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Análisis Mentes Peligrosas

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María Samper Cerdán

Mentes peligrosas cuenta la historia de LouAnne Johnson, una profesora que estuvo
alistada en la marina durante algunos años y que ahora decide retomar su vocación, tras
divorciarse de su marido. Se trata de un personaje complejo en el que podemos ver las
influencias de su etapa en la marina: valora la disciplina y maneja las técnicas que se
necesitan para adoctrinar correctamente. Sin embargo, esto resulta insuficiente cuando
encuentra un trabajo como profesora suplente en un instituto donde la clase que le
asignan está repleta de alumnos conflictivos que van a dificultar su integración laboral
hasta extremos insospechados. Las tres últimas profesoras interinas han abandonado el
puesto al verse incapaces de lidiar con la situación, hasta tal punto que la última de ellas
dimitió tras sufrir una crisis nerviosa. En un principio, LouAnne expresa a su
compañero y profesor en el mismo instituto Hal Griffith su descontento y su sentimiento
de incapacidad para enfrentarse con tales alumnos. No obstante, Hal la anima a
continuar y a esforzarse por conseguir hacerse con el control de la clase, que los
alumnos son inteligentes, pero no tienen ganas de aprender, y sentencia: “Puedes
hacerlo… o dimite”.

El primer día la docente ya tiene que escuchar comentarios por parte de sus alumnos
tales como “¡una blanca!”, “matamos a esa perra”, “zorra”, etc. Se trata de una
generación de alumnos nacida entre los 80 y los 90, conocimos como la generación Y o
los Millenials. Algunos investigadores los definen como jóvenes con falta de madurez,
individualistas, con unas altas expectativas, con confianza en sí mismos, con una
autoestima importante y con amplias necesidades de llevar una vida cómoda. Sin
embargo, no todos estos rasgos se cumplen en los personajes de la cinta, ya que sufren
una incapacidad para adaptarse a entornos nuevos y para resolver los problemas de
forma racional.

La actitud de los alumnos se muestra irrespetuosa, con aires de superioridad, agresiva e


incluso indiferente hacia la profesora, lo que refleja su desprecio hacia todo tipo de
superioridad. Por otro lado, la actitud de LouAnne el primer día, antes de ser consciente
del desolador panorama, era de entusiasmo, pues sólo se le había comunicado que debía
dar clase a un grupo de alumnos “especiales”. Los métodos que pone en práctica el
primer día son los convencionales: eleva el tono de voz, llama la atención a algunos de
los alumnos y, al ver que nada de esto funciona, abandona el aula muy molesta y
pensando en dimitir. No obstante, los ánimos de su compañero y su propia capacidad de
perseverancia la conducen a intentarlo de nuevo.

El segundo día de clase, LouAnne lleva una vestimenta informal, en cierto modo
“macarra”, y muestra una actitud indiferente ante sus alumnos, comunicándoles que ella
ha sido marine durante años. Para ganarse su atención, les propone enseñarles algunas
llaves de kárate, hecho ante el que sus alumnos se muestran encantados. Para potenciar
ese lazo de unión con el alumnado, se dirige a ellos en los mismos términos que ellos
utilizan: “No tenéis ni puñetera idea”. De este modo, facilita que sus alumnos le presten
atención y no la consideren otra profesora más a la que hundir. La profesora logra que
ellos adviertan algo diferente, que sientan que pueden participar y expresar algo de lo
que llevan dentro. Además, les comunica que desde ese momento todos tienen un
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sobresaliente y que su tarea sólo consistirá en conservarlo. De este modo, ellos ya


disponen de un incentivo, de un refuerzo positivo de entrada, un premio que sólo tienen
que saber mantener en sus manos, puesto que ellos nunca habían tenido esa nota.

Los alumnos que LouAnne tiene en clase son un grupo de jóvenes que provienen de
barrios peligrosos, llenos de violencia, donde existen los crímenes, la venta y el
consumo de drogas, la pobreza y las pandillas. La mayoría son jóvenes afroamericanos
o latinos, que en esa época aún sufren mucha discriminación. En esos barrios la
reputación lo es todo y eso se percibe de forma evidente cuando Raúl y Emilio, dos de
los alumnos, se encaran y LouAnne les hace prometer que la disputa quedaría ahí y no
desencadenaría mayores problemas. El conflicto se acrecienta y los jóvenes terminan
llegando a las manos. Cuando la profesora le reprocha a Raúl que él le prometió que eso
no ocurriría, Raúl le replica que debía hacerlo, que si no se defendía perdería todo tipo
de respeto y que esas personas en el mundo en el que él vive terminan muertas.

