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NEHEMIAS

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Génesis 35.

12-14: “12La tierra que he dado a Abraham y a Isaac, la daré a ti, y a tu


descendencia después de ti daré la tierra. 13Y se fue de él Dios, del lugar en donde había
hablado con él. 14Y Jacob erigió una señal en el lugar donde había hablado con él, una
señal de piedra, y derramó sobre ella libación, y echó sobre ella aceite.”

2 Reyes 2.21-22: “21Y saliendo él a los manantiales de las aguas, echó dentro la sal, y
dijo: Así ha dicho Jehová: Yo sané estas aguas, y no habrá más en ellas muerte ni
enfermedad. 22Y fueron sanas las aguas hasta hoy, conforme a la palabra que habló
Eliseo.”

1 Reyes 13:1-5, Y he aquí, un hombre de Dios fue de Judá a Betel por palabra del SEÑOR,
cuando Jeroboam estaba junto al altar para quemar incienso. Y clamó contra el altar por
palabra del SEÑOR, y dijo: Oh altar, altar, así dice el SEÑOR: ``He aquí, a la casa de David
le nacerá un hijo, que se llamará Josías; y él sacrificará sobre ti a los sacerdotes de los
lugares altos que queman incienso sobre ti, y sobre ti serán quemados huesos humanos."
Aquel mismo día dio una señal, diciendo: Esta es la señal de que el SEÑOR ha hablado:
``He aquí, el altar se romperá y las cenizas que están sobre él se derramarán." Y aconteció
que cuando el rey oyó la palabra que el hombre de Dios había clamado contra el altar de
Betel, extendió su mano desde el altar, diciendo: ¡Prendedlo! Pero la mano que extendió
contra él se secó, de modo que no podía volverla hacia sí. Y el altar se rompió y las cenizas
se derramaron del altar, conforme a la señal que el hombre de Dios había dado por palabra
del SEÑOR.

Isaías 19:19-20 “Aquel día habrá un altar al SEÑOR en medio de la tierra de Egipto, y un
pilar al SEÑOR cerca de su frontera. Y será por señal y por testimonio al SEÑOR de los
ejércitos en la tierra de Egipto; porque clamarán al SEÑOR a causa de sus opresores, y Él
les enviará un salvador y un poderoso, el cual los librará.

Deuteronomio 11:24-26 24 Todo lugar que pisare la planta de vuestro pie será vuestro;
desde el desierto hasta el Líbano, desde el río Éufrates hasta el mar occidental será vuestro
territorio. 25 nadie se sostendrá delante de vosotros; miedo y temor de vosotros pondrá
Jehová vuestro Dios sobre toda la tierra que pisareis, como él os ha dicho. 26 He aquí yo
pongo hoy delante de vosotros la bendición y la maldición:

NEHEMÍAS 4 – ENEMIGOS INTENTAN DETENER LA OBRA

A. Sanbalat y Tobías ridiculizan la obra de Dios.


1. (Nehemías 4:1-3) El intento de desanimar a los trabajadores.
Cuando oyó Sanbalat que nosotros edificábamos el muro, se enojó y se
enfureció en gran manera, e hizo escarnio de los judíos. Y habló delante de
sus hermanos y del ejército de Samaria, y dijo: ¿Qué hacen estos débiles
judíos? ¿Se les permitirá volver a ofrecer sus sacrificios? ¿Acabarán en un
día? ¿Resucitarán de los montones del polvo las piedras que fueron
quemadas? Y estaba junto a él Tobías amonita, el cual dijo: Lo que ellos
edifican del muro de piedra, si subiere una zorra lo derribará.

a. Cuando oyó Sanbalat que nosotros edificábamos el muro, se enojó y se


enfureció en gran manera: Sanbalat y Tobías primero se disgustaron en
extremocuando escucharon que un hombre quería ayudar al pueblo de Jerusalén
(Nehemías 2:10). Luego usaron el escarnio y la intimidación para evitar que la obra
iniciara (Nehemías 2:19). Ahora que la obra había iniciado, estaban enojados y
enfurecidos en gran manera.

b. E hizo escarnio de los judíos: la naturaleza de su ataque desalentador es


evidente. Usaron un tono escarnecedor y sarcástico e hicieron escarnio de los
judíos... estos débiles judíos... se les... acabarán... resucitarán... si subiere una
zorra lo derribará.

i. Se les permitirá volver a ofrecer sus sacrificios lleva la idea de, “¿buscarán a
Dios a través de sacrificio y esperan que milagrosamente él construya los muros?
¿Levantarán los muros con oración?”Acabarán en un día tiene la idea de “¿Tienen
idea de a lo que se están enfrentando? Este no es un proyecto fácil.”

ii. Como la mayoría de los ataques de desánimo, hay un rastro de verdad en las
palabras del enemigo. Como constructores, los Judíos eran débiles. No terminarían
en un día. No tenían los mejores materiales con qué trabajar. Un mentiroso,
desalentador ataque a menudo tendrá algo de verdad en él, pero descuidará la gran
verdad:Dios estaba con ellos y había prometido hacerlo hasta el final.

iii. Sanbalat y Tobías buscaban traer el desánimo a través de la crítica. Charles


Swindoll señala que había varios de ellos juntos haciendo críticas burlescas y
sarcásticas – y hace la observación “Los críticos se unen a los críticos.” Una medida
de un líder es ser capaz de medir la crítica; no permitir que uno se venga abajo por
los críticos, mientras que al mismo tiempo mantenerse sensible a la voz de Dios
incluso en medio de la crítica.

iv. El desánimo es una herramienta muy poderosa porque de alguna manera es lo


contrario a la fe. Donde la fe le cree a Dios y a sus promesas, el desánimo ve y cree
lo peor – y tiende a básicamente olvidarse de quién es Dios y lo que ha prometido
que hará.
c. Lo derribará: Tobías cometió un gran error. Llamó al muro lo que ellos edifican
del muro; -No eranelloslos que edificaban el muro, era Dios – él estaba criticando
el muro de Dios, la obra de Dios.

i. Los críticos que no traen más que desánimo a menudo se pierden lo que Dios está
haciendo; como no les gusta el muro, no pueden creer que sea la obra de Dios. De
la misma manera. La iglesia es la iglesia de Dios; Jesús ama a su novia. Uno
siempre debería ser cuidadoso sobre la manera en la que hablamos de la novia de
Jesús.

d. Se enojó y se enfureció en gran manera, e hizo escarnio de los judíos: Como


Nehemías y los trabajadores en realidad sí tenían protección legal por parte del rey
(probada por lascartasmencionadas en Nehemías 2:7), Sanbalat y Tobías no tenían
autoridad para realmente detener el trabajo. Lo único que podían hacer era
desanimar a los Judíos para que se detuvieran.

i. El mismo ataque llega a la vida del creyente que es legalmente liberado por su
Rey. Sin embargo puede ser desanimado y retroceder de lo que Dios ha puesto
delante de él.

ii. Trabajamos diferente bajo la fe o bajo el desánimo. Oramos diferente bajo la fe o


bajo el desánimo. Leemos y escuchamos la palabra diferente bajo la fe o bajo el
desánimo. No es de sorprenderse que Satanás trabaje tan duro para alejarnos de la
fe y mantenernos en desánimo.

iii. Mas el justo vivirá por fe;Y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros
no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para
preservación del alma.(Hebreos 10:38-39)

2. (Nehemías 4:4-5) Nehemías hace frente al ataque desalentador con oración.

Oye, oh Dios nuestro, que somos objeto de su menosprecio, y vuelve el


baldón de ellos sobre su cabeza, y entrégalos por despojo en la tierra de su
cautiverio. No cubras su iniquidad, ni su pecado sea borrado delante de ti,
porque se airaron contra los que edificaban.

a. Oye, oh Dios nuestro: La respuesta de Nehemías fue un gran ejemplo. No


debatió, no formó un comité, ni siquiera lidió con ambos enemigos directamente. En
vez de eso, lo llevó a Dios en oración.

i. Para Nehemías, la oración era el primer recurso, no la última opción. Cuando


vienen tiempos de oposición, Dios quiere que confiemos en él – y la manera más
pura de expresar nuestra confianza en Dios es a través de la oración.
b. Oye, oh Dios nuestro, que somos objeto de su menosprecio: En su oración,
Nehemías le pidió primero a Dios por su atención y su misericordia. Dios sí se
interesaba por Nehemías y la obra de reconstrucción, pero Nehemías necesitaba
que Dios mostrara y también necesitabasentir la presencia y el cuidado de Dios.

c. Y vuelve el baldón de ellos sobre su cabeza... entrégalos por despojo... No


cubras su iniquidad: Nehemías entonces le pidió a Dios que peleara contra sus
enemigos por ellos. Dependió de Dios para pelear la batalla. Dios le dio una tarea
que hacer, y él no sería distraído de ella.

i. Esta oración parece muy dura, pero las oraciones en los Salmos son aún más
duras:Oh Dios, quiebra sus dientes en sus bocas (Salmos 58:6)Sea su palacio
asolado; en sus tiendas no haya morador.(Salmos 69:25). Es apropiado para un hijo
de Dios hacer este tipo de oración, porque están entregando sus inclinaciones
violentas a Dios, y dejando que Él lidie con ellas.

ii. Si estamos enojados con alguien o tenemos un enemigo real, podemos acometer
contra ellos en oración. Nunca en el sentido de pedir mal sobre ellos, pero sí en
entregarlos a un Dios justo y bueno, porque él sabe exactamente qué hacer con
ellos.

d. Porque se airaron contra los que edificaban: Finalmente, la oración de


Nehemías le dio a Dios una razón para mostrar misericordia e ir contra sus
enemigos. Nehemías reconoció que esta era la causa de Dios, no la suya.

3. (Nehemías 4:6) El resultado después del ataque y la defensa de Nehemías


en oración: la obra continúa con más y más fuerza.

Edificamos, pues, el muro, y toda la muralla fue terminada hasta la mitad de su


altura, porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar.

a. Edificamos, pues, el muro: Dios contestó la oración dándole a todos ánimo


para trabajar. Elánimo para trabajar es un regalo de Dios, y ningún trabajo
importante será logrado nunca hasta que el pueblo se una con ánimo para trabajar.

i. Esto es exactamente lo que Satanás quiere destruir con sus ataques – el ánimo
para trabajar. Quiere hacernos sentir derrotados, o pasivos, o centrados en
nosotros mismos, o desanimados.

ii. “Los críticos desmoralizan. Los líderes animan. Cuando los críticos hablaron, los
trabajadores escucharon y fueron desmoralizados. Pero cuando el líder capaz se
levantó y dijo, ‘Veámoslo desde la perspectiva de Dios, enfóquense en la obra,’ los
miembros de la tripulación estuvieron de vuelta en ella.” (Swindoll)
b. Porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar: La respuesta inmediata a la oración
no hizo diferencia en los enemigos. La oración fue contestada en el pueblo de Dios
realizando el trabajo. La oración de Nehemías le pidió a Dios que se encargara de
sus enemigos, y Dios respondió encargándose de su pueblo.

i. A menudo nos perdemos la respuesta de Dios a nuestras oraciones, porque le


pedimos que obre en la vida de otros con los que tenemos conflicto – y Él responde
moviéndose en nuestras vidas, pero nos resistimos a sus movimientos. Es como si
Él intentara darnos ánimo para trabajaren una situación, pero lo resistiéramos.

c. Toda la muralla fue terminada hasta la mitad de su altura: La obra estaba


terminada hasta la mitad. Era un tiempo emocionante pero peligroso; se había
hecho mucho, pero aún faltaba mucho más. La fatiga y el desánimo estaban listos
para entrar, si se les daba la oportunidad.

B. Sanbalat y Tobías planean dirigir un ataque violento contra la obra.


1. (Nehemías 4:7-8) La conspiración para atacar la obra.

Pero aconteció que oyendo Sanbalat y Tobías, y los árabes, los amonitas y los
de Asdod, que los muros de Jerusalén eran reparados, porque ya los portillos
comenzaban a ser cerrados, se encolerizaron mucho; y conspiraron todos a
una para venir a atacar a Jerusalén y hacerle daño.

a. Ya los portillos comenzaban a ser cerrados: El muro era solo la mitad de alto
de cómo debería ser, pero ahora era casi continuo. Por lo tanto, los enemigos de la
obra se encolerizaron mucho.

i. Debe ser que la obra de Dios a menudo encoleriza al enemigo de nuestra alma.
Con frecuencia debe enfurecerse contra el progreso realizado por el pueblo de Dios
en tocar a un mundo perdido para Jesucristo. No está mal hacer enojar al diablo.

b. Y conspiraron todos a una para venir a atacar: Conforme el trabajo progresaba


los enemigos pensaban algo más serio. Ahora no solamente se quejaban o se
burlaban, amenazaban y planeaban violencia.

i. Por un lado, esto era serio: el muro era construido para proteger contra los
ataques de violencia, y ahora parecía que la misma construcción del muro podía
provocar un ataque. Hubiera sido fácil para el pueblo temer y pensar que todo su
trabajo llegara a ser inútil.

ii. Por otro lado, esto no era serio en absoluto. Notamos que ellos no atacaron– solo
hablaron sobre hacerlo. Sanbalat y Tobías esperaban que la amenaza del ataque
fuera suficiente. Satanás usa la misma estrategia de miedo contra nosotros, y si
somos paralizados por la amenaza, la amenaza ha funcionado – incluso cuando en
realidad nada sucede en nuestra contra.
c. Y hacerle daño: Esta es una estrategia importante de Satanás – crear confusión
entre el pueblo de Dios. Un pueblo confundido nunca avanzará ni cumplirá con la
obra de Dios. Normalmente son confundidos porque son distraídos por los trucos de
los enemigos en vez de enfocarse en Dios y sus promesas.

2. (Nehemías 4:9) El ataque defendido con oración y vigilancia.

Entonces oramos a nuestro Dios, y por causa de ellos pusimos guarda contra
ellos de día y de noche.

a. Entonces oramos a nuestro Dios: Nada los haría detenerse dependiendo de


Dios a través de la oración. Pudieron haberse rendido, creyendo que el continuo
ataque era un fracaso de parte de Dios al no responder a la oración antes – pero
ellos confiaban en Dios más que eso.

i. Dios permitió que continuara el ataque, a pesar de que pudo haberlo eliminado
instantáneamente. Sin embargo Él permitió que continuara porque se agradaba de
que su pueblo se acercara más a él con una confianza aún más profunda que antes.
Dios hizo su obra perfecta en edificar los muros y a su pueblo.

b. Pusimos guarda: Ellos también sabían que la oración no significaba que no


debían de hacer nada. Ellos usaron el santificado sentido común para hacer lo que
deberían hacer, protegerse contra el ataque, usando siervos de Dios dispuestos a
ser el muro hasta que el muro fuera construido.

i. No es difícil imaginar a algún súper-espiritual entre ellos diciendo, “Mira Nehemías,


no necesitamos poner guarda. Hemos orado, y Dios nos protegerá.” Nehemías
probablemente le hubiera respondido, “Sí, Dios nos protegerá, y lo hará mientras
nos encuentre cumpliendo nuestra responsabilidad delante de Él. Pongan la
guarda.”

ii. Cuando vemos un área de nuestra vida cristiana que necesita atención particular,
no es suficiente con orar. Debe poner una guarda–dele atención especial y
responsabilizarse de esa área de su vida hasta ganar.

iii. Nuestras oraciones no sustituyen nuestras acciones; hacen nuestras acciones


efectivas para la obra de Dios.

c. De día y de noche: Esto muestra que Nehemías estaba decidido. No iba a dejar
que la seguridad de la luz del día ni que la somnolencia de la noche los detuviera de
trabajar. Esto envió un mensaje poderoso.

i. Envió un mensaje al pueblo de Dios diciendo, “Estamos comprometidos. Esto


tendrá éxito, porque Dios está con nosotros, y nos dará lo necesario para triunfar
sobre cada obstáculo.”
ii. Envió un mensaje a los enemigos diciendo, “No tendrán éxito. La obra de Dios
continúa y no será detenida. Haremos los sacrificios que sean necesarios para verla
concluida – días agotadores, noches sin descanso, no importa.”

iii. Envió un mensaje a Dios: “Confiamos en ti, y nuestra fe es una fe que vive – una
fe de acciones, no solo palabras. Te amamos y confiamos en ti Jehová.”

C. Desafíos desde adentro y desde afuera.


1. (Nehemías 4:10) El desafío desde adentro: desaliento entre el pueblo de
Dios porque la obra aparecía demasiado grande.

Y dijo Judá: Las fuerzas de los acarreadores se han debilitado, y el escombro


es mucho, y no podemos edificar el muro.

a. Y dijo Judá: Judá se suponía que debía ser la tribu más fuerte y valiente. Era la
tribu de los grandes reyes y finalmente, del mismísimo Mesías. Era un desafío
especial y un desaliento recibir este mensaje de la tribu de Judá.

i. Nehemías y los Judíos que estaban reconstruyendo Jerusalén se habían


mantenido fuertes ante el rostro del ataque; pero ahora que la obra de
reconstrucción va a la mitad, y el muro es casi continuo, se levantan obstáculos
especiales.

b. Las fuerzas de los acarreadores se han debilitado: El punto medio


(mencionado en Nehemías 4:6) es un lugar peligroso. Aún falta mucho por hacer,
pero la fatiga tiene lugar porque ya se ha hecho mucho.

i. No es suficiente solo estar bien. Muchos equipos han tenido una gran primera
mitad – solo para perder en los últimos minutos. La obra de reconstrucción ha ido
muy bien y se han superado muchos obstáculos, pero el juego aún no termina, aún
hay tiempo para perder.

c. El escombro es mucho: El trabajo de reconstruir los muros no solo era


construcción, sino también limpieza e ir recogiendo los escombros. Las ruinas de los
muros, que habían permanecido como desperdicio durante 100 años se habían
convertido en un punto de colección para todo tipo de escombros.

i. Recoger el escombro no era una opción – tenía que hacerse. Las partes
destruidas del muro y el escombro acumulado tenían que ser despejados para que
los muros pudieran ser reconstruidos desde sus cimientos. Si no hacían esto, los
muros no permanecerían.

ii. En nuestra vida Cristiana, no se puede construir mucho para la gloria de Dios
hasta que todo el escombro sea eliminado. Sacar la basura puede ser un trabajo
desalentador – pero debe de hacerse.
e. No podemos edificar el muro: Así que el trabajo de excavación tenía que
comenzar. Antes de que pudieran levantar los muros, tenían que derribar y eliminar
el escombro. Tenían que bajar antes de poder subir.

i. Era difícil, porque a menudo, el trabajo de construir es mucho más fácil – o más
divertido – que eliminar el escombro.

ii. Era difícil porque mientras el montículo de escombro era derribado, la ciudad era
aún más vulnerable que antes. Podemos ver algo de pensamiento, “No se lleven el
escombro; nuestros enemigos están cerca y ustedes tal vez solamente estén
despejándoles el camino para que vengan.”

iii. Era difícil porque siempre ha habido aquellos que defenderán cualquier pila de
escombro, sin importar lo inservible que sea. “Bueno, mi abuelo tenía esa pila de
escombro, y si era lo suficientemente buena para él, ¡es lo suficientemente buena
para nosotros!” Esta es una mala manera de pensar; debemos deshacernos de lo
viejo, para que podamos construir en el verdadero fundamento.

iv. El corazón del pueblo como se muestra en el versículo 10 debió haber


desalentado a Nehemías; Es fácil liderar cuando sus seguidores están llenos de
entusiasmo y tienen un corazón dispuesto a trabajar. ¿Pero qué haces cuando eso
empieza desvanecerse?

2. (Nehemías 4:11) El desafío desde afuera: el enemigo planea un ataque


sorpresa.

Y nuestros enemigos dijeron: No sepan, ni vean, hasta que entremos en medio


de ellos y los matemos, y hagamos cesar la obra.

a. Y nuestros enemigos dijeron: El versículo diez tal vez maque el punto más bajo
en los espíritus de los que estaban haciendo el trabajo. Las cosas ya estaban en un
mal estado, y los desanimados trabajadores sentían ganas de rendirse.Ahora, el
enemigo planeaba su ataque sobre los trabajadores, para eliminar a los que estaban
reconstruyendo los muros.

b. No sepan, ni vean: Es dudoso que estos enemigos supieran exactamente cuán


desanimado estaba el pueblo de Dios. Pero ciertamente, los consejeros de las
tinieblas espirituales en altos lugares lo sabían– y el ataque fue planeado.

i. Casi podemos imaginarnos las filas espirituales de las tinieblas sugiriéndole a los
adversarios del pueblo de Dios.: “¡Ahora! ¡Ahora es tiempo de atacar! ¡No se tarden
y los eliminarán!” Ellos sabían que el desanimado estado de Israel hacía posible una
victoria del mal.
ii. Los ataques que sufrimos de las fuerzas espirituales de las tinieblas también son
también estratégicamente programados. Nuestros enemigos espirituales saben
cuando estamos desanimados, cansados, enojados, u orgullosos en autoconfianza.

c. No sepan, ni vean: A menudo, los ataques del adversario tienen éxito solo si
llegan de sorpresa. Cuando el pueblo de Dios está en guardia, el enemigo ve poca
victoria.

d. Y los matemos, y hagamos cesar la obra: Los enemigos del pueblo de Dios les
dieron un cumplido sarcástico al decir esto. Para este momento ellos sabían que la
única manera de detenerlos de servir a Dios y hacer su obra era matándolos.

i. Esto no se puede decir de todo siervo de Dios en la actualidad. En el caso de


muchos, el diablo no tiene que matarlos porque el desánimo, el compromiso, el
dinero, las relaciones, la frustración, o los problemas logran detenerlos de su
servicio a Dios.

3. (Nehemías 4:12) Dios permite a los Judíos ser advertidos del ataque.

Pero sucedió que cuando venían los judíos que habitaban entre ellos, nos
decían hasta diez veces: De todos los lugares de donde volviereis, ellos
caerán sobre vosotros.

a. Los judíos que habitaban entre ellos: Este es un ejemplo maravilloso del poder
y la bondad de Dios. Los enemigos de Dios y su pueblo hicieron lo mejor que
pudieron, pero Dios siempre estuvo en control. Los enemigos no supieron que había
Judíos fieles escuchado sus conspiraciones.

b. Nos decían hasta diez veces: Es fácil imaginar esta escena, y ver a los
informantes repitiendo una y otra vez, “¡Viene un ataque! ¡En verdad! ¡Nos
derrotarán!”De todos los lugares de donde volviereis, ellos caerán sobre
vosotros.

i. Estos que habían escuchado el plan por casualidad no tuvieron la sabiduría para
saber qué hacer en respuesta. Entraron en pánico, y probablemente se sintieron
perturbados de que Nehemías no entrara también en pánico.

4. (Nehemías 4:13-14) Nehemías organiza la defensa.

Entonces por las partes bajas del lugar, detrás del muro, y en los sitios
abiertos, puse al pueblo por familias, con sus espadas, con sus lanzas y con
sus arcos. Después miré, y me levanté y dije a los nobles y a los oficiales, y al
resto del pueblo: No temáis delante de ellos; acordaos del Señor, grande y
temible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras
hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas.

a. Entonces: Estos versículos nos dicen lo que hizo Nehemías, pero también
podemos pensar en lo que Nehemías pudo haber hecho en esta situación.

i. Pudo no haber hechonada– e incluso ser espiritual al respecto. “Bueno hermano,


solo estamos confiando en el Señor. Oramos por esto y creemos que el Señor nos
liberará de alguna forma.”

ii. Pudo haber entrado enpánico– y haber empezado a pensar que solamente le
correspondía a él defender contra el ataque.

iii. Lo que él hizo fueconfiar sabia y tranquilamente en Diosen medio de la tormenta,


para hacer las cosas concretas que Dios lo pondría a hacer para obtener la victoria.

b. Con sus espadas, con sus lanzas y con sus arcos: Nehemías les ordenó traer
su armadura. Era tiempo de actuar con seriedad, ponerse la armadura completa, y
alistarse para pelear con todos los recursos que tenían.

c. No temáis delante de ellos; acordaos del Señor, grande y temible: Nehemías


puso sus mentes en la perspectiva correcta. El desafío era grande pero no había
razón para temer. Él que estaba en ellos era más grande que él que estaba en el
mundo.

d. Pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras hijas, por
vuestras mujeres y por vuestras casas: Nehemías les recordó por qué estaban
peleando. Peleamos mucho más efectivamente para el Señor cuando tenemos en
mente lo que está en juego.

8. (Nehemías 4:15) Los enemigos retroceden.

Y cuando oyeron nuestros enemigos que lo habíamos entendido, y que Dios


había desbaratado el consejo de ellos, nos volvimos todos al muro, cada uno
a su tarea.

a. Cuando oyeron nuestros enemigos que lo habíamos entendido, y que Dios


había desbaratado el consejo de ellos: Una vez que vieron las defensas del
pueblo de Dios, los enemigos retrocedieron. No querían una batalla porque sabían
que perderían. Lo que los enemigos querían era que el pueblo de Dios les entregara
la victoria en una bandeja de plata, al fracasar al vigilar y estar listos.

b. Nos volvimos todos al muro, cada uno a su tarea:Estofue la victoria.


Defenderse contra el ataque no era la victoria; el pueblo de Dios no estaría en paz y
seguridad hasta que el muro fuera reconstruido. Volver a la obra era la victoria.
i. Cuando estamos bajo ataque espiritual es fácil sentir que solo soportar la tormenta
es la victoria. No lo es. El ataque a menudo llega para evitar el progreso suyo y de la
obra de Jehová. La victoria es soportar el ataque y continuar con el progreso y la
obra para Jehová.

9. (Nehemías 4:16-18) La espada y la pala.

Desde aquel día la mitad de mis siervos trabajaba en la obra, y la otra mitad
tenía lanzas, escudos, arcos y corazas; y detrás de ellos estaban los jefes de
toda la casa de Judá. Los que edificaban en el muro, los que acarreaban, y los
que cargaban, con una mano trabajaban en la obra, y en la otra tenían la
espada. Porque los que edificaban, cada uno tenía su espada ceñida a sus
lomos, y así edificaban; y el que tocaba la trompeta estaba junto a mí.

a. Con una mano trabajaban en la obra, y en la otra tenían la espada: Algunos


de los siervos hacían la obra de defender y otros hacían la obra de construir. Los
trabajadores tenían una espada al lado y la pala en sus manos para terminar el
trabajo. El reino de Dios es construido tanto con espada como con pala, una espada
para enfrentar a toda fuerza espiritual de maldad en lugares altos, y una pala para
hacer el trabajo de edificar al pueblo de Dios.

1.. (19-23) Se hacen planes para mantener una defensa lista.

