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Kendra Moreno Daughters of Neverland 2 Fierce As A Tiger Lily

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Contents

Una Colaboración De Ciudad Del Fuego Celestial Y


Estimado lector
Sinopsis
Staff
Índice
Dedicatoria
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Agradecimientos
Sobre la Autora
También Por Kendra Moreno
Ciudad del Fuego Celestial
Sombra Literaria
Notes
Una Colaboración De Ciudad Del
Fuego Celestial Y Sombra Literaria
Estimado lector:

La presente traducción fue posible gracias al trabajo


desinteresado de lectores como tú, es una traducción hecha por
fans para otros fans, por lo tanto, la traducción distará de alguna
hecha por una editorial profesional.

Este trabajo fue hecho sin fines de lucro, por lo cual nadie
obtiene un beneficio económico del mismo, por eso mismo te
instamos a que ayudes al autor comprando su obra original, ya
sea en formato electrónico, audiolibro, copia física e incluso
comprar la traducción oficial al español si es que llega a salir.

También te instamos a no compartir capturas de pantalla de


nuestras traducciones en redes sociales o simplemente subir
nuestras traducciones en plataformas como Wattpad, Ao3 y
Scribd, al menos no hasta que haya salido una traducción oficial
por parte de alguna editorial al español, esto para evitar
problemas con las editoriales.

Las personas partícipes en esta traducción se deslindan de


cualquier acto malintencionado que se haga con la misma.

Gracias por leer y disfruta la lectura.


Sinopsis
Morir no es una aventura…

Tigrilla lo sabe mejor que nadie. La Muerte y las Tribus de


Nunca Jamás tienen una relación íntima, solo porque su magia
alimenta a la deidad. Tigrilla siempre ha caminado por la
oscuridad, y como una Hija, llama amiga a la Muerte.

Pero Nunca Jamás está en problemas y Tigrilla se encuentra en


el medio de una conocida oscuridad y una nueva y desconocida
locura. Con la oscuridad obligando a las Hijas a unirse y el Croc
en su puerta, Tigrilla debe ponerse de acuerdo con quién es
exactamente.

Nunca Jamás siempre ha pertenecido a las pesadillas y Tigrilla


sabe que es parte de ellas. Cuando sus secretos salen a la luz,
deberá tomar una decisión: o bien acepta el nuevo caos, o bien
baila en su oscuridad.

Nunca Jamás nunca le permitirá hacer ambas.

—Fierce as a Tiger Lily (Daughters of Neverland #2)


Staff

Traducción:
Beth
BLACKTH RN
Lilu
Nea
Red Velvet
Romy
Roni Turner
Rompe Maldiciones
Sole
Tati Oh
VivianaG2509
Yuli

Corrección:
Beth
Jeivi34
Lyn
Nea
-Patty
VivianaG2509
Yuli

Edición:
Alma Mater
Diseño:
Dark Queen

EPUB:
Jackytkat
Índice
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Agradecimientos
Sobre la autora

También por Kendra Moreno


Para todos los que hubieran tomado la mano de Peter solo para
escapar. Te veo. Importas.
Prólogo

DOSCIENTOS VEINTE AÑOS A.E


(ANTES DE LA ELECCIÒN)

Traducido por Nicola♡


Corregido por BLACKTH RN
Editado por Alma Mater

Me siento en el tronco caído en el bosque, frotando mi mano a lo largo


de él, sintiendo la descomposición que corroe al que una vez fue un gran
árbol. Se había caído hacía tanto tiempo, ahora nada más que un lindo
lugar para sentarse, pero todavía me duele sentir los ecos de agonía por los
que pasó cuando cayó. Para un árbol morir es natural, pero nada en Nunca
Jamás es verdaderamente natural. Hace tiempo, este árbol había sido
asesinado brutalmente, echado abajo por alguna magia antes de su tiempo,
así que ofrezco mis condolencias mientras me siento para ordenar mis
pensamientos.
Escucho el acercamiento antes de sentirlo a él, los árboles
advirtiéndome de que ya no estoy sola durante mi descanso. Lo puedo oír
en la forma en la que sus ramas se agitan, por la forma en la que las hojas
se mezclan entre sí. Se estremecen y susurran. Él viene, niña. Él viene…
—¿Qué quieres? —pregunto en voz alta, inclinando mi quijada mientras
contemplo la oscuridad de los árboles. No hay sol aquí, nunca luz del sol,
pero a veces, si entrecierro los ojos lo suficientemente fuerte en la
oscuridad, puedo ver las estrellas.
—¿Por qué estás sentada tan lejos, Tigrilla? —Su voz sale en un
ronroneo, como siempre lo hace. Nunca puede hablar sin sonar como un
seductor andante, pero el peligro está latente en el sonido que casi anula la
suavidad.
Echo un vistazo sobre el adolescente travieso y problemático sentado
junto a mí. Es como si hubiese estado sentado conmigo todo el tiempo, en
un segundo aquí cuando no lo había estado antes. A veces me pregunto si
es un fantasma. Peter es una prueba de nervios y paciencia. Hace mucho
tiempo, cuando había sido coronada como Jefa por primera vez, le había
permitido acercarse sigilosamente a mí, solo para ver si podía. Resultó que
Peter es tan sigiloso como yo; apareció y presionó un beso juguetón sobre
mis labios en la fracción de segundo antes de que me pudiese mover. Se
volvió una especie de juego por un tiempo, hasta que Peter se cansó de
ello.
Aunque solo se cansó de ello porque dejó de ganar.
—Vine por algo de paz —le respondí finalmente al demonio junto a mí,
porque él es un demonio. Peter es muchas cosas, pero bueno no es una de
ellas, no del todo. Hay límites de lo que él haría por los demás, y casi
siempre debe conseguir algo por ello para que valga la pena. Podría ser
algo tan simple como curiosidad o entretenimiento. Podría ser algo peor si
está de mal humor. Depender de Peter Pan es como depender de un
tsunami; caótico y destructivo.
—Entonces no te importará si me uno mientras te sientas en la
oscuridad.
Girándome, entrecierro mis ojos al demonio pelirrojo, fácilmente uno
de los peores monstruos en Nunca Jamás. Y, no obstante, de alguna forma
todavía lo considero un amigo.
—¿Qué es lo que quieres, Pan?
—Quizás te extrañaba. —Peter sonríe y pongo mis ojos en blanco ante
su ridícula declaración.
—Y quizás todos vamos a envejecer y morir —escupo—. Sé honesto si
vas a interrumpir mi tranquilidad.
Sus ojos azules brillan incluso en la oscuridad, como si algún tipo de
poder viniese de adentro de sus profundidades para siempre iluminar el
camino. Es desconcertante que sean tan brillantes mientras todo lo demás
está bañado en sombras alrededor nuestro. Peter y yo estamos congelados
en la misma edad más o menos, dieciséis a juzgar por nuestro aspecto,
pero ahí es donde terminan las similitudes. Mientras yo estoy vestida con
la ropa de mi gente, mi tocado está encaramado cómodamente en mi
cabeza, Peter solo viste monos verdes. El color hace que los rizos rojos de
su cabello destaquen aún más mientras cuelgan pícaramente sobre su
frente. Si Peter no fuese tal demonio, si no fuese semejante riesgo, bueno,
sería atractivo. Soy consciente, pero aun eso no elimina la reacción de mi
cuerpo ante él. Siempre me gustó el peligro.
—Es extraño, ¿no? —murmura Peter, apartando la vista de mi curiosa
mirada para observar la misma oscuridad en la que había estado durante la
última hora.
—¿Qué cosa?
—Que la oscuridad parece seguirte a dondequiera que vayas.
—Nunca Jamás es oscuro —respondo, encogiéndome de hombros—. Es
inevitable que haya oscuridad.
Peter sonríe, y por una vez, falta algo de la picardía que siempre lleva
con él.
—Ese no es el tipo de oscuridad a la que me refiero, y lo sabes Jefa.
Enseguida algo pesado se siente sobre él, como si algo peor estuviese
sucediendo debajo de su piel que no puedo ver, y eso me preocupa. Peter
tiene un rol que cumplir en Nunca Jamás, uno importante. Si de repente
decide que está aburrido del juego, odiaría ver lo que le pasaría al mundo.
—¿A qué oscuridad te refieres? —murmuro, apartando la mirada de sus
ojos demasiado inteligentes—. Si no estás hablando de la que está
alrededor de nosotros.
Dedos fuertes ahuecan mi quijada e inclinan mi cabeza hacia atrás hasta
que me encuentro con esos ojos brillantes. Dicho peligro, Peter Pan lo es.
—El tipo del que nos come de adentro hacia afuera, Lily.
Debería estar enojada porque me tocó. Nunca Jamás es un mundo
extraño con reglas en sentido contrario. Pensamientos felices son
peligrosos. Tocar sin permiso es algo que no está bien visto. Todos
tenemos nuestras reglas. Pero la forma en la que los ásperos dedos de
Peter se sienten sobre mi piel me sorprende porque me gusta. No soy ajena
a intimidades, pero Peter siempre ha sido más una criatura que humano.
Justo ahora, se siente más humano de lo que jamás he visto.
—¿Qué sabes de mi oscuridad, Pan?
Sonríe, la sonrisa engreída que siempre me gustó pero que me frustra
infinitamente. Luego se acerca hasta mi mano donde la apoyo en el tronco
caído y entrelaza sus dedos con los míos. Su mano es cálida, reconfortante,
y no debería serlo. En verdad no debería. Debería destriparlo por atreverse
a tocarme con toda libertad.
—¿Qué en el Gran Espíritu estás haciendo?
Sonríe.
—Preguntaste qué sé de tu oscuridad.
—Lo hice. —Mis cejas se arrugan en confusión, el estafador siempre
evitando la respuesta, pero cuando estoy lista para rendirme y ahuyentarlo,
Peter me sorprende de nuevo.
Sus dedos aprietan los míos suavemente, con comodidad.
—Sé que cuando la oscuridad se vuelve demasiado pesada, es agradable
tener compañía. —Cuando golpea su hombro contra el mío, se siente
mucho más íntimo de lo que jamás ha sido con el chico que no causa nada
más que problemas. Debería estar preocupada, pero en vez de eso,
sostengo su mano de vuelta—. Cuando tu oscuridad empiece a devorar
quién eres, cuando sea demasiado difícil encontrar la luz, me sentaré
contigo en la oscuridad, Lily. Todo lo que tienes que hacer es pedirlo.
Contemplo a Peter, confundida en por qué me ofrecería tal cosa, pero no
lo cuestiono en ese momento. Cuando los sonidos del bosque resoplando
llegan a mis oídos, y el latido del corazón de la misma tierra cosquillea en
mi garganta, sé que Peter tiene razón.
Es agradable tener compañía con la que sentarse en la oscuridad.
Y eso debería asustarme, pero soy una Jefa, y el miedo no es algo de lo
que tenga el privilegio de sentir.
Capítulo 1

Traducido por Nicola♡


Corregido por BLACKTH RN
Editado por Alma Mater

Las risas me levantan de mi sueño, y me doy cuenta demasiado rápido


de a quién pertenecen. Me tambaleo fuera de mi tienda en pánico,
preocupada de que nadie está mirando a la niña, solo para encontrar a un
puñado de la Tribu sentada alrededor del campamento, sus ojos fijados en
la pequeña niña que se encuentra brincando alrededor del fuego. Unos
pocos aplauden mientras ella canta algún tipo de canción. La mayoría se
ve tan cansado como yo me siento.
—Ella no dormía, Jefa —murmura Bear, sus ojos pesados. El pobre
hombre ha estado de vigía toda la noche, pendiente de cualquier señal de
problema. Necesita dormir, pero renunció a ello para asegurarse de que
Aniya está a salvo. Siempre lo hizo, siempre saliendo de su camino para
ayudar con Aniya, para asegurarse de que está a salvo y feliz.
—Ve a descansar algo —le insisto—. Yo me hago cargo.
—¿Estás segura? —A pesar de que pregunta, sus ojos ya se están
cerrando, como si solo dando permiso se resolviese el problema. Nunca
llegará a su tienda, no duda en dormir exactamente donde está sentado,
pero al menos descansará algo. La Tribu entera está extendida demasiado
estrecha, tomando turnos más largos para estar atentos a un ataque de los
Perdidos y del hombre que los guía.
El Cocodrilo.
Intento con todas mis fuerzas no dejar que mis pensamientos del traidor
se sumerjan en mi conciencia, pero es difícil. Wolfbane era un miembro de
mi Tribu hace mucho tiempo, un miembro importante, y ahora es poco
más que un monstruo matando la mismísima tierra en la que nos
encontramos. Lo puedo sentir en el suelo, en los árboles alrededor nuestro.
Nunca Jamás está muriendo, y Wolfbane tiene todo que ver con eso.
Cualquier cosa que esté haciendo, está causando dolor a nuestro mundo, y
su obsesión con Wendy nos matará a todos si continúa ese camino. Es una
misión tan ridícula para que el Cocodrilo la tenga.
Wendy no ha tenido un corazón para dar desde que Peter la dejó caer en
un barco pirata hace mucho tiempo.
Tomo asiento en uno de los troncos alrededor del fuego, observando
cuidadosamente a la niña mientras se desplaza. Cualquier tipo de magia
que se esté fracturando en Nunca Jamás, también afecta a Aniya. Ella es la
primera niña nacida en el País de Nunca Jamás desde el inicio. Campanita
y yo también nacimos aquí, pero era diferente. Nacimos de la tierra,
envejecemos con ella. Ninguna de nosotras recuerda una época antes de
que luzcamos de dieciséis. Aniya nació de personas, y, por lo tanto, ella es
una variable desconocida en la magia a nuestro alrededor. Cada mes que
pasa para Aniya, es como si pasaran dos años, su cuerpo creciendo
rápidamente, su inteligencia hace lo mismo. Ahora, la niña pequeña luce
de cinco, como si Nunca Jamás ya no pudiese conservar la juventud.
Me preocupa que no deje de crecer, pero no hay nada que pueda hacerse
por ello ahora mismo. Solo espero que se detenga como el resto de
nosotros, o al menos se ralentice una vez llegue a cierta edad.
La Vieja Madre se sienta al otro lado del fuego, sus ojos clavados en
Aniya mientras baila en círculos. Tiene que haber sido ella quien trenzó el
cabello de la pequeña niña, así no se queda atrapado en las ramas. A
menudo se encarga de cuidar de la niña, prefiriendo eso a prepararse para
la guerra. Por otra parte, la Vieja Madre es la única de nosotros que tiene
experiencia con un bebé antes de que nazca Aniya.
—Ella llamó a una gran cantidad de criaturas cuando estaba durmiendo
—murmura la Vieja Madre, su voz es arrastrada a mis oídos por los
árboles. No tiene que hablar en voz alta y lo sabe.
—Se está volviendo más fuerte. —Antes, de bebé, Aniya tenía que
concentrarse mucho para conseguir que apareciese un solo animal. Ahora
aparecían con nada más que un breve pensamiento. ¿Si Aniya quiere
alguien con quien jugar? De repente, habrá un puñado de criaturas
arrastrándose y gateando desde los matorrales, felices de complacer. Sería
aterrador…
…si no lo hubiese visto antes.
—Pronto llegará el momento de hablar con ella, sobre el respeto y las
responsabilidades que vienen con el poder. Está creciendo demasiado
rápido, y no sabremos cómo manejarla si crece y empieza a abusar del
poder.
—Lo sé. —Y lo hago. Aniya es especial, y con esa particularidad viene
un conjunto de reglas diferente. La podemos criar como a la Tribu, pero en
definitiva tiene que aprender los límites por sí misma—. Pronto tendré la
charla.
Estoy tan enganchada en la charla con la Vieja Madre que no me doy
cuenta de que Aniya está sobre mí hasta que sus pequeñas manos se
aprietan alrededor de mi rostro, arrastrando mi mirada hacia la suya. Es
otro rasgo de la pequeña niña que debería asustarme, la habilidad de
moverse sin sonido, pero eso también lo he visto antes. Aniya está llena de
sorpresas.
—¿Lily? —pregunta, sus enormes ojos azules encontrándose con los
míos. Son sesgados y perfilados como los de mi gente, pero el anillo de
verde entre el café es inusual. No es completamente extraño, considerando
que la Tribu está compuesta por varias personas que se nos unieron
durante años, pero se siente extraño en el rostro de la niñita. Es una
singularidad, una que todavía se siente familiar, incluso con todas sus
inusuales cualidades.
—¿Sí, indiecita? —Después de todo este tiempo, Aniya decidió que yo
debería ser llamada como la flor en vez del animal, y solo hay unos pocos
quienes se atrevieron a hacerlo de otra manera. La mayoría se refiere a mí
como Jefa o Tigrilla.
—¿Por qué pareces tan gruñona? —Aniya imita una cara gruñona, una
que estoy casi segura de no estar poniendo, pero sonrío de todos modos.
—Tal vez sea porque le estás haciendo pasar un mal rato a la Vieja
Madre.
—No —se ríe—. Es por los animales. —Demasiado inteligente para una
niña. Es demasiado inteligente—. Está bien, Makua. Ellos no son
peligrosos.
Pero lo son. No corrijo a la niña porque la entiendo. Los árboles en
Nunca Jamás también son peligrosos y no he escuchado a nadie que me
dijese lo contrario. Todavía no lo hago porque, mientras ellos puedan ser
peligrosos, no lo son para mí. Somos dotados con poderes por una razón.
Aniya simplemente nació con uno que puede hacer de ella un arma, lo que
significa que la protegeré a toda costa.
Mientras Aniya me mira, sus manos todavía en mis mejillas, un ave
pequeña y de aspecto cruel aterriza junto a mí. Hubiese retrocedido, si no
hubiese sabido que fue llamada por la pequeña niña que actualmente me
mantiene de rehén. Las plumas en el ave son amarillas, las puntas rojas
como si alguien las hubiese remojado en sangre. Sus ojos negros están
llenados con la oscuridad de la tierra, y los dientes que luce son en forma
de navaja, tan brutal como cualquier tiburón. Una vez había visto una
horda de ellos devorar a un Perdido en minutos, dejando atrás nada más
que hueso. Y la niñita los llama como si no fuesen más que canarios
inofensivos.
—Hola, Carl —balbucea Aniya y frunzo el ceño ante su extraña
elección de nombre. Ella ha crecido unida a él, había decidido que esta
particular ave que a menudo venía cuando llamaba se nombraría con esa
simple palabra. Tales eran los caprichos de los niños—. Tan bonita ave —
murmura la niña, extendiendo una mano para que el ave salte. Me esfuerzo
en no acobardarme cuando me mira curiosamente antes de frotarse contra
la mano de Aniya cariñosamente—. Tan bonita ave, Carl.
Pero no lo es.
En verdad no es un ave bonita en lo absoluto.
Capítulo 2

Traducido por Lilu


Corregido por Nea
Editado por Alma Mater

—A pasado un mes, Wendy. —Campanita está de pie contra el trasfondo


de los árboles, con los brazos cruzados sobre el pecho y las alas
desplegadas como una diosa vengadora. Es fácil ver cómo se convirtió en
Reina, porque está en la composición misma de todo lo que hace. La miro
atentamente, observo el polvo de hadas que cae de sus alas en su agitación.
La Reina Hada ciertamente está más irritada que de costumbre, pero de
nuevo, todas lo estamos.
—Ellos vendrán. —Wendy le devuelve la mirada a la Pixie, con su
propio ceño fruncido. Aunque ella es más humana que nosotras, sigue
teniendo un salvajismo que hace posible que sea una Hija. Ella tiene un
corazón, pero dejaría de lado ese corazón para salvar a nuestra gente.
Las dos Hijas han estado yendo y viniendo durante horas, discutiendo,
como si eso mejorara las cosas. Entiendo a ambos lados, sé exactamente lo
que le preocupa a cada una, pero si soy sincera, el ruido de su discusión
está empezando a hacer que me duela la cabeza.
—¡Solo admite que estos amigos tuyos no vienen!
Cruzo los brazos y me apoyo contra el tronco del árbol cortado. Debería
estar sentada encima, pero prefiero sentir el suelo. Me hace sentir más
cerca de los árboles, porque el tronco no está muerto, aunque el árbol haya
sido talado. Todo sigue vivo, y a veces, los muertos viven más tiempo.
Cada día, la Tierra de Nunca Jamás se drena más, el corazón disminuye
a medida que el Cocodrilo tira de él. Sin embargo, no creo que podamos
seguir culpándolo. Una vez que se inicia un patrón, Nunca Jamás lo
seguirá. Creo que el corazón seguirá perdiendo poder ahora sin importar si
el Cocodrilo tira de él o no. Y ninguna de nosotras ha descubierto aún
cómo lo hace. Tengo mis sospechas, pero no son más que teorías y tramas.
No hay pruebas, y, por lo tanto, no hay razón para investigarlo.
Los Perdidos han mantenido sus ataques, apareciendo cuando creen que
menos los esperamos. El problema es, que lo esperamos todo. No hemos
tenido bajas desde que mandamos a buscar a los amigos de Wendy, pero sé
que están por venir. Cobarde como es, el Cocodrilo nunca da la cara en la
Tribu, pero seguro que la tiene con Wendy. Su obsesión por la Capitana de
los Mares no ha pasado desapercibida para ninguna de nosotras, y también
me encuentro observando más de cerca a Wendy, para averiguar la
singularidad que esconde bajo su piel.
Peter vuelve a estar notablemente ausente, como suele ser habitual.
Apenas ha dado la cara desde antes del último gran ataque. No importa
cuántas veces me acerque a él con una carta, él no responde. Esperaba que
ignorara a los demás. Por lo general no me ignora por completo y eso me
preocupa.
El Capitán Garfio se sienta en un tronco al lado de Wendy, con la mano
en la pistola por si acaso Campanita decide arremeter contra Wendy.
Realmente es una tontería. No hay forma de que pueda detener a una Hija
empeñada en la destrucción, pero sé que Garfio lo intentará. Daría su vida
para salvar a Wendy, lo haría sin dudarlo. Entiendo lo increíble que es ese
tipo de amor y creo que es increíblemente arriesgado sentirlo con tanta
fuerza. Una vulnerabilidad para ser manipulada.
—¡Ugh! Realmente quiero romper…
—Suficiente —digo, cansada de las idas y venidas, y tanto Campanita
como Wendy miran hacia donde estoy sentada. Nunca tengo que levantar
la voz, no a ellas. Mi voz porta todo el poder que necesito—. La gente de
Wendy está viniendo. —Lo sé en mis huesos. La sentí cuando se acercó, y
sé que ellos responderán—. Pero el tiempo es diferente en cada mundo. No
tenemos forma de saber cuándo llegarán.
Campanita levanta la ceja.
—¿Y qué sugieres, Jefa?
He estado pensando en ello durante semanas, se me ha ocurrido una idea
que a ninguna de ellas le gustará, pero es la mejor idea que se le ha
ocurrido a nadie. He repasado un escenario tras otro, he desmenuzado los
planes y siempre he llegado a una sola solución para nuestra situación
actual.
—Nos fortalecemos todas juntas. Es más fácil proteger un hogar que
tres. Entonces todas estaremos allí por cualquier ataque. —«Y puedo
volver a encontrarme cara a cara con el Cocodrilo».
—¡No voy a dejar el Clan!
—¡No voy a dejar mi barco!
Tanto Wendy como Campanita lanzan sus propias listas de razones que
son completamente correctas y, sin embargo, incorrectas para la situación.
Entiendo, un poco, pero no del todo. La Tribu se mueve a nuestro antojo,
levantando el campamento y desplazándolo por la isla. Últimamente lo
hemos hecho con menos frecuencia, pero sigue siendo nuestro estilo. Para
Wendy y Campanita, el Clan y el barco son sus hogares.
—Orgullo —digo, interrumpiendo sus argumentos hasta que se quedan
en silencio—. Es una debilidad. —Dejo esas palabras en el aire por un
momento antes de continuar—. Morimos separadas, o luchamos juntas.
Campanita cambia, y puedo sentirla considerando la opción, saber el
momento en que se da cuenta de que es verdad. Nos quedan pocas
opciones frente a esta nueva amenaza, el Cocodrilo tiene todas las
ventajas, por lo que debemos adaptarnos y superarnos. Tenemos que
encontrar la manera de detener la fuga de energía, detener al Cocodrilo y
mil cosas más. Podemos lograrlo juntas mucho más rápido, que tener que
tomarnos nuestro tiempo para viajar cada vez que nos reunamos.
Sé que le molesta al hada cuando habla.
—El Clan es el lugar más fortificado.
Wendy le entrecierra los ojos al hada, y observo con atención ¿Wendy
estará de acuerdo o luchará por otra opción?
—Ya tenemos cercados y protección contra los Perdidos. —Campanita
argumenta ante la mirada de Wendy—. Tenemos un montón de viviendas
que se pueden compartir. No cabemos todos en tu barco, Wendy, y la Tribu
se mueve con demasiada frecuencia para estar lo suficientemente
protegida.
Es una conclusión sólida, una que ya había asumido que sería elegida,
pero Campanita tiene que ser quien la ofrezca. Ninguna de nosotras podía
sugerir tomar el territorio de la otra como si fuera propio.
Sé que Wendy se da cuenta de la validez de la afirmación de Campanita
porque suspira y mira a Garfio. Cuando él asiente, también
comprendiendo, Wendy se vuelve hacia nosotras.
—Puedo ver el valor de unirnos en el Clan para proteger a nuestra
gente. Mientras estés de acuerdo con esa opción, Campanita, entonces no
veo ningún problema con eso.
Las alas de Campanita permanecen completamente erguidas detrás de
ella y, por un momento, me pregunto si alguna vez las bajará. Debe ser
agotador parecer siempre tan correcta. Wendy mencionó haber visto signos
de tensión en el hada, pero todavía tengo que encontrarlos. Sin embargo,
confío en los instintos de Wendy. No sería una Hija si no tuviera fuertes
poderes como Campanita y yo, un hecho que la Reina de las Hadas a veces
olvida.
—Todos deberíamos movernos lo más rápido posible. Cuanto más
tiempo permanezcamos separados, más fáciles seremos como objetivos —
murmuro, dándome la vuelta para mirar por encima del hombro. Mi Tribu
está escondida en la arboleda más lejana, con instrucciones fáciles de
empacar nuestras pertenencias y prepararse para moverse. La mayoría de
nuestras pertenencias ya están empacadas como había planeado, pero sé
que Wendy se tomará un tiempo para empacar todo lo que tienen en el
barco. Por suerte, ninguno de ellos tiene demasiadas pertenencias, ya que
apenas tienen dónde guardarlas.
Mis ojos se desvían hacia el asiento vacío destinado a otro líder, uno
que se necesita si queremos sobrevivir. Incluso con todo su peligro, es
vital, por lo que alguien tendrá que ir a buscarlo a su Hoyo.
—Voy a buscar a Pan —murmuro. Estará más abierto a mí que a
Campanita y Wendy. Sé que Wendy desprecia a Peter, sé que tiene todo el
derecho después de lo que le ha hecho, pero, aunque se compadece de
Peter, no lo entiende del todo. Campanita es Campanita, y cuando no se
satisface su demanda, utilizará alegremente la fuerza, y no podemos
permitirnos una guerra con Peter, así como con los Perdidos.
—¿Necesitas que te acompañemos? —pregunta Wendy, con la clara
preocupación en el rostro. Sé de dónde viene. Wendy había visto a Peter
por última vez, había visto las heridas que cubrían su cuerpo y la mirada
en sus ojos, pero estoy preparada para verlo. Incluso si Peter está atrapado
en su oscuridad, me ofrezco a sacarlo de allí. Nadie está atrapado allí para
siempre.
Sacudo mi cabeza
—Nunca he necesitado ayuda para lidiar con Peter y sus sombras.
Wendy inclina la cabeza, pero no pregunta. No preguntará. Pero
sospecha, y eso es bastante peligroso. Incluso si estuviera segura de que
está total, completa y absolutamente equivocada, sería peligroso.
Pero eso es lo que pasa en Nunca Jamás. Una vez que el pensamiento se
abre paso, suele permanecer.
Capítulo 3

Traducido por Lilu


Corregido por Nea
Editado por Alma Mater

Nos separamos para preparar a nuestra gente, Wendy yendo a su barco,


Campanita para advertir a su Clan, pero mi gente ya conoce el plan.
Después de detenerme brevemente para decirle a Bear lo que hay que
hacer, él se hace cargo mientras salgo a través de los árboles. No se ofrece
a venir conmigo. Sabe que me habría negado, sabe que no tiene sentido.
Nunca Jamás no puede lastimarme, aunque esa es una evaluación
cuestionable con el corazón decayendo, y el Cocodrilo no se atreverá a
tocarme.
Mientras atravesaba el bosque de Nunca Jamás en dirección al Hoyo de
Peter, mis ojos se fijaron en un pequeño pájaro que revoloteaba frente a
mí, con diminutas plumas marrones normalmente inusuales para nuestro
mundo. Cuanto más lo miro, más normal se vuelve, hasta que me doy
cuenta de que no tiene dientes o algún atributo horrible del que hablar.
Nunca Jamás no tiene pájaros que no puedan causar daño.
Hago una pausa e inclino la cabeza, estudiando a la criatura que pía
agitada. Pequeños e inocentes ojos negros se encuentran con los míos.
—Será mejor que seas cuidadoso, pío pío. Casi todo aquí tiene dientes,
incluidos los árboles. —Como si mis palabras lo dispusieran, uno de los
árboles lanza una rama hacia el pájaro, pero la pequeña cosa es rápida al
menos, y logra escapar de él, alejándose con ágiles alas, pero los trinos de
pánico que hace llamarán a otras criaturas hacia él. Estoy tentada a
salvarla porque la pequeña criatura obviamente no es de Nunca Jamás. Es
inusual ver algo tan inocente aquí, pero no hay mucho que pueda hacer.
Levanto la mano y, como si el pájaro sintiera que no quiero hacerle daño,
se posa allí, con su pequeño pecho bombeando demasiado rápido—. Te has
encontrado en un lugar extraño, pequeña bestia. Pero tengo un lugar seguro
para ti si quieres escuchar. —Cuando inclina la cabeza, me giro en
dirección a la Tribu y al Clan—. Hay una niña llamada Aniya que habla
con los de tu clase. Encuéntrala, y ella te protegerá.
El pájaro no duda. Sus alas lo elevan en el aire, llevándolo hacia la niña
que llama a toda clase de criaturas. Con suerte, llegará a ella sin ser
devorado antes. Las posibilidades son escasas, pero si el pájaro es
inteligente, seguirá moviéndose. Cuanto más demore, más peligro correrá.
He hecho todo lo que he podido por él, así que me doy vuelta y paso por
encima de un árbol caído.
Continúo hacia el Hoyo, sin necesitar nada además del instinto para
orientarme. No necesito ver las estrellas para navegar, no después de estar
aquí tanto tiempo. Lo único que necesito es el tirón en mi corazón y el
instinto en mis venas. Incluso sin los poderes de una Hija, uno solo
necesita seguir el silencio para encontrar a Peter.
Intenté enviar algunas cartas a Peter durante el último mes, pero las
ignoró todas. Lo esperaba, pero todavía me enoja. Al menos podría haber
respondido, incluso si no tiene la intención de dar la cara. Aunque “el
hombre que nunca quiso ser hombre” no quiera hablar conmigo, tendrá
que hacerlo. De lo contrario, no me iré. Mis dedos tocan el tocado en mi
cráneo para asegurarme de que está en su lugar. Si se trata de eso, puedo
ser muy persuasiva.
El Hoyo aparece segundos después, el gran árbol de corteza negra es
una mancha en la tierra que lo rodea. Siempre he odiado el árbol espantoso
donde está tallado el Hoyo. Siempre he odiado que sirva como una especie
de prisión para Peter. La sensación del árbol es peor que nada. Porque
puedo hablarle a la tierra, porque puedo escuchar sus susurros, también
puedo escuchar el murmullo del árbol de Peter.
Aliméntame con sangre, Hija. Tengo hambre.
Lo ignoro como siempre hago, y siento su agitación.
Los cristales rojos que trepan por el costado del árbol y esparcen el
suelo dan la apariencia de que todo ha sido salpicado de sangre, tal como
pide el árbol. Tiene sentido, teniendo en cuenta al hombre del que se filtra
la magia, pero aun así no es tan fácil mirarlo. Peter siempre ha sido una
mezcla extraña, momentos de humanidad mezclados con demasiada
picardía. De niño, era peor, pero como hombre, la oscuridad ha clavado
sus garras más profundo.
Es más difícil hacer cosas malas cuando de repente te vuelves
consciente.
Mantengo mis pies en el borde donde terminan los cristales, mis ojos se
fijan en los cráneos plantados en estacas alrededor del perímetro. Los
cristales que los decoran les dan un aura totalmente maligna, una con la
que mi gente no se atrevería a meterse. Tenemos leyendas, y algunas de
ellas tratan de Peter, pero las calaveras asustan más a mi gente que el
hombre que las creó. La magia que se necesitó, la maldad que se necesitó
para crear tales armas, bueno, no es un buen augurio para cualquiera que
se encuentre cara a cara con las criaturas en las que se convierten.
Escaneo el Hoyo, en busca de cualquier señal de Peter. Sé que está allí,
observándome. Puedo sentir su mirada, pero es tan hábil escondiéndose
como todos nosotros. No vendrá a menos que lo encuentre.
—Peter —lo llamo, mis ojos recorriendo las ramas, buscando,
buscando. Él está aquí en alguna parte, y me toma segundos antes de que
mi mirada se enganche en una sección particularmente oscura del árbol,
una en la que no puedo ver las profundidades—. Pan.
—¿Qué quieres? —grazna desde la oscuridad, y no se me escapa la
ironía de que nuestras posiciones una vez estuvieron invertidas, que una
vez yo le había hecho esa pregunta. La sombra cambia, mucho más grande
que el chico que conocí hace mucho tiempo. Peter siempre fue un
adolescente apuesto, cuando ambos teníamos dieciséis años y aún
pensábamos que nunca creceríamos, pero como hombre, es llamativo,
incluso con el dolor que ahora lleva sus ojos. Si tan solo bajara para que yo
pueda verlo.
—Me gustaría hablar contigo. ¿Podrías bajar? —Observo el punto
sombreado, sabiendo que él me está mirando a mí, y cuando me inclino
hacia un lado, la luz se refleja en sus ojos, destellando las estrellas verdes.
—No creo que quiera.
Suspiro y miro las calaveras que rodean el Hoyo. Puedo con ellas, como
luchadora, soy una de las mejores, pero hacerlo agotará a Peter, un hecho
que nunca le ha dicho a nadie más. Solo lo sé por nuestros juegos y porque
finalmente lo admitió cuando no tenía más opción. La magia en las venas
de Peter se filtra de diferentes maneras, los cristales que recubren el suelo
y el árbol, en la forma en que las criaturas de calaveras cobran vida. Es
una maldición y una bendición, porque, aunque lo hace poderoso y una
gran potencia en nuestro mundo, también lo pone en riesgo. No se había
preocupado por las consecuencias cuando era más joven. Ahora, él está
luchando, y no tengo ningún deseo de añadir a su pelea, no si no tengo que
hacerlo.
—Estamos moviendo a todos al Clan y peleando como uno en lugar de
tres. Te necesitamos allí con nosotras, Peter.
Peter no ha mostrado su rostro desde antes de la última batalla con el
Cocodrilo. Nunca vino a pelear, nunca ofreció una excusa o razón por la
que nos dejó a todos para morir. No le he invadido, dejándolo tratar de
resolver las cosas por su cuenta, pero Peter todavía no se ha presentado.
No está sanando ni aceptando el nuevo mundo, y eso es peligroso.
Necesitamos que Peter luche con nosotras.
—Peter —murmuro, manteniendo mi posición —, necesito que bajes.
El hombre al que me dirijo cae de las ramas segundos después para
aterrizar con un crujido de cristales. Golpea el suelo con mucha menos
gracia de lo normal, y tardo unos segundos en darme cuenta de que es por
las heridas. Hay cortes y tajos a lo largo de sus muslos y brazos, algunos
de ellos lo suficientemente profundos como para que aún goteen sangre.
No se están cosiendo como lo harían normalmente, lo que me dice todo lo
que necesito saber. Wendy tenía razón sobre Peter.
Aun así, pregunto.
—¿Has sido atacado? —Sé la respuesta, sé lo que está pasando, pero no
lo diré. No puedo.
—El único enemigo en el Hoyo soy yo, Lily.
Unos ojos verdes demasiados brillantes se encuentran con los míos,
unos ojos torturados. Desde la primera vez que nos reunimos después de
haber envejecido, Peter ha seguido creciendo, sus músculos se tensan
contra la ropa que por fin le queda. Sus brillantes rizos rojos caen sobre su
frente, dándole el aspecto travieso que le faltaba de adolescente. Una barba
corta corre a lo largo de su mandíbula, algo de magia la mantiene corta y
cuidada incluso si Peter apenas se molesta en cuidarse a sí mismo. No
puedo imaginarme a Peter afeitándose, no puedo imaginar el desastre que
sería para él una acción tan simple. Y las cicatrices. En Nunca Jamás,
nunca he tenido cicatrices de heridas, pero Peter, está cubierto de ellas, y
de otras nuevas.
No doy un paso adelante. Espero.
—Ven conmigo al Clan, Peter.
—No creo que lo haga —murmura—. ¿De qué sirvo, tal como soy?
Trago, buscando palabras que ayuden, pero sin encontrar ninguna.
—Nunca Jamás te necesita —intento.
Peter sacude la cabeza y aprieta los puños a su lado.
—Nunca Jamás quiere tragarme entero, Lily. Que no es lo mismo…
—Te necesito —me corrijo interrumpiéndolo. Extiendo mi mano
cuando sus ojos se fijan en los míos—. Peter —susurro—, toma mi mano.
Si me toma la mano antes de cruzar los cristales, las calaveras no
cobrarán vida, y podremos tener una conversación. Pero Peter se limita a
mirar mi palma extendida y luego a mi rostro. Presiento su respuesta antes
de que hable, y algo dentro de mí se retuerce.
—No voy a ir —admite. Mientras lo observo, una línea se abre a través
de su antebrazo, nueva sangre gotea, gotea, gotea hasta los cristales rojo
sangre, solidificándose en el momento en que se tocan. No levantó la
mano hacia el brazo, no había cortado la línea con sus dedos. No, las
heridas son causadas por su mente.
—Necesitamos tu ayuda.
Sus labios se curvan en un bufido ante mis palabras, revelando al
hombre salvaje que sé que puede ser.
—Tú no necesitas nada de mí, Lily. —Y entonces empieza a girar.
—Peter, toma mi mano —intento de nuevo, sintiendo que lo estoy
perdiendo.
—No. —Ahora está de espaldas a mí, con una postura que intenta
escapar dentro de su Hoyo.
—¡Toma mi mano! —gruño, porque me frustra que no me dé la
oportunidad de ayudar, que no acepte la ayuda que le ofrezco.
—¡He dicho que no! —ruge, girando hacia mí, con una expresión que se
convierte en una criatura con una máscara de dolor que casi me hace
retroceder. Nunca he visto a Peter tan perdido, tan derrotado, y eso me
asusta ¿Qué es Nunca Jamás sin Peter?
—Nunca Jamás va a morir si no ayudas. —Mi mano todavía flota en el
aire, extendida hacia él, deseando que la tome.
Por un momento, Peter no dice nada, y me llena la esperanza de que esté
considerando tomar mi mano, pero debería haberlo sabido mejor.
—Entonces esperemos que muera con él —susurra y se aleja de nuevo.
Sus pasos crujen a lo largo de los cristales, pero cuando extiende su
mano hacia la puerta, doy un paso adelante, los cristales crujiendo bajo
mis pies. Una neblina verde se arremolina alrededor de los cráneos y los
hombros de Peter se tensan. Sabe que tengo la intención de ir tras él, sabe
que eso lo debilitaría, pero nunca robaría su consentimiento, no si puedo
evitarlo.
—Aniya tiene casi cinco años ahora, dentro de dos meses —digo con
voz tranquila.
La tensión en sus hombros aumenta aún más.
—¿Por qué debería importarme?
—Solo pensé que deberías saber lo que está en juego, lo que sucederá si
nos das la espalda, quienes podrían morir.
Peter se cierne en el umbral de la puerta, mis palabras parecen hacer eco
en el claro, resonando en mis oídos. Finalmente, Peter mira por encima de
su hombro hacia mí, sus ojos se encuentran brevemente con los míos.
—Nunca quise crecer, Lily.
Mi pecho se aprieta ante la angustia en sus palabras, ante la inalterada
tortura.
—Pero tienes que hacerlo —señalo—. Y no queda nada más que hacer
que enfrentarlo. Podemos enfrentarlo juntos.
—Estás equivocada —se ahoga. Otra línea se abre en la parte posterior
de su hombro, manchando el cuero allí —. Podría pudrirme con el resto de
Nunca Jamás y nadie notaría la diferencia.
—Yo lo haría —susurro, mi mano tiembla un poco. Nunca he temblado,
pero ver a Peter con tanto dolor, tan derrumbado sobre sí mismo es algo
que nunca pensé que vería. Quiero ayudarlo. Quiero mostrarle cómo salir
de la oscuridad cuando sea necesario, pero se niega a dejarme—. Me daría
cuenta si te fueras, Peter.
Pero solo me mira con ojos vacíos un segundo más antes de empujar la
puerta roja y desaparecer dentro de las sombras más profundas dejándome
allí de pie en el borde del Hoyo.
Mi mano cae a mi lado. El rugido en mis oídos ahoga el silencio.
La neblina verde alrededor de las calaveras desaparece cuando me doy
vuelta y me deslizo de nuevo entre los árboles.
Capítulo 4

Traducido por Bleu


Corregido por Nea
Editado por Alma Mater

EL CONEJO BLANCO

Asiento ante la puerta, como si eso fuera a suponer un acuerdo entre


nosotros. Hay algo en la puerta negra con la calavera y las tibias cruzadas
que me inquieta. Sé que el País de Nunca Jamás está en problemas, sé que
significa que algo peligroso está ocurriendo en su mundo, pero al tocar con
mis dedos la pintura negra, puedo sentir su maldad. ¿En qué nos vamos a
meter exactamente? ¿Y debo guiar a los demás hacia este peligro?

—¿Qué pasa? —Júpiter se acerca a mí, con la cabeza inclinada en señal


de confusión. No la culpo. Lo normal es que me limite a enhebrar la llave
en la cerradura y a girar, abriendo la puerta justo después. No sé cómo
explicar mi malestar ni cómo expresar mi sensación con palabras, no de
una forma que tenga sentido—. ¿Es la puerta?

—No lo sé. —Me giro y me encuentro con sus ojos verdes, sus cejas
arrugadas por la preocupación—. Se siente... fuera, de alguna manera.

—Esta es la puerta del País de Nunca Jamás, ¿verdad? —pregunta


Cheshire, con los brazos cruzados sobre el pecho. Lleva su habitual ceño
fruncido en la cara, como si todo le resultara perpetuamente molesto. Por
supuesto, hoy en día, con Cal a su lado, está menos presente en su rostro,
pero ella lleva el ceño fruncido con la misma frecuencia, a veces.

Todos estamos vestidos con nuestras armaduras, los paneles metálicos


brillando a la luz. Ninguno de nosotros sabe qué esperar al otro lado de la
puerta, si estamos entrando en una guerra ya en acción o si se trata de un
tipo de peligro diferente que nunca hemos experimentado. No hemos
podido hacer llegar más mensajes a Wendy, así que ni siquiera estoy
seguro de que lleguemos demasiado tarde para ayudarles. No sé si
podremos salvarlos.

—Lo es —respondo a Cheshire.

Estoy seguro de ese hecho, porque la última vez que había usado la
puerta fue la última vez que me encontré con Wendy y Garfio. No había
tenido motivos para volver a atravesarla, no cuando habíamos estado
librando nuestras propias batallas. Una vez traté de ayudar a Wendy a salir,
pero no funcionó. No había podido atravesar mi puerta, alguna magia la
mantenía atada al mundo en el que residía.

Con Alicia causando estragos en el País de las Maravillas, apenas


habíamos tenido tiempo de respirar antes de que la llamada de auxilio
llegara desde el País de Nunca Jamás y cayera ante nosotros. Y ahora
estamos aquí, acudiendo en su ayuda con la esperanza de detener cualquier
problema al que se enfrenten.

March permanece en silencio detrás de Atlas, con sus orejas agitadas


por las cosas que escucha. A menudo me he preguntado si su locura es
como la del Sombrerero o si proviene de alguna otra fuente. La Liebre de
Marzo había rechazado la armadura, diciendo que no la necesitaba, por lo
que ahora se ve extraño, el único que no está armado para la batalla. No
ayuda el hecho de que de repente lleve unas gafas que nunca había visto
antes. Cheshire se había dado cuenta de lo mismo antes, y aunque están
claramente preocupados por lo que estoy esperando, el Gato se vuelve
ahora hacia la Liebre y estrecha los ojos.

—¿Desde cuándo necesitas gafas? —Cheshire gruñe.

March se encoge de hombros.

—No las necesito. Solo me gusta la forma en que hacen que el mundo
se vea torcido.
Cheshire resopla y sacude la cabeza, volviendo a su niebla hacia mí, su
curiosidad saciada por ahora.

—¿A qué estamos esperando? —Atlas frunce el ceño y sé que está tan
confundido como yo, como los demás.

—Lo siento —me encojo, sacudiendo la cabeza. El malestar no


desaparece, pero ellos no necesitan saberlo. Podría no ser nada—. Vamos.

Introduzco la llave en la cerradura y giro, los mecanismos del interior


rechinan por los años de desuso. Probablemente debería haberlos
engrasado antes, pero no pensé en eso. Había otras cosas en mi mente.

—¿Listos? —pregunto al grupo que está detrás de mí y Júpiter me


ilumina.

—¡Listos! —exclama, emocionada como siempre. Sin duda, su mochila


está llena de frascos y recipientes para recoger muestras. También sé que
contiene sus camisetas favoritas, todas las que le gustan a ella y algunas de
las que he traído para ella.

Por un segundo, se me aprieta el pecho. Amo a Júpiter con cada fibra de


mi ser, había esperado que pudiéramos sentar cabeza y disfrutar un poco
de la vida juntos antes de que nos llamaran de nuevo, pero eso no está en
las cartas para nosotros. Nuestras funciones exigen nuestro deber, y
aunque sé que a Júpiter le parece bien, incluso le entusiasma, me sigue
preocupando que la ponga en peligro una vez más.

Respirando hondo, abro la puerta de un empujón y la atravieso, con los


oídos aguzados por los sonidos del bosque. Inmediatamente, sé que algo
va mal. Mi sensación había sido correcta y algo fundamental ha cambiado.
Los demás se agolpan en la puerta detrás de mí, Júpiter prácticamente
saltando, con sus dedos sujetos a mi cadera. No pueden pasar hasta el
final, no conmigo bloqueando, pero me empujan hacia delante unos pasos
para ver.

—¿Es esto? —pregunta Júpiter con entusiasmo, pero frunce el ceño al


ver mi expresión.
Me doy la vuelta y vuelvo a mirar la puerta abierta, la calavera y las
tibias cruzadas reveladoras, la sala que hay más allá y que me lleva a los
mundos a los que tengo que viajar. Esto está mal. Está completamente mal.
Algo ha sucedido.

—Pensé que el País de Nunca Jamás sería más tropical —comenta Cal,
con la mano en la espada que lleva en la cadera. Tiene un gran instinto, ya
sabe que algo es diferente.

Es lo que la convierte en una pareja tan poderosa para Cheshire, y lo que


hace que Cheshire sea una pareja poderosa para ella. Dos caras de una
moneda de hierro, su fuerza es inigualable cuando se unen.

—No lo entiendo —murmuro, tocando con los dedos la puerta que aún
cuelga abierta.
Júpiter se arrodilla y arranca una pequeña flor. No tengo tiempo de
reprenderla por tocar algo con los dedos antes de que la meta en un
pequeño frasco y la esconda en su mochila.

—¿Qué es? —pregunta, estudiando los árboles.

—Esto no me parece el País de Nunca Jamás.

—Eso es porque no lo es.

—¿Qué diablos significa eso? —Cheshire gruñe, con las orejas girando
sobre su cabeza.

March inclina la cabeza y entrecierra los ojos, pero no ofrece ninguna


sabiduría, nada del Guardián de los Recuerdos.

—Esto no es el País de Nunca Jamás. —Vuelvo a decir, más alto, para


que no haya equivocaciones—. Esa es la puerta correcta, pero esto no es el
País de Nunca Jamás. No lo entiendo. Esto nunca había sucedido antes.

—¿Cómo puede ser la puerta correcta y el mundo equivocado? —Atlas


frunce el ceño.
—¿Qué mundo es este si no es el País de Nunca Jamás?
—No es mi mundo —conjetura Júpiter—. Ninguna de estas plantas y
árboles es algo que reconozca.

—Jodidamente genial —gruñe Cheshire—. Volvamos por la puerta y


averigüemos dónde es más seguro.

—Espera. —La única palabra de Atlas nos detiene a todos.

Su cabeza se inclina, escuchando algo que no oigo de inmediato, no


hasta que se acerca. Cómo es que Atlas lo oye antes que yo, y claramente
antes que Cheshire, también, no lo sé, pero saco lentamente mi espada.

—Viene alguien —susurra Cal.

—Hay dos —corrijo. Alguien de pies ligeros va delante, y algo mucho


más grande se estrella detrás del primero. Tiene que estar persiguiendo al
primero, y sea lo que sea, es enorme. Pero el primer sonido proviene de
alguien pequeño y rápido, alguien que sabe cómo moverse por el bosque
sin hacer mucho ruido.

Me pongo en cuclillas y empujo a Júpiter detrás de mí, a medio camino


de la puerta. Por suerte, es lo suficientemente grande como para que todos
podamos agruparnos en la puerta, con las armas preparadas. No sé qué está
a punto de irrumpir entre los árboles, y aunque Júpiter puede defenderse
fácilmente, prefiero llevarme la peor parte del golpe si se da el caso. Aun
así, mi compañera, de fuerte carácter, me da un golpe en la mano y saca su
propia espada, preparándose para lo que sea que vayamos a enfrentar.

Las criaturas se acercan, la primera acelera, poniendo distancia entre los


dos, pero cuando se acerca y una mancha de capa roja irrumpe entre los
árboles frente a nosotros y parpadea sorprendida en nuestra dirección, casi
tropiezo hacia atrás.

Es una mujer.

—¿Qué demonios están haciendo aquí? —gruñe. Lleva el pelo


alborotado y los bordes de la capa roja que lleva desgarrados donde debe
haberse enganchado con los árboles. Sus ojos se centran en la puerta
abierta detrás de nosotros y gruñe con una ferocidad que no espero de una
mujer humana—. ¡Vuelvan!

La segunda criatura atraviesa la línea de árboles detrás de ella y apenas


se agacha a tiempo para evitar sus garras. Es enorme, peludo. Tiene que
ser...

—¿Es un Bandersnatch? —pregunta Cal, confundida, tropezando con la


puerta, con la espada bien agarrada en la mano. De momento, la criatura
solo tiene ojos para la mujer de la capa roja, pero sé que es cuestión de
segundos que se dé cuenta de que también estamos aquí.

—Es un puto hombre lobo —gruñe la mujer, retorciéndose para evitar


las garras y los dientes—. ¡Lárguense de este mundo antes de que los
maten!

Parece que apenas le falta el aliento mientras pincha a la bestia con su


espada, mientras saca pequeñas cantidades de sangre de los cortes que es
capaz de hacer.

—¿Esto es el País de Nunca Jamás? —pregunto porque tengo que


saberlo, y el hombre lobo se revuelve al oír mi voz.
Siento que Cal empuja a Atlas a través de la puerta abierta, y que
Cheshire y ella le siguen. March ya está dentro de la puerta, observando de
cerca al hombre lobo. Empujo a Júpiter en la misma dirección, pero espero
una fracción de segundo a que la mujer de cabellos rojos se acerque a mí y
me ponga las manos sobre los hombros. Observo con los ojos muy abiertos
cómo el hombre lobo ruge y arremete tras ella, pero ella parece totalmente
despreocupada del monstruo.

—Esto es el Bosque Grimm —gruñe, justo antes de empujarme hacia


atrás, a través de la puerta abierta y contra Cheshire. Los dedos del Gato
me sujetan rápidamente y me enderezo a tiempo para ver cómo la puerta
se cierra de golpe sobre la imagen del lobo cortando una fina línea a lo
largo del muslo de la mujer con un sonoro chasquido.

Durante un segundo, ninguno de nosotros dice nada. Estoy demasiado


sorprendido para moverme antes de sacudir la cabeza y fruncir el ceño.
—¿Te importa explicarlo? —pregunta Júpiter, con las cejas alzadas. No
me está condenando. De hecho, solo está buscando sus propias respuestas,
tratando de entender cómo nos metimos en el mundo equivocado a través
de la puerta correcta.

—Dijo que era el Bosque Grimm —murmuro antes de girar hacia el


pasillo de puertas. Me acerco a una vieja puerta de roble, desgastada por el
tiempo. La madera está tallada con grandes árboles que se retuercen como
dedos, arrastrándose por la madera como seres sensibles. Si te concentras
en ellos, parece que te tienden la mano. Nunca he tenido el impulso de
atravesar esta puerta—. Pero esta es la puerta del Bosque Grimm.

—Eso no tiene sentido —gruñe Cheshire.

—Tienes razón. No lo tiene. —Curioso, deslizo mi llave en la puerta


que lleva al Bosque Grimm y la abro, y cuando la empujo para abrirla, el
aire salado me hace cosquillas en la nariz—. Pero parece que esto lleva al
País de Nunca Jamás.
Me encuentro con los ojos de Júpiter, ambos percibimos que está
ocurriendo algo más grande, pero ninguno de los dos tiene una respuesta,
no de inmediato.

