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Antropología Teológica, Síntesis.

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SEMINARIO MAYOR DE GIRARDOT

ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA
INFORME DE LECTURA CAPS 1-4 SOBRE LA CREACIÓN
DANIEL MAURICIO FIGUEROA JAIMES
III DE CONFIGURADORA

INTRODUCCIÓN

El hombre como creatura de Dios, es un misterio que se nos invita a descubrir para
encontrar los tesoros y dones que Dios ha puesto en él tanto en el plano material como
espiritual ya que en el alma está impreso el sello de Dios y la imagen de su ser.

El Señor trazó un plan desde antiguo en el que llama al hombre a cumplir una misión, en
pocas palabras, lo hace parte de ese plan y ese es el objetivo de la antropología teológica
que desde diversas ciencias, pero especialmente desde la teología estudia al hombre en el
mundo, la sociedad y su relación con Dios a partir del dato revelado y la respuesta que él
desde la fe le ofrece a Dios.

La historia del pensamiento y de la Iglesia, nos muestran los distintos matices que ha
adquirido el estudio del hombre y su ser persona; su llamado a la salvación y el cómo la
obtiene; el ser imagen del resucitado y vivir una vida conforme a dicha imagen; la misión
propia de la Iglesia de anunciar al Señor en todos los pueblos.

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos
ha dado, que es eterno y primer a cualquier amor y constituye una parte esencial del
hombre que está llamado a corresponder a ese amor.
PRIMERA PARTE
“A los que de antemano conoció, los predestinó”
El hombre en el designio eterno de Dios

CAPÍTULO I
EL PLAN DIVINO DE LA SALVACIÓN

El documento a estudiar, presenta dos grandes partes con sus respectivos capítulos, en los
cuales se presenta todo el misterio del hombre partiendo de la concepción bíblica hasta el
ámbito histórico y científico. La idea fundamental es resaltar la elección de Dios por el
hombre a quien le reveló su misterio de amor, y mostrarle cuál es el camino correcto para
alcanzar la salvación, Jesucristo, nuestro Señor.

La primera parte, está compuesta por dos capítulos que hacen referencia por un lado al
plan Divino de Dios para con el hombre a quien ha elegido para que sea santo e
irreprochable ante él por el amor (Ef. 1, 4)y por otro el misterio de esa elección. Al hablar
de ese plan divino, debemos referirnos a la predestinación y sus matices, que han variado
a lo largo de los siglos incluso dentro de los grandes autores de nuestra fe como el mismo
san Agustín.

El primer capítulo, se desarrolla a partir del cántico del Dios Salvador de la Carta a los
efesios (1, 1-14), en donde el autor desglosa y explica las partes centrales de este canto
que revela el eterno designio de Dios Padre. Este designio comprende a todos los hombres
creados a imagen de Dios y así como están incluidos al comienzo de la creación del
mundo, también están incluidos en su plan divino de salvación.

Con la venida de Cristo al mundo se revela dicho plan, el cual es eterno, abarca a todos los
hombres y está íntimamente unido a él. El plan que consiste en bendecirnos con una
bendición espiritual y universal nos quiere llevar a la plenitud y universalidad que brota
del amor que en El Espíritu Santo une al Padre y el Hijo. Aquella bendición es derramada
por Jesucristo en la obra salvadora que él realizó.

En el lenguaje bíblico, la palabra “Gracia” significa don especial, el cual tiene su fuente en
la vida Trinitaria de Dios mismo y gracias a este amor es que se da aquella Elección de la
Carta a los Efesios. Dios quiere que el hombre alcance su salvación a través de la vida en
Cristo para que pueda participar de la vida sobrenatural. El efecto de este don que se hace
eterno es un germen de santidad, que brota en el alma con don de Dios.

El plan eterno de Dos, que brota de su eterno amor, es bendecirnos en Cristo, el cual,
comienza a realizarse con la creación en Cristo. Sin embargo, el pecado entró a estropear
aquel plan y se hizo necesaria la venida de Cristo que en su redención al derramar su
sangre en la Cruz y darnos su gracia nos da la participación en la vida eterna. El plan se
consumará cuando todo sea recapitulado en Cristo.

1. El Plan eterno de Dios

Dios tiene un plan salvador sobre el hombre, eternamente ideado en el que está el
proyecto divino sobre todas las realidades. El libro del Apocalipsis, en el capítulo 5 nos
habla de un “Libro escrito” sellado con siete sellos y escrito por el anverso y el reverso
(5,1). Allí, está contenido el plan creador y salvador de Dios, sobre toda realidad, las
personas, las cosas y los acontecimientos. Ningún ser creado, dice el libro, es capaz de
abrirlo y mucho menos de leerlo (5,3).