Y dije a los nobles, y a los oficiales y al resto del pueblo: La obra es grande y
extensa, y nosotros estamos apartados en el muro, lejos unos de otros. En el
lugar donde oyereis el sonido de la trompeta, reuníos allí con nosotros;
nuestro Dios peleará por nosotros. Nosotros, pues, trabajábamos en la obra; y
la mitad de ellos tenían lanzas desde la subida del alba hasta que salían las
estrellas. También dije entonces al pueblo: Cada uno con su criado
permanezca dentro de Jerusalén, y de noche sirvan de centinela y de día en la
obra. Y ni yo ni mis hermanos, ni mis jóvenes, ni la gente de guardia que me
seguía, nos quitamos nuestro vestido; cada uno se desnudaba solamente para
bañarse.

a. La obra es grande y extensa, y nosotros estamos apartados en el muro,


lejos unos de otros: Nehemías sabía que tenían que mantenerse en comunicación
si querían terminar el trabajo. Las trompetas era una nueva forma de comunicación
para enfrentar el reto.

b. En el lugar donde oyereis el sonido de la trompeta, reuníos allí con


nosotros: Ellos se mantenían alertas para sonar la alarma al mínimo aviso. Ellos no
serían atrapados con la guardia baja.
c. Desde la subida del alba hasta que salían las estrellas: Ellos se dedicaron a la
obra con todo lo que tenían, trabajando duro desde el alba hasta que salían las
estrellas, incluso pasando la noche en el lugar de trabajo para proteger en caso de
ataque.

d. Y ni yo ni mis hermanos, ni mis jóvenes, ni la gente de guardia que me


seguía, nos quitamos nuestro vestido: Ellos conservaban sus ropas puestas todo
el tiempo porque no querían ser atrapados desprevenidos. Siempre estaban listos
para responder al sonido de la trompeta.

i. Los Cristianos necesitan estar armados con la misma actitud en la actualidad.


Necesitan estar siempre listos, siempre vestidos con la justicia de Jesucristo,
siempre vistiendo la armadura de Dios, listos para el sonido de esa trompeta final
que nos reunirá con nuestro Jehová.
ESTUDIO DEL LIBRO DE NEHEMIAS
Nehemías 1:1-6
El escritor

En el día de hoy, amigo oyente, vamos a estudiar el libro de Nehemías, y


al entrar en la lectura de este libro quisiéramos decir algunas palabras
sobre el escritor de este libro, algo sobre la persona de quién trata el relato.
El uso del pronombre en primera persona en Nehemías 1:1 da la impresión
de que Nehemías fuera el autor. Si Esdras fue el escritor, entonces copió
del diario de Nehemías. Ahora este libro, como en el caso del libro de
Esdras, incluyó copias de cartas, decretos, registros y otros documentos.
La conclusión es que el mismo autor escribió ambos libros y fue
probablemente Esdras. Los dos libros de Esdras y Nehemías figuran como
uno solo en el canon hebreo. Nehemías era un laico, mientras que Esdras
era un sacerdote. En el libro de Esdras, al leerlo antes, nos dimos cuenta
que el énfasis se ponía en la reedificación del templo. Ahora, en el libro de
Nehemías el énfasis recae sobre la reedificación del muro de la ciudad de
Jerusalén. En Esdras vimos el aspecto religioso del regreso del pueblo a su
tierra, mientras que aquí en el libro de Nehemías tenemos el aspecto
político. Esdras fue un buen representante del sacerdote y del escriba; y
Nehemías fue el noble representante del hombre de negocios. Nehemías
tenía un cargo muy importante en la corte del poderoso rey de Persia,
Artajerjes. Pero su corazón estaba con el pueblo de Dios en Jerusalén, y
con el programa de Dios para Jerusalén. Y quisiéramos destacar que la
principal característica de este libro es su aspecto personal. Estamos
seguros que usted recibirá una gran bendición mediante este estudio y la
lectura de este libro.

La fecha
Cronológicamente, este es el último de los libros históricos del Antiguo
Testamento. Considerando el factor histórico, llegamos con este libro al
final de una línea. En lo que concierne a la historia de los judíos, el Antiguo
Testamento no llegó más lejos. El libro de Esdras retomó el hilo de la
historia unos setenta años después del Segundo Libro de Crónicas. Los
setenta años de la cautividad habían terminado, y un remanente regresó a
la tierra de Israel. El regreso bajo la dirección de Esdras ocurrió unos
cincuenta años después del regreso bajo Zorobabel; y Nehemías regresó
unos quince años después de Esdras. Por supuesto que todas estas cifras
de años que mencionamos son sólo aproximadas y las presentamos para
dar una idea de las diferentes etapas de la historia de Israel después de la
cautividad. Esto nos permite ver cómo las setenta semanas de Daniel
encajan en el contexto general de una manera normal y razonable. Estas
setenta semanas comenzaron en el libro de Nehemías, y no en el de Esdras.
En el capítulo 9 de Daniel, versículo 25 leemos: "Sabe, pues, y entiende,
que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta
el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas" y los
antecedentes históricos para los hechos de Nehemías la encontramos en la
parte final del versículo, donde dice: "se volverá a edificar la plaza y el
muro en tiempos angustiosos".

Ahora, volviendo a Nehemías, y si usted quiere tener algunas fechas más


o menos exactas, podemos decir que el decreto de Ciro fue promulgado en
el año 536 A.C. y eso lo encontramos en el Libro de Esdras, capítulo 1,
versículo 4. Luego el decreto de Artajerjes fue emitido en el año 445 A.C.
(en el vigésimo año de su reinado). A partir de ese momento se empezarían
a contar las "setenta semanas". Y eso lo podemos leer en el segundo
capítulo de Nehemías, en los primeros ocho versículos. Y las primeras siete
semanas mencionadas en Daniel 9 finalizarían en el año 397 A.C. y eso lo
vemos en Malaquías. Y luego notamos que a través de esta profecía, uno
podría indicar claramente el período de tiempo que pasaría hasta el
nacimiento del Mesías.

Versículos clave

Si tuviéramos que escoger dos de ellos, elegiríamos Nehemías 1:4 y 6:3.


Nehemías 1:4 dice: "4Cuando oí estas palabras me senté y lloré, hice duelo
por algunos días, ayuné y oré delante del Dios de los cielos". Y 6:3, nos
dice: "3Entonces envié mensajeros para decirles: Estoy ocupado en una
gran obra y no puedo ir; porque cesaría la obra si yo la abandonara para ir
a vosotros.

Ahora vamos a presentar un breve


Bosquejo general

Para tener una visión panorámica del libro.

I. Reedificación de las murallas, capítulos 1 al 7.

1. La oración de Nehemías por el remanente en Jerusalén, capítulo 1.

2. El pedido de Nehemías al rey; retorno a Jerusalén; inspección de las


ruinas de Jerusalén, capítulo 2:1-16.

3. El ánimo de Nehemías para reedificar las murallas, capítulo 2:17-20.

4. Reedificación de las murallas y puertas, capítulo 3.

5. La respuesta de Nehemías a la oposición, capítulos 4 al 6. La conclusión


de las murallas, 6:15.

6. El registro del pueblo realizado por Nehemías, capítulo 7.

II. Renovación y reforma, capítulos 8 al 13.

1. Gran lectura de la Biblia conducida por Esdras, capítulo 8.

2. Renovación, el resultado, capítulos 9 y 10.

3. La reforma, otro resultado, capítulos 11 al 13.

Llegamos así a

Nehemías 1:1-6

El tema del primer capítulo gira alrededor de la oración de Nehemías por el


remanente en Jerusalén. El pueblo de Israel había sido llamado para ser un
testigo en contra de la idolatría pero, con demasiada frecuencia, fracasó y
los israelitas se hicieron idólatras. Dios había advertido a Su pueblo a través
de los profetas, de los resultados inevitables de la adoración de los ídolos.
Y ellos seguían rompiendo la ley, quebrantando la ley, hasta que finalmente
ya no hubo más remedio. Entonces Dios permitió que fueran conducidos a
la cautividad en Babilonia, que era la fuente de la idolatría. Allí, a fuerza de
hartarse de los ídolos de Babilonia, aprenderían la lección y Dios permitiría
que regresaran repudiando la idolatría. Sin embargo, su restauración
espiritual resultaría incompleta. Y no serían completamente libres a partir
de este tiempo, en este período que abarca hasta el momento de la llegada
del Imperio Romano.
Hubo tres hombres que desempeñaron papales importantes en la
reedificación de Jerusalén. Zorobabel, el príncipe, que representó el aspecto
político. Después vimos a Esdras, el sacerdote, y finalmente Nehemías, el
hombre laico, no religioso. Como resumen histórico diremos que el rey, el
sacerdote, el profeta habían fracasado en la reedificación de los muros de
Jerusalén y en la limpieza del templo. Así que Dios levantó a un hombre a
quien nosotros designamos como laico. Y creemos francamente que ésta
es una distinción desafortunada, y es algo que hacemos a menudo en
nuestros días; siempre distinguimos de forma categórica entre los
creyentes dedicados a pleno tiempo al Señor y los laicos. Y la verdad es
que unos son parte de los otros, y necesitamos a ambos y no es necesario
establecer una diferencia tan marcada, desde el punto de vista de su
efectividad en el desarrollo de la obra cristiana.

Aquí vemos entonces que un laico reedificó los muros de Jerusalén e hizo
una limpieza en el templo. Y creemos que aún en nuestros días Dios puede
y levanta a personas que tienen ocupaciones profesionales, fuera del
ámbito religioso, para hacer grandes obras y para desarrollar Su obra sobre
una base segura.

Si examinamos bien a este hombre, Nehemías, veremos que él creía en


vigilar y trabajar, y también creía en trabajar y orar. Vigilar y orar, o
podríamos decir también, trabajar y orar, fueron las palabras que
caracterizaron a este hombre. Nehemías tenía un buen trabajo en Susa, la
capital de Persia. Era un funcionario del gobierno. Él era el copero del rey.
Los coperos asistían al rey en las comidas, sirviéndoles el vino. Eran
personas de mucha confianza, que a veces actuaban como consejeros del
rey. Podía haber permanecido en la capital del reino ya que era un hombre
bueno, honrado, honesto. Pero él nunca habría aparecido en el Libro de
Dios, ni habría sido usado por Dios si hubiera permanecido en esa posición.
Y quisiéramos que usted, estimado oyente, observe algunos de los rasgos
que destacaron a este hombre, a medida que avanzamos en nuestro
estudio.

Recordemos que los primeros siete capítulos de Nehemías tenemos la


reedificación de los muros de la ciudad. Y en los capítulos 8 al 13, tenemos
la renovación y la reforma.

Nehemías 1

El primer párrafo de nuestro estudio, en el capítulo 1, podría titularse

La preocupación de Nehemías por el remanente de Jerusalén


Vemos en el primer capítulo la oración de Nehemías por el remanente en
Jerusalén. Leamos los primeros dos versículos del primer capítulo de
Nehemías:

"Palabras de Nehemías hijo de Hacalías. Aconteció en el mes de Quisleu,


en el año veinte, que estando yo en Susa, capital del reino, vino Hanani,
uno de mis hermanos, con algunos hombres de Judá. Entonces les pregunté
por los judíos que habían escapado, los que se habían salvado de la
cautividad, y por Jerusalén".

Ahora, cuando escribió esta frase: aquellos que habían escapado, se estaba
refiriendo a aquellos que habían regresado a la tierra. Ahora, Nehemías
podía haber regresado a su tierra pero, por alguna razón no lo hizo. Él tenía
un buen empleo, y no lo vamos a criticar por eso, por la sencilla razón de
que Dios usa a hombres como él, y Dios usó a Nehemías.

Este hombre con un cargo tan alto, tenía una gran inquietud por la obra de
Dios. Él estaba muy preocupado por la causa de Dios. Un día que estaba
ocupado en sus tareas en el palacio, en sus actividades diarias, al dirigirse
de un lugar a otro se encontró de pronto con uno de sus hermanos que
acababa de llegar de Jerusalén, y que probablemente traía algún mensaje
al palacio. Y Nehemías se detuvo junto a él y le preguntó: "¿Qué tal, cómo
van las cosas en Jerusalén? Y ésta fue la respuesta que recibió. Leamos el
versículo 3:

"Ellos me dijeron: El resto, los que se salvaron de la cautividad, allí en la


provincia, están en una situación muy difícil y vergonzosa. El muro de
Jerusalén está en ruinas y sus puertas destruidas por el fuego".

Y no fue una imagen muy agradable la que recibió. Vemos que el pueblo
de Dios y la causa de Dios se encontraban en una situación lamentable. Los
judíos estaban desprestigiados porque como pueblo de Dios habían
fracasado, y Dios no podía dejar que esto ocurriera. Desafortunadamente
nosotros tampoco podemos dejar que eso suceda hoy. Y vemos aquí que
este hombre Nehemías estaba muy preocupado e inquieto por el informe
que había recibido. Podría haber reaccionado de diversas maneras. Por
ejemplo, podría haber dicho: "Bueno, eso es muy triste, lo siento mucho y
voy a orar por este problema". Pero lo importante aquí es que él estaba
muy interesado en lo que estaba ocurriendo. Cuando él recibió este
mensaje reacciona de una manera que nos sirve de ejemplo. Veamos lo
que dijo aquí el versículo 4, que inicia un párrafo dedicado a

La oración de Nehemías
"Cuando oí estas palabras me senté y lloré, hice duelo por algunos días,
ayuné y oré delante del Dios de los cielos".

Hay varias cosas a las que queremos dirigir nuestra atención en este
versículo de una manera especial. Nehemías no era indiferente a la triste
condición del pueblo; tampoco era una persona a la que le gustaba criticar.
Él lo podía haber hecho; podría haber dicho: "Bueno, ellos deberían haber
hecho eso o aquello, o lo tendrían que haber hecho de esta otra manera".
Podemos apreciar que él no procedió de esa forma. Nehemías estaba muy
preocupado por la situación y era algo que le afectaba de una manera muy
personal. Aquí encontramos lo mismo que habíamos visto antes en el libro
de Esdras, recordemos su reacción ante la condición del pueblo de Dios.
Esdras era un sacerdote, y era una persona que se sentía comprometida y
preocupada por la situación. Aquí, en Nehemías, tenemos ahora a un laico,
a un funcionario civil que también se sentía implicado en el problema.

Hoy en día, la causa de Dios se encuentra en peligro. Y nos preguntamos


si aquellos que se ponen a criticar las cosas ¿se sienten verdaderamente
implicados en lo que está sucediendo? Si lo que alguien está criticando no
le duele en su corazón, debería dejar de criticar. A veces se habla
demasiado, pero no se derraman lágrimas. Nadie puede ser un verdadero
mensajero de Dios si el mensaje no le causa una angustia personal.

Mientras que Esdras era un hombre mayor, creemos que Nehemías era un
joven. Anteriormente sugerimos que Esdras probablemente era un niño
pequeño en el momento de la cautividad, pero creemos que Nehemías
había nacido en la cautividad, como muchos otros. Y ésa fue la razón por
la cual cuando estudiamos el libro de Esdras, no criticamos a aquellas
personas que habían decidido quedarse en Babilonia. Aunque estaban fuera
de la voluntad de Dios (esto era obvio y lo podemos apreciar claramente
en el libro de Ester) entre ellos había personas muy fieles a Dios que no
regresaron a la tierra. El apóstol Pablo en su carta a los Romanos, capítulo
14, versículo 4, dijo: "¿Tú quién eres, que juzgas al criado de otro? Para su
propio señor está en pie, o cae". Por tanto, estimado oyente, ni usted ni yo
tenemos ningún derecho de juzgar a esa gente. Debemos tener mucho
cuidado cuando juzgamos o criticamos a otros creyentes, especialmente
cuando no tenemos conocimiento de todas las circunstancias.

Se nos dice aquí que Nehemías se sentó y lloró. Ahora, él estaba ocupado
en sus asuntos de Estado, pero esto no evitó que él se sentara y llorara.
También leemos que dijo: "hice duelo por algunos días, y ayuné y oré
delante del Dios de los cielos". Ésta fue la fuente de recursos de aquellos
hombres, como él y Esdras: El presentar su angustia delante de Dios y orar.
Y nuevamente quisiéramos dirigir su atención aquí a esta expresión el Dios
de los cielos, que apareció primeramente en el Libro de Esdras, luego se
repitió aquí en Nehemías, y luego, podremos observarla en el Libro de
Daniel. Fue una expresión peculiar a estos tres libros. Después de la caída
y destrucción de Jerusalén, Dios no pudo ser identificado con el Templo,
como el que se encontraba entre los querubines. Su gloria había partido y
la palabra "Icabod" (que significa ¿dónde está la gloria?) fue escrita en el
escudo de armas de Israel. El profeta Ezequiel vio la gloria del Señor salir
del templo, que se retiraba sobre el muro de la ciudad, y luego se posaba
momentáneamente sobre la cima del monte de los Olivos, y luego se
elevaba hacia el cielo. No volvió a aparecer hasta esa ocasión en Belén,
según el relato de Lucas 2:14, cuando el ángel dijo: "Gloria a Dios en las
alturas" por Él está allí. Cristo vendría a la tierra en forma de hombre, y Su
gloria estaba encubierta. Pero un día Él regresará. Y el Señor Jesucristo
mismo dijo: "Entonces aparecerá la señal del Hijo de Hombre en el cielo; y
entonces todas las tribus de la tierra harán duelo, y verán al hijo del
Hombre que viene sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria".
(Mt.24:30) Y no sabemos cuál será esa señal. Pero tenemos la impresión
de que podría ser la gloria de Dios regresando. Pero en el tiempo de
Nehemías, Él es el Dios de los cielos y Nehemías se dirigió a Dios de esa
manera. Ésta fue una gran oración, y luego tendremos otra en el capítulo
9. Pero aquí en el versículo 5 él dijo:

"Y le dije: Te ruego, Señor, Dios de los cielos, fuerte, grande y temible, que
guardas el pacto y tienes misericordia de los que te aman y guardan tus
mandamientos"

Detengámonos aquí por un momento, porque esta palabra temible que se


menciona aquí, se ha usado muchas veces de una manera equivocada. Esta
palabra, que equivale a "reverendo" era el nombre que se le daba a los
ministros religiosos anteriormente cuando se les tenía en alta estima en su
comunidad, lo cual ya no ocurre en nuestro tiempo. En otros tiempos,
entonces, era una expresión de respeto, aunque era un nombre
inapropiado. Pero en realidad quiere decir el reverendo Dios, "el Dios
temible", que causa temor. Pero también, como dice este versículo 5, es el
Dios que guarda el pacto y tiene misericordia de aquellos que le aman y
obedecen sus mandamientos. Es Dios de juicio, pero también es un Dios
amante que muestra Su gracia y Su misericordia. Y continuó Nehemías su
oración diciendo en el versículo 6:
"esté ahora atento tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración de tu
siervo, que hago ahora delante de ti, día y noche, por los hijos de Israel,
tus siervos. Confieso los pecados que los hijos de Israel hemos cometido
contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado".

Observemos el vocabulario de Nehemías en esta oración. ¿Acaso dijo el "los


pecados que ELLOS han cometido contra Ti?" No. Nehemías dijo: "Los
pecados que hemos cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos
pecado". Nehemías sí que fue directamente al grano, estimado oyente.
Dijo: "Yo soy un pecador. La casa de mi padre ha pecado. La nación ha
pecado". ¿Cuántas veces hemos escuchado esta clase de confesión de
pecado en círculos cristianos? O sea que Nehemías se identificó totalmente
con la gente, con los que habían pecado.

Es importante destacar que en su oración, Nehemías hizo una confesión


concreta: que el fracaso de los judíos se debió al pecado. Él no actuó como
en el Nuevo Testamento actuarían los Fariseos, como simples espectadores
del pecado de los demás, y que no reconocían el suyo propio.

Y así como Su presencia se alejó del pueblo que se volvió idólatra y cayó
en el pecado, Dios permanece alejado del pecador a causa de su rebelión.
Es que hasta que una persona se vea delante de Dios tal como es, es decir,
hasta que reconozca que es un ser pecador, no podrá establecer una
relación con Él. Porque ante los demás podemos ocultar nuestros
pensamientos y, hasta cierto punto, nuestras acciones. Pero Dios ve el
interior de todos y ante Él sólo podemos expresar la verdad. Por ello, al que
se acerca a Dios humildemente, con esa actitud de sinceridad, recociendo
por la fe su necesidad de la gracia y misericordia de Dios, y la suficiencia
de la obra de Cristo en la cruz a favor suyo, Dios le recibe como Hijo, le
concede el perdón, la salvación, la vida eterna. Y entonces, Su Espíritu
comienza a transformarle en una nueva persona, en la cual pueda brillar la
luz y el resplandor de la gloria de Dios.
Nehemías 6:1-19

En nuestro programa anterior finalizamos la lectura del capítulo 5.


Nehemías había encontrado toda clase de oposición que uno pudiera
imaginar en la reedificación de los muros de Jerusalén. Satanás había
estado muy activo y había puesto en su camino toda clase de obstáculos
que pudieran causar que él fracasara en su propósito. El enemigo está
haciendo lo mismo con nosotros en el día de hoy. La única diferencia es
que en nuestra experiencia él muchas veces tiene éxito y nosotros
fracasamos. Dios no quiere que nosotros fracasemos y ha provisto todo lo
necesario para que no seamos vencidos, y sin embargo lo somos. Ahora,
en el caso de Nehemías no fue así.

Llegamos, pues, al capítulo 6. Y aquí veremos que, a pesar de la astuta


oposición, la muralla quedaría terminada. Vimos en nuestro programa
anterior, que él no estaba recibiendo un sueldo; era una persona que no
buscaba nada para sí mismo y estaba haciendo un gran sacrificio para
reedificar el muro de la ciudad. Luego, él se dio cuenta que algunos de sus
hermanos de raza, especialmente aquellos de alto rango, se habían
dedicado al negocio de los bienes inmuebles, así como al de los préstamos.
Estaban ganando dinero mientras se aprovechaban del sufrimiento de las
demás personas y de las dificultades económicas que ellas tenían para
sobrevivir. Y como resultado, este problema hizo enfadar mucho a
Nehemías, pero él pudo arreglar este asunto y lo hizo de una manera muy
directa, enfrentándose con el problema y exponiéndolo en público.

En este capítulo vemos los acontecimientos que culminaron con los últimos
trabajos de reedificación del muro. Comencemos nuestra lectura Bíblica de
hoy leyendo el primer versículo de este capítulo 6 de Nehemías:

"Cuando oyeron Sanbalat, Tobías, Gesem el árabe y los demás de nuestros


enemigos que yo había edificado el muro, y que no quedaba en él brecha
alguna (aunque hasta aquel tiempo no había puesto las hojas de las
puertas)"

Observemos aquí la honestidad de Nehemías. Reconoció que aún no había


colocado las puertas en su sitio. Era como Natanael, de quien se nos habla
en Juan 1, porque en él no había engaño. Es decir, él no trataba de ser
sutil, listo. En esto, también, fue un ejemplo para muchos cristianos en el
día de hoy que, a veces, rinden cuentas de su labor solo parcialmente,
ocultando aspectos de su trabajo que quizás no les favorezcan, lo cual
revela personalidades que no son transparentes, creyentes que no se
expresan con sinceridad. No comunican toda la verdad. Se sienten más
seguros reservándose para sí una parte de la información.
El Dr. McGee dice que él apreció mucho lo que su médico hizo por él. Este
médico es un creyente y cuando sospechó que el Dr. McGee tenía cáncer,
se lo dijo directamente. El médico le dijo: "Dr. McGee, le voy a decir la pura
verdad directamente, porque si no lo hago así, usted no va a tener
confianza en mí". Y eso fue lo que hizo, él siempre presentó las cosas tal
cual eran. Cuando él pensaba que ya no había esperanza alguna para el Dr.
McGee a causa de la enfermedad, honradamente se lo dijo. No trató de
decir una cosa por otra, ni trató de ocultar la verdad. Lo dijo tal cual era, y
uno, estimado oyente, siempre puede apreciar esta conducta. Esto es algo
necesario en la actualidad, en los negocios, en las relaciones sociales, y
también hace mucha falta, y de manera muy especial, en la esfera de la
iglesia, entre los cristianos. Estas relaciones deberían estar caracterizadas
por la sinceridad, la transparencia. Esta conducta promueve y va
desarrollando la confianza, así como el afecto entre los creyentes.

Como hemos leído, cuando los enemigos, Sanbalat, Gesem, Tobías y otros,
oyeron que las obras de la muralla se habían completado, Nehemías
admitió honestamente, que el informe que había trascendido era un poco
exagerado. Como vimos, las puertas aún no habían sido colocadas en su
lugar. Por ello hemos destacado la honestidad de Nehemías. Él dijo las
cosas como eran. Leamos ahora los versículos 2 y 3:

"Sanbalat y Gesem enviaron a decirme: Ven y reunámonos en alguna de


las aldeas en el campo de Ono. Pero ellos tramaban hacerme daño.
Entonces envié mensajeros para decirles: Estoy ocupado en una gran obra
y no puedo ir; porque cesaría la obra si yo la abandonara para ir a
vosotros".

Los enemigos habían invertido sus tácticas. Ya que no habían podido


detener el trabajo, propusieron reunirse con Nehemías para llegar a una
solución negociada. Su intención, por supuesto, no era el bienestar de
Nehemías. Este es el antiguo método satánico que aconseja que si no
puedes vencer a tu enemigo, únete a él.

Y así fue como Nehemías rechazó la invitación, porque como él mismo dijo,
"tramaban hacerme daño". Probablemente estaban planeando matarle.
Nehemías pensó que no tenía sentido discutir detalles con el enemigo;
simplemente envió mensajeros diciéndoles que estaba muy ocupado en una
obra muy importante y que no podría ir a verlos porque si abandonaba sus
tareas, entonces el trabajo se detendría. O sea, que Nehemías se negó a
llegar a un compromiso con sus enemigos, a una solución negociada.
Hay quienes quieren que la Iglesia contemporice con sus adversarios y
entre en un terreno de componendas, acuerdos y concesiones. Ellos
piensan que quizá uno es demasiado dogmático e intolerante si no accede
a reunirse con quienes discrepan en lo esencial. Y en realidad, uno sólo
debería tratar con aquellos que se reúnen alrededor de la persona de Cristo,
pero no con adversarios que intenten acercar posiciones por la vía de la
negociación en la cual, cada una de las partes va cediendo hasta coincidir
con la otra. Más bien, preferimos reunirnos con quienes crean en la Palabra
de Dios, en la deidad de Cristo, y acepten el hecho de que Él murió por
nuestros pecados y resucitó de los muertos, indiferentemente de la etiqueta
que usen para identificarse. El nombre es secundario si hay coincidencia en
las creencias básicas de la fe cristiana, basadas en la Biblia. Y Nehemías
estaba llevando a cabo una buena obra y no tenía tiempo para abandonar
su misión y perder el tiempo con sus enemigos. Prosigamos adelante ahora
con el Libro de Nehemías. Y leemos lo siguiente aquí en los versículos 4 y
5, de este capítulo 6 de Nehemías:

"Cuatro veces me enviaron mensajes sobre el mismo asunto, y yo les


respondí de la misma manera. Entonces Sanbalat me envió a su criado para
decir lo mismo por quinta vez, con una carta abierta en su mano"

Podemos ver que el enemigo fue persistente. Y siempre lo ha sido. ¿Acaso


querían ellos realmente, tener una actitud amistosa con Nehemías y llegar
a una solución negociada? La verdad es que la presencia de Nehemías era
desesperadamente necesaria en Jerusalén para completar la edificación de
la muralla. La carta del enemigo estaba redactada en un lenguaje cortés
pero, en realidad, era como un anzuelo con su carnada. Observamos que
la carta contenía una amenaza. Leamos el versículo 6:

"en la carta estaba escrito: Se ha oído entre las naciones, y Gasmu lo dice,
que tú y los judíos pensáis rebelaros y que por eso edificas tú el muro, con
la mira, según estas palabras, de ser tú su rey"

Este hombre Gasmu parece que siempre está con nosotros. Era el peor de
ellos en lo que a chismes se refiere. Se lo menciona también como Gesem.
Hemos descubierto que a veces, la persona capaz de llevar los peores
chismes es un hombre y no una mujer.

