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1 Corintios 2

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1 Corintios 2 continúa la defensa del evangelio iniciada en el capítulo anterior.

Examinemos
este capítulo en tres partes:

1) Únicamente Cristo, y a este crucificado: para seguir defendiendo la unidad de la iglesia y,


seguramente también para preparar el terreno para contrarrestar efectivamente otros
problemas que había; Pablo les hace recordar la sencillez y él poder del evangelio que el
mismo les había presentado cuando fue fundada la iglesia de Corinto. “Pues me propuse
no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a este crucificado”, dice en el verso
2, y agrega en el 4: “y ni mi palabra ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de
humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder”. Estas palabras cobran
mucho más sentidos y recordamos que Pablo llego a Corinto después de su frustrante
encuentro con los filósofos de Atenas. Después de los pobres resultados de haber
enfrentado a los sabios con poderosos argumentos filosóficos, el apóstol llego a Corinto
decidido a predicar a Cristo crucificado aunque sabía que era una locura…

2) Una sabiduría oculta a los poderosos: “Pero hablamos sabiduría de Dios en misterio, la
sabiduría oculta que Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la cual ninguno
de los poderosos de este mundo conoció, porque si la hubieran conocido, nunca habrían
crucificado al Señor de la gloria” (v. 7,8). De esta manera, Pablo demuestra que la locura
del evangelio no es solo para las personas de pocas letras. Aunque la verdad de un Mesías
crucificado parecía ridícula tanto para judíos como gentiles, hay en la locura del evangelio
una sabiduría y ciencia más allá de la comprensión de los grandes filósofos. Refiriéndose al
insondable misterio de la piedad, dice el verso 9: “Cosas que ojo no vio ni oído oyó ni han
subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que lo aman”.

3) Se necesita discernimiento espiritual: “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu,
porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios”; continúa diciendo el
apóstol a partir del verso 10 para dejar claro que es necesario recibir el discernimiento
espiritual para comprender la hermosura del evangelio. “Pero –advierte en el 14– el
hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son
locura; y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”. “En cambio
–agrega en el 15– el espiritual juzga todas las cosas, sin que él sea juzgado por nadie”. En
otras palabras, a primera vista, humanamente, el evangelio de Cristo parece una locura;
pero tiene mucho sentido para quienes se dejan guiar por el Espíritu Santo. Y, por otro
lado, una mente embotada por el pecado jamás entenderá la belleza y la ciencia del plan
de salvación concebido en la mente del Omnisapiente.

Sí tú crees que Jesús, Dios hecho carne, murió para pagar la deuda de tus pecados y darte vida
eterna únicamente por gracia; no te preocupes, no estás loco. Y, si para el mundo lo estás,
¡Alabado sea Dios! ¡Ojalá todos seamos contagiados de esta locura!

#RPSP
1 Corintios 2
Pr. Selvin Sosa
fb.com/selvinsosa77

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