Antropología Teológica, Síntesis.
Antropología Teológica, Síntesis.
Antropología Teológica, Síntesis.
ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA
INFORME DE LECTURA CAPS 1-4 SOBRE LA CREACIÓN
DANIEL MAURICIO FIGUEROA JAIMES
III DE CONFIGURADORA
INTRODUCCIÓN
El hombre como creatura de Dios, es un misterio que se nos invita a descubrir para
encontrar los tesoros y dones que Dios ha puesto en él tanto en el plano material como
espiritual ya que en el alma está impreso el sello de Dios y la imagen de su ser.
El Señor trazó un plan desde antiguo en el que llama al hombre a cumplir una misión, en
pocas palabras, lo hace parte de ese plan y ese es el objetivo de la antropología teológica
que desde diversas ciencias, pero especialmente desde la teología estudia al hombre en el
mundo, la sociedad y su relación con Dios a partir del dato revelado y la respuesta que él
desde la fe le ofrece a Dios.
La historia del pensamiento y de la Iglesia, nos muestran los distintos matices que ha
adquirido el estudio del hombre y su ser persona; su llamado a la salvación y el cómo la
obtiene; el ser imagen del resucitado y vivir una vida conforme a dicha imagen; la misión
propia de la Iglesia de anunciar al Señor en todos los pueblos.
El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos
ha dado, que es eterno y primer a cualquier amor y constituye una parte esencial del
hombre que está llamado a corresponder a ese amor.
PRIMERA PARTE
“A los que de antemano conoció, los predestinó”
El hombre en el designio eterno de Dios
CAPÍTULO I
EL PLAN DIVINO DE LA SALVACIÓN
El documento a estudiar, presenta dos grandes partes con sus respectivos capítulos, en los
cuales se presenta todo el misterio del hombre partiendo de la concepción bíblica hasta el
ámbito histórico y científico. La idea fundamental es resaltar la elección de Dios por el
hombre a quien le reveló su misterio de amor, y mostrarle cuál es el camino correcto para
alcanzar la salvación, Jesucristo, nuestro Señor.
La primera parte, está compuesta por dos capítulos que hacen referencia por un lado al
plan Divino de Dios para con el hombre a quien ha elegido para que sea santo e
irreprochable ante él por el amor (Ef. 1, 4)y por otro el misterio de esa elección. Al hablar
de ese plan divino, debemos referirnos a la predestinación y sus matices, que han variado
a lo largo de los siglos incluso dentro de los grandes autores de nuestra fe como el mismo
san Agustín.
El primer capítulo, se desarrolla a partir del cántico del Dios Salvador de la Carta a los
efesios (1, 1-14), en donde el autor desglosa y explica las partes centrales de este canto
que revela el eterno designio de Dios Padre. Este designio comprende a todos los hombres
creados a imagen de Dios y así como están incluidos al comienzo de la creación del
mundo, también están incluidos en su plan divino de salvación.
Con la venida de Cristo al mundo se revela dicho plan, el cual es eterno, abarca a todos los
hombres y está íntimamente unido a él. El plan que consiste en bendecirnos con una
bendición espiritual y universal nos quiere llevar a la plenitud y universalidad que brota
del amor que en El Espíritu Santo une al Padre y el Hijo. Aquella bendición es derramada
por Jesucristo en la obra salvadora que él realizó.
En el lenguaje bíblico, la palabra “Gracia” significa don especial, el cual tiene su fuente en
la vida Trinitaria de Dios mismo y gracias a este amor es que se da aquella Elección de la
Carta a los Efesios. Dios quiere que el hombre alcance su salvación a través de la vida en
Cristo para que pueda participar de la vida sobrenatural. El efecto de este don que se hace
eterno es un germen de santidad, que brota en el alma con don de Dios.
El plan eterno de Dos, que brota de su eterno amor, es bendecirnos en Cristo, el cual,
comienza a realizarse con la creación en Cristo. Sin embargo, el pecado entró a estropear
aquel plan y se hizo necesaria la venida de Cristo que en su redención al derramar su
sangre en la Cruz y darnos su gracia nos da la participación en la vida eterna. El plan se
consumará cuando todo sea recapitulado en Cristo.
Dios tiene un plan salvador sobre el hombre, eternamente ideado en el que está el
proyecto divino sobre todas las realidades. El libro del Apocalipsis, en el capítulo 5 nos
habla de un “Libro escrito” sellado con siete sellos y escrito por el anverso y el reverso
(5,1). Allí, está contenido el plan creador y salvador de Dios, sobre toda realidad, las
personas, las cosas y los acontecimientos. Ningún ser creado, dice el libro, es capaz de
abrirlo y mucho menos de leerlo (5,3).