La carta, que acusaba a Nehemías de rebelarse contra Persia y fundar un


estado separado, fue hecha pública enviándola o leyéndola públicamente.
Fue preparada para desanimar a aquellos que estaban trabajando en la
muralla. Y acusaba a Nehemías de querer convertirse en un rey.
Continuemos leyendo el contenido de la carta en el versículo 7:
"y que has puesto profetas que, refiriéndose a ti, proclamen en Jerusalén:
¡Hay rey en Judá! Estas palabras van a llegar a los oídos del rey; ven, por
tanto, y consultemos juntos".

Vemos que no sólo le acusaron de reclamar un reino, sino también de


reclutar profetas que apoyasen sus demandas. Éstas fueron, pues,
perversas calumnias difundidas sobre Nehemías. La carta indicaba que ellos
querían averiguar si estas noticias eran realmente ciertas, porque querían
informar al rey sobre ellas. De esta manera presionaban a Nehemías para
que se reuniera con ellos. Continuemos leyendo el versículo 8:

"Entonces envié yo a decirle: No hay nada de lo que dices, sino que son
invenciones de tu corazón".

La reacción de Nehemías ante el enemigo fue, como vemos, decirle que no


había nada de cierto en esos rumores, sino que éstos eran producto de su
imaginación. Fue una manera elegante de llamarlo mentiroso. Y dice el
versículo 9:

"Porque todos ellos nos amedrentaban, diciendo: Se debilitarán las manos


de ellos en la obra, y no será terminada. ¡Ahora, pues, oh Dios, fortalece
tú mis manos!"

Al hacerle frente a este problema, Nehemías recurrió al Señor, consciente


de los grandes esfuerzos del enemigo para detener la obra de reedificación.
Y entonces, le pidió fuerzas para continuar resistiendo. Y continuó el relato
diciendo en los versículos 10 y 11:

"Después fui a casa de Semaías hijo de Delaía hijo de Mehetabel, porque


estaba encerrado. Él me dijo: Reunámonos en la casa de Dios, dentro del
Templo, y cerremos las puertas, porque vienen a matarte; sí, esta noche
vendrán a matarte. Pero yo le respondí: ¿Un hombre como yo ha de huir?
¿Y quién, que fuera como yo, entraría al Templo para salvarse la vida? No
entraré".

Semaías, que era un falso profeta, fingió tener un gran interés en la


seguridad de Nehemías. Dijo que quería revelarle una conspiración contra
la vida del gobernador. El templo era el único lugar donde Nehemías estaría
seguro. Y le estaba sugiriendo un acto cobarde. Pero no tuvo en cuenta la
percepción espiritual de Nehemías. Leamos entonces los versículos 12 al
14:
"Reconocí que Dios no lo había enviado, sino que decía aquella profecía
contra mí porque Tobías y Sanbalat lo habían sobornado. Pues fue
sobornado para intimidarme, para que así yo pecara. Ellos aprovecharían
esto para crearme mala fama y desprestigiarme. ¡Acuérdate, Dios mío, de
Tobías y de Sanbalat, conforme a estas cosas que hicieron; también
acuérdate de la profetisa Noadías y de los otros profetas que procuraban
infundirme miedo!"

Podemos ver que Nehemías se encontraba en medio de complots y planes


para destruirle. Bien, él se ocupó de esas personas que fingían ser sus
amigos, pero aun así se encontraba en una posición difícil. Estaba entre la
espada y la pared. Apenas se daba vuelta, se encontraba en medio de otra
conspiración; pero al verse en esa situación recurrió a Dios. Porque aquella
tierra estaba soportando otra vez la maldición de la existencia de falsos
profetas. Daba la impresión de que ellos eran los enemigos más resueltos
de los siervos de Dios. Continuemos leyendo el versículo 15:

"Fue terminado, pues, el muro, el veinticinco del mes de Elul, en cincuenta


y dos días".

Y así fue que sin toque de trompetas, ni el esplendor de grandes


ceremonias, se terminó el trabajo de reedificación de las murallas. Dice el
versículo 16:

"Cuando lo oyeron todos nuestros enemigos, temieron todas las naciones


que estaban alrededor de nosotros; se sintieron humillados y reconocieron
que por nuestro Dios había sido hecha esta obra".

Esta gigantesca obra quedó concluida en cincuenta y dos días. Podemos


imaginarnos la rabia y frustración que habrán sentido los enemigos de los
judíos al ver edificado el muro, sin que les hubieran valido para nada los
intentos para impedirlo. Envidiaron entonces la prosperidad que esa obra
les traería a los pobladores de Jerusalén, y el éxito y el prestigio que la
conclusión de esa obra les traería ante las demás naciones. Sólo Dios podía
haber llevado a cabo esta empresa por medio de ellos. Pero aunque la
muralla estaba terminada, la situación para Nehemías y los suyos aún era
peligrosa y los problemas no se habían terminado. Leamos los versículos
17 al 19:
"En aquellos días los principales de Judá enviaban muchas cartas a Tobías
y recibían las de éste. Porque muchos en Judá se habían aliado con él, pues
era yerno de Secanías hijo de Ara; y Johanán su hijo había tomado por
mujer a la hija de Mesulam hijo de Berequías. También contaban delante
de mí las buenas obras de Tobías, y a él le referían mis palabras. Y Tobías
enviaba cartas para atemorizarme".

Todavía le quedaba a Nehemías pasar por una amarga experiencia. Durante


todo este tiempo había aquellos del pueblo, que eran amigos de los
enemigos de Dios y mantenían, en una actitud que constituía una verdadera
traición, correspondencia con Tobías. Se trataba nada menos que de los
nobles, o sea los más importantes de Judá, que se dejaron manipular por
los enemigos de Dios, que continuaban mostrando su oposición. Al
participar en esta secreta conspiración, no hacían otra cosa que favorecer
a los intereses de los enemigos de Israel y ocasionar la ruina de su propio
país. Dice en este versículo 18 que habían jurado lealtad a Tobías.
Evidentemente tanto Tobías como su hijo se habían casado con mujeres de
Israel. Tobías se había unido en matrimonio con la hija de uno de esos
nobles. Y como éste, probablemente se produjeron otros matrimonios
mixtos entre israelitas y extranjeros. Parece que éste fue el resultado de
que, durante todo este tiempo, había habido una relación amistosa
encubierta entre algunos de Judá y los enemigos de Dios. Y Tobías tenía
"oídos" o informantes oficiosos dentro de las murallas de Jerusalén, que le
informaban sobre todo lo que Nehemías decía o hacía. Y Tobías también
tenía parientes o amigos que le contaban a Nehemías lo bien que actuaba
Tobías, tratando de realzar su imagen. Actuaban como oficiales de enlace,
llevando cuentos de un lado a otro. Lo que estaba claro que este Tobías era
un intrigante. Y él y sus secuaces aun tenían la desvergüenza de intentar
que Nehemías se hiciera amigo de él. Y todas estas intrigas le crearían a
Nehemías más problemas.

Y estos incidentes, que parecían no tener fin, nos conducen ahora, al


séptimo capítulo de Nehemías, que desarrollaremos en nuestro próximo
programa. Dicho capítulo finalizará esta extensa sección que comenzó en
al capítulo 1 y que en nuestro Bosquejo General lleva el título de la
"Reedificación de las murallas".

Luego de haber finalizado la reedificación de los muros, uno debe recordar


que al mismo tiempo se encontraban profetizando dos profetas: Hageo y
Zacarías. Y durante este período la Palabra de Dios sería leída al pueblo, y
como resultado llegaría un movimiento de renovación espiritual, que
produciría grandes reformas en la vida de la nación.
Una vez completadas las obras de reedificación de la muralla, le gente
comenzaría a proteger la ciudad de Jerusalén. Muchas de las casas ya se
habían construido pero aun así, dentro de la ciudad todavía quedaba mucho
trabajo por hacer. Los pobladores tenían que limpiar muchas zonas y
eliminar los escombros que se habían acumulado. Era importante organizar
cuanto antes la protección porque al enemigo que había tratado de frustrar
la reedificación del muro podría pensar en destruir la ciudad. Por otra parte,
nos llama la atención la obstinación y la persistencia de los enemigos de
Dios y de Su Palabra. Parece que tras cada fracaso, volvían a conspirar con
renovados esfuerzos. Podríamos decir que, inconscientemente, ellos
estaban preparando el escenario para resaltar públicamente la autoridad y
el poder de Dios. Y es como si Dios hubiera permitido que llegaran al colmo
de su astucia, y que movilizaran sus mejores aliados y recursos para
destruir Sus planes y propósitos, hasta el extremo de permitirnos ver la
situación de indefensión y vulnerabilidad de aquel pueblo que se esforzaba
por levantar la muralla. Pero al mismo tiempo hemos visto la constancia y
firmeza de un líder que se apoyaba en Dios y en Sus promesas. Y hemos
comprobado que el poder de Dios es mayor que todas las fuerzas de Sus
enemigos, y que la sabiduría que Él dio a Sus siervos, malogró tramas
urdidas con la mayor astucia que nos podríamos imaginar, planes en los
que incluso participaron traidores del pueblo de Israel. O sea que,
paradójicamente, los enemigos de Dios lograron hacer resaltar el poder de
Dios de una manera extraordinaria. En este sentido, recordemos que,
después de haber comparado la sabiduría y el poder humano, con la
sabiduría y el poder de Dios, San Pablo concluyó en 1 Corintios 1:25, que
lo que en Dios puede parecer una necedad, es mucho más sabio que la
sabiduría humana; y que lo que en Dios puede parecer una debilidad, es
más fuerte que toda fuerza humana. Estimado oyente, en medio de una
generación que exalta la ciencia y sabiduría humana hasta el punto de
intentar desplazar a la sabiduría que proviene de Dios, diremos que Dios
tiene la última palabra. Y en una generación que exalta el poder y los
medios humanos para solucionar los males de la humanidad, y para evitar
que los seres humanos se destruyan entre sí, Dios también tiene la última
palabra al respecto. Porque Dios se complace en demostrar hoy su poder y
sabiduría, que son evidentes en el mensaje del Evangelio. Porque, como
dijo también San Pablo, el Evangelio es el poder de Dios para la salvación
de todo el que cree. Y creer, ¿en quién? En el Señor Jesucristo como
Salvador. Estimado oyente, le invitamos a experimentar el poder de Dios
para concederle el perdón y la vida eterna, y la sabiduría de la Palabra de
Dios aplicada a su vida diaria mediante la obra del Espíritu Santo, para
transformar su vida en esta tierra en una vida significativa, en una vida que
merezca la pena vivir.
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Nehemías 1:7 - 2:16

Regresamos hoy, amigo oyente, al primer capítulo de este libro de


Nehemías. Y vamos a comenzar nuestra lectura en el versículo 7. En
nuestro programa anterior, dejamos esta parte de la oración de Nehemías.
Usted recordará que Nehemías era el copero del rey, tenía un puesto
político, era un funcionario del gobierno. En cierta ocasión se encontró a
uno de sus hermanos de raza que había venido de Jerusalén y éste le contó
que las cosas estaban en una situación terrible, que había mucha aflicción,
que la gente estaba desanimada. Y este hombre Nehemías se sentó y
comenzó a llorar, y estuvo varios días ayunando y orando. Al terminar el
programa anterior estábamos leyendo la oración que dirigió a Dios. Y
concluimos leyendo el versículo 6, en el que observemos el vocabulario de
Nehemías en esta oración. ¿Acaso dijo él "los pecados que ELLOS han
cometido contra Ti?" No. El dijo: "Los pecados que hemos cometido contra
ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado". Nehemías sí que fue
directamente al grano, estimado oyente, diciendo: "Yo soy un pecador. La
casa de mi padre ha pecado. La nación ha pecado". ¿Cuántas veces hemos
escuchado esta clase de confesión de pecado en círculos cristianos? O sea
que Nehemías se identificó totalmente con la gente, con los que habían
pecado.

Es importante destacar que en su oración, Nehemías hizo una confesión


concreta: que el fracaso de los judíos se debió al pecado. Él no actuó como
en el Nuevo Testamento actuarían los Fariseos, como simples espectadores
del pecado de los demás, y que no reconocían el suyo propio.

Ahora, notemos lo que dijo aquí en el versículo 7, de este capítulo 1:

"En extremo nos hemos corrompido contra ti y no hemos guardado los


mandamientos, estatutos y preceptos que diste a Moisés, tu siervo".

Ahora, al leer estas palabras podemos ver que Nehemías creía en la Palabra
de Dios. Confiaba en ella; conocía la Palabra de Dios. Este hombre estaba
muy preocupado porque los mandamientos de Dios estaban siendo
ignorados. Y continuó aquí en el versículo 8, diciendo:

"Acuérdate ahora de la palabra que ordenaste a Moisés, tu siervo, diciendo:


Si vosotros pecáis, yo os dispersaré por los pueblos"

Podemos apreciar que él no sólo creía en la Palabra de Dios sino que


también creía en el regreso de los judíos a Jerusalén. Ahora, tomemos nota
lo que dice aquí el versículo 9:
"pero si os volvéis a mí y guardáis mis mandamientos y los cumplís, aunque
vuestros desterrados estén en los confines de los cielos, de allí los recogeré
y los traeré al lugar que he escogido para hacer morar allí mi nombre".

Nehemías le dijo al Señor: "Señor, Tú dijiste que nos ibas a dispersar si


nosotros desobedecíamos y así sucedió. Ahora, Tú también dijiste que si
nos volvíamos a Ti, es decir, si regresábamos y confiábamos en Ti, que
aunque hubiéramos sido dispersados hasta los confines de los cielos, que
de allí nos recogerías y nos traerías de regreso a la tierra prometida".
Podemos comprobar aquí que él creía que ellos iban a regresar a su tierra,
y estaba contando con ello, y por ese motivo oraba de esta manera.
Escuchemos ahora lo que dicen los versículos 10 y 11, de este capítulo 1
de Nehemías:

"Ellos, pues, son tus siervos y tu pueblo, los cuales redimiste con tu gran
poder y con tu mano poderosa. Te ruego, Señor, que esté ahora atento tu
oído a la oración de tu siervo, y a la oración de tus siervos, que se deleitan
en reverenciar tu nombre; haz prosperar hoy a tu siervo y concédele favor
delante de este hombre. En aquel entonces servía yo de copero al rey".

Nehemías estaba dispuesto y quería ser usado por Dios, y Dios escuchó su
oración. Pero él no estaba adelantándose a Dios, estaba orando en cuanto
a ello. Él dijo: "Si Tú me quieres usar, yo estoy disponible. Y cuando él
hablaba con Dios sobre el rey, lo llamó simplemente este hombre. Más
tarde veremos que le iba a pedir al rey permiso para regresar a la tierra. Y
como no quería anticiparse a los planes de Dios, en primer lugar se dirigió
a Él en oración. Y así llegamos a

Nehemías 2:1-16

El tema de este capítulo es el regreso de Nehemías a Jerusalén. En el primer


párrafo tenemos entonces:

El pedido de Nehemías de regresar a Jerusalén

Al solicitar el permiso al rey, Nehemías repasó la situación de la ciudad en


ruinas y animó a la gente a reedificar las murallas. Leamos entonces el
versículo 1 de este capítulo 2:

"Sucedió en el mes de Nisán, en el año veinte del rey Artajerjes, que


estando ya el vino delante de él, tomé el vino y lo serví al rey. Y como yo
no había estado antes triste en su presencia"

Aquí en este punto de la historia, es decir, en el año veinte del rey


Artajerjes, dieron comienzo las "setenta semanas" mencionadas por el
profeta Daniel. Ésta fue una fecha importante para la profecía.
Ahora, Nehemías, como vamos a apreciar, era una persona muy agradable
y una compañía muy amena. Y nos hubiera gustado conocerlo
personalmente.

Este hombre, pues, tenía un cargo político, era un funcionario del estado.
Era el copero del rey. Ahora, el copero era la persona que no sólo servía el
vino al rey, sino que también tenía como función probar todas las comidas
o bebidas que se servían al rey. Y si no caía muerto o enfermo, entonces,
el rey podía comer o beber de ello. Era un trabajo bastante peligroso como
bien podemos apreciar.

Su función de copero requería que estuviera mucho tiempo en presencia


del rey. Naturalmente, pronto llegaba a ser un amigo del rey. Creemos que
muchas veces, cuando el rey tenía que tomar alguna decisión, por ejemplo,
podría preguntar a su copero: "¿Qué le parece, cuál es su opinión sobre
este asunto? Y con el tiempo, el copero se iba convirtiendo en un tipo de
asesor o consejero del rey, en un miembro del gabinete del rey.
Probablemente debido a su alto cargo, Nehemías se había quedado en la
tierra del cautiverio de su pueblo, esperando que algún día pudiera utilizar
su posición para ayudar a su pueblo. Quizás por este motivo, preguntó a
sus hermanos de raza cómo estaba la situación en Jerusalén.

Nehemías se estaba preparando para hacerle al rey un pedido, pero aún no


se encontraba listo para ello. Especialmente en ese día no se sentía bien.
Desde que se enteró de la situación de los judíos en Jerusalén, había estado
lamentándose, ayunando y orando. Posiblemente sus ojos estaban
enrojecidos. No tenía el aspecto feliz de siempre. Nunca antes se había
mostrado triste. Generalmente era una persona alegre. Y el rey se dio
cuenta de que no era el mismo. Dice el versículo 2:

"me dijo el rey: ¿Por qué está triste tu rostro?, pues no estás enfermo. No
es esto sino quebranto de corazón. Entonces tuve un gran temor".

Nehemías no se había dado cuenta de que sus sentimientos se habían


reflejado en su semblante. Había tratado de disimular su tristeza pero,
aparentemente, no lo había logrado. Así que el rey le dirigió una pregunta
bien directa: "¿Por qué estás triste? No estás enfermo físicamente, así que
debe ser una aflicción del corazón. Algo te está preocupando. Dime qué
es". Ante esa pregunta, Nehemías sintió un gran temor. Y dice el versículo
3:

"Y dije al rey: ¡Viva el rey para siempre! ¿Cómo no ha de estar triste mi
rostro, cuando la ciudad, casa de los sepulcros de mis padres, está desierta,
y sus puertas consumidas por el fuego?"
Después Nehemías exclamó: "Viva el rey para siempre". Y Nehemías podía
decir esto incondicionalmente, ya que probaba todo lo que se ponía sobre
la mesa del rey y esperaba que el rey se conservara en buena salud y,
lógicamente, él mismo también. Entonces, no pudo contenerse más y dejó
escapar lo que le estaba preocupando, es decir, el estado ruinoso de la
ciudad donde se encontraban los sepulcros de sus antepasados. Y el
versículo 4 nos dice:

"¿Qué cosa pides? preguntó el rey. Entonces oré al Dios de los cielos"

El rey le preguntó: ¿Qué cosa pides? Evidentemente tienes una petición


que hacerme. Y Nehemías quizás por un instante inclinó su cabeza y cerró
sus ojos orando al Dios de los cielos. Seguramente fue una oración muy
breve. Suponemos que pudo haber dicho: Señor, ayúdame a usar las
palabras apropiadas, porque estoy en una situación difícil. Y entonces
Nehemías fue directamente al grano, no perdió tiempo en protocolo o en
palabras elocuentes vacías de significado, sino que se dirigió directamente
al problema esencial, sin andar con rodeos. Leamos ahora el versículo 5:

"y le respondí: Si le place al rey, y tu siervo ha hallado gracia delante de ti,


envíame a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, y la
reedificaré".

Nehemías le pidió al rey un permiso especial para ausentarse, para ir a


Jerusalén para ayudar a reedificar la ciudad. Y el versículo 6 nos dice qué
ocurrió.

"Entonces el rey, que tenía a la reina sentada junto a él, me preguntó:


¿Cuánto durará tu viaje y cuándo volverás? Y agradó al rey enviarme,
después que yo le indiqué las fechas".

Podría haber alguna razón para esta observación acerca de que la reina
estaba presente junto al rey. Sin forzar mucho la imaginación, podemos
suponer que Nehemías no sólo era una persona joven, sino que también
tenía una personalidad agradable. Podemos imaginar que, a veces, los
asuntos políticos de la corte podrían resultar bastante aburridos. Y cuando
el rey pasaba mucho tiempo discutiendo extensamente algún asunto
político, la reina se aburriría y mantendría conversaciones con el copero y
asesor del rey sobre asuntos generales, o quizás le habrá preguntado que
hacía en sus momentos de descanso. Entonces Nehemías le habrá contado
que los sábados, como judío, asistía a la sinagoga, y así también le habrá
hablado de sus paseos o entretenimientos.
Así que cuando Nehemías le pidió permiso al rey para regresar a su tierra,
podríamos imaginar que ella le dio un toque con el codo y le sugirió que
accediera a sus deseos y le dejara ir. Y, como ya hemos leído en el versículo
6, el rey le preguntó cuánto duraría el viaje y cuándo regresaría. Una vez
que Nehemías le respondió, el rey aceptó dejarlo ir.

Evidentemente al rey le agradaba Nehemías y quiso asegurarse de que


volvería. En este punto, Nehemías pudo haber entrado en detalles pero no
lo hizo. Simplemente añadió y agradó al rey enviarme después que yo le
indiqué las fechas. Nehemías no era de esas personas que perdían mucho
tiempo hablando y sin decir nada. Ahora, en el versículo 7, leemos:

"Le dije además al rey: Si al rey le place, que se me den cartas para los
gobernadores al otro lado del río, para que me franqueen el paso hasta que
llegue a Judá"

Nehemías era consciente de que su viaje podría presentar grandes


dificultades, ya que atravesaría regiones peligrosas. Por ello le pidió al rey
cartas de presentación y explicación para los gobernadores de los territorios
que atravesaría en su ruta, para que le concediesen protección.
Continuamos en el versículo 8:

"y carta para Asaf, guarda del bosque del rey, a fin de que me dé madera
para enmaderar las puertas de la ciudadela de la Casa, para el muro de la
ciudad y para la casa en que yo estaré. Y me lo concedió el rey, porque la
benéfica mano de mi Dios estaba sobre mí".

Ahora Nehemías confiaba en el Señor, pero al ser un funcionario del estado


no vaciló en pedirle al rey una ayuda oficial y protección para el largo viaje.

Leamos ahora el versículo 9, que encabeza un nuevo párrafo en el cual

Nehemías examinó las ruinas de Jerusalén

"Fui luego a los gobernadores del otro lado del río y les di las cartas del
rey. También el rey envió conmigo capitanes del ejército y gente de a
caballo".
A Nehemías lo estaba acompañando una escolta numerosa del ejército de
Persia. Dios había dispuesto de tal manera el corazón del rey a favor suyo
para protegerle, que él supo que la mano de Dios estaba sobre él. Así que
salió de viaje bien protegido. Recordemos aquí que cuando Esdras le había
pedido permiso al rey para regresar a su tierra, quiso solicitarle protección,
pero como había sido tan elocuente en decirle al rey cómo Dios le cuidaría
y guiaría, le dio vergüenza pedirle una escolta. Temió que el soberano le
dijera: "¿Pero no estás confiando en el Señor?" Sin embargo, Nehemías,
pensó que, siendo un funcionario del rey, tenía derecho a solicitar
protección oficial.

Estimado oyente, Dios no nos guía a todos de la misma manera, Él guió a


Esdras de una forma y a Nehemías de otra. Dios le guiará a usted de una
manera y a mí de otra. Por ello, nadie debe tratar de imitar a nadie, porque
Dios tiene sus propósitos para cada uno en particular y si se lo permitimos,
los llevará a cabo. En nuestro relato, Esdras regresó sin apoyo logístico y
Nehemías con una gran escolta armada y siervos. Como vemos, Dios utilizó
ambos métodos. Leamos ahora el versículo 10 de este capítulo 2 de
Nehemías:

"Pero cuando lo oyeron Sanbalat el horonita, y Tobías el oficial amonita, les


disgustó mucho que viniera alguien a procurar el bienestar de los hijos de
Israel".

Al llegar a su destino, Nehemías ya se enfrentó con oposición. Tenemos


aquí a dos personajes que conoceremos más adelante. Después,
conoceremos a un tercero: Gesem, el árabe. Estos tres eran enemigos de
Dios y de Su pueblo. Ellos habían tratado de estorbar la edificación del
templo, y en este momento intentaban impedir la reedificación del muro de
Jerusalén. Cuando Nehemías llegó con su séquito impresionante de siervos
y soldados, todos en esa comarca se enteraron y quisieron saber quién era
esa personalidad. Entonces supieron que se trataba del copero del rey de
Persia, que había llegado para ayudar a los judíos. Cuando se difundió la
noticia, el enemigo se afligió.

Siempre es interesante observar cómo se reciben las noticias. Depende de


quienes son los que las reciben, si las han de considerar buenas o malas
noticias. El evangelio no consiste en buenas noticias para sus enemigos; es
cualquier cosa, menos una buena noticia. Ahora veamos lo que dice el
versículo 11, de este capítulo 2:

"Llegué, pues, a Jerusalén, y estuve allí tres días".


Ahora, aquí él podía haber escrito dos o tres capítulos relatando su viaje
hacia Jerusalén y sobre las emocionantes experiencias de aquel largo
camino. En cambio, lo resumió en esta breve declaración: "Llegué, pues, a
Jerusalén". Y luego continuó diciendo en el versículo 12:

"me levanté de noche, yo y unos pocos hombres conmigo, y no declaré a


nadie lo que Dios había puesto en mi corazón que hiciera en Jerusalén. No
tenía cabalgadura conmigo, sino la única en que yo cabalgaba".

Después de llegar a Jerusalén, Nehemías no quiso provocar ninguna alarma


indebida, así que salió de noche, protegido por la oscuridad, para efectuar
una inspección y ver en qué condiciones se encontraban las murallas. Evitó
cualquier ostentación y fue eminentemente práctico. Y continuamos
leyendo en los versículos 13 y 14, de este capítulo 2 de Nehemías:

"Aquella misma noche salí por la puerta del Valle hacia la fuente del Dragón
y a la puerta del Muladar; y observé los muros de Jerusalén que estaban
derribados y sus puertas que habían sido consumidas por el fuego. Pasé
luego a la puerta de la Fuente y al estanque del Rey, pero no había lugar
por donde pasara la cabalgadura en que iba".

