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Tarea Cristología

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Seminario Mayor Nuestra Señora de Suyapa

Noé Gerardo Hernández Hernández.


Cristología.
Catedrático: P. Ricardo Flores.

Cristología: algunos elementos


En las siguientes páginas abordaremos la Cristología según San Juan Pablo II,
Aparecida y Rahner.

SOBRE LA REDEMPTOR HOMINIS DE JUAN PABLO II


En el Ángelus del domingo 11 de marzo de 1979 decía él Papa a los fieles all í
reunidos para verle y oirle: "Hacia Cristo Señor, que es «el Redentor del hombre»,
Redemptor homims, es a lo que deseo que se vuelva 4a mirada de la Iglesia y del
mundo en mi primera encíclica". Lo que ha sido meditación m ía desde el momento
en que me vi puesto al frente de la Iglesia, él 16 de octubre de 1978, y que ya hab ía
llenado mi mente y mi corazón desde los primeros días de mi sacerdocio y, m ás
tarde, desde mi consagración episcopal, eso es lo que he querido comunicar al
mundo.

Cristo base, Cristo vértice, Cristo eje y Cristo luz eso es lo capital del
pensamiento y de la esperanza de Juan Pablo II, tanto en su encíclica como en toda
misión pastoral al servicio de la Iglesia y del mundo, ya que es Cristo, Como dec ía
también el Papa esa misma mañana en una de las parroquias de Re úna, el
fundamento de nuestra salvación, y nadie puede poner otro. Ni la dignidad del
hombre ni su auténtica liberación tienen mejor clave de inteligencia y realización
que el misterio mismo de un Dios hecho hombre para sublimar y divinizar al
hombre.

Esquema de la Encíclica
Prescindiendo de lo que podríamos definir como prólogo a la encíclica, que
comprende sus seis primeros números bajo el epígrafe general de Herencia,
cargados de humanidad, la encíclica es, en su primera parte, una afirmación rotunda
y solemne de la capitalidad de Cristo en la doctrina y en la vida cristiana,
capitalidad cifrada en un misterio de salvación, que es ante todo y sobre todo
reconciliación del hombre con Dios por la liberación del pecado y la comunicaci ón
de la gracia.

En su segunda parte, una vez expuesta la misión divina de Cristo, el Papa


contempla y analiza la situación concreta del hombre de hoy, con sus luces y sus
sombras, él progreso técnico y el retroceso ético, afrontando esta problemática con
el acopio de datos que le ofrece la experiencia y la historia, y hasta echando mano
de reflexiones altamente filosóficas, pero sin perder de vista el punto de partida,
Cristo, que es a su vez término de llegada y viático y luz para recorrer los caminos
de salvación que la Iglesia tiene como misión llevar a cabo, continuando la obra de
Cristo al servicio de todos los hambres.

Por eso, en su tercera parte, procede el Pontífice de un modo pastoral a se ñalar


las directrices de una acción eclesial conforme al designio de Cristo para convertir
su doctrina en vida y su misión en salvación para todos.

El misterio redentor
Juan Pablo II considera la Redención como una creación renovada, ya que Cristo,
el Dios Hombre, ha venido a confirmar, perfeccionar y elevar el orden moral
natural, comenzando por el mismo amor natural que, sobrenaturalizado, llamarnos
caridad.

Si Dios es amor y se nos comunica por amor, la caridad ha de ser la ra íz y la


norma suprema de un comportamiento cristiano. En este comportamiento nuestro,
feliz ordenamiento con respeto al Primer Amor, condiciona el buen ordenamiento
respecto de los demás amores.

La Iglesia como sacramento de Cristo


La Iglesia, a la que la Encídica Redemptor Hommis consagra una gran parte, viene
presentada, con el Vaticano II, como el sacramento en y a través de la cual Cristo
(sacramento fundante) nos va comunicando la salvación que El mismo nos trajo. Si
Cristo es d sacramento fundante, primordial, la Iglesia es d sacramento universal,
medio e instrumento de la comunicación de la vida divina que emana de Cristo. Por
eso d Vaticano II la dice como un sacramento de Cristo.

1. Cristología de San Juan Pablo en sus catequesis


Su pontificado ha sido muy extenso y a la vez muy fruct ífero, desde el  16 de
octubre de 1978 hasta su muerte en 2005. Su legado en cuanto a diversos temas es
muy rico, pues emitió muchos documentos, cartas, encíclicas, exhortaciones,
audiencias, etc., de ahí que haya hablado y escrito de tan variados temas como:
Credo, Cristología, Redención, Espíritu Santo, Iglesia, María, Sacerdocio,
Matrimonio, Virtudes y Escatología.

