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Tecnologia y Humanismo

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TECNOLOGIA Y HUMANISMO

Juan Jos Sanguineti

Conferencia en el Centro Argentino de Ingenieros (CAI), Buenos Aires, 28 de septiembre de


1998. Publicada en La tecnologa y el hombre, C. Bauer, V. Massuh, J. J. Sanguineti, CAI,
Buenos Aires, 2001, pp. 10-18.

Agradezco al Centro Argentino de Ingenieros y a la UNESCO esta invitacin y esta


posibilidad de intervenir en un evento cultural como ste, en el que se produce un encuentro
entre el humanismo, la filosofa y la tecnologa, encuentro tan oportunamente expuesto por el
Dr. Massuh y el Ing. Bauer. En el fondo creo que estamos de acuerdo y que estamos
realizando ahora una reflexin con slo matices diferentes, para que todos podamos pensar
sobre problemas que estn actualmente en primera plana y que constituyen el gran desafo
con el que se va a enfrentar la humanidad en el siglo prximo. Voy a exponer a continuacin
una serie de puntos, teniendo como trasfondo la evidente convergencia que en los ltimos
decenios se est produciendo entre esos dos polos sealados por el Dr. Massuh, la razn
tecnolgica y el saber humanista. La convergencia es creciente: los filsofos se preocupan
cada vez de la tecnologa y la van comprendiendo mejor, si ms no fuera porque tenemos que
emplearla en nuestro trabajo diario con la computadora, cosa que nos lleva a entender mejor
sus ventajas y sus dificultades; pero al mismo tiempo los ingenieros y en general todo el
sector tecnolgico tienen hoy una preocupacin humanista evidente que no se daba en otros
tiempos. Por eso existe hoy una naciente filosofa de la tecnologa que no me extraara ver
cristalizada en pocos aos como asignatura que los estudiantes de filosofa deban afrontar en
los cursos ordinarios. Podra citar a muchas personas y no poca bibliografa sobre esta
reciente filosofa de la tecnologa, diferente de la filosofa de la ciencia.
Hablar desde mi punto de vista filosfico, que incluye en el fondo a la teologa, si bien
no sea ste mi campo especfico. A este respecto dir entre parntesis, ya que no podr
extenderme aqu sobre este punto, que el enfoque ms eficaz para esta unin que queremos
conseguir entre tecnologa y humanismo a mi modo de ver est en una filosofa y una teologa
del trabajo, porque la tecnologa es una parte del trabajo del hombre. Es un campo en el que
ya existen muchos aportes en los que ahora no puedo detenerme. El ejemplo de Massuh de la
lanza que hiere y que luego ayuda a curar yo lo trasladara al fuego, ese fuego que en la
mitologa griega fue robado a los dioses por Prometeo y que seala simblicamente el
nacimiento de la tecnologa. El fuego efectivamente hiere, destruye y mata, pero bien
utilizado calienta y cura. Los animales no producen fuego. El descubrimiento del fuego fue
uno de los grandes saltos tecnolgicos de la humanidad y en todas las sucesivas invenciones
ha sucedido un poco lo mismo.
Procedo entonces a mi exposicin, que dada la escasez de tiempo ser necesariamente
esquemtica. La primera idea es que el hombre por naturaleza es un ser tcnico, un homo

