Bible">
Nothing Special   »   [go: up one dir, main page]

Autoridad para Atar y Desatar

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 14

Autoridad para atar y desatar

30 JULIO, 2021  |  GERSON MOREY • PEPE MENDOZA • FABIO ROSSI

En Mateo 16 y 18 encontramos una afirmación interesante: “Lo que


ates en la tierra, será atado en los cielos; y lo que desates en la tierra,
será desatado en los cielos”. ¿Qué quiso decir Jesús con estas palabras?
En este episodio hablaremos con el pastor Gerson Morey acerca de:

 ¿Cómo debemos entender estos pasajes?


 ¿Porque la interpretación común sobre “atar y desatar” no tiene sentido a
la luz del contexto bíblico?
 ¿Cómo debemos interpretar pasajes como Hechos 3 y la autoridad para
“declarar”?
 ¿Cómo encontramos el balance para no irnos al otro extremo, donde
terminamos ignoramos que el pueblo de Dios sí tiene una autoridad
conferida por Dios para obrar en su nombre?
 En Juan 20:23 Jesús le da a sus discípulos autoridad para “otorgar o
retener el perdón de pecados”. ¿Cómo entendemos esa autoridad y cómo la
aplicamos en el día de hoy?

TRANSCRIPCIÓN

Pepe Mendoza: En Mateo 16 y 18 encontramos una afirmación


interesante: “Lo que ates en la tierra será atado en los cielos, y lo que
desates en la tierra será desatado en los cielos”. Nuevamente, a la luz de
esta conversación que estamos iniciando, ¿qué quiso decir Jesús con
estas palabras? ¿Cómo debemos entender esta autoridad conferida por
Jesús a su Iglesia? Y lo más importante, quizás y lo más interesante es,
¿cómo se manifiesta esta autoridad espiritual en la vida del creyente?

00:00:57
Fabio Rossi: De eso hablaremos hoy con nuestro invitado especial, el
pastor Gerson Morey. Textos fuera de contexto, un podcast de Coalición
por el Evangelio donde hablaremos sobre temas difíciles de la Biblia, el
ministerio y la vida cristiana, que con frecuencia requieren de una
mayor profundidad. Hola a todos, qué gusto saludarlos. Bienvenidos a
un nuevo episodio de Textos fuera de Contexto. Estamos muy
emocionados. Yo sé que está más contento hoy de lo normal porque
tenemos a un invitado especial. ¿Cómo estás, Pepe?

00:01:39
Pepe Mendoza: Un saludo especial, mi querido Fabio, y realmente estoy
emocionado porque aquí estoy con mi compatriota Gerson Morey. Yo
creo que no habíamos tenido la oportunidad de cruzarnos, pero sí, el
espíritu peruano nos nos une y por eso Gerson, después de tu saludo
yo te voy a lanzar la primera pregunta, porque la primera pregunta es
importante: ¿ceviche o lomo saltado?
00:02:08
Gerson Morey: Ceviche, Pepe. Aunque si pudiera ser ceviche para
empezar y lomo saltado como un segundo plato, estaría bien también.
Pero si me das a escoger, sería ceviche. Un gozo compartir con ustedes,
mis hermanos. Gracias por la por la invitación y espero que sea un
tiempo provechoso para todos nosotros.

00:02:33
Fabio Rossi: Gracias, pastor Gerson, por acompañarnos hoy. Estamos
muy contentos de tenerle y quisiera siempre comenzamos este espacio
hablando un poquito con nuestros invitados, conociéndonos un poquito
más. Otra faceta de ustedes, además de la que leemos, además de la
persona que vemos en el púlpito predicando. Y hoy quería yo
preguntarle, pastor, ¿cómo llegó usted al evangelio? ¿De dónde le
rescató el Señor? Y cuéntenos un poquito acerca de su trasfondo y su
recorrido también teológico hasta el día de hoy.

00:03:05
Gerson Morey: Sí, yo me crié en una familia católica, en una escuela
católica también. Nosotros nos mudamos de Perú aquí a Estados
Unidos el año 93. Y el año 99, ya estando con mi esposa, visitábamos
un grupo de hogar y en el año 99 el Señor nos salvó a ambos. El Señor
trajo conciencia de mi pecado y nos salvó para esa época. De ahí nos
mudamos para aquí al sur de la Florida el año 99. Me convertí siendo y
comencé a congregarme mientras estaba en la ciudad de Nueva York,
en una iglesia de la prosperidad.

Cuando llegué aquí a la Florida, también nos unimos a una iglesia de


la de la prosperidad. Era todo lo que nosotros este conocíamos. Trabajé
en esta iglesia de la que fuimos parte casi unos unos 12–13 años.
Trabajé casi siete años. Pero después de un tiempo leyendo unos
cuantos textos, Dios comenzó a inquietarme. Dios comenzó a
inquietarme respecto a algunas convicciones que yo había, no
solamente atesorado sino también hasta enseñado y demás. Y fue una
época de revisión, de revisión de muchas de estas cosas y un tiempo de
confrontación también.

