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Los Sistema Naturales Españoles
Los Sistema Naturales Españoles
Los Sistema Naturales Españoles
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Identificación de las áreas compatibles con la figura de “Parque Nacional” en España
TOTAL 12 36 90
TOTAL 2 9 32
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Identificación de las áreas compatibles con la figura de “Parque Nacional” en España
Figura 17. Área de distribución de los sistemas ligados a los bosques aciculifolios subboreales
y/o boreoalpinos y sus variantes oromediterráneas.
Figura 18. Bosque de pino negro (Pinus uncinata) salpicado de hayas (Fagus sylvatica) en el Pirineo central.
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Figura 19. Área de distribución de los sistemas ligados a los bosques planocaducifolios templados
eurosiberianos y excepcionalmente mediterráneos.
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Estos sistemas, intermedios entre los bosques caducifolios y los esclerófilos, se distribu-
yen por las áreas de clima supramediterráneo continental o mediterráneo húmedo. Los in-
viernos son fríos y los veranos relativamente secos. Son sistemas “fronterizos”, en el límite
entre lo eurosiberiano y lo mediterráneo, dominados por especies endémicas de Quercus del
mediterráneo occidental con un alto potencial de hibridación/adaptación. Los árboles domi-
nantes son caducifolios, pero disponen de mecanismos originales para el ahorro del agua y el
reciclaje de nutrientes (abundante pelosidad y “marcescencia”, las hojas se mantienen secas
en las ramas durante el otoño y el invierno). Quejigares (Q. faginea, Q. canariensis, Q. hu-
milis), melojares (Q. pyrenaica), bosquetes de almez (Celtis australis) o arce de Montpellier
(Acer monspessulanum) son los más representativos de este tipo.
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Figura 23. Área de distribución de los sistemas ligados a los bosques esclerófilos mediterráneos.
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Figura 25. Área de distribución de los sistemas ligados a los bosques de coníferas submediterráneas.
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Figura 28. Sabinar (Juniperus thurifera) con encinas (Quercus ilex subs. ballota) en al Alto Tajo.
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Son los sistemas, a menudo seminaturales o antrópicos, propios de los territorios más
secos de la Península o Baleares donde la irregularidad y escasez de las precipitaciones im-
pide o dificulta la aparición de bosques. El paisaje de estas zonas está constituido por forma-
ciones de matorral (garrigas) en las que aparecen salpicadas algunas especies arbóreas o ar-
bustivas de pequeña talla y a menudo porte tortuoso (Pinus halepensis, Tetraclinis
articulata, Quercus coccifera). En las garrigas, de gran diversidad, predominan taxones es-
teparios como el esparto (Stipa tenacissima), la escobilla (Salsola genistoides), los espinos
(Rhamnus lycioides, Lycium intricatum) o la aulaga (Launaea arborescens). En el sector
murciano-almeriense la diversidad de estas comunidades se incrementa por la presencia de
plantas saharo-síndicas como la cornicabra (Periploca laevigata), el azufaifo (Ziziphus lo-
tus), el arto (Maytenus senegalensis) o la paternostrera (Whitania frutescens).
Garrigas hiperxerófilas con coscojas (Quercus coccifera), lentiscos, espinos negros, pino
carrasco y araar, en mosaico con áreas de matorral
711 Coscojares (Quercus coccifera) continentales del interior
712 Garrigas hiperxerófilas de tipo murciano-almeriense con pinos carrascos dispersos
Espinales, cambronales y cornicales murciano-almerienses
721 Espinales, cambronales y cornicales murciano-almerienses: espinos (Rhamnus lycioides),
Lycium intricatum, cornical (Periploca laevigata), arto (Maytenus senegalensis), azufaifo
(Ziziphus lotus), palmito (Chamaerops humilis), Whitania sp. Asparagus sp. En ocasiones
con mosaico de saladares
Espartales, albardinales, lastonares, sisallares, ontinares y albaidales. También matorral
haloxerófilo
731 Espartales, albaidinales, lastonares, sisallares, ontinares y albaidales. También matorral halo-
xerófilo
Principales etapas seriales: lastonares, comunidades antropogénicas nitrófilas, tomillares.
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Figura 29. Área de distribución de los sistemas ligados a la vegetación arbustiva esteparia-árida.
Figura 30. Cornical (Periploca laevigata) con palmitos (Chamaerops humilis) en el barranco del Sabinar,
Parque Natural del Cabo de Gata (Almería).
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5. Los sistemas naturales españoles
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Figura 31. Área de distribución de los sistemas ligados a la vegetación climácica supraforestal de alta montaña
atlántica o mediterránea.
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5. Los sistemas naturales españoles
Entre los sistemas azonales destacan, en gran medida, los bosques de ribera. Los sistemas
ribereños de la Iberia atlántica se diferencian escasamente de los bosques planocaducifolios con
los que generalmente contactan cuando el medio está bien conservado. La elevada humedad am-
biental permite que alisos, fresnos, sauces o avellanos se alejen del cauce. No obstante estos sis-
temas destacan en el paisaje cuando los bosques circundantes han sido transformados en prados
de siega. Los sistemas ribereños mediterráneos constituyen singularidades azonales. En ambien-
tes relativamente áridos, las especies capaces de acceder a la capa freática no sufren estrés hídri-
co y pueden desarrollar estrategias independientes del clima presentando a menudo hojas planas
caducifolias. En las ramblas estacionales de la región mediterránea hay formaciones arbustivas
de gran originalidad en Europa (tarayales, tamujares y adelfares) relacionadas con los ambientes
subdesérticos del norte de África. También se han incluido en este grupo otros sistemas azona-
les: de influencia marina, halófilos, rupícolas y dulceacuícolas.
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Identificación de las áreas compatibles con la figura de “Parque Nacional” en España
Figura 34. Los sistemas dunares están muy bien representados en el litoral onubense.
Desde allí se extienden por toda la costa atlántica portuguesa. Dunas de Matalascañas. Parque Nacional de
Doñana (Huelva).
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5. Los sistemas naturales españoles
Estos sistemas se localizan en las islas por encima de los 2.000 o 2.500 m de altitud.
