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2.modelos de Apoyo Parrilla (1996) Actualizado
2.modelos de Apoyo Parrilla (1996) Actualizado
2.modelos de Apoyo Parrilla (1996) Actualizado
1. INTRODUCCIÓN
2. IDEAS CLAVE
INDIVIDUO
EXPERTO COLABORATIVO
Apoyo Consulta Apoyo
Recursos Institucional
ESCUELA
No hay duda de que estos estilos pueden ayudarnos a establecer el perfil del
Apoyo a la diversidad en un centro, el estadio en que se encuentra, e incluso podrían
servir para identificar los obstáculos que esa escuela encuentra en su desarrollo. Sin
embargo, no debemos contentarnos con el mero análisis o diagnóstico de la cultura y
estructuras de Apoyo en el centro. Ese análisis no tiene mucho sentido si no nos permite
avanzar en la búsqueda de indicadores útiles que faciliten el inicio de los cambios
necesarios para acercarnos a aquellas posturas más acordes con la reforma que la
diversidad está exigiendo a la escuela. No tiene sentido el análisis si no nos permite
abandonar la visión racionalista y estructural de los problemas escolares y potencia un
modus operandi basado en un acercamiento singular, colaborativo y único a cada
situación problemática. Sólo tiene razón de ser si no nos permite ir dando los pasos
necesarios para acercarnos a una concepción del Apoyo como proceso educativo pleno,
cargado de valor, con capacidad para dar sentido y apoyar a toda la experiencia
inclusora desarrollada en la escuela. Y esa es la meta de esta unidad.
Lea por favor la siguiente pregunta y señale con una cruz cuál o cuáles de las
opciones le parece que representa más su punto de vista o la de su centro o institución
escolar (en caso de que esté vinculado a alguno de ellos) sobre el apoyo.
1. De las siguientes Orientaciones que puede asumir el Apoyo, señale con una cruz cuál
identifica usted más fácilmente con el apoyo desarrollado en su centro:
El apoyo es una acción colaborativa entre tutores y profesor/es de apoyo a la
Integración u orientador, cuya meta es paliar o compensar las necesidades
individuales de los alumnos/as.
El apoyo es una intervención diseñada por expertos para aplicar en la escuela y
mejorar la respuesta de ésta a la diversidad.
El apoyo se entiende como una intervención de un experto (el profesor de apoyo a
la Integración o el orientador) que dirige su atención sobre todo a paliar o
compensar los déficits de los alumnos/as con necesidades educativas especiales.
El apoyo es una acción educativa basada en la colaboración entre profesionales
de la educación (tutores, prof. de apoyo, orientador, E.O.E.s. ...) cuya meta es la
mejora y adaptación del currículum a las necesidades de la institución y sus
alumnos/as.
Otras orientaciones (por favor, especifique cuáles):
__________________________________________________________________________________
__________________________________________________________________________________
__________________________________________________________________________________
__________________________________________________________________________________
Ahora que ya ha respondido, le presento los resultados obtenidos cuando esa misma
pregunta, en el contexto de una investigación 1 fue respondida por 196 profesionales
(Jefes de Estudio, profesores de apoyo y orientadores)de la provincia de Sevilla
pertenecientes a 98 centros de Infantil, Primaria y Secundaria.
Fíjese en el gráfico. Las opciones de apoyo que los profesores encuestados identifican
como las existentes en sus centros, gravitan en torno a dos polos o sentidos opuestos:
88%
90%
80% 70%
70% ACCIÓN COLABO-
RATIVA
60% INTERVENCIÓN
DISEÑADA POR EX-
50% PERTOS
37% INTERVENCIÓN DE UN
40% EXPERTO
ACCIÓN EDUCATIVA
30% OTRAS ORI-
15% ENTACIONES
20%
7%
10%
0%
Orientaciones del apoyo
1
Parrilla, A. (Dir) (1998) Análisis de innovaciones educativas derivadas de la atención a la diversidad en
los centros educativos de Primaria y Secundaria. Investigación subvencionada por el CIDE.
