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Kant, Lo Bello y Lo Sublime, Pt. 5

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Kant 5

OK, pues ya hemos avanzado bastante en nuestro análisis. A


estas alturas sabemos que los juicios de gusto son desinteresados,
universales, encierran una finalidad sin fin, y son necesarios.
Todo eso está en la parte del libro que se llama “La analítica de
lo bello”. Lo que sigue en el texto es la sección sobre el análisis
de lo sublime, pero lo vamos a saltar de momento e ir a una
sección que se llama “La deducción de juicios estéticos puros”
ya que aquí Kant sigue con el tema de lo bello y plantea unas
cuestiones importantes e muy interesantes. Hasta ahora, lo que
ha dicho sobre lo bello tiene que ver con el lado del sujeto, de
experimentar una obra de arte y juzgarlo bello. En este vídeo
veremos lo que dice sobre el lado del objeto, de la obra de arte
en sí y su creación.
Empezamos en la sección 43 que se llama “Sobre el arte en
general”. Kant nos ayuda en entender las particularidades de la
obra de arte al distinguirla de lo que no es. La distingue de la
naturaleza, la ciencia, y el oficio.
Primero la naturaleza. Vean este panal de abejas o éste de
avispas. ¿Son bellos, ¿no? Para Kant, objetos de la naturaleza
pueden juzgarse como bellos pero advierte que no son obras de
arte. Sólo aquellos objetos producidos libre y deliberadamente
pueden considerarse arte. El panal es un producto, pero lo
califica de un mero efecto de la naturaleza, en este caso algo
efectuado por el instinto de las abejas. El producto que
llamamos arte es una obra (opus en latín), resultado de un
proceso libre y racional.
Pero todo el trabajo racional de los humanos no termina en
obras de arte, y por tanto Kant distingue arte de ciencia, al igual
que distinguimos poder de saber, y habilidad práctica de
habilidad teórica. Dice que no llamamos arte aquello que se

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puede hacer en cuanto sólo se sabe que es lo que se quiere. A


un químico le pido una solución de ácido acético (vinagre).
Sabe en que consiste este líquido y ese conocimiento es
suficiente para que lo haga. El líquido que me entrega no es por
tanto una obra de arte. Pero si le pido un poema de amor,
conocimiento del objeto que deseo no basta para que lo haga.
Finalmente, distingue el arte del oficio. Tengo un bueno
amigo pintor. Una vez le encargué una pintura del Buda. Le
enseñé varias representaciones que había encontrado en internet
y en base a ellas le dije cómo quería que quedara. Me dijo,
“Darin, te quiero mucho, pero esto no lo puedo hacer. Bueno,
puedo hacerlo, pero no me gusta. Prefiero que salga de mi
imaginación.” Mi amigo expresó la idea tras esta distinción de
Kant. El arte que se hace por oficio, o el arte mercenario, es algo
que consideramos trabajo, una labor, un medio hacía un fin
(normalmente dinero). El arte libre en cambio es, como quien
dice, su propia recompensa. Al crear la obra el artista se siente
en una especie de juego dice Kant. Esta sensación de juego es
posible porque la actividad es libre.
Nuevamente, Kant insiste en el carácter libre de la creación
artística. Cualquier cosa que huele a mecanismo o obligación
produce un objeto, pero no es arte. Sin embargo, por importante
que sea la libertad, la creación de una obra no se hace en un
vacío sino en el contexto de cierto mecanismo que impone
restricciones, como la prosodia o métrica en la poesía. Si la
poesía no tuviera la métrica, acabaría siendo prosa. Como dice
el dicho, es bueno tener una mente abierta, pero no tan abierta
que cae al suelo!
Ahora bien, saltando a la sección 45, vemos que Kant habla
nuevamente del arte y la naturaleza. Acabamos de ver que