Se caracterizan por una vegetación muy dispersa en el entorno de las cumbres volcáni-
cas. Abundan los táxones endémicos, como la violeta del Teide (Viola cheiranthifolia), y
presentan notables coincidencias adaptativas (gigantismo, hojas imbricadas) con el piso
de la alta montaña tropical, como ocurre con los tajinastes (Echium wildpretii, E. aube-
rianum). A menor altitud se sitúan comunidades dominadas por genisteas (Spartocytisus
supranubius, Adenocarpus spp.) justo por encima del límite de distribución de la vegeta-
ción arbolada. Se da un altísimo índice de endemicidad (>70%) y está presente un ene-
bro relicto (Juniperus cedrus).
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Figura 36. Coladas volcánicas en la alta montaña Canaria (Parque Nacional del Teide).
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5. Los sistemas naturales españoles
Son sistemas boscosos de alta diversidad integrados por una veintena de especies dife-
rentes de árboles de hoja perenne, coriácea, brillante y lauroide. Se sitúan entre 700 y 1.500
m de altitud en las laderas afectadas por los vientos alisios donde se dan importantes precipi-
taciones horizontales por condensación de las nieblas. Entre los árboles típicos de estas lau-
risilvas destacan cuatro lauráceas: el laurel (Laurus azorica), el barbusano (Apollonias bar-
busana), el til (Ocotea foetens) y el viñátigo (Persea indica), junto a especies de los géneros
Ilex, Arbutus, Viburnum, Prunus (sec. laurocerasus), Heberdenia, Myrica, Pleiomeris, Vis-
nea y Picconia.
En zonas algo mas secas, con menor suelo y fuerte incidencia de los vientos, o como
etapa de sustitución, se extiende el fayal-brezal, caracterizado por fayas (Myrica faya) y bre-
zos (Erica arborea y E. scoparia subsp. platycodon).
4011 Laurisilvas con viñátigos (Persea indica), hijas (Prunus lusitanica subsp. hixa), acebiños
(Ilex canariensis, I. perado), laureles (Laurus azorica), barbusanos (Apollonias barbusana),
tiles (Ocotea foetens), madroños (Arbutus canariensis), etc.
4021 Fayal-Brezales (Myrica faya, Erica arborea y E. scoparia subsp. platycodon) y “premonte-
verde”
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5. Los sistemas naturales españoles
Sistemas ligados a los bosques supraalísicos de pino canario con cistáceas y labiadas
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5. Los sistemas naturales españoles
Estos sistemas ocupan los ambientes más áridos de las islas Canarias, situados en las
zonas basales próximas al litoral. En el piso termocanario, por debajo de la zona de nieblas,
la vegetación está extraordinariamente alterada debido a que esta zona es la más favorable
para la agricultura. En ella se asentó mayoritariamente la población, desde la colonización
de las islas, por lo que persisten escasos restos de la vegetación original que debía presentar
elevada diversidad y fuertes relaciones con la costa africana. Estaba constituida por sabina-
res (Juniperus phoenicea) y un “presunto” bosque termófilo canario, semiseco, integrado
por almácigos (Pistacia atlántica), acebuches (Olea europaea subsp. cerasiformis), perali-
llos (Maytenus canariensis), mocanes (Visnea mocanera), sanguinos (Rhamnus glandulosa),
dragos (Dracaena draco) y marmolanes (Sideroxylon marmolano). De este ambiente proce-
de la palmera canaria (Phoenix canariensis), actualmente sólo presente en bosquetes “do-
mesticados” por su importancia cultural (ej. miel de palma) y frecuentemente hibridada con
la palmera datilera.
En los enclaves más secos y cálidos del piso basal, junto al litoral, predominan biotipos
crasos de los géneros Kleinia, Ceropegia, Aeonium, y sobre todo Euphorbia (tabaibas y car-
dones). Las tabaibas presentan tallos crasos cilíndricos con hojas generalmente deciduas y
los cardones tallos afilos, estriados y muy espinosos. En las dunas hay formaciones de reta-
mas (Retama monosperma, R. raetam).
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Identificación de las áreas compatibles con la figura de “Parque Nacional” en España
Figura 41. Área de distribución de los sistemas ligados a los tabaibales-cardonales termoxerófilos y los restos
de los bosques termocanarios (sabinares, acebuches, mocanes, almácigos, dragos, etc.).
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5. Los sistemas naturales españoles
Figura 43. En la vega del río Palmas en Fuerteventura quedan rodales de Phoenix canariensis posiblemente
relictos de los primigenios bosques termocanarios, en este caso con humedad freática.
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5. Los sistemas naturales españoles
pino negro de montaña (figura 45): “pinares (Pinus sylvestris) pirenaicos submediterráneos con
abrizón, boj o piornos”, “pinares (Pinus sylvestris) mesófilos montanos y subalpinos nemorales,
herbosos y musgosos” y “pinares (Pinus uncinata) oromediterráneos, de solanas, con enebros y
gayubas”.
Figura 44. Área de distribución de los sistemas ligados a los pinares de pino albar (Pinus sylvestris).
Figura 45. Área de distribución de los sistemas ligados a los pinares de pino negro de montaña (Pinus uncinata).
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Identificación de las áreas compatibles con la figura de “Parque Nacional” en España
Figura 46. Bosquete silicícola de pino albar (Pinus sylvestris) en su límite altitudinal
de distribución en la Sierra de Guadarrama.
En la provincia hercínica los sistemas ligados a los bosques aciculifolios de alta montaña
sobre sustratos ácidos (granitos, gneises, cuarcitas o areniscas) se encuentran bien representa-
dos; sin embargo, en la provincia iberolevantina, donde los materiales carbonatados (Cretáci-
cos y Jurásicos) son predominantes y las superficies de gran altitud escasean, quedan recluidos
a algunas sierras en las que aparecen afloramientos de pizarras paleozoicas, areniscas triásicas
(Buntsandstein) o arenas del Albense (Cretácico inferior). En estas serranías calcareas predo-
minan los pinares de pino albar (Pinus sylvestris) calcícolas con sabina rastrera (Juniperus sa-
bina) típicos del piso oromediterráneo y que excepcionalmente puede tener introgresiones de
sabinares albares (Juniperus thurifera) y pinares salgareños (Pinus nigra subsp. salzmanii).
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5. Los sistemas naturales españoles
Los sistemas asociados con pinares silicícolas de pino silvestre ocupan importantes su-
perficies en los sistemas Ibérico y Central, sobre suelos pardos, bien desarrollados, de textu-
ra arenosa, con importante desarrollo del horizonte húmico, y cierta acidificación promovida
por la naturaleza de la materia orgánica, la pobreza en bases del sustrato y el intenso lavado
del perfil, que frecuentemente incluye un horizonte de eluviación.
