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Cambios Contemporáneos en La Estructura Industrial Argentina
Cambios Contemporáneos en La Estructura Industrial Argentina
Cambios Contemporáneos en La Estructura Industrial Argentina
a) Los tramos fáciles de la cadena (1930 – 1945): El nuevo funcionamiento de la economía en su cierre con el exterior tuvo un
control de cambios en 1931, vigencia de los permisos previos de importación en 1933, desdoblamiento del mercado
cambiario con el exterior y elevación de los aranceles de importación. La sustitución de importaciones avanza rápidamente,
se producen bienes de consumo, textiles, muebles electrodomésticos, con el uso de tecnologías difundidas y procesos
sencillos., que continúa hasta que Perón asume el primer gobierno en 1945.
c) El tramo final (1958 – 1978): Se radican en el país empresas extranjeras que destinan su producción al mercado doméstico a
través de la IED. Al superar el capital extranjero por sobre el nacional, la tasa de crecimiento es menor que el incremento en
el nivel de empleo. Se destacan la metalmecánica, la industria automotriz y la petroquímica. Aumentan las cantidades de
productos manufacturados y se incorporan actividades tecnológicas más complejas adaptadas a la realidad local. La crisis se
evidencia en la debilidad del sector externo y el agotamiento de las reservas que impiden que el país conserve un elevado
nivel de actividad. Con escasez de reservas y una devaluación orientada a sostenerlas, aumentan las exportaciones, lo que
sumado a una sustitución de importaciones favorece la actividad doméstica, pero luego deviene la caída.
1- Sector agropecuario pampeano (de granos y carnes): Elevadas exportaciones y menores importaciones producen un saldo
comercial positivo. La función de producción es tierra intensiva, con bajas cantidades de mano de obra y capital. Argentina
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es tomadora de precios, su producción es inelástica a las variaciones de precios (se pueden alterar los volúmenes por
cambios climáticos, pero la oferta no se modifica por aumento o disminución de precios).
2- Estructura industrial urbana: Las exportaciones son nulas y las importaciones elevadas con un saldo comercial negativo. SE
planteaba importaciones de bienes intermedios que el país no fabricaba, para el proceso productivo; se importaban bienes
de capital al requerirse las tecnologías y conocimientos de países más desarrollados.
⮚ Etapa 1: Quiebre de la ISI, apertura y fracaso (1976 – 1982) Con la recesión que atravesaba la economía y el deterioro de la
balanza de pagos, se produce un vuelco en la política económica sumado al pase de una visión del balance comercial a la
balanza de pagos en su conjunto. Estas condiciones determinan el quiebre de la ISI. El golpe militar coloca en la presidencia
a Jorge Videla. Se buscaba el control inflacionario, una reforma de la estructura económica, para incrementar su eficiencia y
la apertura para la inserción en el mundo con la eliminación del rol subsidiario del Estado. En este quiebre hay dos
subperíodos:
a) Sinceramiento (1976 – 1978): El ministro de economía (Martínez de Hoz) implementa medidas e instrumentos en el
“Proceso de reorganización nacional” que implica una apertura económica desde dos frentes:
● Apertura comercial: Se eliminaban las barreras no arancelarias y paraarancelarias y se intentaba reducir la dispersión
de los aranceles. Los resultados se asociaban a un impacto en el nivel de importaciones que debían aumentar, pero
no sucedió. El motivo fue que la protección no estaba dada sólo por altas tasas arancelarias sino también por un tipo
de cambio alto que favorecía a la industria nacional.
● Apertura financiera: para ingreso de capitales al país. Argentina tenía un IPC más alto que países desarrollados y se
pretendía equiparación. Con la reforma financiera de 1977 se abren varias sucursales bancarias con la capacidad de
captar ahorros y se establece que cada banco puede fijar las tasas de interés y efectuar préstamos. El Banco Central
regula el comportamiento de los bancos. El sector industrial se ve perjudicado, ya que las altas tasas de interés
favorecían inversiones a corto plazo en detrimento de las inversiones productivas. Al aumentar la bancarización se
liberan los mecanismos, esta libertad para las operaciones con el mercado extranjero constituye un antecedente de
endeudamiento. Con la apertura de mercado de capitales y la reforma arancelaria se consideraba que el aumento de
las importaciones con un tipo de cambio normal disminuiría el saldo comercial ya negativo. Pero la principal
dificultad se asociaba a la falta de divisas y la solución descansa en la entrada de endeudamiento nacional.
b) Enfoque monetario de balance de pagos (1979 – 1982): Este enfoque consideraba que el resultado neto de los pagos
internacionales era un fenómeno monetario y que los desfasajes entre oferta y demanda de dinero en una economía abierta
se corregían a través del sector externo. Continuó la disminución de aranceles y en 1981 el ministro de economía plantea
una reducción trimestral de los mismos, lo que hacía esperar un resultado positivo consecuente con la mejora de la
eficiencia. Se inscribe el diseño de la tablita cambiaria, un contrato que fijaba día a día el tipo de cambio de manera
descendiente. El Banco Central vendería dólares de acuerdo a los valores preestablecidos. Se pretendía cambiar la
estructura de precios relativos y la asignación de recursos para mejorar la oferta. Junto al disciplinamiento de precios se
encontraba el camino de la equiparación de la inflación nacional a la internacional. Los objetivos pretendidos no se
alcanzaron, al interior del sistema hubo serios problemas de implementación aunados a la cuestión institucional. El tipo de
cambio se fue apreciando afectando los planes de inversión de las empresas, las que se fueron endeudando. Hay un
estancamiento de la producción industrial y del PBI industrial, y una contracción del empleo del sector. La deuda va a ser
tomada por el Estado protegiendo al sector industrial.
⮚ Etapa 2 Década perdida (1982 a 1991): Con la inflación que no se detenía, más los desequilibrios en la balanza de cuenta
corriente, llega el fracaso en un período de inestabilidad e incertidumbre. Esto se potencia por la crisis de la deuda externa
en América latina originada en el default de México. Al no generar nuevos sectores exportadores ni obtener divisas para
pagar deudas se inicia la década perdida.
El sector público sufre la las consecuencias del mecanismo de doble transferencia. La primera la debe realizar el sector
privado al público. La segunda está cargo del sector público que las transfiere a los acreedores. El sector público para
obtener divisas debe comprarlas al sector privado, pero al no contar con superávit emite bonos, lo que genera fuga de
capitales, al comprar dólares que no son volcados al mercado interno, sino destinados a solventar pagos al extranjero.
A lo largo de la década el sector industrial se retrae y se recupera bajo la intención aperturista, que descansa en la
especialización en recursos naturales y en la industria básica.
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Las transformaciones estructurales de la industria:
Con el quiebre del ISI se da un vuelco en la política económica marcado por la liberación de los mercados y la apertura
externa. Se perseguía el objetivo de eliminar las intervenciones públicas a través de las reformas estructurales, tales como
privatizaciones de empresas y desregulación. Se buscaba reducir la participación del Estado para lograr una mejor asignación de los
recursos.
Se dan políticas contrapuestas. Las empresas no comparten los mismos criterios de maximización de beneficios. Tienen
distintos comportamientos que responden a distintas lógicas y criterios al momento de tomar las decisiones de optimización. La
historia evolutiva de cada empresa no se consideró en todos sus aspectos. La continuidad de políticas selectivas provenientes de la
órbita de gobierno nacional, atentaba contra la neutralidad buscada.
Existen firmas que cierran sus puertas. Con la apertura a otros estándares de competitividad, las empresas que cierran son
las menos eficientes. Hubo firmas con importantes activos que no fueron capaces de tolerar las nuevas reglas de juego; otras
empresas con destacable trayectoria, capital social y procesos de aprendizaje incorporados, debieron cerrar por no poder adaptarse.
Se encuentra la creación de nuevas empresas, pero el nivel fue menor.
❖ Disciplinamiento de precios:
El sector industrial se encargaba de producir y vender bienes transables internacionalmente; pero bajo la convertibilidad
y con la apertura ingresan productos importados cuyo precio constituye “un techo” en el mercado local. Los productos
nacionales no pueden vender sobre el precio de los importados.