—Primero salvemos el País de Nunca Jamás —murmura—. Después,


pensamos en las puertas. Prioridad.

Lógico, y la misma respuesta que Clara habría dado.

—Tienes razón. Primero el asunto más urgente, luego averiguaremos


cómo se cambiaron dos puertas.
Nos hago pasar, antes de que ocurra otra cosa extraña, como que las
puertas vuelvan a cambiar. Mis orejas se mueven con mi agitación, pero no
lo expreso en voz alta.

El País de Nunca Jamás primero, repito en mi cabeza. Primero el País


de Nunca Jamás.
Y el resto ya lo veremos después.
Capítulo 5

Traducido por Bleu


Corregido por Nea
Editado por Alma Mater

Retrocedo entre los árboles y evito la línea de vallas que rodea al Clan,
entrando por una de las entradas laterales. Los protege de muchos de los
peligros del País de Nunca Jamás, y aunque no impide el paso de los
Perdidos por completo, está pensado sobre todo para ralentizarlos y que el
Clan tenga tiempo de movilizarse durante un ataque. Los vigías no me
detienen mientras me abro paso por la abertura. Soy fácilmente
reconocible, pero, aunque no pudieran verme, sentirían mi aura.

El Clan es un bullicio de actividad, una mezcla de los hombres de


Wendy, mi Tribu y el Clan moviéndose para acomodarse unos a otros. La
Tribu no necesita alojamiento, trajimos nuestros refugios, pero sé que
algunos de los hombres de Wendy prefieren tener algún tipo de techo sobre
sus cabezas. Unos cuantos ya han colgado sus hamacas en árboles
aprobados, unos que la gente de Campanita ha comprobado que no están
dañados, así que algunos de ellos también estarán al aire libre.
Es bueno tener tal variedad, en caso de que nos ataquen aquí. Si el
Cocodrilo se vuelve lo suficientemente valiente y centra su esfuerzo en
nuestra gente unida, tendremos muchos hombres apostados en varios
lugares para darnos una oportunidad de luchar. Somos más fuertes juntos
que divididos en tres.

—¿Dónde está Peter? —pregunta Wendy, que viene a ponerse a mi lado


mientras observo los movimientos dentro del Clan.
Campanita está al otro lado de la calle, discutiendo opciones con su
gente. A pesar de haber sido avisada con poca antelación, Campanita
parece estar preparada para llevarnos a todos dentro de su refugio, y eso
me dice más de lo que ella jamás lo hará. La Reina de las Hadas había
sospechado de mi sugerencia, la había considerado de mérito y la
argumentó por los viejos tiempos, aparentemente. Siempre había tenido la
intención de ofrecer el Clan para todos nosotros, aunque no pareciera
gustarle.

Wendy busca entre los árboles que hay detrás de mí, por si acaso Peter
se esconde allí, pero al no verlo, vuelve a dirigir sus suaves ojos azules
hacia mí.

—No va a venir —suspiro, quitándome el tocado un momento para


poder pasarme los dedos por el pelo.

El rostro de Wendy se transforma con sus emociones, algo que siempre


me ha maravillado. Como la más humana de las Hijas, Wendy sigue siendo
poderosa, pero su humanidad se trasluce a menudo, sobre todo cuando está
cerca de nosotros. Sabe que podemos percibir la mayoría de las
emociones, sabe que podemos percibir una mentira, pero el hecho de que
me muestre sus emociones ahora me indica dónde están sus lealtades. No
es hasta que la ira cruza su rostro que hablo.

—Está luchando, Capitana del Mar. O saldrá fortalecido o perecerá


bajo ella. De cualquier manera, no hay nada que podamos hacer si rechaza
la ayuda.

—Todos estamos luchando —gruñe Wendy, cruzando los brazos—. Yo


luché después de que me trajo aquí y perdí a mis hermanos, cuando me
tuvo prisionera durante semanas. Y lo superé.

—No todos estamos hechos de la misma carne, Wendy —regaño y


sacudo la cabeza—. Todos manejamos nuestra oscuridad de manera
diferente. Tú superaste todo eso porque estabas decidida a hacerlo, porque
tu humanidad te lo exigía, pero en el fondo eres una buena persona. Peter,
ha hecho cosas que a la mayoría de nosotros nos avergonzarían, y nunca ha
tenido que enfrentarse a ellas hasta ahora.
Wendy frunce el ceño, empapándose de mis palabras, y me doy cuenta
de que no le gustan.

—Así que, porque de repente le ha crecido la conciencia, no puede


soportar mostrar su cara.

—No creo que sea eso —admito. La imagen de las heridas abriéndose
solas por su piel pasa por mi mente, y casi hago una mueca con ella—.
Creo que tiene que ver con lo que ocurre en el País de Nunca Jamás. Peter
está vinculado al mundo mucho más cerca que nosotros. Pero, si la
oscuridad de Peter lo lleva demasiado profundo y no quiere tomar mi
mano, entonces no estoy segura de qué más podemos hacer por él. Tiene
que querer nuestra ayuda.

Wendy suspira.

—Si alguien puede ayudarlo, eres tú.

Me paralizo, sus palabras resuenan en mi mente.

—¿Por qué dices eso? —pregunto, mirándola a los ojos.

Wendy arquea una ceja, pero no responde, dejando que su opinión se


quede ahí. Al parecer, la Capitana del Mar ha visto más de lo que ha
revelado, y debería haberlo esperado. Que Wendy sea humana no significa
que no sea perceptiva. En todo caso, es la más perceptiva de todos, porque
no depende de sus poderes. Pero Campanita, ella está preocupada por otras
cosas más que cualquier relación que pudiera o no tener con Peter Pan.

—He ordenado a la Tribu que ocupe el espacio del otro lado del patio
—dice Campanita, lanzándose a su papel con facilidad. Es una reina, sabe
exactamente cómo dictar las tareas. Está tan regia como siempre, y el
vestido verde que lleva le rodea los pies como una gasa. Si no la miras a
los ojos, casi pensarías que es hermosa, pero la Reina de las Hadas carga
con sus propios demonios, al igual que todos nosotros. Es casi demasiado
brutal para ser llamada hermosa.

—Te agradezco tu hospitalidad —murmuro porque los modales son


importantes en el Clan.
—¡Lily! —grita Aniya mientras corre por la ajetreada calle, con la cara
estirada de alegría, interrumpiendo nuestra conversación.

Me sorprende gratamente ver al pequeño pájaro ordinario revoloteando


detrás de ella, de una pieza. Parece que la criatura ha seguido mi consejo
después de todo. Cuando Aniya se acerca y ve a Campanita de pie junto a
mí, se frena, con los ojos muy abiertos hacia la Reina de las Hadas. No sé
qué esperaba de Campanita, pero desde luego no es lo que hace a
continuación.

El hada se echa al suelo, con las alas desplegadas detrás de ella para
mantener el equilibrio, y sonríe a Aniya alegremente.

—Hola, pequeña hechicera —arrulla Campanita, y yo casi me caigo del


susto. Nunca había oído arrullar a la reina malvada en toda mi vida.
Wendy parece igual de sorprendida, con los ojos muy abiertos ante la
visión que tenemos.

—Bonitas —grita Aniya, señalando las alas de Campanita, y la sonrisa


de respuesta de la reina hace que se me desencaje la mandíbula. ¿Qué
demonios...?

—¿Quieres tocarlas? —pregunta Campanita, girándose para ofrecer su


ala, y eso es lo que hace.

Me siento directamente en el suelo, mi sorpresa casi me paraliza. Me


preocupaba cómo reaccionaría el hada ante Aniya, había pensado que la
reina miraría con desprecio a una niña en su Clan, pero en lugar de eso,
Campanita deja que Aniya le toque suavemente las alas, y cuando Aniya
chilla de felicidad, espolvorea un poco de polvo de hadas para darle a
Aniya sus propias alas invisibles.

Wendy se sienta a mi lado mientras veo a Aniya elevarse en el aire, con


Campanita sujetándole la mano para que no se haga daño, y las dos
observamos en silencio durante unos minutos, completamente atónitas.

—Es un espectáculo que nunca pensé que vería —murmura Wendy y


yo asiento.
Parece que la Reina Malvada tiene un corazón después de todo, y no
solo el que late dentro de Nunca Jamás. Una debilidad que ha decidido
mostrarnos, y recordaré su bondad.

Recordaré haber visto a la Reina Malvada arrodillarse ante una niña y


ofrecerle sus alas.
Capítulo 6

Traducido por Sol


Corregido por Nea
Editado por Alma Mater

El fuego arde en medio del Clan de Campanita, las llamas ardiendo casi
tan altas como una pira funeraria. Con tanta gente por alimentar,
decidimos que sería mejor si todos cenamos juntos, que se convertiría en
un evento comunitario. Ya es así en la Tribu, y sospecho que en el barco de
Garfio y Wendy todos cenan al mismo tiempo también, pero en el Clan de
Campanita comen cuando lo deseen. Es ineficiente ante mis ojos, pero
cada uno de nosotros tiene sus propias tradiciones. Para el Clan, es motivo
de orgullo poder preparar comida para ellos mismos, y si escogen
compartir su comida con alguien más, es un gran honor. No se me escapa
el hecho de que las Pixies y los Fae estén ayudando a preparar la comida
con todos los demás. Están mostrando honor de la manera más fácil que
conocen, incluso si todos somos de diferentes comunidades.
Es un espectáculo extraño ver a las Pixies y Fae mezclándose con
Piratas y miembros de mi Tribu. Pintando una imagen rara ante mí, no
puedo evitar mirar fijamente la yuxtaposición entre la ropa destinada al
mar, los diseños más toscos y eficientes de mi gente, y los diseños más
extravagantes del Clan de Campanita. Y todos nos movemos juntos con un
solo objetivo en mente: sobrevivir.
Ya había advertido a la Tribu acerca de las reglas del Clan, pero resultó
innecesario. Campanita me dijo antes que las viejas reglas no están
vigentes. No hay nada relacionado con la comida, ningún encantamiento
que le dé al Fae el mando sobre nadie, aunque hubiera sido así antes. Los
conceptos básicos aún se aplican: no toques las alas de nadie sin permiso y
los modales son lo más importante. Pero en su mayor parte, mi gente y la
de Wendy están a salvo por ahora.
Con cosas más importantes en juego, las viejas reglas se están torciendo
o eliminando.
Sin embargo, eso no significa que no estamos en peligro de la magia de
sangre con la que trata el Clan de Campanita. Ciertamente, no significa
que uno de los míos no pueda encontrarse en una situación donde se quede
sin sangre o magia si no tiene cuidado, pero las posibilidades son mucho
menores de lo normal.
Cada uno de nosotros tiene vigías y guardias estacionados alrededor del
Clan, y por primera vez no había sido una pelea llena de orgullo. Parece
que, con todos nosotros en las mismas inmediaciones, el orgullo por
nuestros propios guerreros no se aplica como antes, y no hubo discusión
cuando cada uno colocó a sus propios hombres alrededor del perímetro. Es
casi un alivio evitar una pelea innecesaria en tiempos donde debemos estar
más unidos que nunca.
Hasta ahora nada importante ha sucedido, pero sé que se avecina. Puedo
sentirlo. Casi como puedo sentir el cambio en el aire, sé que habrá un
ataque pronto. Sea esta misma tarde o después. Los árboles están
susurrando, temblando, dejándome saber que algo está pasando ¿Es Croc y
los Perdidos? ¿O son los amigos de Wendy del otro mundo? Cualquiera de
los dos puede desencadenar los susurros de la naturaleza.
—¿Qué es lo que sientes?
Me sobresalto ante la repentina voz y me giro para ver al hombre
parado junto a mí. El Capitán Garfio y yo nos llevamos tan bien como la
luna y el sol, tanto que preferimos evitarnos. Pero mucho de eso se debe a
que simplemente no nos importa lidiar el uno con el otro. En todos
nuestros años en el País de Nunca Jamás, nunca hemos compartido alguna
clase de relación a excepción de vivir en el mismo mundo. No estoy
atraída hacia los hombres como él, incluso aunque compartamos cierta
oscuridad. Sé que en el algún momento Garfio y Wendy habían estado
juntos, igual que Peter y Campanita. Después de pasar tantos años aquí, es
fácil sentirse solo y buscar compañía en aquellos que entienden, pero el
Capitán Garfio jamás ha tenido un corazón que ofrecer a nadie excepto a la
Capitana del Mar que ahora llama pareja. Después de años y años de bailar
uno alrededor del otro, los dos finalmente llegaron a un entendimiento.
La amenaza en el País de Nunca Jamás hizo maravillas para ellos al
menos. El resto de nosotros debemos enfrentarlo solos.
—Siento muchas cosas Garfio. ¿De cuál hablas?
Él frunce el ceño—. No seas tan profunda ahora. Lo puedo ver en tu
rostro, sientes que algo se acerca. Yo también lo siento.
Estudio la mirada dura del Capitán de las Estrellas buscando por
peligro, pero no hay nada más que honesta curiosidad.
—Algo se acerca, pero no sé si es Cocodrilo o la gente de Wendy —
murmuro agachándome para agarrar una brizna de hierba entre mis dedos.
Puedo sentir la vida dentro de ella, el dolor, el saber que algo está por
llegar—. ¿Es eso lo que sientes?
Garfio asiente—. Sí. Wendy mencionó sentirse inquieta también, y creo
ella reconocería la presencia de su amigo, al menos del que llama White.
Y no lo reconoce.
—Entonces deberíamos prepararnos como si fuera Cocodrilo.
Aniya se sienta alrededor del fuego junto a Bear, su sonrisa se ilumina
cuando él le entrega un plato de comida. Ella luce tan despreocupada, tan
feliz, y espero mantenerla de esa manera por tanto tiempo como sea
posible. Sin importar lo que Nunca Jamás traiga. A un niño se le debe
permitir ser niño, incluso si nosotros fuimos forzados a crecer en nuestra
infancia. Ella no debe tener las mismas experiencias que yo tuve.
Asiento con la cabeza hacia Garfio dejando que reflexione sobre nuestra
conversación y tomo asiento junto a la niña.

—¿Qué estás comiendo Papoose1?


—¡Bayas! Bear encontró unas cuantas, para mí, así no tengo que comer
carne.
Sonrío. La regla de no comer carne es nueva, y una que esperaba en
algún momento. Es difícil comer carne cuando puedes hablar con las
criaturas que planeas comer. Es difícil mirarlos a los ojos con el
conocimiento. Hace un mes, Aniya dejó de comer carne por completo,
pero al menos lo esperábamos.
—¿Necesitas más comida? Puedo encontrar algo más. —Campanita
había ofrecido la comida del Clan para que comiéramos, y aunque mucha
de su comida es muy dulce para mí, sé que a Aniya le gusta.
Pero no tiene la oportunidad de responder. Frunzo el ceño girando mi
cabeza y luego poniéndome de pie para escuchar mejor. Unas pocas
miradas se centran en mí, en la tensión de mis hombros.
—Pon a Aniya a salvo —le digo a Bear encontrando sus ojos
brevemente. Él no pierde el tiempo. Mi guerrero deja caer su plato, levanta
a Aniya, quien deliberadamente sostiene su plato, y la lleva hacia los
edificios. Los pajaritos y las criaturas que siempre parecen acompañarla la
siguen detrás.
Él está viniendo, Hija. Ellos vienen…
Los susurros de los árboles van in crescendo hasta que mi mente
resuena con sus palabras. Lanzo un pitido que resuena en todo el Clan,
haciéndoles saber a todos que deben estar en guardia.
Casi como si lo conjuráramos, como si pensara el pensamiento en voz
alta, uno de los vigías grita fuerte y alto, el pitido me dice exactamente
qué es lo que se acerca, incluso cuando los árboles eran vagos. Segundos
después, se escuchan más gritos y aullidos, algunos silbidos, y todos los
demás se ponen de pie agarrando armas en preparación para lo que sea que
se avecina.
—¡Son los Perdidos! —grita alguien y no estoy sorprendida.
¿Cómo pudieron actuar tan rápido después de fusionar a nuestra gente?
Deberíamos haber tenido al menos un día para asentarnos antes de que el
Cocodrilo atacara.
—¿Cuántos? —pregunta Campanita. Sus alas abiertas mientras se eleva
en el aire. Se ve cada centímetro de la Pixie sedienta de sangre con sus
uñas más afiladas de lo normal. Su vestido verde fluye a su alrededor
como una gasa, y aunque no hay viento soplando en Nunca Jamás en este
momento, ella genera su propio viento con sus alas. Con los ojos rosados
brillando y lista para la batalla, Campanita mira en la dirección de la
advertencia, sin sacar su daga.
—Demasiados —responde uno de los Fae con los ojos muy abiertos, lo
que significa que hay suficientes para causar preocupación. Los Fae de
Campanita no se asustan fácilmente.
—Suficientes para atacar a nuestras tres comunidades al mismo tiempo
—murmuro encontrando los ojos de Campanita. Asentimos hacia la otra,
entendiendo que podríamos estar luchando hasta la muerte en este caso,
que podríamos perder a gente si no vamos con cuidado. No sé cómo
Wolfbane supo tan rápido que habíamos fusionado a nuestra gente, hablar
con la tierra no es uno de sus poderes, pero de todos modos está enviando
a la caballería para provocar el caos.
Paso mi mano por el tocado que llevo y siento cómo la magia se
extiende por mi piel, el poder amarillo flota mientras me atrae hacia la
criatura cuya piel llevo puesta. No soy solo una Jefa, no solo la líder de la
Tribu. Soy Tigrilla por una razón, y la vesper2 en mi cabeza me sirve
como arma.
—Me entrego a ti, para que podamos caminar juntos —digo con voz
áspera, cerrando los ojos mientras comienza el cambio.
Escucho a algunos de mi gente susurrar detrás de mí. El acto de
transformación no es uno que haga a menudo, pero nunca hay un mejor
momento para dejar que mi otro lado se libere.
—Cambia-pieles —susurra alguien, pero lo ignoro. No soy ajena a la
palabra, nuestras leyendas hablan de ellos. No soy la única Cambia-pieles
que existe, y no seré la última.
Mi conciencia crece a medida que me transformo en la criatura de todas
las pesadillas, hasta que me expando en la criatura gigante parecida a un
murciélago en lugar de Tigrilla. Es un cambio doloroso, pero uno que
agradezco mientras mis huesos se rompen y se niegan, mientras el pelaje
brota como agujas a lo largo de mi piel. Mi rostro se transforma, grandes
orejas puntiagudas se alargan y me permiten escuchar más lejos en la
distancia. Cuando mis huesos y mi piel se asientan, bato mis alas una, dos
veces, y estoy en el aire buscando un mejor punto de vista. Todo en mi
visión se pinta de amarillo, y en lugar de mi visión normal, veo a través de
los agudos ojos de la criatura que llevo puesta. Con un chillido horrible,
anuncio mi presencia y vuelo directo a la espesura de los Perdidos
trepando por las paredes de protección preparándome para entrar en su
ataque. Aunque golpeo a algunos de ellos, aunque las alas en forma de
cuchilla mutilan a algunos de ellos, no estoy buscando a los Perdidos.
Estoy buscando a su líder.
Encuentro al Cocodrilo en medio del enjambre gritando órdenes a los
Perdidos, pero en el momento en que se da cuenta de que voy por él, se da
vuelta y comienza a correr de regreso por donde vino. Debe haber sabido
que estoy en el Clan de Campanita, que todos lo estamos, entonces, ¿por
qué huir ahora?
—¡Cobarde! —grito, mi voz distorsionada y monstruosa.
El Cocodrilo es rápido, pero yo siempre he sido más rápida cuando
importaba, y las alas siempre son una ventaja. A medida que nos alejamos
del Clan, lejos de donde los Perdidos intentan apoderarse, paso a la bestia
debajo de mí y caigo bloqueando su camino. Dándole crédito, Cocodrilo
patina hasta detenerse. No intenta pasar a mi alrededor, no intenta correr.
Sabe que no tendrá sentido hacer tal cosa.
Puedo escuchar a los demás peleando en la distancia, lo suficientemente
lejos que sé que no nos alcanzarán antes de que tenga mi conversación con
Cocodrilo. Tendrán que pasar por los Perdidos primero y luego venir a
buscarme.
—Wolfbane —gruño, mi voz distorsionada más allá del
reconocimiento, pero él escucha—. ¿No te transformarás?
Por un momento esos ojos extraños, ojos que reconozco, me miran
estudiándome. No estoy segura de lo que ve, o lo que espera ver, pero
eventualmente las escamas de su cuerpo comienzan a cambiar y la bestia
que drena Nunca Jamás se convierte en un hombre. Hago rodar mis
hombros dejando caer mi propia piel hasta que vuelvo a vestir mi propia
carne, con la vesper segura sobre mi cabeza como un simple adorno.
Pasan largos minutos con Wolfbane y yo simplemente mirándonos el
uno al otro. Lo conozco desde hace mucho tiempo, lo había llamado parte
de mi gente antes de que desapareciera. Pero aquí está ahora, más
poderoso que nunca, con una dureza en sus ojos que no había estado allí
antes de convertirse en más bestia que hombre.
—¿Por qué no detienes esto? —pregunto, genuinamente curiosa.
Wolfbane es un cobarde; todo lo que ha hecho desde que se convirtió en el
monstruo que veo va en contra de las reglas de la Tribu. Pero quiero
escucharlo de sus labios, por qué sigue ese camino, por qué cree que todo
esto es necesario. Necesito escuchar sus razones, para poder determinar
cómo lo manejaré de ahora en adelante—. Se supone que eres uno de
nosotros, Wolfbane.
—Ya no —dice con voz áspera. Su voz es gruesa, como si no la usara
tan a menudo como solía hacerlo—. No lo he sido desde que hice un pacto
con Nunca Jamás. Mi humanidad por vida. Y tú lo sabes bien Jefa.
—Bane…
—Detente, Lily. —Mi nombre saliendo de su boca me golpea
directamente en el corazón y casi me estremezco. Pero soy más fuerte que
eso, así que solo me encuentro con sus ojos azules dolorosamente
humanos—. Tengo objetivos ahora —continúa—. Y veré que se cumplan.
—¿A pesar de la muerte de tantos?
—Mataré a cualquiera que tenga que matar si eso me saca de este
jodido mundo —gruñe, sus ojos cambiando del azul humano al verde
tóxico del cocodrilo—. Incluyéndote.
Entrecierro los ojos y enderezo los hombros. Si cree que puede
enfrentarse a mí y ganar, está por encontrar algo diferente. Soy una Hija de
Nunca Jamás, y aunque él puede estar robando la magia de este mundo y
es mucho más fuerte de lo que recuerdo, no puede esperar enfrentarse a mí
y ganar. En el mejor de los casos, estaremos igualados. Está
fanfarroneando, sé que lo está, pero aun así levanto la ceja—. Entonces
hazlo, Bane —lo incito dando un paso adelante—. Mátame.
—No puedes jodidamente morir —gruñe, ya vacilando. Cobarde grita
mi mente. ¡Traidor!
—Tienes razón —murmuro, sintiendo que los demás se acercan—.
Nunca te había considerado un cobarde, Bane. Pero ahora, eso es todo lo
que eres. —Él se estremece—. Eres un cobarde. —Doy un paso adelante
—. Eres un traidor. —Otro paso y se estremece hacia atrás—. Y cuanta
más gente mates, más sangre inocente derrames, te haré pagar por cada
uno de ellos. —Mi cara se transforma con toda mi furia—. Fracasarás, y
yo estaré allí para verte caer.
—No estabas allí la última vez —gruñe, su cuerpo transformándose,
pero antes de que pueda atacarlo, un ruido a mi derecha atrae mis ojos
justo cuando un grupo de personas se precipitan a través de los árboles,
con las armas levantadas, al igual que Wendy, Garfio y Campanita se abren
paso desde el lado opuesto.
Y cuando me vuelvo hacia Wolfbane, él ya se ha ido, aprovechando la
distracción momentánea. Maldigo por lo bajo, enojada porque perdí mi
oportunidad, enojada porque me interrumpieron.
—¿Quiénes son ustedes? —gruño a los extraños, pero antes de que
pueda enfrentarlos, Wendy cruza corriendo el claro y lanza sus brazos
alrededor de un hombre con orejas de conejo blanco en la cabeza. Me doy
cuenta de quién es antes de que ella hable.
—¡White! —exclama Wendy, pero los ignoro.
En cambio, mis ojos siguen el camino que tomó Croc, siguiendo el
camino que eligió para regresar al Lado Oscuro de la isla. Quiero seguirlo
desesperadamente y tratarlo como el traidor que es.
El deseo de tomar vuelo de nuevo es abrumador, pero en cambio, me
vuelvo hacia los invitados más nuevos de mi mundo y los miro. Conejos,
algunos humanos y un gato. ¿En serio? ¿Eso es todo?
Capítulo 7

DOSCIENTOS AÑOS A.E


(ANTES DE LA ELECCIÒN)

Traducido por Sol


Corregido por Nea
Editado por Alma Mater

—¡Vamos, Lily! ¡Sé que puedes pelear mejor que eso! —Bane incita y
eso solo me llena de más ira. Tiene la mala costumbre de bromear en los
peores momentos, cuando estoy más tentada a cortarle la cabeza que a
derrumbarle sobre sus pies.
—Si te quedaras quieto, te mostraría exactamente lo bien que puedo
pelear —gruño, agachándome para el ataque que sé que se avecina.
Riendo, Bane hace girar el bastón en sus manos en círculos, tratando de
atraer mis ojos, pero yo sé mejor que eso. Bane también debería hacerlo.
Hemos estado entrenando lo suficiente juntos, practicando, hasta que
ambos podemos pelear contra el otro dormidos. En este momento estamos
igualados, incluso si soy la Jefa. Pero pronto seré más fuerte que el
hombre exasperante que tengo delante.
Gira y balancea su bastón hacia mí, pero ya estoy preparada para su
movimiento. Me retuerzo y me tiro hacia atrás, haciendo girar mis dedos
para persuadir a la magia amarilla en mis venas para que me obedezca.
Mientras observo, una enredadera del árbol más cercano sale disparada y
envuelve la muñeca de Bane impidiéndole balancear el bastón.
—Oh, estamos usando poderes ahora —sonríe, liberándose de la
enredadera y su propia magia amarilla se filtra de sus dedos. El pájaro sale
de la nada y desciende con sus garras hacia mi cabeza.
Me río, agachándome justo a tiempo e instando al árbol más cercano a
alcanzar y envolver con dedos delgados a Bane, pero realmente no hay
forma de ganar ventaja, no cuando somos iguales en lo que respecta a la
fuerza.
—¿Te rindes, Lily? —pregunta, una sonrisa estirando su rostro.
—Nunca —me río, pero ambos dejamos de atacarnos. Es nuestra
manera. Ninguno de nosotros cederá nunca, y ninguno de nosotros puede
ganar solo con la fuerza bruta en este momento—. Está bien. Vamos a
buscar algo de comida.
Cuando giramos para regresar a la Tribu, los árboles tiemblan y
susurran, sus voces resonando para llegar a mis oídos. Hago una pausa,
inclinando mi cabeza para escuchar, algunas de las palabras son
demasiado difíciles de entender, pero otras, las entiendo.
Destino… disturbio… Uno de los Dos traicionará.
—¿Qué pasa? —Bane me mira fijamente, sabiendo que puedo oír algo,
pero no sabe qué—. ¿Qué escuchas?
Uno de los Dos traicionará… Nunca Jamás se ahogará en sangre…
Arrugo mis cejas. Los árboles dicen sus verdades, pero aunque son
palabras extrañas, no tienen sentido. Nunca Jamás ya se ahoga en sangre.
¿Cuánto más podría sangrar? La tierra ya es más oscura que cualquier otra
cosa.
—Nada —le digo sonriendo a Bane—. Vamos. Estoy hambrienta.
Bane frunce el ceño pero me sigue confiando en mí cuando digo que no
es nada. No es nada de todos modos, solo palabras que ya sucedieron.
… Nunca Jamás se ahogará en sangre…
Capítulo 8

Traducido por Camila


Corregido por Nea
Editado por Alma Mater

Me muevo con el grupo de personas, una mezcla de nuestro mundo y


otro, pensando sobre qué extraño es sentir el contraste de los poderes.
Porque los amigos de Wendy tienen sus propios poderes, firmas extrañas a
través de ellos. El amigo de Wendy, White, se siente poderoso por su
propio derecho, y a través de las orejas en su cabeza deberían ser más
tiernas que intimidantes, puedo decir que es tan salvaje como las criaturas
más peligrosas de Nunca Jamás.
Y eso ni siquiera empiezo a explicar al gato.
Es un poder bestial enroscado, y aunque las orejas de su cabeza se
mueven constantemente, son sus ojos los que parecen peligrosos. La mujer
que está a su lado, la llamada Cal, se siente igual de amenazante. Incluso
la pelirroja que sonríe de oreja a oreja y casi saltando delante de mí se
siente mortalmente poderosa.
Wendy, en efecto, tiene amigos extraños.
Volvemos al Clan de Campanilla de una pieza, los cuerpos de los
Perdidos son trasladados a una pira funeraria. Me molesta, el quemar
cuerpos de tal manera, pero entiendo el por qué tenemos que hacerlo.
No tenemos suficiente energía ni mano de obra para enterrar tantos, y el
Clan de Campanilla cree que el fuego libera las almas para que puedan
volver a las estrellas. Cada uno de nosotros tiene su propia manera de
llorar a los muertos. La Tribu entierra a nuestros fallecidos, alimentando a
los árboles y a la tierra, para que la muerte de lugar a nueva vida. El Clan
de Campanilla libera sus almas a través del fuego. Sé que ambos Wendy y
Garfio ofrecen sus muertos al mar, aunque la gente de Garfio también cree
en regresar los cuerpos a las estrellas. Todos son hermosos por derecho
propio. Y aunque hayamos tenido suerte esta vez y no tenemos a ninguno
de los nuestros que enterrar, sé que va a haber más sangre derramada antes
de que esta guerra se acabe.
Aunque la sangre me llama, no me gusta derramar eso de nuestra gente.
Campanilla camina por delante de mí, silenciosa, sus ojos trazando a los
recién llegados como yo lo hago, estudiándolos. No sé si ella está
buscando por debilidades o si está pensando en cómo podrían ser
utilizados. De cualquier manera, nunca es bueno tener la atención de la
Pixie por tanto tiempo.
—No estábamos seguros de que fueran a lograrlo —dice Wendy,
sonriendo a todos ellos. Como hijas, Wendy es el puente perfecto entre
nosotros, su humanidad los convence a todos con facilidad.
La pelirroja Júpiter, rebota emocionada en sus talones, lanzando desde
plantas y cosas, arrancando especímenes para poner en frascos. Cuando se
acerca demasiado a una rosa espinosa, la alcanzo rápidamente y la agarro
de la muñeca, parándola justo antes de que ella enrollara sus dedos en la
peligrosa planta.
—Esa no —le aviso, levantando mi ceja.
White frunce el ceño, pero no dice nada, sin duda acostumbrado a sus
travesuras.
Júpiter observa con sorpresa mi agarre antes de asentir con su cabeza,
aceptando mi advertencia—. ¿Qué es lo que hace?
La suelto para que podamos seguir caminando, mirándola
cuidadosamente en caso de que decida ir a por otra peligrosa criatura—.
En el mejor de los casos, las espinas te pinchan y entras en alucinaciones
por horas.
—¿Y en el peor de los casos? —pregunta White, observando a la
hermosa flor más de cerca.
Me encuentro con sus ojos, estudiando la fuerza enrollada en sus
hombros. Wendy no mentía cuando dijo que White era apuesto. Pero por
supuesto, las cosas más peligrosas eran las más hermosas—. Te mueres —
digo, y me volteo, avanzando para tomar un sitio alrededor de la fogata
que Bear ha estado encendiendo en el centro del Clan.
El olor de la carne hace que mi estómago gruña y me siento a un lado de
mi guerrero jefe y alegremente cojo el pedazo que me ofrece. Después de
un cambio de piel, siempre estoy voraz, la cantidad de energía para lograr
la transición siempre golpea fuerte.
El segundo conejo, el marrón, mira alrededor del Clan de Campanilla
seriamente, sus orejas sacudiéndose justo como la criatura de la cual
provienen sus rasgos. Es apuesto en una manera extraña, vestido en una
camisa desabotonada que se siente demasiado apropiada para el País de
Nunca Jamás y el País de las Maravillas. Su cabello está corto, pero puedo
decir, que, si se le permitiera crecer, se rizaría en unas grandes ondas.
Como está, solo lo permite unos cuantos centímetros, y un solo rizo cuelga
sobre su frente.
—March —le grita Cal, llevándose su atención—. ¿Sientes algo en
particular?
—Solo el remanente rancio de la magia que se desvanece y el temblor
de los dedos liberando su agarre.
Cal se queda mirando a la Liebre por un minuto y luego mira al Gato,
Chesire.
—¿Entendiste algo?
—Ni una palabra —gruñe Chesire y le lanza un ceño fruncido a la
Liebre.
No estoy segura de lo que ve, pero no puedo apartar la mirada. Cada vez
que intento enfocarme en otra cosa, mis ojos son dirigidos directo a la
Liebre de Marzo, justo a los ojos verde tóxico que se jacta y la mandíbula
cincelada. Hay un aire sobre él, casi como si la locura que él claramente
padece es su propia aura, y aunque otros podrían despedirlo por eso, yo sé
más. La locura es solo un efecto secundario de la inteligencia, de poder, y
la Liebre de Marzo está lleno de ello.
Como si pudiera sentirme observándolo, esos ojos verdes brillantes se
voltean hacia mí, y cambia su forma por una facción de segundo. Un
momento, está completo, normal excepto por el pedazo desaparecido de su
oreja. Al siguiente, se ve como si se hubiese arrastrado fuera de una
tumba. Es tan rápido, que casi me lo pierdo, pero me impresiona lo
suficiente como para pestañear en dirección al extraño hombre.
—¿Qué cojon…
—Mira una vez y verás una liebre, mira dos veces y ya no estaré ahí,
mira tres veces y estaré muerto, pero puede que todo esté en tu cabeza —
me ofrece como explicación, moviéndose más cerca para murmurarlas,
casi bajo su aliento, y mi boca cae abierta.
En todos mis años, nunca había visto nada así de… único en Nunca
Jamás.
—¿Estás encantado? —Inclino la cabeza mientras él toma asiento a mi
otro lado. Bear observa de cerca, midiendo a la Liebre, estudiándole, pero
no dice ni una palabra. No lo hará, no salvo que le dé una señal de
sentirme incómoda, y no lo estoy. Estoy intrigada, pero no incómoda.
—Tal vez —ofrece March—. O tal vez, ni siquiera estoy aquí.
—Pero te puedo ver —señalo, antes de ir en contra de la etiqueta y
presionar un dedo contra su hombro. Quiero ver si puedo tocarlo,
demostrando aún más que está ahí delante de mí.
Más rápido de lo que incluso yo puedo seguir, sus manos se disparan y
colapsan alrededor de mis dedos fuertemente. No duele, pero me sostiene
a solo unos centímetros de su cuerpo, inclinándose más cerca y su cabeza
ladeándose como un animal. Puedo sentir la vileza por debajo de su piel, el
peligro, pero solo me sonríe. Debería ponerme nerviosa, debería hacerme
querer apartarme. En cambio, lo estudio más de cerca.
—Tocar es un crimen porque no sabes lo que encontrarás, Cambia-
pieles.
Frunzo los labios—. ¿Siempre tienes que hablar en acertijos y rimas,
Liebre?
Sus dedos todavía sostienen los míos, y con mi pregunta, me acerca y
presiona mi mano contra su cara, frotándose contra mi piel como si fuera
una pequeña bestia peluda—. Un lamentable efecto secundario, me temo.
Las garras dentro de mi cavan lo suficientemente profundo como para
cambiar mis percepciones.
—¿Qué garras?
—Lo sabes, lo sabes, lo que hago, Cambia-pieles —contesta, frotándose
más fuerte contra mi mano. Por alguna razón, lo dejo—. Tú tienes las
garras también.
Me acerco un poco más—. ¿Te refieres a la oscuridad?
—Oscuridad. Garras. Locura. Poder. Todas lo mismo solo que con un
nombre diferente. —March para de frotarse y me mira, ahí es cuando me
doy cuenta de lo cerca que realmente estamos. De alguna manera, mi
muslo está presionado al de él, el calor que parece filtrarse de él
calentándome a mí. Su cara se siente a centímetros de la mía, y así de
cerca, me doy cuenta de que sus ojos no son para nada de un solo color de
verde. Se parecen mucho a una galaxia arremolinada, manchas de varias
esmeraldas retorcidas que parecen bailar con una vida propia. Él huele a
rosas y té especiado, y mientras lo miro, él parpadea entre su ser normal y
al que llamó muerto, pero no me aparto. Eso parece sorprenderlo porque
inclina su cabeza y me estudia más de cerca—. ¿Cómo te llaman Cambia-
pieles?
—Les has oído llamarme Tigrilla Lily.
—No tu nombre, Bella Lily. ¿Cómo te llaman? —Las orejas en su
cabeza tiemblan, sacudiéndose para delante y para atrás, escuchando el
sonido de las voces a nuestro alrededor. Nadie nos está prestando atención,
un hecho por el cual estoy agradecida, porque por primera vez en un largo
tiempo, me siento desarmada por la Liebre sosteniendo mi mano contra su
cara.
—Jefa —respondo—. Portavoz de la tierra —me detengo—. Monstruo.
Él vuelve a sonreír—. Monstruo. Como si supieran cómo se ven los
monstruos.
—¿Lo sabes tú? —Siento genuina curiosidad, porque en Nunca Jamás,
todos somos monstruos de alguna forma, y aunque mi piel es llamada
monstruo más que yo, todavía sostengo la capacidad de monstruosidad.
Justo como lo hace Campanita. Justo como lo hace Wendy. No puedes
sobrevivir en Nunca Jamás sin ningún rasgo. No puedes permanecer puro
aquí, aunque voy a intentarlo al máximo con Aniya.
—Por supuesto, lo hago. —La mirada de March se aleja de mí y la sigo.
Júpiter está mirando nuestro intercambio, la curiosidad en su cara es la
misma que estaba cuando se encontraba arrancando flores. Y luego March
vuelve a poner su atención en mí—. Los monstruos se ven como yo.
—No te ves como un monstruo.
—¿Cómo se ve un monstruo, Bella Lily? —pregunta—. ¿Qué hace a un
monstruo un monstruo?
Me detengo. Es una buena pregunta, una que nunca había pensado antes
—. Supongo que no lo sé.
—Sí lo sabes, Bella Lily —susurra—. Y está bien. Preferiría que no me
vieras como un monstruo. Sería muy difícil convencerte de besarme si
estás preocupada por mis dientes y garras.
Parpadea y me muevo hacia atrás. Cuando tiro de mi mano, me sostiene
rápido, su fuerza combinándose con la mía, pero sé que, si de verdad
quisiera que me dejara ir, lo haría. Me observa de cerca, esperando
cualquier reacción a sus palabras.
Abro mi boca para negar que le quiero besar, pero el instante del
pensamiento pasa por mi mente, y saboreo la mentira, y así maldigo en
voz alta. Con certeza no necesito la distracción que la Liebre de Marzo me
está ofreciendo.
—¿Por qué exactamente me estás hablando? —pregunto, levantando
una ceja, cambiando el tema—. Te comeré, conejo. —La amenaza cuelga
de mis palabras, el conocimiento de que lo haré si siento que él se
convierte en un problema, pero la Liebre me sorprende una vez más.
Puedo sentir a Bear acercándose, su rasgo caluroso está también
tocando mi piel, mientras espera para ver lo que sea qué dirá March. No le
reprendo por espiar. No estamos necesariamente intentando estar callados.
—He estado allí —dice March frívolamente—. He hecho eso. Y me
encantaría que me comieras, Bella Lily.
Alzo mi ceja y casi no puedo contener la sonrisa que sus palabras
provocan. Es una dura batalla porque la urgencia de reírme es fuerte. Bear,
en mi lado contrario, ni siquiera intenta contener su risa. Esta ruge fuera
de él hasta que se ha doblado, sus brazos cubriendo su medio en un intento
de contenerla.
Me encuentro con los ojos de Wendy del otro lado del fuego, y aunque
no dice nada, puedo sentir su curiosidad igual que la de Júpiter. Hay
demasiados ojos en nosotros, demasiada atención, y la atención puede ser
tan peligrosa como lo es ser olvidado.
Esta vez, cuando aparto mi mano de su mejilla, March me deja, pero sus
ojos brillan peligrosamente. Parece que me encontré para mí misma un
depredador. El problema es que, yo no soy ninguna presa.
Pero la Liebre de Marzo ya lo sabe.
Capítulo 9

Traducido por Camila


Corregido por Nea
Editado por Alma Mater

LA LIEBRE DE MARZO

Las cosas están más claras en el País de Nunca Jamás que en el País de
las Maravillas, cualquier magia que carcome mi alma se toma unas
vacaciones por el momento. Con la niebla libre de mi mente por el
momento, puedo ver a la hermosa mujer sentada a mi lado, la que sigue
con la locura que sale de mi boca, como si no la afectara en absoluto.
Incluso cuando mi forma se desplaza, incluso cuando no puedo
controlarla, ella no se inmuta, y mi corazón patalea.
Todo el mundo siempre se encoge.
Pero la Cambia-pieles no lo hace.
Ella lleva la muerte en su hombro como un chal, el conocimiento
flotando por ahí como si pudiera controlarlo. De vez en cuando, puedo ver
los bucles amarillos poderosos que se cruzan por su cara. Ha pasado tanto
tiempo desde que he ido detrás de una mujer, desde que solo ha habido una
que no está asustada del monstruo que soy. Con el encantamiento bajo el
que he estado en el País de las Maravillas, he permanecido solo en mi casa
por tanto tiempo, que no puedo recordar un momento en el que no lo
estuviera, pero ahora, me estoy imaginando otra cosa.
Quiero ver a la Bella Lily flor debajo de mí.
Tiemblo con la imagen que atraviesa mi mente, y ella mira de cerca,
como si sintiera qué estoy pensando, pero no se aparta. No, su muslo
todavía está presionado contra el mío, y aunque haya alejado su mano, no
se aleja en ningún otro sitio. ¿Está interesada en la curiosidad pasada?
¿Hay algo de atracción más que simple interés?
El poder en sus venas llama el mío propio, cualesquiera garras que se
rizan dentro de ella casi tan gruesas como las mías, y la quiero. La quiero
con diferencia a cualquier otra cosa que he querido antes. Ha pasado tanto
desde que he sentido eso, desde que he estado libre del encantamiento.
Pero no es solo porque ha pasado mucho tiempo que la deseo. Quiero a
Tigrilla Lily por quién es. Casi no la conozco, pero siento que la conozco
desde hace mucho tiempo.
Bucles de poder envolviéndome en las muñecas. Sangre goteando por
los árboles. Los ojos brillantes de un pajarito. . .
—March, deja a la pobre mujer en paz —gruñe Chesire, y la Cambia-
pieles mira hacia la bestia, la esquina de su boca está levantándose. Por un
momento, estoy celoso. Ella no me ha sonreído todavía.
—No me importa —le dice ella, y es la respuesta que necesitaba oír.
Ella podrá haber dicho que me comería, y con mucho gusto la dejaría,
pero tengo la sensación de que era una amenaza vacía. Le gusto a la
Cambia-pieles.
Me inclino hacia delante, más cerca, demasiado cerca para ser correcto,
pero ella no se aparta, incluso si su ceja se alza en desafío. Inclino mi
cabeza y siento mi forma parpadear otra vez, pero cuando ella alza su
mano y toca mi oreja, la dejo.
—¿Te gusta el té, Bella Lily? —pregunto, y sonrío a la mujer
acariciando mi oreja—. Y siéntete libre de acariciarme en cualquier
momento.
La suave risa que se resbala de su garganta es tan buena como el mejor
afrodisíaco. La sonrisa alimenta mi alma.
Quiero que lo vuelva a hacer.
Capítulo 10

Traducido por Nicola♡


Corregido por Nea
Editado por Alma Mater

Me siento en silencio mientras celebramos la primera reunión que no es


en el pequeño claro donde normalmente las realizamos. Con tantos de
nosotros y la amenaza de Croc, formamos un tipo de círculo deforme de
troncos para que cada uno se siente. Incluso cuando estamos en el Clan de
Campanita, es fácil pretender que estamos en el claro, sentados en los
troncos de madera. Wendy y Garfio se sientan a un lado de mí, sus troncos
apretados más cerca, Wendy escuchando a White hablar intensamente.
—Entonces, has dicho que el corazón de Nunca Jamás está siendo
drenado. De lo que entiendo de lo que estás diciendo, el País de Nunca
Jamás es alimentado por este corazón. ¿No tienen algún tipo de deidad
aquí?
—No hay dioses o diosas en Nunca Jamás. Solo hay Hijas y Líderes —
respondió Campanita—. Y aquí estás viendo a casi todos con el poder de
nuestro lado.
—¿Casi? —pregunta Júpiter, su cabello rojo cayendo alrededor de sus
hombros mientras inclina su cabeza. La mujer contiene mucha inteligencia
en sus ojos, estoy avergonzada de, al inicio, haberla descartado de ser útil
más allá de sus poderes. Debería haber sabido no descartar humanos
después de Wendy. Además, Júpiter tiene su propio tipo de magia que no
entiendo.
—Nos falta Peter —murmuro, y todos ellos me miran. March está
sentado junto a mí, sus ojos en mí demasiado a menudo para la
comodidad, pero descubro que no me importa mucho. Es extraño estar
cómoda con su atención.
Atlas se sienta junto a su hermana, Cal, su postura completamente a
gusto. Él es más cercano a nuestra edad, por lo menos a nuestras
apariencias, y a pesar de que luce joven, también hay gran poder en él.
Alguien mencionó que también es un Hijo del País de las Maravillas,
recientemente escogido, y eso me intriga tanto como la forma en la que su
hermana se comporta.
—¿Peter Pan? —pregunta Atlas, levantando su ceja—. ¿Él es un niño
como en las historias?
—Solía serlo. —Wendy frunce el ceño—. Todos solíamos ser niños.
—Así es como inicialmente nos dimos cuenta de que algo estaba mal —
habla Campanita. No está prestando atención a aquellos alrededor del
círculo. En su lugar, está acostada y mirando a las estrellas, sus brazos
apoyados detrás suyo en un tronco grande. Cada cierto tiempo, sigue con
sus ojos alrededor de nuestros recién llegados, y no estoy segura de a cuál
está estudiando. A todos ellos, probablemente.
Júpiter sacude su cabeza.
—Sabes, cuando por primera vez me contaste que me estabas llevando
al País de las Maravillas, esa fue la mayor de las aventuras que jamás
imaginé que tendría —le dice a White, una sonrisa en su rostro.
El Conejo solo le guiña un ojo, perfectamente contento con su obvia
emoción. Forman una pareja tierna; una pareja peligrosa, pero tierna.
—¿Han intentado alimentar al País de Nunca Jamás con sangre? —
Cheshire se inclina hacia adelante mientras hace la pregunta, sus orejas
retorciéndose para escuchar. De vez en cuando, capto vistazos de su cola
curvándose por ahí detrás de él, y a veces, cuando creen que nadie les está
viendo, veo a Cal acariciar su cola como lo haría con la de un gato. No lo
señalo. Tengo el presentimiento de que al gatito grande y malo no le
gustará demasiado.
Cal se burla de su pregunta, pero es Wendy quién frunce el ceño.
—Solían haber sacrificios hechos en Roca Calavera, pero en verdad no
ayudaban. Nunca Jamás es alimentada por los niños traídos por Pan, los
que no se convierten en Perdidos, pero Peter dejó de traer niños porque
cientos se convertían en Perdidos.
—¿Qué quieres decir? —Júpiter muerde su labio inferior pensando—.
Sigues diciendo Perdidos. Nosotros teníamos un hermano y una hermana
en el País de las Maravillas quienes se llamaban a sí mismos Perdidos.
—¿Cuáles eran sus nombres? —pregunta Campanita, sus ojos todavía
en las estrellas.
—Los Tweedles. —White inclina su cabeza—. Tweedledee y
Tweedledum.
Finalmente, Campanita baja su mirada y levanta sus cejas, y me
encuentro a mí misma haciendo lo mismo.
—Los Tweedles son de Nunca Jamás. No sé cómo llegaron a su mundo,
pero desaparecieron del nuestro hace mucho tiempo.
Wendy frunce el ceño, y sé lo que está pensando. Los Tweedles se
habían ido antes de que ella hubiera llegado a Nunca Jamás. Asumimos
que alguien los mató, pensamos que quizás Peter lo hizo, pero
aparentemente, los hermanos de alguna forma habían escapado por debajo
de nuestras narices. Los Tweedles solían gobernar a los Perdidos, hasta que
dejaron de hacerlo. No teníamos explicación y no importaba mucho
cuando eso funcionaba en nuestro beneficio.
—¿Están vivos? —pregunto, porque si lo están, necesitan ser
eliminados. Los Tweedles eran peligrosos cuando habían estado aquí, sus
poderes diferentes al de la mayoría de los otros Perdidos. Había habido
rumores de que ellos tenían vínculos a la tierra, al igual que nosotros, pero
cuando desaparecieron, asumimos que ya no serían nuestro problema.
—No. —Atlas sacudió su cabeza—. Durante nuestra guerra con la Reina
Roja, los decapité.
—Bien.
White se inclina hacia adelante, suspirando y sacudiendo su cabeza.
—Tengo que admitir, que este no es un problema que sepamos cómo
manejar, pero tal vez podamos ofrecer ideas que pudieron no haber tenido
antes. —White mira hacia Garfio, donde se estira perezosamente en su
tronco. El Capitán mantiene su aire de suficiencia sobre él mientras sus
miradas se encuentran, haciendo que White se irrite fácilmente.
—Sigue mirándome como si me quisieses apuñalar, conejo, y te
convertiré en un llavero —advierte Garfio mientras gira su extremidad de
metal en señal de amenaza.
—No has cambiado en lo más mínimo, ya veo —gruñe White—. No me
gustaría nada más que ensartarte. Maldito pirata.
Garfio sonríe y sacudo mi cabeza. Testosterona. Una característica
irritante.
—Entonces, ¿qué sabemos? —murmura Cheshire—. No parece que
nadie sepa mucho además de que el mundo está siendo drenado.
—La magia está siendo robada por el Cocodrilo y su ejército de
Perdidos nos han estado dando problemas. —Wendy se detiene, mordiendo
su labio—. Pero sabemos que él cree que soy una llave.
White se levanta.
—¿Una llave para qué?
—No lo sé. —Suspira—. Pero creo que tiene que ver con mis lágrimas.
Ambas, Campanita y yo movemos nuestras cabezas rápidamente hacia
Wendy. Garfio hace lo mismo, como si ninguno de nosotros hubiese
escuchado esta información. De inmediato está claro que no y aprieto mi
mandíbula.
Apretando mi mandíbula, contemplo a la Capitana de los Mares.
—Has estado manteniendo secretos, hermana.
Wendy tiene la decencia de hacer un gesto de dolor, antes de meter la
mano en su bolsillo y sacar unas cuantas baratijas pequeñas. Todos nos
inclinamos hacia adelante para mirar, y mientras más cerca las estudio,
más me doy cuenta de que son cristales en forma de lágrima. Relucen a la
luz del fuego, enviando pequeños rayos que rebotan en todo alrededor
nuestro.
—Desde que vine al País de Nunca Jamás, incluso antes de que haya
sido escogida, cuando lloro, las lágrimas se convierten en cristales. No
sabía que esto era algo significativo hasta que Wolfbane mostró uno que
conservó de cuando intentó salvarme de Peter. Él dijo que así es como sabe
que soy la llave.
La mención de Wolfbane casi me hace estremecer, pero mantengo mi
rostro neutral.
—Pero el poder de Peter trata de cristales —señalo, contemplando a
Wendy más cerca. Ella ha sabido esta realidad desde que vino a Nunca
Jamás, y mientras más pienso en ello, más me doy cuenta de que nunca he
visto llorar a Wendy. Incluso con su humanidad, ella contiene sus
lágrimas. Este debe ser el por qué, porque no quería que nadie sepa qué
pasa cuando lo hace.
—Lo sé —murmura Wendy, mirando hacia abajo—, y no estoy contenta
de que compartamos una cualidad, créeme.
Por un momento, nadie dice nada. Sé, en mi mente, que esta nueva
revelación gira dentro de mi cabeza. Estoy reconstruyendo las cosas
rápidamente. Si Wolfbane sabe que las lágrimas significan que Wendy es
una llave, no mentiría sobre eso. Él honestamente cree que Wendy abrirá
algo importante.
—Es algo bueno que sea un experto en llaves —murmura White—.
¿Tienen algunas puertas aquí?
—Aparte de por la que Peter vuela, no. Además, es el único que puede
usarla. No puede sacar a cualquiera. Solo puede traer personas. —Garfio
todavía está contemplando a Wendy, y observo mientras extiende uno de
sus ásperos dedos para tomar uno de los cristales de su mano para
estudiarlo más de cerca. Hay tanta ternura en su expresión, tengo que
mirar a otro lado, sintiendo como si estuviese entrometiéndome en su
momento.
—Entonces eso lo arregla —digo, y todos se giran a mirarme—. Voy a
tener que forzar a Peter a unirse a nosotros. Él es el único con similitud en
poderes y necesitamos su información. Iré al Hoyo e intentaré de nuevo.
—Buena suerte —murmura Wendy, cruzando sus brazos. Sé que ella y
Peter tienen un mal rollo, que cualquier cosa que le haya hecho hace
mucho tiempo, mancha su alma, pero nunca hemos hablado exactamente
de qué sucedió, y nunca ha mencionado de como Wolfbane está
relacionado excepto por breves menciones de él intentando salvarla. La
curiosidad me carcome, pero el pensamiento es interrumpido cuando
March se levanta con una sonrisa.
—Iré contigo —anuncia, y todos se callan, como si fuese inesperado
que se ofrezca a ir conmigo.
—No necesito un acompañante. —Contemplo a March de cerca,
buscando algún indicio de sus intenciones. Cuando se encoge de hombros
y sonríe, me convenzo de que no tengo que preocuparme sobre malas
intenciones, incluso si su cabeza señala a un lado como si estuviese
escuchando una voz.
—¿Qué tal la compañía a través de la arboleda para ofrecerte algo de
ligereza?
—March… —empieza Júpiter, pero la Liebre de Marzo le entrecierra
los ojos, y puedo sentir el peligro viniendo de él. Júpiter obviamente siente
lo mismo, incluso antes de sus estallidos adquiridos, incluso antes de que
le interrumpa.
—No soy un inválido Caminante de Sueños —dice con una voz
mortalmente tranquila.
Júpiter frunce el ceño, pero asiente con su cabeza, cediendo y olvidando
cualquier cosa que había planeado decir. Pongo mis ojos en blanco ante la
demostración. He visto a personas subestimar a alguien, pero Júpiter solo
parece cuidar de la Liebre, en vez de intentar detenerlo. Ella no tiene
miedo de March, pero desestima la conversación.
—Entonces apúrate, Liebre —murmuro, pero antes de que pueda
caminar más allá de Wendy, me arrodillo ante ella y miro en sus ojos. Me
parpadea con sorpresa—. Dijiste que Wolfbane intentó salvarte. —Se
estremece bajo mi atención, pero no cedo—. ¿Cómo?
Los ojos de todos están en nosotros, pero no me importa. Hay
demasiado en juego en su respuesta. Es hora de que todos sepamos qué le
pasó a Wendy hace mucho tiempo atrás.
—Cuando vine por primera vez a Nunca Jamás, Peter… me guardó —
susurra—. Por semanas. Tenía curiosidad, y no podía salir del Hoyo. La
puerta estaba cerrada. —Se aclara la garganta—. Un día, Wolfbane
apareció y me ayudó a escapar, pero mientras huíamos de las criaturas de
calavera, Peter nos atrapó.
Aprieto mi mandíbula.
—¿Y qué hizo cuando les capturó a los dos?
Puedo sentir a todos alrededor nuestro conteniendo la respiración,
esperando a ver qué dice Wendy. Ninguno de nosotros ha escuchado su
historia, no porque Wendy sea débil, sino porque lo mantiene para sí
misma por la fuerza. Ella sabe que no hay escasez de personas a quienes
les gustaría castigar a Peter por lo que ha hecho.
—Nos colgó sobre un precipicio. Wolfbane me agarraba del brazo, pero
su agarre lo arrancaba con su peso. No era muy fuerte en aquel momento.
Wolfbane se soltó para que no muriésemos ambos. —Wendy encuentra sus
ojos con los míos—. Regresé después para hallar su cuerpo.
—Pero no pudiste. —Asiento en entendimiento. De repente, escuchar a
Wolfbane hablar de hacer un trato con Nunca Jamás tiene más sentido.
Casi había muerto, pero para poder continuar viviendo, había sido forzado
a entregar su humanidad—. Gracias, Wendy, por compartir tu historia
conmigo. —Inclino mi cabeza hacia ella y me levanto, dejándolos a todos
detrás cuando me abro camino hacia la entrada. March trota junto a mí,
pero solo puedo enfocarme en una cosa.
Peter mató a Wolfbane, todo por un juego.
Todos esos años atrás, cuando había desaparecido de la Tribu, no había
sido porque había muerto o escapado. Fue porque el chico que nunca
quería crecer estaba jugando sus juegos.
Me enfurezco, y a pesar de que intento con todas mis fuerzas reprimir
mi ira por un evento que ocurrió hace mucho tiempo atrás, es suficiente
para hacerme querer hacer algo al respecto.
Solo un juego.
Capítulo 11