El contexto orográfico en el que se manifiesta este sistema corresponde generalmen-
te a laderas no demasiado abruptas, con altitudes comprendidas entre los 1.400 y los
1.800 a los 2.000 m, con mayor desarrollo en exposiciones de umbría en el Sistema Cen-
tral o Ibérico meridional y de solana en el Sistema Ibérico septentrional. La presencia de
pinares por debajo de estas cotas puede tener dos orígenes: resiliencia glaciar o expan-
sión provocada por las actividades antropozoogenas. En los períodos glaciares estos pi-
nares ocuparon cotas bajas, en el piedemonte de los sistemas montañosos e incluso en
llanura. En algunos lugares especialmente fríos y húmedos, como en el macizo de
Urbión, han persistido hasta la actualidad en cotas especialmente bajas en masa mixta
con melojos. No obstante, lo más frecuente es que la profunda alteración de los bosques
de quercíneas, propios de las cotas bajas, propiciara la extensión espontánea de los pina-
res, que luego han sido mantenidos por los altos rendimientos que ofrece su explotación
maderera.
El intenso aprovechamiento maderero de que han sido objeto los pinares de pino al-
bar condiciona, en buena medida, el aspecto actual de muchos de ellos, con predomino
de masas coetáneas resultantes de las cortas a hecho, escasez de arbolado maduro y dis-
posición de los bosques en un mosaico de masas más o menos homogéneas determinadas
por la distribución de los distintos tramos de corta. No obstante, en los enclaves más al-
tos y escarpados, correspondientes precisamente al hábitat natural del sistema, todavía
persisten importantes superficies bien conservadas, que se han conservado gracias a las
dificultades de acceso que presentan, su menor productividad, y las previsiones efectua-
das en la ordenación de estos montes que han otorgado a estas masas un papel frecuente-
mente protector.
Estos pinares constituyen el límite forestal superior de los grandes sistemas montañosos
del centro de la Península, entrando en contacto con el dominio de la alta montaña, lo que in-
corpora algunos rasgos de modelado periglaciar o glaciar a su paisaje, como canchales, y
vertientes de valles glaciares e incluso pequeños circos. Por otro lado, la hidrología se carac-
teriza por la importante cuantía de las precipitaciones totales, y la relativa regularidad de su
distribución, así como por el comportamiento acuífero de los mantos de alteración en grani-
tos, gneises y areniscas, que se manifiesta en multitud de pequeñas fuentes y enclaves húme-
dos dentro del pinar.
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Identificación de las áreas compatibles con la figura de “Parque Nacional” en España
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5. Los sistemas naturales españoles
Figura 47. Área de distribución de los sistemas ligados a los robledales (Quercus robur y Quercus petraea).
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Identificación de las áreas compatibles con la figura de “Parque Nacional” en España
Figura 48. Área de distribución de los sistemas ligados a los hayedos (Fagus sylvatica).
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Identificación de las áreas compatibles con la figura de “Parque Nacional” en España
Figura 52. Área de distribución de los quejigares (Quercus faginea subsp. faginea)
supramediterráneos calcícolas, ibéricos o béticos.
tan con un entorno más xerófilo dominado por pinares, sabinares o carrascales. No obstante,
también existen muestras del sistema en condiciones más desfavorables, incluso en parame-
ras y cuestas calizas donde alternan con encinas, sabinas o pinos salgareños. Como casi to-
dos los robledales marcescentes, los quejigares han recibido un intenso aprovechamiento
como monte bajo para la obtención de leña y carboneo, lo que condiciona la fisonomía ac-
tual de muchas de sus manifestaciones, en las que predominan los individuos de porte arbus-
tivo fruto del rebrote de cepa.
Los melojares (Quercus pyrenaica) son netamente acidófilos y se distribuyen amplia-
mente por la provincia hercínica sobre granitos gneises y pizarras, aunque también existen
representaciones menores en las provincias bética e iberolevantina sobre afloramientos pa-
leozoicos (cuarcitas, areniscas del Buntsandstein o pizarras) y del Cretácico inferior (are-
nas del Albense). Como en el caso de los quejigares, son buenos indicadores del clima su-
pramediterráneo. En el piso oromediterráneo son sustituidos por pinares de pino albar
(Pinus sylvestris) y en el piso mesomediterráneo, en zonas más térmicas y protegidas, por
encinares y alcornocales. El paisaje de estos sistemas naturales suele caracterizarse por la
presencia de masas de gran densidad y escasa talla resultantes de su aprovechamiento du-
rante siglos como monte bajo para carboneo. También son relativamente abundantes las
manifestaciones que presentan un aspecto adehesado, condicionado por los usos ganade-
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5. Los sistemas naturales españoles
ros, dehesas que suelen ocupar valles y vaguadas en las que la aportación de humedad
freática juega un papel importante. En estos casos el rebollar se ve enriquecido por otras
especies arbóreas que pueden aprovechar estas condiciones de mayor humedad edáfica,
entre las que destacan los fresnos (F
raxinus angustifolia ), tradicionalmente muy valorados
por los ganaderos.
Entre los sistemas ligados a los bosques subesclerófilos marcescentes submediterráneos
también se incluyen algunos sistemas singulares de la región eurosiberina con un marcado
carácter transicional que alcanzan una representación significativa en el prepirineo, en la
vertiente meridional de la Cordillera Cantábrica y en algunas sierras interiores donde el cli-
ma tiene cierta influencia mediterránea, con inviernos frescos y menores precipitaciones es-
tivales (incluso con cortos períodos de sequía). Así, en la provincia pirenaica destaca la pre-
sencia de: “Quejigares (Q uercus uhimlis ) submediterráneos pirenaicos” y de “Poblaciones
hibridógenas de Q uercus af g
inea yQ uercus hum
ilis (Q
uercus sub
pyrenaica =Q
. xcerrio
i -
des )”; mientras que en la provincia cántabro-atlántica cabe citar los “Melojares (Q uercus
pyrenaica ) atlántico-montanos, cantábricos, a menudo seriales en expansión, y relícticos en
el litoral”.
