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Monografía para Obtener El Título de Licenciado en Humanidades y Filosofía

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UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA

FACULTAD DE HUMANIDADES Y COMUNICACIÓN

Interculturalidad y Religión de Raúl Fornet-Betancourt


o las perspectivas de futuro del cristianismo; una
lectura desde la experiencia histórico-cultural de
América Latina

Monografía para obtener el Título de Licenciado en Humanidades y Filosofía

Autor: Juan José Gutiérrez Quinteros

Tutora: Dra. Elisa Arévalo Cuadra

Managua, Nicaragua

Diciembre 2012
CONSTANCIA

Por este medio, yo, Elisa Arévalo Cuadra, tutor/a de la monografía del/la bachiller/a
Juan José Gutiérrez, tomando en cuenta los parámetros establecidos en el plan de
estudios, para valorar el trabajo escrito, expreso lo siguiente:

Porcentaje A valorar Nota

20% Calidad del Contenido 18

10% Calidad de la presentación formal del documento. 10

10% Coherencia interna entre tema, objetivos,


metodología, desarrollo y conclusiones. 10

10% Aplicación del método y rigor científico. 8

50% Nota final 46

Después de estos meses de tutoría, al llegar a la finalización de esta monografía, puedo


decir que el bachiller/a Juan José Gutiérrez, ha hecho un buen trabajo.

Dado en la ciudad de Managua, a los 5 días del mes de diciembre del 2012.

______________________

Tutor/a

2
DEDICATORIA

Al Dios de la vida del amor y de la paz.

A la Congregación de Hijos del Inmaculado Corazón de María.

Y en especia a mis Padres: Marta Lilian Quinteros y Transito Rigoberto Gutiérrez,

que siempre me han apoyado y me siguen apoyando en mi proyecto de vida al

cual he optado.

3
AGRADECIMIENTOS

Agradezco de todo corazón a la Congregación de Hijos del Inmaculado Corazón

de María, que me ha brindado todo el apoyo necesario.

A mis formadores: Eric Fernández CMF, Carlos Gonzales Burgos CMF y

Jeremías Lemus Lemus CMF, que me han acompañado por el camino del bien en

estos cuatro años de formación.

A mis Padres: Marta Lilian Quinteros y Transito Rigoberto Gutiérrez.

A mis maestros: Roberto Ferrufino, Cesar de la O, Blanca Luz, Ana Judit,

Lisandro, Luis, Néstor Ulises Soto, Julio Soto, Lázaro, Loli, Lorena, Luz Patricia,

Reinaldo Valencia, Julio Cesar Sosa, Hebé Zamora, Antonio Esgueva, Javier

Menocal, Prisilla, Elisa Arévalo Cuadra y Ricardo Pasos.

A mi tutora, Dra. Elisa Arévalo Cuadra, quien con tanto esmero y dedicación me

ha apoyado en la realización de este trabajo monográfico.

4
TABLA DE CONTENIDO

Dedicatoria .............................................................................................................. 3
Agradecimientos...................................................................................................... 4
Resumen ................................................................................................................. 6
Introducción ............................................................................................................. 7
Objetivos ................................................................................................................. 9
I. Objetivo general ................................................................................................... 9
II. Objetivos específicos .......................................................................................... 9
Marco metodológico .............................................................................................. 11

CAPÍTULO I .......................................................................................................... 13
LA INTERCULTURALIDAD DE RAÚL FORNET-BETANCOURT, UNA PRAXIS
FILOSÓFICO-TEOLÓGICA A LA ALTURA DE LA DIVERSIDAD DE LOS
CONTEXTOS VIVIDOS Y POR VIVIR .................................................................. 13

1. Raúl Fornet-Betancourt: figura pionera del paradigma del pensamiento


filosófico-teológico liberador intercultural .............................................................. 14
2. Contexto y génesis de la obra Interculturalidad y Religión. Para una lectura
Intercultural de la crisis actual del cristianismo de Raúl Fornet-Betancourt .......... 23
3. La interculturalidad: breve cronología de los conceptos que le anteceden a partir
de la experiencia historico-cultural latinoamericana .............................................. 31

CAPÍTULO II ......................................................................................................... 43
LAS PERSPECTIVAS DE FUTURO DEL CRISTIANISMO: Y LA
TRANSFORMACIÓN INTERCULTURAL E INTERRELIGIOSA DE LA LABOR
TEOLÓGICA ......................................................................................................... 43

1. La estructura de la obra permeada por la propuesta de la transformación


intercultural e interreligiosa de la labor teológica................................................... 44
2. El diálogo intercultural e interreligioso en las perspectiva de futuro del
cristianismo ........................................................................................................... 58
Conclusiones ......................................................................................................... 68
Lista de referencias bibliográficas ......................................................................... 70

5
RESUMEN

Este trabajo monográfico que está estructurado por dos capítulos, se concibe
metodológicamente alrededor de los principios de la contextuaidad, la historicidad
y la crítica y se desarrolla en una aproximación a la experiencia histórico-cultural
de América Latina. Se inició con la presentación del quehacer teórico-práctico de
Raúl Fornet-Betancourt cuyo itinerario intelectual le constituye como la figura
pionera del paradigma del pensamiento filosófico-teológico liberador intercultural.
Se continuó abordando el contexto y la génesis de la obra en estudio. Asimismo,
se hizo una cronología de: aculturación, transculturación, inculturación e
interculturalidad, conceptos surgidos a partir de la experiencia histórico-cultural de
América Latina. Y, finalmente, se mostró la estructura de la obra, donde se hizo
hincapié en la propuesta de la transformación intercultural e interreligiosa de la
labor teológica que permea la obra. De la que se desprenden las perspectivas de
futuro del cristianismo.

6
INTRODUCCIÓN

Interculturalidad y Religión. Para una lectura intercultural de la crisis actual del

cristianismo, de Raúl Fornet-Betancourt, publicada en el año 2007 en Quito,

Ecuador, por la editorial Abya-Yala, históricamente se inscribe en el contexto de la

globalización neoliberal que cobra fuerza, cada vez más, con su programa

estratégico que pretende “unificar sus mercados, sociedades y culturas” y su

objetivo evidente de poner en ejecución, a toda costa, trasformaciones

económicas y socio-culturales que amenazan la diversidad cultural y por ende el

diálogo entre las culturas y religiones.

Por la temática que en ella se aborda: la crisis actual del cristianismo

occidentalizado y las posibilidades de futuro de un cristianismo

desoccidentalizado, la editorial la incluye dentro de la Colección «Tiempo Axial».

El cristianismo, configurado en el seno de la cultura occidental, ha recogido de ella

su actitud monocultural agresiva y, como ella, ha permanecido por muchos siglos

cerrado al diálogo intercultural e interreligioso.

A juicio de los editores, “la teología no puede seguir cautiva de su pasado, de sus

desgastadas referencias domésticas, de su ingenua seguridad” (Fornet-

Betancourt, 2007, Solapa). En ese sentido, la magnífica obra de Fornet-Betancourt

responde a los requerimientos del momento actual, urgido “de un pensamiento

teológico original, arrojado, profético, libre, liberador y, siempre, desde la opción

por los pobres” (Fornet-Betancourt, 2007, Solapa).

Este modesto trabajo monográfico intitulado: Interculturalidad y Religión de Raúl

Fornet-Betancourt o las perspectivas de futuro del cristianismo; una lectura desde

7
la experiencia histórico-cultural de América Latina, se concibe metodológicamente

alrededor de los principios de la contextuaidad, la historicidad y la crítica y se

desarrolla en una aproximación a la experiencia histórico-cultural de América

Latina.

El primer capítulo: La interculturalidad de Raúl Fornet-Betancourt, una praxis

filosófico-teológica a la altura de la diversidad de los contextos vividos y por vivir,

está dedicado a dejar constancia, del quehacer teórico-práctico del filósofo cuyo

itinerario intelectual le constituye como la figura pionera del paradigma del

pensamiento filosófico-teológico liberador intercultural.

Bajo esta perspectiva se abordan el contexto y la génesis de la obra en estudio.

Ambos, contexto y génesis, vinculados a la crisis actual del cristianismo.

Concluye el capítulo con la presentación cronológica de: aculturación,

transculturación, inculturación e interculturalidad, conceptos surgidos a partir de la

experiencia histórico-cultural latinoamericana.

El segundo capítulo: Las perspectivas de futuro del cristianismo: y la

transformación intercultural e interreligiosa de la labor teológica, tomando como

base la primera edición en castellano de Interculturalidad y Religión. Para una

lectura intercultural de la crisis actual del cristianismo, inicia con la presentación de

la estructura de la obra, y, tras un recorrido por el prólogo y los seis capítulos del

libro, completados con la perspectiva del discurso del epílogo, hace hincapié en la

propuesta de la transformación intercultural e interreligiosa de la labor teológica

que permea la obra. De la que se desprenden las perspectivas de futuro del

cristianismo.

8
OBJETIVOS

I. Objetivo general

Presentar las perspectivas de futuro del cristianismo haciendo una lectura desde la

experiencia histórico-cultural de América Latina, a partir de la obra Interculturalidad

y Religión de Raúl Fornet-Betancourt.

II. Objetivos específicos

1. Reconocer a Raúl Fornet-Betancourt como la figura pionera del paradigma

del pensamiento filosófico-teológico liberador intercultural.

2. Valorar la dimensión teórico-práctica del quehacer filosófico de Raúl Fornet-

Betancourt.

3. Esbozar el contexto y la génesis de la obra Interculturalidad y Religión. Para

una lectura intercultural de la crisis actual del cristianismo, vinculada a la

crisis actual del cristianismo.

4. Hacer la presentación cronológica de los conceptos de: aculturación,

transculturación, inculturación e interculturalidad, surgidos a partir de la

experiencia histórico-cultural de América Latina, para una cabal

comprensión del papel de la interculturalidad en la transformación

intercultural e interreligiosa de la labor teológica.

5. Desentrañar la propuesta de la transformación intercultural e interreligiosa

de la labor teológica plasmada en la estructura de la obra.

9
6. Redimensionar el papel del diálogo intercultural e interreligioso en las

perspectivas de futuro del cristianismo, a partir de la experiencia histórico-

cultural de América Latina.

7. Reconocer el valor metodológico de los principios de la contextualidad, de

la historicidad y de la crítica, para abordar el presente tema monográfico.

8. Contribuir a los esfuerzos iniciados en la Universidad Centroamericana UCA

de Nicaragua para conocer el pensamiento filosófico-teológico intercultural

latinoamericano.

10
MARCO METODOLÓGICO

Tanto Raúl Fornet-Betancourt como los estudiosos de su obra, al referirse a la

metodología de trabajo de la filosofía y la teología intercultural, ubican como

principios teórico-metodológicos fundamentales a la historicidad y a la

contextualidad seguidos de la crítica.

Así, pues, el presente estudio monográfico retoma estos mismos principios para

su estructuración y para el desarrollo del discurso. En el primer capítulo se

historiza el contexto en el que surgen el autor y su obra, para situar el diagnóstico

sobre la crisis actual de la religión o del cristianismo dentro de las sociedades

europeas de hoy, de la cual, según subraya el autor:

su novedad radica más bien en que se presenta como una crisis en la que

por primera vez en su historia el cristianismo se ve rebasado por la historia

que hacen sociedades en cuya dinámica de desarrollo e innovación la

religión ha pasado a ser un escollo, un relicto arcaico irrecuperable, debido

a que sería incompatible con la mentalidad y la sensibilidad de los

miembros de dichas sociedades (2007: 7-8).

Esta crisis constituye el trasfondo contextual de Interculturalidad y Religión. Para

una lectura intercultural de la crisis actual del cristianismo, y de este estudio. Se

cierra el capítulo con una breve exposición de los conceptos de: aculturación,

transculturación, inculturación e interculturalidad, siguiendo el orden cronológico

de su aparición dentro del contexto histórico-cultural de América Latina.

En el segundo capítulo se retoman estos mismos principios. Historicidad,

contextualidad y crítica convergen para presentar, sobre la base de la experiencia

11
histórico-cultural de América Latina, la propuesta de la transformación intercultural

e interreligiosa de la labor teológica, la que se evidencia haciendo un recorrido por

el prólogo, los capítulos y el epílogo que conforman la obra en estudio. Con esto

se sientan las pautas para hablar de las perspectivas de futuro del cristianismo. En

el discurso se perfila el diálogo intercultural e interreligioso como el elemento

esencial de la transformación intercultural e interreligiosa de la labor teológica.

