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Neblina Por Edwin Rodriguez
Neblina Por Edwin Rodriguez
Neblina Por Edwin Rodriguez
A Yosmary Rangel…
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EXHORTACIÓN
Quisiera escribir
tantas cosas que
pasan por mi
mente en
esta
madrugada
“de lluvia”,
pero tan solo
estoy
concentrado en
esta, mi novela, que
acobija al insigne “Sabio” de
Betijoque… “Rafael Rangel”. Pensando… que
dedico su vida a sus investigaciones… que lo
catapultaron a la historia. También pienso
que fue un niño, joven… hijo. Intelectual, y
por qué no, poeta, tal vez “Artista de
teatro”.
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Pero, no. Tal vez es – como dicen los libros
– “Un Investigador” cual nombre está
sembrado en las paredes frías de las
“Universidades”, “Laboratorios”, “Museos”
“Centros de historias”; allí donde dice
“Rafael Rangel”.
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Mi personaje es ficción solo tome su
Nombre prestado de la historia…
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Prolegómeno
Lo que usted señor lector está a punto de
leer, son unas líneas de una novela. Una
obra ucrónica en donde utilizo a un
personaje de la historia, el cual admiro no
solo como investigador y su profundo
legado que dejo en la ciencia venezolana;
Rafael Rangel.
Edwin Rodríguez.
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Homiclofobia
El miedo persistente a la neblina.
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Finalmente, la homiclofobia puede formar
parte de un cuadro clínico más amplio, por
ejemplo de una fobia social o de un cuadro
de ansiedad generalizado. Es decir, puede
manifestarse como uno de los elementos
que rodean un amplio espectro de
experiencias de estrés a distintos
estímulos, cuestión que es importante
tomar en cuenta su definición.
¿Qué es la Neblina?
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acumulación de agua a una temperatura más
alta que la del aire alrededor.
Síntomas.
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Luna Nueva
Con lo blanco de la sabana.
Me predispuse a
levantarme, pero mire
a través de la ventana
“la lluvia” que ya casi
terminaba. La calle,
“empedrada”, parecía un
compás musical y sus
tonos eran el agua que
circulaba… entre
piedras y lajas…
Al comer, siempre
me indicaban el
respeto a la mesa, a los alimentos. Comer
correctamente. ¡Sentarnos juntos! Y el
café el acto final. Conversar sobre lo
ocurrido en el día…
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el patio de mi casa… era mi pasatiempo
favorito.
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¿Por qué?... ¿por qué?
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Y en un abrir y cerrar de ojos llegó la
“Neblina” y, como un acto celestial, un
miedo invadió mi mente… solo pensé en
correr y correr… ¡sí! Eso debe ser…
“correr” mientras me carcomía en
pensamientos.
Volvió la calma…
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Luna Creciente
Cuando desperté, el telón
negro que cubría mi
mente, se abrió para
anunciar la segunda
escena del teatro, se
iluminó pero, no
habían actores, ni
luces ni maquillaje,
nada, estaba
solo… mire hacia
el techo y vi las
tejas rojas de mi
cuarto, las cuales están
deterioradas por la inclemencia del tiempo.
¡Se ven estropeadas! ¡Como mis rodillas!
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Ambos me abrazaron; sentí su calor en
cada hueso de mi cuerpo. Me sentí tan
grande cuando ellos me dieron ese abrazo…
Sí, realmente necesitaba mucho ese
abrazo.
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imágenes de aquel gran musical. Era
asombroso esa noche en mi cuarto.
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para disfrutar la noche. Yo tan solo pienso.
Mientras veo la primera llovizna.
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No quiero estar más en mi habitación;
quiero gritar, pero el “auxilio” está
congelado en mi garganta; “mamá”, “Papá”…
Comienzo a soñar… voy corriendo por la
calle húmeda, mis pies mojados se abren
paso por lo enladrillado de la calle iluminada
por unos pocos faroles viejos, donde la cera
de las velas parece bailarinas finalizando
una danza clásica.
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Allí sacó un gran látigo y se dispuso a
golpearme; una voz de tono sutil me llamo
al oído. Dijo mi nombre. Desperté; era la
misma pesadilla, mi eterna pesadilla. El
jinete y la neblina… ”Santo Dios” que
pesadilla. Ella siempre me perseguía en mis
sueños. Arruinaba mi vida de niño.
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Cuarto Creciente
El Despertar
Cuando
abrí mis
ojos, no estaba el
jinete. Había
desaparecido. “Se esfumó”, aún seguía
exaltado por la pesadilla. Ella había
arruinado muchas noches de mi vida. Era un
temor hacia la neblina que siempre llegaba
sin ser invitada. Y me mostraba el monstro
del jinete…
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En una de las mesas, mi madre exhibía una
hermosa cadena de oro, recuerdo de la
familia; una pequeña fotografía de la
abuela, un abanico con un paisaje español;
un vaso con agua para ella; una elegante
caja de cerillos. Mi padre estaba tan
dormido, que podría lanzarme encima de él
y no se daría cuenta…
Ya en mi cuarto, no
había pesadilla…
mucho menos
luciérnagas, solo me
seguían los grillos…
reposé mi mirada por
la ventana y vi un par
de “sapos” juagando
en el agua de un
riachuelo improvisado
por la lluvia. Se veían
tan felices…
¿Celebrarán algo? La
señora “Sapo” lo abrazaba y lo besaba muy
contenta. “Imagino” que es una “princesa”
que bailaba el vals con su amado príncipe.