Hacia inicios de la década de los ’90, el precio de los bienes transables era menor que el de los no transables, y se
produce un cambio en los precios relativos que deviene del crecimiento de los primeros. Con el incremento del precio de los
servicios, aumenta el costo de la estructura de la empresa y los precios quedan clavados.
Frente a esta situación, las empresas van a actuar en 3 planos:
El estrangulamiento externo:
A nivel macroeconómico, la mirada micro se relega y esto explica la ausencia de una visión sobre el tipo y el dinamismo de la
estructura industrial.
Las políticas macroeconómicas en el período 1982-1991: Podría decirse que las políticas macroeconómicas a partir de la crisis de la
deuda han pasado por las siguientes etapas: ajuste, ajuste e intentos de estabilización, ajuste, intento de estabilización y reformas
estructurales.
El período 1981- mediados de 1985: Esta etapa, que ha sido caracterizada como de ajuste, se inicia cuando empieza el proceso de
corrección del desequilibrio comercial externo y se acelera con la interrupción de los flujos financieros internacionales y el aumento
de la tasa de interés externas.
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Durante esta etapa de énfasis central se ubicó en la corrección de algunos precios relativos y en el “saneamiento” financiero
del sector privado. El tipo de cambio nominal se devaluó, paralelamente se fijaron y controlaron las tasas de interés en valores por
debajo de la tasa de inflación.
La pérdida de recaudación se explica por 3 factores: la erosión de la base tributaria, los altos niveles de evasión fiscal y el
denominado efecto Oliera-Tanzi.
No hubo una acción sistemática orientada a corregir el desequilibrio fiscal, a reducir la tasa de inflación y a minimizar los
costos recesivos del ajuste. No existió un programa global y coherente de estabilización.
El período mediados de 1985 – finales 1989: Durante este período se destacan 3 programas económicos: el llamado Plan Austral con
sus sucesivos reajustes; el denominado Plan Primavera y el conocido como Bunge y Born. El común denominador de todos ellos fue
incorporar una serie de medidas que implicaban un mayor control de la demanda agregada nominal, una corrección de los precios
relativos e intentos de orientar el proceso de formación de las expectativas. La necesidad de mejorar los resultados fiscales se
constituyó en un elemento central de esos programas. Para ello, al tiempo que se procuraba contener o reducir el nivel de gasto
público, se adoptaban medidas que procuraban elevar fuertemente los recursos tributarios.
A pesar del mayor énfasis puesto en el ajuste fiscal, la circunstancia de que la mayor recaudación se asentara sobre
financiamiento de emergencia, altamente elástico a los términos del intercambio, determinó que la mejora en las cuentas fiscales no
se pudiera sostener con el tiempo.
El segundo rasgo común que caracteriza a los programas implementados fue inducir inicialmente una corrección en la
estructura de precios, para alcanzar un ordenamiento de los mismos que buscaba poner un tope al tipo de cambio real y a la tasa de
interés, a las tarifas y a los salarios.
Cada uno de estos programas aplicó una determinada política cambiaria, tarifaría, salarial y de precios industriales. En el
caso del Austral fue en sus comienzos luego de una corrección inducida en los precios claves, se estableció un congelamiento
cambiario, tarifario, salarial y de precios industriales.
En el plan Bunge y Born, el congelamiento de precios fue sustituido por un acuerdo de no modificación de los mismos con
las principales empresas líderes. Pero los salarios estaban libres, aunque se hicieron presiones y esfuerzos para limitar sus
variaciones.
En el caso del plan Primavera, no hubo congelación de ninguna variable, pero sí un acuerdo gubernamental – empresario en
torno a los parámetros que habrían de modificar mensualmente, el valor del tipo de cambio, las tarifas y los precios industriales.
Sobre esa base, los industriales discutirían los ajustes salariales.