Una vez más, siguiendo los principios teórico-metodológicos ya mencionados, y

sobre la experiencia histórico cultural de América Latina, se historizan,

contextualizan y critican algunos hechos que dificultaron el diálogo intercultural e

interreligioso, tanto en el pasado como ahora y se intenta descubrir dónde radica

el problema que actualmente imposibilita el diálogo entre las culturas y religiones.

Se muestra la posición que toma la interculturalidad y la interreligiosidad ante tales

dificultades, y finalmente se exponen las razones que justifican la importancia del

diálogo intercultural e interreligioso en la actualidad.

Consecuentemente, tanto las posibilidades de futuro de un cristianismo

desoccidentalizado como la reconfiguración de la fe cristiana desprendida de todo

eurocentrismo, empiezan, como diría Fornet-Betancourt, con un gesto de

reconocimiento y/o autocritica frente al cristianismo, religión desde la que cabe

hacer este reconocimiento y/o autocritica.

12
CAPÍTULO I
LA INTERCULTURALIDAD DE RAÚL FORNET-
BETANCOURT, UNA PRAXIS FILOSÓFICO-
TEOLÓGICA A LA ALTURA DE LA DIVERSIDAD DE
LOS CONTEXTOS VIVIDOS Y POR VIVIR

13
1. RAÚL FORNET-BETANCOURT: FIGURA PIONERA DEL PARADIGMA DEL
PENSAMIENTO FILOSÓFICO-TEOLÓGICO LIBERADOR INTERCULTURAL

Raúl Fornet-Betancourt nació en Holguín, Cuba, en 1946. En 1959, cuando triunfó

la revolución en Cuba contaba apenas con 13 años y estudiaba en una escuela

católica. Pocos años después de ese histórico acontecimiento la enseñanza

privada fue nacionalizada en Cuba, y por esta causa muchos estudiantes salieron

fuera del país. Fornet-Betancourt partió entonces hacia Puerto Rico en 1961 y allí

terminó el bachillerato.

Según él mismo cuenta en una entrevista a Hernán Ingelmo, así fue cómo empezó

su peregrinación por el extranjero. De Puerto Rico pasó a España en donde

realizó sus primeros estudios universitarios de filosofía. En la Universidad de

Salamanca obtuvo la licenciatura y el doctorado en filosofía. Complementó su

formación filosófica con estudios de Teología, Literatura y Ciencias Sociales en

Francia y Alemania.

En la Universidad de Aachen (Aquisgrán) alcanzó el doctorado en filosofía,

especialidad en Lingüística y Teología.

Llegó a Francia en 1969 luego de haber sido expulsado de España por la

dictadura de Francisco Franco; pues, durante su estancia en España, había

adquirido conciencia política involucrándose en la lucha del movimiento estudiantil

contra la dictadura fascista de aquella época (Cf. AudiovisualesUCA, 2010).

Posteriormente, de Francia pasó a Alemania donde radica desde entonces.

Doctorado en filosofía por las universidades de Salamanca y Aquisgrán, su

quehacer filosófico ha estado siempre vinculado, en primera instancia, a la vida

14
académica universitaria. Fornet-Betancourt es profesor de filosofía de las

universidades de Bremen y de Aachen. Director del Departamento de América

Latina del Instituto de Misionología de Aquisgrán. También es catedrático

honorario de esta Universidad. La Universidad de Eichstätt le cuenta como

miembro de su consejo académico y, actualmente, es profesor invitado de varias

universidades de España, Brasil, México y El Salvador. En segunda instancia, su

quehacer filosófico está signado por sus encuentros con Europa y con América

Latina, a donde regresó cuando el General Alvarado llevaba a cabo una revolución

en el Perú. El gobierno nacionalista del General Alvarado impulsó la alfabetización

como un proyecto político de la revolución, y Fornet-Betancourt trabajó como

alfabetizador en el Perú “Allí tuve un trabajo político concreto a través de la

alfabetización” (Ingelmo, 2004: s/p), comentó el autor en la entrevista referida.

Además, la experiencia en el Perú fue decisiva en la orientación del rumbo que

tomaría su estilo de filosofía intercultural, como él mismo lo dice:

Fue también mi primer gran contacto con el pueblo indígena, con la cultura

Quechua y Aimara en el Perú. Allá fue motivándose en mí la preocupación

por lo intercultural, por el contacto con nuestras culturas. Incluso aprendí a

ver Cuba con otros ojos porque me acerqué mucho más a la realidad afro-

americana, que hasta ese momento la dominación de la cultura blanca en

Cuba la ocultaba, la hacía invisible. Así fue un poco como yo me orienté

hacia este estilo de filosofía intercultural (Ingelmo, 2004: s/p).

Resulta importante conocer cómo se motivó la preocupación por lo intercultural en

Fornet-Betancourt, dado que este capítulo está dedicado a dejar constancia del

15
quehacer teórico-práctico del filósofo cuyo itinerario intelectual le constituye como

la figura pionera del paradigma filosófico liberador intercultural.

Para ir corroborando lo que se acaba de afirmar, quizá quepa comenzar anotando

la producción del autor para tener una idea de la ardua y vasta labor que ha

realizado en el campo de la interculturalidad.

Dado que el filósofo de origen cubano ha vivido la mayor parte de su vida en

Alemania, se hace necesario aclarar que sus trabajos: libros, artículos, ponencias,

reflexiones, etc., se encuentran tanto en español como en alemán; aunque

también los hay en portugués, inglés y otros idiomas. Sin embargo, en este trabajo

monográfico se hará referencia a los títulos publicados en lengua española. A

través de estos títulos se puede apreciar la variedad de temas y problemas

filosóficos en los que incursiona Fornet-Betancourt, así como también, se puede

valorar el especial interés por la filosofía intercultural latinoamericana. Estos

trabajos son un registro del proceso configurador del paradigma filosófico liberador

intercultural.

Entre sus libros más destacados en el campo de la interculturalidad figuran:

Problemas actuales de la filosofía en Hispanoamérica, publicado en 1985, en el

que aborda, por primera vez, la temática vinculada a la existencia o no de una

Filosofía Hispanoamericana.

Transcurridos siete años, en 1992, salieron a la luz en la Revista 500 años

después, diversos ensayos compilados bajo el título La filosofía de la liberación en

América Latina, cuya reflexión se centra en América Latina, especialmente en la

filosofía de la liberación, para demostrar cómo esta constituye uno de los intentos

más logrados del pensamiento latinoamericano.

16
En 1994 la Universidad Pontificia de México publicó la obra señera: Filosofía

intercultural, la que ese mismo año fue publicada en Costa Rica bajo el titulo Hacia

una filosofía intercultural latinoamericana. Es con esta obra que irrumpe

claramente el interés del autor por la filosofía intercultural latinoamericana. En el

último capítulo de este libro: La teología latinoamericana: una pista para el trabajo

interdisciplinar en el programa de una filosofía iberoamericana intercultural, se

patentiza el empeño de Fornet-Betancourt por abrir espacios al tema de la teología

latinoamericana.

Otra obra relevante con que se cierra la década del noventa es Aproximaciones a

José Martí, pues el mismo Fornet-Betancourt reconoce la importancia del

pensamiento martiano para la filosofía latinoamericana y por ende para su obra.

Fornet-Betancourt asume que:

[L]a obra martiana aparece como ejercicio de un pensamiento crítico-ético

que no repite ni aplica una filosofía determinada porque él mismo es

ejercicio vivo de filosofía; es momento fundacional de filosofía porque hace

lo que siempre hizo, y lo que siempre hará, quien recrea la filosofía desde

su circunstancia, a saber, pensar la realidad y responsabilizarse de ella

(1994a:101).

La obra martiana es para Fornet-Betancourt un ideario, que no sólo aparece como

ejercicio de un pensamiento crítico-ético a ser asumido sino que valora:

[C]ómo en la obra martiana hay una praxis específica de filosofía […] el

verdadero valor filosófico de Martí no está en averiguar qué pudo saber de

esta o aquella escuela filosófica, sino en descubrir que su praxis de la

17
filosofía contiene un momento fundacional para eso que hoy llamamos

"filosofía latinoamericana” (1994a: 101).

Fornet-Betancourt abre y cierra la década del dos mil con una serie de libros

dedicados al tema de la filosofía intercultural latinoamericana, los problemas y los

retos que ella enfrenta, así como la crítica que la filosofía intercultural

latinoamericana ha merecido. Estos son, entre otros: Transformación intercultural

de la filosofía, publicado en el 2003. Sobre el concepto de interculturalidad,

publicado en México en el 2004. En ese mismo año salió a la luz Crítica

intercultural de la filosofía latinoamericana actual, publicado en España. En el año

2007 se publica Interculturalidad y Religión. Para una lectura intercultural de la

crisis actual del cristianismo, por la editorial Abya-Yala, en Quito, Ecuador. Y en el

2009 Interculturalidad en procesos de subjetivización.

Creemos oportuno señalar también que son muchos los artículos que ha escrito

Fornet-Betancourt sobre el tema de la interculturalidad. Diana de Vallescar

Palanca, estudiosa del tema de la interculturalidad, cuya tesis doctoral se titula

Hacia una Racionalidad Intercultural. Cultura, Multiculturalismo e Interculturalidad,

ha trabajado con ahínco la obra del filósofo, a ella se le debe la recopilación de los

títulos de sus artículos publicados en español y en alemán hasta el año dos mil,

que a continuación se transcriben; no sin antes advertir que solo aparecerán los

escritos que están relacionados al tema de la interculturalidad con el fin de aportar

a una mayor comprensión de la evolución del pensamiento del autor. Estos son:

“Juan Bautista Alberdi (1810-1884) y la cuestión de la filosofía latinoamericana”,

en Cuadernos Salmantinos de Filosofía (1985). “Filosofía y teología

latinoamericana de la liberación. Notas sobre el sentido de la pregunta por una

18
filosofía americana y su contexto histórico-cultural” “La pregunta por la filosofía

latinoamericana”, en Diálogo Filosófico 13 (1989). “Las relaciones raciales como

problema de comprensión y comunicación intercultural” “Filosofía latinoamericana:

¿posibilidad o realidad?” en Revista Agustiniana 95 (1990). “Reflexiones en torno

a la significación de la filosofía y teología latinoamericanas de la liberación”

“Estudios sobre Tesis para la comprensión y práctica de la interculturalidad como

alternativa a la globalización”, en Estudios sobre Historia del Pensamiento

Español. “La filosofía como proyecto intercultural”, en Signos en Rotación 20

(1998) (Cf. De Vallescar, 2000: s/p).

Como ya se ha dicho, Fornet-Betancourt es un hombre de teoría y praxis

consecuente, y como tal ha desplegado una actividad intelectual en consonancia

con su estatus teórico, contribuyendo con la discusión filosófica que desde las

distintas tradiciones culturales amplían los horizontes de la humanidad. A través

de los congresos internacionales de filosofía intercultural que desde 1995 hasta la

fecha se han venido realizando cada dos años con la participación de filósofos de

todo el mundo, se puede apreciar esta dimensión práctica de su actividad

intelectual. Tal como lo dice el autor, estos encuentros, además de impulsar una

trasformación intercultural de la filosofía, ayudan también:

para mejorar la contextualización del quehacer filosófico en las condiciones

históricas de un mundo amenazado por el totalitarismo de una civilización

hegemónica cuya supremacía es señal de creciente reducción y exclusión

de la diversidad (2008: 23).

De ahí que los congresos internacionales de filosofía intercultural asumen

aspectos diferentes surgidos en el debate. Hasta la fecha se han celebrado nueve

19
congresos: Culturas de la filosofía. La interculturalidad y la filosofía en América,

Europa, Asia y África. Primer congreso que tuvo lugar en México, del 6 al 10 de

marzo de 1995. La finalidad principal que se perseguía en este congreso fue la de

contribuir a uno de los desafíos centrales para las distintas culturas filosóficas de

la humanidad: la transformación de la filosofía. En la búsqueda de esta tarea, el

congreso fue pensado como un espacio en donde se intercambiara información y

sobre todo se discutiera “sobre las posibilidades y/o dificultades existentes en

África, Asia, Europa y América Latina en lo concerniente al desarrollo del

programa de una transformación intercultural de la filosofía” (Fornet-Betancourt,

s.f.: 1).

El segundo congreso, Hacia una filosofía Intercultural. Realizado en São Leopoldo,

Brasil, del 6 al 11 de abril de 1997, enfatizó en la necesidad de un cambio de

actitud en los filósofos y filósofas para poder llevar a cabo una transformación

intercultural de la filosofía. Cambio que debía tener como objetivo último la

motivación por la disposición de asumir conscientemente la interculturalidad como

una postura de pensamiento, que contribuyera a la trasformación del mundo

histórico de los seres humanos de hoy.

