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Ahora Somos Civilizados

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"Ahora ya somos civilizados"

la invisibilidad de la identidad indígena en


un rea rural del Valle de Catamarca

Pizarro, Cynthia Alejandra

Briones, Claudia

2004

Tesis presentada con el fin de cumplimentar con los requisitos finales para la


obtención del título Doctor de la Universidad de Buenos Aires en Filosofía
- i,s is 44 - - 9
"AHORA YA SOMOS CWILIZADOS".
LA INVISIBILIDAD DE LA IDENTIDAD INDÍGENA
EN UN ÁREA RURAL
DEL VALLE DE CATAMARCA.
FACULTAD de FftOSOFIA y LFTUAC

N ME
r14 DIC 2004

Agr. IU1AA5
TESIS PARA OPTAR AL GRADO DE
DOCTOR EN FILOSOFÍA Y LETRAS

ÁREA ANTROPOLOGÍA
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS
UNiVERSIDAD DE BUENOS AIRES

E 5R LS
uÑiv
iL

ASPIRANTE: MAGISTER CYÑTIIIA ALEJANDRA PiZARRO

DIRECTORA: DOCTORA CLAUDIA NOEMÍ BRIONES

BUENOS AIRES
DICIEMBRE DE 2004
-rsts-.-,# I - 31 9
A Horacio, Bib(y Lucas,
a la intensa y vasta red de apoyo aftctivo
que me sostiene y me permite lanzarme a
la aventura de explorar la vida
sin temor a caerme en el vacío.
Ellos me dan la certeza necesaria de que
existe un camino de regreso a casa.
1 S A4 - 39
ÍNDICE

Agradecimientos 1

Capítulo 1: La des-marcación de lo indígena en los relatos locales


del pasado de un área rural del Valle de Catamarca 5
Introducción 5
La (in)visibilización de los indios en el Valle de Catamarca 9
La elusividad de lo indígena entre los autoadscriptos
como "ya civilizados" 16
Los usos del pasado y las marcas identitarias 21
Políticas deidentidad y matrices de alteridad 27
El argumento y desarrollo de la tesis 32

Capítulo 2: De cómo surgieron y se acabaron los "indios" en


Coneta, Miraflores ylos Puestos del Norte
entre los siglos XVI y XX 36
Introducción 36
Extraños en su tierra: la construcción de los "indios conetas"
durante los siglos XVI y XVII 40
Sin tierra y sin adscripción identitaria:
¿Dónde estaban los "indios conetas" en el siglo XVIII? 62
De los pueblos de indios a los pueblos criollos:
segunda mitad del siglo XIX y fines del siglo XX 67
De "conetas" de aquí a "collas" de allá.
Mestizaje y readscripciones identitarias 91
Reflexiones finales 109

Capítulo 3: "Indios civilizados": Ni tan indios ni tan modernos 112


Introducción 112
Los indios que vivían "aquí" a través de sus "restos" arqueológicos 116
La posible filiación indígena: Acercamientos problemáticos
y problematizados 127
Los indios y el campo 133
Las "cosas de indios" 135
Saberes en disputa: el conocimiento científico-arqueológico
y el conocimiento práctico-local 141
La legitimación del saber científico
sobre los indígenas locales en la escuela 149
Reflexiones finales 156

Capítulo 4: "Nacidos y criados aquí":


El anclaje de la memoria en el paisaje 160
Introducción 160
Paisajes de los orígenes: las raíces de los antepasados en la tierra 161
Monumentos morales de lo público:
los pilares que sostienen a los pueblos 175
La territorialización del paisaje rural:
las inter-conexiones con el estado 190
Lo doméstico cotidiano: lugares y objetos del recuerdo 208
Reflexiones finales 219

Capítulo 5: "La gente de antes" era "gente de campo".


La vida de campo como anclaje de la identificación 223
1. Introducción 223
2. "Ya la gente de antes ya no hay ninguna" 225
2.1. "La gente se mantenía cosechando" 227
2.2. "Antes la gente vivía de los animales" 241
2.3. "Los montes de antes los han hachado la gente de antes" 247
3. "En el pueblo se notaba la diferencia bien" 252
3. 1. "Los inmigrantes", "las familias aspirantes" y la "viejada" 254
3.2. "Los Dones" 260
33. "El trabajo de jornalero" 262
3.4. "Las estancias: los patrones, los capataces,
los criados y las sirvientas" 267
4. "La gente de campo" y las políticas de identidad 272
4.1. "Antes no conocíamos zapatos" 273
4. 2. "Uno sufría esos afios regando" 278
4.3. "Ya estarnos encerrados entre las dos Colonias" 285
S. Reflexiones finales 288

Capítulo 6: Conclusión 291


Introducción 291
La comunidad ímaginarizada local: mestizaje vs. "melting pot" 294
¿Y por qué tendrían que considerarse indígenas ... ? 300
La (in)visibilización de lo indígena
en el Valle de Catamarca revisitada 301

Fuentes 304

Bibliografía 306

Mapas 318
1. Ubicación de la provincia de Catamarca en la República Argentina.
Elaboración propia. 318
2. Provincia de Catamarca: división política y zonas geográficas.
Elaboración propia. 319
3. Poblaciones indígenas en Catamarca, siglo XVI. Elaboración propia. 320
4. Localidades del área centro-norte del Departamento Capayán.
Elaboración propia. 321
5. Mapa de la República Argentina. Compilado por el Dr. Petermann y
editado por el Dr. Burmeister en 1875. Fuente: Boletín de la
Academia Nacional de Ciencias. 1966. Córdoba 322
6. Fragmento del Mapa Geológico del Interior de la República Argentina.
Dr. Brackebush. 1891. Fuente: Actas de la Academia Nacional de
Ciencias, Tomo VII. Córdoba. 323

II
AGRADECIMIENTOS

Esta tesis es el resultado de años de investigación en el marco de mi trabajo


como docente-investigadora de la Universidad Nacional de Catamarca, tanto en la
Facultad de Ciencias Agrarias como en la Escuela de Arqueología. La Secretaría de
Ciencia y Técnica financió los distintos proyectos dentro de los cuales llevé a cabo el
trabajo de campo entre 1992 y 2003.

Estoy profundamente agradecida a Claudia Briones, mi directora. Claudia me


acompañó en el crecimiento intelectual y emocional que supone la formación de
postgrado. Primero aceptó guiarme en mi tesis de Maestría y luego, con generosidad y
paciencia sólo comparables con las de una madre, se aventuró en este arduo camino
doctoral. Durante estos años, no sólo he admirado su aguda inteligencia, su solidez
profesional y su dedicación al trabajo; también han sido ejemplares su agudeza
intelectual y sus precisas y esclarecedoras recomendaciones y sugerencias. No ha sido
menor su disponibilidad para realizar incontables revisiones de cada versión de esta
tesis, sin que en ningún momento se le borrara la sonrisa de sus labios. A pesar de las
corridas, sus observaciones fueron siempre meticulosas e incisivas, no permitiéndome
quedarme en la mediocridad; ella apostó alo mejor que veía en mí, aún cuando yo no
lo viera. No me cabe la menor duda de que si no hubiera sido de su mano, no podría
haber llevado esta aventura a término. Ella sabe bien de las zozobras y tinieblas que
sacudieron mi barca en este tiempo, y fue gracias a su calidez humana que no abandoné
la nave antes de llegar al puerto. Gracias, Claudia, de todo corazón.

Ana María Lorandi merece un especial agradecimiento. Ella fue quien me inició
en la investigación cuando estaba terminando la Licenciatura en Antropología en la
Universidad de Buenos Aires. Fue con ella que me aventuré en la mirada etnohistórica
de los Andes Centrales y de la región del noroeste argentino. Si bien con el tiempo me
dediqué a cuestiones más contemporáneas, la pregunta por los procesos de larga
duración y por los estudios étnicos fue una semilla que ella plantó en mi joven tierra de
aquel momento y que continuó creciendo hasta el día de hoy.

También fueron decisivos en mi formación de grado Hugo Ratier, que me


transmitió su amor por el campo, tanto el "rural" como el "etnográfico"; Sofia

1
Tiscornia, a cuyo lado me inicié en las arduas labores de redactar proyectos de
investigación y la más dificil tarea de llevarlos a la práctica; Rosana Guber, quien me
transmitió la solidez del enfoque etnográfico y el constante ejercicio de vigilancia sobre
las reflexividades; Mauricio Boivin, cuya insistencia en la búsqueda de una
antropología "en serio" fue un acicate que me aguijoneó permanentemente; Elena Be¡]¡,
que me acompañé no sólo en los avatares de la epistemología en Buenos Aires, sino
también en las problemáticas de las zonas de frontera desde Jujuy; María Rosa Neufeid
y Graciela Batallán me llevaron a mirar a la escuela desde una mirada antropológica.

Desde la sociología rural, Roberto Benencia, Norma Giarracca y Guillermo


Neiman acompañaron mi interés por la problemática agropecuaria de la Argentina en
general, y de Catamarca en particular.

Algunos de mis compañeros de la Sección de Etnohistoria del Instituto de


Ciencias Antropológicas de la Facultad de Filosofia y Letras de la UBA de principios de
la década de 1990 son re-centrados en múltiples lugares de esta tesis: Roxana Boixadós,
Sara Miatello y Ana Schaposchnik. Cora Bunster, Mercedes del Río, Lidia Nacuzzi,
Ana María Presta y Carlos Zanolli no están citados en esta obra, pero han compartido
aquellos hermosos días en el, instituto de "25 de mayo".

Rodolfo Cruz formé parte de aquel equipo en Buenos Aires, pero también en
Catamarca fue compañero de innumerables conversaciones y trabajos de campo que
realizamos en la Facultad de Ciencias Agrarias y en la Escuela de Arqueología. No sólo
relevé gran parte de la documentación histórica que utilizo en esta tesis, sino que
participó en muchos trabajos de campo y compartió ideas, preguntas y anhelos.

José Fernández fue primero alumno y después ayudante de investigación.


"Nacido y criado" en Miraflores, se convirtió en lo que se da en llamar en antropología
un "informante clave". Aún más, siguió paso a paso esta investigación no permitiendó
que quedaran en el olvido muchas voces de personas que se "iban muriendo". Pero,
mucho más que todo esto, compartimos alegrías y tristezas que exceden largamente los
avatares intelectuales; José es mi compadre y mi amigo.

2
Además de Rodolfo y José, los distintos proyectos en el marco de los cuales se
desarrolló esta investigación estuvieron integrados por otros investigadores: Alejandro
Haber, Claudia Kaen, Delia Monferrán, Adrián Seribano, Claudia Sosa, María Elisa
Rueda, Miriam Tejeda, Sara Tonens, Ana Verna; y auxiliares: Silvina Ahumada, Aldo
Alonso, Claudio Cejas, Elvira Cejas, Mariana Chavez, Alejandro D'Angelis, Susana
García, Gabriela Granizo, Elba Fernández, María Esther Leguizamón, Marcela Leiva,
Rafael Linares, Belén Piovano, Leandro Rueda, Edith Valverdi, Miguel Varela, José
Vera, María Fernanda Videla y Bernarda Zubrzycki.

En una oportunidad en que presenté un trabajo en El Bañado en el que utilizaba


seudónimos por razones éticas profesionales, algunos vecinos me dijeron que querían
que se supiera de lo que era capaz la "gente de El Bañado". Ya que fue imposible
resarcir mi actitud en dicho momento, quisiera nombrar a quienes tan generosamente
han abierto las puertas de sus casas y de sus corazones. En Coneta: la familia Romero,
el Sr. Santillán, la Sra. Eva Perdiguero, el Sr. Avalos, la Sra. Rosa Avalos de Barros,
Martín Avalos, la familia Arce, Roque Valdéz y familia, Manuel Gigena, el Dr. Basso,
el Sr. y la Sra. Oliva, Doña Cecilia, Celsa de Nieto, la Sra. de Barros, Nena Arreguez,
Sergio Rodríguez, Rosa Santillán de Vega, el Sr. Vidal, Anita Monjes, Russo Martínez,
Abel Oliva, el Sr. y la Sra. Rodríguez Tula, y la Sra. Marchetti de Vaccaroni. En El
Bañado: Azucena y Fernando, doña Jacinta, la Sra. Socorro de Luna, Antonio Robledo
y Sra., Carlos Robledo y familia, Manuel Reyes de Cuello, Marta Robledo, Doña
Petrona, Doña Ema, René Palacios y Sra., Lorenzo Soria, José Augusto Andrada,,
Andrés Ariza, Doña Neófita y don Ramón Robledo e hija. En Miraflores: la familia de
José Fernández, Raúl Pacheco y familia, Jacinto Carrizo, Don Carmen Sosa, Juan
Amado Bustamante y Sra., José Bustamante, Aniceto Auy, Amalia Vega, Ramón Vega,
Simón Vega, César Celemín, Nicéfora Funes, Leodovina Lobo de Díaz, Ramón Sosa,
Ramón Bazán, Valentina Bustamante, Juanita Vaccaroni, Blanca Flores de Romero,
Nicolás Molina, la Sra. Molina de Ponce, Celestino Ontivero y Carlos Berné. En Los
Cubas: la familia Palacios. En Sisi Huasi: Ramón Espeche y Nicolaza Moya. En las
escuelas de todos los pueblos: los maestros en ejercicio de EGB 1, 2 y 3.

En Catamarca he tenido amigos e interlocutores que nutrieron este proceso de


conocimiento. Entre ellos Alejandra Mello, José Ariza y Gabriela de la Orden de
Peracca. Asimismo, conté con el apoyo incondicional de Elida Fratti y Silvia Lucía

3
Fernández quienes siempre han creído en mi posibilidad de desenvolvimiento. Por otra
parte, primero en las aulas de la Escuela de Arqueología y después en el seno de las
cátedras a mi cargo, fue más que estimulante la amistad que se generé con Leandro
D'Amore, Marcos Gastaldi, y Enrique Moreno. También durante estos años el tiempo
sedimentó perennes lazos con Marcos Quesada, Carina Jofré y Guillermina Espósito.

Agradezco asimismo todo el apoyo que recibí por parte de Andrés Laguens y
Mirtha Bonin y de alumnos de la Maestría en Antropología y del Museo de
Antropología de la Universidad Nacional de Córdoba. Desireé D'Amico, Lucila
Dallaglio, Andrea Gigena, Marina Falvo y María Alicia Noero, compartieron
interesantes diálogos sobre algunos aspectos de esta tesis, junto con otros alumnos de la
Licenciatura en Ciencias Políticas de la Universidad Católica de Córdoba.

Cuando volví a Buenos Aires me encontré con una enorme alegría: el diálogo
intelectual y la amistad incondicional de Carolina Feito, mi antigua compañera de
estudios en los derroteros de las aulas de Marcelo T. de Alvear. Mis viejos amigos
porteños: Adriana y Patricia Suáres, Andrea y Sergio Stéfano, Viviana Muzicante,
Fabiana Porracín; y los nuevos: Graciela Hemaez, Claudia Guitrón y Débora Nogueira
me brindaron su cariño y apoyo desinteresado en todo momento.

Mi gratitud especial a cuatro personas que apostaron por mí capacidad de llevar


adelante esta idea: Alfredo Corpacci e Isabel González en Catamarca; y Ruth Wilner y
José Capece en Buenos Aires.

Pocas son las palabras para expresar mi agradecimiento a mi familia. Mis


padres: María Teresa Simón y Héctor Horacio Pizarro supieron apoyar mi decisión de
estudiar antropología y resistieron durante 12 años mi prolongada residencia lejos del
hogar porteño hasta mi regreso. A esta altura de sus vidas me ayudaron de miles de
formas para que pudiera terminar de escribir esta tesis, siempre creyendo en mí, siempre
amándome, siempre viviendo el doble tanto mis logros como mis fracasos. Ellos, junto
con Viviana, mi hermana, Sergio, mi cuñado, y Belén, mi querida sobrina y ahijada,
supieron brindarle calorcito familiar a mi amadísimo hijo Lucas, lo que espero haya
atenuado, aunque sea un poco, mis ausencias y postergaciones de paseos, descansos y
juegos.

4
CAPÍTULO 1:
LA DES-MARCACIÓN DE LO INDÍGENA EN LOS RELATOS LOCALES DEL
PASADO DE UN ÁREA RURAL DEL VALLE DE CATAMARCA

1. Introducción

Vivimos en un momento sociohistórico nacional e internacional signado por la


emergencia de movimientos indígenas que llaman la atención sobre dos procesos
concurrentes. Si, por un lado, injusticias históricas ligadas a la conquista y colonización
y a la constitución de los estados nación latinoamericanos siguen operando como la
causa eficiente de las penosas condiciones de vida contemporáneas de los indígenas, por
el otro, la rearliculación de identidades hasta el momento silenciadas o invisibilizadas
está emergiendo como una vía crítica para revertir esas injusticias. Así, tal como destaca
Van Cott (2000) al analizar las reformas constitucionales en Colombia y Bolivia y las
correlacionadas transformaciones en la movilización indígena, en Bolivia vastos
contingentes campesinos aymaras y quechuas sobre los que operaron exitosas presiones
ciudadanizadoras desde la Revolución de 1952 están volviendo a proponer su autoctonía
o aboriginalidad como locus destacado de identificación.

En Argentina también se han dado re-emergencias indígenas que parecen


denunciar las claudicaciones estatales en ofertas previas de "integración". En este
marco, Alejandro Isla (2002) analiza la conformación de la identidad étnica calchaquí
de los aniaichefios y quilmeños en Tucumán como un posicionamiento político frente a
la marginalidad socio-económica y la exclusión sociocultural que los afecta. Seflala este
autor que, en los Valles Calchaquíes,
como cultura y sociedad subordinada, la expresión de la identidad étnica, se
ha desarrollado en un interjuego muy complejo de resistencia, aceptación, olvido,
vergüenza, resígnflcación, frente a los dominadores. El silencio, el recelo, la
mirada esquiva, la desconfianza, el consentimiento explícito como gesto
resignado aprobatorio que esconde el íntimo y reservado desacuerdo, constituyen
parafraseando a Scott "las armas de los débiles" (1985) en los Valles, pero
también en los demás grupos indígenas del país (2002:120-121, comillas en el
original).

5
Diego Escolar (2003) explica la re-emergencia de identificaciones huarpe en San
Juan como indicador de un estado de malestar cívico próducido por la retirada del
Estado de Bienestar. Propone que
el principal escenario de la emergencia huarpe deviene de una crisis de la
articulación de soberanía estatal y de representación del "pueblo '. Esto afecta
los contratos ideológicos inscriptos en la relación entre identidades populares y
la idea del estado predominante durante la etapa del "estado benefactor"
(2003:22, comillas en el original).

En líneas generales, la instalación de lo indígena como un tema de la agenda


social, cultural y política en Argentina durante 1990 ha estado acompañado por la
rearticulación de identificaciones indígenas, que no sólo pusieron en cuestión la
pretendida invisibilidad de los indígenas y la pretendida homogeneidad cultural de la
nación postulada por la retórica hegemónica, sino que también ganaron el
reconocimiento del estado. Distintos autores señalan que esta invísibilización de lo
indígena implicó su construcción como una tensión ausente, latente, no reconocida, un
punto de referencia para dichas retóricas (Briones 2001, G. Gordillo y Hirsch 2003 a,
Lazzari 2003).

Paralelamente, el acoso fantasmagórico de lo indígena adquiere distintos matices


en Argentina. Por un lado, existen categorías que nunca perdieron vigencia tales como
guaraní (Hirsch 2003), mapuche (Briones 2003), toba y wichi (G. Gordillo 2003), que
persistieron a pesar de las campafias al "desierto patagónico" y al "desierto verde" del
siglo XIX. Por otro lado, los grupos que re-emergieron durante la década de 1990 son
algunos que se consideraron extintos durante el proceso de formación y consolidación
del estado nacional, tales como los ranqülche (Lazzari 2003). Pero más llamativo es el
caso de re-emergencias identitarias cuyos referentes remiten a grupos aborígenes que se
suponían mestizados o extintos durante la colonización española. En este último grupo,
se ubican los amaichas, los huarpes y los kóllas analizados por Domínguez (2002),
Escolar (2003), Isla (2002) y Schwittay (2003).

El estado argentino rompió su tradicional no reconocimiento de las identidades


aborígenes a partir de mediados de la década de 1980. En 1985 se dictó la Ley de
Protección y Apoyo a las Comunidades Aborígenes que se reglamentó en 1989, ley que
reconoce la necesidad de garantizar los títulos de las tierras y otorgar la personeria
jurídica a las comunidades indígenas (Carrasco 2000). Por otra parte, crea el Instituto
Nacional de Asuntos Indígenas como parte del Ministerio de Salud y Seguridad Social.
Esta ley tuvo como efecto el dictado leyes sobre los derechos indígenas en algunas
provincias: Salta, Chaco, Misiones, Río Negro, Chubut y Santa Fe. Durante la década
de 1990, se sucedieron una serie de movilizaciones de grupos indígenas mapuches,
kollas, tobas y wichis, a la vez que la Constitución Nacional fue reformada en 1994
gracias a un lobby mantenido por parte de activistas indígenas y miembros de ONGs
para que se incluyera el reconocimiento de los pueblos indígenas y se garantizara el
respeto a su identidad y su derecho a la educación bilingüe e intercultural, el
reconocimiento de las personerías jurídicas de sus comunidades, y la propiedad
colectiva de las tierras que tradicionalmente ocupan, entre otros aspectos (Carrasco
2000, G. Gordillo y Hirsch 2003 a).

En este contexto, nuevas re-emergencias indígenas de grupos que se presuponían


extintos o mestizados están ocurriendo en la actualidad en distintos puntos del país. En
la provincia de Catamarca', la identidad indígena de la comunidad Los Morteritos,
ubicada al oeste de la provincia, en el departamento Belén, está siendo promovida como
vía de acceso de sus habitantes a los derechos especiales reconocidos para los Pueblos
Indígenas por la Constitución Nacional.

Sin embargo, los habitantes de un área rural del valle de Catamarca emplazado
en el Departamento Capayán, en el centro del territorio provincial—área que estuvo
poblada por numerosos grupos indígenas en el momento de la conquista y
colonización—no buscan un mejor posicionamiento en las arenas locales apelando a
una autoidentificación "indígena" similar a la de Los Morteritos. Se podría argumentar
que sus pobladores no se han articulado como un sujeto estratégico pasando de la
subalternidad al antagonismo (Laclau y Mouffe 1987), o que no han podido
cumplimentar los requisitos para ser reconocidos legalmente como comunidades
aborígenes según las exigencias burocráticas. Lo cierto es que no lo intentan, aunque en
1997 los vecinos de El Bañado2, un puesto ubicado en dicha área, llevaron a cabo una
acción colectiva para luchar por las tierras que un empresario pretendía quitarles,

'Vermapas 1 y2.
2
Ver mapa 4.

7
reivindicando el derecho consuetudinario que legitimaba su propiedad de las mismas,
así como el hecho de que habían vivido en la zona desde hacía siglos (Pizarro 2000).
Pero ni entonces ni ahora han apelado al pasado para esgrimir una posible ascendencia
indígena. Por otra parte, además de los habitantes de El Bañado, los vecinos de los
pueblos de Coneta y Miraflores 3 cercanos a dicho puesto también señalan sucesivas
experiencias de exclusión como consecuencia de la expansión de la frontera
agropecuaria en el Valle, remarcando la imposibilidad de continuar con su forma de
vida campesina. Tampoco en este caso cuestionan anteriores des-marcaciones
vinculadas con una probable identidad indígéna. En base a lecturas comparativas y
nuestro conocimiento del background de la zona, la primera inquietud que nos motivó a
centrar el trabajo de investigación doctoral en el área apuntaba justamente a identificar
qué procesos y contextos ayudarían a explicar por qué en la zona hasta el momento
autoadscripciones en ténninos de una autoctonía no se han interpretado como indicador
de aboriginalidad.

Para ello, partimos de que la re-emergencia de adscripciones indígenas no es una


invención libre y oportunista de grupos subalternos que articulan un "esencialismo
estratégico" (Briones 2001, Escolar 2003, Spivak 1988), aspirando a mejorar su
inserción en la estructura social, como argumentan las múltiples acusaciones que
denuncian como "truchos" a los ranqueles y huarpes (Escolar 2003 y Lazzari 2003).
Antes bien, creemos que las condiciones de posibilidad de tales re-emergencias están
vinculadas con las variaciones históricas de la distintividad aborigen. Entonces, la auto-
adscripción indígena no dependería sólo de las representaciones y construcciones
culturales endógenas más o menos manipulables a discreción, sino también de los
múltiples modos con que los valores y sentidos de alteridad hegemónicos de las
sociedades englobantes interpelan a los sujetos y de las trayectorias de las que disponen
para movilizarse o identificarse con ciertos locus de pertenencia (Briones 1998 a, 2001).

Si bien los grupos subalternos del área rural del valle de Catamarca acumularon
experiencias de opresión a lo largo de su existencia como alteridades históricas (Segato
1997), esto no lleva de por sí a que se reivindiquen en clave identitaria indígena. En esta
tesis explicaremos los sentidos de pertenencia y de devenir que al día de hoy construyen

Idem.
los habitantes de esta área. Mientras nuestro objetivo es analizar el modo en que los
pobladores valoran sus posibilidades presentes y futuras a través de los relatos sobre el
pasado local, nuestro problema y desafio es ver por qué cuestionaron las supuestas
"bondades del progreso", pero no discutieron procesos más antiguos de des-marcación,
adoptando la versión hegemónica del "mestizaje" característico de Catamarca y otras
provincias del noroeste argentino. En otras palabras, si en algunos trabajos
antropológicos el problema de investigación radica en explicar emergencias identitarias
indígenas inesperadas o no previstas, en el nuestro apuntamos a explicar por qué no
surgen allí donde podrían, y de qué manera se tematizan socialmente esas pertenencias y
filiaciones en contextos donde los posibles aportes indígenas a la conformación de la
matriz poblacional local han sido obliterados, minimizados o negados.

2. La (in)visibilización de los indios en el Valle de Catamarca

Expuestos en las vitrinas del "Museo Calchaquí" —expresión popular con que se
conoce al Museo Adán Quiroga ubicado en el centro de la ciudad capital de
Catamarca— los restos de antiguos habitantes de la provincia atestiguan la existencia
del componente indígena en la historía del actual territorio provincial. Calchaquíes son
los valles cuyo extremo sur atraviesa dicho territorio. Juan Calchaquí es el nombre de
uno de los caciques que resistieron a la conquista española durante el siglo XVII,
impidiendo la fundación de la ciudad de Catamarca. "Diaguitas" y "calchaquíes" son los
nombres con que se designa a los grupos aborígenes que habitaron el suelo
catamarqueño.

San Fernando del Valle de Catamarca fue fundada en dicho Valle,


constituyéndose en el epicentro desde el cual los españoles vencieron las rebeliones
indígenas en los valles calchaquíes durante el siglo XVII. Sacralizados como acervo de
la esencia provincial pero inhabilitados para existir en el presente, "los indios
catamarqueños" ingresan en los imaginarios locales como los antiguos habitantes del
territorio que devendría provincia de la República Argentina en el siglo XIX. Antiguos
habitantes sí, pero extintos o mestizados. Esta retórica de la invisibilidad de los indios
de Catamarca propone que los "belióosos calchaquíes" desaparecieron luego de sus
confrontaciones con los españoles; y, por otra parte, que los indios del Valle de
Catamarca—cuyos nombres no trascendieron posiblemente debido a su escasa
conflictividad—se mezclaron con la población hispana, desapareciendo toda marca de
pertenencia indígena en el seno de una matriz poblacional mestiza.

En verdad, los indios de este Valle se habrían difumjnado en la sociedad


colonial. La dinámica del asentamiento de las élites criollas en esta área incorporó a la
población indígena, y también a la negra, como mano de obra de las haciendas
agropecuarias. Si en el siglo XVII los indios de esta área eran menos indios que los
calchaquíes, en el siglo XVIII la población ya era "criolla". Pero en esta mezcla entre lo
indígena y lo español, la tendencia fue a minimizar el ascendiente indio y a enfatizar el
hispano, en consonancia con la idea académica de "sociedad Folk" propia del país
(Cortazar 1949).

En el marco de su integración en la nación Argentina, la provincialidad


catamarqueña estuvo atravesada por similares avatares de negación de la aboriginalidad.
Frente a otros enclaves en donde los indígenas eran amenazas bárbaras presentes-
como las regiones del Chaco y de Pampa-Patagonia—, Catamarca podía erigirse como
un bastión de siglos de civilización hispana, que había conjurado el fantasma de los
habitantes indígenas. Las élites de poder provinciales durante el siglo XIX ya se habían
asentado en la ciudad de Catamarca, invocando el poder de la Virgen del Valle como
convocante de una urbanización que durante las primeras épocas de la conquista se
hallaba dispersa en las áreas rurales de la zona centro y norte del valle (Lorandi y
Schaposchnik 1990). Esta Virgen, "la única morena", "la virgen de los indios", se erigió
como símbolo de la sumisión indígena a los estamentos de poder hispanos.

Abierta a las corrientes migratorias que poblarían y civilizarían las áreas


marginales y rurales del territorio nacional, la provincia recibió a contingentes de
imnigrantes ultramarinos que se aliaron con las élites locales 4. La población rural del

" Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, "Catamarca nunca ha sido una provincia de
inmigración extranjera. El máximo fue un 2% en 1914, y desde entonces la proporción ha ido
disminuyendo hasta ser en 1970 y 1980 el 0,5%. Los inmigrantes internos, en cambio, aunque pocos, han
ido en aumento, llegando a ser en 1980 el 12% de la población" (INDEC, 1982: )UX). Mello (2000)
sefíala que en 1869 no había gran cantidad de inmigrantes de origen europeo en el noroeste. En dicho aiío,
mientras que el total de inmigrantes en el NOA era de 6.298 (un 1,4% del total de la población), en
Catamarca sólo residían 400 (un 0,5% del total de la población). Hemos elaborado el siguiente cuadro, en
base a la información del INDEC (1982: )UX), para ilustrar la cantidad de extranjeros residentes en
Catamarca durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX:


Valle de Catamarca cobijó en su seno las diferencias tolerables de italianos, españoles y
"turcos", que desde los pueblos asentados a lo largo del ferrocarril dinamizarían la
economía local. Si por un lado la provincia de Catamarca agonizaba en su inserción
desfavorable en el proyecto agroexportador de la Argentina, en el interior de su
territorio las operaciones clasificatorias de su población incorporaban a los contingentes
migratorios que, al mixturarse con las familias "patricias", incorporarían a la
civilización a la ruralidad provinciana en nombre del estado provincial. Esta población
rural estaba conformada por criollos-gauchos que, a diferencia de las élites "patricias" e
inmigrantes, eran considerados más mestizos que blancos, más provincianos que
argentinos, más bárbaros que civilizados, más tradicionales que modernos.

Por el contrario, la ciudad capital de Catamarca europeizó su arquitectura y sus


élites se postularon aún más blancas con la incorporación de los escasos inmigrantes
arribados desde fines del siglo XIX. El umbral de alteridad fijado para este grupo de
inmigrantes fue bajo, dando lugar a la conformación—vía matrimonios mixtos—de
familias "influyentes" que residían tanto en la ciudad capital como en algunos pueblos
del interior de la provincia. El resto de la población, tanto rural como urbana,
conformaba la fuerza de trabajo que se articulaba con esta élite en una relación de
marcada desigualdad. Sin embargo, el interior catamarqueño no era identificado en base
a un umbral homogéneo de alteridad. El componente indígena era más enfatizadó entre
los pobladores del oeste que entre los habitantes del centro de la provincia. Así, las
áreas rurales devinieron zonas con diversos grados de tolerancia a la diferencia. La
Fiesta del Poncho y la Fiesta de la Virgen—ocasiones que anualmente reeditan el
encuentro de distintas otredades provinciales intemas—dan pistas de las marcas y
umbrales de tolerancia a la diversidad cultural dentro del "ser" provincial.

La Fiesta del Poncho es una feria artesanal que se realiza durante las vacaciones
de invierno en San Fernando del Valle de Catamarca. Si bien abündan los números

Censo Población total de Catamarca Extranjeros Porcentaje


1869 79.962 400 0,5
1895 90.161 1.082 1,2
1914 100.769 2.418 2,4
1947 147.213 1.913 1,3

11
folklóricos marcados como idiosincráticos de la identidad "provinciana" del interior de
la nación, los ponchos que se venden no son los de los gauchos sino aquellos que se
usan en las áreas del oeste de puna, pre-puna y Valles Calchaquíes. Estos ponchos son
marcados como característicos de la población criolla más indígena que española, a
diferencia de los de los gauchos. La región del valle de Catamarca no expone ponchos,
ni tapices o alfarería con motivos indígenas, inhabilitada de ofrecer una producción
exótica en esta feria artesanal.

La Fiesta de la Virgen del Valle, realizada en diciembre y en abril de cada año,


convoca a la Catedral de la capital catamarqueña a miles de peregrinos que llegan de
diversas provincias y del interior de Catamarca. La procesión del 8 de diciembre es la
fecha que congrega a la mayor cantidad de feligreses. La "Virgen Morena", símbolo del
triunfo de los españoles sobre los indígenas en el Valle de Catamarca, recibe a los
"Jinetes de la Virgen" en los días previos a esta procesión. Para esta ocasión, los
pobladores de la zona sur del Valle de Catamarca se organizan para acudir a la misa en
su honor montando caballos adornados con platería y vistiendo ropa "gaucha". A
diferencia de la Fiesta del Poncho que incluye lo mestizo-indígena proveniente del oeste
provincial, los "Jinetes" marcan lo criollo-hispano en su encuentro con la Virgen.

La zona sur del Valle de Catamarca5 es una región agropecuaria cuya población
se asienta en pueblos de entre 500 y 1000 habitantes y puestos o parajes que aglutinan
población rural dispersa de hasta 200 personas. La estructura social agraria de esta
región está atravesada por desigualdades que históricamente delinearon fronteras de
exclusión. En los pueblos residen algunas familias que orgullosamente esgrimen una
genealogía que da cuenta de la alianza entre la prosapia provincial criolla-hispana con
los inmigrantes de fines del siglo XIX. Estas familias conforman élites locales que a lo
largo de sus trayectorias articularon a la población rural dispersa como mano de obra
para sus fincas. Por otra parte, conformaron redes de poder que mediatizaron la
incorporación de estas áreas marginales en la geografía estatal provincial y en la
civilización durante las primeras décadas del siglo XX.

Vermapas2y4.

12
Chumbicha, Huillapima, Coneta son los nombres de algunos pueblos de esta
área que remiten a una toponimia indígena6. Sin embargo, su población lejos está de
adscribir a una identidad aborigen. Muchos son los restos arqueológicos que se
encuentran en las inmediaciones de estos pueblos y en las laderas de las montañas
cercanas. Pero la filiación con los indios que habitaron en la zona está cortada. La
acumulación histórica de experiencias de opresión de los habitantes que no forman parte
de las élites es explicada por los nativos en términos de sus trayectorias como
campesinos y no como indios. En la reciente disputa por la propiedad de las tierras en el
puesto de El Bañado, uno de sus habitantes argumentó que las mismas les pertenecían
en virtud de que sus antepasados españoles se habían instalado en ellas desde hacía más
de 200 años (Pizarro 2000/2002). Paralelamente, en una revista editada en 1996, la
Municipalidad de Huillapima, cuya jurisdicción abarca la zona sur del valle de
Catamarca, caracterizó la situación de gran parte de población como "pobre" y
"marginal" (Pizarro 1999 a).

Algunos nativos reconocen su ascendencia india, pero remarcando que ahora ya


son "indios civilizados", y señalando que esto no puede ser dicho en la escuela porque
provoca vergüenza (Pizarro 1996 a y b, 1997 a y b). Mientras tanto, desde las escuelas
se propugna una revalorización de la identidad local, fomentada por la modificación de
la currículajurisdiccional que regionalizó los contenidos a partir de la reforma de la ley
de educación de 1994 (Pizarro y Sosa 2003). En diversos talleres implementados desde
el Programa de Reformas e Inversiones en el Sector Educativo en conjunto con el
Ministerio de Cultura y Educación del Gobierno de Catamarca, los maestros postulaban
la necesidad de enseñar la cultura local (Pizarro y Kaen 2003). En la escuela de El
Bañado, se implementó en el año 2002 un proyecto institucional sobre la identidad 7. Los
alumnos de la misma fueron llevados al "Museo Calchaquí" de la capital de la provincia
para conocer el lugar que los indios tienen en el panteón provincial. Descontextualizado
del pasado local y sedimentado en un estrato pre-histórico que naturaliza el corte radical
con la historia provincial, el inicio de ese panteón comienza con la Ilegadá de los
españoles. Dificil es saber si en dicha visita se les informó a los alumnos que algunas de
las piezas expuestas en ese museo fueron recolectadas por el padre Narváez, fundador
del museo, en el pueblo de Miraflores que dista apenas 7 kilómetros de El Bañado.

7 Comunicación personal de Miriam Tejeda.

13
En una mafiana de la primavera de 1992 se inauguraba la capilla de El Bafiado.
Este puesto aglutina alrededor de 100 pobladores rurales que hasta la década de 1960
vivían de la cría de cabras y de la quema de carbón. Este asentamiento se originé, al
igual que muchos de los puestos ubicados en el fondo del Valle de Catamarca, con las
habitaciones y eventuales casas de los cuidadores del ganado de familias residentes en
los cercanos pueblos de Miraflores y Coneta, ubicados en la zona baja del pedemonte
del Ambato. Los campos usados para la pastura del ganado y aprovechados para la
extracción de leña del monte pertenecían, a principios del siglo XX, a las familias de
origen criollo e inmigrante dueñas del ganado. Pero debido a las irregularidades en el
saneamiento de los títulos, algunos nativos lograron devenir propietarios, dando lugar a
desigualdades y facciones en el seno del mismo puesto. Además, la dinámica de
expansión de la frontera agropecuaria propició la puesta en valor de dichas tierras. Entre
1970 y 1980 se crearon dos Colonias Agrícolas que cercaron las tierras utilizadas por
los puesteros, dando lugar a expropiaciones y restringiendo la posibilidad de continuar
con las actividades productivas y extractivas. En la década de 1990, las tierras que les
quedaban fueron motivo de disputa por las pretensiones de un empresario agroindustrial
(Pizarro 2000).

Durante la ceremonia de inauguración de la capilla, el entonces delegado


municipal y cabeza de una de las facciones del puesto, René Palacios, remarcó la
importancia del evento, ya que cimentaba el paso de "puesto" a "pueblo". La
inauguración de la capilla era una instancia de ampliación de la civilización y
urbanización propia de los "pueblos", afladiéndose a la infraestructura local que
gradualmente se había conseguido: la escuela, la posta sanitaria, la delegación policial y
la plaza. No faltaron en la ceremonia de apertura el himno nacional, el desfile de los
alumnos de la escuela, ni la visita de las autoridades municipales y provinciales, quienes
habían ayudado a la comisión pro-templo local para terminar la edificación de la capilla.
El Obispo de Catamarca presidié el acto de inauguración, cortando una cinta celeste y
blanca antes de entrar en la flamante capilla. Durante la homilía aconsejó a los hombres
del puesto que no se emborracharan, a las mujeres que no quedaran embarazadas
solteras, y a las familias que no bautizaran a sus hijos con nombres "extranjeros" tales
como "Jonathan" o "Brian", puesto que no condecían con las raíces culturales locales.
El almuerzo posterior consistió en las características empanadas "catamarqueñas"

1
(Pizarro et al. 1995). Durante este evento, los habitantes de El Bañado fueron incluidos
dentro de la identidad provincial pero no tan iguales a sus co-provincianos urbanos, ya
que el alcoholismo, los embarazos de adolescentes y el uso de nombres "extranjeros"
son costumbres con que se marcan a las poblaciones marginales y rurales de la
provincia.

Entre los invitados a la ceremonia, pero de manera "no-oficial", se encontraba


un equipo de investigadores de la Universidad de Catamarca que durante ese año había
estado realizando excavaciones y prospecciones arqueológicas en el área. Yo era parte
de dicho equipo y, en esa oportunidad, conocí a José Ariza, un joven de unos 25 años
quien era hijo de un puestero y estudiaba Historia en la Universidad Nacional de
Catamarca, en la capital de la provincia. Posteriormente, siempre que nos veíamos en la
ciudad me preguntaba sobre mis investigaciones en El Bañado. Años más tarde, cuando
muchos puesteros se encontraban en litigio con el empresario que pretendía adueñarse
de las tierras, José me avisó sobre la situación y me sugirió que sería interesante que
conversara con su padre, ya que él sabía mucho sobre la historia de su puesto. Don
Andrés Ariza efectivamente tenía mucho para contar en el momento del litigio, 'y fue
quien remarcó que esas tierras les pertenecían a los puesteros porque sus familias
residían en la zona desde hacía siglos. Sin embargo, en su relato del pasado no
mencionó la ascendencia indígena como punto de origen de esa residencia centenaria.
Tiempo después, cuando presenté un libro en el que narré la historia de la movilización
de los puesteros por sus derechos sobre la tierra caracterizándola como una acción de
protesta campesina, don Andrés Ariza se molesté porque había utilizado seudónimos y,
de esa manera, la gente no sabría "de lo que es capaz la gente de El Bañado". De esta
forma, adscribía a la identificación campesina o más general de pobre rural, pero la
posible afiliación indígena era un tema que excedía las posibilidades de ser pensado.

Al igual que en el caso de El Bañado, durante el trabajo en los pueblos de


Coneta y Miraflores la posibilidad de que los nativos adscribieran a una identidad
indígena se presentó como fuera de lo imaginable. En 1993 conocí a José Fernández,
"nacido y criado" en Miraflores, cuando estaba estudiando en la Universidad de
Catamarca la Tecnicatura en Gestión de Emprendimientos Comunitarios Rurales.
Debido a su interés por conocer las técnicas agropecuarias que se habían utilizado en su
pueblo—técnicas que, a su juicio, habían permitido a sus habitantes vivir de lo que

151
producían—se incorporé a las investigaciones que estaba desarrollando en la zona. En
varias ocasiones manifestó su preocupación por el hecho de que la gente grande se
estaba muriendo y con ellos, la posibilidad de conocer cómo habían funcionado los
sistemas productivos tradicionales.

Si bien los nativos de Coneta y Miraflores, a diferencia de los habitantes de los


puestos, señalan que la zona estuvo habitada por indígenas antes de la llegada de los
españoles, tampoco incorporan en sus genealogías la ascendencia aborigen. Por el
contrario, señalan la prosapia hispana o bien marcan su descendencia de inmigrantes.
Las tensiones producidas por la declinación de las economías locales y la aparición de
nuevos "otros" colonos y empresarios agroindustriales son explicadas por los nativos en
términos de la oposición entre una vida tradicional provinciana frente a una vida
moderna globalizada.

3. La elusividad de lo indígena entre los autoadscriptos como "ya civilizados"

Mí interés por explicar por qué los habitantes de la zona de estudio minimizan o
silencian los posibles aportes indígenas a la conformación de la matriz poblacional local
fue madurando a lo largo de una década. Como es sabido, los problemas de
investigación tienen diversas fuentes (González Reboredo 1995, Valles 2000). La
motivación personal para formular una pregunta que sea relevante para la producción de
conocimiento científico está atravesada por el interjuego de la lógica teánca y práctica
del investigador. Así, si bien la tradición disciplinar juega un rol importante en dicha
formulación, no es menor el peso de los intereses personales que se van delineando
durante el transcurso de la vida del sujeto cognoscente.

En mi caso, la formación de grado en Ciencias Antropológicas me llevó a


indagar la realidad no sólo a través de mi propia reflexividad, sino en el interjuego con
las reflexividades nativas (Guber 2000). La Antropología ha estado interesada en el
estudio de culturas "no occidentales" primero, y "marginales" después (Boivin et al.
1998, Guber 1991 y 2000). Pero en particular, el interés por los "indios" es un tema
subyacente que no sólo atraviesa el sentido común que se evidencia cuando los "legos"
asocian a los antropólogos con los aborígenes, sino también la propia lógica práctica
disciplinar. Si bien la antropología sociocultural diversificó su objeto de estudio hacia

16
"otros" otros internos, las fantasías sobre "los indios" y sobre el "exotismo" del objeto
de estudio antropológico que tienen los que se inician en los estudios de grado no
desaparecen con los años de práctica profesional.

En mi caso, el rito de pasaje que me convirtió en antropóloga tuvo lugar en


1992, año en que se disputaba el sentido del quinto centenario del "descubrimiento" de
América. Habiendo investigado sobre los discursos y prácticas sobre el poder que
realizaron los "curacas" de los Andes Centrales en los siglos XVI y XVII, me sentía
comprometida con la denuncia del sentido etnocéntrico que encerraba pensar al 12- de
octubre de 1492 como ocasión en que Colón "descubrió" América.

En Catamarca, esa fecha también provocó cierta urticaria entre un grupo de


intelectuales de la ciudad capital, motivo por el cual se organizaron diversos eventos
tendientes a "reivindicar" a los "indios americanos". Mi inserción laboral en la Facultad
de Ciencias Agrarias y en la Escuela de Arqueología de la Universidad Nacional de
Catamarca conilevó a la confluencia de dos líneas de interés sobre grupos sociales que
consideraba "marginados" y sobre cuya condición de subaltemidad creía que la
Antropología debía dar cuenta: los campesinos y los indios.

Así, abordé estas problemáticas en el mareo de distintos proyectos de


investigación8. En un primer momento, me interesó explicar la estructura social agraria
del departamento Capayán, haciendo especial hincapié en quienes tipifiqué como
campesinos. Para realizar este estudio analicé la información proveniente del Censo
Nacional Agropecuario de 1988 y la del Censo Nacional de Población de 1991.
Habiendo realizado una tipología de la estructura social agraria departamental, delimité
tres áreas en donde predominaban los campesinos, una de las'cuales era El Bañado. Con
el objeto de comprender la lógica de los hogares en cuestión, me aboqué a realizar un
censo total en este paraje. Asimismo, y en virtud de mi interés por aprehender la
"perspectiva del actor" que caracteriza al enfoque antropológico (Boivin et al. 1998,
Guber 1991 y 2000, entre otros), consideré imprescindible la realización de un trabajo
de campo etnográfico (Guber 1991 y 2000, Velazco y Díaz de Rada 1999, Yuni y
Urbano 1999) que combinara la observación participante y las entrevistas en

Todos ellos financiados por la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de


Catamarca.

17
proflrndidad. Así, junto con algunos docentes y alumnos de la Tecnicatura en Gestión de
Emprendimientos Comunitarios Rurales9 , realicé visitas a la zona desde el año 1993
hasta 1995. Estas visitas combinaron residencias temporales junto con viajes diarios.

Paralelamente, entre 1992 y 1995, formé parte de un equipo de investigación de


la Escuela de Arqueología que tenía por objeto realizar prospecciones arqueológicas y
promover el patrimonio cultural en la zona de Coneta, Miraflores y El Bañado' °. Mi
participación tenía como finalidad comprender los sentidos nativos acerca de los restos
arqueológicos, del pasado, y de la interacción con los arqueólogos. En este caso también
el método etnográfico era fundamental para comprender las representaciones y usos
locales del pasado. Nuevamente fue menester realizar trabajo de campo que altemó
residencias en las localidades con viajes diarios a las mismas.

Luego de 1995, la pregunta sobre el modo en que los habitantes locales


construían su pasado cobró forma, articulándose en un proyecto de investigación
específico que tendría como unidad de estudio el área de Coneta, Miraflores y El
Bañado 11 . Ese proyecto se desarrolló hasta el año 2000, y me permitió registrar un
sinnúmero de aspectos de la vida cotidiana' 2 tanto durante las intermitentes estadías de
15 o 20 días en los distintos pueblos y puestos y en las visitas diarias; como en las
capacitaciones que dicté para docentes y alumnos de las escuelas de la zona. Estos
registros fueron producidos a partir de las tradicionales técnicas cualitativas empleadas
en el método etnográfico, tales como observaciones participantes, entrevistas en
profundidad, historias de vida y talleres de historia oral. Así, copiosos diarios de campo,

Entre los docentes se encontraban Rodolfo Cruz y María Elisa Rueda. Los alumnos eran Elba
Fernández, José Fernández, María Esther Leguizamón y Leandro Rueda.
10
Alejandro Haber dirigía dicho equipo. Entre los investigadores se encontraban el Rodolfo Cruz y
Adrián Scribano. Los alumnos que lo integraban fueron Silvina Ahumada, Gabriela Granizo, Edith
Valverdi y María Fernanda Videla.
Participaron de dicho proyecto como investigadores Rodolfo Cruz y Sara Torrens. Diversos alumnos
integraron el equipo en distintos momentos de su desarrollo: Aldo Alonso, Mariana Chavez, Alejandro
D'Angelis, José Fernández, Elba Fernández, Gabriela Granizo, Marcela Leiva, Rafael Linares, Susana
García, Miguel Varela, José Vera, Fernanda Videla, y Bernarda Zubrzycki.
12
Malinowski (1975) fundó el estilo de trabajo de campo antropológico planteando la necesidad de
comprender "la perspectiva del actor", señalando la importancia de registrar todos los aspectos de la
cultura nativa junto con los "imponderables" de la vida cotidiana. Geertz (1987) redireccionó la mirada
etnográfica hacia la comprensión de las redes públicas de sentido que dan significado a los
comportamientos sociales a través de la "descripción densa".

19
alrededor de 70 cassettes y 6 videocassettes 3 registraron la interacción con los
habitantes locales a lo largo de estos años.

Diversas fueron las estrategias muestrales para seleccionar a nuestros


interlocutores a lo largo de esta investigación. Estuve alerta a que la muestra fuera
heterogénea (Saltallamacchia 1992, Valles 2000) y que contemplara a personas de los
distintos pueblos y puestos, de distintas edades, de distinto género, de distintas
facciones locales y de distinta ascendencia étnica. Asimismo, tomé en cuenta las
trayectorias sociales locales, tanto a nivel personal como familiar. Por otro lado, el
conocimiento del área de estudio no sólo se concentró en el registro de los relatos sobre
el pasado y de la vida cotidiana local. También, consideré pertinente ampliar el espectro
hacia el contexto departamental y provincial en distintos momentos históricos.

Fue por ello que realicé pesquisas en distintos repositonos documentales tales
como las Direcciones de Catastro, de Colonización, de Riego, de Municipalidades, de
Planeamiento y de Estadísticas y Censo del Gobierno de la Provincia de Catamarca; en
la Municipalidad de Huillapima; en los Archivos Históricos de Catamarca 14 y de la
Nación; y en la Academia Nacional de Ciencias de la ciudad de Córdoba. Asimismo,
analicé fuentes secundarias de viajeros de fines del siglo X1X, intelectuales
catamarqueflos de mediados del siglo XX, etnobistoriadores, arqueólogos e
historiadores. Estas consultas me fueron dando pistas (Guinzburg 1994) acerca de los
lugares deseables de identificación articulados desde la retórica hegemónica en distintos
momentos históricos y, por otro lado, de distintos aspectos de la heterogeneidad de la
estructura social local.

Durante 1997 seguí de cerca la movilización realizada por los habitantes de El


Bañado, quienes se confrontaron con un empresario que pretendía apoderarse de parte
de sus tierras. Este evento, que fue objeto de una investigación específica para mi tesis
de Maestría, me llevó a preguntarme por qué los nativos apelaban a su centenaria
ocupación de las tierras pero no remitían a sus antepasados indígenas. Paralelamente, las

13
En 1997, con el financiamiento de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de
Catamarca editamos, junto con Rafael Linares, un video titulado "Historias para ser contadas", que
sintetizó los relatos locales sobre el pasado de los habitantes de Coneta, Miraflores y El Bafiado
registrados hasta ese momento.
14 E1 trabajo de archivo en este caso fue realizado por Rodolfo Cruz y José Fernández.

19
reformas educativas que se dieron en la jurisdicción de Catamarca para esa época
produjeron en la Provincia la emergencia de un discurso que ponía en valor la cultura
local, ante la necesidad de "regionalizar" en cada jurisdicción los lineamientos de los
nuevos contenidos curriculares nacionales. Durante mi asesoramiento en los equipos
que llevaron a cabo dicha tarea, observé la insistencia tanto por parte de los especialistas
como por parte de los docentes en incorporar contenidos referidos a la historia regional,
provincial y local en los saberes escolares. Fue así que dicté una serie de
capacitaciones—sobre la articulación de lo local y de lo global en la cultura
catamarqueña—para los docentes en ejercicio en los niveles EGB 1 y 2 de las escuelas
del Departamento Capayán 15 , que tuvieron lugar en distintas localidades del mismo
durante 1998. En la capacitación dictada en una de las escuelas de Miraflores
participaron los maestros de Coneta, Miraflores y El Bañado. Estos encuentros fueron
ocasiones no sólo para la transferencia de conocimientos, sino también para profundizar
mi aprendizaje de los códigos comunicacionales y de las naturalizaciones del sentido
común locales.

A partir del año 2000, mi trabajo de campo en la zona de estudio continuó con
énfasis en el abordaje etnográfico, pero en esta oportunidad me concentré en dirigir a
algunos investigadores que estaban interesados en analizar la manera en que el pasado
tanto local, provincial como nacional es enseñado en las escuelas rurales 16. Mientras
tanto, la identidad indígena de la comunidad Los Morteritos del departamento Belén
estaba siendo promovida. Debido a la necesidad de presentar la "historia" de la
comunidad para conseguir el reconocimiento de la personería jurídica por parte del
Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, una diputada provincial que estaba
acompañando las negociaciones de este grupo me consultó si podía averiguar algo al
respecto. Esta pregunta se sumó a las evidencias sobre re-emergencias indígenas acerca
de las cuales me iba enterando en distintos encuentros científicos y a través de los
medios de comunicación.

Mi inicial interés por dar cuenta acerca de los usos del pasado en el marco de los
procesos identitarios locales se fue sedimentando a lo largo del tiempo, dando paso a la
15
Claudio Cejas, Claudia Kaen, Claudia Sosa y Miguel Varela participaron en diversas instancias de estas
capacitaciones, tanto durante el dictado como durante el registro de las mismas y su sistematización.
16
En esta instancia participaron Elvira Cejas, Claudia Kaen, José Fernández, Delia Monferrán, Belén
Piovano, Miriam Tejeda y Ana Verna.

20
pregunta sobre por qué los habitantes del área de estudio—que habían vivido históricas
opresiones—obliteraban una posible ascendencia aborigen, en un contexto nacional en
el que la (auto)adscripción a la identidad indígena es un locus posible para las
reivindicaciones de ciertos contingentes poblacionales subalternos, y en un contexto
local en el que algunos lugareños decían ser "indios ya civilizados". Si bien mi
Inmersión" en la vida cotidiana del área de estudio y de la retórica sobre el "ser"
catamarqueño conllevé una "familiarización de lø exótico" (Lins Ribeiro 1989 y 1999)
que me facilitó la interpretación de la diversidad y multiplicidad de registros que se
acumularon durante tantos años de investigación, debí realizar un arduo trabajo de
"descotidianización" y de "extrañamiento" (ibidem) a los fines de construir mi objeto de
estudio problematizando mis propios supuestos y aguzando mi mirada, ya que no quería
tomar el mestizaje como proceso "natural" pero tampoco "inventar identidades
indígenas" donde no las había y donde, desde la perspectiva nativa, no tenía por qué
haberlas o era mejor que no las hubiese. Esto requirió, por un lado, poner mi cabeza "en
la mesa de disecciones" a fin de objetivar mis preconceptos y prenociones (Wacquant
1995); y, por el otro, una "inmersión" en las tradiciones teóricas sobre procesos
identitarios, emergencias indígenas y usos del pasado.

4. Los usos del pasado y las marcas identitarias

En esta tesis analizaremos la manera en que los habitantes de Coneta, Miraflores


y El Bañado construyen su identidad y valoran sus posibilidades presentes y futuras a
través de sus relatos sobre el pasado local, que fueron registrados durante el trabajo de
campo etnográfico mencionado en el acápite anterior. El objetivo, sin embargo, no es
tratar a estos relatos en tanto biografias de experiencias personales, sino atender a los
marcos sociales de la memoria y a las matrices narrativas que estructuran las
experiencias personales articulando adscripciones o des-adscripciones identitarias.

Argumentaremos que los habitantes locales construyeron relatos morales (Basso


1984) sobre el pasado desde el punto de vista de un presente de la enunciación que se
relaciona con la trayectoria social de los relatores, con las experiencias personales y
colectivas que sedimentaron sentidos identitarios de pertenencia (Brow 1990) y de
devenir (Ch. Taylor 1989), y con la forma en que mediatizan los conflictos estructurales
actuales. Nos proponemos realizar una etnografia que dé cuenta de los complejos

21
procesos microsociales por los cuales las personas se definen como miembros de
determinados colectivos de identificación, resaltando ciertas características comunes y
ocultando otras (Briones 1998 b). Nos interesará analizar dos cuestiones paralelas. Por
un lado, los usos del pasado mediante los cuales los habitantes locales tematizan su
vínculo con las poblaciones "indígenas" que habitaron el área y, por el otro, el lugar que
ocupa la "identidad aborigen" en el mapa de identificaciones posibles en distintos
momentos históricos del área y de la provincia.

Pero este análisis nos lleva a revisar la relación entre los usos del pasado y la
definición de las identidades. Distintos autores han señalado las diferencias entre la
memoria y la historia para dar cuenta de las formas en que los nativos relatan el pasado.
Nora (1984) y Candau (2002)—entre otros—marcan la distinción entre historia y
memoria. Estos autores plantean que, si bien ambas son representaciones del pasado, la
primera busca aclarar, poner distancia, ser exacta, legitimar el pasado, mientras que la
memoria busca instaurarlo, modelarlo, fusionarse con él. Atravesada por las pasiones,
las emociones y los afectos, la memoria es fundacional.

Elizabeth Tonkin (1995) señala que los relatos nativos han sido considerados
como "mitos" o narrativas no realistas por parte de los historiadores, quienes postulaban
que sólo la ciencia sería capaz de producir un conocimiento objetivo o realista sobre los
acontecimientos pasados. Por su parte, algunos antropólogos también han reproducido
la dicotomía entre narrativas locales míticas e historias científicas realistas. En ese
sentido, Hill (1988) plantea que la historia es un modo de conciencia social que
representa a las relaciones sociales como significativamente formadas por la acción
colectiva o individual en el presente o en un tiempo continuo con el presente, mientras
que la conciencia mítica, por su parte, representaría al orden social existente como
producto de designios o acciones de un plano trascendente, ajeno a la injerencia
humana. El mito, entonces, conllevaría a la fetichización del pasado. Por su parte,
Alonso (1996) sostiene que las historias nativas son "surreales" o míticas, en la medida
en que éstas presentan al advenimiento del capitalismo como agente o evento que opera
transformaciones sobre las poblaciones locales desde un plano "trascendente", ajeno a la
voluntad y acción de los "nativos". Sin embargo, no sólo las historias nativas marcarían
que el capitalismo funcionó como agente externo o evento mítico, sino también algunas

22
explicaciones antropológicas sobre los impactos del capitalismo en las sociedades "no
occidentales", como por ejemplo lo plantea Sahlins (1985).

Apoyándose en Johnatan Hill, Escolar (2003) argumenta que mito e historia


constituyen dos movimientos complementarios y no menos "válidos" o "verdaderos" en
la representación de la dinámica social, cuya verdad no puede inferirse de meras
cuestiones estilísticas descontextualizadas. Así, retorna el argumento de Tonkin (1995)
según la cual ni los hechos ni las opiniones existen como objetos libres, sino que son
producidos a través de gramáticas y convenciones discursivas que integran distintos
géneros, escritos, orales y preformativos. Los géneros implican, especialmente, "modos
de verdad" y horizontes de expectación particulares en función de los cuales se debe
comprender lo dicho.

Por otra parte, los supuestos teórico-metodológicos de los métodos biográficos,


postulan que las historias y relatos biográficos están atravesados por sentidos culturales
públicos. Saltallamacchia (1992), retomando los planteos de Sartre sobre la tensión
entre lo particular ylo universal que se anuda en las vidas de los individuos, plantea que
las historias de vida pueden ser consideradas como verdaderos testimonios de la
sociedad, ya que plasman vidas que son reflejo de una época, de unas normas sociales y
de unos valores esencialmente compartidos con la comunidad de la que forman parte.
Así, cada historia de vida constituiría un punto de convergencia entre la subjetividad de
una trayectoria vital y la sociabilidad. Por lo tanto, más que atender al valor referencial
de las mismas, evaluando su objetividad y autenticidad, la riqueza de los métodos
biográficos radica en el análisis del valor performativo y metacomunicacional (Briones
y Golluscio 1994, Oxman 1998) de los relatos nativos que alude a los sentidos públicos
que los atraviesan.

Entonces, los relatos acerca de sucesos pasados son interpretaciones del mundo
formalizadas en discursos. Las formas en que los sujetos sociales entienden,
comprenden y dan sentido al mundo social se manifiestan en narrativas con diverso
grado de formalización, que abarcan un continuum entre los recuerdos y las narraciones.
La secuenciación causal de un conjunto de eventos narrados no es sólo un relato de los
mismos. Más bien, los eventos narrados son construidos por los narradores en tanto que

23
éstos ponen en juego sus propios valores y formas de interpretar el mundo en la práctica
narrativa (Bauman 1986, Briones y Golluscio 1994, Somers y Gibson 1995).

Algunos grupos sociales tienen géneros específicos para hablar sobre el pasado
(Basso 1984, Briones 1988, 1994 y 2003, Tonkin 1995, entre otros). En el caso de
estudio, las referencias al pasado que realizaron los habitantes locales no pueden ser
consideradas como narrativas formalizadas en una ejecución específica en la que los
narradores deban mostrar su competencia en el arte de hablar a través del desempeño de
ciertos roles y el uso de determinados géneros (Bauman 2002). Por el contrario, durante
nuestra investigación, los lugareños se refirieron al pasado en el marco de
conversaciones acerca de cómo era la vida antes, en contextos no tan formalizados del.
sentido común. En estos eventos discursivos existieron algunas pistas indexicales tales
como "en esa época", "en ese entonces", que operaron como signos triples (Briggs
1986) 0 meta-signos, proveyendo un marco referencial que orientaba a los interlocutores
para la comprensión de los relatos. De allí que consideraremos a estas memorias locales
como relatos sobre el pasado más que como narrativas con una estructura formalizada.

El concepto de memoria local no hace referencia a la existencia de una memoria


colectiva homogénea, exterior y coercitiva, desvinculada de las personas. Alude, por el
contrario, a los marcos o esquemas sociales que condicionan los recuerdos y olvidos
(Candau 2001 y 2002) de un grupo social. Según Laclau (1996) lo no acabado, lo no
suturado de lo social se convierte en una estructura con sentido a partir de un proceso
hegemónico en el que los particulares de un grupo se vuelven universales y son
naturalizados, otorgándole así un sentido a la vida tanto social como individuaL De tal
modo, un conjunto de hechos o acontecimientos no tienen una temporalidad y un valor
en sí mismos, sino que lo adquieren en función del marco interpretativo hegemónico
vigente en una sociedad determinada.

Las diferencias entre el pasado, el presente y el futuró son articuladas por


narrativas (Bruner 1986) o relatos que entraman un sentido de devenir (Ch. Taylor
1989) y que ofrecen marcos de referencia comunes a un grupo de personas que se
comunalizan, esto es, que recrean un sentido de pertenencia común (Anderson 1990,
Briones 1998 b, Brow 1990). Esta comunidad se identifica con el compartir cierta visión
acerca de los orígenes, ciertos retazos de memorias y ciertos fragmentos de olvidos. El

24
pasado y el presente no existen como hechos, como cosas, sino que son interpretados
como secuencias temporales, cadenas causales que legitiman un determinado estado
actual y un proyecto que apunta a dar cierta direccionalidad a un futuro incierto.

Por otra parte, el pasado es relatado a partir de lugares que funcionan como
disparadores de la memoria, o bien, la memoria relata acontecimientos contextuándolos
en escenarios espaciales concretos, seleccionando ciertos eventos y enmarcándolos en
un escenario, el paisaje (Augé 1999, Candau 2002, Nora 1989), De este modo, los
relatos locales sobre el pasado articulan procesos identitarios o de comunalización con
ese plus referido al sentido de devenir en que se anda el sentimiento pertenencia a un
lugar (Brow 1990). En otras palabras, la temporalizaciones se espacializan y las
territorializaciones se invisten de historia (Alonso 1994).

Diversos autores (Basso 1984, Bauman 1986, Briggs 1986, Briones 1988,
Bruner 1986, Candau 2001 y 2002, Carranza 1997, Jelin 2002, entre otros) señalan que
los relatos sobre el pasado no constituyen meras descripciones de acontecimientos, sino
que se articulan en y a través de una estructura moral argumentativa. Entonces,
constituyen argumentos sobre la forma de vida deseable para el presente valorando sus
posibilidades futuras. En esta dirección, Visacovsky (2002) postula la necesidad de
focalizar las experiencias personales pasadas situando a los entrevistados como agentes,
que reflexionan evaluativamente acerca de las mismas. Por otra parte, destaca que las
interpretaciones del pasado adoptan determinadas formas y no otras en relación a la
conformación de la identidad presente de los narradores.

De este modo, los relatos sobre el pasado son mediatizaciones a través de las que
los grupos subordinados definen las causas, culpables y posibles soluciones de su
situación de opresión (Pizarro 2000). En este sentido, estos relatos abrevan más del
sentido común estando—según señala Isla, quien parafrasea a Gramsci—"repleto de
valores, concepciones estéticas, normas de vida (es) impregnado y modelado por (la
ideología)" (Isla 2002: 22). Roxana Ng señala que la noción de sentido común nos
pennite dar cuenta de las "presuposiciones y creencias incoherentes y a veces
contradictorias que sostiene la gente "(1993: 52). Agrega que este enfoque del sentido
común "dirige la atención a las normas y formas de acción que se volvieron formas
ordinarias de hacer las cosas, de las cuales tenemos poca conciencia" (1993: 52). El uso

25
Gramsciano del término "sentido común", entonces, refiere a nociones hegemónicas que
se han naturalizado y que limitan las interpretaciones que los sectores subalternos
realizan de su posición subordinada a través de lo que Comaroff y Comaroff (1992)
denominaron "colonización de la conciencia".

Consideraremos entonces a los relatos locales sobre el pasado como prácticas


discursivas (Briones y Golluscio 1994) mediante las cuales un grupo se construye como
tal, elaborando y negociando marcos de inteipretación sobre comportamientos y valores
colectivos. De este modo, intervienen en los procesos de delimitación de los colectivos
de identificación ya que evocan un sentido de devenir del mismo en el tiempo. La
historia del nosotros es una combinación de significados mediante la cual los sujetos
sociales delimitan estereotipos para definir sus diferencias con las alteridades
postuladas.

Los procesos de formación de grupo y las memorias que involucran, sin


embargo, no son una operación libre que definen las posiciones de los sujetos a partir de
mecanismos de imaginarización arbitrarios (Briones 1994). Las marcas, en tanto
componentes simbólicos metaculturales (Briones 1998 b, Escolar 2003) sobre los que se
articulan dichos colectivos, constituyen sedimentaciones de sentido que no sólo trazan
diferencias culturales entre grupos sino que también connotan experiencias históricas de
relaciones de desigualdad.

En el marco los procesos hegemónicos de inscripción y conformación de los


hábitos (Isla 2002), la subjetividad se configura por significantes comunitarios que están
saturados de los usos del pasado dominantes. Briones remarca que tales usos
no son 'factores externos" o "condiciones exógenas" contra las cuales la
identidad)/ las interpretaciones históricas de grupos subordinados emergen, sino
parte de experiencias personales y colectivas en y a través de las cuales sentidos
locales de pertenencia y de devenir se construyen (7994:12, comillas en el
original).

Como veremos en los relatos locales sobre el pasado que analizaremos, los
nativos no construyeron un sentimiento de pertenencia (Brow 1990) y de devenir (Ch.
Taylor 1989) como indígenas, aunque algunos dijeron ser indios ya civilizados. Antes

26
bien, la posible filiación "indígena" fue fracturada y negada, a pesar de la pre-existencia
de grupos aborígenes en el área antes de la conformación del estado argentino y al
recuerdo o vigencia de ciertas prácticas culturales a las que se les atribuye prosapia
indígena. Para entender esto, debemosi entonces prestar atención a los procesos
complejos de producción cultural de la alteridad, en el marco de procesos hegemónicos
que definen inclusiones y exclusiones selectivas de ciertos grupos sociales en relación a
colectivos de identificación más amplios.

S. Políticas de identidad y matrices de alteridad

Keane (1997) remarca que los límites y fronteras culturales son 'definidos en un
proceso sociocultural. Señala que la identidad local depende de la manera en que las
personas se definen a sí mismas como marginales o locales aceptando, al menos
parcialmente, a la autoridad que define en otro lugar un marco de referencia adecuado, o
incluso fundacional. Por otra parte, Hill y Wilson (2003) destacan la necesidad de
estudiar las relaciones entre las jerarquías de poder regionales y nacionales y la
construcción hegemónica de identidades locales. Para ello, estos autores sugieren el
estudio de las "políticas de identidad", considerando que los procesos identitarios no
pueden ser entendidos sin apelar a una teorización más amplia que contemple a las
prácticas e ideologías de estados nacionales, gobiernos, partidos políticos,
corporaciones transnacionales, ONGs y organizaciones internacionales y
supranacionales. Según estos autores, el concepto "políticas de identidad" hace
referencia a los procesos "de arriba hacia abajo" mediante los cuales distintas entidades
políticas, económicas y sociales intentan moldear las identidades colectivas, fijando y
naturalizando marcos interpretativos para la comprensión de la acción política. De esta
manera, categorías étnicas, raciales, de lenguaje y de lugar son fetichizadas,
nacionalizadas o exotizadas--como "naturales" y "primordiales"—, por contraste con
categorías "modernas".

Por lo tanto, si por un lado es necesario prestar atención a los procesos a través
de los cuales los habitantes locales resignifican en su vida cotidiana las marcaciones
identitarias hegemónicas, también es imprescindible contextuarlos en procesos
económicos, políticos e ideológicos más amplios, en y a través de los que se fueron
enfatizando o negando las especificidades de los otros internos en la construcción de

27
colectivos de identificación más englobantes tales como la nación, la provincia o la
región. El sentido de pertenencia a una nación pretende homogeneizar las diferencias
sociales y culturales en su interior y definir los límites de lo otro y de lo extrafio. Alonso
(1994) señala que los mecanismos de naturalización de la nación son la
territorialización, la substancialización y la temporalización. Así, los relatos locales
sobre el pasado operarían como mediadores entre la identidad de la gente y su herencia
nacional en un espacio determinado.

Por otra parte, las diferencias culturales no reflejan propiedades innatas que
remitirían a rasgos primordiales de etnia, raza, clase o género. Antes bien, al interior de
los estados-nación, las fronteras que demarcan a distintos agregados sociales—que son
diferenciados en términos de lo que Williams (1991) denomina como "identidades
subnacionales"—son trazadas en el seno de campos ideológicos que articulan diferentes
combinaciones de los clivajes de raza, clase, género y cultura para definir distinto tipo
de subordinaciones y mantener dividida a la población. La autora sostiene que la clase
no es un repositorio excluyente de lo "objetivo". Por lo tanto, el hecho de que los
grupos subordinados apelen a una identidad como "trabajadores" o como "pobres" no
estaría dando cuenta de una mediatización de las condiciones estructurales de
desigualdad más "real" que si se identificaran como "indígenas", tal como lo señalan
Briones (1998b) y G. Gordillo y Hirsch (2003 b) al analizar la re-emergencia de
movimientos indígenas.

Por su parte, Briones sostiene que


• raza, clase y género son sistemas conjugados de creencias sobre la identidad y
la desigualdad en las sociedades módernas –sistemas ligados por ciertas
presuposiciones acerca de la herencia/descendencia, así como por prácticas
sociales que ponen en acto esas creencias (..) estos tres clivajes sociales
interactúan y se refuerzan históricamente deforma recíproca (1998:4).
Además, el peso de cada uno de estos clivajes es mutable y varía en relación a las
estructuras materiales e ideológicas de dominación que se construyen a partir de estas
distinciones.

Los distintos proyectos estatales privilegiaron la justificación de las fronteras de


la desigualdad a partir del amalgamiento diferencial de estos y otros clivajes, incluido el

28
regional. La construcción de la homogeneidad de la nación argentina, a pesar de su
diversidad tanto cultural como social y económica, se fundamentó en preceptos
nacionalistas que definieron modos apropiados de cooperación y competencia entre los
ciudadanos y que fijaron los límites de las posibles identidades (Williams 1989, 1991,
1993) privilegiando el clivaje de clase por sobre los de género y raza.

La retórica argentina sobre la nación como un crisol de razas, en el que se


habrían aculturado o asimilado minorías étnicas muy diversas tales como los "indios" y
los "inmigrantes", naturaliza los procesos homogeneizadores propios de las formas
hegemónicas que ocultan la subordinación de quienes no son parte del estrato
dominante (Briones 2002). De allí que, tal como lo señalan Williams, la invisibilización
o emergencia indígenas deban ser rastreadas en relación a la articu1aión de lo étnico
con los clivajes de clase y género en contextos particulares en los que ciertos
contingentes sociales son desagregados dentro de formaciones políticas determinadas.

Briones propone el concepto de geografias estatales de inclusión para hacer


referencia a "las articulaciones históricamente situadas y cambiantes mediante las cuales
distintos niveles de estatalidad ( ... ) ponderan y ubican a "su diversidad interior" ( ... )
en coordenadas témporo-espaciales" (2001:4). Argumenta, citando a Grossberg, que los
individuos son construidos como sujetos a través de la naturalización ideológica de
campos de de significación arbitrarios. La subjetividad y experiencia de los individuos
están determinadas por las "maquinarias diferenciadoras" que llevan a distinguir y
privilegiar lo normal por sobre lo anormal. Este concepto alude a
regímenes de verdad responsables de la producción de sistemas de diferencia
social e identidades—en nuestro caso, sistemas de categorización social
centralmente ligados a tropos de pertenencia selectivamente etnicizados,
racializados, o desmarcados. Las maquinarias territorializadoras, por su parte,
resultan de regímenes de poder o jurisdicción que emplazan o ubican sistemas de
circulación entre lugares o puntos temporarios de pertenencia y orientación
afectivamente identflcados para y por los sujetos individuales y colectivos.
Alrededor de estos puntos—sostiene Grossberg—los sujetos articulan sus propios
mapas de significado, deseo y placer, aunque siempre condicionados por la
movilidad estructurada que resulta de estructuras ya existentes de circulación y
acceso diferencial a un determinado conjunto de prácticas histórica y

29
políticainente articuladas. Emergiendo entonces del interjuego estratégico entre
líneas de articulación (territorialización) y líneas de fuga ('desterritoriaiización)
que ponen en acto y posibilitan formas espec(flcas de movimiento (cambio) y
estabilidad (identidad), esa movilidad estructurada habilita formas igualmente
especfflcas de acción y agencia. Según Grossberg, tales líneas determinan qué
tipos de lugares la gente puede ocupar, cómo los ocupa, cuánto espacio tiene la
gente para moverse, y cómo puede moverse a través de ellos. Por tanto, distintas
formas de acción y agencia resultan no sólo a la desigual distribución de capital
cultural y económico, sino también de la disponibilidad diferencial de dferenies
trayectorias de vida por medio de las cuales se pueden adquirir esos recursos
(Briones 2001:4).

• Así, la cartografia hegemónica fija límites, fronteras y porosidades para los


posibles grupos internos que contenga en su interior la nación o la provincia como
estado. También, se delimitan umbrales diferenciales de tolerancia a la diversidad y
distintos tipos de otros tolerables. Por ejemplo, fue muy distinto en la Argentina ser
"indio", ser "criollo" o ser "inmigrante" en distintos momentos históricos (Briones 1998
a) y regiones. Además, estos lugares de identificación variaron también histórica y
espacialmente en la provincia de Catamarca misma.

Esto se vincula con la particularidad de la aboriginalidad (Beckett 1991, Briones


1998 a y b) como un tipo de otro interno. Si, como plantea Beckett (1998), es una forma
específica de etnicidad porque recorta a los grupos que han ocupado un país antes de su
colonización, y carecen de una "madre patria" en otro lado, los grupos indígenas
presentan un problema para su integración al grupo de los "criollos" durante la época de
la constitución de la nación como estado. El proceso de "invención de la tradición"
(Hobsbawn 1983) que acompafló a la conformación del estado-nación argentino y de las
provincias requirió de la construcción de una "comunidad imaginada", es decir, la
generación de "un sentimiento de unicidad" mediante el recuerdo y el olvido
estratégicos. La construcción de la identidad nacional requirió de la desmarcación étnica
del ser argentino y de su proceso de imaginarización (Alonso 1994). Lo mismo que se
postula a nivel federal cabe plantear para la imaginarización de las culturas provinciales.
Pero la construcción de la mismidad nacional y provincial, necesitó de narrativas
hegemónicas y geografias estatales de inclusión que trazaran las fronteras y definieran

30
los lugares donde ubicar a los aborígenes (Briones 2001 y 2002), fantasmas que
cuestionaban los proyectos totalizadores. y homogeneizadores de formación estatal
como unidad política donde se amalgaman grupo, territorio y estado (Alonso 1994,
Williams 1989).

La narrativa de la extinción de los indígenas operó en contextos donde mediaba


un umbral de alteridad alto, basado en una fisura bastante radical y con una narrativa
que racializaba las diferencias. En los casos en donde el umbral de alteridad era más
bajo, la etnicización de las diferencias operó en la narrativa que postulaba el mestizaje y
la invisibilización de la marca indígena en la comunidad imaginada (Briones 2002). Sin
embargo, el silenciamiento de la marca indígena no conlievó la incorporación
homogénea e igualitaria de todos los contingentes sociales en los colectivos de
identificación regionales, provinciales o nacionales más aglutinantes. Aunque el clivaje
étnico fuera desmarcado, esto no implica que el clivaje de clase no haya operado sobre
los grupos "incorporados" como economía política de la diversidad (Briones 2001),
generando nuevas coordenadas de diferenciación en los mapas estatales de inclusión-
exclusión. Tal como lo plantean G. Gordillo y Hirsch, la inmersión y "asimilación" de
los indígenas dentro de la dinámica del capitalismo y del Estado argentinos ha sido
opresiva. Sin embargo, la oposición entre una identidad de clase y étnica es estéril, ya
que
ninguna identidad es fija o "más apropiada" que otras. Así como una
identidad como "trabajadores" no representa una identidad "verdadera" (o
esencial) sino el particular posicionamiento de un grupo frente a las relaciones
sociales que le dan sentido como sujeto histórico, de la misma forma que el
surgimiento de una identidad como "aborígenes" o "pueblos originarios" no
debe verse como el retorno a una "verdadera" esencia cultural sino como el
producto de un particular entramado histórico. Ambas identidades son productos
históricos y por lo tanto igualmente "válidas" ('2003b:180, comillas en el
original).

31
6. El argumento y desarrollo de la tesis

Esta tesis se concentra en explicar , los sentidos de pertenencia y devenir que al


día de hoy construyen los habitantes de un área rural del Valle de Catamarca, área
localizada en una región del noroeste argentino que estuvo poblada por numerosos
grupos indígenas en el momento de la conquista y colonización. Mientras nuestro
objetivo es analizar el modo en que los pobladores valoran sus posibilidades presentes y
futuras a través de los relatos sobre el pasado local, nuestro problema y desafio es ver
por qué en este caso no se busca un mejor posicionanüento en las arenas locales
apelando a una autoidentificación como "indígenas".

Daremos respuesta a este interrogante a partir de los siguientes argumentos:


La invisibilidad de los indios en el valle de Catamarca fue recurrente en el proceso de
larga duración. Tanto en el contexto del estado colonial, como del estado civilizatorio
decimonónico, como del estado benefactor, los umbrales de alteridad indígena fueron
altos, y las fronteras presentaron a su vez una cierta porosidad que habilité y estimulé
pasajes mayormente unidireccionales vía el "mestizaje" y el "blanqueamiento. Así, aún
cuando esos umbrales altos resultaron en explicaciones genéricas de la inexistencia de
indios por extinción, la porosidad ligada al mestizaje o blanqueamiento quedó
territorializada de manera dispar. De tal modo, mientras en ciertos lugares del actual
territorio provincial la alterización fue más sostenida y las condiciones de oportunidad
para la emergencia indígena son mayores, en el valle de Catamarca las geografias de
inclusión de los estados colonial, civilizatorio y desarrollista tendieron a operar desde
una economía política de diversidad que anclé y operé la incorporación de mano de
obra rural enfatizando clivajes de clase y sentidos de mestizaje y "blanqueamiento"
dilusorios de marcas étnicas.

Consecuentemente, en la zona de estudio, la tendencia hacia la mayor invisibilización


de lo indígena durante los siglos XIX y XX confluyó con la emergencia de lugares
deseados de identificación como "gente de campo" y "trabajadores", que privilegian y
naturalizan arbitrariamente ciertas clasificaciones hegemónicas basadas preferentemente
en el clivaje de clase.

32
Aunque los habitantes locales construyen preponderantemente sus sentimientos de
pertenencia y devenir alrededor de tropos de identificación colectiva que enfatizan el
clivaje de clase y silencian posibles clivajes étnicos, sus relatos sobre el pasado
mediatizan esas geografias estatales de inclusión según trayectorias sociales que los
habilitan diferencialmente para adscribir a distintos lugares de identificación.

En líneas generales, esos lugares de identificación para los subalternos naturalizan la


integración cultural de los inmigrantes y las élites locales, postulan como lugar de
identificación deseable lo blanco de los antecesores criollos y fracturan cualquier línea
que permitiera tematizar una posible ascendencia indígena. Así, las marcas indígenas
son diluidas en la tensión tradición-modernidad, racializadas en la tensión barbarie-
civilización y sublimadas en la tensión pobres/campesinos-dones.

Los anclajes etnográficos y analíticos de esta argumentación se distribuyen y


presentan en cuatro capítulos, mientras que en el último se desarrollan las conclusiones.
En el Capítulo 2 construiremos el marco histórico y sociocultural para contextualizar
los relatos sobre el pasado de los habitantes de las tres localidades en estudio sobre los
cambios y continuidades en la forma de vida de la actual área rural y urbana/semi-
urbana en la que sus abuelos y padres "han nacido y se han criado" y de quienes ellos
son descendientes. De este modo, pretendemos comprender los sentidos sedimentados
sobre la (des)marcación indígena, en relación a las políticas identitarias hegemónicas
que se dieron a nivel local y nacional desde la época de la conquista y colonización
hasta nuestros días. Apuntaremos a desenmascarar la homogeneidad con que se pretendió
englobar a todos los grupos que los españoles clasificaron como "diaguitas", a fin de
comprender las diversidad de condiciones de oportunidad para el surgimiento de "pueblos
indios" en la provincia de Catamarca.

En el Capítulo 3, analizaremos el papel de las pertenencias y presencias


indígenas en los relatos locales sobre el pasado. Nos interesa identificar las estrategias
de distanciamiento y los resquicios de acercamiento con una pertenencia que en
principio se construye como irremediablemente otra. Para ello, no sólo nos abocaremos
al análisis de los múltiples sentidos que tiene la noción "indio" en los relatos nativos;
sino que los vincularemos con distintas retóricas que los atraviesan. Así, analizaremos
algunos textos producidos por intelectuales catamarqueños del siglo XX; el discurso de

33
los docentes de escuelas de la zona; la mirada científica de los arqueólogos y de las
instituciones provinciales encargadas de la preservación del patrimonio cultural; y, la
retórica de los medios de comunicación. Señalaremos los diversos mecanismos usados
por los habitantes locales que, re-centrando retóricas que racializan, etnicizan, niegan o
reivindican la alteridad indígena, reproducen y cuestionan las matrices de diversidad
locales, provinciales y nacionales.

En el Capítulo 4 analizaremos la manera en que un sentimiento de pertenencia


positivo es construido "desde abajo" en los relatos locales sobre el pasado que señalan
como claves determinados lugares, objetos y personajes históricos. Reconstruiremos los
orígenes de los pueblos y los puestos; los monumentos que instauran lo público en el
escenario de cada uno de ellos; las redes que los conectan entre sí y con los contextos en
los que se insertan; y, también, los lugares y objetos en donde se sedimentaron las
prácticas cotidianas locales. Argumentaremos que la construcción del paisaje como
escenario del pasado local se vincula con los procesos identitarios, en tanto que los
espacios en los que se desarrollan los eventos relatados se constituyen como lugares que
encarnan sedimentaciones del sentido de pertenencia a diversos colectivos de
identificación: local, regional, provincial y nacional. Analizaremos la manera en que la
posible asociación habitantes rurales-indígenas fue gradualmente invisibilizada, dando
lugar a la marcación de la modernidad y de la incorporación de los habitantes locales en
los tropos identitarios de la ciudadanía como miembros de una comunidad imaginada
provincial y nacional.

En el Capítulo 5 daremos textura al sentido de devenir que los lugareños


articularon en sus relatos locales. Analizaremos cómo y por qué los habitantes
invisibilizaron la identidad "indígena", mientras que remarcaron un ideal de
"autosuficiencia campesina". Señalaremos las estrategias de acercamiento y
distanciamiento con "la gente de antes", es decir, los padres y abuelos de los habitantes
locales, época que es idealizada pero cuya separación con el presente es señalada como
irremediable. Relacionaremos estas estrategias con el impacto de diferentes políticas de
identidad y economías políticas de la diversidad que operaron en la zona durante el siglo
XX. Así, analizaremos cómo y por qué los inmigrantes ultramarinos que llegaron a fines
del siglo XIX no fueron marcados por su aloctonía. También ahondaremos en el clivaje
de clase que marcó una distancia local entre ricos y pobres, la cual fue experimentada

34
fuertemente por los nativos. Finalmente, veremos la manera en que las políticas
desarrollistas iniciadas en la década de 1960 operaron sobre la geografia de la inclusión-
exclusión local.

