 2, los niveles circulantes de TNF-α están elevados.
La obesidad y la DMT2 son los 2 factores de riesgo más frecuentes en el desarrollo de esteatosis
hepática y ambas entidades cursan con resistencia a la insulina periférica.
6. Manifestaciones clínicas
Agotamiento
Malestar general
Pérdida de peso
Nauseas y vómitos
Otros síntomas característicos de la cirrosis hepática son los signos que se muestran en la piel;
son estos:
Telangiectasias (arañas vasculares), que aparecen sobre todo en la parte superior del
cuerpo, en el cuello y el rostro. Aparecen en forma de nódulos vasculares puntiformes, de los que
salen pequeños capilares como si se tratara de una tela de araña.
Prurito
Nota: Estos síntomas no indican necesariamente una cirrosis hepática, en alrededor de la mitad de
los embarazos se pueden dar arañas vasculares y eritema palmar y estos signos desaparecen en
la mayoría de los casos tras el parto. También el adelgazamiento de la piel se puede dar a menudo
sin que esté relacionado con la cirrosis hepática.
Otros posibles síntomas de la cirrosis hepática son los dolores en la zona del hígado y la fiebre.
También es frecuente que aumente la presencia de hematomas y hemorragias, así como la
retención de líquidos en las piernas (edema), y en el abdomen (ascitis). En los hombres, también
pueden darse problemas de impotencia, debido a los trastornos hormonales, y cambios en el vello,
lo que puede ocasionar la pérdida de éste. En algunos casos, los pechos del hombre se pueden
desarrollar (es lo que se conoce como ginecomastia). En el caso de las mujeres, la cirrosis
ocasiona a veces irregularidades en el periodo (trastornos menstruales).
Hipocratismo digital: uñas más anguladas, dando el aspecto de baquetas a los dedos
7. Complicaciones
- Definición de ascitis
La ascitis es un signo clínico que se define como la aparición de líquido libre en la cavidad
peritoneal. Es la complicación más común y temprana de la cirrosis. Su aparición marca el inicio de
la fase descompensada en la mayoría de los pacientes cirróticos.
- Fisiopatología de ascitis
Desde la perspectiva fisiopatológica, existe una resistencia aumentada al flujo portal y una
vasoconstricción sinusoidal hepática, con vasodilatación esplácnica secundaria, debida a la
producción de mediadores vasodilatadores, tanto en la circulación sistémica, como en el territorio
vascular esplácnico. Esa vasodilatación esplácnica incrementa la presión del capilar esplácnico y la
formación de linfa, lo que justifica la ascitis. Otra explicación para este fenómeno es que la citada
vasodilatación esplácnica origina una hipovolemia arterial efectiva, detectada por los
barorreceptores carotideos y de la macula renal, incrementando así la secreción de renina-
angiotensina- aldosterona, noradrenalina y vasopresina, lo que conlleva retención de agua y sodio,
expansión del volumen plasmático y ascitis. Clínicamente, tiene lugar un aumento del perímetro
abdominal, especialmente cuando es superior a cinco litros, disnea por elevación excesiva del
diafragma, herniaciones, derrame pleural y edemas en los miembros inferiores. Es frecuente que el
paciente cirrótico con ascitis desarrolle una peritonitis bacteriana espontanea, lo que ensombrece
el pronóstico del paciente cirrótico.
Son múltiples las hipótesis que se han descrito como posibles desencadenantes de la
encefalopatía hepática, y aunque todas parecen intervenir en la fisiopatogenia de este síndrome,
hay tres que parecen predominar en el desarrollo de todo el cuadro neuropsiquiátrico: 1. Hipótesis
del amonio, 2. Intervención de falsos neurotransmisores y 3. Aumento de la actividad de ácido
gamma aminobutírico (GABA)-benzodiacepinas endógenas.
El GABA actúa a nivel del complejo receptor GABA-benzodiacepina, y más que su propia acción
directa, se han identificado benzodiacepinas endógenas que parecen incrementar la actividad
neuroinhibitoria GABAérgica. Se ha determinado claramente que el uso de sedantes narcóticos y
benzodiacepinas en pacientes cirróticos pueden desencadenar o empeorar la severidad de una
encefalopatía hepática.
Toxinas diferentes al amonio y las benzodiacepinas endógenas como los mercaptanos, los fenoles
y aminoácidos de cadena corta pueden tener alguna influencia en los trastornos neuropsiquiátricos
que se presentan en los individuos con insuficiencia hepática. Parece que estas neurotoxinas
tienen un efecto sinérgico con el amonio para desencadenar encefalopatía, pero no hay estudios
que confirmen la validez de este mecanismo fisiopatológico.