¿Qué elementos cristológicos podemos resaltar de san Juan Pablo II?


1.1 EL MESÍAS PROMETIDO
a. La nueva catequesis sobre Jesucristo. Catequesis del 7-01-1987:
Sólo Él puede conducirnos al amor del Padre en el Espíritu y hacernos partícipes de
la vida de la Santísima Trinidad. Recorreremos juntos este itinerario catequístico
ordenando nuestras consideraciones en torno a cuatro puntos:
1) Jesús en su realidad histórica y en su condición mesiánica trascendente, hijo de
Abrahán, hijo del hombre, e hijo de Dios;
2) Jesús en su identidad de verdadero Dios y verdadero hombre, en profunda
comunión con el Padre y animado por la fuerza del Espíritu Santo, tal y como se
nos presenta en el Evangelio;
3) Jesús a los ojos de la Iglesia que con la asistencia del Esp íritu Santo ha
esclarecido y profundizado los datos revelados, dándonos formulaciones precisas
de la fe cristológica, especialmente en los Concilios Ecuménicos;
4) finalmente, Jesús en su vida y en sus obras, Jesús en su pasi ón redentora y en su
glorificación, Jesús en medio de nosotros y dentro de nosotros, en la historia y en
su Iglesia hasta el fin del mundo (cf. Mt 28, 20).

b. Jesús, Hijo de Dios y Salvador. Catequesis del 14-01-1997:


En el plan dispuesto por la Providencia de Dios, Jesús de Nazaret lleva un nombre
que alude a la salvación: Dios libera, porque Él es en realidad lo que el nombre
indica, es decir, el Salvador. Lo atestiguan algunas frases que se encuentran en los
llamados Evangelios de la infancia, escritos por Lucas: “...nos ha nacido... un
Salvador” (Lc 2, 11), y por Mateo: “Porque salvaría al pueblo de sus pecados” (Mt
1, 21). Son expresiones que reflejan la verdad revelada y proclamada por todo el
Nuevo Testamento. Escribe, por ejemplo, el Apóstol Pablo en la Carta a los
Filipenses: “Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó un nombre, sobre todo nombre,
para que al nombre de Jesús se doble la rodilla y toda lengua confiese que
Jesucristo es Señor (Kyrios, Adonai) para gloria de Dios Padre” (Flp 2, 9-11). La
razón de la exaltación de Jesús la encontramos en el testimonio que dieron de Él los
Apóstoles, que proclamaron con coraje “En ningún otro hay salvación, pues ningún
otro nombre nos ha sido dado bajo el cielo, entre los hombres, por el cual podamos
ser salvos' (Hch 4, 12) (n. 8).

c. Concebido por obra del Espíritu Santo y nacido de María Virgen.


Catequesis del 28-01-1987:
Este mismo Jesús, que vivió treinta años en Nazaret, en Galilea, es el Hijo Eterno
de Dios, “concebido por obra del Espíritu Santo y nacido de Mar ía Virgen”. Lo
proclaman los Símbolos de la Fe, el Símbolo de los Apóstoles y el niceno-
constantinopolitano; lo han enseñado los Padres de la Iglesia y los Concilios, según
los cuales, Jesucristo, Hijo eterno de Dios, es “ex substantia matris in saeculo
natus” (cf. Símbolo Quicumque).

d. En Jesús se cumplen las profecías. Catequesis del 4-02-1987:


Por ahora concluyamos con una última reflexión sobre las dos genealogías que
narran los dos Evangelistas Mateo y Lucas. De ellas resulta que Jesús es verdadero
hijo de Israel y que, en cuanto tal, pertenece a toda la familia humana. Por eso, si en
Jesús, descendiente de Abrahán, vemos cumplidas las profecías del Antiguo
Testamento, en El, como descendiente de Adán, vislumbramos, siguiendo la
enseñanza de San Pablo, el principio y el centro de la 'recapitulaci ón' de la
humanidad entera (cf. Ef 1, 10) (n. 11).

e. El Mesías Rey. Catequesis del 11-02-1987:


La comprensión de la realeza como un poder terreno entrará en crisis. La tradici ón
no quedará anulada por ello, sino clarificada. Los días siguientes a la entrada de
Jesús en Jerusalén se verá cómo se han de entender las palabras del Ángel en a
anunciación: 'Le dará el Señor Dios el trono de David, su padre... reinará en la casa
de Jacob por los siglos, y su reino no tendrá fin'. Jesús mismo explicar á en qu é
consiste su propia realeza, y por lo tanto la verdad mesiánica, y cómo hay que
comprenderla (n. 8).