Finalmente, en el Capítulo 6 daremos cuenta del derrotero seguido a lo largo de


esta tesis, apuntando a problematizar las geografias locales, provinciales y nacionales de
inclusión. Señalaremós, por un lado, que en la provincia de Catamarca la matriz de
alteridad presenta un umbral de alteridad alto basado en una fisura radical: la extinción
de los indígenas yio su "mestizaje" y "criollización". Sin embargo, señalaremos que, de
acuerdo a los resultados de nuéstra investigación, este mapa hegemónico de
clasificación de los otros internos no es homogéneo ni temporal ni espacialmente. Por
otra parte, compararemos la construcción de la identidad local y provincial—que
habilita tropos de identificación mestizos—con la retórica nacional que postula una
comunidad imaginarizada como blanca y europea. Finalmente, reflexionaremos sobre
las condiciones de posibilidad de la emergencia de nuevas matrices de alteridad
provinciales y locales que habiliten locus identitarios indígenas como deseables y
posibles.

35
CAPÍTULO 2
DE CÓMO SURGIERON Y SE ACABARON LOS "INDIOS" EN CONETA,
MIRAFLORES Y LOS PUESTOS DEL NORTE ENTRE LOS SIGLOS XVI Y XX

1. Introducción

El objetivo de este capítulo es analizar los sentidos sedimentados sobre la categoría


"indio" en nuestra área de estudio. Señalaremos los cambios y continuidades en los estilos
locales y regionales de construcción de hegemonías que entre otras cosas se evidencian en
las disputas por la interpretación del pasado (Briones 1994, 2001), dentro del contexto de
las transformaciones que se dieron en las relaciones de producción agropecuaria en la zona
septentrional del Valle de Catamarca desde el período prehispánico hasta el siglo XX.
Explicaremos la dinámica de la política de la identidad (Hill y Wilson 2003) que se fue
dando desde el momento en que los aborígenes que habitaban el área de Coneta, Miraflores
y El Baflad& fueron puestos en una relación de subordinación con los conquistadores
españoles primero, y luego con los criollos argentinos.

En primer lugar, caracterizaremos la forma de vida que tenían los aborígenes que
habitaban dicha área, ampliándonos al actual Departamento Capayán que se localiza en el
centro-sur del Valle de Catamarca 2 . Haremos algunas referencias a las relaciones de esta
zona con el contexto local de la actual provincia de Catamarca, con el contexto regional del
actual Noroeste Argentino, y con el contexto extrarregional tanto dentro corno fuera de las
fronteras del actual territorio argentino. Focalizaremos el análisis en las maneras en que los
habitantes locales fueron denominados "indios" entre el siglo XVI y la primera mitad del
XJX en el contexto de su inserción en el sistema económico, social e ideológico colonial.
Discutiremos posteriormente la invisibilización de los indios en nuestra zona cuando,
comenzando a formar parte de la población rural pobre del departamento Capayán, fueron
nominados corno "criollos" entre la segunda mitad del siglo XIX y fines del siglo XX.

Ver mapa 4.
2 Ver mapas 1 y 2.

36
Consideramos que es necesario comprender los procesos estructurales de larga
duración en los niveles regional, provincial, nacional e internacional para poder interpretar
los puntos de vista locales sobre las diferencias entre "los antiguos", "cómo era su vida
antes" y "cómo es ahora". Estos puntos de vista desde los cuales los pobladores actuales
articulan sus relatos constituyen mediatizaciones de los conflictos estructurales, en los
cuales ciertos cambios y continuidades son (des)rnarcados para argumentar las causas y
consecuencias que dichas transformaciones han tenido en su forma de vida y en la de sus
antepasados.

Nos remitiremos a algunas fuentes primarias, teniendo en cuenta que los españoles
re-presentaron como "indios" a las sociedades con que se encontraron. Como el objetivo de
nuestra tesis no es realizar un estudio etnohistórico en profundidad, nos basaremos
fundamentalmente en fuentes secundarias producidas por arqueólogas/os, historiadoras/es y
etnohistoriadoras/es, quienes también re-presentaron a las sociedades pasadas a través de
diversas categorías: culturas, grupos étnicos, macro-etnías, según las reflexividades (Guber
200 1) que orientaron sus estudios. Sólo analizaremos fuentes primarias relacionadas con
nuestra área de estudio a fin de re-centrar en los siguientes capítulos los relatos de los
habitantes actuales sobre los cambios y continuidades en la forma de vida de las localidades
en las que viven y en las que sus abuelos y padres "han nacido y se han criado". Cabe
señalar en este punto que la nuestra también es una re-presentación de las sociedades
pasadas a través de nuestra propia reflexividad práctica y teórica.

Para poder responder a la pregunta que nos hemos planteado en este trabajo—,por
qué los habitantes de un área del Dpto. Capayán, que se dicen nativos del suelo porque sus
antepasados vivieron por generaciones en esas tierras, minimizan o silencian los posibles
aportes y pertenencias indígenas al tematizar la conformación de la matriz poblacional
local?—es necesario construir primero un marco histórico sobre los proóesos
socioculturales y económicos que coadyuvaron cambios en la (auto)marcación identitaria
de su población como "indios" o "ya no indios"/criollos/paisanos. Esta reconstrucción es
importante habida cuenta de que, cuando los españoles llegaron al actual Valle de
Catamarca, coincidieron en calificar de numerosa a su población indígena. Inés Gordillo

37
(1999) por ejemplo analiza el mapa de Ruy Díaz de Guzmán en el que aparece un valle que
correspondería al de Catamarca, en el cual aparece la inscripción: "valle muy poblado de
indios". Tal como especifica la autora, es el primer mapa criollo del Río de La Plata y se
calcula que fue confeccionado alrededor de 1600. Sin embargo, Inés Gordillo relativiza la
apreciación cuantitativa de los españoles, ya que señala que Larrouy (1914) estimaba que la
población aborigen del Valle no habría superado los 4000 o 5000 habitantes. Por otra parte,
destaca la ausencia de poblados importantes y un temprano proceso de despoblamiento y
desplazamiento espacial de los grupos aborígenes en la zona, para concluir que, al igual que
en el resto del noroeste argentino, con el paso de los años la población aborigen fue
diezmada por las pestes, las guerras y las estructuras de producción europeas en las cuales
debieron insertarse los habitantes "originarios".

En cuanto a estas apreciaciones iniciales, nos interesa remarcar que los cronistas
españoles contabilizaron la cantidad de indios guiados por una política de identidad
específica, de acuerdo a sus intereses particulares, su limitado conocimiento de la zona y al
hecho de que, con frecuencia, sólo contabilizaban a los indios "de tasa", es decir, aquellos
que estaban obligados, según la legislación española, a pagar un tributo. Analizaremos
entonces, qué motivos pueden haber llevado a los colonizadores de fines del siglo Xvi a
considerar la presencia de 4000 o 5000 habitantes como nmnerosa.

De la mano de las nuevas formas de reproducción social aparejadas por la conquista


y colonización españolas, surgieron nominaciones identitarias para identificar a los
distintos agentes sociales que convivían en estas tierras. Los conquistadores españoles que
se radicaron en estas tierras nominaron a los "otros" que encontraron viviendo en ellas
como "indios"- una categoría verdadera y típicamente colonial, como argumentara Bonfil
Batalla (1971). Esta denominación, Sin embargo, no tuvo la misma connotación a lo largo
de los siglos ni en todas las regiones del Tucumán Colonial.

Palomeque (2000) describe a los grupos étnicos que habitaban el noroeste argentino
durante el contacto con los españoles, señalando sus características diferenciales en virtud
de los diversos ambientes que habitaban y el uso que hacían de sus recursos; su

38
organización sociopolítica; y sus costumbres. Así, remarca la diversidad de los grupos
localizándolos en franjas longitudinales orientadas de norte a sur: la puna; los valles y
quebradas; la mesopotamia santiagueña; las sierras centrales de Córdoba; la zona cuyana; la
zona pampeana y el litoral; y las selvas y Chaco. No incluye a las poblaciones aborígenes
del Cl1aco y la Patagonia actuales, debido a que no estuvieron sujetas a la Corona Española
durante el período colonial. Dicha autora señala que durante el período de conquista,
instauración y funcionamiento del sistema colonial español, estas sociedades vivieron
distintas situaciones a medida que se fueron insertando de diversa manera en una situación
colonial que tampoco fue homogénea.

En verdad, la política hegemónica identitaria entre los siglos XVI y XVIII fue
heterogénea debido a que el estado cólonial necesitaba colonizar un mundo indígena diverso,
situado en gobernaciones consideradas corno pobres y de frontera. Los españoles calificaron
a la actual región del noroeste argentino como pobre y fronteriza (Anello 2001, Lorandi 1988
a y b, 1992 y 1997, Palomeque 2000) debido, por un lado, a la falta de grandes minas de oro
y plata y, por el otro, a la gran distancia que la separaba de la ciudad de Lima, capital del
virreinato del Perú y sede de la autoridad virreinal hasta el año 1776, cuando se creó el
virreinato del Río de la Plata. En esta zona, el estado colonial fue especialmente flexible
frente a los "vecinos encomenderos" y sus intereses, a pesar de que esto sucedía en un
período donde la política general de la Corona era ir centralizando las funciones del estado,
mientras recortaba el poder señorial de los señores duques y marqueses (Palomeque 2000).

Al igual que el término "negro" asumió distintas connotaciones en diferentes


momentos de la historia de América Central (Hall 1993), los distintos sentidos implicados
en la categoría indio desde la conquista española hasta la actualidad dependen de la historia
local de los grupos aborígenes a quienes nomina, así como de los sentidos que quienes
nominan le imprimen a la misma (Briones 1998 b). Estas diferentes acepciones de la
categoría indio en el área de estudio variaron de acuerdo a las diversas relaciones
socioeconómicas que la misma mantuvo con las distintas regiones con las que se articuló a
lo largo de la historia; y al interjuego entre la política hegemónica de identidad en los

39
niveles local, regional, y extrarregional y las políticas identitarias de las poblaciones
(auto)rnarcadas o (auto)desmarcadas como "indígenas".

2. Extraños en su tierra: la construcción de los "indios conetas" durante los siglos XVI
y XVII

Antes de la llegada de los españoles coexistían en la actual provincia de Catamarca


una cantidad variada de grupos aborígenes que aglutinaban a distintas familias extensas y
que fueron homogeneizados bajo un mismo nombre por el hecho de compartir diacríticos
tales corno artefactos, territorio, vestimenta, costumbres e instituciones. Pero fue el hecho
de que hablaran la misma lengua lo que determinó la identificación que hicieron los
cronistas españoles de estos grupos sociales con un grupo de indios o con otro. Así, en la
zona este, en las actuales Sierra de Guayarnba y de Narváez habitaban unidades
sociopolíticas de lengua tonocoté, jurí y kakán, que fueron identificados como "los juries",
"los lules" y "los tonocotés". En la zona de puna, prepuna y algunos oasis del oeste, los
grupos que hablaban la lengua kunsa fueron identificados como "los atacamas". Ls grupos
que residían en el centro-oeste y centro del actual territorio catamarqiiefio fueron
homogeneizados como "los diaguitas" pues hablaban el kakán (Cruz e.p., Lorandi y
Schaposhnik 1990) 3 .

Los así llamados "diaguitas" habitaban la zona sur de la franja longitudinal de valles
y quebradas definida por Palomeque (2000). Este sector comprendía los Valles
Calchaquíes, que se extienden a lo largo de las actuales provincias de Salta, Tucumán y
Catamarca, y continuaba hacia las planicies de esta última y la actual provincia de La Rioja.
Previo a la conquista española, los grupos que la habitaban tenían relaciones con los
"atacarnas" del sur de la Puna y con los "juríes", "tules" y "tonocotés" del la selva salto-
tucumana.

El término "diaguitas" con que se identificó a todos los grupos que habitaban esta
área constituye, por un lado, un problema de homogeneización simbólica de los diferentes

Ver mapa 3.

40
grupos socioculturales que poblaban el centro de la actual provincia de Catamarca y gran
parte del actual noroeste argentino. Los españoles llamaron "diaguitas" a todos aquellos
grupos de nativos que conformaban unidades sociopolíticas independientes entre si, y que
se automarcaban y eran marcados por otros grupos nativos por nombres que referían a la
identidad colectiva de cada grupo y no a una "nación" o "macroetnía" diaguita.

Al respecto, Lorandi (1997) señala que se utilizaba la lengua kakana en numerosos


grupos valliserranos del Noroeste argentino, aunque con diferentes dialectos de región en
región. Cabe señalar que la existencia de diferentes dialectos podría corresponderse con una
diferenciación sociopolitica entre los grupos que los españoles pretendieron homogeneizar
en su polítua de reparto de tierras e indios, tema sobre el que profundizaremos más
adelante. En este sentido, I. Gordillo (1999) cita un documento de la colección de Pablo
Cabrera en el que, con fecha del 6 de octubre de 1594, el gobernador Femando de Zárate
dispuso infonnación sumaría a pedido de Damián Pérez de Villarreal para acreditar sus
derechos sobre el pueblo indio de Guaycama, ubicado en el Valle de Catamarca. El
solicitante alegaba que ese pueblo constituía una misma cosa con el de Musitián de su
encomienda, a cuyo cacique principal estaría sujeto en calidad de parcialidad. En respuesta
a un interrogatorio fijo, comparecieron seis testigos indios de los cuales cuatro declararon
en lengua "caca-diaguita", y los otros dos (lós de Cilpitocla) en "lengua capayana", con
intérpretes para cada idioma. Según 1. Gordillo (ibidem) este documento es revelador de los
intereses propios de los españoles, ya que, según fuera su conveniencia, los grupos
sociopolíticos indígenas podían aparecer reunidos o desmembrados.

Por lo tanto, Cruz (e.p.) afirma que "los diaguitas" no existieron, ya que estos
grupos no se consideraban a sí mismos como parte de un colectivo más abarcativo de
identificación, aún cuando compartieran ciertas características socioculturales. Algo
parecido se argumenta para "los mapuche" de Chile central al menos hasta el siglo XVIII
(Boccara 1996, Briones 1999). Una de estas características compartidas era la práctica de
una agricultura intensiva en valles, laderas y quebradas. Este tipo de práctica agrícola era
sumamente compleja y requirió del manejo de sistemas de riego sustentables y sostenibles
y de un pennanente desarrollo tecnológico que implicó un conocimiento agroecológico y

41
astronómico muy perfeccionado. La diversificación de la producción que lograron no se
podía realizar en un determinado territorio circunscripto debido a las características
agroecológicas de la región.

Cruz define la organización del espacio y las estrategias de reproducción de los


grupos de valles y quebradas de manera muy similar a aquellos que habitaban toda el área
andina americana:
El resultado fiw una peculiar organización del espacio productivo, donde los
integrantes de un pueblo aborigen se repartían en nichos ecológicos distintos, o
recurrían al trueque de sus excedentes con otros pueblos, o bien hacían uso del'
parentesco (.j real o ficticio para intercambiar u obtener bienes que no podían
producir (e.p. :2):

Esta organización se complernentó con el establecimiento de relaciones sociales con


los otros grupos aborígenes para acceder a los'campos y bosques comunitariós: De tal
modo, los grupos estaban conformados por familias extensas que participaban en
organizaciones sociopolíticas más amplias.

Así, es probable que los españoles no repararan en que los grupos indígenas tuvieran
una percepción y una ocupación del espacio dispersa y discontinua, pues el estilo de
ocupación del espacio europeo era contiguo y continuo, es decir, en pueblos o en ciudades.
Lorandi y Schaposchnik señalan que las unidades socioculturales que habitaban el Valle de
Catamarca en la época de su primera incorporación al dominio colonial,
muchas de ellas tenían sus cabeceras en el Valle, y controlaban además otras
tierras en la vertiente occidental del Ambato, en especial como lugares de caza y de
recolección de algarrobo. Otras tenían instalaciones en la sierra de G
-uavamba -
ubicada al este - sobre su vertiente o al pie ... (1990:180).

Si bien la política de homogeneización identitaria (Hill y Wilson 2003) que llevaron a


cabo los conquistadores sobre la heterogeneidad de grupos socioculturales con que se
encontraron en el Valle de Catamarca se debió a la incapacidad de los españoles de

42
comprender las particularidades de dichos grupos, el estereotipo de "diaguitas" continuó a
lo largo de los siglos. Un historiador catamarqueño, Larrouy (1921), plantea que los indios
del Valle de Catamarca pertenecían a la familia diaguita, "raza" o "nación" que se extendía
por la región montañosa del Oeste de la actual República Argentina, más o menos desde el
Valle de Lenna, al Sud de la provincia de Salta, hasta la frontera de la provincia de
Mendoza. Montes (196 1-64) también recopila en el Archivo Histórico de Córdoba
documentos i-eferidos a las Encomiendas de Indios Diaguitas. En la actualidad,
encontramos el término diaguitas en la mayoría de los manuales escolares en los que se
menciona a los grupos indígenas pre-hispánicos del noroeste argentino.

Por ejemplo, en la página 7 del número 3 de la edición Coleplus de Billiken (2003) se


expresa:
Los diaguitas que poblaron el noroeste argentino se dividían en los calchaquíes 'al
norte), los cacanes centro) y los capayanes (en el sur). Todos ellos compartían la
lengua cacán. Su cercanía con el Imperio Inca residió ser una enorme infiueñcia
cultural, que los convirtió en los más avanzados entre los grupos que poblaron el
territorio argentino. Al llegar a la región, los espafloles se encontraron con una
enorme cantidad de tribus diaguitas vu/ares, tolombones, calzis —sic-, chicoanos,
aniaichas, quilmes, hualfines, luracato.s,), que les opusieron una feroz resistencia.

En este fragmento del siglo XXI podemos apreciar que se hornogeneiza a los
distintos grupos aborígenes dentro del colectivo "diaguita" por el hecho de compartir la
lengua cacán, de la misma manera que lo hicieron los conquistadores españoles. No es
menor la valorización positiva con que se los describe como "los más avanzados entre los
grupos que poblaron el territorio argentino" por "su cercanía con el Imperio Inca". Cabe
señalar la clasificación en términos evolutivos de los diversos grupos "prehispánicos" que
habitaron nuestro país. Según la misma, "los diaguitas" se encontrarían entre los grupos
más avanzados y civilizados pues eran los sedentarios, agroalfareros, y cercanos a las áreas
de influencia incaica, mientras que los menos evolucionados y más salvajes eran aquellos
nómades, cazadores recolectores, y más alejados del área andina. Novaro (2001) señala la
banalización de los contenidos referidos a los aborígenes argentinos en la enseñanza de las

43
ciencias sociales en las escuelas. Por otra parte, la marcación de una diferencia mayor de
aquellos aborígenes más alejados de la influencia del "progreso" alcanzado por el "estado"
incaico no sólo fue característica de las crónicas españolas Palomeque 2000), sino también
de muchos historiadores y arqueólogos del siglo XX. De allí la denominación diferencial de
"tribus" del fragmento antes citado (en oposición a las "hordas") y la aclaración de la
"influencia cultural" del "Imperio" Inca.

Palomeque (2000) destaca que los conquistadores y religiosos de la época colonial


advirtieron las diversas formas de organizarse a nivel social y político de los pueblos
indígenas sobre los cuales intentaban imponer el sistema de colonización y evangelización:
Según ellos, los indios de puna y valles y quebradas era la gente de "más razón" y
"para mucho" (de muchas posibilidades) que "saben servir" al igual que en el Perú y
que vivían "con respeto hacia sus caciques". Los de la mesopotamia santiagueña y los
huarpes de la zona cuyana eran de "menos razón "y respeto hacia sus caciques que los
anteriores, aunque también era "gente bien partida"; con lo cual hacíanrqferencia a su
capacidad para relacionarse en los intercambios y a sus alianzas con lbs incas y con
los españoles. Los de la sierra de Córdoba y los hiles, con sus caciques también de
poca autoridad, era gente "más sin razón" que los anteriores y de tan "poca
capacidad" que, en el caso de Córdoba, habían sido dejados de lado por el inca. Se
entiende que estos análisis comparativos par! ían de un conjunto de preconceptos donde
se valoraba en primer lugar al estado incaico y luego a aquellos sistemas económicos y
políticos similares a los andinos, con capacidad para generar excedentes y con una
redistribución de los mismos en manos de respetados señores étnicos (los "caciques" o
"curacas ',), claramente diferenciados del resto de la población. Estos pueblos, con un
sistema político que se va alejando paulatinamente del sistema estatal incaico (los de
Santiago y los huarpes primero y más aún los de Córdoba y los iule.$) realmente tenían
otro tipo de sistema de organización política, posiblemente más cercano al de los
pueblos chaqueños (2000:6, comillas en el origina).

Hemos dicho anteriormente que la denominación "indios diaguitas" constituye una


política hegemónica de homogeneización identitaria (Hill y Wilson 2003) en dos sentidos.

44
Hasta ahora hemos desarrollado el calificativo "diaguitas", El segundo tópico para
problematizar es el sustantivo "indios". Esto se vincula con la inserción de lós nativos en el
sistema económico, social y político colonial bajo condiciones de dominación. Los
españoles ejercieron sobre los grupos con los que se encontraron la violencia simbólica
hasta aquí desarrollada al incluir en colectivos de identificación arbitrarios tales corno "los
diaguitas" a los habitantes del Valle de Catamarca. También, violentaron sus posibilidades
de reproducción sociocultural al adueñarse de sus tierras y de su mano de obra,
convirtiéndolos cii "indios"

Los aborígenes, más allá de ser definidos como indios debido á que Colón creyó
haber llegado a la India cuando arribó a un continente desconocido para los europeos que
posteriormente fue llamado "América", fueron estigmatizados con la marcación que los
españoles lucieron de ellos como "indios" e incluidos en condiciones de desigualdad en el
sistema colonial de demandas sociales y productivas de los conquistadores. En ese sentido,
Cruz señala que la categoría "indio" no es
sinónimo de aborigen o de nativo, sino que su uso reflejará su inserción
productiva ('como mano de obra) en cualquier actividad desarrollada por los
españoles. De esta manera el concepto de indio permitirá observar el punto en que
cesó la autonomía de los habitantes primigenios, pasando a ser totalmente
dependientes (indios en el sentido mencioiado) del funcionamiento del sistema
colonial (e.p.: 1, las negritas son del autor).

En el noroeste argentino, ci proceso de colonización comenzó con el primer contacto


que tuvieron con los hispanos en 1536, con la entrada de las tropas de Diego de Almagro,
hasta el momento en que los últimos aborígenes insurrectos fueron denotados. Durante
dicho período algunos grupos nativos se aliaron conformando una resistencia activa a la
entrada de los españoles a los Valles Calchaquíes (Ancho 2001, Cruz ep., Lorandi 1988 ay
b, Lorandi y Boixadós 1988, Lorandi y Schaposchnik 1990, Montes 1959, Ottoneilo y
Lorandi 1987, Scháposchnik 1991 y 1997, entre otros). Hecho que también es remarcado
por el fragmento de la publicación escolar del año 2003 que hemos transcripto más arriba.

45
Durante fines del siglo XVI y el siglo XVII, la Gobernación del Tucumán, y en
especial la actual provincia de Catamarca constituyeron espacios geográficos en donde se
manifestó con gran crudeza la puja por el asentamiento definitivo de los españoles y la
resistencia indígena a que esto sucediera (Anello 2001, de la Orden de Peracca y Parodi
2003). El Tucumán colonial se encontraba dentro de lo que Lorandi (1988 b y 1997)
caracterizó como una situación de frontera. Siendo el paso obligado para unir las grandes
jurisdicciones de Chile, Perú y Río de la Plata, se hallaba, sin embargo, lejos de la
administración del poder político, económico y del servicio de la justicia. Debido a la
marginalidad de la región, fueron los encomenderos quienes más se preocuparon por
resaltar las escasas posibilidades de desarrollo que soportaba la sociedad tucumana debido a
la "pobreza de la tierra" (AnelIo 2001).

Los españoles que participaron en la conquista y colonización de esta región eran


aquellos que no habían logrado alcanzar los beneficios esperados en la zona de los Andes
Centrales, o aquellos que pertenecían a facciones conflictivas de los mismos colonizadores
enfrentadas entre sí. La colonización fue un proceso que implicó constantes
enfrentamientos militares, y fronteras conflictivas con los indios del Chaco, Pampa y
Patagonia, así corno con los portugueses (Paloineque 2000). La movilización de los
españoles desde el área andina y desde Chile asumió un carácter estrictamente privado. Los
integrantes de las tropas colonizadoras realizaban tina inversión de su propio bolsillo y
pretendían recuperarla con ganancias. Los conquistadores buscaban producir una renta a la
inversión que realizaron para garantizar el asentamiento en la región. Para ello, necesitaron
organizar y administrar los territorios y la fuerza de trabajo aborigen debido a la
inexistencia de fuentes metalíferas.

El impacto de la presencia hispánica en la organización del espacio de los grupos


aborígenes fue drástica, ya que los conquistadores hicieron uso de dos instituciones que
transformaron dicho espacio en unidades de producción agroganaderas yio artesanales para
su propio beneficio. También se organizó la fuerza de trabajo proporcionada por los
aborígenes para que los colonizadores pudieran asignarla a distintas tareas. Estas dos
instituciones fueron: la merced de tierras y la encomienda de indios. Mientras que la

46
primera consistía en el otorgamiento de tierras parte de la Corona Española a quienes se
habían destacado en la conquista como reconocimiento de sus servicios, esta última en casi
todo el Tucumán colonial se convirtió en tributar a los conquistadores a través de servicios
personales (Bazán 1996, Cruz e.p., de la Orden de Peracca y Parodi, Doucet 1990, Loraridi
1988 a y b y 1997, entre otros).

Las diversas incursiones de los españoles en el actual territorio catamarqueño desde


1536 en adelante no fueron exitosas puesto que, además de la guerra que les presentaban
los indígenas impidiéndoles concretar la fundación de Catamarca, ya era evidente para
mediados del siglo XVI que la zona no era rica en metálicos. La primera incursión de
españoles en el Valle de Catamarca se produjo con la expedición de Nuñez del Prado, en
1550. Aparentemente, los españoles consideraron desde entonces que este Valle tenía
condiciones naturales favorables para la instalación. Según 1. Gordillo (1999), la
colonización del mismo se inició dos décadas después con las primeras encomiendas y
mercedes. Las mismas precedieron en un siglo a la fundación de la actual ciudad de
Catamarca, dándose un desarrollo inverso al de otras zonas donde la fundación de las
ciudades fue el paso inicial del proceso colonizador hispano. Así, San Fernando del Valle
de Catamarca se fundó en 1683, y su jurisdicción comprendía a la anterior de San Juan
Bautista de la Ribera de Londres más el valle de Catamarca en su conjunto. Durante el
período antenor, el Valle había estado dividido entre las jurisdicciones de Santiago del
Estero, San Miguel de Tucumán y Todos los Santos de la Nueva Rioja.

La entrega parcial de las tierras e indios del valle de Catamarca comenzó desde la
misma fundación de San Miguel y la jurisdicción de Tucumán. Con la fundación de La
Rioja hacia fines del siglo XVI, el avance español en el área recibió un nuevó impulso. Inés
Gordillo (ibidem) señala que el valle de Catamarca presentaba características véntajosas
para la colonización debido a tres factores. Por un lado, estaba bien situado entre La Rioja y
San Miguel. Por otra parte, tenía buenas tierras para los establecimientos y los cultivos. Por
último, sus indios no presentaban mayores resistencias a la dominación hispana y, además,
ya tenían expenencia en las faenas agrícolas. Este último factor constituye una de las bases
sobre las que se construyó la caracterización de los indios del Valle de Catamarca como

47
"mansos", mientras que se calificó como "belicosos" a los de los Valles Calchaquíes. Así,
se inició la retórica del mestizaje de los primeros en el seno de la matriz poblacional
colonial.

La primera encomienda del Valle de Catamarca se otorgó a un vecino de San Miguel


de Tucumán en 1573. Esta fue la encomienda de Pomangasta (luego La Puerta), concedida
por parte del Gobernador del Tucumán Gerónimo Luis de Cabrera a Nuño Rodrigo de
Beltrán. Según 1. Gordillo (ibidem), Nuño Rodrigo de Beltrán se trasladó luego tres leguas
hacia el sur, hasta. el Pomancillo actual, donde estableció un pueblo con cultivo de algodón,
viñas y hacienda. Este primer encomendero murió en 1611 y, cuatro años más tarde, su hijo
otorgó un poder general a Gracian Iriarte, vecino de La Rioja, y a Manuel de Salazar,
Administrador del Valle de Catamarca.

Desde 1573 hasta los primeros veinte años del siglo XVII, se entregaron diversas
encomiendas ubicadas en el centro y norte del Valle de Cátamarcá: Collágásta,
Paquilingasta (actual Paclín), Autigasta (Guaycama al norte), Cigali o Sigali (quebrada del
Tala - arriba de Clioya), Sigualgasta, Motimo o Motingasta (actual San Isidro), Choya,
Singuil y Gastona. Inés Gordillo (ibidem) rernarca que desde entonces se observa un
aumento en la cantidad de documentos escritos relativos al Valle de Catamarca, siendo
frecuentes los nombres de varias localidades tales como Alipatauca, Los Quebrachales,
Pozo, Piedras Blancas, entre otros. A fines del siglo XVII, argumenta esta autora, los
colonos sumaban más de 50 familias que poseían más de una chacra o hacienda; más de
800 indígenas estaban repartidos entre los vecinos; y todavía los, encomenderos de varios
lugares de la actual provincia llevaban a sus indios a trabajar en las tierras del Valle.
Finalmente, el 5 de julio de 1683 se fundó la ciudad de San Fernando del Valle de
Catamarca, con su Cabildo, autoridades y jurisdicción. Esta jurisdicción contemplaba casi
los límites actuales de la provincia de Catamarca, exceptuando la región puna (Bazán 1996,
Cruz e.p., I. Gordillo 1999; Lorandi y Schaposhnik 1990). Ya para fines del siglo XVII, se
había cumplimentado la entrega de mercedes de tierra y encomiendas en gran parte del
Valle de Catamarca. A diferencia de la zona oeste, en donde la ocupación española fue
poco sistemática, por lo que la integración de los grupos nativos fue más legal que real. Por

48
otra parte, la región de puna no sería ocupada por catamarqueños hasta muy entrado el siglo
XVIII.

En este primer período de la colonización del Valle, no todos los encomenderos se


instalaron en sus tierras, ya que a veces sólo retiraban indios que llevaban a otras mercedes
o ciudades. Asimismo, se dio un particular proceso de asentamiento de indígenas
provenientes de otras zonas del Tucumán colonial. Ya en la primera encomienda conocida
en el Valle que hemos mencionado anteriorinetite, 1. Gordillo (1999) observa la presenciá
de indígenas de otros ámbitos, pues la encomienda de Nuño Rodrigo Beltrán (1573) incluía,
además de Pomangasta, a otros pueblos de Simoca, que aquél habría traído de su merced
tucumana.

En el Valle Central, además de las mercedes de tierras y las encomiendas de indios


convertidas en servicios personales, existió otro factor que incidió en las modificaciones
sufridas por los pobladores nativos a partir de la entrada de los españoles:
el salvaje reparto de indios rebeldes, entregados a los soldados, encomenderos y
propietarios de toda la región. Muy pocas comunidades conservan su territorio
original, así como tampoco su estructura social. La mayoría, por el contrario, son
instalados o 'reducidos' en las haciendas o chacras, en compañía de otras familias
de distinto origen étnico, incluidos los mocovíes capturados en las guerras dei
Chaco, o los qfricanos traídos para reemplazar la mano de obra que tanto trabajo
jbrzado y tanta rebelión habían terminado por disminuir considerablemente Lorandi
y Schaposhnik 1990: 179y 180).

La merced de tierras desarticuló muy profundamente la organización del espacio


aborigen, ya que si bien eran otorgadas presuponiendo que eran tierras vacías, no lo eran en
la realidad. Esto se debía a que el sistema de producción agrícola aborigen dependía de los
ciclos agrícolas junto con el control de nichos ecológicos diferentes y alternativos. Cruz
sostiene que
Esta consideración imponía la territorialidad circunscripta (delimitada o contigua)
a través de las reducciones o pueblos de indios estipulados por las leyes coloniales

49
para concentrar a la población india, en oposición a laterritorialidad salpicada
e.p. :10, las negritas son del auloi).

En muchas mercedes de tierras de finales del siglo XVI, el área que se cedía incluía a
las tomas de agua de ríos y arroyos de donde se surtían acequias y predios destinados a la
propiedad comuna! indígena. Por otra parte, y fundamentalmente en los caso del centro y
este de la actual provincia de Catamarca, los colonizadores pedían las mercedes de tierras y
las encomiendas de indios de tal manera que, coincidieran con los territorios previamente
ocupados por los nativos.

En 1611, con las Ordenanzas del Oidor Francisco de Alfaro, funcionario de la Real
Audiencia de Charcas (actual Sucre), se dictaron algunas normativas tendientes a preservar
a los indios de los abusos a los que eran sometidos por parte de los encomenderos. Para
ello, se tuvo en cuenta la opinión de los indígenas, pues previa a su redacción se realizó una
Visita (censo general 'de• población' india; 'en particular la tributaria) para averiguar los
agravios y vejaciones que soportaban. Una de las disposiciones fue que los indios tributaran
en moneda para liberarlos de la sobrecarga del servicio personal que también fue prohibido.
Por otra parte, se buscó formalizar la existencia de "pueblos de indios", o reducciones,
obligando a los encomenderos a ceder tierras a los indios para su propia reproducción
social.

En el centro-oeste del actual territorio catamarqueño, de la Orden de Peracca y Parodi


(2003) señalan que esto permitió a los habitantes nativos mantener el acceso a sus tierras y
esgrimir sus derechos legales en posteriores pleitos judiciales. Sin embargo, en la zona del
Valle de Catamarca, la cesión de tierras de los encomenderos no redundó en una mejora en
la situación indígena, pues los españoles del Valle tenían múltiples propiedades ubicadas en
diferentes zonas de lajurisdicción catamarqueña que requirieron de un traslado continuo de
indios. Esto impidió que se pudieran constituir en "pueblos de indios" y, corno
consecuencia, se perdió paulatinamente la propiedad comunal por falta de tiempo para
atenderla (Cruz e.p.).

50
Inés Gordillo (1999) señala que los documentos del Valle de Catamarca mencionan
con frecuencia a pueblos de indios, así corno a indios de determinados lugares. Cita a
Larrouy quien identifica 16 pueblos de indios distribuidos a lo largo del Valle, ya sea en la
parte baja central del mismo como en sus quebradas laterales. Los documentos de fines del
siglo XVI y del siglo XVII brindan infonnación muy poco sistemática acerca de la
organización sociopolítica indígena. Schaposhnick (1997); al estudiar la encomienda de
Colpes analizando la cédula de 1591, señala la existencia de pequeños grupos que a veces
tenían doble asiento sobre una y otra vertiente de la sierra de Ambato y que no respondían a
ninguna cabecera unificadora. Más bien, cada pueblo, ocupado probablemente por un solo
linaje, tenía su propio cacique, quien no tenía autoridad sobre todos los grupos vinculados
entre sí. Por lo tanto, si diversos grupos interrelacionados eran encomendados en conjunto,
los encomenderos debían exigir a cada uno de los caciques el cumplimiento de las
prestaciones de la encomienda. Por lo que se deduce que el Valle de. Catamarca estaba
habitado por grupos pequeños y políticamente independientes. Sin embargo, a escala menor
existía una jerarquía entre jefes, y en relación al contexto socioespacial mayor, mantenían
vínculos y alianzas con otros grupos externos al Valle (1. Gordillo 1999, Lorandi 1997).

Lorandi y Schaposhnik (1990) sostienen que el Valle de Catamarca se encontraba aún


más aislado que otras zonas del ámbito provincial. En el sector del Valle Alto, como hemos
visto, las primeras encomiendas de indios fueron repartidas a vecinos de Tucumán durante
los primeros años de la conquista. En cambio, los indios del sur del Valle fueron repartidos
cuando se fundó La Rioja en 1591. Así, la colonización se realizó, desde muy temprano, en
forma fragmentaria. Los colonizadores podían ser desde grandes propietarios hasta
artesanos. La producción primordial era el algodón (especialmente en el sector centro sur y
centro norte del valle), además de viñas que abastecieron de vino al noroeste argentino y,
en parte también, a Chile y al Alto Perú. Mientras que el extremo sur del Valle, debido a
que es más árido, constituyó una frontera ecológica para este tipo de cultivos.

Ahora bien, las localidades de Coneta, Miraflores y Los Puestos del Norte (entre los
que se encuentra El Bañado), se ubican en la zona centro-sur del Valle de Catamarca. Cruz
ha relevado la escasa bibliografia existente sobre la zona y considera que

51
esta situación es resultado, por una parte, de las ausencias notables que presenta
la historiografFa local. Las historias locales continúan siendo un simple insumo
acontecimental para una historia político-institucional que pretende dar cuenta de
las transformaciones provinciales y regionales, a partir de la dinámica rioplatense
(en Pizarro et al. 1997:12).
Asimismo, en el pesquisa realizada por Cruz y colaboradores, se encontró documentación
édita e inédita que permite elaborar una interpretación coherente de los cambios y
continuidades de estas localidades. En este sentido, Cruz considera que las especificidades
agrarias constituyeron el sústento para interpretar la historia de estos pueblos, por lo que
enfocaremos la dinámica de las transformaciones a partir de la relación entre la tierra y la
fuerza de trabajo.

Con respecto a si estas localidades estaban habitadas antes de la conquista española,


cabe señalar la existencia de innumerables sitios arqueológicos, no solamente en el
pedemonte, valles, quebradas y las estribacionesorienta1es de la Sierra del Ambato, sino
también en áreas de fondo del Valle de Catamarca (Haber y colaboradores, comunicación
personal). El complejo de obras estaba relacionado con la producción, circulación y
consumo de bienes y servicios originados básicamente por un sistema agropecuario
intensivo en valles, laderas y quebradas. Así obtuvieron maíz, porotos, calabazas, zapallos,
ají, maní, papa, quinoa, algodón, etc. Para lograr esta diversificación de la producción, los
pobladores implementaron distintas estrategias que combinaban la ocupación múltiple de
los espacios ecológicos con el trueque o el intercambio de bienes y servicios, entre sí o con
grupos vecinos, tal como hemos señalado anterionnente sobre la organización salpicada del
espacio productivo para el resto del Valle de Catamarca y de la zona de Valles y Quebradas
del noroeste argentino.

Es posible preguntarse por la organización sociopolítica de los grupos que habitaban


las localidades del área de estudio antes y durante el contacto hispano-indígena, a partir del
análisis de la cédula de encomienda de indios otorgada en 1588:
por el gobernador Ram frez de Velasco a Alonso de Tu/a Cervín vecino desta
ciudad de Santiago del Estero (.) y entrasies a esta gobernación abra ocho cilIos (.)

52
y a mas de siete afios que casastes en esta ciudad con doña Francisca Bazán de
Pedraza nieta del cap. Juan Gregorio Bazán ... de los mas antiguos descubridores
conquistadores y pobladores desta gobernación que vinó de España (.) os
encomiendo en nombre de su Majestad en la provincia de los indios Diaguitas de San
Pedro Manir, que se llamava de otro nombre la ciudad que allí estuvo poblada y por
guerra de los indios se despobió en la comarca de catamarca que en ella está, ¡os
pueblos caciques e indios siguientes: El pueblo de Facha facha con los caciques
Chasi y demás caciques y el pueblo de coneiti con los caciques que tuviere al qual
fue de Fco. De Torres y el pueblo de Guaycamagasta con los caciques que tuviere y
e/pueblo de Sévila con los caciques que tuviere y e/pueblo de Ambatagastu que está
junto a la quebrada de Sévila que fue encomendado en Gaspar de Orellana ... en
dicha comarca de cherias tierras montes cazaderos e pescaderos y algarrobales por
los nombres que tienen o tuvieren ... (Expte. 17 del Legajo 4 de la Escribanía 2°,
citado por Montes 1959:7 y 8, las negritas señalan cursivas de Montes en el
original).

En esta cita se identifica concretamente al pueblo de Coneta y se mencionan a otros


pueblos y sus caciques respectivos. Cruz (en Pizarro et al. 1997) señala que ésas
nominaciones presentes en la cédula de encomienda observan una lógica que pennite
avanzar sobre la organización de las unidades sociopolíticas involucradas. El autor plantea,
en primer lugar, que el nexo "y" señalaba una relación y/o inclusión entre los pueblos,
siguiendo el modelo de aproximación metodológica para este tipo de fuentes de
Schaposchnik (1991). En este sentido, destaca que cuando Antonio Alvarez de Rivera
estableció la hacienda de Santa Ana de Miraflores a fines del siglo XVI, había comprado
tierras y agua de regadío a las dos parcialidades de los indios de Coneta Larrouy 1914). En
segundo lugar, argumenta que las menciones tuvieron en cuenta una ubicación cardinal, de
norte a sur (de Coneta hasta la quebrada de la Sébila), y también un espacio geográfico
delimitado: la comarca de Catamarca. Por último, señala que el otorgamiento de esta
encomienda, con estos pueblos, a Alonso de Tula y Cervín, fue un acto deliberado ya que
cuatro años más tarde él y su hijo, en mérito a sus servicios, recibieron tierras que coinciden
con la dispersión de los pueblos señalados en la cita.

53
De este modo, si bien no es posible plantear la ubicación concreta de cada uno de
estos pueblos mencionados, podemos plantear que existieron vinculaciones entre ellos. Es
posible que cada uno de los pueblos fueran partes o parcialidades de un todo que englobó
en su seno a una población emparentada entre sí. Estas formas organizacionales parciales
facilitaron el acceso a distinto tipo de tierras y al producto de actividades agrícola-
extractivas, tal como lo hemos señalado anteriormente; y, por otra parte, coadyuvaron a que
los españoles percibieran colectivos de identificación con diversos grados de
autoadscripción entre los "indios" que nominaban.

Existe otro elemento interesante en el fragmento de la cédula de encomienda que


hemos transcripto. Allí se hace referencia a la "provincia de los indios diaguitas" y al
despoblamiento de una ciudad en la "comarca de Catamarca que en ella está" por motivo de
la guerra con los indios. Más allá de la posible ubicación de la ciudad de "San Pedro
Martir", se pone de manifiesto la resistencia de los indígenas a la conquista y colonización
española antes de 1558. Por otra parte, queda en evidencia la manera en que los españoles
intentaron homogeneizar a la diversidad de grupos sociales con que se encontraron en una
unidad sociopolítica más grande: la provincia de los indios diaguitas.

Esta cédula de encomienda muestra también la manera en que se repartieron los


indios entre los conquistadores en el área de estudio. Pero, como ya señalamos, el reparto
de indios a través de encomiendas estuvo vinculado íntimamente con el reparto de tierras a
través de mercedes. Así, las tierras en donde actualmente se encuentran las localidades de
Coneta, Miraflores y Los Puestos del Norte, fueron repartidas en mercedes.

Dos de ellas terminaron uniéndose en lo que más tarde se conocería como el Campo
Grande de Capayán o Merced de Allega o Merced de Navarro (Archivo Histórico de
Catamarca. Sección Judicial TI, Mensuras. Exp.3.131-32.156, Caja 6, 1912, citado por Cruz
en Pizarro et al. 1997:15). La primera de ellas (conocida como la merced chica o de
Capayán) fue otorgada en 1592 por el gobernador Juan Ramírez de Velasco al
encomendero del pueblo de Huillapima y de Coneta, Alonso de Timia y Cervín, cuatro años

54
después de que el mismo Gobernador le entregara los indios de Coneta en la encomienda
analizada más arriba. Su extensión determinaba "que sea una legua del dicho pueblo de
Huillapima [pueblo de indios] río arriba y tuviere tres leguas de largo y legua y media al
lado corriendo el río al medio" (Archivo Histórico de Catamarca. Sección Judicial II,
Mensuras. Exp, 216, Caja 1, 1912, citado por Cruz en ibidein).

La Merced Grande o de Allega fue otorgada en 1612 por el gobernador Juan Alonso
de Vera y Zárate a Diego Gómez de Pedraza, hijo de Alonso de Ttila y Cervín, y sucesor de
la encomienda de su padre:
Don Juan Alonso de Vera y Zárate ... por cüanto ante ini se presentó la petición que
se sigue. Miguel Alvarez de Avila vecino de esta ciudad de Todos los Santos de la
Rioja digo que el dicho mi parte [Diego Gómez de Pedraza] tiene necesidad de un
pedazo de tierra que caen en el valle y cerro de Catamarca, desde el fin de las
tierras que tiene por merced Hernando de Pedraza, hecha por el gobernador Luis
de Quiñones Osorio, que se llaman Paso /Mirafloresj en el dicho cerro de
Catamarca hacia la punta que viene de La Rioja a esta ciudad de Santiago y hacia
el sur que corran estas tierras desde el fin de la dicha estancia de Hernando de
Pedmza y cumbre del dicho cerro hasta la punta, camino de esta ciudad con las
entradas y salidas, usos y llamadas. Por la parte del poniente hasta un río que
atraviesa por la mitad con las vertientes y aguadas nombradas una la de Sachavil y
la o/ra Piscavil y por el oriente el camino carril... se sirva de hacer merced... al
dicho Diego Gómez de Pedraza (Archivo Histórico de Catamarca. Sección Judicial
II, Mensuras. Exp. s/n, Caja 1, 1908-1913, citado por Cruz ibidem).

Estas dos mercedes, que abarcaron la porción sur del actual Miraflores (las tierras
que se llaman Paso), se unieron en vida de Diego Gómez de Pedraza. Este las heredó en
segunda vida, junto con las encomiendas de su padre, y compró la merced de Allega a su
hermana Luciana Bazán, quien las había recibido por herencia. Asimismo acrecentó la
propiedad con la compra de las tierras de los indios Conetas, sus encomendados, fundando
la estancia de San Luis de Quiñones de Coneta. Más tarde, producto de la sucesión, las
tierras volvieron a partirse; pero, en la segunda mitad del siglo XVII, ya se encontraban

55
nuevamente concentradas en el capitán Diego de Navarro Velasco, casado con Mariana de
Tula Bazán, nieta de Diego Gómez de Pedraza (Luque Colombres 1966, citado por Cruz
ibidem). En el siglo XVIII, se realizaron particiones de bienes entre los descendientes del
capitán Diego de Navarro Velasco, lo que produjo que nuevamente se desarticulara la
propiedad, hasta que a finales de ese siglo se unificaron en el Sargento Mayor Diego
Navarro de Velasco. No obstante, para ese momento, ya se habían producido recortes de la
explotación, por ventas y división sucesoria de bienes.

En la cita de la merced de Allega que hemos transcripto más arribá se señalaba


como lindero a la merced de Hernando de Pedraza. Éste había recibido las tierras en 1613,
durante el mandato del gobernador Luis de Quiñones Osorio, aunque las mismas de
acuerdo a otros testimonios fueron propiedad de otro español. Hacia fines del siglo anterior,
Antonio Alvarez de Rivera compró esas mismas tierras (tal vez un poco más al sur) y la
mitad del agua, a las dos parcialidades de los indios de Coneta, para establecer la hacienda
de Santa 'Ana de Miraflores (Larrouy 1914,' citado por Cruz ibidem).

De este modo, la colonización del área comprendida por las actuales localidades de
Coneta, Miraflores y El Bañado se circunscribe en la lógica del proceso de colonización del
Valle de Catamarca, que tuvo algunas características claves que la distinguieron de otras
zonas del Tucumán Colonial (Lorandi y Schaposhnik 1990). Primero, las grandes mercedes
de tierras fueron tempranas y escasas y se subdividieron paulatinamente. Segundo, hubo
una creciente cantidad de españoles moradores que no tenían indios ni mercedes reales y
que fueron adquiriendo tierras por diversos medios (Bazán 1979, de la Orden de Peracca y
Parodi 2003). Una tercera característica fue que la cantidad de indios tributarios descendió
bruscamente en los siglos XVI y XVII y se recuperó gracias a los desnaturalizados del sur
del valle Calchaquí, que fueron entregados en gran parte a los propietarios de esta zona.
Finalmente, el sistema económico indígena se transformó de agricultor a pastor, y pasó de
autosuficiente a dependiente en un grado progresivamente creciente, no sólo por su
condición jurídica de encomendados, sino también por la pérdida de su capacidad
económica de autosubsistencia.

56
Es que, en el Valle de Catamarca, aún cuando los indios tuvieran tierras comunales, el
sistema de trabajo que explotaba la mano de obra indígena con el sistema de los servicios
personales dejaba muy poco tiempo para la atención de los predios. Los servicios que
debían cumplir dependían de los emprendimientos económicos de los encomenderos. Así,
anualmente los indios fueron utilizados en las oportunidades que brindaban los mércados
coloniales en crecimiento, tanto regionales como extrarregionales. Los espaiioles tenían
diversas posesiones a las que trasladaban a sus indios según las necesidades productivas
(fundamentalmente la producción de textiles); los enviaban en viajes conduciendo las
producciones de los feudatarios; eran alquilados a otros espaflolés para trabajos
ocasionales; cumplimentaban "mitas" para la Corona y los clérigos; se los vendía coino
esclavos; eran enviados como indios amigos junto con los ejércitos hispanos que
reprimieron los focos indígenas rebeldes que persistían en la región; y también morían por
castigos fisicos, sobre-explotación y alimentación deficiente, y la aparición de nuevas
enfermedades (Cruz e.p.).

Las estrategias implernentadas por los indios para lograr su reproducción


sociocultural fueron variadas según las áreas y sus condiciones estructurales. En el caso del
área de estudio, podemos enumerar las siguientes. En primer lugar la huída a otras
jurisdicciones, cambiando su estatus fiscal y laboral: de tributario sometido a servicios
personales. se convertía en peón conchavado, agregado o arrendero. Esta alternativa de
migración tenía dos variantes más. Una era la huida a territorios de otros grupos étnicos,
generalmente en la zona oeste, insertándose como forasteros. La otra era la de acceder a la
categoría de yanaconas, convirtiéndose en criados perpetuos de los hispanos pero sin
obligaciones tributarias.

En segundo lugar, algunos indígenas desarrollaron migraciones cíclicas anuales, en


consenso con el encomendero. En los tiempos en que mermaba el trabajo en las
encomiendas, los indios se iban a estancias de otros españoles, se dedicaban a oficios
especializados en las ciudades e incluso tenían una mínima participadón en el comercio.

57
En tercer lugar, otra estrategia fue el uso constante de la administración de justicia
española. La utilización del camino jurídico fue muchas veces trabada por los intereses
hispánicos. Sin embargo, lograban pasar (en especial los caciques así denominados por los
españoles) a instancias superiores, merced a los oficios de los Protectores de Naturales,
litigios por tierras, por aguas, por malos tratos, por cobro de pesos, entre otras. En el Valle
de Catamarca, el uso de esta estrategia fue muy esporádico debido a la escasa existencia de
pobladores originarios. Seulalan Boixados (1999), Palomeque (2000) y Parodi (1998) que
los pocos casos de pueblos que lograron quedarse en sus asientos, o que consiguieron
volver a ellos, lo hicieron gracias al poder de negociación de sus caciques, la paciencia para
litigar en la justicia colonial o la resistencia colectiva a no abandonar sus tierras y dejarlas
"vacas".

Cabe señalar que para el Valle de Catamarca la estrategia de uso continuo de la


violencia señalada por Cruz (e.p.) no se materializó de la misma manera que se lo hizo
entre los grupos que habitaban el oeste. 1. Gordillo (1999) señala que tanto en el sur como
en el norte del Valle hubo sendas movilizaciones de indígenas en alianza con los grupos del
oeste que fueron reprimidas por los españoles rápidamente, a diferencia de la resistencia
indígena en los Valles Calchaquíes que se prolongó hasta la segunda mitad del siglo XVII.
Aún después de finalizada la guerra calchaquí, los grupos nativos del oeste seguían
constituyendo la mayor cantidad de población nativa que se pudiera encontrar en la actual
provincia de Catamarca.

Si bien la situación de los indios durante los siglos XVI y XVII fue general para todo
el ámbito central del Tucumán Colonial, en el Valle de Catamarca se acentuó, pues la
economía regional estuvo vinculada durante un tiempo con el Potosí. Esta inserción en la
región andina se logró gracias a que los "pueblos de indios" proveían a sus encomenderos
gran parte de los hombres que transportaban las producciones tucumanas a los centros
mineros altoperuanos Pa1omeque 2000). Farberman (e.p.) señala que se trataba de los
primeros arrieros que, al principio por la fuerza (a través de la "saca de indios") y más tarde
mediante relaciones semisalariales, recorrían la distancia que separaba el Tucumán de Potosí,
para entonces el principal mercado.

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Sin embargo, durante la segunda mitad del siglo XVII, la producción textil del Tucumán
Colonial decayó por motivos internos y externos. Entre los primeros, Palomeque (2000) señala
que la población indígena tejedora menrió; también destaca la aplicación de las normas legales
que prohibían la encomienda de servicios. Por otra parte, Farberman (e.p.) hace referencia a un
factor externo, el hecho de que la producción textil tucumana ya que no pudo competir con la
producción local de textiles que se realizaba en el propio Potosí a precios más baratos. Debido
• ello, la región del Tucumán Colonial se fue convirtiendo gradualmente en un área destinada
a la cría de ganado mular y bovino para ser exportado a los centros altoperuanos, en reemplazo
de las antiguas exportaciones de textiles. La actividad ganadera demandaba escasa mano de
obra de trabajadores. La merma de la población indígena ocasionada por su mortalidad y el
abandono muchas veces forzado de sus campos de cultivo fue dejando tierras libres que
permitieron la expansión ganadera desde mediados del siglo XVII.

Así, la situación económica en el Valle de Catamarca sufrió una declinación


creciente, lo que obligó a los agricultores españoles a residir en sus tierras para cultivar y
vigilar personalmente sus cultivos. Por otro lado, creció la masa de residentes (en su
mayoría mestizos) sin tierras, que luchaban por insertarse en el mercado. Esto llevó a un -
proceso de ruralización de la población del Valle.

Con respecto a la mano de obra necesaria para atender las haciendas, se requería la
posibilidad de disponer.de mano de obra gratuita y de alto rendimiento; sin embargo, según
el Censo de 1778 sólo se contabilizaron 673 indios. Dentro de este número, los indios
originarios debieron ser ya muy pocos pues, ante la escasez de mano de obra para trabajar
sus haciendas, los españoles trajeron al. Valle de Catamarca esclavos negros e indios
provenientes del Valle Calchaquí y del Chaco. Asimismo, esta población, en su mayor
parte, no tenía ninguna opción a tierras, ni derecho a reclamarlas, lo que derivó en una
condición de dependencia total del indígena con respecto al encomendero o beneficiario del
reparto para lograr su subsistencia. Y, en caso de que la empresa agrícola del beneficiario
fracasara y éste abandonara las tierras, el indígena quedaría librado a su propio arbitrio. En
el mejor de los casos, si la tierra no se vendía, podía explotarla para su propio beneficio.

59
Sin embargo, en algunas áreas del Tucumán Colonial, la población indígena logró
mantener sus derechos a las tierras, principalmente algunos grupos que habitaban en las
actuales provincias de Jujuy y de Santiago del Estero, así como en los Valles Calchaquíes
que atraviesan el actual territorio catamarqueño, tucumano y salteño (de la Orden de
Peracca y Parodi 2003, Palomeque 2000). Esta última autora señala que la persistencia
exitosa de la sociedad indígena colonial agrupada en "pueblos de indios" no sólo dependió
de la política española, sino también de la historia de dichos pueblos. Argumenta que el
hecho de que éstos hubieran participado en mayor o menor grado en los sistemas
socioculturales de los pueblos andinos antes de la conquista española fue un factor
condicionante sobre su posibilidad de articularse en un sistema colonial que fue pensado
exclusivamente para las poblaciones andinas y que fue inflexible frente a grupos que tenían
características económicas, sociales, políticas y culturales distintas.

Pero hemos visto que la población del Valle de Catamarca tenía características
similares a las de las poblaciones andinas a las que Palomeque (2000) hace referencia. La
incapacidad para articularse de manera diferencial en el sistema colonial se debió por tanto
a la temprana conquista de esta área y al hecho de haber sido una de las zonas en las que los
españoles "hicieron pie" para avanzar sobre la conquista y colonización de los Valles
Calchaquíes y del Chaco. Así, la población indígena del área en estudio había sufrido hacia
el siglo XVIII un proceso de desestructuración e individuación social, pues se habían
quebrado los lazos sociales que podrían unir a los habitantes de los escasos "pueblos de
indios" que persistieron hasta ese momento. En el caso del Valle de Catamarca, tal como
señalamos más arriba, en 1778 habían sido censados un total de 673 indios y sólo quedaban
los pueblos de Villapima al sur, y Choya y Collagasta en el centro-norte (Larrouy, citado
por Toranzo mm:2). El resto de la población indígena se trataba de familias aisladas que no
podían pretender derechos de riego, ni a las tierras que cultivaban, como tampoco a los
pastos donde pacían sus ganados. Debido a esta condición de 'intrusos', los posibles nuevos
propietarios de las tierras en las que habitaban les podían imponer condiciones
contractuales similares a las anteriores o expulsarlos (de la Orden de Peracca y Parodi
2003, Lorandi y Schaposhnik 1990). Para esta época, los indios originarios de las actuales

60
localidades de Miraflores, Coneta y los Pueblos del Norte pueden haberse "reducido" en el
pueblo de Huillapima, pueden haber migrado, pueden haberse insertado como conchabádos
o agregados en las haciendas de la zona, o, en su defecto, pueden haber sido muertos en las
guerras de los Valles Calchaquíes o del Chaco.

Este panorama sustentaría la retórica de la extinción o mestizaje durante la temprana


fase de la colonización española de los grupos aborígenes que habitaban el área de estudio.
En líneas generales, se asume que los grupos indígenas desnaturalizados de sus vínculos
con la tierra han tendido a perder su identificación. No obstante, muchos contextos
coloniales tempranos y tardíos muestran que las mismas experiencias de opresión y
explotación han: sido razón suficiente para que las pertenencias se mantuvieran de manera
explícita o en latencia. En el área en estudio, cierto es que son varios los indicadores de
desmembramiento y desnaturalización de los habitantes locales originarios. Ello fue sin
embargo acompañado por relocalizaciones y traslados de mano de obra indígena de otras
áreas, lo que podría haber llevado a una etnogénesis que involucrara la pérdida de ciertas
auto-identificaciones, aunque no necesariamente un sentido de pertenencia indígena
genérico. En este marco, si bien no minimizamos la existencia de matanzas y mezclas, nos
interesa preguntarnos si y cómo estos complejos procesos hicieron caer las marcas de
aboriginalidad en los relatos sobre el pasado de los actuales pobladores, sobre todo porque
en otras zonas de la provincia y del país se están produciendo re-emergencias de
identidades indígenas que también se suponían mestizados o extintos durante la
colonización española.

Es que el pasaje de "indio originario" a peón rural en el Valle de Catamarca no


implicó solamente un cambio de la acentuación del tropo que marcaba las diferencias entre
los contingentes poblacionales del área, prevaleciendo el clivaje de clase por sobre el
clivaje étnico. También constituyó parte de la política identitaria hegemónica que postulaba
diferentes lugares posibles de identificación para las diversas regiones, de la actual
provincia de Catamarca, retórica que atraviesa tanto el sentido común catamarqueño como
el de las élites morales de la provincia (Villafuerte 1988). Este tema será desarrollado en
profundidad en los capítulos siguientes. Por lo pronto, cabe adelantar que, mientras que en

61
las zonas del oeste y de los Valles Calchaquíes la resistencia indígena es celebrada corno un
hito de oposición a los conquistadores espaíoles y como un sustrato primordial que
evidenciaría una mayor "autenticidad" indígena—tanto biológica como cultural—de sus
actuales pobladores; en el Valle de Catamarca se postula la "mansedumbre" de los
indígenas que allí habitaban y se celebra su "mestizaje" corno condición que facilitó la
construcción del enclave español donde fundar la jurisdicción y la "matriz hispano-
indígena".

De este modo, el posible locus de identificación indígena para los pobladores del
Valle de Catamarca se habría desactivado desde época temprana. Sin embargo, la des-
marcación de la aboriginalidad en el área de estudio presenta ambigüedades y
contradicciones tanto hegemónicas como subalternas que hacen que, al día de hoy, algunos
habitantes locales digan ser "indios ya civilizados". El hecho de que el Valle de Catamarca
haya sido considerado por los españoles como "muy poblado de indios" a fines del siglo
XVI y que en 1588 se le hayan encomendado a Tula y Cervín diversos "pueblos indígenas"
entre los que se nombraba a los "Coneta" nos lleva a preguntamos qué fue pasando con esta
gente y su descendencia un siglo después.

3. Sin tierra y sin adscripción identitaria: ¿Dónde estaban los "indios conetas" en el
siglo XVIII?

En el siglo XVIII se produjeron profundos cambios en las formas productivas


coloniales, acordes a la política de la nueva dinastía en el gobierno de España: los
Borbones. Según Toranzo
el eje de la actividad económica que había pasado durante dos siglos por la
minoría alto peruana, a la cual estaba insertada Catamarca, cambió radical,nente.
Sobre la región pastoril rioplatense se construyó un nuevo eje productivo y comercial
con centro en Buenos Aires ... ('mm:]).
Asimismo maduraron las formas capitalistas y el comercio movilizó una mayor tasa
monetaria. Esto repercutió en la jurisdicción de Catamarca ya que, si bien los circuitos
comerciales no se cerraron totalmente, decayó el flujo de intercambio. Por otra parte,

62
avanzaron nuevos grupos de comerciantes sobre las antiguas élites de encomenderos,
mientras que el mismo sistema de encomiendas declinaba (de la Orden de Peracca 2003),
sumándose a ello la caída demográfica de la población indígena. Particularmente, en el área
de estudio:
la encomienda de Vlllapina fue el resultado de un proceso iniciado en el siglo
XVII cuando las comunidades indígenas que habitaban los actuales pueblos de
Conela, Mirqflores, Huillapima y Capayán, fueron trasladadas y concentradas en
proximidades de Huiliapima como pueblo encomendado a la familia de Tu/a Cervin
y sus descendiente por tres Generaciones (Toranzo, mm: 1, ver también Cruz 1994,
de la Orden de Peracca 1994y Montes 1961-1965).

Según Toranzo (mm), dicho pueblo de indios fue reconocido oficialmente en 1666,
en un padrón de indios realizado por el general Pedro Nicolás Brizuela. Este padrón dio un
resultado total de 104 indios para dicho pueblo, que fue reconocido jurídicamente en un
territorio comunal propio y socialmente convertido en una unidad de trabajo rural.

Durante el siglo XVIII los gobernantes borbónicos modificaron el sistema de


recaudación fiscal a fin de incrementar los ingresos de la Corona Española. A raíz de este
cambio, la categoría "indio" tuvo una nueva acepción, ya que la obligación de pagar el•
tributo no sólo recayó en los "originarios"—como había sido hasta ese momento—sino que
se amplió a los "forasteros", "negros", "pardos",. "mulatos" y "zambos". Por otra parte se
consideraron tributarios a los hombres adultos y aptos con o sin asignación de tierras
comunales. Se redujo la edad máxima de los tributarios de 60 a 50 años y se realizó un
nuevo registro de tierras. Por otra parte, Palomeque (2000) señala que no se adjudicaron
más encomiendas y que todos los indios de las encomiendas vacantes pasaron a tributar
directamente a la Corona. Además, se resolvió realizar visitas cada cinco años a provincias,
doctrinas y pueblos de indios para incrementar la recaudación de tributos.

En la jurisdicción de Catamarca, estas visitas se hicieron en 1786 y 1792 (de la Orden


de Peracca 2003). Esta autora: señala que La Nueva Instrucción de Intendentes de 1784
modificó las instrucciones que había con relación a las revisitas de pueblos de indios. Con

63
respecto a los intereses de los indios, estas medidas permitieron la consolidación de sus
derechos a la propiedad de la tierra. En la Gobernación del Tucumán, esta preocupación
reduccional por parte de las autoridades coloniales fue pennanente; sin embargo, como
hemos visto anteriormente, los pueblos de indios no llegaron a tener la importancia que
alcanzaron en otros territorios del Virreinato. En la actual provincia de Catamarca muy
pocos asentamientos de indios—entre ellos el Pueblo de Indios de Tinogasta (de Ja Orden
de Peracca 2003)—lograron reunir los requisitos necesarios para ser calificados como
pueblo. Estos eran: estructura política, tierras comunales y padrón. Más arriba ya hemos
señalado que en el Valle Central había tres Pueblos de Indios en el siglo XVIIJ: Collagasta,
Choya y Villapima.

Toranzo (mm) señala que en 1766 se produjo un litigio de tierras en el Pueblo de


Huillapima. Un indio denunció a un español por haber avanzado sobre la propiedad
comunal, y ante la gestión del protector de naturales, se reconoció el derecho de los indios a
mantener sus tierras.

En 1792, la Visita realizada por Bernabé Correa informa que en la encomienda de


Villapirna había un total de 102 indios. En este padrón se incluyeron a los "pardos" y a los
"forasteros", además de los originarios. Consta que una familia conformada por un varón,
una mujer y dos niños estaban ausentes y un indio de más de 18 años había huido. Por lo
que la población de hasta 60 años residente en el pueblo estaba conformada por 19 hombres
de más de 18 años, 23 mujeres de más de 18 años y 45 niños de hasta 18 años (A.G.N., sala
XIII, 1 7-2..1). El hecho de que el número de indios del Pueblo de Villapima no descendió
entre 1666 y 1792—ya que en el primer caso se contabilizaron 104 indios mientras que 126
años más tarde se contaron 102—puede haberse debido a la reducción en el mismo de los
indios dispersos de la zona sur del Valle de Catamarca, en particular los del área de estudio
que se encuentra aproximadamente 30 km. al norte del actual pueblo de Huillapima.
Lamentablemente, esta problemática excede los objetivos de nuestra tesis pero merece ser
indagada, sobre todo porque entre 1666 y 1792, la población no descendió pero tampoco
aumentó, por lo que este asentamiento expulsó el crecimiento vegetativo.

64
Otro punto de interés es que las medidas adoptadas por los Borbones no repercutieron
de manera similar en toda la Gobernación del Tucumán. Palomeque (2000) señala que
existieron distintas respuestas frente a la presión recaudadora de la Corona española. Por
ejemplo, en los pueblos de tierras altas de la puna, la quebrada de Huniahuaca y de aquellas
cercanas a la ciudad de Salta, los españoles registraron y cobraron el tributo tanto a los
originarios y forasteros que habitaban los pueblos de indios como a los forasteros sin tierras a
los que no se les asignaron tierras. En Santiago del Estero, los tributarios registrados sólo
fueron los originarios, mientras que los indios libres de tributos debieron colaborar con las
milicias.

Sin embargo, en el caso de Córdoba y de las tierras bajas de Tucumán—en donde


podemos incluir a la jurisdicción de Catamarca—si bien se empadronaron como tributarios a
los "originarios" y "forasteros" que habitaban los escasos pueblos de indios, no todos los
empadronados pagaron sus tributos. Por otra parte, quedaron fuera del empadronamiento
todos aquellos indios que no tenían acceso a las tierras de los pueblos de indios. Así, se puede
apreciar la reproducción de diferencias entre los grupos "indios" que habitaban el Tucumán
Colonial, a pesar de los siglos transcurridos desde la conquista española.

Las medidas borbónicas permitieron una consolidación de los derechos a ks tierras de


aquellos pueblos de indios que quedaron registrados y tributando. Debido a la situación antes
mencionada, en el área de estudio sólo fue registrado como pueblo de indios Villapirna, y en
la zona centro-norte del Valle de Catamarca Collagasta y Choya. Sin embargo, a diferencia
de otras áreas de la jurisdicción de Catamarca y del Tucumán Colonial, el derecho de sus
habitantes a sus tierras fue paulatinamente cercenado. Corno señala Palorneque (2000) para el
noroeste argentino, en el período independiente los gobiernos provinciales—aduciendo ser
los herederos de la corona—intentaron y muchas veces lograron expropiar dichas tierras,
argumentando que las mismas eran fiscales.

En el Valle de Catamarca, no toda la población categorizada como indígena fue


incluida en los padrones borbónicos de tributarios. Estos indios no se redujeron en Pueblos y
por lo tanto no tenían derecho a tierras. En este grupo se encontraban aquellos que a lo largo
de los años fueron rompiendo paulatinamente sus lazos con los grupos de origen. También,
estaban los "forasteros" que fueron trasladados durante las guerras de la conquista o que
migraron voluntariamente frente a los embates de los encomenderos. Ellos ya no se
diferenciaban del resto de los habitantes pobres del campo y la ciudad con los cuales se
fueron mezclando e integrando. Así, los indígenas que habitaron las localidades de
Miraflores, Coneta y Los Puestos del Norte que no se redujeron en el Pueblo de Villapima
formaban parte, al finalizar el siglo XVIII, de una población sin acceso directo a la tierra,
conformada por mestizos, indios, blancos pobres y negros, cuya mano de obra entró en el
circuito de producción capitalista bajo diversas categorías laborales.

Cruz (en Pizarro et al. 1997) señala que en esta área hubo un proceso de
concentración de la tierra y los recursos en pocas manos. A ello se le agregó una notable
cantidad de población que no tenía acceso directo a ellos. De la Orden de Peracca (1994)
analiza el censo ya citado de 1780, en el cual se registró un sector muy grande de población
no propietaria. Buena parte de ella estaba emparentada en diferentes grados con los
propietarios, y asdcripta a categorías laborales (agregados, arrenderos, conchavados,
medieros y puesteros) que integraban la fuerza de trabajo de estancias y haciendas con una
posesión de varias generaciones. Por lo tanto, en el área de estudio, la población accedió a
la tierra de una manera indirecta. Es decir, el acceso indirecto de esta población se dio
como fuerza de trabajo de las haciendas y de las estancias como las de Coneta y San
Lorenzo. Así, en el período tardo-colonial el, conjunto poblacional rural subalterno del
Valle de Catamarca no era caracterizado por su pertenencia étnica, desdibujándose las
marcas de la posible aboriginalidad de sus integrantes.

Por otra parte, durante los primeros años del siglo XIX, la política hegemónica
identitaria fiuctuó de la mano de los vaivenes del ideario de quienes lideraron las luchas
independentistas de la futura República Argentina; y, también, durante la segunda mitad de
dicho siglo, según el punto de vista de quienes posteriormente pujaron por la consolidación
del Estado—Nación Argentino. En efecto, no sólo varió el colectivo que fue considerado
"indio" a lo largo del siglo, sino el sentido que la población denotada por el mismo
connotaría con respecto a la estabilidad de las fronteras externas e internas del naciente

66
territorio argentino. Así, el ténnino "indio" tuvo distintos sentidos para las políticas del
período independentista, que continuarían considerandó como tales a aquellos habitantes
que fueron sojuzgados por el sistema colonial; mientras que durante el período de
consolidación del estado, "indios" fueron aquellos que hacían peligrar la política
expansionista e integracionista propugnada por los representantes del pensamiento
"civilizatorio" argentino.

4. De los pueblos de indios a los pueblos criollos: segunda mitad del siglo XIX y fines
del siglo XX

Reiteradamente se señala la amplitud y peso del proceso de "mestizaje" que se dio


en el área del Tucumán Colonial en virtud del largo tiempo de contacto de los "indios" con
los "españoles", sobre todo en aquellas áreas donde la conquista española no fue resistida
con éxito por los aborígenes (Bazán 1995 y 1996, Lorandi 1997, de la Orden de Peracca y
Parodi 2003, entre otros). Martínez Sarasola (1992) señala que la primera matriz cultural
fue la matriz cultural hispaiio-indígena, resultado de la primera mestización que se dio
durante la colonia espafiola en la Argentina, mestización que incluso incorporó al
componente africano. Este autor sugiere que las principales causas del mestizaje fueron la
política poblacional española que incluyó a los indígenas, la predisposición a la integración
de ciertos grupos indígenas y la ausencia de mujeres en la Conquista durante los primeros
tiempos (ibidem:118). Por otra parte plantea que, según el primer Censo Nacional de 1869,
la población argentina era de 1.736.000 habitantes, y estaba compuesta por criollos,
mestizos, negros e indígenas (ibidem:16).

Siguiendo a este autor, la revolución de 1810 implicó un posterior proceso de


consolidación del naciente país que fue arduo y trabajoso. Este proceso no sólo estuvo
atravesado por luchas ideológicas con respecto al modelo económico y político que debía
primar, sino también respecft al modelo sociocuitural. Así, existieron tendencias que
propugnaban una organización similar a la del Virreinato, unificando regiones consideradas
como homogéneas, confrontadas con tendencias que acentuaban los localismos y las formas
de vida autónomas de cada región.

67
Junio con las luchas internas se abren entonces nuevas perspectivas sobre cómo
un?flcar, y en este caso, la principal posibilidad se vilumbra a través del territorio.
Es también la época del enfrentamiento entre unitarios y federales, y la irrupción en
la escena social de los grupos marginados como los negros y los gauchos, que
pugnan por la recuperación de sus valores)' tradiciones ('ibidein: 149, las negrita.s
son nuestras).

Este autor (ibidem: 150) clasifica a las "culturas indígenas" a principios del siglo XIX
según el "trastocamiento de sus valores tradicionales" de la siguiente manera. Las culturas
libres, que sostiene continuaban con sus patrones de vida tradicionales, eran los tehueiches,
los araucanos, los guaikurúes, los charrúas y los pehuenches que habitaban la Patagonia y
los chiriguanos que poblaban el Chaco Salteño. Las culturas libres en proceso de
arrinconamiento abarcaban los atacamas que residían en la Puna, los chaná-timbúes y
caingang ubicados en el litoral y los yámana- alakaluf en el extremo sur. Las culturas
relativamente libres en vías de incorporación y/o sometimiento estaban confonnadas por
los mataco-niataguayos del Chaco. Las culturas incorporadas yio sometidas, que constituían
la base de la matriz hispano-indígena en pleno desarrollo comprendían a los diaguitas, los
omaguacas y los huarpes que habitaban en zonas montañosas, así como los guaraníes del
litoral. Finalmente, clasifica como culturas incorporadas y/o sometidas, en vías de
disolución o extinción, a los tonocotés, los lule-vilelas, los comechingones y los
sanavirones que poblaban áreas de montaña.

Martínez Sarasola realiza esta clasificación tomando como unidades a "las culturas" y
como criterio de diferenciación el grado de "trastocaniiento de sus valores tradicionales",
poniendo así en evidencia la reflexividad teórica con que re-presenta a los indígenas que
habitaban el territorio argentino a principios del siglo XIX. Su punto de vista deja traslucir
una mirada sincrónica de la identidad y la cultura, considerando que existirían ciertos
rasgos prístinos y esenciales que caracterizarían a la identidad y la cultura de un grupo, en
este caso las de los indígenas Pizarro 1999). Cabe señalar también que continúa
homogeneizando dentro del colectivo "diaguitas" a los grupos que habitaban el área de

68
estudio, considerando que se encuentran junto con los ornaguacas, los huarpes y los
guaraníes dentro del grupo base de la matriz hispano-indígena que por excelencia evidenció
el mestizaje.

De este modo, este autor de fines del siglo XX, estigmatiza a la población indígena de
nuestro país señalando dos grandes tendencias:
la pri»era, la de las culturas libres, que seguirán sosteniendo su identidad, incluso
fortaleciéndola, constituyéndose en la posibilidad histórica de ser la expresión más
auténtica de la forma de vida indígena; la segunda, la de las culturas incoporadas
y/o sometidas, cuyo núcleo de la montaña y el litoral - especialmente diaguitas y
guaraníes - es sin embargo la base de sustentación del mestizaje, dinámica que da
origen a la matriz original hi.spano-indígena, que es la primera vertiente en la
conformación del pueblo argentino desde el punto de vista étnico-cultural
(ibidein: 151).

Señalábamos más arriba el esencialismo con el que el autor clasifica a los pueblos
indígenas de principios del siglo M. En este fragmento, al plantear que las culturas libres
habrían podido sostener y fortalecer su identidad como si fiera algo inalterable y que ello
les pennitió ser la expresión. más "auténtica" indígena, Martínez Sarasola confunde
identidad y cultura, al poner en evidencia una idea de cambio cultural según la cual en
determinados rasgos culturales habría mayor autenticidad y anclaje de pertenencia que en
otros. Por el contrario, clasifica a los grupos del área de estudio como la base que sustentó
al mestizaje. El considerar a la cultura como un sustrato determinante de la identidad
colectiva contribuye a postular la extinción o desaparición étnica de grupos definidos por la
estabilidad de rasgos discretos que caracterizarían a dichas culturas. En la medida en que
dichos rasgos desaparezcan se argumentaría la consecuente desaparición de la cultura
indígena y de los indigenas Pero como bien lo señala Briones (1998 b), no hay
correspondencia directa y estable entre la cultura entendida como praxis que se materializa
en saberes, valores, modos de actuar y objetos, y la etnicidad en tanto proceso de formación
de grupo.

69
El historiador Bazán (1995), no sin un dejo de nostalgia por la región que pudo haber
sido, remarca que la emergencia de las provincias que actualmente conforman el noroeste
argentino fue resultado de luchas internas, ya que durante la primera mitad del siglo XIX
permanecieron unidas conformando lo que entonces se denominaba el "Gran Norte". La
autonomía de las provincias, según este autor, no se debió a las diferencias económicas ni
socioculturales de las mismas, sino al predominio de las tendencias unificadoras y
homogeneizantes que triunfaron a lo largo del siglo )UX.

Durante el proceso de formación y consolidación del Estado-Nación Argentino, se


impuso un modelo de país basado en el sistema agro-exportador de materias primas
producidas fundamentalmente en la pampa húmeda, integrándose las otras regiones del país
a esta lógica a través de la mítica del riel. El triunfo de los unitarios sobre los federales
como corolario de las guerras civiles que se desarrollaron en el siglo XIX contribuyó a la
consolidación de dicho modelo. El mismo integró de manera desigual a las economias
regionales, desarticulando los circuitos comerciales locales (Bazán 1995 y 1996, Pizarro
1999).

A diferencia de los procesos de transformación de la estructura social agraria que


tuvo lugar en la zona de la pampa húmeda, a fines del siglo XIX en la provincia de
Catamarca (que recién incorporaría a la zona de puna dentro de sus límites jurisdiccionales
en 1954), la expansión de la frontera agropecuaria y las nuevas modalidades de explotación
intensiva y de inversión de capitales en el campo convivieron con formas patriarcales de
organización de la mano de obra, de tenencia de la tierra y de alineamientos político-
culturales. El fomento a la migración facilitó el afincamiento de italianos, españoles y
árabes, quienes se insertaron fundamentalmente en el sector comercial y dieron lugar a una
reconfiguración de la estratificación social, ubicándose entre las élites dominantes y los
sectores subalternos. Así también se produjeron nuevas articulaciones entre los
provincianos mestizados y los inmigrantes ultramarinos llegados a finales de dicho siglo
(Bazán 1995, Pizarro 1999)..

VLOI
Antes de esto, en la zoná sur del Valle de Catamarca, la estructura social agraria se fue
modificando durante todo el siglo XIX. Veamos. La combinación de pueblos de indios,
haciendas y mercedes de tierras del siglo XVIII dio paso a la subdivisión de las grandes
extensiones que eran poseídas por los españoles, a la aparición de nuevas formas de tenencia
de la tierra y a la concentración de la población en pueblos que ya no serían específicamente
de indios, sino que estarían habitados por los vecinos propietarios de las parcelas que
conformaban los pueblos. Así, la fonna de propiedad de la tierra y.lá ubicación en la estructura
social. de quienes la habitabaíi estuvieron en íntima relación con el tipo de actividad que se
desarrolló en ella yno con la adscripción étnica de los posibles propietarios

Por un lado, las parcelas con agua de riego destinadas a la producción agrícola
conformaban propiedades privadas cuyos dueños tenían sus hogares en ellas y conformaban
vecindarios que se convirtieron en pueblos. La mayor parte de ellos se ubicaron en la zona
baja del pedemonte del Ambato, debido a la facilidad para acceder al agua de riego y a la
fertilidad de las tierras. Así, la población se fue aglutinando en los pueblos de Chumbicha, San
Pedro, Huillapima, Concepción, San Pablo, Capayán, Miraflores, Los Ángeles y Coneta.

Por otra parte, en las zonas bajas del Valle y en las zonas más altas del Ambato, las
tierras no se subdividieron ni fueron deslindadas, confonnando campos comuneros a los que
tenían derechós y acciones los propietarios de las parcelas ubicadas en los pueblos. En estos
campos se realizaban actividades ganaderas y extractivas. Así, apareció la figura de los
puestos, que eran lugares en los que el ganado pastaba, tomaba agua en las represas y era
cuidado por personas que trabajaban a medias con los propietarios de] ganado, siendo su
responsabilidad el cuidado del mismo.

La ocupación diferencial del espacio estuvo en íntima vinculación con el uso de la


tierra y con las actividades productivas. Propietarios y puesteros eran los sujetos agrarios del
siglo XIX en la zona sur del Valle de Catamarca. Los pueblos ya no eran el asiento de los
"indios" sino que, por el contrario, en ellos habitaban los propietarios que podían o no ser
"descendientes de indios". Por otra parte, durante los primeros años del período independiente,
los censos ya no se preocuparon por cuantificar a los "indios", ya que las normas fiscales de la

71
corona española fueron abolidas y, con ellas, la condición de "indios tributarios". Así, la
política hegemónica de los primeros gobiernos independientes apuntó a reparar las vejaciones
que la población indígena sufrió durante el período colonial y a atraerla hacia la causa
revolucionaria.

El 8 de junio de 1810 la Junta convoca a los oficiales indígenas que estaban desde
hacía tiempo incorporados a los cuerpos de pardos y mulatos. Una vez reunidos ante
el secretario Mariano Moreno (doctorado en Chuquisaca con una tesis sobre el
servicio personal de los indio.) escuchan la Orden del Día, que dispone su igualdad
jurídica: "La Junta no ha podido mirar con indiferencia que los naturales hayan sido
incorporados al cuerpo de castas, excluyéndolos de los batallones españoles a que
corre.sponden. Por su clase, y por expresas declaratorias de SM., en lo sucesivo no
debe haber diferencia entre el militar español y el indio: ambos son iguales y siempre
debieron serlo, porque desde los principios del descubrimiento de estas Américas
quisieron los Reyes Católicos que sus habitantes gozasen de los mismos privilegios
que los vasallos de Castilla" (ivíartínez Sarasola 1992:156, comillas en el original).

Por otra parte, Beigrano, Chiclana, Monteagudo y Castelli son representantes de un


grupo de la Asamblea del Año XIII entre cuyas normativas cabe resaltar el decreto de
extinción del tributo, la abolición de la mita, la encomienda, el yanaconazgo y todo servicio
personal, declarando que los indígenas eran hombres libres e iguales a todos los demás
ciudadanos. En la Constitución de 1819, correspondiente a las entonces Provincias Unidas
de Sudamérica, el art. 128 declaraba "a los indios de todas las Provincias por hombres
perfectamente libres en igualdad de derechos a todos los ciudadanos que las pueblan"
(ibidem:382).

San Martín también buscó la integración de los grupos indígenas del litoral y de la
zona sur de Mendoza. Asimismo, Belgrano en 1816 propuso una forma de gobierno en la
que se tuviera en cuenta a los herederos de los incas. Las actas del 9 de julio, por otra parte,
"fueron traducidas al quichua, aimará y guaraní con la correspondiente fórmula del

72
juramento que debían prestar todos los habitantes de la nueva nación" (ibidem:l 70).
Durante las guerras civiles entre unitarios y federales, ambos bandos intentaron utilizarlos
como mecanisn7os de presión (.) a través de alianzas y acuerdos (.) los indígenas
trataban de sacar (.) provecho, generalmente ligado al mantenimiento de la
propiedad de la tierra, la realización de sus actividades comerciales centradas en la
apropiación y trafico de hacienda (..) Constantemente apárecen vinculados a
Quiroga, a Bustos, a Ramírez, a López ... (Ibidem:208).

El espíritu de igualdad, libertad y fraternidad que inspiró a los independentistas de


la primera mitad del siglo XIX coadyuvó a una política hegemónica de integración de los
grupos indígenas que habían estado articulados en el sistema colonial. Sin embargo, en la
segunda mitad del siglo XIX la política hegemónica hacia los indígenas dejó de ser de
incorporación iluminista. Esto se debió no sólo a la importancia que cobraron las tierras que
habitaban los grupos de la Pampa, la Patagonia y el Chaco, sino también a cómo ese interés en
la tierra se explicó como la "falta de civilización" que evidenciaban estos grupos por su forma
de vida marcadamente "salvaje"—salvajismo también atribuido a la población rural
"mestizada" del interior del país, que comprendía a los habitantes de la zona de estudio.

Volviendo a las transformaciones en las relaciones de producción agrarias del área


comprendida por las actuales localidades de Miraflores, Coneta y los Puestos del Norte, Cruz
(en Pizarro et al. 1997) plantea que, para. el siglo XIX, era esperable la formalización del
clásico complejo latifundio-minifundio, en concordancia con realidades similares del noroeste
argentino y de Latinoamérica para la misma época. Sin embargo, observa que en el área de
Coneta-Miraulores esto no sucedió, señalando que el acceso a la tierra se dio de la siguiente
forma.

