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El - Haha - Yoga - Contemporáneo Riutort
El - Haha - Yoga - Contemporáneo Riutort
El - Haha - Yoga - Contemporáneo Riutort
Javier Riutort
Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), España
Investigador Postdoctoral Margarita Salas1
javier.riutort.heredia@gmail.com
Recibido: 03/11/2021
Aceptado: 18/04/2022
Formato de citación:
Riutort, J. (2022). “El haṭha-yoga en tiempos contemporáneos: el yoga colonial, la Escuela de Bihar
y el Yin Yoga”. Aposta. Revista de Ciencias Sociales, 94, 125-143,
http://apostadigital.com/revistav3/hemeroteca/riutort.pdf
Resumen
En este artículo muestro la transformación del haṭha-yoga a lo largo del tiempo, y en
qué medida las interpretaciones de las escuelas de yoga contemporáneas (más
terapéuticas y científicas) adoptan o no elementos del haṭha-yoga pre-moderno. Para
ello, presento, por una parte, cómo se forma el haṭha-yoga medieval, especialmente la
interpretación tántrica de los nāths. Por otra parte, expongo el desarrollo
contemporáneo: las adaptaciones pioneras de Swami Kuvalayananda y Sri Yogendra en
época colonial; el ejemplo transnacional de la Escuela de Yoga de Bihar, ya en época
post-colonial; y finalizo con una de las últimas tendencias del yoga contemporáneo: el
Yin Yoga.
Palabras clave
Haṭhapradīpikā, haṭha-yoga, Escuela de Yoga de Bihar, Yin Yoga, yoga moderno,
bindu.
1
Este trabajo se ha realizado en el marco de una estancia de formación en el Grupo de investigación sobre
pensamiento científico y filosófico moderno y contemporáneo (F&C) del Departamento de Filosofía y
Trabajo Social de la Universidad de las Islas Baleares (UIB) y ha contado con la financiación del
Ministerio de Universidades y la Unión Europea-Next Generation EU (convocatoria de ayudas para la
recualificación del sistema universitario español 2021-2023/Margarita Salas).
Aposta. Revista de Ciencias Sociales · ISSN 1696-7348 · Nº 94, Julio, Agosto y Septiembre 2022
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Abstract
In this article, I show the transformation of haṭha-yoga over time and to what extent the
interpretations of contemporary yoga schools (more therapeutic and scientific) adopt or
not elements of pre-modern haṭha-yoga. To do this, I present, on the one hand, the
features of medieval haṭha-yoga, especially the tantric interpretation of the nāths. On
the other hand, I expose the contemporary development: the pioneering adaptations of
Swami Kuvalayananda and Sri Yogendra in colonial times; the transnational example of
the Bihar School of Yoga, already in post-colonial times; and I end with one of the
latest trends in contemporary yoga: Yin Yoga.
Keywords
Haṭhapradīpikā, haṭha-yoga, Bihar School of Yoga, Yin Yoga, modern yoga, bindu.
1. Introducción
El presente artículo quiere mostrar en qué medida las escuelas contemporáneas de
yoga enseñan haṭha-yoga. Existe un consenso (más o menos extendido) de que las
escuelas de yoga actual en el fondo practican esta disciplina, es decir, que son
variaciones de esta metodología yóguica. Incluso se ha hablado de neo-haṭha para
indicar la renovación que supone el yoga moderno. Dicho de otra manera, que en el
fondo todas las escuelas de yoga contemporáneas (el Yoga Iyengar, el Ashtanga, el
Yoga de Bihar o el Yoga Sivananda, por poner algunos ejemplos), así como sus
variantes y derivas, están enraizadas en esta metodología yóguica milenaria. Y si bien
muchas prácticas actuales del yoga moderno tienen más que ver con la gimnasia y la
terapia, no hay duda de que beben del haṭha-yoga, otra cosa es cómo, y en qué medida.
Se da una relación intrínseca del yoga contemporáneo con el haṭha. De hecho, si no
hubiera existido el haṭha, el yoga actual no existiría tal y como lo conocemos, y las
espiritualidades corporalizadas de raíz hinduista no serían tan populares en Occidente,
ni las practicarían tantas personas. En todo caso, existe una gran distancia entre lo que
ha sido el haṭha-yoga en diferentes épocas precoloniales, y las interpretaciones y
adaptaciones de los yogas contemporáneos. Cada linaje ha dado lugar a interpretaciones
diferentes del haṭha-yoga, las cuales determinan su finalidad metodológica, y por tanto
su relación con el camino de transformación ontológica. Por otra parte, es importante
remarcar que el haṭha-yoga no es una tradición ontológica per se, sino una metodología
yóguica (con muchas variantes) utilizada en diferentes soteriologías. Ni siquiera los
nāths practicaban haṭha-yoga al vacío2 (es decir, la mera técnica), sino que estaba
integrado en un camino ontológico de base tántrica.