Traducido por ~Kvothe


Corregido por Lyn♡
Editado por Alma Mater

Durante largos minutos, ni March ni yo hablamos mientras caminamos


a través de los espesos árboles, dirigiéndonos una vez más al Hoyo un día
después de la última vez. No sé si Peter me escuchará o si volverá a
despedirme, pero esta vez necesito respuestas.
Peter sabe todo sobre mí y, sin embargo, mantuvo en silencio la muerte
de Wolfbane y la creación del Cocodrilo. Todos estos años pensando que
Wolfbane se encontró con otra cosa, y era solo Peter.
Siempre Peter Pan.
—Estás enojada —murmura March, sujetando una rama hasta que paso.
Sus brillantes ojos verdes me estudian de cerca, demasiado de cerca. No
estoy segura de si me gusta lo mucho que la Liebre parece mirar dentro de
mi alma.
—Por supuesto, estoy enojada —digo bruscamente y suspiro. Lanzo una
mirada de disculpa a March, pero a él no parece importarle—. Wendy no
ha contado esa historia antes, y por una buena razón. Pensé que Wolfbane
había desaparecido por algo mucho peor que Pan jugando. Y ahora
descubro que todo fue por un juego enfermizo y retorcido, y él nunca me
lo dijo.
—¿Esto fue antes de que todos crecieran?
Asiento con la cabeza.
—Sí. Cuando Wendy llegó por primera vez. Pasó mucho tiempo después
de que ella llegó antes de que fuéramos Elegidos, y luego mucho más
antes de que empezáramos a envejecer. —Miro a March—. El
envejecimiento es relativamente nuevo.
—Hmm.
Me detengo en el bosque, me giro hacia March y pongo las manos en las
caderas. La Liebre es demasiado atractiva para su propio bien, sus ojos ven
demasiado, esos labios haciendo tictac. Es extraño pensar que se creía un
monstruo, pero puedo entenderlo. Todos nos creemos monstruos hasta que
encontramos a alguien que nos hace sentir que no lo somos.
—¿Cuál es tu historia? —pregunto, estudiando de cerca a March.
Su oído se contrae con mi pregunta, su forma parpadea entre uno y el
siguiente antes de asentarse. Como si la pregunta lo desencadenara.
Suspirando, March se vuelve hacia mí desde donde había estado sacando
ramas del camino. No le digo que no necesito que se preocupe por mí
porque parece que tiene una tarea, pero he estado corriendo por este
bosque desde que tengo memoria. Una rama no me va a hacer daño.
—Mi historia no es una feliz, Bella Lily. No es algo que yo cuente. —
Está más cerca, hasta que estamos a centímetros de distancia, hasta que
me mira a los ojos. A pesar de que soy alta, March todavía se las arregla
para tener altura sobre mí, y con sus orejas, lo hace aún más alto. Cuando
levanta su dedo hacia mi mejilla y lo corre hacia abajo, no me inmuto.
Estudio su rostro, el tropiezo en su quijada, los ojos brillantes, su afilada
mandíbula. March es un pecado andante, pero tengo la sensación de que
nadie lo ha visto como otra cosa que no sea la loca Liebre de Marzo en
mucho tiempo.
—La mayoría de las historias no son un felices para siempre —
murmuro, dejando que su dedo permanezca en mi piel en contra de mi
buen juicio. Es una mala idea apegarse a este hombre cuando todo va de
mal en peor, pero parece que no puedo ignorar la llamada.
Los ojos de March parpadean.
—¿Existe tal cosa como ser feliz para siempre aquí?
Nunca he visto uno. Frunzo los labios.
—Wendy y Garfio son lo más cerca que hemos estado, y les tomó
mucho tiempo admitir sus sentimientos el uno por el otro, y más tiempo
actuar en consecuencia. Sin embargo, no puede ser un felices para siempre
realmente hasta que salvemos Nunca Jamás, ¿verdad?
—Los felices para siempre son para niños ingenuos —respira March—.
Incluso si son posibles, nadie se mantiene feliz de forma permanente.
Levanto mi ceja.
—¿Tienes experiencia con eso?
Suspirando, March se vuelve y mira hacia los árboles, en silencio
durante un largo rato antes de volverse hacia mí, y sé que ha decidido
decirme algo horrible. Ninguna mirada se ve tan angustiada a menos que
se haya sufrido algo trágico.
—El País de las Maravillas no es tan diferente de Nunca Jamás. Es
peligroso, incluso sin Alicias rebeldes que se deslicen y se hagan cargo.
Antes de que Clara, Júpiter y Cal cayeran en el País de las Maravillas,
antes de que lo hiciera Alicia, el País de las Maravillas transcurría
relativamente sin incidentes. El Viejo Rey y la Reina gobernaron
amablemente. Nadie pasó hambre. La gente moría, pero no con tanta
frecuencia. Por lo general, era alguien que se peleaba con una quimera o
algo así. Teníamos a Flam, pero él estaba de nuestro lado, por lo que nunca
tuvimos que preocuparnos de que arrasara con nuestro mundo. El mundo
era peligroso si no tenías cuidado, pero todos conocíamos las reglas, por lo
que pudimos vivir relativamente a gusto.
—Suena aburrido.
March se ríe, sus ojos se iluminan con mis palabras.
—De hecho, podría volverse aburrido, Bella Lily. —Pero la sonrisa
desapareció de sus labios mientras continuaba—. Nací en mi papel. Mi
padre estuvo a cargo del té mucho antes que yo, y aunque se enamoró de
mi madre, en realidad no había razón para que los dos estuvieran juntos.
Después de que yo nací, cuando aún era un niño, ambos cayeron en un
ataque de ira y se destrozaron el uno al otro.
Parpadeo.
—¿Frente a ti?
Él asiente.
—Justo después de que murieran, la locura se deslizó dentro de mi
cerebro. Aparentemente, la desventaja de poder controlar el té, de conocer
toda la historia que pasó de Liebre a Liebre, es la locura que conlleva. En
el momento en que murió mi padre, se me pasó el manto y comenzó mi
espiral descendente.
—¿Las formas también son un efecto secundario del té?
—No. Uno está vivo, uno está muerto. Otro se fue, el otro huyó.
—Entonces, ¿ustedes son cuatro personas? ¿O una persona dividida en
cuatro? —Miro a nuestro alrededor, comprobando que todavía estamos
solos. Estamos parados en medio del bosque, teniendo una conversación, y
al darnos cuenta de que todavía tenemos un lugar al que debemos ir, hago
un gesto para que sigamos caminando lentamente entre los árboles. March
lo hace sin quejarse.
—Inteligente, inteligente, Bella Lily. No creo que nadie me haya
preguntado eso nunca.
—No respondiste la pregunta —señalo.
—Eso es porque realmente no lo sé. —Sus ojos se encuentran con los
míos—. No me siento como cuatro personas diferentes, si eso ayuda.
—¿Y la locura?
—Está siempre presente. A veces no es más que una rima que se escapa
de mis labios o el olor a sangre en el viento. Otras, es una voz en mi
cabeza que me dice que asesine a alguien sin motivo alguno. —Se encoge
de hombros con indiferencia—. Es una extraña bestia debajo de mi piel.
Me detengo de nuevo y me vuelvo hacia él.
—¿Y qué te dice sobre mí?
Soy curiosa. Si las voces en la cabeza de March le dicen todo tipo de
cosas, han tenido que hablarle de mí. ¿Le han dicho que me mate? ¿Lo ha
considerado? No considero a March una amenaza, incluso después de que
reveló que es un monstruo, porque puedo sentir su alma. Puede que sea un
monstruo, pero no quiere serlo. Esa es la verdadera diferencia que no había
podido expresar antes sobre lo que hace que un monstruo sea monstruoso.
Una pequeña sonrisa curva sus labios y se acerca de nuevo, más cerca,
hasta que me encuentro retrocediendo hacia un gran árbol,
afortunadamente uno seguro, con la Liebre de Marzo presionada contra mi
frente. Sus dedos suben por mi muñeca hasta el pliegue de mi codo,
enviando agudos zumbidos… algo a través de mi cuerpo.
—Me dice muchas cosas sobre ti, Bella Lily —ronronea. El calor de su
cuerpo empapa mi piel mientras nos apretamos el uno contra el otro, y mis
propios dedos pican por acariciar su oreja.
—¿Tales como…?
—Me dice que te reclame aquí mismo contra este árbol, para que grites
mi nombre para que todo el País de Nunca Jamás lo escuche, sin importar
el peligro. —Se inclina para recorrer con sus labios mi pulso, y aprieto los
puños a los costados—. Me dice que borre las sombras de tus ojos y las
reemplace con las mías —respira—. Pero eso sería cruel. Nadie debería
tener que bailar en mis sombras conmigo.
—No soy algo para reclamar, Liebre.
—Lo sé —admite—. No siempre escucho las voces. —Se inclina hacia
atrás para mirarme a los ojos—. Pero esta vez, realmente quiero hacerlo.
—Tenemos un trabajo que hacer.
—No hay nada en contra de divertirse un poco en el descenso a las
sombras, Bella Lily.
Estudio a March más de cerca, arrugando la frente. Mi cuerpo
hormiguea donde me toca, donde sus labios se presionan contra mi
garganta, rogando por más. Hay tanta tensión entre nosotros, y aunque
tenemos un lugar donde estar, todavía estoy tentada de aceptar su oferta y
dejar que me “reclame” contra el árbol. Ha pasado tanto tiempo desde que
alguien me miró sin susurrar Cambia-pieles en voz baja, y solo otra
persona una vez se preocupó de mirarme de esa manera, aunque
probablemente se haya perdido para mí. Algo dentro de March me llama,
pero tengo que negarlo. No será bueno distraerse ahora mismo.
—¿Por qué elegirme? —pregunto. Hay muchos otros en Nunca Jamás si
March solo está tratando de rascarse una picazón. Si prefiere mujeres
peligrosas, incluso puede intentar cortejar a Campanita. No me había
abierto a sus afectos, así que era extraño pensar en él eligiéndome y
diciéndome estas cosas ahora.
—No fue una elección —murmura, levantando la mano para rozar su
pulgar contra mi labio inferior—. Fue un sentimiento. ¿No lo sientes tú
también?
Trato de no responder, porque eso suena como una debilidad. March lo
admite libremente, sin importarle la vulnerabilidad que revela. Como Hija,
realmente no debería pensar en eso en absoluto. Tengo un deber con mi
pueblo, con mi mundo. No debería poner tanto mérito en un sentimiento,
pero me encuentro haciendo precisamente eso.
Levantando la mano, acaricio un dedo a lo largo de la oreja medio
desgarrada, la yuxtaposición de la carne cicatrizada y desgarrada con el
apéndice suave es extraña. March se sacude contra mí, presionándome con
más fuerza contra el árbol, antes de que se estremezca y apoye sus brazos
a cada lado de mí.
—Estás jugando con fuego, Bella Lily —dice con un gruñido áspero,
sus ojos brillando más.
No retiro mi mano. En cambio, rodeo su oreja por completo y acaricio.
Su longitud dura presiona contra mí, pero esto no se trata de eso.
—Esto es una debilidad —señalo incluso cuando sus dientes de repente
parecen más afilados, incluso si sus músculos se tensan en sus brazos
donde se mantiene firme.
Rechina los dientes con un chasquido.
—¿Por qué no me das permiso y te mostraré que tan débil es? —gruñe
—. Cuando te lleve contra este árbol, ¿seré yo mostrando debilidad o tú,
Bella Lily? ¿Quieres ver cuál de nosotros gana la partida?
Cuando levanta su mano hacia mi cara de nuevo, tiene garras en la
punta en lugar de los dedos fuertes que había lucido antes y levanto una
ceja. La Liebre de Marzo es diferente a cualquier Liebre que haya visto.
—Si tu padre era una Liebre, ¿qué era tu madre? —respiro, tomando su
mano en la mía y presionándola contra mi mejilla de todos modos, incluso
con las garras. Tengo mis propias garras. Nunca he tenido miedo de los
bordes afilados.
—Inteligente —sonríe, inclinando la cabeza—. Otra pregunta que nadie
me ha hecho nunca.
—¿Es de conocimiento común?
Su nariz se arruga, y aunque debería haber sido linda, solo parece
amenazante.
—No. Ni siquiera el Sombrerero conoce mis orígenes. —Pero March no
da más detalles. No responde la pregunta, y cuando su forma parpadea
brevemente, no me alejo—. ¿Por qué no me tienes miedo, Bella Lily?
Sospecho que estás aprendiendo qué clase de monstruo soy. Pareces
genuinamente curiosa, incluso estoy confundido por eso.
Extiendo una mano y la acaricio sobre el músculo acordonado de su
cuello, hasta donde su camisa se abre lo suficiente para revelar una
pequeña parte de su pecho. Hay líneas allí, algo de piel arrugada, pero
March cambia antes de que pueda estudiarlas más de cerca, impidiéndome
mirar.
—Todos somos monstruos, March. No creas ni por un segundo que soy
mejor que tú. —Mis ojos se posan en los suyos—. Mis manos están tan
cubiertas de sangre como las tuyas.
—Sangre y violencia gotean de sus garras mientras se para un poco
tonta, vestida con un sombrero digno de un monstruo, la Bella Lily. —
March inclina la cabeza, observando mi reacción, pero está muy
equivocado si cree que voy a revelar algo. No mostraré mi mano en el
corto plazo. Se inclina hacia adelante y pasa sus labios por mi mandíbula,
haciendo que mi pulso salte allí. Su forma cambia justo antes de que
presione sus labios contra mi piel, pero no me sorprende. Son cuatro, ya
sean personas o piezas, no estoy segura. Pero él no me asusta—. Nunca te
inmutas —susurra—, cuando me miras.
Los verdes de sus ojos se arremolinan como una tormenta tóxica, una
cacofonía de estrellas venenosas.
—No me asustas, Liebre de Marzo. —Presiono mis manos contra él,
haciéndolo retroceder, y fácilmente me deja moverlo—. Pero antes de que
podamos explorar cualquier sentimiento, tenemos un trabajo que hacer.
Él sonríe.
—Podemos explorar más tarde. —Ofrece su mano, sus garras se
encogen hasta que sus dedos se ven normales de nuevo—. Por ahora,
vamos a buscar a tu Peter Pan.
Cuando muevo mi mano, golpeo accidentalmente las gafas torcidas en
su rostro y hago una mueca.
—Lo siento, déjame ayudarte. Probablemente no puedas ver tan bien
con ellas así.
March sonríe.
—Puedo ver mejor en realidad.
Mi mano se detiene en medio de arreglarlo.
—¿Qué?
—No necesito que ellas vean. Simplemente me gusta la forma en que
cambian mis percepciones. —Se encoge de hombros y se las quita,
guardándolos en su bolsillo—. Tal vez, es mejor guardarlas para otro
momento, ¿sí?
Suspiro, ocultando mi sonrisa mientras tomo su mano. Le permito que
me guíe sobre el gran tronco caído y hacia el Hoyo, todavía reflexionando
sobre el hecho de que la Liebre de Marzo usa anteojos que no necesita.
Pero ese es mi error.
Debería saber que no debo bajar la guardia. Debería saber que no debo
caminar por Nunca Jamás sin estar en guardia. En el momento en que
damos un paso adelante, nuestros pies presionando las hojas secas,
escucho el clic.
Trato de empujar a March fuera del camino, sin saber qué es lo que
desencadenamos, pero en lugar de que salgan púas (no me habría matado,
pero me habría dolido), el suelo cambia y la red en la que nos encontramos
de repente nos arrastra hacia el cielo. Gruño incluso cuando March me
agarra para protegerme, preocupado por mi seguridad al igual que me
preocupaba por él. Presionados como estamos en la red, es casi difícil
respirar, pero tengo el tiempo justo para sacar mi cuchillo y comenzar a
cortar las gruesas enredaderas ante el enjambre de Perdidos de la nada.
—Joder —gruñe March, sus garras vuelven a aparecer, pero no cortan
las enredaderas. Mi cuchillo tampoco. Sabía que no lo haría, no una vez
que vi el amarillo brillante a lo largo de las vides. Están engatusados en
esta forma, no tejidos. Están protegidos.
Cierro los ojos y me concentro, pero estas enredaderas no me escuchan.
Siguen a otro maestro, uno que no debería poder hablarles en absoluto,
incluso si son enredaderas del Lado Oscuro.
—No te inmutes —le digo a March cuando los Perdidos comienzan a
bajarnos—. No dejes que vean.
El rostro de March se tuerce en el monstruo que me aseguró que estaba
debajo de su piel, un gruñido bajo sale de su garganta.
—Los haré pedazos a todos.
Lo miro sorprendida, pero incluso entonces, no me inmuto.
No le tengo miedo a la Liebre de Marzo. No le tengo miedo a nada, ni
siquiera a los Perdidos mientras bajan la red, la mantienen apretada y se
dirigen hacia el Lado Oscuro de la isla. La red nunca cede, nunca se relaja
y sé que estamos en problemas.
En algún lugar en la distancia, algo aúlla en victoria.
Capítulo 12

Traducido por m_Crosswalker


Corregido por Nea
Editado por Alma Mater

EL SOMBRERERO LOCO

—¿Qué ocurre? —susurra Clara, inclinándose hacia mí para preguntar


sin que nadie escuche.
Ambos miramos a la criatura que entra y se sienta en la cabeza de la
mesa, la misma expresión confusa que la nuestra. No es una criatura del
País de las Maravillas. Al menos, no una que haya visto. Con un rostro
parecido a un calamar y un cuerpo que es en su mayoría humano, es una
extraña vista.
— No lo sé —admito, mirando de reojo a Clara. La delicada corona
sobre su cabeza brilla en la luz de la sala de té, los diamantes amarillos
atrapando la luz. Había insistido en que no quería nada brilloso, y yo
quería algo grande y pronunciado como mi sombrero. Al fin y al cabo, nos
habíamos comprometido. Ahora, la corona es una tiara más que nada, las
grandes joyas volviéndome feliz cuando las coloco en su cabeza todos los
días. Fueron cortadas para lucir como calaveras, pero no lucen
intimidantes en Clara. No, Clara es la persona más amable que he
conocido, incluso con una corona portando calaveras de diamantes—.
Nunca lo había visto antes.
—¿Cómo puede ser posible? —Ella toma una taza de té y la pone en el
plato a su izquierda, ayudando a la criatura allí en el País de las Maravillas
que carece de la fina habilidad motora de servir té. Lo hace sin que la
criatura tenga que preguntar, sintiendo ya su incapacidad—. Sé que no he
estado aquí mucho, así que hay una gran cantidad de criaturas y personas
que aún no he conocido, pero tú eres viejo aquí. Deberías conocer a todos.
Gruño—. Sigue llamándome viejo, Clara Bee, y te pondré sobre mi
rodilla.
Me dispara una sonrisa maliciosa y toma un sorbo de su propio té.
Manzanilla, uno de mis favoritos—. Precisamente por eso te llamé viejo.
—se burla ella—. Viejo.
Mi rostro se retuerce con el esfuerzo de esconder mi sonrisa pero es una
batalla perdida. No puedo ocultarlo con Clara, mi Emperatriz de la locura.
—Parece que tenemos un enigma —murmura Clara—, porque me han
llegado reportes de criaturas extrañas en el País de las Maravillas, varios
reportes de primera mano.
—¿Como el hombre calamar? —No pregunto de dónde obtiene sus
reportes. Flam y Doe siguen en el País de las Maravillas, preparándose
para ir detrás de White cuando estén listos. Hay otras criaturas tan
enamoradas de Clara como lo estoy yo. Algunas de ellas vienen tan
seguido cómo es posible a sentarse a la mesa de té solo para estar cerca de
ella. Sin duda, ella obtiene los reportes de ellos.
Agitando su cabeza, vuelve a poner su taza de té en la mesa y suspira—.
No como él. Es el primero que he visto, pero alguien más mencionó una
criatura voladora parecida a un simio. Flam dijo que se encontró con un
humano común el otro día. El pobrecillo estaba tan borracho como podía
estarlo así que Flam lo redirigió a través de las puertas con la llave extra
que White le dejó. Ha habido muchos reportes de animales extraños.
Entrecierro mis ojos, pensando—. Es extraño. Muy extraño, de hecho.
—¿Eso es todo? —Clara eleva su ceja hacia mí, y a pesar de que está
usando una corona y un vestuario amarillo adecuado para una Reina, sigue
luciendo tan accesible como había lucido cuando llegó al País de las
Maravillas en un traje. Mi Clara Bee—. ¿Eso es todo lo que tienes por
decir?
—Si crees que conozco cada respuesta que debería saber, estarías
dolorosamente equivocada. Solo soy un mero Sombrerero tonto, y no
tengo idea de que ha ocurrido.
—Así que —dice, rodando sus ojos—, eres inútil.
—No diría inútil —ronroneo, apoyándome cerca y acariciando con mi
mano hacia arriba de su muslo. A pesar de ser la Emperatriz ahora, Clara
se rehúsa mayormente a ser lo que esperabas. En vez de un largo y odioso
vestido, está usando un par de pantalones de cuero negro, un tope de un
artilugio color amarillo canario que luce más como un abrigo con la mitad
trasera de un vestido cosidos juntos. Usa sus botas de combate, afirmando
que son mucho más sensibles que cualquiera de los otros estúpidos
zapatos. Todo el atuendo le da la apariencia de una sexy abeja de la miel
gigante, a pesar de que no le he dicho eso. Luego, tengo toda la intención
de verificar si sabe tan dulce como luce.
A pesar de que el fuego danza en sus ojos, levanta su ceja y se concentra
en la mesa frente a nosotros, de vuelta al hombre calamar. No está vivo.
Está aquí para la fiesta del té, lo que quiere decir que después de que llegó
a nuestra tierra, conoció la muerte. Odiaría pensar en cómo esta pobre
criatura confundida conoció su destino.
—Hola —le dice Clara, y sus ojos se concentran en ella—. Bienvenido a
la fiesta del té. ¿Nos dirías de dónde provienes?
La criatura habla, pero el sonido es confuso. Clara y yo miramos hacia
el otro con la misma confusión. No sé qué lenguaje es ese pero no es algo
que haya escuchado. Casi suena como si tuviera la boca llena agua y la
revolviera para hacer ruidos.
—Bueno, eso ciertamente respondió a nuestra pregunta —murmuro,
perplejo. ¿Quién habría pensado que la criatura ni siquiera hablaba un
lenguaje que pudiéramos reconocer?
Clara lanza una mirada hacia mí antes de concentrarte en la criatura de
nuevo—. Lo siento. No hablo tu idioma. ¿Podrías mostrárnoslo? ¿O hacer
un dibujo?
Los tentáculos vestían el frente de la criatura, reluciendo como si
acabara de venir del océano. Empapan el material de su camiseta,
mostrando extraños símbolos a través de la tela. No reconozco ninguno.
Esa criatura no es del País de las Maravillas, y no sé de dónde es él.
Demasiadas cosas extrañas sucediendo en el País de las Maravillas
últimamente, estaría preocupado de que estuviera perdiendo la cabeza si
ya no se hubiera perdido hace mucho.
Busco con la mano mi taza de té que nunca se enfría, pero mis ojos solo
encontraron aire vacío. Bajo la vista con confusión mientras Clara
continúa tratando de comunicarse con la criatura, buscando la taza de té.
La encuentro a tres asientos de distancia, definitivamente no dónde la dejé.
No hay nadie sentado allí que hubiera podido tomarla y muchas criaturas
hacen una mejor elección que la de tomar la copa con la calavera negra
pintada en un costado.
—Clara…
—Creo que está diciendo algo sobre el agua —dice, pensando que estoy
hablando sobre el hombre calamar, pero ya me he olvidado de él debido a
este nuevo enigma.
La taza de Clara comienza a moverse lentamente lejos de ella, incluso
mientras sus dedos la buscan para tomarla, sin tocarla por pulgadas
mientras se desliza.
—Clara —digo de nuevo, mirando la taza con las cejas fruncidas. Y
luego más tazas comienzan a deslizarse.
—Presiento que es un lenguaje que podemos aprender…
—¡Clara!
Da una sacudida y se gira hacia mí, finalmente dándose cuenta de que
no tomó su copa y de que mi voz es más dura de lo normal—. ¿Qué
ocurre? —Y luego sus ojos ven lo mismo que yo—. ¿Qué demonios…
—No lo sé. Nunca ha ocurrido esto antes.
Solo hay tres criaturas en la fiesta de té, pero cada uno de ellos se
levanta y retrocede mientras los platos y las tazas comienzan a sacudirse y
moverse. Ninguno de nosotros sabe qué ocurre. Den por sentado que yo no,
y es mi mesa. Debería saberlo todo de ella.
—¿Qué están haciendo? —Incluso cuando yo estoy de pie, Clara sigue
sentada, hasta que se levanta y toma un plato que estaba comenzando a
moverse. No sé por qué pero mis instintos me dicen que no debería dejar
que lo toque, así que capturo su mano rápidamente.
—Algo está mal —murmuro, mirando como lentamente comienzan a
moverse hacia el centro de la mesa, sacudiéndose, deslizándose y
retumbando.
—¿Qué cosa? —Toma una respiración mientras la levanto de su asiento
y la empujo un paso hacia atrás. Veo que saca el Rompe Reyes de su
cadera, el arma masiva siempre a su lado sin importar qué esté haciendo.
Se siente exagerado sacar tal arma contra las vajillas pero ¿quién soy yo
para corregirla? No es como si yo supiera qué está pasando.
Siento algo por toda mi piel, como un cable de alta tensión, haciendo
que mi pelo se ponga de puntas y empujo a Clara detrás de mí. La otra
parte de la fiesta de té chillan y se convierte en sus lenguajes, tan
confundidos como lo estamos nosotros.
—¿Esto es parte de la fiesta de té? —pregunta un sapo desde su
posición—. No esperaba que fuera tan extraño.
—No —respondo honestamente. No le mentiría a una criatura en su
camino al Más Allá—. No, esto no es parte de la fiesta del té.
Clara enrosca sus dedos alrededor de mi bíceps, aferrándose en caso de
que todos ellos se rompan. La vajilla se agrupa en una pila en el centro de
la mesa, cayendo sobre el otro, y luego yacen en silencio. Me tenso,
esperando, y cuando no ocurre nada inmediato, me relajo y le sonrío a
Clara.
—Bueno, eso fue un poco anticlímax, ¿no lo crees? —Como si mis
palabras fueran un gatillo, una taza traquetea por la mesa, mi calavera
negra pintada en el costado centelleando. Por un segundo, se queda ahí,
girando, y luego algo que nunca pude haber anticipado ocurre.
Piernas. De la taza de té brotan piernas de repente. Ocho piernas para
ser exactos.
—¿Qué mierda? —dice Clara, sus ojos amplios, y como si no fuera una
situación lo suficientemente tensa, la habría reprendido por sus palabras.
Mi Clara Bee difícilmente maldice, y cuando lo hace, es en momentos
como este en los que se siente necesario.
Al escuchar su voz, la taza-araña se gira, y pequeños ojos hechos de
abalorio centellean bajo la luz, concentrándose justo en nosotros. Deja
salir un terrible chillido alto y empieza a moverse hacia nosotros, con sus
ocho patas moviéndose y haciendo que se mueva más rápido de lo que
esperaba.
Entro en pánico. Las tazas de té no tienen derecho a atacarnos.
Especialmente no la mía. Empuño mi espada, preparado para cortarlo en
pequeños pedazos, ¡cuánto té desperdiciado!, cuando un estruendo hace
eco por la habitación, perforando mis tímpanos. La pequeña taza de té se
hace pedazos más allá de lo posible, en demasiados pedazos como para ser
pegados juntos de nuevo. Podía vivir con una taza mellada.
Frunzo el ceño y me giro hacia Clara Bee, su brazo extendido con el
Rompe Reyes apuntando al ahora considerable pedazo removido de mi
mesa—. ¿En serio?
—¿Qué? —pregunta inocentemente, sosteniendo el arma—. No me
gustan las arañas.
—¿Así que destruyes mi taza y haces un hoyo en mi mesa?
—Pude haberla incendiado con fuego —señala—. No lo hice. Llamaría
a eso una victoria.
—Es que no entiendo por qué eso…—«Hizo eso», termino la oración en
mi cabeza, pero ya estoy distraído. Cuando otra pieza de la vajilla
comienza a tambalear en la mesa, sacudiéndose alrededor, piernas
brotando de la porcelana, la observo con ojos amplios—. ¿Qué diab…
Los dedos de Clara se aprietan en mi abrigo un segundo antes de sacar
su revolver de nuevo, murando hacia mí—. ¿Tengo tu permiso para
disparar, Sombrerero? —Incluso en tal loca situación, ella me provoca.
—Permiso otorgado —gruño, empuñando mi hoja y subiéndome en la
mesa—. Solo no me golpees o te voy a forzar a atender cada una de mis
necesidades mientras sano.
Clara resopla—. Pobre viejo Sombrerero. No tan listo para la batalla
como solía estarlo.
Bateo una taza de té fuera de la mesa, usando mi espada como un bate
de béisbol para enviar la pieza demolida contra el suelo. Todas las piezas
trepan hacia mí, con bocas repentinamente abiertas para quitar partes de
mi pierna—. Cuando terminemos esto, voy a enseñarte justo cuán viejo
soy, Clara Bee —gruño, aplastando otra taza-araña con mis botas mientras
Clara dispara su arma. Las balas navegan a una respiración de mi pierna
antes de golpear a un grupo entero de la vajilla. Todo ese té derramado, me
lamento, golpeando más.
—No te tuerzas algún músculo —advierte, sonriendo mientras dispara
de nuevo.
Solo por eso, dejo que dos tazas de té me pasen para dirigirse hacia ella.
Su chillido alcanza mis oídos y me hace reír. Incluso mientras ella los
aplasta en mil piezas fácilmente con el barril de su arma, se las arregla
para gruñirme.
La próxima vez que dispara el Rompe Reyes, la bala está un poco más
cerca, pero nunca me golpea.
No importa cuánto ella pueda estar tentada.
Capítulo 13

Traducido por m_Crosswalker


Corregido por Nea
Editado por Alma Mater

El Lado Oscuro de la isla es mucho más diferente del lado en que


vivimos. Incluso donde nuestro lado es oscuro, hay vida. Los árboles son
verdes. El césped es exuberante. Las criaturas están completas.
Nada de eso es como en el Lado Oscuro.
Desde que tengo memoria, los Perdidos siempre han vivido al otro lado
de la isla, en este erial de muerte y putrefacción. Solía pensar que era
extraño que escogieran este lugar, pero aprendí después que estaban casi
obligados a ello. Es algo debido a la magia que cambia fundamentalmente
en ellos en el momento que ponen un pie en el País de Nunca Jamás. Justo
por lo que pasaron los hermanos de Wendy sin duda, cada Perdido tuvo
que volverse un Perdido en primer lugar, y luego viajar a través de la isla
para llegar al Lado Oscuro. La mayoría lo logran. Algunos encuentran su
final antes de alcanzar a otros como ellos.
—Puedes dejar de tratar de cortarlo con tus garras —le advierto a
March, alzando una ceja hacia él. Los Perdidos están llevándonos a través
del bosque de árboles putrefactos y hacia su campo, la red colgando de
unas pocas ramas en sus hombros. La mayoría tienen los cuernos más
cortos que representan a los Perdidos más débiles, pero al menos tres de
los que nos escoltan hacia su campo tienen cuernos grandes, del tipo que
vienen con poder.
—No voy a estar encerrado —gruñe March. Debería haber sido ridículo,
aplastados como estamos dentro de la redecilla, con apenas algún espacio
para respirar, menos para intentar cortar la red, pero de algún modo,
March aún se las arregla para lucir fiero y mortal.
—March —enrosco mis dedos alrededor de su nuca, y se detiene,
encontrando mis ojos—, detente. No vas a cortar a través de ello, sin
importar cuánto lo intentes.
—¿Qué tipo de brujería es esta? —March estudia las vides más de
cerca, frunciendo el ceño.
—Del tipo del País de Nunca Jamás. La Tribu usa magia similar. Solo
hay una criatura que no es de la Tribu que puede hacerla, incluso si no
debería. —A pesar de que ahora él tiene el poder, solo puedo asumir que
es de la magia que está tomando del corazón.
—¿El Cocodrilo que mencionaste?
Asiento y miro a través de la redecilla justo a tiempo para ver la gran
cueva en la que tenían la intención de meternos. Está hecha de tres ramas,
lo que debería ser una prisión fácil de escapar, pero veo el mismo brillo
amarillo en la cueva y silbo a través de mis dientes. No va a ser fácil en lo
absoluto.
Los Perdidos llevándonos ceremonialmente entre ellos echándonos
dentro de la cueva, con la red y todo, antes de cerrar la puerta tras
nosotros. Caemos en el final de la cueva golpeándonos duro antes de que
alguien afuera nos levante en el aire, balanceándonos sobre el campo para
que nos vean todos los Perdidos. Tantos de ellos reunidos para dar alaridos
y gritos hacia nosotros y gruño como respuesta. March, por el otro lado, se
mantiene en silencio y mira a los Perdidos, estudiándolos, una
yuxtaposición entre la crueldad que había expuesto unos momentos antes
cuando intentaba rasgar la red.
—Hay tantos de ellos —respiro, enroscando mis dedos alrededor de la
cueva y encuentro un pequeño choque de un Perdido con arma por el
intento. Solo hace que me vuelva más furiosa, y el deseo de mutilarlos, de
hacerlos trizas es fuerte. Pero al parecer no tienen la intención de solo
dejarnos en la cueva felizmente.
Uno de los Perdidos nos empuja con algo parecido a un palo. Al
mirarlo, no era más que una rama afilada, así que no reacciono
inmediatamente. No me molestan los palos puntiagudos. Ese fue mi error.
La punta toca mi piel y envía una sacudida por mi cuerpo, como si alguien
del personal usara el rayo. Me tira sobre mi trasero y tambaleo hacia atrás,
pero los brazos de March me rodean un segundo después y evitan que me
caiga de culo. El Perdido que me golpeó toca a March, pero él apenas
reacciona, con su ceja levantada. Sé que puede sentir la misma fuerza que
usaron en mí, la misma fuerza que me tuvo pestañeando para aclarar la
niebla, porque puedo sentirla canalizándose sobre su cuerpo. Pero apenas
reacciona.
—No hay nada que me puedas hacer que sea peor que por lo que ya he
pasado —gruñe March cuando otro se las arregla para apuñalarlo con una
estaca afilada. Ni siquiera se mueve, recibiendo los golpes, como si fuera
caminar por el parque. Cada vez, sana completamente, sin ningún signo de
haber sido herido en su piel.
Finalmente, la neblina se aclara en mis ojos y me siento, lista para
arrebatar al personal, pero no veo a ninguno viniendo del lado opuesto,
tantos Perdidos empujándonos, aullando, haciendo ruido, que no veo que
viene hasta que March me agarra y recibe el golpe que estaba destinado a
mí, la corriente corriendo ahora por su cuerpo. Por un breve momento,
huelo a carne quemada antes de que se disipe, y silbo hacia él.
—¡También soy inmortal, Liebre! ¡Deja de protegerme como si fuera
una damisela en apuros!
March eleva su ceja y sacude los efectos del último choque, ignorando
las heridas que está recibiendo como si no hubiera pasado nada. Está
acunándome en su vientre, protegiéndome por todos lados, y debería
inundarme de enojo. ¡Cree que soy débil! Mi rostro se retuerce, pero antes
de poder atacarlo por el insulto, toma mis manos y me mira a los ojos.
—Solo porque puedas soportar el dolor, no quiere decir que deberías
tener que hacerlo.
Pestañeo, y luego vuelvo a pestañear. Ni una vez en mi vida alguien ha
dicho tal cosa, y la furia que momentáneamente me llenaba desaparece.
No cree que sea débil. Solo no quiere que me lastime.
Se encoge cuando un Perdido particularmente excitado lo apuñala muy
profundo, e incluso mientras sana rápidamente, sé que las heridas deben
doler, no importa lo que diga.
—Tenemos que salir de aquí antes de que los molestes por no reaccionar
o te matarán un poco demasiado.
Su forma parpadea por un momento, volviéndose el cadáver durante un
momento y, de alguna manera, esto pone de los nervios a un par de
Perdidos. No muchos, pero los suficientes para que los observe con
sorpresa. Nunca había visto a algún Perdido siendo algo menos que cruel.
—Sabes —ronronea, su voz completamente contrastante con el hecho
de que está siendo apuñalado—, si quieres transformarte en esa criatura
encantadora que escondes bajo tu piel, probablemente podrías sacarnos de
aquí.
Pestañeo hacia la Liebre de nuevo. Parece que me sorprende
constantemente—. Eres extraño, March.
—Creo que lo que quieres decir es sexy —sonríe.
Un aullido alto y prolongado sale de los Perdidos debajo y la tortura se
detiene tan repentinamente como empezó. Frunciendo el ceño, bajo la
mirada hacia debajo de nosotros, buscando al culpable, y cuando encuentro
ojos verdes y piel escamosa, me congelo. Se remueve en el medio de los
Perdidos, mirando arriba hacia nosotros, su rostro retorciéndose con un
ceño fruncido.
—¡Idiotas, les dije que no capturaran a esta! —gruñe hacia los Perdidos,
y todos ellos se remueven. Ninguno de ellos habla por sí mismo. Ninguno
culpa al otro. No estoy segura de que pueda escoger cuáles de ellos fueron
los que nos capturaron en primer lugar. Algunos de ellos se mezclan juntos
incluso con los cuernos diferentes en sus cabezas.
Y luego esos ojos de cocodrilos se entrecierran hacia mí. March se
levanta, empujándome con él, y a pesar de que puedo pararme fácilmente
en la cueva para mirar hacia abajo a Wolfbane, March tiene que encorvarse
un poco, su tamaño una desventaja.
—Hola Cocodrilo —digo, apretando la mandíbula.
—Hola —responde, sus ojos cambiando de verde a azul por un segundo
antes de volverse rendijas reptilianas—, hermana.
March se tensa detrás de mí.
Capítulo 14

Traducido por ~Mr. Lightwood


Corregido por Lyn♡
Editado por Alma Mater

Puedo sentir los ojos de March en mí mientras miro a Wolfbane, a la


bestia que una vez llamé hermano. Pero ya no es mi hermano, mi hermano
no mataría gente inocente. Mi hermano no se convertiría en el villano. Mi
hermano debe estar muerto.
Peter lo mató por un juego.
Su forma brilla y las escamas dan paso a la carne y al reconocimiento, a
los ojos azules los reconozco mucho más que el verde cocodrilo. Se ve
cansado en forma humana, sus hombros tensos, círculos oscuros debajo de
sus ojos. Wolfbane está drenando la magia del propio País de Nunca
Jamás, absorbiéndola, así que, ¿por qué se ve tan desgastado?
—Baja la jaula —murmura a los Perdidos. Dudan por un momento, pero
cuando Wolfbane chasquea los dientes como una bestia, se mueven
rápidamente. La jaula comienza a bajar hacia el suelo, y cuando el fondo
toca la tierra, Wolfbane da un paso adelante para mirarme a los ojos—. No
se suponía que te atraparan, Lily.
Levanto mi ceja.
—Dijiste que matarías a cualquiera para alcanzar tus objetivos, Bane.
No empieces a sentirte sentimental ahora.
La comisura de los labios de Bane se contrae con diversión, y luego sus
ojos caen en March, y la expresión se ha ido.
—¿Quién diablos eres? —March no responde, en cambio, simplemente
mira a Wolfbane, estudiándolo, y parece meterse debajo de su piel—. ¡Te
hice una pregunta!
—Suficiente —gruño—, en lo que a ti concierne, bien podría ser mi
concubino. —Curvo mis labios—. Ahora déjanos salir de esta jaula y
podemos ver cuál de nuestras bestias es más fuerte.
No reconozco a qué bestias me refiero entre nosotros, porque estoy casi
seguro de que March también es una especie de bestia. No hay necesidad
de llamar la atención a eso, sin embargo. Puede seguir siendo nuestra arma
secreta.
Sacudiendo la cabeza, Bane estudia a March un poco más de cerca, con
la ceja levantada.
—Siempre te gustaron los hombres más extraños.
—Al menos no estoy obsesionado con una mujer que nunca me verá
como nada más que el chico que murió tratando de salvarla.
El azul de sus ojos cambia a reptiliano y viceversa. Bane aprieta sus
puños, molesto con mis palabras, sin importar cuán ciertas sean.
—Tengo mis razones.
—Ansiando tener a Wendy cuando nunca pudo darte su corazón. Todo
porque fuiste lo suficientemente estúpido como para entrar en el Hoyo y
llevarte el premio de Peter —siseo.
—¡Se estaba consumiendo allí dentro! —gruñó—. Él la mantuvo como
una mascota, escondida en ese árbol como una especie de pájaro. Estaba
tratando de ser bueno, tratando de ser mejor. Me senté fuera de ese Hoyo
durante días antes de hacer un movimiento, cuando la voz de Wendy
comenzó a debilitarse. ¡Deberías haberme ayudado cuando yo te lo pedí!
Parpadeo. ¿Me había pedido ayuda?
—Vine a ti, diciendo que sospechaba que Peter estaba reteniendo a
alguien como rehén en su árbol. Dijiste que no era asunto nuestro. Así que
lo hice mío.
—No sabía que era Wendy.
—¡No debería haber importado quién era! —gruñe, acercándose más—.
Estaba tratando de ser bueno, y lo pagué caro. Ahora el resto de Nunca
Jamás también lo hará.
—Hay más en juego aquí que el pasado y tu moral distorsionada, Bane.
—Detrás de mí, March se mueve, manteniéndose cerca, pero sin decir una
palabra. Como si supiera que no puede ofrecer nada en este argumento,
que es uno que ha tardado mucho en llegar. Las peleas entre hermanos
siempre son peligrosas—. Wendy nunca te amará. Le entregó su corazón a
Garfio en el momento en que lo vio.
—Los corazones se pueden cambiar, hermana. Solo tienes que mirar el
tuyo para verlo.
Me burlo.
—Crees que Wendy es una clave, eso es una tont…
—Wendy es la clave. Solo porque no lo entiendas, no significa que no
sea válido. —Él niega con la cabeza—. No siempre puedes ser la Jefa,
Lily. A veces tienes que ser el observador. —Se estira y toca con sus dedos
a una pequeña lágrima de cristal que cuelga de su tocado, justo al lado de
sus plumas—. Wendy será la que me saque de este infierno.
—¿Por qué no dejar salir a todos? ¿Por qué matar a todo Nunca Jamás
solo para poder escapar con Wendy? —Es la pregunta que ha estado dando
vueltas en mi cabeza. ¿Por qué pasar por tantos problemas para alejar a
Wendy de los demás? ¿Por qué no puede simplemente abrir la puerta y no
importarle quién logra salir o quién no lo hace?
—Porque nadie más merece seguir viviendo —gruñe—. Yo no creo que
Peter, Garfio o Campanita deberían poder vagar por otros mundos. No
puedo imaginar a los Piratas y a nuestra gente corriendo
desenfrenadamente en otro lugar.
—Esa no es tu decisión. Todos tienen derecho a vivir.
—Excepto yo —murmura—. Excepto yo, Lily.
Porque Wolfbane había muerto tratando de salvar a Wendy, pero antes
de que pudiera exhalar su último aliento, hizo un trato con Nunca Jamás.
Él renunció a su humanidad por una oportunidad de vivir. Es un trato que
mi Tribu conoce bien, uno que nunca se hace por miedo al monstruo en el
que nos convierte. Ya porto la evidencia de tal trato en mi cabeza, pero no
tuve que renunciar a mi humanidad por eso, aunque no me quedaba mucho
para dar. Hace mucho tiempo, yo solo tuve que sacrificar una gota de mi
sangre.
—Wendy nunca te amará —digo de nuevo porque parece que Croc
realmente no entiende—. Ella es fuerte, pero tiene un corazón humano.
Asesinar a todos los que ella cuida engendrará odio, y ella preferiría
ensartarte cuando no estés mirando.
—El amor se puede cultivar.
—Así no, no se puede. Bane, trata de ver la razón. No hay necesidad de
que todos…
—Hay todas las necesidades. Nadie vino a buscarme después de mi
muerte.
—¡Porque nadie lo sabía! —gruño—. ¡No sabía para qué te habías ido,
solo supe que estabas en la Tribu un momento, te fuiste y nunca volviste!
—Wendy me buscó —murmura, sus ojos entrecerrándose hacia mí—.
La mujer que nunca podría amarme vino por mí.
—Ella vino por un cuerpo —argumento—. Ella quería enterrarte.
Por un momento, ninguno de nosotros habla, mirándonos fijamente,
recordando el tiempo antes de que el Cocodrilo fuera una amenaza. Hay
tanta historia pendiente entre nosotros, no sé cómo podemos atravesarlo,
no es que Bane quiera hacerlo. El hombre parado allí tiene la cara de mi
hermano, suena como él incluso, pero su código moral ha sido
distorsionado por el trato que hizo con Nunca Jamás. No sé si mi hermano
todavía está allí en alguna parte, si ha cambiado tanto por Nunca Jamás
que nunca podría ser mi hermano de nuevo.
—Bane —susurro, extendiendo mi mano a través de los barrotes. Parece
que estoy extendiendo mi mano para que otros la tomen, esperando que
ellos la alcancen.
—Ya no soy Bane, Lily —dice, mirando mi mano. Él no estira la mano
para tomarla, y no estoy segura si es por miedo o algo más—. Hace mucho
tiempo que no lo soy.
—Podrías serlo —susurro—. Si lo intentaras.
Duda, sus dedos temblando a su lado, y espero. El calor de March
empapa mi piel desde atrás, ayudando a mantener mi mano firme. No me
agito, no por Wolfbane, porque este es un monstruo de su propia creación.
Si él quiere intentar ser más un hombre que un monstruo, puedo intentar
ayudarlo, independientemente de lo que piensen los demás. Pero no puedo
ayudarlo si está demasiado lejos para reconocer en lo que se ha convertido.
Su mano se contrae de nuevo, la levanta unos centímetros y la esperanza
florece en mi pecho, pero antes de que algo más pueda pasar, el mundo
comienza a temblar.
March inclina la cabeza.
—¿Qué es eso?
—No sé. No es algo que haya escuchado antes en Nunca Jamás. —El
sonido crece, se multiplica y se acerca.
—Suena familiar.
Wolfbane gruñe y se vuelve hacia el Cocodrilo, preparado para
enfrentarse a lo que sea que venga. Probablemente espera a las Hijas, pero
está llegando desde la dirección opuesta de donde estarían, y, aun así, no
harían ese sonido. Los Perdidos también giran en la dirección de los
sonidos, pero nadie nos levanta de nuevo en el aire. Nadie siquiera presta
atención a los dos prisioneros en una jaula de madera
March se pone rígido.
—Eso no es bueno.
Lo miro.
—¿Qué es?
Estudiando la jaula que nos rodea, March prueba las barras, tirando de
ellas. No responde de inmediato, concentrado en salir de la jaula, aunque
no tiene sentido intentarlo de esa manera, pero cuando finalmente
responde, el pelo de la nuca se me eriza.
—Es una tormenta de quimeras.
No le pregunto cómo lo sabe, porque las palabras resuenan en mi
cabeza, diciéndome todo lo que necesito saber. March está familiarizado
con las criaturas, incluso si yo no. Y se siente como si estuviéramos en un
mundo de problemas sentados en una jaula, atrapados, mientras una
tormenta literal de criaturas se abalanza sobre nosotros.
—¿Se romperá esta jaula? —pregunta March, probando los costados.
—No, a menos que quien lo tejió lo suelte. —Mis ojos se mueven hacia
donde el Cocodrilo está listo para enfrentarse a las criaturas que vienen.
No puedo distinguir nada excepto una nube de polvo negro que se levanta
en la distancia entre los árboles destrozados y podridos, una vista extraña
en Nunca Jamás. Incluso el Lado Oscuro carece de tales cosas. Está lo
suficientemente lejos ahora mismo, así que tenemos algo de tiempo, pero
se está moviendo rápido, mucho más rápido que cualquier cosa que haya
visto. Y Wolfbane no parece inclinado a dejarnos ir antes de que aparezca
esta tormenta de quimeras.
—Bueno —dice March, girando en círculos—. Mierda.
—¿Estamos en problemas? —No tengo ningún problema en admitir mi
debilidad en este momento. A veces, admitir que no sabes algo es una
mejor herramienta que fingir que lo haces—. No sé qué es una quimera.
—Yo no estoy en problemas —se queja—. Aunque tú sí lo estarás, si
esas cosas entran en esta jaula.
—¿Por qué no estarías tú también en problemas?
March se vuelve y se encuentra con mis ojos, su forma cambia
brevemente, antes de volver a la normalidad. Es un cambio constante entre
parecer mitad pecado y mitad cadáver, y nunca he estado más intrigada,
especialmente desde que la forma del pecado parece ser la más constante.
—Porque sienten a los suyos, Bella Lily —admite suavemente.
Y su madre no era una Liebre.
Mis ojos se agrandan, pero no tanto como cuando la tormenta de
quimeras llega al campamento de Perdidos en el mismo momento y
comienza a enviar todo al caos. El polvo se arremolina primero,
envolviendo todo lo que toca hasta que crea una extraña atmósfera
espeluznante, pero eso no es lo que mis ojos están viendo. Como la
tormenta se acerca, soy capaz de distinguir exactamente lo que es una
quimera, y me giro para mirar a March con los ojos todavía
peligrosamente abiertos cuando las bestias comienzan a devorar a los
Perdidos con los que entran en contacto. Es como una masa de diminutos
pájaros en forma gigante que una vez había visto devorar un Perdido, pero
en cambio, les toma solo unos segundos desgarrar a las criaturas, solo
unos segundos para soltar nada más que huesos detrás antes de que agarren
al próximo Perdido.
—¿Esto te hace temerme? —pregunta March, sin mirarme del todo, sus
ojos, en cambio, se centran en los acontecimientos fuera de la jaula. Su
oreja se contrae, pero no da ninguna otra señal de incomodidad.
Observo a las criaturas mientras destrozan a los Perdidos en pedazos y
veo el momento en que Wolfbane se da cuenta de que solo necesita salir
del camino de la tormenta. Miro cómo se vuelve hacia mí en la jaula, su
intención de agarrarme y correr es evidente en sus ojos, pero las quimeras
bloquean el camino demasiado rápido, rodeando la jaula, y pierdo de vista
al Cocodrilo.
Las manos de March me envuelven y me empujan hacia el centro de la
jaula lejos de los dedos esqueléticos con garras que de repente alcanzan a
través de las barras en un intento de llegar a mí. Veo que no alcanzan a
March, tal como dijo no lo harían. Su forma cambia y silba a las bestias, y
las similitudes no se me escapan.
Las quimeras son en su mayoría figuras robadas, una especie de
calavera con forma de dragón mirando a través de los ojos vacíos, pero
cuando uno de ellos inclina la cabeza hacia atrás, uno se da cuenta de que
esa no es su cara en absoluto. El cráneo es solo una máscara, y la agrietada
cara viciosa debajo es casi peor que cualquiera de las criaturas en Nunca
Jamás. Hago una mueca y me acerco más a March. Realmente no quiero
averiguar si puedo curarme después de ser devorada por estas criaturas.
March, aunque no se ve completamente igual cuando cambia detrás de
mí, todavía puedo ver el cráneo asomándose a través de su forma, el color
de carne quemada. Aunque no parece una quimera, tiene sus
características debajo de su piel, el cráneo de dragón que usan brillando
sobre sus pómulos antes de fundirse con su piel. Y luego vuelve a la
normalidad, como si solo fuera la Liebre.
—No te tengo miedo —susurro, permitiendo que March me abrace en el
centro de la jaula mientras las quimeras pululan en la jaula, rodeándola,
trepando arriba hasta que bloqueen toda la luz. Sus manos alcanzan el
interior, tratando de agarrarme, pero March nos mantiene fuera de alcance
—. Incluso viendo esto, no estoy asustada de ti.
—Realmente deberías estarlo —murmura March antes de sisearle a una
quimera que alcanza el interior un poco demasiado cerca. Saca una mano y
corta el brazo limpiamente con garras que no esperaba y la criatura chilla
tan fuerte que me hace estremecer—. No soy seguro.
Me giro y lo miro por encima del hombro, dejando que mi piel cambie
ligeramente. No puedo moverme del todo, la jaula es demasiado pequeña
para mi bestia, pero puedo moverme lo suficiente como para haber
desconcertado a cualquier otra persona. Mi cara se afila, los dientes salen
de mis labios. Las garras inclinan mis brazos repentinamente demasiado
largos, mi piel gris sombreado. Mis alas no pueden extenderse sin un
movimiento completo, pero me vendría bien un poco de las armas más
peligrosas a mi disposición.
—Yo tampoco soy segura —le digo, diciendo en serio cada palabra.
La tormenta de quimeras, aunque se mueve rápido, no parece querer irse
del Lado Oscuro de la isla, por lo que pululan sobre el negro, devorando
cualquier cosa que encuentren. Sé que Wolfbane escapó con la mayor parte
de sus Perdidos en sus talones, flotando justo al otro lado del límite, pero
eso significa que March y yo somos las únicas comidas apetitosas que
quedan.
Las quimeras pululan a nuestro alrededor, tratando de entrar,
alcanzando. La jaula no se rompe, no se romperá, pero cruje con la fuerza.
Me acerco a los árboles, pero en este lado de la isla, se siente como un
poder inútil. Los árboles en el Lado Oscuro ya no viven en sus formas
destrozadas, sus almas se han ido hace mucho tiempo, sin que se puedan
usar en ningún sentido.
—No sé qué hacer —admito, mirando a March—. Ninguno de mis
poderes funcionará en estas circunstancias.
—Si rompo la jaula, te atraparán —March mira a su alrededor,
buscando lo mismo que yo, tratando de encontrar una salida—. No te voy a
entregar al ganado.
—¿Y qué? —suspiro—. ¿Nos quedamos en esta jaula hasta que se
cansen?
—Las quimeras no se cansan. No sienten mucho en absoluto.
—Fantástico. Así que morimos aquí. —March abre la boca, pero lo
interrumpo—. O yo lo hago.
En algún lugar por encima de nosotros, una luz brillante parpadea y las
quimeras chillan, alejándose de la luz, alejándose de la jaula justo a
tiempo para que mire hacia arriba y vea cabello rojo brillante y músculos
tensos.
—No te estás muriendo, Lily —gruñe Peter, aferrándose a la parte
superior de la jaula y elevándonos por los aires.
Peter siempre ha sido fuerte, incluso antes de que creciéramos. Algo
sobre ser parte de Nunca Jamás le permite tener más poder de lo que
cualquiera de los otros se da cuenta. Como el único que puede irse, el
único que puede traer niños a Nunca Jamás, Peter está destinado a ser
fuerte. Como adulto, es más fuerte de lo que era antes. Sus músculos se
hinchan cuando levanta la jaula con March y yo adentro, incluso contra la
quimera que trata de agarrarse antes de que despegemos por completo.
Nunca tienen una oportunidad contra la fuerza y velocidad de Peter.
March me ayuda cuando la jaula se tambalea violentamente. Me hubiera
estrellado contra el costado, pero la mano de March en mi bíceps me
mantiene cerca, su otra mano encerrada alrededor de la parte superior de la
jaula para mantenernos en un solo lugar.
—Peter —llamo, y unos brillantes ojos verdes me miran. Las heridas en
su piel todavía se abren y se cierran, lentamente, como si una fuerza
invisible lo cortara cada cierto tiempo. Cómo todavía puede volar con eso
sucediendo no tiene sentido. Solo me hace darme cuenta de lo fuerte que
realmente es para empezar.
Él no responde a mi pregunta no formulada, se aleja para concentrarse
en sus direcciones, y no hablo de nuevo, no mientras está volando.
Cuando el Hoyo aparece a la vista, respiro hondo y agarro la mano de
March. No sé qué planea Peter para nosotros después de salvarnos de la
tormenta de quimeras. Nunca podría mantenerme en su Hoyo como lo
había hecho con la demasiado-humana Wendy, pero no quito la posibilidad
de que lo intentara. Al menos esta vez, tengo a March conmigo.
En el momento en que pasamos por el Hoyo, Peter deja caer la jaula.
Capítulo 15