f. Cristo, Mesías, Sacerdote. Catequesis del 18-02-1987:


Un testimonio evidente de esta verdad lo encontramos en el sacrificio eucarístico
que por institución de Cristo ofrece la Iglesia cada día bajo las especies del pan y
del vino, es decir, según el rito de Melquisedec.

g. Jesucristo, el Siervo de Yahvé. Catequesis del 25-02-1987:


Hay que añadir un dato de gran importancia: Jesús mismo habla de S í como de un
siervo, aludiendo claramente a Is 53, cuando dice: 'El Hijo del hombre no ha
venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos' (Mc 10, 45;
Mt 20, 28) y expresa el mismo concepto cuando lava los pies a los Ap óstoles (Jn 13,
3-4; 12-15) (n. 12).

h. En Cristo se cumplen las profecías. Catequesis del 4-03-1987:


La respuesta que Jesús da a Juan presenta también otro el momento que es
interesante subrayar: Jesús evita proclamarse Mesías abiertamente. De hecho, en el
contexto social de la época es título resultaba muy ambiguo: la gente lo
interpretaba por lo general en sentido político. Por ello Jesús prefiere referirse al
testimonio ofrecido por sus obras, deseoso sobre todo de persuadir y de suscitar la
fe (n. 4).
i. Jesucristo inicia el Reino de Dios. Catequesis del 18-03-1987:
“Se ha cumplido el tiempo, está cerca el reino de Dios” (Mc 1, 15). Con estas
palabras Jesús de Nazaret comienza su predicación mesiánica. El reino de Dios,
que en Jesús irrumpe en la vida y en la historia del hombre, constituye el
cumplimiento de las promesas de salvación que Israel había recibido del Señor.
Jesús se revela Mesías, no porque busque un dominio temporal y político según la
concepción de sus contemporáneos, sino porque con sumisión se culmina en la
pasión-muerte-resurrección, “todas las promesas de Dios son ¡sí!” (2 Cor 1, 20) (n.
1).

j. Jesucristo, Sabiduría de Dios. Catequesis del 22-04-1987:


La Sabiduría de Dios es identificada con el Señor de la gloria que ha sido
crucificado. En la cruz y en la resurrección de Jesús se revela, pues, en todo su
esplendor, el designio misericordioso de Dios, que ama y perdón l hombre hasta el
punto de convertirlo en criatura nueva. La Sagrada Escritura haba adem ás de otra
sabiduría que no viene de Dios, la sabiduría de este siglo la orientación del hombre
que se niega a abrirse al misterio de Dios, que pretende ser el art ífice de su propia
salvación (n. 6).

k. El Hijo del hombre. Catequesis del 9-04-1987:


Jesucristo, Hijo del hombre e Hijo de Dios: éste es el tema culminante de nuestras
catequesis sobre la identidad del Mesías (1).
6. La identidad del Hijo del hombre se presenta en el doble aspecto de
representante de Dios, anunciador del reino de Dios, Profeta que llama a la
conversión. Por otra parte, es 'representante' de los hombres, compartiendo con
ellos su condición terrena y sus sufrimientos para redimirlos y salvarlos seg ún el
designio del Padre. Como dice El mismo en el diálogo con Nicodemo: 'A la
manera que Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es preciso que sea
levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en Él tenga la vida eterna'
(Jn 3, 14-15) (6).

1.2 JESUCRISTO: EL HIJO DE DIOS


a. Cristo, Hijo de Dios. Catequesis del 13-05-1987.
b.Dios y Hombre verdadero. Catequesis del 20-05-1987.
c. El Padre da testimonio del Hijo. Catequesis del 27-05-87:
Los Evangelios (y todo el Nuevo Testamento) dan testimonio de Jesucristo como
Hijo de Dios. Es ésta una verdad central de la fe cristiana. Al confesar a Cristo como
Hijo de la misma naturaleza que el Padre, la Iglesia contin úa fielmente este
testimonio evangélico, Jesucristo es el Hijo de Dios en el sentido estricto y preciso
de esta palabra. Ha sido, por consiguiente, 'engendrado' en Dios, y no 'creado' por
Dios y aceptado luego como Hijo.