En estas páginas voy a tratar de diferenciar los diferentes significados y finalidades
que se le han dado al haṭha-yoga, pero sin querer dar un veredicto de qué yoga es más
auténtico, es decir, qué yoga es más fiel al espíritu del haṭha. Simplemente quiero
mostrar algunas de las diferencias, para poder reflexionar en qué sentido cada una de
estas variantes sigue siendo (o no) haṭha-yoga.
2
En esto me separo del universalismo de Mallinson, quien considera que “los textos de haṭhayoga
revelan, si no un desdén, al menos una indiferencia hacia la metafísica. El yoga es una soteriología que
funciona independientemente de la filosofía del yogin” (Mallinson, 2014: 225). A mi modo de ver, las
metodologías yóguicas (por ejemplo el haṭha-yoga) no son “soteriología” propiamente dicha, sino que
estan integradas (según cada tradición) en una soteriología simbólica con elementos metafísicos y
filosóficos cruciales e indispensables. En estas tradiciones, la “metafísica” no es un mero discurso, sino
que supone una ontología del symbolon que permite la co-pertenencia con la realidad última, es
manifestación dada en hipóstasis, revelación para ser insertada a través (y aquí reside su papel) del yoga.
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2. El haṭha-yoga precolonial
2.1. Hacia una definición de haṭha
Las formulaciones canónicas del haṭha-yoga que han marcado las interpretaciones y
aplicaciones tanto en época pre-moderna como moderna las tenemos en época medieval,
especialmente en los tratados de los nāths. Antes de este periodo no se dedica ningún
texto directamente a esta disciplina, si bien podemos encontrar en muchos tratados
anteriores técnicas haṭha. El hecho de que la sistematización del haṭha no se dé hasta
época medieval, no quita que muchas de sus técnicas se practicaran siglos, e incluso,
milenios antes; posiblemente desde tiempos védicos y por lo menos desde tiempos del
Buda Śākyamuni, en los linajes ascéticos de los śramaṇas. No obstante, si bien la
mayoría de técnicas que relacionamos con el haṭha-yoga (āsanas, prāṇāyāmas,
ṣaṭkarmas, mudrās, bandhas) no pueden ser adscritas a los nāths, es a estos linajes
tántricos que debemos la inclusión de estas prácticas en el yoga de la canalización de la
kuṇḍalinī (kuṇḍalinī-yoga). Así, los kānphaṭās (“que tienen las orejas perforadas”, como
son conocidos también los nāths) habrían adoptado y adaptado técnicas de lo que
podemos considerar un proto-haṭha a su soteriología tántrica. De hecho, históricamente,
cuando hablamos de haṭha-yoga nos referimos a este tipo de yoga de la kuṇḍalinī, no a
un proto-haṭha que habría existido antes, normalmente llamado tapas.
Así, vemos cómo parte del problema es qué se entiende por haṭha-yoga. Por ello, nos
puede ayudar ver los significados que ha tenido la palabra haṭha en diferentes
tradiciones. Por una parte, tenemos la explicación académica etic que predomina en la
actualidad, donde haṭha significaría “forcejeo” o “fuerza” (Mallinson y Singleton, 2017:
5). Así, según esta teoría, el término pondría énfasis en la dureza de las prácticas haṭha
que fuerzan de una manera u otra el cuerpo. Prácticas intensas de prāṇāyāma, o según
que mudrās y bandhas, así como posturas difíciles de realizar, darían muestra de este
hecho. Sin embargo, este significado no nos aporta mucho a la comprensión de esta
disciplina. Por otra parte, los linajes contemporáneos (y la mayoría de practicantes de
yoga) no se sienten identificados con esta traducción, ya que consideran que debe
practicarse con suavidad.
Por otra parte, tenemos las explicaciones etimológicas tradicionales, las cuales
explican que la palabra haṭha sintetiza las polaridades ontológicas. La más famosa es la
de un texto medieval (Yogabīja 148-149), la cual explica que haṭha es el equilibrio entre
las fuerzas solares y lunares del sādhaka (practicante de una sādhana). Esta concepción
es la más común y aceptada en el yoga contemporáneo. Como ejemplo tenemos la
siguiente interpretación de Swami Satyananda Saraswati, fundador de la Escuela de
Bihar: “el objetivo principal del hatha yoga es lograr un flujo equilibrado de prana en
los nadis ida y pingala. La palabra hatha se compone de dos mantras beeja ham, que
representa el sol o la fuerza solar, y tham, que representa la luna o las fuerzas lunares.”
(Satyananda, 2006: 522-523).
No obstante, investigaciones recientes han puesto sobre la mesa otros posibles
orígenes del término, que en el fondo profundizan en el significado de “forcejeo”, pero
con un componente sexual. Como expone Óscar Figueroa en Tantra y sexo, el término
haṭha habría sido utilizado en tratados tántricos budistas para indicar las prácticas
“forzadas” de control sexual. Como explica Figueroa: “diversas fuentes tántricas
budistas recurrieron al término haṭhayoga para designar una técnica esotérica de control
simultáneo de la respiración y la eyaculación, en el contexto del rito sexual: es el yoga
para forzar la retención del «fluido» (bindu), como se le llama al semen en esta
tradición, durante el coito” (Figueroa, 2021: 329). Así, “en este contexto, la palabra
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haṭha, «coacción», «imposición», designa precisamente el control sobre el impulso
natural a eyacular” (Figueroa, 2021: 328).
Así, el término haṭha estaría relacionado con prácticas de preservación y control del
semen. Tradicionalmente en el sur de Asia, y especialmente en los linajes yóguicos, se
ha considerado el semen como la esencia vital del hombre y por tanto no debía perderse
o malgastarse. Por una parte, esta práctica la tenemos en linajes ascéticos que practican
tapas, es decir, técnicas corporales extenuantes en muchos casos incluso mortificantes,
como dan muestra los relatos biográficos del Buda. Tapas significa ardor, ya que
muchas de estas prácticas generaban calor. Se consideraba que este calor generado con
el yoga, junto a la acumulación del semen, producía efectos soteriológicos, por ejemplo
limpiando karma. Estos linajes no tendrían conexiones con el Tantra, ni llevarían
prácticas yóguico-sexuales. Son prácticas disciplinarias que podemos considerar proto-
haṭha. Este paradigma ascético (previo a los tratados nāths) llega a obras como el
Dattātreyayogaśāstra, un tratado vaiṣṇava de alrededor del siglo XIII, donde hallamos
por primera vez el término haṭha para hablar de prácticas como āsanas, prāṇāyāmas y
mudrās. Sin embargo, en este texto, en principio anti-tántrico, incluso tendríamos
expuesta vajrolīmudrā, pensada para ser practicada en el acto sexual (Figueroa, 2021:
332), y por tanto, no solo para preservar el semen, prueba de la gran influencia que el
Tantra tendría sobre el haṭha-yoga ya desde sus inicios en los tratados medievales,
incluso en linajes anti-tántricos. También encontramos prácticas haṭha en linajes
budistas. Ejemplo de ello sería el Amṛtasiddhi, un texto budista3 de alrededor del siglo
XI (anterior por tanto al Dattātreyayogaśāstra), donde se enseñan técnicas básicas del
haṭha-yoga medieval que despiertan y canalizan la energía sexual. Por ejemplo,
mahāmudrā, al presionar con el talón el perineo, despierta esta energía (Amṛtasiddhi
11.3). Por tanto, el haṭha se define por la gestión, de una manera u otra, de la fuerza
sexual, tanto en linajes ascéticos centrados en la creación de ardor interno, así como
linajes que “fuerzan” el despertar de esta energía en el cuerpo humano no solo para
acumular esta fuerza, sino para canalizarla y transmutarla. Así, el haṭha-yoga sería una
disciplina que tiene como característica intrínseca las prácticas del control de la energía
sexual, ya sea en la práctica de tapas o de la canalización de bindu.
No obstante, el paradigma soteriológico más influyente que utiliza el haṭha-yoga es el
kuṇḍalinī-yoga, surgido en los linajes nāths4. En estas tradiciones yóguicas, el cuerpo
tántrico de la kuṇḍalinī y los chakras se superpone al sistema del control del bindu
(Mallinson, 2011). De este modo, en los tratados nāths de haṭha-yoga se van
superponiendo un palimpsesto de técnicas y concepciones fisiológicas y soteriológicas,
lo cual hace que en muchas ocasiones los textos sean algo incoherentes, ya que se
conjugan diferentes metodologías, como es el ejemplo del Haṭhapradīpikā (a partir de
ahora HP), conocido popularmente como Haṭhayogapradīpikā. Diferentes prácticas se
solapan, la búsqueda de la conservación y transmutación de bindu por una parte, y el
despertar de la kuṇḍalinī por otra parte. Sin embargo, esta gestión del bindu (tal y como
se entiende en los linajes nāths) no sería simplemente para evitar la pérdida de esencia
vital, sino que estaría focalizada con fines soteriológicos, de transmutación y
sublimación ontológica del bindu. Por ejemplo, la mudrā invertida de viparītakaraṇī
(HP 3.77-79) o khecarimudrā (HP 3.42) se habrían utilizado para controlar este proceso.