El entorno familiar de los alumnos es penoso: muchos provienen de familias pobres. El


propio Emilio llega a afirmar que disfruta pegando a la gente, que sus padres se están
separando y que son pobres, y sentencia preguntándole: “¿Cómo demonios va a
salvarme de mi vida?” Los padres no se suelen preocupar por la educación de sus hijos,
hecho que vemos reflejado en el comportamiento de la madre de Durrell y Lionel, quien
saca a sus hijos de la escuela argumentando que estaban perdiendo el tiempo leyendo
poesía, que ella no estaba criando a sus hijos para eso y que había facturas que pagar. La
madre llega a dirigirse a LouAnne en estos términos: “La blanca zarrapastrosa que ha
estado liando la cabeza de mis chicos”. Estos jóvenes se encuentran en una edad
complicada, en plena adolescencia, y el entorno familiar, así como el entorno social,
inciden directamente sobre su desarrollo. En este caso, ambos entornos dificultan el
buen desarrollo de los jóvenes, que se ven inmersos en una espiral de violencia y
pobreza.

La complejidad de la adolescencia se ve reflejada en esta película, repleta de conflictos


por la autonomía, la definición de la identidad personal, el apoyo entre iguales y la
actitud desafiante contra todo tipo de autoridad. De hecho, uno de los temas presentes es
el embarazo adolescente, que crea un punto de tensión entre las instituciones y la
alumna. Por otro lado, está presente la violencia escolar entre alumnos de la misma
clase, que generan tensiones entre ellos y el profesorado. Existe una carencia de
modelos de resolución de conflictos, de diálogo, de responsabilidad. La importancia de
un profesor implicado, en este caso LouAnne, es fundamental, ya que representa una
figura de apoyo y motivación clave a la hora de que los estudiantes desarrollen
habilidades sociales para afrontar el mundo que les rodea.

LouAnne se preocupa por las vivencias de sus alumnos y colabora con su propio
bienestar, por lo que su labor como dicente traspasa las paredes del aula, ya que así lo
decide ella misma. Es de suma importancia que las familias estén involucradas en el
proceso educativo de sus hijos, puesto que se trata de un trabajo correlativo. De hecho,
LouAnne pierde a dos de sus alumnos porque su madre no está de acuerdo con el
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aprendizaje de los mismos. Esto es un ejemplo claro de que si el sujeto no se permite


ayudar, el orientador o educador no le puede apoyar de forma fructífera, acabando con
los sueños de la docente y de los propios alumnos.

Del mismo modo, en el caso de Raúl, sus padres se interesan por sus estudios y están
entusiasmados ante la idea de que quizá él sea el único de la familia que se gradúe. Raúl
cuenta con el apoyo de su familia y con el de la docente, por lo que comienza a
esforzarse y a dedicarse plenamente a sus estudios. La transformación total del sujeto
depende, por lo tanto, del entorno familiar y del trabajo de la profesora, dependiendo
uno del otro y necesitando de ambos para que éste se logre.

Por otro lado, el director del centro no ayuda a que la situación mejore. El primer
contacto entre él y LouAnne ya lo refleja: ella entra a su despacho y él le recrimina que
no ha llamado a la puerta. Además, la reprime por haber enseñado kárate a sus alumnos,
aduciendo que eso podía generar actitudes violentas. Es curioso que ese mismo acto de
reprimenda sea el que le cueste la vida a Emilio, quien acude al despacho del director en
busca de ayuda y él decide no recibirlo porque no ha llamado antes de entrar.

El sistema educativo de aquella época era realmente deficiente, sólo se aplicaban los
conocimientos que el programa educativo debía cubrir y no se preocupaban por adaptar
los conocimientos a cada tipo de alumnado. Es evidente que no se puede enfocar una
clase desde el mismo punto de vista cuando nos encontramos con alumnos que no
presentan una actitud receptiva. Aunque las técnicas que utiliza LouAnne no son del
todo convencionales, son efectivas, que es lo más importante. De hecho, a pesar de las
innovaciones, la profesora sigue utilizando el incentivo como una forma de motivar a su
alumnado, por ejemplo cuando les asegura que la poesía va a ser “pan comido” para
ellos. Ellos tampoco sienten respeto alguno por el sistema educativo ni por la junta de
educación. De hecho, cuando LouAnne les promete llevarlos a un parque de atracciones
si cumplen los objetivos y que esto había sido idea de la junta, ellos se asombran y no
son capaces de creerla.

