Compendio Del Catecismo de La Iglesia Católica
Compendio Del Catecismo de La Iglesia Católica
Compendio Del Catecismo de La Iglesia Católica
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ESTEPA LLAURENS, J.M., La catequesis en la misión de la Iglesia. Escritos catequéticos 1960-2010, BAC,
Madrid 2015: Historia del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica (759 ss). Razón, naturaleza y ca-
racterística del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica. Su recepción en España (767 ss). El Cate-
cismo de la Iglesia Católica y su Compendio. Conversación en Madrid con Ramiro Pellitero y Enrique Borda
(799 ss).
Especial sobre el Compendio en Actualidad Catequética n. 207 (2005).
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“Al primer grupo de expertos que hizo una primera reflexión de las respuestas recibidas,
se unió un nuevo grupo, esta vez compuesto de seis profesores de Universidades Pontificas de
Roma. Dal Cavolo (patrólogo), Ocáriz (teólogo), Rodríguez-Luño (moralista), Miralles (liturgis-
ta), Carrú (pastoralista), Pozo (teólogo y redactar del texto latino del Catecismo de la Iglesia
Católica), que prepararon un texto suficientemente maduro”.
“La Comisión especial revisó este texto y teniendo en cuenta la propuesta anterior reali-
zó la redacción final de la obra. El 10 de marzo de 2005 el papa Juan Pablo II en una carta en-
viada desde el Policlínico Gemilli al Cardenal J. Ratzinger, presidente de la Comisión, alababa
el texto pendiente de una última revisión que, de hecho, se ha continuado haciendo incluso
después de su publicación que el Papa enfermo preveía que se hiciera en la proximidad de la
fiesta de los apóstoles san Pedro y san Pablo, de ese mismo año 2005, como, en efecto, acon-
teció”
“El cardenal Joseph Ratzinger elegido papa Benedicto XVI el 19 de abril de 2005, proce-
dió a la publicación solemne del Compendio el 28 de junio de 2005”
Ver lo mismo en el artículo de Angelo Amato en Actualidad Catequética n. 207 (2005)
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2. INTRODUCCIÓN AL COMPENDIO DEL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA.
JOSEPH CARD. RATZINGER, PRESIDENTE DE LA COMISIÓN ESPECIAL. 20 marzo
2005
1. El 11 de Octubre de 1992, el Papa Juan Pablo II entregaba a los fieles de todo el
mundo el Catecismo de la Iglesia Católica, presentándolo como «texto de referencia»[ para una
catequesis renovada en las fuentes vivas de la fe. A treinta años de la apertura del Concilio
Vaticano II (1962-1965), se cumplía de este modo felizmente el deseo expresado en 1985 por
la Asamblea extraordinaria del Sínodo de los Obispos de que se compusiera un catecismo de
toda la doctrina católica, tanto de la fe como de la moral.
Cinco años después, el 15 de Agosto de 1997, al promulgar la editio typi-
ca del Catechismus Ecclesiae Catholicae, el Sumo Pontífice confirmaba la finalidad fundamen-
tal de la obra: «Presentarse como una exposición completa e íntegra de la doctrina católica,
que permite que todos conozcan lo que la Iglesia misma profesa, celebra, vive y ora en su vida
diaria».
2. En orden a un mayor aprovechamiento de los valores del Catecismo y para respon-
der a la petición del Congreso Catequético Internacional de 2002, Juan Pablo II instituía en
2003 una Comisión especial, presidida por mí, como Prefecto de la Congregación para la Doc-
trina de la Fe, con el encargo de elaborar un Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica,
que recogiera una formulación más sintética de los mismos contenidos de la fe. Tras dos años
de trabajo se preparó un proyecto de compendio, que fue enviado a consulta a los Cardenales
y a los Presidentes de las Conferencias Episcopales. El proyecto, en su conjunto, obtuvo una
valoración positiva por parte de la absoluta mayoría de cuantos respondieron. La Comisión, por
tanto, procedió a la revisión del mencionado proyecto y, teniendo en cuenta las propuestas de
mejora recibidas, redactó el texto final de la obra.
3. Tres son las características principales del Compendio: la estrecha dependencia
del Catecismo de la Iglesia Católica, el estilo dialogal y el uso de imágenes en la catequesis.
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exigencia de un catecismo en síntesis, breve, que contuviera todos y únicamente los elementos
esenciales y fundamentales de la fe y de la moral católica, formulados de una manera sencilla,
accesible a todos, clara y sintética. Precisamente para responder a esta exigencia, durante los
últimos veinte años se han realizado, en diversas lenguas y países, numerosos intentos, más o
menos logrados, de síntesis del mencionado Catecismo, que han planteado varios problemas
no sólo con respecto a la fidelidad y al respeto de su estructura y de sus contenidos, sino tam-
bién con respecto a la totalidad y la integridad de la doctrina católica.
Por tanto, se sentía cada vez más la necesidad de un texto autorizado, seguro y comple-
to sobre los aspectos esenciales de la fe de la Iglesia, en plena armonía con el citado Catecis-
mo, aprobado por el Papa y destinado a toda la Iglesia.
3. De esa exigencia generalizada se hicieron intérpretes en particular, en octubre de
2002, los participantes en el Congreso catequístico internacional, que presentaron una petición
explícita en este sentido al siervo de Dios Juan Pablo II.
Han pasado poco más de dos años desde que mi venerado predecesor decidió, en fe-
brero de 2003, la preparación de dicho Compendio, reconociendo que correspondía no sólo al
bien de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares, sino también al del mundo de hoy, se-
diento de verdad. Han sido dos años de intenso y fructuoso trabajo, en el que han participado
también todos los cardenales y los presidentes de las Conferencias episcopales, los cuales,
consultados sobre uno de los últimos proyectos del Compendio, dieron, con amplísima mayo-
ría, una valoración muy positiva.
