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Catequesis Sobre El Beato Juan Duns Escoto - Benedicto XVI

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La Santa Sede

BENEDICTO XVI

AUDIENCIA GENERAL
Sala Pablo VI
Mircoles 7 de julio de 2010
[Vdeo]

Juan Duns Scoto


Queridos hermanos y hermanas:
Esta maana, despus de algunas catequesis sobre varios grandes telogos, deseo presentaros
otra figura importante en la historia de la teologa: se trata del beato Juan Duns Scoto, que vivi a
finales del siglo XIII. Una antigua inscripcin en su sepultura resume las coordenadas geogrficas
de su biografa: Inglaterra lo acogi; Francia lo educ; Colonia, en Alemania, conserva sus
restos mortales; en Escocia naci. No podemos olvidar estas informaciones, entre otras cosas
porque poseemos muy pocas noticias sobre la vida de Duns Scoto. Naci probablemente en 1266
en un pueblo, que se llamaba precisamente Duns, cerca de Edimburgo. Atrado por el carisma de
san Francisco de Ass, ingres en la familia de los Frailes Menores y en 1291 fue ordenado
sacerdote. Dotado de una inteligencia brillante e inclinada a la especulacin la inteligencia que
le mereci de la tradicin el ttulo de Doctor subtilis, doctor sutil Duns Scoto fue orientado
hacia los estudios de filosofa y de teologa en las clebres universidades de Oxford y de Pars.
Una vez concluida con xito su formacin, emprendi la enseanza de la teologa en las
universidades de Oxford y de Cambridge, y ms tarde en Pars, iniciando a comentar, como todos
los maestros del tiempo, las Sentencias de Pedro Lombardo. Las obras principales de Duns Scoto
representan el fruto maduro de estas lecciones, y toman el ttulo de los lugares en los que
ense: Ordinatio (llamada en el pasado Opus Oxoniense - Oxford, Reportatio Cantabrigensis
(Cambridge), Reportata Parisiensia (Pars). A stas se han de aadir, al menos, las Quodlibeta (o

Quaestiones quodlibetales), una obra muy importante constituida por 21 cuestiones sobre
diversos temas teolgicos. De Pars se alej cuando, al estallar un grave conflicto entre el rey
Felipe IV el Hermoso y el Papa Bonifacio VIII, Duns Scoto prefiri el exilio voluntario a tener que
firmar un documento hostil al Sumo Pontfice, como el rey haba impuesto a todos los religiosos.
As por amor a la Sede de Pedro, junto a los frailes franciscanos, abandon el pas.
Queridos hermanos y hermanas, este hecho nos invita a recordar cuntas veces en la historia de
la Iglesia los creyentes han encontrado hostilidades y sufrido incluso persecuciones a causa de su
fidelidad y de su devocin a Cristo, a la Iglesia y al Papa. Todos nosotros miramos con
admiracin a estos cristianos, que nos ensean a custodiar como un bien precioso la fe en Cristo
y la comunin con el Sucesor de Pedro y, as, con la Iglesia universal.
Sin embargo, las relaciones entre el rey de Francia y el sucesor de Bonifacio VIII pronto volvieron
a ser cordiales, y en 1305 Duns Scoto pudo regresar a Pars para ensear all teologa con el
ttulo de Magister regens, que hoy equivaldra a catedrtico. Sucesivamente, sus superiores lo
enviaron a Colonia como profesor del Estudio teolgico franciscano, pero muri el 8 de noviembre
de 1308, con slo 43 aos, dejando, de todas formas, un nmero relevante de obras.
Con motivo de la fama de santidad de la que gozaba, en la Orden franciscana muy pronto se
difundi su culto y el venerable Papa Juan Pablo II quiso confirmarlo solemnemente beato el 20
de marzo de 1993, definindolo cantor del Verbo encarnado y defensor de la Inmaculada
Concepcin. En esta expresin se sintetiza la gran contribucin que Duns Scoto dio a la historia
de la teologa.
Ante todo, medit sobre el misterio de la encarnacin y, a diferencia de muchos pensadores
cristianos del tiempo, sostuvo que el Hijo de Dios se habra hecho hombre aunque la humanidad
no hubiese pecado. Afirma en la Reportata Parisiensia: Pensar que Dios habra renunciado a
esa obra si Adn no hubiera pecado sera completamente irrazonable! Por tanto, digo que la
cada no fue la causa de la predestinacin de Cristo, y que aunque nadie hubiese cado, ni el
ngel ni el hombre en esta hiptesis Cristo habra estado de todos modos predestinado de la
misma manera (en III Sent., d. 7, 4). Este pensamiento, quiz algo sorprendente, nace porque
para Duns Scoto la encarnacin del Hijo de Dios, proyectada desde la eternidad por Dios Padre
en su designio de amor, es el cumplimiento de la creacin, y hace posible a toda criatura, en
Cristo y por medio de l, ser colmada de gracia, y alabar y dar gloria a Dios en la eternidad. Duns
Scoto, aun consciente de que, en realidad, a causa del pecado original, Cristo nos redimi con su
pasin, muerte y resurreccin, confirma que la encarnacin es la obra mayor y ms bella de toda
la historia de la salvacin, y que no est condicionada por ningn hecho contingente, sino que es
la idea original de Dios de unir finalmente toda la creacin consigo mismo en la persona y en la
carne del Hijo.
Fiel discpulo de san Francisco, a Duns Scoto le gustaba contemplar y predicar el misterio de la

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pasin salvfica de Cristo, expresin de la voluntad de amor, del amor inmenso de Dios, el cual
comunica con grandsima generosidad fuera de s los rayos de su bondad y de su amor (cf.

Tractatus de primo principio, c. 4). Y este amor no se revela slo en el Calvario, sino tambin en
la santsima Eucarista, de la que Duns Scoto era devotsimo y contemplaba como el sacramento
de la presencia real de Jess y de la unidad y la comunin que impulsa a amarnos los unos a los
otros y a amar a Dios como el Sumo Bien comn (cf. Reportata Parisiensia, en IV Sent., d. 8, q. 1,
n. 3). Y del mismo modo que este amor, esta caridad escrib en la Carta con ocasin del
Congreso Internacional en Colonia por al VII Centenario de la muerte del beato Duns Scoto,
citando el pensamiento de nuestro autor fue el inicio de todo, as tambin slo en el amor y en la
caridad estar nuestra felicidad: El querer, o la voluntad amorosa, es simplemente la vida
eterna, feliz y perfecta. (L'Osservatore Romano, edicin en lengua espaola, 2 de enero de
2010, p. 5).
Queridos hermanos y hermanas, esta visin teolgica, fuertemente cristocntrica, nos abre a la
contemplacin, al estupor y a la gratitud: Cristo es el centro de la historia y del cosmos, es quien
que da sentido, dignidad y valor a nuestra vida. Como el Papa Pablo VI en Manila, tambin hoy
quiero gritar al mundo: [Cristo] es el que manifiesta al Dios invisible, es el primognito de toda
criatura, es el fundamento de todas las cosas; l es el Maestro de la humanidad, es el Redentor;
l naci, muri y resucit por nosotros; l es el centro de la historia y del mundo; l es aquel que
nos conoce y nos ama; l es el compaero y el amigo de nuestra vida... Yo no acabara nunca de
hablar de l (Homila, 29 de noviembre de 1970: L'Osservatore Romano, edicin en lengua
espaola, 13 de diciembre de 1970, p. 2).
No slo el papel de Cristo en la historia de la salvacin, sino tambin el de Mara es objeto de la
reflexin del Doctor subtilis. En los tiempos de Duns Scoto la mayora de los telogos opona una
objecin, que pareca insuperable, a la doctrina segn la cual Mara santsima estuvo exenta del
pecado original desde el primer instante de su concepcin: de hecho la universalidad de la
redencin que realiza Cristo, a primera vista, poda parecer comprometida por una afirmacin
semejante, como si Mara no hubiera necesitado a Cristo y su redencin. Por esto, los telogos se
oponan a esta tesis. Duns Scoto, para que se comprendiera esta preservacin del pecado
original, desarroll un argumento que ms tarde adoptar tambin el beato Papa Po IX en 1854,
cuando defini solemnemente el dogma de la Inmaculada Concepcin de Mara. Y este
argumento es el de la redencin preventiva, segn el cual la Inmaculada Concepcin
representa la obra maestra de la redencin realizada por Cristo, porque precisamente el poder de
su amor y de su mediacin obtuvo que la Madre fuera preservada del pecado original. Por tanto,
Mara es totalmente redimida por Cristo, pero ya antes de la concepcin. Los franciscanos, sus
hermanos, acogieron y difundieron con entusiasmo esta doctrina, y otros telogos a menudo
con juramento solemne se comprometieron a defenderla y a perfeccionarla.
Al respecto, quiero poner de relieve un dato que me parece importante. Telogos de vala, como
Duns Scoto acerca de la doctrina sobre la Inmaculada Concepcin, han enriquecido con su

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especfica contribucin de pensamiento lo que el pueblo de Dios ya crea espontneamente sobre
la Virgen santsima, y manifestaba en los actos de piedad, en las expresiones del arte y, en
general, en la vida cristiana. As, la fe, tanto en la Inmaculada Concepcin como en la Asuncin
corporal de la Virgen, ya estaba presente en el pueblo de Dios, mientras que la teologa todava
no haba encontrado la clave para interpretarla en la totalidad de la doctrina de la fe. Por tanto, el
pueblo de Dios precede a los telogos y todo esto gracias a ese sobrenatural sensus fidei, es
decir, a la capacidad infusa del Espritu Santo, que habilita para abrazar la realidad de la fe, con la
humildad del corazn y de la mente. En este sentido, el pueblo de Dios es magisterio que
precede, y que despus la teologa debe profundizar y acoger intelectualmente. Ojal los
telogos escuchen siempre esta fuente de la fe y conserven la humildad y la sencillez de los
pequeos! Lo record hace algunos meses diciendo: Hay grandes doctos, grandes
especialistas, grandes telogos, maestros de la fe, que nos han enseado muchas cosas. Han
penetrado en los detalles de la Sagrada Escritura... pero no han podido ver el misterio mismo, el
ncleo verdadero... Lo esencial ha quedado oculto... En cambio, tambin en nuestro tiempo estn
los pequeos que han conocido ese misterio. Pensemos en santa Bernardita Soubirous; en santa
Teresa de Lisieux, con su nueva lectura de la Biblia no cientfica, pero que entra en el corazn
de la Sagrada Escritura (Homila en la santa misa con los miembros de la Comisin teolgica

internacional, 1 de diciembre de 2009: L'Osservatore Romano, edicin en lengua espaola, 4 de


diciembre de 2009, p. 10).
Por ltimo, Duns Scoto desarroll un punto sobre el cual la modernidad es muy sensible. Se trata
del tema de la libertad y de su relacin con la voluntad y con el intelecto. Nuestro autor subraya la
libertad como cualidad fundamental de la voluntad, comenzando un planteamiento che valora
mayormente la voluntad. En autores posteriores, por desgracia, esta lnea de pensamiento se
desarroll en un voluntarismo, en contraste con el llamado intelectualismo agustiniano y tomista.
Para santo Toms de Aquino, que sigue a san Agustn, la libertad no puede considerarse una
cualidad innata de la voluntad, sino el fruto de la colaboracin de la voluntad y del intelecto. En
efecto, una idea de la libertad innata y absoluta - tal como se desarroll precisamente despus de
Duns Scoto - situada en la voluntad que precede al intelecto, tanto en Dios como en el hombre,
corre el riesgo de llevar a la idea de un Dios que tampoco estara vinculado a la verdad y al bien.
El deseo de salvar la absoluta trascendencia y diversidad de Dios con una acentuacin tan radical
e impenetrable de su voluntad no tiene en cuenta que el Dios que se ha revelado en Cristo es el
Dios logos, que ha actuado y acta lleno de amor por nosotros. Ciertamente, el amor rebasa el
conocimiento y es capaz de percibir ms que el simple pensamiento, pero es siempre el amor del
Dios logos (cf. Benedicto XVI, Discurso en la universidad de Ratisbona: L'Osservatore Romano,
edicin en lengua espaola, 22 de septiembre de 2006, p. 12). Tambin en el hombre la idea de
libertad absoluta, situada en la voluntad, olvidando el nexo con la verdad, ignora que la misma
libertad debe ser liberada de los lmites que le vienen del pecado. En todo caso, la visin de Scoto
no cae en estos extremismos: para l, un acto libre resulta del concurso de la inteligencia y de la
voluntad; y si habla de un primado de la voluntad, lo justifica precisamente porque la voluntad
sigue siempre al intelecto.

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El ao pasado, hablando a los seminaristas romanos, recordaba que en todas las pocas, desde
los comienzos, pero de modo especial en la poca moderna, la libertad ha sido el gran sueo de
la humanidad (Discurso al Pontificio Seminario romano mayor, 20 de febrero de 2009:

L'Osservatore Romano, edicin en lengua espaola, 27 de febrero de 2009, p. 9). Pero


precisamente la historia moderna, adems de nuestra experiencia cotidiana, nos ensea que la
libertad es autntica, y ayuda a la construccin de una civilizacin verdaderamente humana, slo
cuando est reconciliada con la verdad. Separada de la verdad, la libertad se convierte
trgicamente en principio de destruccin de la armona interior de la persona humana, fuente de
prevaricacin de los ms fuertes y de los violentos, y causa de sufrimientos y de lutos. La libertad,
como todas las facultades de las que el hombre est dotado, crece y se perfecciona afirma
Duns Scoto cuando el hombre se abre a Dios, valorizando la disposicin a la escucha de la voz
divina: cuando escuchamos la revelacin divina la Palabra de Dios, para acogerla, nos alcanza un
mensaje que llena de luz y de esperanza nuestra vida y somos verdaderamente libres.
Queridos hermanos y hermanas, el beato Duns Scoto nos ensea que lo esencial en nuestra vida
es creer que Dios est cerca de nosotros y nos ama en Jesucristo y, por tanto, cultivar un
profundo amor a l y a su Iglesia. De este amor nosotros somos testigos en esta tierra. Que Mara
santsima nos ayude a recibir este infinito amor de Dios del que gozaremos plenamente, por la
eternidad, en el cielo, cuando finalmente nuestra alma se unir para siempre a Dios, en la
comunin de los santos.

Saludos
Saludo a los peregrinos de lengua espaola, en particular a los fieles de la Parroquia de la
Inmaculada Concepcin de Mengbar, a los componentes de la Escolana de la Santa Iglesia
Catedral de Jan, as como a los dems grupos venidos de Espaa y Latinoamrica. Siguiendo a
Juan Duns Scoto, os invito a custodiar como un tesoro la fe en Cristo y la comunin con el
Sucesor de San Pedro. Muchas gracias.

Al final record a santa Mara Goretti:


Jovencsima, supo demostrar fortaleza y valenta contra el mal [...]. La invoco por vosotros,
queridos jvenes, para que os ayude a elegir siempre el bien, an cuando cueste; por vosotros,
queridos enfermos, para que os sostenga al soportar los sufrimientos cotidianos; y por vosotros,
queridos recin casados, para que vuestro amor sea siempre fiel y lleno de respeto.

Copyright 2010 - Libreria Editrice Vaticana

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