Educacion Inicial
Educacion Inicial
Educacion Inicial
INVESTIGACIÓN EDUCATIVA
inicial en México
CUADERNOS DE
Perspectivas, condiciones y
prácticas de los agentes educativos
La política de educación inicial en México: perspectivas, condiciones DIRECTORIO
y prácticas de los agentes educativos
JUNTA DIRECTIVA
2021
ISBN: 978-607-8829-36-1 Silvia Valle Tépatl
Presidenta
Coordinación general
Francisco Miranda López y Giulianna Mary Mendieta Melgar María del Coral González Rendón
Comisionada
Coordinación académica
Treisy Romero Celis y Lourdes Nancy Martínez Márquez Etelvina Sandoval Flores
Comisionada
Redacción y procesamiento de datos
Treisy Romero Celis, Lourdes Nancy Martínez Márquez, Roberto Arturo Florentino Castro López
Arriaga Martínez, Jorge Carlos Tuyub Moreno, Itandehui Salmorán Bautista, Comisionado
y Angélica Chávez Miranda
Oscar Daniel del Río Serrano
Con el apoyo de Rocío Rosas Escamilla Comisionado
D.R. © Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación. Armando de Luna Ávila
Barranca del Muerto 341, col. San José Insurgentes, alcaldía Benito Juárez, Secretaría Ejecutiva
C. P. 03900, Ciudad de México, México.
Laura Jessica Cortázar Morán
Órgano Interno de Control
Coordinación editorial
Blanca Estela Gayosso Sánchez
Directora de área TITULARES DE ÁREAS
Presentación 5
Introducción 7
4. Agentes educativas y su
apropiación de la política curricular 67
4.1 ¿Cuáles son las creencias sobre el desarrollo
de niñas y niños, la educación inicial y la docencia
que tienen las y los agentes educativos? 67
4.2 ¿Cuál es el contexto y el papel de las estructuras organizacionales
en que las y los agentes educativos desarrollan su práctica? 76
4.3 ¿Cuáles son las interpretaciones y prácticas
de las y los agentes educativos con relación a la política
curricular de educación inicial? 90
4.4 ¿Cómo se configuran las decisiones en la apropiación
de la política curricular de las y los agentes educativos? 119
Conclusiones y recomendaciones 127
Referencias 139
Glosario 149
Anexos 151
Presentación
El derecho que tienen niñas y niños a la educación inicial conlleva para el Estado la
tarea de ampliar de manera importante la oferta de servicios y asegurar que ésta
reúna las características de una buena educación. Al respecto, la Ley General de
Educación establece que el Estado, de manera progresiva, generará las condicio-
nes para la prestación universal del servicio (artículo 38). Asimismo, dispone el
establecimiento de una Política Nacional de Educación Inicial, que formará parte
de la Estrategia Nacional de Atención a la Primera Infancia y contendrá los prin-
cipios rectores y objetivos de la educación inicial.
1 Periodo que abarca desde el nacimiento hasta antes de ingresar a la educación primaria.
5
educativos, cuyo papel en los procesos educativos es reconocido en la Constitu-
ción –en su artículo 3º– como fundamental. Son estas figuras las que, a través de
sus prácticas, concretan las oportunidades de niñas y niños para aprender y
desarrollarse que se plantean desde las propuestas educativas y, por ende, quie-
nes tienen una mayor importancia en el logro de los aprendizajes.
Los resultados de dicho análisis dan cuenta de los componentes institucionales que
dificultan una práctica que responda tanto a los objetivos de aprendizaje y desarro-
llo definidos en la política nacional como a los contextos locales. Aunque su alcance
es limitado, estos hallazgos apuntan hacia ciertas áreas de mejora que se sugiere
retomar en futuros estudios y considerar en la próxima definición de una política,
programas y acciones para la expansión y el fortalecimiento de la educación inicial.
Por último, este informe se presenta como producto del primero de varios pro-
yectos enfocados a la educación inicial. Con éste se contribuye a la tarea de la
Comisión de generar información y conocimiento, a través de la realización de
estudios e investigaciones especializadas, para coadyuvar a fundamentar las
decisiones sobre la mejora de la educación en sus diferentes ámbitos, de acuerdo
con lo que se establece en la Ley Reglamentaria del artículo 3º de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, en materia de Mejora Continua de la
Educación. Asimismo, se aporta información para la elaboración de las sugeren-
cias y los lineamientos para la mejora en la provisión de una buena enseñanza en
la educación inicial, una de las principales responsabilidades de Mejoredu.
Desde hace un par de décadas, la educación inicial constituye uno de los asuntos
prioritarios en las agendas gubernamentales e investigativas del mundo. La valora-
ción que se ha hecho de sus beneficios para la niñez y la sociedad en su conjunto ha
llevado a los gobiernos a incluir, en sus planeaciones, objetivos y estrategias orien-
tados a la promoción y el desarrollo de este nivel educativo.
En México, como en otros países, los objetivos de la educación inicial han tenido cam-
bios significativos. En su primera etapa, ésta se caracterizó por ser eminentemente
7
asistencial, orientada sólo al cuidado y guarda de niñas y niños. Esta visión asisten-
cial no se enfocaba en el desarrollo de la primera infancia, sino en atender las brechas
de género en el ámbito laboral (Mateo y Rodríguez-Chamussy, 2016).
Introducción 9
se desea abonar a la discusión en torno a los grandes retos relacionados con este
nivel educativo. ¿Qué papel tienen las experiencias y los contextos educativos
de las y los agentes educativos en el desarrollo de la primera infancia? Entender
la manera en que comprenden y se apropian de las políticas de educación inicial
permitirá generar interpretaciones más claras sobre la relación entre escuela y
desarrollo/aprendizaje. También brindará información para identificar qué ele-
mentos específicos de la política funcionan y cuáles no, así como los elementos
del contexto de implementación que pueden impactar la calidad de las políticas de
manera diferenciada. En síntesis, los hallazgos podrán contribuir a la mejora de las
políticas de educación inicial en México, sobre todo en momentos de inflexión
como el que se vive actualmente.
Reconociendo en éste uno de los desafíos para lograr transformar la educación ini-
cial, la Secretaría de Educación Pública (SEP) elaboró el Modelo de Atención con
Enfoque Integral para la Educación Inicial (MAEI), publicado en 2013. Su construc-
ción se insertó en una serie de acciones dirigidas a la educación inicial que daban
cumplimiento al Programa Sectorial de Educación 2007-2012. Entre ellas, destaca
la implementación de una estrategia para eliminar las concepciones erradas –sobre
niñas y niños en estas edades– de funcionarios y agentes educativos de las diver-
sas modalidades.3 De esta manera, el MAEI asumió una perspectiva de desarrollo
integral basada en el juego y la exploración por parte de niñas y niños, acentuan-
do la atención en aspectos emocionales, sociales, de apego y creación de vínculos
afectivos. La propuesta reconocía la primera infancia como una etapa clave en
el desarrollo de las personas y se adhería a la evidencia que sostiene que el fortale-
cimiento de tales habilidades en este periodo de la vida es la base para lograr des-
tacados aprendizajes en el futuro, así como mejores condiciones de vida para los
individuos y las sociedades.
2 En la década de 1970, se planteó que las guarderías debían facilitar diversas áreas de
desarrollo a partir de los cuarenta y cinco días de nacidos, destinando tiempos precisos
para cada una; entre ellas se incluía la atención nutricional y para el desarrollo físico,
afectivo y social (SEP, 2002). En 1992, la SEP planteó un nuevo modelo sustentado en
evidencia internacional sobre la importancia de la educación en la primera infancia para
el aprendizaje y desarrollo futuro de las personas. El modelo se caracterizó como una
propuesta flexible para los agentes educativos, en el que la interacción del niño con su
medio social y natural, sus intereses, su formación y el desarrollo de su personalidad
cobraban especial relevancia. Este nuevo enfoque de desarrollo integral de la niñez se
plasmó en la Ley General de Educación, promulgada en 1993, al estipular que la educación
inicial debía “favorecer el desarrollo físico, cognoscitivo, afectivo y social de los menores
de cuatro años de edad”. Sin embargo, dicho precepto no se tradujo en posteriores
estrategias o acciones para su ejecución y la atención dirigida a niñas y niños continuó
centrándose en aspectos relacionados con el cuidado de la salud, la alimentación y el
desarrollo físico (Myers et al., 2013; Myers, 2018).
3 El MAEI fue resultado de un proceso colaborativo en el que participaron agentes
educativos, funcionarios estatales y especialistas nacionales y extranjeros.
Introducción 11
entre las acciones asistenciales y las educativas continuó caracterizando la situa-
ción (Myers et al., 2013; Myers, 2018).
En 2017, dados los problemas asociados con la falta de comprensión del modelo por
factores como la escasa capacitación y el acompañamiento (SEP, 2017: 17), se re-
estructuró el MAEI, dando paso al Programa de Educación Inicial: un Buen Comien-
zo. En la formulación del nuevo programa, si bien se retomaron los conceptos y las
propuestas desarrolladas en el MAEI, se fortalecieron diversos aspectos al procurar
una mayor integración de las bases teóricas, los enfoques pedagógicos y la meto-
dología de trabajo. Las actividades planteadas dejaron de encasillarse en áreas de
desarrollo separadas, contemplándose en ellas la atención integrada de aspectos
cognitivos, emocionales, físicos y sociales.
Sin embargo, los estudios han identificado en general que el enfoque educativo para
el desarrollo integral de la niñez no se ha reflejado suficientemente en la atención
educativa. Los aspectos pedagógicos y para un desarrollo integral se han fortalecido
poco y de modo inconsistente entre los diferentes tipos de servicio (Myers, 2018).
El presente estudio tiene como objetivo describir la forma en que se configuran las
decisiones de agentes educativos de educación inicial en el desarrollo de su práctica
educativa y, por lo tanto, su apropiación de la política curricular. Ello, a partir de
sus creencias y experiencias, sus interpretaciones de la misma y el contexto institu-
cional en el que se inscribe su práctica. De manera específica, se buscó lo siguiente:
Las preguntas de investigación que orientaron el desarrollo del estudio fueron las
siguientes:
¿Cuáles son las creencias sobre el desarrollo del niño, la educación inicial y la
docencia que tienen las y los agentes educativos?
Introducción 13
¿Cuál es el contexto y el papel de las estructuras organizacionales donde agen-
tes educativos desarrollan su práctica?
¿Cuáles son las interpretaciones y prácticas de agentes educativos en relación
con la política curricular de educación inicial?
Una vez definidos los servicios por estudiar, la selección de entidades federativas se
efectuó a través de un muestreo intencionado, a fin de analizar el fenómeno de la
práctica educativa en servicios típicos o regulares, esto es, que se desarrollan bajo
condiciones que son comunes en la mayoría de los centros, en los tres tipos de ser-
vicio de educación inicial.
5 No se incluyeron los servicios brindados por el Sistema Nacional DIF (Centros Asistenciales
de Desarrollo Infantil y Centros de Asistencia Infantil Comunitario), por el ISSSTE
(Estancias para el Bienestar y el Desarrollo Infantil) y por el IMSS (guarderías de operación
directa e indirecta) dadas las dificultades para acceder a los servicios fuera del sector
educativo, ante las limitaciones que impuso la pandemia de COVID-19, periodo durante el
cual se realizó el estudio.
Bajo esta técnica, se seleccionaron los estados de Chihuahua, Hidalgo y San Luis
Potosí, con base en los siguientes criterios y en el orden expuesto: 1) entidades fe-
derativas que brindan los 3 tipos de servicio de educación inicial (CAI, EII y EIC);6
2) entidades que representan casos típicos, es decir, que no cuentan con una estra-
tegia pública de fortalecimiento a la educación inicial, de manera que ésta no fuera
una variable que interviniera de forma diferenciada en los procesos de implemen-
tación;7 3) diversidad regional: se incluyen las regiones centro, noreste y noroeste;
y 4) entidades en las que se contara con facilidades para realizar el estudio, dadas
las condiciones derivadas de la pandemia.
6 Para ello se recurrió a datos del Formato 911. Con este criterio, se descartaron
Aguascalientes, Colima, Guanajuato, Nayarit, Zacatecas, Coahuila, Nuevo León,
Tamaulipas y Baja California Sur.
7 Con este criterio, se descartaron los estados de Sinaloa (debido a su estrategia Primero
de primaria es muy tarde), Jalisco (programa Los primeros 1 000 días de vida), Oaxaca,
Chiapas, Estado de México, Ciudad de México y Yucatán (Pacto por la Primera Infancia).
Información disponible en <https://www.pactoprimerainfancia.org.mx/>.
8 La identificación de los indicadores para dar cuenta del cumplimiento de estos
criterios se realizó con los datos del Formato 911. En el caso de la educación inicial
indígena, se identificaron cuatro servicios en localidades urbanas grandes (de más de
cien mil habitantes); estos cuatro servicios se descartaron del conjunto debido a que
resultaban contrastantes con la generalidad de los servicios indígenas de los estados,
de manera que alteraban los promedios y la selección de localidades y servicios.
Introducción 15
El segundo criterio fue que las localidades donde se ubicaran estos espacios conta-
ran con la infraestructura necesaria para establecer contacto con los informantes
vía remota.9
Para identificar la información necesaria y guiar su análisis, los conceptos que con-
forman el marco analítico se operacionalizaron de la siguiente manera:
Se adoptan los términos utilizados en los servicios educativos para referirse a las
figuras educativas. De acuerdo con los documentos que rigen los servicios de edu-
cación inicial indígena y comunitaria, se emplean los términos docentes y promo-
toras, respectivamente, mientras que, en la práctica, dentro de los CAI se utiliza
el término educadora para referirse a las figuras educativas que están en las salas,
trabajando directamente con niñas y niños.12
Introducción 17
El término agentes educativos también se utiliza para hacer referencia a estas figuras
docentes: educadoras, docentes y promotoras, quienes tienen la tarea de poner en
práctica la política de educación inicial –en particular, la curricular–.13
Los ejes temáticos que guiaron el análisis se derivaron del marco cognitivo de cons-
trucción de sentido, así como de los conceptos y procesos de apropiación de las políti-
cas. En su totalidad, se definieron cinco ejes de análisis y veintiséis subejes (tabla 0.1).15
Credibilidad. Los hallazgos del proceso analítico reflejan la experiencia de las entrevistadas,
reportada por ellas mismas. Además, el análisis se sustentó en la triangulación de la
información proporcionada por las diversas AE, así como las autoridades educativas.
Confianza. Este apartado metodológico busca detallar el proceso analítico con la finalidad
de que, en caso de que se busque replicar, pueda ser así. Adicionalmente, se ha precisado
el marco teórico y de política pública, así como la definición de los diversos conceptos
que guiaron el presente análisis. Con estos elementos, se considera que, si el proceso se
volviera a llevar a cabo, se llegaría a los mismos hallazgos.
Introducción 19
1
Conceptos y enfoques sobre
la primera infancia y acciones
para su desarrollo
La segunda ruta tiene un carácter más práctico, pues pone atención en la educación
inicial como objeto de política pública. Por un lado, muestra cuáles son los princi-
pales cambios de enfoque que ha experimentado la acción pública con el paso del
tiempo, identificando particularmente los principios que movilizaron la interven-
ción gubernamental hacia la educación inicial en las últimas dos décadas. Por otro,
recupera las reflexiones que desde los distintos organismos internacionales se han
desarrollado y fundamentado tanto los cambios en las agendas de política pública
a escala global como la creciente inversión en la educación a etapas tempranas.
Existe una terminología amplia en torno a lo que significa la infancia, y puede adop-
tar matices dependiendo de las perspectivas desde las cuales se observe. Algunas
de ellas analizan los procesos de desarrollo biológico, psicológico y cognitivo,
mientras que otras ponen atención en el desenvolvimiento sociocultural y las ex-
periencias que se dan en ambientes específicos. También se identifican miradas
que asignan al infante roles diferenciados. Por ejemplo, la mirada que define al in-
fante como un objeto de protección, subordinado y receptor de las acciones diri-
gidas a él, y en la que se asume como sujeto pasivo y vulnerable, cuyas relaciones
con su medio se fundamentan principalmente en el cuidado, la sobreprotección y
el control. Y en contraste, se encuentra la visión del infante como sujeto social con
agencia, que asume un rol participativo en la definición y ejecución de sus relacio-
nes e interacciones con el entorno (Tonucci, 2019; Paniagua, 2021).
ya que no hay un momento de la vida en que los individuos dejen de cambiar o adquirir
aprendizajes; es acumulativo porque los aprendizajes obtenidos en diferentes momentos
afectan la configuración del cerebro, así como las capacidades y la personalidad del niño,
incidiendo en las oportunidades que tendrá de seguir aprendiendo en el futuro. Su carácter
holístico se entiende como “una mirada unificada del proceso del desarrollo que enfatiza
las interrelaciones entre los aspectos físico, mental, social y emocional” (Shaffer y Kipp,
2010: 8). Su carácter flexible se asocia con la idea de que los cambios surgen como respuesta
a experiencias positivas o negativas, mientras que su carácter cultural surge de la interacción
con el contexto y con los pares, por lo tanto, las habilidades y competencias se ven influidas
por esta socialización y se refuerzan mutuamente. Finalmente, es histórico porque el contexto
sociotemporal amplio de la familia incide en la manera como ésta se organiza y se relaciona
con el niño (Black et al., 2017; Papalia et al., 2012; Shaffer y Kipp, 2010; Shonkoff, 2015).
17 Inicialmente, la infancia se definió como una edad deficiente o de adulto imperfecto, cuya
característica principal era la falta de capacidad de razonamiento, lo que lo posicionaba
en un estatus de vulnerabilidad o indefensión hasta alcanzar la pubertad o la edad adulta
(Jenks, 2005). Épocas posteriores han concebido al infante como dependiente, ser humano
inacabado, o ser bondadoso e inocente (Jaramillo, 2007). A partir de finales del siglo XX,
en un contexto de importantes cambios sociales y políticos, el infante se redefine como un
sujeto social, con capacidad de agencia y de ejercicio de derechos (Meraz-Arriola, 2010).
Capítulo 1 21
sistemas educativos– interactúan y socializan con la población infantil. Ejemplo de
ello es la manera en que las familias dan forma a sus prácticas de crianza o, en el
ámbito educativo, la manera en que el Estado establece pautas para decidir sobre
aspectos como el diseño del currículo, los servicios que prestan los centros educa-
tivos, el tipo de atención o la formación inicial de los docentes (Casas, 2006; Norozi
y Moen, 2016; Papalia et al., 2012).
18 Las variaciones en la forma en que se estructuran los sistemas educativos alrededor del
mundo dan lugar a una variación en los rangos de edad entre los países y las regiones.
Un factor de riesgo es una condición propia del infante o del entorno que puede rela-
cionarse con una mayor probabilidad de que la niña o el niño experimenten resultados
negativos en el desarrollo (De Bellis et al., 2011). Considerando la dependencia de
la niñez respecto a sus padres y cuidadores, en este periodo confluyen diferentes
factores de riesgo que pueden afectar de manera notable su sano desarrollo. La co-
munidad, la escuela o la familia son entornos que pueden presentar estos factores
para el infante. De acuerdo con algunas investigaciones, alrededor de 30% de niñas
y niños de las diferentes culturas presenta algún factor de riesgo, expresado por el
poco tiempo que los padres tienen disponible para convivir con sus hijas e hijos o la
falta de experiencia y habilidades para la crianza (Paniagua, 2021).
Uno de los efectos que dichos factores de riesgo pueden tener en los niños es la
generación de estrés.19 Los expertos han identificado 3 tipos de estrés: el positivo,
el tolerable y el tóxico. El estrés positivo estimula a niñas y niños a enfrentarse
a problemas cotidianos, regularmente de intensidad moderada. La exposición de
niñas y niños a este tipo de estrés permite que sean creativos, tomen iniciativa y
Capítulo 1 23
generen confianza en sí mismos a fin de responder eficientemente a aquellas situa-
ciones cotidianas que lo requieran. Estudios del Center on the Developing Child at
Harvard University (2007) han documentado que el estrés positivo en infantes –
bajo un entorno supervisado y controlado por los adultos– contribuye no sólo a su
desarrollo, sino que puede llegar a prevenir trastornos mentales en la edad adulta.
Por su parte, el estrés tolerable es aquel que activa los sistemas de alerta del cuerpo
a un nivel superior como resultado de dificultades más complejas y duraderas –por
ejemplo, la pérdida de un ser querido, una lesión traumática o un desastre natural–.
El estrés tolerable demanda necesariamente la intervención de los adultos y cuida-
dores no sólo para amortiguar los efectos perjudiciales, sino también para ayudar a
los niños a adaptarse a la situación y eventualmente superarla (Center on the De-
veloping Child at Harvard University, 2007).
En el caso extremo, cuando en edades tempranas los niños son sometidos a una
adversidad de larga duración, frecuente e intensa, y el apoyo de los adultos no está
disponible, se genera estrés tóxico, que causa modificaciones en la arquitectura del
cerebro y produce problemas de salud, emocionales o cognitivos (McEwen, 2007;
Shonkoff y Garner, 2012; Center on the Developing Child at Harvard University,
2007). Por ejemplo, estudios han demostrado que, cuando los niños sufren de es-
trés tóxico, experimentan trastornos como la depresión, la ansiedad o problemas
psicosociales, lo que deriva en deficiencias en el aprendizaje, el comportamiento
y la salud.
Los factores de riesgo en la primera infancia son más comunes para quienes viven
en condición de vulnerabilidad y pobreza, pues a menudo experimentan situacio-
nes como la desnutrición, enfermedades crónicas, maltrato y abuso infantil, falta de
apego de los padres, o prácticas de crianza pobres, por mencionar algunas. La es-
casez de recursos para compensar los factores de riesgo compromete el desarrollo
saludable de forma temporal o duradera, contrario a lo que sucede con niñas y niños
cuyos padres presentan una mejor posición económica (Black et al., 2017; Blair y
Raver, 2012; Cosden, 2011; Grantham-McGregor et al., 2007; McEwen, 2007; Mag-
nuson y Duncan, 2016).
Por ello, cada vez se hace más importante establecer un contexto adecuado para
el bienestar físico, psicoemocional y cognitivo, que incluya un entorno estable y
receptivo. Es bien sabido que cuando existe un sistema de apoyo para los infantes,
se puede reducir el nivel de estrés en las situaciones cotidianas, contribuyendo de
esta manera a la disminución de los efectos perjudiciales en su desarrollo (Danese y
McEwen, 2012). Los programas de atención a la primera infancia tienen el objetivo
de consolidarse como espacios amortiguadores para las situaciones adversas, siem-
pre y cuando el servicio considere las carencias del círculo de cuidados primarios y
Dada la importancia de los cuidados y estímulos que niñas y niños reciben para su
desarrollo durante la primera infancia, las personas que tienen una relación soste-
nida con ellos, reconocidos como cuidadores, desempeñan un papel fundamental.
Dicha interacción favorece la asimilación de normas sociales y de conducta, tal como
sostienen algunos expertos (Hughes et al., 2018). Por ejemplo, se ha documentado
que mediante una interacción sostenida los infantes construyen estructuras com-
plejas de lenguaje no verbal e interacción, de manera que organizan sus actividades
y definen límites (Monaco y Pontecorvo, 2010). A través de esta interacción, tam-
bién desarrollan habilidades de lenguaje y sentido numérico, habilidades motoras,
cognitivas y de resolución de problemas (Dai y Heckman, 2013; Neidell y Waldfo-
gel, 2008; Berger y Nuzzo, 2008; Hill y Palacios, 2019). De ahí la importancia de los
entornos y las interacciones que éstos propician para los infantes.
De acuerdo con los expertos, todas las personas que tienen interacción con infantes
ejercen en ellos una influencia (Haddad, 2002), y todos los adultos que tienen una
relación sostenida de cuidado pueden ser considerados cuidadores, siendo la fami-
lia el entorno más importante dadas sus funciones afectiva y formativa insustitui-
bles. Dichas funciones se manifiestan a través del apego, la transmisión de valores
y saberes, cuidados y protección, entre otros aspectos (OEI, 2019). La atención que
brindan los cuidadores se asocia con las prácticas de crianza, entendidas como las
actividades cotidianas para alimentar, asear, educar, cuidar y comunicarse con ni-
ñas y niños (Curenton et al., 2016).
Las personas adultas, al ser garantes de derechos, son responsables de generar las
condiciones para que a su vez se respeten los derechos de los infantes, para promo-
ver su participación y protección en los diferentes entornos donde se desenvuelven,
y para establecer ambientes de seguridad y respeto donde puedan ejercer plena-
mente sus derechos (SEP, 2017). Los expertos han demostrado que tanto el rol de
los cuidadores como este tipo de prácticas tienen un efecto positivo en el desarrollo
cognitivo, emocional y motriz de los niños, concluyendo incluso que pueden llegar a
tener un mayor impacto que los propios estímulos intelectuales durante los prime-
ros meses de vida (Knauer et al., 2019). En los casos en que esta población no tiene
acceso a servicios de educación y cuidado, las acciones de los cuidadores cobran
mayor relevancia para generar un ambiente rico en experiencias de aprendizaje.
Capítulo 1 25
Los primeros cuidadores se ubican en la familia, y aunque generalmente sean los pa-
dres, también otros miembros de la familia pueden asumir dicho rol –como abuelas,
tías o hermanos–. En los primeros años de vida, la madre es el principal referente
de los infantes, pues las acciones que realiza tienen un impacto significativo y du-
radero en su desarrollo (Borra et al., 2012). Si bien el padre asume normalmente
un papel secundario en la crianza debido a roles de género socialmente aceptados,
la importancia de su papel en el desarrollo de niñas y niños se ha mostrado en va-
rios estudios (Lankinen et al., 2018). De igual forma, es importante destacar que
los abuelos también tienen un papel relevante, pues cumplen una doble tarea: como
cuidadores y como orientadores de madres y padres.
Después del círculo familiar, son las educadoras quienes asumen este papel para
los infantes que asisten a centros educativos. Cuando éstos tienen acceso a algún
servicio de educación y cuidado, los efectos antes descritos se incrementan, ya
que están en contacto con una educadora con experiencia en el desarrollo infan-
til, además de tener la oportunidad de convivir con otras niñas y niños de su edad.
20 Esta selección de valores puede ser explícita –en los documentos normativos y de trabajo
que guían la operación– o implícita –en su diseño y las decisiones cotidianas de los
implementadores–.
Capítulo 1 27
yor movilidad e interdependencia global, la caracterización de la educación de la
totalidad de niñas y niños como una tarea compartida.
Por otra parte, el concepto de educación se refiere a las acciones que tienen la in-
tención de facilitar el desarrollo de habilidades, conocimientos, hábitos y valores
y suscitar un crecimiento en todas las áreas (Myers, 2000). La educación se favo-
rece en ambientes enriquecidos, con actividades y recursos para el aprendizaje y
la interacción con otras niñas y niños (UNESCO, 2007; Marco, 2014). Esta separa-
ción entre los servicios de educación y cuidado debe ser entendida como dos tipos
ideales que forman parte de un continuo, pues las actividades de cuidado procuran
también el desarrollo de niñas y niños a través de la nutrición, la sanidad y la inte-
racción con sus pares.
22 Desde una perspectiva de derechos, las personas adultas se convierten en garantes de los
derechos de niñas y niños, lo que significa que serán los responsables de cuidar y generar
las condiciones para que se respeten (SEP, 2017).
Capítulo 1 29
el aprendizaje a través de la interacción con cuidadores y otras niñas y niños, a lo
que denominan cuidado cariñoso (WHO et al., 2018).
Si bien los cambios en el marco de derechos se verán a largo plazo, existen estu-
dios que han demostrado efectos positivos inmediatos, como el manejo adecuado
de sus emociones y de incorporación de normas sociales (Yang et al., 2019), desa-
rrollo de habilidades cognitivas (Burger, 2010) y la adquisición de lenguaje verbal
y no verbal (Anderson et al., 2003; Evensen, 2018).23 En el mediano plazo, existe
evidencia robusta sobre mejores resultados en la educación primaria (Chen et al.,
2019; Melhuish et al., 2015; UNESCO, 2007), tasas más elevadas de conclusión de la
educación media superior (Bakken et al., 2017; McCoy et al., 2017) e incorporación
a la educación superior (Carneiro y Heckman, 2003).
Capítulo 1 31
niñas (Shonkoff et al., 2012). Hay evidencias también de que cuando las interven-
ciones comienzan más temprano en la vida sus efectos son de mayor magnitud y
más arraigados (Knudsen et al., 2006; Melhuish et al., 2015; Van Huizen y Plantenga,
2018). No obstante, los beneficios y el retorno a la inversión en la primera in-
fancia dependerán de que los componentes de la atención que reciban los infantes
apuntalen a una buena educación, así como de sus condiciones de salud, nutrición
y contexto familiar (Heckman et al., 2009).
Capítulo 1 33
2
Marco teórico:
la construcción de sentido y la
apropiación de las políticas
Como respuesta a los vacíos que dejan los enfoques sistémicos o centrados en lógi-
cas institucionales verticales, desde la psicología cognitiva surge una forma distinta
de analizar y entender los procesos de implementación, la cual se centra en el agente
Situación
Estructuras
Señales de política
cognitivas
Significado creado
de la política
Capítulo 2 35
El marco cognitivo reconoce, además, que dar sentido a los mensajes de política es
un proceso que no ocurre de manera individual, sino que discurre en un contexto
social donde se construyen significados a partir de la interacción con otros (Coburn,
2001; Hill, 2001; Spillane, 1999). Según Levinson et al. (2009), la comprensión de
la política es una práctica social que involucra un proceso de negociación de signi-
ficados entre los mensajes y directivas de la política y sus propios entendimientos,
experiencias personales, conocimientos y habilidades y el contexto, pero también
entre los actores que intervienen en su implementación.
El proceso descrito por Spillane et al. (2002) para dar cuenta de la construcción de
sentido se divide en 3 etapas no lineales, puesto que interactúan de manera conti-
nua entre sí modificando continuamente la comprensión y los significados alrede-
dor de la política. Dichas etapas contemplan ideas abstractas, así como aspectos
concretos del contexto y de la interacción social:
Representaciones. Se refieren a las ideas que el agente construye a partir de los estí-
mulos que provienen de la política. Es decir, la manera como se presentan las ideas
en los textos de política respecto a la enseñanza, los aprendizajes y demás elemen-
tos del proceso educativo son determinantes en la construcción de sentidos dados a
estos mensajes. Por ejemplo, es probable que mensajes ambiguos o contradictorios
resulten en interpretaciones erradas.
Según Werner (1980), como resultado de este proceso cognitivo los actores tienen
la opción de adoptar, adaptar o rechazar la política. Estas opciones clasifican las
respuestas de los agentes a las prescripciones de política, de las que se da cuenta
en términos de apropiación de la política.
Capítulo 2 37
de la puesta en práctica de la política (Johnson, 2013). Esta última se asemeja a una
de las formas que plantea Coburn (2004) como respuesta a la política: un desaco-
plamiento o respuesta simbólica, que ocurre cuando los docentes responden a
presiones de manera superficial, pero sin realizar cambios en su rutina en el aula, la
organización, el uso de materiales o los planteamientos de instrucción. Se propone
que el rechazo ocurre cuando los enfoques de la política no son consistentes con las
creencias de los docentes.
Por otro lado, se sugiere que una congruencia mayor con las creencias y experien-
cias previas, a lo que tendría que sumarse la correspondencia con las posibilidades
que brinda el contexto, se traduce en respuestas de adopción de la política. Los
agentes adoptan cuando, después de interpretar los textos de política, incorporan
y proyectan su interpretación en la práctica. No obstante, la diversidad en los con-
textos locales, historias personales y antecedentes profesionales con mayor fre-
cuencia da lugar a respuestas de adaptación, en las que la puesta en práctica de la
política integra estos elementos y, por lo tanto, la modifica (Sutton y Levinson,
2001; Datnow et al., 2002).
Cabe señalar que el marco cognitivo de construcción de sentido no asume una pos-
tura normativa de la implementación, es decir, no tiene como premisa que la polí-
tica deba ser implementada fielmente. Por el contrario, se abre a la posibilidad de
que los agentes rechacen la política o se vean en la necesidad de reformularla. No
obstante, apoya la idea de que, para que una política funcione, los agentes deben
entender lo que se espera de ellos. Por otro lado, tampoco asume que la práctica
que los agentes implementan es correcta, independientemente de lo cercano o ale-
jado que esté de la política. Más bien, busca explicar las diferencias a partir de estos
procesos (Spillane et al., 2002).
Decisión de
adoptar, adaptar Percepción de
o rechazar la los mensajes
política de política
Interpretación Identificación de
y significación marcos propios +
de la política contexto institucional
(conocimientos,
creencias, experiencias)
Capítulo 2 39
la forma en que moldean o promueven ciertas interpretaciones. Algunos estudios
examinan la interacción entre distintos elementos y su papel en la interpretación e
implementación de la política.
Los estudios que se enfocan en los elementos del contexto han identificado que
la interpretación y traducción de la política que hacen los actores está influida por
elementos como la producción de textos –por ejemplo, guías, formatos para el
cumplimiento de los procesos–, las estructuras organizacionales, los roles y las rela-
ciones que existen en el contexto educativo, la asignación de recursos, los artefac-
tos disponibles, las acciones de colaboración y formación promovidas, el modelaje
de acciones, la observación y las normas sociales. Todos ellos son elementos exis-
tentes o producidos en el contexto, que, de acuerdo con Ball et al. (2011), forman
parte de la materialidad y la emocionalidad de la vida escolar.
Mizrahi-Shtelman (2019) destaca cómo la identidad del rol profesional, en este ca-
so, del director, se traduce en un contexto normativo que, a su vez, determina qué
es lo que éste nota, prioriza y procesa de las políticas y cómo reacciona a ellas. Los
directores interpretan, traducen y transforman las directivas de política, que, dada
Los estudios que se enfocan en aspectos cognitivos de los actores ayudan a enten-
der las decisiones de los docentes en la implementación de las políticas con rela-
ción a sus creencias, perspectivas, identidad y experiencias. Investigadores como
Lipman (1998), De Jong (2008), Stritikus (2003) y März y Kelchtermans (2013)
han analizado cómo se traducen y reformulan las políticas a partir de la interacción
entre las creencias, ideologías o experiencias, por un lado, y las estructuras organi-
zacionales y culturas de la escuela, por otro. Otros estudios también han conside-
rado el papel de los valores, la historia educativa personal y el punto de la carrera
en la apropiación de la política curricular (Osborn y Broadfoot, 1992; Woods, 1994).
Por otro lado, Stritikus (2003) analizó cómo la historia personal y la identidad de
una docente influyen en sus respuestas a los cambios en una política curricular, y
cómo, a su vez, esta respuesta influye en su puesta en acción de la política. Como
se puede esperar, el estudio reporta que la respuesta a la reforma curricular estuvo
condicionada por el contexto, pero, además, por la identidad docente y la historia
personal: la respuesta ideológica a la política tenía relación con las experiencias de
la docente como estudiante de primaria y fue influida por una limitada experiencia
como docente. Sin embargo, Stritikus (2003) también destaca cómo la docente
aprendió del contexto y de la respuesta de éste –estudiantes principalmente– a
sus acciones, provocando cambios en sus reacciones a la política con el tiempo.
Señala entonces que el optimismo y el grado de aceptación de la política puede
Capítulo 2 41
cambiar con el paso del tiempo, a medida que los docentes tratan de implementarla
y se encuentran con oportunidades o dificultades para ello.
Coburn (2004), en particular, identifica y detalla los tipos de respuesta a los nue-
vos mensajes de política respecto a las creencias sobre el aprendizaje de los estu-
diantes. Primero, encuentra que existe rechazo a la política cuando los enfoques
de ésta no son congruentes con las creencias de los agentes o no embonan con en-
foques preexistentes. En un segundo tipo de respuesta, señala el desacoplamiento
o la respuesta simbólica, en tal caso los agentes respondieron a presiones de ma-
nera representativa, pero sin modificar la rutina en el aula, la organización, el uso
de materiales o la instrucción.
Los estudios descritos en este apartado ofrecen perspectivas valiosas para el análisis
de los procesos de apropiación y puesta en práctica de las políticas curriculares por
parte de los agentes educativos. Sus formas de aproximarse a dichos procesos, así
como el peso, formas de influencia e interacción entre los elementos estudiados en
ellos sirven no sólo como punto de partida, sino para fortalecer el análisis y explicar
mejor sus resultados.
25 Una descripción más detallada de los componentes del modelo se realiza en el capítulo 4,
de la mano de la presentación de los hallazgos.
26 Los CAI son organizados por la SEP, a través de los Centros de Atención Infantil y Centros de
Educación Inicial en la Ciudad de México; el Sistema Nacional DIF por medio de los Centros
Asistenciales de Desarrollo Infantil y Centros de Asistencia Infantil Comunitarios; el ISSSTE
mediante las Estancias para el Bienestar y Desarrollo Infantil; el IMSS, a través de los servicios
de guarderías, y otras dependencias y entidades de la Administración Pública Federal, los
Poderes Legislativo y Judicial Federal y los órganos constitucionalmente autónomos.
43
Los CAI y los servicios de EII se caracterizan por operar de manera formal, pues tie-
nen un currículo explícito, están regulados y supervisados por las autoridades edu-
cativas sin importar su sostenimiento, y cuentan con personal profesional y material
pedagógico definido para realizar sus actividades (UNICEF, 2011; Van Oudenhoven y
Jualla, 2010). En cambio, los servicios de educación inicial comunitaria, a cargo del
Conafe y el programa de visitas a hogares de la SEP, operan de manera no formal.
Los servicios no formales se prestan mediante el desarrollo de actividades regula-
das por las autoridades educativas, pero generalmente con la participación de vo-
luntarios. Dichos servicios están dirigidos principalmente a las poblaciones menos
favorecidas y suelen presentar condiciones desiguales en su prestación (UNICEF,
2011; Rozengardt, 2020).
En conjunto, en el ciclo escolar 2019-2020 los servicios atendieron a 569 195 niñas
y niños de 0 a 2 años y 11 meses, que representan 9.9% de esta población.27 La EIC
brinda acceso a poco más de la mitad de niñas y niños –319 893 en este ciclo–,
como se puede apreciar en la figura 3.1, gracias a la labor de 22 728 promotoras en
el mismo número de servicios (Formato 911). A este tipo de servicio le siguen los
CAI, que atienden a casi 1 de cada 4 niños; en este mismo ciclo 3 497 CAI atendieron a
205 490 niñas y niños de 0 a 2 años y 11 meses; en la operación de los servicios par-
ticiparon 6 751 educadoras y educadores, así como 37 337 asistentes educativas.
En EII, 43 812 niñas y niños fueron atendidos durante el ciclo escolar 2019-2020 por
2 383 docentes en 1 920 centros.
38.90% CAI
54.30%
EIC
EII
6.80%
El servicio de EIC, brindado por el Conafe, está dirigido a madres, padres u otros
cuidadores (MPC)29 de niñas y niños de cero a tres años y once meses que viven
en localidades rurales e indígenas, que además registren un alto o muy alto grado de
marginación y/o rezago social; en la práctica estos servicios también se ubican en
localidades urbano-marginales. Los servicios de EIC operan bajo la modalidad
no escolarizada y se brindan con el apoyo de personas de la comunidad, quienes
son capacitadas para realizar funciones de promotoras.
Capítulo 3 45
Tabla 3.1. Servicios de educación inicial
Los estudios sobre la evolución de las políticas públicas muestran los cambios
en las visiones y los propósitos de la educación inicial en el contexto mexicano, en
gran medida, reflejo de lo que ha sucedido a nivel internacional. Por ejemplo,
Liddiard y Pérez (2019) revisaron las definiciones de política pública en distin-
tos periodos en relación con el contexto y las demandas sociales en que éstas
surgieron. En particular, relacionaron los cambios en las condiciones sociales y
las ideas acerca de niñas y niños y sus necesidades con la creación de instituciones
con objetivos diversos y cambios en los fines de la acción gubernamental. Sobre
esto mismo, Gabriela Calderón (en Santibáñez y Calderón, 2014) discute, por
ejemplo, la expansión de las guarderías respecto a la creciente incorporación de
las mujeres en el mercado laboral aunada a una agenda de empoderamiento.
Entre los cambios más importantes en las políticas de educación inicial señalados
por Liddiard y Pérez (2019) y otros estudios, destaca la transición en los fines de
la educación inicial hacia una atención socioeducativa que enfatiza lo pedagógi-
co, en contraste con enfoques asistenciales previos (Egidio 1999; Liddiard y Pé-
rez 2019; Myers, 2018). Sin embargo, en la práctica la propuesta no ha sido fácil
de concretar. Al respecto, Staab y Gerhard (2010) afirman que tales objetivos
se han coordinado de manera paralela y no en conjunto: se ha buscado apoyar la
participación femenina en el mercado laboral y, por otro lado, se ha pretendido
brindar acceso a niñas y niños a una educación infantil temprana.
De manera similar, Myers et al., (2013) hacen notar la persistencia del denomi-
nado enfoque asistencial, asociado a los cuidados del infante, y su predominio
en la atención que brindan los servicios; asimismo, atribuyen el hecho a la pre-
valencia de la noción de desarrollo infantil como el resultado espontáneo de la
buena salud, la alimentación y los cuidados, y no como un proceso integral que
incluye el impulso al desarrollo motor, cognitivo, de lenguaje, social y emocional
de niñas y niños.
Capítulo 3 47
educación inicial, sino la atención a la primera infancia–. Su intención principal es
contribuir a la toma de decisiones de política pública.
Entre estos trabajos se ubican aquellos que han dado cuenta de los avances y re-
tos en el acceso a la educación inicial en relación con las políticas dirigidas a este
nivel educativo. Organismos como el Instituto Internacional de Planeamiento
de la Educación (IIPE) de la UNESCO y la Organización de Estados Iberoamerica-
nos (OEI), por ejemplo, aunada a la revisión de la normatividad de los países de
América Latina y el Caribe, reportaron que mientras los avances en el acceso a
educación preescolar han sido loables, en educación inicial los esfuerzos de estos
países fueron mínimos y, por ende, también el progreso en la cobertura (Mayol
Lassalle et al., 2020; Itzcovich, 2013). Estos trabajos también revelan una esca-
sez de datos sobre la educación inicial que permiten monitorear los avances de
los resultados de estas políticas.
De lo anterior también han dado cuenta diversos trabajos que examinan el con-
texto nacional. Respecto al acceso para distintas poblaciones, la SEP (2014) reportó
que al finalizar 2013 Conafe había logrado avances importantes en el acceso a los
servicios para la población en zonas rurales.30 Sin embargo, precisó que los ser-
vicios no llegaban a localidades con altos y muy altos índices de marginación o
rezago social. Después de 3 años, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evalua-
ción de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL, s/f a), el porcentaje de niñas y
niños atendidos en localidades rurales de alta y muy alta marginación y/o reza-
go social fue apenas de 15.86%. Otros estudios también destacan los retrasos en
la atención a poblaciones en situaciones de mayor desventaja (Itzcovich, 2013;
Myers et al., 2013).
30 Para 2013, el Conafe logró llevar servicios de educación inicial a 444 000 madres, padres y
cuidadores en 23 000 localidades en México.
En el último conjunto de trabajos se agrupan las evaluaciones, que han sido insu-
ficientes y han cubierto principalmente el programa no escolarizado del Conafe.
Los estudios analizan los efectos de los programas de educación inicial en aspectos
del desarrollo del niño o en las prácticas de crianza de madres y padres en pobla-
ciones específicas. En concordancia con los hallazgos de estudios internaciona-
les sobre los efectos de los programas para el desarrollo infantil temprano, tales
análisis han identificado algunos efectos positivos en los programas en México,
aunque limitados.
En general, los estudios muestran que los servicios del Conafe han logrado algunos
beneficios para la población atendida (Galván, 2008; CONEVAL, s/f a; Cárdenas
et al., 2015; Knauer et al., 2016). Galván (2008), en un estudio sobre el impacto
en el desarrollo del niño y en las prácticas de crianza de las madres, identificó que el
programa contribuía a generar mayores habilidades físicas, motoras, verbales y
para la convivencia en niñas y niños, y a mejorar su disposición para entrar a la es-
cuela, así como su sentido de seguridad, lo que les daba cierta ventaja al ingresar
a preescolar. Los beneficios también se identificaron en términos de las prácticas
de crianza de las madres relacionadas con la salud y la alimentación.
A partir de una evaluación de impacto, Knauer et al. (2016) identificaron que el pro-
grama del Conafe tenía efectos positivos en las prácticas de crianza de las madres
Capítulo 3 49
y en su entorno social, así como un mayor impacto en el desarrollo de los niños, si
se acompañaba de un programa social compensatorio.31
Los estudios enfocados al desarrollo de los programas y sus componentes han bus-
cado caracterizar los avances y retos en relación con los elementos más importan-
tes a nivel escolar/individual que las políticas de educación inicial deben tomar en
cuenta para optimizar su implementación y obtener mejores resultados. En dichos
estudios se discuten, principalmente, las características, condiciones y prácticas de
las figuras docentes, las particularidades de los ambientes físicos, y el papel de ma-
dres y padres en el aprendizaje de los infantes.
31 Knauer et al. (2016) midieron el desarrollo infantil utilizando las escalas de McCarthy
de habilidades de los niños (MSCA), prueba psicológica que evalúa las habilidades en
cinco dominios: habilidad verbal, rendimiento perceptual (razonamiento no verbal),
cuantitativo, memoria y motricidad fina y gruesa, junto con los Indicadores de Cuidado
Familiar (FCI), que miden la calidad y la cantidad de estimulación disponible para un
niño en el entorno de su hogar. El estudio se enfocó en madres y padres de niñas y niños
entre tres y cinco años. El grupo en el que se midió la intervención educativa recibió
los beneficios del programa Prospera.
Respecto al papel de madres y padres de familia y las prácticas de crianza que pro-
mueven los programas, Vera y Calderón (2010) se enfocaron en conocer las prácti-
cas de crianza que resultaron de la participación en el programa del Conafe en una
comunidad mayo; también midieron sus efectos en el desarrollo de niñas y niños.
Dichos resultados señalan la necesidad de incorporar las prácticas, creencias y cos-
tumbres de la comunidad en la atención educativa, así como fortalecer la formación
de las promotoras relacionada con la atención a las prácticas de crianza.32
Algunos estudios resaltan la importancia del papel de las figuras educativas en la con-
tinuidad y los resultados de los programas (Vera y Rodríguez, 2010; Vásquez, 2013),
sin embargo, son pocos los que se enfocan en analizar los procesos educativos que
determinan la atención que reciben los infantes.
Capítulo 3 51
y condiciones de las figuras educativas. Dicha información proviene de las entrevis-
tas grupales que se realizaron con autoridades educativas locales, supervisoras y
directoras, y las visitas realizadas a centros educativos de estos tres tipos de servicio.
Los servicios de EIC operan con recursos del programa presupuestario Educación
Inicial y Básica Comunitaria (E066). Al igual que en el caso de la EII, el programa
está destinado a los distintos niveles de la educación básica. De acuerdo con sus
reglas de operación, la mayoría de los fondos de este programa se encuentran asig-
nados al pago de agentes educativos (AE), su capacitación, traslados para el personal
de supervisión y dotación de materiales.
Aunque los CAI cuentan con mejor acceso a recursos para su operación, también
tienen limitaciones para invertir en ciertos rubros. En 2020, el Programa de Ex-
pansión de la Educación Inicial (PEEI, U031),33 que provee los recursos para estos
servicios, asignó presupuesto para mejorar las condiciones de infraestructura y
equipamiento, así como la capacitación en los centros en proceso de regularización
y los de sostenimiento estatal; además, se contemplaron recursos para ampliar la
cobertura de educación inicial a través del programa de visitas domiciliarias.34
No obstante, entre otros rubros, se excluyó la asignación de recursos para la for-
mación del personal docente de manera generalizada, así como para la construc-
ción y el equipamiento.
Limitaciones como éstas se han podido subsanar en cierta medida en estos es-
tados gracias al aprovechamiento de los recursos de otros programas dirigidos a
la educación básica, a los que los CAI tienen acceso debido a que también brindan
educación preescolar. De esta manera, de acuerdo con los testimonios de los fun-
cionarios entrevistados, los CAI, al tener acceso a programas federales que les per-
miten contar con mayores recursos, operan con una infraestructura más apropiada
y con un espacio construido exprofeso para educación inicial y preescolar, además
de materiales educativos necesarios para desarrollar sus actividades. Lo anterior,
facilita el trabajo de las educadoras y la implementación del programa educativo.
No obstante, existen necesidades que no pueden ser cubiertas con estos programas
33 Esta descripción se refiere a los CAI federalizados, es decir, aquellos que están sujetos a la
normatividad y recurso federal. Existen también en estas entidades los CAI estatales, que
operan principalmente con recursos del estado. En estos casos, los CAI estatales carecen
de recursos para infraestructura, mobiliario y contratación de personal.
34 De acuerdo con sus reglas de operación, el programa tiene cinco tipos de apoyo:
1) infraestructura; 2) recursos didácticos y traslados para las visitas a hogares;
3) contratación de asesores externos; 4) servicios básicos e insumos; y 5) capacitación
en la implementación del Programa de Educación Inicial.
Capítulo 3 53
y no alcanzan a atenderse con el presupuesto del programa U031, por ejemplo, las
de alimentación, que según el modelo educativo debe reunir las características de
una alimentación perceptiva.35
Por ejemplo, directoras en los CAI, promotoras de EIC y docentes de EII establecen
acuerdos con el IMSS e instancias de promoción de la salud en los municipios para
llevar servicios de salud a los centros. Sin embargo, la concreción de estos acuer-
dos depende mucho de la iniciativa de las partes, pues, al decir de los funcionarios
entrevistados, no existen lineamientos que formalicen la participación en las cam-
pañas y programas que establece el Sector Salud (SS).
En los servicios de EII y EIC la vinculación con otras instancias, particularmente con
autoridades municipales, es fundamental para su desarrollo. Esta relación depende
principalmente de las supervisoras, promotoras o docentes, y tiene la finalidad
de solventar necesidades de infraestructura y equipamiento de los centros y, en al-
gunos casos, también los gastos de operación. Como dicha relación depende de la
buena voluntad de las autoridades y el compromiso que desarrollen con el progra-
ma de educación inicial, su apoyo e involucramiento varía de una comunidad a otra.
Sin embargo, se identificó que el desarrollo y los alcances de estas acciones para
orientar a los centros en aspectos específicos están limitados por las lógicas de tra-
bajo y prioridades de cada institución. Por ejemplo, de acuerdo con las figuras de
supervisión entrevistadas, los enfoques y las acciones que propone el Programa Un
Buen Comienzo no están siendo incorporadas en su totalidad en los CAI del sector
salud; predomina más bien un enfoque para el cuidado de la salud y la protección
de niñas y niños. Asimismo, a nivel institucional existen pocas acciones de acerca-
miento y coordinación para promover mejoras, así como para generar capacidades
en las y los agentes educativos.
36 <https://www.gob.mx/consejonacionalcai/acciones-y-programas/programa-integral-de-
supervision-acompanamiento-monitoreo-y-evaluacion-del-funcionamiento-de-los-cai>.
Capítulo 3 55
educación inicial para niñas y niños implica fortalecer y orientar su funcionamien-
to hacia fines comunes. De ahí la importancia de generar y formalizar espacios de
coordinación que permitan el intercambio de conocimientos y experiencias rele-
vantes, y hacer más eficientes los procesos de mejora y generación de capacidades.
Los perfiles de las promotoras presentan retos particulares. Una ventaja es el co-
nocimiento de sus comunidades, las costumbres y, en algunos casos, la lengua. Sin
embargo, las figuras no tienen una formación inicial para el desempeño de estas
funciones. Por otro lado, a diferencia de las figuras de educación comunitaria en
otros niveles educativos algunas de las promotoras en estas entidades permane-
cen más años en el servicio, lo que significa la posibilidad de aprovechar la inver-
sión en su formación.
El rango de edades de las promotoras en las tres entidades oscila entre veinte y se-
senta y un años, aunque la mayoría tiene menos de cuarenta. Su experiencia, por otro
lado, se ubica entre uno y hasta más de veinte años; supervisoras y coordinadoras
En contraste, las AE de EII y los CAI poseen una formación profesional; sus rangos
de edad van de 20 a 65 años, aunque la mayoría se concentra entre 35 y 50 años.
En EII, de acuerdo con información proporcionada por autoridades educativas de
estas entidades, la mayoría cuenta con licenciatura y un alto porcentaje se formó
en el área de educación. Algunas docentes, incluso, cursaron su licenciatura des-
pués de haber ingresado al servicio. Entre 60 y 75% de las docentes habla la lengua
indígena de la comunidad. Los años de servicio de las docentes oscilan entre 5 y
40 años, aunque parte de esta experiencia puede ubicarse en otros niveles, parti-
cularmente preescolar y primaria.
En el caso de los CAI, el perfil de las AE varía de acuerdo con su puesto. Las asisten-
tes educativas tienen carrera técnica, mientras que la mayoría de las educadoras y
figuras de apoyo y supervisión poseen licenciatura, muchas de ellas en educación
preescolar, dadas las condiciones del servicio, que incluye los programas de inicial
y preescolar en la mayoría de los centros. Las educadoras tienen entre uno y cuaren-
ta años de servicio, aunque la gran mayoría se concentra entre diez y treinta años.
La mayor parte de las AE mencionaron tener experiencia en educación preescolar,
en algunos casos más que en educación inicial. Otras incluso manifestaron haber
ingresado a la educación inicial para, posteriormente, pasar al nivel preescolar.
Sin embargo, los cambios traen consigo desafíos importantes para las autoridades
educativas, quienes enfrentan dos retos principales. El primero tiene que ver con
la mejora y la expansión de la oferta formativa en educación inicial, ya que, si bien
a lo largo de 2019 y 2020 se consolidaron esfuerzos para crear la malla curricular
de la Licenciatura Interinstitucional en Educación Inicial y Gestión de Instituciones,
ésta estuvo disponible a partir del ciclo escolar 2020-2021.37 Pasarán entre tres y
Capítulo 3 57
cinco años para que se cuente con los perfiles profesionales alineados con los pos-
tulados sobre educación inicial de la Nueva Escuela Mexicana.
Como es característico de los programas del Conafe, las promotoras no están sujetas
a una relación laboral o cuentan con los derechos y las prestaciones relaciona-
das. Ingresan a los servicios a través de la invitación de supervisoras, y su trabajo se
formaliza mediante la inscripción de convenios de concertación voluntaria, en los
que se establece el pago de un apoyo económico por la intervención que realizan.
Además, los apoyos que reciben son diferenciados y dependen de que cuenten o no
con la certificación que emite el CONOCER (véase antes en este mismo apartado), y
en ese caso el apoyo económico es 10% mayor.
En el caso de las figuras educativas del Conafe, el reto que se identifica es la dig-
nificación de sus condiciones laborales, ya que desempeñan una tarea clave en la
atención a niñas y niños para quienes la educación inicial representa una opor-
tunidad inigualable de contrarrestar las desventajas generadas por su contexto.
De manera más concreta, el currículo prescrito se describe como un plan que inte-
gra una serie de expectativas de aprendizaje, sus fundamentos y las experiencias
asociadas a ellas: el qué, por qué, cómo y qué tan bien las y los estudiantes deben
aprender (UNESCO IBE, 2011). Incluye los contenidos, su secuencia, las caracterís-
ticas de las escuelas, los métodos, los fundamentos pedagógicos, los recursos de
enseñanza y aprendizaje, la evaluación y el perfil docente (Braslavsky, 2003). El
currículo se refleja en documentos diversos, como los planes y programas de estu-
dio, los libros de texto, las guías docentes y los instrumentos de evaluación. En su
conjunto, los documentos y las acciones que los acompañan tienen el propósito de
guiar la práctica docente y con ello concretar el currículo prescrito.
Capítulo 3 59
3.4.1 Programas y modelos en la educación inicial
Los servicios de educación inicial han contado con diversos modelos educativos des-
de su creación (figura 3.2). En el caso de los CAI se ha realizado el mayor número de
cambios; el más significativo se dio con la transición del Programa de Educación Ini-
cial, denominado Espacios de Interacción (1992), al Modelo de Atención con Enfoque
Integral para la Educación Inicial, MAEI (2013). En gran medida, dicho cambio se debió
a la integración de nuevos fundamentos teóricos, principalmente vinculados con la
incorporación del enfoque de derechos, el juego libre, la forma de planear y evaluar,
entre otros aspectos. El cambio más reciente –Programa para la educación de las niñas
y los niños de cero a tres años: Un Buen Comienzo (2017)– incorporó ajustes en los
planteamientos del MAEI. Su aparición se enmarcó en un proceso más amplio de cons-
trucción de una propuesta curricular que se denominó Nuevo Modelo Educativo, en el
cual se proponía un conjunto de “aprendizajes clave” para cada uno de los niveles edu-
cativos, incluida la educación inicial; además, se elaboraron manuales y guías dirigidas
a las agentes educativas y MPC, a partir de la experiencia de las educadoras, así como
a diversos actores educativos, dando continuidad a sus fundamentos.
Para la EIC, se creó el Modelo de Educación Inicial del Conafe (2010), acompa-
ñado de materiales de apoyo dirigidos a promotoras, supervisoras de módulo y
coordinadoras de zona. Cabe resaltar que, aunque se conservó el Modelo, la Guía
Acompañando la Crianza publicada en 2019 implicó un cambio de enfoque y meto-
dología, orientando la atención a brindar acompañamiento en la crianza de niñas y
niños mediante la reflexión con MPC. Con apoyo de estos procesos de intercambio
y reflexión, se busca propiciar interacciones entre adultos y niños que favorezcan el
desarrollo integral y garanticen el ejercicio de sus derechos (Conafe, 2019).
Actualización: Programa de Ei no
Modelo de Ei CONAFE escolarizada
Manuales dirigidos al promotor: 2008 Aprender a disfrutar juntos I y II
Enseñanza, gestión y participación Valores y relaciones familiares
comunitaria
Mis apuntes, formación para la docencia I
El desarrollo y el aprendizaje Lineamientos de la EII
2010
EI y básica indígena: gestión con
resultados, acciones
Manual de apoyo (coordinador de Marco Curricular de EII y de la
zona y el supervisor de módulo) Población Migrante, fascículos I-IV
Disfrutar y construir el mundo 2011
a través de la lectura
2da Ed. de Lineamientos
de la EII. Marco Curricular
Promotor: Diagnóstico y seguimiento; de EII y de la Población
Intervención pedagógica; Asesoría 2012 Migrante, fascículos V-VIII
Supervisor: Asesoría pedagógica, gestión y
evaluación de la práctica; Mis documentos de
apoyo I; Mis apuntes, formación para la docencia II
Modelo de atención con
Coordinador de zona: Desarrollo profesional y enfoque integral para la
atención; Mis documentos de apoyo I 2013 EI (MAEI)
Participación de los hombres en la crianza
de los niños
Capítulo 3 61
Así, estos instrumentos de política reconocen la educación y atención de la primera
infancia, más allá de los elementos asistenciales, para favorecer su desarrollo integral
y el aprendizaje permanente a través de una educación temprana intencionada, sus-
tentada en bases pedagógicas. Además, incluyen la orientación a MPC, considerando
con ello el ambiente familiar, y ponen atención al contexto social y cultural de la co-
munidad, como factores fundamentales en el desarrollo de la niñez.
Programa para la
educación de las niñas y Marco curricular de la Modelo de educación
Características los niños de 0 a 3 años: educación inicial indígena inicial del Conafe
Un Buen Comienzo (2010) (2010)
(2017)
Reconocimiento y respeto
Enfoque constructivista
Desarrollo integral de a la diversidad. Enfoque de
Enfoque y cognoscitivista sobre el
las niñas y los niños interculturalidad, de diversidad
aprendizaje
lingüística, étnica y social
Proyecto educativo.
Construcción de agenda. Con
Proceso flexible; considera Diagnóstico y programa anual
apoyo de la promotora, MPC
Tipo de planeación aspectos tanto pedagógicos de trabajo con la participación de
definen los temas de interés
como afectivos y sociales MPC. Planeaciones y secuencias
que serán abordados
didácticas
Registro de avances en
Autoevaluación de la AE; y Valoración y toma de decisiones
cada actividad, situación
evaluación del proceso de sobre las prácticas de crianza
Tipo de evaluación o secuencia didáctica.
enseñanza aprendizaje, no con MPC, que conduce al
Reconocimiento del avance
de los resultados establecimiento de compromisos
en los aprendizajes de los niños
Interacción con MPC como agentes educativos Reflexión sobre las prácticas
Crianza compartida
padres comunitarios de crianza de MPC
Fuente: elaboración propia con base en los modelos y programas de EI.
Capítulo 3 63
asistencial y educativas.39 El Programa pone énfasis en la crianza compartida, la cual
alude a la experiencia que ocurre entre la familia y los centros de atención. Asimis-
mo, hace hincapié en la importancia de valorar las prácticas culturales en el apren-
dizaje de niñas y niños, así como las creencias de MPC en relación con los objetivos y
prioridades en el desarrollo del infante y sus opiniones sobre cómo debe ser criado.
La planeación se presenta como un proceso flexible que otorga libertad a las edu-
cadoras para seleccionar los contenidos; la metodología de trabajo permite ampli-
tud, flexibilidad y creatividad, con el objetivo de que la planeación y sus actividades
respondan a las singularidades de cada grupo de niñas y niños (SEP, 2019). Además,
incorpora la necesidad del trabajo colectivo entre todos los AE, incluidas educado-
ras, asistentes, directoras, y personal técnico –psicólogas, médicas, jefas de área,
etc.– (SEP, 2017).
39 Cabe señalar que Un Buen Comienzo establece que es necesario que las distintas instituciones
encargadas de brindar atención a niñas y niños se articulen bajo un enfoque común sobre el
tipo de atención, educación y cuidado que los infantes deben recibir (SEP, 2017).
La atención educativa la brindan las promotoras, quienes deben saber leer, escribir
y hablar la lengua de la comunidad. La promotora en cada servicio es la responsa-
ble de planificar las sesiones, así como de su desarrollo y evaluación. Con base en
teorías constructivistas y cognoscitivistas sobre el aprendizaje,40 deben promover
el intercambio de ideas entre los participantes y la construcción (individual y co-
lectiva) del conocimiento, con el fin de mejorar las prácticas de crianza de padres
y cuidadores apropiadas para el desarrollo de niñas y niños, así como robustecer el
entorno donde los infantes exploran el mundo y aprenden de él.
40 Los referentes principales de este modelo son Vigotsky, Brunner, Piaget y Bronfenbrenner.
Capítulo 3 65
El currículo de educación inicial se estructura en cuatro ejes curriculares (ver tabla
3.2). Con base en estos ejes, las actividades de las promotoras pueden incluir ele-
mentos de alimentación, juego adulto-niño o niño-niño, horarios de sueño, ac-
tividades de esparcimiento y uso del tiempo libre, y resolución de conflictos con
niñas y niños, entre otros.
A lo largo del ciclo escolar, el papel de las y los AE debe girar en torno a las siguien-
tes cuatro etapas:
El presente capítulo expone los hallazgos del análisis realizado para dar respuesta
a las preguntas de investigación, relacionadas con el proceso de implementación
de la política curricular de educación inicial. Dicho análisis se basó en el marco
cognitivo de construcción de sentido, así como en los conceptos de apropiación
de la política.41
El capítulo contiene cuatro apartados y cada uno corresponde a una pregunta de in-
vestigación. El primero responde a la pregunta: ¿cuáles son las creencias sobre el de-
sarrollo de niñas y niños, la educación inicial y la docencia que tienen las y los agentes
educativos? El segundo muestra los hallazgos en relación con la pregunta: ¿cuál es el
contexto y el papel de las estructuras organizacionales en que las y los agentes edu-
cativos desarrollan su práctica? El tercer apartado contiene los hallazgos relativos a
la pregunta: ¿cuáles son las interpretaciones y prácticas de las y los agentes educati-
vos con relación a la política curricular de educación inicial? El último apartado brin-
da elementos para discutir la pregunta: ¿cómo se configuran las decisiones sobre la
apropiación de la política curricular de las y los agentes educativos?
67
4.1.1 Creencias sobre la niñez y la educación inicial
Las conversaciones con las AE acerca de niñas y niños, y de los aspectos que los
caracterizan, así como su gusto por trabajar con ellos revelan diferencias funda-
mentales en las creencias sobre la niñez y su desarrollo entre las AE de los tres ti-
pos de servicio. Las educadoras de CAI reflejaron un conocimiento más profundo
de la niñez y los elementos que favorecen su desarrollo. Estas figuras caracterizan
a niñas y niños como exploradores, curiosos, ávidos por conocer y experimentar
con los elementos de su entorno. Para expresar sus opiniones, recurren a concep-
tos como aprendizaje y desarrollo del cerebro, y entienden la importancia de que
los menores cuenten con el apoyo y cariño de las personas a su alrededor, además
de un ambiente propicio para explorar su medio.
son muy auténticos, están en la etapa en que están explorando, son muy
exploradores, quieren conocer más de lo que uno les propone, ellos inves-
tigan, son como muy investigadores en cualquier detallito que ven, quieren
explorar, quieren ver, quieren saber por qué. También es una edad en que
preguntan mucho por qué. Como apenas están estructurando su lenguaje,
quieren saber el porqué de las cosas. También en esa edad algunos por ahí
son un poco egocéntricos, pero sabemos que son etapas que van a pasar, es
una etapa muy precisa de esa edad, ¿verdad? Pero sabemos que va a pasar.
También la regulación de emociones, pues hay niños que todavía están en
proceso de regularla, entonces no precisamente vamos a estar diciendo que
este niño es berrinchudo por esto, sino que va a ir pasando el tiempo y el ni-
ño va a ir adquiriendo esa regulación (educadora, CAI).
Por otro lado, las educadoras reconocen que no contar con la alimentación adecua-
da, cuidados, cariño y una variedad de recursos para aprender conlleva riesgos en
el desarrollo; estas carencias pueden derivar en un desarrollo cognitivo deficiente,
dificultades para adaptarse a los cambios, menor autoestima y herramientas esca-
sas para interactuar con su entorno, carencias que pueden perdurar en las siguien-
tes etapas de la vida. Para las educadoras, la educación inicial no solamente brinda
oportunidades de lograr un mejor desarrollo, sino que resulta crucial cuando no se
puede dar en casa, como se refleja en la siguiente declaración:
Es importante [la educación inicial] para todo el mundo, para toda la socie-
dad, me queda perfectamente claro que hay familias muy valiosas, que hay
familias muy amorosas, que tienen esa sabiduría de poder educar a los ni-
ños, de atenderlos desde que nacen, desde que son bebecitos y qué afortu-
nados esos niños que cuentan con esas familias, pero también hay algunas
otras que, por su misma dinámica laboral, por su misma dinámica social,
estructural, […] necesitan un apoyo, y en ese apoyo nos convertimos noso-
tras, las maestras, nosotras somos como su brazo extendido, así le llamo, y
ésa es la comunicación que tengo yo con los papás (educadora, CAI).
Por su parte, las docentes de EII refirieron cierto conocimiento sobre la niñez y su
desarrollo basado tanto en su experiencia al interactuar con los pequeños dentro
y fuera de los espacios educativos formales, como en la interpretación que hacen
de ella. Si bien la experiencia aporta conocimientos y habilidades valiosos, los tes-
timonios recabados denotan una vinculación pobre con los referentes planteados
en el Marco Curricular. Por ejemplo, señalaron que niñas y niños son cariñosos, es-
pontáneos, caprichosos o dependientes, lo que, indicaron, depende de las prácti-
cas de crianza de madres, padres y cuidadores (MPC), como se puede apreciar en
esta declaración:
Ahí depende de cada familia, ¿verdad? Cómo lo eduquen. Hay niños que son
muy berrinchudos, lloran, muy apegados a la mamá; otros no. Ahí depende
del cariño que se le da en casa, y cómo se desenvuelven, […] depende mu-
cho de cómo los eduquen o depende de uno también (docente, EII).
Con relación al desarrollo de los menores y los medios para facilitarlo, las docen-
tes coincidieron en identificar algunos procesos que ocurren en esta etapa, como
Capítulo 4 69
controlar el esfínter y desarrollar el lenguaje y la motricidad gruesa y fina, sin em-
bargo, señalaron pocos elementos sobre los recursos que favorecen su dominio.
Sobre el aprendizaje, sus respuestas se concentraron en el juego como un recurso
que propicia el desarrollo de habilidades motrices y en la imitación de las conductas
de los adultos como otra forma de aprender habilidades sociales.
El niño que asiste, que va a educación inicial, ya lleva las herramientas para
poder asistir al preescolar, y el niño que no, pues no lleva ni conocimientos;
él va totalmente en blanco, desconoce todo (docente, EII).
Por su parte, las promotoras de EIC refieren los aprendizajes de la niñez en térmi-
nos generales, sin detallar o profundizar en sus tipos o sentidos; reconocen que en
esta etapa se desarrollan habilidades clave, como el lenguaje y las motrices, aunque
sus respuestas se centran más bien en el desarrollo de habilidades sociales y para la
convivencia. Aprender a convivir con otros, prepararlos para la educación preescolar,
poder adaptarse o ser partícipes de la sociedad son las principales contribuciones
que perciben de la educación inicial; asimismo, consideran que sus efectos en el de-
sarrollo suelen acompañarlos durante toda la vida.
Pienso que aprende mucho de los ejemplos de mamá, por ejemplo. Bueno,
no sé, pienso que tú eres una mamá que grita mucho, que siempre estás
gritando, el niño va a aprender, o sea, es que toman el reflejo de los padres.
Entonces, ellos observan y son como una esponjita, y si la mamá le de-
muestra mucho amor, mucha paciencia, lo respeta, el niño va a ser un niño
respetuoso, si al niño se le brinda amor, el niño va a ser un buen humano.
Si al niño se le tiene paciencia y se le elogia por las actividades, por las ha-
bilidades que él tenga, va a ser un niño con una autoestima alta, va a ser un
niño sociable y todo eso. Pero siento que aprenden por medio del ejemplo
de lo que ven en casa, de cómo los tratan desde que están recién nacidos,
si los tratan con amor, con afecto (promotora, EIC).
Las formas en que las AE definen y asumen sus tareas y en las que se relacionan con
sus colegas reflejan, en buena medida, los significados que asignan al hecho de ser
docentes de educación inicial, lo que, a su vez, da cuenta de una identidad profesio-
nal (Ávalos y Sotomayor, 2012). Si bien existen distintos elementos que intervienen
en la construcción de estos significados, de acuerdo con Godino y Linares (2000), és-
tos se construyen a partir de las interacciones e interpretaciones entre los miembros
de una cultura mediante un proceso de interpretación y reinterpretación constante.
Distintos elementos intervienen en la construcción de lo que significa ser una agente
educativa de educación inicial; entre ellos se incluyen el tipo de experiencias y trayec-
torias que han construido a lo largo del tiempo, sus creencias en torno a la docencia,
la edad de niñas y niños que atienden, las definiciones que emanan de la política y la
misma práctica. Tales significados importan, puesto que los individuos actúan con
base en ellos.
Entre los elementos identificados en las respuestas de las AE, que dejan entrever
los significados que atribuyen a ser docente de educación inicial, están aquellos
relacionados con sus motivaciones y compromiso de ejercer la docencia y realizar
sus tareas, las percepciones acerca de las capacidades y cualidades requeridas
Capítulo 4 71
para ser docente de este nivel y la percepción que tienen de su propia labor do-
cente. De estos aspectos se da cuenta a continuación.
Fíjate que vengo de una familia de docentes. Mi papá fue maestro de prima-
ria muchos años, entonces me tocó ir a la escuela y mi papá era el director.
Créeme, yo estaba muy empapada, él era un director de doble turno, sus
hermanos mayores también son maestros. Entonces, desde siempre supe
que quería yo ser maestra. Aquí ya la decisión de preescolar la tomé porque
se cerró la de primaria. Yo me quería más ir a primaria, pero hubo más aper-
tura sobre la de preescolar y me quedé. […] Entonces, ahora sí que, aunque
no fue una vocación que tú digas, pues sí cuando lo tienes en tu medio, co-
mo que sí lo das por hecho de que sí es algo que te toca (educadora, CAI).
Con relación a los aspectos actitudinales de las educadoras de los CAI, el foco se
encuentra en la interacción con niñas y niños, pues exige el establecimiento de un
vínculo estrecho y sostenido, tanto físico como emocional. Por ello, señalaron que re-
quieren contar con cualidades como afectividad, empatía, sensibilidad y entusiasmo;
A partir de estos referentes, se entiende que como parte de su labor conciban tomar
el papel de figuras maternas de los infantes durante la jornada; así generan un am-
biente de confianza y cariño constantes, para que niñas y niños asimilen que están
en un lugar seguro, donde las personas a su alrededor procuran su bienestar. Esto
se expresa en el siguiente testimonio:
Mira, más que nada, en inicial tienes que ser más afectiva. Mucho más afecti-
va. En inicial tienes que ser parte de ese desarrollo del niño como alguien que
está apoyando a la madre de familia. O sea, es que entre más pequeños los
niños, es más difícil el desprendimiento familiar. Entonces, […] tiendes a ser
esa parte maternal que el niño necesita. Cuando la mamá deja al infante en
los centros tomas por un momento el papel de mamá para darle ese soste-
nimiento afectivo que el niño necesita. […] Tienes que […] darle ese vínculo
de mí al niño, de tranquilidad, de alegría, de que todo está bien, que ahorita
va a llegar mamá. […] Tienes que cumplir con ese perfil, de que te vuelves un
tanto maternal para los niños, para apoyar ese comprender de que están en
un lugar donde están aprendiendo, donde están jugando y que no les va a pa-
sar nada, que viene siendo el sostenimiento de una mamá (educadora, CAI).
Las docentes de EII, al igual que las educadoras de CAI, expresaron una vocación
genuina por la docencia y el contacto con los pequeños. Sin embargo, el factor de
empleabilidad resulta significativo: la dificultad para acceder a plazas en otros nive-
les y las escasas oportunidades de empleo en otros sectores determinan su ingreso
a la educación inicial; en algunos casos, como parte de una estrategia que contem-
pla el cambio a otro nivel en el mediano plazo.
En el caso de las características profesionales que debe cumplir una docente de EII,
las docentes conceden importancia determinante a su formación inicial, pues con-
sideran que les brinda los elementos necesarios para realizar su función. Asimismo,
destacaron la importancia de contar con conocimientos generales sobre el desa-
rrollo de la infancia y la operación general del servicio. Las características actitudi-
nales se centraron en la interacción con niñas y niños, con quienes consideran que
Capítulo 4 73
deben ser cariñosas y estar libres de prejuicios respecto a los recursos y expresiones
culturales de las familias. Al caracterizar su labor como docentes, identificaron di-
ferencias claras en comparación con el resto de la educación básica. Destacaron un
conocimiento más profundo del contexto familiar y social de niñas y niños, ponien-
do especial énfasis en la utilidad de las visitas domiciliarias, ya que les dan insumos
para ajustar su práctica en las sesiones y mantener la motivación entre MPC.
Asimismo, manifestaron que la docente de este nivel va más allá de cuidar a niñas y ni-
ños durante la jornada, pues da un seguimiento personal a los infantes y sus familias,
y ponen mayor atención a sus condiciones y su personalidad. Por otro lado, también
se identificó un fuerte énfasis en su papel como docentes de educación indígena, ya
que asumen una responsabilidad en el respeto por la cultura de la comunidad.
Muchos decimos: “¡Ah trabaja en inicial, ni hace nada! Ahí nomás se va para
las casas”. Antes así nos decían, nomás se la pasan tomando café. ¿Y ustedes,
primaria, preescolar, por qué no van a tomar café? ¿Conocen a la familia?
Como le decía ahorita, ¿conocen el contexto de la familia? ¿Cuánto hace el
niño para llegar de la primaria o preescolar a su casa? ¿Al centro educativo?
¿Cuánto hacen? El lapso que tiene que pasar solo, ¿conocen ustedes eso? ¡Ah,
pero muy buenos para decir que yo sólo voy a tomar café!, ¡que yo nada más
allá me estoy! No se ve el trabajo –así como se ve en primaria, en preescolar–,
lo de educación inicial (docente, EII).
Mucha gente nos dice: “Es que ustedes no trabajan, ustedes no hacen nada”.
Pero realmente yo creo que el trabajo más importante es el que hacemos
nosotros, porque iniciamos cuando se empiezan a formar los niños, desde
la pancita, desde ahí están aprendiendo los niños, los bebés (docente, EII).
A diferencia de las educadoras y docentes de los CAI y EII, el ingreso de las promotoras
de EIC entrevistadas no se relacionó con una elección de carrera, sino con una opor-
tunidad circunstancial a través de la invitación de una supervisora o coordinadora
de zona. Para las entrevistadas fue su única oportunidad de empleo; no obstante,
Estaba yo recién salida del bachillerato, entonces había ido a solicitar trabajo
a la presidencia, porque ya mis abuelos no podían continuar dándome más
estudios, sí quería, pero ya no se pudo. Entonces, solicité trabajo y andaba
buscando en lo que fuera, […] de ahí fue como pasaron como unos tres me-
ses o dos y fueron a buscarme a mi casa para decirme que, […] fue como en
el 2006 cuando llegó educación inicial aquí, […] entonces andaban buscando
promotoras y como anduve solicitando algún trabajo pensaron en mí, ellos
me invitaron. Entonces, ya desde el 2006 para acá ya tengo como quince
años trabajando aquí en mi comunidad (promotora, EIC).
También consideraron importante que una promotora tenga interés en las familias
de la comunidad, vocación para ayudar a los demás, habilidades sociales, facilidad de
palabra y habilidad de escuchar, además de ser empáticas, pacientes y comprensi-
vas. Si bien no señalaron la necesidad de contar con una formación específica para
ser promotora –algo que no es requisito para ingresar a los servicios–, coincidie-
ron en que tener acceso a nuevas oportunidades de educación formal contribuiría
a mejorar su desempeño como promotoras.
Por otro lado, las respuestas de las promotoras hicieron patente la importancia y el
beneficio que su labor tiene para los infantes y sus familias. Resaltan que su trabajo
es necesario, ya que brinda orientación e información a MPC que puede fortalecer
sus prácticas de crianza. Así, para ellas, lo más importante de su labor es propiciar la
reflexión de MPC sobre sus acciones, a fin de que sus prácticas de crianza estén más
alineadas con los derechos de niñas y niños, respetando sus creencias y sus formas de
vida. También se asumen como responsables de fortalecer actitudes que constru-
yan una convivencia sana y respetuosa entre niñas, niños y adultos. Las promoto-
ras parecen entender su papel con relación a la comunidad y sus familias, tanto en
términos de sus necesidades y carencias como de su cultura.
Capítulo 4 75
de apoyarlos con información, que ellos conozcan dentro de mi sesión (pro-
motora, EIC).
Capítulo 4 77
Percepciones sobre la educación inicial y el modelo educativo
Para las CAREI de Conafe, niñas y niños son sujetos de derecho y deben ser respetados
y atendidos; describen el desarrollo de los infantes de una manera amplia, enfocándo-
se en diferentes ámbitos de desarrollo. Las supervisoras, por su parte, también
reconocen la importancia de la educación inicial y a los infantes como individuos
con habilidades fundamentales por desarrollar, cuyas decisiones deben ser respeta-
das por sus cuidadores. Sin embargo, sus respuestas sobre el desarrollo en la niñez
presentan énfasis diferenciados; ponen mayor atención en aspectos de socialización
y menos profundidad en otros tipos de desarrollo, lo que coincide con las respues-
tas de las promotoras.
Los adultos de repente tenemos una idea equivocada de lo que son los ni-
ños, de lo que es la infancia, nos equivocamos al juzgarlos, no nos damos
cuenta realmente de que los niños son personas, son sujetos, como hoy lo
conocemos, son sujetos de derecho, que no son sólo objetos que necesitan
ser atendidos, que los niños no solamente, pues, nosotros podemos decidir
por ellos, que los adultos podemos hacer con ellos lo que consideremos que
es lo correcto, sino que ellos puedan aprender, que los niños tienen también
capacidad para decidir, capacidad para demostrar lo que les gusta, lo que no
les gusta, lo que les enoja, lo que los hace felices, que podamos identificar en
los niños todos esos sentimientos (CAREI, EIC).
Capítulo 4 79
asisten a educación inicial por lo regular sólo es el círculo de mamá, papá y
hermanos y nunca juegan con otros niños y nada de eso, y en educación ini-
cial sí les ayuda a que socialicen con otras personas y hay mamás también
que dicen que sus niños son más despiertos, que aprenden más rápido (su-
pervisora de módulo, EIC).
Se considera que una de las principales condiciones que afectan la cantidad y el tipo
de interacciones entre la supervisión y las agentes se relaciona con el número de
centros o espacios que las primeras deben acompañar. En los tres tipos de servicio
las supervisoras tienen a su cargo una cantidad considerable de centros (entre nue-
ve y cuarenta).
Lo que yo he observado en este caso [es que] tenemos una zona que tiene
nueve centros de educación inicial y doce de preescolar, entonces, yo sí veo
que las supervisoras se van más con educación preescolar y dejan a un lado
educación inicial, cuando siempre se les ha dicho que los dos niveles son im-
portantes, pero sí, como que le dan más importancia los supervisores al
preescolar, pero los dos niveles sí son importantes (ATP, EII).
En EII, lo expresado por la asesora técnica pedagógica (ATP) sugiere que los pro-
cesos y normas de carácter administrativo dominan el sentido de sus acciones, a
pesar de reconocer la necesidad de este tipo de apoyo para las docentes de educa-
ción inicial.
En la EIC, las distancias entre comunidades son un factor que limita de manera
sustancial las interacciones entre supervisoras y promotoras y que conlleva impli-
caciones en términos de tiempo y de recursos monetarios que, en buena medida,
provienen de las mismas supervisoras.
En los CAI y los servicios de EIC, dado que el formato es en cascada, son estas figu-
ras las que tienen acceso a las acciones formativas –generalmente cursos y ta-
lleres– diseñadas a nivel federal e impartidas por expertos. Por ejemplo, las figuras
de supervisión y dirección de los CAI entrevistadas han participado en sesiones de
formación metodológica sobre el programa y sus contenidos, aunque señalaron
que dichas acciones se presentan sólo cuando se introduce un nuevo modelo y no
Capítulo 4 81
de manera continua. Por su parte, las figuras de EIC han participado en simulacio-
nes de sesiones, con la intención de dotar a las supervisoras de mejores elementos
para apoyar a las promotoras. De acuerdo con lo que plantean Ball et al. (2011) en
su estudio sobre el papel de las figuras de liderazgo en la implementación de la po-
lítica, la modelación de estas sesiones es uno de los espacios de traducción de la
política curricular.
De acuerdo con las directoras y coordinadoras pedagógicas de CAI, durante las vi-
sitas a las salas, la observación que realizan se centra en la planeación y la evalua-
ción. Revisan, por ejemplo, que la planeación de las educadoras contenga todos
los elementos necesarios, que contemplen los estilos y ritmos de aprendizaje de
cada menor, se utilice el juego, se identifique si tienen niñas y niños con barreras
de aprendizajes, se precise el uso de materiales y los espacios, que plasmen en la
planeación lo que llevan a la práctica y realicen adecuaciones derivadas de las con-
diciones de la sala o las características de los infantes. Lo anterior concuerda con lo
reportado por educadoras, como se refleja en la siguiente declaración:
Aquí, sobre todo, la que está muy al pendiente de nosotros es tanto la direc-
tora como la jefa de área. Por ejemplo, a la jefa de área yo cada lunes entrego
En EIC, las supervisoras entrevistadas indicaron que realizan visitas a las sesiones de
trabajo, que procuran hacer una vez al mes –dependiendo del número de centros
y las distancias– y con mayor frecuencia cuando se trata de promotoras de nuevo
ingreso. Durante las visitas, observan la manera en que las promotoras planean y
llevan a cabo las sesiones –tomando en cuenta la metodología planteada en la Guía
Acompañando la Crianza–, y les brindan retroalimentación.
Lo reportado por las supervisoras de EIC fue confirmado por las promotoras, quienes
describieron un apoyo de la supervisión más relacionado con aspectos formales, co-
mo puntualidad, comunicación con las madres para programar las sesiones, contar
siempre con la planeación y con los materiales necesarios. No mencionaron aspec-
tos relativos al reforzamiento de los temas y procedimientos que generan mayores
Capítulo 4 83
problemas; tampoco reportaron recibir de ellas sugerencias para mejorar aspectos
específicos de la práctica, como lo ilustra el testimonio siguiente:
Sí, ella [la supervisora] siempre nos pide que seamos puntuales y que cuando
no vayamos a dar la sesión por alguna razón que tenemos que avisar por qué,
y después recuperar esa sesión; y no deben llegar tarde y que las mamás ya
estén ahí. Siempre dice: “La puntualidad y siempre con sus materiales, siem-
pre con sus planeaciones hechas. No pueden llegar y a ver qué les digo, a
ver qué jugamos, ¡no!” […]. Ella nos pide que le mandemos la sesión antes de
empezar, y luego ya después las fotos y todo eso, o sea, ella siento que eso
me ha ayudado a mí. Siempre me dice: “La planeación bien hecha, tú no te
preocupes, si llegara que no va nadie, tú no te preocupes porque tú llevas tu
planeación, estás ahí, llevas tus materiales, lo que tú ibas a trabajar”, porque
a veces dice que puede llegar a revisarnos alguien como de [nombre de la
ciudad capital del estado], “entonces, ustedes siempre que van a faltar por
alguna razón, algo de salud […] tienes que demostrar que sí fuiste a la clínica
o al hospital con una receta”. Siempre nos dice así: “Aunque no les llegara ir
nadie, ustedes tienen que estar ahí esperando a que llegue alguien, con sus
materiales y con planeación y puntual”. Siento que eso me ha ayudado a mí
(promotora, EIC).
Una de las supervisoras enfatizó la necesidad de que las docentes realicen actividades
adecuadas a la educación inicial, puesto que muchas de ellas, habiendo trabajado
en preescolar, se basan en el modelo y metodología establecidos para ese nivel. No
obstante, en la descripción que supervisoras y docentes hacen de estos procesos de
acompañamiento se identifican pocos elementos que mejoren el entendimiento
del Marco Curricular y de Un Buen Comienzo (considerando que tienen como tarea
atender ambos) o la implementación de éstos.
Capítulo 4 85
docentes son relevantes en las interpretaciones y decisiones que toman respecto
a las políticas curriculares.
En este apartado se exploran las acciones de formación en las que las educadoras,
promotoras y docentes han participado y la posibilidad que han tenido, mediante
éstas, de interactuar de manera significativa con el currículo. Al aludir a la forma-
ción en este apartado, se hace referencia a las acciones formales que se llevan a
cabo para fortalecer los conocimientos, las habilidades y las capacidades de las
AE en su conjunto.42
Las AE en los tres tipos de servicio tienen acceso a diferentes espacios de formación
continua. Por un lado, están las acciones que llevan a cabo las autoridades educati-
vas, impartidas principalmente en formato de cascada, mediante cursos o talleres.
De acuerdo con lo que señalan las AE, dichas capacitaciones suceden principalmen-
te cuando se introduce un nuevo modelo o programa educativo. Por otro lado, se
identificaron las acciones de formación que llevan a cabo directoras y supervisoras
en sus centros de trabajo o en los consejos técnico pedagógicos, que surgen a partir
de sus propios diagnósticos. Según los actores entrevistados, este tipo de forma-
ción continua generalmente se da en forma de talleres o reuniones dirigidas por las
mismas figuras de apoyo y acompañamiento, aproximadamente una vez al mes.
Tales aspectos resuelven los retos de la práctica de docentes y promotoras, sin em-
bargo, se identifica la ausencia de temas más complejos, que dan sustento al trabajo
con niñas y niños y sus fines, y que también tendrían implicaciones importantes
en la práctica docente. No obstante, no se asume que la ausencia de dichos temas en
las respuestas de las AE se deba necesariamente a su exclusión de las acciones for-
mativas; una posibilidad es que, aunque sí hayan sido cubiertos, hay una falta de
apropiación de ellos por parte de las AE y, por lo tanto, no son temas de uso regular
en su lenguaje y práctica cotidianos. Algunas respuestas, incluso, sugieren que la
Ahí es donde yo notó que a las maestras se les dificulta ir interpretando los
enfoques […] entonces, ahí es donde siento que la maestra necesita mayor, no
sé si es mayor capacitación, pero yo creo que es mayor entendimiento, mayor
interpretación, mayor comprensión de muchos de los textos de los materia-
les que se están trabajando; ésa es una. La otra cosa que yo observo es como
que nada más reciben los materiales y como que cumplen con el hecho de
leer los materiales, pero no se va más allá de la lectura. A veces las directo-
ras, con el afán de cumplir las cuestiones administrativas; no realmente son
ideas académicas, sino a veces son nada más cuestiones de gestión adminis-
trativa […], yo creo que falta meterse más en los documentos y no hay otra
más que leer, y creo yo, y me atrevo a decir que muchas de ellas leen porque
tienen que leer, no ven la lectura como parte de su formación académica, o
si la leen, pues, como que no hay una relación entre la lectura o entre el con-
cepto teórico con la cuestión procedimental, o sea, el hecho de que sepan
algo no significa que lo van aplicar (supervisora, CAI).
En los CAI y en EII los consejos técnicos escolares son otro espacio de formación
continua. En sus sesiones se busca orientar las tareas de las docentes mediante el
intercambio de experiencias, el diálogo y la reflexión conjunta; son, por lo tanto, un
espacio clave para interactuar con los textos de la política curricular. Sin embargo,
de acuerdo con las docentes, en EII han funcionado integrando en un solo espacio a
las comunidades docentes de educación inicial y preescolar, situación que ha pues-
to al margen las discusiones y actividades en torno a la educación inicial. Dada esta
situación y la demanda de las docentes, en uno de los servicios recientemente se
crearon sesiones de consejos técnicos exclusivamente para la educación inicial, lo
que ha permitido que las docentes compartan sus retos y reciban respuestas y op-
ciones para hacerles frente.
En EIC las supervisoras dieron cuenta del uso de estrategias de formación de manera
periódica, aunque no con frecuencia, tales como la realización de sesiones modelo,
Capítulo 4 87
para mostrar a las promotoras cómo llevar a la práctica las fases de la metodología
propuestas en la guía.
4.2.3 Colaboración
En los tres tipos de servicio, las AE informaron haber participado en acciones para inter-
cambiar experiencias e información respecto a su papel docente. Aunque este tipo de
colaboración no se ha consolidado en todos los casos, sí les ha permitido generar herra-
mientas para resolver dificultades relacionadas con aspectos de su práctica educativa.
El tipo de colaboración que reportaron las AE está definida por las oportunidades
que brindan sus espacios y condiciones de trabajo para interactuar entre sí. Por
ejemplo, las educadoras de CAI tienen oportunidad de reunirse, plantearse dudas,
retroalimentarse y de participar en conversaciones informales de manera conti-
nua, aunque restringida por el poco tiempo libre que tienen durante la jornada
de trabajo.
En cambio, para las promotoras de EIC, y en buena medida para las docentes de
EII, las oportunidades de interactuar con sus pares son muy limitadas (por tratar-
se de servicios unitarios o, en pocos casos, bidocentes) y por las largas distancias
que existen entre las comunidades. Según sus declaraciones, para las docentes de
EII, los consejos técnicos escolares brindan esta oportunidad, mientras que, para
las promotoras, lo hacen las capacitaciones. En EIC, particularmente, la interacción
continua entre promotoras se da a través de grupos de WhatsApp, algo que se ha
intensificado en el contexto actual de la pandemia.
Por otro lado, en EIC, la colaboración entre promotoras consiste en compartir pla-
neaciones, fuentes en las que pueden encontrar sugerencias para trabajar ciertos
temas, juegos, manualidades e incluso consejos para la resolución de situaciones
problemáticas, entre otra información práctica. Para las docentes de EII de nuevo
ingreso, que se incorporan sin tener una formación o una inducción adecuada, estos
espacios son sumamente útiles, pero poco frecuentes.
En suma, en los tres tipos de servicio, lo descrito por los actores indica que las opor-
tunidades de interactuar con los mensajes de políticas desde las estructuras de su-
pervisión y acompañamiento y su calidad son definidas a partir de la combinación
de diversos factores. En todas, sin embargo, parecen tener un papel importante en
la comprensión de la política curricular y en su puesta en práctica.
Por otro lado, en EIC, las estructuras organizacionales verticales y las condicio-
nes en las que operan los servicios parecen limitar las oportunidades que llegan
a las promotoras a través de la supervisión, la fuente principal de interacción con
los mensajes de la política curricular. De manera similar, en EII se identifica una
estructura de supervisión debilitada en su conocimiento de las propuestas curri-
culares, así como en su actuación. Se sugiere que lo anterior se debe, en buena
medida, a arreglos organizacionales que desplazan a un segundo plano la educa-
ción inicial y privilegian la educación preescolar.
Capítulo 4 89
4.3 Cuáles son las interpretaciones y prácticas de
¿
las y los agentes educativos con relación a la
política curricular de educación inicial?
En los CAI, las educadoras reconocieron Un Buen Comienzo como el marco teórico
que establece y organiza su práctica educativa. También señalaron que recurren a
materiales complementarios, como fuentes derivadas de cursos de formación con-
tinua, especialistas reconocidos, recomendaciones de las autoridades y la biblio-
grafía del propio programa. Éstos, al decir de las AE, las han ayudado a comprender
mejor algunos conceptos y procesos del programa educativo.
Sin embargo, a partir de los testimonios de las agentes educativas, se identifica una
falta de articulación entre los documentos, lo cual dificulta su interpretación y la to-
ma de decisiones para la implementación. Siguiendo el argumento de Spillane et al.
(2002), los mensajes de política son poco claros e inconsistentes como para incidir
de manera efectiva en la práctica educativa.
43 Aunque varias promotoras la señalaron como una fuente útil para complementar su
práctica educativa, al momento de escribir este reporte, la última actualización del sitio
se había realizado en enero de 2019.
Capítulo 4 91
Sin embargo, las promotoras señalaron la necesidad de contar con ejemplos y evi-
dencia que sean fáciles de asimilar para los padres de familia y motiven su reflexión.
Por ello, frecuentemente recurren a otros documentos, como Un Buen Comienzo
y algunos de los materiales que de él se desprenden. Cuando no encuentran infor-
mación útil, recurren a documentación de páginas web, libros o revistas, aunque la
dificultad radica en encontrar información confiable. Esta búsqueda de recursos,
orientaciones y ejemplos confirma la necesidad de las promotoras de lograr mayor
claridad sobre el modelo y su puesta en práctica.
En general, las AE expresaron que los documentos que definen los modelos son
útiles, pero en diferente medida y aspectos. Por un lado, las educadoras de CAI des-
tacan que el modelo aporta los fundamentos teóricos y conceptuales que rigen su
práctica; por su parte, las promotoras de eic, señalaron que, aun cuando la Guía les
parece útil ya que cuenta con información para llevar a cabo las fases que componen
la metodología, no cuentan con información suficiente sobre temas generales y el
tipo de prácticas que realizan MPC en otros contextos, que es imprescindible para
propiciar la reflexión en la fase de contraste de prácticas.
Cuando los papás tienen alguna necesidad con su bebé o con su niño, esa
información en el eje [fase] tres, es donde los promotores educativos le dan
la información al papá, para que el papá la analice. Entonces, ahí es donde
queremos que haya más temas, o un libro donde haya más cosas donde sacar
más información. Porque a nosotros nos hicieron la recomendación de que
se estuvieran utilizando los libros de Conafecto, y sí vienen temas muy bue-
nos, pero hay veces que las acciones no se pueden estar viendo nada más en
las revistas Conafecto, entonces es de ahí que necesitamos información de
temas (supervisora de módulo, EIC).
Por último, las docentes de EII destacan la utilidad de contar con un modelo perti-
nente, ya que consideran que responde a su contexto, cultura y tradiciones. Ade-
más, valoran que abarque las actividades que tienen que llevar a cabo las agentes
educativas en su día a día. Sin embargo, señalan que dicho modelo no cuenta con
información sobre los referentes teóricos y conceptuales, lo que se refleja en una
menor comprensión de aspectos como el aprendizaje y desarrollo de la niñez.
Las reflexiones de las AE muestran una valoración positiva en torno a los cam-
bios en los modelos educativos. Las agentes educativas de los tres tipos de ser-
vicio mencionaron que las nuevas modificaciones colocan al centro los derechos
de niñas y niños. Cabe destacar que, de acuerdo con las entrevistadas, si bien
Pues ahora yo pienso que sí está un poquito más, antes se daban lo que eran
los derechos de los niños, pero no se llevaban tan establecidos y tan arrai-
gados como hoy. Entonces, ahora sí se les ponen las actividades o hacen las
acciones, pero siempre cuidando la integridad de los niños, no forzándolos
a hacer las cosas, sino como consintiendo o haciendo para que ellos lo reali-
cen y ahorita todas las acciones que se van trabajando, todo va enlazado y
relacionado con los derechos de los niños (promotora, EIC).
Un elemento adicional, mencionado como valioso por las figuras educativas de los
tres tipos de servicio, es la vinculación con MPC que plantean los modelos. Cabe
mencionar que, al igual que otros elementos que consideran valiosos, el que su per-
cepción sea positiva no significa que sean adoptados fielmente.
Capítulo 4 93
permitir a mí poder apoyar de una manera asertiva en ese desarrollo de cada
uno de los niños (jefa de área pedagógica, CAI).
Las promotoras de EIC consideran valioso que el modelo esté diseñado para comuni-
dades con alta y muy alta marginación, pues con ello, piensan, se contribuye a me-
jorar las condiciones de vida y garantizar el desarrollo pleno de la niñez, sobre todo
en los contextos más desfavorecidos. Asimismo, las promotoras señalaron como
valioso que actualmente la Guía Acompañando la Crianza del Conafe se enfoque en
fortalecer las prácticas de crianza de MPC, pues les permite responder de manera
directa a las necesidades, dudas e intereses de madres y padres. Sin embargo, tam-
bién indicaron que se requiere recuperar el trabajo directo con los pequeños, ya que
las sesiones están más enfocadas en MPC.
Una reflexión relevante que surgió entre docentes, promotoras y figuras de super-
visión fue que los modelos de la EII y la EIC tendrían que estar alineados o integrar
los fundamentos de Un Buen Comienzo, pero reconociendo los propósitos, el tipo
de atención de cada servicio educativo y las necesidades de la población atendida
para garantizar su pertinencia. Incluso, la falta de fundamentos teóricos y concep-
tuales sobre la niñez y su desarrollo y el menor énfasis en aspectos como la cons-
trucción de vínculos afectivos de sus modelos se percibe como un aspecto que
excluye de una atención equitativa y pertinente a niñas y niños en comunidades
rurales e indígenas.
Es que mira, por eso te lo comento, porque cuando hablamos del programa
de inicial estamos inmersos a nivel nacional, Conafe, DIF, IMSS, Seguro, la
SEDENA, todos los que atendemos niños en sus diferentes modalidades de ce-
ro a tres años, incluso están por ahí también las de especial y todos concuer-
dan; finalmente el niño de cero a tres años es un niño de cero a tres años en
el contexto que se encuentre, por su situación que se encuentre, pero tiene
las características y tendría que ser dirigida como pasa en preescolar, como
pasa en primaria, un currículo, porque es el mismo niño de cero a tres años.
Sin embargo, aunque así está marcado nuestro programa en la manera de
ejecución sentimos como que no, pues es que yo soy indígena. Entonces: ¿el
niño indígena no controla esfínteres?, ¿el niño indígena no necesita vínculos
afectivos?, ¿el niño indígena no necesita jugar o necesita trabajar porque es ni-
ño indígena? Los de no escolarizado, porque están bien lejanos los niños, que
sí los pongan a trabajar y qué no tienen derecho a que les hagan juguetes,
es lo mismo, con lo que tienes, pero es lo mismo. ¿Un niño especial no nece-
sita que su mamá lo quiera? […] Seguimos dando cada quien desde nuestra
área un cuadernito para que lo vayamos trabajando de manera diferente, y
entonces pues esto va a ser si viene a nivel nacional que los niños de cero a
tres años y que todos los niños reciban educación no a través de un centro
Por último, las agentes educativas consideraron que algunos elementos del Pro-
grama Un Buen Comienzo no están alineados o no responden a problemáticas a
las que se enfrentan de manera cotidiana en la práctica. Además, señalaron que no
tienen suficiente tiempo de adaptación para la diversidad de contextos donde se
implementa.
En esta crítica se percibe que las educadoras tienen dificultades para llevar el mo-
delo a la práctica, lo que abre la posibilidad de que algunos de sus elementos sean
ignorados o modificados.
Las propuestas curriculares de los servicios de educación inicial (CAI, EIC y EII) reto-
man el enfoque de derechos. Con ello, se plantea un nuevo paradigma que concibe
a niñas y niños como sujetos de derechos, con capacidad para participar y cuyas
opiniones deben ser consideradas en las decisiones que les conciernen, tomando
en cuenta su nivel de desarrollo. Asimismo, se desplaza el enfoque centrado en la
visión y las decisiones de los adultos.
Capítulo 4 95
Esta perspectiva implica una nueva forma de atención, en la que los infantes deben
ser considerados en un ambiente de no discriminación que favorezca su participa-
ción y donde se tomen en cuenta sus intereses y necesidades.
Ahora sí que [el programa] responde a esos derechos de los niños, porque,
como le comentaba, cuando me tocó operar el de espacios de interacción,
pues ahí no importaba si el niño tenía ganas de hacer pipí o popó o no. Se
les sentaba a todos, a todos se les dormía en un cierto horario porque había
una rutina. Ahorita hay una rutina en el CAI, pero no es rutinización. Aho-
rita este programa me gusta, sí lo siento con esa congruencia de respeto
hacia los derechos de los niños (jefa de área pedagógica, CAI).
Por su parte, las promotoras hicieron énfasis en el derecho a crecer, a tener un de-
sarrollo integral y a ser respetados; mientras que las docentes de EII reconocieron
su derecho a la educación, a no ser maltratados y a ser diferentes, a que los acep-
ten tal como son. Las promotoras también reconocieron su derecho a decidir, pues
indicaron la importancia de no forzar a niñas y niños a realizar actividades que no
desean; y coincidieron con las docentes de EII al señalar que el fortalecimiento de
las prácticas de crianza de MPC, sobre todo aquellas que permiten erradicar el mal-
trato físico y emocional, son fundamentales para el respeto de sus derechos.
Derecho de los niños por ir a la escuela, que no sean maltratados, que los
guíen, que los quieran, que los protejan, y que los aceptan como son (do-
cente, EII).
En este sentido, las educadoras de CAI fueron críticas de sí mismas al reconocer que
su entendimiento no es del todo profundo, sobre todo, de las implicaciones de ser
actores determinantes para garantizar dichos derechos, en su sentido amplio. Es-
ta apreciación se acentúa cuando enfrentan situaciones de violencia intrafamiliar
o descuido de los padres, por lo que señalaron la necesidad de contar con orienta-
ciones de actuación ante este tipo de situaciones, de manera que puedan garantizar
y velar por los derechos de niñas y niños.
Capítulo 4 97
Sin embargo, los aspectos que destacaron en la descripción de sus prácticas son
diferentes y reflejan formas distintas de aproximación al juego. Por ejemplo, desde
la perspectiva de las educadoras de CAI, el juego se manifiesta como una acción
pedagógica que se planea con una intención didáctica, que siempre da libertad a la
espontaneidad e involucramiento, que se evalúa y en la cual se evidencia el desa-
rrollo del infante. Lo anterior se puede contrastar con una precisión conceptual y
metodológica del juego más completa en el Programa Un Buen Comienzo, es decir,
existen mensajes de política más robustos y consistentes.44
Mientras que Un Buen Comienzo resalta la importancia de que el juego sea libre
y no impuesto por los adultos (SEP, 2017), el Marco Curricular y la Guía Acom-
pañando la Crianza hacen una combinación de las oportunidades de juego libre
con momentos de juego más dirigido, de uso instrumental, para procurar el
desarrollo de habilidades de socialización o de fortalecimiento del vínculo con
sus cuidadores.
El Marco Curricular para la EII resalta la función socializadora del juego, aunque la
inscribe en un marco de apropiación cultural: “El juego facilita la asimilación de va-
lores y actitudes tradicionales, así como la incorporación paulatina a las tareas de
sostenimiento del hogar” (SEP, 2012b: 42). En concordancia, las docentes sugirieron
que el servicio de educación inicial es un espacio que facilita esta apropiación cultu-
ral, al generar oportunidades de juego vinculadas con las tradiciones. No obstante,
también señalaron una concepción del juego como herramienta para transmitir co-
nocimientos, aunque en menor medida, para el desarrollo de habilidades complejas.
44 Éste describe cómo es que niñas y niños aprenden mediante el juego, y las habilidades que
se desarrollan con actividades concretas, como la exploración, la creación de espacios y
situaciones imaginarias, o la manipulación de diversos objetos (SEP, 2017).
Debido a que la atención se organiza alrededor de MPC, la idea del aprendizaje me-
diante el juego está menos desarrollada en el modelo y materiales de apoyo de la
EIC. Si bien las promotoras señalaron su importancia, destacaron en mayor medida
como fines del juego la socialización de reglas y normas para la convivencia, así co-
mo el logro de aprendizajes. De esta manera, la prioridad se enfoca en que los pa-
dres identifiquen los beneficios del juego libre y la importancia de su participación.
En el mismo sentido, las promotoras resaltaron la incorporación del juego en sus se-
siones con dos objetivos: primero, como una estrategia para lograr que niñas y niños
aprendan, mientras MPC tienen un momento tranquilo para la reflexión; segundo,
para que los adultos identifiquen los beneficios de dedicarles tiempo e incorporen
las actividades propuestas en su rutina diaria, a fin de fortalecer su vínculo afectivo.
El desarrollo del juego en las sesiones también se ve limitado por actitudes o dis-
posiciones de las AE –en ocasiones, desde una perspectiva adultocéntrica– o por
las condiciones del contexto escolar. Por ejemplo, en los CAI, las educadoras expre-
saron su preocupación por que los materiales, juegos y juguetes se maltraten y no
puedan ser utilizados en los siguientes ciclos escolares, mientras que en EII y EIC
destaca la falta de materiales e infraestructura como limitante principal.
Capítulo 4 99
Sostenimiento afectivo
Las educadoras también expresaron que los documentos que conforman el pro-
grama no profundizan lo suficiente sobre cómo implementar el sostenimiento
afectivo o integrarlo a su práctica cotidiana. Para llenar estos vacíos de infor-
mación, mencionaron que es necesario apoyarse en otras experiencias de im-
plementación, y en lo cual han sido útiles los intercambios grupales con otras
educadoras. Lo anterior concuerda con los hallazgos de estudios previos que
señalan que las interacciones sociales pueden apoyar el entendimiento de la
política, no sólo porque en estos espacios de intercambio se da un proceso de
aprendizaje compartido, sino porque estas interacciones hacen evidentes per-
cepciones y perspectivas que de otra manera no serían visibles (Brown y Cam-
pione, 1990; Brown, 1989).
Por su parte, las supervisoras manifestaron que, en ocasiones, las educadoras in-
terpretan de manera superficial el sostenimiento afectivo, pues no solamente se
trata de abrazar, atender o cargar a un niño. Este señalamiento es consistente con
lo hallado en otros estudios, los cuales indican que estos entendimientos parciales
son interpretados como cambios concretos, pero no se reconoce la necesidad de
cambiar de manera profunda sus prácticas e interacciones (Haug, 1999).
Ahí es donde yo noto que a las maestras se les dificulta ir interpretando los
enfoques que yo, eso es lo mismo que yo estoy observando con cuestiones
del sostenimiento afectivo, o sea que va más allá de nada más cargar a un
niño, de abrazar a un niño, o sea, va más allá. Entonces, ahí es donde sien-
to que la maestra necesita mayor, no sé si es mayor capacitación, pero yo
creo que es mayor entendimiento, mayor interpretación, mayor compren-
sión de muchos de los textos de los materiales que se están trabajando, ésa
es una; la otra cosa que yo observo es como que nada más reciben los mate-
riales y como que se cumplen con el hecho de leer los materiales, pero no se
va más allá de la lectura (supervisora, CAI).
Los modelos de EII y EIC también contemplan aspectos como el afecto y los vínculos
socioemocionales, basados en la teoría del apego, como componentes de la atención
(Conafe, 2010; SEP, 2010). Aunque en la Guía para el desarrollo de las sesiones de
EIC no se especifican acciones concretas de esta índole, el fortalecimiento del apego
de MPC con sus hijos es un tema comúnmente incluido por estas promotoras en la
agenda para ser abordado durante el ciclo escolar.
Capítulo 4 101
Por su parte, las docentes de EII mencionaron que aun cuando el Marco Curricular
lo señala como un aspecto que deben considerar en su práctica, no es claro cuáles
son las acciones que deben realizar. Por ello, indicaron la importancia de utilizar el
Programa Un Buen Comienzo para orientar su práctica.
Las referencias a las prácticas socioculturales son una constante en las respuestas
de las docentes de EII, pues sugieren integrar en sus prácticas festividades tradicio-
nales, lengua, vestimenta, arte, creencias y costumbres. Reconocen la importancia
de este enfoque y sus objetivos, así como la necesidad de abonar con ello al rescate,
reconocimiento y revalorización de las culturas originarias para promover que niñas y
niños se sientan identificados con su comunidad. Asimismo, expresaron que es-
to facilita el desarrollo de actividades significativas y pertinentes para los infantes y
sus familias: prácticas socioculturales como el cultivo del maíz, elaborar artesanías
o utilizar instrumentos musicales.
En particular, las docentes señalaron como valioso buscar que se recuperen las len-
guas indígenas de las poblaciones con las que trabajan; sin embargo, esto repre-
senta un reto para su implementación cuando docentes y MPC no hablan la lengua.
Uno de los elementos comunes de los modelos se refiere a las prácticas de crian-
za de MPC para favorecer el desarrollo de niñas y niños. El concepto, descrito en el
marco conceptual, tiene ligeras variaciones en cada modelo educativo y se traduce
en actividades diferentes, según los fines del servicio.
Cada tipo de servicio implica un modo específico de interacción con MPC, pero en
todos los casos se busca construir la crianza compartida incorporando las nece-
sidades, los ritmos, los valores, la cultura y las aportaciones de cada familia o co-
munidad. Se presume que los padres de familia enriquecen tanto sus prácticas de
crianza, a partir de lo que observan en las instituciones, como las experiencias en
el ámbito familiar, al sensibilizarse ante las necesidades de sus hijos.
El Programa Un Buen Comienzo plantea que las prácticas de crianza “son experiencias
de cuidado infantil definidas culturalmente, las cuales comprometen el crecimiento
físico, intelectual y emocional de los niños” (SEP, 2017: 209). A partir de ello, se
comprende el papel de las educadoras dentro de una crianza compartida, que alude
a una prolongación del modo de cuidado consensuado entre todos los cuidadores
Capítulo 4 103
(SEP, 2017). Las interpretaciones de las educadoras entrevistadas van en este mismo
sentido; para ellas, la crianza compartida implica que deben actuar como un equipo
al informar sobre las acciones y los procesos relacionados con el desarrollo de niñas
y niños, y coordinar las prácticas en el hogar con la atención que se da en el centro.
Por lo tanto, el modelo pretende que las promotoras orienten la reflexión de MPC en
torno a sus prácticas y la relación que tienen con sus hijos. En esta intervención, el
modelo hace hincapié en no prescribir ni imponer prácticas de crianza, sino facilitar
información a madres y padres para que, en un ejercicio de introspección, valoren si sus
estilos de crianza y educación son adecuados o requieren un cambio.
Sí, a veces ya son prácticas que están desde mucho tiempo atrás, desde sus
abuelos; así [como] ellos lo hacían, entonces ellos lo repiten. Por ejemplo, a
mí mi mamá siempre me educó con nalgadas, que es bueno de vez en cuan-
do darle una nalgada a tiempo, y siempre les digo: “No es mejor una nalgada
a tiempo, mejor una plática a tiempo, un abrazo a tiempo, un beso a tiem-
po”. Entonces, bueno, eso siempre se los digo, es que es trabajando poco a
poquito, no vas a querer cambiar las prácticas de ellos de la noche a la ma-
ñana, tú vas a saber las prácticas que sí son buenas para los niños, para su
mejor desarrollo y cuáles no, pero ellos tienen que ir observando y tienen
que cambiar su forma de pensar sin que nadie los esté como apurando o po-
niéndoles esa regla; […] hay unas prácticas que solamente se pueden mejo-
rar, no tienes que cambiarlas. […] Entonces, de ellas va a salir su decisión si
realmente la quieren cambiar o mejorar de acuerdo a la información que les
brinde (promotora, EIC).
Los testimonios de las promotoras reflejan un entendimiento claro sobre estas ex-
pectativas. También en sus reportes de práctica se percibe una clara intención de
no juzgar o imponer prácticas de crianza, aunque indicaron que esto no siempre
es sencillo, particularmente cuando se enfrentan con prácticas negativas, como
el castigo corporal. Por otro lado, las promotoras reconocieron que en ocasiones
intervienen sus propias convicciones sobre la crianza, ideas y prácticas que ellas
mismas intentan modificar a partir de su involucramiento en los servicios.
Bueno, hay veces que sí se llega a eso, porque desconocemos, muchas ve-
ces no ubicamos cuáles son las prácticas de crianza, yo siempre les he di-
cho a las señoras [que] yo no les voy a decir esto funciona así, no, respeto
las prácticas de crianza de cada familia, porque de ahí lo único que se hace
son refuerzos o se va enriqueciendo más. Por ejemplo, en mi comunidad se
utiliza mucho “la caída de la mollera”, es una práctica de crianza [que se da]
cuando pierden mucha agua los niños, ellos [la comunidad] dicen: “Es que
se le cayó la mollera”, el niño tiene la boquita reseca, reseca y cuando llora
ya no lagrimea; eso se debe a que el niño está muy deshidratado, porque
le dio mucha diarrea, [en la comunidad] dicen: “Se le cayó la mollera”. ¿Por
qué se le cayó la mollera? “Ah, es que el hermanito empezó a brincar con el
niño, lo traía en los brazos, empezó a brincar y al niño de tanto salto se le
cayó la mollera”; la mollera es aquí arriba, en la cabecita se les hace un ho-
yito, se deshidrata y se les hace el hoyito y ellos dicen mollera. [La práctica
común es] “llévenlo con la curandera, con la señora que cura la mollera”,
[yo les aconsejo:] “Pero también lo va a llevar a consulta, vaya con el médi-
co, el médico le va a dar suerito, le va a decir cómo atender a su niño para
que se le quite lo que trae, los dos van a la par, tanto usted la creencia que
tiene, tanto que tienen que ir al médico a una clínica, al hospital, juntando
los dos, tanto las prácticas de crianza como con el médico, se va a compo-
ner su niño”. Le digo, tienen que hacer uso de las dos cosas no dejar por
fuera lo que son los médicos y lo que ustedes practican, porque yo no puedo
decirle no, lo que ustedes practican no está bien, claro que no, tengo que
respetarlo, tenemos que ir a la par tanto médicos y curanderas tradiciona-
les, curanderos y todo lo que sea, igual con los médicos de una clínica, de
un hospital (docente, EII).
Planeación
La planeación consiste en definir los objetivos, las actividades y los recursos para la
intervención educativa. Cada tipo de servicio distingue fines, objetivos y personas
que participan en la planeación de la práctica educativa.
Capítulo 4 105
El Programa Un Buen Comienzo prescribe una planeación flexible, organizada en
torno a un problema abierto,45 es decir, una propuesta de juego con determinados
materiales, donde el niño tiene la libertad de tomar el rumbo que determine su crea-
tividad e interacción con otros.
Sí, nosotros realizamos una planeación, la planeación tiene que ser flexi-
ble. Es una planeación enfocada a las necesidades y en lo que observamos
con los niños. Nosotros nos basamos principalmente en estar observando
desde que un niño ingresa, desde la mañanita hasta que se va. Nosotros te-
nemos que observar también el contexto familiar en el que se desarrolla, y
en base a esa observación, realizamos una planeación. La planeación es flexi-
ble porque podemos estar cambiando y tiene que ser inclusiva, en donde se
planean actividades donde se favorezcan a todos los niños. […] A través de
la observación tenemos que estar planeando desde materiales, la propuesta
que se les va a dar, la organización, el diseño y autoevaluar (educadora, CAI).
Capítulo 4 107
diseñar un plan anual de trabajo para definir los propósitos educativos, métodos y
aprendizajes esperados (SEP, 2012b).
Las descripciones de las docentes sobre el proceso de planeación que realizan refle-
jaron falta de claridad en lo que plantea el modelo. En sus experiencias, señalaron
la realización de un diagnóstico; sin embargo, sólo una de las entrevistadas se refi-
rió a los subsecuentes procesos de manera detallada. Al igual que en el caso de las
educadoras, la planeación de las docentes de EII también enfrentó varios retos. El
primero, y quizá más relevante, es que debió conjugar en la práctica los elementos
del Marco Curricular con aquellos del Programa Un Buen Comienzo y/o el MAEI. En
sus respuestas se identificó que la base para su planeación es el Marco Curricular,
en lo que respecta al uso de las pautas de desarrollo para establecer objetivos y al
proceso de contextualización y diversificación curricular. Del Programa Un Buen
Comienzo toman como referencia los aprendizajes clave. Esta conjunción del Marco
Curricular y el programa no es clara para las docentes, en principio, debido a la au-
sencia de una indicación explícita sobre los elementos que deben considerar de ca-
da propuesta curricular para su planeación, así como a la correspondencia requerida
entre aprendizajes clave y aprendizajes esperados.
Considerando que en la EIC los principales sujetos de intervención son MPC, el pro-
ceso de planeación está integrado en las cuatro fases de implementación que plan-
tea la Guía Acompañando la Crianza. La planeación se concentra en la fase uno y
contempla la participación de MPC; en ésta se deben acordar los temas que se cu-
brirán, con base en sus intereses sobre prácticas de crianza, así como la secuencia
que seguirán.
Así, las promotoras deben definir, como resultado de su diagnóstico y de los intere-
ses de MPC, los mecanismos y materiales que emplearán para promover la reflexión
Capítulo 4 109
sobre prácticas de crianza. El formato en que se presenta la planeación es una na-
rrativa libre, de manera similar a la que propone el Programa Un Buen Comienzo.
Sí, a veces con otras chicas del módulo nos apoyamos, porque también
ves el segundo momento de la descripción y el análisis de las prácticas de
crianza. Porque aquí sobre el cuestionamiento, ya ve que aquí vienen dos
partes, que el primer momento, que el segundo momento, a veces se le
revuelve a uno el primero con el segundo y tiene uno que tratar de aco-
modar los momentos. […] Entonces como que ser un poquito más con-
creto en el punto ese en el que nos van a estar hablando o diciéndonos lo
que vamos a realizar. Porque a veces somos un poquito retraídas y a ve-
ces, aunque por más que leamos y le leemos y le leemos, no entendemos
(promotora, Conafe).
De acuerdo con el programa y los modelos de los tres tipos de servicio, el am-
biente de aprendizaje es uno de los elementos contemplados en la planeación
de la práctica educativa; en cada uno se determina el tipo y las funciones del
ambiente de aprendizaje a desarrollar.
También señalaron que un ambiente propicio para el aprendizaje debe ser motivan-
te y contar con materiales y espacios que los animen a involucrarse en las actividades
planteadas para alcanzar los propósitos de aprendizaje establecidos. Para las edu-
cadoras, crear estos ambientes de aprendizaje enriquecidos es parte fundamental
de su práctica educativa, pues apoya el desarrollo de la autonomía de niñas y niños,
genera en ellos confianza y seguridad, favorece la repetición continua para el do-
minio de habilidades, y brinda la oportunidad de crear, experimentar, manipular e
investigar de forma libre.
Otra característica que resaltaron es que deben tomar en consideración las ne-
cesidades de los infantes, particularmente en relación con su zona próxima de
desarrollo. Se identifican descripciones con una diferenciación de los ambientes
en función de las necesidades de niñas y niños y el grado de dominio de diferen-
tes habilidades; por ejemplo, crean un microambiente para quienes ya dominan
una habilidad (libros en repisas más altas para aquellos que pueden ponerse
de pie) y uno ligeramente diferente para aquellos que aún no lo logran. Estos
Capítulo 4 111
testimonios reflejan un conocimiento detallado del modelo con relación a este
aspecto, lo cual en buena medida se debe a mensajes de política consistentes.
En los servicios indígenas, el Marco Curricular resalta los aspectos que deben to-
marse en cuenta para el desarrollo de un ambiente que favorezca el aprendizaje
de niñas y niños, por ejemplo, un clima emocional que propicie un apego seguro y
estabilidad emocional, o bien que promueva el descubrimiento, la iniciativa, la ima-
ginación y la creatividad y fomente la confianza. Dicho ambiente debe propiciar el
uso de materiales para que el infante construya conocimiento y permitir el uso del
juego como recurso didáctico para lograr un aprendizaje significativo (SEP, 2012b).
Sin embargo, el Marco Curricular no profundiza en los medios para construir este
ambiente de aprendizaje en un entorno de recursos materiales escasos.
En EIC, la Guía señala la importancia de crear durante las sesiones ambientes físicos
y sociales –el clima que se genera en el grupo– propicios para las interacciones en-
tre adultos y entre adultos y niñas y niños. El juego es uno de los elementos consi-
derados en la generación de estos ambientes. De acuerdo con la Guía, los ambientes
para el juego implican “acondicionar un lugar para que los niños puedan estar segu-
ros y encuentren una diversidad de objetos que los inviten a explorar, crear juegos
y disfrutar” (Conafe, 2019: 53). Se pretende que el ambiente facilite el juego libre
de los infantes, para que MPC puedan tener un momento de diálogo y reflexión. Los
ambientes también se describen como generadores de oportunidades para la inte-
racción adulto-niño mediadas por el juego. Por último, la Guía destaca que el hogar
forma parte de los ambientes enriquecidos donde se promueven experiencias de
aprendizaje, así que también debe considerarse parte de las prácticas de crianza y,
por consiguiente, debe ser un tema de reflexión.
Implementación de lo planeado
Al respecto, las educadoras de CAI destacaron que las actividades que realizan
forman parte de una propuesta pedagógica plasmada en la planeación. En sus
respuestas, reflejan una comprensión sobre las formas de desarrollar su práctica.
Sin embargo, dicha claridad no siempre logra convertirse en una implementación
apegada al programa. De manera particular, llevar a la práctica el respeto por los
procesos individuales resulta un reto para estas agentes educativas, ya que la es-
tructura de las etapas que se utilizaba en otros modelos les facilitaba tomar deci-
siones sobre las actividades que debían realizar. En cambio, ahora que no se apoya
la acción en las etapas sino más bien en procesos individuales, las educadoras en-
frentan diversas dificultades, por ejemplo, no tienen claridad sobre cómo medir,
reconocer y abordar el progreso de niñas y niños.
Es que antes sí venían así las capacidades que se iban a favorecer. Así lo
veía yo. Venían las capacidades y venía cómo centrar, qué tenías que lograr
en los niños a cierta edad, casi venía así y el de ahora viene nada más una
lista de aprendizajes clave y tan tan, se acabó. Ya cada una va a ver cómo
las va a trabajar, pero no vienen enfocadas a una edad (directora, CAI).
Capítulo 4 113
En las afirmaciones de las docentes de EII, respecto a su práctica, se observó, por
un lado, una orientación hacia aprendizajes memorísticos –por ejemplo, el cono-
cimiento de los colores o las formas geométricas–, y por otro, un énfasis impor-
tante en la incorporación de las culturas y tradiciones apoyado en las prácticas
socioculturales.
La presencia de MPC durante las sesiones facilita a las docentes una mayor interac-
ción con ellos e involucrarles de manera más directa en la atención de sus hijos. De
modo particular, en el desarrollo de las prácticas socioculturales, sobre todo enfo-
cadas en la conservación de la lengua.
Por otro lado, aunque las docentes señalaron una implementación que adapta
lo planeado a las respuestas de los pequeños, se percibe que las adecuaciones
representan para ellas ciertos retos. Al respecto, se identificó una comprensión
sobre el juego más orientada hacia la adquisición de ciertos conocimientos –y en
menor medida a otros aspectos relacionados con el desarrollo de habilidades–;
las decisiones de las docentes no siempre responden a los fines establecidos en
el modelo educativo. Por ejemplo, las docentes hicieron énfasis en el juego como
una herramienta para conocer las tradiciones de la comunidad.
Como se describió en apartados previos, en la EIC las sesiones se llevan a cabo bajo
una estructura de fases. Por lo tanto, cada sesión tiene un propósito diferente en el
análisis y la reflexión de las prácticas de crianza. La principal dificultad en la imple-
mentación de las cuatro fases es el ausentismo de MPC, lo cual complica la reflexión
de prácticas y el seguimiento a sus compromisos. Por lo que respecta a las fases
dos y tres, las promotoras reportan que, con frecuencia, las prácticas son similares, lo
cual representa dificultades para ellas a la hora de generar el diálogo; en el mismo
sentido, para algunas participantes es difícil hablar en público, por lo que las pro-
motoras deben hacer un esfuerzo adicional para generar un ambiente de confianza.
La evaluación se refiere a las actividades que las agentes educativas efectúan para
valorar los procesos de enseñanza y aprendizaje, los avances en los aprendizajes
y las prácticas de crianza que realizan educadoras, docentes y promotoras, con la
intención de hacer ajustes de acuerdo con los avances y resultados observados. Un
componente clave en este proceso es la observación de los cambios en el desarro-
llo de niñas y niños y sus aprendizajes, así como modificaciones en las prácticas de
crianza de MPC.
En virtud de que el modelo no contempla una forma única de registrar estas ob-
servaciones, las AE han implementado estrategias como listas de cotejo, anecdo-
tarios o diarios de campo. El siguiente testimonio de una educadora da cuenta de
este proceso.
Capítulo 4 115
sentían, bueno tenían esa necesidad de quitarse el miedo para caminar o
para trasladarse a través de plataformas elevadas. […] Entonces, empeza-
mos a observar que había muchos niños que, aunque ya tuvieran la marcha
o el caminar bien establecido, porque ya son lactantes III, […] vimos que
les daba mucho miedo lo que eran esos escaloncitos. Entonces, nosotros
dijimos: tenemos que planear algo que los ayude a tener la confianza para
ir subiendo escalones […]. Entonces, nosotros dijimos: es una necesidad.
[…] Yo planeo escenarios, planeo ambientes, pienso en necesidades, en los
niños, los observas, los conoces, los lees, dice la teoría que aprendes a leer
a los niños, entonces, dependiendo de eso tú vas viendo qué necesitan, qué
puedes hacer para que se potencialice, por ejemplo, para que logre sus ca-
pacidades. […] En todos esos escenarios que yo le comento, nosotras ob-
servamos: este niño puede, a este niño se le dificulta y hay que apoyarlo.
[…] Sí, mire, yo me baso mucho en listas de cotejo, listas de cotejo que ma-
nejamos mis tres compañeras. […] entonces realizábamos lista de cotejo
por decir, que hoy íbamos a realizar pasar por la tabla de equilibrio y luego
íbamos a poner los balancines […] entonces ya, dos estábamos con ellos
y una estaba registrando el nombre del niño y más o menos sí, sí puede,
si no puede, si se cae, si le da miedo, si quiere pasar muchas veces, si no lo
hicimos que pasara, si pasó solamente cuando estaba solito que no había
otros niños, cosas así, así llevamos el registro. […] Se va viendo lo que más
les interesa, si yo pensé en algo, lo idealicé, pero no funciona pues lo qui-
tas, pones otra cosa, o te enfocas en lo que de verdad les está interesando
(educadora, CAI).
A diferencia de lo que sucede con etapas previas, las educadoras reflejaron me-
nos claridad respecto al proceso de evaluación. De hecho, en sus narraciones
–e incluso de las figuras de apoyo y acompañamiento– los procesos de evaluación
A ello se suma que las agentes educativas, bajo el MAEI, realizaban una evaluación
asociada a pautas de desarrollo de niñas y niños, organizadas por áreas de conoci-
miento, mientras que actualmente deben realizar una evaluación de procesos que
sea significativa para mejorar la atención en los centros, lo que exige el entendi-
miento de un cambio profundo de su práctica.
Con el fin de informar a madres y padres sobre los avances de sus hijos, a nivel insti-
tucional se solicita a los centros que generen un reporte de evaluación. De acuerdo
con las AE, con ello se envía un mensaje contradictorio, pues, por un lado, el mo-
delo señala que niñas y niños no deben ser sometidos a estándares de desarrollo,
pero al mismo tiempo se les pide que comuniquen a los padres el progreso que han
tenido sus hijos.
Esta parte del Manual de Planeación, a lo mejor nos hace falta otro tipo de
explicación, porque, sí, todavía queremos dar esos reportes. Mira, y no so-
lamente nosotros, nuestras autoridades, hay que entregar un reporte de
evaluación, y entonces, tú dices: “Pero aquí dice que no lo entreguemos. En-
tonces, ¿lo entregamos o no lo entregamos?”, y entonces te dicen: “Y esto
tiene que ser integral, pero para hacer la evaluación hay que hacer una sepa-
ración, y dime qué pasa en lenguaje, y dime qué pasa en desarrollo psicomo-
triz, y dime qué pasa en alimentación”. Entonces, dices: “¿Es integral o no es
integral?” (supervisora, CAI).
Ante la falta de claridad, cada centro decide qué aspectos del proceso de desarrollo
debe reportar. Estas situaciones generan en las AE la sensación de que no están rea-
lizando una evaluación real o significativa de los procesos, por lo que señalaron la
necesidad de capacitación o materiales de apoyo que clarifiquen los medios y fines
de este tipo de evaluación, y que les permitan identificar la información que nece-
sitan comunicar, particularmente a los padres.
A diferencia del Programa Un Buen Comienzo, el Marco Curricular para la EII es-
tablece la evaluación y el registro de avances de niñas y niños. En la propuesta
curricular, la evaluación tiene 4 fines principales: reconocer el avance de los infan-
tes; informar a madres, padres y tutores a fin de que puedan apoyar su desarrollo;
ajustar las acciones educativas del docente; y detectar situaciones de riesgo físico,
social y psicológico en los educandos (SEP, 2012c).
Capítulo 4 117
Para las docentes entrevistadas, la evaluación es la parte final de una secuencia di-
dáctica, que se convierte en el insumo necesario para las futuras planeaciones. Para
establecer una valoración sobre el avance de niñas y niños, las docentes señalaron
que se contrastan tres aspectos: las pautas de desarrollo del Marco Curricular, los
objetivos de la secuencia didáctica, y los conocimientos, habilidades y actitudes de
los infantes al concluir dicha secuencia (¿participó?, ¿se integró?, ¿reconoció los
colores?, ¿identificó los nombres de los animales?). De acuerdo con su narración,
esta información permite identificar las necesidades en el desarrollo de niñas y ni-
ños; en algunos casos, han recurrido a las madres de familia para complementar la
información sobre dichas necesidades. En estas descripciones, como en la siguiente,
también se refleja claridad respecto a la importancia de la evaluación.
Hago una evaluación. Hago una pequeña tablita en donde pongo los nom-
bres de los niños que asistieron ese día a la escuela, y pongo ahí, por ejemplo,
hoy trabajé lo que le platiqué, ¿identificó los colores?, y le pongo qué colores
identificó el niño; ¿realizó la actividad?, le pongo si la realizó o no, y luego
también le pongo: ¿participó?, ¿se integró?; porque hay niños o niñas que no
participan, no se integran. Así, por medio de una tablita es como yo los eva-
luó. También lo escribo en el diario de campo, qué niño trabajó, qué niño no
quiso trabajar, probablemente por qué no quiso trabajar […]. Lo hago indi-
vidual y después ya lo comparto con las otras compañeras cuando ellas me
preguntan sobre cómo evalúo. Es que digo, en una planeación siempre debe
de haber una evaluación, porque si no, cómo te vas a dar cuenta si tuvieron
avance los niños, o en qué te topaste, en qué te quedaste estancado, en qué
se quedó estancado el niño, por qué el niño no avanzó. Ahí hay que ponerse a
investigar más o a hacer otra actividad o repito la actividad, a ver cómo me
sale, hay tantas cosas, le digo yo; así yo trabajo, no sé si estará bien, pero es
mi forma de llevar a cabo las actividades (docente, EII).
Sin embargo, las docentes también mencionaron que no es claro cómo debe eva-
luarse; cada docente establece sus estrategias sobre los aspectos a evaluar, así co-
mo los instrumentos para hacerlo (listas de cotejo, diarios de campo, reportes). En
concordancia con estas afirmaciones, algunas supervisoras señalaron que las do-
centes no tienen claro cómo utilizar las pautas de desarrollo y las manifestaciones
de aprendizaje para llevar el registro de las evaluaciones. Al respecto, se destaca
que las docentes reportaron no contar con todos los fascículos, uno de los cuales
se enfoca en la evaluación (SEP, 2014).
Las promotoras señalaron que, en principio, realizan un registro sobre las prácticas
de crianza, durante el ciclo operativo, y dan seguimiento a las necesidades de
las madres. En estos registros recuperan información sobre el origen de las prácti-
cas de crianza y su motivación, las dudas que surgen de las sesiones o necesidades
de más información, los compromisos que realizan las madres y las reflexiones que
resultan de las discusiones.
Al final del ciclo operativo, las promotoras indicaron que contemplan una sesión
de evaluación, tal como lo establece la Guía, en la cual se valoran los conoci-
mientos adquiridos por MPC, así como los cambios que han experimentado en
sus prácticas de crianza. Sin embargo, las supervisoras señalaron el registro de
compromisos y observaciones como un desafío para las promotoras, ya que no
están acostumbradas a elaborar narrativas sobre estos aspectos.
A lo largo del capítulo se han expuesto los factores que enmarcan las interpretacio-
nes de las agentes educativas de educación inicial, así como las características de
las prácticas que desarrollan. A partir de su análisis, se han identificado elementos
del currículo prescrito que han adaptado, modificado o quizá rechazado, así como
las formas de apropiarse de éste.
Se argumenta que la configuración de los factores que han influido en las formas de
apropiarse del currículo prescrito difiere entre las agentes educativas; sus creen-
cias, experiencias y formación son todas importantes. Sin embargo, se identificó
que las estructuras organizacionales y el apoyo que se les brinda para comprender e
implementar el modelo educativo han tenido un peso clave en todos los casos.
Éstas han desempeñado un papel importante en la adaptación de los modelos edu-
cativos, a través de la orientación constante y continua, en la generación de nuevos
entendimientos y la modificación de creencias y rutinas instaladas. Sin embargo, este
papel está condicionado por las características de las estructuras organizacionales.
Capítulo 4 119
De estas respuestas y su articulación con los elementos del proceso de construcción
de sentido, se da cuenta a continuación.
De la mano de nociones más amplias sobre el desarrollo del niño, las interpretacio-
nes de las educadoras de los CAI acerca de los modelos educativos –sus sustentos
teóricos y conceptuales y sus orientaciones para el desarrollo de la práctica– re-
flejan también un nivel de comprensión importante y la apropiación de la mayoría
de sus planteamientos. Por ejemplo, en modelos previos, el desarrollo de la niñez
de cero a seis años se veía como una sucesión de etapas por las que todo infan-
te debía transitar en el mismo momento. El desarrollo del niño como un proceso
individual y no siempre lineal, planteado en el Programa Un Buen Comienzo, fue
reconocido por las educadoras como un cambio relevante y, en concordancia, des-
cribieron una atención diferenciada a niñas y niños.
En este caso, al no contar con oportunidades para interactuar con los mensajes de
política y los conceptos que los sustentan, que apoyen el entendimiento de estas
nuevas definiciones, los conocimientos y entendimientos previos han prevalecido
y los entendimientos sobre los nuevos conceptos se perciben como superficiales
(Spillane et al., 2002). Por consiguiente, en la práctica, las agentes educativas han
modificado o ignorado elementos o cambios en el modelo.
Por otro lado, las docentes de EII también destacaron una atención que integra las
tradiciones y costumbres de la comunidad –componente del modelo– como una
preocupación preponderante y, en cambio, hicieron poca referencia a una atención
que promueva aprendizajes y el desarrollo de niñas y niños. Han adoptado el pri-
mer componente, mientras que el segundo ha sido adaptado, o incorporado, pero
de manera superficial.
Aunque las promotoras, por su parte, mostraron una visión más acotada sobre
el papel de la educación inicial y de MPC en el desarrollo de niñas y niños, tam-
bién se encontró en sus reflexiones el reconocimiento de los cambios que han
logrado en sus propias prácticas de crianza, así como de la necesidad de cambiar
otras. En este caso, la política ha incidido en la modificación de las estructuras
Capítulo 4 121
cognitivas –creencias sobre las prácticas de crianza–. En lo anterior, se percibe
una respuesta de aceptación de algunos elementos del currículo prescrito y la
adaptación paulatina a partir de la interacción continua con los mensajes de po-
lítica, aunque las oportunidades de acceder a ellos son espaciadas.
En el proceso de evaluación, por ejemplo, en educación inicial se busca que las fi-
guras educativas hagan una reflexión sobre sus propias acciones, mientras que en
educación preescolar existe una evaluación sobre el desarrollo y avance de niñas y
niños en diferentes rubros. Entender e implementar la evaluación en este segundo
sentido es uno de los retos identificados.
Aunque con frecuencia estos mensajes son mediados por otras figuras, constituyen
elementos de apoyo relevantes para las AE en la comprensión y el desarrollo de su
práctica. No ha sido objeto de este estudio evaluar los modelos educativos en sí,
sin embargo, se da cuenta de ellos desde la perspectiva de las AE y, a partir de ello,
de la medida en la que dichos textos pueden estar facilitando o dificultando que los
modelos sean adoptados.
Si bien las AE mencionaron que los modelos son claros y útiles para llevar a cabo
su práctica, sus descripciones dieron cuenta de varias de sus limitaciones. Para las
educadoras, el desarrollo de los fundamentos teóricos y conceptuales del Programa
Un Buen Comienzo ayudaron a fortalecer y profundizar sus conocimientos. Sin em-
bargo, algunas de ellas también expresaron la falta de información en el texto para
entender cómo llevar a la práctica sus planteamientos, por ejemplo, el sostenimien-
to afectivo y la crianza compartida.
Las docentes de EII, por su parte, manifestaron tener retos mayores. El Marco
Curricular, a pesar de buscar la pertinencia cultural, no proporciona las bases
conceptuales para un mejor entendimiento de su trabajo con niñas y niños de estas
Capítulo 4 123
edades. No obstante, el reto principal parece estar asociado a la tarea de las do-
centes de compaginar el Programa Un Buen Comienzo y el Marco Curricular, con
enfoques y metodologías distintas.
Aunque no se cuenta con evidencia suficiente para determinar si, en efecto, las AE
llevan los elementos de los modelos a la práctica, dichas percepciones y testimonios
apuntan a una definición de los mensajes de política que resultan en el entendi-
miento parcial, limitado y superficial no sólo de la política, sino también de la labor
del agente educativo de educación inicial, en algunos aspectos más que en otros y,
en mayor medida, en la EII y EIC. De esta manera, es probable que las AE modifiquen
o adopten de manera superficial (o simbólica) al menos algunos componentes del
programa y los modelos educativos.
Capítulo 4 125
En EII, se encontró que las oportunidades de interactuar con los mensajes de política
y construir entendimientos compartidos brindadas a través de la supervisión están
limitadas por las condiciones de la EII: una estructura que brinda atención tanto a
preescolar como a inicial –incluso en los consejos técnicos– y el número excesivo
de centros por atender.
Por otro lado, el trabajo colaborativo entre docentes de EII, al igual que para las pro-
motoras de EIC, está restringido por la dispersión de los servicios. Por último, la forma-
ción continua ha representado para las AE pocas oportunidades de interactuar con el
Programa Un Buen Comienzo y el Marco Curricular para la EII e intercambiar entendi-
mientos y experiencias de su puesta en práctica. Aunque la incorporación de Un Buen
Comienzo a los servicios de EII ha abierto espacios de formación dirigidos a las AE de
EII, el acceso limitado implica la continuación de formatos de formación en cascada.
Las docentes, por lo tanto, han contado con pocos elementos para fortalecer su com-
prensión y apropiación de los modelos.
127
Resalta, en particular, la desatención de los servicios de EII y EIC. Aunque están di-
rigidos a familias en zonas rurales o marginadas, generalmente en situaciones de
mayor vulnerabilidad, los programas que los sostienen hacen poco por asegurar
una asignación apropiada y suficiente de recursos, incluso para cubrir necesidades
básicas. Así, la infraestructura y los espacios de EII y EIC presentan grandes caren-
cias. Por ejemplo, además de no ser propicios para el juego y el movimiento libre y
seguro de niñas y niños, en muchos casos carecen de servicios básicos y condiciones
mínimas para brindar la atención.
Por otro lado, la integralidad que exige la atención a menores de tres años pone de re-
lieve la falta de coordinación interinstitucional e intersectorial en la toma de decisio-
nes y operación de estos servicios. Al respecto, especialistas señalan la necesidad de
que las instituciones responsables de brindar educación inicial se articulen y apoyen
entre sí con base en sus fortalezas. Dadas las debilidades señaladas por los actores, se
puede decir que esta ausencia de trabajo colaborativo, a partir de objetivos comunes
en torno al cumplimiento del derecho a la educación inicial de niñas y niños, limita
la mejora de la educación inicial e incrementa las desigualdades en la atención entre
los distintos tipos de servicios.
En el caso de las promotoras de EIC, si bien sus vínculos y conocimiento de las comu-
nidades en las que trabajan son una gran fortaleza, no se ha invertido en compensar
su corta preparación o retribuir de manera justa el trabajo que realizan. Aunado a
un tipo de contratación que les niega derechos laborales, lo anterior contribuye
a la precarización del trabajo de las mujeres en comunidades rurales.
Lo anterior implica asegurar una distribución de recursos que priorice a las pobla-
ciones en zonas rurales, marginadas o en situación de pobreza. La relevancia de es-
te cambio se refuerza dados los efectos mayores de la educación inicial en niñas y
niños en familias cuyas condiciones son de desventaja y la posibilidad de que dicha
inversión revierta esta situación en el presente y el futuro. Así, en tanto no sea clara
la intención de lograr una educación buena y equitativa en la política de educación
inicial y, especialmente en la asignación de los presupuestos, el Estado estará lejos
de abonar a la reducción de las desigualdades sociales.
El análisis de las formas en que las figuras de educación inicial se apropian de la po-
lítica curricular, dentro de un marco cognitivo de construcción de sentido, permitió
identificar y comprender qué elementos la configuran y la manera en que pueden
estar influyendo en sus prácticas.
Se encontró que tanto factores individuales, o marcos propios, como del contex-
to institucional tienen un papel preponderante en cómo los docentes interpretan
y comprenden la política, los elementos que toman de ella y su puesta en práctica.
Si bien no fue posible observar a las figuras educativas, es posible apreciar en sus
narrativas interpretaciones que reflejan estos elementos. Pero también es posible
constatar la agencia de estas figuras en los procesos de apropiación –o implementa-
ción– de la política, pues deciden sobre sus acciones, y actúan sobre la base de sus
motivaciones y en respuesta al contexto específico en el que se inscribe su actuación.
Los hallazgos no sólo sugieren que, efectivamente, las creencias, las experiencias
formativas y laborales, las estructuras organizacionales, el contexto escolar y los
mismos textos de la política tienen un papel relevante en las interpretaciones y
decisiones de las docentes; también muestran cómo tales elementos se han confi-
gurado en estos casos y cuáles son los resultados en términos de apropiación de-
rivados de dicha configuración.
De este análisis, se puede concluir, por ejemplo, que la falta de formación inicial o
una formación inicial en un área distinta a la de educación inicial puede ser compen-
sada por oportunidades que fortalezcan los conocimientos y las habilidades para
implementar el modelo durante el ejercicio docente, específicamente, a través del
apoyo y acompañamiento y de la colaboración entre pares.
Por otro lado, una formación inicial que proporciona conocimientos base para la
atención a la niñez, como la educación preescolar –marcos cognitivos acordes a los
fines y planteamientos para la educación inicial–, no necesariamente se traduce en
una mejor práctica o una que esté más alineada a los planteamientos de la política,
cuando las condiciones institucionales para apoyar esta práctica y, particularmen-
te, la comprensión del modelo, no existen o son débiles.
Por último, el estudio destaca la relevancia del análisis de los procesos de implemen-
tación en la evaluación de las políticas, su diseño y su efectividad. Se identificaron
aspectos que, independientemente de la solidez de las prescripciones contenidas
en ellas, dificultan una buena redefinición de las mismas por parte de quienes las lle-
van a la práctica. También se reconocieron elementos en la política que parecen no
funcionar, en algunos casos porque su definición no es adecuada y en otros porque el
contexto de implementación no permite su ejecución. Como sea, la atención a estos
elementos es necesaria para que las políticas tengan los resultados que se esperan
de ellas. Así, se confía en que los hallazgos en relación con aquello que limita los pro-
cesos de apropiación abonen al fortalecimiento de las políticas de educación inicial.
En el caso de la EIC, es de notar que en este caso las promotoras habían per-
manecido en los servicios durante años, por lo cual se sugiere que se considere
brindar oportunidades de formación previa a su incorporación a los servicios
integrales, más profundas y de mayor duración; lo anterior no sólo propiciaría
que cuenten con una formación más sólida, sino, además, que asuman un ma-
yor compromiso con su tarea.
En el caso de la EIC, se deben realizar esfuerzos para dignificar las condiciones la-
borales de las promotoras y figuras de apoyo, para lo que es necesario establecer
retribuciones justas por los servicios que prestan, reconocer sus derechos labo-
rales y brindarles mayores oportunidades de crecimiento y aprendizaje.
2. Asignar mayor presupuesto a los servicios de EIC y EII y desglosar los presupues-
tos dentro de los programas dirigidos a la educación básica que sean para la
educación inicial. Estos servicios, que en gran medida atienden a las familias en
situación de desventaja, son los que cuentan con mayores carencias y condicio-
nes poco favorables, lo cual atenta contra del principio de equidad educativa. El
énfasis en la política de educación inicial debe ponerse en esta población y en-
focado no sólo en el acceso, la permanencia y conclusión, sino en asegurar una
buena educación, con justicia social y equidad. Para ello, es necesario asegurar
una distribución de recursos que priorice a las poblaciones en zonas rurales, mar-
ginadas o en situación de pobreza, en concordancia con lo planteado en el Plan
Nacional de Desarrollo.
Por otro lado, dada la poca visibilidad de este nivel educativo en la agenda
pública, se le destinan pocos recursos en los programas para la educación básica.
Definir los montos para este nivel no sólo contribuiría a su atención y fortaleci-
miento, sino que enviaría un mensaje de política que impulsaría decisiones en
este mismo sentido. Una asignación mayor de recursos debe contribuir al mejo-
ramiento de espacios, materiales y prácticas educativas.
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cuidado y formación.
Educación inicial. Servicio educativo que se brinda a niñas y niños de cero a tres
años de edad, con el propósito de potencializar su desarrollo integral, en un am-
biente con experiencias formativas, educativas y afectivas, en el que podrán adqui-
rir habilidades, hábitos y valores, y se sientan las bases de los aprendizajes a lo largo
de la vida de las personas.
149
modelos educativos de educación inicial. Éstos se consideran el instrumento de
política que sirve de herramienta y guía de trabajo para las educadoras, docentes
y promotoras, y el tipo de prácticas educativas que desarrollan.
Servicios de educación formal. Aquellos que tienen un currículo explícito, son regu-
lados y supervisados por las autoridades educativas sin importar su sostenimiento,
y cuentan con personal profesional y material pedagógico definido para realizar sus
actividades (UNICEF, 2011; Van Oudenhoven y Jualla, 2010).
Anexo 1
Centros de
Variable/Tipo de Educación inicial Educación inicial
Criterio atención infantil
servicio indígena (EII) comunitaria (EIC)
(CAI)
Número de docentes
Promedio X X X
por servicio
151
Anexo 2
Tabla A2.1. Número de personas entrevistadas a nivel meso por organismo público
Número de personas
Organismo público Informantes
entrevistadas
Director de educación básica 2
Directora o jefa de deptartamento de EI 4
Subdirectoras académicas 2
Jefa del departamento de educación preescolar 1
Secretarías de Directora o jefa de departamento de EII 5
Educación estatales Subdirectora de EII 1
Coordinadora del U031- Programa
1
de Expansión de la Educación Inicial
Coordinador territorial 3
Jefe de programas 2
Conafe Coordinador operativo 1
Apoyo en área de formación 1
Coordinador académico estatal 1
Total 25
Nota: U031 es el nombre de una partida del Presupuesto de Egresos de la Federación.
Número de personas
Tipo de servicio Informantes
entrevistadas
Supervisoras 13
Directoras 7
Técnicas 5
Centros de atención infantil (CAI)
Jefa de área pedagógica 3
Educadoras de lactantes 15
Educadoras de maternal 4
Total CAI 47
Supervisoras 7
Educación inicial indígena (EII) Asesora pedagógica 1
Docentes 7
Total EEI 15
Coordinadores regionales
7
o de zona
Educación inicial comunitaria (EIC)
Supervisoras de módulo 6
Promotoras 7
Total Conafe 20
Total general 82
Fuente: elaboración propia.
Anexos 153
La política de educación inicial en México. Perspectivas, condiciones y
prácticas de los agentes educativos es una publicación digital de la Comisión
Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu).
Diciembre de 2021.