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distingue los dos, pero aquí dice algo que parece contradecir
eso. Cuando experimentamos una obra de arte, estamos
conscientes de que es arte, producto de una actividad humana.
Al mismo tiempo, sin embargo, debería parecerse como
producto de la naturaleza, o sea, como algo libre de toda
coerción o aplicación de reglas. Todos hemos visto pésimas
actuaciones, como las que suelen salir en las telenovelas. [Clip]
Nos pueden gustar las telenovelas por diversas razones pero no
por razones estéticas. Una buena actuación es una que parece
natural, creíble, como si la estuviéramos viendo en vivo. En una
buena película, a pesar de saber que es una representación
artística y no real, nos engancha y nos perdimos en el trama. Sea
en el cine, la pintura, o la literatura, un mal artista se apoya
demasiado en las reglas de composición. Sigue una fórmula y la
obra, cuando la termina, no es más que una bola de clichés,
cosa que violenta nuestra experiencia y nos aburre (o provoca
risa como en el clip que vimos). Todo artista, dice Kant, tiene
una intención al hacer una obra, pero esa intención no debería
hacerse patente. Al examinarse una buena obra de arte puede
verse que obedece con rigor ciertas reglas. Es sólo que no
debería hacerlo de forma que el esfuerzo se note. Como dice
Kant, "la forma académica no debería transparentarse; no debería
haber señal alguna de que las reglas las ha tenido el artista ante
sus ojos y han puesto cadenas a sus facultades del espíritu."
Cualquiera que haya intentado escribir un poema o pintar
un retrato sabe lo difícil que es lograr ese efecto de naturalidad.
¿Puede uno tomar clases, practicar muchos años y llegar a ser un
Picasso o un Beethoven? ¿O más bien reside este talento de
forma innata? Kant opta por la segunda opción. Genio, dice
Kant, es el talento (dote natural) que da la regla al arte. Es

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innato, no logrado, por lo que el arte bello es producto más de la


naturaleza que del hombre. De hecho, dice que genio es la
predisposición mental innata mediante la cual la naturaleza da la
regla al arte.
Dado que la mayoría no son grandes compositores o
poetas, tendemos a atribuir estatus elevado a los que los son.
¿Pero en que razón basa Kant esta idea casi metafísica del genio
como vehículo para la expresión de la naturaleza? Lo explica de
la siguiente manera. Todo arte presupone reglas. Como
ejemplo, el Museo Guggenheim en Bilbao, España. Es una obra
de arte pero está basado en reglas que podrían explicitarse. O
sea, otro arquitecto estudiándolo podría reproducirlo. El
problema es que el concepto de arte bello no permite que un
juicio sobre la belleza de su producto sea derivado de regla
alguna que tenga un concepto como su base de determinación.
Es decir, al juzgar el objeto, no podemos recurrir a ningún
concepto de la manera en que el producto es posible. Por eso,
Kant concluye que el arte bello no puede producir la regla
mediante la cual su producto se realiza, sino sólo la naturaleza
actuando en el sujeto que da la regla al arte.
Kant deriva de esto unas consecuencias interesantes. 1. Lo
que el artista de verdad hace no es una habilidad que puede ser
aprendida al seguir alguna regla, sino que consiste en un talento
para producir algo por el cual ninguna regla determinada puede
darse. Por tanto, la cualidad más importante del genio es la
originalidad. 2. Pero no basta que el genio sea simplemente
original ya que cualquier tontería también lo puede ser. Así que,
lo productos del genio tienen que ser modelos, es decir,
ejemplares. Sirven como estándar o guía para que otros refinen
su gusto y su capacidad de juzgar. Y 3. ¿Se acuerdan de Platón