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Identificación de las áreas compatibles con la figura de “Parque Nacional” en España
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5. Los sistemas naturales españoles
Figura 54. Área de distribución de los encinares o carrascales (Quercus ilex subsp. ballota)
interiores silicícolas carpetano-leoneses, ibérico-meridionales y lusoextremadurenses.
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Identificación de las áreas compatibles con la figura de “Parque Nacional” en España
Figura 55. Área de distribución de los encinares y carrascales (Quercus ilex subsp. ballota)
interiores calcícolas castellano-maestrazgo-manchegos, aragoneses y prepirenaicos.
Figura 56. Encina o carrasca (Quercus ilex subsp. ballota) de porte notable en Coripe, Sevilla.
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5. Los sistemas naturales españoles
Figura 57. La alsina (Quercus ilex subsp. ilex) tiene hojas lauroides que responden a su primitivo origen
Terciario y menor tolerancia a los climas extremados mediterráneos que la carrasca.
corresponden frecuentemente al grupo de las tierras pardas, bien sobre materiales silíceos o ca-
lizos, generalmente con un horizonte orgánico no muy desarrollado. En condiciones climáticas
de sustratos más limitantes, estos suelos pueden combinarse con rendzinas, litosuelos y aflora-
mientos rocosos, especialmente frecuentes en los carrascales de las serranías calizas afectadas
por procesos de karstificación. Las condiciones hidrológicas propias de estos sistemas se ca-
racterizan por la intensidad de la sequía estival.
En los sistemas ligados a carrascales sobre sustrato calizo suelen producirse frecuente-
mente procesos kársticos, lo que reduce notablemente la escorrentía superficial, con lo que
estos paisajes suelen ofrecer un aspecto áspero y seco, sólo interrumpido por los enclaves
donde se producen surgencias del karst, así como en los ríos beneficiarios de ellas. Por el
contrario, en los sistemas que se asocian con sustratos silíceos, ya sean graníticos, metamór-
ficos o detríticos, es más frecuente la aparición en el paisaje de elementos asociados con la
escorrentía superficial y subsuperficial, como fuentes, humedales estacionales, arroyos y
áreas con niveles freáticos próximos a la superficie en los que el bosque esclerófilo se enri-
quece frecuentemente con elementos caducifolios.
Entre el grupo de los encinares pueden diferenciarse, en primer lugar, los correspon-
dientes a alsinares (Quercus ilex subsp. ilex) en sus distintas variantes, que se encuentran
principalmente en el noreste de la Península Ibérica, a caballo entre la provincia iberolevan-
tina y pirenaica, y que responden a condiciones climáticas húmedas y cálidas sobre suelos
preferentemente ácidos. Este clima suave permite la existencia, fundamentalmente cerca del
litoral, de unas formaciones vegetales cuya estructura recuerda a la de los bosques subtropi-
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Identificación de las áreas compatibles con la figura de “Parque Nacional” en España
cales terciarios, con gran abundancia de elementos lianoides. Los sistemas asociados con
quejigares de Q. humilis también participan en estos mosaicos, en los que ocupan aflora-
mientos calcáreos y, en general, suelos con pH neutro o ligeramente básico.
Los carrascales en la mitad oriental de la Península Ibérica (correspondientes a las pro-
vincias bética e iberolevantina), son principalmente basófilos y se encuentran adaptados a
condiciones de fuerte xericidad estival e intensos fríos invernales que impone un clima me-
diterráneo marcadamente continentalizado. Estos carrascales caracterizan el paisaje de am-
plias superficies de parameras y sierras calizas, donde forman mosaicos o entran en contacto
con otros muchos sistemas naturales mediterráneos, como los asociados con sabinares y pi-
nares xerófilos en las localizaciones más secas y con bosques subesclerófilos en las más hú-
medas y frescas.
La mayoría de los carrascales han sido aprovechados tradicionalmente para la obtención
de leña, de forma que predominan en el paisaje las formaciones de porte arbustivo o achapa-
rrado cuya evolución hacia formas de bosque más desarrolladas se ve limitada por las duras
condiciones ambientales que caracterizan a este sistema. En la España occidental, funda-
mentalmente en el ámbito hercínico, los encinares presentan unas características bastante di-
ferentes, asociándose casi exclusivamente con suelos ácidos procedentes de la alteración de
materiales graníticos y metamórficos silíceos. Estos encinares cubren amplias superficies en
las penillanuras durienses, en las serranías graníticas del Sistema Central y en los relieves
apalachenses cuarcíticos y pizarrosos de Extremadura, los Montes de Toledo o Sierra More-
na. En la mayoría de estos escenarios el modelo de explotación tradicional ha conducido a su
adehesamiento, de modo que es este paisaje cultural el que predomina, caracterizado por
presentar un estrato arbóreo aclarado, con pies de considerable porte de los que se aprovecha
bellota y ramón, y otro de pastos que es aprovechado por el ganado.
Dentro de este tipo climático-estructural se encuentran también los sistemas asociados
con alcornocales, que se extienden por la provincia hercínica, aunque cuentan también con
notables manifestaciones sudatlánticas y en el sector nororiental iberolevantino (alcornoca-
les catalanes con alsinas). Estos sistemas naturales se caracterizan por presentar suelos áci-
dos, edificados frecuentemente sobre materiales graníticos, metamórficos o sedimentarios
silíceos. Se inscriben casi sin excepción en climas con cierta influencia oceánica, con escasa
incidencia de heladas y húmedos en mayor o menor grado.
En las variantes más térmicas del bosque esclerófilo, cuando no se dan las condiciones
ecológicas adecuadas para la presencia de alcornocales o encinares (sustratos arcillosos o
calcáreos, déficit hídrico, incidencia de vientos desecantes, ambientes litorales, etc.) el siste-
ma natural más frecuente es el asociado con acebuchares y otras formaciones arbustivas ter-
momediterráneas, en contacto frecuente con sistemas ligados a los bosques de cupresáceas y
coníferas xerófilas. Este sistema manifiesta una estructura arbustiva en la que pueden parti-
cipar numerosas especies, distintas según localizaciones concretas, pero todas ellas de acu-
sado carácter termófilo. En el valle del Guadalquivir la presencia de este sistema natural se
asocia frecuentemente con sustratos arcillosos (tierras de bujeo), que han constituido históri-
camente uno de los más importantes escenarios agrícolas de la España mediterránea, y en
donde el olivar y otros elementos del policultivo mediterráneo sustituyeron desde tiempos
muy remotos las manifestaciones de este sistema natural. En las costas levantinas y en Ba-
leares este sistema natural se asocia con localidades litorales, muy expuestas a los vientos
marinos, frecuentemente calcáreas y con una importante xericidad edáfica.
