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02 - The King's Shadow - K. M. Shea

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Te invitamos a apoyar al autor comprando su libro en cuanto esté
disponible en tu localidad, si tienes la posibilidad.
Recuerda que puedes ayudarnos difundiendo nuestro trabajo con
discreción para que podamos seguir trayéndoles más libros.
He pasado el último mes fingiendo ser el gato mascota de un rey elfo.
HOY HE DESCUBIERTO QUE SOMOS ENEMIGOS.

En una sociedad sobrenatural llena de vampiros, hombres lobo y


magos, siempre he sido una marginada con mi capacidad de convertirme
en gato doméstico. Nadie sabía lo que yo era.
RESULTA QUE SOY UNA SOMBRA, UNA RAZA DE
SOBRENATURALES QUE FUE ANIQUILADA POR LOS ELFOS HACE
SIGLOS.

¿Quién me lo explica? Noctus, el rey elfo con el que he estado viviendo


mientras fingía ser su “gato” mascota, sin saber que soy la archienemiga
de su pueblo. Hablando de los resultados de ascendencia más incómodos
de la historia.
AHORA ESTOY ATRAPADA QUEDÁNDOME CON NOCTUS
PORQUE NO PUEDE DEJARME IR GRACIAS A TODOS LOS SECRETOS
QUE SUPE SIN QUERER COMO GATO.
Al menos no me ha matado. Todavía.
Por si fuera poco, me persigue un bicho obsesionado con matarme
porque soy una sombra, y no le importa causar daños colaterales durante
la caza.
Así que tengo un MISTERIOSO REY ELFO que me mantiene cautiva en
su casa oculta, un montón de nuevos poderes que aprender con mi
ascendencia revelada y un psicópata que me sigue. Vaya, las cosas pintan
bien.
ES HORA DE AVERIGUAR SI DE VERDAD LOS GATOS SIEMPRE
CAEN DE PIE.
Solo hubo unas pocas veces en mi vida en las que las cosas se sintieron
tan fuera de control que nada parecía real. Anteriormente, habría dicho
que el momento en que el Claustro de la Curia me dijeron que estaba sola
en términos de protección de otros sobrenaturales fue sin duda el peor
recuerdo que tenía.
Sin embargo, estaba bastante segura de que Noctus, el rey de los elfos
Mors, al informarme que yo era algo llamado sombra, que era el único
enemigo natural de los elfos, acababa de destrozar esa experiencia.
Traté de formar palabras, incluso pensamientos, pero mi cerebro había
elegido tomarse unas vacaciones en un intento de rechazar la información
vital que acababa de aprender.
―Yo… ¿qué? ―Traté de decir más, pero mi lengua estaba espesa y
entumecida, y no podía mover la boca.
Noctus ignoró mi reacción y abrió la puerta frente a la que nos
habíamos detenido.
―Esta será tu habitación.
Ni siquiera podía girarme para mirarlo, estaba demasiado aturdida.
Le había estado mintiendo a Noctus, haciéndole creer que yo era un
simple gato. Solo eso era un pecado lo suficientemente grande como para
inspirar a un elfo a matarme, pero para agregar a mis iniquidades, resultó
que básicamente yo era su némesis.
El mundo la tenía contra mí. Esa era la única explicación razonable.
Esto va más allá del peor de los casos. Esto es catastrófico.
Noctus me observó, inclinando ligeramente la cabeza para que las luces
parpadeantes de las lámparas colgantes captaran los destellos dorados de
su cabello.
―Espera, lo siento. Te pido disculpas. Por favor. Creo que ha habido
un error. ―Junté mis manos frente a mí mientras trataba de patear mi
cerebro a toda velocidad, no podía permitirme insultarlo más―. No soy...
no puedo ser lo que crees que soy.
―No hay duda ―dijo Noctus―. Las sombras son los únicos seres
sobrenaturales que tienen los poderes que tú posees.
Negué con la cabeza.
―Excepto que el Claustro de la Curia ni siquiera saben lo que soy. Si
yo fuera una sombra, lo sabrían.
―No necesariamente ―dijo Noctus.
Una puerta se abrió con un crujido y Aristide salió pavoneándose al
pasillo.
―Noctus ―dijo―. ¿Con quién estás hablando? ¿Y dónde está Ama?
Tengo un bocadillo de atún que uno de los tuyos me dio para ella anoche,
y está apestando mi habitación. ―Aparentemente miró más allá de
nosotros, sus ojos sin ver mientras trataba de evaluarme, probablemente
estaba escuchando los latidos de mi corazón.
Los vampiros no tenían tan buen oído como los hombres lobo, pero
tenían una afinidad especial por los latidos del corazón, dado lo que eran.
―Aristide ―dijo Noctus―. Esta es Chloe.
―Ah, ¿La empleada de Book Nookery?
―Sí, y Ama.
―¿Qué? ―Una vela en una de las lámparas que colgaban sobre
nuestras cabezas parpadeó, proyectando sombras sobre la mandíbula
floja de Aristide.
Se abrió otra puerta más adelante en el pasillo.
―Oye, ¿a qué se debe tanto grito? Pensé que habíamos terminado por
la noche. ―Ker bostezó ampliamente mientras asomaba la cabeza por el
pasillo, luego retrocedió un paso cuando me vio―. ¿Quién es?
Nerviosamente miré a Noctus, iba a seguirlo en todo esto. No tenía
ninguna esperanza de escapar de este lugar, y mientras llevara mi collar
no tenía sentido que le permitiera a Noctus rastrear mi ubicación.
Desafortunadamente, ese collar solo podía ser quitado por Noctus, y tenía
la sensación de que no iba a hacerlo pronto.
Noctus cerró la puerta del dormitorio.
―Nos encontraremos con ustedes dos en la biblioteca.
―¿La biblioteca? ¿No es tu estudio? ―Corrí detrás de Noctus,
siguiéndolo por la escalera de caracol.
En silencio me llevó a una parte diferente de la casa, una a la que nunca
me había aventurado porque no quería ver ningún esqueleto en sus
armarios.
Desafortunadamente, parece que yo soy uno de esos esqueletos.
Cuando Noctus abrió un conjunto de puertas dobles, lo seguí
obedientemente, luego me congelé cuando la sensación de magia me
rodeó, inspirándome a finalmente mirar hacia arriba.
La biblioteca de Noctus era inmensa. Era fácilmente del tamaño de tres
o cuatro Book Nookerys juntas, completa con un segundo piso que se
extendía por encima de mi cabeza.
El techo era principalmente de vidrio, que mostraba el cielo nocturno
afuera de la villa, y el borde de la montaña contra el que se asentaba el
edificio, pero cada centímetro de las paredes estaba decorado con una
pintura al fresco, un mosaico o una piedra tallada, la mayoría de los cuales
eran tallas en forma de estatuas de caballos alados encabritados o fénix en
llamas.
En el centro de la habitación, un globo de cristal que era tan grande
como yo era alta, giraba en el aire. Podía sentir la magia irradiando de él,
y algo se arremolinaba en sus profundidades.
Un árbol en flor rodeado por un foso de agua crecía en el otro extremo
de la biblioteca, y enormes linternas que centelleaban con una luz tenue
le daban a la habitación una sensación de calidez.
En el segundo piso, los pasillos con barandas de madera conducían de
una plataforma a otra y, mientras observaba, las plataformas mismas se
movían y se dirigían a un nuevo conjunto de escaleras que conectaban con
una parte diferente de la biblioteca.
Pero lo más impresionante eran las interminables filas y estantes de
libros. Los libros, que iban desde el tamaño de un duendecillo hasta los
apropiados para un troll, se alineaban en los estantes, algunos brillaban
como si hubieran sido comprados recientemente, mientras que otros
estaban rotos y andrajosos.
Biblioteca no era una palabra suficientemente fuerte. Este lugar casi se
sentía como un monumento a los libros y el conocimiento... y la magia.
―Chloe ―dijo Noctus, sacándome de mi ensimismamiento.
Oh, Dios, ¿acabo de hacerlo enojar más? Necesito evitar eso. El mejor escenario
posible que puedo esperar en este momento es que me arroje a un calabozo o algo
así en lugar de matarme.
La parte optimista de mí se atrevía a esperar que él fuera menos severo
que eso, pero rara vez era lo suficientemente valiente como para tener
esperanza, ya que nunca me iba bien, así que pateé brutalmente esos
pensamientos.
―Lo siento. ―Corrí tras él, siguiéndolo a un pequeño círculo de sillas.
Con cautela me senté en una mientras luchaba por clasificar toda la
magia del lugar.
Podía sentir la magia en los libros, había magia élfica en ellos seguro.
Reconocería esa magia afilada que me pinchaba en las costillas en
cualquier parte, pero la sensación de zumbido en mis dedos marcaba la
magia de los magos, y el sedoso roce de la magia de las hadas me hacía
cosquillas en el codo.
Si hubiera sabido que este lugar existía, aquí es donde habría venido cuando
estaba tratando de descubrir cómo quitarme el collar. No es que hubiera sido
de mucha ayuda. El collar que Noctus me puso era sin duda élfico, y
aunque seguramente uno de los libros élficos aquí podría ayudarme, no
sería capaz de leerlo.
Las puertas se abrieron de nuevo, revelando a Ker y Aristide.
―¿Qué está pasando? ―Ker preguntó.
Aristide se acomodó en un sillón cubierto de flores y enredaderas
bordadas.
―Sí, ¿qué quieres decir con... esto?
Noctus me miró.
Me encogí en mi silla. Debería tener que explicarlo, yo soy la que les mintió,
pero… ojalá sobreviva a esto.
―Mi nombre es Chloe ―les dije―, y puedo transformarme en un gato.
Un gato negro.
―Tú eres Ama ―dijo Aristide―. Eso es lo que quiso decir Noctus, ¿no?
―Sí ―dije.
Ker entrecerró los ojos y pude sentir que su personalidad cálida y
burbujeante se enfriaba instantáneamente.
―Explícate.
―Me mudé a Magiford porque quiero conseguir un trabajo en el
Claustro de la Curia. El Claustro nunca ha podido resolver con éxito lo
que soy, lo que significa que nunca se me ha permitido unirme a una Casa
o Corte. Trabajar en el Claustro era mi opción más segura ―dije.
―¿Qué tiene eso que ver con pretender ser Ama? ―preguntó Aristide.
Su voz no era dura, pero la sentí como una cuchilla en mi garganta.
―No tengo a nadie ―dije―. Así que a las Cortes Unseelie y Seelie les
gusta meterse conmigo ya que no puedo contraatacar. Me perseguían la
noche que llegué aquí, y el fae Seelie me tomó. Planearon maltratarme,
pero su rey les ordenó que hablaran con Noctus, así que me trajeron.
Ker había optado por ponerse de pie y caminaba de un lado a otro como
un lobo al acecho.
―Y engañaste a Noctus para que te acogiera.
―No, no, no. ―Negué salvajemente con la cabeza―. ¡No tengo ningún
poder como ese!
―Entonces, ¿qué magia tienes? ―presionó Aristide.
―Muy poca que pueda usar activamente. Mis análisis de sangre dicen
que soy humana, pero puedo convertirme en un gato como un
cambiaformas, excepto que no tengo un tiempo de cambio, es instantáneo.
También soy inmune a la mayoría de los tipos de magia y puedo pasar
desapercibida. Mis sentidos están un poco mejor, particularmente mi
visión nocturna, pero eso es todo.
―Sabemos lo que eres ―dijo Aristide―. ¿No es así, Charon?
Giré en mi silla, mirando a Charon mientras se deslizaba por la puerta
de la biblioteca. Se acercó a nosotros, inclinándose brevemente ante
Noctus.
―La basura ha sido reubicada, Majestad.
Noctus asintió, pero no me quitó los ojos de encima.
―¿Escuchaste, Charon?
Charon me miró.
―Sí.
―¿Entonces estás de acuerdo? ―preguntó Aristide.
―¿Que ella es una sombra? Ciertamente.
Aristide sonrió, mostrando sus pronunciados colmillos.
―Es lo que pensaba. Es la única explicación: eres un ejemplo de ellos,
Chloe. Diría que deberíamos haberlo pensado antes, excepto que pensé
que todas las sombras habían sido eliminadas.
―Parece que no ―dijo Ker, con su voz aún fría.
―Dado que los elfos existen en secreto, no creo que sea tan
descabellado que algunas sombras escaparan de la caza ―dijo Noctus.
Cuando me miró, la espiral en sus ojos se arremolinó, incluso con los
grilletes en sus muñecas que contenían su magia, todavía podía sentirla
emanar de él en su ira.
Cuando lo abracé para sacarlo de su ataque mágico, no pareció importarle. Él
fue gentil, pero... supongo que eso fue antes de que se diera cuenta de todo lo que
significaba.
Su reacción no fue la única que me preocupaba. Los ojos fríos de Ker
eran como un cuchillo en el corazón. Estaba segura de que ella sería la
primera en perdonarme, pero su ceño fruncido era escalofriante.
―No quise hacer daño. ―Podía sentir que mi corazón se aceleraba,
pero no podía mantener la calma con todos mirándome así, bueno, todos
excepto Aristide. Parecía notablemente relajado mientras metía las manos
detrás de la cabeza―. No tenía idea de ninguno de ustedes, solo quería
escapar y seguir viviendo mi vida.
Noctus se sentó en su silla de una manera que me hizo sentir como si
estuviera arrodillada ante él en un trono.
―Ama se fue en la primera oportunidad que tuvo.
―Sí. ―Me deslicé hasta el borde de mi silla―. Pensé que sería el final.
No tenía idea de que me pondrías un hechizo de rastreo.
Espera, eso suena como si lo estuviera culpando por la situación.
―Debería haberte dicho cuando me di cuenta de que me estabas
buscando ―me apresuré a agregar―. Pero tenía miedo. Pensé... ―Me
detuve.
No hay una manera agradable de decir 'Pensé que me matarías', ¿verdad?
―Y ahora sabes sobre Noctus, sobre la ciudad, sobre todo ―dijo Ker.
―Oh, estoy segura de que no todo ―me reí nerviosamente―. Traté de
no saber más, porque sabía que podía ser un riesgo para todos ustedes.
Así como quería irme y volver a vivir mi vida, también quería asegurarme
de que nadie sufriera daño por mi culpa. ―Hice una pausa, las palabras
tenían sabor a arena.
Necesito decirles, sobre el rastreador.
Me preparé para más ira.
―Por eso necesito decirles lo que me hizo buscarlos en Magiford
Donuts. Alguien está tratando de matarme. No sé por qué ni quién, pero
es sobrenatural y usa magia.
Noctus juntó los dedos y bajó los ojos a media asta mientras me
observaba. La presión que irradiaba de él subió un poco, y me costaba
respirar.
¿Era este realmente el tipo que me cantó en élfico? No importa. Necesito
advertirle.
Tomé una bocanada de aire temblorosa y me obligué a continuar.
―Vino aquí anoche y trató de romper las barreras protectoras que
tienen en la casa de Cape Cod, para llegar a mí. ―Me froté nerviosamente
las manos―. Pensé que la barrera aguantaría, pero no quería arriesgarme.
Estaba tratando de averiguar si podía alertar a alguien para que se
comunicara contigo cuando vi que se encendían las luces en la casa de
Shiloh, así que corrí para alejarlo y vine a ti porque no me molestará si
estoy contigo.
Los músculos del rostro de Noctus se endurecieron.
―Charon.
―Lo comprobaré, Majestad. ―Charon hizo una reverencia y luego
salió sigilosamente de la biblioteca, muy probablemente para comprobar
la barrera.
―¿Es por eso que cada vez que Noctus te encontraba, siempre estabas
corriendo por la ciudad? ―preguntó Aristide.
―Sí ―dije―. Estaba huyendo de él. Me persiguió hasta el fae Seelie,
quien me agarró en mi forma de gato la noche que, mmm, los conocí a
todos. No intenté alejarme de ustedes porque no estaba segura de si
todavía me estaba siguiendo en ese momento.
Ker cruzó los brazos sobre el pecho.
―Parece… conveniente, pero ella no está mintiendo, o si lo hace, es
excelente para encubrirlo.
―Lo dudo ―dijo secamente Aristide―. Ahora entiendo por qué Ama
con frecuencia sonaba como si su corazón fuera a explotar.
Ker se movió de un pie a otro.
―¿Debería revisar, Noctus? Si este sobrenatural estuvo fuera de la casa
esta noche, podré olerlo.
Noctus asintió.
―Estaba junto a la valla ―le dije―. Puso algunas cosas en el suelo, no
las vi cuando llegamos a casa, quiero decir, sino de regreso, así que las
tomó cuando me perseguía o regresó por ellas. ―Me mordí
nerviosamente el labio―. Si bajas unas pocas cuadras, encontrarás mi
mochila; la arrojé al patio de alguien mientras corría.
Ker asintió hacia mí, no con ira, sino con una rigidez que nunca había
visto en ella. Se fue, dejándome sola con el rey elfo y el vampiro.
―Bien. Mientras tanto, también podría decirte por qué tienes un
acosador. ―Aristide aplaudió dos veces. De todos ellos, su conducta era
la que me sorprendía más: pensé que sería frío como los demás, pero
parecía seguir siendo el mismo.
¿Está actuando de esta manera para tratar de ganar mi confianza porque piensa
que de alguna manera estoy mintiendo y quiere hacerme tropezar?
―Probablemente sea porque eres una sombra ―continuó Aristide
alegremente.
―No sé qué es eso ―dije miserablemente.
Aristide apoyó las manos en los brazos texturizados de su silla.
―¿Tu familia no te enseñó?
―Soy adoptada ―dije―. Cuando me convertí en un gatito cuando era
una niña pequeña, mis papás se dieron cuenta de que era sobrenatural.
Me hicieron la prueba, pero el Claustro de la Curia nunca pudo
clasificarme con precisión.
―Ah, sí. Eso explicaría varias cosas ―dijo Aristide―. Pero entonces,
¿quieres decir que no sabes nada de tu herencia?
Negué con la cabeza.
―Sé que soy un ser humano, pero eso es todo.
―Ya veo. ―Aristide tamborileó con los dedos sobre la silla―. Entonces
parece que te espera bastante educación. Noctus, ¿te gustaría explicárselo
o lo hago yo?
Noctus se levantó.
―Puedes.
―Bueno, me encanta una buena lección de historia. ―El vampiro se
retorció en su silla, luego señaló con la cabeza en mi dirección, aunque su
mirada fue más allá de mí―. En pocas palabras, las sombras eran un
subconjunto de magos que estaban tan dotados por la magia que no hay
nada sobrenatural que pueda compararse con ellos.
Estaba algo distraída viendo a Noctus adentrarse más en la biblioteca,
pero la declaración de Aristide me llamó la atención. Miré al vampiro por
un segundo, tratando de sentir si estaba hablando en serio. Por favor, yo
estaba entre los más débiles de todos los sobrenaturales.
―¿Qué?
―Inmunes a todos los tipos negativos de magia, pero todavía capaces
de beneficiarse de cosas como la magia curativa y los portales al reino de
los fae, las sombras eran mágicamente imposibles de vencer. Si eso no
fuera suficiente, la capacidad de cambiar instantáneamente de su cuerpo
humano a gato y viceversa fue una magnífica ayuda en la batalla.
Ahora sé que debe estar bromeando. ¿Cómo cambiaría convertirse en un gato
doméstico en una pelea?
―¿Las sombras se convierten en grandes felinos? Porque solo puedo
convertirme en un gato doméstico, y no puedo decir que alguna vez me
haya sentido más que desesperada cuando me enfrento a alguien ―dije.
―Las sombras solo tienen formas de gatos domésticos. ―Aristide
chasqueó la lengua y arrugó la frente, como si le preocupara que yo fuera
estúpida―. Cualquier cosa más grande sería un cambiaformas.
―¿Y un gato doméstico sería una bendición? ¿En una pelea? ―Mi voz
era chillona con mi incredulidad.
―Sí, fue muy útil ―dijo Aristide―. La forma de gato hizo que las
sombras fueran particularmente hábiles en el engaño y... mmm... es
decir... trabajo de asesino.
―¿Asesinos?
―Tu magia natural hace que sea muy difícil para cualquiera, humano,
sobrenatural o incluso elfo, notar tu forma de gato ―señaló Aristide.
Eso lo sabía. Con frecuencia me aprovechaba de eso cuando no quería
ser notada, y podía deshacerme de casi cualquier cosa sobrenatural
cuando me convertía en un gato, excepto el rastreador, eso era.
Aristide se sentó pacientemente, esperando algún tipo de respuesta de
mi parte.
―Supongo ―dije finalmente.
Él asintió.
―Aunque las sombras no tenían la mayor tasa de curación que tienen
los elfos y los vampiros, se beneficiaron de mayores habilidades físicas:
salto, velocidad, resistencia y caídas.
―Espera, ¿caídas? ―pregunté.
Aristide me ignoró y continuó.
―Dado todo eso, las sombras estaban en una posición única para
luchar contra los elfos, ya que podían atravesar cualquier hechizo de
defensa, observar sin previo aviso y elegir cuándo atacar usando técnicas
que desequilibrarían a cualquier elfo.
Esto no se ve bien, no es de extrañar que Ker sea tan reservada. Si realmente
soy una sombra, esconderme aquí podría interpretarse como que estoy buscando
una forma de atacar a Noctus, espera...
―Antes dijiste que pensabas que todas las sombras fueron asesinadas
―dije.
Por primera vez desde que empezamos a charlar, Aristide vaciló.
¿Fue de mala educación señalarlo? Me moví nerviosamente en mi asiento.
―Eso es porque… se creía que todas las sombras habían sido
eliminadas. Antes de las guerras de los elfos, como dijo Noctus ―dijo
finalmente Aristide―. Lo cual es probablemente la razón por la cual el
Claustro de la Curia no pudo decir qué eres. Los únicos sobrenaturales
vivos que los recordarían son los vampiros más antiguos, y casi todos
ahora se esconden en ataúdes, y... los elfos.
―¿Qué pasó? ―pregunté.
Aristide hinchó las mejillas y luego resopló con fuerza.
―Eso, es decir... mmm.
―Los elfos los matamos. ―Noctus emergió de las sombras de los
estantes, alto e imponente.
―¿Q-qué? ―tartamudeé.
―Las sombras eran el único depredador que podía eliminar a los elfos
―dijo Noctus―. Los elfos son inmortales de la misma manera que los
vampiros: la edad, la enfermedad y la mayoría de las heridas no pueden
tocarnos, pero existen métodos específicos de ejecución que pueden
acabar con nosotros. Las sombras se destacaron en esas tácticas y, como
tales, los asesinatos de elfos eran comunes.
Noctus se reunió con Aristide y conmigo, aunque la penumbra relativa
de la habitación proyectaba sombras en su rostro que hacían difícil juzgar
cómo se sentía acerca de lo que estaba diciendo.
―Al final, las familias élficas gobernantes decidieron que
representaban una amenaza demasiado grande y debían ser eliminados.
―Noctus me miró fijamente, con expresión pétrea―. La familia Mors se
encargó del trabajo y llevaron a cabo una ejecución masiva.
Me hundí más en mi asiento y comencé a sudar.
Lógicamente, sabía que Noctus no me iba a matar en este momento. De
hecho, tenía la esperanza de que el hecho de que me dijera esto fuera una
prueba de que me dejaría vivir, pero escuchar sobre eso... todavía era
aterrador.
Si los Mors los mataron... ¿Noctus salió a cazar sombras? ¿Él era parte de eso?
―Si las sombras tenían alguna debilidad, era que nunca hubo muchas
de ellas ―continuó Noctus―, y se sabía que se reunían en grupos
familiares, lo que hacía mucho más fácil atacarlos. Tomó décadas, pero
finalmente se creyó que fueron eliminadas. ―Noctus miró a Aristide―.
Aunque parece que nos equivocamos.
Aristide juntó las manos y las apoyó en su regazo.
―Y la prueba de eso está ante nosotros.
Tuve que morderme la lengua para evitar que mi mandíbula temblara
de miedo mientras miraba de Aristide a Noctus.
Mi corazón se sentía como si fuera a estallar, y debió haber estado muy
cerca, porque Aristide me ofreció una sonrisa triste.
―Todo sucedió mucho antes de la guerra entre elfos y sobrenaturales
―explicó―. Pero fue una de las razones por las que los vampiros se
pusieron del lado de los otros sobrenaturales. Los ancianos vampiros en
ese entonces no eran tan viejos como para pasar su tiempo encerrados bajo
tierra, pero lucharon en la guerra... porque recordaron lo que les había
pasado a las sombras y entendieron que los elfos podían hacerlo y lo
volverían a hacer.
―Entonces... ¿qué van a hacer conmigo? ―pregunté.
Aristide ladeó la cabeza.
―Eso depende, me imagino.
Como si fuera una señal, la puerta se abrió. Charon y Ker entraron
juntos. Ambos me estudiaron con expresiones cautelosas, pero pensativas
mientras caminaban por la biblioteca, ciegos ante su belleza, deteniéndose
antes del círculo de sillones.
Charon se inclinó ante Noctus.
―Las barreras fueron perturbadas, Majestad. Hay evidencia de que se
usó magia para tratar de manipularlas, pero fue en vano. No están
dañadas de ninguna manera.
Noctus asintió.
―¿La cámara del porche captó algo?
Espera, ¿hay una cámara en el porche? De repente, estaba muy agradecida
de que siempre fui paranoica y cambié de gato a humana en un arbusto
varias casas más abajo.
―Algo. ―Los labios de Charon se apretaron y las espirales de sus ojos
se arremolinaron en una breve muestra de ira―. Solo lo suficiente para
mostrar que alguien parado en la acera usó magia. Captó a Ama, es decir,
a Chloe, que salía corriendo de la casa y a la persona que la perseguía.
―Olí al tipo, es un sobrenatural. ―Ker sacudió la cabeza en un
movimiento que hizo que las dos trenzas que tenía en su cabello oscuro
cayeran sobre sus hombros―. Pero él no es un purasangre. No puedo
decirlo con certeza, pero creo que podría ser en parte elfo, aunque
probablemente solo en la mitad.
―¿Algo memorable sobre él, Chloe? ―preguntó Aristide.
―Tiene el cabello azul, pero obviamente está teñido de ese tono. Ni
siquiera usa magia para colorearlo. ―Arrugué la nariz mientras trataba
de recordar los detalles de nuestros desafortunados encuentros; en su
mayoría, solo registré la abrumadora sensación de miedo que siempre lo
acompañaba―. Es alto, creo que casi de la altura de Charon, aunque es
más larguirucho. Ah, y tiene un tatuaje en el cuello.
―Definitivamente un elfo, o medio elfo, al menos ―dijo Ker.
Charon parpadeó.
―Un devoto de Auron, supongo.
Espera, Auron, reconozco ese nombre. Envió a un sobrenatural aquí a Cape
Cod, y Noctus lo golpeó.
―Auron es otra familia real élfica ―dijo Aristide para mi beneficio―.
Eran invocadores y usaban tatuajes para su magia.
―Oh ―dije, confundida. Noctus definitivamente se había estado
refiriendo a una sola persona, a menos que eso significara que alguien de
la familia Auron había sobrevivido.
Antes de que pudiera reflexionar más, Aristide levantó la voz mientras
giraba la cabeza en dirección a Noctus.
―Tiene sentido que su acosador sea un elfo. Es probable que sea un
lunático y piense que las sombras aún deben ser eliminadas, una batalla
más fácil para engañar y ganar en lugar de intentar vencer al resto de la
sociedad sobrenatural. Las sombras son su chivo expiatorio.
―Posiblemente. ―Noctus apoyó las manos en su cinturón, donde sabía
que tenía al menos una daga escondida, luego me miró―. Es poco
probable que una empleada de Book Nookery tenga verdaderos
enemigos.
―Ninguno. ―Negué violentamente con la cabeza, haciendo que me
castañetearan los dientes―, y pensé que todos los elfos se habían ido
hasta que me trajeron aquí.
Noctus no reaccionó, así que no estaba segura de si me creía o no.
Pero no hay forma de que pueda pensar que estaba planeando asesinarlo,
¿verdad? Quiero decir, ¡dormí en el fregadero porque era demasiado tímida para
estar en su habitación cuando él dormía!
―Encontré la mochila de Chloe, unas cuadras más arriba, tal como ella
dijo ―agregó Ker―. La revisé, pero ella solo empacó ropa, una billetera,
su teléfono y llaves. Charon buscó en su teléfono. No hay nada en el
teléfono que nos mencione. Solo tiene mensajes de texto con fotos de gatos
de 'Pat' y 'Joy' y tiene un mensaje de texto de su jefa. Dejé la mochila al pie
de la escalera.
―Gracias ―dije.
Ker se encogió de hombros. No me miró con ira, sino con algo peor:
decepción, con un toque de hastío del que no sabía que ella fuera capaz.
Aristide tamborileó con los dedos sobre su silla, y un asomo de sonrisa
tiró de su boca. Charon se cuadró con las manos detrás de la espalda,
mientras Ker se rascaba la mandíbula y luego, de mala gana, se sentó en
una silla.
―¿Qué hacemos? ―ella preguntó.
Noctus guardó silencio.
―Si hay algo que sacar de esto, creo que es que necesitamos más
cámaras ―dijo Charon aburridamente.
―La tecnología humana puede ser muy útil, sobre todo porque los
sobrenaturales con frecuencia no se dan cuenta de que existe ―dijo
alegremente Aristide.
Algo se atascó en mi garganta, miedo y esperanza, probablemente, con
cada una luchando por liberarse y matarme primero. Tragué saliva, luego
me atreví a hablar.
―Yo podría irme si les preocupa que el rastreador me encuentre.
Realmente no quiero quedarme, pero tampoco estoy segura de que irme sea una
buena idea. El rastreador podría hacerme pedazos. Tendría que ir a toda prisa al
Claustro de la Curia, y luego, ¿cómo los convenzo de que el rastreador es un
medio elfo?
―Si el rastreador es un elfo, no creo que debamos preocuparnos
demasiado de que te descubra, Noctus ―dijo Ker―. Él no traicionaría a
los de su propia especie.
―Esta es la casa equivocada para declarar que los elfos no pueden
volverse unos contra otros, Ker. ―La voz de Noctus era aguda.
Ker hizo una mueca.
―Lo siento, no pensé.
Noctus se encogió de hombros, luego giró su atención hacia mí.
―Te quedarás aquí hasta que yo decida qué hacer contigo.
Me encogí un poco bajo la intensidad de sus ojos.
―¿Aquí como en la biblioteca?
―No. La villa ―dijo Noctus.
―¿Qué quieres decir con 'hasta que decidas qué hacer'? ―preguntó
Aristide―. ¿Estás tramando complots sin decírnoslo de nuevo?
Noctus parpadeó.
―El conocimiento de Chloe sobre el área es preocupante porque,
debido a sus poderes como sombra, no se le puede obligar a olvidar. Por
el contrario, si corre, no importa debido al hechizo de seguimiento que
tiene sobre ella. Como tal, el rastreador es el problema más inmediato.
―¿Por qué? ―pregunté―. En realidad nunca vio el interior de la casa.
Ni siquiera creo que sepa que eres un elfo.
La magia de Noctus raspó mis costillas mientras entrecerraba los ojos.
―Quien quiera que te esté siguiendo obviamente sabe que eres una
sombra. Me inclino a pensar que Aristide tiene razón y que está loco. Si
tal persona descubriera la ciudad, su locura podría crecer y desarrollar
ideas imposibles.
―Ah, estás diciendo que si es un loco, podría revelarlo todo debido a
su creencia en la superioridad de los elfos y todas esas tonterías que solían
decir tus papás ―preguntó Aristide.
―Exactamente.
―Eso sería peligroso ―estuvo de acuerdo Ker―. Lo que significa que
Aristide y yo probablemente deberíamos enfrentarlo para que nunca sepa
que los elfos están involucrados.
―Eso es solo si podemos encontrarlo ―dijo Aristide―. Chloe dijo que
él aparece cada vez que ella está en Magiford. No sabemos cómo atraerlo,
a menos que creas que puedes seguir su rastro por el centro de la ciudad.
Ker hizo una mueca.
―No es probable. Los olores son demasiado fuertes en el centro de la
ciudad donde estábamos, pero podría darle una oportunidad.
―¿Tal vez podríamos usar a Chloe para sacarlo? ―sugirió Charon.
Mis ojos se abrieron en sus cuencas mientras miraba a Charon, pero me
pareció apático.
Ker se giró para estudiar a Noctus, e incluso Aristide miró en su
dirección general mientras esperaban escuchar su respuesta.
Noctus echó los hombros hacia atrás.
―No. ―La palabra fue definitiva y endurecida.
Dejé escapar el aliento que había estado conteniendo y mi cabeza se
apoyó en mi cuello en mi alivio.
―Charon, lleva a Ker al centro para ver si puedes captar su olor. La
noche aún es lo suficientemente larga como para que la mayoría de los
residentes de Magiford no se levanten, por lo que es posible que el rastro
aún no esté cubierto ―dijo Noctus.
―Lo tienes ―dijo Ker.
―Si encuentras la esquina donde Noctus me recogió, el rastreador
debería estar a una cuadra de ahí ―me apresuré a agregar.
Charon asintió hacia mí, lo cual era algo. Ker solo me miró, luego a
Noctus. Sus ojos se entrecerraron brevemente, casi como si estuviera
triste, luego se dirigió a la puerta.
―Charon, ¿hay una correa en el auto? ―Ker preguntó.
―No, solo tu arnés de guía.
―Entonces, ¿podrías agarrar una correa?
―Si lo deseas.
Charon cerró la puerta detrás de ellos, dejándome una vez más a solas
con Aristide y Noctus.
Aristide se golpeó los muslos.
―Bueno, estoy cansado. Necesito acostarme.
―Eres un vampiro ―dijo Noctus―. No necesitas dormir mucho, y eres
nocturno.
―Bien. ―Aristide suspiró y golpeó el suelo con su bastón con evidente
impaciencia―. Estaba tratando de evitar herir tus sentimientos, pero un
nuevo episodio de mi podcast favorito sobre crímenes verdaderos salió a
la medianoche, y prefiero escucharlo que a ti. ¿Satisfecho?
―Nada más lejos de mí intención que alejarte de tu podcast ―dijo
secamente Noctus.
―Es lo que pensaba. Buenas noches, Noctus. ―Aristide cruzó la
biblioteca con confianza, usando su bastón como guía. Cuando llegó a la
puerta se detuvo un momento―. Ah, ¿y Chloe?
―¿S-sí? ―Salté sobre mis pies y nerviosamente limpié mis manos en
los costados de mis pantalones de ejercicio.
Los colmillos de Aristide brillaron cuando sonrió.
―Bienvenida a casa.
Salió por la puerta antes de que pudiera responderle, dejándome
boquiabierta como un pez.
¿Bienvenida a casa? Esa era una frase cargada, particularmente dada la
ciudad de los elfos y la villa misma.
¿Eso significa que... me acepta y no sospecha de mí? Pero ¿por qué no iba a
hacerlo? Toda mi situación suena sombría en el mejor de los casos y ridículamente
falsa en el peor.
Estaba agradecida, necesitaría a todos los aliados que pudiera
conseguir para sobrevivir... fuera lo que fuera, pero entre todos, Aristide
era el último miembro de la casa que hubiera esperado que me diera la
bienvenida.
―Esconde el collar ―dijo Noctus, sacándome de mis pensamientos.
Giré sobre mis talones, así que lo enfrenté de nuevo.
―Disculpa ¿qué?
Los ojos de Noctus fueron a mi cuello.
―El collar. No dejes que nadie, incluidos Charon, Ker y Aristide, sepa
que todavía lo usas. Tu magia natural que te ayuda a evitar que te noten
funcionará, solo asegúrate de no llamar la atención.
¿Por qué querría que se lo ocultara a ellos? ¿Tiene algo que ver con la magia
que usó?
El collar era el menor de mis problemas esta noche, así que no me
importaba, aunque me pareció extraño que quisiera quedármelo cuando
sabía por mi conversación con la señorita Booker que debía tener una
magia única en eso.
Froté las tres gemas cosidas en el collar.
―¿No me lo vas a quitar?
―¿Y perder la mejor manera de rastrearte? De ninguna manera.
―Noctus se burló.
Bueno, al menos especificó que no se lo contara a ninguno de sus amigos,
porque, lo siento, Majestad, ¡pero la señorita Booker ya lo sabe!
Noctus continuó:
―Puedes regresar a tu habitación. ¿Supongo que conoces el camino?
―Si, gracias. ―Miré las botas de Noctus, luego levanté los ojos de mala
gana―. Pero ¿mañana podría tal vez ir a mi apartamento? Me gustaría
recoger más ropa. Solo empaqué un juego de repuesto.
Noctus me estudió por un momento, sus ojos color avellana tan oscuros
que estaban más cerca de un color ámbar profundo, luego, sin responder
a mi pregunta, salió de la biblioteca, dejándome sola.
Me froté los antebrazos y miré alrededor de la biblioteca.
Normalmente encontraba la presencia de libros tranquilizadora, pero
la biblioteca era demasiado grande y los libros demasiado viejos y llenos
de magia. Se sentía... frío y poco acogedor a pesar de la belleza.
Me estremecí un poco cuando salí de la biblioteca y entré al pasillo.
Regresé en dirección a la escalera de caracol y, a pesar de todo, mi
preocupación por el bienestar de mi vida, la situación peligrosa y lo peor
que sucedía, había una parte de mí que estaba... triste.
Estaba acostumbrada a las charlas de ánimo de Ker, Charon
ofreciéndome juguetes, las burlas de Aristide y Noctus llevándome a
todas partes.
Estaban felices de verme y me llevaban a todas partes. No había tenido
eso desde que me mudé lejos de mi familia.
Sombra o no, nadie en Magiford me saludaba así, excepto quizás
French Fry.
Es mejor de esta forma. Como gato, no era realmente yo, sino una mascota. Ha
sucedido lo peor, y todavía estoy viva, y no me arrojaron a un calabozo. Eso es lo
mejor que puedo pedir.
Salí al porche delantero de la casa humana que servía como punto de
conexión entre mi villa y Magiford. Todo estaba quieto y en silencio. Eran
las cuatro de la mañana y el cielo aún no había comenzado a aclararse,
pero pronto lo haría.
Necesito hacer esto rápido, antes de que la calle comience a despertarse y
alguien se dé cuenta.
Tiré del delgado hilo de mi magia que atravesaba el grillete que había
accedido a dejar que el Paragon me pusiera. Respondió, envolviéndose
alrededor de mis dedos. Esperé otro momento, luego usé esa pequeña
cantidad de magia para empujar los vastos océanos de mi poder que
estaban contenidos detrás del grillete.
El grillete se fracturó y luego se rompió, dejando que mi poder volviera
a fluir dentro de mí.
Miré el grillete fragmentado y mi magia lo mantuvo en el aire, flotando
en una nube metálica. Tendría que volver a ponérmelo después de
terminar aquí.
Hasta ahora, me las he arreglado para ocultarle al Paragon que puedo poner y
quitar su ridícula protección a voluntad. Con suerte no está cerca, o se dará
cuenta de la verdad.
Pero si iba a violar mis reglas, esta noche era la noche para hacerlo,
considerando que ya había hecho pedazos los grilletes cuando el fae
Unseelie amenazó a Amalourne, es decir… Chloe.
Enarqué una ceja irritado, mientras caminaba por la acera.
Extendí mi mano derecha, alcanzando el reino que sostenía mis armas
mágicas.
Sentí varias armas rozar mis manos, emitiendo diferentes notas en mi
mente mientras tiraban de mi magia, pero estaba buscando una específica.
Cuando sentí que la alabarda que quería golpeaba un acorde vibrante en
mi pecho, envolví mi mano alrededor de ella y la saqué del reino,
llevándola al mundo humano.
La alabarda, Furor, brillaba ante la luz parpadeante de la calle. Ajusté
mi agarre en ella, confirmando que se había sintonizado conmigo, luego
atraje magia salvaje a través de ella, poniendo en marcha las habilidades
del arma.
La magia me envolvió, endureciéndose en una armadura. Esta tenía
una capa pesada que me cubría los hombros y un yelmo completo de
cruzado que me cubría la cabeza.
El poder pulsó a través de la alabarda, y el borde brilló cuando salí de
mi propiedad y me dirigí a la entrada del callejón sin salida.
La magia salvaje presente en el mismo aire se agitó. No podía verlo
como ciertos elfos, pero podía escuchar los ruidos que hacía cuando se
movía, como una brisa.
Pero tan pronto como sintió mi ira general, huyó.
Estar en pleno poder tiene sus ventajas.
Mis pasos eran silenciosos a pesar de la armadura, la armadura élfica
bien hecha nunca hacía ruido. También era más ligera y podía soportar
mucho más daño que cualquier cosa hecha por humanos o faes.
Cuando llegué a la parte superior de la calle me di la vuelta,
examinando el área por última vez para asegurarme de que no había
nadie alrededor.
Satisfecho, golpeé el suelo con la culata de la alabarda, enviando una
onda de magia.
Incliné la cabeza cuando escuché el coro en respuesta de varios
hechizos que había puesto en el vecindario.
Estaban completos e ilesos, a pesar del intento de allanamiento por
parte del acosador de Chloe.
Estaba disgustado de que hubiera encontrado el callejón sin salida a
pesar de las capas de hechizos que puse en él para evitar que casi todos
los sobrenaturales lo notaran, pero no era sorprendente. Una vez que el
Paragon me encontró, tuve que desmantelar los hechizos más obvios, o se
daría cuenta de lo decidido que estaba a ocultar el área.
Desafortunadamente, eso dejó espacio para que los fae Seelie y Unseelie
comenzaran a acosarme.
No son más que plagas, pero incluso una plaga puede acabar con un ejército si
se subestima.
Sintonicé los hechizos y miré calle abajo, mi mirada se demoró en la
casa de Shiloh antes de cambiar a la mía.
Si Chloe tiene la intención de visitar Shiloh, debería invertir en otro hechizo de
barrera, incluso si perturba al Paragon.
Aunque Amalourne, Chloe, no era lo que esperaba, todavía tendría que
protegerla.
Ella era otro cabo suelto que podía causar un gran daño, aunque en la
escala de irritación de las Cortes Seelie/Unseelie hasta el Paragon, era
menos molesta pero mucho más peligrosa.
Me irritó que hubiera logrado engañarme. Sombra o no, eso requería un
nivel de habilidad que nunca había visto, y sobrevivió a las ejecuciones
en masa cuando sus antepasados estaban en su apogeo.
¿La odiaba? No.
Sabía que Amalourne no era un gato normal; incluso me di cuenta de
que estaba conectada con seres sobrenaturales de alguna manera. Desde
el punto de vista de la estrategia, incluso podía entender por qué hizo lo
que hizo.
Chloe no tenía idea de su ascendencia. Su miedo e incredulidad fueron
reales; Aristide y Ker se habrían dado cuenta si no lo fueran. Además,
dudaba que una sombra que era tan tímida para acostarse conmigo que
prefería tomar una siesta en el lavabo de mi baño estuviera albergando
un plan secreto para vengar a su gente y asesinarme.
Nunca tuve una pelea con las sombras. Fue el miedo y la codicia lo que
llevó a las familias élficas gobernantes a pisotearlos, y esas emociones
eran debilidades que nunca me permitiría.
Lo que me enfureció fue la magia salvaje.
Le di a Chloe, una sombra, una parte de mí con su collar, porque la
magia misma se despertó ante la idea.
La llegada de Chloe como Amalourne fue la primera vez que la magia
cantaba para mí desde que asesiné a mi familia durante la guerra. Supuse
que eso significaba que apoyaba la idea. Lo que no pensé era a quién
apoyaba la idea.
Un suspiro que estaba lleno de tanta irritación que casi era un gruñido
se me escapó.
―Las sombras siempre fueron las favoritas.
Todos los humanos lo eran, de hecho. La magia tenía favoritos con a
quienes afectaba, y los humanos sin duda estaban en la parte superior de
esa lista, siendo las sombras las más poderosas imaginables.
Siempre me desconcertó que los magos y sus diversos subgrupos nunca
se dieran cuenta de esto, pero incluso si eran los favoritos de la magia,
nadie dijo que fueran particularmente inteligentes.
Y yo era el idiota que escuchaba la magia de elegir favoritos.
Podría quitarle el collar a Chloe, pero si se lo quedaba, sería capaz de
saber dónde está, incluso podía sentirla hasta cierto punto. Era un plan
seguro, siempre y cuando nunca descubriera qué era realmente el collar.
Y si Ker y Aristide no se dan cuenta.
Charon no me cuestionaría, pero si mis amigos hombres lobo y
vampiros se dieran cuenta, nunca escucharía el final.
Arranqué mi magia de los hechizos del vecindario y concentré mi poder
en Furor. Zumbó, luego desapareció de nuevo en el reino de los faes,
esperando la próxima vez que lo llamara.
Mi armadura se desvaneció, disolviéndose como la niebla, mientras
caminaba de regreso por la acera.
Saqué mi teléfono celular de mi bolsillo, mirándolo mientras caminaba
por mi césped. Cuando me acerqué a la puerta principal, sentí que la
magia salvaje se enroscaba a mi alrededor de nuevo, cálida y decadente
de una manera que sabía que era mentira.
No odio a Chloe, pero la situación es... lamentable.
Era una revelación no deseada que intenté empujar salvajemente hacia
abajo, pero era demasiado persistente.
Amalourne me daba un tipo de paz que no había experimentado en mucho
tiempo, y ahora... eso se había ido.
―Se fue ―repetí en voz alta, más como un recordatorio para mi
conciencia débil―. Está terminado.
Necesitaba recordar que Amalourne era un simple gato, ella era segura.
Chloe era una sombra. Lo que Amalourne fue para mí, Chloe no podía
serlo.
Después de mi pesadilla de una noche, pensé que no sería capaz de
dormir, pero debí haberlo hecho porque me desperté con un rayo de sol
bailando en mi cara.
Bostecé, me estiré y luego tuve un ataque al corazón cuando me di
cuenta de que estaba en mi forma humana. Mientras yacía paralizada, los
eventos de la noche anterior me golpearon.
Estoy en una habitación libre en la villa de Noctus. Sabe que soy Ama y dice
que soy una sombra.
Todavía no estaba completamente convencida de que lo era. Las
sombras sonaban como guerrero, y yo era tan temible como el gato que
pretendía ser.
Me escondí debajo de mis sábanas y eché un primer buen vistazo
alrededor de mi habitación, desde la noche anterior entré de puntillas y
me metí derrotada en mi cama.
Tenía un esquema azul claro y blanco similar al de Noctus, pero en
lugar del gran y dudoso estanque reflectante, el centro de mi habitación
tenía un tragaluz circular abovedado que dejaba entrar los rayos del sol,
y calentaban tres rosales plantados en un musgo cuadrado debajo de él.
Dos de los arbustos florecían rosas blancas, nevadas e imposiblemente
perfectas. El último arbusto, el más grande del trío, tenía hermosas flores
que eran de color naranja carmesí en el centro y florecían en un rosa
intenso, por lo que casi parecían pequeñas bolas de llamas.
Le daban a la habitación un aroma floral y una sensación más relajada
mientras las ramas espinosas se mecían con una brisa que no podía sentir.
La chimenea de piedra se parecía a la de Noctus, excepto que estaba en
el extremo opuesto de la habitación. Mi cama estaba técnicamente cabeza
a cabeza con la de Noctus con la pared entre nosotros.
¿Eso era a propósito? ¿Significa que podía oírme a través de las paredes?
No había visto pruebas de que pudiera hacer eso, pero ¿qué tan bien
conocía realmente al rey Mors y sus amigos?
Caminé hasta las ventanas del piso al techo, metiéndome detrás de las
pesadas cortinas de terciopelo mientras observaba la ciudad élfica que se
extendía afuera.
Los ciudadanos zigzagueaban de tienda en tienda, y vi cómo un camión
bajaba con estruendo por el nivel superior de la ciudad.
Aparentemente tengo la misma vista que Noctus.
Observé durante unos momentos más, luego hinché mis mejillas y
exhalé.
―¿Ahora qué? ―le pregunté a mi habitación vacía.
Durante las últimas semanas, mi objetivo había sido adular a Noctus
como su gato y encontrar una manera de liberarme del collar que me
ataba a él.
Busqué la tela en mi garganta, y mis uñas rasparon las tres joyas rojo
granada adheridas a ella. Sí. Todavía estaba ahí.
La señorita Booker, mi jefa, me dijo que lo más probable era que
formara parte de una rara magia de vinculación élfica, razón por la cual
no podía quitármelo y Noctus podía rastrearme por toda la ciudad.
No sabía con certeza acerca de la magia. ¿Quizás la señorita Booker
estaba equivocada? No es probable, pero prefiero esperar eso que decirle
a Noctus después de que me advirtió que no se lo revelara a Ker y
Aristide.
Suspiré y me alejé de la ventana, desplomándome en mi lujosa
habitación hasta el baño.
Fruncí el ceño ante mi reflejo.
Con mi cabello castaño y mis ojos marrones, me gustaba pensar que
podía pasar por un lindo tipo común. La única característica mía que
sobresalía era el lunar junto a mi ojo izquierdo, que le daba un poco más
de sofisticación a mi barbilla y nariz redondas. Por lo general, lo cubría
porque me hacía un poco más memorable, pero no tenía nada de
maquillaje. No es que importara. Ahora, con el aliento matutino y el pelo
alborotado que me hacía parecer como si hubiera jugado con un enchufe
eléctrico, la única descripción apropiada para mí era áspera.
Oh, sí. Puedo ver totalmente, ahora, cómo soy una sombra. Está en mi estilo,
“vagabunda chic”. Hice una mueca. Qué asco. Rogaría de rodillas por un cepillo
y pasta de dientes.
Rebusqué en el baño con precaución, no porque pensara que
encontraría algo que no quería ver, sino porque estaba 90 por ciento
segura de que los marcos dorados de los dos espejos de gran tamaño eran
reales y no estaban pintados, y no había nada contando en qué otras
opulencias inútiles habían invertido los elfos. No encontré pasta de
dientes, ni siquiera loción o champú y acondicionador. Eché un vistazo a
la ducha, una cosa enorme con tres cabezales de ducha, pero no había
ningún producto de higiene ahí.
Tal vez ese debería ser mi próximo objetivo: encontrar formas de hacerme
parecer menos un gato callejero.
Me lamí los labios secos, entusiasmada con la idea. Parece que Noctus
tiene la intención de mantenerme cerca en el futuro previsible y,
afortunadamente, milagrosamente, parece que no planea el típico
encarcelamiento al estilo de una mazmorra. Anoche lo ignoró cuando le pregunté,
pero realmente necesito volver a mi apartamento para conseguir más ropa y
artículos de tocador.
Ciertamente no iba a comprar nada, no había ido a trabajar en semanas,
lo que significaba que no tenía cheque de pago. Tendría que recurrir a mi
fondo de emergencia para pagar mi apartamento durante uno o dos
meses.
Bien, nuevo objetivo a corto plazo: obtener las herramientas necesarias para
lucir presentable. ¡Vamos!
Intenté peinarme con los dedos el cabello alborotado, pero solo
conseguí empeorar los enredos, así que al final me lo aplasté con agua, y
luego me dirigí a la puerta. Tal vez mi apariencia ayudaría a impulsar mi
caso: no podía ver a Charon aguantando que me viera como una
vagabunda en la lujosa villa.
Luché con mi mochila por un minuto, buscando en sus diversos
bolsillos hasta que encontré mi billetera y mi teléfono celular. A
continuación, recuperé mis zapatos donde los había tirado junto a la
puerta, los recogí (como nativa de Wisconsin, era imperdonable usar
zapatos en la casa de alguien) y salí.
Empecé a bajar las escaleras y no estaba tan sorprendida cuando vi a
Charon esperando al pie de las escaleras. ¿Hoy el mayordomo -¿o
administrador?- Nunca me había dado cuenta de su papel: vestía
pantalones grises con su habitual capa gris y capucha, que caía sobre sus
hombros. Si no fuera por sus orejas afiladas, sus ojos en forma de espiral
y su complexión de elfo que era un poco demasiado delgada y ágil, podría
haber pasado por un humano.
―Buenos días ―dije.
Charon me estudió lo suficiente como para hacer que mis sentidos de
gato se erizaran.
―Buen día.
Me agarré nerviosamente a la barandilla de la escalera mientras bajaba
el último escalón.
―¿Tú y Ker encontraron algo en el centro anoche?
―No ―dijo―. Ker captó su olor, pero lo perdió cuando subió a un
vehículo en la calle principal.
―Oh. ―Parpadeé sorprendida, no había pensado que me diría nada.
Para que no pensara que Charon me había perdonado o algo así,
entrecerró los ojos y comenzó a alejarse.
Espera, ¡mi ducha!
―Lo siento, una cosa más, Charon. ―Me apresuré, así que me paré
frente a él―. Me preguntaba, ¿podría ir a mi apartamento a recoger más
ropa y algunos productos de higiene personal? ―pregunté.
Charon echó los hombros hacia atrás como si fuera a negarse, hasta que
mencioné la palabra “higiene” y miró mi cabello.
―Le preguntaré a Majestad. ―Sacó su teléfono celular y se desplazó.
Junté torpemente mis manos detrás de mi espalda, haciendo
malabarismos con mi teléfono celular y mi billetera mientras esperaba.
Después de un minuto, Charon inclinó la cabeza hacia su teléfono
celular, como si Noctus pudiera sentir la muestra de respeto a través de
él, respondió y luego lo guardó.
―Majestad indicó que está bien que lo hagas, pero me ordenó que te
recordara el hechizo de seguimiento colocado sobre ti. Si te acercas al
Claustro de la Curia, te devolverá a la fuerza a la villa.
―No lo haré, mi apartamento está al norte de aquí y no está cerca del
Claustro ―dije.
―Entonces no será un problema.
―Está bien, pero ¿podrías darme tú número? ―Moví mi teléfono para
enfatizar―. ¿En caso de que algo suceda?
Charon inclinó la cabeza.
―¿El rastreador?
Hice una mueca.
―Sí, y los fae Seelie y Unseelie.
Charon frunció el ceño.
―Los fae no deberían ser un problema.
Para ti, tal vez.
―Aún así me gustaría tener tú número ―dije.
Charon negó con la cabeza en un gesto que fue tan leve que casi me lo
perdí.
―No eres muy parecida a una sombra.
―Lo siento, ¿estás decepcionado? ―Me reí tímidamente.
Charon tomó mi teléfono y se agregó como contacto.
―Me refería a la idea de que solicitaste el número de teléfono de un
elfo para recibir refuerzos, pero tus habilidades físicas también son
escasas. ―Usando mi teléfono, se llamó a sí mismo y luego grabó mi
número.
Mantuve la boca cerrada porque no pensé que sería capaz de decir algo
que no estuviera lleno de sarcasmo.
Charon comenzó a alejarse de mí, luego se detuvo y me miró.
―Los encantamientos de memoria élficos no funcionarán con una
sombra, pero funcionarán con todos los demás seres sobrenaturales. Ni se
te ocurra hablar de nosotros con ninguna otra persona. No solo no
funcionará, sino que serás castigada.
¡Es un poco tarde para eso! La señorita Booker ya sabe sobre Noctus, pero al
menos no sabe sobre la ciudad o Charon y los demás, aunque no importa; ella no
le dirá a nadie.
Debatí decirle eso a Charon, pero me marchité bajo su mirada de acero.
―No diré nada ―dije, eligiendo cuidadosamente mis palabras.
No puedo ocasionarle problemas a la Señorita Booker. Ella me ha ayudado
demasiado.
―Gracias, Charon. ―Me incliné un poco ante él ya que era un fanático
de las muestras de respeto, luego me dirigí a la puerta mágica que servía
como entrada al vecindario humano.
Todo estará bien. No me han matado. Puedo sobrevivir a esto, y ciertamente
me sentiré mejor una vez que me haya cepillado los dientes y lavado la cara.
Recién duchada y arrastrando una pequeña maleta de ropa, mi
computadora portátil y los productos necesarios, me sentía mucho mejor
acerca de mi situación.
Solo necesito reconstruir la confianza con todos. Si se dan cuenta de que no soy
una amenaza, ni siquiera una semilla de amenaza, apuesto a que me dejarán ir en
lugar de molestarse en retenerme.
Tenía tanta confianza en esta idea que le envié un mensaje de texto a
Charon para preguntarle si podía ir a Book Nookery para hablar con la
señorita Booker sobre mi horario de trabajo.
No me devolvió el mensaje de texto, así que elegí interpretar eso como
un permiso. Eché a andar por la acera, tirando de mi maleta con ruedas.
Caminar por la ciudad con equipaje no iba a ser muy divertido, pero
era bueno estar de vuelta en mi forma humana, así que no me importaba.
Estaba tan feliz que estaba tarareando mientras revisaba mi teléfono.
Era sábado, así que Joy no estaría trabajando. Por un capricho, la llamé.
―Hola, hermanita ―respondió ella en un tono cantarín―. ¿Qué pasa?
―No demasiado, estoy afuera disfrutando de nuestro clima
primaveral.
―Disfrútalo mientras puedas, se supone que lloverá más tarde hoy.
―Es bueno saberlo. ¿Cómo estás? ¿Cómo están Pat y nuestros papás?
―Mamá y papá quieren que los llames. Dijeron que intentaron llamarte, pero
solo respondió tu contestador automático, que no vas a querer que siga
funcionando mucho más, porque se lo dijeron a Pat, y ahora él ha estado
mencionando que quiere bajar y ver cómo estás.
Ahogué un gemido. Necesitaba evitar ver a Pat o Joy. Mis hermanos
eran algunas de las personas más inteligentes que conocía, y yo era
sobrenatural.
Si venían a Magiford, no había forma de que pudiera ocultarles a
Noctus. Tendría que usar magia en ellos, lo cual quería evitar a toda costa.
La magia era inherentemente peligrosa. No era algo que quisiera lanzar
con frecuencia sobre mi familia.
Mi equipaje resonó cuando una rueda rodó sobre una piedra.
―Los llamaré ―dije―. ¿Cómo está el novio?
―¿Marco? Rompí con él hace dos semanas. Resultó ser un pervertido.
―¿Te hizo algo?
―Sí, me enfureció. Continuó con esta diatriba contra lo sobrenatural, lo que
significa que era incluso menos inteligente de lo que Pat dijo que era.
Me reí cuando doblé una esquina, llegando al área del centro de
Magiford.
―Lindo, pero eso es bastante sorprendente: la mayoría de los humanos
son geniales con los sobrenaturales.
La mayor parte del odio que había encontrado en mi vida procedía de
otros seres sobrenaturales, no de los humanos, pero tenía una familia
adoptiva protectora.
―Sí. Estoy bastante segura de que está molesto porque los hombres lobo están
mejor construidos que él, y él no podría pasar como un fae hermoso, aunque su
vida dependiera de ello. Los idiotas odian aquello con lo que no pueden competir.
Sonreí ante el desdén en la voz de Joy.
―Gracias, Joy.
―¿Por qué?
―Por aceptar siempre que soy un ser sobrenatural.
―Por supuesto. Aunque desearía que me hubieras dejado llevarte al show de
mascotas de la universidad cuando eras pequeña y linda. Podríamos haber
arrasado y hecho un montón de dinero.
―Te amo, hermana.
―Yo también te amo. Cuídate, Chloe.
―Lo haré. Adiós.
Mi ánimo se reforzó aún más, estaba sonriendo cuando colgué.
Mi sonrisa se atenuó un poco cuando miré arriba y abajo de las calles a
mi alrededor. No podía sentir el profundo temor que provocaba la
presencia del rastreador, pero eso no significaba que no estuviera cerca.
Estiré el cuello mientras miraba, mi atención se redujo tanto que casi
perdí la oportunidad de evitar una papa frita rancia que me arrojaron a la
frente.
Me detuve e inmediatamente miré hacia arriba, y vi un grifo de basura
precariamente posado en un letrero de la calle.
―French Fry ―dije―. ¿Qué estás haciendo?
El grifo de la basura agitó su cola de mapache rayado y me arrulló
mientras trituraba diligentemente una bolsa de papel grasienta que en un
momento había contenido papas fritas.
―French Fry, no tires basura ―le dije―. Eso es grosero. Dámelo aquí.
―Extendí mi mano, observándolo cuidadosamente, no porque tuviera
miedo de que me lastimara, sino porque era un idiota y se había caído de
más lugares altos de los que podía recordar.
French Fry sacudió la cabeza de un lado a otro, girándola para mirarme
primero con su ojo rojo anaranjado izquierdo y luego con el derecho.
Abrió bruscamente las patas delanteras, que eran patas de paloma, y la
bolsa de papas fritas flotó hacia mí.
Tomé la bolsa y troté para tirarla a la basura, haciendo una mueca por
la grasa que me dejó en los dedos.
French Fry se lanzó desde el letrero. Le tomó unos momentos precarios
obtener el impulso para mover su trasero peludo hacia arriba, pero luego
dio vueltas sobre mi cabeza, arrullándome, hasta que casi choca con un
semáforo.
Los grifos de la basura no eran las criaturas faes más inteligentes.
Su pequeña exhibición desafortunadamente llamó la atención de
algunos de los humanos que estaban afuera. Unos cuantos autos se
detuvieron en medio de la calle, y pude ver a los conductores y pasajeros
mirando boquiabiertos al pequeño.
―French Fry ―siseé―. ¡Vamos, estás recibiendo demasiada atención!
Me apresuré por una calle lateral, relajándome cuando escuché que
French Fry me seguía, batiendo ruidosamente sus alas y arrullando un
poco más.
No era que los sobrenaturales no estuvieran permitidos en público,
pero el Claustro de la Curia dejó en claro que el uso de magia en público
estaba prohibido a menos que fuera en caso de emergencia. Además,
aparte de los reyes y reinas de los fae que tenían animales únicos, como
las yeguas de la noche de la Corte Nocturna y los ciervos de primavera de
la Corte de la Primavera, se suponía que los animales de los fae no debían
estar en público.
Ahora, criaturas como French Fry eran reglas en sí mismas, y solo
porque el Claustro de Curia hiciera la regla no significaba que la seguiría,
pero los animales faes normalmente se apegaban a su reino fae. Siempre
me confundió un poco la presencia de French Fry, pero no quería que se
metiera en problemas, así que traté de mantenerlo fuera de peligro.
Miré con los ojos entrecerrados a French Fry mientras él, borracho,
pasaba zumbando por encima.
―Será mejor que no vuelvas a hacer caca encima de mí.
French Fry me ignoró y aterrizó en el borde de un barril de basura,
equilibrándose precariamente sobre él para poder mirar su contenido.
Negué con la cabeza cuando pasé junto a él. Supongo que tiene que
conseguir sus papas fritas en alguna parte.
Cuando llegué al final de la cuadra, French Fry casi me choca cuando
pasó volando. Trató de aterrizar en un poste de luz, pero la superficie
estaba demasiado inclinada, por lo que se resbaló y perdió algunas
plumas en la refriega.
Estiré el cuello, buscando el rastreador, pero no vi ni sentí nada
sospechoso. Aun así, para cuando llegamos a Book Nookery, estaba
sudada por la caminata rápida y me había lastimado los talones por haber
golpeado mi equipaje contra ellos.
French Fry aterrizó en el letrero de Book Nookery, como era su
costumbre, y me arrulló mientras subía las escaleras del porche delantero,
luchando con mi equipaje todo el camino.
Cuando llegué a la puerta principal de la librería abierta las veinticuatro
horas, me deslicé dentro con cautela.
Casi esperaba ver a uno de mis compañeros de trabajo detrás del
escritorio, pero la propia señorita Booker estaba ahí.
Llevaba un vestido amarillo con un estampado de flores brillantes y su
habitual collar y aretes de perlas. Cuando me miró por encima de su nariz
de botón, me dio una mirada más aguda, pero se suavizó con su suave
sonrisa.
―Chloe, querida, no esperaba verte hoy.
―Hola, señorita Booker. ―Di otro paso dentro de la tienda y una
abrumadora sensación de comodidad me inundó. No sabía si era el olor
a papel de los libros o el olor familiar del pulidor de madera que la
señorita Booker nos hacía usar para limpiar obsesivamente los estantes,
pero fuera lo que fuera, mis hombros se relajaron.
Así es como deberían sentirse los libros. Reconfortantes. No sentenciosos.
La señorita Booker cruzó las manos y las apoyó sobre el escritorio, tan
apropiada y elegante como siempre.
―Parece que te vendría bien una taza de té.
―Tal vez ―estuve de acuerdo―. Han pasado muchas cosas.
―¿Oh? Entonces, ¿por qué no me lo dices en la cocina?
―Gracias.
―Por supuesto, cariño. Es lo correcto.
―Espero que todavía pienses eso después de todo lo que necesito
decirte…

