APROVECHA EL TIEMPO - Disfruta El Arte de La Organización (Spanish Edition)
APROVECHA EL TIEMPO - Disfruta El Arte de La Organización (Spanish Edition)
APROVECHA EL TIEMPO - Disfruta El Arte de La Organización (Spanish Edition)
A mis hijos, Mateo y Álvaro, por ser el motor que me ha movido a plasmar
mis pensamientos y por animarme a ser un poco mejor cada día.
A ti, que has decidido dedicar una parte de tu valioso tiempo a leerme. Estoy
convencida de que mi método te inspirará para seguir mejorando.
ÍNDICE
1- Introducción
2- El método AMORE
3- Tu ACTITUD te diferencia
4- La importancia de establecer METAS
5- ORGANIZACIÓN y planificación.
6- REALIZACIÓN de tus metas
7- EXAMEN de tus resultados
8- Consejos sencillos para aumentar la productividad.
10. Epílogo.
11. Contacto
1- Introducción
Estoy segura de que más de una vez has oído, dicho o pensado «no tengo
tiempo», «no llego», «a mis días les faltan horas». Te suena, ¿verdad? En la
sociedad en la que vivimos cada vez estamos más ocupados, tenemos la
sensación de que nos falta tiempo para hacer todo lo que tenemos planificado.
Vivimos presos de una vorágine que nos arrastra día a día y nos impide
alcanzar nuestros objetivos. Yo misma, hablando en el sofá con mi marido,
más de una vez le he formulado esta pregunta: «¿qué hacemos mal?»,
siempre tras una larguísima jornada llena de tareas con otras tantas
pendientes. Queremos llegar a todo y nos resulta imposible.
Y, querido lector, querida lectora, siento decirte que es muy probable que no
llegues a todo. Al menos no siempre. Y esto es algo que a mí me ha costado
mucho asimilar, especialmente en momentos en los que los días se me
llenaban de obligaciones y no me quedaba suficiente espacio para mí misma.
La buena noticia es que, con un buen plan, podemos ser capaces de
aprovechar nuestro tiempo al máximo y terminar las tareas que consideremos
prioritarias, además de disfrutar de los tan necesarios momentos de ocio. Este
equilibrio va a hacer que seamos más felices y libres.
Desde hace años, una gran parte de la gente que me rodea, tanto en el ámbito
laboral como en el personal, me dice frases del tipo: «¿cómo puedes
aprovechar tanto tu tiempo?» o «¿cómo te llega el día para hacer tantas
cosas?» También se repite mucho «no sé cómo lo haces» o «hay que ver
cómo te cunde el día», incluso me han llegado a comparar con Hermione y su
«giratiempo», Pero también me dicen a menudo: «a mí no me da tiempo a
nada», «no tengo tiempo para hacer deporte», «no tengo tiempo para quedar
con mis amigos». Te sonará a risa, pero algunas veces me han propuesto
comprar mi tiempo. Partiendo de la base de que querer es poder y de que los
días de todas las personas tienen veinticuatro horas, me he planteado si
realmente hay algo en mí que me diferencie de todos aquellos que valoran mi
organización y, tras unos meses de análisis interno y externo, he decidido
escribir este libro con los puntos que considero fundamentales para sacar el
mayor partido posible a tus días.
Soy consciente de que cada persona, cada familia, tiene una situación
completamente diferente; no todos tenemos la misma disponibilidad o las
mismas herramientas, ni contamos con el mismo tiempo disponible, pero
todos podemos encontrar el modo de llevar a cabo gran parte de las
actividades que consideremos importantes e instaurar una rutina productiva,
lo que nos resultará muy gratificante y contribuirá a nuestra felicidad y hará
que nuestro estrés y frustración disminuyan.
ACTITUD
METAS
ORGANIZACIÓN
REALIZACIÓN
EXAMEN
Las METAS y los objetivos que te propongas serán el hilo conductor de este
método. Piensa qué quieres hacer, qué te gustaría conseguir y visualízate en
el futuro. Una vez que te hayas visualizado, tendrás que pasar a la acción.
Recuerdo un día de enero de hace siete años a las ocho de la mañana nada
más llegar a la oficina. Llevaba lloviendo más de quince días seguidos y yo,
que soy de secano, estaba cansada del clima invernal. Ese día, además de la
lluvia, hacía mucho frío, no podía ser peor. Al salir del ascensor me encontré
con la chica que limpia el edificio. Siempre me gustaba intercambiar unas
palabras con ella, me transmitía mucha paz y positividad. Como siempre,
inicié la conversación después de que me diera los buenos días: «Buenos
días, aunque con este tiempo no sé yo qué decirte», le respondí. A lo que ella,
con la calma que la caracteriza, me dijo: «está en nosotros hacer que un día
sea bueno o malo». Me quedé sin saber qué responder, qué contundente.
Menudo bofetón de realidad. Porque una afirmación aparentemente sencilla
me tuvo todo el día dándole vueltas. De hecho, compartí su frase en
Facebook para que cada año me apareciera entre mis recuerdos, para no
olvidarla nunca. A pesar de lo banal que les pudiera resultar a algunos esa
afirmación, ese momento marcó un antes y un después en mi vida. Es verdad
que nunca me había caracterizado por ser una persona especialmente negativa
o catastrofista, pero es igualmente cierto que no tenía el enfoque adecuado en
todas las situaciones. La frase que le dije era lo opuesto que había que hacer
para tener un buen día. Con ese ánimo era complicado que las cosas salieran
como yo quería. Y, para qué mentir: a alguien de la Meseta tanta lluvia se le
hace cuesta arriba. Durante mi aprendizaje he comprendido que, si dependes
del exterior, rara vez vas a conseguir lo que te propongas, por eso es tan
importante enfocarse en uno mismo, en qué puedes hacer para conseguir tus
metas y luchar por ello. Siempre va a haber circunstancias adversas en
nuestros días, pero en nosotros está la voluntad de aceptarlas y seguir
adelante con nuestros propósitos. Ahora, cada vez que llueve, pienso: «menos
mal, tengo un paraguas y un abrigo para protegerme del clima». Por supuesto,
es mi responsabilidad acordarme de coger el paraguas y abrigarme para que
la lluvia y el frío no me impidan ver el resto de mi día.