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5. Los sistemas naturales españoles
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Identificación de las áreas compatibles con la figura de “Parque Nacional” en España
Figura 58. Área de distribución de los sistemas ligados a los pinares de pino salgareño
(Pinus nigra subsp. salzmannii).
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5. Los sistemas naturales españoles
rico, donde se combinan el clima y las condiciones edáficas como factores limitantes, es la
sabina albar (Juniperus thurifera) la que compite con el pino salgareño, llegando a formar
masas mixtas. Algo similar ocurre con el quejigo (Quercus faginea), que se mezcla con el
pino salgareño o los pinsapos en las vaguadas y umbrías, donde los factores limitantes antes
expuestos se suavizan considerablemente. Los suelos característicos de este grupo corres-
ponden a las tierras pardas sobre sustratos calizos consolidados, discontinuos y con escaso
desarrollo del horizonte orgánico en los sistemas subesteparios, y más desarrollados y conti-
nuos en las variantes más nemorales, que incluyen elementos subesclerófilos y caducifolios,
como los arces, y una mayor cobertura del estrato arbóreo.
Aunque estos bosques han sido objeto tradicionalmente de la explotación forestal, se
conservan importantes áreas con muy altos niveles de naturalidad, debido a las dificultades
de acceso que presentan muchas de estas serranías. También ha podido contribuir a un buen
estado de conservación el hecho de que estos pinares no han sido objeto de un aprovecha-
miento tan intensivo como otras especies de pinos (P. sylvestris, P. pinaster), por presentar
ciertos problemas de regeneración, lo que ha limitado las cortas a hecho, que se han aplicado
de forma generalizada en otros bosques.
La hidrología de estos sistemas suele estar condicionada por el drenaje del karst y las
precipitaciones orográficas que registran los grandes macizos calcáreos donde se ubican.
Estos factores dan como resultado la alternancia de paisajes cacuminales en las muelas y ca-
lares caracterizados por un escaso desarrollo de la red de drenaje y cierta xericidad edáfica
favorecida por la hidrología kárstica. Por el contrario, las vertientes y los valles albergan
caudalosas surgencias que dan lugar a cursos fluviales de cierta entidad y que registran ade-
más una notable regulación natural, lo que permite mantener considerables caudales durante
el estío. Estos cauces se encajan generalmente en profundos cañones fluvio-kársticos que di-
versifican las condiciones ambientales, dando entrada a sistemas caducifolios, subesclerófi-
los, esclerófilos y riparios de gran interés. Estos espacios, se localizan en los grandes nú-
cleos orográficos calcáreos del Sistema Ibérico y de la Cordillera Bética.
En las sierras hiperhúmedas de Ronda, Grazalema o Bermeja se localizan pequeños pinsapares
(Abies pinsapo) (figura 59) que están relacionados con otras formaciones disyuntas de abetos medite-
rráneos.
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Identificación de las áreas compatibles con la figura de “Parque Nacional” en España
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5. Los sistemas naturales españoles
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Identificación de las áreas compatibles con la figura de “Parque Nacional” en España
Figura 60. Área de distribución de los sistemas ligados los pinares de pino carrasco
(Pinus halepensis).
del sistema se acentúan, presentándose formaciones más abiertas y frecuentes contactos con
garrigas termófilas, espartales, albardinales y albaidales de rasgos francamente esteparios,
aunque frecuentemente de origen antrópico.
Los pinares de pino negral (P. pinaster) ofrecen una notable diversificación ecológica y
geográfica en la región mediterránea, con manifestaciones muy específicas vinculadas a sus-
tratos y emplazamientos geográficos concretos, como ocurre con los asociados a sustratos
peridotíticos o arenas dolomíticas. Estos sistemas presentan suelos neutros o ligeramente
ácidos, como las arenas del Cretácico inferior (albense), las areniscas y los conglomerados
triásicos (Buntsandstein), situándose fundamentalmente desde el piso mesomediterráneo
hasta el supramediterráneo.
Sus mejores representaciones en la región mediterránea aparecen en las provincias bética,
iberolevantina y hercínica, generalmente en localidades continentales secas. Dejando al mar-
gen las manifestaciones especiales vinculadas a peridotitas y dolomías (subsp. hamiltonii),
presente también en el Rif y el Atlas marroquí), el sistema se asocia con emplazamientos con-
tinentales, sobre sustratos silíceos, frecuentemente arenosos o que dan lugar a suelos sueltos.
En la meseta septentrional, estas condiciones se producen sobre dunas interiores fósiles ubica-
das en el centro de la cuenca del Duero, así como en rañas y depósitos aluviales terciarios.
Estos sistemas se caracterizan por la acidez de sus suelos, por la existencia de una red de dre-
naje no muy desarrollada, así como por la frecuente presencia de pequeñas zonas húmedas
vinculadas con el comportamiento acuífero de los arenales y rañas. En las rañas menos per-
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5. Los sistemas naturales españoles
meables es frecuente la aparición de cárcavas favorecidas por la escasa coherencia del sustra-
to. Se trata de paisajes bastante sencillos, marcados por la horizontalidad del relieve y la ho-
mogeneidad del estrato arbóreo dominado por el pino negral, que puede aparecer salpicado
por ejemplares o rodales de otras especies, sobre todo en enclaves más favorables (encinas, al-
cornoques, fresnos o rebollos, entre otros). Normalmente estos pinares ubicados en áreas lla-
nas de las grandes cuencas sedimentarias se encuentran bastante antropizados, habiendo sido
objeto de una dilatada explotación forestal destinada a la obtención de resina y de madera.
Este sistema asociado a bosques de pino negral sobre arenales continentales suele combi-
narse con otro de similares características asociado con pinares de pino piñonero (P. pinea).
Este último tiende a ocupar posiciones más térmicas, en las que las condiciones de continenta-
lidad no alcanzan su máximo rigor. Estos pinares de pino piñonero suelen constituir formacio-
nes más o menos abiertas, con una red de drenaje poco desarrollada, y suelos ácidos inmadu-
ros. La presencia de niveles freáticos asociados al comportamiento acuífero del arenal juega
un importante papel en el desarrollo de estos bosques y en el carácter dominante del pino piño-
nero que aprovecha en condiciones óptimas este suplemento adicional de recursos hídricos.