Traducido por Nicola♡


Corregido por Nea
Editado por Alma Mater

No grito. Sería insensato que me moleste mientras la jaula se desploma


al suelo. March se envuelve a sí mismo a mi alrededor como una barrera
protectora, sin permitirme empujarlo. Cuando la jaula golpea el suelo
cubierto de cristal, se abre de par en par, incluso con los encantamientos
en ella. Me hubiese ido rodando por el impacto si no fuese por las manos
de March en mí. Con su fuerza, ambos aterrizamos en nuestros pies, solo
sacudidos por el impacto.
Peter aterriza en la puerta de su Hoyo y la abre.
—¿Van a entrar?
—Podrías haberla herido —gruñe March, entrecerrando los ojos a la
espalda de Peter. Curvo mis dedos en su antebrazo para detener alguna
palabra más. March no entiende cómo es Peter, no entiende que él está
roto.
—Sabía que no sería lastimada —lanza Peter sobre su hombro y pasa
adentro, ignorando la mirada en el rostro de March.
March lo contempla por unos segundos antes de girarse hacia mí.
—¿Este es tu Peter Pan? —Cuando asiento, un músculo se marca en su
quijada—. Esperaba algo más.
Tomo la mano de March y lo guío hacia la puerta roja, los cristales
debajo de nuestros pies crujen mientras nos movemos. Porque Peter es el
que nos puso aquí, las calaveras se quedan quietas, por suerte, sin bruma
verde filtrándose de ellas. En realidad, no quiero enfrentarme a ellas ahora
mismo, así que rápidamente empujo a March adentro, solo en caso de que
hayan cambiado de parecer.
Dentro del Hoyo, está oscuro, la única luz viene de una llama que nunca
se agota en una hoguera improvisada. Adentro es más húmedo de lo que
recuerdo, el aire no es mohoso sino rancio, todavía húmedo. Está casi
desnudo excepto por una mesa y unas pocas sillas, y una cama de madera
que sé, es en la que duerme Peter.
Hoy, Peter ha renunciado a su camisa por completo, revelando todas las
cicatrices y cortes en su cuerpo. Sus músculos se tensionan, y se mueve
casi como si no entendiese su propio cuerpo cuando nos da la espalda y
empieza a hurgar en un balde de frutas. Su cabello rizado cuelga sobre su
frente, la barba todavía cuidada y recortada a lo largo de su mandíbula,
irresistiblemente atractivo. Se supone que Peter puede seguir teniendo ese
aspecto cuando crezca, que su apariencia es otra arma a su disposición.
March cierra la puerta detrás de nosotros, estudiando al hombre que se
gira y nos arroja fruta. Agarro la que lanzó a March y se la lanzo de vuelta,
estrechando mis ojos. March levanta una ceja cuando Peter gruñe y lanza
una fruta diferente, una que sé que es tan segura como la que me lanzó.
Incluso con todo lo que está ocurriendo, Peter todavía quiere jugar. El
fastidio cosquillea detrás de mi garganta, instándome a decirle algo, lo que
pienso de sus juegos, pero March habla antes de que yo pueda.
—Tus sombras son muy ruidosas —dice March, dándole un mordisco a
la fruta mientras contempla a Peter. Con sorpresa, echo un vistazo a
March, viendo la inteligencia en sus ojos mientras estudia a Peter,
mientras observa una larga línea hundirse en el pecho de Peter antes de
sanar. Hace que Peter parezca siempre estar perdiendo sangre. Aun cuando
limpia la sangre con una toalla manchada de rojo, otra línea se abre en su
brazo.
Peter inclina su cabeza.
—No te conozco.
—Es del País de las Maravillas —digo, y los ojos de Peter se mueven
rápidamente hacia los míos—. Aparecieron los amigos de Wendy y
necesitamos tu ayuda. —Dando un paso hacia adelante, me aseguro de que
Peter escuche antes de continuar—. Wendy es la llave para salir de Nunca
Jamás, a pesar de que no sabemos cómo, y sus poderes son de alguna
manera como los tuyos.
—Lo sé.
Aprieto mis puños, obligando a retroceder al breve destello amarillo
que mi ira provoca.
—¿Lo sabes?
Peter señala a dos baldes grandes apostados en una esquina, ambos
llenos de relucientes cristales blancos en forma de lágrimas. Se desbordan
de los baldes, algunos esparcidos alrededor del suelo alrededor de ellos,
atrapando la luz del fuego y dispersándola por todas partes.
—¿Esas son de cuando la mantuviste prisionera? —susurro—. ¿De
cuando mataste a mi hermano?
Peter se tensa, sus hombros juntándose por mis palabras, pero no
responde. No espero que lo haga. Este no es el mismo Peter que mató a
Wolfbane, que mantuvo a Wendy prisionera. Ciertamente, todavía es capaz
de esas cosas. Maldición, todavía juega a sus viejos juegos, pero prefiere
quedarse aquí en su Hoyo y pudrirse que ir a hacer travesuras.
—¿Cuántos secretos escondes, Peter? —pregunto con un gruñido,
molesta porque ni siquiera responderá la pregunta, no la enfrentará.
Sus ojos se entrecierran y da un paso hacia mí, de vuelta al exasperante
hombre que es, en su zona.
—Casi tantos como tú, Jefa —dice, descubriendo sus dientes en un
gruñido—. ¿Cuál te gustaría revelar primero?
March suspira, interrumpiendo la tensión que solo empeora cuanto más
tiempo estamos aquí.
—Tus sombras se están volviendo más ruidosas, chico. Tal vez, ¿puedes
venir con nosotros y podemos ayudarte mientras nos ayudas?
Peter chasquea los dientes.
—No me puedes ayudar, bestia.
Deambulando por el suelo, sus movimientos mucho más animalísticos
de lo que alguna vez haya visto en él, March se detiene justo en frente de
Peter, su inclinación sostenida de manera poco natural. Lo observo más de
cerca, estudiándolo, tan solo intentando determinar qué tipo de bestia me
había imaginado llevar a la cama.
—Sufrí años en mi propia oscuridad —murmura March—. Encerrado
dentro de mi mente, encerrado dentro de mi hogar, maldecido, encantado,
hecho trizas. Así que, ¿creciste? Eso apenas es oscuridad, Peter Pan.
Contemplándolo, Peter mueve sus ojos hacia mí mientras permanezco
en silencio antes de devolverlos a la amenaza delante de él, la que le pide
explicaciones sin forzarlo. Inteligente, Liebre inteligente.
—No es el crecer lo que me destruye —admite Peter, y mi corazón
bombea en mi pecho ante la respuesta que finalmente está dando—. Es la
conciencia que viene con ello.
—Ah, si —asiente March—. Eso destruye al mejor de nosotros. Lo
encuentro más fácil cuando pretendes no tener una.
—No puedo pretender. Hay demasiado.
Orejas crispándose, March gruñe en voz baja y amenazante con esas
palabras, sus ojos estrechados sobre Peter donde incómodamente se queda
frente a él.
—Estás escogiendo no pelear. Estás escogiendo darle la espalda. —
March clava un dedo en mi dirección y me pongo rígida por la sorpresa—.
Puedo ver la historia entre los dos. Puedo olerla. ¿Puedes verla a los ojos,
sostenerla, y decirle que preferirías morir que afrontar algo más con ella?
—Eso no es de tu incumbencia —gruñe Peter, pero se estremece, y eso
es algo.
—Quizás. Su pasado no tiene importancia para mí. La Bella Lily no
necesita que me preocupe por su pasado. Ella ha manejado eso
perfectamente. Pero planeo ser parte de su futuro. ¿Tú lo planeas?
—Esa es mi decisión a tomar —gruño, molesta de que hablen de mí
como si no estuviese aquí—. Yo decido mi futuro.
—Lo sé —March sonríe—. Pero tengo un… don para ciertas cosas.
Especialmente cuando se trata de la realidad.
—¿Qué pasó con las rimas? —pregunto, una distracción, de hecho. La
discusión se está volviendo muy real, demasiado cerca de todo lo que
sucede, y no estoy segura de cuánto más puedo aguantar de los ojos de
Peter moviéndose hacia mí, estudiándome, estudiando cómo March parece
gravitar hacia mí.
—Solo porque no siempre estallen, no significa que allí no estén —
March vuelve al paripé inmediatamente, sus orejas sacudiéndose. Es como
si dirigirle atención a ello lo hiciese más fuerte, y me arrepiento de
mencionarlo. Conozco demasiado bien el dolor de algo arraigándose, de
garras enterrándose.
Peter, dándose cuenta de que quiero cambiar el tema, lo deja caer con
fuerza. Él nunca quiso tocarlo, no quería llamar la atención a sus sombras,
así que fácilmente cambia.
—No podemos salir por unas cuantas horas sin peligro, no hasta que la
oscuridad disminuya.
March mira entre Peter y yo, estudiando todo lo que está colgando en el
aire entre nosotros y asiente. Agarra una silla y se sienta en ella hacia
atrás, doblando sus brazos en la espalda y sonriéndonos.
—Entonces esperamos, supongo. Podemos jugar póquer de prendas para
pasar el tiempo.
Lo contemplo con confusión a la vez que lo hace Peter. Parece que
ninguno de nosotros sabe lo que póquer de prendas significa para saber si
queremos jugarlo o no, pero tengo la sensación de que March pretende
algo mucho más sensual que un simple juego.
—¿Qué? —Me saco mi tocado y lo pongo en la mesa, tomando asiento
en la otra silla.
March suspira y frunce el ceño dramáticamente, montando un
espectáculo que me hace reír entre dientes. El pobre Peter parece no saber
cómo manejar a March. No le digo que no hay forma de manejarlo, solo
aceptarlo.
—Bien, bien —murmura March, guiñándome un ojo—. Solo podemos
sentarnos aquí en silencio y contemplarnos el uno al otro con la tensión
suspendida en el aire entre nosotros—. March levanta su ceja—. Cualquier
cosa que quieran hacer.
Lucho duramente con la sonrisa, pero al final, la esquina de mis labios
se levanta. A Peter, para crédito suyo, no parece importarle las burlas de
March. En su lugar, toma asiento en el filo de su cama y me contempla.
—La tensión silenciosa parece estar en camino —admito,
encontrándome con los ojos de Peter. Hay mucha angustia ahí, tanta
agonía, casi aparto la mirada. No lo hago, dejándole ver que por lo menos
no está solo, pero es difícil dejar que su dolor me inunde.
Otra pequeña línea se abre a través de su mejilla y sana.
March frunce el ceño, sus orejas temblando, y entonces hace algo que
no esperaba. Se levanta y agarra la toalla manchada, tendiéndosela a Peter.
—Intenta pensar en la luz. Podría ralentizar las heridas.
Peter alza la vista hacia él, su rostro tan vacío como su árbol.
—Ya ni siquiera sé cómo luce la luz, bestia.
«Y esa», pienso, «es la admisión más triste de todas».
Capítulo 16

CINCO AÑOS A.E


(ANTES DE LA ELECCIÒN)

Traducido por ~Kvothe


Corregido por Lyn♡
Editado por Alma Mater

—Peter no está tramando nada bueno —murmura Bane, mirando hacia


los árboles. Sus brazos están cruzados sobre su pecho, el signo más
aparente de su agitación. El segundo signo es la garrapata en su
mandíbula, la forma en que aletea.
—Peter no suele tramar nada bueno, Bane. Lo mejor es dejarlo ser. No
tengo tiempo para preocuparme por las payasadas de Peter. Si hago eso,
nunca podré completar mis propios deberes. Todos somos gobernantes de
nuestros propios dominios. El hecho de que Peter solo tenga que
preocuparse por sí mismo y sus cráneos no significa que debamos invadir
su territorio más de lo que esperaría que él invadiera el mío.
Los ojos de Bane se posan en los míos, el azul brillante de sus ojos es
más claro que nunca. Si no estuviera siempre oscuro en Nunca Jamás, me
imagino que se verían como el cielo. Tal como están las cosas, creo que
probablemente avergonzarían al cielo de todos modos. A veces, me burlo
de él por sus bonitos ojos azules que lo hacen casi demasiado hermoso
para un hombre. Por lo general, responde con lo varonil que es cuando me
burlo de él.
—Está manteniendo a alguien prisionero en su Hoyo.
Arrugo la frente. Eso es inusual, de hecho.
—¿Cómo sabes eso?
—La vi.
Suspirando, me dirijo a mi problemático hermano.
—¿Qué te he dicho acerca de escabullirte por el Hoyo, Bane? Si Peter te
atrapa, serás arrastrado a algún tipo de juego que él decida que deberías
jugar.
—Mientras no sean los juegos que ustedes dos juegan, estaré bien. —
Lanzo una mirada penetrante hacia mi entrometido hermano, pero él solo
se ríe de la mirada en mi rostro—. No es mi culpa que apenas seas
reservada cuando te escapas.
—Eso no es de tu interés.
—Pero esto es asunto mío, Lily. Está manteniendo a una chica en el
Hoyo. Y él la mantiene prisionera. Una chica humana.
Mi ceño se estira más. ¿Por qué Peter tendría una chica humana en el
Hoyo? ¿Por qué la mantendría?
—Dijiste que la viste. ¿Cómo llegaste tan cerca? ¿Y por qué estabas tan
cerca en primer lugar?
—Me subí al árbol de cristal. La escuché cantar y fui a investigar.
Deberías haber escuchado esta canción, Lily. Fue tan triste…
—Quiero que te mantengas alejado del Hoyo. —Imágenes repentinas de
Peter y sus juegos, atrapando a mi hermano en una red, liberando sus
esqueletos, pasan por mi mente. Peter no es del todo malo, pero le faltan
ciertas cualidades.
Como la decencia.
—Le dije que volvería y la ayudaría. Solo lleva un camisón sucio. No
creo que la esté alimentando. Ella no es más que piel y huesos.
—Aléjate del Hoyo, Bane. —Apretando la mandíbula, entrecierro mis
ojos en él, con la intención de convencerlo de que lo deje pasar, que lo
deje en paz. Peter no nos está causando problemas en este momento. Puede
que tengamos nuestra propia relación extraña, pero esos sentimientos no
se extienden a mi gente, y ciertamente no se extienden a Bane. No sé qué
hará Peter si atrapa a Bane. En el mejor de los casos, lo deja caer para
enredarse con los cráneos. Mi hermano es un excelente luchador, tan
bueno como yo, sus poderes son iguales a los míos, pero su corazón es
demasiado grande. Fácilmente podría seguir su corazón en lugar de su
cerebro, y eso sería su perdición.
El rostro de Bane se endurece.
—Pensé que me dirías que me ayudarías a liberarla.
—No sé nada sobre un humano. No me importa. Me preocupo por mi
hermano.
—¿No se supone que eres la Jefa? ¿No se supone que debes cuidar a la
gente?
—Nuestra gente. —Mis dedos se cierran en puños a mi lado—. Se
supone que debo cuidar de nuestra gente, y solo soy la Jefa porque tú no
querías ser el Jefe, no querías esa responsabilidad.
No tuvimos el lujo de nacer en otro lugar y Peter nos dejó caer en Nunca
Jamás. Nacimos de la tierra. Ninguno de nosotros recuerda un tiempo
antes de que tuviéramos la edad perfecta para tomar el control. Ninguno de
nosotros recuerda nada más que cómo estamos ahora. Ambos
aparentábamos dieciséis años, gemelos había dicho alguien una vez, pero,
¿cómo podemos saberlo si no recordamos haber sido otra cosa? Que
tengamos la misma edad no significa nada. Solo sabemos que somos
hermanos, y eso es todo.
—Lily…
—Dije que no. —Mi voz es dura, y lo sé. No quiero que Bane piense
que puede salirse con la suya en todo. No quiero que decida que aún hay
que ocuparse de las cosas cuando eso pone su vida en peligro. Puede que
tenga los animales que aparecen de vez en cuando, llamados allí por sus
poderes, pero Bane está lleno de empatía. Sería fácil aprovechar eso. La
niña humana puede que ni siquiera sea humana. Ella podría ser una especie
de criatura malvada de la que Peter está cuidando—. Te quedarás en la
Tribu. Si te pillo yendo al Hoyo de nuevo, te encerraré solo por intentarlo.
El rostro de Bane se tuerce, y sé que su imagen de mí también ha
cambiado, pero el miedo de perder a mi mejor amigo y a mi hermano casi
me ahoga. Puedo manejar la ira de Bane. Incluso puedo manejar su
decepción. Es mucho mejor que su muerte.
—Qué Jefa eres —gruñe, y las palabras me golpean justo en el pecho.
—Yo no quería ser la Jefa, ¿recuerdas? Si no te gusta, deberías haberte
convertido en el Jefe. —Había sido un punto doloroso cuando ambos
discutíamos. Ambos tenemos el mismo poder, ambos somos lo
suficientemente poderosos para proteger a la Tribu. Pero cuando ninguno
de nosotros quería verse obligado a ocupar el puesto cuando llegara el
momento, uno de nosotros tuvo que ceder. Por lo que somos, porque Bane
sigue su corazón la mayoría de las veces, fui yo quien finalmente dio un
paso al frente y reclamó el título, porque alguien tiene que hacerlo. Incluso
si soy yo, incluso si no quiero el puesto, no puedo negar que me gusta el
poder que conlleva.
—¿Entonces esperas que la deje morir?
—Espero que te preocupes tanto por tu Tribu como por un extraño.
Espero que te preocupes por tu Tribu tanto como te preocupas por una
chica humana. Somos tu gente, Bane…
—Para. —Él levanta su mano—. Ya no quiero escuchar tu
razonamiento. Solo hará que mi imagen de ti empeore.
Observo cómo Bane me mira una vez más con ojos duros antes de
alejarse y tomar asiento junto al fuego, con la mandíbula apretada
mientras mira fijamente las llamas. El fuego baila en pequeñas figuras, la
Vieja Madre monta un espectáculo, pero estoy dispuesta a apostar que
Bane no ve ni una sola.
Agarro a Bear mientras pasa, tomándolo con la guardia baja mientras
lleva leña hacia el fuego.
—Mantén un ojo en Bane. Avísame si se va.
—Sí, Jefa.
Miro a mi hermano por un momento más antes de perderme en mis
deberes, antes de ayudar a mi gente a recoger leña. Nos mudamos con
demasiada frecuencia para guardar un gran alijo en alguna parte. Al final,
tenemos montones grandes en toda nuestra porción de Nunca Jamás, así
que podemos elegir entre ellos cuando sea posible. El tiempo nunca
cambia en tierra. Las estaciones no cambian; siempre es la misma
temperatura húmeda, siempre la misma oscuridad frustrante que bloquea
el sol. Estuve en el bosque durante una hora ayudando a recoger la leña,
pero en el momento en que regreso, sé que algo anda mal.
Mis ojos van al lugar donde Bane había estado sentado.
Está vacío.
—¿Bear?
El niño se estremece cuando lo llamo por su nombre, pero se adelanta.
—Dejé de verlo solo por un minuto, Jefa.
Dejo caer la madera en mis brazos y me giro, mirando hacia los árboles.
¿Cuánto tiempo se ha ido? ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que Bear lo
perdió de vista? ¿Qué tan lejos puede estar?
Corro. Me empujo en un sprint y me lanzo a través de los árboles.
Detrás de mí, puedo escuchar a algunos de mis guerreros haciendo lo
mismo, sintiendo peligro, sintiendo mi urgencia. No sé por qué siento que
Bane está en problemas. Peter no le hará daño a Bane. Él sabe lo
importante que es para mí.
¿Pero a él le importa?
Las palabras susurran en mi mente y me empujo más rápido, los árboles
se apartan de mi camino ante mi insistencia, metiendo sus raíces para que
no nos tropecemos. La niña, la niña humana, no podía ser más que un
monstruo disfrazado. Ella podría ser el verdadero peligro y Bane ha ido a
salvarla.
Más y más rápido, me empujo a mí misma, obligándome a correr lo
más rápido que puedo. Soy rápida, lo suficientemente rápida como para
que mis guerreros retrocedan lentamente, no por elección, sino porque
simplemente soy más rápida.
Un chillido horrendo llena el aire y siento el cambio de poder en el
suelo. Los árboles comienzan a susurrar. Los cráneos de Peter se activaron,
pero todavía estoy demasiado lejos. Bane conoce las reglas. Ve al otro lado
del río y estará a salvo de los cráneos. Pero, ¿será capaz de hacerlo con un
humano a cuestas?
—Corre, Bane —digo con voz áspera, empujando con fuerza—. Corre.
Sé que no seré lo suficientemente rápida para detener lo que suceda,
simplemente por la distancia entre el río y yo, entre el Hoyo y yo. No
puedo llegar allí antes de que suceda algo, así que solo tengo que esperar
que Bane llegue al otro lado del río y que yo llegue justo a tiempo para
reprender a Bane por ir en contra de mis órdenes.
Mis guerreros ululan detrás de mí una vez, haciéndome saber que están
allí. Estoy a punto de saltar sobre un tronco caído cuando todo mi cuerpo
se tensa, cuando algo me apuñala en el pecho y me quita el aliento. Me
derrumbo en el suelo en un montón, gritando por el dolor que de repente
me llena, que se extiende hacia el exterior de mi pecho.
En la distancia, puedo escuchar gritos, pero no puedo decir si son solo
míos o si se me une algo más.
—¿Jefa? —Bear se inclina sobre mí, sus dedos como papel de lija sobre
mi piel repentinamente sensible.
No puedo hablar, tengo la garganta en carne viva, mi pecho se siente
como si me lo hubieran abierto. No puedo respirar, no puedo atrapar aire
en mis pulmones. Mis dedos van a mi garganta, apretando fuerte,
rascando, tratando de tomar aire.
—¿Qué rayos le pasa?
—No sé.
Pánico. Mis guerreros están entrando en pánico, pero no puedo decirles
qué está mal. Algo dentro de mí se rompe como una banda elástica y tomo
una respiración jadeante profunda, otra, y otra, hasta que soy capaz de
rodar y levantarme sobre mis codos.
—Tigrilla, ¿qué pasa? —Bear me mira a los ojos, antes de escanear mi
cuerpo, en busca de algo que haya podido causar tal reacción.
La tierra bajo mis dedos cambia, no físicamente, sino algo en la
composición misma de la tierra. Mi gente. Tengo que proteger a mi gente.
Con extremidades temblorosas, me las arreglo para levantarme antes de
que Bear pase su brazo a mi alrededor. Por un momento, nos quedamos
allí, sin saber si debo seguir hacia el Hoyo o si debemos volver a la Tribu.
Ahora está en silencio, no hay otros gritos, no hay sonido de los cráneos, y
la confusión me golpea. ¿Lo había imaginado todo?
Mi gente. Tengo que asegurarme de que estén bien.
—De vuelta a la Tribu —ordeno, y Bear nos da la vuelta.
Cuando volvemos, es para encontrar a la Tribu como siempre. Sin tocar,
nadie entró en pánico. El cambio que sentí, el chasquido, no tiene ningún
sentido. Tomo asiento junto al fuego y espero.
Me siento allí durante tres días. No como. No duermo. Miro fijamente a
la oscuridad, esperando, esperando, aunque sé que es una mala idea. Nunca
Jamás no es un lugar para la esperanza.
Cuando Wolfbane nunca regresa, después de tres días, me doy cuenta de
que el chasquido había sido de él, en el momento en que dejó de caminar
en mi plano y entró en otro.
El único que ve mis lágrimas es Bear.
Los demás ni siquiera sospechan de ellas.
Capítulo 17

Traducido por Patty


Corregido por Prometeo
Editado por Alma Mater

El Clan envía una señal en el primer momento en que tropezamos entre


los árboles, los aullidos de mi Tribu, los silbidos del Clan, el aye de los
Piratas. Todos se forman juntos hasta que es un largo anuncio de que
hemos regresado.
March, Peter y yo caminamos lentamente a través de los árboles,
sorteando la valla hasta que volvemos a estar dentro del Clan. Para Peter,
puedo decir que ha pasado un tiempo desde que puso un pie dentro de las
paredes, pero para nosotros, se ha convertido en un nuevo hogar.
—Finalmente, hay ruido —murmura March, y frunzo el ceño. Nos
habíamos sentado en el Hoyo toda la noche, casi sin hablar, el único ruido
era el de nuestra respiración.
No me molestó tanto.
Sé que no molestó a Peter.
Sin embargo, parece que March tiene aversión al silencio. Admitió que
fue por el tiempo que había estado atrapado en su cabaña mientras estaba
encantado y eso me llenó de tristeza al saberlo. Estar atrapado en una casa
durante décadas, siglos, sin más compañía que tu propia mente, suena
como una tortura.
—¿Dónde han estado? —pregunta Wendy mientras corre. Garfio está
justo a su lado, el pirata apenas deja mucho espacio entre ellos. Puedo
entender su miedo. Sé lo que es tener miedo de perder a alguien.
—Fuimos atacados —responde March amablemente, y luego se mueve
para tomar algo de comida de un plato que lleva uno de los del Clan sin
más explicaciones.
Es la comida que solo el Clan debería tocar, pero no parece afectar a
March en absoluto. Ha estado comiendo la comida desde la primera vez
que pisó este suelo.
—¿Por quién? —Campanita flota desde el otro lado, sus brillantes ojos
brillan incluso en la oscuridad.
Muchas veces me he preguntado si mis ojos brillan igual, si brillan
como los de un animal.
—En nuestro camino hacia el Hoyo, fuimos emboscados por Perdidos,
atrapados en una red.
—¿Fueron tomados por sorpresa?
—Estábamos distraídos —corrijo. No mentiré ni endulzaré cómo me
había distraído el coqueteo de March o su encanto, pero tampoco daré la
razón innecesariamente—. No pudimos cortar la red y nos arrastraron al
Lado Oscuro.
—¿El Lado oscuro? —Los demás vienen entonces. Júpiter, White,
Atlas, Cal y Cheshire. Cada uno de ellos tiene la misma mirada de
preocupación. No paso de largo que Campanita parece estudiar a uno, en
particular.
Tampoco paso que todos sus ojos se fijan en Peter, en las líneas que se
abren lentamente en su piel antes de cerrarse. Incluso con los músculos
tensos contra su ropa, incluso con las heridas y los rizos salvajes que caen
sobre su frente, Peter es una amenaza, y ellos lo sienten. —Hay un lado de
la isla reservado para las criaturas más oscuras. Ahí es donde está el
campamento de los Perdidos.
—Tenemos un lugar así en el País de las Maravillas, aunque en su
mayoría está habitado por las quimeras y…
—Las vimos —interrumpo.
—¿Vieron qué? —White inclina la cabeza—. ¿Quimeras?
March finalmente regresa, con las manos llenas de comida. Cuando me
ofrece algo, niego con la cabeza. Conozco los efectos que causa la comida,
y aunque puede que no le haga daño a March, ciertamente todavía me
afecta a mí.
—Hubo una tormenta de quimeras mientras estábamos en el
campamento. Chico volador aquí nos salvó —March le sonríe a Peter, pero
Peter apenas parece darse cuenta de las burlas. La única razón por la que
sé que escuchó algo es porque veo el movimiento en su mandíbula.
—Las quimeras no deberían estar en Nunca Jamás —gruñe Cheshire—.
Son una criatura del País de las Maravillas. Eso no tiene sentido. ¿Cómo
puede una manada entera de ellos terminar en Nunca Jamás?
—No lo sé —digo, porque no lo sé. Ninguno de nosotros puede saber.
Algo está cambiando, y ninguno de nosotros tiene respuestas—. Pero los
Perdidos estaban tan sorprendidos como nosotros. El Cocodrilo no tenía
idea de lo que eran. Pero se quedaron en el Lado Oscuro. No cruzaron la
línea.
—Pequeñas bendiciones —dice Júpiter, aplaudiendo con una sonrisa
—. Al menos no tenemos que preocuparnos por ser devorados.
Es demasiado alegre para las circunstancias, pero tengo la sensación de
que Júpiter es así. No puedo negar que no me dan ganas de sonreír. Puedo
ver el atractivo de la Caminante de Sueños, y casi quiero pedirle que siga
hablando.
Cal se pone mucho más seria cuando se cruza de brazos y mira a Peter.
—Entonces, ¿se supone que este es Peter Pan?
Peter la mira, su rostro desprovisto de emoción, y dice—: Portador de
la Espada.
Las cejas de Cal se levantan mientras se miran a los ojos por un
momento. Ella termina apartando la mirada primero con el ceño fruncido,
y no la culpo. Es difícil mirar en tanta oscuridad y no perderse en ella.
—Ya sabes —interviene Atlas, con el ceño fruncido—. Siempre esperé
que Peter Pan fuera más… —Mueve las manos, buscando una palabra que
no lo insulte, pero finalmente se decide por—: brillante.
Cal se encoge de hombros. —Esperábamos que el Capitán Garfio
tuviera un gran bigote y un sombrero con una pluma gigante. No puedo
decir que no estemos constantemente sorprendidos. —Ella señala a
Cheshire—. Mira quién resultó ser el Gato de Cheshire.
La comisura de mis labios se levanta.
Cheshire frunce el ceño a su compañera, pero es la reacción de Garfio
lo que me da ganas de reír. —¿Qué quieres decir con que esperabas que
tuviera un gran bigote? —pregunta indignado.
Wendy se ríe. —Sin embargo, tienes un sombrero con una gran pluma.
—Al menos eso es cierto —sonríe Atlas—. Estoy feliz de ver que el
gancho tampoco está mal.
—¿Tienen historias para todos nosotros? —pregunta Wendy.
Júpiter asiente. —Tú y tus hermanos vinieron a Nunca Jamás y se
unieron a los niños perdidos. Te conviertes en su madre y estoy bastante
segura de que la mayoría de la gente asume que terminas con Peter.
La cara de Wendy se arruga ante eso, sus ojos se lanzan hacia Peter,
quien no reacciona en absoluto. Estoy segura de que Peter ha escuchado
las historias, y algunas de esas historias son probablemente cómo
convence fácilmente a los niños para que lo acompañen.
Sin embargo, no me di cuenta de que las historias hablaban de una
relación entre Peter y Wendy. —Entonces otra vez —continúa Atlas—.
Peter tiene a Campanita, Tigrilla y Wendy nerviosas en nuestras historias.
Campanita levanta la nariz, sus alas se mueven en su espalda. Sé que
alguna vez ella y Peter compartieron un momento, pero fue fugaz. Así
como había sido fugaz para Campanita y Garfio.
En última instancia, las relaciones no funcionan en Nunca Jamás, no
las permanentes. Todos somos demasiado retorcidos, demasiado oscuros,
demasiado poderosos.
Wendy y Garfio son una anomalía, porque siempre estuvieron
claramente destinados a serlo, sin importar lo duro que hayan luchado
antes.
Mientras continúan hablando, descubro que mis ojos se desvían,
buscando a una niña específica en el grupo. La encuentro sentada en uno
de los fuegos, sentada al lado de Bear. Mi líder de batalla se agacha,
haciéndose mucho más pequeño, mientras se sienta junto a Aniya. Observo
mientras le ofrece una nueva talla que ha hecho con un bloque de madera y
la niña chilla de alegría.
—Tengo que ir a ver a Aniya —murmuro como excusa mientras dejo
que los demás debatan quién de nosotros termina con quién en las
historias, antes de que comiencen a comparar las historias de su propio
mundo con el nuestro.
No les digo que no tiene sentido. Las historias no son más que eso;
cuentos. No me doy cuenta de que March me está siguiendo de inmediato,
pero cuando lo hago, lo miro brevemente antes de apartar la mirada.
Aparentemente, he llegado a confiar lo suficiente en la Liebre que su
presencia no me molesta.
Peter no me sigue, pero siento sus ojos quemando agujeros en mi
espalda. Siento que me ve tocar la parte superior de la cabeza de Aniya, su
mirada es casi insoportable.
Se da vuelta, emocionada, y lanza sus brazos a mi alrededor, pero eso
no es lo que me hace detenerme. Aniya parece otro año mayor otra vez, y
cuando sus palabras salen a borbotones, son más maduras de lo que eran
cuando me fui.
—¿Has estado causando problemas? —le pregunto, mirando a las
criaturas que se demoran alrededor del fuego. A Bear no parece
importarle, pero los demás miran a las peligrosas criaturas con aprensión,
especialmente aquellas que no son de mi Tribu.
Estoy segura de que es desconcertante ver a las criaturas que
normalmente temíamos felices sentadas alrededor del fuego con una niña.
—Solo un poco —alardea, sonriendo.
Ahora le falta un diente, uno de los de abajo, y cuando miro hacia Bear,
se encoge de hombros. —Simplemente se cayó —admite—. Júpiter dijo
que es normal para los niños en crecimiento y que uno nuevo lo
reemplazará.
Ninguno de nosotros sabe cómo manejar a un niño, o lo que viene con
un niño en crecimiento. Estoy agradecida de que Júpiter supiera lo
suficiente como para contarle a Bear lo que sucedió, ya que probablemente
entró en pánico, y también me aseguraré de pedirle más información más
tarde. Aniya, con su ritmo de crecimiento, está envejeciendo seis veces
más rápido que un niño normal, pero incluso si estuviera creciendo a un
ritmo normal, aún no sabríamos cómo manejarlo.
El primer niño nacido en Nunca Jamás.
March se arrodilla frente a la niña, ladea la cabeza mientras escucha
algo que yo no puedo oír. —Supongo que soy una de tus criaturas —
murmura, sonriendo a Aniya—. Puedo sentir el tirón hacia ti.
Aniya le sonríe a March y le da palmaditas en la cabeza como si fuera
un perro. Me tenso, pero a March no parece importarle. La sonrisa que tira
de su rostro es la más dulce que he visto en mi vida. Deja que Aniya
derrita un corazón loco.
Con cuidado, me arrodillo junto a March y dejo que Aniya comience a
presentarnos a todas las criaturas que ha nombrado. El pequeño pájaro
común todavía está allí, permaneciendo lo más cerca posible de Aniya.
Cuando señala un pájaro diferente y lo llama Carl, sonrío. Parece que
algunas de las mismas criaturas siempre regresan cuando ella llama, a
veces se quedan cuando ella no ha llamado en absoluto.
La serpiente que yace acurrucada cerca del fuego, ahora llamada
Tabitha, me preocupa un poco, pero he aprendido a no cuestionarla.
Ninguna de las criaturas daña a Aniya. Ayuda que he conocido a alguien
más con el poder.
—¿Nadie se ha dado cuenta de que tiene tus ojos? —murmura March,
casi demasiado bajo para que yo lo escuche. Sé que lo hace para que nadie
pueda escuchar sus palabras, y cuando me mira a los ojos, me tenso.
—No hables de esas cosas —siseo, entrecerrando los ojos.
La Liebre es perspicaz, le concedo eso, pero hay una razón por la que
no hablamos de esas cosas, y la mayor parte tiene que ver con la
protección de Aniya.
March sonríe y saca una flor de la nada, perfectamente conservada con
sus pétalos abiertos, y se la entrega a Aniya. Ella chilla de alegría y la
toma, inmediatamente se gira para mostrarle a Bear y a todas sus criaturas
la hermosa flor que le dio el tonto conejo.
—¿Es este uno de los secretos? —pregunta March, inclinándose más
cerca—. ¿O el secreto es el padre? —Sus ojos recorren a la gente que nos
rodea, buscando.
Saco mi cuchillo y lo presiono sobre su corazón antes de saber lo que
estoy haciendo, empujándolo, una sola gota de sangre brota antes de que
comience a gotear. Apenas presta atención a la hoja, sus ojos se arrugan
ante la fiereza en mi rostro.
—No hables de esas cosas —gruño suavemente de nuevo, una
advertencia. Ensartaré a March para proteger a Aniya, sin importar cuánto
me guste. Sé que no morirá, no después de presenciar lo que hice en el
campamento de Perdidos, pero aún así lo silenciará un poco.
Con cuidado, March alcanza y envuelve su mano alrededor de la mía,
sosteniendo la hoja contra su pecho, sosteniendo mis dedos alrededor de la
hoja. Me mantiene firme y tengo la sensación de que, si decido apuñalarlo,
me ayudará. Es un pensamiento extraño, pensar en él como algo más que
un extraño en mi tierra, pero me encuentro mirando fijamente a sus
brillantes ojos verdes, deseando que las circunstancias sean diferentes.
—Está bien, Bella Lily —susurra, y me encuentro inclinándome más
cerca—. Todos tenemos nuestros secretos y tu secreto está a salvo
conmigo.
Sus ojos se deslizan por encima de mi hombro y sé lo que está
buscando, lo que ve. Cuando vuelve a encontrarse con mi mirada, su
sonrisa se suaviza. —Todos ellos.
Mi cuchillo cae al suelo.
Capítulo 18

UN MES DESPUÉS DEL COMIENZO DEL


ENVEJECIMIENTO
Traducido por Patty
Corregido por Prometeo
Editado por Alma Mater

Me miro los dedos. En su mayoría son iguales, todavía tienen la forma


larga y femenina, todavía están físicamente limpios, pero hay algo
diferente.
Es más fácil ver el cambio en el resto de mi Tribu. Bear camina a mi
lado, sus músculos se tensan mientras carga una pila de madera mucho
más grande de lo que había podido antes. Ahora es más alto, más ancho, y
no es el único. Todos éramos niños. Pero ahora, no lo somos. Había estado
atrapada en un cuerpo de dieciséis años desde que tengo memoria, siempre
una niña. Nunca Jamás quiere niños; no quiere adultos y, sin embargo, de
repente, todos somos adultos. Puedo sentir la piel de mi cara estirarse bajo
el nuevo envejecimiento, como si se apretara contra mi hueso, mostrando
mi nueva era.
Si tuviera que adivinar, me veo más como si tuviera veinte años ahora,
pero solo ha pasado un mes y el envejecimiento no parece detenerse. Eso
podría ser un problema si no se detiene.
¿Tal vez debería convocar una reunión?
No tengo idea si esto es solo un problema de la Tribu o si todo Nunca
Jamás está envejeciendo con nosotros. Si llamo a una reunión y nadie más
está envejeciendo, eso significará revelar una debilidad. Se considerará
una dolencia, y debido a que es Nunca Jamás, será una de las variedades
mágicas. No sé qué hacer y no por primera vez, deseo tener a Wolfbane
nuevamente. Él habría sabido qué hacer.
Los rumores sobre el Cocodrilo llegan constantemente a nuestros
oídos, pero me niego a pensar demasiado en ello. Si Wolfbane está vivo, si
está por ahí vistiendo su piel de cocodrilo, eso significa que eligió no
volver nunca más. Significa que nos abandonó, y eso es tan imperdonable
como morir en primer lugar. Ni siquiera ha venido a explicar lo que pasó.
Pero podría no ser Wolfbane. Nunca Jamás nos sorprende
constantemente. Podría ser alguien más.
Mis pensamientos van a Peter. Convocar una reunión cuando nadie más
está envejeciendo puede revelar una debilidad, pero puedo ir a ver a Peter.
Si no ha envejecido, sé que debemos guardarlo para nosotros. Y Peter no
dirá nada porque no le importará. Simplemente será un juego nuevo para
él, ver cuánto tiempo tardará la Tribu en morir. Pero si Peter también está
envejeciendo… No puedo imaginar cómo lo manejará si está
envejeciendo.
—Bear —llamo, atrayendo los ojos de mi líder de batalla—. Voy a ir al
bosque por un rato. —Él asiente, comprendiendo que debe hacerse cargo
mientras no estoy. La Tribu está en buenas manos con él, al menos. Y
ahora que estamos creciendo, él es aún más poderoso, al igual que todos
nosotros.
Doy la vuelta y camino hacia los árboles, dirigiéndome directamente al
Hoyo. No sé si Peter estará allí, pero es el mejor lugar para empezar a
buscarlo. Cuando no está trayendo niños a Nunca Jamás, elige pasar el
tiempo extra solo, principalmente, arropándose lejos en su Hoyo alejado
de los demás.
Los días de Peter cazando a los Perdidos se han ido. Ese había sido su
único pasatiempo hasta que fue elegido, pero eso fue hace mucho tiempo y
había sido un breve parpadeo de tiempo.
Peter había sido elegido primero antes que nadie, llevando el manto
solo durante siglos hasta que las Hijas fueron elegidas. Ha pasado mucho
tiempo desde que caminé por el camino que hago ahora. No lo he hecho
desde el día en que murió Wolfbane; realmente no había podido. Sentir el
chasquido dentro de mí me cambió, y ahora me siento menos como
Tigrilla y más como la bestia en mi tocado. La vesper siempre parece
burlarse de mí, haciéndome sentir exactamente como el monstruo en esta
tierra en lugar de una Hija, pero trato de no concentrarme en eso ahora.
Habrá mucho tiempo para resolverlo más tarde.
Cuando el Hoyo aparece a la vista, me detengo en el borde de los
cristales, con cuidado de no aplastar ninguno de ellos bajo mis pies. Los
cráneos me miran con las cuencas de los ojos abiertas y las bocas
espantosas colgando torcidas. Por un momento, no hago nada, miro el
árbol negro gigante en el que vive Peter.
He estado dentro antes, por supuesto. No en mucho tiempo, pero Peter
y yo siempre hemos compartido una conexión que los demás no tenían,
casi una amistad. A menudo pensé que Peter pensaba que era un juego en
el que el otro traicionaría primero, y por eso juega, pero creo que hace
mucho que pasamos por alto ese juego. Puede que nunca lo admitamos,
pero lo sé en mi corazón. Peter, sin embargo, puede jugar durante años y
años sin cansarse.
Podríamos haber sido amigos o amantes por toda la eternidad y aún así,
al final, podría traicionarme y reír como si todo hubiera sido un juego muy
largo.
Así es él. Eso es lo que Pan elige ser.
—¿Peter? —llamo, inclinándome hacia un lado con la esperanza de
verlo. A veces, está posado en las ramas de arriba, esperando para
asustarme. Nunca funciona, se necesita mucho para asustarme después de
jugar con Wolfbane, pero aún así lo intenta.
Peter se había deshecho de su criatura sombra en algún momento, de
alguna manera, así que al menos no tengo que preocuparme de que ese
monstruo salga de un rincón oscuro para atacarme. Solo tengo que
preocuparme por un solo monstruo.
—¿Peter? —vuelvo a llamar, un poco más fuerte.
La puerta se abre violentamente, la madera roja golpea la corteza del
árbol, abollándolo, pero por un momento, Peter no sale. Se demora en las
sombras. —¿Qué quieres, Lily?
Arrugo la frente. Su voz es más profunda, más gruesa de lo que había
sido la última vez que lo había visto. Peter nunca duda en dar un paso
hacia la luz, pero esta vez lo hace.
—¿Estás bien? —pregunto, buscando en la oscuridad su silueta.
—No —se ahoga—. ¿Qué quieres, Lily? —repite su pregunta, como si
no pudiera soportar que esté aquí controlándolo.
—Yo… —Hago una pausa y frunzo el ceño. Tampoco debería mostrar
debilidad a Peter, pero justo cuando ese pensamiento fluye por mi mente,
me encuentro hablando—. Algo está mal conmigo —admito.
Me mantengo erguida, levantando la barbilla. Si Peter de repente
decide atacarme, no encontrará a una mujer débil.
Veo el movimiento dentro de la puerta de nuevo, una oscuridad que no
es tan oscura como el resto cambiando antes de dar un paso adelante. No
jadeo, sé que eso solo lo enojará, pero sé que mis ojos se abren como
platos. Peter se queda allí, estudiándome igual que yo lo estudio a él, sus
ojos recorriendo mis curvas exageradas. Siempre había sido ágil cuando
era niña, pero el envejecimiento me ha dado las curvas que nunca supe que
quería, mis caderas y senos más anchos que nunca. Sigo siendo delgada,
pero se siente más como un arma adicional a mi disposición que como una
debilidad. Peter, por el contrario, había sido delgado cuando era niño, con
los músculos de un chico de dieciséis años. Parece que está creciendo al
mismo ritmo que yo, aparentando aproximadamente veinte o veintiuno.
Sus hombros son más anchos, nuevos músculos se tensan contra su ropa.
También es más alto, su piel se estira para adaptarse. Le crece una barba a
lo largo de la línea de la mandíbula, del mismo rojo sorprendente de los
rizos que le caen sobre la frente.
—Te ves diferente —murmura Peter, sus ojos azules se encuentran con
los míos.
—Tú también. —No puedo evitar la atracción que surge entre nosotros.
Peter y yo siempre hemos flotado el uno alrededor del otro. Siempre pensé
que era atractivo, pero ahora lo es más.
Me muevo sobre mis pies, mostrando mi debilidad, y me maldigo a mí
misma cuando la comisura de sus labios hace tictac. Sabe que no debe
pelear conmigo directamente, pero Peter no está en contra de usar todas
las herramientas de su arsenal.
Lentamente, Peter se desliza sobre sus cristales, las piezas rojas apenas
crujen bajo sus pies descalzos. Cuando se detiene frente a mí, levanto la
barbilla para mirarlo a los ojos. Peter y yo solíamos tener la misma altura.
Ahora, tiene al menos seis pulgadas sobre mí. Debería ser desconcertante.
En cambio, encuentro que me gusta.
—¿Qué quieres, Lily? —pregunta de nuevo mientras respiraciones nos
separan.
Lentamente, se acerca, sus dedos se cierran alrededor de mi garganta,
pero no aprieta, y no se siente como una amenaza, así que lo permito. —
¿Que juego estás jugando? —pregunto, entrecerrando mis ojos en él.
Puedo sentir su tensión, su deseo, y tiene que ser un truco. Peter es un
maestro en ocultar sus sentimientos. Es probable que juegue con la tensión
y se escape antes de que suceda algo, dejándome sintiéndome como una
tonta frustrada.
Si es un juego que él quiere, es un juego que puedo jugar. ¿Quién de
nosotros será el primero en alejarse?
—¿Quién dice que estoy jugando un juego? —La comisura de sus
labios hace tictac y escucho el desafío allí.
Antes de que empezáramos a envejecer, Peter y yo habíamos tenido
intimidad juntos. No a menudo, ya que generalmente se transforma en algo
más oscuro que no me gusta diseccionar, pero tenemos nuestra propia
historia.
Ahora que somos mayores, esa atracción, esas ganas de bailar un baile
diferente, es más fuerte. No permitiré que Peter lo use en mi contra, así
que decido que lo usaré primero en su contra.
Toda la frustración que he estado sintiendo sale a la superficie, y me
encuentro acercándome, cerrando la brecha entre nosotros hasta que estoy
al ras contra Peter. Sus rizos caen sobre su frente mientras me mira
fijamente, mientras me estiro y acaricio mis dedos debajo del borde de su
camisa, sintiendo los músculos más definidos allí. Me complace cuando
tiemblan bajo mis dedos, cuando sus ojos se oscurecen.
—Estás jugando un juego peligroso, Lily —dice con voz áspera, los
dedos de su otra mano rodean mi cintura y se clavan ahí.
—Empezaste a jugar primero —murmuro, levantando una ceja—. Solo
te estoy dando una muestra de tu propia medicina.
Se tensa y los dedos alrededor de mi garganta se aprietan mínimamente
pero no lo suficiente como para cortarme el aire. Peter está peleando
consigo mismo, puedo decirlo. Sumerjo mis dedos debajo del borde de sus
pantalones y acaricio cerca, pero no toco su longitud donde presiona
contra mí.
Peter me empuja hacia atrás tan repentinamente que casi tropiezo con
mis propios pies antes de agarrarme. Le frunzo el ceño, al hombre
jadeando de deseo, por el hecho de que me empujó lo suficientemente
fuerte como para lastimarme. Es bueno que me cure rápido.
—No soy débil, Peter. Si quieres jugar, depende de ti, pero no te enojes
cuando cambie la situación.
Sus ojos son fuego azul mientras me mira, mientras capta mi ira, la
forma en que cruzo los brazos debajo de los pechos, el ceño fruncido en mi
rostro. —Tienes razón —admite, y me sorprende lo suficiente como para
dejar caer los brazos.
—¿Qué?
—Sé que no eres débil, Lily —dice, y algo oscuro cambia en su
mirada.
No estoy preparada para eso, mi guardia baja con mi ira, y antes de que
sepa lo que está pasando, Peter se abalanza sobre mí. Trato de alejarme,
pero Peter es más rápido que yo cuando estoy en mi forma humana. Sus
manos se envuelven alrededor de mi cintura y mis pies dejan el suelo por
un breve momento antes de que estrelle mi espalda contra un árbol.
Me las arreglo para evitar golpearme la cabeza antes de que Peter
presione su cuerpo contra el mío, inmovilizándonos sobre el suelo,
inmovilizándome allí, su magia manteniéndonos en el aire. Le gruño,
chasqueando los dientes, preparada para clavar mis garras en su pecho,
pero sus ojos se oscurecen como un mar tormentoso y sé que lo que sea
que esté a punto de hacer cambiará nuestra dinámica.
—¿Cuál es tu prob…?
Antes de que pueda terminar mi oración, él se mueve, atacando como
una serpiente. Peter golpea sus labios contra los míos violentamente,
robándome el aliento, un reclamo, un decreto…
…una debilidad…
Las estrellas estallan detrás de mis párpados, e incluso cuando mis
dedos se clavan en sus rizos y los aprieto con demasiada fuerza, sé que es
una mala idea, pero no me detengo.
No, reclamo a Peter Pan de vuelta.
Capítulo 19

