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BLOQUE 6. La Construcción Del Estado Liberal

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BLOQUE 6: LA CONFLICTIVA CONSTRUCCIÓN

DEL ESTADO LIBERAL (1833-1874).

A partir de 1833 se inicia un proceso de cambio revolucionario que, con el telón de fondo de la
primera Guerra Carlista, culminará la implantación definitiva del Estado Liberal. A lo largo de todo el
reinado de Isabel II, moderados, progresistas, unionistas y demócratas se enfrentaron para tratar de
imponer su propio modelo de Estado pero, apoyados por la reina, fueron los moderados los que
tuvieron un mayor protagonismo. El resto de los grupos, apartados del poder, acabarían impulsando
una revolución que expulsaría a la reina y abriría un periodo complejo conocido como "sexenio
revolucionario o democrático" (1868-74).

INDICE DE CONTENIDOS

 La primera guerra carlista (1833-  La desamortización de Mendizábal


1840) y la de Madoz
 El periodo de regencias (1833-  El sexenio democrático (1868-
1843) 1874)
 Los primeros partidos políticos
 La década moderada (1844-54)
 El bienio progresista (1854-56)
 La alternancia de moderados y
unionistas (1856-1868)
La primera Guerra Carlista (1833-1840)

En 1833 los grupos favorables al absolutismo se negaron a reconocer a Isabel,


la hija de Fernando VII, como legítima sucesora de la Corona española y se
sublevaron contra el gobierno de María Cristina de Borbón, que ejercía la regencia a
causa de la minoría de edad de su hija. Los sublevados proclamaron rey al infante
don Carlos María Isidro, hermano del difunto Fernando VII, confiando en él la
defensa de la sociedad tradicional. Daba así comienzo una sangrienta guerra civil
que se libraría esencialmente en el País Vasco, aunque los enfrentamientos se
extendieron también a zonas de Cataluña, Aragón y Valencia.

1
* La cuestión sucesoria
Fernando VII no había tenido descendencia en sus tres primeros
matrimonios. Pero en 1829 contrajo matrimonio con su sobrina María Cristina,
que a los pocos meses quedó embarazada, lo que planteó abiertamente el problema
sucesorio.
Fernando VII quiso garantizar la descendencia de su futuro hijo o hija. En
marzo de 1830 publicó la “Pragmática Sanción” que eliminaba la “Ley Sálica” –
establecida con los primeros borbones- y restablecía la línea sucesoria favorable a
la sucesión femenina. Los carlistas protestaron airadamente, y don Carlos
consideró que la medida era ilegal y atentaba contra sus derechos al trono.
El conflicto quedó abierto cuando en octubre nació la princesa Isabel. Frente
a los carlistas se formó un sector de absolutistas moderados, con apoyos liberales,
partidario de introducir ciertas reformas políticas y económicas, que se apoyó en la
reina, en quien veían la única posibilidad de cambio, y que pasaron a defender los
derechos de la princesa.

EL CARLISMO

Ideario del Carlismo


El 1 de octubre de 1833, dos días después de la muerte de Fernando VII,
don Carlos exigió desde Portugal sus derechos dinásticos (“Manifiesto de
Abrantes”) y fue proclamado rey en diversas ciudades de España mientras surgían
partidas carlistas por todo el país.
El carlismo no fue simplemente un movimiento de reivindicación dinástica.
Tuvo desde el principio un fuerte contenido ideológico y de clase. En el bando
carlista estaban los absolutistas más intransigentes y consideraban la Iglesia la
institución vertebradora del orden social. Se oponían ferozmente a la centralización
política (por lo que defendían el mantenimiento de los antiguos fueros) y al
liberalismo.
Desde el punto de vista de su composición social, en el carlismo militaba
una parte de la nobleza y miembros ultraconservadores de la administración y del
ejército. A ellos se unió la mayor parte del clero bajo, especialmente el regular, que
veía en Don Carlos una garantía para evitar la pérdida de la influencia de la
Iglesia. También le apoyó una parte del campesinado.
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Las guerras carlistas
El movimiento carlista desencadenó tres conflictos armados –los dos
primeros durante el reinado de Isabel II-, que representaron un grave problema
para la estabilidad política de España durante gran parte del siglo XIX.
La primera guerra carlista transcurrió entre 1833 y 1839. En ella el “bando
cristino o isabelino”, en torno a la regente María Cristina y de su hija Isabel, tuvo el
respaldo el respaldo inicial de la alta nobleza y de los funcionarios, así como un
sector de la jerarquía eclesiástica. La regente se vio obligada a buscar la adhesión
de los liberales y acceder a sus demandas que exigían el fin del absolutismo y del
Antiguo Régimen.

