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Documento de Bolivar Sobre Lasso de La Vega

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DOCUMENTO 4941 OFICIO DE PEDRO BRICEÑO MÉNDEZ PARA EL JEFE DEL ESTADO

MAYOR GENERAL, FECHADO EN MERIDA EL 1° DE OCTUBRE DE 1820, EN EL CUAL DE


PARTE DE BOLÍVAR, LE INFORMA ACERCA DE LAS OPERACIONES EFECTUADAS PARA
TOMAR LA PROVINCIA DE MERIDA, Y LE ORDENA A SU VEZ LO TRANSMITA A LOS
ESTADOS MAYORES.*

Al señor Jefe del Estado Mayor General.

Las dos primeras brigadas de la Guardia, confiadas a la dirección del señor Coronel Plaza., han ocupado
esta Provincia del modo más feliz a las armas de Colombia. La tercera división del ejército español que la
cubría, ha evacuado ayer la capital, con una precipitación semejante a la fuga.

Aunque las operaciones que se han ejecutado no hayan comprometido algún combate, merecen, sin
embargo, atención por sus resultados.

La Guardia acampó el 29 en Estanques [1]: se había adelantado el 28 el Coronel Rangel, con los cazadores
del Vencedor y 30 carabineros, a reconocer el puente de Chama [2], que siendo el único tránsito estaba
fortificado por el enemigo, aprovechando su situación naturalmente formidable. Aunque este puente era
suficiente a impedir el paso, los españoles lo hicieron absolutamente inaccesible, atrincherándose a media
legua de él en un desfiladero que cubierto con 100 hombres debía ser impracticable. El Coronel Rangel,
luego que examinó esta posición la tarde del 29, mandó 25 cazadores que divirtiesen por el frente al
enemigo, mientras que con el resto de la compañía, a las órdenes del Capitán Morillo, la forzaba por un
flanco: en efecto, bastó una carga firme para que fuese vergonzosamente abandonado, perdiendo los
nuestros un soldado.

Parecía que aunque perseguido el enemigo, se sostendría en el puente, a favor de un puesto que permita
la oposición de 100 hombres al ejército más numeroso; pero los españoles, llenos de terror, lo desocuparon
también, a pesar de las órdenes de defenderlo, no deteniéndose ni aun a cortarlo: apenas para facilitar su
fuga lo inutilizaron por el momento, pero de manera que pudo repararse en el día 30.

Como el Libertador había forzado sus marchas desde que fue instruido de los obstáculos que debía
encontrar la Guardia, pudo reunirse a ella a la orilla del Chama en la tarde de ayer. A la madrugada de hoy
previno que los cuerpos pasasen el puente, y él se adelantó rápidamente con los cazadores del Vencedor
y el batallón Tiradores, por si lograba alcanzar al enemigo. Informado S.E. en San Juan de la marcha de
éstos, ganando ya dos jornadas, dispuso venir sólo con su Estado Mayor a esta ciudad, y ha entrado a las
once del día, entre las aclamaciones y aplausos de un pueblo que ha justificado siempre sus sentimientos
patrióticos. Mañana llegará la Guardia y continuará sus operaciones.

No son menos dignos de indicar a US. los sucesos de la retirada del enemigo. A las once de la noche del
29 recibió en Egido el Jefe de la tercera división los avisos de haber sido forzado el desfiladero y batidas
aquellas fuerzas, con pérdida de un oficial y dos soldados: en el acto ordenó su retirada, y la ejecutó antes
de amanecer, sin reunir apenas 18 hombres de los 100 apostados en el puente. Nada pudo detenerlos;
cuando pasaron por esta ciudad aún no estaban repuestos de su espanto: una confusión absoluta amenazaba
una disolución completa, y se cree muy fundadamente que no se salvarán 500 hombres de más de 1.000
que constituían la división. Si ellos han podido organizarse luego, a lo menos han perdido ya su moral,
han perdido esta Provincia, consiguientemente la de Trujillo, y perderán por término de esta operación
hasta las esperanzas más remotas de amenazar jamás por esta parte a Cundinamarca.
El Libertador ha recibido en todos los pueblos lamentos continuos de la conducta de los españoles. Bajo
el sistema de la Constitución han sido más violentos y más ultrajantes (si pueden serlo más) que en los
tiempos pasados. La fuerza era el imperio de las leyes, y fue entre los escándalos más abominables
ver al Ilustrísimo [3] con Ja comisión militar de procurar en Trujillo de grado o fuerza los medios de
subsistencia para la tercera división.

