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La Alianza en Los Libros Históricos

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SÍNTESIS TEOLÓGICA

Tesis 2:
LA ALIANZA

INTRODUCCIÓN

En las culturas y en las religiones del Medio Oriente antiguo, la alianza indicaba
el pacto, estipulado entre personas o entre grupos, con el que los contratantes
se obligan a una fidelidad mutua y a una relación de benevolencia, de paz, de
solidaridad y de concordia. La Biblia, por tanto, comprendió la relación entre
Dios e Israel recurriendo al concepto de alianza al ser un concepto tan
adecuado que se ha convertido incluso en la categoría que expresa todo el
conjunto de la historia de la salvación y del Antiguo como del Nuevo
Testamento.

El concepto de "berit" en su origen no es propiamente religioso, sino profano.


La palabra Alianza indica que alguien toma un compromiso solemne. En la
Biblia se utiliza este término para expresar la relación que se establece entre
Dios y su pueblo. Y tiene los siguientes significados:

 Auto compromiso: que se asume voluntariamente. Dios toma la


iniciativa (Gen 9,8ss). Dios hace promesas que son selladas en la
Alianza (Gen 15,18).
 Imposición de una obligación: se refiere no al acto divino, sino el
contenido de la ley, es decir, el Decálogo. Yahvé, al librar a su Pueblo de
los egipcios, se lo apropia y por eso Yahvé, que es el Señor, puede
establecer una Alianza (Dt 4,13).
 Compromiso bilateral: a pesar de la diferencia, ha querido establecer
un pacto de iguales. Un pacto con dos compromisarios: Dios y el
hombre.

1. ALIANZAS PRE MOSAICAS

En el libro del Génesis el término «alianza» (berit) aparece en dos momentos:


primero, refiriéndose a la alianza que Dios establece con Noé; después, la que
establece con Abrahán.

Una vez rota la unidad del género humano por el pecado, Dios decide desde el
comienzo salvar a la humanidad a través de una serie de etapas. La alianza
con Noé después del diluvio (Gen 9,9) expresa el principio de la Economía
divina con las “naciones”, es decir, con los hombres agrupados “según sus
países, cada uno según su lengua, y según sus clanes (Gen 10,5) (CEC 56)

La alianza con Noé tiene como notas típicas, que alcanza a toda la creación, a
toda la tierra, a toda la humanidad y a todos los seres vivos. Después de haber
decidido el fin de todos los seres vivos (Gen 6,13) por la perversión de los

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hombres, abre una puerta de esperanza por medio de Noé: “Todo cuanto existe
perecerá, pero contigo, sin embargo, estableceré mi alianza” (Gen 6,18).

Después del diluvio, Dios decide que jamás volverá a castigar a los seres
vivientes (Gen 8,21). Dios establece una alianza con todos los seres vivos (Gen
9,9-10) cuyos términos en que se declaran son: “esta es mi alianza con
vosotros: ningún ser vivo volverá a ser exterminado por las aguas del diluvio”
(Gen 9,11). Dios pone como signo o señal de la alianza entre Él y todos los
seres vivos, el arco iris (Gen 9, 12-17); cuando lo vea en el firmamento, Dios se
acordará de su Alianza (Gen 9,15.16)

Después de esta alianza con la creación, el «foco» de atención se centra en


una persona, en Abrahán, con el que establece dos alianzas. En este caso la
alianza va íntimamente unida a la doble promesa cuya referencia explícita
aparece por primera vez en el capítulo 15, aunque hay que irse al capítulo 12
del Génesis para ver cómo ya se ha formulado la doble promesa a Abrahán:
una tierra donde habitar y un pueblo numeroso: “El Señor se apareció a Abrán
y le dijo: a tu descendencia daré esta tierra" (Gen 12,7). Dios elige a Abrán,
para reunir a la humanidad dispersa, llamándolo fuera de su patria, de su tierra
y de su casa, para hacer de él Abraham, es decir, el padre de una multitud de
naciones, de un pueblo depositario de la promesa hecha a los patriarcas, el
pueblo de la elección (CEC 59-60)

La Alianza de Dios con Abrahán se recoge en dos tradiciones: la yahvista


(Gen 15) en la que la fe de Abrahán es puesta a prueba ya que las promesas
tardan en realizarse, luego son renovadas y selladas con una alianza estando
la promesa de la tierra en primer lugar; y la sacerdotal (Gen 17) con la que se
sellan las mismas promesas que en la tradición yahvista pero esta vez
imponiendo obligaciones de perfección moral: vinculo religioso con Dios, y la
circuncisión como prescripción positiva.