Los arenales litorales sudatlánticos albergan masas abiertas de pino piñonero (figura 61),
acompañado por sabinas (Juniperus phoenicea subsp turbinata) y otros arbustos termófilos
más o menos psamófilos que colonizan las dunas y arenales estabilizados. El sotobosque y los
espacios abiertos dentro del pinar están ocupados por “monte blanco”, una formación areníco-
la y termófila en la que predomina la cistácea Halimiun halimifolium cuyo color ceniciento
constituye un rasgo distintivo en el paisaje de estos arenales. Como en otros ambientes duna-
Figura 61. Pinar de pino piñonero (Pinus pinea) sobre arenales costeros en la costa onubense,
en el Parque Nacional de Doñana.
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Identificación de las áreas compatibles con la figura de “Parque Nacional” en España
res, el pino piñonero aprovecha los recursos hídricos que le proporciona el acuífero asociado al
manto eólico, compensando así la escasa capacidad de retención de agua del sustrato arenoso
y la intensa sequía estival. En los enclaves donde el nivel freático se encuentra más próximo a
la superficie el monte blanco es sustituido por otras formaciones más hidrófilas, denominadas
localmente “monte negro” en las que los brezos son el elemento dominante, aunque pueden
aparecer madroños, labiérnagos y otras especies que toleran suelos ácidos arenosos con cierto
nivel de humedad. En los puntos donde la morfología del manto eólico permite el afloramiento
del nivel freático se presentan humedales que forman un esparcido rosario en los extensos are-
nales onubenses. En el entorno de estos humedales y en otros puntos en los que el nivel freáti-
co se encuentra próximo a la superficie aparecen rodales de alcornocal freatófilo.
Los pinares de P. pinaster y P. pinea en el ámbito hercínico juegan un papel destacado aso-
ciados con batolitos plutónicos. Estos pinares prosperan sobre suelos discontinuos, de textura
arenosa, interrumpidos frecuentemente por los afloramientos del roquedo granítico, que muestra
aquí sus peculiares formas (berrocales, piedras caballeras). Se trata generalmente de paisajes ás-
peros, en los que los afloramientos rocosos, el carácter discontinuo de la cubierta forestal y los
sustratos arenosos procedentes de la descomposición de los granitos acentúan la impresión gene-
ral de sequedad, sólo interrumpida por algunas vaguadas, gargantas y fuentes en las que aflora el
agua contenida en los acuíferos asociados con el manto de alteración o la fracturación de los gra-
nitos. Estos enclaves suelen albergar elementos caducifolios que presentan en estos ambientes
un comportamiento freatófilo o ripario (fresnos, rebollos, castaños, etc.).
Por último, entre los sistemas naturales asociados con pinares de Pinus pinaster que re-
visten mayor importancia en los paisajes naturales españoles deben citarse los asociados con
afloramientos de areniscas y conglomerados del Sistema Ibérico (rodeno) que constituyen
una componente muy característica de este ámbito geográfico. Los rodenales del sistema
ibérico constituyen enclaves con suelos ácidos insertos dentro de un contexto predominante-
mente calizo. Esta singularidad, con la aparición de especies acidófilas en un ámbito en el
que no son abundantes, junto con las peculiares formas de modelado asociadas a las arenis-
cas, confieren una especial personalidad y originalidad a estos sistemas naturales. Junto con
ellos pueden aparecer pequeñas manifestaciones de otros sistemas específicamente asocia-
dos con este tipo de sustratos como son los vinculados con rebollares de Q. pyrenaica. Los
rodenales propician la existencia de suelos más desarrollados y continuos, así como un com-
portamiento hidrológico que ofrece frecuentes afloramientos de agua en superficie, en forma
de fuentes, pequeños arroyos o vaguadas húmedas, manifestaciones que resultan mucho más
escasas en las serranías y parameras calcáreas circundantes.
Los sabinares albares (Juniperus thurifera) constituyen también paisajes muy caracte-
rísticos del Sistema Ibérico y de su entorno. Se trata de sistemas muy bien adaptados a las
condiciones del clima mediterráneo continental, con una marcada sequía estival y un duro y
largo período invernal. Estas extremas condiciones climáticas sumadas en muchos casos a
las limitaciones edáficas (extremada pedregosidad llegando a litosuelos) hacen que sea la sa-
bina albar el único elemento arbóreo que caracteriza la fisonomía del sistema. La provincia
iberolevantina es la que mejor representa, en sus sectores continentales, estos condicionan-
tes ambientales, siendo las muelas y parameras del Jurásico y Cretácico, los lugares más
propicios para la presencia de los sistemas naturales ligados a los sabinares albares.
Con frecuencia, en superficies aledañas en las que aparecen modificaciones geológicas,
edáficas (suelos más profundos), y fisiográficas (vaguadas, umbrías, etc.), aparecen otros
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5. Los sistemas naturales españoles
sistemas basófilos íntimamente ligados a los sabinares, es el caso de los pinares de pino sal-
gareño (Pinus nigra subsp. salzmannii), los quejigares (Quercus faginea), los encinares y
carrascales basófilos (Quercus ilex subsp. ballota), y los sabinares rastreros (Juniperus sabi-
na) en las zonas más continentales del sistema ibérico meridional.
El paisaje más frecuente de los sabinares (figura 62) corresponde a un bosque abierto so-
bre una estepa constituida por pequeñas matillas leñosas y macollas de gramíneas vivaces.