S.E. manda que US. trasmita los detalles más importantes de estos sucesos a los Estados Mayores, etc.,
para que sean publicados.

Dios, etc.

Mérida, 19 de octubre de 1820.

P.D.—Los españoles pasarán mañana el páramo de Mucuchíes, según los partes. De los dispersos
enemigos se presentan muchos y esperamos recogerlos todos.

* De un impreso moderno. O’Leary "Memorias"; tomo XVII, págs. 477-478.

Notas

[1] Estanques, población del Estado Mérida.

[2] Chama, río de este mismo Estado.

[3] Se refiere a Monseñor Rafael Lasso de la Vega, Obispo de Mérida, cuyas tendencias realistas cedieron
más tarde a las de un acendrado patriotismo y de profunda admiración por Bolívar.

DOCUMENTO 5398-a y 5398-b. COMUNICACIÓN OFICIAL DE PEDRO BRICEÑO MÉNDEZ,


MINISTRO DE GUERRA Y MARINA, PARA EL ILUSTRISIMO SEÑOR OBISPO DE MERIDA DE
MARACAIBO DON RAFAEL LASSO (DE LA VEGA), FECHADO EN TRUJILLO EL 7 DE MARZO
DE 1821, POR EL CUAL LE PARTICIPA QUE EL LIBERTADOR OFRECE "PROTEGER Y
SOSTENER A LA IGLESIA Y A SUS DIGNOS PRELADOS" Y NO SE MEZCLARA EN LOS
ASUNTOS ECLESIÁSTICOS. LO INVITA A PASAR A CUCUTA PARA LA INSTALACIÓN DEL
CONGRESO Y ACUERDE CON ESTE CUERPO "LOS LIMITES QUE DEBEN SEPARAR Y
DISTINGUIR LAS DOS POTESTADES".*

Trujillo, marzo 7 de 1821.

Al Ilustrísimo Señor Obispo de Mérida de Maracaibo, Doctor Rafael Lasso [1].

S.E. el Libertador Presidente ha visto detenidamente la nota que se sirvió dirigirle V.S.I. con fecha 2 del
presente, manifestándole sus deseos con respecto a los misioneros capuchinos de la Provincia de
Maracaibo y sus temporalidades, y acerca de los Padres Franciscanos.
S.E., animado de los sentimientos de piedad religiosa de que se gloría, tiene por uno de sus primeros y
más importantes deberes proteger y sostener a la Iglesia y a sus dignos Prelados. Nada es más satisfactorio
para S.E. que ratificar estas disposiciones de parte del Gobierno de la República a un Pastor virtuoso que
mostrándose digno sucesor de los [Pablos y Agustines] [2] Apóstoles, sólo se ocupa de conservar en su
esplendor las sabias máximas del Evangelio, dejando ilesos y respetados los derechos del pueblo. Con-
forme con estos principios, de los cuales no se apartará nunca S.E., [me manda diga a] [3] puede V.S.I.
proceder libremente en el ejercicio de su Ministerio, seguro de que el Gobierno prestará a V.S.I. toda la
ayuda y protección que dependa de él sin mezclarse jamás en los negocios que sean pura y exclusivamente
[eclesiásticas] [4] de administración espiritual y eclesiástica. Si V.S.I. juzga, pues, conveniente conservar
los misioneros capuchinos en las Doctrinas que les están encargadas, S.E. librará órdenes para que no se
les moleste ni embarace en su ejercicio, siempre que ellos por su parte respeten el Gobierno, se abstengan
de injerirse de modo alguno en los negocios del siglo, y enseñen con su ejemplo la obediencia y sumisión
a las autoridades constituidas.