Por un lado, la casi totalidad de los productores tenían un acceso a la tierra y al agua
de regadío bajo formas de dominio real (propiedad privada), en parcelas delimitadas y
siempre en los límites del ejido de los pueblos. Otra forma muy popularizada de tenencia de
la tierra eran los derechos y acciones a campos comuneros en áreas de secano. Sin
embargo, a diferencia de otros casos de acceso a los campos comuneros, en el caso de esta

73
área, dicho acceso no fue resultado de una ocupación deliberada de tierras baldías, fiscales
o no, ni tampoco en razón de derechos provenientes de adscripciones a una entidad de tipo
comunitaria. Cruz (ibidem) sostiene que este proceso fue producto de la partición de bienes,
la compra-venta de inmuebles y los conflictos por su posesión de las haciendas y estancias
de Coneta y San Lorenzo. Su posesión registra una cantidad importante de individuos
enfrentados que, pese a existir una marcada preocupación en manifestar la legalidad de sus
derechos en los juicios sucesorios, vieron la mayoría de esos juicios inconclusos por la
elevada cantidad de oposiciones y nuevas presentaciones de herederos. Según el autor, esta
conflictiva situación jurídica fue un elemento que propició situaciones de tenencia precaria,
desde las cuales emergieron tanto parcelas privadas como derechos y acciones.

En síntesis, Cruz señala que en el siglo XIX los productores de esta área tuvieron
acceso a la tierra bajo estas dos formas: una buena porción de ellos combinó propiedad
privada de parcelas con derechos y acciones, mientras que otro sector sólo accedió a las
parcelas en los pueblos.

Algunos litigios por el acceso a tierras, afirma el autor, fueron indicadores del aumento
demográfico que registraron los distritos de Coneta y Miraflores en el siglo XIX, y en forma
paralela, del agrupamiento de la población en incipientes urbanizaciones. Cruz (ibidem)
encontró documentos en los que algunos propietarios solicitan la mensura de sus campos a fin
de delimitar su propiedad privada y evitar el uso de la misma por parte de otros:
E/presbítero León Zenteno, por síy en representación de Benancio Falcón, Agustín
Barroso, Roque Pedraza y demás descendientes de los Pedraza, de quienes liemos
adquirido la propiedad del campo y terrenos ubicados en Mira/lores,
comprendiéndose los puestos llamados de "Cubas ", Sisiguasi y Berrondos, me
presento con el poder que en forma acompaío... expongo: que siendo propielarios
yo y mis representados del mencionado campo y terrenos, los S.S. Don Celedonio
Miranda, ¡os herederos de Don Eusebio Herrera, la viuda Ester Miranda y otros,
sin dar a conocer sus títulos se introducen en nuestro campo y terrenos haciendo
uso de sus frutos. A fin de que se Ji/en con claridad los mojones, que encierran la
extensión de nuestros derechos en dicho campo y se conozca si tienen alguna razón

74
el uso que de el hacen los ya nombrados... vengo en presentarme con los

documentos (Archivo Histórico de Catamarca. Sección Judicial JI, Mensuras. Exp.


3.572, alio 1874, folio 1; también puede consuitarse para Coneta el Exp. 2.298, año
1866, ciiado por Cruz ibidem).

Este fragmento hace referencia diferencial al campo y terrenos ubicados en Miraflores


que incluye los puestos de Cubas, Sisiguasi y Berrondós. Es decir, ya en 1874 existía la
diferenciación entre Miraflores y los puestos de Cubas, Sisiguasi y Berrondos como parte
integrante del mismo campo, pero diferenciado de los "terrenos" de Miraflores. El deslinde de
los terrenos estaría marcando la existencia del agrupamiento de la población en una incipiente
urbanización: el pueblo de Miraflores. Cruz (ibidem) señala que la creación de pueblos en el
área de estudio tendió a legitimar la posesión de derechos y acciones debido a que el ejido
urbano se constituyó sobre campos comuneros, a diferencia del proceso que se dio en otras
áreas de la Argentina a fines del siglo XIX, donde los pueblos eran creados alrededor de las
estaciones de las lineas férreas (Ratier 2004). El pueblo como institución formal legalizó las
prácticas sociales de intercambio de tierras; les otorgó un ámbito de legitimidad también
formal, y un funcionario, el Juez Partidario, que garantizó la escrituración del movimiento
inmobiliario de derechos y acciones.

Sin embargo, también hubo casos en que la formalización de una urbanización (el
pueblo) coadyuvó al deslinde del campo comunero. Tal es el caso de Los Angeles, población
ubicada en la cabecera de agua del río Miraflores, del cual se abastecía tanto la localidad
homónima como la de Coneta. Ya desde la primera mitad del siglo XIX había estallado este
conflicto, no tanto por el deslinde sino por el agua:
Certflco [.uán Ignacio Narvaez] en cuanto puedo y de derecho debe ser verdad

que estando de Alcalde Mayor de aguas el año 43 [1843] se presentaron en forma


los dueños propietarios de aguas a saber, de los vecindarios de C'oneta y

Mirflores, exponiendo que en el Potrero llamado de Los Angeles, los dueños de la


estancia la extraían el agua sin justo título y hecho cargo de la notoria justicia...

mandé en primera veí a Don Ramón Ponce para que terraplenace las acequias,

quien sin verificarlo se volvió dando cuenta que lo habían resistido, amenazándole

75
peliarlo (Archivo Histórico de Catamarca. Sección Judicial JI, Mensuras. Exp.
4.802, año 1877,folio 9, citado por Cruz ibidem).

En esta cita aparecen ya en el año 1843 los "vecindarios" de Coneta y Miraflores,


corroborando la existencia de urbanizaciones o pueblos homónimos. Por otra parte, el agua
de riego del río Miraflores fue objeto de litigio durante mucho tiempo entre los habitantes
de Los Angeles y los propietarios de Coneta y Miraflores, ya que era vital para el desarrollo
de actividades agrícolas en estos últimos pueblos, y su cantidad mermaba
considerablemente si era desviada por tomas y acequias para realizar cultivos o "labranza"
en el terreno de Los Angeles, situado aguas arriba. Es por ello que los propietarios de
Coneta y Miraflores quisieron demostrar que el campo de Los Angeles estaba destinado
básicamente a la actividad ganadera, señalando que era un "potrero" en el fragmento citado
anteriormente y en un interrogatorio de 1877 en donde se señala que: "el potrero ha sido no
ha mucho reputado como estancia, esto es terreno de pastoreo no de labranza" (Op. Cit.,
folio 78 vta., citado por Cruz ibidem).

En ocasión de este conflicto de 1877, los litigantes hacen uso del pasado apelando a
los legítimos títulos que los habilitan a utilizar las aguas del río, haciendo referencia al
origen de las parcelas privadas en Miraflores y los campos comuneros aledaños. Con el
objeto de justificar sus derechos, los litigantes se remontan al reparto que en 1653 hizo
Doña María de La Paz, esposa de Hernando de Pedraza, entre sus herederos de la estancia
de Santa Ana de Miraflores:
que por el testamento.., del año de mil seiscientos cincuenta y tres de la finada
María de La Paz, resulta que al hacer la partición entre sushUos del lugar
denominado Miraflores, repartió las tierras y aguas del río entre sus hijos, sin que
esté dictaminado el volumen ni la cantidad de agua que poseía (Archivo Histórico de
catamarca. Sección Judicial II, Mensuras. Exp. 4.802, año 1877, folio 135 vta.,
citado por Cruz ibidem,).

Tal como se menciona en la cita, las sucesivas particiones y losjuicios sucesorios


inconclusos de lo que fue la estancia de Miraflores parecen haber sido una de las vías para

76
la emergencia de propietarios de parcelas con agua de regadio. Estos propietarios, apelaron
al pasado para legitimar sus derechos, alegando parentescos con los antiguos encomenderos
espafioles.

En Coneta, la emergencia de propietarios de parcelas con aguas de riego se onginó


en la combinación de juicios sin concluir, una compra de la estancia de Coneta y un arreglo
de aguas entre propietarios de Coneta y Miraflores. Cruz (ibidem) fundarnenta lo anterior
en una presentación que Manuel F. Navarro realizó a las autoridades judiciales en 1876:
Manuel F. Navarro, vecino de esta ciudad, con el debido respeto me presento a VS
adjuntando un expediente original que he encontradó entre nuestros papeles sobre
una cuestión sobre derechos de agua tenida en el siglo XVII entre los propietarios
de Coneta y Mirafiores, para que se sirva ordenar VS que, de.spués de dárseme una
copia autorizada de la escritura de compra de Coneta hecha a las monjas C'alalinas
de Córdoba y de la sentencia definitiva entre los propietarios de Coneta y
Miraflores, pase el expediente original al Archivo Público ('Op. Cit., filio 1 citado
por Cruz ibídem).

Así, la distribución del agua de riego parece haber sido el detonante para la
titulación de las tierras, el cercamiento de las parcelas y la conformación de áreas más
urbanizadas, los pueblos, en Los Angeles, Coneta y Miraflores. En esta zona, los campos
comuneros que no habían sido deslindados se situaban en el fondo del valle y en algunas
zonas altas del Ambato. Estas tierras se convirtieron en el complemento de los espacios
productivos de los pueblos en los que se realizaban tareas agrícolas, debido a que permitían la
explotación extensiva para el pastoreo y las actividades extractivas.

La organización de la producción agropecuaria, entonces, combinaba el uso de tierras


privadas y de campos comuneros. La propiedad privada era llamada generalmente terrenos de
sembradío o labradío. La superficie prorne dio de las explotaciones orillaba las 2 hectáreas (en
uno o varios predios). Fuera del espacio ocupado por la casa habitación, el resto se distribuía
en cultivos corno el trigo, los viñedos, las higueras y el inaíz con la adición de animales de
granja y una pequeña huerta. Por otra parte, la propiedad de la tierra se combinaba con la

77
propiedad de agua de regadío, cuya cantidad y turnado dependía de acuerdos consuetudinarios
de larga data.

Los derechos y acciones a campo constituían el complemento de las tierras de


labranza. Su ubicación guardaba muchas veces contigüidad con los predios privados; es decir
que la última parcela señalaba el comienzo de los campos comuneros. Los hogares con
tenencia de derechos y acciones utilizaban los campos para actividades extractivas (flora y
fauna), y ganaderas (vacunos y caprinos). A los fines de cumplimentar las necesidades de la
cría del ganado, apareció la figura del puesto, institución dominante de los campos. En tomo a
ellos se constituía un verdadero complejo productivo que incluía la introducción de mejoras
artificiales como la represa o el pozo de balde, los potreros y el rastrojo para ganado y
eventualmente la subsistencia del puestero. Cruz (ibidem) señala que la introducción de estas
técnicas era un indicador que transformaba los derechos y acciones en propiedad precaria,
pero consolidada.

Por estas razones, el acceso a los campos comuneros fue bastante generalizado en
Coneta y Miraflores. Su utilización permitía la implementación de estrategias productivas
alternativas, además de brindar a las familias la posibilidad de la producción ganadera. En
economías familiares donde la sumatoria de factores agroclimáticos adversos y la aparición de
plagas eran una realidad anual usual, la recurrencia a derechos y acciones garantizaba una
cuota de ingresos mínima, pero necesaria en un ciclo donde no abundaba el trabajo
exirapredial permanente (Cruz ibidem).

Sin embargo, a inicios del siglo XX se incrementó la explotación de los bosques (Cruz
ibidem). Esto favoreció la valorización y privatización de la tierra de la zona, propiciando
pleitos civiles por posesión y solicitudes de mensura de los campos comuneros.

En todo caso, el proceso de urbanización del área en estudio y su especialización en la


producción agropecuaria y extractiva estuvo relacionado con la dinámica socioeconómica que
adquirió el Valle de Catamarca al insertarse en las políticas hegemónicas provinciales y
nacionales. Durante el siglo XX, la economía regional del noroeste argentino sufrió, el impacto

78
del establecimiento del modelo de país agro-exportador con eje en la Pampa Húmeda. Así,
este Valle que no logró insertarse en los circuitos comerciales coloniales, convirtiéndose en un
área marginal dentro de la marginalidad del Tucumán colonial, tampoco devino, en el siglo
XVIII, en un área de relevancia para el modelo borbónico con eje en la producción de la
pampa húmeda y la ciudad de Buenos Aires. Menos aún fue favorecido por el modelo de país
agroexportador que triunfó a fines del siglo XIX, a pesar del trazado de las líneas del
ferrocarril que permitieron la salida de algunos productos del Valle de Catamarca hacia
mercados regionales.

Avanzado el siglo XIX, el liberalismo inspiró la politica hegemónica nacional,


evidenciándose en el pensamiento de Alberdi, Sanniento, Mitre, Roca y la "Generación del
80", tomando corno ejemplo a imitar los modelos europeos. Según estos dirigentes, la
unificación de la Nación debía ser realizada a través de la creación y consolidación de las
instituciones del Estado, con el fin de ingresar a la civilización. Complementariamente se
debía lograr la unidad territorial y jurídica del Estado. Según la dicotomía definida por
Sanniento como "Civilización o Barbarie",
la "civilización" es entendida corno el conjunto de hechos que hacen participar al
país de Occidente, universaíizándolo y dotándolo de una forma ¿le vida que en última
instancia, se asimile a lo externo; el desarrollo de la Nación-Estado; la
industrialización cono un fin en sí misma; las propuestas ideológicas liberales: la
incorporación aluvional de las ciencias positivas; la "blancura" de la población
corno única posibilidad de progreso. Por su parte, la "barbarie" es concebida corno
todo aquello que nos separa de Occidente, alejándonos de la integración a la historia
universal, a través de la afirmación de los valores y tradiciones originales de "la
tierra" (Martínez Sarasola 1992:257, comillas en el original).

Lenton señala que


entre 1880 y 1890, la construcción del colectivo de identficación (nosot ros-
argentinos) se caracteriza por la conciencia compartida por la clase gobernante de
que se está construyendo la Nación, la "organización nacional" y "el pueblo mismo"
que la compone. El concepto de Nación se corresponde con un criterio de soberanía

79
absoluta sobre un territorio bien delimitado, a/interior del cual todo debe estar
centralizado: el gobierno, la representación internacional, el mercado interno, los
transportes y comunicaciones, el ejercito, y fundamentalmente, las políticas de
población (2003, comillas en el orgina).

Según esta autora, los gobernantes asumieron la "misión" de seleccionar los grupos
sociales y étnicos que serian incorporados dentro de este colectivo. En la medida en que el
modelo de la nación-como-estado (Williams 1989) era el paradigma de república capitalista
liberal, todas aquellas unidades que no podían ser homogeneizadas culturalmente, fueran
indígenas o no, debían desaparecer.

Durante las últimas décadas del siglo XIX, la política hegemónica nacional fue
contradictoria. Por un lado se buscó la unificación cultural del país a partir de la creación de
escuelas y del mejoramiento de las comunicaciones a través de obras públicas tales como el
telégrafo, las vías férreas y las rutas. Por otro lado, la conquista del desierto y la guerras
contra el Chaco—junto con la continuada polarización del país entre Buenos Aires y el
interior, y la emergencia de la oligarquía terrateniente y una gran masa de población sin
posibilidad de acceso a los recursos—fueron elementos que signaron la diversa
configuración económica, social, política y cultural del país de fines del siglo XIX.

Así, entre 1860 y 1885 se tendieron las lineas del Ferrocarril Argentino que
posibilitarían una inserción más rápida de la producción catamarqueña en los mercados
regionales aunque, a pesar del auge que tuvo entre 1860 y 1870, la producción provincial fue
en marcado descenso desde entonces hasta el presente (Bazán 1995 y 1996). Cabe señalar que,
hasta el momento, Catamarca exportaba su producción ganadera a Chile, así como cueros,
aguardiente y olivo a algunas áreas de la Argentina.

Antes del tendido de las vías férreas, los viajes se realizaban mediante vapores hasta
Rosario. A partir de esta ciudad el transporte de pasajeros se realizaba en diligencias a
Mendoza, pasando por San Luis; y a Salta, pasando por Córdoba, Santiago del Estero y
Tucumán. Según lo señala von Tschudi (1 858-1966)—un geógrafo suizo que realizó un viaje

80
desde Córdoba, atravesando la cordillera de los Andes, hasta el Puerto de Cobija en la actual
costa chilena en el año 1858—el servicio de diligencias excluía a San Juan, La Rioja,
Catamarca y Jujuy.

Von Tschudi señala en sus memorias que


• ..para llegar de Córdoba a Catamarca, se puede usar un coche propio (.) o bien se
une a un arriero que viaja con sus mulas (.) o se viaja con animales propios o con
caballos de posta por el inimo camino que toma e/correo (1858-1966:328).
El optó por esto último. Durante su viaje a Catamarca, entonces, tomó el camino utilizado por
el correo, en el cual se encontraban diez postas en la provincia de Córdoba y cinco postas en la
provincia de Catamarca, hasta llegar a la capital de la misma. El relato de von Tschudi es
interesante en dos sentidos. Primero, porque menciona algunas postas en 1a provincia de
Catamarca que coinciden con algunos de los Puestos del Norte del área en estudio 4. En
segundo lugar, este geógrafo describe en su flan -ación algunos aspectos de los lugares por los
que pasaba y de la gente que allí vivía que ponen de manifiesto el punto de vista desde el cual,
por lo menos los viajeros extranjeros del siglo XIX, clasificaban y valoraban las formas de
vida de los habitantes de la entonces Confederación Argentina.

Si bien el geógrafo suizo plantea que el límite entre Córdoba y Catamarca que
atraviesa las Salinas Grandes es prácticamente imaginario, describe a "La Punta"—la primera
posta ubicada en territorio catamarqueño, en las estribaciones del cordón montañoso de la
Sierra del Ancasti—como una posta ubicada "sobre una triste llanura de arena al pie de la
sierra (...) y esta posta consiste solamente en algunos muy miserables ranchos de barro"
(1966:338). Al describir a los catamarqueños, von Tschudi señala que su diferencia con los
habitantes de Córdoba es
muy notable, tanto en el idioma como en la forma de lá cara. Entre los cordobeses
predornúa el tipo español más fino, más marcado, es más esbelto, fuerte y movedizo,
fucilmente excitable, impetuoso y pérfido. El catamarqueño en cambio lleva bien
reconocible ¡a característica de su descendencia india, con su cara ancha con
pónudosfuertesy nariz chata. Es reposado, sumiso, lento yfieL El cordobés tiene una

Ver mapa 4.

81
tonada particular cantante en su modo de hablar, el catamarqueño acentúa según el
modo indio siempre la primera sílaba, y cuando en el español se acentúa la primera,
acentúa la segunda o la tercera, es decir pronuncia mal cada palabra española. Dice
por ejemplo ánhigo, en vez de amigo, nlújer en vez de mujer, etc. (1966:338-339, las
negritas son nuestras).

Si bien von Tschudi escribió las memorias de este viaje con fines científicos propios de
los viajeros del siglo XIX, el punto de vista desde el cual describió paisajes y habitantes estaba
anclado en su reflexividad práctica y teórica. Es por ello que los prejuicios raciales con que
diferencia a los cordobeses y a los catamarqueftos se vinculan con el grado del mestizaje: más
españoles los primeros y más indios los segundos. El grado de mestizaje es medido por tres
características: el aspecto fisico, el carácter y la lengua. Cabe señalar que no era el ánimo de
este geógrafo menospreciar a los catamarqueños, ya que en otro lugar de su narración seílala la
incapacidad de los cordobeses para cargar a los caballos satisfactoriamente comentando que
los cordobeses no son arrieros, en general no entienden la tarea de cargar bien el
carguero. Mucho mejores son en este sentido los peones de las provincias de La Rioja y
catamarca. Son los mejores arrieros de la Confederación. En cada posta mi peón de
Catamarca se reía de los postillones y gauchos cordobeses ... (1966:333).

El segundo aspecto en que el relato de este geógrafo es significativo es que el camino


que recorre al entrar en Catamarca atraviesa la zona sur del Valle de Catamarca, recorriendo
algunas postas de correo cuyos nombres coinciden con los puestos que todavía persisten en los
mismos lugares. Estas postas son El Estanque, la Punta del Río y el Puesto de Cubas. Las dos
primeras están comprendidas en los actuales Puestos del Sur del Departamento Capayán,
mientras que la última es parte de Los Puestos del Norte que forman parte del área en estudio.
Es muy posible, por lo tanto, que el camino que recorrió von Tschudi desde Córdoba a
Catamarca haya sido utilizado asiduamente antes del trazado de las actuales rutas nacionales y
provinciales. Este camino siguió siendo utilizado hasta 1950 aproximadamente, segi1n lo
relatan los habitantes locales, tal como veremos en los capítulos siguientes 5 .

Ver mapas 4 y 6.

82
El viajero describe, además, algunos aspectos sobre la producción agropecuaria del
área. Así, el propietario de la posta Punta del Río era "un hombre acaudalado, que posee
mucho ganado" (ibidern:340). Presumimos acá que hace referencia al ganado vacuno, ya que
más adelante denomina a la producción caprina como "cabras" específicamente, a diferencia
del "ganado". Por ofta parte, señala que
• a tres leguas de Punta del, Río se encuentra una propiedad (.)"Los Raygones"
donde se practica una importante crianza de mulas (.) En ¡a provincia de c'ata,narca
se denomina a las propiedades, en las cuales se practica la crianza de ganado,
"estancia" o "puesto ". Las primeras están generalmente en las sierras y tiencn
manantiales o agua corriente, los segundos en cambio se encuentran en la llanura y
tienen pozos excavados o cisternas. Todas las postas mencionadas son "puestos ". El
agua de las cisternas es oro agua que se filtro desde las capas perfbradas o agua de
lluvia recogida... "ibidem, comillas en el origina.

La descripción que hace von Tschudi de la estación "Puesto de Cubas"—que es la que


más nos interesa por formar parte específicamente del área de estudio—no es muy generosa.
Al respecto expresa que
a pesar de que (.) es la más cercana a la capital provincial, es de las peores (.) El/efe
de esta posta me había prometido la noche anterior proporcionarme al amanecer los
animales necesarios, pero a la mañana me declaró que podía dármelos recién cuando
iban a llegar de la sierra al bebedero (.) Yo cacé durante esta muy desagradable
demora una cantidad de papagayos ('catita.$) y palomas grandes ('torcazas) que se
habían reunido en bandada sobre los árboles de los alrededores. J'uesto que el jefe de
correo no pudo ofrecerme como desayuno más que medio zapallo asado en ceniza
caliente, las sabrosas aves eran un suplemento muy deseable. Cuando una ave cayó, los
sucios muchachos sallaban para agarrarla, la desplumaban y la asaban atravesada por
un palito sobre las brasas. El camino de 7 leguas desde el puesto hasta la capital pasó
por una región arenosa, cubierta por arbustos bajos. Recién cerca de catamarca se
observan algunos cultivos ... (ibidem:341).

83
El relato de este geógrafo suizo es sumamente rico en detalles relevantes para este
estudio. Con respecto a la producción de la provincia de Catamarca para el año 1858
considera que esta provincia
es relativamente fértil y en algunas regiones que tienen suficiente agua es hasta
exuberante. Ganadería, agricultura y vitivinicultura suministran productos para un
comercio bastante activo de exportación, pero los ramos de la industria están a un
nivel muy kilo todavía. Los principales productos de la provincia son: mulas que se
venden a Bolivia y al Perú; ganado que tiene su venta segura en Copiapó en Chile;
cabras que en esta provincia igual que en Córdoba se crían en cantidades
extraordinarias y cuyos cueros crudos o curtidos se llevan a Buenos Aires; cueros
vacunos (..) para exportación; trigo que es exportado también a la provincia de
Tucumán; ají y anís (.); tabaco, vino y aguardiente, este último es un artículo
importante para el comercio con Bolivia; finalmente pasas de higos que constituyen,
fuera del maíz, uno de los alimentos principales de la clase obrera. La provincia es
asimismo bastante rica en metales (.) Anlaíio se ha cultivado y trabq/ado (.)
mucho algodón, empero desde que se venden géneros de algodón importados
(Tucuyos,) ingleses y norteamericanos, 25% más baratos, el cultivo del alg9dón se
suspendió por completo (ib idem: 345).

Finalmente, von Tschudi caracteriza a la población de la provincia de Catamarca


señalando que era de 80.000 habitantes según el último censo, presurniblernente el cálculo
realizado en 1854 por Benedicto Ruzo, ya que el primer Censo Nacional data de 1869. Es
interesante el comentario que el geógrafo realiza sobre las características de la población. A
partir de su fisonomía y del idioma, señala que los habitantes de Catamarca son "en su
mayor parte descendientes de los indios Calchaquíes, pero están mestizados
frecuentemente con españoles" (ibidem, las negritas son nuestras). Aquí vemos, que a
pesar del tiempo transcurrido desde la derrota de la resistencia calchaquí (casi doscientos
años), el recuerdo de los mismos como antecesores de los habitantes catamarqueños es re-
•centrado por el geógrafo extranjero. Podemos suponer que mucha de la información
resefiada por este viajero le fue suministrada por los propios catamarqueños durante su
viaje.

84
De allí que observarnos que la memoria local continuaba marcando la ascendencia
indígena a mediados del siglo pasado, a pesar de que, corno verémos a continuación, la
política hegemónica identitaria a nivel nacional pretendió homogeneizar corno no indígenas
a los habitantes de las por entonces 14 provincias comprendidas dentro de la República
Argentina, reservando el calificativo de indio para los insurrectos que poblaban el Gran
Chaco y la Patagonia que aún no habían logrado ser doblegados por la coacción militar.

Corno hemos señalado anteriormente, la construcción de las vías férreas en la


República Argentina constituyó una de las políticas nacionales que propiciaron la inserción
de las distintas economías regionales y de su población en un modelo de país europeizado,
exportador, y con eje en los puertos de Rosario y de Buenos Aires. Hacia 1867 se
encontraba en construcción el ferrocarril Rosario-Córdoba y se estudiaba la posible
prolongación desde esta última hasta Jujuy. Esta prolongación del ferrocarril Cenfial
Argentino, según Burmeister, sería de
mucha importancia, puesto que conectará justamente las provincias más ricas de
la Confrderación, las provincias de Córdoba, Santiago, Tucumán, Salta y Jujuy con
el Paraná y abrirá al mismo tiempo un nuevo camino para el comercio con Bolivia
(Burmeister 1868-1966:59).

Ocho años después, ya estaba en funcionamiento el ferrocarril que unía Buenos


Aires con Córdoba. En el mapa de la República Argentina realizado en base a originales y
fuentes cartográficas oficiales presentadas por A. Peterman en 1875—quien tomó los
últimos trabajos realizados para la fecha por los Ingenieros Nacionales de la República
Argentina (Burmeister 1875-1966)—el ramal a Jujuy se encontraba en construcción 6 .

También se estaba construyendo otro ramal que se bifurcaba en• Tucumán dirigiéndose al
sudoeste, pasando por Catamarca, La Rioja y San Juan hasta llegar a Mendoza. Desde
Mendoza, otro ramal en construcción que pasaría por San Luis, Río Cuarto y se uniría con
el ramal Buenos Aires-Córdoba en la ciudad de Villa María.

6
Ver mapa S.

85
Tal como señalamos más arriba, no es menor la nominación que se hace en este
mapa de ciertas áreas como "territorios indios". Estos eran dos. El Territorio Indio al Norte,
en el que se ubican algunos nombres de "grupos indígenas" en distintas áreas de las
actuales provincias de Santa Fe, Chaco, Santiago del Estero, Salta, Jujuy y Formosa, tales
como los "mocovís", los "tobas", los "chunupis", los "matacos", entre otros. El Territorio
Indio al Sur, comprendía parte de las actuales provincias de Buenos Aires, La Pampa,
Mendoza, Neuquén, Río Negro y Chubut (el mapa no continúa hacia el sur). En dicho
territorio ubica a distintos grupos tales como los "ranqueles", los "puelches", los
"huiliches", los "tehuelches", los "puan-mapo-ches", entre otros. Evidentemente, la política
hegemónica identitaria con que la naciente República Argentina clasificaba a los "indios"
había variado en los grupos destinatarios de dicho calificativo. Ya no eran, como en la
época de la conquista española, aquellos que habitaban en el noroeste argentino, que luego
se transfonnaría en el Tucumán Colonial. Por el contrario, esa área aparece en el mapa
como parte de las provincias que forman la República.

En otras palabras, los que a fines del siglo XIX eran considerados "indios" eran los
grupos que aún resistían al avance de las tropas "civilizatorias" argentinas, ubicados en al
sur de "la Pampa" y en el "gran Chaco". Según esta cartografla, quienes habitaban los
territorios "no indios" eran considerados homogéneamente como ciudadanos argentinos. La
diversidad de los grupos que identificaron precariamente los españoles fue homogeneizada
frente a la heterogeneidad que presentaban aquellos grupos que aún no habían podido ser
incorporados en el sistema económico, social, político y cultural de la floreciente y
occidental República.

Sin embargo, según el compendio geográfico-estadístico que realiza el Dr.


Burmeister del cual el mapa antes mencionado constituye un anexo:
La actual República Argentina comprende casi la mayor parte del entonces
virreinato español de Buenos Aires (.) limitada al Oeste por las Cordilleras y al Este
por los Ríos Paraguaj Paraná y Uruguay; está ubicada al Sur del 22° lat. Sur y
llega al estrecho de Magallanes (1875-1966:63).

86
Según estos límites, tanto el Territorio Indio al Norte como el Territorio Indio al Sur
estaban incluidos dentro del territorio de la República Argentina.

En este compendio Burineister se refiere a la división política y población,


señalando que la República Argentina está conformada por 14 provincias que él subdivide
en cuatro grupos, según su ubicación y condiciones territoriales. Denomina al primero
Las Provincias del Norte. Este grupo comprende la mejor parte del país, las tres
provincias Jujuy, Salta y Tucumán, una región con clima excelente, abundante
vegetación (..) Se produce azúcar (.) igualmente tabaco, especialmente aguardiente
de caña de azúcar, muy elogiado y exportado, sobre todo de Tucumán, la provincia
más industria/izada. Aquí se fabrica también cuero curtÉdo de buena calidad que se
lleva hasta Buenos Aires ('ibidem: 103).

Denomina al segundo grupo "Las provincias Cordilleranas" en las que incluye a


Catamarca, La Rioja, San Juan y Mendoza.
Estas provincias tienen un clima cálido, seco, no son aptas para la agricultura, que
solo puede prosperar mediante riego artficial, pero florece la ganadería (.),y ellas
proveen de ganado a la república vecina de Chile. En las cuatro provincias hay
minería y se produce especialmente cobre, pero también plata (.) La Rioja y
Mendoza producen vino de mesa aceptable, Catamarca y San Juan tanibién, pero de
calidad inferior (.) también se producen olivas y se les envían a Buenos Aires...
('ibidem: 104).

En el tercer grupo incluye a "las provincias de centrales, son las más pobres"
(ibidem:105): San Luis, Córdoba y Santiago del Estero. Subdivide al cuarto grupo en dos
subgrupos: Entre Ríos y Corrientes por un lado, y Santa Fe y Buenos Aires por el otro.
La riqueza principal de ambas consiste en su ganadería, exportan ¡ana, cueros,
huesos, y carne desecada, y especiabnentc Buenos Aires realiza enormes negocios,
puesto que es una de las fuentes principales de estos artículos para el mercado
mundial (ibidem: 106).

87
En este compendio, Burmeister describe también a la población según el primer
Censo Nacional realizado en 1869. En todas las provincias menciona la cantidad de
habitantes discriminando entre rurales y urbanos, sin especificar como lo hizo von Tschudi
su ascendencia indígena. Pero, en consonancia con la preocupación de las autoridades
nacionales de la época por expandir su dominio, Bunneister dedica los últimos dos párrafos
de su compendio a los habitantes del resto del territorio de la República Argentina, cuya
extensión geográfica es significativa comparada con las 14 provincias que describe:
Hay que recordarse todavía de la población de indios salvajes que viven
especialmente en el Norte del Gran chaco y en el Sur de la Patagonia que de cuando
en cuando perjudican mucho a los habitantes de los distritos fronterizos por sus
incursiones en las regiones civilizadas, tanto por los robos de ganado, como por los
asesinatos de los moradores (.) Los indígenas del Norte son menos salvajes y no
hacen tantas incursiones, en cambio los indios del Sudoeste se dedican mucho a estas
prácticas (.) Las tribus más cercanas del Sudeste se han unido al Gobierno, pero
reciben por esto un tributo y ayudan a los guardias fronterizos contra sus hostiles
congéneres occidentales... (ibidem).
Burmeister, al igual que lo hicieran los españoles dos siglos y medio antes, describe a
los "indios" en términos evolutivos, sosteniendo que los "indios salvajes" perjudican a las
"regiones civilizadas", y mide el grado de salvajismo según el "peligro" (los del Nórte son
menos peligrosos que los del Sur) y la "amistad" (los del Sudoeste hacen más incursiones
que los del Sudeste) que representan para los habitantes "no indios". Al respecto, Lenton
señala que en la década de 1880-1890, los discursos de los gobernantes argentinos
clasificaban al indígena
según una tipología construida no en función de divisiones etnográficas más o
menos respetuosas de auioadscripciones indígenas, sino en función de su grado de
asimilación a la sociedad occidentalizada (..) La categoría opuesta a la de "indios
amigos ", aunque rara vez se explicita, es la de los indios "nómades' Aparentemente,
en esta sub-categoría, que abarca a todos los "indios no-incorporados al modelo
productivo' son más frecuentes los intentos de "ciasficarlos" a través de dft rentes
variables. Se da una primera comparación entre indios sureños y chaqueños, según
la cual la "índole" de los primeros no se presta a su sometimn len/o pacUico, como se
supone respecto de los últimos. (.) Las referencias a los indios del pasado se
expresan generalmente como un 'prohiema superado "; también hay algunas escasas
referencias a "grandes civilizaciones" extinguidas, y asociadas o comparadas
siempre con lo incaico (2003, comillas en el original).

Por otro lado, Burmeister (1 875-1966) señala que el censo de 1869 indica un total
de 72.291 indios en los que se incluyen los del Gran Chaco, los de las Misiones antiguas,
los de la región de la Pampa hasta el Río Negro y los de la Patagonia austral y occidental.
Finalmente, al contabilizar la cantidad de habitantes de la República Argentina
"descendientes de naciones europeas y sus mestizos habidos con los indígenas primitivos",
señala un total de 1.810.000 (ibidem:107).

Cabe señalar en relación a los resultados arrojados por el primer Censo Nacional de
1869 que los resultados que publica Martínez Sarasola (1992:322) difieren de los de
Burmeister (1875-1966). Según el primero, la población no indígena de la Argentina era de
1.819.891 habitantes, mientras que la indígena era de 93.133 sin contabilizar la región
Noroeste. Más allá de estas diferencias, es interesante que en dicho Censo se divide a la
población en: nativos, extranjeros e indígenas. Sin embargo, a diferencia de las Visitas y
Padrones realizadas durante la época colonial, el interés de dicho censo no es cuantificar la
población aborigen con fines fiscales, sino geo-políticos. En tal sentido, no es menor la
categoría "extranjeros" que aparece en el censo, en donde, por ejemplo, en el caso de
Buenos Aires, según Burmeister (ibidem) se especifica la procedencia de. los mismos,
siendo nativos solamente 90.000 habitantes de un total de 500.000.
E-
Volviendo a la comparación entre la narrativa de Burmeister y la de von Tschudi,
este último describe territorios por los que pasó y habitantes con los que convivió; su texto
es articulado desde un narrador comprometido con su relato, atestiguando que él estuvo allí
y que lo descripto y relatado se enmarcaría en una finalidad naturalista.y cientificista. El
primero, en cambio, construye su relato como un narrador ausente, teniendo como finalidad
la descripción objetiva de territorios y poblaciones pasible de ser utilizada con fmes
geopolíticos. Más allá de estas diferencias, ambos testimonios son surnámente

89
esclarecedores de la manera en que el Valle de Catamarca se insertó en su contexto
provincial, nacional e internacional a mediados del siglo XIX.

En el mapa del Dr. Brackebush (1891) se observa el trazado de líneas férreas y


caminos en la zona sur del Valle de Catamarca 7 . Cabe señalar la coincidencia de las
denominaciones de algunos parajes con aquellos topónimos utilizados por los españoles
que confonnaron los pueblos en el pedemonte del Ambato durante el siglo XVIII y que
posteriormente fueron estaciones del ferrocarril y el paso obligado de la ruta que unía
Catamarca con La Rioja: Miraflores, Villapima, Capayán y Chumbicha. Asimismo,
encontramos en este mapa de fines del siglo XIX algunos puestos en el fondo del Valle que
incluyen topónimos mencionados por los españoles tales como Barreal y Sisiguasi, junto
con las postas y propiedades que mencionó von Tschudi en 1858: Punta del Río, Brea,
Estanque, Balde de la Punta, Horqueta, entre otros.

Según los documentos del siglo XIX que hemos analizado, los habitantes del Valle
de Catamarca ya no fueron clasificados como "indios" de la misma manera en que lo
fueron los habitantes de la Patagonia y del Chaco. Para fines de dicho siglo eran mestizos,
no tan blancos o españoles como los criollos del litoral y de las élites civilizadas del interior
del país, pero tampoco tan indios ni salvajes como quienes aún resistían el proceso
civilizatorio en los "Temtorios Indios". Sin embargo, el fantasma de los "indios
calchaquíes" corno grupo poblacional del que "descienden" los catamarqueños sigue siendo
re-centrado por von Tschudi en 1858. Cuando este viajero compara a los habitantes del
Valle de Catamarca con los cordobeses, postula la "descendencia india" de los primeros,
descendencia que se evidenciaría tanto en sus rasgos biológicos como culturales. Así, según
este viajero, en el caso de los catamarqueños la preponderancia del "tipo indio" no se habría
borrado totalmente en el proceso de mestizaje con el "tipo español", a diferencia del caso
de los cordobeses. De esta forma, aún en el siglo XIX, momento en el cual la retórica
hegemónica ya no consideraba como "indios" a las "culturas incorporadas y sometidas" que
constituirían la base de sustentación del "mestizaje", la "matriz hispano-indígena" no se
presentaba tan homogénea en todas las áreas geográficas que antiguamente habían estado

Ver mapa 6.

90
sojuzgadas por la Corona Española. La apreciación que realiza von Tschucli sobre los
habitantes del Valle de Catamarca a mediados del siglo XIX da cuenta de que ciertas
marcas de abonginalidad aún operaban como estrategias deinarcatorias de diferencias
sociales desde un clivaje étnico en un área en donde, aparentemente, toda la población rural
subaltema se había "mestizado", conformando una estructura social agropecuaria en donde
las posibles adscripciones indígenas eran obliteradas.

5. De "conetas" de aquí a "collas" de allá. Mestizaje y readscripciones identitarias

Habida cuenta de los cambios en la estructura agropecuaria de la zona de Coneta,


Miraflores y los Puestos del Norte; de las implicancias que las pólíticas identitárias
hegemónicas de la naciente República Argentina tuvieron sobre la "invisibilización" de la
adscripción indígena de la población que habitaba las zonas de sierras del noroeste argentino
en general y del Valle de Catamarca en particular; y de algunas ambiguedades y
contradicciones en las retóricas del mestizaje de la población de este Valle; queda por
preguntarse ¿qué acepción tiene el término "indio" en la zona de estudio durante el siglo XX?

Hemos visto que durante el siglo XIX los habitantes de Coneta, Miraflores y Los
Angeles hicieron uso del pasado para litigar por sus derechos a las tierras. Sm embargo, no lo
hicieron re-centrando su adscripción indígena, sino alegando ser herederos de los españoles
encomenderos. Cabe preguntarse, entonces, sobre la factibilidad de que, tal como lo sugieren
muchos autores, la población de esta zona se haya mestizado, dando origen a la "matriz
cultural hispano-indígena" a la que refiere Martínez Sarasola (1992), pero enfatizando el
componente hispano.

Dicho autor señala que, como la dinámica cultural que se dio en el noroeste argentino
durante el siglo XVII caracterizada por la resistencia calchaquí, la desnaturalización de los
grupos que se rebelaron y las consecuencias de la inserción -de los indígenas en el sistema
colonial, si bien provocó, la mestización de gran parte de los aborígenes, también dio origen a
la aparición de una nueva elnia, los collas, síntesis de diaguilas y omaguacas,
definitivamente diluidos, los apalamas ('sic) —que permanecían relativamente

91
defendidos en su Puna inaccesible— y los grupos de origen quechua y aimara
procedentes de Bolivia, cuantitativamente cada vez más numerosos y en fin, parte de
la masa mestiza no integrada en los centros urbanos... ('ibidem:316).
Más allá de la clisquisición que este autor realiza sobre la "autenticidad indígena" de esta
nueva etnia según los parámetros de esencialismo y tradicionalismo con que analiza a los
grupos indígenas sobre los que hemos reflexionado más arriba, es interesante el relato que
realiza sobre las políticas hegemónicas provinciales del siglo XIX. Así, señala que durante
dicho siglo el noroeste argentino también estuvo signado por la lucha por la tierra entre los
flamantes estados provinciales y sus oligarquias nacientes, por un lado, y las poblaciones
indígenas cuyos derechos sobre sus posesiones eran confusos, por el otro. Los estados
provinciales lanzaron
una política de verdadera disolución consistente en la creación de cargos fiscales
'el impuesto indígena, reemplazante del antiguo tributo): la introducción de la
economía capitalista en desmedro de la tradicional de trueque y la organización de
los sistemas de poder provinciales. Esa política perseguía un único objetivo: el
despojo de la tierra ... ('ibidem:316 y 31 7).
Frente a estos embates, en la provincia de Jujuy se produjo en 1874 el alzamiento de
algunas comunidades puneñas que fueron sofocadas, conocido como la Revolución de
Quera.

Aún cuando la provincia de Catamarca recién en 1954 incorporó en su jurisidicción


a la región de Puna que hoy abarca el departamento de Antofagasta de la Sierra y parte del
de Tinogasta y de Belén, es dable suponer que, al igual que en las otras provincias del
noroeste argentino, las tierras a las que tenían acceso los habitantes indígenas de la zona
oeste de la provincia en virtud de los derechos coloniales del siglo XVIII fueron objeto de
una política hegemónica provincial de expropiación de las mismas, convirtiéndolas en
tierras fiscales y desconociendo los derechos coloniales. La población que habitaba el oeste
de la provincia también se incorporó a la "matriz hispano-indígena", pero de una manera
diferencial a la del resto de la provincia en la que se asentaron a fines del siglo XIX
imnigrantes españoles, italianos y árabes. Así, según nuestros entrevistados en el Valle de

92
Catamarca, los indios son los "collas" que viven al oeste del Ambato, o en la región del
chaco-salteña.

Martínez Sarasola insiste en que, para principios del siglo XX, colla
es la denominación genérica con que comienzan a conocerse a las comunidades

herederas de la forma de vida original de nuestro Noroeste, portadoras a su vez de la

tradición andina que los tardíos inmigrantes quechuas y aymaras enriquecieron...


(1992.354).
Sin embargo, este autor reconoce que existen una serie de dificultades para ubicarla y
definirla. Como muestra de ello cita diversas definiciones que de este grupo han realizado
Magrassí, Freites, Hernández, el ServicioNacional de Asuntos Indígenas del Ministerio de
Bienestar Social en 1973, el Servicio Nacional de Asuntos Indígenas del Ministerio de
Bienestar Social y la Asociación Indígena de la República Argentina en 1976, y el Equipo
Nacional de Pastoral Aborigen en 1987. Sin embargo, estas clasificaciones hegemónicas de
los "otros indígenas" coinciden en ubicarlos en la zona de Puna de las provincías de
Catamarca, Salta y Jujuy.

Las dificultades radican en la insistencia de considerar la existencia de una


identidad indígena esencial que permanecería inalterable frente a los procesos de mestizaje
corno una forma de resistencia, según plantea este autor. Cabríaquí considerar, por un
lado, que la marcación de identidades indígenas constituye parte de las políticas
hegemónicas identitarias y de los mapas estatales de inclusión en un contexto témporo-
espacial de producción determinado. Por lo tanto, es muy posible que varíen las
clasificaciones de los investigadores, de los dirigentes indígenas y de los organismos
gubernamentales y no gubernamentales según sus reflexividades. teóricas y prácticas. Por
otro lado, en ninguna de estas clasificaciones se ha considerado la auto marcación de la
población a quien se incluye en dicha categoría.

Con respecto a las clasificaciones de la población realizadas en los Censos


Nacionales, en el segundo recuento nacional de 1895 así como en, los subsiguientes de
1914, 1947, 1960, 1979 y 1980 no se incluyó la categoría censal "indígenas". Lazzari

93
(2003) señala que esta "omisión" constituye un mecanismo de invi sibil ización de las
maquinarias diferenciadoras que operan en la construcción y naturalización no sólo
prescribiendo, sino también proscribiendo tropos posibles de identificación de contingentes
poblacionales. Esto se debe a que, para fines del siglo XIX, los mismos ya no constituían
un problema para la política hegemónica nacional.
Con la conquista de los úitimos territorios libres, para el Estado argentino
desaparecen las fronteras interiores. Para los indígenas desaparece su tierra. Para el
Estado el mapa se unfica. Para los indígenas el mapa se disuelve. Las comunidades
originarias, que una vez habían sido dueñas de inmensas extensiones, se convierten
en minorías de un Estado y un país que sigue sin entender/as, que sigue sin
considerarlas parte de él (Martínez Sarasola 1992:325).

Paralelamente a la disolución de la categoría del "indígena" como peligroso para el


colectivo de identificación nacional (nosotros-argentinos), a partir de la década de 1890
aparece otra figura más peligrosa que el indígena: el "inmigrante" por parte de las
fracciones más conservadoras de los gobernantes nacionales. Lenton señala que la
tendencia a idealizar al habitante nativo está seguramente asociada al temor que provocaba
la cuestión social aparejada por los reclamos obreros, que conilevó el tipo de inmigración
"no deseada" de finales del siglo XIX. Por lo tanto, señala esta autora:
comienzan a aparecer expresiones de reconocimiento al "aporte" de los antiguos
pueblos indígenas a la conformación de la Nación, si bien este aporte se deja
limitado, por lo general, a ciertos elementos heredados por los 'ectores bajos" de la
población. (.) As1 la categoría "indios de antes" sale en realidad reJhrzada, tanto
por el convencimiento de que los indígenas pertenecen a un estadio de civilización ya
superado por la Argentina, como por la tendencia, impulsada por el conflicto social,
a utilizar la imagen del indígena como instrumento retórico o estético. Al referirse al
indígena de/pasado, descontextual izándolo y con virtiéndolo en un "buen salvaje ", se
lo transforma en un símbolo ambiguo, susceptible de ser utilizado con signflcaciones
diversas. (.) Desde el Poder Ejecutivo se admite que los indios sobrevivientes no son
contados en los censos nacionales. Si bien no se brindan explicaciones de ello, este

94
sería apenas un hecho más en la misma línea de pensamiento y acción, que tiende a
excluir a los indígenas del colectivo nacional (2003, comillas en el original).

Desde principios del siglo XX comienza a aparecer un nuevo concepto de ciudadanía


que expande el colectivo de identificación nacional hacia todos los sectores de la población,
fundamentalmente a partir de los reclamos obreros, las presiones de los legisladores
socialistas y la aparición de] incipiente radicalismo que ponen en cuestión la preeminencia
oligárquica azucarera y de los latifundistas pampeanos por lo menos en los ámbitos
parlamentarios (ibidem). Esta dinámica trae aparejada el reconocimiento de los indígenas
como argentinos. Entre 1916 y 1930, durante los gobiernos radicales, se "redescubren" a
los indígenas del noroeste "cuya existencia contemporánea había sido negada
anteriormente" (ibidem). Lenton señala también que durante estos años se articuló una
nueva forma de construir a la hegemonía cultural y política, y en consecuencia al sujeto
indígena a través de
la ampliación de los derechos políticos (.), la acuflación de conceptos como el de

'/usticia social", la crítica al latifundio y a las economías de plantación en nombre de


los derechos de los grupos desplazados (ibidem).

Martínez Sarasola (1992) señala que el Estado argentino incorporó a organismos


responsables de la cuestión indígena, registrándose entre 1912 y 1980 un total de por lo
menos 21 organismos especializados que funcionaron en distintos ámbitos del Poder
Ejecutivo, tales como los Ministerios del Interior, de Trabajo, de Bienestar Social y aun de
la Presidencia de la Nación. Sin embargo, tanto este autor como Lenton (2003) y Schwittay
(2003) destacan que durante el período peronista (1946-1955) la cuestión aborigen cobra
nuevamente notoriedad en los discursos de los gobernantes, ya que se intenta incorporar a
la "vida activa" a los "sectores populares". Así, la nueva constitución de 1949, transfonna
el inciso 15 del artículo 67 "eliminando toda alusión a los indígenas yquedando solamente
"Proveer a la seguridad de las fronteras" (Martínez Sarasola 1992:416). Por otra parte,
Lenton señala las nuevas formas de participación ciudadana propiciadas por este estilo
gubernamental:

wi
una de las más recordadas es el 'Malón de la Paz", o "Caravana de la Paz", en
1946, cuando miembros de comunidades salteñas y jujeñas se trasladaron hasta la
Capital Federal con el objetivo de reclamar por sus tierras y exigir la intervención de
la Dirección de Protección a! Aborigen. El resultado inmediato de esta "Caravana"
fue, por una parte, la repercusión en todos los ámbitos, incluido el Congreso
Nacional, donde se aprobaron proyectos de resolución relacionados con ella y con
los motivos que la movían. Por otra parte, su expulsión violenta de la Capital (Lenton
2003, comillas en el origina).

Por su parte, Martínez Sarasola describe este suceso caracterizando a estas


comunidades como
un grupo de collas (..) (que) provenientes de la Quebrada de Huamahuaca
bajaron a Buenos Aires para reclamar tierras que estando destinadas a dicha
comunidad por el Presidente Irigoyen, años más tarde habrían sido adquiridas por
un propietario lat/imndista (1992:417).
Más allá de la adscripción étnica que formula este autor, cabe señalar que la cuestión
indígena de las provincias de Jujuy y Salta adquirió visibilidad nacional. Asimismo, se
dictaron varios decretos de expropiación y entrega de las tierras a las comunidades de las
zonas afectadas, se los eximió de cánones, se les dio apoyo económico y técnico, entre
otros (Lenton 2003 y Sch'wittay 2003).

Si bien los indígenas de estas provincias se tornaron "visibles" durante el periodo


peronista a raíz de estos acontecimientos, en la provincia de Catamarca la cuestión indígena
continuaba en tina total invisibilidad. La misma continuó a partir del golpe militar de 1955,
momento en que se traslada a las provincias la responsabilidad de hacerse cargo de la
cuestión indígena. Para entonces, el Territorio de Los Andes que abarcaba el área puneña
de Jujuy, Salta y Catamarca ya había sido repartido entre las jurisdicciones de estas
provincias. Sin embargo, .en la última no hubo ninguna política que tomara en cuenta la
problemática aborigen. Como, señala Lenton (ibidem), los gobiernos provinciales
paralizaron las iniciativas a favor de los indígenas y respaldaron la ocupación ilegal de sus
tierras y el abuso laboral. No es menor el hecho de que la ocupación ilegal de tierras y el

102
abuso laboral no sólo se dieran en desmedro de los invisibilizados indígenas de Catamarca.
Dicho proceso perjudicó a toda la población rural de los estratos bajos que no tenían títulos
de propiedad sobre sus tierras, sino que eran propietarios de hecho, merced a los derechos y
acciones sobre campos comuneros que fueron categorizados como campos fiscales cuando
no fueron apropiados por sujetos sociales que pudieron inensurarlos e inscribirlos como
propios. Por otra parte, el abuso laboral se dio en toda la zóna de pulla, valles y quebradas,
siendo conchabados sus habitantes para el trabajo en la zafra azucarera de Tucumán.

En el área comprendida por Coneta, Miraflores y los Puestos del Norte, las mayores
extensiones de tierras fueron apropiadas gradualmente por familias de origen italiano y
árabe que se habían instalado en la región a fines del siglo XIX y que se aliaron con las
antiguas familias tradicionales de la provincia que poseían sus fincas en la región. En un
relevaniiento realizado en la Dirección de Catastro del Gobierno de la Provincia de
Catamarca, hemos observado que ya no existían campos comuneros a mediados del siglo
XX. Las tierras habían sido subdivididas y tenían propietarios. Aquellas que estaban en el
ejido de los pueblos abarcaban pocas hectáreas. Mientras que las que se extendían en el
fondo del Valle de Catamarca eran campos extensos, que pertenecían a prestigiosas
familias que vivían • en los pueblos de Coneta y ?vliraflores. Estas familias eran.
descendientes de inmigrantes y de integrantes de la élite provincial.

Durante el gobierno de Frondizi (1958-1962), se afirma el ideario desarrollista en la


política hegemónica nacional. Si durante la segunda mitad del siglo XIX la preocupación de
los gobernantes nacionales era que la Argentina entrara en la civil izaci ón—unificando su
territorio y homogeneizando culturalmente a sus habitantes—, durante la segunda mitad del
siglo XX la preocupación es que la República se modernice, a través de la indústrialización
y de la expansión de las fonnas capitalistas de trabajo propias de la Pampa Húmeda hacia
las regiones agropecuarias en las que aún se realizaba la explotación extensiva tradicional
(entre ellas la provincia de Catamarca). La antinomia civilización y barbarie fue
reemplazada por la de modernidad–tradición y, consecuentemente, las políticas
hegemónicas tendieron a "desan -ollar" a las regiones subdesarrolladas La concepción que
entonces se tenía sobre el proceso que permitiría este desarrollo implicababa que si se

97
mejoraban las condiciones económicas, concoinitantemente se mejoraría el aspecto social y
cultural de las poblaciones "atrasadas".

En este contexto, se diseñaron distintos planes para dotar de infraestructura a las


regiones "atrasadas". Así, la sistematización del agua de riego y la racionalización en el
tamaño e infraestructura de las parcelas destinadas a la producción agropecuaria en las
regiones áridas y semiáridas se convirtieron en el objetivo de las políticas de desarrollo
nacionales. En el caso de Catamarca, se planificó la creación de diques y colonias agrícolas
en diversas áreas de la provincia. De este modo, en el Valle de Catamarca se proyectó la
sistematización de agua para riego del Río del Valle a través de la construcción del Dique
Las Pirquitas y de los canales que dotarían de agua a los departamentos Fray Mamerto
Esquiú, Valle Viejo y Capayán. Por otra parte, se planificó la creación de una colonia
agrícola en la zona centro-sur del fondo del Valle. Dicha colonia estaba proyectada sobre
un área que comprendía a los actuales Puestos del Norte. Los estudios preliminares
realizados tanto para la construcción del Dique Las Pirquitas como para la creación de las
Colonias Agrícolas fueron efectuados con fondos nacionales y con el aporte de técnicos
extranjeros, nacionales y provinciales. El objetivo preliminar del establecimiento de las
Colonias era favorecer el asentamiento legal de los antiguos habitantes de la zona que no
contaban con títulos de propiedad reales. Por otra parte, la construcción de los diques tenía
por objetivo abastecer de agua para riego a dichas Colonias.

Si bien la planificación de la construcción de la infraestructura necesaria para la


concreción de la política de desarrollo de regiones agropecuarias "atrasadas" de la
provincia de Catamarca se inició en el gobierno de Frondizi, tardó varios años en
concretarse. A nivel provincial, durante la presidencia de lIlia (1963-1966) el Poder
Ejecutivo Próvincial dictó en 1963 el Decreto Ley 1718, por el que se declaraba sujetas a
expropiación las tierras situadas en la margen derecha del río del Valle, señaladas en un
plano de Agua y Energía Eléctrica, Red de Riego Dique Las Pirquitas.

Los destinatarios de las parcelas planificadas en las Colonias no eran indígenas. Más
bien, en Catamarca el proceso tuvo como meta el desarrollo capitalista de zonas

98
agropecuarias atrasadas. Primero se crearón las Colonias y luego se buscó poblanas, sin
estar los destinatarios previamente delimitados. El objetivo era beneficiar a los pobladores
que ocupaban las tierras sin títulos reales y cuyas formas de producción eran consideradas
"atrasadas", con el fin de fomentar un cambio cualitativo y cuantitativo en dichas fonnas de
producción a través de infraestructura y explotaciones agropecuarias que tuvieran un
tamaño adecuado para poder colocar la producción en el mercado régional y nacional. Este
tamaño varió a lo largo de las décadas, según las distintas modalidades que fue asumiendo
el uso de la tierra dentro de la lógica de explotación capitalista.

Durante la presidencia de Onganía (1966-1971) y siendo el Gobernador de la


Provincia el General Retirado Guillermo Brizuela, se tomaron diversas medidas con el fin
de plasmar las ideas modernizadoras. Así, se creó un organismo provincial, la Corporación
del Valle de Catamarca, para coadyuvar a la modificación en las formas de posesión y
administración de la tierra y poder concretar el establecimiento de la proyectada Colonia en
el Valle. Por otra parte, a través del Decreto Ley 919 de 1966 se expropiaron los terrenos
de la red de riego y zona de colonización influenciada por el dique "Las Pirquitas". De esta
forma, fueron afectadas propiedades del sur del departamento Capital y del norte del
departamento Capayán. En este último, los distritos de Coneta, Miraflores y Los Puestós
del Norte estaban afectados. En la enumeración de cada propiedad que se realizó en este -
decreto, aparecen distintos tipos de acceso a la tierra: propiedades particulares, propiedades
registradas a nombre del estado provincial ocupadas por distintas personas; campos
comuneros; acciones y derechos de campos; campos con denominaciones de lugares como
el de Miraflores, Huillapima, El Bañado; Los Cubas, Sisi Huasi, Las Casas Viejas, Pozo de
la Hiel, El Durazno. Aparecían a su vez campos denominados por los apellidos de personas,
como el de Navarro, el de José Vaccaroni, el de los Soria, el de Celemín, el de Terán.
También se mencionan diversos puestos: Los Cubas, La Paraguaya, Los Positos, Sisi
Huasi; así como las estancias Los Positos, Las Esquinas, Sisi Huasi; y rutas y caminos
como la vieja ruta a Córdoba, el camino Real, el camino a Los Puestos, el carril viejo de
Catamarca a Córdoba, el camino nacional, ruta N° 38 (Boletín Oficial y Judicial N° 84
1966:1707-17 18).

99
Tr:i fl4j

LiWstv
Más arriba hemos señalado la problemática de la propiedad de la tierra en esta área,
planteando que la subdivisión de parcelas en el área más baja del pedemonte del Ambato
durante el siglo XIX dio lugar al deslinde de campos comuneros en dicha zona dando
origen a los pueblos de Miraflores y Coneta, mientras que aún quedaban campos
comuneros en la zona del Valle y en el sector más alto del pedemonte del Ambato. A
mediados del siglo XX, las políticas modernizadoras desarrollistas impulsaron una nueva
distribución de la tierra en la zona del fondo del Valle, a través del ordenamiento territorial
en una colonia agrícola. Pero durante el período comprendido entre el deslindamiento de
parcelas que dio origen a los pueblos y la expropiación de tierras en el fondo del Valle para
concretar el establecimiento de la proyectada Colonia, los extensos campos en los que se
hacía pastar al ganado de manera extensiva y de donde se extraía leña también habían sido
subdivididos, tal como lo muestra el decreto antes citado. Así, en esta la zona del Valle de
Catamarca, coexistían a mediados del siglo XX diversos sujetos sociales: propietarios de
grandes extensiones o "campos"; propietarios de haciendas; propietarios de pequeñas
extensiones de tierras; ocupantes de tierras fiscales y propietarios de derechos y acciones a
campos comuneros.

Cabe señalar que, en un relevamiento realizado en la Dirección de Catastro del


Gobierno de la Provincia de Catamarca, hemos encontrado menciones para el año 1933 de
los campos de Miraflores, del Durazno y de Los Cubas que luego se fueron subdividiendo y
parcelando. Por otra parte, el problema del saneamiento de los fitulos de propiedad de la
tierra en Catamarca formó parte de la agenda de los gobernantes durante la segunda mitad
del siglo XX. En 1975 se dictó la Ley N° 3070 de Campos Comuneros, que pretendía
regular el dominio de los mismos mediante usucapion, juicios sucesorios y acuerdos entre
derechosos (Córdoba el al. 1989). Sin embargo, el saneamiento de títulos de propiedad de
la tierra en áreas rurales es todavía una asignatura pendiente para el Gobierno de
Catamarca, lo que ha dado lugar a numerosos conflictos a lo largo de estos últimos años
(Pizarro 2000).

Volviendo a la década de 1960, el gobierno provincial generó, en el marco de las


políticas desarrollistas iniciadas en el gobierno nacional dç Frondizi, el "Programa de

100
Desarrollo Integral del Valle de Catamarca". Cabe señalar la semejatiza en la denominación
que adquirieron, durante el gobierno nacional de Onganía, los proyectos de desarrollo cuyos
beneficiarios fueron los aborígenes. Lenton señala que los
Programas integrados de Desarrollo Comunilario Aborigen (.) unían un perfil
tecnocrático con los intereses puestos en juego por cuestiones de 'eguridad interiorVI
en las fronteras (2003, comillas en el original,).
Con respecto al programa modernizante para el Valle de Catamarca, Rueda sostiene que
la concepción del proyecto fue la de crearse poblaciones que permitieran el sustento
del productor y su familia a través del trabajo personal de la tierra. Partiendo de
productores con recursos medios hacia arriba, se lograría su evolución a situaciones
más favorables, a la vez que se crearía un centro de producción tecnficado y eficiente
(1990:4-5)
Si bien se había proyectado el establecimiento de una tinica Colonia en el Valle y se dictó el
decreto de expropiación correspondiente, diversos factores incidieron para que la zona en la
que actualmente están ubicados los Puestos del Norte no fuera expropiada

En 1969, el Gobierno de la Provincia inició los trabajos tendientes a poner en marcha la


Colonia Nueva Coneta, ubicada al norte del río Miraflores, y la Colonia del Valle, ubicada al
sur del mismo. Por distintas vicisitudes, recién pudieron concretarse efectivamente hacia 1980
Asimismo, el objetivo de que fueran habitadas por pobladores locales se vio tergiversado, ya
que la mayor parte de los colonos que fueron seleccionados provenían de provincias vecinas.
Las tierras en las que se asentaron las Colonias fueron expropiadas en los casos en que no eran
tierras fiscales. Sin embargo, en el medio de ambas quedó una franja de tierra que estaba
ocupada por habitantes con títulos precarios de acceso a la tierra que nunca fueron saneados.

Lenton señala que durante el tercer gobierno nacional peronista se incluyeron a los
indígenas
como destinatarios de tierras expropiadas y de políticas de "reparación hisiórica'.
Estos objetivos comenzaron a implementarse en 1974 a través de convenios éntre la
Nación y las provincias para la creación de 504 "Centros de Justicia Social" en áreas
marginales (2003, comillas en el origina).

101
Pero ninguno se ubicó en la zona centro-sur del Valle de Catamarca, objeto de nuestro
estudio. Así, ni las políticas identitanas hegemónicas nacionales ni las provinciales
clasificaron corno indígenas a los habitantes de las localidades de Coneta, Miraflores y los
Puestos del Norte. Tampoco los pobladores locales se automarcaron como tales, ya que no
se incluyeron en las movilizaciones indígenas de la época.

Hemos señalado más arriba que, en el área en estudio, la mayor cantidad de población
se asentó históricamente en la zona pedemontana ubicada sobre la ladera oriental del Ambato,
en los pueblos de Miraflores, Coneta y Los Angeles. Sin embargo, a partir de la creación de
las Colonias Agrícolas antes mencionadas, se ha producido una ampliación de la frontera
agrícola hacia la zona del fondo del Valle de Catamarca. Si por valorización de tierras se
entiende a la integración de tierras que antes fueran de baja o nula productividad al proceso de
reproducción del capital (Trinchero 1992), podemos decir que en la región que nos ocupa no
se puede hablar de una valoración propiamente dicha, porque las tierras del Valle estaban
ocupadas previamente por grupos sociales que desarrollaban actividades agrícola-ganaderas.
Sin embargo, consideramos que hubo una re-valorización debido a que, en su mayor parte,
estas actividades eran de tipo extensivo y no intensivo, y la explotación agrícola estaba
destinada principalmente al autoconsurno. Es por ello que el uso que aquí hacemos del término
expansión de la frontera agropecuaria refiere a un proceso de re-valorización de tierras y de
cambio en el .uso de las mismas. En este sentido, la re-valorización de las tierras del fondo del
Valle puede ser considerada como un proceso de expansión del capitalismo. A su vez, este
proceso provoca la iransfonnación de la estructura agraria preexistente en cuatro dimensiones:
la natural, la económica, la social y la espacial (León e( al. 1985). En el caso de estudio, se
produjo un cambio en la estructura agraria en la medida en que los colonos constituyeron un
nuevo tipo de agentes sociales que interactuaron con los antiguos hacendados y la población
rural subalterna (ver Pizarro 2000).

Ya hemos señalado que el primer proceso de ampliación de la frontera agropecuaria


desde el pie del pedemonte hacia la zona de llanura se dio entre 1960-1980 con la instalación
dos Colonias Agrícolas. El segundo proceso se dio entre 1985 y 1999, y se caracterizó por la

102
política provincial y nacional de favorecer la instalación de empresas agropecuarias,
desgravándolas del pago de impuestos. Veamos.

Desde 1975 en adelante, la política provincial y nacional—inclinándose hacia una


orientación de corte neoliberal con diversos matices según la coyuntura—se ha caracterizado
por la apertura de sus mercados a los capitales internacionales. El mercado de tierras no ha
permanecido ajeno, siendo parte del proceso de trasnacionalización e intensificación de la
producción agrícola a la que hace referencia Trinchero (1992). En el Valle de Catamarca, en el
marco de las Ley Nacional de Promoción Industrial N° 20.560 y de la Ley Provincial de
Desarrollo Económico N° 22.702, se establecieron entre 1980 y 1999 varias empresas
agroindustriales, al igual que en otras provincias como en el paso de San Juan (Escolar 2003).
Muchas de ellas con capital extranjero, se orientaron a la explotación intensiva de la tierra para
la producción de bienes agrícolas para agroindustria y para la exportación. Estos
emnprendimientos se instalaron en la zona baja, en ambas márgenes del Río del Valle.

Tanto la instalación de las Colonias Agrícolas como de los establecimientos


agroindustriales se caracterizaron por el desmonte masivo de masas forestales, las altas
velocidades de ocupación, la utilización de paquetes tecnológicos de manera indiscriminada,
la agudízación de la explotación de la mano de obra, los conflictos por la posesión de la tierra :
y las situaciones de tensión social. Con respecto a estos últimos dos puntos, en el año 1997 se
produjo un conflicto entre un empresario y los pobladores de El Bañado, ante las pretensiones
del primero de adueflarse de gran parte de las tierras de los últimos (Pizarro 2000). La
diferencia entre ambos procesos de ampliación de la frontera agrícola radicó en el
preponderante rol que tuvo el estado en el primer proceso mencionado, en contrapartida con el
rol que. tuvieron las empresas privadas durante el segundo. Con respceto a las
transfonnaciones .que estos procesos provocaron en la estructura agraria del departamento
Capayán, cabe señalar la envergadura de los cambios ambientales que se están produciendo, al
igual que lo señala Reboratti (1992) para el caso de Rosario de la Frontera. Sin embargo, la
profundización sobre esta línea de investigación excede los objetivos de nuestra tesis. Más
bien, nos focalizaremos en el impacto económico y socioculiural que la expansión de la

103
frontera agraria produjo en el departamento Capayán en general, y en el área en estudio en
particular.

Según el Censo Agropecuario Nacional de 1988, la estructura agraria del


Departamento Capayán estaba conformada de la siguiente manera. El número total de
explotaciones ascendía a 849, equivalentes a su vez a 8,9% del total provincial; siendo el
número de productores de 743 (9% de la provincia). De las 849 explotaciones, 311
(36,6%), corresponden a superficies menores a 5 has., con una fuerte concentración en el
estrato comprendido entre 0,1 a 2 ha/explotación. Los valores anteriores reflejan la desigual
distribución de la tierra y el predominio de los campesinos / pequeños productores o
"pobres rurales" en el Departamento, quienes en general no son titulares de las tierras que
ocupan. Generalmente este sector apenas puede lograr su reproducción social, y una parte
importante del mismo tiene sus necesidades básicas insatisfechas. Este tipo de hogares se
caracterizan por su multiocupación (Giarraca y Aparicio 1991), complementando lo
producido en el predio con ingresos provenientes de empleos en reparticiones de la
administración pública, y "changas" ocasionales en empresas agroindustriales y como
servicio doméstico. La actividad predial, insuficiente para su reproducción social, se
caracteriza pór proveerlos de algunos productos (huerta familiar, caprinos, animales
domésticos y vacunos en menor proporción) para el autoconsumo. Para esta actividad no
utilizan tecnología de punta ni mano de obra contratada. El cuadro no difiere demasiado de
lo que plantea Isla (2002) para Amaicha en Tucumán.

Los "pobres rurales" sufren el embate de otro sector, el de las "empresas


agropecuarias". Estas empresas tienen una gran avidez de inversiones y sus capacidades
económico-financieras son altas. Sus explotaciones son por lo general de más de 200 has.,
pero también pueden ser minifundistas con un tipo de explotación intensiva y con mucha
inversión de tecnología. Utilizan mano de obra extrafamiliar asalariada. Tienen acceso al
crédito y a los últimos avances científicos. Muchas de ellas también cuentan con el apoyo
estatal que se cristaliza en la exención de ciertos gravámenes. Realizan cultivos con
tecnologías de punta: por ejemplo, cultivo bajo cubierta y riego por goteo o por aspersión. Su

104
producción, por lo general agrícola, está destinada tanto al mercado interno, como al de
exportación: hortalizas, frutales y cultivos industriales.

También se observa un estrato medio al que podríamos denominar "familiares


capitalizados" (Munnis 1994). Este sector está conformado, por un lado, por colonos con
predios de un tamaño entre 20 has. y 110 has., que se ubican en las Colonias Agrícolas y, por
el otro, por productores de familias de antiguo asentamiento en la zona, cuyas explotaciones
están ubicadas generalmente en el pedernonte, con algunas parcelas en la zona de llanura. El
tamaño de las explotaciones en este últuno caso es fluctuante. Son predominantemente
propietarios y tienen acceso al crédito. El apoyo estatal se ha traducido en la provisión de la
infraestructura necesaria para poner en funcionamiento las parcelas colonizadas. Dicho apoyo
ha ido mermando a pesar de las últimas demandas de los colonos por políticas diferenciales
para su sector. Son productores ganaderos: bovinos principalmente, para la comercialización
de los animales en pie o con la industrialización de sus derivados: curtiembres; y agrícolas:
frutales, hortalizas, cultivos industriales, maíz y pasturas. La producción está destinada
generalmente al mercado interno y al autoconsumo. Utilizan tanto mano de obra familiar
como asalariada transitoria. Esta última proviene en su mayoría tanto del estrato de "pobres
rurales" locales como de inmigrantes de otras provincias: tucumanos, sanjuaninos y
santiagueños, entre otros; y del extranjero: bolivianos. No tienen acceso a la tecnología de
punta, pero pueden reponer insumos y utilizan herramientas mecanizadas: por ejemplo, tractor,
pulvemizadoras y medicamentos para los animales. Asimismo, suelen contar con asesoramiento
técnico.

En síntesis, el análisis de este Censo permite ver las relaciones sociales de producción
y los conflictos producidos por los dos procesos de extensión de la frontera agropecuaria antes
mencionados. El primero se tradujo en la presencia de los colonos y de conflictos con los
"pobres rurales". El segundo se empezó a vislumbrar en dicho Censo, pero cabe acotar que en
la década de 1990 aumentó significativamente el número de empresarios agroindustriales
promovidos por la legislación sobre difenmientos impositivos, causando graves problemas
con aquellos "pobres rurales" que aún no habían legitimado el título de sus tierras (Pizarro
2000). Todos estos sujetos agrarios interactúan en la zona de llanura, actualmente valorizada

105
como espacio productivo, disputando el acceso a tierras abiertas (fiscales o comuneras) que
antes eran utilizadas para la explotación extensiva. La población rural local de la zona baja del
Valle está conformada por antiguos puesteros que solían cuidar la hacienda de los habitantes
de los pueblos ubicados al pie de los cerros. Los puesteros han sufrido los embates tanto de los
colonos capitalizados corno de las empresas agroindustriales que se ubicaron en el llano, en la
medida en que el proceso de expansión de la frontera agropecuaria va poniendo en valor las
tierras del llano y fomentando el desarrollo productivo en dicha área.

Quisiéramos remarcar nuevamente que, en ninguno de los conflictos por la tierra o por
el agua a los que hemos hecho referencia, los habitantes locales de Miraflores, Coneta y de los
Puestos del Norte han apelado al pasado indígena para reivindicar sus derechos frente a
diversos antagonistas. A diferencia de las re-emergencias indígenas que se dieron
esporádicamente en otras partes del noroeste, como la Revolución de Quera y el Malón de la
Paz, y las que se observan en la actualidad en el país y en otros de Latinoamérica, estos
pobladores no se autoadscribieron ni fueron adscriptos al colectivo de identificación "indios" o
"indígenas" después de la época de la colonia española, aunque sí han insistido en su
autoctonía y ocupación centenaria de la tierra que habitan.

Pero, ¿por qué esperar una autoadscripción de tal tipo? Desde mediados de la década
de 1980, se observó una creciente visibilidad de la cuestión aborigen tanto a nivel nacional
como internacional. Paralelamente, los gobernantes nacionales y algunos provinciales
retomaron su política de reconocimiento discursivo de los derechos de los pueblos indígenas,
en parte continuando con la política integracionista de años anteriores pero, también,
presionados por los organismos internacionales, pues la cuestión indígena y el reconocimiento
del multiculturalisnio comenzó a estar en la agenda internacional desde los últimos años de la
década de 1990 hasta la actualidad.

• Así, en la órbita nacional, en 1985 se dictó la Ley de Protección y Apoyo a las


Comunidades Indígenas que se reglarnentó en 1989 y que reconoció la necesidad de
garantizar los títulos de las tierras y otorgar la personería jurídica a las comunidades
indígenas (Carrasco 2000). Por otra parte, se creaba el Instituto Nacional de Asuntos

106
Indígenas corno parte del Ministerio de Salud y Seguridad Social. Esta ley tuvo corno
efecto el dictado leyes sobre los derechos indígenas en algunas provincias: Salta, Chaco,
Misiones, Río Negro, Chubut y Santa Fe. En 1992 la Ley Nacional 24.071 adoptó las
disposiciones del Convenio 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países
Independientes, que refiere, entre otros puntos, al reconocimiento de la pluriculturalidad, de
la identidad colectiva indígena, de sus derechos colectivos, y del derecho a la tierra. Por ólra
parte, en 1994 se reformó la Constitución Nacional agregándole el artículo 75 que abre la
posibilidad de regularizar la propiedad de las tierras que tradicionalmente ocupan los "pueblos
indígenas".

Tampoco fue menor la movilización y las demandas que los propios "pueblos
indígenas", con distintas automarcaciones étnicas, realizaron a nivel nacional en los 90s y
particularmente a nivel de diferentes provincias en los últimos años, con el fin de que se les
reconozcan sus derechos. Para ello, apelan a su pasado y se amparan tanto en la legislación
nacional como en la internacional. En el noroeste de nuestro país, los primeros grupos
indígenas en organizarse fueron los de la Quebrada de Humahuaca en la provincia de Jujuy
(Schwittay 2003). Ya hemos señalado más arriba que grupos de dicha provincia se
movilizaron durante el primer gobierno de Perón. También se han organizado grupos en la
provincia de Salta (Occhipinti 2003).

En el afio 2003, un grupo que habita en Los Morteritos, localidad ubicada en la zona de
pre-puna de la provincia de Catamarca, estaba realizando gestiones para ser inscripto corno
"pueblo indígena" en el INAI, a través de una diputada provincial. Para ello, esta diputada nos
contactó porque necesitaba expertos que pudieran "probar" la historia indígena de dicha
localidad, como parte de los requerimientos para que se le otorgara la personería jurídica. Este
hecho es remarcable en una provincia cuya opinión pública desconoció la disputa por el
reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas a nivel nacional, ya que la política
hegemónica provincial se caracterizó por la "invisibilización" a través del argumento del
"mestizaje" de la diversidad étnica de su población. ..

107
La comunidad "imaginada" provincial opera corno metonimia identificatoria
(Williarns 1989), que hace que la identidad general se aglutine alrededor de sólo una parte de
la población, obliterando posibles adscripciones indígenas por su supuesta extinción o
mestización. Gran parte de la producción literaria, arqueológica, histórica y arquitectónica
catamarqueña confina al pasado a la población calchaquí que habitó el territorio provincial
antes de la conquista. Si bien se plantea que ciertas costumbres rurales son herederas del
acervo cultural aborigen—entre las que las artesanías textiles encuentran su máxima
expresión—, las piezas arqueológicas exhibidas en los museos provinciales devienen un ícono
de la aboriginalidad local asegurando la representación de las "civilizaciones pasadas"
(Villaflierte 1988). Por otra parte, mientras el aporte indígena a la cultura provincial es
recordado y exotizado en el Monumento al Aborigen (inaugurado a fines de la década de 1990
en una plazoleta ubicada en la ruta de acceso a la ciudad capital de Catamarca desde
Tucumán), la catedral de San Femando del Valle de Catamarca—diseñada por un arquitecto
italiano a fines del siglo XIX—y la gruta de Choya son los lugares de devoción de la Virgen
del Valle, el símbolo de la sumisión ante los conquistadores hispanos de los indígenas de
Choya, que habitaban el norte de la actual capital de Catamarca (Lorandi y Schaposchnik
1990):

En consonancia con la política homogeneizante del colectivo de identificación


provincial y nacional (Pizarro 2003), los catamarqueños no tematizan orígenes indios ni se
automarcan como indígenas, a excepción del reciente caso de Los Morteritos antes
mencionado. A lo sumo, un pequeño grupo de intelectuales proclaina la ascendencia indígena
de la población en diversos eventos realizados en la capital de la Provincia, que se organizan
desde 1992, ocasión en la que se denunciara el genocidio mdígenafrente a las "celebraciones"
por el V centenario del "descubrimiento" de América.

Consideramos que la heterogeneidad de historias locales de las distintas regiones de la


provincia de Catamarca constituye una clave para entender la mayor posibilidad que los
habitantes que residen en las zonas de pre-puna y puna tienen para automarcarse como
indígenas en desmedro de áreas corno la del Valle de Catamarca. Si desenmascaramos la
homogeneidad con que se pretendió englobar a todos los grupos que los españoles clasificaron

108
como "diaguitas" y nos adentramos en la historia local de los distintos grupos que fueron
incluidos forzosamente en dicho colectivo de identificación, podremos comprender las
diversidad de condiciones de oportunidad para el surgimiento de "pueblos indios" en la
provincia de Catamarca. A pesar de que algunos autores insisten en caracterizar a todos los
descendientes de Las poblaciones prehispánicas "diaguitas" corno "collas" o como "cholos
mestizados" (Magrassi 1992, Martínez Sarasola 1992), los "nacidos y 'criados" en el área de
nuestro estudio señalan como origen de los pueblos la presencia de los "indios Coneta", pero
hasta el momento no se consideran a sí mismos como descendientes de "indígenas" ni de
"pueblos indios".

6. Reflexiones finales

Como dijimos en la introducción, somos concientes de que hemos sintetizado la


historia de más de cuatrocientos años de una zona relativamente poco estudiada realizando
recortes y re-presentando a la misma según nuestros propios objetivos. Sabemos, por lo tanto,
que hemos dejado en el silencio muchos aspectos, constituyéndonos en narradores con una
memoria selectiva que recuerda y olvida desde nuestra propia perspectiva. Pero también
hemos señalado la intencionalidad que nos ha guiado, argumentando que nuestra finalidad era
construir un marco histórico y sociocultural para contextualizar los relatos sobre el pasado
de los habitantes de las tres localidades en estudio sobre los cambios y continuidades en la
fonna de vida de la actual área rural y urbana/seini-urbana en la que sus abuelos y padres
"han nacido y se han criado" y de quienes ellos son descendientes. De este modo,
pretendemos comprender los sentidos sedimentados en los habitantes actuales sobre
procesos de (des)marcación indígena, en relación a las políticas identitanas hegemónicas
que se dieron a nivel local y nacional desde la época de la conquista y colonización hasta
nuestros días.

Corno hemos visto, la desestructuración económica, sociopolítica y simbólica que


produjo la conquista y colonización española en los grupos .aborígenes del Valle de
Catamarca fue mucho más marcada que aquella producida en otros ámbitos de la Provincia
y de la región del Noroeste Argentino. Hemos señalado que en el siglo XVIII existía sólo

109
un pueblo de indios en la zona, y que estaba habitado por apenas 100 indios de los cuales
muchos probablemente no hayan sido originarios. También destacamos la posibilidad de
que los indios originarios hayan muerto o se hayan incorporado a la masa de habitantes
rurales pobres que eran conchabados para realizar tareas en las haciendas del actual
departamento Capayán junto con mestizos, negros, blancos empobrecidos, entre otros.

Posteriormente remarcamos que en la época de la conformación y consolidación del


Estado-Nación Argentino, particularmente en una de las áreas del departamento Capayán,
se fueron conformando unidades de producción con características muy particulares que
articulaban el uso de tierras en el pedemonte con el acceso a campos comuneros yio
fiscales. Argumentamos, también, que el triunfo del modelo de país agro-exportador con
eje en Buenos Aires debilitó y marginalizó aún más al Valle de Catamarca y en particular al
Departamento Capayán, a pesar de los intentos de comunicarlo con Córdoba y Buenos
Aires a través del ferrocarril.

Finalmente, señalamos que los procesos de expansión de la frontera agropecuaria de


la segunda mitad del siglo XX tampoco redundaron en una posibilidad de desarrollo viable
y sustentable para los "pobres rurales" entre los que podríamos encontrar a los
"descendientes" de los pueblos originarios.

Todos estos procesos dan cuenta de la política no sólo identitaria sino también
económico/política cuyos estilos locales, regionales y nacionales de construcción de
hegemonía se sedimentaron en la interpretación del pasado de los actuales pobladores
locales. Creemos que este marco histórico-social nos proveerá de algunos elementos claves
para entender los sentidos de pertenencia y devenir que analizamos en los capítulos que
siguen y para poder responder a la pregunta de nuestra tesis: ¿por qué los habitantes de un
área de Capayán, que se dicen nativos del suelo porque sus antepasados vivieron por
generaciones en esas tierras, minimizan o silencian los posibles aportes indígenas a la
confomación de la matriz poblacional actual?

110
Hemos dicho que no queremos tomar al mestizaje como proceso "natural", pero
tampoco "inventar identidades indígenas" donde no las hay y donde, desde la perspectiva
nativa, no tiene por qué haberlas o es mejor que no las haya. Así, no pretendemos
minimizar ni negar la existencia e incidencia de matanzas y mezclas. Pero lo que nos
interesa remarcar es cómo estos procesos operaron como estrategias hegemónicas que
coadyuvaron a obliterar las posibles (auto)adscripciones indígenas de los actuales
habitantes del área de estudio. Hemos visto que la retórica del mestizaje para esta área
diluyó progresivamente las diferencias étnicas al interior del conjunto de pobladores rurales
subalternos. Si bien el locus deseable de adscripción identitaria ha des-marcado lo indígena
desde el siglo XVII hasta el presente, a mediados del siglo XIX von Tschudi caracterizó a
los catamarqueños como pertenecientes al "tipo indio" y, por otra parte, algunos habitantes
actuales plantean que son "indios más civilizados". Es por ello que consideramos relevante
enfocar las ambigüedades y contradicciones tanto hegemónicas como subalternas que
minimizan o silencian los posibles aportes indigenas en la población nativa actual.

111
CAPÍTULO 3
"INDIOS CIVILIZADOS": NI TAN INDIOS NI TAN MODERNOS

1. Introducción

En el capítulo anterior, hemos señalado diversas transformaciones económicas y


culturales del área en estudio, para contextualizar las políticas hegemónicas identitarias con
que las que las esferas gubernamentales locales, regionales, y nacionales de distintos
momentos históricos visibilizaron o invisibilizaron a los habitantes locales como "indios".
En este capítulo,, analizaremos los puntos de vista qde sobre "los indios" tienen los
pobladores de las localidades de Coneta, Miraflores y El Bañado.

Con respecto a los relatos locales acerca del pasado, un punto interesante es el
hecho de que la gente sistemáticamente olvida fechas y acontecimientos. Su memoria
aglutina en un tiempo "antiguo" a los indígenas que habitaban el área en la que actualmente
ellos viven, junto con otros hechos como la fundación de las escuelas, la construcción, de .
las iglesias, la realización, de obras tales como caminos, o la sistematización del aguade
riego. Estos sucesos vienen a su memoria enmarcados en situaciones vividas por sus
familias o por sí mismos; por ejemplo, el año en que nació tal persona, cuando murió tal
otra, o cuando empezó a trabajar en determinada actividad. El recuerdo, de este modo, está
más ligado a la vida cotidiana, al hombre viviente yio trabajador que a mitos de origen de
colectivos de identificación indígena o provincial, o a la periodización técnica de los
discursos científicos de la Historia y de la Arqueología.

