Government">
Nothing Special   »   [go: up one dir, main page]

Cuatro Corcholatas, Un destapador-PREVIO

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 147

Alejandro Ramos,

Carlos Ramírez y Jesús Sánchez

Cuatro corcholatas
y un destapador
CEEPS
Cuatro corcholatas
y un destapador

Alejandro Ramos, Carlos Ramírez


y Jesús Sánchez

Cuatro corcholatas
y un destapador

CEEPS

iii

Cuatro corcholatas y un destapador


© 2023, Alejandro Ramos, Carlos Ramírez y Jesús Sánchez

D.R. © CENTRO DE ESTUDIOS ECONÓMICOS, POLÍTICOS Y DE


SEGURIDAD

PRIMERA EDICIÓN

ISBN 9798397197571

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización


escrita del editor, bajo las sanciones establecidas en las leyes,
la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio
o procedimiento, comprendiendo la reprografía y el tratamiento
informático, y la distribución de ejemplares de ella
mediante alquiler o préstamo.

IMPRESO EN MÉXICO/PRINTED IN MÉXICO



INDICE

Prólogo

I. Las tribulaciones de un destapador.


El colmo de López Obrador
II Marcelo Ebrard y su apuesta del todo por todo
III #ahoraesadán, el Plan C
IV Ricardo Monreal: priista de sí mismo
V ¿Es Claudia?
VI acerca de los autores

PRÓLOGO

E l proceso de sucesión presidencial o mecanismo para


designar al candidato a la jefatura del Ejecutivo por
parte del partido gobernante fue puesto en el centro de
la atención pública por Francisco I. Madero en 1908 con su
libro-programa La sucesión presidencial en 1910. El Partido Nacional
democrático.
Hasta entonces, la decisión del grupo en el poder de
definir al candidato presidencial era un problema menor
porque desde 1876 el presidente Porfirio Díaz se designaba a sí
mismo, incluyendo la forma en que impuso a su compadre
Manuel González en 1880, para regresar él a la nominación en
1884.
El libro de Madero fue visionario en términos
políticos, sociales y hasta metodológicos –sin tener estudios
respectivos–, porque prefiguró la estructura presidencialista
mexicana que venía –como lo señaló Octavio Paz en Posdata en
1970– desde el Tlatoani indígena, pasando por el Virrey de la
nueva España y aterrizando en un proceso de consolidación de
la figura del presidente de la República en la fase del México
independiente, con todo y la lucha por el poder que perfiló el
siglo XIX en tres figuras dominantes desde el Ejecutivo:
Antonio López de Santa Anna 1833-1855, Benito Juárez de
1855 a 1872 y Díaz de 1874 a 1911.
Como problema político, la designación del candidato
presidencial del partido en el gobierno comenzó en 1920
cuando el presidente Venustiano Carranza –el rey viejo
shakesperiano, en la figura de Fernando Benítez– decidió la
opción civil del embajador Ignacio Bonillas, pero enfrentando
la ira militar del general Álvaro Obregón –nuestro Napoleón

Cuatro corcholatas y un destapador

azteca– y el Plan de Agua Prieta echó de la presidencia y lo


mandó rumbo a la muerte en Tlaxcalantongo, Puebla.
Sí Díaz la tuvo fácil porque no existía clase política ni
sistema de partidos, Obregón abrió la problemática que se ha
convertido en la esencia de la configuración del
presidencialismo mexicano: la decisión metaconstitucional o de
facultad extraordinaria tipo juarista en la que el presidente de la
República, como punta de la pirámide del poder y con
facultades absolutistas, controla al partido en el gobierno y
toma las grandes decisiones. En 1923, Obregón impuso al
general Plutarco Elías Calles como sucesor y le confirió la
misión de modificar la Constitución –que se había ajustado
para impedir las reelecciones porfiristas– para permitir una
reelección después de un período intermedio y de ahí lo que se
pudiera.
Obregón fue asesinado como presidente electo y el
país entró en una lógica política y civilista que funciona hasta la
fecha: la institucionalización del poder a través de mecanismos
autoritarios que el sistema político mexicano mueve bajo la
autoridad absolutista del presidente en turno. Elías Calles no
extendió su mandato ni se reeligió, pero tuvo el consenso de la
élite militar para manejar las sucesiones presidenciales del
sustituto de Obregón, el interino a la renuncia de Pascual Ortiz
Rubio y la nominación de Lázaro Cárdenas.
Y desde entonces todo presidente tiene la facultad
política y el poder institucional para designar al candidato de su
partido, aunque la vida política reboce de evidencias de
traiciones y desvío que forman parte de otro expediente
analítico. Los panistas Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón
Hinojosa no pudieron imponer a sus candidatos sucesores
porque los estatutos del PAN definían con claridad que al
candidato lo elegían los consejeros y militantes; y Peña Nieto
en 2017 regresó al modelo priista en el que el voluntarismo
presidencialista definía la candidatura de su partido.
López Obrador ha ido cambiando las formas de hacer
política, pero para reconfirmar las viejas formas de hacer
política, sin duda porque su educación política fue priista y su
rebelión, desde 1988, formaría parte de la percepción que

Cuatro corcholatas y un destapador

Ortega Gasset había atendido en su ensayo La rebelión de las


masas: la política como capricho.
En un análisis riguroso de la metodología y la
mecánica del proceso de sucesión presidencial de 2024, el
presidente López Obrador se ha comportado como un típico
priista: como presidente de la República ha mantenido bajo
control autoritario a Morena, su partido-movimiento, en junio
de 2021 definió la lista de precandidatos a la presidencia y
durante dos años vino jugando con expectativas que se
fundamentaban en el voluntarismo presidencial, subiendo y
bajando aspirantes en función de maniobras de distracción,
pero manteniendo la vigencia de su terna original: Claudia
Sheinbaum Pardo, Marcelo Ebrard Casaubón y Adán Augusto
López Hernández, lidiando con las presiones del líder
senatorial morenista Ricardo Monreal Ávila para ser
considerado pre-precandidato oficial, y subiendo y bajándose
de las listas de acuerdo a humores presidenciales, aunque, al
final de cuentas, como cuarta corcholata corriendo en la orilla
terregosa o arcén de la pista.
La sucesión presidencial de 2024 ha tenido cinco fases
fundamentales: la construcción del equipo lopezobradorista,
desde la presidencia de López Obrador del PRD 1996-1999, a
la jefatura de gobierno del DF 2000-2005, la candidatura
presidencial de Morena para las elecciones de 2006, 2012 y
2018, la configuración del gabinete presidencial como
articulación de bloques de poder, el resultado negativo en las
elecciones legislativas del 2021, que disminuyeron curules a
Morena y le quitaron la mitad del control político de las
alcaldías de Ciudad de México, y el arranque formal del
proceso abierto en junio de 2021 a las elecciones estatales del
Estado de México. La sexta fase comenzó con la victoria
mexiquense y de ahí hasta las elecciones presidenciales del 2 de
junio de 2024, con una etapa intermedia de definición de la
candidatura no en sí misma sino como parte de un proceso.
Muy hábil con las ironías y los apodos, el presidente
López Obrador fue el que calificó a los precandidatos de
Morena a la presidencia de la República como corcholatas, pero a
partir de las caracterización del viejo régimen priista de que el

Cuatro corcholatas y un destapador

presidente de la República era el destapador de candidatos


presidenciales, no con la imagen primaria de envases con
corcholatas de tapa, sino por el acto político a través del cual el
presidente saliente destapaba al candidato, quien aparecía en el
ambiente político y las caricaturas como la figura de una
persona con una capucha que le tapaba la cara.
El proceso de designación del candidato presidencial
de Morena es, pues, típicamente priista: el presidente en turno
controla su partido, decide las figuras que estarían autorizadas
para ser presentadas como precandidatos, los movía en medios
y ambientes políticos hasta que ejercía el poder
metaconstitucional de quitarle la capucha al tapado y mostrar
su rostro. Este mecanismo funcionó aún después de 1975, año
en que el presidente Echeverría abrió una lista oficial de
precandidatos públicos y desde entonces en todas las
presidencias priistas, y ahora en la presidencia morenista, ha
sido el presidente en turno el que decidió quién sí o quién no
puede ser precandidato presidencial, y desde luego el que
asume la facultad absolutista de decidir al candidato de su
partido en el poder.
Los tres precandidatos más uno se han movido desde
junio de 2021 a partir de los hilos titiriteros de Palacio
Nacional, sin permitirles movimientos autónomos. Ebrard y
Monreal, que se niegan a ser corcholatas oficiales, tienen claro
que el candidato será definido por el presidente López
Obrador y que los escarceos mediáticos de exhibición forman
parte de los juegos lúdicos del poder.
Los libros sobre la sucesión presidencial fueron
producto de censuras estrictas hasta la nominación del
candidato Salinas de Gortari en 1987 y desde entonces cada fin
de sexenio proliferan seguimientos personales e históricos
sobre la lucha por la candidatura presidencial.
Los autores de este libro –Alejandro Ramos, Carlos
Ramírez y Jesús Sánchez– son periodistas profesionales desde
los años 70 y han sido testigos de ocho sucesiones
presidenciales, cada una con características diferentes. En este
libro se presenta un enfoque desde la perspectiva de las élites,
tomando en cuenta los perfiles biográficos de los cuatro

Cuatro corcholatas y un destapador

aspirantes a la silla presidencial; exploran dos caminos políticos


y tratan de dar un marco referencial de las relaciones de poder
entre el grupo gobernante.
El libro Cuatro corcholatas y un destapador no dirá quién
va a ser el candidato, sino que buscará echar luz social sobre los
lados oscuros del poder en la élite gobernante actual. Y en el
capítulo que estudia a López Obrador como el destapador se
aportan evidencias y claves suficientes para señalar que la
designación del candidato presidencial de Morena para el
sexenio 2024-2030 es típicamente priista.
Desde ahora, los autores tienen claro que todo el
proceso no termina el día del destape, sino que vendrán
después dos períodos fundamentales: primero, la competencia
presidencial entre el candidato oficial y los candidatos
opositores; y segundo, el resultado electoral y el escenario
sexenal que se le presentará al país para los próximos seis años.

Cuatro corcholatas y un destapador

6
Cuatro corcholatas y un destapador

I LAS TRIBULACIONES DE UN
DESTAPADOR
EL COLMO DE LÓPEZ OBRADOR

Por Carlos Ramírez

1. Introducción

A ndrés Manuel López Obrador fue un político singular


qué hizo una meteórica carrera política saltándose
todas las reglas y métodos para conseguir candidaturas,
pero como presidente de la República está embarcado en la
operación directa y autoritaria de su proceso de sucesión
presidencial obligando a los precandidatos a someterse a sus
normas, que él nunca cumplió en la búsqueda de cargos
públicos.
Como nunca en sus sesiones anteriores, desde la de
Venustiano Carranza en 1920 hasta la de Enrique Peña Nieto
en 2018, ningún presidente en turno había sido tan estricto en
reflejar los elementos analíticos que han centrado todo el
proceso de selección del candidato presidencial de Morena, a
ritmos controlados en grado de autoritarismo por el presidente
saliente de la República. Y se analizan algunos indicios del
proceso, López Obrador como presidente destapador tendrá que
enfrentar a un precandidato en modo López Obrador –como
el canciller Marcelo Ebrard Casaubón– que se salte las trancas
institucionales y lo obligue a ir soltando los hilos del poder
antes siquiera de tener candidato.
Llámesele karma, caracterícese como el colmo que

Cuatro corcholatas y un destapador

implica contradicciones o refiérase al proceso como una


paradoja, pero para el caso es lo mismo: el presidente López
Obrador tiene todo el control estricto del proceso de sucesión,
pero con indicios de que la evolución de los acontecimientos
ha tenido momentos y escenarios de que se salió de su control
directo y la competencia por la candidatura oficial a la
presidencia podría atropellar a su principal operador.
López Obrador dio el banderazo de salida al proceso
de sucesión presidencial de la candidatura oficial de Morena en
las primeras horas posteriores a los datos contundentes de que
las elecciones legislativas y capitalinas de 2021 le habían
asestado un mordisco importante a los candidatos
gubernamentales: la bancada oficial perdió tres millones de
votos y poco más de tres puntos porcentuales respecto al
impacto contundente de 2018, pasando de 20.8 millones a 16.5
millones y de 37.2% a 34.1%, aunque por la magia de la
contabilidad final subió siete curules, pero con la certeza de
que no pudo alcanzar, en ninguna de las dos ocasiones, el
objetivo de 60% de votos y curules sólo para Morena, como
base para la conquista de la mayoría calificada –dos terceras
partes en cada Cámara—, que es indispensable para reformas
constitucionales sin negociación con la oposición.
En las votaciones de 2021 para las alcaldías de Ciudad
de México –una de las zonas políticas fundamentales de la
República, que le fue arrebatada al PRI por Cuauhtémoc
Cárdenas como candidato del PRD a la jefatura de Gobierno
en 1977–, Morena pasó de un saldo aceptable en 2018 –11 de
16 alcaldías, el 68.7%, y 47% de votos– a una debacle en 2021
con sólo siete de 16 alcaldías, apenas el 43.7%, y 40% de los
votos.
Ante este escenario y muy al estilo lopezobradorista de
manejarse en el reino de las expectativas, el presidente López
Obrador adelantó tres años el proceso de sucesión
presidencial, con el propósito de generar un nuevo escenario
de prioridades que le permitiera ir trabajando en sus
conferencias de prensa mañaneras el tema de la sucesión como
un discurso de cohesión política, y más aún, con los primeros
indicios de que una de sus corcholatas preferidas era nada menos

Cuatro corcholatas y un destapador

que la jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia


Sheinbaum Pardo, política derrotada en las elecciones de
mediados del sexenio.
Desde ese mes de julio de 2021 y hasta la decisión al
finalizar el tercer trimestre de 2023, la prioridad presidencial
fue la reconstrucción de un discurso político-ideológico-
partidista-morenista de fortalecimiento de la cohesión de su
grupo político para mantener una ventaja en la tendencia de
votos hacia las elecciones presidenciales y capitalinas de junio
de 2024.
Sin embargo, el presidente López Obrador ha tenido
que soslayar su propia experiencia política desde que decidió en
1988 ser candidato a la gubernatura de Tabasco, ya fuera por el
PRI, por otro partido o por sí mismo, sin respetar las reglas
institucionales de la política priista, de que el gobernador en
turno tiene la facultad de designar al candidato sucesor de su
partido, con la única intervención aceptada del presidente en
turno de la República. López Obrador se saltó todas las reglas
y protocolos del sistema político priista y desde entonces fue
imponiendo su voluntad por encima de la disciplina de partido,
de corriente o de grupo, hasta llegar al punto de fundar su
propio partido político para prohijar la candidatura de sí
mismo al máximo cargo político que es la presidencia de la
República.
Los precandidatos a la presidencia bien pueden
reproducir letra por letra las argumentaciones del pasado del
líder político rebelde López Obrador en contra de las reglas
institucionales para exigir un proceso, sin la intervención del
titular del Ejecutivo. Pero López Obrador se ha encargado de
dejar muy en claro de que ningún milímetro del
funcionamiento político sistémico de la sucesión presidencial
quedará fuera de su control, confirmando el modelo teórico
que razonó Francisco I. Madero en 1908 en su libro La sucesión
presidencial en 1910. El Partido Nacional Democrático, construyó el
modelo teórico de presidencialismo absolutista y autoritario del
presidente Porfirio Díaz para imponer a su sucesor, de 1876 a
1910, él mismo como candidato de sí mismo, pero
centralizando el proceso político de designación de la

Cuatro corcholatas y un destapador

candidatura, campaña electoral y organización de elecciones.


En los hechos que se tienen a la vista, por lo demás, el
método lopezobradorista de designar al candidato oficial de
Morena, de conducir su campaña, de organizar las elecciones y
de sentarlo en la silla presidencial a partir del primero de
octubre de 2024, no es otro que el modelo típico de sucesión
presidencial de la élite revolucionaria y del PNR-PRM-PRI
como partido del Estado: el ejercicio del poder absolutista de la
institución presidencial, que puede ceder espacios mayores o
menores en otras áreas de la política, la administración pública
y la sociedad, pero que no soltará ni un milímetro de las
facultades constitucionales, metaconstitucionales y
extraordinarias (reminiscencia juarista) de la presidencia de la
República para imponer a su sucesor.
Es decir, López Obrador está conduciendo su proceso
de sucesión presidencial con el método típico del
presidencialismo autoritario que fue producto del movimiento
revolucionario de 1910 y que definió la movilización de las
élites sólo para cambiar o limitar el poder de la persona que
ejercite la titularidad de la presidencia de la República a una
temporalidad que se fue institucionalizando en una estructura
sistémica, que logró superar el modelo de Porfirio Díaz de
sucederse a sí mismo desde 1876 hasta 1910 y a lo largo de 17
periodos presidenciales en el ciclo posrevolucionario en los
cuales el presidente en turno impuso a su candidato preferido,
aunque siempre con la certeza histórica de que todos los
sucesores -–por muy leales o hermanados que estuvieren a su
antecesor– hubieron de romper ostentosamente la dependencia
del continuismo presidencialista.
En este contexto, el colmo de López Obrador parece
estarse configurando en el corto plazo: padecer las presiones
de las reglas y rebeldías del sistema político para irle acotando
su margen de maniobra como destapador del candidato
presidencial de Morena, quizá viéndose en el espejo de sí
mismo como destructor de los protocolos institucionales para
ir obteniendo posiciones parciales de poder.
Una de las reglas no escritas –pero cinceladas en las
tablas del poder– del sistema político mexicano del ciclo

10

Cuatro corcholatas y un destapador

revolucionario-institucional define con claridad que el poder


presidencial es indivisible y que aquellos casos donde los
sucesores se sometieron a los controles autoritarios de su
antecesor terminaron en el fracaso y la renuncia: el caso
dramático de una de los sucesiones más tensas en la historia
política revolucionaria del general Álvaro Obregón y su sucesor
Plutarco Elías Calles, que se resolvió con el asesinato del
primero y la sospechosa intervención del segundo para romper
la continuidad absolutista de Obregón con la reelección
pactada, aunque a costa de construir la continuidad absoluta de
Elías Calles en las presidencias serviles de Emilio Portes Gil,
Pascual Ortiz Rubio y Abelardo Rodríguez, hasta que su
candidato eliascallista Lázaro Cárdenas del Río llegó a la
presidencia y rompió el modelo político del maximato –Elías
Calles como el jefe máximo de la revolución y por lo tanto el
poder real detrás de la silla institucional de la presidencia–, y lo
echó del país destruyendo con facilidad el callismo.
Los escenarios sucesorios del presidente López
Obrador estarían configurando un clima de rupturas hacia el
interior de Morena –claras o presentes–, como ocurrió desde
1988 en que la fuerza presidencial ya no pudo imponer un
sucesor sin rupturas ni conflictos, y que han presentado
indicios en los dos y medio años de conducción presidencial
estricta, férrea y de puño cerrado del presidente de la República
sobre el proceso. La experiencia histórica acumula evidencias
que revelan que, de las 17 sucesiones presidenciales, los
titulares del Ejecutivo en turno han impuesto –por liderazgo o
ejercicio del poder absolutista del cargo– a su sucesor, pero
ninguno permitió que el expresidente condujera la nave del
Estado; inclusive, con el caso concreto de Pascual Ortiz Rubio,
que prefirió renunciar al cargo que seguir permitiendo que la
presidencia se ejerciera desde la casa particular del expresidente
Elías Calles.
A partir del resultado electoral de 2021, el presidente
López Obrador ha querido dejar claro que tiene el poder
absoluto para decidir sobre la candidatura presidencial de
Morena y sobre el resultado electoral de junio de 2024, con
indicios inocultables de que efectivamente cuenta con el poder

11

Cuatro corcholatas y un destapador

absoluto para lograr esos objetivos, pero que las luchas internas
en Morena –como le ocurrió al presidente Salinas de Gortari
en 1993-1994– estarían debilitando los márgenes de maniobra
presidenciales y dejando hilos sueltos que pueden irse de
manera abierta a la oposición, o que con la inacción como
protesta le redujeran espacios políticos al partido oficial.
Y lo peor que le puede ocurrir al presidente López
Obrador es que su propio ejemplo de rebeldía en el pasado
ante candidaturas impuestas para cargos públicos se
reproduzca, como colmo, en el proceso de su propia sucesión
presidencial, que sería la culminación de su ciclo histórico que
comenzó en 1988.

2. El estilo personal de destapar

La primera fotografía oficial de todo gobierno que


comienza ha tenido un doble simbolismo: reflejar al equipo de
trabajo del presidente de la República, pero al mismo tiempo
iniciar de modo natural el proceso de sucesión presidencial de
finales de sexenio o seis años después. Los fotógrafos políticos,
a veces con mayor sensibilidad que los redactores, comienzan a
murmurar entre sí las imágenes de los funcionarios de primer
nivel y por lo bajo suelen preguntarse: ¿quién de los
fotografiados será el próximo presidente?
Si es común suponer que los presidentes de la
República inician sus administraciones con el propósito de
cumplir con los compromisos de campaña y desarrollar sus
programas de gobierno, en realidad su principal tarea es más
terrenal o vulgar: administrar el poder cinco años para decidir
la candidatura de su sucesor en función de los intereses del
presidente en turno y en la suposición de que van a imponer
una continuidad, cuando en realidad cada presidente viene de
un grupo y un proyecto, pero al final de cuentas desarrolla el
propio.
Los presidentes salientes deciden el nombre de su
sucesor a partir de criterios propios, de que habrá una
continuidad y que el expresidente tendrá alguna función
operativa o ejecutiva en la siguiente administración. La realidad,

12

Cuatro corcholatas y un destapador

sin embargo, es diferente: todos los candidatos presidenciales –


como precandidatos a 2018– se cansaron de jurar lealtad al
presidente que se va, pero con tal de obtener la nominación y
no con el compromiso de cumplir quizá la más importante de
sus promesas.
El presidente Venustiano Carranza quiso imponer
como sucesor al ingeniero civil Ignacio Bonillas, embajador de
México en EU, pero se le atravesaron los intereses del general
Álvaro Obregón y fue derrocado por el alzamiento militar
conocido como el Plan de Agua Prieta, echándolo del poder,
empujándolo a huir hacia Veracruz y asesinándolo en
Tlaxcalantongo, Puebla, el 21 de mayo de 1920.
Obregón, muy a su estilo picaresco, construyó la figura
del general Plutarco Elías Calles, lo hizo su sucesor y le dio la
instrucción de que tenía que cambiar la Constitución para
permitir la reelección presidencial después de un periodo
intermedio, y en los hechos logró cumplido su sueño de ser
candidato presidencial para suceder a Elías calles en 1928,
aunque fue asesinado días después de haber ganado las
elecciones, el 17 de julio de ese año.
Elías Calles, con mucha suspicacia política, entendió
que el poder presidencial no solamente se ejercía en directo,
sino que podía consolidarse controlando los hilos del poder y
no por la vía de la reelección y por ello construyó su poder
expresidencial en grado de jefe máximo de la Revolución, a
partir de su liderazgo sobre todos los generales revolucionarios
que le otorgaron, en septiembre de 1928, la representación
para actuar en su nombre, y controlando a los militares
controló el poder. Elías Calles puso presidente interino (Emilio
Portes Gil), candidato presidencial sustituto (Pascual Ortiz
Rubio) y presidente sustituto (Abelardo Rodríguez), además de
que su poder militar autorizó la candidatura del general Lázaro
Cárdenas del Río en 1934. No obstante, la fuerza política de
Elías Calles resultó un mito y en 1936 fue subido a un avión
por una partida militar y enviado al exilio a Los Angeles,
destruyendo todo su maximato.
Cárdenas le confirió un mayor espacio a su proyecto
revolucionario de socialismo idealista sin lucha de clases y

13

Cuatro corcholatas y un destapador

combatió los poderes económicos extranjeros del petróleo,


pero no pudo construir una figura sucesoria a partir de su
proyecto, ni le alcanzó su poder para una expresidencia fuerte.
La crisis general de la República en 1939 no iba a permitir la
continuidad revolucionaria radical del general Francisco J.
Mújica y optó por la figura no conflictiva del general Manuel
Ávila Camacho, un conciliador.
Ávila Camacho fue el arquitecto no reconocido del
tránsito del régimen militar al sistema político civil, con la
decisión de anular la iniciativa cardenista de convertir a los
militares en un cuerpo corporativo del Partido de la Revolución
Mexicana (PRM), y luego la reforma política que puso en
marcha a principios de 1946, días antes de la nominación de
Miguel Alemán Valdés como candidato no militar, incluyendo
la propuesta política de largo plazo de transformar el partido
cardenista de la Revolución mexicana en el Partido
Revolucionario Institucional (PRI). Alemán, en realidad, operó
la gran reforma sistémica de Ávila Camacho.
Alemán, con la juventud de 46 años, empujó sus
intentos por instaurar nuevamente la reelección presidencial,
pero nunca avanzó más allá de su propio sueño personal; luego
quiso imponer a su primo, Fernando Casas Alemán, y tampoco
lo consiguió y se decidió por el pagador del ejército, Adolfo
Ruiz Cortines, su secretario de Gobernación, con 63 años y
una imagen política apocada, dejando entrever la posibilidad de
un nuevo maximato, aunque se encontró con un político zorro
al estilo Machiavelli y operó el paso de Alemán al museo de los
políticos sin poder.
Ruiz Cortines resultó un maestro de la intriga política,
con un carácter austero que chocaba con la fiereza de políticos
tipo Gonzalo N. Santos, broncos, armados, corruptos y
atrabiliarios; pero jugó con habilidad para distraer a Gilberto
Flores Muñoz como representante de esa vieja clase política; y
de manera literal sacó la candidatura de Adolfo López Mateos
de la chistera presidencial, cambiando el ritmo de la política
con el agotamiento de los viejos hombres del poder arbitrario.
López Mateos (1958-1964), pudo plantear una
sucesión casi en automático por la alianza que suscribió con su

14

Cuatro corcholatas y un destapador

compañero en el Senado, Gustavo Díaz Ordaz, a quien hizo


secretario de Gobernación y desde el principio lo reconoció
como precandidato a la presidencia, aunque chocando con el
interés de otros grupos que estaban detrás de otros
precandidatos, entre ellos Raúl Salinas Lozano, e inclusive
Javier Barros Sierra con su aureola intelectual y sus
vinculaciones con la comunidad universitaria. Por la
enfermedad de López Mateos, Díaz Ordaz tuvo el doble papel
de secretario de Gobernación y presidente en funciones en la
segunda mitad del sexenio, por lo que tuvo el privilegio de ser
el sucesor de sí mismo como candidato presidencial.
Díaz Ordaz, quizá el último hombre de Estado que
jugó en el territorio institucional, pero fue atropellado por los
grupos de poder que le fabricaron conflictos e irregularidades y
lo condujeron a la trampa del movimiento estudiantil del 68 y
sobre todo al simbolismo del 2 de octubre en Tlatelolco. Díaz
Ordaz decidió su sucesión en un tono escrupulosamente
institucional y optó por Luis Echeverría Álvarez, su secretario
de Gobernación y desde luego responsable del manejo público
del 68 autoritario; pero precisamente por ello era el candidato
natural del razonamiento de Estado de Díaz Ordaz. Echeverría
fue el primero que rompió con su antecesor desde la campaña
para ofrecer un perfil de candidato diferente.
Echeverría, un zorro de la política machiavelliana, tuvo
el control completo de la sucesión y fue el primero que abrió
las figuras públicas que se apuntaban como precandidatos y los
puso a competir como una manera de garantizar su fuerza
personal en la selección. Durante todo el proceso, jugó con el
modelo institucional de que el secretario de Gobernación,
Mario Moya Palencia, sería el candidato; pero a la hora decisiva,
como el pícaro de Ruiz Cortines, se sacó del sombrero de copa
de Los Pinos a José López Portillo, un amigo fraternal de la
infancia, funcionario administrativo sin grupo político, y leal
hasta la ignominia con el presidente. Aunque tomando el poder
exilió a Echeverría y lo mandó a la embajada ubicada
exactamente del lado contrario, 180º de México, en las islas Fiji,
las cuales México ni siquiera tenía intención de una embajada.
López Portillo destruyó al echeverrismo.

15

Cuatro corcholatas y un destapador

López Portillo, en pleno disfrute sensual del poder, no


pudo operar su sucesión porque en la coyuntura de la decisión
le estalló el principio de una de las peores crisis económicas
nacionales: en junio de 1981 se cayeron los precios de petróleo,
no modificó las cotizaciones mexicanas, declinaron las ventas,
sustituyó los ingresos petroleros con deuda externa de corto
plazo y perdió el control del tipo de cambio. En medio del
proceso sucesorio encontró en Miguel de la Madrid la
continuidad del enfoque administrativista del poder y dio el
paso siguiente al modelo de planeación económica, aunque sin
tomar en cuenta la variable política. La opción desesperada de
regresar al dominio del Estado con la expropiación de la banca
el primero de septiembre de 1982 lo hizo reconocer que De la
Madrid no era el presidente para el nuevo ciclo estatista, pero
ya era presidente electo.
De la Madrid rompió el modelo del péndulo y ancló su
proyecto de economía neoliberal con disminución del Estado y
desde el principio su principal operador y diseñador del
modelo, Carlos Salinas de Gortari, se enfiló como candidato
presidencial natural, a pesar de haber sido el responsable de
todo el caos económico y sobre todo inflacionario de la
República. Se trató, pues, de una sucesión con un tapado bien
destapado.
En el mismo estilo, Salinas de Gortari construyó la
candidatura de su sucesor a partir de la continuidad del
proyecto económico, aunque echando mano de una figura que
mezclaba lo económico con lo político, aunque en los hechos
era más político que economista, el sonorense Luis Donaldo
Colosio Murrieta, con 44 años y una experiencia política
solamente dependiente de Salinas de Gortari; pero en medio de
una lucha política dentro del gabinete, con la figura de Manuel
Camacho Solís, un economista politólogo que tenía la
propuesta de la gran reforma de transición democrática del
país. La disputa por la candidatura benefició a Colosio, pero
fue asesinado en marzo de 1994 y su lugar lo tomó el
economista neoliberal Ernesto Zedillo Ponce de León, con la
garantía de continuidad del proyecto, pero con una de las
peores rupturas entre presidente y expresidente, con la

16

Cuatro corcholatas y un destapador

persecución política y exilio de Salinas de Gortari y el


encarcelamiento de su hermano Raúl, aunque manteniendo y
profundizando la política económica neoliberal salinista.
Zedillo, un economista que detestaba la política, se
dedicó a reconstruir el modelo económico del país y se olvidó
del PRI hasta que se percató que una reforma de los priistas le
había puesto candado a su proceso de sucesión presidencial y
no pudo imponer a ninguno de sus validos, Guillermo Ortiz
Martínez o José Ángel Gurría Treviño, dos funcionarios
economistas sin ningún cargo público electo, como exigían los
estatutos del PRI. De mala gana y de mala manera, Zedillo
optó por Francisco Labastida Ochoa, un economista de tinte
cepalinio (de la Comisión Económica para América Latina,
CEPAL), de pensamiento económico estructuralista y no
neoliberal, aunque político tradicionalista. No lo apoyó para
ganar y decidió impulsar la alternancia del antipriista Vicente
Fox Quesada, con la garantía de continuidad económica
neoliberal salinista por la designación de Francisco Gil Díaz
como secretario de Hacienda, considerado el jefe de los
Chicago boys mexicanos o dirigente de la comunidad
neoliberal del sector público.
Lo que vino después fue la imposibilidad de mantener
el modelo de sucesión con garantía de victoria: Fox no pudo
poner a Santiago Creel de candidato porque Felipe Calderón
Hinojosa le ganó la elección en el PAN. Calderón tampoco
pudo imponer la candidatura de Ernesto Cordero Arroyo,
porque Josefina Vázquez Mota también le ganó la candidatura
en el PAN y el priista Enrique Peña Nieto ganó la elección en
2012, aunque perdió su propia decisión cuando impuso como
candidato del PRI a un priista-no priista, aunque priista de
corazón, José Antonio Meade Kuribreña, frente a la
candidatura de Andrés Manuel López Obrador.