Fíjate en todas las personas exitosas que conozcas, famosas o no. ¿Qué crees
que tienen en común? Efectivamente es su actitud. Tienen entusiasmo,
positividad, son conscientes de que sus días dependen de ellas y hacen todo
lo posible por buscar soluciones a sus problemas. Obviamente una actitud
positiva por sí sola no garantiza el éxito. Pero todas las personas exitosas
coinciden en que tienen entusiasmo, enseñan al mundo sus ganas y su fuerza,
así como su compromiso. Luchan por conseguir lo que quieren. Y lo
consiguen. Con actitud y pensamientos cargados de negatividad es muy
complicado cumplir con lo que nos proponemos, alcanzar el éxito. Así que,
desde este momento te voy a pedir que te hables bien, que te trates como
tratarías a otra persona. Nunca te digas «no puedo», es mejor que te digas:
«lo seguiré intentando y lo conseguiré». A lo mejor no lo consigues hoy, pero
llegará más adelante. Una amiga cercana se repetía constantemente a sí
misma que no iba a conseguir aprobar un examen bastante complicado para
obtener una acreditación que necesitaba. No creía en ella y, cuando me
compartía sus preocupaciones, casi me enfadaba, porque yo sí veía clarísimo
que lo iba a conseguir, quizás no ese año, pero al año siguiente seguro que lo
haría. La animé a que lo intentara y le dije más de mil veces que confiaba en
ella, que lo lograría. Se esforzó muchísimo, estudió como nunca, casi hacía
vida monacal. Y pasó: consiguió aprobar ese examen la primera vez que se
presentó a la convocatoria. Y yo me llevo la satisfacción de haber creído en
ella y haberla apoyado hasta que consiguió su objetivo y, sobre todo, por
haber hecho que creyera en sí misma, porque eso la ha llevado a establecerse
metas más ambiciosas e ir a por ellas. Porque la mayoría de las veces nuestras
limitaciones están en nosotros mismos. Trátate bien, confía en ti, lucha por
conseguir lo que te propongas. Tarde o temprano llegará. Si no crees en ti y
no lo intentas por miedo, por desconfianza, nunca lo lograrás. No tengas
miedo al fracaso ni miedo a equivocarte, ya que cada error que cometemos es
una oportunidad para mejorar y aprender. Háblate con cariño, con confianza
y con entusiasmo, poco a poco los mensajes positivos irán calando y verás el
impacto que tienen en tu vida.
A veces puede resultar complicado encontrar esa energía, esas ganas, esa
actitud tan positiva, cuando nuestro día a día se nos echa encima y, en
algunos casos, no de la mejor manera. ¿Cómo puedes conseguir la
motivación que te hace falta? Es tan sencillo, pero a la vez tan complejo
como entender por qué y para qué haces las cosas, dándoles sentido a tus
días. Si tienes metas claras, te será mucho más fácil estar enfocado, enfocada,
ya que tendrás un rumbo definido por el que avanzar. Si no tienes claras tus
metas, trabajaremos métodos para poder seleccionarlas correctamente de
acuerdo con tus preferencias. En el próximo capítulo trataremos el
autoconocimiento y la tarea de introspección, que te ayudarán a definir
claramente tus objetivos y metas vitales, las cuales te permitirán vivir con
mayor entusiasmo. Pero, como todos somos humanos, habrá momentos en los
que la motivación disminuya por distintas circunstancias, ajenas o no a
nosotros. En esos casos es importante que mantengas el foco y continúes con
tu plan compensando esa puntual falta de motivación con disciplina y
compromiso. Cuando estoy estancada o empiezo a notar que estoy perdiendo
la motivación, me funciona muy bien la técnica del « vaciado cerebral » , que
consiste en anotar todo lo que tengo en la cabeza en ese momento, sea o no
importante, desde las noticias que me preocupan, la lista de la compra, un
sentimiento, etc. Una vez vacío el cerebro, me encuentro con otra perspectiva
que me da un soplo de aire fresco y me levanta el ánimo para poder continuar
con mis tareas con energía.
La disciplina
Durante este camino también vas a necesitar comprender que tú solo, tú sola,
no vas a poder cambiar el mundo. Sin embargo, sí puedes cambiar muchas
cosas, hay muchas partes de tu vida que dependen de ti. Enfócate en ellas y
suelta aquello que no puedas controlar. Para mí esta ha sido la parte más
difícil de aceptar. Me gusta mucho la frase: «Si tu problema tiene solución,
¿por qué te preocupas? Y, si no la tiene, ¿por qué te preocupas?» La teoría
puede sonar muy sencilla, pero en la práctica no es tan fácil como parece,
sobre todo porque muchas veces actuamos de forma inconsciente. Las
personas que tienden a preocuparse en exceso viven en el futuro, se anticipan
a lo que puede suceder (que, de hecho, las circunstancias por las que solemos
preocuparnos no suelen suceder nunca). Cuando nos preocupamos tenemos
una falsa sensación de control sobre los hechos, ya que consideramos que
tendremos una solución anticipada a lo que pueda ocurrir. Y digo falsa
sensación porque siempre va a haber circunstancias, actitudes o hechos que
no podemos controlar. Preocuparnos en exceso puede llevarnos a dejar de
vivir el presente para vivir en el futuro que, dicho sea de paso, suele ser
bastante irreal, ya que normalmente no se corresponde con la realidad.
Mientras no vivimos en el presente perdemos la oportunidad de ser felices y
de hacernos cargo de situaciones y actividades que pueden ser importantes
para nosotros. Además, perdemos un valioso tiempo y la concentración y
atención necesarias para ser productivos.
Algo que me funciona muy bien a mí es dar las gracias cada mañana al
levantarme por algo bueno que tenga o que me haya pasado. Basta con una
sola cosa cada día; al cabo de un par de semanas seguro que empiezas a notar
los beneficios. Otro ejercicio que también me ayuda es plasmar en papel mis
logros y mis virtudes. Suelo hacerlo cuando tengo un mal día o cuando las
cosas no salen como espero. Esto me ayuda a tomar distancia de lo negativo y
me da la fuerza necesaria para resolver las situaciones adversas que se me
hayan presentado. También resulta muy positivo y motivador visualizarse en
el futuro consiguiendo las metas que te propones, tómate tu tiempo e imagina
con todo detalle lo que quieres conseguir. Aunque sea difícil de creer, el
lenguaje en positivo tiene un gran impacto en nuestra actitud. Por ejemplo,
puedes cambiar: « si no soy disciplinada no lo voy a conseguir » por « si soy
disciplinada lo voy a conseguir » . Este pequeño matiz tiene un gran impacto
en los resultados, compruébalo. Si realizas estos sencillos ejercicios de forma
rutinaria, conseguirás poco a poco ir entrenando a tu mente para vivir con
más entusiasmo y motivación.