Además, la capacidad de recordar es generalmente atribuida a la gente grande. Es a


los ancianos a quienes nos remitían para preguntarles cómo era la vida antes. El tiempo y el
poder de contar su transcurso era corponzado en los viejos. Ellos eran los portadores de un
conocimiento sobre el pasado factible de ser transmitido y re-creado para los potenciales
destinatarios. El locus del narrador fue fijado, para nosotros corno oyentes, en los ancianos,
en aquellos que vivieron aquellos tiempos y que, por lo tanto, tienen autoridad social para
relatarlo.

112
Por otra parte, si bien sólo los viejos estaban legitimados socialmente para hablar
sobre los antiguos, los adolescentes de Coneta y Miraflores también demostraron su
conocimiento acerca de los lugares en donde se encuentran restos de indios, asociándolos
con lo aprendido en la escuela y con la retórica del sentido común local que señala que cii
dichos pueblos "habitaron los indios Coneta".

No obstante, en los ielatos sobre el pasado, lo antiguo cobra diversos matices, según
cómo se tematicen los vínculos con los "indios". Nos interesará mostrar que estos matices y
ambigüedades a menudo remiten a tres formas o vías diferentes de topicalización de
vínculos y descendencias—formas o vías que se combinan, dando por resultado ideas de
ancestría variadas y complejas. Nos referirnos a que existe una noción de ancestría
fundamentalmente espacial, basada en la idea de que "estuvieron aquí". Existe también una
de anclaje temporal, que remite a la idea de "son los que corresponden al tiempo de antes".
Por último, emerge también una ligazón más sustancial, en el sentido de Alonso (1994),
ligada a que "descendemos de ellos". Estas tres formas o vías pueden o no complementarse,
lo que pennite por ejemplo que descendientes de inmigrantes puedan hablar eventualmente
de "los indios" como "nuestros antepasados", mayormente en un sentido espacial o
temporal.

Con respecto a la noción de ancestría espacial, veremos que los pobladores actuales
señalan que en el pasado "habitaron los indios" en sus pueblos, basándose en la evidencia
de los "restos" arqueológicos que encuentran en la zona y en los discursos de "expertos".
Señalaremos que los habitantes de Coneta y Miraflores destacan más que los pobladores de
El Bañado y Los Puestos del Norte el hecho de que el área estuvo habitada por indios, lo
que puede relacionarse con que en los primeros pueblos se encuentran más piezas
arqueológicas que en los segundos. Aún así, en ambos casos, es marcada la discontinuidad
que se construye entre los habitantes actuales y los "indios" que vivieron "aquí".

Sin embargo, este distanciamiento (Briones 1988) entre los indios y los habitantes
actuales por momentos se relativiza, sobre todo cuando se seíiala que "nosotros
descendemos de los indios", comenzando a jugar una idea de ancestría temporal y, a veces

113
también, sustancial. Así, los habitantes locales se diferencian de los indios "salvajes",
señalando que ellos son descendientes de indios pero "más civilizados". Aquí veremos
cómo emerge una ambigüedad adscriptiva indígena local aún cuando, según vimos en el
capítulo antenor, aparentemente no habrían quedado resquicios para su posible emergencia.
Por otra parte, señalaremos que estas emergencias adscriptivas están atravesadas por la
retórica evolucionista que diferencia a distintos tipos de indígenas según los parámetros
occidentales de "civilización".

Identificaremos también otra forma de acercamiento relativo con los "indios",


cuando los relatos locales los ubican o vinculan, con el "campo" y "la gente de campo". En
estos casos, "lo antiguo" cobra un valor práctico, en tanto se convierte en adjetivo de ciertas
tecnologías: "morteros", "piedras para parir", "corrales", "canales", "hachitas", "tinajas".
Entonces, veremos cómo la población local otorga, en ocasiones, una valoración positiva a
los conocimientos de los indígenas sobre técnicas agrícolas y a las "cosas de indios" que
"están muy bien hechitas", "muy bien laboreadas", tanto que ha sido posible re-utilizarlas
en los períodos vitales de los entrevistados y/o de sus padres o abuelos. Argumentaremos
que esta mirada nostálgica se relaciona con una mirada romántica que re-edita la dicotomía
tradición-modernidad que atraviesa la interpretación que algunos pobladores actuales hacen
de su presente, en comparación con la época en que sus padres y abuelos podían vivir de la
producción agropecuaria local, cosa que no es posible en la actualidad. De este modo, a
veces los "antiguos" son considerados en un pie de igualdad con las generaciones de sus
padres y abuelos en el sentido de que todos ellos se ganaban el pan gracias al trabajo de la
tierra.

No obstante, señalaremos también otra modalidad de distanciamiento entre "los


indios" y el presente, la cual se hace evidente en los casos en que lo antiguo (sea indígena
o no) es vivido como algo ajeno, algo que no se entiende y que sólo puede ser objeto de
conocimiento de los especialistas: los curas, los arqueólogos, las expediciones científicas,
los maestros. Estos son los agentes sociales a quienes la mayoría de los lugareños
invistieron con el poder de descifrar los mensajes de los antiguos. En este sentido, haremos
referencia a las maneras en que los arqueólogos y las instituciones científicas que se ocupan

11.4
del estudio y preservación del "patrimonio" arqueológico son vistos por los habitantes
locales. Aquí veremos la pugna por la interpretación del pasado entre dos tipos de saberes.
El saber local, mediante el cual los habitantes de la zona coleccionan, clasifican y otorgan
diversos valores a las "cosas de los indios"; y el saber científico, que es considerado como
el conocimiento autorizado sobre el pasado, pero también es mal visto en tanto y en cuanto
está legitimado para "llevarse" las "cosas de los indios" de su lugar de origen.

Finalmente, analizaremos cómo queda planteada la relación entre "los indios" y los
pobladores actuales a partir del punto de vista de los docentes. Señalaremos que los
maestros de las escuelas del área otorgan importancia a que sus alumnos conozcan la
historia de sus localidades, tratando de expandir el "patrimonio histórico pre-hispánico"
(Pizarro y Kaen 2002). Este interés de los maestros locales emerge de la política
hegemónica nacional educativa que, a partir de la Reforma Educativa de 1994, se concretó
en la Provincia entre otras cosas en la elaboración de nuevos diseños curriculares
jurisdiccionales. Esta reforma remarcaba la necesidad de "descentralizar" los contenidos y
alentaba a las jurisdicciones correspondientes a que elaboraran sus propios contenidos
curriculares, en base a algunos lineamientos básicos, incorporando las historias y
conocimientos locales con el fin de "democratizar" la enseñanza. Frente a esta posibilidad,
la nostalgia por el conocimiento de la historia de las localidades fue en aumento entre las
autoridades educativas provinciales y los docentes del área. Sin embargo, pese a la apertura
que brindó esta nueva política educativa, los maestros se encontraron con serios problemas
a la hora de incorporar las "historias locales" en los contenidos que efectivamente
enseñaban en el aula. Como veremos en este capítulo, a pesar de la buena voluntad, la
formación inconclusa de los docentes (Achulli 1988), así como la escasa infonnación
científica sobre el pasado local pasible de ser objeto de una transposición didáctica—es
decir, traducida y adaptada al conocimiento escolar—constituyeron marcados
impedimentos que resultaron en la banalización y trivialización de los contenidos
efectivamente enseñados sobre la historia local en el primer y segundo nivel de la
Educación General Básica, reproduciendo las naturalizaciones con que se estigmatiza a los
indígenas del área, propias del discurso hegemónico identitario provincial y nacional.

115
2. Los indios que vivían "aquí" a través de sus "restos" arqueológicos

La denominación "los antiguos" se refiere a "los indios" que vivieron en el área en


estudio durante tiempos prehispánicos. Cuando hacemos referencia a los indios que vivían
"aquí", apuntamos a mostrar que los lugareños marcan que los indios compartieron el
mismo espacio en el pasado, lo cual no implica que los consideren sus antepasados. Antes
bien, tiende a seílalarse una fractura radical que confina a los "restos" arqueológicos a una
pre-liistoria con la que los habitantes actuales no tienen ningún vínculo, salvo a través de
los restos materiales que se encuentran en la zona.

Así, los pobladores actuales de Coneta y Miraflores reconocen que los lugares en
donde ellos viven actualmente antes habían estado habitados por indios. Por ejemplo, el
señor Molina, de alrededor de 60 años y que vive en Miraflores en donde nació, se crió y
trabajó su finca, nos mostraba "morteros" que tiene en su casa, comentando que "esto lo
utilizaban los indios para moler el algarrobo, trigo, maíz" y que "los sabían tener en la
choza". Asimismo, agregó que "los viejos decían que en ese tiempo (el de los indios) las.
piedras eran blandas y los agujeros los hacían con el codo". Este entrevistado señaló que a
los pobladores locales "estas cosas (de indios) no (les). llaman la atención (porque) para
nosotros ya es común encontrar estas cosas". El Sr. Molina ejemplificó esta generalización
a través de relatos que lo avalaban. Así señaló que se encontraron restos de un esqueleto
hacia los cerros, que allí también hay "pircas" (paredes de piedra) que "se fueron cayendo".
Por otra parte, legitimó su conocimiento sobre el tema no sólo por su propia experiencia
personal de muchas cosas que encontró al andar por el campo, sino porque su padre sabía
sobre el tema. Cabe señalar que una hermana de este entrevistado, Antonia Molina de
Ponce que vive en Coneta, también señaló que su padre se interesaba sobre las cosas de
indios, al igual que su hermano:
mi padre antes salía mucho al campo porque tenía hacienda y traía cosas que
encontraba, hachitas, manitos (..) El que puede saber más (de los indios) es mi
hermano (don Molina), a él le gustan las piedras, él iba al cerro a traer piedras para
hacer ver, cosas que mandaban a Buenos Aires, como él era tan curioso (.) él se
juntaba con gente que sabe más (.) el doctor Barros era compañero de escuela (de

116
mi hermano,) (el doctor Barro.) contaba cómo eran las cosas antes, el doctor Barros
es un abogado que sabe muchísimo

Además de encontrar "cosas de indios", padre e hijo Molina salían a buscarlas junto
con otros vecinos de Coneta y Miraflores: don Ontivero, cuya finca y casa linda con la de
los Molina, más arriba del río del lado de Miraflores; don Barros, que vivía del otro lado
del río, en Coneta; y don Marcchetti, "el padre de la senadora" (militante del partido radical
que se desempeñó como tal en la Legislatura Provincial hasta 1997), cuya propiedad
también colindaba con la de los Molina del otro lado del río.

La búsqueda de piezas arqueológicas por parte de los habitantes de los pueblos a


mediados del siglo XX no sólo estaba motivada por móviles locales, sino que también fue
promovida desde la capital de la provincia, corno una fonna de recuperar los testimonios
del pasado calchaquí para cristalizarlo en el panteón de la pre-historia provincial frente a
los coleccionistas privados que venían de "Buenos Aires". Así, un intelectual
catamarqueño, Carlos Villafuerte, relata—en una nota publicada en el diario "La Prensa" de
Buenos Aires el 7 de abril de 1968 y que forma parte de una compilación titulada Crónicas
de mi ciudad provinciana: Catamarca—que, en 1937, Fray Salvador Narvaez inauguró un
local en la portería del convento de San Francisco, ubicado en el centro de la ciudad, para
exponer piezas arqueológicas provenientes del interior de la provincia. En 1943, durante la
presidencia de Castillo, se construyó el actual local que lleva el nombre de "Adán
Quiroga", un intelectual apasionado por la arqueología "calchaquí" de fines del siglo XIX.

En dicha nota, luego de mencionar distintos sitios arqueológicos ubicados en los


"valles calchaquíes", territorio en donde localiza a la "cultura diaguita", señala que
en todas estas tierras vivieron pueblos indígenas que akaiizaron un desarrollo
cultural que se considera, en nuestro suelo, el de mayor importancia. Ellos
eran expertos alfareros y Isabll(simos tejedores e hilanderos cuya arte isa pasado por
generaciones sucesivas hata (sic) llegar a nuestros días, con la misma simplicidad y
con la misma técnica en el hacer de ponchos y mantas que provocan admiración
(1988:120, las negritas son nuesíra,$).

117
Este intelectual catamarqueño, a mediados del siglo XX remarcaba que la "cultura
diaguita" era la que mayor desarrollo e importancia había tenido en la provincia y, por otro
lado, que algunos "rasgos" de dicha cultura se encontraban aún presentes. Así, aún dentro
de un contexto general de invisibilidad de lo indígena, la geografia provincial de inclusión
catamarqueña delineaba algunos lugares, los valles calchaquíes, como tropos factibles de
convertirse en territorios de una adscripción diaguita, señalando que algunos rasgos
indígenas tales como el arte textil se transmitió a la población actual de dichas "tierras".

Por otra parte, Villafafie relata que


también llegó Fray Salvador Narváez por aquellas tierras diaguitas para recoger
el abundante material que hoy encierra su museo de arqueología "Adán Quiroga",
uno de los más importantes del noroeste argentino. Anduvo por Las Cortaderas, por
La Alumbrera y Casa de Piedra; por San José, Hualfin, por Corral Quemado, por
Miraflores y por una serie de pueblos y lugares (1988:120-121, las negritas son
nuestra.).
Llama la atención que se incorpore a Miraflores entre los pueblos de "tierras diaguitas"
recorridos por el Padre Narváez, ya que las localidades mencionadas anterionnente están
ubicadas en el oeste de la provincia. Los pobladores de Miraflores no mencionan
específicamente el paso del Padre Narváez por la zona, pero es muy probable que la
búsqueda de "cosas de indios" a mediados del siglo XX hubiera estado promovida tanto por
los coleccionistas porteños como por este afán reivindicatorio provincial del patrimonio
arqueológico local que se consideraba estaba siendo expropiado hacia museos de otras
provincias. Así, Villafañe denuncia este atentando contra la identidad catamarqueña
apelando a la cultura diaguita, caracterizada por su "desarrollo" cultural—definitivamente
pasado— e incorporándola en la imaginarización de la comunidad provincial. Tal como cita
la expresión de Fray Narváez:
No es posible que toda nuestra vieja cultura sea llevada para museos que están lejos
de Catamarca: La Plata, Tucumán, La Rioja, Santiago del Estero ... Me dolió como
catamarqueño que todo esto se fuera lejos de nuestra provincia 0988:122, ¡as
negritas son nuestras).

118
Lo que en todo caso nos interesa remarcar es que, a mediadós del siglo XX, "los
indios" de la provincia eran visibilizados por las élites morales catamarqueñas como grupos
que habían logrado un desarrollo cultural. En el marco de una retórica provincial de
"rescate" de los testimonios de las "viejas culturas provincianas", no sorprende el interés de
los habitantes del área en estudio por los restos arqueológicos como epítome de "los
antiguos".

Otras personas con las que conversamos también hicieron referencia a que
antiguamente habían vivido "diaguitas" en donde actualmente están sus pueblos. El Sr.
Arce tenía 71 años cuando lo entrevistamos junto con su hermana, de 63, en 1996. Ellos
nacieron en Coneta, luego sé fueron a vivir a la capital de la provincia, y volvieron a su
pueblo después de jubilados. El Sr. Arce nos contó de "los indios que había acá, los
diaguitas". Su hermana agregó que se encuentran "vestigios" en el pueblo:
•Si sí, allá al fondo también hay un mortero que hicieron los indios, porque en todos
lados han sembrado ellos esas cosas sí, iban dejando (.) Se ve que han habitado (..)
Y que han hecho muchas cosas no (.) Y usted sabe que por ahí cuando llueve (.) se
destapaban así pedazos de tinas quizás ellos sabían enterrar cosas, ¿no?
iw

Rosa Ávalos de Barros, de alrededor de 60 años, nació en La Aguada'—un puesto


ubicado en el pedemonte del Ambato—y se trasladó posteriormente a vivir en frente de la
plaza de Coneta. Ella nos contaba que los restos de indios se encuentran no sólo en la
Quebrada de San Lorenzo, por donde baja el río Coneta-Miraflores, sino también en el
mismo pueblo.
En Coneta han muerto indios de acá esta parte que han encontrado los cadáveres,
han encontrado los cadá veres por acá, allá en ¡aparte de la quebrada, toda esa parte
han encontrado las calaveras, las cosas de la cabeza, y acá al frente de esta plaza
cuando era antes que se estaba por hacer, ahí parece que enterraban gente todo eso,
sí eran los indios que estaban ahí

1
Ver mapa 4.

119
Antonia Molina de Ponce, también marcaba la presencia de "vestigios" en los
pueblos:
Cuando cavaron acá (en Coneta) un estanque encontraron una calavera (.) en la
casa de Tomás Barros ('en /víiraflores) está la higuera de/indio (..) han cavado para
poner una higuera (encontraron Una) tinaja con un esqueletilo.
u

Pero también se señala que los indios vivían más arriba de donde están los actuales
pueblos, sobre la ladera de los cerros, cerca de los cursos de agua.

El señor Avalos, hermano de Rosa Avalos de Barros, nació en 1948 y se


consideraba a sí mismo "nativo de acá (Coneta)". Luego de vivir y trabajar con su padre
que se desempeñaba como "capataz" en una "estancia" de La Aguada, se fue a Buenos
Aires a los 23 años, para luego volver a vivir en el pueblo. Nos contó que encontró
"hachas" en la tierra, porque "parece que habitaban los indios" en los lugares del campo en
donde se tiene "la hacienda".
Acá habitaban los indios.
- ¿Acá en este lugar donde estamos?
Allá, allá.
-Acáno?
No sé si por acá habitarían, no pero acá cerca sí habitaban, y allá por la orilla de
las lomas sí (.) Porque hay agua, ¿viste?, siempre porque buscaban donde había
agua
¿ Y acá por donde están los ríos?
No, acá no, para el bajo ya no

Don Ávalos ubicó espacialmente a los indios en las lomas, asimilándolos con la
forma de vida "de campo" que vivió durante su niñez en la "estancia" del puesto ubicado
en el pedemonte. Pero también, personas que vivieron en el pueblo relacionaban a "los
antiguos" con los cerros. Antonia Molina de Ponce señalaba la existencia de construcciones
"como pircas (paredes de piedra) porque en años atrás dicen que aquí (en Coneta)
habitaban mucho los indios, en los cerros".

120
Este conocimiento se origina a partir del contacto que tienen los pobladores con los
"restos de indios", en el marco de sus actividades cotidianas. Don Cannen Sosa nació
también en una "estancia" en la localidad cercana de Huillapirna, en la década de 1940 se
mudó a Miraflores y tenía 75 años en 1996. Nos contaba que encóntró restos mientras
trabajaba corno empleado de la Provincia:
Nosotros cuando construimos el camino al puesto ese (.) hemos sacado las
calaveras (..) cabezas, brazos, huesos largos (.) apenas había tinajas (.) a 90, 80
centímetros, pero en cuanto la tocaba con la pa/a se deshacían llena de carbón,
huesos, eso es lo que había.

Antonia Molina de Ponce, nos contaba que su padre encontraba cosas cuando
trabajaba en "el campo":
cositas así antiguas (.) tienen mucho valor (.) ollhtas anhiguás (.) mi padre
encontraba las cosas en el cerro en las sendas para buscar los animales (..) pedazos
de tinajas, por más que usted encuentra una entera se partían al sacarlas.

Los vecinos de Coneta y Miraflores también saben que antes habían vivido indios en
la zona a través de lo que dicen "los expertos" en los medios de comunicación y por lo que
se aprende en la escuela. Así, incorporan en sus relatos sobre el pasado elementos de
sentido provenientes de la lógica teórica.

Según los expertos que decían que los indios, por donde han transitado los indios a
transcurrir los indios para acá, creo que han venido del Perú, por Perú pasaron, y
empezaron a cruzarse acá y empezaron a habitar en todos lados. (.) Los indios
dicen, según dicen ellos que han bq/ado por Perú, se vinieron radicando ya
Catamarca, Tucumán, Santiago, el quichua, también vino de ahi de Perú, el quichua
(.) y ahora se está perdiendo también la tradición de eso de la quichua, de cómo
hablan ellos (..) venían haciendo sus ranchos y se venían, como los pueblos que se
van iniciando (..) Como le digo, por radio. Por radio, por televisión lo veo en los
noticieros, lo (.) como eran, cómo venían, en los años que venían, en eso. (Don
Avalos, Coneta)

121
Nosotros conocíamos los indígenas, los indígenas, los diaguitas, los, los, los más que
viven acá son los, ¿cómo es? Ay, mapuche, los, bueno, esos han sido los diaguitas,
toda esa, esa parte nos han enseñado a nosotros.
- ¿esó le enseñaban a ustedes?
Eso nos han enseñado a nosotros, si eso sí que nos han enseñado. (Rosa Avalos de
Barros, Coneta)

En El Bailado y los otros Puestos del Norte no se reconoce tanto el hecho de que
hubieran habitado indios anteriormente en el lugar, como sucede en Coneta y Miraflores.
Lorenzo Soria, un habitante de El Bañado, hijo de la familia en cuya casa funcionó la
primera escuela de dicho Puesto, tenía alrededor de 50 años en 1996. Negó la existencia de
restos arqueológicos: "Nunca vi nada y la gente de acá (de El Bañado) tampoco. Nunca
encuentran nada por el campo". Matilde de Palacios, una anciana que vivía en Los Cubas,
un puesto cercano a El Bailado, cuya familia tiene propiedades de tierras y hacienda
relativamente grandes para la zona, nos decía que nunca encontraron cosas "antiguas", de
indios, en ese puesto:
Tanto traer piedras para acá para hacer casas y esas cosas pero nunca he visto esos
morteros
-Nunca escuchó historias de que viviesen indios acá antes?
No ('silencio) sí tengo un mortero pero es de esos que los haces aquí esos ya no son
cosas antiguas.

Esto podría deberse a que los Puestos del Norte se encuentran en el fondo del Valle
en donde los restos arqueológicos son menos visibles que en Coneta y Miraflores, más
cercanas al pedemonte del Ambato. Sin embargo, entre 1992 y 1994 un equipo de la
Escuela de Arqueología de la Universidad Nacional de Catamarca realizó una excavación
sistemática en la localidad de• El Bañado. Los integrantes del, equipo viajaban
periódicamente a dicho puesto e incluso se alojaron en la Escuela durante varios días en por
lo menos dos ocasiones. En los pueblos de Coneta y Miraflores, en cambio, el equipo
realizó solamente una prospección que implicó la presencia esporádica en determinados
puntos dentro y cercanos a los pueblos durante un período pequeño de tiempo. Así,

122
mientras que en El Bañado el equipo interactuó con los habitantes locales durante los
períodos en los que se desarrolló la excavación, no lo hizo en los pueblos con motivo de los
sondeos. La dinámica en Miraflores y en Coneta con respecto a los equipos de expertos por
tanto fue otra. En dichas localidades, en caso de encontrarse algún resto óseo o algún
artefacto que los habitantes locales consideraban que podía estar relacionado con "los
indios", el procedimiento de rutina era avisar a la Dirección de Antropología de la
Provincia o, en su defecto, a la Escuela de Arqueología. Cabe señalar que continuando con
la política "patrimonialista" provincial iniciada a mediados del siglo XX con la fundación
del museo Adán Quiroga en la capital de Catamarca, en la década de 1980 el Gobierno de
la Provincia dictó una Ley destinada a proteger el patnmonio arqueológico, creándose
dicha Dirección como ente controlador del que a su vez dependía un museo folklórico. Por
otra parte, en 1987 se creó la Escuela de Arqueología en la Universidad Nacional de
Catamarca. Los indígenas catamarqueños, por lo tanto, eran destinatarios de una política
cultural que operaba a modo de maquinaria territorializadora (Briones 2001) que los
convertía en parte de la historía provincial, ya extinta y asimilable al folklore, pero
susceptible de ser fiscalizada por expertos.

Lo que queremos destacar es que, a pesar de que los habitantes de El Bañado


estuvieron en contacto con el equipo de arqueólogos durante un tiempo relativamente
prolongado, esto no motivó que los "antiguos" adquirieran un status más prominente en sus
relatos sobre el pasado. Esto podría deberse a que los resultados de la excavación no fueron
demasiado excitantes, ya que sólo se encontraron los restos de un techo y muy pocos
artefactos asociados, elementos que a los ojos de los "no expertos" no fueron considerados
como grandes hallazgos. Así lo relata Azucena una vecina del puesto quien había nacido
allí, luego se mudó a Buenos Aires con una tía, y posteriormente se volvió a radicar en El
Bañado cuando se casó, debido a que su marido trabajaba en el cercano predio
experimental de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Catamarca.
Ella nos relataba un diálogo que tuvo con su hijo quien, junto con otros niños del puesto, se
había acercado a la excavación:
Y ¿qué andan haciendo (los arqueólogos,)? No, dice (el hzjo, están haciendo la
tierra, dice, arman cuadritos y haciendo la tierra. Y cuando ya se han ido para allá

123
(a la excavación), a donde están ahora, dice, le digo ¿qué están haciendo ahí? Están
sacando así unos tiestitos (trozos de cerámica) y van poniendo en bolsas de nylon.
Y qué expectativas tenés o qué, qué esperás que pase con la excavación?
Que encuentren cosas lindas (risas) no sé, pero algo lindo que encuentren (risas)
tantas cosas lindas que pasan por la tele que encuentran, ¿no?

Más adelante analizaremos los puntos de vista de los habitantes locales con respecto
al trabajo de los arqueólogos en sus comunidades. En este momento nuestro interés es
señalar las esporádicas referencias a "los indios" como antiguos habitantes del área rural
del fondo del Valle que manifestaron los entrevistados de los Puestos del Norte, a pesar de
que un equipo realizó una excavación sistemática en El Bañado. Por el contrario, los
habitantes del área urbana conformada por Coneta y Miraflores y las zonas semi-urbanas
adyacentes en el pedemonte del Ambato consideran a "los indios" como antiguos habitantes
de la zona.

Muchos de los habitantes actuales de Coneta y Miraflores señalan que en los puestos
en las laderas del Ambato se observan más cantidad de "restos de indios" en la superficie.
También en estas dos localidades el agua del río socaba áreas en donde los restos que
estaban enterrados quedan expuestos. Miguel Romero, un vecino de Coneta de alrededor de
40 años, nos contaba que
para la entrada de Obras Sanitarias ('que se encuentra a la vera del Río Coneta-
Miraflores,), por la entrada esa hemos encontrado mucho y por donde se encuentran
unas piedras así de canto unos huesos.

El señor Ávalos nos contaba .que su padre encontró restos de esqueletos en las
barrancas de los arroyos en el pedemonte del Ambato:
Bueno, acá no podemos juzgar directamente si era indio o era que enterraban antes,
así, encontraron cadáveres enterrados.
- ¿Acá encontraron?
Claro, acá cerca. Y ahí encontraron otro, este, un muchacho que la trq/o a la cabeza
sola.

124
- ¿Sí?
S1 a la cabeza sola, que estaba enterrado.
- ¿Ycó,no la encontró?
Y, las lluvias grandes, ¿viste? (.) para las barrancas, se cree que han enterrado (.)
mi viejo lo vio, unas barrancas, barrancas les llaman a esos, los arroyos, barrancas
hondas, y como crecen mucho lo va comiendo y van desbanque? a las barran quitas,
y ahí mi viejo también encontró uno así.
- ¿Encontró un esqueleto?
Así enterrado.

Los entrevistados en la localidad de Coneta señalan que el origen del nombre de su


pueblo esté vinculado con los indios que allí habitaban
- ¿ Y usted sabe por qué se denominó Coneta el lugar?
Por un cacique, cacique que acá dicen que había, era gente muy trabajadora, /o.s
indios que había acá, los diaguitas este, eran todo este sector eran gente muy buena,
no guerrilleros (..) y el cacique de acá era Coneta, no sé cómo se le llamaban,
Coneta. (Sr. Arce, Coneta)

Nicolás Romero, un joven conetero que es hijo de Miguel Romero, nos decía que
"acá se cuenta que acá vivían los indios Coneta... y que acá murieron y que dejaron
ranchos, cosas enterradas". La señora Marcchetti de Vaccaroni vive en Coneta, en una
propiedad que data de fines del siglo XIX. Su padre fue un inmigrante italiano cuya esposa
pertenecía a una "reconocida" familia provincial. En el pueblo se la conocía como "la
senadora", ya que se desempeñaba como representante del departamento Capayán en la
legislatura provincial hasta 1996. Su familia es parte de la élite local. Por otra parte, se casÓ
con un integrante de la élite de Miraflores, descendiente de inmigrantes italianos que se
asentaron en la zona .a principios del siglo XX. Su casa, en donde ñincionó la escuela de
Coneta antes de que se construyera el actual edificio a mediados del siglo XX, contiene
muebles señoriales, y guarda una colección de "restos de indios" que su padre fue juntando
junto con sus vecinos. Ella nos decía: "y bueno no te olvides que los primeros habitantes
del departamento Capayán fueron los indios coneta".

125
Por otra parte, los actuales habitantes de Coneta resignifican, desde su actual
"rivalidad" con Miraflores las adscripciones espaciales diferenciales de los antiguos,
discriminando entre los indios de Coneta y los de Miraflores. Martín, otro joven
miratioristo nos contaba que
los indios coneta (.) tribus que vivían en el pueblo vecino que son los culampagá
(.) vivían a/lado de Goneta en el lugar que ahora se llama Mirajiores y ahí el río
era parte de separación (..) sí en eso se separaban las tribus, la tribu coneta vivía
para la orilla esta del río (.) y los otros indios vivían hacia la otra brilla.

Así, los vecinos de los pueblos incorporan a los indios en el pasado del espacio
vivido. También se refieren a ellos como las raíces o hitos fundacionales de los pueblos.
Esto se manifiesta fuertemente cuando se señala que los huesos que se hallaron debajo de la
plaza principal de Coneta, ubicada enfrente de la iglesia, podrían ser evidencia de la
existencia de un cementerio indígena.

Porque ahí en la piacita esa según tengo entendido (.) que había sido un cementerio,
y bueno cuando trabajaron ahí encontraron (.) cómo voy a decir, los, unos huesos.
(Sra. Marchetti de Vaccaroni, Coneta)

- ¿ Y las cosas estas que han encontrado acá en la plaza, no sabe qué pasó?
Y bueno, las han tirado eso, porque ¿dónde van a llevar todo eso? Nada, todo, todo
tiraron, todo. lían sacado lo han tirado, han encontrado calaveras, algunos las
ten drán por ahí de reliquia en las casas haciendo de alguna cosita, pero acá no, todo
han tirado todo. Mire esa iglesia, el padre, no sé si usted lo ha sentido nombrar el
padre (.) ahí cuando ha hecho bajar un poco la vereda y todo, ahí había costillas
este, cosas de indios, huesos de indios, ahí esa parte, huesos, así que debe ser que
todo eso había, que antes cuando lo han hecho, han dejado todos los cadáveres
abajo, qué se yo.
- ¿Allá en la capilla?
Ahí en la capilla (.)

126
- ¿ Y han encontrado tiestitos y piedras o solamente
No, no, no, solamente costillas, esas cosas, ¿ha visto? (Rosa Avalos de Barros,
Coneta)

Hasta aquí hemos visto una de las modalidades a través de las cuales los actuales
pobladores del área en estudio tematizan la noción de ancestría. El reconocimiento de que
la zona estuvo habitada por indios remite a un vínculo fundamentalmente espacial. Dicho
vínculo, sin embargo, no implica que la gente se sienta "descendiente de" los antiguos, aún
cuando hubieran compartido el mismo espacio. Así, aún cuando los vecinos de Miraflores y
Coneta remiten reiteradamente a la existencia de "restos" arqueológicos y a diversos
discursos de "expertos" para avalar sus afirmaciones, a diferencia de los habitantes de El
Bañado que no tienen un contacto cotidiano con este tipo de "restos", en ambos casos la
distancia postulada entre los pobladores actuales y los "indios" es muy marcada, operando
como quiebre tajante respecto de una posible adscripción genealógica. De este modo, se
reedita la retórica hegemónica nacional y provincial que plantea que, si bien los indios
vivieron "aquí", son bien "otros" y "distintos" que los habitantes actuales. En otras
palabras, la distancia entre los "indios" y el presente es absoluta (Briones 1988), siendo
confinados los indios, al igual que sus "restos", a la pre-histona no sólo provincial, sino
también local.

3. La posible filiación indígena: Acercamientos problemáticos y problematizados

Hasta aquí hemos visto que los pobladores actual es—especi almente de las áreas
urbanas de Coneta y Mirafiores—se refieren "los indios que habitaban aquí" mayormente
como sus antecesores espaciales. Sin embargo, el vínculo con los "indios" tiene sus matices
cuando se pondera la posibilidad de que también sean sus ancestros temporal y
sustancialmente hablando. Por ejemplo, existen distintos niveles de enunciación en los que
los entrevistados pueden situarse en una misma entrevista, marcando diferencias entre lo
que se debe/puede, lo que se quiere y lo que se sabe decir o hacer (Briones 2004). Tal es el
caso de Rosa Avalos de Barros cuyo relato a primera vista puede resultar un poco
contradictorio:

127
Tengo un sobrino mío, dice que estaba la madre ahi que le preguntan "Aquí son los
mapuche? ". "Bueno, nosotros descendemos de ellos, nosotros somos indios, somos
indios nosotros también, civilizados, ya somos civilizados". "Pero" dice, "señorita, si
todos nosotros somos indios, alguno sabrá ser italiano, alguno (.) ", decía, "pero en
mi casa papá es indio, papá es de descendencia india" y dice mi cuñada que se quería
morir cuando le dice que éramos. Y si somos indios, m 'hja, que somos indios
civilizados ya somos de otra época nosotros, no somos de la época de ellos. S1 creo
que existen algunos indios creo yo.
- ¿Pero así como vivían antes?
Ah, no, ya no, acá ya se ha perdido todo eso. Ya no es tanto, ya no es, ya es todo
civilizado es más, la parte que han pasado de los indios, cómo vivían (.) Salta, no sé
si usted ha visto la parte que ha pasado de documental, pero eso existe dice que de
ahí venía el cólera ¿ha visto?, de toda esa parte, viven todavía indios, porque yo lo
he visto pasar este, en el verano lo he visto pasar a todo. Viera, uno dice horrible
pero son humanos, que están algunos chiquitos, desnutridos, qué sé yo, que no tienen
qué comer, pero la cara de ellos es horrible, las madres, todo eso le digo yo, que
para esa parte existen todavía indios, pero acá no.
-.No,acáno?
No, para acá no, ya, ya se ha perdido. Por supuesto que hemos quedado nosotros,
como yo les digo a los chicos, nosotros somos indios, somos indios nosotros.

En el fragmento anterior, doña Rosa re-centraba en su discurso el peso de los


estereotipos con que el sentido común local "invi sibi liza" la ascendencia indígena,
señalando la vergüenza que le dio a su cuñada el hecho que su sobrino dijera en la escuela
que su padre "es de descendencia india". En la voz del niño, se pone en cuestión la
metonimia identificatona (Williams 1989) hegemónica que desmarca a la población
indígena como un tropo de adscripción identitaria legítimo para la población local. A través
de su sobrino, Rosa pone en evidencia la arbitraria maquinaria de diferenciación (Briones
2001) que otorga ventaja comparativa a identificarse corno "inmigrantes", mientras hacerlo
como "indígenas" es algo vergonzoso, produciendo una incomodidad en la madre del niño
por ser algo que no se puede decir. Aquí se hace evidente la retórica nacional que ubica en

128
un lugar de preferencia a los "inmigrantes" frente a los "indios" (Briones 1998 b), tomando
la forma de que sus vínculos con la población actual tienden a ser obliterados.

Sin embargo, doña Rosa se posiciona frente a esta inhabilitación de la auto-


adscripción indígena señalando que "somos indios". Paradójicamente, aún cuando
cuestiona la retórica de la extinción de lo indígena, lo hace desde una retórica civilizatoria,
destacando que ya son "indios civilizados", "de otra época". Así, la filiación con los
antepasados indígenas está fracturada por la incidencia des-indigenizante de la civilización,
la que trazaría una frontera temporal que atraviesa radicalmente el sentimiento de devenir
entre "la época de ellos"-los indios- y la época de los habitantes actuales. Esta fractura
civilizatoria marca un corte en la "forma de vida", en los rasgos culturales que es lo que,
supuestamente, debería vincular al nosotros actual con sus ancestros. Esta maquinaria de
diferenciación distingue y privilegia lo normal-civilizado por sobre lo anormal-indígena,
reforzada por los discursos mediáticos que pusieron en la agenda pública la forma de vida
de algunos grupos aborígenes chaqueños a raíz de la epidemia de cólera de principios de la
década de 1990, discursos que posiblemente sean el referente del relato de doña Rosa del
documental sobre los indios de Salta. Estos indios contemporáneos son caracterizados por
Rosa como "horribles pero humanos". La frontera radical civilizatoria atraviesa ya no
solamente la línea del tiempo marcando una fractura entre el pasado y el presente local, ::...
sino el espacio social que adscribe a ciertas regiones del chaco salteño como el locus de los
indios-bárbaros-salvajes contemporáneos. De este modo, Rosa plantea que los "indios de
aquí" no son indios-salvajes como los del chaco-salteño, reproduciendo oblicuamente la
retórica de la diferencia entre los grupos indígenas sedentari os-agroalfareros-an dinos y los
nómades-cazadores recolectores-chaqueños. Sin embargo, a pesar de los quiebres, Rosa no
niega la filiación. En todo caso, el doble estándar que lleva a evaluar los cambios indígenas
como des-indianización---contracara conceptual de la ideología de blanqueamiento-
(Briones 1998 a y b), hace que Rosa siga en su filiación enfatizando más las
discontinuidades que las continuidades.

Desde el sentido común local, entonces, se traza una compleja maquinaria de


diferenciación que plantea distintos tipos de Otros internos en la comunidad local

129
imaginada (Anderson 1990) de acuerdo a la retórica civilizatoria. Mientras que el
componente indígena es más reconocido cuando se tematiza una filiación temporal de
descendencia que cuando se tematiza un vínculo espacial de co-habitación, se lo reconoce
con vergüenza frente a otros "otros" internos no vergonzantes tales como los inmigrantes.
Pero aún dentro de lo indígena, se establecen graduaciones que marcan la diferencia
temporal entre los indios de antes y los habitantes locales y, paralelamente, entre los indios
locales ylos de Salta.

Como hemos visto, los habitantes del área consideran—con diferencias según
residan en los pueblos del pedernonte o en el fondo del Valle—que ellos y los indios han
vivido en el mismo espacio. Sin embargo, establecen matices cuando se pondera la
posibilidad de que "los indios" sean ancestros temporal o sustancialmente. Así como doña
Rosa enfatizaba en su filiación discontinuidades culturales, re-centrando la retórica
civilizatoria, en otros relatos la filiación se relativiza señalando diferencias biológicas entre
"los indios" y los actuales pobladores, marcando diferencias racializadas. Así, algunos de
los entrevistados se consideran como descendientes de "raza india". Según Don Carmen
Sosa los pobladores actuales, son una "cruza":
- ¿ Qué indios eran (los que vivían en Miraflore.$)?
Ay no sé, claro después (.) ya se han afincado por ahí acá los humanos (.) claro la
gente esta (los indios,) (.) la Biblia, cristianos no eran, no confrsaban ni comulgaban
ni bueno nada. Esa gente (los indios) ya se ha ido (.) a otras naciones y se han
quedado nomás ahí al norte, Jujuy, Ledesma, ahí ya hay cruza pero indios de antes
puros no. -
- Indios puros ya no
No, ya no, tal vez habrá para otras naciones pero para el norte hay cruza.
- ¿ Y acá hubo cruza por esta zona? -
Bueno, aquIno.

No, claro en Jujuy, Salta, Tartagal todo eso, al norte, Tucumán, el araucano, bueno,
esos rasgos
- ¿Acá no hay nadie que sea descendiente de indios? .

130
No, no, no, aquí no. Hay por ahí familias que usted ve una persona, (.) usted los ve,
mira, son indios ya en el corte de cara, las orejas, lodo igual que el indio
- ¿Gómo es el corte de cara de ... ?
Y bueno es más caretón, ¿no? No es igual que nosotros, cardán, negro, orejudo, la
mirada todo eso (.) descendencia de indios ve, que los antepasados han sido indios,
ya ha venido de la madre, ha venido del padre, habrá tenido una cruza vaya a saber,
y bueno sale alguno así (.) este hombre ya le digo (.) ci padre también (.) el
abuelo mío (.) así algo de indio (.) la facción de la cara grueso, no igual que ci
humano que ahora ya tiene otro modo de ser.

En este fragmento aparecen algunos elementos vinculados con la clasificación de los


indios según una pertenencia racializada, definida a través de un conjunto de rasgos fisicos
(el corte de cara grueso, las orejas grandes y el color de la piel oscuro, al igual que hemos
visto en el capítulo anterior en el relato de viaje que el geógrafo suizo von Tschudi sobre
las características diferenciales de los cordobeses y los catamarqueños), pero sobre todo a
partir de una idea de pureza. Esta caracterización de los indios "puros" o "mestizados" y
"cruzados" según su "raza" se condice con el estereotipo racista propio del discurso
evolucionista-naturalista del siglo XIX. Por otra parte, se re-centran también elementos de
la dicotomía no humanos-humanos propia del discurso español de la época colonial
temprana, época en la cual se discutía si los indios eran humanos o no por el hecho de no
pertenecer aún a la religión católica. Finalmente, quisiéramos resaltar el hecho de que el
entrevistado argumenta que existen distintos grados en el colectivo "indios" según su
"pureza". Si bien reconoce que indios "puros" no hay más, los menos "cruzados" no
vivirían ya en Mirafiores, sino que se habrían ido hacia el norte: Jujuy, Ledesma (el ingenio
azucarero), Tucumán, Salta, Tartagal y, llamativamente, hace referencia al "araucano"
junto con la nominación de ciudades yio provincias de la región del noroeste argentino.
Cabe señalar también la diferencia que marca don Carmen entre los habitantes actuales-
humanos y las razas indias anteriores, dejando entrever que "humanos" serían sólo los
habitantes actuales, o los que vinieron y se afincaron en donde estaban las "razas" indias.
Éstas, que tampoco eran cristianas, luego se fueron a "otras naciones", al "norte", dejando
descendientes en la zona de Miraflores luego de haberse "cruzado". En este sentido, don

131
Carmen re-inscribe aspectos centrales de las nociones hegemónicas de mestizaje y
blanqueamiento como procesos tempranos que marcan un presente des-indianizado.

Martín, el joven habitante de Miraflores que sugería que en los museos arqueológicos
las piezas provenientes de los pueblos debían llevar el nombre de los mismos, también re-
centra elementos de sentido de la retórica racista que remarca la actual "cruza" de la
población local. Aún cuando reconoce que todos los habitantes locales tienen "raza de
indio", destaca que la gente ahora está "más civilizada", y que se han cruzado con la "raza
española", que eran "blancos". Por el contrario, caracteriza a los integrantes de la "raza de
indio" son "feos", "chiquitos", "negros":
Bueno yo creo que (en Coneta) vivía gente como nosotros con nada más que sin
saber, sin la lengiia que tenemos, sin saber lo que nosotros sabemos todo eso ... no sé
pienso yo indios negros así.

Don Avalos, por su parte, señalaba la preferencia por el componente español por
sobre el indígena de la matriz hispano-indígena criolla de la población local que, además ya
es más civilizada:
¿Por acá había indios todavía cuando usted era joven?
No, ya no, ya estábamos la gente más toda civilizada la gente (.) La raza de indio,
la mayoría raza de indio, existía, todos (.) tenemos lodos raza de indio, casi todos,
mi finada abuela bueno ella fue más vale raza de española, por ejemplo el abuelo
mío, la parte de mamá también era raza de e.spaño/a, eran blancos. En cambio ya ini
abuelo, ¡aparte de mis padres eran raza de indios, chiquitito, negrito.

No sólo los matices provienen de la contraposición entre la "raza española" y la "raza


de indios". Estos últimos también son diferenciados de la "raza argentina". De esta forma
Doña Neófita Robledo, una anciana residente de El Bañado remarca otro proceso de
estigmatización: la exclusión de las identidades indígenas locales del colectivo de
identificación nacional.
Dice 'el médico) que nosotros somos raza de los indios, dice que no somos de aquí
de la argentina porque a mí me han tenido en Buenos Aires de enferma y ahí me han

132
operado y me decía que no era raza argentina sino era raza de antes. No sé cómo
me decía que yo tenía sangre de toros porque cuando los operan usted ve que
quedan, díficil se han muerto.

La distancia de los "antepasados indígenas" cobra más fuerza cuando los actuales
pobladores se refieren a los indios que viven o vivían "allí", en otros lados (Pizarro 1996).
El allí se refiere a la montaña, al oeste de la provincia, a Salta, al norte, o a lugares que
muestran los documentales en la televisión. Esta acepción de las representaciones locales
sobre los indios se relaciona con los elementos de sentido provenientes de los discursos
mediáticos que documentan las formas de vida de los indios actuales y los hallazgos de
restos materiales de sociedades indígenas pasadas en otros lugares. Las "cosas de indios"
que se encuentran en otros lados son apreciadas por su valor estético e instrumental.

4. Los indios y el campo

Cuando se trata de los indios que vivían antiguamente en el área bajo estudio, los
habitantes actuales los ubican espacialmente en la montaña y algunos dicen que "bajaban" a
los pueblos para pelear o robar, tal corno nos comentara el Señor Oliva, un vecino de
Coneta de alrededor de 70 años
Para el lado de la quebrada (de San Lorenzo, por donde baja el río Con eta-
Miraflores,) había mucha indiada (.) indios calchaquí (que) se iban a robar para la
ciudad (San Fernando del Valle de Catamarca). -.

Esta caracterización de los indios que robaban en la ciudad da cuenta de la


diferenciación del colectivo de identificación de esta área rural con los otros—habitantes de
la ciudad. Esta imagen de los indios no necesariamente remite al pasado lejano de la época
de la conquista, cuando la fundación de Catamarca fue realizada varias veces debido a la
"hostilidad" de los indígenas. Más bien, estaría vinculada a un momento más cercano en el
tiempo, en el siglo XIX, cuando las zonas rurales de La Rioja, Catamarca y Salta estuvieron
involucradas en las "montoneras" lideradas por los caudillos federales. El caudillo
catamarqueño Felipe Varela fue asociado a los indígenas que habitaron el área en estudio.

133
Raúl Pacheco, de alrededor de 50 años, nació en Miraflores y trabajaba en Obras Sanitarias
de la Provincia de Catamarca, en la planta de tratamiento de agua potable que está al pie del
cerro. Nos contó que allí "hay vestigios de que realmente ha sido habitado por indios,
morteros y cosas que se encuentran acá abajo (en el pueblo) también". Él decía que los
indios que vivieron en la zona eran "quilmes", que "después fueron corridos y atravesaron
para Pomán y despuésfueron corridos y se establecieron en Santa María". Ante la pregunta
de por qué fueron corridos respondió que fue "cuando Felipe Varela venía de Salta, que
andaba combatiendo con indios. Inclusive en Miraflores hubo asentamientos de caudillos
que estuvieron viviendo, no sé si el mismo Felipe Varela".

Tal como lo señala Escolar (2003), los huarpes de Cuyo son asociados con la figura
del Chacho Peñaloza y con sus montoneras. En los años posteriores a la caída de Rosas, los
antiguos federales habían seguido gobernando en la mayoría de las provincias del interior,
con la aquiescencia de Urquiza. La mera oposición entre unitarios y federales fue
desplazada por el antagonismo Buenos Aires-interior que se reavivó durante la década de
1860 (Halperin Dongui 2002). Esta situación produjo una crisis que en Catamarca fue
conocida como "la noche de los siete años", período comprendido entre 1861 y 1868 en el
que se sucedieron cerca de quince gobernadores 2 .

Felipe Varela no tenía en común "con el caudillo clásico el arraigo en una bien
delimitada base territorial cuyos recursos humanos y materiales le ofreciesen su principal
capital material y político" (Halperin Dongui 2002:43) y fue derrotado en Pozo de Vargas
por Octaviano Navarro, jefe del federalismo catamarqueño que se había pasado a las filas
de los liberales y que sí contaba con una gran influencia en el territorio catamarqueño

2
Por otra parte, la tensión Buenos Aires-interior de la comunidad imaginada nacional es reproducida desde el
saber popular como capital de Catamarca-interior de la comunidad imaginada provincial. Así, Carlos
Vil lafuerte describe a la Catamarca de 1869 como una
aldea mediterránea (que) se hallaba todavía bajo el injhdo de las luchas montoneras, cuando se
abandonaban los campos y los culllvos para entrar en las luchas intestinas. Recién se había salido de
"la noche de los siete aíios "y empezaba a encausarse hacia un gobierno de orden y progreso (1988:135,
comillas en el original).
El orden y progreso civilizatorio, centrado en la capital de la provincia, se tradujo en la construcción de
grandes obras, entre ellas el trazado de caminos hacia el oeste catamarqueño desde donde Varela organizaba
sus montoneras.

134
debido a las relaciones de patronazgo que mantenía su• familia en distintos puntos de la
provincia. No obstante, no es menor el hecho de que en el sentido común provincial su
figura connote las clásicas montoneras de los caudillos y sea vinculada no sólo con los
marginales rurales sino también con el fantasma de los indios.

A su vez, las montoneras de Felipe Varela son asociadas también con las rebeliones
de los indios calchaquíes del siglo XVII por algunos intelectuales contemporáneos de
Catamarca. Cabe señalar la obra del poeta Claudio Sesín (1993); entre otras. Aquí, la
asociación del caudillo Felipe Varela con los indios "quilrnes"—de los valles calchaquíes-
y con su huida hacia la localidad de Santa María—ubicada en dichos valles—, remite a la
cercanía de dos tropos identitarios locales: "los indios" y "la gente de campo", quienes
compartirían su condición de oprimidos por élites locales, provinciale's y nacionales. Este
vinculo entre "los indios" y los padres y abuelos de los actuales pobladores locales también.
se pone en evidencia en la valoración positiva de las habilidades tecnológicas: todas las
"cosas de indios" están muy bien "laboreadas" (trabajadas). Corno veremos a continuación,
su esfuerzo para subsistir en un medio inhóspito, equiparable al de los padres y abuelos de
los actuales habitantes es significativamente puesto en contraposición con la dejadez actual,
con su "vagancia". En estos relatos se produce un acercamiento relativo (Briones 1988)
entre los "indios" y la "gente de antes", ya que en el presente de la enunciación se habrían
degradado los valores positivos que se les adjudican tanto a los "indios" corno a los "padres
y abuelos" de los pobladores actuales.

5. Las "cosas de indios"

La inclusión parcial en el colectivo de identificación indígena, con las diferencias


temporales y espaciales antes señaladas, no sólo se da a nivel de las personas: "nosotros
somos descendientes de indios", sino también de las prácticas. La gente de Coneta y
Miraflores gusta de recoger cosas de indios cuando trabaja en el campo, o simplemente
cuando sale a caminar por el monte; colecciona estas cosas por cunosidad, las regala a
amigos o las deja como herencia a los familiares.

135
José Amado Bustamante, un vecino de Miraflores de alrededor de 70 años que había
nacido y había criado a su familia en un puesto cercano nos contaba:
Todavía están las pircas, bien hechas, de piedras grandes anchas así que están llenas
demorteros(.)
- ¿ Usted nunca encontró nada así que haya sido de morteros, cerámicas?
Y claro morteros, si piedras pa 7 cerro hay muchas, había que ya las han traído a
todas, la gente que ha salido lo que hallaba traía.

Allá para el lado del norte, donde voy yo, porque tengo un primo ahí que tiene
hacienda que voy siempre, ahí encontré las hachas, una chica y una grandecita
- ¿ Usted las encontró?
S1 estaban en la tierra. (Don Ávalos, Coneta)

Por otra parte, se cree que los dibujos que hay en las cosas de indios eran los nombres
de ellos, o símbolos que mostraban que todos pertenecían al mismo grupo.

(Los indios dibujaban) las vas/as (para) ponerle nombre para saber de quién eran
(.) como adornos (.) como nosotros (.) las tacitas en los modulares para que
queden lindas. (Martín, Miraflores)

También, se asocia las cosas de indios y los relatos sobre su vida con hechos mágicos
o sobrenaturales, leyendas y tesoros (Granizo 1995). Por ejemplo, se los vincula con tesoros
escondidos y con luces que indican dónde se ocultan las cosas perdidas.

Luces (.) cosas que dejaban los indios en años atrás, cosas que se encuentran en los
campos, tinaj itas (Antonia Molina de Ponce, Coneta)

Don Roque Valdéz, nacido en un departamento del este de la provincia de Catamarca,


se estableció en Coneta en su juventud. Él considera que sabe mucho sobre los restos de
indios y sobre las "cosas del campo". Nos contó innumerables leyendas sobre lugares y
acontecimientos sobrenaturales que, si bien no necesariamente estaban vinculados con "los

136
indios", remitían a creencias mágicas vinculadas con la vida de campo de antes. Tanto él
como Don Molina, Don Carrizo y Don Arce señalaron que estas leyendas antiguas sobre el
"cacuy", el "crespín", la "mulanca", la "salarnanca"—entre otras—hoy no son creídas
debido a que "ahora hay más inteligencia". El género de las leyendas permite que los
narradores de las mismas pongan en duda la veracidad de los hechos narrados, generando
un clima de irrealidad y fantasía, y el narrador señala su distancia con respecto a los
mismos a través de distintas modalidades—ya sea distanciándose de los protagonistas que
son caracterizados como borrachos, o impersonalizando el saber local colectivo con la frase
"dicen que":
Dicen que hay una piedra que está un encanto, bajo la piedra dicen que hay oro, si
alguien quiere tocarlo no lo podría sacar, se desaparecería, a otros los agarraba la
tormenta si iban con mala intención, no les puedo asegurar porque es un cuento (don
Valdéz, Coneta)

Si bien no todas las leyendas incluyen a los indios como protagonistas, son relatos
que se ubican en un tiempo-espacio liminal, fantasioso e incierto (Escolar 2003), en donde
la "civilización" y la racionalidad occidentales aún no han llegado. Algunas de estas
leyendas—sobre la "luciérnaga", la "luz mala", el "duende del cerro" y el "grito"—fueron
recopiladas por un intelectual catamarqueño, Joselín Cerda Rodríguez, en su libro
Hablemos de nuestras raíces, quien construye a la identidad provinciana a través de la
articulación de elementos hispano criollos y amerindios. Tiene por objetivo• rescatar del
olvido a la tradición indígena, planteando que
no todo está destruido y lo sentimos en una danza, una canción, en el perenne tinte
de la piel, en un apellido, en un modo de ser particular, pero más que nada en la
presencia viva y palpitante de numerosos pueblos con sangre nativa aunque
comprimidos en las fronteras de cada país (1988:16).

De este modo, en el sentido común tanto de los intelectuales catamarqueños como


de los habitantes locales, la frontera entre lo indígena y lo provinciano-rural se vuelve más
porosa. En el marco de esta área difusa de la frontera entre lo indígena yla vida de campo,
los restos de indios condensan la idea de que los tiempos de antes—tanto la época de los

137
indios, como la de los padres y abuelos de los habitantes actuales—eran mejores que los de
ahora. Así, el buscar o prestar atención a las señales de los "indios" mejoraría la situación
actual.

Por otra parte, las "cosas de indios" adquieren un valor emotivo y comunitario muy
particular, que se relaciona con la construcción local de la identidad y la atribución de locus
fundacional a la población indígena del área. En el próximo capítulo nos referiremos a las
valoraciones locales de determinados lugares y personajes como locus fundacionales, pero
es interesante señalar acá que también se les asigna un valor fundacional a "los indios".
Así, cuando se realizaron reformas en la Iglesia de Coneta, se excavaron terrenos aledaños.
En dichas tareas aparecieron restos óseos tales como "cabezas, bracitos, calaveras, y esas
cosas" que, justamente, se encontraban debajo de los típicos lugares fundacionales: la
iglesia y la plaza del pueblo. Bajo esta construcción se dice que podría haber existido un
cementerio de indios.

Corno hemos visto, algunas personas que encuentran "cosas de indios" las llevan a
sus casas y las coleccionan, en una especie de sedimentación realizada durante su vida
cotidiana. Así estos restos pasan a fonnar parte del inundo de la vida, cargándose de un
valor simbólico de reliquia, a diferencia de la operación técnica' que realizan los
arqueólogos.

- ¿ Y qué hacen con eso (las cosas de indios,?


Y lo tienen de reliquia, lo tienen ellos de reliquia, esas o/litas ¿ha visto? las o/litas de
barro bien hechas, bien hechas, bueno todo eso, bien hermosas, bueno todo eso
tienen, tienen de reliquia éso. Si sí, la gente lo encuentra y lo tiene de reliquia (Rosa
Avalos de Barros, Coneta)

Además de ser reliquias, estas cosas son coleccionadas como parte del capital
histórico-funciaciónal de las localidades, específicamente de Coneta y Miraflores, ya que
como hemos visto en Los Puestos del Norte las "cosas de indios" no se encuentran tanto.

138
Yo he tenido (cosas de indios) pero les he dado a mis nietos para que las tengan de
recuerdo. (Roque Valdéz, Coneta)

(Le doy,) valor a las cosas de indios (que tengo en mi casa) porque cran de mi padre,
otra gente no sabe (...) El doctor Suliani dice que la venda (la baiea) porque él
quiere hacer como un tipo museito con cosas que le van dando, cositas así antiguas,
(...) la gente le da (...) en Los Angeles le dieron oil/tas antiguas, el tiene en donde
recibe en el consultorio ('en la ciudad). (Sra. Molina, Miraflores)

-Qué pasó con lo que sacaron?


Y nada, porque nosotros no le sabíamos dar valor, no le sabíamos para nada, había
cosas que estaban en el aire, esas se mantenían y siempre como reliquias uno lo
conserva, por ejemplo mi selora, tiene como de reliquia dos hachitas, de piedra, de
piedra. (Señor Romero, Coneta)

Una vez yo la escuché a mi mamá decir eso ¿ vistes? (.) que había entrado gente
(buscando cosas de indios) no con el con el valor que uno les da sino quizás para
hacer un poco de comercio
- ¿ Usted qué tipo de valor le dá?
Y bueno es algo que ha sido de nuestros antepasados. (Sra. Marcchetti de Vaccaroni,
Coneta)

Cabe señalar que, en este caso, la noción de ancestría que formula la Sra. Marcchetti
de Vaccaroni connota una ligazón más temporal que sustancial (Alonso 1994), lo que
permite que aún siendo hija de inmigrantes se refiera a los "indios" como "nuestros
antepasados".

En otros casos, los lugareños valoran las costumbres de los antiguos, su esfuerzo por
lograr reproducir la vida a través de su trabajo, comparándolo con la dejadez actual de la
gente del pueblo que no quiere trabajar:

139
Hacían pircas yo sabía preguntar también porque hay unas quebradilias en el cerro
que los indios hacían (.) ya hacían pircas (.) por ejemplo (.) una pirca, y en el
medio, otra pirca, para depositar el agua, se da cuenta, para las pasturas (.) el
agua, deposita y se detiene (.) era para las pasturas. Ahora no, ni saben para qué
sirve eso, todo eso eran cosas de los indios, y calculo que en aquellos amos tenían
esas cosas, yo he visto en el cerro muchísimas pircas, de los indios. (José Amado
Bustamante, Miraflores)

Vio, eso se hacía antes, se trabajaba, por eso lo que ahora no hay gente, no saben lo
que es moler, nada, nada, molerlo, como lo llamamos nosotros en su (.) eso es un
trabajo duro, duro. (Don Carmen Sosa, Miraflores)

Inclusive hay obras de riego que se ven, obras de riego en el cerro, cómo llevaban el
agua para regar todos los pedacitos que plantaban y hace ver que eran mucho más
trabajadores que actualmente y usted ve que en ese entonces hacían obras de riego,
largos caminos de piedra que no pueden haber estado solas ahí las habrán puesto.
(Maestro de la escuela de Coneta, vecino de Concepción-localidad vecina)

Por otra parte, don Valdéz identificó a los indios con los "diaguitas" y se señaló que
hacían comidas semejantes a las que, como veremos en el capítulo 4, se dice que comían
los padres y abuelos de los habitantes actuales. Asimismo, los caracterizaba por el cultivo
de la tierra, cultivos iguales a los que realizaba "la gente de antes", y por el tejido de mantas
y ponchos:
Primero hacían una harina de algarrobo, ¿entiende? después a esa harina la
zarandeaban, le sacaban toda la semilla toda la cáscara quedaba polvo nomás y ahí
molían el mistol le sacaban la semilla al mistol y hacían unas bolitas así que le
llamaban bolanchao, en la palabra de ellos decían bolanchao después molían el
maíz para hacer la chicha y sin embargo para hacer nuestras comidas ahora que
nosotros llamarnos locro mazamorra todas esas cosas ellos habrán sabido hacer (...)
(la clase de indios que había) eran los diaguitas, que sembraban poroto, batata,
maíz, zapallo (.) el agua la cargaban en una tinaja de barro y la Iraían de 400 rnts,

140
alzaban el uso y lo llevaban nieta hilar, eso lo he visto yo, ahora no, por el oeste•
hilan la vicuña, la llama pero aquella gente hilaban la ¡ana de ove/a, en Tinogasta
he conocido una gente que trabajaba la lana de vicuña.

Como hemos visto, estos relatos locales sobre el pasado enfatizan positivamente las
habilidades tecnológicas, todas las "cosas de indios" están muy bien "laboreadas". Esto es
relacionado con el esfuerzo de los indios para subsistir en un medio inhóspito. A veces las
"cosas de indios"—especialmente los morteros, y en la época en que se molía maíz las
manitos—son re-utilizadas, convirtiéndose en parte del capital tecnológico local, por lo que
mantienen el valor positivo de la laboriosidad de los indígenas y potencian la
caracterización de los padres y abuelos de los habitantes locales que eran laboriosos y muy
dedicados al trabajo en "tiempos de antes".

6. Saberes en disputa: el conocimiento científico-arqueológico y el conocimiento


práctico-local

Otro elemento importante a tomar en consideración es la manera en que los


habitantes locales se refieren a lo arqueológico. La presencia en la zona de los
"arqueólogos" y "antropólogos" aparece en los relatos como algo extraordinario, algo fuera
de lo común y de lo cotidiano. Algo que no es "naturalizado" como historia local, sino que
escapa los límites temporales y cognoscibles de los pobladores. De esta forma, la autoridad
para re-presentar lo arqueológico se delega en aquellos que tienen la competencia para ello:
los arqueólogos y los medios de comunicación. Lo arqueológico y lo indígena llegan a las
localidades del área de estudio a través de documentales televisivos y de libros y/o expertos
sobre la materia.

Dentro de estos últimos, los arqueólogos son los que realizan la manipulación
instrumental de los restos de los "indios" a través de sus excavaciones y de sus estudios.
Son ellos los que se llevan los materiales encontrados, hecho que es justificado porque no
sabrían qué hacer con ellos pero, sin embargo, los habitantes locales dicen ser "concientes"
de esta intromisión.

141
He llevado a un, a un muchacho que estaba estudiando arqueología (.) A la orilla,
(.) a la loma del cerro, donde hay vestigios de viviendas de morteros, de trabajos en
piedra, y eso es una cosa que él ha rescatado para él, para sus estudios pienso yo, y
yo estoy concienle de eso. (Maestro de Coneta, que vive en Concepción)

Corno hemos visto, los habitantes locales tienen un conocimiento práctico sobre las
cosas de indios que proviene de su vida cotidiana. Sin embargo, reconocen que las "cosas
de indios" presentan mn interés diferente para su saber práctico que para el saber científico:
Bueno, prácticamente no le doy importancia, no le doy importancia, ustedes (los
investigadores,) le dan importancia porque ustedes lo estudian, para el día de
mañana sacar todas esas conclusiones, enseñar a los demás lo que es las cosas de
antes. (Miguel Romero, Coneta)

Los arqueólogos son quienes, legítimamente, en virtud de su saber hacer, realizan


una manipulación técnica de los restos arqueológicos y su objetivación de los mismos. Su
saber, para los habitantes locales, se plasma en un saber nombrar actividades, cosas y
tiempos.

Algunos habitantes locales se refieren a las excavaciones realizadas por los


profesionales diciendo que ellos "han dejado tapado allá eso", "hacen la tierra" o "ponen
cosas en bolsitas", sin poder dar un nombre específico a estas actividades. Otras veces, los
elementos de sentido del discurso arqueológico pasan al vocabulario de la gente del lugar
cuando se refieren a "tiestitos" y "tinajas". La profundidad temporal manejada por los
arqueólogos tampoco es un elemento sobre el cual los habitantes del lugar tienen un control
cognoscitivo. Los tiempos y épocas prehistóricas quedan fuera de sus clasificaciones
temporales y son subsumidas en un "tiempo de los indios".

Así, la ciencia arqueológica se erige como fundadora de un saber que queda fuera de
la posible "autoridad" discursiva de los lugareños. Sin embargo, ciertos grupos sociales
locales valoran positivamente la presencia de arqueólogos en la zona, al vislumbrar la

142
posibilidad de que, gracias a ello, las localidades puedan "pasar a la Historia". Por ello,
tanto los maestros corno los funcionarios políticos apoyan el desarrollo de estas actividades.

No debe suponerse, por lo expuesto antenonnente, que los habitantes locales no


tienen habilidades para nombrar espacios o tiempos; ellos también lo hacen dentro de una
aproximación comunicativa de dichas nociones, con la finalidad de incluirlas en su mundo
de la vida. Así, tratando de explicar la localización de un lugar donde hay restos de indios,
don Roque Valdéz indicaba:
Usted entra y se da (..) ahí cuando uno entra a donde dicen la senda de las varas, los
nombres que tienen, esos nombres vienen, la piedra de los novios, la senda de las
varas, son nombres que vienen de años de antes, ahí se encuentran muchas cosas,
muchas cosas.

La contraposición con la arqueología se manifiesta en que ésta realiza una


aproximación técnica a dichas nociones, con la finalidad práctica de producir un
conocimiento que explique los sucesos. Es aquí donde el saber científico se reviste de
mayor autoridad y prestigio simbólico que el del saber hacer cotidiano del sentido común.
Dicha relación desigual entre ambos saberes se articula con la relación desigual entre los
sujetos cognoscentes: arqueólogos y habitantes locales.

Sin embargo, si bien se asume que los que saben son los científicos, los lugareños
también investigan las "cosas de los antiguos":
Encontramos un jarrón y ahí excavamos (..) óseo (.) humanos supongo de indios
(.) calaveras que llevaron a la Universidad al museo de la provincia (..) a ellos [a
los que encontraron los restos] lo que les interesaba era llevarle a algún
antropólogo más o menos para que le diga más o menos los años y de qué tipo (.)
después les conté a los chicos míos y parientes de Buenos Aires excavaron sacaron
un jarrón con una pintura espectacular, yo la lavé con detergente para ver si se
borraba y no se borra (.) yo no lo llevé nunca, lo iba a llevar a un museo para que
se investigue clin etal por lo menos. (Raúl Pacheco, Mirafiores)

143
A pesar de que los "antropólogos" tienen un conocimiento específico, esto no
inhabilita a los lugareños para realizar sus propias interpretaciones, para contarles a sus
chicos y parientes, para excavar y probar la calidad de la pintura del fragmento. El
entrevistado sabe que el jarrón es un objeto con valor científico, pero por algún motivo no
lo lleva a los coleccionistas habilitados legítimamente para poseer dichos bienes
(Universidad, Dirección de Antropología, Museo Adán Quiroga). No solamente se lo queda
él, sino que lo manipula, lo investiga.

Roque Valdéz manifiesta que sabe reconocer las sepulturas de los indios de acuerdo
a cómo están ordenadas las piedras en la superficie:
Le quiero explicar que nosotros tenemos conocimiento que esto son sepulturas de
los indios porque otras personas más de antes que nosotros nos supieron decir y yo
he cavado en otras partes no en estas pero he cavado con un hermano mío y hemos
visto que la tierra estaba grasienta entonces hemos comprobado que es cierto que
son este sepulturas de indios por la forma de que ponen las piedras y bueno para
nosotros como le digo no... lo poco que nos han contado lo contamos nosotros
- ¿y cómo sabe ¡aposición de las piedras?
Porque están plantadas, querido, a la vuelta ¿me entiende? como un círculo y una
piedra alta está en el centro siempre más alta.

Los habitantes locales le otorgan alguno o varios sentidos a las "cosas de indios":
valor emotivo, identitario, instrumental, comercial, científico. La mayoría lo hacen desde
un conocimiento no científico, aún cuando realizan actividades tales como excavar,
experimentar, restaurar y/o coleccionar. Esto muestra que los distintos procesos de
relacionarse con el patrimonio cultural (Ciselli 2001, García Canclini 1992, Merridan 1996,
y Olivas Weston 2001) como manifestación pública del pasado no son competencia
exclusiva del campo arqueológico. Lo que diferencia a la lógica práctica local de la lógica
teórica científica es el tipo de proceso de conocimiento y de marco clasificatorio que los
expertos ponen en juego; así como las pretensiones de verdad a las que sus conclusiones
pueden aspirar; y, el poder y legitimidad de dicho discurso corno constructor de la realidad.

144
Esto no impide que muchos de los habitantes locales se consideren conocedores de
las cosas de indios y que tengan ciertas pretensiones de verdad con respecto a las
interpretaciones que hacen de ellas. Sin embargo, algunos son concientes de la importancia
para la "revitalización" de la identidad local que tendría el hecho de que "las cosas de
indios" sean re-presentadas por el discurso sobre el pasado que es reconocido como válidó
socialmente. Dentro de este discurso legitimante se incluye tanto a la historia científica
como a la historia escolar:
Valor no sé ... curiosidad más que nada de cómo se hacía en otras épocas más que
eso no valor arqueológico histórico no creo ... por el poco nivel cultural algunas
personas no lo llegaban a valorar (.) en este pueblo el 80% no sabe lo que es 'un
objeto) ni la historia que pueda tener por la falta de injbrmación ... pienso que el
colegio secundario que tienen acá por lo menos algo que estudien de historia de la
zona pero sería importante también que practiquen con los chicos la parte de
arqueología de la zona que todos sabemos que ha sido indígena. (Raúl Pacheco,
Miraflores)

Este lugareño cree que el sentido científico, sobre todo, recién es conocido a través
de la escolarización, es decir, a través de una de las maneras en que el discurso hegemónico
teatraliza el, patrimonio y legitiina al saber científico como aquel capaz de organizar las
interpretaciones verdaderas y expandirlas. Briones (1995) enumera diversos recursos
mediante los que el discurso hegemónico define las identidades: las instituciones, los
iconos sagrados, la memoria, la Historia y las prácticas cotidianas, entre otros. García
Canclini (1992) hace referencia a las distintas fonnas en que el patrimonio cultural es
teatralizado como símbolo de identidad.

- ¿Y esas son pinturas hechas por los indios?


Todas son labores de los indios, lodo eso son labores de los indios que hacían antes
(..)
- ¿Le interesa a la gente del pueblo así sobre los indios o cómo es?
Bueno, si yo te digo creerías que es como yo que no me interesa porque ustedes,
ustedes van con una misión, a aprender y a enseñar, como yo lo pasé ya acá, no me

145
interesa tales cosas a mi, ¿por qué? Porque ya como yo no lo estudié, no estudié,
para poderlo explicar mejor, o para, sí mejor dicho para explicarlo mejor, qué
signfica, qué signficó traer esas cosas de antiguo, ¿inc entendés cómo es?
- ¿ Usted cree que nosotros tenemos que interpretar las cosas esas?
Por supuesto, ustedes van a interpretarlo, ustedes van a enseñar a, ustedes como han
visto y todo, ustedes van a enseñar a aquel que (.) ustedes ya llevan como una
leyenda todo esto, ¿o no?
- Como una historia
Como una historia, antes se le decía leyenda y es una historia, realmente es una
historia, claro, todas esas cosas, héroes de antes
- ¿ Usted piensa que tenemos que, todo esto de los indios.
Todas esas cosas ustedes las tienen que sacar y, y llevarlo ya con estudios, sacarle
fotos para que vean las piedras, cómo las laboreaban antes los indios, por dónde
entraban, (..) cómo cocinal,an y todas esas cosas. (Roque Valdéz, Coneta)

Según este fragmento, la misión de los arqueólogos es hacer conocer "esas cosas de
antiguo", a partir del sentido científico que el marco clasificatorio disciplinar le otorgaría a
las "cosas •de indios". Este saber los habilitaría a conocer lo que realmente Son,
objetivándolos. De esta manera, en conjunción con lo que planteaba don Pacheco, si la
historia escolar incluyera el conocimiento sobre "los indios que vivían allí", la identidad
comunitaria se revitalizaría.

Por otra parte, los habitantes locales saben también, dado el valor comercial de
algunas "cosas de indios", ni siquiera los arqueólogos están exentos de entrar en el circuito
comercial que es "mal visto" pero muy redituable. Así, Raúl Pacheco se refirió a ciertas
personas que venían a investigar:
Siempre venía gente que después nie enteré que (..) era gente que ya se dedicaba a
de esos famosos que hay robadores de arqueología de la zona, gente que venía de
Córdoba porque eran de la Universidad de Córdoba (.) que eran antropólogos,
inclusive en varias oportunidades nosotros los perseguimos y hemos llegado a
descubrir que (.) hay un cementerio indígena (.) la gente esta (.) cavaban

146
excavaban llevaban un montón de aparatos sacaban y después cargaban en autos
que andaban (.) dijeron que eran ingenieros investigadores de la Universidad de
Córdoba que andaban por todo e/país sacando no sé muestrarios de la zona pero
no eran muestrarios porque llevaban cosas.

Aquí no queda claro si para doñ Pacheco esta gente era o no "antropólogos"; sin
embargo, los relaciona con un ámbito donde se legitima el saber científico (el campo
arqueológico) y, paradójicamente, los caracteriza como "robadores de arqueología",
quedando ambiguo si los ve corno comerciantes no científicos o como científicos
comerciantes. Si bien en otro momento de la entrevista valoró positivamente el
conocimiento arqueológico, en este contexto descalifíca su práctica, atribuyendo a los
investigadores la calidad de ladrones.

Ahora bien, ¿por qué son ladrones? ¿Por qué cree que está mal que hayan sacado las
cosas? Según su opinión:
Nosotros mismos tenemos que ser custodio porque eso son patrimonio de la zona y
son cosas de un valor incalculable. ¿Sabés lo que va/e una pieza arqueológica de
esas? muchos no las llevan para estudiar sino para la venta.

Aquí discrimina el valor comercial dél científico, pero también hace referencia al
patrimonio de la zona o local. Cabe preguntarse ¿cuál es el otro patrimonio al que lo está
oponiendo? Al provincial parecería que no porque:
De la Universidad de acá de Catamarca no he visto gente que haya venido (.) no
eran de la Universidad de acá de Catamarca eran ingenieros antropólogos decían
(.) estaría ajávor de que sí se estudie se investigue se le enseñe la cultura indígena
que en esta zona se sabe que existía. Lo que no estoy de acuerdo es que vengan
otros como ingenieros antropólogos que vengan, caven, experimenten y se lleven
las cosas a otros museos (.) el contralor de eso deberían ser las delegaciones
municivales de la zona y el estudio lo tendría que hacer la Universidad Nacional de
catamarca (.) [poner] un mu.seo en esta zona no sé (.) pero fhabría queJ poner

147
en el museo de la provincia que esto fue encontrado en la Quebrada de San Lorenzo
en Coneta, Miraflores.

Al otro patrimonio al que don Pacheco se está oponiendo por implicatura es al


nacional, en la medida en que menciona que los que vinieron eran investigadores de
Córdoba. Y aunque pone en duda la pertinencia de que exista un museo en la localidad, no
duda de que estos materiales deberían fonnar parte de un museo provincial. Esto nos hace
pensar nuevamente en la necesidad de un análisis sobre las estrategias y saberes locales que
organizan el patrimonio de su propio pasado, localizándolo, provincializándolo o
nacionalizándolo.

También se sugiere que las "cosas de indios" deberían ser puestas en un museo, junto
con las cosas antiguas más contemporáneas que dan cuenta de la laboriosidad de los
antepasados, tales como "manitos", telares rústicos, "frezadones", lazos, tinajones,
canastas, la piedra del molino y "todas esas cosas que no se usan más".

Cositas de antes, como ser las que venían antes, ve, que venían esas manitos de
piedra, ¿vio?
-qué manilos?
(.)
y para moler el maíz, que se molía en aquel tiempo.

-y qué eran manitos?


Hechas, y las sabrían hacer los indios (.) las llamamos manitos, son unas piedras
bien lisitas, bueno y hachitas, cosas de esas, cosas de piedra (.) y cosas de antes,
que, que, no sé que, por ejemplo los telares rústicos no los usan más. (Rosa Ávalos de
Ponce, Coneta)

(A las cosas de indios habrá que) Ponerlas en un museo para que toda la gente lo
vea, conozca y sepan qué eran que clase de indios habían acá, habitaban acá.
(Martín, de Miraflores)

148
Aquí, se estaría reforzando positivamente la idea de que antes de la llegada de los
"adelantos" (vinculados con la modernidad) los habitantes locales sabían ser trabajadores y
laboriosos, hecho que debería ser destacado y mostrado al público local y nacional. Por otra
parte, el deseo de que se nombre a su localidad en otras instituciones provinciales donde se
teatraliza el patrimonio también es señalado por Martín:
[Habría que] llegarle a la gente por las radios o la TV de la provincia, que sepan
dónde hay valores arqueológicos, y que se enteren de dónde venían ellos, que no
piensen que porque son de la ciudad (capital de la Provincia) que van a ser los
sabiondos o cualquier cosa, que sepan de quién vinieron, de los indígenas que eran
unas pobres personas que se sacrificaban para mantener a sus familias en el medio
del monte.

Así, la puesta a disposición del público del patrimonio arqueológico de la zona


inscribiría también la construcción de la identidad local frente a la de la capital de la
provincia que hegemoniza la identidad provincial.

7. La legitimación del saber científico sobre los indígenas locales en la escuela

Los maestros de las escuelas de Coneta, Miraflores y El Bañado saben que el área
en la que ellos trabajan había estado habitada antes por los indios. Duiante el período en
que realizamos nuestro trabajo de campo, las escuelas de Coneta y Miraf1ores eran de 2°
Categoría. Esta categoría agrupaba a las escuelas consideradas alejadas del radio urbano;
contaban con un director y un maestro por grado o ciclo; el plantel docente era de entre 10 y
15 docentes. La segunda escuela de Miraflores y la escuela de El Bañado eran de 3° Categoría.
Esta categoría agrupaba a las escuelas consideradas ubicadas en zonas desfavorables; contaban
con un director con clase anexa y no más de dos maestros de grado a cargo de secciones
múltiples (dos secciones que agrupaban, cada una, a los tres niveles de cada ciclo); el plantel
docente era de entre 1 y 2 maestros.

En el marco de nuestra investigación hemos realizado distintas entrevistas, talleres y


capacitaciones con los docentes. En dichas ocasiones ellos manifestaron su interés por

149
transmitir el conocimiento sobre las formas de vida de los indios que allí vivían a sus
alumnos. Sin embargo, hemos observado que las intenciones de los docentes de privilegiar
lo local quedaban en un mero voluntarisrno a la hora de seleccionar los contenidos
cun-iculares. Dentro del área de Ciencias Sociales enseñaban la historia, como
tradicionalmente se lo ha hecho, de acuerdo al calendario escolar, a las efemérides
(Zelmanovich 1994)..

Y en los grados, bueno en los grados bajos la tratamos como un cuento, tratamos de
ir fijando las fechas principalísimas, y que ir ubicándolo al niño en la línea en la
recta de la historia para que no se confunda (.) y las fechas que salen en el
calendario, o sea el 5 de julio, ci 25 de agosto en cuanto a Catamarca (.) a nivel
nacional el 25 de mayo, el 9 de julio, 20 de junio, esas fechas, también 17 de agosto,
11 de septiembre. Y bueno sobre esas fechas en los grados bajos contamos lo que ha
sucedido en ese tiempo. (Maestra 1, de Con eta)

Claro y en los otros grados se va ampliando, profundizándose (.) más los temas
esos como ser fundación de Catamarca, bueno más amplio que lo que ella toma en
segundo y en tercer grados sL (Maestra 2, de Coneta)

También los actos escolares que se realizaban en las escuelas del área de estudio son
momentos en que se teatralizaban los hitos fundacionales del pasado, marcándose las raíces
identitarias, los orígenes. Cabe preguntarse acerca de qué orígenes se trata. Las fechas
conmemoradas en el calendario escolar tienen que ver con las aquellas relacionadas con la
constitución del estado-nación, con el origen de la Nación Argentina, es decir, con la
construcción de la identidad nacional. También están incluidas aquellas fechas que refieren
a la identidad provincial, mientras que existe un vacío con respecto a la identidad local.

Los maestros manifestaban que enseñaban la Historia de Catamarca en general, sin


hacer referencia a, la historia de las localidades. Esto se debe a que privilegiaban las áreas
de lengua y matemática por sobre las Ciencias Sociales, ya que consideraban que el primer
objetivo era que los chicos aprendan a leer y a escribir. La maestra 2 postulaba la

150
importancia de estudiar la historia de la provincia, pero la imposibilidad de trabajar sobre la
historia local:
Pero nosotros nos vamos más específicamente a la provincia a la capital y no a la
historia del pueblo donde cada uno vive porque es en general lo que uno da, es en
general. De por sí el niño llega a cuarto grado y tiene una lectura pobre, una
escritura más pobre, entonces las ciencias sociales se relegan un poco para dar más
tiempo porque este chico va a llegar a séptimo grado sin saber leer y va a fracasar
en el secundario, entonces tomamos las cosas claves por eso es que nosotros
habíamos pedido que durante toda la primaria se estudie Gatamarca, se llegue afin
de los cursos con la Argentina nada más.

Señalaba que el pueblo corno tal es estudiado en tercer grado, pero haciendo
referencia a la actualidad.
Además tercer grado yo creo que es especialmente el pueblo /0 que se estudia, pero
siempre se lo toma no en base a lo que ha pasado sino al presente, se toma, se
estudia Coneta y se lo lleva al chico a ver la Municipalidad, los edficios públicos.

Cuando se referían a los indios que habitaban la zona durante sus prácticas, los
docentes hacían una analogía entre cómo vivían los indios locales con los conocimientos
sobre las costumbres de otros indios que aprendieron durante su formáción.

Bueno, yo por mi parte sé que en çste lugar habitaron los indios Coneja, ¿no es
cierto? y ahí han dejado huellas que se encuentran por ejemplo en La Quebrada, los
chicos hablan de (.) un mortero (.) que hay en una piedra. Los indios ahí molían el
maíz. Está, eso lo he visto yo cuando he ido a la a la Quebrada está el ?nortero. (.)
En la Quebrada de Miraflores. (.) Entrando por Mira/lores, pero la Quebrada es
común a los dos pueblos porque el río es el mnismo, da agua para los dos lugares. Y
cada vez que hablamos les enseñamos que los primeros habitantes, yo por lo menos
hago referencia a los habitantes de acá (.) como los indios más o menos todos
tienen las mismas costumbres, lo que yo he estudiado de los indígenas (..) lo aplico.
(Maestra 1, Con eta)

151
11

Esta docente supone que la forma de vida de los pueblos prehispánicos há sido
homogénea y que pude ser aplicada a todos los indios en general. Esto se vincula con la
limitada formación profesional que el maestro tiene tanto en lo teórico como en lo
metodológico, que puede ser caracterizado como fonnación inconclusa (Achilli 1988). Este
concepto hace referencia a las carencias con las que el maestro se enfrenta para resolver
tanto cuestiones de contenido temático, como las referidas al manejo metodológico,
derivadas de una formación que no los especializa en las áreas en las que trabaja 3 .

Pero, además de las carencias en su fonnación, los docentes plantean que otra
dificultad para incorporar el pasado indígena local en la selección curricular de contenidos
en el aula es que no existe una adscripción a la identidad indígena por parte de los alumnos,
y mucho menos de las familias de los mismos.