3. AMLO destapador

La historia política de López Obrador como candidato

17

Cuatro corcholatas y un destapador

estuvo marcada por su falta de respeto a los protocolos y su


rebelión contra las reglas institucionales del sistema: como
priista quiso ser candidato a gobernador de Tabasco en 1988,
pero la nominación del PRI estuvo en manos del candidato
presidencial priista Carlos Salinas de Gortari y del
exgobernador tabasqueño Enrique González Pedrero, quienes
bloquearon cualquier posibilidad de considerar a López
Obrador como aspirante.
En 1988 ocurrió la primera ruptura sistémica de López
Obrador: sin posibilidad de ser candidato priista, se salió del
partido, pactó el apoyo de Cárdenas Solórzano y el Frente
Democrático Nacional y compitió como candidato de esta
nueva coalición en Tabasco, pero el saldo final fue de 80% de
votos para el PRI tabasqueño y 20% para López Obrador,
iniciando desde entonces su largo camino de protesta callejera
contra las decisiones institucionales. Como candidato del
Partido de la Revolución Democrática (PRD), López Obrador
repitió su participación en las elecciones de gobernador en
noviembre de 1994, ya con Ernesto Zedillo Ponce de León
como presidente electo y Roberto Madrazo Pintado como
candidato priista a gobernador triunfante. En ambas
elecciones, López Obrador se negó –con razón o sin ella– a
aceptar los resultados electorales y convirtió su protesta en un
conflicto de gobernabilidad nacional.
En el 2000, luego de haber sido presidente nacional
del PRD, López Obrador fue nominado como candidato
perredista a la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, como
la única figura con capacidad y nivel para continuar la obra de
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, quien ya había renunciado
como titular del Ejecutivo de la capital, que ganó de manera
arrolladora en 1997, para asumir la candidatura presidencial por
tercera ocasión y segunda como abanderado del PRD.
De nueva cuenta, López Obrador no cumplió con los
requisitos que se necesitaban para ser candidato, puesto que su
credencial de elector como identificación oficial era de Tabasco
y había presentado sólo una carta delegacional de Coyoacán,
diciendo que era habitante desde mucho tiempo atrás; pero
uno de los principales impugnadores de su candidatura, por

18

Cuatro corcholatas y un destapador

razones de nacimiento, fue nada menos que Pablo Gómez


Álvarez, exmilitante del Partido Comunista y entonces ya en el
PRD, con protestas escandalosas contra el tabasqueño que
quería gobernar la capital de la República. La candidatura de
López Obrador se consiguió con la abstención ostentosa del
presidente Zedillo, obligando al PRI a no impugnarla por
razones de residencia, lo que le permitió saltarse las leyes
electorales y ganar la Jefatura de Gobierno.
López Obrador renunció en el 2005 al cargo en el
entonces Distrito Federal –del que se podía separar sólo por
causas de fuerza mayor calificadas por el Congreso local–, pero
con el control perredista de la asamblea capitalina no tuvo
problemas para abandonar el cargo capitalino y registrarse
como candidato por primera ocasión del PRD a la presidencia.
Las elecciones del 2006 fueron muy competidas y el
Instituto Federal Electoral (IFE) le otorgó la victoria al
candidato panista Felipe Calderón Hinojosa, con apenas medio
punto porcentual de ventaja. Como era previsible, López
Obrador organizó una protesta que tuvo como punto
culminante la instalación de tiendas de campaña a lo largo del
Paseo de la Reforma, para obligar a las autoridades electorales a
anular las elecciones o cambiar el resultado electoral, aunque al
final todo quedó sólo en la protesta.
En 2012, López Obrador fue candidato presidencial
frente a Enrique Peña Nieto, y las cifras oficiales evidenciaron
la derrota con 6.6 puntos porcentuales de desventaja, aunque
con muchos indicios de irregularidades electorales del equipo
priista de Enrique Peña Nieto, pero aun así tampoco logró
revertir el resultado. En el 2006 y en el 2012 López Obrador
instruyó a las bases militantes a bloquear la ceremonia
constitucional de toma de posesión en el Congreso, para
provocar una crisis constitucional impidiendo la ceremonia
protocolaria de transmisión de la banda presidencial, pero
tampoco pudo reventar la ceremonia y Calderón y Peña Nieto,
respectivamente, tomaron posesión.
En el 2018 López Obrador consiguió el apoyo de
grupos de clase media antipriistas y mantuvo una ventaja
electoral en las encuestas de más de 10 puntos, anotándose una

19

Cuatro corcholatas y un destapador

victoria contundente de 53% de votos en las elecciones, contra


22% a favor del candidato panista Ricardo Anaya Cortés en
segundo lugar y apenas 16% para el candidato priista José
Antonio Meade Kuribreña, en el sótano del tercer sitio
electoral.
Todas las candidaturas de López Obrador a cargos de
elección popular –dos ocasiones para gobernador y tres para
presidente de la República– se lograron sin seguir las reglas del
juego del partido al que pertenecía, llegando al caso en el 2018
de separarse, en 2014, del PRD y fundar su propio partido,
Morena, para hacerse candidato presidencial por decisión
propia como líder de la organización. Y hubo la acumulación
de información de que en 2006 López Obrador atropelló a
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, que estaba pensando en ser
candidato por cuarta ocasión, iniciando el proceso de
congelación de relaciones entre los dos, lo que provocó la
ruptura formal, y a partir del hecho de que Cárdenas Solórzano
lo había cooptado en 1988 en Tabasco, lo había hecho
presidente del PRD y lo había impulsado como sucesor en la
Jefatura de Gobierno, pero al final, López Obrador comenzó a
caminar solo, pasando por encima de su alianza política con
quienes lo construyeron como político opositor.
Esta historia política de López Obrador como
disidente contrasta con el papel autoritario del tabasqueño en la
fijación unidireccional de los ritmos de su sucesión presidencial
para el 2024, controlando a los precandidatos, evitando
movilidades autónomas y convirtiéndolos, no en aspirantes
formales a la presidencia, sino en meras corcholatas políticas y él
mismo, por lo tanto, asumiéndose como destapador.
Desde el 6 de junio de 2021 no ha pasado día en que
su conferencia mañanera sea usada para ir controlando ritmos,
movimientos y sensaciones de los precandidatos presidenciales
de Morena que él mismo definió, sin permitir que nadie se
salga del guion establecido. Por ejemplo, López Obrador
consideró desde el principio a Ricardo Monreal Ávila, pero
luego lo bajó del grupo oficial y lo marginó durante más de un
año, hasta que tuvo necesidad del voto senatorial y entonces
volvió a reconocerlo en abril de 2023 como precandidato

20

Cuatro corcholatas y un destapador

oficial a la presidencia.
Los precandidatos oficiales han sido muy disciplinados
en el respeto a las reglas establecidas de manera autoritaria y
unidireccionales por el presidente López Obrador, sin que
ninguno de ellos haya querido o pueda hacerlo: reproducir el
tipo o estilo de rebelión que el tabasqueño ha tenido a lo largo
de toda su historia política. En julio del 2021 llegó a considerar
a personalidades como Esteban Moctezuma Barragán o Juan
Ramón de la Fuente Ramírez como posibles precandidatos,
pero nunca pasaron la aduana formal que estableció en las
conferencias mañaneras.

4. El modelo 2024

Asumido como símbolo de un proyecto político que


no encontraba cabida en el PRI, López Obrador inició en 1988
una larga carrera política para reconstruir un modelo político y
de gobierno que, a su juicio, había sido desviado en 1982 con el
arribo al poder del proyecto político-ideológico del
neoliberalismo de Miguel de la Madrid Hurtado y Carlos
Salinas de Gortari.
No se trató de una nueva propuesta, sino que se
redujo a dar por liquidado desde entonces el proyecto
neoliberal de desarrollo para reconstruir el modelo de Estado
social de la Revolución mexicana. Los adversarios se han
encargado de resumirlo por comodidad en una propuesta
populista superficial, tratando de articularla a la ola
neopopulista, dinamizada por la Revolución bolivariana de
Hugo Chávez Frías, cuando se tuvieron las evidencias de que
las movilizaciones sociales de izquierda popular no iban a
derivar en un modelo marxista-leninista en modo de Fidel
Castro.
Sin embargo, más que una crítica malvada, las
referencias populistas al modelo político de López Obrador se
ubican en la lógica del proyecto de la Revolución mexicana, en
sus variantes de Constitución de 1917, capitalismo monopolista
de Estado, economía mixta, desarrollo estabilizador y
hegemonía económica del Estado. La fundamentación histórica

21

Cuatro corcholatas y un destapador

se localiza en el enfoque de Arnaldo Córdova en La ideología de


la Revolución Mexicana. La fundación del nuevo régimen (ERA, 1972),
mucho tiempo antes del enfoque populista chavista, y con la
referencia histórica de que el populismo mexicano fue definido
y operado por el presidente Lázaro Cárdenas del Río en su
sexenio, 1934-1940.
La bandera política de López Obrador en las
elecciones de 2018 se fundamentó en la propuesta de una
Cuarta Transformación política de México, aunque más como
argumentación política de campaña que cómo un nuevo
esfuerzo histórico de periodización de las fases del desarrollo
de México en toda su existencia. En términos estrictos, la
historia de México ha tenido cuatro periodos muy claros: los
gobiernos indígenas con estructuras de sistema/régimen/
Estado, el Virreinato de la Nueva España como una
organización semi autónoma y no como colonia, la
Independencia nacional federalista y sus subetapas de
centralismo, y Reforma y la Revolución, con rupturas y
continuidades.
El ciclo de la Revolución mexicana comenzó en 1908
con la propuesta del Partido Liberal de los hermanos Flores
Magón y el análisis sistémico de Francisco I. Madero en su
libro-programa La sucesión presidencial en 1910. El Partido Nacional
Democrático, que derivó en el Plan de San Luis en 1910,
llamando al alzamiento revolucionario en armas el 20 de
noviembre a las seis de la tarde. De 1908 a 2018, el proyecto de
la Revolución mexicana ha tenido también seis ciclos: el Estado
hegemónico constitucional de 1917, el caudillismo 1920-1934,
el capitalismo monopolista de Estado 1934-1946, la economía
mixta 1946-1970, el desarrollo popular con hegemonía del
Estado y empresa privada y la temporada neoliberal 1982-2018.
El discurso político de López Obrador se ha centrado,
por razones de facilidad comunicacional, en la Cuarta
Transformación, reduciendo todas las complejidades de
desarrollo histórico de México en tres fases sencillas y típicas
del libro de texto gratuito: Independencia, Reforma y
Revolución. A la hora del descenso político a ras de tierra, la
propuesta de AMLO no alcanza a racionalizar todas las

22

Cuatro corcholatas y un destapador

periodizaciones políticas, y la Cuarta Transformación se reduce


a la propuesta de una nueva fase sin definiciones de fondo, que
se figura por lo que no quiere ser, aunque en el fondo tenga
que ser lo que se niega.
En este contexto, la propuesta de López Obrador se
reduce sólo al concepto de posneoliberalismo; es decir, una
fase adelante del neoliberalismo salinista, aunque siga
funcionando con los valores de estabilización macroeconómica
del neoliberalismo. En todo caso, el posneoliberalismo de
López Obrador se mueve en el espacio gelatinoso de las
indefiniciones sistémicas. No alcanza a plantear una alternativa
real e integral al neoliberalismo salinista y se conforma sólo
con utilizar algoritmos ideológicos para ser lo que no dice ser:
un neoliberalismo vergonzante, sólo con objetivos de
expansión del Estado en el sector energético –petróleo y
electricidad–, aunque no tenga el suficiente contenido teórico
de pensamiento económico para abandonar el territorio
neoliberal.
El neoliberalismo en México fue impulsado por
Salinas de Gortari de 1979 a 1994, basado en tres principios
básicos: la reforma político-institucional, para pasar del
populismo echeverrista de expansión económica de Estado, al
modelo neoconservador de Theda Skocpol del Estado
autónomo de las fuerzas sociales (discurso de Carlos Salinas de
1985); y el regreso de la dinámica productiva a la inversión
privada y la reducción del compromiso social del Estado sólo a
la cobertura de mínimos de bienestar para los sectores más
pobres, y sin modificar la estructura concentradora del ingreso
en los sectores prioritarios.
El modelo no-liberal de López Obrador se reduce sólo
a la intención del Estado de recuperar el espacio mayoritario de
la actividad energética, a programas sociales de subsidio
directo, que no modifican patrones de distribución de la
riqueza por clases, y a obras de infraestructura que el
presidente López Obrador considera fundamentales para el
país, aunque se sacrifique la inversión pública para el estímulo
de la actividad productiva. Si el populismo echeverrista se
basaba en el aumento del gasto público para impulsar el

23

Cuatro corcholatas y un destapador

bienestar de clases productivas no propietarias, y para expandir


la intervención directa del Estado en sectores productivos, el
populismo lopezobradorista se redujo al subsidio directo a
sectores no prioritarios, pero sin modificar la estructura de
funcionamiento de las clases productivas, ni afectar la política
fiscal beneficiaria al sector empresarial.
El modelo populista e histórico de Arnaldo Córdova
derivaba del efecto redistribuidor de los poderes productivos,
que logró la Revolución mexicana al aplastar al Estado
empresarial porfirista, un poco en el modelo Tocqueville del
tránsito del viejo régimen feudalista a la revolución de clases
sociales no productivas. En este contexto, el régimen popular
se redujo a un régimen populista, en tanto que no modificó la
lucha de clases, sino que elevó la función del Estado a
construirse como el instrumento de redistribución del ingreso
sin modificar la relación Estado-empresa privada.
Para evitar la construcción de un nuevo régimen de
privilegios después de la Revolución, el Estado armó una
estructura de poder que mantenía el modelo burguesía-
proletariado, con la acción del Estado a favor de los no
propietarios y a través de una política social que organizó a
trabajadores y campesinos y clases medias como masas y no
como clases sociales, accionando al Estado como un gobierno
paternalista y autoritario, y manteniendo el modelo productivo
del ciclo de la Reforma y el porfirismo con sus características
capitalistas, con la decisión de no modificar los patrones de
acumulación del capital privado.
En este contexto histórico, el alcance del discurso-
propuesta de López Obrador no fue más allá de restringir la
gestión del modelo ideológico populista como subsidio directo
a sectores vulnerables, sin modificar la estructura de clases y
haciendo descansar un bienestar relativo a través de
distribución de efectivo, que de ninguna manera estuvo
concebido para redinamizar la lucha de clases.
De ahí que el posneoliberalismo que definió López
Obrador en el Plan Nacional de Desarrollo se haya reducido a
una compartimentación del ejercicio del gasto, pero
manteniendo los objetivos centrales de estabilidad

24

Cuatro corcholatas y un destapador

macroeconómica del viejo neoliberalismo: control de la


inflación por la vía del circulante, la disminución del gasto
social-productivo y el ancla de crecimiento económico bajo.
Estas limitaciones redujeron la función del Estado productivo
por un precario Estado con objetivos de inversión pública no
multiplicadora de las relaciones sociales y sin modificar la
hegemonía del sector privado en la inversión nacional; al grado,
inclusive, que la política de inversión pública del Estado
lopezobradorista no afectó el equilibrio neoliberal burguesía-
proletariado, sino que se redujo a convertir a los grandes
empresarios en contratistas de las cuatro obras públicas clave
del sexenio: el nuevo aeropuerto Felipe Ángeles, el Tren Maya,
el canal transístmico y la refinería de Dos Bocas

5. Las razones de las sinrazones

Todo presidente de la República construye un entorno


de funcionarios cortados a su imagen y semejanza y
aglutinados en el proyecto gubernamental del sexenio. A pesar
de su heterodoxia, López Obrador no ha sido la excepción,
aunque con los indicios de la dificultad de gestionar un equipo
de trabajo que requiere el reconocimiento a las funciones de
cada uno de los designados, pero bajo el control estricto de los
lineamientos presidenciales.
López Obrador siempre prefiguró un liderazgo
personal que no admite espacios de autonomía. Se abrió a
alianzas con personeros del viejo régimen, pero a condición de
que le reconocieran su liderazgo absoluto. Lo paradójico del
caso es que ha derivado en un liderazgo personal centralizador
que por sí solo no alcanzaría a gestionar el poder y de modo
natural requiere y alianzas y compromisos.
Daniel Cosío Villegas estableció el método analítico de
liderazgo personalizado de Luis Echeverría Álvarez y lo
caracterizó como “estilo personal de gobernar”: el
funcionamiento del sistema/régimen/Estado bajo los
lineamientos establecidos por una sola persona. Y no se ha
tratado de formas únicas de gobierno, sino que el tamaño del
aparato político y de poder mexicano requiere de hilos de

25

Cuatro corcholatas y un destapador

control muy estrictos.


El modelo de los gobernantes como hombres fuertes
del régimen tiene una configuración histórica que introdujo
Octavio Paz en su ensayo Posdata (1970), la personalización del
poder en figuras de autoridad únicas como el Tlatoani
indígena, el virrey colonial y las diferentes formas de
presidencialismos personales: Antonio López de Santa Anna,
Benito Juárez, Porfirio Díaz, Venustiano Carranza, Álvaro
Obregón, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas, Miguel
Alemán, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría Álvarez, Carlos
Salinas de Gortari y López Obrador.
La gestión del poder en la administración pública
federal ha encontrado en López Obrador un prototipo singular
y mediático de centralización del poder: las conferencias de
prensa mañaneras sustituyen el funcionamiento de las oficinas
públicas y colocan a las declaraciones presidenciales como el
embudo de información, decisiones y respuestas, dejando a la
administración pública sólo como un cascarón del
procesamiento de decisiones presidenciales.
El estilo personal de gobernar de López Obrador ha
anulado el poco espacio de autonomía relativa que han tenido
los cargos públicos en el gabinete presidencial, anulando el
modelo de espacio autónomo de ministerios, convirtiendo a los
secretarios del despacho presidencial en funcionarios con
capacidad de expresión sólo en las mañaneras en Palacio
Nacional y a petición expresa del presidente de la República. El
centralismo controla inclusive a poderes intermedios como
legisladores, gobernadores, alcaldes y funcionarios medios,
quienes son citados en el salón principal de Palacio Nacional
para responder a preguntas de los medios acreditados y nunca
en sus propias oficinas administrativas.
Los tiempos políticos tradicionales del proceso de
sucesión presidencial, si bien comienzan desde la campaña del
candidato oficial para ganar el cargo, suelen encontrar el primer
carril de expresión al comenzar el quinto año de gobierno,
aunque el propio presidente en turno, también desde su propia
campaña presidencial, va perfilando a sus colaboradores que
pudieran estar considerados en la lista de posibles sucesores.

26

Cuatro corcholatas y un destapador

Las fases del proceso de definición de la sucesión


presidencial han respondido a etapas: los militares operaron sus
sucesiones en situaciones de tensión que evitaran los golpes de
Estado. De Obregón a Ávila Camacho operó la disciplina
militar y, sobre todo, la decisión madura de los jefes
revolucionarios a fin de evitar a toda costa pronunciamientos
militares formales para conseguir posiciones de poder. De
Miguel Alemán a Díaz Ordaz, el modelo funcional fue el del
tapado; es decir, tapar o esconder al preferido y poner a
competir en situaciones restringidas a otros precandidatos. En
1975, el presidente Echeverría decidió abrir un poco el proceso
sucesorio con la declaración aprobada de su secretario de
Recursos Hidráulicos, Leandro Rovirosa Wade, al dar a conocer
una lista de seis miembros del gabinete apuntados para ocupar
la silla presidencial.
La distensión en el proceso no significó un juego
democrático, sino más bien se agotó en abrir espacios de
despresurización, que pudieran servir en la definición de
nuevas alianzas; pero también exponiendo a los aspirantes a
una visibilidad que les redujera margen de acción: el juego de
poder de Echeverría le permitió distraer la atención con el
secretario de Gobernación, Mario Moya Palencia, y sacar de la
chistera al administrador público José López Portillo, carente
de equipo político, manteniendo el control estricto del proceso.
El presidente De la Madrid, en un intento de airear los
espacios del poder, creó un modelo de comparecencia pública
de seis precandidatos presidenciales escogidos por él mismo y
su presentación con discursos públicos ante la élite corporativa
del PRI, para difundir proyectos de gobierno, aunque era muy
obvia la nominación de Carlos Salinas de Gortari como el
continuador del proyecto delamadridista.
Como presidente de la República, Salinas mismo
difundió la lista de sus posibles sucesores en charlas privadas
con columnistas políticos, pero sin ponerlos a competir de
manera pública, por el desgaste natural de una confrontación
de propuestas. El domingo 27 de noviembre de 1993, Salinas
reunión a la cúpula priista –bajo control corporativo del
mandatario– y ahí se difundió el nombre de su sucesor: Luis

27

Cuatro corcholatas y un destapador

Donaldo Colosio Murrieta, pero con un proceso que jugó con


las expectativas de Manuel Camacho Solís. El asesinato de
Colosio (23 de marzo de 1994, en Tijuna), rompió la
continuidad sucesoria y adelantó la candidatura suplente de
Ernesto Zedillo Ponce de León.
La ruptura en grado de persecución judicial soterrada
contra el expresidente Salinas y la inexperiencia política del
presidente Zedillo en la gestión del PRI como aparato político-
electoral, generó uno de los más graves tropiezos en el partido.
En la XVII Asamblea Nacional del PRI, de marzo de 1996, las
bases militantes impusieron candados a la candidatura
presidencial, sin que el titular del Ejecutivo se percatara de ello,
hasta que vio la imposibilidad de empujar a sus dos
precandidatos preferidos: los economistas Guillermo Ortiz
Martínez y José Ángel Gurría Treviño, quienes no pudieron
obtener la nominación ante la ausencia de un cargo de elección
popular, que exigían los estatutos del partido. Zedillo abrió la
competencia con una ficha menor –su secretario de
Gobernación, el exgobernador sinaloense Francisco Labastida
Ochoa–, contra tres precandidatos que representaban los
intereses del viejo PRI populista que no podían llegar a la
nominación: Manuel Bartlett Díaz, Roberto Madrazo Pintado y
Humberto Roque Villanueva. Zedillo utilizó al veterano
político Fernando Gutiérrez Barrios como vigilante de una
elección interna, pero con la intención de sacar la nominación
de Labastida.
Zedillo le dio un giro estratégico al proceso sucesorio
con un paso audaz: facilitar el triunfo de la oposición, en tanto
que no la personalizó la continuidad transexenal en sí mismo ni
en el PRI, sino en el mantenimiento del rumbo neoliberal de la
economía. El panista Vicente Fox Quesada evitó la ruptura
populista con el mensaje de la extensión del proyecto
neoliberal, a través de la figura del secretario de Hacienda,
Francisco Gil Díaz, considerado como el jefe de los Chicago
boys mexicanos, corriente de economistas forjada en la
economía de mercado, todos ellos educados en la Universidad
de Chicago y bajo el liderazgo ideológico de Milton Friedman.
Un modelo de control económico-político que se había puesto

28

Cuatro corcholatas y un destapador

en operación en Chile, por el general Augusto Pinochet al


entregarle a los neoliberales de Chicago el control de la
economía y convirtiendo a los golpistas en policías del
régimen.
Las candidaturas opositoras mexicanas de 2000, 2006 y
2012, trasladaron el eje estratégico de decisiones de la política
del PRI a la Secretaría de Hacienda: Agustín Carstens saltó de
la subgerencia general del Fondo Monetario Internacional
(FMI) a la Secretaría de Hacienda del gobierno panista de
Felipe Calderón Hinojosa. Enrique Peña Nieto operó la
continuidad neoliberal vía Luis Videgaray Caso, un economista
forjado en la escuela hacendaria de Pedro Aspe armella, otro
jefe político del neoliberalismo de Chicago en el gobierno de
Salinas de Gortari.
López Obrador logró una alianza política contra el
PRI y el PAN y obtuvo el apoyo de sectores del viejo sistema
que estaban requiriendo una nueva dinámica de gobierno; y el
discurso lopezobradorista de primero los pobres y de lucha
contra la corrupción, le dio los suficientes votos para ganar la
presidencia en 2018, con 53%, aunque ya en el poder el
tabasqueño rompió esos compromisos sociales y se centró en
el ejercicio personal del poder.
Como presidente en curso, al definir su propia
sucesión presidencial, López Obrador seleccionó a los tres
principales precandidatos: la jefa de Gobierno de Ciudad de
México, Claudia Sheinbaum Pardo, una funcionaria construida
y afinada por el propio López Obrador; el canciller Marcelo
Ebrard Casaubón, un político priista, salinista, camachista y
lopezobradorista, con quien había tenido una competencia
interna en el 2012 para definir la candidatura presidencial, que
al final se afianzó en la decisión de López Obrador de manejar
las encuestas seleccionadoras a su modo; y su segundo
secretario de Gobernación, el gobernador tabasqueño Adán
Augusto López Hernández, el hermano que todos los
presidentes dicen tener en su gabinete; y subiéndolo o
bajándolo, el líder senatorial de Morena, Ricardo Monreal
Ávila, que ha pululado fuera de la terna oficial, pero sin que
existan indicios de que el presidente de la República lo

29

Cuatro corcholatas y un destapador

estuviera considerando con seriedad como corcholata sucesoria.