Este paisaje obedece a las intensas limitaciones climáticas y edáficas de las parameras calizas
continentales, pero también, en mayor o menor medida, a un prolongado uso ganadero que ha
conducido a cierto grado de adehesamiento de estas formaciones vegetales. Los suelos del sa-
binar se caracterizan por su carácter discontinuo, con tierras pardas calizas sobre materiales
consolidados y débil horizonte orgánico, normalmente en mosaico con litosuelos y aflora-
mientos rocosos. La red de drenaje superficial en estas parameras y muelas calizas suele en-
contrarse muy poco desarrollada ya que la mayor parte de la escorrentía drena en profundidad
a través del endokarst. El paisaje tabular o de cuestas se ve interrumpido frecuentemente por
los escarpes de las hoces fluviokársticas, que introducen bruscas variaciones en el adusto pai-
saje del sabinar, con la incorporación de otros sistemas naturales, favorecidos por las especia-
les condiciones microclimáticas e hidrológicas propiciadas por las hoces (bosques de galería,
bosques subesclerófilos, e incluso bosques mixtos específicamente asociados a las bases y re-
pisas de los cañones fluviales). El paisaje de bosque que caracteriza la mayoría de los sabina-
res puede sufrir variaciones en función de cambios en las condiciones edafoclimáticas, que
dan entrada a elementos esclerófilos en localidades más térmicas o con sustratos menos limi-
tantes, que se manifiestan frecuentemente como masas mixtas de carrascal-sabinar, o entrando
en contacto con los pinares submediterráneos de P. nigra, normalmente en espacios montaño-
sos en los que la orografía propicia una reducción en los niveles de xericidad.
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Identificación de las áreas compatibles con la figura de “Parque Nacional” en España
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5. Los sistemas naturales españoles
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Identificación de las áreas compatibles con la figura de “Parque Nacional” en España
Figura 64. Garrigas hiperxerófilas con coscojas, lentiscos, espinos, y pino carrasco
en las costas de Ibiza. Cap Jueu e Isla Vedrá.
En la depresión del Ebro dominan los ontinares (Artemisia herba-alba) y sisallares (Salsola
vermiculata) acompañados por algunos taxones mediterráneo-irano-turanianos, propios de los
desiertos centroasiáticos, como Krascheninnikovia ceratoides. Éstos, otorgan una gran originali-
dad a estas estepas aragonesas que en el pasado soportaban una importante carga de ganado ovi-
no trashumante invernal. El reciente descubrimiento en Monegros de más de 200 nuevos insec-
tos comunes con Asia resalta el interés biogeográfico de estas formaciones subdesérticas.
Los paisajes esteparios ibéricos manifiestan de forma muy marcada los efectos del modela-
do erosivo y sedimentario propio de ambientes semiáridos, con frecuente presencia de barran-
queras, cárcavas, conos de deyección y ramblas (figura 65). Son paisajes muy antiguos, “fosili-
zados desde el Terciario”, cuando prolongados períodos áridos provocaron la desecación del mar
Mediterráneo y permitieron la expansión de una flora y fauna esteparias por sus orillas.
La aparente simplicidad de estos paisajes alberga sin embargo innumerables matices
ecológicos vinculados a cambios de exposición, salinidad, humedad edáfica, naturaleza del
sustrato o incidencia de diferentes aprovechamientos extensivos tradicionales. Un aspecto
característico de esta diversidad es la frecuente inserción de pequeños sistemas azonales
muy ligados a las condiciones generales del paisaje estepario, como pueden ser saladares y
áreas endorreicas, ramblas con galerías freatofilas, sistemas dunares, sistemas rupícolas, sis-
temas gipsícolas, etc. Las condiciones hidrológicas que se asocian con este grupo de siste-
mas se caracterizan por la ausencia de cursos fluviales permanentes y el predominio de ram-
blas y barrancos que permanecen secos durante gran parte del año, pero pueden registrar
avenidas esporádicas de gran intensidad. También es relativamente frecuente la presencia de
áreas endorreicas y de humedales salinos.
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5. Los sistemas naturales españoles
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Identificación de las áreas compatibles con la figura de “Parque Nacional” en España
Figura 66. Área de distribución de los sistemas ligados a los matorrales subalpinos y oromediterraneos.
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5. Los sistemas naturales españoles
Figura 67. Área de distribución de los sistemas ligados a los pastizales de alta montaña:
tasca alpinas, cascajar, cervunales y borregiles.
Figura 68. Ibón en los Pirineos centrales. En primer plano, Rhododendron ferrugineum, especie característica
de los matorrales subalpinos y oromediterráneos culminícolas silíceos en Pirineos.
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Identificación de las áreas compatibles con la figura de “Parque Nacional” en España
Entre los sistemas de alta montaña más extendidos destacan notablemente los “pastiza-
les psicroxerófilos crioromediterráneos (dominio de Festuca spp.), estepa leñosa de altura y
vegetación glerícola (pedregales, cascajares)” en Pirineos, mientras que en la provincia cán-
tabro-atlántica dominan los “matorrales subalpinos/oromediterráneos culminícolas calizos:
sabinares (Juniperus sabina) y matorral almohadillado espinoso”.
En la región mediterránea, en la provincia hercínica predominan los sistemas ligados a
sustratos ácidos, mientras que en la bética e iberolevantina, aunque aparecen singulares re-
presentaciones acidófilas, dominan los ligados a suelos carbonatados. El principal elemento
vegetal indicador de suelos básicos de alta montaña es la sabina rastrera (Juniperus sabina)
junto con otros elementos almohadillados espinosos (Erinacea anthylis, Genista pumila sub-
sp. rigidissima, Hormatophylla spinosa, Astragalus spinosus, Vella spinosa, Bupleurum spi-
nosus, etc.), mientras que los principales elementos acidófilos son los enebros rastreros (Ju-
niperus communis subsp. alpina), los piornos (Cytisus purgans y Genista spp.), los brezos
(Erica spp.) y otros elementos herbáceos de alta montaña (Festuca spp., Nardus stricta, et-
cétera). Las características físicas de estas formaciones (portes almohadillados) (figura 69)
hacen que se encuentren excelentemente adaptadas a las condiciones climáticas que impone
la alta montaña, especialmente a los largos períodos invernales con temperaturas extremas y
localmente abundante innivación.
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5. Los sistemas naturales españoles
Los sistemas naturales de las islas Canarias presentan una gran originalidad que está
fuertemente relacionada con la singularidad de la flora de estos archipiélagos que justifi-
ca su inclusión en la región macaronésica. De los grandes grupos de sistemas naturales o
tipos climático-estructurales presentes en esta región los más extendidos son los siste-
mas ligados a los tabaibales-cardonales y los restos de los bosques termocanarios. Este
tipo ocupa más del 40% de la superficie total y aparece prácticamente en todas las islas
del archipiélago. Es posible que parte de las superficies de estos sistemas correspondan a
etapas de sustitución de otros sistemas naturales que se consolidaron a medida que los
paisajes de las islas iban siendo trasformados al aumentar la población asentada en sus
costas.