Los chicos medio descolgados, porque ellos creen que los indios Coneta han vivido
acá y que ellos no tienen nada que ver y la mayoría son descendientes directos. Pero
ellos están corno descolgados como cosa que les cuenten un cuento. (Maestro de
Coneta)

Es que muchas veces los padres no van a querer aceptar la idea de que son
descendientes reales, descendientes directos, reales de los indios que han estado acá.
(Maestra 1, Con eta)

Con respecto a la formación inconclusa (Achilli 1988) de los docentes catamarqueños, cabe señalar que los
planes de estudios de los Profesorados vigentes en la Provincia hasta principios de la década del 1990
privilegiaban una concepción de las Ciencias Sociales "impregnada por los rasgos que les imprimió el
positivismo del siglo XIX que las limitaba a los acontecimientos políticos como sucesión simple de acciones
humanas. En el caso de la Historia; el pasado se desconectaba del presente y la tarea del historiador consistía
en revivirlo y rescatarlo para la memoria de la humanidad; por otra parte, la Geografia se limitaba a describir
e inventariar fenómenos naturales" (Diseño Curricular Jurisdiccional. Borrador de Trabajo, Ciencias Sociales,
Educación General Básica 1997:4). Los aspectos epistemológicos y procedimentales de la construcción del
conocimiento disciplinar no eran incluidos en los saberes de los futuros docentes, ni tampoco las perspectivas
provenientes de las otras Ciencias Sociales (Alderoqui el a.1. 1994, Giacobbe 1997). En cuanto a los saberes
didácticos incluidos en dicha formación, primaba una concepción de la escuela tradicional en la que el
docente transmitía a los alumnos ciertos hechos y descripciones factuales. Esta selección de contenidos de las
Ciencias Sociales para la escuela primaria consistía, en el caso de la Historia, en una enumeración de hechos
en donde los criterios de selección y secuenciación estaban orientados por la cronología del calendario escolar
y de las efemérides; y, en el caso de la Geografla, en una descripción de los aspectos físicos y políticos de la
organización espacial. La reflexión sobre el para qué enseñar Ciencias Sociales era pasada por alto, y la

152
Los maestros "saben" que sus alumnos tienen "antepasados indios" y les gustaría
"revitalizar la identidad local", pero señalan que es dificil construir una identidad indígena
local desde la escuela pues los pobladores no se sienten "descendientes directos", no lo
aceptarían:

No, no vivencian directamente, no, ellos no, no lo van a aceptar (...) y si es que los
padres saben pienso que no se lo comunican (.) porque el niño transmite los
conocim lentos las cosas que le dicen los padres. (Maestra 1, Coneta)

Los docentes sienten la necesidad de inculcarles a los niños desde el aula el


reconocimiento de su identidad indígena. Quieren evitar que se olviden de sus raíces o que
renieguen de ellas:

(Los niños tienen) más pureza en la raza pero ellos no saben ni hablan en la casa ni
dicen mi antepasado fue indígena ni vivía así, como otro, por ejemplo, como un
europeo que dice en ini pueblo se vivía as4 las personas que viven que son europea.s
supongamos o descendientes de europeos, aunque sea un familiar que tengan ellos,
cuentan todo cómo era su tradición, cómo era su vida, cómo hacían el pan, cómo
hacían esto, en cambio los que son descendientes indígenas no cueman cómo hacían
la mazamorra, ni cómo molían el maíz, nada, no saben, parece como que quieren
olvidar (.) yo, por ejemplo, yo les digo que invesliguen, que busquen, o sea tratar de
inculcarles que no es una vergüenza tener una descendencia indígena, al contrario,
es un honor. Maestra 1, Coneta)

Estos docentes son concientes de que la escuela no sólo tiene una función manifiesta
y legitimada como formadora de contenidos y habilidades cognoscitivas, sino que también
tiene una función social, muchas veces no manifiesta ni legitimada, como formadora de las
identidades de los alumnos y de su contexto sociocultural (Achilli 1996, Boggino 1995,
Neufeid y Thisted 1999, Pizarro 2001). Ellos quieren "revitalizar" la identidad local, sobre

simplificación de los contenidos seleccionados y de su transposición didáctica obedecía al presupuesto de que


los sujetos del aprendizaje no estaban capacitados para construir conocimientos en el área de lo social.

153
todo aquellos que viven en localidades cercanas tales como San Pedro, Concepción y
Huillapima.

Una consulta realizada a docentes de algunas escuelas de la Provincia de Catamarca por


parte del equipo de consultores del Proyecto de Diseño Curricular para EGB 1 y2 del PRISE -
Catamarca recabó información acerca de los criterios que formulaban y/o empleaban los
docentes para seleccionar contenidos. Esta consulta arrojó, entre sus resultados, que:
lo loca! (cotidiano, regional) es el criterio que mayor frecuencia presentó para
justificar las opciones curricuiares del aula. A partir de éste, se diseminaban otras
respuestas que proponían también lo provincial y lo nacional como cercos cognitivos.
Cabe destacar que esta respuesta es proporcionada, también con frecuencia, para
seflalar lo que consideran debe ser jerarquizado en el documento curricular de la
provincia. (.) Es importante destacar que fueron los docentes rurales los que más se
agruparon en torno al criterio local (Carbone 1998:3).

Además, durante las entrevistas, capacitaciones y talleres, los docentes plantearon que
era muy corto el tiempo para incluir Catamarca como contenido curricular en un solo año:
Claro por eso es que nosotros cuando nos llamaron a hacer ese curso para modificar
el curricuium, una de las mociones fue esa, que no sólo en cuarto grado se estudie
Catamarca que es muy poco el tiempo, los chicos cada uno de su lugar de origen no
pueden investigar nada porque no les alcanza. (Directora de la escuela de Coneta)

Ellos señalan que, en virtud de los cambios curricularesjurisdiccionales que se dieron


a raíz de la Reforma Educativa impulsada a nivel Nacional por la Ley Federal de
Educación, en cuarto grado corresponde estudiar la historia de Catamarca.

Porque como estoy en cuarto grado y me toca estudiar la historia de Catamarca,


creo que lo voy a tener que investigar cómo se origina e/pueblo de Coneta. (Maestra
3, Coneta)

154
Esto constituye un problema para los docentes, ya que no se sienten capacitados para
hacerlo, pues sienten que tienen un bache en su fonnación, sobre todo en cuanto a la
historia de las localidades.
1
Por otra parte, los maestros señalan que no hay material didactico sobre la historia
local y que existe escasa producción científica que refleje las investigaciones que se han
desarrollado en la zona, o que, si existe, no saben cómo acceder a ella. De esta forma,
terminan minimizando los contenidos de la historia local, haciendo analogías con las
fonnas de vida de grupos prehispánicos de otras áreas que han aprendido durante su
formación docente, o que han incorporado de los documentales que se transmiten por
televisión, o que provienen de su fantasía.

En tercer grado el pueblo, el pueblo de Coneta eh bueno yo particularmente enseñé


siempre los indios Coneta eh y acá hay varias eh en el calendario también hubo
una batalla importante esle eh y varias cosas que pasaron acá en Concia eh cuando
tenía primer grado por ejemplo yo les contaba siempre cuando vamos a trabajar
con los indios, les cuento un cuento. Les digo, bueno nos imaginamos en la época
del tiempo nos vamos ¿no? y estamos acá, salimos pero no está la escuela, no está
el pueblo, está el río, están los indios, llegamos ahí están así viven así ¿no es
cierto? y más o menos les voy narrando, deforma así como un cuento, cómo vivían
los indios de acá, ellos mismos antes. Y bueno un poco de fantasía mezclada con la
realidad (Maestra 1, Coneta)

La historia local como contenido curricular se convierte en un cuento, en un


contenido no jerarquizado dentro de laplanificación docente. Y esto no es ajeno a los
efectos homogeneizadores que pretende realizar el tipo de Historia que se enseña en la
escuela. La Historia que se enseña y se transmite tiene un cariz de relato fundante de la
identidad nacional-provincial, identidad que no es cuestionada sino dada por supuesta.
Notoriamente, y a pesar de que los docentes manifiestan la importancia de "revitalizar" la
identidad local, existe un "vacío", un "olvido" de la historia de las localidades en lá
selección curricular áulica. La narrativa histórica que se ha enseñado tradicionalmente en la

155
escuela pretende homogeneizar4 las posibles diferencias, en pos de lograr una única
Historia Nacional o Provincial que sea cronológica, verídica y que pueda vincular causa-
acontecimientos.

La historia que se enseña en la escuela es una manera de enseñar a recordar, de


educar la memoria. La memoria es una manera de ordenar una serie de eventos que
acontecieron en el pasado, con el fin de otorgar un sentido ya sea al sujeto individual como
al colectivo, es decir, tiene que ver con la construcción de lugares de identificación. Pero la
manera de ordenar los eventos no es necesariamente cronológica, coherente ni verídica,
como lo requieren ciertas concepciones de la historia. Existen otras formas de re-presentar
el pasado que tienen que ver con la lógica práctica, con los saberes locales, con las maneras
en que los sujetos articulan su sentido de devenir y de pertenencia. Sin embargo, pareciera
que estas representaciones sobre el pasado local que comparten tanto los docentes como las
familias de sus alumnos en tanto miembros de una sociedad local no gozan de la
legitimidad suficiente corno para ser incorporadas en el cumculum escolar.

S. Reflexiones finales

En este capítulo, hemos visto que los habitantes actuales de Miraflores, Coneta y los
Puestos del Norte articulan distintos sentidos en su definición de "los indios". Sobre todo,
los habitantes de los actuales pueblos de Coneta y Miraflores reconocen que en sus pueblos
vivían indios. Sin embargo, su inclusión en el colectivo de identificación étnico es muy
relativa y puede tomar matices fundamentalmente espaciales, temporales, o, incluso,
sustanciales. Si bien se señala que los nombres de los pueblos se originaron en los nombres
de los indios que allí vivían, se marca una separación temporal: hace muchos años;
espacial: más para las lomas; racial: actualmente no son indios "puros"; y cultural:
actualmente son más "civilizados". Estas especificaciones muestran que la inscripción en el
colectivo de identificación "descendientes de los antiguos" no es inclusiva de manera
absoluta. Los grises y matices de la inscripción parcial en la identidad "indígena" señalan

Con respecto a la narrativa histórica como homogeneizadora de las identidades locales en pos de la
construcción de la identidad nacional ver Alonso (1994) y Pizarro (1996). Con respecto a la escuela como
homogeneizadora de la diversidad sociocultural ver Achilli (1996) y Neufeld y Thisted (1999).

156
un distanciamiento de lo que se entiende hegemónicamente como lo indígena, es decir, uná
forma de vida propia de la "barbarie". Así, en las versiones que por predominio parecen
hegemónicas, se re-centra la naturalización del estereotipo negativo del "indio": salvaje-
incivilizado-no humano-feo, lo que llevaría a estos pobladores a una fractura radical de su
genealogía con los antiguos aborígenes que habitaban el área.

Esto estaría reforzando la connotación negativa y naturalizada de los indios como


bárbaros, propia de la retórica civilizatoria provincial que invisibilizó a los indios tanto
postulando su extinción, como su mestizaje. Los pobladores del área articulan matices bien
diferenciados para la categoría indio. Aquellos que viven en Salta y al norte del país tienen
caras horribles y formas de vida muy distinta. En Catamarca quedan indios más para el lado
del Oeste, en los valles calchaquíes y en la puna, que es donde se continúan realizando
artesanías en tejidos. En las localidades en las que viven se asume l ascendencia indígena
por la "cruza" entre la "raza de indios" y la "raza de los españoles". Pero, los habitantes
locales son indios "civilizados", lo que da cuenta del proceso de articulación de su
identidad étnica con la identidad provincial y nacional—proceso que se caracteriza por la
subordinación de la primera (barbarie) a la segunda (civilización).

Pero también existen matices en los sentidos que tanto los pobladores locales como
los maestros oriundos de áreas cercanas otorgan a los restos indígenas, en cuanto "las cosas
de indios" adquieren connotaciones positivas: laboriosidad-utilización de tecnologías
apropiadas-riqueza. Se recalca que "los indios que vivían aquí" utilizaban sistemas de
riego, corrales y pinturas para sus cerámicas como elementos positivos que dan cuenta del
uso de tecnologías apropiadas y de una forma de vida ejemplar que "ahora se ha perdido".
Esta nostalgia romántica por la capacidad de trabajo de "los indios" es puesta en un pie de
igualdad con la "dedicación al trabajo" y la "productividad" de los padres y abuelos de los
habitantes locales, tal como veremos en los siguientes capítulos. Así, la dicotomía
tradición–modernidad es re-centrada por los habitantes actuales de estas localidades,
señalando que existió un pasado marcado por el momento de los "indios", y el momento de
"sus padres y abuelos". En ambos momentos, el pasado es construido de manera nostálgica:
si bien la' vida era dificil, quienes vivían en esta área lograban su reproducción gracias al

157
trabajo de la tierra y este esfuerzo que daba sus frutos, en contraposición con el presente
desde el que se recuerda dicho pasado.

Lo interesante en este último caso es que la aparente "invisibilización" de los indios


diaguitas-calchaquíes no lo es tal; antes bien, constituyen el referente fantasmagórico que
se subleva ante las pretensiones de homogeneidad de la metonimia "criolla" devenida en
civilizada. La identidad indígena es sublimada por el sentido común local, al asociarla con
"la gente de campo de antes".

De esta fonna, el proceso de autoadscripción sintetizado en la inclusión de los


habitantes de las localidades de Coneta y Miraflores en el colectivo de identificación
"indios civilizados", ni tan indios ni tan modernos, da cuenta de los matices que adquiere la
marcación de lo étnico en el área de nuestro estudio. Una misma persona se puede
identificar diferencialmente con los "indios" según las marcaciones y desmarcaciomies que
efectúe en su relato, según lo que naturalice y según lo que ponga en tela de juicio. Aún
más, la negación y reivindicación simultánea de la identidad étnica a nivel local da cuenta
de que lo indígena no es una identidad esencial, sino que es factible de ser resignificada y
construida temporalmente. Por otra parte, las fronteras que delimitan a los "indios" como
otros internos en la geografia provincial de inclusión también se vuelven porosas cuando
operan políticas culturales "provincialistas" tales como la retórica tradicionalista de algunos
intelectuales y docentes cuya mirada nostálgica pretende acercar al presente las "raíces" del
pasado indígena.

La mayoría los habitantes de Coneta y Miraflores pueden otorgar alguno o varios


sentidos a las "cosas de indios" (valor emotivo, identitario, comercial, científico) de
acuerdo a los saberes a los que hayan tenido acceso y a su posicionamiento como emisores
frente a los potenciales destinatarios en la práctica discursiva concreta. La mayoría lo hacen
desde un conocimiento no científico, aún cuando realizan actividades tales como excavar,
experimentar, restaurar y/o coleccionar. Esto muestra que los distintos procesos de
relacionarse con el patrimonio como manifestación pública del pasado (Merridan 1996) no
son competencia exclusiva del campo arqueológico. Sin embargo, existen diferencias

158
sustanciales entre las prácticas de los habitantes locales y las de los arqueólogos. Lo que los
diferencia es el tipo de proceso de conocimiento y de marco clasificatorio que los
científicos ponen en juego, así como las pretensiones de verdad a las que sus conclusiones
pueden aspirar, y el poder y legitimidad de dicho discurso como constructor de realidad.

Aún así, esto no impide que muchos de los pobladores locales se consideren
conocedores de las "cosas de indios" y que tengan ciertas pretensiones de verdad con
- respecto a las interpretaciones que hacen de ellas. Por otro lado, saben también que, dado el
valor comercial de algunas "cosas de indios", ni siquiera los arqueólogos están exentos de
entrar en el circuito comercial que es "mal visto" pero muy redituable.

Hemos visto que existen otras acepciones en los relatos sobre el pasado de distintos
grupos sociales e incluso en un mismo texto. Podemos ver en estos casos que la noción de
indio es multiacentuada (Fairclough 1992). Constituye un elemento de sentido que incluye
múltiples connotaciones provenientes de diversos discursos: el científico de los
arqueólogos, el nostálgico-romántico de intelectuales y docentes, el de las políticas
hegemónicas identitarias en los niveles provinciales y nacionales, entre otros. En la medida
en que es en-textualizado dentro de los relatos locales sobre el pasado, los mismos articulan
una multivocalidad no sólo a nivel del texto en sí mismo, sino a nivel de las identidades que
se constnmyen en la práctica discursiva.

159
CAPÍTULO 4
"NACIDOS Y CRIADOS AQUÍ":
EL ANCLAJE DE LA MEMORIA EN EL PAISAJE

1. Introducción

En este capítulo analizaremos la manera en que los relatos sobre el pasado de los
pueblos de Coneta, Miraflores y los Puestos del Norte articulan un sentimiento de
perlenencØ colectivo al marcar el sentido fundacional de distintos lugares, objetos y
persona/es.. Señalaremos cómo los habitantes del área de estudio construyeron la
identidad local, tematizando el espacio en sus construcciones del pasado de los puestos
y de los pueblos en los que nacieron y se criaron.

Nos interesa dar textura a la espacialización de la pertenencia. Concretamente,


¿qué es este "aquí" de la autoadscripción de los pobladores locales cuando dicen, con
orgullo "yo soy nacidal°o y criada/o aquí"? Más que la mera referencia al espacio físico,
este deíctico parecería estar connotando una particularidad que otorga el compartir
sentimientos, códigos y sentidos con los otros que también nacieron y se criaron "aquí".
Por lo tanto, ese "aquí" remite a la experiencia de vida en el mundo; ya no se es de
manera aislada, sin referencia a espacio ni a tiempo algunos, sino que se existe en un
contexto sociocultural, espacial y temporal determinados. Se existe en situación, en
referencia a. La posibilidad de compartir esta referencia con otros brinda una especie de
intimidad entre los que conocen las reglas del juego que se da en el área de estudio,
aunque no necesariamente jueguen en el mismo equipo y quieran diferenciarse. Tal
como lo expresaba un residente de Miraflores construyendo un colectivo de
identificación que excluía a los habitantes de Coneta: "Yo de Coneta sé muy poco, soy
nacido y criado acá" (Sr. Molina, Miraflores),

Candau plantea que "todo arte de la memoria se funda en la construcción de un


sistema de lugares (loci) y de imágenes" (2002:37). Determinados lugares constituyen
cronotropos (Bakhtin 1981) o puntos nodales disparadores de la memoria de las
personas. Por su parte, Augé (1999) cuenta cómo las estaciones de los subterráneos
funcionan como desencadenantes de recuerdos. De la misma manera, en este capítulo
veremos cómo el mapa social de la vida cotidiana se vuelve paisaje, cuando los

160
lugareños se remiten a lugares y a imágenes para relatar sus recuerdos, a modo de
itinerario mnemotécnico.

Organizaremos nuestra exposición reconstruyendo los orígenes de los pueblos y


los puestos; los monumentos que instauran lo público en el escenario de cada uno de
ellos; las redes que los conectan entre sí y con los contextos en los que se insertan; y,
también, los lugares y objetos en donde se sedimentaron las prácticas cotidianas locales.
Argumentaremos que la construcción del paisaje como escenario del pasado local se
vincula con los procesos identitarios, en tanto que los espacios en los que se desarrollan
los eventos relatados se constituyen como lugares que encaman sedimentaciones del
sentido de pertenencia a diversos colectivos de identificación: local, regional, provincial
y nacional.

Si bien analizaremos el aspecto referencial de los relatos locales para reconstruir


este mapa social del área de estudio, también marcaremos el aspecto performativo de los
mismos para analizar los puntos de vista con los que el pasado es construido y valorado
desde el presente. Señalaremos la manera en que los lugareños construyeron la
identidad local a través de distintos mecanismos de la memoria. Indagaremos cómo
seleccionaron y narrativizaron ciertos acontecimientos, relacionándolos con
determinados lugares, asociándolos con personajes ejemplares, valorando las
costumbres de antes, y homogeneizando las diferencias locales. De este modo, los
relatos sobre el pasado constituyeron metáforas a través de las cuales prescribir el tipo
de vida deseable para el presente (Basso 1984).

2. Paisajes de los orígenes: las raíces de los antepasados en la tierra

La memoria selecciona los acontecimientos del pasado que re-centra desde el


presente. Los acontecimientos no son recordados de manera aislada. Al ser
narrativizados, habilitan y son enmarcados en un cronotopo determinado, en tanto
presuponen y crean un contexto tanto temporal—lo que se recuerda se ubica en devenir
histórico—como espacial—los recuerdos son evocados en el marco de espacios o
lugares que complementan el sentido de lo recordado. Este plus de sentido convierte a.
los espacios crudos en lugares, en paisajes situados. Por un lado, el hecho de evocar un

1.61
acontecimiento del pasado trae aparejado el recuerdo de un contexto espacial y afectivo.
Por otro el, el, recuerdo de un paisaje también facilita la rememoración de
acontecimientos o aconteceres vinculados con el mismo. Así "mirar para atrás" no sólo
es dirigir la atención hacia el pasado, sino también, dirigir el sentido de la "vista".

Aniceto Auy, de alrededor de 70 años, es hijo de Don Ignacio—un inmigrante


"turco" que se radicó en Miraflores a comienzos del siglo XX. Don Ignacio no sólo tuvo
un negocio de "ramos generales" y una "recova" (carnicerhi) en Miraflores, sino
también puso una sucursal en Coneta, que estuvo a cargo de su hijo. Por otra parte se
convirtió la cabeza de una de las facciones locales'. Cuando don Aniceto nos explicaba
por qué su pueblo se llamaba así, hizo referencia al paisaje y a lo que "miraron los
fundadores":

Los fundadores no sé qué han mirado, no sé cómo y le han puesto - mirá que es
tan lindo esto - y le han puesto Miraflores, como había muchas flores, ha sido un
pueblo que había muchas flores acá, así que creo que así era el asunto.

Don Jacinto Carrizo, otro mirafloristo de unos 80 años, cuya familia era de origen
"criollo" y que también participaba de la élite local en la que se había posicionado en
virtud de sus actividades comerciales, vinculó el origen del nombre de su pueblo con lo
que vieron los fundadores, en este caso no tanto las flores sino los indios:

Porque cuando venían pasando los españoles, han venido por ahi y uno de ellos
era de apellido Flores y un compañero le dice - Mirá, mirá Flores -, le dice, le
enseñaba una tribu de indios. Ese es el origen de Miraflores.

Los vecinos de Miraflores y Coneta consideran que sus pueblos son "viejísimos",
y vinculan a sus fundadores con los españoles que se asentaron en un lugar donde había
indios. El Dr. Basso, odontólogo, hijo de inmigrantes italianos, vivía en la capital de la
provincia y en la década de 1960 compró propiedades en Coneta en donde desarrolló un
importante establecimiento tambero. También él era parte de la élite local, habiendo

1
Hacemos en esto un paralelo con el caso de Amaicha del Valle, en Tucumán,analizado por Isla (2002),
retomando comparativamente la forma en que este autor caracteriza a las redes de poder locales como
facciones.

162
participado en diversas comisiones en las que los lugareños se organizaban para la
consecución de determinadas mejoras, como por ejemplo la del agua potable y la de la
sistematización del agua para riego. Él nos explicaba que el pueblo se llama Coneta
porque "acá en la quebrada había una tribu que le decían tribu de indios coneta que eran
parte de los indios capayanes".

Tanto en Coneta como en Mirafiores, los entrevistados re-centraban en sus relatos


sobre la historia de sus pueblos elementos de sentido que se vinculan con los tiempos de
la conquista española y con la presencia de indios en la zona en donde ellos viven
actualmente en la época en que llegaron los españoles (ver capítulo 3). Apelaban a
distintos recursos de autoridad para legitimar sus relatos. Por ejemplo, algunos se
referían a lo que les enseñaron en la escuela, otros a libros que leyeron en bibliotecas, y
otros a lo que otros vecinos les contaron. En general, los relatos sobre el origen de los
pueblos fueron menciones puntuales disparadas a partir de una pregunta específica que
formulamos dentro de las situaciones de entrevista. Por otra parte, los habitantes locales
tampoco se involucraron de manera personal en sus relatos, refiriéndose al origen de los
pueblos y al por qué de sus nombres en forma general.

Por el contrario, el Sr. Rodríguez Tula comenzó su relato sobre el origen de


Coneta refiriéndose a sus "antepasados". Cabe señalar que sus padres se radicaron en •,
dicho pueblo en 1920, su padre era ferroviario y compró allí unas parcelas. En su
juventud se fue a Buenos Aires donde tenía un departamento y varios negocios que
vendió para volver a Catamarca con la expectativa de acceder a una parcela en la
Colonia del Valle, hecho que se vio frustrado por lo que se radicó en el pueblo.
También él estaba integrado en una de las facciones locales, participando en la
cooperadora de la escuela de Coneta y señaló que era cuñado del entonces intendente de
Huillapima, cuya jurisdicción incluía al, área en estudio. Este entrevistado no sólo se
1 extendió en su relato largamente, sino que se incluyó en el mismo como narrador. Esto
puede deberse a su interés por señalar que su linaje se extiende hasta la época de la
colonia, en la medida en que es "descendiente" de un encomendero español del siglo
XVII y, también, de un Gobernador de la Provincia del siglo XX. Es remarcable el uso
del pasado que realiza ya que, aún cuando su familia no era "originaria" de Coneta,
argumenta que su genealogía se remonta al encomendero de los indígenas locales:

163
Uno de los parientes míos que fue gobernador eh ... Avellaneda y Tu/a. Entonces
también era descendiente del primero, Tu/ay cervín, el apellido de él. Esto todo,
casi todo el departamento de capayán era una sola estancia y que le pertenecía a
él, en el año 1613 le estoy hablando, el Tula y cervín ese. Y después tuvo un ho
natural que se hizo cargo porque era una estancia grandísima, y Coneta era
donde vivía uno de los puesteros, en Miraflores otro puestero, en 1-fuillapima
otro, en cada uno de esos puestos. (..) (El hjo) les regaló (las tierras) a los
puesteros y los puesteros comenzaron a hacer e/pueblo con ... con los familiares
de ellos porque se les casaron los hjos, las hjas, vinieron los yernos, las nueras y
comenzaron a formarse los pueblos. (...) Le regalaba porque de última era
bohemio ypoetay regaló todo lo que era la estancia y en cada uno de los puestos
que había ahí se formó el pueblo (...) Regaló las tierras a los que estaban
viviendo ahí - todo esto es de ustedes - yo creo que ni títulos tendrían ellos,
porque ellos hicieron como hizo Navarro que se asentó y todo lo que había ahí
era de él. Porque en esa época, 1613, época de ini antepasado, ellos iban a un
lugar y decían - esto es mío hasta donde me da la visía - y ahí está y ya se asentó
y era dueño ahí. Mis antepasados una parte vienen a ser españoles y por los Tu/a
español y alemanes. Porque en esa época, 1600, España era la potencia más
grande del mundo. No se ponía nunca el sol en los dominios del rey de España.

En el fragmento anterior, es interesante la manera en que el Sr. Rodríguez Tula


relata la historia no sólo de Coneta y las áreas cercanas, sino también de España. Se
puede apreciar la manera en que re-centra elementos de sentido del discurso de la
ciencia histórica, para argumentar que sus antepasados fueron dueños de las tierras y
cómo las fueron perdiendo. En su relato remarca la filiación con el componente
"hispano" de la matriz hispano-indígena, al señalar que es pariente del encomendero
Tula y Cervín. Sin embargo, silencia el componente "indígena", al no mencionar la
doble filiación de los "hijos naturales" del encomendero. Así, re-centra la ideología
patrilineal que marca descendencia a través de los varones españoles "notables", e
invisibiliza la posible filiación de mujeres indígenas con las que lcis conquistádores
habrían tenido "hijos naturales".

El Sr. Rodríguez Tula también hace referencia al problema de la.legitimidad de


los títulos de propiedad de las tierras en ciertas zonas del noroeste argentino. En este

164
sentido, no es menor el hecho de que en la provincia de Catamarca exista la figura de
campos comuneros, es decir, campos que aún no fueron deslindados, cuyo origen se
remonta a las céd.ilas de encomienda y que se han ido subdividiendo en múltiples
herederos que ahora son derechosos (Brizuela del Moral 2001, Cruz e.p.). Es decir, no
existe un únicó propietario de la tierra sino que múltiples personas tienen "hijuelas" en
las que consta su posesión de "derechos y acciones" a un mismo campo. En la práctica,
pueden de manera conjunta con otros derechosos usar ese campo para prácticas
extractivas—fundamentalmente lefia en el área que nos ocupa—y de pastoreo extensivo
de ganado caprino, en su mayor parte, y bovino (ver Capítulo 2).

Muchos de estos campos comuneros fueron ocupados por derechosos que tenían
sólo la "hijuela", pero que contaban con recursos económicos suficientes que les
permitieran mensurar, alambrar e inscribir en el registro de la propiedad la totalidad o
parte de los campos comuneros. En su relato, Rodríguez Tula menciona a "Navarro";
este apellido remite a una de las familias más importantes de la élite catamarquefía,
quienes tuvieron extensas propiedades en toda la provincia, siendo una de las
principales latifundistas. En el siglo XIX, el general Octaviano Navarro fue gobernador
de la provincia en dos oportunidades, y fue él quien venció a Felipe Varela en el
combate de Pozo de Vargas en la década de 1860. Por otra parte, su militancia en el
naciente partido radical a fines del siglo XIX conilevó al triunfo del radicalismo en el
oeste provincial a principios del siglo XX (Halperin Dongui 2002), evidenciando su
influencia en amplios grupos de la población provincial. Una de las fincas de Coneta
perteneció a la familia Navarro, por lo que don Rodríguez Tula podría estar haciendo
referencia a posibles conflictos por el acceso a la tierra que habría tenido su familia con
los Navarro.

También existe el caso en que dichos campos comuneros se convirtieron en


campos fiscales luego de ciertas campañas de mensura que la Dirección de Catastro del
Gobierno de la Provincia realizó en algunos departamentos provinciales, como por
ejemplo Capayán. En este último sentido, muchos de los lugareños señalaron la
existencia de campos comuneros en la zona del fondo del valle, en donde se encuentran
los Puestos del Norte. Sin embargo, en un relevamiento catastral que realizamos entre
1993 y 1995, dichas tierras tenían propietarios o eran tierras fiscales "ocupadas" por una
o a lo sumo dos personas.
De hecho, el Dr. Basso señalaba que en el área de Coneta, Miraflores y los
Puestos del Norte, la propiedad privada delimitada se correspondía con aquellas tierras
que tenían agua para riego sistematizada, mientras que los campos hacia las montañas o
hacia el valle eran "campos comuneros" tanto de Coneta como de Miraflores. En el
siguiente fragmento señala que, en aquella época, las Colonias Agrícolas todavía no
existían, y que el campo en donde se estableció la Colonia Nueva Coneta eran campos
en donde familias de Miraflores tenían puestos:
Cuando yo me establecí acá (en Conetq) todavía no existía Nueva C'oneta. Era un
campo que no está perfectamente bien delimitado por eso es que la provincia tuvo
que hacer expropiar. Campos comuneros de familias tradicionales, de familias de
acá de los puestos de Mirqflores, pero que como eran campos tan grandes jamás
se hizo una delimitación con alambrado, con un cerco, algunos tenían cerco,
otros no.

Las familias de la élite de Miraflores y de Coneta que tenían hacienda poseían


puestos en la zona del Valle de Catamarca 2 , abarcando la actual zona de los Puestos del
Norte y de las Colonias Agrícolas, y en la zona más alta del Ambato, hacia el noroeste
de Miraflores y de Coneta. Quienes tenían puestos para el lado de Los Ángeles—un
pueblo ubicado hacia el noroeste de Miraflores, sobre la ladera del Ambato 3-
acostumbraban "llevar la hacienda hacia arriba". Esta travesía les llevaba un día "a lomo
de mula" desde Miraflores hasta Los Angeles, y otro día hasta los puestos cuyos
nombres eran La Laguna, El Arenal, La Pampa, entre otros. Hacia el lado del noroeste
de Coneta, los puestos más conocidos eran La Aguada, el Ampazo, el Potrero y Las
Cuevas.

En la zona baja del Valle, ubicados en un corredor entre las Colonias Nueva
Coneta y del Valle, se encuentran los Puestos del Norte: El Bañado, Los Cubas, Los
Pocitos, La Paraguaya, Puesto Nuevo, Sisi Huasi y Las Tejas. Según muchos
entrevistados, estos puestos dependían de Miraflores. De hecho, en el relevamiento
realizado, algunos de los propietarios de los campos ubicados en esa zona eran familias
de Miraflores. Por ejemplo, la Dra. Juanita Vaccaroni, "nacida y criada" en Míraflores,
2
Cabe seialar que entre los campos expropiados por el decreto 919 de 1966 se encuentra una propiedad
de los Navarro, familia a la que hacía referencia Rodríguez Tula. Así mismo, en el siglo XIX la familia
Navarro aparece como litigante en distintos documentos históricos de la zona (ver Capítulo 2).
Ver mapa 4.

166
nos contó que su padre se vino a Catamarca de Italia, porque el tío de su papá era dueño
del puesto de Los Cubas.

Don César Celemín, un vecino de Miraflores que rondaba los 80 años, señalaba la
existencia de familias que conformaban la élite local. Hijo de inmigrantes "turcos", sus
padres se establecieron en Miraflores, acumulando poder gracias a su finca, su negocio
de "ramos generales", su curtiembre y las relaciones clientelares a través de las cuales
lograron ampliar las tierras que poseían. Don Celemín, por otra parte, se vinculó a
partidos políticos provinciales, se desempefió como comisario, responsable de las
"Tejedurías Domésticas", representante del Banco de la Provincia y concejal municipal.
Él nos enumeró a las familias de más recursos de Miraflores, quienes tenían "mucha
hacienda" y eran parte de la élite local:
(Había vacunos) casi toda la gente tenía su animalito (..) algunos muchos y otros
pocos. Había familias como ser los Ontivero siempre han tenido mucha hacienda;
los Santillanes, los Molina, nosotros, los Vega, la familia Vega también ha tenido
mucha hacienda; los Vacaroni, no la mayor parte de ellos. Bueno, los Ontivero
tenían cabras, aquí en la zona ésta había mucha cabra, fuera de aquí de
Miraflores.
- ¿En dónde?
Y bueno, empezando El Bañado, Las Laj itas, Los Podilos, Sisi Huasi, Linda Jista,
El Estan que, todos tenían majadas grandes de cabras y ya no existen más
- ¿ Y esas cabras andaban a campo nomás?
A campo nomás, todo a campo.

Don Celemín, conocía los Puestos del Norte desde el año 1928:
- ¿Se acuerda usted de El Bañado cuando era chico?
Claro
- ¿Era un puesto o era un pueblo así grande?
No era chiquito, era mucho menos. El camino era angostito. Yo del año (19)28,
cuando tenía 10 años ya conocía todos esos puestos porque mi padre tenía unos
animal itos en Sisi Huasi.

Por otra parte, en el tiempo en que lo entrevistamos Don Celemín tenía su


hacienda tanto en Miraflores como en los puestos de la zona baja del Valle:

167
- ¿Ahora en estos momentos tiene hacienda usted?
Sí. Sí tenía la adicción esa de comprar y bueno.
- ¿ Y/os tiene por acá por Miraflores?
No, ahora los tengo, sí, aquí una parte tengo acá en Miraflores; la otra parte la
tengo en la Punta del Río ('y en otros) puestos. Ahí pago pastaje y una parte le doy
de la cría. Y aquí tengo una finca, una propiedad que me dieron, todo lo que
produce ahi, los animales todo a medias.

Un habitante de El Bañado recuerda que su abuela había sido de Miraflores:


Ahora hay más gente porque se casaron y tuvieron mucha familia (..) Las
primeras familias tienen que haber sido las dos abuelas por parte de mi padre
(Arizq) y de mi mamá (abuela Sánchez) de Miraflores. Ella, yo tenía 15 años, ha
muerto de 120 años pero todavía enhebraba la aguja, hilaba en el uso, armaba
cigarros, Ermenegilda Sánchez, ella ha sido de Miraflores. (Sr. Soria, El Bañado)

El Bañado, según la opinión de sus habitantes y de los de Miraflores y de


Coneta, ha crecido bastante en los últimos tiempos.

A El Bañado venía gente de los puestos (de los otros) a vivir. Ahora no, los h?jos
de los mismos propietarios (de El Bañado) han hecho casitas. ( ... ) Mi suegro era
el dueño de todo el campo éste pero cuando él murió no ha dejado en los papeles
que era para nadie, él no ha dicho nada (..) Era dueño de todo El Bañado, no
han hecho nada todos ¡os hermanos eran 11 (..) Cuando murió no dejó escritura.
Nadies indicaba. Algunos han hecho escritura ahora recién. (..) Mi abuelo,
fueron los primeros que vivieron acá, se quedó mi papá, un hermano y una
hermana. Aquí somos la mayoría Robledo. Ariza, A costa, Narváez. (Neófita
Robledo, El Bañado)

De manera coincidente con el Sr. Rodríguez Tula, un habitante de El Bañado


argumentó en una entrevista que sus antepasados eran españoles. Sin embargo, a
diferencia del primero, no re-centró el discurso de la ciencia histórica en su relato.

Bueno, mire, yo he nacido acá en El Bañado ( ... ) mis abuelos han sido
descendientes dé acá ( ... ) bueno después ya habrán pasado doscientos años (...)

168
Si le estoy hablando que fue hace 200 años más o menos, de lo que ini madre me
contaba, que ya vivían los abuelos de ella. (..) Han nacido, han vivido, porque
acá ha sido, las familias que exi.siían acá eran Sánchez, de.pués los Sánchez se
casaron con los Robledo, los Ariza con los A cosía, y bueno, y de esa manera eran
todos una familia. El Ariza ese no sé de dónde habrá venido, si habrá venido de
España, no sé. Es medio raro el apellido, no sabemos, no sabemos francamente
de qué nacionalidad somos. (Sr. Ariza, alrededor de 70 años, El Bañado)

Al igual que el Sr. Rodríguez Tula, el Sr. Ariza utilizó la metáfora visual de un
poblamiento natural, orgánico, biológico del área, en donde los derechos a las tierras se
obtenían a través de los matrimonios con los antiguos dueños, de tal manera que
gradualmente se fue conformando un poblado de manera similar a una "gran familia".
Para legitimar el derecho de su "antepasado" a las tierras, se refirió a su procedencia,
planteando que posiblemente viniera de España. Sin embargo, al plantear que "no
sabemos francamente de qué nacionalidad somos", se posicionó más como extranjero
que como argentino. Curiosamente, no apela a la prosapia colonial como lo hace
Rodríguez Tula quien, paradójicamente, no podía argumentar una ocupación centenaria
de sus tierras ya que sus padres se habían establecido en Coneta en 1920. A diferencia
de su vecino de Coneta, don Ariza hizo más hincapié en la cantidad de años que hace
que sus antepasados están en El Bañado, que en la legitimidad de sus derechos sobre la
tierra.

Esto está relacionado con la precariedad de los títulos a la que hacíamos referencia
más arriba. En la zona de los puestos, los derechos a la propiedad de la tierra de sus
habitantes eran precarios, lo que se puso en• evidencia en el conflicto que mantuvieron
con un empresario agroindustrial en 1997 (Pizarro 2000). Mientras tanto, en Coneta y
Miraflores el saneamiento de los títulos de las tierras no constituía un problema. De
hecho, algunos de los habitantes de estos pueblos eran propietarios de las tierras en
donde se hicieron las Colonias, por lo que se les pagó su valor a través de una
expropiación. El Señor Ruso Martínez, residente de Coneta de alrededor de 70 años nos
contaba:
En 1969, el gobierno de la provincia expropió mis campos (..) 260 hectáreas
desde el ferrocarril hasta el río del Valle (.) para la colonia Nueva C'oneta.
Pagaron (..) una miseria. Me dejaron del canal hasta arriba. Antes le

169
alquilábamos agua a la gente de El Eslan que, un puesto que había donde ahora
está la colonia.

El Sr. Santillán, que era delegado municipal de Coneta en el momento de nuestra


investigación, seialaba el perjuicio que ocasionaron las colonias a quienes utilizaban los
campos en los que se ubicaron para el pastoreo extensivo del ganado. También nos
contó que los "ingenieros" les robaron animales en la época en que se estaban
instalando las colonias:
Se han venido de allá ('de otras provincias) para acá a las colonias, de Mendoza,
de San Juan. A nosotros nos han explotado mucho en las colonias, nos han
afanado cualquier cantidad (..) (Ahora tenemos) en el corral a las vacas
('mientras que) antes ('estaban,) en campo abierto. (Además una vez nos dimos con
que) la ternera no estaba, se la han comido los capos de ahí, los ingenieros.
Hemos perdido 22 animales (cuando) cosechábamos 20, 25 terneros por año. Se
hemos jodido.

En algunos relatos locales sobre el pasado se hace evidente, el proceso de


transformación del paisaje a partir de la construcción de las colonias.

Nueva Conela (..) la fundó un gobernador de fado que era el General Brizuela
que después fundó e/partido Movimiento Popular de ('atamarca. Él se preocupc;
por hacer esa colonia. Una colonia muy linda, muy bien hecha, lo que pasa que
los que fueron a vivir ahí no hicieron las cosas como él había programado (...)
Hacer una colonia para producir mucho. Hizo las parcelas, las casas de vivienda,
¡os galpones, todo eso se fue perdiendo. También un parque automotor con
tractores, rastras, arados, pero se fueron desapareciendo (..) le pusieron un
interventor a la colonia (..) (lo) primero que hizo fue hacer un inventario de todo
lo que había y de acuerdo a lo que estaba en el programa hizo una comparación,
elevó un informe que decía que habían desaparecido cosas para que se
investigara a dónde fueron a parar, en lugar de investigar le llegó la cesantía.
Esa colonia era buena, bien ideada, agua suficiente, buena tierra, buenas
cosechas, pero no trataron deformar una cooperativa para vender lodos juntos o
llevar la producción a Buenos Aires o Córdoba donde haya mís consumo. (...)
Las tierras de la colonia era un campo comunero, la provincia era la dueña, la

170
repartieron en parcelas, todas parcelas iguales, la misma cantidad de hectáreas.
(..) La otra era colonia del Valle. Yo me vine para ganar una parcela de ésas,
eran 36 hectáreas de tierra en un predio aparte y donde está la casa 4 hectáreas,
40 en tota/por calles numeradas (..) Para tener una parcela había que comprar
una carpeta y hacer una declaración jurada de los bienes que tenían, declaración
de la gente que componía núcleo familiar, partida de nacimiento, qué era lo que
iba a cultivar, a qué se iba a dedicar la parcela (..) A mí inc mandaron un
telegrama urgente a Buenos Aires porque me iban a adjudicar la parcela. Pero
me hicieron venir, pasaron 4 años y no me la entregaron. (Rodríguez Tula,
Coneta)

Tal como señalaba este vecino, la adjudicación de las parcelas no fue para la
gente del lugar. Lo mismo nos contaba el Dr. Basso:
colonias Nueva Coneta y Estrella, ¡nc pusieron trabas porque yo era
propietario acá, tenía que ser para gente que no tenía propiedad, tenía que ser un
colono y como yo era profesional. Pero resulta que después cuando comenzó a
accionar la política se dcsviriuó, porque una infinidad de parcelas estaba en
manos de políticos o allegados que nunca hicieron nada y con posterioridad las
han vendido. En sus comienzos se dcía que las parcelas no eran co,nerciabies.

Si algunos de los propietarios de tierras en Coneta y Miraflores que estaban


interesados en acceder a parcelas de. las Colonias no pudieron hacerlo porque no
cumplimentaban el perfil de los destinatarios definido por el estado provincial y a otros
les expropiaron las tierras que poseían en dicha zona, los habitantes de los Puestos del
Norte fueron los más damnificados por el establecimiento de las Colonias. El
cercamiento de las tierras no implicó para ellos el resarcimiento a través del pago por
expropiación, por más mínimo que fuera, ya que ellos no tenían títulos de propiedad
sobre aquellas tierras que usaban para "hachar leña" o hacer "pastar a los animalitos".
Tampoco fueron incluidos entre los destinatarios de dicha política de desarrollo
agropecuario. Además, la presencia de los colonos gradualmente dio origen a nuevas
relaciones sociales. En las épocas en que las cosechas eran buenas, los puesteros eran
conchabados por los colonos. Como contrapartida, los colonos les prestaban o
alquilaban agua y pasturas.

171
También la presencia de las Colonias dio origen a resignificaciones de las
adscripciones identitarias particularmente en Coneta:
oneta es un pueblo muy viejo, después se hizo Nueva (oneta, Colonia Nueva
(2oneta; el gobierno mandó los desmontes, del año 70 en adelante. Este ('oneta es
muy viejo. (Sra. Avalos, Coneta)

No hay discapacitados en este lugar (en Coneta), sí en la Nueva Conera porque


son esa gente así golondrina ('migrantes golondrina) que viene, hay chiquitos con
deformaciones eso en la Nueva Coneta. (Sra. de Nieto, residente Coneta, trabajó
como enfermera en el área de estudio)

La colonia Nueva Coneta es una parte de Coneta. Coneta Viejo es como si


hubiera perdido un poco su identidad porque si usted va a un comercio y le dicen
- ¿dónde es su domicilio? - Coneta. - Le ponen Nueva Goneta (..) Entonces para
que la identifiquen hay que decir - No, Goneta Viejo -. No sé por qué le pusieron
Nueva Goneta. Si bien es una continuación porque todas eran tierras de Goneta
que han tomado, bueno el gobierno expropió para hacer la colonia (..) Esas
tierras tenían sus dueños algunos de acá. Se formó la colonia con colonos de
dferentes partes del país porque ahí hay mendocinos, sanjuaninos, de todos
lados, creería que por licitación, no sé cómo fue eso (..) Había empresas que
estaban trabajando ahí y la gente de acá iba a trabajar en las empresas que
estaban haciendo las casas. En todos los trabajos que hicieron. Porque todo era
monte, era campo. Para las cosechas también, y ahora ya es la señora Colonia
Nueva Coneta y ahora Goneta es Goneta Viejo. (Nena Arreguez, Coneta, trabajó
en la municipalidad local)

Hasta aquí, hemos visto que los habitantes del área de estudio relataron los
orígenes de los pueblos y puestos señalando, por un lado, la antigüedad de los mismos
y, por el otro, la legitimidad de sus derechos a la tierra. Si bien se menciona que los
indígenas habitaban la zona cuando se relatan los orígenes de los pueblos, los habitantes
locales no los marcan corno sus antecesores "directos". Por el contrario, señalan que las
denominaciones de los pueblos se deben a lo que "vieron" los conquistadores, o a los
nombres que tenían los grupos aborígenes en el momento en que los españoles se

172
establecieron en la zona. Tanto los orígenes de los pueblos de Miraflores como de
Coneta son asociados con el establecimiento de los españoles en la zona.

Cuando les preguntamos por la historia de sus pueblos, la mayoría de los


entrevistados dijeron no saber acerca del tema, o vincularon la historia con Jo que les
enseñaron a ellos o a sus hijos y nietos en la escuela: "historia viene a ser ese asunto
de..." Colón, Beigrano, y otros próceres del calendario escolar. En ese sentido, cabe
señalar que la Historia que se enseñaba en las escuelas del área de estudio tenía un cariz
de relato fundante de la identidad nacional, identidad que no era cuestionada sino dada
por supuesta. La Historia-identidad provincial también era cotidianeizada, y tenía menos
presencia en los contenidos curriculares que la Historia nacional. Notoriamente, la
Historia-identidad local era des-marcada en los procesos de enseñanza-aprendizaje
escolares; existe un "vacío", un "olvido" de los mitos fundantes de las localidades.

Los relatos de los entrevistados se articularon como respuestas puntuales a


nuestras preguntas acerca del origen de los pueblos y del por qué de sus nombres. Si
bien no podemos apreciar géneros tales como el relato mítico sobre los orígenes
(Escolar 2003) en los distintos relatos, sí existen diferencias en el grado en que los
entrevistados se implicaron en los relatos. Por ejemplo, algunos respondieron con
generalizaciones, mientras otros se refirieron a los orígenes remitiendo a sus
antepasados.

También existieron diferencias en los elementos de sentido que los lugareños re-
centraron en sus relatos. Algunos re-centraron el discurso científico que realizan los
historiadores al mencionar a la encomienda de los indios Coneta, aunque no se
refirieron a dichas fuentes de manera expresa, sino que personalizaron su relato
aludiendo que descendían del encomendero. De. esta manera, utilizaron el pasado para
legitimar, en el presente de su relato, su posición personal en la estructura social.
Mientras que otros entrevistados legitimaron su relato sobre el pasado en las lecturas de
libros o en lo que les habían contado sus vecinos.

Los relatos locales sobre el pasado no estuvieron ligados a la idea de historia


científica como un recuento objetivo de lo que pasó (Cohn 1991, Nora 1989). Si bien
los entrevistados re-centraron al discurso científico de la Historia al resignificar algunos

173
contenidos o al avalar lo dicho con ella, lo hicieron con formas y elementos de sentido
propios y desde sus puntos de vista. Estos puntos de vista se vincularon con la
construcción de la identidad del colectivo local. En el marco de procesos de expansión
de la frontera agropecuaria—procesos donde el acceso a la tierra de los pobladores
locales ha estado siendo continuamente cuestionado—los relatos sobre los orígenes de
los pueblos apuntaron a demostrar la legitimidad de sus derechos sobre la tierra. Para
ello, construyeron su pasado apelando a sus antepasados "españoles" y no a los
"indígenas".

Por otro lado, los lugareños vincularon los orígenes de los pueblos y de los
puestos a los modos de uso de la tierra. Así, dieron cuenta de los procesos de
comunalización a partir de las formas en que se fue poblando la tierra desde el
establecimiento de los primeros pobladores, tanto en el caso de Coneta como de El
Bañado. Asimismo, los colectivos de identificación legítimos para los habitantes locales
son aquellos que pueden demostrar una antigüedad y continuidad en el uso de la tierra, a
diferencia de nuevas poblaciones, como las Colonias Agrícolas que fueron
prácticamente inventadas por el Gobierno y que modificaron el paisaje, en desmedro de
los residentes del área de estudio.

En síntesis, en estos relatos sobre los orígenes de los pueblos los habitantes
locales construyeron el orden y legitimidad del paisaje en donde sus vidas, así como las
de sus antepasados, se desarrollaron. En estos relatos, la organización de los eventos
(que no necesariamente debe ser cronológica, coherente ni verídica, como lo requiere la
actual concepción de la historia) estuvo íntimamente relacionada con la transformación
de los fundadores y conquistadores en antecesores, de la tierra en territorio, de la
memoria en identidad y del espacio en paisaje. La diferencia entre los de "aquí" y los
venidos de otra parte se construyó simultáneamente sobre un eje temporal ligado a
diversas profundidades en la radicación; sobre un eje espacial ligado a distintas formas
de ocupar, habitar, usar la tierra; y, también sobre un eje social ligado a quiénes fueron
beneficiados o no, con justicia o injustamente, por las políticas estatales.

174
3. Monumentos morales de lo público: los pilares que sostienen a los pueblos

Existen espacios que condensan una multiplicidad de acontecimientos, y


devienen "lugares" por los procesos de comunalización que articulan a su través un
sentimiento de pertenencia en el hecho de vivir en una misma tierra. El "territorio"
aparece así vestido de "pueblo" o "puesto", condensando las identidades y memorias
colectivas. Por ello, cuando la memoria se dispara, trae al presente lugares que son
señalados por los habitantes locales como importantes históricamente, como hitos
fundacionales.

El paisaje en el que los procesos de la memoria y de las identidades transcurren es


el resultado de una serie de sedimentaciones cotidianas y, a la vez, el condicionante de
las prácticas sociales del fluir de la vida social. Ciertos lugares son revestidos con un
carácter fundante, casi mítico, en este mapa identitario, para los distintos integrantes de
los colectivos de identificación que se entraman. Así, la escuela, la capilla y la plaza
fueron algunos lugares a los que los entrevistados inevitablemente remitían al hablar de
las historias de sus pueblos. Cabe señalar que tanto la escuela corno la capilla y la plaza
son las primeras instituciones a través de las cuales lo colectivo se corporiza en un
pueblo corno espacio público de la sociedad civil. Son lugares en donde la sociabilidad
de la vida privada se comparte con los vecinos. Paralelamente, son lugares de
inscnpción de subjetividades cívicas, en donde el estado—poder públiéo de la
modernidad—extiende sus ramificaciones para disciplinar las mentes, las almas y los
cuerpos.

Así, los habitantes locales también articularon su comunalización a partir de la


territorialización de la identidad de sus pueblos y puestos. Un hito principal en este
territorio identitario para todas las localidades fue la Iglesia'o la Capilla. Los vecinos de
Coneta se jactan de tener en su pueblo a una de las iglesias "más antiguas de la
provincia".

El Sr. Rodríguez Tula nos decía que "lo más importante y representativo de
Coneta es la iglesia porque es una de las iglesias más viejas que existen".

175
Otra vecina de Coneta nos comentaba que:
La iglesia (..) se terminó de construir en 1770. Ustedes han visto ese dintel que
está al frente, que mi papá lo rescató de un lugar (..) de la capilla. Porque
nosotros siempre quisimos que la capilla esa fuera un monumento histórico,
porque todo estaba como para que eso se dé así. Te explico por qué. Había las
barandas todas trabajadas, nada que ver con cómo está ahora. Tenía la escalera,
tenía el púlpilo todo trabajado todo con ángeles, algo hermoso, algo ... Y bueno
después vino otra comisión que estaba el padre, a cargo del padre Juan Baucel,
del Corazón de María y han cambiado. A hora es una iglesia moderna, adentro es
una iglesia moderna- (..) Es la iglesia más vieja del departamento. En 1770 se
terminó de construir, en 1600 y algo se empezó. (Sra Marcchetti de Vaccaroni,
Coneta)

También nos decían que las paredes tienen 1,20 m. de ancho aproximadamente,
y que había mosaicos en la parte en donde está el altar, los que con las modificaciones
fueron cambiados por baldosas. Además, "se sacó el púlpito que tenía, el púlpito con
unas baranditas así que subían y de ahí donde predicaba el cura" (Dr. Basso, Coneta).

Los habitantes de Coneta señalan que no había acuerdo en realizar estas


reformas, por lo que:
tras de eso Vino Ufl disgusto, la gente se retiró un poco de la Iglesia, toda la
gente de antes, digamos gente vieja, las Sánchez y toda esa gente se disgustaron
con la comisión. (Sr. Arce, Coneta)

Sin embargo, con anterioridad el edificio de la iglesia ya había sido modificado


según nos contaban:
De acuerdo a mi madre, decía mi madre, ella que se casó en el año (19)12, este,
decía que la iglesia ya estaba hecha, lo que le faltaban eran las torres, ella me
comentaba eso. Y ¿ustedes fueron ahi afuera, la conocen a la iglesia? (.) Bueno,
este, había una sacristía para la parte, norte, así era en ese tiempo la iglesia y
después se hizo la sacristía y tenía una ventana conectada a la nave de ahí.
Entonces en esa ventana había una, un escrito, pero casi no la entendernos, a
pesar que el señor obispo Torres Farías tampoco, si es un siete o un cinco el que
está ahí. Y bueno, y esa, cuando se hizo la sacristía, eso se da hizo colocar en la

176
puerta principal. (Sra. Perdiguero de Santillán, Coneta, madre del entonces
delegado municipal)

Según este fragmento, tiempo atrás no había problema en modificar los edificios.
Los mismos iban monumentalizando la sedimentación de las prácticas de la vida
cotidiana. De acuerdo a las necesidades, gustos y criterios de cada momento, los
edificios tenían vida, eran transformados, ampliados, reparados sin que ello implicara
una condena social. ¿Cuál era la necesidad de convertir a la capilla en un lugar de la
memoria (Nora 1989)? ¿Por qué "la gente de antes, la gente vieja" se disgustó? ¿Por qué
no les gusta a algunos vecinos que la iglesia ahora sea "moderna"? Más allá de las
tensiones entre las facciones locales que se dirimieron en la comisión de la capilla—una
de las cuales promovió la remodelación de la capilla mientras que la otra se opuso-
podemos interpretar los sentidos sobre lo "histórico" inscripto en un "monumento" local
que se confrontaron en esta disputa. La existencia de lugares de la memoria (Nora 1989)
confluye con la emergencia de las sociedades que espacializan al pasado en
contraposición a otro tipo de sociedades en donde el pasado está anclado y sedimentado
en todos lados. La tensión entre tradición-modernidad está en el meollo de este conflicto
por la remodelación de la capilla, en particular, y en el auge de la patrimonialización de
la memoria (Candau 2002 y 2003), en general. Frente a los cambios acelerados que se
dieron en el área de estudio en los últimos tiempos por "la modernidad", "la gente de
antes" apela a la corporización de la memoria y de la tradición en un edificio, en este
caso "la capilla", como representante de la forma de vida de antes, de las costumbres, de
la tradición, de la memoria que en el pasado no era necesario transmitir en forma de
Historia, ya que estaba presente en las prácticas de todos los días.

Así como en Coneta hablar de la iglesia movilizaba en sus habitantes estas


opiniones encontradas sobre las refacciones que se le habían hecho, también en El
Bañado el tema de la iglesia disparó la memoria de los entrevistados, ya que en el año
1992 se había inaugurado una nueva debido a que la anterior se había derrumbado. En
este puesto, las tierras en donde están la iglesia, la escuela y la plaza fueron donadas por
los vecinos. René Palacios, de alrededor de 40 años, nació en el puesto Los Cubas, pero
se mudó a El Bañado cuando se casó. Es la cabeza de una de las facciones locales,
habiéndose desempeñado como delegado municipal y habiendo organizado la comisión
pro-templo así como el consorcio que gestionó la toma para acceder al agua de riego y,

177
posteriormente, el saneamiento de los títulos de propiedad de la tierra y las gestiones
judiciales contra el empresario. Él se refería a la capilla en ocasión de su inauguración:
-
¿ usted recuerda algo de la primera capilla que se hizo acá?
Si, estuvo mi hermana ta,nbién que fue confirmada ahí (..)
- Y era también la patrona la Santa Teresita?
Si, justamente ayer, anteayer la he conocido a la Santa Teresita que tenía acá el
pueblo. Un tamaño más o menos de 20 cm. Y que bueno, cuando inauguraron a la
capilla estaba la imagen ésta, y cuatro personas habían encargado una a
Tucumán, que es la que tenemos ahora. El Señor Reimundo Robledo, don José
Soria, Ariza (..) Heredia, no sé cómo se llama. Ellos entre los cuatro la
compraron la imagen y de ahí la sacaron a Santa Teresita chica y se la dieron a
don Reimnundo Robledo, una señora que la tiene todavía en la casa.
-y ¡a capillita se derrumbó la anterior?
No sé, no sé como fue porque (..) era de adobe, no séyo cuando llegué ya estaba
destruida ya, los cimientos.
-iera parecida a esta la capilla?
La estructura, o sea, era casi la misma, ¿no? ahora la hicieron con más detalle.
-ten el mismo lugar?
Está en el mismo lugar.

(La) iglesia está del año (19)50. Era de adobe como estos ranchos, una lluvia
fuerte la tiró, la de ahora (..) la municioaiidad de Huillapima la construyó, la
gente del pueblo iba a salir a pedir pero ellos la hicieron. Padre permanente no
hay, el sacerdote viene cuando se lo precisa; tiene que avisarle una semana antes
(.j Mi viejo entró y han sacado a la Santa ('Teresita) cuando se cayó la iglesia
(..) La maestra enseñaba a rezar (..) El fue bautizado en Miraflores. (..)La
tierra de la iglesia era de mis viejos, ellos la donaron. El techo (de la nueva) está
por ('caers), está mal trabajado. (Lorenzo Soria, El Bañado)

Una lástima, está partida (la iglesia), porque tienen que hacerle pilares si no se
cae. (Sr. Reyes, alrededor de 80 años, "nacido y criado" en El Bañado)

Bueno, de hace tiempo que la estaban construyendo (a la iglesia de El Bañado) y


hacían así campeonatos, bailes para comprar las cosas.(Azucena, El Bañado)

178
-y ésta corno hicieron para construirla (a la iglesia de El Bañado)?
Bueno, acá se formó una comisión, y ahí empezaron a trabajar haciendo rifas,
haciendo bailes, carreras e hicieron un fondo, para ir comprando el material de a
poco. Y después el gobierno de Ramón Saadi nos dio un subsidio de 20 millones
de pesos, de los cuales se consiguió todo el material y ahí iogranos terminarla de
levantar, ¡aparte de la loza. Y bueno, han ido cambiando las comisione ¿no es
cierto?, y van trabajando de esa manera, y de ésa manera han logrado que
termine, con el apoyo de la municipalidad también, la mano de obra (..) la
capilla ésa la hemos logrado terminar hace corno seis meses atrás. (René
Palacios)

Las referencias a la iglesia de Miraflores fueron mucho más escasas, a pesar de


que es muy antigua—quizá no tanto como la de Coneta. Probablemente no haya sido un
tema que movilizara a los mirafloristos en aquellos días, de la misma manera que
sucedía en Coneta y en El Bailado.

Ahora, el padre Varela, que ha sido un párroco excepcional. Muy guapo,


trabajador. El vino en el año 1921, en el mismo año que vino la señora Centeno
de directora (de la escuela), en el 1921 y en el (19)22 ya fundó la biblioteca.
Bueno, el padre Varela ha hecho muchísimas obras acá, en todo el departamento
¿no? porque (.) la iglesia de Miraflores. Lo primero que hizo ha sido ponerle
mosaico a (.) la iglesia (..). Ha sido una de las obras princpales que ha hecho.
Después los bancos que había, en ese tiempo, han sido de esos bancos ya en
desuso, los daba el consejo, el Consejo de Educación se los daba a la escuela. Y
él ha sido el que, en ese tiempo, ha comprado los bancos que actualmente están,
los bancos de la iglesia. La primera imagen que se ha traído fue la del Sagrado
Corazón de Jesús, después la Virgen del Gormen, después San José. Todas esas
obras ha hecho el padre Varela. De.spués, ah! (.) del Santísimo, el copón que
han robado, dicen que lo han robado, un copón que ... con la colecta del pueblo,
ha sido en la época del padre Varela, no se terminaba una obra que ya estaba
pensando en otra; el copón, creo que era de plata bañado en orO, hermoso copón.
(Jacinto Carrizo, Miraflores)

179
Es notable en el fragmento anterior la relación que establece el entrevistado entre
lugares: iglesia - escuela - biblioteca, personas: maestra - curas, y los comportamientos
deseables: organizar - traer adelantos. La directora y el cura son ejemplos morales para
el entrevistado, "pioneros". Esta metáfora remite al accionar de personas con iniciativa
propia en un espacio atrasado y carente de comodidades. Sin embargo, la gente que
gestionó "mejoras", que hizo "obras" pertenece, para el entrevistado, a otra época, en
contraposición al momento en el cual él está hablando: "en la época del padre Varela,
no se terminaba una obra que ya estaba pensando en otra". Así, el pasado, a diferencia
del presente de la enunciación, se relaciona con personas que tuvieron un desempeño
público y cuyos comportamientos fueron fundacionales. De esta manera, los relatos
locales sobre el pasado no sólo seleccionan acontecimientos del pasado sino que los
organizan desde un presente y con una intencionalidad, en este caso ejemplificadora,
iluminadora sobre el tipo de comportamientos sociales deseables. Por otra parte, estos
relatos son ubicados temporalmente en otra época y espacialmente en edificios de uso
colectivo. En este caso, el entrevistado marcó el valor moral del cura, relatando su
comportamiento social destacable y utilizando la iglesia como escenario.

Lo mismo sucedió en los relatos sobre las iglesias de Coneta y de El Bañado. Los
lugareños los marcaron como, lugares importantes en sus pueblos, señalándolos como
edificios que condensan la historia colectiva y los comportamientos deseables,
transformándolos en monumentos morales dentro del paisaje social. También es notable
la organización de comisiones entre los habitantes del lugar y las donaciones de terrenos
realizadas por algunos de ellos para que los edificios públicos se pudiesen erigir. Aquí
cabe señalar el interés por convertir al espacio crudo en paisaje, erigiendo monumentos
que den cuenta de un espacio social y público. Lo mismo sucedió con los edificios de
las escuelas.

Las escuelas de Coneta, Miraflores y El Bañado comenzaron funcionando en


casas de familia. Con el correr del tiempo y la gradual sistematización de la política
educativa provincial, sobre todo a partir del primer gobierno de Perón, se construyeron
edificios específicamente destinados para las actividades educativas.

En Miraflores existen dos escuelas primarias y una secuiidaria. Pero


antiguamente, la escuela estaba frente a la comisaría en la casa de "Maria de Silva", y

180
como recordaba el entrevistado antenor, en 1922 fue directora de esa escuela la Señora
Centeno, quien fundó la biblioteca del pueblo.

Según otro vecino de Miraflores, durante el péríodo en que se desarrolló nuestro


trabajo de campo, la escuela cumplió las bodas de diamante. Recuerda este hecho
porque fueron a buscar a su madre, quien había sido una de las primeras alumnas. En
aquella época era la escuela Lainez número 84.

Era una escuela que era en una casa particular. Bueno de lo más heterogéneo el
alumnado, como es en esos pueblos rurales, imagínese. Entonces llegamos hasta
cuarto grado que era adonde se llegaba, el ,ncírimo en las escuelas. (Juanita
Vaccaroni, Miraflores)

Pero el hecho de ir a la escuela no era considerado por todos los habitantes de los
pueblos de la misma manera. A diferencia de la entrevistada anterior—que, al igual que
los otros hijos de inmigrantes radicados en el área a principios del siglo XX, pudo viajar
a la ciudad para seguir estudiando—otros lugareños no querían o no tenían los recursos
como para que sus hijos se dedicaran a estudiar.

En aquellos años no era, este, cómo le puedo decir, no le exigían a la escuela, y


uno que no le gustaba, que le gustaba el campo y hay varios que no quieren
estudiar, porque eso es no saber. Después cuando yo me fui a Buenos Aires (.) y
le daban medidas que yo entré a conocer el metro por intermedio de un muchacho
que teníamos. (Sr. Avalos, Coneta)

Cabe señalar que el acceso a la educación es un recurso muy preciado en el área


de estudio y el "tener estudios" marca diferencias sociales importantes. En el caso de El
Bañado, por ejemplo, el hijo de Don Carlos Robledo—la cabeza de la otra facción
local—se había recibido en la Escuela Agrotécnica ubicada frente a la Colonia Nueva
Coneta; los vecinos del puesto señalaban este hecho como una evidencia que
acrecentaba el capital social de don Robledo. En este sentido, no es menor el hecho de
que Juanita Vaccaroni haya sido la "primera abogada de Catamarca" y que se hubiera
desempeñado en importantes cargos en el estado provincial. Ella recordaba el ejemplo
de sus maestras, que constituyó una guía para su vida futura:

181
Tuve en Miraflores maestras excelentes (..) Y era una !naestra Amelia
Monferrán, yo la nombro porque pienso que nombrándolas rindo un homenaje a
esas maestras que fueron de vocación, que fueron íntegras, que se entregaban a
la población. Porque el hecho de que no había una comunicación fácil aqul,
aunque eran dieciocho kilómetros no había una comunicaciónfácil, entonces las
maestras se quedaban en los pueblos. Eran verdaderos focos de luz las maestras
entonces- (..) Eran maestras que se volcaban al grado, al pueblo, una verdadera
educación, porque no sólo te enseñaban a leer sino te daban normas de conducta
para toda tu vida (..)Después en tercer grado tuve una maestra que también la
nombro con respeto, con cariño, con devoción, que era María Elena Noguez (..)y
después en cuarto grado, ya tuve de maestra a otra señora que también fue una
institución en lvíirafiores, se llamaba Rosamira de Centeno Espeche (..) porque
ella creó la biblioteca, presidía por supuesto las instituciones que había en
Miraflores (..) Porque las maestras como te digo, este, eran lazo de unión y de
progreso. Porque las maestras con su constante trato con la población, con las
familias, estaban en todo.

En este fragmento, al igual que en casos anteriores, la entrevistada realiza un


relato moral del pasado, ubicándolo espacialmente en la escuela y ejemplificando en el
personaje de las maestras los comportamientos sociales que prescribe como deseables.
El rol iluminador de las maestras es recortado por la memoria de la entrevistada. Las
docentes, quienes tuvieron a su cargo no sólo la educación formal sino la inclusión de
todos los habitantes del país en la identidad argentina de la modernidad propugnada por
Sarmiento y la generación del '80, fueron calificadas en este sentido por la entrevistada
con las expresiones "foco de luz", "lazo de unión y progreso". Esto da muestras, por
otro lado, de la manera en que los edificios públicos tales como la escuela sedimentaron
prácticas sociales que articulaban a los vecinos de la zona en redes identitarias mayores,
tanto a nivel provincial como nacional.

En el caso de la escuela, según el relato de su directora en el momento de nuestro


trabajo de campo, "... 1906 es la fecha de su creación ( ... ) (entonces) funcionaba en una
casa particular" en la de dofa Amanda Herrera. Posteriormente lo hizo en la casa de la
familia Marcchetti.

182
Esta era una escuela Lainez ('acá funcionaba) un aula. Acá la pared esa iba más
allá de la habitación de las chiquitas y funcionaban dos aulas. Otra allá y, en el
salón donde alquilarnos para el negocio, ahí estaba para un lado un aula y para
el otro lado la dirección.
- ahá, ¿cuántas aulas son en total?
Seis aulas (..) más la dirección que estaba separada ahí con en eso, con un
biombo.
- ¿y e/patio lo usaban los chicos?
- E/palio este de allá lo usaban los chicos con alguien.
- ¿y cuántos chicos venían acá?
- Ciento ypico. (Sra. Marcchetti de Vaccaroni, Coneta)

El actual edificio de la escuela de Coneta se inauguró en 1957:

La hizo a la escuela esta en el tiempo del General Perón, cuando, a ver, no lo


recuerdo bien porque no estaba Evita, de las primeras escuelas
-y qué han hecho ésta)' la de Miraflores también?
No, no, yo creo que la de Miraflores ya estaba (..) Yo he tenido maestras que se
han jubilado acá como ser, me trae un recuerdo, aunque era bastante torpe y
todo, pero me trae un recuerdo lindo la Rosa Agüero (...) Elia pensionaba acá,
entonces no había los ómnibus (...) y ellas venían y se quedaban, pensionaban
(...) Astenia de la Vega, maestra que yo he tenido en aquel tiempo. (Sra.
Perdiguera de Santillán, Coneta)

En el fragmento anterior, se hace mención a la separación de la función


educativa del ámbito privado de las casas de familia, pasando al ámbito públicó de un
edificio específico para las funciones educativas a cargo del estado. La entrevistada no
recuerda la fecha en que se inauguró el edificio, sino que ubica dicho evento en un
contexto político particular en nuestro país, en el que el estado benefactor amplió las
bases políticas de la ciudadanía argentina y de sus derechos sociales a franjas de la
población que anteriormente habían estado imposibilitadas de acceder.

Del mismo modo que en Coneta y en Miraflores, la escuela de El 1aíado fue


construida en terrenos donados por la misma persona que donó las tierras para la iglesia

183
y la plaza, pero fue construida en la época del último gobierno militar (1976-1982),
llevando el nombre de un soldado catamarqueño que murió en la Guerra de las Malvinas
(1982):
(Esta) escuela la hizo hacer el ejército, el sargento, ahí está escrito en la placa.
Cuando era chico la escuela era un. rancho, las maestras eran de Miraflores, se
venían a caballo, no había camino. (Lorenzo Soria, El Bailado)

También en El Bañado, la escuela funcionó en sus orígenes en una casa de


familia. Antes de ello, los chicos del puesto concurrían a la escuela en Miraflores. Así
nos lo contaban una de las vecinas más ancianas, Doña Petrona, y su hija:
- ¿Había escuela en El Bañado cuando ud era chica?
P: No, no había, iban a Miraflores los chicos a la escuela. (...)
H: La escuela principal a donde nosotros íbamos.
P: Pero no esta escuela, sino allá en una casa de allá.
H: La casa de la familia Soria, era una casa de familia y ahíle alquilaban dos
piezas. Ahí íbamos nosotros cuando éramos chicos.

No había escuela, (se enseñaba) en esa casa que, está frente a la iglesia, los
maestros que enseñaban ahí ya murieron, mis hijos fueron a esa escuela, los
maestros eran de la ciudad. (Neófita de Robledo, El Bailado)

No teníamos esta escuela, era una casa, yo no sé si la prestaban o la alquilaban o


no sé qué los Soria. Y ahí había dos habitaciones, había dos aulas. Antes no
teníamos escuela. Dos (maestros eran) de Miraflores un maestro y una maestra.
Elida creo que se llamaba mi maestra, Endrizi, una Celemín de Endrizi. El
maestro se llamaba carrizo de esos enfrente a ¡a plaza de Miraflóres (Sra. de
Robledo, El Bailado)

De manera similar a la de otros entrevistados que fueron a la escuela hace


muchos años, en estos fragmentos los pobladores asociaron el recuerdo de la escuela
con los nombres de sus maestros y con su accionar. La figura abnegada, noble y de
avanzada del maestro de principios de siglo XX que hacía el esfuerzo de "trasladarse" al
pueblo o se quedaba pensionando allí es remarcada en varios de los relatos de
pobladores locales. El recordar el nombre y apellidos de un docente luego de tanto

184
tiempo da cuenta de la presencia que dicha persona tuvo en quien recuerda y del
reconocimiento del que nombra para con quien es nombrado.

En ciertos relatos del área de estudio, también se vislumbra la impronta en los


habitantes locales de la relación educativa entablada y su efecto moralizante y
ejemplificador, relación en la que cuerpos y mentes comenzaron a disciplinarse en el
estilo foucaultiano. Así, hay quienes recuerdan el "dar la lección en el frente", el tener
que volver a hacer una labor que salió mal, y el quedarse después de finalizado el
horario escolar por haberse portado mal.

A pesar de ello, y también de que algunos debían dejar la escuela para trabajar
en el campo "porque había que poner mucha atención en las cabras, y había que hilar y
que tejer" (Aydé Acosta, Los Pocitos), aún desde los puestos más lejanos se enviaba a
los chicos a la escuela a lomo de burro o a pie, y posteriormente también en bicicleta.
Con el tiempo, las escuelas fueron institucionalizándose. Sus edificios se convirtieron,
junto con la iglesia y la plaza, en los símbolos que denotan la existencia de un pueblo
que pretendía ser tal.

En principio, las plazas de Coneta, Miraflores y El Bañado comenzaron siendo


potreros en donde los muchachos se juntaban para jugar al fútbol:
En aquella época la plaza no era así, la plaza era un descampado nada más,
nosotros lo usábamos para jugar alJitbol ahí, después cuando se forestó ¡a plaza
mamá dio unas planias para la plaza y las pusieron. Yo tenía que regar/as todos
los días; de acá tenía que llevar agua porque no había agua corriente. Acá
teníamos un depósito de agua, ai/ibe y yo tenía que ir a echar un balde de agua a
cada planta hasta que se crecieron las plantas. Le estoy hablando del año treinta
ypico, treinta y ocho, treinta y nueve. (Sr. Rodríguez Tula, Coneta)

La importancia de las plantas, específicamente de los árboles, evidencia la


transformación de los espacios crudos en lugares domesticados por la acción de las
personas, es decir, en paisajes. Así, el entrevistado destacaba que la plaza actualmente
no es ya un campo ni un potrero, sino que constituye parte del paisaje de un pueblo que
se ha ido consolidando como tal a lo largo del tiempo y gracias al trabajo de sus
habitantes.

185
En este sentido, el Sr. Molina señalaba que cuando él era pequeño "la placita (de
Coneta) era un campito ( ... ) no había árboles".

La preocupación por darle aspecto de pueblo a las localidades a través de


diversas obras públicas no sólo provenía de sus habitantes, sino también de las
autoridades locales:
Bueno la plaza, un intendente, el intendente ya ese intendente era ¿no?(...) Hizo
hacer toda la plaza, colocó algunas las plantas, había flores, hermoso, pero
ahora (..) al haber tanta generación nueva, de chicas y muchachos, e/lugar que
tienen para ir a jugar (.) rotas las plantas, rosas hermosas, no había una plaza
en todo el departamento (.) de rosales, de flores (.) de cosas bonitas, vistosas,
linda, muy linda, muy linda la plaza. (...)

- ¿Cuándo se comenzó la construcción de la plaza?


Y bueno, cuando yo empecé a trabajar en la municipalidad, les estoy hablando
del (año 19)74 por ahí, era toda con zarandas con un alambre así a la vuelta,
adentro no tenía nada, más que plantas, ¿vio? Entonces después, cuando sube
este intendente, él tomó como iniciativa de empezar a sacar (..) era muy boscoso,
ha empezado a sacar algunas plantas, que también había personas que se habían
quejado porque no podía ser, porque dicen que había plantas históricas ahL
Bueno, quedó ahí nomás la sacada de plantas, y se hizo el trabajo, que está ahora
con muchas flores, y después hemos tratado de mantenerla. (Sr. Arce, Coneta)

En este fragmento nuevamente vemos cómo el estado, a través de iniciativa del


intendente, monumentaliza y moderniza lo público, erigiendo la plaza en el lugar en
donde estaba antiguamente. Nuevamente, los vecinos de Coneta se resisten a que se
saquen ciertas plantas consideradas como "históricas". Como se puede apreciar en el
fragmento de la entrevista anterior, aparentemente no fue fácil forestar la plaza ya que
implicaba regar las plantas con agua del aljibe. Cabe preguntarse si habrá sido ese el
motivo por el que las personas se quejaron cuando el intendente comenzó a sacar las
plantas. Pero también, al igual que en el caso de la iglesia; puede haber sido una forma
de resignificar la identidad local, como un recurso para teatralizar el patrimonio local
(Briones 1995, García Canclini 1992) y para convertirla en un lugar de la memoria
(Nora 1989) en el marco del auge de la patrimonialización (Candau 2001 y 2002).

186
La plaza de Míraflores también está ubicada en frente de la iglesia del pueblo, y
al igual que en Coneta, los vecinos relatan que era un descampado:
Ahí en la plaza, ahí era la cancha de fútbol, era un campo abierto. Los chicos de
catecismo todos los domingos íbamos a estudiar el catecismo, y pedíamos
permiso para quedarse jugando ( ... ) La plaza, la plaza era un campo abierto, no
había nada, ni alambrado, había únicamente una planta de (.) que estaba en la
esquina y una planta de jacarandá que estaba aliado, y otra planta de jacarandá
que estaba en aquella esquina, que todavía está. Se fornió una comisión pro-
plaza, había la comisión pro-templo y la comisión pro-plaza. En esa comisión
estuvo don Pedro Tomás Sosa, don Victorino Terán, don Mercado Lucero, don
Pedrito Sosa, bueno, no me acuerdo ahora cuáles han sido los miembros que
integraban la comisión. Ellos han andado por los puestos, haciendo colecui, para
hacer el alambrado a la plaza. Han cortado los postes y han hecho el ala,nbrado.
Cuando estaba hecho el alambrado, df/o el padre Varela "bueno, ahora hay que
ponerle plantas' Y sejormó la comisión de la juventud. Yo también integraba la
comisión, tenía 17 años creo que integré a la comisión esa. Hemos trabajado
mucho. Ha sido la primera plantación, hemos traído plantas del vivero y después
se han ido aumentando. Pero queda. El agua la traíamos de allá le/os, en ese
tiempo estaba fraccionada, cuartas, medias cuartas, escs cosas, estaba
fraccionada el agua. Así que, era muy costoso para hacer llegar el agua a la
plaza. Había gente que por ahí nomás la atajaba al agua, no la dejaba pasar. Y
así la hemos mantenido a la plaza. El padre Varela puso la confianza en in1
porque yo organizaba la comisión. Y el padre Varela inc escribía de donde
estaba. Que no descuide la plaza que si hay que alquilar el agua que alquile que
él iba apagar. Pero yo (..) a alguien le pedía aguay regaba la plaza. Así que
íbamos aumentando las plantas. (Jacinto Carrizo, Miraflores)

En este fragmento el entrevistado pone en evidencia, al igual que en el caso de


Coneta, la escasez de agua para regar las plantas, lo que es una manera de enfatizar el
esfuerzo realizado para mantenerlas. Por otra parte, de la misma manera que en el caso
de la plaza de Coneta se menciona al intendente como promotor de las mejoras, en este
caso es el cura quien aparece asociado a Ja monumentalización de Jo público en el
pueblo. Cabe destacar que es el mismo cura al que este entrevistado relacionó con las
mejoras en la iglesia de Miraflores hacia 1920 aproximadamente. Nuevamente podemos

187
caractenzar al fragmento anterior como un ejemplo tanto de un relato moral del pasado
local, como de un ámbito en donde se monumentaliza la presencia de lo público como
marca de la identidad de un pueblo emplazado en un área rural.

De esta manera, plaza, iglesia y escuela son hitos fundacionales de los pueblos
del área de estudio, y El Bafíado, a pesar de ser puesto, no se quedó atrás. Según nos
relataban los vecinos, los empleados de la municipalidad construyeron la plaza hacia
1980 aproximadamente.

Con variaciones temporales y de envergadura de acuerdo a la cantidad de


habitantes, se fueron agregando otros edificios públicos con el correr del tiempo: postas
sanitarias y delegaciones policiales en Miraflores, Coneta y El Bañado; y bibliotecas y
clubes en Miraflores desde 1922. La Posta Sanitaria de Coneta funciona actualmente en
el terreno que donó la Niña Alcira Nieva para tal fin, quien "afilaba las agujas para
poner las inyecciones con una piedrita ( ... ) Todo el mundo tenía temor por la Niña
cómo ponía las inyecciones" (Sra. de Nieto).

Otra marca relevante en el paisaje social de estos pueblos son los cementerios.
Allí también se sedimentaron, casi más literalmente que en el caso de los otros
monumentos mencionados, las prácticas sociales que marcan los procesos identitarios
de pertenencia y de devenir. Allí está enterrada "la gente de antes". Los cementerios
marcan públicamente las historias familiares, en tanto que en las placas o cruces de las
tumbas se nombra al muerto, recordándoselo con la palabra, es decir, re-presentándolo.
No es menor la marcación de los colectivos de identificación que el cementerio
corporiza. Dentro de una muralla o pared que delímita el espacio público, están
entenados todos aquellos que se considera que pertenecieron al pueblo, ya sea porque
nacieron allí, o porque se criaron allí, o porque murieron allí. El período vital y el lugar
confluyen en la tierra y la pertenencia, y es allí donde se pone en acto la unión con la
tierra. La conjunción muertos-tierra adquiere un plus de sentido que se derrama sobre
los descendientes, substancializando la identidad en la tierra, espacializándola en el
pueblo, y temporalizándola en los antepasados (Alonso 1994).

En el área de estudio, el primer cementerio fue el de Miraflores, y tanto los


habitantes de Coneta como los de los Puestos del Norte comentan que "antes se

188
enterraba" en dicho pueblo. Mientras que El Bañado aún no tiene cementerio, en Coneta
se construyó uno a fines de la década de 1950, para lo cual los vecinos se organizaron:
Acá antes, cuando se iba a construir el cementerio era rara la gente que
proporcionaba una casa para que se hicieran fiestas, bailes, a vender algo, y acá
se prestó la casa y acá le prestamos a un señor, y le desocupamos esa parte
porque él, se ganaba ahía hacer los sandwiches, las bebidas y dábamos la cocina
para que friten las empanadas, hagan las milanesas (..) Hacían bailes ahí, sl,
hacían esas cosas (..) Hacían la pizza y acá hasta obras de teatro se hizo para
1 sacar fondos, y allá por debq/o ahí se hizo una especie de escenario (.) uno que
es tipo locutor (..) y después se armaba la fiesta ahí (..) Y acá se hacían muchos
beneficios para el cementerio. Y de ahí se empezó a construir el cementerio. Y
una familia Gigena, que vivía allá, del cementerio para allá (..) entonces ellos
fueron los que trabajaban, el padre con uno de los h/os, o algunos otros que
ocuparon, toda de piedra está echa la pared, de ahí del cenenterio. Y había un
señor acá frente a la escuela (...) este señor no quería colaborar. Bueno era de
condición muy humilde. Este hombre, muy humilde que no tenía muchas entradas;
entonces por esa razón a veces no podía colaborar, pero por más poquito que sea
el cementerio es donde vamos a ir todos, porque es la casa principal, la casa en
donde estamos seguros que vamos a ir en cualquier momento. Bueno, y él, no
quiso, no quería colaborar, le pedían una colaboración, no sé, si podía ayudar
con algunas cosas para hacer la comida. Él nada, nada, yfue la primera persona
que fue a ocupar el cementerio (.) Lo que es la vida ¿no? fue el primero que
1 está, no sé en qué parte está, si está todavía (..) en un nicho para e/fondo me
parece que está, en un nicho para el fondo, que son los primeros que se han
hecho, y así se, se empezó a hacer, cosa que no teníamos, que toda la gente iba a
Mirajiores, al cemnenerio entonces. (Sr. Arce, Coneta)

Hasta aquí nos hemos referido a la manera en que lo público se fue


monumentalizando en los pueblos, enmarcándose en procesos donde la urbanización se
liga a la modernización. Este nivel analítico cobra visibilidad debido las dimensiones de
los espácios que ocupan los edificios y por el número de las personas que congregan
monumentos tales como la escuela, la plaza, la iglesia, el cementerio. Estos edificios
son monumentos que substancializan los procesos de comunalización del colectivo de
identificación "el pueblo".

189
4. La territorialización del paisaje rural: las inter-conexiones con el estado

Si bien no tan imponentes como los edificios, algunos lugareños marcaron en sus
relatos la importancia de otros elementos en la historia local. Así, hicieron referencia a
ciertos servicios que conectaron a los pueblos entre sí y con niveles regionales,
provinciales y nacionales desde fines del siglo XIX. Estas conexiones comprenden
determinadas vías de comunicación tales como rutas y caminos, y ciertos medios de
locomoción como autos, colectivos y trenes. Los distintos niveles del estado
argentino—federal, provincial, municipal—j ugaron importantes roles en la
implementación de estas conexiones. Tampoco es menor la injerencia del estado en la
construcción de nuevas ciudadanías urbanas, al facilitar el acceso de los pobladores
"rurales" a servicios propios de la "modernidad citadina", entre ellas la luz eléctrica y el
agua potable. A continuación veremos la manera en que los pobladores locales relataron
el proceso en que el espacio rural fue territorializado por los distintos niveles del estado
y re-construido como un paisaje social urbano-rural.