Como en todas las sucesiones presidenciales desde
1920, la de 2024 estará determinada por una condición
inflexible: quiéralo o no, y desde luego ajustado a sus modos de
asumir el poder, el liderazgo transexenal de López Obrador es
la condición indispensable. Y dentro de esa exigencia, las tres
metas de toda continuidad sucesoria en el poder desde 1920 se
han de prodigar en 2024: personal, de grupo y familiar.
Aunque el presidente López Obrador construyó un
discurso político en torno a un enfoque muy particular de
periodicidad histórica que calificó como Cuar ta
Transformación, en los hechos no existe la configuración de
una fase histórica, toda vez que la 4T se redujo a un concepto
político y no a un modelo de desarrollo. Al final la 4T será sólo
un concepto de coyuntura, y en los hechos no será sino otra
forma de regresar a la mixtura del viejo régimen: una economía
mixta, con hegemonía de subsidios populares del Estado y
dominio económico empresarial, sin un proletariado que en el
pasado le dio esencia al populismo posrevolucionario.
En una nueva paráfrasis de Tolstoi, todos los
presidentes de la República han sido iguales, aunque cada
expresidente ha sido diferente a su manera. Pero todos ellos,
con oscilaciones y tentaciones, han quedado atrapados en las
reglas del poder, que limitan la trascendencia y llevan a la
conclusión de que no hay expresidentes felices y ninguno de
los 14 mandatarios mexicanos, desde Cárdenas hasta Peña
Nieto, ha encontrado la paz después del ejercicio absolutista
del poder. Y a pesar de conducir de manera personal sus
procesos sucesorios y aún en circunstancias de imposición de
candidatos a modo, las características del ejercicio del poder en
México han evitado maximatos reales o reelecciones
escondidas.
López Obrador tendrá que escoger un sucesor y sólo
lo conocerá en todo su esplendor cuando el escogido ejerza el
poder

6. Deshojando la margarita

30

Cuatro corcholatas y un destapador

Todos los presidentes, en el momento de manejar su


propia sucesión presidencial, para escoger a su remplazo, han
resultado decepcionados con los resultados; sobre todo los que
llegaron a asegurar que el seleccionado iba a poder ser
manipulado desde la expresidencia. Quizá el caso más
significativo haya sido el de Obregón, pues inventó
políticamente a Elías Calles, lo hizo presidente de la República,
le ordenó cambiar la Constitución para permitir la reelección y
lo condujo para que designara al propio Obregón como su
sucesor; pero la lucha por el poder se decidió en una comida en
el parque de La Bombilla, en Coyoacán, el 17 de julio de 1928,
cuando el extremista católico, José de León Toral, se le acercó
al presidente electo Obregón, en una celebración por la victoria
electoral, para mostrarle una caricatura, y le dio varios disparos
que cobraron la vida del jefe del Plan de Agua Prieta.
Otro ejemplo simbólico fue la decisión de Salinas de
Gortari de construir primero la figura sucesoria del
economista-político Colosio y llevarlo de la mano en el corto
plazo, de una asesoría en la dirección general de política
económica y social de la Secretaría de Programación y
Presupuesto en 1979, a la candidatura presidencial priista el
domingo 27 de noviembre de 1994; pero con evidencias de que
a principios de marzo de ese año Colosio había agarrado su
propio camino –como Echeverría con su minuto de silencio
por las víctimas del 2 de octubre del 68 en Tlatelolco–, el 6 de
marzo con un discurso que fue leído por Salinas como de
ruptura y el sonorense entró en un túnel oscuro que tuvo su
salida la tarde del 23 de marzo en el magnicidio en Lomas
Taurinas, Tijuana.
Los tres principales precandidatos lopezobradoristas –
Sheinbaum, Ebrard y Adán Augusto-- tienen perfiles propios
de relación presidencial: la primera y el tercero como hechura
directa del presidente López Obrador, y Ebrard con una
carrera política propia, que ha destacado por su forma de
desmarcarse de la dependencia absoluta del presidente,
encargado de decidir el nombre de su sucesor. A Ebrard le
tocó transitar la compleja sucesión presidencial de Salinas de
Gortari a Colosio, por su papel como principal colaborador

31

Cuatro corcholatas y un destapador

político de Manuel Camacho Solís, quien esperaba la


nominación, producto de un presunto pacto político al
comienzo de la carrera política de ambos de que el que llegara
dejaría como sucesor al otro.
El poder absoluto del presidente de la República llega
a su punto culminante cuando decide a su sucesor, por la
voluntad de los militantes de su partido, de sus propios aliados
no partidistas y de la totalidad de los mexicanos; a partir de ese
momento comienza la propia declinación de su poder por la
lógica dialéctica de que el poder presidencial es indivisible.
Aunque ya se dijo que la sucesión presidencial
comienza desde la configuración del equipo de quien se fijó la
posibilidad de ser presidente, hay un tiempo político muy
preciso que va desde la finalización del cuarto informe de
gobierno hasta la entrega de la banda presidencial, que
simboliza el poder presidencia. El ejercicio del poder
absolutista para designar candidato tiene dos etapas: la de la
lucha entre precandidatos hasta la nominación oficial por el
partido en el poder; y la de la paulatina declinación de la fuerza
del presidente saliente ya con un candidato en proceso de
construcción de sus propias alianzas políticas en detrimento de
las del presidente saliente.
Se trata de una circunstancia de psicología del poder
que exige un autocontrol mental no fácil de gestionar, porque
la fuerza del presidente en turno se disuelve a pasos
apresurados desde el momento en que el partido en el poder
acepta la sugerencia al designar a su sucesor. Los meses de
campaña son tortuosos para el presidente saliente y suelen
estar plagados de tentaciones para sustituir al candidato cuando
empieza a advertir indicios de autonomía relativa en el sucesor.
La primera prueba de lealtad de los candidatos se nota
en campaña y en las percepciones del presidente saliente para
calificar a su nominado en sus primeras gestiones de poder
propio y percibir si debe seguir o pudiera haber espacio para la
sustitución de candidato.
El presidente Díaz Ordaz estuvo a punto de quitarle la
candidatura a Echeverría porque asumió como una bofetada
política aquel minuto de silencio del candidato en la

32

Cuatro corcholatas y un destapador

Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, en


memoria de los estudiantes caídos en Tlatelolco, y de poco le
sirvió su astucia al agregar que también rendía homenaje a los
militares que perdieron la vida en el movimiento estudiantil.
Díaz Ordaz ordenó al presidente nacional del PRI, Alfonso
Martínez Domínguez, acuartelarse en las oficinas del partido
porque se iba a cambiar al candidato, pero por razones
especiales ya no hubo la decisión operativa.
El presidente López Portillo sólo tuvo un instante
fugaz de realismo cuando dijo que Miguel de la Madrid no era
el presidente para la gestión de la gran decisión histórica que
tomó el primero de septiembre de 1982, al expropiar la banca
privada e integrarla al Estado con su fenomenal poder de
financiamiento del desarrollo, pero supo que era imposible el
relevo porque De la Madrid ya era presidente electo y sólo un
golpe de Estado hubiera podido recomponer la sucesión. Este
conflicto vivido en la casa presidencial de Los Pinos en 1982 es
otro ejemplo de los imponderables que de pronto irrumpen en
el sistema de toma de decisiones para designar al candidato
oficial a la presidencia.
En diciembre de 1987, la revista Proceso publicó la
versión de que el presidente De la Madrid estaría analizando
quitarle la candidatura a Carlos Salinas de Gortari porque la
campaña priista no levantaba ante el impulso de Cuauhtémoc
Cárdenas y su Frente Democrático Nacional. Sin embargo, la
decisión se mantuvo, aunque los resultados fueron producto de
manipulación en la contabilidad electoral por la mano perversa
del secretario de Gobernación y precandidato presidencial
derrotado, Manuel Bartlett Díaz.
El presidente Salinas de Gortari siempre tuvo clara
una intención de nominar a Luis Donaldo Colosio Murrieta
como su sucesor, pero el proceso se descarriló con la rebelión
en modo de enojo público de Manuel Camacho Solís. Luego se
atravesó el alzamiento guerrillero armado en Chiapas y
Camacho fue designado para negociar la paz, aunque con un
espacio propio que le ayudó a cincelar la posibilidad de una
candidatura independiente. Después del discurso del 6 de
marzo, que tuvo más efecto por la lectura del indicio de una

33

Cuatro corcholatas y un destapador

ruptura de Colosio con Salinas, el asesinato del candidato logró


reencauzar la sucesión con el economista Ernesto Zedillo
Ponce de León, aunque en medio de versiones, reconocidas
tibiamente por el propio Colosio, en el sentido de que Salinas
le iba a quitar la candidatura.
Zedillo, un político pragmático, no jugó con señales
que afectaran la candidatura del único miembro del gabinete
con capacidad para enarbolarla –Francisco Labastida Ochoa,
por el incumplimiento de las exigencias estatuarias del PRI–,
sin ser el preferido y el presidente optó por facilitar la victoria
del PAN y empujar la alternancia.
Fox y Calderón no pensaron en cambiar candidato, a
pesar de que los seleccionados no fueron sus preferidos.
Calderón se mostró insatisfecho con la mala campaña de la
candidata Josefina Vázquez Mota, pero los mecanismos de
designación no permitían el relevo. Peña Nieto fue advertido
de que su candidato priista-no priista, José Antonio Meade
Kuribreña, no estaba a la altura de la competencia con la figura
dominante de Andrés Manuel López Obrador, pero en ningún
momento pensó en sustituirlo.
López Obrador llegó su proceso sucesorio y fue muy
claro en mostrar que él conduciría el mecanismo de
designación del candidato, señalaría los tiempos y decidió el
método de la encuesta, con el conocimiento propio de los
riesgos de esa opción y la certeza de que su propio liderazgo
podría inclinar la balanza en los sondeos y, en último caso,
repetir lo ocurrido en la nominación del candidato en 2012,
cuando Marcelo Ebrard quiso disputar la candidatura, pero el
tabasqueño controló el proceso, anunció su nominación y
nunca dio a conocer el contenido de las encuestas.
De ahí que López Obrador tenga en sus manos todo
el proceso abierto y secreto para designar el candidato de
Morena a la presidencia, una circunstancia adicional de que sus
conferencias mañaneras le han servido para modular el sentido
de las encuestas.
El proceso de sucesión presidencial de López Obrador
va a propiciar una evolución abierta de la competencia, pero
controlando los siclos de la comunicación política presidencial,

34

Cuatro corcholatas y un destapador

para ir induciendo la preferencia a favor de Claudia Sheinbaum


Pardo.
El colmo de López Obrador será operar una sucesión
democrática que todos saben que será antidemocrática.

35

II MARCELO EBRARD Y SU APUESTA DEL


TODO POR TODO

Por Alejandro Ramos

1. Introducción

M arcelo Ebrard Casaubón, nacido en 1959, es más que


una corcholata. Va por la candidatura presidencial para
que México dé el siguiente paso. Sabe que es la gran
oportunidad para revertir las grandes diferencias con los
vecinos del norte. Y él dice que sabe cómo hacerlo.
Su capital político de más de 30 años va de por medio.
Y aunque no pocos lo ven ya como derrotado por la corcholata
favorita, Claudia Sheinbaum, sabe que no todo está escrito y la
auténtica competencia por la candidatura a la presidencia de la
República, apenas comienza.
La historia política del hoy canciller es diversa, ha
pasado por cuatro partidos políticos, en los que ha ganado y
perdido algunas batallas y otras las libró de manera soterrada.
Él mismo no se percibe ni se presenta como un
ortodoxo de la política y se muestra capaz de incursionar en los
procesos de mayor riesgo, desde lo político hasta lo físico
como fue su participación de mediador de bajo perfil en las
negociaciones de la rebelión del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional (EZLN), cuando, el 1 de enero de 1994,
se produjo el levantamiento armado de indígenas zapatistas
contra el gobierno de Carlos Salinas de Gortari.

36

El episodio sacudió al país y sorprendió a buena parte


del mundo, especialmente a Estados Unidos y Canadá, países
con los que México ponía ese día en marcha el Tratado de
Libre Comercio de América del Norte (TLC).
Pasada la sorpresa, el gobierno, con la intermediación
del obispo de San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz García, a
quién se identificaba como apoyo de la comunidad indígena y
muchos, dentro y fuera del país, lo colocaban como el
auténtico líder y operador de la rebelión indígena.
Manuel Camacho Solís, fallecido en 2015, en ese
entonces derrotado aspirante presidencial por decisión de
Salinas de Gortari, aceptó el papel de mediador con los
rebeldes, bajo el mando del hasta entonces desconocido
subcomandante Marcos. Camacho era y fue el mentor y guía
político de Marcelo Ebrard, quien desde muy joven, cuando
fue su alumno en el Colegio de México, se convirtió en su
discípulo y así siguió hasta su muerte.
El de 1994 fue un año de sorpresas. El país registró
otra gran sacudida, esta vez con el asesinato del entonces
candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio, a quien
Salinas había designado su favorito y con lo cual Camacho y
Ebrard quedaron políticamente marginados del clan del partido
en el poder.
Eran días y meses en los que México se revolvía
políticamente. Salinas perdía credibilidad y luego del
magnicidio de Colosio, el PRI-gobierno se vio obligado a
improvisar a un nuevo candidato presidencial: Ernesto Zedillo.
En la parte final de su mandato, en 1994, Salinas no
quería correr el más mínimo riesgo de violencia, por lo que
pidió se evitara al máximo el ingreso de la gente a la plancha
del Zócalo, sólo que ya estaba ocupado desde días previos por
campesinos de Tabasco, encabezados por López Obrador. El
reclamo, por pagos no cumplidos.
Esa ocasión fue cuando López Obrador y Marcelo
entraron en una primera negociación. El Peje, como era
conocido, le hizo saber a Ebrard que los campesinos no se
moverían hasta que les pagaran. Y así fue. Luego de una plática
no muy larga, el Zócalo quedó despejado y los tabasqueños

37

aceptaron el compromiso de pago y se retiraron pacíficamente


a su tierra.
El primer acuerdo personal entre Ebrard y López
Obrador no tuvo mayor impacto en el gobierno y el asistente
de mayor confianza de Camacho, quedó paulatinamente
marginado de la elite política priista. Mientras, Salinas sufría un
enorme desprestigio y Zedillo era visto como un candidato
obligado por las circunstancias, que llevaría el gobierno al
camino de la total tecnocracia.
Así lo percibían Camacho y su pupilo. A su juicio, no
se equivocaron cuando ya en un gobierno de tecnócratas
puros, chocaron Zedillo y Salinas, justo días después de
producirse el relevo presidencial en diciembre de ese año.
El país se convulsionaba y el gobierno y la economía
entraban en crisis financiera, que en el exterior generó el
llamado efecto “tequila”, tras el derrumbe de la moneda
mexicana y el rescate mediante un préstamo respaldado por el
petróleo, por parte del gobierno de Estados Unidos,
encabezado por Bill Clinton.
En esa etapa de confrontación entre los grupos de
Salinas y Zedillo, también se gestó un frente político contra el
Fondo Bancario de Protección al Ahorro, Fobaproa, en el que
jugó un papel importante Marcelo Ebrard, al impulsar a grupos
de oposición contra los que él y Andrés Manuel López
Obrador denunciaban como responsables de un robo a la
nación y el empobrecimiento de ciudadanos deudores, de los
cuales muchos perdieron sus propiedades.
Ebrard participó en la lucha contra el Fobaproa
encabezada por la diputada Dolores Padierna, quien desde el
Congreso, como legisladora del PRD, alentó ese movimiento al
que se sumó López Obrador.
Marcelo y Camacho fundaron entonces el Partido del
Centro Democrático, que no resultó y desapareció luego de un
solo proceso electoral. El PRI fue quedando cada vez más
lejano, hasta que desapareció de su agenda y sus aspiraciones.
Posteriormente, Marcelo Ebrard se integró al PRD,
partido que había ganado el gobierno del Distrito Federal con
Cuauhtémoc Cárdenas.

38

Marcelo estrechó su relación personal y política con


López Obrador, quien ganó ampliamente la elección por el
gobierno de la capital del país, al tiempo que crecía su
popularidad y aceptación en amplios segmentos de población.
Dentro de las filas del PRD, Ebrard Casaubón avanzó
y obtuvo la jefatura del gobierno capitalino, lo que según
comenta en su libro El camino de México (Editorial Aguilar,
2023) representó un gran paso.
El compromiso de apoyo que sintió Marcelo con el
Peje se acrecentó con el fraude cometido en la elección
presidencial de 2006 contra Andrés Manuel, que generó
grandes protestas que se replicaron en comicios posteriores
como el del 2012; hasta que finalmente, en 2018, el político
tabasqueño tuvo un triunfo rotundo, que no dejó lugar a dudas,
al haber obtenido 30 millones de votos a su favor.
Marcelo estaba por terminar su administración en el
gobierno capitalino cuando decidió competir en el proceso
interno de su partido, entonces el PRD, por la candidatura
presidencial. Tenía como adversario a Andrés Manuel quien
finalmente lo derrotó por una diferencia mínima en los
resultados de la encuesta a la que ambos acordaron someterse.
El procedimiento se convirtió en un método de
elección interna, que ya es de uso regular en los procesos como
el de 2024, en el que competirá el propio Marcelo y dos
corcholatas más, Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López;
otras presencias serán testimoniales.
La competencia en la selección del candidato
presidencial de Morena está rodeada de ruido, de versiones
interesadas, pero la realidad es que las corcholatas, como las
llamó el presidente de la República, son de “relleno”.
Para el equipo del canciller está claro: la gobernadora
de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, es la competidora a
derrotar. Para Claudia, su contendiente natural es Marcelo,
quien tiene ganas y un proyecto muy definido, que se propone
impulsar a las clases medias, mejorar las condiciones de vida de
la población y consolidar el bloque económico más importante
del mundo con México, Estados Unidos y Canadá.
En sus propias palabras, plasmadas en su libro

39

autobiográfico, Marcelo se define así:


“Soy un nacionalista nato, un demócrata que cree que
la política es el camino para lograr cambios profundos. Soy
metódico, constante, workaholic, dispuesto a la crítica y
alérgico a los golpes bajos, a los insultos de funcionarios
cercanos y opositores. Quiero ser presidente para culminar la
transformación del país”.
Y luego habla de sus habilidades y dice: “una de ellas
es saber negociar, lograr pactos que sumen, construir desde la
pluralidad de necesidades e ideales, encontrar soluciones
creativas y siempre pacíficas a problemas complejos. Negociar
sin comprometer principios.
“… justo así negociando y defendiendo mis
convicciones, fue que conocí a Andrés Manuel López
Obrador”.
En la construcción de su candidatura Marcelo hace
especial énfasis en cómo enfrenta los desafíos:
“Si algo tengo, es persistencia ante la adversidad. La
adversidad siempre ha sido un común denominados en mi
carrera: Desde la crisis por el sismo de 1985, hasta la crisis
ambiental, la crisis en Chiapas y luego la crisis política… Todo
mi itinerario político de 40 años ha sido de superar
dificultades”.
Las posibilidades de que Marcelo se convierta en
candidato presidencial para los comicios de 2024 van más allá
de su cercanía con el presidente de la República, residen, sobre
todas las cosas, en que haya piso parejo y se respeten los
resultados de la encuesta.

2. Las ofertas políticas de Marcelo

“Voy a ser presidente de la República: tengo 63 años


de edad, una amplia experiencia en la política y el respaldo de la
gente. Bajo mi gobierno habrá continuidad en la obra de
Andrés Manuel López Obrador, con los pasos que den mayor
fortaleza a la Cuarta Transformación impulsada por acciones
que privilegien al pueblo y mejoren el bienestar de los
mexicanos”.

40

En la práctica, la competencia ya se abrió y, a su


manera, los aspirantes hacen su lucha, aunque se perciben
apoyos oficiales a Claudia Sheinbaum, la jefa de Gobierno de
Ciudad de México, la única corcholata sin militancia priista en su
carrera.
A los 63 años, casado, con dos niños pequeños, una
esposa, Rosy le llama, además de tres hijos adultos de un par de
matrimonios anteriores, es lo que en épocas no muy lejanas se
calificaba socialmente como de “buena familia”.
Marcelo Ebrard Casaubón fue en su infancia y
adolescencia alumno destacado de escuelas particulares. Con el
“obligado viaje familiar a Disneylandia”, durante su niñez, pisó
por vez primera territorio de Estados Unidos y nunca olvida
los contrastes extremos que existen y subsisten en la zona
fronteriza, por lo que en medios estudiantiles e intelectuales se
le caracterizó y como “vecinos distantes”.
En sus ya más de 30 años en la política partidista,
Marcelo, como gusta que le llamen, ha transitado por diversas
instituciones, ninguna considerada radical o de tendencias
ideológicas expresas, más bien resultado de corrientes como
aún lo reflejan las militancias diversas del hoy todavía secretario
de Relaciones Exteriores.
Aunque estudió una licenciatura en Relaciones
Internacionales en el Colegio de México, Ebrard ha estado más
cercano a la política partidista, pues ha militado en diversas
épocas y gobiernos en el PRI, Partido Verde, el sol azteca
(PRD), el Partido Centro Democrático (PCD) y el Movimiento
de Regeneración Nacional (Morena).
Esta vez Marcelo Ebrard está seguro de que será el
próximo presidente de México y por eso no tiene duda que
será electo en la contienda interpartidista como candidato de
Morena y luego seguro sucesor de un compañero de décadas,
el hoy ocupante de Palacio Nacional, Andrés Manuel López.
“Es mi momento: tengo los conocimientos, la
experiencia, la convicción de trabajar por México con la Cuarta
Transformación”, afirma en su libro.
“Con el impulso del presidente de la República, quien
realiza una obra que requiere continuidad porque es en bien del

41

país y sus ciudadanos, desde niños hasta adultos mayores.


Tengo la preparación, los conocimientos, la experiencia y soy la
mejor garantía para lograrlo”, proclama Marcelo.
Definido a sí mismo como un hombre hecho para el
trabajo y la organización, el aún titular de la Secretaría de
Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, está convencido de que
será el mejor sucesor de Andrés Manuel López Obrador, un
político al que admira y respeta y con quien se ha encontrado
en diversas trincheras a lo largo de los últimos 30 años tanto
como adversario o como aliado, pero siempre coincidente en
un objetivo: trabajar en beneficio de México
A lo largo de su vida, Ebrard transitó de la vida
académica a la política, trayectoria en la que fue brillante
estudiante en el Colegio de México, donde cursó la carrera de
Relaciones Internacionales, con notas sobresalientes y tuvo
como principal guía y mentor a Manuel Camacho Solís,
también, en su momento, uno de los aspirantes fallidos a
ocupar la candidatura presidencial por el PRI, antes del
asesinato de Luis Donaldo Colosio, en el gobierno de Carlos
Salinas de Gortari.

3. La época de Chiapas

Marcelo aún tiene presente el último levantamiento


armado de grupos indígenas de Chiapas, que combatieron
contra el Ejército mexicano el 1 de enero de 1994, día que
entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del
Norte con Estados Unidos y Canadá, en el gobierno del
entonces presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari.
Camacho, ya derrotado en sus aspiraciones
presidenciales, fue designado por Salinas como principal
negociador con los rebeldes, mayoritariamente indígenas en
Chiapas, encabezados con el hasta ese entonces desconocido
líder guerrillero, que se dio a conocer como el subcomandante
Marcos, quien con la barba crecida, ataviado con ropa y botas
de campaña, con uniforme de combatiente, que fumaba una
pipa, y que en conjunto representó el peor desafío político a un
gobierno mexicano en muchas décadas.

42

La insurrección de los indígenas rebeldes y los


combates armados contra el Ejército mexicano se prolongaron
varias semanas y alcanzaron gran cobertura mediática nacional
e internacional, especialmente el autollamado subcomandante
Marcos. Después, algunos jefes militares, como el general
Godínez, revelaron que el alzamiento en la sierra chiapaneca
no fue tan sorpresivo, ya que los rebeldes dieron claros indicios
de que lo prepararon varios meses, tal vez años atrás, sin que la
situación fuera tomada muy en cuanta ni por el propio
gobierno ni por los mandos militares de entonces, según relata
el propio Ebrard en su libro El camino de México, escrito
expresamente en apoyo a su actual precampaña presidencial.
Si a alguien considera su mentor, tanto en el mundo
académico como político y gubernamental Marcelo no tiene
dudas: fue el ya fallecido Manuel Camacho Solís, quien en el
régimen de Carlos Salinas de Gortari también aspiró a ser
candidato presidencial del PRI, cargo al que fue designado Luis
Donaldo Colosio, sin consulta pública alguna, porque,
sintetizó: “la elección es pactada”.
Esto dejaba claro que el resto de los aspirantes a
suceder a Salinas, o mejor dicho “a enarbolar la bandera del
tricolor”, habían quedado fuera de la competencia, aunque en
realidad no se habló públicamente de ninguna. Se trataba de un
tradicional y ampliamente conocido “dedazo”, que seguía
operando como prerrogativa presidencial. Marcelo había
establecido una relación académica y luego político-partidista
con Camacho, cuando este fue su profesor en el Colegio de
México.
Aunque en ese lapso Ebrard también entró en
contacto con académicos distinguidos, la relación de Camacho
avanzó al terreno de lo político con Carlos Salinas de Gortari,
dado que tenía un trato de cercanía desde que ambos fueron
amigos, a partir de haber coincidido como estudiantes en la
Universidad Nacional Autónoma de México.
Ya en la vida público-administrativa, Camacho fue
designado regente de la Ciudad de México y llevó consigo al
muy joven Ebrard, quien tuvo un comportamiento
sobresaliente durante los días trágicos del temblor de 1985,

43

cuando Salinas era titular de la Secretaría de Programación y


Presupuesto y Miguel de la Madrid, presidente de la República.
El siguiente sexenio, ya con Salinas en Los Pinos, la
madrugada del 1 de enero de 1994, fecha en que entró en vigor
el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, con
México, Estados Unidos y Canadá, estalló en la sierra de
Chiapas una rebelión armada de indígenas, encabezados por el
subcomandante Marcos que confrontó al Ejército durante
varios días, en un episodio que llamó la atención en el mundo
entero.
Con la mediación de la Iglesia católica, en especial de
monseñor Samuel Ruiz García, obispo de San Cristóbal de las
Casas, en un par de semanas se logró un alto al fuego y se
establecieron negociaciones de paz, que por instrucciones de
Salinas estuvieron a cargo de Camacho, quien se apoyó en
Marcelo, un elemento cercano y de todas sus confianzas.
Meses más tarde, el aún joven Marcelo Ebrard, entabló
contacto político con un dirigente todavía poco conocido,
Andrés Manuel López Obrador, quien había encabezado una
marcha campesina proveniente de Tabasco y que se instaló en
la plancha del Zócalo de la capital del país.
Andrés Manuel, quien había militado en el PRI y
terminó por sumarse a Cuauhtémoc Cárdenas en el PRD, en
los reclamos de fraude que rodearon la siempre impugnada
victoria electoral de Carlos Salinas, respaldada por el PAN y
legisladores como el ampliamente conocido “ jefe” Diego
Fernández de Cevallos, quien luego de muchas negativas y
protestas logró que la mayoría en el Congreso aprobaran la
incineración de las boletas de la controvertida elección en la
que fue declarado ganador el candidato del PRI, Carlos Salinas
de Gortari.

4. El encuentro

Desde trincheras contrarias, Ebrard, como


representante del gobierno federal y bajo las órdenes de
Camacho, tuvo un primer encuentro personal con López
Obrador, quien había encabezado una marcha de trabajadores

44

y campesinos, quienes a pie desde Tabasco reclamaban


indemnizaciones no pagadas y que ocupaban la plancha del
Zócalo en víspera de las fiestas patrias y el desfile militar.
La orden de Los Pinos fue terminante: el Zócalo debe
estar despejado el 16 de septiembre.
Así se lo hizo saber Camacho a Ebrard, quien por vez
primera se encontró personalmente con López Obrador, con el
que se comprometió a cubrir el pago demandado por los
tabasqueños inconformes y estos dieron por terminada la
protesta.
La siguiente elección presidencial representó el
derrumbe electoral del PRI y el inesperado triunfo del PAN,
con Vicente Fox al frente, la cual ganó de manera clara.
Mientras que la jefatura de Gobierno del Distrito Federal
recayó en Cuauhtémoc Cárdenas, líder del Partido de la
Revolución Democrática, que al paso del tiempo y luego de
muchos desacuerdos, fue desplazado por los seguidores de
Andrés Manuel López Obrador, promotor y dirigente de
Morena, el actual Movimiento de Regeneración Nacional.
En el transcurso del tiempo, ya como secretario de
Relaciones Exteriores, Ebrard también se sumó a Morena y
participa ahora en la contienda a la que convocó López
Obrador, su “carnal”. El canciller dice en su biografía:
“Tengo formación, experiencia y convicción de que a
través Morena, se garantiza la fortaleza del actual gobierno y se
puede dar el siguiente paso para que México se consolide como
un país de clases medias, sin extremos de pobreza y riqueza y
se garantice el avance que se traduzca en una nación menos
desigual y con mejores oportunidades para todos los
mexicanos. Voy a ganar la encuesta para elegir candidato de
Morena a la presidencia de la República”.
Menciona a los competidores elegidos por el proyecto
político-económico-social proclamado como la Cuarta
Transformación y en el que figuran Claudia Sheinbaum, Adán
Augusto López y Ricardo Monreal, quienes junto con Ebrard,
son las cuatro corcholatas en la competencia convocada por la
dirigencia de Morena, bajo la premisa de que será pareja, sin
ventajas para ningún contendiente.

45

El procedimiento consistirá en una encuesta


organizada en todo el país por Morena, que se encargará de la
ubicación y funcionamiento de casillas, en tanto que varias
empresas encuestadoras serán responsables del conteo
escrupuloso de los votos.

5. Abuela vasconcelista

Marcelo Ebrard Casaubón, nacido en Ciudad de


México, tiene ahora 63 años cumplidos, una tercera esposa,
Rosy, nacida en Honduras, con quien ha procreado dos hijos,
aún niños, que tienen otros tres hermanos ya adultos de
matrimonios previos con dos mujeres de nacionalidad
mexicana con quien dice guardar buena relación.
Su personal historia familiar, según refiere él mismo en
su libro El camino de México, deriva en buen grado de
vivencias infantiles que tuvieron como marco un entorno
armónico y en el que Marcelo tuvo a su abuela como el familiar
más cercano, a la que él describe como su guía, confidente y eje
en su desarrollo durante su niñez y adolescencia.
María de la Luz Maure y García del Valle le dio más
fuerza a la familia Ebrard Casaubón, “le decíamos mamá
grande”.
Describe a su familia como de clase media típica, pero
que en realidad era algo más que eso, con la casa paterna
ubicada en la ya exclusiva zona de Coyoacán, al lado de la
“famosa” residencia del entonces popular actor Emilio“Indio”
Fernández.
Sus padres respondían a lo que, en aquellas épocas,
inicio de los años 50, se calificaba como una “familia bien”,
respetable y empeñada en el buen desarrollo de Marcelo y sus
hermanos. A la postre, casi todos terminaron viviendo en el
extranjero.
En la familia de Ebrard, desde que llegaron de Francia
los abuelos, no hay registro de alguna participación política o
de haber ostentado algún cargo público. Su actividad principal
fueron el comercio y los negocios.
Los Ebrard figuraron como fundadores del Puerto de

46

Liverpool y otros establecimientos que convirtieron a la zona


del centro de Ciudad de México, en un área muy activa y de
gran concurrencia pública.
Algo que Marcelo no olvida es que junto con amigos y
compañeros de escuela realizaban viajes anuales a
Disneylandia, y según relata, como el viaje a la Unión
Americana era en una camioneta de la familia, pudo percatase y
le impresionaron las enormes diferencias entre pobreza y
riqueza y se preguntaba, ¿porque tanta desigualdad?
Así, la educación escolar del ahora aspirante a la
candidatura presidencial del país, se desarrolló entre “ misses”
y “ teachers”, en ambientes de corte católico y que desde
entonces se calificaba como “niños bien”.
Ya en la secundaria y preparatoria se inscribió en la
Universidad La Salle, en la que prevalecía una orientación
católica y que llegó a albergar grupos conservadores de corte
radical, que se hicieron notar por su oposición y combatividad
a lo que fuera “comunismo”, como el denominado Muro, de
triste memoria en el movimiento estudiantil de 1968, en el que
Marcelo no participó, dado que por entonces era un niño.
Sin embargo, a su paso por La Salle, el joven Ebrard,
organizó algunas de las primeras protestas estudiantiles contra
la rigidez de la escuela y como jefe de grupo encabezó la
primera sociedad de alumnos que contribuyó, según dice, a
impulsar una mejor y más activa relación entre alumnos de esa
institución, ubicada en una zona de clase media de Ciudad de
México en instalaciones sin grandes lujos.
Buen alumno y sin pretensiones “pequeño burguesas”
como todavía se decía con un lenguaje secuela del movimiento
estudiantil de 1968, Marcelo pretendía estudiar la licenciatura
de Sociología en una escuela pública: la Universidad Autónoma
Metropolitana.
–Está bien, pero mejor inscríbete en el Colegio de
México, le dijo su abuela. Y siguió su consejo.

6. Manuel Camacho, el guía

Aunque el ingreso al Colegio de México era muy

47

limitado y ganó fama de tener un alto grado de exigencia,


Marcelo aprobó el examen de admisión y se inscribió en la
licenciatura de Relaciones Internacionales. En la que tuvo –dice
con orgullo– entre sus profesores a Manuel Camacho Solís,
con quien poco tiempo después incursionó en la política
partidista, en las filas del PRI.
Posteriormente, trabajó en el gobierno capitalino
donde tuvo que resguardar casi entre los escombros, los
salarios de muchos trabajadores en oficinas que se
semiderrumbaron el 19 de septiembre de1985, cuando varios
sectores de la capital, entre ellos el centro, sufrieron desplomes
de casas y edificios, en lo que ha sido una de las peores
tragedias de la ciudad.

7. Que México avance

En su libro El camino de México, Ebrard no le da


vueltas, se define como un político capaz de lograr que México
avance, por encima de diferencias políticas o ideológicas y
como “nación” sea capaz de brindar mejores oportunidades a
la población como vía para consolidar e impulsar un auténtico
desarrollo para el país, según propone la Cuarta
Transformación.
Esa es su oferta. Una vez ya perdió con Andrés
Manuel López Obrador, como abanderado del Partido Centro
Democrático (PCD), cuando Ebrard le disputó la jefatura de
Gobierno capitalino, pero tuvo tan pocos votos que
desapareció. Ahora va por una oportunidad mayor frente a las
corcholatas y se dice seguro de ganar.
Ya probó el triunfo político-electoral cuando, desde las
filas del Partido de la Revolución Democrática (PRD), ganó en
la contienda por la jefatura de Gobierno de Ciudad De México.
“Nunca escuché tan feliz a mi papá cuando le enteré de la
noticia”, recordó Marcelo.
Con Vicente Fox, del PAN, como presidente de la
República, la situación no fue fácil, sobre todo cuando se
produjo el accidente de la Línea 12 del Metro, donde hubo
heridos y pérdida de vidas: fue una auténtica tragedia. Se hizo

48

una investigación y quedó claro que se actuó con


irresponsabilidad y se atendió e indemnizó a los familiares de
las víctimas, según afirma Ebrard.
Posteriormente, ya en la administración de Claudia
Sheinbaum se produjo otro percance debido al desgaste y fallas
de las empresas privadas a cargo de la obra, que igualmente fue
atendido por parte de la autoridad y la diligencia del gobierno
capitalino, pero el problema de fondo no sólo persiste sino
crecen las aglomeraciones y los riesgos para los usuarios.
Eso explica el por qué esos episodios en el
subterráneo fueron tragedias y dejaron marcado al Sistema de
Transporte Colectivo Metro como insuficiente para atender
una demanda creciente y luego de medio siglo de
funcionamiento. Continúa como un constante riesgo y uno de
los retos que demandan una eficaz solución en el corto y
mediano plazos. Es tarea para la corcholata triunfadora, dice
Ebrard.