Traducido por Patty


Corregido por Prometeo
Editado por Alma Mater

WENDY

Observo mientras March y Tigrilla hablan en voz baja mientras están


sentados con Aniya, con las cabezas juntas. En algún momento, Tigrilla
presiona un cuchillo contra el pecho de March, pero a la Liebre no parece
importarle. Los miro con curiosidad. Siempre supuse que Tigrilla y Peter
tenían algo entre ellos, pero al verla con March, ya no estoy tan segura.
Existe esta pesadez entre March y Tigrilla, casi como una profecía. Esos
dos tienen algún tipo de conexión, y me sorprende.
De todos los residentes del País de las Maravillas que vinieron en
nuestra ayuda, March parece el más inofensivo, pero sé el error que es.
Nadie es inofensivo, ni en el País de Nunca Jamás ni en el País de las
Maravillas. Incluso Júpiter, a pesar de toda su emoción y entusiasmo, tiene
poder fluyendo por sus venas. Puede que no sea peligrosa para nadie a
quien considere un amigo, pero ciertamente es peligrosa para sus
enemigos.
Garfio está hablando con su equipo para determinar si es necesario
cambiar el horario. Mi tripulación, por el contrario, ya ha cambiado,
asegurándose de que los más cansados obtengan el descanso que necesitan.
Habían cambiado sin vacilación, sin dirección, acercándose para
hacérmelo saber. Es la razón por la que Garfio está hablando con su
tripulación ahora, porque es menos probable que admitan que están
cansados, años de tener miedo de Garfio que hace que sea imposible
hacerlo.
Nunca estaré más agradecida por el Garfio que tengo ahora, el que
sigue siendo peligroso, sigue siendo una fuerza a tener en cuenta y que no
tendría problemas para matar a alguien que lo amenazara, pero con un hilo
de bondad a través de él. Dice que el hilo vino de mí, pero no estoy tan
segura. Creo que siempre ha estado ahí, pero soy la única que lo cultiva, la
única que lo mira a los ojos y le dice dónde clavar el anzuelo.
Garfio se da la vuelta desde donde habla con Slim, me mira a los ojos y
sonrío. Qué perfecto que finalmente admitimos nuestros sentimientos el
uno por el otro en el fin del mundo. Amo al pirata con una venganza,
incluso si él también me enfurece. Cuando ese pensamiento feliz pasa por
mi mente, el movimiento a mi izquierda atrae mi atención. Campanita está
de pie al otro lado de la hoguera, sus ojos fijos en mí de modo que, con
cada llama parpadeante, veo imágenes distorsionadas de ella.
Cuando el pensamiento del Capitán Garfio vuelve a pasar por mi
mente, la veo estremecerse físicamente y frunzo el ceño. No tengo la
oportunidad de pararme e ir hacia ella, para preguntarle si algo anda mal.
Ella no admitirá una debilidad, pero tal vez sienta algo que yo no. Sin
embargo, antes de que pueda ir tras ella, alguien se sienta a mi lado y salto
ante el repentino movimiento.
Había estado tan concentrada en Campanita que ni siquiera escuché a
nadie acercarse. Miro a Peter mientras toma asiento a mi lado,
manteniendo una pequeña distancia entre nosotros para que nunca
tengamos que tocarnos. Sus hombros se tensan, dolorosamente. Nunca se
relaja, nunca alivia la tensión allí, no desde que lo he visto como adulto.
Hay una nube que se cierne sobre Peter, y aunque tenemos una historia
terrible y él es un imbécil, todavía odio verlo de esa manera. Puede que
nunca me guste Peter, pero no lo odio. A veces, nuestra naturaleza nos
hace personas diferentes, y Nunca Jamás deforma nuestra naturaleza tan
fácilmente como sangra. Aún así, nunca seremos amistosos, no después de
lo que pasó. Peter nunca me buscó, y ciertamente yo nunca lo busqué antes
de que empezáramos a envejecer.
Observo al hombre que nunca quiso crecer, a la pulcra barba que ahora
bordea su mandíbula, a los horrores en sus ojos, y descanso mis dedos en
la daga de mi bota. No sé qué está tramando, o por qué de repente está
sentado a mi lado, pero no bajo la guardia. Los animales torturados, los
animales acorralados, son los más peligrosos.
Una línea corta su bíceps mientras lo miro, una línea de sangre roja
corre por su brazo, pero cuando se sella de nuevo, no se mueve para
limpiar la sangre. Ya ni siquiera parece notar las heridas.
Cuando sigo su mirada, me doy cuenta de que está mirando a March,
Tigrilla, y a Aniya.
—Es extraño, ¿no? —murmura de repente. Habla en voz baja, tan
suavemente que dudo que alguien pueda escucharlo por encima del
crepitar de las llamas, pero lo escucho bien.
—¿El qué?
—La oscuridad.
Las palabras son huecas, como si hubiera perdido todo sentimiento.
—¿De qué oscuridad estás hablando?
No puedo estar segura de lo que quiere decir, no cuando hay tanta
oscuridad en Nunca Jamás, pero cuando me mira con ojos vacíos, casi me
estremezco. Aunque no está muerto, aunque está completo, no puedo
evitar pensar en esas calaveras al borde de su Hoyo, en la forma en que te
miran con sus ojos vacíos.
Así es como se siente Peter en este momento. Se ríe, pero no hay
diversión en el sonido. Es más un reflejo que otra cosa.
—¿Recuerdas cuando te dejé caer en el océano? ¿Antes de que fueras
Elegida?
El repentino cambio de tema casi me da un latigazo, pero cambio con
bastante facilidad. —Por supuesto. Intentaste ahogarme y casi dejas que
las sirenas me atrapen.
—Quería ver cuánto tiempo te tomaba.
Arrugo mis cejas. —¿Cuánto tiempo me tomaba qué?
Sus ojos se alejan de nuevo, de regreso a Tigrilla. —Morir.
Es la primera vez que admite que intentó matarme, y me trae todos los
recuerdos del día de hace tanto tiempo. Había estado en el barco de Garfio
durante meses, finalmente había comenzado a adaptarme a la vida allí,
cuando Peter regresó con otro niño. Dejó caer al niño en la cubierta, me
miró vestida con ropa de pirata y me arrebató del Cazador de Estrellas
antes de que pudiera gritar.
Garfio gritó y trató de atraparme, pero fue demasiado lento.
—¿Qué diablos crees que estás haciendo?
—Estoy curioso.
La caída repentina. Una ráfaga de agua fría y oscura cerrándose sobre
mi cabeza. Mis botas pesando. Y luego el canto cuando una mano
palmeada se enroscó alrededor de mi tobillo.
Casi me muero ese día, de no haber sido porque Garfio entró en el
océano detrás de mí, su daga cortó la mano de la sirena que se atrevió a
reclamarme como comida. Peter había observado todo el tiempo con ojos
curiosos, pero nunca se disculpó, nunca admitió por qué lo había hecho.
Simplemente lo atribuí a sus juegos retorcidos.
Frunzo el ceño a Peter, los recuerdos son horribles, pero Nunca Jamás
está lleno de malos recuerdos. Cada uno de nosotros tiene un momento en
el que no nos gusta pensar, un momento que preferiríamos enterrar. Para
Garfio, es el del capitán pirata que había sido antes de que yo llegara a
Nunca Jamás. Para mí, es mi tiempo con Peter. No sé qué espera enterrar
Peter, pero mientras lo miro, observo cómo se abren las nuevas heridas en
su piel, me pregunto si Peter tiene la intención de enterrarse a sí mismo.
—Peter —murmuro, atrayendo sus ojos. No sé por qué siento la
necesidad de acercarme. Peter me lastimó mucho, siempre ha sido uno de
mis villanos, pero viéndolo sentado allí, no puedo soportar ver tanto dolor
—. No estás solo aquí.
Esos ojos huecos me miran fijamente y hay tanto dolor allí que es
difícil sostener su mirada. —Siempre estaré solo, Wendy. Mis acciones se
han asegurado de ello.
—Pero puedes cambiar.
Se ríe, el sonido es tan hueco como sus ojos. —¿De verdad crees eso,
Wendy Darling? ¿Crees que soy menos un monstruo porque he
envejecido? —No contesto y él lo toma por lo que es—. Exactamente.
Pero solo porque soy esta criatura desesperada no significa que el resto de
ustedes deba sufrir por ello.
—¿Qué quieres decir?
Nadie viene a interrumpirnos, como si sintieran que la conversación
que estamos teniendo es más profunda que una simple broma.
—Si eres la llave de Nunca Jamás, entonces eres la llave. —Mete la
mano en el bolsillo y saca un puñado de lágrimas de cristal, lágrimas que
debe haber guardado después de todos estos años—. Pero nada de eso
importa si no tienes suficiente tiempo para desbloquear el mundo.
Deja caer los cristales en mi mano, el sonido de ellos tintineando casi
fuerte en mis oídos. Estoy confundida. No sé de qué está hablando Peter, y
sé que debería hacerlo. Los poderes de Peter y los míos tienen similitudes,
y si yo soy la llave, ¿qué significa eso para Peter? ¿Es él la cerradura? ¿O
es algo completamente diferente?
—¿Qué estás sugiriendo? —pregunto, mirándolo fijamente.
—El corazón de Nunca Jamás se está desvaneciendo —responde, y
puedo ver el dolor en sus ojos—. Todos estamos hechos de la magia de
Nunca Jamás, pero ninguno tanto como yo.
Parpadeo hacia él, y luego parpadeo de nuevo. —Seguramente, no estás
sugiriendo…
—No estoy sugiriendo nada, Wendy Darling. —Mira hacia el cielo y,
aunque no podemos ver las estrellas, sé que está siguiendo el camino de la
estrella que me trajo aquí, que lleva a todos los niños al país de Nunca
Jamás—. Solo estoy señalando un hecho.
Dudo antes de volver a hablar, mis dedos se aprietan alrededor de las
lágrimas de cristal. —¿Vas a estar bien, Peter?
El chico que siempre he odiado ya no es ese chico. En cambio, ha sido
reemplazado por un hombre destrozado, y sé que Tigrilla se devastará si
algo le sucede. Puede que no sean íntimos, pero por encima de todo, tienen
un vínculo que no entiendo.
Sé que Tigrilla lloraría a Peter, y mientras me siento aquí mirando el
alma torturada que tengo delante, sé que yo también lo lloraré. Peter ha
sido una parte tan importante de Nunca Jamás, no puedo imaginarlo sin
estar en el mundo.
Si algo le sucede a Peter, Nunca Jamás nunca se recuperará.
Nunca será lo mismo.
Un diminuto escarabajo se arrastra por el bosque entre nosotros, su
caparazón capta la luz del fuego y lo convierte en un caleidoscopio de
colores. Arrugo mi frente ante eso. Ni una sola vez he visto uno de los
escarabajos del arcoíris en Nunca Jamás, no desde que volví a casa, no
desde antes de llegar a un mundo nuevo y extraño. No tengo tiempo para
reflexionar mucho antes de que Peter hable, respondiendo a la pregunta
que le hice.
—No —susurra. No estaré bien. Escucho las palabras que no dice, y
cuelgan entre nosotros, pero no me deja demorarme en ellas por mucho
tiempo—. Pero eso es algo pequeño en el gran esquema de Nunca Jamás.
—Sus ojos dejan los míos para enfocarse en Aniya mientras corre,
riéndose, alrededor del fuego.
Debería preocuparme que Peter esté centrado en ella, en el primer niño
nacido en Nunca Jamás, pero no es así. Aunque sus ojos son agudos,
inteligentes, no hay animosidad hacia la niña. Solo tiene curiosidad, y no
puedo culparlo. Ninguno de nosotros ha visto niños crecer desde bebés.
Ninguno de nosotros debería saber cómo manejar esa imagen.
Aniya corre hacia nosotros entonces, sus ojos inteligentes se clavan en
Peter y lo sostienen. Ella patina hasta detenerse y sonríe. —Bonita —
arrulla la niña, y la miro confundida, antes de mirar a Peter, bonito, no es
una palabra que usaría para él.
—¿Qué es? —pregunta Peter, obviamente tan confundido como yo.
Tigrilla observa desde un lado, sus ojos en Aniya mientras le sonríe a
Peter Pan.
—La oscuridad —arrulla—. Tu oscuridad brilla. —Por primera vez
desde que se sentó, la emoción cruza el rostro de Peter, pero solo hace que
la agonía sea más espesa a su alrededor.
Sus ojos permanecen clavados en la niña, y cuando le ofrece su gran
mano para que la sostenga, ella la toma sin dudarlo, sus dedos se
entrelazan alrededor de los suyos.
—Son como pequeñas estrellas —susurra Aniya, mirándolo con los
ojos muy abiertos incluso cuando una delgada línea se abre en su pómulo
—. Brillas como las estrellas.
Algo dentro de mi pecho se aprieta brutalmente cuando la gota de
sangre de la línea de su mejilla se cristaliza y cae al suelo, la lágrima roja
combina perfectamente con la mía blanca.
—Estrellas tan bonitas…
Capítulo 20

Traducido por Amorfoda


Corregido por Prometeo
Editado por Alma Mater

El Clan esa noche se convierte en una fiesta más de lo habitual, solo


porque la abrumadora sensación de no poder hacerlo por mucho más
tiempo es fuerte. No sabemos cuánto tiempo nos queda de paz, cuánto
tiempo hasta que vayamos a la guerra, o algo peor. Todos podríamos morir
tratando de salvar Nunca Jamás y, por lo tanto, el Clan lo maneja de la
única manera que sabe.
La fiesta es ruidosa y bulliciosa, pero no me preocupa que atraiga a las
criaturas equivocadas. Incluso con todos pasándoselo bien, los guardias se
alinean en las paredes, vigías preparados para llamar si ven que alguien se
acerca. El ruido y los incendios mantendrán alejadas a las criaturas al
menos, a excepción de las que rondan a Aniya.
Con la Tribu, el Clan y los Piratas todos juntos por una vez, todos con
el mismo objetivo en mente, nunca ha habido un mejor momento para
celebrar la vida.
A través del patio principal del Clan, hay cuatro hogueras ardiendo
brillantemente, las chispas y las cenizas parpadean en el cielo, pintando
todo en tonos sensuales. Tres canciones diferentes se diferencian
fácilmente del ruido.
Mi Tribu toca sus tambores, una canción mucho más alegre, una
celebración de la vida. Los Piratas cantan con rima propia, una canción
sobre la añoranza del mar. El Clan toca algo mucho más sensual, con un
ritmo profundo y palpitante que fluye a través del suelo hasta mis pies.
Todas las canciones que suceden al mismo tiempo deben sonar como
un caos. En cambio, se mezclan hasta que son uno, hasta que el ritmo es un
anhelo profundo, retumbante y sensual. Incluso yo quiero moverme con el
ritmo, por lo que no es sorprendente que todos estén bailando de
inmediato, sin apenas tomarse el tiempo para cenar.
Algunas Hadas arrastran a miembros de mi Tribu de su lado y
comienzan a bailar.
Bear lanza un grito cuando una mujer Hada baila a su alrededor,
apreciación en su mirada. No la culpo. De todos mis miembros, Bear es el
más lleno de vida y, sin embargo, el más peligroso. Él no es mi líder
porque es mi amigo. Bear puede destrozar a un enemigo con sus propias
manos, su dominio de la magia natural que usa la Tribu supera con creces
a los demás. Pero la vida en sus ojos atrae a todos, te hace querer ser su
amigo. Sería peligroso si no fuera cierto, si alguna vez tuviera la intención
de usarlo como un arma, pero Bear no es así.
Observo con fascinación cómo mi hombre se detiene frente a donde
Júpiter se sienta junto a White antes de inclinarse dramáticamente y
ofrecerle su mano. La pelirroja no duda. Ella sonríe y lo toma, la emoción
brillando en sus ojos. Espero ver ira, o al menos molestia, en el rostro de
White, pero solo encuentro una sonrisa cuando miro. Sus ojos están
clavados en su pareja mientras ella lanza sus manos al aire y gira
torpemente alrededor del fuego con Bear.
El amor está allí, tengo que apartar la mirada de la pura emoción, pero
mis ojos terminan cayendo en un tipo diferente de conejo, en su lugar.
March se sienta al otro lado del fuego, las llamas chisporrotean para
revelar su rostro entre zarcillos de color brillante. El calor distorsiona su
imagen, y no estoy segura si es por lo que es o solo por el calor que su
forma parece volverse grotesca a veces, o si incluso su cuerpo se mueve.
Sintiendo sus ojos en mí, me encuentro de pie. No me uno a las
celebraciones a menudo, el papel de Hija exige una separación, pero esta
noche quiero estar despreocupada, aunque sea por un momento.
Mis caderas comienzan a balancearse mientras me muevo, uniéndome
al círculo de baile. La sensualidad y el desenfreno de los tambores de mi
gente y la música de Campanita chocan y se funden, haciéndome sentir
igual de salvaje y llena de deseo. Sé que March está mirando; puedo sentir
sus ojos cuando me uno al círculo y giro.
Gritos de Bear cuando me uno, el resto de mi Tribu envía sus
respuestas igual. Echo la cabeza hacia atrás y grito con ellos, bailando
alrededor del círculo de fuego.
Cal y Cheshire se sientan a los lados, mirando, acurrucados uno
alrededor del otro como gatos. Ninguno de los dos me parece del tipo que
se levanta y baila, pero parecen contentos de mirar. Atlas, como si no
pudiera soportar quedarse quieto, termina uniéndose a nosotros e
intentando el baile por su cuenta, provocando la risa de las mujeres en su
proximidad.
Otro peligro, pienso mientras lo esquivo y me detengo frente a March.
Peter está sentado en un fuego diferente, prefiriendo estar separado de mí,
pero puedo sentir sus ojos cuando empiezo a balancearme frente a la
Liebre de Marzo.
—Ten cuidado, con lo que haces, Bella Lily, puede que no te guste el
resultado. Bromea conmigo una vez y puede que muerda. Bromea conmigo
dos veces y los dos...
Júpiter le da un golpe en la cabeza cuando ella pasa dando vueltas,
interrumpiendo las palabras que había estado a punto de decir, y necesito
todo lo que tengo para ocultar mi sonrisa cuando él frunce el ceño.
—No seas grosero —grita antes de bailar con Bear.
March fija sus ojos de nuevo en mí, captando el balanceo de mis
caderas, los movimientos de mi cuerpo, que no se detienen.
—¿Vas a unirte a mí? —pregunto, mi voz ronca incluso para mis
propios oídos.
Esta noche se trata de celebración, y lo celebraré.
—No tengo mucha experiencia bailando —sonríe, antes de ponerse de
pie y tomar la mano que le ofrezco—. Tendrás que guiarme, Bella Lily.
Le disparo una sonrisa por encima del hombro mientras lo jalo hacia el
centro. —Puedo hacer eso. Pero creo que lo dominarás rápidamente.
El latido sensual de la canción se vuelve más profundo y me sumerjo
más en él, hasta que se siente como una oda a los cuerpos sudorosos y
toques ligeros como plumas.
Acerco a March, los ojos ardiendo en mi espalda por otro fuego,
mientras empiezo a moverme contra él, guiándonos en un círculo,
acariciando su cuerpo con mis dedos. Sus grandes manos rodean mi
cintura, pero por unos segundos, él no se mueve, estudiándome, pero
cuando lo hace...
—Sabía que podías bailar —gimo.
Sus dedos acarician mi cadera mientras se mueve conmigo, demasiado
ágil para lo que esperaba, mientras sus caderas se balancean con las mías,
rozándome, provocándome. —Nunca dije que no podía —dice con voz
áspera en mi oído cuando se inclina—. Dije que no tengo mucha
experiencia con el baile. Este juego de seducción, de dibujar un rubor en
tus mejillas, lo puedo hacer.
—¿Ahora quién está bromeando? —Sonrío y paso mi mano por su
pecho, sobre los botones de la camisa que lo mantienen cerrado.
Me detengo justo antes de llegar a algún lugar bueno. Dos pueden jugar
este juego.
—Estás pidiendo que te muerda —me regaña, sus dedos empujando
contra el borde de mi túnica y tocando la piel
—Morderé de vuelta.
—Oh, lo sé —gruñe—. Muérdeme, Bella Lily. Veamos cuál de nosotros
es devorado primero.
El calor líquido se acumula en mi interior con sus palabras, la ronquera
de su voz mostrando las capas que componen a la Liebre de Marzo.
Cuando me encuentro con sus ojos, veo el fuego allí, la promesa. Sus
manos en mis caderas me empujan más cerca hasta que estamos al ras, por
lo que es imposible no balancearnos juntos.
Mis brazos se enroscan alrededor de su cuello, y dejamos de girar
alrededor del círculo, quedando estacionados para frotarnos uno contra el
otro. Alcanzando, paso mis dedos por una oreja suave como la seda y él se
sacude contra mí. —Traviesa, Traviesa Jefa —murmura en un susurro, su
lengua serpentea para acariciar el pulso de mi piel, enviando escalofríos a
través de mi cuerpo—. Tumbado en un lecho de hierba, sacaré gritos de
placer de tus labios. Bella Lily, déjame llevarte, déjanos encontrarnos con
la carne entre las caderas.
—¿Y si digo que sí? —Respiro, inclinando mi cabeza hacia atrás para
darle una mejor ventaja mientras sus labios recorren mi piel.
Una de sus manos presiona contra la parte baja de mi espalda,
presionándome más cerca, soportando mi peso fácilmente. La otra viene a
rodear la parte de atrás de mi cuello, ahuecando suavemente allí.
Sus dientes pellizcan mi piel, sacando un siseo de mis dientes. —Di
que sí —gime, lamiendo el dolor.
—Probablemente sea una mala idea —me quejo.
—Las mejores suelen serlo.
Cuando los labios de March se presionan contra el tejido suave donde
se unen mi cuello y mi hombro, casi me derrito allí mismo. Mis dedos se
enroscan en su cabello y alrededor de su oreja, acariciando, y sus caderas
se rozan contra las mías, llevándonos más alto.
—¡Consigan una habitación! —bromea Atlas juguetonamente cuando
pasa, terminando su consejo con un grito. Está perdiendo prendas mientras
baila, su piel brilla por el sudor, al igual que nosotros.
Cal frunce el ceño a su hermano, pero cuando ve que no estoy enojada,
asiente con la cabeza y vuelve a centrar su atención en el Gato de
Cheshire, otra bestia que parece lista para devorar a su pareja.
—No podemos irnos de la fiesta —murmuro, encontrando los tóxicos
ojos verdes frente a mí—. Aún no.
—La anticipación hace que todo sea más dulce —murmura March,
inclinándose para presionar un casto beso en la comisura de mis labios,
bromeando, deliberadamente en el lugar equivocado—. ¿Te gustaría que
me sentara junto al fuego y te mirara? Podemos ver cuánto tiempo toma
antes de que domine el arte de acariciarte sin tocarte.
Me muevo para sujetar mis piernas juntas, pero March presiona su
pierna entre las mías, así que lo sujeto en su lugar. La tentación de
frotarme contra él es fuerte pero la resisto, a duras penas.
—Eso suena tortuoso —admito—. ¿Será una prueba de cuánto tiempo
podemos durar antes de descender el uno sobre el otro?
—Claro —murmura, acariciando con sus dedos mi piel. Me frustra no
poder sentir la piel debajo de su camisa. Está demasiado cubierto para mi
preferencia—. Una prueba, nada más. Te imaginaré de rodillas…
—No me arrodillo ante nadie —interrumpo.
—Con mucho gusto me arrodillaré ante ti, Bella Lily —ronronea.
Sonrío. —Me llevaste directamente a esa.
Sus ojos brillan ante mi sonrisa. —Eso no significa que no quise decir
cada palabra. —Me suelta y da un paso atrás—. Ve, toma algo para beber.
Puede que te quedes ronca más tarde.
Me río, una risa sorprendida se escapa de mis labios, y March se
congela, sus ojos clavados en mi cara.
Cuando calmo la risa, lo miro a los ojos, sonriendo. —¿Qué ocurre?
—Nada —admite—. Pero si sigues riéndote, podría entregarte mi
corazón en una maldita bandeja.
—No te atrevas —le advierto, entrecerrando los ojos.
No porque no quiera el amor que me ofrece, sino porque vi a March
curarse ante mis ojos. Sobrevivirá a que le arranquen el corazón, y
felizmente lo haría y lo pondría en un plato, literalmente. No hay
figurativo en esa declaración.
—Me conoces muy bien, Bella Lily. ¿No eres una fanática de los
corazones sangrientos? —pregunta, inclinándose hacia delante para
susurrarme al oído—. ¿Qué hay de las pollas? Te la daré también.
—Solo si está unido a una Liebre frustrantemente tonta.
—¡Una habitación!
Atlas vuelve a decir y March gruñe—: Podría decir lo mismo de ti,
Berserker —responde y Atlas tropieza.
—¿Qué? —Tanto él como Cal dicen al mismo tiempo, pero los ojos de
Atlas parpadean.
March es perceptivo. Me pregunto a quién notó la Liebre de Marzo que
ha estado mirando Atlas. Cal, por otro lado, comienza a mirar alrededor
del círculo, buscando, como si pudiera decir qué persona ha llamado la
atención de su hermano.
—Iré a buscarte un trago —murmura March, presionando un beso en la
punta de mi nariz que hace que mis mejillas se sonrojen, antes de
finalmente alejarse. La promesa aún persiste en sus ojos, y me encuentro
mirándolo moverse hacia donde se ha colocado la comida y la bebida.
Toma un plato y comienza a llenarlo con comida. No extraño cómo
selecciona a propósito las cosas que de alguna manera ya sabe que me
gustarán.
La Liebre de Marzo es otra entidad completamente diferente, y no
puedo evitar que me guste.
Wendy sale de la nada y se deja caer a mi lado cuando me siento, con
una amplia sonrisa en los labios. —¿Qué? —pregunto levantando mi ceja.
Mis ojos se desvían de la Liebre a Peter, donde se sienta en silencio
alrededor de otro fuego, aún evitando acercarse a mí. Mira hacia otro lado
cuando miro hacia él, pero sé que ha estado observando todo el tiempo.
Siempre puedo sentir sus ojos. Desearía que viniera, desearía que lo
intentara, pero cuanto más presiono, más se cierra. Estoy perdida con Peter
Pan.
—Le gustas —murmura Wendy mientras se inclina, y yo tiro mi
mirada hacia ella—. A March —aclara, pero sus ojos brillan como si
pudiera referirse a más de una persona.
De todos, Wendy es la más perspicaz entre las Hijas, la única que se ha
dado cuenta de que hay algo entre Peter y yo. Ella no lo sabe, no
realmente, pero ha sentido algo, y eso es más de lo que la mayoría ha
sentido.
—Está loco.
Wendy se encoge de hombros. —Nunca Jamás no es tan diferente. Todo
el mundo está loco. —Sus ojos se mueven rápidamente hacia Peter y
puedo escuchar las palabras que no dice, que Peter es el ejemplo perfecto
de que Nunca Jamás está lejos de estar cuerdo.
—Hay un problema más grande en este momento —suspiro. No
debería actuar tan despreocupada cuando Wolfbane está tratando de
matarnos a todos.
Necesito averiguar las respuestas al problema.
Necesito arreglarlo todo.
—Lo hay —coincide Wendy—, pero podemos analizar esos problemas
mañana. Esta noche, disfruta de la Liebre que te mira como si fueras la
luna.
Wendy se pone de pie y me deja allí. Se acerca a Garfio y observo a los
dos Capitanes sonriendo y riendo, sentimientos tan peligrosos para tener
en Nunca Jamás.
Pero tiene razón.
Una noche de libertinaje no me matará. Además, me mentiría a mí
misma si dijera que no quiero a March.
Observo mientras termina de llenar el plato y agarra una taza de
madera con bebida, dándose la vuelta para regresar en mi dirección. Su
forma parpadea brevemente y dos Pixies se alejan, inquietos a su
alrededor, pero lo observo, sin apartar la mirada.
Su oscuridad no me asusta.
Y en tres segundos, mi decisión está tomada.

MARCH

Cuerpos torcidos. Deseo bañado en sudor. Un aura de peligro. Sangre


goteando por sus rostros.
Sacudo la cabeza, aclarando la imagen. A veces, es difícil distinguir la
realidad de mi propia mente retorcida, pero esta noche, solo estoy
concentrado en una cosa.
La Jefa con los ojos clavados en mí.
La quiero. Me pregunto, la quiero como una venganza, y me colocaría
allí mismo. Si decide rechazarme, para concentrarse en la guerra que
tenemos entre manos, respetaré sus deseos, pero no puedo evitar la
atracción que siento por ella. Algo dentro de mí reconoce algo dentro de
ella, y no creo que sean nuestros monstruos debajo de la superficie, es otra
cosa. El destino, tal vez. Sangre. Los gritos de su dolor. El deseo
resbaladizo por el sudor flotando en el aire. Gruño en mi mente.
A veces, odio la locura. No sé qué hizo el Sombrerero para pasarlo. No
entiendo cómo Clara lo ahuyentó. Mi locura se siente arraigada en mi
cabeza, como si nunca pudiera sacarla.
Lo intenté una vez.
Estuve en un coma curativo durante tres días. Nuestros cerebros no
están destinados a ser tocados mientras vivimos.
Tomo asiento junto a Tigrilla y le ofrezco el plato. Sus ojos brillan
cuando lo toma, recogiendo un trozo de carne y dando un mordisco. La
observo, embelesado. Le daría de comer si me lo permitiera, pero eso se
siente como algo que debería hacerse en privado.
Mi Bella Lily es una Hija, una líder y no puede mostrar ninguna
debilidad. Sé eso. Sin embargo, no significa que no pueda consentirla
cuando no hay ojos en ella más que los míos.
Nos sentamos en silencio, ambos picoteando el plato, comiendo la
comida allí, observando el baile y el repiqueteo de la música. El olor a
cobre en el viento. Las llamas lamiendo cuerpos resbaladizos por el sudor.
El profundo repiqueteo de gritos de agonía.
—Wendy dice que debería tratar esta noche como si no tuviéramos
ningún problema.
Las palabras de Tigrilla interrumpen mi locura y me vuelvo hacia ella
en agradecimiento. Un día, explicaré exactamente lo que me aqueja, por
qué parezco tan loco, pero no esta noche. Esta noche es para otra cosa. —
Un sabio consejo —reflexiono—. Por lo que he visto, Nunca Jamás caerá
pronto en la locura.
Ella asiente. —Yo también lo creo. Pero luego comencé a pensar en lo
que haría si no hubiera una amenaza sobre todos nosotros. ¿Qué me
perdería por eso? —Sus ojos se arrugan y la sonrisa que tira de sus labios
es toda sensualidad—. Pensé en ti.
—¿Oh? —Sonrío. Cuerpos esparcidos por el suelo. Sangre. El olor a
cobre en el viento—. ¿Y qué pensaste de mí?
Deja el plato y bebe cualquier tipo de licor con el que haya llenado la
copa, antes de ponerse de pie y ofrecerme la mano. —Vamos, Liebre.
—¿A dónde vamos?
—¿Quieres que me detenga y te lo explique? —bromea, arrastrándome
a la vuelta de una esquina lejos del fuego y dentro de una de las casas de
Faes.
—¿Se nos permite estar aquí? —pregunto.
Realmente no me importa, pero parece que podría haber reglas en el
Clan. Las reglas podían significar vida o muerte.
Cierro la puerta de una patada detrás de nosotros y me giro para mirar
a Tigrilla. Sus ojos brillan peligrosamente, y me endurezco ante la vista.
Pero no haré ningún movimiento a menos que ella lo haga, porque tengo
mucho con lo que lidiar. Si ella me acepta a pesar de todo…
—Deja de pensar tanto —gruñe y se pone de puntillas, sus brazos
rodeando mi cuello—. Solo siente. —Y luego, sus labios se presionan
contra los míos.
Por medio segundo, me congelo, sorprendido, pero eso es todo lo que
se necesita para que un gruñido vibre en mi garganta.
Envuelvo mis manos alrededor de su cintura y la giro, presionándola
contra la puerta. Tomo el control del beso, clavando mis garras en la
madera a cada lado de su cabeza, presionando mis caderas contra el vértice
de sus muslos.
Permiso. Ella me ha dado permiso, y quise decir mis palabras cuando
dije que la devoraría, cuando dije que me arrodillaría ante ella. Sus garras
rasgan mi camisa y me congelo ante el repentino movimiento.
Sus ojos se abren.
Capítulo 21

Traducido por Romy


Corregido por Patty
Editado por Alma Mater

PETER PAN

Miro como Tigrilla desaparece con la Liebre en la esquina y algo de mi


ruge, pero también acepta lo que está pasando. Me gusta la Liebre, tanto
como puedo, pero necesito a Tigrilla. Deseo poder ir a ella, poderle dar lo
que necesita, pero no soy esa persona.
Ni siquiera puedo arrastrarme fuera de la oscuridad que tengo
estancada en la garganta.
Antes de que todos creciéramos, nada parecía importarme, había sido
oscuro, problemático, pero no sabía realmente qué tipo de bestia era en ese
entonces. Luego crecimos, y de repente, cada cosa mala que había hecho
cayó de repente sobre mis hombros. Vi los rostros de cada niño al que
había convencido de venir a Nunca Jamás únicamente para convertirse en
un vicioso Perdido y desaparecer. Vi la sangre que derramé antes de que la
Hijas gobernaran Nunca Jamás, cuando antes era el único ser con poder. Vi
el dolor por el que hice pasar a Wendy, el rostro de Wolfbane como si lo
hubiese liberado.
Vi el rostro de Tigrilla muy seguido.
Su dolor, el dolor del que yo mismo había formado parte, el nuevo
dolor que le doy ahora; veo todo y desearía hacerlo desaparecer tan
fácilmente como puedo desaparecer la sangre de las heridas en mi piel.
Ya ni siquiera duelen. Apenas si las siento cuando se abren, y cuando lo
hago, es más una molestia que un problema. Entre más oscuros se vuelven
mis pensamientos, entre más acepto mi destino, más se abren. A veces
aparecen con un violento apretón de mi musculo cardiaco. A veces, son tan
profundas que se puede ver el hueso.
—Un centavo por tus pensamientos.
Alzo la mirada al otro conejo, el blanco que vino con los habitantes
para ayudar a salvar Nunca Jamás, el amigo de Wendy. Nunca me molesté
en decir a Wendy que probablemente era inútil. ¿Por qué no simplemente
dejar morir a Nunca Jamás? Todos hemos vivido demasiado ya.
Hasta cuando pienso en eso, la imagen de los ojos sin vida de Tigrilla
en mi cerebro me hace querer cambiar de opinión. No quiero que la Jefa
muera. No ella. Risitas de la niña pequeña bailando alrededor de las
flamas con los demás llenan mi oídos y cambio de parecer de nuevo. Hay
dos personas que no quiero que mueran.
—Mis pensamientos no valen nada, ni siquiera un centavo —le
contesto, viendo directamente las flamas. Por alguna razón, ver al Conejo
Blanco por mucho tiempo me incomoda, como si estuviera viendo a una
versión distorsionada de un espejo. No tenía sentido, no nos parecemos en
nada, pero esa sensación sigue allí.
White se sienta a mi lado y me mira con confusión. La mayoría de los
habitantes de Nunca Jamás me evitan, o al menos pretenden que no existo.
No había convivido con los del País de las Maravillas muy seguido, a
excepción de March, pero esperaba que hicieran lo mismo. Cuando el
conejo se sienta conmigo, me desconcierta tanto, me remuevo
incómodamente. Ha pasado mucho tiempo desde que alguien intentara
tener una pequeña charla conmigo.
—Sabes —dice el Conejo Blanco, recogiendo un pequeño guijarro de
suelo y girándolo entre sus dedos. Brillaba, lo que significaba que era uno
de los diamantes en bruto que eran fácilmente encontrados en Nunca
Jamás, pero al Conejo Blanco no pareció importarle. Lo aventó al fuego—.
Eventualmente, encontrarás algo que le devuelva la luz a tu oscuridad.
Sus palabras me toman desprevenido. No es una pequeña charla, al
parecer. El Conejo Blanco deseaba hablar sobre sentimientos, algo que yo
preferiría evitar, pero algo en mí le decía a mi cerebro que White sabía lo
que había sufrido. Los parecidos se encuentran.
Solo por esa razón, le respondo—: Ya lo he hecho, y ella no se merece
sentarse en la oscuridad conmigo.
El rabillo de los labios White se levanta, como si ya supiera de quién
estoy hablando. Tal vez, lo sabía. No estaba siendo sutil con mis miradas
hacia Tigrilla. No me importa si alguien me ve anhelándola, ya no. Es
demasiado difícil evitarlo. —Tal vez no —conviene, arrojando otra joya al
fuego—. Pero merece la oportunidad de decidir por ella misma.
Frunzo el ceño y miro hacia la construcción en donde desaparecieron
Tigrilla y la Liebre. —La tuvo.
—Solo porque haya dos no significa que uno tenga que perder.
Llevo mi mirada a White, arrugando mis cejas. No esperaba esa
respuesta. No esperaba absolutamente nada. ¿Dos compañeros? Aunque a
March parecía no molestarle, hasta nos había tratado de convencer a hacer
lo mismo, no podía. La oscuridad en mi garganta se hace más gruesa. —
Mi destino ya ha sido escrito en las estrellas por las que vuelo desde hace
mucho tiempo —respondo, mirando al suelo. Recojo mi propia joya y la
froto entre mis dedos, derramando un poco de mi magia para que las
partes difíciles desaparezcan, deja una preciosa gema verde en su apogeo.
Decido que se la daré a Aniya.
—Las profecías son peligrosas, pero pueden ser cambiadas —arremete
White, viendo como arreglo la gema—. Hicimos lo mismo en el País de
las Maravillas.
—No quiero cambiarlo —digo, agarrando otra joya para repetir mi
acción. Aniya querrá más.
White suspira. —Entonces entiende el impacto que tendrá tu destino
cuando no intentes cambiarlo. Hay otros que sufren porque te das por
vencido. —White suspira—. Sé lo que es el añorar la muerte, Peter. Antes
de que conociera a Júpiter, lo intente. Rajé mis muñecas, me aventé de
acantilados, probé al destino, y ¿sabes qué ocurrió? —Lo miro con
curiosidad—. No cambió nada. Nada cambió hasta que conocí a Júpiter,
entonces mi mundo cambió. —Miro a la pelirroja en cuestión, su sonrisa
grande mientras reía por algo que había dicho Wendy. Algo duele en mi
pecho. Tigrilla había reído así hace un rato por March—. Cuando decides
vivir por algo, vive por ti mismo primero, y entonces ellos no tendrán que
sentarse en la oscuridad contigo, porque ellos te arrastrarán a la luz sin
siquiera intentarlo.
Escucho sus palabras, pero sé que nunca le haría eso a Tigrilla. No
quiero que tenga que salvarme. No merezco ser salvado. Nunca lo he
hecho.
—Ya he tenido tiempo para estar en paz con mi rol en este mundo,
Conejo —susurro—. Mientras tenga una conciencia por ahora y mi sombra
no esté, eso no cambia nada lo que tenga que ocurrir.
Un par de ojos demasiado inteligentes se encuentran con los míos, el
fuego reflejado en sus plateadas profundidades. —¿De verdad no lo hace?
—pregunta—. ¿No lo cambia todo?
Me deja con sus últimas palabras, poniéndose de pie para ir con su
compañera de nuevo. Ella le sonríe, y cuando él le ofrece su mano para
bailar, ella felizmente la toma. Los miro por largos minutos antes de
moverme de mi lugar. No puedo quedarme aquí. No puedo ser testigo de la
felicidad y de pensamientos felices.
Me escurro en la oscuridad, dejando que me engulla, hasta que no estoy
seguro si respiro o no.
¿No lo cambia todo?
Sí, susurra mi mente, pero aún así debo seguir las estrellas…
Capítulo 22

Traducido por Romy


Corregido por Patty
Editado por Alma Mater

March se congela en el momento que le abro la camisa, y estoy tanto


confundida como sorprendida. Estoy confundida porque, él tendría que
haber sabido que nos quitaríamos la ropa cuando entramos.
¿Esperaba mantener su camisa puesta? Estoy sorprendida porque, no
sabía que esperaba cuando desnudara a la Liebre de Marzo, pero
ciertamente no era esto.
Con dedos cuidadosos, estiro mi mano y toco una de las muchas líneas,
cicatrices, que cubren el cuerpo de March. Forma un tipo de diseño, pero
no es hasta que retrocedo un poco que logro verlas en toda su gloria. El
diseño habla de algo antiguo y no de nuestros mundos, considerando que
March no es de Nunca Jamás. Pareciera que alguien se tomo el tiempo
para esculpir cada una de las líneas en su piel con una cuchilla hasta crear
un diseño que recreara algo alienígena y aun así parecía la forma de una
caja torácica.
—¿Quién? —pregunto, mirando a March a los ojos. Me mira
detenidamente, como si esperara que esto me hiciera echarme a correr. Las
cicatrices eran horribles, sí, pero también eran hermosas de alguna forma,
marcas de un guerrero que había sobrevivido.
—La mejor pregunta es por qué. —La voz de March apenas es un
susurro, como si estuviera espantado de hablar muy fuerte. Nadie podía
oírnos, no por sobre los sonidos de la celebración afuera. Podría estar
gritando las palabras, y nadie afuera podría oírlo—. En el País de las
Maravillas, soy el Guardián de los Recuerdos.
Levanto una ceja. —Y, ¿qué tiene que ver ser el Guardián de los
Recuerdos con las cicatrices en tu pecho?
Aun con las delgadas, apenas prominentes líneas, no pasa
desapercibido lo musculoso que es March. Paso mis uñas por su definido
abdomen, siendo más gentil cuando llego a las cicatrices. No se si duelen o
no, ya que algunas cicatrices pueden doler, así que trazo con delicadeza las
líneas ahí.
—Son las marcas que tengo que cargar, por ser el Guardián. Un
encantamiento que permiten a todos los recuerdos permanecer, la
habilidad de hacer té y pasar esos recuerdos, y un pequeño desgaste en mi
cordura. La Marca del Guardián de los Recuerdos tiene una larga historia
de volver locos a las Liebres, incluyendo a mi padre.
Paso un dedo por una desbordante línea. —¿Te avergüenzan?
March me alcanza y envuelve sus fuertes dedos en mi muñeca,
manteniéndome quieta cuando habría seguido trazando las líneas. —No
quiero que me dejes de ver de la manera en que lo haces —admite—. Con
cada cosa nueva que revelo sobre mí, espero que corras en la dirección
opuesta.
—¿Es común? —Enrollo mis brazos alrededor de su cuello y sus
manos caen gentilmente para acunar mi cintura—. ¿El correr?
—Ha pasado mucho tiempo desde…—su voz se apaga—, la última vez
que pude caminar fuera de mi cabaña libremente, era normal el ser visto
como un monstruo. Después de que el encantamiento surgiera efecto,
apenas si he podido hacer algo más que sobrevivir.
Su honestidad me conmueve, esta Liebre que esperaba que me mintiera
o escondiera partes de él que creyera que me aterrarían. No creo que la
apariencia de alguien lo haga un monstruo. Algunas de las criaturas más
gentiles, dice Aniya, son las de apariencia más desagradable. Lo que hace
un monstruo a un hombre es su capacidad para la maldad, algo de lo que
todos somos capaces. Ahora lo sé. Carezco de algo de humanidad a la cual
Wendy se aferra, pero todavía tengo mi moral. El suspiro de March
arrodillándose frente a Aniya aparece en mi mente y sonrío. March no es
un monstruo, porque él escoge no serlo, aunque tiene la capacidad de ser
uno.
Alcanzo mi tocado y lo retiro, mis armas, y las coloco a un lado
gentilmente, antes de que mis dedos destrencen mi cabello
cuidadosamente. Algo sobre el hombre delante mío me hace querer ser
vulnerable en frente de él, también, de deshacerme de mi pintura de guerra
y pararme desnuda frente a él. Sus ojos siguen mis acciones, viéndome
cuidadosamente. Sacudo mis cabellos y alcanzo el borde de mi camisa,
sacándola por sobre mi cabeza antes de que March pudiera protestar.
También estoy repleta de cicatrices, de antes de que fuera Elegida, pero
solamente eran señales de mis travesuras, de la competencia con
Wolfbane, y nada más.
Los ojos de March se funden cuando revelo mis pechos, sus manos
lentamente moviéndose hacia arriba, recorriendo sus dedos por mi piel,
pausando para trazar mis propias cicatrices.
—Todos cargamos nuestras marcas —murmuro, alcanzando la oreja a
la cual le falta la mitad superior y la acaricio. La carne donde termina esta
dentada y gruesa por el tejido cicatrizado, pero paso mi pulgar por este y
March casi se derrite sobre mí—. Solo es cuestión de encontrar a alguien
que vea más allá de ellas.
Su respiración serpentea en su pecho con mis palabras y me aprieta
más fuerte hacia él. Felizmente lo acepto, las puntas de mis pechos
frotándose contra sus cicatrices y haciéndome anhelarlo más.
Quiero a March. Lo necesito.
Cuando March se inclina y roza sus labios suavemente contra mí, es
más gentil de lo que esperaba, un consumir lento, como si estuviera
probándome, imprimiéndome en sus memorias. Este no es el mismo beso
que compartimos antes de que abriera su camisa. Este es lento, calculado,
y únicamente hace mi necesidad más fuerte. Cuando sus dedos se enroscan
en mi largo y salvaje cabello y se ciernen en él, inclinando mi cabeza en la
dirección que necesita, gimo en su contra. Enrosco una pierna alrededor de
su cadera y me mezo contra su dureza, formándose contra sus pantalones,
con el sonido de los tambores fuera de las paredes.
Con sus fuertes brazos, March me levanta completamente hasta que
ambas piernas están enrolladas en su cintura, sosteniéndome contra él con
un brazo mientras el otro se enrolla en la parte trasera de mi cuello para
mantenerme quieta. Se voltea, de alguna manera lo suficientemente gentil
a pesar de mi peso, para moverse por la pequeña habitación y colocarnos
en la suave cama. March rompe el beso para llevar sus labios a mi
mandíbula, mi cuello, antes de enfocarse en mis pechos. Enroscando mis
dedos en su cabello, lo sostengo cerca de mí, arqueando mi espalda para
que pueda tener mejor acceso.
—Creo haber prometido devorarte —murmura sobre mi piel, sus
fuertes dedos enganchándose en mi pantalón y tirándolos hacia abajo,
sacándolos de mis caderas y por mis piernas. Lo hace tan suavemente, que
apenas noto cuando continúa esparciendo besos por mi piel.
—Lo hiciste —jadeo, su lengua trazando el hueso mi cadera. Hasta el
tocar algo tan mundano, hace que el deseo se arrejunte entre mis muslos.
Los fuertes dedos de March se enganchan en mis rodillas y separa mis
piernas. No me había dado cuenta de que las había estado apretando hasta
que las separó, abriéndome frente a sus ojos. Me relajo bajo su mirada,
sintiéndome devorada antes de que siquiera me tocara, pero en el
momento que se inclina y lame entre mis muslos, un solo y largo trazo,
termino apretando su oreja demasiado fuerte. No parece quejarse, pero me
fuerzo a relajar mi agarre ahí y apretar mis dedos a las sábanas.
La siguiente vez que pone sus labios en mí casi grito. No hay
movimientos delicados, aliviándome en el placer. March prometió
devorarme, y eso es lo que estaba haciendo. Mi espalda se arquea de la
cama mientras su lengua juega con mi clítoris, succionando, su boca
destruyéndome tan simple, no parezco formar pensamientos coherentes.
No puedo hacer más que jadear, mi corazón latiendo frenéticamente con
los tambores de afuera.
Cuando hunde un dedo dentro de mí, lo alcanzo y lo sostengo contra
mí, rogándole que no pare.
—March —gimo, la palabra ahogándose mientras se resbala de mis
labios.
No responde, pero añade otro dedo, acariciándome por dentro
lentamente comparado con la forma en que se mueven sus labios, su
lengua danzando en una manera que no puedo seguir. El ritmo no es
consistente, como si se moviera a su propio ritmo en vez de cualquier otro,
pero no lo necesitaba. Me lleva más y más alto, hasta que estoy luchando
por aire, hasta que estoy en el precipicio del orgasmo, preparada para
lanzarme a él.
March gira su lengua alrededor de mi clítoris y me quiebro,
presionándome muy fuerte contra su rostro, pero no parece importarle.
Mis piernas tiemblan con la fuerza del orgasmo, aunque sus movimientos
se vuelven más lentos, aunque retrocede y lame su dedo medio empapado
de mis fluidos.
—Tan dulce como un lirio —murmura antes de dejar un beso en mi
rodilla.
Jadeando, me siento y rodeo su cuello, encimándolo en mi con
facilidad. Se sostiene con sus brazos a cada lado mío, con cuidado de no
aplastarme. No me importaría si lo hiciera mientras continuara.
—Impaciente —me provoca, besándome. Puedo probarme en sus
labios, y debería causarme arcadas, pero en su lugar, me enciende aún
más.
—Si no haces algo, te voy a devorar, Liebre —gruño, mi voz ronca así
que hace que pierda un poco de la amenaza.
—Devórame —susurra, dejando un beso en mi pezón—. Reclámame.
Desnúdame de mi piel. No me importaría, mientras seas tú la que lo hace.
Deslizo mi mano dentro de su todavía cubierta mitad de abajo,
circulando su longitud y acariciándolo. Se sacude contra mí, sus párpados
revoloteando brevemente antes de que alcance sus pantalones y se deshaga
de ellos. No tuve de tiempo de ver si tenía más cicatrices. Me toma de la
cintura y me levanta, volteándome hasta que queda sentado en la cama y
yo estoy a horcajadas encima de él, su prominente longitud entre nosotros.
La posición es tan íntima, viendo su rostro en la manera en la qué lo estoy
haciendo. Cuando paso mis dedos por su mejilla, su nariz, sus labios, me
lo permite, viéndome como si fuera tan brillante como el sol, pero no lo
soy.
Solo somos una pareja de monstruos encontrando paz por un momento.
Sus manos me levantan hasta que estoy sobre su longitud, luego con
movimientos lentos, me deja caer en su longitud, estrechándome, mis
respiraciones aferrándose dentro y fuera de mi pecho ante el sentimiento.
Es grande, pero no tan grande como para preocuparme.
Todo sobre la Liebre de Marzo es enorme; no debí esperar menos.
Los tendones del cuello de March se tensan bajo su lento ritmo y puedo
darme cuenta de que quiere ser mas duro, mas rápido, pero se está
conteniendo, como si pudiera espantarme.
—March —respiro, meciendo mis caderas contra él cuando estoy
sentada completamente en su longitud. Enrosco mis brazos alrededor de su
cuello—. No tengas miedo a lastimarme.
—Siempre estaré aterrado de lastimarte —responde y es cuando me
doy cuenta de que sus dedos se han vuelto garras bajo su placer.
—No olvides que también tengo garras —susurro, dejando un beso
sobre sus labios—. Soy inmortal. Soy durable. No te contengas.
—No quiero ser un monstruo frente a ti. —Las palabras se escuchan
ahogadas, como si estuviera peleando contra su verdadera naturaleza para
decirlas.
—No lo eres —lo tranquilizo—. Hasta cuando estás en tu más
monstruoso ser, nunca serás un monstruo para mí. —Me levanto a mí
misma y me vuelvo a deslizar en su longitud, enviando placer por mi
cuerpo hasta hacerme temblar. Gime ante los movimientos, sus garras
presionando un poco más fuerte contra mi piel, nunca rompiéndola.
—Bella Lily —gime, inclinando su frente contra la mía. Sus orejas se
contraen como si escuchara algo, pero no me enfoco en ello. Solo me
enfoco en él—. Las cosas que quiero hacerte…
—Entonces hazlas —le ordeno, meciendo mis caderas de nuevo—. Si
tú no te mueves yo lo haré, March.
Su forma se transforma momentáneamente, pero retrocedo después de
la breve imagen de una calavera de quimera. Una máscara, eso es todo lo
que es, y es parte de March, de la misma forma que las delgadas estrías a
lo largo de la parte baja de mi cuerpo son parte de mi. Algunas cosas que
Nunca Jamás no se atreve a sanar.
Con un gruñido, March se da por vencido, sus garras encajándose en
mis caderas y manteniéndome ahí. Abro mi boca para quejarme, para
gruñir de vuelta, pero antes de que pueda hacerlo, empieza a embestirme
dura y rápidamente. Suelto un chillido, lanzando mi cabeza hacia atrás al
sentir como me golpea, reclamándome, partiéndome en pedazos y
volviéndome a unir. Sus labios presionando contra mi garganta,
mordisqueándome, calmándome, después hace lo mismo con mis pechos.
Sus brazos manteniéndome quieta, así que lo único que podía hacer era
sostenerme de sus hombros, una de mis manos sosteniéndose de la base de
su oreja fuertemente.
Únicamente provocando que me embista más fuerte.
—Sé que tu corazón no es completamente mío, Bella Lily —gruñe
contra mi piel—. Pero reclamo parte de él para mí mismo. —Sus
respiraciones resoplando sus palabras, casi haciéndolas sonar
distorsionadas al punto de ser bestiales, pero lo entendí perfectamente. No
puedo contestarle, mis quejidos se vuelven más rápidos, el placer
esparciéndose por mí hasta que es lo único en lo que me puedo enfocar—.
Soy tuyo desde el momento en que puse mis ojos en ti.
—No lo hagas —me las arreglo para carraspear, porque los
sentimientos son peligrosos en Nunca Jamás, pero el me gruñe y tuerce mi
cabeza hacia adelante, mis ojos abriéndose por el movimiento tan
repentino. Cuando nos vemos a los ojos, mis piernas empiezan a temblar
con otro orgasmo, pero no aparto la mirada hasta cuando acabo, los
sentimientos temblando por mi cuerpo. Él no para sus embestidas, no las
enlentece, enviándome directo a otra oleada.
—Amaré a quien yo quiera, Jefa —escupe, y aunque las palabras casi
parecen una amenaza, sé lo que significa. Aunque nunca lo ame, aunque lo
envié lejos, aun así, escogería darme su corazón. La Liebre de Marzo no
cree en verdades a medias. Él es absoluto o no lo es.
Es un testamento a su fuerza cuando se pone de pie, aún
embistiéndome, y me pone sobre una mesa esparcida con los papeles
importantes de alguien. Salen volando cuando March me embiste de nuevo
con el nuevo ángulo, dando justo en el dulce punto dentro de mi que me
tenía desesperada por encontrar algo de que sostenerme.
—Aunque decidas no aceptarme —gruñe, mordiendo mi mandíbula un
poco fuerte antes de suavizarlo con su lengua—. Soy tuyo.
No puedo decirle que no me pertenece, ni a mi ni a nadie, porque no
puedo hablar. No puedo hacer más que tratar de formular su nombre con
sonidos distorsionados. La mesa rechina contra la pared, moviéndola, con
la fuerza de las embestidas de March, mientras deja caer su propio
reclamo sobre mí.
Tuerce mi cabeza hacia un lado, repentinamente, dejando mi cuello a
su merced, y lo miro con ojos grandes. Cuando sonríe, sus dientes más
filosos de lo normal, mi centro se envuelve alrededor de él, apretando
rápidamente en sus todavía poderosas embestidas. De alguna manera,
nunca me rasguña con sus garras, aunque estoy tentada a decirle que lo
haga.
—Mi padre podrá haber sido una Liebre, feliz y dócil, pero mi madre
era una criatura bastante diferente —gruñe, manteniendo mi cabeza de
lado, manteniendo mi cuello expuesto ante él. Mis instintos me gritaban
que no expusiera mi garganta, mi cuello, a un depredador, pero yo no era
una presa. No le tenía miedo a la Liebre de Marzo—. Las Quimeras
muerden a sus compañeros para mantenerlos cerca. No serás capaz de
alejarte. Y hay otras cosas…—Sus dientes resuenan cuando se unen
mientras se dirige hacia mí, pero se contiene, esperando a que le diera
algún tipo de permiso para que cediera ante sus instintos.
Hago lo único que puedo.
Coloco mis dedos en su cabello a la base de su cráneo y lo acerco más,
moviendo sus dientes más cerca a la sensible piel entre mi cuello y mis
hombros. Escucho sus dientes rechinar de nuevo y mi centro se aprieta.
Embiste su longitud más duro dentro mío, poderosas embestidas que
me preocupo de llegar a tirar abajo la pared.
—Mia —gruñe salvajemente, y muerde.
Me derrumbo alrededor de él, mi quejido tan ruidoso como los
tambores retumbando afuera mientras sus dientes se ciernen en mi
musculo y me sostengo. Su ritmo se rompe, embistiéndome duramente
tres veces más antes qué lo sienta hincharse dentro mío, forzándolo a parar
todo el movimiento mientras su calidez me llena. Mi cuerpo vibra con la
sobrecarga de sentimientos, sus garras manteniéndome quieta, sus dientes
encajándose tanto dolorosa como placenteramente en mi piel, su longitud
dentro de mí por un nudo que no esperaba. Mi respiración choca dentro y
fuera de mi pecho, mis latidos están salvajes dentro de mí. Estamos llenos
de sudor, la luz brillando con el líquido bañando nuestros cuerpos.
Cuidadosamente, aleja sus dientes de mi piel y arrastra su lengua sobre
la herida hasta cuando empieza a curarse. Cuando me ve a los ojos, hay
vulnerabilidad ahí, preguntándome si voy a echarme a correr después de
que se rindió ante sus instintos.
Con el aún dentro de mí, me inclino y dejo un beso en sus labios. —No
estoy aterrada de la gran, y mala Liebre —susurro contra sus labios, y él se
estremece, sus brazos envolviéndome un poquito más fuerte.
—¿Estás segura de que no soy muy monstruoso? —pregunta, y en sus
palabras, escucho sus inseguridades y las palabras por las que lo han
llamado. Quiero deshacerme de ellas, pero lo mejor que puedo hacer es
tranquilizarlo.
—Si tu eres un monstruo —murmuro, dejando un beso sobre sus
cicatrices—. Entonces yo también lo soy. Y podemos ser monstruos
juntos.
Por un momento, flotamos ahí, yo sentada en la mesa y March unido
entre mis muslos. Cuando el nudo empieza a suavizarse, me acaricia por
dentro gentilmente, moviéndose de nuevo. Nos tumbamos en la cama, y la
siguiente vez, nos movemos mucho más lento.
Aunque somos monstruos, somos capaces de cuidar y amar, de ser
gentiles si así lo queremos. Algo dentro de mí se rompe al ver el amor
brillando en el rostro de March. Apenas hemos pasado suficiente tiempo
juntos para esos pensamientos, pero el peligro puede incitar emociones
más rápido, y no puedo negar que estoy cayendo por la Liebre más rápido
de lo que creí. Cuando ambos alcanzamos la ola juntos, me admito a mí
misma que puede que esté en problemas.
Porque hasta los monstruos tienen corazón.
Capítulo 23