Y llegó el momento donde este y doy gracias a Dios por los autores
que leí y que de alguna manera abrieron mis ojos a algo que era tan
precioso que no lo había visto, y que es el evangelio de nuestro Señor
Jesucristo. Eso de alguna manera puso un peso, una carga, una
inquietud, una insatisfacción en un sentido por el lugar donde estaba,
por las creencias y este evangelio que no solamente no es el evangelio
bíblico, sino también es un evangelio muy dañino, muy nocivo.

Y finalmente terminé saliendo, terminé abandonando el evangelio de


la prosperidad y se abrió todo un mundo para mí. El ver que lo más
precioso que Dios tiene para darnos no es un bien material, terrenal,
físico, sino es su Hijo Jesucristo. Y el resto es historia.

00:06:26
Pepe Mendoza: Gracias Gerson, por lo que nos has mencionado y ahora
quisiéramos entrar directamente a nuestra conversación. Justamente a
esto que tiene que ver con con esta popularidad que existen con las
iglesias de la prosperidad. Y cuando nosotros leemos, por
ejemplo, Mateo 16:19, cuando le pregunta a sus discípulos: ¿Quiénes
dicen la gente que soy yo? Y cuando Pedro responde: “Tú eres el Cristo,
el Hijo del Dios viviente”. Él le dice, no cierto, luego de que afirma que
las puertas del Hades no prevalecerán contra la iglesia, él le dice: “Yo te
daré las llaves del reino de los cielos.

Y lo que ates en la tierra, será atado en los cielos. Y lo que desates


en la tierra será desatado en los cielos”. Mucho se habla de esta
autoridad de atar y desatar, de atar a los demonios, de desatar
bendiciones y prosperidad. Pero yo te pregunto, ¿cómo es que debemos
entender correctamente este pasaje?

00:07:27
Gerson Morey: Yo creo, Pepe, que hoy hay dos cosas que uno pudiera
hacer para llegar al punto que es esto de atar y desatar. Y yo yo lo haría
así. Primero, mirar el marco en que las palabras fueron dichas,
¿verdad? Número uno. Y después, mirar cómo Jesús ha hablado de esto
en en otras circunstancias. Entonces, traer un poquito de luz, cómo es
que Jesús ha utilizado esta forma de hablar, estas expresiones. Eso es
lo primero.

Lo que tú acabas de leer. ¿Verdad? Las circunstancias en que estas


palabras fueron dichas fue este intercambio de palabras de Jesús y
Pedro. Cuando él pregunta a este: ¿Quiénes dicen los hombres que soy?
Pedro le responde: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. ¿Verdad?
Este, “Bienaventurado porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi
Padre que está en los cielos”. Y él dice, entonces: “Tú eres Pedro, y sobre
esta roca edificaré mi Iglesia”. Sobre esta declaración, sobre esta
realidad de que Jesucristo de Nazaret es el Cristo prometido, es el Hijo
de Dios.

Sobre esa realidad, la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo será


edificada. Inmediatamente después Él dice esto: “Y a ti te daré las llaves
del reino. Y todo lo que tú atares será atado en los cielos, y lo que
desatares será desatado en los cielos”. Primero, es esta idea, ¿no? Sobre
el fundamento, sobre la realidad que ha confesado Pedro, es donde la
Iglesia se va a edificar, sobre esta verdad. Es lo que Jesús está diciendo.
Ahora, cuando uno mira, Pepe y Fabio, cómo es que Jesús ha usado
esta forma de hablar, estas expresiones, te pueden traer luz. Porque él,
por ejemplo, en Lucas 11:52 él está acusando a los intérpretes de la ley,
y él les dice a ellos: “Ay de vosotros, intérpretes, escribas, porque habéis
quitado la llave de la ciencia”. Otra versión dice “la llave del
conocimiento”. Y les dice: “Vosotros mismos no entrasteis. Y a los que
estaban entrando se los impediste”. Hay algo de esto, está hablando de
“llave del conocimiento” y dice “Vosotros mismos no entrasteis, y a los
que estaban entrando se lo impediste”. En el mismo libro de Mateo, en
el 23, cuando se está dirigiendo ya esté en palabras más y más fuertes.

“Ay de vosotros”, ¿verdad? “Escribas y fariseos, hipócritas”, les dice. Y


les dice algo similar: “Porque cerráis el reino de los cielos delante de los
hombres”. Y dice: “No entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están
entrando”. Parece el mismo escenario, la misma idea. Pero. Pero esto
sugiere, cuando Jesús habla de “entrar” y “llaves”, esto sugiere que es
una metáfora de autoridad. En un sentido es la autoridad de dejar
pasar o abrir el paso. Eso es lo que uno lee.