B) El apoyo concebido como una acción educativa colaborativa . Un importante
porcentaje (70%) de elecciones señalan que junto al apoyo experto, en los centros se
desarrollan también actividades de apoyo de carácter colaborativo (como acción
conjunta entre profesionales de la educación: tutores, profesores de apoyo, orientador,
asesores externos, etc.). cuya meta y sentido es institucional. Desde esta perspectiva el
esquema de trabajo está basado en la colaboración y apoyo mutuo entre todos los
profesionales para dar una respuesta a la diversidad. Junto a esta opción, casi un 40%
de los centros (un 37%) identifican el apoyo desarrollado en sus centros como una
acción colaborativa (entre tutores y profesores de apoyo a la Integración u orientador)
pero con una meta no institucional, sino individual tendente a paliar o compensar las
necesidades individuales de los alumnos/as
“Lo que se ha señalado en mi centro yo creo que no es raro (el apoyo entendido
como una acción educativa colaborativa y a la vez el apoyo como un trabajo de experto
sobre el alumno), se refiere a la tendencia de la profesora de Apoyo a colaborar con
algunos profesores (con los que la colaboración es una realidad), pero con otras
personas su relación y la dinámica de trabajo sólo puede ser como intervención
experta. Todo depende de con quien se esté trabajando. Hay quien abre sus puertas y su
clase a los cambios y al diálogo, hay quien de verdad cree que la mejor respuesta es la
específica, y hay quien sólo quiere que le quiten al niño de su clase.”
En ambos casos se ve que el papel del profesor tutor está muy poco perfilado, y es,
en todo caso dependiente del papel experto del profesor de Apoyo. Es así, porque en el
fondo, este estilo no es más que la traslación del estilo de educación especial tradicional
2
La orientación terapéutica se trabaja sobre todo desde la idea de déficit, y no desde la de necesidades
educativas especiales. Al entender el déficit como algo interno a la persona, se actúa sólo a ese nivel..
a la escuela ordinaria. Se traslada la ideología y concepciones previas sobre las
diferencias individuales y se traslada la estructura segregada y especializada de atención
educativa (en forma de Apoyo). Así, como ha señalado Ainscow (1991) se mantiene sin
peligro el status quo de la institución escolar.
3.1.1. PRESUPUESTOS
Hay algunas ideas básicas que nos van a servir para penetrar en el trasfondo, y
en la lógica subyacente a un modo de concebir el Apoyo como el descrito. La figura 5
resume el mismo.
Una primera idea destacable, ya mencionada, es la asunción de que en la escuela
hay niños que no son capaces de seguir el curriculum ordinario y por eso se les envía a
tiempo parcial a un aula de Apoyo. Se entiende el trabajo de Apoyo como una respuesta
educativa de carácter técnico dirigido a unos alumnos cuyo déficit se contempla como
natural e inherente a la persona, con independencia del contexto social, familiar o
institucional en que se desarrolle. Por tanto no entiende a la educación, a la escuela,
como parte del problema, sino que simplemente reduce la contribución de ésta a la
solución a ese problema previo del niño, del que ella -la escuela- no se responsabiliza.
El problema al que se enfrenta la escuela es un problema interno al niño,
excluyéndose de su análisis cualquier consideración causal externa al propio individuo,
ya sea de ámbito social, político u organizativo. Es más el curriculum escolar
permanece inalterable ya que se asume que es apropiado para la mayoría de los
alumnos.
Según ello se piensa que las personas incluidas en cualquier categoría deficitaria,
debido a su carácter excepcional necesitan una atención y Apoyo de especialistas. Esa
atención será tanto más cualificada y mejor si se ofrece en un entorno técnico, donde un
experto -el profesor de Apoyo o asesor- modifique la respuesta educativa y prescriba el
curriculum a seguir con ese alumno, siguiendo para ello no tanto los principios
curriculares comunes a todos los alumnos, sino las condiciones derivadas de la
“deficiencia” atribuida al alumno, en base a algún diagnóstico previo, hecho igualmente
por expertos en contenidos relacionados con los déficits. De ese diagnóstico, centrado
en el alumno y sus dificultades, se asume su fiabilidad y objetividad para informar de
las condiciones del alumno, sus rasgos, déficits, características y habilidades.
Como consecuencia de estos presupuestos se llega a asumir que un lugar de
educación es intrínsecamente mejor que otro: "...para estos niños es mejor el aula de
Apoyo que un aula ordinaria, donde no se les puede atender" es una expresión de todos
conocida que sintetiza la creencia de que el lugar de educación por sí mismo justifica la
respuesta educativa para una persona.
Una segunda asunción sobre la educación de Apoyo desde la orientación
Terapéutica, es la idea de la mayor adecuación de la respuesta educativa cuando se
realiza desde un entorno protegido. Argumentándose, generalmente para ello, la
indefensión de los alumnos con déficits en el ambiente competitivo y homogéneo del
aula ordinaria. Daniels (1996) ha reflejado esta idea en forma de dilema o tensión de la
escuela ante la posición que adopta (de autonomía o de protección) para dar respuesta a
las necesidades especiales. Su crítica a la postura basada en la protección se basa en los
riesgos que un clima y unas respuestas protectoras conllevan de negación de la
autonomía de la persona que es protegida, y de negación, así mismo, de la diferencia.
