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Tarea Cristología
Tarea Cristología
Tarea Cristología
Cristo base, Cristo vértice, Cristo eje y Cristo luz eso es lo capital del
pensamiento y de la esperanza de Juan Pablo II, tanto en su encíclica como en toda
misión pastoral al servicio de la Iglesia y del mundo, ya que es Cristo, Como dec ía
también el Papa esa misma mañana en una de las parroquias de Re úna, el
fundamento de nuestra salvación, y nadie puede poner otro. Ni la dignidad del
hombre ni su auténtica liberación tienen mejor clave de inteligencia y realización
que el misterio mismo de un Dios hecho hombre para sublimar y divinizar al
hombre.
Esquema de la Encíclica
Prescindiendo de lo que podríamos definir como prólogo a la encíclica, que
comprende sus seis primeros números bajo el epígrafe general de Herencia,
cargados de humanidad, la encíclica es, en su primera parte, una afirmación rotunda
y solemne de la capitalidad de Cristo en la doctrina y en la vida cristiana,
capitalidad cifrada en un misterio de salvación, que es ante todo y sobre todo
reconciliación del hombre con Dios por la liberación del pecado y la comunicaci ón
de la gracia.
El misterio redentor
Juan Pablo II considera la Redención como una creación renovada, ya que Cristo,
el Dios Hombre, ha venido a confirmar, perfeccionar y elevar el orden moral
natural, comenzando por el mismo amor natural que, sobrenaturalizado, llamarnos
caridad.
Este testimonio único y fundamental, que surge del misterio eterno de la vida
trinitaria, encuentra expresión particular en los Evangelios sinópticos, primero en la
narración del bautismo de Jesús en el Jordán y luego en el relato de la
transfiguración de Jesús en el monte Tabor. Estos dos acontecimientos merecen una
atenta consideración.
Y nosotros nos preguntamos una vez más: ¿Quién es éste que llama con
autoridad a seguirlo, predice odio, insultos y persecuciones de todo g énero (cf.
Lc 6, 22), y promete “recompensa en los cielos”? Sólo un Hijo del hombre que
tenía la conciencia de ser Hijo de Dios podía hablar así. En este sentido lo
entendieron los Apóstoles y los discípulos, que nos transmitieron su revelación y
su mensaje. En este sentido queremos entenderlo nosotros también, diciéndole
de nuevo con el Apóstol Tomás: “Señor mío y Dios mío”.
1.5 MILAGROS
a. El milagro, manifestación del poder divino de Cristo Catequesis del 18-
11-1987.
b.Significado salvífico de los milagros Catequesis del 25-11-1987.
c. Los milagros, signos de salvación. Catequesis del 2-12-1987:
No hay duda sobre el hecho de que, en los Evangelios, los milagros de Cristo son
presentados como signos del reino de Dios, que ha irrumpido en la historia del
hombre y del mundo.
Se puede, pues, decir que los milagros de Cristo, manifestación de la omnipotencia
divina respecto de la creación, que se revela en su poder mesiánico sobre hombres y
cosas, son, al mismo tiempo, las 'señales' mediante las cuales se revela la obra
divina de la salvación, la economía salvífica que con Cristo se introduce v se realiza
de manera definitiva en la historia del hombre y se inscribe así en este mundo
visible, que es también obra divina. La gente (como los Apóstoles en el lago),
viendo los milagros de Cristo, se pregunta: “¿Quién será éste, que hasta el viento y
el mar le obedecen?” (Mc 4,41), mediante estas señales, queda preparada para acoger
la salvación Que Dios ofrece al hombre en su Hijo.
¿En qué consiste esta solidaridad? Es la manifestación del amor que tiene su fuente
en Dios mismo. El Hijo de Dios ha venido al mundo para revelar este amor. Lo
revela ya por el hecho mismo de hacerse hombre: uno como nosotros. Esta uni ón
con nosotros en la humanidad por parte de Jesucristo, verdadero hombre, es la
expresión fundamental de su solidaridad con todo hombre, porque habla
elocuentemente del amor con que Dios mismo nos ha amado a todos y a cada uno.
El amor es reconfirmado aquí de una manera del todo particular El que ama desea
compartirlo todo con el ama. Precisamente por esto el Hijo de Dios se hace hombre.
De Él había predicho Isaías: “Él tomó nuestras enfermedades y cargó con nuestras
dolencias” (Mt 8,17; cf. Is 53, 4. De esta manera, Jesús comparte con cada hijo e hija
del género humano la misma condición existencial. Y en esto revela Él tambi én la
dignidad esencial del hombre de cada uno y de todos. Se puede decir que la
Encarnación es una revalorización inefable del hombre y de la humanidad.
2.CRISTOLOGÍA EN APARECIDA
La cristología de Aparecida tiene directamente que ver con la propuesta de su
documento conclusivo. Ella consiste, en pocas palabras, en potenciar la dimensión
misionera del cristianismo a partir de un “encuentro con Cristo”. De aqu í que la de
la V Conferencia consista en una cristología dinámica o funcional: lo que importa
en primer lugar no es un concepto de Cristo, sino tener una experiencia de él. A este
efecto, a continuación, se extrae el concepto de Cristo implícito en el documento.
CONCLUSIÓN:
La cristología de Aparecida es funcional. Se orienta directamente a suscitar
un encuentro con Cristo.
No corresponde, por tanto, pedir de la V Conferencia un concepto acabado y
explícito de Cristo.
Lo que interesa es que las personas experimenten a Cristo como la vida que
viene de Dios, como advenimiento del reino y como el único salvador de la
humanidad.
Con esta propuesta pastoral de un encuentro con Cristo, la V Conferencia
pretende responder al desafío de un desgaste progresivo del catolicismo
latinoamericano.
Cabe notar que, de este modo, Aparecida atina con uno de los signos de este
tiempo. Éste es el de la religión por opción, por decisión personal y libre, y no
ya por la transmisión de una herencia religiosa que debe ser recibida por la
generación siguiente.
Importa, en consecuencia, volver a experimentar a un Cristo vivo. Late en el
documento final la idea de volver a los orígenes del cristianismo.
Karl Rahner S.J. (5 de marzo de 1904 – 30 de marzo de 1984) fue un te ólogo cat ólico
alemán, considerado como uno de los más importantes del siglo XX. Su teología
influyó al Segundo Concilio Vaticano. Su obra Fundamentos de la fe cristiana
(Grundkurs des Glaubens), escrita hacia el final de su vida, es su trabajo m ás
desarrollado y sistemático, la mayor parte del cual fue publicado en forma de
ensayos teológicos.
Sólo al final de la era apostólica, de la composición del NT, se puede decir que la
Iglesia ha alcanzado su esencia plena, aunque todavía esté en curso de fijación el
canon de la Escritura, que también pertenece a ella. Dicho en otras palabras, la
Iglesia apostólica pudo desarrollarse en otra forma en lo que es esencial, pero una
vez que tomó este derrotero, queda su esencia fijada y consolidada para siempre.