O sea, es evidente que esto es lo que Jesús está diciendo. Para Jesús
estos líderes, por medio de lo que ellos enseñan, eran como por decir
“los porteros”, ¿verdad? Los que tenían la autoridad para dejar pasar a
unos y prohibir la la entrada a otros. ¿Verdad? Entonces, con esas dos
ideas de que Jesucristo de Nazaret, siendo el Cristo el Hijo de Dios,
como el fundamento sobre el cual la iglesia descansa sobre esta
proclamación que nosotros hacemos acerca de Cristo, y tomando en
cuenta que esto de las las llaves eran una un sinónimo de autoridad,
uno deduce y y aplica esto y uno llega a la conclusión de que estas
llaves que de por sí en el uso común son lo que abre y cierra.

Es una referencia a la autoridad que la Iglesia tiene para que por


medio de este anuncio de que Jesús es el Cristo, como el anuncio de el
Hijo de Dios por medio de la proclamación del Evangelio. Es la que
primeramente abre las puertas del Reino de los Cielos a los hombres.
Ahora, esta autoridad incluye, Él ha dicho, cerrar, abrir, atar, desatar,
como uno entiende eso y y lo lógico es que ante la proclamación del
Evangelio, ante la proclamación de la persona de Jesús como el Cristo,
el Hijo de Dios, van a haber dos reacciones, dos tipos de respuestas.

Una será de arrepentimiento y la otra será de arrogancia y


resistencia. A unos, les anuncia que han sido recibidos y que entran. Y
a otros se les anuncia que están bajo juicio y que no entrarán. El atar y
desatar es una descripción del uso de esta autoridad. Estas de estas
llaves. El atar y desatar es, en un sentido, lo que hace la Iglesia en
respuesta a la respuesta de los hombres. Ahora el texto, Jesús dice: “Lo
que ustedes ataren en el cielo”, o más bien, “lo que ataren en la tierra,
será atado en los cielos, y lo que desatares en la tierra será desatado”.

Eso de alguna manera es cuando la iglesia le anuncia al pecador


arrepentido que ya es perdonado y que es recibido, y que ahora, por
decirlo, entra, ya es parte del Reino de los Cielos. El Reino, el cielo lo
desata. O para decirlo de otra manera, Dios aprueba el veredicto. Dios
le da el permiso para entrar. O cuando la Iglesia anuncia al pecador no
arrepentido, ¿verdad? Porque esa es la otra respuesta. La otra reacción,
que no será perdonado, que no será recibido, que no entrará.

Entonces el cielo también en un sentido lo ata. Dios aprueba de la


misma manera ese veredicto, y y de alguna manera prohíbe el ingreso.
Hay como una armonía entre lo que la Iglesia decide y lo que el cielo
decide. La Iglesia y el cielo, la Iglesia y Dios obran juntas, por decirlo de
una manera, en esta tarea, en esta labor de aprobar y desaprobar.

Yo lo diría, para resumir esto, esto de “atar y desatar”, “la llave del
reino” es una referencia a la autoridad que tiene la Iglesia en el
cumplimiento de su responsabilidad de anunciar el Evangelio, de abrir
y cerrar el paso, o prohibir o permitir la entrada al Reino de los Cielos,
en conformidad a la respuesta, a la respuesta de los hombres. El cielo,
Dios, aprueba el veredicto, aprueba la decisión de la Iglesia.

Están en consonancia con lo que el cielo aprueba, cuando la Iglesia le


anuncia al pecador que se ha arrepentido, que puede entrar, que es
parte ahora del reino del Reino de los Cielos. Esa sería la explicación,
digamos, del sentido de las palabras de nuestro Señor Jesucristo.

00:15:47
Fabio Rossi: Sabiendo digamos en esto, como usted nos lo ha
explicado, que este pasaje dentro de su contexto debe ser interpretado
de otra manera, muy diferente a la que nosotros encontramos allí
afuera. Porque muchas veces estos pasajes se usan para hacer alusión
a nuestra autoridad como cristianos, para atar a Satanás, para atar a
los demonios, las huestes de maldad, o para desatar las bendiciones y
la prosperidad y la salud en todo ese contexto.

Usted nos explica cómo es que debemos acercarnos a este pasaje y


entenderlo más como en un contexto de, digamos, como de eclesiología,
como del lugar que tiene la Iglesia y de este lado es como de una guerra
espiritual, ¿no? Por qué no tiene sentido que nosotros interpretemos
este atar y desatar con referencia a Satanás, los demonios y las
bendiciones. Qué le diría usted a alguien que dice: “Bueno, es que sí se
refiere a atar y desatar” ¿Por qué eso no tendría sentido a la luz del
contexto bíblico?

00:16:55
Gerson Morey: Bueno, primero porque el pasaje no es un pasaje de
guerra espiritual. En un sentido, ese pasaje en Mateo 16 ni siquiera es
un pasaje de oración como tal. A Jesús le está dando en la persona de
Pedro, que está representando a la Iglesia, está esta responsabilidad a
este deber de proclamar el evangelio. Lo segundo, es que este puede ser
que… Hay un pasaje en Lucas donde donde Jesús explica a los fariseos,
porque lo acusan y le dicen “Tú por el príncipe de los demonios haces
estos milagros”. Jesús utiliza la idea de no tiene que venir alguien más
fuerte para para atarlo, tratando de explicar: Ey, si yo fuese de alguna
manera del diablo, yo no estaría haciendo esto.

Y sí, hay veces esa idea de “atando al hombre fuerte”. Queremos


apropiarnos de eso. Pero en realidad Jesús estaba hablando de él
mismo. El cristiano no tiene ni el llamado ni el poder para atar al
diablo. Esa obra la hizo Jesús en la cruz del Calvario. Él despojó, dice el
libro de Colosenses, a los principados, a las potestades, triunfando
sobre ellos en la cruz del calvario. Si hay alguien que tiene el poder para
atar al diablo, es Cristo. Y Cristo ya lo ha hecho, ¿verdad?

No es ni el poder del cristiano para hacer eso. No es un poder


intrínseco en nosotros, y tampoco es el llamado que nosotros de alguna
manera tenemos. Eso lo hizo nuestro Señor Jesucristo, y el texto como
tal, Mateo 16 no es un texto de guerra espiritual, no es un texto de
oración, no es una invitación a orar y atar al diablo o a sus demonios.

00:19:27
Pepe Mendoza: Esto es algo que nosotros requerimos entender
nuevamente, porque quizás usando la misma ilustración que tú has
mencionado, la metáfora bíblica, esta llave no es una llave maestra, es
una llave que se sujeta a una cerradura y la cerradura es Cristo, la
Piedra Angular.

O sea, es una llave que no abre cualquier cosa, que no abre


bendiciones, que no abre prosperidad, que no abre casas, que no abre
mis sueños. Sino que es la llave entregada por el mismo Señor en
confirmación de la verdad del Evangelio, de la de la razón de ser de
Cristo Jesús, quien es la Cabeza, Señor, ¿no cierto? Y piedra angular de
la Iglesia que por su obra nosotros seremos redimidos. A veces existe
también una devaluación de la salvación, ¿no? Una exaltación de la
vida terrestre y de la prosperidad, que esto significa caminar con el
Señor. ¿No es cierto? Esa es la idea.

Pero yo quisiera preguntarte también porque juntamente con este


pasaje hay otros pasajes. Por ejemplo, Hechos 3, cuando Pedro le dice al
paralítico: “Ni plata ni oro tengo, pero lo que tengo, te doy”. Y esa es
otra declaración poderosa de algo que “yo tengo”, ¿cierto? “En el nombre
de Jesús”. Esta fe poderosa, esta fe casi personal. ¿Cómo entendemos
también este pasaje?

Porque también se usa mucho para declarar, ¿no cierto? No


solamente para desatar, sino que ahora vamos a otra palabra muy
popular que es esta palabra “declarar”. Y que a muchos se nos acusan
que no estamos en esos movimientos, de que nosotros no tenemos la fe
de Pedro o de Hechos 3, o sea, no tengo ni plata ni oro, pero “declaro”,
¿no es cierto? Yo te lo nombro por fe, que yo soy capaz de hacer esto o
lo otro. ¿Cómo entendemos las declaraciones?

00:21:16
Gerson Morey: Yo creo que lo primero es recordar que cuando leemos,
por ejemplo, los evangelios y el libro de los Hechos, por poner un
ejemplo, hay una distinción entre leer e identificar los pasajes que son
prescriptivo para nosotros o los pasajes descriptivos.

El libro de Hechos es una historia. Nos está describiendo lo que


estaba pasando. En este caso, el texto que tú mencionas Hechos 3, nos
describe cómo Pedro actuó y reaccionó en un momento en particular.
No todo lo que vemos en el libro de los Hechos es un mandato para la
Iglesia. Por ejemplo, Pedro le dijo: “Tu dinero perezca”. Y Pedro se
acuerdan cuando Ananías y Safira mienten lo que habían dado.

Nosotros no podemos mirar esos relatos como un mandato para


nosotros, una prescripción para nosotros. Estamos mirando a estos
hombres, a Pedro, por ejemplo, ejerciendo una autoridad delegada. Es
evidente. Pero estamos viendo una etapa en la historia de la redención
que fue única, que fue única, donde hubo una concentración de
milagros que no ha habido en otro tiempo en la historia de la redención,
a excepción del tiempo de Éxodo.

Y ambas coinciden con que en ese tiempo Dios estaba legando Su


Palabra, estaba de alguna manera legitimando a sus representantes que
estaban hablando y enseñando en nombre de Dios. En ese tiempo
Moisés, trayendo la ley de Dios, y en este tiempo los apóstoles y los y los
profetas. Lo que también vemos en la Escritura es, por ejemplo, cuando
la iglesia fue amenazada esto en Hechos capítulo 4, capítulo 5. La
manera como ellos oraron no fue declarando. La manera como ellos
oraron fue: “Oh Soberano Señor, te pedimos nos concedas esto”.

El apóstol Pablo en el libro de Filipenses: “Por nada estéis afanosos,


sino sean conocidas vuestras peticiones en toda oración y ruego, y
acción de gracias”. En otras palabras, no vemos en la Escritura un
mandato a nosotros “decretar” o “declarar” algo para que sea. Lo que
vemos es un mandato y un ejemplo de orar, de pedir, de rogar. “Señor,
te pedimos esto”; “Señor, te rogamos esto, concédenos esto”. “Abre estas
puertas”. “Concédenos este trabajo”. “Concédenos la sanidad de mi hijo
o de mi hija, de mí, de mi esposa”. Eso es. “Pedid y se os dará”, dice
Jesús. Mateo capítulo 7, “Tocad y se os abrirá. Buscad y os hallaréis”.

Lo que nosotros vemos son estrictos, directos mandatos para orar y


pedir, y vemos modelos de cómo los discípulos oraban como tal. Y ahí
estaba Pedro, ofreciéndole lo que él tenía, al Cristo Jesús, al Hijo de
Dios, que tenía el poder para sanarlo, que tenía el poder para sanarlo. Y
ese hombre se levantó, pero eso no se constituye para nosotros en una
prescripción. Al fin y al cabo, ese ese pasaje tampoco se pudiera utilizar
como un ejemplo de que él decretó, porque él no decretó. Lo que él le
dijo fue: “Lo que tengo te doy. En el nombre de Jesús, levántate y anda”.
Pedro, Juan, Jacobo, estos hombres vivieron una etapa en la historia de
la redención que ha sido irrepetible.

Y esto, sea una persona que esté del lado del cesacionismo, de la
discusión de los dones o del lado del continuismo, ambos
campamentos, si se quiere, ambos lados están de acuerdo en una cosa
de que no ha habido un tiempo que tuvo tanta concentración de
milagros como el tiempo de los apóstoles y el tiempo de Jesús. Entonces
leemos eso como una descripción. Qué era lo que Dios estaba haciendo
con su iglesia, por medio de su iglesia. Y tenía un propósito. Y el
propósito era legitimar a estos hombres para lo que ellos iban a escribir
después y lo que ellos iban a enseñar después en nombre de nuestro
Señor Jesucristo.

00:27:02
Fabio Rossi: Al inicio hablábamos, y usted nos explicaba un poquito
acerca de la autoridad que tiene la Iglesia, y es una autoridad que Dios
le ha conferido a la iglesia. No es una autoridad que reside, digamos, o
que nace del corazón de la Iglesia o del hombre, pero es algo que el
Señor le ha concedido, que es especial.

Y también a la luz de la Palabra, nosotros vemos, por ejemplo,


estaba leyendo Mateo 10:8, cuando Jesús envía a los doce, y dentro de
ese envío y recomendaciones e instrucciones que Él le da, le dice:
“Sanen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, expulsen
demonios”, como de alguna manera también confiriéndoles una
autoridad para realizar ciertas obras en el nombre de Dios.

Y lo que vemos nosotros cuando nos acercamos a estos temas


complejos, a veces son abusos y abusos basados en una mala
interpretación de las Escrituras. Sin embargo, a la luz de las Escrituras
también vemos que el Señor de alguna forma sí ha conferido una
autoridad a la iglesia. Ahora, mi pregunta es cómo mantenemos ese
balance saludable de una buena interpretación de lo que es
verdaderamente ejercer la autoridad que el Señor nos ha dado como
iglesia.

Cuándo se cruza esa línea hacia algo que no es lo que el Señor


quería, que no es la autoridad o no es a lo que el Señor se refería. Pero
cuándo sí es esa autoridad, como Él envía a sus discípulos y les dice:
“Bueno, ustedes tienen la autoridad para hacer esto”. O como decía
Pepe a un Pedro diciendo: “No tengo oro o plata por lo que tengo, te
doy”, y obra con autoridad de parte del Señor. Entonces, cómo
manejamos ese balance para no irnos al otro extremo, en donde
también ignoramos que el pueblo de Dios tiene una autoridad conferida
por Dios para obrar en su nombre cuando Él así lo quiere.

00:29:05
Gerson Morey: Yo diría dos, tres cosas, Fabio. Lo primero es abundar
un poquito en lo que mencionaba hace un momento. Entender que el
tiempo de los apóstoles fue único. Y quiero citar un pasaje en Hebreos.
El autor dice en el capítulo 2, dice que “Dios testificando juntamente
con ellos”, o sea, hablando de los apóstoles y demás, “con señales y
prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo, según
su voluntad”.