Daniels utiliza el concepto de "mecenazgo" para explicar en qué consiste esa
protección: se protege para conseguir y guiar algo previamente delimitado por el
mecenas, no para el desarrollo libre y autónomo de la persona.
Los centros escolares que crean aulas de Apoyo terapéuticas donde se protege a
costa de separar o evitar las dificultades de la convivencia común entre alumnos
diferentes, las dificultades de la adaptación curricular o cualquier otra de las múltiples
exigencias que la diversidad está planteando a los centros, se pueden enmarcar dentro de
ese concepto de mecenazgo, que en esa protección, lesiona los derechos de los
protegidos (ya hemos hablado del derecho rector a la inclusión que debe guiar las demás
opciones de rango inferior).
3.2.1. PRESUPUESTOS
En el origen del cambio que hemos perfilado hay que situar el cuestionamiento,
que los profesionales empiezan a hacerse de la respuesta educativa dual (aula
ordinaria/aula de Apoyo) que la escuela ofrece a los alumnos que han sido excluidos del
curriculum general. Se pone en tela de juicio el hecho de que un doble contexto
didáctico, relacional, organizativo y personal pueda ser la respuesta más apropiada a los
problemas del alumno.
Así, al tomarse conciencia de las dificultades y riesgos de la sectorización de las
intervenciones sobre el alumno se inicia un tipo de trabajo, que si bien sigue
manteniendo como foco la intervención sobre el alumno individual, se caracteriza por la
búsqueda y el desarrollo de programas y estrategias de intervención planificadas, y a
veces hasta desarrolladas colaborativamente por los distintos profesionales que trabajan
con ese alumno.
Hay pues un cambio sustancial con respecto al anterior estilo al asumirse la
globalidad como característica esencial en la visión del alumno y del modelo de trabajo
a seguir con el mismo, lo que conlleva la necesidad de cooperación y colaboración entre
los distintos profesionales que lo atienden.
Pero, la colaboración no supone tan solo el abandono del trabajo experto como
clave del proceso, y su sustitución por algunas estrategias de trabajo cooperativo, la
colaboración supone además la responsabilización por parte de los implicados, de su
participación en el proceso educativo y la asunción de que sólo bajo un marco de trabajo
tal se podrán solucionar los problemas que la diversidad plantea a la escuela.
Se asumen así presupuestos sobre el aprendizaje adulto, sobre el conocimiento
práctico, y sobre la construcción del aprendizaje que llevan a la planificación y el
desarrollo de estrategias y fórmulas de trabajo entre profesionales que permitan un
abordaje colectivo de los problemas que plantean los alumnos con necesidades
educativas especiales. Se reconoce por tanto, el saber del "otro" y su capacidad de
aportación con independencia de la posición profesional del mismo.
3.2.2. AMBITOS Y ESTRATEGIAS DE APOYO INDIVIDUAL
COLABORATIVO
Podríamos citar como ejemplo típico de este estilo muchas de las relaciones que
se establecen cuando el profesor de Apoyo entra en el aula ordinaria a colaborar con el
profesor tutor, o cuando profesor tutor y profesor de Apoyo planifican juntos el
programa del niño aunque éste se realice en el aula de Apoyo.
En nuestras escuelas empieza a ser corriente un trabajo de este tipo, auspiciado
por la fuerza con que se ha presentado la colaboración entre compañeros en las actuales
Reformas educativas (la Reforma Educativa Española hace especial énfasis en esto), así
como en la literatura educativa actual. Así es frecuente que profesores de un mismo
alumno, con independencia de su especialidad -o por encima de ella- se reúnan y
diseñen las actuaciones que cada uno de ellos desarrollará con el alumno, buscando
continuidad en las acciones, y asumiendo también la complementariedad de sus
conocimientos sobre la enseñanza.
Empiezan también a ser frecuentes los grupos de trabajo formados por
profesionales de la educación, que desde sus respectivos ámbitos o perfiles
profesionales (tutores, profesor de Apoyo, logopedas, etc.), colaboran en el análisis de
casos individuales. El funcionamiento de estos grupos es bastante similar al de las
consultas de expertos (como las del modelo médico) en las que la relación entre los
miembros es vista como una relación entre iguales, aún cuando cada uno provenga de
un área o especialidad propia.
Veamos algunos ejemplos:
El Proyecto Roma-Málaga: Es un proyecto desarrollado en Italia por Nicola
Cuomo y en España por López Melero. El Proyecto tiene como uno de sus componentes
las reuniones de análisis, estudio y seguimiento de casos. En ellas profesionales del
apoyo externo e interno, médicos, trabajadores de servicios sociales y familiares del
alumno que constituya el caso a estudiar se reúnen periódicamente a diseñar y hacer el
seguimiento del caso que estén abordando. En la base de esta estrategia está la idea de la
visión complementaria y global que sobre las necesidades del niño (trabajan
preferentemente con alumnos con síndrome de Down) pueden tener todos los
participantes en la dinámica educativa del alumno.
En Reino Unido, han sido descritas experiencias de este tipo por Lunt, Evans,
Norwich y Wedell (1994) consistentes en asociaciones de profesores de Apoyo de
varias escuelas de primaria y secundaria de una misma zona que se reúnen
sistemáticamente para analizar casos individuales de alumnos con necesidades
educativas especiales (veremos un ejemplo de esta modalidad de apoyo en la Unidad 3
de este mismo módulo). En nuestro país empiezan también a desarrollarse otras
experiencias de este tipo, como es el caso de la experiencia descrita por Moya (2001) en
la provincia de Huelva.
No hace mucho tiempo participando en Congreso en un país latino americano fui
invitada por un profesor participante en el mismo evento, a asistir a una sesión de
seguimiento de programas educativos de algunos alumnos con necesidades educativas
especiales de su centro (una escuela primaria en una zona suburvial). No era ni la
primera ni la última reunión de ese tipo. En el centro no había sin embargo profesor de
apoyo. Lo que aquellos profesores hacían para decidir, diseñar y desarrollar el programa
educativo que seguiría cada niño era un clarísimo ejemplo de colaboración profesional.
Para cada niño, el centro había designado un número no menor de cuatro profesores que
asumían las tareas de evaluación de los aprendizajes del alumno, discusión y
confrontación de las mismas y diseño del programa (en forma de objetivos y tareas
concretas) a seguir por el alumno. Por último, aquellos profesores ejercían como grupo
de ayuda (así se denominaban) al profesor que tuviera al alumno en su clase.
A nivel menos sistemático, en los centros el trabajo de profesores tutores y
profesores de apoyo, o de profesores tutores y apoyos externos cobra cada vez más
fuerza como vía para el desarrollo de un apoyo más a la medida de los problemas que la
atención a las necesidades educativas especiales plantea.
Pero, a pesar del avance que supone articular la relación profesional desde la
colaboración, esta modalidad de trabajo no está exenta de dificultades y problemas en su
desarrollo. Una de sus dificultades mayores es el hecho mismo de la colaboración, en
tanto que la tradición ha impuesto relaciones no colaborativas, verticales y jerárquicas
entre profesionales en las que el peso de las actuaciones venía dado por el estatus
profesional y por criterios más cercanos a categorías administrativas que las
verdaderamente profesionales. No son pocos los estudios que dan cuenta de toda una
tipología específica de problemas (Thomas, 1992) que surgen al intentar la
colaboración entre tutores y profesionales del Apoyo. La tabla siguiente resume esos
hallazgos.
3.2.3. LIMITACIONES
Quizá la principal crítica que se puede hacer al estilo colaborativo individual es
la perspectiva que sigue manteniendo ante las dificultades de los alumnos: que sigue
anclada en una visión individualista del problema, sin cuestionar la participación de la
escuela en esos problemas. Por eso, no supone cambio global en la escuela. Es tan sólo
un cambio parcial. Importante, pero parcial.
Y es así porque la diversidad sigue reduciéndose a casos sobre los que actuar, y
por tanto sólo tangencialmente se modifica la experiencia educativa global que el
alumno desarrolla en el aula, y el impacto escasamente alcanza a la escuela que no llega
a plantear la diversidad como ocasión de mejora y revisión institucional.
Sin embargo, cabe mencionar el avance que supone el cuestionamiento del
estatus profesional y la jerarquía de los distintos profesionales en la solución dada a los
problemas a los que la escuela se enfrenta. La colaboración tiene evidentemente límites
muy amplios, y profundizando en la misma, se podría muy bien llegar al
replanteamiento de la forma en que se asumen los problemas de los alumnos en la
escuela.
EL ESTILO DE CONSULTA/RECURSOS
Desde este estilo se asume que si los alumnos tienen dificultades para seguir el
curriculum escolar cabe pensar que la escuela tenga algo que ver con ello, que la escuela
no esté proponiendo a esos alumnos experiencias de aprendizaje apropiadas, y por tanto
se piensa que el Apoyo, no ha de dirigirse tanto o sólo a los alumnos como a la escuela
(a sus estructuras, cultura, valores, contenidos, metodologías...) para que pueda
efectivamente responder y adaptarse a las necesidades de todos sus alumnos. Sin
embargo, se asume este planteamiento desde una óptica no colaborativa, sino experta e
intervencionista.
Necesidad de contextualizar
Cambios en la escuela
PRESUPUESTOS Respuesta experta
Tutores: responsabilidad pasiva
El profesional del apoyo es el
experto
PRESUPUESTOS
En primer lugar merece la pena destacar el planteamiento ante las dificultades de los
alumnos. Teóricamente esas dificultades pueden ser debidas a factores "dentro" del
niño, a factores familiares, o del sistema escolar del que el alumno forma parte, o quizá
a una interacción de uno o más de esos factores. La evaluación de las necesidades de los
alumnos, según esto, deberá acometerse desde una perspectiva bien distinta a la
meramente individual o clínica, y deberá reconsiderar el foco de análisis y el foco del
Apoyo. Artículos, trabajos y libros, reconocen este hecho en sus mismos títulos: la
expansión del Apoyo desde el sujeto individual al sistema del que aquél forma parte.
Por eso títulos tales como los siguientes ejemplifican claramente el cambio de
perspectiva desde el alumno como único "culpable" del déficit hasta la visión del
alumno y sus necesidades desde un marco ecológico y sistémico en el que la escuela
juega un papel importantísimo: ¿Quién es el cliente de los servicios de Apoyo?
(Amstrong y Galloway, 1992); Necesidades Educativas Especiales: ¿Quién tiene el
problemas? (Galloway, Armstrong y Tomlinson, 1994); La Escuela como
organización: nuevos roles para los servicios de Apoyo (Gale, 1991) o ¿Quien tiene
Necesidades Educativas Especiales? (Sandow, 1994) ó Dificultades de Aprendizaje o
de Enseñanza? (Cuomo, 1994)
Pero, cuando se adopta la perspectiva de consulta, decíamos que los profesionales
tienden a decantarse por un modelo experto de trabajo. Y es que subyace al
planteamiento institucional una visión más estructural que cultural de la escuela, lo que
conlleva una concepción de la enseñanza como problema tecnológico que hace que se
conciba el Apoyo como proceso y recurso altamente especializado. Los profesionales
del Apoyo son vistos como técnicos con conocimientos específicos que pueden ser
trasplantados al aula ordinaria, o a otros ámbitos educativos, en donde pueden aplicarse.
Así, la escuela estructura el Apoyo en torno a departamentos de Apoyo, donde los
profesionales actúan como consultas de expertos que proponen pautas de trabajo a
seguir a sus colegas y conservan el control sobre la toma de decisiones.
Cuomo (1991) en Italia ha denominado a esta tendencia como Ingeniería Didáctica
al actuar los profesionales del Apoyo como ingenieros que diseñan qué técnicas y
estrategias didácticas aplicar y/o enseñar a sus colegas, en qué orden y secuencia
plantearlas, cómo evaluarlas, etc. Este tipo de Apoyo puede implicar por ejemplo, el
diseño de un programa individual, o la prescripción de un cambio organizativo (en la
distribución de espacios y tiempos en el aula o incluso en el trabajo entre profesores...),
pero siempre subyace a este estilo la incapacidad de la escuela para aprender por sí
misma, y como consecuencia el carácter necesariamente intervencionista de las
estructuras de Apoyo para la mejora escolar.
En su versión Norteamericana este estilo de Apoyo se denomina "Consulting" y es
básicamente una forma de Apoyo a la escuela respaldada por el carácter específico y
especializado de los profesionales que realizan el Apoyo. Así, si en el estilo anterior
comparábamos a los profesionales del Apoyo colaborativo con los consejos médicos,
aquí podríamos comparar el trabajo de los mismos profesionales, con el que realizan los
grandes "consultings" o asesorías especializadas en asesorar a empresas en la mejora y
uso de sus recursos, siempre desde una óptica que asume la inferioridad de la empresa
para tal fin, frente a la especialización de los consultores como garantía para el mismo.
Así pues, se asume la falta de habilidad de la escuela y los profesores para
proporcionar experiencias de aprendizaje que sean significativas y relevantes dados los
intereses, destrezas, y conocimientos de alumnos particulares. De este planteamiento se
sigue otro que lleva a mantener que la experiencia de los profesionales del Apoyo puede
transplantarse al aula ordinaria, o a otros ámbitos educativos, en donde puede aplicarse.