Desde toda la eternidad, existe el proyecto de Dios, pero solo Jesucristo tiene la capacidad
y la potestad para llevarlo a cabo en plenitud. El plan de Dios es recapitular todas las cosas
en su Hijo, por eso lo hace centro de su plan y también esposo para que al final todo
concluya en las bodas escatológicas del Cordero y la esposa.

2. Amados en el amado

El designio benevolente de Dios es un designio amoroso que brota del amor que
constituye a las tres Divinas Personas. Él nos amó primero, dice san Juan en su primera
carta, y no solamente nos amó primero, nos amó desde siempre y para siempre. Nuestra
identidad eterna es la de ser amados en el amado eternamente y este amor se refiere a
cada persona y familia humana. Este amor con que Dios nos ama, es un amor benévolo,
de ágape, caridad, totalmente gratuito.

El hombre es la única criatura terrena que Dios ha querido por sí misma (GS 24), y tal
como lo expresa el documento conciliar, el amor eterno de Dios sobrepasa los límites de la
humanidad, sus criterios, parámetros y todo mérito humano. Es un amor sin condición
alguna por parte de Dios y del hombre, que lo hace absoluto e irreversible. Este amor
manifiesta la fidelidad de Dios, no obstante, nuestra debilidad, flaqueza e infidelidad,
permanece fiel a su amor.

El amor eterno de Dios con el que ama a toda la humanidad está incluido en el amor
eterno con el que él ama a su Hijo, es decir, que somos amados en Jesucristo y sus
bendiciones nos vienen gracias a él, ya que mientras lo ama a él, nos ama a nosotros. El
hombre es amado por Dios y por ello este anuncio se convierte en misión de la Iglesia de
anunciar a todos que Dios nos ama, porque sabemos a la perfección que muchos no
conocen esta verdad eterna y concreta.
3. Voluntad salvífica universal

Dios es caridad y ama al hombre en consecuencia de esa caridad, como nos lo recuerda la
primera carta a Timoteo (2, 3-4). Dios quiere que “todos los hombres se salven y lleguen al
conocimiento de la verdad.

En la Antigua Alianza se vislumbraba la perspectiva universal de salvación, dado que en la


elección de Israel se comprendía la salvación de la humanidad. En el Nuevo Testamento, la
universalidad aparece explícitamente en el evangelio de San Juan donde afirma
claramente que el plan de Dios para el mundo pecador es de salvación y no de
condenación. Jesús es el Salvador del mundo (4, 42), la luz que ilumina a todo hombre (Jn
1, 9), el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (1, 29), es “propiciación por
nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero”
(1 Jn 2, 2).

Pablo, manifiesta también que Dios no hace acepción de personas (Rm 2,11) y que es el
Salvador de todos los hombres. Para entender mejor esto, Pablo presenta esta realidad
anteriormente citada en (1 Tm 2, 1-7): 1 Ante todo recomiendo que se hagan plegarias,
oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres; 2 por los reyes y por todos los
constituidos en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y
dignidad. 3 Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, 4 que quiere que todos los
hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad. 5 Porque hay un solo Dios, y
también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también, 6 que se
entregó a sí mismo como rescate por todos. Tal es el testimonio dado en el tiempo oportuno, 7 y de
este testimonio yo he sido constituido heraldo y apóstol digo la verdad, no miento, maestro de los
gentiles en la fe y en la verdad.

Es una exhortación pastoral a pedir por toda la humanidad, manifestando que el Señor se
entregó a la muerte por todos y la consecuencia de la voluntad salvífica es la
Evangelización de todos los gentiles.

San Agustín, interpretó ampliamente este texto, pero después, lo redujo a su doctrina de
la predestinación, de manera restrictiva, es decir, para los creyentes nada más y esto se
debe a que no conocía con claridad la posibilidad de salvación extrasacramental. Con
respecto a este tema, hubo algunas dificultades suscitadas en parte por el
semipelagianismo que fueron controladas gracias a los concilios y sínodos de la época en
donde afirmaron entre otras cosas lo siguiente: “Dios omnipotente quiere que todos los
hombres se salven, sin excepción, aunque no todos se salvan. Ahora bien, que algunos se
salven, es don del que salva; pero que algunos se pierdan, es merecimiento de los que se
pierden” (DH 623).

