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Guía - Introducción Al Desarrollo Sustentable

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Universidad Autónoma de Nuevo León

Facultad de Ciencias Políticas y


Relaciones Internacionales

GUIA DE ESTUDIO:
Introducción al Desarrollo
Sustentable

Docente Responsable
MSc. Paulina Jiménez Quintana

Academia: Desarrollo Sustentable


Coordinador: Dra. Ana María Romo

06/02/2020

TEMAS
1. Conceptos básicos del desarrollo sustentable
1.1. González, H., Tamez, G., Hernández, A., Jiménez, P. (2016). Desarrollo
Sustentable: de la teoría a la práctica. Capítulo 1: Interpretando las perspectivas
del desarrollo sustentable. Ed. Ediciones de Laurel S. A. de C. V. Monterrey,
México. ISBN: 978-607-97056-6-4
2. Agotamiento de la biodiversidad, combustibles fósiles, crisis alimentaria y escasez de
agua potable.
2.1. González, H., Tamez, G., Hernández, A., Jiménez, P. (2016). Desarrollo
Sustentable: de la teoría a la práctica. Capítulo 1: Interpretando las perspectivas
del desarrollo sustentable. Ed. Ediciones de Laurel S. A. de C. V. Monterrey,
México. ISBN: 978-607-97056-6-4
2.2. R.M. Wise, I. Fazey, M. Stafford Smith, S.E. Park, H.C. Eakin, E.R.M. Archer Van
Garderen, B. Campbell (2014). Reconceptualising adaptation to climate change as
part of pathways of change and response. Global environmental change.
Published by Elsevier Ltd. Obtenido de:
http://dx.doi.org/10.1016/j.gloenvcha.2013.12.002 /
www.elsevier.com/locate/gloenvcha
3. Objetivos de Desarrollo Sustentable
3.1. Obtenido de sitio web oficial. https://sustainabledevelopment.un.org/sdgs
4. Relación entre cultura y naturaleza en la sociedad contemporánea
4.1. Santamarina, B. (2008). Antropología y medio ambiente. Revisión de una tradición
y nuevas perspectivas de análisis en la problemática ecológica. AIBR. Revista de
Antropología Iberoamericana, 3, (2), 144-184. Asociación de Antropólogos
Iberoamericanos en Red Madrid, Organismo Internacional. Madrid.
5. Economía del Desarrollo Sustentable y la presión del consumismo en la
biodiversidad. Consumo Colaborativo y emprendimiento social.

5.1. González, H., Tamez, G., Hernández, A., Jiménez, P. (2016). Desarrollo
Sustentable: de la teoría a la práctica. Capítulo 4: Una economía basada en el
desarrollo sustentable. Ed. Ediciones de Laurel S. A. de C. V. Monterrey, México.
ISBN: 978-607- 97056-6-4
6. Globalización en el desarrollo Sustentable, Adaptación y resiliencia en el cambio
climático. Diplomacia ambiental
6.1. González, H., Tamez, G., Hernández, A., Jiménez, P. (2016). Desarrollo
Sustentable: de la teoría a la práctica. Capítulo 1: Interpretando las perspectivas
del desarrollo sustentable. Ed. Ediciones de Laurel S. A. de C. V. Monterrey,
México. ISBN: 978-607-97056-6-4
6.2. Velázquez, R., González, S., García, D., Jiménez, P., (2018). Teoría y práctica de la
diplomacia en México: aspectos básicos. Cap. 12: Diplomacia ambiental. Ediciones
Laurel, UANL, AMEI, México.
DESARROLLO SUSTENTABLE: DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA

DESARROLLO
SUSTENTABLE:
DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA
Abraham Hernández Paz
Héctor González García
Gerardo Tamez González
Coordinadores
Abraham Hernández Paz | Héctor González García | Gerardo Tamez González
LYG_CYELSA_HERNANDEZ_DESARROLLO-SUSTENTABLE-DE-LA-TEORIA-A-LA-PRACTICALYG_CYELSA_HERNANDEZ_DESARROLLO-SUSTENTABLE-DE-LA-TEORIA-A-LA-PRACTICA_FORROS.indd 1 16/06/16 10:48 a.m.
Desarrollo sustentable:
de la teoría a la práctica

Coordinadores

Abraham Hernández Paz


Héctor González García
Gerardo Tamez González

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 1 16/06/16 2:17 p.m.


Rogelio Guillermo Garza Rivera
Rector

Carmen del Rosario de la Fuente García


Secretaria General

Celso José Garza Acuña


Secretario de Extensión y Cultura

Gerardo Tamez González


Director Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública UANL

Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública


Unidad Mederos, Ave. Praga y Trieste s/n
Col. Residencial Las Torres. C.P. 64930
Monterrey, Nuevo León, México.
Teléfono: +52 (81) 8329.4000
Página web: www.facpoliticas.uanl.mx

Primera edición, 2016

© Universidad Autónoma de Nuevo León


© Abraham Hernández Paz
© Héctor González García
© Gerardo Tamez González

ISBN: 978-607-97056-6-4

Reservados todos los derechos conforme a la ley.


Prohibida la reproducción total y parcial de este texto
sin previa autorización por escrito del editor.

Impreso en Monterrey, México


Printed in Monterrey, Mexico

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 2 16/06/16 2:17 p.m.


Interpretando las perspectivas
del desarrollo sustentable

Paulina Jiménez Quintana1


Universidad Autónoma de Nuevo León

RESUMEN

El Desarrollo Sustentable nos presenta un paradigma que nos


permite reflexionar sobre las consecuencias del estándar de
desarrollo que hemos tenido hasta ahora. Para crear y diseñar
estrategias de innovación para el progreso humano a nivel lo-
cal y global es necesario comprender las diferentes perspecti-
vas del desarrollo sustentable: histórica, medio ambiental, so-
cio-cultural y económica. En el presente capítulo se abordarán
las diferentes perspectivas mencionadas y posteriormente se
discutirán las tendencias del futuro como conclusión.

1
Paulina Jiménez Quintana, Licenciada en Administración Financiera por el Tec-
nológico de Monterrey y Maestra en Ciencias especializada en Emprendimiento
e Innovación para el Desarrollo Sustentable por SKEMA Business School, Fran-
cia. Realizó estudios referentes a Negocios Internacionales y Administración
Estratégica en École Superieure de Commerce á Clermont-Ferrand, Francia.
Actualmente se encuentra cursando un Doctorado en Filosofía con orientación
a Relaciones Internacionales, Negocios y Diplomacia en la Facultad de Ciencias
Políticas y Administración Pública de la Universidad Autónoma de Nuevo León,
en donde colabora como Profesor-Investigador de tiempo completo y forma
parte del Cuerpo Académico de Investigación de Desarrollo Sustentable. Sus
principales líneas de investigación son la Economía del Desarrollo Sustentable y
el Emprendimiento e Innovación (paulinajq@gmail.com).

Capítulo 1 13

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PALABRAS CLAVE

Desarrollo, sustentabilidad, ecología, cultura, economía,


innovación, cooperación internacional.

KEYWORDS

Development, sustainability, ecology, culture, economy, innovation, inter-


national cooperation.

SUMARIO

1. Introducción; 2. Perspectiva histórica del Desarrollo Sus-


tentable; 3. Perspectiva sobre la presión a la infraestructura
ecológica; 4. Perspectiva antropológica sobre la relación de
la cultura y la naturaleza; 5. Perspectiva económica sobre la
transformación del desarrollo; 6. Conclusiones y tendencias
del futuro; 7. Bibliografía.

1. INTRODUCCIÓN

El cambio climático es un tema de interés global y local. Para ser


analizado de manera holística es necesario su énfasis en la parte
de la economía y su gobernanza que implica consideraciones
científicas y prácticas. Así mismo, el cambio climático nos pre-
senta uno de los más grandes retos en la sociedad del siglo XXI,
mismo que manifiesta una desconexión entre nuestras acciones
por mitigarlo y la gravedad y urgencia por solucionarlo.

Este problema es multifacético e involucra aspectos técnicos,


sociales y sobre todo, aspectos relacionados con la medición
y control del mismo a nivel global.

El desarrollo sustentable es un paradigma que nos invita a re-


flexionar acerca de las consecuencias de las decisiones de desa-
rrollo, considerando las económicas, sociales y medioambienta-

14 Capítulo 1

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 14 16/06/16 2:17 p.m.


les, y que nos redirige hacia un desarrollo socioeconómico ma-
yor, que se traduce en una mejor calidad de vida para todos.

Este paradigma constituye un cambio esencial ante el anti-


guo paradigma de desarrollo económico, en el que anterior-
mente las consecuencias negativas al medio ambiente eran
aceptadas por la sociedad y hasta hace no mucho tiempo
eran consideradas como inevitables. Ahora es posible hacer
un cambio mayor en el pensamiento de desarrollo econó-
mico actual y redirigir nuestras decisiones hacia un menor
impacto al medio ambiente y un desarrollo socioeconómico
más sostenible.

Hablar del Desarrollo Sustentable es hablar del paradigma


en general que poseen las Naciones Unidas en sus agendas
para resolver asuntos de orden internacional. La sustentabili-
dad ha formado vínculos concretos con las demás disciplinas
y forma parte de asuntos científicos de investigación, ciencias
naturales, ciencias sociales, política y hasta entretenimiento
(Gassner, 2003).

El término “sustentabilidad” posee distintas connotaciones


para los diversos grupos (Lynch et al., 2011). Las discusio-
nes acerca de la definición de este término comenzaron en
la Comisión Bruntland, coordinada por Gro Harlem Brunt-
land. Este grupo fue asignado por la Asamblea General de las
Naciones Unidas en 1984 para diseñar y crear una agenda
global para el cambio, misma que se denominaría “Informe
Bruntland”.

Dicho informe proponía como definición oficial de Desarro-


llo Sustentable, un enunciado muy general (1987):

“El desarrollo que satisface las necesidades actuales, sin comprometer


la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias
necesidades.”

Capítulo 1 15

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Según la Organización de las Naciones Unidas para la Edu-
cación y Diversificación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO,
2012), la sustentabilidad se refiere a considerar los objetivos
generales a largo plazo, es decir hablar de un mundo más
sostenible. Sin embargo, el desarrollo sustentable se refiere a
los procesos y estrategias para llegar a ese objetivo. Para dis-
cutir un mejor desarrollo es preciso hablar de diversos temas
como agricultura sustentable, inversiones del gobierno más
verdes, la investigación y transferencia de tecnología de paí-
ses desarrollados a subdesarrollados, prácticas sustentables
para el uso de energías renovables, educación ambiental,
innovación y creatividad en las soluciones, nuevos modelos
de negocios, nuevas estrategias de producción y consumo
y en general, el progreso simultáneo en lo social-político, lo
económico, lo tecnológico y lo medio ambiental. En este sen-
tido, se requiere de una conservación y gestión de los recursos
naturales de forma adecuada; si no existieran estos recursos
no habría ningún tipo de actividad económica.

2. PERSPECTIVA HISTÓRICA DEL


DESARROLLO SUSTENTABLE

Existen tres pilares principales del Desarrollo Sustentable: el


económico, el ecológico y el socio-cultural. El económico se
refiere a maximizar el ingreso, manteniendo un capital que
vaya en ascenso. El ecológico significa mantener la resilien-
cia de los ecosistemas, pero enriqueciendo la infraestructura
ecológica. El pilar socio-cultural significa mantener la estabi-
lidad social y cultural de los ecosistemas (Rogers et. al., 2008).

Es imposible no obviar que la sustentabilidad es un tema muy


amplio que incluye muchos aspectos generales; sin embargo,
se considera una disciplina imprescindible hoy en día. Ac-
tualmente no existe una sola definición para la sustentabili-
dad. Algunas definiciones datan de la década de los noventa
y hacen referencia a los procesos sistémicos de producción,

16 Capítulo 1

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tomando conceptos como la capacidad de carga, el equili-
brio en la producción y la calidad de un sistema en sí. A con-
tinuación se presentan algunas de las principales definiciones
sobre sustentabilidad.

Algunas definiciones principales de sustentabilidad:

… la capacidad de un sistema de mantener la producción a un nivel igual


o mayor al histórico, con la misma aproximación determinada por la va-
riabilidad histórica. (Lynam y Herdt, 1989)

…maximizar los beneficios netos del desarrollo económico, manteniendo


la calidad de los servicios ambientales y los recursos naturales sobre el
tiempo. (Pearce y Turner, 1990)

La sustentabilidad de los ecosistemas naturales puede ser definida como


el equilibrio dinámico entre la inversión y el rendimiento, modificado
por eventos externos como el cambio climático y los desastres naturales.
(Fresco y Kroonenberg, 1992).

Hoy en día, la sustentabilidad se relaciona con el progreso


íntegro de la humanidad y se considera un gran campo de
estudio que se enfoca al avance de la civilización, es decir el
desarrollo socioeconómico ligado al medio ambiente. A con-
tinuación se presentan dos de las principales definiciones de
Desarrollo Sustentable, las cuales se toman como referencia
en distintos textos.

Algunas definiciones principales de Desarrollo Sustentable:

…es el desarrollo que satisface las necesidades de las generaciones presentes


sin comprometer la habilidad de las generaciones futuras para satisfacer sus
propias necesidades y aspiraciones. (UN Documents, 1983)

…el desarrollo que incrementa la calidad de vida mientras se sostiene con


la capacidad de carga de los ecosistemas. (Munro, 1991)

Capítulo 1 17

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A pesar de ser un término que no posee una definición univer-
sal estándar, se ha convertido en un tema de gran importan-
cia a nivel individual y en la agenda internacional. Algunos
autores argumentan que es importante definir la sustentabi-
lidad como término antes que tomar acciones; sin embar-
go otros argumentan que no es necesaria la definición en un
sólo enunciado para practicarla, pero que definirla también
es un camino para examinar las diferentes perspectivas y pa-
ra entender los puntos de vista competentes (Gibbon et al.,
1995). De ambas maneras, el desarrollo sustentable nos pro-
pone una transformación en los procesos de desarrollo hacia
el bienestar humano.

A continuación se presentan algunos de los principales even-


tos, a través de la historia a nivel internacional y nacional, en
los que el desarrollo sustentable ha sido fundamental en la
toma de decisiones de diversos actores.

Antecedentes a nivel internacional

El profesor sueco, Svante Arrhenius (Premio Nobel de Quí-


mica, 1903) reconoció el efecto de los gases invernadero den-
tro de la atmósfera en 1896:

“Las concentraciones de CO2 eventualmente podrán incrementar la tem-


peratura a nivel global en cientos de años”.

Años después, el Science Advisory Committee US en 1965, reco-


noció que el cambio en las temperaturas sería notable hasta
el 2000. Hoy podemos observar que el cambio climático se
hizo presente décadas antes. En 1970, la ONU reconoce la im-
portancia del desarrollo sostenible y hasta finales de los 80 es
cuando empiezan a hacerse presentes los primeros intentos
coordinados en las agendas políticas alrededor del mundo.
En 1972 se crea el Programa de las Naciones Unidas para
el Medio Ambiente (UNEP, por sus siglas en inglés), que desa-

18 Capítulo 1

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 18 16/06/16 2:17 p.m.


rrolla el popular Informe Bruntland “Our Common Future”
(1987), en donde se exponen los primeros pasos coordinados
en la agenda internacional que se refieren a la sustentabili-
dad. A partir de este informe se desarrollan una serie de pro-
tocolos y cumbres internacionales para reducir las emisiones
de gases de efecto invernadero y diseñar soluciones efectivas
para la mitigación del cambio climático: el Protocolo de Mon-
treal (1987), la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente
y Desarrollo Sustentable (ONU, 1992), el Protocolo de Kyoto
(1997) y a través del tiempo, diferentes Conferencias de las
Partes. Estas reuniones en donde participan todas las par-
tes involucradas a nivel internacional supervisan, analizan y
negocian diferentes elementos para los nuevos compromisos
y retos ambientales, políticos, socio-culturales y económicos
ante las amenazas del cambio climático.

Desde la Cumbre de Río de Janeiro en 1992, la comunidad in-


ternacional se ha preocupado por generar cambios al desfavora-
ble impacto que se produce en los ecosistemas debido al manejo
inadecuado de los recursos naturales. La agenda internacional
sugiere en la actualidad los Objetivos de Desarrollo Sostenible
(Sustainable Development Goals, 2015) como una herramienta de
influencia en las políticas y regulaciones del desarrollo. Estos ob-
jetivos tratan 17 temas con metas específicas que son:

1. Poner fin a la pobreza


2. Hambre cero
3. Buena salud
4. Educación de calidad
5. Igualdad de género
6. Agua limpia y saneamiento
7. Energía asequible y sostenible
8. Trabajo decente y crecimiento económico
9. Industria, innovación, infraestructura
10. Reducir inequidades
11. Ciudades y comunidades sostenibles

Capítulo 1 19

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 19 16/06/16 2:17 p.m.


12. Consumo responsable y producción
13. Acción climática
14. Vida marina
15. Vida en la tierra
16. Paz, justicia e instituciones fuertes
17. Alianzas para los objetivos

Esta nueva agenda sobre los Objetivos de Desarrollo Soste-


nible se muestra incluyente con todos los Estados y promueve
acciones para alcanzar un progreso pacífico, inclusivo, dig-
no e íntegro de las sociedades, a la par con la adaptación al
cambio climático. En la Conferencia de las Partes de este año
(COP21, París) se espera que los líderes a nivel mundial logren
un acuerdo sobre las estrategias que debe seguir el progreso
de la humanidad.

Antecedentes a nivel nacional

En nuestro país, han existido algunas acciones coordinadas


con el Estado para mitigar las emisiones de gases efecto in-
vernadero y para promover acciones en pro del desarrollo
sustentable, algunas de ellas se comentan a continuación.

En 2012, la Ley General de Cambio Climático fue creada


durante el periodo del Ex Presidente Felipe Calderón, la cual
entre sus propuestas, definía que es tema urgente hablar y
promover una economía más verde:

“Promover la transición hacia una economía competitiva, sustentable y


de bajas emisiones de carbono.”

Así mismo se crea el Instituto Nacional de Ecología y Cambio


Climático (INECC) en el año 2012, con el propósito de generar co-
nocimiento técnico y científico sobre la adaptación al nuevo pa-
norama internacional. Dentro de los planes de esta Institución
también se pretendía incrementar el capital humano calificado

20 Capítulo 1

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para la formulación, conducción y evaluación de políticas pú-
blicas que conlleven a la protección del medio ambiente, preser-
vación y restauración ecológica, crecimiento verde, así como la
mitigación y adaptación al cambio climático en el país.

En nuestro gobierno del estado de Nuevo León se crea el


Programa de Acción Ante el Cambio Climático 2010-2015
por la Secretaría de Desarrollo Sustentable, la Secretaría de
Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), la Em-
bajada Británica, el Instituto Nacional de Ecología y algunas
academias. En ésta se proponía que el cambio climático era
una de las mayores amenazas para la seguridad del planeta,
la salud y el bienestar de sus habitantes y se comprometían a
reducir 1.558 millones de toneladas métricas equivalentes de
CO2 durante la administración.

Así mismo se crea el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018


en el que se propone en su apartado número IV:

“un México Próspero que detone el crecimiento sostenido de la produc-


tividad en un clima de estabilidad económica y mediante la generación
de igualdad de oportunidades.” (Plan Nacional de Desarrollo, 2013)

Lo que supone que los patrones de producción y consumo de-


ben ser rediseñados, mismos que exigen la creación y adapta-
ción de políticas públicas y de prácticas diarias.

La Reforma Energética, establecida en el 2013 propone un


“paquete verde” en el que se desarrollarán los mecanismos
necesarios para medir y coordinar el impacto medio ambien-
tal y la recuperación del mismo a través de la Agencia de Se-
guridad Industrial y Protección al Medio Ambiente del Sec-
tor de Hidrocarburos. Las reformas al sector de la energía en
México están orientadas hacia hacer accesibles los precios y
tarifas, incorporar más opciones limpias y democratizar los
beneficios de la energía para que toda la población mexicana

Capítulo 1 21

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 21 16/06/16 2:17 p.m.


tenga acceso a ella; sin embargo no nos muestra una perspec-
tiva económica acerca de la riqueza que se puede encontrar
en los servicios ambientales y el costo de su pérdida. De cual-
quier forma, México representa una oportunidad potencial
para la inversión en generación de energías renovables, debi-
do a su gran diversidad biológica y a la riqueza de su infraes-
tructura ecológica.

El día 4 de noviembre de 2014 se celebró en la Ciudad de Mé-


xico el lanzamiento de un Estudio sobre Economía Verde pa-
ra México por parte de la SEMARNAT y el Instituto Nacional de
Ecología y Cambio Climático (INECC). En dicho programa se
pretendía, con ayuda del Programa de las Naciones Unidas
para el Medio Ambiente (PNUMA) y otras instituciones nacio-
nales e internacionales, proporcionar un panorama del estado
actual de la economía en México en términos de oportunida-
des para enverdecerla; esto, de igual manera nos presenta una
prueba de que el tema es una parte urgente y necesaria en el
contexto actual del desarrollo integral en México.

3. PERSPECTIVA SOBRE LA PRESIÓN


A LA INFRAESTRUCTURA ECOLÓGICA

Actualmente vivimos en la era del “capital mal asignado”


(Capital Misallocation Era, UNEP 2010). Muchas crisis han ocu-
rrido en la última década: cambio climático, agotamiento de
la biodiversidad, agotamiento de los combustibles, las crisis
alimentarias, la escasez de agua potable, y en general, las cri-
sis en el sistema financiero actual. Además, es imposible ob-
viar la sobrepoblación del futuro como uno de los problemas
más urgentes a nivel global, debido a que existirá una mayor
demanda de recursos. Según la UNEP (United Nations Envi-
ronmental Program), no existe un consenso para el problema
global del aseguramiento de la comida para nutrir a una po-
blación de 9 billones para el año 2050, además un tercio de
todos los alimentos producidos a nivel mundial cada año (1.3

22 Capítulo 1

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 22 16/06/16 2:17 p.m.


mil millones de toneladas) terminan convirtiéndose en dese-
cho, mientras que mil millones de personas viven con desnu-
trición; también, el tratamiento, transporte y mantenimiento
de este desperdicio le cuesta alrededor de un billón de dólares
al año a la economía mundial. Nuestro sistema alimentario es
responsable de aproximadamente el 80% de la deforestación
en el mundo y por lo tanto de la pérdida de la biodiversidad y
del consumo de 70% del agua dulce a nivel global. La esca-
sez de agua ya es un problema global y se pronostica un gran
“gap” para el año 2030 entre la demanda de agua potable y
la capacidad para potabilizarla. En el año 2010, la Organi-
zación Mundial de Salud y El Fondo de las Naciones Unidas
para la Infancia (UNICEF) declararon que a pesar de sus in-
tentos por proporcionar agua potable en algunos países, aún
existen 844 millones de personas que no tienen acceso a ella.
Los recursos naturales ya se encuentran sobreexplotados en
sus niveles de diversidad biológica y flujos biogeoquímicos;
entre 1990 y 2005 se perdió el 3% de la superficie forestal del
planeta, con una tasa de reducción media del 0.2% por año
según la Organización de las Naciones Unidas para la Ali-
mentación y la Agricultura (FAO). De igual forma, los recur-
sos del mar han sufrido alteraciones debido a que aproxima-
damente el 52% de las pesquerías mundiales se encuentran
sobre-explotadas (FAO). Nuestro consumo global sobrepasa
la capacidad del planeta para regenerarse. A este ritmo no
podremos mantener por mucho tiempo más nuestro estilo de
vida actual, necesitaríamos de dos planetas para cubrir nues-
tras necesidades para el 2030 (UNEP, 2010).

Todas estas crisis a su vez generan problemas sociales como la


pérdida de trabajos, enfermedades, inestabilidad social, y so-
bre todo inseguridad socio-económica, que se ha convertido
en uno de los principales retos en nuestro país. Las causas a
todas estas crisis varían en gran medida pero poseen un com-
ponente en común que es la inadecuada asignación del capital,
ya sea capital natural, capital económico o capital humano.

Capítulo 1 23

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 23 16/06/16 2:17 p.m.


Anteriormente, desde la Revolución Industrial hasta las úl-
timas décadas en la actualidad, La Riqueza de las Naciones de
Adam Smith (1776) ha representado el estándar para el ma-
nejo de la economía hasta tiempos actuales. Nos hemos en-
focado en tomar el proceso de industrialización y producción
como el mejor camino para crear una sociedad más rica en
capital económico, lo que supone una asignación del capital
a proyectos e inversiones en donde la acumulación del recur-
so económico sea el objetivo principal, sin reflexionar sobre
las consecuencias y la presión tan grande que se genera a la
infraestructura ecológica y la biodiversidad de una región.

Es posible comprender que esta ideología tuvo sentido en el


siglo XVIII cuando la pobreza y el desempleo en Gran Breta-
ña hicieron muy difícil a algunas familias subsistir (Botsman,
2010). La esperanza de vida en esta época era solamente de
35 años y la medicina suponía alternativas y opciones un tan-
to primitivas en 1775, por lo que más de ochocientas muertes
fueron atribuidas en las listas de mortalidad (“Bills of Morta-
lity”) a problemas dentales en este año. Las familias vivían
normalmente en un solo cuarto en edificios hechos de ladri-
llos sueltos y no era inusual que las construcciones colapsaran
puesto a la pobre planeación e inadecuados materiales utili-
zados, por lo que el crecimiento económico industrializado
era la mejor solución ante tal nivel de escasez económica.

Según Adam Smith (1776), el crecimiento económico se ba-


sa principalmente en factores que se refieren a la producción
como lo son la tierra, la mano de obra y el capital. La mayor
parte del desarrollo económico actual y de las estrategias de
crecimiento en las naciones apoyan la rápida acumulación
del capital físico, financiero y humano, pero a expensas de la
degradación natural y el agotamiento de los recursos de los
ecosistemas naturales. Este tipo de crecimiento capitalista,
apoyado con el consumismo como patrón de comportamien-
to, ha provocado impactos irreversibles al bienestar de las

24 Capítulo 1

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 24 16/06/16 2:17 p.m.


generaciones actuales y futuras y representa nuevos riesgos y
retos para los actores, incluyendo, la vida silvestre, naciones,
Estados, organizaciones y el ser humano en sí (UNEP, 2011).

Hoy, sabemos que en la sociedad del conocimiento que vivi-


mos, los aspectos cruciales que no deben pasar desapercibi-
dos en la economía mundial ya no se refieren a la industria-
lización y producción; sino a la innovación, el conocimiento,
la creación de servicios, la tecnología y el capital humano, y
no necesariamente los factores físicos, como se suponía con
anterioridad. Inclusive algunas de las compañías más exito-
sas en la actualidad, nos proponen nuevos modelos de nego-
cios que se basan en el consumo colaborativo o en la redefini-
ción de la manera en que consumimos. Es importante men-
cionar que la producción es importante para la economía, sin
embargo se necesita de todo el espectro de la innovación y la
creatividad para mejorar los procesos, crear nuevas tecnolo-
gías, proponer una manufactura con un ciclo de vida y dise-
ños más verdes, tener una asignación de recursos económicos
más adecuada y en general ser más eficientes en la industria
de los servicios y el transporte.

Actualmente, para medir el desempeño y manejo del creci-


miento socioeconómico, las métricas internacionales se refie-
ren en su mayoría a factores económicos que no necesaria-
mente apoyan en su crecimiento a las premisas del desarrollo
sustentable; dentro de estas consideraciones tampoco se in-
cluyen los grandes costos por la afectación al medio ambien-
te, la pérdida de la biodiversidad, los servicios ambientales,
los costos de salud y de adaptación de la infraestructura de las
ciudades ante el cambio climático. Por lo tanto, es importan-
te un cambio de paradigma en la escala de valores actuales.
Una economía basada en el consumo infinito de bienes en un
planeta con recursos finitos no es una combinación viable.

Capítulo 1 25

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 25 16/06/16 2:17 p.m.


4. PERSPECTIVA ANTROPOLÓGICA
SOBRE LA RELACIÓN DE LA CULTURA
Y LA NATURALEZA

Para contribuir a reducir la pobreza y la vulnerabilidad de las


poblaciones se debe procurar eliminar o reducir los escena-
rios conflictivos vinculados con la limitación de la capacidad
de carga de los ecosistemas (Zsögön, 2015). El acceso a los re-
cursos naturales se vuelve esencial ante la satisfacción de las
necesidades básicas del ser humano.

La dificultad para acceder a los recursos naturales que son


vitales para el ser humano se relaciona directamente con los
derechos humanos (Zsögön, 2015). Si los derechos humanos
no se ejercen por parte de la población, entonces ésta se vuel-
ve vulnerable ante la existencia de diversos conflictos. El gra-
do de vulnerabilidad será el determinante de la gravedad de
las crisis que se puedan presentar; las sociedades se vuelven
vulnerables cuando existe escasez en los ecosistemas o cuan-
do la gobernanza de los recursos naturales de esa región no
es la más adecuada y el desarrollo de los grupos se entorpece.

La trama de la vida y la comprensión holística de los sistemas


son necesarias al analizar las complejas interconexiones con
las relaciones ambientales, es aquí donde surge un término
que se presume más adecuado: los recursos naturculturales.
Estos recursos son los que se encuentran mixtos, es decir que
son naturales y culturales (Zsögön, 2015).

Para lograr una sociedad menos vulnerable se requiere de una


constante comunicación recíproca entre los derechos huma-
nos y el progreso. Para lograr esto, es importante lograr una
relación armónica entre todas las especies y entre estas y sus
ecosistemas. La paz ambiental, es una necesidad actual que se
traduce en un escenario de seguridad, tranquilidad y bienestar.

26 Capítulo 1

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 26 16/06/16 2:17 p.m.


Para lograr la paz ambiental, se examina el equilibrio entre
los recursos naturculturales y las actividades humanas con la
finalidad de llegar a una seguridad global sobre la disposición
de los recursos naturales. La antropología es necesaria para
tener una opinión más concreta sobre cómo ha sido nuestra
relación con la naturaleza y cómo configuramos el mundo de
lo natural. En la medida en que definimos “lo natural” le pro-
porcionamos un valor que es asignado dependiendo de los
factores que influyen y que han influido de manera histórica
en su estudio; también ha contribuido a descubrir la comple-
jidad de las múltiples dimensiones de la perspectiva social.
Describir nuestra relación actual con la naturaleza requiere
del conocimiento de la configuración de la misma a lo largo
de la historia. Estas reflexiones deben hacerse en dos sentidos
(Santamarina, 2008): la primera es que la naturaleza ha sido
un polo fundamental de la antropología, por lo que la cultura
se define frente a la naturaleza; la segunda es que la impor-
tancia del papel que juega el medio ambiente ha contribuido
a la construcción social del mundo de lo natural.