El posible papel de los opiáceos endógenos son motivo de investigación, pues también se ha visto
un incremento de estos neurotransmisores en pacientes con encefalopatía hepática. Se sabe
además, que los opiáceos intervienen en el desarrollo del prurito de la colestasis. Se necesita más
información, especialmente en estudios con antagonistas de opiáceos, para aclarar el verdadero
papel de estas sustancias.
El aumento en la presión portal determinada por el gradiente de presión portal normal (PPG), que
corresponde a la diferencia de presiones entre la vena porta y la vena cava inferior (que oscila
entre 1 a 5 mmHg).
En condiciones normales, existen venas colaterales porto-sistémicas que actúan como parte del
sistema venoso abdominal, sin gran repercusión sobre la hemodinámica corporal. No obstante,
luego de establecerse la hipertensión portal, la circulación en dichos vasos sanguíneos aumenta de
forma anómala por mecanismos compensatorios. De hecho, la presencia de vasos colaterales
anormales es un signo clave en el diagnóstico ecográfico de hipertensión portal, con una
sensibilidad del 70% al 83%, aproximadamente. Cabe destacar que los mecanismos
extrahepáticos que contribuyen a la hipertensión portal son casi idénticos, pero contrarios a los
vistos en la circulación intrahepática. Es así que en respuesta a la aparición de la circulación
colateral sobreviene un aumento dirigido del flujo esplácnico, que consiste en un aumento de la
circulación portal que intenta compensar la disminución en el flujo sanguíneo hepático; lo anterior,
en últimas, empeorará la hipertensión portal. Dicho aumento del flujo como medio compensatorio
de la circulación colateral es originado por la respuesta endotelial inducida en respuesta al
aumento de la presión portal que elevará la actividad de la óxido nítrico sintetasa y
consecuentemente los niveles de óxido nítrico en el sistema porta. Para muchos autores, lo
anterior se denomina síndrome de circulación hiperdinámica o síndrome de vasodilatación
progresiva, dado el componente vasodilatador que favorece el aumento de la circulación sistémica
y los cambios vasculares que se observan en las enfermedades hepáticas crónicas que cursan con
hipertensión portal (14). Además del óxido nítrico como la principal sustancia relacionada con la
vasodilatación esplácnica, algunos autores también han identificado el monóxido de carbono, y
sustancias como los endocanabinoides como mediadores de la fisiopatología de la hipertensión
portal. Por último, otros mecanismos comprometidos en la vasodilatación esplácnica y sistémica
que empeora la hipertensión portal son la hipocontractilidad arterial y el adelgazamiento de las
paredes arteriales que cambia la hemodinámica esplácnica a favor de la hipertensión portal; donde
la primera condición es consecuencia de la disminución en la producción de moléculas
vasoconstrictoras y de la alteración en la actividad neural (atrofia del sistema simpático). De esta
manera se entiende a la hipertensión portal como el resultado de la interacción de múltiples
mecanismos, muchos de ellos descritos y otros tantos aún por describir, y que tiene como causa
principal la cirrosis hepática.
VÁRICES ESOFÁGICAS.
En el último decenio se ha acostumbrado la detección sistemática de várices esofágicas en
cirróticos conocidos por medio del examen endoscópico. Estos estudios de detección sistemática
han demostrado que casi 33% de los pacientes con cirrosis confirmada en el examen
histopatológico presentan várices. Aproximadamente 5 a 15% de los cirróticos por año desarrollan
várices y se estima que gran parte de ellos presentarán várices durante su vida. Asimismo, se
prevé que casi 33% de los pacientes con várices presentarán hemorragia. Diversos factores
predicen el riesgo de hemorragia y entre ellos figuran la gravedad de la cirrosis (clase de Child); la
intensidad de la presión en cuña de la vena hepática, el tamaño de las várices, la ubicación de las
mismas y determinados estigmas endoscópicos, como signos de verdugones, manchas
hematocísticas, eritema difuso, color azulado, manchas de color rojo cereza o manchas blancas en
pezón. Los pacientes con ascitis a tensión también tienen un mayor riesgo de hemorragia por
várices.
Se deben a la hipertensión portal provocando un engrosamiento en los vasos que anastomosan a
la vena porta, como los vasos de la superficie del intestino y del esófago inferior. Las varices de
mayor importancia son las gastroesofagicas por su tendencia a tener una rotura.
La perfusión es el mecanismo por el cual las células, y por tanto los órganos, son alimentados en
oxígeno y en nutrientes que les permiten funcionar normalmente
- Definición de ictericia
- Fisiopatología de la ictericia
La ictericia es la coloración amarillenta de los tejidos por depósito de la bilirrubina. Se
produce cuando hay hiperbilirrubinemia sérica y representa un signo de hepatopatía o con menos
frecuencia un proceso hemolítico. Las escleróticas por su afinidad debido a su riqueza en elastina
permiten detección rápida, indica bilirrubina sérica por lo menos de 3mm/dl, y cuando la ictericia es
de larga evolución la piel toma un color verde por transformación de bilirrubina en biliverdina por
oxidación.