Traducido por Romy


Corregido por Prometeo
Editado por Alma Mater

A la mañana siguiente, estábamos todos sentados alrededor de un solo


fuego que chispeaba. Las flamas hoy no son naranjas y rojas como
cualquiera esperaría; son verdes, un efecto secundario del polvo de hada
que cayó dentro de las flamas cuando Campanita llegó por primera vez. El
resultado era un bonito espectáculo de flamas de color verde a oscuro,
haciendo querer capturarlas.
Alrededor de nosotros, miembros de la Tribu, el Clan y los Piratas
estaban distribuidos alrededor. La mayoría estaban dormidos, después de
una noche de bebidas y alegría. Aquellos que estaban despiertos estaban
enfocados en ponerse de pie. Los guardias en los muros estaban
completamente despiertos, aquellos que sabían que tenían que mantener
vigilado habían tenido que cuidar cuanto bebían. Pero el resto, había
tratado a la noche de ayer como una celebración, por si acaso. No los
culpo.
—La llave —murmura Júpiter a sí misma, pensando en voz alta. Ha
estado tratando de unir la información que sabemos, pero el problema es
que lo que sabemos está incompleto. Es difícil encontrar la solución
cuando ni siquiera sabes los ingredientes—. La llave. La llave. —Las
palabras se repiten en voz baja una y otra vez—. ¿Hay alguna manera de
que tengas una llave de verdad?
Wendy sacude su cabeza. —No tengo nada. Ni siquiera me di cuenta de
que yo era alguna clase de llave hasta que el Croc lo dijo.
—Yo soy la llave al País de las Maravillas —añade White, moviendo
su ceja—. Mi cuerpo es la llave, mi magia. Aunque uso llaves físicas, al
final es mi magia la que me permite abrirlas. ¿Podrías ser tú la llave a
Nunca Jamás de la misma manera?
—No lo sé —Wendy pasa una mano por su cabello—. Nunca he podido
irme. Lo sabes. Lo intentamos con tu puerta una vez.
—Sí, mi puerta. Tal vez, estas usando la puerta equivocada.
—No tenemos puertas aquí —digo—. Nunca he visto una. Nunca
Jamás es una isla en el centro de un océano. Todos los caminos llevan de
regreso a tierra firme, todos excepto el de Peter.
Todos miran a Peter donde está sentado lejos del círculo, sus ojos
concentrados en el cielo en lugar de nosotros. —No puedo llevar a nadie
hasta ahí. Mi magia me permite pasar, pero solo puedo traer gente hacia
aquí. No puedo sacarlos.
—¿Lo has intentado? —Cheshire mira a Pan como lo haría con una
presa. No tengo el corazón para decirle al gato que Peter es tan peligroso
roto como lo era cuando estaba completo.
—Sí —Peter mira hacia abajo y ve a Cheshire a los ojos—. Muchas
veces. La mayoría para deshacerme de gente y no tener que encargarme de
ellos. Funcionó, porque entre más nos acercábamos a la salida, más
morían.
Júpiter ladea su cabeza. —¿No morían de una vez?
—No. Es una muerte lenta.
Escucharlos hablar me ponía ansiosa, mi dedo empezó a golpear contra
mi muslo. Estábamos perdiendo tiempo tratando de resolver algo que
debería ser simple. Las llaves abren puertas, pero no hay ninguna puerta
que conozcamos, al menos no una mágica. Entre más lo pienso, más
segura estoy de que estamos dando vueltas en círculos. Estamos
trabajando con conocimiento limitado, y no sabemos nada sobre que es
Wendy.
—Genial —gruñe Wendy—. Soy la llave de una puerta que hemos
perdido, y lloro lagrimas de cristal que de alguna manera están
relacionadas con eso. —Cruza sus brazos—. Esto es tan estúpido.
March se sienta al lado mío, mirando a otros parlotear palabras, de
alguna manera silencioso. Aunque sus orejas se mueven con voces
desconocidas que ninguno de nosotros puede escuchar, no salen de su
boca. Pasamos la noche disfrutando uno del otro, peligrosamente teniendo
pensamientos felices, solo para levantarnos con el sol y tratar de
ignorarlos. No es como si March no estuviera insertándose en mi vida.
Hasta ahora, su hombro roza con el mío, sus dedos apenas tocando el
lado de mi muslo como si lo recargara en su propia pierna. Me está
tocando a propósito, y me pregunto si tiene algo que ver con la locura
repentina en la bahía.
Campanita suspira pesadamente, sus alas un poco más quietas que de
costumbre. Arrugo mis cejas con la vista. Nunca he visto al hada nada
menos que regia y organizada, pero como Wendy había mencionado,
puedo ver su cansancio ahora donde no lo había visto antes. La Reina Hada
se está cansando, y sé que eso tiene que ver directamente con el corazón de
Nunca Jamás. Entre más cerca la veo, más puedo notar las líneas negras en
su piel debajo de su vestido, diseños que nunca había visto antes.
Campanita no tiene tatuajes, su piel es tan suave como siempre, así que
¿cómo es que los tiene ahora?
—¿Todos tienen una versión de nuestra Liebre de Marzo? —pregunta
Cal, frunciendo el ceño. March pone atención al ser mencionado, ladeando
su cabeza para escuchar—. Él es el Guardián de los Recuerdos. ¿A dónde
van ustedes por historia o información?
Wendy hace una mueca y no la culpo. —No iré a Roca Calavera de
nuevo. Lo hicimos la última vez.
—Y casi morimos —añade Garfio—. Solo escapamos porque…
La mano de Wendy en el muslo de Garfio lo silencia abruptamente, y
entrecierro los ojos. —¿Estás guardando secretos, Hija?
—No es nada de importancia para nuestro problema —añade
precipitadamente—. Solo algo que me gustaría guardar para mí misma.
Todos se quedan en silencio un momento, digiriendo sus palabras. No
estoy segura si es porque están digiriendo la información o porque están
enojados, pero para mí, sé cómo me siento.
—Nos dirás si se vuelve importante para sobrevivir —murmuro a la
Capitana de los Mares y asiente en acuerdo.
—Cuando dices que casi mueres —dice White—. ¿Lo dices literal o
figurativamente?
—Ambos. Apenas salimos vivos de Roca Calavera, aunque contiene
recuerdos, no es algo de lo que te puedas alejar. Si no fuéramos inmortales
y no hubiéramos tenido un poco de ayuda, nunca hubiéramos podido salir.
Es un ciclo de tus recuerdos, transformados en monstruos y todo aquello
que nunca habrías querido escuchar. Como la magia dentro de tu cabeza.
—Eso suena peligroso —musita Júpiter—. Pero, necesitamos que
alguien vaya ¿no? —Sus ojos miran alrededor del círculo, como si buscara
a un voluntario. Cuando no encuentra a ninguno, suspira—. Yo puedo ir.
Tal vez mis poderes como Caminante de Sueños puedan ayudar.
—¡Por supuesto que no! —gruñe White—. Ellos dijeron que casi
murieron, y han tenido más tiempo para ajustarse a su inmortalidad. Ni
siquiera sabemos si eres inmortal fuera del País de las Maravillas.
—Lo soy. Me rebané el dedo el otro día, y creció antes de que siquiera
pudieras notarlo.
White empieza a balbucear, y si no fuera por las terribles
circunstancias, sería casi cómico. —¿¡Te rebanaste el maldito dedo!?
—Accidentalmente. —Júpiter se encoge como si fuera la cosa más
normal del mundo—. Estaba cortando algo, el cuchillo se me resbaló, y
era muy filoso. Corte limpio antes de que pudiera pararlo. Pero está
perfectamente bien. —Sostuvo una mano perfecta, con cinco dedos—.
Creció de nuevo en treinta minutos, como si nada hubiera pasado.
White mira a su compañera, asombrado, mientras detalla cómo cortó
uno de sus dedos y como le volvió a crecer. Esta vez, no puedo contener
una risita por lo bajo, y Júpiter me lanza una sonrisita. —Ves, Tigrilla cree
que es chistoso.
—¡Rebanarte un dedo no es chistoso! —White suspira y masajea su
frente—. De cualquier manera, no irás. No podemos arriesgarnos.
—Alguien tiene que hacerlo.
—Si, pero no tú —gruñe White—. Iré yo antes de que tú tengas que
hacerlo.
—Iré yo.
Salto antes de que todos los demás dejen de hablar y miren a March.
Parece tranquilo, sin ninguna preocupación en el mundo, mientras habla
despreocupado sobre ir a un lugar empapado de sangre y recuerdos.
—¿No has escuchado? —pregunta Atlas—. Podrías morir.
—He muerto más veces de las que podría contar, Berserker. ¿Qué es
una vez más?
Júpiter hace una mueca. —Quién mejor para encontrar un recuerdo que
el Guardián de los Recuerdos.
—Exactamente. —March se pone de pie—. Díganme hacia donde
tengo que ir.
—Tienes que tomar un bote…
—No iras solo —murmuro, y March mira hacia abajo con una sonrisa
—. No puedes ir solo. Wendy y Garfio fueron juntos para poder atarse el
uno al otro, tener a alguien que los saque si no lo podían hacer ellos
mismos. Iré contigo.
Peter se levanta de su lugar, y por un segundo, casi parece que le
importa lo que me puede pasar, pero no dice nada así que mira hacia otro
lado. Se queda atrapado en su oscuridad, sin ser capaz de detenerme, sin
ser capaz de ofrecer ayuda.
March ofrece su mano y la tomo sin pensarlo, ayudándolo a ponerme
de pie.
—Podemos tomar el Cazador de Estrellas —ofrece Garfio—.
Tendremos que dejarles cerca con un bote pequeño, pero para poder entrar
al agua, necesitamos uno grande. Si salimos en uno pequeño, no podremos
contra las olas.
Garfio inmediatamente llama a ciertos miembros de su tripulación,
suficientes para pilotear la nave, preparándose para abordar después de
haber estado lejos del Mar por tanto tiempo. Me pregunto qué se siente
estar lejos de tu consuelo. Si me forzaran a estar en océano o en los cielos,
probablemente me hundiría en mi propia oscuridad.
Mis ojos se dirigen a Peter de nuevo, sus ojos puestos en mí,
mirándome de cerca. Aunque no hablará, puedo ver la preocupación en su
rostro, pero lo ignoro. Peter Pan no ofrecerá ayuda de ninguna forma. Ni
siquiera puede ayudarse a sí mismo ahora.
Me dirijo hacia Campanita mientras todos están haciendo planes,
preparándose para moverse, y el hada me mira con sus inusuales ojos
rosas. —¿Podrías asegurarte de que cuiden a Aniya mientras no estoy? —
pregunto. Cuando lo pienso mejor, agrego—: ¿por favor?
Odio hacerlo, deberle algo a Campanita, pero me sorprende cuando
Campanita sonríe y asiente. —Cuidaré de ella, y no me deberás nada por
ello. Permanecerá protegida mientras no estás.
Inclino mi cabeza agradeciendo, pero es cuando March entrelaza sus
dedos con los míos que miro hacia otro lado y le permito guiarme hacia el
Cazador de Estrellas atado cerca de la costa. No sé qué esperar mientras
abordamos la nave, pero el sentimiento de que algo malo pasará
incrementa mientras lo hacemos.
Roca Calavera es temida por una razón. Y estoy caminando por
decisión propia a ella con una Liebre.
El poder en mis venas revolotea.

Roca Calavera se avecina en la distancia, la grotesca forma de una


calavera llamándonos. Un horrible grito chillante sale de allí y peleo
contra la urgencia de encogerme. Nunca pensé que estaría caminando por
decisión propia hacia las fauces abiertas para encontrar respuestas. Ojalá,
encontremos algo al menos.
—Cuando entren —murmura Wendy—, los fantasmas de Roca
Calavera tratarán de separarlos. Garfio y yo no estábamos preparados para
eso. Tal vez, sean capaces de detenerlo.
—¿Qué pasa cuando te separan?
Vuelvo mis ojos a la Capitana de los Mares mientras mira a Roca
Calavera. Se estremece a la vista, y sé que es malo. Wendy no está aterrada
de mucho, así que el hecho de que le aterre la isla me sienta mal.
—Para mí, vi cada rostro que me atormenta.
—¿Tus hermanos? —Los labios de Wendy formaban una línea, no me
responde, es una respuesta por sí sola—. Puedes mantener tus secretos,
Wendy. Está bien hacerlo. Solo espero que no sea algo que nos mate, a mí
o a nuestra gente.
—No lo es. —Mordiendo su labio, suspira—. Pero si sospecho que es
de importancia, te lo diré. No estoy lista para enfrentarme a los fantasmas
todavía.
Mientras Roca Calavera se acerca más, Garfio pide que se lance el
ancla y el pequeño bote es bajado a las olas que nos balancean hacia la
isla.
March mira la roca detenidamente, estudiándola.
—No solamente tiene recuerdos —murmura—. Tiene sangre.
Garfio asiente. —Fue usada para sacrificios de sangre antes de que nos
diéramos cuenta de que Nunca Jamás era alimentada trayendo niños al
mundo en vez de asesinar a gente inocente.
March tatarea por lo bajo. —La sangre también la alimenta —razona
—. Solo alimenta las partes incorrectas.
No me da tiempo de preguntar a qué se refiere. Wendy nos guía al
pequeño bote y nos baja. Wendy y Garfio nos acompañan para que ellos
puedan traer el bote de vuelta y nos recojan cuando terminemos.
—Recuerden —murmura Garfio—. No es real. Los fantasmas podrán
tocarles, lastimarlos físicamente, confundirlos, pero deben recordar que
solo están usando los rostros de sus recuerdos.
March hace una mueca y me mira. —No me tengas miedo, Bella Lily
—susurra—. Lo que sea que veas cuando lleguemos a la roca, no tengas
miedo.
Sonrío y tomo su mano. —No te preocupes —murmuro—. He visto
peores cosas que una Liebre de Marzo enojada.
Capítulo 24

Traducido por Romy


Corregido por Patty
Editado por Alma Mater

Wendy y Garfio atan el pequeño bote a la orilla de Roca Calavera,


permitiéndole flotar ahí. Ninguno de ellos saldrá de la protección que
ofrece el bote, por nuestras órdenes y la insistencia de Garfio. Ellos ya han
enfrentado los fantasmas una vez por nosotros. No había necesidad de que
lo hicieran de nuevo. Porque una vez que estás en Roca Calavera, te pones
a la merced de los fantasmas y almas que viven aquí. No tienes que entrar
para ser perseguido.
March se mueve para salir del bote, pero lo detengo por un momento.
Cuidadosamente, levanto el tocado de mi cabeza y se lo entrego a Wendy
para que lo guarde. Ella lo duda por un segundo antes de tomarlo
cuidadosamente entre sus dedos.
—¿Estás segura? —pregunta—. Puede que necesites la vesper adentro.
—No me puedo transformar en lugares reducidos, y honestamente,
nunca me ha aterrado la vesper. Mis pesadillas vendrán con otros rostros.
Asintiendo, Wendy deja el tocado a un lado y ofrece su antebrazo para
que pueda tomarlo. Lo tomo sin dudarlo. —Mantente salvaje.
—Mantente feroz —termino, inclinando mi cabeza a la otra Hija.
Tomo consuelo en el hecho de que ella y Garfio sobrevivieron a esta
misma cosa para saber que le estaba pasando a Nunca Jamás. Ahora,
necesito encontrar las preguntas adecuadas para descubrir dónde podría
haber una puerta, y no morir en el intento.
—¿Listo? —le pregunto a March, tomando su mano. Vamos a intentar
permanecer juntos ya que Wendy y Grafio nos advirtieron que iban a tratar
de separarnos al inicio. No contaban con nuestra fuerza combinada.
Además, teniendo el conocimiento de lo que querrán hacer nos ayudará a
mantener nuestro agarre más fuerte.
—Listo.
Juntos, un poco inestables con nuestras manos agarradas, salimos del
pequeño bote y pasamos a la piedra oscura de Roca Calavera. Garfio
rápidamente aleja el bote, remando hasta donde permanecerá flotando
hasta que salgamos.
Si salíamos.
En el momento que mi pie toca la piedra, se siente como si alguien me
tomara y me atara ahí, como si no pudiera irme si así lo quisiera. Un grito
se esparce en el aire de las fauces abiertas de la entrada con forma de
calavera, y pienso que quiero encogerme, no lo hago. No puedo entrar con
miedo en mi corazón, o si no los fantasmas se aferrarán a este. Es mejor
dejarlos tomar los miedos que yacen en mi corazón en lugar de ofrecerles
nuevos.
Miro a March donde sostiene mi mano fuertemente. Está aferrado a mi
mano al punto de casi doler, pero no me importa. Sé que nos
enfrentaremos a algo para lo que no estamos preparados. Estará bien si
podemos enfrentarlo juntos.
La forma de March cambia cuando lo miro, entre la Liebre y el
cuerpo… no, la quimera, antes de mirarme. —Si algo me ocurre…
—Para —gruño—. Ambos saldremos de esta isla. —Otro grito hace
eco desde el ojo de la calavera, burlándose de mis palabras—. Ahora,
sigamos. Entre más rápido entremos, más rápido podremos salir.
Me preparo para el dolor que se que vendrá, el ataque, pero no viene
enseguida. Permanecemos solos mientras estamos fuera de la cueva, pero
sé que en el momento en que pongamos un pie en la entrada, estaremos en
peligro.
—Pase lo que pase —murmura March—, no sueltes mi mano.
Asiento aun cuando flotamos fuera de la cueva. Dentro, hay un tenue
brillo amarillo que me llama, que nos señala para entrar. Me pregunto,
brevemente, si es la misma magia que se le dio como regalo a la Tribu, o
si es algo completamente retorcido. Tomo un largo respiro, centro mis
hombros, y entonces ambos nos adentramos.
Todo cambia tan rápido como Wendy lo advirtió y la primera reacción
inmediata, además de los ruidosos chillidos, es la violenta sacudida a
nuestro agarre. Gruño de dolor mientras soy zarandeada de un lado a otro,
pero nuestros dedos se mantiene juntos. Un ruidoso pop hace eco en mis
oídos y miro a March justo a tiempo para verlo hacer una mueca al dolor
tan repentino.
—Tu hombro…
Algo se azota contra mi desde en frente, sacando el aire de mis
pulmones, pero no nos saca de la cueva. No, se aferra a los dedos y
empieza a jalarme a un lado. March, por instinto, me sigue, aunque puedo
escuchar sus gruñidos mientras es atacado al mismo tiempo que yo. —
Aguanta —le digo, pero no estoy segura de que pueda escucharme por
sobre los sonidos a nuestro alrededor. Además, los gritos y gemidos, es
como si estuviéramos dentro de un túnel de aire, como si el aire girara
alrededor de nosotros dentro de la cueva, ahogando todo lo demás.
Una risa torcida y femenina hace eco a nuestro alrededor y el sonido de
metal siendo arrastrado en la piedra me pone tensa. La voz no es familiar
para mí, pero cuando March se tensa a la más mínima señal, se que
pertenece a sus recuerdos en lugar de los míos.
Volteamos y mis ojos recaen en una terriblemente hermosa mujer, su
largo vestido tan rojo como la sangre de verdad que escurre de sus dedos.
Una gran corona roja yace en su masa de cabellos blancos, ojos negros
viéndonos cuidadosamente.
—Hola March —ronronea—. Ha pasado mucho tiempo desde que tuve
el placer de destriparte.
—Hola Alicia. —March retrocede mientras vuelve a colocar su
hombro en su lugar—. Ha pasado mucho tiempo desde que tuve el placer
de verte muerta.
La Reina arremete, sin advertencia, un largo cuchillo alzado en su
mano como si fuera a cortarnos a la mitad. March no se mueve, pero yo sí.
Me tropiezo hacia atrás, arrastrándolo conmigo por instinto, y nos
resbalamos de la orilla de la piedra hacia el agua que no estaba detrás de
nosotros. Hasta al momento de hundirnos puedo escuchar la risa de la
Reina, escucho como se burla de nosotros mientras el agua se cierra sobre
nuestras cabezas.
Espero agua fría, pero es inmediatamente evidente que esto no es agua
del océano. Esto es agua fresca; turbia y peligrosa agua fresca. Mis dedos
permanecen aferrados a los de March, y cuando volteo a verlo en el agua,
es cuando lo veo. Dientes. Una boca llena de dientes. Jalo a March hacia
mi justo a tiempo para evitar ser aplastados por las fauces del cocodrilo
gigante. La bestia nos rodea, su cola lo suficientemente larga para casi
formar un círculo completo mientras nos rodea, esperando otro momento
para atacar.
Este no es Wolfbane, lo sé, pero, aun así, cuando sus ojos verde toxico
se enfocan en mi y la sonrisa del cocodrilo se agranda, no estoy segura. Es
una copia casi perfecta de mi hermano, una copia casi perfecta de como se
ve el Cocodrilo cuando nada en el agua. Este es su pantano.
—Lily —el Croc tararea en el agua, y llega a mis oídos—. No debiste
haber venido aquí a encontrar respuestas.
No puedo hablar, no sin llenar mis pulmones de agua.
Afortunadamente, March parece totalmente capaz de aguantar la
respiración, así como yo, pero eventualmente la mía se acabará. Puedo
mantener la respiración por varios minutos, pero eventualmente, mi
cuerpo me demandará aire. March y yo empezamos a patalear, intentando
llegar a la superficie que parece fuera de nuestro alcance.
—No puedes escapar de tu destino, Lily.
Mírame, quiero decir, pero no puedo. March patea tan fuerte como yo,
y cuando el Croc aprovecha la oportunidad para atacar, su gran boca se
abre para agarrarme del torso, pero estoy lista para ello. Saco el cuchillo
de mi cintura y me apoyo en March para que me ayude. Como si
presintiera mi plan, justo antes de que los colmillos pudieran cerrarse a mi
alrededor, me jala hacia él, evitando los dientes hasta cuando entierro mi
daga en el ojo del Cocodrilo. Se retuerce de dolor, su gran cabeza
golpeando contra mi y sacando lo poco de aire que guardaba en mis
pulmones. Agua se introduce un segundo después y desesperadamente
nado para encontrar la superficie, luchando contra la presión en mi pecho
y el sentimiento de asfixia. Oscuridad se escurre alrededor de las orillas de
mi visión, pero March me arrastra más aún cuando mis piernas se
enlentecen y paro de patalear. Rompemos contra la superficie segundos
después, March dejándome libre, el agua en mis pulmones saliendo de mí.
El Cocodrilo no nos sigue.
—¡March! —La cabeza de mi Liebre sale de mi visión con la nueva
voz, sus orejas moviéndose, y cuando sigo su mirada, es para encontrar a
un hombre con orejas de conejo de pie en medio de la cueva—. ¿Qué te he
dicho de traer tu desastre adentro?
—No estás aquí —murmura March—. Vi cómo te hacían pedazos.
—De gran ayuda fuiste —se burla el hombre, su cara transformándose
—. Ni siquiera puedes encontrar la puerta, mucho menos ayudar a tu
propio padre.
Presto atención, la mención de la puerta llamando mi atención más que
cualquier otra cosa. —¿Qué puerta? —pregunto, y March me lanza una
mirada.
Los ojos del hombre se enfocan en mí, una sonrisa en sus labios. —
Déjale a mi hijo el encontrar a una bestia horrible como compañera al
igual que yo. —No me remuevo ni un poco. Me han llamado peores cosas
que horrible bestia—. No obtendrás respuestas de mí, bestia.
—Encontré la puerta cuando te hicieron pedazos —señala March,
distrayendo al hombre, su padre, de enfocarse en mí—. Me dijiste que
corriera, y yo era un niño. No había nada que pudiera hacer para detener a
mamá.
Mi corazón se encoge en mi pecho. No hay emociones en la voz de
March mientras habla del evento, de cuando su madre se rindió ante su
lado bestial y destrozó a su padre, de cuando su padre le hizo lo mismo a
su madre, pero puedo ver lo mucho que le sigue carcomiendo. Haber sido
testigo de tal cosa no es algo que alguien pueda olvidar.
Como si nuestros pensamientos la conjuraran, la quimera aparece de la
nada, azotando contra nosotros desde un lado y tirándonos. March rueda en
un intento de acolchar mi caída, pero no hay manera. Ambos azotamos en
el suelo violentamente, nuestros dedos de alguna manera seguían juntos,
pero era incomodo usar únicamente una mano para intentar sacar a la
quimera de encima de nosotros. Con nuestras manos juntas, no podemos
proteger nuestros medios, y eso es a lo que se aferra la quimera.
Grito en agonía cuando un diente tan filoso como una navaja corta la
piel de mi hombro, rasgándola, antes de volver a hacerlo.
March gruñe al olor de mi sangre borboteando a nuestro alrededor, su
forma transformándose con enojo. Ambos empujamos contra ella, pero
tomará unos segundos para mi hombro poder curarse lo suficiente para
usarlo.
—Tendrás que soltarme —gruño cuando la quimera se aferra al
antebrazo de March—. No puedes protegerte a ti mismo con una sola
mano.
—Tampoco tú —gruñe, mirando mi brazo herido—. No te atrevas a
soltarte, Lily.
La quimera aterriza otro golpe en el pecho de March y yo desenrollo
mis dedos, pero March mantiene el agarre, y una mueca aparece en su
rostro cuando se da cuenta de mi plan.
—Déjame ir, March.
—¡No! —golpea a la quimera, pero ella no hace nada más que agitar su
cabeza y seguir peleando, dedos con garras aferrándose del puño libre de
March y presionándolo contra el suelo.
—¡March, déjame ir!
La quimera se abalanza al cuello de la Liebre y yo reacciono más
rápido de lo que me doy cuenta. Golpeo mi rodilla y puño contra la cabeza
de la quimera, golpeando la máscara de su rostro, tirándola de espaldas lo
suficiente para llamar su atención. Chilla con furia y desciende sobre el
lazo entre nosotros, pero no podemos enfrentar lo que debemos con
extremidades reducidas.
Todo se enlentece cuando veo a March a los ojos y me doy cuenta que
entiende la misma cosa que yo: no podemos sobrevivir enlazados, no
cuando todo está determinado a separarnos y destrozarnos. March no
quiere, pero sus dedos me sueltan y alejamos las manos lejos de los
afilados dientes de la quimera, de la madre de March. Solo toma la mitad
de un segundo para que March sea arrastrado lejos de mí, para desaparecer
en la oscuridad.
Nuestros ojos se siguen hasta que no podemos distinguirnos más, y
espero que pueda sobrevivir.
Pero la esperanza es una cosa tan volátil.

MARCH

En el momento en que Tigrilla desaparece, entro en pánico. No solo


porque temo por su vida después de ver la clase de memorias retorcidas
que rodean a Roca Calavera, temo por lo que verá, lo que tendrá que
enfrentar. Esto no es como las memorias del País de las Maravillas. Esto
es algo mucho peor.
El sabor metálico a sangre. Horrorosas piezas. Locura, locura, locura.
Sacudo mi cabeza para aclarar mis pensamientos, para aclarar la visión
de sangre que no está ahí. Alguien grita en la cueva y me alivia el que no
suene como mi Bella Lily, pero, aunque la quimera desaparece de en frente
mío, aunque mi voraz madre desaparece, un nuevo sonido aparece y me
pongo de pie para ajustarme. Un gruñido bajo corre por mi piel, haciendo
que mis pelos se pongan de punta, y me congelo. Conocería ese gruñido en
cualquier lado.
Bandersnatch.
Volteo para encontrarme con la gran bestia escurriendo podredumbre y
sangre de sus fauces, Alicia está montada en su espalda como siempre. El
Bandersnatch ruge, sus dientes retrayendo su cara y revelando sus pútridos
dientes y el hedor a sangre.
La Reina Roja sonríe. —Corre, pequeña Liebre —me provoca—.
¡Corre, corre, corre! —Y entonces lo hago. Corro y corro y corro.

TIGRILLA

La quimera desaparece en el momento en que somos separados, pero


no me alivio como debería. Sé que lo que sea que March está sufriendo es
malo, así como sé que lo que sea que se avecine para mí tendrá todo el
poder de Roca Calavera detrás. Finalmente, separados, estamos a merced
de la isla maldita, y no sé si seremos capaces de logarlo por nuestra
cuenta. Wendy parecía firme en que no simplemente salió de la cueva.
Tuvo algún tipo de ayuda.
—¿Qué haces aquí, Lily? —Levanto la mirada hacia Peter quien está
parado delante mío, pero él no es el Peter que conozco. Este es el Peter
antes de que empezara a envejecer, el Peter que no entendía las
consecuencias. Su Sombra se remueve violenta en sus pies, y en cada
violento tirón, la cara de Peter se transforma en algo más oscuro poco a
poco, algo más animalístico. Recuerdo los días sombríos de Peter muy
bien. Casi nos matamos el uno al otro durante estos.
—Buscándote —murmuro, poniéndome de pie. Mi hombro se cura
lentamente, pero sé que no será lo suficientemente rápido si el fantasma de
Peter me ataca. Y lo hará. Sé que lo hará. Así como sé que no tiene
intención de dejarme salir de aquí.
Pero tengo más cosas por las que vivir que solo por mí misma.
Peter ladea su cabeza hacia un lado y es inhumano, un movimiento que
nunca he visto hacer al verdadero Peter. —Qué lugar tan extraño para
buscarme, Lily. —Sus ojos relampaguean—. Qué lugar tan peligroso para
buscarme.
—Solo estoy buscando una puerta. —Intento mantener mi voz estable,
mantener mis planes fuera de su alcance. Si puedo mantener al fantasma
hablando, tal vez se relaje y me de la información que necesito.
La sombra a los pies de Peter se libera parcialmente y se burla de mí.
Esa es la verdadera amenaza. La Sombra siempre fue más rápida para
mutilar de lo que Peter lo era. —No encontrarás ninguna puerta en Roca
Calavera —dice Peter—, pero eso ya lo sabes Lily.
—¿De verdad? —Dirijo mis ojos a la Sombra luchando por liberarse
—. Entonces, ¿me podrías decir dónde podría encontrar una puerta? —Mis
dedos se flexionan en el aire, deseando la daga que use en el Cocodrilo y
se perdió en algún lugar de la cueva—. Podríamos jugar un juego.
Los ojos del Peter falso se iluminan con travesura. Siempre le han
gustado los juegos. —¿Qué tipo de juego?
—Puedo nombrar una parte de Nunca Jamás, y si hay una puerta allí,
me dejas ir. Y si me equivoco…
—Por cada respuesta incorrecta, podré causarte dolor. —Peter sonríe y
sus dientes son muy filosos, muy parecidos a los de un depredador. Me
matará si tengo demasiadas respuestas incorrectas, lo sé, pero de cualquier
manera levanto la cabeza.
—Trato.
La Sombra se libera y gruñe, pero Peter sostiene su mano, evitando que
la cosa se abalance sobre mí. Todavía no. No he dado ninguna respuesta
incorrecta. —Pregunta, Lily. —La voz de Peter suena distinta, como si el
fantasma estuviera sangrando, como si estuviera transformando su
apariencia, y me doy cuenta de que este fantasma podría ser más
amenazante de lo que alguna vez lo fue Peter.
—¿Hay una puerta en el dominio de Wendy? —Es lo que tiene más
sentido, para que haya una puerta en el océano y sea por eso por lo que
nunca la hemos visto. Será todo una travesía meter a nuestra gente por
esta, especialmente si la puerta está en profundidad, pero no debería
sopesarlo sin obtener una respuesta. Sé que estoy equivocada en el
segundo en que el fantasma de Peter sonríe. Es una sonrisa tan filosa como
un cuchillo, uno mortal, que está demasiado emocionada con mi pregunta.
—No —responde, y baja la mano.
La Sombra se estrella contra mi violentamente, dientes que no tienen
sentido que estén en una criatura sombra y que se entierran en mi pierna
antes de que termine en el suelo. Grito cuando sus dientes se hunden y
tiran de mi piel, y es cuando me doy cuenta de que nunca acordamos
cuánto durarían los ataques. Maldigo mi propia estupidez mientras la
Sombra muerde mi pierna de nuevo, apretando mis dientes contra el dolor.
Y luego para, y me pongo de pie, ocultando un sonido de dolor
provocado por poner mi peso en mi pierna mutilada. No le daré al
fantasma la satisfacción, aun cuando vea mi hueso saliendo de mi pierna,
aun cuando el dolor llegue a casi ahogarme.
—Pregunta otra —murmura Peter, sus ojos brillando peligrosamente.
Lo dudo, buscando en mi cerebro algún lugar en el que no hemos
estado, pero sé que tengo que preguntar, lo que sé que obtendrá una
respuesta incorrecta, pero en caso de que sea la correcta. La puerta podría
haber estado en frente de nuestras narices todo el tiempo. Podría estar a
simple vista.
—¿Hay alguna puerta en el dominio de Campanita o en el mío?
Esta vez, ni siquiera se molesta en contestarme. Mueve un dedo y la
sombra arremete contra mí de nuevo.
La sombra se enfoca en los brazos en el segundo ataque, en el que
apenas estaba ganando sus funciones de nuevo después del ataque de la
quimera a mi hombro. Cuando siento los músculos rasgarse, no puedo
evitar el grito que sale de mi garganta y hace eco alrededor de la cueva.
Como castigo, el dolor dura más, porque había preguntado dos cosas en
una sola pregunta. No me arrepiento. Hace más sentido tomarlo todo de
una en vez de hacerlo por partes, pero empiezo a cuestionarme mi decisión
cuando la sombra entierra sus filosos dientes alrededor de mi cadera y me
jala.
—Suficiente —finalmente Peter murmura y la sombra retrocede. Esta
vez, no puedo ponerme de pie, no al momento, así que me fuerzo a
arrodillarme ante Peter, sangre escurriendo de mi heridas las cuales se
curan lentamente, creando charcos de sangre a mi alrededor. Puede que sea
inmortal, pero sigo sintiendo dolor; sigo sangrando.
Me ve con curiosidad, sus ojos digiriendo todas mis heridas sangrantes,
una sonrisa emocionada en su rostro a mis expensas. Este fantasma
disfruta de torturar, y odio el pensar que tipo de criatura había sido antes
de quedar atrapado en Roca Calavera.
Jadeando, lo miro a los ojos, y aunque está de pie ante mí por mi
posición, no lo dejo intimidarme. —¿Hay… hay una puerta… en el
dominio del Cocodrilo? —Apenas puedo decir las palabras entre dientes,
el dolor casi insoportable, pero no soy solo una prisionera de este mundo.
Soy una Hija de Nunca Jamás, y no me acobardaré ante un fantasma
salvaje atrapado en Roca Calavera. Aun así, me preparo, por si la pregunta
es incorrecta. Tal vez, estoy haciendo las preguntas incorrectas.
Peter frunce el ceño y sostiene su mano para que la Sombra no ataque.
No dice nada, no al momento, pero después de mirarnos el uno al otro por
lo que parecen horas, rechina los dientes y responde, forzado por nuestro
trato—: Sí.
Mi corazón se hincha en mi pecho. Lo hice. La puerta está en algún
lado en el Lado Oscuro de la isla. Ahora solo necesito encontrar a March y
sacarnos de este tortuoso lugar.
—El trato era que me dejarías ir cuando dijera la pregunta correcta —
le recuerdo, poniéndome de pie cuando finalmente sano lo suficiente para
cojear—. Ese fue el trato.
—Estas en lo correcto. —El fantasma que usa la cara de Peter
murmura, pero cuando sonríe, sé que ha encontrado una manera de ir en
contra de eso—. Pero nunca dije cuándo te dejaría ir.
Y me podría mantener aquí para siempre.
—Nunca esperé que un fantasma honrara su palabra —murmuro,
levantando mi barbilla—. ¿Me matarás? ¿Esa será tu versión de dejarme
ir?
Peter se acerca y no retrocedo. Aunque es más joven que yo ahora, su
rostro de dieciséis años me mira, todavía tiene la misma estatura que yo.
Peter siempre ha sido más alto, así que es fácil para él mirarme a los ojos.
Donde los ojos de mi Peter serían verdes, estos ojos son negros y se
mantiene así, haciéndolo parecer demoniaco. Tal vez, Peter siempre ha
sido un demonio y simplemente yo nunca lo he notado. De cualquier
forma, no evado su mirada. No muestro debilidad.
—Ese es el secreto, Lily —susurra, tocando mi mejilla con un dedo—.
Morir es una terrible gran aventura.
Creí que necesitaba preocuparme por la Sombra, pero resultó, que
debería haber sabido que el fantasma era igual de peligroso. Los dientes
afilados acunados en su boca se alargan ante mis ojos, y cuando me volteo
para correr, para alejarme, arremete contra mí, tirándome al suelo,
presionándome contra las piedras con su rodilla en mi espalda.
—No pelees demasiado, Lily —murmura en mi oído—. Solo hará que
duela más.
Y luego dientes tan filosos como una navaja se hunden en mi cuello.

MARCH
Los gritos azotan a mi alrededor y me dan la fuerza suficiente para
liberarme de la boca del Bandersnatch y tambalearme lejos, buscando a
Tigrilla en este laberinto de terrores.
—¡Tigrilla! —grito, buscando en la oscuridad.
El sabor metálico a sangre. Muerte, gritos.
No, los gritos no son parte de mi locura. Son de Lily.
—¡Tigrilla! —grito de nuevo, buscándola, buscando.
—Hola.
Giro, mis ojos encuentran a un niño pequeño, no mayor de nueve,
viéndome con curiosidad. —¿Quién eres?
—Nunca te había visto antes.
Giro mi hombro, volviéndolo a colocar en su lugar de donde el
Bandersnatch lo había sacado de nuevo. —No soy de Nunca Jamás.
Da un paso más cerca y me tenso. Solo porque luce como un niño no
significa que sea inofensivo. Lo sé mejor que nadie. —¿Eres amigo de
Wendy?
Algo dentro de mi palpita. —Sí —carraspeo—. Wendy nos llamó para
ayudar a Nunca Jamás.
Los gritos hacen eco a mi alrededor, forzándome a voltear mi cabeza
para buscar. Suenan más cerca, tortuosos, quebrantándose. No sé si
realmente es Tigrilla o un truco de la cueva. Cuando miro al niño de
nuevo, lo encuentro más cerca, y me sorprende lo suficiente para
tambalearme hacia atrás.
—¿Por qué viniste aquí? —pregunta el niño—. Wendy es más
inteligente que esto. Sé lo dije.
—No tuvimos opción. Tenemos que encontrar la puerta.
Ladea su cabeza, como si escuchara algo a la distancia. —La mujer con
la que viniste ya ha encontrado la respuesta, pero tuvo que hacer un trato
para obtenerla.
—¿Qué tipo de trato? —Lidiar con los Tweedles viene a mi mente y
entro en pánico. Si Tigrilla está atrapada, haré añicos la cueva para
encontrarla.
—Aquel con el que hizo el trato le agradan las lagunas de tiempo.
Ganó, pero no fue específica. —Pausa—. Si te ayudo, ¿podrías decirle algo
a Wendy por mí?
No estoy seguro de qué es lo que me hace hacerlo. No estoy seguro de
por qué, pero este fantasma se siente distinto. Peligroso, aun así, capaz de
causar dolor, pero distinto de otra manera. —Sí. Si me ayudas a mí y a
Tigrilla a salir de esta cueva ahora mismo, le daré tu mensaje a Wendy
Darling.
Asiente. —Bien. Eres listo en decirlo de ese modo. —Me da su mano
—. Toma mi mano, Liebre. Vamos por Tigrilla.
Lo dudo por un segundo antes de confiar en él. En el peor de los casos,
quedo atrapado en Roca Calavera, pero de nuevo, he sufrido castigos más
trágicos que eso. En el mejor de los casos, Tigrilla y yo salimos de aquí.
En el momento que tomo su mano, me jala hacia delante, el aire en mis
pulmones desaparece antes de ser lanzado por la boca de la cueva. Me
estoy tropezando con mis propios pies, listo para gritar que prometió ir por
Tigrilla, pero antes de poder hacerlo, la Jefa viene volando de la cueva
más rápido de lo que esperaba. Me las arreglo para atraparla, pero no me
preparo lo suficientemente rápido. Su peso me tira de espaldas, pero la
mantengo en mis brazos, protegiéndola del duro suelo. Cuando puedo
mirarla, sentándome para revisarla, trago rápidamente.
Lily está completamente empapada en sangre. El olor golpea mis
sentidos un segundo después, abrumándome, y necesito sacudir mi cabeza
para aclararme. Algo así de terrible tomará tiempo en curarse, las heridas
son peores que un simple coserlos de nuevo. No puedo perderme en la
locura ahora mismo, no cuando me necesita. Tengo que asegurarme de que
sane primero.
Miro hacia la entrada de la cueva, al pequeño niño parado justo dentro
de la entrada.
—Un trato es un trato —le digo—. ¿Qué deseas que le diga a Wendy?
Lo duda, parpadeando lentamente. No sé qué esperar, pero las palabras
que salen de su boca ciertamente no lo son.
—Dile —dice, antes de pausar—. Dile que no es su culpa. Dile que aun
así habría muerto.
—¿Y de quién le digo que es este mensaje?
Tigrilla se remueve en mi agarre, sus ojos brillantes abriéndose, pero
no habla. No interrumpe el momento.
El pequeño niño retrocede hacia la oscuridad, pero antes de
desaparecer completamente, escucho su respuesta. Sé que cual sea la
importancia de este momento será más importante para Wendy. Estoy
experimentando algo que no debería, y sé que le debo a Wendy un favor.
Sin este fantasma que de alguna manera está conectado a ella, nunca
habríamos salido. Nunca habría encontrado a Tigrilla a tiempo.
—Michael. —La voz del niño surge de la oscuridad—. Dile que es de
Michael.
El sonido de remos golpeando contra el agua hacen eco detrás de
nosotros.
Capítulo 25

Traducido por FerGonz


Corregido por Patty
Editado por Alma Mater

Vuelvo en sí en los brazos de March, mi cuerpo desbordado de dolor


sobre dolor. Todo me duele; todo se siente como si me hubieran hecho
pedazos. Recuerdo trozos de antes, de la Sombra desgarrándome, del falso
Peter riéndose. Y entonces recuerdo, mientras todo se desvanece en negro,
a un niño pequeño agarrando mi mano y tirando con fuerza.
Me incorporo de repente, la imagen del niño llenando mi mente, pero
cuando miro hacia la boca de la cueva, no hay nadie. Me vuelvo hacia
March, con la intención de preguntarle por lo que he visto, pero sus ojos
ya me miran mientras me acuna en sus brazos.
—No te lo has imaginado —me tranquiliza—. Dijo que se llamaba
Michael.
Casi me trago la lengua.
—¿Michael? ¿Estás seguro? —Cuando asiente, me froto la frente.
Michael. El hermano menor de Wendy nos ayudó de alguna manera a salir.
De repente tiene sentido que Wendy no quisiera hablar de sus experiencias
dentro de Roca Calavera, especialmente si se trataba de sus hermanos.
—Hicimos un trato. Él nos ayudó a salir, y a cambio, le entrego un
mensaje a Wendy.
Mi cara se retuerce de preocupación. Pobre Wendy. El sonido de los
remos golpeando el agua hace que mis ojos se dirijan al mar, donde Garfio
y Wendy empujan la pequeña embarcación lo suficientemente cerca para
que podamos saltar a ella. Intento ponerme en pie, pero las heridas de mis
piernas siguen siendo demasiado. No pueden soportar mi peso. Sin
embargo, no debería haberme preocupado. March me coge en brazos con
facilidad y salta por encima de la brecha entre la roca y el bote, sin
empujarme, antes de acomodarnos en el bote.
—¿Estás bien? —pregunta Wendy, con los ojos muy abiertos mientras
me mira. Sé lo que ve, la sangre que cubre mi piel, las heridas abiertas.
Todo estará curado antes de que lleguemos a tierra, pero esa es la cuestión.
Wendy sabe que lo que está viendo sigue siendo mucho mejor de lo que lo
estaba ni siquiera momentos antes.
—Lo estoy. Y tenemos algunas cosas que discutir una vez que nos
reunamos con los demás, pero primero, March tiene algo que le gustaría
decirte. —Levanto la vista hacia la Liebre y le tomo la mano. Puedo sentir
su vacilación, no porque no quiera decírselo a Wendy, sino porque intuye
las emociones que evocará.
Los ojos de Wendy pasan entre nosotros y luego vuelven a Roca
Calavera, buscando en la boca de la cueva, deteniéndose. No estoy segura
de si ve algo allí o no. No me vuelvo para mirar y quitarle el momento si
lo hace, pero, aunque nunca nos había contado todo lo que había visto allí,
tiene que ser por el niño.
—Te ayudó, ¿verdad? —susurra, y sus ojos azules vuelven a dirigirse a
nosotros.
Asentimos. No recuerdo tanto como March, pero sé que nos ayudó,
aunque solo vi un destello de él tomando mi mano mientras la Sombra me
atacaba. Espero que esté bien después de ir contra el fantasma con el que
había hecho un trato. Espero que no haya roto ninguna regla.
March me desplaza hasta que puedo sentarme sola y le ofrece una
mano a Wendy. Garfio nos observa con atención mientras nos lleva de
vuelta al Cazador de Estrellas, asegurándose de que Wendy está bien sin
asfixiarla. No parece sorprendido al oír hablar de Michael y lo tomo como
que también lo conoció.
—Un niño pequeño se acercó a mí y me preguntó si era tu amigo. —
March mantiene su voz baja, asegurándose de que su mensaje es para
Wendy más que para cualquier otra persona que pueda estar escuchando—.
Hicimos un trato. Si él nos ayudaba a Tigrilla y a mí a salir de la cueva, yo
te entregaría un mensaje.
Wendy se inclina hacia delante, con los ojos puestos en March. —¿Y
cuál es el mensaje?
—Dijo que te dijera que no era tu culpa. Que habría muerto de todos
modos. —El ritmo de Garfio se tambalea un poco mientras rema y lo
miro, asegurándome de que está bien, pero sus ojos están clavados en
Wendy, preocupado por ella más que nada.
—Gracias —murmura Wendy, parpadeando, y sé que está tratando de
detener sus lágrimas. Toda una vida forzando las lágrimas para ocultar sus
secretos ha generado la necesidad de hacerlo, pero al extender la mano
cuando March la deja caer, le sonrío.
—Las lágrimas no son una debilidad, Wendy Darling. —Le sostengo la
mirada tan bien como puedo. —De hecho, para ti, son nuestra fuerza.
—¿Acaso... —Wendy traga saliva—. ¿Crees que realmente es Michael
el que está atrapado en Roca Calavera? ¿Yo le he hecho eso?
Me muerdo el labio. No me digno a saber mucho de fantasmas, pero sí
de la muerte.
—Creo que, aunque tus hermanos siguen vivos, alguna parte de ellos
podría haberse escapado. Creo, que el Michael de Roca Calavera es tan
real como el Michael de los Perdidos. Pedazos de Almas en diferentes
lugares. —Dando un suave apretón a su mano, me aseguro de que me está
mirando a los ojos—. El hecho de que el Michael de la Roca Calavera te
haya ayudado no solo a ti, sino a la gente que te importa, demuestra que es
real, Wendy, y no querría que te culparas por ello.
—Gracias —murmura ella antes de sentarse.
Al subir a bordo del Cazador de Estrellas, el resto de la tripulación nos
ayuda a subir y luego nos da un amplio margen, como si estar en Roca
Calavera fuera contagioso. No les culpo. Sus ojos siguen nuestros
movimientos mientras March me ayuda a cojear hasta una caja y me deja
en el suelo. Me estoy curando rápidamente, pero tardaré el tiempo que
falta para llegar a tierra firme en volver a ser completamente funcional.
Todos, excepto March, me evitan y no sé exactamente a qué le temen. No
es hasta que Wendy me devuelve el tocado y yo le sonrío agradecida, que
alguien se anima a acercarse.
—Hola, Tigrilla —dice el hombre, tomando asiento a mi lado y
ofreciéndome una bolsa de carne seca—. Me llamo Smee. Con esas
heridas, necesitarás algo de combustible.
Tomo la carne seca con gratitud, complacida cuando los sabores
estallan en mi lengua. Son diferentes de los que mi Tribu utiliza en nuestra
carne, pero siguen siendo buenos.
—Eres el Primer Oficial de Wendy —murmuro, sonriéndole. Le he
visto trabajar a menudo con Wendy, a veces con otro hombre a su lado que
siempre había supuesto que era su amante, por la forma en que se mueven
el uno alrededor del otro. Smee y Pete son una de las parejas que he visto
mientras todos permanecemos en el Clan, otro conjunto de pensamientos
felices.
Me pregunto cuándo los pensamientos felices llegarán a ser demasiado.
—Lo soy —asiente—. Por eso sé lo que debes haber pasado mientras
estabas en Roca Calavera. —Sus ojos inteligentes se encuentran con los
míos—. Quédate con toda la bolsa, Jefa. La necesitas.
Cierro los ojos e inclino la cabeza hacia arriba, sintiendo el aire salado.
No estamos lo suficientemente lejos de la tierra como para que el sol
atraviese Roca Calavera, pero puedo verlo en la distancia, y casi puedo
imaginar que es una época diferente, que no estamos en problemas y que
todos están a salvo.
—Te debemos las gracias —murmura Smee, y yo le devuelvo la
mirada, frunciendo las cejas.
—¿Qué quieres decir? —No he hecho nada importante, no para
merecer la gratitud que veo brillar en su rostro.
—Todos sabemos que Nunca Jamás está en problemas. Esperábamos
que Wendy luchara por nosotros, porque así es ella. Pero tú y Campanita
no tienen que unirse. Sé a lo que han renunciado para hacer esto, para
entrar en una isla de fantasmas, para luchar contra nuestros enemigos. —
Sonríe—. Te mereces cada onza de gratitud que pueda darte.
Un coro de: aye, recorre la nave, dándole la razón, y yo miro a mi
alrededor sorprendida. No me había dado cuenta de que alguien estaba
escuchando, y se me hace un nudo en la garganta al ver cuántos me miran
con la misma expresión.
—Sí —añade Wendy, sonriendo, y luego le da un codazo a Garfio hasta
que él dice lo mismo.
—Es lo correcto —musito, volviendo a mirar a Smee.
Él sonríe. —Es lo más humano que se puede hacer.
Oigo las palabras que no dice, que quizás, Wendy no es la única a la
que le queda humanidad dentro.
La idea me alivia más de lo que esperaba.