Había tantos escombros que su cabalgadura no podía pasar y tuvo que


bajarse del caballo y continuar a pie. Luego dijo en el versículo 15:

"Subí de noche por el torrente y observé el muro, di la vuelta y entré por


la puerta del Valle, y regresé".

Y así, Nehemías rodeó toda la ciudad y finalizó con su inspección. Luego


leemos en el versículo 16:

"Los oficiales no sabían a dónde yo había ido ni qué había hecho. Todavía
no lo había declarado yo a los judíos y sacerdotes, ni a los nobles y oficiales,
ni a los demás que hacían la obra".

Aquí podemos apreciar que Nehemías estaba actuando con cautela y buen
criterio al realizar su trabajo para Dios. Realmente fue un personaje
interesante y esperamos que ello reavive nuestro interés de continuar
estudiando su historia, y ver qué curso de acción seguiría.
Por lo que ya hemos leído sobre él, nos llama la atención que, a pesar de
su privilegiada situación en la corte, y de estar tan próximo a la dirección
del poder político y económico de su época, mostrase una sensibilidad tan
grande a los planes de Dios, a su cumplimiento y a su propia
responsabilidad ante ellos. En realidad, sólo Dios puede transformar a una
persona de tal manera que sea de verdad un hijo Suyo, y que ame a su
Señor hasta el punto de sentir la imperiosa necesidad de agradarle y
servirle. Es que cuando una persona, por la acción del Espíritu Santo
adquiere la profunda convicción de su pecado, y acepta por la fe el don
gratuito de la salvación que se encuentra en Jesucristo, se da cuenta de
que no merecía el haber sido objeto del amor de Dios. En consecuencia,
surge de ella la necesidad de vivir de acuerdo con la Voluntad de Dios, y de
vivir en armonía con los planes divinos. Estimado oyente, esperamos que
ésa sea su experiencia.

Estudio bíblico de Nehemías 2:17-3:4

Nehemías 2:17 - 3:4

En el día de hoy regresamos al segundo capítulo de Nehemías y


comenzaremos a leer el versículo 17. Pero antes permítanos
recordarle que cuando Nehemías se enteró que las cosas en
Jerusalén no estaban marchando muy bien; que la ciudad se
encontraba en una situación muy triste y la gente muy desanimada,
solicitó entonces un permiso para ausentarse de su trabajo con el rey
de Persia. Viajó hacia Jerusalén desde la capital de Persia, Susa, y
fue acompañado por una numerosa escolta del ejército, como vimos
en nuestro programa anterior. Recordemos aquí que cuando Esdras
le había pedido permiso al rey para regresar a su tierra, quiso
solicitarle protección, pero como había sido tan elocuente en decirle
al rey cómo Dios le cuidaría y guiaría, le dio vergüenza pedirle una
escolta. Temió que el soberano le dijera: "¿Pero no estás confiando
en el Señor?" Sin embargo, Nehemías, pensó que, siendo un
funcionario del rey, tenía derecho a solicitar protección oficial.

Estimado oyente, Dios no nos guía a todos de la misma manera, Él


guió a Esdras de una forma y a Nehemías de otra. Dios le guiará a
usted de una manera y a mí de otra. Por ello, nadie debe tratar de
imitar a nadie, porque Dios tiene sus propósitos para cada uno en
particular y si se lo permitimos, los llevará a cabo. En nuestro relato,
Esdras regresó sin apoyo logístico y Nehemías con una gran escolta
armada y siervos.
Al llegar a su destino, Nehemías ya se enfrentó con oposición. En el
versículo 10 vimos a Sanbalat y a Tobías, dos personajes que
conoceremos más adelante. Después, conoceremos a un tercero: a
Gesem, el árabe. Estos tres eran enemigos de Dios y de Su pueblo.
Ellos habían tratado de estorbar la edificación del templo, y en este
momento intentaban impedir la reedificación del muro de Jerusalén.

Después de llegar a Jerusalén, Nehemías no quiso provocar ninguna


alarma indebida, así que salió de noche, protegido por la oscuridad,
para efectuar una inspección y ver en qué condiciones se
encontraban las murallas. Evitó cualquier ostentación y fue
eminentemente práctico. Pero había tantos escombros que su
cabalgadura no podía pasar y tuvo que bajarse del caballo y continuar
a pie. Y así, Nehemías rodeó toda la ciudad y finalizó con su
inspección. Aquí podemos apreciar que Nehemías estaba actuando
con cautela y buen criterio al realizar su trabajo para Dios. Así que,
continuando con el relato, leamos los versículos 17 y 18 del segundo
capítulo de Nehemías, que destacan

El estímulo de Nehemías para reedificar la muralla

"Les dije, pues: Vosotros veis la difícil situación en que estamos:


Jerusalén está en ruinas y sus puertas consumidas por el fuego.
Venid y reconstruyamos el muro de Jerusalén, para que ya no
seamos objeto de deshonra. Entonces les declaré cómo la mano de
mi Dios había sido buena conmigo, y asimismo las palabras que el
rey me había dicho. Ellos respondieron: ¡Levantémonos y
edifiquemos! Así esforzaron sus manos para bien".

Habiendo efectuado un estudio completo y evaluado las obras que


debían realizarse, Nehemías convocó a los líderes de Jerusalén a una
importante reunión. Les informó cómo Dios lo había guiado, y que él
había solicitado un permiso para ausentarse de su trabajo como
copero del rey para ir a Jerusalén. También les dijo que había
realizado una inspección y que había visto cómo era la situación; y
por tanto les exhortó a llevar a cabo la obra con estas palabras:
"¡Dios está con nosotros! ¡Reconstruyamos la muralla!" Y la
respuesta entusiasta de ellos fue: "Levantémonos y edifiquemos".
De modo que podemos apreciar que Nehemías era un verdadero
líder. Un líder inspirado por Dios. Y ¿qué fue lo que sucedió? Pues,
simplemente que ellos esforzaron sus manos para bien, es decir, para
realizar esa buena obra. Nehemías nos podía haber dado aquí una
elaborada descripción de todo lo que estaba sucediendo, de cómo
había llegado a un acuerdo con los líderes y cómo ellos habían
reaccionado. Pero no lo hizo así. Era una persona muy modesta que
prefirió ocupar un segundo plano. Pero veamos ahora lo que dice el
versículo 19, de este capítulo 2 de Nehemías:

"Pero cuando lo oyeron Sanbalat el horonita, Tobías el siervo amonita


y Gesem, el árabe, se burlaron de nosotros y nos despreciaron,
diciendo: ¿Qué es lo que estáis haciendo? ¿Os rebeláis contra el rey?"

Aquí tenemos a los enemigos. Tenemos a tres de ellos. Este trío va


a aparecer también más adelante en el relato. Y suponemos que cada
líder cristiano, cada siervo de Dios no solo tiene personas excelentes
a su alrededor que lo ayudan, como Nehemías, sino que también
tiene cerca a personas como los que se mencionan aquí: Sanbalat el
horonita, Tobías el siervo amonita, y a Gesem el árabe. Y el enemigo
utilizará diferentes métodos para tratar de disuadir a los líderes, para
que se desanimen en el cumplimiento de su tarea. Y por lo general,
la primera actividad de ellos es la de burlarse, poniendo a alguien en
ridículo. Éste podría ser el primer paso de la lucha de su enemigo
espiritual contra usted, estimado oyente. Él puede utilizar a los
amigos que lo rodean, a sus vecinos y compañeros de trabajo para
que lo pongan en ridículo porque usted es un creyente. Y usted se
dará cuenta que ésta es una situación difícil de soportar. Ahora,
veamos que sucedió en nuestro relato, ante el ataque de aquellos
que intentaron disuadir al pueblo de acometer la gigantesca tarea de
reedificar las murallas y puertas de la ciudad de Jerusalén. Nehemías
reaccionó de una manera que nosotros debemos destacar. Leamos
el versículo 20:

"Pero yo les respondí: El Dios de los cielos, él nos prosperará, y


nosotros, sus siervos, nos levantaremos y edificaremos, porque
vosotros no tenéis parte ni derecho ni memoria en Jerusalén".

Aquí vemos lo que sucedió. Y fue admirable la manera en que ante


las primeras dificultades, Nehemías actuó como un gran líder,
haciendo frente al enemigo con la seguridad de la aprobación,
presencia y bendición de Dios. Su ejemplo movilizaría a todos para
seguirle y comenzar esa gran empresa.
Llegamos ahora a

Nehemías 3:1-4

Y el tema en este capítulo es la reedificación de los muros y las


puertas de la ciudad. Y éste fue uno de los proyectos de edificación
más grandes de que hayamos oído. Y lo que logró hacer Nehemías
fue extraordinario, porque Dios estaba actuando en aquella ocasión.
Como ya hemos visto, Dios había guiado a Esdras y a Zorobabel,
para reedificar el templo. Su tarea había sido diferente a la de
Nehemías, que era un funcionario civil, y que tendría bajo su
responsabilidad la reedificación de las murallas y puertas de
Jerusalén. Y así fue como Dios realizó Su obra de diferentes maneras
y usando a hombres diferentes.

Muchos de nosotros en nuestro ministerio, especialmente cuando


comenzamos, tratamos de imitar a alguna otra persona. Pero eso,
como ya hemos observado, no da buen resultado. Cada uno tiene
que ser él mismo. ¿Ha notado usted alguna vez lo que Dios puede
hacer? Utilizando elementos comunes del rostro de una persona, Él
ha hecho millones de rostros diferentes, ha logrado una diversidad,
de manera que ninguno sea idéntico a otro. Y lo mismo ha hecho con
otras partes del cuerpo como, por ejemplo, un dedo, consiguiendo
un número caso infinito de dedos, con el resultado que no haya dos
idénticos. En otras palabras, Dios ha dispuesto las cosas de esta
forma, porque Él desea que cada uno de nosotros sea él mismo, con
una identidad propia y peculiar.

El relato de la reedificación de los muros de Jerusalén ha sido


presentado de una manera atractiva y didáctica. Las diez puertas de
la ciudad nos cuentan la historia de las obras realizadas, comenzando
por la puerta de las ovejas, y finalizando con esa misma puerta. A
veces ha surgido la pregunta de si había otras puertas en la muralla
de Jerusalén. No lo creemos pero, puede que las hubiera. De todas
formas, estas diez puertas fueron seleccionadas para contar la
historia del Evangelio. Ellas exponen el plan de Dios para la salvación.
Leamos entonces el versículo 1, de este capítulo 3 de Nehemías, que
nos habla sobre

La puerta de las Ovejas


"Entonces se levantaron el sumo sacerdote Eliasib y sus hermanos
los sacerdotes y edificaron la puerta de las Ovejas. Ellos arreglaron
y levantaron sus puertas hasta la torre de Hamea, y edificaron hasta
la torre de Hananeel".

Todo comenzó en la puerta de las ovejas. Ésta es la puerta por la que


el Señor Jesucristo entró en Jerusalén. Tenemos el relato que en
cierta ocasión Él pasó a través de esta puerta y llegó al estanque de
Betesda (Juan 5:2). Pensamos francamente que cada vez que Jesús
entró en Jerusalén lo hizo por la puerta de las ovejas, hasta Su
entrada triunfal. Hablando de las puertas, diremos que algunos se
han equivocado al identificar la Puerta del Este con la Puerta de Oro.
La puerta del Este está cerrada, bloqueada, en el día de hoy, y no
será abierta hasta que Jesucristo regrese y pase por esa puerta. La
Puerta del Oro es la que conduce al templo. Ésta es la puerta que
será abierta para Él y que le franqueará la entrada hasta el lugar
santísimo. Pero la puerta de las Ovejas es la que fue utilizada para
que entrasen los animales que iban a ser sacrificados, y ésa es la
puerta por la cual entró el Señor Jesucristo. Pensamos que lo que Él
estaba haciendo era representar, por así decirlo, una parábola
viviente. Juan el Bautista lo había anunciado cuando, en el relato de
Juan 1:29, señaló al Señor Jesucristo y dijo: "He aquí el Cordero de
Dios que quita el pecado del mundo". Es que Jesús es el Cordero de
Dios en Su persona y en Su obra. Él quita el pecado del mundo. De
modo que la puerta de las Ovejas simboliza la cruz de Cristo. Aquí es
donde uno comienza su relación con Dios, y ése es el único punto
donde usted puede comenzar esa relación, estimado oyente, en la
cruz.

Dios no nos pide nada ni a usted ni a mí, hasta que lleguemos a


Cristo y le aceptemos como nuestro Salvador. Dios solo tiene una
cosa que decirle al mundo y es una pregunta: "¿Qué hará usted con
mi Hijo que murió por usted?" Y hasta que usted responda a esa
pregunta, estimado oyente, Dios no le dirá nada sobre su vida y su
servicio para Él. Si usted lo rechaza y no quiere aceptar a Su Hijo,
entonces, Dios no le pedirá nada. Él no quiere sus buenas obras ni
su dinero. No quiere nada de usted. Pero Dios sí que tiene algo que
darle. Su Hijo murió por usted. Y la Puerta de las Ovejas nos presenta
esa verdad. Por ello resulta significativo que toda la obra comenzó
en la Puerta de las Ovejas.

Continuemos leyendo el versículo 2 de Nehemías 3:


"Junto a ella trabajaron los hombres de Jericó, y luego Zacur hijo de
Imri".

Ahora, Jericó era el lugar de la maldición y se menciona junto a la


puerta de las ovejas. Esto es algo interesante. Los hombres de Jericó
llegaron a Jerusalén desde el valle del Jordán; ellos repararon este
tramo de la muralla que estaba junto a la puerta de las Ovejas.
Cuando uno viene desde el monte de los Olivos, en el camino de
Jericó, llega justamente al lugar donde estos hombres trabajaron. El
pináculo del templo y el área del templo estaban allí. Allí fue entonces
donde ellos edificaron, al lado mismo de la puerta de las Ovejas.

Jericó fue la ciudad sobre la que se pronunció una maldición. Josué


dijo en el capítulo 6, versículo 26, del libro de Josué: "Maldito delante
del Señor el hombre que se levante y reedifique esta ciudad de
Jericó". En los días de Acab hubo uno que la reedificó y la maldición
cayó sobre él y sus hijos. Era la ciudad de la maldición.

Estimado oyente, usted y yo vivimos en un mundo que ha sido


maldecido a causa del pecado. No es necesario ampliar aquí esta
declaración. Todo lo que debemos hacer para darnos cuenta de esta
realidad es mirar a nuestro alrededor. El ser humano ha
transformado el orden creado en un gran desorden. El hombre no
parece capaz de resolver sus problemas, derivados de esa situación.
Y hay aquellas personas que están situadas en la actualidad en
posiciones de influencia, que no son creyentes en Cristo, y que están
diciendo que los problemas de hoy en día superan las soluciones que
el ser humano puede ofrecer.

De modo que, usted y yo, estimado oyente, vivimos en un mundo


maldito. Y sólo la muerte de Cristo en la cruz puede remover el juicio,
el castigo del pecado de su vida y de la mía. Cristo puede llevar esa
carga por usted, debido a Su muerte en la cruz. Si usted no le ha
confiado su vida todavía, lo puede hacer ahora mismo. Continuando
ahora con nuestro estudio, leemos en el versículo 3 de este capítulo
3 de Nehemías, donde tenemos

La puerta del Pescado

"Los hijos de Senaa edificaron la puerta del Pescado; la enmaderaron


y levantaron sus puertas, con sus cerrojos y sus barras".
Aquí tenemos la puerta del Pescado. Ésta era la puerta por la cual los
pescadores traían el pescado del Mediterráneo y del río Jordán. A
ellos les gustaba comer mucho pescado en esos días, y esa puerta
no resultaba muy difícil de localizar en aquellos días por medio del
sentido del olfato. Ahora, ¿qué simbolizaba esta puerta del Pescado?
Bien, el Señor Jesucristo les dijo a aquellos que le seguían: "Os haré
pescadores de hombres". (Mateo 4:19).

Una vez que los discípulos de Jesús comprendieron todos los hechos
del evangelio, Él les dijo, según el relato de Lucas 24:49: "Quedaos
vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de
poder desde lo alto". Ellos necesitaban ser bautizados por el Espíritu
Santo, habitados por el Espíritu Santo, regenerados por el Espíritu
Santo, y después, llenos del Espíritu Santo. Y en el día de Pentecostés
ellos fueron llenos del Espíritu Santo y se convirtieron en pescadores
de hombres. No pescando ya en el mar de Galilea, sino pescando en
el mundo entero. Hoy, eso es lo que Dios le está diciendo a los Suyos,
a los que le pertenecen. Dios no le está pidiendo al no creyente, a la
persona que aún no ha sido salva, que sea pescadora de hombres.
¿Cómo podría serlo? Ni siquiera sabría de qué está hablando Dios.
Pero Él le está diciendo hoy a los Suyos, a los que ha salvado: "Yo
quiero que vosotros seáis pescadores de hombres".
Creemos que en el día de hoy, debemos ser pescadores de personas
de diversas maneras. No estamos de acuerdo con aquellas personas
que insisten en que uno tiene que ir llamando de puerta en puerta.
No creemos que todos podamos hacer eso. Pensamos que algunas
personas pueden dar testimonio de su fe de forma algo diferente. La
evangelización por medio de la oración, por ejemplo, es un medio
efectivo para alcanzar a la gente. Todos tenemos diferentes dones o
capacidades espirituales. Dios nos ha creado a todos diferentes unos
a otros. Y hay varios métodos para difundir el Evangelio. Pero
estamos seguros que, figurativamente hablando, todos nosotros, de
alguna forma u otra, debemos pasar por la puerta del Pescado. Y
usted puede tener una parte importante en la propagación de la
Palabra de Dios en el día de hoy. No olvidemos que el Señor
Jesucristo dijo: "Quiero que me sigáis, y yo os haré pescadores de
hombres".Cuando llegamos al versículo 4, vemos que se menciona
una lista de varias personas que trabajaron en la obra de
reedificación de las murallas. Resulta hermoso pensar que sus
nombres han sido escritos en el Libro de la Vida. Algunos de los
nombres resultarán difíciles de pronunciar, y otros parecerán
extraños. Los vemos por primera y única vez, y podría ser que sean
desconocidos para nosotros, sin embargo, lo importante es que esos
nombres fueron conocidos por Dios. Ellos ayudaron a reedificar las
murallas de Jerusalén y en algún día futuro, serán recompensados
por su labor.
Para Dios, ningún ser humano es un individuo anónimo, desconocido. Y
aquellos que, reconociendo que están lejos de Él, aceptan su oferta de
gracia, el Evangelio, el mensaje de la Salvación, personificado en el Señor
Jesucristo, se convierten en Sus hijos. No olvidemos que aquellas
murallas, junto con la ciudad, fueron destruidas como castigo por el
pecado, por la idolatría de un pueblo. Toda vida alejada de Dios, se
encuentra destruida por los efectos del pecado y la maldad humana. Hay
personas cuya existencia en este mundo se parece mucho a un montón
de escombros esparcidos por el suelo, que ningún esfuerzo humano
puede volver a reunir para formar una nueva construcción, un todo
coherente, un nuevo organismo. Esas vidas necesitan ser restauradas a
los propósitos originales de Dios, el Creador. Aquella puerta de las ovejas,
por la que Cristo entró, siendo el Cordero de Dios que iba a ser
sacrificado, nos señala hoy al Salvador, al único que puede apartar el
poder destructivo del pecado de la vida de las personas. Estimado oyente,
la única manera en la que usted puede comenzar una relación con Dios,
es dirigiendo una mirada de fe a la cruz, en la que Cristo murió por usted,
aceptándole como su Salvador. Entonces, se convertirá usted en un hijo
de Dios y entonces, por su Espíritu, Él comenzará la obra de
reconstrucción de su vida. Él reunirá los trozos rotos dispersos, apartará
los escombros inútiles, y reparará los daños que el pecado causó. Porque,
como dijo San Pablo, "el que está unido a Cristo es una nueva persona.
Las cosas viejas pasaron; han sido hechas nuevas".
Nehemías 5:1-19

Hoy comenzamos el capítulo 5, cuyo tema es la respuesta de Nehemías a


la oposición interior que encontró en la reedificación de los muros de
Jerusalén. Ya hemos visto antes que él había encontrado oposición, y ésta
había tomado diferentes formas, ya que el diablo es una persona muy sutil
en su manera de actuar. Primero, el enemigo se rió de los judíos que
trabajaban. Después se burlaron, poniéndolos en ridículo. Finalmente, hubo
una oposición abierta. Ésta fue tan intensa que Nehemías tuvo que disponer
que cada obrero trabajase en la muralla con una paleta de albañil en una
mano, y una espada en la otra. Y Nehemías y sus colaboradores trabajaron
tan duramente que solo se quitaban la ropa para bañarse.

Ahora, vemos aquí que la oposición vino desde dentro. En realidad, en estos
casos es donde el diablo lanza sus ataques más efectivos. Al recordar la
historia de la iglesia comprobamos que el diablo no ha podido destruirla por
medio de la persecución y lo que ha hecho entonces, fue unirse a ella. Y en
este relato le vemos actuar desde dentro. Ya había causado el desaliento
entre los judíos y entonces avanzó un paso más e hizo que se produjesen
conflictos entre ellos. Comenzaremos leyendo los primeros cuatro
versículos de este capítulo 5, de Nehemías:

"Entonces hubo gran clamor del pueblo y de sus mujeres contra sus
hermanos judíos. Había quien decía: Nosotros, nuestros hijos y nuestras
hijas, somos muchos; por tanto, hemos pedido prestado grano para comer
y vivir. Y había quienes decían: Hemos empeñado nuestras tierras,
nuestras viñas y nuestras casas, para comprar grano, a causa del hambre.
Otros decían: Hemos tomado prestado dinero sobre nuestras tierras y viñas
para el impuesto del rey".

Usted puede apreciar, estimado oyente, que la naturaleza humana no


cambia; no sólo eso, aun cuando estamos viviendo en la actualidad en una
era mecánica, electrónica, tecnológica, y en la era espacial, los problemas
que tenemos son similares a los que tenían en los días de Nehemías.
Creemos que quizá nuestros dispositivos electrónicos simplemente
multiplican los problemas y los hacen mucho más difíciles de resolver. La
gente aquí estaba tan ocupada edificando los muros que no habían tenido
oportunidad de ocuparse de sus propios negocios. Por lo tanto, para
comprar sus alimentos, habían tenido que hipotecar sus propiedades.
Algunos tuvieron que hipotecarlas para poder pagar sus impuestos, que
eran bastante altos en esos días. Y habían tenido que pedir dinero prestado
de sus propios hermanos. Ahora, leamos el versículo 5:
"Ahora bien, nosotros y nuestros hermanos somos de una misma carne, y
nuestros hijos son como sus hijos; sin embargo, nosotros tuvimos que
entregar nuestros hijos y nuestras hijas a servidumbre, y algunas de
nuestras hijas son ya esclavas, y no podemos rescatarlas porque nuestras
tierras y nuestras viñas son de otros".

Durante todo este tiempo este problema se había estado agravando, pero
hasta esta ocasión Nehemías no se había dado cuenta de ello. Estas
personas se dedicaron a la reedificación de los muros de la ciudad y
discretamente empeñaron sus propiedades con sus hermanos. Como
podemos ver, había algunos que se dedicaban a prestar dinero.

Los enemigos de fuera no habían podido crearles mayores dificultades


mientras hubo amor y armonía dentro del grupo. Pero en este momento
surgió el conflicto. Recordemos que este tipo de problemas también
apareció temprano en la misma iglesia primitiva. Ananías y Safira habían
tramado engañar a sus hermanos y fueron castigados por Dios con una
muerte repentina. Aquella conspiración tuvo que ver también con el dinero.
Podemos ver que el dinero ha sido siempre una gran tentación, incluso en
algunos círculos cristianos.

Y vemos aquí que este es el asunto que se presentó ante Nehemías y que
tuvo que tratar de una manera directa. La Biblia nos da algunos consejos
al respecto. Por ejemplo en Filipenses, capítulo 1, versículos 27 y 28 dice:
"Solamente comportaos de una manera digna del evangelio de Cristo, de
modo que ya sea que vaya a veros, o que permanezca ausente, pueda oír
que vosotros estáis firmes en un mismo espíritu, luchando unánimes por la
fe del evangelio; de ninguna manera intimidados por vuestros adversarios,
lo cual es señal de perdición para ellos, pero de salvación para vosotros, y
esto, de Dios". Pablo estaba diciendo que tiene que haber armonía dentro
de la iglesia, que uno tenía que ser honrado en sus asuntos. No debía dar
falsos informes ni menospreciar al hermano. Y el decir la verdad produciría
armonía.
El apóstol Santiago, que era muy práctico, también tuvo algo que decir al
respecto. En el capítulo 3, versículo 16 de su carta, dijo: "Porque donde
hay celos y ambición personal, allí hay confusión y toda cosa mala". Eso es
lo que le sucedió a Ananías y Safira. Ellos mintieron en sus tratos con la
iglesia y trajeron confusión. Y volviendo a los días de Nehemías y como ya
hemos anticipado, el problema surgió porque algunos judíos habían pedido
dinero prestado. Cuando no pudieron devolverlo, tuvieron que vender a sus
hijos e hijas como esclavos, y aunque esa situación se mantenía por un
período determinado de tiempo, duraba lo necesario como para malograr
sus vidas, en algunos casos. Aquellos que habían pedido dinero prestado
tuvieron que pagar intereses. Lo interesante es que aunque esto parecía
algo legítimo, como lo es en el mundo financiero actual, no lo era para los
israelitas. Dios había dicho que ellos no debían cobrar intereses a sus
propios hermanos.

Hasta ese momento Nehemías había mantenido la calma. Él había podido


mantener una buena relación con su pueblo y había sido paciente con los
israelitas. Pero en esta ocasión, Nehemías se enfadó. Bueno, escuchemos
lo que dijo aquí en los versículos 6 al 8 de este capítulo 5 de Nehemías:

"Cuando oí su clamor y estas palabras, me enojé mucho. Después de


meditarlo bien, reprendí a los nobles y a los oficiales. Y les dije: ¿Exigís
interés a vuestros hermanos? Además, convoqué contra ellos una gran
asamblea, y les dije: Nosotros, según nuestras posibilidades, rescatamos a
nuestros hermanos judíos que habían sido vendidos a las naciones; ¿y
ahora sois vosotros los que vendéis aun a vuestros hermanos, para que
nosotros tengamos que rescatarlos de nuevo? Y callaron, pues no tuvieron
qué responder".

