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Bernal Lavesa - Medea en La Tragedia de Séneca RESUMEN

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Bernal Lavesa - Medea en la tragedia

de Séneca
1 - En la antigüedad el género dramático posibilitaba el cumplimiento de las siguientes
funciones: comunicar, convencer, deleitar o conmover a un público; además de otras
funciones que pueden ir de lo lúdico a lo ideológico. Todas con mayor fuerza e inmediatez que
otros géneros literarios puesto que la impresión causada en la mente del receptor por la visión
directa de hechos y sentimientos encamados era sin duda más fuerte y permanente que la
derivada de la lectura de un texto; además de alcanzar un sector más amplio de la población
que no leía. 

 Hay quienes dudaron de la efectiva representación de las obras de Séneca,


sosteniendo que podían ser recitadas antes de representadas. Sin embargo, 
recientemente se afirma lo contrario. Séneca habría compuesto si no todas, al menos
algunas de sus tragedias, pensando en su posible representación. Esto se ve en
determinados segmentos textuales que aportan indicaciones del movimiento escénico,
en Medea, por ej. 

 La contemplación de escenas cruentas no debía herir la sensibilidad de un público


habituado a gozar con la sangre derramada en los juegos del circo. (diferente al teatro
griego¿?)

 Con todo, fuese la que fuese la amplitud del público que asistiera ya a la
representación ya al recitado de las piezas, la intención del autor era sin duda que el
mensaje en ellas contenido tuviera una repercusión social, en cuanto que la correcta
recepción de tal mensaje, su aceptación y su seguimiento implicaría la elevación moral
de los individuos y la consiguiente mejora de la comunidad de la que formaban
parte.

 El estoicismo senecano no es, o al menos no es sólo, contemplativo. En todas las obras


explica a los destinatarios que para que el sabio pueda llegar a contemplar cara a cara
los misterios de la naturaleza y a comprenderlos hasta donde le sea dado a su esencia
humana, debe primero alcanzar una serenidad de ánimo que sólo podrá conseguir
liberándose con espíritu firme de todas las pasiones y vicios que acosan al hombre
común. Pero aún cuando el hombre alcance la cima de la sabiduría, no debe
contentarse con ello, sino ayudar a los demás en tan difícil lucha y hacer que lleguen a
ser capaces de conquistar la altura espiritual que él mismo logró. 

 Desde tal perspectiva la actividad didáctica se desplaza del terreno de la vocación


hasta rozar las fronteras del de la obligación. Y en el cumplimiento de la misma el
filósofo encuentra un amplio y variopinto campo en el que ejercer su influencia:
hombres que jamás han tenido contacto alguno con la filosofía, otros que se han
ejercitado en ella con más o menos constancia, con más o menos fruto.

 Los espectadores de una pieza dramática son por otra parte extraordinariamente
receptivos, pues se implican en la acción que se representa en la escena como si
tuvieran también parte en la misma. 
 El teatro, como si de una escuela popular se tratara, es un lugar idóneo como un
instrumento de influencia social o incluso socio-política, por voluntad de su autor,
que, como buen estoico, entendía la comunidad humana como un todo en el cual la
mejora de una parte, aún cuando ésta se redujera a un solo individuo, repercutiría
necesariamente sobre el conjunto.

2 - Las tragedias se componen de tres elementos: narrativo, trágico y didáctico-moral.

 El elemento narrativo es el menos significativo. Su única función es proporcionar una


base material sobre la que construir la pieza, un punto de partida. El objetivo que se
propone el autor no es dar a conocer una serie de hechos, sino las repercusiones que
algunos en particular tienen en las personas que los viven y las reacciones que en ellos
provocan. Estas, a su vez, resultan focalizadas, siendo así la trama trágica la hipertrofia
de alguno de los aspectos de la historia base.

 En el caso de Medea las acciones, los hechos, son mínimos: el pueblo canta, ella
dialoga con Creonte, con Jasón, con la Nodriza. Otros hechos tampoco muy
abundantes, acompañan y complementan a esta historia: son los que suceden fuera de
la vista del público.

 El elemento trágico es el más importante. En él reside la esencia de la pieza y se


manifiesta directamente al público tanto en la vertiente del espectáculo (música,
decorado, máscaras; abundancia de intervenciones extensas, actuaciones del coro
etc.) como en la de la composición literaria. Cabe también mencionar como elementos
constitutivos del ropaje trágico la presencia en las intervenciones de los personajes de
lo mágico, lo cruento, lo terrible, lo asombroso etc.