El capítulo 15 del Génesis está marcado por una primera alianza de Dios con
Abrahán. La doble promesa se une a la alianza que Dios pacta con su siervo.
Después de que Abrahán protesta y se queja porque Dios no cumple su
palabra de darle un hijo legítimo (Gen 15,3), Dios renueva la validez de la doble
promesa y hace una alianza con Abrán: “Aquel día hizo el Señor una alianza
con Abrán en estos términos: «a tu descendencia le daré esta tierra desde el
torrente de Egipto hasta el gran río, el Éufrates” (Gen 15,18). El cumplimiento
de una de las dos promesas es cuando al final Dios concede el hijo, Isaac (Gen
21,1-5)

La segunda alianza de Dios con Abrahán, o renovación de la primera, la


encontramos sólo un poco más adelante, en el capítulo 17 del Génesis
cambiando el nombre de Abrán por Abrahán (v. 5) connotando una nueva
creación. Algunos rasgos a destacar:

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 De nuevo se relaciona «alianza» con la doble promesa:

“Yo haré una alianza contigo y te multiplicaré inmensamente” (Gen 17,2). “Esta
es la alianza que hago contigo: tú llegarás a ser padre de una muchedumbre de
pueblos” (Gen 17,4). “Yo daré a ti y a tu descendencia después de ti, en
posesión perpetua la tierra en la que habitas ahora como extranjero, toda la
tierra de Canaán” (Gen 17,8)

 Es una alianza que se extiende a “toda su descendencia”, por


siempre (eterna)

“Establezco mi alianza contigo y con tus descendientes después de ti por


siempre, como alianza perpetua; yo seré tu Dios y el de tus descendientes”
(Gen 17,7)

 La señal de la alianza es la circuncisión

“Esta es la alianza que establezco con vosotros y con vuestros descendientes y


que habéis de guardar: circuncidad a todos los varones” (Gen 17,10)

 La alianza va unida a Isaac y a su descendencia, no a Ismael. De


Ismael dice que será un gran pueblo, pero no es el depositario de la
alianza y de las promesas:

“Sara, tu mujer, te dará un hijo; lo llamarás Isaac y yo estableceré con él y con


sus descendientes una alianza perpetua. En cuanto a Ismael, lo bendigo (…) y
haré de él un gran pueblo. Pero mi alianza la estableceré con Isaac” (Gen
17,19)

2. ALIANZA MOSAICA (Ex 19.34)

La línea teológica de la alianza, aparentemente desaparecida, reaparece de


nuevo en el libro del Éxodo. Primero fue con toda la creación y toda la
humanidad (Noé); luego con una persona y su descendencia (Abrahán); ahora
es con el pueblo de Israel, a quien Dios constituye como su pueblo salvándolo
de la esclavitud de Egipto. Establece con él la alianza del Sinaí y le da por
medio de Moisés su Ley, para que le reconociese y le sirviera como al único
Dios vivo y verdadero (CEC 62). Esta alianza por antonomasia, constituye un
acontecimiento fundante al que Israel remitirá los elementos clave de su
identidad como pueblo.

Tiene una serie de elementos distintivos a tener en cuenta:

 Dios se acuerda de la alianza hecha con los antepasados.