Ante es importante precisar que la doctrina de la predestinación se enseña tan sólo


dentro de la confesión tradicional de la voluntad salvífica universal. Durante la Edad Media
se elaboró un axioma “facienti quod est in se Deus non denegat gratiam” que en otras
palabras significa que Dios quiere que todos los hombres se salven, pero el que se
condena es porque hizo méritos para ello, es su responsabilidad y es evidente que no
quiso aceptar el plan salvífico de Dios.

En los siglos XVII y XVIII el Magisterio de la Iglesia tuvo que luchar contra los agustinismos
exagerados que limitaban la salvación de Cristo. El Vaticano II en las Constituciones Lumen
Gentium y la Gaudium et Spes, destacó con insistencia la universalidad de la voluntad
salvífica de Dios.

Hay un axioma muy famoso que dice que “fuera de la Iglesia no hay salvación” que ha
dado pie a algunos que interpretan que solo los creyentes pueden salvarse y los demás no
tiene oportunidad alguna de lograrlo. Sin embargo, este axioma es una advertencia de
Dios para la Iglesia en sentido positivo, y es que todo aquel que sale de la Iglesia pierde l
salvación, puesto que toda salvación viene de Cristo quien es cabeza de la Iglesia que es su
cuerpo, por ello el que rechaza deliberadamente a la Iglesia pierde la gracia de la
salvación.

El objeto de la voluntad divina es la salvación que puede ser expresada con el término
“Gracia”. La voluntad de Dios para con nosotros va unida a la voluntad eterna de gracia de
la que todo procede y nos revela Cristo. Si esta voluntad eterna de gracia abraza a toda la
humanidad, entonces, Dios ha establecido para siempre un único fin sobrenatural con el
hombre.

Este fin sobrenatural que Dios quiere para la humanidad se da de manera libre y gratuita,
es decir, nada ni nadie sometió a Dios a esta elección, ningún esfuerzo humano, o alguna
razón preexistente a su querer ya que es su designio amoroso libre y desinteresado para
toda la humanidad. Dios no lo necesita, pero él quiso ejecutarlo.

CAPÍTULO II
EL MISTERIO DE LA ELECCIÓN

San Pablo afirma en la carta a los Efesios (1, 4-5) la elección libérrima, por gracia, de los
creyentes. Esta elección es gracia de Dios y no mérito del hombre, está ligada a Cristo y es
él mismo el lugar de elección donde encuentra su contenido y significado, mientras que el
creyente personifica su fecunda vitalidad.

Esta doctrina supone la doctrina veterotestamentaria de la elección, que, junto con el


concepto de alianza, es una noción clave en el AT. La elección es la acción inicial con la que
Yahvé entra en relación con el pueblo, destacando la libérrima gratuidad de elección, la
funcionalidad de la elección, es decir, su universalidad, y la inalterabilidad de la elección,
es decir, que es estable y se mantiene en orden.

La elección divina es realmente suma o compendio del evangelio. En ella Dios es ya el


Emmanuel, Dios para nosotros, Dios de gracia. Esta doctrina es decisiva para la
antropología teológica, puesto que, lo que la Sagrada escritura elaboró alrededor de la
elección, l}a tradición hace lo mismo pero en referencia de la predestinación.

1. La idea del hombre

Cada hombre es ante Dios único, ideado y elegido por él, no es producto de la casualidad
sino querido por Dios de una manera única y enteramente personal. En efecto, si cada
hombre es amado personalmente por Dios, entonces, la humanidad entera recibe ese
amor y eterno plan de salvación y plenitud. Por eso, el hombre eternamente ideado es,
inseparablemente la naturaleza humana y todos sus individuos.

Todas las cosas tienen su medida en Dios, en la Idea que él tiene de ellas. Von Balthasar,
pone esta realidad de manifiesto con su tesis del Eidos (como la idea de Dios tal cual la
pensó) y Morphé (como esa idea que toma forma en un cuerpo individual) para explicar la
realidad del hombre, que es una Idea/pensamiento de Dios, la cual tomó forma en la
naturaleza humana.

La idea divina del hombre contiene la esencia específica de la humanidad y la


individualidad de cada miembro del género humano, el plan divino de salvación que es
desde la concepción paulina el alcanzar la santidad y la filiación con el Padre. La santidad
como fruto de la salvación es en otras palabras la comunión de los santos, es decir, la
comunión con la Iglesia, que de acuerdo con lo anterior podemos afirmar que Dios piensa
en la Iglesia antes de la Creación, o mejor, que le creación es realizada para la Iglesia,
porque Dios pensó la Iglesia, porque si todo fue creado en su Hijo, todo fue hecho para la
Iglesia que es su cuerpo.

