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Referentes Técnicos Organización Curricular 17-27
Referentes Técnicos Organización Curricular 17-27
Referentes Técnicos Organización Curricular 17-27
Organización
curricular
y pedagógica
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otenciar el desarrollo integral de los niños y las niñas en la educación inicial, ge-
nera retos en la manera de organizar curricular y pedagógicamente los procesos
que se llevan a cabo en los escenarios educativos. Dicha organización se convier-
te en el horizonte de trabajo para las maestras en su cotidianidad, y constituye un
marco de referencia amplio y flexible, que reconoce la singularidad de los niños y las
niñas, su diversidad cultural, étnica, social y territorial.
3 Es importante señalar que la educación inicial atiende de manera amplía a propósitos que atañen a la promoción del desarrollo integral de los niños
y las niñas, así como a la generación de las condiciones necesarias para responder a la disminución de desigualdad e inequidad a través del mejo-
ramiento de la calidad, las posibilidades de acceso y permanencia en las modalidades y escenarios educativos con que cuenta el país. Al respecto, el
Documento No. 20 de los Referentes técnicos para la educación inicial en el marco de la atención integral (Ministerio de Educación Nacional, 2014),
plantea los acuerdos nacionales en torno al Sentido de la Educación Inicial, que incluyen los propósitos aquí enunciados, entre otras consideraciones
que tocan con el desarrollo humano y social del país.
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El cómo se potencia tiene que ver con la manera en que las maestras construyen sus
propuestas alrededor de las experiencias y ambientes, que enriquecen las estrategias en
las que participan las niñas, los niños y las familias, teniendo claras las intencionalida-
des pedagógicas. De manera específica, estos elementos se delimitan en la organización
de la práctica pedagógica que orienta el quehacer diario de las maestras de educación
inicial.
En lo que sigue de este capítulo, se profundiza en las ideas señaladas y en las for-
mas como se articulan para dar cuenta de la organización curricular y pedagógica de la
educación inicial.
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a educación inicial y preescolar está llamada a promover tres propósitos esencia-
les al desarrollo y aprendizaje de los niños y las niñas, que garantizan relevarlos
como protagonistas, y situarlos en el centro de la práctica pedagógica, y que son
comunes a las construcciones que se realizan en el marco de las modalidades
de educación inicial y de las instituciones educativas para la primera infancia. Estos
propósitos, son el horizonte de la organización curricular y pedagógica y constituyen el
conector que articula el trabajo que lideran cotidianamente las maestras alrededor de
la indagación, proyección, vivencia y valoración de su práctica:
Los niños y las niñas construyen su identidad en relación con los otros; se sienten
queridos, y valoran positivamente pertenecer a una familia, cultura y mundo.
Los niños y las niñas son comunicadores activos de sus ideas, sentimientos
y emociones; expresan, imaginan y representan su realidad.
La construcción de identidad es el proceso que les permite a las niñas y a los niños
tomar conciencia sobre la importancia de ser sujetos únicos, con rasgos distintivos
como el género, la edad y la pertenencia a un grupo étnico, una familia y una cultura.
A este proceso de construcción de la identidad individual, se articula el desarrollo de la
identidad colectiva, que “presupone que los niños y niñas cuentan con espacios de par-
ticipación en la cultura a través de los cuáles apropian los saberes y prácticas sociales
ampliando su capacidad de acción en el entorno.” (Bejarano y Sánchez, 2014, p. 133)
La comunicación es el proceso que permite la interacción de los niños y las niñas con
los pares y con los adultos, acude a los usos de las diferentes expresiones artísticas, de las
palabras y los silencios, los gestos, las proximidades corporales, las miradas, la lectura, la
escritura y todo aquello que permite y facilita compartir ideas, sentimientos y emociones
sobre la realidad en la que los niños y las niñas crecen. Cuando se habla de comunicación
se está haciendo referencia a la posibilidad de participar en interacciones sociales en las
que se construyen y comparten significados de manera verbal y no verbal. En ellas, los
niños y las niñas comprenden las reglas que rigen los intercambios entre las personas,
aprenden a relacionarse y de esta manera construyen su identidad social. Además de esto,
la oportunidad de expresar sus preguntas, necesidades, temores, sueños, alegrías, interpre-
taciones de los sucesos, tomar decisiones y construir colectivamente objetivos y acuerdos.
Los espacios de expresión artística son esenciales porque permiten a los niños y las niñas
vivir, conocer y disfrutar diversas posibilidades estéticas, ampliar sus alternativas para crear,
construir y conectarse con la cultura y su realidad4. Así mismo, son posibilidades de dar
forma a lo intangible, ya que, al pintar, transformar la materia, cantar, moverse, dibujar o
jugar con la producción de los sonidos, reflejan sentimientos, ideas, imágenes y expresiones
espontáneas que se convierten en manifestaciones de la realidad de los niños y las niñas.