faber, aunque no sea solamente esto. Desde el primer momento de su existencia racional el
hombre no puede vivir sino produciendo tcnica: no puede vivir sino en una casa, vistindose,
armndose, buscando instrumentos para moverse entre las cosas. Es sta una caracterstica del
hombre que seala un claro corte con los animales. El hombre objetiva la naturaleza de modo
tal que produce instrumentos con su razn (y no slo con sus instintos, como las abejas). Esos
instrumentos, creados con su inteligencia y libertad, de modos variadsimos, en cierto modo
prolongan su cuerpo y le permiten ejercer un dominio natural sobre el mundo fsico, en el que
se incluye su propio cuerpo. Este dominio est previsto por el plan creador de Dios, que
quiere que el hombre viva efectivamente de este modo. La expresin profesional y cientfica
de este carcter tecnificador del hombre es sin duda la ingeniera, si le damos a esta palabra
un sentido ms amplio del normal. El hombre como ser tcnico, entonces, es el hombre
mismo y no una aadidura, aunque repito que no somos exclusivamente tcnicos. La
finalidad de la tcnica es que el ser humano no slo viva o sobreviva, como los animales, sino
que viva bien, un vivere bene que no tiene que ver con el concepto banal y consumista del
mero bienestar, sino con la nocin aristotlica profunda de la vida buena, que incluye la
tica y la felicidad. Si entroncamos esto con la visin teolgica, podramos decir que Dios en
su proyecto creador no hace seres pasivos, sino que llama a la existencia a seres creadores,
en el sentido de que participan como criaturas de su poder creador: el hombre como ser que
trabaja y como ser tcnico est participando del poder creador de Dios o est manifestando
de este modo que es hecho a imagen y semejanza de Dios. Remito a la encclica de Juan
Pablo II Laborem Exercens para este tema, en la que se apunta una magnfica teologa del
trabajo, que personalmente yo conozco tambin gracias a las enseanzas del Beato Josemara
Escriv de Balaguer, pionero de la moderna teologa del trabajo. Por eso, si somos
tecnolgicos y trabajadores, es por la naturaleza misma del mundo en el que estamos
inmersos y porque el plan de Dios es precisamente que llevemos a su perfeccionamiento las
potencialidades que este mundo nos ofrece. La tcnica no es pura creatividad, sino ms
bien una utilizacin de potencialidades nsitas en la naturaleza. El fuego es natural, pero no
existir si el hombre no lo saca como potencialidad de la naturaleza, para luego controlarlo,
ampliarlo, moderarlo y usarlo siempre para el bien.
Este es un primer punto de mi charla. Dentro de la configuracin de la tcnica como
actividad profundamente humana (humanista, si queremos), hago notar que en esta reunin
nos estamos refiriendo principalmente a la ingeniera, pero no tanto a otros sectores algo
distintos, como por ejemplo la medicina. Aun as, es bueno que tengamos en cuenta la
existencia de mbitos distintos de la creatividad tcnica, y a este propsito yo sealara tres
grandes mbitos. El primero, en el que estamos pensado sobre todo aqu, es el de la ingeniera
en su sentido tradicional (civil, electrnica, industrial, etc.), que tiene que ver con la creacin
de artefactos con la materia inanimada. Estos artefactos son instrumentos de trabajo guiados
por la mano humana, aunque sea indirectamente como sucede en la automacin. Con ellos
dominamos y utilizamos las energas de la materia. Pero existe un segundo sector algo
distinto, que es la asistencia artificial de la vida orgnica, de lo que se ocupa por ejemplo la
medicina. El cuerpo orgnico tiene sus propios fines y la inventiva humana consigue subsanar
sus defectos y potenciar sus fuerzas para la vida misma. El viviente es distinto del noviviente, porque es activo por s mismo y tiene sus propios fines, cosa que no ocurre con la
naturaleza inanimada. El viviente no puede ser una mquina, aunque pueda usarse para el
trabajo. Si lo convertimos en mquina, lo destrumos como viviente. Esto significa que la
intervencin tcnica del hombre en la vida tiene que modalizarse de otro modo, con criterios
algo distintos de los que se aplican para el uso de lo inanimado. El tercer mbito, que me

limito a sealar, es el de los artefactos simblicos, como un libro o una computadora,