 Toda esta cobertura formal está sostenida por una base o estructura trágica en la que
pueden distinguirse un componente estático formado por tres elementos presentes en
toda tragedia que son el dolor, el furor, y el crimen o scelusli. Ellos forman el ámbito en
el que se desarrolla el componente dinámico, es decir, la trama entretejida por el ir y
venir de los personajes, o más bien de sus sentimientos, que se debaten en conflictos
causados por agentes enfrentados como amor y odio, responsabilidad y destino,
soberbia y deber etc.

 El elemento didáctico-moral es al menos y especialmente en Séneca el que recoge la


intención del autor, el fin que se propuso al tomar la decisión de escribir teatro. Los
dos niveles anteriores están a su servicio. El mito le proporciona unos personajes
singulares que pueden recrear en la escena y aún hacer verosímiles acciones de
impensable realización por parte de un hombre normal. La grandeza de los héroes
míticos permite, con la ayuda de los recursos poéticos, la amplificación de los
sentimientos y pasiones utilizados en la trama trágica como materia de análisis y
reflexión.

3 - La parte formal del elemento trágico que acabamos de mencionar, contiene pensamientos
y principios estoicos plasmados en sententiae que pronuncian los personajes y llegan directa e
inmediatamente al oído del espectador dejando su huella en la mente incluso de los
ignorantes. 
 En Medea, por ejemplo, hay voces que intentan calmar a la protagonista: "Sólo es
loable el valor si es oportuno" (v. 160), "Hay que adaptarse a las circunstancias" (v.
175), "La serenidad suaviza las desgracias" (v. 559) 

 Ella es en cambio portavoz de la constancia que debe dar al sabio valor para
mantenerse firme en el camino hacia la perfección frente a las adversidades de la
suerte: "La fortuna a los valientes los teme, a los cobardes los aplasta" (v. 159), "El que
nada puede esperar, que no se desespere por nada" (v. 163), "Siempre he estado yo
por encima de todo tipo de fortuna" (v. 520)

 También ella proclama la verdadera grandeza de la monarquía: "Una cosa tienen los
reyes espléndida y sublime y que no puede robársela el paso de los días: poder
favorecer al desgraciado y al que suplica poder acogerlo en la protección de su hogar"
(vv 222-225) , "Nunca un reinado injusto aguanta mucho tiempo." (v 196)

4 - Para Séneca no se agota en las máximas puestas en boca de los distintos personajes la
enseñanza moral que una obra de teatro es capaz de transmitir. El rasgo mimético es el que
básicamente caracteriza al género dramático y le lleva a reproducir sobre la escena un
segmento de vida, directamente, sin la mediación de un narrador.

 La forma en que se comporten los actores en escena y los personajes en su vida de


ficción es el medio de enraizar la teoría en la práctica, la doctrina en la vida; es el
instrumento mediante el cual los hombres-público, sobre todo los dotados de cierta
sensibilidad o preparación previa, podrán ver y comprender qué actitudes deben
adoptar y cuales rechazar ante las dificultades que con toda seguridad les irá
presentando la vida.

En este nivel parece obvio señalar que, además de proporcionar un magnífico estudio
psicológico sobre el proceso de desarrollo y enraizamiento de las pasiones en el alma humana,
la pieza entera de Medea es una lección sobre la ira. Se encuentran en ella los rasgos
fundamentales de esta pasión tal como se estudia en el tratado senequiano de este nombre.

a. Al comenzar la acción muestra Séneca en primer lugar el motivo que causa la ira de
Medea: su esposo Jasón la ha abandonado para casarse con otra mujer. El motivo de la
ira de Medea es sin duda justificado: Jasón es un traidor desagradecido. Pero el sabio o
quien pretenda llegar a serlo, pensaría inmediatamente el espectador preocupado por
la progresión moral del hombre e iniciado en el tratamiento estoico del tema, debe
atacar la cólera en sus primeras manifestaciones. Hay que luchar contra uno mismo. Y
dado que lo que provoca la ira es la idea de la ofensa, es el que la experimenta quien
no debe darse por ofendido, estar por encima de ella.

