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Kant, Lo Bello y Lo Sublime, Pt. 5
Kant, Lo Bello y Lo Sublime, Pt. 5
Kant, Lo Bello y Lo Sublime, Pt. 5
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distingue los dos, pero aquí dice algo que parece contradecir
eso. Cuando experimentamos una obra de arte, estamos
conscientes de que es arte, producto de una actividad humana.
Al mismo tiempo, sin embargo, debería parecerse como
producto de la naturaleza, o sea, como algo libre de toda
coerción o aplicación de reglas. Todos hemos visto pésimas
actuaciones, como las que suelen salir en las telenovelas. [Clip]
Nos pueden gustar las telenovelas por diversas razones pero no
por razones estéticas. Una buena actuación es una que parece
natural, creíble, como si la estuviéramos viendo en vivo. En una
buena película, a pesar de saber que es una representación
artística y no real, nos engancha y nos perdimos en el trama. Sea
en el cine, la pintura, o la literatura, un mal artista se apoya
demasiado en las reglas de composición. Sigue una fórmula y la
obra, cuando la termina, no es más que una bola de clichés,
cosa que violenta nuestra experiencia y nos aburre (o provoca
risa como en el clip que vimos). Todo artista, dice Kant, tiene
una intención al hacer una obra, pero esa intención no debería
hacerse patente. Al examinarse una buena obra de arte puede
verse que obedece con rigor ciertas reglas. Es sólo que no
debería hacerlo de forma que el esfuerzo se note. Como dice
Kant, "la forma académica no debería transparentarse; no debería
haber señal alguna de que las reglas las ha tenido el artista ante
sus ojos y han puesto cadenas a sus facultades del espíritu."
Cualquiera que haya intentado escribir un poema o pintar
un retrato sabe lo difícil que es lograr ese efecto de naturalidad.
¿Puede uno tomar clases, practicar muchos años y llegar a ser un
Picasso o un Beethoven? ¿O más bien reside este talento de
forma innata? Kant opta por la segunda opción. Genio, dice
Kant, es el talento (dote natural) que da la regla al arte. Es
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sino para ser seguido. Picasso habla de cómo, durante los años
de su formación, imitaba las obras de los grandes maestros,
reproduciéndolas con exactitud y fidelidad, hasta que encontró
su propio estilo. Las seguía como modelos sin esclavizarse a
ellas. En este momento del texto, Kant, de forma muy atípica,
admite que no sabe explicar algo. Dice, “Es difícil explicar
cómo esto sea posible. Las ideas del artista despiertan ideas
semejantes en su discípulo, cuando la naturaleza lo ha provisto
de una proporción semejante de las facultades del espíritu.”
Hoy en día hay muchos libros y artículos que hablan de la
innovación y la creatividad. Por lo que he leído ahí, veo que en
los más de 200 años que nos separan de Kant, no hemos
avanzado mucho. La creación artística sigue siendo misterioso.
Al menos Kant nos explicó por qué.
Bueno, con esto terminamos su reflexión sobre el arte bello
y el genio. En el próximo y último vídeo en esta serie sobre la
estética de Kant, revisaremos su análisis sumamente interesante
de lo sublime.