Aquí vemos que no se enfadó simplemente, sino que se indignó. Pero se


tomó su tiempo para pensarlo bien, lo cual es una buena lección a imitar.
Nunca conviene hablar en público bajo los efectos de la indignación. Pero
enfrentó la situación y les reprochó públicamente a los nobles y a los
gobernantes por su proceder. Teniendo en cuenta el estado público del
problema, fue la forma más correcta de proceder. Creemos que en la iglesia
ante situaciones similares en las que se dude de la honestidad de alguien
o se cuestione la transparencia de otro, debe exponer abiertamente el
problema con la actitud constructiva de resolverlo.
Nehemías entonces expuso la conducta poco honrada ante sus
compatriotas. Ya hemos dicho que estaba enfadado. Alguien podría decir
que el cristiano no debiera enfadarse así. Recordamos que el apóstol Pablo
escribió en Efesios 4:26, "Airaos pero no pequéis". Aquí hay que aclarar
que hay que tener en cuenta las razones para un enfado. Si usted se enfada
porque alguien ha perturbado su propio bienestar, o porque alguien ha
perjudicado sus beneficios o intereses personales, entonces está mal. Pero
si usted se enfada por motivos tales como los planes y propósitos de Dios,
la gloria y honra de Dios, o porque el nombre de Dios está siendo
menospreciado, entonces, usted puede enojarse, y no estará cometiendo
ningún pecado. Nehemías, pues, no adoptó una actitud pasiva ante el
pecado evidente. No consintió en que se lo pasara por alto. Lo denunció
abiertamente.

Y creemos que nosotros debemos ser impulsados a mostrar nuestro enojo


justo cuando vemos que las cosas andan mal. No debemos mimar al que
ha obrado mal, cerrar los ojos ante el pecado ni mirar para otro lado.
Muchos, en estos casos, prefieren no intervenir y dicen: "Bueno, nosotros
no queremos crear problemas". Pero los problemas vendrán igual, sólo que
aumentados, porque si usted no interviene, el enemigo espiritual acabará
ganando terreno, causará divisiones y el daño será mayor. Por ello, ante
situaciones de esta naturaleza necesitamos personas con valor, y con
convicciones firmes. En la medida en que el cristianismo pierda autoridad
moral, su imagen continuará deteriorándose. Y entonces, el mundo seguirá,
indiferente, su propio camino, sin tener en cuenta los principios Bíblicos
que los cristianos siempre han proclamado. Éste es uno de los motivos por
los cuales algunos movimientos de renovación espiritual genuinos, han
surgido fuera del cristianismo organizado e institucional.

Cierto predicador dijo que le enfadaba el pensar que no podía hacer llegar
a los no creyentes el mensaje del Evangelio porque ellos lo rechazaban,
basados en las actitudes de hipocresía y deshonestidad de algunos
cristianos. Sin embargo, hay muchas personas en el mundo que anhelan
conocer la verdad y quieren saber si somos sinceros en lo que decimos, y
si existe coherencia entre los principios que proclamamos y nuestra
conducta personal. Algunos que ejercen la autoridad, tratan el mal proceder
de otros como aquel que limpia su casa ocultando la suciedad debajo de la
alfombra, con la excusa de querer proyectar una imagen de bondad y
amabilidad. Es una forma más de ocultar la falta de valor y autoridad
espiritual.
Ahora, cuando Nehemías expuso en público el pecado de sus hermanos de
raza, nadie se atrevió a responderle. Los implicados permanecieron en
silencio mientras él estuvo ante ellos, pero le causarían todas las
dificultades que pudieran. También le traerían muchos problemas cuando
regresara al palacio de Susa. Pero ya veremos que, a pesar de todo, el
reedificó las murallas de Jerusalén y sirvió a Dios en su día y a su
generación. Continuemos leyendo el versículo 9:

"Y yo añadí: No es bueno lo que hacéis. ¿No deberíais andar en el temor


de nuestro Dios, para no ser objeto de burla de las naciones enemigas
nuestras?"

El nombre de Cristo ha sido deshonrado en el mundo. ¿Por causa de la


conducta de la iglesia como institución? ¿Por la conducta de los creyentes?
¿Por la conducta suya y la mía? Eso es lo que nos debemos preguntar a
nosotros mismos, con una actitud de crítica constructiva. En otras palabras,
les dijo que con su conducta estaban provocando que el enemigo se burlara
de Dios y de Su pueblo. O sea, que no estaban honrando a Dios. Y
continuamos leyendo en el versículo 10:

"También yo, mis hermanos y mis criados les hemos prestado dinero y
grano. ¡Perdonémosles esta deuda!"

Nehemías les dijo que se podía haber beneficiado personalmente de esa


situación. Esta era en realidad la gran prueba de Nehemías. Porque pudo
demostrar que no había utilizado su cargo ni posición para obtener una
ganancia. Generalmente, la persona avara procura sacar rendimiento al
último centavo. Muchas personas están colocando el dinero en el lugar
principal de su vida, antes que Dios. Usted puede poner una moneda
delante de su ojo y no ver el sol. Y hay muchas personas que están mirando
al mundo de esa manera. Ahora, notemos lo que él hace aquí en el versículo
11:

"Os ruego que les devolváis hoy sus tierras, sus viñas, sus olivares y sus
casas, y la centésima parte del dinero, del grano, del vino y del aceite, que
demandáis de ellos como interés".

Así que Nehemías apeló a los judíos ricos para que devolvieran lo que
habían acumulado, y que no recibiesen más pagos. Ahora, el versículo 12,
continúa diciendo:

"Ellos respondieron: Lo devolveremos y nada les demandaremos; haremos


así como tú dices. Entonces convoqué a los sacerdotes y les hice jurar que
harían conforme a esto".
Aquí vemos que no confió en sus promesas verbales y requirió de ellos un
compromiso formal. Aunque eran el pueblo de Dios, su experiencia le
aconsejó no fiarse de la palabra empeñada, incluso públicamente. Tuvieron
que hacer constar su juramento por escrito.

Hay creyentes que, por los desengaños sufridos se han arrepentido por
haber confiado en otros cristianos, por haber creído de buena fe que
respetarían la palabra dada y sus compromisos financieros. En
consecuencia muchos evitan entrar en acuerdos profesionales y
comerciales con otros cristianos. Y dicen que prefieren los tratos con los no
creyentes, porque ya saben lo que podrían esperar de ellos y se sienten
con mayor libertad para vigilarles.

Veamos ahora lo que dijo Nehemías aquí en el versículo 13, de este capítulo
5 de Nehemías:

"Sacudí además mi ropa, y dije: Así sacuda Dios de su casa y de su trabajo


a todo hombre que no cumpla esto; así sea sacudido y quede sin nada. Y
respondió toda la congregación: ¡Amén! Entonces alabaron al Señor, y el
pueblo hizo conforme a esto".

Sabemos que sólo se necesita una manzana podrida para echar a perder
todas las demás. Lo mejor es identificarla y sacarla para que no se
perjudique el resto del grupo. Y eso es lo que Nehemías estaba haciendo.
Él, en realidad, estaba pronunciando una maldición sobre ellos. Ésta fue
una escena pintoresca y dramática. Era un funcionario del gobierno y como
tal usaba un uniforme así que se quito su larga túnica en frente de la
multitud y lo sacudió, en otras palabras dijo: "Así sacuda Dios fuera de su
casa y de sus propiedades a todo aquel que no cumpla este juramento, y
así lo despoje de todo lo que ahora tiene". Fueron palabras tremendas, pero
esa era la forma adecuada de hablar a gente como aquella. Recordemos
que Pablo, escribiendo a los Gálatas en 5:12, les dijo: "¡Ojalá se mutilasen
los que os perturban!" Él deseó que los legalistas fueran separados
completamente del grupo, por el daño que estaban causando a los
creyentes de Galacia. Éste también fue un lenguaje muy fuerte. Ahora
tenemos un detalle de la vida personal de Nehemías. Leamos el versículo
14, de este capítulo 5 de Nehemías:

"También desde el día que me mandó el rey que fuera gobernador de ellos
en la tierra de Judá, desde el año veinte del rey Artajerjes hasta el año
treinta y dos de su reinado, durante doce años, ni yo ni mis hermanos
comimos del pan del gobernador".
Era evidente que tenía derecho a tener un sueldo, pero no lo aceptó. Y en
el versículo 15 dijo de sus antecesores:

"En cambio, los primeros gobernadores que me antecedieron abrumaron al


pueblo: les cobraban, por el pan y por el vino, más de cuarenta monedas
de plata, y aun sus criados oprimían al pueblo. Pero yo no hice así, a causa
del temor de Dios".

Los gobernadores que ocuparon el cargo antes de él recibieron los sueldos


que les correspondían. Pero él no quiso aceptar el suyo. Y el versículo 16
dice:

"También trabajé mi parte en la restauración de este muro, y no he


comprado heredad; también todos mis criados estaban allí juntos en la
obra".

Nehemías no quiso implicarse en el negocio de los bienes inmuebles y se


mantuvo apartado de la especulación de la tierra. No obtuvo beneficios de
hipotecas sobre las tierras prestando dinero o grano. No se quedó con nada
de modo extraoficial o de manera encubierta. Y el versículo 17, dice:

"Además, ciento cincuenta judíos y oficiales, y los que venían de las


naciones que había alrededor de nosotros, se sentaban a mi mesa".

Nehemías recibía regularmente a su mesa a ciento cincuenta invitados.


También recibió a judíos de las naciones circundantes que habían venido a
vivir a la ciudad y aún no habían encontrado una vivienda. Aparentemente
hizo todo esto corriendo él personalmente con los gastos. Evidente, había
sido diferente a los demás gobernadores. Leamos el versículo 18:

"Cada día se preparaba un buey y seis ovejas escogidas; también me


preparaban aves; y, cada diez días, se traía vino en abundancia. Así y todo,
nunca reclamé el pan del gobernador, porque la carga que pesaba sobre
este pueblo era excesiva".

O sea, que él no reclamó la asignación económica para gastos de


hospitalidad de un gobernador, porque tenía un corazón sensible por sus
hermanos de raza, que trabajaban duramente. Leamos, finalmente por
hoy, el versículo 19:

"¡Acuérdate de mí para bien, Dios mío, y de todo lo que hice por este
pueblo!"
Nehemías era un hombre extraordinario. La gente del pueblo era su
principal preocupación pero esa gente le olvidaría. Fue una triste realidad,
pero muchos personajes famosos han aprendido que el mundo olvida
fácilmente. Las personas tienen una memoria muy frágil. Pero Nehemías le
pidió a Dios que lo recordase. Y así fue que dijo: "Acuérdate de mí. . . Dios
mío". Es hermoso recordar que Dios no recuerda nuestros pecados pero
siempre recordará nuestras buenas obras, e incluso las registra en un libro.

Estimado oyente, hemos recordado que los seres humanos se van


olvidando unos de otros. Y cada uno va a lo suyo y, de forma egoísta se
desentiende de los problemas y necesidades de los demás. Pero Dios se
acuerda de usted, estimado oyente, y conoce cual es su situación ante Él.
Sabe si usted está lejos de Él, o si ya le pertenece como hijo. Y si usted
acepta Su amor y Su gracia, expresados al entregar a su Hijo, el Señor
Jesucristo, como sacrificio en la cruz, Él perdonará sus pecados porque
Cristo ya pagó el castigo por ellos. Entonces, al pertenecerle, Él escuchará
sus oraciones, como escuchó las de Nehemías, y por medio de Su Espíritu
le fortalecerá, le consolará, le guiará y transformará su existencia en una
vida de auténtica calidad, que se prolongará después de esta vida, en la
vida eterna.
Nehemías 6:1-19

En nuestro programa anterior finalizamos la lectura del capítulo 5.


Nehemías había encontrado toda clase de oposición que uno pudiera
imaginar en la reedificación de los muros de Jerusalén. Satanás había
estado muy activo y había puesto en su camino toda clase de obstáculos
que pudieran causar que él fracasara en su propósito. El enemigo está
haciendo lo mismo con nosotros en el día de hoy. La única diferencia es
que en nuestra experiencia él muchas veces tiene éxito y nosotros
fracasamos. Dios no quiere que nosotros fracasemos y ha provisto todo lo
necesario para que no seamos vencidos, y sin embargo lo somos. Ahora,
en el caso de Nehemías no fue así.

Llegamos, pues, al capítulo 6. Y aquí veremos que, a pesar de la astuta


oposición, la muralla quedaría terminada. Vimos en nuestro programa
anterior, que él no estaba recibiendo un sueldo; era una persona que no
buscaba nada para sí mismo y estaba haciendo un gran sacrificio para
reedificar el muro de la ciudad. Luego, él se dio cuenta que algunos de sus
hermanos de raza, especialmente aquellos de alto rango, se habían
dedicado al negocio de los bienes inmuebles, así como al de los préstamos.
Estaban ganando dinero mientras se aprovechaban del sufrimiento de las
demás personas y de las dificultades económicas que ellas tenían para
sobrevivir. Y como resultado, este problema hizo enfadar mucho a
Nehemías, pero él pudo arreglar este asunto y lo hizo de una manera muy
directa, enfrentándose con el problema y exponiéndolo en público.

En este capítulo vemos los acontecimientos que culminaron con los últimos
trabajos de reedificación del muro. Comencemos nuestra lectura Bíblica de
hoy leyendo el primer versículo de este capítulo 6 de Nehemías:

"Cuando oyeron Sanbalat, Tobías, Gesem el árabe y los demás de nuestros


enemigos que yo había edificado el muro, y que no quedaba en él brecha
alguna (aunque hasta aquel tiempo no había puesto las hojas de las
puertas)"

Observemos aquí la honestidad de Nehemías. Reconoció que aún no había


colocado las puertas en su sitio. Era como Natanael, de quien se nos habla
en Juan 1, porque en él no había engaño. Es decir, él no trataba de ser
sutil, listo. En esto, también, fue un ejemplo para muchos cristianos en el
día de hoy que, a veces, rinden cuentas de su labor solo parcialmente,
ocultando aspectos de su trabajo que quizás no les favorezcan, lo cual
revela personalidades que no son transparentes, creyentes que no se
expresan con sinceridad. No comunican toda la verdad. Se sienten más
seguros reservándose para sí una parte de la información.
El Dr. McGee dice que él apreció mucho lo que su médico hizo por él. Este
médico es un creyente y cuando sospechó que el Dr. McGee tenía cáncer,
se lo dijo directamente. El médico le dijo: "Dr. McGee, le voy a decir la pura
verdad directamente, porque si no lo hago así, usted no va a tener
confianza en mí". Y eso fue lo que hizo, él siempre presentó las cosas tal
cual eran. Cuando él pensaba que ya no había esperanza alguna para el Dr.
McGee a causa de la enfermedad, honradamente se lo dijo. No trató de
decir una cosa por otra, ni trató de ocultar la verdad. Lo dijo tal cual era, y
uno, estimado oyente, siempre puede apreciar esta conducta. Esto es algo
necesario en la actualidad, en los negocios, en las relaciones sociales, y
también hace mucha falta, y de manera muy especial, en la esfera de la
iglesia, entre los cristianos. Estas relaciones deberían estar caracterizadas
por la sinceridad, la transparencia. Esta conducta promueve y va
desarrollando la confianza, así como el afecto entre los creyentes.

Como hemos leído, cuando los enemigos, Sanbalat, Gesem, Tobías y otros,
oyeron que las obras de la muralla se habían completado, Nehemías
admitió honestamente, que el informe que había trascendido era un poco
exagerado. Como vimos, las puertas aún no habían sido colocadas en su
lugar. Por ello hemos destacado la honestidad de Nehemías. Él dijo las
cosas como eran. Leamos ahora los versículos 2 y 3:

"Sanbalat y Gesem enviaron a decirme: Ven y reunámonos en alguna de


las aldeas en el campo de Ono. Pero ellos tramaban hacerme daño.
Entonces envié mensajeros para decirles: Estoy ocupado en una gran obra
y no puedo ir; porque cesaría la obra si yo la abandonara para ir a
vosotros".

Los enemigos habían invertido sus tácticas. Ya que no habían podido


detener el trabajo, propusieron reunirse con Nehemías para llegar a una
solución negociada. Su intención, por supuesto, no era el bienestar de
Nehemías. Este es el antiguo método satánico que aconseja que si no
puedes vencer a tu enemigo, únete a él.

Y así fue como Nehemías rechazó la invitación, porque como él mismo dijo,
"tramaban hacerme daño". Probablemente estaban planeando matarle.
Nehemías pensó que no tenía sentido discutir detalles con el enemigo;
simplemente envió mensajeros diciéndoles que estaba muy ocupado en una
obra muy importante y que no podría ir a verlos porque si abandonaba sus
tareas, entonces el trabajo se detendría. O sea, que Nehemías se negó a
llegar a un compromiso con sus enemigos, a una solución negociada.
Hay quienes quieren que la Iglesia contemporice con sus adversarios y
entre en un terreno de componendas, acuerdos y concesiones. Ellos
piensan que quizá uno es demasiado dogmático e intolerante si no accede
a reunirse con quienes discrepan en lo esencial. Y en realidad, uno sólo
debería tratar con aquellos que se reúnen alrededor de la persona de Cristo,
pero no con adversarios que intenten acercar posiciones por la vía de la
negociación en la cual, cada una de las partes va cediendo hasta coincidir
con la otra. Más bien, preferimos reunirnos con quienes crean en la Palabra
de Dios, en la deidad de Cristo, y acepten el hecho de que Él murió por
nuestros pecados y resucitó de los muertos, indiferentemente de la etiqueta
que usen para identificarse. El nombre es secundario si hay coincidencia en
las creencias básicas de la fe cristiana, basadas en la Biblia. Y Nehemías
estaba llevando a cabo una buena obra y no tenía tiempo para abandonar
su misión y perder el tiempo con sus enemigos. Prosigamos adelante ahora
con el Libro de Nehemías. Y leemos lo siguiente aquí en los versículos 4 y
5, de este capítulo 6 de Nehemías:

"Cuatro veces me enviaron mensajes sobre el mismo asunto, y yo les


respondí de la misma manera. Entonces Sanbalat me envió a su criado para
decir lo mismo por quinta vez, con una carta abierta en su mano"

Podemos ver que el enemigo fue persistente. Y siempre lo ha sido. ¿Acaso


querían ellos realmente, tener una actitud amistosa con Nehemías y llegar
a una solución negociada? La verdad es que la presencia de Nehemías era
desesperadamente necesaria en Jerusalén para completar la edificación de
la muralla. La carta del enemigo estaba redactada en un lenguaje cortés
pero, en realidad, era como un anzuelo con su carnada. Observamos que
la carta contenía una amenaza. Leamos el versículo 6:

"en la carta estaba escrito: Se ha oído entre las naciones, y Gasmu lo dice,
que tú y los judíos pensáis rebelaros y que por eso edificas tú el muro, con
la mira, según estas palabras, de ser tú su rey"

Este hombre Gasmu parece que siempre está con nosotros. Era el peor de
ellos en lo que a chismes se refiere. Se lo menciona también como Gesem.
Hemos descubierto que a veces, la persona capaz de llevar los peores
chismes es un hombre y no una mujer.

La carta, que acusaba a Nehemías de rebelarse contra Persia y fundar un


estado separado, fue hecha pública enviándola o leyéndola públicamente.
Fue preparada para desanimar a aquellos que estaban trabajando en la
muralla. Y acusaba a Nehemías de querer convertirse en un rey.
Continuemos leyendo el contenido de la carta en el versículo 7:
"y que has puesto profetas que, refiriéndose a ti, proclamen en Jerusalén:
¡Hay rey en Judá! Estas palabras van a llegar a los oídos del rey; ven, por
tanto, y consultemos juntos".

Vemos que no sólo le acusaron de reclamar un reino, sino también de


reclutar profetas que apoyasen sus demandas. Éstas fueron, pues,
perversas calumnias difundidas sobre Nehemías. La carta indicaba que ellos
querían averiguar si estas noticias eran realmente ciertas, porque querían
informar al rey sobre ellas. De esta manera presionaban a Nehemías para
que se reuniera con ellos. Continuemos leyendo el versículo 8:

"Entonces envié yo a decirle: No hay nada de lo que dices, sino que son
invenciones de tu corazón".

La reacción de Nehemías ante el enemigo fue, como vemos, decirle que no


había nada de cierto en esos rumores, sino que éstos eran producto de su
imaginación. Fue una manera elegante de llamarlo mentiroso. Y dice el
versículo 9:

"Porque todos ellos nos amedrentaban, diciendo: Se debilitarán las manos


de ellos en la obra, y no será terminada. ¡Ahora, pues, oh Dios, fortalece
tú mis manos!"

Al hacerle frente a este problema, Nehemías recurrió al Señor, consciente


de los grandes esfuerzos del enemigo para detener la obra de reedificación.
Y entonces, le pidió fuerzas para continuar resistiendo. Y continuó el relato
diciendo en los versículos 10 y 11:

"Después fui a casa de Semaías hijo de Delaía hijo de Mehetabel, porque


estaba encerrado. Él me dijo: Reunámonos en la casa de Dios, dentro del
Templo, y cerremos las puertas, porque vienen a matarte; sí, esta noche
vendrán a matarte. Pero yo le respondí: ¿Un hombre como yo ha de huir?
¿Y quién, que fuera como yo, entraría al Templo para salvarse la vida? No
entraré".

Semaías, que era un falso profeta, fingió tener un gran interés en la


seguridad de Nehemías. Dijo que quería revelarle una conspiración contra
la vida del gobernador. El templo era el único lugar donde Nehemías estaría
seguro. Y le estaba sugiriendo un acto cobarde. Pero no tuvo en cuenta la
percepción espiritual de Nehemías. Leamos entonces los versículos 12 al
14:
"Reconocí que Dios no lo había enviado, sino que decía aquella profecía
contra mí porque Tobías y Sanbalat lo habían sobornado. Pues fue
sobornado para intimidarme, para que así yo pecara. Ellos aprovecharían
esto para crearme mala fama y desprestigiarme. ¡Acuérdate, Dios mío, de
Tobías y de Sanbalat, conforme a estas cosas que hicieron; también
acuérdate de la profetisa Noadías y de los otros profetas que procuraban
infundirme miedo!"

Podemos ver que Nehemías se encontraba en medio de complots y planes


para destruirle. Bien, él se ocupó de esas personas que fingían ser sus
amigos, pero aun así se encontraba en una posición difícil. Estaba entre la
espada y la pared. Apenas se daba vuelta, se encontraba en medio de otra
conspiración; pero al verse en esa situación recurrió a Dios. Porque aquella
tierra estaba soportando otra vez la maldición de la existencia de falsos
profetas. Daba la impresión de que ellos eran los enemigos más resueltos
de los siervos de Dios. Continuemos leyendo el versículo 15:

"Fue terminado, pues, el muro, el veinticinco del mes de Elul, en cincuenta


y dos días".

Y así fue que sin toque de trompetas, ni el esplendor de grandes


ceremonias, se terminó el trabajo de reedificación de las murallas. Dice el
versículo 16:

"Cuando lo oyeron todos nuestros enemigos, temieron todas las naciones


que estaban alrededor de nosotros; se sintieron humillados y reconocieron
que por nuestro Dios había sido hecha esta obra".

Esta gigantesca obra quedó concluida en cincuenta y dos días. Podemos


imaginarnos la rabia y frustración que habrán sentido los enemigos de los
judíos al ver edificado el muro, sin que les hubieran valido para nada los
intentos para impedirlo. Envidiaron entonces la prosperidad que esa obra
les traería a los pobladores de Jerusalén, y el éxito y el prestigio que la
conclusión de esa obra les traería ante las demás naciones. Sólo Dios podía
haber llevado a cabo esta empresa por medio de ellos. Pero aunque la
muralla estaba terminada, la situación para Nehemías y los suyos aún era
peligrosa y los problemas no se habían terminado. Leamos los versículos
17 al 19:
"En aquellos días los principales de Judá enviaban muchas cartas a Tobías
y recibían las de éste. Porque muchos en Judá se habían aliado con él, pues
era yerno de Secanías hijo de Ara; y Johanán su hijo había tomado por
mujer a la hija de Mesulam hijo de Berequías. También contaban delante
de mí las buenas obras de Tobías, y a él le referían mis palabras. Y Tobías
enviaba cartas para atemorizarme".

Todavía le quedaba a Nehemías pasar por una amarga experiencia. Durante


todo este tiempo había aquellos del pueblo, que eran amigos de los
enemigos de Dios y mantenían, en una actitud que constituía una verdadera
traición, correspondencia con Tobías. Se trataba nada menos que de los
nobles, o sea los más importantes de Judá, que se dejaron manipular por
los enemigos de Dios, que continuaban mostrando su oposición. Al
participar en esta secreta conspiración, no hacían otra cosa que favorecer
a los intereses de los enemigos de Israel y ocasionar la ruina de su propio
país. Dice en este versículo 18 que habían jurado lealtad a Tobías.
Evidentemente tanto Tobías como su hijo se habían casado con mujeres de
Israel. Tobías, concretamente, se había unido en matrimonio con la hija de
uno de esos nobles. Y como éste, probablemente se produjeron otros
matrimonios mixtos entre israelitas y extranjeros. Parece que éste fue el
resultado de que, durante todo este tiempo, había habido una relación
amistosa encubierta entre algunos de Judá y los enemigos de Dios. Y Tobías
tenía "oídos" o informantes oficiosos dentro de las murallas de Jerusalén,
que le informaban sobre todo lo que Nehemías decía o hacía. Y Tobías
también tenía parientes o amigos que le contaban a Nehemías lo bien que
actuaba Tobías, tratando de realzar su imagen. Actuaban como oficiales de
enlace, llevando cuentos de un lado a otro. Lo que estaba claro que este
Tobías era un intrigante. Y él y sus secuaces aun tenían la desvergüenza
de intentar que Nehemías se hiciera amigo de él. Y todas estas intrigas le
crearían a Nehemías más problemas.

Y estos incidentes, que parecían no tener fin, nos conducen ahora, al


séptimo capítulo de Nehemías, que desarrollaremos en nuestro próximo
programa. Dicho capítulo finalizará esta extensa sección que comenzó en
al capítulo 1 y que en nuestro Bosquejo General lleva el título de la
"Reedificación de las murallas".