2. Predestinación en Cristo

“A los que conoció de antemano, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo,
para que él fuera el primogénito de muchos hermanos” (Rm 8, 29). El hombre antes de
que busque una vida recta, digna de Dios, en santidad y gracia, Dios ya lo había elegido
por puro amor y lo predestinó a la unión con él. Este tema de la predestinación representa
un capítulo oscuro para aquellos que consideran temerario penetrar los misterios de Dios.

Jesucristo es el Emmanuel y está enormemente conectado a la voluntad salvífica de Dios


haciendo válida la predestinación para todos los hombres, es decir, a la filiación adoptiva
conforme a la imagen de su Hijo. Llegados a este punto, resulta apremiante, hacer la
distinción de la predestinación cristiana y la agustiniana, dado que esta última acoge a los
que se salvan, mientras que la cristina, por decirlo así llama a todos los hombres.

En ese orden de ideas, la doctrina de la predestinación quiere expresar


fundamentalmente tres cosas:

a. Predestinación en Jesucristo: Jesús es el objeto primero y central de la


predestinación. Jesús es la voluntad de Dios para con nosotros. Cristo es la
voluntad original con que Dios decide no encerrarse en sí mismo, sino acercarse al
hombre manifestando en él su amor y su gloria. No debemos hablar de
predestinación en abstracto y en sentido general, sino en concreto y de un modo
determinado. Dios Padre es el sujeto propio de la elección. Así como el Padre envía
al Hijo, del mismo modo la elección procede del Padre. El objetivo de esa
predestinación es alcanzar los rasgos de la imagen de Cristo, y para ello es
necesario adherirnos enteramente a su misterio en la vida personal de cada uno.
b. Predestinación de la comunidad de Jesucristo: La elección en Jesucristo no se
dirige de modo separado, sino a todo el pueblo de Dios, que es consciente que no
hizo mérito alguno para ser elegido ni mucho menos le pertenece esa elección, es
decir, no puede disponer de ella como quiera. Si la comunidad entiende que esta
elección es para el servicio, para donarse, pues habrá entendido correctamente
porque la elección no es un privilegio sino un llamado para ir a los débiles y
desfavorecidos de la gracia de Cristo.
c. Predestinación del individuo a ser en Cristo: El hombre al ser elegido, no está
exento de su responsabilidad, antes bien, debe ser consciente que con sus actos
puede perder la salvación eterna, por eso, debe buscar siempre la fidelidad en Dios
y la confianza de que él lo llevará a morar por la eternidad. Esto nos indica que la
doctrina de la predestinación trasciende la alternativa determinismo-
indeterminismo. La elección de Dios es un rechazo de cualquier forma de
indeterminismo, que pretenda considerar al hombre como producto de un puro
azar. Pero es también la negación de toda forma de determinismo, según el cual la
historia discurre de un modo mecánico según un plan divino eterno, que no deja
espacio alguno a la libre actuación de Dios y a la acción y respuesta del hombre.

3. La predestinación de María

En la encíclica Redemptoris Mater, Juan Pablo II, explica como María fue elegida y
predestinada. El plan divino de la salvación, que nos ha sido revelado plenamente con la
venida de Cristo, es eterno, enteramente unido a Cristo y reserva un lugar especial para la
mujer de aquel a quien se le confió la salvación del mundo.

En el misterio de Cristo, María está presente antes de la creación del mundo como la
elegida para ser la Madre del Hijo de Dios. María, por tanto, está unida a Cristo de un
modo excepcional, tal y como lo anunciaría el ángel Gabriel al saludarla “Llena de Gracia”,
permaneciendo en esta condición para siempre y ante todas las generaciones.

La predestinación de María en Cristo es también eminentemente eclesial, ya que es la


predestinación de la “Iglesia naciente”1, del prototipo de la Iglesia. Hay una identidad
prototípica entre María y la Iglesia, una pericóresis entre el Misterio de María y el de la
Iglesia, que se iluminan y penetran recíprocamente.

SEGUNDA PARTE
“A los que predestinó, los llamó”
El hombre, llamado a la existencia y al amor

La segunda parte, está dividida en cuatro capítulos que tratarán acerca del mundo como
el lugar o escenario en donde el hombre desarrolla su vida, la elección hecha por Dios
para alcanzar la salvación eterna y los frutos de esta, la santidad y la filiación divina.
Además de esto, se aborda el tema del hombre desde sus orígenes, su evolución en el
pensamiento histórico, su concepción de persona desde los diversos ámbitos científicos y
su dignidad como Hijo de Dios.