Así, los profesionales del Apoyo -expertos- proponen pautas de trabajo a seguir a sus
colegas y conservan el control sobre la toma de decisiones como en el estilo terapéutico
individual: ellos deciden qué técnicas aplicar y/o enseñar a sus colegas. De forma más o
menos encubierta son los profesionales del Apoyo los que deciden objetivos,
tratamientos y métodos de enseñanza.
LIMITACIONES
Quizá la crítica más importante a esta forma de concebir el Apoyo sea la forma en
que la escuela es contemplada: como institución no independiente ni autónoma, como
organización pasiva que recibe Apoyo. Y con ello esa visión ya comentada y censurada
de la escuela más centrada en los aspectos estructurales que en los culturales.
Obviamente, como consecuencia de ello, el papel del profesor queda también
relegado al de un profesional incapaz de resolver los problemas que el sistema en el que
interviene, le presenta.
El Apoyo se convierte además en un proceso de carácter intervencionista, que puede
llegar a suponer cambios a nivel de escuela, pero que precisamente por el origen ajeno
del mismo, pueden no durar más que el tiempo dedicado por los profesionales del
Apoyo a su implantación: cuando estos desaparecen el cambio se extingue, ya que
depende de ellos, no es una realidad inmersa y enraizada en la escuela.
Apoyo a la comunidad
Apoyo interescuelas
Apoyo a la familia
MODELOS Y
Apoyo al profesorado
ESTRATEGIAS
Apoyo al aula
Apoyo al alumnado
3.4.1. PRESUPUESTOS
Dos ideas juegan un papel fundamental en este estilo que propugna cambios
radicales y profundos en la escuela:
Primero, que como señalaba Ainscow (1991), cuando un alumno tiene
dificultades en la escuela las mismas surgen de la interacción de un complejo rango de
factores, pero, que en su conjunto, demuestran un problema institucional que se
concreta en términos curriculares. Si la escuela ha de adaptarse a la diversidad, y hay
alumnos que quedan excluidos del curriculum que la escuela oferta, es la escuela y su
curriculum la que ha de transformarse y no a la inversa.
Segundo, que para los problemas así planteados (complejos, interactivos,
particulares, no tecnológicos) no existen especialistas o expertos capaces de resolverlos.
Si los problemas tienen que ver con nuevas formas de pensar y analizar los mismos, con
nuevas formas de responder desde la escuela (organizativamente, metodológicamente,
didácticamente...) parece cuestionable la visión de los mismos como "problemas tipo" a
resolver por especialistas. Es bastante más razonable y lógico pensar en la capacidad de
aprendizaje de la escuela, en su capacidad para implicarse y asumir autónomamente de
forma conjunta y colaborativa el análisis y respuesta a las distintas y peculiares
situaciones que se dan en su seno.
Así pues ante la dificultad de los profesores individuales para proporcionar
experiencias de aprendizaje que sean significativas y relevantes para los intereses,
destrezas, y conocimientos de algunos alumnos particulares, los recursos y Apoyos se
centran en el desarrollo de procesos colaborativos que se orienten en la dirección
mencionada. Esos procesos son tendentes a estudiar y proporcionar formas
organizativas de escolarización, tanto a nivel de centro como de aula, o incluso de
alumnos (no debe entenderse que el Apoyo curricular supone negar el Apoyo
individual, sino un reenfoque del mismo), en sintonía con una cultura escolar respetuosa
con las dificultades en el aprendizaje de todos sus alumnos.
Ainscow ha resumido esta perspectiva para enfocar el análisis de las necesidades
educativas de los alumnos como perspectiva curricular, caracterizada por el hecho de
que las dificultades de los alumnos se definen según las tareas, actividades y
condiciones imperantes en el aula, y resumida en las siguientes ideas:
Así se asumen las dificultades como ocasión de mejora tanto para los profesores
como para los alumnos. Esa mejora que exige promover formas de trabajo, y de relación
en las que el profesor asuma la responsabilidad de su formación (además de su
participación en los problemas).
La necesidad de ampliar y revisar el concepto de Apoyo es por tanto una
asunción básica del estilo de Apoyo institucional colaborativo. El Apoyo puede
definirse bajo esta perspectiva como actividad educativa tendente a la mejora de la
escuela a través de la re-construcción curricular, apoyada en el cuestionamiento y
análisis que los profesores y la propia institución pueda hacer de sus asunciones y
actividad profesional. El curriculum común, su diseño y desarrollo (así como las formas
de diversificarlo) es el hilo conductor desde el que vertebrar un Apoyo a la escuela
tendente al desarrollo institucional y al respeto a la diversidad dentro de esa institución.