artefactos que se usan con el lenguaje y que permiten actividades tanto materiales como
espirituales, pero sobre todo estas ltimas El mismo lenguaje es un artefacto de este tipo y
se puede hablar de tcnica lingstica y de tantas otras tcnicas semejantes en este sentido.
Prosigo con mi exposicin y voy a referirme ahora a un aspecto de tipo histrico, en
parte ya tocado por las intervenciones anteriores. Aludo a la enorme diferencia entre la
tcnica antigua o tradicional y la tecnologa moderna (que por eso se llama tecnologa y no
meramente tcnica). Esta diferencia es debida, sin duda, al influjo revolucionario de la
ciencia moderna. La tcnica antigua, que conocan Platn, Aristteles y los medievales,
estudiada de modo profundo por esos filsofos, es una tcnica artesanal, es decir, restringida,
manual, emprica, que cada usuario controla en directo con sus manos y que por eso adquiere
fcilmente un sentido humano. Esta tcnica, por supuesto, puede usarse para el bien o para
el mal, pero no plantea los problemas que van a nacer con la tecnologa moderna. Esta ltima
surgi casi espontneamente, sin que el hombre se lo propusiera claramente, aunque algunos
como Galileo o Bacon la entendieron con clarividencia, y surgi como resultado de una
alianza admirable entre el trabajo fsico y la ciencia moderna, en particular la fsica que
conceptualiza matemticamente a la naturaleza, y ms tarde como fruto de una segunda
alianza con la economa de mercado, que da un peculiar dinamismo a la produccin en serie
de artefactos tiles para la vida del hombre (revolucin industrial). Esto supuso una nueva
valoracin del trabajo fsico, manual, que era despreciado por los griegos como propio de
siervos o como poco seorial. La misma ciencia moderna se orienta muy especialmente a
las realizaciones tcnicas y se la puede llamar en cierto modo tecno-ciencia. Esta triple
alianza otorga bien pronto a la tecnologa, desde fines del siglo XVIII con la revolucin
industrial, un peculiar dinamismo in crescendo, una forma de desarrollo que hoy no parece ya
frenable, porque ahora la tecnologa tiene de suyo los propios resortes para ir avanzando de
modo sistemtico. Y as tenemos el espectculo asombroso de una tcnica que desde hace dos
siglos sigue avanzando ms y ms, con nuevas etapas, con ms eficiencia y rendimiento,
involucrando cada vez ms a todos, creando nuevas necesidades y nuevos fines, cosa de suyo
positiva. Ortega deca que el hombre es el ser que se ocupa de lo superfluo, que crea
necesidades superfluas, y que en esto se distingue de los animales que se limitan a beber y
comer y poco ms. Con la tcnica el hombre puede lanzarse a empresas maravillosas: es una
clara manifestacin de su espiritualidad.
La tecnologa moderna tiene muchos aspectos positivos, como es ms que obvio, pero
tambin sus riesgos, sus realizaciones malogradas, no por defecto de la tecnologa como tal,
sino porque la tcnica la hacemos seres humanos, que muchas veces no acertamos a hacer
bien las cosas, por ignorancia o por intereses desviados, o no sabemos utilizarla como es
debido. Hablo un poco esquemticamente, porque todo lo que estoy diciendo requiere
muchos matices. Continuando con esta visin de conjunto, podramos decir que el siglo XIX
es una poca en que la tecnologa se ve preponderantemente de un modo optimista y a veces
utpico, como si fuera una panacea que va a poder resolver todos los grandes problemas del
hombre. Este entusiasmo se comprende si pensamos que la nueva tecnologa estaba entonces
resolviendo problemas materiales muy importantes (comunicaciones antes impensables, un
nuevo estilo de vida, prolongacin de la vida fsica, etc.), cosa que facilit el surgimiento del
mito del progreso. Ese mito era un signo de la atmsfera humana en que la tecnologa era
vivida y valorada. Pero ya incluso en esa poca surgieron problemas y no es una casualidad
que el romanticismo del temprano siglo XIX viera con desconfianza a la nueva tecnologa por

su alejamiento de la naturaleza real y viviente. Otro ejemplo a este respecto sera el de