8. La visión del canciller

Como uno de los principales protagonistas en la


búsqueda de la candidatura presidencial de Morena, el
secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, ha
diseñado estrategias diversas particularmente con el poderoso
vecino del norte, Estados Unidos.
Especialista en temas económicos y con estudios de
grado en relaciones internacionales, en el país y el extranjero,
Ebrard es también experto en las negociaciones al más alto
nivel, como la reciente reunión, dentro del Tratado entre
México, Estados Unidos y Canadá, T-MEC, con los
presidentes Joe Biden, de Estados Unidos y el primer ministro
de Canadá, Justin Trudeau, celebrada en México a invitación
del presidente López Obrador.
Diplomático de carrera, la reunión tripartita
organizada por Ebrard resultó muy exitosa, particularmente en
el campo económico, donde se abrieron importantes
oportunidades para el nearshoring que conlleva una gran
potencialidad en el impulso a los flujos de inversión y ayuda a

49

consolidar a América del Norte, como la región de mayor


potencialidad económica en el mundo.
Hombre metódico, disciplinado, Ebrard inicia su
actividad a las siete de la mañana. El resto del día realiza
trabajo organizado y mantiene comunicación con el presidente
López Obrador sobre temas de la agenda diplomática, no sólo
con Estados Unidos y los migrantes, sino también con la Drug
Enforcement Administration (DEA, por su sigla en inglés), lo
mismo que con problemas derivados del fentanilo y el tráfico
de armas a México.
Desde luego también se mantiene atento y activo al
desarrollo con organismos y países diversos en el mundo,
especialmente los relacionados con el funcionamiento de las
Naciones Unidas y regiones como América Latina, Europa y
países como Rusia y China, especialmente.
Subraya que en su opinión hay que proponer temas de
la presidencia de la República pues la competencia puede ser
intensa, aunque siempre respetuosa. Esto ocurre en México y
en otros países democráticos.
Es una agenda intensa, dice, en la que hay que darse
tiempo para muchas cosas, entre ellas las familiares y sin
descuidar para nada, las relaciones con el trabajo diario que,
como titular de la Cancillería mexicana y aspirante presidencial,
resultan de mayor importancia.

9. Lo que viene

Esto es lo que Marcelo Ebrard percibe sobre el


desenlace de la competencia por la candidatura presidencial.
–A diferencia de otros presidentes, estoy convencido
de que Andrés Manuel si se va a alejar de la política. Lo dijo (y
ya saben si lo dijo, lo hará).
–Sin duda, (López Obrador) es una figura que ganó y
mantiene un enorme peso político y moral, pero no será un
expresidente que esté interviniendo en el día a día.
–Y lo digo con conocimiento de causa, porque fui el
único político de cargo electivo que lo sucedió en un puesto de
elección popular, como fue el caso del Gobierno capitalino.

50

Además, nunca nadie más volverá a tener el poder que hoy


ostenta en su presidencia, con tantos estados bajo su bandera
ni con tanta cobertura en ambas Cámaras. Este es otro punto:
¿Cuál sería el sentido de caer en un desgaste permanente con
menos representación que la que tiene en su actual
administración?
–Si bien hoy es un líder con mucha presencia
mediática, con sus conferencias diarias y su injerencia en todos
los temas a su alrededor, una vez acabado el sexenio habrá un
cambio rotundo de estilo de comunicación. Se retirará de la
vida pública, no intervendrá en política, como ya hace tiempo
el mismo lo anticipó: Será una persona que manifestará sus
puntos de vista en temas de importancia y trascendencia, pero
no desgastando su imagen ya sin la banda presidencial en el
pecho.
–Algo que siempre agradezco de su parte (de Andrés
Manuel), es precisamente cuando hay otra persona en su
mismo puesto como su sucesor, no deja ni pedidos oficiales
(como nombramientos), ni encargos, ni agenda propia. Es un
funcionario que sabe dar a cada uno su espacio y su impronta.
Y a manera se colofón, para sus predicciones en torno
a López Obrador como expresidente de la República, Marcelo
Ebrard opina:
“No se meterá porque incluso lo he visto enojarse y
ver con malos ojos cada vez que un expresidente opina sobre
temas de actualidad y mucho reflector. Será un expresidente
mucho más prudente y cuidadoso de lo que dice, cuándo lo
dice y para qué lo dice. Y eso lo veremos después de diciembre
de 2004”.

10. La autoeliminación de Ebrard

Así se le ve por fuera. “Parece nuevo”, fue el


comentario de los equipos de los aspirantes a la candidatura
presidencial de Morena, o en realidad busca otro cargo, tal vez
fuera del país, en referencia a la propuesta de Ebrard para que
todos se ajusten a los lineamientos y acepten el resultado
conforme al método presentado por su partido; desde luego,

51

con el visto bueno del presidente Andrés Manuel López


Obrador.
En realidad, para Ebrard es una acción de todo o nada,
pues si los aspirantes formales no la aceptan, será señal de que
el resto estaría atendiendo una indicación del presidente. De no
ser así, Ebrard sólo estaría metiendo ruido y corroborará que
más que nunca que López Obrador será el gran elector, el
destapador, como los votantes sospechan y los aspirantes están
seguros. Entonces ¿a qué juega Ebrard?

11. El error del Tata

“Lo importante no es la persona sino la continuidad


del proyecto”, ha dicho el presidente López Obrador.
Esta premisa explicaría la crítica de AMLO a Lázaro
Cárdenas, que no optó por el candidato del pueblo, el que daría
continuidad al proyecto revolucionario, sino que, desde su
punto de vista, eligió al general Manuel Ávila Camacho, quién
no sólo torció el rumbo sino que llevó al país por la senda
regresiva, que frenó el cambio revolucionario y en mucho
entregó el país y la economía a intereses de los capitales
nacionales y extranjeros.
De ahí que, en fechas recientes, en relación con el
proceso de selección de candidatos para el 2014, el actual
presidente de la República ha enfatizado que él actuara
diferente a Cárdenas en el proceso sucesorio y promoverá en
las filas de Morena a un hombre o mujer que desde ahora
garantice la continuidad de la Cuarta Transformación.
Ávila Camacho fue relevado por Miguel Alemán, un
presidente muy controvertido que, con el argumento de la
modernidad y la creciente influencia en todos los ámbitos,
convirtió a los Estados Unidos –gran ganador en la Segunda
Guerra Mundial–, en el ejemplo a seguir por su poderío militar
y con su fuerza e influencia en el mundo y consolidó el llamado
American way of life.
Miguel Alemán fue relevado por Adolfo Ruiz Cortines,
un burócrata que pasó sin pena ni gloria e impulsó la
candidatura presidencial de Adolfo López Mateos, quien cedió

52

la estafeta a Gustavo Díaz Ordaz, presidente que enfrentó de


muy mala manera el conflicto de 1968, con la masacre
estudiantil de Tlatelolco que dejó un saldo de cientos de
muertos y heridos a unos días del inicio de los juegos olímpicos
de ese año.
En la presidencia de la República le siguió Luis
Echeverria, quien engrosó la larga cauda del PRI y por donde
transitó, en su natal Tabasco, un muy joven Andrés Manuel
López Obrador.
El sucesor de Echeverria fue José López Portillo,
quien tuvo un festín petrolero que pronto se derrumbó y se
presentó una situación de imposibilidad de pago de la deuda
externa mexicana. Un grupo internacional de bancos tuvo que
entrar al rescate. Las arcas nacionales habían quedado vacías
Miguel de la Madrid, siguiente presidente de la
República tampoco pudo controlar la situación financiera: el
peso estuvo más depreciado que nunca. El tipo de cambio
alcanzó cotizaciones de más de 150 pesos por dólar; en el
olvido quedaron las 12 unidades por cada divisa
estadounidense.
Muchos negocios se fueron a la quiebra y gran
cantidad de personas no pudieron pagar sus hipotecas y
terminaron por perder casas y negocios.
Esta situación no pudo superarse de manera eficaz y se
repitió pocos años después, ya en el gobierno de Carlos Salinas
de Gortari, pero esta vez en forma de una rebelión armada en
el estado de Chiapas, a cargo del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional (EZLN).
A esas alturas del sexenio salinista, el PRI, por decisión
del presidente, había designado a Luis Donaldo Colosio como
candidato, hasta que pocos meses más tarde fue asesinado por
un desconocido Mario Aburto, modesto trabajador quien le dio
dos tiros en la cabeza en un mitin político que tuvo lugar en
Lomas Taurinas, Tijuana, sin que hasta la fecha el responsable
haya confesado alguna motivación o complicidad.
El “grupo compacto” del que presumía Salinas,
heredero directo de Miguel de la Madrid, se desintegró en los
hechos y terminó distanciado de Manuel Camacho, quien hacía

53

un papel de negociador con el grupo guerrillero de Chiapas.


Ahí contó con el respaldo de ya un muy cercano Marcelo
Ebrard, quien con discreción facilitó un “cese al fuego”
duradero, tarea en la que también tuvo una importante
participación la Iglesia católica en la persona del “obispo
guerrillero”, Samuel Ruiz García.
Dado que funcionarios cercanos a Salinas –por
razones jurídicas– quedaron impedidos por la muerte de
Colosio, el único habilitado resultó Ernesto Zedillo, quien
había renunciado a la SEP para convertirse en jefe de campaña
electoral y sin otra salida política en ese momento, el candidato
del PRI a la presidencia de la República, contienda que ganó
virtualmente sin rival alguno, ni siquiera de la oposición.
Ya con Zedillo como titular del Ejecutivo, en el
gobierno se gestó una nueva crisis financiera denominada en el
exterior como “efecto tequila”, que obligó a un nuevo rescate
de Estados Unidos, que a través del entonces presidente Bill
Clinton otorgó prestamos multimillonarios al gobierno
teniendo como respaldo el petróleo del país.
Salinas, como forma de protesta por el trato de
Zedillo, se declaró en huelga de hambre y tiempo más tarde se
autoexilió en la República de Irlanda. Su hermano Raúl estuvo
encarcelado un tiempo a causa de varios fraudes
multimillonarios, el expresidente se divorció y años después
adquirió la nacionalidad española, sin renunciar por ello a la
mexicana.
Zedillo concluyó su gobierno y literalmente se retiró
de la política partidista. Se contrató como asesor de algunas
empresas ferroviarias con capital extranjero. Estableció su
residencia y la de su mujer, Nilda Patricia, en Estados Unidos,
donde esencialmente se ha dedicado a la academia.
Cuando el priismo tradicional representado por el
excandidato presidencial Francisco Labastida Ochoa, el antiguo
partido tricolor ya estaba desarticulado y la otrora proverbial
unidad era una mera leyenda, surgió la etapa de un panista de
última hora, Vicente Fox, quien con dichos y “tepocatas”
alcanzó de manera un tanto sorpresiva, la presidencia de la
República.

54

Un sexenio después, Felipe Calderón, otro candidato


del PAN, que política e ideológicamente poco tenía que ver con
Fox, se postuló y “ganó” la presidencia de la República, según
sus dichos “haiga sido como haiga sido”, que generó por parte
del candidato de izquierda, Andrés Manuel López Obrador,
una de las mayores protestas públicas en la historia reciente del
país, bajo la reiterada y en varios episodios públicos, acusación
de “fraude electoral”.
Esta situación sirvió al PRI para recomponer sus
cuadros y estructuras, además de importantes apoyos
financieros que, sin dejar de tener un dejo de sorpresa para
grandes segmentos de población, recuperar la presidencia en la
persona del entonces gobernador del Estado de México,
Enrique Peña Nieto que obtuvo una amplia ventaja. Seis años
después, bajo las siglas de Morena (Movimiento de
Regeneración Nacional), López Obrador obtuvo un triunfo
contundente “histórico”, así lo certificaron las boletas de 30
millones de votos a su favor.
La elección del 2024 es decisiva porque de una u otra
manera quien ocupe Palacio Nacional, marcara en mucho el
futuro del país. La disyuntiva es la continuidad o la regresión.
Así al menos parece verlo López Obrador. Lo reitera en su
discurso, a diferencia de Lázaro Cárdenas, advierte que en su
proceso de sucesión no habrá concesiones.

12. El futuro

En su labor de ya casi seis años, desde su papel como


canciller del gobierno de la 4T, Ebrard ha seguido una premisa,
que él considera que ha dado buenos resultados en la relación
México-Estados Unidos: mayor integración económica y
mayor autonomía política. Esa es la nueva era.
La relación con el vecino del norte es compleja e
intensa, ante lo cual requiere no de la confrontación sino de un
método, qué pasa por reducir las debilidades de México.
El canciller ha estudiado el tema, como ha sido su
costumbre desde los años en que cursaba la carrera de

55

Relaciones Internacionales en el Colegio de México.


Parte de una premisa que ha llevado a la práctica con
el objetivo de reducir debilidades en la relación bilateral. El
canciller aplica un método de arranque: Evitar caer en el
espejismo de la complacencia (ceder mucho para ganar algo) o
pretender caminar por la ruta de la fricción permanente.
Lo procedente es tener claro cuál es el interés
estratégico del país y para tratar de alcanzarlo, diseñar las
medidas para lograr en cada caso, el propósito buscado. Si no
se logra de inmediato o en el corto plazo, se podrá en el tiempo
que sigue.
México propuso a Estados Unidos una estrategia de
seguridad común para frenar la violencia y el tráfico de armas.
En el camino se dio la detención injustificada del general
Salvador Cienfuegos, exsecretario de la Defensa Nacional, sin
demostrar su presunta culpabilidad y por lo tanto el jefe militar
quedó en libertad.
Ahora, dice Ebrard, también se actualiza el combate al
narcotráfico, incluyendo las drogas sintéticas.
A partir de pláticas y negociaciones, los presidentes
López Obrador y el de Estados Unidos, Joe Biden, se
acordaron hacer frente a la violencia de forma conjunta, entre
otras cosas las estrategias diseñadas para combatir precursores
químicos que se usan en la fabricación de fentanilo.
Y a modo de conclusión, Ebrard precisa la estrategia
seguida en el actual gobierno de México en casos
controversiales como los de Bolivia, con Evo Morales; las
diferencias en la Organización de Estados Americanos (OEA)
e insiste en que uno de estos asuntos requiere una estrategia
basada en los principios de la política exterior de México.
Y subraya: “Somos aliados de Estados Unidos y, al
igual que otros aliados, nuestros intereses y posiciones no son
ni podrían ser idénticas. Tenemos nuestro propio camino y nos
respetamos mutuamente”.

13. En prospectiva

El carnal Marcelo, la apuesta

56

Los escenarios para Marcelo Ebrard son los siguientes:


Escenario posible:
–#SigueMarcelo es declarado ganador en la encuesta.
Escenario color de rosa:
–Marcelo gana a las corcholatas por un margen que no
deja lugar a dudas.
Escenario intermedio:
–Se produce un empate técnico entre #SigueMarcelo y
las corcholatas en competencia #EsClaudia y #AhoraEsAdán.
Escenario catastrófico:
–#TampocoFueMarcelo

57

III #AHORAESADÁN, EL PLAN C


A mi esposa Perla
y mis hijos Diego, César y Jimena,
por su paciencia solidaria e infinita.
Y a mi maestra en la eternidad,
Mercedes Aguilar Montes de Oca.

Por Jesús Sánchez

1.Introducción

P or donde se le quiera ver, Adán Augusto López


Hernández entró al escenario de la sucesión adelantada
como un precandidato de emergencia.
Nadie lo veía venir.
Habían transcurrido ya 10 meses después del
banderazo de arranque en el relevo sexenal y sin explicación de
por medio, su paisano, amigo del alma, casi su hermano,
#YaSabenQuién, lo incorporó a la burbuja de los
presidenciables.
Así, el secretario de Gobernación en funciones, nacido
en las tropicales tierras de Paraíso, Tabasco (24 de septiembre
de 1963), le puso otra estrella a su vertiginosa carrera política.
Y para eliminar suspicacias, puso cuidado en aclarar que no es
primo del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Lo que sí puede decirse es que con Adán Augusto sí
hubo predestape. El escenario fue uno de los salones de
Palacio Nacional donde el presidente de la República hizo muy

58

rápida consulta a mano alzada entre ruidosos senadores y


diputados para confirmar a Adán Augusto como que el mejor
secretario de Gobernación de la 4T y la respuesta a coro fue
¡Pre-si-den-te! ¡Pre-si-den-te!
Para los acuciosos analistas políticos, el gobernador de
Tabasco con licencia no pintaba como opción en la sucesión,
pero las dos cartas con las que #YaSabenQuién abrió el juego
político tres años antes de las votaciones presidenciales de
2024, no prendían entre la clientela electoral.
Eso se reflejó en una baja percepción de popularidad
en las encuestas, lo que desdibujó la imagen ideal de un
movimiento invencible en las urnas. El destapador comenzó a
dudar que para la continuidad de su proyecto era suficiente con
un par de corcholatas, y seguramente le costó trabajo llegar a la
conclusión de que tenía que incluir un nuevo jugador.
Es más, unos días antes del predestape de Adán, el
presidente juraba que el secretario de Gobernación no debía
ser considerado una corcholata. Y pedía a sus adversarios
serenarse.
⎯¡Tan bien que íbamos!, se escuchó decir en Palacio
Nacional.
Hay quien culpó a la pandemia de que las cartas de
Palacio Nacional no brillaran como esperaban. Ni la corcholata
favorita, Claudia Sheinbaum, ni la corcholata que un tiempo fue
el secretario multimodal, pues fungía como canciller, Marcelo
Ebrard, conseguía vacunas y se ocupaba de asuntos de política
interior, daban el ancho.
La corcholata consentida lejos de entusiasmar a las
multitudes se enfrentó a la dura crítica por fallas y omisiones
en la gobernanza de Ciudad de México, lo que obligó más de
una vez al presidente a dar la cara para defender de “quienes a
veces maltratan”, a la jefa de gobierno.
Para el movimiento de la 4T las cosas no iban tan bien
como esperaban. En las elecciones intermedias de 2021
perdieron la mayoría calificada en la Cámara de Diputados,
desventaja que se sumó a la condición limitada de la Cámara de
Senadores. Aunque las bancadas del partido en el poder y sus
aliados conservaron la mayoría simple, quedaron impedidas

59

para aprobar reformas constitucionales.


Otra de las malas noticias para Morena, fue la de
perder la mitad de las alcaldías de la Ciudad de México.

2. Del Edén a Bucareli

El paisano consentido del presidente no pintaba en el


espectro de las corcholatas porque despachaba como gobernador
en las cálidas tierras de Tabasco y su tarea era la de facilitar uno
de los proyectos estrella del presidente, la construcción de la
refinería Olmeca.
Una tarde sobre la antigua calle de Moneda en el
Centro Histórico de la Ciudad de México, se vio llegar solo y
apurado al gobernador Adán Augusto López Hernández. Y
solo entró por una de las puertas laterales a Palacio Nacional.
Después de su acuerdo salió como secretario de Gobernación.
Haga usted sus cuentas. El 25 de agosto de 2021 le
dieron las gracias a la ministra en retiro y senadora de la
República, Olga Sánchez Cordero y presentaron a Adán
Augusto López Hernández como nuevo secretario de
Gobernación. Cinco semanas antes, el 16 de julio de 2021, el
presidente daba el banderazo de arranque a la sucesión
adelantada.
A doña Olga Sánchez le fue concedida la gracia de
regresar a su escaño en el Senado de la República. Tras el
acuerdo presidencial, Adán voló a Tabasco donde el Congreso
apuró sin muchos trámites otorgarle una licencia VIP.
La magia política se hizo. Como propuesta del propio
Adán, el Congreso estatal aceptó y votó el nombramiento de
Carlos Manuel Merino Campos, exsenador, empresario, piloto
aviador y secretario de Gobierno en funciones, para que
asumiera el cargo de gobernador interino.
Los legisladores aceptaron, además, reformar el
artículo 49 de la Constitución tabasqueña con una cláusula de
excepción que le permitirá al hijo pródigo de Paraíso, regresar
al cargo de gobernador cuándo así lo solicite. Merino Campos
tendrá así la función de gobernador interino, pues a menos que
la ausencia se prolongue cuatro años podría ser gobernador

60

sustituto, pero no se ve que este sea el caso.


Mientras tanto, las corcholatas cercanas a Palacio se
tomaron muy en serio su papel de tener las simpatías del jefe
supremo y ante la evidente ausencia de un prospecto fuerte de
la oposición, comenzaron no sólo a hacer campaña anticipada
sino a pegarse entre ellos mismos.
3. Adán, ¿presidente provisional?

Todo apuntaba entonces a que el desempeño de Adán


en el viejo Palacio de Cobián se circunscribiría sólo a fungir
como el responsable de la política interior. Pero en enero de
2022, una estrujante noticia dejó ver que Adán podría
desempeñar eventualmente otro papel, el de presidente
provisional.
La confirmación de que el presidente Andrés Manuel
López Obrador había sido internado en un hospital militar
para practicarle un cateterismo, cambió radicalmente los
escenarios.
La función de Adán no sería sólo la de hacer guardia o
encargarse de las tareas de gobierno para cubrir las ausencias
del presidente por motivos de viaje al extranjero o vacaciones.
En caso de ausencia absoluta o por enfermedad grave
del presidente, la Constitución prevé en su Artículo 84:
“En tanto el Congreso nombra al presidente interino o
substituto, lo que deberá ocurrir en un término no mayor de
sesenta días, el secretario de Gobernación asumirá
provisionalmente la titularidad del poder Ejecutivo”.
Esta ordenanza constitucional constituye un fuerte
anclaje en la relación entre el residente de la República en
funciones y su brazo derecho, el secretario de Gobernación,
porque ante una eventualidad quedaría como presidente
provisional.
En esos días a la delicada salud del presidente y su
estancia de una noche en el Hospital Central Militar, se añadió
otro elemento que acentuó el clima de incertidumbre nacional,
pues el político oriundo de Macuspana, anunció su intención
de redactar un Testamento Político.
El presidente reveló que en su Testamento Político

61

aportaría las directrices a seguir de su gobierno, pero además el


nombre de quién podría hacerse cargo de las tareas que dejara
pendientes.
Entre los especialistas, el testamento de un presidente
poco tiene que hacer frente a lo que ordena la Constitución.

Aunque no debe extrañar a nadie que un líder político


redacte su propio ideario y pida como última voluntad que se
cumpla, la ley prevé otros mecanismos para evitar la
ingobernabilidad.
A través de la historia se sabe que líderes como
Vladimir Lenin, José Stalin, Adolfo Hitler, Francisco Franco,
Juan Domingo Perón, Augusto Pinochet y Hugo Chávez han
dejado testamentos políticos, unos ignorados y otros que se
cumplieron a medias y sin mayor trascendencia. Por cierto, en
su testamento, Hugo Chávez, dejó como heredero absoluto y
eterno a Nicolás Maduro, y se lo creyeron.
¿Estaría pensando el presiente en Adán López como
su propuesta para sustituirlo en la silla presidencial? Por ahora
nadie lo sabe, como tampoco se sabe si ya redactó su
testamento político o no.
Como secretario de Gobernación, Adán Augusto está
en la primera línea como eventual presidente provisional hasta
la última semana del actual sexenio, si es que permanece en el
cargo.

4. Fuera de foco

Para quienes gustan de coleccionar datos para toda


ocasión, no pueden pasar por alto que desde 1958 a la fecha, es
decir en los últimos 65 años, los únicos presidentes en México
que salieron de la Secretaría de Gobernación fueron Gustavo
Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez. En ese periodo se
registró el paso de 15 secretarios de Gobernación en
administraciones del PRI, nueve del PAN y dos de Morena.
En periodos más recientes José López Portillo salió de
la Secretaría de Hacienda; Miguel de la Madrid y Carlos Salinas
de Gortari de Programación y Presupuesto; Luis Donaldo

62

Colosio (candidato asesinado) de Sedesol; Ernesto Zedillo de


Educación Pública y Felipe Calderón de Energía. Como
exgobernadores destacan, Vicente Fox de Guanajuato y
Enrique Peña del Estado de México.

Francisco Labastida fue candidato tras salir de la


Secretaría de Gobernación, pero perdió ante Vicente Fox.

5. Corcholata, ¿de veras?

Aunque tiene una amplia carrera legislativa y de


gobierno, la incorporación de Adán Augusto López Hernández
en la sucesión adelantada no se veía venir. Todavía hay
tabasqueños que tienen sus reservas.
⎯¿Será que sea el candidato? ¿De veras?
Algunos de los rasgos interesantes de la vida del
exgobernador tabasqueño es su militancia partidista que se
remonta al PRI, cuando se incorporó a un grupo de jóvenes
priistas tabasqueños coordinados por Andrés Manuel López
Obrador.
Luego de terminar la carrera de Derecho en la
Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, López Hernández
radicó poco más de tres años en Paris y posteriormente casi un
año en Holanda.
En las historias y mitos políticos de Tabasco se cuenta
que López Hernández formó parte de un grupo de jóvenes,
entre los que se cuenta a Marco Rosendo Medina Filigrana y
José Antonio de la Vega, que viajaron a estudiar al extranjero
apoyados por Arturo Núñez Jiménez (político que militó en el
PRI y el PRD) quien años después entregó la estafeta del
gobierno de Tabasco al hoy titular de Gobernación.
Su primer trabajo formal en un gobierno fue de
presidente de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje durante
el gobierno interino del priista Manuel Gurría Ordoñez
(1992-1994) y Juan José Rodríguez Prats, entonces secretario de
Gobierno, quien tuvo un papel decisivo en el nombramiento.
Comenzaba la carrera administrativa en las ligas locales
de quien se convertiría en el paisano consentido. En esa etapa,

63

Adán avanzó tan rápido que pronto se desempeñó como


subsecretario de Asuntos Jurídicos del propio Gurría.

6. Aspiracionista de familia

Su preparación educativa se la debe al tesón de sus


padres, Payambé López Falconi (1932-2020), quien dedicó
prácticamente toda su vida al trabajo del notariado, mientras
que su madre fue la maestra normalista Aurora Hernández
Sánchez (quien falleció en 2021).
El matrimonio López Hernández tuvo cuatro hijos.
Silvia Aurora López Hernández, casada con Humberto Mayans
Canabal, uno de los cinco consejeros independientes de
Pemex; Rosalinda López Hernández, actual administradora
general de la Auditoría Fiscal Federal del SAT y esposa del
experredista Rutilio Escandón, hoy gobernador de Chiapas;
Melchor López Hernández, notario público y Adán Augusto.
De colores.
Hasta hace unos pocos años los hermanos dejaban
claro que no se metían en los asuntos de otros porque cada
quién estaba en un ámbito político distinto; Rosalinda en el
PRD, Adán en el PRI y Melchor en el PAN.
Antes de emprender su carrera administrativa y
política, Adán Augusto vivió tres años en Paris, cursó una
maestría en Ciencia Política en la Universidad de Sorbona II y
un posgrado en el Instituto de Derecho Comparado de Paris.
Vivió casi un año en Holanda y por su experiencia de
vida en esos países europeos dicen que él bien podría hacer un
comparativo aterrizado en la realidad sobre todo en aspectos
de salud pública en países como Dinamarca y México.
Animado por su padre, Adán no emigró a la Ciudad de
México a estudiar la carrera de abogado, estudió derecho en la
Universidad Juárez Autónoma de Tabasco donde se graduó
con la tesis El Estado Federal Mexicano, y años más tarde
estudió Trabajo Social en la UNAM.

7. Lazos que atan

64

Adán Augusto López Hernández no es primo


consanguíneo de Andrés Manuel López Obrador, pero si
tienen una relación de amistad muy cercana. Y han compartido
muchos momentos, algunos dolorosos, otros enmarcados por
la derrota política, hasta coincidir en un proyecto de gobierno
en torno a la presidencia de la República.
De quienes conocieron al padre de Adán Augusto, el
notario Payambé López Falconi, nacido en Jalpa de Méndez,
hay comentarios de aprecio por tratarse de un hombre
dedicado al trabajo y ávido lector de la literatura universal.
En relatos como el de Jorge Lamoyi se reseñan las
tardes literarias de Payambé y sus amigos en el Café Casino,
muy cerca al Parque Los Pajaritos, que hacían pasaderas las
calurosas tardes de Villahermosa. Destaca además la particular
afición del notario de Andrés Manuel de coleccionar dichos y
frases célebres que reunió en el libro Refranes.
Aunque trabajó muy cerca de Andrés Manuel López
Obrador y su familia, existen versiones que advierten que don
Falconi nunca estuvo interesado en puestos políticos, prefirió,
dicen, que el apoyo llegara a sus hijos.
Es más, las leyendas tropicales cuentan que don
Falconi buscó a uno de sus amigos para solicitarle un espacio
como diputado federal pero que éste le dijo que se olvidara,
que mejor siguiera en la notaría. El amigo al que se refieren
esas historias habría sido el expresidente Gustavo Díaz Ordaz.
Don Payambé conoció el caso que enlutó a la familia
López Obrador en 1969, cuando se desempeñó como
subprocurador de Justicia en la entidad.
Graduado en Leyes por la UNAM en 1959, para 1970
López Falconi se instaló como notario Número 13 en la
Ciudad de Villahermosa, cuando era gobernador Manuel R.
Mora.
Siguió de cerca las actividades de AMLO, incluso
participó como fedatario en la formación del PRD en Tabasco
(en aquel entonces era gobernador Salvador Neme Castillo),
que encabezó entonces el propio Andrés Manuel, años después
de integrado el Frente Democrático Nacional que impulsó la

65

candidatura presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.


En 1994, tras la derrota de López Obrador en las
elecciones para el gobierno de Tabasco –56.10% para Roberto
Madrazo contra 41.75% para Andrés Manuel–, las protestas
llegaron hasta el Zócalo de la Ciudad de México. Hoy se sabe
que el entonces secretario de Gobernación en la administración
de Ernesto Zedillo y hoy embajador de México en Washington,
Esteban Moctezuma, abogó por que se le reconociera el
triunfo a Andrés Manuel, pero no lo consiguió.
Las protestas derivaron en la presentación de cajas que
contenían presuntas pruebas del fraude electoral, mismas que
fueron notariadas por la oficina de López Falconi.