Este testimonio único y fundamental, que surge del misterio eterno de la vida
trinitaria, encuentra expresión particular en los Evangelios sinópticos, primero en la
narración del bautismo de Jesús en el Jordán y luego en el relato de la
transfiguración de Jesús en el monte Tabor. Estos dos acontecimientos merecen una
atenta consideración.

d. Al principio era el Verbo. Catequesis del 3-06-1987.


e. Jesucristo, el Hijo enviado por el Padre. Catequesis del 24-06-1987.
f. Jesús, hijo de Dios, nos alcanza la filiación divina. Catequesis del 1-07-
1987.
g. Unión íntima entre el Padre y el Hijo. Catequesis del 8-07-1987.
h.Cumplir la voluntad del Padre, vida del Hijo. Catequesis del 15-07-1987.
i. La oración de Jesús. Catequesis del 22-07-1987.
j. Continua acción de gracias de Jesús al Padre Catequesis del 29-07-1987

1.3 UNGIDO POR EL ESPÍRITU SANTO


k.Jesucristo, el Mesías ungido por el Espíritu Santo. Catequesis del 5-08-
1987.
l. Jesucristo trae al Espíritu Santo. Catequesis del 12-VIII-1987).
m. Jesucristo revela la Trinidad. Catequesis del 19-08-1987:
Pero aquí es importante hacer notar que la Encarnación, aunque hace referencia
directamente al Hijo, es obra de Dios Uno y Trino (Concilio Lateranense IV). Lo
testimonia ya el contenido mismo de la anunciación (cf. Lc 1, 26-38). Y despu és,
durante todas sus enseñanzas, Jesús ha ido 'abriendo perspectivas cerradas a la
razón humana' (Gaudium et Spes, 24), las de la vida íntima de Dios Uno en la
Trinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Finalmente, cumplida su
misión mesiánica, Jesús, al dejar definitivamente a los Apóstoles, cuarenta días
después del día de la resurrección, realizó hasta el final lo que había anunciado:
“Como me envió mi Padre, así os envío yo” (Jn 20, 21). De hecho, les dice: “Id,
pues; enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo” (Mt 28, 19).

1.4 DIOS VERDADERO


a. Verdadero Dios y verdadero hombre. Catequesis del 26-08-87.
b.La preexistencia del Verbo. Catequesis del 2-09-87.
c. Jesucristo Dios, Camino, Verdad y Vida. Catequesis del 9-09-87.
d.Jesucristo, Dios y Hombre, juez del mundo. Catequesis del 30-09-87.
e. El poder de Cristo de perdonar los pecados. Catequesis del 7-10-87.
f. Jesucristo, Legislador divino. Catequesis del 14-10-87.
g. Necesidad de creer en la divinidad del Hijo. Catequesis del 21-10-87.

h.Exigencias del seguimiento de Cristo. Catequesis del 28-10-87:


Seguir a Jesús significa muchas veces no sólo dejar las ocupaciones y romper los
lazos que hay en el mundo, sino también distanciarse de la agitación en que se
encuentra e incluso dar los propios bienes a los pobres. No todos son capaces de
hacer ese desgarrón radical: no lo fue el joven rico, a pesar de que desde ni ño
había observado la ley y quizá había buscado seriamente un camino de
perfección, pero “al oír esto (es decir, la invitación de Jesús), se fue triste, porque
tenía muchos bienes” (Mt 19, 22; Mc 10, 22).

Y nosotros nos preguntamos una vez más: ¿Quién es éste que llama con
autoridad a seguirlo, predice odio, insultos y persecuciones de todo g énero (cf.
Lc 6, 22), y promete “recompensa en los cielos”? Sólo un Hijo del hombre que
tenía la conciencia de ser Hijo de Dios podía hablar así. En este sentido lo
entendieron los Apóstoles y los discípulos, que nos transmitieron su revelación y
su mensaje. En este sentido queremos entenderlo nosotros también, diciéndole
de nuevo con el Apóstol Tomás: “Señor mío y Dios mío”.

i. Instauración del Reino de Dios por Jesucristo. Catequesis del 4-11-87)