Desde el principio LouAnne sabe quién es el líder de la clase: Emilio. Una de las
alumnas le aconseja lo siguiente: “Si quiere que la clase la escuche, gánese a Emilio”.
Ella expresa un pensamiento en voz alta: “Voy a ganarte, cabrón”. Las ganas y la
perseverancia de LouAnne pronto surtirían efecto. Una de las actividades que propone
la profesora es la lectura del poema “El hombre de la pandereta” que, según ella explica,
es una metáfora de la figura de un “camello”. Cuando sus alumnos le preguntan qué
significa el poema, ella responde con otra pregunta: “¿Tú qué crees?” De este modo,
LouAnne no resuelve la duda directamente, sino que incita a sus alumnos a que piensen
y reflexionen convenientemente. Es una técnica educativa muy eficiente porque,
evitando dar la respuesta correcta y planteando una nueva pregunta, se consigue que el
alumno alcance sus propias conclusiones. Además, ella les guía hacia la respuesta
correcta que ellos sienten que han alcanzado por méritos propios, por lo que su
autoestima y su sentimiento de verse capaces de superar la materia y adquirir los
conocimientos aumenta exponencialmente.
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Al hecho de que el sistema educativo es insuficiente se suma que la institución les


discrimina por ser jóvenes problemáticos, los aísla del resto de alumnos y contratan
maestros mediante engaños, sin experiencia y que no durarán mucho en su labor. No
muestran una mayor preocupación por ellos y rechazan que otros sí puedan mostrarla:
llegan a insistirle a LouAnne a que se ciña al programa educativo y abandone cualquier
método alternativo, por eficiente que éste pudiera ser.

A pesar de que al principio LouAnne logra llamar su atención enseñándoles técnicas de


kárate, poco a poco, y de forma casi imperceptible, les va introduciendo en el campo
literario. A través de la poesía sus alumnos comienzan a razonar y a argumentar
correctamente. Hasta ese momento todos ellos se regían por la ley de la calle, donde
impera la ley de la selva, la ley del más fuerte, mientras que ahora están en disposición
de conformar su propio orden moral.

Cuando LouAnne les lleva al parque de atracciones como premio por haber conseguido
superar una serie de objetivos en clase, el director le muestra su descontento y ella debe
escudarse en que fue idea de sus alumnos y ella sólo fue en calidad de invitada. El
rechazo de la institución hacia estos jóvenes se ve una vez más cuando Callie se queda
embarazada y el instituto le hace creer que debe abandonar la escuela para marcharse a
otro centro donde le enseñarán las labores de ser madre. Callie es una alumna aplicada,
probablemente la mejor de la clase, y LouAnne expresa su descontento. Además, el
padre del futuro hijo de Callie está de acuerdo en que ella abandone sus estudios y se
dedique únicamente a aprender cómo ser una buena madre. El centro se excusa
manifestando que “es peligroso tener a una chica embarazada en clase […] Los
embarazos son contagiosos”. Cuando LouAnne trata de convencer a Callie de que no lo
haga, ella le dice que su novio ya le advirtió de que esa profesora querría lo peor para
ella, que no tenía ni idea. En este momento vemos reflejados los roles de género de una
sociedad patriarcal donde el padre tiene la libertad de estudiar y yacer en el entorno
laboral deseado, mientras que la madre se ve relegada al cumplimiento de los papeles de
esposa y madre, abandonando todo atisbo de individualidad y progresión educacional o
laboral.

Otro de los recursos educativos que utiliza LouAnne es el de enseñarles a sus alumnos
que siempre van a tener la capacidad de elegir, y es precisamente eso lo que los hace
libres. Por otro lado, utiliza el recurso conductista de premiar a sus alumnos con una
chocolatina cada vez que den una respuesta correcta. Es irónico que al final de la cinta
sea uno de sus alumnos quien le dé una chocolatina a ella a cambio de que no abandone
la escuela y siga enseñándoles. Los reforzadores positivos (cena en un lugar lujoso,
chocolatinas, visita al parque de atracciones…) se dan con el objetivo de que los
alumnos repitan la misma conducta deseada: participación en clase, pensamiento crítico,
interés, etc. Cuando los alumnos ya han logrado varios refuerzos positivos materiales,
LouAnne les comunica que el mejor reforzador será el propio aprendizaje,
fundamentando su idea en que “la mente es un músculo y, si se quiere que sea poderosa,
debe ejercitarse. Ésas son sus armas”. Este método resulta eficaz, mientras que el centro
sigue anclado en el pasado y en una rigidez que impide cualquier evolución del
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alumnado: utilizan aversivos hacia los alumnos, por ejemplo cuando suspenden dos días
a un alumno por pelearse con un compañero.