b. En el diálogo con la nodriza, Séneca nos da un ejemplo práctico de cómo se debe


actuar para desterrar la cólera del alma de los otros, tal como se expone en De ira 39:
no hay que intentar aplacarla sino engañarla; se simulará compartir la cólera para
introducir demoras y dudas en el encolerizado; se simulará buscar una venganza
mayor para evitar la que es inminente: vv 150- 154. 

c. La ira, como todas las pasiones, se inflama y decrece, nos dice Séneca en De ira
1,17,4-526. Y así, nos presenta a Medea zarandeada por sentimientos opuestos: por un
lado, la ira y el amor a Jasón: vv 139 - 142; como así también la sed de venganza y el
amor de madre (v. 930 y ss.), que se suceden en ella permitiendo al dramaturgo trazar
el magnífico perfil psicológico de la heroína, que caracteriza la pieza: "La ira ahuyenta
al cariño y el cariño a la ira. Cede al cariño, resentimiento". (vv 943-944). Pero Medea
cede finalmente a la pasión. Se obstina en ella de tal modo que deviene en
enfermedad.

d. También muestra la pieza dramática las consecuencias de este terrible vicio, el peor
de todos dice Séneca, porque daña‫ ׳‬tanto al que lo sufre como al que lo ejerce. La
cólera repetida degenera en crueldad: por ella los individuos crueles y sanguinarios
matan a gentes por las que no son, ni ellos se creen, ofendidos. >> asesinato de los
hijos.

Medea, como otros héroes senecanos se convierte en exemplum por negación del contrario.
La heroína decide siempre adoptar la actitud equivocada. Por lo equívoco de su conducta y por
los desastres que ello acarrea, esta obra, como otras del autor en las que se reflexiona acerca
de otras pasiones, incitaría al público a tomar la vía opuesta a la seguida por su protagonista,
tras dejar patente ante sus ojos cuán grande puede ser la miseria del hombre privado de la
sabiduría.

5 - La eficacia del planteamiento en clave de tragedia de las enseñanzas filosófico-morales,


parece clara en lo que respecta al tú, al espectador, esté éste más o menos apartado de la
filosofía o más o menos iniciado en ella. Pero además podría ser igualmente eficaz en cuanto al
yo, en cuanto al propio autor, en cuanto al mismo Séneca. En las epístolas menciona a la
escritura como método para la asimilación de las ideas filosóficas y también como un medio
para hacer propias las ideas o teorías leídas en las obras de otros autores.

Una tragedia es la historia de un conflicto. Ciertamente la recreación mimética de estas


situaciones extremas que quedan plasmadas en la fábula trágica, puede servir, ya lo hemos
dicho, para ofrecer al espectador una solución aplicable en su día a su problema concreto.
Pero también para que el filósofo Séneca se detenga a considerar los puntos débiles del
sistema que defiende y al que se aferra, y desde la tragedia ficticia contemple la tragedia real a
la que está sujeto inexorablemente el hombre.

a. Medea, como un sabio estoico, conoce los principios de la doctrina, los aplica a su
propia vida y los aconseja a los demás. Pero en el contexto de su propia realidad, los
efectos últimos de su actuación son contrarios a lo esperado. El menosprecio a
riquezas y honores, la idea de autosuficiencia, su sentido de la justicia, su decisión a la
hora de arrostrar adversidades, su ánimo perseverante, no la elevan por encima del
común de los mortales, sino que la conducen a aferrarse cada vez más a sus
sentimientos, a limitar a ellos el sentido de su vida, a alimentar cada vez más los
rasgos de su fuerte individualidad, su cólera y su deseo de venganza.

El personaje brinda a su autor ocasión para reflexionar sobre una de las ideas básicas de la
filosofía estoica: las cosas no son buenas ni malas en sí mismas: su bondad o maldad depende
de la opinión que se tenga de ellas, de la intención con que se las utilice. Pero, ¿tampoco la
doctrina estoica es buena en sí misma? ¿puede llegar a ser medio para alcanzar fines opuestos
a aquellos para los que se ha creado? Séneca responde a esto en las epistolas.

b. Evidentemente la Medea de Séneca conoce la doctrina estoica, pero la aplica mal,


porque parte de un punto de arranque viciado porque su alma está ya ganada por la
pasión. Por ello sus evocaciones estoicas no la empujan hacia las alturas del bien, sino
que la hunden cada vez más en el abismo del mal. 
Recordemos ahora el proceso mediante el cual la pasión se instala en el alma del hombre:

 Desde la perspectiva estoica, el hombre, como ser racional que es, debe someter todas
sus reacciones a estímulos externos o internos (opiniones), al juicio de la razón. Como
resultado de la valoración que le da a aquellas, el juicio de la razón es el que prohíbe o
permite el desarrollo del ‫״‬ímpetus‫ ״‬reflejo provocado por la opinio. El ejercicio de la
voluntad es el que permitirá actuar, es decir, llevar a acto, el resultado del juicio.

 La ira como esencia pasional: ‫״‬La idea de la ofensa excita la ira, esto no es dudoso.
Pero lo que queremos saber es si sigue inmediatamente a la idea y estalla sin que en
ello tenga parte el espíritu, o si conmueve con el asentimiento de éste. Nuestra
opinión es que la ira no se atreve a nada por sí misma sino por la aprobación del
espíritu. Pues tener la idea de haber recibido una ofensa y desear satisfacción, y
asociar estas dos cosas: que uno no debió ser dañado y que debe ser vengado no es
propio de un impulso suscitado sin nuestra voluntad”.

 Es pues el juicio de la razón la piedra angular del sistema ético estoico. Pero el juicio
puede quedar viciado fundamentalmente por dos causas: la ignorancia, es decir, la
falta de conocimientos necesarios para formular un juicio válido; y la enfermedad del
alma, proveniente de la adhesión firme y duradera a un valor falso. El camino hacia la
sabiduría tiene por tanto dos vertientes: el progreso en el conocimiento de las cosas y
el dominio de uno mismo. 

A Medea, como a cualquier otro ser humano, se le ha instalado la pasión en el alma porque ha
operado mal a la hora de someter al iudicio la opinio de la ofensa inferida por Jasón. El paso
por el tamiz de la razón no ha dado como resultado el rechazo, sino la confirmación de la
ofensa, y por ello se ha dado paso a la ira con sus consecuencias de castigo y venganza:
intellexit aliquid, indignatus est, damnauit, ulcisciturn .

Pero Medea, aunque en un primer momento pueda parecerlo, no es en realidad la proyección


dramática de un hombre normal, grecolatino, para el cual, sea noble o esclavo, existe un
mismo y único sistema de valores. Ella pertenece a otra cultura, a una raza salvaje, a un
pueblo inculto, a un mundo diferente con otros valores y otras normas de conducta. Puede
estimarse que el fallo de su juicio se encuentra realmente no en la segunda sino en la primera
causa, en la ignorancia. El mundo del que procede Medea es diferente y diferente por tanto su
forma de entender la vida. 

Séneca habla de los reyes bárbaros, dice “todos estos pueblos que son libres por su
ferocidad... no pueden servir pero tampoco mandar... Nadie puede en efecto gobernar sino el
que se gobierna a sí mismo. Con estos presupuestos, pueden entreverse algunos problemas.
Por una parte, la hermosa idea estoica de la patria universal, de la igualdad de todos los
hombres que no conoce más diferencia entre ellos que la que separa al sabio del ignorante no
es tan fácil de asumir en el mundo real como en el de la abstracción. Por otra parte, ¿puede
realmente el sistema de salvación estoico ser aplicable a todo ser humano, siguiendo
únicamente el camino de la evolución interna y personal? (te la dejo picando…)

c. Una persona dominada por una pasión fácilmente realizará actos que perjudiquen a
otros hombres, atentando incluso contra su vida. Pero, ¿sobre quién es justo que se
ejecute el castigo, sobre el ser apasionado que fue el agente directo de las desgracias,
o sobre quien provocó en él la opinio desencadenante de la pasión?. En nuestro caso,
¿quién es el verdadero culpable, Medea, que ejecutó los crímenes, o Jasón que no los
impidió y se benefició de ellos? Medea plantea reiteradamente esta cuestión en sus
diálogos con Creonte y Jasón. “Cargo yo con tus crímenes” / yo no los cometí / y así...

c. Jasón representa otro aspecto conflictivo, no sustancial ni de principios filosóficos en


un primer momento, sino real y cotidiano, los del hombre común frente a la
complejidad de situaciones en las que puede llegar a verse envuelto. El episodio
concreto en el que se ve inmerso puede servir de ejemplo no solo de una situación
ambigua en la que puede verse cualquier hombre cualquier día de su vida, sino,
proyectándose hacia mayores alturas, también en la que puede verse el aspirante a
sabio a la hora de aplicar los principios de la doctrina en la que se instruye:

¿Se debe respetar la autoridad del rey, aunque constituya una ofensa, y soportar
pacientemente el infortunio, o mantenerse firme en su honestidad y afrontar la muerte
causando así la de sus hijos? ¿Obedecer a la prudencia o a la virtud?. A las dos cosas insta la
escuela. En cualquiera de los casos penosas consecuencias pueden recaer, y así sucede en la
tragedia, sobre un tercero. Jasón elige la primera alternativa, con lo cual cumple con el
principio estoico de Naturam sequi, o si se quiere de la conciliatio sui: elige salvar la vida de
sus hijos y la suya propia, defendiendo la conservación de su propio ser desde un punto de
vista individual y, si queremos decirlo así, también desde un punto de vista genérico o de
especie. Y esa decisión suya -así lo quiere el mito y también la fuerza del Hado- será
precisamente la causa de que se cumpla exactamente lo que él quiso evitar.

e. Conciliatio sui, naturam sequi, parere déos, pueden convertirse en exponentes del
conflicto planteado y nunca bien resuelto del estoicismo senequiano a la hora de hacer
compatibles el materialismo y consiguiente determinismo del sistema con el concepto
de libertad. 

El determinismo de la dinámica del Universo es consecuencia de su materialidad absoluta, que


provoca una inexorable cadena de causas y consecuencias. Esta situación no deja lugar a la
libertad. De este modo, los esfuerzos de la virtus podrían parecer absurdos e inútiles, pues las
actuaciones humanas, rectas o no, no harían sino obedecer a unas causas necesarias,
convirtiéndose ellas mismas en causas necesarias de otros efectos, unos y otros previstos ya
desde la eternidad.

Se entiende el concepto de libertad circunscribiéndola a la interioridad del individuo,


reduciéndola a la posibilidad de hacer o sufrir honestamente y de buen grado, o no, lo que
inevitablemente hay que hacer o sufrir: Ducunt uolentem fata, nolentem trahunt ("Al que
accede de grado el destino le conduce, al que no, lo arrastra a la fuerza"). El conflicto entre
necesidad y libertad no queda, sin embargo, definitivamente resuelto de este modo, y en
realidad la ética estoica queda si no en ruinas sí tambaleante.

Los principios de la conciliatio sui y del naturam sequi, como quiera que se interpreten, han de
llevar a plantearse más pronto o más tarde, el problema de si el ser humano tiene incluso
posibilidad para hacer uso de ese exiguo margen de libertad que el sistema le concede. Vivir
con arreglo a la naturaleza universal supone plegarse a la serie de causas y consecuencias que
la constituyen y cumplir el papel que en ellas a cada uno le corresponde. La plena integración
en el proyecto cósmico es el Bien supremo, y además la única forma de comprender la
presencia en el mundo de lo que el hombre entiende como mal. También él tiene sin lugar a
dudas una misión que cumplir en el sistema, puesto que al existir forma parte de él. Y ese mal
tiene que materializarse en cosas y en personas.
Medea es un ser salvaje; al obedecer a su naturaleza, o incluso a la Naturaleza, tendrá que
realizar acciones coherentes consigo misma, y a ello le lleva la aplicación de los principios de la
doctrina estoica reflejadas en sus palabras en el intercambio dialéctico que mantiene con sus
tres antagonistas a lo largo de la obra, así como en el razonamiento, viciado pero lógico, que la
empuja a considerar a las futuras víctimas como hijos de Jasón y no suyos: "Ahora mismo me
los arrebatarán, arrancándolos de mi regazo entre llantos y gemidos. Que perezcan para su
padre; para su madre ya han perecido." (vv 949- 951)

Podríamos descubrir quizá en el trasfondo de la escena y del texto a un Séneca abatido por su
decepción ante el convencimiento de que la doctrina de salvación a cuya propagación se ha
entregado, es insuficiente o al menos inadecuada a la realidad del hombre que pretende
salvar. Por la desesperación de vislumbrar a través de la teoría encarnada que la libertad del
hombre, en realidad, no existe.

A través de las creaciones del poeta se muestran las convicciones del filósofo, sus dudas ante
las deficiencias de una doctrina que le seduce pero que no le convence, y su conflicto personal
ante lo que pretende una solución y solo es una respuesta al problema del hombre.-

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