El período 1990, comienzos de 1991: el colapso del plan Bunge y Born trajo como consecuencia no sólo el segundo episodio
hiperinflacionario en menos de un año sino, también, la pérdida de la posibilidad de financiar los gastos públicos con endeudamiento
interno. Ello implicaba que en adelante, el sector público debía obtener resultados fiscales superavitarios que hicieran posible la
compra de las divisas necesaria para atender los compromisos de pagos externos.
Pero las consecuencias del colapso del Plan Bunge y Born y del denominado Plan Bónex tuvieron una extensión en el campo
de la formulación de la política económica de corto plazo. Así, el régimen cambiario que se había caracterizado por la fijación de la
cotización de la moneda nacional en relación al dólar o de sus variaciones periódicas con control de las transacciones es sustituido
por un régimen de flotación y de libre acceso. Lo mismo sucede en el campo de las políticas de precios hacia el sector privado donde
se establece la libertad de precios.
En materia fiscal se pone en marcha y se concretan las primeras privatizaciones importantes. Se da comienzo a las primeras reformas
en el aparato del Estado y se implementan sucesivos paquetes tributarios orientados a incrementar los recursos, simplificar la
administración tributaria, indexar el cobro de los tributos y se profundiza la legislación de emergencia económica.
La insuficiencia de los superávit alcanzados. Las crecientes tensiones que originaba la represión del gasto, la ausencia de
políticas destinadas a combatir los mecanismos indexatorios, las elevadas tasas de inflación registradas en un contexto de tipo de
cambio anclado por el enorme superávit comercial obtenido. Todo ello confluyó en un cambio de portafolio que implicó una
devaluación nominal del 100% en poco menos de dos meses.
El nuevo brote inflacionario terminó por conducir a un nuevo cambio de política que se plasmó a partir de abril de 1991 con
la aplicación del Plan de Convertibilidad.
El plano macroeconómico como articulador de los cambios en la industria. Sería incorrecto considerar que a inicios de los años ’90
nos encontramos con un sector manufacturero estancado y deteriorado que produce bienes bajo la misma forma de organización
social vigente durante el modelo sustitutivo de importaciones. Las actividades industriales han sufrido un conjunto de profundas
transformaciones estructurales, las que se pueden caracterizar como un proceso de reestructuración “regresiva” y de “creciente
heterogeneidad estructural”.
El carácter “regresivo” está dado por la incapacidad de la economía de haber basado su reestructuración industrial en los
aspectos positivos que se desarrollaron en las 4 décadas de la sustitución de importaciones; y las transferencias de ingresos
asociadas al proceso de reestructuración.
En cuanto al carácter de “creciente heterogeneidad” está determinado por el desempeño muy diferenciado a nivel sectorial
y a nivel empresarial.
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Para incrementar la credibilidad en el peso, se elimina la posibilidad al ministerio de economía, de devaluar la moneda. Esto
contribuye a reducir los márgenes de política monetaria en manos del gobierno (la posibilidad de devaluar quedará en manos del
Congreso).
El Plan de Convertibilidad se caracterizó por el diseño e implementación de reformas estructurales: se reconoce la
importancia de un mecanismo de precios para el funcionamiento del sistema económico; un proceso de desregulaciones y
privatizaciones; y la apertura de la economía nacional.
Las privatizaciones de las más importantes empresas del país, consistieron en el traspaso de activos y funciones del sector
privado. Se perseguían, objetivos de índole fiscal: obtención de recursos, saldar la deuda pública y contraer las transferencias del
gobierno a las empresas, lo que permitió al Estado alcanzar una recuperación económica.
La apertura económica, se daba lugar con una disminución de los aranceles de importación y eliminación de las restricciones
cuantitativas; como así también, la desaparición de los aranceles de exportación. Ante el incremento de las importaciones se
establecen medidas para proteger la industria local y favorecer el ingreso de los insumos necesarios. Además se fue fortaleciendo la
integración de los países del Cono Sur (Brasil, Paraguay, Uruguay y Argentina) conocido como el MERCOSUR, con el consiguiente
aumento de las compras en este mercado.
