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Kant y El Arte Bello Wuuu
Kant y El Arte Bello Wuuu
Kant y El Arte Bello Wuuu
ca de sus facultades1) debe dar la regla al arte, esto es, el arte bello sólo
es posible como producto del genio. (KU, AA 5: 307)
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Rodríguez Aramayo y Salvador Mas traducen “Vermögen” correctamente como
“capacidades”, me tomo la libertad de modificar su traducción en algunos términos en la
medida en que me parece facilitan la interpretación del original kantiano.
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Mis argumentos respecto a esta “vanidad” pueden encontrarse en Herrera Noguera
(2008).
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Herrera
Que puesto que también puede haber sinsentidos originales, sus pro-
ductos deben ser al mismo tiempo modelos, esto es, ejemplares; en esta
medida, que no han surgido por imitación, sino que más bien deben
servir a otros a este respecto, esto es, como patrón de medida o regla
de enjuiciamiento. (KU AA 5: 308, n.m.)
[L]os modelos del arte bello son los únicos medios de transmisión para
hacerlo llegar a la posteridad, lo cual no podría acontecer mediante me-
ras descripciones (particularmente no en las artes del discurso); y aún
en éstas sólo pueden ser clásicas las descripciones en lenguas antiguas,
muertas y en la actualidad sólo conservadas como lenguas cultas. (KU
AA 5 309-10)
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El arte ejemplar kantiano
[E]l producto de un genio (en aquello que en tal producto hay que atri-
buir al genio, no al posible aprendizaje o a la escuela) no es un ejemplo
para la imitación (pues entonces se perdería aquello que, a este respec-
to, es genio y constituye el espíritu de la obra), sino para la sucesión
por parte de otro genio, al cual, gracias al producto del genio preceden-
te, se le despierta el sentimiento de su propia originalidad para ejercitar
la libertad frente a la coerción de las reglas en el arte, de modo tal que
éste, gracias a lo mismo, se muestra como modélico. Pero dado que el
genio es un favorito de la naturaleza que aparece raras veces, su ejem-
plo para otras buenas cabezas da lugar a una escuela, esto es, a una ins-
trucción metódica según reglas, en la medida en que quepa extraerlas a
partir de aquellos productos del espíritu y de su peculiaridad; y en esta
medida el arte bello para éstos es imitación a la que la naturaleza da la
regla por medio de un genio. (KU, AA 5 318)
3
“Seremos capaces de comprender su influencia, no tanto a partir de la operación de
cada belleza en particular, sino a partir de la admiración duradera que reciben aquellos
trabajos que han sobrevivido a todos los caprichos de los modales y la moda, todos los
errores de ignorancia y envidia. [...] Y aunque los prejuicios puedan prevalecer durante
un tiempo, ellos nunca se unen para celebrar a cualquier rival del genio verdadero,
rindiéndose finalmente a la fuerza del sentimiento natural y justo.” Hume, 1993, 139 y
148, trad. mía.
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Traduzco “ejemplar” en lugar de “modélico” para destacar el término, aunque sigo
asumiéndolos como sinónimos.
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Herrera
Pero para dar esta forma al producto del arte bello se requiere mera-
mente gusto, al cual atiene su obra el artista, después de haberlo ejerci-
tado y corregido mediante múltiples ejemplos tomados del arte o de la
naturaleza, y tras múltiples intentos por satisfacerlo, a menudo fatigo-
sos, encuentra aquella forma que le deja satisfecho. De aquí que ésta no
sea, por así decirlo, asunto de la inspiración o de un arranque libre de
las capacidades del ánimo, sino de una corrección lenta e incluso peno-
sa, para hacerla adecuada al pensamiento y, sin embargo, no perjudicar
la libertad en el juego de las capacidades del ánimo. (Ak. V 312-3)5
5
Cabe notar, en contra de lo que muchas veces es sugerido como una característica de las
bellas artes, que éstas no son necesariamente placenteras durante el propio proceso
creativo.
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Cuando hablamos de “técnica”, podemos aceptar la teoría especial de Kant que evita las
leyes mecánicas, pero solo en tanto hablamos de diseños humanos que siguen un fin o
propósito que puede ser más o menos claro para el creador.
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De hecho, tratamos de ser más cuidadosos que él respecto a este tipo de libertades.
8
Ver también Meerbote, 1985.
9
No seguimos a Gombrich más a allá de una propuesta de psicología cognoscitiva que
no exige demasiados compromisos. Creemos que su análisis también se sostiene incluso
adscribiéndolo otras concepciones acerca del rol de la constitución de la subjetividad,
cosa a la cual él mismo contribuye, dando a pensar acerca de los cambios culturales y la
relación de la obra con el espectador.
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Consideramos aquí la primer caracterización hecha por Kant acerca del arte bello en el
§44 de la KU: “[El arte estético] es o bien arte agradable o bien bello. El primero,
cuando su fin es que el placer acompañe a las representaciones como meras sensaciones;
el Segundo, cuando las acompaña como tipos de conocimiento.” (KU AA 5 305)
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Traduzco “Urteilskraft” como “facultad de juzgar” y no como “discernimiento”, por
considerar que la distinción entre “Urteil” y “Urteilskraft”, y su traducción por “juicio” y
“facultad de juzgar” merece ser conservada porque introduce una distinción fundamental
en los propios términos utilizados, al margen de que la facultad de juzgar sea
legítimamente interpretable como “discernimiento”
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Cfr. Flo, 2002; Henrich, 2001.
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sigo un proceso del tipo que Arthur Danto (1986) llama de “desautoriza-
ción filosófica del arte”13, un proceso sometería al arte a una desvalori-
zación y des-sustancialización a través de una definición filosófica, aun-
que en este caso se trate de una “no definición” de la estética filosófica.
Esta estrategia puede ser considerada como parte de una de ma-
yor alcance, que incluye la “naturalización de la obra de arte”. De todos
modos, queremos sostener que aquí se da un delicado primer paso que no
se puede desconsiderar. Kant intenta mantener otra paradoja central, la
bien conocida paradoja entre naturaleza como técnica y técnica como
naturaleza. Aún así, la “purificación del ejemplar” es fundamentalmente
un movimiento naïf en esta dirección, y dice más acerca de los proble-
mas entre la percepción de Kant sobre las artes y sus necesidades sisté-
micas. La paradoja recientemente mencionada puede ser tomada, como
es esperamos mostrar en otra ocasión, como una candidata razonable
para disputarle al exitoso discurso sobre el desinterés del juicio de gusto,
el lugar donde propiamente se establecen los parámetros del arte autó-
nomo.
Figuras 1 y 2
Figuras 3 y 4
13
Cfr. Danto, 1986.
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Figuras 5 y 6
Referencias bibliográficas
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