Esto es, Hebreos 2:3–4, “testificando Dios juntamente con ellos, con


señales y prodigios, y diversos milagros y repartimiento del Espíritu
Santo, según su voluntad”. En un sentido, los milagros que ellos
hicieron y la clase de milagros y la concentración de milagros que ellos
experimentaron tenía una función, tenía un propósito. En un sentido
primario, eso se cumplió para Dios autenticar, si se quiere, legitimar o
respaldar que lo que ellos estaban diciendo venía de parte de Dios.

Por eso hoy día nosotros tenemos el Nuevo Testamento. Lo segundo


que yo diría es que es un poder, pero no es un poder absoluto, no es un
poder soberano en el sentido de que yo dispongo si sano o no sano.
Aunque tengamos la autoridad y el poder de parte de Dios delegado, es
una autoridad, un poder delegados. Dios sigue siendo soberano en
cómo opera y cómo responde a nuestra oración.

Dios es quien determina en qué momento se sana una persona. Dios


es quien determina si va a responder la oración acerca de un milagro,
sanidad o lo que vaya hacer. Y lo tercero que yo diría, vamos a poner un
ejemplo. Si uno mira el momento en que Pablo le dice a Timoteo: “toma
un poco de vino por tus frecuentes enfermedades”. Uno se pudiera
preguntar ¿y por qué él no mandó a orar a otros que estaban cerca de
él, o por qué él no oraba por Timoteo?

Parece que el poder que tenía Pablo para orar por sanidad no era un
poder absoluto. No era un poder soberano necesariamente. Ese poder,
esa autoridad todavía estaba bajo la autoridad, bajo la providencia, bajo
la soberanía de Dios quien decidía cómo y cuándo sanaba a una
persona. Lo tercero que yo diría es que esto, como como ha sido
presentado en muchos sectores de la Iglesia. ¿Verdad? Hay un conocido
pseudo apóstol que dice que una presentación del Evangelio sin
milagros es ilegítima, dice.

No es legítimo predicar el evangelio sin milagros. Porque en los


milagros está el poder y demás. Bueno, eso no se corresponde en la
Escritura. Pablo decía: “No me avergüenzo del evangelio, porque el
Evangelio es poder de Dios para para salvación”. Habiendo dicho todo
eso, la Iglesia sí tiene. Cuando nosotros vamos y oramos por un
enfermo, estamos haciendo uso de esa misma autoridad, de ese mismo
poder. Cuando nosotros vamos y alguien nos pide oración, o cuando
estamos en la casa de alguien, o cuando estamos en la iglesia orando,
nosotros estamos ejerciendo en un sentido, de un modo secundario,
¿verdad? Porque el modo primario fueron los apóstoles. De un modo
secundario estamos ejerciendo esa autoridad, entendiendo que al final
es Dios quien decide cómo y cuándo sanar a una persona. Yo lo
entendería así, Fabio y Pepe.

00:33:51
Pepe Mendoza: Siempre es importante poder entender el contexto
particular de cada texto bíblico que nosotros usamos, porque a veces yo
creo que el gran peligro es usar esas píldoras, ¿no? esas píldoras
poderosas de estas frases. Y te agradecemos mucho porque nos ilustras
no solamente en el sentido de responder de manera particular las
preguntas que te estamos haciendo, sino también porque nos enseñas
alrededor del contexto.

Y creo que el contexto no es solamente las palabras anteriores y


posteriores, sino también el contexto bíblico. Y encontrar un Pablo
poderoso, pero al mismo tiempo diciendo toma vino por tus
enfermedades y reconocer que no está levantando una oración poderosa
para sanar el estómago de su discípulo que era tan útil.

Y poder también entender esto de que la soberanía le pertenece al


Señor y no a nosotros. Nosotros somos siervos y por eso Pedro mismo
en el contexto de Hechos 3, le responde, ¿no cierto?, cuando es
cuestionado por esta sanidad: “Ustedes piensan que por mi poder o
piedad he hecho esto y esto no ha sido así. Esto ha sido por Jesucristo”.
Y la declaración de su soberanía y su señorío es fundamental. Pero
ahora, Gerson, ya que estamos avanzando, y el tiempo siempre nos
juega en contra, nosotros tenemos una sección que denominamos: La
Patada Voladora.

La patada voladora tiene que ver con justamente llevarte un poquito


al rincón con un pasaje que también aparece en la Escritura y que
seguramente nos vas a ayudar a interpretarle. Pero en Juan
20:23 Jesús le da a sus discípulos autoridad para otorgar o retener el
perdón de pecados. ¿Cómo entendemos esa autoridad y cómo la
aplicamos en el día de hoy?