Después de dos tazas de té, una bandeja llena de sándwiches de pepino


y un torrente de palabras, agarré mi taza de té de porcelana vacía y froté
con el pulgar el diseño de la ramita de lavanda.
La señorita Booker se sentó en silencio durante varios largos momentos,
contemplando todo lo que le había dicho. Había mantenido mi historia
hasta que Noctus me descubrió y me dijo que era una sombra, y le conté
sobre el rastreador. La señorita Booker no sabía nada de Charon, Aristide,
Ker y la ciudad de los elfos, y tenía la intención de mantenerlo así por su
propia seguridad.
―Esa es toda una aventura ―me dijo.
―¿Aventura? ―chillé―. Si Noctus se da cuenta de que te he hablado
de él, te hechizará.
Ella palmeó mi mano.
―Eso es por lo que debo preocuparme, Chloe, querida.
―Él sabe que trabajo aquí ―le dije―. Va a sospechar tarde o temprano.
Deliberadamente miró mi collar.
―No comparto tu certeza.
Casi dejo caer mi taza de té antes de recuperarme y la puse en el plato
a juego con un delicado chasquido.
―No me dejó el collar puesto porque tiene algún tipo de emoción
positiva hacia mí.
―¿Él dijo eso?
―No, pero confirmó que el collar le permite rastrearme y que no sirve
de nada tratar de correr mientras lo tenga puesto.
―Y, sin embargo, a pesar de que te descubrieron anoche ―dijo la
señorita Booker―. ¿tienes permitido deambular por Magiford?
―Por el collar.
La señorita Booker tomó un delicado sorbo de su té.
―Si tú lo dices.
Sacudí mi cabeza, tratando de evitar el dolor que se estaba gestando.
―¿Qué debo hacer?
―Esperar a que decidan qué hacer contigo, me imagino ―dijo
amablemente―. Si están dispuestos a dejarte deambular, con collar o sin
él, parece que Majestad se relajará contigo. Tal vez podrías volver a tus
patrones habituales.
Me mordí el labio.
―Tal vez me dejarían volver al trabajo.
La señorita Booker levantó las cejas, pero no dijo nada al respecto. Dejó
suavemente su taza de té, luego se sirvió un poco más de una tetera blanca
decorada con un patrón de hiedra.
―Sin embargo, lo que me preocupa es este rastreador que mencionaste.
Parece una tontería dejarte vagar cuando ese canalla ha demostrado ser
más persistente.
―Él no me ha encontrado todavía hoy ―dije―. Pero tal vez por eso
Noctus decidió dejarme salir, para ver si el rastreador aparece.
―¿Está tan interesado en encontrarlo? ―Tomó otro sorbo de té.
―Sí ―dije, arrastrando las vocales.
No le dije a la señorita Booker sobre la ciudad de los elfos, para
protegerla a ella y a los elfos mismos. La verdad era que Noctus
absolutamente usaría mi vida como cebo para atraer al rastreador si eso
significaba capturarlo. El enfoque del rastreador sobre mí probablemente
era algo bueno. Si hubiera mostrado algún interés en irrumpir en la casa
de Noctus cuando yo no estaba ahí, no sabía qué habría pasado.
Espero que no se haya dado cuenta de lo que es Noctus, y por eso ahora está
desaparecido.
Era un revoltijo de emociones por este desastre, pero me conocía lo
suficientemente bien como para predecir que me sentiría
insoportablemente culpable si Noctus fuera descubierto por mi culpa.
Lo cual es un poco loco considerando que él es el Rey de los Mors, el epítome
de la muerte para los elfos, y posiblemente el individuo más peligroso que podría
conocer en toda mi vida. Por otra parte, nadie dijo que las emociones fueran
lógicas.
―Entonces tal vez tengas razón en que se te permite moverte para que
este rastreador pueda ser atrapado. Independientemente, creo que sería
mejor esperar a que el Rey Noctus dé el primer paso ―dijo la señorita
Booker.
―¿Primer paso para el rastreador? Tendré que hacerlo. No puedo
derrotarlo por mi cuenta, a menos que pruebe el spray de pimienta que
me regaló Joy.
―No, me refería a tu relación con el rey Noctus ―dijo la señorita
Booker―. La discreción es un excelente comienzo. Le dará la oportunidad
de leer la sala, por así decirlo, y juzgar cómo está siendo recibido. Según
lo que observe, puede decidir mejor cómo debe avanzar con cosas como
el collar y tu libertad en general.
―Oh, sí. ―Comencé a desplomarme en mi silla, pero corregí mi
postura cuando ella presionó remilgadamente sus labios juntos en
silenciosa desaprobación―. ¿Entonces crees que no debería intentar hacer
una escapada al Claustro de la Curia?
―No en este momento ―dijo―. Hay demasiadas variables
desconocidas. Sería demasiado fácil cometer un error. Además, me parece
que todavía no tienes motivos para recurrir a esa medida desesperada.
―No estoy segura de eso. Las cosas se sienten bastante desesperadas.
―Y, sin embargo, te sientas aquí conmigo a tomar té ―dijo―. Tu correa
no está tan apretada como pareces creer.
Puede parecer así, pero eso es solo porque no sabes cuán en serio Noctus se
toma la seguridad de su ciudad.
Me aclaré la garganta y forcé una sonrisa en mi rostro.
―Tal vez ―dije evasivamente, vi el reloj y me levanté―.
Probablemente debería irme, podrían sospechar si me quedo aquí
demasiado tiempo.
―En ese caso, me despido con cariño. ―La señorita Booker empujó
delicadamente su silla hacia atrás y se puso de pie, alisando las arrugas
de su vestido floral―. Ten cuidado, las Cortes Seelie y Unseelie han
estado peleando más de lo habitual.
Llevaba mi taza de té al fregadero, pero me di la vuelta con el ceño
fruncido.
―No andan dando vueltas por el vecindario, ¿verdad?
―No, no, nada de eso. ―Se rio secamente―. Hay demasiadas casas de
magos cerca para que arriesguen estas partes de Magiford, pero han
estado más activos en las áreas residenciales humanas. Hubo una pelea
en el centro, lo cual fue bastante estúpido de su parte dado que se suponía
que era una zona neutral. Si siguen con esta tontería, el Claustro de la
Curia se verá obligado a actuar.
Empecé a lavar mi taza de té.
―Espero que resuelvan sus problemas rápidamente.
―Desafortunadamente, dudo que lo hagan. Si la magia sigue
desapareciendo, me imagino que las cosas solo empeorarán ―dijo.
Enjuagué la taza, luego la puse sobre la toalla suave que la señorita
Booker había dejado.
―Supongo. Entonces es solo una cosa más de la que preocuparse, pero
gracias por todo, señorita Booker, y lamento haberte puesto en peligro con
todo esto. ―Agarré mi maleta, con cuidado al recogerla, porque a la
señorita Booker no le gustaría que las ruedas rayaran su piso.
―Por supuesto, Chloe querida. Llámame si tienes necesidad.
―Lo haré, ¡adiós! ―dije mientras abría la puerta trasera para
empleados. Arrastré mi maleta por las escaleras y alrededor de la casa,
dejándola cuando llegué a la acera.
French Fry salió de un arbusto de lilas que estaba comenzando a
florecer, arrojando diminutas flores púrpuras por todas partes y
llevándose el fragante aroma de las lilas con él mientras revoloteaba por
la calle.
Lo seguí, regresando al callejón sin salida de Noctus.
¿Entonces tengo que esperar? Eso es comprensible e inteligente ahora que no
estoy necesariamente presionada por el tiempo. Quiero decir, lo estoy, pero eso es
principalmente desde un punto de vista financiero. No puedo hacer que Noctus
cambie de opinión sobre nada, y algo me dice que no podré halagarlo porque ya
no soy Amalourne. Supongo que lo más importante es evitar que Pat y Joy me
visiten, y tratar de ser lo más útil posible para que eventualmente me liberen.
Suspiré mientras tiraba de mi equipaje, el asa se sacudió cuando corrí
por una grieta en el cemento.
La primavera aún no se había convertido en verano, pero el aire era más
cálido que hace una semana y había más flores floreciendo, por lo que era
un paseo agradable.
Estaba a unos diez minutos de la casa de Noctus cuando mis sentidos
mágicos entraron en acción.
Me detuve a medio paso y miré alrededor del vecindario
aparentemente normal.
Algo está mal. Era un instinto visceral; uno en el que había aprendido a
confiar a lo largo de los años.
Un escaneo de la calle no reveló nada.
French Fry estaba más adelante en el camino, sentado en un pequeño
comedero para pájaros que estaba sujeto a un árbol joven que se doblaba
pesadamente bajo su peso.
Más allá del alegre grifo de la basura, no vi ni escuché a nadie más.
No había niños jugando, nadie estaba paseando en el hermoso clima.
De hecho, cuanto más escuchaba, más silencioso se volvía el parloteo de
las ardillas y el canto de los pájaros.
Se van. Giré en un círculo, con mi guardia subiendo. ¿Era el rastreador?
Pero no sentí esa horrible sensación de pavor, y seguramente eso ya me
habría golpeado.
No importa lo que sea. Si los animales de presa se van, yo también tengo que
salir de aquí.
Corrí por la calle, mi equipaje girando bruscamente detrás de mí.
―French Fry, vamos. Tenemos que irnos. ―Le hice un gesto al grifo de
la basura.
French Fry me miró con el ojo izquierdo, luego con el derecho. Pesaba
mucho en el comedero que estaba a solo dos pies del suelo. Cuando saltó
de él, el comedero lo golpeó cuando saltó en posición vertical.
El grifo de la basura hizo un ruido de reproche, pero me siguió mientras
trotaba.
Mis instintos me dominaban tanto que consideré abandonar la maleta
(podría volver con Aristide, el ciego, pero peligroso lanzador de dagas, y
tal vez Ker como refuerzo), cuando la sedosa sensación de la magia fae
me hizo cosquillas en el codo.
Tienes que estar bromeando. ¡¿Ahora?!
Estaba a la mitad de la cuadra cuando un rugido tan fuerte que sacudió
el suelo sonó detrás de mí.
Corrí detrás de un arbusto y me convertí en gato. Bien escondida, miré
hacia atrás calle abajo.
Dos trolls se pararon en la parte superior de la calle. Ambos estaban sin
camisa, pero vestían pantalones que parecían hechos de sacos de arpillera
cosidos.
¿Cómo encontraron arpillera en esta época?
Un chillido que sonaba como el silbido de una serpiente combinado con
la llamada de un halcón zumbaba, y una sombra cruzó la calle.
Mi pelaje se hinchó cuando la sombra se deslizó por la esquina de la
calle, y no supe si reír o llorar.
Tengo la peor suerte.
La criatura, hecha de músculos, escamas y pelaje y fácilmente del
tamaño de un camión, rugió mientras extendía sus patas con garras.
Cuando giró en círculo, reveló una mujer fauno posada en la parte
posterior de su cuerpo parecido a una rata, arrullándolo, probablemente
su adiestradora. Su cola larga y escamosa terminaba en una cabeza de
serpiente que se cernía sobre su espalda, probando el aire con su lengua
bífida, mientras que su cabeza era un cráneo desnudo de león. Una
melena se infló alrededor del cráneo blanco y las cuencas de sus ojos
brillaron de color rojo, lo que testificaba que la criatura aún estaba viva a
pesar de su terrible apariencia.
Parece una variación de una quimera. Las quimeras eran una de las
muchas criaturas oscuras que vagaban por los reinos de los fae. A veces
podía domesticar criaturas salvajes, por lo que no era insólito tener una
quimera como mascota, aunque su dueño debe haber pagado muy caro
por ella, ya que presumiblemente estaba mirando un enfrentamiento
entre Seelie y Unseelie, y ninguna de esas Cortes tenía acceso a el reino de
los fae.
La lágrima negra Unseelie en la manta del jinete lo marcaba como la
mascota de la reina Darina. Lo que significaba que los trolls
probablemente eran secuaces de Harel.
Volví a convertirme en humano el tiempo suficiente para tomar
frenéticamente mi teléfono y abrir mis mensajes.
―Ayuda, fae.
Le envié el mensaje de texto a Charon, confiando en que el elfo
competente se daría cuenta de lo que quería decir.
Necesito salir de aquí, pero primero, mejor advierto a alguien. Si estos faes van
demasiado lejos, lastimarán a los humanos, y luego todos pagaremos.
Hice la búsqueda en Internet más rápida de mi vida, buscando el
número de emergencia del Claustro de la Curia, todo mientras soltaba el
asa de mi maleta y la pateaba hacia el patio delantero de una linda casa
de dos pisos.
Por suerte, los luchadores estaban demasiado ocupados haciendo poses
por el momento: los trolls se golpeaban el pecho con los puños y la mujer
fauno montada se había arrojado de la quimera y le estaba erizando la
melena.
El tono de marcación murió cuando mi llamada se atendió.
―Línea de emergencia del Claustro de la Curia.
―Guerra territorial de Faes ―interrumpí―. En esta dirección. ―Recibí
el nombre de la calle mientras avanzaba poco a poco hacia la casa
humana.
Me convertiría en un gato y huiría por el patio trasero. Una vez que
tuviera al menos una zona de amortiguamiento de dos cuadras, volvería
a ser ay vería si Charon se había puesto en contacto conmigo.
―¿Cuál es tu nombre? ―me preguntó el del Claustro de la Curia.
Fruncí el ceño mientras veía a los trolls chocarse los puños antes de
empezar a trotar por la calle.
―¿Qué?
―¿Quién está reportando?
Pulsé el botón de finalizar llamada, no tenía tiempo para detalles, y
estaba bastante segura de que a Noctus no le gustaría que me prestaran
más atención.
Volví a convertirme en gato y busqué frenéticamente a French Fry. Lo
vi, sentado tranquilamente en el techo de la casa de al lado,
observándome.
Bien, está fuera del camino.
Los trolls alcanzaron a la quimera, quien clavó su cráneo en el vientre
del primer troll, derribándolo tres lotes de casas calle abajo. Intentó
golpear al segundo troll con su cola de serpiente, pero el troll atrapó la
cabeza de la serpiente y la detuvo.
Y esa es mi señal para irme. Me escabullí por el costado de la casa,
olfateando mi camino a través de varios arbustos en flor de corazones
sangrantes. Había una cerca de madera, pero la salté y aterricé en la parte
superior donde me equilibré por un momento.
Estaba a punto de saltar al otro lado cuando, por encima del rugido de
los trolls y el chillido de la quimera, escuché el tintineo de una campana.
Miré hacia atrás. Al otro lado de la calle, parado en el jardín delantero,
había un pequeño gato atigrado de color naranja con un collar y una
campana de color púrpura brillante.
Agachó las orejas cuando un troll pasó corriendo junto a su casa e
intentó tirarse sobre la espalda de la quimera, pero luego aguzó las orejas
y maulló cuando vio que lo estaba mirando.
Oh, no…
Parte de mi magia era que los gatos me querían universalmente. Esto
funcionó a mi favor, porque si me quedaba en un área el tiempo suficiente
como gato, uno o dos felinos locales vendrían naturalmente a ver lo que
estaba haciendo. Era un camuflaje perfecto.
Excepto ahora, cuando el peligro vagaba por la calle.
Si no regresa adentro, se lastimará, incluso si se queda en el jardín delantero.
La quimera corcoveó al troll, enviándolo a toda velocidad hacia atrás.
Aterrizó en un gran arbusto de lilas plantado en el espacio de la acera,
aplanándolo hasta las raíces.
El gato se agachó más cerca del suelo, pero no se movió de la acera de
enfrente de su casa y siguió observándome.
Si me voy, correrá a casa.
Salté hacia abajo, aterrizando encima del contenedor de reciclaje
escondido contra la cerca. Parada encima de él, podía mirar por encima
del costado de la cerca.
El gato no se movió. No, en realidad empeoró.
Mientras observaba, la puerta principal se abrió y un anciano salió,
llamando al gato naranja. El hombre miró a los trolls y a la quimera con
miedo evidente, pero de todos modos se arrastró por el porche en
dirección a su mascota.
Se me subió el corazón a la garganta y, antes de darme cuenta de lo que
estaba haciendo, volví a saltar la cerca y trepé al techo inferior de la casa
de dos pisos.
Corrí hasta el borde, convirtiéndome en humano en el último momento
para el salto. Tan pronto como salí del techo, volví a convertirme en gato
y dejé que el impulso me llevara más lejos de lo que podría haber saltado
como gato.
Dejé que mis instintos me guiaran, así que me retorcí en el aire y aterricé
en el camino sobre mis patas, sin ningún dolor. Las ventajas de ser un
gato.
La quimera se estrelló contra el troll que todavía sostenía su cola,
tratando de aplastarla. El troll se preparó, pero fue empujado varios
metros hacia atrás por el pavimento.
Permanecí en mi forma felina mientras aceleraba y me deslizaba por la
calle, esquivando apenas al troll cuando retrocedía, tratando de evitar que
la quimera lo abrumara.
Esto es una locura, ¿cómo es posible que las Cortes piensen que esto está bien?
¡No hay forma de que los humanos se pierdan todo este daño a la propiedad!
¡Harel y Darina están locas!
El gato atigrado naranja no había regresado con su dueño. En cambio,
se hinchó hasta el doble de su tamaño y le siseó a los monstruos.
Tan pronto como llegué a la acera delantera del anciano, me convertí
en humano.
―¡Entra! ―grité.
Todavía aferrada a mi teléfono celular (será mejor que Charon se ponga
en contacto conmigo después de todo esto), recogí el gato naranja.
Afortunadamente, no peleó conmigo ni me arañó. Corrí por el césped,
con el gato saltando en mis brazos, mientras el viejecito abría
apresuradamente la puerta principal.
Tan pronto como entró, salté detrás de él, tirando al gato en sus brazos.
―¡Cheesecake! ―gritó el anciano mientras abrazaba al gato aún
hinchado.
Salí al porche.
―Ve a la parte de atrás de tu casa ―dije―. Deberían quedarse en la
calle, pero por si acaso, y cierra la puerta.
―Espere, señorita ―dijo el anciano.
Cerré la puerta detrás de mí. Mientras escuchaba a la cerradura hacer
clic en su lugar, mis instintos agarraron mi corazón y lo sacudieron.
Me di la vuelta, mi boca se secó cuando me di cuenta de que la cabeza
de serpiente quimera me estaba mirando.
La quimera tenía un troll atrapado debajo de sus patas delanteras, y el
otro estaba luchando con su cabeza de cráneo de león.
Los trolls mecieron a la quimera de un lado a otro mientras luchaban
por liberarse. La cabeza de serpiente de la quimera se curvó en una
posición llamativa, pero mantuvo sus ojos en mí.
¡¿Cómo, con dos trolls luchando contra él, decidió que yo era interesante?!
Me convertí en gato por la velocidad superior, aunque temporal, y con
la esperanza de que sería más difícil de ver, y volví a cruzar la calle.
Logré llegar al otro lado, esquivando los guijarros y la gravilla que
salieron disparados cuando el troll inmovilizado finalmente logró
liberarse.
El troll recién liberado pateó el estómago de la quimera.
El cuerpo de la quimera lo golpeó, haciéndolo rodar de cabeza por la
calle. El segundo troll rugió, pero fue silenciado cuando la quimera le dio
un cabezazo con un doloroso crujido que lo lanzó tras su amigo.
Traté de seguir su cola de serpiente, pero no pude verla desde este lado
de la calle. Salté sobre la cerca blanca de estacas nuevamente, luego trepé
al primer piso de la casa de dos pisos.
Cuando finalmente me di cuenta de lo que estaba pasando, el
hormigueo en mis bigotes se convirtió en un cuchillo de miedo.
La quimera avanzó pesadamente por la calle, no para acercarse a los
trolls, sino para detenerse cuando se paró en la acera justo afuera de la
casa del anciano.
Puerta principal del anciano.
No es por mí, es por el viejo.
El impulso de huir me sacudió, pero no podía dejar que el anciano fuera
atacado solo porque su gato me había sentido.
¿Qué hago, qué hago, qué hago?
Por alguna razón tonta y sin sentido, maullé lastimosamente de una
manera que solía traer a Noctus a mi lado en un instante.
Pero yo ya no era su amada mascota. Él no se preocupaba por mí, de
hecho, si me mataban en esta guerra territorial, probablemente estaría
feliz. Sin duda le haría la vida más fácil.
Estoy por mi cuenta. Necesito averiguar cómo ocuparme de esto.
Me agaché en el techo y observé cómo los trolls atacaban de nuevo a la
quimera. Ésta les dio un nuevo cabezazo, lanzándolos como si fueran
muñecos.
Obviamente, atacarla de frente no va a funcionar.
Miré hacia la calle donde vi a la jinete, la mujer fauno, sonriendo
mientras se apoyaba en un buzón.
Bingo, lo tengo.
Salté del techo en mi forma de gato y corrí a través del césped, teniendo
cuidado de esconderme siempre que pude.
Escuché un crujido ominoso, y cuando miré hacia atrás, la cabeza de
serpiente estaba sujeta alrededor del buzón del anciano como una boa
constrictora. Mientras apretaba las bobinas de su cuerpo, arrancó el poste
de madera del suelo.
…Necesito darme prisa.
Pasé junto a la mujer fauno y crucé la calle a sus espaldas.
Esta es una mala idea. Esto es lo peor, pero es la única opción.
Fugazmente, volví a pensar en Noctus, antes de sacudir la cabeza,
apuntarme a la espalda de la mujer fauno y luego correr hacia ella.
Esperé hasta el último segundo para convertirme en humano,
apareciendo detrás de ella.
Era más alta que la pequeña fae, así que fue fácil tirarla al suelo con una
buena patada en la espalda.
Estaba sobre ella antes de que pudiera gritar, con mi brazo envuelto
alrededor de su garganta mientras sujetaba mi rodilla contra su espalda
baja.
―Tan pronto como te libere, llama al monstruo, termina la pelea e
inmediatamente regresa a tu Corte. ―Medio gruñí las palabras, estaba
tratando de mantenerla atrapada y asustada, pero sin lastimarla. No
necesitaba que la Corte Unseelie me prestara especial atención, o que
hiciera gimnasia mental para convertir esto en un desaire.
La mujer fauno emitió un gemido y trató de soltarse de mi agarre, pero
como un artista del escape certificable, y habiendo sido entrenada por mi
hermano paranoico, sabía exactamente cómo sujetar a alguien para que
no pudiera escapar. Ni siquiera podía tratar de morderme el brazo o darme
un cabezazo: tenía mi brazo apretado debajo de su barbilla, por lo que su
cabeza estaba pegada a mi hombro y no podía hacer ningún tipo de
movimiento de embestida.
Pero sostenerla solo funcionaría hasta que la quimera notara que estaba
angustiada.
―¡Promételo! ―dije, mientras buscaba una amenaza―, o te llevaré
directamente al Claustro.
¡Ja, como si pudiera abrazarla tanto tiempo!
―Déjame ir ―gritó la mujer fauno.
―Promételo.
Los fae no podían mentir, lo que también significaba que no podían
traicionar ningún voto que hicieran. Si ella lo decía, tendría que hacerlo.
Me arañó el brazo con sus uñas romas, así que aumenté la presión sobre
su cuello.
―¡Bien! ―gritó, aflojándose en mis brazos―. Juro ante la Corte
Unseelie que, una vez que me dejes ir, cancelaré mi quimera, terminaré la
pelea e inmediatamente regresaré a mi Corte.
Me puse de pie, arrastrándola conmigo.
―Entonces hazlo. ―La empujé frente a mí, luego me zambullí detrás
de un arbusto, convirtiéndome en gato antes de que ella se diera la vuelta.
Miró a uno y otro lado de la calle y no pareció darse cuenta de que
estaba agachada.
―La reina Darina se va a enojar ―se quejó mientras se volvía hacia la
quimera―. ¡Dew Drop! Suficiente, nos vamos a casa.
La quimera arrojó a los dos trolls de nuevo para que golpearan la calle
con un ruido sordo doloroso, luego se dio la vuelta y caminó hacia su
guía.
El labio inferior de la mujer fauno sobresalía en un puchero mientras
recuperaba su manta de montar de la acera donde la había dejado caer.
Los trolls se agitaron en la calle.
Sin darse la vuelta, la quimera golpeó con su cola contra ellos,
arrojándolos al suelo y agrietando el pavimento.
Uf, sí, me alegro de no tener que enfrentarme a la quimera.
Como si pudiera sentir mis pensamientos, la cabeza del cráneo de la
quimera giró en mi dirección, y sus brillantes ojos rojos me miraron
fijamente.
La mujer fauno no pareció darse cuenta. Arrojó la manta sobre los
hombros de la criatura y se subió.
La cola de serpiente de la quimera siseó, pero cuando la mujer fauno
golpeó los costados del monstruo con sus talones, como si fuera un pony
travieso, finalmente se alejó de mí, caminando calle arriba.
Me relajé y, por primera vez desde que comenzó toda esta “diversión”,
mi pelaje negro comenzó a acomodarse en su lugar.
Me agaché mientras los trolls se ponían de pie y se hablaban entre sí en
tono bajo y gruñón.
Esperaré hasta que se vayan, entonces puedo agarrar mi equipaje y salir. Los
del Claustro de la Curia aparecerán pronto, de todos modos, y... ¿qué están
haciendo?
Mi breve momento de relajación se evaporó cuando los trolls
caminaron por la calle, dirigiéndose en mi dirección.
Mi pelaje se hinchó de nuevo, y rápidamente me adentré más en el
arbusto, agachándome en la base, donde estaría mejor protegida por
todas las ramas bajas y el follaje.
―Estaba mirando hacia aquí antes de que su jinete la montara. ―El
troll se detuvo justo en frente de mi arbusto―. Me pregunto qué le
interesó...
Váyanse, váyanse, váyanse. ¡Vamos magia, TRABAJA!
Me acurruqué, haciéndome lo más pequeña posible.
Contuve la respiración cuando uno de los trolls se agachó y rompió una
gran rama de mi arbusto.
Tendré que correr, esconderme en el jardín es mi mejor apuesta. Si cambio entre
humano y gato unas cuantas veces, mi magia debería encenderse lo suficiente
como para confundirlos.
Estaba tan asustada que el hormigueo de mis bigotes hizo que mi cara
se sintiera entumecida. Me tensé lista para correr.
El troll arrancó otra rama y la última luz de la mañana se arrastró más
profundamente en el arbusto.
―¿Qué es esto? ―El troll se inclinó más cerca, mirando adentro―. Hay
un gato. ―Se estiró hacia mí, sus dedos gigantes, como salchichas,
agarrando.
Esto es terrible. ¡Mi magia evitará que se den cuenta de que soy yo, pero no
evitará que sientan curiosidad por un gato!
Trepé hacia la parte trasera del arbusto, congelándome cuando el
arbusto gimió bajo el repentino peso de un troll inconsciente.
Se deslizó de la rama, aterrizando en el suelo con un golpe. Mirando a
través de las hojas, pude ver la forma igualmente inconsciente de su
amigo, desparramada en medio de la calle.
¿Q-qué?
―Amalourne.
Noctus.
Me arrastré con cautela fuera del arbusto, asomando mi nariz negra
primero. Noctus estaba a unos metros de distancia, inclinado sobre los
trolls.
Algo en mí, probablemente la parte tonta que había estado esperando
que él me encontrara de alguna manera, se dobló de alivio.
Él vino después de todo.
Su cabello se veía más dorado que de costumbre bajo la brillante luz del
sol, y su ropa práctica era audazmente oscura entre el verde del césped
regado y las flores de colores brillantes.
Había algo decididamente malo en su presencia en la calle. No es que
no perteneciera, como los trolls y la quimera no lo habían hecho, pero se
sentía como si él fuera... demasiado para estar limitado a la calle pequeña
y perfecta. Demasiado fuerte, demasiado poderoso, demasiado
abrumador.
Noctus me miró mientras envainaba su espada. Comenzó a agacharse
y automáticamente troté hacia él, apoyándome en sus piernas. Noctus
deslizó sus manos debajo de mi vientre, presumiblemente para
levantarme.
Nos congelamos al mismo tiempo, nuestras mentes finalmente se
pusieron al día con nuestros movimientos habitualmente arraigados.
Oh. Ya no soy Amalourne.
Noctus se separó primero, retrocediendo. Giró, señalando la calle
donde Charon estaba parado con el auto.
Ker estaba presente. Por primera vez desde que la conocía, no estaba en
su forma de lobo mientras estaba fuera de la casa, sino que permaneció
en su cuerpo humano. Cada vez que se aventuró fuera de la villa tuvo
cuidado de salir como un lobo.
No había logrado averiguar por qué, pero sospechaba que tenía algo
que ver con que ella tuviera una vida increíblemente larga.
Observé por un momento antes de retirarme a los arbustos para
transformarme en mi forma humana.
No me preocupaba que me descubrieran (después de todo, era la única
de mi especie que conocía), pero al Claustro de la Curia no le gustaba que
la magia se mostrara en público, e incluso si dos trolls y una quimera
acababan de pelear en la calle, no era más que una seguidora de las reglas.
Humana de nuevo, me aclaré la garganta con la esperanza de llamar la
atención de Noctus.
No dejó de mirar a Ker mientras arrojaba mi equipaje en el maletero de
la camioneta.
―¿Qué?
―Gracias por venir ―dije―. Tenía la intención de huir después de
enviarle un mensaje a Charon, pero hubo... complicaciones.
Ker cerró el maletero y cruzó la calle de un lado a otro. A juzgar por la
forma en que movió la nariz, estaba olfateando el área.
Noctus me hizo un gesto con dos dedos indicándome que lo siguiera,
luego comenzó a caminar por la calle, en dirección al auto.
―¿Qué pasó?
―Creo que fue una guerra territorial entre Seelie y Unseelie ―dije―.
No sé qué más traería a los fae a un vecindario humano. Comenzó de la
nada. Afortunadamente no parece que haya demasiado daño a la
propiedad. Oh, llamé al Claustro de la Curia para advertirles.
Noctus asintió y estábamos lo suficientemente cerca como para que
Charon lo oyera.
―¿Arranco el auto, señor? ―preguntó Charon.
―En un momento ―dijo Noctus―. Me gustaría darle a Ker un poco
más de tiempo. ¿Qué te impidió correr, Chloe?
Me encogí.
―Había un gato. ―Expliqué la situación, señalando la casa del anciano.
Su buzón estaba destrozado, pero por lo demás la propiedad estaba ilesa.
Cuando terminé, Ker volvió con nosotros, después de haber escuchado
mi explicación con sus sentidos de lobo superiores.
―¿A quién envió el Unseelie? ―preguntó, inclinando la cabeza hacia
adelante y hacia atrás.
―Una quimera y su controladora ―dije―. Se fueron tal vez dos
minutos antes de que llegaran.
―Eso explica el extraño olor. ―Ker estornudó, luego sacudió la cabeza,
rompiendo las dos trenzas oscuras en las que estaba recogido su
cabello―. Las criaturas faes siempre huelen raro.
―Deberíamos irnos, me imagino que el Claustro de la Curia aparecerá
en breve ―dijo Noctus.
―En efecto. ―Charon abrió la puerta principal para Noctus y Ker se
amontonó en el asiento trasero.
Hice una pausa, inclinando la cabeza cuando sentí que mi instinto
tiraba de mí.
Magia entrante. Debe ser el equipo del Claustro de la Curia.
Escuché el ronroneo del motor de un automóvil y pude sentir el
zumbido en las yemas de mis dedos que marcaba la magia humana.
Tenían un mago entre sus filas. También se sentía como un vampiro, y tal
vez un...
―¡Ker! ―Me lancé dentro del auto, cerrando la puerta detrás de mí.
―¿Qué? ―Ker frunció el ceño y bajó las cejas sobre los ojos cuando la
agarré por los hombros, pero no luchó cuando la empujé en el espacio
para los pies entre los asientos delanteros y el banco.
No sé dónde se estacionó el grupo de trabajo del Claustro de la Curia,
pero de repente estaban ahí, en la calle, planeando la lucha.
El sobrenatural por el que estaba más nerviosa, un hombre lobo, estaba
ocupado olfateando el buzón, siguiendo el camino de la quimera.
Una mujer pelirroja y llena de pecas trotó hacia el auto, levantando la
mano para pedirnos que nos detuviéramos.
―Parece que nuestra salida es demasiado tarde ―dijo Noctus
crípticamente. Comenzó a presionar el botón de la ventana, pero yo fui
más rápida que él.
―Hola, soy la que llamó por la pelea territorial. ―Mi ventana ya estaba
bajada hasta la mitad. Saqué mi cabeza por la ventana, usando mi cuerpo
para llenar el espacio y bloquear a Ker.
Iba en contra de mis instintos llamar la atención sobre mí misma, pero
si Noctus estaba diseñado para atraer a la gente, yo estaba destinada a
desviar la atención.
Si mantienen su atención en mí, serán más desdeñosos, que es lo que
necesitamos.
―Ah, sí. Gracias por avisar. ―La mujer, que parecía más o menos de
mi edad, me sonrió, colocándose frente a mi ventana e ignorando a
Noctus, exactamente lo que yo quería―. ¿Podrías decirme qué pasó?
Recité los acontecimientos, incluido el viejecito y su gato. (El Claustro
de la Curia ya tenía un registro sobre mí, y tenía mi número de teléfono
de las numerosas solicitudes de empleo que había entregado, por lo que
sería fácil rastrearme de todos modos).
La mujer asintió e hizo algunas preguntas mientras tomaba notas en su
teléfono.
Uno de los otros miembros del grupo, un fae alto y curioso, me observó
con interés.
―En serio. ¿Puedes convertirte en un gato? ―me preguntó.
La mujer pelirroja, que tenía que ser una maga, le dio un fuerte codazo,
todo mientras mantenía una sonrisa en su rostro.
―Gracias por tu cooperación.
―Por supuesto. Mmm, pero si eliges ir tras las Cortes por los daños...
¿podrías...? ―Me detuve, preguntándome cómo expresarlo.
―Tu participación se mantendrá en los registros del Claustro ―dijo la
maga―. No compartiremos ninguna información con las Cortes.
―Lo prometemos por el meñique ―sonrió el fae.
La maga, moviéndose tan rápido como un borrón, lo golpeó en el
estómago, sacándole un poco de la típica presunción fae.
Oh, ella no es una maga. Es una cazavampiros.
Los cazavampiros eran un subconjunto de los humanos, excepto que su
magia generalmente venía en una mayor velocidad, mayores tiempos de
curación, etc.
Detrás de la pareja, el lobo comenzó a caminar en nuestra dirección.
Por el ceño fruncido me di cuenta de que probablemente había captado
el olor de Ker.
Vamos, magia. Trabaja. ¡Por favor trabaja!
―Gracias. Ya que mis amigos pasaron a recogerme, ¿podemos irnos?
―Apoyé las manos en el borde de la ventana.
―¿Mmm? ―Mi magia debe haber estado funcionando, porque la
cazavampiros apartó la mirada de mí y miró al equipo―. Seguro. Se
pueden ir. Gracias por informar el asunto.
Metí la cabeza y subí la ventanilla.
―¡Vamos! ―siseé.
La cazavampiros se alejó, interceptando al lobo, afortunadamente.
El fae se quedó atrás por un momento más, con su expresión fluctuando
entre la confusión y la completa apatía.
Charon no le dio suficiente tiempo para luchar contra mi magia. Salió
con calma y comenzó a bajar por la calle, alejándose de la calle que ahora
estaba repleta de miembros del grupo de trabajo del Claustro de la Curia.
Me derrumbé en mi asiento, recordando tardíamente abrocharme el
cinturón. Mi camiseta se me pegó como una segunda piel de sudor por mi
ansiedad, y finalmente exhalé una vez que dimos la vuelta y los miembros
del grupo de trabajo ya no eran visibles.
―Eso estuvo cerca ―dije.
―Podría haberlo manejado ―dijo Noctus con una cantidad engañosa
de dulzura.
Me desplomé en mi asiento.
―Sé que no te opones a lanzar hechizos de memoria como si fueran
dulces, pero permíteme asegurarte, como la sobrenatural más baja en la
jerarquía de la ciudad, que estamos mejor si podemos pasar
desapercibidos por completo. Disminuye la posibilidad de un accidente.
Noctus resopló.
―Que realmente creas que eres, para citarte, la sobrenatural más baja
en la jerarquía de la ciudad, no recomiendo tus ideas dado lo lejos que
está esa afirmación de la verdad.
―Ouch, eso fue un poco doloroso, Noctus ―intervino Ker mientras se
dejaba caer en su asiento y también se abrochaba el cinturón. Me había
mirado desde que se dio cuenta de lo que era―. ¿Por qué me empujaste
hacia abajo?
―Me di cuenta de que venían ―dije―, y que tenían un hombre lobo.
―¿Entonces?
―Estás tratando de evitar ser vista en tu forma humana, ¿verdad?
―pregunté.
Ker me miró fijamente.
Mi hombro golpeó el costoso interior de cuero del auto cuando Charon
dio un giro brusco.
―Quiero decir… tienes mucho cuidado de salir a Magiford solo como
una loba. Supuse que debe haber una razón. Supuse que no querrías que
ninguno de ellos te viera.
Una sonrisa completamente formada floreció en el rostro de Ker y
volvió a su habitual temperamento alegre.
―Eres inteligente. Noctus tiene razón, necesitas reconocer tu poder.
Debería enseñarte cómo usar palabras de afirmación. Si se lo dices a tu
reflejo en el estanque de la habitación de Noctus, obtendrás mejores
resultados, porque es mágico.
―No es mágico ―dijo Noctus, con exasperación en su voz―. Ojalá tú
y Aristide dejaran de decir que lo es.
―Aristide solo dice eso para sacarte de quicio ―dijo Ker―. Yo lo digo
porque es verdad. Todos ustedes se beneficiarían de las afirmaciones
dichas a su reflejo en el estanque. Excepto que Charon es feliz de la forma
en que es su vida, lo cual respeto, tú, Noctus, estás demasiado ocupado y
Aristide es demasiado tímido para intentar autoafirmarse o cualquier tipo
de ejercicios para aumentar la confianza ―concluyó.
―Ya veo ―dije cuando Ker me miró, esperando algún tipo de reacción.
Ker asintió y sus ojos se volvieron alegres.
―¡Pero tú, Chloe! ¡Eres bastante inteligente! ¿Ya leíste el libro Cómo
ganar amigos e influir en las personas? ¡Si no, te prestaré una copia!
―Ker, deja de actuar como un cultista ―dijo Noctus.
Ker puso los ojos en blanco.
―Lo primero que tendrás que aprender, Chloe, es cómo lidiar con los
celos de los demás.
Me reí, y la última pizca de tensión que me había mantenido en pie se
desvaneció.
Estaba a salvo, Noctus vino por mí, a pesar de mi… ¿traición?
¿Mentiras?
Es alentador, siempre y cuando no piense en cuánto tiempo le llevará descubrir
qué hacer conmigo, mi inmunidad a la magia y mi conocimiento de su existencia.
Al día siguiente, después de dos duchas, porque tenía que ponerme al
día con las prácticas de higiene (me escapé temprano en la mañana para
dar un pequeño paseo por el callejón sin salida) con la bendición de
Charon. El elfo tranquilo asintió con la cabeza cuando le pregunté, lo que
me sorprendió gratamente.
Ahora que podía caminar libremente como un ser humano, me
deleitaba con el sol en mi cara y la capacidad de estirar las piernas, aunque
no estaba inclinada a repetir la diversión de la pelea territorial, por lo que
me quedé en el vecindario.
Caminé al amanecer, cuando supuse que nadie más estaría despierto
en la calle.
Eso resultó ser un error táctico.
Recorrí arriba y abajo el callejón sin salida una vez antes de que alguien
dijera mi nombre.
―¡Chloe! ―Shiloh estaba de pie en la entrada de su casa, sosteniendo
su correo y mostrándome una sonrisa cómplice―. Te vi salir de la casa de
Noctus.
―No ―dije automáticamente―. No es lo que piensas.
Shiloh arqueó las cejas.
―¿Oh? ¿En serio?
Miré arriba y abajo de la calle antes de cruzar, uniéndome a ella en su
entrada.
―No estoy saliendo con él.
―Bueno. ―Shiloh golpeó su correo en su palma abierta, todavía
sonriendo.
―Me... me echaron de mi apartamento ―solté impulsivamente.
Shiloh levantó ambas cejas.
―¿Por qué?
Esto no es justo. ¿Por qué no puede simplemente ignorarme como todos los
demás?
―Oh ―me apresuré por una razón―. Remodelaciones. Es solo
temporal: hay algún tipo de violación de seguridad que debe corregirse,
por lo que van a hacer algunas actualizaciones en el edificio mientras
están en eso. Necesitaba un lugar donde quedarme durante un mes o dos
mientras se hacía el trabajo.
―¿Así que el guapo como un ángel Noctus fue tu primera opción de
hogar temporal? ―Shiloh preguntó inocentemente.
―Sí ―dije―. Espera, no. Ehh… ―Me marchité bajo su aguda
mirada―. ¿Qué tal lo que suene menos romántico?
Shiloh se rio.
―Oye, yo soy la que sugirió que ustedes dos salieran. Si quieres
confesar tu amor secreto e imperecedero por mi vecino sospechosamente
guapo, estoy de acuerdo. Es un tipo demasiado increíble como para
desperdiciarlo sentado en su casa. Alguien debería salir con él.
―Ni siquiera está cerca de eso ―le dije―. Realmente solo necesito un
lugar para quedarme.
Listo, al menos eso no es una mentira total. Me siento mucho más cómoda
escondiéndome detrás de Noctus con el rastreador todavía por ahí.
Shiloh puso una mano sobre mí.
―Oye, lo entiendo. Ambos son sobrenaturales, eso tiene que crear un
vínculo único entre ustedes dos.
No tienes idea.
―Sí ―estuve de acuerdo, relajándome bajo su cálida mano.
No era solo que su piel estuviera cálida, sino que el toque estaba de
alguna manera impregnado de calidez, como un abrazo de mamá.
―Por mucho que me gustaría bromear contigo, no es tan sorprendente.
Noctus es simplemente un gran tipo. ―Shiloh apretó mi hombro y luego
dio un paso atrás―. Ha tenido todo tipo de personas que se quedan con
él a lo largo de los años.
―¿De verdad? ―pregunté.
―Sí ―dijo Shiloh―. El lugar solía ser la gran estación central con gente
yendo y viniendo a todas horas del día cuando yo era adolescente. Eso se
detuvo... ¿tal vez hace tres o cuatro años?
Probablemente alrededor de la época en que el Paragon llegó a la ciudad. La
"gente" que Shiloh solía ver eran probablemente los elfos de la ciudad.
Una vez que el Paragon comenzó a aparecer, lo más probable es que
Noctus los desterró de usar la casa, para que el astuto fae no se diera
cuenta de que había más elfos vivos que él y Charon.
―Pero espero que tu apartamento esté bien ―dijo Shiloh,
interrumpiendo mis pensamientos.
―Gracias. Yo también. ―Deslicé torpemente mis manos en los bolsillos
de mis pantalones de entrenamiento―. Entonces... ¿qué haces despierta
tan temprano?
―Tengo una clase por la mañana y una clase por la noche esta noche
―dijo Shiloh―. Así que no estaré en casa hasta tarde. Me levanté
temprano para ocuparme de algunas cosas del dueño de la casa. Tengo
que mantener el césped, o los conejos intentarán entrar.
―Sí, los conejos pueden ser sorprendentemente violentos ―dije con
sentimiento.
Me encontraba con un conejo de vez en cuando, cuando era gato. No
eran tan malos como los gansos o los patos, ¡pero aun así podían
arruinarte!
―Lindo, pero peligroso. ―Shiloh gimió mientras estiraba los brazos
sobre su cabeza―. Uf, nadie me advirtió que el 90% de los propietarios
de viviendas están tratando de reparar cosas rotas y evitar que la vida
silvestre local se mude.
―Suena como una batalla ―le dije.
Ella está hablando del propietario de la casa... pero mencionó que esta casa era
la casa de su infancia. ¿Sus papás se mudaron? O…?
Sentí un toque de magia élfica y me di la vuelta a tiempo para ver a
Noctus salir de su casa, luciendo su hechizo que ocultaba la forma afilada
de sus orejas y el remolino de sus ojos, aunque también llevaba lentes de
sol.
Estaba un poco desconcertada por su presencia. Ahora que no estaba
tratando de escabullirme como Ama para poder transformarme y enviarle
mensajes de texto a mis hermanos, él realmente no tenía una razón para
salir así. A menos que… ¿él pensó que le iba a decir algo a Shiloh?
―Buenos días, Shiloh. Chloe. ―Noctus asintió mientras cruzaba la
calle, deteniéndose tan cerca de mí que casi automáticamente me incliné
hacia él.
Todo fue por el bien de mi plan, pero parece que fui vergonzosamente cariñosa
con él como Amalourne si mi primer impulso es siempre acercarme más.
―Hola, Noctus. Solo le estaba diciéndole a Shiloh que me dejas
quedarme contigo mientras mi apartamento es remodelado ―hablé,
tratando de darle una pista sobre la mentira necesaria.
―Sí ―dijo Noctus―. Las remodelaciones son molestas, especialmente
porque el propietario está instalando un nuevo sistema de seguridad.
¿Eh? ¿Se supone que es una amenaza apenas velada?
―Suena así ―estuvo de acuerdo Shiloh―. ¡Oh, pero si te quedas con
Noctus, eso debe significar que tienes la oportunidad de acariciar a Ama!
¿No es ella la más linda?
Hice un ruido estrangulado en la parte posterior de mi garganta.
Noctus se ajustó los lentes de sol y una sonrisa apareció en sus labios.
―Adorable, cariñosa y perfecta. Casi se podría decir que Ama es irreal.
Oh, sí. Definitivamente todavía está molesto porque su gato no existe.
Me reí nerviosamente.
―Sí. lo es. Bueno, tengo hambre. Creo que iré a desayunar.
―Qué perfecto ―dijo Noctus―. Podemos comer juntos. Tal vez Ama
se una a nosotros para la ocasión especial.
Me reí con nerviosismo, y me di cuenta por la forma en que Shiloh
movió sus ojos entre Noctus y yo que estaba tratando de descifrar la
extraña atmósfera.
―Bueno. Ten un buen desayuno.
―Disfruta de la clase, Shiloh ―dijo Noctus suavemente.
Opté por no decir nada, y mi risa se volvió mecánica cuando giré sobre
mis talones y caminé hacia la calle sin mirar. Casi esperaba que algo me
golpeara mientras cruzaba para romper el humor de Noctus.
Noctus me siguió todo el camino hasta el porche delantero, donde me
abrió la puerta y me condujo a través de la puerta mágica de la casa que
nos llevó a la villa.
―Solo estaba dando un paseo ―dije, sintiéndome culpable sin razón.
―Sí, y me pregunto por qué, dado que tu historial de excursiones en
solitario es brillante en estos días ―dijo arrastrando las palabras―. No
abandones las instalaciones de la villa a menos que lleves a alguien
contigo. Entre tu rastreador y las guerras territoriales fae, tienes la
garantía de que te atrapen.
―Supuse que estaba bien si me quedaba en el vecindario ya que lo
tienes hechizado.
―¿Después de la mala suerte que has traído? Es un riesgo que no creo
que toda la magia del mundo pueda mitigar ―dijo. Su voz no estaba
enojada o era sarcástica, lo que podría haberme hecho sentir un poco
mejor. No, su voz era una mezcla de ironía y una completa falta de
sentimiento.
Simplemente no puedo ubicarlo. ¿No está furioso por la situación de
Amalourne?
―Lo siento ―dije con tristeza―. Le pregunté a Charon.
―Me lo dijo. ―Se quitó los lentes de sol y se sacudió el hechizo,
revelando sus orejas puntiagudas y sus pupilas en forma de espiral―.
Pero no comparto la confianza de Charon en la tranquilidad de nuestro
vecindario. Eras un problema como gato. No me atrevo a soñar que serías
menos problemática como humana.
Parecía que no era la única que luchaba contra la familiaridad cuando
apartó un mechón de mi cabello de mi cara de una manera que podría
haber sido interpretada como juguetona.
Parpadeé rápidamente con sorpresa, pero Noctus ya se había ido,
caminando por el pasillo y desapareciendo en su estudio.
¿Puedo... puedo jugar con él? Es un rey elfo. Siento que no debería, pero Ker
y Aristide son amigos.
Sola, me abrí paso a hurtadillas por el pasillo, en dirección a la cocina.
Todavía no había averiguado quién preparaba la comida. Simplemente
aparecía a lo largo del día, deliciosa y lista para consumir. Tenía el mal
hábito de ir a la cocina cada vez que me aburría para ver qué podía comer,
especialmente después de una vez que había donas recién hechas y
comenzaron a aparecer las jarras de diferentes tipos de leche.
De camino a la cocina, pasé junto a un cuadro gigante que era
aproximadamente del tamaño de la enorme cama de Noctus. Era de un
elfo vestido con una armadura plateada que brillaba con magia. Los restos
calcinados de edificios y escombros rodeaban al guerrero, que sostenía
una enorme guadaña enjoyada que estaba salpicada de sangre.
Sabía que el retrato se titulaba “Destrucción” gracias a la placa dorada
y las letras en cursiva cuidadosamente dispuestas debajo, pero no sabía
de quién era la pintura ya que el yelmo cubría la cabeza del elfo y solo
revelaba la barbilla y la boca.
Reduje la velocidad hasta detenerme frente al retrato y fruncí el ceño.
Esa guadaña... debe ser como el arma mágica que Noctus sacó cuando casi mata
al fae Unseelie que me agarró. Casi voló el vecindario; debe haber sido un arma
élfica.
Sabía que los elfos tenían armas mágicas que usaban con su magia.
Hace varios años, hubo una pelea en el Claustro de la Curia que involucró
una espada sagrada élfica.
Esta guadaña, sin embargo... no parece sagrada.
Me estremecí ante la placa, pero mis instintos de gato picaban, así que
no me tomó del todo desprevenida cuando escuché a Ker hablar detrás
de mí.
―Seguro que es algo, ¿no? ―Ker caminó por el pasillo, con una botella
de agua de metal colgando de los dedos de su mano izquierda.
Con sentimiento de culpa, di un paso atrás de la pintura, medio
preguntándome si se me permitía mirarla.
―Disculpa ¿qué?
―Noctus. Es él. ―Ker alzó la barbilla en dirección a la pintura―. Con
la reliquia de los Mors, Destrucción.
Observé la pintura.
―¿Reliquia?
―La guadaña ―dijo Ker―. Es el arma más fuerte que tienen los Mors,
o tenían, como supongo que debería decir ahora.
―¿Fue destruida?
―No, no estoy segura de que pueda ser destruida ya que su propia
naturaleza es la destrucción. En realidad está maldita, no se puede usar.
Cualquiera que la toque morirá. Así que se considera una reliquia
perdida, incluso si Noctus tuviera hijos, lo cual es poco probable dada su
habilidad con las personas a pesar de los años de mi tutela, no podría
pasárselo a ellos.
―No sabía que las armas élficas fueran heredadas ―dije.
―Es en parte herencia, en parte selección ―dijo Ker―. Las armas
deciden con quién trabajarán.
―¿Son conscientes?
―Más o menos, de la misma manera que la magia es un poco
consciente ―dijo Ker―, o la forma en que las Casas de los magos son
sensibles.
―Así que las armas no hablan ―dije.
La magia tenía su propia forma de comunicar las cosas, pero era difícil
de interpretar y requería muchas conjeturas. Por eso las cosas estaban tan
desordenadas. La magia se estaba muriendo y nadie sabía por qué,
aunque había algunas teorías que sugerían que se debía a que los elfos se
habían extinguido. (O en su mayoría se extinguieron, como aprendí
recientemente).
Ker emitió un gemido y luego se rascó una de sus cejas oscuras.
―Pueden, pero solo con el elfo que elijan para empuñarlos, y no hablan
como tú y yo hablamos. Es más como si hicieran saber sus deseos.
―Un arma con deseos. ―Observé la guadaña salpicada de sangre―.
Eso no suena para nada aterrador.
Ker se rio entre dientes.
―La magia de los elfos es bastante aterradora en general...
Iba a continuar, pero fue interrumpida por mi estómago, que
aparentemente decidió que había esperado demasiado para alimentarlo,
y se quejó del maltrato con un gruñido fuerte y prolongado que fue tan
feroz que lo sentí en la parte trasera de mi garganta
Ker sonrió y luego me hizo señas para que la siguiera.
Dejamos el cuadro atrás mientras Ker me llevaba por el pasillo lateral
que conducía a la cocina.
―Las armas son solo una parte de la magia de los elfos ―continuó Ker
mientras caminábamos―. Pero los soldados y los guardias eran los que
más las empuñaban.
―Que sería la familia real Mors y su gente ―dije―. Ya que los Mors se
especializaron en la guerra.
―Las otras familias reales también tenían sus propios ejércitos, pero sí.
Los Mors siempre tuvieron la mayor cantidad de armas reliquia. ―Ker
abrió la puerta de la cocina y juntas entramos, el olor a levadura del pan
recién horneado nos envolvió como un abrazo.
La cocina de la villa era un acogedor remolino de siglos y arquitectura.
Dispuestos como dos cuadrados con esquinas unidas, uno de los
cuadrados albergaba una chimenea gigante con un pozo de fuego. Las
hierbas frescas colgaban del techo para secarse y se enrollaban alrededor
de la chimenea mientras que los recipientes de arcilla vidriada con
especias, jarabes y vinagres se alineaban en la pared, dando a la plaza
inferior una sensación más tradicional.
El cuadrado superior había sido modernizado con dos encimeras de
isla, un horno enorme y filas de gabinetes que estaban hechos de una
madera dorada que tenía un brillo pulido y cálido.
Las encimeras de las islas estaban llenas de platos de comida cubiertos,
y Aristide estaba sentado en un taburete de madera tirado hacia una de
las islas.
La luz del sol entraba a raudales por una ventana, resaltando la escasa
plata en su cabello castaño. Estaba viendo en nuestra dirección general
(probablemente escuchó nuestras voces cuando nos acercábamos)
mientras vertía casualmente una bolsa de sangre en una copa de vino.
―¿Ya te levantaste, Ker? Qué terrible de tu parte ―dijo Aristide.
Una cajita con puntas de metal estaba enganchada en el borde de la
copa de vino de Aristide, y cuando la sangre llegó a cierto punto en las
puntas, la cajita emitió un pitido de alarma. Aristide dejó de servir y
colocó la bolsa de sangre sobre la isla, en posición vertical para que no se
derramara.
Ker se apoyó en la isla, inspeccionando la comida tapada.
―Me gusta levantarme con el sol, y parece que Chloe está de acuerdo
con el sentimiento, pero no puedes engañarme, ¡te acostaste más
temprano que yo anoche!
―Tonterías. ―Aristide agitó su copa de vino y luego bebió un sorbo de
sangre―. Es simplemente que estoy tan callado que no me escuchas hacer
ningún ruido, así que asumes que estoy dormido.
―Todo lo contrario, de hecho. ―Ker levantó una tapa plateada de una
bandeja, revelando donas aún calientes goteando con glaseado de
chocolate pegajoso.
Las donas me atrajeron al movimiento. Busqué dos platos y un vaso de
los gabinetes en la mitad moderna de la cocina mientras Ker continuaba
con su búsqueda de comida.
―Eres ensordecedoramente ruidoso cuando duermes, porque roncas.
―Ker cerró la tapa y se movió un poco más abajo en la isla, sonriendo
cuando abrió una bandeja para revelar huevos revueltos y, al lado, una
bandeja de salchichas.
―Yo no ronco ―se burló Aristide en su vaso antes de tomar otro sorbo.
―Claro que lo haces. Puedo oírlo a través de las paredes. Gracias,
Chloe. ―Ker tomó el plato de mí, luego comenzó a llenar su plato con
salchichas y huevos antes de pasar a papaya recién cortada, plátanos y
maracuyá.
―Si yo ronco, a ti te falta todo tacto y decoro ―dijo Aristide―. Lo que
significa que tu culto Carnegie te ha fallado.
―No vas a atraerme a una discusión hoy ―dijo Ker mientras dejaba su
plato lleno junto a Aristide, luego traía tenedores y cuchillos para los
dos―. Necesito terminar de explicarle la magia de los elfos a Chloe.
―Ahh, sí, escuché parte de esa charla. ―Aristide sorbió delicadamente
su vaso de sangre―. Hablando de armas reliquia, ¿verdad?
―Y de que seleccionan a sus portadores, sí. ―Ker se subió a un
taburete―. Es por eso que Noctus tiene tantas de ellas. Tiene un enorme
alijo de armas que están absolutamente enamoradas de él. En su día,
enloqueció de envidia a sus hermanos.
―Noctus siempre ha sido un favorito particular de las armas y la
magia, como lo muestran sus vastos poderes ―dijo Aristide―. Aunque
por qué la magia eligió bendecirlo está más allá de mí. Claramente le falta
en el departamento de cerebro por aceptar usar esos grilletes tontos todo
el tiempo. Debería haber aplastado al Paragon como un insecto en el
momento en que el buitre comenzó a asomar la nariz por aquí.
Me limité a dos donas, me serví un vaso gigante de leche de coco de
una jarra y me obligué a tomar algunos huevos antes de sentarme al otro
lado de Aristide.
Aristide me señaló con la cara mientras golpeaba con el dedo el costado
de su copa de vino casi vacía.
―¿No tienes nada que decir al respecto?
―Ya sé que Noctus es la razón por la que todos se quedan en Magiford,
aunque a ti te encantaría ir a Europa ―dije―, y sé que Noctus debe tener
sus razones para quedarse aquí. Ya que está dejando que el Paragon se
quede, el Paragon debe estar sirviendo a algún tipo de propósito.
―Sabía que me gustarías ―dijo Aristide, con voz llena de satisfacción
petulante―. Cualquiera capaz de convencer a Noctus de que es un gato
se lo merece.
―Volvamos a nuestro tema de discusión. ―Ker raspó su tenedor en su
plato mientras terminaba el último de sus huevos―. Los elfos tienen otras
formas de usar la magia más allá de las armas, por supuesto.
―Como crear magia ―dije.
Ker agitó la mano en el aire.
―Sí y no. Exudan magia como parte de su existencia, y pueden sentirla
mejor que casi cualquier otro sobrenatural, pero puedo adivinar a dónde
vas, y no, incluso si Noctus y todos los elfos de Calor Villa se unieran, no
podrían restaurar la magia en todo el mundo.
―¿Pero están afectando positivamente la magia en Magiford?
―pregunté.
―Es seguro asumir que sí ―dijo Aristide―. Pero, de nuevo, no en la
cantidad que estás imaginando. La magia está muriendo demasiado
rápido para que una población general de elfos la afecte. Haría falta un
elfo de la familia Vitas (se especializan en crear y filtrar magia) o varias
colonias de elfos.
―Entonces, ¿son las especialidades en la magia de los elfos las que son
realmente poderosas? ―pregunté.
―Lo son, sí, pero la magia de los elfos en general puede ser poderosa.
También tiene algunas reglas muy delicadas ―dijo Ker.
―Como las emociones. ―Aristide brindó conmigo con su copa de vino
y luego bebió lo que quedaba de sangre en ella―. Si un elfo tiene un
berrinche emocional, la magia no funcionará para ellos, en absoluto.
―¿Sus emociones pueden afectar la magia? ―pregunté.
―No. ―Ker comenzó con su salchicha mientras miraba su fruta: los
hombres lobo con su alto metabolismo tenían algunas ventajas en lo que
respecta al consumo de alimentos―. Sus emociones afectan su habilidad
para canalizar la magia. Tristeza, miedo, angustia: su magia no fluirá
cuando experimenten algo negativo como eso.
―¿Qué pasa con la ira? ―Mordí mi primera dona y tuve que tragarme
el murmullo de apreciación que amenazaba con salir de mí. El glaseado
de chocolate negro tenía un sabor rico y suave que complementaba
perfectamente la dulzura de la dona aún caliente. Un sorbo de mi leche
de coco fría coronó la experiencia.
Me encanta ser humana.
―Ah, sí, lo captaste, ¿verdad? ―Aristide volvió a colocar su caja de tres
puntas en su copa de vino, luego encontró la bolsa de sangre y, usando
sus dedos para asegurarse de que la bolsa descansara en el borde de la
copa, vertió el resto de la bolsa―. Cualquier cosa como ira, rabia y la furia
son peligrosos, porque pueden hacer que la magia de los elfos sea
explosiva.
¿Estaba enojado Noctus cuando el fae me agarró? Realmente no podía decirlo
con la armadura puesta. Él era simplemente... intenso, y aterrador.
―Todavía pueden usar magia mientras experimentan ira ―continuó
Aristide―. Pero hay una gran probabilidad de que la magia resulte
contraproducente o se escape de su control.
―Noctus era tan temido porque es increíblemente poderoso, mucho
más allá del resto de su familia, pero también porque está increíblemente
en sintonía con sus emociones. Él puede controlarlos con una voluntad de
hierro. Puedo contar la cantidad de veces que la magia se le ha escapado
con una mano, con dedos de sobra. ―Ker terminó su fruta y luego se
limpió los dedos con una servilleta―, y eso es durante siglos.
―¿En serio? ―pregunté con escepticismo.
―¡Sí! ―Ker destapó la bandeja más cercana a ella, revelando bisquets
calientes y humeantes. Junto a la bandeja estaba la salsa de salchicha. Se
rio para sí misma mientras agarraba varios bisquets y luego comenzaba a
echarles la salsa encima.
Mmm. Parece poco probable, entonces, que estuviera tan enojado con el fae
Unseelie por agarrarme. Usó una magia bastante extrema en mi cuello, pero no
soy lo suficientemente vanidosa, o estúpida, para pensar que Amalourne podría
significar tanto para él.
Pensar en eso me hizo darme cuenta del collar de encaje que todavía
estaba atado alrededor de mi garganta. La parte superior sobresalía del
cuello de mi camiseta, pero parecía que Noctus tenía razón, y mi magia lo
hizo tan poco impresionante como, bueno, yo. Nadie lo notaba, aunque en
mi paranoia habitual tuve cuidado de no tocarlo o llamar la atención sobre
él.
―El autocontrol de Noctus es la razón por la que sus súbditos se han
quedado con él. ―Aristide sacó la cajita mecánica que usaba para juzgar
los niveles de líquido de su taza y la puso sobre el mostrador―. Lo hizo
absolutamente letal en el campo de batalla.
―¿Es por eso que... ―Me mordí la pregunta cuando me di cuenta de lo
que casi había preguntado.
Sabía que Noctus era responsable de matar a su familia y que la muerte
de la familia real Mors cambió el rumbo de la guerra.
Sabiendo eso, parecía extraño que Noctus tuviera una ciudad de elfos
que habían elegido seguirlo. Quiero decir, para empezar, fue extraño que
Noctus acabara con su familia, tenía que haber sabido que iba a afectar
negativamente a la guerra para los elfos. A menos que… ¿quería que los otros
sobrenaturales ganaran? ¿Pero por qué? Perdió toda su existencia escondiéndose
después de la guerra.
Ker levantó la vista de sus bisquets y salsa. La mirada que me dio fue
cuidadosa, como si estuviera leyendo mi alma.
―Escuchaste mucho, Chloe, pero ¿sabías que yo conocía a Noctus antes
de la guerra?
Terminé mi segunda dona y miré los platos cubiertos.
―Te he oído mencionar a la familia de Noctus antes. Me preguntaba…
―¿Cómo fue eso posible? ―Ker preguntó con una sonrisa torcida.
Yo dudé.
―Sí…
La inmortalidad no era algo para la mayoría de los sobrenaturales.
Los magos tenían una larga vida para los humanos, pero aún estaban
dentro del rango normal. Los Faes vivían más y envejecían más
lentamente, pero los hombres lobo normalmente no llegaban a la vejez.
La autoconservación no era muy profunda en los cambiaformas.
La excepción a los cambiaformas eran los cambiaformas dragón, que
eran capaces de vivir durante un par de siglos, pero había tan pocos que
prácticamente formaban una categoría propia.
Entre los sobrenaturales, los vampiros eran los únicos verdaderamente
inmortales. Bueno... vampiros y elfos.
Pero había visto suficientes pistas para saber que Ker era mucho mayor
de lo que parecía.
Comí metódicamente mis huevos revueltos, notando con la más
mínima distracción que habían sido sazonados con perejil fresco mientras
estudiaba a la hermosa lobo.
―Es una combinación de Noctus y Aristide ―dijo Ker―. ¡Tenemos
nuestro propio pequeño ecosistema en funcionamiento!
Aristide hizo un ruido de dolor.
―¿Tienes que llamarlo así?
―Sí ―dijo Ker―. Tenemos una relación simbiótica de mutualismo:
ocasionalmente le doy sangre a Aristide, y mientras se alimenta, él usa un
ingenioso y poco conocido poder vampírico que le permite secretar un
compuesto que extiende mi vida.
―No es una relación de mutualismo ―dijo Aristide―. Tu sangre sabe
a piel.
―¿Noctus te da sangre, Aristide? ―pregunté.
―Cielos, no ―dijo Aristide―. Moriría antes de beber su sangre,
probablemente sería tan ácida y salada como su personalidad. ―Aristide
dice―. A lo que Ker se refería es que uso mis poderes vampíricos para
respaldar la magia que Noctus lanza sobre Ker.
―Los elfos tienen la capacidad de compartir fragmentos de su magia,
lo cual ha hecho conmigo, canalizándolo en una magia de regeneración
como la que tienen los elfos ―dijo Ker―. Todavía soy 100% hombre lobo,
pero con su magia no envejezco mucho.
Me senté más derecha en mi taburete.
―¿Es común que los elfos compartan su magia?
Si Noctus está compartiendo algo de su magia con Ker, eso explicaría por qué
estaba dispuesto a usar una magia poderosa en un gato.
―No ―dijo Ker―, incluso antes de la guerra era poco común, y
sospecho que Noctus es el único elfo vivo que lo hace, dada su pequeña
cantidad.
―Los elfos eran demasiado orgullosos y arrogantes para compartir su
magia ―dijo Aristide―. La mayoría de ellos estaban demasiado
convencidos de su superioridad para buscar amistades con otros seres
sobrenaturales.
―O estaban demasiado paranoicos para compartir su magia ―agregó
Ker―. Puede ser peligroso para ellos, incluso de la forma en que Noctus
lo hace para mí, donde fluye de él a mí en un patrón que él puede
controlar. Por eso sigo necesitando la ayuda de Aristide. La magia de
Noctus por sí sola no es suficiente.
―Noctus tiene mucha magia ―corrigió Aristide―. Podría equipar a un
ejército de cambiaformas, pero es un gran riesgo para él, ya que cuanto
más profundo es el vínculo, más profunda se requiere la conexión. Dada
la carga emocional que le ha cargado su familia psicótica, hace todo lo que
puede por Ker.
―Y estoy muy agradecida de que estés dispuesto a estar en la brecha
por mí ―se rio Ker.
Sonreí un poco, reconfortada por su obvia amistad.
Me recuerdan a Pat y Joy... pero esto genera más preguntas de las que resuelve.
De alguna manera, explicaba por qué Noctus se arriesgó a compartir
magia con Ama, pero también me hizo sospechar que la magia que había
puesto en el collar no era la cosa preciosa que la señorita Booker pensaba
que era.
Que sería bueno Noctus no sabía lo que yo era cuando lanzó la magia. Es un
rey elfo al que le he estado mintiendo. Cualquier cosa que involucre magia
“especial” sería una gran complicación.
Solo había pretendido ser su gato. No teníamos una relación real. Tal
vez solo puso la misma magia salvavidas en mi collar que la que usó en
Ker. Sabiendo lo intenso que era como dueño de una mascota, diría que
es posible.
Salté de mi taburete y me puse a investigar el resto de las bandejas.
―¿Cómo terminaste haciéndote amigo de él? Los dos, quiero decir.
Noctus es la realeza élfica, y los fae…
Aristide sonrió.
―¿Trataron al resto de la sociedad sobrenatural como basura? En
efecto.
―Sí ―dije―. Hicieron cosas horribles, a todos.
Los elfos usaron a los fae como sirvientes, y con frecuencia usaron
magia para convertir a los cambiaformas en mascotas domesticadas. Eso
ni siquiera abarcaba lo que le hicieron a los magos, específicamente a los
oráculos.
Los únicos seres sobrenaturales con los que no se habían enredado
fueron los cambiaformas dragón. A todos los demás... los usaron y
abusaron. A los supernaturales lo dejaron continuar debido a la conexión
de los elfos con la magia, pero eso terminó cuando los elfos comenzaron
a considerar a los humanos como su próximo objetivo.
―Moriría por Noctus, pero eso se aplica personalmente a él ―comenzó
Ker―. Antes de que Aristide y yo empezáramos a vivir con su gente, no
nos gustaban los elfos. ―Ker sacudió la cabeza como un perro sacudiendo
su cuerpo.
―Los odiaba ―dijo Aristide con gran entusiasmo.
Cuando destapé un plato de pescado a la parrilla, Ker me empujó su
plato recién vacío.
Le di un poco de pescado, luego metódicamente agregué arroz al vapor
del siguiente plato y algunas ciruelas japonesas en escabeche. (Los chefs
de Noctus, me enteré, eran capaces de cocinar una variedad global de
alimentos humanos).
―Yo conocí a Noctus primero ―dijo Aristide―. Traté de robarle a los
Mors en la fortificación de su ciudad en Europa. Me atraparon en mi
salida. ¡Pero casi lo logré!
―¿Y Noctus te acogió? ―chillé mientras le pasaba a Ker su plato lleno.
―No, me encarcelaron ―dijo Aristide―. Originalmente, yo era el
premio de su hermano. Noctus se había ido a una batalla en el momento
en que intenté mi atraco, que programé exactamente porque él se había
ido. Cuando regresó, declaró un duelo contra su hermano por mí y ganó.
―¿Por qué? ―pregunté, desconcertada por el asunto―. ¿Te quería
para algo?
―Por supuesto ―dijo―. Fui el primer sobrenatural, excluyendo las
sombras, por supuesto, en atravesar las defensas de los Mors. Noctus se
dio cuenta de que sería útil tenerme en el personal.
―¿Cómo te convertiste en su amigo si te mantuvo prisionero? ―le
pregunté.
―Una vez que me ganó, no me encarceló ―dijo Aristide―. Viví en su
propiedad, me dejó vagar como quería después de ponerme suficientes
hechizos para estrangular a un cambiaformas dragón. Normalmente, lo
llamaría idiota por hacerlo, pero estaba haciendo un punto: era tan
poderoso que podía permitirse el lujo de dejarme merodear sin
preocuparse por eso. Fue una táctica de intimidación muy efectiva.
―Wow ―dije―. ¿Entonces qué hiciste?
―Traté de matarlo ―dijo Aristide secamente.
―Tú ¿qué?
―Quería mi libertad ―continuó con indiferencia―. No funcionó,
obviamente. Me castigó con trabajo de engaño, típicamente contra otros
elfos. Me declaró públicamente su ayuda de cámara, así que cada vez que
había una función élfica, me arrastraba y yo husmeaba. Eventualmente,
llegué a confiar en él. Era un vampiro no reclamado, no tenía familia.
―Pero él es un elfo ―dije―. ¿Cómo confiaste en él en un momento en
que los elfos estaban siendo horribles?
―Porque él no lo era ―me dijo―. Siempre fue neutral, horriblemente
dada su habilidad para herir. Juzga a las personas con justicia real. Que
es un milagro. El resto de su familia no habría conocido la justicia aunque
un juez los golpeara en la cabeza con un mazo.
―Noctus era diferente a su familia ―agregó Ker―. Le temían por su
poder y control, pero no pudieron deshacerse de él, aunque lo intentaron.
Agarré un poco de tocino, luego me volví a sentar.
―¿Cómo lo conociste, Ker?
―A través de mi manada ―dijo―. Trabajamos como guardabosques
para algunas de las propiedades que poseía en este mundo, entre los
humanos, no en el reino de los fae. Mi papá le sirvió directamente como
su maestro de caza. Asumí el puesto y la manada cuando murió.
―¿Le serviste voluntariamente? ―pregunté.
―Sí. Era un trabajo excelente. Los cazadores de hombres lobo eran
amenazas serias en ese momento, pero no irían tras nadie relacionado con
Noctus. Rara vez visitaba sus propiedades desde que se fue a la guerra en
el reino de los fae, pero nunca fuimos atacados por ningún elfo porque la
amenaza de él fue suficiente para obligarlos a seguir la línea ―explicó
Ker.
―La historia no habla mucho al respecto, pero a pesar de lo horribles
que eran los elfos, eran los sobrenaturales más capaces de enfrentarse a
todas las amenazas, ya fuera una guerra entre las diversas facciones
sobrenaturales, o algo más global como el hambre y la enfermedad.
Ocultando su verdadera naturaleza, prosperaron entre los humanos y, de
hecho, gobernaron algunas tierras bastante importantes ―agregó
Aristide―. No era raro que otros seres sobrenaturales trabajaran para los
elfos, y Noctus estaba entre los más ricos.
―¿Eran los Mors realmente tan poderosos? ―pregunté.
―Sí, pero Noctus tomó en serio su posición como miembro de la
realeza, un marcado contraste con su familia, que en su mayoría codiciaba
la sangre derramada ―dijo Aristide―. Como resultado, sus tierras
florecieron, y si sabía que algo sería ventajoso, desafiaba a cualquier
miembro de la familia a reclamarlo.
―Siempre lo irritó ver tierras en condiciones menos que perfectas
―agregó Ker―. Es por eso que él era el príncipe heredero. No era su
poder, sino que supervisaba la mayor parte de la tierra en nuestro reino y
en el reino de los fae.
―La verdad es que no le gusta mucho ser miembro de la realeza, pero
su sentido de la responsabilidad lo ató al puesto y, por lo tanto, lo hizo
mucho más razonable que sus compañeros, lo que también lo hizo más
peligroso ―concluyó Aristide.
Comí lo último de mi tocino sin probarlo, mi cerebro estaba trabajando
demasiado para registrar todo.
―Entonces... ¿estás diciendo que Noctus es honorable?
Aristide resopló.
―¡Difícilmente!
―Quizás al revés. ―Ker comió un bocado de su pescado a la parrilla―.
Quería hacer lo correcto por sus tierras, lo que significa que les daría a
otros la oportunidad de demostrar su valía, como lo hicimos Aristide y
yo, para mejorar sus tierras.
―No la escuches, ella lo pasó mejor ―dijo Aristide arrastrando las
palabras―. Noctus no me invitó por completo a su círculo de confianza
hasta que perdí la cabeza temporalmente y asumí una maldición
destinada para él.
Me aparté del mostrador.
―Espera, ¿tomaste una maldición por Noctus?
―Efectivamente ―dijo Aristide―. Fue una maldición que consumió
mi vista. Habíamos pasado al menos un siglo juntos en ese momento, y
Noctus y su estúpido sentido de nobleza me habían conquistado, así que
interferí y fui atacado por la maldición.
Estudié a Aristide, pero a pesar de sus palabras frívolas, no pude sentir
ningún tipo de tristeza por el tema.
―No te arrepientes.
―Ni siquiera por un día ―me dijo―. Sabía que si los sobrenaturales
tenían alguna esperanza de cambiar nuestro futuro, Noctus lo haría.
Un ceño se crispó en los labios de Ker.
―No te equivocaste―. Ella me miró, luego forzó una sonrisa soleada―.
Pero esa no es nuestra historia para contar ―dijo con una firmeza que
cortó cualquier pregunta.
Será mejor que sea cortés y lo deje pasar.
No tenía sentido molestarla cuando parecía que acababa de
perdonarme. Además, me gustaban Aristide y Ker.
―En ese caso, si no te importa que te pregunte, Aristide... ¿podría
revertirse la maldición? ―le pregunté.
―No. ―Agitó la mano en el aire―. Las maldiciones élficas son cosas
horribles, y además, la maldición desapareció hace mucho tiempo. Mi
falta de vista es simplemente la consecuencia. Al principio era intolerable,
pero a lo largo de los siglos he podido dominar lo que muchos
considerarían imposible.
Pensando en la excursión a la tienda de donas, puse mis manos sobre
el mostrador.
―¿Como clavar a los sobrenaturales en el corazón con una daga?
Aristide sonrió ampliamente, mostrando sus colmillos alargados.
―Precisamente.
―Tu habilidad para sentir los latidos del corazón no es justa
―refunfuñó Ker.
Aristide se burló.
―Eso es rico, viniendo de un lobo que puede oler si pasé junto a alguien
con perfume tres horas antes.
Eso es mucho para digerir. Supongo que puedo ver a Noctus siendo un príncipe
obediente. Parece ser un rey diligente, aunque es distante y estoico, pero parece
que Aristide y Ker tardaron un tiempo en ganárselo, así que supongo que no es
una sorpresa.
Miré mi plato vacío por un momento, tratando de procesar todo lo que
acababa de aprender, luego estudié al vampiro y al hombre lobo que
discutían.
―Estás celoso de mi carisma ―dijo Ker―. Te lo he dicho un millón de
veces, no es natural, lo aprendí. Yo también podría enseñarte, si quisieras
convertirte en un líder y…
Aristide la interrumpió y agitó su copa de vino en el aire.
―¡Por última vez, no estoy interesado en tu propaganda de Dale
Carnegie!
―Hay podcasts que se sumergen en el tema; estoy segura de que se
adaptan más a tus gustos ―dijo Ker.
―¡No necesito tu Dale Carnegie porque tengo algo de lo que tú y
Noctus carecen!
―¿Qué es?
―¡Sentido común!
La sonrisa juguetona de Ker y la inclinación humorística de los labios
de Aristide traicionaron los verdaderos sentimientos de los viejos amigos.
Estaban jugando.
Ellos confiaban en mí. De lo contrario, no me habrían dicho todo esto, ni
siquiera me habrían mostrado la profundidad de su amistad.
La información era un arma que podía ser utilizada incluso por los
sobrenaturales más débiles.
Pero no voy a hacer nada para traicionar su confianza. No quiero estar aquí y
correr el riesgo de quedar atrapada en los asuntos de los elfos, particularmente los
reyes de los elfos, pero no les haré daño.
―Gracias ―dije impulsivamente.
Ker estaba jalando la oreja de Aristide, pero la soltó y se inclinó a su
alrededor para poder mirarme.
―¿Por qué?
―Por decirme todo esto y por confiar en mí ―dije.
La sonrisa de Ker era hermosa, calentando sus ojos marrones.
―Has demostrado que eres digna de la confianza. Ahora lo sé.
―Yo lo supe todo el tiempo ―anunció Aristide.
―Lo hiciste ―estuvo de acuerdo Ker―. No lo vi, o más bien estaba
siendo demasiado cautelosa para verlo, pero lo hiciste.
―Bien. No es divertido cuando lo admites tan fácilmente ―refunfuñó
Aristide.
―Es por eso que lo hago ―dijo Ker suavemente―. Ahora, veamos qué
otra comida hay debajo de todas estas cubiertas, ¿de acuerdo?
Me reí y observé al hombre lobo merodear alrededor de la isla,
revisando la comida.
Por primera vez desde que me revelé, la tensión alrededor de mi
corazón se alivió. Va a estar bien. Aristide y Ker confían en mí. Tal vez, Noctus
eventualmente también confíe en mí. Solo tengo que esperar que no tome
décadas... porque no podré retener a Pat y Joy por mucho más tiempo.