3
Merece la pena remarcar que las prácticas yóguicas no son exclusivas de ambientes hindús y/o tántricos,
sino que son un patrimonio del ascetismo del sur de Asia, adoptado y adaptado por innumerables linajes
pertenecientes a los diferentes credos del subcontinente.
4
Como indica Muñoz (2016) si bien la saṃpradāya nāth como tal no se habría formado sino siglos más
tarde, probablemente alrededor del siglo XVIII, en tiempos medievales existen ya “yoguis de tipo nāth”.
Por tanto, y lo que es más importante, habría existido también una manera de entender y practicar la
metodología haṭha que tiene como maestros míticos a figuras como Goraknāth.
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Esta metodología yóguica se encargaría de la gestión del deseo y la canalización de la
energía masculina. No es un yoga puramente meditacional, mental o devocional. Su
particularidad reside en la gestión de una energía corporal individual, que a su vez
forma parte de la energía del cosmos, como leemos en la HP, donde el bindu está
intrínsecamente relacionado con el sonido primordial o sonido divino (nada). Así, es
importante remarcar que no podemos entender este bindu meramente como semen, de
hecho, es producido en bindu visarga y tiene una dinámica diferente al semen físico, de
ahí que sea conveniente no traducirlo de esta manera. Bindu es un término polisémico,
según la tradición y la disciplina que lo trate. Significa simplemente “punto”, o “gota”,
y de ahí que pueda significar “semen”, en lenguaje anatómico, pero también que en
lenguaje metafísico tántrico pueda ser el símbolo de la potencialidad divina asociada
con la manifestación del cosmos, y que pueda corresponder, en lenguaje simbólico, con
la luna. Más adelante veremos cómo Swami Muktibodhananda (en su interpretación de
la HP) explicita los vínculos del haṭha-yoga con el Tantra, a partir precisamente de las
reflexiones y explicaciones sobre el bindu como manifestación óntica de la ontología
tántrica.
2.2. Haṭhapradīpikā
Sin duda, la HP ha sido tomado en parte del yoga contemporáneo como texto
canónico y fundacional del haṭha-yoga. Este texto recopilatorio del siglo XV, formado
por fragmentos de más de veinte obras (Mallinson, 2014), buscaba posiblemente, “dar
luz” (de ahí que su nombre sea Luz en el haṭha) en las diferentes metodologías de esta
disciplina. Parece ser que es un tratado que buscaba cristalizar y sintetizar esta
disciplina. Por eso que tengamos toda una serie de métodos en ocasiones supuerpuestos,
dando como resultado una compilación no del todo coherente (Mallinson, 2012: 262-
265). Así, dentro del tratado de Svātmārāma tenemos diferentes prácticas yóguicas,
integradas, no sólo en la gestión del bindu y en el kuṇḍalinī-yoga, sino, lo que es más
importante, en un tipo de laya-yoga: el nada-yoga. Ello supone que en ocasiones no
quede del todo claro qué metodología vertebral propone realmente el texto, dando la
impresión de una acumulación no solo de técnicas sino también de métodos. Sin lugar a
dudas, es un texto śaiva, tal y como vemos en diferentes versos que hacen referencia a
Śiva (HP 1.1; 3.8). Sin embargo, el texto menciona (HP 1.18) no sólo “yogis” (en la
línea de Matsyendranāth), sino también maestros “munis” (en la línea de Vasiṣṭha), lo
cual da constancia de la integración5 de prácticas no tántricas dentro de linajes śaivas.
Este texto habría sido el primero en incluir la palabra haṭha en el título y en ser
dedicado directamente a esta metodología. La HP expone el papel del haṭha dentro de
una metodología yóguica más amplia, poniéndolo al servivio del nada-yoga (el cual es
considerado como raja-yoga, es decir, yoga regio), en sintonía con las tradiciones
tántricas. Así, aunque lleve en su título la palabra haṭha, el producto final no está
enfocado solo en esta disciplina, sino en el lugar del haṭha-yoga dentro de una
metodología tántrica más amplia; algo que se suele pasar por alto, tanto en
interpretaciones académicas actuales como en las lecturas y adaptaciones del yoga
contemporáneo. Como leemos en el tratado, “sin haṭha no hay raja, y sin raja no hay
haṭha” (HP 2.76). Cabe mencionar que este raja-yoga no es el pātañjala-yoga,
concepción que fue popularizada por Swami Vivekananda y que determinará la
precomprensión del Yogasūtra en el yoga contemporáneo (De Michelis, 2004: 178).