Coneta y Miraflores se encuentran ubicadas en las márgenes de un mismo río y,


en la actualidad, si se transita por "el camino viejo" pareciera que un pueblo se continúa
con el otro, ya que el puente que une a ambas localidades pasa desapercibido. Sin
embargo, según los relatos de algunos entrevistados, el trazado urbano de los pueblos
era muy distinto en el pasado. También señalan que los considerados accidentes
geográficos aparejaban, en aquella época, dificultades para movilizarse de uno a otro
pueblo. Al respecto, dos hermanos octogenarios residentes de Miraflores—provenientes 1
de una familia que había trabajado para los Terán, hacendados de principios de siglo,
pero que logró tener una finca propia ubicada al sur de dicho pueblo—señalaban
distintas estrategias para cruzar el río:
(Cuando el río estaba crecido, las carretas) no podían pasar, si querían ir para
Coneta (..) había que dar la vuelta por el puente ('del ferrocarril), dicen que
había unas piedras. (Ramón Vega, Miraflores) -

Así como sabíamos pasar con la carreta con las sandías sabíamos ¡rse a la
síes/ita nomás desfilando las carretas (.) hasta el río Ongolí. (Simón Vega,
Miraflores) -

190
Aquí en el río e/paso era más arriba (...) orillando por el lado del norte (..) Allá
más arriba el río era piano, era más ancho, ahí pasá bamos con las carretas ( ... )
más antes sabíamos ir por allá, y salir este, por el camino vie/o que salía allí por
la calle Sarmiento. (Al cruzar el río, el agua) sabía pasar por sobre el eje de las
carretas (..) Me acuerdo una vez en el río de Ongoli, (..) al suegro de este
muchacho Martínez (.) se le han quedado plantados los bueyes en el medio del
río. (Ramón Vega, Miraflores)

También, el clima era una variable a tener en cuenta en los viajes en canelas
hasta la ciudad capital de Catamarca. A pesar de que hoy consideramos que existe una
corta distancia de aproximadamente 30 km. entre ésta y los pueblos de Coneta y
Miraflores, existían lugares en donde había que parar para que los bueyes descansaran o
para cambiarlos, ya que la distancia máxima que puede recorrer un buey con carga es de
15km.:
Salí (de) allá a la bajada de la Vista Larga (..) que le decíamos que pasaba un
arroyito que venía de La Aguada, y de ahí salía era una vista larga hasta el (río)
Ongolí. Y claro yo iba despacito, al último ya me dormí y los bueyes parados y ya
venía una tormenta (..) y empezaba a ronquear (y me di Cuenta) que se venía (la
tormnentq). Allá se venía al Ongolí. Ya divisaba como un relámpago, justo ahí (..)
justo a/pasar el río lo alcancé (a un vecino que iba en carreta también). Ya había
caído una que otra piedra grande, los relámpagos y ha sido un trueno como ya
pasamos al bordo, un trueno, cosa que corría así, ya se ha visto la llama ahí en
las lomas esas. Es el rayo que ha caído. Y claro, se hemos demorado y llovía en
cantidad (..) Nos hemos tapado la cabeza con un cacho de biza, todos mojados
hemos llegado, meta lonja hemos llegado. Y estábamos en un charco en el lugar
donde parábamos con las carretas. Estaba lleno de agua. Todos nos ponemos a
desatar las carretas. Nosotros, todas las cosas que llevábamos para taparnos,
todo mojado y la ropa bien mojada, y me dice (el vecino) vamos a ir a la casa de
Pedro y ahí vamos a dormir. Y se hemos ido para ahi, bien mojada la ropa (...)
Las carretas quedaron en la casa donde parábamos, le daban la comida allí
también ellos (a los bueyes). Ahí paraban todas las carretas y desatábamos los
bueyes y ahí a largarlos al pasto nomás. (No los atendían a los carreteros sino
que era un lugar para que descansen los animales). Se juntaban muchas carretas.
(..) Pasábamos por e/lado del poniente de las vías; el camino viejo que había

191
(..) Era el camino viejo que va allá, que sale a donde entra el camino a Tu/a, y
ese iba y caía en el río, a la par del puente cruzaba. (El camino que va por
adentro en Mirafiores,) lo han hecho después, después, no me acuerdo en qué año
lo han hecho, también los vecinos (..) Tenía que ir por Coneta, pasa la banda al
otro lado, y salía por allá por la calle Sarmiento. (Ramón Vega, Miraflores)

En la actualidad, la ruta 38 es la vía de comunicación habitual que conecta a los


habitantes de Coneta y Miraflores con la ciudad de Catamarca, pero durante mucho
tiempo se trasladaron por el "camino viejo", que era la continuación del:
antiguo camino (que iba) de La Rioja a Catamarca. Venía (a (]onet& desde
Mirflores (..) y pasaba a Catamarca, por la calle Junín y el pasaje Míraflores.
Otro camino (era) por donde está la calle de la orilla de las 1000 viviendas.
Hasta el 40 y tanto, yo llevaba sandías a la ciudad, iba a caballo. (Roque Valdéz,
Coneta)

Otros vecinos de Coneta nos contaban que:


En el (año 19)32, (19)34 no existía la ruta 38, sólo esta calle a Huiliapima. (Anita
Monjes, Coneta)

La primera ruta, es esa que pasa por la Banda ( ... ) El camino salía ahí en la calle
Maipú, Maipú y Rioja. No sé si vieron por la diagonal que la asJáltaron hace
poco, ese era el camino de salida para acá, para La Rioja. El camino ese que va
por el bajo donde está la policía. Ese era el camino que entraba por todos los
pueblas; entraba a Coneta, Ivfiraflores, Huillapima, Capayán y Qiumbicha. (Dr.
Basso, Coneta)

Este entrevistado agregaba que, a comienzos de la década de 1960, estaba la ruta


38 pero no asfaltada. Además, los caminos para los puestos eran "precarios". La señora
Perdiguero de Santillán, en cuya casa de Coneta "pensionaron" quienes trabajaron en la
pavimentación, recuerda que este trabajo se realizó hacia el año 1962:
Yo tenía a los muchachos que eran este, pensionaban algunos aquí cuando se ha
hecho la, el pavimento, de la ruta (.) estaban acá de pensión, les he tenido un
año, y bueno, he tenido mucha gente: cordobeses, ingenieros, que han estado aquí
en ini casa.

192
-trabajaban en la ruta?
Trabajaban en la ruta, la ruta que vapor allá (..)
-para qué época es eso más o menas?
Yeso debe haber sido cuando han estado trabajando acá, ha sido corno en el ('año
19)62(..)
-ypara ir a la capital, cómo hacían cuando no tenían la ruta?
No, ésta ('el camino viejo) siempre estaba (..) Allá donde desvía (ahora) para
salir a la ruta (38) seguía la ruta, por dentro del campo sigue hasta la ciudad,
allá el pasaje es Velez Sar.sfieid, creo que le dicen, le han puesto. Era el pasaje
Miraflores, ese venía directo acá.

Hemos visto anteriormente que hacia fines de la década de 1950 y durante la de


1960 el estado, tanto en sus niveles nacional como provincial, implementó políticas
desarrollistas tendientes a "modernizar" los espacios rurales. Es dentro de esta lógica
que se construyeron más edificios escolares, se proyectaron las colonias agrícolas, se
asfaitó la ruta interprovincial y, también, se sistematizó el agua de riego del no Coneta-
Miraflores. Dentro de este contexto, se construyeron y mejoraron los caminos que
comunicaban entre sí a los pueblos del área de estudio. Así, entre 1956 y 1965 se
construyó un camino uniendo Miraflores con Los Angeles, que reemplazó al anterior
camino de herradura. La Sra. Anita Monjes, que actualmente vive en Coneta, "se crió"
en una finca de una familia de Miraflores que tenía abundante hacienda en Los Ángeles.
Años más tarde, se estableció en Coneta con su marido, un angelino que trabajó en la
construcción del camino:
En el (año 19)56 estaban empezando a trabajar (en el camino entre Mira/lores y
Los Angeles,). En el (19)5 7 nos vinimos de Tucumán con mi marido. (..) Mi
marido trabajó en el camino. La empresa ocupó gente de Los Angeles. En el (año
19)60 todavía estaban. En 1965 llegc$ arriba el camnimio. (Era un) trabajo duro.
Explosivos, compresores, martillos (..) Ir escalando el cerro. (Usaban) dinamito.
(Mi) marido trabajaba colgado. El camino a Los Angeles antes bordeaba el
arroyo por (la) cuesta del arroyo. No era por donde es ahora. El camino era
camino de herradura. (..) Era peligroso. (..) ('Mi) marido se iba y por unos días
al campamento y volvía. En Miraflores (había) mucho movimiento. Don Antonio
Díaz llevaba agua (a los obreros) en un carrito tirado por un caballo. (La)
levantaba de acequias y canales de Mirafiores y llevaba para allá.

193
Hasta ese mómento, la comunicación entre Miraflores y Coneta con Los Angeles
y los puestos del pedemonte era a través de sendas o caminos de herradura para
caballos:
Nosotros salíamos de La Aguada, ahí nomás teníamos sendas que iban para la
ciudad. (Rosa Avalos de Barros, Coneta)

Todo se movía en asunto de a caballo. Íbamos a Los Ángeles a caballo. Había


una joda, a caballo. (..) a los puestos del Lampazo íbamos a mula más que a
caballo. (Don Santillán, artesano, Coneta)

En El Bañado nos contaban que el camino actual que va hacia la ruta 38 "antes no
era el camino que tenemos, era una sendita" (Lorenzo Soria, El Bañado), "al camino
derecho ( ... ) lo ha hecho vialidad" (Neófita Robledo, El Bañado). Los hombres iban a la
ciudad en sus carretas a llevar carbón para vender y allí compraban la "proveeduría"
para llevar a sus casas. Tanto los caminos que unían a los puestos del Norte entre si,
como los caminos por los que se iba a la ciudad desde los puestos, atravesaban los
campos en donde actualmente se encuentran las colonias agrícolas: "... Por acá, por
ande han hecho las colonias, por ahí era el camino para las carretas." (Doña Petrona, El
Bañado).

-ypor dónde iba a la ciudad (el marido con la carreta)?


Por acá, por el camino que teníamos, pero ahora están las colonias así que ahora
está cerrado ahí.
- ahá ¿pero antes era por ahi', no era por la ruta?
No, era por acá nomás, más allá eran otros puestos. Le llamaban el Estan que. Y
bueno, por ahí era el camino que salía al Bajón, al Pantanillo salía allá a las
carretas del Pantanillo que le dicen (.)
- y el canino este que sale a la ruta antes lo tenían o no?
Sí, si pero era aquí era el camino, recién al último lo han hecho lindo para allá.
(Doña Ema, aproximadamente 70 años, El Bañado)

Los viajes de los carboneros de Los Puestos del Norte a la ciudad capital no se
terminaron sólo porque los antiguos caminos para carretas fueron cortados cuando se
alambraron los campos destinados a las colonias. De hecho, como lo expresa don Carlos

194
Robledo, los carboneros utilizaron la ruta 38. Sin embargo, otros factores incidieron
para que esta actividad decayera:
En carretas tardábamos 6 horas a la ciudad. En la ruta (38) antes no había
asfalto, era tierra todo. Después no podían ir carretas por ahí porque cortaba el
hierro el asfaito, e/fierro de la llanta y se ha terminado la ida de carreta para la
ciudad. Nos echaban para la orilla. Teníamos un camino para las carretas.
Después pasaban jardineras, camionetas, camiones, ya no podíamos ir porque no
teníamos cómo ir. Obligados teníamos que venderles (el carbón) a los camioneros
que venían acomprar. - - - -

En la primera mitad del siglo XX, entonces, no existía la ruta 38 que en estos días
constituye la columna vertebral que articula y dinamiza la zona sur y centro sur del
Valle de Catamarca. Los pueblos de Coneta y Miraflores estaban ubicados sobre el
"camino viejo" que unía La Rioja con Catamarca atravesando de norte a sur el área más
baja del pedemonte del Ambato, de forma paralela al recorrido que allí realizaban las
vías del ferrocarril. Desde los distintos puestos, tanto los ubicados en las laderas del
Ambato como los puestos del Norte del fondo del valle, la gente iba a la ciudad a través
de sendas o de caminos de carretas, sin necesidad de pasar por los pueblos de Coneta y
Miraflores. La construcción de la ruta 38, la dinamización de la circulación en
automotores, junto con la desaparición de la circulación del ferrocarril conllevaron a
una reestructuración del mapa caminero de la zona y de las formas de locomoción de los
habitantes locales. La Sra. Barros—proveniente de una familia de escasos recursos que
vivía en una zona marginal de Coneta, ubicada hacia el fondo del valle, cerca de donde
actualmente pasa la ruta—recuerda que, si bien había colectivos, a veces se iba "de a pie
a la ciudad".

La Sra. Oliva, cuya familia también vivía en dicha zona de Coneta cuando era
chica, nos contaba:
Antes no estaba la ruta 38. Había un colectivito y se iba en carreta por el camino
viejo. Salía a la ciudad a la altura de la calle Junín. Se juntaba con el que venía
de El Bañado. Este camino es muy viejo, venía de Huillapima. Había un colectivo
chiquito de A costa, era con nafta.

195
Anduvieron colectivitos chicos ('como el de) Sr. A costa. Después entró Gómez, en
el (año 19)39 ó (19)40 por ahi (fueron) los primeros colectivos de lvíiraflores y
Goneta. (Pasaban) todos los días por lo menos dos veces. (Anita Funes, Coneta)

(El colectivo era de) esos que hacen po, po, po, po, po, llevaba a la gente. Vos
ibas y lo hablabas ya venía y te buscaba y los autos que había eran de los Ford,
¿viste los Ford?. (Sr. Avalos, Coneta)

Pero antes de los colectivos de nafta, doña Rosa Avalos de Barros contaba que "la
tenían a la diligencia, esas, las diligencias, esas ( ... ) y había acá las jardineras esas eón
el toldito arriba". El Dr. Basso, recuerda que en Coneta "la jardinera era un medio de
locomoción más ágil (que la carreta, y estaba) tirada por equinos o mulares".

Una vecina de Miraflores, cuyos padres estaban encargados del funcionamiento de


un molino harinero durante la primera mitad del siglo XX, nos contaba que en esa época
las diligencias paraban en los pueblos para que los animales de carga y los pasajeros
descansaran durante sus viajes. Tal como lo dijimos más arriba con respecto a las
carretas, existían lugares que funcionaban como "postas" o "puestos" en donde se
podían cambiar los animales, se los podía hacer pastar, y también había algunos en los
que se alojaba a los pasajeros, tal como lo señalara von Tschudi en el relato de su viaje
de mediados del siglo XIX (ver capítulo 2). Así, esta señora recordaba que:
No había medios de movilidad además de los carros y la diligencia que eran para
transportar gente y los carros para carga. El viaje (a Córdoba) duraba tres
meses, por lo general se ocupaba la muía o el buey para tirar estos coches. En el
pueblo había lo que podíamos llamar un empresario, Don Fabriziano Herrera,
abuelo de Teresita Carrizo, allí en esa casa, era como un residencial. Tenía 14
carros con 14 paradas de mulas y cada parada tenia 6 mulas para ir ca,nbiando
en la posta cuando se viajaba a Córdoba. La gente que tenia que viajar venía la
noche anterioÍ a pernoctar allí para salir al otro día, ahí comían y daban
hospedq/e.

Al igual que en Coneta y en Miraflores, doña Neófita Robledo nos contaba que en
los Puestos del Norte "antes se andaba a pie, burro o a caballo, también tenían carretas
para traer lefia y para ir a la ciudad (...)A Miraflores había que ir a pie a comprar carne,

196
mercadería ( ... ) ahora hay colectivo, antes no". Cabe señalar, que a diferencia de
Coneta y Miraflores, los colectivos tardaron mucho más en llegar a El Bañado.

Pero el transporte en colectivo no fue evocado con la misma intensidad que lo fue
el tren. Si bien Coneta y Miraflores eran pueblos que existían antes del tendido de la
línea férrea, a diferencia de los poblados bonaerenses que Ratier (2004) señala que se
construyeron alrededor de la "estación", el tránsito de los trenes dinamizó la vida
cotidiana del área en estudio, al igual que lo plantea Ratier para Recalde y Santa Luisa,
- entre otros poblados de los partidos bonaerenses de Azul, Olavaria y Tapalqué.

La línea del ferrocami iba de Chumbicha hacia San Fernando del Valle de
Catamarca, pasando por las estaciones de Huillapima, Capayán y Miraflores. El jefe de
la estación fue destacado como un ejemplo moral por la misma vecina miraflorista que
había señalado el rol modemizador de las maestras en la escuela:
El tren de pasajeros, yo cuando abrí los ojos ya estaba.
- ¿ya estaba la estación de Mirafiores?
La estación de Mirafloresya estaba, ya estaba. E/padre de/padre Fernández, del
sacerdote, fue jefe de la estación ci jefe de la estación de Miraflores. Era una
persona de relieve en la población ¿sabés? (Juanita Vaccaroni, Miraflores)

Si bien la estación del ferrocarril estaba en Miraflores, tanto los habitantes de este
pueblo como los de Coneta y El Bañado relataban sus experiencias como pasajeros y
recordaban el nudo de relaciones sociales que el paso del tren provocaba en estas
localidades: "Viajaba mucha changada y las chicas, claro se iban, claro los programas
de allá a la vuelta cuando se bajaban en la estación" (Ramón Vega, Miraflores).

Este vecino nos señalaba también que en la primera mitad del siglo XX el tren era
usado como medio de transporte para pasajeros y también para cargas porque en esa
época:
había trenes (..) no había camiones, nada, lodo ferrocarril, pero más tarde
cuando había camiones ya la carga no la traían, porque dicen que el ferrocarril
40% le reconocía las pérdidas, cuando llegaban, y lo que robaban en la estación
se robaba (cargamento) por ejemplo en todas partes robaban. (.) De
Catamarca no sé lo que habrían sabido llevar no, de allá traían mercadería, que

197
no ve que Don Antonio Terán (el hacendado para el cual trabajaba su jamiliq)
cuando tenía negocio ahí se iba a Chumbicha y compraba y traía en el tren, iba a
la estación y ahí le cargaba en el carro que tenía.

El tren fue calificado por muchos entrevistados como un avance de la modernidad:


Después vinieron (trenes) desde Retiro, otro desde Recreo, después vino uno por
La Rioja. Entonces era un gran progreso. (Los vecinos de Miraflores,) vendían
jaleaypasas en la estación, era un negocio seguro. (Nicéfora Funes, Miraflores)

Además de ir a la estación para viajar en tren, algunos iban a vender productos


caseros y, otros, a comprar cosas:
Era muy lindo, íbamos a la estación a comprar las revistas, todo...
- Ah, ¿ahí vendían revistas?
Venían vendedores en el tren, se llenaba con revistas, así que ahí pasábamos
momentos divertidos con tanta gente. Y si no revistas ¿quién vendía acá? Nadie, y
muchos que no pueden ir a la ciudad, llegaba El Gráfico, todas esas revistas las
comprábamos acá, diarios de Buenos Aires. No ahora hay televisión, radio que
informan rápido, así que nosotros los diarios a los dos días los llegábamos a ver,
las noticias frescas digamos.
- ¿ Y la gente de acá sabía llevar cosas para vender al tren?
¡Sí! Llevaban tamales, pan dulce, tortillas, dulce, vendían de todo ahí, sandía,
vendía la gente. Todos compraban, se bajaban en todas las estaciones y ahí
compraban cosas que, que para ellos era novedad, esos dulces de membrillo, de
batata, sandías, nueces, todas esas cosas que se vendían. (Aniceto Auy,
Miraflores)

Otros, los más pudientes, viajaban en tren para ir a estudiar a la "ciudad"—capital


de la provincia—, ya que en la primera mitad del siglo XX no había 'escuelas
secundarias en el área de estudio:
Porque los medios de comunicación también erón escasos no había más que el
tren.
- ¿el tren solamente?
El tren solamente. Yo los grados, por ejetnplo, yo me acuerdo que iba en tren (a
la ciudad capital). Y papá me encargaba, como ya era gente que siempre viajaba,

198
me encargaba al guarda, porque yo era ch/quilma y venía a clase (a la ciudad).
(Juanita Vaccaroni, Miraflores)

El tren también era usado para trasladar hacienda:


(El ferrocarril llegó) en el (año 18)84, 1884. La ruta aquella (la 38) también se
hizo en el año 1937 y en el (19)39 ya estaba la ruta.
- ¿ Y lo usaban al tren?
También (...) Aquí hace muchos años había mucha provisión de uva y de pasas de
higo. Y bueno se mandaba a Córdoba. (...)

- ¿ Y la eliminación de/ferrocarril afectó en algo este tipo de comercio?


No, aquí ... como ahora hay buenos camninos, muchos camiones, es más rápido el
viaje. Usted antes traía la jaula desde Córdoba, la hacienda se la bajaban en la
estación, de ahí tenía lío. Los maquinistas cumplían horario en el ca,nino, ahí
nomnás paraban e/tren hasta que vaya el reemplazante o que cumpla las horas. El
animal a veces estaba ahí hambriado, se morían los animales. No, el camión es lo
mejor. Compra la hacienda, carga en el camión. (César Celemín, Miraflores)

La gente de Coneta no iba mucho a Miraflores. Anita Funes recuerda que sólo
iba a la estación cuando viajaba en tren. El central Córdoba venía directo de
Buenos Aires. Había (uno que veníc) de La Rioja. Antes se viajaba en tren. (.)
Antes lo único (que había) era el tren.

Pero desde Coneta, no sólo iban los pasajeros a la estación de tren de Miraflores:
Yo por ahí me acuerdo que de acá se iba un grupito a vender cosas cuando venía
el tren de Buenos Aires, eso me acuerdo, iba un grupo de muchachos de chicos,
por detrás de la estación, como para verlo pasar al tren.(Sr. Santillán, Coneta).

En El Bañado también los vecinos nos contaban sobre sus viajes en tren a la
ciudad:
(El tren) como dos o tres veces venía a la semana, de noche también sabía venir.
- ¿ Y viajaba mucha gente en e/tren?
Si, porque no tenían más en qué viqjar que en el tren. Antes sabíamos irse a
Miraflores a tomar el tren, sólo eso teníamos para ir.
- Y, ¿iban a venderle algo a la gente del tren desde acá?

199
De aquí no, de ahí de Miraflores salían a la calle a vender.
- ¿Y qué vendían?
Sandía y ... de lo que tenían sacaban a vender. (Doña Petrona, El Bañado)

-En qué se iba a las tiendas de la ciudad?


E— En tren.
P - Claro, en ese tiempo no andaban los vehículos, no había colectivo.
E - El tren, iba a la mañana a las doce (..) Era lindo el coche motor, rápido, y
suavecito para mí.
-qué diferencia hay entre coche motor y tren?
P - Que el coche motor son dos vagones, que bueno, que allá en Buenos Aires le
dicen el gusanito. (Doña Ema y Sr. Palacios, El Bañado)

Hemos visto cómo, a lo largo del siglo XIX, el estado estuvo involucrado en
procesos de urbanización de las áreas rurales a través de la construcción de edificios,
caminos, y medios de locomoción. No fue menor la ingerencia estatal en el proceso de
transformación del paisaje local a través de la gradual oferta de servicios tales como el
agua potable y la luz eléctrica. Al igual que en el caso de los caminos, las localidades
que primero fueron destinatarias de los mismos fueron Miraflores y Coneta, hacia 1960
aproximadamente. El Bañado, en tanto puesto que estaba ubicado más allá de la frontera
agropecuaria en ese entonces, logró el acceso a dichos servicios con posterioridad y
gracias a la insistencia de sus habitantes. Según doña Neófita de Robledo, la luz
eléctrica la tuvieron a comienzos de la década de 1990 y porque los vecinos "pidieron a
los políticos la luz".

En Miraflores, a mediados del siglo XX, el acceso a la luz eléctrica era limitado:
En el año (19)50 cuando (.) el notorcito daba Cuatro horas por noche de luz, de
las siete hasta las once. De.spués cuando estaba el gobernador Navarro, se ha
traído el motor grande y daban luz seis horis y los viernes a la noche dabah toda
¡a noche, y los domingos .de día también, por las heladeras, esas cosas, y como se
hacían bailes enverano, yo he trabajado mucho enesas cosas de la luz Jacinto
Carrizo, Miraflores) . .

200
Un residente de Coneta recuerda que el primer tendido para la luz era:
con motores a explosión, estaba la usina en Mirafiores (En esta usina había)
dos motores Deuss (que) generaban corriente limitada hasta lO, 11 de la noche.
Sólo (había) luz por la calle central. Después se hizo ('la) ¿'terconexión para la
luz pública y particular. Se levantaron los motores a explosión. Cuando yo inc
asenté (alrededor de 1960) estaban los motores pero únicamente para
determinadas zonas. (Dr. Basso, Coneta)

Al igual que el ferrocarril, la luz eléctrica fue sefialada en algunos relatos


morales del pasado como una comodidad, y valorada positivamente como un
"progreso" para el pueblo:
Y después vino, un día vino la corriente, eso es lo que no me recuerdo en qué año.
A ver, más o menos como en el año (19)40 y, a ver, no, no, no en el 119)60, en el
(19)60, por ahí habrá venido, o antes, vino la corriente que nos daba por hora. S!
bueno, así fue progresando y ahora lo tenemos permanente. (Sra. Perdiguero de
Santillán, Coneta)

La distribución del agua potable a las casas también fue un.a obra que se realizó
en la década de 1960. Recuerda el Dr. Basso que:
Donde está el tanque austral (..) fue la primera represa que hice para agua
potable. Fui el primer presidente de la comisión del agua potable ('en la) época
del gobernador interventor Gral. Brizuela, (en la) época de los militares. Coneta
fue una de las primeras localidades del interior con cooperativa de agua potable.
El gobierno nos dio materiales, filtros Nosotros pusimos la mano de obra
cavando zanjas. (Estábamos) organizados. No se sabía llevar libro de actas pero
igual se hizo. Luego se llevó (el agua potable) a Miraflores.

Antes de que hubiera agua corriente, en algunas casas de Coneta y Miraflores se


usaban aljibes:
Todavía están los aljibes, pero ahora no hacen falta porque hay agua corriente.
- -- -Al aljibe lo-hizo untío mío que-también era-albañiL (.JCuando vine acá ('en la -- - -

década de 1970) no se usaba los aljibes porque el agua del río iba a la cisterna.
Se abastecía a Coneta y a Miraflores de la cisterna. (El agua) duraba menos de
un día porque era ,nuchci gente (..) En Coneta son pocos los que tienen aljibe

201
porque usaban el pozo donde iomaban agua los animales de la represa.
(Rodríguez Tula, Coneta)

Otro entrevistado recuerda que para mantener el agua limpia "comprábamos azul
que se le echaba a la ropa y azufre, se le echaba una barra al aljibe." (Sr. Santillán
artesano, Coneta)

En el caso de El Bañado, la gente se abastecía del agua potable que sacaba un


molino que primero funcionó con el viento y luego con un motor:
Antes había permanente agua potable, antes había el molino que daba vueltas la
rueda grande. (..) Antes tenían el agua del molino sólo cuando había viento,
(cuando ella vino a El Bañado, hace 40 años,) ya estaba el molino, ya no sacaba
agua, tenía muchos años, (entonces le) pusieron motor. (Neófita Robledo, El
Bañado)

Pero la temtorialización del paisaje en el área de estudio no sólo fue un proceso


que se manifestó a través de las obras públicas. Los distintos niveles del estado se
corporizaron en el paisaje social de los pueblos a través de la institucionalización; de
ciertos ritos de pasaje, tales corno el servicio militar; y de la injerencia de ciertos
personajes como los políticos, los "caudillos", los comisarios y los delegados
municipales, entre otros.

En la actualidad tanto Coneta como Miraflores y El Bañado dependen de la misma


jurisdicción municipal, cuya cabecera se encuentra en Huillapima. En cada uno de estos
pueblos vive un delegado municipal que es nombrado por el intendente. Sin embargo,
Nena Arreguez, quien trabajó para la municipalidad en Coneta, nos señalaba que esto es
así desde que se "reestructuraron las municipalidades en los (años 19)80 (...) antes cada
pueblo tenía su municipalidad".

La casa.de la familia Gandini fue el lugar donde funcionó la delegación municipal


por primera vez en Coneta. Algunos vecinos recordaban que en ese terreno fue el primer
lugar donde hubo una escuela.

202
El servicio militar obligatorio era vivido por los muchachos de los pueblos corno
una aventura, ya que muchas veces los llevaban muy lejos de sus casas y, además,
probablemente era la primera vez que lo hacían. Asimismo, era la ocasión en que el
estado los marcaba y definía como ciudadanos, inclüyéndolos en el colectivo de
identificación nacional. Sin embargo, esta pretendida homogeneización era subvertida
en las prácticas ya que, a veces, quienes eran incluidos en este colectivo resignificaban
las diferencias en su contacto con otros argentinos que habían nacido en otros lugares,
adscribiendo a su identidad local:
A. mí no me gustó ('qfuera) si yo he estado fuera, 15 meses obligatoriamente en
Puerto Belgrano en el servicio militar. Cuando me dieron la bq/a ('me d/eron)
volvéte para (atainarca, ganás poco (pero) vas y venís del trabajo, estás seguro.
Allá no, si se ha armado un tiroteo allá cuando venía para acá. Digo no, vivía
re.friado nomás por el duna húmedo. Gracias a dios no me quejo, no me falta
que comer (..) Guarda, hay que tener cuidado, hay que tener cuidado con la
gente que viene de afuera así, los porteños, tipos pícaros. Yo he andado, la única
vez que salí cuando tenía 21 años, y me ha servido de experiencia. Yo lo conozco
al tipo cuando me converso, cuando tiene interés de algo, cuando no, bastante.
Eso le agradezco al. .ervicio militar que he aprendido algo. (Sr. Santillán
artesano, Coneta)

Por otra parte, el servicio militar era vivido como un rito de pasaje en el que los
muchachos dejaban de serlo para convertirse en adultos, ya que una vez que volvían a
sus lugares de origen se les daba permiso para hacer cosas que antes no podían:
SV - En esos años ve, que nosotros después que hemos sacado cifro/e recién nos
daban permiso para que salgamos un rato a las calles por allá, y decían tal hora
vuelvan. Los domingos por ejemplo se poníamos a jugar a la pelota en la plaza.
Si; de.spués cuando pasa el Servicio Militar éramos dueños de salir, recién.
¿y usted hizo el servicio militar?
RV - Yo salí en blanco entonces, antes era bolilla baja se llanaha
SV - Yo salí apto para el servicio, pero inc salvó el finado Ignacio Auy (padre de
-. don Anicew, era muy amigo de papá, y• le d/o, él había sabido teiieriin amigo
allá en..

203
RV - Era el Pedro Acuña (..) ha venido y le ha dicho si quiere que haga el
Servicio Militar éste o no, y nomás le ha dicho que no, y ahí bueno para hablarlo
al Acuña que él era del distrito Mi/llar.
SV - Le ¡za llevado una carta él a/finado Ignacio para que le entregue a y le
d/o quién era, todo, y yo le entregué en manos propias (..) y me sacó al servicio
auxiliar. (Ramón y Simón Vega, Miraflores)

El finado Ignacio Auy a quien se referían los entrevistados fue un personaje que
marcó la vida de muchos vecinos, tanto de Miraflores como de Coneta. No sólo porque
los ayudaba a "salvarse" del servicio militar, sino porque era un "caudillo político":
Él ('el finado Auy) dice que era el comisario, no sé cómo le llamaban entonces, no
sé cómo tenía la autoridad. Han ganado la elección, y éste ha sido un caudillo
político (..) en ese entonces lo mataban al que era contrario político, sí en ese
tiempo perdían las elecciones y lo mataban. (Ramón Vega, Miraflores)

El finado Auy ayudaba a quienes eran de su mismo partido:


Porque aquí toda la vida hemos sido radicales, que en esos años había el
conservador y el radical, nada más, no había otro partido político, nada, nosotros
hemos sido radicales. (Simón Vega, Miraflores)

- Y usted decía que su papá (e/finado Ignacio Auy) era caudillo, ¿y había más
caudillos en lviiraflores?
Y había de otros partidos de los demócratas, no era más que el radicalismo y
demócratas, los orejudos que les decían a los demócratas
- ¿ Ycómnofzie que se pasó al peronismo su papá?
Mi papá por la sencilla razón que tenía varios, una que Vicente (Saadz) es medio
pariente así del mismo pueblo de allá, y (mi papá) necesitaba, tenía tres hijos
(para) mantenerlos y hasta que han terminado, ellos iban a la ciudad
- ¿Del pueblo de?
Sl,, Saadi era de Turquía y así que papá agarraba y a todos sus paisanos, son muy
unidos los árabes, y se tuvo que hacer eronisq) por la sencilla razón que había
tres h/os que ya querían puestos, pero a mí no me ha podido convencer, no,
quería hacerme estudia,; yo llegué acá a cuarto grado no había más, y no yo le
digo no he nacido para ser mandado, para ser conchabado como se dice (..) y

204
claro fue caudillo político (.) a mí no ne ha podido convencer Vicente Saadi (.)
me ofrecía puestos por todos lados, nada. Y bueno, le digo (a mi padre), usted
tiene la culpa que me ha hecho radical. Si yo a los 18 años, 16, 17, sabía andar
con él. Tenía un Ford A bigote, el primer auto que había llegado a Miraflores un
Ford A bigote de esos primeros. No, tenía ahUados, compadres, padrinos, claro,
necesitaban ir a Huillapima y lo tenían al padrino para las farras, para el
registro civil. (Aniceto Auy, Miraflores)

- - El finado Ignacio Auy no sólo fue caudillo, sino que fue comisario y tuvo un
cargo en rentas. Ambos puestos se los "tenían que dar" porque él era caudillo político.
Tanto él como, posteriormente, uno de sus hijos fueron parte del engranaje del
clientelismo político en el pueblo, dando cuenta de las facciones locales que operan en
ámbitos rurales, al igual que en el caso de Amaicha que analiza Isla (2002) en Tucumán:
- ¿Su padre llegó a ser digamos?
Ha sido también comisario.
- ¿ Ypolítico?
No le dieron corno comisario y como de las rentas, y él no sabía leer ni escribir,
pero tenía un buen secretario, un meritorio que le llamaban antes. Y, a él le
tenían que dar corno caudillo politico. Así que él hacía y deshacía. Si llegaban ia,s
elecciones y quedaban los estantes vacíos, le ha gustado mucho la política.
(Aniceto Auy, Miraflores)

Los estantes que quedaban vacíos eran los de los negocios de ramos generales
que don Ignacio Auy tenía en Miraflores y en Coneta. Además de ser caudillo y
comisario también era el dueño del negocio en donde la gente sacaba fiado,
estableciendo "mecanismos de compadrazgo" similares a los detectados por Hermitte y
J-ierrán (1979) en una localidad del oeste catamarqueño:
A mi viejo lo apreciaban todos ('los habitantes de Mirafiores,) por ser capo en
política y en negocios que les fiaban (..) Si nosotros los habilitábamos para
flanes todo el año redondo. En esos tiempos iban a cobrar a ¡os dos tres meses, y
había que aguantarios (.) muy lerdos los pagos, a veces dos tres-meses había que
aguantarios. (Aniceto Auy, Miraflores)

205
Además, reproducía en los pueblos el paternalismo con que él y su familia eran
tratados por los dirigentes políticos de mayor jerarquía, ya que "tenía varios, varios
ahijados, padrino de confirma así de bautismo, todas esas cosas". Gracias a las redes
clientelares que manejaba, lograba favores para sus "ahijados" y "clientes" (tanto
políticos como económicos) contactúndose con los conocidos en la red de relaciones
sociales y políticas en las que estaba inserto y a la que se ocupaba de mantener
vitalizada:
Mi viejo era una persona que le gustaban reuniones, todo, venían amigos, como
ser este que era el subjefe del distrito y ahí nos salvaba a todos nosotros, nadie ha
hecho el servicio militar. ¡Qué! Para pasar una vida en el regimiento, bah
- Sí don Simón también contó que él salió también sorteado, que el padre de él
vino y habló con su papá y su papá
Uy, mi viejo salvó a varios ... y más que mamá se afligía que íbamos a ir a sufrir
frío, calor, y que los milicos ahí que los tienen a los bofes, así que venían y lo
hablaban a papá y quedaba libre. (Aniceto Auy, Miraflores)

No resulta extraño, entonces, que este "caudillo" tuviera asegurado el triunfo en


las elecciones;
- ¿ Y cómo eran las elecciones en esa época?
Y mi viejo las ganaba siempre trataba de mantener el electorado y todo. Porque
no le podían decir, por la sencilla razón, negarse. Porque si no, no les fiaba. Así
que a la fuerza tenían que votarlo. (Aniceto Auy, Miraflores)

Así, este inmigrante "turco" concentró el poder y mantuvo su clientela política y


económica en el área de estudio. Fue dueño de uno de los dos comercios que había en
Miraflores y, además, fue caudillo político y comisario. Por un lado, daba fiado a la
gente, que le quedaba debiendo a veces hasta por un año. Por el otro, era la autoridad
máxima en el pueblo, la que estaba legitimada por sus relaciones con el partido político
de turno.

Otro residente de Coneta señaló que el sistema de "caudillos" funcionó hasta el


gobierno de Perón. Coincidía con los otros entrevistados en cuanto a las estrategias
realizadas por los "caudillos" para controlar políticamente a los pueblos:

206
Antes de Perón los caudillos ponían a un policía, a los agentes. Mi papá era
agente de policía. Los caudillos de C'oneta y !víiraflores eran demócratas,
conservadores. Tenían mucha plata, mucho poderío. Los caudillos te metían
preso. (Sr. Oliva, Coneta)

En Miraflores, don Celemín—el otro inmigrante turco que también prosperó


mucho económicamente—fue comisario pero del partido conservador. Él nos contaba
con más detalles en qué consistía el trabajo de comisario: -
Antes era así, no • como ahora que todos los oficiales (de poiicíq) tienen que
estudiar. Antes no, era así noinás, te llamaban y ponían de autoridad y listo.
- ¿ Y cómo los elegían, quién era el que se encargaba de
Y los políticos, claro era el tiempo de los conservadores y como yo era
conservador me pidieron que acepiara de ser comisario. Y acepté de ser
comisario, tenía un solo agente y estuve hasta el 44 que dejé. Tuve un so/o
agente noinás, se desempeñaba en Coneta, Los Puestos, Mirafiores y algunos
trabajos en Los Angeles (...)
- ¿En qué consistía el trabajo de ustedes?
Y de lodo, como era policía, atender las denuncias que haiga, cualquier cosa.
- ¿ Ustedes salían a hacer algún recorrido?
SI recorríamos a caballo, pero la gente era buena mayormente en los años que ,
yo he estado. Uno que otro que había jodido, bueno, yo lo llamé, le expliqué que
andaba molestando, que se porte bien y bueno, así que yo no tenía casi trabajo
- ¿No había pleitos en esa época?
- No, no dejaba de haber, pero la gente era muy buena,- y el agente que tenía y
bueno, cuando había por ahí una casualidad algún robo y si era gente del
pueblo le conocía el rastro. Donde lo vi le tomaba las huellas, decía este es
fulano, y ya se íbamos derecho, y no había necesidad de' rasirearlo. Era un
agente muy bueno, y bueno la gente era muy buena ta,nbién.

Hasta aquí, nos hemos referido a un nivel de construcción del paisaje que
atraviesa el interior de los pueblos y comunica a quienes allí viven con'otras redes
sociales y con otros lugares. De este modo, hemos visto diversos procesos mediante los
cuales se fue conformando un mapa social que ínter-conectaba a los - pueblos a través de
distintas redes, tanto fisicas—como en el caso de los caminos, las vías férreas, el

207
tendido de la luz, entre otras—como sociales y políticas, a saber, el servicio militar, el
patronazgo y el "caudillismo". También hemos señalado el rol importante que jugó el
estado en las modificaciones de este paisaje local. Podemos caracterizar entonces, a este
segundo nivel de construcción del paisaje, como aquel constituido por los vasos
capilares que intra e interconectan lo público monumentalizado y lo privado
sedimentado. Con esto nos hemos referido a una serie de retículas a través de las que
fluyen las relaciones sociales. A continuación nos detendremos en la manera en que las
prácticas sociales se sedimentaron a lo largo del tiempo en lugares menos visibles pero
más cotidianos para los habitantes locales: las casas, los comercios, las herramientas de
trabajo, entre otros.

S. Lo doméstico cotidiano: lugares y objetos del recuerdo

Existe un tercer nivel analítico que permite abordar el paisaje construido


socialmente en los ámbitos familiares. En este nivel, las prácticas sociales se sedimentan
en las casas, en los comercios y en los predios a través .de la estructuración del espacio
familiar y productivo y, a la vez, esta sedimentación u organización del espacio se
convierte en paisaje que estructura las prácticas. Ahora nos referiremos a la manera en
que lo cotidiano, lo doméstico se fue sedimentando en la memoria de los pobladores
locales. A través de sus relatos, delinearemos algunos aspectos de la vida familiar.

No es nuestra intención diferenciar aquí entre lo público y lo privado según la


dicotomización que usualmente opone a un ámbito laboral y político—en donde rigen
las leyes del mercado y el estado se erige en árbitro o en interventor—con uno familiar
destinado a la reproducción biológica y social de los ciudadanos. Consideramos que
dicha dicotomía es reduccionista, ya que tanto el estado como el mercado penetran no
sólo en el interior de las casas sino de los cuerpos y de las disposiciones individuales.
Por otra parte, aún cuando no salgan de sus hogares, la actividad que sus miembros
desarrollan en ellos está estructurada por, y a la vez es estructurante de, relaciones
sociales en los niveles local, regional y nacional.

El punto que nos interesa empero destacar es que muchos de los habitantes del
área de estudio, si bien valoran comodidades tales como la luz, el gas y el agua
corriente, señalan el esfuerzo con que ellos o sus antepasados construyeron sus casas o

208
las compraron aún cuando no tenían acceso a estos servicios. Existen en la zona muchas
casas antiguas en ruinas que, si bien no están habitadas, son marcadas por los relatos de
los pobladores como lugares que corporizan el pasado local. Además de las casas y
algunos objetos que se encuentran en ellas, los habitantes locales señalaron algunos
lugares puntuales que condensaban anécdotas o simples prácticas cotidianas.

El Sr. Santillán, nos llevó a una casa en desuso que está ubicada en el puesto de
La Aguada, al noroeste de Coneta. Allí nos contó que:
la casa er de lajainilia Per.iga, k .ini inadr. Ahora teñemos problemas,
un juicio con el dueño de Shu Fene "un negocio grande de electrodomésticos en
la ciudad capital de la Provincia) (...)
- ¿quién hizo esta casa?
Los padres de mi madre, imaginate, yo ya tengo 45 años (..) La puerta de la casa
se cambió, antes era de madera, se le hizo un arreglo porque hubo un tiempo que
no tenía lecho, había más casas, enfrente me parece que había otra. Acá era un
corral pero ahora nada que vei En años de antes esto era grande. (..) Las casas
generalmente se vendían a los amigos, por amistad, mis abuelos por amistad han
vendido ese pedazo.

El entrevistado articula un relato moral desde un presente en el que tiene


problemas judiciales por la propiedad de las tierras. Así, ejemplifica el accionar de "en
afíos de antes" cuando las relaciones contractuales eran de amistad. El relato ejemplifica
de esta manera, localizado en una casa, la forma de proceder moralmente deseable,
desde el punto de vista del entrevistado, con respecto al problema de los títulos de
propiedad de las tierras y de las casas. Señala que las dificultades surgen .a partir el
enfrentamiento de dos operatorias distintas. Por un lado aparece la del discurso técnico-
jurídico que estipula la compra-venta de inmuebles con una serie de pasos que legitimen
la operación y pennitan ubicar los límites de la propiedad de tal manera que el título sea
perfecto. Por otro lado, el entrevistado hace referencia a la operatoria de sus abuelos,
quienes "por amistad han vendido ese pedazo". Este tipo de operaciones generalmente
se basaba en el derecho consuetudinario (Pizarro 2000).

209
Dei mismo modo, se enfrentan las reivindicaciones sobre el derecho a la tierra
entre quienes la han "poseído y usado" y aquellos que son sus "propietarios", tal corno
lo señalaba otro residente de Coneta:
- ¿Quién dice que es dueño de la tierra?
A costa, vive en la ciudad.
- ¿Qué lo ayala?
Dice que tiene títulos (..) la posesión y ini trabajo que yo tengo puesto ahí vale
muchos pesos, 10 veces más que la tierra, yo queriéndolo se lo compro y el no
quiere. (Roque Valdéz, Coneta)

En el fragmento de la entrevista al Sr. Santillán también se puede apreciar un


cierto orgullo cuando relata que la casa fue construida por su abuelo. Tanto en Coneta
como en Miraflores hay algunas casas que son muy antiguas y quienes viven en ellas
resaltaban su antigüedad y el legado familiar que las mismas consituyen:
Y bueno, acá (...) compró un terrenito, que es acá donde está esta casa que ya se
ha caído, ya son piezas viejas las que hay ahL Compró un terreno e hizo hacer
una pieza para que viviera ¡ni abuelita que venía de Los Ángeles ya a quedarse
por estos lugares, con mi abuelo. ( ... ) Después que se ha muerto mi abuela, mis
tíos, todo esto ha quedado abandonado, ha quedado solo, eran potreros, era todo
era tierra de nadie. Y mi hermano se le ocurrió venir porque mi mama le pidió
que quería venirse para acá, que le arregle una pieza que todavía estaba ahí las
paredes las paredes anchas, y era la primera pieza que se hizo. Entonces mi
hermano le arregló y se vino, y le hizo un bañilo precario, todo para que mi
madre viniera y de ahí ya se vino a estar con mi namá acá, y de esa .formna
estamos, cuantos años va a hacer ya. (Sra. Arce, Coneta)

Acá es la casa paterna. Antes sabía tener papá acá el negocio (..) Después (mi
papá) consiguió el terreno y hizo las casas. Mientras tanto alquiló y de.spués hizo
la casa ésta. Ésta debe ser de 1920, si por ahi de 1920 creo que es ¡a casa esta.
- ¿ Y/a construyó su papá o la mandó a hacer?
No, era un albañil muy bueno, de adobe, .vea así ¡os adobes ... duraban un gran
tiempo, porque lo hacían con los caballos a pisar el barro y la paja. Que hacían
adobes muy firmes. (..) Y antes se trabajaba con piedra y adobe nomás. Ahora
hay ladrillo, baldosa, mosaico.

210
- ¿ Y los hacían acá los adobes?
Los adobes acá, todo el inundo. Y había señores que trabajan muy bien, los
albañiles con piedra para hacer la base por la humedad, ,nuy lindo por ese
tiempo.
- ¿ Toda la casa de una sola vez la hicieron?
No, hicieron estas dos, la galería y una pieza. Y después tenemos tres piezas más.
Ya se hemos empezado a criar nosotros y tener piezas para todos. Éramos siete
hjos. (Aniceto Auy, Miraflores)

Un vecino de Coneta también destacaba que las construcciones se hacían con


materiales de la zona:
E/ladrillo también lo quemaban acá. No había compra. Ahora todo, si no es
biock, ya no ( ... ) Igual que la piedra, piedra laja, ahí hay una cantera de laja.
- ¿ (erca del balneario?
S, también para adentro (.) la cantidad de piedras, antes las sacaban de ahí la
iglesia tiene algunas lajas de ahí. (Sr. Romero, Coneta)

De la misma cantera sacaron las lajas para la construcción de la estación del


ferrocarril de Miraflores.

En El Bañado las viviendas también se hacían con materiales del lugar: "techo
de jarilla y paredes de adobe. Todo el mundo usaba casas de adobe, techo de jarilla y
tierra, cal y arena" (Carlos Robledo, El Bañado). Se fueron construyendo más viviendas
a medida que llegaba gente de otros puestos a instalarse:
a El Bañado venía gente de los puestos a vivir (..) Ahora no, los h/os de los
mismos propietarios han hecho casitas (..) Acá se van casando los hjos y acá no
más se quedan a Zapar, se va agrandando(Neófita Robledo, El Bañado).

En la década de 1970, el estado provincial construyó un barrio en Coneta para


facilitar el acceso a la vivienda, al igual que en otras áreas urbanas. El trazado del
mismo no contempló la existencia de espacios para huertas o para la cría de animales
domésticos. Más bien, es un conjunto de casas iguales, casi pegadas las unas a las otras.
No todos los que las habitaron se acostumbraron a esta forma distinta, más urbana, de

211
construir el paisaje. La Señora Nilda nos contaba que "se vino al barrio pero me gusta
más estar en el campo sola, porque mi mamá era de allá, yo fui criada allá".

Las distintas prácticas cotidianas llevadas a cabo en el ámbito doméstico


propiciaron la sedimentación de múltiples objetos en las casas. Estos objetos muchas
veces fueron guardados por el valor afectivo que tenían para los habitantes locales,
aunque no ellos no los utilizaran. Dichos objetos son considerados como testigos de
costumbres que hoy ya no se realizan, o bien, como recuerdos de los padres o abuelos
de los actuales habitantes: "Esos baúles deben tener como 70 años, nosotros los
traíamos para guardar las cosas" (Sr. Santillán, Coneta).

Este 'peine), simbol le llaman a este (..) Yo tejI como le digo, ese frezadón que
yo tejí (..) con este peine, en ese telar, en ese lejí el frezadón (..) Tengo la pa/a,
que se tejía allá en el cerro (..) se la pone para golpear lapa/a (.) (Este telar) ha
sido de mi madre (.) tiene como 90 años. (Eva Perdiguero de Santillán, Coneta)

(Tengo) dos pailas viejas de más de 60 años y más de 100. No las tiramos porque
son de cobre, son valiosas, son de la abuela o bisabuela de él ('del marido). (Sra.
de Rodríguez Tula, Coneta)

La señora Marcchetti de Vaccaroni, nos contaba que los barriles que tenía en su
casa estaban en la casa del abuelo de su marido, en Italia, quien los usaba para poner
vino. También tenía en el patio un "torno de madera para el amasijo, para hacer pan
casero y una piedra del molino (para moler trigo y maíz) que papá la hizo una mesita."

Otros lugareños nos mostraban antiguas herramientas de trabajo y enseres


domésticos tales como arados, ruedas de carretas, ollas de hierro. También el Dr. Basso
nos contó sobre un alambique que había en una de las propiedades que compró en
Coneta:
Donde yo estaba había un alambique que según me cuénta la madre del Dr.
Barros, que ellos sabían ser propietarios acá de ese potrero. No son los famosos
viñedos de la actualidad pero eran viñedos tipo cepa, como antes en Fiambalá y
Tinogasta, apuntalada con horcones. Se hacía aguardiente. (Cuando hubo un)
seguimiento de la DG!, ('para controlar) el alcohol, (los dueños,) liquidaron todo

212
cuando yo compré (en 1960). La Niña Alcira Nieva (era la) dueña del alambique.
Lo donó al Museo Adán Quiroga creo. Un alambique de cobre, de hornalla
grande. (Se usaba) lelia de algarrobo. (Se ponía) uva pisada, (se hacía) hervir la
uva, (pasaba por una) Serpentina de cobre, caía un chorro de agua, condensaba
el alcohol y caía el aguardiente.

En Miraflores también había un alambique:


Ahí en la casa de la Matilde, ¿sabe? Bueno, los abuelos de ella, ahí tenían un
alambique. Para ahí llevaban la uva, para que hagan aguardiente. Decían, los
que saben tomar, que era un aguardiente muy bueno el que tenía, aguardiente
puro de uva, hasta de Coneta traían uva para que hagan aguardiente.(Jacinto
Carrizo, Miraflores)

Entre los objetos recordados por los entrevistados, la mayoría señalaba a los
molinos de maíz y de trigo como algo muy especial en la vida de antafio. Los molinos
eran muy importantes en la vida cotidiana de los habitantes del área, no sólo porque alli
molían las harinas que luego usaban para alimentarse, sino porque también eran un
punto de encuentro para los vecinos que iban con sus carretas cargadas con sus bolsas
de granos y esperaban su turno para la molienda.

Y hasta el (añol9)50, el (año 19)60, no me acuerdo (..) había aquí (en


Miraflores) dos, tres molinos, en Huillapima también, en cada villa, o pueblo,
había dos tres, y ahí todos cosechaban ¿ve? (..) Todavía existen por ahí las
partes del molino, las piedras, era una cosa tan rústica (...) Estaba hecho el
corral todo hecho de tablas, todo (...) Si llovía usted no se mojaba (porque
estaba) todo cubierto con techo, y adentro estaban las toibas y el cedazo por
donde salía la harina, la semita (...,) Como una acequia, un tubo así por donde
salían (.)
- ¿ Yacá en Miraflores usted se acuerda en dónde había un molino?
Y allá en lo de los Punes, todavía están los vestigios. (Don Carmen Sosa,
Miraflores)

213
Los residentes del área de estudio no sólo guardaban herramientas de trabajo y
enseres en sus casas, también guardaban otros objetos que, al igual que las "cosas de
indios", tenían un valor emotivo e identitario:
Y esa ('cru), esa la hizo hacer mi hermano. La hizo alpiecito de madera, pero la
cruz auténtica es de tierra santa. Esa cruz, que es muy milagrosa, cuando hay
tempestad, cuando hay lluvias de piedras, ¿no? (..) a mí me ha pasado también.
Porque nosotros teníamos algunas piezas que eran techo de chapa de
fibrocemento, de esas chapas que se pueden caer muchas piedras y se deshacían
todos. Yyo había veces que me encontré solo y corrí a sacar la cruz y la puse y se
disij,ó (el granizo). (Sr. Arce, Coneta)

Lo que síyo tengo las ovej itas que dejó, unas ovej itas que ya le voy a enseñar (..)
las hizo él, es famoso Bermúdez, el pintor que se fue a España, yo creo que ahí
murió y no volvió más, y una tía nuestra trabajaba con él, y la quería llevar, era
hermana de ini mamá, vivían acá (...) este es un pastorcito que él hizo, y estas son
las ovejitas ( ... ) sí, le falta una patita, se ha golpeado una (...)Sí, igual igual que
las ovej itas son, sí, parece un carnerito la co/ita así, ¿ve eso? As), y elpastorcito
que está, leJlta el bracito (..) está d&spintadito ya.
- ¿Más o menos cuántos años tiene esto?
Más de 100 años (...)
- ¿ Yarmnaban e/pesebre con esto?
Ante.s; sí, sí (Sra. Arce, Coneta)

Algunos de los lugareños le otorgaban mucha importancia a las imágenes


religiosas. Por ejemplo, el "nifio dios" con el que se annaba un pesebre en la casa de
Antonia Molina de Ponce, en Miraflores, tenía un alto valor emotivo no sólo por su
antigüedad sino porque algunos vecinos continuaban reuniéndose para cantar y rezar la
novena antes de la. Nochebuena en la casa en la que era conservado. De esta forma, la
imagen cobra valor por su antigüedad y por las relaciones sociales que se anudan en
tomo a ella. Esta vecina nos mostraba la imagen y nos decía:
El niño "del pesebre) tiene más de 100 años. Yo no lo hago moderno ('al pesebre)
lo hago como antes. Mire como está, no está ultrajado, nada. Este niño vino desde
la sierra..

214
Otra imagen religiosa que fue señalada como representativa de Coneta fue "la
Virgen Blanca", que se encuentra ubicada en una toma sobre la Quebrada de San
Lorenzo. Existen muchas versiones sobre la manera en que llegó la imagen a Coneta:
Yo la historia que tengo de la Virgen Blanca es, y justámente está el /z/o acá, el
Dr. Barros, la madre era la viejita que para la époÇa de se quía, en la época de
se quía, este, aproximadamente en Septiembre, cuando ya los calores comenzaban
a apretar y disminuía tanto el caudal de riego, ella tenía la Virgen y nos hacía
marchar en procesión hasta allá hasta la loma. Íbamos y veníamos. Y ella después
la pasó a una familia Molina y ellos la colocaron 'allí, pero ya por supuesto
restablecida, la pintaron, la recuperaron un poquito más.(Dr. Basso, Coneta)

(Hubo) un tiempo que venían los seminaristas de La Rioja (a la casa que está al
pie de la loma en donde está la Virgen). El padre Ivíauricio Navarro que era
obispo (de La Rioja) y él es el primitivo dueño de ahí (de los campos donde está la
loma). Allí hay una casa y ellos tenían una capilla. Todos los años venían a
veranear y ellos hicieron la Virgen Bianca. La trajeron de La Rioja. El tercer
domingo de octubre, el día de la madre, la bajan y hacen mnisá en la capilla. (Sr;
Molina, Miraflores)

Cuando se puso la Virgen era un seminario, y por qué se puso la virgen está ahí
firmado por el obispado de La Rioja en ese papel ('un documento que tenía el
entrevistado) (..) El obispo de La Rioja hizo una promesa o algo para poner una
Virgen Blanca. ('Como estaba la) Virgen a la intemperie se puso la gruta. 'Se
/zizo una fiesta ese día. Aquí ('en el papel que tenía) explican eiprimner milagro de
¡a Virgen. Mi mamá lo ténía guardado (..) Esto hay que documentario en la
iglesia (...) esto (el papel) el obispo no se lo dio a nadie, lo escribió para los
seminaristas (..) Es blanca (porque) si le ponen color el agua de las tormentas la
va a arruinar. (Sr. Vídal, Cóneta)

Los relatos sobre la Virgen Blanca ponen de manifiesto la espaciálización de la


memoria en determinados lugares. Éstos son recordados porque anudaron relaciones
sociales que signaron la historia de las personas y de los pueblos. Así, ciertas casas y
puntos del paisaje fueron marcados como hitos relevantes por algunos entrevistados en
sus relatos sobre la historia de los pueblos:

215
Yo les voy a contar una historia, doña Matilde O 'Connor ha sido la dueña de San
Lorenzo (la quebrada), fue tía del profesor Argerich. (Su casa queda a/frente de
la casita de los Ontivero. De ahí sigue La Calera. Antes era de los curas de ¡a
Rioja, era dueño don Mauricio Navarro años atrás. (Sra. Molina de Ponce,
Miraflores)

La Sra. de Rodríguez Tula seíaió que dicha propiedad había sido del gobernador
General Octaviano Navarro:
Más arriba (de O'Gonnor) estaba el General Octaviano Navarro que se hizo ¡a
casa ahí y de ahí salieron varios hilos y había un cura que fue el Obi.spo de La
Rioja (..) Esa casa era de los curas; decíamos nosotros que venían de turismo los
fines de semana, la casa de los curas tiene más de 30 años.

(A la altura del balneario a mano derecha, (había,) un horno de cal que se


llevaba cal a la ciudad en carreta. Era de familia Navarro Santana, Mauricio. (En
esa fa,nilia) había un canónigo que trasladaron a La Rioja y que cedieron
propiedad al obispado. Venían a veranear monjas y curas. Hay una capilla con
sant os y candelabros. Ahora es de/Dr. Martínez. (Dr. Basso, Coneta)

Siguiendo por la quebrada más arriba hay unas cuevas. Algunos habitantes
locales nos decían que en una de esas cuevas había una "salamanca":
Bueno, allá hay una cueva que le dicen, la salamanca, que i& escucharon hasta
incluso arrastrar cadenas, que canta, que canta un galio
- ¿En la cueva canta un gallo?
En la cueva, pero tan solamente de noche, y usted siente que gui/arrean, que
cantan, de todo (..)
- ¿Ya dónde queda eso?
Acá en la quebrada, a la entrada de la quebráda ande están las piletas, ahí nomás
- ¿A la izquierda, cerca del camino que, va a Miraflores?
Sí, cerca del camino que va costeando la falda. Se llama la falda por la orilla de
la loina. (Sr. Avalos, Coneta)

216
- Dicen que para ahí para el cerro, que había una salamanca.
Así decían que había una salamanca, que sentían música (.) Ahí yendo para el
cerro, mejor dicho de ahí de las piletas para allí (..) hay como una e.specie de un,
de una piedra grande, es como una casa la piedra porque tiene así como un,
cavado, ¿vio? ahuecado, y así dicen que son (...) las salamancas. (Sr. Arce,
Coneta)

La Quebrada de San Lorenzo es un lugar multivoco y multiacentuado, ya que


.condensa una serie de historias que la tienen corno escenario. En el capítulo anterior
hemos visto que los habitantes de Coneta nos relataban que allí se encontraron restos de
indígenas. Otros cuentan que en distintas casas, a lo largo del camino que lleva hacia
ellas, se escuchan silbidos áparentemente sobrenaturales. En los fragmentos anteriores,
se dice que allí hay cuevas asociadas con salamancas.

Las laderas y cumbres del Ambato, y los puestos que allí se encuentran, son
conocidos por algunos habitantes locales. Lo que a los ojos de quienes no conocen la
región se presenta como un conjunto indiferenciado de lomas y quebradas, para algunos
lugareños constituía lo que podríamos denominar un mapa de la memoria (Auge 1999).
Algunos habitantes locales describían los distintos puestos y parajes otorgándoles un
nombre distinto a cada uno, y asociándolos posiblemente con ciertas experiencias
vividas por ellos mismos o que les fueron transmitidas como "leyendas". La capacidad
de nombrar estos lugares se vincula con el sentimiento de pertenencia que brinda la
familiaridad con un espacio determinado, a partir de la clasificación y nominación del
mismo. Don Roque Valdéz, de Coneta, nos relató en una enumeración exhaustiva y casi
recitada, un listado de nombres de algunos lugares ubicados en la ladera del Ambato,
señalando su conocimiento personal de lós mismos:
Los nombres de las lomas (son) la Horqueta, la quebrada del Peñón Colorado, la
quebráda de corral de los Perdiguero, rodeo el Vizcote, rodeo el Capiar, el agua
del Rosario, los Arbolitos, la quebrada de los Pozos, el Estanquito, el Ghañaral,
la isla las Varitas, la isla el Tostado, la isla el Mistol, la cumbre del Valle, los
Rastrojitos, la Pampa, el chuschal, el agua de los Arrayanes, el agua de la
Higuera, el agua de los Saucos, el agua de los Ricos, el agua de ¡os Remedios, el
agua dci Siinboi, el agua de las Avispas, el agua Escondida. Todos esos puntos ¡os
conozco. Los angelinos dicen que en el cetro el Manchado, no sé si es realidad o

217
imaginación, si será verdad o mentira, cuando tenía agua la laguna salía el sol y
se veía un toro de oro. Yo eso no lo creo. Dicen los angelinos que hay una piedra
que está un encanto, bajo la piedra dicen que hay oro, si alguien quería tocarlo
no lo podía sacar, se desaparecía. A otros les agarraba tormenta si iban con mala
intención. No les puedo asegurar porque es un cuento. Por la cumbre del Valle,
que le llaman a esta cumbre, hay un pozo, sobre la cumbre, profundo, dicen que
son respiraderos del viento .. -

En el fragmento anterior lo interesante es que, a pesar de los "disclaimers"


"dicen que" "yo no lo creo" (Bauman 1986) que crean distancia con lo relatado, lo que
crea sentido de lugar es que son relatos compartidos que sólo saben los "nacidos y
criados aquí".

Por otro lado, las leyendas sobre los lugares se vinculan también con la historia y
la identidad nacionales. Así, un entrevistado relacionaba a la quebrada de San Lorenzo
con un tesoro escondido por San Martín:
Incluso había uno ('.) un tesoro ('que;) no sabían dónde lo había escondido (.) en
el monte (.) y df/o que era grande, que había dejado San Martín (..) por eso es la
Quebrada de San Lorenzo (..)
- ¿ Y él venía de algún lado, San Martín o pasaba?
De paso nomás (..) y ini abuelo, mi tatarabuelo sabía decir que por acá pasó San
Martín (.) iba para Londres (una localidad ubicada hacia el oeste de la
provinciq), por eso le dicen la quebrada de San Lorenzo. (Sr. Romero, Coneta)

Otra vecina de Coneta también nos contaba que "pasaron unas tropas" por La
Banda del río Miraflores-Coneta, que baja por la quebrada de San Lorenzo. En honor a
esto, hay allí un "tala (tipo de árbol) histórico". (Nena Arreguez, Coneta).

También nos mencionaron a otro personaje que habría pasado por la zona. En
esta oportunidad no se remite a la construcción de la identidad nacional, sino por el
contrario, a la identidad provincial-regional ya que se recuerda a Felipe Varela, un
caudillo oriundo de Catamarca, que luchó contra los unitarios en el siglo XIX (ver
Capítulo 3). •,

218
La propiedad del Gobernador Octaviano Navarro,- y el paso de San Martín o de
Felipe Varela por la zona califican a la misma de una manera distinta en la construcción
de la identidad local y su relación con los niveles nacional, provincial y local. Ms allá
de la veracidad o no de estos acontecimientos, la "presencia" de estos próceres
vinculados con el proceso de construcción del estado-nación muestra que los residentes
en la zona se marcaron y fueron marcados como parte de la historia argentina, tanto en
el siglo XIX como en el momento del relato.

........Los, habitantes del área de estudio marcaron ciertos lugares y objetos como
históricos, ya que en ellos se sedimentaron tanto las prácticas cotidianas locales como
aquellas que los vinculaba con niveles provinciales y nacionales. Así, en estos relatos
sobre el pasado podemos rastrear procesos de comunalización de distintos grupos
identitarios. La adscripción a colectivos de identificación locales, provinciales y
nacionales a través de los mecanismos de selección y olvido de la memoria local,
muestra la confluencia de dos aspectos, tanto los significados presentes en las
expresiones públicas, como aquellos sostenidos o sedimentados en los modos de vida
concretos de la gente (Larraín 1996).

En los relatos analizados, la identidad local no se construyó solamente a partir de


la localización espacial de los sujetos ni de la experiencia de marginalidad determinada
por las presuposiciones de aquellos que viven en los centros de poder. La identidad
local dependió también de la manera en que los entrevistados se definieron a si mismos
como marginales o locales aceptando, al menos parcialmente, a la autoridad que los
definía desde los contextos provinciales y nacionales (Keane 1997). De este modo, los
relatos marcaron algunos elementos que los diferencian corno colectivo de
identificación local, pero siempre en referencia a su inclusión como ciudadanos en
colectivos más amplios: la provincia, la nación.

6. Reflexiones finales

En este capítulo hemos visto que los entrevistados desplegaron sus relatos sobre
el pasado en el marco de la escenografía de un paisaje social. Asimismo, dichos relatos
constituyeron argumentos con que los habitantes locales valoraron las relaciones
sociales y costumbres de antes desde el punto de vista presente.

219
Los relatos sobre los orígenes de los pueblos y puestos remitieron a los
españoles, ya sea específicamente los conquistadores o no. La referencia a estos
orígenes estuvo íntimamente vinculada a la legitimación de los derechos a la propiedad
de la tierra por parte de los habitantes actuales. Estos usos del pasado fueron realizados
de manera diferencial por dos contingentes poblacionales locales: los hijos de "criollos"
y los hijos de "inmigrantes" ultramarinos. Los hijos de "criollos", representantes de la
matriz hispano-indígena, marcaron su genealogía española y desmarcaron la indígena
para argumentar sobre la legitimidad de sus derechos a la propiedad de la tierra en un
contexto en el que tanto los habitantes de los puestos como algunos habitantes de los
pueblos fueron históricamente expropiados de las mismas. Sin embargo, los hijos de
"inmigrantes" ultramarinos no usaron el pasado para argumentar la legitimidad de su
inserción en el espacio social local. Es que las trayectorias disponibles para estas
familias que llegaron al área recién a fines del siglo XIX los habilitaron para aliarse con
las élites locales preexistentes, naturalizando tanto sus derechos sobre la propiedad de la
tierra como su liderazgo en las relaciones de patronazgo locales. Los hijos de
inmigrantes se invisibilizaron a través de su alianza con las élites locales,
naturalizándose su incorporación y des-marcándose sus diferencias. Los "criollos", por
su parte, fracturaron su genealogía "indígena" y apelaron a sus "antepasados españoles",
poniendo en evidencia la existencia de distintos "otros internos" más visibles en el área
de estudio, que necesitaban justificar sus derechos en un espacio social en donde sus
familias habían vivido por más de 200 años.

El sentido común local mediatizó distintas maquinarias de territorialización que


delimitaron "otros internos", creando distintas profundidades temporales: criollos que
marcan su genealogía española por sobre la indígena, inmigrantes ultramarinos que
desmarcan su genealogía y su alianza; pero también delimitaron "otros externos":
inmigrantes de provincias vecinas, operando sobre un eje espacial. Los pobladores del
área de estudio delimitaron las fronteras del paisaje social del colectivo de
identificación, marcando la diferencia entre un nosotros inclusivo de inmigrantes
ultramarinos y criollos de Coneta, Miraflores y los Puestos del Norte, y los otros no
incluidos en este colectivo de identificación conformado por los inmigrantes de otras
provincias que se asentaron en las Colonias Agrícolas.

220
Por otra parte, los relatos locales también dieron cuenta de la territorialización
del espacio rural por parte de los niveles estatales. El pasaje de puesto a pueblo, y de
pueblo a área urbana se evidenció en los relatos sobre ciertos edificios fundacionales
tales como las iglesias, las plazas, escuelas y cementerios. Los relatos sobre estos
monumentos dieron cuenta de las marcas que convierten al espacio crudo en un paisaje
social, instituyendo el ámbito colectivo y público del colectivo de identificación. Estos
relatos, particularmente, estuvieron atravesados por asociaciones con personajes locales
relevantes que ejemplificaban el comportamiento moral deseable desde la retÓrica
civilizatoria y modernizadora.

Los relatos sobre las rutas, los caminos, los servicios de luz y agua potable y los
distintos medios de locomoción utilizados en el pasado permitieron dar cuenta de las
interconexiones entre las localidades del área de estudio y entre éstas y los contextos
regional, provincial y nacional. Este disciplinamiento del espacio rural implicó un
proceso gradual de urbanización que lo incorporó al territorio provincial y nacional.
También, la territorialización del paisaje local estuvo vinculada con la injerencia de los
distintos niveles del estado en las trayectorias de vida de los habitantes locales a través
de los caudillos políticos, los comisarios y distintas instituciones públicas. Este
disciplinamiento de las vidas de los habitantes locales los incorporó, como ciudadanos,
en el colectivo de identificación provincial y nacional.

De este modo, la posible asociación habitantes rurales-indígenas fue


gradualmente invisibilizada, dando lugar a la marcación de la modernidad y de la
incorporación de los habitantes locales en los tropos identitarios de la ciudadanía como
miembros de una comunidad imaginada provincial y nacional. Sin embargo, en los
relatos sobre las casas, los objetos y los lugares que los habitantes locales consideraron
históricos dieron cuenta de la dispersión de la memoria en el espacio vivido. La
marcación del sentido identitario de cosas del pasado en el área de estudio se relaciona
con la sedimentación de las prácticas cotidianas de distintas generaciones en dichos
objetos y lugares. Estas prácticas remitían a la forma de vida de la "gente de antes", es
decir, los padres y abuelos de los actuales habitantes, quienes lograron criarlos gracias a
su esfuerzo en el "trabajo en el campo". Solapadamente, aparecen en estos relatos
elementos de sentido más vinculados con los "indígenas", tales como los objetos
utilizados para tejer, los molinos, las carretas, los conocimientos sobre los lugares del

221
campo, las leyendas, los sincretismos religiosos, las montoneras de Felipe Varela, entre
otros. Estos elementos de sentido, como vimos en el capítulo 3, también se vinculan con
la retórica tradicionalista de algunos inte1ectuales catamarqueños que marcan
nostálgicamente las raíces aborígenes en las costumbres y folklore de los habitantes
rurales-marginales.

222
CAPÍTULO 5
"LA GENTE DE ANTES" ERA "GENTE DE CAMPO"
LA VIDA DE CAMPO COMO ANCLAJE DE LA IDENTIFICACIÓN

1. Introducción

En este capítulo analizaremos la manera en que los habitantes del área de estudio
relataron la forma de vida de sus padres y abuelos, "la gente de antes". En esta
operación de la memoria, clasificaron a sus antepasados como "gente de campo". Los
entrevistados se incluyeron en este colectivo de identificación, señalando que fueron
"criados" de esta forma. Sin embargo, también marcaron una tensión en este sentido de
devenir (Ch. Taylor 1989), reconociendo que en el presente de sus relatos ya no podían
continuar con este estilo de vida debido a los procesos de expansión de la frontera
agropecuaria en el Valle de Catamarca.

Los pobladores de Coneta, Miraflores y El Bañado usaron reiteradamente


expresiones tales como: "En ese tiempo", "Antes", "De aquella época", "Que en ese
entonces", "En la época esa", "En años de antes", para referirse a sobre cómo era la vida
en tiempos pasados. Se podría considerar entonces a tales alocuciones como signos
triples. Briggs (1986) extiende el concepto de Jakobson de "triplex signs" para referirse
a expresiones que proveen un marco referencial para el discurso. Por un lado, son signos
que indexan un referente, la vida desde que sus abuelos o padres nacieron hasta que
murieron—período que abarcaría desde fines del siglo XIX hasta mediados del XX. Por
otro lado, indexan la totalidad del marco interpretativo en el que están incluidos, esto es,
"en años de antes" indexa todas las expresiones que se vinculan con la descripción de
esa época. Finalmente, dichos signos también constituyen mensajes que se refieren al
código, convirtiéndose así en metasignos que indexan el status tanto del género
discursivo corno del tópico de conversación predominante. ¿Qué es ese "antes" en estos
relatos? Los habitantes locales aceleraron o retardaron el tiempo, ubicando en un mismo
horizonte temporal—el antes—a acontecimientos sucedidos en distintos momentos y
relacionándolos con los problemas que afrontaban en el presente de sus relatos. De este
modo, la separación entre el presente en el que se recuerda y los pasados recordados se
hizo explícitamente contrastiva.

223
Veremos entonces que el modo de vida cotidiana de la "gente de antes" fue
caracterizado corno eminentemente rural. Identificaremos la manera en que los
entrevistados construyeron su sentimiento de devenir y pertenencia instaurando el
ejemplo moral de sus padres, "gente guapa" que trabajaba la tierra. Así, desarrollaremos
distintos temas vinculados con el cultivo de la tierra, la cría de animales y la explotación
del monte. Buscaremos indicios (Guinzburg 1994) de saberes que muchos de los
habitantes locales consideran olvidados o en vías de extinguirse.

Veremos que muchos entrevistados marcaron una diferencia entre un "antes-


tradicional" añorado y un "ahora-moderno" no deseado. Sin embargo, también
señalaremos que esta dicotomía presentó grises y matices en los relatos locales sobre el
pasado. Lo moderno y lo tradicional fueron elementos de sentido que los entrevistados
re-centraron a veces de manera contrapuesta, para señalar su añoranza por una forma de
vida que no pueden reproducir, pero otras veces valorando positivamente las bondades
de la modernidad. De este modo, las estrategias de distanciamiento y acercamiento con
los antepasados se relacionan con elementos del presente que se ven o bien como
degradación—pudiendo ser absoluta o relativa—o bien como superación—pudiendo
nuevamente ser absoluta o relativa (Briones 1988).

Así, veremos que la tendencia a homogeneizar el colectivo de identificación del


pasado como "gente de campo" presenta variaciones en los relatos. A pesar de que
aparentemente toda "la gente de antes" "vivía de la labranza", no todos lo hacían de la
misma manera. Las menciones a los ricos y a los pobres, a los inmigrantes y a los
comerciantes, a los patrones y a los criados, peones y sirvientes, constituyen huellas a
través de las que daremos cuenta de la heterogeneidad social dentro del colectivo de
identificación local del pasado y dentro del presente de los narradores.

No será menor la mención de la incidencia de las intervenciones del estado en la


redefinición del mapa social de inclusión-exclusión a lo largo del siglo XX. La
injerencia del estado benefactor y de las políticas de modernización que
progresivamente fueron marcando y des-marcando a los beneficiarios, y a los
perjudicados de las políticas públicas constituyó un contexto histórico-social particular
en relación al cual la definición del colectivo de identificación local del pasado fue
construido en los relatos de los lugareños.

224
Argumentaremos que las heterogeneidades sociales locales condicionaron la
construcción de los mapas de identidades posibles, inhabilitando la auto-adscripciÓn
1 indígena para denunciar las situaciones de opresión del presente en un doble sentido.
Por un lado, si bien se idealiza un pasado común, veremos que no todos los habitantes
actuales han sido "víctimas" (Horowitz 1991) de las políticas desarrollistas; por el
contrario, los beneficiados por la "modernidad" también fueron familias "nacidas y
criadas aquí". Por otra parte, señalaremos que la maquinaria de diferenciación a fines
del,siglo XIX diferci contingentes poblacionalesdesde un clivaje de clase, de&.
marcando el clivaje étnico. Veremos que las diferencias entre los, hacendados y los
arrendatarios o trabajadores rurales locales perduran en las memorias locales, mientras
que la alteridad e inserción de los migrantes ultramarinos en esta estructura social
preexistente fuertemente estratificada fue invisibilizada.

2. "Ya la gente de antes ya no hay ninguna"

Los lugareños caracterizaron a sus antepasados como "gente de campo", cuyo


trabajo en la agricultura, la ganadería y la extracción de lefía constituían su único
"medio de vida". Esta expresión remite a que estas actividades no sólo eran las que les
proveían los ingresos, sino también a la forma en que articulaban sus prácticas
cotidianas y definían un modo de pertenencia sociocultural particular. Los entrevistados
caracterizaron a la "gente de antes" por su "esfuerzo y sacrificio", y sefíalaron que sus
padres los criaron gracias a esas tareas. A través de sus relatos sobre el pasado fueron
construyendo la identidad del área de estudio como eminentemente rural.

Los relatos locales sobre el pasado destacaron que las distintas localidades se
complementaban a través de una producción específica, de acuerdo a sus
particularidades ecológicas. En estos relatos no fue menor la reiterada mención que
hicieron los entrevistados sobre el hecho de que el "trabajo" de la "gente de antes"
implicaba una serie de conocimientos y destrezas que eran transmitidos de generación
en generación.

En frases tales como "la gente de antes", "había mucha gente antigua", "ya todos
han muerto, no hay gente vieja", "no hay gente de antes", "ya la gente grande nomás se

225
terminó", "ya la gente de antes ya no hay ninguna", algunos habitantes locales
condensaron su repudio a ciertos valores y comportamientos introducidos por la
modernización que provocó, según el argumento de muchos, el colapso de la forma de
vida de antes con la cual se identificaban.

Si bien lo indígena aparecía des-marcado—señalándose la identidad campesina de


la gente de antes—las escasas referencias a lo "indígena" en la "época de antes"
marcaban una división muy fuerte. Así, algunos de los pobladores nos contaron que sus
abuelos co-existieron con los "indios". Ya sea porque convivieron con ellos—de tal
modo que los antepasados de los habitantes actuales no serían "indios"—o porque
hacían cosas de "indios" tales como tinajas y morteros, entre otros. Don Carlos
Robledo, en El Bañado, nos contaba que cuando él era chico si se portaba mal lo
amenazaban con llevarlo con "los indios". Así, el fantasma de "los indios" era
visibilizado en esta forma de vida "tradicional", característica de las poblaciones rurales
de la provincia.

En este sentido, muchas de las prácticas recordadas se vinculan con un estilo de


vida tradicional-provinciano que, desde una retórica romántica, algunos intelectuales
catamarqueños marcan como "vestigios" de las culturas aborígenes del pasado
provincial. Carlos Villafuerte señala que en las márgenes del Rio del Valle existen
aldeas en donde
todavía se rotura la tierra de las pequeñas parcelas con arados de madera
tirados por bueyes y se siembra los surcos a la manera de antaño (...) Es común
ver a mujeres caminar erguidas con el yuro en la cabeza mientras sus manos
hacen bailar el huso para hilar ¡ana que llevan enroscada en un brazo (1988:18).
Por su parte, Joselín Cerda Rodríguez (1998) enumera algunos rasgos característicos de
la herencia indígena en la.cultura popular catamarqueña: las teleras y los telares, las
ollas con los aromas de comidas sazonadas, el adobe de las aldeas, las mujeres
ordeñando cabras y haciendo quesos y quesillos, hilando, tejiendo y combinando hilos
de colores, chancuando (golpeando) con la mano de piedra los granos de maíz o trigo,
entre otros.

Si bien esta forma de vida de antes es calificada como "tradicional" y no cómo


"indígena" por los pobladores locales, la vida de campo de antes estaría mucho más

226
vinculada con costumbres aborígenes que la actual. Corno en el caso de San Juan
analizado por Escolar (2003), el fantasma de la identidad indígena es sublimado en la
identidad campesina-tradicional de áreas rurales marginales de la provincia de
Catamarca. Sin embargo, como señaláramos en el capitulo 2, la frontera entre lo
indígena y lo campesino es mucho más rígida en el Valle de Catamarca que en regiones
rurales del oeste de la provincia de Catamarca, en donde el mapa de identidades
posibles es mucho más permeable para la articulación de clivajes tanto étnicos como de
clase.

2.1. "La gente se mantenía cosechando"

En el área de estudio "el único medio de vida que había" era el "trabajo"
agropecuario. En Coneta y Miraflores, los terrenos para la "labranza" o "sembradíos" y
los "potreros" eran de propiedad privada y estaban ubicados en los pueblos, salpicados
entre las casas. Las propiedades tenían agua de riego que llegaba a las fincas a través de
acequias provenientes de distintas tomas del río Miraflores. En los Puestos del Norte
también se cultivaba pero en menor escala, debido a las características de los suelos y a
la menor disponibilidad de agua.

Los padres de Nicéfora Funes eran los encargados de uno de los molinos
harineros que había en Miraflores. Los dueños de la propiedad era una familia de origen
criollo que, además de la finca en este pueblo, a la que se trasladaban en el verano,
tenían otra en la zona de los Puestos del Norte, en donde residían en el invierno. Doña
Nicéfora destacaba los tamaños de las cosechas y resaltaba que la producción alcanzaba
para la reproducción de las familias. Señalaba también que no había dinero pero que
tampoco se lo necesitaba:
Se sembraba trigo, se sembraba maíz. Y ahí en la casa de la tía Amalia (..)
cuando vivían los viejitos, ah..., ¡qué cosechas había! Hasta el techo, estaba esa
despensa hasta el techo de maíz. Se cosechaba en cantidad, en cantidad, el maíz y
el trigo. (Además se cultivaba) de todo, la batata, el zapallo, el anco que se le
llamaba, (..) el zapalio criollo, porotos, de todo, de todo, de todo había en ese
entonces. (Lo que ¡a gente ponía era) para el consumo y algo vendía, algo vendía,
porque en esos tiempos era muy escasa la plata. Se decía el peso fuerte pero, no
se lo veía el peso fuerte. Muy escasa la plata. Pero eso s1 las cosechas no

227
faltaban, había en abundancia, para comer, para la olla había en abundancia. Se
tenía todo el año, se llenaba bordalezas, barricas, de trigo, de maíz, así que había
para todo el año, de ahí para el consumo de la casa.

Los principales cultivos eran el trigo y el maíz que se los combinaba con otros
según la época del año. Anita Monjes, quien fue "criada" por una familia que tenía una
hacienda en Miraflores recordaba:
La gente se mantenía cosechando o trabajando en la agricultura, el maíz, trigo,
se sembraba, por ejemplo mi papá sembraba el trigo, después ponía arvejas (.)
para la temporada de invierno. Después venía para sembrar maíz, ponía la
batata, ponía maíz, ponía huerta, ponía sandía, melón. Y para cosechar maíz,
cosechaba mucha cantidad

La cosecha de maíz era guardada en el "pirvo", una especie de galpón cuyas


paredes y techo estaban construidos con caña tejida; mientras que el techo estaba
cubierto por una torta de barro. De esta manera se maduraban las mazorcas, para más
tarde desgranarlas a golpes. Los granos obtenidos eran guardados en el "guazpán", una
especie de tinaja hecha de janlla tejida. José Augusto Andrada, un vecino de El Bañado
nos contaba:
¡Ay! yo sabía hacer el guazpán (..) con la pichana se VO cociendo. Y maíz
algarrobo sabíamos guardar para las criaturas, se hacía un agujero abajo y se lo
tapaba para que caiga el chorro.

En abril o mayo se sembraban distintos tipos de trigo, ya que su cosecha era


destinada para distintos fines. Anita Monjes señalaba la diversificación de los consumos
en el pasado, en contraposición a la creencia del sentido común que asocia la
diversificación de los consumos con la modernidad:
Mi papá tenía grandes potreros, sembraba trigo en invierno. En ese tiempo se
cosechaba mucho trigo. (...) Sembraba trigo, trigo para harina y trigo para
cocinar, e/trigo de grano, de ese que viene molido, ese (..) Dos clases de trigo, a
veces ponía tres ciases. Porque a uno le llamaban calcuta, a otro trigo chileno, le
decían a ese barbudo que era para cocinar, grano colorado era. Otro era
parecido a ese pero le decían el champudo, candial, no sé cómo le decían a ese.
Había otra clase de trigo el especial era para la harina, ese no tenía barba, ese

228
era espiga más dorada. (.j Al trigo lo sembraban en este mes de abril, mayo, lo
cosechaban en octubre, noviembre, noviembre.

El trigo era cosechado con una hoz y luego se lo trillaba en un "potrero", en


donde se enterraba un poste alrededor del cual se ataban varios caballos o burros que
giraban por sobre las espigas de trigo colocadas en el suelo. En la trilla había que dar
vuelta la paja en forma continua durante tres a seis horas para lograr el desgrane de las
espigas. Ayudados por el viento, se aventaba con una pala de madera o con una "tipa"
que era como un canasto "chato, de simboJ", separando por primera vez la paja del
trigo; la separación definitiva era realizada con una rama de pichanilla.