Definitivamente, en los movimientos contemporáneos que vemos de


declaraciones, de atar y desatar, poco se habla de la realidad del perdón
de pecados. Pero quisiéramos también entender la connotación de lo
que significa el retener los pecados o poder perdonar los pecados,
porque tú ya lo explicaste bien al inicio, pero quisiéramos que redundó
es un poquito más en el significado de este pasaje.
00:36:04
Gerson Morey: Pues yo diría, para Pepe, para despejar el camino, uno
puede citar Lucas 5 para evitar una errónea conclusión. Lucas 5 dice
que sólo Dios perdona pecados. ¿Verdad? Entonces, con eso yo voy a
este pasaje, y yo digo: Esto no quiere decir que la iglesia perdona
pecados. ¿Verdad? Eso primero. Lo segundo es que la predicación, el
contenido de la predicación de la Iglesia, por mandato de Jesús –y
después vemos como como cumplen los discípulos esto– era que se
predicara el arrepentimiento para el perdón de los pecados a todas las
naciones (Lucas 24:47).

Jesús dice: “y que en su nombre se predicara el arrepentimiento


para el perdón de los pecados de todas las naciones”. Ahora nosotros
vemos este este cumplimiento con Pedro, que fue en un sentido el que
empezó. Ahí estaría, pues, ¿no? el cumplimiento primario de las llaves
del reino en Pedro. Pero por extensión a la Iglesia, porque Pedro fue el
quien predicó al mundo judío y el que predicó al mundo gentil, ¿verdad?
Hechos 2 y Hechos 10.

Ahora la manera como Pedro predicaba o los discípulos predicaban,


era apuntando al perdón de los pecados. Decía Hechos 2:38,
“Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de
Jesucristo para perdón de pecados”. En Hechos 3:19, en el contexto que
tú mencionaste en la sanidad del hombre fuera del templo, él también
le dice lo mismo: “Arrepentíos y convertíos, para que sean borrados
vuestros pecados”. Y lo mismo cuando él está con Cornelio, en la casa
de Cornelio, anunciando.

Pablo cuando él predicaba, en Efesios 1:7 dice: “En él tenemos


redención por su sangre, el perdón de los pecados”. ¿Verdad? En este
pasaje en particular, lo que se está haciendo referencia es que la Iglesia,
la iglesia de Jesucristo, es la que encarna, la que expresa o representan
la realidad del Reino de los Cielos. Y en ese rol la Iglesia no sólo
proclama el mensaje de Cristo, el Hijo del Dios viviente, la Iglesia no
sólo proclama el mensaje del Evangelio –a Cristo como éste Señor y
Salvador–, sino también que anuncia y le declara a los hombres cuando
sus pecados han sido perdonados.

Ahora, nosotros no somos los que pensamos el perdón, pero somos


los que anunciamos el perdón. Nosotros no tenemos la autoridad para
perdonar los pecados de los hombres, sino que cuando ellos se
arrepienten, anunciamos que el perdón se ha dado, se ha conferido,
¿verdad? Y esto, dependiendo a la respuesta de los hombres. A quien se
arrepiente, Dios lo perdona. Eso es cierto.

Y nosotros somos los que remitimos o anunciamos que ese pecador


ha sido perdonado. A quien no se arrepiente, Dios no lo perdona. Y
nosotros, la Iglesia, somos los que anunciamos o declaramos que ese
pecador no ha sido perdonado. No es una autoridad para perdonar, es
más bien un una autoridad para declarar lo que ya es una realidad.
Aquel que se arrepiente, recibe el perdón. Aquel que no se arrepiente,
no recibe el perdón. En ese sentido, es la explicación de cuando
nosotros remitimos y otorgamos pecados, mi hermano.

00:40:15
Pepe Mendoza: Gerson, te agradecemos mucho por esta claridad en
cuanto a la exegesis, porque tenemos que llamarlo así. Porque no
solamente se trata de explicar el pasaje, sino mostrarnos a la luz del
contexto general de la Escritura. Pero yo quisiera hacerle una pregunta
sensible.

Muchas veces se nos cataloga, a nuestro lado del espectro evangélico,


de débiles o de pusilánimes, o de carentes de fe, que estamos más por
la letra que por el Espíritu. Sin embargo, yo considero que lo que tú has
estado diciéndonos es que básicamente nos sostenemos en la soberanía
de Dios. Pero, cómo podemos realmente descubrir que estamos
caminando en el poder de Dios, que realmente estamos gozando de esta
vida fructífera y poderosa que el Señor nos ha otorgado a la luz de todo
lo que nos has explicado.

Vivimos bombardeados por estas declaraciones y estos artículos “ata


y desata” y tú no crees realmente, y tú deberías este realmente declarar
por fin, ¿no es cierto? el éxito financiero, el éxito en tu trabajo. Y
muchos de cristiano se sienten opacados por esta realidad y se sienten
como débiles en su fe. Pero en dónde radica la fortaleza, entonces, de
nuestra fe y de nuestra convicción cristiana, entendiéndolo desde la
realidad de la Escritura. Yo quisiera que cierres con esa idea.

00:41:40
Gerson Morey: Sí. Yo creo que parte, Fabio y Pepe, de una conciencia de
qué es lo que, o cuál es la agenda de Dios para con nosotros. Y
Romanos, Efesios nos dicen –dice el apóstol Pablo en Efesios– “Bendito
sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con
toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos
escogió en él antes de la fundación del mundo”.