―Y eso es todo lo que está pasando con el trabajo. La clase de Barre casi me
mató esta semana, pero no se lo digas a Pat: la última vez que me quejé de un
entrenamiento me dijo que necesitaba un curso de actualización sobre defensa
personal. Usó mi correo electrónico para inscribirme en un grupo de estudios de
artes marciales mixtas en el área, y ahora recibo una docena de correos
electrónicos a la semana de ellos. ―Joy gimió en el teléfono con todo el
aborrecimiento que una hermana mayor podría reunir.
―Es porque le importas ―le dije.
―¡Es porque es un mocoso!
Me reí.
―Tu secreto está a salvo conmigo. No he hablado con él recientemente.
―Sujeté mi teléfono celular a mi oreja con mi hombro mientras terminaba
de guardar la última ropa y conversaba.
―Lo sé. Se ha estado quejando de eso. En serio, tienes que llamarlo: la bandeja
de entrada de mi buzón de voz se está llenando.
―Lo haré, finalmente tengo algo de tiempo libre.
Ahora que no estoy merodeando como un gato todo el tiempo.
―Tuve una breve llamada con mamá y papá. Parece que todavía están
disfrutando de la vida de campista. ―Retrocedí, parpadeando mientras
estudiaba los estantes.
Mi habitación tenía un vestidor enorme y vacío, y toda la ropa en mi
maleta llenaba exactamente un estante. Parecía ridículo.
―Sí, me alegro de que les esté yendo bien, pero ¿cómo estás, Chloe? Has estado
un poco ausente las últimas semanas.
―Sí, la vida se volvió loca por un rato. ―Agarré mi vaso gigante de
leche que había bebido casi por completo (ahora que era humana, iba a
beber un poco en cada oportunidad) y consideré ir a buscar más en la
cocina―. Lo estoy arreglando.
―¿Has recibido alguna respuesta sobre el puesto de secretaria del Claustro de
la Curia que se solicitaste hace un mes?
Dejé mi vaso.
―No. Cerraron aplicaciones, así que asumo que no soy lo que estaban
buscando; de todos modos, fue un poco exagerado, ya que estaba en el
departamento de cambiaformas, y por lo general prefieren que
sobrenaturales similares trabajen con sobrenaturales similares.
―¡Oye, te transformas en un animal como los cambiaformas! ¡Eso es parecido!
Suspiré.
―Puede parecer así, pero somos muy diferentes.
Un golpe sacudió la puerta de mi habitación y saqué la cabeza de mi
armario.
―Lo siento, Joy, pero tengo que irme.
―Bien. Te amo, hermanita. ¡Que tengas un buen turno en Book Nookery esta
noche!
―Mmm… ―Joy, afortunadamente, colgó antes de que pudiera pensar
en una buena respuesta.
Metí mi teléfono en el bolsillo de mis pantalones cortos de mezclilla y
abrí la puerta.
Charon estaba de pie en el pasillo, con los brazos metidos detrás de la
espalda.
―Buenas tardes, señorita Chloe ―dijo.
―Hola, Charon. ―Intenté sonreír, pero el elfo de ojos de pedernal no
se suavizó en absoluto.
―Majestad quiere hablar contigo. ―Charon miró mis pies descalzos―.
Necesitarás zapatos apropiados para caminar.
―Bien, entonces. ―Me arrastré de vuelta a mi habitación, dejé la puerta
abierta, no quería que Charon pensara que estaba escondiendo algo.
Tenía exactamente tres pares de zapatos para elegir: chanclas, mis
zapatos planos negros que usaba para ir a trabajar, ni siquiera sabía por
qué los traje, supongo que era solo en caso de que Noctus tuviera una
fiesta de contabilidad espontánea, y mis zapatos deportivos.
Me puse mis zapatos deportivos, luego me apresuré a regresar con
Charon, arreglando el suéter de gran tamaño que estaba usando cuando
se ahuecó alrededor de mi cuello.
―Está bien, estoy lista.
Charon inclinó ligeramente la cabeza.
―Por aquí.
Me condujo por las escaleras, pero en lugar de dirigirse al estudio de
Noctus, o incluso a la biblioteca, Charon me condujo hacia el enorme
pasillo que sabía que conducía a la ciudad élfica de afuera.
―Mmm, ¿a dónde vamos? ―pregunté dócilmente.
―A ver el trabajo de Noctus.
Me aferré a mi asiento mientras el vehículo utilitario se balanceaba
violentamente, y por un segundo pensé que íbamos a volcar.
Charon, que vestía pantalones de lino color crema y su capucha
habitual levantada solo parcialmente sobre la cabeza, parecía fuera de
lugar al volante del vehículo todo terreno al aire libre.
No sabía qué esperar cuando me llevó a un garaje en la ciudad de los
elfos, arrojó una espada y algunas dagas en la pequeña área de carga del
vehículo y luego se alejó conmigo, volando por las calles de la ciudad.
Más rápido de lo que elegiría por razones de seguridad, salimos de la
ciudad y atravesamos el vasto paisaje dentro de la barrera protectora,
bordeando el lago y entrando en un bosque.
Estábamos casi al borde de la barrera, que probablemente era la
frontera más cercana a la ciudad. La barrera no era un círculo perfecto,
sino que parecía tallada en la tierra, siguiendo líneas montañosas, ríos y
valles empinados.
Mi cinturón de seguridad me ató al asiento, pero cuando miré a Charon,
no pude evitar la preocupación.
No me llevará a un área boscosa para matarme, ¿verdad? Pero entonces no le
habría importado qué zapatos llevaba puestos.
―Ya casi llegamos ―anunció Charon sobre el zumbido gutural del
motor.
―Genial ―dije.
Seguimos el sendero polvoriento alrededor de una curva, luego Charon
frenó de golpe, chirriando hasta detenerse.
La brumosa barrera se extendía a través de la carretera, desapareciendo
en el bosque que la rodeaba.
Podía ver a través de la magia que se arremolinaba en la superficie el
páramo yermo más allá.
La barrera, impulsada por magia élfica, retuvo el miasma tóxico que
había devorado todo lo demás en el reino de los fae. No mucho podía
vivir fuera de las barreras, solo monstruos, de hecho. Ciertamente,
ninguna vida vegetal o ser sobrenatural.
Sucedía lo mismo en los reinos de las otras Cortes faes: las barreras eran
todo lo que se interponía entre los fae y la aniquilación de su tierra natal.
Charon apagó el vehículo todo terreno y guardó las llaves en el bolsillo.
―Por aquí. ―Salió del vehículo y se adentró en el bosque.
Busqué a tientas mi cinturón de seguridad y luego corrí tras él.
Cuando lo alcancé, pude reducir la velocidad, ver dónde pisaba y
copiarlo. Mantuve mis movimientos silenciosos, algo que Charon debe
haber apreciado, porque me miró y asintió de una manera que no había
hecho desde que me revelaron como Ama.
Escuché el crujido del metal cortando algo, y mis instintos me
congelaron.
Magia.
Peor aún, la sensación del cuchillo en mis costillas era magia élfica.
―Charon, ¿qué dijiste que está haciendo Noctus? ―pregunté.
Charon se detuvo cuando se dio cuenta de que ya no lo seguía.
―Trabajando.
Retrocedí un paso, el pulso de magia que brilló hizo que mis instintos
gritaran que no quería acercarme más, pero Charon empezó a caminar de
nuevo, y tampoco me gustaba la idea de quedarme sola en un bosque en
el reino de los fae.
Tengo dos opciones: quedarme atrás y terminar sola en un espeluznante bosque
mágico, o seguir a Charon, que podría odiarme menos ahora que ayer, a un lugar
aislado que está lleno de magia. Okey. ¿Por qué ambas opciones suenan como el
comienzo de una historia de terror?
Pensando que probablemente sería mejor para mi salud ser una cautiva
obediente, corrí detrás de Charon, siguiéndolo tan de cerca que casi lo
golpeo en la espalda cuando entró en un prado y se detuvo.
Noctus estaba de pie en medio del claro, sosteniendo una espada que
goteaba con un espeso líquido negro alquitrán.
Directamente detrás de él, acurrucados en el suelo, había dos elfos.
Ambos eran adolescentes o, más específicamente, estaban en esa etapa
desgarbada de la edad adulta temprana. Uno de ellos estaba agarrando
un libro contra su pecho, el otro sostenía un teléfono roto. Ambos estaban
absolutamente aterrorizados mientras miraban boquiabiertos las sombras
que se escabullían por el prado.
Sombras, formas antinaturales que se movían por su propia voluntad y
no seguían nada que yo pudiera ver, rodeaban el prado. Parecían atraídos
por un tramo de dos metros y medio de la barrera que cruzaba el final del
claro.
Un fuerte ruido de olfateo llenó mis oídos y me hizo temblar los huesos.
Una de las sombras pasó de 2D a 3D, aumentando y adquiriendo una
forma aterradora.
Era vagamente humanoide con brazos cortos y gruesos, manos con
garras que tenían muy pocos dedos y piernas largas y delgadas con pies
que tenían demasiados dedos. Las sombras de su cabeza se
arremolinaban, como si no pudiera decidir entre dos caras: una que era
plana y aplastada y parecía lo suficientemente humana como para hacer
que la criatura fuera aún más espeluznante, y otra lisa y calva con un pico
dentado como el de un pájaro.
Toda la criatura parecía incorpórea, y era de un tono gris apagado, casi
un color pizarra, pero más siniestro con un remolino de verde. Simpaticé
con los elfos acobardados que sudaban y sollozaban dolorosamente
mientras la criatura avanzaba pesadamente hacia ellos.
El monstruo le dio un golpe a Noctus, quien inclinó la cabeza hacia
atrás minuciosamente para que las garras de la criatura no alcanzaran su
rostro, pero pasó tan cerca que alborotó su cabello dorado.
Noctus giró su espada y luego apuñaló al monstruo en el pecho. Esperó
un momento antes de arrancar su espada y cortar a la criatura.
Algo en el monstruo se partió y su pecho se hundió antes de que sus
piernas y brazos ardieran, disolviéndose en humo negro.
Una roca cayó de donde había estado el pecho de la criatura. Cayó con
un plop, golpeando el suelo cubierto de hierba.
El elfo que agarraba el libro contra su pecho exhaló tan profundamente
que casi se cae.
―Está muerto. Está realmente muerto. Gracias a dios.
Tres más de las criaturas sombra dejaron de girar alrededor del prado
y pasaron de sus formas aplastadas a sus formas completas. Miraron a
Noctus y sus súbditos, luego se dirigieron hacia la brillante barrera.
―¡No, no, no! ―gritó el elfo que agarraba el libro, su voz era más alta.
El elfo con el teléfono roto se rodeó las piernas con los brazos y se meció.
Estaba susurrando algo entre dientes, pero era élfico, y no pude entender
ni una palabra. Probablemente estaba en pánico basado en las gotas de
sudor en su frente.
A pesar de toda la diversión y la emoción, Noctus parecía… aburrido.
Inclinó la cabeza de un lado a otro mientras observaba a una de las
sombras pasar arrastrándose, con la postura relajada.
Se acercó a las tres criaturas, entrecerrando los ojos cuando uno de los
monstruos cortó la barrera.
La magia se mantuvo, pero las marcas de las garras eran visibles en la
barrera. Eran cortes irregulares y grises que parecían absorber el color de
la magia del hechizo de barrera.
Espera, ¿pueden dañar la barrera? ¿Cuántas sombras hay?
Noctus apuñaló al primero en el pecho, se agachó bajo el brazo agitado
del segundo, cortándolo en el abdomen mientras pasaba, y luego apareció
frente a la tercera criatura. Le dio un cabezazo, y cuando la criatura echó
la cabeza hacia atrás con evidente dolor, Noctus le cortó la garganta.
Las tres criaturas se disolvieron en humo y terminé de contar ocho
sombras adicionales que se arremolinaban alrededor del prado. Noctus
las ignoró y se dio la vuelta para fruncirnos el ceño a Charon y a mí.
―¿Qué está haciendo ella aquí? ―preguntó.
Charon se inclinó ante Noctus.
―Dijiste que deseabas hablar con ella, Majestad.
―Ahora no. ―Noctus sonaba solo un poco fastidiado mientras cruzaba
el prado, acercándose a los jóvenes elfos.
Miré a Charon, tratando de obtener una lectura sobre él.
Su expresión era lo suficientemente plácida, pero cuando me miró,
levantó ambas cejas.
Sí. Él está tramando algo, pero es Charon, así que no se sabe qué es. De todos
los compañeros de Noctus, Charon era el más astuto, y el que más
adoraba a su rey... así que al menos podía asumir que lo que fuera, era
por el bien de Noctus.
Lo que no significa que sea bueno para mi salud.
Dos de las sombras más dieron un paso adelante, con sus formas
solidificándose. Noctus cortó a la más cercana, su espada era un destello
metálico, giró, luego apuñaló a la segunda, derribándolas a ambas en un
abrir y cerrar de ojos.
Había algo hermoso y aterrador en ello.
Noctus estaba destrozando a estas criaturas como si fueran papel de
seda, sin usar ningún tipo de magia. Cada movimiento que hizo era a la
vez brutal y llamativo, como poesía oscura puesta en pentámetro
yámbico.
Podía ver cómo había sido el orgullo de los Mors... antes de que acabara
con su familia, al menos.
Noctus alcanzó a los elfos acobardados y los miró imperiosamente.
―Levántense.
Los elfos temblorosos lo miraron.
Noctus les hizo un gesto con dos dedos.
―Pónganse de pie.
Ambos elfos se pusieron de pie, sus camisetas manchadas de sudor se
les pegaban.
―Vengan. ―Noctus regresó a la barrera cuando brotaron tres de las
seis sombras restantes, agrupándose en sus formas incorpóreas en el lugar
donde los monstruos anteriores fueron acuchillados.
Noctus llegó a las sombras, pero esta vez los monstruos intentaron
atacarlo primero.
Uno trató de apuñalarlo, clavando su brazo en su pecho.
Noctus lo esquivó, golpeando al monstruo dentro del brazo para que
su pinchazo fuera amplio, luego apuñaló a la criatura con su espada,
disolviéndola en humo.
Los otros dos monstruos que se habían manifestado saltaron juntos,
cada uno atacándolo desde lados opuestos.
Moviéndose como un rayo, Noctus tomó una daga de su cinturón y se
la arrojó al primer monstruo. Ni siquiera esperó lo suficiente para
asegurarse de que el arma encontró su objetivo, que lo hizo, cavando
profundamente en el pecho del primer monstruo para que explotara en
humo, antes de girarse hacia el segundo monstruo de las sombras.
Este lo pateó contra la barrera, que rebotó como una muñeca de trapo
antes de volver a caer sobre él. Lo atravesó con una precisión milimétrica
y comenzó a disolverse.
―Estos son monstruos creados por un hechizo élfico. ―Charon habló,
sorprendiéndome.
Antes de que el monstruo asesinado más recientemente se desvaneciera
por completo, las últimas tres sombras se despegaron del suelo,
solidificándose en formas que eran más grandes que cualquiera de las
criaturas anteriores.
Empecé a mirarlo mientras registraba el significado más profundo de
sus palabras.
―Espera, ¿quieres decir que fueron hechos a propósito?
―En efecto. ―Charon asintió en dirección a los sudorosos elfos―. La
locura de la juventud.
Noctus observó impasible cómo las tres sombras restantes se acercaban
a la barrera. Envainó brevemente su espada, luego se estiró detrás de él,
agarrando a los elfos más jóvenes por los cuellos de sus camisetas, y tiró
del dúo hacia adelante.
Ellos se atragantaron y cayeron de rodillas, luego Noctus colocó una
mano en la parte superior de cada una de sus cabezas y presionó sus
rostros contra la barrera.
―Escuchen ―ordenó cuando la pareja se retorció.
Más abajo en la línea, la barrera atravesaba el prado. Las tres grandes
criaturas de las sombras cortaron la barrera, haciendo que la magia se
estremeciera.
―¿Escuchan eso? ―les preguntó Noctus.
Uno de los elfos croó como una rana toro angustiada.
Noctus se inclinó sobre el dúo.
―Ese es el sonido de la magia muriendo.
―Hay distintas variedades de estas criaturas sombrías ―me tradujo
Charon―. Este tipo específico es uno de los tipos evolucionados más
fuertes. Son capaces de absorber magia dentro de sí mismos, matándola
en el proceso. Como tales, son particularmente hábiles para romper
barreras.
―¿Incluso las barreras élficas? ―le pregunté.
―Oh, sí ―me dijo―. Los elfos peleaban con frecuencia entre sí, por lo
que era necesario encontrar formas de romper las barreras élficas para la
guerra.
Noctus dejó al dúo, quienes, supuse, eran los responsables de las
criaturas, y se acercó a los tres monstruos restantes.
Una de las criaturas sombra abandonó la barrera y se giró hacia él, su
rostro cambiaba continuamente del cráneo con forma de pájaro a las
arrugadas facciones humanoides.
Se lanzó contra Noctus, aumentando la velocidad a medida que
avanzaba por el prado, sus patas con garras levantaban terrones de hierba
y césped.
Noctus esquivó su primer golpe. Saltó hacia la izquierda, hacia la parte
abierta del prado para que la criatura no pudiera emparedarlo contra la
barrera.
Le cortó la caja torácica, pero incluso con su espada, su alcance no fue
lo suficientemente largo y falló.
El monstruo pasó a toda velocidad junto a él, y Noctus giró para
colocarse detrás de la criatura. Con la expresión de piedra, Noctus lo
apuñaló por la espalda.
El monstruo no desapareció inmediatamente como sus predecesores.
Levantó la cabeza y abrió la boca, pero en lugar de hacer ruido, se sintió
como si todo en el prado fuera atraído hacia la criatura. Aire, magia,
incluso yo misma.
Noctus empujó su espada más profundamente y el monstruo se
derrumbó, disolviéndose en la nada. Como todos los demás antes que él,
una roca cayó de su pecho con un plop.
―¿Viste esa roca? ―me preguntó Charon―. El hechizo fue lanzado
sobre ella. Sirve como ancla, por así decirlo.
Solo escuché a medias: otro de los monstruos demasiado grandes se
había desprendido del daño que estaba infligiendo a la barrera y
silenciosamente acechó hacia Noctus, cuya espalda estaba vuelta hacia el
monstruo.
Mi corazón latía frenéticamente en mi pecho mientras se acercaba más
y más a él.
―¡Noctus! ―grité―. ¡Detrás de ti!
Noctus me dirigió una mirada curiosa, con las cejas ligeramente
fruncidas y los labios inclinados, luego giró, usando su impulso para
lanzar su espada por el aire, cortando a la criatura en el pecho.
Oh. Encogí mis hombros, sintiéndome como una idiota. Él sabía que
estaba ahí. Obviamente.
Cuando Noctus le asestó otro golpe al monstruo sombra más grande,
empujándolo hacia atrás, el último monstruo se deslizó hacia los dos elfos
más jóvenes, que no se habían movido de su posición colapsada en el
suelo.
Se cernió sobre ellos, sonriendo monstruosamente con su rostro
humano antes de abalanzarse.
La pareja se puso de pie y retrocedió, esquivando el ataque. Aunque
poseían la misma gracia y velocidad élfica que Charon, sus movimientos
eran más bruscos, endurecidos por el miedo.
Noctus terminó con su monstruo sombra, luego observó cómo la última
criatura que quedaba perseguía a los chicos elfos por la mitad del prado.
La pareja pudo mantenerse frente a él, corriendo y saltando para
evitarlo cada vez que los golpeaba con sus garras, pero estaban frenéticos.
Sus respiraciones eran pesadas bocanadas y el miedo les hacía resbalar y
deslizarse por el suelo cubierto de hierba.
Uno tropezó con sus propios pies y cayó. En su camino hacia abajo,
agarró a su amigo por el brazo, jalándolo para que cayera encima de él.
El monstruo estuvo sobre ellos en un instante, elevándose mientras
levantaba sus manos con garras.
Se abalanzó sobre ellos, pero cuando sus garras estuvieron a unos
quince centímetros de las caras de los elfos, Noctus lo apuñaló por la
espalda.
El monstruo se incorporó y Noctus hizo un corte horizontal a través de
su torso.
La criatura se disolvió y su roca cayó sobre la rodilla del elfo con el
teléfono destrozado.
Sudando tanto que su cabello oscuro estaba veteado, el dúo de elfos
miró a Noctus.
―Arriba ―les ordenó.
Cuando los elfos siguieron mirándolo, Noctus los levantó y luego los
arrastró hasta el lugar donde la sombra más grande se había metido en la
barrera.
Noctus señaló la sección endeble e incolora de la barrera.
―¿Ven eso?
El dúo lo miró en silencio.
―La debilitaron. Peligrosamente. ¿Saben lo que sucede cuando una
barrera se debilita así? ―Noctus golpeó la barrera con su mano desnuda,
destrozando la parte descolorida.
El miasma tóxico se arremolinó a través del agujero del tamaño de un
plato, goteando por el costado de la barrera y arrastrándose por el prado
cubierto de hierba.
Donde quiera que tocaba, la hierba moría.
Los elfos aullaron y tropezaron hacia atrás, con los ojos desorbitados
cuando el miasma se acercó sigilosamente.
Noctus puso su mano en la barrera.
Algo me hizo cosquillas en la garganta y me tomó un momento darme
cuenta de que era mi collar.
Está reuniendo su magia, o lo poco que puede atravesar los grilletes.
La sensación de magia se espesó alrededor de Noctus, y la barrera
brilló, luego se reparó, reformándose para que estuviera completa una vez
más.
Cortado, el miasma se desvaneció, dejando rastros carbonizados de
hierba muerta.
El elfo que estaba agarrando el libro lo dejó caer y se desplomó en el
suelo. Su boca se movió, pero no escuché nada. Creo que sus cuerdas
vocales estaban demasiado débiles con alivio para producir algún ruido.
Su amigo, el del celular roto, miró fijamente el suelo quemado.
Noctus se giró hacia el dúo, con la espada brillando. No los apuntó,
precisamente. Más bien, la sostuvo extendida con la punta afilada
inclinada hacia el suelo, un poco cerca de sus piernas.
El elfo con el celular roto tragó saliva. Trató de retroceder, pero se
congeló cuando Noctus dio un paso más cerca de él.
―No hemos terminado ―dijo Noctus, sus palabras cargadas de poder.
El elfo con el libro se incorporó lentamente, con los hombros
encorvados por el miedo.
Sentí la magia danzar alrededor de Noctus. Los elfos deben haber sido
capaces de sentirla mejor que yo, porque incluso Charon se estremeció
cuando el aire en el prado se volvió pesado.
―Ustedes dos practicaron un tipo de magia que proscribí. ―Noctus
dijo.
―N-no lo volveremos a hacer ―prometió el elfo con el libro.
―No quisimos hacer daño ―dijo el segundo elfo―. ¡Solo teníamos
curiosidad! Solíamos ser tan temidos, y ahora…
―¿Temidos? ―La voz de Noctus fue un trueno―. ¿Quieren ser temidos?
¿Se arriesgaron no solo a que los hechizos dañaran a alguien, sino también
a las barreras que protegen la ciudad, todo porque no están satisfechos?
Los jóvenes elfos se hundieron en sí mismos. Noctus debe haber estado
golpeándolos con algunos hechizos, podía sentirlo, pero me rozó con
apenas un susurro.
―Prohibí cierta magia élfica porque siempre será más dañina que útil
―dijo―. Pero eso no parece importarles, así que permítanme ilustrarlos.
―Noctus clavó su espada en el suelo justo entre los elfos, pasando tan
cerca de ellos que estaba bastante segura de que debía haberles cortado
un agujero en los jeans.
»Porque quieren ser temidos, sé de primera mano que estos hechizos
prohibidos los tragarán por completo. Solo alguien con un espíritu débil
desearía ser temido, y la magia no sirve para esa persona. Será su muerte
cuando se apodere de su mente y destruya todo lo que aman hasta que
seas borrado de la faz de este planeta y el mundo entero se deleite con tu
desaparición.
Los jóvenes elfos se estremecieron, tan asustados que les castañetearon
los dientes.
―Porque son jóvenes y tontos, les doy esta única oportunidad de
aprender esto ―dijo Noctus―. Si vuelven a infringir mis leyes e intentan
hacer magia prohibida, los pondré donde merecen estar: ahí afuera.
―Sacó su espada del suelo y la usó para apuntar más allá de la barrera,
al páramo vacío.
―L-lo sentimos ―dijo el elfo del libro―. N-no volveremos a hacer
magia como esta nunca más. ¡Lo prometo!
El elfo del celular destrozado miró a Noctus con un terror tan denso
que, si hubiera sido un gato, probablemente lo sentiría en mis bigotes.
Estaba pálido y en silencio hasta que su amigo le dio un codazo.
―Bien ―tartamudeó―. No tocaremos la magia prohibida. Nunca.
―Júralo ―siseó su amigo, con la voz quebradiza por el miedo.
―Lo juro ―espetó el elfo del celular.
Noctus se enderezó.
―Procura que sea así.
Dio un paso alrededor del dúo, que se encogió. Uno incluso gritó un
poco.
Cuando Noctus pasó, los dos colapsaron, jadeando y secándose el
sudor de la frente.
Observé su reacción, con un ceño tirando de mis labios.
Están siendo injustos. Ellos fueron los que crearon esos hechizos. Noctus
simplemente los destruyó. Ellos fueron los que hicieron la cosa estúpida y
peligrosa. Noctus es misericordioso por darles esta advertencia, pero están
actuando como si él fuera el hombre del saco.
El rostro de Noctus estaba grabado en piedra, el asco y el poder
inquebrantable se arremolinaban en sus ojos mientras se detenía para
limpiar su espada en la hierba, liberándola del asqueroso líquido negro
que la cubría antes de envainarla. Había algo en su expresión que me
impulsó a moverme.
A pesar de que todos los sentidos de mi cuerpo hormigueaban, me
acerqué a él y lo encontré en medio del prado.
No sé si fue la memoria muscular, si mi cerebro se aplanó
temporalmente o qué, pero cuando nos encontramos, me incliné hacia
adelante, invadiendo su espacio con los brazos extendidos.
Fue solo cuando mis pensamientos se unieron a mis acciones que me di
cuenta de que estaba planeando realizar mi típico abrazo de gato que solía
hacer cada vez que sabía que Noctus quería levantarme o necesitaba que
ronroneara.
De alguna manera, Noctus debe haberse dejado llevar por nuestro
intercambio de afecto centrado en el gato, porque cuando me di cuenta de
lo que estaba pasando, tenía un brazo alrededor de mi espalda baja y
estaba listo para levantarme hasta que nuestros ojos se encontraron y
ambos recuperamos nuestra cordura.
Nos detuvimos de golpe y fuimos un confuso enredo por un momento.
Woah, necesito sacar mi cabeza de las nubes. Tan acostumbrada como estoy a
tocarlo, ya no soy su preciosa Amalourne.
Nada lo subrayaba más que la forma rápida y eficiente en que Noctus
se desenredó. Amalourne había sido especial para él. Yo era un espía
accidental que trajo muchas complicaciones a su vida.
Estudié su rostro mientras miraba al dúo que aún temblaba. Ya no
parecía endurecido, pero la breve luz que vi en ellos cuando me acerqué
a él, como una idiota, ya no estaba.
Había una parte de mí que estaba triste por formar parte en el
aplastamiento del afecto fácil que él tuvo por lo que pensó que era su
mascota. Ahora éramos... algo totalmente diferente.
Deja de deprimirte. ¡Es un rey elfo!
Me aclaré la garganta y traté de pensar en algo que decir.
―Esos hechizos eran bastante... ―Me detuve, pateándome
mentalmente por mi mala elección de tema.
Oh, por supuesto. Insulta la magia élfica en su cara. Esa parece una buena
manera de permanecer en la buena voluntad de un rey elfo.
―Oscuros ―dijo Noctus.
―¿Eh?
―Esos hechizos son oscuros y no son buenos para nadie: el lanzador
de hechizos o su enemigo. ―Noctus miró por encima del hombro a los
temblorosos amigos―. ¿Charon?
―Los interrogaré ―dijo Charon―, e informaré a su familia. Sospecho
que sus papás tendrán algo que decir sobre la estupidez de sus hijos.
―Son jóvenes ―dijo Noctus―. No nacieron hasta mucho después de
la guerra.
―Pero sus papás sí ―dijo Charon―. Ellos saben mejor. Todos los que
estábamos alrededor entonces lo sabemos. ―Ofreció un destello de una
sonrisa. No era cálida. De hecho, era casi amarga y triste, pero sus ojos
arremolinados tenían una mirada cómplice, y cuando me miró... por una
vez no los entrecerró.
En cambio, Charon me hizo una reverencia con la cabeza, se inclinó
hacia Noctus y luego trotó para enfrentarse al dúo de hechiceros. A juzgar
por la forma en que se arremangaba, los jóvenes elfos se arrepentirían
doblemente de sus acciones.
―No pareces alterada ―dijo Noctus.
―¿Mmm? ―Saqué mi atención de Charon y en su lugar miré a Noctus.
Noctus hizo un gesto hacia el camino por el que Charon me trajo, y
luego se dirigió hacia él.
―La mayoría encontraría esa exhibición… inquietante.
Corrí tras el rey elfo.
―Bueno, los monstruos eran bastante espeluznantes, pero te ocupaste
de ellos. A menos que... ¿pueden reaparecer de esas rocas?
Noctus disminuyó la velocidad para que pudiera caminar rápido en
lugar de trotar a su lado.
―No ―dijo.
―Entonces, ¿por qué hay que estar alterada?
―La mayoría encontraría la exhibición física como un recordatorio
inquietante de las capacidades élficas.
―Majestad ―le dije―. Mi magia más fuerte es que me convierto en un
gato. Todos son más poderosos que yo.
―No eres una elfo, así que no necesitas usar títulos élficos ―dijo―.
Más importante aún, no se me ha escapado que a pesar de estar mejor
informada de tu pasado, todavía crees esa mentira.
―¿Mentira? ¿Te refieres a que creo que soy débil?
―Sí. Lo que me lleva a por qué quería hablar contigo.
―¿Okey? ―pregunté, confundida.
―He decidido que Charon te entrene en combate.
Dejé de caminar mientras mi cerebro digería sus palabras.
¿Charon me va a entrenar? Pero ¿por qué?
Noctus redujo la velocidad hasta detenerse cuando no me reuní con él.
―¿Pasa algo?
―Dijiste que soy una sombra.
―Sí.
―Y las sombras eran el único enemigo natural de los elfos.
―Sí.
―Entonces, ¿por qué querrías que Charon me entrenara?
―¿Por qué no lo haría?
―Oh, no lo sé, excepto, tal vez, ¿por la historia? ―chillé.
―Sabes que los elfos cazaron sombras hasta la extinción, o lo que se
creía que era la extinción ―me dijo―. Y, sin embargo, no pareces
demasiado asustada de vivir en mi villa.
―Estoy bastante asustada ―le aseguré―. Tengo miedo de ser
aplastada por vivir con una liga que es mucho más grande que la mía que,
por pura logística, ni siquiera me considerarían lo suficientemente
importante como para ser una sirviente. Tengo miedo de que mi familia
humana de alguna manera se verá arrastrada a esto. Tengo miedo de lo
que el rastreador significa para mi futuro, y estoy un poco molesta porque
no ha aparecido porque no sé lo que está planeando en su cráneo asesino.
―¿Pero no me tienes miedo a mí? ―me preguntó Noctus.
Dudé y jadeé al responder, pero la verdad era que no sabía cuánto le
decía el maldito collar sobre mí, así que era mejor que fuera honesta.
―Cuando me enteré por primera vez que eras un elfo, me asusté
bastante ―dije―. Había una razón por la que dejaba bolas de pelo donde
quiera que iba las primeras semanas que viví aquí. El impacto de conocer
a un elfo cuando me habían enseñado que no existían…
―¿Pero no me temías por mi poder? ―añadió Noctus.
¿Por qué sigue haciendo preguntas que tienen respuestas peligrosas? Si
empiezo a caminar de regreso al vehículo, ¿terminará esta conversación
potencialmente peligrosa?
Traté de avanzar en la dirección en la que pensé que estaba el vehículo
todo terreno.
―Tenía miedo de que me fueras a golpear porque mentí acerca de ser
un gato.
―Tu engaño sigue siendo un problema ―dijo Noctus.
Bueno, si quisiera una prueba de que no estoy completamente perdonada, ¡ahí
está!
Continuó:
―Pero esa es la consecuencia de tus acciones, no un reflejo de mi poder.
―Sí ―dije―, y las consecuencias parecen ser que tengo que quedarme
en la villa.
―¿Y estás bien con eso? ―Noctus se acercó, invadiendo mi espacio. Si
pretendía que fuera intimidante, no funcionó; estaba tan acostumbrada a
que invadiera mi espacio como Ama que apenas lo noté.
―Bueno, no sé qué voy a hacer cuando se me acabe el dinero y el
alquiler venza, pero eso es un problema personal ―le dije―. Estoy
agradecida de que no me hayas, mmm, encarcelado más duramente, o me
enseñaras una lección como lo hiciste con ellos. ―Sacudí mi pulgar hacia
el prado―. Cuando tienes motivos para hacerlo, ya que hay una ciudad
entera a la que estás protegiendo.
―Pero no me temes por mi poder ―repitió Noctus.
Arrastré torpemente mis pies.
―Mmm, bueno, tengo más recuerdos de haber sido abrazada por ti que
de cualquier otra cosa, y todo esto es ridículamente mala suerte de mi
parte. Entonces... ¿no?
Estoy bastante segura de que esa no es la respuesta que está buscando, pero...
woah.
Noctus sonrió, y por un momento dejé de respirar.
Sus rasgos fuertes se suavizaron con la sonrisa, que era tan grande que
sus dientes brillaban y le formaban líneas de expresión. Las espirales de
sus pupilas se arremolinaron e incluso brillaron cuando sus ojos se
arrugaron.
Todo en él parecía más cálido, más brillante de una manera que no creía
posible para un rey elfo que era prácticamente perfecto.
Su sonrisa, específicamente esta sonrisa, como lo había visto sonreír
antes de una manera muy diferente a esta, no era perfecta como los elfos
tendían a verse. En cambio... lo hizo parecer más real, más humano.
Wow. Pensé que se veía increíble en perfección, pero ¿esto? ¡No hay
comparación!
―Ah, sí, Amalourne. Eres un tipo raro, ¿no? ―Noctus todavía estaba
sonriendo cuando miró brevemente detrás de nosotros, luego puso una
mano en mi espalda baja y suavemente me empujó hacia adelante.
―Lo siento ―hipé―. Fui demasiado lejos.
―Tonterías ―dijo―. ¿A menos que esa fuera tu forma indirecta de
pedir que te llevara?
―¡No!
―Bien. Entonces tu entrenamiento comenzará una vez que Charon
despeje algo de tiempo en su calendario ―dijo.
La mano que aún presionaba mi espalda era gentil, y no sabía qué
pensar.
Normalmente no tocas a las personas con las que estás furioso, ¿verdad?
¿Significa eso que ya no estoy en la lista de 'individuos peligrosos'?
Podía esperar que, en general, fuera poco inspirador e intimidante,
obviamente, o Noctus ni siquiera pensaría en hacerme entrenar.
El pensamiento me dio suficiente atrevimiento para aclararme la
garganta.
―Mmm, ¿puedo hacer una pregunta?
―Puedes.
―¿En qué me estará entrenando exactamente? Como... ¿me va a
enseñar sobre armas? Esa era el arma de Charon cuando invadimos
Magiford Donuts.
Noctus estabilizó la vaina de su espada mientras golpeaba su costado.
―Tal vez, pero no creo que una pistola sea la mejor opción para una
sombra. Tu sigilo no tiene comparación en el mundo sobrenatural, e
incluso el mejor silenciador del mundo no puede facilitar el sigilo cuando
se trata de armas de fuego.
Un graznido estrangulado me atravesó la garganta.
―Es bueno saberlo.
―Charon cubrirá los conceptos básicos de la lucha como una sombra y
cómo usar tu poder para tu ventaja, incluido el uso de una variedad de
armas blancas. Las sombras también eran excelentes envenenadores, pero
dados los avances de las ciencias modernas, ese es un tema que es mejor
ignorar por ahora.
―Sí, nunca tenemos que ir ahí. ―Salí del bosque y entré en el camino
de tierra donde estaba estacionado el vehículo todo terreno.
―Te divertirás ―dijo Noctus.
―¿Divertirme? ¿Entrenando?
―Ya eres muy hábil con los engaños ―señaló Noctus suavemente.
―No, solo soy muy buena fingiendo ser un gato ―le corregí.
―Lo eres ―dijo Noctus―. Eres mejor actuando como un gato que
cualquiera de tus antepasados que haya visto.
Está lleno de elogios hoy. Eso parece... raro. Lo miré sospechosamente,
curiosa y tal vez un poco preocupada.
Noctus sonrió de nuevo, esta más en la línea de lo que estaba
acostumbrada a ver: sardónico y perfecto.
―¿Cómo llegaste a ser tan buena fingiendo ser un gato?
―Práctica ―dije―. Para defensa propia. Es la forma más fácil de
quitarme de encima a otros seres sobrenaturales cuando me persiguen.
―Me rasqué la nariz mientras subía al vehículo todo terreno y me
abrochaba el cinturón de seguridad―. Vi muchos documentales de
naturaleza sobre gatos domésticos cuando era pequeña. Eso ayudó.
Noctus me lanzó una mirada mientras se deslizaba en el asiento del
conductor.
―¿Documentales de naturaleza?
―Son realmente útiles.
Negó levemente con la cabeza.
―Eres increíble.
Dice el rey elfo.
Mantuve la boca cerrada mientras Noctus giraba la llave del vehículo
todo terreno.
―En caso de que te lo estés preguntando ―dijo por encima del
ronroneo del motor―, Charon no tiene planes de mostrarte un documental
o hacerte una presentación de Power Point cuando te esté entrenando.
―Eso es tan triste.
―Dudo que él esté de acuerdo contigo.
Mientras seguía a Charon por un tramo de escaleras aparentemente
interminable tres días después, me pregunté si fui rápida en asumir que
estaba a salvo. Tal vez Charon finalmente me estaba llevando a las
mazmorras ahora que había despejado su agenda lo suficiente.
La frase “gato asustado” no es una burla, es un lema de vida útil sobre el cual
construir, pensé mientras casi me resbalé por una escalera, con las palmas
de las manos sudorosas por mis muchas, muchas preocupaciones.
―No hay necesidad de estar ansiosa, Chloe ―dijo Charon―. Solo
vamos a los campos de entrenamiento.
Observé su espalda mientras continuaba despreocupadamente por la
interminable escalera de caracol de piedra. Ni siquiera se detuvo a
mirarme.
―¿Cómo sabes que estoy ansiosa? ―le pregunté.
―Todo te ponía ansiosa como un gato ―me dijo―. Es lógico pensar que
todo también te pondría ansiosa como humana.
―Eso es… exacto ―admití―. ¿Por qué los campos de entrenamiento
están tan profundos debajo de la villa?
Finalmente llegó al último escalón, dejándonos en un rellano angosto,
húmedo y revestido de piedra que rozaba la claustrofobia.
―Necesitábamos el espacio extra.
―¿Espacio?
Empujó las puertas dobles, la única parte que no era de piedra de la
vertiginosa escalera.
Parpadeé ante la luz abrupta y levanté una mano para protegerme los
ojos.
Charon entró, así que me tambaleé detrás de él, saltando de sorpresa
cuando sentí hierba bajo mis pies. Parpadeé rápidamente, bajé la mano
cuando mis ojos finalmente se adaptaron y sentí que mi boca se abría.
Los “campos de entrenamiento” eran enormes, al menos del tamaño de
dos campos, si no más grandes, y a pesar de que nos habíamos adentrado
en la montaña, el techo era azul como el cielo, y juro que el sol brillaba en
el horizonte.
―¿Qué es este lugar? ―pregunté.
―Los campos de entrenamiento personal de Majestad ―dijo Charon―.
Toda el área se puede cambiar con magia para ajustarse a los parámetros
que él quiera: cielos nublados, terreno accidentado, cualquier cosa.
Di unos pasos más adentro, girando en círculos mientras mi cerebro
luchaba por aceptar el tamaño y la apariencia del campo.
Charon continuó, con la voz teñida por una rara nota de emoción que
reconocí como orgullo.
―La nieve es posible, pero es bastante complicado de limpiar, por lo
que es más fácil entrenar en una de las cimas de las montañas cercanas si
uno realmente desea practicar la lucha en tales condiciones.
―¿Porque es tan grande? ―pregunté en voz alta.
En el otro extremo del campo, algo explotó, aplastando la hierba verde
con un fuerte viento. El suelo gruñó bajo mis pies.
Fuera lo que fuera lo que había causado el alboroto, también había
levantado una nube de polvo, que tardó unos momentos en asentarse de
nuevo, revelando a Noctus de pie sobre una formación rocosa.
―Buen intento, Ker ―dijo―. Pero incluso tú no eres lo suficientemente
grande como para desalojar estas rocas.
Ker, en su cuerpo de lobo con su pelaje interior marrón oscuro y negro
y su abrigo rojo fuego que la hacía parecer un carbón ardiendo, se paró
cerca de la base de una de las grandes rocas y estornudó.
Aristide, recostado sobre un montón de almohadas marrones apoyadas
contra una roca mucho más pequeña a unos cuatro metros de distancia
de la pareja, levantó su taza de té.
―No sé qué acaba de pasar, pero eso suena como un punto para
Noctus.
Ker se quejó en voz alta, pero Aristide la ignoró y volteó la tarjeta de
puntuación que se mostraba junto a él.
―No se quejen conmigo ―dijo Aristide―. Eres la idiota que pensó que
tenías una oportunidad contra él, y bienvenidos, Charon y Chloe, al
búnker. ―Aristide debió habernos escuchado entrar, porque levantó su
taza de té en nuestra dirección general.
Ker dio un ladrido amistoso, luego retrocedió y se dirigió a las rocas.
Noctus observaba en silencio desde su posición elevada.
―Creo que entiendo ―dije―. Por qué tiene que ser tan grande, quiero
decir.
―De hecho ―dijo Charon―. Pero no te preocupes. Estarán pendientes
de ti. Una vez que hayas terminado con tu entrenamiento, ninguno de
ellos podrá atraparte de todos modos. Ahora. Te estiraste de antemano
como te indiqué, ¿sí?
―Sí. ―Retrocedí un paso arrastrando los pies mientras Ker hacía otro
intento de estrellarse contra las rocas, haciendo que el suelo retumbara
mientras las rocas inamovibles gemían.
―Entonces comenzaremos, con lo básico, por supuesto. ―Charon
comenzó a arremangarse las mangas de su camisa de entrenamiento de
manga larga que absorbía la humedad; ni siquiera usaba su capucha
normal, por lo que se veía extrañamente moderno―. Como los vampiros
están bendecidos con la velocidad, los hombres lobo con la fuerza y los
magos y los fae con su magia, las sombras tienen su propio núcleo que
funciona como el centro de sus habilidades, y esa es su capacidad para
convertirse en un gato.
―¿No sería solo nuestro sigilo como un gato? ―pregunté―. ¿Con la
bonificación adicional de que la mayoría de la magia no funciona en
nosotros?
―Uno pensaría que sí, pero lo que hizo que las sombras fueran tan
malditas y difíciles de combatir fue que, dado que la magia no podía
funcionar con ellas, solo podías enfrentarte a una sombra en combate
físico, y ahí es donde sus habilidades de cambio de gato les dieron la
ventaja.
Me rasqué la cabeza, desordenando mi cola de caballo.
―Sí, pero ¿cómo?
―Creo que una demostración se adaptaría mejor a la situación, para
que puedas aprender la información y no que te la diga. ―Charon tomó
una postura de boxeo―. Te voy a atacar. Prepárate.
―Ya… espera, prepararme ¿cómo? ¿Charon? ―Grazné y comencé a
correr cuando Charon corrió hacia mí.
Esquivé su primer golpe, tratando frenéticamente de buscar el mejor
lugar para correr.
En la ciudad era bastante fácil: solo tenía que subir o bajar como un gato
y nadie me vería.
Pero los campos de entrenamiento eran planos, además de la formación
rocosa que Noctus había reclamado, y yo no iba a acercarme a él.
Caí de rodillas, patinando bajo la patada de Charon y destrozando mis
pantalones de entrenamiento en el proceso.
Cambié a mi forma de gato y tomé velocidad, obteniendo mucho
espacio entre Charon y yo. Cuando sentí que mi resistencia caía, volví a
mi forma humana y miré hacia atrás.
No vi a Charon por ninguna parte.
¿Dónde estaba…
Choqué con lo que parecía una pared cubierta de tela y reboté, cayendo
al suelo en un montón.
Charon se inclinó sobre mí y me tocó la cabeza.
―Ahí, estás atrapada y, para nuestros propósitos de práctica,
etiquetada. Ahora, ponte de pie.
Obedientemente, me puse de pie y me quité el polvo de los pantalones
de entrenamiento, que probablemente iban a ser harapos al final de la
sesión.
―¿Qué se suponía que eso me enseñaría? ―jadeé―. Porque, esto no es
una crítica a tus habilidades docentes, pero lo que saqué de eso es que
necesito vivir siempre en una ciudad.
―A continuación ―Charon ignoró mi pregunta y reajustó su postura
de boxeador―, intenta alternar entre gato y humano tanto como sea
posible, mientras te mueves a mi alrededor. Comienza.
Habiendo aprendido la primera vez, tomé en serio sus instrucciones e
inmediatamente cambié a un gato. Pasé corriendo junto a él, cambiando
a mi forma humana cuando trató de patearme.
Su patada fue dirigida hacia el suelo, así que salté con facilidad, luego
me convertí en un gato nuevamente cuando me lanzó un puñetazo. Tuvo
que sujetarse para no caerse, y yo corrí entre sus piernas y luego me
convertí en humana.
Charon giró y, usando su impulso, pateó alto, apuntando a mi costado.
Me convertí en gato, y su pie pasó rápidamente por encima de mi
cabeza.
Corrí hacia él, con la intención de pasar entre sus piernas otra vez, pero
metió su pierna más rápido de lo que hubiera creído posible.
Me convertí en humana con la esperanza de evitarlo, pero estaba tan
cerca de Charon que golpeé mi cráneo en su barbilla cuando me moví,
casi haciéndolo tambalearse por un paso.
―Bien hecho ―dijo―. Ahora, ¿qué tuvo de diferente eso?
―Te moviste más lento ―le dije.
―Correcto. ¿Por qué?
―Porque… ―Entrecerré los ojos mientras comparaba mentalmente sus
movimientos―. Tuviste que ajustarte más. Cada vez que cambiaba de
gato a humana tenías que ajustar tus movimientos de lucha.
―Sí ―dijo Charon―. Ajustar los movimientos no es poca cosa:
requiere ajustes en el equilibrio, postura e incluso cálculos mentales para
apuntar. Las sombras, con sus habilidades de cambio a la velocidad del
rayo que no gastan energía adicional, son casi imposibles de rastrear ya
que se mueven de manera tan diferente como un humano versus un gato.
Los hace impredecibles. También es por eso que cuanto más cerca esté en
el combate, más seguro estará. Un enemigo no puede reaccionar
rápidamente cuando estás sentado en sus tobillos, luego de repente te
mueves a su espalda y le pones un cuchillo en la columna.
Froté una nueva mancha de hierba en mis pantalones mientras
reflexionaba sobre las palabras de Charon.
―¿Estás empezando a ver por qué tus antepasados eran tan temidos?
―preguntó Charon.
―Eso creo ―dije―. Simplemente se siente… extraño. Todo en la
sociedad sobrenatural se trata de cuánta magia tienes. Las sombras solo
pueden convertirse en gatos.
Charon chasqueó la lengua.
―Los sobrenaturales tienen una obsesión enfermiza con la magia dado
su estado ruinoso, aunque sospecho que también es resultado de los
sobrenaturales que viven entre los humanos que están obsesionados con
el poder.
Eso es bastante hipócrita viniendo de un elfo, cuya sociedad entera se basa en
el poder.
Charon me miró alzando una ceja, como si pudiera adivinar lo que
estaba pensando.
―La verdadera pregunta, Chloe, es ¿cuánto te valoras a ti misma?
―¿Qué quieres decir? ―le pregunté.
―Mientras creas que eres más débil que otros seres sobrenaturales,
seguirás permitiéndote que te empujen ―dijo Charon.
―Pero esa no es una comparación justa. Otros sobrenaturales tienen
respaldo ―dije―. A lo sumo, yo tengo French Fry.
―¿French Fry?
―El grifo de la basura que a veces vuela conmigo.
Charon frunció el ceño tan profundamente que me pregunté si las
profundas arrugas de su frente se mantendrían.
―Fascinante ―dijo―. Ahora, ¿sabes cómo usar alguna arma?
―Sé defensa personal básica ―dije―, e hice gimnasia en la
preparatoria para ayudar a mejorar mi atletismo como gato. Eso es todo.
―Muy bien, entonces comenzaremos lanzando dagas y tal vez la
espada corta. Las dagas te darán la oportunidad de atacar y luego
acercarte.
―¿Qué hay de correr?
―Correr no es una opción.
―Bien, entonces.

Una hora más tarde pensé que mi brazo podría salirse de su lugar, pero
no quería enfrentar la ira de Charon, así que seguí lanzando las dagas al
objetivo.
Hubo varios sonidos más... emocionantes en el otro extremo de la arena
donde estaban Noctus y Ker, y escuché a Aristide graznar un par de veces
antes de cambiar los números en su tarjeta de anotadores, pero no presté
mucha atención debido a la mencionada y -temida-, ira de Charon.
Como resultado, estaba concentrada en el objetivo de la diana que tenía
enfrente, y no noté que mis instintos tiraban de mí hasta que Noctus
estuvo justo detrás en mi espalda.
―Tienes un brazo firme.
―Ahh... ¿gracias? ―Miré dudando al objetivo. Solo le había dado dos
de cinco veces, y en ambas ocasiones las dagas rebotaron―. Pero no he
mejorado en absoluto.
―No esperaría ver ninguna mejora después de practicar con un arma,
por primera vez, durante una hora ―dijo Noctus.
―Cierto. ―Lancé otra daga, frunciendo el ceño cuando dio en el blanco
y rebotó inofensivamente en lugar de clavarse.
―¿Hay un arma con la que te sentirías más segura? ―me preguntó.
―Aerosol de pimienta ―dije―. Joy, mi hermana, me hace practicar
todos los años, así que se me da bastante bien.
―Aerosol de pimienta ―repitió.
―Sí. ―Ajusté mi agarre en mi última daga, tratando de que mis dedos
coincidieran con el agarre que Charon me mostró, y miré a Noctus,
esperando que me corrigiera si lo estaba sosteniendo mal.
Noctus miraba fijamente el blanco de papel, con las cejas ligeramente
fruncidas.
―Usas gas pimienta en combate.
―Lo tengo en el llavero de mi apartamento ―le dije―. Pero morder a
otros sobrenaturales como gato hace que me suelten.
Noctus inclinó la cabeza mientras me estudiaba.
―¿Hay algún problema, Majestad? ―preguntó Charon. Miró mi agarre
en la daga, y me di cuenta de que estaba ansioso por arreglarlo, pero
centró su atención en su adorado rey.
―No hay problema ―dijo Noctus―. Pero tal vez sería mejor que
entrenaras a Chloe de una manera diferente a como lo harías con un
nuevo recluta.
―¿Por qué? ―pregunté.
―Por supuesto, Majestad ―dijo Charon, aceptando siempre lo que
decía su monarca.
Noctus me estudió.
―Eres una sombra, pero tienes habilidades diferentes a las que
conocíamos, como tu habilidad para pasar por gato.
―¿Pensé que la capacidad de convertirse en un gato era la razón por la
que las sombras eran sigilosas? ―dije.
―Sí, porque tenían la misma magia que tú y tan pronto como se
convertían en gatos se notaban menos ―dijo Noctus―. Podrían pasar
como gatos por un corto período de tiempo, pero nunca podrían pasar
exitosamente como una mascota por semanas como lo hiciste tú. Del
mismo modo, estás en un mundo y un paisaje completamente diferentes.
―¿Con qué quieres que la comience, Majestad? ―preguntó Charon.
Noctus tomó mi mano, la que usé para sostener la daga. Sus dedos eran
cálidos en comparación con el toque frío de la daga de acero, y reorganizó
mis dedos sin pensar.
Yo, por otro lado, estaba muy sonrojada.
Supéralo, hormonas. Abracé a este chico todos los días como un gato. ¡Que
me toque la mano no es nada por lo que ponerse nerviosa!
Aunque mientras sus dedos se deslizaban por la parte superior de mis
dedos, juro que podía escuchar los latidos de mi propio corazón.
¿Es por eso que Joy siempre me decía que necesitaba expandir mi vida social?
¿Porque he sido demasiado ermitaña y ahora me estoy desmayando por algo como
esto? Quiero decir, me mantiene aquí en contra de mi voluntad. Más o menos,
porque realmente no quiero enfrentarme al rastreador y estoy más segura aquí.
Okey, no, lo tengo, ¡me está haciendo experimentar dificultades financieras
porque no me deja trabajar!
Noctus, afortunadamente, no pareció darse cuenta de mi vergüenza.
Mantuvo su comentario dirigido a Charon.
―Si está acostumbrada a correr, ¿por qué no enseñarle a usar eso a su
favor y enfocarse en el aspecto físico?
Sus palabras rompieron la bruma rosada que creó mi vergüenza
inducida por ser ermitaña.
¿El aspecto físico? ¿Qué se supone que significa eso?
Por primera vez en su vida, Charon pareció dudar de algo que Noctus
dijo.
―Hay mérito, Majestad… pero… ―me miró, y por un momento juro
que vi sus ojos arremolinarse con la misma intensidad que los de Noctus
en el fragor de la batalla―. No sé si ella me cree lo suficiente como para
aceptar mis sugerencias en esa área. ¿Aunque quizás ella confiaría más en
ti?
¿Qué? No.
Cualquier rastro de mi vergüenza se desvaneció, a pesar de que Noctus
todavía estaba reposicionando mis dedos.
Me aclaré la garganta.
―Lo siento, disculpen la interrupción ―dije, tratando de ser lo más
cortés posible―. ¿Pero de qué están hablando?
Satisfecho, finalmente, con mi agarre en la daga, Noctus soltó mi mano.
―No, no necesito intervenir. Solo continúa con los ejercicios, entonces.
Charon se reclinó un poco hacia atrás y parecía casi decepcionado.
―Como desees, Majestad.
Noctus me saludó con la cabeza, luego se alejó y se dirigió de nuevo
con Aristide y Ker, que estaban luchando en la hierba.
―¿Qué acaba de suceder? ―pregunté.
―Nada ―dijo Charon, logrando que la palabra sonara neutral y casi
decepcionada―. Vuelve a tus ejercicios.
Mis hombros se curvaron cuando comencé a retirarme, y Charon me
miró.
Parpadeó y luego dijo, con voz seca:
―La conversación fue más sobre Majestad que sobre ti.
―¿Cómo? ―pregunté.
Charon negó con la cabeza.
―Vuelve a tus ejercicios.
Me sentí un poco mejor con la explicación: a Charon no le importaban
lo suficiente mis sentimientos como para mentirme, lo que significaba que
quería que supiera que la conversación era de alguna manera sobre
Noctus.
¿Quiere que Noctus me enseñe? ¿Pero por qué?
Lo que sea, necesitaba mantener mi voto de no entrometerme en los
asuntos de los reyes. Elfo o de otra especie.
Respiré hondo, cuadré los hombros y arrojé la daga.
Dio en el blanco con un golpe, clavándose en la diana por primera vez
desde que comencé a practicar.

Dos días después, me senté en una silla en mi lujosa habitación,


tecleando en mi computadora portátil.
Hice una pausa momentánea para frotarme los brazos, los músculos en
ellos ardían por toda la práctica que Charon me hizo hacer, luego ajusté
la inclinación de mi pantalla a algo un poco más ergonómico.
Casi termino…
La villa tenía Wi-Fi ridículamente rápido, así que después de obtener la
aprobación de Noctus, inicié sesión en el software de Book Nookery para
procesar la nómina de la señorita Booker y pagar algunas de las facturas
de la librería.
Me sorprendió que me dejara hacerlo. ¿Quizás todos mis esfuerzos por
ser una buena cautiva/mentirosa arrepentida y mostrar que mi mayor
ambición era simplemente ser liberada estaban dando sus frutos? Lo más
probable es que fueran lo suficientemente inteligentes en tecnología como
para poder registrar lo que estaba haciendo. Por si acaso, me aseguré de
no decirle nada a la señorita Booker sobre la situación cuando le envié un
correo electrónico.
Estaba archivando los recibos electrónicos del último pedido de libros
que la señorita Booker hizo en la cuenta de correo electrónico de la tienda
cuando escuché un golpe familiar en el pasillo de afuera.
El ruido del bastón de Aristide que usaba para asegurarse de que su
camino estaba despejado tiró de mis oídos.
Debe haber recibido un nuevo podcast y se dirige a su habitación para escuchar.
Con el misterio resuelto, hice clic en mi computadora portátil y salí del
software.
¿Qué debería hacer después? ¿Tal vez enviar un correo electrónico a mamá y
papá?
Mi puerta se abrió con tanta fuerza que golpeó la pared, y salté en mi
silla, casi tirando mi computadora portátil por la sorpresa.
Aristide ladeó la cabeza.
―Bien ―dijo―. Estás aquí.
―¿Q-qué? ―pregunté.
―No te sorprendas, tu latido explosivo te delató. ―Aristide golpeó el
suelo con su bastón―. Vamos, salta.
―¿Saltar a qué? ―Me puse de pie y volví a cerrar con cuidado la
cremallera del bolso de mi computadora portátil; dado que no estaba
trabajando estos días, no iba a arriesgarme a romper ninguna de mis
cosas―. Charon y yo ya practicamos esta mañana.
―Es hora de ganarse el sustento ―dijo Aristide.
―¿Ganarme el sustento? ―repetí desconcertada―. ¿Qué quieres decir
con eso?
―No te escucho caminar. ¿Por qué no caminas hacia aquí? ―preguntó
Aristide.
―Lo siento, ya voy. ―Crucé rápidamente mi dormitorio y me encontré
con Aristide en la puerta―. ¿Puedes al menos decirme a dónde vamos?
―Abajo. Vamos. ¡Mantén el ritmo! ―me dijo mientras navegaba por el
pasillo, golpeando el suelo con su bastón de una manera tan casual que
resultaba elegante―. ¡No escucho el toque de la punta de los pequeños
pies de sombra!
Cerré la puerta de mi dormitorio, luego troté tras él.
―Ya voy.
Justo cuando Aristide llegaba a la escalera, Ker subió los últimos
peldaños y se iluminó cuando nos vio.
―Aristide, Chloe, ¡qué perfecta coincidencia! ―Ker dijo.
Aristide pasó junto a ella y comenzó a bajar la escalera.
―No es una coincidencia en absoluto, tuvimos la misma idea, eso es
todo. ―Sostuvo la barandilla de la escalera en su camino hacia abajo, com
ritmo constante hasta que su mano pasó por encima del elegante final de
la barandilla y llegó al último escalón.
Corrí tras él.
―Hola, Ker ―dije cuando pasé junto a ella.
―¡Hola! ―Ker siguió mi ritmo, con una sonrisa fácil en los labios.
―¿Sabes lo que estamos haciendo? ―pregunté.
―Sí ―dijo Ker con gran satisfacción.
Llegamos al final de las escaleras, y antes de que pudiera preguntarle
algo más, Charon caminó por el pasillo, dirigiéndose hacia nosotros.
―Excelente ―dijo cuando nos vio.
―Sí. ―Aristide comenzó a caminar por el pasillo, en dirección a la
puerta principal―. Parece que todos llegamos a una conclusión similar.
Vaya con nosotros, somos tan inteligentes. ¿Chloe?
―¡Estoy aquí! ―Pasé junto a Charon, que inclinó la cabeza hacia mí; al
parecer, realmente me había asegurado un lugar en su favor y seguí a
Aristide.
El vampiro caminó por el pasillo, luego se detuvo frente a la puerta del
estudio personal de Noctus. Inclinó la cabeza, escuchando algo a través
de la puerta.
―Deberías llamar ―dijo Ker.
Aristide resopló.
―Llamaré a la puerta cuando deje de ser tan adicto al trabajo que ya no
necesitemos hacer esto. ―Empujó la puerta para abrirla y entró―.
Noctus, ¿qué estás haciendo?
Me asomé al interior, preguntándome qué había requerido el desfile.
Noctus estaba en su escritorio, con un montón de papeleo esparcido por
la superficie de una manera muy desorganizada que me hizo temblar. Sus
ojos pasaron de Aristide a los tres que estábamos en el pasillo.
―Aparentemente, estoy a punto de hablar con ustedes ―dijo
secamente.
Aristide movió un dedo en dirección a Noctus.
―Estás trabajando demasiado. Necesitas tomarte un descanso, y nunca
lo haces.
Cuando Ker cortésmente se aclaró la garganta, entré furtivamente en el
estudio y me detuve al lado de Aristide.
Es la primera vez que estoy aquí desde que todos se dieron cuenta de que no era
Ama. Se siente raro.
―Sí descanso ―dijo Noctus.
―Lo creeré cuando lo vea. ―Aristide soltó una carcajada y luego me
dio un codazo―. ¿Entendiste? Así que nunca le creeré. ¡Ja, ja!
―¿En qué estás trabajando? ―Ker se apoyó en el escritorio de Noctus
y cruzó los brazos sobre el pecho con el ceño fruncido―. Tienes todo tipo
de mapas.
―Son las guerras territoriales Seelie y Unseelie, ¿no? ―Aristide se
dirigió a su silla favorita, que tenía un respaldo excelente y una textura
cruzada―. Sabía que te fijarías en eso, estás demasiado preocupado por
tu gente para ignorarlos por completo, particularmente porque Chloe ha
demostrado lo fácil que es quedar atrapado en una.
―Con la finalización de la torre del reloj, estoy menos preocupado por
las guerras territoriales ―dijo Noctus―. La puerta de la torre del reloj
permitirá a los elfos ingresar directamente al centro de la ciudad, donde
trabajan muchos de ellos, incluso los fae Seelie y Unseelie tienen
suficientes pensamientos inteligentes en sus cabezas gruesas para saber
que no deben participar en una pelea en el centro de la ciudad.
―Eso podría ser una sobreestimación de sus habilidades ―se quejó
Aristide.
―Espera, ¿la torre del reloj? ¿Tú construiste la torre del reloj? ―Estaba
tan intrigada por la idea que dejé de torcer torpemente mis dedos.
Sabía que la nueva torre del reloj del centro se había construido como
una especie de donación para que la ciudad promoviera el turismo y
embelleciera aún más la zona, de ahí la hermosa esfera del reloj y el tono
hermoso y claro que emitía, pero nunca hubiera adivinado que Noctus se
lo dio a la ciudad, ¡todos pensaban que venía de un humano!
―Lo hice construir, sí. ―Noctus se reclinó en su silla, apartándose de
su escritorio, lo que hizo que Ker sonriera.
Me moví por un momento en mi curiosidad.
No creo que le importe responder a mi pregunta... a menos que parezca que
estoy tratando de obtener información, pero ya me conoce, sabe que no hay nadie
con quien compartiría esto.
―¿Por qué? ―finalmente pregunté.
―Mi gente no puede usar mi puerta para entrar y salir de la ciudad,
especialmente con el Paragon dando vueltas como un buitre ―dijo
secamente Noctus―. Así que he donado varios edificios que tienen
puertas escondidas dentro de ellos. La torre del reloj es la más nueva de
las puertas y fue construida específicamente para brindarle a mi gente un
fácil acceso al centro de la ciudad.
―Es por eso que hay espacios para tiendas en el piso principal ―agregó
Ker―. Para que no parezca sospechoso que los elfos entren y salgan todo
el tiempo.
―Wow... ¿y puedes tener las puertas abiertas sin que nadie se dé cuenta
de la magia? ―pregunté.
Noctus se levantó, desplegando lentamente su largo cuerpo del
reducido espacio de su escritorio.
―Una vez que lanzas la magia inicial para abrirla, sí. No se necesita
magia para mantener la puerta, solo para abrirla. La parte más peligrosa
son todos los hechizos lanzados para ocultar la puerta de los que no son
elfos, pero es bastante fácil de ocultar mediante el uso de un frente
humano para contratar a algunos fae para lanzar algunos hechizos básicos
de seguridad en la propia torre para explicar la presencia de la magia.
―Oh, eso es inteligente. ―Parpadeé, tratando de digerir cuán
profundamente se había infiltrado Noctus en Magiford.
Pero todo parece ser por el bien de su pueblo. Ker y Aristide tienen razón, es
un rey muy diligente.
―Si no estás preocupado por las guerras territoriales, ¿puedes explicar
qué está causando esto? ―Ker se inclinó sobre el escritorio para señalar
la ligera arruga entre sus cejas―. Él tiene su 'línea de pensamiento',
Aristide ―añadió para el beneficio del vampiro.
―Lo supuse. ―Aristide se acomodó en su silla―. Juro que el aire se
espesa cuando está pensando demasiado.
Noctus apartó la mano de Ker.
―Ambos se preocupan demasiado.
―¿Crees que somos los únicos que nos preocupamos? ―Aristide
resopló―. Charon definitivamente se desvanecerá de la preocupación por
ti. Díselo, Charon.
Noctus y yo nos giramos para mirar a Charon, que tenía su postura
perfecta y su cara inexpresiva.
―Voy a desvanecerme positivamente de preocupación por ti ―dijo
Charon robóticamente.
Aristide gimió.
―Charon, necesitas practicar más tu entrega. Eso no fue convincente
en absoluto.
―Me disculpo por mis defectos. ―Charon miró su reloj y luego fijó su
mirada en mí.
Instintivamente arrastré los pies bajo su mirada expectante.
¿Qué quiere que haga? Me arrastraron hasta aquí sin explicarme nada, y
aparentemente no comparto la misma línea de pensamiento que él, Ker y Aristide.
Encogí mis hombros y traté de parecer arrepentida, esperando que él
entendiera que yo no entendía.
―Como sea. ―Ker se giró hacia el escritorio e hizo un gesto al caos
masivo de periódicos―. Repito: ¿qué es esto?
Noctus rodeó lentamente el costado de su escritorio.
―Vuelvo a repasar los informes sobre los artefactos que se
construyeron para romperse y causar daños.
Por una vez, Ker, Aristide e incluso Charon parecían tan confundidos
como yo.
―¿Por qué? ―preguntó Aristide―. Encontramos su punto de
fabricación y distribución y lo cerramos. Caso cerrado.
―Encontramos la ubicación ―dijo Noctus―. Pero no los líderes que
iniciaron la operación.
―¿Crees que lo van a hacer de nuevo? ―adiviné.
―Sí. Si los líderes establecieron el lugar para causar un caos general
entre los sobrenaturales y sembrar la desconfianza entre los humanos, no
me imagino que simplemente se rendirán y seguirán adelante porque los
detuvimos una vez.
―Ni siquiera sabemos si los cabecillas siguen en Magiford ―señaló
Ker―. Lo más probable es que instalaron la tienda y luego se fueron, para
evitar que los atraparan.
―Excepto que Magiford es la capital mágica del Medio Oeste.
―Aristide tamborileó con el dedo índice sobre su bastón―. Si quieren
sembrar desconfianza, ¿dónde más harían más daño que en el ejemplo
modelo de la comunidad sobrenatural?
―Cualquier lugar con grandes ciudades ―dijo Ker―. Milwaukee,
Chicago: hay muchas maneras de hacer daño ahí sin la amenaza de que el
nuevo grupo de trabajo del Claustro de la Curia los persiga o la amenaza
inminente de los faes, considerando que Magiford es el patio trasero de la
nueva emperatriz fae.
―Hay una gran influencia política en Magiford que haría que no fuera
prudente que se queden los sobrenaturales nefastos ―estuvo de acuerdo
Charon―. ¿A menos que hubiera una razón por la que tuviera que ser
Magiford?
Ker frunció los labios y Aristide pasó los dedos en silencio por la tela
de su silla.
Saben que Noctus insiste en quedarse en Magiford por una razón específica,
que no compartirá...
Miré a Noctus, que había estado mirando por la ventana que mostraba
el jardín delantero de la casa. Se giró bruscamente y sus ojos se
encontraron con los míos.
Había intensidad en su mirada, y por un momento impulsivo y
estúpido, una parte de mí deseó no haber revelado que era humana.
Noctus siempre fue amable con Ama. ¿Había algún ser sobrenatural
vivo con el que sintiera que podía ser tan libre?
Y yo fui quien le robó eso...
Charon, un poco a un lado, volvió a consultar su reloj.
Me pregunto qué está esperando.
Antes de que pudiera terminar el pensamiento, mi estómago estalló en
un gruñido que fue tan fuerte que juro que sentí que mi estómago se
retorcía. Duró demasiado, cinco segundos por lo menos, y mientras todos
miraban en mi dirección, mi rostro se puso rojo brillante.
Charon, sin embargo, tenía una leve sonrisa de satisfacción.
―¿Quieres que te traiga algo de comida, Chloe?
―No, no, está bien. ―Traté de sonreír, pero sentí como si mis mejillas
estuvieran marcadas con un rubor.
―Gracias, Charon ―dijo Noctus.
Charon se dirigió a la puerta, luego se detuvo en el umbral para
inclinarse ante su rey.
―¿Te traigo un poco de té, Majestad?
Noctus frunció el ceño, pero Ker respondió por él.
―Sí, eso suena bien. A Aristide probablemente le vendría bien un vaso
de sangre, y yo siempre me muero de hambre. Iré contigo y te ayudaré
para que no tengas que cargarlo todo tú solo. ―La mujer lobo me guiñó
un ojo, y luego siguió a Charon a través de la puerta.
―¡Asegúrate de dejar que la sangre respire después de verterla!
―Aristide gritó detrás de la pareja―. ¡Y si vuelves a intentar meterle
chocolate, Kerberos, te afeitaré la cabeza la próxima vez que te duermas
en tu forma de lobo!
La risa de Ker llegó al estudio.
―¡Era un cóctel de sangre!
―¡Era una atrocidad! ―El volumen de la voz de Aristide hizo temblar
la lámpara de araña, e hizo algunos ruidos de disgusto cuando la risa de
Ker se desvaneció de mi rango auditivo.
Jalé nerviosamente el dobladillo de mi camiseta mientras Noctus me
observaba.
―Lo siento ―dije―. No quise causarle trabajo extra a Charon. Puedo
ir con ellos.
Noctus me hizo un gesto para que me sentara.
―Una vez que Charon ha decidido algo, es muy difícil disuadirlo.
Cuando me senté en el sofá para dos personas, Noctus comenzó a
sentarse a mi lado, luego se detuvo y arqueó una ceja que me hizo
prepararme.
―A menos que, claro, quisieras ir a la cocina para poder elegir tu propia
comida. Soy consciente de que te gusta el pollo asado.
―¡No más pollo! ¡Por favor! ―Solté las palabras con una profunda
desesperación, luego me tapé la boca con las manos.
Noctus se rio entre dientes, un sonido bajo y ronco mientras se
acomodaba, dejando tanto espacio entre nosotros como fuera posible.
―Sí, me imagino que no querrás ver pollo por mucho tiempo
considerando cuánto comiste. No es de extrañar que mordisquearas
desesperadamente la fresa cuando ese niño te la ofreció.
Reprimí el impulso de temblar.
―No quiero pollo ―repetí.
―Ahora que estamos en el tema, no es de extrañar que rechazaras toda
la carne cruda que Noctus intentó darte de comer. ―Aristide
holgazaneaba en su silla, la viva imagen de la elegancia relajada al
recordar mis primeros días como gato―. Aunque, debo decir, Chloe,
¡hace que tus abrazos de gato parezcan coquetos ahora que sabemos la
verdad sobre Ama!
Me encogí en mi asiento y pude sentir el rubor, incluso antes de que
golpeara mis mejillas.
―Mmm. Bueno, es solo que ser cargada…
―¿Sí? ―apuntó Aristide.
Miré a Noctus con la esperanza de que pudiera salvarme.
Desafortunadamente tenía ambas cejas levantadas.
―Me encuentro del lado de Aristide en este tema, una rareza, te lo
aseguro.
―Oh. Bien. Ehh, ser cargada o sostenida es… ―Cerré mis ojos de
golpe―. Realmente aterrador.
―¿Eh? ―dijo Aristide.
―Soy tan pequeña como un gato, una caminata humana regular puede
sentirse como una montaña rusa. Además, si alguien que me sostiene
decide lanzarme de una patada, podría hacerlo―. Me apresuré a
explicar―, y no podría hacer nada para salvarme si me cayera, incluso si
fuera un accidente.
―¿Así que estabas asustada? ―El tono de la voz de Noctus fue
suficiente para hacerme abrir los ojos. No era decepción, estaba bastante
segura de que Noctus pasó su vida sin esperar nada del mundo basado
en la forma en que vivía su vida, sino algo peor. Algo así como...
arrepentimiento.
―En primer lugar. ―Agité mi mano en el aire como si pudiera borrar
el arrepentimiento de Noctus―. Es solo un instinto básico para mí, pero
me cargabas tan a menudo que sabía que nunca me dejarías, al igual que
confío en mi familia cuando me cargan cuando estoy en mi forma de gato,
pero en el momento en que supe que estaba a salvo, fue tan automático y,
eh, eres muy ancho de hombros, así que era agradable anclarme para
poder mirar alrededor...
Podía sentir el agujero figurativo que estaba cavando activamente, así
que cerré la boca mientras Noctus me observaba, sus labios se curvaron
ligeramente en una sonrisa por mi balbuceo avergonzado.
Aristide no se dejó disuadir tan fácilmente.
―Pero eres un gato ―dijo Aristide―. Los gatos siempre caen de pie,
incluso si alguien te dejara caer, no es como si te fueras a caer sin control.
―Excepto, como dijiste, soy un gato ―le recordé―. Soy pequeño, y
mientras esté retenida tengo que confiar en que esa persona no me hará
daño, lo cual es difícil de aceptar teniendo en cuenta que he pasado la
mayor parte de mi vida adulta huyendo de otros seres sobrenaturales.
Además, aunque la mayoría de los humanos son amables con los gatos,
hay imbéciles que se esfuerzan por lastimarlos.
―Un buen punto ―dijo Aristide.
Miré de Noctus, que estaba viendo una de sus estanterías, a Aristide,
que tenía la cabeza inclinada, probablemente escuchando a Ker y Charon.
Al menos lo superé con algo de dignidad, pensé demasiado pronto.
―¿Dijiste que confías en mí como confías en tu familia, entonces?
―preguntó Noctus.
¿Por qué, por qué tengo que balbucear cuando me pongo nerviosa? Me habría
tirado del pelo en mi exasperación, excepto que estaba bastante segura de
que Noctus lo encontraría aún más divertido.
―Mmm ―dije―. Eras un dueño de mascotas muy diligente, ¿sabes?
Me diste un cuenco de agua que cuesta más que el alquiler de mi
apartamento durante un año. Entonces, nunca me harías daño.
Obviamente.
Cuando lo miré, Noctus parecía más desconcertado que otra cosa con
su frente arrugada.
―Confías en mí ―repitió―. Mucho.
Solo logré hacer ruidos confusos que hicieron reír a Aristide.
―Sabes que debe haber confiado bastante en ti, Noctus, ya que se
reveló para evitar que volaras el vecindario si la observación de Charon
de las imágenes de la cámara de seguridad de esa noche es algo a lo que
atenerse ―se rio Aristide―. Yo llamaría a eso estúpida confianza. Si
estabas tan enojado, yo me habría dado la vuelta y habría corrido en lugar
de tratar de detenerte, ¡y soy tu viejo amigo!
Si Aristide pretendía avergonzar a Noctus por su falta de control, no
funcionó. La expresión de Noctus cambió de confusa a pensativa.
Me miró, entrecerrando los ojos cuando me moví un poco.
―Tienes razón, Aristide. ―Noctus finalmente dejó de verme.
―Eso es muy confiado.
Antes de que pudiera decir algo más, Charon y Ker regresaron con
bandejas de comida y té.
―¿Nos perdimos algo divertido? ―Ker preguntó. Le pasó una copa a
Aristide antes de que ella probara el sándwich de carne más grande que
había visto en mi vida mientras Charon desempacaba su bandeja en la
mesita de café frente a nuestro sofá.
―Oh, bastante ―dijo Aristide―. Pero si lo repito, avergonzaré a la
pobre Chloe de nuevo. Digamos que Noctus tiene motivos para sentirse
engreído.
―¡Eso fue peor que solo explicarlo! ―grité―. ¡Todo lo que quiso decir
es que doy abrazos de gato porque ser cargada me da miedo!
―Ella lo está pasando por alto, es mucho más profundo que eso.
―Aristide levantó su copa en el aire en un brindis fingido―. ¡Hasta el
fondo! ―Tomó un sorbo y luego se atragantó―. ¿Qué le pusiste esta vez,
lobo terrible?
A pesar del desinterés de Noctus, Charon le trajo té, y algunos quesos
y frutas mixtas, así como algunas galletas para acompañar el té.
―Nada ―dijo Ker inocentemente.
Charon preparó un plato, que esperaba que le presentara a su rey, pero
me sorprendió cuando, en cambio, me lo tendió.
―Gracias. ―Lo tomé torpemente y mordí un trozo de mango.
―No sabe a nada, ¡sabe horrible! ―Aristide se quejó.
―Bueno, agregué un poco de sal extra ―dijo Ker.
―¿Por qué hiciste eso?
El siguiente plato que hizo Charon se lo entregó a Noctus, quien,
ocupado en observar a sus amigos, lo tomó aparentemente sin darse
cuenta.
Charon sonrió, pero fue tan breve y rápido que pensé que mis ojos me
estaban jugando una mala pasada, hasta que se giró hacia Ker y asintió
levemente.
Ker le sonrió, luego golpeó la parte superior de la mano de Aristide dos
veces antes de que ella se pusiera de pie casualmente, moviéndose para
bloquear la vista de Noctus de su escritorio.
¿Qué están haciendo?
―Estaba tratando de hacer algo agradable para ti, y dijiste que no te
gustaba cuando le agregué chocolate ―dijo Ker, continuando su
conversación con Aristide―. Así que intenté salar el borde. Sin embargo,
en realidad no funcionó, ya que no pensé en ello hasta que ya había
servido el vaso. Tuve que intentar rociarlo.
―¡Podrías haber tomado una copa nueva!
―¿Y hacer que el personal de la cocina se ocupe de un plato extra solo
para ti? No.
Fruncí el ceño mientras masticaba mi mango, todavía desconcertada
acerca de la operación que estaban realizando, luego casi salté fuera de mi
piel cuando Charon puso una dona en mi plato, lo cual era un soborno si
alguna vez había visto uno.
También tenía glaseado de caramelo, que me encantaba, y estaba
segura de que uno de los misteriosos chefs ya lo sabía.
Pero ¿por qué demonios Charon se molestaría en darme una dona? Él no es del
tipo que halaga a la gente, y no he hecho nada para hacerlo feliz... ¿o sí?
Estaba a punto de darle un gran mordisco a mi dona cuando, a mi lado,
Noctus se movió en su mitad del sofá y casualmente dejó caer su brazo
sobre la parte superior, riéndose de los bocinazos enojados de Aristide
mientras tomaba su té, su trabajo quedó momentáneamente olvidado.
Oh... yo soy su distracción.
Aristide, Ker y Charon fueron a buscarme en su esfuerzo por hacer que
Noctus se tomara un descanso. Charon debe haber sabido que iba a tener
hambre pronto, y Noctus no era del tipo que me mandaba sola a la cocina.
(Algunos comportamientos de dueños de mascotas tardan en
desaparecer).
Pero, ¿para qué iba a ser yo necesaria para que se tomara un descanso? Salvo
que... todos venían a buscarme cuando era Ama a todas horas del día e insistían
en llevarme también a Noctus.
Supuse que estaban tratando de forzarme a que lo amara más, pero
ahora que lo pensaba, con frecuencia venían y me atrapaban cuando
Noctus estaba profundamente inmerso en su trabajo y y no había
aparecido en un tiempo.
¿Noctus lo sabe? Él debe saberlo.
―¿Pasa algo? ―preguntó Noctus.
Miré su rostro esculpido y me di cuenta de que no, no lo sabía.
Entonces, sonreí.
―Todo está bien.
Noctus ha hecho mucho para proteger a sus amigos, pero ellos también lo aman.
Están dispuestos a hacer todo lo posible para tratar de hacerlo un poco más feliz,
o tal vez más saludable es una mejor manera de expresarlo.
Noctus todavía me estaba mirando, así que le di un gran mordisco a mi
dona para ayudarme a mantener la boca cerrada y accidentalmente unté
glaseado en mi barbilla.
Noctus levantó brevemente sus dedos hacia mi barbilla, luego
aparentemente lo pensó mejor y me entregó una servilleta.
―Gracias. ―Tímidamente limpié el glaseado.
Cuando levanté la vista, Ker nos miraba con cariño. Me guiñó un ojo y
luego volvió su atención a Charon.
―¿Cómo está progresando Chloe en su entrenamiento, Charon?
¿Haremos de ella una guerrera?
―¿Vamos a ignorar mi sufrimiento, entonces? ―preguntó Aristide.
Charon me estudió astutamente.
―Podríamos si ella puede reunir algún tipo de espíritu de lucha. Tiene
una excelente puntería gracias a sus reflejos de gato, pero el instinto
asesino de un conejo bebé.
A pesar de sus quejas, Aristide casi se había terminado su copa de
sangre.
―Todavía no puedes hacer que la daga perfore el objetivo, ¿eh?
―No ―dije.
―Tendremos que cambiar de método ―dijo Noctus.
―Eso suena siniestro ―dije.
Noctus negó con la cabeza.
―Simplemente encontraremos algo que te quede mejor. Lo que me
recuerda, Ker, que preferiría que la próxima vez que decidas tirarte en
picado desde las rocas del campo, me adviertas. Tuve que rellenar un
cráter esta mañana.
―¡Lo siento!