Las principales dificultades en nuestro país, se encuentran asociadas a los procesos cíclicos. Esto genera serios problemas: la
población no puede conocer su ingreso permanente de largo plazo y sus posibilidades de consumo. Frente a un aumento de
consumo, las personas piensan que su ingreso va a continuar en esos niveles; y frente a un incremento del ahorro, se produce la
salida de capitales.
En cuanto a la cuestión social, las dificultades recaen sobre los sectores de menores recursos. Con la disminución en los
salarios, lo que se financia es el bienestar de las cuentas fiscales. Se trata de un modelo con el cual se genera pobreza y se evidencia
una mala distribución de la riqueza (de los recursos).
Impactos provenientes del contexto internacional:
Bajo la convertibilidad el país queda expuesto a repercusiones provenientes del “Efecto Tequila” en México, como de la crisis
del sudeste asiático. No existen amortiguadores que permitan corregir los desequilibrios ocasionados por shocks externos en el
ámbito internacional.
En 1994 se produce la devaluación del peso mexicano afectando las economías de América Latina a lo largo del 95. Con la
pérdida del valor de la moneda mexicana, en nuestro país cae el valor de las acciones acompañado con una fuga de divisas. La crisis
mexicana ha determinado que el sistema financiero nacional sufra el aumento de la tasa de interés y la contracción de las reservas
internacionales. Luego con la crisis del sudeste asiático cae el valor de las monedas de algunos de esos países provocando en
Argentina la disminución de las exportaciones y la reorientación de las inversiones extranjeras hacia otros destinos más seguros que
América Latina.
Otras dificultades y algunas medidas
Con la inflación se generaba una apreciación cambiaria. El incremento del nivel de importaciones y con unas exportaciones
que crecían muy poco, sumado a los incentivos para invertir en bienes no transables, se daba lugar un problema de competitividad y
de saldo comercial.
Entre 1991 y 1994, el ingreso de divisas viene de la mano de las privatizaciones, los recursos naturales y para financiar el
sistema bancario. Con la profundización, y teniendo en cuenta la posibilidad de emitir, se produce la nombrada recomposición de los
créditos. Los impactos son los siguientes: las importaciones se incrementan con la reducción del tipo de cambio y la apreciación; las
exportaciones crecen poco. El resultado es un saldo negativo en la balanza comercial.
Cuando la convertibilidad se definía como un modelo con expansión de la actividad, entrada de capitales y una
profundización financiera de la Argentina; se plantea una revolución del consumo, asociada al cambio en los precios relativos y a la
recomposición de los créditos. Las preocupaciones derivaban de un desequilibrio en el sector de los bienes transables, un dólar
barato, aranceles nulos y unos salarios con impuestos.
El país crecería en la medida que pueda competir en los mercados internacionales, y en el mercado interno. Las reformas
puestas en marcha, se orientaron al sistema de previsión social y a reducir los aportes patronales para que las empresas puedan
disminuir sus costos, y aumentar sus niveles de exportación. Con la reducción de los salarios se buscaba volver más competitivo al
sector de los bienes transables.
Nuestro país no podía resistir un shock externo negativo. Este constituía uno de los principales argumentos que sostenían
todos aquellos que consideraban que la convertibilidad “no servía”.
La Argentina, tras la crisis del Tequila, puede recomponer su situación debido básicamente a una mejora en las condiciones
internacionales que la favorecen: el aumento de la competitividad por el aumento de los precios internacionales de aquellos bienes
que el país exportaba. Se debe adicionar, los efectos positivos de la integración con el MERCOSUR, donde Brasil va a ser el principal
consumidor de los productos nacionales.
Las falsas expectativas se crean con la idea que tras la crisis se puede resurgir fácilmente; pero se debió solo a mejoras en el
entorno internacional; y la economía seguía siendo vulnerable y hasta poco predecible en su evolución y perspectivas.
A partir de 1999, la economía sufre un ajuste que ocasiona importantes efectos sobre el mercado de bienes y de activos, y
sobre el empleo y los ingresos. Esto se da cuando los ingresos por las privatizaciones se van relativizando, y cuando la tasa de interés
comienza a subir lentamente. Con el estancamiento de la economía, de las exportaciones y la ausencia de créditos; las dificultades
se trasladan al ámbito social.