El padre de Simón Vega trabajaba para la familia Terán ; ¿uienes tenían una
finca grande en Miraflores y fueron los pioneros en la producción de las muy preciadas
mandarinas de la zona. El padre de Simón Vega logró independizarse de la familia
Terán y tener su propia finca, en la cual trabajaron algunos de sus hijos, estando en
manos de don Simón en el momento de nuestra investigación. El nos contaba que:
osechábamnos al trigo) segándolo con la hoz. (.) 'Eran algunas así grandes. Y
nosotros segábamos, todo. (..) Le hacíamos la gavilla así (.) alado con,
arrancábamos la planta de trigo yio atábamos.
- Y de ahí lo transportaban ¿a dónde?
A la trilla, lo trillábamos con el caballo. (La trilla es un palo) en el medio se le
amontonaba a la trilla el trigo, y de ahí se ataba la tropa
- ¿Cuántos caballos eran?
Y de acuerdo a la cantidad de trigo, a veces eran 12 animales (...) Y los íbamos
arreando a los caballos. Mcta dar vuelta. (..) y después cada tanto había que ir
dándola vuelta. (..) Y después para aventarlo, con la pala de madera que se
hacía, así también, con el mango para aventar el trigo. Entre dos aventábamos a
veces, y otros despajando, un despa/ador. Si iban las mm/eres también ahi
sacando la paja, con lapichanilia, encima, que salga limpito el trigo.

El trigo, al igual que el maíz, era guardado para su posterior venta en el mercado
local o para el consumo del hogar. Una parte de la cosecha se consumía en grano;
mientras que el resto era convertido en harina en molinos locales:

229
Y lo guardábamos (al trigo) papá tenía grandes cajones de tablas. Cosechaba, en
ese tiempo le llamaban almudes, de 15 kilos, cuadrado así era el almud
Cosechaba hasta 50 almudes o más. 6'osechaba la cebada también.
O sea los almudes estos eran de trigo sin molerlo?
Limpio, ya limpio para guardar. Lo vendía, vendía mucho también. Así para Los
Ángeles, de Los Ángeles venían a comprar. Y para el consumo de la casa para
todo el año. Todo el año uno tenía trigo para cocinar y para la harina.

Una vecina de Los Puestos del Norte nos contaba que vendían los granos de
trigo en bolsas o también las llevaban a moler:
En Miraflores había un molino que lo hacían moler, había que llevarlo para ahi
lavarlo el trigo, dejarlo que se seque, dejarlo bien limpito y bueno, lo llevaba y
hacían moler ahí. (Matilde Palacios, Los Cubas)

La gente llevaba trigo en carretas y burros a los molinos principalmente en el


mes de la cosecha:
(La gente que traía el trigo no sólo venía de Miraflores sino) de todos lados, de El
Bañado, de los Puestos, de Los Ángeles, de (oneta. Pero si usted hubiera visto en
tiempo de la cosecha lo que era, era una romería. En noviembre era la cosecha
del trigo. Bueno, el molino molía todo el año, porque ellos tenían de reserva para
todo el año, se les acababa la harina, volvían a traer el trigo. J'ero en tiempo de
cosecha, que era en noviembre, es/o era una romería. Traían en burritos traían
los costales del trigo, en burro que era el único medio de movilidad que había
entonces, eran burritos nada más, o mulitas, ese era el medio de movilidad que
había. Y traían en su burrito el trigo y llevaban la harina, en el burrito. (Nicéfora
Funes, Miraflores)

En algunos casos se "ganaba el turno", es decir, se lo reservaba. El padre de Don


Avalos había sido "capataz" de una "estancia" ubicada en La Aguada, un puesto en el
pedemonte del Ambato, en el noroeste de Coneta. Cuando el "patrón" vendió la
propiedad la familia se mudó a Coneta. Don Avalos se fue a trabajar a Buenos Aires y
posteriormente regresó al pueblo. Él nos contaba:

230
Usted iba por ejemplo dos días antes pagaba para tal día, que fuera a ial hora,
iba, ¿y con qué se aiu,nbraba? Con velas, o si no llevaba elfarolito que antes se
usaba.

En otros casos había que esperar, oportunidad que era aprovechada por los
vecinos que vivían cerca para ir a conversar. Aniceto Auy, hijo de inmigrantes "turcos"
que se instalaron en Miraflores a principios del siglo XX, atendía los negocios que su
padre tenía en ese pueblo y en Coneta. Durante la época de la cosecha de trigo, iba hasta
alguno de los molinos de Miraflores para conversar con loS vecinos:
Y ahí pasaban (los que llevaban el trigo al molino), había que estar día y noche
allá, el que molía la que terminaba seguía el otro, el otro turnO y uno se iba a
charlar un rato ahí a embromar.
Así, las actividades económicas de "antes" eran ocasiones de sociabilidad con los
vecinos, hecho que también es lamentado como una pérdida en el presente.

Para realizar la molienda se les pagaba a los encargados de los molinos:


.por el almud tanto, cinco centavos o diez centavos, en aquel entonces. Bueno, y
ese dinero que ella (la encargada) recogía de lo que cobraba, porque se cobraba
para moler, entonces ella le rendía cuenta al dueño del molino.

Muchos vecinos describieron el funcionamiento de los molinos en detalle.


Incluso Don Molina, en cuya casa de la infancia funcionaba un molino, realizó un
dibujo en el que describe sus partes. En el siguiente fragmento, doña Nicéfora Funes,
relataba su funcionamiento:
Eran dos piedras, la base redonda, así grande, y la de encima. Bueno, abajo
había el rodezno, que se le llamaba, porque abajo había como un subsuelo era
¿no? Bueno, era ahí donde caía el agua del canal, bajaba, hacía una correntada
y esa correntada daba el movimiento al rodezno. Entonces tenía un e/e, y ese era
el que daba el movimiento a las piedras arriba, daba movimniento (..) Bueno, y al
trigo se lo echaba en la toiba, que era una cosa así cuadrada, que venía de.spués,
achicaba abzjo, esa era la toiba, de madera, y esa tenía un agujero por donde
caía el trigo, ahí se echaba el trigo. (..) Y bueno, caía el trigo y había, tenía un
cono as!, en el centro de la piedra, para que no caiga el trigo para los costados,
como un embudo, más o menos. Ahí caía el trigo, y de ahí a las piedras. Y eso

231
trituraba, y a la vuelta de ¡as piedras había cajones así, donde iba cayendo ¡a
harina (..) Y esa harina caía a un cajón. De ese cajón se levantaba la harina (..)
en un cajón, se lo subía al cernidor (.) Se iba echando con la mano de a poco y
con una man ¡ja iba dando vueltas, una man/a se iba dando vuelta para que
trabaje el cernidor, para que de vuelta. Entonces se iba echando la harina así de
a poquito (..) yya se iba cirniendo la harina, la semita y el afrecho, iba cayendo,
cada uno en su cajón. Eso era, el cernido. De la molienda pasaba al cernido. Y de
ahí ya, bueno, ya la levantaban por separado la harina, la semita y el afrecho.

Los distintos tipos de harina de trigo eran usados en múltiples recetas de cocina.
La Sra. Oliva—que vivió en su infancia en un área marginal de Coneta, ubicada hacia el
fondo del valle cerca de donde actualmente pasa la ruta 38—nos contaba:
Hacíamos la harina, la semita y el afrecho. Porque todo se consumía (.) se hacía
el afrecho ¡o hacíamos para hacer la poleada
- ¿Qué es lapo/cada?
Era que usted lo hacía con el afrecho y azúcar. La semita se hacía como el pan,
salían unas tortas hermosas de semita, que es ¡a misma harina de trigo, en un
lado salía la harina, en el otro la semita y en el otro el afrecho (.) tres cosas que
salían en el molino.

No sólo se vendía trigo si la cosecha era abundante. La zona de estudio también


producía melones, sandías, garbanzos y comino que eran llevados en carretas a la
ciudad de Catamarca. La familia de Jacinto Carrizo estaba bien posicionada en la
estratificación social de principios de siglo, pues entre sus parientes había un
comerciante que vendía "proveeduría" en los Puestos del Norte, y una maestra que
enseñó en la escuela de El Bañado. Vivían en frente de la plaza de Miraflores, lugar que
también marcaba la diferenciación social local. Él recordaba:
Se cosechaba y se guardaba para el invierno (..) para la casa. Y el que
cosechaba mucho para vender (..) bueno, venía gente de afuera y compraba o se
iban en las carretas a la ciudad a vender, las sandías, que muchos cosechaban
sandía.s, melones, los llevaban a la ciudad (capital de Catamarcq).

La propiedad de los hermanos Vega estaba ubicada hacia el sur de Miraflores, en


una zona muy propicia para el cultivo. Ellos recordaban que:

232
A veces hasta 20 carretas se reunían en, dos hileras para vender ahí.
- ¿ Y cómo la vendían, vendían en alguna parte o ... ?
¡No! callejeando, si habremos pateado, cuando uno llevaba sandía grande. Pero
entonces la ciudad no era tan asfaltada como ahora. Cuando llevábamos sandía
grande entregábamos por el centro, ahí se vendía toda sandía grande, y con las
sandías chicas había que buscar algún lugar para vender. (..) (Llevábamos)
sandía y melón (.) a veces sacábamos hasta 12 pesos (..) Se admiraba el
pedacilo (de tierra) que era, la cantidad de sandías que salían, que daban los
huertos, y la mitad la vendíamos, la otra quedaba aquí. (Aniceto Vega,
Miraflores)

Se daba bien el garbanzo, comino también (..) Y se lo vendía para la ciudad


también, se llevaban el garbanzo, también como cosechábamos unas cuantas
bolsas. (..) Si comino sabíamos cosechar también mucho. Eso lo cosechábamos
sin riego, el comino. (Simón Vega, Miraflores)

Por otra parte, también los frutales complementaban los ingresos tanto a través
del autoconsumo como de su comercialización en el mercado local y regional;
La mandarina también teníamos finca grande (.) Eso también se vendía mucho
(.) Cuando vivía papá nosotros teníamos la finca grande, sí, y ya después se ha
ido secandó, secando poco a poco. Entonces venían compradores, venían los
gringos de Chumbícha, Fernández el apellido de los gringos ESOS (.) Todo lo que
teníamos lo llevaban, sacaban todo. Sí, todos los años venían, sí. (Simón Vega,
Miraflores)

En el fragmento anterior, don Simón Vega etmcizó (Briones 2002) las relaciones
con los comerciantes de Chumbicha, recordando que la cosecha de mandarina era
vendida a compradores "gringos". Cabe señalar que Chumbicha, una localidad ubicada
a unos 60 kilómetros, era el punto neurálgico que articulaba el comercio de las zonas
oeste y centro de Catamarca con Córdoba y Buenos Aires. En este pueblo se asentó un
considerable rnmero de inmigrantes ultramarinos a principios del siglo XX, quienes se
constituyeron en comerciantes e intermediadotes de la producción provincial. Si bien en
Coneta y Miraflores los italianos y "turcos" también devinieron en intermediarios
locales, su aloctonía es menos marcada por los lugarefos que la de los chumbichanos.

233
Posiblemente, la calificación de "gringos" de los comerciantes de Chumbicha esté
haciendo referencia a dos aspectos de su aloctonía. Por un lado, se marca la procedencia
"de otra parte" y, por el otro, se re-centra la rivalidad entre los habitantes de Coneta-
Miraflores y los de Chumbicha.

En cambio, la aloctonía de los inmigrantes que se asentaron en el área de estudio


fue mayormente obliterada por los lugareños, quienes no los estereotiparon como
"gringos" ni como "turcos dedicados al comercio", al igual que los inmigrantes
radicados en Chumbicha. Tal es el caso de Don César Celemín, hijo de una familia de
procedencia árabe y cabeza de una de las facciones locales, que también operaba como
intermediario de la producción local, al igual que su padre:
Había varias quin! itas de mandarina en Mira/lores que ya han desaparecido (..)
Y venían los camiones de fuera, de Córdoba, siempre camiones de Córdoba,
de.spués de Mendoza a llevar la cosecha. Se vendía todo. La mayor parte de la
sandía se vendía a la ciudad (Capital). Y bueno, esos años antes, que me contaba
mi padre y todo, había nuicha finca de uva acá en Miraflores, y mucha cosecha
de pasas (de higo). Bueno eso yo me acuerdo de las pasas de higo. Si, mucha
cantidad, que nosotros mismos, mi padre compraba. Se llevaba mucha uva
afuera, todo. La pasa de higo también, se vendía mucho la pasa de higo esos
años. Se cosechaba mucha cantidad aquiÇ en esta zona.

Los higos, al igual que otros frutos extraídos del monte como la algarroba y el
mistol, se secaban en cañizos construidos con caña criolla delgada que se guardaban
apilados para la cosecha siguiente. El higo en pasa era guardado apisonado en una
especie de barril, la "barrica", para el invierno. De esa forma "salían bien azucarados".

Este era un alimento básico en la dieta local, sobre todo para los estratos más
pobres. A pesar de la diversidad de consumo, no todos tenían acceso a la misma. La
"vida de antes" no era tan generosa con todos por igual, pero estas diferencias eran
marcadas a través del clivaje de clase y no de pertenencia etnicizada. Simón Vega, que
se crió trabajando en una finca perteneciente a una familia del "patriciado" provincial
decía: "muchos pobres no tenían para darle mate cocido o café a los chicos y le llenaban
los bolsillos de pasas y los mandaban a la escuela."

234
Muchas familias de la zona, también tenían plantas de tuna de la cual hacían
"arrope", que se guardaba en bolsas de cuero de oveja o cabra. Con el arrope de tuna se
hacía el pan dulce.

(El arrope) .e lo guardaba en esas bolsas que hacían de cuero de cabra. Gabrillo
que lo sacan hecho bolsa, lo limpian bien, le sacan el pelo,. y la inflan. Que se
se que, se seca bien, y eso ahí seco, eso ya queda para ponerle el arrope adentro
(..) y ahí se conservaba hermoso el arrope, se aucaraba, se azucaraba, salía
- -- - grueso, azucarado.
- ¿ Y lo tenían mucho tiempo?
Si, de las mismas manos, que sale así, del cuero, se lo ataba, y de ahí de una, se
la desataba para saca!' por ahí e/arrope.(Anita Monjes, Miraflores)

Según Don Simón Vega, en las fincas "no faltaba la parrita, claro que poquito,
como para la casa". Se hacía pasa como para tener para la casa y para la fabricación de
las empanadas. "Por ahí se hacía una pailadita de arrope para el pan dulce, o comerlo
con mazamorra se acostumbraba, con pan". La uva también era usada para hacer
vinagre, aguardiente y vino:
Don Pedro Tomás Sosa, ahí ('en Miraflores,) tenía alambique. Para ahí llevaban
la uva, para que hagan aguardiente. Decían, - los que saben tomar, que era un
aguardiente muy bueno el que tenía, aguardiente puro de uva. Hasta de Coneta
traían uva para que hagan aguardiente.
- ¿ Y vino hacían acá?
No, bueno algunos un poquito como para el consumo ¿no? (...) Los que tenían
mucha uva iban para el alambique para aguardiente. (..) (La uva) se vendía
también. Hasta para Córdoba han llevado uva. Venían de ahí." (Jacinto Carrizo,
Miraflores)

Así, los lugareios se identificaron como descendientes de "gente de campo", que


llevaba una vida "sacrificada" "trabajando en la agricultura". Si bien la diferencia entre
"ricos" y "pobres" era muy marcada y la dieta era diferente para unos y otros, incluso
los pobladores que vivieron situaciones de escasez en su infancia seíalan que "en esa
época" "había abundancia", "no faltaba nada". Por el contrario, "antes" había diversidad
de productos, a diferencia de "ahora" que la dieta se volvió más monótona:

235
Antes no comían como ahora, comidas modernas, ahora son salsas, tallarines,
¿lo quis, ravioles, todas esas cosas (..) antes locro, mazamorra, sopa era lo único
que comíamos (.) Esa era la manutención de los hos, eso era mejor que e/pan.
y no se enfermaban ni empachaban, nada, nada. Y ahora cualquier cosita que
comen ya están con dolor de estómago ya al médico. Antes no (.) antes no había
el pan, no había pan, les daban la comida que quedaba de la noche y del
mediodía la de/aban guardada, ya se la calentaban y le daban a las criaturas (..)
viera las cosas de ricas que salían (..) y no tenían fideos nada, no había en ese
tiempo. (Neófita Robledo, El Bañado)

En el fragmento anterior la entrevistada marcó su punto de vista en su relato al


comparar las diferencias entre el antes y el ahora. Por un lado, las comidas eran
diferentes, más vanadas y ricas que las de ahora y, por otra parte, los chicos no se
enfermaban ni se empachaban como ahora. Así, en este relato moral sobre el pasado
Doña Neófita señalaba que las comidas modernas no son tan buenas como las de antes,
evidenciando su preferencia por ese antes a pesar de considerarlo más sacrificado. En
otro lugar de su relato manifestó abiertamente su comparación expresando: "antes la
gente de antes, como dice el dicho, ahora ya la gente está moderna".

Don Celestino Ontivero, vecino de Miraflores, también nos contaba sobre las
comidas de "antes", señalando que desayunaban con "mote, poroto, grasa, charqui y
zapallo". A diferencia del presente, "el que comía eso duraba cien años".

Los pobladores señalaron en sus relatos una tensión entre el pasado agrícola y el
presente de la enunciación en el que "nadie en estos pueblos cosecha". Así construyeron
un colectivo de identificación de "la gente de antes" del cual ellos se distanciaban La
Sra. Oliva recordaba que se usaba ir antes a "ganar el turno" al molino, porque había
mucha gente esperando para moler:
Y había que ir antes, se hacía mucho, hab fa 4 personas, 5 personas póngale 6por
día. Usted iba dejando el trigo y ya iba ganando el turno. (..) Iba ganando
porque antes se hacía mucho eso, los que cosechaban, ahora no cosecha nadie
eso. Nadie en estos pueblos cosecha el trigo (.) Día y noche trabajaba (el
molino) (.) Digo yo, cómo se ha perdido eso.

236
En el fragmento anterior, doña Oliva planteaba su punto de vista sobre el pasado
en relación con el ahora en su relato sobre la molienda del trigo repitiendo, dos veces, la
descripción de un hecho del presente: "ahora no cosecha nadie esto, nadie en estos
pueblos cosecha el trigo", y valorándolo negativamente al compararlo con lo que
sucedía en el pasado: "digo yo, cómo se ha perdido eso".

Asimismo, Nicéfora Funes argumentó las causas por las que se dejó de sembrar
tTigo:
-- Hará unos 40 años, más o menos que dejó de funcionar el molino (.)ya la gente
se desganó de cultivar la tierra, de sembrar el trigo mejor dicho. (..) Por esos
años me parece habrá sido el (año 19)45, (..) Yo no sé por qué, la gente ya se
desilusionó de sembrar el trigo, ya no sembraban como antes el trigo. Y al dejar
de funcionar el molino, por supuesto, tampoco, ya la gente ya se desilusionó, ya
no sembraba más el trigo, porque ya no había ese medio para poder moler el
trigo. (..) Bueno vamos a ver lo que hace el progreso porqüe también a veces el
beneficio (.) el progreso. Así que eso ya pasó, otra época, pasó a la historia eso.

En el fragmento anterior, doña Nicéfora señalaba que el molino dejó de funcionar


hacia 1945. Al no haber molino donde moler los granos, la gente "se desganó, se
desilusionó de sembrar trigo". Así, planteaba su punto de vista con respecto a esto
diciendo que "eso"—generalización que abarcaba el cultivo del trigo y su posterior
molienda—"ya pasó", "pasó a la historia". Valoró los cambios de manera dubitativa
señalando: "vamos a ver lo que hace el progreso" porque, si bien por un lado produjo la
desaparición de estas prácticas, por el otro lado acarrearía "también a veces el
beneficio". De esta forma, se evidencia cierta ambigüedad en la valoración del "tiempo
de antes" desde el presente. Por un lado, doña Nicéfora, al igual que otros pobladores
locales, marca una superación relativa (Briones 1988) de un pasado sacrificado, re-
centrando una retórica desarrollista. Pero también, desde un punto de vista que reconoce
la posición subaltema de muchos lugareños, marca una degradación (ibidem) con
respecto al pasado, relativizando las "bondades" del progreso.

Esta tensión entre el "antes" y el progreso, que considera a la situación presente


como una degradación de la forma de vida de la "gente de antes", también fue
tematizada por otros lugareños al idealizar un pasado en el que los vecinos se ayudaban

237
mutuamente. Tanto la Sra. Perdiguero como el Sr. Avalos se criaron en puestos
ubicados en la ladera del Ambato, al oeste de Coneta. Ellos nos contaban:
-y también vendían parte del trigo?
No, eso no, en mi casa no se vendía, ¿sabe qué hacían los vecinos? Se prestaban,
el primero que cosechaba le prestaba al otro, sea para hacer el locro como se

dice, o sea para llevar y hacer harina, sí así era, se cosechaba muchas cosas en

aquel tiempo y no vuelven más esos años, no, por ahora no se consigue. (Sra.
Perdiguero de Santillán, Coneta)

.-/Cómo era antes, cuando usted era, cómo era la gente?

Ah, muy tranquila, muy educada, en todo sentido, uno al otro se ayudaban,

¿ahora quién ayuda uno al otro? Nadie. Antes por ejemplo vos sembrabas una

cosa (..) él ponía otra cosa, mutuamente, se ayudaban, lo que yo no tenía y lo

tenías vos lo tenía y lo que yo tenía lo tenías vos, sucesivamente así se iba
haciendo el cambio, ahora hay peleas de nada. (Sr. Avalos, Coneta)

En los fragmentos anteriores los entrevistados idealizaban a la "gente de antes"


señalando que los productos cosechados eran prestados entre los vecinos, "se iba
haciendo el cambio". Sahlins (1983) distinguió los conceptos de reciprocidad y de
resdistnbución para refenrse al contiuum del flujo de bienes materiales y las relaciones
sociales implicadas en éste. En el fragmento transcripto, el Sr. Avalos alude al aspecto
equilibrado de la reciprocidad, en el marco de un juego de dones y contra-dones (Mauss
1983), concebidos como dádivas o ayudas dadas libremente en el contexto de relaciones
familiares y vecinales que, en el momento de ser ofrecidas, implican una obligación o
deuda moral, más que económica, por parte del que la recibe, bajo el supuesto de que
éste la devolverá a quien se la dio en algún momento. En el fragmento anterior, no se
hace referencia a los aspectos redistributivos de la reciprocidad, que aluden a las
relaciones de poder implicadas en este tipo de intercambios (Isla 2002, Ratier 2004).
Hasta aquí, el intercambio de productos cosechados era calificado por los poblareños
como "ayudas", remarcando la solidaridad y la "educación" de antes en contraposición
con el presente de la enunciación de los relatos en el que "hay peleas". Por otra parte,
los entrevistados marcaron con nostalgia que "no vuelven más esos años".

238
Además de la falta de solidaridad entre vecinos los lugareños destacaban la
laboriosidad de "la gente de antes" debido a su esfuerzo para cultivar la tierra a pesar de
la escasez de agua. Comparaban esos tiempos en que "lo tradicional" era la agricultura,
valorándola positivamente en contraposición con un "después" degradado en el que se
abandonó esa actividad debido a que la gente comenzó a trabajar en reparticiones
estatales:
No, en esos años se cosechaba mucho trigo, maíz, anco. Porque la gente de antes
ha sido gente guapa, dedicada a la agricultura. Y a pesar de que en esé tiempo
era fraccionada el agua pero sin embargo había con qué regar, pero ahora es
una miseria el agua (.) Lo tradicional de aquí de Miraflores, los cultivos eran.
Después la mayoría, han empezado a cambiarse los gobiernos, han comenzado a
entrar en las reparticiones y se ha abandonado la agricultura.(Jacinto Carrizo,
Miraflores)

En este sentido, muchos habitantes locales señalaban que los jóvenes no querían
trabajar en las tareas del campo. Ramón Bazán, de alrededor de 80 años, nació en San
Pedro, un pueblo cercano al área de estudio, trabajó conchabado en fincas de otras
localidades cercanas y a los 18 años estuvo "cuidando hacienda" en el "cerro", en
Miraflores "por 12 años". Después se fue a Buenos Aires y volvió a Miraflores a los 35
años. Desde entonces trabajó en su propia propiedad. El opinaba con respecto a la
juventud actual:
Yo prácticamente no me comparo con la generación que hay ahora, no saben
hacer nada, usted los ocupa para que trabajen no saben hacer nada. Pero en las
fiestas en eso están todos los primeros. Yo no sé cómo hacen para andar en tantas
holguras. Así que, no me explico (..) la juventud de ahora ¿qué trae? Aparte de
los estudios que tiene que sí que tiene cada uno su carrera pero cada vez están
más aplastados ya la gente nadie quiere trabajar.

En el fragmento anterior, don Bazán relativizaba la degradación del presente


señalando que "la generación que hay ahora" tiene estudios, sin embargo, remarcaba
que "no saben hacer nada", "ya la gente nadie quiere trabajar" en las tareas del campo.
Entonces, el hecho de que los jóvenes tengan estudios no conlieva a una degradación
absoluta, ya que constituye una vía para una posible inserción laboral que coadyuvaría a
un tipo de ingresos en los hogares con el que "antes" no se contaba. El "tener una

239
carrera", a su vez, habilita muchas veces el conseguir un puesto "en el gobierno",
aspiración de muchas familias locales en el presente de la enunciación de los relatos.
Así, durante nuestra investigación observamos que por lo menos un integrante de las
familias trabajaba en alguna repartición estatal. El trabajo predial había sido
abandonado en su totalidad, o había disminuido notablemente, siendo subsidiario del
trabajo asalariado en la administración pública o, en pocos casos, en empresas
agropecuarias que se instalaron en la zona a partir de la década de 1990, con las
facilidades brindadas por la ley de diferimientos impositivos.

Isla (2002) sostiene que la existencia de ingresos provenientes del estado en los
hogares campesinos es una característica de ciertas áreas rurales—tales como Amaicha
del Valle en Tucumán que él analiza y, para nuestro caso, el Valle de Catamarca—que
permite la fijación de la población antes campesina en la zona, por lo que más que
considerarlo como una forma de asalariamiento que conllevaría a una proletarización, de
los habitantes rurales y a su consecuente des-cainpesinización (Murmis 1994). Por otro
lado, argumenta que debería considerarse a los salarios o pensiones estatales, al igual
que a los estudios alcanzados, como dos elementos de suma importancia que inciden en
la diferenciación social de los hogares campesinos. Así, don Bazán señalaba dos formas
contrapuestas de concebir el trabajo: el trabajo en el predio de la vida campesina de
antes y el estudio sumado al trabajo como asalariados de la vida rural actual:
Nadie quiere trabajar todos quieren estudiar y la gente de trabajo cuando se
mueran todos estos viejos yo no sé lo que va a pasar. Nadie sabía atajar una
part/a para regar un terreno, no saben lo que es hacer bueyes que antes yo estoy
acostumbrado, hacer bueyes, arar, sembrar y todo. Ahora no saben qué es ara,;
no saben nada, si no andan con e/tratado, ya no hay este cultivo de la tierra.

Este borramiento actual entre lo urbano y lo rural era remarcado por el Dr.
Basso, cuando comparó la disponibilidad para el trabajo predial de la gente de antes con
la de los jóvenes de ahora, reforzando su visión de un antes basado en la ética del
trabajo duro, sufrido, frente a un presente a este respecto degradado:
Una viejila inc decía, se van a comparar estos changos con nosotros, si nosotro.s
tenernos más fuerzas que estos changos, a la mauiana temprano salíamos a la
cosecha del trigo con un tarro de leche de cabra y una semita de torta de trigo
que se hacía ahí nomás, salíamos y volvíamos a la tarde.

240
Sin embargo, cabe señalar que no todos los habitantes de la zona se sacrificaban.
Dificilmente el Dr. Basso u otras familias de las élites de Coneta, Miraflores y El
Bañado hayan trabajado de la misma manera que las familias que debían trabajar en el
campo "de sol a sol". Los que más duro trabajaban eran los que lo hacían cuidando las
propiedades y haciendas ajenas, o bien aquellos cuyas propiedades eran sumamente
pequeñas. Los pobladores que se criaron en puestos y áreas marginales de los pueblos,
así como los que trabajaron como conchabados, capataces o criados en haciendas de la
zona señalan, como lo planteaba Juan Amado Bustamante, que luego de haber criado a
sus hijos en un puesto se radicó en Miraflores: "... porque no, no, no está como antes,
antes la gente era sufrida, trabajaba". También Don Ariza señaló que El Bañado "era un
pueblo sufrido, económicamente hablando". En estos casos, el "progreso" es concebido
como una superación relativa del pasado.

2.2. "Antes la gente vivía de los animales"

En el área de estudio, se articulaba la agricultura con la ganadería y tas


actividades extractivas. Con respecto a la ganadería se combinaba la cría de ganado
vacuno, caprino y ovino—para la producción de leche, carne y tana—, y yeguarizo y
mular—para realizar diversas tareas. Por lo general, los dueños de haciendas (ganado
vacuno) vivían en Miraflores y Coneta, y llevaban sus animales a distintos lugares
según las épocas del año y la disponibilidad de pasturas: a la zona alta del Ambato, a la
zona del fondo del valle, y a los potreros que tenían cerca de los pueblos para la
"invernada".

En Coneta y Miraflores las familias que tenían mucha hacienda, como en el caso
de los Vega, entre otros, vendían la leche de vaca y el quesillo:
La vendía,nos mucho la leche, a 10 centavos el litro. Aquí se vendía mucho, como
no había nadie más que saque la leche aquí. Se vendía mucho. Ese era el diario
para la carne. Era el diario que teníamos para comprar la carne, la venta de la
¡eche, cuando no carneábamos nosotros. Eso ya era los úiiinzo. años. Y lo que

Ver mapa 4.

241
sobraba, se hacía quesillo. Lo mandábamos al chico a que venda los quesillos en
burro. Y hasta donde iba enseguida vendía todo. Eran unos pesitos.

La carne de vaca era usada para el consumo familiar fresca o deshidratada, como
"charqui". Al igual que en el caso de las cosechas, tanto la carne como sus productos
derivados eran intercambiados con los vecinos:
- ¿ Y eso no vendían nada de carne vacuna?
No, nada, nada, de vacuno no se vendía nada. Se les daba a los vecinos que
siempre la costumbre era así, si otro vecino carneaba también
- Le daban algo a usted
Sí viera desde lejos, todos los vecinos era costumbre eso, ¿no? Repartirse hacer
probar los chorizos y todo, repartir, ya nos mandaban de tantas partes (..) Eh,
repartían los chorizos, igual que llegaban también de otras partes también, cada
vez que carneaban ya estaban, traían, sí, esa era la cosi uinbre de antes.

En el fragmento anterior, don Vega describió el intercambio entre vecinos de


chorizos y de carne. A pesar de que estos alimentos podían ser conservados, era común
distribuir entre los vecinos y familiares una parte de la carne y chacinados obtenidos en
una carneada. Estos dones no eran retribuidos en dinero, sino que, a su turno, cuando las
otras familias carneaban, les enviaban productos en contrapartida. Ratier (2004) señala
que en los poblados bonaerenses estos mecanismos de reciprocidad y redistribución de
"la carneada" constituyen estrategias que permiten a sus habitantes "paliar la crisis" en
la actualidad.

Como hemos visto para el caso de la circulación de las cosechas, los pobladores
del área se están refiriendo a intercambios equilibrados entre vecinos. Sin embargo, don
Vega también recordaba otro tipo de reciprocidad, más cercana a la redistnbución
"egoísta por medio de subterfugios" que señalara Sahlins (1983), mediante la cual los
dueños de las estancias solían "repartir" los productos de la carneada a los vecinos que
trabajaban permanente o temporariamente en sus propiedades. Así, don Vega recordaba
que la "sirvienta de los Terán", quienes eran dueños de la estancia para la cual trabajaba
su padre, "bajaba por la calle repartiendo carne". Este tipo de intercambio da cuenta de
los bienes que circulan entre las facciones, aceitando las relaciones de patronazgo,

242
similares a las que analizaron Hermitte y Herrán (1970) en una ciudad del oeste
catamarqueño.

Don César Celemín nos contaba que ciertas familias tenían más hacienda que
otras. Tenía este conocimiento porque, al igual que los Vega, salía a comprar terneros y
cabritos ya sea para incrementar su propia hacienda o para funcionar como
intermediario local. Asimismo, junto con su padre, tuvieron una curtiembre, lo que los
llevó a recorrer todos los campos circundantes al área de estudio. Las familias más ricas,
entonces, criaban a sus cabras en el valle, en un área entre la vía del ferrocarril y la
actual ruta 38 o en los Puestos del Norte. Don Celemín relataba:
Aquí en la zona esta había muchas cabras, fuera de aquí, de Mirajiores.
-Dónde?
Y bueno, empezando El Bañado, Las Lajilas, Los Positos, Sisi Huasi, Linda Vista,
El Eslanque (Puestos del Norte); todos tenían majadas grandes,de cabra, yya no
existen más.

Los animales eran usados para el consumo de su carne y, también, eran vendidos
en pie en el mercado local y regional. Había también familias más pobres para las que la
venta de animales constituía una posibilidad de contar con dinero para realizar compras.
La Señora Oliva fue criada por su abuela y vivió durante su infancia en una zona de
Coneta en donde pasa la ruta 38:
Nosotros comíamos mucha carne de cabrito, ella (su abuela) también carneaba
un novillito, un ternero para tener. Pero (a veces) comprábamos carne, todas las
veces no (.) valía muy harata ¡a carne. Acá (a Coneta) veníamos. De allá (de Los
Puestas) nos mandaban a comprar (..) Había carniceros (..) por kilo, pero nzuy
barata. Usted con poca plata llevaba mucha carne. Pero tenía que tener uno
plata, porque no había plata (..)
- ¿ Y cómo conseguían la plata?
Y ya le digo mi abuelita vendía los cabritos. Venía un hombre, a veces venían a
comprarle las cabras, una remnesa de 30, 40 cabritos.
- ¿ Y de dónde sabía venir el hombre ese?
De la ciudad de Gatamnarca.
- ¿Yse ¡o vendía en pie o?
En pie, así nomás sin carnear sin nada.

243
Por otra parte, doña Oliva señalaba que la leche era usada para el consumo
familiar:
Uh! sacaban leche, pr eso digo yo seremos tan fuertes doña, las ollas que
tenía ¡ni abuela, grandes de fierro eran, hacía hervir llenas de leche, y éramos
muchos y ahí tomábamos

Además de ganado vacuno y caprino, algunas familias criaban ovejas cuya carne
era consumida. El cuero era usado para hacer "pellones" y con la lana se tejían diversas
prendas: frezadones, ponchos, cubrecamas, entre otros. Amalia Vega, hermana de don
Simón y de don Ramón contaba que:
Teníamos majada de ovejas ('y las esquilaban las mujeres) aquí nomás. Nosotros
sabíamos estar días enteros, cortando la lana como vienen esas tijeras Si hemos
tenido una tropilla linda, sabíamos tener de ovejas.

Por otra parte, cerca de las casas se criaban animales de granja tales como
chanchos, gallinas y, en algunos casos, se tenía una vaca tambera. Todos estos animales
eran utilizados para la preparación de comidas. En el caso de los chanchos, don Simón
Vega sefíalaba que éstos eran carneados con algún vacuno:
Teníamos la criada de chanchos. Y todos los inviernos se hacía invernar a los
chanchos grandes, bien gordos, se hacía invernar con maíz (..) para hacer los
chorizos, todo. Ya se carneaba con algún vacuno. También como teníamos ya
varias vacas entonces ya se reservaba para carnear. Así que, gracias a Dios. (..)
(Los chorizos) se los guardaba y se los colgaba en una caña, en el galpón y ahí
estaban, y ahí se los iba consumiendo. Se hacían cañas largas llenas de chorizos
(..) Todo era para la casa (..) También se hacía el arrollado, se hacía, con la
carne de chancho (.) Y se hacía el o/ro, ¿cómo era? salchichón se lo preparaba.
Todo, se lo guardaba para tener.

La mayoría de las familias tenían caballos, burros y animales de granja.


Algunos, también, tenían bueyes para tirar del arado y de las carretas. Los bueyes
constituían un elemento de trabajo indispensable, por lo que la gente "los hacía". René
Palacios, la cabeza de una facción de El Bañado relataba:
(A los bueye.$) se los hacían, el que tenía la vaquita hacía un ternero macho y lo
dejaban crecer, que tengan buena pinta, se lo hace al novillo, o sea, se lo capaba

244
al novillo y más o menos de los dos años y medio tres años se lo amaestraba,
ponerle el yugo y hacerlos caminar para que se vayan haciendo, hasta que,
bueno, ya se amansan y quedan en estado.

Otra actividad que hacía la "gente de antes" era el tejido en telares:


Ella (su abuela, Ermenegilda Sanchez)hilaba y lo entregaba (a la ¡ana hilada),
la teñía con tinta esa que iene 'anilinq,), le vendía lana a las que hacían
frezadones en Miraflores, ini abuela nomás hilaba, las demás no sabían,
compraba la ¡ana a otra gente que tenía ovejas y acá también teníamos.
(Lorenzo Soria, El Bañado)

"Mi mam4) también trabajaba en telar. O sea ella hacía las frazadas para
nosotros. Tejía los sobrepelos para que ensillemos y todo eso, sí. Frezadones,
unos para cama grandes y otros para camas chicas. Los jergones. Lib, si habrá
trabq/ado. Cubrecamas, también hacía. (Amalia Vega, Miraflores)

Esta vecina nos contaba cómo era la técnica de tejido en telar que ella, al igual
que su madre, aprendió de su abuela:
Mi abuela, este, ella me ensefló a, vief ita ya, ella me enseó a armarla la tela
apenas, la urdía, y de ahí ya después. Claro primero se la urdía, del largo que
va a ser. Yen el sucio ponía estacas y unos palos, y bueno, y después hicieron el
telar, y había que hacer el peine y con eso le ponía ahi y ahí había que ir
enlisando le llamaban, ponían dos palos así con hilo y lo iban cruzando,
cruzaba as! y de.spués había así unos palos y de ahí iban atados con piolas esas
cosas, y uno pisaba ah4 pisaba ahí y se levantaba, se abría la tela, y así iba
pasando y yo este revista que caía a mis manos, venían así como puntillas asi
labores, y de ahí sacaba yo para hacer eifrezadón, de mi memoria iba viendo e
iba hzciendo. (.) Y lo que uno urdía que le llamaba al hilo de abajo, ese era
delgadito, lana sí pero delgadito, torcido, y de ahí el otro con el que se hacían
las labores, ese ya era grueso (..)
- ¿ Yla ¡ana era el color común?
No, se la teñía. Había tintas de todos colores. Se las ponía en alumbre, las
lavaba y se la ponía en alumbre, y de a/mí estaba un día, dos días y ya lo teñía.
Hacía hervir al hilo con la tintura.

245
Sin embargo, esta actividad dejó de realizarse al compás del acceso que tuvieron
los habitantes de la zona a la compra de prendas industrializadas. El tío de don
Santillán, en Coneta, nos decía:
Mire yo he tejido, los frezadones, las mantas y las inantitas (.) bueno, y estando
allá lo he desarmado al telar (.) ya nadie, nadie lo usa, lo tengo guardado.

De esta forma, los habitantes locales guardaron los telares porque "ya nadie los
usa". Nuevamente, el ahora de la enunciación de los relatos se diferenciaba del
colectivo de identificación de "la gente de antes".

Otra prenda de vestir que se confeccionaba a partir de los animales que se


criaban eran las "uyutas":
Lo que es la vida, ve nosotros cuando éra?nos chicos se hemos criado con uyutas
de cuero, de cuero; teníamos alpargatitas para ir a la escuela nomás y yo/verse
(..) No sé como se hemos criado, dice, si todos con uyutitas de cuero no,nás; toda
la familia parejo hombres y mujeres, dice, y teníamos para salir cuando había
alguna fiestita, reunión por ahí la gente, teníamos uyutas de goma, de goma no,
de suela, de suela, zyuIas de suela, esos años no había goma nada claro. (Ramón
Vega, Miraflores)

Teníamos animales vacunos, majadas de cabras, ovejas hace muchísimos años,


que mis hermanos se han criado así (..) Digamos unos 25 años hemos estado
metidos en esas cosas, de campo, de ganadería, de cuidar majadas de cabras,
sabiendo de lo que es ponerse, de moverse así a lo criollo como lo de antes se
usaba en los puestos, las uyutas. Yo las usé. Ahora ya soy más fino, de esas que
usa la goma, cortada, la goma que la corta las cubiertas, las gomas de autos, que
hace con el mismo cuero, le hacían por acá por el medio del dedo, por acá, esos
las que usaban, ¿se da cuenta? Así nos crió ¡ni viejo, y luego, ya nos hemos
empezado a modernizar (..) y acá siempre las usábamos cuando íbamos al
campo. (José Bustamante, Miraflores)

En el fragmento anterior, el hijo de don Juan Amado Bustamante, que tenía


alrededor de 35 años, señalaba que él y sus hermanos fueron criados en los puestos y
trabajaban en las "cosas de campo, de ganadería". A diferencia del presente de la

246
enunciación en el que se caracterizaba como "más fino", en la época de antes supo "lo
que es ponerse... las uyutas". En su relato comparó las costumbres de antes según las
cuales él y sus hermanos fueron criados, con el ahora de su relato en el que "nos hemos
empezado a modernizar", señalando una superación relativa del pasado.

Esta misma comparación, en la que se marcaba una mejoría con respecto a la


"época de antes", fue realizada doña Rosa Ávalos de Barros, que también fue criada en
un puesto:

-- Ahora es todo comprado ya, uno ya la ven con eso y dicen, Eh, esq es antiguo. es -
del año de las víboras (..) Si usted va por ahí todavía hay zapatos asi todo eso,
las uyutas, de eso, de cauchutaje, de las ruedas, trenzados todo arriba y metido
para meter así como ojotas, que la gente usaba mucho. Exc! usivanen1e a nosotros
nos hacía papá eso, para que no gastemos las zapatillas, que no había como
comprar, nunca usarnos zapatos zapatillas, no hemos conocido nosotros eso, las
alpargatas las conocíamos, nada más.

Doña Rosa marcó, en su relato, la diferencia entre el "antes" en el que su padre


confeccionaba las "uyutas" con el ahora de la enunciación en el que "todo es comprado"
y ese tipo de calzado es considerado corno "antiguo, del año de las víboras", expresión
local que alude a algo muy viejo, como en Buenos Aires decir que algo es "de las
calendas griegas" o de la "época del tomate". De esta manera marcaba la distancia entre
el colectivo de identificación de la "gente de antes" y los actuales habitantes locales. La
forma de vida local del presente de la enunciación estaba caracterizada por las
transacciones comerciales.

2.3. "Los montes de antes los han hachado la gente de antes"

Otra de las actividades que caracterizaron a la forma de vida de la "gente de


antes" fue la explotación de los montes. Dicha actividad era realizada fuera del ejido de
los pueblos. Particularmente en la zona de El Bañado, el principal "medio de vida" era
la producción de leña y de carbón. Según Doña Petrona, una viej ita de alrededor de 90
años:
Mi papá sabía trabajar en carretas, quemaba carbón y llevaba a la ciudad (..)
- ¿Dónde sacaban la leña?

247
Cerca nomás. Había mucho monte. Ahora en el campo, en el puesto que tenía don
Pedro Vaccaroni (vecino de Miraflores,) para allá, había muchísimo monte.
Sabían hachar, llevaban al ferrocarril la lefla.
- ¿ Y para llevar la leña a la ciudad (capital de C'atamnarcq), el carbón?
Teníamos carretas, carretas y bueyes
- ¿ Y con lo que vendían, con lo que le daban del carbón en la ciudad?
Y cuando vendían ahí traían de todo, la mercadería.

Don Robledo, que era considerado "dueño" de gran parte de las tierras del puesto,
donó terrenos para la edificación de la escuela y uno de cuyos hijos era la cabeza de una
de las facciones locales recordaba:
Antes sabíamos ir hasta el campo a hachar y voltear árboles para hacer carbón,
hacer las pircas, les llamábamos (..) Lo llevábamos a la ciudad a vender,
echábamos en las bolsas, las llenábamos las bolsas y llevábamos para vender
allá, en carretas tiradas a. bueyes. No había camionetas ni jardineras, carretas,
carretas atadas, tiradas a bueyes, con bueyes (..) Andábamos de calle en calle,
ofertando (..) llevábamos la leña para vender también.

René Palacios, de alrededor de 40 años y cabeza de la otra facción de El Bañado


nos contó con lujo de detalles el proceso de la quema de carbón:
Hacíamos dos clases de carbón de algarrobo, que es el árbol que viene a ser, el
árbol negro y el árbol blanco (..) y teníamos el que para nosotros era el más el
de más valor el quebracho. Esa era la manera de vivir de la gente de antes, ¿no
es cierto?, yo le estoy hablando del año (19)58 (19)60 en que yo ya torno
conocimiento. Porque hacíamos pircas, para hacer carbón .se hacen pircas o
hornos. (..) Hacíamos un trabajo, le llamamos antiguo, nosotros, un trabajo
antiguo bruto. Para nosotros era un trabajo bruto muy pesado eh, era una vida
como le digo no fácil, no fácil porque tenía mucho sacrificio. En este caso que
tenía que voltear la planta, o sea el árbol, voltearla, retacear/a, después rodearla,
después hacíamos el rodeo, hacer la pirca ¿no es cierto? enchamparla con todas
las ramas, después de eso que ya está tapada con las ramas, darle fuego ¿no es
cierto? para que agarre fuego y empezar a agarrar ramas de lo que haiga
alrededor para poder encenizar y tapar todo eso para poder hacer el carbón.
Mire que tiene nucho detalle ¿no es cierto? a uno que no es del campo que no

248
sabe en es/os trabajos que a veces dice es fácil, no es fácil es bastante el: ... mejor
sí sacrificado.

En este relato, aparece un pasado caracterizado como sacrificado no sólo por el


tipo de trabajo que se hacía, sino también porque, a pesar de la abundancia y
diversificación, la gente era "pobre" y explotada indirectamente por el mercado. De esta
forma, el presente nuevamente aparece como una superación relativa del pasado. En el
caso de los habitantes de El Bañado, ninguna familia era propietaria de las tierras en las
que vivían o que trabajaban. Por otra parte, muchos de los hogares eran puesteros que
cuidaban la hacienda de familias que vivian en Miraflores o Coneta, o trabajaban en las
tierras que poseían dichas familias. Por ejemplo, la tía de don René, doña Ema, nos
contaba que cuando sus padres se establecieron en El Bañado, debieron pedirle permiso
a la "tía Fabiana" que vivía en Miraflores, que decía ser la dueña de las tierras, permiso
que implicaba algún tipo de arreglo ya sea monetario o entregando parte de los
productos agropecuarios en calidad de "arriendo". Según doña Ema además de la "tía
Fabiana", los otros que se decían dueños eran los Robledo.

Por otra parte, la esposa de don René no dudó en calificarse a ella y a sus padres
como "campesinos". Si bien algunos relatos señalan al presente como una superación
relativa o total (Briones 1988) del pasado, en Otros aspectos se plantea una degradación
total o parcial (ibidem). Así, algunos vecinos de El Bañado, señalaron que no sólo
vieron restringida la posibilidad de hacer pastar a sus animales a campo abierto por la
llegada de las Colonias, sino que también, algunos vecinos que "podían"—es decir que
tenían el dinero como para comprar los alambres y palos y que tenían poder ya que
pertenecían a la élite local—aprovecharon la situación y "cercaron" gran parte de las
tierras que quedaron fuera del perímetro de las Colonias. Asimismo, don Carlos
Robledo, durante el período en que los habitantes de El Bañado iniciaron el litigio
contra el empresario que pretendía establecer un emprendimiento agroindustrial en parte
de dichas tierras, trazó un mapa imaginario señalando que las tierras expropiadas por la
Colonia Nueva Coneta habían sido del Ingeniero González y de don Pedro Vaccaroni;
más al sur atravesaba el Río Coneta-Miraflores; luego estaba la propiedad en litigio que
había pertenecido a los Dalbone; luego estaban los antiguos "campos comuneros" de El
Bañado, cuyos habitantes eran "poseedores de derechos y acciones" en virtud del
derecho consuetudinario; a continuación estaban las tierras de Raimundo Robledo; las

249
de los Palacios; las de José Vaccaroni, y finalmente las de Noguez. Parte de estas tres
últimas propiedades habían sido expropiadas por la Colonia del Valle. Este mapa
trazado por don Carlos pone en evidencia, por un lado, las relaciones de subordinación
por parte de los habitantes de El Bafado con respecto a los vecinos de Coneta y
Miraflores, ya que las familias Dalbone, Vaccaroni y Noguez eran oriundas de dichos
pueblos. Por otro lado, se manifiesta la heterogeneidad social al interior del propio
puesto, dando cuenta de las pretensiones de legalidad con respecto a la propiedad de las
tierras de las familias que eran cabeza de las facciones del mismo puesto: los Robledo y
los Palacios.

Además, no todos en El Bañado tenían carretas, algunos debían alquilarlas para


poder llevar el carbón a la ciudad. Asimismo, esta actividad denotaba ffi subsunción de
esta área campesina en el sistema de producción capitalista (Rocsman 2003, Trinchero
1992, entre otros). Sin embargo, ninguna de estas experiencias de opresión y
subalternidad, tanto locales—del propio puesto—como regionales—del área de
estudio—o provinciales—en relación a la inserción de los pobladores en el mercado—,
fueron señaladas como la causa de la situación de exclusión actual por don René. Ms
bien, desde la retórica individualista y. voluntarista del discurso desarrollista, señaló que
la gente "se olvidó de ese trabajo", porque el "gobierno ha fomentado un vicio",
dándoles "un sueldo":
Nosotros prácticamente el viaje que hacíamos a la capital lo hacíamos en
carretas que están ahí ¿no es cierto? eh tiradas con bueyes (.) La gente se
olvidó de aquel trabajo que le ha dado muchas veces (..) y que criaron mucha
gente crió a la familia con este ¡aburo y prácticamente ahora bueno el gobierno
ha fomentado un vicio o prácticamente ¡es ha dado un sueldo y se olvidaron de
esto que es fundamental.

Se podría pensar que está el punto de vista hegemónico hablando a través de don
René. En otro trabajo' (Pizarro 1999 a) hemos señalado que otros vecinos de El Bañado
se auto-marcaban como "pobres" sin reparar en que, si bien "antes" no eran asalariados,
también estaban relacionados con el mercado en 'condiciones de subalternidad, re-
centrando en su relato el mito de la "autosuficiencia campesina".

250
El "mito de la autosuficiencia campesina" es cuestionable a través de las pistas
que aparecen en los relatos locales sobre el pasado. En ellos se señala que además de
hachar el monte para la producción de leña y carbón, los habitantes de la zona de
estudio recolectaban plantas con fines medicinales y, principalmente, como alimento
propio y de los animales. Una vecina de Coneta nos contaba que antes se hacía arrope
de chañar:
Arrope se hacía (..) de chañar y de luna.
- ¿ Y salían a buscar el chañar ustedes?
Claro, en el campo, y para vender señorita porque era muy, vendible y es vendible
- ¿ Y dónde lo sabían vender?
En la ciudad.
- ¿ Yya tenían quien les comnprara fijo?
Ya ellos (sus abuelos) ya tenían, ellos ya se iban a vender. (Sra. Oliva, Coneta)

Hasta aquí, hemos visto que los habitantes relataron que en el pasado la forma de
vida era eminentemente rural y plantearon al presente como una degradación y/o como
una superación (Briones 1988) de la "vida de antes". La filiación "indígena" fue
invisibilizada mientras que, en términos generales, se remarcó un ideal de
"autosuficiencia campesina" que reprodujo la retórica desarrollista adjudicando a la
"dejadez" de los jóvenes y al "vicio" que fomenta el "gobierno" las dificultades de la
vida presente. También señalamos la tensión entre la manera en que los lugareños
articularon un sentimiento de devenir del colectivo de identificación "la gente de antes".
Si bien se reconocen "descendientes de" sus padres y abuelos, marcaron una distancia
con ese pasado al señalar que "la gente de antes ya se terminó".

El hecho de que, en algunos casos, los lugareños valoraron negativamente sus


propias condiciones de vida conilevó a una idealización del pasado en la que no
señalaron las heterogeneidades sociales ni al interior de los puestos y pueblos, ni dentro
del área de estudio, ni entre los habitantes locales y el mercado regional. Sin embargo,
esto no significa que no existieran desigualdades en el colectivo de identificación de "la
gente de antes" o en el del presente de los entrevistados, quienes construyeron sus
relatos sobre el pasado desde puntos de vista condicionados por su lugar en la estructura
de poder de la zona de estudio.

251
La variabilidad del sentido de ser "gente de antes" se vinculaba con la
heterogeneidad social tanto al interior de la zona de estudio, como al interior de cada
una de las localidades. Por otra parte, el colectivo de identificación de la "gente de
campo" también adquirió matices al compás de la historicidad, en tanto que fue
adquiriendo textura en relación con las políticas de identidad implementadas desde
niveles regionales, provinciales y nacionales, que marcaron o des-marcaron a distintos
sectores de la zona de estudio de modo diferencial. Sobre la hipótesis de que la
heterogeneidad social es marcada desde un clivaje de clase que inhabilita la posible
adscripción a una pertenencia o descendencia "indígena", nos abocaremos al análisis de
estas cuestiones en los acápites siguientes.

3. "En el pueblo se notaba Ja diferencia bien"

En los relatos locales sobre el pasado, hemos observado, mayormente, una


tendencia a idealizar a "la gente de antes". Pero, a la vez, algunos lugareños dejaron
huellas y pistas en sus relatos sobre la existencia de una sociedad local marcada por
desigualdades sociales.

Miraflores era (..) una población pacjfica, de toda gente conocida. Había
familias tradicionales (..) y bueno, ahí vivíamos todos como en flimilia. Con
decirte que a la noche las reuniones nos reuníamos todos a conversar a comentar
lo que leíamos, en los diarios y qué se yo en la biblioteca (..) Y bueno, la
población se desenvolvía con un marco de pobreza, de trabajo, agricultura
ganadería. (Juanita Vaccaroni, Miraflores)

En el fragmento anterior, la "primera abogada de Cataniarca"—hija de


inmigrantes italianos que llegaron a Miraflores a principios del siglo XX y cuya
trayectoria los llevó a posicionarse en la élite local—caracterizó a la población de
Miraflores por el "trabajo", la "agricultura" y la "ganadería", al igual que hemos visto
que el resto de los habitantes locales calificaron a la "gente de antes" como "gente de
campo". Sin embargo, en su relato calificó a este colectivo de identificación con grises y
matices. Así, nos contaba que Miraflores era un pueblo en el que había familias
tradicionales y describía ciertas actividades que realizaban quienes sabían leer y

252
escribir, lo que les permitía discutir ciertos temas durante las tertulias en la biblioteca.
Es dable suponer que no todos los habitantes del pueblo tenían acceso a dichos eventos.
La entrevistada se incluyó en este colectivo de identificación "población pacífica—gente
conocida—familias tradicionales—como en familia". Por otra parte, se excluyó del
colectivo de identificación de "población—pobreza".

La textura del relato anterior nos permite apreciar la existencia de diferencias en


el mapa social de la población del área de estudio. Sin embargo, la frontera que traza las
desigualdades es una frontera de clase y no una frontera étnica. En otras palabras, lo que
se marca es que "antes" había mucha diferencia entre los "ricos" y los "pobres", a
diferencia de "ahora", que "hay pero no se nota tanto". Cabe señalar que quienes son
mencionados entre la clase alta son familias de inmigrantes ultramarinos que llegaron a
la zona de estudio a principios del siglo XX. Sin embargo, la aloctonía de los mismos es
obliterada, mientras que lo que se marca es que eran de clase alta. La frontera radical
estaba trazada entre ellos y "la clase servil", pero no por la oposición "inmigrantes"- -.
"criollos", sino por la oposición "clase alta" y "baja"-"siervos"-"esclavos". Estas
diferencias fueron explicitadas por dos mirafloristos cuyas familias se habrían ubicado
entre los "más pobres", más cerca de los no tan "pobrecitos" pero "sin duda" totalmente
distanciados de los únicos que tenían "un autito":

En el pueblo se notaba la dferencia bien. Estaba la clase alta y la baja. Lo.s


Vaccaroni, los Auy, y luego venían los más pobres y los más pobrecitos, ahora
hay, pero no se nota tanto. La gente pobre venia a ser los siervos y esclavos; eran
los que tenían que doblar la rodilla y sacarse el sombrero. Ya no hay esa clase
servil que había antes. Nicéfora Funes, Mirafiores)

- Y, autos, ¿había muchos en esa época?


No, nada, por ahí había un autilo, Ford T (..) aquí don Ignacio (A uy) tenía un
Ford 1', y don José (Vaccaron) sabía tener un auto que se llamaba Tur..., no sé
Cómo SC llamaba, los changos le robaban el auto, se sabían ir para capayán, a
andar allá, le han fundido el auto.
- ¿eran los únicos que tenían auto acá?
Sin duda. (Ramón Vega, Miraflores)

253
A continuación analizaremos los relatos locales sobre el pasado, buscando las
pistas que nos permitan explicar, por un lado, por qué los inmigrantes no fueron
marcados como alóctonos frente a la autoctonía de los habitantes locales y, por el otro,
por qué los habitantes locales no apelaron a una identificación "indígena" para
argumentar su exclusión de las políticas desarrollistas que se implementaron en la zona
desde la década de 1960.

3. 1. "Los inmigrantes", "las familias aspirantes" y la "viejada"

El paisaje social de las personas que habitaban los pueblos en modo alguno
puede considerarse homogéneo. Las diferencias se evidenciaban no sólo entre el área de
estudio y los otros no rurales, sino también al interior del colectivo de identificación
local. En efecto, sobre todo á fines del siglo XIX, la zona recibió una afluencia
importante de inmigrantes mayormente italianos, árabes y espaí'loles en virtud de la
política nacional que propició la apertura de las fronteras del país para fomentar la
civilización de la población argentina. Algunos de ellos estuvieron vinculados con el
tendido del ferrocarril, ya fuera como obreros o con cargos de relevancia:
Mi abuelo era italiano, vino con los inmigrantes cuando hicieron la vía del
ferrocarril (que) se casaban o se juntaban con la viejada de aquí. Mi abuelo (era)
de/siglo anterior, él ha sido italiano puro. (Sra. Oliva, Coneta)

Acá uno de los inmigrantes que vino y se afincó fue Pablo O 'Connor. Él era el
primer jefe de la estación de ferrocarril y tiene una propiedad para arriba en San
Lorenzo, la que tiene un portón de hierro yendo para el balneario, la hizo cuando
inauguraron e/ferrocarril(Sr. Rodríguez Tula, Coneta)

Otros inmigrantes se dedicaron al comercio y a la cría de ganado. Una


característica de estas familias es que tuvieron posibilidades para que sus hijos pudieran
estudiar en la universidad:
Y de.spués eran todas familias a.spirantes porque (..) los padres que habían sido
todos inmigrantes ya aspiraron a una mejor educación de sus hos. (Juanita
Vaccaroni, Miraflores) -

254
Los descendientes de estas familias de origen italiano y árabe ocuparon espacios
de poder tanto en la sociedad local como en la provincial. Por ejemplo, la señora
Marcchetti de Vaccaroni fue senadora departamental. Aún después de haber dejado su
banca en el Senado, su influencia en Coneta seguía siendo notable, participando de
distintas comisiones locales junto con otros integrantes de la facción local a la que
pertenece, entre ellos el Dr. Basso, también hijo de inmigrantes italianos llegados a la
ciudad de Catamarca a principios del siglo XX, que inició un importante
establecimiento tambero en Coneta en la década de 1960.

Juanita Vaccaroni fue la primera abogada catamarqueña, durante sus estudios en


la Universidad de Córdoba conoció a otro hijo de inmigrantes de origen árabe, que
había nacido en la capital de Catamarca: Vicente Saadi, quien fuera presidente del
Partido Justicialista, gobernador de la Provincia y Senador Nacionál. Juanita Vaccaroni
volvió a Miraflores luego de terminar sus estudios péro, según nos contaba, un
funcionario del gobierno provincial la fue a buscar al pueblo—hecho que despertó
admiración entre los vecinos—y le pidió que trabajara en la justicia provincial.
Entonces, se trasladó a la capital de Catamarca, luego se .mudó aBuenos Aires y volvió
a Catamarca en donde se desempeñó en distintos puestos en la justicia; a fines de la
década de 1990 había sido electa como diputada provincial teniendo, alrededor de 80
años. Nos contaba que su vínculo con Vicente Saadi fue fraterno, pero siempre desde la
oposición. Un "paisano" miraflonsto del mismo nos contaba:
Ahí está la doct ora Vaccaroni, la Juanita Vaccaroni, fue la primera inujr
abogada en Gatamarca, y ha sido Miraflorista, muy buena, llegó hasta la
Suprema corte de Justicia (..)
- ¿ Y otra gente que haya estudiado para esa época no se recuerda usted?
Y bueno, algunos de profesores así a Córdoba pero pocos porque son carreras
caras para Ii; pensiones, comida, todo eso en Buenos Aires es caro (.) don
Vaccuroni tenía mucha hacienda, para donde es la Nueva Esfrella, eso era de él,
tenía hacienda que daba miedo, animales bravísimos. (Aniceto Auy, Miraflores)

Asimismo, como hemos visto, los descendientes de dos familias árabes—los Auy
y los Celemín—fueron comisarios y caudillos de distintos partidos políticos
provinciales. Si bien otros inmigrantes se insertaron en los estratos sociales más bajos,
los principales comerciantes de la primera mitad del siglo XX fueron inmigrantes. En

255
los siguientes fragmentos se pueden apreciar las trayectorias sociales de estas familias
en los relatos de sus hijos. Cabe señalar que en el término de dos generaciones las
mismas lograron consolidar lugares de mucho poder en la zona de estudio.

- ¿Y (su padre) siempre tuvo un negocio en los pueblos o recorría?


No, el primero era ambulante, vendía ropa iba a Los Angeles ya cuando estaba
más acá a comprar cuero, a vender asunto de tienda todo (..) Y había una lucha
bárbara con los de (]humbicha, José (..), Neri, Vaccaroni, (...) tenía recova
también, atendía todo.
- ¿ Y el negocio lo atendía el también?
Mamá, y teníamos empleados. Cuando había mucho teníamos empleados, que le
atendía, le cortaba la carne, le vendía, cuando había muchos clientes ya en el
almacén, almacén y tienda tenía. Muy emprendedor era con el trabajo.
- ¿ Y el pudo lograr establecerse con el comercio acá en Miraflores y le puso la
sucursal en Coneia?
Acá él tenía en este local tenía papá el negocio. Me puso una sucursal, tenía 18
años ( ... )
- ¿ Y dónde era el negocio en Coneta?
En una casa que me alquilaban, don Luis Nieva, después pasé a la familia Ponce,
después me trasladé más al centro en la casa de un tucumano, y después niefui a
la casa de Marcchetti, donde era la senadora.
- ¿ Y qué vendía usted ahí?
De todo, yo tengo de todo, almacén, tienda, librería, ropa que me encargan le
traigo, de todo de medicina de primeros auxilios como ser bayaspirinas esas
cosas. No y eso es, tener surtido el negocio, no se van a ir hasta la ciudad a
comprar una tira de bayaspirinas.
- ¿ Y la gente sabía sacar con libretas?
S, libreta, al contado. Me agarré algunos clavos (.) en todo negocio pero
cuando uno ya le da varios meses por lo menos en los últimos meses ya uno
recupera con todo el tiempo que uno les ha vendido. (Aniceto Auy, Miraflores)

Mi padre tenía un pequeño negocio.


- ¿ Un negocio de qué era?

256
De almacén, de almacén que entonces se llamaba ramos generales, no había
géneros pero había remedios, de lodo ¿sabés? Porque en realidad era prestar un
auxilio porque los medios de comunicación ta,nbién eran escasos no había más
que el tren. (Juanita Vaccaroni, Miraflores)

Mi padre fue libanés, ha venido en el año 1904y mi madre vino en 1912, también
libanesa (..) mi padre vino primero en 1904 y ella en el ('año 19)12 que estalló la
guerra y si demoraba ya no iba a poder salir ya.
- ¿ Y usted se acuerda cómo llegaron, nunca le contaron?
Y bueno, mi padre llegó sin saber hablar nada, él tenía un pariente aquí en
catamarca, se fue a Buenos Aires y de ahí pasó aquí a catamarca (..) Los
primeros años cuando él ha venido era ambulante (...) Cuando él ha venido en
1904 y bueno, a los pocos días ha empezado a salir a vender género, en la misma
ciudad, y después de un tiempo ya compró una mu/a y empezó a salir a Las
Chacras, después al Ancasti, toda la zona del oeste, solamente un solo
departamento no ha conocido: Tinogasia. (..) A lomo de mu/a hasta 1908, cuatro
años ha luchado. (..) Y bueno, después vino a /vuiraflores y ya no se fue a ningi2n
lado. Se dedicó a los cueros y al almacén nomás (..)
- ¿ Y cómo se le dio por venir a Mirafi ores?
Le gustó el pueblo. Como salía a vender y le ha gustado Miraflores (...) Cuando -
se instaló acá en Mirafiores empezó a comprar cueros. Primero vendía género,
después ya puso de todo y al último quedó con el almacén nomás. Murió en el año
51(..) ¡ni padre tenía también carnicería. (César Celemín, Miraflores)

En Patagonia, trayectorias equiparables de movilidad ascendente vía el comercio


itinerante primero, y los almacenes y compra de tierras después, conllevan—al menos
entre los mapuche que analiza Briones (1992)—una tendencia a que persistan las
marcaciones de aloctonía, particularmente de los "turcos".

¿Por qué, entonces, en el término de dos generaciones los hijos de inmigrantes


lograron insertarse en la sociedad local que analizamos sin que se los marcara como
"gringos" o "turcos"? Al igual que en el resto del país, Ja provincia de Catamarca
fornentó la radicación de inmigrantes ultramarinos a fines del siglo XIX Desde J.a
retórica civiliz.atoria, se esperaba que este componente aluvional modernizara a la

257
sociedad provinciana. Este flujo europeizante ya había comenzado a mediados del siglo
XIX, pues en 1857 se instaló en Catamarca el arquitecto italiano Luis Caravatti y su
hermano, que fueron contratados por el Gobernador Octaviano Navarro para que
construyeran la Casa de Gobierno en la ciudad de San Fernando del Valle de
Catamarca. Según el intelectual catamarqueño Carlos Villafuerte,
los Caravatti extendieron su obra beneficiosa para Catamarca. Construyeron el
hospital San Juan Bautista, la iglesia de San Isidro, la casa donde vivió el general
Navarro, el paseo la "Alameda ", que luego tomó el nombre de paseo Navarro
(...), la iglesia de San Pablo de Capayán, la casa que ellos habitaron y que más
tarde ocupó la Municzpalidad de la ciudad, en donde hoy está instalado el
Registro Civil, el Seminario Conciliar y los planos de ¡a (atedrai de Catamarca
(1988:31, comillas en el original).
Entre 1869 y los primeros años del siglo XX, la fiebre modemizadora invadió a la
provincia de Catamarca: llegó la primera imprenta, se fundó el primer periódico, se
crearon escuelas, se realizó el tendido de agua potable en la ciudad capital, se
construyeron plazas, se tendieron las vías del ferrocarril. En este marco, también
llegaron contingentes de inmigrantes ultramarinos que se radicaron tanto en la capital
como en el interior de la provincia.

En líneas generales, la des-marcación de las oleadas migratorias fue una


característica a nivel nacional por la adopción del tropo del "crisol de razas" (Briones
1998 a y 2002). En la provincia de Catamarca, la invisibilización de su aloctonía
también operó pero estuvo vinculada, por un lado, con el tipo de fronteras de la
alteridad propias de la estructura social preexistente en la cual se insertaron y, por el
otro, con la ideología de mestizaje provincial.

Con respecto a la estratificación preexistente a la llegada de los inmigrantes, en


la sociedad catamarqueña las diferencias entre las familias "patricias" y los grupos
subalternos eran muy fuertes, tanto en las áreas urbanas como rurales. Anello señala que
a fines del siglo XIX,
la composición social en el Noroeste, con algunas variantes según las provincias,
presentaba dferencias entre los grupos integrantes. Los descendientes de las
antiguas fa7nilias de colonizadores representaban la parte más importante de la
sociedad Su poder político y económico se basaba en la tenencia de las tierras.

258
más productivas y con riego, recibidas en herencia. Además, ejercían la actividad
comercial. Esta posición les aseguraba prestigio y estudios. (..) A unas cuantas
familias de este patriciado les estaba reservado el poder político (..) Los
extranjeros de origen europeo (..) componían una pequeña burguesía prospera
(..) En sus enlaces matrimoniales con el grupo anterior, habían cimentado las
bases de prestigiosas familias. Luego, el grueso de la población se componía de
labradores, peones rurales y arrieros de tropas, pulperos, artesanos, empleados
de tiendas, que no gozaban del mismo nivel de participación y posibilidades de
estudio (2000:245-246).

Con respecto a la ideología del mestizaje, la comunidad imaginada (Anderson


1990) provincial no se construyó sobre la teoría del "melting pot" o crisol de razas
extendido que sí caracterizó a la imaginarización de la comunidad nacional (Briones
1998 a). En este plano, metonhrnicarnente representado por el puerto y los porteíos,
Briones sostiene que el "nosotros nacional" se ha construido sobre la idea de sentido
común de
que los argentinos "venimos de los barcos ", (...) la "bondad" sociológica de
nuestro "pueblo" más bien tendría un basamento exclusivamente ultramarino
(Briones 2002:68, comillas en el original).
Sin embargo, si bien la provincia de Catamarca recibió contingentes de inmigrantes
ultramarinos a fines del sigló XIX y principios del XX, el sentido común no caracteriza
al "ser" provincial como descendientes de európeos. Más bien, la absorción simbólica
de estos inmigrantes se debió su alianza con el grupo de las familias de la ¿lite local
provincial, que se jactaban de su prosapia colonial. Si para los inmigrantes ultramarinos
este pasaje fue posible, el mismo estaba vedado para los grupos subalternos criollos-
mestizos preexistentes, quienes seguían siendo marcados como "subordinados
tolerables" (Williams 1993).

En la zona de estudio, entonces, los inmigrantes se insertaron en una sociedad


preexistente—"la viejada"—que estaba fuertemente diferenciada en términos de clase.
La distancia entre el patriciado—los "dones" y los "patrones—y el grueso de la
población—los "peones, capataces, criados y sirvieitas"—era tan grande, que no
resultaba tan inconmensurable la distancia entre inmigrantes de principios de siglo y los
peones. Esa diferenciación viene después, cuando muchas de las familias inmigrantes

259
"prosperan" y devienen patrones, pero sus hijos ya eran "nacidos y criados aquí" y se
habían insertado en las redes locales, de manera tal que tampoco se los marca como
"gringos", a diferencia de lo que ocurre con los comerciantes inmigrantes de la
localidad de Chumbicha.

3.2. "Los Dones"

Los relatos sobre el pasado de los habitantes locales señalaban la' existencia de
unas pocas familias que acumulaban poder, dinero y propiedades, marcando la
diferencia con el resto de las familias "más pobres". Según Ramón Vega—cuyo padre
trabajó para los Terán, una familia "patricia" catamarqueña que tenía su propiedad en
Miraflores—"existía allá a comienzos de siglo cuatro o cinco familias que mandaban el
pueblo, eran los que ocupaban peones".

Existe una profundidad temporal que diferencia a estas familias que "mandaban
el pueblo". A fines del siglo XIX, la "viejada" estaba conformada por "dones" y siervos
que formaban parte de la vieja matriz hispano-indígena, en donde la diferencia entre
ellos estaba planteada en términos de clase. Cuando llegaron las "aspirantes" familias de
"inmigrantes" europeos y "turcos", se insertaron en esta sociedad local fuertemente
estratificada preexistente, ascendiendo socialmente hasta convertirse en los nuevos
"ricos" que se aliaron con los antiguos "dones", fundamentalmente a través del
matrimonio.

Simón Vega, hermano de don Ramón, recordaba las condiciones laborales de su


padre cuando trabajaba como peón en la finca de la "patricia" familia de los Terán,
señalando así las diferencias sociales al interior de "la viejada":
Ve lo que es la vida esos años. 50 centavos dice que le pagaban y la comida. Le
daban locro nomás. Y bueno, y trabajaba de sol a .s'ol, desde que salía e/sol hasta
que .se entraba el sol, le daban de comer nomás; bueno en tiempo de verano
habrán hecho alguna sies! ita. y volver otra vez.
- ¿eran varios peones que tenía ('el dueño de la finca)?
No, hay veces que tenía dos, hay veces que tenía tres, y asL Lo que es la vida, por
50 centavos y todo con la comida (.) y lo ocupaba para que trabaje ahí (.) no

260
ellos (los dueños de la finca) no, no tocaban nada, andaban a caballo no,nás

pasando vista, s1 como esos eran los dones de antes, de esos años.

Otras familias que integraban este reducido grupo de "dones" dentro de la


"viejada" antes de que llegaran los "inmigrantes" eran los Navarro, los Cubas, los Díaz
Martinez, los Tula, entre otros. Todos estos apellidos corresponden a familias que eran
parte del "patriciado" catan]arqueflo del siglo XIX, cuyo poderío combinaba la
propiedad de tierras en distintas áreas de la provincia y la participación en la política
provincial y nacional. Así, muchos miembros de estas familias se desempeñaron como
gobernadores de la provincia, o bien la representaron en la legislatura nacional.

La Señora Cecilia, cuya familia trabajó para los Díaz Martínez en su finca de
Coneta, recordaba:
- ¿ Y usted se recuerda cómo era la vida cuando usted era chica, cómo era acá
(oneta?

La población era más grande, había máspoblación pero era todo, ¿ha visto? más
pobreza así muy, muy pobre, poco trabajo había. Y todo, acá todos se dedicaban

más que todo a ¡a labranza, en esa época se cosechaba mucho. Sí/a gen/e

trabajaba, vivía de eso ¿ha visto? de la cosecha (..) Y después, bueno, había dos

tres gentes así de, de dinero, y bueno los más pobres trabajaban con ellos.

- Y trabajaban en las fincas de los más ricos

De los más ricos, acá en C'ata, en Coneta eran los famosos eran los, los Díaz

Martínez (..) Ese es el matrimonio grande, son muchísimos hilos. La señora era

maestra de, y bueno de ahí lodos los h/os han sido estudiados (...) y el esposo de

ella era el caudillo de acá, mejor dicho de esa época ¿ vio?, que en ese entonces

era mano dura. Hasta usaban e/látigo y todas esas cosas. Sí ha sido famoso el

hombre ese, en la época esa, porque era de/partido conservador en esa época.

- ¿ Y se acuerda de alguna anécdota de...?

Y utilizaba siempre el látigo cuando era la época de elecciones todas esas cosas,

¿ vio? Uno dice la historia de antes, pero en esa época acá se utilizaba (.) Ellos

llevaban a la gente ¿vio? les compraban el voto y los hacían votar dos tres veces

a la nisna persona y todas esas cosas se usaban.

261
Así, doña Cecilia señalaba que en "esa época", dentro de la "viejada" de Coneta,
existían "dos o tres gentes de dinero", mientras que el resto de la población era "pobre"
y trabajaba para ellos. Ejemplificó con el caso de la familia Díaz Martínez, señalando
tres características del "patriciado" local, que luego imitarían las familias "aspirantes"
de "inmigrantes" ultramarinos. Por un lado, señaló las diferencias en el seno de la
viejada, marcando las diferencias de clase "pobres"-"ricos" y no las étnico-raciales; por
el otro, resaltó el nivel educativo de los integrantes de las familias patricias; y,
finalmente, caracterizó al Sr. Díaz Martínez como un "caudillo" del partido
conservador, quien usaba "mano dura", "látigo", "llevaba a la gente", "compraba el
voto" y hacía "votar dos o tres veces a la misma persona". Era esperable, entonces, que
los habitantes locales "pobres" experimentaran una frontera radical con los "dones"-
frontera topicalizada según las relaciones de clase más que étnicas o raciales.

33. "El trabajo de jornalero"

Mientras tanto, los "pobres y pobrecitos" de la "viej ada" no tenían muchas


posibilidades de trabajar en otros contextos que no fueran los vinculados a la
producción agropecuaria, ya sea en la finca propia, intercambiando ayudas entre
vecinos, o como peones o jornaleros de los "dones":
Entonces no había empleados públicos, acá en el pueblo no se conocía. Había el
juez que no le daban ni para la tinta, bueno el comisario y/os maestros serían los
únicos que podían vivir de ün sueldo (..) El único trabq/o que había era el
trabajo de finca, de jornalero que ganaba un miseria en ese entonces. Las
mujeres al trabajo de la casa, al telar y los hombres a la labranza y para la
juventud el único trabajo que había era peón de finca y nada más, no había
medios de vida. Por eso se iban, toda la juventud se iba. (Nicéfora Funes,
Miraflores)

En el fragmento anterior, la entrevistada señalaba que en el pasado no había


empleados públicos, marcando el contraste de manera tácita con el presente de la
enunciación. También resulta interesante que, a diferencia de vecinos• que marcaron al
pasado como un momento idealizado en el que se lograba vivir gracias al esfuerzo del
trabajo en el campo, doña Nicéfora señalaba que "toda la juventud se iba", lo que estaría

262
relativizando la naturalizada visión romántica de una sociedad rural autosuficiente y
homogénea.

Los habitantes del área de estudio no contaban con los mismos recursos
económicos, políticos ni culturales. Antes bien, la sociedad local estaba atravesada por
desigualdades constituyendo, de esta forma, un tejido de relaciones sociales
caracterizado por asimetrías muy marcadas a finales del siglo XIX, que se fue
diversificando debido a las trayectorias de movilidad ascendente, tanto de algunos de
los "pobres" de "la viejada" como de las, familias de "inmigrantes".

Entre los "más pobrecitos", había familias que no podían cubrir sus necesidades
con lo producido por ellas mismas. La Sra. de Barros nos contaba:
Yo vivía con ini abuela (..) El único trabajo que tenía ('mi abuela) eran las
cabras, con los animalitos que tenía se arreglaba, no tenía sueldo, mi mamá los
iba a buscar si no volvían, no lenían a dónde sembrar, sólo la casa a donde
vivían. El agua la echaban de acá (de Coneta) para abajo, el dueño del agua (un
veciiio) llenaba la represa para los animales y nos daba a nosotros para que
llenemos el aljibe, y después se ha hecho un pozo y en/onces luvimos agua (..) De
las cabras sacaban leche, hacían quesillo y los vendían en coneta.

Este tipo de familias necesitaban complementar sus ingresos con los


provenientes de los "conchabos" como "peones" y "jornaleros". Generalmente los
varones salían a trabajar a otras fincas:
- ¿ Y los changos a qué se dedicaban?
Trabajar, ellos trabajaban por su cuenta, agarrdban por lan/o, agarraban por
lan/os en fincas de otra gente. (Sra. Oliva, Coneta)

Nicéfora Funes, que fue "criada" en la finca de una familia miraflorista nos
contaba que su padre recurría al contrato esporádico de jornaleros o "peones":
Venía gente de allá (de Los Ángele.$) a trabajar acá, se los ocupaba para que
junten la pasa, para las cosechas de trigo, cegar. Venían hombres a cegar, trillar,
y se ganaban trigo y pagaban con el mismo trigo
- ¿Ellos venían a trabajar?

263
Hqbía gente que se ocupaban así en las cosechas. Iban a trabajar, les pa.gaban
con trigo, les pagaban con maíz, en todo ese tiempo, por el día le pagaban 80
centavos, un peso, para que vaya a trabajar, de sol a sol, de mañana hasta la
cena, era 80 centavos, un peso.

Las mujeres también eran conchabadas en otras fincas. La Sra. de Barros


recordaba que su madre y su abuela "iban a levantar el trigo y ponerlo en la trilla y les
pagaban con trigo, iban a juntar maíz y les pagaban con maíz y en las casas uno lo
molía". Asimismo, algunas realizaban trabajos en sus hogares para complementar los
ingresos:
Las mujeres de lo que vivían era de hacer cigarros de cha/a de maíz y tabaco en
manojo, atados. De eso vivían las chicas jóvenes. O por ahí alguna que sabía
coser, había costureras también en aquel entonces. Hacían ataditos o tejían
puntillas, las randas, que se le llamaban entonces. (Nicéfora Funes, Miraflores)

Sin embargo, el trabajo que las mujeres hacían en sus hogares "para afuera" y
que era remunerado en dinero no era considerado por los lugareños corno "trabajo",
como sí lo era el de los varones. Antes bien, se lo consideraba como una "ayuda" que
estas mujeres recibían por el hecho de que muchas eran viudas o habían quedado
"solitas". Algunas mujeres organizaban un beneficio denominado "pandora". Doña
Petrona, de El Bañado, nos contó que la "pandora" consistía en la organización en su
hogar de diversos juegos y sorteos de los que participaban los vecinos, el dinero y los
bienes juntados quedaban para la dueña de casa. Otras mujeres "pensionaban" a
maestras, personal de Vialidad u otras personas que necesitaran vivir en las localidades
por algún tiempo, como en el caso de la Sra. Eva Perdiguero de Santillán, en Coneta En
otras entrevistas nos contaron sobre los tejidos o el hilado de la lana que muchas
mujeres hacían por encargo:
Había una vief ita (..) y ella de allá le hilaba para mamá. Ella lavaba la ¡ana
mamá y ella le mandaba llevar, y hilaba. Y mamá le sabía dar todas las semanas
o cuando necesitaba ya venía a pedir para que le dé lo que necesitaba.
-La/ana?
No, para comer, que le dé de caridad le daba ella y después, con lo que ¡e
pagaba del hilado, con eso comía carne. Claro le daba el dinero. (.) Y bueno,
y después ( ... ) para los fiezadones ha hilado la viej ita esa. Después ha sido una
lía de los Daibone aquí. Esa le hilaba para mamá. Y ahí tenía que sostenerse
el/a, inanmá también le daba de todo a ella, era so/ita ella, y así, después la esta,
la hija de Fernández, esa también sabía hilar, esa hilaba así finito, hilaba de
lindo, bien finito, para hacer los tejidos esos, tejidos así a mano, con eso.
(Amalia Vega, Miraflores)

En el relato antenor, doña Amalia nos contaba que su madre les pagaba a las
mujeres por el trabajo de hilado que les encargaba. Sin embargo, en ningún momento lo
denominó como pago, sino que lo tematizaba como una ayuda "de caridad" que su
madre realizaba. No quedó en claro en su relato si su madre necesitaba que esta tarea
fuera hecha por otras personas, o silo hacía para brindar-una ayuda a mujeres "viej itas"
o "solitas" que no tenían otros medios para subsistir. Si bien pueden haber sido ambas
cosas, doña Amalia no lo caracterizó como una relación contractual.

En otros casos, algún miembro de la familia o la familia en su conjunto migraban


temporaria o definitivamente hacia otras provincias del país. Algunós se iban a la zafra
o cosecha de la caña de azúcar, principalmente en Tucumán:
La gente de acá del pueblo, no había trabajo en esos años, se iba a Tucumán,
toda la gente antes se iba a Tucumán hasta el año 15 y del 15 en adelante la gente
empezó a salir a Córdoba, Buenos Aires, Rosario. Se iba para ah!. Aquí en este
pueblo han salido muchas familias que se han ido a Tucumán, compieta la
familia, no quedaba nadie aquí (..) (Se iban) a trabajar allá (..) en la caña en
primer lugar, casi todos se iban a trabajar a la caña. Y antes también venía
Cainpasasi de allá de Jujuy, de Tucumán y contrataba gente para llevar, en cl
año treinta y tantos llevaban muchos peones a trabajar a la caña (..) Y algunos
se quedaban ya para lodos los via/es, ya no volvían al pago (..) ('Les pagaban)
por día, por tanto (..) En la caña por día, por kilo les pagaban, por kilo de caña,
y ya se hacía más o menós un sueldito, se ganába poco. (César Celemín,
Miraflores)

También, a lo largo del siglo XX, algunas familias lograron cierta movilidad
social que implicó el pasaje de trabajar para otros, como "peones" o "puesteros", a tener
sus propias fincas o como comerciantes y artesanos:

265
Yo vivía peonando en las fincas, pagaban $ 1,20 por día, y donde podía
conseguir por tanto trabajaba por tanto, por tanto para ganar más. Venía del
trabajo yo a veces, ya el sol entrado, me ponía a tomar mare ya preparaba los
correones para trenzar en la noche un rato () Y en fin así lic luchado en la vida.
E/sábado y el domingo hacía mi rancho. (Roque Valdéz, Coneta)

- ¿ Y usted a qué se dedicaba, en qué trabajaba usted cuando era grande, su


familia?
Bueno, yo lic trabajado como peón primero de muchacho, después ya me dediqué
a la carpintería. Ese ha sido mi interés (..)
- ¿ Y su padre, su/ami/ja, en qué trabajaba?
Bueno, mi padre tenía negocio, bueno, mi madre de los quehaceres dei hogar (..)
- ¿ Y acá para el pueblo hacía los muebles o cómo era, qué hacía usted en la
carpintería?
Bueno, más que todo para la construcción, puertas, ventana.; sillas, mesas (...)
- ¿ Y para quién eran, para acá la gente del pueblo nomás?
Bueno, para el pueblo y de afuera también de Coneta, en los puestos he dejado
muchos trabajos por El Bañado también. (Jacinto Carrizo, Miraflores)

Por su parte, los Vega de Miraflores también ejemplifican la trayectoria de


movílidad ascendente de una familia que, habiendo trabajado para los Terán a fines del
siglo XIX, posteriormente lograron tener su propia finca, posicionándose como una de
las familias que "tenían mucha hacienda" a mediados del siglo XX.