Existe además desde esta perspectiva un planteamiento diferente sobre los
profesionales del Apoyo y sus roles. En primer lugar destaca una idea de los
profesionales y su aprendizaje basada en la capacidad de reflexión e indagación. En
segundo lugar los roles de los profesionales del Apoyo no están prefijados de forma
inamovible y a priori. Al revés, esos roles son delimitados por los puntos de vista
propios de los participantes sobre los profesores, la enseñanza y las clases. Los roles se
definen, por ejemplo, según la visión de los participantes sobre sus necesidades y
posibilidades. La forma en que se plantea el conocimiento individual, las destrezas y
experiencias de los profesionales del centro, y la forma en que la escuela es capaz de
trascender las nociones tradicionales de jerarquía o de separación entre roles, para
construir juntos "el mejor equipo para trabajar" están en la base de todo el
planteamiento curricular.
Estamos pues ante un nuevo sentido de la colaboración. Ya no se colabora para
prescribir intervenciones individuales, sino que se colabora para la resolución de
problemas institucionales, grupales, de aula o individuales. Es así que el foco de la
colaboración son las situaciones problemáticas, concebidas desde una óptica más
amplia, sistémica.
Apoyo a la comunidad
Apoyo Interescuelas
Apoyo a la familia
Sin embargo, las experiencias más radicales y novedosas son aquellas en las que
tratan de involucrarse conjuntamente padres y profesores en la respuesta a la diversidad
y necesidades educativas de los alumnos. Un ejemplo muy interesante de este tipo fue
desarrollado en una escuela (hoy en día cerrada) en la que los padres (si bien la mayoría
de las participantes eran madres) se incorporaban al aula de apoyo, un día a la semana,
durante un mes y con sesiones de dos horas semanales. En el aula las madres, junto al
profesor de apoyo y un tutor (cada grupo era recibido durante un mes, rotando el
profesor tutor en función del grupo), realizaban actividades similares a las que sus hijos
desarrollaban en sus aulas, se les invitaba a vivir el ambiente normal del centro, a
contrastarlo con el de sus casas, y a discutir normas de clase, del centro, etc. De esta
manera se enriquecían mútuamente centro y padres en el conocimiento mutuo y en el
consenso de múltiples aspectos de la educación de los niños, actuando así como
auténtica comunidad educativa. Aunque esta experiencia se inició pensando
específicamente en los alumnos con necesidades educativas especiales del centro, su
impacto fue mucho mayor, al incorporarse finalmente a la misma la totalidad de
profesores y familias del centro (lógicamente estas últimas lo hacían a título individual),
y al asumirse finalmente la experiencia como Proyecto institucional. Una profesora
decía así durante la misma:
“Descubrí por qué María llega a veces triste por la mañana, por qué
Pedro está como ausente, descubrí a los alumnos como personas al conocer a
sus familias y sus circunstancias”.
Apoyo a profesores
Quizá sea este el nivel más emblemático y representativo del Apoyo curricular.
El Apoyo a los profesores ejemplifica en toda su extensión la dimensión institucional y
el carácter colaborativo, y centrado en las situaciones de diversidad (no en los alumnos)
que ha de darse al Apoyo. Existen también cada vez más ejemplos del Apoyo curricular
cuando se realiza entre profesores. Las experiencias y modelos de Apoyo entre
profesores (Daniels y Norwich, 1992); el Apoyo a colegas de Hanko (ya presentado en
el módulo 1); o el propio Apoyo interprofesional que nosotros desarrollaremos en la
unidad siguiente, son ejemplos cercanos de cómo pueden articularse en el seno de la
escuela experiencias y modelos de Apoyo, dirigidos a los propios profesionales de la
educación, articulados desde propuestas organizativas y metodológicas basadas en la
colaboración y tendentes a la mejora de la escuela como meta y fin último del Apoyo.
Al igual que con el Apoyo interescuelas, el apoyo a profesores será abordado en
mayor detalle en la próxima unidad, por lo que remitimos a la misma el tratamiento del
tema. Baste por ahora con el conocimiento de las notas fundamentales del mismo.
Apoyo al aula
EL CAMINO
Planificar pensando HACIA Utilizar los recursos
en todos los alumnos AULAS humanos
INCLUSIVAS
Oportunidad de Fomentar
nuevos aprendizajes pensamiento creativo
Planificar pensando en todos los alumnos (no en una mayoría que excluye a
determinados alumnos) El apoyo al aula desde la inclusión, plantea el reto de
encontrar la manera de conectar con la clase toda la clase (aunque sean 30 alumnos)
y a la vez personalizar la experiencia para cada uno de los alumnos3.