El tercer congreso: Culturas entre tradiciones e innovación, llevado a cabo en

Alemania, del 22 al 25 de noviembre de 1999, se centró en el análisis del

desarrollo de las culturas bajo el contexto de la globalización. El interés principal

estaba orientado a buscar respuestas a la desaparición de las culturas

“tradicionales” con todo lo que implicaba la globalización o si esa suposición

respondía únicamente a la ideología de la globalización.

20
El cuarto congreso: Interacción y asimetría entre las culturas en el contexto de la

globalización, tuvo como sede Bangalore, India, en el 2001. El quinto congreso:

Interculturalidad, género y educación, se llevó a cabo en Sevilla, España, en el

2003. El sexto congreso: Dominancia de las culturas e interculturalidad, fue

realizado en Alemania, en el 2005. El séptimo congreso: Concepciones del ser

humano e interculturalidad, se verificó en Buenos Aires, Argentina, en el 2007.

El octavo congreso fue celebrado en Seúl, Corea del Sur, 2009. El noveno

congreso: La convivencia humana: Problemas y posibilidades en el mundo actual.

Una aproximación intercultural, se llevó a cabo en Costa Rica, en el 2011. El

objetivo general de este congreso, como se decía en la convocatoria, era “conocer

las diversas dimensiones de la convivencia humana según diferentes culturas

vigentes en el mundo, particularmente como formas de vida en las sociedades

actuales” (Vicerrectoría de Investigación UCR, 2010). El décimo congreso está

planeado a realizarse en Austria en el 2013.

Además de los congresos internacionales de filosofía intercultural se cuentan,

dentro de la fructífera actividad intelectual que consolida a Fornet-Betancourt

como hombre de teoría y práctica, una serie de programas y proyectos, entre ellos

el Programa de Diálogo entre la Ética del discurso de Apel y Habermas y la Ética

Latinoamericana de la Liberación, al que dio inicio en 1985. Desde 1990 promueve

y coordina los Seminarios para el Programa de Diálogo Interdisciplinar. Además, el

filósofo se ha desempeñado como director de varios proyectos de investigación y

sus respectivas publicaciones. Actualmente, es miembro activo de varias

prestigiosas Instituciones. Esta invaluable labor acredita a Fornet-Betancourt como

21
la figura pionera del paradigma del pensamiento filosófico-teológico liberador

intercultural.

22
2. CONTEXTO Y GÉNESIS DE LA OBRA INTERCULTURALIDAD Y RELIGIÓN
PARA UNA LECTURA INTERCULTURAL DE LA CRISIS ACTUAL DEL
CRISTIANISMO DE RAÚL FORNET-BETANCOURT

Su obra Interculturalidad y Religión. Para una lectura intercultural de la crisis

actual del cristianismo, como se acaba de mencionar, fue publicada en Quito,

Ecuador, por la editorial Abya-Yala en el 2007. Por la temática que en ella se

aborda la editorial la incluye dentro de la Colección «Tiempo Axial». La Colección

«Tiempo Axial» se concibe en alusión al sentido que Jaspers da al concepto

“Tiempo-eje” en su libro Origen y Meta de la Historia. Para Jaspers el “Tiempo-eje”

es aquel momento de la historia de la humanidad en el que, en tres regiones

incomunicadas entre sí -China, India y Grecia- aconteció un fenómeno singular: la

generación de un movimiento espiritual que conllevó para el hombre la toma de

conciencia de sí mismo, la aspiración por la liberación y la salvación y la

formulación de las preguntas más radicales. Es la época del surgimiento de las

grandes religiones y las grandes filosofías de las que todavía hoy vivimos (Cf.

Jaspers, 1968b).

Tomando en cuenta el criterio de los editores, habría que interpretar primero: que

el mundo de hoy vive un nuevo «Tiempo Axial», o “Tiempo-eje” retomando a

Jaspers. Y segundo: que la Colección «Tiempo Axial» está concebida para este

nuevo tiempo axial que estamos viviendo.

En cuanto a la teología el derrotero está planteado, como se indica en la solapa de

todas las obras pertenecientes a la Colección «Tiempo Axial»: “la teología no

puede seguir cautiva de su pasado, de sus desgastadas referencias domésticas,

23
de su ingenua seguridad” (Fornet-Betancourt, 2007). Obviamente, este nuevo

tiempo axial que estamos viviendo, “requiere de un pensamiento teológico original,

arrojado, profético, libre, liberador y, siempre, desde la opción por los pobres”

(Fornet-Betancourt, 2007, Solapa). Siendo así, el proyecto editorial extendido por

diferentes países de América Latina: Ecuador, Bolivia, Paraguay, Chile, Argentina,

Colombia, Cuba, Panamá, Nicaragua y México ofrece un nuevo espacio de

encuentro para la teología latinoamericana que tendrá que abordar los acuciantes

temas de la teología actual: la teología de la liberación y el pluralismo religioso.

En el epílogo a la obra de Fornet-Betancourt, el teólogo chileno Diego Irarrázaval

hace una síntesis de los temas tocados por el filósofo en su libro, temática que a

su vez conforma la propuesta de realizar una lectura intercultural de la crisis actual

del cristianismo. La primera temática de la propuesta filosófica es el futuro del

cristianismo a partir de la pluralidad latinoamericana. La propuesta ofrece un

segundo tema que el teólogo chileno considera controversial, la cuestión es si

cabe abandonar la inculturación y dedicarse a lo intercultural. El tercer gran tema

de la propuesta filosófica de Fornet-Betancourt como señala Irarrázaval es la crisis

de la religión cristiana que predomina en Occidente. Con la cuarta temática:

alternativas y proyectos de liberación con calidad intercultural e interreligiosa,

siguiendo a Irarrázaval, cierra Fornet-Betancourt su propuesta intercultural.

Esta temática, por una parte, acusa el contexto del que ella misma procede. Y, por

otro parte, pone en relieve la crisis que vive el mundo de hoy. Interculturalidad y

Religión. Para una lectura intercultural de la crisis actual del cristianismo, obedece

al contexto en crisis; o bien, a la crisis del contexto.

24
Estos temas claramente delineados en la obra, por un lado, dan cuenta del

contexto en que se fragua la obra del filósofo. Y, por otro lado como dice el teólogo

chileno “motivan a la labor teológica a reubicarse en la interacción entre culturas y

entre religiones, entre sabidurías y sensibilidades diferentes e interconectadas”

(Fornet-Betancourt, 2007: 169). Ya que, cómo el mismo apunta:

En los actuales contextos de globalización y de cambio de época, se

aceleran los encuentros y desencuentros entre pueblos y las oleadas de

migración en todo el planeta, emergen identidades complejas, y crecen los

contactos y también crecen las diferencias debido a la comunicación

electrónica y computarizada (2007: 169).

Por su parte, Fornet-Betancourt en su prólogo, señala que tanto teólogos como

sociólogos de la religión insisten, al diagnosticar la crisis actual de la religión o del

cristianismo dentro de las sociedades europeas de hoy, que ésta no se compara a

las anteriores crisis por las que han atravesado tanto la religión como el

cristianismo. Para ellos, atrás quedó la crisis de sentido y de reajuste provocadas

por la ilustración y la llegada de la sociedad industrial; como también, la crisis

ocurrida por la pérdida de influencia política moral o cultural de la religión y del

cristianismo en Europa; tampoco les resulta comparable con la crisis vivida por la

religión y el cristianismo a causa de las dificultades de inculturación en las nuevas

culturas o subculturas; ni con la crisis por la falta de arraigo real de la religión y el

cristianismo en la vida cotidiana de la gente. Ahora bien, la crisis actual de la

religión y el cristianismo es como dice el autor:

evidentemente crisis de todo eso, pero se subraya que su novedad radica

más bien en que se presenta como una crisis en la que por primera vez en

25
su historia el cristianismo se ve rebasado por la historia que hacen

sociedades en cuya dinámica de desarrollo e innovación la religión ha

pasado a ser un escollo, un relicto arcaico irrecuperable, debido a que sería

incompatible con la mentalidad y la sensibilidad de los miembros de dichas

sociedades; sociedades que, justamente como las de la Europa moderna

de nuestros días, se autodefinen en términos de sociedades de

conocimiento (2007: 7-8).

Esbozado apenas el contexto de la obra, cabe puntualizar que en ella por el

mismo hecho de surgir de este contexto en crisis, siguiendo a Irarrázaval, no sólo

“se diagnostica una crisis integral, en el contexto global y neoliberal donde

predomina la cultura de Occidente; y allí es criticado el modelo inculturador”

(Fornet-Betancourt, 2007: 169). Sino que, además, la obra del filósofo conlleva la

superación del contexto en crisis, ya que:

se propone pasar de la monocultura a lo intercultural, del dominio a la

convivencia plural y solidaridad entre diferentes, de la globalización

neoliberal que uniformiza a una transformación de relaciones donde

entidades diferentes se acercan y se alejan (Fornet-Betancourt, 2007: 169-

170).

En cuanto a la génesis de la obra en estudio, es válido recordar lo que dice

Jaspers cuando se refiere a los orígenes de la filosofía. Para el filósofo, comienzo

no es lo mismo que origen, pues, “el comienzo es histórico”, y lo más importante

es que, acarrea para los que vienen después un conjunto creciente de supuestos

sentados por el trabajo mental ya efectuado. En cambio, el origen es la fuente de

la que mana en todo tiempo el impulso que mueve a filosofar. El concepto de

26
origen de Jaspers es identificable con el de motivos; y como dice él: este origen es

múltiple (Cf. Jaspers, 1968a).

Al escudriñar la génesis de la obra de Fornet-Betancourt, aunque sea

someramente, es inevitable rozar con ambos conceptos: el de comienzo y el de

origen, que, obviamente, no son lo mismo pero si se complementan mutuamente y

que, más bien, es por razones metodológicas que se suele marcar la diferencia

que entre ellos existe.

Ahora bien, para empezar, hay que decir que Interculturalidad y Religión. Para una

lectura intercultural de la crisis actual del cristianismo, ha pasado por un largo

proceso de gestación, cuyo origen, asumiendo a Jaspers, se remontaría al origen

mismo de la filosofía y es también múltiple.

La propuesta de una filosofía intercultural latinoamericana, primero, y luego la

propuesta de una lectura intercultural de la crisis actual del cristianismo, hecha

esta última por Fornet-Betancourt concretamente en la obra que se aborda en este

estudio monográfico, tiene un origen múltiple, que ha transcurrido por la

admiración, por el asombro, por la duda, por el examen crítico y la clara certeza,

por la conmoción, por la conciencia de estar perdido y encontrarse a sí mismo, así

como también, y sobre todo, por la conciencia de que se está en situaciones

límites y finalmente por la voluntad de comunicación, que para el caso de esta

propuesta filosófica que aboga por el diálogo intercultural, es su origen más

profundo, su motivo esencial; pues como diría Jaspers “Únicamente en la

comunicación se alcanza el fin de la filosofía, en el que está fundado en último

término el sentido de todos los fines: el interiorizarse del ser, la claridad del amor,

la plenitud del reposo” (Jaspers, 1968a: 23).

27
Lo que da consistencia y consecuencia a los planteamientos filosóficos de Fornet-

Betancourt son precisamente los principios de contextualización e historicidad que

el autor asume. De aquí que, para continuar con la interpretación de la génesis de

su obra, es oportuno volver a lo planteado por Jaspers de que todo comienzo es

histórico. Sin embargo, la interpretación que se propone en esta ocasión no

estaría completa sin la perspectiva hegeliana de comprender la historia de la

filosofía como un proceso de superación.

Partiendo de estas consideraciones el comienzo de la propuesta de una lectura

intercultural de la crisis actual del cristianismo que hace Fornet-Betancourt es

histórico, pues surge de un contexto histórico concreto que ya se ha anotado; así

como también, se ha anotado su origen.

En los estudios que se han hecho del itinerario intelectual del filósofo se

entrecruzan y se confunden en su obra, comienzo y origen. Este itinerario

intelectual según las últimas versiones se articula en cinco grandes etapas, que

van desde la formación y recepción acrítica de la filosofía europea, pasando por la

ruptura o tránsito hacia el modelo intercultural, hasta la propuesta de un nuevo

paradigma: la filosofía intercultural, que continúa con la descripción y

fundamentación a nivel hermenéutico y epistemológico de la filosofía intercultural,

incluyendo el momento de una praxis ético-política de la interculturalidad que se

prolonga hasta hoy, acompañada “por una posición de distancia autocritica y

revisión del aporte de los filósofos latinoamericanos reconocidos en el ámbito

internacional, a la luz del paradigma filosófico de la interculturalidad” (De

Vallescar, 2011: 982).