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Me reí mucho con esa danza de los sapos…
en aquel río que desaparecería como el
afecto de ambos sapos, eso reconfortó mi
pesadilla. Y me regalo el más alegre
despertar.
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amor de ambos” engalanaba el paseo para
que el camino fuese más placentero.
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No. Es mejor que no, era un día muy
especial para él. Se preocuparía, lo se…”se
preocuparía” no quise arruinar su día de
campo. Entonces puse mi mejor sonrisa, le
di un saludo en su hombro… y regrese a
todo galope… lo deje en el camino…
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Luna Gibosa Creciente
“Honor a Teresa”
Llegamos a
casa, nos
esperaba mi
madre, nos
había
preparado
una
suculenta
comida. La
mesa parecía un
cuadro de algún
pintor del Renacimiento. Hasta las frutas
estaban en el decoro de la mesa. Había
vasos de leche fresca. Era mi bebida
favorita y mi madre lo sabía; estaba una
cesta con arepas, huevos fritos, queso…
todo una delicia para nosotros.
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por algo, “reza”. Prefiere encomendarse a
Dios que preocupar a mi padre.
Mi madre era
una obra de
arte de Praga,
elegante y
selecta, había
nacido para los
hábitos y las
buenas
costumbres.
Los valores…
“Imagínense”,
siempre dice
que en la vida
hay que dejar huellas. Dejar un buen
nombre. Que uno debe ser recordado. No
vivir en vano… ¿La recordarían? Yo si… y
mucho.
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Sus sanos consejos, siempre los tengo
presente. Son “incorruptibles” para mí.
Nada ni nadie me dice cosas tan justas
como ella. Recuerdo una.
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educación, a leer y escribir, enseñándome
lo justo.
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Luna Llena
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velo antes de partir a la boda. Sí, el pueblo
cambió, en cuestión de segundos…
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Pueblo, de entechados rojos, de lajas y
trapiches. Muero cuando huelo a caña
molida. Nunca imaginé como cambia la vida
tan rápido. Jamás sospeché que dejaría
atrás todo eso… deje mi pozo, el hato de mi
padre, “a Betijoque”.
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Solo veía en mi mente. ¡Blanco! Sentí frío
otra vez, y era muy espesa… logro su
cometido, “me durmió”
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Cuarto
Menguante
Mientras
perfilaba mi
bigote,
observé dentro
del vagón del tren,
que me llevaba
rumbo a mi nueva
vida, dejando atrás mi
cultura pueblerina a forjarme
una nueva. “Claro”, creo que jamás perderé
mi esencia, como hijo de mi pueblo, ese que
llevo en mis venas…
En la última estación
antes de la gran ciudad,
subió una dama; era una
“pianista” española, tenía
los rizos más bellos y
color girasol. Era muy
hermosa esta artista.
Incluso, notó mi presencia
– no sé por qué –me hizo
un gesto galante y una
sonrisa, misma que yo
regresé con mucha
cortesía.
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maravillosa, la música es fascinante”…
“Dios” tenía una guitarra en mis manos…
- A caminar Rafael…
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Eclipse
Durante mis años
de estudios, en la
universidad. Me
destaqué siempre
por ser un
estudiante
responsable.
Cumplía con
todo… mi
vida fue
genial.
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“neblina” que te persigue… estamos
preocupados por ti”…
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Cuando volví a la universidad, todos me
miraron con cara de asombro; me congelé
por unos segundos; me pregunté ¿qué hice?
Ellos, mis amigos, con voz tórrida, contaron
uno a uno su preocupación; unos me
alentaron; otros, intranquilos por los
sucesos que ellos presenciaron noche a
noche en mi habitación. Mi vida en la ciudad
se estaba complicando; les pedí mis más
sinceras disculpas por lo sucedido.
¡Debo despertar!...
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Transcurrieron varias semanas, retornó la
calma, puede dormir tranquilo. Volví al
café, a leer. Logré volver a la biblioteca y
sumergirme en el mundo de los libros,
sentir los géneros de la literatura
universal, “los clásicos”… Son mi vida. Lo
que anhelaba en la vida es ser músico.
Adoro la guitarra, me fascina el “orfeón”
de la ciudad, el teatro, la ópera y la
botánica… y vuelvo con mi bledo… ¿Quiero
saber de todo?
En el camerino,
yo parecía un
niño, temblaba
de la emoción, no
podía creer que
iba a verla,
“hablaría” con
ella… al entrar al
camerino ella se presentó sola… habló y
habló - yo mudo – de sus conciertos y
pronto me reconoció como aquel pasajero
del tren. Me recordaba…
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ella… yo anonadado por cada palabra de
artista.
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Al llegar a la calle, una feroz lluvia,
acobijaba la ciudad; seguí corriendo
mientras mi corazón casi estallaba en mi
pecho…
- “Neblina”…
Fin
“En honor a Rafael Rangel”
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Epílogo
Abba
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“Eusebio”
sentía que su
corazón se
detenía por
momentos;
parecía
escuchar el
reloj de pared
de mi casa…
comprendió
que era el
final.
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