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Doctrina Del Destino Manifiesto

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Doctrina del destino manifiesto

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Cuadro de John Gast (alrededor de 1871) titulado El Progreso Estadounidense. Es una


representación alegórica del Destino Manifiesto. En la escena, una mujer angelical
(a veces identificada como Columbia, una personificación del siglo XIX de los
Estados Unidos de América) lleva la luz de la civilización hacia el oeste junto a
los colonizadores, tendiendo líneas telegráficas y de ferrocarril mientras viaja.
Los amerindios y animales salvajes huyen en la oscuridad hacia el incivilizado
Oeste.
La doctrina del destino manifiesto (en inglés, Manifest Destiny) es una frase e
idea que expresa la creencia en que los Estados Unidos de América es una nación
elegida y destinada a expandirse desde las costas del Atlántico hasta el Pacífico;
forma parte del llamado mito de la frontera. A esta mentalidad se la conoció como
el Destino Manifiesto, actitud que llevó, por ejemplo, a una guerra contra España
(1898) para apoderarse de Puerto Rico e intervenir en Cuba. Esta idea es también
usada por los partidarios para justificar otras adquisiciones territoriales. Los
partidarios de esta ideología creen que la expansión no solo es buena, sino también
obvia (manifiesta) y certera. Esta ideología podría resumirse en la frase: «Por la
Autoridad Divina o de Dios».

Índice
1 Origen de la expresión
2 Utilizaciones posteriores
3 En América Latina
4 Aceptación y rechazo de la tesis del Destino Manifiesto
5 Véase también
6 Referencias
7 Enlaces externos
Origen de la expresión
El origen del concepto del "Destino Manifiesto" se podría remontar a la época en
que comenzaron a llegar los primeros colonos y granjeros desde Inglaterra y Escocia
al territorio de lo que más tarde serían los Estados Unidos. En su mayoría eran
protestantes y puritanos.

Un ministro puritano de nombre John Cotton en 1630 afirmó lo siguiente:

Ninguna nación tiene el derecho de expulsar a otra, si no es por un designio


especial del cielo como el que tuvieron los israelitas, a menos que los nativos
obraran injustamente con ella. En este caso tendrán derecho a librar, legalmente,
una guerra con ellos y a someterlos.

John L. O'Sullivan, dibujado en 1874. De joven fue un influyente columnista. Sin


embargo, hoy día es generalmente recordado por el dicho «El Destino manifiesto»
para defender la anexión de Texas y Oregón.
Para remontarse al origen de los debates sobre la apropiación territorial, como las
que postula el Planisferio de Cantino, es posible extenderse a los orígenes del
término Destino manifiesto. Aparece por primera vez en el artículo «Anexión» del
periodista John L. O'Sullivan, publicado en la revista Democratic Review de Nueva
York, en el número de julio-agosto de 1845. En él se decía:

El cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente


que nos ha sido asignado por la Providencia, para el desarrollo del gran
experimento de libertad y autogobierno. Es un derecho como el que tiene un árbol de
obtener el aire y la tierra necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades
y el crecimiento que tiene como destino.
La segunda interpretación de O'Sullivan de la frase se dio en una columna aparecida
en el New York Morning News, el 27 de diciembre de 1845, donde O'Sullivan,
refiriéndose a la disputa con Gran Bretaña por Oregón, sostuvo que:

Y esta demanda está basada en el derecho de nuestro destino manifiesto a poseer


todo el continente que nos ha dado la Providencia para desarrollar nuestro gran
cometido de libertad y autogobierno.
Utilizaciones posteriores

A New Map of Texas, Oregon, and California, Samuel Augustus Mitchell, 1846
El historiador William E. Weeks ha puesto de manifiesto la existencia de tres temas
usados por los defensores del Destino Manifiesto:

La virtud de las instituciones y los ciudadanos de EE. UU.


La misión para extender estas instituciones, rehaciendo el mundo a imagen de los
EE. UU.
La decisión de Dios de encomendar a los EE. UU. la consecución de esa misión.
La descripción del presidente Abraham Lincoln de los Estados Unidos como «la última
y mejor esperanza sobre la faz de la Tierra» es una expresión muy conocida de esta
idea. Lincoln era un puritano y gran conocedor de los preceptos bíblicos, sus
discursos eran casi salmos de un carácter muy convincente para los congresistas de
la naciente república unificada.[cita requerida]

A partir de este supuesto, los Estados Unidos anexan los territorios de Texas
(1845), California (1848) e invaden México (1846), en lo que sería la guerra
México-Estados Unidos. Como consecuencia, los Estados Unidos se apropian de
Colorado, Arizona, Nuevo México, Nevada, Utah y partes de Wyoming, Kansas y
Oklahoma, en total 2 millones 100 mil kilómetros cuadrados –el 55 % del territorio
mexicano de entonces–, lo que se dio en llamar «la Cesión Mexicana». A cambio, los
Estados Unidos se comprometieron a pagar 15 millones de dólares.1

Después se ha citado en muchas otras ocasiones este Destino manifiesto tanto a


favor como en contra de otras intervenciones militares.

El término se revivió en la década de 1890, principalmente por los Republicanos,


como una justificación teórica para la expansión estadounidense fuera de América
del Norte. También fue empleado por los encargados de la política exterior de EE.
UU. en los inicios del siglo XX. Algunos comentaristas consideran que determinados
aspectos de la Doctrina del Destino manifiesto, particularmente la creencia en una
«misión» estadounidense para promover y defender la democracia a lo largo del
mundo, continúa teniendo una influencia en la ideología política estadounidense.

Uno de los ejemplos más claros de la influencia del concepto de Destino Manifiesto
se puede apreciar en la declaración del presidente Theodore Roosevelt en su mensaje
anual de 1904.

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