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Articulo. El Rol de Las Emociones en La Memoria y El Aprendizaje123

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El rol de las emociones en la memoria y el aprendizaje.

Aunque a priori pueda parecer que poco tienen que ver entre sí, lo cierto es que las emociones tienen una
influencia sustancial en los procesos cognitivos en los seres humanos, incluida la percepción, la atención, el
aprendizaje, la memoria, el razonamiento y la resolución de problemas. Su papel es particularmente importante
en la atención, especialmente modulando la selectividad de la atención, motivando la acción y regulando el
comportamiento. Este control atencional y ejecutivo está íntimamente ligado a los procesos de aprendizaje, ya
que las capacidades atencionales intrínsecamente limitadas se enfocan mejor en la información relevante.

Las emociones también facilitan la codificación y ayudan a recuperar la información de manera eficiente. Sin
embargo, los efectos de estas en el aprendizaje y la memoria no siempre son univalentes, ya que la
investigación hallada hasta la fecha ha informado que la emoción mejora o deteriora el
aprendizaje y la retención de la memoria a largo plazo, según una innumerable variedad de factores.
Los hallazgos recientes por neuroimagen han indicado que la amígdala y la corteza prefrontal cooperan con
el lóbulo temporal medial de una manera integrada que permite la consolidación de la memoria moduladora
de la amígdala; la corteza prefrontal que media la codificación y formación de la memoria; y el hipocampo para
un aprendizaje exitoso y retención de memoria largoplacista.

Saliéndonos un poco de las temáticas habituales que afrontamos en nuestros artículos, vamos a desarrollar
con algo más de detalle estas ideas con el objetivo de una mejor comprensión de la importancia de las
emociones, no solo en las relaciones sociales, sino también en algo tan aparentemente poco relacionado como
el aprendizaje y la memoria.

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1. Emociones, estados de ánimos y sentimientos.
Los términos subjetivos utilizados en la neurociencia afectiva incluyen emociones, estados de ánimo,
sentimientos, afectos e impulsos. Aunque la emoción se ha estudiado durante mucho tiempo, no tiene una
definición única. Algunas de ellas sugieren una definición con un consenso bastante amplio como que las
emociones describen un conjunto complejo de interacciones entre variables subjetivas y objetivas que están
mediadas por sistemas neuronales y hormonales y que pueden:

• Dar lugar a experiencias afectivas de valencia emocional (placer-desagrado) y excitación emocional


(activación alta-baja / calma- excitante);

• generar procesos cognitivos tales como afectos perceptivos emocionalmente relevantes, valoraciones,
procesos de etiquetado;

• activar cambios psicológicos y fisiológicos generalizados en las condiciones de excitación; y

• motivar un comportamiento que a menudo, pero no siempre, es expresivo, dirigido a objetivos y


adaptativo.

Aunque esta larga definición puede ser adecuada para propósitos cotidianos, no abarca algunos aspectos
importantes de los sistemas emocionales, como cómo operan las emociones para crear sentimientos
experimentados subjetivamente y cómo controlan las dimensiones de la personalidad. En consecuencia, se ha
ido evolucionando hacia una definición más dinámica y escueta como que las emociones son los procesos
psiconeurales que influyen en el control del vigor y el patrón de acciones en el flujo dinámico de intercambios
conductuales intensos entre animales y con ciertos objetos que son importantes para la supervivencia.

Por lo tanto, los sentimientos-experienciales subjetivos surgen de las interacciones de varios


sistemas emocionales con los sustratos cerebrales fundamentales del "yo", que es importante para
codificar nueva información, así como para recuperar información sobre eventos posteriores y permitir que los
individuos generalicen eficientemente nuevos eventos y tomen decisiones.

Partiendo de esta última definición se han establecido siete sistemas emocionales primarios o estados
emocionales prototipo, a saber, curiosidad, rabia, miedo, lujuria, cuidado, pánico y juego, que
representan las bases básicas para vivir y aprender.

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Por un lado, los estados de ánimo duran más que las emociones, que también se caracterizan por estados
de ánimo positivos y negativos. Por el contrario, los sentimientos se refieren a experiencias mentales que son
buenas o malas y que van acompañadas de cambios fisiológicos internos en el cuerpo, específicamente en las
vísceras, incluyendo el corazón, los pulmones y el intestino, para mantener o restaurar los equilibrios
homeostáticos. Los sentimientos no son emociones causadas al azar únicamente [1].