La alianza establecida con Abrahán y su descendencia continúa con el


«recuerdo» de Dios. Dios no se desentiende; él ha ido acompañando a su

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pueblo, y decide intervenir. Oyó Dios sus gemidos, y se acordó Dios de su


alianza con Abraham, Isaac y Jacob. (Ex 2,24)

En el primer relato de la vocación de Moisés (Ex 3) no se hace mención a la


alianza mientras que en el segundo relato de la vocación (Ex 6), sí que la
encontramos: “Habló Dios a Moisés y le dijo: «Yo soy Yahvé. Me aparecí a
Abraham, a Isaac y a Jacob como El Šadday; pero mi nombre de Dios no se lo
di a conocer. También con ellos establecí mi alianza, para darles la tierra de
Canaán, la tierra en que peregrinaron y en la que moraron como forasteros. Y
ahora, al oír el gemido de los israelitas, reducidos a esclavitud por los egipcios,
he recordado mi alianza” (Ex 6,2-5)

 La alianza está unida a la Ley del Sinaí.

Después del recuerdo, Dios da un nuevo paso. La alianza entra en relación


directa con la Ley que Dios da a su pueblo en el Sinaí. Israel, si la cumple,
llegará a ser su “propiedad personal entre todos los pueblos, un pueblo de
sacerdotes y una nación santa” (Ex 19,5-6). El cumplimiento de la ley es
expresión amorosa de fidelidad a Yahvé que toma la iniciativa en la relación
sacando a su pueblo de la esclavitud. Su cumplimiento garantiza la vida libre
en la tierra prometida.

 Ratificación de la alianza por medio de la sangre

En el escenario del Sinaí, encontramos un acto litúrgico: después que Moisés


lee el Código de la Alianza que recoge la Ley de Dios y que él mismo ha
escrito, el pueblo se compromete diciendo “obedeceremos y cumpliremos todo
lo que ha dicho el Señor” (Ex 24,7); y a continuación toma la sangre de los
novillos que han sacrificado ritualmente, y rociando al pueblo, lo compromete:
“Entonces tomó la sangre y roció al pueblo diciendo: Ésta es la sangre de la
alianza que el Señor ha hecho con vosotros mediante todas estas palabras (Ex
24, 8)

 El sábado y la alianza

En un texto de tradición sacerdotal (P) se encuentra la relación entre alianza y


sábado: “Los israelitas guardarán el sábado, de generación en generación,
como alianza perpetua” siguiendo el ejemplo de Dios con la creación “en seis
días hizo los cielos y la tierra, y el día séptimo descansó” (Ex 20, 8-11; 31,16-
17)

La alianza en el Deuteronomio

 La alianza está unida a la Ley de Dios

Se trata de una alianza en continuidad con la que Dios establece con su pueblo
y en la que se destaca el binomio alianza-Ley que nos lleva al mundo de la

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SÍNTESIS TEOLÓGICA

exigencia. Moisés, en el primero de los tres discursos del libro del


Deuteronomio, recuerda al pueblo que “es Dios quien os ha dado la alianza y
os mandó ponerla en práctica: las diez Palabras que escribió en dos tablas de
piedra, (…) en la tierra en la que vais a entrar para tomarla en posesión” (Dt
4,13-14)

 Una alianza gratuita

No es una alianza interesada por parte de Dios, porque se basa en la elección


por puro amor: “El Señor se fijó en vosotros y os eligió no porque fuerais más
numerosos que los demás pueblos, pues sois el más pequeño de todos, sino
por el amor que nos tiene y para cumplir el juramento hecho a vuestros padres”
(Dt 7,7-8)

 Una alianza exigente y condicionada.

Dios ama a su pueblo pero es un Dios exigente y celoso (Dt 4,24) no por ser
déspota, sino porque es la única forma de que el pueblo de Israel no perezca,
de que no corra la misma suerte que los pueblos vecinos

Para el Deuteronomio, por estar condicionada al cumplimiento de la Ley, se


puede romper por una de las dos partes. Se trata de una alianza condicionada
(si escuchas…) a que el pueblo obedezca: “Si escucháis estos mandamientos,
los guardaréis y los pondréis en práctica, el Señor tu Dios mantendrá contigo la
alianza y será fiel al juramento que hizo a tus antepasados” (Dt 7,12). La
promesa de la tierra está unida intrínsecamente al cumplimiento de la alianza y
de sus leyes. Si el pueblo la observa, mantendrá la tierra en posesión; de lo
contrario, la perderá (Dt 5,33)

La alianza se renueva en la gran asamblea de Siquén donde el pueblo, a través


de Josué, se compromete a permanecer fiel al Señor y cumplir sus preceptos
(Jos 24,25).

3. ALIANZA DAVÍDICA (2 Sam 7)

El punto culminante de toda la tradición relativa a David es la promesa divina


que se le hizo a él y a sus sucesores sobre el gobierno del pueblo de Israel, tal
y como se encuentra en 2 Sam 7,1-17 como coronación de las victorias
obtenidas por el gran rey; además esta promesa se recoge también en 1Crón
17,1-15 y en el Sal 89,20-38.

“Afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas y


consolidare el trono de tu grandeza… Tu casa y tu reino permanecerán para
siempre ante mí; tu trono estará firme, eternamente”. Es un compromiso que
Dios se impone unilateralmente junto con una promesa que incluye a toda la
nación.

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Se trata de una alianza comunicada a David por medio del profeta Natán que
no suprime la alianza del Sinaí, sino que la precisa y la completa, centrándola
en la dinastía davídica. Como siervo del Señor, David asegura al pueblo el
derecho y la justicia de su Dios, le procura estabilidad y bienestar. La casa
davídica recibe una misión, en la que se realizan los bienes mesiánicos. En
este sentido la dinastía se convierte en la portadora de la esperanza mesiánica.
La institución monárquica pasa a ser un organismo de gracia, un canal de
salvación. Por medio de ella Dios lleva a su cumplimiento el destino de Israel,
puesto que la feliz subsistencia del pueblo está ligada a la permanencia de la
monarquía. La idea mesiánica llega de este modo a asumir la forma de un reino
presidido por un rey establecido por Dios. Cada rey de la dinastía davídica será
una imagen imperfecta del rey ideal futuro y la nueva alianza mesiánica será el
cumplimiento de las promesas hechas a David (Is 55,3)

4. TEXTOS BÍBLICOS DE ALIANZA Y TRATADOS DE VASALLAJE

La alianza se puede establecer entre hombres y entre pueblos, sean iguales o


no, así como entre Dios y los hombres o entre Dios y su pueblo. Las alianzas
entre hombres y naciones aparecen atestiguadas desde muy antiguo tanto en
la Biblia como fuera de ella:

 Alianza de Abrahán con Abimelec 1 (Gen 21, 22-34)


 Alianza de Jacob con Labán2 (Gen 31,43-32,1)
 Alianza de Jacob con los siquemitas (Gen 34)
 Alianza de Abner3 con David (2 Sam 3,12-20)
 Alianza de Jirán4 con Salomón (1 Re 5,26)

Unos descubrimientos sacan a la luz los Tratados hititas de vasallaje que,


según parece, pudo ser el modelo que sigue el autor bíblico para expresar las
relaciones y alianzas establecidas entre Dios e Israel. Los formularios de
alianza que se encuentran en los Tratados hititas de vasallaje iluminan la
alianza del Sinaí. Estos tratados tienen seis puntos:

1. Preámbulo: palabras del gran rey que se presenta: “Yo...hijo de...” Esto
también es aplicable a Yahvé. “Yo soy Yahvé...”
2. Prólogo histórico: Narra las grandes hazañas que hizo a favor de sus
vasallos.
3. Estipulación del pacto: No harás pactos con otros reyes (cf. Texto
bíblico: “no te harás ídolos frente a mí...”)
4. Documento del pacto: preservación y lectura periódica (lectura pública y
periódica de la alianza que se conserva en el Templo).

1
Rey de Guerar
2
Hermano de Rebeca (mujer de Isaac), tío de Jacob, padre de Raquel y Lía (esposas de Jacob)
3
Primo hermano del rey Saúl y jefe de su ejército
4
Rey de Tiro

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SÍNTESIS TEOLÓGICA

5. Dioses como testigos: los dioses son testigos y garantes del pacto
“pongo como testigo a Ea y Sin”
6. Bendiciones y maldiciones: si se cumple o no lo pactado

5. SENTIDO Y EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO TEOLÓGICO DE


ALIANZA

Un hilo conductor que da coherencia a toda la visión del mundo, del hombre, de
la historia y del plan de Dios es la alianza. Dios ha hecho una alianza con su
pueblo que se remonta al primer hombre (Adán), que sigue por Noé y por
Abrahán, pasando por el Sinaí (Antigua Alianza) y que encuentra su plenitud en
Jesucristo, el verdadero perfeccionador de esta Nueva Alianza.

La alianza en los profetas

Aunque son varios los libros proféticos que hacen referencia a la alianza (Is
42,6; 49,8; Mal 2, 4-5.8; Os 6,7 y Zac 9,11), sólo dos profetas tienen un
desarrollo más importante sobre esta teología: Jeremías y Ezequiel. El primero
anuncia una nueva alianza mientras que el segundo proclama una alianza
eterna. En ambos la promesa de la alianza va unida a ser el pueblo de Dios:
“Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios”

Jeremías, fiel a la tradición del Norte, entiende que la destrucción de Jerusalén


y la pérdida del Reino y de la Tierra es consecuencia de que el pueblo no ha
observado la Alianza, al continuar las iniquidades de sus antepasados que se
negaron a escuchar la palabra de Dios y han ido tras dioses extraños para
servirlos: “la casa de Israel y la casa de Judá han violado mi alianza que yo
había hecho con sus padres” (Jer 11,10; 22,8).

Sin embargo, el texto más importante es el que habla de una alianza nueva, no
escrita en tablas de piedra sino en el corazón (Jer 31,31-34). La teología
cristiana ve en Jesús el cumplimiento de esta profecía.

El segundo profeta es Ezequiel, el profeta de la restauración que, ante una


situación de desesperanza, fruto del exilio, anuncia algo importante: Dios
establecerá una nueva alianza y habitará permanentemente con su pueblo. La
nueva situación se extiende a la naturaleza, al hombre y al pueblo (Ez 36,1-15).
Aunque el elemento más importante es el cambio interior del hombre: "Os daré
un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo" (Ez 36,25-28)

La alianza en el Nuevo Testamento

La alianza no es una categoría teológica privilegiada por el Nuevo Testamento


por eso su mención no es tan frecuente. Es en relación con la Eucaristía que
aparece el término alianza (Mt 26,28; Mc 14,24; Lc 22,20; 1 Cor 11,25). La

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eucaristía es la alianza nueva, en cuanto que es la entrega definitiva e


irrevocable de Dios en Jesucristo por nosotros.

El apóstol Pablo, en polémica con los cristianos judaizantes, habla de la


alianza irrevocable, válida para siempre y cumplida en Cristo, como don de
gracia o promesa de Dios a Abrahán. Las alianzas fueron un privilegio y un don
de Dios a Israel (Rom 9,4), al que eran extraños los paganos (Ef. 2,12). Pero la
alianza establecida por Jesucristo es nueva y superior; las dos esposas de
Abrahán son un símbolo de las dos alianzas; pero una es libre y la otra esclava
(Gal 4,21-31). Los cristianos son hijos de la esposa libre liberados por Cristo
para alcanzar la libertad (Gal 5,1). En efecto, Jesucristo trajo la realidad de la
verdadera y definitiva alianza, porque haciendo al hombre libre lo hace
verdaderamente hombre, es decir, hijo de Dios.