8. Otras leyendas tropicales

Cuando AMLO buscaba la gubernatura tabasqueña,


que perdió por 15 puntos de diferencia en las votaciones de
1994 ante Roberto Madrazo, Adán López continuaba en las
filas del partido tricolor, incluso participó como coordinador
de campaña de Manuel Andrade en las elecciones de 2000, sin
buena estrella.
El priista Manuel Andrade compitió contra César Raúl
Ojeda, por el PRD, pero el resultado fue tan parejo (43.31% de
Andrade contra 43.22% de Ojeda) que los comicios fueron
anulados.
Para Adán fueron malas noticias, aunque a partir de
entonces Ojeda Zubieta se convirtió en el eterno candidato a
gobernar Tabasco.
Una leyenda tropical cuenta que el Congreso
tabasqueño analizó la propuesta de nombrar a Adán Augusto
López Hernández como gobernador interino, pero que este no
respondió al llamado y los diputados locales optaron entonces
por Enrique Priego Oropeza. Eso dicen, vaya usted a saber.
En realidad, ese fue el detonante que llevó a Adán
López a renunciar al PRI y afiliarse al PRD, pero pasaron
algunos años para que eso ocurriera.
Pero la fortuna política, como dice Maquiavelo, seguía
dándole la espalda a Adán. En 2003 se lanzó como candidato a

66

la alcaldía de Centro, donde se asienta la cabecera de los cálidos


y húmedos reales de Villahermosa, pero perdió ante Floricel
Medina Pereznieto. Las elecciones fueron sancionadas por el
Tribunal Electoral Federal. López Hernández no veía claro y
comenzó a perderle la fe al priismo.

9. Bajo el manto milagroso

Para el 2006, Adán se estrena como coordinador de la


campaña presidencial de su amigo, casi su “hermano”, Andrés
Manuel, para en la Tercera circunscripción electoral que
comprende Campeche, Chiapas, Oaxaca, Tabasco, Veracruz y
Yucatán. A partir de entonces su carrera política comienza a
tomar forma.
En 2007 llega al Congreso tabasqueño aunque por la
vía plurinominal (la LIX Legislatura estatal) bajo el sello del
PRD. Dos años después, en 2009, una vez más López Obrador
lo cubre con su manto milagroso y lo incluye en las listas de
candidatos para competir por una diputación federal por
mayoría relativa, por voto directo, que le permite debutar y
formar parte de las grandes ligas en la LXI Legislatura en el
Palacio de San Lázaro.
El futuro le sonreía, pero no imaginó que otro
desencanto se interpondría en su camino.
Adán López experimentó los sinsabores de otro
resbalón cuando participó en la contienda interna del PRD por
la candidatura a la gubernatura de Tabasco. Y qué creen, que
perdió la encuesta contra Arturo Núñez Jiménez, un notable
expriista que cumplía así sus sueños de convertirse en
gobernador, aunque bajo los colores de otro partido, el PRD.
Adán debió hacer de tripas corazón y esperar seis años
más para llegar al edén como gobernador. Pero como en
política no todo es oscuridad y sombra, en 2012 dejó las
curules de San Lázaro para estrenar un escaño en el Senado de
la República, aún bajo las siglas del sol azteca.
Para entonces, al interior del PRD las cosas no
marchaban bien, a partir de 2011 cobró forma un movimiento
paralelo al perredismo encabezado por Andrés Manuel López

67

Obrador, que se integró a la segunda campaña presidencial del


tabasqueño 2012.
El PRD colapsó, los “Chuchos” (Jesús Zambrano y
Jesús Ortega), tomaron un camino, Cuauhtémoc Cárdenas otro
y López Obrador se llevó a todos los que pudo, la mayoría de
los perredistas.
El Movimiento Regeneración (Morena), obtuvo su
registro como partido político en agosto de 2014, año en el que
el PRD experimentó un éxodo monumental de militantes y
simpatizantes.
Adán Augusto ya sabía que las cosas estaban color de
hormiga en el sol azteca y por eso desde enero de 2014 puso
en la mesa de ese partido su renuncia para refugiarse en la
incolora bancada de los independientes, en espera de que
Morena obtuviera su registro.
Y así ocurrió, de la noche a la mañana y sin gastar un
solo peso en campañas y elecciones, Morena consiguió su
primer senador de la República. En unos días el escaño de
Adán Augusto se pintó de guinda.
El paisano consentido se convirtió tiempo después en
dirigente estatal de Morena, para perfilarse por tercera ocasión
como aspirante a la gubernatura de Tabasco.
Ahora sí tenía todo amarrado y sin competencia se
hizo de la candidatura a la gubernatura como abanderado de
Morena y sus aliados (el PT y PES). Para su sorpresa, arrasó en
las elecciones tabasqueñas de 2018 con el 61.37 % de los votos,
llegó a la icónica Quinta Grijalva y recibió el poder de manos
de Arturo Núñez, aunque usted no lo crea.
Pero Adán Augusto recibió algo más que la tarea
administrativa y de gobierno en la entidad que es más agua que
tierra, también recibió la encomienda de facilitar y cuidar uno
de los proyectos estrella del presidente, la construcción de la
Refinería Olmeca, cercana al Puerto de Dos Bocas.

10. A mitad de la tormenta

En agosto de 2021, el gobernador Adán López llegó


con paso apurado y sin mirar atrás a las oficinas del presidente

68

de la República en Palacio Nacional.


Ahí recibió un nuevo encargo que cambiaría su vida y
lo pondría en la antesala de la sucesión presidencial, como
secretario de Gobernación.
Su tarea no era nada fácil: resolver los frentes abiertos,
políticos, sociales y de inseguridad que contaminaban el
panorama político de la 4T, con bloqueos carreteros,
estrangulamiento de vías férreas y el desbordamiento de la
violencia criminal en el país, además del reproche de
gobernadores de oposición a la política federal de seguridad.
Sustituyó a Olga Sánchez Cordero, exministra de la
Corte, que quedó rebasada por la cadena de conflictos sin
resolver en el gobierno de la 4T. Al mismo tiempo, tal y como
lo establece la Constitución, el brazo derecho del jefe del
Ejecutivo podría convertirse en presidente provisional ante la
eventualidad de la ausencia total del presidente de la República.
Se considera falta absoluta del presidente: “la muerte,
el abandono del cargo, su renuncia, su destitución o la
incapacidad permanente o total para ocuparlo”.
En esos meses, el juego de la sucesión adelantada se
circunscribía a Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, aunque
no estuvieron de más los sombrerazos del zacatecano Ricardo
Monreal para que lo incluyeran.
Como lo había hecho durante años de trabajar al lado
de su paisano, Adán Augusto se mantenía en lo que los
políticos mexicanos llaman “low profile”, es decir, haciendo el
menor ruido posible.

11. Corcholata, no pero sí

Por lo que se pudo apreciar, la decisión de elevar a


Adán al grado de corcholata de la 4T no fue fácil para el
destapador. El 4 de abril de 2022 el presidente pidió a sus
adversarios serenarse y atajó a los que veían a Adán Augusto
como precandidato.
–Para que se tranquilicen los adversarios, Adán
Augusto López Hernández está ayudándome en la
transformación del país. No es precandidato a la presidencia.

69

Que no se confundan, no está haciendo campaña.


–¿Es corcholata?
–No está actuando de esa forma.
Tres doritos más tarde…
#AdánVa por aclamación
Pero no habían pasado dos semanas cuando en una
reunión con senadores y diputados en Palacio Nacional, el
presidente cambió su discurso y encartó a su paisano.
–A ver, vamos a poner a consideración, vamos a hacer
una especie de consulta rápida, breve. Díganme si sí o no.
¿Verdad que tenemos un buen secretario de Gobernación?
Aplausos...
–…Que nos ayuda mucho, que está a cargo de llevar a
cabo la conciliación…
(Coros de ¡Pre-si-den-te! ¡Pre-si-den-te!)
–...los acuerdos con legisladores, con gobernadores,
con la Fiscalía General de la República, con el Poder Judicial.
(Gritos de ¡Pre-si-den-te! ¡Pre-si-den-te!)
–...me ayuda mucho… me aligera la carga el secretario
de Gobernación. ¡Viva México!
Al día siguiente, durante la conferencia mañanera el
presidente formalizó la precandidatura del tabasqueño y lo
reconoció como la tercera corcholata de la oferta política de la
4T.
La justificación. “Aunque eso no me corresponde a mi
sino a la gente, tiene derecho a votar y a ser votado”.
Para junio de ese año aparecieron las primeras pintas
de propaganda y apoyo al paisano consentido, cuyo mensaje
era más claro que agua del Lago de Texcoco, #AdánVa.
Sin opositores formales a la vista, los precandidatos de
Morena se dejaron llevar por la emoción y la guerra de bardas.
¡Qué sig a López! ¡Estamos Augusto! #EsClaudia
#ConMarceloSí.
Las fuerzas vivas de las corcholatas estaban tan
entusiasmadas que pasaron por alto las prohibiciones de ley
para las campañas anticipadas y cubrieron el país con
propaganda, que debieron retirar tras las sanciones del INE y
del Tribunal Electoral Federal.

70

12. Tercero en las encuestas

Adán entró a la contienda interna 10 meses después de


que se declararon inaugurados los juegos de la sucesión
adelantada. Para la corcholata tabasqueña ha sido muy difícil
remontar la desventaja en las encuestas.
En julio de 2022, una encuesta de El Financiero
colocaba a Claudia Sheinbaum en primer lugar con apenas 29
puntos de las preferencias internas de Morena; Marcelo en
segunda posición con 25%, mientras que Adán con trabajos
reunía el 10%. A regañadientes, Monreal no había sido incluido
por #YaSabenQuién y en los sondeos reunía con muchos
trabajos el 7% de las simpatías.
En los últimos días de 2022 con una clientela más
definida #EsClaudia andaba en los cuernos de la luna con 47%
de la intención del voto interno; #ConMarceloSí había perdido
10 puntos aunque seguía colgado del segundo lugar y Adán
creció sus apoyos hasta el 32%. La pugna interna estaba a todo
lo que podía dar.
Mientras los seguidores de la jefa de Gobierno de la
CDMX hacían énfasis en que la terrible tragedia de la Línea 12
del Metro tuvo que ver con omisiones durante la gestión de
Marcelo, al paisano favorito le reclamaban que su posición en
la Segob no permitía suelo parejo.
Las encuestas recibieron mal a Claudia al comenzar el
nuevo año de 2023, venía de poco más de 40 puntos en
noviembre de 2022, pero las fallas en el Metro la hicieron
retroceder a 38 puntos en diciembre y 35 puntos en enero.
Y bajo la premisa clásica de la política a la mexicana de
que caballo que alcanza gana, Adán se dispuso a no dejar pasar
a sus adversarios, aunque fueran de casa.
La pugna interna entre las corcholatas y sus equipos en
el primer círculo de Palacio subió de tono.
En Tabasco un hermano del presidente, José Ramiro
López Obrador se declaró fan y promotor de la candidatura de
la jefa de Gobierno de la CDMX con la consigna
#EnTabascoEsClaudia.

71

Nadie secundó la propuesta de Marcelo de solicitar


licencia a sus cargos en julio de 2023, someterse a la evaluación
de encuestadoras de su confianza y aceptar un debate público.
“Primero dejen que haya una convocatoria (en las que Morena
establezca las reglas) y que uno tome la decisión”, respondió
#AdánVa.
Aunque se hizo común encontrar los fines de semana
a las corcholatas viajando por el país para acarrear agua a su
molino, sobre todo después de que cambió la presidencia del
INE, los suspirantes insistieron en que las precampañas aún no
arrancaban.
Las precampañas serán hasta noviembre y diciembre
no antes, objetó #EsClaudia para advertir que era un sin
sentido la petición de Marcelo. El único que respaldó al
canciller fue Monreal, a quienes en algunos círculos políticos
ven como el dúo dinámico.

13. Sin salirse del guion

Las declaraciones y decisiones de Adán López siempre


han estado apegadas a la directriz de Palacio Nacional, donde
se prescindió de la mano suave de Olga Sánchez Cordero para
sustituirla por un encargado de marcar las prioridades del
presidente.
Lo importante era recuperar la agenda nacional y para
ello #AdánVa comenzó una intensa gira para reencontrarse
con gobernadores y congresos locales, al mismo tiempo
estableció oficinas alternas en las Cámaras de Diputados y el
Senado de la República para dirigir los temas de mayor interés
de su paisano.
Una leyenda tropical cuenta que la iniciativa
presentada por el PRI para ampliar la permanencia del ejército
en las calles y junto con la Guardia Nacional continuar en
tareas de seguridad pública hasta el año de 2028, fue cocinada
entre Adán y Alejandro “Alito” Moreno, presidente del PRI. Y
a la postre tuvo el apoyo de la mayoría en el Congreso.

La iniciativa que no tuvo el respaldo de la oposición

72

legislativa fue la que dispuso el traspaso del control operativo y


administrativo de la Guardia Nacional de la Secretaría de
Seguridad Pública y la Secretaría de la Defensa Nacional.
La polémica se mantuvo en septiembre de 2022, pues
mientras Adán festejó el acuerdo para que las fuerzas armadas
pudieran seguir en tareas de seguridad pública hasta 2028, la
oposición legislativa consideró anticonstitucional darle el
control a la Sedena de la Guardia Nacional e inició una
controversia en la Corte.
En abril de 2023, con ocho votos a favor y tres en
contra, el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
declaró inconstitucional la resolución del Congreso de pasar la
Guardia Nacional a la Sedena.
El tema causó tanta irritación en Palacio Nacional que
el presidente anunció que el 1 de septiembre de 2024, en su
último informe de gobierno, ante una legislatura que espera
recupere la mayoría calificada favorable al gobierno, propondrá
una reforma para que la Guardia Nacional dependa de la
Defensa. Ya se verá para entonces qué ocurre.

14. Tropiezos en el camino

Pero en política no todo es brillo de oropel. La nueva


correlación de fuerzas en el Congreso le jugó a Adán López
una mala pasada, aunque sin duda quien más la resintió fue
Manuel Bartlett, director general de la Comisión Federal de
Electricidad.
Unos días antes de que el destapador encartara a Adán
Augusto López como su tercera corcholata, el 18 de abril de
2022 la Cámara de Diputados rechazó la reforma
constitucional del presidente en materia eléctrica.
Documentada como la primera gran derrota legislativa
en la presidencia de Andrés Manuel López Obrador, Morena y
sus aliados consiguieron 275 votos que quedaron muy por
debajo de los 355 votos calificados requeridos para una
reforma constitucional. La oposición presentó un frente de 223
votos. Nada que celebrar para el paisano favorito.
Luego Morena se sacó la espina aprobando la reforma

73

a la Ley minera para proteger al litio, salvaguardado desde antes


por la Constitución. En fin.

Más leña al fuego

La animadversión del primer círculo del poder en


México en contra de los organismos autónomos, especialmente
el Instituto Nacional Electoral (INE), escaló en la
descalificación de los consejeros y el recorte presupuestal del
Congreso al organismo, con el argumento de que los
funcionarios del INE ganan más que el presidente y que no hay
razones para que las elecciones sean tan caras.
Las baterías de Palacio se desplegaron un día sí y otro
también contra del INE y sus consejeros, a pesar de la
consabida historia que en 2018 el INE organizó, contó los
votos y garantizó el triunfo del presidente López Obrador.
Con Adán López al frente de la cruzada para sacudir al
INE, en una mañanera de mediados de febrero de 2022, el
presidente anunció que presentaría una “Reforma Electoral a la
Cámara de Diputados para garantizar elecciones limpias, libres
y sin fraudes” y, también para evitar que los consejeros “actúen
por su cuenta” (sic).
La reforma buscaba convertir al INE en el Instituto
Nacional de Elecciones y Consultas, conferir a la Segob el
resguardo del padrón electoral, reducir de 11 a siete el número
de consejeros y eliminar los consejos y tribunales electorales
estatales.
El 6 de diciembre la oposición parlamentaria en la
Cámara de Diputados, integrada por las bancadas de PAN, PRI
y PRD, evitó que Morena y sus aliados consiguieran la mayoría
calificada, 269 a favor y 225 en contra, y así desecharon la
iniciativa de reforma constitucional de López Obrador.
Fue la segunda derrota legislativa de la 4T, en la que
tampoco dio motivo de celebración en el Palacio de Cobián.

15. Adiós al Plan B electoral

74

Todavía no pasaba el malestar por el revés opositor a


la reforma electoral y desde Palacio Nacional enviaron al
Congreso un paquete de reformas electorales que no requerían
de la mayoría calificada y pasaría con los votos de Morena y sus
aliados.
Con el tiempo encima, ya que la Cámara de Diputados
estaba a punto de bajar la cortina para irse de vacaciones de fin
de año, en diciembre de 2022, la iniciativa pasó prácticamente
sin que la leyeran los legisladores, tanto que incorporaron un
apartado que permitía a dos o más partidos aliados el
intercambio de votos a discreción para evitar perder su registro,
la cláusula de vida eterna.
La iniciativa pasó al Senado, pero en el camino se
objetó el madruguete que intentaron los aliados PVEM y PT
para incluir la cláusula de vida eterna y por instrucciones de
Palacio Nacional vía Adán López, Ricardo Monreal retiró la
adición de la chiquillería y el Plan B pasó con 72 votos a favor
y 50 en contra.

16. Descuarticen al INE

Los ánimos políticos se crisparon todavía más, ya que


durante el cabildeó para aprobar el Plan B en el Senado, el
entonces consejero presidente Lorenzo Córdoba atribuyó al
secretario de Gobernación la autoría de una consigna para los
legisladores de Morena, “descuarticen al INE”.
El político tabasqueño rechazó el señalamiento y
consideró “una falta de respeto de este señor Córdoba, que
anda diciendo eso… somos los primeros en observar un
respeto hacia otro poder”.
Los consejeros del INE y la oposición legislativa, así
como organizaciones no gubernamentales no se quedaron
cruzados de brazos e interpusieron ante la Suprema Corte de
Justicia demandas de juicio contra el Plan B y su contenido
anticonstitucional.

En medio de la polémica se realizaron dos


movilizaciones nacionales para defender al INE y en contra del

75

Plan B. Con la elección de la ministra Norma Piña como


presidenta de la Suprema Corte se enfriaron las relaciones
entre poderes. Atrás quedaron los días en que el ministro
Arturo Zaldívar era asiduo visitante de Palacio Nacional y
recibía cada semana en su oficina a Adán López.
La Suprema Corte frenó la reforma electoral, luego de
que el ministro Javier Laynez otorgó una suspensión definitiva.
Esto frenó las intenciones de modificar la estructura de
organización del INE, situación que podrá extenderse hasta
después de las votaciones federales de 2024.

17. Dejan flotando al INAI

En la cancha del paisano favorito también cayó otro


balón que definiría la suerte del Instituto Nacional de
Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos
(INAI), otro de los organismos autónomos que el presidente
preferiría que no existieran.
La elección de dos consejeros del INAI días antes del
plazo límite, llevó a una negociación entre grupos
parlamentarios del Senado que incluyó a Morena y sus aliados,
así como al frente opositor. Monreal logró que se aprobara el
nombramiento de una persona cercana a su grupo y otra
independiente.
Los acuerdos no gustaron en Palacio y a mediados de
marzo de 2023, el presidente López Obrador vetó el
nombramiento de los comisionados del INAI tras acusar a los
legisladores de repartirse el pastel y de irse por la libre: “te doy
uno a ti y yo otro”.
Los comisionados recurrieron a la Corte para intentar
desechar el veto presidencial, pero a partir del primero de abril,
el organismo quedó imposibilitado para sesionar.
La filtración de la grabación de un encuentro privado
entre la bancada de Morena en el Senado y Adán López atizó el
avispero.
La tercera corcholata hizo eco de lo que piensa el
presidente de la República sobre la inoperancia del INAI por la
falta comisionados; es “el mundo ideal” y “así debe seguir”,

76

diría.
La instrucción entonces era la de mantener
indefinidamente y en suspenso al órgano responsable de la
transparencia de la información pública. Un día después, en la
mañanera del 14 de abril, el presidente dijo palabras más,
palabras menos, que el INAI no sirve para nada y cuesta
mucho.
En su cuenta de Twitter el secretario de Gobernación
fue más allá: “El INAI es un lastre burocrático que poco o
nada ha servido para evitar la corrupción y garantizar la
transparencia, es un gasto oneroso, opaco e innecesario que
hoy defienden aquellos que aman la simulación”.

18. De refilón, reforma al TEPJF

En abril los legisladores estaban a punto de bajar la


cortina del primer periodo de sesiones del año, cuando
recibieron de última hora una iniciativa suscrita por todos los
grupos parlamentarios, menos Movimiento Ciudadano (MC),
de reformas a las funciones del Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación.
Los legisladores reprochaban y se quejaban con
amargura que el TEPJF asumiera funciones que no tiene, sobre
todo que les ordenara que por equidad de género nombraran a
una mujer consejera presidenta del INE.
Los más molestos eran los dirigentes de Morena y el
PRI por impedirles ampliar sus periodos de gestión a
contentillo de Mario Delgado y Alito Moreno y les ordenaba
iniciaran los relevos partidistas.
Los legisladores del PAN, PRI y PRD metieron freno
de mano a la reforma al máximo tribunal electoral del país y
argumentaron que se trató de un error imperdonable que
enmendaron descarrilando el dictamen que esperaban en
comisiones.
La incertidumbre afectó el carácter de Mario Delgado,
porque de cumplirse lo establecido en los estatutos de Morena
tendría que entregar la estafeta de la dirigencia de su partido en
agosto de este año, poco después de las elecciones de Coahuila

77

y el Estado de México y quedaría fuera de la presidencial de


2024.
Un desplegado firmado por los gobernadores de
Morena, esta vez no incluyeron al finado Miguel Barbosa,
ejerció presión para que Mario Delgado y Citlalli Hernández
continuaran al frente de Morena hasta después de las
elecciones presidenciales.
Ya sin la presión de la reforma fallida contra el tribunal
electoral, los magistrados sesionaron y acordaron extender el
mandato de Delgado y Citlalli hasta octubre de 2024. ¿Un final
feliz?

19. Juegan con lumbre

Un incendio en la estación migratoria de Ciudad


Juárez, la noche del 27 de marzo de 2023, dejó 40 muertos y
decenas de heridos. Quizá la tragedia del sexenio.
En la víspera de los días de guardar, las imágenes que
se difundieron en redes sociales fueron de terror pues no se
apreció ningún protocolo del personal del Instituto Nacional
de Migración (INM) para impedir la propagación del fuego
iniciado en unas colchonetas, ni acción de auxilio para los
migrantes que se convirtieron en víctimas. Las versiones de lo
ocurrido fueron contradictorias pues se culpó a los migrantes
del incendio tras una protesta, el punto es que los dejaron
encerrados a su suerte.
Adán se deslindó y dijo que si bien el Instituto
Nacional de Migración (INM) depende orgánicamente de la
Secretaría de Gobernación, hay un acuerdo en Palacio Nacional
para que sea la Cancillería la encargada de llevar el tema
migratorio del país.
En su cuenta de Twitter, el canciller dijo que la SRE
solicitó a la de Gobernación y al INM “la información
necesaria” respecto a lo ocurrido. Y como para no polemizar
con Adán escribió: “Dejo cualquier consideración de índole
político para otros momentos, Cada cual debe hacer lo que le
corresponde en esta hora”. Y así se bajaron del ring.
La Fiscalía General de la República inició una carpeta

78

de investigación en contra del director del INM, Francisco


Garduño Yáñez, quien siguió inamovible en el cargo; el
presidente abogó por el funcionario, cercano desde siempre al
círculo político del tabasqueño: “Lo conozco muy bien, es una
persona valiosa”. Con ese argumento pidió esperar las
conclusiones de las autoridades judiciales.
Lo que causó sorpresa fue una declaración de Adán
López quien se mostró molesto por la difusión en redes
sociales del video en el que se aprecia a detalle la tragedia de los
migrantes y cómo los dejaron morir.
“Tuvimos desde muy temprano el video, nos
sorprendió que lo divulgaran porque es una falta de respeto a
las víctimas y a sus familiares”. Dijo y deslizó un reproche a las
autoridades del gobierno de Chihuahua.
Las autoridades judiciales vincularon a proceso a cinco
personas, tres agentes de migración, un guardia de seguridad
privada y un venezolano acusado de ser el autor material del
incendio.

20. Declaraciones disruptivas

En octubre de 2022, Adán López le puso el cascabel al


gato cuando admitió que un militar podría convertirse en
candidato presidencial y ser votado para presidente de la
República.
El tema considerado tabú entre la clase política fue
abordado por el secretario de Gobernación cuando buscaba
apoyos para aprobar la iniciativa constitucional (del PRI) que
permitió ampliar las tareas de las fuerzas armadas en materia de
seguridad hasta el año 2028.
Entonces matizó. Dijo que en efecto un militar tiene
derecho a votar y ser votado, pero tendría que asumir las reglas
civiles para participar en las urnas. Como dato, el último
presidente de origen militar fue Manuel Ávila Camacho
(1940-1946) y de eso ya pasaron 83 años.
Hasta ahora no se ha incluido a ningún militar entre
las corcholatas.

79

21. Las medallas de Adán

En su breve paso como gobernador de Tabasco, Adán


López tuvo un papel protagonista en una de las obras estrella
del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, la construcción
de la refinería Olmeca.
Cuando colocaron la primera piedra de esta obra
monumental, el 9 de diciembre de 2018, los planes eran
terminarla en tres años, con una inversión de 150 mil millones
de pesos, unos 8 mil millones de dólares.
En aquellos años celebraban y presumían en las
conferencias mañaneras que el robo de gasolina (huachicol) se
había reducido 90%. Y para variar, la tendencia internacional,
la de migrar hacia las energías limpias, en nada influyó en la
decisión que ya se había tomado.
Uno de los argumentos de peso para la construcción
de la refinería Olmeca fue que en México se consumen 800 mil
barriles diarios de gasolinas, 200 mil se producen en el país y el
resto se importa.
Visionario, Adán soltó con un dejo de modestia que
con la construcción de esta obra se inicia la Cuarta
Transformación, que le permitirá al país lograr la
autosuficiencia en la producción de las gasolinas.
⎯¡No más dependencia energética del extranjero! Los
mexicanos y tabasqueños somos capaces no nada más de
cuidar nuestro petróleo, sino también de transformarlo. Somos
capaces de obtener la autosuficiencia energética.
El gobierno tabasqueño coadyuvó a destinar un área
de 556 hectáreas en las inmediaciones del Puerto Dos Bocas.
Se supo que estuvieron a punto de construirla en
Paraíso, Tabasco, tierra natal de Adán, pero el Instituto
Mexicano del Petróleo determinó que esas tierras no eran aptas
esas tierras para el gigante energético.
En marzo de 2013 la secretaria de Energía, Rocío
Nalhe, ajustó los costos de la refinería Olmeca y reveló que a
diciembre de 2022 la inversión sumaba 235 mil millones de
pesos, poco más de 12 mil millones de dólares.

80

21. Inundaciones, ¿dónde?, ¿dónde?

Una preocupación per manente han sido las


inundaciones en la zona de la refinería.
Pero Adán López desestimó estos riesgos y aseguró
que estudios realizados por la Conagua y la CFE concluyen que
en al menos 300 años no habrá inundaciones en los terrenos de
la refinería Olmeca. Tomen nota.
En julio de 2022 cuando el presidente acudió a la
inauguración de la primera fase de la refinería, se anunció que
entrará en funciones de prueba en 2023, aunque ojo alcanzará
su capacidad de procesamiento de 320 mil barriles diarios de
gasolina hasta el año 2026.
De esta manera, para quienes esperaban éxitos
inmediatos, será hasta el próximo sexenio cuando se den los
primeros resultados de la refinación de gasolinas.

22. Entre bardas y redes sociales

La mayor parte de la participación de las corcholatas en


la sucesión adelantada ha sido en solitario, como don Quijote,
contra molinos de viento. Lejos de establecer una competencia
con un adversario opositor, el eje de la campaña de Adán
López estaba orientado a darse a conocer.
Las pintas en las bardas de todo el país aparecieron de
la noche a la mañana y pronto se convirtieron en parte de una
guerra de propaganda electoral, cuya máxima expresión
alcanzaron en las redes sociales, principalmente Facebook,
Twitter, Instagram y TikTok.
La corcholata tabasqueña abrió plaza con “¡Que siga
AMLO, estamos Agusto!” “#AdánVa” que pronto fueron
retiradas de espacios públicos, espectaculares y vehículos
promocionales tras un jalón de orejas del INE y el TEPJF, por
ser consideraros parte de actos anticipados de campaña.
Pero los promotores de Adán encontraron otra veta,
los videomusicales como #AdánVa, una pegajosa tonadita
publicitada por la cuenta @AlMomento4T en Twitter, que
tiene como telón de fondo los afluentes del rio Grijalva.

81

Que se sepa, Adán aún no incursiona en Tik Tok pero


en Twitter, Facebook e Instagram circulan videos con historias
animadas en 3D –en el mundo de la fantasía y las caricaturas–,
con el sello Mexicartoons y la etiqueta #AhoraEsAdán y que
cuentan historias donde la corcholata del Palacio de Cobián es el
héroe, mientras las otras dos corcholatas andan pajareando, una
atribulada por las fallas en el Metro y otro fascinado con las
selfies.
Con el hashtag #AhoraEsAdán, el equipo del paisano
consentido actualizó su campaña proselitista interna.
Prospectiva 2024:
¿Se busca secretario de Gobernación?
Los escenarios posibles y probables para la corcholata
emergente pueden sintetizarse de la siguiente manera:
–Destapan a #AhoraEsAdán como candidato
presidencial.
–El destapado se declara confiado en no haber cometido
el mismo error de Lázaro Cárdenas.
–Se busca secretario de Gobernación, el tercero del
sexenio. Marcelo dice, “no gracias”.
–Celebran que la 4T tendrá un candidato totalmente
palacio.
–#EraClaudia y #MarceloIba le levantan la mano.
–Confirma #AhoraEsAdán que sus principales
banderas de campaña serán que Dos Bocas, el Tren Maya y el
Corredor Interoceánico estarán funcionando el próximo
sexenio.
–El gobernador provisional, Carlos Merino, es el
tercer tabasqueño más feliz del mundo porque se extiende su
cargo en automático hasta 2024 y sin despeinarse.
El otro lado del espejo
–#TampocoEsAdán
–El secretario de Gobernación reacomoda sus cosas
en el despacho del Palacio de Cobián para quedarse lo que
resta del sexenio.
–Adán tiene la opción de regresar a Tabasco como
gobernador en la última parte de su gobierno.
–#TampocoFueAdán declara: “Tan bien que íbamos”.

82

–“Lo mejor de todo es lo peor que se está poniendo”,


advierte sin dejo de resentimiento.