5
No estoy de acuerdo con el término “apropiación” que usan algunos académicos (Mallinson, 2014) para
dar cuenta de la adopción e integración de prácticas yóguicas, ya que las técnicas no “pertenecen” a
ningún linaje. A mi modo de ver, la idea de que las técnicas pudieran ser propiedad de un grupo es una
visión filtrada por la comprensión occidental de la propiedad intelectual.
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Para Svātmārāma, el autor del texto, el haṭha es el fundamento para cualquier tipo de
yoga (HP 1.10). Esta concepción se conservará (al menos en la teoría) en el yoga
contemporáneo. No obstante, la HP difiere en objetivos con las escuelas de yoga
moderno, ya que éstas, como veremos, se suelen enfocar en aspectos o bien gimnásticos
o bien terapéuticos, y la HP está enfocado en el samādhi a través del nada-yoga. Los
comentarios que encontramos en la HP sobre los resultados sanadores de algunas
técnicas, deben verse más como efectos mágicos, que como efectos médicos. Sea como
sea, en tiempos precoloniales la curación sería solo uno de los objetivos secundarios
buscados por el haṭha. La HP adopta, adapta e integra la gestión de bindu a la práctica
del kuṇḍalinī-yoga. Esta ambivalencia la vemos simbolizada en HP 1.27, donde la
práctica de matsyendrāsana sirve tanto para el control de bindu como para el
levantamiento de la kuṇḍalinī. El haṭha nāth reinterpreta el cuerpo tántrico de un modo
más energético y menos imaginal. Por ejemplo, adopta el culto tántrico de la kuṇḍalinī
pero interiorizándolo, considerando ésta como un aspecto energético e inmanente del ser
humano. Por tanto, tampoco debemos ver el haṭha-yoga como una disciplina meramente
física y energética, donde se dejan de lado totalmente los aspectos ontológicos y
ritualísticos del Tantra. Es una interiorización del Tantra; sigue habiendo un cuerpo
tántrico en el haṭha-yoga de los nāths. No obstante, se trata de una reinterpretación
ascética del Tantra, centrada en prácticas yóguicas para la liberación, no en rituales o el
culto externo de imágenes. Así, el sādhaka busca despertar y canalizar la śakti del
cuerpo humano, es decir, la diosa que habita dentro. De este modo, la kuṇḍalinī es uno
de los nombres y formas de la Diosa (HP 3.104). Por otra parte, las nāḍīs iḍā y piṅgala
están relacionados con la luna y el sol (HP 2.7; 3.15), así como con las diosas de los ríos
(Ganga y Yamuna respectivamente, como leemos en HP 3.110). El cuerpo humano no
es, por tanto, un cuerpo anatómico separado del mundo, sino una manifestación divina
en el ser humano, condición que posibilita un portal (avasthā, para decirlo con
terminología tántrica) a la trascendencia, un umbral a la divinización; la posibilidad para
la liberación dentro de la unidad.
Diferentes técnicas sirven para despertar la kuṇḍalinī, por ejemplo bhastrikā
kumbhaka (HP 2.65). En el levantamiento del poder serpentino (también identificada
con prāṇā) esta manifestación divina atraviesa los granthis (HP 4.70, 73, 76), a través
del canal central (suṣumṇā nāḍī), liberando nada, el sonido primordial. El papel del
haṭha, por tanto, es llevar a las puertas del nada-yoga. Svātmārāma propone un orden
para la práctica del haṭha, coincidiendo con los diferentes capítulos del tratado. Primero
āsanas (posturas), segundo ṣaṭkarmas (limpiezas yóguicas), prāṇāyāmas y kumbhakas
(control y retención del prāṇā), tercero mudrās (gestos psíquicos), y cuarto
concentración en nada (HP 1.56). Así, vemos cómo las āsanas son el primer paso en el
haṭha-yoga. De hecho, la HP es posiblemente el primer tratado donde se enseñan
posturas no sentadas como un paso necesario en el yoga. Antes de este texto, las
posturas yóguicas casi no habrían sido importantes. Contamos con 15 posturas. Pero eso
no quiere decir que sea un yoga centrado en el āsana, como sí lo son muchas escuelas
de yoga contemporáneo. Las más importantes del tratado son cuatro sedentes,
destinadas a practicar prāṇāyāmas, mudrās y laya-yoga: siddhāsana, padmāsana,
siṃhāsana y bhadrāsana. Cuando ya domina el āsana, el practicante pasa al
prāṇāyāma (HP 2.1), la canalización del aliento y de la energía vital. Según
Svātmārāma (haciéndose eco de la tradición), mediante el control de la respiración, el
sādhaka puede controlar la mente (HP 2.2; HP 4.21). El prāṇāyāma sirve también para
limpiar las nāḍīs (HP 2.4-5), para que el prāṇā pueda fluir de manera óptima. Si bien el
tratado establece un orden metodológico progresivo, al mismo tiempo indica que el
levantamiento de la kuṇḍalinī y la liberación se pueden dar practicando prāṇāyāma. En
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todo caso, son las mudrās y bandhas que tienen un efecto más potente para despertar la
kuṇḍalinī. Por ejemplo, mūlabhanda. Pero es relamente la combinación de prāṇāyāmas,
bandhas y mudrās lo que acelera este evento en el cuerpo humano, de ahí que el texto
dedique diferentes capítulos a estas prácticas.