La cultura se relaciona directamente con los problema am-


bientales en la medida en cómo los analizamos y los aborda-
mos (Santamarina, 2008). Existen tres grandes perspectivas
antropológicas de la naturaleza: la ecológica, la simbólico-
cognitiva y la política. La perspectiva ecológica nos muestra
la ecología cultural que emana de la biología y la antropología,
en la cual es posible observar la adaptación de la cultura al
medio ambiente y la constitución de la misma. La perspec-
tiva simbólico-cognitivo nos muestra, dentro de sus aporta-
ciones más relevantes del estudio la consideración de la na-
turaleza como modelo de orden y clasificación, y como un
esquema de análisis para la mejor comprensión de múltiples
procesos sociales. La ecología política, dentro de la perspectiva
política introduce un punto de vista analítico sobre las estre-
chas relaciones entre la ecología, la política y la economía;
también considera las relaciones locales y globales porque el

Capítulo 1 27

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 27 16/06/16 2:17 p.m.


mundo se caracteriza por un flujo constante de comunica-
ción e interrelaciones (Santamarina, 2008).

La ética ambiental es la que se encarga de dar respuestas a


algunas cuestiones sobre los paradigmas tradicionales que
responden a los problemas derivados de la crisis ecológica.
También se habla sobre los deberes del ser humano sobre los
espacios naturales, los animales y las plantas, y se generan
derechos y obligaciones en materia legal para su correcta ad-
ministración. Existe un debate sobre la base antropocéntrica
de la ética; anteriormente dentro de la dimensión moral de
la ética sólo el ser humano poseía la capacidad para otorgar-
le valor a las demás especies, él reconoce su igualdad con los
demás de su misma especie pero no con los de las demás espe-
cies; la biodiversidad no se incluye en el marco de las reflexio-
nes morales, sin pensar que la biodiversidad es consustancial
a la vida y que los ecosistemas existen con o sin el ser humano.

5. PERSPECTIVA ECONÓMICA SOBRE LA


TRANSFORMACIÓN DEL DESARROLLO

En la Declaración de Río (1992), en su Principio no. 8, la ONU


expresó:

“Para lograr el desarrollo sustentable y aumentar la calidad de vida de todos,


los Estados deben reducir y eliminar patrones de producción y consumo que
no son sostenibles y promover políticas demográficas apropiadas…”

Hablar de eliminar patrones de producción y consumo que no


son sustentables es hablar de formular una economía más efi-
ciente. La economía verde tiene como fin “incrementar el bien-
estar humano y la equidad social, reduciendo significativamen-
te los riesgos ambientales y la escasez ecológica” (UNEP, 2011).
Mismo cambio de paradigma en la economía, debe tener como
objetivo disminuir las emisiones de carbono, la eficiente asigna-
ción de los recursos naturales y debe ser socialmente inclusiva.

28 Capítulo 1

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 28 16/06/16 2:17 p.m.


La actual economía gris (con su término en inglés “brown eco-
nomy”), que se encuentra manejada por los combustibles fó-
siles, debe tener una reformulación gradual. La economía
verde no reemplaza a la economía gris pero existe un fuerte
reconocimiento a nivel internacional que para lograr la sus-
tentabilidad deben realizarse adecuaciones; es posible enun-
ciar que la economía verde no es un destino en sí mismo sino
un vehículo para el desarrollo sustentable (Steiner, 2012).

La economía verde se ha convertido en un tema popular entre


los Estados, ministros financieros, en el G20 y en general en to-
do el contexto del desarrollo sustentable y la erradicación de la
pobreza. Es importante mencionar que existe una fuerte ten-
dencia hacia el nuevo paradigma económico internacional en
el que se plantea que el poseer gran capital en material econó-
mico (dinero), no necesariamente evita el aumento en los ries-
gos ambientales, las faltas ecológicas y la inequidad social. Esta
transición de los Estados hacia una economía más verde tiene
una gran justificación económica y social, y se lleva a cabo en
el sector público y el privado (UNEP, 2011).

En el sector público es posible observar que los gobiernos ca-


da vez más incluyen subsidios por los mercados y productos
“verdes”, promueven mejores políticas e incentivos a la eco-
nomía regional, refuerzan la infraestructura del mercado, re
direccionan las inversiones públicas y en general convierten
sus planes en estrategias más “verdes”. Dentro del sector pri-
vado, las empresas tienden a estar más involucradas en ana-
lizar las nuevas demandas de los mercados y las toman como
una oportunidad para descubrir nuevos sectores claves para
su desarrollo; también adaptan sus precios, sus políticas y sus
modelos de negocio dependiendo de sus niveles de financia-
miento, inversión e innovación.

Con el surgimiento de la economía global y la sociedad de


la información, las fuerzas que mueven la toma de decisio-

Capítulo 1 29

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 29 16/06/16 2:17 p.m.


nes ecológicas, biogeográficas y administrativas son la movi-
lidad de personas, de recursos y la transferencia de capital y
de información. Consecuentemente, la existencia de recur-
sos naturales locales ya no es el factor principal del desarrollo
económico sino los recursos humanos y la adaptabilidad al
cambio.

Las reglas del desarrollo económico han cambiado radical-


mente desde el proteccionismo hacia la inversión pública,
la estandarización, la centralización, la concentración en
el libre mercado, la inversión privada, la diversificación, la
descentralización y la difusión de actividades productivas.
Cuando se combinan al desarrollo económico y al equilibrio
del medio ambiente, nuevos enfoques y herramientas del ma-
nejo de recursos deben ser exploradas y probadas para maxi-
mizar las oportunidades y minimizar los riesgos. Si el contex-
to económico y social del desarrollo sustentable es considera-
do, reconocido y aceptado, la integración de los ecologistas y
economistas en proyectos no debe tener obstáculos teóricos o
metodológicos. La cooperación de estos debe ser constructi-
va y beneficial para ambos.

La investigación y especulación en cuanto a la escasez de re-


cursos ambientales representa una de las principales preo-
cupaciones en las consideraciones teoréticas y los esfuerzos
prácticos realizados en cuanto a la economía verde (Gassner,
2003); y es de esperarse que la investigación relacionada con
la distribución social, la explotación y el manejo de los recur-
sos naturales sea la mayormente considerada como primor-
dial, sin embargo no es la única crisis económica que se debe
considerar. La otra crisis económica se basa en las expecta-
tivas de la media de consumo que genera el sistema econó-
mico actual mismo, es decir en las necesidades que crea en la
sociedad y que son determinadas normalmente por el interés
utilitario y el consumo desmedido (Gassner, 2003). El sistema
económico actual global que poseemos se basa en el supues-

30 Capítulo 1

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 30 16/06/16 2:17 p.m.


to de “el estado actual”, en donde el crecimiento constante
de la utilidad y el consumo promedio son unos de los princi-
pales determinantes para el desarrollo económico. La equi-
dad económica intergeneracional requiere imperativamente
que las generaciones futuras posean la misma capacidad de
satisfacer sus necesidades que la que esta generación posee
(Gassner, 2003). Todos estos elementos, en conjunto son ca-
paces de formular los lineamientos principales de la econo-
mía sustentable.

Una de las principales escuelas del pensamiento económico


que se debe tomar en cuenta al reformular nuestros paradig-
mas, es la escuela de la economía solidaria en la que se le da
más importancia al ser humano como parte de la economía
que al flujo de capitales en sí. Las teorías de los sistemas so-
ciales nos muestran que la comunicación es el canal que flu-
ye entre estos sistemas (sistema político, sistema económico,
etc.). La comunicación es lo que distingue a los distintos ca-
nales del otro. Dentro de los canales de comunicación en el
sistema económico lo que fluye es el dinero.

La errónea interpretación de crecimiento sostenible se basa


en que el crecimiento continuo y el alto ingreso per cápita, ha
generado una gran afectación al medio ambiente. La econo-
mía a nivel mundial está basada en el consumo humano, el
cual debe sostenerse siempre y cuando los recursos puedan
ser repuestos tan rápido como se utilizan (Davidson, 2010).
La sociedad no puede mantenerse en crecimiento económi-
co y consumo en una eternidad (Davidson, 2010). Con esta
contradicción, las regulaciones y políticas propuestas sola-
mente reflejan la parte neoliberal del crecimiento económi-
co, que se refiere al desarrollo social y político aceptado has-
ta ahora. Bajo este paradigma de crecimiento económico, la
conservación ambiental se vuelve un obstáculo para el desa-
rrollo mismo.

Capítulo 1 31

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 31 16/06/16 2:17 p.m.


En la última década, la inclusión de los costos ambientales
se ha convertido en una parte de interés para los distintos ac-
tores actuales en el mercado libre lo que ha provocado que
se lleven a cabo algunas acciones a favor de la protección a
la infraestructura ecológica; sin embargo, todavía existe la
urgencia por resolver el problema más complejo: la sobrepo-
blación del futuro y la reincorporación de nuevos integrantes
a la clase media.

La economía verde está en constante desarrollo dependien-


do de ciertos factores del progreso verde; involucra reevaluar
los recursos naturales, servicios ambientales y la infraestruc-
tura económica de cada país. También se involucran factores
como la innovación, un sistema de energía más eficiente con
nuevas y mejores tecnologías, y bienes y servicios disrupti-
vos. Los parámetros de crecimiento generales de la economía
ahora podrán traducirse en un bienestar social mayor y no
solamente en una mayor acumulación de capital económico.

La transformación de la economía será el vehículo hacia un


desarrollo más sustentable. La economía verde reconoce
que el crecimiento económico que hemos tenido hasta aho-
ra considera la infraestructura ecológica como “infinita” y
“gratuita”, sin embargo es necesario un cambio en la admi-
nistración y utilización de los recursos medioambientales ha-
cia una manera más sostenible.

El impacto desigual de la economía en la población nos hace


reflexionar sobre la posibilidad de re-definir los paradigmas
de desarrollo que poseemos. Se debe pensar cómo re-direc-
cionar nuestras políticas de crecimiento para el progreso so-
cial inclusivo manteniendo la integridad de nuestra infraes-
tructura ecológica y la diversidad biológica.

32 Capítulo 1

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 32 16/06/16 2:17 p.m.


6. CONCLUSIONES Y TENDENCIAS DEL FUTURO

Los principales retos internacionales en el desarrollo susten-


table hoy en día se asocian principalmente con la adaptación
al cambio climático y con la necesidad de dirigir una transi-
ción hacia una economía más eficiente que permita un desa-
rrollo socioeconómico mundial más equitativo.

Para responder a las necesidades actuales para lograr un de-


sarrollo sustentable en un mundo globalizado es necesario
crear soluciones y estrategias de innovación pensando global
pero actuando localmente; este enfoque nos permite tener un
impacto no solamente nacional, sino internacional en la bús-
queda de paradigmas alternativos que apoyen la sustentabi-
lidad económica, social y medioambiental. Para esto es nece-
sario el estudio y el análisis de las Relaciones Internacionales
que se encuentran en relación con la Economía, el Comercio
Internacional, el Derecho Internacional, la Política Interna-
cional, la Filosofía y la Sociología, por mencionar algunas.
Mismas soluciones deben ir profundamente ligadas con los
Negocios Internacionales en conjunto con la Diplomacia,
para generar más y mejores relaciones entre los países y crear
estrategias que respondan a las problemáticas actuales.

Un nuevo paradigma de desarrollo no sólo es posible, sino


que ya ha empezado a surgir. Se requiere del diseño de nue-
vos protocolos y acuerdos sobre cambio climático y de me-
canismos de gobernanza innovadores para aminorar los im-
pactos de la inequidad entre los estándares de la calidad de
vida de los ciudadanos.

Es imprescindible desarrollar mayor cooperación interna-


cional hacia un nuevo modelo de desarrollo socioeconómi-
co, políticas fiscales y públicas que permitan que nosotros
seamos parte de la solución y no parte del reto. Ya no son so-
lamente necesarias las razones científicas sino diseñar estra-

Capítulo 1 33

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 33 16/06/16 2:17 p.m.


tegias de acción y soluciones innovadoras. Nos hemos dado
cuenta que el crecimiento económico manejado como hasta
ahora no necesariamente genera un incremento en el bien-
estar social global. Los esfuerzos combinados y la medición
de estos nos dan la oportunidad de demostrar que la comu-
nidad internacional es capaz de dar respuesta a uno de los
más grandes problemas de la humanidad hoy en día: el ago-
tamiento de los recursos naturales.

Los principales problemas que se enfrentan actualmente en


la arena internacional afectan a la humanidad en general: crisis
ecológica, cambio climático, pobreza, terrorismo, inequidad de
género, entre otros; por lo que deben ser resueltos desde una
perspectiva de cooperación entre Estados y no de compe-
tencia. Además, hoy en día es imprescindible que exista una
prioridad en que los ciudadanos y los gobiernos presten ma-
yor atención hacia las consecuencias de su comportamiento
en la comunidad internacional.

Los retos ambientales son retos que enfrentan todos los paí-
ses sin importar su nivel de desarrollo económico, situación
geográfica, composición de su territorio o población, es decir
que son retos globales que implican acciones locales de ma-
nera coordinada. Nuevos problemas necesitan de nuevas so-
luciones que sean adaptadas a las nuevas necesidades. No es
lógico pensar que los problemas de ahora puedan resolverse
con soluciones que fueron eficaces en el pasado, debido a que
el mundo, junto con sus cuestiones, va evolucionando con-
forme al tiempo.

34 Capítulo 1

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 34 16/06/16 2:17 p.m.


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Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 36 16/06/16 2:17 p.m.


Una economía basada en el
desarrollo sustentable

Paulina Jiménez Quintana1


Universidad Autónoma de Nuevo León

RESUMEN

En las últimas décadas, el cambio climático ha pasado de ser


un problema de estudio de ecólogos y científicos, a ser el tema
central de las cumbres de política internacional. Vivimos en
una economía basada en la energía sobre los hidrocarburos,
cuyo abasto declina poco a poco, y en los recursos naturales
que son finitos, por lo que la administración adecuada de am-
bos para asegurar el desarrollo en el futuro representa una
gran preocupación a nivel mundial. En el presente capítulo
se abordará de manera general el cambio en el pensamiento

1
Paulina Jiménez Quintana, Licenciada en Administración Financiera por el Tec-
nológico de Monterrey y Maestra en Ciencias especializada en Emprendimiento
e Innovación para el Desarrollo Sustentable por SKEMA Business School, Fran-
cia. Realizó estudios referentes a Negocios Internacionales y Administración
Estratégica en École Superieure de Commerce á Clermont-Ferrand, Francia.
Actualmente se encuentra cursando un Doctorado en Filosofía con orientación
a Relaciones Internacionales, Negocios y Diplomacia en la Facultad de Ciencias
Políticas y Administración Pública de la Universidad Autónoma de Nuevo León,
en donde colabora como Profesor-Investigador de tiempo completo y forma
parte del Cuerpo Académico de Investigación de Desarrollo Sustentable. Sus
principales líneas de investigación son la Economía del Desarrollo Sustentable y
el Emprendimiento e Innovación (paulinajq@gmail.com).

Capítulo 4 89

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 89 16/06/16 2:17 p.m.


económico a partir del gran reto sobre la planeación para un
progreso de la humanidad en un planeta con recursos natu-
rales finitos.

PALABRAS CLAVE

Desarrollo, sustentabilidad, economía, inversión, eficiencia,


progreso humano.

KEYWORDS

Development, sustainability, economics, investment, efficiency, and hu-


man progress.

SUMARIO

1. Introducción; 2. Escasez, utilidad, eficiencia y dinero; 3.


La transformación de los indicadores sobre el desarrollo; 4.
Inversión para el progreso de la humanidad; 5. Bibliografía.

1. INTRODUCCIÓN

En los últimos años el cambio climático ha pasado de ser un


problema de estudio de ecólogos y científicos, a ser el tema
central de las cumbres de política internacional (Scott, 2009).
Vivimos en una economía basada en los hidrocarburos, cuyo
abasto declina poco a poco, y en los recursos naturales que
son finitos, por lo que la gestión y utilización adecuada de
ambos representa una gran preocupación a nivel mundial.

En la vida cotidiana y sin notarlo, dependemos en gran me-


dida del medio ambiente para realizar todas nuestras activi-
dades. La mayor parte de lo que poseemos, hacemos, consu-
mimos involucra los recursos naturales; es por esto que el es-
tudio del valor del medio ambiente en la economía se vuelve
necesario y primordial. El objetivo principal de la Economía

90 Capítulo 4

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 90 16/06/16 2:17 p.m.


Verde es procurar que el intercambio de bienes y servicios
ambientales con el ser humano sea de manera justa y eficien-
te y de prever un desarrollo de la humanidad adecuado en el
futuro aún cuando los hidrocarburos y los recursos naturales
son limitados. Bajo este contexto, desde hace aproximada-
mente 30 años, los economistas verdes se han enfocado en
desarrollar políticas basadas en el reconocimiento de los lími-
tes del planeta y en la importancia de la gestión de la infraes-
tructura ecológica ante la vulnerabilidad de las poblaciones,
y no solamente en conceptos sobre productividad y utilidad
(Scott, 2009).

Según la UNEP (2011) es posible definir la Economía Verde


como una economía en donde el ingreso per cápita y el índi-
ce de empleo es generado por inversiones públicas y privadas
que reducen las emisiones de carbono, la contaminación y
además promueven la eficiencia de la energía y los recursos
y previene la pérdida de los ecosistemas. En una Economía
Verde, el aumento en el ingreso promedio diario, así como el
aumento en la oportunidad laboral se debe a las inversiones
públicas y privadas que reducen las emisiones de carbono
y que a su vez, fortalecen la eficiencia de la energía y de los
recursos en general; además, previene la pérdida de la biodi-
versidad y el deterioro ambiental.

En este sentido, en la Declaración de Río (1992), en su Prin-


cipio no. 8, la ONU expresó:

“Para lograr el desarrollo sustentable y aumentar la calidad


de vida de todos, los estados deben reducir y eliminar patro-
nes de producción y consumo que no son sostenibles y pro-
mover políticas demográficas apropiadas…”

Hablar de eliminar patrones de producción y consumo que


no son sustentables es hablar de formular una economía más
eficiente. La economía verde tiene como fin “incrementar

Capítulo 4 91

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 91 16/06/16 2:17 p.m.


el bienestar humano y la equidad social, reduciendo signifi-
cativamente los riesgos ambientales y la escasez ecológica”
(UNEP, 2011). Mismo cambio de paradigma en la economía,
debe tener como objetivo disminuir las emisiones de carbo-
no, la eficiente asignación de los recursos naturales y debe ser
socialmente inclusiva.

Desde la Cumbre de Río de Janeiro en 1992, la comunidad


internacional se ha preocupado por generar cambios al im-
pacto que se produce en los ecosistemas debido al manejo
desmesurado de los recursos naturales. Los retos ambienta-
les son retos que enfrentan todos los países sin importar su
nivel de desarrollo económico, situación geográfica, com-
posición de su territorio o población, es decir que son retos
globales que implican acciones locales de manera coor-
dinada. Según la teoría constructivista de las Relaciones
Internacionales, las “reglas del juego” en las que opera el
mundo pueden modificarse y romperse por cualquier indi-
viduo; algunos actores están en una mejor posición de rom-
perlas que otros, sin embargo nadie queda exento de esta
cualidad. Las reglas normalmente se encuentran dictadas
por las personas que poseen mayor influencia sobre los de-
más. Estas reglas se crean y moldean por las relaciones que
tienen los seres humanos.

Comenzar la transición hacia una economía más eficiente y


más verde tiene el potencial de redirigirnos hacia un futuro
más sustentable y a ser una alternativa eficaz a otros proble-
mas como la erradicación de la pobreza; este potencial deriva
de cambios concurrentes: el primero, es que nuestro mundo se
encuentra en constante evolución, misma que supone un cam-
bio en los retos y riesgos a los cuales nos enfrentamos y es nece-
saria la constante reinvención de los enfoques en la economía;
la segunda es que el creciente reconocimiento de que el medio
ambiente es la base de nuestros bienes físicos y debe ser mane-
jada como una fuente de crecimiento, prosperidad y bienestar

92 Capítulo 4

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 92 16/06/16 2:17 p.m.


en general dentro del margen de los dos tipos de inversiones en
un Estado: las públicas y las privadas (Steiner, 2012).

Las inversiones públicas y privadas deben ser redirigidas a


proyectos y empresas que fortalezcan el desarrollo de bos-
ques, agua, suelos y crianza, que son de gran importancia
para las áreas rurales (Steiner, 2012). Otra de las ventajas de
redireccionar las inversiones es que, de igual manera se forta-
lecerán nuevos sectores y el desarrollo de nuevas tecnologías
que pueden ser la fuente de desarrollo económico del futuro:
energías alternativas renovables que tengan bajas emisiones
de carbono, transporte público verde, infraestructura para
vehículos de combustibles limpios, dispositivos inteligentes
de desechos. Inversiones complementarias serán necesarias
en capital humano, investigación en temas “verdes”, habili-
dades técnicas necesarias para la transición a una economía
verde, etc. Normalmente las inversiones para la transforma-
ción hacia una economía verde provienen del sector privado
por lo que es necesario establecer políticas públicas acordes
a las necesidades de la sociedad “verde” para tener una tran-
sición efectiva. También debe ser prioridad formular meca-
nismos de financiamiento nuevos debido a que, a pesar de
que existe mucho capital privado para inversión, no todos
los países en desarrollo tienen la oportunidad de accesar a él.
Así mismo, nuevas políticas deben ser formuladas y creadas,
no solamente para la parte medio ambiental de la economía
verde, sino también para la parte del bienestar social y de la
equidad ciudadana.

La transformación de la economía será el vehículo hacia un


desarrollo más sustentable. La economía verde reconoce
que el crecimiento económico que hemos tenido hasta aho-
ra considera la infraestructura ecológica como “infinita” y
“gratuita”, sin embargo es necesario un cambio en la admi-
nistración y utilización de los recursos medioambientales ha-
cia una manera más sostenible. El impacto desigual de la eco-

Capítulo 4 93

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 93 16/06/16 2:17 p.m.


nomía en la población nos ha hecho pensar en la posibilidad
de re-definir los paradigmas de desarrollo que poseemos. Se
debe pensar cómo re direccionar nuestras políticas de creci-
miento para el progreso social manteniendo la integridad de
nuestra infraestructura ecológica.

2. ESCASEZ, UTILIDAD, EFICIENCIA Y DINERO

La mayor parte del desarrollo económico actual y de las estra-


tegias de crecimiento en las naciones apoyan la rápida acumu-
lación del capital físico, financiero y humano, pero a expensas
de la degradación natural y el agotamiento de los recursos de
los ecosistemas naturales. Este tipo de crecimiento capitalis-
ta, apoyado con el consumismo como patrón de comporta-
miento, ha provocado impactos irreversibles al bienestar de
las generaciones actuales y futuras y representa nuevos riesgos
y retos para los actores, incluyendo, la vida silvestre, naciones,
Estados, organizaciones y el ser humano en sí.

El sistema económico actual global que poseemos se basa en el


supuesto de “el estado actual”, en donde el crecimiento constan-
te de la utilidad y el consumo promedio son unos de los princi-
pales determinantes para el desarrollo económico. Uno de los
gaps que existen es que no se toma en cuenta la característica
irrefutable de que los recursos naturales no son ilimitados (factor
físico). La equidad económica intergeneracional requiere impe-
rativamente que las generaciones futuras posean la misma ca-
pacidad de satisfacer sus necesidades que la que esta generación
posee (Gassner, 2003). Existen de igual manera, otros conceptos
que se relacionan con el desarrollo económico sustentable co-
mo lo son el valor de los servicios ambientales, el capital natural
ecológico y la estabilidad ambiental. Estos conceptos parten del
factor ético en donde su conservación es determinada por facto-
res naturales (como la resiliencia de los ecosistemas) y por facto-
res humanos como el conocimiento científico que posee para su
conservación (factor intelectual). Por último, la sustentabilidad

94 Capítulo 4

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 94 16/06/16 2:17 p.m.


económica también se encuentra determinada por el factor hu-
mano que es el que administra y determina las oportunidades
de producción para la economía (Gassner, 2003).

Así mismo, y de una manera general, la economía a nivel


mundial está basada en el consumo humano, el cual debe cre-
cer indefinidamente siempre y cuando los recursos puedan
ser repuestos tan rápido como se utilizan (Davidson, 2010).
La errónea interpretación del desarrollo se basa en que el
crecimiento desmedido y el ingreso per cápita son esenciales
para el bienestar humano; misma errónea interpretación ha
reducido la definición de desarrollo sustentable del informe
Brundtland. Inclusive se ha debatido que el “desarrollo sus-
tentable” es un término en sí que se contradice en su defi-
nición: un desarrollo no puede ser “sustentable” cuando se
quiere seguir al mismo ritmo de consumo actual si los recur-
sos son finitos, inclusive las fuentes renovables no pueden re-
novarse al tiempo al que nuestros recursos son consumidos.
La sociedad no puede mantenerse en crecimiento económi-
co y consumo en una eternidad (Davidson, 2010). Con esta
contradicción, las regulaciones y políticas propuestas sola-
mente reflejan la parte neoliberal del crecimiento económi-
co, que se refiere al desarrollo social y político aceptado hasta
ahora. Tal vez un término más adecuado podría ser un “pro-
greso sustentable”, en donde no necesariamente el “desarro-
llo” deba sugerir el aumento del capital económico.

Bajo el paradigma de crecimiento de capital económico, la


conservación ambiental se vuelve un obstáculo para el de-
sarrollo mismo. Aún así, ha probado ser una parte de inte-
rés para los distintos actores en el mercado libre, como las
empresas y el consumidor final, lo que ha provocado que se
lleven a cabo algunas acciones a favor de la protección a la
infraestructura ecológica; sin embargo aún existe la urgencia
por resolver el problema más complejo: la constante tensión
entre el crecimiento económico y la integridad ambiental.

Capítulo 4 95

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 95 16/06/16 2:17 p.m.


La investigación y especulación en cuanto a la escasez de re-
cursos ambientales representa una de las principales preo-
cupaciones en las consideraciones teoréticas y los esfuerzos
prácticos realizados en cuanto a la economía verde (Gassner,
2003); y es de esperarse que la investigación relacionada con
la distribución social, la explotación y el manejo de los recur-
sos naturales sea la mayormente considerada como primor-
dial, sin embargo no es la única crisis económica que se debe
considerar. La otra crisis económica se basa en las expecta-
tivas de la media de consumo que genera el sistema econó-
mico actual mismo, es decir en las necesidades que crea en la
sociedad y que son determinadas normalmente por el interés
utilitario y el consumo desmedido.

Los economistas toman la eficiencia como su guía para la


toma crítica de decisiones, sin embargo la “eficiencia” de la
productividad de los recursos puede provocar situaciones
desfavorables. La protección de los hábitats es normalmente
evadida en la toma de decisiones sobre el costo-beneficio o
análisis de los proyectos. De igual forma, el costo de imple-
mentar regulaciones ambientales se traduce en un gasto, en
lugar de una inversión a largo plazo.

Los típicos modelos de desarrollo económico buscan maxi-


mizar la utilidad para la sociedad; pues definen el bienestar
social a través de la utilidad misma. Según el economista Vil-
fred Pareto, en la eficiencia nadie puede obtener un benefi-
cio sin que otro se perjudique. En economía, la eficiencia en
cuanto a la utilidad para el ser humano es algo deseable; sin
embargo, dentro del contexto del Desarrollo Sustentable se
debe tomar en cuenta la afectación a la infraestructura eco-
lógica. A pesar de que la meta sea la maximización utilitaria
de los recursos naturales para el bienestar social, se debe pen-
sar en la distribución igualitaria de los beneficios. En teoría
la maximización de la utilidad se distribuye por igual en la
sociedad, pero en la realidad la inequidad social es el mayor

96 Capítulo 4

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 96 16/06/16 2:17 p.m.


error de la eficiencia. Si el objetivo primordial de la economía
es el de maximizar el bienestar social, entonces una adecua-
da distribución de los beneficios debe ser también primor-
dial. En economía normalmente se promueve la eficiencia
de la utilidad y se delega la distribución y la equidad a otros
actores, como el gobierno. A pesar de que la eficiencia no se
centra solamente en cuestiones monetarias, sí se centra en la
sociedad, es decir que los objetivos de la eficiencia son antro-
pocéntricos. Los recursos naturales y del medio ambiente en
general son considerados dentro de los cálculos para eficien-
cia en términos de su valor para los humanos.

La economía verde es compleja y va en constante evolución


dependiendo de ciertos factores del crecimiento verde. Invo-
lucra reevaluar los recursos naturales, servicios ambientales
y la infraestructura económica de cada país, la innovación
como camino para la evolución hacia un sistema de energía
más eficiente que involucre la creación y diseminación de
nuevas y mejores tecnologías, bienes y servicios y los pará-
metros de crecimiento generales de la economía que podrán
traducirse en un bienestar social mayor.

Aunado a una economía más eficiente, el consumo responsa-


ble debe convertirse en una actitud no negociable que carac-
terice a las sociedades en vías de desarrollo y especialmente
a la sociedad mexicana actual. En México, es muy notorio
cómo las familias han disminuido el presupuesto de sus gas-
tos básicos como un esfuerzo para imitar las tendencias del
estilo de vida de los países desarrollados (Saldaña, 2010) y
consumen cada vez más productos. Este comportamiento no
solamente es apoyado por la cultura, también existen otras
fuerzas externas que alimentan este comportamiento “con-
sumista” como el gran poder de persuasión que poseen los
anuncios publicitarios actualmente: la cultura del “compre
ahora, pague después”, la ley de la obsolescencia programa-
da y el factor “sólo uno más” (Botsman, 2010).

Capítulo 4 97

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 97 16/06/16 2:17 p.m.


Todos estos elementos, en conjunto son capaces de definir los
retos sobre la economía del desarrollo sustentable. Así mis-
mo, una de las principales escuelas del pensamiento econó-
mico que se deben tomar en cuenta al reformular nuestros
paradigmas, es la escuela de la economía solidaria en la que
se le da más importancia al ser humano como parte de la
economía que al flujo de capitales en sí. Las teorías de los sis-
temas sociales nos muestran que la comunicación es el canal
que fluye entre estos sistemas (político, económico, etc.). La
comunicación es lo que distingue a los distintos canales del
otro. Dentro de los canales de comunicación en el sistema
económico lo que fluye es el dinero.

En la Economía Verde, el Profesor James Robertson (2012)


hace una crítica al sistema monetario actual y lo supone res-
ponsable de la transferencia sistémica del dinero de los países
pobres hacia los países más ricos, por la “avaricia” que se ge-
nera en las personas por tener cada vez más dinero y que oca-
siona daños sociales y ambientales y porque el fin del dinero,
en la actualidad, es crear más dinero; en lugar de tener como
objetivo crear bienes y servicios más útiles y eficientes en el
mercado. Antes de que existiera una preocupación debido a
la afectación de los recursos naturales, ya existía una crítica
al sistema monetario que se relaciona con el sistema laboral,
que causa inequidad social y pobreza (Scott, 2009).

Robert Owen y Karl Max discutieron la Teoría Laboral del


Valor en donde el capital es acumulado a partir de la diferen-
cia del valor de uso y su valor de cambio que le otorga una so-
ciedad en un momento dado; esto fue una crítica moral más
que económica, pero de igual forma podría referirse a una
crítica ecológica porque el valor de cambio pone una pre-
sión innecesaria en la producción (Scott, 2009). Una de las
soluciones que propone Robert Owen es formar un sistema
cooperativo en donde exista un balance entre la producción
y el consumo; la otra solución sería la abolición del sistema

98 Capítulo 4

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 98 16/06/16 2:17 p.m.


monetario existente y su sustitución por un sistema moneta-
rio que se base más en el valor del trabajo humano, por lo que
un nuevo tipo de cambio debería ser creado y usado. El valor
monetario de los bienes y servicios actuales es determinado
por intermediarios, es decir por los bancos, renteros, institu-
ciones financieras, etc.

El sistema monetario actual que se encuentra basado en la


deuda transformó la producción de los viernes del mercado,
en una producción-por-lucro, lo cual transformó la relación
entre el trabajador y el consumidor. Este cambio en la rela-
ción ocasiona que el trabajo social pierda valor y sean paga-
dos por debajo de lo que deberían: agricultura, la prepara-
ción de alimentos, los tejidos de telas, cuidar a los enfermos,
etc. (Scott, 2009). El trabajo productivo humano se ve deva-
luado debido a que se vuelve ineficiente desde la perspectiva
del sistema monetario. El dinero “gasta” a la gente, además
de la inadecuada distribución del dinero, el sistema econó-
mico crea deudas paralelas, lo cual pone una presión al in-
cremento de la actividad económica y en la actividad laboral
que se debe generar para pagarlas.

3. LA TRANSFORMACIÓN DE LOS
INDICADORES SOBRE DESARROLLO

Actualmente, para medir el desempeño y manejo del creci-


miento socioeconómico, las métricas internacionales se re-
fieren en su mayoría a factores económicos (monetarios) que
no necesariamente apoyan en su crecimiento a las premisas
del desarrollo sustentable. Uno de los medidores actuales en
boga es el Índice de Competitividad Global (GCI – Global
Competitiveness Index 2014-2015). Este Índice, se creó en el
2005 por el Foro Económico Mundial (World Economic Fo-
rum in Davos); el GCI es una herramienta que mide las bases
que dirigen las áreas macroeconómicas y microeconómicas
que miden la competitividad nacional. A pesar de que algu-

Capítulo 4 99

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 99 16/06/16 2:17 p.m.


nos de sus medidores se relacionan de una manera u otra con
los Objetivos de Desarrollo Sustentable de la Organización
de las Naciones Unidas, su medición no está basada en la
cooperación internacional para contrarrestar los problemas
globales, sino más bien en la competencia entre la capacidad
de desarrollo económico de un país y otro. Los 12 pilares
que mide el GCI son: instituciones, infraestructura, ambien-
te macroeconómico, salud y educación primaria, educación
universitaria y capacitación, eficiencia del mercado de bie-
nes, eficiencia del mercado laboral, desarrollo del mercado
financiero, habilidad para adoptar nuevas tecnologías, tama-
ño del mercado, sofisticación de los negocios e innovación.

Los indicadores son necesarios para tener una base sólida


que permita moldear y adaptar las políticas de desarrollo y
adecuarlas hacia las necesidades de cada Estado. Algunos de
estos indicadores representan un reto mayor para las nacio-
nes en vías de desarrollo debido a la falta de medidores que
representen el crecimiento verde. Existen muchos indicado-
res sobre el desarrollo económico y el desarrollo social, sin
embargo, la mayoría no miden el lazo que existe entre la im-
portancia de los recursos y servicios naturales y la eficientiza-
ción de los mismos, es decir el “enverdecimiento” del desa-
rrollo socioeconómico. En los países subdesarrollados, como
es el caso de México, es necesario fortalecer la capacidad de
recolectar y evaluar la información obtenida para que sirvan
de punto de partida al momento de crear nuevas políticas o
adaptar las existentes.

Este enfoque de productividad eficiente para un desarrollo


más verde debe involucrar factores pertinentes al desarrollo
sustentable. Según la Green Growth Knowledge Platform
(GGKP), estos indicadores deben tener antecedentes sobre polí-
ticas y oportunidades económicas, sobre el contexto socioeco-
nómico que se está estudiando. Las políticas públicas afectan
el comportamiento de la economía y de cómo se constituye el

100 Capítulo 4

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 100 16/06/16 2:17 p.m.


sistema de desarrollo; las políticas también deben promover
la transformación económica hacia un progreso en donde se
utilice eficientemente el capital económico y humano, y que
promueva el manejo adecuado de los recursos naturales. Los
indicadores también deben reflejar la creatividad y la innova-
ción como principal catalizador de la economía, pues es lo que
promueven las prácticas nuevas sobre la gestión de los recur-
sos naturales. Así mismo, la GGKP también menciona que el
contexto socioeconómico juega un papel importante ya que
moldea las políticas para que se adapten de manera adecuada
al crecimiento dependiendo de la estructura de la industria y
de la infraestructura de capital humano, económico y natural;
todo esto puede convertir al país en una fuente atractiva de in-
versión para proyectos en el desarrollo de tecnologías verdes o
energías limpias. Se debe pensar en la prosperidad de la huma-
nidad con o sin el desarrollo económico, puesto que los recur-
sos del planeta son limitados y no podemos tener un desarrollo
económico infinito.

4. INVERSIÓN PARA EL PROGRESO


DE LA HUMANIDAD

Un nuevo paradigma de desarrollo no sólo es posible, sino que


ya ha empezado a surgir. El diseño de protocolos y acuerdos
sobre cambio climático y de mecanismos de gobernanza para
aminorar los impactos de la inequidad entre los estándares de
la calidad de vida de los ciudadanos debe ser imperativo.

Las discusiones internacionales en el desarrollo sustentable


hoy en día se asocian principalmente con la adaptación al
cambio climático y con la necesidad de dirigir una transición
hacia una economía más eficiente que permita un desarrollo
socioeconómico mundial más equitativo. A continuación se
mencionan nueve de los más importantes retos para el futuro
en la Economía del Desarrollo Sustentable. El primero es la
falla del mercado, desde los principios económicos de Adam

Capítulo 4 101

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 101 16/06/16 2:17 p.m.


Smith (1776) en La Riqueza de las Naciones se ha dado por sen-
tado que la “mano invisible” dirige las tendencias del mer-
cado; sin embargo se han descuidado ciertos factores que no
deberían pasar desapercibidos al momento de formular po-
líticas públicas: la falta de conocimiento sobre los efectos a la
salud de algunos alimentos genéticamente modificados, la in-
justa competencia de las grandes firmas que controlan gran-
des mercados con las pequeñas empresas locales, los efectos
colaterales de la industria que impactan al medio ambiente
y los consumidores informales, los cuales no solamente uti-
lizan los servicios que otros pagan, sino que nos volvemos
consumidores informales de los bienes y servicios ambienta-
les. El segundo reto es el gran gasto que genera la basura: su
transporte, mantenimiento, transformación y demás, se vuel-
ven procesos costosos; se deben buscar maneras innovadoras
de gestionar los desechos, más reciclaje, más sanidad y me-
nos consumismo. El tercer reto es pronosticar cuánto tiempo
disponemos para seguir con nuestras actividades como las
hemos llevado hasta ahora y la adaptabilidad que debemos
desarrollar para el cambio climático. El cuarto reto es lograr
una perspectiva más ecocéntrica sobre el valor de la diversi-
dad biológica. La quinta cuestión para analizar sería el nivel
de contaminación óptimo o el nivel de “contaminación inte-
ligente” en el que podemos sobrevivir, es decir el punto en el
que seamos capaces de revertir el impacto y no afectar nues-
tra salud o desarrollo, de otra manera se vuelven más altos
los costos de reparar el daño que los costos de la producción
misma. Como sexto punto, nos encontramos en una época
en la cual ocurren dos cuestiones muy importantes y contra-
dictorias: existe gran avance en cuanto a la tecnología sobre
las energías alternativas, sin embargo, aún son un tanto inac-
cesibles para los usuarios en cuanto a su precio. Como reto
número siete, se toma la teoría de Thomas Malthus (1798),
en donde se pronosticaba que la sobrepoblación sería una de
las preocupaciones más grandes y que en el futuro estaremos
destinados a morir de hambre. Como octavo reto, la gestión

102 Capítulo 4

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 102 16/06/16 2:17 p.m.


de los recursos naturales representa un imperativo para su
conservación, administración y distribución equitativa en la
sociedad. Y por último, se debe incluir a la naturaleza dentro
de los juicios morales en la ética y no solamente al ser huma-
no. Aún existen muchas áreas de oportunidad dentro de to-
das las grandes cuestiones que supone el desarrollo sustenta-
ble; es importante que no nos detengamos en preguntar nue-
vas cosas, no debemos tener miedo ante las nuevas preguntas,
debemos temer el no saber cuáles son las correctas.

La actual economía gris (con su término en inglés “brown eco-


nomy”), que se encuentra manejada por los combustibles fósi-
les, debe ser reemplazada mediante una transición factible y
medible. La economía verde no reemplaza al desarrollo sus-
tentable pero existe un fuerte reconocimiento a nivel interna-
cional que para lograr la sustentabilidad, la economía debe
modificarse; es posible enunciar que la economía verde no
es un destino en sí mismo sino un vehículo para el desarrollo
sustentable (Steiner, 2012).

El concepto de bienestar humano en la actualidad se ha de-


finido en términos meramente financieros. Las personas as-
piran cada vez más y más hacia un estilo de vida occidental
de ingreso promedio, lo que implica muchos más recursos de
los cuales podemos disponer en el planeta (Jackson, 2009).
A pesar de que se argumenta que los recursos naturales son
renovables, no son renovables a la velocidad de consumo del
ser humano. ¿Cómo sería una economía en donde se tomara
más en cuenta la parte humana del desarrollo? Se necesitan
nuevas empresas para una nueva economía.

La inversión es un concepto que representa la relación entre


el presente y el futuro (Jackson, 2009). Debemos reconsiderar
la “inversión” que se hace a la economía del consumo y no
ponerla en más producción y más bienes, se debe considerar
dentro de su concepto a la naturaleza y los activos ecológicos

Capítulo 4 103

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 103 16/06/16 2:17 p.m.


de los que dependemos. La economía debe pasar por una
transición hacia una economía baja en carbono, con una in-
fraestructura adecuada. La inequidad social es responsabili-
dad de todos, el progreso es importante para todas las nacio-
nes. La prosperidad de los Estados no será posible hasta que
redefinamos los conceptos de desarrollo y de calidad de vida
hacia un concepto más humano y menos económico.

5. BIBLIOGRAFÍA

Anderson, D. (2010). Environmental Economics and Natural Resource Manage-


ment. Routledge. New York.
Botsman, R. y Rogers, Roo. (2010). What’s mine is yours, the raise of Collabora-
tive Consumption. Harper Collins. New York.
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Systems: Some Sources of Optimism and Nagging Doubts.” Society and Natural
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Gassner, J. (2003). Defining and measuring macroeconomic sustainability. The sus-
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Scott, M. (2009). Green Economics: An Introduction to Theory, Policy and Practice.
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Strahan & T. Cadell. United Kingdom.
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Nations Environment Programme (UNEP).
UNEP. (2011). Towards a Green Economy: Pathways to Sustainable Development
and Poverty Eradication. UNEP. Nairobi.

104 Capítulo 4

Desarrollo Sustentable De la teoria a la Practica_Editado 6.indd 104 16/06/16 2:17 p.m.


TEORÍA Y PRÁCTICA DE LA DIPLOMACIA EN MÉXICO: ASPECTOS BÁSICOS

TEORÍA Y PRÁCTICA
DE LA DIPLOMACIA
EN MÉXICO:
ASPECTOS BÁSICOS
FCPyRI
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y RELACIONES INTERNACIONALES
ISBN 978-607-27-0926-3
9 786072 709263 >
TEORÍA Y PRÁCTICA
DE LA DIPLOMACIA
EN MÉXICO:
ASPECTOS BÁSICOS

Coordinadores

Rafael Velázquez Flores

Salvador Gerardo González Cruz

David Horacio García Waldman

Universidad Autónoma de Nuevo León


Rogelio Guillermo Garza Rivera
Rector
Carmen del Rosario de la Fuente García
Secretaria General
Celso José Garza Acuña
Secretario de Extensión y Cultura
Gerardo Tamez González
Director Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales UANL
Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales
Unidad Mederos, Ave. Praga y Trieste s/n
Col. Residencial Las Torres. C.P. 64930
Monterrey, Nuevo León, México. Teléfono: +52 (81) 8329.4000
Página web: www.facpoliticas.uanl.mx
Primera edición, 2018
© Universidad Autónoma de Nuevo León
© Rafael Velázquez Flores
© Salvador Gerardo González Cruz
© David Horacio García Waldman
ISBN UANL: 978-607-27-0926-3
ISBN Ediciones de Laurel: 978-607-8477-42-5

SECRETARÍA ACADÉMICA
DIRECCIÓN DEL SISTEMA DE ESTUDIOS DEL NIVEL MEDIO SUPERIOR

FCPyRI
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y RELACIONES INTERNACIONALES

Reservados todos los derechos conforme a la ley. Prohibida la reproducción total


y parcial de este texto sin previa autorización por escrito del autor.
Impreso en Monterrey, México
Printed in Monterrey, Mexico
12

Diplomacia
ambiental

Paulina Jiménez Quintana1

L os retos concernientes al cambio climático representan un asunto


primordial en la agenda internacional debido a que no se distin-
guen fronteras. Mientras la población aumenta de manera exponencial,
la tarea sobre la administración y gestión del capital natural se vuelve
cada vez más compleja. Algunas naciones no poseen la cantidad de
recursos adecuada para cubrir las necesidades básicas de sus ciuda-
danos y, en contraste, las naciones más ricas sobrepasan sus necesi-

1
Licenciada en Administración Financiera por el Tecnológico de Monterrey y Maestra
en Ciencias especializada en Emprendimiento e Innovación para el Desarrollo
Sustentable por SKEMA Business School, Francia. Realizó estudios referentes a
Negocios Internacionales y Administración Estratégica en École Superieure de
Commerce á Clermont-Ferrand, Francia. Actualmente cursa un Doctorado en
Filosofía con orientación a Relaciones Internacionales, Negocios y Diplomacia
en la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad
Autónoma de Nuevo León, en donde colabora como profesora-investigadora
de tiempo completo y forma parte del Cuerpo Académico de Investigación de
Desarrollo Sustentable. Sus principales líneas de investigación son la Economía
del Desarrollo Sustentable y el Emprendimiento e Innovación. Correo de contacto:
paulinajq@gmail.com.
Diplomacia ambiental
208

dades de consumo debido a la inadecuada asignación de los recursos


naturales (Susskind & Ali, 2015). Aun así, las naciones subestimaron
durante mucho tiempo los costos económicos y ambientales del cambio
climático. La incertidumbre científica, la falta de políticas especializadas
en algunos países, los diversos actores involucrados, las consecuencias
económicas tan substanciales y los problemas referentes al ambiente
son probablemente los más complicados y difíciles de resolver (Suss-
kind & Ali, 2015:346).
Además de los asuntos internacionales, que ya en sí representan
un reto primordial y urgente, las generaciones presentes y futuras
deberán añadir las cuestiones sobre cambio climático (Udovic, 2016).
El crecimiento desmedido de la población mundial, el uso y consumo
del capital natural (bienes y servicios ambientales), cambio climático,
provisión de agua, afectación del ecosistema, contaminación del aire
y la tierra, entre otros, deben ser resueltos desde una perspectiva de
cooperación entre las naciones y no como problemas aislados.
La diplomacia ambiental surge de la necesidad de solucionar un
problema común, puesto que los daños ocasionados a la infraestruc-
tura ecológica son interrelacionados y tienen un impacto negativo
para todos los actores; para lograr acuerdos entre los Estados y traba-
jar en conjunto se requiere una agenda internacional coherente para
las cuestiones que enfrenta nuestro planeta. Las soluciones que pu-
diera tener un solo actor por la defensa del medio ambiente tendrían
una eficacia mínima si las comparamos con las tremendas consecuen-
cias que soporta nuestro planeta; en la actualidad es imprescindible la
acción colectiva de la comunidad internacional para lograr el progreso
de la humanidad.
La estructura de las negociaciones referentes a un crecimiento más
sustentable debe ser más eficiente y debe permitirle a las naciones se-
guir velando por los intereses propios de desarrollo; la mayoría de las
herramientas actuales y los procedimientos para los acuerdos globa-
les no están diseñados para las demandas del cambio climático, que
son cambiantes, por esto es necesario el desarrollo y la innovación de
Teoría y práctica de la diplomacia en México: aspectos básicos
209

nuevas y mejores herramientas, más especializadas, que propongan


una alternativa para la cooperación global en este tema.
No solo se necesitan expertos en el área para poder crear soluciones
pertinentes que beneficien a todos de manera equitativa, sino también
personas que sean expertas en negociación internacional y en el uso
de las herramientas más adecuadas de acuerdo al contexto y a la
naturaleza del problema. Como resultado de esta unión de esfuerzos,
gran cantidad de actores internacionales se ven involucrados en la toma
de decisiones para desarrollar un modelo de progreso más sustentable,
en donde el crecimiento socioeconómico y la preservación de la
infraestructura ecológica vayan de la mano. Todas las actividades y
procesos involucrados en esta toma de decisiones que se aborda, se
conocen como diplomacia ambiental (Susskind y Ali, 2015).

La conceptualización de la diplomacia ambiental

La teoría sobre la diplomacia ambiental ha tenido cierta evolución a lo


largo del tiempo y los temas adyacentes e influyentes poseen incidencia
en su definición y conceptualización; en esta teoría podemos observar
diferencias terminológicas o vertientes que se refieren y relacionan al
mismo concepto, algunas de ellas son mencionadas por Lichtinger
(1994), que propone distintos nombres al concepto: eco diplomacia,
diplomacia verde, diplomacia del ozono, diplomacia sobre reducción
del carbono, diplomacia energética, y la más reciente la diplomacia
climática. Este concepto emerge para expresar el creciente interés
y la participación directa de diversos actores en la agenda global
(Rei, Cunha y Setzer, 2012).
La academia posee un papel fundamental en el estudio y análisis
de la diplomacia ambiental. Debido a la complejidad de análisis de los
problemas referentes al cambio climático, se ha vuelto ineludible la
participación de distintas disciplinas para comprender los problemas
actuales. Las principales áreas académicas y de investigación sobre
la diplomacia son el aseguramiento de los recursos naturales y las
Diplomacia ambiental
210

poblaciones vulnerables, la gobernanza ambiental y la construcción de


la paz ambiental. El aseguramiento de los recursos naturales se refiere a
que, en un número significativo de casos, los conflictos internacionales se
deben a la inequitativa distribución del capital natural, lo que representa
un riesgo a la seguridad de la nación; la gobernanza ambiental se refiere
a las políticas internacionales débiles o incongruentes de los distintos
actores; y por último pero no menos importante, la construcción de la
paz ambiental se refiere a la reconciliación y sanación sobre la afectación
a los recursos y el acompañamiento hacia la reconstrucción de nuestro
medio, es decir a la reestructuración de la relación con la naturaleza.
La diplomacia ambiental es un tipo de diplomacia que busca crear
acciones tendientes a la defensa del medio ambiente y del desarrollo
sustentable, razón por la cual se denomina diplomacia ambiental
(González, 1999); el objetivo ulterior es estimular la cooperación
internacional para así generar acuerdos sobre la resolución de problemas
ambientales transfronterizos, a travesando las diferencias culturales,
sociales y de valores; de igual manera, puede ser considerada como un
sistema internacional de gobernanza ambiental (Janes, Lankowski, Muller
& Gray, 1998), a través del cual se establecen de manera complementaria
distintas modalidades y niveles de acción ante los problemas ambientales.
Los principales actores que participan son los jefes de Estado,
instituciones internacionales, las asociaciones científicas y académicas,
algunas agencias estatales, la iniciativa privada y algunas organizaciones
no gubernamentales. Estos actores durante sesiones formales o
informales intercambian ideas y desarrollan propuestas de documentos
legales con responsabilidades específicas para posteriormente votar
para aceptarlas o rechazarlas; asimismo pueden acceder a pagos por
monitoreo de desempeño e incluso sanciones por falta de cumplimiento
(Susskind & Ali, 2015). Una muestra sobre estos mecanismos son
los tratados, instituciones y medidas de mitigación para contrarrestar los
gases de efecto invernadero (GEI). Los GEI se consideran los principales
instrumentos de innovación de la agenda multilateral impulsados por el
Derecho Internacional del Medio Ambiente (Rei, et al, 2012).
Teoría y práctica de la diplomacia en México: aspectos básicos
211

La diplomacia ambiental es un concepto considerado como rela-


tivamente nuevo, a pesar de que está presente en las relaciones inter-
nacionales desde hace ya varias décadas. Sin embargo los académicos
han definido el inicio de la diplomacia ambiental como concepto a
partir de 1992. Sin embargo, la agenda internacional comenzó a guiar
su atención hacia la problemática ambiental desde finales de la década
de los sesenta, pues es durante este tiempo el periodo en el que se pre-
sentan cambios y movimientos sociales que promueven y abogan por
el ambiente, esto se refleja en las acciones que toman grandes organis-
mos e instituciones tales como la ONU. En el año de 1992 se celebró la
Conferencia de las Naciones Unidas por el Medio Ambiente y el Desa-
rrollo en Rio de Janeiro, Brasil, esta cumbre representa un parteaguas
al ser la convergencia de 180 naciones, docenas de organizaciones in-
tergubernamentales y cientos de representantes de organizaciones no
gubernamentales y medios de comunicación de todo el mundo (Janes,
et al1998). Fue así como se comprendió que los problemas medioam-
bientales, los relacionados con los derechos humanos, las finanzas,
el comercio, entre otros, solo pueden tener soluciones satisfactorias
si son negociados y regulados por todos los Estados, así como otros
agentes a nivel internacional (Rei, et al, 2012).
La principal diferencia con la diplomacia tradicional, como lo fue
en el caso del Protocolo de Montreal (1987) es que no se definen tra-
tados en concreto, en lugar de esto las herramientas, acuerdos, y otros
instrumentos, permanecen abiertos y un tanto flexibles para poder res-
ponder a las condiciones cambiantes de la esfera internacional; además
que cada vez se involucran distintos actores de diversa índole. La diplo-
macia ambiental internacional conlleva la convergencia y sinergia de las
políticas exteriores, ambientales, de desarrollo y seguridad, una gran
variedad de actores y sus relaciones entre ellos; en éstas se promueve
con mayor énfasis las asociaciones, y existe también una gran participa-
ción de las organizaciones de la sociedad civil. Otra característica o fac-
tor clave de la diplomacia ambiental es que esta va mucho mas allá de la
diplomacia entre Estados, pues ésta depende de los canales diplomáti-
Diplomacia ambiental
212

cos sean estos bilaterales o multilaterales, como vía de las negociones de


los Acuerdos Ambientales Multilaterales (MEAS, por sus siglas en inglés).

Instituciones referentes

En los últimos veinte años nuevos actores y mecanismos innovadores


se han involucrado en la toma de decisiones referentes a la agenda
internacional sobre desarrollo sustentable, reflejando un cambio sig-
nificativo hacia un mundo multipolar en donde el cambio climático
representa un problema urgente para todos. Todo esto evidentemente
conlleva una transformación del paradigma de desarrollo antropocén-
trico manejado hasta ahora, en donde la transición hacia un desarrollo
más ecocéntrico o biocéntrifo no es un reto sencillo ni rápido. Tales
desenvolvimientos han sido útiles para reforzar la importancia de la
diplomacia ambiental y el papel central de las plataformas multilate-
rales de discusión y acuerdo para concertar una acción colectiva, así
como de las Naciones Unidas para dirigir la agenda internacional ante
tales problemáticas.
En la constitución del Programa de las Naciones Unidas para el
Medio Ambiente (UNEP, por sus siglas en inglés), se marcó un prece-
dente, pues era vital dirigir y coordinar de manera institucional e in-
ternacional lo relacionado con el ambiente puesto que exisitía ya una
creciente complejidad de procesos de negociación a multinivel y de
actores. El UNEP surge a partir de 1972, bajo el marco de la conferen-
cia de la Cumbre de la Tierra en Estocolmo y fue así que una nueva
plataforma para la diplomacia ambiental fue abierta y establecida de
manera definitiva y permanente. Los cambios a nivel internacional en
el panorama ambiental han sido acompañados de un papel cada vez
más incipiente de lo ambiental en la política internacional, e incluso
en derecho internacional, pues se han dado muchas convenciones y
acuerdos que se han convertido en leyes internacionales. Entre más
actores, niveles y plataformas existan para el dialogo internacional y
la cooperación, habrá mayor consultación negociación concertación
Teoría y práctica de la diplomacia en México: aspectos básicos
213

y construcción de coaliciones, y así más países podrán formar parte de


los procesos de toma de decisión en estas plataformas internacionales
e instituciones (Moon, 2010).

Mecanismos, sistemas, herramientas y procesos

En la actualidad se proponen distintos mecanismos, sistemas, herra-


mientas y procesos, por medio de los cuales funciona la diplomacia
ambiental. Como parte fundamental, se encuentran las funciones de
las Conferencias de las Partes y las Reuniones de las Partes (COPS y las
COPS,por sus siglas en inglés). Dentro de éstas reuniones y cumbres
se negocian nuevos tratados o se revisa el progreso de alguna imple-
mentación. También surgen como resultados de estos eventos algunos
instrumentos obligatorios o no obligatorios, declaraciones o linea-
mientos, acuerdos, coaliciones, alianzas, protocolos, leyes, sinergias,
bajo estructuras formales e informales, tales como sesiones plenarias o
standing committees. Dentro de los procesos de toma de decisiones en
estas partes se encuentran involucrados factores tales como temáticas
específicas, asuntos organizacionales y negociaciones específicas que
a su vez cuentan con distintos stakeholders y actores. A partir de ésto se
generan grupos y coaliciones para que actúen conforme a este marco;
algunos ejemplos son: EU & G77, Friends of the Chair, SIDS, COP21-París,
COP22- Marrakesh, etc.

Tendencias del futuro:


los retos de una diplomacia híbrida

La diplomacia es un tema que ha tenido un gran estudio y análisis aca-


démico a la largo de tiempo, no representa un tema nuevo para las
Relaciones Internacionales; sin embargo la diplomacia ambiental se
considera un área relativamente nueva e influyente. Hoy en día, existen
muy diversos tipos de actores y los niveles de interacción han cambia-
do el orden mundial de manera fundamental, es bajo este contexto que
Diplomacia ambiental
214

la diplomacia ambiental debe ser considerada como primordial, hacer


uso de todas sus formas y herramientas; estos pueden ser tratados bila-
terales o multilaterales para alcanzar un progreso factible en la protec-
ción del capital natural y del medio en el que se desarrollan los Estados.
El pluralismo de estas plataformas tiene por ventaja la flexibilidad de
atender estas cuestiones cruciales en la agenda internacional de diver-
sas maneras, sin embargo conlleva la desventaja de que si no se estable-
ce una estructura formal, los actores pueden no ratificar los acuerdos y
entonces el alcance es mermado.
Nuevos modelos de inversión internacional también han sido
propuestos debido a los riesgos que existen a causa de la inadecuada
asignación del capital (natural, económico, humano, tecnológico,
etc.) entre las naciones, esto para lograr una distribución más equita-
tiva de los recursos. Las nuevas propuestas siempre deben mantener
como cualidad la capacidad de escalar y la resiliencia, la diplomacia
ambiental a través de las negociaciones será la herramienta que de-
fina cuáles son las soluciones más pertientes para la solución de los
problemas. La actual fase de la diplomacia ambiental se encuentra
bajo transición, ya que como se ha podido observar en eventos tales
como la COP21-París, la participación internacional cada vez pro-
viene de muy distintos orígenes: desde lo público hasta lo privado.
Ya no solo los Estados se encuentran involucrados en estas negocia-
ciones, sino que existe una fuerte presencia del interés del colectivo
internacional. Un equilibrio entre legitimidad y transparencia debe
ser la mejor combinación para las negociaciones exitosas sobre la
problemática propuesta.
La cooperación de las partes en cuanto a acuerdos, tecnología,
desarrollo e investigación, sistemas de gobernanza ambiental, polí-
ticas coherentes, integración regional, etc. será la clave para lograr el
objetivo de la diplomacia ambiental que es resolver las cuestiones
referentes al cambio climático. Tal vez sea la oportunidad de los acto-
res internacionales para mejorar las prácticas referentes a su desarrollo
en general, es decir crear un desarrollo más sustentable.
Teoría y práctica de la diplomacia en México: aspectos básicos
215

Estudio de caso: participación por un


crecimiento ordenado. Hábitat iii Quito
Conferencia de las Naciones Unidas sobre
Vivienda y Desarrollo urbano sostenible

En las actuales tendencias de desarrollo, las ciudades ocupan menos


de un décimo del área terrestre del planeta, pero son responsables
de tres cuartas partes del total de energía consumida. Se observa que
las zonas urbanas se alimentan de los recursos naturales extraídos de
las zonas rurales, afectando comunidades de manera desigual y vol-
viendo inhabitables grandes zonas, entre otras acciones que generan
un impacto global. Retomando el significado de Desarrollo Sostenible
–principal objetivo de la diplomacia ambiental– como el desarrollo
que satisface las necesidades de la generación presente sin comprome-
ter la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias
necesidades, la comunidad internacional ha reconocido que el desa-
rrollo sostenible no implica solamente problemas medioambientales,
además abarca asuntos económicos y sociales que no pueden ser aten-
didos desde la esfera ambiental. Por esto, con el objetivo de fortalecer
el compromiso político global en favor del desarrollo sostenible de
asentamientos humanos, tanto rurales como urbanos, se desarrolló la
Conferencia de las Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Urba-
no Sostenible, mejor conocida como Hábitat III, cuya cede fue Quito,
Ecuador del 17 al 20 de octubre de 2016. 
Hábitat III dio un giro a los principales temas llevados a foros inter-
nacionales por la diplomacia ambiental, al propiciar que por primera
vez en veinte años la comunidad internacional evaluara las tendencias
urbanas rápidamente cambiantes y cómo esto impacta en el desarrollo
sostenible desde el desarrollo humano, deterioro ambiental, sistemas
cívicos, entre otros.
Diplomacia ambiental
216

La nueva agenda urbana

El principal fin de la conferencia fue generar la Nueva Agenda Urbana,


la cual establece estrategias y prioridades para guiar los patrones de
evolución de los próximos veinte años. Este nuevo acuerdo propiciará
la generación de nuevas políticas, compromisos y controles para la
planificación del desarrollo humano.
• Los aspectos fundamentales en la agenda fueron:
• Mecanismos de economía urbana sostenible e inclusiva y soste-
nibilidad ambiental.
• Se consagra el Derecho a la Ciudad, la igualdad de género y la
accesibilidad universal.
• Aumentar la capacidad de resiliencia de las ciudades.
• Propone la inclusión de niños, niñas, mujeres en los planes de
desarrollo, el respeto a los derechos y la integridad de refugia-
dos; desplazados internos y migrantes, independientemente a su
situación migratoria.