1.5 MILAGROS
a. El milagro, manifestación del poder divino de Cristo Catequesis del 18-
11-1987.
b.Significado salvífico de los milagros Catequesis del 25-11-1987.
c. Los milagros, signos de salvación. Catequesis del 2-12-1987:
No hay duda sobre el hecho de que, en los Evangelios, los milagros de Cristo son
presentados como signos del reino de Dios, que ha irrumpido en la historia del
hombre y del mundo.
Se puede, pues, decir que los milagros de Cristo, manifestación de la omnipotencia
divina respecto de la creación, que se revela en su poder mesiánico sobre hombres y
cosas, son, al mismo tiempo, las 'señales' mediante las cuales se revela la obra
divina de la salvación, la economía salvífica que con Cristo se introduce v se realiza
de manera definitiva en la historia del hombre y se inscribe así en este mundo
visible, que es también obra divina. La gente (como los Apóstoles en el lago),
viendo los milagros de Cristo, se pregunta: “¿Quién será éste, que hasta el viento y
el mar le obedecen?” (Mc 4,41), mediante estas señales, queda preparada para acoger
la salvación Que Dios ofrece al hombre en su Hijo.

d.Los milagros, signos del amor. Catequesis del 9-12-1987.


e. El milagro, llamada a la fe. Catequesis del 16-12-1987.
f. Los milagros demuestran la existencia del mundo sobrenatural
Catequesis del 13-01-1988.

1.6 VERDADERO HOMBRE


a. Jesucristo, verdadero hombre. Catequesis del 27-01-1988)
b.Jesucristo, plenamente hombre. Catequesis del 3-02-1988
c. La Encarnación del Verbo, revaloriza la humanidad. Catequesis del 10-
02-1988:
Jesucristo, verdadero hombre, es “semejante a nosotros en todo excepto en el
pecado”. Este ha sido el tema de la catequesis precedente. El pecado está
esencialmente excluido de Aquel que, siendo verdadero hombre, es también
verdadero Dios (“verus homo”, pero no “merus homo”).

¿En qué consiste esta solidaridad? Es la manifestación del amor que tiene su fuente
en Dios mismo. El Hijo de Dios ha venido al mundo para revelar este amor. Lo
revela ya por el hecho mismo de hacerse hombre: uno como nosotros. Esta uni ón
con nosotros en la humanidad por parte de Jesucristo, verdadero hombre, es la
expresión fundamental de su solidaridad con todo hombre, porque habla
elocuentemente del amor con que Dios mismo nos ha amado a todos y a cada uno.
El amor es reconfirmado aquí de una manera del todo particular El que ama desea
compartirlo todo con el ama. Precisamente por esto el Hijo de Dios se hace hombre.
De Él había predicho Isaías: “Él tomó nuestras enfermedades y cargó con nuestras
dolencias” (Mt 8,17; cf. Is 53, 4. De esta manera, Jesús comparte con cada hijo e hija
del género humano la misma condición existencial. Y en esto revela Él tambi én la
dignidad esencial del hombre de cada uno y de todos. Se puede decir que la
Encarnación es una revalorización inefable del hombre y de la humanidad.

d.Se anonadó a sí mismo. Catequesis del 17-02-1988.

2.CRISTOLOGÍA EN APARECIDA
La cristología de Aparecida tiene directamente que ver con la propuesta de su
documento conclusivo. Ella consiste, en pocas palabras, en potenciar la dimensión
misionera del cristianismo a partir de un “encuentro con Cristo”. De aqu í que la de
la V Conferencia consista en una cristología dinámica o funcional: lo que importa
en primer lugar no es un concepto de Cristo, sino tener una experiencia de él. A este
efecto, a continuación, se extrae el concepto de Cristo implícito en el documento.

2.1 PROPUESTA DE UN “ENCUENTRO CON CRISTO”:


Para Aparecida, el encuentro con Dios en Cristo tiene como paradigma la
experiencia espiritual del mismo Jesús. En el caso de Jesús, su relación con Dios
padre se realiza en términos de oración y de discernimiento. Se trata de la relaci ón
espiritual por antonomasia. Jesús debió hacer un camino arduo para interpretar la
voluntad de Dios y para cumplirla. Jesús, en otras palabras, no acat ó la voluntad de
su padre mecánica sino espiritualmente (cf. DA 149, 154, 131).
En el encuentro con Cristo, es el padre quien tiene la iniciativa porque, en su hijo, él
mismo sale “al encuentro de sus hijos, para que, renovados por la fuerza del
Espíritu, lo podamos llamar Padre”. (DA 241).

2.2 CRISTO ES LA VIDA PLENA.


Ya en el título que llevaría la V Conferencia se nos había indicado que el tema de la
vida habría de ser clave.
El carácter esencialmente dinámico de la cristología de Aparecida sintoniza, y
probablemente también se nutre, con las palabras del papa: Es necesario que los
cristianos experimenten que no siguen a un personaje de la historia pasada, sino a
Cristo vivo, presente en el hoy y el ahora de sus vidas. Él es el Viviente que camina
a nuestro lado, descubriéndonos el sentido de los acontecimientos, del dolor y de la
muerte, de la alegría y de la fiesta, entrando en nuestras casas y permaneciendo en
ellas, alimentándonos con el Pan que da la vida (cf. DA 99, 167, 181, 248, 336, 446).