La generación de sentimientos emocionales requiere un nuevo mapeo neuronal que involucra a las regiones
cerebrales subcorticales caudal y medial y que parecen generar experiencias emocionales a través de cambios
del entorno externo o estados corporales.

En resumen, el término emoción ejemplifica el concepto "paraguas" que incluye cambios afectivos, cognitivos,
conductuales, expresivos y fisiológicos; la emoción se desencadena por estímulos externos y se asocia con la
combinación de sentimiento y motivación.

El término emoción ejemplifica el concepto "paraguas" que incluye cambios afectivos, cognitivos,
conductuales, expresivos y fisiológicos; la emoción se desencadena por estímulos externos y se asocia con
la combinación de sentimiento y motivación.

Las investigaciones sobre el cerebro y específicamente sobre las emociones refuerzan la idea de que la
enseñanza debe tomar en cuenta tanto las emociones como los sentimientos ya que al hacerlo se intensifica
la actividad de las redes neuronales y, por tanto, mejoran las conexiones sinápticas. Esta capacidad que tiene
el cerebro para cambiar su estructura y los patrones de actividad como consecuencia de las experiencias y de
los propios pensamientos se denomina neuroplasticidad [2]. Por lo que el aprendizaje en sí mismo se
considera un aspecto de la plasticidad neuronal, puesto que incurre en una modificación de la conducta de la
persona a partir de experiencias previas.

2. Jerarquía de los procesos emocionales y cognitivos.

La evolución propia del ser humano usa cualquier fuente para la supervivencia y el éxito procreador y de ella
se ha derivado que los procesos emocionales-afectivos clave del Sistema Nervioso Central se hayan
categorizado en tres escalones:
1. Las emociones del proceso primario;
2. Aprendizaje y memoria de procesos secundarios; y
3. Funciones cognitivas superiores de proceso terciario.

Fundamentalmente, los procesos emocionales primarios regulan las acciones emocionales incondicionadas
que anticipan las necesidades de supervivencia y consecuentemente guían el proceso secundario a través de
mecanismos asociativos de aprendizaje (condicionamiento clásico / pavloviano e instrumental / operante).
Posteriormente, el proceso de aprendizaje envía información relevante a regiones cerebrales superiores como

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la corteza prefrontal para realizar el proceso de cognición terciaria que permite planificar el futuro en base a
experiencias pasadas, almacenadas en la memoria a largo plazo.

En otras palabras, la trayectoria del neurodesarrollo del cerebro y las activaciones de "cableado" muestran que
existe una aversión codificada genéticamente a las situaciones que generan rabia, miedo y otros
estados negativos para minimizar las cosas dolorosas y maximizar los tipos de estimulación
placentera. Esto es algo importante porque no son aprendizajes aprendidos (proceso secundario) que se
superponen a las emociones del proceso primario ni que se rigen por la "Ley del Afecto", sino que son
sentimientos que vienen de serie en el ser humano evolucionado (Figura 1).

Figura 1. Muestra las jerarquías anidadas de control emocional circular y regulación cognitiva para influencias
"de abajo hacia arriba" y regulaciones "de arriba hacia abajo" [3].

El esquema de la Figura 1 muestra las relaciones conceptuales entre los procesos primarios del sistema
emocional (función cerebral inferior), así como los procesos secundarios del sistema cognitivo y procesamiento
terciario (función cerebral superior). El procesamiento emocional primario para los afectos homeostáticos,
sensoriales y emocionales facilita el aprendizaje secundario y el procesamiento de la memoria a través del
sistema de búsqueda que promueve la supervivencia y el éxito reproductivo (influencias instintivas de abajo
hacia arriba).

Como los procesos secundarios son integrados continuamente con el procesamiento emocional primario,
maduran a facultades cognitivas cerebrales superiores para generar soluciones efectivas para la vida y
posteriormente ejercer un control regulatorio de arriba hacia abajo sobre el comportamiento.