Atracamos el Cazador de Estrellas y volvemos al Clan, vigilando todo


el tiempo. March y yo nos mantenemos atentos a cualquier señal del
Cocodrilo, pero conseguimos volver al Clan sin incidentes. Por un
momento, me confunde. Somos objetivos principales en el bosque, y
Wolfbane tiene que tener a los Perdidos vigilando nuestros movimientos
de alguna manera, si no es él mismo. El hecho de que logremos regresar
sin problemas es suficiente para ponerme nerviosa. ¿Qué está planeando
para dejarnos pasar tan fácilmente? ¿Qué es lo que viene?
Estoy curada una vez que tocamos tierra, aunque todavía cubierta de
sangre, mi ropa arruinada con las manchas rojas y las marcas de garras que
parten partes de ella. Tendré que buscar un nuevo atuendo pronto, pero
entrar en el Clan tan cubierta de rojo como estoy provoca más pánico que
las manchas de sangre de March. Está claro que me ha ido peor que a
March al mirar entre nosotros.
—Estoy bien —me apresuro a tranquilizarlos cuando entro. March no
tiene tan mal aspecto como yo, pero su camisa cuelga hecha jirones
alrededor de sus hombros. Veo que más de un ojo se abre cuando ven sus
cicatrices, cuando se dan cuenta de lo brutal que es la Liebre de Marzo,
pero realmente me sorprende cuando veo las reacciones de los demás
habitantes del País de las Maravillas ante las cicatrices. Parece que ni
siquiera ellos sabían que las tenía.
—¿Son de ahora? —pregunta White, con las cejas fruncidas—, ¿o
siempre las has tenido?
—Aparecieron más o menos cuando me eligieron como Guardián de
los Recuerdos —admite March, cogiendo una camisa que le ofrece uno de
los Piratas, agradecido. Se cambia rápidamente, ocultando las cicatrices de
las miradas indiscretas.
—Vengan —murmuro, haciendo un gesto para que ellos y los demás se
reúnan alrededor del fuego. Se ha convertido en una costumbre, incluirlos
a todos en el círculo—. ¿Está bien Aniya?
—Está bien —dice Bear, sonriendo—. Estamos tomando el té con sus
criaturas. Puedes agradecérselo al Gato.
Mis ojos se posan en Cheshire, el más rudo de los Maravillas, y alzo la
ceja.
Se mueve incómodo. —¿Qué? —gruñe—. A las niñas les gustan las
fiestas del té.
Cal intenta ocultar su sonrisa, pero al final tiene que girar la cabeza
para hacerlo, o arriesgarse a que el gran y malvado Gato Cheshire vea lo
adorable que le parece.
—Gracias por tomarte el tiempo de enseñarle —le susurro. No intento
ocultar mi sonrisa, porque esa imagen siempre tendrá algo de adorable en
mi cabeza.
Cheshire asiente, y yo vuelvo mi atención a los demás.
—Cuando entramos en Roca Calavera, intentamos permanecer juntos,
y lo conseguimos, pero finalmente, se hizo más peligroso permanecer
juntos que separarse.
—Te habrían atacado con el doble de fuerza para apartarte —dice
Garfio, asintiendo—. No les gusta cuando consigues durar.
—Sí, no les gustó nada. Pero mientras estábamos separados, me recibió
un fantasma.
—¿De quién era la cara que llevaba? —pregunta Wendy, y hay simpatía
en su rostro, porque ya lo sabe. Peter se sienta al otro lado del fuego, con
los ojos empañados, como si estuviera en otro lugar de su mente. No tengo
que responder a Wendy. Ella asiente con la cabeza en señal de
comprensión—. ¿Qué ha dicho?
—En realidad hicimos un trato. Los fantasmas de Roca Calavera
sorprendentemente deseaban hacer tratos hoy. Nuestro trato fue que, una
vez que acertara una pregunta, él tendría que dejarme ir.
—¿Y si te equivocabas? —pregunta White, con sus ojos puestos en los
míos.
—Entonces me atacaba su Sombra. —Peter levanta la vista ante mis
palabras, su cara se tuerce dolorosamente al darse cuenta de a qué me
había enfrentado exactamente. Wendy lo había sabido enseguida, pero
Peter, apenas parece saber nada.
—¿Cuántas respuestas erróneas has obtenido? —Júpiter se inclina
hacia delante para escuchar mejor mi respuesta, su curiosidad la domina.
Me gusta más saber que estuvo dispuesta a pisar ella misma la Roca
Calavera, aún sabiendo que su inmortalidad no habría resistido a los
fantasmas de allí.
—Dos. Acerté la tercera. Pero luego dijo que no había dicho cuándo me
dejaría ir, así que me quedé atrapada allí hasta que tuve ayuda. —Mis ojos
se dirigen a Wendy y ella sonríe—. Decidí pedir la ubicación de la puerta
en mis preguntas, porque si la encontramos, podemos estudiarla y
averiguar cómo abrirla.
White asiente.
—Eso es inteligente. Una vez que la encontremos, podremos descubrir
a partir de ahí.
—Primero pregunté si estaba en los dominios de Wendy, pensando que
el mar es el único lugar que no hemos podido explorar de verdad. —
Wendy se anima—. Pero eso fue un error. Luego pregunté si estaba en los
dominios de Campanita o en los míos, pensando que tal vez se nos podía
escapar. Pero eso también fue un error.
—Lo que deja un dominio que los tres no tocamos —murmura
Campanita, suspirando—. Preguntaste si estaba en el dominio del
Cocodrilo, ¿no?
—Lo hice. —Aprieto el puño a mi lado, pero los dedos de March
enderezan los míos, quitándome parte de la tensión—. La puerta que
buscamos está en el Lado Oscuro de la isla.
Garfio maldice, sus palabras son mucho más ásperas de lo que nunca le
he oído al pirata, lo que ya es mucho decir. Los hombros de Campanita se
encogen visiblemente, pero no lo suficiente como para que alguien que no
la conozca lo note. Yo solo lo veo porque la estoy mirando. Wendy y Peter
reaccionan poco, como si no les sorprendiera, pero sé que, en el caso de
Wendy, es una perspectiva pesimista. En el de Peter, es simplemente
adormecimiento.
—Eso es malo, ¿verdad? —pregunta Atlas, levantando la ceja. No lleva
puesta la armadura con la que vino, la mayoría no la lleva, así que la
visión que hace con una camiseta negra y unos vaqueros rotos me hace dar
un respingo.
He descartado que el Berserker esté aquí, pero tal y como está, su
poder se filtra en oleadas. Peligroso, gritan mis instintos, pero miro hacia
otro lado. Hay cosas más importantes de las que preocuparse ahora mismo.
—El Lado Oscuro es donde residen el Cocodrilo y los Perdidos —
respondo—. Y la última vez que March y yo estuvimos allí, fuimos
testigos de una tormenta de quimeras.
Júpiter suspiró con fuerza.
—¿Qué posibilidades hay de que las quimeras ya no estén allí?
—¿Hay alguna forma de medir eso? —Cal sacude la cabeza—. Se
supone que no hay quimeras aquí en absoluto.
Todos empiezan a hablar a la vez, sus voces se mezclan hasta que no
puedo distinguir una de otra. Me hace palpitar la cabeza y, después de la
terrible experiencia en Roca Calavera, solo deseo tumbarme y descansar,
tal vez incluso sentarme con Aniya durante unos minutos y preguntarle a
qué criaturas ha llamado esta vez. Aunque mi cuerpo está curado, todavía
me siento agotada después de luchar contra fantasmas que ni siquiera
estoy segura de que sean reales.
—¿Está todo bien? —me susurra March al oído, sus dedos aprietan un
poco más los míos para tranquilizarme.
Asintiendo, sonrío suavemente a la Liebre. —Solo necesito descansar
un poco más.
—Nos retiraremos justo después de que terminen... —March inclina la
cabeza, sus orejas se agitan, sus palabras se interrumpen mientras se
concentra.
Los demás siguen hablando, pero yo me doy cuenta. Frunciendo el
ceño, empiezo a escuchar también, intentando oír lo que sea que hace
March. Al principio, no puedo distinguir nada por encima de las voces que
nos rodean, de los otros tratando de idear un plan para colar a tanta gente
por el Lado Oscuro, pero cuanto más escucho, más determino que algo va
mal.
Tic. Tic. Tic.
Me pongo de pie, girando la cara hacia el viento, e inhalo el aire. El
aroma del pantano, de la decadencia, de la magia recubre mi lengua.
—Silencio —siseo, y todos se callan.
Campanita y Wendy están de pie conmigo, con las orejas inclinadas
igual que las mías.
Tic. Tic. Tic.
—Suena como un reloj —murmura White.
Y un reloj en el País de Nunca Jamás solo puede significar una cosa.
—¿Dónde está? —gruñe Garfio, girando en círculos, tratando de ubicar
la dirección, pero no me concentro en eso.
Mis ojos están fijos en la valla que rodea el Clan, los grandes árboles
afilados en punta que sirven de barrera. Lo estoy mirando cuando el
primer grupo de cuernos alcanza la cima de la valla y cae en el único lugar
donde no hay guardias. ¿Por qué no hay guardias allí?
—¡Es un ataque! —grito, y las alarmas suenan, grandes gritos de eco
cuando el Clan hace sonar la alarma. En los tres segundos que tarda en
sonar, los Perdidos caen por el borde y se derraman dentro de la abertura,
abrumando a los guardias de la entrada.
Me giro, mis ojos buscan un lío de pelo negro, y encuentro a Aniya
apoyada contra una de las casas, Bear protegiéndola, pero algunos de los
Perdidos convergen sobre ellos mientras yo observo. Se me agarrota el
pecho. Si le pasa algo a Aniya...
—¡Vete! —gruñe March, empujándome hacia la casa, su rostro se
transforma en algo mucho más salvaje que una liebre común. Saca su
propia espada y salta sobre el Perdido más cercano, dejándolo caer
rápidamente, antes de ir a por el siguiente.
Corro, pero con piernas humanas sería demasiado lenta, así que, sin
pensarlo, mi cuerpo se transforma y cambia, convirtiéndose en la bestia
que siempre escondo bajo mi piel. Mis huesos estallan demasiado rápido,
mi visión se llena de amarillo, y el cambio es mucho más doloroso de lo
que suele ser, pero no me importa.
Lo único que importa es asegurarse de que Aniya esté a salvo. El
rugido sale de mi garganta segundos después y estoy volando por el Clan
con el tiempo justo para arrancar a los tres Perdidos que arrinconan a mi
general y a Aniya. Me niego a permitir que ella perezca en este mundo,
especialmente a manos de bestias.
—¡Makau! —exclama Aniya, sonriendo incluso cuando las criaturas se
posan sobre sus hombros y se enroscan alrededor de sus pies. Una
serpiente que normalmente me preocuparía por su veneno se enrosca
alrededor del tobillo de Aniya, siseando a cualquier cosa que se acerque
demasiado. Al menos no me sisea a mí. Aniya me sonríe, sin preocuparse
por las criaturas que le ofrecen su protección.
—Quédate cerca —gruño, volviéndome con las garras afiladas para
enfrentarme a cualquier otro Perdido que se atreva a acercarse a mi hija.
No lo hagas, me reprendo. No lo admitas o los demás se enterarán.
March se arremolina ante mí, con una espada de aspecto malvado en
una mano, la otra afilada con las largas garras que había visto en las
quimeras. Corta a cualquier Perdido que logre esquivar a los demás, un
nivel más de protección para Aniya. Todo se convierte en un caos, el
número de Perdidos crece cada vez más, hasta que me sorprende la
cantidad que el Cocodrilo tiene a su disposición. Este no es un ataque
como los otros. Esto parece desesperado, un ataque destinado a acabar con
nuestra gente.
Uno de los Perdidos agarra a Wendy y trata de arrastrarla, pero veo
cómo Garfio corta una hoja curva de aspecto mortal en el cuello de la
criatura, cortándole la cabeza. Muchos luchan, los Piratas, el Clan y la
Tribu, todos trabajando juntos para mantener a los Perdidos a raya. Peter,
se encuentra en el centro de todo, sin ser tocado por tantos, con sus ojos
fijos en mí mientras lucho contra los que se atreven a acercarse a Aniya.
Cuando un Perdido se acerca demasiado, extiende unas manos mortales y
chupa la vida de la criatura, un proceso que nunca he entendido. El Perdido
cae al suelo, con cristales rojos brotando de su piel seca como una
enfermedad.
Tic. Tic. Tic.
—Ya viene —gruño. Cuando llevo la piel de la vesper, es una
sensación diferente a la de caminar como Tigrilla. Como la criatura, mis
sentidos son más agudos, mi visión se tiñe de amarillo para resaltar más
detalles, así que cuando el Cocodrilo atraviesa la entrada del Clan, lo sé de
inmediato. Me concentro en él y un gruñido sale de mi garganta.
Lleva su piel de cocodrilo y, si le creo, se ve obligado a llevarla casi
siempre. Pero nada de eso importa en mi mente. Lo que importa en este
momento es el hecho de que Wolfbane pone en peligro a Aniya, pone en
peligro a mi gente, y no voy a dejar pasar eso.
Me lanzo al aire con grandes golpes de ala, sabiendo que Bear y March
mantendrán a mi hija a salvo, apuntando al Cocodrilo.
—¡Lily, no! —March. Su voz llega a mis sensibles oídos, pero no le
presto atención. Solo tengo una misión en mente, y es castigar a Wolfbane,
destrozarlo.
Wolfbane levanta la vista cuando me acerco y su rostro se tuerce en
una sonrisa de cocodrilo.
—¡Hermana! —exclama como si no estuviéramos en bandos opuestos
de esta guerra, anunciando a todos los que están a distancia de oír.
Oigo a algunos de los otros jadear de sorpresa en medio de su lucha,
pero segundos después me abalanzo sobre el Cocodrilo, inmovilizándolo
contra los árboles de la valla. Sorprendentemente, la valla aguanta nuestro
peso cuando nos golpeamos contra ella, mientras yo extiendo mis garras y
las clavo en la madera, atrapando a Wolfbane rápidamente.
—Te atreves a venir a amenazarnos —le gruño en la cara. Estoy
enfadada, muy enfadada, y no quiero otra cosa que castigar.
Pero debería haber sabido que no puedo mantener a Wolfbane
inmovilizado por mucho tiempo. Antes éramos iguales, nuestros poderes
eran tan fuertes como los del otro. Aunque todavía no era una Hija y me
hice más fuerte al ser Elegida, el Cocodrilo es maduro con el poder de
Nunca Jamás, con la fuerza vital que ha estado desviando de alguna
manera.
Habría sido otro líder como Garfio si no hubiera hecho un trato. Golpea
su antebrazo contra mí, empujándome hacia atrás lo suficiente para
liberarse, así que empujo hacia atrás con su fuerza, separándonos
completamente. Entonces empezamos a rodearnos como tiburones.
Mantengo mis ojos fijos en él, observando sus puntos débiles, al igual que
él hace conmigo.
—¿Por qué no nos enfrentamos en carne y hueso? —provoca Wolfbane
—. Como en los viejos tiempos.
Curvo el labio. —Tú primero, Cocodrilo.
Esperaba que fuera un truco. En cambio, Wolfbane se transforma ante
mis ojos, convirtiéndose en el hombre con rapidez, felizmente. Mira a
Wendy, como si quisiera ver si lo está observando. Cuando encuentra su
feroz ceño mientras le corta la cabeza a un Perdido que intenta agarrarla,
vuelve a mirar hacia mí mientras seguimos dando vueltas.
—Ella nunca te amará —siseo, transformándome de nuevo en mí
misma. Siento mi cansancio después de todo, pero me niego a mostrarlo.
Necesito descansar, comer, después de esto, si soy capaz—. ¿Por qué
perder el tiempo?
—No es una pérdida de tiempo —gruñe—. Ella puede odiarme todo lo
que quiera, pero hay una delgada línea entre el amor y el odio. Si no es
verdad, nunca podría amar al pirata.
Me río, porque Wolfbane suena tan ingenuo, aunque ahora camine
como un hombre.
—Todo esto por una mujer que nunca te amará, una mujer demasiado
humana para amar a un verdadero monstruo.
Wolfbane me ataca primero, tal como sabía que lo haría. Todos
sufrimos de orgullo, pero Wolfbane más que la mayoría, el poder dentro de
él deformando todo lo que es. Me alejo del lugar un suspiro antes de que
pueda agarrarme, clavando mi codo en su espalda y haciéndole tropezar. A
nuestro alrededor, los Perdidos siguen pululando, atacando a mi gente,
haciéndoles daño, y eso me enfada. Confío en que March cuide de Aniya,
que grite si necesita ayuda, así que concentro toda mi energía en herir a
Wolfbane. No sé si podré asestar el golpe final si se da el caso, pero el
instinto de hacerle daño es más fuerte que cualquier otra cosa.
—¡Es inútil luchar contra esto! —gruñe Wolfbane, siguiéndome, con
sus grandes manos flexionadas—. Este mundo morirá, y como no te unas a
mí, tendrás que morir con él.
Me muevo a un lado, rodeándolo, manteniéndolo en la mira.
—Siempre fuiste tan egoísta, Bane. Siempre preocupado por ti
primero.
—Eso no es cierto y lo sabes.
—¿Lo hago? —Inclino la cabeza—. ¿Sé que eres todo menos egoísta?
El chico que debía ser mi compañero, que debía ayudarme a cuidar de la
Tribu, el chico que huyó para salvar a una chica con la esperanza de que
ella lo amara.
—No soy el único monstruo aquí. —Wolfbane señala con el dedo a
Peter, que se mantiene a un lado, observando a Bane con atención,
esperando una oportunidad para atacar si lo necesito—. Ese imbécil la
tuvo encerrada en su Hoyo durante quién sabe cuánto tiempo. Si yo no la
salvaba, nadie lo haría.
—Wendy habría acabado salvándose. Si hubieras pasado cinco minutos
con ella, lo sabrías —escupo—. En cambio, la has colocado como una
damisela en apuros en tu mente y te niegas a verla como algo más.
—¡Sí, maldito imbécil! —grita Wendy desde un lado en medio de una
patada en el estómago a un Perdido.
—Sé que tu intención era buena entonces, Bane, ¿pero hacerlo de esta
manera, matando a todo un mundo por tu venganza personal? Es egoísta y
tonto.
Las escamas parpadean en la piel de Wolfbane con su agitación. Algo
en la visión me hace tensar, esperando que el monstruo vuelva a salir, pero
todo se detiene cuando siento una pequeña mano que tira de la parte
posterior de mi ropa.
—Makau —dice—. Su criatura está luchando por salir.
Me ahogo y agarro a Aniya, empujándola detrás de mí para protegerla
de los ojos de Wolfbane, pero su mirada sigue fija en la niña que se aferra
a mis piernas, en los animales que la rodean. No sé cómo ha acabado
detrás de mí, pero la preocupación por su seguridad casi me ahoga.
—Estoy detrás de ti —gruñe March, luchando contra más Perdidos, y
entonces los demás se unen a él, protegiéndonos, manteniendo a Aniya a
salvo.
—Una niña —susurra Wolfbane, con los ojos muy abiertos. Puedo ver
el momento en que hace la conexión, el momento en que ve sus ojos. Su
rostro se retuerce con algo mucho más salvaje de lo que jamás he visto en
él—. Tuviste un bebé con mis poderes.
—Ella no es de tu incumbencia —siseo, manteniendo mis dedos en su
hombro incluso cuando se asoma para mirar al Cocodrilo.
Su cara se afloja ante sus rasgos, ante el pelo salvaje que enmarca su
rostro, ante el poder que rezuma, y Wolfbane mira a Peter donde está.
Peter está mucho más cerca ahora, con los hombros tensos mientras
observa a Aniya detrás de mí, con preocupación en su rostro. Está cubierto
de sangre de donde eligió usar sus manos en lugar de su magia en los
Perdidos, heridas en él de su batalla interna en lugar de esta externa, sus
ojos clavados en Aniya primero, la más vulnerable.
—Tuviste un hijo con Peter Pan —raspa Wolfbane en un duro susurro y
es como si todo a nuestro alrededor se detuviera.
La lucha se vuelve silenciosa, todos los ojos puestos en nosotros
cuando las palabras escapan de los labios de Bane, nuestro secreto está a la
vista de todos. Aunque fue un susurro, la pesadez de las palabras podría
haber sido tan fuerte como un disparo.
Campanita se tambalea dónde está, sus ojos pasan rápidamente de
Aniya a Peter y a mí, haciendo las conexiones. Pero es Wendy quien da un
paso adelante. Es Wendy quien mira al Cocodrilo a los ojos.
—Ella no es de tu incumbencia, Wolfbane. —No sé de dónde viene la
pistola. Todos han estado usando espadas y acero para luchar, pero la
Capitana de los Mares de repente tiene una pistola en la mano y apunta al
pecho de Wolfbane—. Te sugiero que cojas a tus Perdidos y nos dejes.
Mi hermano mira entre nosotros.
—¿Levantarías un arma entre nosotros? ¿La protegerías, sabiendo lo
que es?
—Puedo hablar con tu bestia —susurra Aniya, mirando a Wolfbane—.
Dice que antes eras bueno.
Wolfbane retrocede ante sus palabras, físicamente, con los ojos muy
abiertos. Pero antes de que pueda dejar atrás la amenaza, antes de que
Wendy pueda dispararle donde está, el suelo bajo nuestros pies empieza a
rodar y todos tropezamos con la fuerza. Todo tiembla, todo se mueve, y me
vuelvo hacia Campanita confundida.
Parece tan confundida como yo mientras el suelo se agita.
Capítulo 26

DOS MESES DESPUÉS DEL COMIENZO DEL


ENVEJECIMIENTO
Traducido por FerGonz
Corregido por Patty
Editado por Alma Mater

La sensación de los labios de Peter sobre los míos me hace entrar en


frenesí y, aunque sé que es una mala idea, dejo que me consuma. Dejo que
sus manos me levanten contra él. Dejo que me inmovilice contra un árbol.
Reclama violentamente mis labios, su lengua se enreda con la mía en una
batalla de voluntades.
¿Quién de los dos lo detendrá primero? ¿Cuál de los dos dejará que el
otro lo reclame?
Peter y yo hemos bailado el uno alrededor del otro durante décadas, a
veces acercándonos, pero sobre todo permaneciendo en la danza. Al vernos
mayores, las hormonas corriendo desenfrenadamente, algo dentro de mí se
rompe. Necesito probarlo. Necesito sentirlo. Esta es la peor idea que he
tenido, pero aún así parece que no puedo detenerme. Lo he deseado
durante demasiado tiempo, y algo en mí susurra que todos podríamos
morir de todos modos.
De alguna manera, seguimos en el aire, la magia voladora de Peter nos
mantiene en el aire mientras me aprieta contra el árbol. Intento no
cuestionarlo demasiado, creer es la mitad de la magia, pero aún así me
inquieta. Para que no parezca que estoy colgada, rodeo las caderas de Peter
con las piernas y me aprieto.
Gruñe contra mis labios, con un sonido a partes iguales de viciosidad y
deseo. Una de sus manos me amasa el culo donde me sostiene, con sus
grandes dedos extendidos para cubrir el mayor espacio posible. Su otra
mano me rodea la garganta, un poco demasiado apretada para ser sexy. No
puedo morir, así que no es una amenaza. Habla más de la oscuridad de
Peter que de la mía.
Cuando rompe el beso y recorre con sus dientes mi mandíbula, inclino
la cabeza hacia atrás, dándole más ventaja. Mis brazos agarran con fuerza
sus hombros, mis uñas demasiado afiladas, pero él no se queja.
—Esto es una mala idea —me quejo.
Peter me suelta el cuello y empuja mi ropa, empujando mi camisa de
cuero hacia arriba hasta tocar mis pechos antes de hacer lo mismo con mi
falda de cuero. Sus dedos encuentran mi núcleo y lo acarician, sacando un
ronroneo de mi garganta. Gime ante la humedad que encuentra allí, ante el
deseo acumulado por él.
—Lily —murmura contra mi piel y luego se inclina para mirarme a los
ojos. Hay estrellas que se arremolinan allí en las esmeraldas, poder, pero
hay una oscuridad que amenaza con clavar sus garras en su alma. Como
respuesta, hundo mis dedos en sus rizos salvajes y atraigo sus labios hacia
los míos. Puedo salvarle. Si se da cuenta de lo hermoso que es, incluso
con sus trucos y juegos, incluso con su oscuridad, entonces puedo traerlo a
mi luz.
Cuando libera su polla y se introduce en mi interior, centímetro a
centímetro, gimo contra sus labios, la sensación de estar estirada, de estar
llena, es casi demasiado, pero muevo mis caderas contra él de todos
modos. Puedo salvarlo.
El fuerte brazo de Peter me mantiene en alto mientras se balancea
contra mí, mientras mi espalda roza la corteza. Su otra mano toca mi
pecho y lo acaricia, lo tortura. Su magia fluye a nuestro alrededor mientras
la utiliza, mientras nos encontramos en el aire, pero es cuando se inclina
hacia atrás, haciéndonos flotar sobre la nada, cuando el deseo aumenta. No
hay ningún árbol detrás de nosotros, solo los fuertes brazos de Peter que
impiden que me caiga a la tierra mientras flotamos cada vez más alto.
Tengo alas si tengo el tiempo suficiente para transformarme, pero es el
peligro lo que se suma a la experiencia. Ni siquiera me atrevo a
preocuparme.
Gruñe contra mi cuello y su ritmo aumenta, sus empujones son casi
demasiado fuertes, pero me encuentro con él igualmente. Acepto su
oscuridad.
Puedo salvarle.
—Lily —gruñe—. Mi Lily.
—Sí —gimo—. Peter.
Soy una bola de sensaciones y terminaciones nerviosas mientras me
balanceo contra él, encontrándome con su empuje. Es un acoplamiento sin
prisas; esperaba que fuera un frenesí rápido, pero en lugar de eso, nos
reclamamos mutuamente de forma lenta y viciosa. Peter se vuelca en mí,
su lucha, su oscuridad, y yo lo acepto, porque Peter es Peter.
—Te amo. —Sus palabras me dejan helada, pero a Peter no, como si le
incitaran más—. Joder, te amo.
—Peter…
—No lo hagas —gruñe—. No quiero oírte decir que no me amas.
—No lo harás —gimo mientras sus empujones se hacen más rápidos.
—Yo también te amo. —Y entonces no hay más que hablar, sus caderas
chocan con las mías y nos llevan cada vez más alto, tanto en sentido
figurado como hacia las estrellas. Grito de placer mientras él me abraza, y
cuando mi núcleo empieza a apretarle con mi clímax, Peter gruñe con
fuerza contra mí, con su polla retorciéndose dentro y llenándome de calor,
prolongando mi orgasmo. Ambos nos frenamos y nos detenemos,
encerrados juntos por decisión propia, jadeando con fuerza.
—¿Lo decías en serio? —susurra con aspereza—. ¿Lo decías en serio
cuando decías que me amabas?
—Nunca miento —susurro, inclinándome hacia atrás para encontrar
sus ojos—. ¿Lo hiciste tú?
Su mirada explora en la mía, buscando algo en ella. No sé lo que
encuentra, pero no parece feliz por ello, no parece feliz de admitir sus
siguientes palabras.
—Lo dije en serio, Lily.
Puedo salvarlo. Puedo salvarlo. Puedo salvarlo.
Se desliza de entre mis muslos y creo que nos hará volar de vuelta a la
tierra, poniéndome suavemente en pie. Pero Peter Pan es Peter Pan y
aunque solo tengamos sexo y confesemos un amor que siempre hemos
tenido pero que nunca pudimos actuar, él no cambia. Le sigue gustando
jugar a sus juegos.
Alcanzada por mi clímax y aún temblando por nuestro acoplamiento,
Peter Pan me deja caer.

No hay espejos en Nunca Jamás, no que haya podido encontrar. No sé si


eso es a propósito o un efecto secundario de que los niños vienen sin nada
en las manos aquí. Al fin y al cabo, ¿a qué niño se le ocurre coger un
espejo de mano cuando va de aventura? Pero no necesito un espejo para
saber que algo es diferente.
Miro fijamente los diminutos cristales rojos que crecen en mi muñeca,
cristales que solo he visto en otra persona y que ahora brotan de mi piel.
Me los quito con un cepillo, la arenilla de los mismos me hace estremecer.
Después de acostarme con Peter, después de confesarnos que nos amamos,
mi cuerpo se ha sentido raro, incluso inusual. Y por eso le pedí a la Vieja
Madre que viniera a atenderme en mi tienda.
No nos enfermamos en el País de Nunca Jamás, pero esto parece una
especie de enfermedad. Si me muevo demasiado rápido, sufro de vértigo.
Ciertos olores me revuelven el estómago. Los cristales ciertamente no son
normales.
—¿Qué pasa, niña? —La Vieja Madre siempre nos llama niños, aunque
no es mucho mayor que nosotros, pero siempre ha sido la mayor de la
Tribu, la única que siempre ha sido adulta y ha sabido tanto.
—Creo que estoy enferma —admito, mostrándole dónde crece una
nueva mancha de cristales—. Además de esto, también he sentido vértigo
y el olor de la carne que se está cocinando por la mañana casi me hace
salir corriendo.
—¿Todos estos son síntomas nuevos?
—Sí.
Pasa su pulgar sobre los cristales, cepillándolos.
—Estos no dejan sangre. Crecen sobre tu piel, no dentro de ella —
Asiento con la cabeza, ya lo sé—. Cristales rojos —tararea, mirándome a
los ojos.
—Sé lo que estás pensando —murmuro—. Pero puedo salvarlo.
La Vieja Madre coloca su mano en mi vientre y frota. Es una reacción
extraña, que no esperaba de ella. —Niña —murmura, asegurándose de que
la miro a los ojos—. No puedes salvar a alguien que se ahoga
voluntariamente, que no quiere que lo salven. Solo te arrastrarán con ellos.
—Eso no es cierto. Puedo ser lo suficientemente fuerte para los dos.
—Oh, tendrás que ser fuerte de verdad. —Se gira hacia la apertura de
la tienda, dejándome.
—¡Espera! No has dicho qué me pasa. —La agarro de la mano para
detenerla, con la intención de averiguar lo que sabe—. Por favor. ¿Estoy
enferma? Si estoy enferma, si me estoy muriendo, habrá que hacer
preparativos. Tendré que asegurarme de que Bear sabe lo suficiente para
cuidar de nuestra gente.
Sus sabios ojos se clavan en los míos, estudiando mi cara, los
diminutos cristales rojos que crecen a lo largo de mi pómulo y que yo
retiro.
—No te pasa nada, Tigrilla.
—Sí —insisto—. Puedo sentirlo. Estoy sufriendo algún...
—Estás embarazada.
Mi corazón se detiene y tengo que agarrarme al poste de la tienda para
no derrumbarme.
—¿Qué?
La palabra es ahogada, apenas comprensible, pero la Vieja Madre lo
sabe. —Llevas tres meses a juzgar por la inclinación de tu estómago, pero
eso es un poco difícil de ubicar. Supongo que ocurrió hace un mes, cuando
te ausentaste demasiado tiempo del campamento, y con el envejecimiento
de todos, el tiempo está acelerando el proceso.
—¿Estoy embarazada? —Apenas puedo sacar las palabras en un
susurro ahogado, mi mano va a mi estómago.
—Encuentra tu fuerza, Jefa —murmura, con una sonrisa en su rostro
—. La Tribu va a tener su primer bebé.
Un bebé. Mi bebé. Parpadeo.
El bebé de Peter.

—Peter —llamo, manteniendo mi cuerpo detrás del árbol. Ya se está


mostrando y no me había aventurado a salir de la Tribu, no había revelado
mi debilidad a nadie, pero tengo que decírselo a Peter. La Vieja Madre
predice que estoy de algún modo de cinco meses, mi estómago se
redondea lentamente. El resto de la Tribu se ha dedicado a protegerme, a
cuidar de mí, especialmente Bear. El hombre está emocionado por ser tío
del bebé, por ayudar a criarlo. Incluso ahora, Bear y otros tres miembros
de mi Tribu se alejan un poco, por si necesito ayuda. Se niegan a permitir
que me pasee sola por los árboles y no les culpo. Soy vulnerable en mi
estado actual. Sé que lo soy. No dejaré que mi orgullo se interponga en el
camino de mantener al bebé a salvo.
—Peter —vuelvo a llamar desde detrás de mi árbol, justo fuera del
Hoyo. Los cristales rojos intentan trepar por mi brazo, mi proximidad a
Peter hace que se acerquen más rápido, pero los aparto.
—¿Lily? —Oigo su puerta abrirse, siento que mira a mi alrededor.
—¿Dónde estás? Necesito hablar contigo.
—¿Es un juego? Siempre me gustaron las escondidas.
—No, no es un juego. Solo necesito hablar antes de que me veas.
Oigo el crujido cuando se mueve sobre sus cristales, acercándose al
exterior de los árboles.
—No has vuelto a visitarme desde la última vez —reprende,
acercándose—. Empezaba a creer que habías mentido.
—No he mentido, pero Peter, necesito que pienses en las cosas con una
mente abierta ahora mismo. Cuando estábamos juntos...
—¿Dónde, oh, dónde podrías estar escondida?
Resoplo con fastidio.
—Peter, esto no es un juego. No me estoy escondiendo de ti. Solo
necesito que me escuches.
—Te escucho, Lily. —El crujido se acerca y luego se detiene,
indicándome que ha llegado al límite. Está a solo unos pasos de mí, pero
necesito hacerle entender antes de que me vea. Mi corazón se acelera,
latiendo con fuerza dentro de mi pecho.
—Algo pasó cuando estábamos juntos. Algo...
Peter salta por la esquina y aterriza frente a mí, con los brazos
apoyados a ambos lados de mi cuerpo. Mis ojos se abren de par en par al
verle un poco mayor, con sus rizos colgando sobre la frente de la forma
que siempre me ha gustado. Sonríe, pensando que ha ganado algún tipo de
juego, pero no puedo hablar, no puedo respirar, no cuando sus ojos bajan y
se fijan en mi vientre redondeado entre nosotros.
Se aparta como si le hubiera quemado, su cara se tuerce en un gruñido.
—¿Qué es eso? —sisea, con los ojos encendidos.
—Eso es lo que he venido a decirte —susurro con brusquedad—. Pensé
que debías saberlo.
—¿Saber qué? —Me mira fijamente con ojos desorbitados—. ¿Qué te
pasa?
Por supuesto, el chico que nunca quiso crecer no entendería lo que
significa una barriga redondeada. Si la situación no fuera tan extraña,
podría haberme reído. Le tiendo la mano a Peter para que la coja, pero se
aparta de un tirón, sin permitirme tocarlo. Intento que no hiera mis
sentimientos. Está sorprendido. Está asustado. Cualquiera reaccionaría
igual. Solo pretendía que sintiera las patadas del bebé.
—No me pasa nada. —Respiro profundamente—. Cuando tuvimos
sexo, algo pasó. Empecé a sentirme extraña y, de repente, me crecieron
pequeños cristales rojos a lo largo de la piel. —Los ojos de Peter se abren
aún más—. No, no me hacen daño. Se quitan muy fácil, pero fui con la
Vieja Madre a preguntarle si estaba enferma.
—¿Lo estás? —Peter se acerca un paso más—. ¿Te he infectado con
algo?
Su cara se tuerce al darse cuenta de que él podría ser la razón por la
que estoy enferma, así que me apresuro a explicarle.
—No estoy enferma, Peter. —Espero a que me mire a los ojos—. Estoy
embarazada.
—¿Embarazada de qué?
Mi cara se tuerce de confusión.
—Un bebé. ¿De qué otra cosa podría estar embarazada?
—No lo sé. Esto es el País de Nunca Jamás. Podría ser cualquier cosa.
—Duda—. ¿Quién es el padre? ¿Bear? Si hubiera sabido que ya estabas
embarazada, yo...
Miro fijamente a Peter, atónita. Incluso como adulto, parece incapaz o
no quiere hacer la conexión. Es como si no quisiera escuchar las palabras o
enfrentarse a la verdad.
—Peter —interrumpo, dando un paso hacia él—. Peter, para. —Se
calla, mirándome fijamente—. El bebé es tuyo. Estoy embarazada de ti,
pero todo va a salir bien. La Vieja Madre dijo...
—No —gruñe, cortándome—. No. Absolutamente no.
—Peter...
—¡No! —gruñe—. Por mi parte, tienes que deshacerte de él.
—¿Qué? —Me ahogo.
—Soy un puto monstruo, Lily. ¿Qué clase de bebé puedo tener? Mira
cómo crecen mis cristales a lo largo de tu piel, tratando de consumirte. Te
hará pedazos, como lo haría yo. Los monstruos no deberían tener bebés.
—No es un monstruo —siseo—. ¡Es un bebé!
Siento cuando Bear y los demás se acercan, y aunque les hago un gesto
para que se alejen, no se mueven. En lugar de eso, estrechan los ojos hacia
Peter y esperan a ver qué hace. Peter ni siquiera les dedica una mirada.
Durante largos minutos, Peter y yo nos miramos fijamente. Hemos
pasado tanto tiempo como niños, creciendo solo unos meses, que no puedo
imaginar cómo será cuando dejemos de envejecer, si es que dejamos de
hacerlo. El niño que crece en mi estómago no es un monstruo, a pesar de
lo que crea Peter, y me niego a pensar en él así.
—No voy a verte morir, Lily —susurra Peter—. Si lo haces, no
formaré parte de ello.
Bear frunce el ceño hacia Peter, pero levanto la mano para detener las
palabras que sé que quiere decir. Había tenido razón cuando había
argumentado que Peter necesitaba saber. Bear creía que Peter no aceptaría
la responsabilidad, que no querría tener nada que ver con un niño, que no
deberíamos confiarle un bebé. Parece que mi argumento de que puedo
salvar a Peter era equivocado.
—Dijiste que me amabas —murmuro con suavidad.
Su rostro se retuerce con una emoción que nunca he visto en él.
—No he mentido —argumenta.
—Entonces, ¿por qué se siente como si lo hubieras hecho?
Pone un brazo detrás de la espalda, una acción extraña teniendo en
cuenta que nunca le he visto estar tan bien parado, pero no dice nada más.
Peter hace lo que siempre ha hecho y se va por los cielos, evitando las
consecuencias y la realidad. Le observo irse, con cuidado de mantener las
lágrimas que amenazan con derramarse por dentro. No puedo dejar que mi
Tribu me vea, no puedo dejar que sepan lo mucho que me duele.
—Tigrilla —susurra Bear, tomando mis manos y mirándome a los ojos
—. Estaré allí para ayudar.
—Lo sé. —Aprieto los dientes—. Solo pensé...
—Está bien. —Comienza a alejarme del Hoyo—. Todos sufrimos de
pensamientos felices a veces. Es un efecto secundario del País de Nunca
Jamás. Pero concentrémonos en cuidar de ti y del bebé ahora. Ya
resolveremos las cosas como vengan.
Me atraganto con las palabras que quiero decir, no consigo contener las
emociones, pero Bear no me mira como si fuera débil. Nunca lo ha hecho,
y por eso es mi líder. Aunque es peligroso en una pelea, aunque solo es
más débil que yo, su compasión es su rasgo definitorio. Si tan solo nos
viéramos como algo más que un hermano y una hermana.
—Si vuelvo a ver a Pan, podría despedazarlo —gruñe Bear mientras
nos reunimos con los demás y nos dirigimos de vuelta a la Tribu.
—No lo hagas —murmuro. No puedes salvar a alguien que se ahoga
voluntariamente, que no quiere que lo salven. Solo te arrastrarán con
ellos—. Simplemente no quiere.
Y no puedo salvar a alguien que no quiere ser salvado.
Por mucho que lo desee.
Capítulo 27

Traducido por Amorfoda


Corregido por Prometeo
Editado por Alma Mater

La tierra tiembla y se mueve bajo nuestros pies, haciendo perder el


equilibrio de todos.
—¿Qué estás haciendo? —gruñe Wolfbane, mirando entre Wendy,
Campanita y yo como si tuviéramos el control del terreno de juego—.
¿Qué nuevo poder es este?
Campanita sisea a mi hermano, y él se estremece. Honestamente, cree
que lo estamos controlando, y me sorprende aún más cuando da media
vuelta y pide una retirada.
Wolfbane tiene miedo de nosotros, de lo que cree que estamos
haciendo, pero lo que más me asusta es que no somos nosotros los que
causamos el temblor. Algo más lo hizo, y esta nueva amenaza no proviene
del Cocodrilo, lo cual es evidente por la forma en que corre.
Mientras Croc y los Perdidos vuelven a trepar por los muros y
desaparecen, dejándonos con el desastre de la batalla y el estruendo de la
tierra, miro a mi alrededor confundida incluso mientras sostengo a Aniya
cerca.
March se agarra a mí y terminamos protegiéndola entre nosotros,
manteniéndola a salvo de cualquier cosa que pueda caer. Lentamente, el
temblor se detiene y respiro aliviada, pero es prematuro. Nunca Jamás
nunca ha temblado antes, así que no sé qué esperar. Ciertamente no espero
que nadie tenga una reacción de sorpresa.
Campanita jadea y tropieza tan repentinamente que todos nos
agachamos esperando un ataque. Su mano se cierra sobre su corazón, el
dolor grabado en su rostro incluso mientras se agarra del árbol más
cercano para estabilizarse. Observo cómo comienzan a aparecer líneas
negras en su piel, a lo largo de su cuello y hombros, que brillan hermosas
donde antes no había tenido ninguna.
Atlas da un paso hacia ella, como si quisiera ayudarla, pero Cal lo
detiene, sin saber si tomará la ofrenda como un insulto.
—Campanita —murmura Wendy, moviéndose hacia el hada—. ¿Qué
ocurre?
Sus ojos rosados miran a Wendy y luego se encuentran con los míos,
asegurándose de que estamos escuchando.
—El corazón —susurra—. El corazón se está muriendo.
Mi sangre se hiela. —¿Como si tuviéramos tiempo o en este mismo
segundo?
—En este preciso instante.
Y luego todo y todos vuelven a estallar en caos.