Después de que Ker, Aristide y Charon me usaran para sacar a Noctus


de su trabajo, pasé menos tiempo en mi habitación y más tiempo abajo
ante la insistencia del trío. Lo cual era bueno, estaba empezando a
volverme un poco loca, a pesar de los muchos lujos de mi habitación.
Varios días después, finalmente me arrastré por los últimos escalones
de la interminable escalera de caracol que conducía al campo de
entrenamiento.
Charon me había sometido a una rutina de ejercicios que me
entumecían los brazos para fortalecer los músculos, y luego la
interrumpió bruscamente cuando recibió una repentina llamada en el
piso de arriba.
Cansada como estaba, subir todos esos escalones me tomó unos diez
minutos, y una vez que llegué a la cima, me tambaleé hacia el pasillo, con
la intención de encontrar un mueble sobre el que pudiera acostarme y
simplemente respirar.
Antes de encontrar uno que no tenía miedo de romper potencialmente,
Ker se escabulló por el pasillo.
―¿Chloe?
―Sí. Estoy levantada. ¿Necesitas algo? ―Traté de limpiarme el sudor
de la frente con indiferencia y fingir que no tenía problemas para respirar
después de todos esos pasos.
―El Paragon está aquí ―dijo Ker―, y está de mal humor. Tendrás que
mantenerte en el piso superior o cambiar a tu forma de gato.
―Okey. ―Dudé, preguntándome si debería preguntar por qué el
Paragon estaba enojado. Al final, fueron las arrugas de preocupación que
surcaron la frente de Ker las que me convencieron―. ¿Hay algún
problema?
Ker negó con la cabeza.
―El Paragon está simplemente enojado.
―¿El Paragon? ¿Enojado? ―repetí. El Paragon tenía la personalidad de
un mago anciano alegre a pesar de ser el representante fae en Estados
Unidos y era mucho más honesto que su gente. Por supuesto, es un fae, así
que eso podría ser solo una fachada, pero ha estado tan alegre cada vez que lo
visita.
―¿Quieres ver? O más bien, ¿escucharlo? ―Ker preguntó.
Por un momento, me quedé idecisa.
Este era el tipo de cosas que no eran de mi incumbencia y de las que
debería mantenerme al margen. Era otra forma en que Noctus y sus
amigos estaban tan fuera de mi liga política y mágicamente hablando que
no había nada que pudiera hacer para ayudar.
Ker debe haber sentido mi negativa, porque me pasó el brazo por los
hombros, ignorando mi sudor, y me arrastró.
―Vamos. Será divertido.
―¿Pensé que dijiste que era algo que debería evitar?
―Deberías, pero eso no significa que no será divertido.
Con esas palabras, Ker me guio a la hermosa habitación en la que
Noctus siempre recibía al Paragon.
Aristide y Charon se pararon a ambos lados de la puerta, cada uno a
unos metros de distancia, lo que parecía extraño teniendo en cuenta que
solo estaba un poquito abierta. No fue suficiente para ver nada, pero dejó
salir más sonido.
¿No querrían estar más cerca para poder cerrar la puerta si el Paragon se da
cuenta?
―¿Por qué no me dices dónde está? ―El grito fue tan fuerte y lívido que
inicialmente no lo reconocí como la voz del Paragon.
Parpadeé sorprendida y Ker asintió con la cabeza ante mi sorpresa.
―Los fae de nivel inferior están siendo arrebatados de las calles debido
a la guerra entre las Cortes Unseelie y Seelie, Noctus. ―Su voz se hizo
más fuerte y luego más baja en oscilaciones inestables, y escuché pasos
pesados que iban y venían por la habitación: el Paragon se paseaba.
―Si hay problemas en las Cortes faes, particularmente en las pequeñas
como las Cortes Seelie y Unseelie, entonces debes actuar ―dijo Noctus.
―¡No puedo! Solo soy el representante fae.
―Quien posee suficiente magia para dejar caer mi casa encima de mí
―dijo Noctus―. No estás indefenso, y nadie te va a juzgar por educar a
ese rey y reina rebeldes.
―¡Esto no se trata de la política, es que las cortes faes inferiores están
tan desesperadas por su miedo a que la magia muera que están haciendo
cosas terribles! ―La voz del Paragon se acercó y luego se alejó de la
puerta, con tono de burla.
―La muerte de la magia no excusa el mal comportamiento ―dijo
Noctus, con voz helada―. Enséñales, o haz que tu preciosa emperatriz fae
se encargue. Es mitad humana, haría algo si le hablaras de las guerras que
han destrozado los barrios humanos.
―Ella todavía está visitando otras partes de Estados Unidos para
solidificar su gobierno. No puedo convocarla de regreso cuando ya está
en una situación precaria con las otras Cortes.
―Qué conveniente ―dijo Noctus.
―Todo esto es solo el síntoma, Noctus. ¡Necesitamos restaurar la
magia, y necesitamos que la princesa élfica perdida lo haga!
Mis ojos se desorbitaron y miré boquiabierta a Ker, Aristide y Charon.
Basada en la mandíbula caída de Ker, los parpadeos rápidos de Charon
y Aristide plantando su mano sobre su boca, estaba bastante segura de
que ellos tampoco sabían que el Paragon estaba detrás de una princesa
élfica.
Pero los elfos Mors están todos muertos aparte de Noctus, y no sé si tenía una
hermana. ¿El Paragon se refiere a otra familia real élfica?
―No necesitas a nadie. ―La voz de Noctus era baja, uniforme y
furiosa―. Simplemente no quieres extenderte y manejar la magia que se
desvanece, un problema que los sobrenaturales crearon ellos mismos.
¡Quieres un títere conveniente para encarcelar y solucionar el problema
para que todos puedan seguir haciendo lo que quieran con obstinación!
Woah, realmente está enojado. Dejó que el Paragon le colocará esos grilletes
chupadores de magia y, sin embargo, ¿esto es lo que lo enoja?
Supongo que no era demasiado impactante. Noctus estaba obsesionado
con ser un buen líder; pasar la culpa definitivamente lo irritaría.
―¡Mira, cachorro insolente!
―¿Cachorro insolente? ―La voz de Noctus bajó una octava, y juro que
el rayo de luz que salió de la puerta apenas abierta se atenuó―. Dime,
Paragon, ¿lo has olvidado? He visto naciones levantarse y caer. Maté a mi
propia familia cuando tu estúpida forma de gobierno ni siquiera existía.
Okey, esto es malo.
Ker agitó sus manos salvajemente hacia Charon, quien miraba la
puerta. El elfo, por lo general inexpresivo, en realidad frunció el ceño,
pero cuando Ker hizo un gesto hacia el pomo de la puerta, Charon negó
con la cabeza.
―He dejado que despotriques y me insultes porque en tu corazón te
preocupas por la sociedad sobrenatural, pero parece que necesitas un
recordatorio de con quién estás tratando ―continuó Noctus.
Ker tiene razón: tienen que hacer algo. Tal vez deberían enviar a Aristide, es
bueno para disipar la tensión.
Ker hizo un movimiento hacia la puerta, pero Aristide sacó su bastón y
Charon agarró a Ker por el hombro y la jaló hacia atrás. Parecía que
Aristide y Charon, por la razón que fuera, no iban a arriesgarse.
Cuando sentí el filo del cuchillo de la magia de los elfos en mis costillas
a pesar de las esposas de Noctus, supe que tenía que actuar.
Posiblemente yo era la peor opción para enviar, y estaba muerta de
miedo de enfrentarme a un Paragon y a un rey elfo enfurecidos, pero…
Noctus se había esforzado demasiado, y el Paragon era un líder
demasiado bueno para dejar que llegaran a las manos por una...
¿princesa?
¡Lo que sea! No me importa, ¡solo necesito detenerlos!
Cambié, pasando de humano a gato en un abrir y cerrar de ojos.
Esquivé el bastón de Aristide, abrí la puerta y entré antes de que el trío
pudiera detenerme.
Me adentré medio metro antes de sentir la magia de Noctus inundarme
y me congelé.
Noctus estaba de pie, con la cabeza en alto mientras estudiaba al
Paragon con los ojos entrecerrados.
El Paragon plantó los pies con entusiasmo y cuadró los hombros. Por
un momento, vi el hechizo que todos veían: un hombre mayor con cabello
blanco sedoso y bigote caído, con extremidades flacas como palos y nariz
aguileña.
Y entonces la magia del hechizo del Paragon inundó mis sentidos,
haciéndome estornudar y tener los ojos llorosos. Mi propia magia se
desenrolló como un gato que se levanta de una siesta y se dispuso a
desmantelar el hechizo ante mis ojos.
No, no, no. Detén eso, podría estar dispuesta a meterme en su argumento, ¡pero
no estoy lo suficientemente loca como para querer ver lo que esconde el Paragon!
¡Tengo demasiados secretos que guardo en nombre de otras personas tal como
están las cosas!
Apisoné mi magia y luego resoplé/estornudé al mismo tiempo, todavía
afectada por la magia.
Resuelvan el problema conmigo: ¿cuál es la situación?
Fue más fácil sacar de mi mente la abrumadora sensación del hechizo
del Paragon cuando miré a Noctus e intenté leer su expresión.
Estaba irritado, como se veía por las arrugas en su frente y el remolino
duro de sus ojos, pero al menos no estaba furioso como lo estaba la noche
en que el fae Unseelie trató de secuestrarme. Que era un pequeño premio
de consolación.
Con ese pensamiento para animarme, hice lo mejor que pude para
trotar casualmente en la habitación, a pesar de que la sensación de magia
era lo suficientemente densa como para tirar de mis bigotes.
Salté sobre la valiosa mesa de café entre los dos, envolví mi cola -que
estaba hinchada por el estrés de la situación-, alrededor de mis patas,
luego maullé.
Noctus y el Paragon me miraron.
A pesar de que todos los pelos de mi cuerpo querían erizarse, me
obligué a ronronear, o lo intenté, era un poco chisporroteante para ser un
verdadero ronroneo, luego lamí una de mis patas delanteras y me froté la
cara.
La tensión en la habitación se evaporó y el remolino de magia se
desvaneció.
―Saludos, hermosa Ama. ―El Paragon se inclinó profundamente ante
mí―. Tienes razón, fui un mal invitado en el sentido de que no te saludé
y me atreví a levantar la voz de esa manera. Mis más profundas disculpas.
Como el aire ya no crepitaba, pude ronronear uniformemente mientras
el Paragon me acariciaba suavemente la parte superior de la cabeza.
Luego giré para ver a Noctus, que me miraba fijamente. Sus cejas aún
estaban ligeramente fruncidas en la “línea de pensamiento” que Ker había
señalado en su estudio.
Le maullé, pero él siguió mirándome.
Noctus, ¡tienes que trabajar conmigo! Si no exhibes ni una pizca de tu
comportamiento habitual de dueño de mascota demasiado entusiasta, ¡esto se verá
incompleto!
Sabía que el collar no le permitía escuchar mis pensamientos -gracias a
Dios-, pero esperaba que de alguna manera transmitiera la emoción,
porque mi ansiedad volvería a aumentar si él no hacía nada.
Algo debe haber pasado, porque Noctus me levantó y me apoyó contra
su pecho para que pudiera clavar mis garras en su ropa para mi abrazo
de gato.
Hice eso, plantando mis patas a cada lado de su cuello, y estaba tan
complacida conmigo misma que un ronroneo real se escapó de mí antes
de que pudiera detenerlo.
El soplo divertido de la respiración de Noctus en mi cuello dijo que
había escuchado, o sentido, el ronroneo. Me rascó debajo de la barbilla y
acarició mi espalda mientras se sentaba en el sofá frente al Paragon.
No se sentó derecho contra el respaldo del sofá, sino que estaba
inclinado y casi colocado de costado.
Cuando me di cuenta de que esta posición me permitía mirar al
Paragon sin estirar el cuello, maullé en señal de aprobación.
―Mis malos modales continúan, porque no pensé en traerte un juguete
esta vez ―continuó el Paragon. Sonrió a través de su bigote caído, pero
había algo en las arrugas en el rabillo del ojo. Simplemente parecía...
cansado.
―¿De qué se trata esto, Paragon? ―preguntó Noctus―. Espero que me
atormentes durante años con tu obstinada determinación, pero no eres
propenso a los arrebatos.
El Paragon suspiró, y fue como si el globo de aire que lo mantenía
erguido se vaciara, porque se dejó caer en su silla y miró al techo.
―¿Recuerdas que hace algún tiempo te pedí que verificaras el uso de
un hechizo élfico? ―preguntó.
―Sí, se usó contra la Reina de la Noche, tu nueva emperatriz fae.
―Noctus acomodó sus brazos cuando moví mis patas traseras, dándome
más espacio para estirarme.
El Paragon trató de masajearse los ojos y, en cambio, clavó los pulgares
en el borde de sus lentes.
Alguien realmente no tiene que usar lentes, supongo. Mi magia se agitó de
nuevo, y sentí que tiraba de mi visión. ¡Para! No, no cambié de opinión, ¡no
quiero ver al verdadero él!
El Paragon se quitó los lentes con el ceño fruncido y los arrojó sobre la
mesa de café.
―Ha habido pruebas de que quien quiera que haya usado el hechizo es
parte de algún tipo de grupo en la sombra. Han estado detrás de los
peores problemas que han golpeado a Magiford recientemente: varios
ataques a la Reina de la Noche, apoyaron un golpe de la Casa de los magos
que casi destrozó a la comunidad de magos, y así sucesivamente.
Noctus escuchó al Paragon, pero pude sentir que mi pelaje se hinchaba
de miedo.
Espera, ¿hay un grupo que está haciendo todo esto a propósito? ¿Cómo? ¿Por
qué? Mi cerebro ni siquiera podía procesar la idea. Aunque los
sobrenaturales no eran particularmente buenos trabajando juntos, al
menos siempre hubo un entendimiento básico de que atacarse unos a
otros solo provocaría la muerte de la magia aún más rápido.
Me acurruqué aún más cerca de Noctus, tratando de enmascarar mi
pelaje hinchado y hacer que pareciera que no estaba escuchando.
Noctus me subió más arriba de su pecho, para que pudiera descansar
mi peluda cabeza contra su cuello.
―No puedo discernir el motivo del grupo, excepto para decir que
parecen disfrutar de la destrucción sin sentido ―continuó el Paragon―,
y que el grupo está formado por miembros diversos: vampiros, hombres
lobo, faes, pero nunca he logrado precisar a ninguno de los líderes, que
parecen tener un arsenal sospechosamente profundo de magia élfica.
―¿Crees que son elfos? ―adivinó Noctus.
―Es posible ―dijo sombríamente el Paragon―. Sé que varios
herederos de la familia escaparon, pero no he podido rastrear a nadie
además de ti, tu mayordomo y la rama de la familia real Vitas.
Espera, ¿Noctus no es el único sobreviviente elfo real?
Noctus no pareció sorprendido por la declaración, y no sentí ningún
impacto irradiando a través de la puerta, por lo que los demás también
deben haberlo sabido.
―Estoy aterrorizado de que el grupo en la sombra se dé cuenta de que
la princesa existe ―continuó el Paragon.
―Si ella existe ―corrigió Noctus.
El Paragon se frotó la gran nariz.
―¡Ella existe, y sé que sabes dónde está! ―Se pasó los dedos por el
bigote y luego frunció el ceño―. Una vez que se den cuenta de que existe,
será una carrera para ver quién la encuentra primero.
―¿Por qué la querrían? ―preguntó Noctus.
El Paragon recogió sus lentes y los estudió.
―No estoy seguro, pero tengo miedo de que, dada su inclinación a
causar daño, la eliminen.
―Ah ―dijo Noctus―. Eso arruinaría todos tus planes de esperanza,
¿no?
El Paragon frunció el ceño.
―Sé que crees que yo la usaría, pero, Noctus, ¿seguramente debes ver
cuán desesperadas son las cosas?
―No. ―Noctus me sacó de su pecho y me prestó toda su atención,
haciendo como si me rascara debajo de la barbilla antes de hacerme
cosquillas en las mejillas―. Diría que a Magiford le está yendo mejor
ahora que el día en que se construyó el Claustro de la Curia. Los vampiros
son controlados por la Eminencia, quien finalmente se está interesando en
otros tipos de seres sobrenaturales gracias a su esposa maga. Los fae
tienen un líder decente que los castiga por su propensión al asesinato, y
parece que incluso los hombres lobo se verán obligados a ceder ante el
protegido de la Predominante y su pareja.
―Tienes razón ―estuvo de acuerdo el Paragon―. Pero eso solo es
cierto en, como dijiste, Magiford y el Medio Oeste. A las otras regiones no
les está yendo ni la mitad de bien.
―Tu preciosa Reina de la Noche ha sido recientemente reconocida
como emperatriz fae. Dale tiempo y los fae se alinearán, lo que modelará
las cosas para el resto ―dijo Noctus.
―¿Incluso mientras la magia sigue muriendo? ―preguntó
amargamente el Paragon.
―¿Pero lo está? ―Noctus preguntó con calma.
―Ahora entiendo por qué la gente me dice lo molesto que me pongo
cuando estoy siendo cauteloso ―se quejó el Paragon. Suspiró de nuevo,
pero este no sonaba profundo o cansado―. Entonces. ¿Vas a llamar para
pedir bocadillos?
―No estaba inclinado a hacerlo durante tu rabieta ―dijo Noctus.
―Sí, pero eso ya pasó, y ahora tengo hambre ―dijo el Paragon―.
Planeaba almorzar con mi mejor amigo, pero me echó de su casa antes de
que pudiera comer.
―Entonces vete para que puedas comer en tu propia casa.
―No, me gustaría jugar con Ama… ¡oh! ¡Lo tengo! ―El Paragon se
puso de pie de un salto tan rápido que su túnica se retorció a su alrededor
y empujó su silla hacia atrás unos centímetros―. Vuelvo enseguida, ¡solo
dame unos minutos!
Salió tambaleándose de la habitación; Ker y Aristide debieron haberlo
oído, porque solo escuché los murmullos tranquilos de Charon cuando el
Paragon se abrió camino hacia el pasillo.
Inmediatamente, pude respirar más tranquila sin el peso de su hechizo
que mi magia se moría por quitarme de encima.
Noctus me miró.
―Gracias.
Maullé. De nada. Por favor, no vuelvas a hacer eso, no creo que mi corazón
pueda soportarlo.
Incluso ahora que había terminado, me sorprendió haber intervenido
durante el calor del momento, pero no me arrepentí. Hubiera sido malo
si Noctus y el Paragon pelearan.
Ahora que la situación había terminado, mi corazón finalmente se había
acomodado en su lugar correcto. Empecé a retorcerme, planeando saltar
y escapar antes de que el Paragon regresara, pero Noctus se puso de pie,
todavía acunándome en sus brazos.
Inclinó la cabeza mientras caminaba por la habitación.
―¿Debes haber visto a través de su hechizo?
¡No! ¡No vamos a discutir eso! Gruñí desde el fondo de mi garganta, luego
estornudé solo de pensar en el poder del hechizo del Paragon.
Noctus levantó una ceja mientras me miraba.
―¿En serio te negaste a ver a través de eso?
Asentí.
Noctus mantuvo el contacto visual conmigo el tiempo suficiente para
hacerme agacharme en sus brazos.
―No puedo decidir si avergüenzas a tu linaje con el uso único de tus
poderes o si los has superado a todos.
Pensando en todas las veces que Pat, Joy y yo habíamos enviado fotos
de mi forma de gato a concursos de fotografía de mascotas con el fin de
ganar premios, tragué saliva con aire culpable. Vergüenza. Definitivamente
es vergüenza.
Noctus se detuvo frente a una pintura, esta era un hermoso paisaje
montañoso con un lago azul y pájaros en el cielo.
Nos paramos frente a él por un momento, y me relajé lo suficiente como
para bostezar.
―Me aseguraré de que no tengas que interferir entre el Paragon y yo
otra vez ―dijo abruptamente.
Su expresión era pétrea mientras estudiaba la pintura, la línea de
pensamiento entre sus cejas se profundizó.
Se está condenando a sí mismo por no ser el rey perfecto que está convencido
que debe ser, ¿no? Ugh. Los libros describen cuán aterradores eran los elfos, pero
nunca mencionaron cómo son tan autocríticos que es agotador. Aunque ese es
probablemente un rasgo exclusivo de Noctus.
Sintiéndome audaz, ya sea porque estaba de vuelta en la forma de Ama,
o porque Noctus había elegido cargarme en lugar de dejarme en el suelo,
levanté una pata negra y peluda y golpeé suavemente a Noctus en los
labios un par de veces, manteniendo mi mirada. Manteniendo mis garras
dentro, así que solo sintió la pelusa de mi pelaje y las suaves almohadillas
de mis patas.
Noctus levantó una ceja.
―¿No estás de acuerdo conmigo?
Toqué sus labios dos veces más, luego me desplomé contra él y apoyé
la barbilla en su hombro.
Noctus se rio entre dientes y siguió estudiando la pintura, razón por la
cual yo estaba frente a la puerta ante la gran reentrada del Paragon.
El Paragon, que llevaba un par de lentes de sol de aviador y bebía una
pajita de papel de una bebida de café helado, pateó la puerta.
―¡Traje a un amigo! ―Levantó un asiento de bebé para automóvil
hasta sus flacos hombros y luego entró en la habitación, sacudiendo el
hielo en su bebida.
Dejó su bebida en la mesita de café (Charon posiblemente lo iba a
regañar porque no usó posavasos) luego se inclinó sobre el asiento del
automóvil y sacó algo calvo y rosado del artilugio.
―¡Mira! ―El Paragon sostuvo la forma de huevo sobre su cabeza por
un momento, y una cabeza con dos grandes orejas triangulares salió,
revelando que el objeto era un gato esfinge con sobrepeso y sin pelo.
La simple vista fue suficiente para que mi magia incluso reaccionara
cuando la odiosa magia rozó mis sentidos.
Woah, estoy impresionada de que pueda arrastrar a esa gata con esos brazos
flacos. ¡Ella es enorme!
―Mmert ―ronroneó/maulló el gato.
―¿Te fuiste para poder traer a tu gato aquí? ―preguntó Noctus.
―¡Y bocadillos! ―El Paragon agarró a su gato contra su pecho con un
brazo, luego tomó una manga pastelera blanca del asiento del asiento para
autos y la sacudió―. Dado que eres un mal anfitrión y te niegas a
ofrecerme comida, aunque obtienes puntos por fijarte en Afrodita y no
insultarla. Bien hecho, sabía que eras un compañero apreciador de felinos.
Las arrugas que se multiplicaban rápidamente en la frente de Noctus
me dijeron que no estaba seguro de cómo se sentía acerca de ser un
“compañero apreciador de felinos”.
―Pero ¿dónde están mis modales? Ama, permíteme presentarte a la
más hermosa y magnífica de los especímenes de gato, Afrodita. ―El
Paragon, que aún sostenía a su gata con un brazo, usó su mano libre para
tomar una de sus patas rosadas y agitarla.
―Mmert ―dijo la gata, Afrodita.
Esta gata tiene toda la paciencia del mundo, me di cuenta mientras la
miraba. Como... TODA ELLA.
―Afrodita, esta es la muy real y muy amable Ama de Noctus
―continuó el Paragon, tratando la conversación con la seriedad de un
loco―. Ella es muy agradable, ¡así que finalmente puedes tener una
amiga!
El Paragon la dejó en el suelo.
Miré a Noctus y Noctus me miró a mí, ambos confundidos.
No sé lo que se supone que debo hacer.
Noctus miró hacia abajo a Afrodita, que se había estirado lo suficiente
como para dar dos pasos hacia la mesa de café para poder apoyarse en
ella.
―¿Afrodita es amigable con otros gatos?
―Están por debajo de ella, naturalmente, dada su gran belleza y
sabiduría, pero ella se digna a jugar con ellos. ―El Paragon sonrió―.
Estoy seguro de que Ama será su casi igual en el juego, ¡así que esta es
una ocasión emocionante para ella!
Supongo que deberías bajarme. No creo que él se vaya hasta que conozca a su
gata.
Noctus debe haber llegado a una conclusión similar, porque miró al
Paragon, que se había dejado caer en su silla y estaba bebiendo
ruidosamente su bebida de café, luego se agachó y me dejó de mala gana
en el suelo.
En el momento en que las almohadillas de mis patas tocaron el piso, me
di cuenta de un gran problema con este plan.
Los gatos normales pueden amarme, pero apuesto a que una gata sin
pelo propiedad de Paragon no podría ser un gato normal. De hecho,
rápidamente se me ocurrió que ella podría darse cuenta de que yo no era
un gato.
Noctus, cambié de opinión. Por favor, recógeme, me arrepentí.
Me paré sobre las botas de Noctus, mirando hacia atrás para poder ver
el lento acercamiento de Afrodita.
Las copiosas arrugas de su rostro no fueron suficientes para cerrar sus
grandes ojos, abiertos de par en par por la curiosidad.
Tocó delicadamente mis narices y luego comenzó a ronronear al
instante.
Miré a Noctus, que tenía una ceja arqueada con diversión, mientras
Afrodita intentaba subirse a sus botas también, todavía ronroneando
mientras frotaba su cabeza contra mi mejilla.
Bien, supongo que estaba preocupada por nada.
El Paragon dejó su café.
―Fantástico, ¡sabía que serían grandes amigas! Mira, incluso le gustas
a Afrodita, ¡eso es algo que no esperaba! ¿Quieres un bagel de huevo,
tocino y queso? Recientemente cambié mi patrocinio de café a Queen's
Court para ver si está a la altura de todo el bombo que ha estado
recibiendo, ¡y me ha convertido!
―No, gracias ―dijo Noctus.
El Paragon se encogió de hombros.
―Como quieras. Entonces, ¿qué haces por aquí para divertirte? Pareces
malhumorado, apuesto a que es aburrido.
―¿Siempre fuiste tan quejumbroso, o es una cosa fea perder la
sabiduría a medida que envejeces?
El Paragon se rio.
―Me lo merezco, aunque no me disculparé. Me sorprende que un
miembro de la familia Mors sea tan ecuánime.
Afrodita logró levantarse sobre las botas de Noctus y casi me golpeó
con el cuerpo.
Me sentí lo suficientemente valiente como para bajarme de ellos, luego
salté al sofá. Afrodita me siguió, todavía ronroneando.
Sacudí mi cola, luego me coloqué al lado de una almohada, dándole a
Afrodita suficiente espacio para gatear entre la almohada y yo.
Ella hizo exactamente eso, con su ronroneo aún profundo como un bote
a motor.
Instalada, observé al rey de los elfos Mors y al Paragon intercambiar
insultos mientras el Paragon comía.
¿Cómo llegó mi vida a ser así de rara?

¡Se acerca la foto del gato del día! Pat, este se parece a ti en los días de lluvia.

Me reí cuando abrí el texto de Joy y fui recibida con la imagen de un


gato de pelo largo que estaba empapado hasta los huesos, por lo que su
pelaje mojado estaba pegado a su cuerpo y sus ojos estaban desorbitados
por el disgusto.
Me apoyé contra la barandilla de la escalera mientras tecleaba una
respuesta.

Tiene tus ojos, Pat.


La cadena de emojis risueños de Joy era de unos cinco antes de que Pat
finalmente se dignara a responder.

Son unos idiotas.

Ajusté mi equilibrio, lo que hizo que mis zapatos para correr chirriaran
en el piso pulido. Miré hacia arriba con aire de culpabilidad, pero lo más
probable era que a Charon le importara, y él se había ido repentinamente
con Noctus a hacer un recado dentro de la ciudad, por eso estaba parada
aquí con mi ropa de entrenamiento y mi cinturón de dagas.
Se suponía que me llevaría abajo para una sesión de entrenamiento
antes de la interrupción. No estaba segura de si estaba agradecida por el
descanso o decepcionada.
Estaba mejorando lentamente con los cuchillos, e incluso con la espada
corta que había comenzado a enseñarme más recientemente. Aún mejor,
los ejercicios de carrera y el entrenamiento de fuerza que Charon me
ponía realmente estaban comenzando a dar sus frutos.
¡La próxima vez que me persiguieran, sería más fácil escalar una pared
para escapar!
Mi teléfono sonó.

Chloe, ¿cómo está Book Nookery?

Hice una mueca ante el texto de Pat y redacté cuidadosamente mi


respuesta.

Genial, están llegando muchos libros.

Era la verdad, me di cuenta por todos los recibos que había procesado
en los últimos días.
Mi teléfono sonó cuando Pat respondió a mi mensaje de texto.

Iré a visitarte pronto.

―No, no, no, no, no ―murmuré por lo bajo. Esto requería la respuesta
de emergencia.

Eso sería divertido, ¡pero tal vez yo debería ir a visitarte! Ha pasado una
eternidad desde que Joy y yo nos quedamos en tu apartamento.

Esperé, conteniendo la respiración, para ver si mis hermanos mordían


el anzuelo.

Eso es porque vive como un cerdo en un chiquero. Si estás visitando a alguien,


debería ser a mí.

Me relajé cuando Joy retomó justo donde yo quería que lo hiciera.

Si mi lugar es una pocilga, tu apartamento tiene la personalidad de una tostada


quemada, escribió Pat. ¡Ni siquiera tienes ninguna de las fotos de gatitos de
Chloe colgadas!

Lancé un suspiro de alivio, estaba fuera de la zona de peligro, pero


planteé un punto. Tarde o temprano mis sobreprotectores hermanos
insistirían en visitarme.
Pensé que evitar el tema de cuánto tiempo me “quedaría” aquí era lo más
seguro, pero ha pasado tanto tiempo que no puedo evitarlo por mucho más tiempo.
Tengo demasiados cabos sueltos entre mis hermanos, mi departamento y mi
trabajo.
No tenía muchas ganas porque sospechaba que no me iba a gustar la
respuesta de Noctus, pero bueno. ¡Un futuro difícil seguía siendo un
futuro! Hace un mes habría pensado con seguridad que mi vida
terminaría si Noctus se enteraba de que yo era Ama.
Nunca supe por qué me llamó Amalourne cuando éramos solo nosotros dos...
Levanté la vista de mi teléfono cuando escuché pasos confiados, solo
una persona en la villa de Noctus caminaba así.
Efectivamente, Ker dobló una esquina y sonrió cuando me vio.
―¡Chloe, justo la persona que estaba buscando!
―Si pretendes endilgarme a Noctus para que se tome un descanso, no
va a funcionar ―dije―. Él y Charon se fueron y están en la ciudad.
―Sí, Charon me envió un mensaje de texto para ver si intentaba
entrenarte ―dijo Ker.
―Okey. ―De mala gana, me señalé el pasillo que se separaba y
conducía a la horrible e interminable escalera.
―Excepto que tenía en mente un tipo diferente de ejercicio ―dijo
Ker―. Pensé que podríamos aventurarnos más allá de las barreras que
Noctus tiene en el vecindario y ver si el rastreador está fuera.
Tragué saliva ante el pensamiento.
―¿Eso es realmente... sabio?
―No creo que en realidad lo encontremos, porque no creo que tenga la
intención de confrontarte cara a cara nunca más, pero me gustaría
confirmarlo.
―Entonces, ¿debería dejar mis dagas aquí?
―¡No! Nunca salgas desarmada. Eso sí, no creo que vayamos a tener
problemas. Nos apegaremos a los vecindarios humanos justo afuera del
nuestro, y me aseguraré de que estemos a una carrera de distancia.
¡Además, estoy armada! ―Ker me guiñó un ojo mientras giraba su
costado hacia mí, mostrando la funda que estaba bien disfrazada como un
bolso.
»¡Vamos! ―Trotó hacia la puerta principal.
―Espera, ¿vas a ir como una humana?
―Sí, puedo correr el riesgo cuando nos quedamos tan cerca de casa. No
hay seres sobrenaturales que vivan en esta zona. Estoy bastante segura de
que por eso Noctus insistió en el lugar hace años ―dijo Ker―, y no es el
fin del mundo si un fae extraviado me ve. Son principalmente los
vampiros, que tienen una larga vida y es mucho más probable que se den
cuenta de que he existido durante un tiempo sospechosamente largo, y
los hombres lobo, que podrían darse cuenta de que tengo un tipo
diferente de magia en mí, a los que debo evitar.
Llegamos a la puerta dorada que actuaba como pasadizo entre la villa
de Noctus y la casa estilo Cape Cod. Ker la abrió y salió. Le di un momento
para que saliera por la puerta principal de la casa para no chocar con ella,
luego la seguí.
El poder crujió a través de mi cuerpo. La oscuridad me acunó, haciendo
que fuera imposible distinguir entre arriba y abajo hasta que pasé y salí al
porche delantero mientras Ker sostenía la puerta abierta para mí.
―Gracias ―dije.
―¡Sí! ―Ker cerró la puerta detrás de mí, luego saltó del porche
delantero.
―Volviendo a lo que dijiste adentro. ―Miré a mi alrededor, con la
paranoia que me había regalado la experiencia, pero Shiloh y los tíos eran
los únicos vecinos afuera, y Shiloh estaba cortando el césped mientras los
tíos se gritaban unos a otros por encima del sonido de su cortadora de
césped manual.
―¿Sí? ―preguntó Ker mientras caminaba por el césped hacia el camino
de entrada.
―Entonces, ¿básicamente solo estás tratando de evitar que los seres
sobrenaturales tengan un registro de tu existencia? ―Me detuve lo
suficiente para saludar a Shiloh, quien me sonrió y movió un pie a modo
de saludo ya que no podía soltar el cortacésped, luego me apresuré a
alcanzar a Ker, que había llegado a la acera y se dirigía calle abajo.
―Sí. ―La loba interior de Ker se mostró mientras marchaba por la
acera con una obstinada determinación que solo los hombres lobo
parecían tener―. Porque conducirá directamente de regreso a Noctus, y
una vez que más personas que el Paragon se den cuenta de que es un elfo,
se acabó el juego. Si me descubren, tendré que separarme de él durante
unos años, probablemente una década, y desaparecer de nuevo.
―¿No te ayudaría Noctus a salir de esto?
―No.
Sentí que mis ojos se desorbitaban en estado de shock mientras miraba
boquiabierta a Ker.
―¡Pero… tú y Aristide son sus únicos amigos!
―Y nos abandonaría a ambos en un santiamén si eso significara que la
gente se diera cuenta de quién y qué es ―dijo Ker.
Habíamos llegado al final del callejón sin salida en ese punto. Ker eligió
una dirección y salió trotando. Cuando se dio cuenta de que era más lenta
para seguirla, todavía tratando de procesar lo que acababa de decirme
sobre Noctus, continuó.
―No me malinterpretes, no es que no le importemos. Él es leal, pero
también es un rey, y nunca arriesgaría a su pueblo de esa manera. Podría
sobrevivir siendo descubierto como un elfo, es demasiado fuerte para no
hacerlo. ¿Pero su gente? ―Ker negó con la cabeza―. No son guerreros.
Al menos la mitad de las familias originales que acogió ni siquiera vivían
bajo el gobierno de los Mors y son solo sobrevivientes dispersos.
―Así que lo que estás diciendo es… ser un monarca es lo peor ―dije.
Ker se rio desde lo más profundo de su vientre.
―¡Ahora lo tienes!
―Y otros hombres lobo... ¿podrían oler su magia en ti? ―pregunté.
―No del todo ―dijo Ker―. La magia de los elfos es demasiado sutil
para eso, ningún fae o mago sería capaz de decir que tengo la magia sobre
mí, solo golpea su radar si está atrayendo magia activamente, pero un
hombre lobo podría oler que soy diferente ya que soy mucho mayor.
Creí sentir algo, así que me detuve, me di la vuelta y luego miré calle
abajo. Un auto rodó por la calle y dos niños jugaban en la entrada de su
casa, saltando a través de un aspersor a pesar de que apenas era verano y
el agua tenía que estar helada a juzgar por sus chillidos.
Pero no sentí ninguna magia, ni vi a nadie que pareciera un
sobrenatural.
―¿Todo bien? ―Ker preguntó.
―Sí, solo pensé que sentí algo. ―Me reuní con ella, manteniendo el
ritmo mientras subíamos una cuadra―. Pero, si no te importa que
pregunte, ¿la magia de Noctus y el compuesto que te da Aristide...
realmente te cambian tanto?
Ker inclinó la cabeza hacia atrás y olió el aire. No debe haber olido nada
porque siguió caminando, aunque a un ritmo un poco más lento.
―No realmente ―dijo ella―. Noctus usa magia regenerativa, por lo
que evita que envejezca y rara vez me enfermo. Los efectos de que
Aristide beba de mí son similares, incluso si se queja de mi sabor. El
verdadero problema es que nací hace mucho tiempo, y tengo magia élfica
en mí, así que aunque soy fundamentalmente la misma, hay suficientes
diferencias que puedes oler. La gran preocupación es que si alguien se da
cuenta de lo que me mantiene así, podría identificar el olor de la magia
de Noctus, lo cual, como dije, no puede suceder.
―Pero ¿la gente sabe que existe este tipo de magia élfica? ―pregunté.
―En realidad no, por eso me siento cómoda caminando así ―dijo―.
Normalmente los elfos no usaban su magia de manera positiva en ningún
ser sobrenatural, tenían demasiado complejo de superioridad para eso.
Eso sí, los vampiros han estado ocultando su capacidad para retener la
juventud de un donante de sangre durante siglos, pero la magia
regenerativa de Noctus requiere que extraiga parte de su magia más
poderosa. Hay mucho peligro asociado con él, y solo un elfo tan poderoso
como Noctus podría mantenerlo en marcha, pero el mayor problema es
que, dado que es algo tan cercano a su verdadero yo, sería pan comido
para un hombre lobo olerlo una vez que supieran buscarlo.
―Debes haber sido muy importante para Noctus para que él te lanzara
ese tipo de magia ―le dije.
―Noctus no tiene muchos amigos. Aquellos que hace, los aprecia.
―Me miró de reojo―. Sé que las cosas son un poco raras entre ustedes
dos, pero creo que eres una de los pocos en su lista.
Negué con la cabeza.
―¿Después de mentir tanto tiempo como lo hice? De ninguna manera.
Ker se rio.
―Ocultar tu identidad es bastante manso, créeme. ¡Aristide intentó
matar a Noctus un par de veces antes de que se hicieran amigos!
―Aristide tuvo siglos de amistad con él ―le dije―. Han sido solo unas
pocas semanas para mí. ―No sabría decir por qué, pero había algo en la
conversación que me hizo sentir incómoda. ¿Quizás fue la culpa? Que
había estado tan cerca de Noctus como Amalourne, y luego lo había
arruinado. Había roto una de las pocas formas en que Noctus podía
relajarse.
Ahh, sí, eso es inducir a la culpa con seguridad.
Me aclaré la garganta y decidí que ahora era el momento perfecto para
cambiar de tema.
―Te hiciste amiga de Noctus mientras trabajabas con tu manada como
guardabosques, ¿verdad?
―No realmente. Mi Manada dejó de trabajar para Noctus como
guardabosques en su villa de verano porque sabíamos que se avecinaba
la guerra de los elfos. Luchamos en la guerra contra los elfos. Toda mi
manada fue aniquilada en un ataque.
―Lo siento ―dije―. Eso debe haber sido... traumático.
La sonrisa de Ker era triste, pero me palmeó la espalda como si
estuviera calmando a un cachorro de lobo.
―Fue duro perder mi manada, sí. Me costó mucho trabajo volver de
eso, pero Aristide y yo nos hemos curado de esos tiempos lejanos.
Había algo en sus ojos. Eran suaves con calidez y sabiduría mientras
continuaba.
―La curación es la única forma en que cualquier ser puede vivir tanto
tiempo, o eventualmente el trauma te aplastará, y no estuve sin manada
mucho tiempo. Aristide me encontró apenas con vida después del ataque,
me arrastró de regreso a Noctus. Para cuando me recuperé, Noctus... eh...
la guerra había cambiado. Finalmente, recuperé mi voluntad de vivir y
decidí quedarme. Noctus, Charon y Aristide se convirtieron en mi nueva
manada. Estábamos huyendo, Noctus tuvo que esconderse, obviamente,
y eso tiende a generar confianza rápidamente. Uno o dos años más tarde,
él y Aristide prepararon nuestro “ecosistema de amistad, magia y
sangre”, como me gusta llamarlo. Si no recuerdo mal, fue entonces
cuando los elfos que buscaban refugio empezaron a encontrarnos.
¿Sientes al rastreador?
Me tomó un momento darme cuenta de que estaba saliendo de su
historia cuando doblamos la esquina de la cuadra y giramos. Estábamos
siguiendo un camino rectangular, por lo que el callejón sin salida no
estaba tan lejos. Si atravesamos dos patios traseros, estaría a la vista.
―No, es difícil pasarlo por alto. Su presencia inspira pavor. ―Di vuelta
en un círculo cerrado, pero no vi ninguna zona sombreada―. Es una
buena señal que no lo hayamos visto, porque eso significa que no está
sentado aquí esperando para saltar sobre mí, ¿verdad?
―Tal vez ―dijo Ker―. Pero dudo que se haya dado por vencido, lo que
significa que tiene algún otro plan furtivo, y prefiero saber qué está
tramando.
Hice una mueca.
―Sí, eso es verdad… ―Sentí una chispa de magia detrás de mí, tan
fugaz y tan rápida que ni siquiera pude identificar la sensación. Me di la
vuelta y me froté el codo.
―¿Sentiste algo? ―Ker levantó la nariz y olió.
―Sí, pero fue tan rápido que no pude decir qué era.
Ker giró en círculos, sus cálidos ojos se endurecieron en algo mortal.
―No huelo nada, pero eso no significa que no haya nadie ahí fuera.
Presioné mis labios mientras mi vientre hacía acrobacias en mi
estómago.
―No creo que el rastreador esté aquí, pero…
Se sentía una locura decir que alguien más podría estarlo cuando Ker
no olía a nadie y yo no podía sentirlos, pero mi instinto me decía que algo
andaba mal.
No había humanos en este bloque, lo que probablemente era algo
bueno, aunque era otra posible indicación de que algo andaba mal. Puede
que los humanos no sean mágicos, pero algo en ellos sabía que no debían
deambular por situaciones potencialmente peligrosas.
―Si tus instintos te dicen algo, deberíamos escuchar ―dijo Ker―.
Aristide me dijo que las sombras son sensibles.
Podía sentir los pelos en la parte posterior de mi cuello erizarse.
―Sí, tal vez deberíamos regresar.
―Atravesaremos los patios traseros ―dijo Ker―. Seremos rápidas, los
vecinos no se darán cuenta. Iremos... ahí. ―Señaló unas dos casas más
arriba, una pequeña casa de dos pisos que no tenía cerca, a diferencia de
sus vecinos.
Podíamos ver el patio trasero incluso desde aquí. Solo tenía un árbol
que daba sombra, sin cerca de la propiedad detrás de él. Sería perfecto
para correr.
―Okey. ―Empecé a correr hacia él, Ker justo conmigo. Nos desviamos
hacia el jardín de la casa, evitando los macizos de petunias y mentas en
flor. Todavía no estábamos paralelas a la casa, cuando sentí la magia
sedosa de los fae en mi codo, y una explosión se escuchó detrás de
nosotras. Algo afilado golpeó mi espalda, cortando mi ropa y clavándose
en mi piel.
Me quedé boquiabierta ante el dolor ardiente, y luego la onda
expansiva de la explosión nos tiró al suelo.
―¿Qué? ―jadeé, tratando de tener sentido mientras mis oídos
zumbaban.
―Ese fue un hechizo fae ―gruñó Ker. Mostró los dientes mientras se
ponía de pie, y pude ver brevemente la sangre salpicando su espalda; lo
que sea que me había cortado también le había dado a ella. Me ayudó a
ponerme de pie y luego me arrastró detrás de un arbusto de lilas cubierto
de maleza.
Mi espalda todavía se sentía como si estuviera en llamas por la metralla
con la que nos habían rociado, pero mi cuerpo ya me estaba preparando
para el modo de vuelo. El impulso de convertirme en un gato me inundó,
pero revisé mi cinturón para asegurarme de que todas mis dagas todavía
estaban bien atadas en su lugar.
―Ahí, ese es el hechizo. ―Ker señaló a un fae de piernas delgadas que
agarraba dos frascos de conservas de vidrio resplandecientes mientras
miraba a un lado y otro de la calle―. Es un hechizo explosivo lleno de
metralla de metal, no mortal, pero desagradable y peligroso. ¡No puedo
creer que lo detonaron en un vecindario humano!
El fae de piernas delgadas frunció el ceño de un lado a otro de la calle,
luego casi se quedó plantado cuando una mujer hermosa, una sirena,
probablemente, lo golpeó en la cabeza.
―¡Ten más cuidado! ―la sirena gruñó.
―Pero el forastero dijo que ella estaba en algún lugar de esta calle. ―El
fae, mucho más bajo, se cepilló la camisa, que tenía la insignia floral del
rey Harel de los fae Seelie cosida sobre su corazón―. ¡Si no la
recuperamos, el rey Harel hará que nos acerquemos a él nuevamente!
¿Están aquí buscando a alguien? Eso es raro, Ker dijo que los sobrenaturales
no viven en esta área. Sin embargo, el “él” debe ser Noctus. No hay forma de que
el fae pueda estar merodeando tan cerca de su casa, refiriéndose a un “él” que no
es Noctus.
La sirena robó los frascos del fae aparentemente demasiado entusiasta.
―Tal vez sea así, pero lanzar hechizos sin cuidado es una buena
manera de llamar la atención de los humanos, ¡o revelar nuestra ubicación
a los fae Unseelie! No queremos que sepan nuestro plan.
Un noble fae, un troll y un duende emergieron de las sombras, elevando
el grupo a cinco. No me gustaban esos números.
Ker podría atacarlos sin problema, excepto que está en su forma humana, y le
tomará medio minuto cambiar. Si los fae la reconocen...
Ker dijo que si uno o dos faes la veían no era terrible, pero yo estaba
dispuesta a apostar que todo un grupo de exploración en una misión no
era lo que ella tenía en mente.
Miré alrededor del arbusto, mirando arriba y abajo de la calle. No
entraba nadie, solo sentí magia fae.
―Tenemos que correr ―dije.
Ker miraba al fae con ojos duros.
―Esto tiene algo que ver con Noctus.
―Tal vez, pero ¿crees que podemos arriesgarnos a quedarnos para
averiguarlo? ―pregunté.
Ker me miró.
―No en esta forma, y definitivamente no tú. Aristide y Charon me
despellejarían si te arriesgara. Vamos, volvamos al callejón sin salida.
Puedo cambiarme ahí y volver.
Observé al duende dibujar en la acera con tiza morada, haciendo el
símbolo de la flor de la Corte Seelie.
―¿Tal vez nos equivocamos? Están marcando la acera. Tal vez solo
estén reclamando esta área para la Corte Seelie.
―Me encantaría que eso fuera cierto ―dijo Ker―. Pero la experiencia
me ha enseñado que nunca tenemos ese tipo de suerte.
―Lo mismo ―asentí con sentimiento a pesar de la gravedad de la
situación.
Ker me dedicó una breve y fina sonrisa.
―Conviértete en gato, ¿quieres?
Instantáneamente cambié de forma y seguí a Ker, quien se pasó de
sombra en sombra, dirigiéndose hacia el patio trasero de la casa por la que
nos arrastrábamos.
Mi pelaje estaba hinchado al máximo, pero Ker se aseguró de usar el
paisaje de la casa para que los fae no nos vieran.
Sintiéndome alentada, moví la cola mientras pasábamos corriendo por
la ventana de un dormitorio de la casa, y luego los perros comenzaron a
ladrar.
Un pastor alemán, un collie y un beagle llenaron la ventana, ladrando
tanto que la empañaban. Los feroces gruñidos del pastor alemán, los
ladridos de advertencia del collie y los aullidos del beagle se escuchaban
fácilmente a través de las paredes de la casa.
Ker, escondida detrás de un arbusto, les gruñó a los perros. Creo que
quería sobresaltarlos para que se callaran, pero aparentemente los leyó
mal, porque su volumen aumentó y movieron la cola con tanta fuerza que
el beagle casi se cae de donde había plantado sus patas en el borde de la
ventana.
Me arriesgué a mirar hacia atrás y me encontré con los ojos de la sirena.
―Hay algo ahí, deberíamos comprobarlo ―dijo la sirena, con voz
musical.
―Oh, solo le están ladrando a ese gato. ―El fae larguirucho pateó una
piedra.
―Pero estamos buscando un gato ―señaló la sirena.
Comencé a moverme, pero ante sus palabras me detuve de nuevo.
Espera, ¿qué?
―Un ser humano que puede convertirse en gato ―dijo el fae
larguirucho―. No es lo mismo.
No, no, no no. La negativa se convirtió en un canto en mi cerebro. Esto
no puede estar pasando. ¿Por qué los fae Seelie estarían buscándome?
La sirena me miró fijamente por un momento, y mi corazón dio un
vuelco en mi pecho mientras esperaba que mi magia entrara en acción.
Pasó el momento más largo de mi vida, y ella se encogió de hombros,
volviéndose hacia sus compañeros.
―Tú estás buscando al humano ―declaró el noble fae―. ¡Yo estoy aquí
por nuestro territorio, y no le diré al Rey Harel que recuperamos este
vecindario, solo para que un títere Unseelie esté esperando en las sombras
para regresarlo una vez que nos vayamos!
¡Tiempo de moverse!
Corrí cuando comenzaron a caminar en nuestra dirección, llegando al
patio trasero de la casa.
Ker se deslizó por el costado de la casa para que el fae no la viera,
golpeándome con la mano para que siguiera adelante.
Desafortunadamente, los perros corrieron desde el dormitorio hasta la
puerta trasera y todavía le aullaban a Ker.
Me detuve en la línea de propiedad que dividía la casa de los perros de
la del vecino trasero, moviendo la cola.
Ker me hizo señas para que siguiera, luego corrió por el patio, haciendo
que los perros se volvieran locos.
En lugar de correr conmigo por el patio trasero, que no tenía ningún
refugio, se mantuvo al costado de la casa.
Quiere que nos separemos, ella va a ir por un camino diferente... porque si ella
está al aire libre como yo, los fae la verán.
Crucé el límite de la propiedad hacia el patio trasero de la otra casa,
refugiándome detrás del tronco del árbol que daba sombra que
nuevamente era el único refugio en el patio trasero.
¿Por qué estos propietarios no tienen niños desordenados que dejan bicicletas
y juguetes para esconderse detrás?
Me sentí demasiado expuesta desde mi posición en el árbol, pero
tendría que funcionar.
El fae cruzó el patio delantero de la casa de los perros, pasando por el
costado como lo habíamos hecho nosotras.
―¿Qué estábamos siguiendo de nuevo? ―preguntó el fae de piernas
delgadas.
―¿Era… un gato? Creo. ―La sirena sonaba incierta, esa era mi magia
trabajando.
―Los perros estaban ladrando ―dijo el duende―. Todavía están
ladrando... en esa ventana. ―Señaló el lado más alejado de la casa, donde
Ker estaba agazapada detrás de una unidad de aire acondicionado.
Los perros habían pasado de mirar por la puerta trasera a lo que parecía
ser el comedor, y todavía ladraban.
Mi espalda se arqueó con ansiedad, y observé al fae alejarse arrastrando
los pies en dirección a Ker.
No, no. No pueden verla, ¿y si se lo cuentan al rey Harel? Si llamamos al
Claustro de la Curia para que se ocupen de ellos, es posible que se quejen de un
hombre lobo solitario, y eso probablemente iniciaría una investigación...
Por eso no me gustaba jugar con ligas por encima de mí. Todo era
complicado, pero no podía simplemente correr y dejar que Ker se
encargara de eso.
Estaban casi encima de ella, y no tenía nada más detrás de lo que
esconderse, no había más arbustos ni jardines.
Mi corazón latía tan rápido en mi pecho peludo que me costaba
respirar.
Maldita sea.
Salí de detrás de mi árbol y maullé.
La sirena me miró por solo un segundo -por mi magia ocasionalmente
inconveniente-, así que maullé de nuevo, luego cambié de forma.
Esta vez, el noble fae vio el cambio. Se detuvo y me miró fijamente
durante varios largos segundos; sus compañeros se detuvieron a su
alrededor cuando se dieron cuenta de que estaba congelado.
Ker también lo vio y parecía asesina, descontenta con mi decisión
precipitada.
Entonces al menos aprovéchalo, ¡no puedo ganarte mucho tiempo! Saludé al
fae mientras me alejaba más.
Si me doy la suficiente ventaja, no podrán localizarme antes de que llegue a la
casa. Tengo mis dagas, pero no hay forma de que pueda usarlas contra tantos
objetivos. Correr es mi mejor opción.
―Es que... ella era el gato, ¿no? ―dijo el noble fae.
―¿El que se supone que debemos atrapar? ―preguntó el duende.
Ker me enseñó los dientes, luego se deslizó por el costado de la casa,
dirigiéndose al frente.
―No, definitivamente no ―dije―. ¡Adiós!
Me desvié de mi camino a lo largo de la nueva casa. Atravesé el patio
delantero, hasta la calle sobre la que estaba construida. El desvío hacia
nuestro callejón sin salida estaba solo una cuadra más arriba. Mi espalda
ardía por los fragmentos de lo que fuera que había en el tarro de
conservas, pero tenía la determinación de una cucaracha corriendo hacia
un lugar seguro y pude ignorarlo.
―¿Esa es la chica gato que necesitamos capturar? ―Ese era el troll, con
voz profunda y retumbante―. ¿Entonces podemos usarla como cebo para
él?
Oh, sí, sea cual sea su pequeño plan, no soy una fanática. Corrí más rápido,
estaba casi en el jardín delantero ahora.
Oí el golpeteo de algo que tocaba el cristal.
―No podemos correr el riesgo si es ella. El rey Harel se enfadará. ―El
noble fae gruñó por el esfuerzo.
¿Él está…
El vidrio se hizo añicos detrás de mí.
Se produjo otra explosión, esta tan cerca que pude sentir el calor que
producía. La magia me invadió inofensivamente, pero el hechizo había
estado en uno de los frascos de vidrio llenos de piezas de metal. Los
fragmentos de metralla me destrozaron la espalda, produciendo una ola
de dolor cálido y húmedo. El noble fae había arrojado el frasco cerca de
mis talones, por lo que el metal incluso golpeó la parte posterior de mis
muslos y mi cráneo, atravesando mi ropa y enterrándose en mi piel.
Jadeé de dolor antes de que la onda expansiva del ruido producido por
el hechizo me tirara al suelo. Mis oídos zumbaron, y por un momento mi
visión se arremolinó.
Santas cubetas, eso dolía mucho más. ¡Si vuelven a hacer eso, tendré que
esquivarlo!
― ¡La tenemos! ―gritó uno de los fae, con la voz extrañamente
amortiguada por el zumbido en mis oídos.
La sensación peluda del poder del hombre lobo me rozó, y mis sentidos
aturdidos apenas lo notaron. Ker probablemente estaba cambiando, pero
los hombres lobo tardaban medio minuto en cambiar. ¿Llegaría a mí a
tiempo?
El noble fae se acercó a mí mientras yo le gritaba internamente a mi
cuerpo que se moviera, que se levantara.
Flexioné los dedos y pude levantarme hasta las rodillas. Tomé una
bocanada profunda de aire, lo que hizo que la piel de mi espalda se
tensara y sentí que cada pedacito de metralla se clavaba en mí.
―¿De verdad crees que él puede salir si ella es el cebo? ―preguntó.
―Los Unseelie supuestamente intentaron arrebatársela. Todo el grupo
volvió tan entusiasmado con la magia del reino de los fae que no tuvo
sentido durante una semana ―dijo el duende―. Diría que eso es una
prueba de que al menos responderá a las amenazas que la involucren.
Espera… ¿Me persiguen para llegar a Noctus?
Apenas era lo suficientemente fuerte para resistir el dolor con un brazo
en el suelo, así que usé mi mano libre para agarrar las dagas en mi
cinturón. Encontré una, la sostuve por la hoja y luego la arrojé.
La empuñadura de la daga golpeó al noble fae en la nariz con un
magnífico crujido, y gritó mientras retrocedía, tapándose la nariz.
Conseguí dar en el blanco, Charon estará feliz.
―¿Estás seguro de que tenemos a la persona adecuada? La chica gato
nunca usó armas. ―La voz musical de la sirena estaba a mi lado.
Saqué otra daga del frente de mi cinturón, usando mi propio cuerpo
para ocultar mis movimientos, luego arrojé el arma a las piernas de la
sirena.
Ella gritó cuando la daga se clavó en su pantorrilla.
Esa se atascó: Charon realmente estará feliz.
El duende aprendió de sus compañeros. Se me acercó por detrás y me
dio una patada en la espalda, casi haciéndome caer.
―¡Ella no es tan dura! ―él declaró.
Escuché a los otros faes gruñir mientras se cerraban a mí alrededor en
un círculo.
¡Necesito correr!
Tomé aire, con la intención de usar mi magia y cambiar a mi forma de
gato.
―¿Creí haber dejado claro que deben mantenerse alejados de esta área?
―La voz de Noctus era baja y amenazadora.
Sentí como si mi corazón se detuviera en mi pecho solo de escucharlo.
Juntos, el fae y yo miramos hacia atrás.
Noctus estaba detrás de ellos, vestido con su ropa normal de pantalones
negros, botas y camisa, y empuñando una espada.
Sus lentes de sol de aviador escondían sus ojos, y tenía un hechizo que
podía sentir, pero no podía ver, pero debió haber sido suficiente para
engañar a los fae, que ahora titubeaban y resoplaban.
―Hola, señor. Mmm.
―Pedimos disculpas. No quisimos... molestarte.
―Es decir, estamos bastante lejos de tu casa, así que…
―Yo decidiré lo que está suficientemente lejos de mi casa. ―Noctus giró
el agarre de su espada para que la hoja brillara a la luz del sol.
El noble fae gimió.
―Dile a ese intolerable rey tuyo que deje de mirar lo que es mío ―dijo
Noctus―. La próxima vez no dejaré ningún mensajero con vida.
Una nube pasó sobre el sol y Noctus se movió.
Su espada era un borrón, y se movía de un objetivo a otro, golpeando
como un rayo. Sus movimientos no solo eran rápidos y precisos, sino que
fluían como el oleaje implacable de una inundación.
El troll cayó primero. Noctus arrojó la vaina de su espada al cuello del
troll, golpeándolo con suficiente fuerza para ahogarlo.
El duende fue el siguiente. Noctus le dio una patada en la parte
posterior de la pierna para que colapsara, luego lo levantó por la camisa
y lo arrojó a la cabeza del troll.
El noble fae gritó y trató de huir, pero donde quiera que mirara, Noctus
estaba ahí.
Segura de que estaba a salvo, me desconecté de la masacre unilateral y
miré al suelo mientras respiraba. El dolor ardiente era una agonía en mi
espalda y tenía que averiguar cómo iba a levantarme.
Un aliento caliente lamió mi brazo.
―Está bien, Ker. No podía dejar que te vieran. ―Miré a un lado e
intenté sonreírle a la mujer lobo cambiada.
Ella gimió y metió la nariz en mi oído, luego miró más allá de mí y
retrocedió.
―¿Solo te lastimaste en la espalda? ―me preguntó Noctus.
Oh, los gritos cesaron. Él ha terminado.
Trabajé para tragar la saliva de sabor metálico en mi boca.
―Sí, solo me cubrió la espalda―. Finalmente logré ponerme de pie,
pero me tambaleé y no pude enderezarme, así que estaba doblada por la
cintura.
Noctus se agachó debajo de mí y me levantó como si fuera una bolsa de
comida para gatos. Mi estómago estaba presionado contra su hombro, y
mis brazos cubrieron su espalda. Mi mano izquierda rozó la empuñadura
de su espada que estaba envainada y atada a su cinturón.
―¿Mmm? ―dije.
―Te voy a levantar, trataré de no tocar tus heridas, pero aun así te va a
doler ―advirtió. Agarró los costados de mis rodillas, luego se levantó,
colocándome en la posición de carga de un bombero, de modo que solo
mi parte delantera quedó sobre él.
Exhalé a través del dolor, luego apoyé mis brazos en su espalda para
no caerme.
―Gracias.
Caminó por el patio en dirección a la calle, con Ker trotando a su lado.
Traté de mirar alrededor, pero la vista era demasiado inestable.
―¿Qué pasa con los fae?
―Corrieron ―dijo―. No quería noquearlos e involucrar al Claustro de
la Curia, pero habrán aprendido la lección. Te dejarán en paz ahora.
―Gracias. ―Mis ojos se cerraron―. Oh, pero me estaban buscando
para llegar a ti… tenían un plan. Pregúntale a Ker, por favor.
Noctus se quedó en silencio, con ira, estaba bastante segura.
Estoy bastante segura de que me va a gritar de inmediato que ya no tenga dolor,
pero esto no es tan malo. Por lo general, tengo que salir de apuros como este.
Asustada por mis propios pensamientos, cerré los ojos y me concentré
en ignorar el dolor.