28
Dando continuidad al itinerario intelectual del filósofo estaría la recepción de su

legado en América Latina y el mundo. En lo que atañe a Nicaragua la filosofía

intercultural y la obra de Fornet-Betancourt han despertado un gran interés en los

círculos intelectuales universitarios y religiosos. Recientemente, en el año 2010,

dentro de la Facultad de Humanidades y Comunicación, en la Carrera de

Humanidades y Filosofía de la Universidad Centroamericana UCA de Nicaragua,

se presentó la monografía titulada: Filosofar la filosofía, una propuesta de Raúl

Fornet-Betancourt para la transformación intercultural de la filosofía en su obra

Hacia una filosofía intercultural latinoamericana, por el estudiante Rodolfo Martín

García Ávila para optar al Título de Licenciado en Humanidades y Filosofía. En su

trabajo, García Ávila plantea el papel decisivo de la interculturalidad en la

transformación de la visión monocultural de la filosofía Occidental, poniendo de

relieve, en concordancia con Fornet-Betancourt que sus reflexiones buscan

«“ensayar” una perspectiva de trabajo para el quehacer filosófico actual en

América Latina; […] que nos permita filosofar a la altura de las complejas y

diversas exigencias de todas las culturas de nuestro continente» (García, 2010: 9).

A mediados del 2012 el sacerdote Jeremías Lemus Lemus, de nacionalidad

hondureña, formador de los estudiantes claretianos en Nicaragua y docente de la

Carrera de Humanidades y Filosofía de esta misma Universidad, presentó, bajo la

dirección de Fornet-Betancourt, su tesis titulada: SABIDURÍA INDÍGENA.

Pensamiento, cultura y religión en un mundo plural. El caso de los Gunas de

Panamá, para optar al Grado de Maestría, en la Universidad Centroamericana,

José Simeón Cañas, de El Salvador. Según él mismo indica en esta tesis, su

interés en abordar esta temática surgió al descubrir que “somos herederos de

29
muchos elementos provenientes de las culturas aborígenes, contenidos en ideas,

prácticas, creencias, ritos religiosos, costumbres, etc., que se entretejen en la

experiencia de nuestra vida presente” (Lemus, 2012: 2). Luego de haber tenido la

experiencia personal durante varios años entre poblaciones indígenas, Lemus se

planteó llevar su experiencia a la academia. El objetivo de su trabajo es

“comprender que la sabiduría que poseen los pueblos indígenas de nuestra

región, tienen valores como muchas de las sociedades de éstas y otras latitudes y

que pueden ser considerados en el mundo plural de hoy” (Lemus, 2012: 1). Este

trabajo en su valoración fue juzgado por el mismo Fornet-Betancourt, en los

términos siguientes, “la tesis preparada para dicha finalidad destaca por su

coherente estructuración sistemática que es, sin duda alguna, reflejo de la precisa

lógica y metodología de investigación que ha seguido el autor en el curso de su

trabajo” (Informe escrito-evaluativo de Raúl Fornet-Betancourt, adjunto al Acta de

Evaluación de Tesis de Maestría).

Con este modesto trabajo intitulado: Interculturalidad y Religión de Raúl Fornet-

Betancourt o las perspectivas de futuro del cristianismo; una lectura desde la

experiencia histórico-cultural de América Latina, se da continuidad a los esfuerzos

ya iniciados en la Universidad Centroamericana UCA de Nicaragua por conocer el

pensamiento filosófico-teológico intercultural latinoamericano de Fornet-

Betancourt, quien, al conocer de este humilde atrevimiento manifestó su

complacencia y motivó a profundizar esta línea de reflexión e investigación.

30
3. LA INTERCULTURALIDAD: BREVE CRONOLOGÍA DE LOS CONCEPTOS
QUE LE ANTECEDEN A PARTIR DE LA EXPERIENCIA HISTORICO-
CULTURAL LATINOAMERICANA

El planteamiento de las perspectivas de futuro del cristianismo en los actuales

contextos que apuntan a un cambio de época marcada por la globalización que

trae consigo los encuentros y desencuentros entre los pueblos, acentuados por las

inminentes oleadas de inmigración que sacuden el mundo de hoy propiciando la

irrupción de identidades complejas y aumentando los contactos y desencuentros

potenciados por la comunicación electrónica y computarizada; de hecho, tiene una

raigambre histórica pero, además, encierra una connotación filosófico-teológica en

tanto que es una lectura que se hace desde la experiencia histórico-cultural de

América Latina.

Los estudiosos del devenir histórico-cultural del continente, entre ellos Fornet-

Betancourt, asumen la pluralidad latinoamericana como condición sui-generis de

su experiencia histórico cultural. A partir de la pluralidad latinoamericana que se va

perfilando en su devenir histórico-cultural, Fornet-Betancourt elabora la propuesta,

primero de una filosofía intercultural y luego de una lectura intercultural de la crisis

actual del cristianismo, precisamente en Interculturalidad y Religión. Para una

lectura Intercultural de la crisis actual del Cristianismo.

Para una exposición interpretativa más precisa que se lleva a cabo en estas

páginas, resulta vital detenerse un tanto en el concepto categorial de

interculturalidad acuñado por Fornet-Betancourt, sin obviar que el filósofo cubano

es deudor de un conjunto de intelectuales y pensadores tanto coterráneos como

31
de otras latitudes que le antecedieron en la tarea de estudiar las distintas

expresiones de los procesos culturales por los que ha atravesado la historia

cultural de la humanidad y, particularmente, la historia cultural latinoamericana; no

sin antes hacer una breve cronología de los conceptos o términos categoriales

más destacados que precedieron a la comprensión de interculturalidad que ofrece

Fornet-Betancourt.

Así se inicia el recorrido cronológico de dichos conceptos con el término

aculturación.

En 1896 el antropólogo estadounidense Franz Boas utilizó por primera vez el

término “aculturación” en un estudio sobre la mitología de los indios del noroeste

de Estados Unidos para referirse al cambio cultural sufrido por los contactos

intensos entre dos grupos, ya sea por uno de ellos o por ambos (Cf. Rodríguez,

2010).

El concepto aculturación tuvo su apogeo en los años treinta. Más tarde el polaco

Bronislaw Malinowski advirtió la perspectiva asimétrica del concepto aculturación

argumentando que:

Es un vocablo etnocéntrico con una significación moral. El inmigrante tiene

que “aculturarse” (to acculturate); así han de hacer también los indígenas,

paganos e infieles, bárbaros o salvajes, que gozan del “beneficio” de estar

sometidos a nuestra Gran Cultura Occidental. La voz acculturatión implica,

por la preposición ad que la inicia, el concepto de un terminus ad quem. El

“inculto” ha de recibir los beneficios de “nuestra cultura”; es “él” quien ha de

cambiar para convertirse en “uno de nosotros” (Ortiz, 1987: 4).

32
Paralelamente, el antropólogo estadounidense Peter Murdock formuló el vocablo

“cross-culture”, cuya traducción coincide con “transcultura” término utilizado tanto

en la antropología como en la psicología.

En 1940 el antropólogo cubano Fernando Ortiz utilizó por primera vez el término

“transculturación” en su obra Contrapunteo cubano del tabaco y del azúcar. Según

expone Malinowski en el prólogo del libro, con este nuevo término Ortiz pretendía

“reemplazar varias expresiones corrientes, tales como “cambio cultural”,

“aculturación”, “difusión”, “migración u ósmosis de la cultura”, y otras análogas que

él consideraba como de sentido imperfectamente expresivo” (Ortiz, 1987: 3).

El caso es que los cultivadores de tabaco y de azúcar, además de dinamizar la

economía de la Isla cuya población indígena estaba diezmada, pronto plantearon

la necesidad de mano de obra que, en Cuba, se resolvió con la esclavitud; y, al

mismo tiempo, dieron pauta para la emigración de masas hacia tierra cubana. De

aquí que, la historia del tabaco y el azúcar en Cuba revistió connotada importancia

para Ortiz, ya que ambos productos, según él, son los fundamentos de la propia

identidad cubana. Refiriéndose al concepto de transculturación tal como lo

implementa Ortiz, en el mismo prólogo Malinowski lo explica como:

un proceso en el cual siempre se da algo a cambio de lo que se recibe; es

un “toma y daca”, como dicen los castellanos. Es un proceso en el cual

ambas partes de la ecuación resultan modificadas. Un proceso en el cual

emerge una nueva realidad, compuesta y compleja; una realidad que no es

una aglomeración mecánica de caracteres, ni siquiera un mosaico, sino un

fenómeno nuevo, original e independiente. Para describir tal proceso, el

vocablo de latinas raíces trans-culturación proporciona un término que no

33
contiene la implicación de una cierta cultura hacia la cual tiene que tender la

otra, sino una transición entre dos culturas, ambas activas, ambas

contribuyentes con sendos aportes, y ambas cooperantes al advenimiento

de una nueva realidad de civilización (Ortiz, 1987: 5).

Así, Jorge Ibarra, uno de los más prestigiados estudiosos de la obra de Fernando

Ortiz, agrega que el término transculturación le permite al autor:

integrar los fenómenos económicos, sociales, psicológicos y culturales en

un «hecho social total». No se transculturaban tan sólo los seres humanos,

como algunos etnólogos pensaban ingenuamente, «sino también las

instituciones y las cosas atinentes a la vida social». Una mitología, un arma,

una melodía, un tambor, una danza, eran susceptibles de transmutarse

culturalmente (Ibarra, s.f.: 1345).

En este sentido, la transculturación apunta a procesos de desterritorializaciones y

reterritorializaciones culturales, y constituye el lugar de la negociación entre lo

ajeno y lo propio.

Para ilustrar la transculturación en el campo de la religión en el contexto cubano

Ortiz refiere como los afrocubanos asignaban nombres de santos católicos a sus

orishas. Así, Shangó se fusiona con Santa Bárbara. El proceso de transculturación

en el terreno religioso ha dado lugar en Cuba, en América Latina y el mundo, a lo

que muchos han denominado catolicismo sincrético.

La realidad de la transculturación caló en las reflexiones literarias sobre la

narrativa caribeña y latinoamericana. Sobresalen en este rubro: Jorge Luis Borges,

Julio Córtazar, Alejo Carpentier, Juan Rulfo, Gabriel García Márquez, Carlos

Fuentes, José Donoso, Mario Vargas Llosa, y otros.

34
El escritor cubano Roberto Fernández Retamar, en los años 70´ en su intento por

abordar la temática de la diferencia, la otredad y la autenticidad en el Caribe y

América Latina utilizó el vocablo Hibridez que tuvo mucha acogida en América

Latina.

Siguiendo la cronología se encuentra el término inculturación, que también tiene

sus raíces en la antropología. Es implementado por los teóricos estadounidenses

en la década del 50´. Ligado etimológica y semánticamente a la palabra cultura, el

concepto inculturación aparece en el contexto de la antropología cultural para

referirse al proceso de transmisión, recepción y reinterpretación de una cultura.

Aunque la cultura como problema vital de autorrealización de la persona humana,

lo mismo que el proceso de inculturación en el sentido antropológico que

acabamos de señalar datan desde los orígenes de la humanidad; no obstante, la

reflexión sobre estos conceptos, así como la elaboración sistemática del tema y

del problema de la cultura y del proceso de inculturación aparecen en los tiempos

modernos.

El acto cultural fundante que marca el punto de partida de la historia de la

humanidad en la búsqueda de su realización plena, acontece en el momento en

que el hombre, urgido por la necesidad de sobrevivir fue capaz de articular una

primera respuesta a los desafíos de su propia naturaleza física y de su entorno

dando comienzo al proceso social y dinámico que cuenta ya con milenios de

historia y que actualmente se encuentra en una fase acelerada de su evolución

(Cf. Cheuiche, 1989).

Los teóricos contemporáneos de la antropología cultural denominaron

“enculturación” al proceso que deviene de ese acto cultural primigenio de la

35
historia de la humanidad que a su vez pone en relieve el carácter social e histórico

de la cultura, entendida ésta como producto y obra del ser cultural que es el

hombre.

Gracias al carácter social e histórico de la cultura es posible la transmisión, la

recepción y la reinterpretación “de las categorías mentales, de las pautas de

comportamiento, de las expresiones culturales, de las estructuras de convivencia

social y de las técnicas conquistadas por un grupo cultural” (Cheuiche, 1989: 435).