83

IV RICARDO MONREAL: PRIISTA DE SÍ


MISMO
Por Carlos Ramírez

1. Introducción

T odo mexicano crece como ciudadano con el objetivo de


ser presidente de la República. Bueno, casi todos;
aunque, pocos construyen una trayectoria que debía
empezar en el PRI y terminar en el despacho presidencial de
Los Pinos –antes– o Palacio Nacional –hoy–. Ricardo Monreal
Ávila, nacido en 1960, se inscribió en el PRI a los 15 años –en
el año más caliente del gobierno populista de Luis Echeverría
Álvarez y se fijó la meta de algún día, como Benito Juárez,
llegar a la primera magistratura de la República.
Pero el hombre propone y el diablo dispone. La
estructura del sistema político/régimen de gobierno/Estado
constitucional de México va acotando y depurando a las élites.
En 1976, el politólogo estadounidense Peter H. Smith analizó,
en Los laberintos del poder. El reclutamiento de las élites políticas en
México 1970-1971 (editorial El Colegio de México), los 22 pasos
que debían de seguir los políticos para construir una trayectoria
que llegara a los más altos niveles del poder y, entre ellos, dos
resultaban indispensables: inscribirse al PRI y participar en un
grupo político dominante.
El zacatecano Monreal comenzó su carrera política a
nivel local y en oficinas priistas, fue dirigente estatal del PRI,
dio el salto a la política nacional a través de la Confederación

84

Nacional Campesina (CNC), y de manera formal irrumpió en


las esferas decisivas del poder en 1988 como diputado federal
priista, justo en el año de definición de la ruptura política más
importante en el PRI posrevolucionario, con la salida de
Cuauhtémoc Cárdenas del partido, su participación como
candidato de una coalición plural y las primeras bases del
Partido de la Revolución Democrática (PRD), en 1989, aunque
mantuvo su lealtad al partido tricolor oficial.
El perfil de Monreal dibuja a un político individualista
en cuanto a objetivos y trayectoria, aunque con un gran sentido
de la oportunidad –a veces en grado de oportunismo– para
aparecer como una figura axial, siempre en punto de inflexión
y giro hacia otras corrientes. De 1988 a 1998 –años de
transfiguración del movimiento cardenista en un PRD
institucionalizado como izquierda populista, poscardenista y no
marxista–, Monreal hizo de escoleta en los senderos
escalafonados del PRI porque no supo o no quiso pertenecer a
un grupo consolidado, y desde entonces ha fijado una
trayectoria personal, de oportunidades elitistas circunstanciales
y siempre como jefe de su propio grupo político de niveles
intermedios y bajos en las élites.
Como priista, Monreal se enroló en una trayectoria
legislativa: diputado federal 1988-1991, senador 1991-1997 y
nuevamente diputado federal 1997-2000; aunque en 1998 dio
un giro estratégico a su carrera política cuando no pudo
alcanzar la candidatura del PRI a la gubernatura de Zacatecas,
1998-2004, y se encontró con el espacio político del PRD
fundado por Cárdenas Solórzano y dirigido en ese momento
de 1998 por Andrés Manuel López Obrador. Con la
candidatura del PRD, le ganó al candidato oficial estatal del
PRI e inició una nueva etapa moviéndose en las arenas
movedizas del PRD, el PT, nuevamente el PRD y Morena.
Monreal es un político que se ubicaría en el modelo
tecnocrático de política por objetivos; acomodando su
pensamiento a un espacio plural muy abierto, que estuvo a
punto de naufragar al principio de su rebelión cuando buscó
ser, primero, candidato del PAN a la gubernatura de Zacatecas
en 1998, pero la desarticulación estatal panista le benefició

85

porque llegó la invitación del PRD desde el Distrito Federal y


en el escenario de darle la oportunidad de jugar en las ligas
mayores de la política a nivel nacional. Su decisión de aceptar la
candidatura ofertada, operada y disputada frente a Zedillo por
López Obrador incorporó a Monreal, en efecto, a la política
nacional.
Monreal supo desde el principio que necesitaba un
perfil que llenara un espacio específico en la política priista y lo
descubrió en uno de los puntos siempre sensibles y prioritarios,
pero muchas veces mal pagado, del derecho político-electoral,
un flanco débil en el grupo de López Obrador, que fue
cubierto por Monreal durante los conflictos poselectorales de
2006 y 2018, aunque sin resultados concretos. Eso sí, en sus
debates parlamentarios, Monreal suele recordar su calidad
académica en el derecho y no deja de restregarle a sus
adversarios que es doctor en derecho constitucional y profesor
de maestría en la Facultad de Derecho de la UNAM.
El salto cualitativo de Monreal, a partir de que
abandonó el PRI en 1998, ha atraído la atención académica. En
2019, Adelina García Lara publicó su tesis de doctorado en la
Universidad Autónoma de Zacatecas con el título Las élites
políticas del PRD en Zacatecas (1998-2016), con un capítulo muy
importante y bien resumido de la relación de Monreal con el
PRD y de cuyo estudio entresacamos los datos más
importantes:
–La fuerza de izquierda en Zacatecas estaba en el
Partido Comunista Mexicano y su localización en territorios
universitarios, sindicales y campesinos.
–La fracción de izquierda que consolidó la célula
originaria del PRD estuvo localizada en militantes probados,
entre los que destacaban José Narro Céspedes, Raymundo
Cárdenas y Jaime Enríquez Félix, quienes después han tenido
espacios nacionales.
–El PRD zacatecano se consolida en 1992, al calor de
la elección de gobernador que ganó el priista Arturo Romo
Gutiérrez, una de las figuras construidas por el veterano líder
cetemista Fidel Velázquez Sánchez.
–La disputa por la gubernatura en 1998 fue una

86

oportunidad para un reposicionamiento local importante del


PRD. En 1997, el gobernador saliente Romo quiso imponer a
una figura muy menor, José Antonio Olvera Acevedo, como
candidato oficial, pero ya como real decidido a dar la pelea
local.
–Antes que buscar al PRD, Monreal trató de negociar
la candidatura del PAN, entonces la segunda fuerza electoral
estatal, pero con élites negadas a cualquier tipo de alianza
política.
–El entonces presidente nacional del PRD, López
Obrador, fue alertado políticamente de la crisis en el PRI de
Zacatecas y con mucha habilidad aprovechó las circunstancias
políticas y dio dos golpes estratégicos: invitó a ser candidato
perredista a la gubernatura de Oaxaca a José Murat Casab y a
Monreal por Zacatecas. Murat, con astucia, nunca iba a aceptar
la candidatura del PRD, pero sí la usó como amenaza para
obligar a Zedillo y al gobernador oaxaqueño saliente, Diódoro
Carrasco Altamirano, a entregarle la nominación tricolor, en
tanto que el gobernador zacatecano Romo se negó al chantaje,
pero ya no tenía el apoyo estratégico de Fidel Velázquez,
porque el líder obrero había fallecido en 1997, y Monreal
decidió aceptar el registro del PRD contra el PRI.
Monreal nunca ha tenido más ideología que la del viejo
PRI progresista y de perfiles sociales del pasado revolucionario,
pero en su fase institucional alemanista; aunque, con esfuerzos
dialécticos y distorsiones históricas (ver Péndulo político.
Experiencia mexicana: ¿izquierda o socialdemocracia?, Editorial
Miguel Ángel Porrúa), ese PRI se colocó en el sector
conservador sin conflicto de clases productivas de la
socialdemocracia, que no es otra cosa que un capitalismo con
política social asistencialista.
Monreal ganó las elecciones para gobernador en 1998,
con el 44% de los votos, contra 38.5% del candidato priista.
Sin embargo, muy poco le duró el gusto porque no es un
hombre de proyectos integrales sino de oportunidades
electorales: luego de terminar su gubernatura en 2004, Monreal
anunció su intención de buscar la candidatura presidencial del
PRD en el 2006; pero se encontró con que López Obrador ya

87

le había ganado la partida y desde la jefatura de Gobierno del


DF había estado operando su nominación. Sin fuerza política
ni grupo de poder, ni menos aún recursos suficientes para
financiar una campaña presidencial, Monreal se subordinó a
López Obrador y fue su coordinador general de la campaña en
2005-2006 y se enganchó a una senaduría con la alianza PRD-
Partido del Trabajo (PT).
De nueva cuenta y por razones estratégicas, en el 2008
se afilió al PT para consolidar una bancada legislativa, y en
2011-2012, coordinó la campaña presidencial de López
Obrador en la coalición del movimiento progresista ideado por
Manuel Camacho Solís. En 2015 Monreal se afilió a Morena y
ganó la jefatura delegacional de Cuauhtémoc en Ciudad de
México. En 2018 tuvo una coordinación parcial de la
candidatura de López Obrador, sólo en la segunda
circunscripción electoral, que no incluía a Ciudad de México y,
desplazado de la posibilidad de ser candidato a la jefatura de
Gobierno capitalina, por la imposición de Claudia Sheinbaum
Pardo, decisión directa de López Obrador. Monreal negoció
con el candidato presidencial la senaduría y de modo natural,
por el crecimiento de Morena a primera fuerza política
nacional, se colocó como jefe de la bancada y el hombre fuerte
de López Obrador y de sí mismo en el Senado.
En el 2004, al terminar su gestión de gobernador,
Monreal no pudo imponer al candidato sucesor estatal por
dedazo, porque Amalia García, exmilitante del Partido
Comunista Mexicano, política cercana a Cárdenas y López
Obrador y con mucha presencia mediática en la Asamblea
Legislativa del DF, logró imponerse como candidata; también
porque entre su historia política estaba la de su padre,
Francisco Espartaco García Estrada, como gobernador priista
en el sexenio 1956-1962, bajo las presidencias de Adolfo Ruiz
Cortines y Adolfo López Mateos.
Cumplido su deseo de ser gobernador de su estado y
luego de una gestión típicamente priista, aunque bajo el escudo
del PRD, Monreal abandonó Zacatecas y al PRD. Se fue a la
Ciudad de México a hacer política nacional, mientras en el
terruño estatal, con errores de gestión política de Amalia

88

García, regresó al redil priista durante dos sexenios 2010-2016


y 2016-2021, bajo el dominio político de Enrique Peña Nieto,
como gobernador mexiquense, y luego presidente de la
República. Otro Monreal, su hermano David, llegó a la
gubernatura en 2021, como parte de la cuota de poder familiar
que siempre ha exigido Ricardo Monreal a lo largo de su
carrera política, como miembro de una prolífica familia de 10
hermanos.
Desde su posición en el Senado y luego de su
frustrada intención presidencial del 2006, Monreal aceptó la
gestión de la mayoría morenista en la cámara alta, con el
objetivo declarado con suficiente anticipación de ser candidato
presidencial para el sexenio 2024-2030.
Aunque en política no hay hechos que se repitan o de
existir caerían en el modelo de Marx-Hegel de la historia
repetida primero como tragedia y luego como farsa, Monreal
nunca ha sido aceptado con seriedad por López Obrador –el
gran destapador de la candidatura presidencial de Morena para
2024 y gestor de su propia sucesión presidencial–, y ha sido
incorporado y excluido de la lista de precandidatos en modo de
corcholatas de acuerdo a circunstancias que nada tienen que
ver con las líneas centrales estratégicas del mecanismo de
designación del candidato presidencial de Morena.
Sin recursos económicos suficientes para construir una
candidatura presidencial, sin una élite política con capacidad
para influir en los equilibrios de poder, sin un grupo
empresarial detrás que impulse sus ambiciones superiores y con
una gestión compleja, contradictoria e irregular de los recursos
del Senado, Monreal nunca logró incrustarse en la estructura de
Morena. Además de la circunstancia agravante de que Morena
no es un partido político formal sino un movimiento de
movimientos, controlado directamente por el presidente de la
República desde Palacio Nacional. En este contexto, la
precandidatura presidencial de Monreal no es más que una
satisfacción personal por una trayectoria política también
personal.

2. La infancia (política) de un jefe

89

A pesar de que el sistema político mexicano –bajo


control del PRI, el PAN o Morena– tiene reglas y escalafones
muy precisos, existe una zona nebulosa que termina por definir
carreras políticas. Se trataría de un tercer círculo adicional al de
las élites (Vilfredo Pareto) y al de la clase política (Gaetano
Mosca); se trata de la configuración de grupos de poder, cuyo
exponente más claro en el ciclo priista fue Gonzalo N. Santos,
político potosino, con rango militar, hombre de poder y fuego
y operador de algunas decisiones turbias del régimen, y a quien
se le debe la síntesis de la política mexicana vis a vis, las
consideraciones éticas del poder: “en política, la moral es un
árbol que da moras”.
En su regla nueve de las 22 del juego, el politólogo
Smith se refiere a la necesidad de que el político en su carrera
ascendente se incorpore a un grupo de poder, pero con
consideraciones de cuidado: “si ha decidido formar parte de un
equipo o de una camarilla, elija con mucho cuidado a su jefe”,
porque “el destino de su jefe puede muy bien ser el suyo, de
modo que es imperativo elegir a un ganador”. De la capacidad
para elegir al grupo al cual incorporarse depende la posibilidad
de mantener una carrera escalafonaria en ascenso, puesto que
la política en México posrevolucionario es de camarillas y
facciones.
La primera gran decisión de Monreal en su vinculación
de política y poder –la lucha por la candidatura a gobernador
en 1998—representó también la primera gran decisión
estratégica, pero con un mensaje acorde a sus prioridades:
buscar con anticipación una facción o representar una
posibilidad de ruptura priista en busca de otro grupo; es decir,
la diferencia entre escoger o ser escogido. Monreal no formó
parte de la burocracia zacatecana priista del asesor cetemista de
confianza de Fidel Velázquez, Arturo Romo Gutiérrez, y se
rebeló contra la decisión oficial; por ello buscó primero ser
candidato del PAN, pero con un panismo local bastante
desorganizado; y coincidió con una oportunidad estratégica en
1998 del presidente nacional del PRD, Andrés Manuel López
Obrador, configurado ya como líder político, no por sus
fracasadas competencias electorales tabasqueñas, sino por su

90

habilidad como líder social, con movilizaciones de protesta y


marchas por la democracia que lo fijaron como operador
eficaz.
En 1998 López Obrador encontró resquebrajamientos
en el PRI de Oaxaca y Zacatecas. Primero le ofreció la
candidatura a gobernador oaxaqueño a José Murat Casab por la
negativa del gobernador saliente Carrasco Altamirano y luego
Murat llamó la atención de López Obrador sobre la crisis que
se planteaba en Zacatecas. Con habilidad, Murat usó la
incitación del PRD a ser candidato para doblar al presidente
Zedillo y la amenaza de conflictuar la elección de gobernador
en Oaxaca por su problema magisterial benefició a Murat; en
Zacatecas, el cálculo priista de Los Pinos –sede de la oficina
presidencial— enfrentaba al aparato del partido tricolor sólo
contra la figura personal de Monreal. Por ello, Murat se quedó
en el PRI y Monreal pasó al PRD.
Como el diablo está en los detalles, Monreal planteó
dos escenarios personales: conseguir la candidatura a
gobernador por el PAN o por el PRD, pero sin buscar una
alianza estratégica con el líder de la oposición que le ofertaba la
posibilidad de canalizar su disidencia. En los hechos, Monreal
no hizo alianza o camarilla con López Obrador, quien ya
preparaba la terminación de su ciclo de dirigente del PRD para
enfilarse a la jefatura de Gobierno del DF, que había ganado
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano en 1997.
El perfil político de López Obrador ya comenzaba a
vislumbrarse: una carrera por el poder presidencial, después de
los fracasos de Cárdenas en 1988 y 1994. En su modelo
programático, López Obrador sabía que la elección de 2000
sería la última oportunidad de Cuauhtémoc y la corriente del
PRD carecía de cuadros: Porfirio Muñoz Ledo era un cartucho
quemado y sólo quedaba López Obrador como la siguiente
generación con espacios mediáticos.
López Obrador usó la candidatura a la jefatura de
Gobierno del DF para construir su camarilla de primer círculo
en dos niveles: a ras de operación territorial con René Bejarano
a la cabeza y la capacidad de gestión de Martí Batres
Guadarrama, y una alianza con Marcelo Ebrard Casaubón, que

91

terminaba su alianza con Manuel Camacho Solís y buscaba sus


caminos propios. En el gobierno del DF se sumaría Claudia
Sheinbaum Pardo como secretaria de Medio Ambiente con
exposición mediática por el debate provocado por los
segundos pisos. Y el flanco tabasqueño, del grupo local de
López Obrador apenas pudo acceder al poder hasta 2013,
luego de haber iniciado las protestas en 1988: el expriista
Arturo Núñez Jiménez, con el apoyo de López Obrador, ganó
la gubernatura como candidato del PRD; y la sucesión en 2018
benefició a Adán Augusto López Hernández, uno de sus
amigos locales más cercanos.
López Hernández apareció como una figura especial
en los afectos de López Obrador: amigo de la infancia, el papá
de López Hernández protegió a Andrés Manuel en Tabasco. El
hoy secretario de Gobernación participó brevemente en la
burocracia local, se retiró en 1994 a atender su notaría, pero
regresó a la política en 2003: renunció al PRI, se afilió al PRD y
luego brincó a Morena. Fue presidente municipal de
Villahermosa, luego diputado local, más tarde diputado federal
y gobernador a partir de 2018, con el salto estratégico en
agosto de 2021, después del fracaso electoral de Morena en
elecciones de medio sexenio, a la secretaría de Gobernación, y
de modo natural a la condición de corcholata presidencial
sucesoria,
Monreal se alió a López Obrador en 1998 para ganar
la gubernatura de Zacatecas, pero no se insertó en el PRD
como pieza clave; en 2004 Monreal planteó su deseo de ser
candidato presidencial del PRD en 2006, pero con una mala
lectura estratégica del posicionamiento privilegiado de López
Obrador. El primer indicio no favorable al zacatecano fue la
falta de recepción a sus deseos presidenciales; eso sí, López
Obrador lo sumó a la coordinación de su campaña presidencial
en 2006 por su experiencia operativa y su conocimiento del
derecho electoral, y luego lo colocó como senador en 2006.
En 2011, Monreal volvió a aparecer como coordinador
de campaña de López Obrador en su segunda candidatura a la
presidencial para 2012, con sus especiales relaciones con el PT
y Movimiento Ciudadano; el zacatecano alcanzó una

92

diputación federal en 2012 y en 2015 ganó la elección de la


jefatura delegacional en Cuauhtémoc, una zona de control del
PRD cardenista-lopezobradorista.
Monreal se movió con espacios de autonomía, sin leer
estratégicamente la trayectoria de corto plazo de López
Obrador: con dureza peleó en 2018 la candidatura de Morena a
la jefatura de Gobierno de Ciudad de México, que López
Obrador ya había asignado a su valida Claudia Sheinbaum
Pardo y provocó fricciones innecesarias con López Obrador
como jefe del grupo político; violando los estilos disciplinarios
de las camarillas de poder, Monreal aceptó desganado la
senaduría en 2018, pero ya enviando mensajes fácilmente
decodificables de que tenía en la mira la candidatura
presidencial de Morena en 2018, sin pasar por algún tipo de
acuerdo con el jefe político López Obrador.
En sus modos muy individualistas de hacer política,
Monreal fue señalado como operador de la candidatura de la
alianza PRD-PAN de 2021 en la alcaldía de Cuauhtémoc, cuya
nominación por Morena había sido entregada de manera
directa por López Obrador a su operadora Dolores Padierna –
que ya había tenido ese cargo–, esposa de René Bejarano. La
derrota de Morena en la Cuauhtémoc y la victoria del PRD-
PAN fue acreditada al apoyo de Monreal a Sandra Cuevas, una
excolaboradora. A pesar de que Monreal negó haber metido las
manos contra Morena, la derrota en la demarcación representó
un tropiezo para Claudia Sheinbaum Pardo porque perdió la
mitad de las alcaldías, aunque posteriormente Morena recuperó
las expectativas favorables con mayoría en encuestas para las
elecciones de jefe de Gobierno en 2024.
Mientras Ebrard Casaubón, Claudia Sheinbaum Pardo
y Adán Augusto López Hernández formaban parte del primer
círculo del poder de López Obrador y de modo natural fueron
incluidos en la terna oficial de precandidatos a la presidencia,
Monreal utilizó posicionamientos mediáticos para meterse
como una cuarta corcholata presidencial, aunque avanzando en
un carril paralelo al oficial. En muchas conferencias de prensa,
López Obrador excluyó a Monreal, pero, con picardía, lo hubo
de meter ante preguntas concretas de los reporteros, pero

93

siempre con signos de marginalidad.


Luego de muchos malentendidos y comunicaciones
rotas, López Obrador aceptó finalmente, en mayo de 2023,
incorporar de manera oficial a Monreal en la lista de
corcholatas en una foto tomada en Palacio Nacional con toda
la bancada senatorial de Morena, pero por razones de agenda
de reformas se tuvo que tomar en bloque el sábado.
En efecto, Monreal se incorporó a la lista de
precandidatos oficiales, aunque con señales de que prefieren
que corra por los carriles oficiales, para evitar que se pueda
pensar en reproducir una crisis como la de 1998 en la
gubernatura de Zacatecas

3. Las circunstancias del yo

Las grandes decisiones de Monreal han estado


determinadas por contextos y circunstancias de una carrera
política de sí y para sí, haciendo piruetas, retruques y
oscilaciones pendulares para acomodar las circunstancias al yo
y no que el yo interprete la circunstancias.
A lo largo de su vida política, Monreal ha tenido muy
claros sus objetivos: escalar los peldaños del poder desde
modestos trabajos partidistas y municipales hasta su meta al
final como presidente de la República. Pero en todo ese
itinerario, la lucha de Monreal ha sido personal, tratando de
aprovechar las circunstancias políticas y partidistas para sacar
ventaja:
–En 1998 coqueteó con el PAN para tener la
candidatura a gobernador de Zacatecas, pero fue el PRD –
dirigido entonces por Andrés Manuel López Obrador– el que
le dio el registro.
–Una vez en el poder, Monreal no quiso reconocer los
compromisos implícitos con el partido del Sol Azteca y la
candidatura sucesoria se la arrebató la exmilitante del Partido
Comunista e hija de un gobernador local, Amalia García.
–Monreal terminó su gubernatura en 2004 y se apuntó
para la candidatura presidencial perredista de 2006, que ya
estaba apartada para López Obrador.

94

–Monreal participó en la coordinación de la campaña


de López Obrador en 2006 y en 2012 y se conformó con una
senaduría 2006-2012.
–Por razones estratégicas y para fortalecer al PT,
Monreal pasó a militar en esta organización política impulsada
por Raúl Salinas de Gortari y luego en 2012 se incorporó a
Movimiento Ciudadano para obtener una diputación.
–En 2015 se afilió a Morena y ganó la jefatura
delegacional en Cuauhtémoc, que era propiedad política de
Dolores Padierna y René Bejarano, dos cuadros básicos de
López Obrador.
–En 2018 asumió por tercera vez la coordinación de la
campaña de López Obrador, peleó la candidatura a la jefatura
de Gobierno de Ciudad de México y perdió el registro por la
decisión del candidato presidencial de Morena de designar a la
posición capitalina a Claudia Sheinbaum Pardo, enviando desde
entonces el mensaje de una articulación estratégica de largo
plazo.
–Designado sucesor y aprobado por López Obrador
para la coordinación de la bancada morenista senatorial, y por
lo tanto perfilarse como jefe de la Junta de Coordinación
Política de la Cámara alta, Monreal fue señalado de alejarse del
equipo político del presidente López Obrador y apoyar a su
excolaboradora Sandra Cuevas como candidata a la alcaldía
delegacional en Cuauhtémoc por la triple alianza PRI-PAN-
PRD, lo que también fue interpretado como un acto de traición
política a López Obrador como jefe de un proyecto de grupo
con miras a la sucesión presidencial de 2024.
–Con desdén, el presidente López Obrador incorporó
en junio de 2021 a Ricardo Monreal como precandidato
presidencial en modo de corcholata, aunque luego fue
marginado y mantuvo las expectativas como precandidato
rezongón en grado de renegado, hasta que, en abril de 2023,
por necesidades políticas de votaciones en el Senado, Monreal
fue reincorporado de manera fugaz en la lista oficial de
corcholatas, pero de nueva cuenta marginado de las
consideraciones presidenciales.
El PRI como partido dominante perdió su hegemonía

95

con la derrota presidencial del 2000, pero la oposición no pudo


construir escenarios alternativos: el PAN se cerró como concha
y el PRD fue abandonado en el 2000 por el grupo original de la
Corriente Democrática cardenista del PRI. La última
presidencia nacional formal del PRD fue la de López Obrador
en 1996-1999 y desde entonces el partido quedó al garete de
grupúsculos de poder encabezados por Jesús Ortega Martínez,
un político opositor construido por el presidente Luis
Echeverría en su sexenio para abrir una corriente socialista
institucional como nueva generación por el deterioro de
agotamiento del Partido Popular Socialista.
A partir de 1988, con la rebelión de Cárdenas y
Porfirio Muñoz Ledo, la izquierda quedó fragmentada en tres
grupos –que por cierto ya había sido prefigurada por el
ensayista marxista José Revueltas en su Ensayo sobre un
proletariado sin cabeza de 1962–: la comunista, la priista y la
oportunista. El Partido Comunista Mexicano abandonó el
territorio de la marginalidad y aprovechó la reforma política de
López Portillo de 1977-1978 para ing resar en la
institucionalidad sistémica, pero sin resolver la gravísima
contradicción ideológica del comunismo de ruptura sistémica
con una izquierda socialista legitimadora del aperturismo
político del PRI.
El PRD se fundó en 1989 con una síntesis dialéctica
en modo de oxímoron, entre el progresismo priista como
capitalismo social y la bandera de cambio de régimen que
planteaba el comunismo de la izquierda socialista. El PCM
cedió su registro legal como partido, que obtuvo en 1978, al
grupo de priistas progresistas de Cuauhtémoc Cárdenas
Solórzano para fundar el Partido de la Revolución
Democrática, planteando desde su nombre la vieja
contradicción del PRI como el partido de una revolución
institucional, toda vez que la revolución es una ruptura de
estructuras del Estado y la configuración de una situación de
clase; el mismo error del PRI en 1947 ocurrió con el PRD al
asumirse como una revolución democrática, cuando la ruptura
revolucionaria no busca la democracia institucional por tener
demasiadas limitaciones políticas, en tanto que la victoria

96

revolucionaria genera nuevas reglas de poder superiores a la


democracia institucional.
El PRD se definió, por así decirlo, como una especie
de poscardenismo, algo así como un capitalismo monopolista
de Estado con objetivos de asistencialismo social, eludiendo,
como lo hizo el proyecto revolucionario de Lázaro Cárdenas, la
lucha de clases como factor de definición del modelo de
desarrollo y la distribución de la riqueza social. Ahí, con el
nacimiento del PRD, murió la izquierda socialista y comunista
que había jugado desde la marginalidad, la clandestinidad y la
persecución policíaca, un papel de representación de un
discurso social, económico y político diferente al populista-
asistencialista del PRI.
El PRI logró su punto ideológico máximo en 1976
con la definición dada por el entonces presidente nacional y
precandidato presidencial derrotado, Porfirio Muñoz Ledo, de
que era el partido “de los trabajadores, de la clase obrera”,
determinando el momento clave de confrontación de los dos
proyectos históricos: el popular-revolucionario del PRI y su
sector proletario movilizado como masa y no como clase y el
neoliberal de mercado definido por el pensamiento económico
de Milton Friedman, la clase empresarial en disputa del
territorio ideológico y productivo y el PAN como punta de
lanza partidista.
Las bases priistas quedaron atrapadas entre las nuevas
definiciones políticas derivadas del ciclo tecnocrático
1957-1970, luego del periodo populista 1970-1976 y el largo
lapso neoliberal 1982-2018. Los sindicatos priistas llegaron a su
punto culminante en 1981 con la propuesta del Congreso del
Trabajo de un nuevo modelo de desarrollo social-popular y su
declinación en los años de los gobiernos de De la Madrid-
Salinas de Gortari, que fueron sometidos a un proceso de
lobotomía ideológica.
La larga crisis del PRI, de la salida de Cuauhtémoc
Cárdenas en 1987 a la derrota presidencial electoral en 2000,
terminó con el potencial político de sus sectores, el sindical,
apresurado por la muerte del veterano líder Fidel Velázquez
Sánchez en 1997, y el campesino, con la reforma al artículo 27

97

constitucional, la privatización del ejido y la exclusión del


concepto de Revolución mexicana de los documentos del PRI
y la imposición de la nueva ideología oficial como “liberalismo
social”, todas estas reformas en los gobiernos de De la Madrid
y Salinas de Gortari.
En este contexto político se movió Ricardo Monreal
Ávila con una rebeldía personal, sin corriente político-
ideológica, en solitario y no con camarilla y sólo negociando
posiciones personales de poder. Salió del PRI en 1998 cuando
el presidente Ernesto Zedillo y el entonces dirigente nacional
priista Mariano Palacios Alcocer (1996-1999) decidían
candidaturas a cargos de elección popular en función de los
intereses de la élite gobernante neoliberal y los priistas como
soldados de la nueva ideología oficial.
La carrera política de Monreal en el PRD, con
oscilaciones hacia el PT y Movimiento Ciudadano,
respondieron a su sentido de la oportunidad y no a la
configuración real de un grupo propio y sólo participando en
el equipo de trabajo electoral de López Obrador en su larga
carrera hacia la presidencia 2006-2018. En cada una de las
oportunidades electorales siempre hubo confrontaciones con el
primer círculo lopezobradorista de poder.
Luego de lanzar su precandidatura presidencial en
2004, de haber colaborado en el equipo electoral de López
Obrador en 2006 y 2012 y de haber perdido la candidatura
morenista a jefe de Gobierno de Ciudad de México en 2018,
Monreal se colocó como jefe del control político del Senado –
un concepto, por cierto, del viejo régimen priista– y desde ahí
fue construyendo su precandidatura presidencial para el 2024,
avalando algunas de las reformas presidenciales, quitándole
apoyo a otras, impulsando a algunos senadores a candidaturas a
cargos de elección popular y creando un espacio político
mediático, aunque con un precario grupo político que no le
alcanzaba para influir en Morena, ni para configurar un bloque
de poder que pudiera presentarse con la suficiente autonomía,
recursos y alianzas contra el proceso de sucesión presidencial
en Morena, que el presidente López Obrador había conducido
de manera directa desde junio de 2021.

98

Monreal apareció y se consolidó como una figura


política con fuerza institucional por la representación de
Morena en el Senado, pero con un margen reconocido de
autonomía relativa de la disciplina morenista exigida por el
presidente López Obrador como el jefe del proyecto
transexenal caracterizado como Cuarta Transformación.