S.E. ha aplaudido y recomienda a V.S.I. acelere lo posible su marcha a Cúcuta, no sólo por el objeto
necesario de la visita a aquella parte del Obispado, sino por el grande interés de la Religión y el Estado en
que V.S.I. arregle y acuerde con el Congreso General los límites que deben separar y distinguir a las dos
Potestades, en obsequio de la armonía que debe reinar entre ellas, mientras puede el Gobierno obtener de
la Santa Sede los Concordatos que solicita. No debo concluir esta nota sin significar a V.S.I. cuan sensibles
y dolorosos han sido para S.E. los primeros inconsultos pasos que se dieron en Maracaibo [S.E. los ha] [5]
con V.S.I. S.E. los ha desaprobado, y aun habría pasado a otras medidas, si no hallase excusada semejante
conducta por la dificultad de reprimir las pasiones exaltadas en la efervescencia de una conmoción
popular. S.E. se consuela, pues, con la esperanza de que V.S.I. atribuyéndola a este origen, la habrá
despreciado y condenado al olvido.

Todo lo cual tengo el honor de decirlo a V.S.I. de orden de S.E. el Libertador Presidente, para su
inteligencia y satisfacción.

Dios guarde a V.S.I. muchos años.

PEDRO BRICEÑO MÉNDEZ

* Archivo del Libertador. O’L. Vol. XVIII, primera parte, Fº 108 vto. 109.

Nota: a esta versión le falta la adición que tiene después de la firma de Briceño Méndez. Ver documento
siguiente.

DOCUMENTO 5398-b.

Cuartel General de Trujillo, a 7 de marzo de 1821, 11º.

REPÚBLICA DE COLOMBIA

Ministerio de Guerra y Marina

Ejército Libertador

Al Ilustrísimo Señor Obispo de Mérida de Maracaibo Don Rafael Lasso.


Ilustrísimo Señor.

S.E. el Libertador Presidente ha visto detenidamente la nota que se sirvió dirigirle V.S.I.ma. con fecha de
2 del presente, manifestándole sus deseos con respecto a los misioneros Capuchinos de la Provincia de
Maracaibo, y sus temporalidades, y acerca de los Padres Franciscanos.

S.E., animado de los sentimientos de piedad religiosa de que se gloría, tiene por uno de sus primeros y
más importantes deberes, proteger y sostener a la Iglesia y a sus dignos Prelados. Nada es más satisfactorio
para S.E. que ratificar estas disposiciones de parte del Gobierno de la República a un Pastor virtuoso que,
mostrándose digno sucesor de los Apóstoles, sólo se ocupa de conservar en su esplendor las sabias
máximas del Evangelio dejando ilesos y respetando los derechos del Pueblo. Conforme con estos
principios, de los cuales no se apartará nunca S.E., puede V.S.a. Ilma, proceder libremente en el ejercicio
de su Santo Ministerio, seguro de que el Gobierno prestará a V.S. lima, toda la ayuda y protección que
depende de él sin mezclarse jamás en los negocios que sean pura y exclusivamente de administración
espiritual y eclesiástica. Si V.S. Ilma., pues, juzga conveniente conservar los misioneros Capuchinos en
las doctrinas que les están encargadas, S.E. librará órdenes para que no se les moleste ni embarace en
ejercicio, siempre que ellos por su parte respeten el Gobierno, se abstengan de injerirse de modo alguno
en los negocios del siglo, y enseñen con su ejemplo la obediencia y sumisión a las autoridades constituidas.