En tiempos de cambios, incluso de desconcierto, la vida divina que el hijo quiere


compartir con la humanidad de parte de Dios prevalecerá en los que creen en él. Él
es el enviado del padre. La vida eterna del hijo, sin embargo, no se comprende
independientemente de la vida que Jesús comunicó a diversa suerte de pobres. La
vida eterna se anticipa por la praxis compasiva de Jesús, porque no consiste en otra
cosa que en la eternidad del amor. El documento recurre a los sinópticos: Lo vemos
cuando se acerca al ciego del camino (cf. Mc 10, 46-52), cuando dignifica a la
samaritana (cf. Jn 4, 7-26), cuando sana a los enfermos (cf. Mt 11, 2-6), cuando
alimenta al pueblo hambriento (cf. Mc 6, 30-44), cuando libera a los endemoniados
(cf. Mc 5, 1-20). En su Reino de vida Jesús incluye a todos: come y bebe con los
pecadores (cf. Mc 2, 16), sin importarle que lo traten de comil ón y borracho (cf. Mt
11, 19); toca leprosos (cf. Lc 5, 13), deja que una mujer prostituta unja sus pies (cf.
Lc 7, 36-50) y de noche recibe a Nicodemo para invitarlo a nacer de nuevo (cf. Jn 3,
1-15). Igualmente invita a sus discípulos a la reconciliación (cf. Mt 5, 24), al amor a
los enemigos (cf. Mt 5, 44), a optar por los más pobres (cf. Lc 14, 15-24) (DA 353).

2.3 EL CRISTO DEL REINO.


Aparecida promueve un “encuentro con Cristo”, a quien considera la vida plena y a
quien identifica con el reino de Dios.
El “encuentro con Cristo”, cuando es tal, nos hace descubrir en la persona del hijo a
la persona de los pobres. En el rostro de Jesucristo, muerto y resucitado, maltratado
por nuestros pecados y glorificado por el Padre, en ese rostro doliente y glorioso,
podemos ver, con la mirada de la fe, el rostro humillado de tantos hombres y
mujeres de nuestros pueblos y al mismo tiempo su vocación a la libertad de los hijos
de Dios, a la plena realización de su dignidad personal y a la fraternidad entre todos
(DA 32).

El pobre no podrá ser ya visto simplemente como objeto de misericordia: a


Jesucristo se le encuentra de un modo especial en los pobres, afligidos y enfermos
(cf. Mt 25, 37- 40), que reclaman nuestro compromiso y nos dan testimonio de fe,
paciencia en el sufrimiento y constante lucha para seguir viviendo. ¡Cuántas veces
los pobres y los que sufren realmente nos evangelizan! (DA 257).

2.4 JESUCRISTO, ÚNICO SALVADOR DE LA HUMANIDAD.


En los textos del documento final destaca otro tema que, si no tiene la relevancia de
los anteriores, goza de enorme actualidad aquí y en otras partes del mundo. Para
Aparecida, Jesucristo es el “Hijo de Dios verdadero, el único Salvador de la
humanidad” (DA 22).
También en América Latina se hace necesario recordar la “importancia única e
insustituible de Cristo” para nosotros y para toda la humanidad (DA 22).
Jesucristo es “la plenitud de la Revelación de Dios” que abre a todos un “destino de
plena justicia y felicidad” (DA 6).
“Él es el único Liberador y Salvador que, con su muerte y resurrecci ón, rompi ó las
cadenas opresivas del pecado y la muerte, que revela el amor misericordioso del
Padre y la vocación, dignidad y destino de la persona humana”. (DA 6).

Además, el documento abunda en otros aspectos del único salvador. A saber, en su


carácter de mediador (hombre y Dios), en su inocencia (el cordero sacrificado), en el
amor (sentido del verdadero sacrificio), en su identidad (hijo) y en la virtud
soteriológica de su muerte y resurrección (redención del pecado) (cf. DA 102).