En todo caso, la práctica más importante es el laya-yoga, en concreto en la forma de
nada-yoga, el más importante de todos los layas (HP 4.66). El haṭha-yoga es solo una
preparación para este yoga regio, aunque a veces pueda ser suficiente por sí solo para la
liberación. Debemos recordar una vez más que la HP es un tratado perteneciente a una
tradición tántrica. Si bien su metodología yóguica es haṭha, la perspectiva ontológica es
śaiva. Toda la soteriología del sonido (y su relación con bindu) es auténticamente
tántrica. El nada es considerado como manifestación divina (HP 4.102). La misma idea
de la disolución (laya) donde se da una progresión hacia lo más sutil, es también
típicamente tántrica. Así, el nada-yoga supone la escucha de los sonidos en una ascesión
ontológica de cuatro estadios (HP 4.69) hacia la disolución, es decir, la liberación,
cuando el yogui llega a Aquello sin sonido ni forma (HP 4.101-102), el vacío (śūnya).
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disciplinas yóguicas como el mismo haṭha-yoga. En las líneas que siguen voy a
sintetizar algunas de las conclusiones de esta investigación con respecto al tema que nos
concierne, el haṭha-yoga. Las razones de poner el ejemplo de esta escuela para hablar de
yoga moderno transnacional se deben, por una parte, a que es una escuela tradicional, y
por otra parte, porque es representativa de varias escuelas y metodologías yóguicas de
yoga transnacional. Por ello, se trata de una escuela al mismo tiempo moderna y
tradicional, pero no tradicionalista. Siempre ha buscado un equilibrio entre la
conservación de la tradición yóguica y de los daśanāmīs, y su transmisión adaptada a los
tiempos modernos.
La Escuela de Yoga de Bihar, como institución educativa que es, se ha centrado
durante décadas en la conservación de los conocimientos yóguicos, en su estudio y en
su enseñanza, especialmente de un haṭha-yoga moderno. Así, tenemos traducciones y
comentarios de tratados antiguos, adaptaciones de técnicas medievales, manuales de
metodologías de sādhanas, y recopilaciones de discursos dados en satsangs; todo ello
divulgado actualmente por la Yoga Publications Trust, editorial de la Escuela.
Siguiendo el modelo de Kuvalayananda, también se han creado revistas e instituciones
de investigación, como la Bihar Yoga Bharati o la Yoga Research Foundation. Si bien
en esta institución yóguica se enseñan muchos tipos de yoga, la punta de lanza es el
Yoga Satyananda, centrado en los beneficios terapéuticos del yoga en general, y en
concreto del haṭha-yoga.
El yoga transnacional se caracteriza por haber sido un yoga moderno producido a
partir del diálogo transfronterizo entre maestros indios y sus discípulos a lo largo del
planeta. Si en el yoga colonial ya tenemos una influencia de Occidente (a través de la
medicalización y cientificación), el yoga transnacional está incluso más determinado
por este diálogo, ya que es un producto creado principalmente para personas de fuera de
India, en un contexto secular y no hindú, en una cultura y sociedad completamente
diferentes. Así, los discursos de los manuales reflejan este cambio de público. El
lenguaje se adapta al nuevo receptor, de manera que incluso los redactores de los
manuales son occidentales, por ejemplo Swami Nishchalananda editó y escribió buena
parte del corpus atribuido a Swami Satyananda.
