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Ester 2

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Ester 2

Después del trasfondo que nos brindó el primer capítulo, hoy conoceremos el inicio de la trama que
envolverá a los protagonistas de este fascinante libro. Ven conmigo a contemplar la divina providencia…

Ester no se inscribió a un concurso de belleza, como quisiéramos pensar, correctamente traducido el


verbo hebreo en pasivo, dice en el versículo 8: “Ester también fue llevada a la casa del rey”. Ningún
padre podía negarle su hija al rey, mucho menos un extranjero que llegó a la capital del país como
prisionero de guerra, y ¿qué decir de Ester que era huérfana? Por cierto, no sé a cuántas mujeres de este
lado del mundo y de esta generación les gustaría formar parte del harén de un rey de la antigüedad. Las
mujeres eran solo trofeos que raramente podían presentarse ante el gobernante solo para complacerlo.
Además, la mayor parte de ellos fueron unos verdaderos rufianes. Poseer una belleza despampanante
como Ester puede ser una maldición para muchas. Eso explica la ansiedad de Mardoqueo por saber
cómo le iría a Ester, pues la había adoptado y amado como a su propia hija, aunque según la ley pudo
haberla hecho su esposa. Pero, aunque Ester “también fue llevada”, es decir, una entre muchas, ella se
destaca desde el inicio porque además de ser físicamente atractiva poseía un carácter noble y la
dignidad de una reina. ¿Por qué si era esclava y huérfana? Porque toda hija de Dios es una princesa.
Apreciada dama, tu verdadero valor no está en tu apariencia, sino en tu interior. Cultiva tu carácter…

Al final del capítulo se destaca al héroe detrás del escenario en esta historia. Un padre ejemplar que
brindó protección y una educación envidiable a su hija adoptiva. Un hombre íntegro, muy leal a sus
principios y respetuoso de la autoridad, aunque se tratara de un rey pagano que dominaba a su raza y
nación. Una persona que utilizó su posición e influencia para salvar la vida de una persona que debería
haber odiado. Ese hombre tan abnegado, equilibrado y digno es Mardoqueo. Sinceramente, es el mayor
héroe de esta historia. ¿Cuántas Ester habría en el mundo si todos los esposos y padres fuéramos así?

Más al fondo de las escenas, sin mencionar su nombre si quiera, está el super héroe de este libro, el
mayor protagonista. Lo más asombroso es contemplar la manera meticulosa en que Dios hace encajar
cada detalle de la historia como si estuviera pintando una obra de arte preciosa. Es Él quien le da gracia a
Ester para ganarse el favor de todo el que la veía y conocía. Es Él el escultor que había tallado la hermosa
figura de aquella jovencita y quien había diseñado su bellísimo rostro. Además, permite que mientras el
rey va a la guerra contra los griegos, Ester se prepare por un año, “seis meses se ungían con aceite de
mirra y otros seis meses con perfumes aromáticos y ungüento para mujeres” (v. 12). Es Dios quien
mueve los hilos para que aquella joven de exquisita belleza se presente delante del rey justo después de
la decepcionante derrota frente a sus enemigos. Los datos cronológicos hablan a gritos de la providencia
divina. En Ester el rey Asuero no solo encontró placer y deleite sexual, encontró el consuelo y la
esperanza que solamente podía darle una mujer que había sufrido muchísimo por la guerra, pero que, a
pesar de todo, tenían algo que ni los asesinos de sus padres, ni la orfandad, ni el estigma de vivir como
extranjera, ni ninguna cosa creada podía quitarle. Ella tenía una fe firme en Jehová el Dios de Israel, ella
tenía esperanza, ella sabía que esa guerra no cambiaba los designios divinos, ella tenía la certeza que
Dios había dispuesto que el imperio medo-persa debía completar la obra de la restauración de Jerusalén
y el templo sagrado. En realidad, fue Asuero quien se ganó la lotería con Ester, ella era la única mujer en
todo su vasto imperio que podía hacerlo feliz, la única a quien Dios podía usar como ayuda idónea del
gobernante más poderoso de la tierra. Esas historias de princesas de Disney son una completa farsa,
pero las princesas del Reino de Dios pueden cambiar al mundo. Bienaventurados los hombres que
encontramos a una perla tan preciosa como Ester. ¡Alabado sea Dios por manifestarse en esta historia!
#RPSP
Ester 2
Pr. Selvin Sosa

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