CONCLUSIÓN:
 La cristología de Aparecida es funcional. Se orienta directamente a suscitar
un encuentro con Cristo.
 No corresponde, por tanto, pedir de la V Conferencia un concepto acabado y
explícito de Cristo.
 Lo que interesa es que las personas experimenten a Cristo como la vida que
viene de Dios, como advenimiento del reino y como el único salvador de la
humanidad.
 Con esta propuesta pastoral de un encuentro con Cristo, la V Conferencia
pretende responder al desafío de un desgaste progresivo del catolicismo
latinoamericano.
 Cabe notar que, de este modo, Aparecida atina con uno de los signos de este
tiempo. Éste es el de la religión por opción, por decisión personal y libre, y no
ya por la transmisión de una herencia religiosa que debe ser recibida por la
generación siguiente.
 Importa, en consecuencia, volver a experimentar a un Cristo vivo. Late en el
documento final la idea de volver a los orígenes del cristianismo.

3.¿Qué elementos cristológicos podemos resaltar de Rahner?

Karl Rahner S.J. (5 de marzo de 1904 – 30 de marzo de 1984) fue un te ólogo cat ólico
alemán, considerado como uno de los más importantes del siglo XX. Su teología
influyó al Segundo Concilio Vaticano. Su obra Fundamentos de la fe cristiana
(Grundkurs des Glaubens), escrita hacia el final de su vida, es su trabajo m ás
desarrollado y sistemático, la mayor parte del cual fue publicado en forma de
ensayos teológicos.

3.1 LAHISTORIA ES UNA Y ELLA ES DE SALVACIÓN EN CUANTO EL HOMBRE


ACEPTA LA SALVACIÓN QUE DIOS LE OFRECE.
Así la historia puede aspirar a ser ella historia de salvaci ón1 individual y colectiva,
en la que intervienen la libertad de Dios y la libre respuesta del hombre en la gracia.
No basta con lo que acontece individualmente, porque el hombre es un ser histórico
social, y busca en la historia la posible revelación categorial de Dios, es decir, est á
en búsqueda del salvador absoluto en correspondencia a su experiencia
trascendental. Y Dios, que quiere que todos los hombres se salven, se revela
salvadoramente no sólo en la experiencia trascendental de cada uno, sino en
conexión con ésta, en la misma historia categorial de la humanidad.

La auto comunicación de Dios y su aceptación se hacen en Cristo irrevocablemente


una. Desde la culminación en Cristo no sólo se interpreta el A.T, sino tambi én se
discierne lo que pueda haber de revelación verdadera en otras religiones.
Lo lógico es que aparezcan girones (revelación) en la historia de las religiones,
aunque ambiguos, deformados por el pecado. Pero, ¿cómo estaría Cristo presente en
la fe de esos no cristianos? A través de su Espíritu2 y porque la respuesta de fe ser ía
memoria en búsqueda del salvador absoluto (la memoria es principio apriori del
encuentro con él). Corresponde al historiador de las religiones investigar las
posibles figuras anticipatorias del salvador absoluto.

3.2 CRISTO COMO CULMINACIÓN (AGRACIADA) DE LA EVOLUCIÓN DEL


MUNDO.
La culminación de ese agraciamiento es el caso único y singular de Cristo. Luego el
mundo entero está dinamizado hacia su divinización en Cristo. La misma creación
es un paso previo y necesario hacia Cristo, causa final. El que Cristo sea punto
culminante de la evolución, implica que su gracia y gloria, que en él es eminente, es
del mismo tipo que la del creyente. De no ser así, Cristo estar ía propiamente fuera
de la evolución.

3.3 CRISTO COMO EL SALVADOR ABSOLUTO.


Como aparece en la experiencia trascendental, el hombre aspira a una salvación
definitiva, por lo tanto, a un portador absoluto de la salvación. El Dios cristiano se
comunica en la historia de la humanidad, en el espacio y tiempo, a trav és de
creaturas que hacen presente su salvación. Estas comunicaciones son siempre
superables, y en ese sentido provisorias, porque Dios puede de nuevo comunicarse
mediante otras creaturas, siempre finitas, en forma superior. Pero en el caso de
Cristo tenemos la palabra definitiva e irrevocable de Dios: es el salvador
absoluto. Porque en Cristo la naturaleza humana pasa a ser propia de Dios y,
por tanto, en él el mismo Dios se auto da y manifiesta.

En otras palabras, salvador absoluto implica la unión hypostática de la Encarnación.


Así queda la cristología ascendente de Rahner defendida contra toda posible
acusación de adopcionismo. Para que se dé autocomunicación se necesita recepción
de ella. Y en Cristo encuentran su unidad la autocomunicación de Dios y su
recepción, en una vida que es sellada por su muerte, manifestando el Padre en la
resurrección su aceptación.