Marx. En plena poca de la industrializacin salvaje, Marx advirti, como muchos otros, la
depauperizacin social provocada por el maquinismo y el puro capitalismo. El pretenda que
al hombre no le fuera arrebatado de sus manos el producto de su trabajo, y que todos por igual
fueran sus poseedores y no slo algunos. Pero segua manteniendo una visin estrecha y
precisamente tecnolgica, porque vea al hombre slo como homo faber. La liberacin
ltima soada por Marx es un reino de libertad donde el gnero humano domina
perfectamente a la naturaleza con las mquinas y aqu se acaba todo. Con la cada del
comunismo, hoy podemos ver con ms serenidad hasta qu punto Marx estaba condicionado
por el tecnologismo del siglo XIX.
En nuestro siglo XX ya casi acabado, pese a que el desarrollo tecnolgico es muchsimo
ms portentoso que en el siglo anterior, las cosas se ven de una manera menos ingenua.
Podramos llamar a esta centuria el siglo del lmite en este tema. Nos hemos encontrado con
tres grandes lmites de la tecnologa moderna (que nada le restan a su dignidad). Uno es el
lmite ontolgico: la tcnica actual, con su crecimiento invasivo, amenaza con sustituirse al
mundo natural. Esto crea un problema que ha preocupado a filsofos como Husserl y
Heidegger, un problema que lleva a reflexionar sobre el ser natural y el ser artificial. No
somos creadores de todo: mucho nos viene dado y es precioso. La tcnica no es creadora del
ser mismo, del mundo o del hombre. Otro es el lmite ecolgico, en apariencia ms concreto
que el anterior, pero en realidad su consecuencia e ilustracin: una tecnologizacin
desequilibrada es nociva para el ecosistema que permite nuestra vida en la tierra, y los
criterios ecolgicos no coinciden siempre con los intereses tecnolgicos autonomizados.
Hoy es un lugar comn referirse a esto: todos estamos convencidos de que es as y hemos
aprendido a corregirnos en parte, pero todava hay mucho por hacer, sobre todo en el campo
biotecnolgico, para preservar la vida humana en todas sus manifestaciones, como por
ejemplo la familia y el matrimonio (obviamente el ecologismo tiene tambin sus distintas
vertientes ideolgicas y polticas: no me refiero ahora a estos aspectos, sino a la substancia
del problema). Y por ltimo, est el lmite antropolgico y tico: una tecnologa aplicada de
modo unvoco a las cosas y al hombre puede hacer que el hombre mismo se auto-tecnifique o
se tome a s mismo como objeto tcnico. Otro aspecto ms conocido, naturalmente, es que la
tecnologa puede usarse para el bien o para el mal, y hoy todos compartimos la idea de que
una tecnologa de superarmamentos, de produccin continua de armas nucleares, es algo
negativo y un rumbo que no queremos tomar. Es otra de las lecciones que hemos aprendido
en este siglo XX.
Ante estos problemas, que nos sacan de la ingenuidad, tenemos que dar unas
soluciones. No existe la solucin, sino que hacen falta una serie de pautas sobre las que
ahora querra reflexionar brevemente en esta parte final de mi charla.
Existe ante todo un problema de actitud de fondo. Todos los das estamos usando
instrumentos tcnicos: no podemos prescindir de ellos, pero los afrontamos con cierta actitud
vital. Heidegger, por ejemplo, en sus profundos escritos sobre la tcnica, deca que tenemos
que meditar, pensar, reflexionar sobre la esencia de la tcnica, y tambin invitaba a ver a la
naturaleza de modo ms alto, con la poesa y el arte, para que el Rhin por ejemplo no se
reduzca a objeto de una planta hidroelctrica o de la industria del turismo. Estoy de acuerdo
aunque no me parece que esto sea suficiente del todo. Otros diran muy acertadamente que la
tcnica tiene someterse a las normas ticas, pero no creo que baste una visin meramente

negativa, como si se tratara tan slo de evitar dar un mal paso, prever accidentes y ver a la
tica como una instancia que se limita a decir siempre que no. Los clsicos como Platn y
Aristteles introducan ante la tcnica artesanal de su poca el concepto de sobriedad, algo
tambin positivo pero que no acaba de ser suficiente ante la tecnologa moderna. Ciertamente
hay que evitar algunas pseudo-soluciones propuestas en los ltimos tiempos. En este sentido
hay dos extremos que deben evitarse: el extremo de condenar a la tcnica moderna occidental
como si fuera algo perverso que acabar con la destruccin del hombre, debiendo entonces
elegir estilos de vida naturalistas o quiz inclinarnos a modelos orientales de la cultura. Se
tratara entonces de huir de lo tcnico o de frenar todo progreso tecnolgico. El otro
extremismo, que a veces resurge en nuestros tiempos, es pensar que los problemas humanos
que plantea la tcnica se resuelven con ms y mejor tcnica, es decir, que sta podra
siempre auto-corregirse sin otras instancias externas que se veran como perturbadoras,
porque en el fondo se piensa que todo problema del hombre siempre podr resolverse si se
afronta tcnicamente. Bacon deca que los tres grandes inventos ms grandes de la humanidad
(para su poca) haban sido la brjula, la plvora y la imprenta, y que haban deparado ms
bienes que las discusiones de muchos filsofos. Podr discutirse esta afirmacin, pero si nos
quedramos slo con esta mentalidad, caeramos en la utopa de pensar que la tcnica produce
la liberacin definitiva del hombre. Y sta es precisamente una de las pseudo-soluciones al
problema que estamos discutiendo.
Existen soluciones aunque no la solucin. Algunos proponen tecnologas
alternativas, menos invasivas, que acompaen ms a la naturaleza, cosa que puede ser
planteable y que en algunos casos se est realizando de hecho (por ej. en medicina). Me
gustara insistir especialmente en que, por muchos criterios y normas que demos para la
humanizacin de la tcnica, ninguno de ellos debe verse como receta automtica o como
simple norma negativa. No podemos quedarnos tranquilos con slo normas como la
clonacin conviene o no conviene, elegir el sexo de quien va a nacer es un abuso, etc. Hay
que ir a la raz: para humanizar la tcnica, hay que estar siempre intranquilos, es decir, tener
la disposicin personal continua de revisar todo lo que haga falta en nuestro comportamiento
tcnico social e individual. Las normas no sirven de mucho si no hay virtudes y convicciones
profundas y vitales. Esto se aplica primeramente a un nivel personal y familiar, que afecta
ms al usuario, al consumidor ms que al productor. En cuanto personas que usan tcnica en
la vida y en la familia, necesitamos virtudes y capacidad de decisiones prudenciales, sabiendo
que no todo puede resolverse tcnicamente en la vida. Es evidente que problemas humanos
como el amor, el matrimonio, la sexualidad, el dolor, la amistad, no pueden resolverse con la
tecnologa (algunos filsofos de la escuela de Frankfurt vieron este problema, aunque no le
dieron la solucin adecuada). Pongo un ejemplo que nos afecta a los filsofos o escritores:
necesitamos usar computadoras siempre actualizadas, pero al mismo tiempo no podemos
obsesionarnos con el instrumento y tenemos que emplearlas con moderacin para no perder la
creatividad. En algn momento ser prudencial la decisin de cerrar la computadora, para
atender a otras cosas. El predominio de los medios sobre los fines es nocivo. La utilizacin
del medio debe personalizarse. Esto se aplica, en diverso modo, al empleo de la televisin,
del Internet, del movicom (telefonino), al uso de medicinas, etc.
Existe, en segundo trmino, un nivel social y poltico, ciertamente mucho ms
complejo. Las decisiones que afectan el desarrollo tecnolgico de empresas, de una regin,
pases o de la comunidad internacional son difciles y no se guan por criterios puramente
tcnicos o econmicos, sino sociales, familiares, educativos, polticos, etc. Los polticos no