Tal y como vemos en este corpus literario, el formato del Yoga Satyananda establece
una jerarquía de técnicas y prácticas, incluyendo así una gran cantidad de métodos
yóguicos, estando el kuṇḍalinī-yoga en la cúspide. Si bien la base es el yoga
psicosomático, a medida que el iniciado avanza aprende y pone en práctica técnicas de
yoga meditacional, consideradas por la escuela como raja-yoga. En todo caso,
siguiendo la concepción de Svātmārāma, el Yoga Satyananda entiende el haṭha-yoga
como el fundamento de la mayoría de prácticas. Así, el haṭha sirve no solo para buscar
beneficios terapéuticos, sino como preparación para el kuṇḍalinī-yoga, en concreto las
20 kriyas. Es importante remarcar que en el Yoga Satyananda coexisten dos finalidades,
la terapéutica y la soteriológica. Así, se instruye en prácticas tradicionales con efectos
soteriológicos, pero estas son explicadas desde una lógica terapéutica, exponiendo sus
beneficios en materia de salud. Por tanto, el Yoga Satyananda mantiene lo soteriológico
como objetivo, aunque esté en un segundo plano en las prácticas preparatorias. Así, esta
metodología adopta y adapta técnicas del haṭha-yoga, donde estas son practicadas no
solo como parte del kuṇḍalinī-yoga, sino para prevenir y tratar enfermedades.
Practicamente todas las técnicas haṭha del manual Asana Pranayama Mudra Bandha
(APMB) tienen un apartado donde se explican los beneficios terapéuticos, al mismo
tiempo que se acompaña de un apartado de contraindicaciones y situaciones a evitar. De
este modo la Escuela de Bihar sigue también la medicalización de las prácticas
comenzada en tiempos coloniales. APMB describe y da instrucciones de cómo realizar
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la mayoría de técnicas de los tratados de haṭha medievales, además de muchas otras
prácticas de origen contemporáneo. Como señala el título, el manual incluye prácticas
de āsanas, prāṇāyāmas, mudrās y bandhas. También incluye los ṣaṭkarmas, así como
una explicación del cuerpo tántrico de las nāḍīs, los chakras y la kuṇḍalinī desde una
perspectiva ocultista.
Si bien el discurso del SY respecto al haṭha-yoga se centra en los beneficios de las
técnicas, el marco metodológico yóguico busca la divinización. Las prácticas tántricas
son aplicadas para expandir la consciencia de los practicantes. Diferentes métodos
intramundanos (a través de medios energéticos) son utilizados para acelerar el proceso
de liberación, al estilo tántrico. Por tanto, sigue una ontología cosmoteándrica, en el
sentido que busca una transformación del practicante, aplicando el cuerpo tántrico
divino en su ser. Así, acepta el cuerpo tántrico de las nāḍīs, los chakras y la kuṇḍalinī,
solo que con explicaciones modernas, desde un lenguaje ocultista.
Sin duda, la cúspide del método del SY son las kriyas, prácticas auténticamente de
haṭha-yoga, aunque con modificaciones respecto a prácticas medievales. Por tanto, en
general sigue siendo un haṭha más o menos tradicional, solo que a las prácticas se les da
una explicación moderna. Como mostré en mi trabajo doctoral, es el discurso del corpus
literario del Yoga Satyananda que tiende a ser moderno, pero a efectos prácticos se
conserva la función soteriológica y las técnicas clásicas del haṭha-yoga. Sin embargo, si
bien hace adaptaciones de laya-yoga y nada-yoga (por ejemplo en el antar mouna o en
algunas kriyas), propiamente hablando no sigue estas formas avanzadas de yoga, tal y
como las vemos, por ejemplo, en la HP. Pero sí lo hace su discípula Swami
Muktibodhananda.
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Por otro lado, la plasticidad del Yin Yoga ha hecho que haya tenido más derivas. En ocasiones se enseña
un tipo de haṭha-yoga suave (focalizado en los músculos) llamándolo Yin Yoga, lo cual rompe con la
línea de Zink, Grilley y Powers. Ciertos practicantes de yoga lo entienden como la parte lunar (ṭha, y por
tanto, yin) del haṭha-yoga. Así, muchos profesores llaman “yin yoga” a una manera de hacer haṭha suave.
Podemos, por tanto, distinguir entre Yin Yoga y “yin yoga” en sentido amplio.
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diferentes tradiciones ontológicas (el Tao en el caso de Zink, o el dharma budista en el
caso de Insight Yoga), del mismo modo que el haṭha-yoga era auxiliar del raja-yoga
nāth. La humildad del Yin Yoga puede recordar que el yoga físico, las prácticas físicas
(psicosomáticas) del yoga, tienen una razón de ser y que no son un fin en sí mismo, ni
que solo cumplen una función terapéutica, enmarcándose en metodologías más amplias
que tienen como objetivo final un aspecto muy espiritual.