Miré sombríamente el sofá azul marino en el que estaba presionada mi


cara, despegando mi mejilla de la superficie el tiempo suficiente para
tomar otro trago de una poción insípida que Charon me había forzado a
beber tan pronto como Noctus entró en la villa.
Era una especie de poción para el dolor; me di cuenta por el efecto
refrescante que tenía en mi espalda, pero no fue fabricado por faes, las
pociones faes tenían sabores.
Probablemente sea una poción élfica. La falta de sabores va con su personalidad.
La poción era burbujeante, y pequeñas burbujas aparecieron en mi
lengua y me hicieron cosquillas en la nariz.
―Sus heridas no son graves, pero sacar toda la metralla será doloroso
para ella. ―Charon dijo―. La poción que está bebiendo ahora le quitará
el dolor, pero necesitará al menos una más para soportar la eliminación.
―¿No es una poción curativa? ―Esta pregunta vino de Aristide, quien
estaba de pie en medio de la puerta abierta del estudio.
―Si ella comienza a curarse con estos pedazos de metal todavía
atorados en ella, su piel se curará sobre ellos. Eso sería mucho peor ―dijo
Charon.
―Entonces consigue otra poción anestésica ―dijo Noctus.
―Muy bien, también le traeré algo de comer, tanta magia con el
estómago vacío probablemente la enfermará.
Escuché los pasos de Charon mientras cruzaba el estudio de Noctus.
―Iré contigo ―dijo Aristide―. Compré algunas pociones nuevas,
podría tener algo útil para la ocasión. ―Golpeó su bastón en el suelo
mientras se movía.
―¿Podrías conseguir también una sábana para extender sobre el sofá?
―le dije―. Tengo que estar sangrando.
―Quédate quieta ―ordenó Noctus.
―Moverte solo te causará más daño ―dijo Charon―. Es mejor dejarte
como estás.
―¿Qué pasa con el sofá? ―pregunté.
―¿De verdad crees que hay una mancha que la magia no puede quitar?
―me preguntó Charon.
―O simplemente tiramos el sofá ―ofreció Aristide―. Algo que
tendríamos que hacer de todos modos si Noctus se enojara cada vez que
lo vea.
Laboriosamente giré la cabeza para que mi rostro apuntara hacia el
resto del estudio de Noctus, encogiéndome cuando el movimiento hizo
que algunas de las piezas de metal clavadas en la parte posterior de mi
cuello se movieran.
―Pero ¿por qué él...
―Termina tu poción. ―Noctus sacó la poción de mi mano izquierda,
que ya no podía ver desde que giré la cabeza, y la empujó hacia mi
derecha.
Obedientemente volví a beberla.
―Qué encantador intercambio doméstico. No te preocupes, Chloe,
¡aún lo vas a domar! ―Aristide se rio mientras salía al pasillo, su voz se
hizo más tranquila una vez que estuvo fuera de la habitación.
―Me despediré por ahora y regresaré con la poción y la comida ―dijo
Charon.
―Oye, Charon ―dije antes de que pudiera desaparecer por la puerta―.
¿Ker te dijo cómo usé mis dagas?
Tan pronto como regresamos a la villa, Ker había cambiado a su forma
humana para contarles a Charon y Noctus todo lo que habíamos
escuchado. ¿Tal vez ella mencionó que me las arreglé para luchar contra
los fae?
Charon levantó una ceja mientras me miraba.
―¿No lo hice bien? ―pregunté.
Charon cambió su mirada a Noctus.
―Cabe señalar que el efecto anestésico de la poción también afecta
ligeramente su mente para protegerla de los efectos mentales del dolor.
―Me dio la espalda.
Resoplé, dolida de que no respondiera, luego sacudí mi botella de
poción casi vacía.
Charon comenzó a cerrar la puerta. Cuando solo quedaba un pequeño
espacio, agregó:
―Lo hiciste admirablemente bien.
Se cerró antes de que pudiera decir nada, pero sonreí ampliamente, e
incluso podría haberme reído un poco.
Woah, sí, definitivamente tiene razón sobre esta bebida.
Noctus había estado caminando de un lado a otro frente al sofá que
estaba arruinando constantemente. Ante mi risa, se detuvo junto a mi
cabeza.
―Termínatela.
Bebí lo último de la poción, casi resoplando en las burbujas antes de
fijar el ángulo en el que la estaba bebiendo, luego le di a Noctus la botella
de vidrio cuando me tendió la mano.
―Gracias.
Tomó la botella y la dejó sobre su escritorio.
Alguien, probablemente Noctus, había iniciado un fuego de llamas
blancas y azules brillantes en la chimenea. Las llamas estaban en silencio,
pero proyectaban un cálido resplandor blanco en la habitación que
encontré relajante.
Me concentré en no moverme, no quería empujar la metralla más
profundamente en mi piel, pero tampoco quería manchar el sofá con más
sangre de la que ya tenía. Desafortunadamente, ya sea que el impacto de
la pelea estaba comenzando, o me estaba enfriando por todos los agujeros
en mí, pero mis dientes comenzaron a castañetear.
―¿Sabes? Es interesante que la mayoría de las formas de magia no
funcionen en mí ya que soy una sombra, pero las pociones curativas
funcionan muy bien.
―Es un efecto secundario de ser humano ―dijo Noctus―. La magia
tiene favoritos, aunque yo diría que las sombras son las favoritas entre las
favoritas.
Me burlé.
―¿Yo? ¿La favorita de la magia? Sí, claro. ―Presioné mi mejilla contra
la almohada del sofá.
―¿Crees que los elfos lo son? ―Noctus se apoyó en su escritorio.
―Bueno, los elfos tienen la magia más fuerte.
Noctus se frotó las esposas de sus muñecas.
―La fuerza de la magia de uno tiene muy poco que ver con todas las
habilidades y cómo se pueden aplicar. Soy el elfo más fuerte de Calor Villa
y, sin embargo, pudiste hacerte pasar por mi mascota con éxito. Por
semanas.
Cerré la boca con tanta fuerza que mis dientes chasquearon
audiblemente.
Ahh sí, él quiere ir ahí. Supongo que es mejor sacarlo a la luz. He estado
escabulléndome como una cucaracha culpable durante semanas.
―Lo siento por eso ―le dije―. Por fingir ser tu mascota, quiero decir.
―¿Lo sientes? ―Noctus preguntó, su voz plana.
Oh, maldición. ¿Qué tan bien puede leerme ahora?
―No, en absoluto. ―Hipé ansiosamente mientras derramaba la
verdad―. Estaba asustada, y no sabía quién o qué era el rastreador, y
luego, cuando me di cuenta de lo que eras, lo que era la Villa, estaba
demasiado metida. Ser honesta es importante, pero me gusta mucho vivir.
Woah, no quise derramar todo eso. ¡Esta poción es peligrosa!
Miré a Noctus, tratando desesperadamente de leer su expresión pétrea.
Me miró fijamente, la tenue iluminación de la habitación proyectaba
sombras en su rostro.
Un silencio opresivo llenó la habitación. Era tan asfixiante que costaba
respirar.
―Puedo entender por qué lo hiciste. ―Noctus empujó su escritorio y
se acercó a mí y al sofá sucio―. No lo habría tomado bien si te hubieras
revelado de inmediato.
Algo muy dentro de mí, tan profundo que no había reconocido que
fuera algo más que mi habitual ansiedad paranoica, se relajó.
No me había dado cuenta de que, en algún punto entre casi ataques de
pánico, él salvándome tantas veces del rastreador, y toda la amabilidad
que le había mostrado a Amalourne, había llegado a respetar y gustar de
Noctus. No quería que se enfadara conmigo, no porque fuera un poderoso
rey elfo, sino porque era Noctus.
―Quería decírtelo ―dije―. Debería haberte dicho antes, pero, el
miedo…
Noctus se encogió de hombros mientras se cernía sobre mí y el sofá.
―Hiciste lo que tenías que hacer. Sería un hipócrita si te reprochara que
también estoy haciendo lo que debo para mantenerte aquí.
―¿Esa es la consecuencia de mis acciones? ―pregunté, medio asustada
de escuchar su respuesta.
―¿El cautiverio limitado? Sí. No puedo darme el lujo de liberarte,
particularmente porque los Seelie y Unseelie saben que estás conectada
conmigo. Ellos sabían que vivías conmigo cuando yo no lo sabía ―dijo
Noctus.
―Pronto, no en las próximas semanas, pero seguro para al final del
verano, mi familia querrá verme ―dije.
―Será un problema entonces ―dijo Noctus―. Pero no importa ahora,
particularmente porque este rastreador tuyo está demostrando ser más
inteligente de lo estimado originalmente.
―Sí ―dije en voz baja mientras trataba de elegir entre sus palabras. Mis
escalofríos empeoraban y cada vez era más difícil evitar que me
castañetearan los dientes; tenía que morderme la lengua para
amortiguarlos.
¿Será entonces un problema? ¿Significa eso que realmente tiene la intención
de mantenerme todo el verano? No hay forma de que pueda permitirme eso. No
hay manera de que la señorita Booker pueda pasar tanto tiempo sin que yo trabaje.
Noctus apoyó una rodilla en el borde del sofá, luego apoyó su brazo
izquierdo en el respaldo para poder inclinarse sobre mí y mirar mi
espalda sangrante.
―Estás molesta ―dijo de hecho.
―No. Bueno. ¿Algo así? ―Estaba tan cerca que hacía que la habitación
se sintiera pequeña. Lo cual era raro, me había sentado sobre sus hombros
como un gato―. Esto no debería molestarme. ―Cerré los ojos con fuerza,
pero incluso entonces pude sentir su cercanía―. Sé que solo tengo que
culparme a mí misma, pero quedarme aquí me causa algunos problemas
financieros.
―Tu renta está pagada ―dijo Noctus.
Abrí los ojos.
―¿Qué?
Los dedos de Noctus fueron gentiles en mi espalda mientras miraba a
través de los agujeros en mi camisa, tratando de ver mis heridas.
―Me puse en contacto con tu arrendador. Mientras permanezcas aquí,
pagaré tu renta ―dijo Noctus.
Lo miré fijamente, dos lados de mí, mi yo preocupado por las finanzas
y lo que fuera que hacía que su cercanía se sintiera... cercana, estaban en
guerra entre sí.
Las finanzas ganaron con la lógica imperante.
―Pero ¿se consideraría una consecuencia de mis acciones? ―pregunté.
―Tal vez. ―Noctus frunció el ceño mientras se enderezaba, pero creo
que fue porque estaba irritado por mis heridas. Cuando me miró a la cara,
su expresión se suavizó―. En este caso, soy libre de seleccionar las
consecuencias a mi discreción.
Pensé en sus palabras durante varios segundos, luego exhalé.
―Gracias. Tenía tanto miedo, gracias, Noctus. Lo digo en serio.
¿Cómo puede alguien ser tan brutal y poderoso, pero considerado? Quiero
decir, me acaba de decir que no iría a casa en meses, luego, segundos después, me
quita de la cabeza mi mayor preocupación: el alquiler.
No me gustaba el contraste. No es que no fuera digno de confianza. No,
me mataba admitirlo, pero era que no me gustaba lo atento que estaba a
todo lo que me involucraba. Como si yo le importara, cuando él era el rey
elfo involucrado en la política que cambiaría la sociedad sobrenatural, y
yo había perfeccionado cómo actuar como un gato para evitar ser atacada.
Noctus me observó por un momento, luego decidió sentarse. No en una
silla separada, lo que me hubiera hecho mucho menos voluble, no, mi
suerte era tan terrible como siempre. En cambio, eligió plantarse en el
borde de mi sofá. Peor aún, su presencia se sentía relajante. Mis nervios
realmente se calmaron.
No me gusta a dónde va esto para mí, así que es hora de decir algo. ¡Cualquier
cosa!
―No le voy a contar a nadie sobre Calor Villa ―solté.
Noctus ladeó la cabeza.
―¿Especificaste a Calor Villa, pero no a mí?
Necesité todo de mí para no reaccionar. Okey, okey. Esto está bien. Puedo
mantener oculta a la señorita Booker, mantendré oculta a la señorita Booker. No
me gusta ocultarle la verdad, pero, respeto o no, no voy a dejar que Noctus
encarcele a la señorita Booker aquí conmigo. Este lugar puede estar cerca de un
lugar de vacaciones, pero la señorita Booker tiene un negocio que administrar, y
no voy a arruinar su vida porque ella estaba dispuesta a ayudarme.
―Tú ya estás expuesto. ―Hundí mis dedos debajo de la almohada en
la que mi cabeza estaba acolchada y acerqué mis brazos a mi pecho
mientras trataba de retener mi calor―. Entre Paragon y las Cortes Seelie
y Unseelie. Si no haces algo pronto, tu tapadera será descubierta.
Noctus asintió.
―Soy consciente. También tengo razones para creer que nos
mudaremos pronto, lo que terminará con esta tontería.
¿Crees que nos mudaremos pronto? Esa es una frase extraña considerando que
él tiene el control total de moverse o no moverse.
Un mechón de mi cabello cayó sobre mi rostro, metiéndose en mis ojos.
Traté de sacudirlo, pero me dolía levantar la mano.
Noctus lo movió por mí, las yemas de sus dedos se deslizaron
suavemente por mi mejilla antes de colocar el mechón descarriado detrás
de mi oreja.
Extrañamente, cuando debería haber estado en el séptimo cielo porque
había sido perdonada oficialmente, mis tripas se sentían como si
estuvieran atadas en nudos.
Es por su expresión.
Aunque los dedos de Noctus eran suaves, su expresión estaba en
blanco. Nada se mostraba en el remolino de sus ojos o la inclinación de su
boca. Tenía cara de piedra.
Si yo hubiera sido Ama, me estaría sonriendo.
Veía las cosas como Ama... ella era su mascota, y él era más libre con ella. Me
llevé eso. No me arrepiento de mis acciones, excepto por eso.
―Noctus, yo… ―Intenté moverme, lo que envió una punzada de dolor
a través de mi espalda entumecida. En el lado positivo, detuvo el impulso
de temblar.
De alguna manera, el rostro de Noctus se volvió aún más inexpresivo.
―Todavía te duele.
―Un poco. ―Traté de no moverme, pero la parte posterior de mi
pantorrilla tenía una picazón que realmente comenzaba a afectarme―. La
poción me quitó el escozor. Es más como si mi cuerpo supiera que tiene
dolor, así que no me siento muy bien. ―Abrí los ojos y traté de esbozar
una sonrisa.
Noctus, todavía sentado en el borde de mi sofá, entrecerró los ojos.
―Estaré bien ―dije―. Charon dijo que las heridas no son terribles. Una
vez que se elimine la metralla y pueda tomar una poción curativa real,
volveré a entrenar en unos días.
Aunque sospecho que la eliminación de metralla no va a ser divertida. No sé
qué tan desgarrada está mi espalda, pero cada pieza tendrá que ser removida
individualmente. Yuck.
―Hay otra manera. ―La profunda voz de Noctus invadió mis
pensamientos.
―¿Mmm? ―No dije nada porque mis dientes finalmente castañeteaban
tan fuerte que no podía ocultarlo.
Noctus apretó la mandíbula y miró hacia otro lado. Se quedó en silencio
durante varios latidos del corazón, luego habló.
―Hay otra manera de curarte. Con el collar.
―El collar ―repetí, las palabras drenaron la brillante sensación que la
poción anestésica había dejado en mi cerebro. Abrí y cerré la boca un par
de veces―. ¿No tendría la misma desventaja y se curaría sobre la metralla
como una poción?
―No necesariamente. ―El cabello oscuro y dorado de Noctus brilló
cuando captó la luz blanca del fuego―. Los elfos son capaces de curar la
magia, pero tiene limitaciones, como requerir que se elimine la metralla.
El collar puede pasar por alto eso, ya que tiene un conducto personal
adicional hacia la magia, algo que la magia curativa normal no tiene. ―Se
quitó el chaleco que llevaba puesto.
―Entonces… ―hablé muy despacio, no quería estropear esto―. Eso
significa que... ¿sería tu magia?
Un músculo saltó en la mejilla de Noctus, no podía decir lo que eso
significaba, y colocó su chaleco sobre mí, instantáneamente
calentándome. ¿Es reacio a usarla?
―Gracias ―dije mientras jalaba su chaleco contra mi barbilla―. El
collar... ¿no es solo una conexión entre nosotros? ―pregunté. La señorita
Booker me dijo que tenía un hechizo antiguo y poderoso, y que existía la
posibilidad de que contuviera una parte del propio Noctus, pero eso
parecía poco probable después de que me hizo seguir usándolo desde que
me descubrió.
Su mirada se giró hacia mí y, a la luz del fuego, sus ojos color avellana
parecían más brillantes que de costumbre.
―¿Lo investigaste?
―Un poco.
―¿Qué sabes?
Me lamí los labios y mi almohada se deslizó un poco.
―Que las joyas posiblemente podrían ser un lazo... contigo.
Noctus me estudió durante varios largos segundos.
―Lo son ―dijo―. Es un tipo especial de magia que los elfos hacen con
aquellos en quienes confían sobre todo, ya que les da un camino hacia su
interior y esencialmente les permite llevar una parte de mí. Es algo así
como un vínculo de pareja de hombre lobo, excepto que te permite
potencialmente usar mi magia también ―dijo―. Se llama magia
vinculante. No se hacía a menudo, lo cual estoy seguro que no te
sorprende con la confianza que tenemos los elfos, aunque por lo general es
en forma de intercambio.
―Por eso no querías que nadie lo supiera. ―Cuando hablé, el material
sedoso de mi almohada se deslizó y casi se cae del costado del sofá―.
¿Pero podrías haberme quitado el collar?
Noctus se encogió de hombros.
―No sabes cómo usarlo, y sirve como una excelente manera de
rastrearte y me permite saber cuándo estás en problemas, como lo
estuviste hoy.
Hice una mueca.
―Lo siento. Deberíamos haberlo sabido.
Noctus se estiró sobre mí, su cercanía nuevamente me afectó de
maneras extrañas que hicieron que mi columna vertebral quisiera
temblar, y no por el frío.
Afortunadamente, no notó mi extraña expresión mientras colocaba mi
almohada en su lugar debajo de mi cabeza.
―Tan molesto como estoy por la situación, no puedo culparte.
Ninguno de nosotros, incluido yo mismo, pensó que los faes se
aventurarían tan cerca. Sorprendentemente resulta que Paragon tiene
razón y el conflicto Unseelie-Seelie es peor de lo que sabía si están lo
suficientemente desesperados como para escuchar al rastreador e intentar
secuestrarte.
Cierto, Ker le contó lo que pasó cuando cambió después de que volvimos.
Parpadeé de nuevo mientras trataba de organizar mis pensamientos.
―¿Crees que el forastero que mencionó el duende era el rastreador?
―Dudo mucho que haya alguien más capaz de seguir tus movimientos
con tanta precisión. Aunque parece que tendremos que limpiar el
vecindario, ya que debe tener algunos hechizos colocados fuera del
callejón sin salida si pudo notificarle a los fae tan rápidamente de tu
presencia.
―Dijeron que querían usarme para llegar a ti. ―Gemí cuando me moví
en el sofá, pero mantuve el chaleco de Noctus envuelto con fuerza a mi
alrededor―. Están realmente desesperados por reclutarte.
―Están desesperados por tener poder ―corrigió Noctus―. Porque creen
erróneamente que el poder los salvará, cuando si se concentraran en
encontrar una manera de revivir su Corte, prosperarían, y aunque podría
haber sido su objetivo, dudo mucho que el rastreador pretendiera
entregarte a los fae. Probablemente los estaba usando para hacer su
trabajo sucio y recuperarte, una táctica clásica de los elfos, por lo que
parece que, aunque solo es un mestizo, se crio a nuestra manera, pero
volvamos al tema actual: tu espalda. Usando el collar puedo curarte
mucho más rápido y sin quitar la metralla.
―¿Funcionará realmente conmigo? ―pregunté.
Noctus resopló.
―Debido al favoritismo desenfrenado de la magia, sí, lo hará.
―Pero entonces tendrías que explicárselo a todos, ¿no? ―pregunté―.
Porque Charon vería que estoy mejor.
Noctus apartó la mirada de mí otra vez, la expresión que casi parecía
enojada se deslizó de nuevo por su rostro.
―Sí.
Esperé unos momentos, pero él no dijo nada más.
―¿No querías mantenerlo en secreto?
―Siendo realistas, no estoy seguro de que se pueda ocultar por mucho
más tiempo ―dijo―. Tarde o temprano se darán cuenta de que llevas
puesto el collar, a pesar de tu magia. Si el descubrimiento es inevitable,
bien puedo evitarte el dolor de la extracción de la metralla.
Apreté los labios, no porque me doliera la espalda, la poción anestésica
seguía funcionando, sino por las palabras de Noctus.
Detente, me advertí internamente. Bien puedo evitarte el dolor es apenas
cortés, mucho menos que afectuoso.
Pero lo era, en el contexto de lo que Noctus iba a hacer por él.
Noctus, todavía sentado en el borde de mi sofá, me observaba,
esperando mi respuesta. Me iba a dejar elegir.
Puedo verlo... no su personalidad de rey obediente, sino lo que sea que haya en
él que lo hizo salvar a Ker y Aristide. No es suave, o en realidad es tan suave como
una tormenta, pero hay algo en él que se extenderá... cuando lo sepa.
Pero ¿cómo sabía que yo era como Ker y Aristide? Ciertamente no era
valiente ni buena peleando como ellos. No había hecho nada destacable.
¡Durante la mayor parte del tiempo que tenía de conocerme, pensó que
yo era un gato!
Pero estaba dispuesto a correr el riesgo.
¿Qué va a pasar cuando sea hora de que me vaya? ¿Tomará simplemente el
collar y será como si nada de esto hubiera pasado?
El pensamiento me pinchó como una aguja, así que me alejé de él,
concentrándome en el tema en cuestión.
―Bueno. ―Sintiéndome extrañamente tímida, levanté su chaleco para
que cubriera mi boca―. Si no te importa, ¿puedes curarme?
Él asintió, luego se puso de pie y fue a su escritorio.
―¿Noctus? ―dije.
Se detuvo, de espaldas a mí.
―¿Sí?
―Gracias.
Agarró algo de su escritorio y luego volvió a mi lado.
―Por supuesto. ―Extendió la mano para tocar mi hombro, con sus
dedos cálidos sobre mi piel―. Es más fácil si nos tocamos.
―Hazlo ―le dije―. ¿Recuerdas cuántas siestas tomé contigo como
Ama? Está bien.
Noctus levantó suavemente la parte superior de mi cuerpo del sofá.
Golpeó la almohada para que se cayera, luego ocupó su posición
desocupada, acomodándome con cuidado en su regazo.
Usó el objeto que había tomado del escritorio, una daga enjoyada, y lo
presionó contra el grillete de su mano derecha. Algo en el grillete hizo clic
y se partió por la mitad. Noctus se inclinó hacia un lado y dejó caer el
grillete sobre el lado del brazo del sofá.
Cuando me vio mirándolo, me tendió la daga para que la inspeccionara.
―Cancela la magia ―dijo―. Específicamente hechizos faes.
―El Paragon graznaría si lo supiera ―dije.
―El Paragon sabría que tal cosa existe si tuviera la edad que pretende
tener ―dijo Noctus―, y la daga es una forma mucho más fácil para lidiar
con los grilletes que deshacer el hechizo y volver a armarlo.
Bostecé.
―¿Charon y los demás podrán decir que te lo quitaste?
―No hasta que explote media villa con la magia necesaria para curarte
―dijo secamente.
Me reí.
―¿No será eso emocionante?
Noctus apartó suavemente mi cabello de mi cuerpo para que se
derramara sobre su regazo, desenredándolo con cuidado de cualquiera
de los fragmentos de metal que los fae Seelie habían empacado en su
bomba mágica.
―¿Necesito hacer algo? ―pregunté.
―No, la magia hará el trabajo. ―Se inclinó sobre mí, jalando su chaleco
hacia abajo para que se extendiera sobre mis piernas, dándole una vista
por los agujeros en mi ropa de mis heridas―. Simplemente quédate
quieta.
Exhalé y esperé la magia de Noctus.
Pude sentir cuando estalló con la familiar sensación de un cuchillo en
las costillas, pero aun así pasó rozándome, incapaz de afectarme.
El collar comenzó a calentarse en mi garganta y las gemas de color rojo
granada comenzaron a brillar.
Contuve la respiración por varios segundos.
―Relájate. ―Tocó el collar.
―Eso es un poco difícil de hacer ―le dije―. Puedo decir que la magia
se acerca.
Me preparé cuando su magia comenzó a filtrarse a través del collar,
dándome una cálida sensación de cosquillas en todo mi cuerpo que
ahuyentó los últimos escalofríos.
―Esto es agradable ―dije después de unos momentos―. ¿Así es
como... ―Cerré la boca cuando miré hacia arriba y vi a Noctus fruncir el
ceño.
―No es suficiente ―dijo.
―¿No puedes obtener suficiente magia debido a las esposas?
―Supongo.
―Está bien. Gracias por intentarlo. ―Sonreí, tratando de demostrarle
que no me importaba.
Noctus me miró.
―Tengo más que suficiente magia.
―¿Okey?
Apretó la mandíbula de nuevo.
―Es el… tocar. No es suficiente.
―Oh. Bien. ¿Quieres poner tu mano en mi cara o algo así? ―pregunté.
Noctus ignoró mi sugerencia.
―¿Puedo cambiarte de sitio?
―Sí, me siento bastante bien entre la poción y tu mag... ―Me
interrumpí con una fuerte inhalación cuando Noctus deslizó sus manos
debajo de mi hombro y me levantó para que casi me sentara en posición
vertical. No me dolía por la poción, pero podía sentir el metal en mi
espalda hundirse más.
―Lo siento. ―Me jaló más cerca, dándome la vuelta con cautela para
que yo me girara hacia él.
Una vez que me di cuenta de lo que quería, me giré en su dirección,
apretando los dientes. Me estiré para alcanzar el brazo del sofá, pero era
difícil sostenerme en ese ángulo.
Noctus enganchó sus brazos alrededor de mis costados, teniendo
cuidado de no tocar ninguna de mis heridas, luego me inclinó para que
cayera contra su pecho con un golpe desgarbado.
―Bueno ―le dije en su hombro.
Noctus fijó su agarre en mí por lo que me sostenía con un brazo
ajustado contra mi costado. No tuve que hacer ningún trabajo, solo
absorber con avidez su magia.
Por un momento, se sintió incómodo. Entonces, relajé mis manos
apretadas y pasé mis dedos por una arruga en su camisa, aplanándola
contra su pecho, y Noctus apoyó su barbilla sobre mi cabeza.
Este es un abrazo mucho mejor que cualquier cosa que haya recibido como gato.
Me sentía más cálida, apoyada, y el dolor de girar se desvaneció en la
nada debido al puro consuelo que irradiaba Noctus.
Cerré brevemente los ojos.
―¿Cómo sabrás si esto es suficiente? Wow. ―Las palabras me fallaron
cuando la magia de Noctus brotó a través del collar.
La sensación de cosquillas se solidificó en un hormigueo más fuerte,
extendiéndose desde la parte superior de mi cabeza hasta los dedos de
mis pies, pero eso no era lo que me tenía cautivada. Su magia cantaba.
Como el crescendo de un coro, la magia de Noctus se hundió en mi
cuerpo, cada partícula formando una nota armoniosa.
El crepitar de las estériles llamas blancas y azules de la chimenea se
apagó mientras el mundo tomaba un tono dorado. La magia de Noctus
zumbaba, instalándose más profundamente en mi piel.
Incómodamente giré la cabeza, estirando el cuello para poder ver por
encima de mi propio hombro y mirarlo.
―¿Tu magia canta?
Noctus estaba estudiando mi espalda, pero ante mi pregunta me miró
a la cara.
―¿Puedes oírla?
Cerré los ojos mientras escuchaba su canto mágico en un sonido que
era como una voz humana, excepto que era demasiado cristalino y puro.
―Oh, sí.
―Interesante, y sí, mi magia es un sonido. Los elfos escuchan toda la
magia como sonidos ―dijo―. ¿Puedes escuchar algo además de mi
hechizo?
―No. No creo que quisiera incluso si pudiera ―dije, aturdida.
―¿Por qué? ―preguntó.
―Porque es tan hermoso. ―Estaba tan embelesada por el sonido, que
se elevó alto y luego se entrelazó bajo, que me costaba mucho mantener
la boca cerrada.
Noctus rio, en un sonido profundo de barítono que armonizaba con el
crescendo de su magia.
La sensación fría y entumecida de la poción se retiró y todo mi cuerpo
se calentó. La tensión de mis músculos se alivió. Podía sentir los puntos
donde la metralla se había enterrado en mi piel desapareciendo mientras
mi interior se sentía burbujeante.
―¿Qué está pasando? ―pregunté.
―Mi magia está desintegrando la metralla ―dijo Noctus―. Dado que
estamos conectados, puede identificar qué es parte de ti y qué no. Es
deshacerse de lo que no debería estar ahí.
Mi nerd de libros interior se animó.
―Espera, ¿es sopesar las cosas y tomar decisiones? Eso es fascinante,
¿puedes hacer esto por ti mismo?
―No ―dijo―. Requiere la capacidad de bombear magia a través de
una conexión como la nuestra. ―Su voz era mucho más fría, y tuve la
sensación general de que no quería que preguntara nada más.
Recuerda el objetivo: no quiero aprender más de lo necesario. Excepto... ¡esto
es tan interesante! Quiero decir, dijo que requiere una conexión como la nuestra.
¿Significa que técnicamente yo podría hacer esto por él?
Su magia me golpeó con otra oleada, trayendo consigo otra canción.
―¿Cómo haces algo? Si mi magia cantara, simplemente me sentaría y
la escucharía todo el día ―dije con aprecio cuando su magia se asentó
profundamente en mí.
Me estaba dando sueño, y su magia sonaba como si mirara las estrellas
y las montañas.
―Me alegro de que lo encuentres relajante, hace que el proceso de
curación sea más fácil. ―Sus dedos se deslizaron por mi nuca, lo que hizo
vibrar su magia. Jaló mi camisa agujereada, inspeccionando mi piel,
aunque fue muy respetuoso en el sentido de que no trató de tocarme, y
solo sentí el movimiento de mi ropa.
Apenas me di cuenta; todavía estaba mareada por la sensación de la
magia.
―¿Es así como es tener magia manejable? ―pregunté―. Puedo sentir
hechizos externamente, pero mi magia cambiante es tan instantánea que
apenas es una punzada. Puedo sentir mi magia y controlarla, pero no
puedo dirigirla. Solo tengo que rezar para que funcione, lo que tal vez sea
algo bueno porque, wow, esto es mejor que equilibrar las cuentas de Book
Nookery. ¡Es incluso mejor que comprar un libro nuevo!
―Tomo nota de tus elogios. ―Pasó sus dedos por mi cabello mientras
trataba de inspeccionar mi cuero cabelludo en busca de cualquier herida
rebelde―, y no, esta no es una representación bastante precisa. Mi magia
no sería tan suave para nadie más.
Obligué a mis dedos a cooperar para poder darle dos pulgares hacia
arriba.
―En ese caso, dile a tu magia que este es un tratamiento de cinco
estrellas, lo volvería a hacer.
Ahí estaba esa risa de nuevo, que envió su magia repicando a través de
mi cuerpo.
―Estás curada ahora ―continuó después de su inspección―. Pero
querrás moverte con cuidado por el resto de hoy. La magia cerró todas
tus heridas, pero todavía es necesario que haya una curación menor de
tus músculos: mi magia residual que flota a tu alrededor será suficiente
para manejarlo. Solo necesita un poco más de tiempo.
―Ajá ―dije.
Lo único que sabía era que si me relajaba más, iba a empezar a babear.
La canción de su magia se calmó, pero no se desvaneció por completo.
Todavía podía sentirla en mis huesos. Estaba tan embelesada por eso que
me perdí el sonido de los pasos afuera.
La puerta se abrió de golpe y Aristide entró.
―Noctus, ¿qué estás haciendo? Ker dijo que podía oler tu magia por
todo el pasillo.
―Estaba curando a Chloe. ―Noctus se movió un poco para poder
recoger su grillete abandonado, pero no trató de moverme. Estaba
demasiado confundida para preocuparme de estar sobre su pecho, así que
me quedé donde estaba, absorbiendo la última pizca de su magia.
―Okey, eso tiene sentido. Debes haberte quitado al menos uno de tus
grilletes, espera, ¿qué? ―dijo Aristide.
―Pensé que había dejado en claro que ella necesitaba que quitara la
metralla, Majestad ―dijo Charon.
Abrí un ojo y observé al elfo y al vampiro irrumpir en la habitación.
Ker estaba detrás de ellos, de vuelta en su cuerpo humano con la nariz
crispada y el ceño fruncido.
―Lo pensé y decidí que esperar era innecesario dado que había una
forma alternativa de curarla que eliminaba la metralla ―dijo Noctus.
―¿Qué forma alternativa sería esa? ―Charon preguntó, su voz se tensó
como mis nervios cuando pude sentir otro sobrenatural en el área.
Noctus me hizo rodar sobre mi costado y empujó la parte superior de
mi cuerpo, así que me despegué de él, sostenida por sus manos sobre mis
hombros.
―Magia vinculante.
Se puso de pie y me soltó. Creo que pensó que soportaría mi propio
peso, pero no lo hice, así que me desplomé sin fuerzas en el sofá y lo
golpeé con un fuerte “¡womph!”
Ker se echó a reír; el sonido era tan fuerte y alegre que parecía casi un
aullido. Aristide había estado en el proceso de sentarse en su silla favorita,
pero con las palabras de Noctus se levantó de golpe.
―¿Magia vinculante?
―Sí ―dijo Noctus.
La habitación estaba en silencio, a excepción de Ker, que todavía se
estaba riendo. De hecho, estaba inclinada y estaba bastante segura de que
estaba empezando a llorar.
La máscara de Charon todavía era impresionantemente impasible.
―¿Cuándo?
―Poco después de que la traje a la villa como Ama ―dijo Noctus.
―Eso es dulce ―declaró Ker, su voz temblaba mientras controlaba su
risa y se limpiaba la humedad de los ojos.
―Mmm ―fue todo lo que Charon dijo mientras me estudiaba―. ¿El
collar?
―Sí ―dijo Noctus.
Todavía no había sacudido la calidez difusa de la magia de Noctus, así
que cuando me senté, jalé el cuello de mi camiseta hacia abajo para
mostrar que el cuello todavía estaba ahí.
―No puedo quitármelo ―le dije a Charon ya que todavía me estaba
mirando―. Lo intenté.
―Me imagino que sí ―dijo Charon.
No estoy segura de cómo tomar su reacción... o la de Aristide...
Cerré los ojos brevemente y traté de unir mis células cerebrales para un
pensamiento coherente.
―Quiero saber por qué ―exigió Aristide―. ¿Por qué harías magia
vinculante, lo cual los elfos rara vez hacen, porque son un grupo de
paranoicos a pesar de toda su arrogancia?
―Ella era mi gata ―dijo Noctus.
―¡Sí, bueno, definitivamente ya no lo es! ―dijo Aristide―. ¿Por qué
todavía lo tiene puesto?
Noctus me estudió, aparentemente desconcertado.
―El hecho de que no sea un gato no significa que dejó de ser mía.
Ker se llevó ambas manos a la boca y pensé que podría estar llorando,
de verdad esta vez, no por la risa
―¿Ker? ―pregunté―. ¿Estás bien?
―Estoy tratando de decidir ―dijo Ker lentamente.
―¿Decidir qué? ―pregunté.
―Si debería tomar una foto para preservar este gran momento de
crecimiento personal para Noctus, o usar esto como una lección de
enseñanza para que aprenda a reformular las cosas para que pueda hacer
amigos ―dijo Ker.
Aristide gimió.
―Por favor, dime que no vas a arrastrar tu obsesión por Dale Carnegie
a esto.
―Necesita aprender ―insistió Ker.
―Lo que sea. ―Aristide señaló en dirección a Noctus y frunció el
ceño―. Estoy más preocupado de que hayas usado ese tipo de magia... ¡en
un gato!
―Como señalaste, ya no es un gato ―dijo Noctus.
―¡Excepto que lo era cuando se lo pusiste! ¡¿Por qué forjarías una
conexión eterna con un gato?!
―Ella era importante para mí ―dijo Noctus.
Aristide hizo ruidos ahogados y se derrumbó en su silla.
Mi cerebro finalmente estaba funcionando lo suficientemente bien
como para pensar que las respuestas escasas de Noctus tal vez estaban
diseñadas para inspirar emociones en sus amigos, pero ¿qué tiene que
esconder? Yo era solo un gato. No podría haber una razón más profunda para
ello.
―Comprendo. ―Charon dejó la bandeja y el plato cubierto que llevaba
sobre una mesa auxiliar, aunque agarró un frasco de vidrio con un tapón
de corcho―. Si es así, me alegro de que hayas podido usar la magia
vinculante para curar la espalda de Chloe. Dado que la poción ya no es
necesaria, la retiraré, aunque te aconsejo, Chloe, que comas. A pesar de
que la magia sanó tu cuerpo, aún necesitarás nutrientes para reemplazar
la sangre y para la recuperación general. ―Se inclinó levemente hacia mí
y luego se fue, comportándose como si nada fuera de lo común hubiera
sucedido.
Ker se sentó a mi lado y me palmeó la rodilla.
―Sabía que estabas en la lista ―dijo.
―Como un gato ―le recordé.
―Claro ―cantó Ker.
Aristide todavía se veía un poco tormentoso con el ceño fruncido en su
rostro.
―Deberías habernos dicho, Noctus, cuando descubrimos que era
humana. Eso fue peligroso.
Noctus se encogió de hombros.
―Me habrías sermoneado y yo me habría negado a quitarle el collar,
ya que es una excelente manera de rastrearla.
―Tal vez, pero el aviso hubiera estado bien. Si no eliminas ese tipo de
comportamiento, soltaré a Ker sobre ti y ella te obligará a asistir a una de
sus tontas clases de “hacer amigos” ―dijo Aristide.
―Supongo, entonces, que la próxima vez que decida hacer algo
emocional, ¿quieres que te informe? ―preguntó Noctus.
―¡Sí! ―Aristide siseó.
―Si tú lo dices ―dijo Noctus.
―Se ha establecido el círculo de confianza ―declaró Ker.
―Um, creo que te puedes estar perdiendo la razón por la que Noctus
ha decidido dejarme el collar ―dije.
―Tonterías ―dijo Ker―. ¡Ya verás! Ahora, ¡vamos a comer!
El reloj de repisa ubicado en una de mis estanterías dio la hora: las seis
de la tarde.
Levanté la vista de la pila de papeles y me puse de pie. Es hora de irnos,
o llegaré tarde.
Me reuniría con los representantes de los niveles de la ciudad esta
noche. Oficialmente, era para darles tiempo para ventilar cualquier queja,
pero mi gente estaba tan aterrorizada de mí que nunca se atrevían a
quejarse, así que normalmente se convertía en una sesión en la que yo
arrancaba palabras a los representantes que sólo balbuceaban cosas
positivas.
Me puse mi saco negro sobre mi camisa gris abotonada mientras
sorteaba los muebles que abarrotaban mi oficina. Cuando pasé por el sofá,
reduje la velocidad y noté que mi chaleco, en el que Chloe se había metido
antes de que la curara, todavía estaba ahí.
Lo guardaré cuando regrese.
Incliné la cabeza de un lado a otro mientras trataba de ver alguna
mancha en el sofá recién limpiado.
Se veía bien, aunque al mirarlo me dieron ganas de prenderle fuego.
¿Qué me irrita más: que me moleste el sofá porque Chloe sangró por todos lados
y pensar en eso me pone de mal humor, o saber que Aristide tenía razón en que lo
odiaba?
Como sea, el sofá iba a tirarse y no quería un reemplazo idéntico.
Tendríamos que conseguir algo completamente nuevo.
Ahora le guardo rencor a los muebles. Fantástico. He vivido tanto tiempo que
ya no estoy madurando, estoy retrocediendo a un estado juvenil.
Sintiendo mi debilidad, la magia salvaje en el aire zumbaba,
rodeándome en un coro agresivo.
Negué con la cabeza mientras me dirigía a la puerta, jalando las mangas
de mi traje hacia abajo, que se amontonaban torpemente sobre los puños
de metal que cortaban mi magia.
―Lo que sea que quieras, la respuesta es no.
La magia salvaje no tuvo la decencia de aquietarse. En cambio, las notas
musicales me siguieron afuera de mi estudio y por el pasillo.
Pasé la escalera central, en dirección a una de las puertas traseras a la
ciudad que permitiría una entrada menos visible que las puertas dobles
gigantes. Cuando escuché una risa flotar desde el corto pasillo que
conducía a la cocina, me detuve.
Esa es Chloe.
No se reía a menudo, era un efecto secundario de una ansiedad casi
constante.
La voz baja de Aristide era apenas audible antes de que se hiciera más
fuerte, casi cubriendo las carcajadas de Ker.
Por un momento consideré cancelar la reunión e ir a la cocina.
Pero aunque nunca tuve la intención de ser rey, lo era. Con eso venían
los deberes de mantener el orden. Además, cuando Chloe volvió a hablar,
la magia salvaje que me rodeaba volvió a cantar felizmente. Eso solo era
suficiente para empujarme a seguir caminando.
Podría haber atado a Chloe a mí porque soy un idiota que estaba demasiado
distraído por la magia finalmente hablándome de nuevo que dejé que nublara toda
la lógica y la razón, pero me niego a dejar que me use para cualquier otro plan
que tenga para Chloe.
Estaba seguro de que si Chloe supiera que la magia se estaba
interesando en ella, su corazón explotaría de miedo, pero no era tan
sorprendente.
Las sombras, con su capacidad para atravesar cualquier barrera,
sobrevivir a la magia contaminada y no verse afectadas por ninguna
magia negativa lanzada por un sobrenatural, siempre fueron las favoritas
de la magia. Era natural que la magia salvaje estuviera encantada de tener
una sombra alrededor.
Pero, esta vez, no iba a ponerme del lado de eso.
Esto, sin embargo, era muy diferente de la ocasión con la guerra. Tenía
que pensar en mi gente, y el futuro de Chloe era todo lo que preocupaba
a la magia, no el futuro de los seres sobrenaturales en general.
El único problema con ese plan era Chloe.
Estaba casi por el pasillo cuando escuché a Chloe llamarme.
―¿Noctus?
Exhalé, me di la vuelta y la vi correr por el pasillo.
Se había puesto ropa nueva desde que la curé y envolví su cabello
castaño, que ahora personalmente sabía que era tan sedoso como lo había
sido su pelaje como Amalourne, en un moño que estaba seguro que solo
se hizo para parecer más alta.
―Sé que tienes algo que hacer, pero solo quería darte las gracias. De
nuevo. Por curarme.
Deslicé mis manos en mis bolsillos.
―Por supuesto, pero la próxima vez no actúes como cebo. Las sombras
son más adecuadas para emboscadas y trabajos sigilosos.
Ella sonrió, y la marca de belleza debajo de su ojo izquierdo de alguna
manera hizo que sus ojos fueran más cálidos.
―Seamos honestos, soy la más adecuada para huir.
―Si Charon te escucha decir eso va a incrementar tus ejercicios ―le
advertí―. Sueña con convertirte en una luchadora de élite.
―¿Por qué todos aquí son los únicos sobrenaturales que he conocido
que tienen grandes expectativas para mí? ―preguntó.
Me permití una leve sonrisa.
―Porque sabemos de lo que eres capaz. Buenas noches, Chloe.
Vaciló torpemente sobre sus pies, apenas evitando caer en viejos
patrones de acercarse físicamente a mí, muy probablemente. (La única
razón por la que no lo hice fue porque yo, esperando que la magia
estuviera fangirleando excesivamente por ella, me había plantado
firmemente para no hacer algo estúpido como alcanzarla).
Cuando arregló su tambaleo, me sonrió, giró sobre sus talones y luego
trotó de regreso a la cocina.
La vi irse con el ceño fruncido.
Sí, soy consciente de que la magia quiere usarme para llegar a ella, y eso me
enfurece, pero saber eso no es de ninguna ayuda cuando realmente no me importa
ayudarla, como lo hice cuando la curé.
Me obligué a seguir adelante, saliendo del pasillo principal.
Más temprano en el día, la magia salvaje prácticamente me cantó una
ópera humana hasta que me ofrecí a curarla. Estaba reacio a hacerlo, en
primer lugar porque la magia salvaje lo deseaba tanto, y en segundo lugar
porque sabía que tendríamos que tener mucho más contacto corporal, y
sospeché que una vez que me sentara con Chloe en un abrazo, iba a ser
difícil dejarla ir.
De todos modos, no iba a dejar que siguiera sufriendo solo porque tenía
poco autocontrol y la magia era insistente.
El final del diminuto pasillo al que entré terminaba con una estrecha
escalera de caracol hecha de piedra y madera podrida. La falta de cuidado
de Charon en el área era su intento pasivo agresivo de evitar que usara
las entradas laterales. Comencé a bajar las escaleras mientras revisaba
distraídamente que mis cuchillos y dagas ocultos estuvieran metidos en
su lugar, un hábito que perduraba desde mis días como el traficante de
muerte de la familia Mors.
Si fuera un poco egoísta, culparía a Chloe por mi debilidad al desear ayudarla
y trataría de evitarla, pero no soy tonto. La magia es el problema, no ella.
Aproximadamente dos tramos más abajo llegué al final de la escalera,
que terminaba con una puerta de madera maltrecha que había visto días
mejores. La empujé para abrirla, haciendo una mueca cuando las bisagras
crujieron.
Tampoco soy tan estúpido como para culpar de mi inesperado afecto por Chloe
al tiempo que pasó como mi mascota.
Amalourne fue una calidez para mí que no había experimentado, ya
que me dio un tipo de amor desinteresado e incondicional que solo las
mascotas pueden representar.
Chloe, sin embargo…
Salí al aire húmedo de la noche, sin sorprenderme de ver a los líderes
de nivel esperándome junto a una fuente de un fénix.
Hicieron una reverencia de inmediato, doblándose por la mitad para
que no pudiera ver sus rostros o expresiones, incluso desde esta distancia
podía ver el blanco en sus manos apretadas y escuchar el silbido de las
bocanadas de aire irregulares que tomaban.
Todavía me temían, incluso después de todo este tiempo.
Y no podía culparlos, no después de pasar gran parte de mi vida en un
derramamiento de sangre que culminó con la eliminación de toda mi
familia.
Así es como Chloe, como persona, ha llegado rápidamente a significar tanto
durante nuestra complicada y corta historia. A pesar de todos sus miedos y
ansiedades personales, todavía me busca. No se inmuta cuando me toca, no le
importa si debe apoyarse en mi pecho.
Si Amalourne era el amor de una mascota, cálido pero centrado solo en
el afecto como un consuelo y un momento de paz, Chloe era el indicio
peligroso y seductor de un amor vinculante, algo que perduraba a través
de la muerte, el dolor... y el poder. Algo mucho más profundo, mucho
más raro y mucho más precioso.
Y sin embargo, es algo que aún así no puedo tener. Dudo que sea lo que la
magia salvaje tiene en mente para ella, pero, lo que es más importante, ese es el
tipo de amor que es peligroso para mí que tenga cuando mi único propósito en la
vida es cumplir con mis deberes. Me distraería y me alejaría de eso.
Pero ese conocimiento no detuvo el cuchillo de arrepentimiento que se
retorció en mi corazón mientras caminaba hacia mi gente temblorosa,
maldecido por saber que el miedo era todo lo que me esperaba por el resto
de mi vida.
―Es una muy mala idea ―dije.
Me paré en uno de los escalones que daban a la ciudad de los elfos y
conducía al nivel más alto. Mientras miraba la bulliciosa ciudad, todos los
nervios de mi cuerpo ardían.
―Es una ciudad de elfos, posiblemente no les emocione saber que soy
una sombra.
―No importará ni un poco ―me aseguró Ker mientras sostenía el
brazo de Aristide, guiándolo escaleras abajo.
Me quedé donde estaba, mientras mis rodillas temblaban.
―Soy una sombra, el enemigo al que cazaron y mataron.
―Hace siglos ―dijo Ker―. Muchos de los elfos aquí ni siquiera estaban
vivos en esos tiempos.
―Por favor discúlpame si no estoy convencida ―dije.
―¡Por el amor de Dios! ―Aristide se detuvo en un escalón para poder
moverse y dirigirse hacia donde yo estaba al menos seis escalones más
arriba―. Chloe, Noctus nos dijo que te lleváramos a la ciudad. Hizo el
anuncio de que existes y eras Ama, y quiere que al menos algunos de los
elfos te vean para aclarar el punto. Crees que te temen, pero aquí está la
clave: ¡están mucho más aterrorizados por Noctus y su reacción!
―Lo respetan ―protestó Ker.
―Si prefieres expresarlo de esa manera, seguro ―refunfuñó
Aristide―. El punto es que nunca se moverán contra él. Estarás bien.
Todavía no estaba convencida, pero el dúo comenzaba a bajar las
escaleras y no quería quedarme sola en la ciudad, así que corrí tras ellos.
―Tienes unos diez pasos hasta que lleguemos al siguiente nivel ―dijo
Ker.
―Entendido ―dijo Aristide.
―Ahora ocho pasos.
―¿Por favor no me digas que tienes la intención de decirme cada dos
pasos?
―Ahora seis, ¿y por qué no? Te estás haciendo viejo.
―¡¿Como si tú no?!
Le sonreí al dúo, calmada por su fácil amistad, aunque ni siquiera sus
disputas pudieron detener la avalancha de mis pensamientos.
Noctus le dijo a su gente, ¿eso no significa que realmente tiene la intención de
que me quede aquí por mucho tiempo?
Lo dijo el día que me curó. Todavía tenía la esperanza de que me dejara
ir antes de lo esperado, pero no estaba segura de cómo la magia
vinculante jugaría en eso.
¿Eso significa que seguiremos siendo amigos una vez que esto termine y me
vaya?
Siempre supuse que eventualmente Noctus me dejaría en la puerta de
mi edificio de apartamentos, y nunca volvería a saber de él.
No hubiera querido saber de él, era un rey elfo, pero estaba empezando
a sospechar que, si eso era lo que iba a pasar, me sentiría... triste.
Sintiéndome avergonzada, miré a Aristide y a Ker, quienes seguían
discutiendo mientras cruzaban la plataforma, dirigiéndose al siguiente
nivel de escaleras.
Extrañaría a Ker y Aristide, e incluso a Charon también. Se preocupan y creen
en mí de una manera que nadie más que mi familia ha creído.
Mi corazón me golpeó metafóricamente en el pecho, y estaba
profundamente consciente de que aunque realmente apreciaba las nuevas
amistades que había hecho, y su disposición a invertir en mí como Charon
lo había hecho al tratar de enseñarme a usar las dagas, extrañaría a Noctus
la mayor parte del tiempo.
Y ese es un patrón de pensamiento peligroso.
―Chloe, ¿vienes? ―Ker dijo―. Te estás quedando bastante atrás.
―¡Lo siento, me perdí en mis pensamientos! ―Enderecé mis hombros,
luego corrí tras los dos.
Los seguí más allá de los tres niveles superiores de la ciudad, que
estaban tallados en las laderas de la montaña para que toda la ciudad
pareciera una enorme escalera.
Nos bajamos en el cuarto nivel, siguiendo una amplia plataforma que
se abría a una plaza que ocupaba buena parte de este nivel de la ciudad.
La plaza estaba construida con reluciente piedra blanca, y una pasarela
de piedra desde el tercer nivel de la ciudad la atravesaba con un
gigantesco puente en forma de medialuna. Coloridas banderas colgaban
del puente, y un puesto de comida que vendía alguna variación de masa
frita, algo que reconocería por mi amor por las donas sin importar la
cultura -especialmente con el aroma de azúcar frito que me incitaba-,
estaba colocado junto a la base de una fuente gigante, o más bien los restos
de una.
El agua todavía burbujeaba en la enorme fuente, que era al menos tan
grande como mi lujosa habitación en la villa de Noctus, pero en el centro
del estanque había una plataforma de piedra astillada y una estatua.
La estatua medía unos dos metros y medio de altura y representaba a
un guerrero con armadura que sostenía una guadaña. Me tomó un
momento reconocer la guadaña y la armadura del retrato dentro de la
villa.
Ese debe ser Noctus con... ¿cómo lo llamó Ker? Destrucción.
El arma era bastante distintiva con toda su letalidad, incluso como
estatua, la cosa parecía peligrosamente afilada.
Sí, no puedo decir que estoy triste porque está maldita y ya no se puede usar.
Noctus debe haber sido aterrador al manejarla.
Parecía que anteriormente había varias figuras en la fuente: pude ver
un par de botas astilladas y un par de pies calzados con sandalias tallados
en la piedra en ruinas, pero ahora, Noctus era la única figura que quedaba.
Esa debe haber sido su elección, me di cuenta mientras observaba a los elfos
moverse por la plaza. Porque Noctus lo habría derribado todo.
La plaza estaba más concurrida de lo que hubiera esperado para un día
de semana, pero parecía que la gente pasaba por ella para salir a la gran
escalera y poder acceder a los otros niveles de la ciudad. ¿Quizás iban a
casa a almorzar?
―Chloe.
Levanté los hombros a la defensiva, pero solo era Noctus, de pie con
Charon y un elfo; me tomó un momento reconocer a Valaria.
Era una elfa joven y hermosa que le había regalado a Noctus una cinta
rosa bordada con gatos negros para mí.
Noctus me indicó que me acercara.
Miré a todos los elfos, pero nadie me había notado, así que me deslicé
hacia Noctus, deteniéndome a su lado.
Él me miró, luego cambió su mirada a Valaria.
―Chloe, permíteme presentarte oficialmente a Valaria. Valaria,
¿recuerdas a Chloe, antes Ama?
―Por supuesto, Majestad. Es un honor, Chloe. ―Valaria me hizo una
reverencia.
¿Eso tengo que hacer? Oh, Dios.
También hice una reverencia, lo cual no fue tan bonito ya que estaba
usando pantalones cortos de mezclilla y no una falda como ella.
―El honor es mío, haces un hermoso trabajo de bordado ―solté antes
de que pudiera pensar en algo mejor que decir.
―Eres demasiado amable. ―Valaria hizo una reverencia de nuevo―.
Pero estoy muy complacida de que recuerdes mi trabajo, y estoy
encantada de verte de pie junto a nuestro rey.
Le devolví la reverencia, porque si no la devolvía, ¿no sería eso de mala
educación? La señorita Booker lo sabría.
―Gracias, pero no sé nada de eso.
Valaria agitó su falda mientras hacía una reverencia de nuevo con un
movimiento elegante.
―Pero, por supuesto que es una delicia: como sombra eres su igual, y
todos los elfos saben lo que significa la gravedad de una ceremonia de
unión.
Empecé a hacer una reverencia de nuevo, hasta que mi cerebro captó lo
que dijiste Valaria. Mis ojos se desorbitaron y miré a Noctus.
―¿Le dijiste eso a la gente?
Noctus estaba demasiado ocupado abriendo una bolsa de papel para
mirarme.
―Por supuesto. Les dije todo.
Quería decir algo, pero todo lo que pude hacer fue jadear.
―Respira ―me aconsejó Noctus mientras sacaba algo de su bolso―.
Come esto.
Lo tomé sin pensar y comí un trozo, dándome cuenta, tardíamente, que
era un trozo de masa frita del puesto.
Era aproximadamente del largo de una papa frita, pero tan gruesa
como mi pulgar. Tenía un exterior más crujiente que una dona, pero
estaba empapada en un jarabe dulce y pegajoso que explotó con sabor en
mi boca.
―Ahora bien, ¿estás segura de que no has visto a este hombre?
―Charon le tendió una fotografía del rastreador, una instantánea tomada
de las imágenes de seguridad cuando intentó romper la barrera de la casa.
―Segura ―dijo Valaria.
―Entendido. ―Charon deslizó la fotografía en su pequeño cuaderno e
hizo una anotación―. Gracias por tu cooperación.
―Siempre es mi honor. ―Valaria volvió a hacer una reverencia,
primero a Noctus y luego, desconcertantemente, a mí.
Con mis manos llenas de la casi dona, mi reverencia parecía más una
sacudida, pero hizo que Valaria sonriera y sacudiera la cabeza.
―No es necesario que me hagas una reverencia ―dijo mientras hacía
otra reverencia.
―Eso sería grosero. ―Mi conciencia social me dio una patada en el
estómago, así que hice una reverencia de nuevo.
―Te aseguro que no lo es. ―Valaria hizo una reverencia por última
vez, y antes de que pudiera devolverle la reverencia, Noctus deslizó un
pulgar a través de un lazo del cinturón en mis pantalones cortos de
mezclilla, manteniéndome de pie ya que no quería un mega calzón chino.
―Las costumbres élficas dictan que no necesitas hacer una reverencia
ya que estás vinculada a mí ―dijo Noctus mientras Valaria aprovechaba
el momento para escapar de nuestra batalla de reverencias.
Comí otro pedazo de mi postre que no es una dona, pero tiene la misma
vibra.
―Puedo ver cómo eso tendría sentido, ya que estoy conectada contigo,
eso me coloca en un nivel social diferente, aunque normalmente no estaría
ahí, ¿verdad?
―Algo así ―dijo Noctus.
―Entiendo. Pareció aceptarme bastante bien ―dije.
―¿Crees que alguien se atrevería a objetar que Majestad use magia
vinculante? ―preguntó Charon, olvidando convenientemente que
Aristide había hecho exactamente eso.
―Pensé que me odiarían por ser… ―Miré alrededor, luego bajé la
voz―. Una sombra.
Noctus se encogió de hombros.
―Los elfos que viven en esta ciudad pueden ser físicamente el mismo
tipo de elfo que vivió antes de la guerra, pero mucho ha cambiado. Son
de diferentes regiones, no solo son Mors: Vitas, Auron y otros. Antes de
la guerra, nunca habrían vivido en la misma ciudad debido a la mala
sangre entre la realeza élfica. Ahora se han visto obligados a adaptarse a
un mundo que no ha sido el suyo en siglos. ¿Qué les importaría si eres
una sombra o no?
Charon hizo otra nota en su cuaderno; por la forma en que me miró,
supe que él pensaba otra cosa, pero nunca le llevaría la contra a Noctus.
―¿Entonces estás confirmando que el rastreador no está trabajando con
el fabricante de artefactos? ―pregunté.
―De hecho ―dijo Charon.
―Normalmente, creeríamos que son dos problemas separados.
―Noctus soltó mis pantalones cortos y apoyó la mano en la empuñadura
de la espada que estaba atada a su cinturón―. Pero como parece que está
dispuesto a meterse con la política fae, y no lo hemos visto físicamente
desde la noche de la redada de artefactos, es mejor confirmar que no
estuvo involucrado.
Charon miró hacia arriba cuando su capucha se deslizó de su cabeza.
―También recuperamos imágenes del supuesto humano que intentó
vender artefactos mágicos a seres no sobrenaturales.
―¿Ese del que te habló el barista de Queen's Court? ―pregunté,
estirando mi memoria de todo lo que habíamos escuchado cuando Noctus
y los demás habían visitado la cafetería cuando buscaban por primera vez
señales del fabricante de artefactos―. Estaba tratando de venderlos fuera
de los mercados sobrenaturales y no era un humano muy convincente,
¿verdad?
―Correcto ―dijo Noctus―. Uno de mi gente trabaja en una tienda
cuya fachada da al mercado. Pudo recuperar imágenes de seguridad.
―Hasta ahora nadie lo ha reconocido tampoco ―dijo Charon―. Así
que es posible que esté trabajando con el rastreador. Aunque parece más
probable que el objetivo del rastreador sigas siendo tú, y su participación
en la política fae es un intento de alejarte de Noctus sin tener que
confrontarlo, y el vendedor de artefactos no tiene ninguna relación.
―¿Crees que el rastreador sabe quién es Noctus? ―le pregunté.
―No ―dijo Noctus―. Si lo hubiera hecho, no se habría acercado a la
casa, pero su voluntad de involucrar a otros significa que se necesita una
seguridad más estricta. Espero que intente otra táctica pronto si no puede
usar a los fae Seelie y Unseelie para secuestrarte.
A juzgar por las miradas pétreas de Noctus y Charon, todavía estaban
disgustados por el ataque a Ker y a mí, así que era mejor no comentar. Me
metí otro trozo de pan en la boca.
―Esto es delicioso ―dije cuando Aristide y Ker se unieron a nosotros.
―Es Elven Paneum ―dijo Charon―. Una comida de confitería frita
que normalmente se vende en los carritos de la calle.
Había terminado mi pan, pero me dejó con los dedos pegajosos, porque
absolutamente no iba a lamerlos frente a los elfos.
Antes de que tuviera la oportunidad de reflexionar sobre el problema,
Noctus colocó una toallita húmeda en mi mano.
―Gracias. ―Me limpié las manos y la toallita me dejó los dedos con
olor a lavanda.
Antes de que pudiera buscar un bote de basura, ¿las ciudades élficas
tenían botes de basura? Noctus me quitó la toallita de las manos y me dio
una cantimplora con agua.
Ls abrí automáticamente y tomé un sorbo, que fue cuando me di cuenta.
Todavía me trata como si fuera un gato.
Nuestro corazón a corazón que tuvimos mientras me curaba debe
haberme restaurado a sus buenas gracias, y él estaba cayendo de nuevo
en viejos patrones. Me alimentó, me dio de beber y me estaba rastreando
como lo hizo cuando yo era Ama.
Aun así, me sentía mejor que cuando entré por primera vez en la
ciudad, aunque se me ocurrió que el hecho de que me sintiera mejor
después del trato como mascota era una señal preocupante.
―Hemos consultado con tres de los elfos para confirmar que no
reconocen al rastreador. ¿Te gustaría que concertara citas con alguien
más? ―preguntó Charon.
―Sí, pregúntale a Prydwen. Deseo estar seguro y no asumir cosas
―dijo Noctus.
―Por supuesto, Majestad. ―Charon revisó su cuaderno de nuevo.
Tomé otro sorbo de agua, cuando hubo una explosión de plumas sobre
mí. Miré hacia arriba y una cola de mapache rayada con brillantes alas de
paloma casi me cae en la cara. Era French Fry. ¿Cómo me encontró aquí?
French Fry corrigió el rumbo e hizo un aterrizaje tambaleante en el
suelo, donde batió frenéticamente sus alas y tropezó con mis zapatos.
―Hola, French Fry. ―Tapé la cantimplora de Noctus, luego me agaché
y le tendí la mano al grifo de la basura.
French Fry se tambaleó hasta quedar bajo mi mano, luego arrulló de
placer cuando le acaricié la cabeza y la espalda.
―¿Conoces a esta... ―Noctus cerró la boca, y me di cuenta de que evitó
por poco llamar alimaña a French Fry.
―Sí. Lo veo por todo Magiford. Él es mi amigo.
―Recuerdo que lo mencionaste. ―La expresión normalmente serena
de Charon se cubrió brevemente con disgusto cuando French Fry lo miró
con un ojo naranja, luego giró la cabeza y lo miró con el otro ojo―. Pero…
―¿No me creíste? ―pregunté.
―No ―dijo Charon lentamente―. Es simplemente que los grifos de la
basura, eh... la especie a la que tu... French Fry... pertenece, normalmente
no se ve fuera de la Corte Nocturna.
Noctus frunció el ceño y miró la barrera brillante que se extendía por la
ciudad en kilómetros a la redonda.
―Tampoco debería haber sido capaz de seguirte a mi reino. Hay
hechizos en su contra.
―Él no tiene malas intenciones, y no está apegado a nadie. No creo que
pase mucho tiempo en el reino de la Corte Nocturna basado en la
frecuencia con la que lo veo ―dije.
―¿Crees que hay un riesgo de seguridad? ―preguntó Charon.
Noctus negó con la cabeza.
―Habría sentido una perturbación en los hechizos.
Rasqué a French Fry en la parte superior de la cabeza y él estaba tan
emocionado que me golpeó con sus alas.
―¿Qué hiciste, French Fry?
Noctus se agachó a mi lado. Le tendió la mano brevemente a French
Fry, quien le mordisqueó las yemas de los dedos, y luego revisó al
pequeño.
―Tal vez no sea tan sorprendente que haya podido entrar aquí. Te
encontró, una raza supuestamente muerta. ―Noctus abrió las dos alas de
French Fry; estaba bastante segura de que estaba buscando hechizos por
la forma en que lo miraba.
―Se dice que los grifos de la basura solían ser criaturas más inteligentes
―dijo Charon―. Pero nunca interactué mucho con ellos en mi vida.
―Yo tampoco ―estuvo de acuerdo Noctus.
―¡Él es lindo! ―Ker dijo cuando ella y Aristide se unieron a nuestro
grupo. Palmeó la mano de Aristide y luego se arrodilló a mi lado―. Tiene
cola de mapache y patas traseras con cabeza y alas de paloma gris ―le
describió a Aristide.
―¿Quieres acariciarlo, Aristide? ―pregunté.
French Fry picoteó el suelo, luego se atragantó e hizo un sonido seco.
―No, escucharlo a él y su descripción es más que suficiente ―se
estremeció Aristide―. Soy perfectamente capaz de recordar cómo son los
grifos de la basura, aunque no se llamaban así en el pasado.
―¿Cómo se llamaban? ―pregunté.
―Algo que no conviene a la compañía actual― dijo Aristide.
Noctus se puso de pie, sus manos cayeron sobre la espada atada a su
costado mientras hacía un barrido visual del área.
―¿Por qué te sigue una criatura de la Corte Nocturna?
―No estoy segura. ―Me puse de pie y tiré de mis pantalones cortos
cuando French Fry saltó sobre uno de mis zapatos, rápidamente perdió el
equilibrio y cayó por la acera―. Empezó a seguirme por Magiford cuando
me mudé aquí. Normalmente lo veo al menos una o dos veces por
semana.
―Interesante ―dijo Noctus.
―Eso explica por qué vimos un aumento drástico en la cantidad de
grifos de la basura con los que nos encontramos alrededor de Magiford
―dijo Aristide.
―Mmm. ―Charon se había retirado de la conversación y estaba
mirando mis pantalones cortos de mezclilla azul con los ojos
entrecerrados―. ¿Esta es una muestra típica de tu guardarropa, Chloe?
Bajé la vista hacia mi camiseta de algodón liso y mis pantalones cortos.
―Uh, para el verano, ¿sí?
―Ya veo. ―Charon se aclaró la garganta―. Si no hay objeciones por...
la presencia de French Fry, creo que ahora sería un excelente momento
para consultar con el armero para ver si terminaron con la comisión de la
espada corta y las dagas que pedí.
Noctus me miró.
―Ellos lo terminaron. Me enviaron un mensaje ya que también mandé
hacer un arnés especial para ella, no puede dejar que se le caigan las
dagas.
Tuve que desenredar a French Fry de mis cordones.
―¿Por qué se caerían?
―En tu nuevo entrenamiento es muy poco probable que se mantengan
en su lugar con lo que vas a hacer ―dijo Noctus.
―¿Nuevo entrenamiento? ―repetí.
―Sí. Dada tu mala suerte a pesar de tu inclinación a evitar pelear, ya es
hora de que aprendas cómo funciona realmente una sombra ―dijo
Noctus.
―Oh. ―Aristide silbó―. ¿Soy el único que pensó que eso sonaba
siniestro?
―Probablemente porque, además de Noctus y Charon, eres el único
con edad suficiente para saber lo que eso significa ―dijo Ker.
―¿Cómo es que a pesar de ser un amante de las autoafirmaciones y las
clases de liderazgo, eres completamente poco carismática? ―preguntó
Aristide.
Ker se posicionó de manera que quedó ligeramente por delante de
Aristide.
―Las autoafirmaciones son para aumentar mi confianza, no la tuya.
Aristide resopló mientras colocaba su mano alrededor de su brazo.
―Qué generosa. ¿Al armero?
―Al armero ―asintió Ker, y los dos partieron a través de la plaza.
―Iré adelante ―dijo Charon―, e informaré a la armería.
Noctus asintió y Charon desapareció entre la multitud.
Noctus y yo seguimos a Ker y Aristide, que estaban discutiendo. French
Fry hizo tropezar a algunos faes antes de que él también despegara,
aterrizando en el puente de piedra y casi cayendo por el costado.
Me aclaré torpemente la garganta en el silencio.
―Gracias por el paneo. ―Tropecé con la palabra desconocida, pero
Noctus no parecía ofendido.
―Me alegro de que lo hayas disfrutado ―dijo.
Moví mis hombros, luego me incliné y susurré:
―¿Está realmente bien para mí simplemente... caminar así? ―pregunté.
Noctus escudriñó la multitud, asintiendo cada vez que alguien se
detenía para inclinarse o hacerle una reverencia.
―¿A qué te refieres?
―Soy una sombra ―dije―. ¿No es malo para mí, como tu enemiga, ver
todo esto?
Noctus me miró como si acabara de bajar públicamente mi coeficiente
intelectual.
―Ni siquiera sabías que eras una sombra. De alguna manera, dudo que
tengas planes nefastos para llevar esta información a la guarida de tu
apartamento y comenzar a planear nuestra desaparición.
―Me alegro de que te des cuenta de eso. ―Me rasqué nerviosamente
el brazo cuando pasamos por debajo del puente de piedra y la plaza se
estrechó hasta convertirse en una calle de la ciudad―. Pero pensé que
todos estarían... molestos por mí, o por mi existencia.
―Yo estaba molesto porque me di cuenta de que Amalourne era mágica
y que estaba conectada con Chloe de Book Nookery, pero no me di cuenta
de que ustedes eran lo mismo. Que seas una sombra es irrelevante ―dijo
Noctus―. Excepto por el hecho de que se me debería haber ocurrido que
algunos de ellos sobrevivieron. Como podrían igualarnos a los elfos, es
lógico pensar que habrían sido capaces de superarnos en la planificación.
―Entonces, ¿todos en la ciudad lo saben? Que soy Ama, y una sombra,
quiero decir. ―Un olor a madera atrapó mi nariz, y vi un puesto entre dos
edificios de piedra, abastecido con madera recién cortada de todos los
tipos diferentes. No podía decir qué tipo de árboles eran, pero olía a cedro
y pino, y los diferentes tonos de los troncos cortados eran fascinantes.
―Sí ―dijo―. Envié un correo electrónico hace dos días, junto con un
anuncio de texto a todo el reino.
Había estado viendo a un adolescente con una chaqueta de cuero
regatear por un tronco y luego cargarlo en su scooter, pero con ese dato
de información tuve que mirar boquiabierta a Noctus.
―Ustedes tienen correo electrónico y mensajes de texto?
―Sí. Es el método más fácil de comunicación. ―Noctus frunció el
ceño―. ¿Eso te sorprende?
―No, bueno, sí. Es solo que los sobrenaturales como los fae e incluso
los vampiros no siempre están al tanto de la tecnología humana. Supuse
que los elfos serían similares ―dije. Pasamos por lo que parecía un taller
mecánico basado en el olor a aceite y gasolina que emanaba de él. Cuando
miré adentro, vi a un par de elfos mirándome boquiabiertos, y se
inclinaron apresuradamente.
―Tuvimos que adaptarnos ―dijo―. Porque necesitábamos humanos
para sobrevivir, y no podíamos dejar que otros seres sobrenaturales se
enteraran de nuestra existencia.
―Ya veo. ―Instintivamente me agaché, evitando apenas a French Fry
cuando se deslizó por encima. Encontró un poste de luz elaboradamente
arqueado para posarse, en el que se sentó por un momento antes de
comenzar a deslizarse hacia un lado y tener que volar de nuevo o caerse
de su posición.
―¿Y todos están bien con la magia vinculante? ―pregunté.
―¿Por qué no lo estarían? ―La voz de Noctus era oscura.
―Bueno… ―Traté de elegir cuidadosamente mis palabras cuando vi,
por el rabillo del ojo a un niño pequeño señalarme y decirle algo a su
mamá, quien lo obligó a bajar el brazo―. Aristide no pareció emocionado
cuando se enteró, y tampoco creo que Charon estuviera exactamente
mareado al darse cuenta.
―Aristide no estaba emocionado porque tiene la personalidad de una
manta mohosa que se ha dejado remojando en un pantano durante varios
siglos ―dijo Noctus.
Aristide, con su oído vampírico, se detuvo el tiempo suficiente para
darse la vuelta y fruncir el ceño en nuestra dirección.
―Escuché eso ―espetó―. ¡Y espero que ese grifo de la basura suyo te
cague encima!
Noctus le tendió la mano a Aristide.
―Un muy buen ejemplo.
Esbocé una sonrisa cuando Ker y Aristide se detuvieron frente a una
tienda que olía a carbón, metal caliente y cuero.
―Aquí está: la armería ―anunció Ker.
El edificio estaba hecho de la misma piedra blanca que el resto de la
ciudad, pero las maderas oscuras marcaban los bordes de las paredes de
la estructura, y la puerta de vidrio y el letrero neón de “abierto” eran
sorprendentemente modernos.
Tenía dos pisos, pero el segundo piso era un refugio al aire libre con
maniquíes de práctica y blancos colocados en filas ordenadas que podía
ver desde la calle.
Noctus abrió la puerta y me hizo señas para que entrara, donde
descubrí otra mezcla de tecnología humana moderna con sabiduría élfica
antigua.
La armería tenía vitrinas, vitrinas de vidrio, y cada una estaba fijada con
al menos tres luces LED que apuntaban al arma encerrada para que
brillara.
Las pantallas estaban llenas de armas de metal: espadas, dagas, ese tipo
de cosas, no armas de asta ni hachas, pero también se exhibieron algunas
armaduras de cuero, vainas y guanteletes.
Charon se paró en la parte trasera de la tienda con dos elfos. Uno de
ellos se apoyó contra un mostrador y agarró una tableta de computadora
con uno de esos accesorios para leer tarjetas de crédito conectado.
―Majestad. ―Charon hizo una reverencia, luego giró su atención hacia
mí―. Chloe, estos son Rodaric y Kestya. Son dueños y administran la
armería. ―Charon señaló primero al elfo macho y luego a la hembra.
Rodaric era alto y delgado, con dedos largos y elegantes, un monóculo
sobre el ojo derecho y cabello más gris que negro.
El cabello rubio plateado de Kestya estaba recogido en un moño y tenía
bíceps que harían que Pat se pusiera verde de envidia.
―Creo que, además del pedido original, hay algunas piezas que me
gustaría mostrarte, Majestad, para obtener tu opinión sobre si serían
adecuadas para Chloe ―dijo Charon.
―Adelante ―dijo Noctus.
Charon se dirigió de nuevo al frente de la tienda, Noctus fue con él.
―Nosotros también vamos ―dijo Aristide.
―¿Por qué? ―Ker preguntó.
―Porque tengo la intención de argumentar que Charon debería
enseñarle a usar venenos, por lo que también necesitará viales y una
funda para ellos ―dijo Aristide―. ¿No sabes que los venenos fueron
usados tradicionalmente por las sombras?
Ker abrió la boca y Aristide levantó la mano.
―Espera, no respondas a eso. Puedo decir que me vas a llamar viejo.
¡Vamos!
Ker se rio.
―Volveremos, Chloe. ¡Disfruta de tu nuevo equipo!
Saludé nerviosamente con la mano, luego hice una mueca cuando me
di cuenta de que Aristide no lo vería.
―Sí, gracias.
El dúo salió, y Rodaric y Kestya se inclinaron profundamente a sus
espaldas.
Cuando mis amigos se mezclaron de nuevo con las vitrinas, la pareja
de elfos volvió sus miradas curiosas hacia mí.
―¿Eres Chloe, que una vez fue Ama? ―preguntó Kestya.
Traté de no sonrojarme mientras me inclinaba ante ellos.
―Sí.
La pareja intercambió miradas. Algo debe haber pasado entre ellos,
porque ambos se giraron hacia mí con sonrisas tranquilas que hicieron
que las espirales de sus ojos se arremolinaran.
―Ella es perfecta ―murmuró Kestya.
―Un ajuste excelente. ―Rodaric asintió con aprobación mientras se
agachaba detrás del mostrador.
Me moví nerviosamente.
―Disculpa ¿qué?
Kestya hizo una reverencia.
―Te pido perdón, Chloe. Es simplemente que eres exquisita.
Observé a Kestya con su piel perfecta, cabello sin frizz y encantadores
ojos en espiral.
―¿Qué? ―repetí.
Rodaric resurgió de detrás del mostrador, sosteniendo un montón de
cuero.
―Aquí está tu nuevo arnés, diseñado para que tus armas no se salgan
durante las acrobacias.
―¿Acrobacias? ―repetí, sintiéndome más como un loro que como un
gato.
―Volteretas, escalar, cualquier cosa que te haga colgar boca abajo
―explicó Rodaric.
¿Acrobacias? ¿Cómo eran las sombras originales que tengo que preocuparme
de que mis armas se deslicen debido a que están suspendidas boca abajo? Aunque
he trepado mucho por los tejados en mi vida...
―Aquí está tu espada corta, aunque para ser correctos, en realidad es
una daga grande para un elfo promedio dado tu tamaño más pequeño
―explicó Kestya, sin saberlo, frotando sal en mis heridas.
―Será tu arma principal, por lo que hemos diseñado especialmente una
vaina trasera para que sea fácil de sacar y usar ―explicó Rodaric mientras
colocaba una vaina en la parte posterior de un arnés de cuero―. Así es
como lo usas.
Durante los siguientes minutos, Rodaric y Kestya me enseñaron a
armar mi nuevo atuendo.
El diseño base era un cinturón que se enganchaba en mis pantalones y
un cinturón especial secundario que se abrochaba en diagonal en mi
frente, luego se enganchaba en diagonal en mi espalda y se abrochaba en
el cinturón de mis pantalones.
La vaina, hecha de cuero con hermosos diseños estampados, estaba
enhebrada a través de la hebilla trasera. El lado izquierdo de la vaina tenía
unas pocas pulgadas de cuero extra que se asentaban sobre mi espalda,
creando una rampa para mi nueva arma, lo cual era necesario porque el
lado izquierdo de la vaina tenía una hendidura abierta.
La hendidura facilitó sacar mi espada corta de mi espalda con una sola
mano, ya que podía inclinarla hacia afuera, exponiendo la hoja mucho
más rápido que si tuviera que sacarla completamente.
―También es más silenciosa ―explicó Rodaric, el inusual artista de la
vaina―, y el trabajo decorativo en la cruceta aquí ―señaló dos diminutas
piezas triangulares de la cruceta que se asentaban sobre los dos lados
planos de la espada corta―, se enganchan en la vaina, pero para mayor
seguridad, debes usar esta correa de cuero para asegurarlo. ―Me mostró
la correa que se enganchaba sobre la cruceta, sujetando la espada en la
vaina―. Construí la vaina para la espada corta, por lo que es un ajuste
apretado, pero necesitabas poder liberar la daga con un tirón, y el impulso
de las acrobacias que probablemente emplearás generará un tirón similar,
por lo que necesitas tener tus armas atadas si no estás luchando
activamente.
Todavía era confuso para mí qué acrobacias esperaban que hiciera, pero
esa era una pregunta para Noctus y Charon, así que me concentré en
absorber toda la información que me ofrecía la pareja.
―Para contrarrestar el peso de tu espada corta, hay tres pequeñas
dagas que se enganchan en la correa de tu pecho. ―Kestya me mostró las
armas antes de deslizarlas en su lugar ahora que las diversas correas
estaban correctamente abrochadas―. Tendrás dagas adicionales
enganchadas al cinturón de tus pantalones, pero Lord Charon dijo que las
agregará a tu rutina con el tiempo.
―Por ahora necesitarás practicar envainando tu espada corta en tu
espalda ―dijo Rodaric―. La memoria muscular lo hará más fácil con el
tiempo.
―Gracias. ―Me froté la nariz mientras el olor a cuero acondicionado
llenaba mis sentidos.
Rodaric inclinó la cabeza.
―Fue un honor para nosotros recibir una comisión de Majestad.
Kestya probablemente también se habría inclinado, parecía un gesto
que los elfos usaban tan a menudo como asentir con la cabeza, pero estaba
entrecerrando los ojos ante mis dagas, frunciendo los labios mientras
examinaba su ubicación.
Miré hacia atrás por encima del hombro, momentáneamente distraída
por el nuevo peso sobre mi pecho y hombros debido a mi nuevo atuendo,
y miré hacia el frente de la tienda. No vi a Noctus por ninguna parte, pero
Charon, Aristide y Ker estaban reunidos alrededor de una vitrina.
Parecen distraídos... me arriesgaré.
Tomé una bocanada de aire y arruiné el poco coraje que poseía antes de
preguntar:
―¿Te molesta que te pidan que fabriques armas para una sombra?
―¿Mm? ―Kestya finalmente levantó la vista de su deslumbrante
concentración en mis nuevas dagas.
―Las sombras y los elfos son técnicamente enemigos... ¿no?
―pregunté.
Kestya arrugó la frente antes de girar para mirar a su socio comercial
en busca de orientación.
Rodaric sonrió y ajustó su monóculo para que brillara a la luz.
―Los elfos tienden a ser nuestros peores enemigos ―dijo, con voz
tranquila y práctica―. No se necesita ayuda en esa área.
―Pero la historia con las sombras… ―Me detuve, sin saber a dónde ir.
―Es historia ―dijo Kestya suavemente―. Rodaric y yo estábamos
vivos cuando había más sombras... pero lo que la mayoría de los humanos
nunca reflexionan sobre las vidas inmortales es cuánto se olvida.
―Kestya y yo hemos olvidado más historia de la que ha hecho Estados
Unidos desde que se convirtió en país ―reflexionó Rodaric―. Pero, de
nuevo, es fácil para nosotros olvidar. Las sombras típicamente perseguían
a los líderes de los elfos y a las diversas familias reales. Nunca luchamos
contra una sombra. Así que tal vez deberíamos preguntarte, Chloe, ¿te
parece bien recibir armas hechas por elfos?
Kestya asintió con la cabeza mientras se reclinaba y apoyaba los codos
en el mostrador.
―Yo… ―Miré de un lado a otro entre los dos, sorprendida por su
pregunta―. Ni siquiera sabía lo que era hasta hace poco.
Hice una pausa, y el aire estaba dolorosamente tranquilo. El débil tic-
tac del reloj que colgaba de la pared sonaba como tambores en mis oídos,
mientras que la voz agria de Aristide era el más leve murmullo mientras
le susurraba algo a Ker.
―Ha habido problemas ―dije, pensando en el rastreador―, así que
supongo que asumí que sería así con todos aquí.
Kestya negó con la cabeza.
―Aquellos de nosotros que acudimos con Majestad para sobrevivir,
teníamos que ser diferentes. Nuestra mentalidad tenía que ser diferente.
Nadie en esta ciudad te molestará.
―¿Acudieron a Noctus para poder sobrevivir? ―pregunté―. Cuando
él… ―Me interrumpí para no dejar escapar que Noctus había matado a
toda su familia.
Rodaric miró hacia el frente de la tienda, donde estaban Charon y los
demás.
―Majestad era la forma más segura de supervivencia ―dijo―. Siempre
que estés de acuerdo con sus... acciones.
Miré fijamente a la pareja. ¿Estaban de acuerdo con sus acciones?
Estuvieron de acuerdo en que él era un... ¿cómo lo llamó? ¿Un asesino de reyes?
A menos que... ¿había algo más?
Debe haberlo estado. Obviamente, Noctus no lo hizo para convertirse
en rey: claramente encontraba el puesto molesto y habría estado feliz de
ser el fantasma de toda la ciudad si hubiera pensado que podía salirse con
la suya.
―¿Qué piensas de tu nuevo equipo, Chloe? ―Ker dijo mientras ella y
Aristide caminaban del brazo hacia nosotros.
―Es hermoso ―dije.
―Es suficiente ―dijo Charon―. Veremos qué tan útil es durante la
práctica.
―Creo que me adaptaré bastante rápido ―dije―. Las dagas se sentían
como si estuvieran hechas para mi agarre.
―Eso es porque lo eran ―dijo Charon―, y no me refería a nuestras
sesiones de práctica.
Entrecerré los ojos hacia el elfo.
―¿Eh?
―Voy a morir. ―Tenía mis brazos envueltos alrededor de una estatua
de piedra de un león. Me aferraba a ella como una sanguijuela, así que
podía sentir su textura áspera y pétrea a través de la fina tela de jersey de
mi camisa negra de manga larga―. Voy a morir. Esta noche. Ahora
mismo.
―Estamos aquí arriba porque eres una sombra, lo que significa que no
morirás, ni te lastimarás si saltas desde aquí. ―Noctus pasó a mi lado sin
miedo, caminando casualmente por el borde de la plataforma, ignorando
los vientos que tiraban de la capucha negra que se había puesto sobre su
cabello dorado.
―Genéticamente puedo ser una sombra, pero no tengo entrenamiento.
Realmente no puedo ser llamada una sombra. ―Me retorcí cuando mi
agarre aferrado a la estatua estrelló mis tres nuevas dagas en mi pecho
por lo que sus vainas me pincharon incómodamente.
Estábamos en lo alto de la torre del reloj recién construida en Magiford.
La torre del reloj. La pequeña pasarela/plataforma en la que estábamos
servía como un ligero saliente sobre el reloj real de la torre, y el techo de
cobre brillante de la torre se inclinaba hacia la pasarela, lo que lo convertía
en el punto más alto al que podías llegar a menos que quisieras escalar la
empinada pendiente del techo inclinado y tal vez empalarte en la veleta
en la parte superior inclinada.
Ni siquiera quería saber cuántos pisos habíamos subido. El silbido del
viento y las luces centelleantes de los edificios de abajo fueron suficientes
para asegurarme de que estábamos demasiado alto.
―Es por eso que estamos aquí: para brindarte la capacitación y la
experiencia para que puedas comenzar a utilizar adecuadamente las
ventajas de tu derecho de nacimiento. ―Noctus se alejó del borde y se
acercó a mí, arreglándose los guantes de color negro grisáceo.
Estaba vestido de pies a cabeza de un negro grisáceo; yo ya había
recibido un sermón de que el negro intenso era realmente malo para el
camuflaje nocturno porque sobresalía entre los grises y las sombras de la
ciudad.
Con una máscara que cubría la parte inferior de su rostro y la capucha
levantada, se veía... diferente. Diría que más intenso, excepto que había
un brillo inconfundible de diversión en sus ojos mientras me estudiaba.
Él era... más libre. Sus movimientos siempre tenían una gracia
descuidada, pero todo lo que hacía era medido. Esa no era la sensación
que tenía ahora.
―Esto no puede ser legal ―dije.
―Es de mi propiedad ―señaló Noctus.
―Lo sé.
―Te lo prometo, Chloe, estarás a salvo cayendo desde esta altura ―dijo
Noctus―. Si tienes miedo, salta como un gato.
―¿Para que pueda arrojar pelo todo el camino hacia abajo y mi aullido
sea menos notable que los gritos frenéticos que tendría como ser humano?
―pregunté.
Los ojos de Noctus se arremolinaron, ¿al menos me encontró gracioso?
―No ―se rio entre dientes―. Porque los gatos tienen una cosa llamada
'reflejo de enderezamiento', que les permite aterrizar sobre sus pies. Las
patas de gato están formadas de una manera que facilita la reducción de
y la absorción de impactos. ¿Seguramente has experimentado eso antes?
De mala gana, desenganché mi pierna del frente de la estatua.
―Sí. He saltado de una casa o tres en mi vida, pero entonces solo salté
uno o dos pisos hacia abajo. Esto es… ―Eché un vistazo a la ciudad. Casi
todos los edificios, con algunas excepciones como el hotel más lujoso de
Magiford, Luxe Sejour, eran más bajos que la torre del reloj, lo que me
regaló la vista de los tejados, las pequeñas farolas y los chisporroteantes
letreros neón que permanecían encendidos durante toda la noche.
Eso es aterrador. ¡Mira hacia otro lado, mira hacia otro lado!
Estiré el cuello para mirar el techo de cobre de la aguja de la torre a mi
lado.
―Es demasiado alto ―concluí, mi voz se quebró.
―Es una buena altura, sí ―dijo ―. Pero las alturas como esta son más
seguras para ti que algo que está solo a unos pocos pisos. Como gato,
puedes aumentar tu fuerza de arrastre si estiras las piernas. La velocidad
terminal de un gato es mucho menor que la de un humano. Combina eso
con el aumento de la resistencia y tu magia natural, y una caída como esta
se sentirá como nada.
―Mira, quiero aprender a protegerme ―le dije―. Pero no creo que
vaya a tener muchas peleas en azoteas.
―No, pero las habilidades acrobáticas de una sombra son una gran
ventaja que ningún otro sobrenatural, incluidos los hombres lobo y los
vampiros, puede igualar ―dijo―. Si puedes usarlo para distanciarte de
tu oponente, será mucho más fácil derrotarlo.
Consideré volver a pasar la pierna por encima de la estatua.
Noctus debe haber adivinado lo que estaba pensando porque agregó,
lentamente, como si le doliera incluso pensar las palabras y mucho menos
pronunciarlas:
―También hará que escapar de cualquier sobrenatural sea mucho más
fácil.
Me congelé, considerando sus palabras.
Él tiene razón. Ningún fae saltaría de un edificio detrás de mí. Si mejoro en
caídas y escaladas, ningún ser sobrenatural podrá secuestrarme.
Me despegué de la estatua.
―¿Estás seguro de que puedo sobrevivir a esto? ―le pregunté.
―Sí. ―Noctus se encogió de hombros―. Es mucho más peligroso para
mí estar saltando. Vamos. ―Caminó hasta el borde de la plataforma y
casualmente se apoyó contra el ladrillo que formaba una barrera a la
altura de la cadera.
―Siento que deberíamos hacer un anuncio de servicio público. ―Me
moví por la plataforma, arrastrando los pies―. Entonces, cualquier
humano que nos observe sabe, 'no intentes este truco profesional, -bueno,
una idiota y un profesional-'.
Noctus puso un pie calzado con una bota en la barrera y luego subió.
―Estamos aquí a las tres de la mañana precisamente para que no nos
vean. Un anuncio no es necesario.
―Sí. ―Miré con tristeza por el costado de la torre.
No vi a nadie, ni siquiera a un automóvil en movimiento en las calles,
pero el mundo se inclinó alarmantemente cuando escuché un rugido en
mis oídos.
―Cambié de opinión ―tragué saliva―. No quiero hacer esto.
Empecé a retroceder rápidamente, pero Noctus me agarró de la mano.
―Amalourne ―dijo―. Sé que puedes hacer esto. Nunca te pediría que
te arriesgaras.
Encogí mis hombros, mis nervios daban vueltas en mi estómago a pesar
de que usó mi antiguo apodo.
―Si no estás dispuesta a confiar en ti misma, entonces confía en mí
―dijo Noctus―. Con mi mayor velocidad terminal, aterrizaré mucho más
rápido que tú. Si parece que no aterrizarás correctamente, te atraparé con
mi magia.
Sería estúpido no confiar en él. Es un rey elfo. No hay forma de que no sea
capaz de atraparme, y ha demostrado que puedo confiar en él con mi vida.
Respiré hondo, luego me subí a la pared con él antes de que pudiera
dudar de mí misma.
Noctus apretó mis dedos y luego soltó mi mano.
―Debido a la magia inherente que tienes como sombra, puedes
sobrevivir a un salto como este, pero aun así te recomiendo que te cambies
a gato para tu primer salto. A tu cerebro le resultará más fácil aceptarlo,
ya que los gatos pueden sobrevivir a un salto como este.
Coloqué mi nuevo arnés en su lugar y luego lo verifiqué para
asegurarme de que las correas de cuero estuvieran aseguradas sobre mi
espada corta y mis dagas. Me gustaría decir que fue porque yo era
responsable y no quería que se salieran, pero en realidad fue solo para
darle algo que hacer a mis dedos nerviosos.
―Okey.
―Empújate del edificio como humano para darte la fuerza para alejarte
de las paredes y luego transformarte ―dijo.
Mi barriga gorgoteó, y puse mis brazos alrededor de mi estómago así
que efectivamente lo estaba agarrando.
―Okey.
―Amalourne.
―¿Eh? ―Finalmente miré a Noctus y sentí como si me atravesaran el
corazón. No podía ver su boca debido a su máscara, pero sus ojos
definitivamente no se estaban riendo ahora.
Estaban ardiendo. Como el fuego. Consumidor y, sin embargo... hermoso.
―Estás ligada a mí. ―Noctus cepilló un mechón de mi cabello castaño
que se había escapado del apretado moño y me lo volvió a acomodar.
―Tienes un pedazo de mí. No dejaré que te pase nada. ―Sacó mi mano
derecha de mi vientre, envolviéndola en su mano mucho más grande,
antes de levantar mis dedos, presionándolos contra su máscara. No podía
sentir su piel a través de la malla, pero mis dedos trazaron la curva de sus
labios.
Por un segundo me olvidé de la altura y de todos mis miedos. Solo sentí
los ojos de Noctus sobre los míos, y me costó respirar.
Los ojos de Noctus se suavizaron. Frotó su pulgar sobre la parte
superior de mi mano, la soltó, luego giró casualmente sobre el costado de
la torre del reloj, cayendo en picado al suelo.
Gorgoteé.
―¡Ese loco, demente, lunático!
Antes de perder los nervios, antes de que tuviera suficiente tiempo para
pensarlo, salté de la torre del reloj tras él.
Sentí un grito en mi garganta cuando comencé a caer, mi cerebro entró
en pánico por la sensación de nada, así que aproveché mi magia y cambié
a mi forma de gato.
Como gato, mi cuerpo era más fácil de maniobrar con instintos mágicos
estimulados.
Arqueé mi espalda, y mi mitad delantera giró en un eje completamente
diferente al de mi mitad trasera, así que mi parte delantera giró, seguida
por mis patas traseras para aterrizar con los pies primero, luego estiré mis
pequeñas piernas como había sugerido Noctus.
A pesar de mis mejores esfuerzos, aullé. El aire silbante, los pisos de la
torre del reloj que destellaban rápidamente, era demasiado para
mantenerme callada.
Esto no es entrenamiento, ¡es una locura!
Parecía que el suelo se precipitaba hacia arriba, pero aterricé, mis
piernas se llevaron la peor parte al aterrizar primero con mis patas, y
luego rodé mi cuerpo hacia él.
Jadeé y, como predije, parte de mi pelaje se cayó por la oleada de
ansiedad que acababa de experimentar, pero no me dolió nada.
El aterrizaje, que fue en la acera de cemento, no había sido duro ni
doloroso. Envió una sacudida a través de mis articulaciones, pero estaba
temblando por la ansiedad sobrante, no por las lesiones.
―¿Ves?
Me hinché y di la vuelta, calmándome un poco cuando me di cuenta de
que solo era Noctus.
―Estás bien ―dijo.
Toqué mi magia, cambiando de gato a humano en menos tiempo del
que tardé en parpadear.
―No me dolió, pero no estoy segura de estar bien. ―Me estremecí
mientras mi corazón latía frenéticamente en mi pecho.
―Te estás adaptando. ―Noctus se alejó de mí y atravesó uno de los
arcos de ladrillo que formaban la base de la torre del reloj―. Después de
suficientes repeticiones, ya no reaccionarás. Particularmente una vez que
aprendas a hacerlo en tu forma humana.
―Espera... ¿tengo que hacer eso otra vez? ―Me tambaleé detrás de él
hacia un lado mientras mi estrés aún era lo suficientemente fuerte como
para afectar mis habilidades de coordinación.
―Por supuesto. ―Noctus marcó el código clave en una puerta
etiquetada como “solo para empleados”, luego puso su mano en la
puerta.
El área debe haber sido hechizada para reconocerlo, porque la puerta
se abrió, revelando una escalera.
Noctus abrió la puerta y luego me miró.
―Tienes que aprender a caer con seguridad, primero, antes que nada.