son expertos, y deben asesorarse con expertos que sin embargo no son polticos. Sus criterios
no siempre coinciden. Necesitamos tecnologas que potencien la educacin, la familia, la
creatividad, la participacin, el trabajo, y adems que lo hagan en modo distribuido, pidiendo
sacrificios pero equitativamente, que miren al bien de conjunto y al equilibrio (por ej.
evitando enviar tecnologas viejas a pases subdesarrollados). He conversado con algunos de
ustedes (por ej. con el Ing. Mario dOrmea) sobre la importancia de promover la tecnologa
con una adecuada jerarqua de valores humanos, porque hay ciertos problemas muy urgentes,
como los que padecen tantos pases subdesarrollados, que necesitan una clara preferencia por
encima de otros, ante los cuales una asistencia tecnolgica sistemtica y cualificada es un
autntico imperativo moral, y aqu se ve tambin cmo la tecnologa puede ser humanizadora.
La tica muchas veces dice s, ms.
Voy a mencionar, para acabar, una lista esquemtica de algunos criterios que satisfaran
lo que podramos llamar una tecnologa humanista. En primer lugar, es humanista la
tecnologa que favorece la realizacin de actos personales. El trabajo tcnico tiene que
integrarse con el acto humano, como es por ejemplo la lectura, la conversacin, el convivir,
viajar, etc. Quiero decir que no tenemos que buscar slo el resultado exterior, que es
instrumental, sino valorar el acto personal mismo (por ejemplo, el real contacto entre las
personas). Si al hablar con una persona, yo busco solamente un resultado (por ej. le pido una
informacin), en mi conversacin me estoy guiando por un criterio exclusivamente utilitario.
Esa persona podra ser sustituida por una mquina: no la estoy tratando como persona. Esto
tiene muchas aplicaciones en el campo de la amistad, el amor, la familia, la sexualidad, la
enfermedad, el trabajo en grupo, etc. Si desaparece el acto humano, quedar slo la
tecnologizacin exterior o el puro resultado externo. Es por eso que la conversacin entre
personas nunca podr ser sustituida por un dilogo entre computadoras inteligentes.
El segundo criterio es el contexto adecuado. Los utensilios tcnicos tienen que situarse
en un contexto adecuado (como sugiere Mandrioni en su excelente obra Pensar la tcnica).
Lo que a veces deshumaniza no es el artefacto mismo, sino su contexto inhumano, como en
el siglo XIX podran ser las fbricas con sus condiciones dursimas para una vida humana
digna. Hoy vemos con satisfaccin que la informtica crea contextos agradables de trabajo,
incluso estticamente, y sin duda un buen contexto esttico contribuye a la mayor
humanizacin del ser tcnico del hombre.
El tercer criterio son las renuncias. Todo desarrollo complejo y equilibrado exige
decisiones arriesgadas y ciertos renunciamientos, porque nunca se podr llegar a un ptimo
ideal. Siempre habr defectos por alguna parte. Pero sin este espritu de renuncia sacrificada,
las diversas tcnicas tendern a desarrollarse unilateralmente, creando problemas de
incompatibilidades y muchsimas restricciones a las personas, peores que las que se quieren
evitar. Es bueno recordar a este propsito que la tcnica nunca podr eliminar el mal del
mundo: ni el mal fsico ni el mal moral. Vivimos en un mundo complejo y contingente y
adems tenemos las imperfecciones inherentes a nuestros defectos morales, contra los que
debemos luchar de continuo. Sera ilusorio pensar que la tecnificacin va a acabar de raz con
estos defectos. Su objetivo es ayudar a superar algunos males pero no construir un paraso
imposible.
Como cuarto criterio de humanizacin, sealar la globalidad, porque unas reas
repercuten en otras y todas deben tenerse en cuenta a la vez y con equilibrio. El que toma una