Una de las actividades más interesantes que pone en práctica es la de Dylan-Dylan, en la


que sus alumnos debían encontrar un poema de Dylan Thomas entre otros tantos de Bob
Dylan. El ganador del concurso iría a cenar con ella a un restaurante caro y de cierto
prestigio. Además de cumplir con su palabra y premiar al ganador, LouAnne decide
premiar también al resto de sus alumnos, porque “a veces hacen falta respuestas
equivocadas hasta llegar a la acertada”. De este modo, no sólo está premiando a los que
han conseguido el objetivo, sino a todos, por haberlo intentado, porque ése ya eso ya
supone un éxito. Este mismo pensamiento es el que vemos presente cuando la profesora
le responde al director lo siguiente: “En mi clase la poesía es su propia recompensa”.

Los reforzadores de LouAnne no sólo eran materiales, sino también sociales: halagos,
felicitaciones, muestras de aprecio, interés y motivación. Tras el incidente de Raúl y
otro alumno con Emilio, LouAnne acude a casa de los dos primeros para expresarles a
sus padres que deben estar orgullosos de sus hijos, porque son personas capaces.
Concretamente, al padre de Raúl le dice que él no ha hecho nada malo, que sólo se
estaba defendiendo y que deberían sentirse orgullosos de él, puesto que es un alumno
inteligente, uno de sus preferidos. La respuesta del padre es conmovedora: “¡Qué
milagro!” Queda claro que no es algo habitual que reciban felicitaciones por tener el
hijo que tienen, así que el propio Raúl muestra su agradecimiento hacia LouAnne
prestando más atención, involucrándose en sus clases y siendo amable con ella.

La motivación de LouAnne no se basa en el sueldo ni en el prestigio, sino que


verdaderamente se interesa por sus alumnos y se esfuerza a diario por conseguir que se
conviertan en personas capaces de enfrentarse a la vida de forma positiva. Cuando
algunos le recriminan que está ahí por el sueldo, ella responde que no es así y
argumenta lo siguiente: “Elegí que me importara”. Una vez más se hace referencia a la
capacidad de elegir, lo que me recuerda a un diálogo de otra película, El tigre y la nieve,
en la que un magnífico Roberto Benigni en el papel de un profesor de poesía afirma
que “la belleza surgió un día cuando alguien eligió por primera vez”.

La importancia del personaje de Emilio también queda sustentada cuando éste le pide a
LouAnne que vuelva a recitar unos versos. La profesora accede y entonces él le
responde, trata de participar en la clase. En ese momento, el resto de alumnos se
vuelven más participativos y muestran una actitud favorable. Emilio es el líder del
grupo, la persona más respetada en la clase, y el resto en cierto modo se comportan
como vasallos, como seguidores. Si Emilio desprecia a una persona, ellos tenderán a
sentir ese mismo desprecio. Cuando LouAnne se gana el favor de Emilio, también se
gana a la clase.

Los poemas que LouAnne trabaja en clase probablemente no formen parte del programa
didáctico pero funcionan mejor: se trata de versos que apelan a la muerte, a las drogas,
canciones de Bob Dylan, temas que son cercanos a sus alumnos y que despiertan su
interés. Si se hubiera ceñido al programa, es probable que no hubiera logrado acaparar
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la atención de los jóvenes. Otro método cognitivo que pone en práctica es el de pedirle a
sus alumnos que sean ellos los que lean los poemas en voz alta y traten de analizar el
significado de los mismos, consiguiendo que los alumnos arrojen nuevas
consideraciones y opiniones y creando un aprendizaje significativo. Esta teoría del
aprendizaje significativo se ve reforzada con el método de LouAnne de elegir
vocabulario y temáticas para su asignatura que puedan resultar significativas para su
alumnado: en ellos se hace referencia a la violencia, las decisiones, la muerte, el
pensamiento, el orgullo, la dignidad, etc.