Y él dice algo: “para que fuésemos hechos santos y sin mancha


delante de él”. El mismo texto o el mismo concepto, lo dice Romanos 8,
cuando él dice que “él nos conoció para que fuésemos hechos conforme
a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos
hermanos”. ¿Qué es lo que Dios tiene entre ceja y ceja con un pecador
redimido como Gerson? ¿Qué es lo que Dios tiene como entre ceja y ceja
con un creyente como Fabio y como Pepe?

Su meta es hacerlo más como Cristo. Su meta es hacerlo más a la


imagen de nuestro Señor Jesucristo. El poder de Dios es el evangelio,
no sólo para salvar a un pecador el día que se convierte, sino para
sostenerlo y transformarlo a la imagen de nuestro Señor Jesucristo. La
gloriosa obra de salvación incluye la santificación, el hacernos más
como Cristo.

Y ahí está la evidencia del poder de Dios en una vida transformada;


en el hombre que se caracterizaba por su egoísmo y ahora se ha
convertido mientras entiende y abraza el evangelio, se ha convertido en
un hombre generoso. El hombre que se ha caracterizado por su ira,
ahora abraza el evangelio cada día y ahora se caracteriza por la
mansedumbre.

El hombre que se caracteriza por el orgullo, la altivez, la arrogancia,


la vanidad. Ahora se caracteriza por ser un hombre sencillo, modesto,
humilde. Es el poder del Evangelio que ha transformado a un pecador.
Ahora, lo ha hecho como Cristo, ¿para qué? Para que podamos disfrutar
cada día más a Dios. Es el Santo que disfruta, discierne y se deleita
más en la realidad de este Dios y en la comunión con Dios.

Yo creo esto, Pepe, si nosotros presentamos a Cristo y al Evangelio y


a la cruz del Calvario, como los medios para obtener todas estas cosas,
estamos insultando la cruz y estamos menospreciando a nuestro Señor
y Salvador. Él no es un medio para la vida feliz. Él es la vida feliz. Él
debe ser presentado como la máxima aspiración, como la meta para
nosotros su pueblo. Nuestra meta debería ser no tener abundancia
monetaria.

La Biblia dice “gran ganancia es la piedad acompañada del


contentamiento, porque sin duda nada hemos traído, nada vamos a
llevar”. La meta del cristiano no tiene que ver con estar con estas cosas.
La meta del cristiano es confiar más en su Señor, encontrar más paz en
Él, seguirlo, honrarlo, amarlo, glorificarlo, parecerse más a Él. Esa es la
meta y el poder del Evangelio es lo que nos ayuda a eso.

00:45:59
Fabio Rossi: Que buen episodio tuvimos hoy con el pastor Gerson,
Pepe. Fue realmente enriquecedor poder observar detenidamente ese
abismo que hay en la interpretación que muchas veces escuchamos allá
afuera acerca de lo que significa atar y desatar, y lo que realmente la
Biblia enseña.

Así que estamos contentos de que nos hayas acompañado en este


episodio de hoy de Textos fuera de Contexto. Siempre te invitamos a que
nos escuches y nos sintonizas desde nuestro canal de YouTube en
donde tenemos este episodio o desde tu plataforma de podcast favorita.
Síguenos también en las redes sociales. Comparte este contenido con
aquellos que tu sabes que va a ser de bendición, y desde ya les
invitamos a estar atentos al próximo mes, con un nuevo invitado y
nuevos temas aquí en Textos fuera de Contexto.

Gerson Morey es miembro del concilio de Coalición por el Evangelio. Actualmente sirve
como pastor en la Iglesia Día de Adoración en la ciudad de Davie, al Sur de la Florida.
Es autor del blog: El Teclado de Gerson. Está casado con Aidee y tienen tres hijos:
Christopher, Denilson y Johanan. Es el autor de La humildad: El llamado a vivir vidas
de bajo perfil.

José «Pepe» Mendoza sirve como Asesor Editorial en Coalición por el Evangelio. Sirvió


como pastor asociado en la Iglesia Bautista Internacional, en República Dominicana, y
actualmente vive en Lima, Perú. Es profesor en el Instituto Integridad & Sabiduría,
colabora con el programa hispano del Southern Baptist Theological Seminary, y también
trabaja como editor de libros y recursos cristianos. Está casado con Erika y tienen una
hija, Adriana. Puedes seguirlo en Twitter.

Fabio Rossi es el Director Ejecutivo de Coalición por el Evangelio, el ala hispana


de TGC. También sirve como Coordinador de Operaciones Internacionales, apoyando a
los líderes de las diferentes Coaliciones alrededor del mundo. Fabio vive en Santo
Domingo (República Dominicana) con su esposa, Carol, y sus dos hijos.

También podría gustarte