Es importante subrayar que hoy en día el sentido de proceso de transmisión

incorporación y reinterpretación de un determinado modulo cultural que durante

siglos y milenios funcionó normalmente en el seno de las llamadas sociedades

cerradas o monolíticas, al trastocarse éstas en sociedades abiertas y pluralistas se

complica; pues, en las sociedades abiertas y pluralistas el tradicional modelo de

inculturación se desestructura rápidamente ya que entre la transmisión y la

incorporación del legado cultural, de la tabla de valores y de las pautas de

comportamiento, se interpone al abanico abierto de los más variados proyectos

alternativos de vida, la nueva mentalidad más prospectiva que retrospectiva, una

sensibilidad marcada por el progreso tecnológico (Cf. Cheuiche,1989).

Los acontecimientos histórico-sociales del siglo pasado entre los que destacan: la

descolonización política del mundo, la Primera y la Segunda Guerra mundial, los

movimientos de liberación cultural, los movimientos de liberación de la

dependencia cultural, la caída del muro de Berlín, los movimientos ambientalistas

y feministas, entre otros, propiciaron las profundas transformaciones por las que

pasa la sociedad contemporánea, acentuando en el plano cultural la crisis del

tradicional y casi mecánico proceso de inculturación generando en su lugar una

36
permanente confrontación de culturas que como contraparte ha favorecido y

alimentado un gran movimiento de defensas de la identidad cultural, lo que reubica

el problema de la cultura y de las culturas concretas, al mismo tiempo que afirma

el valor de cada cultura y la necesidad de vincular todo el proyecto cultural con la

memoria ancestral que lo fecunda.

Todo esto último redundó en el desmoronamiento del viejo mito de la cultura

occidental, como cultura perfecta, paradigma de las demás culturas y criterio único

para juzgarlas. Situando el problema de la transmisión, recepción e interpretación

del patrimonio cultural de los pueblos, es decir, la cuestión de la inculturación en el

centro de las preocupaciones de los teóricos e ideólogos contemporáneos, tanto

laicos como religiosos.

Ya en los documentos del Concilio Vaticano II (1962-1965) que sirvieron de base

para la implementación de una serie de cambios promovidos por la Iglesia

Católica, a través de su programa de renovación destinado a reorientar la

presencia del cristianismo en el mundo, aletea el espíritu de la inculturación.

En el II simposio del episcopado africano a Roma en 1975, el cardenal Paul

Zoungrana sostenía que:

La inculturación, también llamada indigenización, es el esfuerzo de

encarnar el mensaje de Cristo en una determinada cultura. El cristianismo

no se identifica con ninguna cultura determinada, pero su íntima vitalidad se

expresa a través de las riquezas de las diversas culturas. En este sentido la

inculturación es necesaria para la vida del cristianismo. Debe ser un

proceso constante y universal porque toda cultura cambia (Nassar, s.f.: s/p).

37
En 1977 el arzobispo de Manila, Cardenal Six, mencionó el neologismo

“inculturación” para referirse a la problemática que implicaba el proceso entre la fe

y las culturas.

En 1979, Juan Pablo II utilizó el nuevo término en “Catechesi Tradendae” y

declaraba que tal neologismo, expresa muy bien acerca de la encarnación.

En 1980 en el Discurso a la Conferencia Episcopal de Kenia, Nairobi, Juan Pablo

II expresaba que:

La “aculturación” o “inculturación”, que promovéis con razón será realmente

un reflejo de la Encarnación del Verbo, cuando una cultura, transformada y

regenerada por el Evangelio, genere de su propia tradición viva expresiones

originales de vida, celebración y pensamientos cristianos. […] Respetando,

preservando y favoreciendo los valores propios y la rica herencia cultural de

vuestro pueblo, estaréis en condiciones de guiarlo hacia una mejor

comprensión del misterio de Cristo, que ha de ser vivido en las nobles,

concretas y diarias experiencias de la vida africana. No se trata de adulterar

la palabra de Dios, o de vaciar de su poder a la cruz (cfr. 1 Cor 1, 17), sino

más bien de llevar a Cristo al mismo centro de la vida africana y de elevar

toda la vida africana a Cristo. De este modo no sólo el cristianismo será

relevante para África sino que el mismo Cristo será africano en los

miembros de su Cuerpo (Nassar, s.f.: s/p).

Y en su discurso dirigido a los Obispos de Ghana, Kumasi, en ese mismo año, les

insta:

38
Los obispos deben llevar adelante el esfuerzo de la inculturación del

Evangelio para el bien de cada pueblo, precisamente para que Cristo pueda

ser comunicado a todo hombre, mujer y niño. En este proceso, las mismas

culturas deben ser promovidas, transformadas y permeadas por la divina

verdad del mensaje original de Cristo, sin dañar lo noble que hay en ellas.

Por eso las respetables tradiciones africanas han de ser respetadas. Más

aún, en concordancia con la total verdad de los Evangelios y en armonía

con el Magisterio de la Iglesia, las tradiciones cristianas africanas deben ser

consolidadas (Nassar, s.f.: s/p).

En la década de los 80´ irrumpe en el contexto cultural de América Latina el

concepto de interculturalidad, acuñado por Fornet-Betancourt, quien había

descubierto en sus primeros diálogos con la filosofía de la liberación

latinoamericana: primero, que su proyecto estaba permeado por el término de

inculturación, el cual, según él, es un modelo que excluye a las culturas indígenas

de América Latina ya que: “inculturar supone traer un modelo de filosofía, un logos

que viene de fuera” (García, 2006: 127). Y, segundo, que este proyecto de la

“inculturación” de la filosofía estaba influenciado por el diálogo con las teologías de

la liberación de América Latina. Como ya fue planteado en el capítulo anterior, a

partir del Concilio Vaticano II la Iglesia Católica, como las teologías de la liberación

latinoamericanas implementaron proyectos de inculturar el cristianismo en América

Latina.

Naturalmente, todo esto contribuyó a madurar, en el filósofo, su preocupación por

lo intercultural que había sentido antes a raíz de su contacto con las culturas

39
aborígenes de América; que, como el mismo dice, fue decisivo de la orientación

del rumbo que tomaría su estilo de filosofía intercultural.

Desde ahí Fornet-Betancourt vio la necesidad de una reflexión y de una praxis que

respondiera a las exigencias de la diversidad cultural en América Latina. De esa

praxis y de ese ejercicio hermenéutico desarrollado, la interculturalidad:

da origen a una nueva historia cultural y valora sus deficiencias en relación

con las voces que se mantienen en silencio; re-aprendiendo a pensar de

manera deslastrada del relativismo cultural a fin de sustituirlo por un tipo de

racionalidad cultural donde una forma de pensamiento sea reconocido

como válido por el otro, terminando con el etnocentrismo y el reduccionismo

(Fernández y Márquez-Fernández, 2004: 13-14).

La nueva historia cultural de América Latina, marcada por la interculturalidad ha

ensanchado sus horizontes, reaprendiendo a pensar desvinculada de toda

concepción exclusivista. Para la interculturalidad, la diversidad cultural es pieza

clave en su ejercicio de complementariedad. El mismo Fornet-Betancourt es

consciente de que la interculturalidad es concretamente el eco surgido de “la

diversidad cultural del pensar humano en su múltiple ejercicio. […] la filosofía

intercultural, más que una nueva forma de filosofía dialógica, es diálogo de

filosofías en, con y desde sus respectivos mundos” (2004b: 72).

La interculturalidad va en pos de un entretejido de relaciones y acciones que

posibiliten las condiciones adecuadas para el encuentro con los otros, en pos de

un destino que se construye en común y a través de la colectividad. La

interculturalidad en tanto que pensar contextual en donde estamos y somos centra

su quehacer filosófico en acompañar:

40
los procesos y las prácticas culturales con que la gente trata de dar cuenta

y de justificar su vida y sus aspiraciones, sus miedos y esperanzas, en los

contextos de su vida diaria o de la cotidianidad. Filosofía intercultural es así

filosofar de cotidianidades y, con ello, filosofar situado en la pluralidad de

las razones cotidianas, en la diversidad de los contextos de vida (Fornet-

Betancourt, 2004b: 71).

Lo que nos indica que la interculturalidad implica un pensar que se responsabiliza

de lo contextual como cuestión fundante y no como mera circunstancia casual en

la que se originan diversas verdades solamente. De ahí que su deber principal se

concretiza en transformar el mundo, transfigurando las situaciones de la existencia

humana, sintetizando la transformación hermenéutica y epistemológica en una

antropológica, no es suficiente una revolución económica, social, ni política, sino

antropológica, tarea que intenta asumir con toda responsabilidad la

interculturalidad (Cf. Fernández y Márquez-Fernández, 2004).

En cuanto a las preguntas ¿Qué es interculturalidad? ¿Se podría definir

conceptualmente la interculturalidad? Siguiendo a Fornet-Betancourt, quien

considera que hay que tener en cuenta el espíritu novedoso del „respeto‟, el

„diálogo‟, la „tolerancia‟ y la „relación simétrica‟ entre la pluralidad de culturas, la

respuesta, no solo podría ser una trampa sino que la pregunta misma formulada

dentro de la lógica occidental conlleva un riesgo: la supuesta convicción de que se

cuenta con la madurez necesaria para emitir definiciones y confinar en conceptos

cerrados y precisos lo que se presenta.

Fornet-Betancourt pone en tela de juicio la definición desde la clave intercultural.

Según él, el camino ha de ser otro, en vez de plantear la pregunta, habrá que

41
valorar si, tenemos a nuestro alcance los recursos culturales y conceptuales que

nos acerque a una posible definición. Y en este mismo sentido indica Fornet-

Betancourt que es necesario una “alfabetización en la escuela del diálogo

intercultural”.

A lo largo y ancho del continente, reflexiones similares se han planteado con

ahínco la cuestión de la interculturalidad. En el IX Congreso Argentino-Chileno de

Estudios Históricos e Integración Cultural, se analizó el texto: Transformación

intercultural de la filosofía, de Raúl Fornet-Betancourt, donde se sintetizó lo que se

entiende por interculturalidad en estos términos:

La interculturalidad, en tanto propuesta novedosa, no es trans-culturalidad,

que supera las filosofías situadas; sino que las comunica, posibilitando el

encuentro dialogal entre las figuras occidentales, amerindias y

afroamericanas. La filosofía intercultural quiere ser el nombre para la nueva

calidad que obtienen esas figuras cuando llegan a fundar un “plan” común

que las impele a tras-pasar los límites de su figura respectiva, a transitar por

su propia figura para ir a otra. Trans-figuración es, así, transito por… y hacia

(Tavano, s.f.: 7-8).

Este movimiento de transfiguración ha de ser procurado a partir del diálogo de las

culturas, sin provocar violencia una a otra, ni considerar ninguna cultura superior a

sus contrapartes del diálogo y de interacción. La interculturalidad supondrá en

todo caso, igualdad de condiciones a partir de las cuales todas las culturas

particulares participantes resulten fortalecidas de tal intercambio reciproco.

42
CAPÍTULO II
LAS PERSPECTIVAS DE FUTURO DEL
CRISTIANISMO: Y LA TRANSFORMACIÓN
INTERCULTURAL E INTERRELIGIOSA DE LA
LABOR TEOLÓGICA

43
1. LA ESTRUCTURA DE LA OBRA PERMEADA POR LA PROPUESTA DE LA
TRANSFORMACIÓN INTERCULTURAL E INTERRELIGIOSA DE LA LABOR
TEOLÓGICA

En el capítulo anterior se expuso someramente cómo, a partir de la segunda mitad

del siglo pasado, el concepto de inculturación, cuyo origen se le debe a la

antropología, tuvo una gran acogida en el seno de la Iglesia Católica, urgida en

aquel aciago momento, igual que hoy, de cambio y renovación. En los documentos

conciliares de 1964 concretamente en la Constitución Dogmática Lumen Gentium,

ratificada por Pablo VI, refiriéndose al Carácter Misionero de la Iglesia se lee:

Predicando el Evangelio, mueve a los oyentes a la fe y a la confesión de la

fe, los dispone para el bautismo, los arranca de la servidumbre del error y

de la idolatría y los incorpora a Cristo, para que crezcan hasta la plenitud

por la caridad hacia El. Con su obra consigue que todo lo bueno que haya

depositado en la mente y en el corazón de estos hombres, en los ritos y en

las culturas de estos pueblos, no solamente no desaparezca, sino que

cobre vigor y se eleve y se perfeccione para la gloria de Dios, confusión del

demonio y felicidad del hombre (pp.12-13).

Las raíces de la inculturación han calado muy hondo dentro de la Iglesia Católica,

hasta el punto que toda su labor teológica y evangelizadora, desde entonces hasta

ahora, podría decirse, han estado marcadas por el espíritu de la inculturación.

Sólo recientemente la Iglesia oficial apenas empieza a abrirse al concepto de

interculturalidad. El 22 de febrero del 2007 Benedicto XVI en la exhortación

apostólica postsinodal, (Sacramentum Caritatis) al episcopado, al clero, a las

44
personas consagradas y a los fieles laicos, sobre la eucaristía fuente y culmen de

la vida y de la misión de la iglesia decía que:

Se ha de reconocer el carácter intercultural de este nuevo culto, de esta

logiké latreía. La presencia de Jesucristo y la efusión del Espíritu Santo son

acontecimientos que pueden confrontarse siempre con cada realidad

cultural, para fermentarla evangélicamente. Por consiguiente, esto comporta

el compromiso de promover con convicción la evangelización de las

culturas, con la conciencia de que el mismo Cristo es la verdad de todo

hombre y de toda la historia humana (s/p).

Como se puede apreciar leyendo a Benedicto XVI, a pesar de la encomiable tarea

de los filósofos y teólogos promotores de la interculturalidad, entre los que se

destaca a la cabeza Fornet-Betancourt, la interculturalidad, como él mismo apunta

«sigue siendo una asignatura pendiente».

En su obra Crítica Intercultural de la Filosofía Latinoamericana Actual

redondeando la cuestión, el autor puntualiza que:

la interculturalidad no es un reclamo de ahora, fruto de la difusión de una

nueva moda filosófica, sino más bien una demanda de justicia cultural que

se viene formulando desde hace siglos en la historia social e intercultural de

América Latina y que, de haber sido escuchada, hubiese contribuido a

cambiar el curso de la historia de la filosofía en América Latina (2004a: 14).

No obstante, en su obra Hacia una filosofía intercultural, en el último capítulo: La

teología latinoamericana: una pista para el trabajo interdisciplinar en el programa

de una filosofía iberoamericana intercultural, Fornet-Betancourt afirma que la

teología latinoamericana “ha logrado perfilar su modelo de racionalidad con una

45
claridad metodológica y epistemológica que difícilmente puede ser parangonada

con lo alcanzado por otras disciplinas en el subcontinente a este nivel” (1994b:75).

Es importante antes de seguir adelante, precisar con el autor su comprensión de

teología latinoamericana. Cuando hablamos de “teología latinoamericana”, dice el

filósofo:

estamos reservando este título para aquella forma de teología que, bajo el

impulso decisivo de Medellín en 1968, empieza a desarrollarse

explícitamente desde esa fecha en la forma específica de una reflexión

teológica contextualizada y que pronto se condensará en un estilo propio

que, aunque diverso en opciones teóricas y prácticas, se conocerá por el

nombre común de teología latinoamericana de la liberación (1994b:74).

En esa misma línea en el 2006 publicó en el Tomo 43 de la revista Concordia su

trabajo: La interculturalidad a prueba, en donde concretamente en el capítulo 6: El

quehacer teológico en el contexto del diálogo entre las culturas en América Latina,

argumenta, en palabras suyas:

a favor de una radical transformación del quehacer teológico en América

Latina desde las posibilidades hermenéuticas que ofrece la interculturalidad,

pero haciéndose cargo también de las dificultades, tanto externas como

internas, con que tiene que contar hoy todavía el programa de una

transformación intercultural de la teología en América Latina, ya que no sólo

la agudización del fundamentalismo del sistema hegemónico sino

igualmente el fortalecimiento de las tendencias restauradoras en los

ámbitos eclesiásticos cristianos hacen que soplen vientos realmente

46
adversos a un pensamiento libre que articule sin dogmas de ningún tipo la

pluralidad cognitiva de la humanidad (p.8).

Pero, es hasta el año 2007 en la obra: Interculturalidad y Religión. Para una

lectura intercultural de la crisis actual del cristianismo, cuando decididamente

Fornet-Betancourt estructura y formula con madura lucidez la propuesta de una

transformación intercultural e interreligiosa de la labor teológica. Obra sobre la que

se fundamenta este estudio.

Para presentar la estructura de la obra en estudio, permeada por la transformación

intercultural e interreligiosa de la labor teológica, tema que se corresponde con el

subtítulo de este apartado, se contó con la primera edición en castellano de

Interculturalidad y Religión. Para una lectura intercultural de la crisis actual del

cristianismo, perteneciente a la colección «Tiempo Axial», publicada por la editorial

Abya-Yala en Quito, Ecuador en abril del 2007.

Interculturalidad y Religión. Para una lectura intercultural de la crisis actual del

cristianismo, consta de un prólogo, seis capítulos y un elocuente epílogo escrito

por el teólogo chileno Diego Irarrázaval.

En el prólogo de la obra, Fornet- Betancourt recuerda que ya Miguel de Unamuno,

Friedrich Nietzsche y Georg Hegel hablaron de la crisis del cristianismo en sus

respectivas épocas. Hoy por hoy, teólogos y sociólogos de la religión afirman que

la crisis del cristianismo actual en Europa es incomparable a las crisis por las que

éste ha pasado a través de su historia; pues, la actual crisis arrastra las secuelas

de las crisis que le antecedieron. Lo nuevo de la crisis actual del cristianismo,

radica, en palabras del autor en que:

47
por primera vez en su historia el cristianismo se ve rebasado por la historia

que hacen sociedades en cuya dinámica de desarrollo e innovación la

religión ha pasado a ser un escollo, un relicto arcaico irrecuperable, debido

a que sería incompatible con la mentalidad y la sensibilidad de los

miembros de dichas sociedades (2007: 7-8).

Este diagnóstico sobre la crisis actual del cristianismo, sirve de trasfondo

contextual y discursivo a la obra. De esta manera, según el mismo advierte:

Los ensayos que componen este libro intentan esbozar, desde la

perspectiva de la filosofía intercultural, un horizonte alternativo para

comprender la crisis actual del cristianismo en Europa y proponer en

consecuencia su transformación intercultural como una respuesta adecuada

ante la misma (2007: 8).

El primer capítulo, El cristianismo: perspectivas de futuro en el tercer milenio, a

partir de la experiencia de América Latina, compuesto de cinco apartados, abarca

de la página 9 a la página 31. El objetivo central del capítulo es “tomar

simplemente como trasfondo la problemática teológica de la universalidad del

cristianismo para problematizar las posibilidades de futuro del cristianismo desde

una perspectiva histórica y teórica” (2007: 10). Lectura que contempla tres

presupuestos teóricos a saber: primero, una toma de posición en sentido

epistemológico, insoslayable en tanto que la meta es el futuro de un cristianismo

desoccidentalizado. En el marco de este presupuesto teórico el autor define su

postura frente al cristianismo asumiendo que:

El cristianismo occidentalizado e ideologizado de la cristiandad es, en el

fondo, afán de imponerse y de imperar sobre las otras religiones, y en este

48
sentido su expansión “misionera” militante equivale a la negación de la

pluralidad de las religiones. En el horizonte teológico (y político) de ese

cristianismo no caben las religiones, no debe darse el hecho religioso como

realidad plural que se expresa y encarna precisamente en las religiones,

sino que hay sólo la religión, y ésta es la que él, y sólo él, representa (p.35).

El cristianismo desoccidentalizado al que se aspira es o sería:

capaz de entrar en una dinámica radical de diálogo intercultural, tiene

primero que aprender a relativizar su forma occidental y considerarla como

resultado de procesos históricos que son, en el fondo, contingentes. Así,

haciéndose cargo de sus propios límites culturales, podría el cristianismo

abrirse a otras culturas sin intolerancias, sin complejo de superioridad; y

adentrarse en una dinámica dialógica que podría conducirlo a una radical

transfiguración, por cuanto que, de esa dinámica podrían generarse formas

inéditas de cristianismo (Fornet-Betancourt, 2007: 29).

Segundo, la valoración del desarrollo de la Iglesia en Occidente y más

particularmente en América Latina. En tanto que el proceso de la llamada primera

evangelización de América, se insertó dentro del proyecto conquistador-

colonizador de España y Portugal, representando un proceso de expansión de un

modelo de cristianismo acorde al modelo occidental: monocultural y agresivo.

El último presupuesto, ofrece la opción de tipo metodológico para leer la historia

de la expansión del cristianismo en América Latina a la luz de la experiencia

histórica de los pueblos americanos que han padecido la invasión religiosa del

cristianismo occidental.

49
De estos presupuestos teóricos se deriva: primero, que la reconstrucción crítica de

la historia del cristianismo en América Latina ha de hacerse a partir de los

testimonios amerindios (las “voces” silenciadas) y, segundo, que las perspectivas

de futuro del cristianismo en América Latina de cara al tercer milenio, está cifrada,

según el autor en gran medida en su capacidad o no para independizarse de la

cultura en la que hasta hoy se ha expresado e historizado.

El segundo capítulo, de la inculturación a la interculturalidad, que, dicho sea de

paso, sirve de base teórico-metodológica para este modesto estudio, se compone

de 3 apartados y abarca de la página 33 a la página 50. En él se abre paso el

gesto autocrítico del autor frente a la historia de la tradición religiosa cristiana que

“en paradójica contradicción con el Dios del amor vivo que confiesa, está muy

poco acostumbrada al diálogo, a la humildad y a la paz” (Fornet-Betancourt, 2007:

33). Y por ello ha permanecido, casi por completo, cerrada al diálogo en franca

comunión con el proyecto civilizador sostenido por el Occidente en América Latina

y el resto del mundo. Como contraparte de todo esto se reconoce que “desde sus

orígenes más remotos, el cristianismo ha sido y sigue siendo fuente de prácticas

religiosas liberadoras” (Fornet-Betancourt, 2007: 35). Además, se reconoce la

apertura a escala mundial que ha tenido la Iglesia Católica a raíz del Concilio

Vaticano II, al asumir la inculturación, que en el fondo resume:

todo un programa de renovación teológica, pastoral, litúrgica, catequética,

etc. que reorienta la presencia del cristianismo en el mundo y resignifica su

tradicional sentido “misionero” al exigirle entrar en diálogo con la diversidad

cultural de la humanidad (Fornet-Betancourt, 2007: 38)

50
No obstante, Fornet-Betancourt propone el paso de la inculturación a la

interculturalidad, en tanto que la primera adolece todavía de pretensiones,

actitudes y hábitos, teóricos y prácticos propios de la configuración occidental

dominante, que a lo largo de la historia ha limitado las posibilidades de realización.

En cambio la interculturalidad, representa para él la alternativa que acabaría

definitivamente con el paradigma eurocéntrico que traspasa el programa de la

inculturación. En tanto que la interculturalidad como proceso contextual-universal

capacita para una cultura de culturas y religión de religiones.

El tercer capítulo, La religión y su crisis actual vistas desde la filosofía, se

compone de 3 apartados y abarca de la página 51 a la página 97. En este capítulo

recorriendo la senda por donde ha caminado el pensamiento filosófico-teológico

occidental, da a conocer la crisis de la religión en las sociedades de conocimiento,

concretamente las europeas, desde donde pretende estudiar la naturaleza de la

transformación que acontece en la religión, tanto en Europa como en América

Latina, al tiempo que visualiza sus retos.

El capítulo pone en relieve como desde “la modernidad centroeuropea capitalista

se debate el cristianismo en su lucha por no convertirse en un mero adorno

cultural, que sería su muerte, y recuperarse siempre de nuevo como vehículo de

fermentos de libertad” (Fornet-Betancourt, 2007: 65). Empezando por la

controversial pregunta sobre la religión de la que debemos hablar, la cuestión se

resuelve desde la filosofía intercultural.

El cuarto capítulo, Por religiones liberadoras en un mundo intercultural, se

compone de 2 apartados y abarca de la página 99 a la página 112.

51
El capítulo enfoca desde la perspectiva de la interculturalidad, la cuestión de la

naturaleza de la nueva religión en el nuevo tipo de sociedad. La visión de esa

nueva religión se concretiza a través de la exposición de algunos de los rasgos,

que a juicio del autor, podrían ser característicos de su futuro perfil.

Además, incluye la sospecha sobre los presupuestos que posiblemente pueden

estar condicionando la visualización de la nueva religión en el nuevo tipo de

sociedad. Así, la sola formulación y comprensión de la pregunta por el horizonte

de desarrollo histórico que se toma como referente para hablar de la religión en el

futuro, acusa la perspectiva monocultural que consecuentemente implica

presupuestos que necesariamente estrechan el campo de indagación. De aquí

que, el autor aclara que “Desde la perspectiva pluralística de la interculturalidad la

pregunta por la naturaleza de la nueva religión […] se perfila como una pregunta

típicamente moderna, y por lo tanto regional, no universal” (2007: 101). Por eso su

planteamiento gira “Hacia un abanico de religiones en diálogo y constructoras de

la utopía de los muchos mundos todavía posibles” (2007: 101).

El quinto capítulo, Liberación e interculturalidad en el pensamiento filosófico-

teológico latinoamericano actual, se compone de 4 apartados y abarca de la

página 113 a la página 137. En los preliminares del capítulo el autor delimita lo

que ha de entenderse por pensamiento latinoamericano actual, el cual incluye, por

una parte a la cultura filosófico-teológica del pensamiento liberador, que a lo largo

de un complejo proceso histórico, se ha gestado, articulado, madurado y

diferenciando en América Latina a partir de 1968, bajo los impulsos de la Segunda

Conferencia General del Episcopado Latinoamericano de Medellín, de la álgida

polémica entre Augusto Salazar Bondy (1925-1974) y Leopoldo Zea (1912-2004),

52
del Movimiento Estudiantil y del Primer Congreso Cultural de La Habana. Y, por

otra parte, incluye también, al movimiento filosófico-teológico cuyo desarrollo

comienza claramente vinculado a la lucha por las nuevas reivindicaciones

políticas, culturales y religiosas emprendidas por los pueblos indígenas y

afroamericanos, enmarcadas dentro del conflicto por la interpretación del sentido

que habría que darle a la “conmemoración” de los 500 años del “Descubrimiento

de América” (1492-1992), y que por eso mismo, encuentra en la interculturalidad

un nuevo horizonte donde proyectarse como lo que es, un pensamiento plural

matizado por los muchos sentidos de la diversidad cultural de América ( Cf.

Fornet-Betancourt, 2007).

Pero, además, en la delimitación que intencionalmente ofrece el filósofo convergen

la filosofía y la teología; lo que obedece, ante todo, a las exigencias de una

postura intercultural, que no sólo implica la revisión crítica de las fronteras

impuestas por la cultura científica occidental dominante, entre las disciplinas, sino

que también valora el desarrollo de estas disciplinas bajo la óptica de la liberación

y/o interculturalidad, que dicho sea de paso, ofrece una producción bibliográfica

amplísima de gran impacto y creatividad, que lleva ya cuatro décadas aportando

en los campos de la hermenéutica, la metodología, la historia de la filosofía y de la

teología, la cristología, la ética, y sobre todo la crítica.

Finalmente, el capítulo muestra cómo el pensamiento latinoamericano de la

liberación y de la interculturalidad en el campo filosófico-teológico se entrecruzan

convergiendo y divergiendo en temas cómo: la crítica del eurocentrismo, la

contextualización, la opción por los pobres, la inculturación, el mestizaje cultural y

53
el concepto de pueblo, pero que a pesar de sus diferencias se complementan y su

mutua interacción puede ser fructífera para ambos.

El sexto capítulo, La crisis de la religión en Europa vista desde América Latina, y

América Latina mirada en el espejo de Europa, se compone de 4 apartados y

abarca de la página 138 a la página 153. En un primer momento, el autor se

impone una lectura teológica de la crisis de la religión en Europa, crisis que por

considerarse de naturaleza novedosa conlleva unos desafíos teológicos tales: que

rompen los moldes y fronteras establecidas hasta entonces, al momento de

encuadrar tanto la fe como el pensamiento teológico.

En un segundo momento, con el afán de ensanchar el horizonte de reflexión y de

debate de esta cuestión, el filósofo devela la sospecha acerca de la novedad de

esta crisis y, propone otra perspectiva a saber: relativizar y/o historizar la supuesta

novedad de la crisis actual de la religión en Europa. Pues a su criterio:

Las crisis, incluidas las de la religión, no caen del cielo ni son “sorpresas”

improvisadas. Las crisis se generan, vienen de tradiciones y refundan

tradiciones. Su novedad es, pues, siempre relativa. Tienen su historia y, por

muy radicales e intensas que sean, siguen estando en la historia y

manifestando referencias, tanto hacia el pasado como hacia el futuro (2007:

140).

En consecuencia se trata de leer la crisis actual de la religión en Europa en clave

de continuidad histórica con el desarrollo del proyecto de la modernidad europea,

lo que representaría para la teología, el desafío de saber discernir qué religión y,

en concreto, qué cristianismo no sobrevivirá a la crisis actual y qué religión y/o

54
cristianismo puede todavía ser fermento saludable en la redefinición actual de

Europa.

A la hora de entrar a ver la crisis de la religión en Europa vista desde América

Latina, y a América Latina mirada en el espejo de Europa; salta la cuestión de que

ni América ni Europa son realidades homogéneas. Por ello, se hará uso de estos

dos nombres genéricos, asociados a ciertas características generales que

justifican el uso de dichos nombres.

En el caso de Europa habría que considerar “la herencia religiosa judeo-cristiana,

el substrato cultural-político greco-romano, la convivencia en un determinado

espacio geográfico, la historia compartida o la organización social” (Fornet-

Betancourt, 2007: 143). Y en el caso de América Latina, además de estas

características que comparte con Europa habría que considerar sus diferencias

específicas:

que se explican […] mediante la inculturación de las lenguas europeas que

llegan, lo mismo que del catolicismo español y portugués, o mediante el

reajuste de la cultura barroca o el proyecto bolivariano de una federación

americana (Fornet-Betancourt, 2007: 143).

Sin embargo, la complejidad intercultural e interreligiosa son las características

que en realidad definen tanto a Europa como a América Latina, por eso el uso

general de los términos debe hacerse teniendo siempre en mente implícitamente

dichas características.

Continuando en el abordaje de la crisis de la religión en Europa vista desde

América Latina y América Latina mirada en el espejo de Europa; se tiene que en

los latinoamericanos de hoy perdura la memoria de la Europa que los negó y los

55
marginó, así como la imagen de la Europa como cuna de cultura universal y de

referencias fundamentales de humanidad. Esta ambivalencia hace que América

Latina busque todavía una manera equilibrada de ver a Europa. Han sido: por un

lado, la filosofía de los pueblos latinoamericanos la que ha colaborado en la toma

de conciencia del continente, de su lugar y función en la historia de la humanidad,

reubicándose frente a Europa para poder verla desde su propio proyecto de

emancipación. Y, por otro lado, el renacimiento eclesial que conllevó la

maduración de la fe cristiana, que desembocó luego en el florecimiento de la

teología de la liberación, los que han contribuido para que América Latina

desarrollara una visión propia sobre Europa, desde una perspectiva teológica y/o

teológica-cristiana.

En los europeos de hoy perdura la memoria de América como ““mercado” para las

grandes empresas europeas o en su percepción como un mundo cultural extraño

que desafía con sus diferencias” (Fornet-Betancourt, 2007: 148). A su vez el

espejo teológico europeo “refleja la imagen de una América Latina que se define y

reconoce como lugar teológico […] que hace su propia hermenéutica de la fe

cristiana y la contextualiza desde las situaciones de vida del pueblo creyente”

(Fornet-Betancourt, 2007: 149).

Aunque finalmente, se asume que sería el fomento del diálogo intercultural e

interreligioso, el camino para que Europa y América Latina conozca su verdadera

diversidad y de manera conjunta y más universal replanteen los problemas del

mundo actual, en especial el que atañe a este capítulo: la crisis de la religión.

56
El elocuente epílogo que corona esta magnífica obra reafirma la metodología

intercultural e interreligiosa para pensar la fe en medio de la crisis actual del

cristianismo.

57
2. EL DIÁLOGO INTERCULTURAL E INTERRELIGIOSO EN LAS
PERSPECTIVA DE FUTURO DEL CRISTIANISMO

El diálogo intercultural e interreligioso se perfila como el elemento esencial de la

transformación intercultural e interreligiosa de la labor teológica. Pensar la fe en

medio de la crisis actual del cristianismo equivale a asumir el desafío de esa

transformación intercultural e interreligiosa, la cual, según dice Irarrázaval “no se

debe a una actitud pragmática ante la pluralidad cultural y religiosa, ni proviene de

una agenda posmoderna, ni de ejercicios conceptuales. Más bien es un largo y

fatigoso caminar, complejo y fascinante, y con posibilidades inéditas” (Fornet-

Betancourt, 2007: 169).

En este sentido se tratará de pincelar ese largo y fatigoso camino complejo y

fascinante hasta vislumbrar las posibilidades inéditas.

Para ello se irá por la senda que ha ido marcando la experiencia histórico-cultural

de América Latina, deteniéndose en algunos hechos que dificultaron el diálogo

intercultural e interreligioso, tanto en el pasado como ahora, luego se intentará

descubrir donde radica el problema que actualmente imposibilita el diálogo entre

las culturas y religiones. Después se mostrará la actitud que toman la

interculturalidad y la interreligiosidad ante tal dificultad, y finalmente se tocarán las

razones que justifican la importancia del diálogo intercultural e interreligioso en la

actualidad.

Historizando un poco los hechos, se encuentra que la dificultad que se le presenta

al diálogo intercultural e interreligioso no es una cuestión de hoy, sino que, ésta

hunde sus raíces muchos siglos atrás. La expansión de Occidente hacia el nuevo

58
mundo iniciada en 1492 hizo que se gestara en el seno de esta nueva realidad

cultural una actitud etnocéntrica al autodefinirse el Occidente como el eje de la

historia universal.

Esa actitud condujo a hablar de la cultura como tradición humana en sentido

absoluto, sin más. Otro hecho importante es que el proceso de expansión que a su

vez implica la descalificación de la cultura y religión del “otro” se presenta con

mayor fuerza en los sectores eclesiásticos y teológicos, otorgándole a la cultura

centroeuropea una seguridad cultural por encima de las otras culturas, lo que sin

duda contribuyó a generar en el cristianismo el malentendido, que más tarde se

juzgó como intencional, de comprenderse a sí mismo como:

la forma universal necesaria de la fe cristiana, es además lo que explica las

prácticas misioneras dominantes en la época de la expansión colonial de

Europa; prácticas misioneras que, como es sabido, partían de la reveladora

evidencia de que el “otro”, el no-europeo, no podía ser cristiano desde su

propio fondo cultural (2007: 13).

Evidentemente, la llegada del cristianismo occidentalizado a América significó una

amenaza para la diversidad cultural. Los “proyectos civilizatorios”, llevados a cabo

por franciscanos, dominicos y más tarde jesuitas, durante la conquista y la colonia

en América, obligaban a las culturas oriundas a renunciar a sus lenguas,

costumbres, creencias, tradiciones y religión. Ese mal entendido intencional, en el

cristianismo, se asentó en la certidumbre de que, en el proceso de expansión de la

Iglesia cristiana católica occidental, fuesen “creciendo y sistematizando sus

categorías y conceptos desde la convicción de ser la única intérprete y

administradora autorizada de la palabra de Dios” (Fornet-Betancourt, 2007: 14).

59
Las discusiones entre los primeros doce misioneros franciscanos y los

tlamatinime, son un ejemplo fehaciente de la manera en que “se excluye de

entrada, por parte del misionero occidental cristiano, la posibilidad de que Dios se

revele y esté presente también en las culturas de Amerindia” (Fornet-Betancourt,

2007: 14).

El cristianismo en tierras americanas argumentó a su favor ser la única verdad

revelada por Dios, por tanto su sistema de referencia la hace ser superior a

cualquier otra cultura y religión.

Se puede asumir que el problema, entonces y ahora, radica, siguiendo a Fornet-

Betancourt, que el cristianismo occidental al entrar en relación con el otro lo

descalifica

El cristianismo se presenta así al creyente náhuatl como una religión que

destruye su propia tradición, que le impone nuevas referencias religiosas

sin vínculo alguno con las suyas. Y porque en ello el cristianismo opera con

la autocerteza de poder atribuirse la seguridad absoluta de distinguir entre

la verdad y falsedad religiosas, el creyente de otra religión, en este caso el

náhuatl, se ve “perturbado” y “molesto”; o, mejor dicho, ve al cristianismo

como una religión cuya aceptación implica una completa dislocación y

destructuración ritual, cúltica y simbólica (2007: 19).

Las argumentaciones que sostiene el cristiano no tienen nada que ver con la

realidad de la religión de la cultura aborigen, es decir, que están sustentadas

desde percepciones subjetivas que desconocen esa realidad como tal. De ahí la

respuesta indignada: “Nuestra religión […] es antigua; nuestros antepasados ya

60
creían en ella; no hay razón alguna para que renunciemos a ella” (Todorov, 2011:

101).