S.E. ha aplaudido, y recomienda a V.S. Ilma., acelere lo posible su marcha a Cúcuta, no sólo por el objeto
necesario de la visita a aquella parte del Obispado, sino por el grande interés de la Religión y el Estado en
que V.S. Ilma, arregle y acuerde con el Congreso general los límites que deben separar y distinguir a las
dos Potestades en obsequio de la armonía que debe resplandecer entre ellas mientras puede el Gobierno
obtener de la Santa Sede los Concordatos que solicita.

No debo concluir esta nota sin significar a V.S. Ilma, cuán sensibles y dolorosos han sido para S.E. los
primeros inconsultos pasos que se dieron en Maracaibo con V.S. Ilma. S.E. los ha desaprobado, y aun
habría pasado a otras medidas, si no hallase excusada semejante conducta por la dificultad de reprimir las
pasiones exaltadas en la efervescencia de una conmoción popular. S.E. se consuela, pues, con la esperanza
de que V.S. Ilma., atribuyéndola a este origen, le habrá despreciado y condenado al olvido.

Todo lo cual tengo el honor de decirlo a V.S. Ilma, de orden de S.E. el Libertador Presidente para su
inteligencia y satisfacción.

Dios guarde a V.S. Ilma, muchos años.

El Ministro,

PEDRO BRICEÑO MÉNDEZ

Se contestó insistiendo sobre lo de Capuchinos. Seguimos nuestro viaje y sabiendo en Pamplona la


instalación del Congreso le felicitamos, habiendo cantado de medio Pontifical, el tedeum y heho
exortación al pueblo.

* El original se conserva en el Archivo Arquidiocesano de Mérida (Edificio del Seminario). Venezuela.


Facilitado por Luis Eduardo Cardona Meyer. Se ha podido examinar la reproducción en xerox. La nota
subrayada está impresa en el documento.
Notas

[1] Lasso de la Vega, Rafael. Prelado panameño, nacido en Santiago de Veraguas en 1764. Estudió
filosofía y ciencias eclesiásticas en Bogotá, y en 1792 recibió las sagradas órdenes. Durante muchos años,
fue cura de la parroquia de Bogotá, de cuya catedral fue canónigo doctoral. Fue trasladado a la Catedral
de Panamá, y en 1816 fue preconizado Obispo de Mérida de Maracaibo, en Venezuela. Apenas
consagrado, emprendió la visita de su diócesis. Al principio de la guerra de la independencia Lasso
de la Vega se mostró decidido partidario del Rey, hasta el punto de abandonar su sede en Mérida a raíz
de la batalla de Boyacá. Pero era hombre ilustrado y de recto juicio, y cuando comprendió que la
independencia era un hecho ineluctable, cambió de opinión y siguió dedicándose a su sagrado ministerio,
tanto más cuanto que el Libertador consiguió inspirarle confianza en las rectas intenciones de los patriotas
respecto a la religión. Fue nombrado representante al Congreso de Cúcuta, y a varios Congresos de la
Gran Colombia, en los cuales sostuvo con energía y firmeza los derechos de la Iglesia. Nombrado Obispo
de Quito en 1827, ocupó la sede en 1829, y falleció en dicha ciudad dos años más tarde. Escribió, entre
otros: "Condncta del Obispo de Mérida después de la transformación de Maracaibo", "Tu prójimo",
"Discurso contra el tolerantismo que se ha querido introducir en Colombia", "Mis sentimientos", etc.
(Manuel Pérez Vila, "Bolívar y su Época". Vol. II, pág. 207).

[2] Testado [Pablos y Agustines.

[3] Testado [me manda diga a].

[4] Testado [eclesiásticas].

[5] Testado [S.E. los ha].

DOCUMENTO 6366 DECRETO MARGINAL DE BOLÍVAR, FECHADO EN ROSARIO DE


CÚCUTA EL 7 DE OCTUBRE DE 1821, POR EL CUAL DESEA CONVENIR EN QUE LOS BIENES
QUE DEJO EL CANÓNIGO JUAN IGNACIO GUTIÉRREZ SE DESTINEN A LA INSTRUCCIÓN
PUBLICA.*

Excmo. Señor Presidente de la República de Colombia.