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El procesamiento emocional primario está mediado por respuestas emocionales complejas no condicionadas
(“recuerdos evolucionados”) a través de la “Ley del Afecto”; a veces llamado "principio de refuerzo" que explica
cómo las redes emocionales del cerebro controlan el aprendizaje. Esta causa bicircular para conseguir una
mayor funcionalidad cerebral está coordinada por funciones cerebrales inferiores.

Claro está que la autorregulación de la que es capaz este sistema integrado cognitivo-emocional va a tener
consecuencias a nivel fisiológico que pueden modificar temporalmente la homeostasis del
individuo. El desequilibrio de la homeostasis se experimenta universalmente como sentimientos emocionales
negativos y solo adquiere valencia positiva cuando se rectifica.

Por lo tanto, los individuos sufren cambios corporales que subyacen a las influencias psicológicas (emocionales)
y biológicas (homeostáticas) en dos lados, es decir, un lado está orientado hacia la supervivencia y el éxito
reproductivo que se asocia con la homeostasis emocional y fisiológica con valencia positiva (respuesta
anticipatoria) y la otros responden a la supervivencia y la insuficiencia reproductiva asociada con la homeostasis
emocional y fisiológica con valencia negativa
(respuesta reactiva). En consecuencia, la cognición
modula los estados emocionales y homeostáticos
mejorando la supervivencia y maximizando las
recompensas mientras minimiza el riesgo y los
castigos.

Esta consideración evolutiva sugiere al cerebro


como un "motor predictivo" para hacerlo
adaptativo en un entorno particular. La Figura 2
refleja esta regulación homeostática cíclica.

Figura 2. Traza conceptualmente la regulación


homeostática de entradas internas y externas
que afectan a la cognición, la emoción, el
sentimiento y la motivación: Entradas →
Homeostasis ↔ Emoción ↔ Cognición. Esto
conduce a la experiencia de uno mismo a través
de un comportamiento manifiesto que está
sesgado por una emoción específica estimulada
por los cambios corporales que subyacen a los
estados psicológicos y fisiológicos [4].

La cognición modula los estados emocionales y homeostáticos mejorando la supervivencia y maximizando


las recompensas mientras minimiza el riesgo y los castigos. Esta es una consideración evolutiva y sugiere
que el cerebro es un "motor predictivo" para hacerlo adaptativo en un entorno particular.

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3. Interacción emoción-cognición y su impacto en el aprendizaje y memoria.
Estudios en psicología y neurociencia de comienzos del siglo XXI han propuesto que los procesos cognitivos y
emocionales operan en dos sistemas separados pero que interactúan entre sí:
• Por un lado, el "sistema cognitivo frío" se basa en el hipocampo, es decir, se asocia con funciones
cognitivas emocionalmente neutrales así como controles cognitivos; y

• Por otro, el "sistema emocional caliente" está basado en la amígdala y es responsable del procesamiento
emocional y las respuestas hacia los estímulos emocionales incondicionados, como las que apetecen o
las que provocan miedo.

Ambos sistemas difieren también en las corrientes del sistema neural que se involucran en ellos, pese a que
están profundamente integrados y contienen evidencia de mediación y modulación:
• Por un lado, la corriente dorsal, que abarca la corteza prefrontal dorsolateral y la corteza parietal
lateral, está involucradas en el sistema frío para el mantenimiento activo de procesos controlados
como el rendimiento cognitivo y la búsqueda de información relevante para el objetivo en la
memoria de trabajo en medio de interferencias.

• En contraste, el sistema caliente involucra el sistema neural ventral, incluyendo la amígdala,


la corteza prefrontal ventrolateral y la corteza prefrontal medial, así como la corteza orbitofrontal y
la corteza occipito-temporal, todas las cuales abarcan la corteza emocional.

En consecuencia, ahora se cree que las emociones influyen en la formación de un sistema de memoria
dependiente del hipocampo, ejerciendo un impacto a largo plazo en el aprendizaje y la memoria. En otras
palabras, aunque los procesos cognitivos y afectivos pueden conceptualizarse de forma independiente, no es
de extrañar que las emociones modifiquen poderosamente las valoraciones cognitivas y los procesos de
memoria y viceversa.