Resumiendo, el problema radica en que ese cristianismo configurado en el seno

de la cultura occidental recoge de ella su actitud monocultural-agresiva, lo que

impide la realización del diálogo con el otro.

Y en el contexto actual, el problema más bien reside en la globalización neoliberal

que cobra fuerza cada vez más, con su programa estratégico que pretende

“unificar sus mercados, sociedades y culturas” y su objetivo evidente de poner en

ejecución a toda costa, trasformaciones económicas y socio-culturales.

Amenazando la diversidad cultural y por ende el diálogo entre las culturas y

religiones.

En cuanto a la actitud que toma la interculturalidad y la interreligiosidad ante esta

problemática, vale tener en cuenta lo que dice el teólogo Raimon Panikkar

estudioso del tema: “Religión y cultura no son separables aunque vayan

paralelas. Lo que implica que el diálogo intercultural y el diálogo religioso van

juntos. Sin este diálogo no puede existir armonía ni paz entre los pueblos de la

tierra” (2006: 18-19).

Así mismo habría que considerar las aseveraciones dictadas por Juan José

Tamayo y Raúl Fornet-Betancourt, en las actas del I Simposio de Teología

Intercultural e Interreligiosa de la Liberación, dentro del IV Parlamento de las

Religiones del mundo realizado en Barcelona en el 2004:

La filosofía no es monopolio de Occidente, como tampoco lo es la teología.

La racionalidad no es algo que haya surgido únicamente en Grecia y que se

61
haya desarrollado en la historia occidental; en todos los pueblos, en todas

las comunidades, en todas las culturas, en todas las religiones, se ha

producido una reflexión filosófica y una reflexión teológica. Hay que

reconocer la igual dignidad de todas las culturas y la relación simétrica entre

ellas (2005: 11).

No se puede obviar que el mundo de hoy y de antes, desde sus estructuras

económicas, sociales y culturales ha estado y sigue estando organizado

asimétricamente, lo que supone una limitante para que se pueda reconocer la

igual dignidad de todas las culturas y la relación simétrica entre ellas.

Cabe recalcar que esta asimetría se encuentra también a lo interno de las grandes

sociedades modernas e industrializadas de las llamadas sociedades de

conocimiento. Existen distintos tipos de asimetría en las culturas. Se habla de

asimetría externa, cuando ésta no surge de dentro de las culturas, sino que es un

fenómeno que llega de fuera, desde lo externo. Existe la llamada asimetría interna,

esta la forman las culturas mismas en los procesos de constitución de sus

tradiciones, en su organización institucional o en la reglamentación de sus

prácticas de vida, tanto colectivas como individuales. Hay también una tercera: “la

asimetría y poder” que tiene su lugar en los espacios más comunes de la cultura,

por ejemplo: en las estructuras familiares, en la escuela, en la organización

institucional del culto religioso, en la convivencia social, etc.

La interculturalidad y la interreligiosidad requieren de un cambio de mentalidad

que no puede realizarse al margen de la “disposición”. La “disposición” es una

actitud característica de la interculturalidad, con ella se crean espacios necesarios,

donde las culturas y religiones se capaciten, para una cultura de culturas y una

62
religión de religiones, en relaciones y transformaciones abiertas pero sin perder su

esencia que les imprime identidad y autenticidad como tal. En otras palabras, con

el diálogo intercultural se pretende llevar a cabo la estructuración de una teología

liberadora, intercultural e interreligiosa universal; que habilite a las culturas y

religiones, especialmente a las que se autodenominan superiores, -como es el

caso del cristianismo occidental- para un adiestramiento plural, que implica

empezar por la renuncia a todo centro de control que le impida abrirse a los

procesos de trasformaciones en sentido positivo. Pues como indica Fornet-

Betancourt, un cristianismo en proceso de transformación intercultural sería

religión constructora de la realidad que Jesús llamaba “Reino” y factor de paz en el

mundo (Cf. 2007).

A su vez Tamayo y Fornet-Betancourt hablan de

una teología de la liberación en perspectiva interreligiosa, intercultural e

interétnica, a nivel planetario, que pueda contribuir, siquiera modestamente,

a construir un discurso inclusivo del otro, de los otros, de todos los otros,

donde quepamos todos y todas, sin exclusiones por razones de género,

etnia, clase, religión o cultura, sobre la base de la tolerancia, el respeto a

las diferencias ideológicas, culturales y religiosas y la acogida solidaria a los

inmigrantes y refugiados (pp.5-6).

En cuanto a la importancia del diálogo intercultural e interreligioso en la actualidad,

es válido historiar cómo la importancia del diálogo ha sido visualizada en el

pasado inmediato. Así, por ejemplo, ya desde 1893 tiene presencia El Parlamento

de las Religiones del Mundo en su afán por establecer el diálogo entre religiones.

La UNESCO (United Nations for Educational, Scientific and Cultural Organization).

63
Acogiendo las propuestas de los filósofos y teólogos de la interculturalidad ha

contemplado como objetivo primordial:

[P]romover el diálogo entre las diferentes religiones y tradiciones

espirituales en un mundo donde los conflictos intra e interreligiosos ocupan

un lugar cada vez más importante y son resultado de la ignorancia o

desconocimiento de las tradiciones espirituales y de la cultura del otro. El

programa de diálogo interreligioso está concebido, también, como una

dimensión esencial del diálogo intercultural, que pone de relieve las

interacciones y las influencias recíprocas entre las religiones para llegar al

respeto del pluralismo religioso y cultural (Diѐne, 2002: 13).

En las últimas décadas, las reflexiones y los debates llevados a cabo por el

pensamiento filosófico-teológico de la liberación intercultural latinoamericano

apuntan contra el cristianismo occidentalizado y apuestan por un cristianismo

desoccidentalizado, y por la reconfiguración de la fe cristiana desprendido de todo

eurocéntrismo.

Fornet-Betancourt retomando a Ignacio Ellacuría, señala que:

la fe cristiana ha sido uniformada desde las exigencias y las facilidades del

mundo occidental y la presente civilización occidental cristiana – que así la

llaman –. Eso, para nosotros, supone una reducción grave, en sí mismo y

en su capacidad de inculturación. Es decir, la forma que el Cristianismo ha

tomado en Europa, a través de todos estos siglos, los antiguos y los

modernos, en el mejor de los casos es una de las formas posibles de vivir el

Cristianismo, una. En el mejor de los casos, si lo hubiera hecho bien. Pero

64
de ninguna manera es la mejor forma posible de vivir el Cristianismo (2007:

44).

Tanto las posibilidades de futuro de un cristianismo desoccidentalizado como la

reconfiguración de la fe cristiana desprendida de todo eurocentrismo empiezan,

como diría Fornet-Betancourt, con un gesto de reconocimiento y/o autocritica

frente al cristianismo, religión desde la que cabe hacer este reconocimiento y/o

autocritica. Hay que reconocer que el cristianismo occidentalizado en su afán por

imponerse y expandirse a toda costa, utilizó incluso métodos de tortura que

llevaban a las víctimas a la muerte. Justificando estos hechos con “razones

infalibles”, él estaba autorizado para condenar o para salvar. Dicha lógica agresiva

tenía cifrado su objetivo: “evangelizar” “anunciar la buena nueva” a costa de

generar, como de hecho generó, una amenaza grave para la cultura y religión del

otro.

Pero también hay que reconocer que el cristianismo desde sus inicios ha sido

fuente de prácticas religiosas liberadoras y de apertura a escala mundial. En

tierras americanas se encuentra un cristianismo, comprometido y arraigado en la

vida y situación de los más pobres.

Sin embargo, a pesar de lo expuesto como dice Fornet-Betancourt:

la hegemonía del poder de esa configuración occidental dominante de la

religión, cristiana (católica, sobre todo) se presenta pujante todavía, al

menos en su pretensión, como demuestran varios documentos vaticanos de

reciente fecha (2007: 36).

65
Un signo que se puede interpretar positivo al respecto en el seno de la Iglesia

católica, es la actitud del Papa Benedicto XVI al decidir “renunciar al título de

Patriarca de Occidente".

De ello se desprende que el reconocimiento y la autocritica no deben quedarse

en un simple “planteamiento de sobremesa”, alejado de la praxis, sino que

debe conllevar el compromiso por trabajar en aras de la superación, que es a

la vez liberación, de la tradición religiosa occidental.

Tanto Raimon Panikkar como Fornet-Betancourt consideran que la

interculturalidad es un imperativo para nuestro tiempo; pero, por sobre todo, un

imperativo que el cristianismo debe asumir “si es que quiere estar a la altura de las

exigencias contextuales y universales que plantea la convivencia humana en y con

la pluralidad de las culturas y religiones” (2007: 45). Pues, la interculturalidad, en

tanto y en cuanto proyecto teórico-práctico, tiene como elemento prioritario la

acción de renuncia. Fornet-Betancourt estructura esta renuncia en seis niveles,

Siendo fieles al autor se transcriben:

La interculturalidad renuncia a sacralizar los orígenes de las tradiciones

culturales o religiosas. La interculturalidad renuncia a convertir las

tradiciones que llamamos propias en un itinerario escrupulosamente

establecido. La interculturalidad renuncia a ensanchar las “zonas de

influencia” de las culturas en su correspondiente formación contextual. La

interculturalidad renuncia a decantar identidades delimitando entre lo propio

y lo ajeno. La interculturalidad renuncia a centrar lo que cada cultura llama

propio en un centro estático. La interculturalidad renuncia a sincretizar las

66
diferencias sobre la base de un supuesto fondo común estable y, por eso,

también renuncia a la teleología de la unidad sin más (2007: 47).

Con la propuesta de estos rasgos descritos como renuncias, Fornet-Betancourt

formula la superación de los aspectos presentes en la inculturación; con ello

vislumbra los aportes que pueden obtenerse de estas renuncias que asume la

interculturalidad. El resultado sería una orientación más consecuente que

responde a las exigencias que reclama el contexto actual, pero sobre todo, como

lo dice él mismo, estas renuncias leídas “positivamente, pueden inspirar y orientar

una nueva transformación del cristianismo; una transformación que mudaría sus

inculturaciones en interculturizaciones” (p.47).

67
CONCLUSIONES

 La primera reflexión conclusiva que aparece al momento de finalizar este

trabajo monográfico, se sitúa en reconocer el invaluable quehacer teórico-

práctico del filósofo en el campo de la interculturalidad, lo que le acredita

como la figura pionera del paradigma del pensamiento filosófico-teológico

liberador intercultural.

 Al tratarse el contexto y la génesis de la obra e historiarse la génesis y el

contexto en que se fraguó la obra del filósofo, se puso en relieve el

diagnóstico sobre la crisis actual del cristianismo dentro de las sociedad

europeas de hoy. Lo que propició la crítica al modelo inculturador, superado

por la propuesta de la transformación intercultural e interreligiosa de la labor

teológica; propuesta que se hizo a partir de la experiencia histórico-cultural

de América Latina.

 En el estudio se redimensionó el papel del diálogo intercultural e

interreligioso en las perspectivas de futuro del cristianismo. En base a la

experiencia histórico-cultural de América Latina. El estudio dio acogida a los

principios teórico-metodológicos fundamentales de la filosofía y la teología

intercultural: la historicidad, la contextualidad y la crítica.

 En definitiva, se vive en tiempos de pluralismo cultural y pluralismo

religioso, equivalente a un «tiempo axial» histórico, en donde la actitud

debe ser trascender las fronteras que se han heredado, para buscar

propuestas inéditas que contribuyan al diálogo, y que este diálogo sea para

este tiempo como el motor de paz y de inclusión de las diferencias, que

68
contribuya a alcanzar el equilibrio en medio de lo que Fornet-Betancourt

llama “desequilibrio patológico en la humanidad”.

En ese sentido, la importancia del diálogo intercultural e interreligioso trata

de contribuir a que esa realidad sea transformada en un tiempo de

intercambio, y que las voces liberadoras de las religiones unan fuerzas, y

que “se vayan conjuntando en un proyecto de humanidad donde las

confesiones no son tan importantes. Quizás sea éste un momento post-

confesional dentro de la misma cristiandad” (Ingelmo, 2004: s.p.). Así, el

diálogo intercultural es pieza clave ante la asimetría que imprime la cultura

dominante en el mundo actual. En ello radica la importancia de este diálogo

en la actualidad. Panikkar dirá que el diálogo intercultural se evidencia tanto

en la cercanía como en la lejanía. En el sentido propio del término “tiene

lugar con el extranjero, que en el mundo moderno puede ser el vecino

geográfico, o con frecuencia el inmigrante, el refigurado o también el lejano”

(2006: 30).

69
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