7. Conclusiones
A lo largo de estas páginas hemos visto diferentes maneras de interpretar el haṭha-
yoga. Todas las concepciones pre-modernas tenían en común tener la gestión del semen
como aspecto necesario de la disciplina, desde los linajes ascéticos de practicantes de
tapas hasta los iniciados en kuṇḍalinī-yoga, pasando por los tántricos que usaban el
haṭha para sublimar y transmutar el bindu en el nada-yoga. Por otra parte, la dureza no
es un factor a tener en cuenta por lo que hace al desarrollo y las variantes del haṭha. Si
bien es el sentido literal de la palabra, no lo es de la función y el papel del haṭha-yoga
dentro de las metodologías yóguicas. El forcejeo, en todo caso, sería del control del
bindu.
Por tanto, las diferentes escuelas coloniales y transnacionales de yoga han transmitido
el haṭha-yoga en alguna de estas concepciones y, en mayor o menor grado, han
enseñado técnicas consideradas como parte de esta disciplina (desde āsanas a mudrās,
pasando por prāṇāyāmas y bandhas). Incluso las escuelas modernas más posturales son
en cierta medida herederas de la práctica de tapas y aceptan al menos teóricamente la
existencia del cuerpo tántrico de los chakras y la kuṇḍalinī. No obstante, muchas
escuelas del yoga poslinaje, a pesar de que sí adoptan técnicas de esta disciplina, no
siguen ninguna de estas concepciones haṭha. Por ejemplo, el Yin Yoga, que si bien
continua la línea suave del yoga colonial de Yogendra y adopta técnicas de la disciplina,
difiere de estas concepciones del haṭha-yoga; de hecho, tampoco pretende serlo en
ningún momento, solo un complemento a otro tipo de prácticas. En todo caso, pocas
escuelas han transmitido un yoga basado en la concepción nāth. Uno de los ejemplos
más fieles al tratado del HP es el comentario de Swami Muktibodhananda Saraswati de
la Escuela de Bihar y discípula de Swami Satyananda Saraswati. Su interpretación sigue
el espíritu del laya-yoga, y considera el haṭha-yoga como auxiliar del nada-yoga.
Dicho todo esto, a mi modo de ver, el haṭha-yoga es más bien una disciplina auxilar
tanto para soteriologías como terapias, así como para espiritualidades corporalizadas
tras la muerte de Dios y del guru, es decir, técnicas psicocorporales que pueden ayudar
en la gestión emocional, fisica, y mental. Es un yoga de la energía, que puede contribuir
en cualquier proceso espiritual, de ahí que pueda ser integrado en diferentes
metodologías, incluso en el Yin Yoga, con las adaptaciones que se consideren
apropiadas.
Todo depende de dónde ponemos el criterio, qué rúbrica utilizamos para decir si un
estilo es o no haṭha. Si ponemos la rúbrica de la Haṭhapradīpikā, está claro que pocos
yogas serán “auténticos”. Es decir, si el criterio es que sea auxiliar de una metodología
tántrica de laya-yoga, quizá solo se salven de la criba propuestas como la de Swami
Muktibodhananda. Sin embargo, si el criterio es la utilización de técnicas haṭha como
complementarias o prácticas auxiliares, entonces prácticamente todas (repetimos, todas)
las escuelas de yoga, en mayor o menor medida, estarían integrando esta disciplina en
sus metodologías, ¡incluso el sup-yoga, en la medida que adopta algunas āsanas y
prāṇāyāmas! El haṭha-yoga, al igual que el yoga en general, siempre ha sido maleable,
y ha ido transformándose a lo largo de las épocas, a medida que los linajes e individuos
lo han hecho suyo, adaptando las técnicas a los objetivos buscados.
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Para concluir, me gustaría dar una traducción alternativa de haṭha, aplicable incluso a
estilos suaves. Podríamos entender esta palabra en tiempos contemporáneos, ya no
como “fuerza” o “forcejeo”, sino como “fortaleza”. Una fortaleza que permita llevar a
cabo las diferentes metodologías yóguicas con una base firme y segura pero con
suavidad hacia todo el proceso espiritual.
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Javier Riutort es Doctor en Filosofía por la UNED con la tesis doctoral Yoga, técnica y
realización del ser. Es profesor-tutor de la UNED de los grados de Filosofía, Psicología e
Historia del Arte. Actualmente disfruta de una beca postdoctoral Margarita Salas, centrándose
en las interpretaciones que las escuelas contemporáneas de yoga hacen de las tradiciones de la
India.
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