Salté sobre la repisa de ladrillo de la torre del reloj y me convertí en un


gato cuando comencé mi caída libre.
Caía más lentamente como un gato, y era más fácil posicionar mi
cuerpo correctamente para aterrizar, por lo que era mi forma de salto
preferida después de los innumerables saltos que Noctus me había hecho
practicar.
Sin embargo, no se había equivocado. Estaba mucho más tranquila
acerca de la caída ahora. De hecho, la peor parte probablemente fueron
las interminables escaleras por las que tuve que subir mi cuerpo para
llegar a la parte superior de la torre del reloj después de saltar por el
costado.
¿Qué pasa con los fae y las escaleras? ¿Nadie les habló de los ascensores?
Había caído casi hasta el fondo de la torre del reloj; era hora de
prepararme para volver a cambiar a mi forma humana.
Una sombra revoloteó debajo de mí. Vi las plumas y me di cuenta de
quién era.
French Fry, ¡idiota! ¡Vas a hacer que nos matemos los dos!
Gemí, pero afortunadamente French Fry se distrajo o perdió el
equilibrio, tal vez ambas cosas, porque se hizo a un lado justo a tiempo
para evitar chocar conmigo en el aire.
Estuve a punto de no convertirme en humana, pero lo logré,
aterrizando suavemente mientras mi magia me recorría.
Giré sobre mis talones y fruncí el ceño al cielo.
―French Fry, ¡quítate del camino! ―dije en un susurro sibilante.
French Fry, que había aparecido hace aproximadamente media hora,
me arrulló antes de estrellarse contra una de las luces de la torre del reloj
a nivel del suelo, que parecía una linterna para hacer coincidir la
sensación de catedral con la torre del reloj.
Negué con la cabeza hacia el grifo de la basura, pero no pude evitar
sonreír.
Había estado practicando durante al menos una hora. El horizonte aún
estaba oscuro, pero la luna ya no colgaba en el cielo, y comenzaba a ver
algún auto ocasional.
Afortunadamente no estaba me arrastrando como pensé que lo haría ya
que dormía la mayoría de las noches ahora, ¡gracias a los turnos nocturnos
en Book Nookery!
Apoyé los brazos a los lados, apoyándome mientras estiraba el cuello
para mirar hacia la parte superior de la torre del reloj.
Noctus, en una forma oscura, saltó del costado de la torre.
Cayó considerablemente más rápido que yo y tuvo que amortiguar su
aterrizaje con magia.
Incluso entonces, hizo mucho ruido. El sonido de su magia golpeando
la acera fue como un trueno sordo, y tuvo que rodar cuando golpeó el
suelo para ayudar a disipar parte de la fuerza adicional, por lo que
necesitaba más espacio para aterrizar que yo.
Miré a French Fry mientras me acercaba a Noctus, comprobando que el
grifo de la basura no se metiera en problemas: ya había entrado en la torre
del reloj dos veces y tuve que perseguirlo en ambas ocasiones.
―Probablemente deberíamos parar pronto. Creo que el turno de la
mañana está comenzando a llegar al trabajo, y alguien seguramente nos
verá saltando de torre, ¿por qué estás arrodillado?
Noctus había salido de su aterrizaje y se arrodilló, donde se quedó
mientras se frotaba la nuca.
Se bajó la máscara negra para que pudiera ver su sonrisa burlona.
―En caso de que no lo supieras, no todos podemos caer desde tales
alturas con tan poco esfuerzo. Te dije que también tengo mucha más
velocidad terminal.
―Pero eres un elfo ―dije.
―Los elfos tienen limitaciones físicas. ―Se puso de pie, moviendo los
hombros hacia atrás con el movimiento.
Parpadeé.
―No. No hay forma de que yo pueda hacer algo que sea más difícil
para ti.
―Todas tus habilidades hacen que las cosas que son difíciles para mí
sean fáciles para ti ―dijo Noctus―. ¿Por qué si no los elfos le habríamos
temido tanto a las sombras?
―Pensé que era por andar a escondidas y nuestra inmunidad a la
magia ―dije.
―También eso. ―Extendió la mano y jaló mi arnés directamente hacia
mí―. Pero incluso tu habilidad para caer está más allá de la mayoría de
los elfos. Tuve que ser yo quien te enseñara esta estrategia de caída porque
Charon y cualquier miembro de mi Corte no sobrevivirían sin sufrir
heridas.
―Ya veo… ―Me incliné hacia adelante sobre las puntas de mis pies, y
las botas negras que me llegaban hasta las espinillas, Charon me las había
dado, se doblaron con el movimiento, amoldándose a mis músculos y la
planta de mis pies.
Vivir con Noctus y Charon ha desafiado la imagen histórica que tenía de los
elfos. En muchos sentidos, es más poderoso, pero es un poco extraño pensar que
tienen límites. Bueno, todos los demás elfos tienen límites. No estoy tan
convencida de que Noctus comparta esos límites.
―Gracias por ayudarme a encontrar mis límites. ―Miré hacia la torre
del reloj, era más fácil de mirar que Noctus con su esfera de reloj
iluminada―. Nunca pensé que podría hacer algo como esto.
―No tenías forma de saberlo ―dijo ―. Fuiste adoptada, ¿no?
―Sí. Me encontraron en la entrada de emergencia de un hospital con
una nota que decía que mi nombre era Chloe. ―Aparté la vista de la esfera
del reloj y, en cambio, miré a un lado y otro de la calle, observando los
muchos semáforos que parpadeaban en amarillo―. Las cámaras del
hospital solo captaron una figura vestida completamente de negro; nunca
vieron una cara y nadie vio que me dejaran. Mamá era enfermera en el
hospital, así que ella y papá pidieron adoptarme. ―Nerviosamente jalé
mi camisa. La había sudado después de mis primeros saltos de la torre del
reloj en mi ansiedad, pero hacía mucho que me había secado.
Noctus inclinó la cabeza para que su rostro no quedara tan
ensombrecido por la capucha.
―Tu familia adoptiva son humanos normales, ¿verdad?
―Sí, son humanos, pero no hay nada normal en ellos ―dije―. Son
increíbles: papá, mamá, mi hermano y mi hermana. ―Sonreí al pensar en
Pat y Joy, hasta que escuché a French Fry cuando se lanzó fuera de la luz.
Aterrizó en la acera a unos metros de distancia y comenzó a picotear.
―Es impresionante que con una familia humana seas tan hábil con tus
poderes como lo eres, en formas que ni siquiera las sombras lo eran.
―Noctus se rascó la mandíbula―. Aunque tal vez es porque fuiste criada
por humanos que eres como eres.
―Mi hermana y mi hermano me ayudaron mucho a aprender a actuar
como un gato, y mis papás me llevaron a todas las clases de magia que
pudieron encontrar. ―Me arrodillé y le tendí la mano a French Fry, pero
la codiciosa criatura debió haber visto algo que quería comer porque
avanzó rápidamente en la dirección opuesta, moviendo la cabeza
mientras se acercaba a un bote de basura.
Negué con la cabeza hacia el grifo, luego me sacudí las rodillas mientras
me levantaba de nuevo.
―Mi familia hizo todo lo que pudo para ayudarme a descubrir qué era
―dije―. No fue su culpa que el Claustro de la Curia no tuviera una
clasificación para mí.
French Fry arrulló cuando llegó al bote de basura, luego se arrojó
dentro. Pasó un momento y uno de sus arrullos parecidos a pitidos salió
flotando de la lata.
―No, solo el más viejo de los vampiros sería capaz de recordar lo que
eres ―estuvo de acuerdo Noctus―, y dudo que ninguno de ellos sea lo
suficientemente activo como para molestarse con algo como el Claustro
de la Curia.
Noctus se acercó a la única puerta de empleados que habíamos estado
usando toda la noche, ingresó el código clave y me la abrió.
Pasé junto a él y suspiré ante las interminables escaleras.
Tal vez debería hablarles sobre los ascensores. Porque incluso con las
interminables escaleras para llegar a la sala de entrenamiento del sótano... esto es
mucho peor.
En lugar de comenzar a subir las escaleras, Noctus se deslizó a través
de una puerta en el lado opuesto de la escalera.
―¿Terminamos? ―pregunté.
―Sí. Tienes razón, pronto seremos descubiertos. El restaurante y la
florería comenzarán los procesos de apertura en aproximadamente una
hora. ―Noctus señaló los dos frentes de tiendas diferentes que estaban
más cerca de nosotros―. ¿A menos que estés preocupada por tu mascota?
Había comenzado a caminar por el pasillo silencioso que se extendía entre
las pequeñas tiendas que componían el piso inferior de la torre del reloj,
que se había abierto aproximadamente una o dos semanas antes, pero se
detuvo para mirarme.
―¿French Fry? No ―dije―. Está comiendo y nunca se queda conmigo.
Él solo me visita.
Mi teléfono sonó con una notificación de mensaje de texto. Desabroché
el seguro sobre mi bolsillo que mantenía mi teléfono seguro.
―¿Es Charon? ―Noctus sacó su propio teléfono celular de su bolsillo
y lo revisó.
Sonreí cuando desbloqueé mi pantalla y vi el mensaje.

¿Cuál es la receta de salsa alfredo de la familia? Joy la sabe, pero si se la


pregunto de nuevo, se molestará.

―No, es un mensaje de texto de mi hermano, Pat. ―Escribí una


respuesta de que le daría la receta más tarde.
―¿Está despierto ahora? ―Noctus se deslizó por un estrecho pasillo
entre la florería y la tienda de al lado, una pequeña boutique de ropa.
Un aroma floral me hizo cosquillas en la nariz, cortesía de la florería.
No sabía lo suficiente sobre flores para poder decir qué aromas específicos
eran, pero tenían un olor tan pleno y maduro que me hizo frotarme la
nariz.
―Es un detective en una fuerza policial. ―Seguí a Noctus, nuestras
voces resonaban en el silencio de la torre del reloj―. Tiene muchos
horarios extraños.
―Ya veo. ―Abrió otra puerta “solo para empleados”. Esta se abría a...
más escaleras.
Apreté mis labios y trabajé para no gemir mientras Noctus cerraba la
puerta detrás de mí.
―¿Vienes? ―preguntó.
Puse mi pie en el escalón más bajo, luego me detuve.
―Quería preguntarte, ¿alguna vez has usado un ascensor?
Noctus se detuvo a dos pasos de mí.
―Por supuesto. ¿Por qué?
―Por nada ―dije sombríamente.
Algo crujió, y luego un peaje atronador sonó lo suficientemente fuerte
como para sentirlo zumbando en los molares de mis dientes.
Cambié a mi forma de gato y siseé, saltando dos escaleras y
presionándome contra la pierna de Noctus antes de darme cuenta de que
era solo la campana de la torre del reloj.
Es un ruido bonito, pero es mucho más fuerte de lo que pensaba cuando está
directamente sobre mi cabeza.
Noctus no se sorprendió en absoluto, de hecho, estaba bastante segura
de que se estaba riendo, aunque no pude oírlo por el sonido de la
campana.
Aplasté mis oídos contra mi cráneo cuando sonaron los tres tañidos
restantes. Cuando el sonido finalmente se aclaró, Noctus todavía se estaba
riendo.
Era un sonido bajo y placentero que hubiera hecho que mi espina dorsal
se estremeciera como un ser humano, si yo no hubiera sido la causa de la
risa.
Sacudí mi cola mientras subía una escalera, sintiéndome demasiado
avergonzada para volver a convertirme en humano.
―No me río porque el sonido te asustó, me río porque eres muy capaz.
No hay mucho que pueda acabar contigo ―dijo Noctus―, y sin
embargo... una campana... ―Se rio de nuevo, y juro que el área se iluminó.
Su risa era tan genuina y contagiosa que me resultó difícil no ronronear a
pesar de que estaba subiendo con determinación las despreciables
escaleras que parecía que a Noctus le gustaba incluir en su arquitectura.
Elfos. No es suficiente ser tan superiores, también tienen que ser lo
suficientemente encantadores como para torcer las reglas de la naturaleza, pensé
con tristeza.
Lo miré por encima del hombro con disgusto.
Noctus tenía un codo apoyado en la barandilla de la escalera, y su
postura era de lado y relajada cuando se inclinó.
Era un lado diferente de él que solo había visto como “Amalourne”, y
era mil veces más cautivador. El Rey Noctus era poderoso e intimidante.
El Relajado Noctus era irresistiblemente cálido.
Podía sentir pura magia salvaje saliendo de él, pero soplaba a mi lado
como el viento, incapaz de adherirse gracias a mi resistencia mágica.
Buena suerte.
―Realmente odias las escaleras, ¿no? ―Noctus jaló su capucha hacia
abajo. Seguía sonriendo, incluso con los ojos. Casi brillaban mientras
giraban.
Al menos no se está riendo.
―Ven ―dijo Noctus―. Solo te llevaré.
Antes de que me diera cuenta de lo que estaba pasando, Noctus se
inclinó y me levantó, apoyándome en su pecho.
Como en los viejos tiempos, automáticamente coloqué mis patas a
ambos lados del cuello de su camisa, clavando mis garras en la tela.
Noctus me acurrucó contra su brazo para que estuviera medio acunada,
y su mano sostuvo mis patas traseras.
Wow, no pensé que me volvería a cargar nunca más, salvo para actuar para el
Paragon.
Sorprendida por el giro de los acontecimientos, maullé.
―No, no te estoy menospreciando. ―Noctus adivinó correctamente
mis pensamientos.
Subió las escaleras de dos en dos. Aunque me sentía mucho más
cómoda en sus brazos que cuando me atrapó sin querer, todavía no me
gustaba la sensación de estar fuera de control.
Mejor me cambio de nuevo. ¡Entonces me dejará ir!
Cuando llegó al último escalón del piso hice el cambio, apareciendo en
mi forma humana.
Noctus ni siquiera reaccionó ante el aumento repentino de la carga de
sus brazos; daría mucho por tener una fuerza como esa teniendo en
cuenta que las escaleras me hacían jadear. Tal vez necesitaba aumentar mi
tiempo de práctica con Charon después de todo.
Simplemente movió los brazos, inclinando mi peso para que quedara
extendida contra su pecho.
―¿Qué, qué… disculpa? ―Farfullé mientras lanzaba mis brazos
alrededor de sus hombros para mantener el equilibrio.
―Supuse que preferirías esta posición ―dijo Noctus―. Dado lo poco
que te gustaba que te tocara el trasero, y mucho menos que te mirara,
como Amalourne.
Ligeramente preocupada por mis propios poderes de observación, miré
hacia abajo a la mitad inferior de mi cuerpo. Noctus era tan
asquerosamente alto que mis piernas colgaban, excepto por el brazo que
tenía envuelto alrededor de mis muslos. Cuando cambié por primera vez
su brazo estaba... más arriba.
―Podrías dejarme en el suelo ―le dije―. Cargar peso extra como este
en una escalera no puede ser seguro.
Noctus ni siquiera parpadeó.
―¿Preocupada por la seguridad? Apenas pesas la mitad de las armas
que uso.
Me aferré a sus hombros, lo que hizo que cada paso que daba (todavía
subía las escaleras de dos en dos) fuera más un suave movimiento de
balanceo, pero eso significaba estar cerca de él, y había algo claramente
vergonzoso y la prueba era que me ardían las mejillas.
No me acercaba demasiado a personas fuera de mi familia. Había
lidiado con eso por necesidad cuando Noctus y los demás pensaron que
era un gato, pero aparte de la tendencia de Ker a acurrucarse, no habían
invadido mi espacio personal en mi forma humana. Se sentía raro tener
un brazo alrededor del cuello de Noctus. Podía sentir cada cambio en sus
músculos, y cada nervio de mi cuerpo ardía con conciencia, por lo que mi
piel se sentía como si me pincharan alfileres y agujas.
Mis mejillas ardían de timidez y me aclaré la garganta.
―Por favor, permíteme reformular eso: ¿podría sugerir que me bajes?
―Puedes sugerirlo ―dijo con aprobación real.
―¿Por qué no me bajas? ―pregunté, cambiando rápidamente de táctica.
― El factor diversión. ―Dobló en la escalera.
Después de casi morderme la lengua cuando saltó otro escalón, apoyé
mi barbilla en su hombro con tristeza y miré hacia atrás.
―Bien, adelante y ríete del gato tímido.
―¿Me estoy riendo?
―Dijiste que estabas disfrutando esto.
―Nunca dije que fuera porque encontré la situación divertida.
Empujé su hombro para poder mirar boquiabierta su rostro, pero llegó
a la puerta en ese momento exacto y la atravesó.
La magia surgió a través de mi cuerpo. Pasó por mi sistema para que
no pudiera ver, oír ni sentir nada más, hasta que Noctus atravesó la puerta
y entró en la ciudad de los elfos.
Esta puerta en particular nos escupió en una plataforma junto al puente
arqueado que cruzaba la plaza que visitamos de camino a la armería.
La línea del horizonte comenzaba a aclararse en el reino de los elfos del
negro de la noche a un púrpura aterciopelado, pero aún estaba tan oscuro
que necesitabas todas las farolas, que estaban iluminadas por las llamas
blancas/azules que ardían en la villa de Noctus.
Unos cuantos elfos estaban fuera, pero los caminos estaban vacíos y la
plaza estaba en silencio excepto por el gorgoteo de la fuente.
Noctus no me soltó mientras cambiaba su peso, enganchando la puerta
de hierro -esta tenía remolinos florales y un patrón de hojas-, con su pie y
pateándola para cerrarla.
Su expresión era tan casual como el movimiento, aunque noté que no
tenía la habitual dureza en su rostro. Su sesión de risa en la campana
pareció tener efectos duraderos.
Por otro lado, cuanto más tiempo se aferraba a mí, mi inteligencia más
parecía escaparse de mis oídos.
No era que fuera increíblemente guapo, eso era algo a lo que te podrías
acostumbrar. Por el amor de Dios, vi su rostro dormido lo suficiente como
gato.
No, era que era Noctus, y estaba bromeando.
―Okey ―balbuceé, tratando de darle sentido a la situación que tenía
mi cerebro dando vueltas en mi cráneo―. Aprendí mi lección. Puedes
bajarme.
Hizo una pausa y estudió mi rostro inclinando sus cejas con curiosidad.
―¿Lección?
―Ajá ―dije.
Noctus siguió sosteniéndome mientras daba unos pasos, acercándose
lentamente al puente arqueado.
―¿A qué lección, dime por favor, te estás refiriendo?
―Yo… no lo sé ―dije―. Pero la aprendí. ―Sí, ahí se fue lo último de
mi inteligencia, flotando en la brisa fresca de la mañana.
Tal vez debería volver a convertirme en gato. Si no puedo hablar y sigo
poniendo mi pie en mi boca, esto probablemente sería un 30% menos vergonzoso.
Mis instintos de gato me gritaron que estaba en terreno peligroso, así
que me arriesgué a mirar a Noctus de nuevo.
Estaba sonriendo, y la luz en sus ojos arremolinados decía que estaba
pensando en algo que le parecía divertido, lo que probablemente
significaba que no me iba a gustar ni un poco.
―Lección, dices ―dijo―. Vamos a probar eso.
Noctus, todavía sosteniéndome, saltó a la barandilla de piedra del
puente y luego se bajó como un loco.
Grité cuando empezamos a bajar en caída libre, mis gritos
estrangulados eran apenas audibles por encima de la risa de Noctus, solo
otra señal de que estaba loco.
El instinto hizo efecto y me convertí en gato, deslizándome entre sus
brazos. Libre, cambié a humano para poder empujar a Noctus, dándole
un rodillazo en el estómago sin pedir disculpas. Inmediatamente volví a
convertirme en gato, manipulando mis piernas para girar a tiempo para
aterrizar con las patas primero.
Noctus no se las arregló tan bien. Igual aterrizó con los pies por delante,
pero aún se estaba riendo, por lo que no rodó como solía hacerlo y, en
cambio, se tambaleó antes de caer de rodillas.
Lo miré por un momento, con mis orejas pegadas a mi cráneo mientras
él se controlaba.
―Tienes razón. ―Su voz era baja pero cálida por la picardía―.
Aprendiste la lección.
He terminado con él por esta noche.
Le di la espalda y comencé a caminar por la plaza. Miré a los pocos elfos
que se habían detenido para ver cuál era la conmoción.
Un elfo que se dirigía a la puerta estaba colgando del costado del
puente, mirando boquiabierto a su monarca risueño. Otro elfo parado en
los escalones que actuaban como uno de los caminos hacia arriba y hacia
abajo de los distintos niveles de la ciudad y terminaba en la villa de
Noctus, me miró con los ojos muy abiertos cuando pasé junto a ella.
―No puedes negar que fue una prueba adecuada, Chloe ―me gritó
Noctus, ignorando a nuestra audiencia.
Su voz se estaba acercando a mí, así que me apresuré, evitándolo por
poco cuando trató de agarrarme.
―Veo que también aprendiste esa lección ―dijo―. Qué lástima.
Cambié a mi forma humana con la esperanza de que no se le ocurriera
ninguna idea.
―Creo que te caíste de la torre del reloj demasiadas veces.
―¿Por qué dices eso? ―Noctus preguntó: gracias, orejas de elfo.
―Porque estás actuando como un loco ―le dije.
―Lo estoy ―estuvo de acuerdo Noctus―. Me temo que la emoción de
todo esto me ha afectado. ―Golpeó mi hombro cuando me alcanzó, así
que subimos las escaleras juntos, ni siquiera las subió de dos en dos.
―¿La emoción? ―repetí―. ¿La emoción de qué?
Noctus extendió su mano, con la palma hacia arriba.
Ni siquiera lo pensé, ni siquiera me detuve. Después de semanas de ser
adiestrada como gato, automáticamente estiré mi mano y choqué los cinco
con la suya.
Espera, ¡pero ya no soy un gato!
Antes de que mi cerebro pudiera autocorregirse, Noctus aprovechó la
oportunidad para entrelazar sus dedos con los míos y tomó mi mano,
balanceándola ligeramente.
¿Eh? Miré nuestras manos unidas, sorprendida por el afecto abierto,
pero también sorprendida de que me gustara.
Su palma estaba callosa, probablemente por sus armas, lo que de
alguna manera me sorprendió porque él era un rey después de todo, y sus
dedos estaban agradablemente calientes, pero lo que realmente me atrapó
fue que podía sentirlo: la magia vinculante.
Lo que sea que estaba en mi cuello se calentó con su toque prolongado.
Podía sentir su magia fluyendo de él hacia mí, como cuando la usó para
curarme.
―La emoción ―comenzó Noctus mientras yo todavía estaba medio
distraída―. Es tener a alguien que pueda igualarme. Sin esfuerzo.
Salí de la ensoñación que me inspiraba su magia.
―¿Igualarte? Casi muero subiendo todas esas escaleras.
―No era a eso a lo que me refería, pero incluso Charon tendría algo de
fatiga al final de nuestra práctica de salto de torre por todas esas escaleras
―dijo Noctus.
―Entonces, ¿a qué te referías? ―pregunté.
―Tu habilidad para sobrevivir ―dijo Noctus―. Nadie más con vida
podría haber saltado de la torre así conmigo. Más bien, estaba luchando
para seguirte el ritmo.
Me quedé en silencio mientras subíamos unas cuantas escaleras,
pensando.
―Estoy empezando a ver lo que quieres decir con ser una sombra ―le
dije―. Puedo hacer mucho más de lo que jamás supuse que era posible.
Noctus apretó mi mano.
―No tenías forma de saberlo.
―Tienes razón ―dije―. Pero dijiste algo que creo que está mal.
―¿Eh?
―Sí, no creo que sea la única viva que podría haber hecho eso ―dije.
Noctus se encogió de hombros.
―Tal vez. Hay algunos seres sobrenaturales poderosos que aún viven.
―Sí, pero eso no es de lo que estoy hablando. ―Me aclaré la garganta,
e incluso la cálida sensación burbujeante de la magia de Noctus no pudo
disipar por completo mi preocupación―. Quiero decir que estoy segura
de que hay otros que pueden hacerlo... porque estoy bastante segura de
que no nací, y me dejaron en un hospital humano sin sobrenaturales en
millas, por accidente ―dije sombríamente.

―No creo que pueda recoger la próxima ronda de facturas hasta


mañana, pero puedo procesar la nómina hoy. ―Pellizqué mi teléfono
entre un lado de mi cabeza y mi hombro mientras luchaba con los
pantalones cortos de tela que estaba usando, tirando de ellos más arriba
de mis caderas.
»¿A menos que necesites que detenga la nómina para algo? ―Tuve que
hacer un pequeño baile para subir mi pantalón corto mientras lo jalaba,
pero mi teléfono permaneció en su lugar.
―Está bien, querida Chloe ―dijo la señorita Booker al otro lado del
teléfono―. Hoy es el día de nómina programado. Te daré las horas para el
mediodía.
―Excelente. ―Terminé mi baile y dudé, preguntándome si debería
decir las palabras que ardían en mi cerebro.
Necesito hacerlo. La señorita Booker ha sido increíblemente comprensiva, pero
ahora es verano. He estado fuera durante meses.
―Y, quería decir nuevamente, que si deseas contratar a alguien para
que tome mi puesto, lo entiendo completamente, y estaría feliz de
capacitar a la persona si decides traer a alguien nuevo a bordo, no es que
quiera ser despedida, pero no sé cuánto tiempo más no podré ir y… ―Me
detuve con una mueca, preparándome para lo peor.
―¿Has terminado? ―preguntó la señorita Booker con su brillo habitual
de cortesía.
―Sí. Quiero decir: sí. ―Giré para quedar de cara a la puerta dorada que
bloqueaba la salida del jardín delantero de la casa.
―Bien. Gracias por completar la nómina esta noche.
―¿Eso significa que no me vas a despedir? ―Nerviosamente enganché
mis dedos en una flor en la puerta, aferrándome a ella con tanta fuerza
que mis nudillos se pusieron blancos.
―Por supuesto que no te voy a despedir. ¿Quién haría la nómina?
―Pero no he podido ir a mi turno de noche en semanas ―dije,
sintiéndome obligada por el honor de al menos intentar convencerla, esto
tenía que ser un inconveniente para todos en Book Nookery.
―Sí, querida, pero el horario estaba a punto de cambiar para el verano,
independientemente de tu ausencia. Nos ocuparemos de eso hasta que termines
las cosas con ese elfo tuyo ―dijo la señorita Booker.
―Gracias, señorita Booker ―le dije―. Muchas gracias…
―Eres una buena empleada, Chloe. Odiaría perderte ―dijo, su voz se
suavizó por un momento―. ¡Pero! ―Chasqueó la lengua a través del
teléfono, su cortesía volvió con toda su fuerza―. Estoy decepcionada de que
no creas que tendría los buenos modales para informarte si te estaba despidiendo.
―Lo siento. ―Sonreí y solté la puerta para poder seguir la flor con mi
dedo índice.
―Desde luego ―dijo―. Buenas tardes, querida Chloe.
―Buenas tardes, señorita Booker ―dije.
Terminé la conversación telefónica y dejé escapar un suspiro de alivio.
Todavía tengo mi trabajo, bien, incluso con Noctus cubriendo mi alquiler,
estaría en serios problemas si no tuviera un trabajo al que volver una vez que
averigüemos todo sobre el rastreador.
Mareada por el alivio, di una voltereta lateral con una sola mano
porque no quería romper mi teléfono en el pasillo. Tal vez Noctus me deje
volver a trabajar pronto, incluso si no puedo mudarme de la villa. Somos amigos,
ahora. Creo que su principal preocupación es la seguridad.
Sentí una presencia al final del pasillo, así que me di la vuelta y saludé.
―Hola, Charon. ¡Gracias por ayudarme con esto!
Charon ignoró mi saludo y se quedó mirando mis pantalones cortos
mientras se acercaba.
―¿Eso es lo que llevarás puesto?
―¿Sí? ―Miré mis pantalones cortos deportivos, que eran de color
negro liso, y me pregunté qué encontraba ofensivo en ellos―. Pero
actuaré como Ama, para que nadie los vea.
Charon parpadeó.
―Mmm.
―¿Qué, te estás convirtiendo en la policía de la moda? ―Aristide gritó
mientras caminaba por el pasillo, sosteniendo el mango del arnés de Ker.
Ker me saludó con un “awoo” y movió la cola.
Saludé a la pareja, pero mis cejas se fruncieron mientras miraba de un
lado a otro entre el vampiro y la mujer lobo.
―¿Ustedes dos van a alguna parte?
―Afuera. ―Aristide utilizó su mano libre para ajustarse los lentes de
sol―. Contigo. Porque podrías hacer algo interesante.
―Oh. ―Verifiqué dos veces que mi teléfono estaba seguro―. Bien,
entonces.
Con eso, pasé de humano a gato, luego esperé en la puerta a que Charon
me abriera.
Llegué a la conclusión de que necesitaba hacer una aparición como
Ama, o los vecinos de Noctus podrían comenzar a cuestionar por qué el
gato de Noctus dejó de caminar todos los días para desaparecer por
completo, así que recluté a Charon para que saliera conmigo (porque no
iba a repetir la diversión que Ker y yo tuvimos) y pasear un poco.
Aparentemente, Aristide y Ker también iban a venir.
Charon abrió la puerta dorada y luego atravesó el portal.
Le di unos segundos para que abriera la puerta de la casa y salí
corriendo detrás de él. La extraña sensación que me dio el portal zumbó
a través de mi pequeño cuerpo, pero salté y emergí al porche.
Maullé mi agradecimiento a Charon, luego troté por el césped,
moviendo la cola mientras hacía todo lo posible para imitar a un gato que
tenía cosas que hacer.
A pesar del interés de Aristide, planeé solo hacer cosas de gatos, nada
que fuera entretenido, aunque ahora que lo pensaba, tal vez esa era solo
su excusa y en realidad venía a actuar como un respaldo aún mayor.
¿Esta calle no está hechizada hasta la médula? ¿Están tan preocupados por el
rastreador y los fae, o es solo pura curiosidad? No se podía saber con Aristide
involucrado.
Me senté junto al buzón y me lamí una pata, esperando a que salieran
Aristide y Ker.
Ker guio con cuidado a Aristide por el escalón y atravesó el césped.
Charon fue a buscar una silla de jardín, una de esas de aluminio con tiras
de tela de nailon que habrías asumido que pasaron de moda en los años
80 pero que aún se pueden encontrar en garajes polvorientos y,
aparentemente, en posesión de seres sobrenaturales inmortales.
La desdobló y la dejó en el jardín delantero para Aristide. Una vez
sentado, Aristide soltó a Ker, quien rápidamente rodó por la hierba.
Aristide volvió a arreglarse los lentes de sol y cruzó las manos sobre el
regazo mientras Charon inspeccionaba los jardines y los arbustos de la
casa.
Decidí seguir adelante por la acera hasta el final del callejón sin salida,
así que di la vuelta al otro lado.
Shiloh estaba afuera, regando sus lechos de flores.
―¡Hola, Ama! ―Me saludó con la mano mientras se movía al siguiente
macizo de flores―. No te he visto en mucho tiempo.
Lo siento. Quería saludarte como Chloe, pero es más importante que me veas
como Ama porque hace tiempo que no hago mis caminatas matutinas.
Ronroneé, aunque no estaba segura de que pudiera oírme por encima
del sonido de su manguera.
―¿Estás dando un paseo? ―Shiloh dejó la manguera en el suelo, luego
trotó de regreso a su casa donde abrió la espita que chirriaba y cerró el
agua. Se golpeó los muslos con las manos mientras se dirigía hacia mí,
arrodillándose para acariciarme―. ¿Estás aquí para tomar un descanso?
En serio, el señor Shade debe tener esa casa llena de gente todo el tiempo,
veo tanta gente entrando y saliendo.
Bueno, esto podría ser un problema. Shiloh es más observadora de lo que
supuse.
Sospechaba que ella era la vecina que necesitaba vigilar. La noche que
el rastreador trató de entrar, ella se despertó y encendió las luces de su
casa, y se dio cuenta de que yo era sobrenatural cuando me conoció en mi
forma humana.
Shiloh me rascó debajo de la barbilla y profundicé mi ronroneo.
Tal vez debería irme. ¿Quién sabe de qué más se dará cuenta si me quedo
demasiado tiempo? Además, necesito que los tíos me vean.
Retrocedí, me froté la cara por última vez con la mano de Shiloh, luego
seguí mi camino por la acera, dirigiéndome a los vecinos de al lado de
Shiloh, un trío de señores mayores que tenían la tendencia a reírse y
sentarse en el porche todo el día bebiendo té dulce.
Shiloh me siguió, lo que medio esperaba. Metió las manos en los
bolsillos de sus pantalones vaqueros.
―¡Hola, tíos! ―le dijo a sus vecinos.
Maullé y sacudí mi cola esponjosa de un lado a otro, asegurándome de
que me notaran.
―Pero si es la pequeña Shiloh ―declaró uno de los hombres.
―Y la demasiado querida mascota de Noctus ―se rio el segundo
hombre.
El tercero y último de los ancianos -que tenía un bigote espeso-, nos
miró con los ojos entrecerrados.
―¿Terminaste de regar tus flores, Shiloh?
Shiloh se meció hacia adelante y hacia atrás desde las puntas de los pies
hasta los talones.
―¡Por ahora!
Escuché que se abría la puerta del garaje y miré hacia la casa a tiempo
para ver a Charon y Ker desaparecer dentro del garaje mientras el mismo
Noctus salía por la puerta principal.
¿Ahora todos están afuera? ¿Solo estamos siendo cautelosos o es esto realmente
necesario? Me gustaría pensar que es solo precaución, pero el rastreador
manipuló al fae Seelie para que tratara de agarrarme...
Consideré irme a casa, pero Shiloh me rascó detrás de la oreja, así que
no tuve más remedio que derretirme en su mano.
―Es un hermoso día, ¿no? ―preguntó Shiloh.
Los tíos asintieron con la cabeza, pero uno del trío sacudió su jarra casi
vacía de té dulce.
―Hace calor ―anunció―. ¡Nos estamos acabando el té más rápido!
Noctus cruzó la calle, viniendo en nuestra dirección.
¡Perfecto! ¡Un rescate!
Le maullé y dejé a Shiloh, me metí en la cuneta para unirme a Noctus
en el camino.
Me levantó en sus brazos y me apoyó contra su pecho para que pudiera
enganchar mis garras en el cuello en V de su camiseta.
―Ama, no cruces la calle sin supervisión. Es muy peligroso.
Él solo está haciendo eso para aparentar. No puede hablar en serio.
Maullé mientras me deslizaba a mi posición normal con su brazo
sosteniéndome.
Noctus me hizo cosquillas en el pecho, lo que me hizo mirarlo.
―No lo intentes de nuevo sin mí ―dijo.
No podía ver sus ojos, llevaba sus lentes de sol de aviador y un hechizo
como el que solía tener cada vez que estaba fuera de casa, pero su voz era
seria.
Nah, solo está jugando. ¿Verdad?
―¡Hola, señor Shade! ―Shiloh dijo con voz cantarina.
―Hola, Shiloh. ―Noctus llegó a la acera mientras yo, todavía haciendo
frente a su ridícula orden, miraba por encima de su hombro―. ¿Cómo ha
estado tu verano hasta ahora?
Al otro lado de la calle, Ker salió del garaje con una pelota, una de esas
gruesas que se suponía que eran seguras para que las masticaran los
perros y que también tenía un mango de goma masticable. Sostuvo el
mango en la boca y luego movió la cabeza de un lado a otro.
―¡Bien! Lucho por mantener el paisaje en orden, pero eso no es nada
nuevo ―dijo Shiloh―. ¿Cómo estás?
―Bien. ―Noctus me acarició, luego se tomó un momento para
enderezar mi collar.
Apenas me di cuenta. Observé con fascinación cómo Ker soltaba su
pelota y la enviaba volando por el césped. Corrió tras ella, la tomó por el
asa y empezó a sacudirla de nuevo.
―Estoy soportando el calor del verano que se avecina ―continuó
Noctus, participando en sutilezas sociales humanas con una paciencia que
aún me sorprende.
―Solo va a empeorar. ―Shiloh movió los pies y luego miró a Noctus―-
Entonces... ¿Chloe todavía se queda contigo?
―Sí. ―Noctus palmeó una de mis patas pegada al cuello de su camisa
como si fuera un bebé molesto.
―¿Su apartamento aún no ha terminado de ser remodelado? ―le
preguntó Shiloh.
―Su casero es un individuo muy lento―dijo Noctus suavemente.
―¡No puedes engañarnos, joven cachorro! ―gritó el primer tío.
―Simplemente no quieres que vuelva a su apartamento ―intervino el
segundo antes de que los tres se rieran y brindaran con sus vasos casi
vacíos.
Apoyé la barbilla en el hombro de Noctus, contenta de ver a nuestros
amigos mientras lo interrogaban.
De vuelta en nuestro césped, Ker lanzó su pelota de nuevo y golpeó a
Aristide en el hombro.
El hombre lobo se sentó sobre su trasero y echó la cabeza hacia atrás
mientras emitía un sonido de ladrido que era claramente su versión
lobuna de una risa.
―Ker, deja eso. ―Aristide recogió la pelota de su regazo, haciendo una
mueca cuando tocó el mango cubierto de baba, y luego lanzó la pelota.
Ker corrió tras ella, levantando hierba en su carrera.
―Eso debe ser divertido ―dijo Shiloh.
―¿Que Chloe se quede conmigo? ―preguntó Noctus.
―Sí.
Noctus ladeó la cabeza.
―Lo es ―dijo―. Ella está... confortable.
Shiloh hizo un zumbido en la parte posterior de su garganta.
Noctus se meció ligeramente hacia adelante y hacia atrás. No estaba
segura si era para calmarme o… ¿alguna otra razón?
―Parece que tienes algo más que decir ―dijo Noctus.
―Sí
―Entonces dilo.
Todavía me parece gracioso que ella lo llame “Señor Shade” cuando claramente
tienen una excelente amistad, reflexioné mientras escuchaba el intercambio.
En el césped de la casa, Ker volvió a tener su pelota y una vez más la
estaba lanzando de un lado a otro. Se la lanzó a Aristide. Esta vez el
vampiro la atrapó, luego se la arrojó a Ker que corría y la golpeó en el
trasero con la fuerza suficiente para desviarla de su curso y casi se
desploma.
Ker soltó otra ronda de su risa ladradora mientras se dejaba caer sobre
la hierba.
―Estás enferma, ¿lo sabías? ―Aristide le dijo, sonando disgustado.
Latido del corazón, pensé para mis adentros. Definitivamente la estaba
rastreando por el latido de su corazón.
―Bueno ―dijo Shiloh―. ¿Tú y Chloe están saliendo?
Tres cosas sucedieron en muy breve sucesión.
1) Aristide agarró los brazos de su silla plegable y se giró hacia nosotros
tan rápido que casi voltea su silla. 2) Ker se levantó tan rápido que se pisó
la cola en el proceso y volvió a caer. 3) Algo ruidoso se estrelló en el garaje:
Charon obviamente también había escuchado la pregunta de Shiloh
gracias a su audición de elfo.
Permanecí completamente inmóvil, no porque no me sorprendiera la
pregunta. No. Fue solo por años de práctica en pasar por un gato normal
que me hizo permanecer en los brazos de Noctus. Bueno, practica, y tal
vez me quedé paralizada en mi conmoción.
Noctus no pestañeó, no reaccionó ante ninguno de nosotros, ni siquiera
dudó.
―Sí ―dijo.
Esta vez, Aristide sí se volcó, pero eso fue todo lo que tuve tiempo de
ver antes de que me resbalara del hombro de Noctus y me agrupara en
sus brazos como una baba, mirándolo con horror.
¿¡Has perdido la cabeza!? ¿Qué podría inspirarte a decir eso?
―¡Lo sabía! ―Shiloh sonrió ampliamente mientras aplaudía―. ¡Sabía
que tenías el ojo puesto en ella!
―¡Bien hecho, hijo! ―gritó un tío mientras arrojaba al césped el poco
hielo que quedaba en su vaso―. Tener romance a tu edad, ¡eso sí que es
una sorpresa!
Noctus ignoró al anciano vecino y sonrió angelicalmente a Shiloh.
―Es una mujer cautivadora.
―Ooh, eso es un gran elogio viniendo de ti ―dijo Shiloh―. ¡Pero
felicidades! Me alegro de que hayas encontrado a alguien. ―Perdió el
borde tímido que había tenido antes de su pregunta fuera de lugar, y
casualmente estiró los brazos frente a ella―. Papá siempre decía que le
preocupaba que estuvieras solo para siempre. Cuando tuviste a Ama,
pensé que tal vez te convertirías en uno de esos solteros ancianos dueños
de gatos. No es que haya nada de malo en eso, ¡pero creo que Chloe será
buena para ti! ―Shiloh guiñó un ojo e hizo una forma de corazón con sus
dedos.
Me acosté en los brazos de Noctus, profundamente traumatizada por
la conversación.
¿Pensó que Noctus se convertiría en el anciano de los gatos? Noctus. ¿El rey
de los elfos?
Noctus aprovechó mi sorpresa para ponerme boca arriba y me acunó
como a un bebé.
―Oh, sí, Chloe me salvó de mí mismo ―estuvo de acuerdo con la
inocencia suficiente para hacer que mi piel se hinchara de miedo―. Es
bastante romántico. Me atrevo a decir que es casi como si tuviera una
parte de mí que lleva consigo.
Eso me sacó de mi sorpresa lo suficiente como para hacerme gruñir.
¡Cuidado! ¡Ella es inteligente! Si le das demasiada información, ¿quién sabe
qué descubrirá?
Noctus sonrió levemente de una manera que estaba dispuesta a apostar
que habría deslumbrado al más malhumorado de los gatos, pero su
elegante magia animal no funcionaba conmigo, así que me retorcí en sus
brazos, tratando desesperadamente de huir antes de tener que presenciar
más de esta vergonzosa conversación.
―Estoy tan feliz por ti ―dijo Shiloh―. Lo digo en serio, señor Shade.
―¡El barrio lo está! ―gritó uno de los tíos.
―Gracias ―dijo Noctus―. Ahora, si me disculpas, creo que Ama desea
entrar.
¡Lo que deseo!, pensé salvajemente mientras hundía mis garras en su
camisa y me arrastraba hasta su hombro, ¡es que dejes de decir cosas que nos
van a meter en problemas!
―¡Seguro, seguro! ¡Que tengas un gran día, dile a la novia que le
mando saludos! ―Shiloh retrocedió por la acera, avanzando poco a poco
en su camino de regreso a su casa.
―Lo haré. Adiós. ―Noctus le dio la espalda a Shiloh, deteniéndose lo
suficiente para levantar las cejas ante los tíos que se reían, y luego salió a
la calle.
Gruñí y sacudí mi cola.
―Sé que no te gusta ―murmuró Noctus, sus labios apenas se movían
mientras se acercaba a su patio delantero―. Pero decir que estamos en
una relación es una razón que los humanos entenderán y aceptarán en
lugar de 'Chloe está siendo acosada por un sobrenatural porque es una
sombra'.
Me lamí las chuletas mientras consideraba su argumento. Supongo que
tiene razón, y solo podemos decir que mi apartamento está siendo remodelado
durante cierto tiempo, además, todos saben que Aristide y Charon también viven
en la casa. Con suerte, eso significa que Shiloh lo atribuirá a algo sobrenatural y
no pensará demasiado en nada de esto.
A juzgar por su reacción emocionada, no estaba mintiendo en absoluto
cuando me dijo anteriormente, como Chloe, que no tenía ningún interés
en Noctus. Ella había dicho que él había existido desde siempre, así que
lo veía más como un tío o algo así.
Es interesante que elija socializar con sus vecinos. Supuse que era solo para
solidificar su tapadera, pero Shiloh y los tíos parecen estar bastante involucrados
en su vida.
Charon salió del garaje cuando Noctus subió al bordillo.
―Majestad. ―Charon asintió hacia Noctus antes de continuar.
¿En serio no vas a interrogarlo después de esto? Sí, todavía estoy indecisa
porque tiene sentido, pero en serio. ¡¿Estar saliendo?! ¿Cómo pudo decir eso
casualmente? ¡Es un rey elfo!
Aristide enderezó su silla con la ayuda de Charon y luego volvió a
sentarse con cautela.
―¿Qué fue eso? ―preguntó en un tono bajo.
―Credibilidad ―dijo Noctus.
―¡Ja! ―Aristide resopló tan fuerte que su voz resonó―. Sí, claro.
Porque salir con alguien es más creíble que Chloe convirtiéndose en una
compañera de cuarto temporal o alguna otra explicación razonable. Claro,
eso parece estar en lo cierto para tu personalidad: tienes un historial de
ser cariñoso. ¡Por favor!
Ker aulló su acuerdo mientras se sentaba junto a Charon.
―En defensa de Majestad ―murmuró Charon, manteniendo la voz
baja―, fue notablemente cariñoso con Ama.
―Esto y aquello son dos situaciones completamente diferentes
―declaró Aristide―. Chloe, ¿estás molesta por eso?
No, pero gracias por preguntar. Eso es muy emocionalmente responsable de tu
parte. Ronroneé mi aprobación.
Aristide debió haber escuchado porque extendió su mano, y Noctus se
inclinó para que Aristide pudiera palmearme la espalda.
Charon frunció el ceño durante toda la interacción.
―¿Por qué Chloe estaría molesta?
―Porque a pesar de lo que piensas, Charon, no todos querrían salir con
Noctus ―dijo Aristide.
Noctus me levantó para que estuviera frente a frente con él,
apuntándole a la cara y colgando de sus manos.
Era una posición precaria que no me gustaba. La única razón por la que
no lo estaba arañando era porque era Noctus.
―¿Te molestó tanto mi excusa? ―preguntó.
Mis oídos se crisparon cuando traté de sopesarlo. Me sorprendió, y creo
que podríamos haber encontrado una mejor excusa, pero diría que te hace ver peor
que yo, así que supongo que está bien.
El persistente pensamiento de tener a Noctus como novio sería una
experiencia que tiraría de las puntas de mis bigotes proverbiales. Eso me
molestó más que las terribles habilidades para mentir de Noctus.
―No es como si ella pudiera decírtelo. ―Aristide se recostó en su silla
con un resoplido cuando Noctus finalmente me abrazó contra su pecho
de nuevo―. ¿A menos que de repente te hayan brotado poderes que
ningún otro elfo vivo tiene y ahora puedes comunicarte directamente con
los animales?
―¿Por qué te importa cómo se siente ella sobre esto? ―preguntó
Charon―. Es una mera excusa, no tiene ningún significado real.
―Me importa porque ―Aristide hizo una pausa y fingió doblar una
pierna sobre la otra―, esto podría reflejarse negativamente en su
reputación.
No podía ver los ojos de Noctus a través de sus lentes de sol, pero aún
podía sentir el peso de su mirada fija en Aristide.
―...Vampiro anticuado.
Aristide saltó de su silla, recordándome a un gato silbando y
escupiendo.
―¡Reputación es una palabra perfectamente razonable para usar en el
lenguaje moderno!
Ker aulló divertida, luego salió trotando y agarró su pelota.
Me retorcí en los brazos de Noctus hasta que me soltó y salté de él al
césped.
Noctus ignoró la rabieta de Aristide.
―Le preguntaré a Chloe más tarde, cuando pueda responder.
―Eso sería sabio, Majestad ―dijo Charon.
―Oh, ¿así que ahora apoyas mis ideas? ―preguntó Aristide.
Noctus inclinó la cabeza hacia arriba para señalar el cielo.
―Nuestra calle se ha vuelto notablemente más ruidosa estos días, ¿no
es así, Charon?
―Son los murciélagos, Majestad.
―Oh, eso es todo ―dijo Aristide―. La próxima vez que hagas algo
estúpido que involucre a Chloe, no te lo diré, ¡y luego puedes pagarlo tú
mismo!
―Estoy temblando, te lo aseguro.
―¡Tonto!
Paseé por el césped, disfrutando de la sensación elástica de la hierba
bajo mis patas. Es divertido tener amigos con quienes reír, pensé mientras Ker
pasaba corriendo junto a mí con su pelota. Excepto que todo esto es temporal,
¿no? Eventualmente tendré que volver a la vida normal.
Pensarlo me puso un poco más sombría, por lo que el calor del sol en
mi pelaje negro no se sentía tan lujoso y más sofocante. Un rincón de mi
alma, uno que esperaba que Noctus no pudiera sentir a través de nuestro
vínculo, se rebeló ante la idea.
Pero… tal vez, ¿la normalidad podría incluirlos?
Tiré de los grilletes atados alrededor de mi muñeca mientras subía la
última escalera y apunté mi cuerpo hacia la puerta de mi habitación.
Estaba irritado bajo la restricción de los grilletes incluso más de lo que
solía estarlo.
Anteriormente era poco más que una irritación, pero desde que
comencé a enseñarle a Chloe, encontré que mi magia paralizante era
mucho más ofensiva. La diversión que podríamos tener si pudiera sacar
libremente mis armas...
Tal vez sea hora de que le diga al Paragon que se vaya a la mierda. Todavía
vendría a quejarse conmigo y pedirme información, de todos modos. Estoy casi
seguro de que él confía en mí lo suficiente como para no decirle a nadie incluso si
me niego a usarlos nunca más, especialmente porque está tan preocupado.
Me detuve frente a la puerta, considerando el asunto.
El Paragon es un fae, astuto hasta la médula. Si me ofrezco a ayudar de otras
formas, él guardaría mi secreto para siempre. Aunque no me gusta la idea de estar
en deuda con él incluso a través de un intercambio justo. Tal vez en lo que
realmente debería concentrarme es en por qué me gustaría deshacerme de estos
grilletes.
Alcancé el pomo de la puerta, cuando escuché un grito ahogado.
Chloe.
Estaba en su puerta antes de que pudiera terminar de respirar, casi
arrancándola de sus bisagras.
―¿Chloe?
―¡Lo siento! Lo siento, ¡estoy bien! ―dijo Chloe, con voz apagada.
Di un paso inquieto hacia su habitación: era costumbre de los elfos
respetar el espacio personal de uno hasta que se llegaba a una relación
cercana. No estaba del todo seguro de que Chloe y yo estuviéramos ahí,
aunque supongo que éramos cercanos, dado el collar.
Chloe salió de su vestidor, todavía con la ropa de entrenamiento que se
había puesto para su sesión de práctica con Charon abajo.
―Puedes pasar. Estoy bien, es solo... ¿qué es esto?
Se apretó contra la pared como un animal asustado y luego señaló las
profundidades de su armario.
―Un vestidor ―supliqué.
―No, quiero decir, sí, pero ¿qué son estos? ―Chloe se coló en su
armario y cogió un vestido de cóctel granate que colgaba de una percha
acolchada y me lo sacudió, luego se giró hacia el otro lado del armario
donde quitó una fina camisa de verano que recordaba a las túnicas de
seda que solían llevar los elfos. Con el bordado en los puños de las
mangas y el escote.
Parece obra de Charon. Le pedí que ampliara el guardarropa de Chloe hace unas
dos semanas. Debe haber recibido todos los pedidos.
Fue muy fácil convencer a Charon para que hiciera las compras: había
estado desesperado por el guardarropa de Chloe desde el día que
descubrió que ella y yo estábamos unidos.
El pensamiento perdido de que a Chloe le quedaría muy bien la ropa
de diseño élfico amenazó con distraerme, pero seguí concentrado.
―Ropa ―dije.
―Sí, ropa, pero no es mi ropa ―dijo.
―Están en tu armario ―le dije.
―Sí. ―Sacudió el dobladillo de la camisa tipo túnica―. Pero no son de
mi apartamento, y no los compré. ¡No creo que haya tenido tanta ropa en
toda mi vida! ―Giró en círculos, con los hombros encorvados mientras
miraba su nuevo guardarropa.
Si estuviera en su forma de gato, estaría mudando de pelo como loca.
No traté de ocultar mi sonrisa mientras Chloe miraba en mi dirección.
―No. ―Ella se hinchó, con sus ojos oscuros grandes como luna―. ¡No,
esta no va a ser la versión 2.0 de Ama!
―Estoy seguro de que no sé lo que quieres decir ―le dije, mi voz era
admirablemente libre de cualquier falsedad.
―Mimaste a Ama en un grado ridículo ―dijo―. ¡No puedes hacerme
lo mismo!
―¿Por qué no? ―le pregunté―. Tú eres Ama, después de todo.
Chloe abrió y cerró la boca unas cuantas veces de una manera que me
pareció muy encantadora: sus emociones cambiantes eran un reflejo de lo
que había visto en ella como Amalourne, lo que contribuyó mucho a
decirme cuán genuina era realmente una persona.
Puede que sea una sombra, pero no se esconde, al menos no emocionalmente.
Si fuera posible usar magia para hacer que el suelo se la trague, estoy seguro de
que estaría mareada, pero es tan abierta como un libro en sus expresiones.
Chloe parpadeó un par de veces y estudió su armario una vez más antes
de girarse hacia mí.
―¿Cómo?
―Charon ―dije.
Como si estuviera esperando la entrada perfecta, lo cual, dada su astuta
inteligencia era completamente posible, Charon entró en el marco de la
puerta del dormitorio de Chloe.
―¿Me llamaste, Majestad?
―Charon ―dijo Chloe, con la voz a medio camino de un gemido.
Me hice a un lado mientras Charon cruzaba la habitación y se unía a
mí.
―Majestad. Chloe. ―Charon hizo una reverencia, primero a mí, luego
a Chloe. Su máscara estaba perfectamente en su lugar, aunque me di
cuenta por la forma en que sus ojos se arremolinaban que estaba
disfrutando cada momento de esto―. ¿Es tu nuevo guardarropa de tu
agrado?
Chloe se hinchó de nuevo.
―No, es demasiado excesivo.
Charon se unió a Chloe en el armario y estudió con tristeza un estante
de cinturones nuevos.
―¿No te gusta la ropa elegida para ti?
―No, no es eso, quiero decir, me gusta. ―Chloe presionó sus brazos
cerca de su pecho y miró el armario lleno con sospecha.
―¿Entonces, cuál es el problema?
―¡No puedes simplemente comprarme un nuevo guardarropa!
―Era necesario, te lo aseguro ―dijo Charon―. Para poder estar al lado
de Majestad, necesitabas un guardarropa más grande.
Una pequeña arruga se extendió por la frente de Chloe.
―¿Estás diciendo que tengo mal gusto en la ropa?
―En absoluto ―dijo Charon―. Solo que tu guardarropa necesitaba ser
ampliado dadas las nuevas situaciones a las que estarás expuesta.
Charon debe haber sido capaz de darse cuenta de que no la estaba
conquistando, porque pasó junto a ella, desapareciendo en las
profundidades del armario.
―¿Ves? Compré más ropa de entrenamiento para ti. Algunas incluso
tienen fundas especiales para tus cuchillos integradas.
Chloe me había estado dando su mejor mirada: la versión humana de
la mirada de regaño que solía darme cuando era gato cuando intentaba
acariciarle la barriga, pero ante la tentación de Charon, ella lo siguió de
mala gana más profundo.
―¿Más ropa de entrenamiento?
―Sí. Algunas están reforzadas con un acolchado especial para limitar
la posibilidad de lesiones si te ves obligada a rodar por una superficie
pedregosa y demás. ―Ni siquiera podía ver a Charon, pero su voz era
cálida, para Charon, al menos, y tentadora.
Chloe me miró, sus ojos se desviaron brevemente hacia el vestido
granate que señaló antes, antes de volver a mirarme.
Le sonreí, lo que pareció asustarla más porque se puso de color rojo
brillante, luego saltó más allá de una capa de ropa para que ella tampoco
fuera visible.
―Eso sería bueno, ¿puedo verlas?
Me reí. Mi voz era baja, pero Chloe debe haberla oído, porque emitió
una especie de silbido de réplica.
Aún más divertido, deslicé mis manos en mis bolsillos ocultos, tocando
brevemente la frescura tranquilizadora de las dagas escondidas ahí antes
de sentarme en una silla y esperar.
Charon la conquistará, aunque...
La ropa la había asustado. No pensé que eso la hiciera tener miedo de
mí o de Charon, al menos no que yo pudiera sentir. ¿Era solo que pensaba
que era demasiado opulento? Pero con frecuencia les regalaba cosas a
Aristide y Ker de manera similar.
Tal vez realmente estoy tan fuera de contacto con la realidad humana como a
Aristide le gusta acusarme de ser.
―Noctus ―siseó Chloe, demorándose en la entrada de su armario.
―¿Sí? ―Coloqué mis brazos a los lados de la silla, relajándome.
―¿Esto está realmente bien? ―preguntó Chloe.
Parpadeé.
―No sé lo que estás preguntando.
Chloe señaló detrás de ella.
―Todo esto. Es hermoso, pero teniendo en cuenta que yo era la que
estaba merodeando sin decirte lo que era, y que todavía me estás
protegiendo de lo que sea que esté planeando el rastreador... ¿está
realmente bien? ―Se movió nerviosamente de un pie a otro, y las piedras
preciosas rojas de su cuello brillaron a la luz del día que inundaba su
habitación.
―Si nos guiamos por esas métricas, técnicamente soy un bruto que te
ha encarcelado en mi villa en contra de tu voluntad ―señalé.
―Eso no es lo que quise decir. ―La voz de Chloe era tensa, no con
miedo, sino algo más cercano a la angustia. Tenía las cejas juntas y se
movía nerviosamente, en constante movimiento nervioso. Esto realmente
la estaba molestando.
Me levanté de mi silla y me acerqué a ella con cautela.
Necesito tener cuidado en la forma en que aborde esto, o simplemente se verá a
sí misma como un proyecto favorito.
―Es un regalo, Chloe. ―Extendí la mano, con la palma hacia arriba, de
la misma manera que solía pedirle a Amalourne que chocara los cinco.
Chloe, sin pensar, extendió la mano y golpeó su mano contra la mía.
Usé el contacto a mi favor y entrelacé mis dedos con los suyos.
Esperé un momento, pero ella no protestó, así que le apreté la mano.
―Te has vuelto importante para mí, tú, como tú misma. No como gato
―dije―. Aquellos que son importantes para mí, los trato en consecuencia.
Di otro paso más cerca de ella.
Se relajó cuando deslicé un brazo alrededor de su espalda y se inclinó
hacia mí. Levantó su mano libre y agarró suavemente el cuello de mi
camisa en un gesto que estaba seguro que tenía que ser automático, y
parecía bastante cómodo.
Yo, en cambio, me encontré convertido en un estúpido.
Ker, Aristide y Charon habían sido mis compañeros durante siglos.
Ellos conocían mi alma, pero nunca fui una persona particularmente
demostrativa, algo que me inculcaron cuando fui un niño criado para la
guerra.
Pero a pesar de que habían pasado siglos, era algo que no había podido
quitarme de encima. Hasta que tuve un gato, quiero decir, y me di cuenta
de lo relajante que podía ser un toque amable.
Ahora, con Chloe inclinada contra mí, me estaba dando cuenta de algo
nuevo: por mucho que Amalourne significó para mí, el hecho de que
Chloe humana me abrazara libremente era como magia.
Aún mejor, el efecto se multiplicó por mi magia que me ató a ella,
dándome la retroalimentación de su satisfacción.
Ella no me temía, intelectualmente no tenía razón para hacerlo. Como
sombra, sería extraordinariamente peligrosa una vez que estuviera lo
suficientemente entrenada; ya estaba alcanzando un nivel de habilidad
que la haría temida por la mayoría de los sobrenaturales, pero Chloe vivía
con miedo. Para que ella me abrace voluntariamente, sin resistencia…
Tenía razón al pensar que necesitaba traerla.
―Si estás seguro… ―dijo Chloe, sacándome de mis pensamientos.
Retrocedió un paso, separando nuestro abrazo para poder mirarme a la
cara―. Sobre el guardarropa, quiero decir.
―Lo estoy. Además. ―Moví nuestras manos juntas para romper la
tensión del momento―. A Charon le faltaban días para malversar fondos
y entregarte ropa sigilosamente de todos modos. Una vez que ha decidido
que le gusta una persona, tiene ideas sobre cómo debe vestirse.
―Sí, me di cuenta de eso ―admitió Chloe. Miró hacia atrás por encima
del hombro, en las profundidades de su armario, y una vez más las
piedras preciosas en su cuello brillaron, y sentí el remolino de mi magia
que me ataba a ella.
―Pídele a Charon que te muestre los vestidos ―aconsejé―. Todos ellos
fueron diseñados con la idea de esconder dagas.
Sus ojos se volvieron a agrandar como la luna.
―¿En serio?
―En serio.
Olvidando mi extraña conducta, se abalanzó alegremente sobre su
guardarropa de nuevo.
―¿Charon? ¿Puedo esconder dagas en mis vestidos?
―Por supuesto ―dijo Charon―. Te enseñé a usar dagas. ¿por qué tipo
de maestro me tomas que no pensaría que mi alumna necesitaría llevar
algo en todo momento?
―Pensé que tal vez tendría que ponerlas en un bolso.
―No, no, no, se te puede quitar un bolso ―dijo Charon―. Permíteme
instruirte sobre las ventajas de la ropa cuidadosamente arreglada y las
telas más gruesas.
Regresé a mi silla, todavía sintiéndome caliente por el abrazo de Chloe,
hasta que recordé la forma en que las joyas de su cuello brillaban en su
garganta.
No está demasiado lejos decir que la tengo prisionera. Si usa el collar, no le daré
la opción de vivir en mi mundo.
Antes de conocer su carácter, tenía sentido mantener el collar, con su
hechizo de seguimiento superior en ella. La magia salvaje apoyó la idea,
de todos modos, aunque eso no era necesariamente una buena noticia
para mí.
Pero continué escondiéndome detrás de esa excusa mucho después de
que Chloe demostró ser confiable.
Estoy siendo cobarde. Hay docenas de otros hechizos que podríamos usar:
magia que ella misma podría alternar si el rastreador la encontrara, pero,
egoístamente, no lo he hecho. Porque el collar la mantiene cerca.
Si realmente me importara Chloe, le daría la opción de aceptar o
rechazar el collar, y no imponerle mi estilo de vida.
Además... durante gran parte de mi vida no me dieron a elegir, o más
bien fue una elección entre terribles opciones. Quería darle a Chloe lo que
yo no tuve.
La magia salvaje se agitó silenciosamente a mi alrededor,
opresivamente silenciosa.
¿Entonces no quieres que le dé la opción? Debes tener un juego final en mente
para ella.
Eso solo hizo que fuera una buena idea quitarle el collar, no estaba
interesado en que la magia salvaje me usara para sus propósitos otra vez.
Además, esta vez no solo me sacrificaría a mí, sino a todos en Calor Villa.
Desde la guerra, dediqué mi vida a mantener a salvo a los elfos
restantes que eligieron quedarse conmigo. Nada, ni magia salvaje, ni
siquiera Chloe, podría cambiar eso.
Pero Chloe no arriesgaría a propósito a mi gente. A ella le importa.
Le importara o no, aunque vivir en Calor Villa no era una prueba, la
necesidad del secreto -de la ciudad misma, de mi propia herencia, de
tanto-, requería aislamiento.
Chloe no tenía muchas conexiones en Magiford, razón por la cual aún
no había luchado contra su situación, pero su familia…
Sus hermanos, especialmente. Eran cercanos de una manera que no entendía,
pero no creo que pudiera separarse de ellos, y mucho menos soportar mentirles.
Si se quedaba conmigo, tendría que hacerlo.
Y ese era el quid de la situación, y por qué me resistía a quitarle el collar
a pesar de los peligros potenciales.
No pensé que ganaría contra sus hermanos. De hecho, obviamente no
ganaría contra sus hermanos, y sería una elección completamente
justificada para Chloe.
Pero yo era egoísta.
O al menos había estado actuando de manera egoísta y estúpida, ya que
la magia salvaje estaba obviamente enamorada de ella, y toda esta fachada
era un peligro para Calor Villa.
Pero si ella decidía quedarse, yo era lo suficientemente poderoso como
para mantener a todos, a Chloe y los elfos, a salvo, a pesar de los planes
que la magia salvaje tenía para ella.
Potencialmente significaría que tendría que recoger armas, reliquias,
que no había tocado desde la guerra y acceder a poderes que odiaba, pero
el deber estaba antes que todo, si pudiera mantener a Chloe de alguna
manera también...
Chloe salió brevemente del armario, sosteniendo un vestido con un
agarre delicado como si pudiera arruinarse con su simple toque.
―Noctus, ¿tienes muchos eventos de etiqueta en la villa?
Reajusté mi posición sentada en la silla para que una de mis dagas
dejara de clavarse en mi estómago.
―No realmente ¿por qué?
―Entonces, ¿por qué Charon me compró tantos vestidos?
―Porque la definición de Charon de lo que requieres vestir es muy
diferente a la tuya o la mía.
―Oh. Okey. ―Chloe parpadeó, mostrando sus grandes ojos de gacela
de una manera que transmitía horror y la necesidad de ayuda, pero echó
los hombros hacia atrás y entró en el armario con una especie de
resignación sombría.
Le sonreí a su espalda, pero mi humor se desvaneció ahora que estaba
de nuevo con mis propios pensamientos.
Debo darle la opción, porque no puedo forzarla, o seré más como los tiranos de
mi familia.
Corrí a través de un tejado, mi espada corta golpeó mi espalda. Me
acerqué al borde del edificio, pero los pasos que resonaban detrás de mí
sonaron más fuertes que hace unos momentos.
¡Me está alcanzando!
Una punzada en mi costado hizo que respirar fuera doloroso, pero
estaba lo suficientemente cerca como para escucharlo exhalar.
¡Necesito escapar!
Hice un giro brusco a la izquierda, cambié a gato y salté del techo del
edificio, torciendo mi cuerpo para aterrizar sobre mis patas.
En el momento en que aterricé, me convertí en humana y salí corriendo
antes de que pudiera salir del giro que tuvo que tomar.
Era mucho más rápida que cuando aprendí a saltar por primera vez, y
los movimientos ahora eran automáticos.
Me lancé por la calle, siguiendo mentalmente mi progreso a través de
la ciudad. Cuando llegué al final de la manzana, giré a la derecha y ahí
estaba: la torre del reloj, que se elevaba por encima de los edificios
circundantes.
¡La zona segura!
Lo escuché detrás de mí, así que me convertí en gato y corrí por un
callejón, esquivando un contenedor de basura.
Encontré lo que estaba buscando: una escalera de incendios. Era poco
más que una escalera con una jaula de seguridad envuelta alrededor, y no
llegaba hasta el suelo, se detenía aproximadamente en el techo del primer
piso.
Me volví humana, luego corrí hacia la pared y salté. Mis dedos
enguantados arañaron la pared, pero me las arreglé para asegurar un
agarre en el saliente de ladrillo ancho de la yema del dedo que marcaba
una puerta. Planté un pie en la manija de la puerta para empujar hacia
arriba, luego me tambaleé por un momento, equilibrándome sin nada que
me apoyara hasta que mis dedos se engancharon en la escalera.
Mis brazos ardían mientras me levantaba, hasta que pude plantar mis
rodillas en el costado del edificio y empujarme, succionándome dentro
del tubo.
Me concentré en el sigilo sobre la velocidad mientras subía la escalera,
tratando de ser lo más silenciosa posible.
El sigilo me asustaba muchísimo e iba en contra de todos mis instintos,
que decían que era mejor estar lo más lejos posible del peligro.
Pero él no me había encontrado cuando subí al techo. Mantuve mis
pasos silenciosos mientras caminaba por el edificio. Tuve que saltar un
callejón angosto para llegar al siguiente edificio, pero una vez que lo
crucé, la torre del reloj estaba al otro lado de la calle.
Cambié a gato y me quedé en las sombras, permaneciendo cerca del
suelo hasta que llegué a la pared del edificio, luego me paré sobre mis
patas traseras y miré por el costado.
Nada se movió en la calle, ni siquiera un auto. Esforcé mis oídos, pero
solo escuché el chillido distante de un ratón, lo cual no era inusual
considerando que debían ser alrededor de las tres de la mañana.
Observé la distancia, estaba a tres pisos de altura, luego trepé por el
costado, balanceando mi cuerpo de gato para aterrizar con las patas
primero, justo detrás de un bote de basura.
Miré a mi alrededor, viendo arriba y abajo de la calle.
No podía ver a nadie, pero podía sentir el tirón de su magia.
Manteniéndome tan abajo que mi barriga rozó el asfalto, me escurrí del
bote de basura a un auto estacionado en la calle. Me metí detrás de un
neumático y volví a mirar.
Su magia seguía ahí, a pesar del silencio de la calle.
Podría tratar de rodear el edificio para ver si podía alcanzarlo desde un ángulo
diferente... pero no creía que lo sacudiera. Debería hacerlo, o intentarlo, al menos.
Mis oídos se contrajeron mientras escuchaba los autos, no había
ninguno, y opté por mantener mi cuerpo de gato. La explosión de
velocidad que podía usar como gato era ideal ya que solo necesitaba
cruzar la calle corriendo.
Salí de debajo del auto y eché a correr.
Crucé el carril derecho de tráfico sin problemas, pero cuando llegué al
centro de la calle escuché pasos.
¡Él está aquí!
Noctus salió de detrás de una de las columnas de soporte de la torre del
reloj. Estaba sobre mí más rápido de lo que podía respirar, acercándose
tanto que sus dedos rozaron mi pelaje.
En lugar de huir, corrí hacia él, lanzándome entre sus pies.
Me convertí en humana antes de que hubiera pasado por completo su
cuerpo, chocando contra él con la fuerza imparable de mi magia de
intercambio de cuerpo.
Se tambaleó, y empujé su espalda, usándolo como trampolín para
arrojarme a la acera.
Noctus se dio la vuelta y me cortó con una espada. No una envainada,
una hoja desnuda que brillaba en el tenue resplandor de las farolas.
Inmediatamente volví a convertirme en gato, por lo que su golpe pasó
por encima de mi cabeza, salté a la acera y choqué con el edificio antes de
convertirme en humana nuevamente.
―¡Intentaste apuñalarme! ―grité, con la voz alta por la ansiedad.
Noctus estaba de pie al borde de la calle, con un mechón de pelo oscuro,
el mío, sin duda, pellizcado entre sus dedos.
―Lo evitaste.
―¡Dijiste que mantendrías tu espada envainada!
―Sí, pero has mejorado mucho ―dijo―. Sería un perjuicio no subir de
nivel mis ataques. Lo que buscamos es mejorar, no una cómoda sesión de
práctica.
Envolví mis brazos alrededor de uno de los pilares de soporte de la
torre del reloj y lo miré sospechosamente.
―La práctica nunca ha sido cómoda.
―Bien. ―Noctus envainó su espada mientras salía a la acera―. Pero lo
hiciste bien, estás mejorando drásticamente. Es bastante impresionante
que me hayas pasado.
Solté la columna de apoyo.
―No es tan impresionante, no tienes toda tu fuerza.
―Cierto. ―Me indicó que lo siguiera mientras nos acercábamos a una
puerta lateral de la torre del reloj―. Pero aún podrías superar a un elfo.
Posiblemente incluso a Charon.
―No hay posibilidad de que pueda vencer a Charon ―dije―. ¿Escapar
de él? Tal vez en, como un año, pero de ninguna manera podría luchar
contra él en terreno parejo.
Noctus mantuvo la puerta abierta para que yo pudiera entrar; era la
odiada escalera que nos llevaba al último piso de la torre del reloj. Respiré
aliviada cuando Noctus pasó las escaleras y me abrió la puerta del
vestíbulo.
―Podrías escapar de él ahora, escapaste de mí, e incluso con el uso de
su magia, Charon es más lento que yo, y su magia no te afectaría de todos
modos ―dijo―. No estaría tan seguro de que no puedas luchar contra él
en terreno parejo.
―No, yo estoy muy segura. ―Naturalmente, callé mi voz mientras
atravesábamos el vestíbulo vacío, nuestros pasos resonaban en el silencio
sofocante―. Charon ha tenido siglos para practicar con armas. El campo
de entrenamiento, incluso con Charon como mi maestro, no puede
compensar ese tipo de práctica. ―Me estremecí un poco incluso al pensar
en las habilidades fáciles de Charon con dagas, pistolas, espadas, lanzas
y la larga lista de armas que le había visto manejar.
―La energía bruta podría cerrar la brecha y superarla ―dijo Noctus.
Miré a Noctus, confundida. Eso debe ser una broma. Él y Charon están muy
por encima de mí, incluso con mis habilidades influenciadas por la magia, no hay
forma de que pueda igualarlos en pura fuerza.
―¿Energía bruta? ―repetí.
Noctus me miró.
―Sí, de la magia.
Bien, ahora sé que debe estar bromeando. Toda mi magia es innata. No puedo
canalizar nada de eso.
―¿A qué magia te refieres? ―pregunté.
―La mía.
Estaba tan confundida que mi cuerpo no podía manejar el trabajo de
impulsarme hacia adelante al caminar y pensar, así que me detuve en
medio del vestíbulo.
―¿Qué?
Noctus me miró y luego hizo una inspección general del nivel inferior.
Éramos solo nosotros dos, pero algo en eso no fue satisfactorio, porque
me hizo señas para que lo siguiera. Atravesamos un conjunto de puertas
de vidrio y salimos por un ascensor.
Noctus lo activó, luego entró cuando las puertas sonaron.
Presionó el botón del último piso cuando asomé la cabeza.
―Espera, eso dice azotea. ¿Hubo un ascensor a la azotea todo este
tiempo?
Noctus atrapó mi mano en la suya y me jaló hacia adentro.
―Las escaleras pueden ser excelentes para el acondicionamiento físico.
Mi boca hizo como un pez durante todo el viaje, atrapada a medio
camino entre la furia, una experiencia rara para mí, y la incredulidad.
Cuando la puerta se abrió, Noctus me remolcó, no me había dado
cuenta de que aún tenía que soltar mi mano.
Aparentemente, el nivel de la azotea era la esfera del reloj. El ascensor
nos dejó en una amplia pasarela que serpenteaba pegada al exterior del
edificio, pasando justo por debajo de la esfera gigante y resplandeciente
del reloj y sus elegantes manecillas de horas y minutos.
Noctus me jaló y se detuvo justo debajo de la esfera del reloj para
estudiarme.
―Es posible que uses mi magia ―dijo.
Parpadeé, luego negué con la cabeza.
―No.
―Sí ―respondió―. Por el collar.
―¿Te refieres a la conexión que crea el collar?
Noctus asintió.
―Te da acceso a mi magia. En parte, es por eso que el vínculo no solo
se usa para las relaciones románticas, sino que puede ser una bendición
en la guerra.
―Pero soy una sombra, no un elfo ―dije―. ¿De verdad crees que la
conexión funcionaría de la misma manera?
―Podemos intentarlo ―sugirió Noctus.
Me inquieté.
―Está bien, excepto que sería extraño para ti tenerme usando tu magia.
Eso es algo bastante personal.
―¿Considerando el vínculo? No tienes idea ―dijo Noctus secamente.
Me retorcí.
―Mira, tú hiciste la conexión con Ama, no con la humana. No tienes
que dejarme hacer cosas como esta.
Noctus inclinó la cabeza.
―¿No quieres intentar usar mi magia?
―Sí. No. ―Estaba bastante segura de que mi mano estaba empezando
a sudar, pero no podía estar segura ya que Noctus todavía la tenía en su
poder―. Noctus, eres un elfo. A cualquier sobrenatural le gustaría intentar
usar tu magia.
―Excepto para aquellos con fuertes instintos de autoconservación,
como tú ―dijo. Sus ojos definitivamente no se arremolinaban.
Uf, eso debe haber dolido. ¡Pero no es lo que él piensa!
―No es que tenga miedo, es solo que... la magia es tan personal ―me
apresuré, tratando de encontrar una manera de poner mis sentimientos
en palabras―. No lo sé, es solo que yo era tu gato. Estoy acostumbrada a
dejarme llevar por ti, ¡aún choco los cinco sin pensarlo! Hiciste esto
porque creías que yo era tu gato. ¿Estás realmente bien haciendo esto
cuando no hace mucho que nos conocemos?
Noctus estuvo décadas con Ker, Aristide y Charon. Había tenido
semanas conmigo. Sabía que signifiqué algo para él como Ama, y
sospechaba que significaba algo para él como Chloe, pero ¿era esta pura
curiosidad de su parte o...?
―Solo han sido semanas ―reconoció―. Pero han sido semanas en las
que he sentido tu corazón.
Wow. Eso era suficiente para hacerme sonrojar. Me habría tambaleado si
Noctus todavía no estuviera sosteniendo mi mano.
―Eres digna de confianza, Chloe, y me he... preguntado.
―¿Sobre la magia?
―Parcialmente, sí.
Lo miré fijamente, todavía no del todo satisfecha con su respuesta.
―La magia salvaje te aprueba ―dijo finalmente.
Si estuviera en mi forma de gato, estaría moviendo la cola como loca.
―¿Qué se supone que significa eso?
Noctus se encogió de hombros.
―Es una explicación.
Tal vez, pero no muy buena. Entrecerré los ojos y sentí que mi boca se
apretaba como si hubiera estado chupando limones.
―Si estás dispuesta, me gustaría intentarlo ―dijo Noctus.
―No tengo experiencia lanzando magia ―dije.
―Soy consciente ―me dijo―. Es por eso que comenzaremos por ver si
puedes llamar a alguna de mis armas.
Estaba asintiendo, hasta que me di cuenta de lo que estaba diciendo.
―Espera, te estás refiriendo a tus armas regulares que solo llevas
contigo, cierto, no a tus mágicas…
―Me refería a mis armas mágicas, las reliquias que pasaron de
generación en generación.
Tragué saliva.
―Por supuesto que sí, pero, mmm, hay un problema.
―¿Sí?
―¿No son ese tipo de… armas… muy, muy poderosas? ¿Y peligrosas?
Sabía vagamente de la existencia de las armas reliquia de los elfos, y
Ker me dio un curso acelerado cuando empezó a simpatizar conmigo
después de darse cuenta de que era una humana, pero no tenía que saber
mucho para darme cuenta de que las armas mágicas incrustadas eran las
herramientas más poderosas en la sociedad sobrenatural.
La noche en que Noctus derribó al fae que intentó robarme, estaba
ejerciendo suficiente poder para convertir el vecindario en un cráter.
Las armas élficas eran mortales, y dudaba mucho que un arma que
estaba más o menos viva y que era capaz de expresar sus propias
opiniones fuera a ser amable conmigo.
―Están destinadas a ser peligrosas ―dijo―. Están diseñadas para ser
el recurso más fuerte de un elfo en la batalla. Por eso son armas.
No sabía si Noctus tenía demasiada confianza en mí, o si era tan
poderoso que no podía comprender por qué era una mala idea.
Probablemente era una combinación de ambos.
Finalmente saqué mi mano de la de Noctus, una situación tan ridícula
significaba un posible dolor de cabeza, así que comencé a frotarme las
sienes.
―Y crees que deberíamos empezar por ahí. Con el recurso más fuerte.
―El impulso de correr me sacudió el estómago.
―Sí ―respondió―. Debido a que no requieren magia para usarlas, solo
necesitas mi magia para crear la conexión con el arma.
Lo miré, completamente escéptica.
―Extiende tu mano ―dijo Noctus.
Succioné obstinadamente mi cabeza contra mis hombros.
Debe haber sido capaz de decir que no iba a ceder, porque deslizó sus
dedos debajo de mi barbilla, los arrastró a lo largo de mi mandíbula y
peinó sus dedos por mi cabello para que su mano descansara en la parte
posterior de mi cabeza.
No pude resistirme a mirar sus encantadores ojos.
―Por favor ―dijo―. Me gustaría saber si esto podría funcionar.
Entonces, porque soy un idiota, asentí.
―Está bien ―dijo mi boca sin permiso.
Noctus sonrió antes de que pudiera retirar las palabras, y había algo en
la expresión... no era su belleza sobrenatural. Había estado cerca de él lo
suficiente como para poder manejar eso. Era el sentimiento detrás de su
sonrisa, el deleite genuino, lo que me impidió retractarme de mi acuerdo.
―Extiende tu mano ―repitió.
Lo hice de mala gana.
―¿Puedes sentir el collar en tu cuello? ―preguntó.
―Sí.
―Concéntrate en esa sensación, cierra todo lo demás.
Cerré los ojos mientras me concentraba en el collar. Era una presencia
cálida y constante en el fondo de mi mente, como el calor que despedían
las hermosas llamas azules y blancas que aparecían en todas las
chimeneas de la villa.
Cuando me concentré en él, pude sentir el constante ardor de la magia,
que era seductora más allá de mi imaginación.
No experimentaba la magia de la forma en que lo hacían otros
sobrenaturales, o pasaba a través de mí, o hacía lo suyo, como mi magia
que me hacía imperceptible, pero la magia de Noctus... me respondió.
Se quedó conmigo como una hoguera, calentándome de adentro hacia
afuera. Cuando me concentré en ella, pareció tomarlo como una
invitación y creció a mi alrededor. Mi cuerpo se sentía agradablemente
cálido y con un hormigueo, el calor calmó mis nervios habituales.
―Sigue el flujo de mi magia de vuelta a mí ―instruyó Noctus.
Pensando que sería tan placentero como lo que estaba experimentando
con el collar, seguí el rastro ardiente de su magia, deteniéndome cuando
sentí que se fusionaba de nuevo con Noctus.
Si la conexión era una cálida hoguera, la de Noctus era un infierno
ardiente. Su magia era tan concentrada, tan pura, que era un milagro que
no quemara el suelo en el que estaba parado.
En ese momento me di cuenta de algo: Noctus dejó que los
sobrenaturales ganaran la guerra de los elfos porque no había forma de
que ningún ser sobrenatural pudiera haberlo derrotado, no había forma
de que alguien pudiera haber emprendido una guerra contra él y ganar.
―¿Seguiste mi magia? ―preguntó Noctus.
―¿Mmm? ¿Qué… sí. ―Abrí mis ojos de golpe, luego me retorcí porque
todavía podía sentir a Noctus y su magia―. Tú eres… eh…
―A través de mí, deberías poder acceder a mi almacenamiento de
armas ―dijo, ignorando mis tartamudeos avergonzados.
―¿Estás hablando de tu armario en la villa? ―pregunté, pensando en
las muchas armas que tenía alrededor de su habitación.
―No ―me dijo―. Esas son armas no mágicas que uso ya que mi acceso
a mi magia está mayormente bloqueado. Las reliquias a las que
intentamos acceder están almacenadas en una especie de reino de bolsillo
al que solo se puede acceder con un portal hecho con mi magia.
―¿Esperas que haga un portal?
―No, la conexión siempre se forja. Simplemente no puedo acceder a él
debido a esto. ―Noctus levantó una muñeca, mostrando su brazalete de
metal―. Solo necesitas encontrarlo y alcanzarlo, como hice yo la noche en
que el fae trató de capturarte y alcancé una de mis armas, Rioten.
―¿Y cómo se supone que voy a encontrarlo?
―Es el único portal que está imbuido de magia además de mi puerta
―dijo Noctus―. Los poderes de las armas se filtran a través del portal.
Por lo tanto, será el único que se sienta diferente.
Cerré los ojos con fuerza mientras me enfocaba de nuevo, y el poder
ardiente de Noctus brilló en mi mente.
Diría que dejé que sus poderes me rodearan, pero la verdad era que era
tan poderoso que simplemente... se precipitaron a mi alrededor
independientemente de mis deseos, como un incendio forestal que se
extiende por un bosque.
Pero el método envolvente hizo que fuera muy fácil encontrar el enlace
mágico a su portal. Era lo único que era sólido e inmóvil, y decir que se
sentía diferente al resto de su magia era quedarse corto.
La magia de Noctus era abrumadora. ¿La presencia que tenía ese portal
a sus armas? Era algo más nítido y enfocado, como mil agujas pinchando
mi piel.
―Lo encontré ―le dije.
―Alcánzalo, mental y físicamente ―me entrenó Noctus.
Me estremecí.
―¿Estás seguro? Esto está desencadenando todos los instintos de
autoconservación que tengo.
―Eso es un mero obstáculo mental ―dijo―, incluso si una de mis
armas se enojara y explotara, no podría hacerte daño, la magia te bañaría.
Abrí los ojos de golpe.
―Espera, ¿podría explotar?
Noctus inclinó la cabeza, formando un abanico de mechones de su
cabello dorado sobre su frente.
―¿No escuchaste la parte donde mencioné que no te haría daño?
―Sí, pero ¿qué pasa con la torre y la ciudad? ―Asentí hacia la ciudad
que se extendía debajo de nosotros, brillando con las farolas.
Noctus se rio entre dientes.
―No sucederá, tienes una conexión conmigo, es la única razón por la
que puedes acceder a mi almacenamiento. No te harían daño. Lo más
probable es que simplemente no te respondan.
―Bueno, supongo que no responder es mejor que expresar sus
opiniones sobre la situación ―dije.
―También pueden hacer eso ―dijo suavemente, como si las armas
expresivas infundidas con magia fueran algo que pudiera discutirse con
una de las tazas de té de la señorita Booker―. Excepto que tienes una
parte de mí. No te van a molestar. Ahora, alcánzalo.
Con esa idea para animarme, arrastré los pies, pero mentalmente
alcancé el portal con forma de aguja, extendiendo físicamente mi mano al
mismo tiempo.
Grité cuando una brumosa magia de color blanco se formó alrededor
de mi mano, y pude sentir la sensación al revés de alcanzar un reino
diferente, incluso había un pequeño espacio alrededor de mi muñeca
donde podía ver: había niebla en el reino de Noctus, pero podía distinguir
formas oscuras que vagamente parecían armas.
―Ahora llámalos ―dijo Noctus.
―No sé sus nombres, ¿no tienen nombres?
―Sí, pero no necesitas saber sus nombres para llamarlos.
―¿En serio? Porque parece que sería de mala educación no usar sus
nombres.
Noctus me miró fijamente.
―¿Estás realmente considerando si una reliquia, un arma creada para
la sangre y la batalla, puede tener sentimientos que pueden ser heridos?
Giré mi mano a través de la niebla del reino de bolsillo.
―Bien, la cortesía no cuesta nada.
Y es muy posible que la señorita Booker se me haya contagiado...
La expresión de Noctus no cambió, pero la espiral en sus ojos se
arremolinó, ya fuera por diversión o... sí, no, probablemente solo
diversión.
―Después de que un arma te acepta, sí, debes llamarla por su nombre
―dijo―. Pero no sabrás su nombre hasta que acepte tu llamada y se
materialice para ti. Entonces son socios y trabajan juntos.
―Así que hay reglas de cortesía para esto. Entiendo. Entonces, ¿cómo
llamo?
―Solicitas su presencia ―dijo Noctus―, y su asociación.
―¿En voz alta? ―pregunté―. ¿Me escucharán en el reino de bolsillo?
―Puedes usar magia, pero en este caso en voz alta es la forma más fácil,
así que sí, así es como debes pedirlo ―dijo Noctus.
―Bueno. ―Eché los hombros hacia atrás y respiré hondo―. Mi nombre
es Chloe Anderson, y solicito respetuosamente el placer de su presencia.
Noctus estalló en carcajadas.
Mis oídos comenzaron a arder de vergüenza: pensé que las reliquias, al
ser antiguas y poderosas, serían menos... mortales si usaba mis mejores
modales para atraerlas. Aparentemente eso no era necesario.
Antes de que pudiera preguntarle a Noctus cómo se suponía que debía
pedirlo, sentí algo, como hisopos de algodón desenrollados o telarañas
deslizándose por mi mano.
―Mmm, ¿Noctus?
Noctus seguía riéndose.
―Suenas como si los estuvieras invitando a tomar el té.
Miré dentro del reino de bolsillo, viendo como sombras negras pasaban
a través de mis dedos.
―Noctus, se están moviendo. Tus armas o reliquias, como las llames,
se están moviendo.
Noctus se echó el pelo hacia atrás y exhaló, con la postura relajada e
informal.
―Bien.
―Pero solo están pasando entre mis dedos, ¿Eso es normal? ¿Se están
enojando? ―Cambié mi peso de mi pie derecho a mi pie izquierdo y
contemplé sacar mi mano.
―Están considerando tu llamada. Si deciden responder, sentirás que el
arma se materializa en tu mano y luego podrás sacarla.
Mirando a través del pequeño espacio que podía ver alrededor de mi
muñeca, vi la forma sombría de una lanza, luego una espada, seguida de
un arco.
Pronto, nada pasó por mi mano. Todavía podía ver sombras
moviéndose dentro del reino, incluso vi una espada que tenía un brillo
metálico a diferencia del resto de las armas cubiertas de niebla, pero nada
se acercó.
―Ya no pasan ―dije.
―Ya veo. ―Noctus se frotó la mandíbula.
―¿Eso significa que no van a responder? ―pregunté, atrapada entre la
alegría y una retorcida sensación de decepción.
―No necesariamente ―dijo―. Tengo una colección muy grande.
Tomaría algún tiempo para que cada arma decida si quiere responderte.
―¿Cuántas armas tienes? ―pregunté.
Noctus miró hacia el cielo, una rara línea deslizándose por su frente
mientras contemplaba la pregunta.
Oh, eso probablemente significa que son varias docenas por lo menos,
probablemente sean tantas, si no más, que su armario en la villa.
―Mucho más de doscientas ―concluyó Noctus.
Mis hombros se dispararon y me hinché como un gato.
―¿Más de doscientas?
―Tal vez trescientas ―dijo―. Ten en cuenta que al menos la mitad de
ellas llegaron a mi posesión después de la guerra. Particularmente no las
quería, pero, lo que es más importante, no quería que nadie más las
tomara y las usara para malos propósitos.
Tenía que haber atacado a su familia por una buena razón. Es demasiado
consciente del peligro y del abuso de poder para haberlo hecho por pura sed de
sangre, pero claro, eso era obvio cuando todavía era Ama.
―Puedes sacar tu mano ―dijo Noctus―. Las armas al menos te
escucharon. La próxima vez que lo intentemos, tal vez una responda
después de haber tenido la oportunidad de reflexionar sobre ti.
Me estremecí.
―Cuanto más explicas las armas, más extraña me siento.
Empecé a sacar mi mano del reino de almacenamiento. Cuando mi
palma atravesó el umbral, dejando solo mis dedos en el bolsillo, y escuché
un eco en mi mente.
Truck1.