Analizar las causas de exclusión. Los procesos que conducen a la exclusión son en
gran medida muy sutiles, tienen que ver no sólo con lo que se hace en el aula, sino
con el curriculum oculto o con el curriculum ausente en el aula. La comunicación en
el aula (“qué extraño que hayas venido”), las normas existentes (“el que primero
acaba lee un cuento”), las rutinas (“los alumnos con problemas se quedan a la hora
del recreo”), la distribución del espacio (“los alumnos con más dificultad pegados a
la mesa del profesor”) aún pudiendo hacerse con el mejor de los propósitos
(piénsese que todos los ejemplos anteriores pudieran hacerse así) pueden conducir a
3
El mismo Ainscow ha proporcionado suficientes ejemplos de esta idea en muchos de sus trabajos. Uno
de ellos, de reciente publicación en español puede consultarse en Cuadernos de Pedagogía (2001), nº
307, pp 44-49.
la exclusión. Por tanto, cada aspecto de la vida del aula debe ser reconsiderado
analizando su impacto en la inclusión o exclusión de los alumnos.
Utilizar los recursos humanos para potenciar el aprendizaje. Si la clave del apoyo
no son los recursos especiales, habrá de trabajarse desde la propia situación
maximizando los recursos disponibles. En esta línea es en la que cobran sentido los
enfoques basados en la cooperación entre alumnos, los métodos que exploran
nuevas formas de organizar y agrupar a los alumnos en el aula como los métodos
cooperativos, los agrupamientos flexibles, etc.(que serán abordados en el módulo 4),
y todas aquellas experiencias y propuestas de apoyo entre alumnos en el aula4, etc.
4
El capítulo de “” en el libro de Staimback y Staimback (1998) Aulas inclusivas, revisa detenidamente las
posibilidades y modelos de apoyo entre alumnos.
específica y puntual sobre aspectos concretos. Por eso Wilson (1984), denomina
también a esta forma de concebir el Apoyo como "Apoyo Preventivo".
3.4.3. LIMITACIONES
El Apoyo curricular no es evidentemente una dirección fácil de seguir, aunque
ya decíamos que sí es una dirección efectiva y eficaz. Pero, enseguida se apela a su
carácter utópico o revolucionario y a las múltiples exigencias que hace a la escuela para
su desarrollo. Por eso, el intentar una mirada crítica sobre el mismo nos lleva a
plantearnos ante todo las dificultades y exigencias que conlleva. Vamos a verlas una a
una.
Exige asumir la propia responsabilidad profesional sobre el desarrollo de la
escuela. Nadie que quiera trabajar desde el marco del Apoyo curricular podrá hacerlo
desde una postura de separación o falta de implicación con la realidad y problemática
escolar. El Apoyo curricular exige en primer lugar la asunción y reconocimiento de cada
profesional sobre su participación en el proceso educativo.
Es un cambio lento y progresivo. Como todos los grandes cambios, el Apoyo
curricular exige tiempo y capacidad de asumir la lentitud de un proceso que tiene no
sólo implicaciones personales sino institucionales. El cambio que se propugna desde el
denominado Apoyo curricular debe contemplarse como proceso gradual incapaz de
instaurarse si no es a costa de su planificación como proceso que paulatina y
gradualmente ha de ir impactando distintos niveles y áreas escolares. Es así también,
porque el cambio que el Apoyo curricular demanda se vincula a la auto-revisión
institucional.
Exige planificar colaborativamente el cambio: Es evidente que nadie puede a
título individual desarrollar, ni siquiera planificar, un proceso de Apoyo curricular a la
escuela. El Apoyo curricular es una tarea colectiva, de grupo, que ha de plantearse como
dinámica colaborativa, desde una relación profesional de respeto a la diversidad y
calidad de la intervención de cada profesional en el ámbito escolar. Y evidentemente
esto exige tiempo, persistencia y resistencia a las dificultades de la colaboración.
Exige, por último, profundos cambios en la percepción del propio rol por parte
de los profesionales del Apoyo. El tránsito de los estilos organizativos y de intervención
basados en la asunción del conocimiento experto de los profesionales de la educación
especial a los modelos colaborativos supone la necesidad de los profesionales del
Apoyo de ponerse en contacto y conocer teorías hasta ahora circunscritas a otros
profesionales, así como colaborar con colegas "expertos" en esas teorías. De ahí que una
de las críticas más fuertemente acusada por los profesionales que se implican en el
Apoyo curricular sea que lleva a que uno se sienta inicialmente no formado, a colisiones
con los colegas, o a tener que reconstruir todo el espacio y percepción de la propia
intervención profesional.