Los sistemas emocionales innatos interactúan con sistemas cerebrales superiores y probablemente no con un
estado emocional libre de ramificaciones cognitivas. Si las funciones corticales se construyeron evolutivamente
sobre los cimientos subcorticales preexistentes, esto proporciona flexibilidad conductual.

Las emociones influyen en la formación de un sistema de memoria dependiente del


hipocampo, ejerciendo un impacto a largo plazo en el aprendizaje y la memoria. En otras palabras,
aunque los procesos cognitivos y afectivos pueden conceptualizarse de forma independiente, no es de
extrañar que las emociones modifiquen poderosamente las valoraciones cognitivas y los procesos de
memoria y viceversa.

El hipocampo se encuentra en el lóbulo temporal medial y se cree que es responsable de la potenciación y


consolidación de la memoria declarativa antes de que los recuerdos recién formados se distribuyan y
almacenen en las regiones corticales. Además, la evidencia indica que el hipocampo funciona como un

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centro para las comunicaciones de la red del cerebro, un tipo de centro de intercambio continuo de
información que establece la memoria a largo plazo dominado por ondas de amplitud theta que se
correlacionan con el aprendizaje y la memoria.

Numerosos estudios han informado que la amígdala y el hipocampo se activan sinérgicamente


durante la codificación de la memoria para formar un memoria a largo plazo de información
emocional, que se asocia con una mejor retención de la información. Más importante aún, estos
estudios – que, por cierto, fueron específicamente diseñados para estudiar el aprendizaje relacionado con el miedo
– sugieren que la participación de la amígdala en el procesamiento emocional fortalece la red de la memoria
al modular la consolidación de la memoria; por lo tanto, el contenido emocional se recuerda mejor que
el contenido neutral.

3.1. Interacciones amígdala – hipocampo. Sistema límbico.


El denominado cerebro emocional, componente del cerebro triuno propuesto por MacLean [5] (Figura 3) y que
permite interconectar capacidades para analizar el comportamiento humano de manera integral, se encuentra
formado por el sistema límbico, que no es una región exactamente delimitada del cerebro, aunque en la
mayoría de literatura se menciona que está conformado por el hipocampo, la amígdala cerebral, el hipotálamo,
el fórnix y los cuerpos mamilares.

Figura 3. Cerebro triuno de MacLean.

El sistema límbico es el responsable del desarrollo de las emociones y motivaciones y es el paso obligado al
neocórtex en donde se procesa la información, una vez que ha sido filtrada precisamente por el cerebro
emocional.

La amígdala además registra y analiza los estímulos recibidos a través del tálamo desde el exterior, si son
negativos inhiben el paso de información a los lóbulos prefrontales, de esta manera el aprendizaje no se lleva
a cabo. La amígdala es uno de los órganos más importantes para el aprendizaje, ya que decide el carácter de
las reacciones (positivas o negativas) ante la información que ingresa al cerebro a través de cualquier estímulo.

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Las dos estructuras del sistema límbico: la amígdala y el hipocampo están relacionadas directamente con la
corteza neofrontal (Figura 4), si por alguna razón resultan inhibidas a causa del miedo o una situación de estrés
puede existir una disminución en el aprendizaje [6].

Figura 4. Principales áreas del encéfalo involucradas en el aprendizaje.

Por el contrario, las emociones fomentan el aprendizaje cuando pueden estimular toda actividad a nivel de
redes neuronales intensificando las conexiones sinápticas, por lo que es mejor el aprendizaje cuando están
involucradas las emociones y estas son mayoritariamente positivas.

Así pues, las emociones están presentes en todos nuestros aprendizajes, implícitos o explícitos,
los potencian o inhiben; y la amígdala es crucial porque bloquea varios aspectos de aprendizaje si hay
emociones amenazantes.

Finalmente, es importante también mencionar que la memoria está ligada a la emoción, ya que ésta última
no solo influye en la forma como se almacena sino también como se recuerda. Las memorias más intensas
están asociadas con emociones fuertes, de donde se deduce que aprender debe ser el resultado de
emocionarse de manera continua y positiva, y que, por tanto, en las enseñanzas se deben suscitar emociones
placenteras, para que estas sean recordadas de manera más prolongada.