1
Camión, camioneta, en inglés.
No había pensado en la palabra, y no la había escuchado exactamente, al
menos no con mis oídos. La palabra floreció en mi pecho, pronunciada
por una voz extraña e irreconocible.
―¿Pasa algo? ―preguntó Noctus.
―Creo que escuché algo.
Noctus se enderezó.
―¿Qué escuchaste?
―Truck.
―¿Truck? ―repitió Noctus.
―Sí. Truck.
Noctus se rascó el cuello.
―No tengo ninguna arma llamada Truck; todas fueron forjadas mucho
antes de la invención del automóvil humano, al menos.
―Debo haber oído mal ―dije―, o simplemente estaba teniendo una
alucinación auditiva.
―Podría ser un arma ―dijo―. Tal vez está tratando de decirte algo,
pero no lo entendiste todo.
Hice una pausa, con las yemas de los dedos todavía en el reino, y luego
negué con la cabeza.
―No me parece. No puedo oír nada más.
―Ya veo. Como sea, es alentador. Deberíamos intentar esto de nuevo
―dijo.
Solo escuché a medias mientras sacaba mis dedos del reino de
almacenamiento y observé con un interés asustado mientras la niebla se
desvanecía.
Esa fue una experiencia. No fue tan aterrador como pensé que sería, pero solo
porque en realidad nada me respondió.
En voz alta, dije:
―Creo que me quedaré con mis dagas y mi espada corta.
―Una vez que seas hábil con ellas, te aburrirás. ―Noctus miró hacia la
ciudad resplandeciente―. Entonces querrás probar otra cosa.
―Dudo que alguna vez lleguemos a eso ―dije―. No tendré los siglos
que has tenido para aburrirte.
Noctus apartó su mirada de la ciudad hacia mí. Me di cuenta por el
surco de sus cejas que la idea no se le había ocurrido.
―Porque las sombras no son inmortales, somos humanos ―le
recordé―. ¿Verdad?
―Correcto ―dijo lentamente, como si no estuviera de acuerdo, pero no
pudiera encontrar una manera de contrarrestar las leyes de la naturaleza.
Lo observé por un momento, pero él miraba al suelo, pensando.
Me di la vuelta y me apoyé contra la barandilla. Podía ver el edificio
que solía albergar Magiford Donuts, hasta que Noctus, Charon, Ker y
Aristide destrozaron el lugar, en cualquier caso.
Me pregunto si una nueva panadería se mudará ahí...
Pensando en la tienda de donas, en todo lo que había sucedido en las
últimas semanas, mis hombros cayeron.
―Gracias, Noctus.
Noctus guardó silencio mientras se unía a mí en la barandilla. Esperó
un momento o dos, contemplando los lagos gemelos que eran charcos
negros perfilados por las farolas de la ciudad.
―¿Por qué?
Cuando me moví, nuestros hombros se tocaron.
―Por el entrenamiento, por mantenerme a salvo, por equiparme con
armas, por todo.
―Me has dado las gracias varias veces ―dijo―. No es necesario.
―Has hecho tanto por mí.
―Incluyendo mantenerte como cautiva ―dijo secamente.
Hice una mueca, era fácil olvidar que mientras estaba aquí
voluntariamente debido al rastreador, Noctus aún así no me iba a dejar
salir bailando hacia la puesta de sol cuando todo hubiera terminado.
―¿No es solo que todo es complicado? ―le pregunté―. Te traicioné,
eres un rey así que no puedes dejar que los cabos sueltos deambulen…
―Sentí los ojos de Noctus sobre mí, así que le sonreí.
―Tienes una capacidad increíble para perdonar ―dijo.
―Técnicamente, tú me perdonaste primero ―dije―. Fui yo quien te
mintió.
Negó con la cabeza.
―Excepto que has demostrado ser digna de confianza, o Charon nunca
habría aceptado entrenarte en primer lugar.
―Ha sido interesante, me refiero al entrenamiento. ―Jalé mi espada
corta que estaba atada a mi espalda―. Puedo notar que mis reacciones
son cada vez más rápidas y automáticas.
―Pronto podrás enfrentarte al rastreador por tu cuenta ―predijo
Noctus―. Si pudiéramos expulsarlo, claro.
―De ninguna manera, es demasiado aterrador, y solo he estado
entrenando durante, ¿cuánto, un mes? ¿Tal vez dos?
―Eres una sombra ―señaló ―. Una sombra pura sangre. Enfrentarse a
un solo medio elfo es un trabajo fácil.
Negué con la cabeza.
―Tal vez después de años de entrenamiento.
―Y es por eso que aún no estás lista ―me informó―. Porque tu primer
instinto sigue siendo negar tus propias habilidades y correr. Una vez que
tengas la confianza suficiente para enfrentarte al rastreador por tu cuenta,
estarás lo suficientemente segura como para vivir donde quieras.
Había algo en el casi sermón de Noctus que me hizo relajarme.
Dije que teníamos una relación complicada, pero eso era subestimarlo.
Sin embargo, no importaba. Noctus había venido a mí abiertamente,
desde el principio. Cualquier rareza que hubiera en el futuro, la
resolveríamos. No iba a encerrarme y tirar la llave, y yo me aseguraría de
morir antes de decir una palabra sobre la existencia de los elfos.
Funcionará. Porque Noctus es como se supone que deben ser las personas en
posiciones de poder.
―¿Crees que el rastreador renunció a usar las Cortes Seelie y Unseelie?
―pregunté.
―Lo dudo ―dijo Noctus.
―¿Qué te hace decir eso?
―Que tanto los fae Seelie como Unseelie todavía bordean el vecindario.
Si no han renunciado a tratar de reclutarme, el rastreador todavía tiene la
oportunidad de manipularlos para que hagan lo que él desea,
especialmente porque todo lo que ha sucedido solo puede respaldar la
afirmación de que eres importante para mí.
Hice una mueca.
―Esperaba poder empezar a trabajar para la señorita Booker pronto.
¿Crees que podría trabajar algunos turnos, tal vez ver si aparece?
Noctus se quedó mirando la luna brillante.
―Alguien tendría que acompañarte como respaldo, contra el
rastreador y para vigilarte.
Un cuchillo se retorció en mi estómago. ¿Pensé que confiaba en mí?
¿Sobrestimé lo cercanos que éramos?
―No le voy a contar a nadie sobre Calor Villa ―dije.
Noctus me miró.
―Lo sé.
Me relajé.
―¿En serio?
―El problema no es que no seas digna de confianza, es que toda mi
gente depende de que este secreto permanezca oculto. El más mínimo
error podría arruinarlo todo. Por ahora, debo ser demasiado cauteloso.
Ohhh, realmente necesito contarle sobre la señorita Booker, pero entonces
seguramente querrá traerla aquí, y ella solo sabe sobre él, y me ha ayudado mucho,
además, fue mi culpa que ella se enterara de eso para empezar.
Esta era una de mis peores pesadillas: dos personas que me importaban
mucho y que necesitaban cosas opuestas. La culpa me carcomía por
dentro.
Es una complicación que tendré que resolver. Eventualmente tendré que
decírselo, pero me niego a arriesgar a la señorita Booker debido a mis problemas.
Noctus entrecerró ligeramente los ojos.
― Chloe.
―¿Sí? ―le pregunté cuando no siguió.
Noctus se giró hacia mí. Lentamente, dándome suficiente tiempo para
alejarme, extendió la mano y frotó las joyas en mi collar con su pulgar.
―Nunca te di una opción.
Me estaba estudiando con una expresión tan intensa y personal que
tuve que aclararme la garganta dos veces antes de poder hablar.
―¿Una opción en qué?
―Tener una conexión conmigo ―dijo Noctus.
―Pensaste que era un gato ―le dije―. Querías proteger a tu mascota.
―Pero no te pregunté después de que te revelaras ―dijo.
―Sí, porque solo me conocías como la empleada de Book Nookery que
había estado fingiendo ser tu mascota ―le dije.
Noctus entrecerró los ojos.
―¿Por qué me defiendes?
Me habría puesto nerviosa, pero sus dedos aún estaban descansando
en mi cuello.
―Porque tus acciones son lógicas teniendo en cuenta tu carrera y lo
imprecisa que yo parecía ser. Tiene sentido que quieras un hechizo de
seguimiento muy preciso que no se desgaste con una posible fuga de
información.
Noctus me frunció el ceño, así que sonreí.
―Hubiera hecho lo mismo en tu posición ―dije―. De hecho, estaba
totalmente preparada para que me arrojaras a un calabozo.
Noctus volvió a mirar mi collar.
―Yo no te haría eso... a ti.
―Y no lo hiciste ―estuve de acuerdo, aunque había captado su
especificación.
Así que le haría eso a los demás, ¿hmm?
Me miró fijamente durante unos largos segundos que estaban
empezando a hacerme sentir un poco cohibida. Claro, su cabello se veía
perfecto, pero el mío probablemente estaba sudoroso y encrespado en este
momento por tanto correr.
―¿Ocurre algo? ―pregunté.
Sacudió la cabeza.
―Es hora de que te dé a elegir.
Perdida, pensé en nuestra conversación en busca de algo que me
hubiera perdido.
―¿Elegir qué?
Noctus deslizó un dedo debajo de mi collar, con la yema de su dedo
raspando mi cuello. Deslizó otro dedo en el lado opuesto, luego jaló mi
collar hacia arriba.
La sensación de su magia rozó no solo mi cuello, sino también mi mente
cuando la tela del collar se estiró y Noctus lo deslizó sobre mi cabeza.
Él lo liberó, y me tambaleé cuando sentí… pérdida.
Me tomó un momento darme cuenta de que la constante invasión de su
magia se había ido. Se había vuelto tan familiar, casi como una mascota,
que su ausencia era un agujero enorme en mi mente.
―¿Q-qué? ―Parpadeé hacia él.
Noctus puso el collar en mi mano, luego empujó suavemente mis dedos
para cerrarlos sobre la tela.
―Debes elegir si te gustaría unirte a mí. ―Dio un paso atrás, poniendo
espacio entre nosotros―. No es algo que deba ser forzado. No estaba
destinado a eso, y al final no nos ayudaría a ninguno de los dos.
Abrí los dedos y miré el collar.
―Pero... ¿el seguimiento?
―Podemos usar otro hechizo. De todos modos, es poco probable que
Aristide o Ker te dejen salir de la casa por tu cuenta. ―La voz de Noctus
era irónica.
La señorita Booker dijo que la magia de este hechizo es muy poderosa, y yo sabía
que lo hizo porque adoraba a Amalourne, y luego me lo guardó por conveniencia,
pero…
Con cuidado, doblé el collar por la mitad para que encajara mejor en mi
palma, luego miré a Noctus.
―¿Qué significa esto?
―Significa ―Tardó en comenzar, su voz era aún más profunda de lo
habitual―, que no estoy a menudo en una posición en la que sé que una
persona ha tomado una decisión… una verdadera elección libre.
Porque es un rey, y porque es poderoso, incluso si lo ofreciera, nunca sabría si
realmente querían su elección, o si es porque le temen o lo necesitan.
Se apoyó contra la pared de piedra y apoyó las manos en la barandilla
de metal que sobresalía.
―Y una atadura élfica es algo que ofrecería solo si fuera aceptado
libremente.
―¿Sería como Ker? ―pregunté.
Noctus me miró.
―¿Ella te contó su pasado?
―Sí.
Él asintió.
―El collar es… mucho más avanzado que lo que hago para Ker. Es más
personal y revela mucho más de tu ser interior. Se llama vinculante por
una buena razón.
Eso tiene sentido, dado que podría usar su magia con el collar puesto, pero, si
acepto, ¿qué significa eso para mi vida?
Mi reacción automática era devolverle el collar a Noctus y agradecerle
por poder elegir.
No necesitaba estar atada a un rey elfo, eso no solo iba a complicar mi
vida en Magiford, sino también mi vida familiar.
Tendría que mentirles a mis papás, y eso significaría cambiar toda mi
vida. No más sueños de trabajar en el Claustro de la Curia, no había forma
de que pudiera arriesgarme si estaba atada a Noctus.
Pero ya no tengo que trabajar en el Claustro de la Curia para estar a salvo. He
sido entrenada; puedo defenderme. No necesito ese tipo de protección.
Me rasqué el brazo con la mano libre, tratando desesperadamente de
darle a mi cuerpo algo que hacer mientras mis nervios se disparaban bajo
la mirada de Noctus.
Pero lo que realmente me impedía entregarle el collar eran Charon, Ker,
Aristide y, lo más importante, el mismo Noctus.
Habían llegado a significar el mundo para mí. A pesar de todo, eran
mis amigos. No solo eran amables conmigo, sino que se esforzaron por
entrenarme y enseñarme sobre mis habilidades. Confiaba en ellos en un
nivel completamente diferente de lo que había experimentado antes.
Y eso sin contar todo lo que Noctus había hecho por mí.
La señorita Booker era increíblemente amable y comprensiva, pero
además de mi familia, nunca había tenido a nadie que luchara por mí.
Había sido demasiado débil y no valía la pena protegerme según los
estándares sobrenaturales.
Me arriesgué a echar un vistazo furtivo a Noctus. Su expresión estaba
en blanco, lo que sabía significaba precaución. Estaba esperando mi
reacción.
Tal vez por eso quiero pensarlo.
Nunca lo admitiría en voz alta, pero confiaba más en Noctus. Él era el
único al que habría seguido por el costado de la torre del reloj, porque era
el único que no tenía nada que ganar con hacerse amigo mío.
No me malinterpreten, Aristide, Ker y Charon eran amigos increíbles,
pero también me usaban sin pedir disculpas para que Noctus adoptara
patrones más saludables.
Noctus... solo quería amistad.
Y como una sobrenatural que había pasado mi vida excluida de la
comunidad sobrenatural, eso era algo que entendía muy bien.
Pero mi familia, ¡tendría que mentirles! Esto podría incluso ponerlos en
peligro.
Con eso en mente, respiré hondo.
―¿Puedo pensar en eso por un rato? ―Lo miré mientras me movía
nerviosamente.
Sus ojos se suavizaron.
―Por supuesto. No es una decisión que deba tomarse a la ligera.
―No lo es ―estuve de acuerdo―. Pero, gracias por la elección, e
incluso por ofrecer la magia vinculante. Realmente, es solo mi familia.
Noctus se apartó de la pared encogiéndose de hombros.
―No puedo decir que entiendo, la familia es algo muy extraño para mí.
―Son importantes para mí ―le dije―. Ellos son increíbles.
―Chloe. ―Su voz era profunda y teñida de diversión―. No tienes que
justificarte. Esta es una decisión importante. Piénsalo con cuidado.
Me desinflé.
―Gracias por...
―Si dices “por todo”, te tiraré por el costado de la torre del reloj y te
obligaré a subir las escaleras ―dijo.
Le hice una mueca.
―Iba a decir por comprensión y por ofrecerme esto en primer lugar.
Estoy... estoy... ―Luché por tratar de encontrar palabras para explicar lo
que estaba sintiendo.
Noctus me observó con una ceja levantada.
Él no cree que esto signifique tanto para mí como lo hace, me di cuenta,
decepcionada por él y por mí.
Antes de que pudiera perder los nervios, me incliné hacia él. Noctus se
congeló, permaneciendo inmóvil mientras yo hacía todo lo posible por
abrazarlo. Tuve que ponerme de puntillas para poder envolver mis
brazos alrededor de su cuello. Estaba lo suficientemente familiarizada con
él como para que la intensidad de su magia no me molestara. Ni siquiera
me sentí incómoda... al menos no hasta que él permaneció congelado.
Espero que me devuelva el abrazo pronto, o esto se va a poner incómodo, rápido.
Tal vez huelo mal de nuestra sesión de práctica y él…
Noctus me levantó en sus brazos, despegándome del suelo.
Estaba tan aliviada de que entendiera lo que estaba tratando de decir,
que me reí un poco mientras me aferraba a su cuello, y mi corazón latía
en mi pecho de una buena manera.
Cuando me bajó, tuvo que agacharse un poco para que yo pudiera
seguir abrazándolo.
Apoyé brevemente mi frente en su hombro, disfrutando el contacto.
Solo tengo una pregunta sobre todo esto, y probablemente debería ser un factor
importante en mi decisión.
―Pero, Noctus, ¿por qué… ―comencé. Mantuve mis brazos alrededor
de su cuello, pero me incliné un poco hacia atrás para poder mirarlo―,
querrías estar atado a… ―Me detuve cuando miré sus claros ojos color
avellana y vi que las espirales de sus pupilas se arremolinaban.
La luz de la esfera del reloj detrás de nosotros arrojaba un brillo dorado
sobre él que se sentía como magia, pero fue la absoluta atención que me
estaba dando lo que hizo que mi barriga se hundiera en mis entrañas con
una extraña sensación de vértigo.
―¿Por qué querría estar atado a ti? ―preguntó―. ¿Realmente tienes que
preguntártelo, Amalourne?
―Tal vez no querría. ―Tragué, mi boca se sentía repentinamente
seca―. Si supiera lo que significa Amalourne en élfico.
La risa de Noctus era baja, pero estaba tan cerca que podía sentirla a
través de mis brazos sobre sus hombros.
―Así que ahora estás negociando, ¿verdad? Has llegado tan lejos.
Por alguna razón, volví a ponerme de puntillas y Noctus inclinó
simultáneamente la cabeza hacia abajo.
Estábamos tan cerca que su cabello me rozaba la frente.
Cuando me moví para decir algo, mis labios rozaron los suyos y sentí
como si un fuego estallara en mi corazón.
―Noctus ―dije, mi cerebro se quedó callado por una vez.
Los labios de Noctus se curvaron en una sonrisa burlona.
―¿Sí?
Inclinó su cabeza más cerca, y se sintió como si fuéramos imanes,
acercándonos el uno al otro.
Mis ojos se cerraron y volví a sentir el suave roce de sus labios sobre los
míos. La presión aumentó de un roce hasta el comienzo de un beso, y...
¡DING-DONG!
Sonó la campana de la torre del reloj, haciéndome gritar y salir
disparada de los brazos de Noctus como el gato asustado que era.
Me teletransporté a unos seis pies de distancia y me aferré a la
barandilla, hinchada y en alerta máxima. La campana sonó tan fuerte que
hizo que la piedra reverberara bajo mis pies, y cuando la manecilla de los
minutos se movió sobre nosotros para señalar las doce, la manecilla de las
horas bajó una muesca hasta las tres. Ambas manecillas hicieron un fuerte
ruido de arranque.
Después de tocar tres veces, el reloj se quedó en silencio, al menos, creo
que lo hizo. Me zumbaban los oídos y el corazón me latía con tanta fuerza
que no creo que pudiera haber oído nada más.
Me giré hacia Noctus, mi corazón se detuvo cuando vi que se estaba
mirando, riendo tan fuerte que tuvo que apoyarse contra la torre del reloj.
Yo no estaba tan divertida, mi corazón todavía latía frenéticamente por
el susto.
―Tenemos la peor sincronización ―dijo.
Me congelé, con los ojos muy abiertos.
―Ahhh.
Noctus negó con la cabeza y sacó su teléfono celular. Lo comprobó y
luego escribió un mensaje.
―Vamos. Charon está empezando a preocuparse. ―Extendió la mano.
Así que... ¿supongo que eso es todo?
El pensamiento me decepcionó y me alivió. Quiero decir, casi llegué a
besar a Noctus.
¡Pero sí! Casi besé a Noctus. Me gustaba pensar que era lógica e
inteligente, pero besar a Noctus era una gran señal intermitente de “aquí
hay peligro” si quería hacer una buena elección imparcial sobre el collar.
Además, si fue capaz de encogerse de hombros tan rápido... ¿eso significa algo?
Probablemente no, probablemente yo estaba analizando demasiado,
pero, retirarse por el día sonaba como un buen plan. Así que me apresuré
tras él y le di una palmada en la mano para nuestro tradicional choque de
los cinco. Una vez más, tomó mi mano y entrelazó sus dedos con los míos
mientras me guiaba hacia el ascensor.
Sabía que me pondría roja como un tomate con solo sostener su mano
si no hacía nada para distraerme, así que busqué conversación.
―¿Nos vamos a casa?
―Sí. ―Presionó el botón del ascensor y se abrió con un ding―.
Después de pasar por la florería. Ker quería que la comprobara.
Entré en el ascensor y pulsé el botón de la planta baja.
―¿Por qué?
Noctus movió nuestras manos articuladas cuando el ascensor se puso
en movimiento.
―Porque es su tienda.
Me enderecé sorprendida.
―¿En serio?
―Sí. Abre un nuevo negocio cada vez que se aburre, pero como no
puede aparecer abiertamente en público, depende de los elfos del
personal; por eso está tan obsesionada con Dale Carnegie.
―Wow. No lo sabía.
―Solo porque ella estaba esperando para decírtelo, probablemente
esperaba poder enviarte a la tienda y luego obtener tu opinión personal.
―¿Está bien que me lo hayas dicho?
―¿Después de toda la mierda que me ha dado por no darme cuenta de
que Ama era una sombra? Sí ―dijo Noctus.
Me reí cuando el ascensor se detuvo y las puertas se abrieron.
¡Qué noche tan increíble y perfecta!

Alrededor del mediodía del día siguiente, arrastré mi trasero humano


afuera para despertarme.
Estaba bastante acostumbrada a la vida nocturna por mis turnos en
Book Nookery, pero también sabía que tenía que levantarme y moverme
o dormiría todo el día. Así que fui a dar un paseo, sola alrededor del
callejón sin salida.
Saludé a Charon, estaba lavando el auto en el camino de entrada,
cuando terminé mi tercer circuito del callejón sin salida, que terminaba
afuera de la casa de Shiloh.
―¡Chloe! ―Shiloh abrió la puerta principal y salió corriendo―. Oye,
¿quieres probar un poco de queso?
Pasé por su buzón y me pregunté si había oído bien.
―¿Queso?
Shiloh blandió la bandeja de madera que llevaba en el aire.
―¡Sí, queso! Mi mejor amiga de la preparatoria me envió un poco; ella
va a ir a la universidad en Wisconsin y sabe que amo el queso. ―Shiloh
me presentó la bandeja de madera, que estaba llena de filas organizadas
de quesos cremosos de color blanco y naranja, con una reverencia―. Nací
en la mitad de Wisconsin de Magiford, ¡así que tengo que ser leal a mi
estado! Toma, prueba con este. ¡Es queso cheddar de diez años!
Shiloh señaló un trozo de queso naranja en el extremo.
―Gracias. ―Tomé un trozo y me lo comí. Tenía un sabor fuerte a nuez
que sentí en mis mejillas, curiosamente.
―¿Conseguiste una pieza con cristales de sal? Esos son los mejores.
―Shiloh mordisqueó una rebanada.
―Es realmente bueno ―le dije―. Gracias por compartir.
―¡Por supuesto! El queso está destinado a ser compartido, ¡o de lo
contrario me entristecería! ―Shiloh se rio.
―¿Porque extrañas a tu amiga, o porque no vives en el país de los
quesos como ella? ―Me reí.
―Ambos. ―Shiloh suspiró malhumorada―. Quiero decir, podemos
conseguir buen queso aquí, y Wisconsin es literalmente la mitad de la
ciudad, pero originalmente íbamos a ir juntas a la universidad.
―¿Qué te mantuvo aquí? ―pregunté.
―La casa, de hecho. ―Shiloh miró hacia atrás a su casa bien cuidada,
que se veía perfecta como un libro de cuentos―. Si hubiera seguido el
plan de mudarme al norte, habría tenido que vender la casa; de ninguna
manera podría haber pagado la universidad y los gastos de una casa.
―Tus papás… ―Me detuve, pensando en lo que había mencionado de
ellos, y dándome cuenta de que fui tan tonta como un perro.
Su papá... se ha referido a él en tiempo pasado todo este tiempo...
―Mi mamá murió cuando yo era pequeña y papá falleció cuando yo
tenía diecinueve años ―dijo―. Le diagnosticaron cáncer, así que me tomé
un año sabático para pasar tiempo con él antes de que falleciera―. Su
sonrisa era triste.
―Shiloh… lo siento mucho ―dije.
Se encogió de hombros.
―No lo sabías, y han pasado algunos años, ahora.
―Pero no necesitaba hacerte hablar de eso.
―El duelo es algo divertido: se queda como un mal olor en el
refrigerador, pero si no lo tuviera, estaría peor ya que es una prueba de
que los amaba, pero puedo llorarlos y aún así ser feliz. Ellos querrían eso
para mí.
Lentamente puse mi mano en su hombro.
―Sé que nunca los conocí, pero puedo prometerte que querían tu
felicidad.
Shiloh me dirigió una sonrisa.
―Gracias. No sé qué voy a hacer con esta casa. Estoy a punto de
terminar las clases que puedo tomar en la universidad comunitaria local.
Si quiero obtener un título en el campo profesional que me gusta, tendré
que cambiarme a una universidad estatal.
Bajó la mirada a su bandeja de queso e hizo una mueca.
―Pero eso es una preocupación para más tarde. Por ahora, hay queso.
Sintiendo que quería cambiar de tema, miré su bandeja.
―¿Qué otros tipos de queso tienes?
Shiloh inmediatamente se animó.
―¡Tantos! Este es un queso de leche de oveja añejado en una cueva, este
es un queso cheddar de arándanos, este con las hierbas es fontina. ¡Es
asombroso!
Charlamos sobre el queso mientras me convencía de probar todos los
sabores que su amiga le había enviado y Charon hizo un progreso
constante en el automóvil.
Nos mudamos a las sillas en el porche delantero de Shiloh, cuando mi
celular comenzó a sonar frenéticamente porque aparentemente recibí una
afluencia de mensajes de texto.
―Lo siento. ―Me puse de pie mientras luchaba por sacar mi teléfono
de mis pantalones cortos de ejercicio.
―No hay problema. De hecho, debería volver a entrar y prepararme;
tengo que irme a clase en unos diez minutos. ―Shiloh se puso de pie,
tomando su bandeja de queso de la mesa de café en la que la había puesto.
―Gracias por el queso, y que tengas una gran clase. ―Me retiré por la
acera cuando finalmente comencé a abrir mi teléfono.
―¡Gracias! ¡Dile a tu novio que le digo hola! ―Shiloh arqueó las cejas
y desapareció adentro antes de que pudiera corregirla.
Empecé a gemir, pero el ruido murió en mi garganta cuando finalmente
leí mis mensajes de texto entrantes.

Tenemos a tus hermanos

Ese mensaje procedía del número de Pat.

Si deseas que sean liberados de manera segura, entrégate para ser juzgada.

Ese mensaje venía de Joy.


Interrumpía los mensajes una foto de Pat y Joy. Ambos estaban
sentados en desvencijadas sillas de metal, con las piernas atadas a la silla
y las manos atadas a los costados con cinta adhesiva.
El fondo parecía industrial: piso de cemento con revestimiento de metal
detrás. Había dos cuerpos a cada lado de la foto, pero solo se veían sus
hombros; el resto había sido cortado.
Mi corazón se congeló en mi pecho mientras miraba el chat.
¿Es algún tipo de broma enferma? No, nunca bromearíamos sobre algo como
esto. No con los antecedentes de Pat en la aplicación de la ley, pero ¿cómo ha
pasado?
Joy no había enviado su foto del gato de la mañana en nuestro mensaje
de texto grupal, pero eso no era demasiado inusual. Se perdía el día
ocasional en que trabajaba largas horas para trabajar como abogada.
¿Pero era eso una pista de que ya la habían secuestrado? ¿Quién haría esto, el
rastreador? ¡Pero un tipo no es un “nosotros”!
Finalmente me desplacé más allá de la foto, mis dedos hormigueaban
por los nervios por lo que ni siquiera podía sentir la pantalla.
Si avisas al Claustro de la Curia, serán eliminados.
Si intentas luchar, la ira de los Seelie y los Unseelie caerá sobre ti.

Cuando leí ese mensaje final, volví a mirar la foto.


Esos eran guardias a ambos lados de la imagen, y gracias al texto, pude
ver que uno de los guardias, el de la derecha que vestía una túnica verde,
era una dríada Seelie. Tenía el parche de flores Seelie en su hombrera. El
otro era un fauno de algún tipo, probablemente era Unseelie.
Agarré mi teléfono en la mano y corrí por la calle sin mirar el tráfico, lo
que me valió un grito de Charon.
Lo ignoré y pasé corriendo, abriendo la puerta de la casa. Apenas me
di cuenta cuando atravesé el portal mágico. Mi pecho estaba apretado y
sentía que no podía respirar, por lo que la sensación extraña habitual ni
siquiera se registró.
Salté fuera del portal y casi choqué contra la elegante puerta, y mientras
mi mundo se desmoronaba, cedí a un instinto que nunca había tenido.
Grité pidiendo ayuda.
―Noctus!
Noctus merodeaba de un lado a otro de su estudio, con el teléfono
pegado a la oreja. No dijo nada, pero rezumaba una especie de furia
hirviente mientras escuchaba. Había estado tratando de comunicarse con
el Paragon durante los últimos 20 minutos, pero el representante fae no
contestaba su teléfono.
Me senté en el sofá, pasando de sentirme entumecida y vacía a
preocuparme y mi cerebro se sobrecalentó con una ansiedad fuera de mi
mente.
Ker estaba sentada a mi lado, con un brazo sobre mis hombros.
―Van a estar bien ―dijo―. El rey Harel y la reina Darina no les van a
hacer nada, saben que no deben dañar a los humanos.
―¿Pero realmente lo harán? ―pregunté. Sentí tanto frío, incluso con
Ker presionando su costado contra el mío―. Algunas de sus batallas han
destrozado vecindarios humanos.
―Tal vez, pero si se molestaron en llevarse a tus hermanos, se
preocupan demasiado por el resultado de esto como para deshacerse de
ellos impulsivamente ―dijo Ker.
Negué con la cabeza y miré a Aristide.
Estaba sentado en su silla favorita, con los dedos apretados como el
campanario de una iglesia.
Su intenso silencio me asustó más que cualquier otra cosa. Si Aristide
no estaba tratando de romper el momento con una queja o una
declaración sarcástica, las cosas estaban realmente mal.
La puerta se abrió cuando Charon entró en el estudio, cerrando la
puerta detrás de él.
―Disculpa, ¿Chloe?
―¿S-sí? ―Traté de tragar el nudo en mi garganta.
―¿Dijiste que tus hermanos tenían habilitado el uso compartido de la
ubicación? ―preguntó Charon.
―Solo para la familia, sí. ―Sostuve mi teléfono, lo comprobé tan
pronto como le expliqué todo a Noctus y los demás.
Los teléfonos de Pat y Joy estaban ubicados en el mismo lugar en una
zona industrial de Magiford. Marqué los puntos en mi aplicación de
mapas.
Charon tomó mi teléfono y amplió y alejó la aplicación mientras
inspeccionaba el área circundante.
Me sequé los ojos llorosos.
―Pero solo porque sus teléfonos estén ahí, no significa que ellos estén.
Charon inclinó la cabeza después de devolverme mi teléfono.
―Soy consciente, aunque sospecho que las posibilidades son mejores
de lo que piensas. Los fae usan la tecnología de mala gana, pero de
ninguna manera entienden todas las aplicaciones posibles.
Noctus dejó de pasearse y su teléfono sonó lo suficientemente fuerte
como para que yo reconociera el alegre mensaje de correo de voz de
Paragon.
―Revisa tus mensajes y contáctame de inmediato ―gruñó Noctus en su
teléfono. Colgó y luego se giró hacia Charon―. Envía a alguien al área
para verificar, alguien que se mezcle con los humanos y conozca
Magiford.
Charon se inclinó más profundo.
―Por supuesto, Majestad.
―Si puedes obtener una imagen de los fae merodeando por ese lugar,
¿crees que significa que están ahí? ―preguntó Aristide.
―Posiblemente ―dijo Noctus.
―¿Oye, Charon? ―dije al elfo, que se detuvo en la puerta―. ¿Esa parte
de la ciudad es neutral? ―pregunté―. Porque si los Seelie y Unseelie
están trabajando juntos, no hay forma de que los mantengan en un solo
territorio.
La frente de Charon se arrugó.
―Creo que esa área en particular era neutral a principios de esta
semana; hay un restaurante sobrenatural que mantiene el área en su lugar,
pero con el aumento de las peleas entre Unseelie y Seelie, no estoy seguro
si ese sigue siendo el caso. Lo investigaré.
―Está bien, gracias ―le dije.
Charon se escapó como un fantasma, mientras que Noctus arrojó su
teléfono sobre su escritorio.
Miserablemente apreté mis manos en puños.
―Esto es mi culpa, debería haberle advertido a Pat y Joy sobre el
rastreador y que los fae me perseguían.
―No tenías motivos para pensar que necesitaban una advertencia
―dijo Noctus―. Como tus hermanos viven fuera de los territorios de
Harel y Darina, no puedo creer que lograron secuestrar a tus hermanos.
Los fae Seelie y Unseelie locales de sus ciudades tomarían su presencia
como un acto de guerra.
―¿Por qué pensarían siquiera que secuestrarlos era una buena idea?
―Ker preguntó―. El riesgo es demasiado grande para el pago. Toda la
sociedad sobrenatural será dura con ellos por poner en peligro a los
humanos.
―No sé si se les ocurrió esa idea ―dijo Aristide con voz fría.
―¿Qué quieres decir? ―pregunté, con los dedos helados por el miedo.
―Esto apesta a una trampa política mayor ―dijo Aristide―.
Posiblemente es todo un ardid para arrastrar a Noctus. Tú y Ker
escucharon que ellos determinaron que eras una buena manera de llegar
a él.
Lamí mis labios secos y agrietados.
―¿Crees que el rastreador les dijo que hicieran esto? Las últimas veces
que me persiguió, demostró que estaba dispuesto a poner en peligro a los
humanos para llegar a mí.
―Esto parece más su estilo ―dijo Ker―, y ya sabemos que ha estado
susurrando en los oídos de los fae.
Noctus frunció el ceño.
―A pesar de todo, hicieron su tarea. La Reina Leila de la Corte
Nocturna, la nueva emperatriz fae, se ha ido a visitar otras Cortes. El
Paragon posiblemente podría contactarla para pedir su regreso para que
ella pueda manejar la situación, pero él no contesta.
―Entonces, ¿qué hacemos? ―pregunté―. Notifiquemos al Claustro de
la Curia… ―Cerré la boca cuando Noctus y Ker intercambiaron
miradas―. ¿Qué? ¿Qué pasa?
―Si bien el Claustro de la Curia seguramente entraría en acción
considerando que tus hermanos son humanos ―dijo Ker lentamente―,
llevarlos a la situación es... arriesgado.
Negué con la cabeza.
―Sé que el texto decía que no se lo dijera, pero el Claustro de la Curia
es lo suficientemente poderoso… espera. ―Mi corazón se retorció
dolorosamente en mi pecho mientras estudiaba la expresión cerrada de
Noctus―. No quieres decir que sea arriesgado para Pat y Joy, pero es
arriesgado para ti.
―El Claustro de la Curia sin duda se preguntará por qué los Seelie y
Unseelie eligieron secuestrar a tus hermanos ―dijo Ker, con voz suave―.
Se podría razonar con el Paragon; Noctus podría hacer un trato para que
no hiciera preguntas. El Claustro de la Curia descubriría tu conexión con
Noctus.
Quería decir algo, pero mi boca no funcionaba.
Ella no está equivocada, pero son Pat y Joy en la línea. ¡Mi familia es mi todo!
―Si Charon confirma que los fae están donde están los teléfonos de mis
hermanos, ¿no podríamos atacarlos y recuperarlos como hiciste cuando
destrozaste Magiford Donuts? ―pregunté, con la voz temblando.
―Es una situación muy diferente ―dijo Noctus―. Ya que sabemos que
dos Cortes faes están involucradas. Fue fácil abrumar el artefacto ilegal
establecido porque era una situación aislada.
―No podemos arriesgarnos a informar a Harel y Darina sobre lo que
realmente es Noctus ―dijo Aristide―, y si los elimináramos, ambas
Cortes estarían seguras de quién es, y no se sabe a quién informarían.
Miré mis manos apretadas, un zumbido desagradable llenó mis oídos.
Esto es, me di cuenta, débilmente. Esto es lo que me ha estado preocupando
paranoicamente: un choque entre todo lo que Noctus protege y lo que más quiero:
mi familia.
―Existe la posibilidad de que podamos manejarlo ―dijo Noctus―. Por
ahora, nuestra mejor opción es esperar hasta que tengamos noticias del
explorador. Tal vez tus hermanos estén retenidos por unos pocos
guardias, en cuyo caso podríamos recuperarlos nosotros mismos.
Asentí inexpresivamente.
―Sí ―estuve de acuerdo―. Correr es una táctica de batalla terrible
―reconocí, aunque quería correr hacia mis hermanos, gritando y
aullando.
―Todavía hay una posibilidad de que el Paragon se comunique con
nosotros. ―Ker me apretó los hombros―. No te desesperes, Chloe.
Recuperarás a tus hermanos.
A pesar de las garantías de Ker, la distancia de Noctus no se me había
escapado.
Era como si se hubiera levantado un muro entre nosotros.
Él también lo sabe, me di cuenta mientras veía a Noctus regresar a su
escritorio y recuperar su teléfono celular. Él sabe que daría cualquier cosa por
mis hermanos, así como él sacrificaría cualquier cosa por su gente.

