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Presentación de La Música en La Antigua Grecia

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Instrumentos de la Música Griega

La Lira:

Es un instrumento de cuerda punteada antiguo, con forma


de ábaco, cuyo origen los griegos atribuyeron a Hermes,
dios de la retórica y el comercio (otras versiones menos
populares lo atribuyen a la musa Polimnia, una de las
nueve musas artísticas, hijas de Zeus). Fue el instrumento
musical que talló Orfeo, y el que porta Apolo (dios de
la música), como símbolo de la unificación del estado
ciudadano, de la cultura, la música, la religión y las ciencias.
Este instrumento era muy importante en la vida cotidiana y
popular en todas las poblaciones griegas, siendo muy
frecuente hallar en las antiguas vasijas escenas donde se
puede ver a los personajes ejecutando la lira y otros
instrumentos cordófonos.

El Aulós:

Fue un instrumento musical de viento de la Antigua Grecia.


El músico que lo tocaba recibía el nombre de auleta. Los
romanos también usaron este instrumento y lo llamaban
tibia, para imitar el treno funerario de
Medusa, que nada más tenerlo lo lanzó a lo lejos,
porque se percató de que soplar el instrumento
deformaba sus rasgos. El sátiro Marsías recuperó el
instrumento y lo tocó en competición con Apolo, que
tocó la lira.
La Siringa:

Es un instrumento el cual es conocido por los antiguos griegos


y varios pueblos asiáticos y sudamericanos. El instrumento
consiste en una serie de tubos de longitud decreciente, los
cuales se encuentran ordenados según una escala, y se
encuentran soldados uno al lado del otro para que las
boquillas sean partes iguales. Se caracteriza por tener un
sonido similar a la de una armónica, deslizando el
instrumento sobre los labios y soplando sobre ellos.

El Sistro:

Era un instrumento musical de percusión usado por


primera vez por los egipcios, de uso común en las prácticas
musicales de la Antigua Grecia y que con frecuencia se
representaba en las artes visuales, tales como la escultura
y la cerámica. Construido de arcilla, madera o metal, el
instrumento proporcionaba acompañamiento rítmico a
otros instrumentos, especialmente en los festivales y ritos
religiosos. Al agitar el instrumento como un sonajero, el
sonido se produce por los objetos móviles de las varillas
horizontales o el movimiento libre de estas contra el
marco.
La Kithara:

Es un instrumento musical de cuerda pulsada propio de


la Antigua Grecia. Era construido inicialmente como la lira,
pero con una caja de resonancia de mayores dimensiones,
en madera. En su estructura es semejante al kinnor de
los hebreos. Con estas características, la primitiva arpa
tuvo una notable expansión desde la antigua Grecia,
donde fue ejecutada por profesionales,
los citaredos y aedos, como Limenio y Terpandro. Su uso
también se concretó en la Antigua Roma y en Córcega.

El Askaulos:

Es un instrumento de viento. Para obtener el sonido, el


intérprete almacena aire en un odre o saco soplando a
través de un tubo o bien accionando fuelles con un brazo,
para posteriormente presionar el odre haciendo que el aire
salga por otro tubo dotado de orificios donde se ejecuta
con los dedos la melodía. Su origen es remoto ya que se
cree que fue utilizado por los
pueblos babilonios, hebreos, fenicios, romanos y celtas.
Existen posibles referencias literarias en textos latinos,
pero las primeras representaciones europeas de la gaita se
remontan a la Baja Edad Media. A finales del siglo
XV perdió popularidad, excepto en las regiones españolas
de Galicia, Asturias y Mallorca, así como en países como
Escocia, Inglaterra, Francia y la Baja Bretaña.
El Salpinx:

Fue un instrumento musical similar a la trompeta tocada


en la antigua Grecia, de la que se conserva evidencia en
las representaciones presentes en esculturas y pinturas. El
instrumento, muy similar a la tuba romana, estaba
compuesto por una boquilla de hueso, un tubo de Bronce
recto y estrecho con una antorcha terminal también en
bronce, de forma y tamaño variables: se han descrito
como cónicos, bulbosos o esféricos. Probablemente cada
uno de ellos tuvo una influencia en el sonido producido
por el instrumento. La longitud podría variar de ochenta
centímetros a un metro y veinte aproximadamente
(contra el metro y medio de la trompeta romana), incluso
si un espécimen conservado en el Museo de Bellas Artes
de Boston (compuesto por trece secciones de hueso
conectadas por elementos metálicos), tiene una longitud
que supera el metro y cincuenta y siete centímetros.

El Tympanum:

Es un instrumento de percusión, que fue


popularizado en la antigua era romana, siendo
utilizado así por la alta sociedad, su forma es
cilíndrica, con una membrana en la parte
superior, y en los costados decoraciones e
ilustraciones. Si quieres saber más sigue leyendo
para conocer como un simple tambor llegó a ser
tan importante en la sociedad, además como se
fue ganando su puesto en la música
actualmente.
Los Krotala:

Eran generalmente de madera, del


tipo idiófono, un tipo de percusión que hoy
recibe el nombre de castañuelas. Se usaban en
parejas para mantener el ritmo, tanto en bailes
como en bodas y festivales. Por lo general, las
tocaban mujeres que medían el ritmo
golpeando los ritmos con los dedos.
Los antiguos griegos los obtenían de serpientes
de cascabel, y de diversos materiales, como
conchas de mar, madera, caña o metal, uniendo
libremente en un extremo dos piezas del mismo
material. Un cordón de cuero ataba ambas
piezas, lo que les permitió abrirse hasta 90
grados. Estas partes también eran cóncavas en
su interior, produciendo un sonido más fuerte.