Luego de haber finalizado la reedificación de los muros, uno debe recordar


que al mismo tiempo se encontraban profetizando dos profetas: Hageo y
Zacarías. Y durante este período la Palabra de Dios sería leída al pueblo, y
como resultado llegaría un movimiento de renovación espiritual, que
produciría grandes reformas en la vida de la nación.
Una vez completadas las obras de reedificación de la muralla, le gente
comenzaría a proteger la ciudad de Jerusalén. Muchas de las casas ya se
habían construido pero aun así, dentro de la ciudad todavía quedaba mucho
trabajo por hacer. Los pobladores tenían que limpiar muchas zonas y
eliminar los escombros que se habían acumulado. Era importante organizar
cuanto antes la protección porque al enemigo que había tratado de frustrar
la reedificación del muro podría pensar en destruir la ciudad.
Por otra parte, nos llama la atención la obstinación y la persistencia de los
enemigos de Dios y de Su Palabra. Parece que tras cada fracaso, volvían a
conspirar con renovados esfuerzos. Podríamos decir que,
inconscientemente, ellos estaban preparando el escenario para resaltar
públicamente la autoridad y el poder de Dios. Y es como si Dios hubiera
permitido que llegaran al colmo de su astucia, y que movilizaran sus
mejores aliados y recursos para destruir Sus planes y propósitos, hasta el
extremo de permitirnos ver la situación de indefensión y vulnerabilidad de
aquel pueblo que se esforzaba por levantar la muralla. Pero al mismo
tiempo hemos visto la constancia y firmeza de un líder que se apoyaba en
Dios y en Sus promesas. Y hemos comprobado que el poder de Dios es
mayor que todas las fuerzas de Sus enemigos, y que la sabiduría que Él dio
a Sus siervos, malogró tramas urdidas con la mayor astucia que nos
podríamos imaginar, planes en los que incluso participaron traidores del
pueblo de Israel. O sea que, paradójicamente, los enemigos de Dios
lograron hacer resaltar el poder de Dios de una manera extraordinaria. En
este sentido, recordemos que, después de haber comparado la sabiduría y
el poder humano, con la sabiduría y el poder de Dios, San Pablo concluyó
en 1 Corintios 1:25, que lo que en Dios puede parecer una necedad, es
mucho más sabio que la sabiduría humana; y que lo que en Dios puede
parecer una debilidad, es más fuerte que toda fuerza humana. Estimado
oyente, en medio de una generación que exalta la ciencia y sabiduría
humana hasta el punto de intentar desplazar a la sabiduría que proviene
de Dios, diremos que Dios tiene la última palabra. Y en una generación que
exalta el poder y los medios humanos para solucionar los males de la
humanidad, y para evitar que los seres humanos se destruyan entre sí,
Dios también tiene la última palabra al respecto. Porque Dios se complace
en demostrar hoy su poder y sabiduría, que son evidentes en el mensaje
del Evangelio. Porque, como dijo también San Pablo, el Evangelio es el
poder de Dios para la salvación de todo el que cree. Y creer, ¿en quién? En
el Señor Jesucristo como Salvador. Estimado oyente, le invitamos a
experimentar el poder de Dios para concederle el perdón y la vida eterna,
y la sabiduría de la Palabra de Dios aplicada a su vida diaria mediante la
obra del Espíritu Santo, para transformar su vida en esta tierra en una vida
significativa, en una vida que merezca la pena vivir.

Nehemías 7:1-73

Llegamos hoy, estimado oyente, al séptimo capítulo del libro de Nehemías,


que concluye la primera sección de este libro iniciada en el capítulo 1 y que
hemos titulado la "Reedificación de las murallas". En este capítulo se
destaca el registro familiar realizado por Nehemías.
Ahora, al entrar en este capítulo 7, vemos que los muros de Jerusalén
habían sido reedificados, como mencionamos en nuestro programa
anterior. Y vamos a ver que ellos comenzaron entonces a proteger la
ciudad; el templo había sido reedificado y gran número de las casas
también. Dentro de la ciudad aún quedaba mucho trabajo por hacer.
Todavía se estaban limpiando los escombros que allí se habían acumulado.
Pero en ese momento era necesario proteger la ciudad porque el enemigo
que había tratado de estorbar la tarea de la reedificación de los muros,
podría tratar de entrar y destruir la ciudad. Veamos ahora lo que dice aquí
el versículo 1, de este capítulo 7 de Nehemías:

"Después que el muro fue edificado y se colocaron las puertas, se


nombraron porteros, cantores y levitas".

Una vez concluida la muralla, Nehemías colocó las puertas en sus


correspondientes lugares, y nombró a los hombres que protegerían la
ciudad. Los porteros eran los que vigilaban. Ellos estaban de guardia y eran
los que estaban alrededor de ese muro, observando, vigilando lo que
ocurría fuera e informando de ello a los que estaban dentro. Si se
aproximaba algún enemigo o se observaba algún peligro en el exterior,
hacían sonar la alarma. Era una tarea permanente de 24 horas de duración;
o sea que vigilaban de día y de noche. Por tanto, eran personas que habían
sido seleccionadas cuidadosamente y que cumplían requisitos exigentes.
Pero vamos a ver que las normas establecidas no se cumplieron como
debían haberse cumplido. Los guardias de las murallas no tenían que ser
indiferentes frente a las personas que llegaban y penetraban dentro de las
murallas.
Se nos dice hoy que no tenemos que ser indiferentes con respecto a
aquellos que llegan para reunirse con la comunidad de los creyentes.
Porque no vamos a tener una relación de comunión y compañerismo con
todos los que profesan ser creyentes. Observemos lo que Pablo dijo en su
Primera carta a los Corintios, capítulo 5, versículo 11: "No debéis tener
trato con ninguno que, llamándose hermano, sea inmoral, avaro, idólatra,
chismoso, borracho o ladrón". En la actualidad se le da a la doctrina
cristiana la máxima prioridad, por ejemplo, a aquellos que niegan que las
Sagradas Escrituras están exentas de error y la deidad de Jesucristo, no
podemos convertirlos en nuestros hermanos y tener compañerismo con
ellos en la adoración a Cristo. Pero Pablo no estaba hablando de doctrina
cuando dijo que se debían tener tratos con inmorales. Estaba refiriéndose
al hombre o a la mujer que no hiciese frente al pecado en su propia vida.
La comunión y el compañerismo han estado basados en la doctrina
cristiana, y se rompe esa relación cuando no hay acuerdo en esas áreas
básicas. Aquí cabe aclarar que ese compañerismo se refiere a la
participación comunitaria en el culto cristiano y a las actividades
corporativas de la iglesia. Esa prohibición en ningún modo entra en el
campo de la amistad cristiana y la ayuda espiritual que se debe prestar a
las personas que cometan esos pecados. Por otra parte, conviene dejar
bien en claro que el interrumpir la comunión o el compañerismo con otro
creyente por causa de un tema de la doctrina cristiana no significa que uno
deba colocarse en el papel de juez frente a esa persona. A un predicador
joven llamado Timoteo, Pablo le aconsejó lo siguiente, en su segunda carta
2:19, "No obstante, el sólido fundamento de Dios permanece firme,
teniendo este sello: el Señor conoce a los que son suyos, y: Que se aparte
de la iniquidad todo aquel que menciona el nombre del Señor". Ni usted ni
yo sabemos quienes son realmente hijos de Dios, pero Dios sí conoce
quienes le pertenecen. Nadie tiene derecho a actuar en contra de nadie por
cuestiones de doctrina cristiana, o porque le parezca que alguien ha
relegado algún punto de la doctrina cristiana porque hace las cosas de una
manera diferente. Porque el único juez es Dios y Él juzgará a quienes tenga
que juzgar. Lo único que los creyentes tienen que hacer es evitar o
interrumpir la relación eclesial de comunión, pero de ninguna manera
actuar contra otros que profesen ser cristianos como si fuéramos jueces.
Volviendo a Jerusalén, vemos que, además de nombrar porteros para que
vigilaran la ciudad, Nehemías nombró cantores. En el capítulo siguiente
encontraremos a Nehemías diciendo: "La alegría del Señor es vuestra
fuerza". El espíritu de alabanza es el espíritu de poder. Esto quiere decir
que los creyentes tendrían que ser un grupo de personas alegres. Pero esa
alegría está con frecuencia ausente de la iglesia contemporánea. Por
supuesto que los creyentes muestran su alegría en ciertas conversaciones,
ante chistes u observaciones humorísticas, y cuando disfrutan de una
buena comida o en otras reuniones sociales. Pero el estudio de la Biblia no
es para muchos una fuente de alegría y disfrute. Y eso se nota incluso en
el semblante de la gente cuando escucha la exposición de la Palabra.

Ahora, Pablo dijo en Efesios 5:18 y 19 que la señal del creyente lleno del
Espíritu era esta: "No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución,
sino sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, himnos y
cantos espirituales, cantando y alabando con vuestro corazón al Señor".
Observemos que en la frase "hablando entre vosotros con salmos", la
palabra "Salmos" se refiere a la alabanza. La palabra "Himnos" nos habla
de las perfecciones atribuidas a la Deidad. Estas realidades y el hecho de
ensalzar lo hermosa que es la persona de Jesús constituyen el tema de
nuestras canciones y ello trae alegría a nuestra vida.

Se dice que alguien tenía en su despacho el siguiente lema en un cuadro:


"La alegría es la bandera que ondea en el corazón cuando el Maestro reside
en él". Es que cuando uno vive de acuerdo con la voluntad de Dios y tiene
esa relación de compañerismo con Él, disfruta de una auténtica alegría en
su vida. En ese caso, podemos decir que uno vive una vida de verdadera
calidad.

El tener aquellos porteros y cantores hacía de Jerusalén una gran ciudad.


Pero eso no era todo, sino que también nombraron levitas. Ellos eran los
ministros o servidores de los servicios religiosos. El escritor del libro de los
Proverbios dijo en el capítulo 18, versículo 16 "La dádiva del hombre le
ensancha el camino y le lleva ante la presencia de los grandes". En otras
palabras, hay que reconocer que con un regalo se abren todas las puertas
y se llega hasta la gente importante, influyente. Ésta es una gran verdad
en la sociedad, en las relaciones humanas. Pero en la esfera del reino de
Dios, si Él lo ha llamado a usted a que sea un ministro, un siervo, Él
preparará un lugar de servicio para usted, sin necesidad a que usted recurra
a medios puramente humanos para lograr una posición. Lo cual quiere decir
que Dios le dará el lugar donde pueda servirle mejor. Leamos ahora el
versículo 2 de este capítulo 7 de Nehemías:
"Puse al frente de Jerusalén a mi hermano Hanani y a Hananías, jefe de la
fortaleza, (porque éste era un hombre fiel y temeroso de Dios, más que
muchos)".

Cuando él dijo aquí "mi hermano Hanani", probablemente no quiso decir


que era hermano de sangre. Recordemos que al comienzo del libro de
Nehemías, cuando se encontraba en el palacio en Susa sirviendo en la corte
del rey Artajerjes, uno de sus hermanos de Jerusalén llegó para informarle
sobre la condición del remanente que había regresado a Jerusalén. Y era
uno de los compatriotas de Nehemías, más que un hermano carnal. Hanani
era probablemente uno de los líderes de Jerusalén, y había sido él el que
había informado a Nehemías sobre la situación en Jerusalén, como ya
hemos leído en el capítulo 1. Así que Nehemías conocía a este hombre. Fue
por este motivo que él dijo: "Puse al frente de Jerusalén a mi hermano
Hanani y a Hananías, jefe de la fortaleza". ¿Fue nombrado Hanani para este
cargo porque era un hombre educado y formado teológicamente? No. Fue
uno de los hombres designados para estar el frente de Jerusalén porque
era un hombre fiel, y porque tenía un temor reverencial de Dios mayor que
mucha gente. O sea, que fue elegido por su fidelidad y no por su educación.

Por supuesto que hacen falta pastores, predicadores y maestros bien


preparados. Pero es posible descuidar otros aspectos igualmente
importantes si uno va en esa dirección. Es posible ser alguien que sirva a
Dios a quien le falte un verdadero carácter, y sin embargo tenga una
adecuada preparación académica. Pero lo que Dios quiere, estimado
oyente, es fidelidad. En 1 Corintios 4:2 el apóstol Pablo dijo: "se requiere
de los administradores que cada uno sea hallado fiel". Estimado oyente,
¿pueden sus compañeros cristianos depender de usted? ¿Es usted fiel? Eso
es lo importante. La educación es provechosa si usted es una persona fiel.
Pero no tiene ningún valor si usted no es fiel. Continuemos leyendo ahora
el versículo 3, de este capítulo 7 de Nehemías:

"y les dije: Las puertas de Jerusalén no se abrirán hasta que caliente el sol,
y se cerrarán y atrancarán antes de que se ponga".

Y de entre los habitantes de Jerusalén nombré guardias e indiqué que cada


uno hiciera su turno frente a su propia casa.
Cada entrada a la ciudad debía ser vigilada durante todo el día. Y durante
la noche, cuando cualquier cosa pudiera ocurrir, todos debían mantener la
vigilancia. Cada uno tenía que vigilar, al menos, su propia casa. En este
sentido, recordemos que en Marcos 13:37, el Señor Jesucristo dijo que Dios
nos hace a nosotros responsables por lo menos por nuestro propio hogar,
aquellos que están más cerca de nosotros. El Señor Jesucristo dijo, "Y lo
que a vosotros digo, a todos lo digo: ¡Estad despiertos!" Ésa tendría que
ser la actitud de todo creyente. Pero, en todo caso, será una vigilancia
confiada en la presencia y los recursos sobrenaturales del Señor. Ahora, el
versículo 4, dice:

"La ciudad era espaciosa y grande, pero había poca gente dentro de ella,
porque las casas no habían sido reedificadas".

O sea, que no se había completado la edificación de todas las casas. Quizás


era posible que alguien hubiera estado interesado en construir su propia
casa y se olvidara de vigilarla. La actitud y el espíritu que había prevalecido
en la tarea de edificar las murallas y las puertas había sido el de trabajar
con una paleta en una mano y una espada en la otra. Y en la vida cristiana
y en el servicio a Dios necesitamos ambos aspectos.

En el resto de este capítulo 7 tenemos un registro de familias. Leamos a


continuación los versículos 5 al 7:

"Entonces puso Dios en mi corazón que reuniera a los nobles, a los oficiales
y al pueblo, para que fueran empadronados según sus familias. Y hallé el
libro de la genealogía de los que habían subido antes, y encontré que en él
se había escrito así: Estos son los hijos de la provincia que subieron del
cautiverio, de los que llevó cautivos Nabucodonosor, rey de Babilonia, y
que volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad. Ellos vinieron con
Zorobabel, Jesúa, Nehemías, Azarías, Raamías, Nahamani, Mardoqueo,
Bilsán, Misperet, Bigvai, Nehum y Baana".
Lista de los hombres del pueblo de Israel: Ésta es la misma genealogía que
aparece en Esdras 2. Y quisiéramos que usted tome nota de esta genealogía
porque es muy importante. Ahora, ¿por qué permitió Dios que se gastara
tanta tinta en presentar dos veces la misma genealogía? Bueno, es que La
palabra de Dios dice, en el Salmo 112:6, para siempre será recordado el
justo. Es como si Dios hubiera dicho, "Yo conozco a esa gente y quiero que
usted sepa que los conozco". Él ha colocado estos nombres aquí y lo hizo
por duplicado. Como si fuera una copia con papel carbón. Él dice, "Quizás
esto no le parezca interesante, pero para mí lo es. Yo conozco a cada uno
de ellos, son míos". Y ésta es simplemente una hoja del libro de las
memorias de Dios. Hay bastantes genealogías y listas de nombres en las
Sagradas Escrituras. En el capítulo 49 de Génesis tenemos la lista de los
doce hijos de Jacob, es decir, de las doce tribus de Israel. En el Segundo
libro de Samuel 23, tenemos la lista de los valientes de David. Los primeros
10 capítulos del Segundo Libro de Crónicas son listas de nombres. Y este
mismo libro de Nehemías 3 nos da otra lista. En el Nuevo Testamento,
vemos que Romanos 16 contiene una lista de nombres, Y Hebreos 11
presenta una lista de aquellos que se destacaron por su fe. Para nosotros
son simplemente nombres, pero Dios recuerda a todas esas personas y
registró sus nombres en el Libro de la Vida del Cordero. Leamos ahora el
versículo 17 de este capítulo 7 de Nehemías:

"Los hijos de Azgad, dos mil trescientos veintidós".

Aquí encontramos a los hijos de Azgad. Ahora, ¿quién sería este Azgad?
Fue un hombre conducido al cautiverio en Babilonia. Durante aquellos 70
años, quizás algunos más, su familia se estuvo multiplicando. Aquí se
mencionan a sus 2.322 descendientes, y cada uno de ellos pudo decir: "Yo
soy descendiente de Azgad" Soy un israelita. Y se quien soy. Azgad fue mi
antepasado".
Hay quienes hoy dicen, "Bueno, pienso que soy un hijo de Dios. Espero ser
un hijo de Dios". Estimado oyente, ¿no sabe usted si es un hijo de Dios?
Usted puede saberlo. En 1 Juan 5:12, el escritor dijo: "El que tiene al Hijo
tiene la vida, y el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida". No admite
más de dos opciones o interpretaciones, o tener al Hijo de Dios, o no
tenerlo. No hay una opción intermedia. Entonces, ¿lo tiene usted? ¿Ha
confiado usted en Él? Si usted ha confiado en el Señor Jesús como su
Salvador, usted le tiene y por lo tanto, según esta declaración, usted tiene
la vida. Y si usted no cree en lo que Él dijo, entonces es como si estuviera
afirmando que Él ha mentido. Si usted ha depositado su fe en Cristo, usted
tiene la vida eterna, y esta verdad está basada en la autoridad de la Palabra
de Dios. Y Dios ha confirmado esa palabra poniéndola por escrito. Por ello
utilizamos el ejemplo de un descendiente de Azgad, que podía firmar
rotundamente, "Yo se quien soy; mire usted, mi nombre ha sido escrito en
esta lista".

Pero hubo algunos que no podían decir lo mismo, como veremos al leer el
versículo 61 de Nehemías 7:

"Estos son los que subieron de Tel-mela, Tel-harsa, Querub, Adón e Imer,
los cuales no pudieron mostrar que la casa de sus padres ni su genealogía
eran de Israel"

Éstos que aquí se mencionan no pudieron probar su genealogía. Aquellos


seguramente pensaron que eran israelitas, esperaban serlo o trataban de
serlo. Pero el pensarlo, el esperarlo o el intentarlo no les convertía en
israelitas ni les resultaba de ninguna ayuda. Y como no podían probar su
descendencia, su genealogía, fueron excluidos. A continuación veamos el
versículo 64:

"Éstos buscaron su registro de genealogías, pero no se halló, por lo cual


fueron excluidos del sacerdocio"

Aplicando este ejemplo a la experiencia de la salvación, diremos que usted,


estimado oyente, no sólo necesita ser salvo, sino que también tiene que
saberlo con certeza. Leamos ahora el versículo 65:

"y el gobernador les prohibió que comieran de las cosas más santas, hasta
que un sacerdote decidiera la cuestión por medio del Urim y el Tumim".
En aquel tiempo los sacerdotes tomaban sus decisiones, basándose en el
Urim y el Tumim, que se encontraban en el pectoral que usaba el sumo
sacerdote. El pectoral era como un saquito cuadrado que estaba ligado al
efod, que era un ornamento que se llevaba sobre la túnica del sumo
sacerdote. Se ha pensado que el Urim y el Tumim eran pequeños guijarros
o varillas. Gracias a dos colores diferentes se podía interpretar su salida del
efod como un sí o como un no. Si salían juntos, se interpretaba que no
había respuesta. Por este medio el sumo sacerdote averiguaba la voluntad
de Dios. Aquella fue la manera provista por Dios para aquella época. Pero
en la actualidad, los creyentes en Cristo determinan cual es la voluntad de
Dios por medio de Su Palabra y la guía del Espíritu Santo. Y esa misma
Palabra es la que nos explica cómo podemos obtener la vida eterna.

Leamos, finalmente por hoy, el versículo 73 de Nehemías 7:

"Y los sacerdotes, los levitas, los porteros, los cantores, los del pueblo, los
sirvientes del Templo y todo Israel habitaron en sus ciudades".

Éste es, pues, el último versículo de este séptimo capítulo. Los israelitas se
encontraban en ese momento de su historia de regreso en su tierra. Bajo
la dirección de Nehemías se había realizado una gigantesca obra. Pero,
como veremos más adelante, el trabajo no había finalizado. Aún quedaba
más tarea para ellos.
Al concluir nuestro estudio de hoy y a raíz de lo que hemos leído en el
versículo 3, que cada uno de los vigilantes de la ciudad debía efectuar su
turno de guardia, algunos en sus puestos y otros frente a su propia casa,
imaginamos que aquellos habitantes de Jerusalén habrán experimentado
miedo e inseguridad, especialmente al caer la noche, porque la oscuridad
creaba las condiciones propicias para un ataque del enemigo. Pero, en todo
caso, aquella vigilancia debía ser una actitud confiada, una actitud de fe
consciente de la insuficiencia y debilidad humana, y de la suficiencia y
efectividad de los recursos sobrenaturales de Dios. Y los temores de
aquellos moradores de la ciudad, son nuestros miedos y temores en el día
de hoy. En este sentido, viene bien recordar las siguientes palabras del
Salmo 127: "Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la
edifican: si el Señor no guarda la ciudad, en vano vela la guardia". Estimado
oyente, vivimos en un mundo en el que las medidas de seguridad son cada
vez más numerosas y efectivas, basadas en los últimos adelantos de la
tecnología. Pero el caso es que las personas son cada vez más conscientes
de su vulnerabilidad, de su inseguridad. Estimado oyente, está claro que
hay en nosotros una tendencia a la autodestrucción, y fuerzas o influencias
externas que tratan de malograr nuestra vida presente y futura. Le
invitamos a vivir una vida de seguridad, basada en una relación con Dios.
Usted puede iniciar esa relación depositando su fe en Jesucristo, creyendo
en Él como su Salvador. Quizás, pueda usted dirigirse a Dios haciendo
suyas las palabras del autor del Salmo 31: "Señor . . . inclina a mí tu oído,
rescátame pronto; sé para mi roca fuerte, fortaleza para salvarme. Porque
tú eres mi roca y mi fortaleza, y por amor de tu nombre me conducirás y
me guiarás".

Nehemías 8:1-18

Continuamos hoy nuestro recorrido por el libro de Nehemías. Nos


corresponde hoy el capítulo 8 que, en nuestro bosquejo general inicia la
segunda y última sección de este libro, titulada "Renovación y Reforma",
que abarca desde el capítulo 8 hasta el 13. En nuestro programa anterior,
vimos que Nehemías había hecho todos los preparativos necesarios para
que la ciudad de Jerusalén estuviese bien protegida. También nombró
cantores, porque él quería que los habitantes de la ciudad experimentaran
la alegría de su relación con en el Señor. Esta actitud era esencial para una
renovación espiritual. El tema central de este capítulo, es la lectura pública
de la Palabra de Dios, llevada a cabo por Esdras. Pues bien, escuchemos lo
que nos dice el primer versículo del capítulo 8:
"Entonces se juntó todo el pueblo como un solo hombre en la plaza que
está delante de la puerta de las Aguas, y dijeron al escriba Esdras que
trajera el libro de la ley de Moisés, la cual el Señor había dado a Israel".

Esdras, que era un maestro, un escriba, fue llamado para llevar a cabo una
lectura bíblica. Ellos iban a tener, entonces, una lectura bíblica pública de
grandes proporciones. Veamos lo que dice el versículo 2:

"El primer día del mes séptimo, el sacerdote Esdras trajo la Ley delante de
la congregación, así de hombres como de mujeres y de todos los que podían
entender".

Observemos que aquellos que estaban reunidos eran personas con uso de
razón. Dice aquí: de todos los que podían entender lo que oían. Y esto
quiere decir que ellos tenían un servicio de guardería para las criaturas más
pequeñas. No sabemos los detalles de cómo se llevó a cabo este cuidado
de los niños, pero es evidente que se hicieron preparativos adecuados para
que los adultos allí reunidos se pudieran concentrar en escuchar la lectura
de la Palabra de Dios. En el versículo 3 se nos dice de Esdras:

"Desde el alba hasta el mediodía, leyó en el libro delante de la plaza que


está delante de la puerta de las Aguas, en presencia de hombres y mujeres
y de todos los que podían entender; y los oídos de todo el pueblo estaban
atentos al libro de la Ley".

Usted recordará, estimado oyente, que cuando estudiamos las puertas de


Jerusalén dijimos que la puerta de las aguas era un símbolo de la Palabra
de Dios y entonces ellos habían hecho un púlpito y lo habían colocado en
este lugar, y desde allí leyó Esdras.

Sería realmente difícil encontrar hoy una congregación que nos escuchara
leer la Biblia desde la mañana hasta el mediodía. La gente siempre ha
tenido dificultad para escuchar un mensaje de 45 minutos, que ya incluye
la lectura. Sin embargo, aquellos israelitas que se reunieron para escuchar
la Palabra de Dios estaban verdaderamente interesados en oírla. Habían
estado en el cautiverio por setenta años y nunca antes habían escuchado
la Palabra de Dios. Para ellos fue una nueva experiencia. Leamos entonces
el versículo 4:

"Y el escriba Esdras estaba sobre un estrado de madera que habían


levantado para esa ocasión, y junto a él estaban, a su derecha, Matatías,
Sema, Anías, Urías, Hilcías y Maasías; y a su mano izquierda, Pedaías,
Misael, Malquías, Hasum, Hasbadana, Zacarías y Mesulam".
Éstos eran los 13 hombres que estaban junto a Esdras. Veamos ahora, el
versículo 5:

"Abrió, pues, Esdras el libro ante los ojos de todo el pueblo, pues estaba
más alto que todo el pueblo; y cuando lo abrió, el pueblo entero estuvo
atento".

Se nos da la indicación aquí que ellos estaban de pie, escuchando la lectura


de la ley y quiere decir que así permanecieron durante todo el tiempo que
duró la lectura, sin sentarse para descansar, desde el amanecer hasta el
mediodía. En primer lugar, ellos elevaron una alabanza a Dios. Leamos el
versículo 6:

"Bendijo entonces Esdras al Señor, Dios grande. Y todo el pueblo, alzando


sus manos, respondió: ¡Amén! ¡Amén!; y se humillaron, adorando al Señor
rostro en tierra".

Esto quiere decir que ellos se inclinaron hasta tocar con sus frentes el suelo.
Ésa es la forma en que ellos adoraban en esos días. Y entonces Esdras
alabó al Señor. Luego, continuando con nuestra lectura, leamos el versículo
7:

"Los levitas Jesúa, Bani, Serebías, Jamín, Acub, Sabetai, Hodías, Maasías,
Kelita, Azarías, Jozabed, Hanán y Pelaía, hacían entender al pueblo la Ley,
mientras el pueblo se mantenía atento en su lugar".

Aquí tenemos una lista de nombres, y los mencionamos porque fueron de


personas de bastante importancia. Fueron los que explicaron la Palabra de
Dios a la gente allí reunida. Y dice el versículo 8:

"Y leían claramente en el libro de la ley de Dios, y explicaban su sentido,


de modo que entendieran la lectura".
Esta gran asamblea de todo el pueblo, se había reunido a la puerta de las
Aguas, dentro de los muros de Jerusalén. Los hombres mencionados en el
versículo 7, fueron colocados en diferentes lugares entre la multitud. El
sacerdote Esdras, el escriba, leía una cierta parte de la ley, y luego se
detenía, mientras cada uno de esos hombres convenientemente
distribuidos al frente de grupos, entre la multitud, le preguntaba a su grupo
si había comprendido lo que se acababa de leer. Y quizá la mayoría de la
gente, movería su cabeza asintiendo, indicando que había comprendido.
Pero quizás otros levantaban sus manos indicando que no habían
entendido. Entonces, el hombre asignado les explicaría el significado de esa
parte de la ley. Después, Esdras continuaba leyendo otra sección de la ley,
y se detendría para dar lugar a las preguntas de la gente que tuviera dudas
y así, sucesivamente, el maestro de cada grupo las respondería.