La guerra tomó fuerza en la zona norte, donde los carlistas tenían una mayor
influencia y Don Carlos se instaló en Navarra, organizó un pequeño Estado con
sus gobierno, administración, universidad, fábrica de municiones, moneda, etc, y
formó un ejército al mando de Zumalacárregui. Un segundo foco carlista se creó
en Cataluña, donde las partidas hostigaban a las poblaciones liberales y se
extendían por las zonas montañosas y también por el Bajo Aragón y el Maestrazgo,
donde las tropas estaban bajo el mando del General Cabrera.
El bando “cristino” contó desde el principio con el reconocimiento y, desde
abril de 1834, el apoyo diplomático y militar de Portugal, Inglaterra y Francia
(Cuádruple Alianza).

Los primeros levantamientos en apoyo de Carlos María Isidro, proclamado


rey por sus seguidores con el nombre de Carlos V, ocurrieron a los pocos días de
morir Fernando VII. Tras unos inicios favorables a los carlistas, que derrotaron a
las tropas del gobierno repetidas veces, gracias a su movilidad y conocimiento del
terreno. Pero ya en 1835 fracasaron en el sitio de Bilbao, donde murió el general
Zumalacárregui, su mejor estratega. Durante los años siguientes los carlistas
intentaron romper su aislamiento mediante varias expediciones hacia el sur, pero
no encontraron respaldo entre la población. Desde entonces pasaron a la
defensiva, y el agotamiento llevó al general Maroto a iniciar negociaciones de paz
con el general Espartero, que terminaron en agosto de 1839 con el abrazo de
Vergara.

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De las tres guerras carlistas, esta fue más violenta y dramática con decenas
de miles de muertos (se estima unos 200.000), tanto militares como civiles;
además de una extensa destrucción que dejó, sobre todo en el norte, un profundo
hundimiento económico y un importante arraigo ideológico que propició la
permanencia del carlismo.

Este conflicto, casi permanente durante la primera mitad del reinado de Isabel II,
tuvo importantes repercusiones, además de los elevados costes humanos.

a. La inclinación de la monarquía hacia el liberalismo. El agrupamiento de


los absolutistas en torno a Carlos V convirtió a los liberales en el más seguro
y consistente apoyo del trono de Isabel II.

b. El protagonismo político de los militares. Ante la amenaza carlista, los


militares se convirtieron en una pieza clave para la defensa del régimen
liberal. Los generales o “espadones”, conscientes de su protagonismo, se
acomodaron al frente de los partidos y se erigieron en árbitros de la vida
política. El recurso abusivo a la práctica del pronunciamiento se convirtió en
la fórmula habitual de instaurar cambios de gobierno o de reorientar la vida
política de todo el reinado.

c. Los enormes gastos de la guerra. Situaron a la nueva monarquía liberal


ante serios apuros fiscales, que en gran medida condicionaron la orientación
dada a ciertas reformas, como por ejemplo la desamortización de
Mendizábal.

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REINADO DE ISABEL II. LAS REGENCIAS (1833-1843)

Durante el reinado de Isabel II (1833-1868) asistiremos al desmantelamiento


del Antiguo Régimen y a la progresiva implantación en España del Estado liberal
burgués, junto con una serie de transformaciones socioeconómicas que anuncian
la entrada de España en el mundo contemporáneo. Básicamente podemos
diferenciar dos grandes etapas durante este reinado, separadas por la
minoría/mayoría de edad de la reina:

Minoría Etapa de La regencia de María Cristina (1833-1840)


de la reina las La regencia de Espartero (1840-1843)
regencias

Reinado Reinado La década moderada (1844-1854)


personal efectivo El bienio progresista (1854-1856)
Isabel II La alternancia de moderados y unionistas
(1856-1868)

MINORÍA DE EDAD DE ISABEL II: LAS REGENCIAS (1833-1843)

LA REGENCIA DE MARÍA CRISTINA (1833-1840)

