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Iglesia Sinodal

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Pregunta orientadora para profundizar: ¿CÓMO ser una Iglesia sinodal en misión?

El objetivo es identificar los caminos a seguir y los instrumentos a adoptar en los diferentes contextos y
circunstancias, para potenciar la originalidad de cada bautizado y de cada Iglesia en la misión única de
anunciar al Señor Resucitado y su Evangelio al mundo de hoy. Se trata de trabajar en las formas concretas
del compromiso misionero al que estamos llamados, en el dinamismo entre unidad y diversidad propio de
una Iglesia sinodal.

PROCESO DE LA CONSULTA SINODAL

El Plan de Pastoral que entregamos a toda la Iglesia de Monterrey es fruto de más de un año de profunda
escucha y discernimiento comunitario, que inició con la consulta de la fase diocesana del Sínodo sobre la
Sinodalidad (2021-2024), continuó en la Pre Asamblea Diocesana y culminó en la Asamblea Eclesial
Diocesana 2022. Para cada uno de estos momentos hubo etapas amplias de preparación y discernimiento,
siendo el centro de cada uno de ellos: el encuentro, la oración y el diálogo. Esta experiencia fue, como ha
dicho nuestro Arzobispo en el Decreto de Promulgación de nuestro Plan: “un camino espiritual”, ya que la
escucha sinodal está orientada al discernimiento, entendido como: “escucha de Dios, hasta escuchar con él
el clamor del pueblo; escucha del pueblo, hasta respirar en él la voluntad a la que Dios nos llama”
(Episcopalis Communio 6).

El contenido de este Plan es el resultado del discernimiento, que asumimos como un llamado de Dios al
preguntarnos lo que el Espíritu nos pide hoy como Iglesia de Monterrey. Quienes participamos en el
proceso podemos dar testimonio de la pedagogía sinodal de diálogo y escucha, oración y reflexión de la
Palabra, así como de la toma de acuerdos comunitarios, lo que nos garantiza que en los aportes recibidos de
los participantes, el Espíritu nos ha hablado marcándonos el camino a seguir.

En la consulta sinodal participaron 1804 personas en 19 Encuentros de Diálogo y Escucha que se


dividieron por: instancias vocacionales (laicos, vida consagrada, diáconos permanentes y sus esposas,
presbíteros y obispos), estructuras diocesanas (Vicarios y Decanos, SEDECOPA, CAL, Consejo de
Mujeres, Tribunal eclesiástico y Seminario), y ámbitos de la sociedad civil (empresarios, académicos y
políticos). El diálogo sinodal se prolongó con las Pre Asambleas, convocadas también por instancias
vocacionales donde además de conocer los frutos de los encuentros de diálogo, reflexionamos en los
aprendizajes que nos dejó la pandemia, experiencia que aunque puso en crisis nuestro proceso pastoral, nos
hizo madurar en la fe y en el servicio a los demás.

Uno de los resultados importantes de la consulta sinodal fue constatar el deseo de toda la comunidad de una
mayor participación en la planeación pastoral diocesana. Y uno de los frutos más importantes de esa
consulta fue la experiencia de sinodalidad en sí misma, es decir, haber puesto en práctica la escucha de
Dios y de la comunidad en la oración y el diálogo fraterno y participativo. Por esos motivos y con el deseo
de tener una escucha amplia como base para la elaboración de este Plan de Pastoral, la Asamblea Eclesial
Diocesana 2022 se realizó en 7 Encuentros de Diálogo y Escucha con la participación de 1835 personas
conformadas por 15 seminaristas, 65 diáconos permanentes, 127 miembros de la vida consagrada, 259
sacerdotes, 1,369 laicos y nuestros obispos.

Para la organización de la Asamblea Eclesial se conformaron 7 comisiones con agentes de pastoral: 3 de


ellas constituidas por ámbito o dimensión (Palabra, Liturgia y Caridad) y 4 por etapa de vida (Niñez,
Juventud, Familia y Hermano Mayor). Las comisiones tuvieron la participación de presbíteros, vida
consagrada, diáconos y laicos de parroquias y movimientos. Estas comisiones planearon, acompañaron y
evaluaron cada uno de los 7 encuentros de los que salieron las líneas generales de nuestro Plan de Pastoral
y de este modo, se garantizó una pedagogía sinodal de comunión y participación. Por ello el 7 de mayo de
2023, nuestro Arzobispo al promulgar el Plan de Pastoral afirmó: “No lo hice yo, lo hicimos nosotros”.
Una vez concluida la Asamblea Eclesial Diocesana 2022, los integrantes de las comisiones se dedicaron
con esmero a analizar todos los aportes y descubrir los consensos, tratando de ser fieles a la voz de Dios,
que nos habló en la voz de su pueblo y sus agentes de pastoral.

Para realizar los procesos de escucha sinodal nos hemos apoyado en algunas metodologías que nos
ayudaron a planear, ordenar y analizar la información de los diálogos. En primer lugar, retomamos el
modelo pastoral diocesano seguido en los planes de pastoral orgánica 2017-2019 que plantea 3 pasos:
Mirada Contemplativa, Discernimiento Comunitario y Pastoral Misericordiosa. Este modelo nos lleva a
considerar como punto de partida la realidad vista desde la fe, a dialogar juntos para buscar la voluntad de
Dios y a asumir compromisos para la acción pastoral.

De lo anterior nace la respuesta a la pregunta ¿CÓMO SER UNA IGLESIA SINODAL EN MISIÓN? A
continuación, presentamos el resultado como una red en comunión, evangelizadora y misionera para
colaborar en la reconstrucción del tejido social y eclesial. Con el lema: “Caminando juntos con la mirada
puesta en Jesús” Con 4 llamados de Dios, 4 caminos sinodales y 16 compromisos eclesiales.

LLAMADOS DE DIOS: Interpelados por la realidad sociocultural que nos rodea y como fruto de la
escucha a Dios y a su pueblo, afirmamos con convicción y certeza que Dios nos está haciendo 4 llamados
que tienen que ver con el “ser” de la Iglesia. Antes de lanzarnos a actuar programando actividades,
debemos fortalecer nuestra identidad cristiana y eclesial, es decir, tenemos que clarificar nuestra “visión”,
que es el modo como entendemos nuestro ser y actuar para responder a los desafíos de la realidad. Así, los
4 llamados reflejan el sentir de la mayoría de los agentes de pastoral de nuestra Iglesia de Monterrey por lo
que creemos que Dios nos está hablando y marcando el rumbo u horizonte que hemos de alcanzar. Los 4
llamados iluminan y orientan el objetivo general, marcando también un modo de ser y hacer. Nos sentimos
llamados ser una Iglesia DISCÍPULA que sigue a Jesús, a ser una Iglesia UNIDA y sinodal, a ser una
Iglesia MISERICORDIOSA y de puertas abiertas y a ser una Iglesia MISIONERA en salida.

CAMINOS SINODALES: Una vez que hemos discernido lo que Dios nos pide, nos preguntamos: ¿cómo
responder a estos llamados y concretizarlos en nuestra vida? Fue así que como discípulos misioneros,
optamos por seguir a Jesús a través de lo que hemos denominado “caminos sinodales”, porque el caminar
se identifica con la respuesta práctica que todo seguidor de Jesús debe dar ante su llamado, y también
porque como camino implica una “pedagogía”, es decir, un proceso paso a paso y un modo o estilo de
hacer las cosas. La fe misma tiene una pedagogía propia, es decir, un camino con la que debe ser
transmitida.
Los 4 caminos sinodales que hemos discernido nos ayudarán a dar respuesta a la realidad sociocultural y
eclesial que nos desafía y son: la conversión, el acompañamiento, la articulación y la formación.

La conversión, como un camino pastoral que nos lleva a seguir a Jesús con fidelidad al Evangelio, es una
prioridad en todo el Magisterio pastoral de la Iglesia, por lo que creemos que es la base de nuestra respuesta
a los 4 llamados; el acompañamiento y la formación, son las dos buenas prácticas y fortalezas más
mencionadas en la Asamblea Eclesial y discernidas como prioritarias para responder a la realidad y sus
desafíos, por ello, como voz del Espíritu, creemos que debemos asumirlas todos; finalmente, la
articulación, comprendida también como “vinculación” o “interlocución”, es una opción pedagógica de
vital importancia si queremos caminar juntos y lograr tejer una red fraterna, misionera y evangelizadora,
colaborando en la reconstrucción del tejido social, como nos indica el Objetivo General de este Plan de
Pastoral.