4. Hoy, en esta víspera de la solemnidad de San Pedro y San Pablo, a cuarenta años de
la conclusión del concilio ecuménico Vaticano II, siento una gran alegría al entregar este Com-
pendio, aprobado por mí, no sólo a todos los miembros de la Iglesia, significativamente repre-
sentados aquí, en sus diversos componentes, por todos los que participáis en este solemne
encuentro. A través de vosotros, venerados hermanos cardenales, obispos, sacerdotes, cate-
quistas y fieles laicos, deseo entregar idealmente este Compendio también a todas las perso-
nas de buena voluntad que deseen conocer las insondables riquezas del misterio salvífico de
Jesucristo.
Ciertamente, no se trata de un nuevo Catecismo, sino del Compendio que refleja fiel-
mente el Catecismo de la Iglesia católica, el cual, por tanto, sigue siendo la fuente a la que hay
que acudir para comprender mejor el Compendio mismo, y el modelo que hay que contemplar
incesantemente para encontrar la exposición armoniosa y auténtica de la fe y de la moral cató-
lica, así como el punto de referencia que debe estimular el anuncio de la fe y la elaboración de
los catecismos locales. Por consiguiente, el Catecismo de la Iglesia católica mantiene intacta
toda su autoridad e importancia, y podrá encontrar, en esa síntesis, un valioso estímulo para
que se lo conozca mejor y se lo use como instrumento fundamental de educación en la fe.
5. Este Compendio es un anuncio renovado del Evangelio hoy. También por medio de
este texto autorizado y seguro, "conservamos con esmero la fe que hemos recibido de la Igle-
sia -como afirma también san Ireneo, cuya memoria litúrgica celebramos hoy-, porque bajo la
acción del Espíritu de Dios, ella, como un perfume de gran valor, contenido en un frasco exce-
lente, rejuvenece continuamente y mantiene siempre joven el mismo frasco en que se con-
serva" (Adversus haereses, III, 24, 1: SC 264, 158-160).
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cristiana, no sólo garantiza la continuidad con nuestras raíces, sino que también es muy impor-
tante para consolidar los vínculos de la unidad de la fe en la comunión de la Iglesia".
9. Doy las gracias, de corazón, a todos los que han trabajado en la realización de esta
importante obra, en particular a los cardenales miembros de la Comisión especial, a los redac-
tores y a los expertos: todos han colaborado con gran dedicación y competencia. El Señor
Dios, que lo ve todo, los recompense y los bendiga en su infinita benevolencia.
Ojalá que este Compendio, fruto de su esfuerzo, pero sobre todo don que Dios hace a la
Iglesia en este tercer milenio, dé nuevo impulso a la evangelización y a la catequesis, de las
que dependen "no sólo la extensión geográfica y el aumento numérico de la Iglesia, sino tam-
bién y más aún su crecimiento interior, su correspondencia con el designio de Dios" (Catecismo
de la Iglesia católica, n. 7).
María santísima y los apóstoles san Pedro y san Pablo sostengan con su intercesión es-
te deseo para el bien de la Iglesia y de la humanidad. A todos os imparto de corazón mi bendi-
ción apostólica.
5. BENEDICTO XVI, HOMILÍA EN LA SOLEMNIDAD DE S. PEDRO Y S. PABLO (29 JU-
NIO 205)
“Me alegra haber entregado a la Iglesia ayer ―en la fiesta de san Ireneo y en la víspera de la
solemnidad de San Pedro y San Pablo― una nueva guía para la transmisión de la fe, que nos
ayuda a conocer mejor y también a vivir mejor la fe que nos une: el Compendio del Catecismo
de la Iglesia católica. Lo que en el gran Catecismo, mediante los testimonios de los santos de
todos los siglos y con las reflexiones maduradas en la teología, se presenta de manera detalla-
da, aquí, en este libro, se encuentra recapitulado en sus contenidos esenciales, que luego se
han de traducir al lenguaje diario y se han de concretar siempre de nuevo. El libro está estruc-
turado en forma de diálogo, con preguntas y respuestas; catorce imágenes asociadas a los di-
versos campos de la fe invitan a la contemplación y a la meditación. Resumen, por decir así, de
modo visible lo que la palabra desarrolla detalladamente. Al inicio está un icono de Cristo del
siglo VI, que se encuentra en el monte Athos y representa a Cristo en su dignidad de Señor de
la tierra, pero a la vez como heraldo del Evangelio, que lleva en la mano. "Yo soy el que soy"
―este misterioso nombre de Dios, propuesto en la antigua alianza― se halla escrito allí como
su nombre propio: todo lo que existe viene de él; él es la fuente originaria de todo ser. Y por
ser único, también está siempre presente, siempre está cerca de nosotros y, al mismo tiempo,
siempre nos precede, como "señal" en el camino de nuestra vida; más aún, él mismo es el ca-
mino. No se puede leer este libro como se lee una novela. Hace falta meditarlo con calma en
cada una de sus partes, dejando que su contenido, mediante las imágenes, penetre en el alma.
Espero que así sea acogido, a fin de que se convierta en una buena guía para la transmisión
de la fe.
6. CONVERSACIÓN EN MADRID CON MONS. JOSÉ MANUEL ESTEPA (SOBRE EL
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA Y SU COMPENDIO) RAMIRO PELLITERO
Y ENRIQUE BORDA, en Anuario de historia de la Iglesia, V. 15 (2006) 367-388
Ver también en J.M. ESTEPA LLAURENS, La catequesis en la misión de la Iglesia. Escritos
catequéticos 1960-2010, BAC, Madrid 2015