Estas trayectorias de movilidad ascendente estaban disponibles para las familias


de "inmigrantes" a través de distintas vías que se podían yuxtaponer. Así, algunos de
sus integrantes se casaron con miembros de las familias "patricias"; por otra parte,
compraron propiedades con el dinero que traían de sus países de origen (Vaccaroni), o
con el que lograron producir a través de sus actividades comerciales (Auy, Celemín).
Pero también, las familias que se desempeñaron como "capataces" en las fincas de los
"dones" (Vega, Avalos, Santillán, entre otras) lograron ascender socialmente durante la
primera mitad del siglo XX, a diferencia de los otros conchabados como "jornaleros". i

266
1
3.4. "Las estancias: los patrones, los capataces, los criados y las sirvientas"

Así, había familias que eran contratadas .por los propietarios de las fincas para
que atendieran todas las tareas. El jefe de la familia que cuidaba la propiedad era
IJamado "capataz", y entablaba relaciones "al partir" o de mediería con los "patrones".
En algunos csos, estos últimos no residían en la propiedad y la visitaban
esporádicamente para controlar su producción. Entonces, los "capataces" debían
rendirles cuentas a los "patrones". En otros casos, los dueños de las "estancias" vivían
en sus campos, y tenían "peones", "criados" y "sirvientas"que los "ayudaban" en el
trabajo tanto doméstico como predial.

Cuando los habitantes locales se referían a este tipo de trabajo para otros,
algunos señalaban las relaciones de desigualdad en sus relatos, mientras que otros no.
Un matrimonio que había sido "encargado" de la finca que un habitante de Coneta tenía
en el sudeste del departamento Capayán nos contaba que ellos cuidaban la hacienda y, a
cambio, recibían un tercio de los animales que nacían. Sin embargo, consideraban que
"el patrón era muy interesado" porque "les hacía contar todo y que lo anoten en un
cuaderno".

No obstante, esta diferencia de poder no era señalada por todos los entrevistados.
Algunos, más que marcar los aspectos de desigualdad contractual en estas relaciones
laborales, señalaban los aspectos de reciprocidad:
- ¿Pero usted trabajaba con su papá opara otra gente?
No, no, con ini padre, era para otra gente porque por supuesto, éramos, era
capataz mi viejo, era capataz, (..) laburabay ocupaba gente.
- ¿La tierra esa de quién era?
Era de un doctor Ruso. Era porteño él (...)
- ¿ Y esos animales que llevaba de quién eran?
Eran del doctor Ruso, todos animales que le cuidábárnos.
- ¿Pero esto qué era, una estancia?
Estancias eran, desde acá, por ejemplo del paf onal para abajo (..,) todos esos
campos hasta la ciudad, hasta enfrente de la ciudad le cuidábamos nosotros,
venían los otros de allá.
- ¿ Utedes vivían allá en la estancia?

267
Acá en la estancia, claro (..)
Usted decía que antes se las arrendaban las tierras, ustedes Ira ba/aban para..
No, no se arrendaba antes, no, ocupaban capataces, que se les llaman, que ellos
nomás la agricultura la hacían ellos nomás.
- cómo les pagaban?
Bueno, se pagaba por ejemplo, te daban mitad por mitad, ellos te ponían las
semillas, te ponían la herramienta y todo, el único trabajo que vos tenías que
cultivarla a la tierra nada más, poner tu trabajo.
- ¿ Y para conseguir dinero ustedes vendían cosas?
Y tenías animales, vendías lo que producía la tierra (..) Y bueno, sembraba de
todo un poco, acá era chico, más adonde sembrábamos era adonde se criamos
nosotros, era como de nosotros, propiamente.
- ¿Ahí sembraban para ustedes también?
Nosotros sembrábamos la cebada, y te digo que de 12 años trabajé, yo sembraba
la cebada, el trigo y lo hacía comer con los animales o lo vendía, después
sembraba el comino, lo cosechaba el comino ocupaba gente, sembraba el anis
ocupaba gente.
- ¿O sea usted a la vez daba Irabq/o?
Dábamos trabajo a la gente (Don Avalos, Coneta).

En el fragmento anterior don Avalos, cuyo padre era "capataz" de una estancia,
explicaba la relación de mediería que se entablaba entre el propíetario-patrón y los
encargados-capataces de las explotaciones agropecuarias. El propietario "ponía" los
insumos (semillas, tierra y herramientas) para el trabajo de la tierra, yá sea en
agricultura como en ganadería. El trabajo era realizado por "capataces" quienes no
recibían un sueldo en dinero, sino que tenían el permiso del propietario para quedarse
con la mitad de la producción, tanto de los animales como de las cosechas. Por otra
parte, los "capataces" y sus familias vivían en los campos en cuestión. En este tipo de
relación laboral, los propietarios no vivían en sus campos sino que los visitaban
periódicamente.

El capataz de él (del patrón) era papá. Le cuidaba, él era el que le cuidaba. Don
Juan León Córdoba era e/patrón, era de él el campo. Así que de ahí (..) después
ha venido Don q'riciano él es el dueño de ahí del medio, a donde estábamos

268
nosotros. ti ha comprado, que don Juan León Córdoba él le ha vendido, después
nosotros nos hemos venido para acá y todo (..) porque a nosotros nos ha dado un
guárdapoivo, y nosotros teníamos guardapolvos que nos ha dado don .Juan León
córdoba que nos ha traído para nosotros guardapolvos, los ha sabido comprar él
y nos traía para nosotros. (Rosa Avalos, Coneta)

En este fragmento, la hermana del don Avalos definió la relación de su padre


con el "patrón", señalando que el primero era el que "le cuidaba" el campo. En
contrapartida, el "patrón" cuidaba a la familia de su "capataz", llevándo guardapolvos
para todos los hermanos que en esa época asistían a la escuela. Este ejemplo ilustra la
relación de mediería que no implicaba el pago de un sueldo en dinero del "patrón" al
"capataz". El pago por el trabajo se realizaba a través del reparto de la producción, lo
que implicaba que, si por algún motivo no se lograban buenas cosechas o los animales
morían, los riesgos eran soportados por ambos, el "patrón" y el "capataz". Por otra
parte, este último y su familia recibían por parte del primero "regalos" que no eran
considerados como forma de pago.

Las relaciones patrón-cliente en ámbitos rurales fueron abordadas en muchos


trabajos clásicos de la antropología social latinoamericana de los 50s y de los 60s. En
Argentina, Hermitte y Herrán (1970) trabajaron en Catamarca, analizando este tipo de
relaciones diádicas en Belén, denominándolas relaciones de "patronazgo", señalando
que estaban íntimamente imbricadas en las relaciones políticas, pues señalan que los
patrones "articulaban" con la sociedad nacional. Así, toman el concepto de
"articulación" de algunos trabajos de Wolf (1969), quien trabajó las relaciones de
parentesco, amistad y patronazgo en las sociedades complejas, señalando las "ventajas"
de las relaciones patrón-cliente para estos últimos. Hermitte y Herrán (1970)
encontraron que la existencia de "patrones-intermediarios" en Belén constituía para
muchas tejedoras la única forma de acceder a créditos, a pesar de las relaciones de
subordinación y de explotación en la que se encontraban. Lo que explica por qué
muchas veces no se pasa de la subordinación al antagonismo (Laclau y Mouffe 1987)
sino, por el contrario, las relaciones de explotación son mediatizadas por los subalternos
como "ayudas" dadas por los "patrones".

269
Desde el sentido común de algunos habitantes locales, el clivaje de clase fue
mediatizado como una relación de ayuda por parte de los "patrones". Esto se pone en
evidencia en el siguiente relato del mirafloristo don Carmen Sosa, quien se refería a la
relación entre los "dueños de las estancias" y los "criados":
¡Oh!, había en las estancias, tenían cinco, diez, quince chicos criados. Vellos (los
dueños de las estancias) los criaban, les daban escuela, todo, y los criaban hasta
que les tocaba el servicio militar y volvían ahí si querían si no, ya se iban a otro
lado.
- ¿Criaban hijos que no eran .....2
Claro, adoptaban, ellos los criaban (.) la gente pobre que había que no tenía
dónde cómo arar ni como nada en esa éjoca. Mandame dos tres changos, yo te
los voy a criar te los voy a dar de comer.
- Les criaban y los chicos los ayudaban a trabajar
Claro, claro, por ejemplo (.) tres cuatro h/os los criaban, y ellos les enseñaban
a arar y ahí se criaban, ahí trabajaban, ellos los criaban con el mismo trabajo
pagaban la crianza que les daban, la comida, y ahí se criaban y después ya se
iban ya, o se quedaban.

En este caso, los dueños de las estancias "criaban" en sus campos a chicos de
familias más pobres, dándoles comida y educación. La relación no era planteada en
términos laborales, sino en términos familiares o de reciprocidad. Así, los dueños de las
propiedades "adoptaban y criaban" a los hijos de familias que no podían hacerlo. Estos
"criados", por su parte, retribuían dichos dones con el trabajo en las estancias. Don
Carmen Sosa marcaba una diferencia con otros tipos de personas que "trabajaban" en
las estancias, las "sirvientas" y los "peones":
Y había sirvientas que hay ahora, de la dueña de casa (..) había cinco, seis, siete
empleadas (.) Había peones que trabajaban (...) Les pegaban cada laceada (.)
por ahí porque le habían dicho alguna cosa y las chicas decían yo no voy más con
tal, en fin porque, y ahí nomás venga la latigueada y adentro en una pieza varios
días encerrados en penitencia y salían de allá, lo desataban y (.) esas cosas no
las va a hacer más, nunca más, y así por eso (..) no es como ahora, a usted le
daban un ejemplo y lo tenía que cumplir, no es como ahora.

270
En este caso, don Carmen no aclaró si el trabajo de "peones" y "sirvientas" era
retribuido con dinero, pero a diferencia de los "criados", éstos no eran considerados
parte de la familia. Aún así, el relato del castigo que recibían si molestaban a las
empleadas tiene un sentido moral pues señala la diferencia entre un antes en el que se
respetaban las normas, y un ahora en el que dicho respeto no existe. Así, el relator
resaltaba la actitud educadora de las relaciones entre los dueños de las "estancias" y los
que trabajaban en ellas, al establecer normas de convivencia que debían ser respetadas y
cuya infracción era castigada de manera ejemplificadora.

Hemos visto hasta aquí que la sociedad local a principios del siglo XX, en la
época de la "gente de antes", estaba altamente estratificada. La "viej ada", conformada
por dos grupos cuya distancia era muy marcada en términos de clase; los "ricos"-
"dones" y los "más pobres y pobrecitos": Los primerós no sólo eran los dueños de las
estancias, sino que también tenían estudios y detentaban el poder político tanto
provincial como local, el que hacían valer a fuerza de "latigazos". Los segundos,
presentaban una gama de posiciones, pues se encontraban aquellos que debían vender
esporádicamente su fuerza de trabajo como "jornaleros" y los que vivían en las
estancias. Dentro de estos últimos se encontraban los "sirvientes" y los "criados", junto
con los "capataces", siendo para éstos para quienes existía una disponibilidad
diferencial para poder ascender socialmente y convertirse en dueños de sus propias
fincas.

Este mapa local de la inclusión-exclusión naturalizaba las diferencias a partir de


un clivaje de clase, que se imbricaba con las relaciones de género. Así, el trabajo de las
mujeres como "jornaleras", "conchabadas" o "sirvientas" era desmarcado,
caracterizándoselo como una "ayuda" o como un ámbito "moral" en el que debían ser
respetadas por los varones. Por otra parte, los lugares de pertenencia étnica estaban
invisibilizados en esta territorialización de las diferencias. La estructuración de la época
"de antes" no marcaba lugares identitarios que separaran a los autóctonos de los
alóctonos, ya que las diferencias sociales eran vividas como diferencias de clase y no de
pertenencia étnica o nacional. De este modo, la inserción delas familias imnigrantes en
eimapasociaiiocalfue -desmarcada,- siendo que 4a-distancia- entre éstas y los •.'pobres y --
pobrecitos" locales no era tan inconmensurable como silo era aquella existente entre los
"dones" y el resto de la "viéjada".

271
Por otra parte, a diferencia de la retórica nacional, la desmarcación de los
inmigrantes ultramarinos no estuvo ligada a su lugar fundante en el blanqueamiento de
una comunidad "europeizada" y encubiertamente racializada que naturalizaba la
etnicización o racialización de las diferencias con los otros internos criollos-mestizos-
indígenas (Briones 2002). Más bien, los inmigrantes ultramarinos atravesaron la
frontera entre estos otros internos subalternos y la élite provincial local. Este pasaje,
más que operar como mecanismo de blanqueamiento de la sociedad preexistente,
implicó un desdibujamiento de "lo europeo" en "lo provincial" de antigua raigambre
hispana colonial.

4. "La gente de campo" y las políticas de identidad de los 1950s y 1960s

La "vida antes" estaba atravesada por conflictos y relaciones de poder que


emergían tanto en el interior de la sociedad local, como entre ésta y el contexto en el
que se insertaba. A continuación haremos referencia a las tensiones que se produjeron
en la zona a partir de distintas intervenciones estatales, que tuvieron por objeto la
inclusión de los ciudadanos en las políticas sociales a mediados de la década de 1950 y,
posteriormente, la modernización de las áreas rurales a partir de la década de 1960.
Podemos considerar a estas intervenciones como políticas de identidad, ya que
redefinieron las fronteras de exclusión-inclusión preexistentes en el mapa social del área
de estudio. Es decir, al marcar a determinados sectores como beneficiarios, des-
marcaron a otros que se convirtieron en los perjudicados por las políticas para el
desarrollo, recomponiendo el mapa de identificaciones disponibles.

Como hemos visto, los relatos sobre el pasado no incluyeron a toda la "gente de
antes" en un colectivo de identificación homogéneo. Antes bien, los fragmentos de los
relatos que hemos analizado contienen abundantes huellas e indicios que dan cuenta de
diferencias culturales, sociales, políticas y económicas. Tal es el caso de los "dones",
"inmigrantes", "capataces", "peones" y "criados" que, entre otros, señalaban la
existencia de una sociedad local atravesada por desigualdades estructurales.

Si bien existieron diferencias en la sociedad local durante todo el siglo XX, las
politicas estatales no lograron subvertirlas, antes bien las resignificaron y, al hacerlo,

272
redefinieron las fronteras sociales de la exclusión en el área de estudio. A continuación
daremos cuenta de los efectos de marcación y des-marcación implícita de las
intervenciones estatales.

4.1. "Antes no conocíamos zapatos"

Los relatos locales sobre el pasado también dan cuenta del alcance de las
políticas sociales de mediados del siglo XX, condensando en el primer gobierno de
Perón y en la figura de Evita el acceso a diversos beneficios por parte de ciertos sectores
de la población que no contaban con posibilidades para hacerlo sin ayuda estatal. Si
bien esta extensión de la ciudadanía significó el acceso a algunos bienes y servicios por
parte de quienes habían estado excluidos previamente, también conilevó la recreación
de nuevas relaciones de poder que consolidaron las posiciones de algunos personajes en
los ámbitos locales.

A mediados de la década de 1940, el estado implementó un sistema de reparto de


telares y de hilo de algodón a distintas familias que vivían en zonas rurales. En el área
de estudio, el hijo de una de las familias de inmigrantes "turcos", don Celemín, fue el
encargado de entregar los telares y los insumos a las distintas familias, y de realizar el
recorrido posterior para retirar la producción y luego darles su pago:
En el (año 19)44, en el mes de diciembre, y entré a la Tejeduría Doméstica (..)
Había telares del Gobierno, y se hacían telas para vender. (..) El ingeniero que
venía para acá quería poner los telares pero que yo le acepte el cargo, por eso es
que yo renuncié de la policía. Y entré a trabajar en la 7jeduría Doméstica,
trabajé 15 años ahí hasta el (año 19)59 (..) Y son los telares no rústicos, ¡a
mnaquinila que había sido, de madera, se hacían las telas hermosas.
-. ¿Telas hacían?
Sí las viejas en casi todos los pueblos tenían telares y de eso nomás vivía la gente,
no se ganaba mucho pero se ganaba. Yo retiraba las telas cada 15 díás y ahí
nonás los retiraba y a los tres días ya se los pagaba (.) ¡as telas se vendían
afuera, iban a Gatamarca y de ahí salían al sur, a otras provincias, y de eso vivía
la gente aquL

273
Hermitte y Herrán señalan que la Corporación de la Tejeduría Doméstica
constituyó una entidad estatal que promovió la producción de tejidos de
algodón para fabricación de envases. En Huarco ('Belén) se estableció una
delegación de la entidad, que proporcionaba a las tejedoras materia prima,
telares, e instrucción para manipularlos (..) El pago se hacía en efectivo,
habiéndose fijado un precio fijo por metro tejido. En este caso existía pues un
empleador (...) - el estado- (..). El gobierno nacional disolvió la Corporación
(hacia 1956)... (1970:311).

Cabe recordar que don Celemín tuvo una trayectoria social muy particular en el
área de estudio, ya que contaba con una red de contactos económicos, políticos y
sociales que le permitieron convertirse en uno de los personajes claves para la
penetración de la administración estatal. Además de ser el encargado de la Tejeduría,
antes se había desempeñado como comisario y tenía contactos con uno de los partidos
políticos provinciales.

Distintos vecinos de Los Puestos, Miraflores y El Bañado recordaban este


trabajo. Por su parte, la Sra. de Barros, de Coneta, nos contaba que le daban el telar, los
rollos de hilo, el peine y la lanzadera:
Había muchos telares antes, había uno que recibía y venían de la ciudad y
llevaban, pagaban en dinero según los metros que usted haga, yo trabajaba con
ini esposo. Rendía cuando estaba ¡indo el hilo porque había veces que se cortaba.

Si bien la presencia del estado en el área fue acentuándose desde la segunda


mitad del siglo XX en adelante, en los relatos locales sobre el. pasado los entrevistados
remarcaron las ayudas recibidas durante el primer gobierno de Perón.

Nosotros hemos conocido zapatos, mire, nosotros hemos conocido zapatos cuando
Evita mandaba la ropa para la escuela. Mandaba la ropa, esos zapatos grandes
que ahora hay, esos que no se terminan nunca, que usted va y los puntapiés no le
duele el dedo. Ah! y las po/eras que mandaba, todas esas tricotas, tricotas decían
antes, esas po/eras, tricotas, que no le picaba nada a usted el cuello, nada,
hermosas (..) y eso nos daban en la escuela, que lo mandaba Evita. Ahí me
acuerdo que usábamos zapatos nosotros (..) pero muy buenos, muy buen calzado,

274
muy buen calzado, entonces hemos conocido zapatos nosoiros. (...) Antes no
conocíamos zapatos, conocíamos alpargatas (..) Todo nos mandaba Evita, nos
mandaba de allá guardapolvos (..) mandaba Evita a todas las escuelas (..) Y
después, yo no sé si ha sido la última vez, creería, pienso yo que la última vez,
cuando ella ha venido en el tren que la gente salía. Cuando andaba el tren lan
lindo ¿no? Decía que salgan a la vía para que recojan los paquetes, que tiraba
paquetes de ropa cuando veía gente ¿no? Veía que estaban esperándola, ella
tiraba. (Rosa Avalos de Barros, Coneta)

En el fragmento anterior se pueden apreciar dos modalidades en la presencia


mítica de Evita (J.C. Taylor 1980). Una, se concretó en su paso concreto en el tren
arrojando paquetes con ropa para quienes se acercaban a las vías a saludarla. Otra, que
se vincula con los cambios en la relación de la zona de estudio con los niveles estatales
nacionales, estaba conformada por el envío que Evita hacía, a través del "Consejo", de
elementos para los "roperos escolares". Estos envíos constituían una de las múltiples
formas a través de las cuales el estado de aquella época incorporó a grandes masas de
población a la ciudadanía argentina.

Con respecto a las políticas sociales del peronismo destinadas a las áreas rurales,
Mafud (1972) señala que, si bien dictó el Estatuto del Peón y la Ley de Arrendamiento y
Aparcerías Rurales, el peronismo no le quitó poder económico a la oligarquía, ya que no
llegó a expropiar las tierras de los terratenientes, lo que motivó a la oposición a Perón a
centrarse en la cuestión agraria como caballo de batalla. Sin embargo, como Jo señala
Schwittay, el discurso populista de Perón enfatizó,, además de los beneficios de los
trabajadores,
la idea de que la tierra pertenece al peón más que al terrateniente. De este
¡nodo, proclamó en Diciembre de 1944 que la tierra no debe ser un objeto de
extracción de la renta, sino un instrumento de producción y trabajo. La tierra
debe pertenecer al que la trabaja, y no al que vive consumiendo sin producir a
costa de/que trabaja (Latluada en Schwittay 2003:136-137).
Sin embargo, señala esta autora que después que Perón fue elegido, estas proclamas
demostraron ser-sólo propaganda,-ya-.que el-énfasis de-su retórica prontocambióhaciaJa. -----

productividad de las explotaciones más que a su tamaño. Aún así, en el contexto de la


ideología peronista de la justicia social para trabajadores urbanos y rurales, estos

275
últimos se vieron incluidos en el contingente social de los ciudadanos a través de
distintas medidas tales como la construcción de escuelas, la asistencia a los pobres y la
implementación de una serie de medidas tendientes a ayudar a los trabajadores rurales.

En este marco, el primer gobierno de Perón fue recordado por un vecino de


Coneta por la ayuda que dio para combatir a las langostas. Hasta ese momento, esta
plaga diezmaba las cosechas. Para combatirla, los habitantes locales utilizaban métodos
tradicionales. El más común se realizaba a caballo con un "torzal" o lazo largo que se
tiraba de cada punta, de un extremo al otro del cultivo, a un galope moderado. Otro
método se efectuaba con varillas, golpeando el cultivo para que la langosta volase.

La única plaga que teníamos que combatir que a veces todo lo que se sembraba
lo perdíamos, era la langosla. Pero Vino el primer gobierno del General Perón,
que nos proveyó con todo para que la combatamos. En ese primer gobierno de
Perón, nos hizo combatir la langosta con aviones, con helicópteros, nos daban a
nosotros cebo tóxico por la langostilla por la saltona, nos daban chapas para que
hagamos los bretes, todas esas cosas. Mi padre sabía irse en la jardinera a la
ciudad, traía 20, 30, 40 bolsas de cebo tóxico. Lo daban gratuitamente el
ministerio de agricultura (Sr. Ruso Martínez)

El Sr. Ávalos recordaba el efecto migratorio hacia Buenos Aires que el gobierno
de Perón produjo en el interior del país a mediados del siglo XX:
- ¿ Y usted en qué año se fue a Buenos Aires?
En el año 1948.
- ¿ Usted tenía algún familiar o alguien?
Sí tenía hermanos allá y hermanas. En aquel tiempo se terminó la cancha de
aviación de Ezeiza, ahí trabajé dos años.
- ¿Cuántos años tenía usted cuando se fue a Buenos Aires?
Y tenía 23 años.
- Y siempre había pensado en ¡rse o cómo fue?
No, no, no, nunca he pensado. Quizás me fui más a la ruina que a la verdad de las
cosas, si yo tenía de todo aquí. Y bueno que en aquel año 1948 ,nefui con 1800
pesos, que son 180 pesos, si/e digo que en el año 48 ne fui, yo, el tren valía de

276
primera 35 pesos ida y vuelta válido por 45 días, mire si me acuerdo clarito,
bueno yo inc fui apasear.
- ¿ Usted decidió ¡rse a pasear?
A pasear, inc fui con un hermano, y yo tenía otro hermano que trabajaba en
vialidad de la Nación (..) Evita, Perón, no es que eran malos, sino que se llevó
todo el provinciano para capital y venimos a pagar las consecuencias todos los
provincianos, ¿por qué razones?, porque no cultivaba nada, antes se vivía mejor
acá tenés de todo.

En el fragmento anterior, el Sr. Ávalos hizo referencia a su trayectoria social


como migrante originario del área de estudio que partió hacia Buenos Aires. Este relato
coincidió con el de muchos de los habitantes locales, sobre todo varones. Nacidos y
criados en los pueblos o puestos, hacia los 20 años se fueron a centros urbanos como la
capital de Catamarca, a conglomerados de otras provincias,, o a la ciudad de Buenos
Aires. Trabajaron allí y algunos, luego. de unos años, volvieron a sus pueblos natales.

Por otra parte, el primer gobierno de Perón también fue recordado como el
momento en que comenzó el trabajo en reparticiones estatales en Ja zona de estudio,
marcando la distancia con un antes en el que se vivía de lo que se cosechaba:
Yo eso es lo que comentaba con mis h/os, que nosotros no hemos tenido nunca un
sueldo, jamás, ¿y cómo hemos vivido? Y hemos vivido señora, nosotros jamás
hemos tenido un sueldo, pero hemos vivido y hemos vivido, hemos comido muy
bien, veníamos a la escuela (..) La gente no cultiva porque ahora todos viven dé
un sueldo. Si no tuvieran sueldo, ¡pucha qué no van a poner para tener el choclo!
(...)

- ¿ Y para cuándo habrá sido que la gente ha empezado a tener sueldo, usted se
recuerda?
Y de.spués del (año) 50, después del gobierno de Perón. (Sra. Oliva, Coneta)

Los relatos locales sobre el pasado señalaron la injerencia de los niveles estatales
provinciales y nacionales en la vida rural de antes a partir de mediados del siglo XX y
fundamentalmente con el primer gobierno de Perón. Tampoco en esa época los
habitantes del área de estudio adscribieron a una filiación indígena para señalar las
condiciones de opresión en las que vivían, a pesar de que durante dicho gobierno los

277
"collas" de la finca San Andrés—quienes tenían relaciones de patronazgo de larga data
con Patrón Costas, un importante terrateniente salteño—realizaron una marcha a pie a
Buenos Aires con el objeto de reclamar la expropiación de dichas tierras en lo que se
denominó el "Malón de la Paz" (Lenton 2000, Martínez Sarasola, Schwittay 2003; ver
capítulo 2).

En el área de estudio, durante el primer gobierno de Perón, se instaló la noción


sobre los derechos sociales de los lugareños en tanto ciudadanos de la nación. Sin
embargo, esto no conlievó una modificación relevante en el mapa social como sucedió
en las décadas subsiguientes. Los indicios sobre las intervenciones estatales en el área se
acrecientan desde la década de 1950 en adelante. Las políticas destinadas a la
modernización del Valle de Catamarca, que se plasmaron en la sistematización del agua
para riego y en la implementación de dos colonias agrícolas en la región, fueron las que
produjeron resignificaciones más densas en la marcación y des-marcación de las
fronteras de exclusión social del área de estudio.

4.2. "Uno sufría esos anos regando"

Hasta mediados del siglo XX, el agua del río Miraflores no estaba sistematizada.
Esto, sumado a que la cantidad de explotaciones era menor, permitía que tanto los
pueblos de Coneta y Miraflores, como los Puestos del Norte, utilizaran el agua de este
río para regar sus "sembradíos". Existía una organización social local consuetudinaria
que regulaba el uso del agua en "mitas" que iban turnándose entre los distintos
propietarios de las fincas. También existían tomas privadas que eran realizadas en
aquellas fincas por donde pasaba el río y que eran utilizadas cuando sobraba agua.

A medida que aumentaron los regantes, se hizo sentir la• "falta" de agua, lo que
conllevó a que distintos vecinos de Coneta y Miraflores se organizaran para gestionar la
construcción de un embalse y de acequias de material para ambos pueblos. Esta
sistematización se realizó durante la década de 1950, cuando se construyó una toma en
la Quebrada de San Lorenzo que embalsaba la totalidad del agua y luego la distribuía en
sendos canales a los pueblos de Coneta y Miraflores. De esta forma ; no quedaba ningún
remanente de agua que llegara a El Bañado a través del cauce del río. La obra para

278
sistematizar el agua de riego llevó años y fue realizada con fondos del gobierno
nacional.

Empezaron primero con las rejas ahí arriba. Ahí había un campamento y de ahí
estaban ira bajando (..) Y después empezaron con los canales (..) Primero
hicieron las re/as y la caja, y hasta una parte del canal entre Conela y
Miraflores (..) Después dejaron un tiempo y después volvieron otra vez a hacer
los canales (..) y después recién hicieron el eslan que.
- Yios canales, ¿quién los pagaba la construcción?
Bueno, los canales en esa época los hizo Agua y Energía, de la Nación, Agua y
Energía, en esa época. Pagaba la Nación, todo venía por la Nación. (Nicolás
Molina, Miraflores)

La construcción de esta infraestructura tenía por objeto optimizar el uso del agua
para riego. Sin embargo, algunos lugareños no valoraban positivamente esta obra ya
que, si bien reconocían que evitaba la infiltración del agua porque los canales son de
material, el trazado de los mismos difería de las antiguas tomas y canales que llevaban
el agua a las fincas. Por otra parte, señalaban que la infiltración en las antiguas acequias
de tierra favorecía el crecimiento de plantas y árboles en las áreas cercanas al paso del
agua.

La intervención estatal no sólo consistió en la construcción del estanque y los


canales, sino también implicó una nueva organización de los turnos de riego.
Anteriormente, esta organización era administrada por los usos y costumbres de los
regantes. Algunos habitantes locales relataron esta organización idealizando el pasado al
plantear que no existían conflictos en el uso del agua:
- Ahora, ¿había así por el tema del riego problemas?
Jamás. Nunca había problemas. ('áda uno sacaba sus horas de agua. El que le
tocaba por ejemplo a veces una cuarta, le tocaba una lercia, dos cuartas, una
luna, una naranja, sacaba el água que le correspondía, sin pape!, sin nada,
venía corriendo la mita, sin papel sin nada, usted tenía, hoy día sacabá, hoy le
tocaba, usted contabalos 15 días yalos 15 yatenía.que sacar. -
- ¿Alguien manejaba eso?

279
No, no lo manejaba nadie. Nos manejábamos nosotros los propietarios, los
propietarios nomás, no manejaba nadie. (.) Imagínese cada uno se manejaba,
no como ahora que tenemos teniente, de Dirección tenemos Dirección de Riego.
Antes no había eso, no había nada. Cada uno se manejaba con el agua que
tenía. Usted tenía dos horas, dos horas, tenía cuatro horas, cuatro horas Y la
sacaba en su debido tiempo y ¡afecha que le tocaba. Yno había problemas con
nadie, entonces se regaba bien. O venía por ejemplo, a veces, póngale que a don
Justo Ontivero le faltaba, y nosotros teníamos ya algo que nos podía sobrar el
agua, entonces se ¡aprestábamos a él el agua. Y la otra mita él la devolvía, si/e
prestaba cuatro horas, cuatro horas devolvía él. (NicolásMolina, Miraflores)

En el fragmento anterior don Molina remarcó la cooperación entre los


propietarios al relatar que no había necesidad de que esta compleja red que organizaba
el uso del agua fuera controlada ya que los vecinos, según su punto de vista, se
"prestaban" y se "devolvían" el agua de acuerdo a sus necesidades y de manera
fehaciente. Si bien esto puede haberse dado en muchos casos, don Molina naturalizó y
generalizó este tipo de acuerdos construyendo un pasado sin conflictos, frente a un
presente del relato en el que era necesaria la presencia de un funcionario administrativo
para regular el uso del agua. Este argumento se sintetizó en las frases "Imagínese cada
uno se manejaba, no como ahora que tenemos teniente, de Dirección tenemos Dirección
de Riego. Antes no había eso, no había nada".

Don César Celemín era comisario cuando se gestionó la unificación del acceso
al agua de riego de manera comunitaria. Él señalaba, a diferencia de don Molina, la
existencia de conflictos entre los vecinos antes de que se sistematizara el acceso a la
misma:
- ¿Pero antes el agua era de la gente, o siempre fue del gobierno?
Cada uno tenía el títuk que decía, tantas horas de agua, compraba cuando
compraba una propiedad ¡e decían con ocho horas de agua. Y bueno, antes se
regaba, el golpe del agua, ésta se lo dividía, en varias partes, había naranja,
media cuarta, cuarta, tercia, la mitad Se dividía en muchas partes, y cuando yo
entré de comisario, con ayuda de unos vecinos, la hemos podido-unflcar el agua.
Claro, nos ha costado muy mucho, y había gente que no se remediaba, le sacaban
un chorro por acá otro por allá, y ya no le alcanzaba. Y estaba conforme que la

280
unfiqucmos, la henos podido unficar, fue mucha lucha pero la unificarnos. Y
después el gobierno nos hizo los canales, el estan que (..) Tenemos el esran que, y
de ahí se parte en dos golpes al otro día. Si tiene agua el estan que va regando el
que le corresponde.

Por otra parte, el Dr. Basso, dueño del tambo que se instaló en Coneta a
principios de la década de 1960, también fue partícipe de la sistematización del agua
para riego en dicha localidad. Este vecino, igual que el anterior, tenía posibilidades para
hacerlo en virtud de su poder económico y de sus contactos politicos y sociales con
funcionarios estatales de los niveles provincial y nacional. El sefialaba los conflictos
existentes entre las localidades de Coneta y Miraflores por el uso del agua para riego, ya
que el canal de Coneta no se terminó de construir mientras que el de Miraflores sí:
Siempre hubo celo entre Coneta y Mircifiores. La partida de dinero para la
construcción de los canales (..) en Miraflores se gastó todo y a nosotros no nos
dejaron nada. Coneta produce más que Miraflores desde el punto de vista
agropecuario pero Miraflores tiene mayor población, por lo tanto mayor rédito
político y ahora tenemos que luchar para que nos hagan los canales.

Además, nos contó que compró sus propiedades en Coneta motivado por
distintas personas que, en la década de 1960, le habían comentado sobre los proyectos
de modernización del Valle de Catamarca. Estas personas habían estudiado las
posibilidades y redactado un proyecto para construir un dique en Los Angéles dentro del
marco de los proyectos de diques de la zona este de Catamarca. No obstante, este dique
launentablemente nunca se hizo (..) en el Senado de la Nación (está) el proyecto
de dique de Los Angeles que se dejó de lado por desidia, aún cuando está
aprobado el presupuesto.

Asimismo, el Dr. Basso sefialó que, si bien estaba proyectado construir otros
diques, sólo se construyó el dique Pirquitas, debido a que los funcionarios estatales
"sólo tienen los ojos puestos en la cuenca del río del Valle" para favorecer a
Valle Viejo, Fray Mamerto Esquiú, Nueva Coneta y Colonia del Valle, pero no
tienen en cuenta que en ¡a provincia hay otros productores que están padeciendo
peoras consecuencias porque no tenernos un dique nivelador y no tenemos un
caudal de agua estable y tenemos que padecer las consecuencias de la sequía.

281
El Dr. Basso no sólo hizo referencia a los conflictos entre las localidades del
área de estudio y de éstas con el resto del Valle de Catamarca, sino que también se
refirió a los conflictos internos en la propia localidad de Coneta señalando:
Hay un poco de indferencia y apatía de la gente en este canal (de riego). ('Hubo)
una reunión con e/intendente de Huillapiina, pero hubo poca colaboración de la
gente. Falta espfritu coinunitario, social. Hay un grupo de gente muy allegada,
muy bien, pero hay otro grupo que es medio indferente.

Entre la gente del canal de Coneta a la que se refería el entrevistado anterior


estaba Don Russo Martínez, quien señaló la existencia de conflictos por el acceso al
agua de riego. También hizo referencia a los contactos que ciertos vecinos tenían con
las "altas esferas de gobierno", probablemente haciendo alusión al Dr. Basso. La
escasez de agua, a su juicio, era uno de los principales motivos por el cual casi no se
cosechaba en el momento de nuestro trabajo de campo. En su relato señaló también la
injerencia de la política en los conflictos por el manejo del agua y la escasa ayuda que
se les daba a los agricultores, tanto desde el estado nacional como del provincial:
Aquí se cosecha poco y nada. No tenemos ayuda del gobierno sea de éste, sea de
este otro, ni del nacional ni del provincial. Ahora se nos ha creado un problema
bastante serio, que los agricultores (..) Porque el agua de riego, que el agua de
riego anteriormente nos pertenecía porque han sido compradas con todas las
propiedades, propiedades con agua, era comprada. Nada nos daba el gobierno
ni nada. (.) Se han aprovechado quienes son la gente pudiente, mejor dicho. Y
otra cosa, el agua la han hecho como una cosa pública pero política. La han
politizado enormemente. (..) Porque no es rentable, la agricultura hoy en día no
es rentable, esto es .s'olamnente para grandes empresas, el pobre no tiene derecho
mejor dicho a vivir, de la agricultura el pobre no tiene derecho a vivir, le digo la
verdad, que se enoje quien se enoje, a cualquiera se lo voy a decir (..) Aquí es un
pueblo, la agricultura, hoy en día un pueblo muerto. (..) El asUnto del agua es un
tema prioritario que el gobierno tiene que tratarlo pero aquí existen en Goneta,
hay una desunión completa, conipleta, sienta bien lo que le digo, una desunión
completa.

282
En el fragmento anterior, el Sr. Russo Martínez hacía referencia a que el uso del
agua era administrado por los propios regantes, mientras que en el presente de la
enunciación el estado arbitraba su uso. Es por ello que, según el entrevistado, surgieron
problemas entre "la gente pudiente"—que compraba tierras con riego y que tenía
contactos en las "altas esferas de gobiemo"—y los "pobres"—que no tenían dichos
contactos. El entrevistado señalaba que la "agricultura es para grandes empresas",
aludiendo a las empresas agropecuarias que, como la del doctor Basso, se establecieron
en el área de estudio en la segunda mitad del siglo XX. Los agricultores "pobres", según
el Sr. Russo Martínez, no eran viables, por lo que el pueblo "es un pueblo muerto".

Los distintos puntos de vista con respecto a la forma en que antes se organizaba
el acceso al agua de riego remiten a la ubicación diferencial que los entrevistados
tuvieron en la gestión de este proceso de sistematización y a las consecuencias que la
nueva organización tuvo en las trayectorias de sus familias como "gente de campo". Los
vecinos que gestionaron tanto la construcción del embalse y los canales ante las
autoridades provinciales y nacionales, como la orgarización del acceso al agua para
riego mediante un contralor administrativo estatal—tales como el Dr. Basso y don
Celemín—fueron personas que tenían una trayectoria económica, política, social y
cultural diferencial con respecto al resto de los vecinos. En otras palabras, ocupaban
espacios de poder a nivel local y tenían contactos con los niveles estatales provinóiales y
nacionales.

Es dable suponer que en un área en donde el agua era un recurso indispensable


para el cultivo y la cría de animales existieran disputas entre los vecinos de una misma
localidad y entre las distintas localidades en los momentos en que no había suficiente
disponibilidad. Cabe señalar que a lo largo del siglo XX existieron conflictos por el
agua de riego, tanto entre los vecinos de una misma localidad, como entre aquellos
residentes en distintas localidades del área de estudio 2. Sin embargo, estos conflictos

2
A continuación transcribimos un documento que nos facilitaron Rodolfo Cruz y José Fernández, en el
que se registra un pleito entre vecinos de Miraflores por el agua de riego del año 1917 "Los suscriptos
vecinos propietarios de esta población ante S. E. respetuosamente presentados exponemos. Que hace una
serie de años que este vecindario viene sufriendo la pérdida de su agricultura, única fuente de recursos
con que contaba para vivir. Las fincas de frutales que en años anteriores han constituido una de sus
entradas segura y eficaz por el valor que en conjunto representaba para la población, tienden a
desaparecer paulatinamente por la acción de la sequía, sin que sea suficiente a detenerla el esfuerzo que
cada hombre desarrolla, dentro de los escasos recursos de que dispone. Es indudable que el mal tiempo
tiene su origen en la naturaleza misma puesto que, a la falta de lluvias se agrega el agotamiento de las

283
eran resueltos entre los propios regantes y, en caso de no lograrlo, se apelaba a
instancias judiciales. Pero, en general, estos roces no trascendían la esfera de lo local y
eran solucionados en el transcurso de la vida cotidiana sin la intervención de agentes
estatales.

En este sentido, la idealización de un pasado sin conflictos entre los vecinos de


una localidad en los relatos locales constituyó una generalización que naturalizó una
visión de la "gente de antes" como "solidaria", en oposición a un presente en donde la
intervención estatal era vinculada a favoritismos político-partidarios para los nuevos
"ricos" internos, los hijos de los inmigrantes llegados a principios del siglo XX. Sin
embargo, esta marcación no fue realizada en términos de autoctonía vs. aloctonía,
debido a que estos nuevos "ricos" eran también "nacidos y criados aquí", cori excepción
del Dr. Basso que se asentó en la zona en la década de 1960:
- Y quién lo organiza eso (los turnos dei agua)?
Bueno eso ya estaba organizado, este, ahora se la (.) agua del río (..) claro, y
ahora han empezado con estos gobiernos han empezado a venderle, a dar agua, a
dar agua a la gente, y van, van sumando los días por ejemplo, más días vienen,
nás de veinte días viene el agua del río, mire acá las plantas están muriendo,
entonces qué le parece. Claro es mucho, es mucho mucho, y bueno le dan agua
(..) tantos gobiernos que han venido, todo distinto. (Eva Perdiguero de Santillán,
Coneta)

vertientes, haciéndonos casi imposible el riego artificial; pero no podemos desconocer que esas
dificultades se agravan debido al pésimo sistema de distribución que tenemos actualmente. Nos
encontramos hoy Exmo. Señor, con el mismo sistema distributivo que existía cien años antes de ahora,
cuando el caudal era probablemente diez veces mayor. Si calculamos el término medio del agua en dos
marcos; este caudal debe ser dividido con arreglo al derecho que cada propietario tiene, y de acuerdo con
sus títulos o con su posesión indiscutible; y así nos encontramos que a los dos marcos, hay que dividirlos
desde dos hasta ocho partes, siendo el más generalizado el derecho llamado de "una cuarta" que cada
propietario posee. Luego pues pretendemos regar con la mitad de un marco y hasta con la cuarta parte
como hay muchos derechos, es un absurdo, máscime (sic) si se advierte que por regular el agua tiene un
largo recorrido desde la acequia principal de donde se desprende hasta el punto que desea regar. En
resumen: dividido el pequeño caudal en cuatro partes y mediando una distancia de una a cinco cuadras
una partija de otra, ninguno de los cuatro propietarios puede regar, toda la pierden. Esto es lo que ocurre a
diario. Además el turno no tiene un tiempo igual para todos los derechos; las mitas vienen a los 17, a los
34 y aun a más días, con el agravante de que raro es el propietario que recibe de su turno las horas de
agua de que es dueño, de un modo continuo; generalmente la recibe en dos ocasiones, con intervalos de
días entre una mita y otra. (Miraflores, 31 de diciembre de 1917) Archivo y Museo Histórico Provincial.
Sección Gobierno. Carpeta 660-13.

284
Si bien el acceso al agua de riego no fue igual para todos los habitantes ni en el
pasado ni en el presente en el que se produjeron los relatos, las intervenciones para el
desarrollo crearon otro campo conflictivo en la marcación de las localidades que
accederían al agua de riego y en la distribución de la misma entre los regantes. Por un
lado, mientras que Coneta y Miraflores tenían sendos canales de agua, el embalse
retenía toda el agua del río por lo que los habitantes de El Bañado no podían aprovechar
los remanentes de agua, como antafio. Por otro lado, merced al aumento de regantes y a
los "favoritismos políticos", no todos los habitantes de Coneta y Miraflores recibían la
cantidad de agua que consideraban necesaria para sus cultivos. Desde el sentido común
de los vecinos de dichos pueblos, entre los más favorecidos se encontraban los hijos de
antiguos "capataces", los de los inmigrantes llegados a principios del siglo )OÇ y
algunos nuevos propietarios que habían comprado tierras con el objeto de establecer
emprendimientos agroindustriales.

Asimismo, estas intervenciones modificaron las modalidades de resolución de


conflictos a nivel local. Mientras que antes éstos eran dirimidos entre los propios
habitantes locales, en un ámbito de relaciones vecinales que permitía mostrarse hacia el
afuera como un colectivo no conflictivo, Ja creación de un espacio público para dirimir
los conflictos implicó la participación de los niveles administrativos del estado,
convirtiendo en un tema estatal o de la sociedad política lo que antes era resuelto en la
esfera pública de la sociedad civil.

Por otra parte, la penetración de lo estatal en el espacio local se pudo dar gracias
a la gestión de ciertos vecinos, quienes contaban con trayectorias económicas, sociales,
políticas y culturales que les permitieron posicionarse en el lugar de los organizadores
locales—representantes de lo público-estatal. Estos lugares de poder recrearon nuevas
formas de marcación de heterogeneidades locales, teniendo como aliados a los niveles
estatales tanto provincial como nacional.

4.3. "Ya estamos encerrados entre las dos Colonias"

En los relatos locales sobre el pasado, encontrarnos otros indicios, sobre Ja -


manera en que la injerencia de las políticas de desarrollo implementadas por el estado
marcaron nuevas heteregoneidades locales, complejizando el mapa de identidades

285
posibles. La política de modernización del Valle de Catamarca que se plasmé en la
creación de las Colonias del Valle y Nueva Coneta en las décadas de 1970 y 1980, en el
mareo de la retórica desarrollista de la época (ver Capítulo 2), conlievó serias
limitaciones para la cría de cabras y la producción de carbón que los habitantes de El
Bañado realizaban a campo abierto.

Por un lado, el parcelamiento de las tierras destinadas a la Colonia Nueva Coneta


interrumpió los antiguos caminos carreteros. Esto dificulté el traslado del carbón, ya
que era dificil llevar las carretas por el asfalto de la ruta 38. Pero más importante fue el
impedimento que tuvieron los habitantes de El Bañado de acceder a los campos para
obtener leña para hacer el carbón, ya que muchos de ellos fueron alambrados y
quedaron dentro del perímetro de ambas Colonias.

Es que la política de modernización del Valle de Catamarca que contemplé tinto


la construcción de un canal de riego proveniente del dique Pirquitas como la
implementación de las Colonias Agrícolas no estaba destinada a favorecer a los
habitantes de El Bañado. Por el contrario, esta población quedó relegada a utilizar un
pequeño corredor de tierras ubicado entre ambas Colonias—extensiones que no eran
suficientes para las actividades en campo abierto que realizaban los puesteros, ya sea
para la extracción de leña o para la cría del ganado.

No, por aquí (El Bañado) no ya después los han expropiado a los campos ha
venido el gobierno y ha hecho esa Colonia allá, la otra de allá. Así que
prácticamente hemos quedado encerrados y no tenemos a dónde criar una
cabra, por lo menos la zona aquella adonde vivo yo (en Los I'ocitos,). Acá (en El
Bañado) tienen algunos alguna majadita por aqui así nomás, se meten a las
colonias, se las pillan, se las matan. Antes casi todos tenían majadas, pero
ahora con el asunto de las Colonias que estamos si aquella (la Colonia Nueva
Coneta) pasa a la orilla del río, esta (la Colonia del Valle) empieza ahí nomás,
así que no queda campo, ya no queda. (José Palacios, El Bañado)

La cría de los animales era, junto con la quema del carbón, la actividad que
marcaba la pertenencia al colectivo de identificación de los puesteros de El Bañado. Sin
embargo, la política de desarrollo rural implementada por el estado con la creación de

286
las Colonias Agrícolas causó un profundo impacto en el modo de vida local.
Evidentemente, los habitantes de los puestos no fueron los destinatarios de esta política
de expansión de la frontera agropecuaria, sino que fueron perjudicados por la misma:
Antes era otra vida porque usted tenía animales. Usted los criaba muy tranquila
porque usted soltaba a los animales, se iban. ¡Oh, cuánto había!, más de 200, 300
cabras, pero ahora ninguno tiene por las Colonias (..) no podemos criar un
animal (..) Cabras, vacas, caballos, vivían de todo eso (.). Vendía cabritos y
esas cosas. (...) Antes soltaban los animales para donde están las Colonias, era el
único lugar que teníamos nosotros. Ahora ya no tenemos para dónde saiga un
animal. (Doña Rosa, El Bañado)

Como hemos visto anteriormente, el gobierno pagó por su expropiación a los


antiguos propietarios de los campos en donde se instalaron las Colonias Agrícolas.
Algunos de ellos eran vecinos de Miraflores, de Coneta y de algunos Puestos del Norte.
Por otra parte, las Colonias incluyeron campos privados y campos comuneros que
fueron considerados como fiscales. Así, los más perjudicados fueron aquellos habitantes
de los puestos que usaban tanto los campos privados—en virtud de algún tipo de arreglo
con sus propietarios—como los comuneros—en virtud de considerarse derechosos—,
para extraer lelia y para la cría de animales:
Eh, cuando el gobierno les ha expropiado las tierras ha llamado para que
presentaran el titulo. Ahí a mi viejo le agarraron un pedazo y a mi lío el campó
de ellos (en Los I'ocitos) y le hicieron la devolución de la tierra. O sea, si
querían la plata o le ad/udican un pedazo, como había tierras fiscales que podía
darles el gobierno. Y bueno, la gente esa cobró ¡aparte que le habían agarrado,
o sea que le habían expropiado. El campo más grande que había ahí fue el de
Vaccaroni que está en Mirafiores (..) Los únicos que hemos quedado mal
somos acá nosotros los de los pueblilos que hemos quedado en el bajo t"El
Bañado), que no tenemos extensiones para criar animales. Porque antes la
gente vivía de los animales. (René Palacios, El Bañado)

Las intervenciones estatales para el desanollo, entonces, marcaron como


beneficiarios del mismo a quienes lograron convertirse en colonos. Por el contrario,
desarticularon los "medios de vida" de los vecinos de El Bañado, quienes eran
descendientes de los antiguos habitantes de la zona. A pesar de que los colonos

287
beneficiados fueron inmigrantes de otras provincias tales como San Juan y Mendoza,
también lo fueron personas de la ciudad capital de Catamarca y de otros lugares de la
provincia. Los habitantes de El Bañado se consideraron "perjudicados" por las políticas
estatales y también definieron como culpables a otros "otros" internos, es decir, vecinos
del mismo pueblo y de localidades cercanas quienes, gracias a que contaban con los
recursos suficientes, alambraron tierras aprovechando esta "oleada" de cercamientos.
Los damnificados atribuyeron esta expropiación "no oficial" a su condición de "pobres"
rurales, sin vincular ni comparar esta vejación con las remotas opresiones de indígenas
que pudieron haber vivido en la zona.

Entonces, hemos visto que las políticas de identidad de la segunda mitad del siglo
XX también obliteraron la posible filiación o descendencia indígena del área de estudio.
Durante el gobierno de Perón se reforzó la marcación de los habitantes locales como
"trabajadores" rurales, desalentándose la posible etnicización-racialización de las
fronteras de diferenciación sociocultural. Por otra parte, las políticas desarrollistas de
los 1960s
beneficiaron a nuevos otros internos "nacidos y criados aquí", entre los cuales
se encontraban la segunda generación de los hijos de "capataces" y de "inmigrantes"
ultramarinos que habían ascendido en la estratificación social local, complejizando la
heterogeneidad preexistente de fines del siglo XIX. Finalmente, aparecieron nuevos
agentes beneficiados por las intervenciones estatales para el desarrollo - "los colonos".
Sin embargo, los mismos no fueron marcados por su aloctonía, por contraposición a una
autoctonía aboriginal que tampoco se había construido como tal. Antes bien, las
experiencias locales de la exclusión que produjeron las políticas desarrollistas
definieron como culpable de la misma al "gobierno".

S. Reflexiones finales

En este capítulo hemos analizado la manera en que los habitantes locales


caracterizaron a "la gente de antes" como un colectivo de identificación del cual
marcaron, por un lado, un sentimiento de devenir pero, por otro, se distanciaron de ese
pasado señalando la imposibilidad de continuar con la forma de vida de antes en el
presente de sus relatos. Lo hicieron desplegando motivos ligados tanto a
transformaciones económicas en el perfil productivo y la infraestructura de la región,
como a cambios en las predisposiciones de la gente de hoy.

288
La idealización del pasado se constituyó en un mensaje de no sutura para el
discurso desarrollista. En este sentido, hemos visto que las intervenciones estatales en el
área de estudio fueron concebidas, en ciertos casos, como aparejando una degradación
respecto de cómo vivía "la gente de antes" y, en otros, como alentando una superación
de las condiciones de vida pasadas. En otras palabras, mientras que en algunos
momentos se larnentó la pérdida de costumbres y valores de "la gente de antes", en
otros sé señaló que la llegada del "progreso" que proporcionó ciertas facilidades por las
cuales la vida dejó de ser "triste", "sacrificada" y "dura". Así, la retórica oficial sobre el
progreso fue re-centrada en los relatos locales sobre el pasado, presentando
ambigüedades y contradicciónes. Lo moderno y lo tradicional fueron elementos de
sentido que los entrevistados re-significaron, a veces de manera contrapuesta para
señalar su añoranza por una forma de vida que no pueden reproducir, pero otras veces
valorando positivamente las bondades de la modernidad.

Sin embargo, la retórica dominante del desarrollo se corporizó en el trazado de


nuevas fronteras de inclusión social. Paradójicamente, como resultado de las mismas,
gran parte de la población del área de estudio quedó excluida de los beneficios de la
expansión de la frontera agropecuaria en el Valle de Catamarca.

Desde estas experiencias personales y colectivas, los habitantes locales des-


naturalizaron las representaciones dominantes sobre las bondades del progreso,
caracterizándose como víctimas del desarrollo ya que, en el presente de sus relatos, no
podían continuar realizando las actividades agropecuarias tradicionales. Así, las
exclusiones contemporáneas no necesariamente se tematizaron por sí mismas, sino a
través de lo que se fue perdiendo en el camino de la modernización—pérdida que
requiere mostrar las bondades de un pasado rural tradicional en tanto foco de
significación desmantelado por las intervenciones estatales desarroil istas.

Sin embargo, construyeron un sentimiento de devenir de "la gente de campo" y


no de los indígenas que habían habitado las tierras en las que ellos vivían en un pasado
más remoto. Si bien el colectivo de identificación podría haber apelado a los
antepasados indígenas, cabe preguntarse en qué contexto histórico y social se construyó

289
la identidad local para poder comprender por qué se marcaron ciertos elementos de
sentido tales como el trabajo en el campo.

A este respecto, hemos señalado dos procesos. Por un lado, la idealización del
pasado se relaciona con el hecho de que algunos de los "nacidos y criados aquí" se
sienten maltratados y perjudicados por las políticas desarrollistas de los 1960s. En esa
época, si bien se favoreció a colonos, los habitantes locales tampoco habían tematizado
hasta el momento su aloctonía en términos de una posible filiación indígena a la que
pudieran apelar como plataforma para denunciar su situación de opresión.

Por otro lado, además de los colonos, se beneficiaron otros que ya entran en la
idea de los "nacidos y criados aquí" para los 1960s,
porque aluden a una inmigración
más temprana. Esta oleada inmigratoria de principios del siglo XX no aparece
contrapuesta a "nosotros los que somos españoles", en tanto fruto de lo que para esta
zona se llama la "matriz hispaño-indígena colonia!". Este silenciamiento se vincula con
que "la viej ada" en la que se insertan ya estaba estratificada y la presión demográfica de
los comparativamente "pocos" recién llegados no se hizo sentir ni alteró
sustantivamente la estructuración vigente de manera inmediata. Las distancias entre los
"dones" (familias "patricias" de la provincia, que se jactaban de prosapia colonial) y los
trabajadores o arrendatarios (la gente del lugar) era tan grande que no resultaba tan
inconmensurable la distancia entre inmigrantes de principios de siglo y peones. Esto
tiene que ver con un trabajo naciona!izador temprano, característico de nuestro país, que
veía legítima la diferenciación de clase sin apoyarse en la marcación étnica/racial de los
subordinados. Sin embargo, también hemos señalado que la invisibilidad de los
inmigrantes se debió a una particular forma de imaginarizar la comunidad provincial,
según la cual, los catamarqueños más que "venir de los barcos de los inmigrantes" lo
hacen de "los barcos de los conquistadores espái'íoles".

MIC
CAPÍTULO 6:
CONCLUSIÓN

1. Introducción

En esta tesis nos hemos propuesto explicar los sentidos de pertenencia y devenir
que al día de hoy construyen los habitantes de Coneta, Miraflores y El Bañado, un área
rural ubicada en el Valle de Catamarca. Nuestra indagación abordó dos instancias
relacionadas entre
sí. Por un•lado, nos propusimos analizarci modo • en que los
pobladores valoran sus posibilidades presentes y futuras a través de los relatos sobre el
pasado local. Por otro lado, nos interrogamos por qué cuestionaron selectivamente
ciertos discursos y prácticas hegemónicos de alta incidencia en la región, ya que en
líneas generales pusieron en duda las supuestas "bondades del progreso" y discurrieron
sobre las desigualdades de clase, pero no discutieron ni objetaron procesos más antiguos
de conformación de un colectivo nacional y provincial—procesos que recrearon
asimetrías en base a ideas de mestizaje y blanqueamiento que operaron
homogeneizaciones selectivas en base a la des-marcación de ciertas pertenencias
posibles.

Para dar cuenta de dichos interrogantes, hemos trabajado sobre distintas líneas.
En el capítulo 2, analizamos los sentidos sedimentados en la categoría "indio" en el área
de estudio, dentro del contexto de las transformaciones que se dieron en las relaciones
de producción agropecuaria en la zona septentrional del Valle de Catamarca, desde el
período prehispánico hasta el siglo XX. Nuestro objetivo fue construir un marco
histórico y sociocultural para contextualizar los relatos sobre el pasado de los habitantes
de las tres localidades en estudio sobre los cambios y continuidades en la forma de vida
de la actual área rural y urbana/semi-urbana en la que sus abuelos y padres "han nacido
y se han criado" y de quienes ellos son descendientes. Así, hemos visto que si bien la
zona estaba habitada por numerosos habitantes antes de la llegada de los españoles,
durante la época de la colonia se redujo la cantidad de "indios tributarios". En el siglo
XVIII los "indios coneta" no habían sido reducidos en los "pueblos de indios",
habiendo pasado a conformar la masa de población rural que trabajaba en las haciendas
de los españoles y criollos. Durante el siglo XIX, en el marco de las políticas
identitarias nacionales y provinciales, se profundizó la invisibilización de los indios en

291
la zona. Dicho proceso confluyó con la criollización de la población rural subalterna que
era "conchabada" en las haciendas de familias "patricias" provinciales. La región se
convirtió en un área marginal en el marco del triunfo del modelo de país agroexportador
con eje en Buenos Aires. Finalmente, señalamos dos procesos de expansión de la
frontera agropecuaria en la zona que tuvieron lugar a partir de la segunda mitad del
siglo XX. Dichos procesos afectaron de manera diferencial a los agentes agrarios del
área, siendo que parte de la población sufrió expropiaciones y vio limitada la
posibilidad de reproducir su forma de vida rural. Tomamos estos últimos
acontecimientos, y los efectos que aparejaron, como marco de las condiciones más
inmediatas del presente desde el cual los pobladores cuentan su historia.

En el capítulo 3, analizamos los puntos de vista sobre "los indios" que tienen los
pobladores de las localidades de Coneta, Miraflores y El Bañado. Hemos visto que la
noción local de "indio" es multiacentuada. Mientras que algunos habitantes reconocen
que vivían indios en la zona, otros lo niegan. Por otra parte, hemos señalado las
ambigüedades con que se algunos habitantes tematizan su posible filiación o
descendencia indígena, mayormente sobre ejes temporales y espaciales. Por un lado,
vimos cómo en algunos casos se marca una distancia con los indios que vivían "aquí",
señalando que ahora los descendientes "ya son indios civilizados", re-centrando la
retórica hegemónica decimonónica que postula la gradual incorporación de los bárbaros
en la civilización. Por otro lado, también mostramos cómo se traza una frontera espacial
y sociológica con indios que viven "en otra parte", señalando desde lo cultural y racial
que los indios más "puros"—tanto en sus costumbres como en sus rasgos fisicos—viven
hacia el oeste de la provincia o en otras áreas del país. Paralelamente, encontramos que
se valora positivamente las "cosas de indios", operándose una sublimación de la
identidad "indígena" al vincularla con la forma de vida de campo de "la gente de antes",
es decir, de los padres y abuelos de los actuales pobladores.

En el capítulo 4, hemos abordado la manera en que los relatos sobre el pasado de


los habitantes locales articularon un sentimiento de pertenencia colectivo al marcar el
sentido fundacional de distintos lugares, objetos y personajes. Esto es, exploramos
distintos anclajes materiales de la memoria. Vimos que los relatos sobre los orígenes de
los pueblos y puestos remitieron a los españoles. Los relatos sobre la iglesia, la escuela,
la plaza y el cementerio dieron cuenta de las marcas que convierten al espacio crudo en

292
un paisaje social, instituyendo el ámbito colectivo y público del colectivo de
identificación. Los relatos sobre las rutas, los caminos, los servicios de luz y agua
potable y los distintos medios de locomoción utilizados en el pasado permitieron dar
cuenta de las interconexiones entre las localidades del área de estudio, y entre éstas y los
contextos regiónal, provincial y nacional. También, la territorialización del paisaje local
estuvo vinculada con la injerencia de los distintos niveles del estado en las trayectorias
de vida de los habitantes locales a través de los caudillos políticos, los comisarios y
distintas instituciones públicas. Este disciplinamiento de las vidas de los habitantes
locales los incorporó, como ciudadanos, en el colectivo deidentificación provincial y
nacional.

En el capítulo 5, analizamos la manera en que los habitantes locales articularon


el sentimiento de devenir del colectivo de identificación de la "gente de antes", que fue'
caracterizada como "gente de campo" y cuya forma de vida fue, en líneas generales,
idealizada como. "autosuficiente". Aunque también planteamos que las costumbres de
los padres y abuelos de los habitantes locales fueron valoradas desde un presente
"moderno" que a veces se piensa corno superación y, otras, como degradación del
pasado. Sin embargo, señalamos que la tendencia a idealizar homogeneizando a la
"gente de antes" no disímuló sus heterogeneidades. Las menciones a los ricos y a los
pobres, a los inmigrantes y a los comerciantes, a los• "patrones" y a los "criados",
"peones" y "sirvientes", constituyeron huellas a través de las que dimos cuenta de la
estratificación social tanto pasada como presente, en lo que se refiere a cómo la matriz
de diversidad local fue dando cuenta de distintos otros internos en base a umbrales de
alteridad que posibilitaron ciertos alineamientos y silenciaron otros. Así, hemos
sostenido que las heterogeneidades sociales locales condicionaron la construcción de los
mapas de identidades posibles, inhabilitando la auto-adscripción indígena para
denunciar las situaciones de opresión actuales en un doble sentido. Por un lado, la
maquinaria de diferenciación hegemónica a fines del siglo XIX trazó fronteras entre
contingentes poblacionales desde un clivaje de clase, des-marcando la posible
incidencia de clivajes étnicos de raigambre colonial. Por otro lado, examinamos las
trayectorias de movilidad ascendente para sectores nativos e inmigrantes que no
pertenecían inicialmente a las élites locales. Mostramos así que. no todos los habitantes
locales fueron perjudicados por las políticas desarrollistas, ya que los beneficiarios

293
fueron tanto los "colonos" venidos de otros lados como familias "nacidas y criadas
aquí".

2. La comunidad imaginarizada local: mestizaje vs. "melting pot"

A pesar de que en la Argentina asistimos actualmente a procesos de re-


emergencia de identificaciones indígenas que ponen en cuestión su anterior
invisibilización, en la provincia de Catamarca siguen primando los efectos de geografias
estatales de inclusión que plantean una fisura radical en los devenires locales, a partir
de las ideas de extinción de los indígenas y/o de su "mestizaje" y completa
"criollización". Sin embargo, vimos que este mapa hegemónico de clasificación de los
otros internos no es homogéneo ni temporal ni espacialmente. En este marco, los
sentidos sedimentados en la noción de "indio" a nivel provincial señalan locus
preferenciales en donde la posibilidad de ser "indio" entra en el terreno de lo esperable
y de lo pensable.

En Catamarca, los sistemas de clasificación cultural marcan tropos de


identificación indígena signados por la experiencia histórica de resistencia calchaquí y
por la tardía incorporación de la zona de puna en el territorio provincial. De este modo,
las zonas de la provincia a donde es confinada la posibilidad fantasmagórica de ser
indígena son la puna y los valles calchaquíes. Por el contrario, la zona del valle de
Catamarca ha operado y es marcada como la plataforma desde la cual se produjo la
conquista española de la región, emblema del sustrato "hispano-indígena".

En concordancia con esta retórica de la espacialización de lo indígena, los


habitantes de El Bañado, Coneta y Miraflores, si bien explicaron que los "indios" que
habían "habitado" en sus pueblos eran "conetas", "calchaquíes" o "diaguitas",
plantearon que el locus preferencial de los "indios" reside en las montañas, en los
"valles calchaquíes" y en el oeste de la provincia. Por otra parte, cuando tematizaron su
vínculo con los "indios" desde un anclaje temporal—remitiendo a una noción de
ancestría basada en la idea de que "antes en esta zona vivían indios"—algunos
desplazaron sus argumentos hacia el reconocimiento y problematización de una
ancestría sustancial, marcando una distancia tanto biológica como cultural entre el

294
"nosotros" contemporáneo y los habitantes originarios, en base a la idea de que "somos
de otra época", "ya somos iridios civilizados"

Durante la época de la colonia, la diferencia entre indios y españoles fue


marcada por la necesidad de los últimos de legitimar su apropiación de la tierra y de
fuerza de trabajo de los nativos, apareciendo la categoría de "indio tributario".
Paralelamente, para el área de estudio se postuló la "mansedumbre" de los aborígenes y
se celebró su "mestizaje" e incorporación a la masa de trabajadores rurales de los
hacendados españoles, marcando la diferencia con los indios rebeldes del oeste
calchaquí y del chaco. En el Valle de Catamarca, la invisibilización de lo indígena-
operada por estrategias que pregonaban tanto su extinción como su mestizaje—fue
necesaria para construir un enclave o locus espailol donde fundar lajurisdicción y desde
la cual conquistar a "otros" indios más belicosos que habitaban en el oeste y en el este.

No minimizamos con esto la existencia e incidencia de matanzas y de mezclas.


Afirmamos empero que procesos equiparables han funcionado con lógicas hipogámicas
que no hacían caer por completo las marcas de aboriginalidad, y que a menudo las ideas
de extinción fisica confunden desplazamientos poblacionales con desaparición, y
subestiman los corrimientos geográficos de las poblaciones y las fluctuaciones de las
fronteras sociales, introduciendo fisuras radicales para dar cuenta de etnogénesis y
procesos de formación de grupo complejos. Desde una perspectiva centrada en
desnaturalizar dispositivos ideológicos de explicación, resulta interesante el contraste
entre la idea de sociedad folk a través de la cual Robert Redfleld da cuenta del
campesinado de un país como México que ha hecho de la ideología del mestizaje un
tropo maestro del discurso de formación de nación que enfatiza su raigambre indígena,
y el concepto equivalente usado por Cortazar que justamente destaca la preeminencia de
lo hispano (Blache 2002), en un país como Argentina cuya ideología nacional
menosprecia el mestizaje para explicar la conformación de un país que, desde su centro
simbólico, sejacta de ser homogéneamente blanco y europeo (Briones 2002).

En este marco, entonces, lo sugestivo es que, si bien algunos lugareños


reconocían que los indios habían sido los primeros habitantes del área, otros
directamente señalaron que los origenes de los pueblos y puestos estuvieron referidos a
la llegada de los conquistadores. Además, se marcó la transformación de los puestos en

295
pueblos en virtud de los procesos de modernización impulsados por el estado provincial,
como hito de la integración a la comunidad imaginarizada provincial que se jactaba de
su prosapia colonial y que confinaba las raíces indígenas a la prehistoria de Catamarca.
Asimismo, en ocasión de argumentar la legitimidad de sus derechos sobre las tierras,
aquellos lugareños que no eran hijos de inmigrantes remitieron a sus antepasados
españoles, silenciando cualquier posible línea genealógica de descendencia indígena.
En otros casos, los lugareños descendientes de antiguos criollos que integraban la
población rural "más pobre" hicieron referencia a una posible filiación "indígena", pero
estableciendo una distancia tanto temporal, corno espacial y cultural con los indios "de
antes" y "de allí". Los habitantes locales, re-centrando la retórica modernista
decimonónica, por un lado, etnicizaron las diferencias, señalando que ahora ya eran
"indios civilizados"; y, por otro lado, racializaron a los indios más "puros",
caracterizándolos por sus rasgos fisicos como feos y no humanos.

En este sentido, se podría argumentar que la ideología nacional del


"blanqueamiento" (Briones 2002) fue re-centrada en los relatos locales. Pero también,
además de esta retórica hegemónica que invisibiliza al componente indígena y refuerza
el hispano de la "matriz hispano-indígena", los pobladores re-centraron una retórica
nostálgica que asociaba ciertas costumbres "indígenas" con el folklore de las áreas
rurales marginales de la provincia. Así, en contraposición al modelo de nación
hegemónico en Argentina que niega el "mestizaje" y su historial precolombino yio
colonial (Briones 2002), algunos de los relatos sobre el pasado que hemos analizado
articularon una particular geografia local de la inclusión—que también se extiende a
algunos modelos del "ser" provincial—, que resaltaba la hibridación en la cultura
catamarqueña entre las "viejas culturas" prehispánicas y las familias coloniales. De este
modo, algunos lugareños del valle de Catamarca valoraron positivamente el esfuerzo
para trabajar el campo equiparando dos momentos del pasado local: el de los
"indígenas" y "la época de la gente de antes", es decir, sus padres y abuelos.

Estas construcciones locales o "desde abajo" de las diferencias culturales se


enmarcaron en la geografia estatal de la diversidad que naturalizó al "ser" provincial,
desmarcando las diferencias culturales entre el "patriciado" provincial, los grupos
subalternos rurales y urbanos, y los "inmigrantes" ultramarinos que llegaron a fines del
siglo XIX y principios del XX. Durante la época de la conformación y consolidación de

296
los estados nacional y provincial, la matriz hispano-indígena marcó más su ascendencia
hispana que indígena. Sin embargo, mientras que los indios son sedimentados en el
pisado anterior a la nación—operando una estrategia de negación del "mestizaje" y de
celebración del "blanqueamiento" (Briones 2001 y 2002) --- en la provincia de
Catamarca lo "indígena" del "mestizaje" es a veces celebrado como las "raíces" de las
"viejas culturas", de la "viejada", constituyendo una marca de distintividad regional
frente a la región de la pampa húmeda. De esta forma, se complejiza aún más el mapa
nacional de la diversidad en la medida en que—además de los clivajes de raza, etnia,
género y clase—se trazan- fronteras que marcan la desigualdad regional dentro de una
nación que se imagina homogénea desde Buenos Aires.

Este clivaje regional también opera al interior de las provincias "del interior".
Así, en el valle de Catamarca ciertos rasgos culturales "autóctonos"—que devinieron de
indígenas en folklóricos y "provincianos"—fueron atribuidos a la población rural y
marginal, a diferencia de las familias "patricias" que residían en la ciudad capital. Los
lugarefios no marcaron la desigualdad entre la élite y el resto de la población en
términos étnicos o raciales, sino a partir de las relaciones de patronazgo. Paralelamente
la alianza entre las familias "patricias" provinciales y los inmigrantes de fines de siglo
fue invisibilizada, mientras que la frontera con las poblaciones rurales y marginales
marcaba las diferencias entre los de la ciudad, más cosmopolitas y civilizados, y los del
campo, más provincianos y bárbaros, quienes posiblemente mantenían aún costumbres
más vinculables con lo indígena.

Así, en el área de estudio, el mapa de identidades posibles se caracterizó por


visibilizar locus de adscripción diferenciales que variaban según la estratificación social
de distintos contingentes poblacionales, y por invisibilizar las diferencias culturales
entre ellos. La preexistencia de una separación radical de la "viejada" local entre los
"dones" y el resto de la población conformada por "capataces", "jornaleros",
"sirvientes" y "criados" minimizó inicialmente la diferencia entre éstos y los
inmigrantes "turcos" e italianos que se radicaron en la zona a principios del siglo XX.
Por otra parte, las líneas de movilidad social se fueron habilitando selectivamente para
los descendientes de los inmigrantes y de los "capataces", quienes se convirtieron en los
"nuevos ricos" en las décadas siguientes. Aunque tanto el proceso homogeneizador de
la nación corno el de la provincia de finales del siglo XIX operaron silenciando las

297
diferencias étnicas y marcando el clivaje de clase—pensado y diacritizado no sólo en
términos económicos sino también culturales, educacionales y político-económicos—,
lo cierto es que la nación en general tendió a pensarse como homogéneamente blanca y
europea, mientras la identidad provincial no se construyó sobre la teoría del "melting
pot" o crisol de razas (Briones 1998 a) que sí caracterizó a la identidad nacional. Si bien
hemos visto que las diferencias con los inmigrantes ultramarinos fueron minimizadas,
esto no implicó postular un modelo hegemónico de provincia que anclara su identidad
en las costumbres europeas como plantea Briones (2001 y 2002) para la nación
argentina. Antes bien, a nivel local y provincial los inmigrantes se integraron en una
élite preexistente que anclaba sus orígenes en la historia colonial.

Briones sostiene que, a nivel nacional,


un difundido aserto del sentido común "nos recuerda" que los argentinos
"venimos de los barcos ", buscando así convencernos de que la "bondad"
sociológica de nuestro "pueblo" más bien tendría un basamento exclusivamente
ultramarino (2002:6, comillas en el original).
Sin embargo, si pudiéramos construir una frase homóloga para el sentido común
provincial, diríamos que los catamarqueños no "vienen de los barcos de los
inmigrantes" sino, más bien, de "los barcos de los conquistadores españoles".

Las geografias nacionales, provinciales y locales de inclusión-exclusión de la


diversidad pueden divergir o convergir en distintos momentos históricos. Durante el
siglo XX volvieron a solaparse, particularmente durante los dos primeros gobiernos
peronistas. En ese momento, las maquinarías territorializadoras habilitaron para los
pobladores locales lugares de identificación de clase como "trabajadores" en
consonancia con las políticas nacionales de integración ciudadana de mediados de siglo
y por la injerencia de distintos niveles de estatalidad en la vida cotidiana rural. La
conformación de áreas semi-urbanas en el campo signó la integración de su póblación a
una nueva ruralidad que reproduciría la dualidad campo-ciudad entre los habitantes de
los puestos y de los pueblos rurales. Pero también aparecieron nuevas
territorializaciones que llevaron a homogeneizar las diferencias entre las élites y los
subordinados locales, conllevando la marcación de un colectivo como trabajadores del
campo y delineando fronteras con quienes fueron beneficiados por las políticas de
desarrollo. Pero estos otros no eran solamente alóctonos, sino que también fueron

298
"otros" locales, motivo por el cual los habitantes que se consideraron "víctimas" del
desarrollo reivindicaron su situación idealizando un pasado de. "autosuficencia
campesina" sin apelar a su ascendencia. indígena. Así, este período se caracterizó por
una profundización de la invisibilización de lo "indígena" en la zona de estudio, ante el
supuesto naturalizado de que la civilización primero, y la modernidad después
difuminaron los posibles vestigios de tradiciones autóctonas tanto rurales como
indígenas.

Entonces, en el área del Valle de Catamarca, si bien sus habitantes sufrieron


sucesivas injusticias que conllevaron a una situación de exclusión basada en la
intersección de clivajes variados, la explicación nativa sobre dichos procesos ordena las
diferencias entre los otros internos más desde un clivaje de clase que desde un clivaje
étnico o racial. Las diferencias culturales entre inmigrantes, indígenas y criollos
considerados como la fragua del "melting pot" argentino (Briones 2001) son
minimizadas. Sin embargo, existen diferencias en la posibilidad de integración de estos
grupos a la comunidad imaginada provincial y nacional "blanca", "europea" y
"moderna". Lo "indígena" es invisibilizado y excluido como "bárbaro" frente a lo
"hispano" civilizado. Mientras que el sustrato "inmigrante" es invisibilizado pero
incluido por haber aportado al procéso civilizatorio. Sin embargo, a diferencia de lo que
ocurre a nivel nacional, los inmigrantes no son marcados corno las "raíces" de la
identidad provincial sino como un "injerto" en el "árbol madre" de raigambre colonial.

De esta forma, la filiación a los "antepasados" aborígenes en la zona de estudio


se ve truncada por usos del pasado locales que privilegian el sentimiento de devenir de
otros colectivos (españoles, élites locales) cuyá pertenencia es privilegiada desde las
geografias hegemónicas de inclusión tanto a nivel provincial como nacional. El
distanciamiento genealógico de lo indígena, entonces, ha apelado a dispares estrategias.
Primero, se territonalizó al locus de identificación indígena en otras zonas de la
provincia. Segundo, asumiendo la presencia de indígenas en el área, se los negó como.
antecesores, rótulo con el que se patrimonializó a los españoles. Tercero, .se integró a
los inmigrantes a las élites locales, marcándoselas diferencias sociales en la zona en
términos de clase.

299
3. ¿Y por qué tendrían que considerarse indígenas ...?

Esta pregunta nos rondó a lo largo de toda nuestra investigación. El esfuerzo de


autoobjetivación y de control de la propia reflexividad fue arduo. Coincidimos con
Briones en que los investigadores,
por diversas razones, empatizamos con prácticas oposicionales que nos
mueven a hacer foco en las distintividades, o pon lógicas de confluencia que nos
llevan a apreciar más los procesos de hibridización (2001:18).
La dificultad para explicar la invisibilización de lo indígena en el área de estudio radicó
en nuestra pretensión de que la reflexividad y racionalidades nativas coincidieran con
nuestros puntos de vista. Tal cómo lo plantea Said
el punto de vista nativo, a dferencia de la forma en que a menudo ha sido retratado,
no es un hecho sólo etnográfico, no es un constructo sólo hermenéutico; es en gran
medida una resistencia continua y controversial, prolongada y sostenida, a la
disciplina y a la praxis de la antropología misma (1996:48-49).

Somos concientes de la elusividad de nuestro problema de investigación, así


como de los supuestos que nos motivaron a preguntamos por qué los habitantes locales
no eran (exo-endo) marcados como indígenas. Veíamos condiciones de desigualdad
muy extremas en las áreas rurales de la provincia de Catamarca. En este sentido, el
fuerte ajuste estructural neoliberal en nuestro país desde la década de 1990 provocó una
crisis agraria, que se tradujo en una mayor vulnerabilidad de los productores
agropecuarios debido a las medidas desregulatorias adoptadas. Si bien diversas políticas
del Estado se dirigieron a mitigar estos efectos, Teubal y Rodríguez (2001) argumentan
que contribuyeron a un mayor deterioro de los agricultores marginalizados. Frente a este
ajuste estructural, diversos sectores del agro argentino se movilizaron en distintas
formas de protesta social (Giarracca et al. 2001). En Catamarca, hemos estudiado una
movilización de los habitantes, de El Bañado que tuvo lugar en 1997 (Pizarro 2000). A
fines de la década de 1990, los tabacaleros del este catamarqueño se movilizaban para
reclamar por el precio del tabaco. En el año 2002, en el departamento de Antofagasta de
la Sierra, un grupo de habitantes realizaron un piquete como forma de protesta ante las
pretensiones del gobierno provincial y nacional de crear un área protegida en la zona. A
principios del 2004, un grupo de localidades ubicadas al sur del departamento Capayán

300
iniciaron acciones legales contra un empresario que había comprado las tierras que
utilizaban para actividades extractivas ,y de pastoreo.

Ante estas situaciones de injusticia, nos preguntábamos si no era factible que.


estos grupos marginales • aprovecharan la nueva geografia de inclusión que,
aparentemente, el estado argentino está queriendo ensayar desde 1994 cuando se
reconocieron los derechos de los pueblos indígenas. Vimos no sin ciertas expectativas la
re-emergenci.a en Catamarca de identidades indígenas en Los Morteritos, localidad
ubicada cerca de los Valles Calchaquíes de la provincia. Sin embargo, durante este
proceso de conocimiento, fuimos abandonado gradualmente nuestra postura romántica,
a la par que tomábamos conciencia de un supuesto que, si bien esgrimíamos desde
nuestra lógica teórica, no lográbamos hacerlo carne en nuestra práctica. Concretamente,
nos dimos cuenta de que la identidad no es 'una construcción que se realiza de la nada.
Las experiencias históricas de los grupos subalternos, así como las formas en que ellos
se articulan en formaciones sociales particulares, son constituyentes de las condiciones
de posibilidad de emergencia de ciertas identidades y no de otras.

Pero también hemos llegado a la conclusión de que las identidades subalternas


son tan problemáticas como las lógicas hegemónicas. Así, en el caso del área que hemos
estudiado, si bien la identidad indígena fue históricamente invisibilizada, existen ciertas
ambigüedades que' dan pistas de la no sutura de las pretensiones de uniformidad de la
comunidad imaginada provincial. En Coneta, Miraflores y El Bañado, lo indígena
fantasmagórico amenaza desde la toponimia, las costuiTibres, la tierra y la historia.

4. La (in)visibilización de lo indígena en el Valle de Catamarca revisitada

Cabría preguntarse entonces si la desmarcación e invisibilización de lo indígena


en el valle de Catamarca podría, en el contexto de la larga duración, ser parte de una
etapa "negativa" del proceso de etnogénesis. Entendiendo pór éste al
procesó histórico en el cual categórías étnicas de adscripción hón sido
creadas, utilizadas, transformadas, recicladas, invisibilizadas o socialmente
neutralizadas para colectivos sociales que a su vez se transforman, articulan y
rearticulan en torno a ellas durante ese proceso (Escolar 2003:13).

301
Desde esta perspectiva, se puede argumentar que la etnogénesis no es sinónimo de
emergencia, siendo esta última una etapa de un proceso mayor en la cual la dinámica
por la cual ciertos contingentes sociales que habían estado insertos en estados-nación se
comunalizan y adquieren una autoconciencia étnica que los lleva a marcarse como
diversos de la sociedad encapsulante.

Pensar a grupos invisibilizados desde la teoría de la etnogénesis implica abrevar


en los sentidos latentes y fantasmagóricos de las des-marcaciones identitarias,
cuestionando el tradicional análisis de los procesos unidireccionales de articulaciones
identitarias étnicas de contingentes sociales no étnicos. Tal como argumenta Escolar
(2003), el proceso de etnogénesis comprende tanto a los momentos "positivos" de
afirmación de identificaciones culturales a través de su etnicización o racialización,
como a los procesos "negativos" de invisibilización, desmarcación o pérdida de
vigencia de términos o representaciones étnicas como categorías sociales Esta
concepción explicaría los momentos de latencia o momentos liminales (Hickerson
1996) que preceden a las aparentemente rápidas emergencias de las autoadscripciones
indígenas.

Esta mirada nos permitiría acercarnos a las dinámicas de mayor elusividad


"referencial" como las del caso de estudio, en donde las adscripciones indígenas se
subliman en representaciones asociadas a colectivos y pertenencias de otra índole o
escala, como la región (el oeste "calchaquí"), la clase ("jornaleros", "críados"), o la
diferenciación con otros internos más tolerables ("los inmigrantes").

Sin embargo, resultaría aventurado postular que la invisibilización de lo indígena


en el valle de Catamarca podría constituir una fase liminal de un proceso de
etnogénesis. Si se considera a la emergencia indígena como un proceso que abarca tanto
los momentos de "emergencia" y de "visibilización" de sujetos específicos como los
momentos en que estos colectivos han "desaparecido" o se han "invisibilizado", el
análisis a posteriori de la "cocina" de la visibilización de los invisibles permite trazar los
lazos entre el período negativo y el positivo, tal como lo realiza Escolar (2003) para el
caso de los huarpes. En nuestro caso, el análisis de los momentos de invisibilidad sólo
nos permitió mostrar algunos referentes posibles, pero no nos habilita para predecir un
pasaje de la invisibilidad a la emergencia. Este pasaje dependerá tanto de que la

302
operatoria de nuevas maquinarias de diferenciación y territorializacióti de las geografias
estatales de inclusión-exclusión en un contexto de época que pone en valor la diversidad
cultural; y de que las transformaciones en las movilidades estructuradas preexistentes
que venían estando disponibles para los sujetos, tornen factible dicha emergencia.

303
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MAPA 2
PROVINCIA DE CATAMARCA

PROVINCIA DE SALTA

Á
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PROVINCIA DE
TUCUMÁN
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LA RIOJA
PROVINCIA DE
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1-San Femando del Valle de Catamarca
2- DEPARTAMENTO FRAY MAMERTO ESQUIÚ Recreo
Fray Mamerto Esquiú -

0 Zona De Ja Puna LAPAZ

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O
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Zona Oeste
Zona Centro
0 Zona Este
PROVINCIA DE CÓRDOBA

ESCALA: 1:2.500.000

Calco: Rodríguez de Zar, M. y G. López.1999. Atlas geográfico de la provincia de


Catamarca. 10 etapa: cartografía básica". En: Revista de Ciencia y Técnica. 6,8: 1-30. UNCa.
MAPA 3

PROVINCIA DE CATAMARCA

PROVINCIA DE SALTA

tu
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TUCU MÁN
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PROVINCIA DE
LA RIOJA PROVINCIA DE
SANTIAGO DEL
ESTERO
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Atacamas
() oiaguitas

() Juries - Lules - Tonocotes

PROVINCIA DE CÓRDOBA

ESCALA 1:2.500.000

Elaboración Propia

Poblaciones Indígenas en la época de la conquista - Siglo XVI


MAPA 4
LOCALIDADES DEL AREA DE ESTUDIO

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Fuente: elaboración propia


- MAPA 5: Mapa de la República Argentina.
Compilado por el Dr. Petermami y editado por el Dr. Burmeister en 1875.
Fuente: Boletín de la Academia Nacional de Ciencias. 1966. Córdoba.

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MAPA 6: Fragmento del Mapa Geológico del Interior de la República Argentina.


Dr. Brackebush. 1891.
Fuente: Actas de la Academia Nacional de Ciencias, Tomo VII. Córdoba.

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