Los cristianos no creemos en dos alianzas, sino en una sola. La Antigua


alianza se quedó estancada en una concepción legalista de la relación con
Dios. Jesucristo inaugura y es mediador de la nueva alianza, la definitiva,
instituida no mediante el sacrificio de animales como la antigua (Ex 24,8), sino
mediante la muerte de Jesús, que derramó su sangre por nuestra salvación. En
la Carta a los Hebreos se comparan las dos: la primera, la del pueblo de Israel
(sinaítica), repetía incesantemente el sacrificio de corderos en el Templo pero
no conseguían la reconciliación definitiva de la humanidad. Cristo, con su
entrega, inaugura e instaura para siempre una alianza definitiva (Heb 8,6-13;
9,15-28). El mismo Cristo es la nueva alianza, en cuanto que arrastra en su
ofrenda sacrificial toda nuestra existencia y la transforma, dándonos su Espíritu
para una adhesión total a Dios y una entrega sincera de amor a los hermanos

“Dios se ha revelado plenamente enviando a su propio Hijo, en quien ha


establecido su alianza para siempre. El Hijo es la Palabra definitiva del Padre”
(CEC 73)

Eucaristía y alianza: La Eucaristía es la alianza nueva, en cuanto que es la


entrega definitiva a irrevocable de Dios en Jesucristo por nosotros. Ella nos
comunica, mediante el don del Espíritu de Jesús, una autodonación tal de
Jesús que nos hace capaces de vivir y de morir, tal como él vivió y murió. Por
consiguiente, en la Eucaristía se cumple de forma sublime toda la historia
veterotestamentaria de las alianzas de Dios con su pueblo: de la Eucaristía
nace un pueblo nuevo, la Iglesia.

Alianza y creación: Dios crea para hacer alianza, es decir, crea con la
finalidad de hacer entrar a los hombres en comunión con él como hijos de Dios.
Así pues, la alianza impregna toda la creación como su fin, y no es solamente
una modificación accidental que se añada a una creación en sí consistente y
dotada de sentido. Más aun, La alianza de Dios con el hombre es posible
solamente porque Dios creó al hombre como imagen suya, es decir, con la

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SÍNTESIS TEOLÓGICA

finalidad de hacer alianza con él. Por tanto, no hay creación que no tienda y no
se oriente a la alianza, ni hay alianza fuera y sin relación con la creación.

Ahora bien, la alianza, últimamente Jesucristo, es el plan misterioso y salvífico


de Dios, dentro del cual hay que colocar la acción creadora divina. No es
posible pensar correctamente en la actividad creadora de Dios fuera de su
voluntad de alianza con el hombre. Será el himno de Ef. 1,4-6 quien sintetice la
relación alianza-creación al afirmar que desde antes de la creación, Dios nos
predestinó a ser hijos en Cristo; nos ha creado para llevar a cabo su proyecto
salvífico. La alianza en Cristo y por medio de Cristo es la razón y el fin por el
que hemos sido creados.

CONCLUSIÓN

La alianza es una situación de comunión con Dios que no afecta solamente al


individuo como tal, sino que está ordenada intencionalmente a crear una nueva
comunidad, la familia de los hijos de Dios. Dios da su ley-Evangelio con vistas
a la creación de una comunidad que entre en comunión con él y viva la
comunión fraterna. No obstante, la situación de comunión con Dios implica un
íntimo conocimiento o relación experiencial-personal con Dios, producido por la
misma acción divina que culmina y se cumple definitivamente por obra del
Espíritu de Cristo, que hace de los creyentes en Cristo verdaderos hijos de
Dios.

Con la alianza como elemento troncal podemos encajar las grandes ideas
bíblicas transversales como creación, elección, liberación, Ley y promesas
mesiánicas. La Alianza nos capacitará para entender la incapacidad de la
Antigua Alianza, sometida a los preceptos de la Ley, y la plenitud de la Alianza
realizada en Cristo por el amor.

Dios no lanza al mundo a la humanidad a su suerte, sino que desde el


comienzo establece una relación con él. El hombre no es un animal con suerte,
sino una persona capaz de dialogar con Dios. La sorpresa y novedad sigue
siendo que Dios ha salido al encuentro del hombre por propia iniciativa y a
pesar de la diferencia, ha querido establecer un pacto de iguales. Un pacto con
dos compromisarios: Dios y el hombre.

BIBLIOGRAFÍA

CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA 56-64

Apuntes de clase Pentateuco por D. Rubén Ruíz Silleras

http://www.mercaba.org/DicTB/A/alianza.htm (Agosto 23 de 2015)

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