Como diagnostico diferencial se menciona la carotenodermia que es por ingesta en exceso de
verduras y frutas que a diferencia de la ictericia no tiñe las escleróticas, pero si la piel. Un signo
sensible de la hiperbilirrubinemia es el color oscuro de la orina, debido a excreción de bilirrubina
conjugada por el riñón, la orina tiene color del té o de cola, esta hiperbilirrubinemia indica la
existencia de una hepatopatía.
Los niveles de bilirrubina sérica se elevan cuando existe un desequilibrio entre la formación y la
eliminación de la bilirrubina.
Causas
El síndrome hepatorrenal ocurre cuando los riñones dejan de funcionar en personas con problemas
hepáticos graves. Se elimina menos orina del cuerpo, así que los productos de desecho que
contienen nitrógeno se acumulan en el torrente sanguíneo (azotemia).
El trastorno ocurre hasta en 1 de cada 10 personas hospitalizadas debido a insuficiencia hepática
y lleva a insuficiencia renal en personas con:
Insuficiencia hepática aguda
Hepatitis alcohólica
Cirrosis
Líquido abdominal infectado
Los factores de riesgo abarcan:
Presión arterial que disminuye cuando una persona se levanta o cambia de posición
súbitamente (hipotensión ortostática)
Uso de medicamentos llamados diuréticos
Sangrado gastrointestinal
Infección
Punción de líquido abdominal (paracentesis) reciente
Síntomas
Los síntomas incluyen:
Hinchazón abdominal debido a líquido (denominado ascitis, un síntoma de una
enfermedad hepática)
Confusión mental
Espasmos musculares
Orina turbia (un síntoma de enfermedad hepática)
Disminución del gasto urinario
Náuseas y vómitos
Aumento de peso
Piel amarilla (ictericia, un síntoma de enfermedad hepática)
Pruebas y exámenes
Esta afección se diagnostica después de descartar otras causas de insuficiencia renal.
Un examen físico no revelará directamente la insuficiencia renal. Sin embargo, el examen
generalmente muestra signos de enfermedad hepática crónica, como:
Confusión (a menudo debida a encefalopatía hepática)
Exceso de líquido en el abdomen (ascitis)
Ictericia
Otros signos de insuficiencia hepática
Otros signos abarcan:
Reflejos anormales
Testículos más pequeños
Sonido sordo en el abdomen al hacer percusión con las yemas de los dedos
Aumento del tejido mamario (ginecomastia)
Úlceras (lesiones) en la piel
Los siguientes pueden ser signos de insuficiencia renal:
Ausencia o disminución en la producción de orina
Retención de líquido en el abdomen o en las extremidades
Aumento en los niveles de BUN y creatinina
Aumento de la densidad específica de la orina y su osmolalidad
Sodio sérico bajo
Concentración muy baja de sodio en la orina
Los siguientes pueden ser signos de insuficiencia hepática:
Tiempo de protrombina (TP) anormal
Incremento en los niveles de amoníaco en la sangre
Albúmina sanguínea baja
Paracentesis que muestra ascitis
Signos de encefalopatía hepática (se puede realizar un EEG)
Una vez en el intestino, la Bilirubina conjugada es desconjugada por la flora bacteriana en el íleon
terminal y en el colon, para formar pigmentos incoloros (urobilinógenos). El 80% de los
urobilinógenos, siguen su trayecto intestinal y se denominan estercobilinógenos –que también son
incoloros. Una parte de estos últimos se oxidan para formar el pigmento que le da el color típico a
las heces: estercobilina. El 20% de los urobilinógenos se reabsorbe al plasma, donde una fracción
vuelve al hígado y recircula en la bilis; la otra se excreta en orina, donde una parte, también es
oxidada a urobilinas.
Recuerdo fisiopatológico :
La hiperbilirrubinemia (HB) se produce cuando existen alteraciones en las diferentes fases que
componen el metabolismo de la B:
Puede ser secundaria a la hemólisis excesiva por toxicidad del alcohol, mecanismos inmunitarios
o destrucción esplénica del hematíe, trayendo como consecuencia el aumento de los niveles de
bilirrubina. En ocasiones puede haber obstrucción en los conductos biliares ya que la litiasis biliar
es frecuente en los cirróticos.
8. Diagnostico
La biopsia de hígado es la prueba más segura para diagnosticar, ya que aunque son diversas las
pruebas de laboratorio para detectar lesión hepática, ninguna de ellas permite diagnosticar una
cirrosis.
- Clínico
Anamnesis (preguntas sobre consumo de alcohol frecuente, se lleva a cabo en la historia clínica)
- Laboratorio
Muchas de las pruebas listadas anteriormente pueden ser útiles para monitorizar la progresión
de la cirrosis. Los valores obtenidos serán cada vez más anómalos conforme avanza la cirrosis.
Pruebas para el seguimiento
Pruebas de la hepatitis B y de la hepatitis C, para averiguar si estas infecciones son
la causa de la enfermedad
Pruebas del RNA del HCV cuantitativas y análisis de genotipo de HCV, estudios serológicos de la
hepatitis B incluyen HBsAg, Anti-HBs, HBeAg (antígeno e de la hepatitis B), anti-HBe y
determinación cuantitativa de las concentraciones de DNA del virus de la hepatitis B.
Análisis de líquido peritoneal si existe ascitis
En función de la causa que se sospeche, pueden solicitarse una o varias de las siguientes
pruebas:
Pruebas relacionadas con el metabolismo del hierro - si se
sospecha hemocromatosis
Cobre y ceruloplasmina - si se sospecha enfermedad de Wilson
Anticuerpos antimitocondriales (AMA) - si se sospecha cirrosis biliar primaria
Por hepatitis autoinmunitaria e hígado graso no alcohólico se necesitan
marcadores inmunitarios positivos como anticuerpo antinuclear (ANA) o anticuerpos contra
músculo liso (ASMA, anti-smooth-muscle antibody).
- Imágenes
Biopsia hepática, que supone la obtención de una muestra de tejido hepático para
evaluar la estructura y las células del hígado. Puede indicar sin lugar a dudas la presencia de
cirrosis; sin embargo, como la muestra es minúscula, un resultado negativo no descarta
definitivamente la existencia de cirrosis.
Ecografía abdominal: demuestra el hígado aumentado de tamaño y/o desestructurado
(en las fases primarias el hígado tiene aumento de tamaño pero ya al ser más grave e encuentra
reducido).
Elastografía por resonancia magnética o elastografía de transición: estas pruebas por
imágenes no invasivas detectan el endurecimiento o la rigidez del hígado.
9. Prevención
Control de Enfermedades Causales (hígado graso, enfermedad de Wilson, hemocromatosis,
hepatitis B y C)
Tener en cuenta los antecedentes familiares, para determinar el factor de riesgo y controlar
enfermedades que puedan causar cirrosis a largo plazo.
Vacunación contra la hepatitis B y C
Limitar/No exceder la ingesta de alcohol
No exceder el consumo de medicamentos, utilizar siempre las cantidades y dosificaciones que
indica el médico en caso de uso de medicamentos prolongado.
Evitar el uso de drogas.
Mantener el peso ideal. La cirrosis puede ser causada por obesidad desde el hígado graso, que
luego se convierte en esteatohepatitis no alcohólica.
10. Tratamiento
- Médico
Debe evitarse la administración de AINE en los pacientes cirróticos por el riesgo de que provoque
una retención hidrosalina en forma de edema y ascitis. Esta acción depende de la inhibición que
ejercen sobre la secreción de prostaglandinas renales impidiendo así su efecto vasodilatador que
protege de la vasoconstricción renal propia de los pacientes cirróticos causada por la secreción de
substancias vasoconstrictoras (angiotensina II, norepinefrina, endotelina). Tampoco es
recomendable el uso de ácido acetilsalicílico, en parte por la similitud con los AINE y en parte por
su acción antiagregante plaquetar que puede facilitar la aparición de hemorragias. En lugar de
estos analgésicos es preferible el empleo de paracetamol, siempre que no se sobrepase la dosis
de 3g/d.
- Nutricional (requerimiento)
6-8 comidas al dia por falla en reserva de glucógeno. Enterex hepático para suplemento.
Las proteínas en encefalopatía se hara restricción proteica transitoria (0,8 – 1g) y regresar
progresivamente a 1-1,5 g/kg/dia. Con aporte de aminoácidos de cadera ramificada. La restricción
se hace cuando sufre un cuadro de encefalopatía. En ascitis es hiperproteica 1-1,5 g, de cadena
ramificada, y se restringe si hay falla renal <0,8 g/kg de peso como en un paciente renal.
Grasas son iguales en los dos casos 25% depediendo de la Aparicio de ictericia, acalia o
esteatorrea.
El agua en presencia de ascitis e hiponatremia se recomienda restringir a 1,5 L/día pero eso lo
hace el HEPATOLOGO.
COSAS IMPORTANTES
- Quirúrgico