El primer gobierno de la Regencia estuvo presidido por Cea Bermúdez,


absolutista moderado, partidario de hacer reformas administrativas, no políticas
(en la línea del despotismo ilustrado). La más importante que se llevó a cabo fue la
división provincial de Javier de Burgos, ministro de Fomento.
Pero el estallido de la guerra carlista y la necesidad de ampliar los apoyos
sociales de Isabel II, hacen que María Cristina nombre a Martínez de la Rosa,
viejo doceañista recién llegado del exilio, nuevo jefe de gobierno. Entre sus
medidas destacan una amplia amnistía para los liberales y la disolución de la
jurisdicción gremial, que favoreció la libertad de fabricación y comercio. Pero la
más importante de todas fue la aprobación del Estatuto Real, en 1834, una

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especie de Carta Otorgada que concedía ciertos derechos y libertades políticas pero
sin reconocer el principio de soberanía nacional.
Las reformas de Martínez de la Rosa fueron insuficientes y el descontento de
los liberales evidente. Esta situación obligó a María Cristina (a fin de conseguir el
apoyo popular y recursos financieros para ganar la guerra carlista) a llamar a los
progresistas para formar un nuevo gobierno en septiembre de 1835 encabezado
por un liberal progresista: Mendizábal.
Juan Álvarez Mendizábal, inició importantes reformas. La guerra no era
favorable a los isabelinos y Mendizábal se planteó como objetivo prioritario
derrotar el carlismo para lo que convocó una quinta de 100.000 hombres y buscó
la ayuda de Reino Unido, Portugal y Francia. Su segundo objetivo fue lograr la
transformación del Estado en uno Liberal para lo que convocó elecciones con el fin
de reformar el Estatuto Real. Además emprendió la necesaria reforma agraria con
la aprobación de los decretos desamortizadores de tierras eclesiásticas y de
supresión de las congregaciones religiosas.
Los progresistas pronto se dieron cuenta de que la constitución de 1812 era
inaceptable para los moderados e iniciaron la elaboración en Cortes de una nueva
Constitución, la Constitución de 1837, que se presenta como una revisión de la
de Cádiz, de clara inspiración progresista, aunque mucho más corta y con
concesiones a los moderados con el fin de conseguir un marco jurídico aceptable
para todos los liberales, amenazados por el peligro carlista.
La constitución de 1837 reconocía el principio de soberanía nacional, una
amplia declaración de derechos de los ciudadanos (libertad de prensa, de
asociación, etc.) la división de poderes y la confesionalidad católica del Estado, y se
comprometía a la financiación de la Iglesia católica. La introducción de una
segunda cámara de designación real (el Senado), la soberanía compartida y la
concesión de amplios poderes a la Corona eran algunos de los elementos más
conservadores. Además se crea la Milicia Nacional y se otorga Autonomía a los
ayuntamientos.
Otras leyes culminaron el tratado jurídico constitucional como las Ley de
Imprenta (1837), que incrementó el control sobre los periódicos, y la Ley
Electoral (1837) estableció el voto directo y permitió ampliar el sufragio al 2,4%.

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LA REGENCIA DEL GENERAL ESPARTERO (1840-1843)

Baldomero Espartero era un general muy popular, casi un mito, por haber
conseguido finalizar la guerra carlista en 1839, con el Convenio de Vergara. Contó
con el apoyo de los liberales progresistas, pero su forma autoritaria de gobernar le
hizo perder todo el apoyo de todos con rapidez.

- Durante su regencia se aceleró la desamortización de los bienes eclesiásticos


y se suprimió el diezmo, lo que provocó la enemistad con la Iglesia y con el
Papado.
- También recortó los fueros vasco-navarros, lo que supuso la oposición de
estos nuevos territorios.
- Además, hay un proyecto de acuerdo de librecambio con Gran Bretaña que
los catalanes consideran lesivo para los intereses de su industria textil.

Los desórdenes y las protestas se generalizan y Espartero no duda en bombardear


Barcelona en 1842. Estos sucesos provocan la pérdida del apoyo de los
progresistas y el triunfo del levantamiento del general moderado Narváez, que
derrota a las tropas gubernamentales en Torrejón de Ardoz (Madrid). Espartero se
exilia a Londres, no regresando a España hasta 1849.

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LOS PRIMEROS PARTIDOS POLÍTICOS

La instauración del liberalismo trajo consigo la formación de órganos


representativos (Cortes, diputaciones, ayuntamiento…), cuyos miembros eran
electivos. Los partidos políticos fueron los instrumentos para proveer de
representantes a esas instituciones y organizar las diferentes opciones políticas.