El Hydraulis:

Es un antiguo instrumento musical de viento. Fue el


primer instrumento de tecla y el predecesor del actual
órgano neumático. El interprete que lo tañía se
denominaba hydraulés. Fue muy conocido en el mundo
mediterráneo durante la antigüedad. El hydraulis fue
inventado en Grecia en el Siglo III a.C. por Ctesibio, un
inventor que ideó diversos aparatos que funcionaban
con agua y aire. Este instrumento fue conocido por los
romanos y se extendió por todo el imperio usándose en
actos públicos, teatros, espectáculos, etc.
Teóricos de la Música Griega

Platón:

La teoría del Ethos, doctrina en la cual participó Platón, explicaba la importancia de la gimnasia
y la armonía musical en esta educación: la gimnasia proporcionaba salud, complementando los
conocimientos que se adquirieran; “mens sana in corpore sano”, promulgaban. La armonía
musical, para los griegos, representaba el equilibrio y la relación entre los planetas, y era capaz
de provocar pasiones y estados de ánimo de gran utilidad en la formación pedagógica. Platón
abogaba por la utilización de música frigia, que incrementaba la templanza, y dórica, que
incrementaba el valor (atención, no hablamos de órdenes clásicos arquitectónicos, si no de
modos musicales griegos. Por si las moscas), así como pensaba que algunos instrumentos, como
el aulós(una doble flauta como la que aparece en la cabecera), debían prohibirse en el proceso
pedagógico, pues estaban destinados a la diversión, y no a la concentración. Para Platón, la
ausencia de ley en el arte y la educación conducen a la licenciosidad en las costumbres y a la
anarquía en la sociedad. Junto con Aristóteles, ideó un sistema de educación pública basada en
la teoría del Ethos (equilibrio gimnasia-música) que formaría a personas justas. Y con esta
educación se podría iniciar la construcción de “kaliopolis”, la ciudad feliz.
Aristoxeno:

Educado primero en los preceptos pitagóricos y más tarde


discípulo de Aristóteles, el filósofo y músico griego Aristoxeno
de Tarento fue el principal tratadista griego de cuestiones
musicales. Escribió más de cuatrocientas obras, de las que sólo
se conservan parcialmente los Elementos Armónicos, el más
antiguo tratado musical conocido, y algunos fragmentos de los
Elementos Rítmicos. Su teoría (atenta al oído más que al
cálculo) se contraponía a la tradicional pitagórica.

Pitágoras:

La doctrina pitagórica de la Armonía de las


Esferas, es la quintaesencia de la belleza en la
explicación pitagórica del Cosmos divino
armonizado de forma fascinante por la
concordancia de las proporciones aritméticas y
musicales, que extrapoladas al universo entero
determinarían que los cuerpos celestes debían
emitir en sus movimientos unos tonos musicales
armoniosos cuya combinación producía una
maravillosa melodía permanente: La Música de las
Esferas. Tal vez Pitágoras se remontaría a la
Mitología puesto que en el himno de Ares, Homero
se dirige a los planetas como si fueran un coro de
voces divinas. Además, conocemos la afición de los
pitagóricos a los ritos de Orfeo vinculados al poder
del número y de la música. De modo que Pitágoras
racionalizaría el sistema y la daría un valor místico y
científico.
Alipio:

El trabajo de Alipio consistía en su totalidad, con


excepción de una breve introducción, de las listas de
símbolos utilizados (tanto para voz como para
instrumentos) para designar a todos los sonidos en
las cuarenta y cinco escalas que se producen al
tomar cada uno de los quince modos en los tres
géneros (diatónico, cromático y enarmónico). Se
trata, por lo tanto, de hecho de solo una (la quinta)
de las siete ramas de las que se tratan, como
siempre, dividida en introducción, y posiblemente
puede ser sólo un fragmento de una obra mayor.
Habría sido más valioso que un número considerable
de ejemplos fueran dejados sobre el uso real del
sistema de calificación descritos en el mismo; por
desgracia, muy poco de él sobrevivió, y esos parecen
pertenecer a una etapa anterior a la ciencia. Sin embargo, el trabajo de Alipio sigue
siendo la mejor fuente de conocimiento moderno sobre las notas musicales de los
griegos, incluyendo un relato completo del sistema griego de escalas,
transposiciones, la notación musical, que sirve para arrojar algo de luz sobre la
oscura historia de los modos.

Arístides Quintiliano:

Fue un teórico de la música griego, de formación


no sólo musicológica sino filosófica, de cuya vida
apenas sabemos nada, salvo que tuvo que vivir en
una época posterior a Cicerón (Siglo I a.C.), al que
menciona, y anterior a Marciano Capella (Siglo V),
quien utiliza pasajes de la obra de Arístides. Fue
autor de un tratado musical, Perì musikês (Sobre la
música), en el que pretendió mostrar todos los
aspectos concernientes a la música, tanto los
específicamente técnicos, como los filosóficos,
intentando conciliar la teorización aristoxenista y la
pitagórica.

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