CAPÍTULO I
CIELO Y TIERRA: EL ESPACIO DE LA EXISTENCIA DEL HOMBRE

1. Cielo y tierra

La expresión “cielo y tierra” comprende todo lo que existe, es decir, toda la creación. La
tierra es el conjunto del mundo material, el espacio de la existencia y la condición de la
existencia del hombre, y por tanto, es buena en desde el punto de vista bíblico porque es
el escenario propicio para la salvación.

Dios, no solamente creó el mundo material/visible, sino también el mundo


invisible/espiritual, en el que subsisten los seres que dan gloria y acompañan a Dios, es
decir, los ángeles en toda su jerarquía. El cielo es el campo de las aspiraciones, las esperanzas y
los sueños humanos. Para la Biblia no hay duda alguna de que Dios solo es el cielo del
hombre, es decir, la culminación plena de sus deseos y ansias más profundas. El cielo está
donde está Dios, donde nos sale al paso y se encuentra cerca de nosotros.

2. El cielo como mediación


1
J. Ratzinger-Hans Urs von Balthasar, María, Iglesia naciente, Madrid 2006; ver 110-113.
Al principio creo Dios el cielo y la tierra. Esto podría ser una realidad cosmológica, pues
aquel firmamento que separa las aguas de arriba de las de abajo, y en que luego pone las
grandes luminares, lo llama Dios cielo.  El cielo es creado de igual forma como la tierra y
no puede jamás compararse y equipararse ante Dios, porque él es más que el cielo, estuvo
antes de él, por eso lo creó.

El cielo no es Dios, pero es un ámbito divino, que no solo se identifica en la materia sino
que trasciende, siendo la gran mediación de la Biblia entre Dios y el hombre.

3. El mundo visible

Conocer la naturaleza del ser creado es necesario para la recta orientación del
pensamiento y la acción del hombre. Los dos capítulos del Génesis son el escenario de la
doctrina cristiana del ser, de la que tantos maestros cristianos han profundizado, llegando
a considerarla la metafísica de la creación. Algunos autores como Agustín, Basilio,
Buenaventura y Tomás han dejado su aporte sobre el Hexamerón, es decir, tratado de la
creación de los seis días. Otros autores como los escolásticos dejaron a un lado este tema.

El catecismo por su parte, en el apartado de la creación descubrió y expuso a la Iglesia


algunas verdades de suma importancia.

CAPÍTULO II
EL ORIGEN DEL HOMBRE

El hombre es criatura de Dios y tiene su origen en Dios como lo atestiguan los relatos del
Génesis. La ciencia, en cambio, define al hombre a partir de la teoría de la evolución y
representa sin duda una de las discusiones más difíciles en todos los ámbitos, pues allí
surge la pregunta acerca del origen del alma humana. Este capítulo presenta siete
apartados que nos ayudan a comprender mejor la problemática del hombre, su origen y
demás matices.

1. Los Relatos creacionistas


Primer relato (Gn 1, 1-2, 4ª) Segundo relato (Gn 2, 4b- 25)
Tradición sacerdotal, escrito en el s. VI a. C. Tradición Yahvista, escrito s. X o XI a. C.
Creación del hombre y la mujer, culmen de El ser humano es puesto en el paraíso para
la toda la obra creadora de Dios. que lo cultive y lo guarde.
Dignidad del ser humano expresada en El hombre es hecho del barro, del polvo,
varias formas: “crear”, “hagamos”, “imagen pero vive en una profunda amistad con
y semejanza de Dios” Dos.
La humanidad sexuada es imagen de Dios. El hombre posee un carácter divino, es
decir, está para Dios
Coincidencias de ambos relatos
El hombre es criatura de Dios, porque depende totalmente de él, existe en relación a él y
es una creación entera y completa.
El hombre es la coronación de la obra creadora divina, las demás creaturas son para él,
pero el hombre es para Dios.
El hombre refleja la necesidad de la socialidad, de la relación de dos.
Es una realidad unitaria
El objetivo de los dos relatos no es mostrar una realidad histórica, más bien, su mensaje
es doctrinal, es decir, una verdad de fe para el crecimiento del pueblo de Dios y entender
el designio del Padre.
Planteamientos ontológicos modestos. El hombre es unidad, criatura de Dios, ser
contingente, etc. Es el valor más alto de la creación.

2. La Iglesia y el evolucionismo

En el siglo XIX se produjo la primera confrontación entre la Iglesia y el evolucionismo llena


de agresividad entre ambos. El evolucionismo estuvo ligado al materialismo y al ateísmo y
con ello pretendían demostrar la falsedad de la fe. La Iglesia, resistió y rechazo tal postura
aferrándose a los relatos del Génesis.

Ya en el siglo XX la actitud se tornó más moderadora entre ambas partes, sobretodo


porque la Iglesia modificó su postura con respecto al Génesis dado que aceptó algunas
posturas científicas y perfeccionó su ámbito investigativo, pues la época lo permitió, de la
misma manera que surgieron corrientes evolucionistas es de tinte espiritual en autores
como Teilhard de Chardin.

A partir de la segunda mitad del siglo pasado, el ambiente fue de conciliación, ya que
muchas hipótesis se han expuesto con argumentación científica. Muchos teólogos
expusieron sus publicaciones en clave evolucionista, porque se dieron cuenta que la fe en
la creación y la teoría de la evolución no se oponen entre sí, en principio. Ambas ciencias
deben generar un diálogo recíproco, . Juan Pablo II, reconoció que el evolucionismo es
más que una hipótesis, y que es una teoría que prueba su validez al necesitar de la
cosmología o filosofía de la naturaleza y no se debe hablar de la teoría de la Evolución sino
de las teorías, puesto que hay múltiples explicaciones y no todas van en concordancia con
la fe.

3. La hominización: el origen de la especie humana

La teología se pregunta cómo puede concebir el origen de la humanidad a partir de la


perspectiva evolucionista, dado que, Dios no solamente creó las criaturas, sino que les dio
la capacidad de actuar por ellas mismas y ser cooperadoras en la realización de su
designio. Dios permite que las cosas se hagan por sí mismas, contribuyan al desarrollo o
evolución de ellas y puedan también producir organismo superiores a partir de elementos
inferiores.

El hombre evoluciona, biológicamente, mentalmente, pero no quiere decir que no


dependa de Dios y que él no le tenga una misión dentro de su designio de amor. Durante
el siglo XX se preguntaron algunos teólogos cómo era posible o de qué manera intervenía
Dios tanto en la evolución del cuerpo como en la del alma y llegaron a la conclusión de
Karl Rahner, que afirma precisamente que Dios es el fundamento trascendental de la
evolución que posibilita la autotrascendencia activa de la criatura.

A partir de lo anterior, podemos decir que la intervención de Dios vista desde una
perspectiva evolucionista tiene que ver con que él da al hombre el ser, lo crea y le da alma
y cuerpo que mediante la evolución se va desarrollando.

4. Monogenismo y poligenismo

El monogenismo dice que la humanidad actual desciende de una pareja y el poligenismo


dice que de muchas parejas. Sin embargo, hay alginas afirmaciones que pueden clarifican
y nos ayudan a comprender mejor este apartado.

- La Iglesia habló hasta el s. XX en clave monogenista


- El evolucionismo hizo pensar en la forma del poligenismo
- ¿El poligenismo es conciliable con la fe?
- ¿Es conciliable con la escritura? En este punto, La escritura no enseña ambas
corrientes, pero tampoco las excluye de su interpretación, puesto que en el
génesis cabe la posibilidad que se encuentren elementos de ambas corrientes.
- ¿Es conciliable con el magisterio? Al igual que con la Escritura el magisterio va más
del lado monogenista aunque no afirma, tampoco excluye.
- El monogenismo va adquiriendo más valor en las actuales hipótesis evolucionistas.

5. Origen del individuo humano ¿reproducción o creación?


Este apartado explica cómo ha entrado en el mundo científico una nueva forma de pensar
al hombre, no desde un ámbito de creación sino de reproducción “in vitro”, donde se deja
de lado el valor de la procreación, de la naturalidad de la vida humana representada en la
información genética que es precisa y correcta, puesto que repite la información esencial
al pie de la letra con las diferencias propias de cada nuevo individuo. Jacques Monod, por
ejemplo, habla de tres precisas características de un ser viviente: una teleonomía propia,
una morfogénesis autónoma y un modo constante de reproducción. Insiste
particularmente en esta constancia: un código genético dado se «reproduce» siempre sin
cambios; cada nuevo individuo es una exacta repetición del mismo mensaje.

No obstante surge una cuestión. La ciencia, la biología se encargan de todo el proceso de


estudio sobre la reproducción pero evidentemente se han quedado con lo meramente
visible, es decir, se limitan a definir al producto como un individuo descuidando quizá que
más allá de la materia puede haber en él impresa la imagen de Dios, lo que llamamos
alma. Una realidad que puede generar muchos interrogantes sobre la manera en que se
concibe la generación humana.

6. Teorías sobre el origen del individuo y del alma humana

Instruida por la Sagrada Escritura, la Iglesia tiene la convicción de que la fuerza generativa
del hombre por sí sola no es capaz de producir seres humanos dotados del alma espiritual,
que el Creador tiene que intervenir de manera especial en el origen de cada nuevo
hombre. Es imposible admitir al hombre como la generación y reproducción de su especie
con una información concreta, dado la dignidad que posee y la relación que con el creador
debe llegar a tener. Por tanto la intervención de Dios es necesaria.

En contraposición a muchas posturas, Dios crea el alma humana y la infunde en el cuerpo


al momento de la generación, siendo esta la tesis defendida por el magisterio. No quiere
decir esto que Dios haga una nueva creación, pues la distinción radica en la criatura y no
en él.

7. El momento del origen del individuo humano

Surgen muchas opiniones sobre cuál es el momento en que tiene lugar la animación del
feto. Antiguamente se sostenía que eran de 40 a 80 semanas despues de la fecundación,
los abortistas señalan que no hay vida sino hasta después de determinadas semanas para
defender así su postura sobre el aborto.
El magisterio de la Iglesia señala actualmente que hay vida en el momento de la
concepción y conoce además las repercusiones éticas al respecto. Con la fecundación
inicia la aventura de una vida humana, cuyas principales capacidades requieren un tiempo
para desarrollarse y poder actuar.

Esta doctrina sigue siendo válida y es confirmada, en el caso de que fuese necesario, por
los recientes avances de la biología humana, la cual reconoce que en el cigoto resultante
de la fecundación está ya constituida la identidad biológica de un nuevo individuo
humano.

La Donum vitae, concluye este tema diciendo que la vida de un ser humano debe
respetarse desde el mismo momento de la concepción, por ser aquella criatura querida
por Dios por sí misma y porque Dios ha impreso su sello en cada hombre al dotarlo de un
alma espiritual.

CAPÍTULO III
EL HOMBRE, IMAGEN DE DIOS

1. Antiguo testamento

La doctrina de la semejanza divina del hombre es el núcleo de la antropología del AT. Se


mencionan algunos pasajes del Génesis y de la sección sapiencial que son importantes
para la comprensión del tema. (Gn 1,26; 5,1; 9,6) (Sab 2,23. Ecl 17,3).

A diferencia de algunas religiones que ponían al hombre en igualdad de condiciones con


las demás creaturas, el Gn por ejemplo, afirma que Dios puso al hombre por encima de las
demás criaturas, haciéndolo hijo suyo no imagen, lo que implica que cada aspecto del
hombre se reviste de una singular importancia. El hombre es imagen de Dios, y cada una
de sus cualidades como por ejemplo su sexualidad los podría ubicar dentro de esa
categoría imago trinitatis, gracias a la comunicación y complementariedad de ambos.

2. Nuevo testamento: interpretación cristológica

NT afirma como presupuesto evidente que la semejanza es una propiedad natural


independiente del pecado y de la gracia. La imagen verdadera de Dios desde la cristología
es Jesucristo, dado que él restableció la imagen dañada por el pecado y gracias a eso
podemos participar de la gracia y de la fe. La dignidad original se recobra únicamente en la
comunión con Cristo, y llevará al hombre a plenitud a ser imagen plena de él.
3. Patrística

El tema de la semejanza divina fue muy importante en los tiempo del helenismo, judaísmo
tardío y la patrística. El mundo, desde la visión platónica era una imagen del mundo de las
ideas, e incluso el hombre mismo obtenía su semejanza gracias a la mediación del Logos
invisible y por tanto el hombre es imagen del Logos.

A partir de eso en los Padres surgieron algunas preguntas, sobre la imagen, la semejanza,
la relación entre ellas y concluyeron que el modelo de la imagen es cristológico, es decir,
el Logos invisible; el sujeto de la semejanza será el alma por las cualidades que muestra
como la inteligencia y la autodeterminación; La relación entre la imagen y la semejanza es
el punto central de la doctrina patrística de la semejanza, la cual radica en que la imagen
vuelve a su origen por la acción de Cristo y la semejanza se mantiene en un dinamismo
que hace al alma llegar a la trascendencia y encontrar a Dios.

4. Teología medieval

Las potencias del alma: la memoria, la voluntad y la inteligencia dominan el escenario en


este tiempo histórico dominado por la perspectiva agustiniana y desapareciendo casi por
completo la cristología.

La distinción entre imago y similitud radica en que la primera se refiere a la espiritualidad


e inmortalidad del alma y la segunda a la santidad y la justicia.

5. Dimensión teológica de la semejanza divina

El hombre como imagen es semejante a Dios, depende de él, y lo ve y a él se dirige como


ser superior. La semejanza se da cuando el hombre reconoce a Dios como el ser superior y
como el fundamento de su ser. En consecuencia, el hombre se convierte en portador de
Dios. La semejanza es dinámica y hace que la creación del hombre supere la creación
visible. Esta semejanza afecta la totalidad corporal y anímica del hombre. L semejanza no
se pierde por el efecto del pecado o en su núcleo, ya que esta semejanza hace parte del
misterio del mismo Cristo.

6. Naturaleza del hombre

La imagen introduce al hombre en una cuádruple relación, de la que se sigue el destino


cuádruple del hombre: alabar a Dios, amar al prójimo, vivir en el mundo y cuidarlo,
respetarse a sí mismo. El hombre está en relación con Dios en todos los ámbitos, porque
todo lo humano refiere a Dios y permite esa espíritu de relación.
El ser imagen implica estar en relación con otro yo, es decir, alguien más, darse al
hermano, administrar el mundo, para servirse bien de las criaturas y debe esforzarse y
trabajar de la mejor forma para conseguir el objetivo de la misión divina, la santidad. El
hombre es un ser espiritual, consciente, libre y con una dignidad única que lo convierte en
fin y no en medio, para la realización del plan de Dios.

CAPÍTULO IV
LA PERSONA HUMANA

- La dignidad de la persona humana

Este capítulo se pregunta quién es el hombre llegando a la conclusión de que él es una


persona y todo lo que esa realidad implica. Al ser creado se convierte en algo, peri cuando
Dios lo dota de un alma lo convierte en alguien. Por eso es necesario hacer redescubrir el
valor de la dignidad humana y es una tarea esencial de la Iglesia.

La dignidad de la persona es el bien más precioso que el hombre posee, más que
cualquier bien terrenal, ya que el valor de la persona humana es ella misma.

- Horizonte

Ningún pensador griego conoció propiamente el concepto de persona. El concepto


cristiano de persona tiene su base en la vivencia histórica del dialogo entre Dios y el
hombre en el que la palabra libre de Dios llama al hombre a participar de su vida.

CONCLUSIÓN

El hombre es un misterio indescriptible para el estudio de la teología, porque el


documento que se nos invitó a profundizar exaltó siempre la elección de Dios y su amor
desinteresado por el hombre y no solamente eso, además quiere que el hombre esté con
él gozando de los dones sobrenaturales.

La dignidad humana es un tema que abarca todos los ámbitos de la fe, desde la Escritura
hasta la doctrina y deja de manifiesto cuán importante es el hombre, el valor de la
persona, el bien que representa para la sociedad y para la Iglesia, quien tiene la misión de
anunciar el amor de Dios a todos los hombres y acercarlos a la salvación de la cual tienen
el mismo derecho que aquello que creen.

Finalmente, todo el documento desde distintos aspectos hizo referencia a lo mismo, al


valor de la Creación en la vid de fe, en la historia del pensamiento y en el desarrollo de la
ciencia. Dios es el artífice y respuesta de todos los interrogantes que existen en torno a
esta problemática y las diversas opiniones que han surgido que van en contra del mismo
hombre y por ello ahondar y penetrar los misterios de Dios ´permitirán al creyente una
respuesta sólida de fe a Dios.

APRECIACIÓN PERSONAL

A lo largo de la realización de esta síntesis me encontré con algunas posturas diferentes a


mis creencias y convicciones sobre algunos temas en específico. Un ejemplo de esto es el
tema de la salvación fuera de la Iglesia, porque en mis primero años de vida religiosa fui
formado con la concepción del famoso axioma “fuera de la Iglesia no hay salvación” y
pensaba que era un privilegiado y merecedor más que un ateo o un no creyente de ser
salvo, pero me doy cuenta que Dios no es egoísta y desea que todos se salven pero ya
depende de cada uno. Entonces, para mí es un quitarme la venda en muchas cosas porque
me exige a trabajar por la salvación de tantos que no conocen al señor y agradecerle a él
de haberme elegido y llamado.

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