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echando los artistas de la república? La razón que dio hace tanto


tiempo es la misma que Kant da aquí. El genio no puede
describir científicamente cómo realiza sus productos. No puede
comunicar a otros preceptos que les permitirían realizar
semejantes productos, porque el genio mismo desconoce los
preceptos. Por tanto no puede hacer un plan de trabajo para
realizar X número de obras en X tiempo. Cómo decía Platón,
tiene que esperar la inspiración de las musas, o en términos de
Kant, de la naturaleza.
En sección 47 Kant profundiza en el tema del aprendizaje y
la imitación. Lo que el genio hace es lo mas lejos posible de un
espíritu de imitación. No imita sino genera de forma original. Es
por eso que el talento del genio tiene que ser innato y no
aprendido porque el aprendizaje no es más que la imitación.
Hoy en día, cuando alguien piensa en un genio, piensa casi
siempre en alguien como Albert Einstein. Es el icono por
excelencia de lo que significa ser genio. Pero en esta sección
Kant plantea que no es así. Para él, alguien como Homero es un
genio. De hecho, hay más diferencia entre Homero y Einstein
que entre Einstein y una persona común y corriente, digamos
este cajero.
¿Pero cómo es posible? Si Kant hubiera conocido a
Einstein, habría dicho sin duda que tenía una mente
extraordinaria, mucho más allá de lo común. Pero el punto es
que todos los descubrimientos de Einstein pudieron haberse
logrado también mediante el aprendizaje, mediante una
aplicación de reglas que no se distingue esencialmente de lo que
una persona diligente puede adquirir por medio de la imitación.
Así que, podemos aprender los principios a la base de la teoría
de la relatividad pero uno no puede aprender a escribir los

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sublimes versos de la mejor poesía. En otras palabras, Einstein


podría mostrar cómo tomó cada paso desde los primeros
elementos hasta las complejas entrañas de la teoría de la
relatividad, de modos que otros le podrían seguir. Pero Homer
no puede mostrar cómo sus ideas surgen y se combinan en su
mente, por la simple razón de que él no lo sabe. Por tanto, no lo
puede enseñar a nadie más.
Francamente creo que Kant se excede en este punto. Al
igual que un genio artístico, Newton y Einstein no pueden hacer
un plan de trabajo para hacer descubrimientos. Lo que sí
pueden hacer de forma deliberada es una serie de observaciones,
pero luego, la hipótesis que da sentido a todas ellas y las explica
viene en un momento de insight, un flachazo. Esto, diría yo, es
parecido a la inspiración en el arte. Posteriormente, pueden
demostrar de forma deductiva cómo todo se relaciona paso por
paso, pero al igual que el artista, no pueden enseñar a otro cómo
tener un insight, cómo generar una buena hipótesis.
En fin, volviendo a Kant, dice que este talento del genio no
puede comunicarse sino que es conferido directamente a cada
persona por la mano de la naturaleza. Cuando el genio muere,
su talento muere consigo hasta que algún día la naturaleza
nuevamente dota a otra persona de la misma manera.
Para terminar, hemos visto que la naturaleza da la regla al
arte mediante el genio. ¿Qué tipo de regla es ésta? Dice Kant
que no puede expresarse en una fórmula. No puede servir como
precepto. Si fuera así, entonces un juicio sobre lo bello podría
hacerse según conceptos. Más bien, dice Kant, la regla tiene que
abstraerse de las obras que el artista ha realizado. La obra sirve
como modelo para los demás, con él que pueden probar su
propio talento. Es un modelo no para ser copiado meramente

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sino para ser seguido. Picasso habla de cómo, durante los años
de su formación, imitaba las obras de los grandes maestros,
reproduciéndolas con exactitud y fidelidad, hasta que encontró
su propio estilo. Las seguía como modelos sin esclavizarse a
ellas. En este momento del texto, Kant, de forma muy atípica,
admite que no sabe explicar algo. Dice, “Es difícil explicar
cómo esto sea posible. Las ideas del artista despiertan ideas
semejantes en su discípulo, cuando la naturaleza lo ha provisto
de una proporción semejante de las facultades del espíritu.”
Hoy en día hay muchos libros y artículos que hablan de la
innovación y la creatividad. Por lo que he leído ahí, veo que en
los más de 200 años que nos separan de Kant, no hemos
avanzado mucho. La creación artística sigue siendo misterioso.
Al menos Kant nos explicó por qué.
Bueno, con esto terminamos su reflexión sobre el arte bello
y el genio. En el próximo y último vídeo en esta serie sobre la
estética de Kant, revisaremos su análisis sumamente interesante
de lo sublime.

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