Desde toda la eternidad, existe el proyecto de Dios, pero solo Jesucristo tiene la capacidad
y la potestad para llevarlo a cabo en plenitud. El plan de Dios es recapitular todas las cosas
en su Hijo, por eso lo hace centro de su plan y también esposo para que al final todo
concluya en las bodas escatológicas del Cordero y la esposa.
2. Amados en el amado
El designio benevolente de Dios es un designio amoroso que brota del amor que
constituye a las tres Divinas Personas. Él nos amó primero, dice san Juan en su primera
carta, y no solamente nos amó primero, nos amó desde siempre y para siempre. Nuestra
identidad eterna es la de ser amados en el amado eternamente y este amor se refiere a
cada persona y familia humana. Este amor con que Dios nos ama, es un amor benévolo,
de ágape, caridad, totalmente gratuito.
El hombre es la única criatura terrena que Dios ha querido por sí misma (GS 24), y tal
como lo expresa el documento conciliar, el amor eterno de Dios sobrepasa los límites de la
humanidad, sus criterios, parámetros y todo mérito humano. Es un amor sin condición
alguna por parte de Dios y del hombre, que lo hace absoluto e irreversible. Este amor
manifiesta la fidelidad de Dios, no obstante, nuestra debilidad, flaqueza e infidelidad,
permanece fiel a su amor.
El amor eterno de Dios con el que ama a toda la humanidad está incluido en el amor
eterno con el que él ama a su Hijo, es decir, que somos amados en Jesucristo y sus
bendiciones nos vienen gracias a él, ya que mientras lo ama a él, nos ama a nosotros. El
hombre es amado por Dios y por ello este anuncio se convierte en misión de la Iglesia de
anunciar a todos que Dios nos ama, porque sabemos a la perfección que muchos no
conocen esta verdad eterna y concreta.
3. Voluntad salvífica universal
Dios es caridad y ama al hombre en consecuencia de esa caridad, como nos lo recuerda la
primera carta a Timoteo (2, 3-4). Dios quiere que “todos los hombres se salven y lleguen al
conocimiento de la verdad.
Pablo, manifiesta también que Dios no hace acepción de personas (Rm 2,11) y que es el
Salvador de todos los hombres. Para entender mejor esto, Pablo presenta esta realidad
anteriormente citada en (1 Tm 2, 1-7): 1 Ante todo recomiendo que se hagan plegarias,
oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres; 2 por los reyes y por todos los
constituidos en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y
dignidad. 3 Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, 4 que quiere que todos los
hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad. 5 Porque hay un solo Dios, y
también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también, 6 que se
entregó a sí mismo como rescate por todos. Tal es el testimonio dado en el tiempo oportuno, 7 y de
este testimonio yo he sido constituido heraldo y apóstol digo la verdad, no miento, maestro de los
gentiles en la fe y en la verdad.
Es una exhortación pastoral a pedir por toda la humanidad, manifestando que el Señor se
entregó a la muerte por todos y la consecuencia de la voluntad salvífica es la
Evangelización de todos los gentiles.
San Agustín, interpretó ampliamente este texto, pero después, lo redujo a su doctrina de
la predestinación, de manera restrictiva, es decir, para los creyentes nada más y esto se
debe a que no conocía con claridad la posibilidad de salvación extrasacramental. Con
respecto a este tema, hubo algunas dificultades suscitadas en parte por el
semipelagianismo que fueron controladas gracias a los concilios y sínodos de la época en
donde afirmaron entre otras cosas lo siguiente: “Dios omnipotente quiere que todos los
hombres se salven, sin excepción, aunque no todos se salvan. Ahora bien, que algunos se
salven, es don del que salva; pero que algunos se pierdan, es merecimiento de los que se
pierden” (DH 623).
En los siglos XVII y XVIII el Magisterio de la Iglesia tuvo que luchar contra los agustinismos
exagerados que limitaban la salvación de Cristo. El Vaticano II en las Constituciones Lumen
Gentium y la Gaudium et Spes, destacó con insistencia la universalidad de la voluntad
salvífica de Dios.
Hay un axioma muy famoso que dice que “fuera de la Iglesia no hay salvación” que ha
dado pie a algunos que interpretan que solo los creyentes pueden salvarse y los demás no
tiene oportunidad alguna de lograrlo. Sin embargo, este axioma es una advertencia de
Dios para la Iglesia en sentido positivo, y es que todo aquel que sale de la Iglesia pierde l
salvación, puesto que toda salvación viene de Cristo quien es cabeza de la Iglesia que es su
cuerpo, por ello el que rechaza deliberadamente a la Iglesia pierde la gracia de la
salvación.