4. El compañero corcholata

Monreal dotó a su posición política como líder de


Morena en el Senado de una movilidad personal relativa que
nunca fue bien entendida en Palacio Nacional y menos en
Morena. En su gestión de la jefatura política en la Cámara alta,
Monreal gustaba de explicar su apoyo a iniciativas
presidenciales en función de una muy discutible capacidad de
decisión del Poder Legislativo, aunque siempre avalando las
directrices presidenciales. Por ello, Monreal sabía utilizar con
astucia su influencia en medios de comunicación política para
darle, por así decirlo, un toque personal a las decisiones
presidenciales a la hora de ser gestionadas en el Senado.
En términos de imágenes políticas, Monreal gustaba
de difundir fotografías de sus desayunos presidenciales en
Palacio Nacional cuando menos una vez al mes, no tanto con la
intención de destacar la subordinación natural de un gestor
legislativo de decisiones presidenciales, como una forma de
colaboración política, sino dejando entrever que no era una
oficialía legislativa de partes de las voluntades presidenciales, ni
menos aún una especie de intendente lopezobradorista en el
Senado, a diferencia de la subordinación burda de la bancada
de morena en la Cámara de Diputados. Pero de manera
repentina, hacia 2021 y con indicios de que la relación
presidente de la República-líder del Senado ya no era fluida ni
estratégica, Palacio Nacional suspendió sus desayunos y la
relación entre los titulares de ambos poderes pasó a una
gestión intermediadora del secretario de Gobernación, el
gobernador tabasqueño Adán Augusto López Hernández, uno
de los políticos más cercanos y de mayor confianza del
presidente López Obrador y con funciones de precandidato

99

oficial a la presidencia.
El presidente de la República, en los tiempos políticos
de las elecciones legislativas y de gobernadores de mediados de
sexenio, dio un paso audaz en su discurso político y pasó a una
confrontación directa en grado de polarización ideológica, que
fue obligando a todos sus aliados a alinearse a las nuevas
necesidades del Poder Ejecutivo. Y, en ese momento, Monreal
comenzó a desarrollar, desde principios de 2021, una estrategia
mediática de construcción de una personalidad aliada al
presidente y su partido y al mismo tiempo autónoma, de tal
manera que se fije la idea de que es una relación no
subordinada.
Después del tropiezo electoral de junio de 2001 en
materia legislativa y la victoria morenista al conquistar 11 de 15
gubernaturas en disputa, Monreal dio su paso estratégico en
una autonomía relativa, a partir del ejercicio del poder político
derivado de su cargo como jefe del control político del Senado.
Sin ocultar sus intenciones presidenciales, Monreal comenzó a
tener acercamientos públicos con los sectores sociales, políticos
y económicos marginados de la voluntad del presidente de la
República y fijó el concepto de reconciliación en una etapa del
discurso presidencial estratégico, que quería consolidar la
polarización como una forma de reconstrucción de su bloque
de poder.
La ruptura Monreal-López Obrador ocurrió en el
escenario de la vasta iniciativa de reforma electoral que
presentó el presidente para una reorganización del sector a
finales de 2022. La estructura electoral que funcionaba
alrededor del IFE/INE había sido creada por el presidente
Carlos Salinas de Gortari en 1990 con un muy astuto objetivo
de reformar para mantener; es decir, el modelo gatopardiano
de cambiar para que las cosas siguieran igual: Salinas de Gortari
desapareció la Comisión Federal Electoral, que dependía de la
Secretaría de Gobernación, y creó el Instituto Federal Electoral
bajo la presidencia del secretario de Gobernación, aunque con
un grupo de notables como operadores cotidianos en la
estructura del Consejo General, formado por figuras
designadas por el presidente de la República.

100

Aunque el presidente López Obrador calculó mal los


tiempos políticos, de todos modos su propuesta electoral se fue
agudizando por los encontronazos entre el grupo político del
INE de Lorenzo Córdova Vianello –colocado en ese cargo por
el presidente Peña Nieto en el contexto del Pacto por México–
con acciones más allá de sus funciones estrictas de organizar
elecciones y contar votos y, ante el vacío institucional en el
tema, el Instituto se apropió del discurso de la democracia que
pertenecía a los partidos y enfocó todos los recursos para
obstaculizar el proyecto político populista del presidente López
Obrador.
El modelo político-electoral de Salinas de Gortari con
el IFE, que fue refrendado por las reformas del presidente
Zedillo y más tarde por el presidente Peña Nieto al
transformarlo en INE, no fue otra cosa que la aplicación en
México del modelo chileno de la dictadura pinochetista y sus
aliados de los Chicago boys neoliberales, caracterizado como
“democracia protegida” por grupos de poder por encima de
los partidos dominantes.
Luego del golpe militar en septiembre de 1973, el
general Augusto Pinochet dio dos pasos audaces: construyó un
proyecto político-económico típicamente neoliberal y para ello
contrato a Milton Friedman y a Arnold Harberger, el primero
considerado como el padre de la escuela neoliberal de la
Universidad de Chicago y como su principal asesor; y luego,
para cerrarle las puertas a la izquierda socialista, que había sido
aplastada con el golpe, desarrolló un programa político para
construir una democracia autoritaria afín al nuevo sistema
capitalista y reformó la Constitución para garantizar protección
a ese modelo democrático.
Como explica Carlos Huneeus, autor del monumental
estudio El régimen de Pinochet, la alianza de militares y Chicago
boys tuvo la garantía de viabilidad de un modelo político y que
se extendió a la creación de “nuevas bases en las relaciones
entre el Estado y la sociedad”, que configuraron un marco
jurídico inflexible en la Constitución de 1980 para “proteger”
el proyecto neoliberal. Esas bases orgánicas fueron candados
institucionales que impedían reformas electorales democráticas.

101

Por cierto, el nuevo gobierno de izquierda de Boric en mayo de


2023 no pudo reformular la Constitución y fue derrotado en el
procedimiento de reforma que el régimen constitucional de
Pinochet dejó muy atado.
La reforma electoral de Salinas de Gortari, Zedillo y
Peña Nieto –con las de Vicente Fox y Felipe Calderón que no
modificaron gran cosa– reprodujo el modelo de control
político de la mayoría conservadora –PRI, PAN y el sector de
izquierda institucional del PRD– sobre la estructura electoral.
Si en la Comisión Federal Electoral de Manuel Bartlett Díaz en
1988, la Secretaría de Gobernación tenía todo el control de las
elecciones, de las boletas, de las credenciales de elector y del
recuento de votos, las reformas de reorganización electoral en
1990 crearon el Consejo Electoral de la nueva oficina con un
grupo de notables, que se convirtieron en el factor de
definición de lo que era o no era la democracia, aunque sus
nombramientos estuvieron siempre como propuesta del PRI y
la votación legislativa en mayoría calificada del PRI, el PAN y el
sector colaboracionista del PRD del grupo de los Chuchos,
Jesús Ortega Martínez y Jesús Zambrano, los mismos que
tomaron el control del PRD de Cárdenas y López Obrador y lo
subordinaron a una alianza, desde 2021, con el PAN y con el
PRI.
El presidente López Obrador hizo un intento en 2022
de reformar los artículos electorales en la Constitución, pero
no pudo lograr la mayoría calificada de dos terceras partes de
las dos cámaras. Como Plan B, el presidente de la República
logró reformas a las leyes con mayoría absoluta de poco más
de 51%, pero por sus efectos, que modificaban algunos
espacios constitucionales, la oposición consiguió que el tema se
anulara en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Pero el debate legislativo de diciembre del 2022 fue
clave para determinar la relación política entre el presidente de
la República, como jefe de la operación al interior de Morena
para designar al candidato presidencial oficial, y el jefe de la
bancada de Morena en el Senado, considerado a regañadientes
como precandidato, Ricardo Monreal Ávila. En el debate de la
votación final, el senador Monreal se separó de la disciplina

102

partidista y presidencialista, votó en contra de algunos artículos


y en general se abstuvo de otros, y presentó el 14 de diciembre
un voto particular que reflejó disociación partidista y se alejó
del acompañamiento disciplinado de las iniciativas
presidenciales.
A pesar de que tenía funciones ejecutivas en la
coordinación de la bancada de Morena, Monreal usó su voto
particular para dejar a un lado esas tareas de representación de
grupo y planteó una ruptura con ese voto particular, que
revelaba lo que era previsible –la intervención de la Corte para
echar abajo lo aprobado. Esto fue interpretado como la
separación de caminos entre él y el presidente de la República,
porque anunció en ese documento que, ciertamente, había
habido violaciones al proceso legislativo, e inclusive adelantó
argumentaciones de la Suprema Corte a través del recordatorio
de algunos dictámenes que en efecto fueron base de la
anulación del Plan B en el tribunal constitucional.
El voto particular de Monreal fue una decisión de
distanciamiento político de la mayoría lopezobradorista de
Morena; pero el reconocimiento también por parte de Monreal
de que no estaba ni en los ánimos ni en los planes sucesorios
del presidente López Obrador. En consecuencia, Monreal
entró en una delicada zona de frialdad política que –con eso de
las vueltas que da la política mexicana– tuvo un espacio de
reencauzamiento en abril del 2023, cuando la mayoría del
Senado aprobó en bloque reformas a 22 leyes para una
reorganización estructural administrativa del Gobierno.
Inclusive, por primera vez en casi dos años, Monreal
fue invitado a Palacio Nacional con toda la bancada senatorial
para celebrar la victoria en las reformas legales y para mandar
de manera simultánea el mensaje de que el presidente de la
República estaba al mando del proceso de sucesión presidencial
en Morena, por una reunión entre las llamadas corcholatas, con
una fotografía que exaltó a Monreal porque pareció ser en ese
momento nuevamente considerado en los ánimos
presidenciales cómo posible precandidato morenista.
Sin embargo, el proceso presidencial conducido desde
Palacio Nacional tenía ya muy clarificados los escenarios:

103

Claudia Sheinbaum Pardo, arriba en las encuestas de todo tipo;


Marcelo Ebrard Casaubón, en segundo lugar y moviéndose
mucho por su cuenta para conseguir alianzas con otros
partidos y otras corrientes; y Adán Augusto López Hernández
–considerado como el verdadero hermano de López Obrador,
además de paisano tabasqueño– en el tercer sitio; y con
Monreal y sus oscilaciones en un distante y marginal cuarto
lugar.

5. Los factores

Todo presidente de la República tiene dos objetivos en


su sexenio que están fusionados y que estratégicamente
debieran ser asumidos como uno: su proyecto de gobierno, es
decir, su propuesta de posición elemento histórico; y la
identificación temprana de quién sería a la larga de un sexenio
su sucesor y por tanto continuador.
La categoría política de sucesión presidencial fue
producto de la sensibilidad de Francisco I. Madero en su libro-
plan titulado La sucesión presidencial en 1910. El Partido Nacional
Democrático, publicado en 1908 como propuesta de
participación en las elecciones de 1910. De 1876 a 1906, en
realidad México estaba muy ajeno a cualquier tipo de asunción
de la categoría de sucesión presidencial, puesto que el
presidente Porfirio Díaz, con el interinato de 1884-1888, era el
presidente de la República que se asignaba a sí mismo la
candidatura reeleccionista a lo largo de los ciclos de poder, con
ciertos indicios de que hacia 1904 habría estado buscando un
mecanismo indirecto de designación de un sucesor y le
presentó el plan al ministro de Hacienda, José Ives Limantour:
nombrarlo vicepresidente, después de las elecciones solicitar
una licencia de hasta dos años para viajar a Europa, dejando a
Limantour en funciones de presidente y de allí en adelante las
reelecciones posibles.
Sin embargo, Díaz nunca esperó encontrarse con la
negativa de Limantour, quien estaba más preocupado por la
enfermedad de su esposa y desde luego sentía un repudio
inocultable a la política. Decepcionado, Díaz no tuvo más

104

remedio que designar a Ramón Corral como candidato a la


vicepresidencia, pero sin ninguna intención de dejarlo de
presidente en funciones. En este contexto, Madero elaboró su
libro y en él hizo dos aportaciones de enorme trascendencia
histórica: estableció en la categoría política de sucesión
presidencial al acto en el que el presidente en turno designa al
candidato sucesor, en función de la conceptualización del
término sucesión en el lenguaje jurídico, es decir, la herencia
legal. Además, de estableció el criterio de que el modelo de
transmisión del poder en el México porfirista parecía haber
sido una copia del utilizado en la Roma de los Césares; y la
segunda aportación de Madero fue la caracterización del
modelo presidencial de poder absoluto como esencia de la
estructura del poder del Ejecutivo.
De 1920 a 2018, el presidente en turno ha tenido la
facultad metaconstitucional o, en términos juaristas, la facultad
extraordinaria de designar al candidato de su partido o de su
grupo a la presidencia, tomando en cuenta la estructuración del
sistema político alrededor de tres pilares fundamentales (tesis
central de Daniel Cosío Villegas en El sistema político mexicano.
Las posibilidades del cambio (Joaquín Mortiz, 1972): el presidente
de la República, el partido en el poder y la política económica
de bienestar social.
En este modelo sólo hubo cuatro excepciones:
Carranza designó al diplomático Ignacio Bonillas como
candidato, pero fue derrocado por el general Álvaro Obregón y
su Plan de Agua Prieta; Obregón fue asesinado ya como
presidente electo para impedir su reelección; y Salinas de
Gortari designó a Colosio como candidato, pero una disputa
por el poder y un crimen con tono político impidió la
continuidad; Zedillo impuso a Labastida como candidato
sucesor, pero perdió las elecciones. Y como escenarios
especiales el PAN y no el presidente puso candidatos en 2006 y
2012; y Peña Nieto designó a un no-priista como candidato y
perdió la elección
El estilo político de Monreal no le alcanzó para
construir una figura institucional que se moviera entre su
ambición personal legítima de ser candidato y el juego

105

palaciego al que lo obligaba el método de selección del


candidato de Morena, con el mensaje muy estricto de que el
presidente López Obrador sería el principal operador del
mecanismo –es decir, el destapador de los candidatos
corcholatas– de nominación del candidato.
Como ya se dijo, Monreal había encarado tres
intenciones de obtener candidaturas: de gobernador de
Zacatecas en 1998, de presidente de la República en 2006 y de
jefe de Gobierno de Ciudad de México en 2018, y en todas
había tenido que enfrentar la decisión final de López Obrador,
y en ninguna había planteado una rebelión condicionada.
Monreal había sido sumado a la lista de corcholatas en junio de
2021, pero sin haber sido considerado con seriedad por el
presidente-destapador; luego de escarceos y lista de casi una
docena de aspirantes –hasta Tatiana Clouthier fue considerada
pre-pre-precandidata–, la lista quedó a lo largo de 2022 sólo en
los tres precandidatos oficiales: Sheinbaum, Ebrard y López
Hernández. Pero a lo largo de ese mismo año el propio
Monreal se la pasó quejándose del desdén presidencial y
asumiéndose como precandidato de Morena corriendo en una
pista paralela.
No existe un listado de condiciones o características
que debiera tener todo precandidato presidencial del partido en
el poder, pero suelen manejarse dos categorías: la lealtad al
presidente saliente y la especialidad del presunto precandidato
para enfrentar la prioridad de los problemas nacionales.
El método de López Obrador no se ajustó de manera
estricta a estas dos condiciones, pues desde el principio dijo
que se trataba de tres políticos aspirantes que eran “mi
hermana y mis dos hermanos”. En las últimas sucesiones del
PRI, los perfiles de la crisis eran políticos, económicos y de
seguridad y determinaban a los precandidatos; con López
Obrador no se asumió este tipo de percepción de
especialidades.
Monreal fue designado candidato a senador y luego
jefe de la bancada de Morena, que le permitió ser el presidente
de la Junta de Coordinación Política de la Cámara alta, pero sin
tener ninguna capacidad operativa directa de asuntos

106

presidenciales. Inclusive, Monreal circulaba fotografías de los


desayunos quincenales en Palacio Nacional y sólo señalaba el
concepto de “revisión de los temas de la agenda presidencial”;
pero en los hechos el encargado de la gestión de la agenda
legislativa era el secretario de Gobernación, primero Olga
Sánchez Cordero y después Adán Augusto López Hernández.
Hacia mediados del 2022, Monreal comenzó a
construir su propia precandidatura, pero con mensajes directos
de que no estaría corriendo en los ritmos y canales
presidenciales, sino que se dedicó a buscar acercamientos con
aquellos sectores importantes del país que fueron desdeñados
del estilo verticalista y excluyente del presidente López
Obrador, con lo que Monreal dejó la señal de que sería un
presidente que restauraría los canales de comunicación que el
presidente López Obrador había roto.
Este juego de imágenes de poder no cayó bien en
Palacio Nacional, porque el presidente de la República quería
dejar muy en claro cuáles eran los mecanismos y canales de
acceso al despacho presidencial. Desde luego no vio con
buenos ojos que Monreal quisiera asumirse como un canal de
negociación de los excluidos del poder; estos acercamientos
mandaron el mensaje a Palacio de que Monreal iba a
recomponer las relaciones con sectores marginados.
Pero Monreal no supo administrar los viejos estilos
priistas de gestos y guiños y en Palacio Nacional percibieron
más bien a un político con capacidad de autonomía que
marginaría al presidente saliente una vez que dejar el poder.
Con excepción de Camacho Solís, ningún precandidato tuvo la
audacia de mandarle mensajes públicos al presidente de que
sería reconocido su valor, pero que el poder no se comparte.
Ebrard lo intentó un par de veces, pero cambió su estrategia
cuando vio los gestos fríos en Palacio Nacional.
Monreal corrió mucho tiempo al lado de López
Obrador, pero sin formar parte de su primer círculo personal.
El presidente, después del golpe negativo de las elecciones
legislativas de 2021, replanteó los términos de sus lealtades:
rompió con severidad con su hermano –otro mensaje nada
subliminal– Julio Scherer Ibarra, y lo separó de la coordinación

107

jurídica de la Presidencia. En los mismos espacios y tiempos,


también se deshizo de su gran compañero en las alianzas
empresariales, Alfonso Romo, y hacía mayo del 2023 aceptó la
separación del cargo de Lázaro Cárdenas Batel, coordinador de
asesores de la Presidencia. Y en el mismo escenario de
replanteamiento de lealtades se dio la renuncia de Tatiana
Clouthier, su compañera de andanzas rebeldes, a pesar de que
había sido considerada en junio de 2021 como pre-pre-
precandidata presidencial.
Con esos gestos, el presidente mandó señales muy
claras de que todos contaban con la amistad, la lealtad y el
reconocimiento presidencial, pero que la decisión sucesoria era
palabra mayor y requería de otro sistema de categorización de
lealtades.
Sin que fueran estrictamente expresiones probatorias
de lealtades, en Palacio Nacional dieron con mucho sentido
crítico el regateo de Monreal hacia algunas decisiones
presidenciales que afectaban al Poder Judicial y a los
organismos electorales, operando como Cámara de
compensación, que en Palacio no fue apreciada porque el estilo
personal del presidente había sido el de demostrar que los
adversarios son enemigos y deben ser tratados como tales.
A pesar de haber marchado juntos en muchas
aventuras políticas, López Obrador nunca ha considerado a
Monreal cómo su “hermano político en el poder”, aunque le ha
reconocido el impulso y apoyo a algunas iniciativas. Pero
Monreal contradijo el sentido de las reformas presidenciales en
materia electoral que afectaban al INE y a los consejeros
electorales, e inclusive llegó a votar en contra de las diferentes
iniciativas de reforma, mandando el mensaje de que no era
partidario de la lealtad absoluta y ciega. Esa autonomía relativa
en pequeña escala de Monreal volvió a ponerse en práctica a
finales de mayo del 2023 cuando Monreal, como presidente de
la Junta de Coordinación Política del Senado, negoció con las
bancadas la realización de un periodo extraordinario para
nombrar a dos consejeros del Instituto Nacional de
Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos
Personales (INAI), como lo había exigido un juez, pero en un

108

escenario en que se mostró ya la debilidad política del


zacatecano ante los intereses reformistas del presidente, porque
el líder del Senado votó sí al periodo extraordinario, pero de
manera automática toda la bancada morenista votó que no
habría extraordinario.

6. Triste, solitario y final

Como practicante de la cultura del esfuerzo, la carrera


política de Ricardo Monreal Ávila careció de la incorporación
un grupo superior: se encontró con López Obrador en 1998
cuando, por sugerencia de algunos priistas, le recomendaron
buscar la candidatura a gobernador de Zacatecas por el PRD,
en ese momento dirigido por el tabasqueño. Como gobernador
perredista, 1998-2004, Monreal resultó muy eficaz político
priista. Al terminar su administración, no pudo imponer al
candidato sucesor por el nivel político de Amalia García y su
militancia comunista.
Monreal dejó entrever que quería ser candidato
presidencial perredista en el 2006, pero muy rápidamente fue
apabullado por el peso político de López Obrador; y sin algún
compromiso de fondo y más bien por su experiencia electoral y
más aún en derecho electoral, lo hicieron coordinador de la
campaña del tabasqueño en 2006, volvió a repetir el cargo en la
campaña presidencial del 2012. En el 2015 ganó la jefatura
delegacional de Cuauhtémoc, en la capital de la República, pero
con la intención prefigurada de que buscaría la nominación
como candidato a jefe de Gobierno de Ciudad de México,
aunque se encontró que la decisión del jefe político del grupo,
López Obrador, lo había desplazado para favorecer a Claudia
Sheinbaum Pardo.
Con sentido político, Monreal aceptó una candidatura
a senador en 2018 y la victoria apabullante del
lopezobradorismo lo perfiló como jefe de la bancada de
Morena y desde ahí el control de la Junta de Coordinación
Política de la Cámara de Senadores, aunque ya con intenciones
claras de que buscaría ser candidato presidencial en 2024.
El itinerario senatorial de Monreal tuvo altas y bajas en

109

sus relaciones con el presidente López Obrador. Pasó un trago


amargo con el reclamo de que presuntamente había apoyado a
la candidata a alcaldesa por Cuauhtémoc en CDMX, Sandra
Cuevas, que competía por la coalición PRI-PAN-PRD y le
echaron buena parte de las derrotas en la mitad de las alcaldías
de la capital.
Luego llegó el conflicto con la reforma electoral
constitucional, el Plan B y el litigio en la Suprema Corte de
Justicia y nuevamente Monreal votó en contra de los intereses
del presidente López Obrador, aunque la bancada que
presuntamente coordinaba había apoyado esas reformas. En la
discusión de toda una noche para reformar 22 leyes, mostró su
apoyo a las propuestas del presidente y fue felicitado
personalmente en Palacio Nacional, lo que lo que le valió una
foto que lo volvió a reinsertar en la lista de corcholatas
oficiales.
Fue en ese contexto en que Monreal finalmente aceptó
que el escenario estratégico de la sucesión no le beneficiaba y
tomó una decisión implícita en una declaración que fue
resumida con precisión por el periódico La Jornada:
“’Prefiero no ser nada; prefiero no participar en nada,
antes de traicionar al presidente de la República”, sostuvo el
coordinador de los senadores de Morena, Ricardo Monreal, en
conferencia de prensa, en la que expresó que está muy
satisfecho por el rencuentro con Andrés Manuel López
Obrador, después de no haber tenido comunicación con él
durante dos años’”.
En términos políticos, la frase “prefiero no ser nada”
fue interpretada en el ambiente político como el epitafio de su
sueño de llegar a ser presidente de la República por la vía del
partido de López Obrador, aunque esa disciplina sin duda que
la augurará algún espacio en el equipo político de la persona
que sea la sucesora presidencial para el sexenio 2024-2030.

110

V ¿ES CLAUDIA?
Por Jesús Sánchez

1.Introducción

C laudia Sheinbaum es la corcholata favorita. En términos


más pragmáticos, el Plan A de la sucesión adelantada.
Todas las evidencias apuntan a que la jefa de Gobierno
de la CDMX es la carta con la que el destapador –léase Andrés
Manuel López Obrador– se sentiría más cómodo en el relevo
sexenal, ya que es la mejor expresión de la continuidad sin
sobresaltos.
Pero contra todo lo que pudiera esperarse y suponerse,
su andar en la política no ha sido nada sencillo ya que la mayor
parte de su vida la dedicó a la academia y la investigación, lo
que implica la construcción de una candidatura presidencial
casi a partir de cero.
Se distingue de las otras corcholatas por ser la única en
no tener militancia en el PRI, aunque usted no lo crea.
Como la de sus padres, que simpatizaron con el
Movimiento Estudiantil de 1968, la formación política de la
jefa de Gobierno la tuvo en la izquierda, fue activista en la
huelga del Consejo Estudiantil Universitario (CEU) en la
UNAM, paso previo a su incorporación a las filas juveniles del
PRD, partido en el que participó como fundadora.
A diferencia del amplio desempeño en cargos públicos
y de elección popular de sus competidores en la 4T, la
corcholata favorita sólo figuró en las boletas electorales por la
Delegación de Tlalpan y más tarde por la jefatura de la Ciudad
de México. Antes, como funcionaria pública estuvo a cargo de

111

la Secretaría de Medio Ambiente en la administración de


AMLO. Y nada más.

2. #EsClaudia, el Plan A

Fue la primera en disponer de un lugar exclusivo en la


sucesión adelantada. Si bien las señales políticas que salieron de
Palacio Nacional parecían indicar que la decisión ya estaba
tomada, la incorporación de otras corcholatas en la competencia
interna abrió la puerta a la expectativa de que la decisión final
podría ser otra.
En política es común que se diga que las sorpresas no
existen; lo que es un hecho es que la balanza se ha cargado del
lado de la corcholata académica y científica. Hasta la página de
Wikipedia subraya de manera destacada que “ha sido señalada
en múltiples ocasiones como la principal aspirante de Morena a
la presidencia para el periodo 2024-2030”.
Pero veamos: pese al evidente manto protector de
Palacio Nacional, su gestión al frente de la Ciudad de México,
la quinta mega urbe en el mundo (ONU, 2018), no le ha
permitido brillar como quisiera.
Para sus promotores uno de sus mayores retos ha sido
lograr en tiempo récord, escasos dos años, pasar de ser un
personaje casi desconocido en la política nacional a convertirse
en una opción para estar en la boleta presidencial de 2024.
Las expresiones de la corcholata favorita se parecen cada
vez más a las del destapador, hasta ser casi idénticas, como dos
gotas de agua.
Es evidente que en el fondo no le preocupa hacer
crecer el ámbito de influencia sobre la actual clientela electoral
del destapador, lo que hace suponer que la eventual candidata
sigue pensando que los 30 millones de votos de 2018 siguen
ahí, como un capital político que llegó para quedarse.
Bajo este criterio, parece que para 2024 la apuesta es
que por su propia inercia la continuidad haga el milagro.

Pero ¿qué podemos esperar para el próximo gobierno


con una propuesta como la que impulsan con mucho ahínco

112

desde Palacio Nacional? Depende del grado de fusión entre el


actual movimiento de la 4T y su capacidad de continuar con el
desarrollo de los programas estrella del sexenio de AMLO.
Al menos en la CDMX resulta difícil creer que se
concluirá con las obras que corregirán las deficiencias de la
Línea 12 del Metro, tampoco se tiene certeza que se termine el
Tren Interurbano Toluca-CDMX, en tanto que la obra
Chapultepec: Naturaleza y Cultura no ha permeado mucho en
el interés de los capitalinos.
Lo que se espera en realidad es una segunda parte
dedicada a administrar lo que AMLO estableció en su sexenio,
no más. Sobre todo, las obras estrella que aún no estarán listas
en 2024.
Pero más allá de apreciaciones, la mayoría de las
encuestas dan por descontado que, de realizarse hoy las
elecciones, la ganadora sería la corcholata favorita. Eso dicen, lo
que lleva a pensar que las otras corcholatas sólo estuvieron de
adorno.

3. Tapados por corcholatas

Parece que fue ayer cuando el presidente puso sobre la


mesa sus cartas en el juego de la sucesión adelantada.
Decidido a no equivocarse en la decisión del relevo
sexenal, como asegura que le ocurrió al general Lázaro
Cárdenas, el destapador se dio dos años de tiempo para evaluar el
panorama y tomar la decisión de su relevo.
El predestape lo hizo de manera poco ortodoxa.
Al mediodía del 30 de septiembre de 2021, después de
inaugurar una sucursal del Banco del Bienestar en la Alcaldía
de Tláhuac, el presidente hizo que la atención se centrara en la
jefa de Gobierno de la capital del país.
⎯¡Es ella! ¡Es ella! (Fue la interpretación libre a un
ademán de AMLO).

Con esto se ponía punto final a la tradicional imagen


de los tapados priistas inmortalizados en las caricaturas de Abel
Quezada, aunque hay que subrayar que en realidad cambió a

113

los tapados por corcholatas.


Las corcholatas son aspirantes con nombre y apellido
que abiertamente participan por la candidatura presidencial
bajo nuevas reglas internas de selección establecidas, aunque
nada novedosas, sancionadas desde Palacio. Los tapados eran
jugadores que sabían que descubrirse antes de tiempo les
podría atraer la oscuridad y no el premio de la candidatura, por
eso tenían cuidado de guardar las formas y esperar la decisión
de su partido y, por supuesto, la del gran elector.
Porque en este juego remaxterizado de la sucesión
adelantada, el gran elector asumió el rol de destapador.
Cuando el presidente levantó la mano de la jefa de
Gobierno capitalina y pidió que los vivas y porras se le
prodigaran a ella, el ademán que hizo el presidente para
reconocer a quien estaba cumpliendo con las tareas
encomendadas, llevó ese momento de sublimación político a la
mexicana a otra dimensión.
“Haiga sido como haiga sido”, diría el clásico, de esta
manera inició el ritual de la sucesión presidencial en tiempos de
la 4T.
La decisión de arrancar la sucesión adelantada con la
jefa de Gobierno como personaje central seguramente no fue
nada fácil, pues cuatro meses y medio antes (el 3 de mayo de
2021) colapsó un tramo de la estructura de la Línea 12 del
Metro. Además, como una sombra, la persigue la tragedia del
Colegio Rébsamen, ocurrida durante el terremoto de 2017,
cuando la corcholata se desempeñaba como alcaldesa de Tlalpan.
Por si fuera poco, en los comicios de junio de 2021,
Morena tuvo un fuerte descalabro al perder la mitad de las
alcaldías en la CDMX.
Todo esto pudo haber pulverizado las aspiraciones de
la corcholata favorita pero no ocurrió así. La pregunta que no
tiene respuesta es si realmente tenía esas aspiraciones o la
convencieron de que ese era el camino a seguir.

