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Transmision de La Revelacion

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HOGARES NUEVOS
Teología fundamental: Revelación
Prof. Lic. Edgar fiarías

TRANSMISIÓN DE LA REVELACIÓN.

A modo de introducción.
No es objeto de este escrito hacer una definición detallada de lo que es revelación, bastará dar una
pequeña definición que nos servirá como punto de partida para hablar ulteriormente de su
transmisión.

El diccionario de teología dogmática define revelación como: Experiencia inesperada de un


acontecimiento importante; para la ciencia de las religiones es la manifestación o intervención de lo
divino en el mundo; y para la teología cristiana es la auto comunicación radical y total de Dios como
el misterio absoluto, la cual se realiza en la historia a través de palabras, acciones y acontecimientos
que alcanzan su culminación en Jesucristo, llega a través del Espíritu Santo y desarrolla su eficacia
salvífica cuando el hombre la acepta y recibe con fe.1

La teología, en sus reflexiones, ha logrado constatar tres aspectos importantes sobre la


revelación, mismos que aparecen ya en la definición antes descrita, a saber: Que la revelación es
encuentro de Dios y hombre, que la revelación, es historia de la donación salvífica divina, y que la
revelación, es auto-comunicación de Dios en Jesucristo. 2 Para Karl Rahner “Aquél acontecimiento de
salvación […] se llama Jesucristo, del hijo de Dios, la Palabra de Dios, que ha aparecido entre nosotros
bajo la carne, encontrado verdaderamente como hombre lo mismo que nosotros, nacido y muerto
como nosotros. Esta realidad quiere transmitirse”.3

Estas constataciones nos dan paso a afirmar que el único destinatario de la auto revelación de
Dios es el hombre y “que la revelación acontece para el destinatario, y alcanza su sentido más
profundo, ante todo, allí en donde es entendida y traducida a la praxis de la vida.” 4 El hombre responde

1 WOLFGANG BEINERT, Revelación, en W. B. (Dir), Diccionario de teología dogmática, Barcelona 1990, p. 616-622.
2 Cfr. WENDELIN KNOCH, Revelación, escritura y tradición, (=EMATECA 4), Valencia 2001, p. 46-47.
3 KARL RAHNER, en ibíd., p. 280.
4 ibíd., p. 47.
a esa revelación de Dios mediante la fe.

1) Revelación e inicio de la Iglesia.

En los inicios de la Iglesia se entendía por tradición las llamadas consuetudines ecclesiae, estos
es, las costumbres de la Iglesia, como la santificación del domingo, los ayunos, las varias
consagraciones y bendiciones. Esto y muchas cosas más se justificaron bajo el concepto de “tradición”
y se legitimó como elemento de la realidad concreta eclesiástica. 5 Este hecho fue uno de los temas de
discusión entre la reforma luterana, que llega a equiparar “traditio” con “abusus” y la contrarreforma
tridentina, que sostendrá que, la palabra, en definitiva, la revelación, no es una realidad independiente
que se cierne por encima de la Iglesia, sino que fue confiada a ésta por el Señor, por lo que no quedó
expuesta al indeterminado arbitrio humano, sino que así precisamente permanece en manos del mismo
Señor y se sustrae a la asidura del humano poder.

Al respecto, Rino Fisichella advierte que debemos permanecer fieles a la dinámica de la


historia, marco en el cual se ha planteado y descrito la revelación cristiana. El centro de la historia,
Cristo, prefiguró lo que le precedía e ilumina y vivifica por su persona aquello que le sigue. 6 Y sólo
cuando en la interpretación de la revelación se anuncian estas verdades pasará a ser parte obligatoria
del credo cristiano y el magisterio se convertirá en instancia que liga la conciencia del cristiano.

El hecho de la tradición.

