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El Evangelio Según Borges

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El evangelio según Borges

Para abordar este texto utilizaremos lo que Julia Kristeva(Bulgaria - 1941) denominó – valiéndose
de los aportes de Bajtín- intertextualidad. La teórica búlgara define este término como la relación
que existe entre uno o más textos. Este concepto puede funcionar, no sólo para establecer la
relación entre dos textos literarios, sino también para propiciar el diálogo entre dos o más obras
de distintas disciplinas del arte, por ejemplo, podemos relacionar el cine con la novela, el cuento
con el cómic, La Biblia con los textos literarios, etc.

El intertexto es una forma de cruzar historias y obras de diferentes regiones y tiempos. Ya desde
los helenos viene utilizándose esta forma de producir textos literarios enriquecidos por su relación
con otros escritos anteriores, vasta con pensar en La Ilíada y La Odisea que trazaron el camino de
los gigantes dramaturgos como Esquilo, Sófocles y Eurípides que luego atravesaría obras claves
como La Eneida o las producciones de Séneca, Ovidio y estas, a su vez, a La Divina Comedia de
Dante Alighieri, al Ulises de James Joyce o a Antígona Vélez de Leopoldo Marechal. Con no menos
maestría, Jorge Luis Borges, produce un relato homónimo a uno de los libros de los textos
sagrados del cristianismo: El evangelio según Marcos que se encuentra en El informe de Brodie
editado en 1970.

Este análisis se propone recorrer el camino trazado por el cuentista argentino y hacer evidente el
constante entrelazado de esta historia cargada de referencias, simbolismos y analogías con uno de
los hechos histórico-mítico recurrentes del autor, la crucifixión de Jesús de Nazaret

Desde el título ya podemos advertir que es una intertextualidad, el mismo nombre que tiene el
cuento posee el libro de La Biblia.

El escrito borgeano comienza con la descripción del protagonista llamado Baltasar Espinoza, que
es “definido” por el narrador con analogías reminiscentes al personaje referente de la
intertextualidad presente en este texto, Jesucristo.

Baltasar Espinosa es un joven porteño invitado por su primo Daniel a la estancia La Colorada en
Junín a pasar unas vacaciones. Al poco tiempo de haber llegado, su anfitrión debe hacer un viaje
expeditivo a la ciudad dejándolo solo con la familia Gutres, que eran los empleados encargados del
lugar.

Una inundación aísla la casa y las lluvias provocan la pérdida del lugar donde vivían los peones.
Baltasar decide otorgar a la familia encargada de los quehaceres una habitación al final de la casa
de los patrones. Es así que comienza la relación entre el joven citadino y los toscos Gutres.
Espinoza decide leer algo para amenizar el tiempo que transcurría incómodo en los encuentros
durante la comida.

Los Gutres muestran un entusiasmo sagrado por la lectura de uno de los libros que componen el
compendio bíblico: El evangelio según Marcos. Sufren una especie de delirio místico que
desemboca en la crucifixión de Baltasar.

El camino intertextual

Baltasar Espinosa, su nombre remite a uno de los reyes magos presentes durante el nacimiento de
Jesús en Belén. Tiene la misma edad que tenía el mártir cristiano cuando lo asesinaron. Además,
hace mención –no inocente- de que al joven le faltaba la materia que más le gustaba para poder
finalizar su carrera, clara referencia a lo que en el cristianismo se conoce como la pasión de Cristo.