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Identificación de las áreas compatibles con la figura de “Parque Nacional” en España
A pesar de que esta formación aparece tanto en las cumbres de Tenerife como en La Pal-
ma, la menor altitud de ésta y la mayor homogeneidad ambiental de sus cumbres determina
que en esta isla el matorral de montaña sea menos rico que el área de Las Cañadas y el Teide.
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5. Los sistemas naturales españoles
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Identificación de las áreas compatibles con la figura de “Parque Nacional” en España
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5. Los sistemas naturales españoles
Figura 73. Área de distribución de los tabaibales y cardonales hiperxerófilos (Euphorbia spp.).
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Identificación de las áreas compatibles con la figura de “Parque Nacional” en España
Los elementos florísticos característicos son el cardón (Euphorbia canariensis) y las ta-
baibas (E. balsamifera, E.obtusifolia, etc). Junto a ellos se desarrollan otras especies como
Neochamaelea pulverulenta, Ceropegia fusca, Schizogyne sericea, Echium sp., Kleinia ne-
riifolia, Euphorbia aphylla, Rumex lunaria, Rubia fruticosa y otras, que se combinan con
los cardones y las tabaibas para dar lugar a numerosas manifestaciones ligadas a las varia-
ciones del sustrato, al grado de influencia de la salinidad, la orientación, las condiciones de
abrigo o exposición, la antropización, etc. Dentro del cardonal-tabaibal, las tabaibas amargas
se sitúan altitudinalmente por encima de las dulces, que a su vez, toleran condiciones eda-
fo-climáticas más limitantes. Adquieren gran importancia en el paisaje los ecotonos con co-
munidades halófilas o psamófilas litorales, sabinares o pinares.
Se trata de formaciones que han soportado la incidencia del pastoreo tradicional con ga-
nado caprino, que ha producido la sustitución de muchos de estos paisajes vegetales por pas-
tizales de escasa cobertura y ciclo vegetativo efímero.
La escasa altitud de las islas de Lanzarote y Fuerteventura, y su mayor aridez frente al
grupo centrooccidental, condiciona que sea en ellas donde las xerófilas de costa ocupen una
mayor superficie en relación con la extensión de las islas.
Los “sabinares (Juniperus phoenicea) y retazos del primitivo bosque subtropical” ocu-
pan el piso de transición que se caracteriza por la presencia de elementos vegetales de porte
superior a los del piso basal, generalmente arborescente, como la sabina (Juniperus phoeni-
cea), el granadillo (Hypericum canariense) o el espinero (Rhamnus crenulata), pero a veces
arbóreo, como el mocán (Visnea mocanera), el marmolán (Sideroxylon marmulano), el dra-
go (Dracaena drago) o la palmera canaria (Phoenix canariensis). Este cambio de la estruc-
tura, acompañado de una modificación gradual de la composición florística, se debe al efec-
to de las temperaturas algo más suaves, a una menor insolación y a la humedad ambiental
ligeramente superior. Al tratarse de una formación de transición, en situaciones favorables,
algunos de sus elementos típicos se pueden desarrollar a pocos metros de altitud, pero en es-
tos casos se encuentran aislados y se acompañan de un cortejo florístico constituido por las
especies integrantes del piso basal. Del mismo modo, como ocurre con la sabina, pueden al-
canzar los sectores más bajos del piso inmediatamente superior, donde conviven con espe-
cies correspondientes al monteverde, como el brezo (Erica arborea) y la faya (Myrica faya),
que presentan aquí un porte arbustivo.
Esta manifestación del paisaje vegetal canario, muy vinculada con las formaciones fo-
restales que aparecían en el Terciario en la cuenca mediterránea, se desarrolló ampliamente
en las islas centrales y occidentales del archipiélago, de donde ha desaparecido en su mayor
parte como consecuencia de la acción del hombre. Al mismo tiempo, algunos de sus compo-
nentes forman parte de la vegetación que ocupa las áreas más elevadas de Fuerteventura y
Lanzarote, entre los que destaca el acebuche (Olea europaea var. cerasiformis), el lentisco
(Pistacia lentiscus) y el almácigo (P. atlantica).
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5. Los sistemas naturales españoles
Sistemas azonales
Entre los sistemas de carácter azonal presentes en Canarias, cabe destacar los semidesier-
tos sobre lavas recientes, que ocupan grandes superficies, sobre todo en las islas orientales.
Estos semidesiertos se caracterizan por la escasa o nula cobertura vegetal, con especies pione-
ras, el desarrollo de la red de drenaje también nulo o incipiente y la ausencia de suelos. Fre-
cuentemente están presentes formas volcánicas no alteradas por el relieve erosivo (conos, co-
ladas o depósitos de piroclastos), predominando en el paisaje la componente geomorfológica.
Los sistemas dunares, son otro de los sistemas azonales a destacar. Se caracterizan por
el modelado eólico activo sobre arenas litorales. Alcanzan mayor desarrollo en costas con
amplia plataforma, expuestas a vientos dominantes como ocurre en la isla de Fuerteventura
(Jandía, Corralejo), Graciosa y el sur de Gran Canaria (Maspalomas). Las especies presentes
son colonizadoras adaptadas al dinamismo del manto eólico, como el balancón (Traganum
moquinii), especie endémica canario-magrebí. Frecuentemente se encuentran en contacto
con sistemas del piso basal (aulagares, retamares, tabaibales y cardonales). La presencia de
acuíferos y zonas húmedas dunares con comunidades freatófilas (tarayales) es otra de las ca-
racterísticas frecuentes de estos paisajes.
Por último, es necesario mencionar los sistemas riparios o freatófitos, que aunque ocu-
pan pequeñas superficies debido a la escasez de hábitats apropiados, son muy interesantes
biogeograficamente y relativamente diversos. Entre ellos destacan los palmerales de la pal-
mera canaria (Phoenix canariensis), en precario estado de conservación debido a su aprove-
chamiento tradicional para la extracción de miel de palma y los efectos de la hibridación con
la introducida palmera datilera; y las baleras, dominadas por la rubiácea endémica Plocama
pendula. Ambas son formaciones freatófilas exclusivas de las islas Canarias.
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Identificación de las áreas compatibles con la figura de “Parque Nacional” en España
Región macaronésica
Sistemas naturales azonales canarios
Sup. (ha) %
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