4. Respuesta integrada del cerebro a diferentes estímulos.


La corteza cerebral no tiene la misma estructura en toda su superficie ni tiene en todos sus puntos las mismas
funciones. Ello ha hecho que de cara al estudio se hayan generado divisiones imaginarias que limitan distintas
regiones en todo el cerebro, siendo las más conocidas y utilizadas las 47 áreas de Brodmann (Figura 4).

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Corteza
prefrontal

Figura 5. Áreas de Brodmann y corteza prefrontal destacada.

De entre todas estas áreas, hemos visto que el sistema límbico – situado a ambos lados del tálamo, justo por
debajo del cerebro –, que se complementa con el neocórtex, la amígdala y los lóbulos prefrontales, contribuye
al aprendizaje de manera directa y potencial mediante su actuación, que siendo coordinada y positiva, permite
que la inteligencia emocional mejore y como resultado mejore también la inteligencia cognitiva.

La interrelación de respuestas cognitivo-emocionales del cerebro a nivel de la corteza prefrontal se resumen a


continuación [1].

Corteza prefrontal anterior. Área de Brodmann nº10.


Funciones cognitivas: Participa en funciones cognitivas de nivel superior (es decir, resolución de
problemas, planificación y razonamiento) y procesos ejecutivos, incluida la memoria de trabajo.
También se encarga de la búsqueda de objetivos conductuales superiores, con roles especializados en
el procesamiento explícito de estados mentales internos en la memoria de trabajo, integración
relacional y recuperación de la memoria.

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Funciones emocionales: Controla la interacción socioemocional para coordinar procesos rápidos de
selección de acciones, detección de conflictos emocionales e inhibición de respuestas impulsadas
emocionalmente. La interrupción conduce a la pérdida de control sobre las tendencias emocionales
automáticas y a más errores en las respuestas impulsadas por reglas.

Corteza prefrontal dorsolateral. Áreas de Brodmann nos 9 y 46.


Funciones cognitivas: La parte izquierda manipula la información de la memoria de trabajo, mientras
que la parte derecha manipula la información en los procesos de razonamiento. Así, la zona izquierda
está asociada con la codificación y organización del material que se recordará, y la derecha con la
recuperación de la memoria.

Funciones emocionales: Mantenimiento activo de la información de positivismo o negatividad en la


memoria, con una mayor actividad relacionada la emoción positiva que conduce a mayor flexibilidad
cognitiva y resolución de problemas. De manera complementaria, participa en el procesamiento de
recompensas y la regulación general de las emociones.

Corteza prefrontal ventrolateral. Áreas de Brodmann nos 44, 45 y 47.


Funciones cognitivas: La parte izquierda admite el control mnemónico, es decir, el cambio de tareas, la
memoria de trabajo y la recuperación semántica. También permite el acceso a representaciones
conceptuales almacenadas y está involucrado en la codificación elaborativa (semántica / fonológica) de
información en la memoria episódica.

La parte derecha admite la codificación de la memoria y la recuperación de estímulos visuoespaciales,


la imitación de acciones y la inhibición motora.

Funciones emocionales: Regulación general de las emociones e inhibición de emociones distractoras


(concretamente, la zona derecha de las emociones distractoras negativas).

Corteza prefrontal medial. Áreas de Brodmann nos 25 y 32.


Funciones cognitivas: Aprendizaje, memoria y toma de decisiones.

Funciones emocionales: La zona dorsal-caudal está implicada en la valoración y expresión de las


emociones negativas; mientras que la ventral-rostral genera respuestas de regulación emocional.

Corteza prefrontal orbitofrontal. Áreas de Brodmann nos 11, 12 y 14.


Funciones cognitivas: Toma de decisiones.

Funciones emocionales: Procesamiento y respuestas emocionales, juicio social y emocional, facilitación


del arrepentimiento, procesamiento de recompensas y aprendizaje por refuerzo.

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5. De la teoría a la práctica. Neurodidáctica.
De todo lo anterior se deduce que hay que emocionar para enseñar, y el aprendizaje tiene que ver con la
supervivencia, ya que la curiosidad, emoción básica, es requerida para iniciar un proceso de aprendizaje y
por tanto debe ser tomada en cuenta para plantear estrategias didácticas que posibiliten aprendizajes
duraderos.

