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En Un Rincón de Un Bosque Encantado

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En un rincón de un bosque encantado, vivían tres grandes amigos: Sora, Archii e Ishel.

Sora
era una chica valiente y llena de energía, siempre dispuesta a ayudar a los demás. Archii era
un ser de luz, sabio y con un corazón bondadoso, y Ishel, una joven tierna y amable, tenía
una profunda conexión con la naturaleza.

Un día, mientras exploraban una parte desconocida del bosque, oyeron unos sollozos
suaves que provenían de un claro cercano. Al acercarse, encontraron a dos pequeños niños,
un hermano y una hermana, acurrucados bajo un gran roble. Estaban asustados y lloraban
desconsoladamente.

Sora, siempre la primera en actuar, se acercó con cautela y les habló en un tono suave.
"Hola, pequeños. No tengan miedo, estamos aquí para ayudar."

Los niños, al ver la calidez en los ojos de Sora, comenzaron a sentirse más tranquilos. Ishel,
con su naturaleza dulce, les ofreció una flor mágica que floreció en sus manos, lo que les
hizo esbozar una pequeña sonrisa. Archii, con su voz calmada, les preguntó qué les había
pasado.

"Nos perdimos..." dijo el niño mayor, abrazando a su hermana. "No sabemos dónde están
nuestros padres."

Los tres amigos, conmovidos por la situación, decidieron cuidar de los niños hasta que
pudieran encontrar a sus padres. Llevándolos a su hogar en el bosque, Sora, Archii e Ishel
se convirtieron en sus guardianes. Juntos, se aseguraron de que los niños estuvieran
alimentados, seguros y felices.

Pasaron días, luego semanas, y Sora, Archii e Ishel se encariñaron profundamente con los
niños. Jugaban con ellos, les contaban historias antes de dormir, y cada día les enseñaban
algo nuevo sobre el bosque y sus secretos. Los niños comenzaron a llamarles “hermana” y
“hermano”, llenando sus corazones de un amor inesperado.

Sin embargo, en sus corazones, sabían que los niños debían reunirse con sus verdaderos
padres. Aunque la idea de separarse les llenaba de tristeza, sabían que era lo correcto.

Un día, mientras paseaban por el bosque en busca de señales de los padres, Archii percibió
algo inusual. Una brisa suave llevó hasta ellos un susurro, un mensaje de los espíritus del
bosque. Siguiendo las indicaciones, llegaron a un claro donde encontraron a una pareja que
buscaba desesperadamente a sus hijos.

Los niños, al ver a sus padres, corrieron hacia ellos con gritos de alegría. Los padres, con
lágrimas en los ojos, abrazaron a sus hijos con fuerza, agradecidos más allá de las palabras.

Sora, Archii e Ishel observaron la escena con una mezcla de alegría y tristeza. Habían
hecho su trabajo, habían cuidado de los niños y ahora era tiempo de dejarlos ir. Aunque
sabían que los echarían de menos, sabían que era lo correcto.
La madre de los niños se acercó a los tres amigos y, con la voz entrecortada por la emoción,
les agradeció profundamente. "Nunca podremos agradecerles lo suficiente por cuidar de
nuestros pequeños. Siempre serán parte de nuestra familia."

Con el corazón lleno de amor y satisfacción, Sora, Archii e Ishel se despidieron de los
niños, prometiendo que siempre estarían allí para ellos, como amigos y protectores.

Y así, aunque la despedida fue difícil, sabían que habían hecho lo correcto. Siguieron su
camino, sabiendo que el verdadero amor a veces significa dejar ir, y que en algún lugar del
bosque, siempre tendrían una familia esperando por ellos.

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