“Transmitir el contenido de la predicación de Cristo y la revelación constituida por la totalidad


de su persona, no es una opción que la Iglesia pueda hacer o delegar en otros, en efecto, la revelación
es lo que la constituye como tal y la misión de transmitir la buena nueva anunciada por Cristo es
constitutivo de su existir.” 7 Transmitir la revelación de Cristo es un proyecto, ya presente en el plan
salvífico del Padre y sólo en ese momento resulta visible. Estas afirmaciones de Fisichella nos hacen
pensar ya en que, la tradición es y debe ser la tradición de los orígenes, y más en concreto de los
orígenes testificado por la Biblia, orígenes, que, a su vez, son el contenido de la revelación. Giuseppe

5 Cfr. KARL RAHNER – JOSEPH RATZINGER, Revelación y Tradición, Barcelona 1971, p. 29-33.
6 RINO FISICHELLA, La revelación: Evento y credibilidad. Ensayo de teología fundamental, Salamanca 1989, p. 115.
7 ibíd., p. 115.
Lorizio aporta la idea de que la especificidad de la Revelación cristiana se coloca en la perspectiva del
“Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo”8 No se habla ya de una “traditio” entendida como
costumbres, sino de una “traditio” con contenido de revelación. Es importante resaltar la aseveración
que hace Fisichella: La tradición es un dato de hecho. Negar su existencia equivaldría a negar la
evidencia de lo que el hombre experimenta día tras día.9

Por su parte, W. Knoch, llegará a afirmar que: La relación entre revelación y magisterio puede, por
tanto, ser definida someramente, como que el Magisterio de la Iglesia en manera alguna acrecienta el
acontecimiento de auto revelación de Dios en su contenido de verdad, sino que únicamente lo puede
transmitir, proteger y desarrollar.10

2) Transmisión de la revelación y misión apostólica

La misión apostólica remonta sus orígenes al mandato de envío que Jesús hizo a sus discípulos:
“Se me ha dado todo poder en la tierra y en el cielo. Id, pues, y haced discípulos míos a todos los
pueblos…” (Mt 10. 28, 19 ss.) Cristo quiso fundar una Iglesia y determinó su estructura social.
Solamente las formas concretas de los oficios eclesiásticos han sido creadas por el primitivo
cristianismo bajo el influjo providencial de Dios. 11 Es Jesús mismo quien instituye el colegio de los
doce, como lo vemos en Mt 8, 18; Mc 1, 6-20; Lc 5, 10- 1. Si Jesús hubiera permanecido solo en su
predicación ambulante, la tradición no hubiera dejado escapar este rasgo sorprendente para
subrayar la singularidad de su misión.12 En el evangelio de Marcos 3, 14 dice explícitamente:
“estableció que fueran doce”, y según Lucas 6, 13, les dio también en esta ocasión el nombre de
“Apóstoles”. Una de las características esenciales del grupo de los Doce, es la misión. Ser apóstol
significa recibir y transmitir la misión de Cristo.

8 GIUSEPPE LORIZIO, La dimensión trinitaria de la Revelación. Una reflexión teológico-fundamental a 40 años de la Dei
Verbum, en Estudios Trinitarios 41(2007)291.
9 RINO FISICHELLA, La revelación […], p. 117.
10 WENDELIN KNOCH, Revelación […], p. 259.
11 ALBERT LANG, Teología fundamental, Madrid 1967, p. 53.
12 ibíd., p. 55.
Poder de Jurisdicción concedido a los apóstoles.13 Dos elementos podemos destacar, de este
apartado, como importantes. El primero es, el poder apostólico de atar y desatar. Jesús es quien les
confiere este poder, según podemos leer en Mt 18. Las palabras de este pasaje no están dirigidas a toda
la comunidad, sino a los apóstoles, como directores responsables de ella. El segundo aspecto, es “la
gran misión”, tema que podemos ver explícito en el mismo evangelio de Mateo, capítulo 28, en el que
Jesús confirió a los Apóstoles el poder de jurisdicción después de su Resurrección en el discurso
llamado, precisamente “la gran misión”. El gran discurso de misión, como lo hace ver Lang, contiene
tres pensamientos principales, que orientaban la fe y la actividad de joven Iglesia. Se alude a la misión
y el poder que poseía el Señor, la segunda alude a que ese poder que él poseía procede del Padre, y la
tercer que la Iglesia ha recibido del Señor y, mediante él, del mismo Dios su misión y sus poderes.