Durante el reinado de Isabel II se fueron configurando las grandes familias


políticas y los partidos que dominaron la vida política española del siglo XIX. Las
grandes opciones del liberalismo fueron la moderada y la progresista, que se
alternaron en el poder durante décadas. En medio de ambas opciones surgió la
Unión Liberal, un partido con intenciones centristas.

También se configuraron opciones más radicales, que recogían las aspiraciones


populares, como el Partido Demócrata (1849), que defendía el sufragio universal
masculino y aceptaba la monarquía como institución simbólica, sin intervención
política, y el Partido Republicano, que propugnaba la abolición de la monarquía.

ISABEL II. EL REINADO EFECTIVO (1843-1868)

Reinado La década moderada (1844-1854)


efectivo de El bienio progresista (1854-1856)
Isabel II La alternancia de moderados y unionistas (1856-
1868)

Este periodo se inicia con el adelantamiento de la mayoría de edad de Isabel


que, con trece años, el 10 de noviembre de 1843, es proclamada reina y jura la
Constitución. A diferencia de lo ocurrido en la época de las Regencias, los
moderados gobernarán durante casi todo su reinado, excepto el corto periodo del
Bienio Progresista, 1854-1856.

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LA DÉCADA MODERADA (1844-1854)

Entre 1844 y 1854 el Partido Moderado se instaló en el poder, sostenido por


el general Narváez que presidió varios gobiernos, siempre con el apoyo de la reina,
de la élite social y de los altos oficiales del ejército. Su objetivo era clausurar la
etapa revolucionaria e implantar un nuevo régimen basado en la autoridad, el
orden y la represión.
Se deroga la Constitución de 1837 y se redacta otra nueva Constitución en
1845, de marcado carácter moderado. Esta Constitución difería de la de 1837 en
varios aspectos esenciales:
Soberanía compartida entre el Rey y las Cortes. Lo que supone que la
potestad de hacer las leyes residía en las Cortes junto con el Rey, y por tanto
el robustecimiento de la autoridad del monarca.
Confesionalidad del Estado Español: “la religión de la nación española es
la Religión Católica”.
Los derechos individuales quedaron muy recortados, especialmente la
libertad de expresión.
Supresión de la Milicia Nacional.

Además durante este periodo se inician una serie de reformas referentes al orden
público, a la administración del Estado, a la hacienda y a la instrucción pública y
otras; además de un acercamiento a la Iglesia Católica:
Creación de la Guardia Civil en 1844 (duque de Ahumada) como principal
fuerza policial armada.
Servicio Militar obligatorio a través de un sistema de quintas por sorteo
que era redimible, es decir, a cambio de un pago en dinero, un joven podía
comprar un sustituto y liberarse del servicio militar.
Centralización de la Administración: se creó el cargo de Gobernador Civil.
Los alcaldes de las ciudades eran nombrados por el gobierno y el resto por
los gobernadores civiles.
Reforma del sistema fiscal: en 1845 elaborada por Alejandro Mon
(ministro de Hacienda) que pretendía un nuevo sistema fiscal más racional,
moderno y eficaz, para sustituir a la obsoleta y enrevesada fiscalidad del
Antiguo Régimen.

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Además de legisló un nuevo sistema educativo nacional y uniforme para
toda la ciudadanía. Se establecieron tres niveles y los centros de enseñanza
se establecieron en oficiales o públicos y, privados.
Nuevo Código Penal (1848) y se inicia la elaboración de un nuevo Código
Civil (1850) que no sería aprobado hasta finales de siglo.
Concordato con la Santa Sede en 1851, a fin de conciliar al Estado liberal
con la Iglesia Católica, distanciándose de la desamortización. El Estado se
compromete al sostenimiento del culto al clero y le permite el control de la
enseñanza. Lo que llevó a la jerarquía eclesiástica a aceptar un liberalismo
moderado, a respaldar a la reina Isabel y a distanciarse del carlismo.

El autoritarismo cada vez mayor de los moderados y los escándalos de


corrupción relacionados con miembros del gobierno y de la familia real,
propiciaron un creciente descontento que culminó con un nuevo pronunciamiento,
esta vez, de carácter progresista, que dará inicio al llamado Bienio Progresista.