Por eso, quizás habría que cuestionarse si estrategias didácticas clásicas e importantes como la realización de
ejercicios de memorización de imágenes, listas de nombres, listas de series numéricas, etc. deberían ser la base
de la enseñanza.

El cerebro enriquece su aprendizaje, cuando se le presentan retos en un entorno desafiante, y esta estrategia
permite la generación de nuevas conexiones dendríticas. Así, el juego adquiere un importante papel
como estrategia de aprendizaje porque permite el autoconocimiento y fomenta la curiosidad, con
lo cual se abre una puerta a la emoción y por tanto al aprendizaje. Jugar es una herramienta para conocerse y
conocer el entorno, con lo que se potencia las relaciones intra- e interpersonales, fundamentales para activar
el sistema cognitivo [6].

Tampoco hay que olvidar potenciar el aprendizaje a partir del estímulo al proceso de lecto- escritura, mismo
que debe convertirse en una práctica cotidiana que permite al cerebro realizar nuevas conexiones sinápticas
que refuercen las habilidades o conocimientos adquiridos.

Otra estrategia importante para preparar al cerebro para el aprendizaje es la estimulación motora, ya que
cuando el cuerpo trabaja mejor, el cerebro se prepara para dar respuestas rápidas a las necesidades que se
presenten, así el ejercicio frecuente permite la generación de una substancia que fomenta la capacidad de que
las neuronas se conecten entre sí [7] (Figura 5).

¿Cómo mejora el ejercicio físico la cerebral?

Figura 5. Estimulación cerebral causada por el ejercicio físico y la estimulación motora.

Y por supuesto, teniendo en cuenta que el ser humanos un animal social, no podemos dejar a un lado esta
condición y trabajar la conocida inteligencia emocional. La inteligencia emocional determina la manera en

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que nos relacionamos y entendemos el mundo; tiene en cuenta actitudes, sentimientos y engloba habilidades
como el control de los impulsos, la autoconciencia, automotivación, confianza, entusiasmo y empatía.

Es necesario enseñar a los estudiantes sobre el autoconocimiento y el autocontrol, sobre el manejo de sus
emociones y la necesidad de pensar sobre nuestro pensamiento, cómo pensamos y sobre nuestra memoria,
cómo memorizamos; es decir sobre la estrategia de metacognición y metamemoria.

Eliminar la amenaza, el estrés o la vergüenza es muy importante, y para ello planificar el tiempo es fundamental,
al igual que técnicas de respiración para relajarse y las habilidades de relación interpersonal entre las que se
incluyen el apoyo de los pares, los juegos, ejercicios grupales, debates, celebraciones... en definitiva, crear un
ambiente favorable que evite la intimidación y permita establecer un ambiente democrático en donde los
estudiantes puedan manifestarse libremente.

Crear un ambiente favorable que evite la intimidación y permita establecer un ambiente democrático
en donde los estudiantes puedan manifestarse libremente ayudará al aprendizaje debido a que se
establece un contexto propicio para conjugar atención, participación activa, emociones, retos y
estimulación cognitiva más allá de los métodos clásicos.

Algunas ideas para crear un ambiente favorable de desarrollo emocional con el objetivo
final de mejorar el aprendizaje.

1. Empezar fuerte la clase con una prueba de participación colectiva y consenso.


Hacer una prueba corta de cinco minutos al comienzo de cada clase. Estas pueden ser de unas cuantas
preguntas de selección múltiple o verdadero y falso derivados de las preguntas guías. Estas pruebas cortas
motivan al estudiante a repasar sus notas de clase y mantenerse al día en las tareas asignadas.

La participación colectiva permite a los estudiantes hacerse preguntas entre ellos mismos y llegar a un consenso
en la mayor parte de respuestas. Muchas veces aquellos que entienden el material mejor se lo pueden explicar
a los demás en grupos informales de manera algo diferente y cercana a como lo pueda hacer el profesor.