3) Relación entre escritura y tradición según los concilios de Trento y Vaticano II.

“la tradición eclesiástica es la tradición de los orígenes, y más un concreto de los


orígenes testificados por la Biblia. Esos orígenes son, a su vez, el contenido de la tradición” 14 Esta
acertada afirmación podría resumir la relación que existe y debe existir entre escritura y tradición.
Pero pasemos a ver qué dicen, al respecto, los concilios de Trento y Vaticano II.

Concilio de Trento

El concilio de Trento, tendrá la tarea de calificar la Tradición, como parte de la realidad


de la Revelación, presente de un modo vivo en la Iglesia, partiendo de la explicación de la relación de
Escritura y Tradición.15 Tarea que se verá reflejada en el “Decreto sobre la aceptación de los
Sagrados Libros y de la Tradición”.

Entre las decisiones que el concilio nos aporta sobre el tema, está la importancia que le da al tema de
la Tradición, que en la concepción católica, no es mantener determinados usos eclesiásticos
arbitrariamente fijados, como reprochaba Lutero, más bien mantener lo que relata la herencia de la
tradición apostólica de la fe. Con la referencia a los Padres, el Concilio un la traditio a la revelación,

13 ibíd., p. 62-67.
14 HEINRICH FRIES, Teología fundamental, Barcelona 1987, p. 358.
15 WENDELIN KNOCH, Revelación […], p. 259.
tematiza la Tradición y las tradiciones además en el contexto de las afirmaciones sobre la Sagrada
Escritura. En esta misma línea, sitúa a la Escritura en el punto central, y legitima también, en segundo
lugar, el fundamento sobre el que pueden establecerse principios como Tradición.16

Concilio Vaticano II

La mayor fuente que podemos encontrar sobre la revelación en el CV II, es la Constitución


dogmática sobre la revelación divina. Que hace hincapié en que se mueve tras las huellas de Trento
y del Vaticano I, que no significa simplemente un seguimiento exterior y mecánico, sino, un
“avanzar desde las huellas de dichos concilios: La palabra de Dios tiene la primacía en todo el hablar
y obrar de la Iglesia. Ésta viene descrita como la comunidad que escucha la palabra de Dios y la
proclama. El sentido de ese su obrar es, según palabras del Concilio, “para que todo el mundo, oyendo,
crea el anuncio de la salvación; creyendo, espere, y esperando, ame.17

El capítulo segundo de la constitución trata de la transmisión de la revelación divina a través de


la Escritura, la Tradición y la Iglesia. Se describe la conexión en Escritura, Tradición e Iglesia, pero no
se expresa con claridad suficiente que a la Escritura corresponde una prioridad y normatividad en la
medida en que la Tradición pretende ser la exposición auténtica y vinculante de la Escritura, y tampoco
subraya propiamente la función crítica de la Escritura frente a la Tradición.18

BIBLIOGRAFÍA

16 ibid., p. 262 – 263.


17 DH 4201.
18 WENDELIN KNOCH, Revelación […], p. 395 – 401.
● WOLFGANG BEINERT (Dir), Diccionario de teología dogmática, Barcelona 1990.

● WENDELIN KNOCH, Revelación, escritura y tradición, (=EMATECA 4), Valencia 2001.

● KARL RAHNER – JOSEPH RATZINGER, Revelación y Tradición, Barcelona 1971.

● RINO FISICHELLA, La revelación: Evento y credibilidad. Ensayo de teología fundamental,

Salamanca 1989.

● ALBERT LANG, Teología fundamental, Madrid 1967.

● HEINRICH FRIES, Teología fundamental, Barcelona 1987.

● GIUSEPPE LORIZIO, La dimensión trinitaria de la revelación. Una reflexión teológico-

fundamental a 40 años de la Dei Verbum, en Estudios Trinitarios 41(2007)285-320 .

● HEINRICH DENZINGER- PETER HÜNERMANN, El magisterio de la Iglesia, Enchiridion

symbolorum definitionum et declarationum de rebus fidei et morum, Barcelona 1999.

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