4 El arte hace parte de la vida, del crecimiento y del desarrollo de los niños y las niñas, permite otras formas de conocer el mundo, de conocer a los otros
y a ellos mismos, amplía y renueva las formas de expresión y comunicación (Instituto Distrital de las Artes, 2015).
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En las experiencias cotidianas, los niños y las niñas exploran el mundo natural, de
los objetos y social, y esto los lleva a plantear hipótesis y hacer inferencias acerca de
ellos. Desde “su dominio sensorial y perceptivo, los niños y las niñas exploran con su
cuerpo y, en la medida que adquieren mayor autonomía en sus movimientos, se des-
plazan por diferentes espacios, ampliando sus posibilidades de exploración” (Ministerio
de Educción Nacional, 2014e, p. 13); a partir de allí construyen sus propios plantea-
mientos y conocimientos. Al tocar, oler, probar, oír y mover los objetos, descubren sus
propiedades físicas, crean e intentan nuevas exploraciones que se convierten en formas
de leer su realidad y de apropiar las herramientas culturales de su grupo social. Utilizan
y transforman lo que hay en el medio para identificar, comparar, contar, relacionar, ubi-
car, asociar, clasificar, crear situaciones y proponer alternativas de solución a problemas
cotidianos, a partir de sus conocimientos e imaginación.
Los niños y las niñas siempre están observando, indagando por lo que sucede a su al-
rededor y se preguntan el porqué de los sucesos familiares, así como de los fenómenos
naturales. De allí que se interesen en saber la razón por la que mamá está triste o por
qué llueve. Entonces plantean sus propias hipótesis, hacen sus propias indagaciones y
crean posibles soluciones o explicaciones, que pueden desembocar en nuevas pregun-
tas y temas de interés.
En este sentido, se puede afirmar que los niños y las niñas construyen sus propias
“teorías-en-acción”, a partir del encuentro entre sus ideas e interpretaciones sobre los
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os campos de experiencia son los espacios de encuentro que resultan de la viven-
cia de la práctica pedagógica, en la que participan las niñas, los niños, las maes-
tras y las familias. Se configuran desde las interacciones entre ellos y ellas, y en
relación con las propuestas pedagógicas y educativas que las maestras proyectan, y
que permiten movilizar el desarrollo y el aprendizaje de los niños y las niñas de manera
intencionada, es decir, desde la mediación de la maestra que tiene como base el saber
pedagógico.
Mientras un niño o una niña vive una experiencia, lo hace con todo su ser, se ponen
en juego su corporeidad, sus emociones y los conocimientos que ha construido previa-
mente, la manera en que se relaciona con los otros y con el espacio. Así, la experiencia
es el proceso que posibilita su desarrollo y con él la construcción de conocimiento, ya
que moviliza vivencias que son irrepetibles y que dejan huellas únicas, que lo transfor-
man de manera singular5 (Bárcena, Larrosa, y Mélich, 2006).
Los campos de experiencia tienen en cuenta la integralidad del desarrollo de los ni-
ños y las niñas y son una propuesta que da cuenta de la organización curricular a partir
de tres aspectos centrales:
5 De acuerdo con Larrosa, la experiencia siempre es subjetiva y singular, por ejemplo, “…si todos nosotros leemos un poema, el poema es, sin duda, el
mismo, pero la lectura es en cada caso diferente. Por eso podríamos decir que todos leemos y no leemos el mismo poema. Es el mismo desde el punto
de vista del texto, pero es distinto desde el punto de vista de la lectura” (2006, p. 101). De modo que “…la experiencia es siempre experiencia de
alguien o, dicho de otro modo, la experiencia es, para cada cual, la propia, la que cada uno hace…” (2006, p. 90).
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El saber pedagógico.
Las interacciones.
Vistas como las relaciones que naturalmente establecen los niños y las ni-
ñas con los seres que les rodean y los ambientes físicos, sociales y culturales
en los que ocurre su desarrollo, y que pueden enriquecerse para promover
experiencias de aprendizaje en el marco de la apropiación cultural. Son las
que posibilitan la curiosidad, las preguntas y la acción del niño y la niña,
les permitan tomar la iniciativa y los impulsa a construir sus comprensiones
sobre la realidad del mundo al que llegan a hacer parte y a involucrarse en él
activamente (Berger y Luckmann, 1993). Se materializan en el escenario de
la vida cotidiana, a través de los encuentros cara a cara que sostienen entre
ellos, con sus familias, maestras y todos los actores de sus comunidades que
dan vida al mundo social; y por medio del acercamiento a los referentes de la
cultura, que dan cuenta de las creaciones de otros que también han buscado
apropiarse el mundo.
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En el momento en que se conecta el saber pedagógico con los referentes sobre el desarrollo y
el aprendizaje de los niños y las niñas, y las interacciones que se viven en la cotidianidad de la
educación inicial, la maestra posibilita la vivencia del campo de experiencia, guiado por la inten-
cionalidad explícita de potenciar el desarrollo. El reto está, entonces, en hacer que converjan estos
tres elementos en medio de la práctica pedagógica.