COMPROMISOS ECLESIALES: El ejercicio de discernimiento comunitario nos ayudó a comprender,


que para que nuestro Plan de Pastoral pueda concretarse, deben tejerse, como una red, los llamados de Dios
que nos indican el “qué” debemos hacer y los caminos sinodales que indican el “como” lo haremos. De ese
tejido surjen los compromisos eclesiales y representan las “acciones” concretas que obtuvimos del
consenso realizado en la Asamblea Eclesial Diocesana. Esto puede verse en la tabla que se muestra aquí,
asemejando una "red” y que nos servirá en la segunda parte de este Plan. No cabe duda de que el mismo
Señor resucitado, está entre nosotros tejiendo una red misionera y evangelizadora.

SER UNA IGLESIA SINODAL EN MISIÓN

Para ser una Iglesia sinodal en misión, atendemos a los llamados de Dios, emprendiendo diferentes
caminos y hacemos nuestros los compromisos que se requieren para hacer la voluntad del Padre. Para lo
anterior, describimos a continuación los 4 llamados, con sus respectivos caminos y los compromisos
eclesiales a adquirir para responder a cada llamado.

I. IGLESIA DISCÍPULA QUE SIGUE A JESÚS.

Se refiere a ser una comunidad centrada en Cristo Redentor, invitada a estar con Él, que ora, contempla e
irradia su rostro, cercana a su corazón y al del ser humano y enviada a dar testimonio (cfr. Marcos 3,14;
PGP 186)

Caminos sinodales y sus compromisos


Para tener una Conversión nos comprometemos a tener un Encuentro con Cristo Vivo, para lo cual se
requiere animar con alegría y ‘coraje profético’ una conversión personal y comunitaria para cimentar la
vida espiritual en el encuentro con Cristo vivo en la oración, la Palabra y los sacramentos. Para cumplir este
compromiso debemos pasar de realizar nuestra pastoral centrados en nosotros mismos, a favorecer que las
personas se encuentren con Jesús y lo tengan como centro de su vida.

Para atender el llamado desde el camino del Acompañamiento nos comprometemos a tener un Testimonio
kerigmático, para lo cual se requiere acompañar de manera sensible y cercana a las personas en su
proceso de evangelización y catequésis con nuestro testimonio de lo que hemos visto y oído. Para
cumplir este compromiso debemos pasar de una fe individualista e indiferente, a compartir con quienes
caminamos en la fe, nuestra experiencia personal que refleje el rostro de Jesús.

Para ser una Iglesia discípula desde el caminio de la Articulación nos comprometemos a establecer
Procesos Pastorales, esto es, vivir nuestra acción pastoral como un proceso que implica disciplina,
método y pedagogía inspirada en el evangelio, ofreciendo y articulando las dimensiones profética,
litúrgica y social. Para cumplir este compromiso debemos pasar de eventos pastorales aislados donde cada
uno trabaja por su lado, a una evengelización organizada y al estilo de Jesús, tejiendo una red donde
participen todos.

El camino sinodal de la Formación, requiere que nuestro compromiso de lograr una Madurez en la fe para
perseverar en la fidelidad a Cristo, madurando en la fe, conociéndola, celebrándola y testimoniándola,
comprometidos en la entrega de nuestra vida diaria y en la acción pastoral. Para cumplir este compromiso
debemos pasar de una fe superficial y desinformada, a una fe formada, profunda e integral, como
discípulos de Jesús.

II. IGLESIA UNIDA Y SINODAL


Ser una comunidad que hace propio el sueño de Jesús, de ser uno como Él y el Padre son uno, y el sueño de
nuestra Iglesia de asumir un estilo de vida y servicio más sinodal (cfr. Juan 17,21; PGP 151)

Caminos sinodales y su compromisos


En el camino sinodal de la conversión, nuestro compromiso eclesial es realizar un Discenimiento
comunitario, esto es, Escuchar al Espíritu con apertura y actitud sinodal, poniendo en práctica el
discernimiento comunitario a través de la oración y el diálogo fraterno. Para cumplir este compromiso
debemos pasar de tomar decisiones a la ligera, a una actitud y disposición de escucha al Espíritu, mediante
la oración, la Palabra y la escucha a los demás para llegar a acuerdos comunitarios.

Para lograr ser una Iglesia unida y sinodal a través del camino del Acompañamiento, nos comprometemos
a tener Encuentros de diálogo lo cual invita a promover encuentros de diálogo fraterno como respuesta a
los anhelos profundos de comunión y participación, para apoyarnos unos a otros en la misión compartiendo
experiencias significativas. Para cumplir este compromiso debemos pasar de estar encerrados y aislados en
nuestro caminar parroquial, a pasar momentos juntos para conocernos, dialogar, apoyarnos y animarnos en
la misión común.

Para atender el llamado a la unidad es necesario tomar el camino de la Articulación, para lograrlo
requerimos comprometernos a realizar una planeación conjunta, esto implica, acompañar procesos de
planeación conjunta y participativa, con todas las comunidades, instancias y estructuras diocesanas,
respetando y valorando la diversidad de ideas y carismas. Para cumplir este compromiso debemos pasar de
estar aislados y autorreferenciales, a estar vinculados con otros grupos, parroquias, decanatos e instancias
diocesanas a través de proyectos comunes.

Para ser una Iglesia Unida y sinodal nos comprometemos con nuestra Identidad Bautismal a través del
camino sinodal de la formación, iniciar por fortalecer nuestra identidad bautismal y sentido de
pertenencia eclesial a través de una formación que favorezca nuevas actitudes y prácticas más sinodales.
Para cumplir este compromiso debemos pasar de darle poco valor a la vocación y compromiso bautismal, a
reforzar mediante la formación, la conciencia de la identidad y misión de los laicos en la vida de la Iglesia.

III. IGLESIA MISERICORDIOSA Y DE PUERTAS ABIERTAS


Ser una comunidad misericordiosa como el Padre, que vive la caridad fraterna, construyendo una “Casita
Sagrada” que manifiesta el consuelo materno de Dios, especialmente a quienes sufren, y donde nadie se
siente extraño (cfr. Lucas 6,36; PGP 9).

Caminos sinodales y su compromiso:


Para atender este llamado nos comprometemos a vivir una experiencia de misericordia, a través del
camino sinodal de la conversión, para lograrlo debemos reconocer la misericordia de Dios en nuestras
vidas, para que se fortalezca nuestra identidad de hijos de Dios y hermanos del prójimo que sufre y cae.
Para cumplir este compromiso debemos pasar de la autosuficiencia, a la aceptación de nuestra limitación y
necesidad de la ayuda de Dios, que nos llevará a la compasión para con los más alejados y marginados.

Para ser una Iglesia Misericordiosa, seguimos también el camino sinodal de acompañamiento y nos
comprometemos con los procesos de reconciliación, para esto se requiere, generar espacios de escucha y
diálogo, que favorezcan en las comunidades procesos de perdón y reconciliación, para sanar las relaciones
básicas de las personas. Para cumplir este compromiso debemos pasar del egoísmo, la indiferencia y
algunas formas de violencia, a promover espacios y acciones para la resolución de conflictos y
construcción de paz.

La articulación nos invita a comprometernos con las redes de servicio, es decir, crear redes de servicio
en las comunidades, instancias y estructuras diocesanas, que respondan ante los problemas sociales y
emergentes, para vivir las obras de misericordia. Para cumplir este compromiso debemos pasar de la apatia
y la falta de sensibilidad social, al compromiso por ayudar a los demás de manera organizada.

Al seguir el camino sinodal de la formación, nos comprometemos a contar con una capacitación para
acompañar para desarrollar habilidades en el arte del acompañamiento, al estilo de Jesús,
especialmente con los jóvenes y los alejados, mediante el diálogo, la cercanía, la escucha, la
comunicación y la convivencia Para cumplir este compromiso debemos pasar de una formación
desvinculada con la vida, a capacitarnos en conocimientos, habilidades y actitudes que faciliten el
acompañamiento de quienes más lo necesitan.

IV. IGLESIA MISIONERA Y EN SALIDA


Ser una comunidad enviada por el Padre que, como Jesús, presenta con alegría y sencillez el evangelio
todos de una manera renovada y adecuada a la cultura actual (cfr. Juan 20,21; PGP 142)

Caminos sinodales y su compromiso:


Seguir el camino de la conversión para este llamado de Dios, require un compromiso con la creación de
una cultura misionera, esto es, continuar nuestro proceso de conversión pastoral, asumiendo una cultura
misionera, y como discípulos misioneros salgamos de nuestros esquemas y estructuras y vayamos a donde
está la gente. Para cumplir este compromiso debemos pasar de ser una Iglesia encerrada en sí misma, a una
Iglesia en la que todos los bautizados, asuman su compromiso misionero para evangelizar a los más
alejados en sus propios ambientes.

El seguir un camino sinodal de acompañamiento, nos invita al compromiso de crear pequeñas


comunidades, esto implica, convocar y acompañar, como fruto de la misión, pequeñas comunidades que
sean como una familia en la que todos se conozcan, se sientan importantes y se apoyen en sus necesidades
poniendo sus dones al servicio de los demás. Para cumplir este compromiso debemos pasar de una atención
en masa y generalziada, a una pastoral más cercana y personal que facilite la creación de grupos pequeños
que generen sentido de pertenencia.

Es necesario también, emprender el camino de la articulación, con los cual nos comprometemos a tejer
una red misionera, es decir, tejer una red articulada y evangelizadora con todas las instancias y estructuras
pastorales de la diócesis, para responder al llamado de Cristo a “echar las redes” en salida hacia las
periferias. Para cumplir este compromiso debemos pasar de desatender el llamado de Jesús a la misión, a
un servicio misionero articulado, enfocado y apasionado.

La formación como camino sinodal para atender este llamado es fundamental, para lo cual adquirimos un
compromiso de recibir y brindar formación para la misión, que ayude a promover una formación
misionera que desde el kerigma y discerniendo los signos de los tiempos, renueve la forma de presentar a
Cristo en la realidad. Para cumplir este compromiso debemos pasar de la improvisación y el
desconocimiento del Evangelio y la realidad, a prepararnos para la misión con una metodología renovada y
adecuada a la cultura actual.

Esta red de 4 llamados, 4 caminos y 16 compromisos, son el fruto de una mirada contemplativa, de un
diálogo sinodal, de un discernimiento comunitario y un soñar pastoralmente, realizados en oración y
reflexión desde el Evangelio y el Magisterio de la Iglesia. Estamos seguros que esta red de elementos
relacionados orientará nuestro actuar misericordioso, a través de programas y actividades pastorales, para
lograr el objetivo de Vivir una decidida conversión, abiertos al Espíritu, que nos lleve a mirar y a seguir a
Jesucristo Redentor, tejiendo una red evangelizadora y misionera, para colaborar en la reconstrucción del
tejido social y eclesial, siendo una “Casita Sagrada” que reciba a todos en la misericordia del Padre, como
lo pide la Virgen de Guadalupe.

Buenas prácticas: testimonio del trabajo realizado y de las experiencias vividas

Las instancias participantes en la segunda consulta mencionaron que hay buenas prácticas sinodales y
aprendizajes que favorecen las misión en la Iglesia de Monterrey entre las cuales se mencionan las
siguientes:

1. Año de diálogo y escucha


Tuvimos un año de diálogo y escucha, una de las líneas sinodales resultado de esas reuniones fue,
precisamente, el deseo de contar con más encuentros, por lo que se realizó una asamblea diocesana dividida
en 7 encuentros con una participación mayor a lo ordinario contando con la presencia de 2,800 agentes de
pastoral. Estos encuentros se dividieron en las 3 pastorales básicas (Palabra, Caridad y Liturgia) y 4
pastorales por etapas de vida (Infancia, Jóvenes, Familia y Hermano Mayor), para ello se conformaron
comisiones sinodales para la organización de cada encuentro, esta forma de organizarse y tomar acuerdos
nos llevó a una renovación de estructuras y la conformación de 7 dimensiones de pastorales diocesanas.
Sorprende que la voz del Espíritu Santo habla, como las acciones obtenidas justo antes de que llegue una
indicación.
Conocimos nuevas herramientas de consulta, descubrimos nuevas formas de trabajo y análisis con la ayuda
de métodos de una conversación espiritual, y practicamos la perseverancia para obtener los resultados. El
ejercicio de diálogo y escucha nos ha llevado a conocer nuevas maneras de tomar acuerdos juntos con
aportes de todos que enriquecen los proyectos, todo esto abonó al proceso de la consolidación del Plan de
Pastoral.

2. Ministerios Laicales
Durante la consulta, en medio de la experiencia de la pandemia en la cual se vivía un ambiente de miedo,
temor e incertidumbre, fue muy bueno que la pastoral social, catequética, litúrgica y misiones pudieran
hacer un proyecto en conjunto y que se formara un consejo en base a la sinodalidad integrado por Obispos,
laicos, vida consagrada y sacerdotes. Por lo anterior, se generó un fortalecimiento de los vínculos y se vio
la sinodalidad manifestada en la formación. Este proyecto fue tomando identidad y surge la necesidad de
crear el grupo de Ministerios Laicales.
Se emprendió la acción de este nuevo proyecto, en el aspecto territorial los párrocos y sus consejos
apoyaron esa misión, en los decanatos, cada decano envió varios candidatos de las parroquias en su
territorio.
Se vivió la sinodalidad desde la parroquia, se realizó el proceso como se propuso, en un ambiente de
oración, primero dentro en parroquia, luego con los consejos, de manera que los enviados fueron elegidos
por la comunidad parroquial.
Hubo apertura para nuevos ministros, un servicio con entrega más completa, se sienten animados,
escuchados y parte de la familia diocesana, de esta manera, van encontrando su lugar porque tienen un
envío. Se establecieron vínculos con el Instituto Diaconal Arquidiocesano de Monterrey (IDAM).
Este proceso nos dejó instalada una nueva forma de pensar y actuar. Aprendimos a escuchar activamente,
tomar en cuenta los aportes de los participantes en los encuentros realizados en un ambiente de oración, a
ser fieles o leales a estos, valorar la oportunidad de reunir las opiniones de todos para enriquecer la
información necesaria y tomar decisiones con la participación de todos en los proyectos. Aprendimos a
escuchar en todo esto la voz del Espíritu Santo a través de nuestros hermanos, abrir las puertas a nuevas
posibilidades de planeación y organización y a renunciar a los propios criterios para dar paso a las
inspiraciones divinas.

3. Vínculos
El hecho de hacer frente a una situación tan difícil como la pandemia, incrementó el deseo de ayudarnos
unos a otros y vincularnos, por lo que nos llevó a crear vínculos con sectores del pueblo de Dios que no
teníamos, como los empresarios, instituciones educativas y políticas, así como otras instancias de laicos. El
proceso y la forma de trabajar nos llevó a convocar a la unidad y el sentido de inclusión de las diversas
vocaciones (obispos, sacerdotes, seminaristas, diáconos y vida consagrada), con ello se crearon vínculos
que no se tenían y se está logrando un fortalecimiento de lazos. El proceso de diálogo y escucha nos ha
llevado a crear una identidad con la mística de la red; la articulación y vinculación de las 7 dimensiones: 3
pastorales básicas (Palabra, Caridad y Liturgia) y 4 pastorales por etapas de vida (Infancia, Jóvenes,
Familia y Hermano Mayor), ya se está realizando y se está fomentando la unidad y el sentido de incluir a
las personas de todas las instancias (Curia, laicos en el mundo, RTS, medios de comunicación, educación,
entre otras). Esto nos ayudó a tejer redes, a crear vínculos también en decanatos y parroquias a través de
sus párrocos y consejos.
En esta práctica resalta el papel de los laicos, que tienen ahora una mayor participación en la toma de
decisiones, participan en consejos, coordinan pastorales, ejercen ministerios y ocupan cargos que antes solo
tenían sacerdotes. A la mayor apertura que existe para involucrar a laicos en las diversas actividades
corresponde también una mejor respuesta de ellos, mostrando mayor disponibilidad para el trabajo
diocesano, especialmente notable en los Ministerios Laicales.
Las oportunidades que se han presentado nos han llevado a abrir los ojos y estar atentos a las nuevas
oportunidades de vinculación, hemos aprendido a tomar acciones inmediatas para planear, organizarnos y
tejer redes para caminar sinodalmente tanto en las estructuras dimensionales, como en las estructuras
territoriales atendiendo los llamados de Dios establecidos en nuestro plan de pastoral que nos invita a ser
una Iglesia discípula que sigue a Jesús, unida y sinodal, misericordiosa de puertas abiertas y misionera en
salida.

4. Trabajo en red
La forma de organizarnos sinodalmente en los encuentros de diálogo dio como resultado un Plan de
Pastoral hecho por todos los asistentes a estos, este plan impulsa el planear caminando, desde los consejos
de pastoral y la articulación entre dimensiones en RED. Surge esta nueva estructura diocesana de las 7
dimensiones, ya mencionadas, conformada por 3 pastorales básicas (Palabra, Caridad y Liturgia) y 4
pastorales por etapas de vida (Infancia, Jóvenes, Familia y Hermano Mayor), en las cuales el resto de las
pastorales entra por su carisma dentro de alguna de estas dimensiones. Se creó por otro lado la estructura de
las instancias diocesanas vinculadas, las cuales no están relacionadas directamente con la Vicaría de
pastoral, pero si se relacionan con alguno de los servicios que estas prestan a la misma. Lo que antes era un
conjunto de Pastorales, ahora se ve como una Pastoral de conjunto. Como resultado de Por último, se
renovó la estructura territorial, solicitando a las parroquias renovar sus consejos, y actualmente se trabaja
en la creación de equipos de decanato quienes serán el vínculo entre los consejos parroquiales y las 7
dimensiones pastorales diocesanas. Este proceso también ha ayudado para que los laicos y agentes de
pastoral identifiquen a la Vicaría de Pastoral y sepan que hay alguien al servicio de ellos. El trabajo en red
abarca e integra lo geográfico con las dimensiones de la pastoral. Sucede así una mayor comunicación entre
parroquias, entre pastorales diocesanas y comunidades, y las pastorales parroquiales se alinean al Plan
Diocesano de Pastoral.
Los participantes consideran como una buena práctica el trabajo conjunto que se está realizado en red,
implementando proyectos con participación en comunión y sinodalidad, con una mayor planeación y
organización dentro de la Iglesia. En este trabajo existe un mayor reconocimiento de la diversidad de dones
y carismas, se integran en él movimientos y se van formando equipos coordinadores con la participación de
todos.
La identidad con la mística de la red ha sido acogida con alegría y se ha generado un cambio de paradigma
del clericalismo a la sinodalidad, así como un cambio de paradigma jerárquico a participativo sinodal. Por
otro lado, hemos aprendido a ser una Vicaría de pastoral en salida, que articula, acompaña y anima en todos
los ambientes.

5. Liderazgo y coordinación
Los participantes reconocen como buena práctica el esfuerzo y capacidad de los líderes. Reconocen el
liderazgo y cercanía de nuestro Arzobispo, su fuerte compromiso para integrar a toda la comunidad. Esta
práctica se extiende también a los obispos auxiliares, en quienes se reconoce su guía, relación fraterna y
cercanía, por ejemplo, en la participación en festividades parroquiales. También consideran la buena
comunicación y acompañamiento por parte de la Vicaría de Pastoral y el apoyo de los sacerdotes.

6. Otras prácticas
Se reconoce como buena práctica ser una Iglesia en salida, abriendo espacios de misiones en diferentes
parroquias, atendiendo a la población en situación de vulnerabilidad, las periferias y los alejados. Ser una
Iglesia de puertas abiertas, con una mayor apertura a grupos que antes estaban alejados. La presencia de la
Iglesia en las redes sociales, por ejemplo, con el mensaje dominical del arzobispo. Contamos también con
herramientas formativas pastorales, formación continua, cursos y diplomados. Otras buenas prácticas hacen
referencia a la espiritualidad, la vinculación con la sociedad civil, la obediencia al papa y a los obispos, la
renovación continua de la pastoral, reuniones, encuentros y toma de conciencia de la importancia de las
buenas actitudes.

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