El gobierno nacional intentaba sostener la convertibilidad que parecía estar “agotada”. Los escenarios posibles en la
economía de esos años eran: tratar de sortear los problemas, sin ruptura del sistema de contratos y del régimen monetario; o el más
desfavorable, que anunciaba una crisis de gran escala.
El comportamiento de las variables macroeconómicas no mejoraba, cada vez se alejaba más de una recuperación, y se
acercaba una crisis inminente. Se van conjugando la introducción del euro, el gobierno que se vuelve cada vez menos solvente, la
contracción de la recaudación, la caída del producto, el retiro de depósitos, se acelera la fuga de capitales, se interrumpe el
financiamiento de los organismos internacionales. Debemos añadir la presión del descontento social, por el incremento de la
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pobreza y la desigualdad. El último intento por evitar el default, fue el recordado “corralito”; pero la situación era “insostenible”. El
Plan de Convertibilidad había llegado a su fin, en el marco de fuertes tensiones políticas, económicas y sociales.
Se puede decir que este régimen surgió con la idea de frenar el descontrolado aumento de precios y para restablecer la
confianza en la economía nacional y en su moneda. Pero en el marco de la necesidad inconcreta de contraer sus abultados gastos, y
sin poder financiarse con emisión monetaria, la única salida era tomar endeudamiento. Esta situación era insostenible,
definitivamente, en el largo plazo.
El plan de Convertibilidad implicó un programa de reformas estructurales basadas en las recomendaciones del Consenso de
Washington:
Disciplina fiscal – prioridades del gasto público – reforma tributaria – tasas de interés positivas – tipo de cambio
determinado por el mercado (política comercial) – liberalización de importaciones – apertura a la inversión externa directa –
privatizaciones – desregulación – derechos de propiedad.
2. La década del 80. Los profundos desequilibrios macroeconómicos junto al contexto internacional cambiante, determinan
cambios en la estructura productiva y en el comportamiento del sector empresario.
Signan esta década: el estancamiento de la producción industrial (respecto del PBI total); se contraen los niveles de
generación de puestos de trabajo en la industria; se agregan actividades que cambian la dotación de recursos naturales; y cambios en
los perfiles y estrategias de las firmas.
Como contratara de esta situación, las exportaciones denotan cierto dinamismo. De la mano de una mayor apertura
exportadora, se elevan los niveles exportados a la vez que se evidencia el crecimiento del sector primario y de las ventas
manufacturadas. Estas últimas, están integradas en su mayor parte por MOA y el resto son productos industriales que comienzan a
adquirir relevancia a nivel agregado, muy vinculados a los comportamientos heterogéneos de las producciones de las firmas.
En esta década caracterizada por el bajo crecimiento de la economía interna se da lugar el aumento y dinamismo de las
ventas externas por 3 razones:
● Expansión de recursos naturales y un marco regulatorio favorable en las actividades que poseían importante
demanda internacional.
● Producción de insumos industriales de uso difundido, en actividades de relevante crecimiento y con posibilidades
de inserción externa.
● La expansión de la industria automotriz, sobre todo en la producción de autopartes para exportación.
Respecto de las ventas en el mercado internacional, se destaca el rol creciente de unas 30 firmas junto con la
aumentada importancia de los grupos económicos.
3. Los años 90: cambios estructurales y reinserción externa. Con la implementación del régimen de convertibilidad, se plantean
cambios en el funcionamiento de la economía nacional y en su inserción externa. Con la apertura y la desregulación, se dan lugar
nueva condiciones de producción y el replanteo de las estrategias de inserción internacional.
Los sectores que muestran mayor dinamismo, son aquellos asociados a las producciones de bienes de consumo durable y
algunos de la industria alimenticia.
En los primeros 3 años de la década, las exportaciones argentinas estuvieron sometidas a fluctuaciones, y se puede
caracterizar su comportamiento de la siguiente forma: en primer lugar, pierde importancia la producción de insumos industriales de
uso difundido; en segundo lugar, adquiere notable relevancia el sector automotriz en las exportaciones; y en tercer lugar, algunos
sectores industriales adquieren cierto dinamismo exportador a partir de la especialización en base al aprovechamiento de los
recursos humanos y de las capacidades tecnológicas.