EL BIENIO PROGRESISTA (1854-56)

Se inicia con el pronunciamiento militar del general centrista O´Donnell


en Vicálvaro (“la Vicalvarada”), y la publicación días más tarde, el 6 de Julio de
1854, del llamado Manifiesto de Manzanares, que le valió para conseguir un
amplio respaldo popular y que animó a otros generales a unirse a la rebelión.
Finalmente el golpe triunfó y con él se inicia un gobierno progresista presidido por
Espartero.
Las nuevas cortes redactaron una constitución, en 1856, de carácter
progresista, conocida como la “non nata” pues no llegó a promulgarse.
Durante este corto periodo de tiempo destacan una serie de reformas que
dieron lugar a una etapa de desarrollo y expansión económica hasta 1866, cuando
se inició una grave crisis económica:
La ley de desamortización general de Madoz, de 1855, que afectó a todos
los bienes de manos muertas, es decir, tanto a los eclesiásticos como a las
tierras municipales, divididas a su vez en tierras de propios –que incluían
las tierras cultivadas en lotes por los vecinos, y los bienes comunes o de

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aprovechamiento común –como las dehesas para ganado y las zonas
forestales-.
La Ley de ferrocarriles de 1855, que perseguía la modernización del país,
con la instalación de un amplio tendido ferroviario, ofreciendo incentivos y
subvenciones a las compañías interesadas, aunque fueran extranjeras.
Para facilitar la financiación y las inversiones, se reordenó el sistema
bancario a partir de la Ley de las Sociedades Anónimas. El Banco de San
Fernando pasó a denominarse Banco de España.
Otras iniciativas como: la puesta en marcha del telégrafo, la ampliación de
la red de carreteras y el desarrollo de la minería.

LA ALTERNANCIA DE MODERADOS Y UNIONISTAS (1856-1868)

Este periodo se inicia con la vuelta al poder del moderado Narváez (1856-
1858) en 1858 es sustituido por O´Donnell y los unionistas. Durante su gobierno
(“gobierno largo”), entre 1858-1863, asistimos a un periodo de convivencia pacífica
y de prosperidad económica en el interior, y a una política de prestigio en el
exterior.
En 1863 vuelven Narváez y los moderados hasta 1868, fecha en la que
asistiremos a la caída del régimen moderado y de la monarquía. A partir de ese
momento el país entra en una crisis generalizada:

Crisis económica: hundimiento de los valores ferroviarios y después de toda


la Bolsa. Además la industria textil catalana entra en crisis al escasear la
materia prima del algodón a raíz de la Guerra de Secesión americana. Y por
último, hay que añadir en 1867-68 crisis de subsistencia, hambre y subida
de precios.
Crisis social: aumento del paro y revueltas en las ciudades y en el campo
son duramente sofocadas.
Crisis política: el autoritarismo cada vez mayor del gobierno, junto a
prácticas electorales fraudulentas, hacen que el gobierno moderado y la
Corona, que siempre lo había apoyado, vayan ganando impopularidad y
vayan perdiendo apoyos.

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Se suceden las conspiraciones, como el intento de levantamiento
protagonizado por el general Juan Prim, líder de los progresistas, en Villarejo de
Salvanés; o la protesta estudiantil de la noche de San Daniel, que se saldó con 9
muertos; o la sublevación de los sargentos del cuartel de San Gil, que terminó
con 66 sargentos fusilados y varios centenares de heridos y prisioneros.
Esta situación culmina cuando el partido progresista y el partido demócrata
firman en Bélgica el Pacto de Ostende, en 1866, en el que se acuerda el
derrocamiento de Isabel II y el régimen moderado.

La revolución de septiembre de 1868, llamada la Gloriosa y la septembrina,


se inició en Cádiz con el pronunciamiento del almirante Topete que junto con
Prim y Serrano lanzaron el manifiesto “Viva España con honra”. En Alcolea
(Córdoba) las tropas isabelinas fueron derrotadas y muchos de sus soldados se
unieron a los revolucionarios. Isabel II, que se encontraba de veraneo en San
Sebastián, se vio obligada a marchar a Francia el 30 de septiembre de 1868,
sin renunciar a la Corona.

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SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868-1874). INTENTOS
DEMOCRATIZADORES. LA REVOLUCIÓN, EL REINADO DE
AMADEO I Y LA PRIMERA REPÚBLICA.

Se denomina Sexenio democrático a la etapa comprendida entre 1868 y 1874


porque constituyó el primer intento de establecer en España una democracia en
los términos en los que era entendida en el siglo XIX, es decir, basada en el
sufragio universal masculino.
El origen del Sexenio es la Revolución de septiembre de 1868, conocida como
“la Gloriosa”, que se inició con el pronunciamiento militar del almirante Topete
apoyado por los generales Prim y Serrano, líderes respectivos de los progresistas y
unionistas, y que terminó con el exilio de Isabel II a Francia (manifiesto de “Viva
España con Honra”). El sexenio acabará como empezó: con un pronunciamiento en
diciembre de 1874, esta vez de la mano del general Martínez Campos, y la
proclamación de Alfonso XII de Borbón como rey de España.

ETAPAS:
 Gobierno provisional presidido por Serrano (octubre 1868-junio 1869)
 La Regencia de Serrano (junio 1869-diciembre 1870).
 La monarquía democrática de Amadeo I de Saboya (enero 1871-febrero
1873)
 Primera República (febrero 1873-diciembre 1874)
 La dictadura de Serrano (enero 1874-diciembre 1874)

GOBIERNO PROVISIONAL

El pronunciamiento de Topete, además de contar con el apoyo de unionistas,


progresistas y demócratas, contó con el apoyo popular, y en las principales
ciudades surgieron juntas revolucionarias y grupos de voluntarios armados. Tras
el triunfo de los revolucionarios y el exilio de la reina (“Batalla de Alcolea”, 28
septiembre 1868), los militares procedieron a detener la revolución y a disolver las
juntas a partir de un gobierno provisional que estabilizó la situación y dio
prioridad al restablecimiento del orden.

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En octubre de 1868 se forma un gobierno provisional exclusivamente
formado por progresistas y unionistas (no incluyó demócratas ni republicanos),
presidido por el general Serrano, con Prim como ministro de guerra. Promulgaron
decretos democratizadores (libertad de imprenta, derecho de asociación…) y aceptó
alguna demanda popular como la supresión de los consumos. Sin embargo, el
objetivo fundamental de este gobierno era la elaboración de una nueva
Constitución, para lo que se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes, las
primeras que se celebraron en España a través del sufragio universal directo
masculino.

CONSTITUCIÓN DE 1869

Es la más democrática y progresista de las Constituciones del siglo XIX,


aunque presenta ciertas concesiones a la tradición.
Características:

- Soberanía nacional
- Monarquía parlamentaria
- División de poderes:
o El ejecutivo en manos del gobierno, el rey reina pero no gobierna.
o El legislativo residía en unas Cortes Bicamerales (Congreso y Senado)
o El judicial correspondía a los tribunales de justicia
- Sufragio universal masculino para varones mayores de 25 años.
- Amplia declaración de derechos y libertades, entre los que se recoge por
primera vez el derecho de reunión y asociación y la inviolabilidad del
domicilio y la correspondencia.
- Autonomía de ayuntamientos y diputaciones.
- Proclamaba la reforma del sistema de gobierno de las provincias de ultramar
(Cuba y Puerto Rico) para poder incorporarlas a la Constitución, mientras
las Filipinas tendrían una ley especial.
- Libertad de cultos religiosos.

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LA REGENCIA DE SERRANO

Tras aprobarse la constitución, en la que se establecía la monarquía como


forma de gobierno, el general Serrano fue nombrado Regente, y Prim jefe de
gobierno; esta era una medida transitoria hasta que se encontrara un nuevo
monarca que ocupara el trono español.

El nuevo gobierno tuvo que afrontar una serie de graves problemas:


- un intento de insurrección carlista que reclamaba sus “legítimos” derechos
a la corona.
- Oposición de los moderados, que defendían el retorno de la monarquía
borbónica y que se fueron agrupando y reorganizando bajo el liderazgo de
Cánovas del Castillo.
- el inicio de la guerra de la independencia en Cuba.
- insurrecciones populares y campesinas por la carestía de la vida y el
rechazo al sistema de reclutamientos por quintas.
- huelgas industriales y nacimiento del movimiento obrero.
- Problemas hacendísticos.

A todos estos problemas se suma la necesidad de buscar un nuevo rey:


desechada la opción de los Borbones, el objetivo de la Regencia fue encontrar una
nueva dinastía. Finalmente prevaleció la candidatura del príncipe italiano Amadeo
de Saboya (hijo del rey Víctor Manuel II de Italia) que sería proclamado rey de
España por las Cortes en noviembre de 1870. Tres días antes de su llegada a
España, su gran valedor, Prim, moría asesinado.

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LA MONARQUÍA DEMOCRÁTICA DE AMADEO DE SABOYA
El reinado de Amadeo de Saboya duró dos años, desde la jura de la
Constitución en enero de 1871, hasta febrero de 1873, fecha de su abdicación. Su
reinado se caracterizó por la falta de apoyos y por la inestabilidad política. Además
de la oposición de carlistas, alfonsinos, republicanos, Iglesia católica (contraria a la
libertad de cultos y a la separación entre Iglesia y Estado) e, incluso, la opinión
pública, asistimos a un resquebrajamiento de la alianza formada por unionistas,
progresistas y demócratas monárquicos que habían llevado al trono al nuevo
monarca. Esta desunión supuso una gran inestabilidad política: en apenas dos
años de reinado se convocaron en tres ocasiones elecciones generales a Cortes y se
sucedieron seis gobiernos diferentes.

Además de la falta de apoyos políticos, Amadeo tiene que hacer frente a la


tercera guerra carlista (1872-76) y a la Guerra de los Diez Años (1868-1878) en
Cuba.. Finalmente, Amadeo I, falto de respaldo y en un ambiente de gran
crispación, decidió abdicar en febrero de 1873 y abandonó España.

LA PRIMERA REPÚBLICA

Sin otra alternativa aparente y en reunión conjunta del Senado y Congreso


(Asamblea Nacional) se proclamó la República en unas Cortes en las que no había
mayoría republicana. Las ideas republicanas tenían escaso apoyo social y
contaban con la oposición de los grupos sociales e instituciones más poderosos del
país. La alta burguesía y los terratenientes, los altos mandos del ejército, la
jerarquía eclesiástica eran contrarios al nuevo régimen.

Los escasos republicanos pertenecían a las clases medias urbanas, mientras


las clases trabajadores optaron por dar su apoyo al incipiente movimiento obrero
anarquista. La debilidad del régimen republicano provocó una enorme
inestabilidad política. Cuatro presidentes de la República se sucedieron en el breve
lapso de un año: Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar.

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En este contexto de inestabilidad, los gobiernos republicanos emprendieron una
serie de reformas bastante radicales que, en algunos casos, se volvieron contra el
propio régimen republicano. Estas fueron las principales medidas adoptadas:

Supresión impuesto de consumos. La abolición de este impuesto indirecto,


reclamada por las clases más populares, agravó el déficit de Hacienda.

Reducción edad de voto a los 21 años

Separación de la Iglesia y el Estado. Este dejó de subvencionar a la Iglesia.

Reglamentación del trabajo infantil. Prohibición de emplear a niños de


menos de diez años en fábricas y minas.

Abolición de la esclavitud en Cuba y Puerto Rico.

Proyecto constitucional para instaurar una República federal.

Los gobiernos republicanos tuvieron que hacer frente a un triple desafío bélico:

La nueva guerra civil carlista.

Carlos VII, nieto de Carlos María Isidro, encabezó una nueva insurrección
carlista en el País Vasco y Navarra.

Las sublevaciones cantonales.

Los republicanos federales más extremistas se lanzaron a proclamar


cantones, pequeños estados regionales casi independientes en Valencia,
Murcia y Andalucía, sublevándose contra el gobierno republicano de Madrid.

La guerra de Cuba

En 1868 se inició en isla caribeña una insurrección anticolonial que derivó


en lo que los cubanos denominan la “Guerra Larga”. Tuvieron que pasar diez
años hasta que las autoridades españolas consiguieron pacificar la isla con
la firma de la Paz de Zanjón en 1878.

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El fin de la República

Entre los mandos del ejército se fue imponiendo la idea de la vuelta de los
Borbones en la figura del hijo de Isabel II, Alfonso. Pronto empezaron las
conspiraciones para un pronunciamiento militar.

Finalmente, el 3 de enero de 1874, el general Manuel Pavía, capitán general


del Madrid, entró con sus tropas en el Congreso, lo disolvió y entregó el poder al
general Serrano. Más tarde un nuevo golpe de Estado del general Martínez Campos
en Sagunto, supuso la restauración de la dinastía Borbónica en España, ahora
asistimos al reinado de Alfonso XII (hijo de Isabel II).

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