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Conociendo A Dios Desde La Perspectiva de Juan

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ASUNTO: PACTO

PROPÓSITO: PASTORAL
TEMA:

APRENDIENDO A MORIR
PAR APODER VIVIR PARA CRISTO
ROMANOS 6:6-14
INTRODUCCIÓN:
La enseñanza bíblica más importante, más centrada en la verdad evangélica,
con mayor énfasis en lo que Jesús adoctrinó a sus discípulos y con mayor
centralidad en la verdad es aprender a morir. Cuando hablamos de toda la vida
cristiana, cuando consideramos los rituales, las disciplinas espirituales, la misma
práctica de la fe, todo se centra en la idea de morir a una naturaleza corrompida,
para volver a nacer a una naturaleza transformada, ajena al pecado. La nueva
vida en Cristo, determina la finalización de una vida antigua, a la cual y de forma
consciente, el creyente decide abandonar, a esto se le considera morir al pecado y
la Biblia, de forma aún más particular el mismo apóstol Pablo, la llama morir al
viejo hombre o despojarnos del viejo hombre. La identificación aquí con la muerte,
tiene que ver con una cesación absoluta con un estilo de vida que ya no es
congruente con el estilo de vida determinado por Dios. La aniquilación del
egoísmo, el asesinato del orgullo y el hacer arde hasta consumirlo en cenizas el
orgullo humano, se vuelven los elementos esenciales para una vida denominada
de Fe.

I. Comunión v. 6,7
Por lo tanto, mentimos si afirmamos que tenemos comunión con Dios
pero seguimos viviendo en oscuridad espiritual; no estamos practicando la
verdad. Pero, si vivimos en la luz, así como Dios está en la luz, entonces
tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesús, su Hijo, nos limpia
de todo pecado. La comunión descrita aquí es la sana relación que debe de
existir entre el hombre y Dios, pero según la voluntad de Dios. Es decir, el
abandono de la voluntad humana misma para someterse voluntariamente a la
voluntad de Dios. Al momento de realizarse esto, inmediatamente se restaura
también la relación entre los seres humanos. No puede haber una relación con
Dios mientras el ser humano continúe con su conducta inmoral, dado a que Dios
es luz y en él no hay tinieblas.
II. Convicción v. 8
Si afirmamos que no tenemos pecado, lo único que hacemos es
engañarnos a nosotros mismos y no vivimos en la verdad. Juan aclara que
nuestra condición pecaminosa continúa en nosotros, que no hemos abandonado
aún este cuerpo corrupto y débil. Vivir en la verdad es vivir bajo la convicción que
por nuestra propia cuenta no podemos vivir, ni tampoco aceptar la verdad divina.
La convicción nuestra debe estar siempre puesta en Dios, capaz de iluminar toda
nuestra oscuridad. No se trata de una autosuperación, sino una autoaceptación de
nuestra naturaleza y así vivir confiando en Dios.
III. Confesión v. 9,10
Pero, si confesamos nuestros pecados a Dios, él es fiel y justo para
perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Si afirmamos
que no hemos pecado, llamamos a Dios mentiroso y demostramos que no
hay lugar para su palabra en nuestro corazón. ¿Cómo se resuelve el dilema
anterior? Bajo la actitud de confesión, jamás admitir que no pecamos, contrario a
esto, admitir nuestras faltas constantes ante un Dios que no se encuentra en la
oscuridad, sino que Él mismo es luz plena que revela a la vista de todas nuestras
maldades. Ante Dios no hay nada oculto, confesar los pecados es demostrar a
Dios nuestra dependencia de él. En el libro de Génesis se relata cómo el hombre
cayó en pecado, y el primer problema a enfrentar fue el no admitir que se había
pecado.

CONCLUSIÓN:
Dios espera que tengamos comunión con él, por lo que debemos estar
convencidos de su amor y gracia, pero así también nos conoce y espera que con
honestidad reconozcamos en todo tiempo nuestros errores y faltas.

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