A pesar de que tienes claro que, para conseguir tus metas, la actitud es muy
importante, puede que no sepas por dónde empezar, que te sientas perdida,
que te sientas perdido, que sientas inseguridad, escepticismo, incluso miedo
al cambio, pero déjame darte desde este momento la enhorabuena. ¿Tan
pronto? Sí, porque ya has dado el primer paso casi sin darte cuenta. Si estás
leyéndome es porque hay algo en tu interior que ha hecho que quieras
mejorar. Eres consciente de que hay algo que no termina de funcionar en tu
vida y quieres que lo haga. Créeme que eso ya es mucho; algunas personas ni
siquiera se dan cuenta de que tienen algo que cambiar. A pesar de que el
camino no va a ser corto, al menos ya tienes los pies puestos sobre él. Solo
falta que alguien te indique cómo seguir, te guíe hasta el destino que tú
mismo, tú misma, te marcarás.
4- La importancia de establecer METAS
Los japoneses acuñaron el concepto ikigai, que en español sería algo así
como la «razón de ser». Según la cultura japonesa, todos tenemos nuestro
ikigai, nuestro propósito, nuestro objetivo en la vida. Se trata de una actividad
que nos llena, en la que somos buenos, que se nos da bien y que al mismo
tiempo contribuye a nuestra comunidad. Puede parecer sencillo, pero para
encontrar nuestro ikigai puede ser necesario recorrer un camino largo, de
autoconocimiento, de introspección, de análisis interno y externo. Los
expertos en la cultura japonesa concluyen que esta filosofía es algo mucho
más complejo que lo que te estoy contando aquí, pero esta definición puede
ser un punto de partida, un referente para perseguir tus objetivos.
En primer lugar, el objetivo o los objetivos que te marques tienen que ser
concretos. De no ser así correrás el riesgo de perder el foco en otras tareas o
distracciones al no tener clara la finalidad de tus actos. Si es posible, es mejor
que los objetivos sean cuantificables, es decir, que se puedan medir.
Recuerda que lo que se puede medir se puede mejorar. Pero no te preocupes
si no es así, ya que siempre hay maneras de mejorar o realizar cambios con
impacto positivo.
Seguro que conoces a alguien que te ha hecho este comentario sobre otra
persona: «ese no sabe ni lo que quiere». Sí, así, en tono despectivo: «ese» (o
«esa»), refiriéndose a un adulto funcional pero que no parece tener las ideas
claras. Incluso, posiblemente, este comentario lo hayas hecho tú en alguna
ocasión también, al ver que alguien de tu entorno daba bandazos de un lugar
a otro sin avanzar realmente hacia ningún lado. Piensa en aquel amigo que
empezó tres carreras distintas y no terminó ninguna, ni siquiera pasó del
primer curso. O en ese familiar que inició un sinfín de negocios diferentes y
ninguno le duró más de dos meses. Todas esas personas tienen en común la
falta de conocimiento interior, es decir, que no han sido capaces de entender
el propósito de sus vidas o de llegar a la conclusión de lo que querían hacer.
Por supuesto todos tenemos derecho a equivocarnos y a cambiar de parecer,
no es eso a lo que me refiero, sino a personas que no tienen un rumbo claro
en sus vidas.
Te animo a que practiques estos ejercicios las veces que lo necesites, con la
frecuencia que mejor se adapte a ti, pero sé constante, no lo dejes, verás como
poco a poco irás viendo cuál es el rumbo que quieres seguir. Por supuesto hay
profesionales que son expertos en autoconocimiento que podrán acompañarte
y mostrarte ejercicios más avanzados, pero estos que te he mostrado son muy
útiles como punto de partida.
Coge tu lista y empieza marcando en amarillo los objetivos que detectes que
son prioritarios, que sabes que son los de mayor importancia en tu vida. Para
llegar a esta conclusión, si no lo tienes claro, puedes empezar haciéndote
estas preguntas:
Llegó el día de hacer el chequeo médico del trabajo. Tan feliz a las 8:00 de la
mañana te presentas en la consulta. Estás tranquilo porque estás seguro de
que los análisis van a salir bien, igual que el resto de las pruebas. Pero, para
tu sorpresa, el doctor te indica que tienes el colesterol disparado. Te planteas
cómo es posible, si acabas de cumplir los cuarenta, crees que se trata de un
error. Con miedo, le preguntas cuál es el tratamiento y te indica que te
recetará unas pastillas, pero hace hincapié en que tienes que hacer deporte o,
de lo contrario, tu salud podría verse comprometida. Ahí es cuando empiezas
a pensar en la importancia de hacer ejercicio, ese desconocido que siempre ha
estado rondando por tu mente. Sales de la consulta pensando en que tienes
que cambiar tus hábitos, tanto de alimentación como de actividad física.
Puede que este objetivo sea recurrente porque sabías que el deporte podría ser
beneficioso para ti, pero no le habías dado el lugar adecuado en tu vida. Tal
vez después de ver las noticias, anuncios promoviendo un estilo de vida
saludable o fijándote en ese amigo que se encuentra siempre bien, lleno de
energía, has querido llevarlo a cabo, pero no llegaste a interiorizar su
importancia hasta que no has sido consciente de que podría condicionar tu
vida o la de tus seres queridos.
¿Por qué no has sido constante con esa actividad? Las respuestas más
comunes que recibo de mi entorno son: por pereza, cansancio, falta de fuerza
de voluntad para iniciarlo… o porque, al no tener un plazo determinado, no
se consideraba urgente. En tu caso, tu conversación con el doctor tiene
mucho tener más peso que todas estas excusas para no llevar a cabo esta
nueva tarea. Y, por supuesto, tu compromiso hará que venzas todos los
obstáculos que antes considerabas insalvables.
Como se intuye en esta definición, organizar lleva vinculada una acción para
conseguir una meta, un objetivo. Lo primero para lo que tienes que estar
preparado o preparada es para ejecutar. Solo mediante la acción va a ser
posible que te organices correctamente y consigas culminar aquellos
objetivos o tareas que te has propuesto, ya nadie va a venir a ordenar tus días
por ti. Quiero que seas consciente de que eres más que capaz de conseguir
esta organización de la que te hablo. Desde este momento te pido que tomes
tú las riendas de tu tiempo y te propongas cumplir con el plan que vamos a
establecer. La motivación y la confianza en uno mismo o una misma es
fundamental. Cree en ti, en que eres capaz de conseguirlo. Y yo voy a estar
aquí para acompañarte en el camino.
Como bien sabes, el tiempo es limitado, por lo que vas a necesitar aprender a
gestionarlo bien. Para conseguirlo, además de haber establecido tus metas,
tendrás que ser capaz de comprender en qué inviertes tu tiempo cada día y
hacer una clasificación de las tareas que realizas y las que tienes pendientes
de realizar. Esto te va a permitir alinearte con tus objetivos e identificar
dónde inviertes el tiempo y dónde lo pierdes, para poder gestionarlo de una
forma óptima. Me gusta hacer la distinción entre «invertir» el tiempo, que
lleva vinculado un aprovechamiento de este, es decir, emplear el tiempo para
conseguir un objetivo determinado, y «perder» el tiempo, o lo que es lo
mismo, realizar determinadas tareas que no nos aportarán ningún beneficio ni
van a contribuir a la consecución de ningún objetivo. Recuerda que tiempo es
muy valioso y no se puede recuperar.
Te anticipo que hay varios, casi infinitos, tipos de organización, dependiendo
de la situación personal de cada persona, de sus preferencias y sus vivencias.
Yo te explicaré mi método, ya que llevo varios años comprobando su
eficacia, no sin antes pasar por algunos errores de los que por supuesto me he
llevado una lección aprendida. La palabra clave y el nexo común de toda
organización se llama compromiso, pero antes del compromiso necesitarás
conocimiento, análisis de tu situación actual, para poder mejorarla, además de
autoconocimiento, como hemos visto anteriormente.
De nuevo voy a pedirte que realices un ejercicio sencillo. Quiero que anotes
durante una semana completa cómo distribuyes tus tareas en el día y cuánto
tiempo le dedicas a cada una de ellas. No hace falta que cronometres todas y
cada una de las tareas, pero sí puedes empezar midiendo el tiempo dedicado a
cada bloque de tareas y hacer un cómputo global del mismo. Ya tendrás
tiempo de hacer mediciones más exhaustivas más adelante. Hay varias
herramientas que sirven para medir el tiempo que inviertes en cada actividad,
disponibles para cualquier dispositivo electrónico: Toggl, Pulse, Clockify…
cualquiera de ellas puede ayudarte a gestionar y registrar tu tiempo.
Una vez que tengas medida una semana completa necesito que analices
cuáles son las tareas que te llevan más tiempo y las señales. Quiero que te
hagas consciente de cómo distribuyes tu tiempo en el día a día y, sobre todo,
que veas cuánto tiempo te queda «libre» tras las tareas que yo llamo «fijas».
A continuación, te hablaré de la clasificación que he elaborado analizando mi
día a día. He hecho una distinción de las tareas entre:
Una vez eliminadas las tareas anteriores, quedaría el tiempo neto, es decir, la
parte de tu día que puedes controlar en mayor o menor medida; es el tiempo
que tienes que aprender a optimizar para sentir que te cunden tus días. Hazte
consciente de que eres dueño o dueña de tu tiempo y de que es tu
responsabilidad gestionarlo de forma adecuada. Dicen que quien quiere busca
tiempo y quien no busca excusas y, tras mi experiencia, puedo decir que esto
se cumple en la mayor parte de las situaciones. Eres dueño de este tiempo,
estás al mando de él.
Es cierto que, a veces, este tiempo neto no nos pertenece totalmente, puesto
que tenemos personas que dependen de nosotros, como nuestros hijos,
familiares a cargo, etc. Obviamente este tiempo no podemos eliminarlo, pero
sí podemos aprovecharlo al máximo y ser productivos en las tareas que
hagamos para que así nos quede tiempo suficiente para actividades propias y
que son de nuestra elección. Para ello, vamos a necesitar poner el foco en lo
importante, eliminar nuestras distracciones y ejecutar lo que debemos
ejecutar. Cuanto antes terminemos, antes podremos dedicarnos a gestionar
nuestro tiempo libre.
Para poder planificar y organizar mejor tus tareas, voy a pedirte simplemente
que tengas a tu alcance dos herramientas: una agenda y una lista de tareas. No
importa el formato, puede ser en papel o en formato digital. Yo
personalmente utilizo el formato digital, con el calendario Google, pero
puede servir cualquier otro. Para la lista de tareas yo utilizo la aplicación de
Notas de mi móvil, pero hay muchas otras en el mercado. A mí me ayuda que
estas listas tengan las casillas para marcar y desmarcar cada tarea antes y
después de gestionarla. Estas dos herramientas van a ayudarte a dividir las
tareas pendientes en dos tipos: aquellas que tienen una fecha límite concreta,
que tendrás que apuntar en la agenda, y aquellas que no tienen una fecha
determinada, que se incluirán en la lista de tareas pendientes.
Además de utilizar la agenda, tendrás que ser constante con su uso; todo lo
que tengas que hacer y que tenga una fecha de vencimiento tiene que estar
incluido en la agenda, así no vas a tener que preocuparte por si se te olvida.
Algunos de mis conocidos más despistados me han comentado que, incluso
teniendo agenda, se les siguen olvidando las citas u otras tareas con fecha de
vencimiento. Para que esto no ocurra, recomiendo consultar la agenda con
regularidad, incluso varias veces al día. Para personas especialmente
despistadas (conozco algunos casos), es muy útil poner recordatorios antes de
que llegue la fecha o la hora de finalización, pero no aconsejo poner más de
dos por tarea, ya que, de lo contrario, correrías el riesgo de ignorarlos y
perderían su función.
Entre las tareas de una agenda nos vamos a encontrar las tareas recurrentes,
como pueden ser las clases semanales de pilates, las actividades
extraescolares de tus hijos los miércoles, las sesiones de terapia mensuales…
Estas tareas pueden marcarse en un color distinto cuando las identificamos en
papel o asignarles un marcador explícito que sea relevante cuando las
registramos en formato digital. De esta forma nuestra memoria visual nos
ayudará mejor a identificarlas e interiorizarlas casi sin ser conscientes de ello.
A mí me funciona muy bien poner marcadores en un color para las
actividades recurrentes, en otros dos distintos para las tareas relacionadas con
cada uno de mis hijos, en otro para mis tareas o citas puntuales y en otro para
las de mi marido. Elige el método que mejor te funcione, lo importante es que
sea claro y te permita identificar rápidamente lo que tienes pendiente de
hacer.
La agenda debe tener el detalle necesario para que sea eficiente. Si tienes
citas, incluye la hora de estas y la información relevante (por ejemplo, si
tienes una cita médica, además de añadir la hora, añade la documentación que
tienes que llevar, como informes previos, volantes, etc., indica la dirección de
la cita...). En algunas aplicaciones puedes incluir además la dirección de la
cita mediante la ubicación, a mí me resulta muy útil porque conecta
directamente con el GPS.
Una amiga cercana (bastante tecnológica, dicho sea de paso), se compra cada
año una agenda en papel. Y la utiliza, no te imaginas el empeño con el que lo
hace. Dedica tiempo a ponerla bonita, añadirle notas, dibujos, pegatinas,
colores a los cumpleaños de sus seres queridos… Tiene una agenda que
parece una obra de arte. Conozco otros casos, por el contrario, en los que la
agenda solo consta de letras, números y, como mucho, colores de
subrayadores. Cada uno decora o completa la agenda como mejor le
funcione, ninguna forma es más válida que otra. A mi amiga le funciona a la
perfección y a otras personas con agendas más sencillas también, aunque, si
te soy sincera, la agenda de mi amiga es mucho más bonita. Personaliza tu
agenda para adaptarla a tu día a día, asegúrate de que lo que incluyas te ayude
a llegar a tus metas y cumplir con su función. Hay varias marcas que tienen
agendas que incluyen pegatinas, citas motivadoras, marcadores y otros
elementos que pueden ayudar a poner más atención en nuestras tareas
pendientes y, ¿por qué no? Pueden motivarnos cuando más lo necesitamos.
Es muy importante que aprendas a planificar tus días y tus semanas. Para
ello, vas a tener que tomarte unos minutos al final del día para revisar las
tareas agendadas para el día siguiente. De esta manera podrás organizar la
distribución de estas con antelación y que no te cojan por sorpresa cuando no
tengas tiempo de reaccionar. Asígnales un espacio cada día si no tienen una
hora de vencimiento concreta, así será más difícil que las dejes de lado. Esta
actividad también tendrás que hacerla al final de cada semana, yo reviso mi
agenda los domingos por la tarde, para entender qué tengo que hacer la
semana siguiente y anticiparme a posibles imprevistos que puedan surgir.
Cuando reviso la agenda, me hago una idea de cómo voy a tener la semana de
carga de tareas y así ser capaz de planificar otras actividades que no estaban
previstas, como por ejemplo citas con amigas, llamadas a familiares, etc.
Por otro lado, al inicio de cada semana quiero que revises las tareas de la
semana de anterior y te plantees si las tareas que te has establecido estaban
alineadas con tu realidad: si has cumplido todas o la mayoría, o si en cambio
te han quedado muchas por hacer. Este ejercicio te servirá para comprender
cómo es tu realidad, analizar tus errores y poner el foco en mejorar para que
las semanas siguientes vayas cumpliendo mejor con lo planificado. Cada vez
serás capaz de controlar y organizar mejor tus actividades y de estimar mejor
el tiempo que le dedicas a tus tareas.
En otro orden de cosas, siempre me gusta hablar de los intermedios entre mis
tareas, lo que yo llamo «tiempos muertos». A mí personalmente me encanta
aprovecharlos porque me siento doblemente productiva; no estoy «parada» y
así descuento una tarea más de mi día. Normalmente hago tareas no
demasiado exigentes o que requieran atención plena, puesto que en los
tiempos muertos suele haber interrupciones o son momentos de descanso
mental. Evita coger el móvil automáticamente durante estos tiempos muertos,
ya que esto disminuye tu productividad. Te puedo poner un ejemplo claro: en
el caso en que tengas un trabajo a turno partido, es frecuente que no necesites
las dos horas o la hora completa de pausa para comer. Si tienes turnos con tus
compañeros y no coincides con ellos para poder tener una conversación
animada durante la comida o para compartir ese rato con alguien, es muy
probable que sientas que estás desperdiciando ese tiempo. Si es tu caso,
puedes aprovechar una hora para hacer deporte y ducharte, por ejemplo, y la
otra hora para comer (el tiempo se puede adaptar a tu caso concreto). Se
puede sustituir el deporte por cualquier otra actividad que sea importante:
estudiar, meditar, llamar por teléfono a un familiar, hacer la compra, hacer
gestiones varias… Entiendo que esto no siempre es posible porque hay
personas que no tienen esa pausa por tener jornada continua u otro tipo de
circunstancia concreta, pero este consejo se puede extrapolar y aplicarlo a
otros tiempos muertos (en la sala de espera del médico, por ejemplo, puedes
dedicarte a leer en lugar de estar con el móvil, en el metro o autobús puedes
estudiar o adelantar trabajo…).
Pero no todo va a ser producir; también creo que es muy importante dedicar
algo de tiempo diario a actividades que no son ni urgentes ni importantes
pero que permiten desconectar de las obligaciones, ya que son menos
exigentes mentalmente, como puede ser ver una serie en la televisión,
navegar por internet, interactuar en redes sociales o simplemente hacer
algunas tareas que en principio no contribuyen a la consecución de un
objetivo a largo plazo. No obstante, es muy importante que controles y
limites el tiempo que les dedicas, ya que, de no hacerlo, tenderás a la
procrastinación y, por ende, tu productividad podría verse amenazada
dejando de lado otras tareas que son importantes.
Una vez que tienes claros tus objetivos, estás trabajando en tu actitud y
motivación y ya has planificado todas tus tareas con la agenda y la lista de las
que te he hablado, estás preparado o preparada para pasar a la acción. No
esperes a mañana, al mes que viene, al año que viene… Empieza ya mismo.
El momento adecuado es ahora y tu futuro empieza hoy. Postergar tus
compromisos y tus objetivos para que coincidan con lo que tú consideras «el
momento adecuado » no va a llevarte al éxito. ¿Cuántas veces te has
propuesto objetivos para el año siguiente y nunca los llegaste a cumplir? ¿Por
qué crees que el 31 de diciembre eres una persona y el 1 de enero puedes ser
otra totalmente distinta? No te engañes; los grandes cambios no ocurren de
un día para otro, requieren de esfuerzo, paciencia y compromiso. Todo esto
construirá un hábito en ti que te ayudará a encontrar el camino hacia el éxito.
Posponer las tareas para una fecha concreta (dejar de fumar el 1 de enero,
empezar la dieta el lunes…) no es más que una forma inconsciente de
mentirnos a nosotros mismos. Convéncete de que el mejor momento es ahora,
actúa, toma las riendas de tu vida. Como dice Nike: «Yesterday you said
tomorrow» («ayer dijiste mañana»). Ya sabes por dónde empezar, lo estás
aprendiendo en estas líneas, no tengas miedo. Comienza poco a poco y ve
ganando confianza e instaurando los hábitos necesarios para conseguir lo que
te propongas, cada vez te será más fácil avanzar.
Para ser productivo o productiva es muy importante que tengas una serie de
hábitos que te lleven a conseguir los resultados que deseas. En mi caso
particular considero también muy importante el estar comprometido con uno
mismo o una misma, es decir, no fijarse en los objetivos de los demás, sino
en los propios. Mi lema es «no intentes ser mejor que alguien, sino mejor que
ayer». Si te centras en ser mejor que una persona o personas concretas y no lo
consigues puede ser muy frustrante. Sin embargo, si te esfuerzas en mejorarte
a ti mismo, tienes la forma de conseguirlo en tu mano y será mucho más
gratificante. Partirás de tus cualidades y tus limitaciones, de tu situación
específica. Cuando algo depende de ti se te abre un mundo de posibilidades.
Esto quiere decir que vas a competir contra ti mismo o misma para dar tu
mejor versión.
Lo que te quiero enseñar con esta historia es que todos nos podemos
equivocar en la gestión de nuestro tiempo, bien por malas elecciones, bien
por falta de foco en nuestras prioridades, bien por otras causas ajenas a
nosotros, etc. Lo importante es tomar conciencia del error y ponerle remedio.
Si hubiera decidido continuar con el curso, habría perdido alrededor de un
mes de mi vida y no habría podido hacer otras tareas importantes. Ante una
situación como la mía, es mejor asumir el error, analizarlo y buscar una
solución. No hay tiempo para quejarse. Además, tras dejar el curso, te digo
con todo mi orgullo que dediqué mi tiempo, mis ganas y mi energía a escribir
este libro. Mi primer libro. Estoy segura de que desechar ese curso ha sido
todo un acierto porque tú estás leyendo estas líneas, porque tú también buscas
un cambio.
Unos hábitos bien empleados son tus amigos, mientras que los malos hábitos
puede ser tus peores enemigos. Tú decides cuáles de ellos quieres desarrollar
y nutrir, es algo que está en tu mano. Hay muchos hábitos de los que nos
somos conscientes, que realizamos de manera automática sin cuestionarnos
por qué los realizamos o no; algunos de ellos nos acercan al éxito, mientras
que otros nos alejan de él. Si no eres consciente de qué hábitos tienes, puedes
hacer el ejercicio de anotar todos y cada uno de ellos durante una semana
completa y clasificarlos en hábitos positivos o negativos, según te ayuden o
no a alcanzar el éxito. Por ejemplo, si tu objetivo es perder peso, comer
comida basura todos los días podría ser un hábito negativo. Haz la
clasificación según tus objetivos para conseguir hacerte consciente de qué es
lo que tienes que cambiar y qué es lo que tienes que mantener en tu vida.
Si eres de los que les cuesta instaurar hábitos, intenta propiciar el ambiente
para que se den. Por ejemplo, a mí me ayuda a estar más concentrada el
hecho de tener mi espacio de trabajo limpio, ordenado, con el material que
necesito siempre accesible y el móvil fuera de la vista. Mi mente
automáticamente asocia este espacio al trabajo y la concentración y me
permite tener unos hábitos más estables y sin esfuerzo. El ambiente hace más
fácil que consigamos nuestros objetivos y mantengamos un sistema de
hábitos en el tiempo. Siempre intento que mis espacios estén bien
diferenciados para propiciar el ambiente de realización de cada uno de ellos:
trabajo en el despacho, descanso en el dormitorio, ocio en el salón, comidas
en el comedor, deporte en la calle o el gimnasio… Pero entiendo que esto no
siempre va a ser posible por temas de espacio, organización, etc. Si
compartes espacio para varias tareas, intenta que se realicen desde
perspectivas diferentes, sentado en sillas distintas, etc. Siempre que sea
posible, intenta que cambie tu espacio cuando cambies de tipo de tarea, esto
de ayudará a estar más enfocado o enfocada.
Otro método que me funciona muy bien es, tras analizar mi rutina, dificultar
la realización de los hábitos negativos y facilitar la realización de los hábitos
positivos. Por ejemplo, si quiero salir a hacer deporte, dejo mi ropa preparada
para el día siguiente o, si no quiero utilizar el móvil, lo saco de la habitación.
El cerebro tiene preferencia por los hábitos fáciles, siempre busca ahorrar
energía. Si quieres dejar de comer comida basura, no la tengas en casa; si
quieres leer más, pon un libro en tu mesita de noche… Cuanto más sencillo
sea un hábito, mayor probabilidad tendrás de mantenerlo.
Un consejo sencillo para motivarte con los hábitos es que, como no vas a
recibir resultados inmediatos durante la realización de tus tareas, asocia un
premio tras la culminación de una actividad positiva que te cueste. Por
ejemplo, puedes ver una película que te guste tras una sesión intensa de
deporte. Obviamente estos premios (o castigos, en su defecto), tienen que
estar alineados con tus objetivos. Por ejemplo, no sería coherente irse a una
hamburguesería y comerse un menú grande para compensar una sesión de
deporte. En cuanto a los castigos, a mí personalmente no me gusta aplicarlos,
ya que con el refuerzo positivo me resulta suficiente, pero entiendo que en
casos más complejos podría ser una herramienta valiosa para instaurar un
hábito. Te contaré un ejemplo real tiene que ver con el compromiso con el
deporte. Un chico bastante activo que quería empezar a competir acordó con
un amigo suyo que, si faltaba un solo día al gimnasio durante los meses de
preparación, tendría que pagarle una elevada cantidad de dinero. Con tal de
no perder este dinero, no faltó ni un solo día a su cita con el deporte y su
competición fue bastante exitosa para ser la primera. Quizá este método
pueda parecer radical, pero hay algunas personas que les funciona bastante
bien.
Lo más positivo de los hábitos es que, al ser tareas automáticas, liberan carga
mental y dejan más margen al cerebro para emplear su energía en tareas
realmente demandantes. Cuantas más tareas tengas automatizadas, mejores
resultados tendrás en otras actividades más complejas. Emplea tus esfuerzos
en tareas realmente productivas. Analiza en qué gastas tu batería y aprende a
dosificarla bien.
La procrastinación
Seguro que has oído el refrán que dice «no dejes para mañana lo que puedas
hacer hoy» y creo que es un excelente punto de partida para entender la
importancia de evitar posponer las tareas para ser productivos. La
procrastinación nos lleva a la falta de productividad, a la pérdida de tiempo y
a la no consecución de nuestros objetivos.
¿Sabías que los estudios más recientes indican que los españoles pasamos de
media unas dos horas diarias en redes sociales? Puede parecer poco tiempo,
pero ¿qué te parece si te digo que son en torno a 730 horas al año? Imagina
todo lo que podrías hacer en esas horas disponibles. Las redes sociales
pueden ser una poderosa herramienta de trabajo y promoción de una empresa,
por ejemplo. Pero en la mayor parte de los casos no es así, sino que sirve solo
de entretenimiento y, como consecuencia, nos lleva a dejar de lado tareas
importantes para nosotros.
Como podrás imaginar, soy persona muy puntual, me estresa mucho no llegar
a tiempo a mis citas, en primer lugar, por las consecuencias que pueda tener
(perder una cita médica, no llegar a tiempo a recoger a mis hijos al colegio…)
y, por otro lado, porque no me gusta hacer esperar a otras personas,
independientemente de si son de confianza o desconocidas. El secreto para
ser puntual no es otro que el mismo que para gestionar correctamente el
tiempo: planificar de forma idónea nuestras actividades y recursos y ejecutar
las tareas necesarias con antelación evitando procrastinar.
En mi caso, sí que suelo entrar a valorar cuánto esfuerzo o empeño tengo que
poner a las tareas, estudiando el impacto que tienen en el resultado. Si
dedicando dos horas a una tarea tengo resultados muy parecidos a los que
tendría si le dedicara una, lo tengo claro. Si hay una gran diferencia en el
resultado y puede contribuir a la consecución de objetivos importantes para
mí, entonces querrá decir que merece la pena el esfuerzo. Te invito a que
reflexiones sobre los beneficios que te reportan las tareas que haces y los
resultados que tienes según el tiempo que les dediques. Verás con claridad en
qué situaciones puedes limitar el tiempo y aprovecharlo en otras actividades
más importantes para ti. Nunca te voy a pedir que le dediques poco tiempo a
una decisión importante en tu vida, pero sí podría sugerirte que limites el
tiempo que empleas en tareas vacías o que apenas tienen repercusión en tu
vida.
Es muy importante que seas flexible, que te adaptes a las situaciones y que
tus hábitos se adapten a ti. Permítete fallar de vez en cuando sin castigarte.
Todos somos humanos y cometemos errores. Ser demasiado estrictos podría
llevarnos a tener ansiedad cuando no actuamos como se espera, a vivir
estresados y a bloquearnos a la hora de avanzar. Ten claro tu objetivo, ve
hacia él, pero adáptate también a tus propias necesidades y circunstancias, a
los imprevistos que puedan surgirte y, por supuesto, escucha a tu cuerpo y a
tu mente y alinéate con ellos. Recuerda que ningún camino es recto, sino que
existen curvas, subidas, bajadas y cambios de rasante; lo importante es que la
dirección que tomes sea la correcta. James Clear, en su libro Hábitos
Atómicos, me inspiró con un consejo que utiliza él mismo en su vida: si fallas
un día en un hábito, esto no tendrá consecuencias negativas, pero, si fallas
dos días seguidos, ya estás entrando en el peligroso camino de los malos
hábitos. Clear comenta que no se permite fallar dos días seguidos para no
perder la rutina y yo lo aplico de igual manera. Puedo decirte que la fórmula
funciona.
También te puede ser de gran ayuda entender los motivos que te llevan a
procrastinar. Los motivos principales son:
El entorno; las personas que nos rodean pueden ejercer mucha influencia
sobre nuestras conductas. Si tu objetivo es hacer deporte y te rodeas de
personas sedentarias, te será más difícil evitar posponer el deporte. Si quieres
tener una serie de hábitos concretos, es importante que identifiques a las
personas que te llevan a hacer lo contrario.
Las tentaciones son otro de los motivos que nos llevan a procrastinar: el
móvil, la televisión, la comida… para evitar caer en las tentaciones lo más
efectivo es alejarnos de ellas o limitarlas. Si quieres seguir una dieta
saludable evita tener comida basura en casa, por ejemplo.
Una baja energía es otra de las causas que más lleva a las personas a
procrastinar. Presta atención a tu entorno y date cuenta de cuántas personas
dicen que están agotadas, que no tienen energía ni fuerza para hacer muchas
tareas. La buena noticia es que, si tú también te encuentras en esta situación,
mediante una serie de prácticas habituales tendrás un extra de energía para
realizar las tareas que te propongas. Si priorizas la alimentación saludable y
equilibrada, realizas deporte de forma regular, si duermes lo suficiente, te
mantienes hidratado o hidratada, te rodeas de gente positiva, paseas al aire
libre, dedicas unos momentos diarios a la meditación, etc. notarás un cambio
y un aumento de energía, que te llevará a ser más productivo o productiva y
aprovechar mejor tu tiempo disponible. Otro ejercicio muy positivo para
ganar energía es escribir una lista de las cosas que haces y de personas a las
que ves de forma regular. Marca las que te animan y te dan energía e intenta
buscarlas cuando tengas la batería baja.
La falta de motivación también nos lleva a procrastinar una tarea. Hay que
encontrar la forma de estar motivado o motivada, no hay que esperar a que
nos venga de forma repentina o milagrosa. Se hace camino al andar, es decir,
cuanto más actuemos, más progresemos, más motivados estaremos. Si un día
te falta motivación, establécete tres tareas concretas y ve a por ellas,
consíguelas. Te dará un extra de fuerza.
Por último, hay personas que tienen una visión algo distorsionada de la
realidad, bien por ser demasiado optimistas o demasiado pesimistas. Los
optimistas creen que pueden hacer más de lo que realmente pueden, dejando
muchas tareas sin concluir, mientras que los pesimistas no realizan las tareas
por miedo o por no sentirse lo suficientemente seguros para realizarlas.
Tipos de procrastinadores
En segundo lugar, están las personas que yo llamo soñadoras. Imaginan hacer
tantas cosas que al final no ejecutan ninguna. ¿Cómo solucionarlo?
Centrándote en unos objetivos claros y realizables y ponerte en marcha
cuanto antes para conseguirlos.
Ahora que ya sabes cómo llevar a cabo el plan antes de realizar tus tareas,
pasamos a la parte en la que tienes que valorar los resultados tras la ejecución
de tus tareas. Regularmente tendrás que evaluar cómo ha sido tu organización
en un período determinado de tiempo, siempre teniendo presentes tus
objetivos y metas. Para comenzar, puedes ir analizando cómo han ido tus
días, comprobando la agenda y la lista de tareas. Si te han quedado muchas
tareas que realizar, si crees que podrías haber hecho más, si han tenido la
calidad que esperabas… Asegúrate de asignar un momento concreto de tu día
para realizar este análisis, no tengas miedo de perder el tiempo, ya que esta
tarea es muy valiosa para continuar mejorando. Posteriormente, cuando ya
hayas avanzado, podrás hacer el examen de forma semanal, cuando ya hayas
establecido un hábito que te funcione. Por último, cuando tus semanas estén
bastante estables y bien planificadas, te propongo que hagas un examen
mensual: valora si has cumplido con tus objetivos, si has continuado
procrastinando... Plantéate si te has puesto demasiadas metas o demasiado
ambiciosas, si has pensado que tardabas menos en realizar tus tareas de lo
que realmente has tardado, cuáles son los ladrones del tiempo y, sobre todo,
entiende cuáles han sido los motivos para no realizar todo lo que te has
propuesto. Y establece de nuevo un plan de acción para mejorar, para seguir
tu camino y competir contra ti mismo o misma y planifica tus próximos días.
Quizás tengas que ajustar tus objetivos, eliminar tareas o actividades o ajustar
algunos hábitos. No te olvides de celebrar tus logros, cada objetivo
conseguido es una victoria. Esto reforzará tu mentalidad positiva.
Por ejemplo, fija un día concreto para hacer la compra o para hacer la
limpieza general de la casa. De esa manera te aseguras de que siempre vas a
tener el hueco para realizarlo y no lo vas a posponer.
Una tarea grande puede verse como algo inalcanzable o muy lejano en el
tiempo. Sin embargo, si divides esa gran tarea en actividades más pequeñas,
puedes ir consiguiendo hitos poco a poco y seguir motivándote para llegar
hasta el final. Este consejo puede ser aplicable en el trabajo o en tus estudios
y también puede servir para actividades del hogar o de ocio. Imagina que
tienes que preparar un evento importante, como una boda o una fiesta
sorpresa de cumpleaños. En lugar de organizar todo a la vez sin mucho
sentido piensa en los tipos de tareas que están relacionadas con la
consecución del objetivo. Por ejemplo, elaborar la lista de invitados y
confirmar sus intolerancias o alergias, pedir presupuestos a distintos
proveedores, elegir el lugar para la celebración de la fiesta… son tareas
diferentes que pueden organizarse de forma independiente. Si se planifican
con tiempo, se pueden ir haciendo paulatinamente e ir tachándolas de la lista.
Los tiempos muertos son los momentos de espera, de transición de una tarea
a otra, como las esperas en la consulta médica, los trayectos en el coche…
son tiempos que, a priori, no aportan nada y que se pueden aprovechar.
Cuando conduzco escucho las noticias de la radio por si ese día no las puedo
ver en la televisión, o bien escucho audiolibros, aprovecho para hacer
llamadas a mis amigos o familiares para interesarme por ellos... Cuando voy
al médico, suelo llevarme un libro para leer, el ordenador para adelantar
trabajo, etc. Piensa en qué puedes hacer el día antes de la cita y prepara lo que
necesites: libro, ordenador, un jersey que estés tejiendo… cualquier cosa es
válida.
Cuanto más repitas o practiques una tarea o actividad, más eficiente serás en
su ejecución y mayor disponibilidad de tiempo tendrás.
Esto hará que seas más productivo o productiva y más feliz. Recuerda que el
objetivo no es el final, sino el comienzo del cambio.
Esta afirmación puede ser muy amplia, pero hay momentos críticos en los
que necesitamos que alguien nos cubra. Por eso, en mi casa, mi marido y yo
compartimos agenda electrónica para que ambos estemos al corriente de las
citas y empeños de cada uno para poder organizarnos. Por supuesto, ambos
tenemos las citas de nuestros hijos (médicos, extraescolares, etc.) con una
descripción e instrucciones detalladas y cada una está asignada a uno de
nosotros. Pero, si por cualquier imprevisto, el que se tenía que encargar de
una tarea concreta no puede hacerlo, el otro está al corriente y tiene la
posibilidad de solucionar esa situación. Si en tu casa eres tú solo o sola,
asegúrate de tener un plan B ante las situaciones importantes o de emergencia
(un vecino, un familiar cercano, una herramienta o ruta alternativa, etc.).
Los humanos fallamos más que las máquinas, eso es un hecho, por lo que,
cuanto más dejemos que las máquinas hagan por nosotros, menor riesgo
correremos. Por ejemplo, domicilia todos los recibos periódicos: impuestos,
seguros, etc., para que no tengas que estar pendiente de ellos. Además, así
liberarás espacio de tu mente. Si te ayuda a planificarte, ponte un recordatorio
días antes para que sepas que te va a llegar el cargo a tu cuenta bancaria.
Evita siempre que puedas lo manual, ahorrarás tiempo.
16- Ten preparados de antemano los recursos que necesitas
para elaborar tus tareas.
Por ejemplo, si tienes una cita médica, anota al lado de ella la documentación
que tienes que llevar o prepárala. Yo siempre dejo todo preparado en mi
bolso el día antes de la cita o tarea, junto a la ropa que me voy a poner.
Ahorras tiempo, liberas carga mental y evitas estrés.
Si sigues rutinas fijas, tus días serán más predecibles, tendrás más orden,
mayor control sobre tus tareas y menos estrés. Cuanto más interiorizadas
tengas tus tareas, mayor espacio libre te quedará para nuevas tareas o retos
que puedan surgir.
No seas demasiado perfeccionista. Esto no quiere decir que hagas todas tus
tareas mal, sino que les dediques el esfuerzo que cada una de ellas requiera
dependiendo del resultado que necesites. Pon en la balanza si te compensa
invertir más o menos tiempo según resultado que obtengas en la tarea.
Aunque creas que no se te da bien, aunque no te guste, escribe. Ver tus ideas
plasmadas en papel te ayudará a tomar distancia y entender con claridad
muchas situaciones y objetivos vitales.
Como has podido leer a lo largo de este libro, con el Método AMORE serás
capaz de optimizar tu tiempo y alcanzar los objetivos que te marques. La
Actitud a la hora de conseguir lo que te propongas es fundamental: trátate
con cariño, háblate bien y convéncete de que vas a ser capaz de cumplir tus
metas. Invierte tiempo en conocerte a ti mismo o a ti misma. Las Metas son
el motor de este método. Márcate objetivos concretos, factibles, Aprende
sobre Organización, estableciendo prioridades y fechas de vencimiento.
Sigue con la Realización y ejecución de las tareas planificadas e instauración
de los hábitos necesarios para que puedas tener una mayor libertad y no te
olvides de realizar un Examen de lo que has conseguido y lo que no para así
poder seguir mejorando y creciendo.
Recuerda que mediante el cultivo de los hábitos cada vez te será más fácil y
te costará menos energía cumplir con las tareas que consideres importantes.
Encuentra la motivación necesaria para poder seguir y, cuando no la
consigas, sé constante y disciplinado o disciplinada, es la clave del éxito.
También puedes saber más sobre organización y gestión del tiempo en mis
redes sociales: