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Lectura Sesión 09

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FICHA DE APLICACIÓN DEL ESTUDIANTE - 01

MATERIAL INFORMATIVO
Programa de Estudios/Programa Formación Humanística Sesión N° 09

Experiencia curricular Filosofía y ética Semestre 2022-I

Contenido temático El acto moral: la conciencia, la conducta, el deber y la responsabilidad moral

Docente

Tipo de material informativo Lectura / artículo / y otros: Lectura

VALORACIÓN MORAL DE LA CONDUCTA HUMANA

El hombre tiende a valorarlo todo: su entorno, las personas con las que convive, los objetos, las relaciones, etcétera.
Si bien puede mostrarse indiferente ante ciertos objetos o eventos, lo cierto es que en la generalidad de los casos se
toma siempre una actitud a favor o en contra. El ser humano necesita categorizar y ordenar a la realidad, y una de las
formas de estructurar el mundo es valorarlo positiva o negativamente. ¿Cómo seríamos los hombres sin esta
tendencia a valorar? En el libro El extranjero de Albert Camus, por ejemplo, se nos muestra un hombre por completo
indiferente ante lo que sucede a su alrededor. A dicho hombre le importa poco si trabaja o no, si ama o es amado, si
está en un lugar o en otro... Sus reacciones ante el mundo siempre son de pleno aburrimiento e indiferencia. Este
personaje nos hace ver cuán excepcional es esta actitud ante el mundo, y qué poco deseable es llegar a este nivel de
indiferencia.

De acuerdo con Adolfo Sánchez Vázquez, para que una valoración exista deben darse los siguientes elementos:

• El objeto valorado.
• El valor atribuible.
• El sujeto que valora.

La valoración está constituida por las relaciones entre estos tres elementos: un sujeto le da un cierto valor a un
objeto dado. Es necesario que se den los tres elementos; si alguno faltase, la valoración no podría existir.

La valoración moral tiene características más específicas. El valor con el que trabaja la moral es lo bueno. De esta
manera, cuando hacemos una valoración moral estamos juzgando si algo se apega o no a las normas de la moral, si
contradice o no lo que la moral enuncia. Antes de continuar la explicación, es importante distinguir entre el bien
como un valor y el bien como el objeto en el que se deposita el valor. El bien como al que nos referimos en la
valoración es la sustantivación abstracta del valor que se halla en el mundo; el bien como portador de valores es,
como ya hemos explicado, un objeto, por ejemplo, un bien inmueble (una casa). En este sentido la primera
significación remite a una propiedad, mientras que la segunda se refiere a un objeto que alberga cualidades. ¿Qué es
susceptible de ser valorado moralmente? Nada más lo que pertenece a la esfera humana: los actos o los productos
humanos. No es posible que enjuiciemos a un león por matar a una gacela, o que consideremos moralmente
reprobable a una hiedra por aprisionar a un árbol. La moral, como vimos anteriormente, necesita de la libertad
humana. Por ello es que ningún otro ser puede ser susceptible de una valoración moral: sólo los hombres tenemos
ese privilegio.
Los problemas surgen a la hora de definir qué es lo bueno. Como lo bueno depende estrictamente de la moral, su
contenido será igualmente histórico. La moral cambia de sociedad en sociedad, y por ello es lógico que también lo
bueno se transforme de acuerdo con las necesidades de cada sociedad. Esto, sin embargo, no nos exime de intentar
dar una respuesta para la pregunta de fondo: ¿cuál es el criterio para decidir lo que es bueno? ¿Puede haber una
categorización universal de lo bueno? ¿Se puede decidir éticamente cuál debe ser el contenido del bien? Una
primera respuesta sería la que da Aristóteles: bueno es aquello que nos da felicidad. Es necesario, no obstante,
definir qué nos da la felicidad. De acuerdo con el filósofo griego, el ser humano sólo puede ser feliz cuando hace uso
de sus facultades. De esta manera, la verdadera felicidad nos será dada con la actividad reflexiva o filosófica. Para
entender bien la teoría de Aristóteles, hay que hacer una distinción entre el placer y la felicidad. La felicidad no es
una sensación agradable como el placer: es un estado duradero de bienestar, una actitud permanente de serenidad y
gozo ante la vida. El placer es por definición efímero, mientras que la felicidad es perdurable.

De inmediato surge un problema ante la teoría aristotélica: si lo bueno es la felicidad, esto significa que la felicidad
también va cambiando de sociedad en sociedad y dependiendo de la época histórica. De esta manera, lo que era
felicidad en la Antigua Grecia (el ocio y la contemplación) es visto por otras sociedades como algo negativo: en esta
época el trabajo es visto como algo bueno que nos da felicidad, y consideramos de forma negativa a aquel sin una
ocupación. ¿Cómo podemos conciliar esos puntos de vista tan opuestos? Otra de las respuestas surge de la corriente
utilitarista: lo bueno es aquello que es útil. Esta respuesta se refiere a aquello que me sirve y por eso se considera
que es bueno. Otra forma de denominarlo es el bien común. Es bueno aquello que beneficia al mayor número de
personas. El problema con esta teoría es aquello que queda fuera del bien común ¿Qué se puede hacer con las
minorías excluidas? ¿Vale más la felicidad de muchos que el sufrimiento de uno solo? Este es un problema que sigue
sin una conclusión terminante.

El vitalismo es otra de las respuestas a la pregunta de la valoración moral. Según esta ideología, lo verdaderamente
bueno es aquello que impulsa la vida. Así pues, todo aquello que haga sentir al hombre completamente vivo es lo
verdaderamente moral. El máximo representante de esta teoría es el filósofo alemán Friedrich Nietzsche (1844-
1900).

De acuerdo con la teoría de Nietzsche, el criterio moral que hemos seguido es el más erróneo. Las religiones nos han
impulsado a creer que lo que alberga la vida, es decir el cuerpo, es lo malo. Pero para Nietzsche, lo verdaderamente
malo no es la muerte, sino lo que hace que vivamos como muertos; por ello, debemos deshacernos de la mayoría de
los preceptos morales. Nietzsche postula la figura del superhombre, que es la encarnación de sus ideales: un ser con
su propia valoración y con su propia moral.

La última respuesta que revisaremos es la de la ética kantiana. Para Kant, lo bueno debe ser dictado por la razón, no
por los sentimientos o las pasiones. Así, lo bueno es definido por Kant como la “buena voluntad”. La buena voluntad
es seguir lo que la razón nos indica, por el simple hecho de estar haciendo lo correcto. Kant cree que hacer el bien
para recibir un premio o evitar un castigo es inmoral. Lo bueno debe hacerse por el simple hecho de seguir al deber
ser.

Bibliografía
Ojeda, M. E., Arizmendi, P., & Rivero , E. (2007). Ética: Una visión global de la conducta humana . México :
PEARSON EDUCACIÓN.
REFERENCIA

Ojeda, M. E., Arizmendi, P., & Rivero , E. (2007). Ética: Una visión global de la conducta humana . México.
PEARSON EDUCACIÓN.

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