Las horas pasaron en lo que parecían años. Pasé el tiempo paseando


por mi habitación, mis palmas estaban sudorosas por la preocupación.
Ker se quedó conmigo la mayor parte del tiempo, y Aristide se registró
unas cuantas veces, pero cuando cayó la noche, ninguno de los dos pudo
aplazar la comida por más tiempo y se fueron a la cocina.
Ni siquiera podía pensar en comer, mi estómago se revolvió ante la
idea. Así que me dirigí al estudio de Noctus, esperando que algo hubiera
cambiado.
Llamé a la puerta y metí tímidamente la cabeza dentro. Los latidos de
mi corazón se duplicaron cuando vi a Charon.
―¿Hay noticias? ―pregunté.
―Sí. ―Charon levantó su diminuto cuaderno característico―. El
explorador ha informado.
Me tambaleé en la habitación.
―¿Están ahí? ¿Están bien?
―El explorador no vio a tus hermanos, pero confirmó la presencia de
un fae en la dirección ―dijo Charon―. Guardias de la Corte Seelie y
Unseelie estaban presentes. Además, el explorador escuchó a algunos de
los guardias informar que Harel y Darina querían una actualización sobre
el estado de los prisioneros.
―Son Pat y Joy ―dije―. Tienen que ser ellos.
―Parece que sí ―estuvo de acuerdo Charon―. El área está en territorio
neutral, y las actualizaciones de los guardias tuvieron que darse por
teléfono con altavoz para que ambos monarcas pudieran estar seguros de
que estaban recibiendo la misma información.
―Parece que Harel y Darina pueden trabajar juntos bastante bien
cuando se les incentiva adecuadamente ―dijo secamente Noctus―.
¿Alguna noticia del rastreador?
―Ninguna ―dijo Charon―. Pero el explorador no pudo infiltrarse en
la dirección, había demasiados guardias.
¿Demasiados guardias? Eso no es una buena señal; si es una fuerza grande,
Noctus no se moverá porque será demasiado llamativo.
―¿Consiguió un recuento de los guardias? ―preguntó Noctus.
―Un estimado de cincuenta, probablemente más ―dijo Charon.
La expresión de Noctus permaneció sin emociones, y cualquier
esperanza que tenía de que encabezaría un esfuerzo de rescate se
desmoronó.
Charon también podía decirlo. De hecho, dejó de mirar a Noctus y me
miró a mí, sus cejas se juntaron en una mirada que podría llamarse
preocupación, antes de bajar la mirada a su cuaderno.
―Un ataque frontal, entonces, no es posible ―dijo Noctus.
―Lo sería ―dijo Charon sin rodeos―. Los fae Unseelie y Seelie caerían
ante ti, Aristide y Ker como pedazos de basura, pero sin duda también
revelaría quién y qué eres, poniendo en riesgo a Calor Villa y a todos los
que están en ella.
Cerré los ojos contra las noticias que no quería escuchar.
―¿Alguna respuesta del Paragon? ―pregunté.
―Ninguna. ―La silla de Noctus crujió cuando se recostó en ella.
Luché por mantener una respiración uniforme e ignorar el ardor en mis
ojos por las lágrimas que querían caer.
No puedo desmoronarme. Pat y Joy necesitan ser rescatados. Ellos son mi
máxima prioridad. Debo mantenerme serena, por el bien de ellos.
Lentamente, abrí los ojos una vez que supe que no iba a llorar.
―Gracias, Charon. Si no hay nada más, eso será todo ―dijo Noctus.
―Majestad. ―Charon se inclinó ante Noctus y luego se dio la vuelta
para salir de la habitación. Se detuvo a mi lado y habló en voz baja―. Si
bien no se recomienda un asalto frontal completo, las tácticas de
emboscada y engaño, por otro lado, aprovecharían mejor la situación y
probablemente tendrían más éxito.
¿Está diciendo que podría manejarlo, con mi tipo particular de magia?
Charon salió del estudio antes de que pudiera preguntar, la puerta se
cerró detrás de él.
Me mordí la mejilla mientras me acercaba al escritorio de Noctus.
―¿Así que no vas a hacer nada?
Noctus guardó silencio.
Él no quiere decirlo.
―Tan pronto como los movimientos políticos están involucrados, no
soy libre de moverme como deseo ―me dijo―. Tengo una ciudad que
debe permanecer oculta.
Observé una pelota rosa brillante, un juguete para gatos errante, que
estaba atascado debajo de una pila de papeles.
―Yo podría sobrevivir siendo expulsado, pero ellos no pueden.
―Noctus se frotó la frente, el primer signo de emoción, aunque su rostro
seguía sin expresión―. Desearía que fuera diferente, pero tengo el
deber…
―Lo entiendo. ―Mi voz era suave y demasiado frágil con mis
emociones encontradas―. Ker me dijo que la abandonarías a ella y a
Aristide sin dudarlo para salvar la ciudad, y sé que no es personal, es
porque te tomas tu papel en serio.
Apartó la mirada y la luz blanca de las llamas blancas y azules de la
chimenea resaltó la agudeza de sus rasgos.
―Pero, Noctus, yo no dejaré a mi familia colgando por más tiempo
―dije, con la voz ganando fuerza―. Voy a ir tras ellos.
―¿Y si trato de detenerte?
―No puedes ―dije―. Porque voy a salir, incluso si me arrojas a un
calabozo.
La máscara de piedra de Noctus se resquebrajó y frunció el ceño.
―Nunca te haría eso.
Presioné mis labios, pero no podía pensar en una respuesta.
―Dije que te daría a elegir ―continuó―. ¿Esta es, entonces, tu
respuesta?
Busqué en mi bolsillo, sacando mi cuello de encaje.
―Sí. Pase lo que pase, te prometo que no le contaré a nadie sobre Calor
Villa y toda tu gente. ―Puse el collar en el escritorio, pero mis dedos no
lo soltaron.
Noctus se apartó de su escritorio y se puso de pie. Me di cuenta de que
se movía alrededor de su escritorio, pero parecía que no podía apartar la
mirada del collar, apretado en mi mano.
Entonces Noctus puso su mano en mi hombro.
―¿Y no hay nada que pueda decir, nada que pueda ofrecer, que te
convenza de quedarte?
Mi promesa de no llorar se vio profundamente sacudida cuando traté
de sonreírle, todavía agarrando el collar.
―No puedo esperar más, Noctus. Pat y Joy significan demasiado para
mí, al igual que tu gente significa demasiado para ti.
Noctus me miró y, aunque su rostro estaba inexpresivo, sus ojos color
avellana eran menos cálidos que de costumbre. Eran más claros y fríos
por el arrepentimiento. Su mano se deslizó por la longitud de mi brazo
hasta que la deslizó alrededor de mi cintura, jalándome más cerca.
―Lo que sea, Chloe. Solo dilo.
Presioné mi cara contra su hombro y cerré los ojos, perdiendo la batalla
cuando todavía derramé una lágrima o dos.
―No podemos. No hay forma de que coexistamos en función de lo que
queremos, lo que cada uno debe proteger. ―El collar estaba torcido
alrededor de mis dedos en este punto―. Sabías que esto sucedería algún
día.
―Sí ―estuvo de acuerdo―. Pero esperaba que no fuera así. ―Me
levantó en un abrazo, una vez más despegando mi pies del suelom
Envolví mis brazos alrededor de su pecho y me aferré a él, tratando de
grabar el momento en mi memoria: la suavidad de la tela gastada de su
camisa en mi mejilla mientras la presionaba contra su hombro, él
sosteniéndome con un brazo envuelto de forma segura alrededor de mi
cintura mientras el otro serpenteaba por mi espalda, como si pudiera
acercarme más.
Un sabor salado inundó mi boca, probablemente por todas las lágrimas
no derramadas, y mi corazón se retorció en mi pecho.
Besó mi sien, una sensación tan suave que apenas la sentí, pero me hizo
agarrar un puño de su camisa para seguir respirando, porque sabía que
se estaba despidiendo.
Cuando me dejó en el suelo, el aire entre nosotros estaba lleno de lo que
podría haber sido y de un profundo arrepentimiento.
Agarré su mano, puse el collar en su palma y me obligué a soltarme.
Dándome la vuelta, hui sin mirar atrás, saliendo corriendo de la
habitación.
Corrí a mi habitación con la intención de salir de la villa lo más rápido
posible. Si Ker o Aristide me veían, no sería capaz de controlarme.
Por una vez, la suerte estaba de mi lado. Metí mi computadora portátil
y mis cosas en mi mochila, y mi ropa en la maleta.
Las arrastré escaleras abajo, golpeando mis talones con mi maleta con
tanta fuerza que me habría cortado si no hubiera usado las botas que
usaba cuando entrenaba alrededor de la torre del reloj.
Abrí la puerta dorada con una mano temblorosa.
―Amalourne.
Hice una pausa y luego, a pesar de mi buen juicio, miré hacia atrás.
Noctus, llevando mi arnés de cuero, espada corta y dagas, avanzó por
el pasillo.
―Toma estos.
Podría necesitarlos si sigo el consejo de Charon e intento una emboscada, pero
no parece correcto. Apreté la puerta con tanta fuerza que pude sentir las
florituras grabadas en el metal presionando en la palma de mi mano.
―No puedo ―dije―. Están hechos por elfos. Alguien podría darse
cuenta y…
―Con tu magia para escapar de la atención, nadie se dará cuenta ―dijo
Noctus―. Tómalos. ―Cualquier emoción que había mostrado en el
estudio se había ido. Volvía a ser el gobernante perfecto: la forma en que
me miraba era casi como si fuéramos extraños.
―Gracias ―dije.
―Ten. ―Noctus ofreció la espada corta, sosteniéndola por la vaina
para que no nos tocáramos.
―Tendré que poner algo en mi maleta ―dije―. Realmente no puedo
cargar todo esto.
―Lo pondré en tu mochila. ―Noctus agarró mi mochila, girándome y
aún teniendo cuidado de no tocarme. Lo escuché abrir la cremallera de un
bolsillo y hurgar en ella―. Ten cuidado con el rastreador. Notifica
inmediatamente al Claustro de la Curia. Puedes decirles con seguridad lo
que eres, pero no digas de dónde lo aprendiste.
―Está bien ―dije.
―No seas tonta al rescatar a tus hermanos. Buena suerte. ―Noctus
volvió a cerrar el bolsillo.
Me di la vuelta, pero él ya se estaba alejando, de espaldas a mí.
El momento se sintió tan definitivo que fue difícil apartar mis ojos de la
espalda de Noctus. Se sentía como la última vez que lo vería.
Probablemente porque lo es. Mi corazón se retorció en mi pecho. Apreté mi
espada contra mi pecho, luego me obligué a abrir la puerta dorada y
entrar al portal. Debo moverme, por Pat y Joy.
Varias horas más tarde, en el frescor de la noche, me quedé en las
sombras y observé los tres almacenes hasta los que había rastreado los
teléfonos de mis hermanos.
Los almacenes eran propiedad de una empresa humana (los
propietarios probablemente no tenían idea de que esto estaba sucediendo)
y se usaban como almacenamiento de botes y automóviles en el
otoño/invierno/principios de la primavera. Ahora, en pleno verano,
estaban casi vacíos.
Charon tenía razón; deben haber elegido esta área porque la parte industrial de
Magiford es un terreno neutral, pero apuesto a que también fue porque era más
fácil encontrar un lugar vacío para almacenar a Pat y Joy.
Revisé dos veces las hebillas de mi arnés y me aseguré de que la correa
que sujetaba mi espada corta en su vaina para cualquiera de mis
momentos boca abajo estuviera en su lugar mientras estudiaba el área.
Los tres almacenes estaban dispuestos de manera desigual a ambos
lados de la calle que dividía el lote por la mitad. Había dos almacenes en
un lado, con el tercer almacén solo, en el lado opuesto de la calle,
empujado hacia la parte trasera del lote.
El problema es que no sé en cuál de los almacenes están Pat y Joy.
Estaba colocada de manera segura al otro lado de la calle, apoyada
junto a una imprenta comercial que estaba cerrada por la noche. Reabría
a las seis de la mañana, pero eso estaba bien. Planeaba actuar en la
oscuridad, cuando tuviera la mayor ventaja con mis poderes. Como era
apenas medianoche, tenía mucho tiempo para actuar. La pregunta era
cómo.
El área estaba repleta de faes, Unseelie y Seelie por igual. Como había
confirmado el explorador de Charon, había contado veinticinco faes de
cada Corte, cincuenta en total, pero ya había visto a los guardias entrar y
salir de los edificios, por lo que probablemente había más estacionados
dentro de los almacenes.
Cada almacén tenía dos puertas: una gran puerta de garaje que se usaba
para entrar y salir de botes y autos, y una puerta lateral de tamaño
humano. Había cuatro guardias apostados en cada una de las puertas
laterales y seis junto a las puertas enrollables del garaje.
El resto de los guardias se arremolinaban, patrullando el camino
pavimentado bien iluminado que discurría entre los edificios.
Eran muchos faes por custodiar a dos humanos, pero estaba bastante
segura de que en realidad era una continuación de la competencia
Seelie/Unseelie, es por eso que había un número parejo de guardias en
todas partes. Porque tenía que estar presente al menos un miembro de
cada Corte.
Revisé para asegurarme de que mi teléfono celular estaba silenciado y
seguro, luego revisé nerviosamente las dagas atadas a mi cuerpo por
tercera vez mientras escaneaba el área.
Deben haber desactivado el sistema de seguridad humana, pensé mientras
estudiaba las cámaras que apuntaban a los almacenes. ¿A menos que
realmente sean tan ignorantes de la tecnología humana? Quiero decir, no
pensaron en desactivar el rastreo de ubicación en los teléfonos de Pat y Joy.
De todos modos, no me iba a preocupar por eso. Yo estaba más molesta
por los almacenes.
Los almacenes industriales normales tenían más entradas y salidas, o
sistemas de ventilación que yo, como gato, podía explotar. ¿Estos
almacenes? Ni siquiera tenían ventanas. Había una oficina exterior junto
a la calle que tenía ventanas, así que ya sabía que Pat y Joy no estaban
retenidos ahí; podía ver a través de las ventanas de la oficina a oscuras.
No había nadie.
Charon tenía razón. Una guerra abierta significaría que necesitarías un poder
de combate superior, como Noctus y los demás, o un gran número, como el
Claustro de Curia. No puedo enfrentarme a cincuenta faes, particularmente
cuando no sé cuántos refuerzos hay dentro de los almacenes.
Estaba la idea de Charon: engaños y ataques sigilosos, pero me
preguntaba si escabullirme sigilosamente por el recinto lograría algo. Así
que en mi viaje a este lugar se me ocurrió un plan que esperaba evitar:
entrar audazmente como gato y rezar para que mi magia significara que
me tomaran como un perro callejero.
Significaba confiar en mi magia que realmente no tenía forma de saber
si funcionaría en tantos faes a la vez, pero no tenía la habilidad suficiente
para acabar con ellos uno por uno, y no tenía el poder para enfrentarlos a
todos a la vez, así que por ahora esta era mi mejor oportunidad.
Es un riesgo, pero esto no se trata de mí, se trata de Pat y Joy. Si me atrapan,
hay muchas posibilidades de que liberen a Pat y Joy de todos modos, ya que son
humanos.
Con ese pensamiento para animarme, respiré hondo, revisé mi espada
corta por última vez y luego me transformé en gato.
En mi forma de gato era negro como la noche, por lo que era fácil cruzar
la calle sin que me vieran.
Los almacenes estaban encerrados con una cerca de tela metálica, lo que
difícilmente me habría detenido, pero entré por la entrada principal
porque quería verificar dos veces la oficina.
Salté sobre el alféizar de una ventana para mirar dentro. Sí, no había
señales de vida, ni Pat ni Joy. Aunque sentí un fuerte hechizo de confusión
que se apoderó de todos, pasó rozándome, incapaz de adherirse a mí
gracias a mi inmunidad a la magia.
Estaba bastante segura de que el encantamiento era más un esfuerzo
para mantener alejados a los humanos que una verdadera maniobra
defensiva, pero me sorprendió que no tuvieran nada más preparado.
Aunque, dado que este era un esfuerzo conjunto entre Seelies y Unseelies,
tal vez no podrían tener nada más en su lugar sin romper la improbable
tregua que habían hecho para secuestrar a Pat y Joy.
No importa, no impedirá que nos vayamos. Tendré que vigilar a Pat y Joy
cuando salgamos de aquí, pero saldremos de aquí.
Salté del alféizar de la ventana y me dirigí a la cerca de tela metálica.
Comenzaré revisando el almacén más lejano. Será más fácil dar vueltas
alrededor de ese ya que está solo.
Manteniéndome más cerca de la cerca de tela metálica que estaba
ensombrecida por la noche, a diferencia del resto del complejo
brillantemente iluminado, y las malas hierbas que brotaban alrededor de
la frontera, era bastante fácil llegar al almacén sin ser notada.
No podía escuchar a Pat ni a Joy, pero eso quizás era algo bueno, ya
que implicaba que al menos los fae no los estaban lastimando.
O tal vez el ruido ensordecedor de los latidos de mi corazón estaba
cubriendo cualquier sonido que hicieran. Resonó en mis oídos de gato
cuando finalmente me separé de la valla y me acerqué al tercer almacén
que estaba solo en su lado de la calle.
Primero apunté a la puerta lateral, ya que tenía menos guardias a los
que tendría que engañar.
Di un paso hacia la luz y pasé junto a ellos, como si estuviera más
interesada en atravesar el patio del almacén.
Los guardias, un fae que estaba discutiendo con otro y dos náyades, ni
siquiera se dieron cuenta de mí, lo que me vino bien. La puerta estaba
cerrada, así que tuve que mirar a través de las grandes puertas abiertas
del garaje para encontrar a mis hermanos.
Cuando me deslicé alrededor del edificio traté nuevamente de actuar
como un gato que estaba de paso. Mantuve mi cola levantada, pero
casualmente la moví de un lado a otro. No miré a los guardias, aunque
ciertamente me notaron.
―Oye, mira. ―Un fae me señaló con un dedo largo y verde―. Un gato.
Los cinco fae que montaban guardia con él me miraron.
―¿Crees que podría ser la niña gato? ―preguntó el fae.
Me detuve a propósito para oler el suelo.
―Ella tiene una forma de gato negro… ―Otro guardia, este un seelie,
yendo por la madera melódica de su voz, entrecerró los ojos mientras me
miraba.
Aunque mis instintos me gritaban que corriera, me obligué a tirarme al
suelo y rodar por la tierra. Cuando me puse de pie y me sacudí, los
guardias estaban perdiendo interés en mí.
―No hay manera ―declaró el goblin―. Debe estar perdida.
Lo que pasaba con los gatos era que no les importaba lo que pensaran
los demás. Aprendí con el tiempo que la mejor manera de hacer que mi
magia funcionara, o de engañar a la gente, era ser audaz y parecer
totalmente despreocupada por ellos.
Mi corazón latía con furia en mi pecho mientras me obligaba a
acercarme un poco más a los guardias, por las apariencias y para poder
mirar dentro del almacén.
Estaba vacío, no había ni un alma dentro, pero extrañamente había una
mesa de madera cubierta con un mantel blanco. Jarrones con flores
frescas, un juego de té y una bandeja de cobre cubierta con diminutas
tartas de frambuesa, bollos de arándanos y diminutos bocadillos llenaban
la superficie de la mesa.
Eso no puede ser bueno, dudo que a los guardias se les dé un descanso para el
té...
Moví mi cola, luego me alejé, dejando el anillo de luz que la puerta
abierta proyectaba en la noche, reincorporándome a la seguridad de la
oscuridad.
Mejor me apresuro. Un servicio de té elegante como ese significa que están
esperando a alguien importante. Importante probablemente significa respaldo.
Cubierta por las sombras, evité fácilmente una patrulla mientras me
dirigía al almacén directamente al otro lado del camino pavimentado.
No podía ver adentro, los guardias estaban agrupados, bloqueando la
mayor parte de la vista. Tendría que acercarme.
La grava pinchó mis patas cuando me acerqué. Esta vez, opté por el
enfoque tímido. Maullé mientras aún estaba en las sombras.
―¿Qué fue eso? ―Una de los fae blandió un brazalete, su artefacto
mágico, en lo alto de su cabeza proyectando un poco de luz extra.
Volví a maullar y luego di un paso hacia la luz que arrojaba la puerta
abierta.
―Es solo un gato ―rugió un troll.
―Espera, ¡un gato! ―Un guardia centauro que vestía una armadura de
cuero adornada con la flor Seelie blandió una lanza hacia mí, raspando el
suelo con su casco delantero.
Volví a maullar, luego me senté y me lamí una pata, usándola para
frotarme la cara.
Era difícil respirar con normalidad, y todavía sentía que mi corazón se
saldría de mi pecho; olvídate de mi linaje, no estaba hecha para todas estas
cosas de capa y espada.
―Se supone que debemos estar atentos a los gatos ―dijo el centauro,
impasible ante mi actuación.
Un fae se separó del grupo y revoloteó hacia mí, con sus alas batiendo
como las de un colibrí.
―Hola ―dijo con una voz diminuta y musical.
Lo olí, luego estornudé tres veces cuando accidentalmente inhalé un
pequeño trozo de polvo de faes.
El fae trató de acariciarme, pero como cualquier buen gato me eché
hacia atrás, evitando el toque no deseado.
―Ella es una gata normal ―declaró el fae.
―No puedes saberlo. ―El centauro dio dos pasos hacia adelante y
cambió el agarre de su lanza a uno que reconocí al ver a Charon luchar
como una posición de ataque.
Oh, Dios, oh, Dios. ¿Mi magia no funciona en él? ¡Vamos, trabaja!
―Seguro que no es la niña gato ―dijo el troll de una manera tan segura
que sabía que mi magia estaba funcionando en él, al menos―. Es
demasiado normal, y la chica gato no es tan hábil. ―Se rascó el parche
cosido en su camisa sobre su corazón. Era una gota negra como la tinta,
que lo marcaba como miembro de la Corte Unseelie.
El centauro dio otro paso más cerca de mí, ignorando al fae que
zumbaba alrededor de su cabeza.
―¿No es hábil, o es eso lo que quiere que pensemos?
Internamente, hiperventilé, incapaz de pensar en nada que tuviera
sentido. Mi cabello comenzaba a hincharse por la ansiedad, pero me
quedé sentada y maullé de nuevo.
El centauro entrecerró los ojos y vi que sus dedos se tensaban sobre su
lanza.
Magia, ¿qué estás haciendo?
Pensé que podría vomitar, cuando un maullido agudo rompió los gritos
histéricos de mi cerebro.
Todos los guardias y yo miramos detrás de mí, en la oscuridad de la
noche.
Una gata calicó que era aún más pequeña que yo emergió de las
sombras. Debía de ser una callejera: era delgada como un rayo, y el pelaje
blanco de su pecho y patas era más cercano a un tono de gris, mientras
que los parches de pelaje anaranjado y negro que cubrían su espalda y la
parte superior de su cabeza tenían costras.
Ignoró a los guardias y se acercó a mí; mi magia felina lo llamaba.
Nos tocamos las narices, luego inmediatamente golpeó su cabeza
contra mi pecho y me apretó, ronroneando tan profundamente que hizo
que mis huesos vibraran.
Mientras tanto, el fae hizo un círculo sobre nosotros.
―¿Ves? ¡Deben estar perdidas!
―No. ―El troll cambió su peso de un pie a otro, luego se apoyó contra
la pared del almacén, haciéndolo gemir―. Son vagabundas. Vi a la
pequeña merodeando por aquí durante el día.
―Probablemente esperan que tengamos comida… woah ―El fae se
acercó más a la gata callejera y a mí, pero la calicó no fue tan paciente
como yo, y lo golpeó con las garras extendidas.
El centauro relajó su agarre en su lanza.
―Eso suena como una suposición comprensible. ―Agitó su cola de
caballo negra mientras regresaba a su lugar en la fila.
El troll se burló.
―Preocupándome por dos gatas callejeras malhumoradas.
Con el peligro retrocediendo unos pasos más seguros, me permití un
momento de indignación. ¿Malhumoradas? ¿Las dos somos malhumoradas?
¡No lo soy! ¡Noctus habría comenzado a verter vitaminas en mi garganta o habría
buscado pociones para la piel si me veía malhumorada!
Cuando me acerqué a los guardias, necesitaba mirar más allá de ellos y
ver en el almacén, la gatita me siguió, persiguiendo mi cola. Ni siquiera
se dio cuenta cuando estábamos a un pie o dos de distancia.
El troll se agachó y me ofreció su mano, que era tan grande como yo.
La olfateé, pero me hice la tímida, así que cada vez que él o los otros
guardias intentaban acariciarme, salía corriendo fuera de su alcance.
―Son muy amigables para ser gatas callejeras ―dijo el fae. Parecía
especialmente decidido a acariciarme cuando aterrizó en el suelo y dejó
de batir las alas, una posición peligrosa para que el duende se pusiera.
―De acuerdo ―dijo el troll mientras esquivaba su mano―.
Normalmente los animales me tienen miedo.
La gatita calicó no era tan rápida como yo, por lo que el troll logró frotar
la parte superior de su cabeza con la punta de un solo dedo.
La gatita ronroneó, pero mi magia fue una atracción más fuerte, así que
dejó al troll y retozó detrás de mí.
El centauro apoyó la punta de su lanza en el suelo.
―Los animales domésticos temen a la mayoría de los fae que carecen
de magia de domesticación de animales, incluso los caballos rechazan a
los centauros.
¡Es porque todos ustedes están tan sedientos de sangre!
El troll se puso de pie.
―¿Te encuentras con muchos caballos como miembro de la Corte
Seelie?
El centauro se encogió de hombros.
―En ocasiones.
―La Corte Nocturna tiene muchos animales ―dijo el fae.
Uno de los guardias, una dríada, que había estado callada todo este
tiempo, resopló.
―Sí, claro. Buena suerte siendo aceptado ahí. Tu Rey Seelie ordenará
que te aplasten incluso antes de que llegues a su territorio.
El fae frunció el ceño y puso sus manos en sus caderas.
―¡Como si tu Reina Unseelie fuera mejor!
―Hacemos lo que debemos para sobrevivir ―dijo el troll―. Igual que
todos los demás aquí.
Todos los guardias se movieron en su lugar y miraron hacia la noche
sombría.
Pensé que lo más peligroso sería convencer a todos de que soy un gato, pero no.
Es encontrarme con guardias inesperadamente bondadosos con historias tristes,
pero, estoy aquí por mis hermanos. No para cambiar las Cortes.
Aproveché su repentino interés renovado en el patio para lanzarme
entre las piernas del centauro.
Detrás de ellos, en medio del almacén, estaban Pat y Joy, atados con
cintas de plástico y cinta adhesiva a sus sillas, con cuatro guardias
observándolos.
Pat tenía los ojos cerrados y estaba hundido en la silla.
Mi corazón se apretó, pero no vi ninguna herida en él.
A su lado, Joy estaba despierta y alerta. Sus ojos eran agudos, pero sus
rizos rubios por lo general perfectos, estaban aplastados por el maltrato,
y la mirada inexpresiva de su rostro me dijo que estaba molesta.
Me vio, pero no reaccionó. En cambio, miró a los guardias.
No parece preocupada por Pat. ¿Quizás está durmiendo?
Joy se removió en su silla y los ojos de Pat se abrieron de golpe. Miró
en mi dirección y, como Joy, inmediatamente miró hacia otro lado.
Normalmente diría que era una señal de que mi magia estaba
funcionando, pero mi magia de distracción rara vez funcionó con Joy y
Pat, lo cual era bueno porque habría pasado mucho más tiempo en
refugios de animales cuando era niña si no hubieran sido capaces de
superarla.
Un guardia fauno que estaba frente a mis hermanos bajó su espada a la
garganta de Joy.
―Deja de moverte.
Mi pelaje se hinchó mientras miraba, y quería correr por el almacén,
aullando, pero eso difícilmente habría detenido a los fae.
La frente de Joy se arrugó y vi el brillo del miedo en sus ojos, pero hizo
lo que le ordenó.
Moví la cola y me obligué a apartar la mirada de mi familia. Necesitaba
investigar el almacén.
No tenía ningún hechizo mágico en él, ninguna sensación mágica
además de cosquillas en mi codo que recibía de los fae en general.
¿Cómo saco a Pat y a Joy de aquí con tantos guardias?
―Gata.
Miré hacia atrás y me di cuenta de que estaba medio parada debajo del
centauro.
―Muévete ―dijo.
―Patéala ―sugirió otro guardia Seelie―. Eso le enseñará.
El centauro no respondió, no le di la oportunidad de hacerlo antes de
salir corriendo del almacén, necesitaba revisar el último edificio antes de
idear un plan. No quería sorpresas desagradables durante mi intento de
rescate.
Me tomé un breve momento para frotarme contra las botas del troll,
luego me alejé al trote, con la cola en alto.
La gatita maulló y esperé a que me alcanzara.
También pasó corriendo junto al troll, que sonrió, su gran cara
escarpada se frunció en una sonrisa.
El guardia Seelie que había sugerido patearme lanzó una piedra al
gatito, pegándole en la espalda.
La gatita chilló de dolor y me acerqué, interponiéndome entre ella y los
guardias mientras me hinchaba y siseaba.
―¡Oye! ―El troll dio un paso hacia él―. ¿Qué tal si te golpeo y veo si
te gusta?
―¡Eres bienvenido a intentarlo!
―Suficiente. ―El centauro golpeó su lanza contra el suelo―. Nada de
peleas, lo juramos, y deja a las gatas en paz.
―¿Por qué? Son sacos de pulgas sarnosos.
―¡Dije, déjalo en paz! ―gruñó el centauro.
Agachada en el suelo, me deslicé fuera del círculo de luz que la puerta
abierta arrojaba al suelo, la gatita me seguía.
El fae nos siguió, zumbando sobre nuestras cabezas.
―Está bien, no creo que la gatita esté herida ―gritó antes de regresar
con los otros guardias.
Esperé hasta que pudimos escondernos detrás de un matorral que
había brotado en una grieta en el cemento antes de detenerme para revisar
a la gatita.
Ronroneó mientras frotaba su cabeza en mi hombro, por lo que la
piedra no pudo haberlo lastimada demasiado.
Bueno, al menos ahora puedo volver cómodamente a odiarlos, pensé mientras
la gatita se acurrucaba a mi lado. Debería revisar este tercer almacén y luego
comenzar a planificar.
Usé las mismas tácticas en el último almacén; en este ni siquiera tuve
que acercarme mucho para ver el interior porque los guardias estaban
agrupados a un lado. Estaba totalmente vacío sin guardias adicionales
adentro, lo cual fue bueno, porque estos guardias fueron mucho más
proactivos y nos arrojaron una lanza, una cantimplora de agua vacía y
una piedra a la gatita y a mí.
Moví mi cola detrás de mí mientras caminaba de regreso a mi matorral,
la gatita me seguía, apenas registrando el leve ronroneo de los motores de
alta potencia. Al menos no tienen fuerzas ocultas que saldrán a borbotones si se
activa una alarma…. woah.
Dos autos se arrastraron por la calle, desacelerando justo afuera del
recinto del almacén.
Giraron -sin utilizar el intermitente- y se adentraron en el patio. Pasaron
por delante del primer almacén, de la gatita y de mí, y por el lado del
tercer almacén, el único que estaba enfrente del segundo almacén, donde
Pat y Joy estaban.
No conozco los autos, pero ambos vehículos gritaban caros con esa
apariencia de ingeniería robótica que solo se encuentra en los autos de
lujo más llamativos. No me sorprendió cuando las puertas se abrieron
hacia arriba, porque, de nuevo, demasiado diseñadas, y la reina Darina
salió del auto plateado mientras el rey Harel salía del rojo.
Mamá siempre me dijo que uno podía darse cuenta de lo desesperada
que estaba una persona por impresionar a los demás por lo lejos que
estaba su automóvil del rango de precio que realmente podía pagar. Entre
los autos y todas las batallas en las que habían estado, la Reina Unseelie
Darina y el Rey Seelie Harel apestaban a desesperación.
La reina Darina tenía puesto un vestido negro abundantemente
tachonado con cristales brillantes, y una corona de gemas negras estaba
metida en su cabello rojo.
El rey Harel estaba vestido de manera más tradicional, con una túnica
fae que parecía haber sido bordada con oro real. Una capa con su insignia,
una flor púrpura brillante cayendo de sus hombros, y un círculo de oro
con un diamante gigante estampado en el centro estaba presionado contra
su pecho.
―Te saludo, reina Darina ―retumbó el rey Harel.
La reina Darina sonrió con crueldad.
―Y yo te saludo, Rey Harel.
Con los saludos dados, la pareja se miró con abierta animosidad.
―¿Cómo está la Reina Seelie de Landford? Escuché que la viste
recientemente ―dijo el rey Harel, nombrando una ciudad compuesta
principalmente por suburbios que estaba a solo quince minutos de
Magiford.
―Ella comparte tu codicia por un territorio que no es suyo ―declaró la
reina Darina.
―El territorio se gana, por lo que pertenece al vencedor ―dijo el rey
Harel.
―Oh, ¿es por eso que tu territorio al norte se redujo? ¿La Reina Seelie
de Lakeside es mucho más vencedora que tú? ―La reina Darina preguntó
dulcemente.
Los labios del rey Harel formaron lo que se suponía que era una sonrisa,
pero tenía demasiados dientes y no del todo bien, y se rio como un
maníaco.
Vaya, sí, están desesperados.
Dado que las Cortes Seelie y Unseelie eran locales, había Cortes Seelie
y Unseelie en todos los estados. Ciudades como Chicago y Milwaukee
tenían más de una Seelie y Unseelie.
Pero ¿y si Harel y Darina estuvieran peleando no solo entre ellos, sino
también con los monarcas de las cortes vecinas? No es de extrañar que no
les importara si los humanos quedaban atrapados en el fuego cruzado.
Probablemente estaban a meses de perder sus tronos si no lograban
derrotarse entre sí.
Dos guardias Unseelie se alejaron del tercer almacén, el que tenía
comida, para flanquear a la Reina Darina, mientras que dos faes Seelie se
unieron al Rey Harel.
―Infórmame ―exigió la reina Darina.
―Ningún movimiento ―dijo un guardia Unseelie.
―No hay presencias mágicas o intrusos ―dijo un guardia Seelie.
―¿Algo de magia? ―preguntó la reina Darina―. La magia élfica es
avanzada, no necesita estar aquí para que sus hechizos estén presentes.
Así que están detrás de Noctus como supusimos, pero ¿por qué decidieron
arrastrar a mi familia a esto? ¿Cómo los encontraron?
―Nada de magia en absoluto ―confirmó el guardia.
―¿Algún gato? ―preguntó el rey Harel.
―Sí ―dijo el guardia Seelie―. Dos. Una negra y una calicó.
―¿Una gata negra? ―La voz de la reina Darina era tan chirriante como
un cristal roto―. ¡Chloe Anderson puede convertirse en una gata negra!
―No era ella, Majestad ―dijo el guardia Unseelie.
―¿Cómo sabes que no era ella? ―preguntó el rey Harel.
Los guardias parpadearon el uno al otro, y mi cabello se hinchó.
¡Oh, no, mi propia magia podría delatarme si no pueden encontrar ninguna
lógica en esto!
―Tenía una gatita, la calicó ―dijo el guardia Unseelie.
―Sí ―el guardia Seelie lo respaldó con absoluta certeza―. Chloe
Anderson no tiene mascotas ni hijos.
Los dos monarcas se miraron el uno al otro, no para intercambiar
miradas de incredulidad como me imagino, sino para mirarse con
sospechosa hastiada.
―Cinco de ustedes, registren el área ―ordenó el rey Harel a su gente.
―Reúnan a seis soldados y envíenlos ―les dijo la reina Darina a sus
guardias.
―Seis de ustedes ―ladró el rey Harel a sus guardias.
Por un momento pareció que la reina Darina le gritaría, pero mantuvo
sus emociones bajo control con una sonrisa quebradiza.
Su desconfianza mutua hará que esto... no sea más fácil, pero ¿posible? Son
muy competitivos y, dado que no pueden confiar el uno en el otro, necesitan a su
gente en todos los lugares a los que va la otra Corte, pero ¿cómo uso eso?
La reina Darina observó a sus soldados invocar brillantes globos de luz
antes de que ellos, y los seis guardias Seelie, se alejaran, comenzando un
circuito alrededor del recinto cercado.
Una vez que estuvo satisfecha, marchó hacia el segundo almacén,
estudiando casualmente sus uñas.
―Me sorprende que el elfo no se haya movido todavía, dado lo querida
que parece ser Chloe Anderson para él.
―Tener algún tipo de apego por Chloe Anderson difícilmente equivale
a preocuparse si su familia está amenazada ―gruñó el rey Harel.
Ese es un sentimiento fae, pero no está mal, aunque solo porque Noctus está
protegiendo mucho más de lo que ellos saben.
―Sabía que era un error confiar en las palabras de ese perro
sobrenatural sin nombre ―agregó el rey Harel―. ¿Por qué un elfo se
movería por dos humanos?
Espera, ¿qué? Me moví de mi lugar detrás del arbusto, despertando a la
gatita que había comenzado a quedarse dormido mientras se acurrucaba
contra mí. ¿Quién les dijo qué?
―No es que importe ―dijo la reina Darina―. No ibas a llegar a
ninguna parte reclutándolo.
―¡Tú tampoco!
Una parte de mí estaba aliviada de que realmente fuera Noctus lo que
buscaban. Había pasado mi vida tratando de evitar este tipo de atención,
pero había algo en lo profundo de mis entrañas que hervía de furia.
¿Se habían llevado a mis hermanos porque estaban molestos porque
Noctus seguía rechazándolos? ¿Eran tan insignificantes, no, eran
monarcas tan terribles que esta era la mejor solución que se les había
ocurrido?
Excepto que dijeron que otro sobrenatural lo sugirió... ese debe ser el rastreador.
Ya sabíamos que estaba asesorando a Harel, pero me pregunto cómo logró que
Darina también lo escuchara. Él debe haber sido el que encontró a Pat y Joy.
La reina Darina y el rey Harel entraron en el segundo almacén, en el
que estaban retenidos mis hermanos, cuando los guardias se separaron
para ellos.
Dejé mi arbusto, pero me mantuve en las sombras, no necesitaba que
nadie me viera ya que el rey y la reina habían levantado sospechas
nuevamente.
La gatita saltaba a mi lado y de vez en cuando se abalanzaba sobre mi
cola antes de que yo la apartara de sus pequeñas patas.
Rodeamos el costado del edificio, acercándonos desde un ángulo. Nos
acerqué lo más que pude porque quería escuchar lo que dijeran el rey y la
reina, pero nos detuvimos antes de la luz que la puerta abierta del
almacén proyectaba en el suelo y vimos a la reina Darina y al rey Harel
caminar los últimos pasos para llegar a mis hermanos.
La mayoría de los guardias de la gran puerta rodante se habían ido con
ellos. Solo el troll y el centauro se quedaron atrás.
El miedo se alojó en mi garganta cuando los guardias le quitaron las
mordazas de mis hermanos.
No los lastimes. ¡Por favor, por una vez, no seas sanguinario!
―¿Dónde está Chloe Anderson? ―exigió el rey Harel.
Naturalmente, mis hermanos ignoraron al rey.
―¿El Rey Seelie de Magiford, creo? ―Pat le dijo a Joy.
―Sí ―confirmó Joy―. Nunca me molesté en recordar su nombre,
demasiado poco importante, pero reconozco su flor en la espalda cuando
leo sobre la ciudad de Chloe. Bastante patético en persona, ¿no?
Farfulló el rey Harel.
―¿Poco importante?
La reina Darina sonrió, pero mis hermanos aún no habían terminado.
Pat miró a la Reina Unseelie.
―¿Crees que es una cortesana, o es un papel demasiado importante
para ella?
Joy se encogió de hombros.
―¿Tal vez su reina?
La reina Darina se infló de ira y chilló.
¡Basta, ustedes dos!
Reconocí lo que estaban haciendo. Pat y Joy estaban presionando los
botones de la pareja para que perdieran el control, muy probablemente
con la esperanza de que Darina y Harel dejaran caer alguna información
útil e importante.
Pero los fae desquiciados eran lo último que querías que viniera hacia ti
cuando estabas atado, porque definitivamente…
¡CRACK!
La cabeza de Pat se movió hacia atrás después de que Darina lo
abofeteara, su mano dejó una huella roja y un corte de uno de sus anillos.
Agarró el cabello de Pat y tiró de su cabeza hacia adelante.
―¡Tú, humilde y miserable humano! ¡Aprende tu lugar y cuida tu
lengua!
El rey Harel agarró una lanza de uno de los suyos, lo que hizo que todos
los pelos de mi cuerpo se hincharan y se erizaran. Hizo girar la lanza de
manera que el extremo romo de madera apuntara a Joy y luego se la clavó
en el tobillo.
¡No, detente! ¡Detente! Mi desesperación e ira superaron mi miedo, y casi
corrí hacia el almacén aullando y escupiendo. Todo mi cuerpo se
estremeció, pero luché por pensar con claridad. Sacarlos, necesito sacar a los
monarcas de ahí. ¿Pero cómo?
Luché por pensar mientras los sonidos del asalto resonaban en mis
oídos.
Pat se quedó en silencio mientras Darina lo abofeteaba, y Joy gimió
cuando el rey Harel volvió a golpearle el tobillo.
Los guardias se movieron e intercambiaron miradas, pero ninguno de
ellos se movió para detener a los monarcas, ninguno de ellos podría o
probablemente sufriría un destino peor.
El rey Harel finalmente arrojó la lanza y se giró hacia los guardias.
―¿Chloe Anderson alguna vez respondió a los mensajes de texto?
―N-no ―dijo un fae.
―Reina Darina ―espetó el rey Harel.
La reina soltó a Pat y dio un paso atrás.
―Si no cesan en su falta de respeto, soportarán más maltratos.
Mi hermano escupió, su saliva era rosada por la sangre, y enarcó una
ceja mirándola.
Intercambió una mirada con Joy.
―No importa ―dijeron simultáneamente.
La reina Darina parecía lista para estrangularlos, hasta que el rey Harel
le puso el celular de Joy en las manos.
―No hay contacto ―dijo el rey Harel rotundamente―. De Chloe
Anderson o de cualquiera. Haz que tus hombres traigan a ese perro
mestizo de tu corte. Tiene algunas preguntas que responder teniendo en
cuenta que garantizó que este complot funcionaría.
La reina Darina frunció el ceño.
―¡Él no se queda con mi corte, se queda con la tuya!
―No, no lo hace ―dijo el rey Harel. ―¡Se fue con tu séquito!
―¡Él no se queda en territorio Unseelie!
―¡Bueno, ciertamente no está en la tierra Seelie!
Guardé sus comentarios para reflexionar más tarde, pero ahora no era
el momento de analizar sus motivos. En lugar de eso, caminé inquieta en
las sombras, construyendo un plan lo más rápido que pude.
Necesito una salida rápida. Una operación sigilosa significaría esperar hasta
que Harel y Darina se fueran, y quién sabe en cuánto tiempo será eso, o qué les
harán a Pat y Joy mientras tanto, pero con la magia que solo sirve para el sigilo,
¿qué más puedo hacer?
Mis ojos se posaron en los autos caros, y el comienzo de un plan hizo
clic en su lugar. Mi magia fue hecha para el sigilo, pero ese no era su único
uso.
Era arriesgado y posiblemente aterrador, pero mis bigotes ni siquiera
temblaron de miedo: Pat y Joy estaban en peligro. Necesitaba sacarlos.
ahora.
La gatita ronroneó en mi oído.
Pero primero, necesito llevar a esta pequeña a un lugar seguro.
Ronroneé mientras salía de las sombras y troté hacia mi objetivo
elegido: el troll.
El centauro me frunció el ceño, pero lo ignoré, haciendo todo lo posible
para encantar al troll.
―Shh ―advirtió el troll―. Shoo, no les gustan los gatos aquí.
Lo ignoré y ronroneé más fuerte cuando me senté.
La gatita salió corriendo de las sombras, persiguiéndome. Era tan joven
que todavía era torpe, por lo que tropezó con sus propias patas, cayó y
golpeó las botas del troll.
El troll miró a la gatita.
Sí, ¿no es linda? ¿No quieres cargarla? Ronroneé, no me atrevía a maullar,
o los monarcas podrían oírlo.
El troll se inclinó y frotó a la gatita en la parte superior de la cabeza
antes de ayudarla a ponerse de pie.
―Cuidado ―le advirtió el centauro.
―Son callejeras ―dijo el troll―. No van a lastimar a nadie.
―De buen corazón ―dijo el centauro, aunque deliberadamente apartó
la mirada de nosotras y le dio la espalda a los monarcas.
Esperé hasta que la gatita prácticamente se estaba cayendo, estaba tan
emocionada por las palmaditas en la cabeza del troll, luego corrí hacia las
sombras, desapareciendo.
La gatita maulló angustiada.
―¿Qué fue eso? ―alguien, Darina, creo, dijo en el almacén.
El centauro siseó una maldición.
―¡Empújala!
―Si regresa, la matarán ―dijo el troll. Cogió a la pequeña gatita (su
mano era tan grande que la acunó con facilidad) y luego la metió en un
bolsillo de sus pantalones.
Vi a la gatita moverse en el bolsillo, pero no se quejó. Cuando el troll
casualmente apoyó su mano sobre el bolsillo, en realidad la escuché
ronronear.
La gatita está a salvo, es hora de ejecutar la misión de rescate. Con un poco de
suerte.
Si sucedía lo peor, al menos sabía que Noctus eventualmente llegaría al
Paragon, y si me capturaban, Harel y Darina dejarían de abusar de mis
hermanos, aunque probablemente yo pagaría un precio una vez que se
dieran cuenta de que Noctus no vendría...
No, voy a ser optimista. Puedo, posiblemente lograrlo.
El grito de Joy rasgó el aire.
Salí corriendo. Tendré éxito, o moriré.
Eludí a un grupo de patrulla que ni siquiera se dio cuenta de mí, y me
acerqué a los costosos autos de Darina y Harel.
Veamos... No vi a ninguno de ellos guardarse las llaves, ¿todavía están en el
encendido?
Me subí al maletero del auto rojo, el de Harel. Me resbalé un poco
porque lo habían pulido con demasiada cera, lo que dejó una película
resbaladiza que probablemente habría molestado a un entusiasta de los
autos. Me las arreglé para arrastrarme hasta el parabrisas trasero y mirar
dentro del auto.
Un destello de plata colgaba del encendido.
Bingo, por supuesto que asumiría que nadie tocaría su auto. ¿Qué tal Darina?
Salté y corrí hacia el auto de Darina cuando un grupo de patrulla se
desvió abruptamente de su camino habitual y se dirigió hacia los
vehículos.
Tuve que meterme debajo del auto de Darina porque estaba muy bajo,
y apenas logré meter la cola, antes de que uno de los guardias encendiera
una luz en el vehículo.
Me agaché junto a una llanta y mi corazón latía dolorosamente en mi
pecho mientras los guardias hacían un circuito alrededor de los vehículos.
Uno de los guardias, un fae, se lanzó alrededor del auto y luego aterrizó
en el suelo, cerca de mi rueda.
Contuve la respiración mientras caminaba debajo del auto, hasta que
estuvo junto a mi llanta.
Empujé contra la rueda, el olor de la grasa y los gases del automóvil
inundaron mi nariz, aunque todavía no respiraba. Si da un paso más, me
verá.
―Debajo del auto está despejado ―gritó el fae antes de agacharse, el
brillo que envolvió su cuerpo se retiró hasta que se lanzó al aire y
desapareció.
No respiré hasta que los guardias se fueron, oscureciendo el área
mientras se llevaban sus globos de luz con ellos.
Finalmente a salvo, aspiré una bocanada de aire que fue casi un
resoplido. ¡No sabía que los guardias Seelie y Unseelie fueran tan competentes!
¡Qué estrés!
Negué con la cabeza, pero, al recordar el grito de dolor de Joy, salí de
debajo del auto e inspeccioné temblorosamente el auto de Darina.
El suyo era una opción aún mejor que el de Harel, porque no solo había
dejado las llaves en el encendido, sino que las ventanas del conductor y
del pasajero estaban abiertas.
No es que Harel hubiera cerrado la puerta con llave, pero que abriera y
cerrara una puerta era más probable que llamara la atención antes de que
estuviera lista, y el auto tenía esas luces de cabina que se encendían con
las puertas, lo cual era otro delator.
Manteniéndome en mi forma de gato, salté sobre el marco de la ventana
del pasajero e inspeccioné de reojo el auto.
Había algún tipo de hechizo, pero brilló sobre mi pelaje como si nada
cuando salté al asiento del copiloto.
Me subí al asiento del conductor, luego maniobré para sentarme sobre
mi trasero antes de hacer tapping con mi magia.
Por una vez, ser de estatura promedio funcionó a mi favor, porque
cuando cambié a mi cuerpo humano, mis pies no golpearon los pedales y
no me golpeé la cabeza contra el techo.
Me desplomé en la silla (de cuero, por supuesto) para asegurarme de
que no me veían, luego, me giré para poder mirar a través del parabrisas
trasero, solidificando mi plan.
Mi cabeza y mi cerebro me gritaban que me detuviera, que sacar a mis
hermanos no era la forma de pasar desapercibida para la sociedad
sobrenatural y me arrepentiría, o me atraparían y no ayudaría a Pat ni a
Joy.
¿Pero mi instinto?
Mi instinto visceral, que me había llevado a Noctus, hervía.
Sálvalos.
Respiré hondo y encendí el auto.
El motor rugió a la vida, y me senté con la espalda recta para ser visible.
Todas las luces se encendieron de inmediato, así que presioné el freno,
cambié a reversa y luego miré a través de la ventana abierta, esperando.
Los guardias que estaban afuera del tercer almacén se inclinaron hacia
adelante para poder verme, pero eso fue todo.
Bueno. Será mejor que llame la atención.
Toqué la bocina y mantuve una larga nota atronadora hasta que todas
las patrullas en movimiento y los guardias que estaban fuera de los
almacenes giraron en mi dirección.
Saqué la mano por la ventana y saludé.
―¡Buenas noches! ―grité a todo pulmón―. ¡Este es un auto muy bonito!
―Es Chloe Anderson ―gritó el guardia centauro fuera del almacén
dos―. ¡Agárrenla!
Los guardias salieron disparados, abandonando sus puestos mientras
corrían hacia mí en turbas desorganizadas.
Ese es el problema con los fae: la desorganización. La organización era lo que
hacía que Noctus, Aristide, Ker y Charon fueran un grupo tan aterrador.
Pisé el acelerador a fondo, y el auto rugió hacia atrás, rebotando y
gimiendo cuando atropelló arbustos achaparrados que sobresalían del
suelo.
Casi choco contra el guardia centauro y una náyade, pero pisé los frenos
en el último segundo.
―Vamos, vamos ―siseé mientras cambiaba de reversa a drive,
sudando mientras el centauro probaba la manija de la puerta―. ¡Vamos!
Apreté mi talón en el acelerador, chillando cuando se tambaleó hacia
adelante.
Los neumáticos chirriaron cuando giré bruscamente a la derecha,
dando vueltas alrededor de la parte trasera sin cortar del tercer almacén.
Golpeé una roca gigante cuando me desvié para evitar una náyade. La
roca sonó como si hubiera desgarrado la parte inferior y todo el auto se
sacudió.
―Lo siento. ―Palmeé el tablero del auto con una mano sudorosa―.
Pero solo va a empeorar a partir de aquí.
Giré a la izquierda, y nos disparamos a lo largo del lado largo del tercer
almacén cuando las luces de los fae que me perseguían comenzaron a
cruzar la esquina.
Mi agilidad felina se activó y giré de nuevo a la izquierda, subiendo por
la calle entre el almacén tres y el dos.
El automóvil de lujo no estaba hecho para todoterreno, así que cuando
cambió de tierra a cemento, el automóvil salpicó la grava suelta que
bordeaba el camino y patinó hacia un lado. Conducía sobre hielo todos
los inviernos, por lo que coletear era una forma de vida para mí, y el
desvío fue posiblemente lo único del evento que no me preocupó. Dejé
que el auto se deslizara en la curva y reduje la velocidad un poco antes de
corregir y seguir acelerando por la calle.
Una dríada me lanzó una bola de magia con una precisión asombrosa.
Voló a través de la ventana abierta y me golpeó. Sin embargo, la precisión
no importaba. Rebotó en mí, incapaz de pegarse gracias a mis habilidades,
y aterrizó en el asiento del pasajero, rodando con los movimientos del
auto.
Un goblin de pensamiento inteligente que estaba protegiendo el primer
almacén intentó arrojar una lanza a un neumático, pero giré el volante tan
fuerte hacia la izquierda que casi me lastimo el cuello.
El auto rugió hasta el final del camino de grava más rápido de lo que
estaba preparada. Obtuve unos centímetros de aire cuando chirrió sobre
la acera y golpeó la calle. Estaba bastante segura de que abolló el
parachoques delantero porque escuché un crujido horrible antes de pisar
los frenos.
Miré hacia atrás: los guardias corrían detrás de mí, pero todavía tenía
tiempo suficiente para ejecutar lo que se suponía que era un giro de tres
puntos para hacer un giro de 180 grados.
Puse el auto en reversa y retrocedí, mirando por la ventana en lugar de
ver por dónde iba; no era como si estuviera preocupada por dañar el auto.
Ahí están Harel y Darina. Estaban parados afuera del segundo almacén.
Podía escuchar la voz aguda y enojada de Darina incluso por encima del
zumbido del motor.
Cambié a drive y giré, pero pisé el acelerador demasiado fuerte, por lo
que no giró muy bien y simplemente se tambaleó y chirrió las llantas.
―Vamos, vamos, vamos ―canté.
Hice mi segundo intento de girar el auto. En el tercer intento de girar
(todavía no giraba lo suficiente, pero eso era culpa mía, no del auto, ya
que este se manejaba bien, pero yo no estaba hecha para situaciones de
alto estrés), el más rápido de los guardias estaba casi al límite de la
propiedad.
Podía escuchar sus pasos apresurados en el camino de grava.
Cuando mi giro de tres puntos se transformó en un giro de cinco
puntos, una náyade me disparó. Literalmente.
Una bala rebotó en el lateral del auto.
Me hundí más en mi asiento y grité, pero para entonces me las arreglé
para dar la vuelta al auto por completo.
―¡Vamos, vamos, vamos!
El auto se tambaleó de regreso a la propiedad del almacén. Pasé por
delante de la oficina, luego pisé los frenos, esperando.
Verifiqué dos veces que tanto la ventana del conductor como la del
copiloto estuvieran bajadas, mi respiración y los latidos de mi corazón se
mantenían notablemente normales, considerando que estaba escuchando
a mis hermanos gritar de dolor.
Consulté mis espejos para ver que los guardias que me habían seguido
hasta el camino casi me habían alcanzado.
Darina y Harel todavía estaban en el segundo almacén, pero todos los
guardias que se habían apostado fuera de los almacenes o que se movían
en patrullas estaban tratando de interceptarme.
Perfecto.
Los guardias que me perseguían estaban casi sobre mí otra vez. Un
fauno encabezaba el grupo; estaba tan cerca que cuando estiró el brazo,
las puntas de sus dedos rozaron la parte trasera del auto.
Así que le di a fondo.
El auto pasó de cero a demasiado rápido en un segundo. Fui arrojada
contra mi asiento, pero apreté los dientes y mantuve las manos en el
volante.
El auto rugió por el carril corto. Me aparté, apuntando el auto de Darina
directamente al auto rojo de Harel.
―¡Deténganla! ―gritó Harel.
Aceleré el motor por última vez pisando a fondo el acelerador, subí las
piernas y cambié a mi cuerpo de gato.
Trepé por los asientos, ignorando el hechizo aún activo que había caído
en el espacio hacia las piernas del asiento del pasajero, y salté a la ventana
hacia a la oscuridad.
El auto aceleró y chocó con el de Harel.
Se oyó un tremendo chirrido de neumáticos, luego el gemido de metal
al doblarse y el crujido de cristales rotos.
Aterricé en el suelo con un empujón y eché a correr, manteniéndome
en las sombras mientras corría hacia la entrada del edificio, evitando a los
guardias que se dirigían rápidamente a los restos del auto. No es como si
pudieran hacer algo: la parte delantera del auto de Darina estaba tan
arrugada que no tenía ni la mitad de la longitud que debería haber tenido.
Aún más glorioso, había aplastado todo el lado izquierdo del auto de
Harel y lo había estrellado contra el almacén.
―¡Mi auto! ―gritó Darina.
―¿Tu auto? ―Harel gritó―. ¿Qué pasa con mi...?
Algo se encendió en los escombros, y la onda de choque separó los dos
autos, estrellándolos contra el costado del almacén.
El hechizo que me había lanzado la náyade debía haberse activado.
El hechizo, combinado con todos los gritos de pánico, me facilitó cruzar
la calle, apuntando al segundo almacén sin ser notada.
El centauro y el troll se habían ido, estaban con Darina y Harel, que
estaban farfullando por los daños en sus autos, porque, por supuesto,
valoraban sus vehículos por encima de la vida de mis hermanos.
Son faes, me recordé. No valoran la vida de nadie.
Entré corriendo en el almacén, usando una ráfaga de velocidad, y me
arrastré alrededor de la pared interior.
Pat y Joy no hicieron ruido. Tuvieron que haberme notado, pero
deliberadamente miraban hacia otro lado mientras los dos guardias que
permanecían con ellos se movían nerviosamente.
Al primer guardia -un fauno-, lo eliminé cambiando a humana y
pateándolo en la parte posterior de la cabeza: lección de defensa personal
de Pat: nunca uses los puños cuando tu pie puede soportar la peor parte
y puede causar más daño.
El guardia se derrumbó con un gemido y cayó al suelo. El segundo
guardia, un goblin, se dio la vuelta ante el sonido.
Sus ojos se abrieron y tomó aire.
―ELLA ESTÁ… ―Se interrumpió, tosiendo, cuando le di un golpe en
la tráquea.
Puse mi brazo alrededor de su garganta en un estrangulamiento y me
aferré a él. Me arañó el brazo, y sus uñas puntiagudas estaban lo
suficientemente afiladas como para dejar cortes, pero aguanté a pesar del
dolor. Lo necesitaba fuera de eso, pero no estaba lo suficientemente
desesperada como para apuñalarlo con mis dagas o espada.
Gorgoteó, sus luchas se debilitaron y finalmente se desplomó.
Sentí los latidos de su corazón, luego lo dejé ir con cautela, soltándolo
lentamente para que no se golpeara la cabeza contra el suelo.
Mis hermanos estaban tratando inteligentemente de zafarse de la cinta
adhesiva y las ataduras de plástico, aunque se congelaron cuando saqué
una daga de mi arnés e hice un trabajo rápido con sus ataduras.
―Gracias ―susurró Joy mientras saltaba de la silla, frotándose las
muñecas―. Deberíamos… ―Se detuvo cuando se dio la vuelta y vio lo
que estaba usando, y mis muchas armas.
―¿Algo que quieras decirnos, Chloe? ―Pat preguntó suavemente
cuando comencé a cortar sus ataduras―. ¿Tal vez que has tomado un
estilo de vida de justiciera?
―¿Estás preocupado por mi ropa cuando fuiste, y técnicamente
todavía estás, secuestrado por los monarcas Seelie y Unseelie de
Magiford? ―susurré-siseé.
Pat sacudió las piernas y luego se puso de pie cuando corté el último
trozo de cinta adhesiva.
―Sí, porque parece ser un síntoma de un problema que no conocíamos.
―Te dije que deberíamos habernos mudado a Magiford con ella ―dijo
Joy―. Pero no, insististe en que teníamos que esperar hasta que
estuviéramos más avanzados en nuestras carreras.
―¡Sí, porque no pensé que tuviera un deseo secreto de convertirse en
Batman!
―Ella es una gata, ¡sería Gatúbela!
―¡Ustedes dos, cállense! Todavía tenemos que salir de aquí… ―Fue mi
turno de callarme cuando finalmente pude ver a mis hermanos.
Pat tenía moretones por toda la cara y Joy tenía un corte que le
atravesaba el brazo. Su cabello estaba tan revuelto que estaba bastante
segura de que le faltaba un mechón.
―Oye, Chloe, está bien. ―Pat puso sus manos sobre mis hombros y
apretó―. Estamos bien. No te culpes por esto. Tú no hiciste esto.
―No lo hice ―estuve de acuerdo―. Pero debería haberlo detenido
antes de que llegara a este punto.
―No podrías haber hecho nada ―dijo Joy―. Está bien. Vamos.
Excepto que no estaba bien.
Los monarcas hicieron esto porque estaban convencidos de que podían llegar a
Noctus a través de mí. Esto podría volver a suceder. Alguien podría lastimarlos
de nuevo, y finalmente soy lo suficientemente fuerte para detenerlo.
―Chloe Grace Anderson ―dijo Joy en un tono de advertencia, debe
haber visto algo en mi cara―. No... ¡Chloe!
Cambié a gato y corrí, usando un impulso de velocidad de gato para
sacarme del almacén antes de que mis hermanos pudieran responder.
Me tomó un momento para que mis ojos se adaptaran de la tenue
iluminación del almacén al exterior, que ciertamente era más brillante de
lo normal dadas las antorchas encendidas que eran los autos en llamas.
Vi a los monarcas; estaban comenzando a reunir a sus guardias para
buscar, gritando órdenes a sus sombrías tropas.
Secuestraron a Pat y a Joy. Han estado destrozando barrios humanos. Su
propia gente no quiere hacer esto y no les importa.
No sabía si era todo el entrenamiento que Charon y Noctus habían
invertido en mí, mi instinto o qué, pero algo en lo profundo de mí cambió.
Derrótalos. Ahora.
Manteniendo mi forma de gato, me acerqué detrás de ellos,
moviéndome más rápido que un susurro.
Cambié a mi forma humana cuando llegué a Harel, saqué una daga de
mi arnés y la puse en su garganta con mi mano izquierda.
―No te muevas ―dije.
Darina balanceó su artefacto, un bastón de madera con la talla de un
halcón en la parte superior, hacia mí.
Tomé el bastón resplandeciente con la mano derecha. Cualquiera que
fuera el hechizo que había preparado, cruzó mi piel como un fantasma y
se desvaneció.
Manteniendo mi mano izquierda y mi daga ancladas en la garganta de
Harel, empujé el bastón de Darina hacia ella, luego solté las ataduras de
mi espada corta y la liberé de un tirón.
Darina trató de golpearme con su bastón. Eso fue un error, porque tenía
acero élfico.
Levanté mi espada para bloquear su golpe, y el filo cortó directamente
a través del cuerpo del halcón de madera, y la magia brillante que la
rodeaba se extinguió.
―No. ―Darina se quedó boquiabierta ante su ahora bastón sin parte
superior y sin magia―. No. ¿Cómo?
No quería acercarme a ella, necesitaba mantener mi daga en la garganta
de Harel, pero, por suerte, ¡ella estaba al alcance de las patadas!
Le di una patada salvaje en el costado, lo que la hizo tambalearse y le
hizo bajar la cabeza unos centímetros, así que le di una patada alta en un
costado de la cabeza.
Eso la dejó caer como un montón de ladrillos y me dio la oportunidad
de centrar mi atención en Harel.
Él aprendió de mi encuentro con Darina, así que mientras yo estaba
prestando atención a la reina Unseelie, él sacó su espada con cuidado.
Maldita sea, esperaba que él fuera por su magia. Tendré que salir rápido de
esto.
Charon fue un buen maestro, pero no fue lo suficientemente bueno
como para llevarme al punto de enfrentarme cara a cara con un rey de los
fae después de unas pocas semanas.
Harel rugió mientras intentaba apuñalarme. Con los brazos levantados,
la túnica le caía de forma diferente y pude ver los eslabones grises de la
cota de malla bajo las mangas arremangadas.
Esquivé a la izquierda, por lo que corrió a mi lado.
Tenía una espada ancha que era tan grande y pesada que tenía que usar
ambas manos para empuñarla. Era una hoja más larga, por lo que no solo
tendría una ventaja de fuerza, sino también una ventaja de alcance, ya que
mi espada corta era mucho más pequeña.
¿Cómo lo contrarresto? A diferencia de Darina, tiene una cota de malla debajo
de la túnica.
Pasé junto a un guardia, el centauro que vigilaba la entrada al segundo
almacén. Todavía llevaba su lanza y su escudo… ¡espera, un escudo!
―¡El escudo! ―grité mientras daba vueltas a su alrededor―. ¡Dámelo,
por favor!
No se me ocurrió hasta después de haber hablado que le estaba
pidiendo a un fae que me entregara un arma potencial para vencer a un
monarca fae.
Pero, para mi sorpresa, se soltó el brazo de las bandas y me lo pasó por
encima cuando pasé corriendo junto a él.
―¡Gracias! ―Tomé el escudo, sosteniéndolo por uno de los dos
brazaletes, tenía que esperar mi momento.
Harel intentó apuñalarme de nuevo. Me convertí en gato y me agaché
debajo de él, luego me convertí en humana nuevamente.
Cobré vida debajo de él, lo derribé y luego me convertí en gato de
nuevo para no enredarme con él.
Una vez libre de sus piernas, volví a convertirme en humana y clavé mi
enterré mi espada corta en su capa, clavándola en el suelo.
Mientras Harel luchaba como una tortuga tirada sobre su espalda,
levanté el escudo con ambos brazos y luego lo bajé por encima de su
cabeza con un tremendo sonido metálico.
El escudo vibró tanto por el impacto que mis manos se adormecieron
instantáneamente.
Harel gimió.
Todavía puede hacer ruidos, ¡OTRA VEZ!
Rompí el escudo sobre su cabeza, y esta vez se desplomó,
completamente inconsciente o con una conmoción cerebral.
Fijé mi agarre en el escudo, luego lo lancé como un frisbee.
Darina se había recuperado y se tambaleaba hacia mí con una daga
malvada, pero el escudo convertido en frisbee la golpeó en la sien y cayó
con un golpe.
Me paré sobre los cuerpos de los monarcas inconscientes, jadeando
mientras mi cerebro se recuperaba de la adrenalina que corría por mi
cuerpo.
Saqué mi espada del suelo y me di la vuelta. Todos los guardias fae -
Seelie y Unseelie-, en el área inmediatamente retrocedieron.
Pat y Joy estaban bien. Estaban de pie en la entrada del almacén,
boquiabiertos y con los ojos desorbitados.
Ninguno de los fae parecía inclinado a atacarme a mí o a mis hermanos
desde que derribé a sus líderes. Esta es mi oportunidad, pensé. Puedo cambiar
las cosas ahora, para mí, pero también para ellos. Puedo acabar con sus estúpidas
peleas.
―Chloe ―comenzó Joy―. Acabas...
Miré hacia Harel y Darina.
―Sí. ―Pasé mi mirada a los guardias faes―, y lo volveré a hacer con
cualquiera que se atreva a pensar siquiera en hacerles daño a ustedes dos.
El troll, que sostenía a la gatita calicó en sus manos, resultó ser el más
cercano a Pat y Joy. Dio un paso de gigante alejándose de ellos.
Fijé mi empuñadura en mi espada corta y reuní el poco valor que tenía.
―Harel y Darina ya no son sus gobernantes ―dije―. Al secuestrar a
mis hermanos, me desafiaron. Y gané.
El almacén estaba en silencio, aunque escuché el débil sonido de las
sirenas de la policía haciendo eco en toda la ciudad. Ninguno de los fae
protestó.
―Tan pronto como terminemos aquí, todos se presentarán en el
Claustro de la Curia para resolver el asunto de quién gobierna sobre
ustedes ahora ―dije―. Júrenlo.
Todos los fae -faunos, centauros, duendes, trolls-, se arrodillaron,
incluso los duendes aterrizaron para poder arrodillarse.
―Juramos seguir tus órdenes ―dijeron, asumiendo un juramento fae.
Además de no poder mentir, los fae tenían que seguir los juramentos
que hacían. Harían lo que decían, o la magia se encargaría de que pagaran.
Quería relajarme, pero había una cosa más que necesitaba hacer.
―Hay un juramento más que deben hacer… ―comencé, luego me
interrumpí.
Mi corazón se retorció en mi pecho, no por las miradas vigilantes de los
fae, sino porque no quería hacer esto. Esto cortaría mi último lazo con
Noctus.
Le debo mucho: por el entrenamiento, por protegerme del rastreador y, sobre
todo, por decirme lo que soy.
Tomé aire.
―Deben jurar no hablar del sobrenatural en cuya casa me hospedé
―dije―. Saben a quién me refiero, ¿verdad
El fae arrodillado palideció.
―Sí ―murmuraron.
Joy se enderezó.
―Espera, ¿de quién estás hablando?
―Entonces juren que no hablarán de él, ni se aventurarán a su
vecindario y casa sin su permiso. Si les preguntan sobre esta noche, todo
lo que deben decir es que Darina y Harel secuestraron a mis hermanos
para atraerme. Júrenlo, ahora. ―Mi voz se quebró, pero ninguno de los
fae pareció darse cuenta.
Comenzaron a repetirme el juramento.
No es una solución completa, pero si Noctus no le cuenta al Paragón lo de mis
hermanos, quizá pueda superar esto sin que más Magiford se enteren de él. Como
eso es lo que necesita, eso es lo que quiero para él. No importa lo triste que me
haga.
Joy le dio un codazo a Pat, quien estaba inclinado sobre su celular.
―Pat, ¿entiendes esto?
Pat, afortunadamente, la ignoró.
Cuando los fae terminaron este juramento, me relajé.
―Bien. ―Hice una pausa y luego agregué―. Si continúan los
enfrentamientos entre ustedes, si alguien pelea por los tronos Unseelie y
Seelie, iré a buscar a sus nuevos monarcas. En la oscuridad. Ni siquiera
tendrán la oportunidad de gritar pidiendo ayuda.
Algunos de los guardias más cercanos a mí tragaron audiblemente.
Miré a los monarcas desmayados a mis pies.
―El Claustro de la Curia se ocupará de estos dos. Manténganlos bajo
control hasta entonces.
El fae aún arrodillado, se inclinó ante mí.
Envainé mi espada corta y volví a colocar las correas de cuero para
mantenerla en su lugar, luego salí del círculo que los fae habían formado
alrededor de sus monarcas.
Será mejor que llame al Claustro tan pronto como Pat, Joy y yo estemos fuera
del área.
Caminé hacia mis hermanos, disminuyendo la velocidad cuando estaba
a medio camino de ellos. Algo se movió a mi alrededor y sentí las garras
del miedo clavarse en mi corazón.
No.
Me di la vuelta, escaneando el área, todo mientras la sensación opresiva
e inspiradora de terror del rastreador raspaba mi espalda.
¡Él está aquí! ¡Debe haber pensado que Harel y Darina tenían noticias mías!
Apuesto a que realmente estaba planeando secuestrarme una vez que me atrajeran
aquí.
Desenvainé mi espada, lo que envió una alarma en espiral a través de
los guardias faes mientras se tambaleaban y al mismo tiempo intentaban
alejarse de mí. Los ignoré, mientras trataba frenéticamente de saber de
qué dirección venía el horrible miedo.
El área estaba bien iluminada entre las luces del almacén y todos los fae
que portaban sus globos de luz, pero la oscuridad y las sombras se
extendían fuera del complejo.
Podría estar en cualquier lugar.
―Chloe, vuélvete ―dijo Pat desde donde estaba en la entrada del
almacén.
Apenas lo escuché.
―¿Por qué? ―Traté de controlar la dirección de la que provenía la
magia del rastreador, pero estaba empezando a debilitarse.
Pat señaló con el pulgar hacia la calle, que comenzaba a brillar en rojo
y azul mientras los autos de policía entraban en la calle con las sirenas a
todo volumen.
―Porque la caballería está aquí, y los sacaré a ti y a Joy.
Tan rápido como llegó, la horrible sensación de la presencia del
rastreador se retiró. Parpadeé con sorpresa cuando sentí desaparecer la
última brizna de su terrible magia.
¿Se fue? Por qué esperar.
―¿Qué caballería? ―pregunté.
Pat levantó su celular, debe habérselo quitado a los guardias caídos.
―Le envié un mensaje de texto a mi escuadrón antes de que estos
matones me atraparan.
―Oh. ―Me relajé y volví a poner mi espada en su vaina.
Tiene sentido entonces que el rastreador se fuera. Puede que no le importen los
transeúntes sino uno o dos autos de policía combinados con cincuenta guardias
faes. Él no se arriesgaría. ¡Gracias a Dios por las conexiones de Pat!
Cambié a mi forma de gato y salté a los brazos extendidos de Joy.
Pat continuó:
―Mi escuadrón ha estado tratando de salvarnos, pero tuvieron que
trabajar con el Departamento de Policía de Magiford ya que el área está
fuera de nuestra jurisdicción.
―Bien ―dijo Joy―. Eso hará que las cosas sean más fáciles de limpiar.
¿Qué quieres decir con que eso hará las cosas fáciles de… woaah!
Los autos de policía de Magiford con las insignias familiares se
detuvieron en la calle, pero un todoterreno grande y sin distintivos
irrumpió en el patio del almacén, con luces rojas parpadeando en el
salpicadero.
―Faes, levanten las manos para que los oficiales puedan verlas. ―Pat
acarició bruscamente la parte superior de mi cabeza y luego se dirigió
hacia los ansiosos guardias faes.
Saludó con la mano cuando tres oficiales con equipo SWAT salieron del
todoterreno sin identificación... junto con un enorme lobo moteado gris y
marrón, y una bola de luz brillante que rebotaba que tenía que ser un fae.
Miré al lobo, mi pelaje se hinchó. Eso... eso es un hombre lobo.
―Sí, es un hombre lobo ―dijo Joy, adivinando mis pensamientos―, y
eso es un duendecillo. Ambos son parte del escuadrón de Pat.
Pero... él está en una fuerza policial humana de la ciudad. ¿Cómo y por qué no
me lo dijo?
El hombre lobo y el duendecillo trotaron de un lado a otro de las líneas
que Pat hizo que formaran los guardias faes: el lobo parecía estar
olfateándolos, mientras que yo estaba bastante segura de que el
duendecillo estaba rastreando la magia en el área.
―Pat consiguió que su departamento contratara al hombre lobo el
invierno pasado; al parecer, hay un hombre lobo en el departamento de
policía de una pequeña ciudad de Wisconsin, Timber Ridge. Sostuvo que
sentó un precedente, pero el duendecillo ha estado en su departamento
durante tres años.
Joy vaciló y luego agregó:
―Estaba decidido a conseguir sobrenaturales en el departamento por
el bien de la fuerza policial, y porque se ha estado preparando, nos hemos
estado preparando, para mudarnos a Magiford, y queríamos conseguir
puestos que pondría suficiente fuerza detrás de nuestros nombres para
protegerte.
…¿Qué?
Uno de los oficiales vestido con equipo SWAT saludó a Joy. Ella me
movió a un brazo para saludarme de vuelta. Ellos la conocían, pero yo no
sabía nada al respecto, fuera lo que fuera.
Tengo demasiadas preguntas, necesito respuestas.
Me escapé de los brazos de Joy, luego me escondí detrás de la pared del
almacén, donde no me verían con mi variedad de armamento ciertamente
intimidante, y me convertí en humano.
―¿De qué estás hablando, Joy? ―pregunté―. Ustedes son humanos,
cuando se trata de seres sobrenaturales…
―No somos nada, a menos que seamos útiles, lo sabemos ―dijo Joy―.
Nos dimos cuenta rápidamente de que la única forma en que podríamos
ayudarlos era ser parte del puente que cruza la brecha entre los seres
sobrenaturales y los humanos.
Me entretuve con mi arnés, tratando de darle algo que hacer a mis
dedos nerviosos.
―¿Así que Pat está trabajando con seres sobrenaturales?
―Con la intención de desarrollar su currículum y habilidades, para que
cuando se transfiriera a Magiford pudiera comenzar un programa similar
aquí, lo que le daría cierta influencia en el mundo sobrenatural ―dijo Joy.
¿Estaban planeando mudarse aquí? Pero nunca me dijeron nada...
―Espera, dijiste 'nosotros'. ¿Qué has estado haciendo que no me dijiste?
―Eché los hombros hacia atrás mientras le fruncía el ceño a mi hermana
mayor.
Joy levantó las manos.
―He estado trabajando como abogada de la ciudad, como siempre lo
he hecho.
―¿Pero? ―pregunté sospechosamente.
―Pero… tengo una organización sin fines de lucro donde enseño a
clientes sobrenaturales cómo funcionan los sistemas de la ciudad: cómo
obtener un permiso, ordenanzas locales, ese tipo de cosas ―dijo Joy―.
Tengo muchos clientes fae: quieren saber cómo obtener identificaciones,
cómo usar la biblioteca, cualquiera de ellos que obtenga un empleo
humano necesita números de seguro social, etc. Aunque también he
ayudado a algunos vampiros a recuperar algunas de sus credenciales
personales y pertenencias de los museos.
Oh, Dios, mis hermanos son el perfecto ejemplo de “Cómo ganar amigos e
influir en las personas”. Pensé. Ker se moriría de risa si lo supiera.
―¿Hicieron todo esto sin decírmelo? ―pregunté.
―Porque te negaste a decirnos qué tan mal estaban las cosas ―dijo
Joy―. Sabíamos que te estaban molestando, pero nunca nos lo dijiste. Si
hubiéramos sabido que las cosas se habían intensificado hasta el punto en
que un Rey Seelie y una Reina Unseelie te estaban molestando, habríamos
hecho algo mucho antes.
―Las cosas… cambiaron esta primavera ―dije evasivamente.
Joy miró fijamente la empuñadura de mi espada corta que se asomaba
por encima de mi hombro.
―Sí, puedo ver eso.
Estudié a Joy; las luces en su rostro cambiaban constantemente de azul
a rojo y viceversa gracias a las luces de la policía, y podía escuchar el tono
familiar, sarcástico y sermoneador de Pat.
―No es que me sienta traicionada ―dije, luchando por poner mis
sentimientos en palabras―. Es solo que… ¿por qué no me lo dijeron?
Habría dejado Magiford...
―Esa es exactamente la razón por la que no te lo dijimos ―dijo Joy―.
Te habrías establecido en algún lugar solo porque querías que
estuviéramos a salvo, y eso no es justo para ti. Mereces tener un lugar en
la sociedad sobrenatural. Queremos ayudarte a luchar por ello.
―¿Porque no crees que podría hacerlo yo sola?
―Porque somos familia. La familia significa que no tienes que hacerlo
sola ―me dijo.
Ella tiene razón. Es por eso que tuve que dejar Noct...
Corté sin piedad el pensamiento y esbocé una sonrisa.
―Gracias, Joy.
―Por supuesto. ―Joy, varias pulgadas más alta que yo, se inclinó para
poder abrazarme―. Aunque nos debes una explicación sobre la espada,
y cómo de repente llegaste a tener habilidades de clase espía.
Me reí débilmente.
―Sí, no es tan impresionante como parece. Todo el tiempo estuve
ansiosa, y solo no me atraparon porque la gatita… ¡la gatita!
Asomé la cabeza fuera del almacén.
―¿La pequeña gatita calicó? ―preguntó Joy.
―Sí, la dejé con el troll para mantenerla a salvo, pero no puedo dejarla
aquí como una callejera ―le dije.
―Está bien, lo entiendo. Conviértete de nuevo en gato y podremos
salir.
―Gracias, Joy. ―Cambié a mi cuerpo de gato, luego golpeé mi cabeza
contra su pierna.
―Sí, eres encantadora, lo sé. Vamos a rescatar a una gatita. ―Joy me
cargó y salió del almacén.
Ronroneé fuertemente en sus brazos y comencé a colocar
automáticamente mis patas a cada lado de su cuello, luego me congelé.
No, no hago eso con ella…solo con Noctus.
Darme cuenta de eso arrojó una sombra agridulce en una noche
triunfal.
Pude salvar a mis hermanos gracias a Noctus, Ker, Aristide y Charon.
Y nunca vería a ninguno de ellos de nuevo.
―Finalmente el grupo de trabajo del Claustro de la Curia fue llamado
a escena. Los guardias faes fueron liberados, pero Darina y Harel
recibieron atención médica debido a conmociones cerebrales graves y
posible daño cerebral. Ambos están despiertos y el Paragon les ha
informado que han sido despojados de sus títulos y rangos. ―Charon
levantó la vista de su cuaderno. Se había puesto la capucha sobre la
cabeza, por lo que las sombras lo hacían parecer sombrío a pesar de que
su expresión no había cambiado.
Qué fascinante que el éxito de Chloe lo tenga tan emocionado.
Froté las esposas de metal en mis muñecas mientras miraba el cielo
falso pintado en la arena de práctica con magia.
―¿El Paragon no ha hecho una conexión entre Chloe y yo?
Como el Paragon no me devolvió la llamada telefónica hasta que Chloe
salvó a sus hermanos, le hice una pregunta ridícula sobre tener gatos para
explicarle mi necesidad de hablar con él. Estaba realmente emocionado y
parloteó durante una buena hora hasta que sentí que estaba fuera de toda
sospecha y colgué.
―Eso parece ―dijo Charon―. Aunque fue contratado para tratar con
Darina y Harel, no ha interactuado con ninguno de los fae involucrados
en el secuestro de los hermanos de Chloe.
―¿Qué pasa con las Cortes Seelie y Unseelie? ―pregunté.
―Parecen estar más preocupados por la supervivencia. ―Charon pasó
a una hoja diferente en su pequeño cuaderno―. Tanto la Corte Seelie
como la Unseelie ya enviaron representantes a la Reina Leila de la Corte
Nocturna. Ha enviado temporalmente a algunos de los suyos para
reforzarlos hasta que se seleccionen nuevos gobernantes, o hasta que su
gente termine de procesar todas las solicitudes que recibió de los fae
deseosos de unirse a su Corte.
―Me refería a su silencio.
―Ah. Sí. Los fae que estaban en los almacenes e hicieron el juramento
que Chloe les exigió, como era de esperar dada la naturaleza de los votos
de los fae, cumplieron el juramento y no dijeron ni una palabra de su
conexión.
―Excelente. Será mejor que aprovechemos esta oportunidad a nuestro
favor ―dije―. Quiero borrar los recuerdos de Darina y Harel.
Charon levantó la vista de su cuaderno.
―¿Con hechizos de memoria?
―Sí.
Ker frunció el ceño profundamente.
―¿Por qué limpiarlos? Eventualmente, alguien descubrirá la conexión
entre tú y Chloe. Olvídate de la posibilidad de que Harel y Darina hablen,
había faes no presentes en los almacenes que sabían que la 'chica gato' se
alojaba en tu casa. Hablarán.
―No necesariamente. ―Charon entrecerró los ojos mientras
pensaba―. La derrota de Darina y Harel por parte de Chloe ha inspirado
una gran cantidad de… respeto por ella entre las cortes faes inferiores. Me
imagino que recordarán muy bien su historia de meterse con ella antes de
su tiempo con nosotros. Con sus poderes recién entrenados, harán todo
lo posible para evitar provocar su ira dado que estaría perfectamente
justificada para atacarlos.
―Exactamente ―dije―. Con Chloe intimidando a la mayoría de los
faes, tenemos la posibilidad de salir de esto sin que nadie más sepa de
nuestra existencia, si nos ocupamos de Harel y Darina.
Ker cruzó los brazos sobre el pecho.
―No estabas pensando en esto cuando Chloe te contó por primera vez
que sus hermanos fueron secuestrados.
―No, pero eso fue cuando ella todavía era una de nosotros
―respondí―. Ya no está, lo que significa que ahora es el momento de
cubrir nuestras huellas y evitar que alguien más sepa de nosotros.
―Cambié mi mirada de nuevo a Charon―. Dirigiré el equipo que reúnas.
Haremos esto esta noche.
―Entendido, Majestad ―dijo Charon.
―Bien. ―Flexioné mis dedos, calentándolos―. No hay más preguntas.
―Eso sí que es mentira ―gritó Aristide desde la roca en la que estaba
recostado―. No has hecho la pregunta más importante que todos
queremos saber: ¿cómo está Chloe?
―Ella está bien, obviamente ―dije―, o Charon habría empezado con
eso.
―Sí, pero ¿qué hay de sus hermanos? ―Ker preguntó―. ¿Está de
vuelta en su apartamento? ¿Qué pasó?
Charon me miró fijamente mientras agarraba su cuaderno con tanta
fuerza que creí escuchar un papel rasgarse. No dijo una palabra hasta que
le pregunté, aunque obviamente estaba deseando decírmelo.
―Todos ustedes saben que ella se ha ido, ¿correcto? ―pregunté―.
Continuar preguntando por ella solo prolongará la separación.
―Oh, bah. ―Aristide agarró su bastón de punta blanca y se deslizó de
su roca―. El hecho de que tú hayas perdido toda esperanza no significa
que nosotros tengamos que hacerlo.
―Sí ―repitió Ker como un mal compañero.
Charon solo comunicó la intensidad de su deseo de hablar mirándome
más fijamente.
―Bien ―capitulé―. ¿Cómo está Chloe?
―Regresó a su apartamento, sus dos hermanos fueron con ella. Llamó
a su jefa, la señorita Booker, y parece que ha vuelto su horario de trabajo.
Tiene una cita con el Claustro de la Curia la próxima semana. Creo que
tiene la intención de decirles que es una sombra ―espetó Charon.
Le lancé a Aristide una mirada que no pudo ver.
―¿Ves? Está bien. ―Me aseguré de poner mi sarcasmo en capas extra
gruesas para su beneficio.
―¿Qué va a hacer con el rastreador? ―Ker preguntó―. ¿No informó el
explorador que alguien alentó a Harel y Darina a atrapar a sus hermanos
como una forma de llegar a Noctus? Apuesto mi copia firmada de Cómo
ganar amigos e influir en las personas a que el enfermo que la sigue está
detrás de eso.
Charon me dio otra mirada sin palabras.
Suspiré, no habría querido admitir esto.
―He asignado guerreros adicionales para vigilar el apartamento y el
lugar de trabajo de Chloe.
―Si el rastreador vuelve a perseguirla, lo sabremos ―dijo Charon―, y
me halaga decir que la entrené lo suficientemente bien como para poder
vencerlo.
―Probablemente ―dijo Aristide, sonando poco convencido―. A
menos que vuelva a meterse con sus hermanos.
―Excepto que le dio una paliza a Harel y a Darina por hacer
exactamente eso ―dijo Ker―. Suena como si fuera un hombre lobo feroz
cuando su familia está involucrada.
―Estoy de acuerdo con esa conclusión ―dijo Charon.
Sentí la magia en mí girar, tan ansiosa por encontrar una liberación que
sentí como si me estuviera quemando de adentro hacia afuera.
―El punto es que ella está bien. Ahora, todos fuera.
―Ah, si pudiera, una última cosa, Majestad. ―Charon pasó a una
nueva hoja en su cuaderno―. Esta mañana temprano, mientras el
Claustro de la Curia estaba ocupado lidiando con los fae, el sistema de
seguridad de la torre del reloj obtuvo una imagen del fae vendiendo
artefactos ilegales que supimos en el Queen's Court Café. Pasó junto a la
torre del reloj, manteniéndose en la acera.
―¿Está de vuelta en la ciudad, entonces? ―Aristide se abrió camino a
través de la arena―. Me pregunto si eso significa que está planeando
establecer otra operación.
―Si es así, es una indicación de que hay cosas más importantes en juego
―dijo Charon.
Era una declaración preocupante, pero en cierto modo era un momento
excelente.
Puedo lanzarme a atrapar a este fae, eso me distraerá de... otras cosas.
―Difunde su información entre los elfos que trabajan en Magiford, así
como entre los exploradores ―dije―. Quiero saber cada movimiento de
este fae.
―Entendido, Majestad.
―Ahora, váyanse. ―Salió como un gruñido más de lo que quería, no
necesitaba que todos se dieran cuenta de cuánto me afectaba la partida de
Chloe.
Aristide ladeó la cabeza. Pensé que discutiría, pero debe haberse dado
cuenta de que algo andaba mal, porque golpeó el suelo con su bastón y
luego se dirigió hacia la salida.
Ker frunció el ceño.
―¿Estás bien, Noctus?
Intenté una sonrisa.
―Bien, pero gracias por tu preocupación.
Ker también inclinó la cabeza, aunque lo hizo de un lado a otro como
un lobo.
―Noctus… ¿estás seguro de dejar ir a Chloe…
―Sí ―dije―. Ella no habría sido feliz aquí. Eventualmente hubiera
querido a su familia.
―¿Pero no podrían haberse mudado con nosotros? ―Ker preguntó.
―¿Su familia humana? ―pregunté―. ¿Incluyendo a su hermano y
hermana, quienes han estado persiguiendo públicamente las relaciones
entre humanos y sobrenaturales? No podrían caer en la oscuridad, Ker.
Tampoco Chloe, para el caso. Ella es una sombra. Alguien obviamente
sabía eso cuando se la dieron a los humanos para que la cuidaran. Ya sea
que lo sepa o no, está destinada a desempeñar un papel más importante
en el futuro de los sobrenaturales.
―Pero te vinculaste con ella.
―Porque pensé que era un gato. ―Hice mi voz lo más plana y sin
emociones posible.
―Pero...
―Ker ―le advertí, mi voz se hizo más profunda.
Ker me miró con sus ojos marrones tristes. Lentamente, con cuidado, se
acercó a mí y me palmeó la espalda.
―Lo siento ―dijo ella.
Igual yo.
Mantuve la boca cerrada.
Me dio una última palmada, y trotó detrás de Aristide, desapareciendo
en la escalera principal.
Charon cerró su pequeño cuaderno y luego hizo una reverencia.
―Gracias por el informe, Charon ―le dije.
―Por supuesto, Majestad. ―Caminó silenciosamente detrás de
nuestros amigos, y también entró en la escalera, la puerta se cerró detrás
de él.
Me estiré durante unos minutos, dando a mis amigos la oportunidad
de alejarse más antes de desatar mi magia sedienta de sangre.
Las esposas de metal en mis muñecas se hicieron añicos, rompiéndose
en mil pedazos diminutos.
Sostuve los fragmentos suspendidos en el aire con mi magia, tendría
que juntarlos antes de subir las escaleras.
El resto de mi magia estalló, expulsándose de mí con tanta fuerza que
arrojó las rocas gigantes a los lados de la arena, dejando cráteres en las
paredes pintadas.
Suspirando de irritación, ejercí control sobre mis poderes,
controlándolos. Necesitaba liberar mi magia, pero no iba a ser tan
incompetente como para perder el control. La pérdida de control era para
elfos demasiado emocionales y débiles como lo fueron mis hermanos.
Mi magia rugía bajo mi mano firme, aullando de ira.
―Suficiente. ―La apreté, cortándola para que dejara de fluir de mí. A
pesar de lo desesperada que estaba mi magia por liberarse, tenía un
control perfecto sobre ella. Retenía suficiente magia para derribar la
montaña en la que estaba construida mi villa.
Fue entonces cuando me di cuenta de que no era mi magia la que se
lamentaba. Era la magia salvaje.
El agradable zumbido que había producido en presencia de Chloe
había desaparecido. Ahora, era un lamento, un sonido desagradable y
agudo que sonaba como una pérdida profunda.
La magia salvaje estaba de luto por la ausencia de Chloe.
―¡Oh, cállate! ―Le espeté, un destello de ira ardía en mi alma―. ¿De
verdad crees que me voy a sentir mal por esto? Maté a mi propia familia
por tu culpa. Terminé una dinastía para salvar a tus preciosos humanos.
No me sacrificaré más. Para lo que sea que quisieras a Chloe, no me
importa. ¡No jugarás con su vida!
Liberé mi magia, que rugió con mi ira, quemando a la magia salvaje en
un infierno.
Tomé media respiración, antes de que me golpeara.
¿Qué estoy haciendo? Recuperé el control, presionando mi magia una vez
más. No la contuve toda, dejé que un río constante fluyera de mí, pero me
moví para controlarme.
No sientas nada, no pienses nada. Control perfecto.
Exhalé cuando mi magia pasó de ser un incendio forestal a ser flexible
y tranquila.
Esta... esta es otra razón por la que Chloe se fue. No puedo dejar que mis
sentimientos me controlen, porque todos excepto yo pagarían el precio.
Cuando salí del baño y entré en mi estudio, Pat se estaba quitando los
zapatos en la puerta con una expresión amarga, mientras Joy llenaba su
botella de agua en el fregadero de la cocina y tarareaba alegremente.
―Hola, Pat. ―Sonreí, y solo me distraje un poco cuando noté las
sombras alargadas en la única ventana de mi estudio.
Es casi por la tarde… miré automáticamente mi reloj, pero era viernes,
no tenía turno en Book Nookery hasta mañana.
Pat gruñó un saludo mientras rebuscaba en los bolsillos de sus jeans;
debe haberse cambiado en su nuevo lugar antes de venir.
―¿Fue tan duro tu primer día? ―pregunté.
―¿Qué? ―La frente de Pat se alisó para que no tuviera arrugas―. No.
Estuvo bien, aunque el escuadrón es tan improvisado que necesita una
reestructuración seria. Y, aunque odio admitirlo, necesitaré que Joy vea
algunos de sus procedimientos. La única razón por la que aún no han sido
demandados es porque los sobrenaturales están aterrorizados por el
escuadrón. A medida que comiencen a tratar con más humanos,
necesitarán aprender sobre los procedimientos policiales. Eso sí, es un
buen equipo. Algunos de ellos son terriblemente fuertes, pero eso es
divertido de ver.
―Si te gusta el nuevo trabajo, ¿por qué te ves tan molesto? ―pregunté.
Pat entrecerró los ojos.
―Porque venir a tu edificio es un recordatorio de que estoy relacionado
con una ladrona ―gruñó.
Joy enroscó la tapa de su botella de agua, su maquillaje y ropa perfectos
a pesar del viaje que había tenido que hacer para llegar aquí.
―Estás molesto porque no pensaste en consultar primero con el
administrador del apartamento de Chloe. No es mi culpa que solo
tuvieran un apartamento disponible en este momento.
―¡Ni siquiera estás viviendo en él porque todavía no tienes trabajo en
Magiford! ―dijo Pat―. ¡Deberías haberme dejado quedármelo!
Joy se tocó la barbilla, pensando.
―Mmm, no.
―Es una cuestión de seguridad ―argumentó Pat―. ¿Qué pasa si ese
pervertido que la está acechando viene husmeando un poco más?
Quizá por sexta vez desde que me reuní con mis hermanos, me
pregunté si era realmente prudente confesar todo el drama del rastreador
a mi familia, dado que a Pat y a Joy les encantaba usarlo como excusa para
obligarme a hacer lo que querían.
No, necesitaban saberlo en caso de que él intentara ir tras uno de ellos. De
nuevo.
No tenía dudas en mi mente después de sentir su presencia en los
almacenes que el rastreador estaba detrás de todo el complot de secuestro,
y que se había quedado, esperando la oportunidad de secuestrarme.
Fue bueno que el departamento de Pat y la policía de Magiford se presentaran
cuando lo hicieron.
No había sentido al rastreador desde esa noche, pero dudaba que se
diera por vencido. Probablemente se había retirado temporalmente ahora
que el Claustro de la Curia sabía de él y estaban peinando activamente la
ciudad buscándolo.
Pero aunque le conté a mi familia sobre el rastreador, no dije ni una
palabra sobre Noctus y los demás. Cuando Joy me preguntó sobre el
juramento que les hice a los faes, le expliqué que algunos seres
sobrenaturales me habían cuidado para mantenerme a salvo del
rastreador, y quería asegurarme de que no estuvieran en peligro por mi
culpa.
La expresión de Joy cambió de engreída a preocupada, y me miró.
―Tengo algunas entrevistas de trabajo preparadas ―dijo―. Te
prometo que estaré viviendo en Magiford en menos de un mes.
―El edificio tiene seguridad nueva y actualizada, y el Claustro de la
Curia está tratando de localizarlo ―dije―. Dado que muchos testigos de
las Cortes Seelie y Unseelie lo vieron reunirse con Darina y Harel, saben
cómo se ve. No puede escabullirse sin ser detectado como lo hacía
anteriormente. Estoy a salvo.
―Pero… ―comenzó Joy.
Continué implacablemente.
―Pat, deja de intentar usarme para hacer sentir culpable a Joy. Tu
condominio es perfecto para ti ya que está cerca del Claustro de la Curia.
Querrás estar cerca en caso de emergencias.
Pat hizo un ruido desde el fondo de su garganta que decía que no estaba
convencido, hasta que sus ojos se desviaron hacia el arnés de espada que
aún llevaba puesto; adapté temporalmente mi guardarropa para incluir
pantalones y tirantes, lo que hizo que mi arnés de cuero pareciera como
más una elección de moda.
Suspiró, echó los hombros hacia atrás y forzó una sonrisa.
―Entonces, ¿vamos a salir a cenar o qué?
―¡Por supuesto! ―Joy cruzó de mi cocina a la puerta principal de un
solo paso y pellizcó la mejilla de Pat―. ¡Tenemos que celebrar tu nuevo
trabajo!
―Ow, detente. ―Pat apartó su mano de un manotazo―. Entonces
vamos. Me muero de hambre, y casi todos los lugares van a tener un
tiempo de espera ya que es viernes por la noche.
Pat volvió a ponerse los zapatos y salió del apartamento.
Joy comenzó a seguirlo, luego se detuvo.
―¿Chloe? ¿Tienes una mochila o algo que pueda usar? ―Levantó su
botella de agua y su bolso―. Prefiero llevar mis cosas en la espalda.
―Sabes que tendrán agua en el restaurante, ¿verdad? ―Pat dijo desde
el pasillo. ―No es como si fueras un pez que va a morir sin ella.
―La hidratación es clave para una vida larga y saludable, así como para
una buena piel y el brillo de la belleza ―declaró Joy.
―Oh ―dijo Pat―. En ese caso, tengo noticias para ti: no está
funcionando.
―Sí, tengo una mochila ―dije antes de que pudieran comenzar otra
pelea. ―Solo dame un minuto y la tomaré.
―Perfecto ―dijo Joy―. Te esperamos en mi lugar de estacionamiento,
que tengo porque tengo un apartamento aquí.
―Eres lo peor ―dijo Pat.
Joy se rio como una maníaca mientras cerraba la puerta de mi
apartamento.
Agarré mi celular, luego me lancé alrededor de la pantalla que separaba
mi cama del resto de mi apartamento. Arrodillándome, hice a un lado la
maleta que aún no había desempacado y agarré mi mochila.
No he abierto esto desde la noche que dejé a Noctus.
Cuando pasé por mi apartamento la noche del secuestro, saqué mis
dagas, mi computadora portátil, mi teléfono celular y mi billetera, y luego
dejé la mochila en la esquina con mi maleta.
Había pasado una semana desde entonces. Ya había tenido tres turnos
en Book Nookery, y Pat se había mudado hace dos días.
La vida había vuelto a la normalidad sorprendentemente rápido.
Bueno, tal vez no sea normal. No sabía que Joy y Pat tenían planes de mudarse
a Magiford.
Tomé una de las cremalleras de la mochila y vi mi celular nuevamente.
Tenía la esperanza de que tal vez Noctus, o Charon, Aristide o Ker, para
el caso, llamarían. Que tal vez querrían saber que yo estaba a salvo y que
mis hermanos estaban bien. Había ido tan lejos como para planear cómo
les diría que había destrozado al Rey Seelie y a la Reina Unseelie, porque
eso seguramente haría feliz a Charon.
Pero no había recibido ningún mensaje de texto o llamadas, y cuando
traté de llamar a Charon la noche en que todo se vino abajo para hacerle
saber cómo lo había hecho, una voz mecánica me dijo que el número ya
no existía.
Realmente ha terminado. Ni siquiera podemos ser amigos a la distancia.
Ayer, “casualmente” deambulé por Magiford, así que estaba a solo una
o dos cuadras del callejón sin salida de la casa Cape Cod, y pude sentir
varios hechizos nuevos en él, incluido lo que estaba segura era un
poderoso hechizo de confusión. Si estaba tan decidido a permanecer
oculto...
Prefiero dejar que termine así, con algo de tristeza y arrepentimiento, sobre
todo porque sé que todo es solo para protegerlos. Le dije a Noctus que eso era todo.
Estuve de acuerdo en cortar los lazos, tenía que hacerlo.
Nada de esto era culpa nuestra, ni mía, ni de Noctus.
Era el producto de lo que tenía que pasar. Necesitaba y quería estar ahí
para mi familia, y Noctus necesitaba proteger a su gente.
Todas las risas y la diversión de los últimos meses fueron el período de
tiempo muy corto en el que nuestros deseos enfrentados pudieron
sobrevivir, pero eso ya había terminado.
Aunque aún puedo extrañarlo. Abrí mi mochila con más fuerza de la
necesaria y saqué la ropa que había traído a casa, y puedo estar triste porque
se acabó. Es una prueba de que nos divertimos y éramos amigos.
Mis pensamientos se detuvieron cuando abrí la cremallera de un
bolsillo diferente y encontré mi collar negro con sus tres gemas de color
rojo granada.
Froté mi pulgar sobre las gemas, y mi garganta se apretó con fuerza.
Noctus debe haberlo puesto en mi mochila cuando me dio mis armas.
No es una invitación para volver, el collar solo nos volverá a unir si Noctus me
lo pone, pero es un recordatorio de lo que pasó… y tal vez de lo que pudo haber
sido.
Las lágrimas quemaron mis ojos y tuve un poco de hipo.
¿A quién estoy engañando? No estoy triste por esto, tengo el corazón roto,
pero, así es como tienen que ser las cosas. Los sobrenaturales no aceptarían elfos,
nunca aceptarían a Noctus como el último rey de los elfos Mors, pero no es justo,
y no es lo que quiero.
Me rendí y sollocé mientras apretaba el collar contra mi corazón. En un
minuto me obligaría a parar e iría a comer con mis hermanos con el
corazón agradecido.
Pero por ahora, por este momento, podría dejar que mi corazón se
rompiera.
Cuando el rey elfo de la muerte me liberó a pesar de que mi
existencia era una amenaza para su reino, aproveché la
oportunidad para correr. Solo había un problema… también
me enamoré de él.

Nada como un pequeño amor condenado al fracaso para


añadir un toque de intriga a la vida, ¿verdad?
Desafortunadamente, eso ni siquiera es lo peor.

Me preocupo en mis mejores días, pero con un psicópata


que sigue cada uno de mis movimientos porque está
obsesionado con matarme, me he graduado al nivel de
lunática paranoica.

Incluso si pudiera olvidarme del rastreador (lo que no


sucede porque descubrió que la forma más rápida de llegar
hasta mí es atacar a mi familia adoptiva), mi vida normal
también me provoca ansiedad ya que la ciudad de Magiford
se está gestando con problemas.

Alguien está lanzando hechizos mágicos cada vez más poderosos en el centro,
molestando a todos los humanos. La comunidad sobrenatural está desesperada por
encontrar al perpetrador y los principales líderes están convencidos de que el
rastreador psicótico que me persigue está involucrado. ¿Su solución? Usarme para
capturar el rastreador para interrogarlo.

Con lo que ninguno de nosotros contaba era que Noctus, el rey elfo de la muerte,
interfiriera. Resulta que puede que yo no sea la única que se arrepienta de nuestra
separación. ¿Pero hay alguna manera de que pueda ayudarme y aún así mantener su
reino en secreto?

Al menos una cosa es segura: estoy muy perdida con esto y mi instinto me advierte
que estoy a punto de probar si los gatos realmente tienen nueve vidas.

Gate Of My Myth And Power #3

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