Excmo. Señor:

Aunque comencé a averiguar la materia de la adjunta, creí después era lo mejor esperar a V.E., y así digo:
que los bienes del Canónigo don Juan Ignacio Gutiérrez se fundaron por mí en beneficio de la doctrina
cristiana, escuelas y aulas de gramática de Santa Fe [1] , Tunja, Pamplona y San José de Cúcuta; que a mi
salida el año de doce del mismo Santa Fe, dejé recomendado el negocio al autor de dicha adjunta, cuyas
cuentas penden como allí sigue: y que para la fundación gasté de mis rentas sobre cuatro mil doscientos
pesos que aún debo en parte.
No dudo que V.E., lo que decretó fue o como por providencia de por hora, o porque no se le instruyó de
la fundación. En esta virtud, haciendo presente que el testador tuvo consideración a beneficiar las
poblaciones donde sirvió de cura y adquirió dichos bienes, y que yo trato de fomentar en Pamplona los
estudios, ruego encarecidamente se sirva V.E. mandar no pare perjuicio lo providendiado antes a favor
del colegio que se dice de huérfanos y que el encargado don Policarpo Jiménez entregue a las personas
que tengo recomendadas los papeles, cuentas y existencias.

Dios guarde a V.E. muchos años.

Rosario de Cúcuta, octubre 6 de 1821.

Excmo. Señor,

RAFAEL,

Obispo de Mérida. [2]

Cuartel General en el Rosario de Cúcuta, octubre 7 de 1821. — Deseando no interrumpir las piadosas
instituciones testamentarias en favor de la instrucción pública y de la religión, he venido en convenir en
que los bienes que dejó el Dr. Juan Ignacio Gutiérrez tengan el destino a que los aplicó el fundador, y no
el que se les ha dado por el decreto que se cita.

BOLÍVAR

* Acotaciones Bolivarianas. Decretos Marginales del Libertador, pp. 247-248. Fundación John Boukon.
Edición conmemorativa del Sesquicentenario de la Independencia. Caracas, 1960.

Notas

[1] Santa Fe de Bogotá. Bogotá, capital de la República de Colombia. Véanse los Vols. I, II, IV, V, VI,
VII, VIII, IX, X, XI, XII

[2] .Rafael Lasso de la Vega, Obispo de Mérida de Maracaibo. Prelado panameño, nacido en Santiago de
Veraguas en 1764. Estudió filosofía y ciencias eclesiásticas en Bogotá, y en 1792 recibió las sagradas
órdenes. Durante muchos años, fue cura de la parroquia de Bogotá, de cuya catedral fue canónigo doctoral.
Fue trasladado a la Catedral de Panamá, y en 1816 fue preconizado Obispo de Mérida de Maracaibo, en
Venezuela. Apenas consagrado, emprendió la visita de su diócesis. Al principio de la guerra de la
independencia Lasso de la Vega se mostró decidido partida rio del Rey, hasta el punto de abandonar su
sede en Mérida a raíz de la batalla de Boyacá. Pero era hombre ilustrado y de recto juicio, y cuando
comprendió que la independencia era un hecho ineluctable, cambió de opinión y siguió dedicándose a su
sagrado ministerio. Tanto más cuanto que el Libertador consiguió inspirarle confianza en las rectas
intenciones de los patriotas respecto a la religión. Fue nombrado representante al Congreso de Cúcuta, y
a varios Congresos de la Gran Colombia, en los cuales sostuvo con energía y firmeza los derechos de la
Iglesia. Nombrado Obispo de Quito en 1827, ocupó la sede en 1829, y falleció en dicha ciudad dos años
más tarde. Escribió, entre otros: "Conducta del Obispo de Mérida después de la transformación de
Maracaibo", "Tu prójimo", "Discurso contra el tolerantismo que se ha querido introducir en Colombia",
"Mis sentimientos", etc. Tomado de Bolívar y su Época. Tomo II. Por Manuel Pérez Vila. Caracas, 1953

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