Nos preguntamos si hoy, en las iglesias cristianas, nosotros simplemente


leyéramos más extensamente la Biblia, dedicándole más tiempo; ¿qué
ocurriría? Es decir, que alguna persona se levantara y sólo leyera la Biblia;
y luego, uno tuviera maestros preparados, colocados en diferentes partes
de la congregación a cargo de sus respectivos grupos, para responder a las
preguntas que pudieran surgir. Supongamos que se leyera el primer
capítulo de Efesios en la actualidad. Uno no tendría que llegar muy lejos en
su lectura, antes de que apareciera un problema o una duda. Efesios 1:4,
dice: "según nos escogió en El antes de la fundación del mundo..". Creemos
que alguien pudiera leer a la congregación este versículo, seguido de los
versículos 5 y 6, y luego se detendría. Lo leído daría lugar a preguntas tales
como: ¿Qué quiso decir Pablo? ¿Estaba enseñando la doctrina de la
elección? Es posible que una lectura extensa comentada detalladamente
conduciría a una renovación espiritual. Al menos esta lectura que tuvo lugar
en los tiempos de Nehemías, sí lo logró.
La lectura de la ley, junto con la formulación de preguntas y las respuestas
dadas por los maestros, hizo que la gente entendiera la ley. Al escuchar
cada uno desde su lugar la exposición de la Palabra, apenas se escuchaba
algo que no se entendiera, inmediatamente era clarificado. Personalmente
creemos que toda la Biblia debería ser enseñada de esta manera, y que
cada versículo que no resulte claro, tendría que ser explicado. Lo que
sucede es que hoy existe una gran falta de interés en la Palabra de Dios.
No creemos que sea muy adecuado ni didáctico el sistema de tomar un
versículo y luego irse por todas partes, por dentro y fuera de la Biblia en
un mensaje de predicación del evangelio, y sin volver al pasaje leído para
explicarlo debidamente. No creemos que ése sea el sistema correcto.
Creemos que Dios quiere que leamos la Biblia e intentemos explicarla a
medida que avanzamos en su lectura. El actuar de otra manera, lo único
que consigue es fomentar la falta de interés en la Palabra de Dios.

Y eso no es todo. Aquí, en este capítulo 8:8, tenemos otra gran lección para
todos. Hay muchos métodos que se pueden utilizar en la predicación. Hay
un acercamiento psicológico a la Palabra, y una aproximación erudita o
intelectual, y muchos se distribuyen por otras opciones. Y creemos que hay
una manera de exponer la Palabra, y es el método utilizado en este pasaje
Bíblico que estamos considerando. Y es este, resumido en la siguiente
afirmación que hemos leído en el versículo 8: "Y leían claramente en el libro
de la ley de Dios, y explicaban su sentido, de modo que entendieran la
lectura". Realmente, necesitamos comprender lo que Dios está diciendo en
Su Palabra. Continuemos entonces con nuestra lectura, leyendo el versículo
9 de Nehemías 8:

"Entonces el gobernador Nehemías, el sacerdote y escriba Esdras y los


levitas que hacían entender al pueblo dijeron a todo el pueblo: Hoy es día
consagrado al Señor, nuestro Dios; no os entristezcáis ni lloréis; pues todo
el pueblo lloraba oyendo las palabras de la Ley".

Muchas de estas personas nunca habían escuchado la palabra de Dios. La


lectura clara y la enseñanza de la ley les hizo sentir una convicción profunda
de su pecado. Y esto causó algo así como un estallido emocional, que hizo
brotar lágrimas de arrepentimiento. Y posiblemente lloraron también de
alegría, porque estaban muy conmovidos. Notemos lo que cuidadosamente
indicó Nehemías en la primera parte del versículo 10, de este capítulo 8 de
su libro, que leemos a continuación:
"Luego les dijo: Id, comed los mejores alimentos, bebed vino dulce y enviad
porciones a los que no tienen nada preparado; porque éste es día
consagrado a nuestro Señor. No os entristezcáis, porque el gozo del Señor
es vuestra fuerza".

Ahora, éste fue un servicio social. Éste es el aspecto de solidaridad social


del Evangelio. Estimado oyente, si la Palabra de Dios tiene algún significado
para usted, y si usted recibe algo de ella, entonces le impulsará a salir y a
hacer algo por el bien de otra persona. Éste deber ser uno de los efectos
de la Palabra de Dios en su vida. Y lo importante es que le motivará a usted
a hacer algo por Dios.

Nehemías dijo que ellos deberían enviar porciones a los que no tenían nada
preparado. Es decir, que debían hacer algo a favor de los pobres. También
les dijo que no se entristecieran, porque la alegría experimentada por su
relación con el Señor, era para ellos un refugio, una fortaleza. Recordemos
que el apóstol Pablo dijo a los creyentes en Filipenses 4:13, "Todo lo puedo
en Cristo que me fortalece... , alegraos siempre en el Señor". Y en ese
mismo capítulo 4:4 les dijo: "Os lo repito: ¡Alegraos!" Lo que Pablo les quiso
enseñar fue que el origen del poder era esa alegría. El secreto es la oración,
pero la fuente del poder para el cristiano es la alegría. La Palabra de Dios,
estimado oyente, debería hacerle feliz. Ésa es una de las razones por la
cual pensamos que algo anda mal en el servicio religioso de una Iglesia, si
no lo hace a uno sentirse feliz y resulta de bendición para su corazón.

El Dr. J Vernon McGee, autor de estos estudios bíblicos, contaba que


durante un período de 21 años en la ciudad de Los Ángeles, California, él
tuvo el privilegio de tener lo que se consideró en su tiempo el servicio
religioso de mitad de semana más grande del país. El dijo: "Nosotros
teníamos entre 1.500 a 2.500 personas asistiendo a las clases de la Biblia.
Y yo siempre salía y me quedaba en la puerta de la Iglesia para dar la mano
a los que salían al terminar la reunión. Siempre me podía dar cuenta, de
cómo había ido el estudio bíblico, si había sido una bendición para la gente,
o no. Muchas veces la gente salía, y sólo murmuraba algo cortésmente pero
sin mucho sentido al darme la mano, entonces, yo me daba cuenta",
comenta el Dr. McGee, "de que esa noche la enseñanza impartida no había
sido una verdadera bendición. Pero en otras ocasiones, algunos salían
alegres y con un rostro radiante me daban la mano, expresando que la
Palabra de Dios había traído paz y alegría a sus corazones. Entonces, yo
me daba cuenta", decía el Dr. McGee, "que esa noche el estudio Bíblico
había logrado su objetivo".
Es que, estimado oyente, la Palabra de Dios debe traerle alegría. Después
de despertar nuestra conciencia a la presencia del pecado, y de corregirnos,
haciéndonos sentir la tristeza por habernos apartado de ella, debe producir
en nosotros alivio, paz y alegría. Dios no quiere que usted tenga sólo un
poco de alegría, sino que usted disfrute mucho leyendo Su Palabra,
estudiándola. Ahora, el estudio de la Palabra de Dios debería traer ese gozo
a su vida. Y si el estudio de la Palabra de Dios no le está trayendo alegría
a su vida, entonces, hay algo radicalmente malo en usted y hay que
enfrentar ese problema. Usted tiene que dirigirse a Dios en oración y
decirle: "Señor, yo quiero que Tu Palabra traiga gozo a mi vida. Y si hay
una nube que se interpone, que está interfiriendo en nuestra relación de
compañerismo y comunión, cualquiera que sea, quiero que sea removida,
para que cuando estudie la Palabra, yo pueda experimentar la alegría que
el Señor trae". Y eso es lo que será el ir a la Iglesia, una experiencia que
realmente se pueda disfrutar, es decir, una experiencia alegre.

¿Ha visto usted las multitudes que se dirigen a los acontecimientos


deportivos? Es como si acudieran a una fiesta, por la alegría que muestran.
¿Ha visto a la gente yendo una Iglesia un domingo por la mañana? Parecen
reflejar pensamientos como ¡qué obligación! ¡qué carga! Y hay muchas
personas que están soportando cargas pesadas. Pero esas cargas deberían
ser dejadas en las reuniones, y las personas deberían salir de esos lugares
con sus corazones rebosando de alegría, o demostrando que se acaba de
disfrutar de una grata experiencia. Luego en el versículo 12, de este
capítulo 8 de Nehemías se nos dice:

"Y todo el pueblo se fue a comer y a beber, a obsequiar porciones y a gozar


de gran alegría, porque habían entendido las palabras que les habían
enseñado".

Esperamos, estimado oyente, que este estudio bíblico le haga feliz a usted.
Esa es la razón por la cual a veces nosotros leemos las cartas dirigidas a
nuestro programa. Oímos de personas que sienten el desaliento en sus
vidas, y la Palabra de Dios entonces, les trae gozo; de un hogar en el que
la pareja estaba a punto de separarse y entonces la Palabra de Dios les dio
motivos para reanudar una vida de pacífica convivencia; de un hombre que
tiene amargura y resentimiento en su corazón contra otros, y la Palabra de
Dios comienza a obrar y a transformar su vida. Permítanos decirle que la
Palabra divina puede también tener un efecto en usted. Ahora, el versículo
13, dice:
"Al día siguiente, se reunieron los cabezas de familia de todo el pueblo,
sacerdotes y levitas, junto al escriba Esdras, para estudiar las palabras de
la Ley".

El estudio inicial de la Ley de Dios hizo que muchos de los dirigentes


acudieran a Esdras al día siguiente para recibir más instrucción. Esto es
muy importante porque muestra el interés genuino que ellos tenían en la
Palabra de Dios y que ésta había comenzado ya a actuar en ellos,
comenzando su obra de renovación, de transformación. Veamos ahora lo
que sucedió aquí en los versículos 14 al 18 de este capítulo 8 de Nehemías:

"Y hallaron escrito en la ley que el Señor había mandado por medio de
Moisés, que habitaran los hijos de Israel en tabernáculos en la fiesta
solemne del mes séptimo; y que hicieran saber e hicieran pregonar por
todas sus ciudades y por Jerusalén, diciendo: Salid al monte y traed ramas
de olivo, de olivo silvestre, de mirto, de palmeras y de todo árbol frondoso,
para hacer tabernáculos, como está escrito. Salió, pues, el pueblo, y
trajeron ramas e hicieron tabernáculos, cada uno sobre su terrado, en sus
patios, en los patios de la casa de Dios, en la plaza de la puerta de las
Aguas y en la plaza de la puerta de Efraín. Toda la asamblea que volvió de
la cautividad hizo tabernáculos, y en tabernáculos habitó; porque desde los
días de Josué hijo de Nun hasta aquel día, no habían hecho así los hijos de
Israel. Y hubo gran alegría. Leyó Esdras el libro de la ley de Dios cada día,
desde el primer día hasta el último; hicieron la fiesta solemne por siete
días, y el octavo día fue de solemne asamblea, según el rito establecido".

Ésta fue una celebración de la Fiesta de los Tabernáculos. El habitar en


tiendas debía servir como recordatorio para ellos del cuidado paternal y la
protección de Dios mientras Israel viajaba de Egipto a Canaán. Aquí en los
días de Nehemías, ellos estaban obedeciendo la Ley que les había sido leída.
Ellos habían oído la Palabra de Dios y estaban cumpliendo lo que ella
mandaba. Estimado oyente, usted puede leer y estudiar la Biblia y
experimentar el gozo que ella trae a su corazón, y esperamos que usted
haga eso; pero esa alegría se desvanecerá a menos que usted obedezca lo
que ha leído y permita que tenga su efecto en usted, es decir, que afecte a
su vida.

Y así concluimos nuestro estudio del capítulo 8 de Nehemías. Ahora en el


capítulo 9 veremos que el resultado de esta gran lectura bíblica, lectura
pública, explicada y aplicada a la vida de cada uno, fue una renovación
espiritual. Esperamos que usted nos acompañe en nuestro recorrido por
ese capítulo 9 de Nehemías.
En este programa hemos destacado la verdadera fuente de alegría que es
la Palabra de Dios. Por ello el autor del Salmo 119 pudo decir, "Tus
testimonios he tomado como herencia para siempre, porque son el gozo de
mi corazón". Y aquí queremos resaltar el tremendo contraste que existe
entre la Palabra que Dios ha pronunciado, y lo que brota de la boca de los
seres humanos. Bien decía el apóstol Santiago, que la lengua humana es
como un fuego, como un mundo de maldad, y un pequeño miembro del
cuerpo humano que nadie en este mundo puede dominar. Llegó a decir que
era un mal turbulento y lleno de veneno mortal. En su capítulo 2:9 dijo:
"Con ella bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a los
hombres, que han sido hechos a la imagen de Dios. De la misma boca
proceden bendición y maldición. ¿Acaso una fuente por la misma abertura
echa agua dulce y amarga?" Frente a esta imagen de destrucción
incontrolada, hemos visto los efectos de la Palabra de Dios. Esa Palabra
destruye el pecado, el mal, para que éstos no destruyan al ser humano y
después, construye, edifica, restaura lo que se ha destruido, limpia, purifica
y trae alegría. No se trata de la alegría superficial, frívola, sino de una
satisfacción auténtica, que va en aumento en la medida en que el ser
humano la deja actuar en su vida por la obra del Espíritu Santo. Por ello,
estimado oyente, le invitamos a aceptar por la fe la obra del Señor
Jesucristo en la cruz, recibiéndole como su Salvador y entonces, la Palabra
y la acción del Espíritu irán transformando una vida que era una fuente
contaminada por la amargura de su experiencia vital, en una fuente que
rebose alegría, dulzura y la paz de la relación con Dios y la posesión de la
vida eterna.

Nehemías 9:1-38

En primer lugar diremos que los capítulos 9 y 10 presentan el tema titulado


"Oración y renovación espiritual". En el día de hoy estimado oyente, vamos
a considerar lo que dice el capítulo 9 de Nehemías. Recordemos que en el
estudio del Libro de Esdras dijimos que había varios grandes capítulos
"nueve" en las Escrituras, y todos ellos tienen que ver con "movimientos
de renovación". Lo vimos en el capítulo nueve de Esdras y hoy tenemos
ante nosotros el capítulo 9 de Nehemías, y también hemos citado el noveno
capítulo en el Libro de Daniel, que consideraremos al estudiar ese libro.
Probablemente deberíamos aclarar lo que queremos decir cuando usamos
esta palabra "renovación o avivamiento", porque creemos que es una de
esas palabras que han sido mal entendidas por muchos; y probablemente
deberíamos pasar algún tiempo explicándola. Es un término que expresa la
idea de recobrar la vida y el vigor. También significa un retorno a la
conciencia, volver a tener sentido, volver en sí; se refiere a lo que tiene
vida que está desapareciendo, incluso hasta llegar a la muerte y que ya no
tiene vitalidad; pero que luego revive. El apóstol Pablo habló sobre la
resurrección del Señor Jesucristo, en el capítulo 14 de la epístola a los
Romanos, versículo 9; allí se dice: "Para esto el murió y resucitó, para ser
Señor tanto de los muertos como de los que viven". Éste es pues, un buen
uso del término revivir, y de lo que significa avivamiento.

Obviamente, la palabra "avivamiento" está limitada a los creyentes. Se


refiere a creyentes que se encuentran en una condición espiritual muy baja,
y que fueron reavivados, renovados y restaurados a la vitalidad y el poder.
Aquí en este capítulo 9 de Nehemías, donde nos detendremos en el día de
hoy, se utiliza en ese sentido. Sin embargo, estamos seguros que usted ya
se ha dado cuenta que el uso de esta palabra ha sido ampliado, y ahora, a
veces, la palabra avivamiento hace referencia a períodos en los que muchas
personas están viniendo a Cristo. Realmente, un hecho depende del otro.
Uno no podrá ver un período en que las personas acudan a Cristo, a menos
que el pueblo de Dios haya experimentado un avivamiento o una
renovación espiritual.

En este capítulo veremos un período de avivamiento, que siguió a una


lectura pública de la Palabra de Dios. Muchas de estas personas, como
hemos visto en el capítulo 8, nunca habían oído la Palabra de Dios. Ellos
habían estado en la cautividad por setenta años, no habían tenido ningún
acceso a la Palabra de Dios. No había nadie allí que se las pudiera leer.
Cuando regresaron a su tierra y los muros fueron reedificados, Nehemías
dispuso que hubiera un tiempo de lectura de la Palabra de Dios. Esta lectura
probablemente se prolongó por un cierto período, cuya duración
desconocemos. Junto a él estaba Esdras, escriba, quien tenía la Palabra de
Dios. Construyeron un púlpito para que pudiera leer de la Palabra de Dios
desde la puerta de las Aguas. Dicha lectura causó un impacto tremendo
sobre la gente. El pueblo lloró, y lloró principalmente de alegría. Lo que
queremos recalcar es que tiene que haber emoción cuando se escucha la
lectura de la Palabra de Dios, pero no una emoción superficial, pasajera,
sino un sentimiento que les impulsó a hacer ciertas cosas.
Ésta es nuestra razón personal, estimado oyente, para desear difundir la
Palabra de Dios. Podemos sinceramente decir que no es muy importante lo
que decimos nosotros personalmente, sino lo que la Biblia dice. El Espíritu
de Dios puede tomar la Palabra de Dios; y si nosotros la hemos presentado
como se debe hacer, Él la puede aplicar y bendecir en los corazones y las
vidas de los oyentes. Ésa es la razón por la cual, a veces compartimos las
cartas que nos llegan de los oyentes, o lo que nos comunican en sus
llamadas telefónicas, para poder apreciar lo que Dios está haciendo. Es algo
verdaderamente sorprendente. Ahora, esto no nos debería sorprender
porque el Señor mismo ha dicho que Él bendeciría Su Palabra.

Los integrantes de aquel pueblo reconocieron cuánto se habían apartado


de las normas que Dios había establecido para ellos, y cuán lejos se
encontraban del cumplimiento de sus mandamientos. Como hemos visto
en el Libro de Esdras, la Palabra de Dios había tenido un resultado en la
misma vida de este sacerdote y escriba dándole un gran interés y llevándole
a un compromiso personal con todo lo que estaba llevando a cabo. Es que
no puede haber un avivamiento, o una renovación espiritual, fuera de la
Palabra de Dios; debemos reconocer y aceptar este principio.

Ahora, veamos lo que Dios hizo por esta gente. Se nos dice en los primeros
dos versículos de este capítulo 9 de Nehemías:

"El día veinticuatro del mismo mes se reunieron los hijos de Israel para
ayunar, vestidos de ropas ásperas y cubiertos de polvo. Ya se había
apartado la descendencia de Israel de todos los extranjeros; y en pie,
confesaron sus pecados y las iniquidades de sus padres".

Aquí vemos que ellos confesaron sus pecados principalmente, y también


los de sus padres. Ahora, el versículo 3, dice:

"Puestos de pie en su lugar, leyeron el libro de la ley del Señor, su Dios, la


cuarta parte del día, y durante otra cuarta parte del día confesaron sus
pecados y adoraron al Señor, su Dios".

La lectura de la Palabra de Dios les reveló su pecado y maldad. El ayuno,


el vestirse con sacos o ropas ásperas y el polvo sobre sus cabezas
demostraron su sinceridad. Hubo entonces confesión y adoración a Dios.

A veces una generación es muy crítica con otra. Este es el caso de los que
pertenecen a la generación joven, que ha sido muy crítica con la anterior,
y con razón. Pero si ellos experimentan un retorno a la Palabra de Dios,
dejarán de lado dicha actitud crítica y comenzarán a confesar sus propios
pecados.
Y con respecto a los que pertenezcamos a la anterior, deberemos en primer
lugar confesar nuestros pecados antes de señalar los de otros. Y si usted
piensa que no tiene ningún pecado, entonces, estimado oyente, usted
necesita regresar a la Biblia, a la Palabra de Dios. Podemos ver lo que hizo
esta gente de nuestro relato: una cuarta parte del día ellos leyeron la Biblia
y luego ellos hicieron algo más, relacionado con lo que acababan de leer;
confesaron sus pecados. Usted no puede hacer descender a Dios a su propio
nivel. Hay muchas personas que están tratando de hacer eso. Usted
tampoco puede elevarse al nivel de Dios, donde podría decir que ha
alcanzado un estado de perfección. Si usted lo hiciera así, se estaría
engañando a sí mismo. Yo no digo eso por mí mismo, sino que Juan lo dijo
en su primera carta 1:8, 9, donde encontramos la siguiente declaración:
"Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y
la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, El es fiel
y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad".
Si usted lee la Palabra de Dios, comprobará que es un pecador. Cuando
reconozca esa realidad, sentirá la necesidad de confesar sus pecados.

Confesar los pecados significa estar de acuerdo con la Palabra de Dios, en


vez de presentar excusas o intentar racionalizar nuestras acciones. La
confesión consiste en llamar por su verdadero nombre lo que estamos
haciendo, siendo conscientes exactamente de lo que realmente es: pecado.
Y cuando hacemos esto, estimado oyente, cuando confesamos nuestros
pecados, entonces, Dios es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad.
Recordemos que en el aposento alto, el Señor Jesucristo lavó los pies de
los discípulos. Eso es precisamente lo que está haciendo ahora mismo a la
derecha del trono de Dios: está limpiándonos. Cuando usted y yo nos
acercamos a Él con nuestra confesión, figurativamente hablando, Él lava
nuestros pies, y hasta nuestra propia mente necesita ser lavada algunas
veces. En nuestro contacto con el mundo en que vivimos y en nuestra vida
en sociedad resulta imposible evitar que, desde un punto de vista espiritual,
nuestra mente se ensucie, así como el caminante de aquellos tiempos
ensuciaba sus pies al transitar por aquellos caminos polvorientos. De ahí la
necesidad de acercarnos a Dios para confesar nuestra impureza. En la fiesta
de la Pascua, cuando el Señor se levantó de la mesa y comenzó a lavar los
pies de los suyos, Pedro le dijo, en Juan 13:8, "¡Jamás me lavarás los pies!
Jesús le respondió: Si no te lavo, no tendrás parte conmigo". Hay gente
hoy que está intentando servir a Dios y que no está viviendo a la luz de la
Palabra de Dios. Dijo Juan en su primera carta 1:6,7; "Si decimos que
tenemos comunión con Él, pero andamos en tinieblas, mentimos y no
practicamos la verdad; mas si andamos en la luz, como Él está en luz,
tenemos comunión los unos por los otros, y la sangre de Jesús su Hijo nos
limpia de todo pecado".

Aquí no está hablando tanto de la forma de caminar, sino de por dónde


camina uno. Cuando uno camina, es decir, que vive expuesto a la luz de la
Palabra de Dios, verá cuan lejos se encuentra de la gloria y la santidad de
Dios, y que no puede alcanzar por sí mismo ese estado. Entonces se
acercará a Él con una actitud de confesión. Y si no lo hace, Dios le dirá a
usted, como le respondió a Pedro: "Si no te lavo, no tendrás una relación
de compañerismo conmigo". Por todo ello y volviendo a nuestro relato de
la época de Nehemías, los israelitas pasaron una cuarta parte del día
leyendo la Palabra de Dios, y otra cuarta parte del día confesando sus
pecados.

Cuando enseñamos la carta de Pablo a los Romanos, recibimos cartas de


personas que nos cuentan que han confesado a Dios el haber hablado mal
de otras personas, o que han mantenido una actitud de resentimiento hacia
ellas. En esos casos vemos que la Palabra de Dios hizo sentir su efecto en
la vida de esas personas. Y si la Palabra causa un impacto en su vida, usted
sentirá esa misma necesidad de dirigirse a Dios en oración para confesar
sus pecados. Estimado oyente, éste es el camino que conduce a un
avivamiento, a una renovación espiritual, y no hay otro.
Cuando se nos habla de la confesión de nuestros pecados, creemos que es
algo que debe hacerse en privado. Y los pobladores de aquella tierra
lograron enderezar y rectificar lo que habían hecho mal. Recordemos que
Simón Pedro, en el día de Pentecostés, no produjo un avivamiento
levantándose y confesando cómo había negado al Señor Jesucristo. Eso fue
algo que había tenido lugar en privado. Lucas y Pablo nos cuentan que el
Señor apareció a Simón Pedro cuando éste se encontraba solo. Porque ese
asunto de la negación de Pedro era un asunto privado y tenía que ser
arreglado por aquellos que habían estado implicados en ese incidente y así
fue como se restauró su relación con el Señor. Y así como nadie se bañaría
en público, creemos que la confesión pública de los pecados, además de
provocar emociones difíciles de controlar y dejar recuerdos nada
provechosos para los oyentes, no beneficia espiritualmente a nadie.

Una renovación comienza como un asunto privado de cada uno ante la


presencia de Dios. Es decir, que la renovación se produce primero en el
nivel individual. Esta actitud forma parte de las condiciones necesarias para
que se produzca ese revivir espiritualmente del pueblo de Dios, que traerá
Su bendición.

Las personas que menciona nuestro relato cumplieron las condiciones para
experimentar una renovación y recibirían la bendición de Dios. Leamos
ahora los versículos 4 y 5 de este capítulo 9 de Nehemías:

"Jesúa, Bani, Cadmiel, Sebanías, Buni, Serebías, Bani y Quenani subieron


luego al estrado de los levitas y clamaron en voz alta a Jehová, su Dios. Y
esto es lo que dijeron los levitas Jesúa, Cadmiel, Bani, Hasabnías, Serebías,
Hodías, Sebanías y Petaías: Levantaos y bendecid al Señor, vuestro Dios:
Desde la eternidad y hasta la eternidad sea bendecido tu nombre glorioso,
que supera toda bendición y alabanza".

Después de haber oído la Palabra de Dios, hicieron su confesión y después


alabaron y exaltaron a Dios. Y eso es lo que nosotros debemos hacer.
Necesitamos alabar a Dios en nuestras reuniones, en nuestros encuentros.

Alguien decía en cierta ocasión, que la reunión de oración semanal de su


iglesia se estaba haciendo demasiado monótona, al escuchar siempre las
mismas oraciones. Así es que, decidieron que, en vez de continuar haciendo
a Dios las mismas peticiones de siempre, alabarían a Dios en sus oraciones.
Y entonces todos los presentes comenzaron a experimentar una renovación
espiritual. Es que cuando comenzamos a exaltar el nombre de Dios, Él
comienza a actuar y los creyentes comienzan a ser transformados
espiritualmente. Veamos ahora, lo que dice el versículo 6, de este capítulo
9 de Nehemías:
"Tú solo eres Señor. Tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con todo
su ejército, la tierra y todo lo que está en ella, los mares y todo lo que hay
en ellos. Tú vivificas todas estas cosas, y los ejércitos de los cielos te
adoran".