El objeto de la voluntad divina es la salvación que puede ser expresada con el término
“Gracia”. La voluntad de Dios para con nosotros va unida a la voluntad eterna de gracia de
la que todo procede y nos revela Cristo. Si esta voluntad eterna de gracia abraza a toda la
humanidad, entonces, Dios ha establecido para siempre un único fin sobrenatural con el
hombre.
Este fin sobrenatural que Dios quiere para la humanidad se da de manera libre y gratuita,
es decir, nada ni nadie sometió a Dios a esta elección, ningún esfuerzo humano, o alguna
razón preexistente a su querer ya que es su designio amoroso libre y desinteresado para
toda la humanidad. Dios no lo necesita, pero él quiso ejecutarlo.
CAPÍTULO II
EL MISTERIO DE LA ELECCIÓN
San Pablo afirma en la carta a los Efesios (1, 4-5) la elección libérrima, por gracia, de los
creyentes. Esta elección es gracia de Dios y no mérito del hombre, está ligada a Cristo y es
él mismo el lugar de elección donde encuentra su contenido y significado, mientras que el
creyente personifica su fecunda vitalidad.
Cada hombre es ante Dios único, ideado y elegido por él, no es producto de la casualidad
sino querido por Dios de una manera única y enteramente personal. En efecto, si cada
hombre es amado personalmente por Dios, entonces, la humanidad entera recibe ese
amor y eterno plan de salvación y plenitud. Por eso, el hombre eternamente ideado es,
inseparablemente la naturaleza humana y todos sus individuos.
Todas las cosas tienen su medida en Dios, en la Idea que él tiene de ellas. Von Balthasar,
pone esta realidad de manifiesto con su tesis del Eidos (como la idea de Dios tal cual la
pensó) y Morphé (como esa idea que toma forma en un cuerpo individual) para explicar la
realidad del hombre, que es una Idea/pensamiento de Dios, la cual tomó forma en la
naturaleza humana.
2. Predestinación en Cristo
“A los que conoció de antemano, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo,
para que él fuera el primogénito de muchos hermanos” (Rm 8, 29). El hombre antes de
que busque una vida recta, digna de Dios, en santidad y gracia, Dios ya lo había elegido
por puro amor y lo predestinó a la unión con él. Este tema de la predestinación representa
un capítulo oscuro para aquellos que consideran temerario penetrar los misterios de Dios.
3. La predestinación de María
En la encíclica Redemptoris Mater, Juan Pablo II, explica como María fue elegida y
predestinada. El plan divino de la salvación, que nos ha sido revelado plenamente con la
venida de Cristo, es eterno, enteramente unido a Cristo y reserva un lugar especial para la
mujer de aquel a quien se le confió la salvación del mundo.
En el misterio de Cristo, María está presente antes de la creación del mundo como la
elegida para ser la Madre del Hijo de Dios. María, por tanto, está unida a Cristo de un
modo excepcional, tal y como lo anunciaría el ángel Gabriel al saludarla “Llena de Gracia”,
permaneciendo en esta condición para siempre y ante todas las generaciones.
SEGUNDA PARTE
“A los que predestinó, los llamó”
El hombre, llamado a la existencia y al amor
La segunda parte, está dividida en cuatro capítulos que tratarán acerca del mundo como
el lugar o escenario en donde el hombre desarrolla su vida, la elección hecha por Dios
para alcanzar la salvación eterna y los frutos de esta, la santidad y la filiación divina.
Además de esto, se aborda el tema del hombre desde sus orígenes, su evolución en el
pensamiento histórico, su concepción de persona desde los diversos ámbitos científicos y
su dignidad como Hijo de Dios.
CAPÍTULO I
CIELO Y TIERRA: EL ESPACIO DE LA EXISTENCIA DEL HOMBRE
1. Cielo y tierra
La expresión “cielo y tierra” comprende todo lo que existe, es decir, toda la creación. La
tierra es el conjunto del mundo material, el espacio de la existencia y la condición de la
existencia del hombre, y por tanto, es buena en desde el punto de vista bíblico porque es
el escenario propicio para la salvación.
El cielo no es Dios, pero es un ámbito divino, que no solo se identifica en la materia sino
que trasciende, siendo la gran mediación de la Biblia entre Dios y el hombre.
3. El mundo visible
Conocer la naturaleza del ser creado es necesario para la recta orientación del
pensamiento y la acción del hombre. Los dos capítulos del Génesis son el escenario de la
doctrina cristiana del ser, de la que tantos maestros cristianos han profundizado, llegando
a considerarla la metafísica de la creación. Algunos autores como Agustín, Basilio,
Buenaventura y Tomás han dejado su aporte sobre el Hexamerón, es decir, tratado de la
creación de los seis días. Otros autores como los escolásticos dejaron a un lado este tema.
CAPÍTULO II
EL ORIGEN DEL HOMBRE
El hombre es criatura de Dios y tiene su origen en Dios como lo atestiguan los relatos del
Génesis. La ciencia, en cambio, define al hombre a partir de la teoría de la evolución y
representa sin duda una de las discusiones más difíciles en todos los ámbitos, pues allí
surge la pregunta acerca del origen del alma humana. Este capítulo presenta siete
apartados que nos ayudan a comprender mejor la problemática del hombre, su origen y
demás matices.
2. La Iglesia y el evolucionismo
A partir de la segunda mitad del siglo pasado, el ambiente fue de conciliación, ya que
muchas hipótesis se han expuesto con argumentación científica. Muchos teólogos
expusieron sus publicaciones en clave evolucionista, porque se dieron cuenta que la fe en
la creación y la teoría de la evolución no se oponen entre sí, en principio. Ambas ciencias
deben generar un diálogo recíproco, . Juan Pablo II, reconoció que el evolucionismo es
más que una hipótesis, y que es una teoría que prueba su validez al necesitar de la
cosmología o filosofía de la naturaleza y no se debe hablar de la teoría de la Evolución sino
de las teorías, puesto que hay múltiples explicaciones y no todas van en concordancia con
la fe.
A partir de lo anterior, podemos decir que la intervención de Dios vista desde una
perspectiva evolucionista tiene que ver con que él da al hombre el ser, lo crea y le da alma
y cuerpo que mediante la evolución se va desarrollando.
4. Monogenismo y poligenismo
Instruida por la Sagrada Escritura, la Iglesia tiene la convicción de que la fuerza generativa
del hombre por sí sola no es capaz de producir seres humanos dotados del alma espiritual,
que el Creador tiene que intervenir de manera especial en el origen de cada nuevo
hombre. Es imposible admitir al hombre como la generación y reproducción de su especie
con una información concreta, dado la dignidad que posee y la relación que con el creador
debe llegar a tener. Por tanto la intervención de Dios es necesaria.
Surgen muchas opiniones sobre cuál es el momento en que tiene lugar la animación del
feto. Antiguamente se sostenía que eran de 40 a 80 semanas despues de la fecundación,
los abortistas señalan que no hay vida sino hasta después de determinadas semanas para
defender así su postura sobre el aborto.
El magisterio de la Iglesia señala actualmente que hay vida en el momento de la
concepción y conoce además las repercusiones éticas al respecto. Con la fecundación
inicia la aventura de una vida humana, cuyas principales capacidades requieren un tiempo
para desarrollarse y poder actuar.
Esta doctrina sigue siendo válida y es confirmada, en el caso de que fuese necesario, por
los recientes avances de la biología humana, la cual reconoce que en el cigoto resultante
de la fecundación está ya constituida la identidad biológica de un nuevo individuo
humano.
La Donum vitae, concluye este tema diciendo que la vida de un ser humano debe
respetarse desde el mismo momento de la concepción, por ser aquella criatura querida
por Dios por sí misma y porque Dios ha impreso su sello en cada hombre al dotarlo de un
alma espiritual.
CAPÍTULO III
EL HOMBRE, IMAGEN DE DIOS
1. Antiguo testamento
El tema de la semejanza divina fue muy importante en los tiempo del helenismo, judaísmo
tardío y la patrística. El mundo, desde la visión platónica era una imagen del mundo de las
ideas, e incluso el hombre mismo obtenía su semejanza gracias a la mediación del Logos
invisible y por tanto el hombre es imagen del Logos.
A partir de eso en los Padres surgieron algunas preguntas, sobre la imagen, la semejanza,
la relación entre ellas y concluyeron que el modelo de la imagen es cristológico, es decir,
el Logos invisible; el sujeto de la semejanza será el alma por las cualidades que muestra
como la inteligencia y la autodeterminación; La relación entre la imagen y la semejanza es
el punto central de la doctrina patrística de la semejanza, la cual radica en que la imagen
vuelve a su origen por la acción de Cristo y la semejanza se mantiene en un dinamismo
que hace al alma llegar a la trascendencia y encontrar a Dios.
4. Teología medieval
CAPÍTULO IV
LA PERSONA HUMANA
La dignidad de la persona es el bien más precioso que el hombre posee, más que
cualquier bien terrenal, ya que el valor de la persona humana es ella misma.
- Horizonte
CONCLUSIÓN
La dignidad humana es un tema que abarca todos los ámbitos de la fe, desde la Escritura
hasta la doctrina y deja de manifiesto cuán importante es el hombre, el valor de la
persona, el bien que representa para la sociedad y para la Iglesia, quien tiene la misión de
anunciar el amor de Dios a todos los hombres y acercarlos a la salvación de la cual tienen
el mismo derecho que aquello que creen.
APRECIACIÓN PERSONAL