3.4 EL VERBO SE HIZO HOMBRE.


El hacerse hombre y el Verbo se iluminan mutuamente. El Verbo es el que se hace
hombre y sólo él puede hacerlo, como Palabra interna de Dios. Esto nos abre el
misterio de la Trinidad. Por otro lado, el hombre es iluminado por este Dios que se
hace hombre. Se nos revela la esencia del hombre como potencia obediencial de
poder ser gratuitamente asumido por Dios. Por eso que Cristo es la realización plena
del hombre trascendente. Finalmente, el que Dios esté implicado en la trascendencia
humana hace que el hombre también sea un misterio en el único misterio estricto,
que es Dios. Por la Encarnación, toda teología es antropología y viceversa.

3.5 ELFUNDAMENTO DE LA FE EN JESÚS DE NAZARET COMO EL SALVADOR


ABSOLUTO.
El fundamento de la fe es parte de la fe misma. El fundamento dice relaci ón a la
historia, pero no a una historia neutra sino a una historia salvífica, que justamente es
percibida como salvífica desde la misma fe. La fe es una gracia y un acto de
libertad, y no se llega a ella por una deducción obligada a partir de la historia. Hay,
por gracia, un abrirse del sujeto, de su credulidad, a la interpelaci ón prodigiosa de
Dios que se autocomunica en sucesos históricos. Se establece una mutua relación
entre fe y fundamento de nuestra fe.

Nuestra fe, además de fundarse en la fe de los que la han transmitido, se


fundamenta, al igual que en la primitiva comunidad, en la misma resurrección de
Jesús. A nosotros nos basta existencialmente la resurrección, y no necesitamos
apoyarnos también en los prodigios prepascuales del taumaturgo Jesús. La
resurrección confirma la pretensión de Jesús. Por eso, para fundamentar nuestra fe
es imprescindible un mínimo en esa pretensión, el cual coincide con el que nos
entregan los especialistas exégetas, etc.

3.6 PROPUESTAS PARA UNA NUEVA CRISTOLOGÍA ASCENDENTE.


La llama nueva cristología y la contrapone a la cristología clásica, no muy distante
de la tardía del N. T., que es descendente: Dios se hizo hombre. La cristolog ía
clásica está expresada en lenguaje óntico, cosificado, por ejemplo, naturaleza,
hypóstasis como portador. Le acecha siempre el peligro de monofisismo.
Rahner propone elementos para una nueva cristología, que ahora será ascendente.
Esta, por lo demás, implica lo dicho por la cristología clásica, porque para ser Cristo
el salvador absoluto (del que se trata en esta nueva cristología), tiene que realizarse
en él la insuperable autocomunicación de Dios mismo, lo que incluye que él es
Dios, la encarnación. Esta nueva cristología busca ser onto-lógica, abarcar la
conciencia.

Esta cristología ascendente (trascendental e histórica), como hemos visto, integra la


soteriología. Según Rahner, la experiencia originaria de los apóstoles respecto a la
resurrección diría: Jesús, que pertenece a nosotros, es salvado y en eso Dios ha
hecho presente su voluntad salvífica de manera históricamente irrevocable.

3.7 CRISTO, FUNDADOR DE LA IGLESIA.


Vivir el cristianismo en Iglesia es lo que corresponde a la naturaleza histórico social
del hombre y a la historia de salvación de Dios.

Si la autocomunicación salvadora y reveladora de Dios en la historia de salvaci ón


alcanza su culmen en Cristo, en su vida, muerte y resurrección, y de tal forma que
esta sea la absoluta, irreversible y victoriosa, comunicación del amor de Dios, tiene
esto que permanecer necesariamente en la historia, tiene que haber una Iglesia que
haga presente a Cristo salvador.

Y esta Iglesia se dice no sólo fundada por Dios en su autocomunicación sino


también por Cristo, de quien proviene nuestra fe eclesial. Hay una obra de Dios,
cualitativamente especial en su período fundacional, que será normativo para la
Iglesia del futuro. Es decir, Cristo funda su Iglesia con algunas caracter ísticas
fundamentales, dejando su concreción esencial abierta a la acción del Espíritu y a la
historia de la Iglesia.

Sólo al final de la era apostólica, de la composición del NT, se puede decir que la
Iglesia ha alcanzado su esencia plena, aunque todavía esté en curso de fijación el
canon de la Escritura, que también pertenece a ella. Dicho en otras palabras, la
Iglesia apostólica pudo desarrollarse en otra forma en lo que es esencial, pero una
vez que tomó este derrotero, queda su esencia fijada y consolidada para siempre.

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