PETER PAN
Veo como Campanita tropieza y sé lo que significa. Sé lo que
significan las líneas negras que comienzan a aparecer en su piel como
tatuajes.
Lo he visto todo antes, una vez, escrito en las estrellas. En esa profecía,
lo he visto todo, aunque no tenía sentido para un niño que insistía en
seguir siendo un niño. Ahora, la profecía que descarté hace mucho tiempo
comienza a moverse, y sé lo que se debe hacer.
Conozco mi papel, aunque los demás no lo sepan.
Tenemos que salvar el corazón hasta que Wendy pueda encontrar la
puerta.
—Llévanos al corazón.
Campanita levanta la vista ante mi demanda, el filo en mi voz, y
cuando espero que pelee conmigo, que canalice a la Reina Hada que es,
asiente y logra enderezarse.
Wendy y Garfio toman posiciones a su lado, apoyándola, cuando nunca
he visto a la Reina permitir que nadie la apoye en todos los años que la
conozco. Debería ser impactante, pero no lo es. Tiene que sentir el poder
menguante, el aire teñido de muerte que persiste a nuestro alrededor.
Si el corazón muere, Nunca Jamás muere y hay dos personas que
quiero que sobrevivan.
Campanita grita de dolor, por lo que sea que esté sintiendo. Como
Guardiana del Corazón, el dolor debe ser grande si la tierra está ardiendo y
muriendo. El hecho de que esté de pie todavía muestra su fuerza.
Todos, los Piratas, las Hadas y la Tribu, entran en pánico a nuestro
alrededor, gritando, sin saber qué hacer. Júpiter y White intentan
calmarlos, intentan reducir el caos, pero es difícil hacerlo cuando no saben
lo que están tratando de frenar.
El corazón se enciende de nuevo y tropiezo, su poder está directamente
relacionado con el mío, pero tenemos que seguir adelante. Tenemos que
seguir adelante si queremos tener más tiempo.
Tigrilla le entrega Aniya a Bear, la única otra persona en la que confío
para proteger a la niña, y observo el intercambio. Iría con ella, si pudiera,
la niña que ve estrellas cuando me mira, pero no hay tiempo.
Ojalá hubiera más tiempo.
Puedo salvarlos. Puedo salvarlos. Puedo salvarlos.
Campanita nos lleva a los árboles y a la entrada de una cueva oscura
que ni siquiera sabía que existía aquí, pero tiene sentido.
El corazón debería estar cerca de donde reside Campanita, y la razón
por la que el Clan está estacionario cuando los demás no lo están de
repente parece mucho más inteligente de lo que jamás pensé. Estoy
agradecido por ello ahora, ya que no tenemos que ir muy lejos para
alcanzarlo.
Una luz roja pulsante proyecta extrañas sombras a lo largo de las
paredes, extendiéndose por el suelo. Incluso el pulso parece apagado, no
un patrón constante, más como un latido de pánico.
—Adentro —dice Campanita con voz áspera—. Tenemos que entrar.
Nos movemos juntos, el Berserker, Cal y su compañero detrás de
nosotros, la extraña Liebre que le dio a Lily su corazón, las Hijas, Garfio y
yo. Formamos un grupo extraño cuando entramos en la oscuridad, cuando
doblamos la esquina y vemos el gran cristal rojo en el pedestal en el
centro.
Es del tamaño de una cabeza, tallada aproximadamente en la forma
anatómica de un corazón humano. La luz pulsante proviene de su interior.
—¿Eso es todo? —pregunta Cheshire, frunciendo el ceño—. Esperaba
algo más grande.
—Lo que le falta en tamaño, lo compensa en poder —murmura
Campanita, avanzando para colocar su mano sobre el corazón. Pulsa con
su poder mientras lo empuja hacia adentro, pero no hace nada. La luz del
cristal comienza a desvanecerse ante nuestros ojos, el ritmo se vuelve cada
vez más lento.
El Berserker da un paso adelante y empuja su gran hacha de batalla en
un soporte en su espalda, sosteniendo sus manos alrededor del cristal. —
Creo que puedo estabilizarlo durante unos minutos, mientras decides qué
hacer. —Todos observamos cómo la luz brilla de nuevo y se mantiene,
bajo los músculos tensos de Atlas.
No sé cómo sabe hacerlo, o cómo es capaz de hacerlo con sus poderes
que no son de nuestro mundo, pero está claro que está funcionando de
alguna manera.
—Ten cuidado, Attie —murmura Cal, y cuando ella se adelanta para
ponerle la mano sobre los hombros, el corazón se enciende más. Ella jadea
y agarra a Cheshire, acercándolo, añadiéndolo, hasta que Atlas se esfuerza
un poco menos, hasta que comparten la responsabilidad entre ellos.
Lentamente, me giro hacia Tigrilla y la miro a los ojos.
Sé lo que debo hacer.
Está escrito en las estrellas.
TIGRILLA

Observo con sorpresa a Cheshire, Cal y Atlas sosteniendo el corazón de


Nunca Jamás lo suficientemente firme como para que podamos idear un
plan. Nunca esperé que fueran capaces de ayudar de esa manera, y ahora
que lo son, la gravedad de la situación me golpea.
Todos vamos a morir.
Mi hija, la primera niña nacida en Nunca Jamás, se va a morir porque
no podemos detenerlo. La mano de March se entrelaza con la mía,
ofreciéndome consuelo, y estoy a punto de girarme hacia los demás para
que podamos idear un plan, pero mis ojos se fijan en Peter cuando se
vuelve hacia mí, en la expresión de su rostro.
—¿Peter? —Inclino la cabeza y algo dentro de mí se rebela contra su
expresión, pero no sé por qué.
Se acerca y me toma la mano, así que los agarro a él y a March al
mismo tiempo.
—Nunca mentí —susurra—. Solo quiero que lo sepas.
Mi pecho se aprieta. Puedo sentir los ojos de todos sobre nosotros,
puedo sentir que escuchan, pero no me importa. Puedo sentirlo. Este
momento es el momento en que todo cambia, el evento que pondrá todo en
movimiento.
—Lo sé, Peter. Sé que no mentiste.
Se inclina y presiona el beso más ligero contra mi frente. Dejo de
respirar, porque este beso, se siente como un adiós. —Aquí es donde
termina mi destino, Lily —susurra.
Siento que March me aprieta la otra mano, pero no puedo
concentrarme en eso. Mis ojos están paralizados en Peter Pan, en las
palabras que dice.
La ira golpea dentro de mí. Pasamos siglos bailando uno alrededor del
otro, luchando contra la atracción, y luego, cuando finalmente nos
rendimos y admitimos nuestros sentimientos, cuando comenzamos a
crecer, cuando me quedé embarazada, volvimos al baile. Volvimos a fingir
que nunca sucedió, a bailar alrededor del otro, yo ofreciéndole una mano y
Peter negándose a tomarla.
De alguna manera, sé que es por este momento, por lo que sea que ha
sabido todo el tiempo. Pero, aunque hemos tenido siglos para bailar, no
hemos tenido tiempo para amar, y eso me enoja tanto que no puedo
respirar.
—No lo hace —gruño—. Esto no tiene que terminar aquí, Peter.
Da un paso hacia el corazón, para hacer qué, no estoy segura, pero
aprieto mi mano en la suya y aguanto.
—Tienes dos almas gemelas, Lily. Y de uno de ellos, te mereces el
amor que brilla en sus ojos. No mereces ahogarte junto a mí. No te lo
permitiré. Sabía que este momento llegaría desde hace mucho tiempo.
Tienes que dejarme ir.
Sus palabras, tan cercanas a lo que la Vieja Madre me dijo antes,
golpean mi cuerpo, pero ahora que ha llegado el momento, no me atrevo a
soltarlo.
—Lily, tienes que dejarme ir.
—No puedo.
La primera lágrima cae de mis pestañas, lágrimas de ira. Estoy enojada
con Nunca Jamás, con el destino, con Wolfbane por poner todo esto en
marcha. Estoy tan enojada, y aunque no sé qué pretende hacer Peter, sé que
no planea sobrevivir. Aunque estoy usando toda mi fuerza para aferrarme a
él, aunque sé que soy fuerte, Peter siempre ha sido más fuerte.
Lenta, deliberadamente, desenreda sus dedos de los míos y los aparta.
Sus ojos se encuentran con los de alguien por encima de mis hombros,
March, supongo, y fuertes brazos me rodean, sosteniéndome. Otros se
unen, hasta que estoy en los brazos de March, Wendy, Garfio y Campanita,
hasta que todos me apoyan y evitan que siga a Peter.
—¡No te atrevas! —grito, luchando en el abrazo, alcanzando a Peter,
siempre alcanzándolo—. ¡Peter, detente!
—Estoy hecho del mismo poder que Nunca Jamás —murmura,
acercándose al corazón. Atlas, Cal y Cheshire están esforzándose ahora,
tratando de mantener el corazón estable el mayor tiempo posible—. Puedo
darle mi poder para darles más tiempo.
Me mira a los ojos. —Lily, te daré más tiempo.
—Por favor —digo con voz áspera, las lágrimas caen de mis ojos—.
Por favor, no lo hagas. —Sé que es la primera vez que los demás ven mi
llanto, pero una vez que comienzan a fluir, no puedo parar. Estoy
alcanzando a Peter, rogándole que no se vaya, pidiéndole que me elija a
mí.
Por una vez, solo quiero que me elija a mí.
Cheshire y Cal le hacen sitio a Peter. Sé que no entienden lo que está
pasando, sé que solo se enfocan en mantener el corazón firme, pero
todavía se siente un poco como una traición.
Peter no toca el corazón, todavía no. En cambio, se queda de pie a un
lado, sus ojos enfocados en mí, como si grabara mi imagen en su memoria.
—Sé que ya estoy perdido —susurra—. Siempre he estado perdido.
Siempre supe que, en algún momento, Nunca Jamás me tragaría por
completo. —Y entonces Peter Pan hace algo que nunca esperé que hiciera.
Él llora, dos lágrimas corren por sus mejillas. Se cristalizan de
inmediato, y escucho a Wendy jadear, pero no puedo concentrarme en eso
por mucho tiempo, no mientras Peter habla—: Te amo, Lily. Lamento no
haber podido ser nunca la persona que te merecías.
—No —lloro—. Por favor, Peter, no lo hagas. Te quiero.
Otros están llorando, pero no sé quiénes. No me importa saber quién
más se conmueve con nuestro intercambio. Lucho con más fuerza contra
quienes me sostienen, pero, aunque soy fuerte, no soy más fuerte que Dos
Hijas, un Líder y una Liebre de Marzo.
Peter extiende una mano hacia el corazón, pero duda. —Díselo a
Aniya… —Hace una pausa—. Dile que la magia en sus venas moverá
mundos algún día.
Respira hondo y cae otra lágrima. —Te veré al otro lado de las
estrellas, Lily.
Entonces empiezo a gritar, lágrimas calientes y furiosas corren por mis
mejillas, mientras lucho por agarrarlo, pero como siempre, Peter nunca
toma mi mano.
Miro en agonía mientras coloca su mano contra el gran corazón de
cristal e inhala el poder que lo llena. Los demás dan un paso atrás cuando
el cristal brilla intensamente, el poder sale de su centro, rayos dolorosos
que aterrorizan a Atlas, pero yo solo estoy concentrada en la vista de Peter.
Sus ojos nunca dejan los míos mientras lloro y grito, mientras lucho por
llegar a él, mientras desgarro las manos que me mantienen firme. Incluso
cuando la luz se vuelve demasiado brillante para verlo y me veo obligada a
cerrar los ojos, sé que él nunca aparta la mirada de mí.
—¡Peter! ¡Por favor, Peter!
Te amo, Lily…
Cuando la luz se desvanece, cuando podemos abrir los ojos de nuevo,
el corazón brilla como debería, pero donde estaba Peter está vacío.
Él se fue; no queda nada, como si nunca hubiera existido. Los brazos
que me rodean se relajan, todos menos uno, me liberan, y me derrumbo,
sin importarme quién me ve tan vulnerable. March me sostiene mientras
me hago añicos, cuando me doy cuenta del evento monumental que
acabamos de presenciar.
Peter Pan se sacrificó para que tengamos la oportunidad de salvar
Nunca Jamás, para que tengamos la oportunidad de vivir. Él se entregó por
todos nosotros. Y ahora se ha ido, tomado para siempre por la tierra que
nos hizo.
Aunque March está aquí para abrazarme, aunque sostiene mi corazón
en su mano, todavía me duele tanto que no puedo respirar por la agonía.
—Te tengo —murmura March—. Te tengo, Bella Lily.
Pero las lágrimas no paran por mucho tiempo. Me siento allí, en los
brazos de la Liebre de Marzo, tanto enamorada como destrozada, y de
alguna manera todavía viva.
Los demás me consuelan mientras me ayudan a mantenerme unida,
mientras llenan mis grietas con algo que puede mantenerme unida por
ahora. Pero no es hasta que una niña pequeña se abre paso y me abraza
fuerte que puedo respirar de verdad.
—Está bien, Makua —susurra, abrazándome fuerte, uniéndome de
nuevo, llenando mis grietas con oro—. Solo se ha ido para unirse a las
estrellas. —Carl gorjea su acuerdo, y de alguna manera, ayuda.
De alguna manera, soy capaz de respirar.
Capítulo 28

Traducido por Wanda


Corregido por Patty
Editado por Alma Mater

Eventualmente, después de que todo en la cueva se calma y estabiliza,


siento que puedo volver a estar de pie, March me ayuda a levantarme y
salimos lentamente de la cueva. Nadie quiere hablar de ello, preguntar
cuándo Peter y yo nos convertimos en algo. Nadie quiere preguntar si
Aniya es realmente un bebé nacido entre Peter Pan y yo, pero puedo decir
que está en la punta de sus lenguas, listos para preguntar cuando el tiempo
no sea tan grave. No sé cuándo estaré lista para hablar sobre esto, no sé si
alguna vez podré hacerlo. Hay demasiadas cosas ahí, demasiados
remolinos dentro de mí, y no sé cómo empezar a hablar sobre ellos.
March sostiene mi mano de un lado, mientras Aniya sostiene la otra,
ambos ofreciéndome sus fuerzas en diferentes formas. Solo gracias a ellos
soy capaz de inclinar la barbilla hacia arriba mientras salimos de la cueva,
dejando el corazón de esta en su estado actual. Aunque mi cara está llena
de lágrimas y manchas, los ojos de nadie se detienen en mí. Solo Bear
comprende lo que debe de haber pasado cuando sus ojos recorren nuestro
grupo, dándose cuenta de quién falta y por qué parezco tan agitada, pero
los demás miran sabiamente hacia otro lado. Ver a una Hija llorar es
inaudito, pero no puedo preocuparme por ello en este momento.
Hay un círculo en el Clan, los Piratas, Pixies, Faes y la Tribu, todos
bloqueando a dos criaturas con sus armas. Los Perdidos están de pie entre
nosotros, solos, con las manos cruzadas sobre su frente recatadamente,
esperando por nosotros. Parecen despreocupados por el gran número de
armas que les apuntan. Se limitan a esperar en silencio, volviéndose en
nuestra dirección cuando damos un paso.
Los reconozco inmediatamente, pero Cheshire no, porque no es una
criatura de Nunca Jamás. Sisea, el pelaje se transforma a lo largo de su
cuerpo para revelar el animal que hay bajo su piel, mientras se prepara
para saltar hacia las dos criaturas con enormes cuernos, hacia las
amenazas que ve.
—Espera —dice Wendy, levantando la mano, y Cheshire la mira
confundido con sus brillantes ojos azules felinos—. Están aquí para hablar
conmigo —ofrece como razón y Cheshire retrocede, aunque la confusión
sigue ahí.
—¿Esos son...? —La voz de March se interrumpe antes de que pueda
formular la pregunta, pero asiento de todos modos. Sé lo que iba a
preguntar.
—Son los hermanos de Wendy.
March frunce el ceño, con la simpatía escrita en su rostro por la
Capitana de los Mares, y no puedo culparlo. La historia de Wendy Darling
es una de las más tristes de Nunca Jamás, aunque supongo que todos
tenemos algunas tristezas en nuestras vidas. Solo que no todas se han
revelado tanto como la de Wendy, y ahora la mía, supongo. Tengo una
historia triste, también.
Mantengo a Aniya cerca, en caso de que decida correr hacia los
Perdidos por uno de sus caprichos. Sus criaturas vienen de nuestro
alrededor, posándose de nuevo en su hombro ahora que ya no está en la
cueva. Solo Carl, el peligroso pájaro de Nunca Jamás, había entrado con
ella.
—¿Por qué están aquí? —les pregunta Wendy a los dos, su barbilla se
inclina hacia arriba cuando da un paso adelante, siempre fuerte ante el
dolor. Garfio se queda justo detrás de ella, preparado para saltar si los
Perdidos intentan de repente agarrar a Wendy y salir corriendo. Wendy
puede cuidar de sí misma normalmente, pero a estos Perdidos no les
levantará las armas, no si no es necesario.
—Tenemos un último mensaje del Cocodrilo —dice el más grande. Sé
que se llama John por los relatos, pero al más joven, aunque haya crecido
y sea de los Perdidos, lo reconozco de Roca Calavera.
Michael inclina la cabeza, sus cuernos se inclinan hacia un lado. —Un
ultimátum, en realidad.
—Únete a nosotros, y tus amigos se salvarán —termina John.
Hablan entre ellos, como si siguieran un mismo proceso de
pensamiento, y tal vez, lo hacen. El vínculo de los hermanos es tan mágico
como puede ser frustrante.
Wendy suspira y mira hacia atrás. Sé que está considerando una forma
de utilizar el trato a nuestro favor. Nunca se plantearía dejarnos a todos
atrás, a no ser que pensara que el riesgo merece la pena para encontrar una
forma de escapar todos juntos. —¿Se refiere a dejarlos morir a todos en el
País de Nunca Jamás mientras lo dejamos?
—No los matará.
—Lo que ocurra después no es de su incumbencia.
—Ven, hermana —dice Michael, extendiendo una mano con garras—.
Únete a nosotros.
Las manos de Wendy se aferran a sus costados y me doy cuenta de que
está tratando frenéticamente de idear un plan. Sé el momento en que ella
decide que aún no hemos llegado a ese punto, que todavía tenemos otras
opciones. Ahora sabemos dónde está la puerta. Y hemos estabilizado el
corazón. Todavía podemos salvar el País de Nunca Jamás sin encontrar la
puerta. Todavía es una posibilidad.
Te quiero, Lily.
Me sacudo las palabras de la cabeza. No puedo caer en la oscuridad
ahora mismo. Mi gente me necesita. Wendy y Campanita me necesitan.
—Ya no son mis hermanos —murmura Wendy, pero sé que no se lo
cree del todo.
Los Perdidos se mueven de forma antinatural, inclinando la cabeza,
con los ojos del mismo color que los de Wendy. Ignoran completamente al
resto de nosotros, como si no estuviéramos aquí. —Esta será tu última
oportunidad, Wendy. No queremos que mueras —admite uno.
—Así que no lo harás. Pero ya no podemos prometer que los demás no
lo harán. No si no aceptas su oferta.
Wendy da otro paso adelante y la cara de Garfio se tuerce de
preocupación. Sin embargo, no le preocupa que Wendy acepte la oferta. Le
preocupa su mentalidad, su capacidad para ponerse en peligro y
arriesgarse a ser herida. Porque por muy monstruosos que sean sus
hermanos ahora, ella sigue viendo a Michael y a John. Todavía ve a los
niños que trajo al País de Nunca Jamás en un intento de salvarlos.
—¿Fuiste tú? —pregunta, y sus hermanos la miran fijamente, apenas
parpadeando—. Dentro de Roca Calavera. ¿Fuiste tú?
Inclino la cabeza. Sé que los que hemos visto a Michael en la cueva
nos preguntamos lo mismo y todos escuchamos atentamente. Por un
momento, pienso que no van a responder, que no van a admitir ni una cosa
ni la otra, pero entonces habla el más joven, Michael.
—No hay que entender el País de Nunca Jamás, hermana. ¿No lo has
aprendido?
Puedo oír cómo la respiración de Wendy se vuelve errática ante la
admisión que no es una admisión en absoluto. Los Perdidos se giran y se
dirigen hacia la entrada, contentándose con desaparecer entre los árboles.
No me sorprende que los Perdidos no parezcan tan Perdidos como siempre
supusimos, y después de saber lo que tenía Roca Calavera, me pregunto
por la magia que hay en las venas de los hermanos Darling.
—Espera —dice Wendy, y Michael se vuelve para mirar por encima de
su hombro, con sus grandes cuernos de antílope enroscados sobre su
cabeza. Reflejan la poca luz que hay, casi brillando con ella—. ¿Por qué
seguirlo? ¿Por qué hacer esto?
John también se gira, sus cuernos de carnero brillan igual que los de
Michael, pero no habla. Deja que Michael responda.
La sonrisa que se dibuja en la cara del hermano pequeño de Wendy es
trágica, mucho más triste que cualquier cosa que haya visto en un Perdido.
Siempre han sido tan salvajes, casi demasiado salvajes para hacer algo
más que reaccionar con rabia, así que ver esa expresión en la cara de
Michael, hace que me duela el pecho por el niño que una vez fue. Solo
puedo imaginar lo que siente Wendy, pero lo entiendo. Yo también perdí a
un hermano que no murió de verdad.
—No somos más que bestias, Wendy —susurra Michael, la admisión
flotando en el aire mientras se dan la vuelta y desaparecen a través de la
entrada y los árboles, dejando a todos atrás para que miren tras ellos.
La tensión en los hombros de Wendy se desvanece antes de que Garfio
la rodee por la cintura y se aferre a ella, dejando que utilice su fuerza,
porque por mucho que el pirata pueda ser un idiota, sigue queriendo a
Wendy con todo su corazón. Miro de reojo a March y me doy cuenta de
que compartimos algo parecido. De alguna manera, hemos tenido la suerte
de que el amor aparezca en medio de la locura y el caos.
Tienes dos almas gemelas….
—¿Qué significa eso? —pregunta White, con su espada colgada del
hombro. Gotea sangre, así que sé que ha derribado a algunos de los
Perdidos en el ataque. Los habitantes del País de las Maravillas son tan
fieros en la batalla como los del País de Nunca Jamás—. El que sean
bestias.
Respiro profundamente cuando Wendy se vuelve para mirarme. —
Aniya no es la única que puede hablar con las bestias. Ya te lo dije antes.
El otro que podía era… es Wolfbane.
—Y ahora, con el poder del País de Nunca Jamás en su cuerpo, puede
controlar a los Perdidos —termina.
Asiento con la cabeza y miro hacia nuestra gente mientras hacen un
balance de quiénes se perdieron en el ataque y quiénes resultaron heridos.
Hemos tenido suerte. No parece haber una pérdida de vidas tan grande
como esperaba, pero hay muchos cuerpos de Perdidos esparcidos por el
campamento. La vista me entristece. Los Perdidos fueron una vez solo
niños que buscaban un escape, y en lugar de encontrarlo, el País de Nunca
Jamás les dio una vida peor de la que intentaban escapar. A veces, la
aventura no es buena. A veces, no hay escapatoria. Lo único que importa
es cómo lo manejas.
Wendy y Campanita se acercan a mí y me cogen de las manos cuando
Aniya se acerca a Bear y le susurra algo, tal vez sobre lo ocurrido en la
cueva. March se aleja para darnos un momento, las tres Hijas sufriendo
juntas. Campanita y Wendy no dicen nada, pero me alejan del resto, de las
discusiones, los planes y las tareas.
—Tenemos mucho que hacer —murmuro, mirando detrás de mí a los
demás mientras empiezan a ayudar a poner en orden el Clan.
—Y nos pondremos a ello —responde Wendy—. Pero por ahora,
sentémonos un rato entre nosotras. Hace mucho tiempo que no podemos
estar en paz.
Cuando Campanita nos lleva a su sala verde, con flores y macetas
rebosantes de vida, me deja arrodillarme en medio de todo. Wendy y
Campanita se unen a mí, manteniendo nuestras manos unidas, y nos
tomamos largos momentos para simplemente existir.
Al final, las lágrimas corren por nuestros rostros, las de Wendy se
cristalizan y añaden brillo al salón, pero estamos en paz, al menos por el
momento. Nadie verá nuestros rostros. Nadie sabrá el dolor que
compartimos entre nosotras mientras lloramos, por tanto. Lloramos por
los hermanos de Wendy, por su juventud que les fue arrebatada, por su
humanidad. Lloramos por el roce de Campanita con la muerte, por el roce
de nuestro mundo con la muerte, y por el corazón que tiene el tiempo justo
para permitirnos entenderlo todo.
Lloramos por la pérdida de Peter Pan, por el niño que se creía tan
monstruoso que nunca pudo ver la luz.
Las grietas de mi alma brillan con el amor que fluye en ellas, el
vínculo que tengo con Campanita y Wendy se hunde en mi piel, y respiro
un poco más tranquila.
Te veré al otro lado de las estrellas. . .
Capítulo 29

Traducido por Wanda


Corregido por Patty
Editado por Alma Mater

CLARA BEE

Desde lo alto de la casa del Sombrerero, contemplo la estampida de ñus


que arrasa el País de las Maravillas. Normalmente, no intentaría hacer
equilibrio en la azotea, pero tiempos desesperados requieren medidas
desesperadas. Los ñus deberían ser preocupantes. ¿Una estampida de
criaturas corriendo por el País de las Maravillas? Eso es motivo de alarma,
y lo sería, si estos fueran algo más que ñus ordinarios. No hay magia en
ellos, y las pobres criaturas están tan confundidas por el peligroso mundo
en el que han caído, que no pueden evitar correr.
—No entiendo —le murmuro al Sombrerero. Dondequiera que
miremos, hay criaturas en el País de las Maravillas que no pertenecen a él.
Lo primero que pensamos fue en comprobar si las puertas de White
estaban abiertas de alguna manera, pero están cerradas tan fuerte como
siempre, y sin White aquí, no podemos comprobar más si las cosas son
normales.
El Sombrerero está a mi lado, con los ojos entrecerrados en el grupo de
criaturas antes de mirar al cielo. A lo lejos, casi parece que hay un dragón
volando. En el País de las Maravillas no hay dragones; tenemos
Jabberwockies, pero no deberíamos tener ninguno en este momento. Lo
sabríamos si fuera Flam volando por ahí. Una criatura con plumas rosas
parecida a un dragón es difícil de pasar por alto.
—Nunca he visto nada como esto —admite el Sombrerero—. Ni una
sola vez. Y también me colé en el Más Allá para preguntarle a la vieja
Reina. Nada. Nadie ha oído hablar de gente y criaturas de otros mundos
que acaben en el País de las Maravillas al azar, sin razón alguna.
—Tenemos que encontrar de dónde vienen y cerrarlo. —Aunque algo
en mi pecho me duele por las criaturas que sé que una vez habitaron mi
mundo, si empiezan a llegar más que animales, tendremos un problema
muy grande. El País de las Maravillas no puede contener la cantidad de
gente que vendría de repente a estudiarlo si supieran de los mundos que
tienen delante de sus narices.
—Tal vez, deberíamos enviar un mensaje a los demás. Puede que
White sepa cómo manejarlo y ellos llevan mucho tiempo fuera. —El
Sombrerero se quita el sombrero de copa y se pasa una mano por el pelo.
Los dos estamos estresados con todo lo que está pasando. Después del
incidente de la araña de la taza de té, hemos tenido que lidiar con otros
objetos inanimados que cobran vida, con extrañas criaturas que pululan
por la casa, con sonidos aún más extraños que resuenan en la tierra por la
noche, y ahora con esta estampida. Si las cosas siguen como hasta ahora,
es posible que nos desborden.
—Espero que no haya pasado nada malo. —No puedo soportar la idea
de que les pase algo a los otros, pero seguramente enviarían una carta si
estuvieran en problemas. Sabríamos si estuvieran en problemas, creo. El
vínculo entre Júpiter, Cal y yo es fuerte. El vínculo entre los Hijos es aún
más fuerte. Si uno muere, lo sentiremos—. Tienes razón, sin embargo.
Deberíamos enviar una carta. —Saco un papel y un bolígrafo de entre el
aire y se lo paso al Sombrerero.
—¿Tuviste eso todo el tiempo? —pregunta, con las cejas fruncidas
mientras toma el papel.
Sonrío. —Sí, por supuesto. Después de todo, soy mágica.
Resopla. —Lo tuviste en el bolsillo todo el tiempo, ¿no es así?
—Puede que supiera o no que tendríamos que enviar una carta. Sigue
siendo mágico —argumento.
El Sombrerero se inclina y me besa la punta de la nariz. Su sonrisa es
sacarina. —Eres pura magia, a pesar de todo, Clara Bee. Nunca podrías
saber lo que significas para mí.
No pierdo detalle cuando el Sombrerero alisa el papel sobre su muslo.
—Te equivocas, querido Sombrerero, ya lo sé; soy yo quien tiene que
demostrarlo.
Él sonríe en respuesta. —Me encanta cuando haces eso.3 —Con el
papel extendido sobre su muslo doblado, el Sombrerero levanta la pluma
—. Queridos Otros, la mierda está golpeando el ventilador. Es el caos y la
maldita destrucción...
—Sombrerero —le digo, tendiéndole la mano para que me dé el papel.
Me hace caso rápidamente, apretando el bolígrafo en mi mano y
enroscando mis dedos alrededor de él, antes de ofrecerme su espalda para
que escriba en ella. Aprieto el papel contra su espalda, pero no me resisto
a acariciar con mi mano su columna vertebral, provocando un escalofrío
en su cuerpo.
—Date prisa, Clara Bee, date prisa. Me gustaría meterte en nuestra
bañera.
—Tus rimas son peores hoy —musito mientras empiezo a escribir.
Normalmente, la locura del Sombrerero se mantiene a raya conmigo cerca.
El estrés de los extraños sucesos en torno al País de las Maravillas debe
estar desgastando su locura. Con cuidado, escribo la carta y la firmo, antes
de hacer un gesto al Sombrerero para que se gire—. Deberíamos
enviársela a White.
Asintiendo, el Sombrerero toma mi mano y ambos cerramos los ojos
por un momento, enviando el pensamiento al aire. No tenemos forma de
saber cuándo les llegará, si es que lo hará a través de los mundos, pero
espero que lo haga. Algo extraño está ocurriendo en el País de las
Maravillas, y necesitamos su ayuda. Espero que todo en el País de Nunca
Jamás vaya bien. Espero que no tengan problemas.
—Ahora —murmuro, tomando la mano del Sombrerero—. Creo que
has mencionado una bañera.
Con los ojos encendidos, el Sombrerero me coge en brazos y me lleva
dentro. Destierro a los extraños animales de mi mente, al menos por un
rato. Ya se desatará el infierno más tarde. Por ahora, solo disfruto del
tiempo que tengo con mi Sombrerero.
Queridos Otros,
la mierda está golpeando el ventilador. Es el caos y la maldita
destrucción…
White,
Algo extraño está sucediendo en el País de las Maravillas. Los
animales de mi mundo y de otros se encuentran de alguna manera dentro
de este. Hemos comprobado sus puertas y siguen tan cerradas como
siempre. Esperamos que todo esté bien en el País de Nunca Jamás, pero en
cuanto termines, necesitamos a todos aquí lo más rápido posible para
averiguar el problema que asola nuestra tierra. Esperemos que sea más un
fallo que un problema, pero es mejor prevenir que lamentar.
Firmado,
CLARA BEE.
Capítulo 30

Traducido por Wanda


Corregido por Patty
Editado por Alma Mater

CHESHIRE

Levanto la vista justo a tiempo para ver que la Reina de las Hadas
vuelve a mirar hacia otro lado y siento lo malo que es la idea en mis venas.
Sé lo que pensará Cal. No le gustará nada. ¿Una Reina Hada mirando a su
hermano? Se pondrá a dar palos, y probablemente me daría una patada en
el culo por haberlo notado y no habérselo mencionado.
Puedo oler el aroma de la sangre en la Reina de las Hadas, que me dice
todo lo que necesito saber. Es peligrosa, y aunque sea una Hija, también
podría ser una amenaza. El poder en el País de Nunca Jamás es diferente al
nuestro en el País de las Maravillas, y si alguna de las Hijas decide de
repente comernos, no estoy seguro de que todos salgamos bien.
—Atlas —llamo, atrayendo su atención. Ha estado tallando un pequeño
pájaro de madera. Sé que tiene la intención de regalárselo a la niña, sé que
ha estado haciéndole algunos cuando tiene tiempo libre, y cualquier
persona normal se habría vuelto loca al verlo, pero yo no soy una persona
normal. Por supuesto, no voy a hablar de ayudar a preparar una fiesta del
té para Aniya. Cuando una niña te pide que te unas a su fiesta del té, te
unes a ella, sin importar si eres el Gato de Cheshire o no.
Cuando el Berserker levanta la vista de su talla, le hago un gesto para
que se acerque. —¿Puedo hablar contigo un minuto?
—Claro, hermano.
Gruño. —Ya hemos hablado de esto. No me llames 'hermano'.
—Pero eres esencialmente mi cuñado —señala Atlas, sonriendo—.
Solo lo he acortado4
5.
Suspirando, me paso una mano por el pelo y vuelvo a mirar hacia la
Reina. —Hermano te hace parecer uno de los idiotas de la calle principal
borracho como una cuba.
—Soy uno de esos idiotas.
—Cállate —gruño—. Sabes lo que quiero decir. Pero no es de eso de lo
que quiero hablar contigo.
—¿Qué es, BIL6?
Necesito un trago, un trago fuerte de algo que me haga enloquecer
durante unas horas. —Mira, solo digo algo porque Cal me matará si no lo
hago, pero tienes que andar con un poco de cuidado cerca de la Reina de
las Hadas. Te ha estado observando, y aunque eso no es una amenaza por sí
mismo, te he visto echarle una mirada a la Pixie a cambio. Te aconsejo que
no te tires a la mujer más peligrosa de Nunca Jamás.
Atlas mira a nuestro alrededor con mis palabras, como si se asegurara
de que nadie más está escuchando. Luego me mira con una mirada que he
visto en Cal, la mirada de: ¿estás hablando en serio ahora? Los hermanos
comparten muchos de los mismos hábitos y puede ser realmente molesto
cuando se confabulan contra ti.
—¿En serio, Chesh? —dice, poniendo los ojos en blanco—. Ya soy un
hombre adulto. Si quiero follar con una pixie, es asunto mío.
—Mira —gruño, mirando también a nuestro alrededor. Cuando veo que
nadie más está escuchando, continúo—: Realmente no me importa con
quién te metas. Desde luego, no le digo a Cal cuántas chicas has llevado en
tu Harley.
—¡Oye! No deberías saber...
—Soy un gato, Atlas. ¿De verdad esperas que no huela tus aromas por
toda la tienda?
Atlas se cruza de brazos, molesto, pero no puede evitar el rubor en su
rostro. Por muy suave que sea, por muy seguro de sí mismo, sigue siendo
bastante fácil hacer que se ruborice. —No es mi culpa que puedas olerlo
—refunfuña.
—Lo que quiero decir es que no me importa con quién te acuestas,
Atlas. Pero me importa si terminas drenado de toda tu sangre, o algo peor.
Si dejas que eso ocurra, dejaré que Cal te traiga de vuelta solo para
matarte de nuevo.
—Al menos, probablemente habré muerto con una sonrisa en la cara —
se burla, olvidando su vergüenza en favor de mantener la alegría en sus
ojos. Nadie tiene un espíritu como el de Atlas, y aunque es fuerte, aunque
es inmortal, eso no lo hace tan invencible como cree.
Poniendo los ojos en blanco, veo a Cal salir de un edificio más alejado,
con los brazos llenos de leña para el fuego. Incluso aquí, se niega a que
nadie la atienda, eligiendo ayudar cuando puede. —Eres tan malo como tu
hermana —le digo a Atlas—. Siempre corriendo de cabeza hacia criaturas
peligrosas.
—Les ha funcionado.
Vuelvo a mirar a Atlas y mi cara se suaviza con sus palabras. No puedo
evitarlo.
Es cierto que a veces soy idiota de primera clase, pero había entregado
mi corazón a una ardiente Diosa en las Guerras Rojas. No he mirado atrás
desde entonces y Calypso tampoco. —Estoy bastante seguro de que Cal
nunca te desearía nada de lo que pasamos, Atlas.
—No te preocupes, BIL. No puedes deshacerte de mí tan fácilmente.
Además, ahora soy inmortal. —Atlas sonríe y me guiña un ojo, y lo
conozco como la mala señal que es, ya que vuelve a tomar asiento y
reanuda su tallado.
Atlas es un hombre maduro, tal y como ha dicho, pero tendré que
vigilarlo, al menos desde la distancia. Cal me matará si le pasa algo al
chico. Por no hablar del dolor que sentiría por perder a otra persona que
me importa. Pero es más fácil esconderse detrás de la excusa de la ira de
Cal que de mis propios sentimientos.
—¿Qué pasa? —pregunta Cal cuando se acerca a mí, con una sonrisa
en la cara. Aunque estamos en una guerra diferente, ayudando a un mundo
diferente, todavía nos las arreglamos para sonreírnos el uno al otro tan a
menudo como sea posible.
—Solo pensando en cómo nos conocimos.
—Oh, ¿se está volviendo profundo, eh? —bromea ella, mirando a Atlas
—. Salvaremos este mundo y luego podremos volver a casa.
—Ya estoy en casa —murmuro, abrazándola y dándole un beso en la
cabeza—. Dondequiera que estés es mi hogar.
—Maldita sea —murmura ella—. No esperaba que te ablandaras
conmigo, gatito.
Gruño contra su pelo y mi cola se enrosca en su cadera. —Sigue
llamándome gatito y descubrirás lo poco blando que soy, Cal.
Inclinando la cabeza hacia atrás, me lanza una mirada llena de
picardía. —Lo que tú digas... gatito.
La echo por encima de mi hombro, su risa me llena los oídos mientras
me dirijo al edificio en el que hemos estado durmiendo.
Y entonces le muestro toda la dureza, y suavidad, que tengo para dar.
Capítulo 31

Traducido por Wanda


Corregido por Patty
Editado por Alma Mater

LIEBRE DE MARZO

Con ojos brillantes mientras levanta una de las tazas de té toscamente


talladas que Cheshire había hecho para ella, Aniya pregunta—: ¿Quieres
más té, March?
Una vez que podamos, le encontraré a Aniya un juego de té digno de
ella, pero por ahora, esto tendrá que servir. Puede que para entonces sea
demasiado mayor para esas cosas, ya que su rostro se está alargando y
adoptando más rasgos de su madre. Parecía más joven cuando la conocí.
Ahora, parece tener unos nueve años, siempre creciendo, cambiando
constantemente. Me parecería confuso para una niña, pero Aniya solo
parece volverse más sabia con cada estirón.
—Sí, por favor. ¡Me encanta el té! —Le quito la taza y la inclino hacia
arriba, frunciendo el ceño al ver el interior vacío. No sé por qué esperaba
que hubiera té allí cuando estamos jugando a fingir, pero me encuentro
decepcionado.
—Tienes que creer —reprende Aniya—. Si crees que hay té, entonces
habrá té.
—Tienes razón. Mis habilidades para fingir están oxidadas. —Vuelvo a
inclinar la taza, creyendo con todas mis fuerzas que hay manzanilla en su
interior y me sorprendo con una salpicadura del té caliente en la cara. Me
sobresalto mientras Aniya se ríe de mi situación, cogiendo su propia taza
de té y dando un delicado sorbo mientras me limpio el líquido de la cara.
—Este lugar está tan loco como yo —refunfuño, sentándome de nuevo
y mirando la taza. ¿Té de mentira que se convierte en real cuando crees en
él? Nunca había oído algo así—. ¿Funcionará con el pastel?
—Si crees que hay pastel, entonces habrá pastel.
Entrecierro los ojos y pienso mucho en una tarta de triple chocolate
con mousse de frambuesa, imaginando el aspecto del glaseado y las
pequeñas bayas de la parte superior. Cuando creo que tengo la imagen
sólida en mi mente, extiendo un dedo para recorrer el glaseado, y
contemplo felizmente el chocolate en mi dedo.
—¡Hay pastel! —exclamo e inmediatamente me pongo a trabajar
cortando algunos trozos.
Aniya vuelve a soltar una risita y mete un dedo en la tarta, probándola,
y sus ojos se abren de par en par ante su dulzura. —¡Me gusta el pastel!
—¿A quién no le gusta el pastel? —Sonrío—. Tendrían que ser unos
paganos para que no les guste esto.
—¿Me voy cinco minutos y tienes a mi hija comiendo tarta de
chocolate?
Inclino la cabeza hacia atrás con una sonrisa, mirando a Tigrilla
mientras está de pie detrás de mí. —¿De qué sirve una Liebre de Marzo
loca si no hace cosas locas? —pregunto—. Además, Aniya es la que ha
revelado que creer en que la comida está aquí la hace aparecer.
Los ojos de Lily se entrecierran. —Eso parece un nuevo poder.
Aniya se encoge de hombros, tomando otro bocado del pastel. —El
poder de la imaginación, tal vez.
Veo como el pequeño pájaro normal baja revoloteando y se sienta en su
hombro, observándome con atención. Ya sé que la gran serpiente se sienta
a sus pies, después de haberla pateado accidentalmente por debajo de la
mesita y haber sido mordido por ella antes. Más criaturas revolotean entre
los árboles más lejanos. La niña se hace más fuerte cuanto más grande es,
pero por suerte, ninguno de los Perdidos aparece. Todavía no. Aunque
tengo el presentimiento de que llegarán si permanecemos aquí el tiempo
suficiente.
—¿Me prestas a tu compañero de la fiesta del té? —pregunta Lily y
aunque Aniya frunce el ceño, asiente—. Lo traeré pronto.
Me pongo de pie, tomando la mano de Lily automáticamente.
—¡Oh, pastel! —Bear sale de la nada y ocupa el asiento que dejo libre,
hurgando en la tarta en la que he puesto mucho empeño con deleite.
—Más vale que quede algo de eso cuando vuelva —advierto mientras
Tigrilla me arrastra.
—Si te quedas dormido, pierdes, Liebre —se burla Bear, y luego Aniya
le da un suave golpe en la mano al coger algunos de los bollos que ella
hace aparecer.
Cuanto más nos alejamos, más se forma una pregunta en mi mente. —
¿Cómo es que tú y Bear nunca… tú sabes?
La Jefa me sonríe. —¿Celos?
—Solo curiosidad. Aunque si quieres atenciones del hombre, no me
opondré a...
—Qué asco —dice ella, arrugando la nariz—. Bear y yo somos más
bien hermanos. Siempre hemos sido amigos, pero cuando Wolfbane
desapareció, él estuvo allí para recoger los pedazos. —Se encoge de
hombros—. Nunca nos hemos sentido románticos el uno con el otro.
—Existen las almas gemelas platónicas, ¿sabes? —señalo—. Es muy
real.
Tigrilla me lleva hasta un tronco caído que da a un acantilado, el mar
infinito de Nunca Jamás ante nosotros. Aunque la tierra es oscura, a lo
lejos, el sol brilla, burlón. Ya veo por qué Wendy y Garfio echan tanto de
menos el mar. Tomamos asiento y acerco a Tigrilla, envolviéndola en mis
brazos. Una parte de la locura que siempre está en los bordes de mi mente
se desvanece cuando ella me toca, y por una vez, el aroma de la sangre no
se queda en el viento.
—¿Crees que todo tiene un propósito? —murmura, quitándose el
tocado y dejándolo suavemente en el suelo antes de rodearme con sus
brazos y apoyar su cabeza en mi hombro.
—He conocido al Destino —respondo, recordando cuando fui Elegido
—. Creo que todo tiene un propósito a sus ojos, pero también pienso que el
Destino tiene muchos hilos y es cuestión de cuál tiramos. A veces, sin
embargo, solo hay una cuerda.
—Peter dijo que vio su destino escrito en las estrellas, y me pregunto
desde cuándo sabía que moriría aquí y lo descartó, solo para morir en un
momento en el que podríamos haber sido algo más.
Suspiro, acariciando mi mano por su columna vertebral. —El Destino
también puede ser cruel, Bella Lily. A veces, se deleita en agitar nuestras
vidas. —Le doy un beso en la parte superior de la cabeza—. Sé que es
difícil en este momento, pero estoy aquí para ti.
—Esa es la cuestión, sin embargo —susurra—. Es duro, sí, pero no
tanto como podría serlo, porque te tengo aquí conmigo, sosteniéndome.
—No estoy haciendo nada. Es tu propia fuerza la que te mantiene
unida. Yo solo soy el alivio sexual.
Ella resopla y me sonríe. —Por eso estabas aquí cuando estabas. El
destino sabía que perdería a Peter y, para asegurarse de que podía
soportarlo, te envió a ti para que me mantuvieras un poco loca. —Su
sonrisa se suaviza—. Tenemos mucho que enfrentar ahora. Tenemos que
salvar el País de Nunca Jamás. Tenemos que derrotar a mi hermano. No
puedo ni empezar a pensar en lo que está pasando Wendy.
—Será un caos —estoy de acuerdo—, pero al final valdrá la pena. —
Me preocupa mi labio, una nueva pregunta aparece en mi cabeza—.
Cuando el País de Nunca Jamás se salve, cuando todo vuelva a la
normalidad, ¿qué será de nosotros?
—¿Qué quieres decir?
Aparto la mirada de sus ojos escrutadores, hacia el océano que acapara
todo el sol. —Soy el Guardián de los Recuerdos en el País de las
Maravillas. Tú eres la Portavoz de los Árboles en el País de Nunca Jamás.
¿Podemos estar juntos? Me encantaría que tú y Aniya volvieran conmigo,
pero tu gente...
—March —me interrumpe, y sus dedos bajo mi barbilla me hacen
volver a mirar a los suyos—. Ya nos ocuparemos de todo eso cuando
llegue. No tiene sentido hacer planes hasta que sepamos el resultado. Pero
a pesar de todo, estaremos juntos. No creas que voy a permitir que
desaparezcas en tu madriguera.
Se agacha y se lleva un puñado de tierra a la mano y observo,
asombrada, cómo empieza a crecer allí una pequeña flor. Pétalos blancos
brotan alrededor del centro, pero uno no crece, dejando un lugar vacío.
Miro a la Jefa confundido.
—Le falta un pedacito —murmura, con una sonrisa curvando sus
labios—. Igual que tú.
Se me derrite el corazón. Se me derrite la sangre. Maravillado, me
siento como un charco de mucosidad en el suelo a sus pies. La acción es
tan dulce que desencadena algo en mi interior, mi locura se enrosca en
torno a mí y me coacciona para que reaccione.
Cómetelo.
Antes de darme cuenta de lo que estoy haciendo, he arrancado la flor y
me la he metido en la boca a instancias de mi locura, masticándola
rápidamente.
Me paralizo al darme cuenta de lo que he hecho y hago una mueca,
pero Tigrilla solo se ríe y me abraza más fuerte.
—Toda mi vida me han llamado Tigre o Lily7 —murmura,
acurrucándose—. Dime, March, ¿crees que soy la flor o la bestia?
Me trago la pequeña flor que será para siempre un símbolo de su amor
por mí y le inclino la barbilla hacia arriba con suavidad, mirándola
profundamente a los ojos para que no se lo pierda. Nunca sé cuándo
volverá a aparecer mi locura. —Ninguno —susurro—. Lo eres todo.
La beso al final de mis palabras, un dulce y suave beso que la hace
desvariar en un ataque de risa. —¿Qué pasa? —gruño, pero a lo sumo con
poco entusiasmo. Me encuentro sonriendo ante su alegría, sus
pensamientos felices son contagiosos.
—Sabes a flor—dice finalmente, con una amplia sonrisa—. A flor y a
locura.
—¿Es eso algo malo? —La empujo hacia abajo sobre el tronco,
cubriendo su cuerpo con el mío. Ella engancha su pierna alrededor de mi
cadera automáticamente, y sus dedos recorren las cicatrices de mis
hombros por debajo de mi camisa.
—No —susurra, besándome suavemente—. No. Es maravilloso.
Y aunque mi forma parpadea con sus palabras, aunque debería estar
demasiado roto para amar, Tigrilla no se inmuta ante mis cicatrices o mi
locura.
Siempre seré un monstruo, una criatura retorcida que no debería
existir, pero yo elegiré qué tipo de monstruo soy.
¿Y ahora mismo? No me siento como un monstruo en absoluto
mientras me siento al lado de mi Bella Lily y respiro profundamente. Si
alguna vez la pierdo, si alguna vez me la quitan, me compadezco de todos
los que sean testigos del monstruo en que me convertiré.
Otra pequeña flor blanca crece a mis pies, le falta un solo pétalo, y me
derrito de nuevo.
Capítulo 32

Traducido por Majo L


Corregido por Patty
Editado por Alma Mater

Miro el océano, Aniya a mi lado. Los demás se paran a nuestro


alrededor, observando, ofreciendo su fuerza para lo que estoy a punto de
hacer. Sé que no a todos les caía bien Peter, sé que mucha de nuestra gente
pensaba que era malvado, pero eso no es todo lo que era. Peter Pan había
sido destruido hace mucho tiempo por el mundo que lo creó, y aunque no
es una excusa para sus acciones, significó por un momento que yo había
podido amarlo y él me amaba.
Cuando Wendy sugirió la linterna y la tradición de la tripulación de
Garfio cuando uno de los suyos moría, supe que era la despedida perfecta
para un chico de las estrellas. Aunque no había muerto como el niño que
había sido, se sintió bien recordarlo con la ayuda de los cuerpos celestiales
que nos miraban desde arriba.
Con cuidado, tomo la linterna que ofrece Wendy y me arrodillo ante
Aniya. Ella sonríe cuando se lo entrego, así que ambas nos tomamos un
lado, compartiendo el momento. Cuando Garfio y Wendy comienzan a
cantar una canción de luto y pérdida, de despedida, no puedo evitar que las
lágrimas vuelvan a caer, pero no son tan tristes como antes. Peter renunció
a todo para que nosotros vivamos. Lo menos que puedo hacer es recordarlo
sin la tristeza.
—Empezamos como polvo de estrellas —murmuro las palabras de la
tradición de Garfio.
—Y así regresamos —termina Aniya sin preguntar, con una sonrisa en
su rostro. Aunque apenas tiene la edad suficiente para entender todo lo que
la vida nos ha arrojado, parece entender más de lo que imaginaba, sus ojos
siguen arriba, arriba, arriba, hasta la segunda estrella más brillante a la
derecha—. Un día —murmura—, volaré entre ellas.
Te veré al otro lado de las estrellas…
—No lo dudo —le digo mientras soltamos la linterna y la vemos flotar
juntos en el cielo—. Tienes polvo de estrellas en tus venas, Aniya. Un día,
te llevará a ellas.
Luego nos sentamos juntas bajo el manto de estrellas, observándolas
moverse. Seguimos el camino de la linterna hasta que se convierte en una
de las luces parpadeantes, hasta que no podemos diferenciarlas, y luego
regresamos juntas al Clan, tranquilas al saber que tenemos un amigo entre
las galaxias esperándonos cuando llegue nuestro momento.
—Empezamos como polvo de estrellas —susurro—, y así regresamos.
Aniya me sonríe. —A veces, sin embargo, Makau, regresar no significa
morir.
Hago una pausa. —¿Qué, papoose?
—¿Crees que March hará más de su elegante pastel para mí? —
pregunta, cambiando de tema, y frunzo el ceño mientras me arrastra al
Clan y le grita a March, pidiéndole que le haga más pastel.
Independientemente de los alimentos que crea, siempre le gustan más los
pasteles de él y dice que tienen un sabor diferente al de ella.
Estoy mirando las estrellas de nuevo cuando March me rodea con
sus brazos por detrás. Está usando sus gafas innecesarias otra vez y me
gusta. —Bella Lily —murmura en mi oído, poniendo su barbilla en mi
hombro—. ¿Te gustaría bailar?
—No hay música —me río entre dientes.
—La hay en mi cabeza —murmura, haciéndome balancearme de un
lado a otro—. Solo sigue mi ejemplo.
Así que bailo en la locura de March, dejo que me haga girar al ritmo
de una música que no puedo escuchar bajo las estrellas que salpican el
cielo, y soy feliz.
Pero los pensamientos felices en el universo nunca son algo bueno.
Nosotros deberíamos haberlo sabido. Debimos haber estado
preparados.
Pero no lo hicimos…
Capítulo 33

CINCO MESES DESPUÉS DEL COMIENZO DEL


ENVEJECIMIENTO
Traducido por Majo L
Corregido por Prometeo
Editado por Alma Mater

Un grito desgarra mi garganta mientras el dolor sacude mi cuerpo,


desgarrándome de adentro hacia afuera, tortura, pura tortura.
—Empuje, Jefa —me insta la Vieja Madre entre mis piernas—. Ya casi
está ahí. ¡Empuje!
Aprieto los dientes y empujo tan fuerte como puedo con la siguiente
contracción, mis dedos se agarran con fuerza a los de Bear mientras me
ayuda a sostenerme en la espalda. Sigue haciendo muecas a lo que sea que
esté haciendo la Vieja Madre, pero trato de no concentrarme en eso. Dar a
luz es nuevo para todos nosotros.
—Está saliendo —grita la Vieja Madre—. Empuje. Ya casi está ahí.
—Tienes esto —murmura Bear mientras casi aplasto los huesos en sus
manos—. Incluso si es la cosa más espantosa que he visto nunca…
—No ayudas —gruño entre dientes, siseando mientras me preparo para
la próxima contracción.
—Un gran empujón más. Aquí viene.
Cuando la siguiente ola de dolor alcanza un crescendo grito con la
fuerza de mi empujón, luchando contra el dolor. A nuestro alrededor, el
resto de la Tribu se reúne, mirando, ofreciendo su consuelo como pueden.
Algunos traen paños húmedos para limpiarme la frente mientras
trabajamos durante horas para dar a luz al bebé. Algunos ofrecen baratijas
para bendiciones y buena suerte. Algunos optan por no mirar, encontrando
la escena tan espantosa como lo hace Bear, y no puedo culparlos.
La escena es mucho más espantosa de lo que esperaba.
Mi garganta se siente áspera con mi grito y algunos miembros de la
Tribu se retuercen con inquietud ante el sonido del dolor que sale de mis
labios, pero el arrullo de la Vieja Madre llega a mis oídos segundos
después y los suaves llantos de un bebé. Nunca antes había escuchado
llorar a un bebé, nunca escuché el sonido que resuena en el campamento.
Una lágrima cae de mi ojo que rápidamente limpio, asegurándome de que
no me vean débil. Incluso con la piel resbaladiza por el sudor y el
cansancio invadiendo mi cuerpo, trato de sentarme.
Bear me ayuda, sosteniéndome mientras la Vieja Madre limpia al bebé
con un paño, antes de envolverla en una manta y moverse a mi alrededor.
—Felicitaciones, Jefa —murmura, animándome a sostener mis brazos
apropiadamente antes de pasarme el bebé—. Tienes una hija.
Miro a la niña con ojos brillantes del mismo color que los míos y mi
corazón se aprieta dolorosamente en mi pecho. Un bebé en Nunca Jamás
es peligroso, una vulnerabilidad, y si las amenazas mortales de nuestra
tierra saben que la niña es mía, correrá un peligro aún mayor. La sostengo
cerca, con cuidado de no lastimarla y la balanceo de un lado a otro, una
suave risa de alivio se escapa de mis labios. Se ve normal, nada extraño en
ella.
Ignorando los ojos en lo alto del árbol, los ojos de un hombre
demasiado asustado para hacer algo más que mirar, presiono un beso en la
frente del bebé.
—¿Cómo la llamarás? —pregunta Bear, mirando al bebé con los ojos
muy abiertos. Extiende un dedo y toca suavemente la mano pequeña,
derritiéndose cuando el bebé enrolla su mano alrededor de su dedo grande
y lo sostiene. Se derrite a mi alrededor, arrullando al bebé, volviéndose
más suave de lo que nunca lo había visto.
Por un momento, no puedo pensar en un nombre, mis ojos fijos en el
color brillante del bebé. En sus profundidades veo las estrellas que vuela
su padre, las estrellas a las que pertenece, y sé mi respuesta.
—Aniya —susurro, sosteniéndola cerca, determinada a protegerla a
toda costa—. Su nombre será Aniya.
La Tribu lanza un aullido por el nuevo miembro que se une a nuestra
gente, y yo me uno, celebrando. Pero me concentro en la bebé que busca
comida y la coloco sobre mi pecho, asombrada con algo tan pequeño y
frágil que di a luz.
Aniya, hija de la Tribu y las estrellas.
Aniya… mi hermosa, brillante, pequeña estrella…
Agradecimientos
Primero, siempre debo reconocer la ayuda de mis chicas, Poppy Woods,
Katie Knight y Mallory Kent. Honestamente, me escuchan deambular
tanto, me pregunto cómo es que siguen entendiendo de lo que hablo. Las
tres son malas influencias y aún así, las mejores influencias, porque no
sabría decir dónde estaría si no fuera por sus ánimos desde las gradas.
Amo celebrarlo todo con ustedes, ya sea terminar un libro, recordar comer,
o poniéndome ropa real para el día. Lol. De alguna manera consiguen
mantenerme cuerda y avivan mi locura, y no lo cambiaría por nada del
mundo.
Siempre debo agradecer a mis padres y a mi niño, porque me apoyan
(bueno, mi hijo mayormente solo demanda más comida basura mientras
intento escribir) y aunque no sepan de lo que hablo la mayor parte del
tiempo cuando empiezo a hablar de cosas de libros, siempre me escuchan
y animan.
Gracias a todos los que ayudaron a hacer este libro increíble. Dani por
las increíbles ediciones (un día, te enviaré mis libros sin apresurarme a
revisarlo todo). Cynthia por su excelente revisión y detección de esos
errores tipográficos que aún extraño. Ruxandra Tudorica de Methyss
Design, que saca increíbles portadas de esta serie cada vez. Y a Mallory
por formatear las bellezas y asentir con la cabeza cuando pido algo un
poco salvaje. Todas las series ayudan a que mis libros se vean bonitos.
Gracias por eso.
Y finalmente, gracias a los lectores que recogen mis libros. Cada vez
que se acercan, me envían un intento de "correo de odio" y me hacen saber
cuánto disfrutan de mi libro o se relacionan con un personaje, eso
realmente me alegra el día. Algunos de ustedes exigen que los personajes
mueran. Solo recuerda, ten cuidado con lo que deseas cuando me envías
cosas. Podría ser lo suficientemente malvada como para hacer que te
arrepientas en el próximo libro. Lol.
Prepárate para la Reina Malvada. Viene a continuación.
Sobre la Autora

Kendra Moreno nació y se crió en Texas, donde, si las


langostas no te vuelven loco, las hormigas rojas y las rebabas de
pegatinas sí lo harán. El té helado, o acertadamente llamado
azúcar puro, la impulsa a luchar contra las fuerzas del mal y lavar
los platos interminables que ensucia su hijo.
Tiene un esposo que escucha sus cuentos constantemente sin
falta. Aunque él no siempre sabe de qué está hablando, la apoya
como un corpulento. Kendra tiene un hijo que algún día leerá sus
historias. Por ahora, le está enseñando que los libros deben ser
apreciados y no destruidos. Sus tres cerberos le hacen compañía
mientras escribe. Si no está escribiendo, por lo general, puedes
encontrar a Kendra hundida hasta el cuello en cualquier cosa,
desde pintura hasta masa para galletas.
Si desea tener un lugar para discutir el libro con otros
fanáticos, diríjase al grupo de Facebook de Kendra (Worlds of
Wonder) donde puede obtener actualizaciones sobre su trabajo
antes que nadie.
También Por Kendra Moreno
Sons of Wonderland:
Mad as a Hatter
Late as a Rabbit
Feral as a Cat
Cruel as a Queen
Antologías:
Cupid’s Playthings: Supernova
At World’s End: An Apocalypse Anthology: Wings of Rage
Falling For Them Anthology Vol. 4: Four Parts Super
Harem Inverso Steampunk:
Clockwork Butterfly
Harem Inverso Fantasía Oscura:
Shipwrecked Souls
Daughters of Neverland:
Vicious as a Darling
Fierce as a Tiger Lily
Wicked as a Pixie
Monstrous as a Croc
Ciudad del Fuego Celestial

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queremos que ustedes lean sus historias!
1. N. del T. Es una palabra en inglés americano cuyo significado actual es “un niño nativo
americano” o, incluso más en general, “cualquier niño”, generalmente utilizado como un término
de cariño.

2. N. del T. Se refiere a un tocado que la ayuda a transformarse.


3. N. del T. Clara le respondió en rima.
4. N. del T. En inglés, Atlas le dice 'Bro' (hermano) a Cheshire, ya que cuñado se dice:
5. brother-in-law (hermano en ley)… por eso lo acortó.
6. N. del T. Siglas de brother-in-law (hermano en ley/cuñado)
7. N. del T. El nombre de Tigrilla al inglés: (Tiger Lily/Lirio de Tigre)

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