Dentro de los métodos de orientación por los que se decanta LouAnne, destacan los que
apelan al entorno social y cultural. Cuando sus alumnos dicen que en los barrios en los
que ellos viven “las cosas son así” y no pueden elegir, ella les hace ver que no es así,
que hay muchos jóvenes que no se suben a ese autobús que les lleva hasta el instituto, y
que ellos deciden cada día hacerlo, por lo que ya están decidiendo. Les conduce hacia la
idea de que ellos deciden seguir acudiendo al instituto porque no quieren el mismo
futuro que los chicos de sus barrios: consumo de drogas, peleas, pobreza, etc. Una de las
frases más contundentes que LouAnne les dice a sus alumnos es aquella en la que
afirma que “no hay víctimas en esta clase”.

La relación entre Raúl y LouAnne es una de las más emotivas de la película. Cuando
Raúl gana el concurso Dylan-Dylan, se compra una chaqueta de piel nueva y le dice a
LouAnne que no podrá ir a clase en los próximos días porque debe pagar la chaqueta.
Ella le pregunta si lo hará robando y él le espeta que debe pagar, que si no le matarán.
En ese momento LouAnne lleva a cabo una estrategia sublime: ella le prestará el dinero
a cambio de que él se lo devuelva cuando se gradúe, y si no acepta, le hará saber a sus
padres las intenciones de Raúl. De este modo, no le deja opción al alumno, que ha de
acceder a su propuesta. Además, sabe que Raúl es una persona de palabra, por lo que
deberá aprobar el curso para poder devolverle el dinero a LouAnne.

LouAnne es una profesora profundamente humanista, y esto lo vemos claro a lo largo


del film. De hecho, ofrece ayuda y refugio a Emilio cuando el ex novio de su actual
pareja, otra alumna de LouAnne, sale de la cárcel y quiere recuperarla. La profesora le
convence de que él tiene capacidad de decidir si vivir o morir. Él al principio se muestra
reacio a pedir ayuda, pero ella le hace ver que no puede enfrentarse a esa situación solo.
Emilio le hace caso, acude al despacho del director en busca de ayuda. Esto resulta
hasta impactante si nos basamos en la psique del personaje: un joven agresivo, para el
que la reputación lo es todo, déspota y con una actitud de superioridad constante.
LouAnne ha conseguido cambiar su comportamiento pero no consigue salvar su vida
porque, desafortunadamente, eso no estaba en su mano. Todo se ve truncado cuando
Emilio acude al despacho del director y éste decide no atenderle porque no ha llamado
antes a la puerta. Emilio termina siendo asesinado. Las consecuencias de un acto de
informalidad que no es grave (LouAnne tampoco llama a la puerta al inicio de la
película) le cuesta la vida. Más que una víctima de un exconvicto, Emilio es la víctima
de un sistema institucional frío y desprovisto de humanidad.
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La tenacidad de LouAnne se ve recompensada y sus alumnos cada vez establecen mejor


relación con ella, la respetan y la consideran algo positivo. Probablemente ellos nunca
se hayan sentido valorados. De hecho, una queja que reiteran es la de que nadie se
interesa por ellos. LouAnne sí lo hace y lo demuestra en todo momento. Esa relación
alumno-profesor no suele ser habitual, ni siquiera recomendable, pero en este caso está
justificada, es necesaria. Si LouAnne no conseguía que sus alumnos la respetaran, jamás
podría haberles transmitido conocimiento alguno. En ese sentido, es importante confiar
en la calidad y en la profesionalidad del docente, que debe disfrutar de cierta libertad de
cátedra para decidir cuál es el método educativo que más conviene a su alumnado.

En LouAnne podemos ver algunas de las mejores cualidades que puede reunir un
docente: adaptación, superación, implicación, creatividad, ausencia de prejuicios,
empatía, comunicación y observación. LouAnne se involucra en un método docente
nuevo, adaptativo e implicativo. Tras la muerte de Emilio, la profesora se hunde y siente
que todo aquello por lo que luchó no merece la pena. Sin embargo, cuando llega a clase
y anuncia su dimisión, sus alumnos le piden que se quede, que quieren graduarse:
“Queremos que se quede”, “la necesitamos”, “no dejaremos que se vaya”. Los alumnos
sienten que la necesitan a ella para lograr sus objetivos, y así se lo hacen saber: “Resulta
que la vemos como nuestra luz […] Tiene lo que necesitamos”. Los jóvenes, haciendo
mención a una de las lecciones más importantes que les ha transmitido LouAnne,
escriben en la pizarra: “Nosotros te elegimos a ti”. De este modo, se cumple lo que
citaban aquellos versos que LouAnne les leía: “No cavaré mi tumba aunque la muerte se
acerque”.

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