2. Fomentar el pensamiento independiente y expresarlo en grupo.


Presentar a los estudiantes un problema que requiera algo de pensamiento independiente y tenga varias
posibles soluciones es una estrategia con doble fondo. Si pedimos a los estudiantes escribir sus soluciones en
un papel y luego se divide la clase en grupos de tres o cuatro para que compartan sus repuestas con el grupo
y se utilicen las mejores ideas de cada persona para comunicar la solución, fomentaremos:

1) La curiosidad para deducir y pensar la solución del problema,


2) La comunicación para comunicar su solución a los demás,
3) La retroalimentación de los demás,
4) El consenso, el respeto y la escucha para llegar a una solución más adecuada al problema en grupo, y
5) Perder la vergüenza que en ocasiones se tiene al hablar frente del resto de la clase.

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3. Como profesor, hablar menos para que los estudiantes piensen más.
Como profesor sería interesante intentar no hablar más del 20% del tiempo de la clase. Detener la conferencia
cada diez minutos y pedir que los estudiantes se hablen en grupos de dos o tres, donde resumirán los datos
claves y aplicarán, evaluarán, o explorarán las implicaciones del material.

Cuando el profesor es el que habla la mayor parte del tiempo, es él el que más piensa. Según explica lo que
sabe, tendrá que expresarse diferentemente, pensar en nuevos ejemplos y hacer nuevas conexiones. Si se le
da la oportunidad a los estudiantes de que hablen más, ellos estarán pensando sobre el material y
desarrollando una mayor comprensión.

Las mentes de las personas se desenfocan durante los discursos largos y por eso se les escapa mucho de lo
que se dice. Fragmentar las conferencias largas da la oportunidad a los estudiantes a ser más activos y también
a asimilar y pensar sobre lo que escucharon.

Es más fácil digerir mentalmente pedazos pequeños que grandes; y, además, al unir sus percepciones en grupo,
los estudiantes pueden a veces corregir los malentendidos de los demás antes de que estos sean asimilados
completamente.

6. Conclusiones.
Las emociones son básicas para lograr aprendizajes duraderos, por lo que son fundamentales para la
neurodidáctica. Conocer cómo se producen las emociones, y cómo se pueden manifestar a partir de diferentes
sentimientos, es fundamental, a fin de que aprendamos que es posible administrarlas, lo que requiere de un
claro manejo de la inteligencia emocional, específicamente del auto conocimiento y autocontrol relacionados
ambos con el lóbulo frontal, encargado del juicio, control de impulsos y planificación.

Para que el aprendizaje sea efectivo es necesario que el ambiente emocional sea lo más positivo
posible, que el cerebro emocional, y la amígdala en específico, estén listos para captar los estímulos del
entorno, que a su vez deben ser positivos para que los nuevos conocimientos se adquieran fácilmente.

Las emociones pueden bloquear el intento de fijar nuevos conocimientos si éstos no son interesantes, o si
avivan recuerdos perturbadores, a la vez pueden potenciar los aprendizajes si éstos provocan sensaciones
gratificantes, ya que las personas actúan en consecuencia de sus emociones. Desde luego que cuando los
estudiantes no están motivados, aprender les resulta indiferente y esta conducta puede convertirse en
permanente; así que se debe evitar.

A partir de ello, las estrategias didácticas más efectivas están relacionadas con la neuroeducación,
y se basan en actividades que permiten a partir de la reflexión sobre cómo se aprende, proponer ejercicios
que toman en cuenta los intereses de los aprendices, y despiertan su atención y motivación intrínseca, las
mismas que propician aprendizajes más duraderos. Estas estrategias pueden ser actividades lúdicas,
físicas, trabajos que impliquen la interrelación social y el autoconocimiento, para lograr un buen
manejo de las emociones permitiendo así el desarrollo tanto de la inteligencia cognitiva como emocional.

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7. Bibliografía y referencias.
1. Tyng, C. M., Amin, H. U., Saad, M. N., & Malik, A. S. (2017). The influences of emotion on learning and
memory. Frontiers in psychology, 8, 1454.
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3. Panksepp, J., & Solms, M. (2012). What is neuropsychoanalysis? Clinically relevant studies of the minded
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5. MacLean, P. D. (1990). The triune brain in evolution: Role in paleocerebral functions. Springer Science & Business
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6. Benavidez, V., & Flores, R. (2019). La importancia de las emociones para la neurodidáctica. Revista de Estudiantes
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& Biobehavioral Reviews, 37(9), 2243-2257.

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