Cuentos para Imprimir
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Érase una vez una linda ratita llamada Flor que vivía en un
molino. El lugar era seguro, cómodo y calentito, pero lo
mejor de todo era que en él siempre había abundante
comida disponible. Todas las mañanas los molineros
aparecían con unos cuantos kilos de grano para moler, y
cuando se iban, ella hurgaba en los sacos y se ponía
morada de trigo y maíz.
– ¡Ay, ay, qué dolor! ¿Qué voy a hacer ahora? ¡Me cuesta
mucho andar!
El hada sonrió: