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EL PENSAMIENTO POLÍTICO LATINOAMERICANO

El pensamiento político latinoamericano es el resultado de una


perspectiva sociocultural, que no se desvincula del entorno universal. Es al
mismo tiempo, una filosofía que encuentra como requisito, las circunstancias
históricas y culturales del subcontinente. En otras palabras, el pensamiento
político latinoamericano responde preguntas y cuestiones relacionadas con
realidades histórico-culturales de la región.

La identidad de lo latinoamericano es representada a nivel cultural,


política e histórica y se encuentra caracterizada, al menos para Caturelli, por
un doble rostro compuesto por un legado indígena y una cultura europea, se
trata de una identidad en constante disputa, y perseguida por la
confrontación.

Por su parte, como lo afirma Gallardo, se trata de una filosofía que se


orienta en evidenciar ideas y temáticas sobre ese “ser” de las circunstancias
histórico-geográficas de América Latina; implicando centrarse en las
problemáticas y situaciones concretas de la región. De esta forma,
Latinoamérica en tanto constructo se torna en un objeto filosófico, que en
palabras de Bondy, posibilita la interpretación de las realidades que instala.

La filosofía latinoamericana, según Candia, se ha interesado por dar


respuestas ante lo propio y lo ajeno, intentando descifrar interrogantes sobre
qué es la región, cómo se compone y cómo entenderla, a la luz de un pasado
que ha intentado callar los rastros de la historia. Asimismo, resaltando un
rompimiento con las ideas de la reflexión universal y utilizando la diversidad
como parte importante de los cimientos que dan vida a este pensamiento.

El pensamiento latinoamericano, con su tendencia hacia lo social y


político, intenta superar la especulación característica en la línea europea.

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Además, surge como un pensamiento que se identifica en su carácter
práctico e interés por la resolución de problemas.

En esta línea, la esencia del pensamiento latinoamericano se nutre por


la reflexión sobre la propia región, se caracteriza por pensar las distintas
realidades regionales, dando cuenta de la cultura latinoamericana. Así,
según Zea, exige como parte de sus elementos, una conciencia y asimilación
sobre las realidades, la búsqueda de soluciones y contemplar la historicidad
regional, en aras de direccionar la mirada hacia la región y sus problemas.

Ante la historicidad de la región, Latinoamérica se convierte en una


categoría para analizar desde la otredad, incorporando en el proceso
filosófico perspectivas sobre lo ajeno, lo bárbaro, lo otro. Se trata entonces
de una categoría que se construye para entender al margen los distintos
entendimientos sobre la filosofía y las realidades.

Asimismo, retomar el pensamiento en términos de Latinoamérica


como conjunto, se convierte en una categoría válida, si se parte de que, a
nivel regional, como lo indica Candia, se dio una evolución en conjunto de las
ideas; marcada en primer lugar, por la coincidencia en los períodos, y
segundo, por el desenvolvimiento paralelo a nivel filosófico en países como
México, Chile, Argentina y Perú.

ORIGENES DEL PENSAMIENTO POLÍTICO LATINOAMERICANO

El pensamiento latinoamericano tiene en sus orígenes la herencia de


la conquista y colonización española, como uno de sus principales hitos.
Estos dos acontecimientos, desde un nivel discursivo, buscaron imponer la
idea de que Latinoamérica era un territorio de salvajes y bárbaros, que
debían ser sometidos. Esto se observaría de mejor manera en el

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establecimiento de las categorías civilización y barbarie, que se utilizaron
para establecer discursos de supremacía racial. Posteriormente, con el
proceso de mestizaje, esto se transformaría en sistemas de legitimación, ya
que se comenzarían a mezclar las culturas, y se privilegiaría la “cultura
blanca europea”. Esto es importante para determinar los ejes del
pensamiento filosófico, que estaban dominados por el eurocentrismo.

El pensamiento latinoamericano tiene en el europeo una base


determinante. Esto generó en la época de la independencia y la época
republicana una disputa de los grupos de intelectuales latinoamericanos en
contra o a favor de estos ejes del pensamiento. Se tomaron con recelo o con
agrado esos ideales. Ciertamente, el pensamiento latinoamericano tiene una
fuerte influencia del europeo en su formación, que es imposible de negar.
Con esto se marcarían, posteriormente, tendencias de pensamiento con una
fuerte injerencia en el continente, como fue la doctrina social de la iglesia en
la concepción de los procesos de colonización y conquista; la influencia de la
Revolución Francesa en la concepción de la libertad y la constitución de las
naciones; o la influencia del marxismo en los proyectos revolucionarios de
izquierda, entre otros.

El pensamiento latinoamericano tuvo en los ideales de los


intelectuales mestizos su principal fuerza para desarrollar proyectos
civilizatorios, revolucionarios y nacionalistas. Los procesos de
independencia, influenciados por hechos suscitados en Europa, fueron
claves para marcar una nueva etapa del pensamiento latinoamericano, en la
que se comenzaron a introducir conceptos como nación, libertad, derechos,
entre otros. Esta etapa aportó a conglomerar a las diversas poblaciones:
indígenas, criollos, españoles, afros, entre otros, en torno al ideal de libertad
para consolidar la independencia en los diversos territorios de Latinoamérica.
A pesar de que estos proyectos caerían después en los aforismos europeos,

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en criollos y mestizos se marcaría un nuevo hito para el desarrollo del
pensamiento latinoamericano.

En tiempos actuales, entramos en una perspectiva crítica, donde se


retoma los aportes de las ideas europeas, especialmente desde el
socialismo, para crear procesos revolucionarios que generen cambios en las
estructuras sociales. La hibridación cultural, la injerencia del capitalismo y la
posmodernidad, han llevado a procesos de crisis de la acción social. Sin
embargo, los esfuerzos políticos, sociales, culturales y artísticos buscan
crear posturas críticas sobre el pensamiento latinoamericano, lo acercan a
sus herencias indígenas, toman en cuenta los complejos cambios de la
época actual, y buscan reestructurar el sistema por el que funcionan las
sociedades latinoamericanas. Todo este recorrido permitirá determinar la
formación del pensamiento latinoamericano, sus estructuras, sus cambios y
su estado actual. Para determinar cómo desde Latinoamérica se generan
discursos sobre la identidad latinoamericana y la importancia que tienen
estos para generar procesos de acción social y cambios en las sociedades
de esta región.

BASES HISTÓRICAS DEL PENSAMIENTO LATINOAMERICANO

CIVILIZACIÓN Y BARBARIE

América vivió un proceso de conquista y posterior colonización, con lo


que sufrió un quebrantamiento en el pensamiento autóctono, ya que se
procuró terminar con la cosmovisión de los indígenas nativos y se instauró la
razón occidental de los españoles, conjuntamente con la doctrina de la
religión católica. La conquista no solo significó el fin de los Incas, sino la

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dislocación de los equilibrios, pactos y dominaciones que constituyeron y
consolidaron con su imperio. Esto generó un caos dentro de las relaciones
establecidas entre los indígenas de diferentes etnias, que fueron reunidos en
“comunidades de indios”. La conquista y la colonización se sustentó en un
discurso de supremacía racial que buscaba justificarse en torno a dos
categorías: civilización y barbarie. Estas fueron formas discursivas que
permitieron la manipulación del pensamiento. Entre otras cosas “imponían
formas del deber ser social y se justificaban las relaciones humanas
concretas”

Estas formas discursivas instauraron un sistema hegemónico de


dominio en todos los ámbitos de la vida de los habitantes de América de esa
época. Mediante el discurso de contraponer civilización a barbarie, en el que
se privilegiaba claramente a la primera, se justificaba el proceso de
dominación española; no solo una dominación desde el ámbito del trabajo
sino una dominación filosófica, en la que se privilegiaba el pensamiento
europeo y se desestimaba, e incluso castigaba, el pensamiento de los
indígenas latinoamericanos.

La influencia de las categorías de civilización y barbarie en el


pensamiento latinoamericano se puede apreciar en varios discursos durante
la época de la conquista e incluso en la época de la independencia. Durante
la conquista destacan las obras ensayísticas de Sepúlveda y Las Casas, que
buscaron instaurar formas de legitimización del proceso de conquista y
colonización. El proyecto lascasiano se enfocaba en una mirada paternal de
los españoles sobre los indígenas y está determinado, más bien, por una
falsa apreciación de lo que hoy denominaríamos variables políticas y por su
exacerbado idealismo moral. Mientras que la mirada de Juan Ginés de
Sepúlveda era la de los indios como seres que no tenían alma, por lo que

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podían ser tratados como objetos para ser empleados por los seres
privilegiados que poseían la razón y la fe, es decir los españoles.

En la época de la independencia se destaca la obra, Facundo o


civilización y barbarie en las pampas argentinas (1845) de Domingo Facundo
Sarmiento. En esta se puede analizar la contrastación de estos términos,
debido a que “el gran programa que se propuso la Generación argentina de
1837 fue tal como ellos mismos lo denominaron, el de la ‘Civilización’. Su
mensaje se expresó a través de lo que puede llamarse ‘discurso
civilizatorio’”. Se muestra cómo la civilización era la aspiración principal de
muchos intelectuales latinoamericanos que tenían en su pensamiento
enraizados los postulados de la conquista española.

Contrarias a estas dos obras que privilegian el concepto de la


“civilización”, está el relato titulado La araucana, de Alonso de Ercilla, un
“poema heroico de la conquista, mito fundador de la nacionalidad chilena.”
(Cueva, 1977). Este poema tiene la característica de reivindicar la figura del
indígena como un ser humano con sus propias convicciones, que se opone a
la conquista y lucha heroicamente contra los españoles, precisamente por
esto fue desprestigiado durante la época en la que fue escrito. Todo esto
revela cómo estas categorías están presentes en el pensamiento
latinoamericano, especialmente en los años previos a la independencia y en
muchos años posteriores a esta.

El intelectual latinoamericano del siglo XX “continúa discutiendo


apasionadamente, afirmando o negando, esta realidad. La Conquista y la
Colonia siguen vivas en su mente, en torno a ellas giran, al final de cuentas,
todas sus discusiones.” (Zea, 1965). Las categorías de civilización y barbarie
están entre las principales estructuras del pensamiento latinoamericano y

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han marcado varios procesos culturales posteriores como el mestizaje y la
hibridación cultural.

MODERNIDAD, MESTIZAJE Y CAPITALISMO

La Modernidad fue un proceso que se instauró en América


conjuntamente con los procesos de independencia. Los cambios a nivel
mundial influyeron notablemente en los ideales de los pensadores
latinoamericanos. Así “la revolución de independencia americana venía a
completar la obra de la Revolución Francesa. La cultura impuesta quedaba al
fin rota, surgiendo por tanto un hombre nuevo y, con él, una nueva cultura
racional y universal.” (Zea, 1972). La Modernidad fue un factor que cambió la
sociedad latinoamericana desde la organización misma de esta hasta la
constitución subjetiva de los individuos. Sobre esto Aníbal Quijano (2000)
menciona que:

El concepto de modernidad da cuenta, igualmente, de los cambios en


la dimensión material de las relaciones sociales. Es decir, los cambios
ocurren en todos los ámbitos de la existencia social de los pueblos y, por
tanto, de sus miembros individuales, lo mismo en la dimensión material que
en la dimensión subjetiva de esas relaciones.

Sin embargo, el establecimiento de los Estados-Nación generó que los


individuos comenzaran a vivir sometidos a los ejes de control de los centros
de poder de la economía, de la política y de la cultura. Estos centros de
poder estaban concentrados en las capas poderosas de las sociedades
latinoamericanas que “se vieron compelidas a construir repúblicas o estados
nacionales que no eran, que no podían ser, como ellas lo querían, copias o
imitaciones de los estados capitalistas europeos” (Echeverría, 2010). Las
nuevas naciones buscaban copiar un modelo de Estado-Nación traído desde
la Modernidad europea, no obstante, esto sería imposible debido a la gran

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variedad de etnias que se reunían en el territorio latinoamericano y, por
consiguiente, a la diversidad de criterios de gobernabilidad que existía en
torno a la sociedad.

El mestizaje buscó solucionar el problema de la Modernidad, ya que


con esta nueva categoría de mestizo se generó el dominio de los grupos
privilegiados de la sociedad sobre las demás etnias. El mestizaje en la
práctica social generó un “apartheid latino que, más allá de jerarquizar el
cuerpo social, lo escinde en una parte convocada y otra rechazada, que
están en la base de la creación y la permanencia de las repúblicas
latinoamericanas” (Echeverría, 2010). A través de esta categoría se comenzó
a reunir a toda la diversidad cultural existente en América Latina, sobre todo
para sostener las nacientes naciones. Esto conllevaría, posteriormente, a la
consolidación de los nacionalismos, ideologías importantes para preservar la
subsistencia de una nación.

La modernidad y el mestizaje cambiaron notablemente el pensamiento


latinoamericano, ya que la generación de ideas que guiarán el desarrollo de
las sociedades latinoamericanos estaba en las manos de los principales
herederos del pensamiento europeo. Una vez más el pensamiento de los
indígenas, afros y otros grupos étnicos era desestimado ante el dominio de
las clases altas de la sociedad. Todos estos procesos de legitimización de un
discurso de superioridad racial y dominio europeo ayudaron a la instauración
de los ideales del modelo de producción capitalista, que comenzó a
fundamentar sus bases en el complejo proceso histórico que vivieron las
colonias americanas. Sobre esto Bolívar Echeverría (2010) menciona que:

Las repúblicas que se asentaron sobre las poblaciones y los territorios


de la América latina han mantenido una relación con el capital –con el “sujeto
real” de la historia moderna, salido de la enajenación de la subjetividad

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humana- que ha debido ser siempre demasiado mediata o indirecta. Desde
las “revoluciones de independencia” han sido repúblicas dependientes de
otros estados mayores, más cercanos a ese sujeto determinante.

El proceso de instauración del capitalismo mundial en Latinoamérica


respondió notablemente a la influencia que había tenido el pensamiento
europeo en el pensamiento latinoamericano. La instauración de clases
sociales, el proceso de explotación de los recursos naturales para entrar al
comercio mundial, la instauración de naciones, entre otros, propiciaron que
Latinoamérica entrara al sistema mundial; y, por consiguiente, el sistema
capitalista comenzó a tener influencia en la generación de las identidades,
las culturas y el pensamiento latinoamericanos.

LAS ÉTAPAS GEOPOLÍTICAS DEL PENSAMIENTO POLÍTICO


LATINOAMERICANO

A) EL PROYECTO POLÍTICO LIBERADOR.

Las ideas que surgen con motivo de las independencias


latinoamericanas en el siglo XIX, y teniendo como antecedente la Carta a los
españoles americanos del jesuita peruano Juan Pablo Vizcardo y Guzmán en
1792, que para nosotros -como sostuvimos en numerosas oportunidades-
constituye la partida de nacimiento del pensamiento político latinoamericano,
al plantear por primera vez, que somos una misma Patria-. Y en singular,
aquellos que trataron de profundizar las ideas liberadoras, llevándolas al
plano social. Destacan aquí: el pensamiento de Simón Bolívar y Simón
Rodríguez, la acción de San Martin, la concepción revolucionaria de

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Monteagudo y la acción político-social de Morelos. Aclaramos que existen
muchos más, pero se trata de un bosquejo.

B) LA IDEA DE LA CONFEDERACIÓN

Representada por la meta de la unidad continental. Los proyectos de


Confederación de Simón Bolívar o la idea de unión centroamericana de
Morazán, podrían ejemplificar el peculiar desarrollo del pensamiento en esta
etapa.

C) LAS IDEAS DE RESISTENCIA A LOS IMPERIOS

La conciencia antiimperialista surge con fuerza entre las últimas


décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX: el cubano José Martí y el
argentino Manuel Ugarte, podrían ser los pensadores símbolos-reiteramos en
este bosquejo- que asumirían las ideas antiimperialistas con la meta de la
unidad latinoamericana.

D) EL PENSAMIENTO INTERPRETADOR DE LA REALIDAD


LATINOAMERICANA

La máxima expresión serían los peruanos José Carlos Mariátegui y


Víctor Raúl Haya de la Torre. Desde distintos marcos ideológicos, existen en
ambos pensadores esfuerzos gigantescos por realizar una interpretación
original de la realidad de la región.

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E) LAS IDEAS QUE SURGEN COMO CONSECUENCIA DE LA
ACCIÓN POLÍTICA DE LOS LÍDERES POPULARES

Se trata de líderes populares con signos ideológicos populares


nacionales o socialistas, pero con el común denominador de representar
intentos -algunos más limitados-de resistencia nacional o modelos de
organización política y económica autónoma. Podrían ser los casos de
Sandino, Perón, Vargas, Cárdenas, Velasco Alvarado, por nombrar los más
significativos. Por supuesto faltan muchos más.

F) LAS IDEAS DE LOS MOVIMIENTOS NACIONALES POPULARES

Las grandes revoluciones latinoamericanas -la mexicana y la


bolivariana-, los movimientos nacionales-populares -como el aprismo,
peronismo, varguismo- y los mismos movimientos sociales de base o de
reivindicaciones especificas han producido un caudal de ideas y de cultura
política que no están lo suficientemente valoradas, estudiadas y
sistematizadas.

En esta etapa se consolida el continentalismo de Juan Perón que lo


convierten en el primer teórico y político de un realismo liberacionista a partir
del núcleo geopolítico del Nuevo ABC -Argentina, Brasil y Chile-como núcleo
básico de aglutinación para un Estado continental.

G) LA ETAPA DE LOS MOVIMIENTOS NACIONALES pos consenso


de Washington que materializan el ensambla miento del MERCOSUR, la
UNASUR y la CELAC, simbolizada por Hugo Chávez, Lula, Néstor y Cristina
Kirchner, Evo Morales, Correa y Mujica -por nombrar a los más reconocidos.

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IDEOLOGÍAS QUE CAMBIARON EL PENSAMIENTO
LATINOAMERICANO

BOLIVIANISMO

Los intelectuales latinoamericanos desarrollaron, desde la época de la


Colonia, varios trabajos donde manifestaban su interés por una sociedad
gobernada acorde con la realidad latinoamericana y evitar la imperiosa
influencia del pensamiento europeo. José Martí, en su texto Nuestra América
(1891) manifiesta este propósito: “El gobierno ha de nacer del país. El
espíritu del gobierno ha de ser del país. La forma del gobierno ha de avenirse
a la constitución propia del país” (Martí, 1891). La consolidación de un
creciente nacionalismo generó nuevos debates respecto del pensamiento
latinoamericano y con la instauración de las repúblicas se creó la unidad de
diferentes sectores de la población. Sin embargo, el problema de la
independencia no era el cambio de formas de gobierno sino el cambio de
formas de pensamiento. Esto hizo que se mantuviera una estratificación
social y la construcción del pensamiento latinoamericano continuó limitada a
los grupos privilegiados de la sociedad.

La figura de Bolívar fue uno de los principales hitos de los discursos


nacionalistas que se generaron desde América Latina para buscar un
proceso independentista y liberador, “es decir que Bolívar representaba los
intereses de la aristocracia latifundista criolla, pero, como jefe revolucionario,
de alguna manera vino a ser representante, asimismo, de los otros
estamentos sociales, los que integraban la plebe” (Roig, 1984). La
construcción de la figura de Bolívar buscó crear el imaginario del “libertador”
en los diversos pueblos, esto con el objetivo de reunir a todas las etnias
presentes en Latinoamérica bajo el mando de un líder que consiguiera
finalmente la independencia y liberación del yugo español. Sin embargo, tras

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conseguir estos objetivos, los proyectos latinoamericanos se desvanecerían
por problemas de las viejas estructuras heredadas. Esto lo explica de
manera clara Leopoldo Zea (1972):

La emancipación política americana había fracasado porque no había


sido antecedida por una emancipación de tipo mental. Esta falta de
preparación había hecho que un pueblo no acostumbrado a la libertad
hiciese mal uso de ella provocando la anarquía y, con la anarquía los nuevos
despotismos.

El sistema, en general, se mantuvo igual, solo cambiaron los


dirigentes que estaban delante de las sociedades latinoamericanas, y
aunque fue un avance significativo, se continuaron reproduciendo los
procesos de dominio, estratificación y gobernabilidad. Los gobiernos de las
nuevas naciones “no supieron establecer las bases de un orden moderno, de
un orden liberal. El más completo desorden siguió a la revolución de
independencia y, […] se vieron arrastrados a imponer dictaduras cuando
habían prometido la más completa libertad” (Zea, 1965). Los estados se
impusieron como producto de un anhelo de los grupos criollos que lideraron
los procesos de independencia, pero que no tomaron en consideración los
ideales de las antiguas poblaciones indígenas, afros, entre otras. Se
consolidó un proceso de mestizaje, que a la vez que integró a los diferentes
grupos étnicos, también segregó a lo que no era mestizo, siempre
privilegiando el blanqueamiento. Sobre esto, menciona Leopoldo Zea (1965):
El ideal de una comunidad heredada de la cultura ibérica encontrará su mejor
y más alta expresión en el pensamiento del Libertador, Simón Bolívar (1783-
1830). En él se centrará un ideal, buscado una y otra vez, de pura cepa
hispanoamericana. Si algo caracteriza y da personalidad a esta América es
ese ideal que recogerán otros pensadores y hombres de acción
latinoamericanos hasta nuestros días.

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Estos proyectos nacionalistas aportaron significativamente al
desarrollo del pensamiento latinoamericano. Si bien no se consolidaron sus
fines debido a la reproducción de las estructuras de la herencia del
pensamiento europeo y a las distinciones de clase, estos proyectos ayudaron
a unir a la población de diversas etnias bajo un solo conglomerado que luchó
por la libertad e independencia. Sin embargo, aún quedaban muchas
cuestiones que debían mejorarse, sobre todo, desde la igualdad social y el
respeto a la diversidad cultural; y, sobre todo, la integración de las ideas de
estos pueblos que no habían sido tomados en cuenta dentro del
pensamiento latinoamericano para que aportaran a las políticas de desarrollo
y organización sociales.

MARXISMO

Los intelectuales latinoamericanos también tomaron ciertos postulados


de sus pares europeos para acoplarlos a la realidad latinoamericana.
Roberto Fernández Retamar planteó en su libro Calibán: Apuntes sobre la
cultura de nuestra América (1998) que: “Nuestro símbolo no es pues Ariel,
como pensó Rodo, sino Calibán ¿Qué otra cosa puede hacer Calibán sino
utilizar ese mismo idioma para maldecir, para desear que caiga sobre él la
<<roja plaga>>?” (Fernández, 1998). Desde esta metáfora se puede
entender cómo muchos intelectuales latinoamericanos se plantearon utilizar
varios postulados del pensamiento europeo para desarrollar el
latinoamericano.

Los pensadores latinoamericanos ya no niegan la influencia europea,


sino que terminan con la acepción de la misma y comienzan a tomar esta
influencia y construir un pensamiento que se acople a las realidades de sus

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propias naciones. Esto se puede notar mayormente en el desarrollo del
pensamiento marxista en el continente. Como lo explica Alejandro Moreano
(cedido):

El pensamiento de Marx en América Latina solo podía ser el encuentro


de la circulación mundial de su pensamiento y de los imaginarios y la
simbólica a él referidos con las condiciones sociales y políticas del
subcontinente en su curso histórico y de su expresión en el campo cultural,
teórico ideológico de cada época y de cada región o país (Moreano).

Los ideales marxistas se propagaron en el mundo, especialmente


durante el siglo XX, y fueron acogidos de buena manera en América Latina
por una gran parte de sus pensadores. Los postulados sobre los derechos
de la tierra, la oposición a la estratificación social en clases y la lucha
trabajadora impulsaron muchos trabajos académicos que buscan acoplar
estos y otros tantos ideales marxistas a la realidad latinoamericana. El
marxismo ayudó a aumentar, ciertamente, la lucha social de varios sectores,
como campesinos, afros, indígenas, entre otros, que buscaron reivindicar su
participación social en la configuración de las sociedades latinoamericanas.
Esto se puede evidenciar en el establecimiento de la Teoría de la
Dependencia. Sobre esto, dice Alejandro Moreano:

El marxismo de El Capital no solo se convirtió en el fundamento de la


Teoría de la Dependencia, la principal corriente teórica de la época no solo
en América Latina sino en el mundo, sino en materia obligada de estudio en
muchos centros académicos de la época.

La influencia del pensamiento de Marx fue tan grande en los


intelectuales latinoamericanos que marcó un hito para el desarrollo del
pensamiento. Esto se puede notar en los trabajos que desarrollaron

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importantes investigadores como José Carlos Mariátegui, quien realizó un
análisis de la realidad peruana sobre la base de los postulados del marxismo
en su libro Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (1928). En
Latinoamérica se generó “un movimiento intelectual inspirado en el
marxismo, de tanto vigor y envergadura, que bien podría considerarlo como
el fundamento de toda la cultura moderna de América Latina” (Moreano,
cedido, 3). El marxismo tuvo inclusive una fuerte influencia en la cultura
latinoamericana y grandes literatos concordaron con ese pensamiento, como
Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Julio Cortázar, entre otros.

El marxismo ayudó a que se tomara en cuenta la participación de los


sectores indígenas, campesinos, afros, entre otros, para las ideas políticas
que hacen parte de las sociedades latinoamericanas. Como otros anteriores
proyectos, su aporte no fue definitivo, sino que ayudó a mejorar la
conformación del pensamiento latinoamericano. Puso en debate las ideas de
las diversas culturas que conviven dentro del continente y generó un
pensamiento cada vez más complejo.

EL PENSAMIENTO LATINOAMERICANO CONTEMPORÁNEO

CONSTITUCIÓN ACTUAL

La constitución actual del pensamiento latinoamericano es el resultado


de las bases que se heredaron de la conquista española y los cambios que
se generaron por las ideologías nacionalistas y socialistas. Sumado a esto,
ahora el pensamiento latinoamericano se ve influenciado por los fenómenos
mundiales derivados de la globalización. Esto genera que todos los países,
incluidos los latinoamericanos, estén dentro del sistema mundo. El mundo
actual “sigue desajustado moral y socialmente, y este desajuste no ha
encontrado, todavía, la filosofía que intente darle solución adecuada” (Zea,

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1965). Dentro de esto se ha caído en una difuminación del pensamiento
latinoamericano.

Las sociedades actuales están afectadas por varios fenómenos y


procesos sociales que atraviesan la formación de la identidad de los sujetos
y de las naciones. Tal es el caso de la posmodernidad que “no es otra cosa
que la <<lógica cultural del capitalismo tardío>>” (Castro-Gómez, 2011).
Igualmente, la hibridación cultural, que vino de la mano de los procesos de
globalización, ha cambiado la matriz ideológica cultural. Ahora vivimos bajo
la lógica del consumo y “cada nuevo producto coloniza un espacio
semiológico, se legitima en un mundo de sentidos y de signos, arraiga en un
humus cultural”. (Margullis. 2003). Ahora la lógica del mercado del sistema
capitalista ha adentrado a la sociedad en una época de consumo. La nueva
base cultural y social, la posmodernidad, ayuda a mantener ese modo de
producción capitalista, ya que comienza un proceso de individualización de la
sociedad lo que genera una atomización de las luchas sociales. Castro-
Gómez (2011) lo explica de la siguiente manera:

La cultura holista definía identidades amplias basadas en la


pertenencia a colectivos y solidaridades de gremio y clase. La cultura
neoindividualista, por el contrario, se caracteriza por una tendencia a la
formación de identidades restringidas, en donde se valora lo microgrupal y lo
privado.

Esta ruptura de las antiguas luchas sociales por intereses universales


se fue reduciendo a pequeñas luchas por intereses más particulares, lo que
generó un debilitamiento de la acción social. Esto difuminó el desarrollo de
un pensamiento latinoamericano colectivo, se generaron varios ideales,
posturas y pensamientos diversos dentro de las sociedades y fue imposible

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abarcar todo en un solo pensamiento latinoamericano. Sobre esto Leopoldo
Zea (1965) menciona que:

La principal preocupación del filósofo contemporáneo deberá ser la de


dar estímulo a las condiciones que permitan la universalidad de los valores
que originó la cultura occidental. Estímulo mediante una tarea reeducativa
que muestre a las nuevas generaciones los alcances de la universalización
de la cultura occidental. Reeducación que permita al hombre ver en otros
hombres semejantes con los que tiene que colaborar en la realización de una
tarea que ya es común a todos los hombres.

El desarrollo de un pensamiento latinoamericano, preocupado por


enfrentarse a estos procesos de dominación en el sistema capitalista, se
genera especialmente desde la doctrina marxista. En América Latina “la
izquierda avanza a pesar de la izquierda: porque es un asunto de
sobrevivencia. Es posible que el avance imprescindible de las luchas empuje
a las organizaciones de la izquierda a asumir los retos” (Stolowics, en
Guardarrama, 2013). Entre tanta politiquería, los retos del socialismo radican
en una revolución paulatina que instaure proyectos transformadores desde
las bases de la sociedad para terminar con las viejas estructuras y
transformar la hegemonía del capitalismo en una hegemonía de lo social. En
la actualidad nos encontramos ante una lucha contra el sistema hegemónico
en la cual los movimientos culturales son los principales que ayudan al
desarrollo del pensamiento latinoamericano.

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