(…) “a los treinta y tres años le faltaba rendir una materia para graduarse, la
que más lo atraía”
El narrador da una característica con la que típicamente se asocia a
Jesucristo, aquiescente. El personaje mostraba una aquiescencia tácita, una
especie de consentimiento implícito ante actos o hechos donde no
manifestaba su aceptación.
“Abundaba, por espíritu de aquiescencia”
Luego, se refiere a un aspecto físico del protagonista de Jesucristo, la barba.
“Espinosa que se había dejado crecer la barba”
Al referirse a los Gutres, describe claras diferencias con las del joven. Se
refiere a estos como toscos y acérrimos calvinistas.
“Carecían de fe, pero en su sangre perduraban, como rastros oscuros, el duro
fanatismo del calvinista y supersticiones” (…)
El narrador pone en el pensamiento de Baltasar una observación sobre los
Gutres que remonta a la crucifixión de Cristo.
“También se le ocurrió que los hombres, a lo largo del tiempo, han repetido
siempre dos historias: la de un bajel perdido que busca por los mares
mediterráneos una isla querida, y la de un dios que se hace crucificar en el
Gólgota.”
Por último, dota a Espinoza de un milagro cuando comenta que los Gutres
vieron curar milagrosamente a una corderita –animal de sacrificio en los
libros cristianos. Esto despierta una veneración en los peones iniciando una
especie de veneración por el joven porteño.
“La gratitud que esa curación despertó no dejó de asombrarlo” (…)
“Los Gutres lo seguían por las piezas y por el corredor, como si anduvieran
perdidos” (…)
Esa veneración finaliza con la entrega en sacrificio de su hija doncella que
cual corderita de sacrificio es guiada a la cama de Espinoza.
“El jueves a la noche lo recordó un golpecito suave en la puerta que, por las
dudas, él siempre cerraba con llave. Se levantó y abrió: era la muchacha. En
la oscuridad no la vio, pero por los pasos notó que estaba descalza y después,
en el lecho, que había venido desde el fondo, desnuda. No lo abrazó, no dijo
una sola palabra; se tendió junto a él y estaba temblando. Era la primera vez
que conocía a un hombre. Cuando se fue, no le dio un beso; Espinosa pensó
que ni siquiera sabía cómo se llamaba.”
Después del sacrificio de su hija al, para ese entonces, divino Baltasar se
suceden una serie de preguntas sobre creencias cristianas relacionadas al
infierno y la crucifixión.
(…) “el padre habló con Espinosa y le preguntó si Cristo se dejó matar para
salvar a todos los hombres. Espinosa, que era librepensador pero que se vio
obligado a justificar lo que les había leído, le contestó: —Sí. Para salvar a
todos del infierno. Gutres le dijo entonces: — ¿Qué es el infierno? —Un lugar
bajo tierra donde las ánimas arderán y arderán. —¿Y también se salvaron los
que le clavaron los clavos? —Sí –replicó Espinosa” (…)
Otros elementos relacionados al cristianismo que se mencionan en el cuento
tienen que ver con hechos magníficos como la creación del arca por parte de
Noé antes del diluvio.
“Una noche soñó con el Diluvio, lo cual no es de extrañar; los martillazos de
la fabricación del arca lo despertaron y pensó que acaso eran truenos.” (…)
Para finalizar este entrelazamiento entre La Biblia y la historia de un joven
civilizado en la desértica y bárbara pampa argentina, asistimos a la crucifixión
del protagonista del relato en un montaje casi idéntico a lo que sucedió con
Jesús de Nazaret.
“Hincados en el piso de piedra le pidieron la bendición. Después lo
maldijeron, lo escupieron y lo empujaron hasta el fondo. La muchacha
lloraba. Cuando abrieron la puerta, vio el firmamento. Un pájaro gritó; pensó:
Es un jilguero. El galpón estaba sin techo; habían arrancado las vigas para
construir la Cruz.”
Sin la necesidad de aportar los detalles del padecimiento de Baltasar
Espinoza, el narrador nos mostró una intertextualidad durante todo el relato
que no tuvo que escribir más para imaginarnos lo que sucedió luego.
Este texto es un excelente ejemplo de lo que Julia Kristeva llama
intertextualidad. Dos historias que se entrecruzan como las cadenas de ADN
que se encuentran en los límites infinitos de los torbellinos temporales de la
literatura, así los destinos de Jesús de Nazaret y Baltasar Espinoza se cruzaron
en este cuento de Jorge Luis Borges y sus universos de posibles.

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