decisin tecnolgica deber tener la responsabilidad de saber cmo sus consecuencias van a
repercutir en otros sectores (por ej. religiosos, culturales, educativos, familiares, etc.). Sobre
esto podran citarse bastantes reflexiones del Papa Juan Pablo II. Quien haya ledo su reciente
documento sobre el domingo (Dies Domini), habr notado varias consideraciones sobre la
relacin entre el trabajo y la tecnologa y el da del domingo como espacio de religiosidad y
de contemplacin que no debe ser reabsorbido por una actividad descontroladamente
tecnolgica.
Un quinto criterio es la adecuacin prudencial, porque el instrumento debe adecuarse a
su verdadero fin, con correcciones continuas, para que realmente sirva y no se descontrole.
No todo sirve para todo en cualquier momento. Por ejemplo, hay tiempos no dispensables,
tiempos naturales en la vida humana que una tecnologa de la prisa no debe saltarse, porque
de lo contrario ocurrira lo que antes sealaba sobre el predominio del resultado a toda costa,
con dao del acto personal.
Acabar mencionando como sexto criterio, entre muchos otros que podran verse, el de
la persona misma, que no puede ser tratada como un instrumento tcnico. As lo dijo Kant,
deudor en esto de la tradicin cristiana. No podemos disponer de los dems como un mero
recurso laboral o material. Todos reconocen este punto en teora, pero es ms difcil hacerlo
valer en la prctica para todos (en la antigedad, por ejemplo, el esclavo muchas veces era
visto slo como una mera pieza del trabajo). Este criterio tiene muchas aplicaciones en el
tratamiento de la vida humana desde su concepcin y nacimiento hasta su enfermedad y
muerte.
Quisiera terminar recordando la idea que Juan Pablo II comenta en la Laborem
Exercens de que el dominio bblico del hombre sobre la naturaleza, querido por Dios, supone
que el hombre sea efectivamente dominus, seor de las cosas y no su esclavo. La pura
manipulacin de las cosas no es necesariamente muestra de seoro. El hombre debe ejercitar
ese seoro del sujeto tambin sobre los instrumentos tcnicos, que son el objeto que l ha
forjado.
En la reciente encclica del Papa Fides et Ratio hay tambin sugerencias interesantes
sobre la importancia de que el avance tecnolgico est guiado por valores humanos y
ontolgicos: cuanto mayor sea el poder tcnico, ms conciencia se requiere de los valores
ltimos trascendentes (n. 81), para evitar la utopa racionalista de que el hombre vaya a
creerse con arrogancia el dueo y seor absoluto de su proprio destino (n. 46 y 91).El mundo
tecnolgico, cuando es visto a la luz de una dimensin trascendente, se puede incorporar muy
bien al mundo de la cultura y contribuye de este modo al potenciamiento de esa segunda
naturaleza del hombre que son sus virtudes y habilidades personales. Concebida y practicada
de este modo, la tcnica puede poner toda su potencia instrumental al servicio de la
inteligencia y de la libertad del hombre.

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