Se evidencia la primarización del comercio con la permanente especialización externa en los recursos naturales locales
Las principales tipologías de inserción externa identificadas por Bisang y Kosacoff:
● Actividades intensivas en recursos naturales y nuevas con escasa industrialización.
● Reposición a largo plazo, ventajas naturales y nuevas estrategias empresariales: actividades agroindustriales.
● Nuevas regulaciones, cambios internacionales y replanteo exportador: los insumos industriales de uso difundido.
● Los regímenes de especialización: la industria automotriz y otras experiencias.
● Desintegración productiva y estrategias ofensivas: la salida exportadora.
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Se trata de un tipo especial de red de empresas. Las relaciones y la interacción entre empresas de un sistema productivo
pueden contribuir a mejorar los resultados económicos de cada una de las empresas, si consiguen hacer aflorar las economías
potenciales que existen en los sistemas productivos.
El ámbito institucional es un factor importante de destacar al momento de ampliar la mirada y el análisis sobre la situación
de las PYMES. Muchas firmas pequeñas y medianas encuentran enormes dificultades de acceso al crédito, disponibilidad de recursos
humanos, acceso y aprovechamiento de la información, disponibilidad de tecnología etc.; a los fines de volver sus organizaciones
internas más flexibles y adaptativas a los cambios ocurridos a nivel internacional y acrecentados por la apertura económica de
nuestro país en los años ’90.
Algunas características que marcan esta etapa, que inicia por el año 1980:
▪ Incremento del comercio internacional, con un crecimiento notorio del nivel de exportaciones a nivel mundial.
▪ Aumento de los flujos de capitales, con la globalización financiera.
▪ Nuevas tecnologías de comunicación e información
▪ Mayor integración de los mercados locales.
▪ Crecimiento del nivel de inversiones directas
▪ Radiación de empresas transnacionales.
La globalización es un fenómeno relevante para los países en el sentido de que da lugar al establecimiento de un nuevo
mapa marcado por la integración de las economías, la internacionalización de los capitales y el aumento de la producción
internacional de las empresas multinacionales. Esto ha generado beneficios para algunos, y serios prejuicios para otros en la medida
que se incrementado los niveles de pobreza y ha caído del nivel de vida de la población.
Se evidencia que la diversificación de los territorios y de los sistemas productivos, ha determinado distintos modelos de
desarrollo con distintas sendas de crecimiento dependiendo de las posibilidades reales puestas en marcha para adaptarse al nuevo
contexto internacional de las economías nacionales.
La innovación y las conductas empresariales. El proceso de aprendizaje, los resultados y el escenario futuro.
Si bien en los años ’90 se avanzó en materia de modernización, la realidad es que esto no es reflejo de un avance
empresarial hacia el desarrollo endógeno de ciertas capacidades tecnológicas. Esto se explica, por la incorporación de conocimientos
externos y sin desarrollo de algún tipo de aprendizaje o esfuerzo adaptativo.
Además se identifican otras características que configuraron o influyeron en las posibilidades de desplegar conductas
innovadoras por parte de las firmas. En primer lugar, el tamaño acotado de las empresas, por ejemplo, que limita el desarrollo de
proyecto de I+D. En segundo lugar, el riesgo, la incertidumbre, que desalientan las posibilidades de un procesos de inversión
articulado. En tercero y último lugar, es el comportamiento de las empresas tendiente a la adquisición de maquinaria y equipos
importados que no permitían el derrame al resto de la economía ni el desarrollo territorial.
A partir de esto podemos describir las conductas innovadoras del sector manufacturero:
✔ bajo nivel de inversión orientado a introducir cambios tecnológicos y organizacionales.
✔ Preferencia por la inversión en adquisición de maquinarias y equipos en detrimento de I+D
✔ Varias firmas despliegan actividades de I+D internas
✔ El sistema de innovación es reducido, en tanto no existen vínculos que descansen en la cooperación, primando las conductas
individualistas.
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