¿Ha tenido usted la oportunidad de detenerse a la orilla del mar y observar


esas olas gigantescas que golpean contra las rocas? ¿Le ha movido a usted
a volverse hacia Dios y adorarle? ¿Ha estado usted alguna vez en un gran
bosque, por ejemplo? Cuando uno entra en un bosque grande lleno de
árboles altos y gruesos, ¡qué emocionante es todo eso! Uno puede entrar
a un lugar como esos por la mañana y levantar la vista para observar cómo
la copa de los árboles forman la bóveda de un grandioso templo, y uno allí
puede adorar a Dios. Él es el Creador, Él fue quien hizo toda esa belleza
que nos rodea, Él fue quien creó este universo. Y no sólo hizo eso. Veamos
lo que nos dicen los versículos 7 al 10:

"Tú eres, Señor, el Dios que escogió a Abram; tú lo sacaste de Ur de los


caldeos, y le pusiste por nombre Abraham. Hallaste fiel su corazón delante
de ti, e hiciste pacto con él para darle la tierra del cananeo, del heteo, del
amorreo, del ferezeo, del jebuseo y del gergeseo, para darla a su
descendencia; y cumpliste tu palabra, porque eres justo. Miraste la aflicción
de nuestros padres en Egipto, y oíste el clamor de ellos en el Mar Rojo.
Hiciste señales y maravillas contra el faraón, contra todos sus siervos, y
contra todo el pueblo de su tierra, porque sabías que habían procedido con
soberbia contra ellos; y te hiciste nombre grande como hasta este día".

Ellos alababan a Dios por la forma en que Él había guiado a sus


antepasados. Cómo Él había elegido a Abraham. Cómo lo había cuidado en
la tierra de Canaán. Cómo los había traído como una nación, desde la tierra
de Egipto. Cómo ellos habían sido guiados y protegidos milagrosamente a
través del desierto.

Estimado oyente, ¿le ha dado gracias usted a Dios, alguna vez, por
permitirle vivir en su país? ¿Le ha dado gracias a Dios por haberle llevado
al lugar que hoy ocupa? Nosotros deberíamos agradecerle a Dios por eso,
así como esta gente lo hizo.

Ellos no sólo reconocieron que Dios era su Creador, sino también su


Redentor. Y le estaban agradeciendo a Dios por la liberación que
experimentaron cuando les condujo fuera de Egipto.
Y estos son motivos para que usted y yo le demos las gracias a Dios. Él es
el Creador y éste es Su universo. También tenemos que agradecerle que Él
nos salvó, nos redimió. Por cierto, ¿le ha dicho usted que le ama? No
olvidemos que Dios es la fuente, el origen de toda bendición. No sólo nos
ha provisto los elementos materiales que necesitamos sino que, siendo
pecadores, nos ha salvado. Escuchemos ahora lo que dicen los versículos
34 y 35, de este capítulo 9 de Nehemías:

"Nuestros reyes, nuestros gobernantes, nuestros sacerdotes y nuestros


padres no pusieron por obra tu Ley, ni atendieron a tus mandamientos ni a
los testimonios con que los amonestabas. Pero ellos en su reino y en los
muchos bienes que les diste, y en la tierra espaciosa y fértil que entregaste
delante de ellos, no te sirvieron, ni se convirtieron de sus malas obras".

Éste fue un repaso de la historia de aquel pueblo, mostrando como Dios los
había favorecido. Sin embargo, sus reyes, príncipes, sacerdotes y los
padres de la nación no habían obedecido los mandamientos de Dios. Luego
él dice en el versículo 36:

"Míranos hoy, convertidos en siervos; somos siervos en la tierra que diste


a nuestros padres para que comieran su fruto y su bien".

Ellos reconocieron el juicio de Dios estaba sobre ellos. Leamos ahora, los
versículos 37 y 38, de Nehemías capítulo 9:

"El fruto de ella se multiplica para los reyes que has puesto sobre nosotros
por nuestros pecados, quienes se enseñorean sobre nuestros cuerpos, y
sobre nuestros ganados, conforme a su voluntad. ¡En gran angustia
estamos! A causa, pues, de todo esto, nosotros hacemos fiel promesa, y la
escribimos, firmada por nuestros gobernantes, por nuestros levitas y por
nuestros sacerdotes".

En el próximo capítulo veremos las condiciones del pacto. Aquí vemos que
a cada dirigente de la nación se le pidió que se comprometiese firmemente
por escrito en dicho pacto. Porque el pueblo había resuelto obedecer a la
Palabra de Dios.
¿Qué clase de pacto ha hecho usted con Dios? Algunas personas se resisten
a prometer algo que quizás no puedan cumplir. En las relaciones humanas,
cada vez que alguien compra algo, o realiza cualquier transacción
comercial, tiene que comprometerse por escrito a realizar ciertos pagos. Es
decir que las personas están dispuestas a asumir todo tipo de compromisos
y obligaciones en la vida, pero en el terreno espiritual, no están dispuestas
a establecer un pacto con Dios. ¿Le ha prometido a Dios algo? Prometerle
algo a Dios es un asunto importante, y el Señor quiere saber si realmente
hablamos en serio. ¡Cuántas veces le habremos fallado! Pero Él nos
comprende y tiene misericordia de nosotros. Y si nosotros tomamos en
serio nuestra relación con Él, Él se ocupará de nosotros y nos dará la
fortaleza que supla nuestra debilidad para cumplir Su voluntad.

Estimado oyente gracias a la obra del Señor Jesucristo en la cruz, usted


puede establecer hoy una relación con Dios. La salvación no sólo le
proporciona la vida eterna sino que, aquí en la tierra tiene efectos muy
importantes. A usted le sorprenderá ir descubriendo lo que Él puede hacer
con su vida y hasta qué punto pueda irla transformando por la acción de
Su Espíritu. Le invitamos, pues, a dar el paso de fe de recibir al Señor
Jesucristo como Salvador. Y al hacerlo, le invitamos también a que haga
suyas las siguientes palabras del Salmo 37:4 y 5: "Deléitate en el Señor, y
él te concederá los deseos de tu corazón. Encomienda al Señor tu camino;
confía en él, y él actuará".

Nehemías 10 - 13
En el día de hoy, estimado oyente, llegamos a nuestro estudio final de este
libro de Nehemías. Vimos en nuestro programa anterior, que los hijos de
Israel habían leído en la Biblia, el Antiguo Testamento, y luego habían
confesado sus pecados y, después, se reunieron en un gran servicio de
alabanza a Dios. Le alabaron por ser el Creador y le dieron gracias por la
redención que habían experimentado cuando el Señor guió a su pueblo
fuera de Egipto. Y ésos son dos motivos por las cuales usted y yo debemos
dar gracias a Dios. Él es el Creador y, por lo tanto, éste es Su universo. Y
tenemos que darle gracias a Él porque nos salvó. De paso quisiéramos
preguntarle: ¿Le ha dado gracias a Dios usted porque le ha salvado? Y
también: ¿Le ha dicho hoy que le ama? Estimado oyente, necesitamos
hacer eso. No debemos esperar hasta el domingo por la mañana para ir a
la iglesia y cantar alabanzas a Dios. Allí mismo, en el lugar en que usted se
encuentra ahora, puede expresar su alabanza a Dios de quien vienen todas
las bendiciones. Porque Él es el Creador, Él me ha dado todo lo que tengo,
material y físico, le doy las gracias por eso. Dios me ha salvado a mí, un
pecador y por ello también le doy las gracias. ¡Esto es algo verdaderamente
extraordinario!

En el capítulo 10 vemos que a cada dirigente de la nación se le pidió que


se comprometiese firmemente por escrito en dicho pacto. Porque el pueblo
había resuelto obedecer a la Palabra de Dios.

¿Qué clase de pacto ha hecho usted con Dios? Algunas personas se resisten
a prometer algo que quizás no puedan cumplir. En las relaciones humanas,
cada vez que alguien compra algo, o realiza cualquier transacción
comercial, tiene que comprometerse por escrito a realizar ciertos pagos. Es
decir que las personas están dispuestas a asumir todo tipo de compromisos
y obligaciones en la vida, pero en el terreno espiritual, no están dispuestas
a establecer un pacto con Dios. ¿Le ha prometido a Dios algo? Prometerle
algo a Dios es un asunto importante, y el Señor quiere saber si realmente
hablamos en serio. ¡Cuántas veces le habremos fallado! Pero Él nos
comprende y tiene misericordia de nosotros. Y si nosotros tomamos en
serio nuestra relación con Él, Él se ocupará de nosotros y nos dará la
fortaleza que supla nuestra debilidad para cumplir Su voluntad. Llegamos
ahora a

Nehemías 10
Y aquí en el capítulo 10 de Nehemías, tenemos la lista de aquellos que
firmaron el pacto, y la podemos leer. Nehemías, el gobernador y veintidós
sacerdotes figuran en los primeros lugares de la lista. También firmaron
Levitas y cuarenta y dos jefes del pueblo. Leamos el versículo 29 de este
capítulo 10 de Nehemías:

"se reunieron con sus hermanos y sus principales, para declarar y jurar que
andarían en la ley de Dios, que fue dada por Moisés, siervo de Dios, y que
guardarían y cumplirían todos los mandamientos, decretos y estatutos de
Dios, nuestro Señor".

El pacto que ellos firmaron era para cumplir la ley y en el pacto citaron
expresamente tres asuntos. Obviamente, los incluyeron en la lista porque
no habían estado obedeciendo esos aspectos que su relación con Dios
requería. Dice el versículo 30:

"Y que no daríamos nuestras hijas a los pueblos de la tierra, ni tomaríamos


sus hijas para nuestros hijos".

Éste parece haber sido un problema perpetuo en Israel. Pero en ese


momento estaban pactando que no habría más matrimonios mixtos entre
ellos y los paganos. Continuemos leyendo el versículo 31:

"Asimismo, que si los pueblos de la tierra vinieran a vender mercaderías y


comestibles en sábado, en el día del reposo, nada tomaríamos de ellos en
ese día ni en otro día santificado; y que el año séptimo dejaríamos
descansar la tierra renunciando a las cosechas de ese año, y perdonaríamos
toda deuda".

El segundo asunto al que ser refería el pacto concretaba que no habría


actividades comerciales en el día del reposo ni en otros días santos.
También se cumpliría fielmente el dejar reposar a la tierra en el séptimo
año, ya que éste era el año sabático, un año de liberación.

El asunto final al que se refería el pacto, tenía relación con los primeros
frutos y la provisión para los sacrificios. A continuación extractar algunas
resoluciones del resto del pacto, incluidas en los versículos 32 al 37:
"Nos impusimos además la obligación de contribuir cada año con cuatro
gramos de plata para cubrir los gastos de la obra de la casa de nuestro
Dios. para el pan de la proposición y para la ofrenda continua, para el
holocausto continuo,. . . Echamos también suertes los sacerdotes, los
levitas y el pueblo, acerca de la ofrenda de la leña, para traerla a la casa
de nuestro Dios, Y que cada año llevaríamos a la casa del Señor las
primicias de nuestra tierra y las primicias del fruto de todo árbol. Asimismo
los primogénitos de nuestros hijos y de nuestros ganados. . . También
acordamos llevar las primicias de nuestras masas, de nuestras ofrendas,
del fruto de todo árbol, del vino y del aceite, Y prometimos no abandonar
la casa de nuestro Dios".

Ahora, llegamos a

Nehemías 11

El tema de este capítulo es la Reforma. Aquí encontramos otra gran lista


de personas que continúa en el capítulo 12. Estas personas estaban
dispuestas a hacer lo que Dios quisiera que hiciesen. De este capítulo
veremos unos pocos versículos. Escuchemos lo que dice aquí, el versículo
1, del capítulo 11 de Nehemías:

"Los jefes del pueblo habitaron en Jerusalén, pero el resto del pueblo echó
suertes para que uno de cada diez fuera a vivir a Jerusalén, ciudad santa,
mientras los otros nueve se quedarían en las otras ciudades".

Ellos echaron suertes, y uno de cada diez se quedaría en la ciudad de


Jerusalén. Los otros saldrían a vivir a las otras ciudades. Ésa pudo ser una
situación que podría haber dado origen a quejas, porque algunos podrían
haber tenido preferencias para vivir en ciudades pequeñas, o en el campo.
Veamos lo que dice el versículo 2:

"Y bendijo el pueblo a todos los hombres que voluntariamente se ofrecieron


para habitar en Jerusalén".

Incluso en aquel tiempo, hubo mucha gente que quiso trasladarse a vivir
fuera de las áreas suburbanas. Pero aquellos que estaban dispuestos a
residir en Jerusalén, fueron bendecidos por los demás. Los nombres de esta
lista nos resultan desconocidos, pero Dios conoció a cada uno de ellos. Y
registró su nombre porque todos tuvieron corazones dispuestos. Veamos lo
que dice ahora, el versículo 3:
"Estos son los jefes de la provincia que habitaron en Jerusalén; pero en las
ciudades de Judá habitaron cada uno en su posesión, en sus ciudades: los
israelitas, los sacerdotes y levitas, los sirvientes del Templo y los hijos de
los siervos de Salomón".

En los versículos siguientes se encuentran los nombres de aquellos que


estuvieron dispuestos a vivir en Jerusalén. Y Dios tomó nota de su buena
actitud. Y esto nos conduce ahora, a

Nehemías 12

Este capítulo continúa con la lista iniciada en el capítulo 11. Pero, ¿quienes
eran estas personas? Éstos eran aquellos que estaban alabando a Dios.

La mayor parte de este capítulo nos habla de la dedicación de las murallas


de Jerusalén. Aquella fue un evento emocionante y memorable. Los
versículos 27 y 28 de este capítulo 12 dicen:

"Para la dedicación del muro de Jerusalén, buscaron a los levitas de todos


los lugares donde vivían y los llevaron a Jerusalén, para hacer la dedicación
y la fiesta con alabanzas y con cánticos, acompañados de címbalos,
salterios y cítaras. Los hijos de los cantores acudieron, tanto de la región
alrededor de Jerusalén, como de las aldeas de los netofatitas"

Así que, reunieron a todos los músicos. Celebraron un gran festival de


música. Los que figuran en esta lista fueron aquellos cuyos nombres están
escritos en el Libro de la Vida del Cordero. En esta ocasión se reunieron
para dedicar las murallas de Jerusalén.

Nehemías trajo a la ciudad gente de todas las regiones de la nación para la


dedicación del muro, porque Jerusalén era la ciudad donde se encontraba
el templo. Leamos ahora, el versículo 40, de este capítulo 12 de Nehemías:

"Llegaron luego los dos coros a la casa de Dios. A mi lado estaban la mitad
de los oficiales"

A continuación Nehemías presentó la lista de los sacerdotes. Todos ellos se


encontraban allí. Escuchemos ahora, lo que dice el versículo 43:

"Aquel día se ofrecieron numerosos sacrificios, y se regocijaron, porque


Dios les había dado gran alegría; también se alegraron las mujeres y los
niños. Y el alborozo de Jerusalén se oía desde lejos".
Los extranjeros, los visitantes, los turistas y otros viajeros que pasaban por
aquella tierra, podían escuchar estos gritos de alabanza y de alegría y
probablemente se preguntaron: ¿Qué es lo que está ocurriendo allí? Y
seguramente se acercaron para averiguarlo. Debió ser un magnífico
testimonio ante el mundo pagano que les rodeaba.

Una de las razones por las cuales creemos que la gente pasa de largo por
nuestras iglesias hoy, es porque piensan que nosotros somos un grupo muy
apagado y aburrido. Y lo interesante es que la mayoría de las veces tienen
razón. Tendría que haber más alegría por la presencia del Señor en
nuestras reuniones En la carta del apóstol Pablo a los Filipenses,
encontramos que la fuente del poder espiritual es la alegría que brota de
nuestra relación con Cristo. Y recordemos que Nehemías dijo, "porque el
gozo del Señor es vuestra fuerza".

Bien, llegamos ahora a

Nehemías 13

En este capítulo vemos otra vez una demostración de que la vigilancia


constante es el precio que ha de pagarse por la libertad. Y también es el
precio de la libertad cristiana.

En algún momento entre el capítulo 12 y el 13, Nehemías regresó a su


trabajo en el palacio de Susa. Recordemos que él había solicitado un
permiso para ausentarse temporalmente de sus responsabilidades. Había
estado en Persia por una temporada, quizás por un año o dos, cuando pidió
otro permiso para ausentarse para poder regresar a Jerusalén. ¿Y qué fue
lo que encontró allí? Pues descubrió algo que le impactó mucho. La gente
no había mantenido la debida separación de los demás pueblos. Y veamos
lo que dice aquí en los versículos 1 al 3, de este capítulo 13:

"Aquel día se leyó a oídos del pueblo el libro de Moisés, y fue hallado escrito
en él que los amonitas y moabitas no debían entrar jamás en la
congregación de Dios, por cuanto no salieron a recibir a los hijos de Israel
con pan y agua, sino que dieron dinero a Balaam para que los maldijera;
pero nuestro Dios volvió la maldición en bendición. Cuando oyeron, pues,
la Ley, separaron de Israel a todos los mezclados con extranjeros".

La historia de Balaam puede leerse en Números 23 y 24. Los israelitas


leyeron el relato y decidieron que lo que debían hacer era obedecer la
Palabra de Dios. Habían realizado matrimonios mixtos con los amonitas y
moabitas, lo cual Dios había prohibido. Los israelitas entonces, fueron
conscientes de que tenían que expulsarles de la tierra. Y leamos ahora el
versículo 4:
"Antes de esto, el sacerdote Eliasib, encargado de los aposentos de la casa
de nuestro Dios, había emparentado con Tobías"

Aquí tenemos al sumo sacerdote, que a través del casamiento de un hijo o


de una hija, era pariente de Tobías. En otras palabras, el sumo sacerdote
mismo había desobedecido a Dios en este asunto tan importante. Dios
había prohibido estrictamente los casamientos mixtos con los paganos. El
les había dado, creemos, una ilustración bastante humorística. Había dicho
que no se debía arar con buey y con asno juntamente. Usted se da cuenta
de que el buey era un animal puro, mientras que el asno era un animal
impuro. Y tampoco deberían unirse un creyente y un no creyente. Leamos
el versículo 5, de este capítulo 13 de Nehemías en el que continúa hablando
del sacerdote Eliasib:

"y le había hecho una gran habitación, en la cual guardaban antes las
ofrendas, el incienso, los utensilios, el diezmo del grano, del vino y del
aceite que se había mandado dar a los levitas, a los cantores y a los
porteros, y las contribuciones para los sacerdotes".

En otras palabras, había cambiado completamente el uso del almacén del


templo para facilitarle una habitación para Tobías. Ahora, ellos ya no traían
las ofrendas del pueblo a este lugar. Así que limpiaron esa habitación y
pusieron quizás allí una alfombra mullida, algunos buenos muebles, una
cama e invitaron a Tobías a que fuera a vivir a ese lugar. En realidad le
habían dicho que lo podía usar en cualquier oportunidad que lo deseara.
Bueno, veamos lo que nos dicen aquí los versículos 6 al 8 de este capítulo
13 de Nehemías:

"Pero cuando ocurrió esto, yo no estaba en Jerusalén, porque en el año


treinta y dos de Artajerjes, rey de Babilonia, había ido adonde el rey estaba;
pero al cabo de algunos días pedí permiso al rey para volver a Jerusalén; y
entonces supe del mal que había hecho Eliasib por consideración a Tobías,
haciendo para él una habitación en los atrios de la casa de Dios. Esto me
dolió mucho, y arrojé todos los muebles de la casa de Tobías fuera de la
habitación".

Todo esto había sucedido mientras Nehemías estaba ausente. Y nos agrada
ver a Nehemías en acción: Fue al templo, tomó todo lo que pertenecía a
Tobías y lo arrojó fuera de la habitación. Continuemos con la lectura del
versículo 9:

"Luego mandé que limpiaran las habitaciones e hice volver allí los utensilios
de la casa de Dios, las ofrendas y el incienso".
Entonces aquella sala fue puesta en orden y restaurada a su uso original
en el servicio de Dios. Pero Nehemías no se detuvo allí. El versículo 10, de
este capítulo 13 de Nehemías, dice:

"Encontré asimismo que las porciones para los levitas no les habían sido
dadas, por lo que los levitas y cantores que hacían el servicio se habían ido
cada uno a campo".

Aquí vemos que los Levitas que servían en el templo no habían sido
apoyados económicamente, y habían tenido que conseguir trabajo en los
campos. Por lo tanto, el servicio de Dios había sido descuidado.

Ahora, en el versículo 14, de este capítulo 13 de Nehemías, leemos esta


oración de Nehemías:

"¡Acuérdate de mí por esto, Dios mío, y no borres las obras de misericordia


que hice en la casa de mi Dios, y en su servicio!"

Nehemías pidió a Dios que registrase lo que había hecho, y el Señor hizo
precisamente eso, aquí en Su Palabra.

Ahora, Nehemías también descubrió que la gente estaba incumpliendo el


día del reposo. Leamos los versículos 15 y 16:

"En aquellos días vi en Judá a algunos que pisaban en lagares en sábado,


que acarreaban haces de trigo y cargaban los asnos con vino, y también de
uvas, de higos y toda clase de carga, para traerlo a Jerusalén en sábado;
y los amonesté acerca del día en que vendían las provisiones. También
había en la ciudad tirios que traían pescado y toda clase de mercancías, y
las vendían en sábado a los hijos de Judá en Jerusalén".

Esta gente venía desde la costa y estaban trayendo pescado para vender.
Ahora, el versículo 17, dice:

"Entonces reprendí a los señores de Judá y les dije: ¿Qué acción tan mala
es esta que cometéis, profanando así el sábado, el día del reposo?"

Lo grave del asunto fue que los jefes de Judá eran los que permitían esto.
Ahora, dice el versículo 18:

"¿No hicieron así vuestros padres, y trajo nuestro Dios todo esta aflicción
sobre nosotros y sobre esta ciudad? ¿Y vosotros aumentáis su furor sobre
Israel profanando el sábado?"
Nehemías recordó al pueblo la ira de Dios que había caído previamente
sobre la nación por haber hecho lo que estaban haciendo precisamente en
ese momento. Leamos entonces, lo que dicen los versículos 19 al 21, de
este capítulo 13 de Nehemías:

"Sucedió, pues, que al caer la tarde, antes del sábado, ordené que se
cerraran las puertas de Jerusalén y que no las abrieran hasta después del
sábado; y puse a las puertas algunos de mis criados, para que no dejaran
entrar carga alguna en sábado. Una o dos veces, pasaron la noche fuera
de Jerusalén los negociantes y los que vendían toda especie de mercancía.
Pero yo les advertí diciéndoles: ¿Por qué os quedáis vosotros delante del
muro? Si lo hacéis otra vez, usaré fuerza contra vosotros. Desde entonces
no volvieron en sábado".

Justamente cuando las sombras de la tarde anunciaban el comienzo del


sábado, los comerciantes venían con sus mercaderías pensando que las
podrían vender. Nehemías se subió al muro para comprobar si los
vendedores ya habían llegado y, efectivamente, allí estaban esperando
fuera de las puertas. Vinieron un sábado y se encontraron con las puertas
cerradas, y entonces regresaron el segundo sábado para encontrarse
también con las puertas cerradas. Ante la advertencia de Nehemías, no
volvieron a aparecer, porque sabían que Nehemías cumpliría lo que estaba
diciendo.

Ahora, a Nehemías le llamó la atención otro incumpliendo de la Palabra de


Dios. Leamos los versículos 23 al 25:

"Vi asimismo en aquellos días a judíos que habían tomado mujeres de


Asdod, amonitas, y moabitas; y la mitad de sus hijos hablaban la lengua
de Asdod, porque no sabían hablar la lengua de Judá, sino que hablaban la
lengua de cada pueblo. Reñí con ellos y los maldije, hice azotar a algunos
de ellos y arrancarles los cabellos, y les hice jurar, diciendo: No daréis
vuestras hijas a sus hijos, ni tomaréis de sus hijas para vuestros hijos, ni
para vosotros mismos".

Nehemías descubrió que los judíos se habían casado con mujeres de


naciones paganas. Nehemías discutió con ellos y pronunció una maldición
sobre ellos. Y les obligó a jurar que no continuarían realizando matrimonios
con extranjeros. Aquí vemos que estaba aplicando medidas extremas, pero
en aquel contexto histórico lejano y en aquellas circunstancias, su acción
fue necesaria.
El avivamiento o renovación espiritual siempre conduce a una reforma.
Cuando llega ese revivir espiritual, todo aquello que requiere una limpieza,
es limpiado, purificado. Luego, Nehemías concluyó diciendo en los
versículos 29 al 31, de este capítulo 13:

"¡Acuérdate de ellos, Dios mío, de los que han profanado el sacerdocio y el


pacto del sacerdocio y de los levitas! Los purifiqué, pues, de todo lo
extranjero, y puse a los sacerdotes y levitas por sus grupos, a cada uno en
su servicio; lo mismo hice para la provisión de la leña en los tiempos
señalados, y para la entrega de los primeros frutos. ¡Acuérdate de mí, Dios
mío, para bien!"

Estos últimos versículos resumen la gran contribución de Nehemías al


bienestar espiritual de su pueblo. Todos los extranjeros fueron apartados
de sus posiciones de honor y responsabilidad, y los sacerdotes y Levitas
fueron asignados a sus ocupaciones habituales. Y también se reanudaron
las ofrendas para el templo. Y destacamos las últimas palabras de
Nehemías, que fueron: "Acuérdate de mí, Dios mío, para bien". Y Dios
contestó su oración, registrando su obra extraordinaria en Su Palabra, la
cual quedó como un recordatorio permanente para todos los tiempos.
Estamos seguros de que Dios se acordó de él para bien. Yo lo recuerdo a él
de esa manera, y espero que usted también, porque fue gran hombre de
Dios.

Y así, estimado oyente, concluimos nuestro estudio del libro de Nehemías.


Dios mediante, en nuestro próximo programa, pasaremos al Nuevo
Testamento y comenzaremos a estudiar, la Segunda Epístola del apóstol
San Pablo a los Corintios, y le invitamos a que nos acompañe. Y, recordando
a Nehemías, le decimos que Dios quiere favorecerle, quiere su bien y, por
tal motivo ha mostrado su gracia y misericordia por usted, enviando a Su
Hijo el Señor Jesucristo a morir en lugar de los pecadores, en lugar mío, en
lugar suyo. Y lo único que tiene que hacer es apropiarse por la fe de ese
bien supremo que El quiere para usted, que es la salvación. Y que El le
ofrece. Y entonces, como Nehemías, usted podrá mantener esa relación
con Dios, una relación de compañerismo, fructífera, que le dio sentido a la
vida de aquel gran hombre, en esta tierra y para la eternidad. Dios utilizó
a Nehemías para cumplir Sus propósitos en aquella generación. Estimado
oyente, esa puede ser, a partir de hoy, su propia experiencia.

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