México en el Hábitat iii

México afirmó su compromiso con la Nueva Agenda Urbana y el reto


de transformar la vida de los millones de personas que viven en las
ciudades de la República Mexicana. En esta cumbre fueron impulsados
temas prioritarios para el país, tales como: derecho a la ciudad, equidad
de género, accesibilidad universal e inclusión urbana.2

2 Para conocer más sobre Hábitat III Quito, ingresa a: https://habitat3.org/Para


consultar la Nueva Agenda Urbana, ingresa a https://www2.habitat3.org/bitca-
che/97ced11dcecef85d41f74043195e5472836f6291?vid=588897&disposi-
tion=inline&op=view
Teoría y práctica de la diplomacia en México: aspectos básicos
217

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cirr-2016-0005.
Global Environmental Change 28 (2014) 325–336

Contents lists available at ScienceDirect

Global Environmental Change


journal homepage: www.elsevier.com/locate/gloenvcha

Reconceptualising adaptation to climate change as part of


pathways of change and response§
R.M. Wise a,*, I. Fazey b, M. Stafford Smith c, S.E. Park d, H.C. Eakin e,
E.R.M. Archer Van Garderen f,g, B. Campbell h
a
CSIRO Ecosystem Sciences, Black Mountain, Canberra, Australia
b
School of Environment, Centre for Environmental Change and Human Resilience, University of Dundee, Perth Road, Dundee DD1 4HN, UK
c
CSIRO Climate Adaptation Flagship, Canberra, Australia
d
WorldFish Centre, CGIAR, Malaysia
e
School of Sustainability, Arizona State University, USA
f
CSIR, Natural Resources and Environment Division, Johannesburg, South Africa
g
School of Geography, Archaeology and Environmental Studies, University of the Witwatersrand, South Africa
h
International Center for Tropical Agriculture(CIAT), c/o Department of Agriculture and Ecology, University of Copenhagen, Denmark

A R T I C L E I N F O A B S T R A C T

Article history: The need to adapt to climate change is now widely recognised as evidence of its impacts on social and
Received 2 April 2013 natural systems grows and greenhouse gas emissions continue unabated. Yet efforts to adapt to climate
Received in revised form 24 November 2013 change, as reported in the literature over the last decade and in selected case studies, have not led to
Accepted 2 December 2013
substantial rates of implementation of adaptation actions despite substantial investments in adaptation
Available online 11 January 2014
science. Moreover, implemented actions have been mostly incremental and focused on proximate
causes; there are far fewer reports of more systemic or transformative actions. We found that the nature
Keywords:
and effectiveness of responses was strongly influenced by framing. Recent decision-oriented approaches
Climate change adaptation
Pathways
that aim to overcome this situation are framed within a ‘‘pathways’’ metaphor to emphasise the need for
Transformation robust decision making within adaptive processes in the face of uncertainty and inter-temporal
Framing complexity. However, to date, such ‘‘adaptation pathways’’ approaches have mostly focused on contexts
Uncertainty with clearly identified decision-makers and unambiguous goals; as a result, they generally assume
prevailing governance regimes are conducive for adaptation and hence constrain responses to proximate
causes of vulnerability. In this paper, we explore a broader conceptualisation of ‘‘adaptation pathways’’
that draws on ‘pathways thinking’ in the sustainable development domain to consider the implications
of path dependency, interactions between adaptation plans, vested interests and global change, and
situations where values, interests, or institutions constrain societal responses to change. This re-
conceptualisation of adaptation pathways aims to inform decision makers about integrating incremental
actions on proximate causes with the transformative aspects of societal change. Case studies illustrate
what this might entail. The paper ends with a call for further exploration of theory, methods and
procedures to operationalise this broader conceptualisation of adaptation.
! 2013 The Authors. Published by Elsevier Ltd. All rights reserved.

1. Introduction

Over recent decades, the climate adaptation community has


made important contributions to improving understanding and
awareness of climate-change related problems. These efforts have
§
focused on: quantifying climate change (Hansen et al., 2006) and
This is an open-access article distributed under the terms of the Creative
the biophysical, social and economic consequences of climate
Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike License, which permits non-
commercial use, distribution, and reproduction in any medium, provided the hazards (Stern, 2006; Tol, 2010), developing and applying methods
original author and source are credited. for assessing the vulnerability of communities and ecosystems
* Corresponding author. Tel.: +61 26246 4374; fax: +61 26246 4202; (Turner et al., 2003; Eakin and Luers, 2006; Adger et al., 2007;
mobile: +61 457 839323. Füssel, 2007), providing general principles and broad strategies for
E-mail addresses: Russell.Wise@csiro.au, rusty.wise@gmail.com (R.M. Wise),
adaptation (Fankhauser et al., 1999; Hallegatte, 2009), and
i.fazey@dundee.ac.uk (I. Fazey), Mark.StaffordSmith@csiro.au (M. Stafford Smith),
S.Park@cgiar.org (S.E. Park), hallie.eakin@asu.edu (H.C. Eakin), earcher@csir.co.za identifying opportunities for and barriers to adaptation (Burch,
(E.R.M. Archer Van Garderen), b.campbell@cgiar.org (B. Campbell). 2010; Moser and Ekstrom, 2010).

0959-3780/$ – see front matter ! 2013 The Authors. Published by Elsevier Ltd. All rights reserved.
http://dx.doi.org/10.1016/j.gloenvcha.2013.12.002
326 R.M. Wise et al. / Global Environmental Change 28 (2014) 325–336

A growing intensity of calls for more decision-oriented research effective adaptation decisions influenced in policy, planning and
has been evident in recent years, as priorities have moved from management (Tompkins et al., 2010; Berrang-Ford et al., 2011;
estimating impacts and vulnerabilities in order to make the case Ford et al., 2011). Additionally, and despite long-standing calls for a
for mitigation, to adaptation planning and action in a world that is focus on decision making (Willows and Connell, 2003), the
looking less and less likely to stay within 2 8C of global warming adaptation actions that have been implemented have tended to
(e.g., World Bank, 2012). Such calls emphasise the need to focus on be mostly incremental and focused on proximate causes, with
enabling decision makers to make the difficult and urgent choices limited reports of transitions and transformational change (cf. Park
between a range of alternative policy and management options in et al., 2012).
interconnected social and natural systems (Sarewitz et al., 2003; More recent efforts to address this situation have used ‘‘route
Pielke, 2007; Eakin and Patt, 2011). The factors behind these calls maps’’ or ‘‘pathways’’ as a metaphor for helping visualise a
are varied. They include perceptions of the limited usefulness of decision-centred approach to adaptation, as classically repre-
many assessments of impact, vulnerability and adaptive capacity sented in the Thames barrier study (Reeder and Ranger, 2011). The
for informing choices between adaptation options (Hinkel, 2011; concept of pathways focuses more on the processes of decision
Downing, 2012), as well as concerns that adaptation plans often making, rather than the outcome; emphasising the adaptive nature
seem to lack the links to implementation due to a diversity of of the decision process itself in the face of high uncertainty and
limitations and barriers relating to human behaviour and inter-temporal complexity. Fig. 1 (Andy Reisinger, pers. comm.)
governance (O’Brien and Wolf, 2010; Pelling, 2011). In addition, illustrates this ‘classic’ adaptation pathways metaphor for explor-
decision-oriented approaches are seen as more able to tackle ing and sequencing a set of possible actions based on alternative
difficulties in planning for future uncertain consequences of external, uncertain developments over time. This visualisation of
changing and unpredictable values, preferences and vulnerabilities the concept is complemented by Haasnoot et al. (2013) who
of at-risk populations (Fazey et al., 2010b; O’Brien and Wolf, 2010), instantiate the pathways metaphor with a proposal for a rigorous
and the challenges of accommodating many confounding issues syntax for illustrating the implementation of adaptation plans and
such as cross-scale effects over space and time and multiple forms policy. Both of these efforts focus on the individual decision-
of uncertainty (Dessai et al., 2007; Stafford Smith et al., 2011). making actor and climate change with the intended outcome
A critical consequence of such challenges is that the resulting comprising more and improved decisions. Where the goals of
loose coalition of research and practice that represents ‘adaptation adaptation are not ambivalent and the decision maker is in the
science’ has to date had a modest impact on the number of ‘adaptive space’ (white area, Fig. 1) with the power and agency to

Fig. 1. The current ‘classic’ conceptualisation of adaptation pathways – as a series of adaptive learning decision cycles over time (top left, cf. Willows and Connell, 2003;
Haasnoot et al., 2013) with their decision lifetimes (top right – the sum of lead and consequence times, cf. Stafford Smith et al., 2011), where some chains of decisions lead to
maladaptive outcomes over time, but there may be other alternatives that are adaptive (bottom, cf. Reeder and Ranger, 2011; Haasnoot et al., 2013). From the perspective of
the current decision point at the left, a currently satisfactory pathway can be plotted through the future (strongest colour), but this must be re-visited at each decision point
(Figure developed by Andy Reisinger, pers. comm.).
R.M. Wise et al. / Global Environmental Change 28 (2014) 325–336 327

make decisions, these approaches are powerful tools for support- lessons from sustainable development. The Section justifies the
ing decision makers explore and sequence a set of possible specific need for further developing decision-oriented approaches to
actions under deep uncertainty about the future. adaptation. Our re-conceptualisation emphasises the perspective
There is, however, a need to make explicit the tensions between of adaptation as part of pathways of change and response, where
adaptation policies and actions aimed at proximate causes of the intent and outcome of adaptation are not risk reduction per se
vulnerability (i.e., supporting decision making within prevailing but rather addressing the systemic drivers of vulnerability in
governance arrangements), and those seeking broader and dynamic systems. Section 4 provides and discusses detailed
systemic change to social and political regimes – in other words, examples to explain and justify why this pathways approach is
transformation (Pahl-Wostl, 2009; Pelling, 2011; O’Brien, 2012). a more productive and effective approach for facilitating adapta-
The growing likelihood of a >2 8C warmer world will require tion. The paper concludes (Section 5) with a call for further
proactive adaptation that continually cycles between incremental exploration of this conceptualisation of adaptation and, impor-
and transformative actions (Park et al., 2012). Attention therefore tantly, some initial considerations for its application to the task of
now needs to be given to better understanding and informing the enhancing ongoing and dynamic adaptation action, noting the
‘‘when’’, ‘‘where’’ and ‘‘how’’ of complementing incremental contribution of other papers in this special issue.
actions on proximate causes with the more challenging and
long-lead time transformative aspects of societal change (Nelson, 2. The status of adaptation research and practice
2009; O’Brien et al., 2009; Pelling, 2011).
In this regard (Dovers and Hezri, 2010: 220), emphasise the To understand the current status of adaptation, we reviewed a
potential value of drawing upon decades of efforts in ‘‘cognate selection of international literature that directly and indirectly
sectors (i.e., emergency management, integrated natural resources assessed the status, barriers and opportunities to adaptation
management, and water resource policy) and sustainable devel- practice, those that reported empirical studies of adaptation
opment’’. Pertinent examples in the sustainable development decisions and on-ground actions, and those specifically with
domain are the contributions made by the STEPS (Social, ‘‘pathways’’ in the content. This literature was a small subset
Technological and Environmental Pathways to Sustainability) (about 10%) of the 1423 articles found published over the last
Centre – which they term ‘the pathways approach’ (Leach et al., decade with the term ‘climate change adaptation’ in the topic using
2010a) – as well as work on socio-technical transitions (Geels and Web of Knowledge. The purpose of this review was therefore to be
Schot, 2007) and steering for sustainability (Newig et al., 2007). more indicative of trends in the literature, rather than an
These efforts all emphasise the need to transform the social and exhaustive systematic evaluation. To provide further in-depth
political conditions that produce vulnerability and the challenges analysis, this review was supplemented with four case studies of
of dealing with the complex dynamics of social and ecological adaptation experiences (Table 1). The case studies draw on the
processes, and the high degrees of uncertainty in planning for practical experiences of the authors and case-specific literature;
sustainability in the current era. Leach et al. (2010a), for example, they were chosen to represent a diversity of adaptation contexts
argue that in the face of significant change and uncertainty, the that: (a) cover developing and developed country contexts; (b)
tendency has often been to ‘‘close down’’ too rapidly to a small set focus on different levels of decision-making, i.e. community
of decision alternatives by reconfiguring uncertainty into more adaptation to climate change (Solomon Islands), local government
manageable, but inappropriately narrow, calculations of risk and experiences (Australia and United States of America), national
cost-benefit equations. The STEPS centre advocates ‘‘opening up’’ decision making (national adaptation plans in developing coun-
policy processes to wider participation, thus increasing the tries, and biodiversity planning in South Africa), and (c) cover a
diversity of values and ideas, as well as equity in decision-making diversity of sectors/zones (biodiversity, agriculture, coastal zones).
(Stirling, 2006). In this approach, development pathways are Finally, important and impactful contributions in the sustainable
defined as the ‘‘alternative possible trajectories for knowledge, development literature, specifically focused on ‘‘pathways’’
intervention and change, which prioritise different goals, values perspectives to understand and inform societal responses to novel
and functions’’ (Leach et al., 2010a: p. 5). global changes, were also reviewed.
The concept of ‘‘pathways’’ has clearly gained traction in a
variety of discourses and policy domains. The purpose of this paper 2.1. The status of adaptation practice
is to propose a broader conceptualisation of the adaptation
pathways perspective that allows decision makers to explore the Three broad types of studies on adaptation practice are evident.
need for and the implications of societal transitions and First, there have been recent direct assessments of adaptation
transformation. In particular, this broadened pathways perspec- practice, with a primary focus on adaptation initiatives in
tive provides insights and guidance on diagnosing whether developed countries (Berrang-Ford et al., 2011; Ford et al.,
systemic change is needed and the role of incremental adaptation 2011). These found that, whilst there were considerable efforts
in achieving this; and raising awareness and understanding of the and studies to assess vulnerability, there was limited evidence of
interplay between knowledge, values, power and agency to inform actual adaptation action. Where adaptation action had occurred,
responses to change, particularly in dynamic, complex and this was typically in sectors sensitive or considered to be sensitive
contested contexts. to climate impacts (e.g., coastal zones, utilities, infrastructure and
In broadening this conceptualisation we first canvassed the transport) and action had most often been implemented at the
status and effectiveness of adaptation research and practice as local scale and facilitated by federal governments. Climate change
documented in the literature over the past few years (Section 2). was rarely the sole or primary motivator, and extreme events
This review revealed key insights into the factors contributing to tended to be important catalysts for many adaptation actions. The
the limited on-ground adaptation and the predominance of primary ‘‘adaptation mechanisms’’ were institutional (i.e., guide-
incremental over transformational change. The role that framing lines and policies) and financial (e.g., providing financial support)
plays in influencing the nature and effectiveness of adaptation was and there was limited reporting of adaptation efforts taking
identified as critical and is discussed in Section 3. Section 3 also advantage of climate change or focusing on marginalised groups,
provides the justification for a broadening of the prevailing IPCC such as women, the elderly, or children (Berrang-Ford et al., 2011;
vulnerability-impacts framing which is largely based on predict- Ford et al., 2011). A more recent analysis of ‘‘the adaptation
and-provide approaches (e.g., Adger et al., 2007) by drawing upon concept in the climate change literature’’ by Bassett and Fogelman
328 R.M. Wise et al. / Global Environmental Change 28 (2014) 325–336

Table 1
Summary of the adaptation context, status of adaptation practice and key issues for five case studies, done by the authors drawing on their knowledge and experiences in
these contexts.

Case study Adaptation context Status of adaptation practice to date Key issues

Local governments in the US !Lack of national leadership and policy !Cities and local governments are !Little evidence of reform of social issues relating
framework to provide institutional emerging as centres of action for to resource access and opportunity
coordination across sectors. Limited climate change planning (Carmin !Broader structural concerns associated with
stakeholder participation. Absence of et al., 2012) urban design addressed in local planning
effective financing mechanisms (Poyar !Currently in the domain of ‘‘early
and Beller-Simms, 2010; Carmin et al., adopters’’ (Poyar and Beller-Simms,
2012) 2010)
!Local champions, extreme events
and participation in national and
international networks of
organisations are promoting action
(Anguelovski and Carmin, 2011)
Coastal local governments !Coastal ecosystems and built !Many Councils have undertaken !Adaptation action is limited and hampered by
in Australia infrastructure are at increasing threat vulnerability assessments and the non-binding nature of state-wide policies
of inundation due to sea level rise, evaluated adaptation options (Gibbs and Hill, 2011) which are ambiguous in
storm surge and flooding !A few councils have taken action their intent and provide little guidance for
!Capacity- and budget-constrained using land-use planning systems determining ‘coastal hazard zones’, weighting
local Governments are responsible for (Gibbs and Hill, 2011); largely to climatic and non-climatic risks, clarifying
making choices between protection limit legal liability (Baker and liability and compensation issues, and defining
and retreat of private assets and MacKenzie, 2011) and protect public roles and responsibilities
ecosystems assets
!Higher levels of government are !Responses have been incremental
providing little leadership and focused on proximate causes
(Herriman et al., 2012; Webb et al.,
under review)

Least-developing-country (LDC) !As of June 2012, 47 NAPAs had been !NAPAs have involved the synthesis !Urgency for adaptation has been balanced
National Adaptation completed by LDCs and lodged with of information, participatory against the urgency of actions in many other
Programmes of Action (NAPA) the UNFCCC secretariat (http:// assessments of vulnerability, and areas
unfccc.int/resource/docs/2012/sbi/ evaluation and prioritisation of !Many NAPA processes were overly narrowly
eng/15.pdf) activities focused. Marginalised and more vulnerable
!Despite a GEF-managed LDC Fund !Methods and processes have been groups (e.g. women) often excluded from
being established in 2002 to finance systems-based, participatory and participatory processes (Huq and Khan, 2006)
NAPAs, there remains a lack of clarity multi-disciplinary !Progress hindered by failure to build in-country
regarding who and how they will be !Few NAPAs have been implemented, capacity to plan & implement integrated
implemented (Huq and Khan, 2006; but successes are due to effective measures (Huq and Khan, 2006)
Paavola and Adger, 2006; Saito, 2012) inter-Ministerial mainstreaming of
adaptation into development
planning (Kalame et al., 2011)
Adaptation in the Solomon !Major challenges to governance exist !The NAPA (completed in 2008) !Current multiple trajectories of change (e.g.
Islands due to: limited capacity (i.e., chronic involved a broad assessment of erosion of social cohesion, climate and natural
lack of infrastructure and financial climate change vulnerability at the disasters) and response are often not addressing
capital) and a culturally and national level and of the marine underlying causes of vulnerability (Fazey et al.,
linguistically diverse population sector. (MECMH, 2008). More 2011)
(Connell, 2010) specific vulnerable locations were !While there may be greater recognition in
!National departments on disaster risk identified in the 2nd National government of the importance of adaptation
management and climate change to be Communication to UNFCCC measures actual on ground adaptation
amalgamated and climate change !Community-based adaptation has initiatives remain incremental, and the
mainstreamed (MECDM, 2012) been identified as a national strategy capacities to do anything significant are limited
!Civil society organisations are building to improve food security and well- !Current increasing population pressures and
capacity to support communities adapt being, and build adaptive capacity to their impacts on food security and health are
to climate change (MECDM, 2012) climate change in the context of more urgent issues than climate change
!Rural communities depend on natural other pressures
resources (Allen et al., 2006) which are !There is evidence of some effective
being compromised due to increasing community-based adaptation in the
population and resource use Solomon Islands (Schwarz et al.,
!Loss of social cohesion, increasing rates 2011) but in general subsequent
of alcoholism, disputes, and emphasis implementation of NAPAs has been
on cash crops are reducing adaptive limited
capacity and increasing vulnerability
(Fazey et al., 2011)
Adaptation planning in !Adaptation efforts have focused on !Some longstanding experiences in !Key weaknesses in support for adaptation exist
the biodiversity sector biodiversity (e.g., National Biodiversity EBA exist: vulnerability assessment at local and provincial government levels (on
in South Africa Assessment (Driver et al., 2012)) and processes informed a pilot EBA occasion, a support then provided by
future direction is provided in the project in the Namakwa region; and stakeholders such as civil society)
Climate Change Response White Paper in the Suid Bokkeveld area, civil !Significant, as yet inadequately realised
(Department of Environmental Affairs, society worked with local farmers to opportunities exist to scale up successful
2011)) adapt to climate change and approaches to provincial, national and regional
!Ecosystem-based adaptation (EBA) is promote sustainable livelihoods, in concrete planning levels
being promoted as the best way to situ conservation and ecosystem
conserve biodiversity and ecosystems, restoration (Archer et al., 2008)
adapt to climate change, and generate !Successful adaptation initiatives
socio-economic benefits have had local support from civil
society and government
R.M. Wise et al. / Global Environmental Change 28 (2014) 325–336 329

(2013) report that most (70%) of the 558 articles they surveyed facilitating social organisation and technological applications.
across four journals adopted ‘‘adjustment [incremental] adapta- Some of the latter are building the potential to transition prevailing
tion approaches, which view climate impacts as the main source of rules and decision processes. Examples include the provisioning of
vulnerability’’, only 3% ‘‘focus on the social roots of vulnerability information services (e.g., facilitating information flows such as
and the necessity for political–economic change to achieve seasonal forecasting to farmers and improved monitoring and
‘transformative’ adaptation’’, and 27% ‘located’ ‘‘risk in both feedback mechanisms); livelihoods management; trialling and
society and the biophysical hazard’’ which subsequently promoted replicating technical solutions (e.g., shifting to multi-species
‘‘reformist adaptation’’. cropping, agroforestry systems, farming to deliver ecosystem
Second, there are numerous studies that characterise the limits services, conservation agriculture, water-use efficiency, and
and barriers to, and opportunities from adaptation (e.g., Adger genetic research); promoting financial approaches (e.g., weather
et al., 2009; Burch, 2010; Moser and Ekstrom, 2010; Nielsen and derivatives, micro-finance); land-use zoning; and changing
Reenberg, 2010; Sietz et al., 2011; Marshall et al., 2012). These, and organisational structures and the rules governing decision making
others listed below, seek to develop the conceptual, theoretical and processes (e.g., water markets, boundary organisations to provide
knowledge foundations for understanding adaptation, assessing extension services and disseminating information, creating
the vulnerability of social and ecological systems to projected community networks, and supporting the role of communities
climate changes, and developing and implementing adaptation within public institutions) (Atwell et al., 2008; Rickards and
strategies. Many comment on how useful these efforts have been Howden, 2012).
for building understanding and awareness, measuring vulnerabili- Most of the ecosystem- and community-based adaptation
ty and adaptive capacity, identifying adaptation options, and, in examples have focused on rapidly realising improvements in
certain circumstances, creating opportunities for adaptation quality of life of resource-dependent communities through
(Burch, 2010; Eakin and Patt, 2011). Many also report that changes to livelihoods and natural-resource management strate-
thorough and reliable evaluations of adaptation options have been gies (e.g., Acosta-Michlik et al., 2008; World Bank, 2010; WRI,
undertaken and plans developed. However, actual on-ground 2011). In essence, all of these are focused on building the specific
implementations are reported in very few of these papers. The resilience (as opposed to general resilience, cf. Folke et al., 2010) of
detailed case studies presented in Table 1, for example, describe existing urban or rural ecosystems and the capacity of communi-
the status of adaptation practice to date to be limited or ‘in ties to cope, acclimate and adapt through strategies that ensure the
progress’, with few examples of what might be considered fully prevailing suite of ecosystem goods and services are sustained
fledged implementation. These examples also clearly show limited (Jones et al., 2012). There is often little recognition and
scope and planning for transformational change. In the cases of the acknowledgement that some of these ecosystems may transition
U.S. and Australian local governments, for example, the authors to entirely different states providing different goods and services
observe limited real reform. In the case of Least Developed Country as a result of climate change, and that adaptation will increasingly
National Adaptation Plans of Action (NAPAs), translation to in- be needed to facilitate transitions of governance arrangements and
country planning and action remains limited, and NAPAs are transformations of societal processes, norms and values.
arguably not being written in ways that readily translate to real
action. Some successes in incremental adaptation actions are 2.2. Recent developments in adaptation research
evident, and provide lessons and potential options for future
direction. There are growing efforts by the research community to better
Literature that characterises barriers and opportunities also understand and develop methods and processes to support and
explores the reasons for the limited conversion of assessments and inform adaptation research and decision-making. These efforts
plans into action. These include behavioural and cognitive aspects have focused on developing techniques and tools for dealing with
(O’Brien and Wolf, 2010; Nelson, 2011), unconducive governance uncertainty, long time horizons, distributed decision making,
arrangements (Amundsen et al., 2010; Storbjörk, 2010), lack of or diverse knowledge types and contested values. Willows and
self-interested leadership (Anguelovski and Carmin, 2011; Moser Connell (2003), Dessai and van der Sluijs (2007), Ranger et al.
et al., 2012), competing planning agendas and lack of institutional (2010) and Weaver et al. (2013) have strongly argued for and
coordination (Moser and Ekstrom, 2010), insufficient financial and developed decision-centred approaches that provide comprehen-
human capital and mechanisms for enabling these (Bryan et al., sive and pragmatic guidance on scoping problems in complex
2009; Kabubo-Mariara, 2009), lack of information and data settings, identifying relevant information, interpreting uncertain
(Deressa et al., 2009; Hammill and Tanner, 2011), historical projections and selecting decision-making methods that are
determinacy and path-dependency (Chhetri et al., 2010; Abel et al., appropriate to the nature and level of uncertainty. Importantly,
2011), incorrect or incomplete diagnosis of problems (Gorddard they also provide practical tools and procedures for incorporating
et al., 2012), the widening science-policy gap associated with adaptation principles and heuristics developed by Fankhauser
wicked problems (Moser, 2010), and uncertainty and ambiguity et al. (1999), Hallegatte (2009) and others when developing
(Sarewitz, 2004; Dessai et al., 2007). While identifying potential context-sensitive, ‘no regrets’, robust and flexible adaptation
problems is important, shopping lists are not helpful: a key strategies.
challenge for adaptation research is to identify which barriers are The above decision-centred approaches have inspired the
likely to arise in which kinds of contexts to inform how to address recent developments in adaptation planning and decision support
them. mentioned earlier, which use ‘pathways’ as a metaphor to help
Third, there is a body of literature that reports actual and visualise what adaptation is about (i.e., Stafford Smith et al., 2011;
ongoing on-ground adaptation practices. The vast majority of these Haasnoot et al., 2013; Fig. 1), and provide an analytical approach
studies are in agricultural contexts and in community- or for exploring and sequencing a set of possible actions based on
ecosystem-based initiatives in rural, resource-dependent commu- alternative external changes over time. These developments build
nities of developing countries (WRI, 2011; Park et al., 2012; on earlier contributions and experiences such as the application of
Rodima-Taylor et al., 2012). In the case of adaptation in agricultural the pathways approach to adaptation planning in New York and
settings, the actions reported are mostly either addressing London (Yohe and Leichenko, 2010; Reeder and Ranger, 2011;
proximate causes of problems through incremental, no-regrets Rosenzweig and Solecki, 2013), and an extensive engineering
actions, or building the resilience of desired system functions by project management literature in other contexts (e.g., Wade,
330 R.M. Wise et al. / Global Environmental Change 28 (2014) 325–336

1968). These initiatives provide a powerful and flexible analytical adaptation in both social and analytical senses. From an actor-
approach for decision makers in relatively closed, high-reliability oriented perspective, Haasnoot et al. (2013) explore how social
systems that are (largely) amenable to technical solutions (e.g., the groupings with different values or worldviews may choose
Thames barrier: Reeder and Ranger, 2011). A key strength of this different decision pathways from the set of available options.
approach for adaptation is that it explicitly considers the inter- Leach et al. (2010a) complement such analyses by offering specific
dependencies between the uncertain timing and magnitude of methodologies for eliciting the overarching framing and associated
climate-change impacts and the characteristics of responses in narratives that structure sustainability decision-making. A focus
terms of their costs, lead and lag times, and reversibility. In this on social framing – which Leach et al. (2010a) define as ‘‘particular
regard, the tool emphasises the need for flexibility and iterative contextual assumptions, methods, forms of interpretation and
management of immediate decisions, informed by a strategic values that different groups might bring to a problem, shaping how
vision of the future and a framework to inform future actions based it is bounded and understood’’ – is central to thinking through
on decision triggers and monitoring (Haasnoot et al., 2013). adaptation pathways.
These approaches, however, only partially consider (if at all) the
dynamic interactions between values, knowledge cultures, and 3. Current framings of adaptation and how these influence
institutions that enable and constrain all research and decision- action
making processes (Pahl-Wostl, 2009; Pelling, 2011; O’Brien, 2012).
These underpinning elements of societal decision-making are A key challenge to achieving greater implementation of
highly evolved, dynamic, interdependent and complex, and adaptation initiatives, especially in ways that are likely to address
difficult to change, yet in the context of climate and global change the more systemic causes of vulnerability, relates to how
may rapidly become anachronistic. The task of enabling decision- adaptation is framed analytically. UNEP (2012) demonstrates
making and adaptation thus requires understanding the inter- the potential range in perspectives on adaptation by identifying
dependencies between institutions, values and knowledge and seven different framings (Table 2). These reflect the diversity of
how to change these (Stern et al., 1999; Head, 2010; Gorddard contexts in which adaptation is required and the different world
et al., 2012). There are consequently a growing number of studies views, value systems, interests, and perspectives of adaptation
attempting to better understand and address these systemic researchers and decision makers (Juhola et al., 2011). Of particular
causes of vulnerability. These studies report on the specific relevance is how these actors, consciously or implicitly, view and
approaches, difficulties and experiences involved in recognising, define the relationships between humans and nature, the goals of
understanding and informing changes to the institutions and adaptation, and the role of knowledge in decision-making.
values that underpin research and decision processes. Important An important component of the adaptation framing, related to
but not exhaustive contributions here include: efforts focused on whether responses should be directed at proximate or root causes
the wider societal processes and institutions that govern the of problems, is the degree of contextual complexity. The contexts
interplay between actors and decision processes (van der Brugge within which adaptation is required are extremely diverse (Section
et al., 2005; Downing, 2012; Gorddard et al., 2012; Rodima-Taylor 2). Voß et al. (2007) presents a typology of contexts along a
et al., 2012); shifting the focus of adaptation from viewing climate gradient of increasing complexity based on different combinations
change risks as exogenous threats to development to accepting of the degrees of uncertainty in knowledge, ambivalence in goals
them as both products and drivers of development in an iterative and distribution of power. The simplest of these contexts is where
manner (Fazey et al., 2010a); viewing climate adaptation ‘‘as a knowledge of system functioning is relatively certain, a central
dynamic in social-ecological co-evolution’’ where processes of decision maker exists and is easily identifiable, and goals are
social learning and self organisation are key (Ensor and Berger, clearly defined and uncontested. Problems in these contexts are
2009; Pelling, 2011: 169); and improved understanding and ‘tame’ problems and are well-suited to the rationalist reductionist
development of approaches to bridge knowledge types and approach to decision making (Rittel and Webber, 1973; Stirling
decision hierarchies, particularly deliberative participatory learn- and Scoones, 2009). Equally, in relatively closed systems with a
ing by stakeholders (e.g., Reid et al., 2006; van Aalst et al., 2008; central locus of power and unambiguous goals (e.g., high reliability
Huntjens et al., 2012). These insights highlight the significant urban water supply systems) the problem is largely a ‘knowledge
impact that values and rules have on current framings of problem’ and can be tackled through capability building and tools

Table 2
Summary of seven analytical framings of adaptation (UNEP, 2012).

Framing Focus and emphasis

Livelihoods-based This approach emphasises the importance of existing social conditions, individual perceptions, local experiences and
informal institutions as critical aspects for determining how communities cope with current climate conditions as a
starting point for developing appropriate adaptation responses
Impact-analytical This approach of the IPCC views adaptation as a single (or few) decision(s) that is (are) taken on the basis of projected
future impacts, where it is assumed impacts and decisions can be singled out and formally quantified and evaluated
using multi-criteria, cost-effectiveness or cost-benefit analyses
Institution-analytical This framing emphasises the need for horizontal integration of policy to mainstream climate change adaptation
considerations into existing policy processes
Decision making under uncertainty In this framing, the analysis starts with a concrete decision (e.g., raise dikes) based upon all information on the range of
possible impacts, rather than with climate scenarios and projections of impacts
Social & institutional process This framing emphasises how in linked social-ecological systems the outcomes of actions can usually not be predicted as
they depend on actions of many agents as well as the social, cultural and natural context. The focal points of analyses thus
are institutions (formal and informal rules) that shape the interplay between the actors
Multi-level governance This framing emphasises how the cross-scale and systemic nature of climate impacts requires understanding and
creating multi-level institutions and organisations that promote vertical and horizontal integration
Social learning & adaptive management In this framing, the complexity and non-determinism of many resource management situations is recognised and
adaptive processes of improving management goals, policies and practices through learning are adopted to help bridge
the science-policy gap
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for decision making under uncertainty (Ranger et al., 2010). and outcomes are problematic (Lempert et al., 2003; Stirling and
However, under climate change, many contexts have high degrees Scoones, 2009). By assuming adaptation decisions can be managed
of uncertainty in knowledge, distribution of power or ambivalence in a traditional risk framework, adaptation efforts have tended to
in goals. In such systems (e.g., coastal communities along beach- be problem-oriented and reductionist in approach. Additionally, in
dune systems and rural resource-dependent communities in many cases and particularly in developed-country contexts,
developing countries) problems are best diagnosed and solutions research and planning efforts to support adaptation have adopted
proposed through legitimate and fair processes of communication, approaches based on the assumption that a clearly identifiable
engagement, deliberation and negotiation (Stirling, 2006). A rational decision maker exists with the mandate to make decisions.
variety of approaches to facilitating learning, participatory The level of active participation of researchers and policy-makers
dialogue and action across decision levels and knowledge cultures in learning has varied depending on the framing; with the least
have been proposed. These include creating networks across levels participation in the ‘impact-analytical’ and ‘decision-making
of formal and informal governance (Ostrom, 2010), scenario under uncertainty’ framings, increasing for the institutionally
planning and visioning (Enfors et al., 2008), multi-criteria mapping oriented framings, and being prevalent in the ‘social process’
(Stirling, 2006), and conceptual mapping and soft modelling framings. The often problematic implications of such approaches
(Checkland and Poulter, 2006; Cundill et al., 2012). It is through to adaptation are listed in Table 3. Collectively, these favour
processes such as these that dominant narratives, which are based adaptation responses that are more incremental than transforma-
on mechanistic modes to research and decision making and which tional in nature.
promote responses to control and ‘stabilise’ the status quo, can be Despite their limitations, adaptation initiatives have helped
challenged (Leach et al., 2010a: Fig. 3.7, p. 59). For the sake of build the awareness and understanding of adaptation researchers
balancing investment efficiency and effectiveness with fairness and decision makers of climate change, vulnerability, adaptive
and legitimacy, it is essential to recognise contexts in which capacity and the barriers to making decisions in uncertain and
simpler, cheaper approaches are sufficient, as opposed to when complex contexts. However, such initiatives tend to be ill-
these are likely to fail so that more complex approaches are equipped to deal with multiple and deep uncertainties, dynamic
required. and inter-dependent values and institutions, a diversity of
Most adaptation efforts to date have, to varying degrees, perceptions and tolerances for global-change risks, positive
adopted the IPCC’s predict-and-provide or impact-analytical feedbacks and path-dependency across space and time, and high
approaches to the design and implementation of adaptation levels of distributed power and decision making (Funtowicz and
(Downing, 2012; UNEP, 2012; Bassett and Fogelman, 2013). These Ravetz, 1993; Voß et al., 2007). Proactive preparation for futures in
are largely based on a rationalist and linear approach to science- a >2 8C world will require responses that continually cycle
policy which focuses on the specific risks identified as ‘additional’ between incremental and transformative actions (Park et al.,
in the climate change context (and thus ‘‘close down’’ the problem 2012). Attention now needs to turn from incremental actions on
definition, sensu (Leach et al., 2010a)), rather than the generic, proximate causes, to more challenging and long-lead time
complex risks that characterise real-world decision-making. The transformative aspects (Nelson, 2009; O’Brien et al., 2009; Pelling,
latter risks are characterised by high uncertainty, ambiguity or 2011). This requires the social processes, institutions, organisa-
ignorance (also referred to as deep, severe, radical or fundamental tions, skills and capabilities necessary to guide, facilitate, and
uncertainty) in which knowledge about the likelihood of impacts manage the ‘‘when’’, ‘‘where’’ and ‘‘how’’ of adaptation for building

Table 3
Implications and consequences of the prevailing rationalist predict-provide and impact-analytical approaches to adaptation.

Implications and consequences References

Considerable time and effort invested into explaining and justifying problem definitions in contexts where complexity, (Sarewitz, 2004)
uncertainty or ambiguous goals make polarised world views legitimate and largely unavoidable. Leads to science being
inappropriately used to try resolving contested problem definitions and solutions
The solution space being constrained to addressing symptoms and proximate causes (e.g. infrastructure planning, livelihoods (Pelling, 2011)
management, legal liability) thus largely unsuited to informing and initiating innovative transformational changes to
address root causes of problems
Focuses attention to static measures of vulnerability and adaptive capacity and on impacts at particular future dates, which (Fazey et al., 2011; Hinkel, 2011)
has promoted once-off actions without due consideration for the temporal interdependencies between these variables and
the general current and historical context in which adaptation is occurring
Research, decision-making and values-deliberation processes being undertaken in relatively discrete stages of adaptation (Gorddard et al., 2012)
planning leading to limited opportunities for triple-loop learning by all stakeholders, which are a prerequisite to
transformation
Emphasis on adaptation being about managing specific quantifiable or observable risks through increased control of the (Carter et al., 2007)
environment (i.e. assumed impacts and adaptation decisions can be singled out and formally quantified and evaluated
using multi-criteria, cost-effectiveness or cost-benefit analyses). Results in lack of consideration of the wider social,
political and normative elements of adaptation
Adaptation being promoted as a single or a few decisions to be made by the end of a project and largely unable to account (Abel et al., 2011)
for issues that play out over the long term such as cultural, institutional, political, technological and economic
path-dependencies
Expectations and beliefs being created or reinforced that more research will reduce uncertainty and make choices easier (Dessai et al., 2009)
leading to funds being allocated uncritically to scientific pursuits to ‘reduce uncertainty’
Insufficient integration of climatic drivers of change with other drivers of change and within broader development (Fazey et al., 2010a)
initiatives, particularly in developed nations
Tried-and-tested solutions (measured as the absence of the problem) are fitted to the status quo rather than novel solutions (Swenson and Anstett, 1997)
being generated to create desired conditions that may question or challenge the status quo
Governments contributing as independent providers of information, capacity and funding without sufficiently exploring their (Gorddard et al., 2012)
own institutional limitations and partnering in learning and innovation
Focus on scientists as the key producers of knowledge with the learning being framed by and associated with external (Fazey et al., 2010b)
researchers rather than those who are supposed to be implementing adaptation or are supposed to benefit from it
332 R.M. Wise et al. / Global Environmental Change 28 (2014) 325–336

the resilience of desirable system functions and for transforming vulnerability outcomes within society: defining what is ‘‘more
values, decision-making processes and governance arrangements. desirable’’ and ultimately, more just and fair, thus requires new
Achieving this thus requires a paradigm shift in the framing of approaches to governance, and the use of specific tools in planning.
adaptation research and practice. Importantly, the perspective of adaptation as part of pathways of
Recognition that different ways of understanding adaptation change and response emphasises that both levels are required;
are needed is steadily entering science and practice discourses they are not mutually exclusive, and in fact need to be
(Fazey et al., 2010a, 2011; Pelling, 2011; Downing, 2012; Gorddard complementary and mutually informative. Making explicit this
et al., 2012; O’Brien, 2012). Such an evolution provides opportu- distinction in the levels of responses to change is important
nities for a new coalescence of adaptation science and practice that because each level implies different intentions, outcomes, and
is more effective and influential in helping decision-making and in planning horizons and therefore requires different capabilities,
guiding complex social-ecological systems. tools, and processes for its design and implementation.
Fig. 2 seeks to represent a broader conceptualisation of
4. Discussion – towards a new framing of adaptation as part of adaptation pathways as part of global change and response, by
pathways of change and response accommodating these complicating societal dimensions, with the
goal of allowing their implications for adaptation research and
We suggest that the paradigmatic shift required in adaptation practice to be more intuitively and explicitly considered. The
science and practice involves conceptualising adaptation as an relevant changes from Fig. 1 conceptualisation add to the ‘classic’
element of pathways of interacting global changes and societal view of adaptation pathways (Box A in Fig. 2), with an expanded,
responses. This broadens the existing conceptualisation and dynamic, and non-linear decision space, as well as adaptation
instantiation of adaptation pathways documented by Fig. 1 and contexts where the causes of vulnerability are systemic in nature
Haasnoot et al. (2013), discussed in Section 2, to emphasise the (Boxes B, C, and D in Fig. 2). Each of these is explored below,
societal change aspects of adaptation. This broader conceptualisa- drawing on case-study examples from this special edition, Table 1,
tion of ‘adaptation pathways’ particularly emphasises five critical and the broader literature.
dimensions to the adaptation challenge that are currently poorly The ‘classic’ view on adaptation pathways (Fig. 1, and Box A in
integrated in research and practice. The first is acknowledging that Fig. 2) is clearly a limited and partial conceptualisation of the
climate adaptation is not separable from the cultural, political, adaptation challenge. In particular it deals rather peripherally with
economic, environmental and developmental contexts in which it the risk that a series of relatively incremental steps, whether well
occurs and is therefore only part of a range of societal responses to intentioned or motivated by narrow political and economic vested
change. Second, and related, is the prevalence of changes and interests, may ultimately lead to maladaptation at some level of
responses that cross spatial scales, sectors and jurisdictional society as a whole (e.g., Barnett and O’Neill, 2010; Fazey et al.,
boundaries, which can lead to threshold effects and can be 2011). This may result because of: the adaptive landscape drifting
exacerbated if responses are not coordinated. A third dimension is away from current conditions due to climate change, other global
the inter-temporal aspects due to positive feedback loops and drivers of change, and the decisions of many distributed actors; the
system inertia. These intrinsic processes express themselves as misdiagnosis of the location of the system within the ‘adaptive
historical determinism, path-dependency, and lock-in; they mean space’ or its proximity to thresholds; or the capturing and closing
future pathways are contingent on historical pathways and down of the framing of the issues by powerful actors and
difficult to change. A fourth dimension relates to the difficulty institutions to maintain the status quo. The possible implications
of determining (i.e., measuring and monitoring) and understand- of these issues are visualised and explored in Box B of Fig. 2. For
ing where the system is, on what trajectory, due to the many example, a series of incremental decisions along ‘pathway 1’in
emergent properties of social-ecological systems as they adap- Fig. 2 seems adaptive but ceases to be so due to a changing adaptive
tively respond to change. The final dimension, which is related to landscape, such that by point e, a cycle of transformative change is
those above, is that societal processes are enabled or constrained needed to recover (pathway 7 ). However, through the application
by the prevailing rules, values and knowledge cultures, and their of various tools, this might be identified earlier (e.g. at decision
interdependencies, making it important to recognise and under- point d or even c), thus necessitating less rapid and more thorough
stand the influences of these interdependencies and how to change and considered re-direction. Such tools include deliberative,
them to better enable adaptation research and practice. This final participatory, long-term visioning and scenario-planning (e.g.,
dimension is particularly important in evaluating the potential for Butler et al., 2014; Vervoort et al., 2013), consideration of
adaptation to transform the wellbeing of disadvantaged and transformative cycles (Park et al., 2012), clear consideration and
politically marginalised populations whose vulnerability may be balancing of responses that adaptively and reflexively promote
perpetuated by existing power relations, norms and institutions stability, resilience, durability or robustness as appropriate to the
(Leach et al., 2010a; Pelling, 2011; Maru et al., 2014). nature of the dynamics (Leach et al., 2010a: Fig. 3.8; Maru et al.,
We return to more detail on these below, but their collective 2014), and decision-making forums that reveal and challenge
effect is to force researchers and decision makers to approach the dominant marginal-change narratives that lock decision-making
adaptation challenge at two levels. The first of these involves into reductionist modes that lead to maladaptation (Leach et al.,
continuing existing predominantly incremental actions (within 2010b). This broader perspective lends itself to a wider consider-
prevailing governance arrangements) that address proximate ation of the consequences of all responses to change (i.e., not only
causes of vulnerability or developmental needs but modifying adaptation actions), particularly those with an insidious nature;
these to ensure that they are informed by and inform systemic this can create awareness both of the various sources of decision
change. The second and more systemic level involves taking note of uncertainty and how to contextualise and manage these (Stafford
the intentions and outcomes of societal change; this level must put Smith et al., 2011), and of opportunities for more explicitly
a particular focus on understanding the influence of existing rules integrating adaptation with mitigation and development (Eriksen
and values on framing and decision making, and on how to change et al., 2011; van Vuuren et al., 2011).
these to better enable society to anticipate and proactively guide The ‘classic’ view on pathways also does not represent the
systems on to more desirable pathways in the context of global decision contexts where the current status of the system and its
change. As others have noted (e.g., Leach et al., 2010a; Pelling, future trajectory are heavily influenced by the past. The broader
2011), existing rules and values can translate into differential conceptualisation of pathways presented here acknowledges
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Fig. 2. One decision-making actor’s adaptation pathways through an adaptive landscape, building on the metaphor of Fig. 1, where the boundaries between adaptive and
maladaptive responses are changing over time, due to biophysical changes, but also due to changes in social and institutional context, including the actions of other decision-
makers who may perceive different adaptation pathways. Circle arrows represent decision points, dark blue arrows represent pathways that are contemporaneously
adaptive, grey arrows lead to maladaptive dead-ends; dashed blue arrows represent more-or-less transformative pathway segments, and the green arrows show antecedent
pathways prior to the current decision cycle (a) faced by the decision-maker of concern. Boxes A–D highlight differences from Fig. 1 that are discussed in the text.

historical determinism and path-dependency (Abel et al., 2011; space (e.g., coastal local councils in Australia and the USA; Table 1),
Peters et al., 2012) and allows users to visualise and consider the as at decision point b, then all pathways may be maladaptive. In
implications for adaptation planning (Box C in Fig. 2). Here, this case, transformations of the institutional arrangements or
although pathways 1, 2, and 3 all seem open at decision point a, cultural values are needed, either through dramatic intervention
path contingencies may mean that antecedent pathway 3 is more (pathway 5) or through strongly directed incremental change
likely to result in the maladaptive decisions whereas antecedent (pathway 6 ) (Gorddard et al., 2012; Butler et al., 2014). In both
pathway 1 may pre-adapt decision making better for adaptive cases intervention from higher levels of governance is likely to be
pathways 1 and 2. It is thus critical to recognise the importance of needed, but is often only forthcoming in response to disasters or
historical context (i.e., the positive feedbacks associated with catastrophic events due to vested interests in the status quo
social and cultural practices, technologies, and institutional (Pelling, 2011).
arrangements (Dobusch and Schüßler, 2012)), and to have a There are numerous additional implications of this broader
reasonable idea of which pathway a social-ecological system is on, conceptualisation for adaptation research and practice, many of
to understand existing vulnerabilities and capacities to adapt and which are explored in the papers in this special section. For
to inform future planning and responses (e.g., the Solomon Islands example, this broader framing ensures decision makers more
case study, Table 1). readily recognise that various desirable and undesirable path-
Furthermore, we may not even be in the adaptive part of the ways can emerge from an intervention and that adopting a
decision space today. Governance arrangements and cultural narrow focus on simple cause-effect relationships, as when
values and practices evolve over time in response to the prevailing adapting to proximate causes of vulnerability, can lead to
and predominant forces and dynamics of socio-economic, techno- unintended or mal-adaptive consequences (Sterner et al., 2006).
logical, biophysical, ecological and climatic conditions (Young An often cited example of this is the response of building more
et al., 2008). In the context of climate and global change, however, flood defences which can affect perceptions of risk and lead to
the inertia in institutions and values means these can become greater problems, or can reinforce existing tendencies for people
anachronistic and fail to serve their purpose of enabling societal to look towards external agencies for solutions, thereby reducing
processes (such as research and decision-making) for realising fair, some opportunities for more transformative changes (Newell
legitimate, and effective allocations and uses of resources. The and Wasson, 2002). Instead, by allowing both the root and
broadened conceptualisation of adaptation proposed here allows proximate causes to be simultaneously considered, as this
for the implications of this to be visualised and explored (Box D in broader conceptualisation of adaptation pathways does, deci-
Fig. 2). If decision-makers are not even currently in the adaptive sion-makers can be open to direct and indirect pathways for
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achieving desirable outcomes (e.g., Butler et al., 2014; Maru et al., the required theory, as well as lessons from other case study
2014). experiences.
The pathways perspective implies an iterative and ongoing The capacities required to develop and implement this
approach, informed by a strategic vision, that enables experimen- broader conceptualisation of adaptation pathways will be
tation and learning so that choices along pathways can be altered heavily influenced by the extent to which stakeholders can
in response to predefined triggers (Rosenzweig and Solecki, 2013). learn from the experimentation of others via social and
This conceptualisation also implies a deeper consideration of how organisational networks. Hence, we also reiterate the calls of
adaptation can potentially reduce flexibility or limit opportunities Fischer et al. (2012) and Nelson (2011) not only to consider the
(e.g., by further commitment to a specific infrastructure design, ‘technical fix’ type solutions for responding to social and
power relations or distribution of rights, rather than complete environmental change, but also to conceptualise and use
reconsideration of it) and potentially lead to rigidity. It further exposure and responses of people to the current impacts of
implies the need for a shift to longer-term programmes of climate change as a way to reflect on and reconsider the social
integrated research and practice (which existing institutions and norms and societal values that underlie existing problems. This
organisations are not particularly well designed to do) that are should encourage greater responsiveness and reorganisation of
solution oriented and comprise multiple complementary projects institutional structures that are likely to lead to more sustainable
better designed to embed in the context and do the necessary trajectories. As Fischer et al. (2012) point out, focusing on such
monitoring and reflection (e.g., Future Earth, 2013). Key to delivery underlying issues is challenging and difficult and requires all
of such programmes is carefully designed processes of knowledge sectors of society to reflect on their behaviours and practices,
exchange, participation and negotiation that enhance ownership, including the research community. Reconceptualising adaptation
fairness and responsibility while empowering participants to take as part of pathways of change and response increases emphasis
action (Stringer et al., 2006). Such approaches are particularly on such vital underlying issues.
relevant for helping address the ‘key issues’ listed for the case
studies in Table 1 (column 4). Acknowledgements
Coupled with the analysis presented here, the framing of Fig. 2
highlights some key foci for adaptation research and practice Thanks to Andy Reisinger for discussions around Fig. 1. We are
efforts (Leach et al., 2010a; Smith and Stirling, 2010; Pelling, 2011; grateful for valuable comments by an anonymous reviewer.
Fischer et al., 2012): building the capacity for critical consciousness Funding was provided by the CSIRO Climate Adaptation Flagship
and actor reflection (i.e., ‘‘reflexivity’’) on established institutions under the Enabling Adaptation Pathways project.
and power distributions; creating space and opportunities for new
collaborations in innovation and experimentation of alternative References
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AIBR. Revista de Antropología Iberoamericana
ISSN: 1695-9752
informacion@aibr.org
Asociación de Antropólogos Iberoamericanos
en Red
Organismo Internacional

Santamarina Campos, Beatriz


Antropología y medio ambiente. revisión de una tradición y nuevas perspectivas de análisis en la
problemática ecológica
AIBR. Revista de Antropología Iberoamericana, vol. 3, núm. 2, mayo-agosto, 2008, pp. 144-184
Asociación de Antropólogos Iberoamericanos en Red
Madrid, Organismo Internacional

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=62330203

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144 Antropología y Medio Ambiente

ANTROPOLOGÍA Y MEDIO AMBIENTE.


REVISIÓN DE UNA TRADICIÓN Y NUEVAS
PERSPECTIVAS DE ANÁLISIS EN LA
PROBLEMÁTICA ECOLÓGICA

Beatriz Santamarina Campos


Universidad de Valencia

Recibido: 26 de febrero de 2008


Aceptado: 8 de abril de 2008

Resumen
Durante los últimos años la producción etnográfica sobre el conflicto medio ambiental ha
generado un volumen considerable de aportaciones. En este artículo se contextualiza, en la
tradición antropológica, las distintas perspectivas (la ecológica, la simbólica cognitiva y la
política) que se han ocupado del entorno, de la construcción de la naturaleza y del papel
otorgado a la naturaleza en la distribución de relaciones de poder. Todo para situar a las
perspectivas de la ecología simbólica y ecología política como los enfoques, desde nuestro
punto de vista, más pertinentes para abordar el conflicto medio ambiental. En un mundo
donde se imponen visiones hegemónicas y discursos ecológicos globalizados, basados en
una racionalidad político-económica que se pretende única, se hace necesario un análisis
crítico para descifrar las claves de nuestra práctica cultural y para poner en práctica todo el
conocimiento local aprendido, que permita sacar a la luz otros discursos practicables posibles
desde lógicas marginales.

Palabras claves
Ecología cultural, Ecología simbólica, ecología política, antropología medio ambiental

ANTHROPOLOGY AND THE ENVIRONMENT. REVISION OF A TRADITION


AND NEW ANALYTICAL PERSPECTIVES FOR THE ECOLOGICAL
PROBLEM

Abstract
In recent years, ethnographic work on environmental conflict has generated a considerable
amount of activity. This article contextualizes the different perspectives (ecological, symbolic-
cognitive and political) that have dealt with the environment, the construction of nature, and the
role given to nature in the distribution of power relations. The authors consider the perspectives
of symbolic ecology and political ecology to be the approaches that are most relevant for
addressing environmental conflict. In a world of imposed hegemonic visions and globalized
ecological discourses based on a political-economic rationality that claims to be unique, a critical
analysis is needed to decipher the code of our practice of culture and to put into practice all of
the acquired local knowledge, which will allow us to draw out other possible, viable discourses
from marginal logics.
Beatriz Santamarina 145

Key words
Cultural Ecology, Political Ecology, Symbolic Ecology, Environmental Anthropology

1. Introducción

D
esde la antropología, hacer una aproximación reflexiva al medio ambiente en
nuestra práctica cultural supone invitar a la consideración de un tema que ha
ocupado un importante volumen en la producción etnográfica. El medio
ambiente se presenta como una recapacitación entre dos polos tensionales tan
clásicos en la antropología como en nuestra sociedad: naturaleza-cultura. Nos es
imposible pensar el medio ambiente sin una referencia explícita a la Naturaleza, y con
ella se abre una reflexión sobre lo nuestro. Ahora bien, el fenómeno medioambiental y
la necesidad de abordarlo desde una visión concreta, exige una primera mirada sobre
cómo la antropología ha contribuido no sólo a la comprensión de nuestras relaciones
con la naturaleza, sino también a configurar el mundo de lo natural. Dicha reflexión
debe hacerse en dos sentidos. En primer lugar, podemos observar cómo la naturaleza
ha sido un eje de vital importancia en el desarrollo de la disciplina antropológica,
apareciendo como un polo fundamental en su constitución y distribución de sentidos.
Así, una aportación indiscutible de la antropología1 es haber definido la cultura frente a
la naturaleza; de hecho “la relación entre cultura y naturaleza (o entre población y
entorno, si prefiere utilizarse el vocabulario ecológico-técnico) ha ocupado una parte
sustancial del análisis antropológico” (Comas d’Argemir, 1998:124). En este sentido,
hasta la segunda mitad del siglo XX, la delimitación de la cultura era “negativa porque
hablar de cultura equivalía a hacer algún tipo de referencia, implícita o explícitamente,
a lo que se estimaba su contrapartida, la naturaleza” (Luque Baena, 1990:93).
Después de este largo periodo, asistimos a un reconocimiento de la complejidad y del
dinamismo para explicar ambos conceptos, pero las fronteras y las relaciones entre
ambos vendrán marcadas, de igual modo, por la delimitación de esferas. Hay que
esperar hasta mediados de los 80, con la aparición y el desarrollo de la ecología
simbólica, la ecología política y la antropología de la ciencia, para asistir a la
superación de esta dicotomía clásica. Sin duda, la reflexión sobre el medio ambiente,

1
Una característica que no es propia de la disciplina porque, como veremos más adelante, la constitución
moderna de la ciencia occidental se basa en la distinción ontológica entre mundo natural y mundo social (Latour,
1993).
146 Antropología y Medio Ambiente

en un contexto marcado por la globalización y la reestructuración del capitalismo y


caracterizado por la destrucción/degradación del entorno, ha contribuido a una
redefinición del problema.
Y, en segundo lugar, este papel central ha posibilitado una atención especial a
la construcción social del mundo de lo ‘natural’. Así, nos interesa atender a las
contribuciones que desde la disciplina antropológica ayudan a descubrir la
complejidad y las múltiples dimensiones del complejo cultural ‘naturaleza’. Las
diferentes tradiciones en antropología han abordado la ‘naturaleza’ de distinta manera:
como proceso evolutivo en continuo, como esfera delimitada y contrapuesta, como
sistema de flujos..., y en este artículo pretendemos acercarnos a ellas. No obstante, el
objetivo no es hacer una síntesis exhaustiva sobre el papel otorgado por los
antropólogos a la naturaleza, sino más bien poner al descubierto la importancia y la
centralidad que dicha categoría ha ocupado y la pertinencia hoy en día de reflexionar
sobre este legado.
En definitiva, en este texto, atenderemos, a las diferentes perspectivas
antropológicas que se han ocupado, de forma especial, del mundo de lo natural. Así,
diferenciaremos tres grandes perspectivas: la ecológica, la simbólica cognitiva y la
política. En la perspectiva ecológica revisaremos la elaboración antropológica del
entorno, lo que se ha venido llamando ecología cultural. En cuanto a la perspectiva
simbólico-cognitiva veremos la manera en que se ha utilizado como construcción
cultural, observando las distintas interpretaciones y manifestaciones a las que ha
dado lugar la noción de naturaleza. Y, por último, en la perspectiva política,
analizaremos el papel otorgado a la naturaleza en la distribución de relaciones de
poder significativas. Todo para situar a las perspectivas de la ecología simbólica y
ecología política como los enfoques, desde nuestro punto de vista, más pertinentes
para abordar el conflicto medio ambiental, sin renunciar con ello a las aportaciones
que se han venido haciendo desde la disciplina y que han permitido un debate
constante sobre el entorno.

2. Las perspectivas de la(s) naturaleza(s) en antropología

El papel que se asignó a la naturaleza como eje fundamental en el discurso


antropológico proporcionó a la disciplina tanto herramientas analíticas para la
Beatriz Santamarina 147

investigación como un marcador de identidad. La naturaleza cobró un lugar


destacado epistemológicamente, ya que garantizaba tanto la posibilidad de establecer
un primer proceso constitutivo de atribución de orden y sentido, como un primer
marco de comprensión de los fenómenos que se pretendían estudiar. Así, la
naturaleza actuaba como un polo tensional para construir un universo de significación y
como una fuente primordial para la constitución sistemática de una cosmovisión del
mundo. De ahí que, durante largo tiempo, se tendiera a definir la cultura por
oposición a la naturaleza.
En algunos planteamientos, dicho eje se torna fundamental, como es el caso
del funcionalismo psicobiológico de Malinowski (1944), donde podemos encontrar
una versión de este tipo de interpretaciones. Sin embargo, Malinowski no fue el
primero ni el único que tomó el modelo dualista como motor de su teoría. Antes que él
los evolucionistas la habían consagrado para su esquema interpretativo de la evolución
de la historia. Después, debates como el idealista-materialista, que coparon buena
parte de las décadas de los 60 y 70 del siglo XX, escondían tras ellos la polémica entre
naturaleza y cultura. De facto, la confrontación naturaleza/cultura es posible rastrearla
hasta bien entrado el último cuarto del siglo XX. Podemos decir que tanto en la
ecología cultural, como en las propuestas materialistas e incluso en algunas marxistas,
se encuentra un esquema reduccionista sustentado en la dicotomía naturaleza-cultura.
Del mismo modo, en la antropología estructuralista o simbólica, hallamos un esbozo
similar basado en el binomio naturaleza-cultura pero, en este caso, como propuesta
analítica para interpretar diferentes procesos sociales. Así, detrás de la aparente
diferencia, entre el enfoque estructuralista y simbólico subyace una misma concepción
basada en la polaridad (Descola y Pálsson, 1996). Las consecuencias que dicha
representación ha traído consigo se pueden resumir fundamentalmente en dos: en
primer lugar, el modelo dualista ha obstaculizado una visión ecológica de las relaciones
entre los seres humanos y el medio ambiente (Hornborg, 1996; Descola, 1996;
Hornborg y Pálsson, 2000) y, en segundo lugar, ha imposibilitado interpretar el
conocimiento ecológico y tecnológico de otras culturas por estar las mismas
supeditadas a las pautas de comprensión del modelo occidental (Hviding, 1996; Ellen,
1996).
Distintas aproximaciones han puesto en entredicho el modelo dualista,
aduciendo que las diferenciaciones establecidas por el pensamiento científico
148 Antropología y Medio Ambiente

occidental no son ni exportables a otros modelos culturales ni, necesariamente, se


encuentran en ellos (Hornborg, y Pálsson, 2000). Desde la etnografía, Descola (1993,
1998, 2003), como veremos más adelante, ha puesto en evidencia cómo la dicotomía
naturaleza-cultura pierde el sentido en algunas prácticas culturales. Siguiendo a esta
crítica, numerosos autores han mostrado, en diferentes contextos etnográficos, cómo
en distintos saberes locales no hay posibilidad de aplicar el dualismo cultura-
naturaleza, entrando en las cosmologías toda suerte de interrelaciones entre humanos,
objetos, espíritus y animales (Arhem, 1996; Rival, 1996). Ello hasta el punto de que
han puesto en duda que en algunas culturas exista realmente una categoría específica
que haga referencia a lo que nosotros denominamos naturaleza (Howell, 1996). Pero la
dicotomía naturaleza-cultura no sólo ha sido desacertada para el estudio de realidades
no occidentales. Esta polaridad tampoco da cuenta de las relaciones existentes entre
naturaleza y cultura en nuestra propia sociedad. Latour (1993) ha puesto en evidencia
cómo en la práctica de la ciencia moderna nunca se ha superado el modelo dualista.
Pese a que la constitución moderna se basa en la división entre el mundo natural y el
mundo social (separación resultado de un proceso epistemológico de ‘purificación’ que
crea dos zonas ontológicas diferenciadas), en realidad, al existir otro conjunto de
prácticas que (por un proceso de ‘traducción’) permiten la multiplicación de los híbridos
de la naturaleza y la cultura, la ciencia moderna nunca ha podido llegar a cumplir la
máxima del modelo dualista; de tal forma que, nunca hemos sido modernos.
Por otro lado, la inconsistencia del modelo dualista también ha salido a la luz
cuando se ha prestado una mayor atención a los procesos de elaboración científica,
considerándolos como generadores de culturas locales y que están sujetos a
tradiciones, a contextos productivos específicos y a relaciones de poder. Por poner un
ejemplo, Nothnagel (1996) ha estudiado cómo la ciencia ‘reproduce’ la naturaleza, es
decir, no sólo estudia los fenómenos dados ‘naturalmente’ sino que es capaz de
reproducir artificialmente sus propios fenómenos. Asimismo, es evidente que la
aparición de múltiples híbridos como la oveja Dolly, los bebés probetas, los alimentos
transgénicos, etc., fuerzan a repensar los frágiles límites establecidos entre naturaleza
y cultura (Santamarina, 2007). Autores como Haraway (1995, 1999) hablan de la
reinvención posmoderna de la naturaleza, donde la iconografía del cyborg (un híbrido
entre máquina y organismo) encapsularía ejemplarmente la disolución de límites : “el
cyborg aparece mitificado precisamente donde la frontera entre lo animal y lo humano
Beatriz Santamarina 149

es transgredida” (Haraway, 1995:257). Y Papagaroufali (1996) considera que las


prácticas biotecnológicas, como los xenotrasplantes y la transgénesis, cuestionan y
jerarquizan las fronteras establecidas entre lo humano y lo animal.
Junto a lo señalado, el nuevo contexto de degradación medioambiental ha
puesto sobre la mesa el debate sobre nuestras relaciones con el medio y con lo que
consideramos el mundo de lo natural (Eder, 1996), unas relaciones fundamentadas en
una visión del mundo dualista y jerárquica, que ha desencadenado una destrucción sin
límites. Al reducirse la naturaleza simplemente a “la materia prima de la cultura,
apropiada, reservada, esclavizada, exaltada o hecha flexible para su utilización por
parte de la cultura en la lógica del colonialismo capitalista” (Haraway, 1995:341),
hemos asistido a una dominación, ligada a la lógica de la producción y del capital,
que permite la reducción sistemática de espacios (naturales, colectivos y
discursivos) con total impunidad. La crisis medioambiental pone sobre la mesa la
irresponsabilidad de nuestros cimientos y supone el quiebro del mito moderno de una
dominación absoluta de la naturaleza (Santamarina, 2006a).
Con todo, antes de la deconstrucción del modelo dualista, se han producido
en antropología numerosas contribuciones que suponen un importante legado para
esta tradición de pensamiento. Tres perspectivas (ecológica, simbólica y política)
agrupan las distintas aportaciones que se han ocupado especialmente del mundo de
lo natural; de ellas nos ocupamos a continuación, viendo sus limitaciones y las
propuestas que permiten superarlas.

2.1 La perspectiva ecológica

Al comenzar cualquier monografía clásica de antropología, lo primero que nos


encontramos es un capítulo de introducción dedicado al hábitat y al entorno de la
cultura observada. El medio donde se ha desarrollado la investigación y donde se
desenvuelve la sociedad estudiada sirve como un primer marco de referencia, es el
contexto que da sentido al texto. Sin embargo, eso no significa que los antropólogos
hayan considerado siempre el entorno como un factor explicativo de los fenómenos
culturales2. La perspectiva ecológica no llega a la disciplina hasta los años cuarenta,
va a ser entonces cuando se importen los primeros conceptos de la doctrina
150 Antropología y Medio Ambiente

darwiniana (Valdés y Valdés, 1996). Las tensiones generadas entre la biología y la


antropología hicieron posible el desarrollo de la ecología cultural. Este enfoque centró
su atención en los procesos adaptativos de la cultura, entendiendo que las culturas se
adaptan al medio, y que en ese proceso podemos ver cómo una cultura se constituye.
El debate de los ecólogos culturales parece moverse en una discusión centrada sobre
el determinismo cultural y el determinismo ambiental3. Comenzaremos con Kroeber,
como un claro exponente de la concepción de la autonomía cultural en un espacio
determinado; su obra perfila de manera ejemplar la tensión entre la biología y la
antropología. Seguiremos con White, como continuador de la tradición boasiana y
antecedente inmediato de la adopción de la perspectiva ecológica. El punto de
inflexión viene dado por Steward, al que se le atribuye la paternidad de la ecología
cultural. En él observaremos el primer intento de conjugar los factores biológicos con
los culturales; por ello, se considera a este autor como una bisagra entre dos modos
fundamentales de entender las relaciones entre naturaleza y cultura. Aunque, como
veremos, sus continuadores, materialistas e idealistas, vuelven a situar en dos polos la
naturaleza y la cultura respectivamente. Para terminar, nos aproximaremos a los
enfoques principales a los que ha dado lugar el desarrollo de la ecología cultural: el
sistémico y el individualista. Nos detendremos sólo en el sistémico, a través de la
obra de Rappaport, para analizar las dificultades que arrastra la perspectiva ecológica
y para tomar a este autor como puente hacia las nuevas ecologías (Biersack, 1999a).
Kroeber (1917) en su clásico artículo ‘Lo superorgánico’ delimita y contrapone
cultura y naturaleza, siguiendo el camino iniciado por Boas, intentando tanto combatir
las formulaciones de biólogos evolucionistas, como delimitar la cultura como un
campo específico de investigación. Para él, la cultura es ‘superorgánica’, está por
encima de lo orgánico, de lo natural. La frontera entre lo natural y lo cultural es trazada
de forma clara y contrapuesta. La naturaleza, lo orgánico, pasa a ocupar un papel

2
Más bien, dicha descripción se ha utilizado como una doble estrategia: permitía ubicar y dar realidad a una
sociedad concreta. Eso legitimaba al antropólogo al reconocerse su conocimiento del terreno.
3
Seguiremos para este bosquejo las periodizaciones de Orlove (1980) y Valdés y Valdés (1996). Orlove (1980)
diferencia tres estadios en el desarrollo de la antropología ecológica: un primero caracterizado, por el trabajo de
Steward y White; un segundo ocupado por las teorías neofuncionalistas y neoevolucionistas; y un tercero, donde
se desarrollan las enfoques procesuales. Valdés y Valdés (1996) señalan tres etapas: una marcada por la
discusión de los argumentos posibilistas y la aparición de la ecología cultural, otra caracterizada por el afán de
fundar una disciplina más general, y que da lugar al enfoque sistémico y a la perspectiva individualista; y, por
último, la etapa actual, en la que se produce una síntesis de los enfoques anteriores (homeostático y procesual).
Por otro lado, hay que señalar que Milton (2001a) utiliza otro esquema para hablar del desarrollo de la
perspectiva ecológica, aunque hemos preferido utilizar estos porque se ajustan más, desde nuestro punto de
vista, a una visión global de las distintas etapas de la perspectiva de la ecología cultural.
Beatriz Santamarina 151

pasivo (el entorno tiene sólo un sentido delimitador, un papel negativo); es la cultura,
lo supraorgánico, quien cobra el protagonismo (lo social es lo que determina lo social).
En 1952, después de las fuertes críticas suscitadas por el valor otorgado a lo
superorgánico, ofrece una definición de cultura más elaborada; sin embargo, los
postulados no difieren de sus planteamientos anteriores. El esquema se repite: existe
una ‘natural’ naturaleza de la cultura. Esta es quizás la frase que mejor resume el
planteamiento de Kroeber.
Los planteamientos de Kroeber fueron muy atacados en su época, pero, como
ha señalado Harris, “el más decidido apoyo a lo superorgánico de Kroeber llegó de un
ángulo totalmente inesperado. En ‘The expansion of the scope of science’, Leslie
White defiende a Kroeber como uno de los pocos antropólogos que se han esforzado
por formular la filosofía de una ciencia de la cultura” (1987:287). La concepción de
White parte de unas premisas muy parecidas a las de Kroeber, pero radicalizando aún
más el determinismo cultural. Para él, la cultura sólo se explica a través de la cultura
([1959]1975b) puesto que la cultura tiene un desarrollo propio una vez se ha
desprendido de su origen en la evolución biológica. La delimitación entre la naturaleza
y la cultura queda establecida de forma precisa por la capacidad simbólica de los
seres humanos4. En su teoría cobra especial importancia la relación entre la energía,
la eficacia tecnológica y la evolución. Su modelo contempla tres subsistemas: el
tecnológico, el social y el ideológico. De ellos, el tecnológico es el principal y explica la
evolución de la cultura. Su esquema es sencillo: la evolución depende de la capacidad
para aprovechar la energía que hay en el entorno, y esto se consigue a través del
sistema tecnológico5. Dicha fórmula “contradice el postulado inicial de White. ¿Cómo
argumentar que la cultura sólo se explica por la cultura si hay al menos un elemento
exógeno que la determina?” (Luque Baena, 1990:98). Al definir la cultura le concede
una autonomía propia pero, al explicar el desarrollo de la humanidad en términos
tecnológicos-energéticos, da entrada al medio como un factor explicativo en la
evolución cultural. Para White, la clave está en controlar los recursos naturales. La
diferencia radica en que no es lo mismo apropiarse de ellos que aprovecharlos y
transformarlos. El factor tecnológico se convierte en fundamental para explicar el

4
La cultura es “la clase de las cosas y acontecimientos que dependen de simbolizar, en cuanto son
consideradas en un contexto extrasomático” (White, [1959]1975:139).
5
“La cultura se desarrolla según aumenta la cantidad de energía aprovechada per cápita al año, o según
aumenta la eficacia de los medios instrumentales que ponen la energía en funcionamiento” ([1949]1993b:325).
152 Antropología y Medio Ambiente

progreso, ya que la energía utilizada depende del mismo. El sistema tecnológico


condiciona a los otros subsistemas, los convierte en subsidiarios; de ahí la critica a su
determinismo tecnológico-mecánico. En definitiva, la evolución está condicionada por
la facultad de extraer energía y por los diferentes grados de desarrollo tecnológico6. La
metáfora orgánica le permite ver la cultura como un proceso evolutivo.
Si bien White introduce la perspectiva ecológica, al reconocer la influencia del
entorno en la cultura, será Steward quien definitivamente integrará en su perspectiva
las interrelaciones entre cultura y naturaleza, aunque seguirá anclado en el modelo
dualista. Su aportación más notable reside en su conceptualización de la adaptación
cultural y de las relaciones entre entorno y cultura, que permite el desarrollo del nuevo
enfoque de la ecología cultural. Para Steward, el problema de la adaptación al entorno
(ecología) del ser humano radica en que se introduce el ‘factor superorgánico de la
cultura’. De ahí que “el problema de explicar el comportamiento cultural del hombre es
de un orden diferente al de explicar su evolución biológica. Los modelos culturales ( )
no pueden analizarse del mismo modo que las características orgánicas”
([1955]1993:335). Crítica el papel minúsculo otorgado al entorno por parte de los
antropólogos que, al dedicarse a la historia y la cultura, han obviado el medio,
reservándole un ‘papel secundario y pasivo’. Según él, el concepto normativo de
cultura ha dejado de lado las adaptaciones ambientales, al considerarse que todo está
determinado por la cultura. Pero, la cultura no sólo se explica por la cultura, sino
también por el entorno. Así, se deshacía de la concepción circular de la cultura
ofreciendo un nuevo paradigma, “la ecología cultural difiere de la ecología humana y
social en la búsqueda por explicar el origen de modelos y características culturales
que caracterizan áreas diferentes más que por derivar principios aplicables a cualquier
situación cultural y ambiental. Difiere de las concepciones relativista neoevolutiva de la
historia cultural en que introduce el entorno local como factor extracultural en la
infructuosa suposición de que la cultura viene de la cultura” ([1955]1993:338)7.

White lo expresa en la siguiente fórmula E x T = C, donde E es la energía per cápita, T la eficiencia para
aprovecharla y C el grado de desarrollo cultural.
6
“Los sistemas culturales, igual que los del nivel biológico, tienen capacidad para crecer. Es decir, el poder de
captar energía es también la capacidad de aprovecharla cada vez más. Así, los sistemas culturales, igual que los
organismos biológicos, se desarrollan, multiplican y expanden” ([1949] 1993: 366).
7
Para Steward, los aspectos de la cultura son interdependientes, pero varía el grado y el tipo. El concepto de
‘núcleo cultural’ permite ver cómo existen elementos que están más vinculados a la subsistencia y a la economía
(también en el núcleo se encuentran las pautas sociales, políticas y religiosas), aunque existen otros elementos
secundarios que dependen de factores histórico-culturales, y que pueden dar una imagen distinta entre dos culturas
que tienen un mismo núcleo. Así, “la ecología cultural presta especial atención a aquellas características con las
Beatriz Santamarina 153

Como han señalado Valdés y Valdés, “Steward admitía la actuación conjunta


de una doble causalidad, la bioecológica y la cultural, pero fue incapaz de precisar
los respectivos ámbitos de aplicación” (1996:98). De todas formas, fue el precursor
de la problemática ambiental en la antropología, sentando tanto las bases para un
posterior análisis del interaccionismo como estimulando el debate entre sus
seguidores, divididos en dos posiciones extremas: el materialismo y el idealismo. La
discusión entre ambas posturas, entre razón práctica y cultura, queda personificada
en sus dos máximos exponentes, Harris y Sahlins respectivamente. Detrás de este
debate aparece, una vez más, la dicotomización naturaleza/cultura o, si se prefiere,
la reducción de una sobre la otra. Para el materialismo vulgar, la cultura se explica
en términos de naturaleza. Para el idealismo, la cultura es autónoma,
autodeterminante y explicable en sus propios términos.
El materialismo de Harris parte de considerar “que la vida social humana es
una reacción frente a los problemas prácticos de la vida terrenal” (1982:11), y que,
por tanto, el énfasis debe ponerse en la relación entre producción, reproducción y
ecología. Los condiciones tecnoecológicas y tecnoeconómicas ocupan un lugar
privilegiado en su formulación, ya que serán los factores responsables de la
organización social y la ideología. Este determinismo infraestructural viene
justificado porque los seres humanos no podemos cambiar las leyes de la
naturaleza, estamos sujetas a ellas. La tecnología permite alterar las tasas
productivas y reproductivas pero, aún así, queda sujeta a las leyes biológicas y
ecológicas, y a la capacidad de cada hábitat de ser modificado. Los
constreñimientos infraestructurales son los que determinan los componentes
estructurales y superestructurales8. Ejemplo de su argumentación lo encontramos en
su interpretación de los tabúes alimentarios (1989, 1997). Harris ([1985]1997)
cuestiona los postulados de Lévi-Strauss, planteándose si los alimentos son buenos
para pensar o para comer. Su respuesta es clara: “las gentes hacen lo que hacen
por buenas y suficientes razones prácticas y la comida no es a este respecto una
excepción” ([1985]1997:13). Así, las cosas, “la comida debe nutrir el estómago
colectivo antes de poder alimentar la mente colectiva” ([1985]1997:14). Para él, los

que el análisis empírico muestra estar más estrechamente relacionado en la utilización del entorno de modos
culturalmente prescritos” ([1955]1993:339).
8
“A la naturaleza le da lo mismo que Dios sea un padre amantísimo o un sanguinario caníbal. Pero no le es
indiferente que el período de barbecho de un campo cultivado por el método de roza dure un año o
diez”(1982:73).
154 Antropología y Medio Ambiente

alimentos ‘buenos para comer’ son, sin duda, aquellos que tienen una relación
coste/beneficio más óptimo en comparación con los que son ‘malos para comer’. En
esta relación coste/beneficio, nos dirá Harris, las culturas no sólo tienen en cuenta el
valor nutritivo sino también el coste/beneficio9 de la producción y sus efectos sobre
el medio. Las cocinas serán más carnívoras o más herbívoras dependiendo de las
poblaciones, los hábitats y los recursos tecnológicos, de tal forma que todos los
rasgos culturales tienen un sentido ecológico. El determinismo ambiental de su
explicación es evidente al otorgar al ambiente un papel sobresaliente en el desarrollo
de las culturas y al considerar los rasgos culturales como expresiones de la
racionalidad adaptativa. En suma, el materialismo cultural enarbolado por Harris,
reduce la cultura a la naturaleza, la ideología a la práctica, lo ideal a lo material, y
todo desde un determinismo infraestructural que desvaloriza el orden cultural y que
reduce sus explicaciones a la adaptación al medio por parte de los sistemas. Las
críticas a esta perspectiva han sido numerosas, aunque el ataque más directo le
viene formulado por Sahlins y Godelier10.
Nada más contrario al materialismo cultural que la posición adoptada por
Sahlins, la cual queda bien recogida en Cultura y Razón práctica ([1976]1997). En su
comienzo advierte: “este libro contribuye a una crítica antropológica de la idea de que
las culturas humanas se formulan a partir de la actividad práctica y, subyacente a ella,
del interés utilitario” (Sahlins, [1976]1997:9). Frente a la razón práctica, Sahlins
propone la razón simbólica o cognitiva; frente al postulado de que los humanos nos
movemos en un mundo material adopta la consideración de que somos los únicos
seres que tenemos esquemas significativos. De ahí que parta de la premisa de que la
cultura debe explicarse en términos de ella misma. Para él, las culturas son órdenes
significativos sistemáticos y no pueden ser simplemente aleatorias invenciones de la
mente. La cultura no puede ser vista como una variable dependiente de la lógica
práctica, ni debe ser entendida a partir de las fuerzas materiales; más bien al
contrario, los efectos materiales dependen de la interpretación cultural. Su postura
frente a la naturaleza es justo la inversa a la de Harris, puesto que para él se produce

9
Estos costes/beneficios se traducirían en las economías de mercado en ‘bueno para comer, bueno para
vender’.
10
Las principales críticas de Godelier al materialismo vulgar se centran en subrayar el reduccionismo que
establece Harris de las relaciones entre economía y sociedad, en su definición histórica como una serie de
hechos con cierta frecuencia estadística y en su concepción del término adaptación. Volveremos a Godelier más
adelante.
Beatriz Santamarina 155

una culturización de la naturaleza (‘naturaleza culturizada’). La naturaleza es sólo


materia prima en espera de que los seres humanos le den una forma significativa y un
contenido. El orden cultural es el encargado de definir la naturaleza, en este sentido,
las leyes de la naturaleza son indeterminadas. Esta concepción idealista reduce la
naturaleza a la cultura, de la misma forma que el materialismo reducía la cultura a la
naturaleza, e imposibilita pensar las relaciones naturaleza/cultura de otra forma que no
sea la confrontación y el menoscabo de una por la otra. Sahlins, en su empeño de
subrayar la dimensión ideológica, cae en la misma trampa que Harris.
Sin embargo, siguiendo con el desarrollo de la ecología cultural, vemos cómo
en los años setenta dicha perspectiva se apartó de los presupuestos de Steward y
puso mayor énfasis en los conceptos de adaptación y ecosistema. A ese nuevo
enfoque se le ha denominando sistémico, por el acento puesto en la interrelación de
factores dentro de un sistema que se considera autorregulado y funcional, y por el
estudio de los factores que inciden en la conservación del equilibrio de un sistema. En
Rappaport podemos apreciar el giro hacia esta nueva visión. El planteamiento inicial
es justo el inverso del visto hasta ahora: se trata de establecer qué es lo que no es
humano en vez de observar lo que es exclusivamente humano11. Así, al situar a los
seres humanos como animales, se pueden adoptar las perspectivas ecológicas y
biológicas en las generalizaciones antropológicas. El punto de partida es que “los
hombres son animales, y como todos los animales están indisolublemente ligados a
medios ambientes compuestos de otros organismos y sustancias inorgánicas de los
cuales deben obtener materia y energía para sustentarse y a los cuales deben
adaptarse para no perecer” (1975:269). Rappaport reconoce que en los seres
humanos nos encontramos con adaptaciones culturales al medio, pero en el proceso
de adaptación entran en juego las mismas reglas que podemos encontrar en la
adaptación biológica. Esto abre las puertas para la adopción de una perspectiva
ecológica. La complejidad está en las relaciones que se establecen entre naturaleza y
seres humanos porque “aunque el hombre actúa en la naturaleza de acuerdo con sus
conceptos y deseos, es sobre la naturaleza donde actúa, a la vez que ésta actúa
sobre el hombre” (1975:271). El problema radica en las discrepancias que existen
entre el ‘modelo percibido’ y el ‘modelo operativo’ en la comprensión de la naturaleza.

11
“Aunque la antropología ecológica comparte con el resto de la antropología cultural el objetivo de esclarecer la
cultura humana, difiere en una gran parte de aquella en que intenta explicar la cultura en términos de la parte que
juega en los aspectos de la existencia humana que son comunes a los seres vivientes” (Rappaport, 1975:268).
156 Antropología y Medio Ambiente

El trabajo de los antropólogos ecólogos será integrar ambas perspectivas para


‘evaluar la capacidad adaptativa’. Para Rappaport todo puede ser explicado como un
proceso adaptativo.
El neofuncionalismo de Rappaport se hace evidente en su explicación. Toda la
argumentación responde a un mecanismo discursivo circular: la adaptación cultural al
medio contribuye a mantener el equilibrio en el ecosistema porque es adaptativa. Al
partir de una inversión (de la especificidad humana se pasa al énfasis de su condición
de animal), legitima su posición de adoptar el lenguaje de la ecología para explicar la
cultura; los seres humanos como seres animales no escapan al natural proceso
adaptativo de cualquier especie. El medio condiciona todas las relaciones de los seres
humanos. La tensión entre ecología y cultura se resuelve a favor del primero. La
cultura es un factor independiente que funciona como instrumento de adaptación a la
naturaleza. Si bien reconoce la influencia entre ambas, parece que, en última
instancia, el medio impone restricciones. El enfoque sistémico reduce las
interrelaciones a constricciones en aras de un sistema equilibrado y autorregulado12.
En resumidas cuentas, podemos decir que la perspectiva ecológica tradicional
arrastra serias dificultades teóricas. Desde diversas ópticas encontramos críticas a los
planteamientos de la ecología cultural. El uso de la terminología de la ciencia
ecológica aplicada al estudio de la cultura genera más de un problema, empezando
por el polémico proceso de adaptación. El concepto implica que existen una serie de
rasgos que son adaptativos y otros inadaptativos; la dificultad está en establecer qué
condiciones son las que nos permiten atribuir las mencionadas características. Como
señala Godelier, “hay que concebir la adaptación y la inadaptación como dos aspectos
de una misma realidad dinámica, movida por sus propias contradicciones” (1989:59).
Además, el enfoque ha dejado de lado aspectos tan importantes como el conflicto o
como la construcción social de las relaciones con el medio. La tensión entre ecología

12
Tal enfoque será sustituido a finales de los setenta por la ecología evolutiva, una perspectiva individualista,
que bebe tanto de la teoría evolucionista y genética como de los modelos matemáticos. Las unidades de análisis
ya no serán las poblaciones sino los individuos, y el interés se centra en ver cómo un organismo individual es
capaz de desarrollar estrategias para resolver la adaptación al entorno. En los ochenta este enfoque conducirá a
un análisis procesual de las sociedades cazadoras-recolectoras (Optimal Foraging Theory). El presupuesto de
esta teoría es que la conducta depredadora ha sido proyectada por selección natural como adaptación a las
situaciones cambiantes, y que las respuestas procuran el mayor beneficio posible. Es decir, se trata de observar
a qué problemas se enfrenta un depredador para ver qué estrategias pone en marcha el individuo para
asegurarse la supervivencia y la reproducción. Según Valdés y Valdés, “las últimas investigaciones ecológicas en
antropología apuntan a una síntesis de estos dos enfoques, el sistémico y el individualista [...] La tendencia es
abandonar la concepción monolítica tanto del entorno como del organismo que se adapta a él y considerar la
variabilidad tanto ambiental como individual” (1996:101).
Beatriz Santamarina 157

y cultura sólo se resuelve en el plano simbólico a través de la denominación de este


enfoque como ‘ecología cultural’. Detrás se evidencian las dificultades de
conceptulizar la naturaleza y la cultura. Tras el determinismo ambiental, cuyo debate
se centraba en el modo en que la naturaleza actuaba sobre la cultura, y el enfoque
sistémico basado en el ecosistema, cuya premisa consideraba a la naturaleza y la
cultura como independientes pero en un sistema de influencia mutua, subyace un
mismo esquema dualista que permitía a los antropólogos tener un primer marco de
referencia para su interpretación (Milton, 2001b:17). Pese a que el planteamiento
iniciado por Steward intentaba establecer las interrelaciones entre ambas, la
naturaleza y la cultura se siguen viendo como realidades diferenciadas. El esquema
pasa de la mera confrontación a la búsqueda de influencias mutuas, pero ese
reconocimiento no escapa de la visión de dos entidades autónomas relacionadas
externamente.
A finales de los 80 y a lo largo de los 90, se aprecia un cambio profundo de
esta perspectiva. Biersack (1999a) expone que las nuevas ecologías han dejado de
lado los viejos debates (materialismo/idealismo) y dicotomías del pasado
(naturaleza/cultura). Al mismo tiempo, los flujos transnacionales y la articulación local-
global han contribuido a un cambio que ha dado lugar a nuevas perspectivas. La obra
de Rappaport representa -para Biersack- el puente entre el pasado, marcado por el
materialismo reduccionista, y el presente, caracterizado por una ecología neo-
materialista. En este sentido, lo considera como el precursor de las emergentes
ecologías actuales y como el antecedente inmediato para entender la nueva dirección
de la antropología ecológica. Para él, las nuevas ecologías beben de muy distintas
fuentes y, aunque se enmarcan en el contexto de las viejas ecologías, se distancian
de ellas al incorporar diferentes tradiciones analíticas (economía política, antropología
simbólica y antropología histórica). Pese a la dificultad de establecer sus genealogías,
el autor reconoce el legado rappaportiano en las mismas, de ahí que se convierta en
puente. Según Biersack, las críticas suscitadas tras la publicación de Cerdos para los
antepasados, en el contexto de la controversia entre materialistas e idealistas, fueron
contestadas por Rappaport mediante dos textos claves: Ecology, Meaning and
Religion (1979) y en el epílogo de la nueva edición de Cerdos para los antepasados
(1984). En ellos, el autor se distancia del funcionalismo y del reduccionismo
materialista de su obra, desarrollando una hipótesis sobre la complejidad de la
158 Antropología y Medio Ambiente

condición humana. Rappaport redefine, en estos escritos13, su ecología, ya no habla


en términos de la utilidad adaptativa de la cultura, sino que la considera como un
aparato heurístico que permite poner al descubierto los aspectos disfuncionales de las
relaciones ser humano-naturaleza, insistiendo en la complejidad de la condición
humana, que es al mismo tiempo significante y natural. Para Biersack, “Rappaport
había llegado a la conclusión de que la vida es intersticial, a caballo entre la
Naturaleza y la Cultura. Ser humano exige vivir la relación entre la Naturaleza y la
Cultura y habitar un mundo basado en esa relación” (1999a:7). Dicha reorientación, no
determinista y no reduccionista, sienta las bases para el desarrollo de nuevas
ecologías, al distanciarse de la disyuntiva entre idealismo y materialismo y al
introducirse en el terreno de la ecología política.
La deconstrucción del modelo dualista y los cambios actuales han forzado a
repensar las proposiciones reduccionistas del pasado. En el contexto de la
globalización, la nueva antropología ecológica, o medio ambiental, debe diferenciarse
de la de antaño no sólo por las nuevas unidades analíticas y los métodos utilizados,
sino por su conciencia política frente a la vieja antropología ecológica (Kottak, 1999).
Para Kottak, los antropólogos son testigos de las amenazas externas que sufren las
personas estudiadas y no pueden, ni deben, quedarse indiferentes. De ahí que
aparezcan nuevas orientaciones, como la ecología política, más comprometidos con la
realidad que viven.
En definitiva, podemos decir que la antropología adoptó pronto el modelo
ecológico, dando al entorno un papel protagonista, aunque dicha incorporación no
estuvo exenta de serias dificultades teóricas y metodológicas. El nuevo giro de la
ecología cultural hacia nuevas ecologías (simbólica, histórica, y política) pone en
evidencia la necesidad de romper las dicotomías de antaño y la urgencia de explorar
nuevos campos de análisis más acordes con la transformación del mundo de hoy.

2.2 Perspectiva simbólica-cognitiva

Como venimos apuntando, en la disciplina ha habido un esfuerzo por situar


diferencialmente su producción respecto a otras disciplinas y otros objetos. Las

13
En su último libro, Ritual y Religión (1999), podemos ver claramente el cambio en los planteamientos de
Rappaport.
Beatriz Santamarina 159

características intrínsecas de lo ‘humano’ han permitido extraer las condiciones


necesarias para la constitución de una forma de vida distinta a la de otros seres. El
énfasis se ha puesto en la diferencia, dando paso a una reflexión sobre la alteridad
(quiénes, cómo, qué somos y quiénes, cómo, qué son los otros). En dicha elaboración
encontramos un dispositivo clásico en la construcción de identidades: nos asimilamos
a la naturaleza (otro) y la establecemos como parte integrante de lo nuestro; y la
expulsamos de lo nuestro, marcando límites que nos diferencien de un todo. La
expresión de la búsqueda de la naturaleza humana resume esta doble estrategia y, en
este sentido, lo simbólico ha jugado un papel destacado como marca de diferencia.
Cassirer, desde la antropología filosófica, se plantea qué es lo que realmente
nos distingue del resto de organismos; para él la respuesta está en el modo, tanto
cuantitativo como cualitativo, de adaptarse al medio. Los seres humanos
experimentan con respecto a los animales una realidad no sólo más amplia sino
también distinta14. Los seres humanos retardan su respuesta al medio porque el
individuo “ya no vive solamente en un puro universo físico sino en un universo
simbólico” (1965:47). Esta es la diferencia fundamental entre los dos mundos, el
natural y el cultural. Gracias al simbolismo Cassirer puede establecer una frontera
nítida entre dos formas de vida. La posibilidad de establecer la ‘clave de la naturaleza
del hombre’ la realiza a través de la diferencia. La alteridad se construye frente a los
‘otros seres’ al ofrecernos el referente necesario para pensarnos. En Cassirer
podemos ver cómo dentro del modelo dualista la naturaleza ha sido utilizada como
delimitadora y sustentadora de un orden diferente que permite hablar desde un lugar
distinto del mundo natural, situándonos en un plano opuesto al resto de los ‘otros’ por
nuestras propias características constitutivas. El situar lo animal frente a lo cultural
(somos seres simbólicos) proporcionaría un primer esquema analítico. Pero las
aportaciones más relevantes en el campo simbólico-cognitivo han venido de la
consideración de la naturaleza como modelo de orden y clasificación, y como
esquema analítico para la comprensión de múltiples procesos sociales. En este
sentido, destaca el estructuralismo de Lévi-Strauss. En su teoría, el par
naturaleza/cultura juega un papel fundamental como principio metodológico (Lévi-
Strauss, [1962]1988:358), aunque su consideración de la naturaleza y cultura va

14
“Existe una diferencia innegable entre las reacciones orgánicas y las respuestas humanas. En el caso primero,
una respuesta directa e inmediata sigue al estímulo externo, en el segundo la respuesta es demorada, es
interrumpida y retardada en un proceso lento y complicado de pensamiento” (1965:47)
160 Antropología y Medio Ambiente

modificándose a través del tiempo. Dicho eje atraviesa toda su argumentación en dos
sentidos: en primer lugar, el paso de la naturaleza a la cultura instaura la norma y el
orden; en segundo lugar, aparece como base para comprender los procesos mentales
y los principios organizativos de categorización y diferenciación social a partir de los
objetos naturales.
En Las estructuras elementales de parentesco ([1949]1981) podemos ver cómo
el puente entre naturaleza y cultura constituye el cimiento, no sólo de su teoría del
parentesco, sino también de toda su concepción antropológica. Para Lévi-Strauss, el
átomo de parentesco es la alianza, o en negativo, la prohibición del incesto y la función
de esta prohibición consiste en impulsar el intercambio recíproco de las mujeres. El
incesto se elevará a la expresión de un principio universal de reciprocidad y, aunque
éste no sea un principio explicativo, sí lo será orientativo. Además, el principio de
reciprocidad es remitido finalmente a la estructura mental subyacente. Lévi-Strauss
parte de formular una cuestión clave en su interpretación, “¿Dónde termina la
naturaleza? ¿Dónde comienza la cultura?” ([1949]1981:36). Él mismo dice que es
imposible saber dónde se produce el pasaje de una a otra. Sólo sabemos que, cuando
aparece la regla, estamos hablando de cultura y que, cuando tomamos como criterio
lo universal, hemos atravesado la frontera de la naturaleza. Así, pasa a demostrar que
la prohibición del incesto cumple los dos criterios que definen tanto a la cultura como a
la naturaleza: la regla y la universalidad. La regla del incesto es social pero, al mismo
tiempo, es presocial por la universalidad y por el tipo de relaciones que impone su
norma. La prohibición se encuentra en el umbral de la cultura, en la cultura y es la
cultura misma. No tiene un origen cultural o natural, constituye “el pasaje de la
naturaleza a la cultura (...) el vínculo de unión entre una y otra” ([1949]1981:59).
Supone el nacimiento de un nuevo orden al superarse ‘la naturaleza a sí misma’. De
modo que el incesto representa “el pasaje del hecho natural de la consanguinidad al
hecho cultural de la alianza” ([1949]1981:66)15. En este sentido, el incesto instaura la
regla (domestica el azar) al establecer un orden que inaugura la organización. La
prohibición del incesto es el estigma del principio de organización. Supone un sistema
de prestaciones y contraprestaciones que conecta a los miembros entre sí. La regla

15
La misma naturaleza actuaría bajo el doble principio de dar y recibir, que se traduce en la oposición de
matrimonio y filiación. La alianza está más libre puesto que la naturaleza no le fija su contenido; inversamente, la
filiación se halla determinada por la naturaleza. La alianza se presenta como el único fenómeno universal sobre
el que la naturaleza no ha acabado de decirlo todo, la impone pero sin determinarla. El papel desempeñado por
la cultura es el de sustituir el desorden por la organización.
Beatriz Santamarina 161

permite afirmar lo social sobre lo natural, lo colectivo sobre lo individual, lo organizado


sobre lo caótico. La exogamia es la expresión social ampliada del incesto. Ambas,
exogamia e incesto, son en lo formal idénticas para Lévi-Strauss. El contenido
negativo que se esconde tras ellas, se transforma en motor insustituible de
intercambio. De manera que la exogamia representa el arquetipo de la reciprocidad,
mientras que el incesto se transforma en la donación por excelencia y en carácter total
de todo sistema de parentesco ([1949]1981). El vínculo de la alianza asegura la
primacía de lo social sobre lo biológico, lo cultural sobre lo natural16. El incesto se
convierte en el principio de la cultura y en el final de la naturaleza. Una metáfora del
eslabón perdido que le permite situar a la cultura sobre la naturaleza, una concepción
del tránsito de una a otra que es, a la vez, evolutiva y brusca. La cultura se sitúa en el
orden, la regla es su identificación por excelencia. La naturaleza se ubica en el
desorden, la universalidad es su característica. Y el incesto bebe de ambas, abriendo
paso a la alianza, a la familia; en definitiva, a la sociedad. Vemos, pues, cómo el eje
naturaleza/cultura se convierte en el principio que dota de sentido a su argumentación,
aunque la brusquedad de dicha demostración hipotética (el paso de una a otra) no
resulta muy convincente.
Pero, como ya hemos apuntado, en la obra levistraussiana la relación entre
cultura y naturaleza es también clave en otro sentido. Si en el parentesco veíamos el
tránsito entre naturaleza y cultura, ahora veremos cómo el pensamiento se convierte
en ‘mediador’ entre ambas esferas. Para Lévi-Strauss, la naturaleza ofrece a los
seres humanos un esquema de intelección que éstos ciertamente aprovechan, “el
mundo vegetal y el mundo animal no son utilizados solamente porque se encuentren
ahí, sino porque proponen al hombre un método de pensamiento (...) la vinculación
real entre los dos órdenes es indirecta, porque pasa por la mente” ([1962]1997:26)17.
La evolución de un conocimiento sistemático no puede deberse de forma exclusiva a
su uso práctico (satisfacer las necesidades), sino que su desarrollo se corresponde

16
Lenguaje e incesto jugarán para el autor el mismo papel universal ([1949]1981:571), mientras que lenguaje y
exogamia cumplen la misma función de comunicación entre los hombres.
17
Según Malinowski o Radcliffe-Brown, todo animal totémico podía ser explicado por el principio de ‘bueno para
comer’; sin embargo, para Lévi-Strauss dicha teoría no deja de ser una imagen simplista del tótem que, en cierta
medida, se corresponde con las visiones tradicionales acerca de los pueblos salvajes o primitivos. En dicho
sentido aclarará “nunca y en ninguna parte, el ‘salvaje’ ha sido, sin la menor duda, ese ser salido apenas de la
condición de animal, entregado todavía al imperio de sus necesidades y de sus instintos, que demasiado a
menudo nos hemos complacido en imaginar y, mucho menos, esa conciencia dominada por la afectividad y
ahogada en la confusión y la participación” ([1962]1988:69).
162 Antropología y Medio Ambiente

más bien a exigencias intelectuales18. El sistema totémico se revela como una


reflexión particular que permite el ordenamiento y la clasificación de la realidad. El
mundo natural ofrece al mundo social una nomenclatura privilegiada para denotar y
no sólo se utiliza porque existe sino porque sirve como método de pensamiento. El
totemismo permite establecer principios de categorización y diferenciación social,
por lo que resulta absurdo considerarlo un mero recurso primitivo. Además, el hecho
de establecer un orden está en la base de todo pensamiento; por tanto, el
pensamiento salvaje no hace otra cosa que hacer suya la exigencia de orden. La
gran virtud del totemismo es adoptar códigos que permiten la transformación de
mensajes de diferentes niveles. Una de las funciones principales del operador
totémico será la “mediación entre naturaleza y cultura” ([1962]1988:136). La
naturaleza se convierte en objeto de pensamiento y ofrece un modelo de
diferenciación para la cultura: “el totemismo establece una equivalencia lógica entre
una sociedad de especies naturales y un universo de grupos sociales (...) la división
natural y la división social son homólogas; y la elección de la división en un orden
implica la adopción de la división correspondiente en el otro, al menos como forma
privilegiada” ([1962]1988:155). Así, se establece una homología entre dos sistemas
de diferencias, uno en la naturaleza y otro en la cultura. Los seres humanos se valen
de mediadores para superar la oposición naturaleza/cultura y poder pensar en
términos de totalidad organizada. Las taxonomías y clasificaciones que operan en
los sistemas indígenas resultan al final ser, en el plano de lo formal, idénticas a las
utilizadas por el biólogo. Lévi-Strauss se esfuerza en demostrar la semejanzas que
existen entre el pensamiento salvaje y el científico19, reconociendo que “el sistema
entero del conocimiento humano cobra, así, un carácter cerrado” ([1962]1988:390).
Pero el estructuralismo lévistraussiano no ha sido el único en reparar que el
mundo natural ofrece un modelo de pensamiento para el mundo social, a partir de la
confrontación naturaleza-cultura. En este sentido, el libro que mejor recoge esta
tradición quizás sea el de Douglas, Símbolos Naturales. Como la autora reconoce “el
título de este volumen encierra a primera vista una contradicción. La Naturaleza se

18
“Se comprende que las especies naturales no sean elegidas por ‘buenas para comer’ sino por ‘buenas para
pensar’” ([1962]1997:131).Como ya vimos dicha permisa será contestada por el materialismo cultural (Harris,
[1985]1997).
19
La diferencia entre tipos de conocimiento (salvaje/científico) se diluye, según Lévi-Strauss, porque ambos
constituyen “los dos niveles estratégicos en que la naturaleza se deja atacar por el conocimiento científico: uno
de ellos aproximativamente ajustado a la percepción y la imaginación y el otro desplazado” (Lévi-Strauss,
[1962]1988:33).
Beatriz Santamarina 163

conoce por medio de símbolos (...), artificios y convencionalismos, y, por ello,


contrarios a lo natural” ([1970]1988:13). La naturaleza se interpreta por medio de
símbolos fundados en la experiencia y los símbolos son una elaboración del
pensamiento. No tiene sentido, pues, hablar de un sistema ‘natural’ de símbolos
naturales. En primer lugar, porque todo sistema de símbolos se desarrolla en un
contexto particular, se rige dentro de un esquema general más amplio y con unas
normas particulares; en segundo lugar, porque las propias características de una
cultura los hacen diferentes; y tercero, porque la propia estructura social condiciona
aún más la diversificación. Su argumentación acaba siendo paradójica: parte de una
culturización de la naturaleza y su demostración se convierte en una naturalización de
la cultura. El problema reside en que, a veces, aplica una definición antropológica al
término naturaleza y otras se rige por el lenguaje común. Al final, resulta que la cultura
construye sistemas simbólicos a partir de la experiencia de la naturaleza, y que la
naturaleza ofrece un ‘sistema natural’ de símbolos, “la búsqueda de símbolos
naturales se transforma así, en la búsqueda de sistemas naturales de simbolización”
([1970]1988:14).
Douglas inicia su propuesta distanciándose de Lévi-Strauss, aunque el modelo
aplicado no deja de ser muy diferente en el plano de lo formal. Sigue un
estructuralismo de corte durkheimiano, al considerar que no es la mente, con las
oposiciones binarias, la que determina la aprehensión, sino la propia estructura social
quien prescribe la forma en que conocemos. Según ella, el cuerpo social determina la
experiencia del cuerpo físico, en la medida que la imagen que tenemos de éste se
corresponde con una determinada experiencia social. Las categorías a través de las
cuales percibimos el cuerpo se corresponden con las categorías sociales20. Lo
importante es señalar que “el cuerpo físico puede tener un significado universal sólo
en cuanto sistema que responde al sistema social” ([1970]1988:107). No existen
símbolos naturales que no respondan a la experiencia de una estructura social. De
hecho, los símbolos naturales permiten manifestar la relación que se establece entre
el individuo y la sociedad, simbolizan la correspondencia de las partes con el todo.
Así, Douglas invita a una reflexión sobre las categorías culturales a través de las
cuales los sistemas simbólicos persiguen la construcción de un orden. Los símbolos

20
Existe “una tendencia natural a expresar determinado tipo de situaciones por medio de un estilo corporal
adecuado a ellas. Esa tendencia puede calificarse de natural en tanto que es inconsciente y se obedece a ella en
todas las culturas” (Douglas, [1970]1988:93).
164 Antropología y Medio Ambiente

expresan la cosmología de una sociedad, establecen las directrices, y con ellas, las
normas y el control social. Las categorías sociales se expresan por símbolos
‘naturales construidos’ pero, a su vez, parece como si existiera, en su explicación, un
‘natural’ sistema de ‘símbolos naturales’ que facilitaría la correspondencia de
categorías. Es preciso retener que Douglas, al igual que Turner, como veremos a
continuación, considera que se produce una culturización de la naturaleza.
En Turner ([1967]1980) podemos ver otro ejemplo de la utilización de la
dicotomía naturaleza-cultura como marco analítico para la interpretación. En cada
ritual, nos dice, podemos encontrar una teleología propia con unos fines
determinados, siendo los símbolos los vehículos a través de los cuáles se pueden
alcanzar esos fines. Los símbolos son representaciones sociales, hechos sociales.
Así, ve las celebraciones rituales “como fases específicas de los procesos sociales por
los que los grupos llegaban a ajustarse a sus cambios internos y adaptarse a su
medio ambiente” ([1967]1980:22). Para Turner, lo importante es establecer de partida
cuáles son las características propias de los símbolos rituales. Estos presentan tres
rasgos fundamentales: la propiedad de condensación; la capacidad de unificar
significados dispares; y la polarización de sentido. Este último está referido a los dos
polos de sentido: uno ideológico y uno sensorial. En el primero, los significados se
refieren a elementos de los órdenes moral y social, se encuentra en él una distribución
de las normas y valores de la sociedad, los principios de organización social; en el
segundo polo, los significados están referidos a fenómenos naturales o fisiológicos,
existe una correlación entre el contenido y la forma externa del símbolo. Los símbolos
son multirreferenciales, “su cualidad esencial consiste en su yuxtaposición de lo
groseramente físico con lo estructuralmente normativo, de lo orgánico con lo social”
(Turner, [1967]1980:33). Dicha culturización de la naturaleza, expresada a través de
los símbolos, es lo que para Turner hace posible la aceptación del sistema social. Los
símbolos rituales son medios para conducir la realidad social y natural ([1968]1990). El
ritual, a través de sus símbolos, pone de relieve elementos de su cultura y, a su vez,
los relaciona con regularidades naturales y fisiológicas. Es una ‘representación
económica’ de aspectos fundamentales, “en la medida en que representa la
destilación o la condensación de muchas costumbres seculares y de muchas
regularidades naturales” (Turner, [1967]1980:55). Los símbolos son capaces de
aglutinar, por un lado, referentes de carácter natural y, por otro, los principios que
Beatriz Santamarina 165

rigen la sociedad. Dicha particularidad hace que un mismo símbolo represente


conjuntamente lo moral y lo material, lo obligatorio y lo deseable21. La cultura socializa
a la naturaleza, en la medida en que la experiencia fisiológica de los humanos sirve
como fuente de configuraciones primarias que le permiten una primera taxonomía
para interpretar la realidad. Los símbolos son capaces de encapsular lo groseramente
físico con lo normativo estructural.
En definitiva, el modelo dualista es evidente detrás de las explicaciones de
Douglas y Turner; además, sería injusto no reconocer la notable influencia que estos
autores recibieron del legado levistraussiano. De hecho gracias al trabajo de Lévi-
Strauss, se estimularon los estudios simbólicos sobre los objetos y animales naturales
como modelos de organización social. Y fue precisamente un alumno suyo, Descola,
quien introdujo una nueva perspectiva, al conjugar la antropología simbólica con la
antropología ecológica, dando como resultado el desarrollo de la ecología simbólica22.
Pero, quizás, el legado más importante de la obra de Descola ha sido cuestionar las
argumentaciones clásicas de la antropología ecológica, lo que ha permitido una nueva
reconsideración de la dicotomía entre naturaleza y cultura23. En sus trabajos este
autor reconoce la influencia que ha recibido tanto del estructuralismo lévistraussiano
como de la antropología marxista de Godelier, señalando que ambos le han enseñado
que, para comprender las lógicas sociales, es necesario estudiar los modos materiales
e intelectuales de la socialización de la naturaleza. Para él, la ecología24 debe ser
entendida como un hecho social total, es decir, como una síntesis de elementos
técnicos, económicos y religiosos. Por tanto, para comprender la socialización de la

21
Turner pone, como ejemplo, la clasificación de los colores en el ritual ndembu, un sistema clasificatorio basado
en una tríada de colores. En el contexto ritual, los colores son símbolos que representan la experiencia humana
de lo orgánico, los productos del cuerpo humano, y esa experiencia física vinculada a los colores es, a su vez,
expresión de las experiencias de las relaciones sociales. Además, los colores no sólo manifiestan las
experiencias corporales, sino que suponen un esquema de clasificación fundamental de la realidad.
22
Biersack (1999a) reconoce que Descola fue el primero en utilizar el neologismo ‘ecología simbólica’, aunque
apunta que existieron numerosos antecedentes al mismo. Entre ellos destaca, como fundamental, el legado de
Rappaport por su distinción entre modelos cognitivos y modelos operativos y por la importancia que otorga a la
construcción de la naturaleza. No obstante, ve en la mitología de Lévi-Strauss, en la antropología simbólica de los
60 y 70, en la etnosemántica de los 50 y 60, y en el estudio de Mauss y Durkheim sobre la clasificación primitiva, los
primeros pasos hacia la misma. Además, considera que el trabajo de MacCormak y Strathern (1980) fue el primero
en explicitar que la naturaleza era una construcción socialmente variable. Por otra parte, señala que la ecología
simbólica también ha sido influenciada por diferentes disciplinas que van desde la geografía cultural o la historia del
arte, hasta la ecocrítica en literatura y los estudios de historia sobre la construcción histórica de la naturaleza.
23
Anteriormente, Strathern (1980) ya había insistido en la necesidad de no interpretar bajo nuestros esquemas
de naturaleza, cultura y sociedad a otras culturas, puesto que ‘naturaleza y cultura’ son productos culturales, no
realidades dadas.
24
Descola la define como “el estudio de las relaciones entre una comunidad de organismos vivos y su medio”
(1986:15)
166 Antropología y Medio Ambiente

naturaleza hay que combinar de forma indisoluble los aspectos materiales y los
simbólicos, es imposible separar las determinaciones técnicas de las mentales.
Su punto de partida es rechazar las dos concepciones dominantes sobre las
relaciones de los seres humanos con el medio, ya que una se caracteriza por el
énfasis puesto en las producciones mentales, y la otra por la reducción de la práctica a
la función adaptativa, ignorando todo significado. En contraste, Descola considera
que, para acceder a las relaciones ser humano-naturaleza, es necesario observar las
interacciones simbólicas entre las técnicas de socialización de la naturaleza y los
sistemas simbólicos que las organizan. Así, muestra cómo la práctica social de la
naturaleza se articula a la vez sobre la idea que la sociedad tiene de sí misma, sobre
la idea que se hace de su medio ambiente natural y sobre la idea que se forma de su
intervención sobre este medio ambiente. De su aportación, interesa resaltar, sobre
todo, la ruptura de la dicotomía naturaleza/cultura. A través de su etnografía,
demuestra la existencia de otros modelos culturales de aprehensión de la naturaleza
alejados del nuestro. Al analizar el orden antropocéntrico de los achuar pone en
evidencia que, en su construcción de la naturaleza, no existe división entre naturaleza
y cultura; los animales, las plantas y los humanos pertenecen a la misma comunidad y
están sujetos a las mismas reglas. La idea de la naturaleza como una realidad
independiente es totalmente extraña en dicha comunidad; para ellos existe una
continuidad entre los seres humanos y los seres de la naturaleza, entre el mundo
cultural de la sociedad humana y el mundo natural de la sociedad animal. No existe
una separación entre lo natural, lo humano y lo sobrenatural y esta continuidad es
patente en símbolos, rituales y prácticas. Las relaciones sociales engloban a un todo.
Como reconoce el propio Descola, ésta es una de las lecciones más importantes que
ha recibido: “La naturaleza no existe en todas partes ni es eterna; o más exactamente,
que esta separación radical establecida hace mucho tiempo por Occidente entre el
mundo de la naturaleza y el mundo de los hombres no tiene mucha importancia para
otros pueblos que confieren a las plantas y los animales los atributos de la vida social,
los consideran como sujetos antes que como objetos y no sabrían, por tanto,
expulsarlos a una esfera autónoma” (Descola, 1993:440). Y esta lección es, sin duda,
una contribución fundamental para acabar con una dicotomía tan fuertemente
instalada en nuestra práctica social y en la disciplina antropológica. La posibilidad de
reconocer otros modelos locales de naturaleza ha supuesto iniciar un nuevo
Beatriz Santamarina 167

movimiento contra el reduccionismo etnocéntrico y contra los prejuicios presentes en


las concepciones sobre las relaciones medio ambiente/ser humano.
Pero, Descola (1999) va más lejos, al concluir que la manera en que una
sociedad conceptualiza sus relaciones con un medio dado es independiente de las
características locales del ecosistema y de las técnicas de uso de los recursos25.
Esta idea la justifica con dos ejemplos etnográficos, mostrando que sociedades con
una organización social comparable, un ecosistema similar y unas técnicas
idénticas, perciben sus relaciones con el medio ambiente de forma muy diferente; y,
a la inversa, observando cómo sociedades que tienen ecosistemas completamente
diferentes, con técnicas disímiles, perciben el medio de manera similar. Estos casos
le llevan a preguntarse ‘¿de qué dependen entonces los valores?’ ‘¿cuál es la
naturaleza de los esquemas?’. Para él, los ‘esquemas prácticos de la práctica’
estructuran la forma en que se construyen las representaciones del medio y la
manera en que se interactúa con él, de forma que existe una correspondencia
estrecha ‘entre los modos de objetivación y el tratamiento de los humanos’ y ‘los
modos de objetivación y el tratamiento de los no humanos’. Los esquemas no son
para Descola estructuras universales del pensamiento humano, sino más bien
modelos mentales que orientan las relaciones con el medio y que varían en el
tiempo y en el espacio. Horizontes éticos que cada cultura escoge privilegiando unas
relaciones sobre otras.
El postestructuralismo de Descola ha contribuido de forma directa al
replanteamiento del modelo dualista y ha influido en numerosos autores al situar el
simbolismo y la ecología dentro de una perspectiva dinámica26. En esta línea,
distintas aportaciones han puesto de manifiesto cómo existen otras formas de
concebir las relaciones naturaleza-cultura. Howell (1996) ha señalado que el
esquema dualista occidental debe considerarse, no tanto un principio universalista,
como un ejemplo etnográfico, entre otros, de cómo los seres humanos construyen su
identidad y su medio ambiente. En su trabajo sobre los chewongs muestra cómo
dicho grupo mantiene una cosmovisión del mundo muy alejada de nuestro modelo:

25
“Una experiencia etnográfica en Amazonia me ha convencido finalmente de la idea que las ligaduras técnicas y
ecológicas no son informaciones que existen fuera del pensamiento, y que las lecciones económicas de una
sociedad son mayormente debidas a la manera en que sus miembros se representan la relación con los
componentes orgánicos e inorgánicos de su entorno” (Descola, 1999:118).
26
Como él mismo apunta, “comprender los mecanismos que hacen posible, en los diferentes contextos
históricos, la actualización de estos esquemas de la práctica me parece que constituyen la tarea prioritaria de
168 Antropología y Medio Ambiente

no existe ni una separación entre los seres humanos y los animales, ni entre el
cuerpo y la mente, ni entre el mundo natural y el cultural. No tienen una categoría
que haga referencia a lo que nosotros entendemos por naturaleza, las distinciones
entre seres, objetos y plantas las establecen en función de si son personajes o no.
Una frontera que, en cualquier caso, nos dice el autor, es fluida. Rival (1996), por su
parte, en su estudio sobre los huaorani, pone en evidencia cómo en su cosmología
no hay separación entre el mundo animal y humano, ambos se relacionan
activamente. Y, por poner otro ejemplo, Arhem (1996) señala que entre los makunas
no se da una división jerárquica entre la naturaleza y la cultura, sino un orden
integrado donde los seres (humanos, espíritus, animales y plantas) están
interconectados en una continuidad entre naturaleza y cultura.
En este sentido, la ecología simbólica ha permitido que lo simbólico y lo
material dejen de ser vistos como dicotómicos, reconociendo que interactúan y que
dicha interacción es la que tiene efectos en la realidad. Así, es posible descubrir que
las relaciones humano/naturaleza son dialécticas, siendo el medio ambiente tanto un
producto de esas relaciones como de sus sedimentaciones. Frente a las nociones
clásicas de nicho y medio ambiente (caracterizadas por lo físico, estático, ahistórico,
no relacional...), aparecen nuevas apuestas para definir el entorno. Tal es, por
ejemplo, el caso de Biersack (1999b) que nos propone la noción de ‘lugar’ para una
antropología de la naturaleza focalizada en la interacción de lo simbólico y la
realidad física27. El lugar entendido como una construcción discursiva y material, es
decir, como un producto de la imaginación humana y de la historia, pero también una
realidad material producida por las relaciones sociales28.
Para concluir, podemos decir que la dimensión simbólica de la naturaleza cobra
hoy un nuevo protagonismo, al poner en evidencia que existen muchos modos de
edificar las relaciones ser humano/naturaleza y al sacar a la luz las prácticas, las
instituciones y los discursos que condicionan nuestra percepción del medio. La
percepción dualista se sustenta, desde la época clásica, en la filosofía moral de

una ciencia social renovada que no hace más distinciones entre los objetos de la antropología, de la historia y de
la sociología” (1999:128).
27
Define el lugar como un término flexible que analice las articulaciones local/global y la dialéctica entre lo
simbólico/lo material.
28
Biersack (1999b) realiza un estudio sobre la minería de oro en Papúa Nueva Guinea siguiendo los modelos
cognitivos de Rappaport. En el mismo señala que, para poder interpretar la cosmología y mitología actual de los
paielas, es necesario entender que se trata de modelos cognitivos híbridos resultado del conjunto de las
relaciones entre lo simbólico y lo material.
Beatriz Santamarina 169

occidente y trae consigo una jerarquización que legitima distintos campos de


dominación. El desarrollo de la ecología simbólica abre las puertas de una crítica más
rigurosa sobre nuestro sistema de representación del mundo. Esta desmantelación
sistemática de categorías interpretativas que han condicionado los discursos
etnográficos, es un primer paso hacia una antropología crítica.

2.3 Perspectiva política

La dimensión política de la naturaleza ha sido obviada durante largo tiempo en


la disciplina antropológica. La dicotomía naturaleza-cultura y el reduccionismo implícito
que conllevaba no fue superado hasta mediados de los ochenta. Además, en este
periodo, el aumento de los problemas y desastres ecológicos provocó una respuesta
por parte de diferentes perspectivas teóricas. El postmodernismo, el feminismo o el
marxismo, se hicieron participes de la discusión sobre la crisis ecológica impulsando el
desarrollo de la ecología política. En la práctica antropológica, la ecología política es
un nuevo enfoque que introduce en sus análisis las relaciones entre economía,
ecología y poder, alejándose de las viejas ecologías al considerar las relaciones
locales/globales y al partir del presupuesto de que el mundo de hoy se caracteriza por
flujos constantes que no permiten seguir viendo a las culturas como islas. En este
sentido, ha sabido incorporar a sus trabajos diferentes aproximaciones y disciplinas,
como la crítica posmoderna a las concepciones clásicas de la cultura y del trabajo de
campo (Clifford y Marcus, 1991), que han supuesto un movimiento de renovación; las
aportaciones de Foucault (1991, 1994, 1997) a la investigación sobre las
interrelaciones entre poder/saber/discurso, su concepción de la gubernamentalidad y
su contribución al estudio de las técnicas y aparatos disciplinarios, que han puesto de
manifiesto la necesidad de prestar una mayor atención a los mecanismos de poder;
las nuevas propuestas marxistas en el análisis de lo ecológico, como la capitalización
de la producción y de la representación. (O’Connor; 1992, O’Connor, 1994), que ha
contribuido a desarrollar la necesidad de profundizar sobre lo ecológico en los
conflictos sociales; o las críticas surgidas del feminismo, como las elaboradas por
Holland-Cunz (1996), Mies y Vandana (1997,1998) o, desde una posición contraria a
éstas últimas las de Salleh (1994 y 1995) y Molyneux y Steinberg (1994). De dichas
elaboraciones se ha sabido beneficiar la perspectiva antropológica de la ecología
170 Antropología y Medio Ambiente

política, que se distancia de la ecología simbólica al conceder mayor importancia a la


politización de las representaciones y al papel jugado por los discursos con sus
efectos políticos y materiales. Buen ejemplo de ello es la ecología política
postestructural de Escobar (1995b), quien considera el discurso, no como un reflejo de
la realidad, sino como la constitución de la realidad misma. Para él, la comprensión
cultural dominante, la narrativa, define los tipos de comportamiento deseables y
razonables y la forma de los modelos de uso de los recursos.
Según Comas D’Argemir (1998) es difícil determinar los precedentes en el
desarrollo de la ecología política en la antropología si bien los autores más citados
son: Wolf, que aplica por primera vez el término de ecología política29, y Polanyi y
Geertz, que realizan sus trabajos bajo esta perspectiva30. Siguiendo a Comas, en la
obra de Polanyi La gran transformación (1944) encontramos un análisis que se
aproxima mucho a la ecología política actual. En él, el autor se plantea cómo el
mercado capitalista convierte a la naturaleza en mercancía, y cómo en una sociedad
dominada por la lógica del mercado se subordina lo social a la obtención del máximo
beneficio. Por su parte, Geertz (1963), plantea que para comprender la involución
agrícola, el proceso que produce una intensificación del trabajo para conseguir
rendimientos, es necesario atender a los factores políticos, la colonización y la
independencia.
Pero, sin duda, en la obra de Wolf (1982), podemos ver sintetizadas las
aportaciones a la ecología política. Entre ellas nos parece fundamental resaltar dos.
En primer lugar, el énfasis puesto en las conexiones entre lo local y lo global, con el
objeto de sacar a la luz que “la gente que dice que la historia le pertenece como la
gente a quien se le ha negado la historia afloran como participantes en la misma
trayectoria histórica” (Wolf, 1982:39). Así, insiste en que es necesario considerar al
mundo como un todo de relaciones. En este sentido, Wolf considera que la
hegemonía ideológica reduce los nombres (naciones, culturas, etc.) a cosas para la
dominación31. Desde esta consideración, deconstruye el concepto de historia
eurocéntrico, viendo cómo la historia ha sido edificada como un modelo de

29
Siguiendo a Comas (1998), Wolf utiliza el concepto de ecología política, por primera vez, en 1972, en una
ponencia en la que se relaciona los sistemas de propiedad y transmisión con las formas de aprovechamiento de los
recursos, analizando los factores económicos y políticos globales que inciden en los sistemas locales.
30
Ahora bien, apunta que si tomamos como antecedentes los autores que han relacionado ecología y política
habría que incluir a muchos más, como F. Barth y J. Friedman.
31
De tal manera que “los nombres se volvieron cosas y a las cosas señaladas con una x se les podía considerar
como blancos de guerra” (1982:20).
Beatriz Santamarina 171

culminación moral; su invitación pasa por contemplar la historia como un conjunto de


‘relaciones entre conjuntos de relaciones’. Y, en segundo lugar, la importancia
analítica que concede al concepto de modo de producción, ya que permite “revelar las
relaciones clave por medio de las cuales el trabajo social deja huella en la naturaleza”
(Wolf, 1982:466) y “poner de relieve los modos cambiantes en que un modo, el
capitalista, interactuó con otros modos para lograr su dominio actual” (Wolf, 1982:101).
En su análisis de los procesos históricos del desarrollo mercantil y capitalista, estudia
paralelamente las consecuencias sobre diferentes prácticas locales. Además, tiene en
cuenta que dichos efectos no se producen sobre sujetos pasivos (gente sin historia),
sino que suponen la participación de muchos pueblos que contribuyeron de forma
activa a las transformaciones sufridas, siendo en cada caso una síntesis ecléctica de
sus propios rasgos con las nuevas demandas del mercado. Desde esta perspectiva
considera que los diferentes pueblos “no son ‘antecesores contemporáneos’, ni
pueblos sin historia” (Wolf, 1982:465), sino agentes activos con una historia propia que
debe ser entendida en un contexto global. Wolf ofrece, en definitiva, una historia (con
la no-historia), para comprender los efectos de la explotación y de la dominación. Y en
esa historia ocupan un lugar destacado los recursos y la manera en que concebimos
nuestras relaciones con la naturaleza. De hecho, se separa, de forma tajante, del
postulado estructuralista, al considerar que es por medio del trabajo social como se
transforma la naturaleza32. Cada modo de producción formará una ‘ecología de
representaciones colectivas’ y es en ellas donde es posible observar los procesos de
selección y la práctica del poder33.
Ahora bien, Wolf no ha sido el único en centrar su atención en los modos de
producción, desde diferentes ángulos se ha tomado dicho concepto como eje
interpretativo. El argumento defendido es que, para superar el modelo dualista, es
necesario atender a las relaciones establecidas entre lo cultural y lo tecnoecológico
que quedan sintetizados, precisamente, en los modos de producción. En la producción
es posible observar la complejidad de las respuestas culturales, más allá de
considerarlas un mero proceso adaptativo, sacando a la luz los intereses, conflictos y

32
Frente a quien “sostiene que la Mente sigue un curso independiente y propio, yo sostengo que la construcción
de ideología no surge de la confrontación del pensar del Hombre Desnudo sobre la Naturaleza Desnuda; creo
que más bien ocurre dentro del ámbito determinado de un modo de producción cuyo fin es hacer que la
naturaleza se preste al uso humano” (Godelier,1982:469).
33
En “Cognizing ‘Cognized Models’ ” (1999), Wolf realiza una reflexión sobre las contribuciones de Rappaport; en él
podemos ver su insistencia en la necesidad de estudiar el poder estructural desde la perspectiva de la ecología
política y la historia ecológica.
172 Antropología y Medio Ambiente

estrategias en juego. En Godelier encontramos una versión de este tipo de


argumento, siendo su propuesta de la ‘racionalidad económica’ una contribución
fundamental a la ecología política. Para Godelier, cada sistema económico-social
determina un modo particular de explotación de los recursos. No existe una
racionalidad económica única34, “cada sistema económico determina un modo
específico de explotación de los recursos naturales y de empleo de la fuerza del
trabajo humana, y en consecuencia determina las normas específicas del ‘buen’ y
‘mal’ uso de tales recursos y de tal fuerza, es decir, una forma específica y original de
racionalidad económica intencional” (Godelier, 1989:63). Y la racionalidad intencional
es “un sistema de reglas sociales, conscientemente elaboradas y aplicadas para
conseguir del mejor modo un conjunto de objetivos” (Godelier, 1989:63). Por tanto, la
racionalidad es la adaptación específica de cada cultura; y por adaptación entenderá
la lógica material y social de explotación de los recursos y las condiciones de
reproducción35. En el desarrollo de cada sistema social encontramos contradicciones
(en el nivel de funcionamiento de la sociedad y en los niveles de organización de la
sociedad) porque no hay un sistema totalmente integrado. Cuando se da una
contradicción entre las relaciones sociales y sus condiciones de producción y
reproducción (contradicciones no intencionales), los seres humanos tienen que
hacerse cargo de ellas y actuar (intencionales). En la evolución de las sociedades
vemos actuar ambas lógicas, intencional y no intencional, cuyo producto es la
historia36. Pero la suerte de los humanos, y su principal condición, depende de su
facultad de hacerse cargo de la parte no intencional de su existencia. Sin embargo,
esta especificidad humana no implica que podamos someter de forma total a la
naturaleza ni dominar todas sus leyes. Para Godelier, si aceptamos esto, estamos
reconociendo a la naturaleza cierta independencia y autonomía o, lo que es lo mismo,
estamos reconociendo que no todo es una construcción cultural. En definitiva, los
procesos de adaptación de las culturas (contradictorios e inestables) siempre implican
la construcción de un sistema de representación de la naturaleza y las relaciones que
se mantienen con ella dependen de ese sistema de interpretación. Para comprender

34
Para Godelier es necesario tener presente que lo racional no es una búsqueda de optimización, sino más bien
una respuesta de conducta intencional que permite la adaptación.
35
El concepto de modo de producción difiere de Wolf a Godelier; de hecho, en este último, es un término más
impreciso.
36
“La intención y la acción de los hombres echa siempre sus raíces y encuentra los límites de sus efectos en las
propiedades y las necesidades no intencionales de las relaciones sociales y de las condiciones de existencia. La
historia, pues, no explica nada, puesto que ella misma precisa ser explicada” (Godelier, 1989:94).
Beatriz Santamarina 173

el desarrollo de una sociedad hay que tener en cuenta dos tipos de materialidades:
una que procede de los seres humanos y otra que procede de la naturaleza. Las
primeras han sido puestas en funcionamiento para actuar sobre las de las segundas.
Pero no siempre la acción humana tiene todo el control sobre la naturaleza. Los
efectos no intencionales nos recuerdan la imposibilidad de someterla por completo, ya
que ésta guarda un grado de independencia con respecto a nosotros.
Si la racionalidad económica de Godelier, entre otras, ha sido una contribución
fundamental, también es cierto que “la ecología política no tiene un corpus
homogéneo, por lo que podemos encontrar reflejados en ella distintos enfoques
teóricos” (Comas D’Argemir, 1998:144). El eclecticismo teórico, la
multidisciplinariedad, la heterogeneidad de su metodología son, sin duda, sus rasgos
más sobresalientes (Vaccaro y Beltran, 2007). Así, la ecología política tiene en común
con la economía política ciertos intereses, pero tiene tantas similitudes como
diferencias respecto a ella. Ambas comparten preocupaciones como las relaciones de
poder que determinan los usos del medio ambiente, la historia del capitalismo y su
crítica, y la desigualdad que ha generado el capitalismo a escala global. Pero la
ecología política se diferencia de la economía política al subrayar los impactos del
medio ambiente, las relaciones de poder que se establecen, no sólo entre clases, sino
entre los seres humanos y la naturaleza (la dominación de la naturaleza) y al
incorporar no sólo las complejas relaciones entre local-global, nacional-global,
nacional-regional, sino también las asimetrías de poder de género, etnia, raza, etc, es
decir, sobre cualquier ecoviolencia (Biersack, 1999a).
De este modo, la nueva perspectiva de la ecología política está generando
múltiples investigaciones, enfatizando el papel de las prácticas y los discursos, que
plantea nuevas interpretaciones sobre intereses clásicos de la antropología (como el
ritual), sobre temas tradicionales de las investigaciones sociales (como los
movimientos sociales) y sobre el conflicto medioambiental (como la construcción
política de la naturaleza en el discursos, las prácticas y las instituciones). El trabajo de
Gezon sobre los Antankarana37 (1999) es un ejemplo de cómo se puede analizar un
conflicto ecológico y un ritual desde la perspectiva de la ecología política38. Desde una
visión postestructuralista, se analiza cómo el simbolismo ritual es desplegado

37
Los Antankarana viven en el norte de Madagascar, en una región rica en recursos de importancia nacional e
internacional.
174 Antropología y Medio Ambiente

discursivamente para conseguir la jurisdicción sobre los recursos, puestos en peligro


por las incursiones exteriores. Así, se examinan las relaciones entre los distintos
niveles políticos y las interacciones entre significado y relaciones materiales39. Para
Gezon, los Antankarana realizan rituales para reclamar los recursos marinos en una
tentativa de defenderse de los competidores nacionales e internacionales. Además,
dichas respuestas deben entenderse en un contexto espacial y temporal más amplio;
el estudio etnográfico del presente necesita atender a la historia de las relaciones
interétnicas de la región (entre los Antankarana, los franceses y los Merina). El ritual,
para Gezon, no es un instrumento regulador y una herramienta adaptativa, sino más
bien un elemento discursivo que representa una política de oposición40. El fisehana es
una herramienta política que debe entenderse en el doble contexto de la historia
colonial y poscolonial de la lucha interétnica, y de la participación regional en el
mercado global. La memoria histórica y la representación ritual proporcionan un marco
ideológico para la negociación del control y uso del medioambiente. Gezon concluye
que las relaciones ser humano/medio ambiente se forman, histórica y
discursivamente, en y a través de la política y los instrumentos simbólicos.
Los estudios de Brosius (1997, 1999a, 1999b) son también un ejemplo, desde
la ecología política, del análisis de las relaciones de poder y las tensiones entre lo
local y lo global. Para el autor, el aumento y la rápida proliferación de los movimientos
medioambientales representa una nueva forma política y un cambio fundamental en la
distribución del poder41. Desde su punto de vista, el estudio de los movimientos
sociales se ha centrado en las imágenes, en la contestación y en la transnacionalidad,
olvidando lo que él considera crucial desde una posición foucaultiana: el hecho de que
los movimientos ambientales están creando un desarrollo progresivo de vigilancia y
gobierno del medio ambiente, a través de una ‘institucionalización de la tierra’42. Pese

38
El estudio se centra en la industria de la pesca y en el papel que juega la posesión de los espíritus y la
innovación ritual como instrumento de lucha para reclamar los recursos territoriales
39
El contexto del análisis es el incremento, desde la década de los 70, de la pesca del camarón en
Madasgascar, lo que provocó la reacción de los Antankarana. Su líder político, reclamó la jurisdicción sobre las
aguas de la costa.
40
En este sentido, se separa de las nociones funcionalistas rappaportianas criticando sus conceptos de
homeostasis y equilibrio dinámico, y entendiendo que las perturbaciones son inherentes a los sistemas.
41
Dicho proceso habría despertado el interés por ellos por dos motivos. En primer lugar, porque los movimientos
están presentes en el contexto de investigación de los antropólogos. Y, en segundo lugar, por los nuevos
intereses de la antropología (Brosius, 1999a:37). Ahora bien, indica que muy pocos antropólogos han prestado
atención al campo de la institucionalización.
42
Brosius sigue los trabajos de Escobar (1995b) sobre la ‘institucionalización’, en los que crítica el desarrollo de
instituciones internacionales y sus manifestaciones locales. A través de un análisis de la construcción del tercer
mundo, pone de manifiesto cómo se han creado aparatos eficaces para edificar conocimientos, desplegándose
un régimen de gobierno sobre el mismo.
Beatriz Santamarina 175

a que la institucionalización puede ser vista, en algunos aspectos, como positiva (el
propósito es la conservación medio ambiental), es necesario atender al proceso por el
cual estas instituciones inscriben y naturalizan ciertos discursos, ya que al tiempo que
proponen alternativas para la preservación medio ambiental, excluyen otras
posibilidades, privilegian a ciertos actores y marginalizan a otros. Podemos ver esto en
el proceso de desplazamiento de las iniciativas y voces indígenas por las voces
nacionales e internacionales en la campaña internacional contra la destrucción de la
selva y los derechos indígenas en el estado de Sarawak (al este de Malasia), en los
años 90 (Brosius, 1999a). En su análisis muestra cómo los actores indígenas son
desplazados por ‘instituciones para la vigilancia y gobierno medioambiental local,
nacional y global’ (el gobierno malayo y las ONG medio ambientales del Norte43 y
malayas). Los acontecimientos hicieron que el domino moral y político se deslizara
hacia el dominio de la gubernamentalidad y la burocratización, a través de privilegios y
exclusiones, ya que las instituciones capacitan o limitan, concretan los espacios de
discurso y de praxis, definen o redefinen los espacios de acción, privilegian algunas
formas de acción y limitan otras. Esta dinámica representa el desplazamiento político
en el dominio del medio ambiente y debe ser leída como un proceso de
gubernamentabilidad en el sentido foucaultiano44. Brosius concluye que las
instituciones medio ambientales, lejos de ser liberadoras, son formas de intervención.
En este sentido, Benabou (2007) en su trabajo sobre el ecoturismo en la Reserva de
Nanda Devi, habla también del carácter paradójico de las ONG medioambientales al
constituirse en portadoras de reivindicaciones locales pero también en figuras
autoritarias. Asimismo algunos autores, como Lauer (2005) en su análisis sobre los
ye’kwana del Alto Orinoco, reconocen la visión idealista y reduccionista de las ONG
sobre los pueblos indígenas (visión naturalizada, podríamos añadir, que ha
impregnado no sólo a las ONG)45. Y otros como Arach (2002), en su investigación
sobre el movimiento originado por la represa de Yacyretá en Paraguay, apuntan que

43
“A la hora de hablar de ‘medioambientalistas del Norte’, imito el uso actual en el que se emplea el término
‘Norte’ para referirse a los países industrializados de Europa, Estados Unidos, Japón y Australia (frente al
término ‘Sur’ que se refiere al ‘Tercer Mundo’)” (Brosius, 1999a:51).
44
“Utilizo el término ‘gubernamentalidad’ en el sentido Foucaultiano de ‘racionalidad gubernamental’ (Gordon,
1991). Cuando hablaba de ‘gubernamentalidad’, Foucault se refería, no sólo al dominio civil/político del gobierno
en su acepción habitual, sino que aludía a un dominio más amplio de discursos y prácticas que crean y
administran a los sujetos mediante la presencia de una serie de aparatos creadores de conocimientos” (Brosius,
1999a:51).
45
Nos encontraríamos con el mito señalado por Milton (1996) de la ‘sabiduría ambiental primitiva’ o, como dice
Descola (1998), con la ‘figura filosófica del buen salvaje’ que convierte, bajo la mirada del mundo industrializado,
a los indígenas “en sagaces sociedades de botánicos y farmacólogos” (1998:221).
176 Antropología y Medio Ambiente

los intereses y perspectivas entre las ONG y las comunidades locales divergen,
aunque la acción puede converger.
En esta dirección, Kottak (1999) ha señalado que las etnoecologías locales, es
decir, las percepciones sociales del medio ambiente, se encuentran hoy en día
desafiadas, transformadas y reemplazadas por las propias transformaciones del
mundo actual. Las migraciones, la difusión de los mass-media, las tecnologías, la
industria, etc., han provocado la importación de valores y prácticas que entran a
menudo en conflicto con las representaciones indígenas. Los sistemas tradicionales
(sus valores, sus ideas, sus lugares) son atacados por todas partes. Pero los impactos
de las fuerzas externas no son uniformes, puesto que cada comunidad tiene su propia
historia y tradición; de ahí que la extensión del desarrollismo y medio ambientalismo
se vea influenciada siempre por las etnoecologías nacionales, regionales y locales, y
por sus poderes de adaptación y resistencia. Desde esta perspectiva, considera que la
existencia de discursos homogeneizadores, como el discurso del desarrollo
sostenible, está imponiendo una moral ecológica global al reemplazar las prácticas
locales por normalizaciones externas. Así, Brosius (1999b) habla del aparato
transnacional del desarrollo sostenible.
Pero la perspectiva de la ecología política no ha sido solamente aplicada en los
contextos postcoloniales. Pese a que su impulso en la disciplina, sobre todo, en la
década de los noventa, se centró en estos contextos por las propias condiciones de
producción (la sustitución de las teorías desarrollistas, la degradación ecológica y el
impulso de los estudios sobre el conflicto medioambiental, el aumento de las
desigualdades sociales, la correspondencia entre la crisis ecológica y el
empobrecimiento, las relaciones desiguales entre lo local y lo global, etcétera), durante
la última década vemos la pertinencia de incorporar dicha mirada en los países
industrializados. Escobar (1995a, 1996, 2000) ha puesto de manifiesto precisamente
cómo el desarrollo sostenible se fundamenta en los logros de la modernidad occidental,
asumiéndolos acríticamente. En dicho enunciado, la construcción histórica del
complejo económico no se pone en duda, ni tampoco su concreción ni su realidad, de
tal forma que la ‘economización de la naturaleza’ se presenta como dada (recursos,
valores, productos, mercados...). Así, denuncia que el juego establecido entre
economía y ecología oculta la creencia de que el sistema sólo necesita pequeños
ajustes en el mercado para lograr un desarrollo ecológico, cuando en realidad lo que se
Beatriz Santamarina 177

necesita es una reestructuración integral del sistema (Santamarina, 2004). Su crítica


más contundente va dirigida hacia la consideración de la naturaleza como mercancía y
su propuesta pasa por la articulación de resistencias para construir nuevas estrategias
productivas y para edificar una nueva representación de la Naturaleza. Para Escobar la
raíz de los problemas ambientales está precisamente en la forma de organización
social (1995a).
La propia crítica de Escobar al desarrollo sostenible y su consideración de que
es necesario que ‘antropologicemos’ nuestra práctica cultural distanciándonos de la
misma para comprender las estructuras históricas, ha sido continuada por numerosos
antropólogos. Por ejemplo, Vaccaro (2005) ha trabajado sobre el proceso de
gubernamentalidad del paisaje en el Pirineo español. La expropiación y apropiación del
territorio por parte del estado moderno evidencia las relaciones entre el paisaje y la
intervención política sobre el territorio y los recursos a lo largo del tiempo. En el mismo
camino, se insertan los trabajos compilatorios de Fernández y Florido del Corral (2005),
de Frigolé y Roigé (2006), de Vaccaro y Beltran (2007) o de Selmi y Hirtzel (2007) que
introducen la perspectiva de la ecología política en el análisis del paisaje y los parques
naturales estudiando la relación entre los cambios ecológicos, los procesos políticos y
los económicos. Mi propio trabajo sobre la institucionalización y normalización de lo
ecológico (Santamarina, 2006a) o sobre el análisis de las prácticas y narraciones en la
conformación de los espacios naturales y de los discursos hegemónicos (Santamarina,
2005; 2006b) se sitúan en esta línea.
En definitiva, la perspectiva de la ecología política se nos presenta hoy como
un campo de análisis fructífero, que permite destapar los mecanismos implícitos de las
relaciones de poder. El desarrollo de la ecología política supone un nuevo esfuerzo en
la comprensión de los vínculos ideológicos que subyacen a cualquier representación
ecológica. La incorporación en los análisis de las relaciones entre lo local y lo global;
el énfasis en mostrar que las prácticas y los discursos, como productos históricos y
culturales, condicionan nuestras relaciones con el entorno; el hecho de sacar a la luz
que hay distintas lógicas materiales y sociales que determinan nuestra relación con el
medio y que existen otras formas posibles de configurar los vínculos
naturaleza/cultura, son aportaciones que nos invitan a una nueva consideración sobre
lo ecológico más allá de los determinismos tradicionales de nuestra disciplina.
178 Antropología y Medio Ambiente

4. Recapitulación: hacia una nueva antropología comprometida

La antropología, igual que ha ocurrido con el desarrollo de otras ciencias, ha


sido presa de sus propias representaciones conduciendo, en muchos casos, a una
reafirmación de los modelos culturales occidentales como hegemónicos de los
sistemas cognitivos. De hecho, es sorprendente que, hasta hace relativamente poco,
la disciplina no haya logrado deconstruir las categorías de naturaleza y cultura,
sobre todo si se tiene en cuenta que dichos conceptos son centrales en una serie de
oposiciones clave del pensamiento occidental que los antropólogos han conseguido
desmantelar con cierta solvencia, tales como mente-cuerpo, sujeto-objeto, etc.
(Descola y Pálsson, 1996). Ahora bien, después de haber puesto en tela de juicio
dicha dicotomía, la disciplina ha abierto un nuevo campo de análisis especialmente
interesante en el contexto actual de una degradación medioambiental sin
precedentes y sin límites. Desde nuestra consideración, las perspectivas de la
ecología simbólica y de la ecología política, son las que mejor permiten entablar un
diálogo sobre cómo nuestros procesos culturales han construido una imagen muy
particular del mundo natural y sobre cómo se está elaborando la compleja categoría
de medio ambiente. Desde nuestro punto de vista, el medio ambiente se nos
presenta como una categoría política producida desde instancias tecno-científicas,
que desplaza el mundo de lo natural en favor de un único mundo cultural, al reducir
la naturaleza a una mera mercancía (materia, producto, recurso). Y, al hacerlo,
parece haber obviado las múltiples dimensiones, así como los límites que en sí
misma contiene.
En este sentido, se hace ineludible comprender los mecanismos de poder que
subyacen a nuestra práctica cultural y recordar que la naturaleza y la cultura son
realidades construidas por procesos culturales a través de prácticas, discursos e
instituciones. La estrategia de reducción para el control y la destrucción de la(s)
naturaleza(s) y de la(s) cultura(s) se ha basado en una edificación objetiva de estas
realidades como objetos transaccionales y como sujetos de apropiación lícita. La
legitimación sobre el(los) otro(s) ha pasado por estrategias de subordinación que
incluían su confinamiento como paso necesario para su colonización. Tras la
práctica de naturalizar a las culturas y a los diversos otros (mujeres, razas, clases...)
y tras la práctica de culturizar a la naturaleza (convertida, de igual modo, en otro)
Beatriz Santamarina 179

encontramos un aparato análogo que permite imponer una visión normal y


normalizada de nuestras relaciones con el mundo a partir de la comparación, la
diferencia, la exclusión y la jerarquización. Estos dispositivos tradicionales han
domesticado y, en muchos casos, destruido (en lo real y en lo simbólico) a todos
estos Otros bajo distintos discursos disfrazados de paternalismo autoritario46. Todo
esto se ha llevado a cabo desde relaciones de poder asimétricas, que se sustentan
en aras del desarrollo, la evolución, el bienestar, la protección... y que siguen
fabricando nuevos modelos de interpretación, las cuales, lejos de romper con las
viejas fórmulas opresivas, las reafirman (globalización) (Petras y Veltmeyer, 2002).
El resultado de dicho proceso ha sido la constitución de una cultura (bajo la capa de
lo occidental), caracterizada por su cualidad de ser global, universal y homogénea,
que acosa a los conocimientos locales y reduce a la naturaleza a su dominio. En
suma, lo que tratamos de poner de manifiesto es que, en la construcción de la
naturaleza ha jugado un papel destacado nuestra manera de concebir la cultura y los
otros. Y que dicha concepción responde a una misma lógica de reducción y
normalización que han sufrido de forma paralela la cultura, los otros y la naturaleza.
Al margen de otro tipo de consideraciones (de la destrucción de modos de vida, de
la desposesión de masas ingentes, del asesinato, del ecocidio,...), el gran éxito del
progreso es un mundo cultural que impone a destajo sus productos, sus
objetividades y sus autenticidades.
En definitiva, podemos decir que, en un sistema donde se nos imponen
visiones hegemónicas y discursos ecológicos globalizados, basados en una
racionalidad político-económica que se pretende única, se hace necesario un
análisis crítico para descifrar las claves de nuestra práctica cultural y para poner en
práctica todo el conocimiento local aprendido, que permita sacar a la luz otros
discursos practicables posibles desde lógicas marginales. Tal y como ha puesto de
manifiesto Escobar, “si es cierto que siempre hay formas de posdesarrollo, no
capitalismo y ‘otras naturalezas’ en construcción, entonces, hay esperanza de que
se puedan llegar a constituir nuevas bases para la existencia y rearticulaciones
significativas de la subjetividad y de la alteridad en sus dimensiones económica,

46
Las culturas a través de las distintas formas de colonialismo y de dependencia (bajo manifestaciones
ideológicas, políticas, económicas, religiosas, científicas...), la naturaleza a través del capitalismo y de la
explotación de los recursos (bajo manifestaciones ideológicas, políticas, económicas, religiosas, científicas...), y
las mujeres, por poner un ejemplo más, a través del patriarcado y del androcentrismo (bajo manifestaciones
ideológicas, políticas, económicas, religiosas, científicas...).
180 Antropología y Medio Ambiente

cultural y ecológica” (2000:209). Así el reto de la nueva antropología ecológica o


medio ambiental pasa porque la práctica antropológica “pueda usarse como un
instrumento para la reflexión crítica y como una herramienta para la liberación
humana” (Scheper-Hughes, 1997:39). Y como nos sugiere Ingold, “el último objetivo
de la investigación medio ambiental en antropología social” debería desestabilizar la
jerarquía de poder y control, siendo sus recursos “no tanto técnicos y metodológicos
como políticos y epistemológicos” (Ingold, 2000: 222). Denunciar los desequilibrios y
desigualdades de nuestro mundo y recuperar otras maneras posibles de construir
nuevos escenarios para el presente presupone un esfuerzo y compromiso colectivo
por redefinir nuestro mundo.

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