4. Personaje fuera de serie

Aunque lo nieguen, sus promotores saben que la

114

corcholata favorita no es la reina de la simpatía, le cuesta trabajo


sonreír. Por eso sus estrategias de campaña se han enfocado en
aplicar el método del ensayo y error para mantenerla con
ventaja en las encuestas. (Pueden ocurrir las catástrofes que
usted diga y mande, pero nada impacta más el ánimo de un
político como ir abajo en las encuestas).
Los historiadores de Claudia Sheinbaum tienen
registros de que la mayor parte de su vida la pasó en las aulas y
centros de investigación, siguiendo los pasos de sus padres (de
raíz judía), el químico Carlos Sheinbaum Yoselevitz y la bióloga
Annie Pardo Cemo, ambos nacidos en México, pero de origen
búlgaro y lituano. Los padres de la jefa de Gobierno
participaron en las movilizaciones estudiantiles de 1968.
Si bien participó en la fundación del PRD allá por
1989, en realidad mantuvo un perfil muy bajo.
Apareció en la escena política durante la huelga de la
UNAM más larga en la historia de la máxima casa de estudios
(1999-2000) en contra de la Ley Barnés, del brazo de Carlos
Imaz, un aguerrido dirigente estudiantil que formó parte del
Consejo Estudiantil Universitario (CEU) y quien después,
como delegado en Tlalpan, cayó en desgracia cuando en 2004
se difundió un video de él recibiendo dinero (les dicen
aportaciones) del empresario argentino Carlos Ahumada.
El desempeño en el sector público de la favorita del
presidente, 100% chilanga, no ha sido muy amplio. Poco
después de la huelga de la UNAM ocupó el cargo de secretaria
de Medio Ambiente del entonces Distrito Federal en la
administración de Andrés Manuel López Obrador como jefe
de Gobierno (2000-2006), época en la cual tuvo a su cargo la
construcción del Metrobús, el primer trazo de la Ciclovía y la
construcción del segundo piso del Periférico.
A partir de entonces siguió muy de cerca los pasos del
hoy presidente de la República: en 2006 fue vocera del
candidato presidencial y en 2008 se desempeñó como
coordinadora del Movimiento en Defensa del Petróleo,
impulsado por mujeres simpatizantes de AMLO.
En 2015 participó y ganó las elecciones como jefa de
la Delegación Tlalpan para el periodo 2015-2018, pero solicitó

115

licencia para inscribirse como candidata a la jefatura del


Gobierno de la CDMX en las elecciones de 2018, asesorada
nada más y nada menos que por Marcelo Ebrard, otra de las
corcholatas, y Alejandro Encinas.
En esa etapa la carrera de la científica en tareas de
política fue sacudida por el terremoto del 19 de septiembre de
2017, especialmente por los acontecimientos trágicos del
Colegio Rébsamen ubicado en la Delegación Tlalpan,
consecuencia de las omisiones que permitieron deficiencias de
construcción del colegio que se derrumbó y causó la muerte de
19 niños.
Cuando parecía que lo peor ya había pasado, otro
evento desafortunado le pegó a la funcionaria consentida de la
4T. Un tramo de la Línea 12 del Metro, la que presumieron
como la Línea Dorada, colapsó la noche del 3 de mayo de
2021, entre las estaciones Olivos y Tezonco. La responsabilidad
de esta falla fue peloteada entre las corcholatas del Palacio del
Ayuntamiento y el Canciller. Más de dos años después, el
servicio en dicho tramo continúa interrumpido.

5. Austeridad al límite

La corcholata favorita es una funcionaria que según los


registros en Declaranet ha llevado la austeridad personal al
límite
No posee propiedades como departamentos o casas;
tampoco tiene cuentas de inversión y no tiene coche; y si bien
forma parte del directorio de dos pequeñas empresas, asegura
que no le dejan ninguna ganancia. Sólo le falta presumir que
trae un billete de 200 pesos en el monedero.
Los ingresos declarados se limitan al sueldo que
percibe como jefa de Gobierno, y cuando le preguntan explica
que sus giras de conocimiento por las diferentes entidades del
país, donde ofrece conferencias magistrales sobre la obra del
gobierno en tiempos de la 4T, las realiza por invitación expresa
de gobiernos estatales y agrupaciones académicas. Y si parecen
mítines, es mera coincidencia.
Es uno de los ejemplos de que se puede vivir de las

116

becas y las asignaciones como investigadora en la UNAM. Y


con lo justo.

6. Familia aspiracionista

En lo familiar, la corcholata refleja la cuna de clase


media: hija de padres que abrevaron de la academia y la ciencia,
sus hijos son por definición aspiracionistas. Tiene dos hijos, es
divorciada, pero está comprometida para nuevas nupcias con
Jesús María Tarriba Unger, especialista en riesgos financieros
del Banco de México.
Rodrigo Imaz Alarcón, en realidad es hijastro de la jefa
de Gobierno. Reconocido cineasta, estudió en el CCH Sur,
luego Artes Visuales en la Escuela Nacional de Artes Plásticas
de la UNAM y más tarde hizo un posgrado en Producción
Artística en la Universidad Politécnica de Valencia, España. Fue
beneficiario del FONCA y de la Fundación JUMEX; tuvo un
reconocimiento del Injuve. En mayo de 2023 Rodrigo
convirtió en abuela a la suspirante a candidata presidencial de la
4T.
Mariana Imaz Sheinbaum es hija de la corcholata
consentida. Ha dedicado su vida a la academia, tiene una
licenciatura en Historia por la UNAM y una maestría en Teoría
de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad de
Barcelona, realizada con el apoyo de distintas becas. Dio clases
en las facultades de Filosofía y Ciencias Políticas de la UNAM
y obtuvo el doctorado por la Universidad de California.
Una de esas becas la colocó en el centro de la
polémica cuando se supo que el Conacyt, en tiempos de la 4T,
le otorgó una beca por más de un millón de pesos. Estos
apoyos también los obtuvo en 2019 y 2020.
Otra satisfacción familiar fue el reconocimiento que
recibió la madre de la jefa de Gobierno, Annie Pardo Cemo,
científica especializada en física cuántica, quien obtuvo el
Premio Nacional de Ciencia 2022.
Esta distinción no habría provocado ruido en el
ámbito académico y político, pero el precedente es harto

117

sospechosista. Este premio brilló por su ausencia en los


últimos dos años, no se otorgó a nadie. Los méritos de doña
Annie nadie los pone en duda, pero el sentido político le quita
brillo.
Y claro que doña Annie está feliz de que su hija tenga
posibilidades de competir en las elecciones presidenciales de
2024. En una entrevista que le hizo la periodista Diana Soto en
Radio Fórmula, dibujó dos características que debe tener el
sucesor de López Obrador: “el trabajo y que sea honesta”.
“La sociedad está lista para ser dirigida por una
mujer”. Dijo Annie Pardo y, por supuesto, consideró que la
mejor opción es… adivinó.

7. Que no quede huella

Algunos episodios en la vida de clase media de la


corcholata favorita quedaron marcados por el infortunio y los
errores políticos. El más estruendoso fue el que compartió
como pareja del exlíder estudiantil Carlos Imaz en 2004,
cuando el entonces delegado en Tlalpan fue exhibido
recibiendo dinero en efectivo de manos del empresario Carlos
Ahumada.
La carrera política de Imaz colapsó. Pese a que fue
sentenciado por delitos electorales, pagó fianza y fue
exonerado por el Tribunal Superior de Justicia, pero de nada
sirvió, era demasiado tarde, desapareció de la escena política
capitalina y nacional. En 2016 Sheinbaum anunció su
separación de Carlos Imaz, después de 30 años de matrimonio,
un año después de ganar las elecciones por la Alcaldía de
Tlalpan y dos años antes de ir a la campaña por la jefatura de
gobierno de la CDMX.
El fuerte sismo que sacudió a la Ciudad de México en
septiembre de 2017 le dejó otra profunda marca a la política
tras el derrumbe de una parte del Colegio Rébsamen, que puso
a flote omisiones y tráfico de influencias en la demarcación de
Tlalpan. La propietaria de la institución educativa fue
condenada a pasar 27 años en prisión, mientras que al director
responsable de la obra lo sentenciaron a 208 años de prisión.

118

8. Qué tanto es tantito

Las obras públicas han marcado la trayectoria de la


científica convertida en servidora pública y luego en política.
Su participación en la construcción del segundo piso del
Periférico durante la gestión de AMLO al frente del gobierno
capitalino, ha sido uno de los temas más controvertidos para
los habitantes de la CDMX, porque a la fecha el costo real de
los 12 kilómetros y que van de San Antonio (Eje 5) a la
Glorieta de San Jerónimo, no se conoce.
La obra del ingeniero David Serur, a la que no le dio
luz verde Carlos Salinas de Gortari, fue desempolvada en la
gestión de López Obrador y encargada a José María Riobóo en
la parte estructural; pero curiosamente no le fue asignada,
como se supone debió ocurrir, a César Buenrostro, entonces
secretario de Obras, sino a Claudia Sheinbaum, secretaria de
Medio Ambiente, lo que da cuenta de las diferencias que
AMLO tenía desde entonces con el grupo de Cuauhtémoc
Cárdenas.
Aunque se jura y perjura que la información sobre el
segundo piso del periférico siempre estuvo disponible, resultó
muy difícil encontrar los hilos de la madeja.
Cuando se anunció con bombos y platillos la
construcción de la mega obra se estimó que costaría unos 432
millones de pesos y se adjudicó a 13 empresas (La Jornada
26-02-2004). Pero no fue así, estimaciones con datos más
realistas refieren un costo aproximado de 3 mil 800 millones de
pesos. Es decir que superó en más de nueve veces la estimación
inicial.
Datos oficiales del Fideicomiso para el Mejoramiento
de las Vías de Comunicación (Fimevic), consultados por
#Verificado2018 revelaron que el proyecto del segundo piso se
realizó en tres etapas a lo largo de tres años y ocho meses: La
primera etapa costó 780 millones de pesos; la segunda, que
comprendió el tramo de San Antonio a San Jerónimo (norte-
sur) dos mil millones de pesos; mientras que la tercera, en el
tramo San Jerónimo a Las Flores (de sur a norte), requirió de

119

mil 35 millones de pesos adicionales.

9. El karma viaja en Metro

El Sistema de Transporte Colectivo Metro cumple 54


años de servicio y nunca como ahora se ha notado su
deterioro. Y no es tema menor, pues el Metro transporta cada
día a 4.6 millones de personas.
Durante la gestión de la jefa de Gobierno se han roto
algunos récords, como el número de incidentes registrados en
las estaciones y servicio del Metro, un día sí y otro también,
aunque siempre se ha negado que falten recursos para
mantenimiento.
Datos periodísticos establecen que de 2018 a agosto
de 2022 se reportaron 3 mil 708 incidentes en el Metro de la
CDMX (El Universal 08-01-2023) entre fallas, anomalías,
incendios e inundaciones.
Además del desplome del puente en uno de los tramos
de la Línea 12 (Dorada) el 3 de mayo de 2021, entre las
estaciones de Olivos y Tezonco, que cobró 26 muertes y un
centenar de heridos, otro de los eventos de mayor impacto se
registró en la estación Tacubaya de la Línea 1 del Metro, con la
colisión de dos trenes el 11 de marzo de 2020 y el más reciente
la mañana del 7 de enero en la Línea 3 del Metro entre las
estaciones La Raza y Potrero.
En los registros del sistema de transporte masivo más
importantes del país, también existen incendios, el más
aparatoso ocurrió en el Puesto Central de Control 1 el 9 de
enero de 2021; un año después el servicio siguió dándose casi a
ciegas, en tanto que la información de los detalles fue reservada
hasta 2025. Otros incidentes tienen que ver con inundaciones
en diferentes estaciones. Y ni qué decir de la mayoría de las
escaleras eléctricas que llevan meses sin funcionar.

10. De grupo Firme a la Motomami

En lo que la corcholata favorita ha destacado casi de

120

manera natural ha sido en la realización de eventos musicales


espectaculares en el Zócalo. Nada que ver con la presencia de
Spencer Tunik en 2007, cuando fotografió a 18 mil personas
desnudas en el Zócalo, durante la administración de Marcelo
Ebrard; o cuando el Zócalo se convirtió en un gran set de cine
para rodar escenas de la cinta Spectre 007, protagonizada por el
actor británico Daniel Craig en 2015, bajo el gobierno de
Miguel Ángel Mancera.
Claudia Sheinbaum ha enfocado su gestión a los
eventos deportivos, como la Fórmula Uno, las clases de Box y
conciertos masivos en el Zócalo, y en todos los casos ha
subrayado que estos artistas han dado el show gratis.
El concierto más reciente fue el de la cantante
española Rosalía (Motomami), que contó con una asistencia de
160 mil personas, según reportes del @GobCDMX.
Para el 17 de junio 2023, unos días después de que
Morena publique su convocatoria para la elección de
candidatos para 2024, de acuerdo a lo anunciado por Mario
Delgado, en el Zócalo todo está listo para otro concierto que
podría ser ahora si con el puertorriqueño Bad Bunny.
Al cantante puertorriqueño no le fue bien en México,
pues después de un desastroso evento en el Estadio Azteca,
por problemas de boletaje, lo invitaron al Zócalo, pero no tenía
fechas disponibles.
Bajo el visto bueno de la corcholata capitalina se han
realizado estos conciertos: Los Tigres del Norte, el 15 de
septiembre de 2022, con una afluencia de 140 mil personas;
Grupo Firme, el 25 de septiembre de 2022, con una
participación de 280 mil personas; Maldita Vecindad, 16 de
julio de 2022.
Los invitados de la corcholata dieron mucho de qué
hablar. Los Tigres del Norte abrieron su concierto con la
canción “El jefe de jefes”, que se sabe está dedicada a Miguel
Ángel Félix Gallardo.

Pero el concierto más controvertido fue el del Grupo


Firme, pues muchos recordaron cuando Eduin Caz cantó,
unos meses atrás, el cover de la banda sinaloense Código FN,

121

“El Ratón”, dedicado a Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín “El


Chapo” Guzmán Loera.
(Nada que ver con otros conciertos como el de
Vicente Fernández, 2009; Shakira, 29 de mayo 2007; Justin
Bieber, 2012; Paul McCartney, 10 de mayo 2012; Roger
Wathers, 2016; Café Tacuba, 7 junio 2005.)

11. Rugen motores

Capítulo aparte fue el ultimátum que #EsClaudia le


impuso a los organizadores del evento internacional
automovilístico Fórmula 1.
Para sorpresa de sus promotores, la jefa de Gobierno
anunció que no había recursos para solventar el evento en
2020, porque en lugar de destinarlos a al Gran Premio de
México serían invertidos en la construcción del Tren Maya.
El presidente de la República respaldó la posición de
quien todavía no figuraba como su corcholata favorita y emplazó
a empresarios a negociar un nuevo acuerdo, que firmaron en
agosto de 2019 y que garantizaba la presencia del espectáculo
por tres años, de 2020 a 2022. Los empresarios crearon un
fideicomiso para reunir los recursos necesarios para este
evento.
Y de la relación tirante entre #EsClaudia y los
promotores de la F1 pasamos a una verdadera luna de miel de
tres años en los que Checo Pérez, la gran estrella no sólo
cautivó a sus fans, también a la corcholata favorita.
La convivencia fue tan feliz que Antonio Pérez
Garibay, padre del piloto de Guadalajara, logró colarse como
diputado federal por Morena en los comicios de 2021, y le
gustó tanto el ambiente político que ya se siente despachando
como futuro gobernador de Jalisco.
Todo parece indicar que los desencuentros entre
#EsClaudia y la F1 terminaron pues ya firmaron un nuevo
acuerdo de tres años, que permitirá la competencia de 2023
hasta 2025.

12. Amarraditos

122

Aunque buena parte de su vida profesional la ha


dedicado a la ciencia, de ahí que le guste que se refieran a ella
como científica, la corcholata favorita forma parte de la
generación setentera que gustó de la música y el folklore
latinoamericano de las peñas; se dejó arrullar por las canciones
a Fidel, en especial “El necio”, que en una de sus muchas
visitas a Palacio Nacional, también se la dedicó al destapador.
Pero como corcholata favorita, las exigencias de las
redes sociales la han obligado a hacer lo impensable para
mantener altos sus niveles de popularidad.
En Facebook y en Twitter sorprendió no sólo a sus
críticos sino también a sus fans, con el videoclip que grabó
junto a su pareja (en agosto 2022, att, o sea antes de Tik Tok),
con una canción de Juanga.
Y no, no destacó como virtuosa de la guitarra acústica,
pero le echó mucho sentimiento a la interpretación de “Tú
estás siempre en mi mente”. Los planes de la boda siguen su
curso y ya se sabe que para el amor no hay edades, pues el
novio, Jesús María Tarriba, analista de riesgos económicos del
Banco de México, está más que puesto.
El videoclip no tuvo mucho éxito, pero eso no la hizo
abandonar la exploración de los promocionales de su
precampaña presidencial. Pronto apareció una adaptación de la
popular canción “Ella baila sola”, interpretada por el cantante
de corridos Peso Pluma.
Este tuit se hizo viral: A quien le quede el saco, que se
lo ponga:
“Si tienes 60 y te endiablas / cuando una mujer
frontea / es que no has aprendido na´ / o es que tienes un
problema”.
Y como hay quien ve a las redes sociales como tierra
de nadie, alguna persona del equipo de la corcholata se le ocurrió
clonar un videoclip creado por los partidarios de la
expresidenta interina de Bolivia, Janine Añez, quien sustituyó a
Evo Morales.
El material no gustó en el antiguo Palacio del
Ayuntamiento, pero exhibió lo limitado del equipo creativo que

123

optó por fusilarse (o recuperar, como dicen ahora) el trabajo de


otros.

13. Grandulones y abusivos

No fue una ni dos sino varias veces las que el destapador


ha salido en defensa y rescate de su corcholata consentida.
Cuando todavía no pintaba como corcholata y apenas
llevaba seis meses despachando, la jefa de Gobierno enfrentó
su primera crisis de inseguridad en la CDMX con el secuestro y
asesinato de dos jóvenes universitarios.
Sheinbaum nunca admitió que enfrentaba una crisis de
inseguridad, “es un llamado de atención” a las autoridades,
decía. Las críticas en redes sociales provocaron serios estragos
en el equipo de la jefa de Gobierno; en Palacio seguramente la
vieron tan débil que se puso en marcha una de las primeras
expresiones de blindaje “totalmente Palacio”.
Durante la entrega de programas sociales en la
Alcaldía Gustavo A. Madero, la jefa de Gobierno fue protegida
con el manto sagrado.
⎯¡No está sola, no está sola, no está sola! Coreó el
presidente.
⎯...Es que hay veces que la maltratan mucho unos
grandulones, abusivos, ventajosos, pero no está sola, tiene todo
el apoyo del presidente de la República y del pueblo de la
capital.
Tras la renuncia por motivos personales de Jesús Orta
Martínez, entró a escena Omar Hamid García Harfuch, nieto
del exsecretario de Defensa, Marcelino García Barragán e hijo
de Javier García Paniagua, como secretario de Seguridad
Ciudadana de la CDMX, el mismo que fue víctima y
sobreviviente de un atentado por un grupo criminal.
Pero no fue la última vez que se activó el blindaje de
Palacio. Al cumplirse un año de la tragedia en la Línea 12 del
Metro y en medio del activismo de las corcholatas, el destapador
salió otra vez en defensa de su favorita y rechazó el tercer
informe parcial de la empresa noruega Del Norske Veritas
(DVN), sobre el accidente en la Línea 12 del Metro dado a

124

conocer el 3 de mayo de 2021, en el que concluyó la falta de


mantenimiento como causa del colapso.
Llamó la atención que el estudio fue encargado por el
propio gobierno capitalino y luego etiquetado por éste como
“tendencioso”; al final, rescindieron el contrato.
Otra más. En diciembre de 2022, luego de que el INE
ordenó a la jefa de Gobierno frenar la campaña de pintas de
bardas y propaganda en redes sociales a favor de su
candidatura presidencial, el destapador acusó al organismo
electoral de censurar a la funcionaria y de ir en contra de la
libertad de expresión.
Tiempos de zopilotes. Por si algo faltara, el 7 de enero
de 2023 un choque de trenes en la Línea 3 del Metro atizó una
vez más las críticas contra la jefa de Gobierno, accidente
atribuido a los recortes presupuestales y a la falta de
mantenimiento.
El presidente exaltó el perfil de su preferida como la
de una mujer trabajadora, íntegra y honesta y por ser
temporada electoral los zopilotes han salido a hacer grilla de la
tragedia humana. Pero también deslizó la idea de que pudo
haber sido “premeditado”. Pero de ahí no pasó.
“Se ha de saber todo de lo ocurrido sin ocultar nada, si
hubo falta de mantenimiento, si se debió a una falla eléctrica o
un acto premeditado, que originó el accidente. Y sí, también
quiero aprovechar porque se alborotan los zopilotes. Quiero
expresar mi solidaridad, mi apoyo, todo lo que necesite el
gobierno de la Ciudad y la jefa de Gobierno, que es una mujer
trabajadora, íntegra, honesta. Como estamos en época
electoral, aprovechan para atacar, o descalificar. No deja de
haber grilla”, comentó el mandatario.

14. ¿Algo puede salir mal?

Ante las duras críticas por los serios y frecuentes


problemas en la extensa red del Sistema de Transporte
Colectivo (Metro), el 23 de mayo de 2023 el gobierno de la
CDMX armó una campaña para mostrar que no existe desdén
de las autoridades, que el Puesto de Control del C5 para las

125

Líneas 1 a la 6 quedó casi al 100 %, que se hizo limpieza a


fondo en estaciones y vías, que se hizo reparación y sustitución
de escaleras eléctricas, y que el servicio de elevadores está
funcionando.
Y se difundió un video oficial para presumir que todo
olía a limpio y nuevo. ¿Algo podía salir mal?
La tarde de ese mismo día en la estación La Villa-
Basílica de la Línea 6 del Metro, los usuarios fueron
desalojados por la presencia de una densa nube de humo e
incluso hubo explosiones, lo cual quedó documentado en
videos que se viralizaron en Twitter. “El Metro ya le ganó al
Popo”, escribieron usuarios.

15. ¡Me lleva el tren!

Otro de los dolores de cabeza de la corcholata favorita


tiene que ver con la construcción del Tren Interurbano
CDMX-Toluca, convertida en una verdadera historia sin fin,
pues después de casi una década en que se puso la primera
piedra de esta obra icónica de Enrique Peña Nieto, nadie sabe a
ciencia cierta si estará listo y en operación en diciembre de
2023 o de plano hasta el próximo sexenio.
Además de los puntos ciegos y opacos sobre el destino
de los recursos públicos, señalados por la Auditoría Superior de
la Federación, este importante proyecto, que se remonta al
sexenio pasado, conservadoramente tendrá un costo tres veces
superior al proyecto original.
De tantas veces en que han parado los trabajos, en
muchos puntos la obra ha envejecido y cada vez que reanuda
cuesta más. Se trata de una obra de 58 kilómetros que debería
conectar a la Ciudad de México –desde la terminal
Observatorio– con Toluca en 40 minutos, a una velocidad de
160 kilómetros por hora.

Y en términos de movilidad podrá transportar a 230


mil personas cada día, mientras que el costo del boleto será de
70 pesos, sin descontar la inflación. Soñar no cuesta nada.
Si bien esta es no es una obra federal, muestra los

126

contrastes en la preservación de obras transexenales. El NAIM


(Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México), por
ejemplo, fue una de las mega obras de la era Peña Nieto que
zozobró con el cambio de gobierno; mientras que el Tren
Inter urbano sobrevivió, siguió recibiendo recursos
presupuestales, pero no calcularon que seguiría en obra negra
casi todo el sexenio de AMLO.
La primera piedra se puso en julio de 2014, pero la
obra se frenó en 2017 por la cercanía de las elecciones
federales. Y así siguió avanzando a ratos para detenerse
después. En septiembre de 2020 el presidente anunció que el
tren costaría 90 mil millones de pesos y que sería inaugurado
en diciembre de 2022. ¡Ajá!.
En cuanto a costos nadie se pone de acuerdo, porque
no hay cuentas claras. En el gobierno de Peña Nieto se supo
que como proyecto la obra tendría un costo estimado de 38 mil
millones de pesos, pero después de casi una década aumentó
vertiginosamente hasta los 104 mil millones y contando.
Salvo una actualización de datos, se sabe que de los
57.7 kilómetros que recorrerá el rapidísimo y moderno Tren
Interurbano, están terminados 41 kilómetros. Todavía le falta.
El dato más reciente es que para diciembre de 2023 ya
podremos subirnos al tren rumbo a Toluca, declaró el
presidente de la República.
Y como en política las coincidencias no existen, en el
eventual caso de que logren arrancar este medio de transporte,
que parece un cuento de nunca acabar, sería un regalo
extraordinario que podría presumir #EsClaudia como estrellita
en el arranque de su campaña. Pero si no, será como otra
piedra en el zapato.

16. Humedal pasado por concreto

La decisión que llevó a la construcción del puente


vehicular Sur Oriente en Periférico y Cuemanco, sobre un
humedal declarado por la UNESCO Patrimonio de la

127

Humanidad, confirmó que #EsClaudia actúa como un imán


para la polémica.
Pues no, no hubo razones suficientes que
convencieran a las autoridades del gobierno capitalino a buscar
otras alternativas viales a este nudo gordiano de vehículos
automotores que se forma en las puertas de Xochimilco. Al
paso de los meses la obra ni resolvió el problema de fondo y
dejó muy polarizados a los habitantes de los pueblos
originarios.
Pero, además, el reclamo de la naturaleza por el daño
al humedal se ha traducido en frecuentes inundaciones y
encharcamientos. La obra no cumple dos años de inaugurada y
ya fue necesaria una intervención técnica para corregir la
propensión de esta vialidad a las inundaciones. Al humedal no
le cayó bien que lo rellenaran de concreto.
Y ni siquiera la idea de nombrar al puente “Cielito
lindo” hizo que los habitantes de los pueblos de Xochimilco y
Tláhuac se motivaran para agradecerle a #EsClaudia la obra.
Los habitantes de Xochimilco saben que el músico
Quirino Mendoza, nacido en el pueblo de Tulyehualco, es el
reconocido compositor de canciones que forman parte de las
raíces culturales de los mexicanos; “Cielito lindo” y “Jesusita en
Chihuahua”.
Pero la canción “Cielito lindo” nada tiene de
inspiración para denominar a un puente de concreto sobre un
humedal que forma parte de una de las pocas reservas
ecológicas de la Ciudad de México.
El puente se construyó en plena pandemia del Covid
19 por lo que fueron casi inexistentes las protestas de los
habitantes; fue inaugurado el sábado 4 de septiembre de 2022 y
requirió de una inversión, según datos oficiales, de 693
millones de pesos.
Uno de los debates fue de cómo el título que otorgó la
UNESCO sirvió para nada, pues las autoridades de la CDMX
aseguraron que en algún momento la zona dejó de ser
Patrimonio de la Humanidad.
Se trata del sistema lacustre “Ejidos de Xochimilco y
San Gregorio Atlapulco”, reconocido como humedal a partir

128

de 1987 y declarado ese mismo año Patrimonio de la


Humanidad. En 1994 se le incluyó como Área Natural
Protegida y poco tiempo después, en 2004, ingresó a la lista de
humedales de relevancia internacional, conocida como Ramsar.
El proyecto para construir el puente se había intentado
en administraciones pasadas, refiere Gatopardo, pero su
condición de área protegida lo hacían inviable. Pero como para
#EsClaudia no hay imposibles, le dio luz verde al proyecto que
otros no pudieron realizar. Es más, en un evento público
declaró “eso ya no es Área Natural Protegida”. Hubo quien
aseguró que el humedal era artificial.
Pero la obra iba sí o sí y en los planes estaban seguros
desahogaría el tiempo de traslado de los automovilistas, lo cual
no ha ocurrido así.
El tristemente célebre puente Cielito lindo tiene una
longitud de 2.1 kilómetros, así como una incorporación de 347
metros que va de Avenida Canal Nacional a Periférico Sur, el
cual es sostenido por 2 mil 762 pilotes y 62 columnas.
Sus promotores ven mal que los ambientalistas digan
que la importancia de esta zona natural tiene que ver con la
presencia de diversas especies de flora y fauna endémicas, aves,
ajolotes, otras especies en peligro de extinción como ranas,
serpientes, insectos y peces, incluso aves migratorias como
pelícanos, garzas, cardenales y las gallaretas.
La Coordinación de Pueblos, Barrios Originarios y
Colonias de Xochimilco ha acudido a la instancia judicial pero
sus amparos no revirtieron la decisión.
De manera complementaria se realizaron inversiones
en obras de mitigación, como la siembra de 870 árboles en los
alrededores del puente y hasta se dispuso de una partida de
recursos para salvaguardar los canales y chinampas del Parque
Ecológico de Xochimilco. Al menos eso declararon.

En enero de 2020 se comenzó a construir el proyecto


y presumieron que hubo una consulta a los habitantes, tema del
que dicen los afectados nunca se enteraron. El sábado 4 de
septiembre de 2021 se inauguró la polémica obra.
La Secretaría del Medio Ambiente del Gobierno de la

129

CDMX concluyó que el humedal en Xochimilco "era artificial


y funcionaba como vaso regulador pero que desde hace años
estaba casi seco".
Pero no estaba tan seco como suponían porque desde
su inauguración habitantes de la zona se quejan de continuos
encharcamientos e inundaciones. Es más, se cerró una parte del
puente del 18 al 22 de mayo de 2023 para llevar a cabo trabajos
de corrección en la rampa de acceso. Así que…

17. Volando bajo

Cuando quede terminada la obra del Tren Suburbano,


que conectará a la estación Buenavista con el Aeropuerto
Internacional Felipe Ángeles (AIFA), este recorrido podrá
realizarse en 45 minutos, de acuerdo a los otros datos que tiene
el presidente de la República.
Lo que todavía no se sabe es si lo que resta de la
administración de #EsClaudia será suficiente para terminar la
obra o quedará como legado transexenal para los gobiernos
capitalino y federal que vengan.
Han transcurrido alrededor de 18 meses desde aquel
viaje virtual camino al AIFA, que realizó el presidente en un
vagón de supervisión, acompañado de la jefa de Gobierno de
la CDMX, el gobernador mexiquense, Alfredo del Mazo, así
como del general Luis Cresencio Sandoval, secretario de la
Defensa Nacional, y del entonces secretario de
Comunicaciones y Transportes, Jorge Arganis.
Fue un viaje simulado porque el tren no existía, pero
cumplió con el propósito de estimular la imaginación. Hoy el
AIFA ya cuenta con la estación terminal del tren y algunos
kilómetros de vía, pero nada más.

El AIFA se inauguró el 21 de marzo de 2022 y los


planes de su conectividad por tierra comenzaron a hacerse
realidad apenas el 22 de mayo de 2023 con el decreto que
anunció la expropiación de 11 hectáreas de terrenos ejidales en
el Estado de México –por razones de utilidad pública–, para la
conexión del Tren Interurbano con el aeropuerto.

130

Como puede constatarse, en los planes de las obras


2023 del Gobierno de la CDMX está considerada la
continuidad de la construcción del Tren Interurbano México-
Toluca, que registra 66% de avance, pero no incluyó las obras
del tren al AIFA.
¿Podremos subirnos al tren Suburbano para viajar al
AIFA antes de que termine el sexenio? No lo sabemos.
Lo que sí se sabe es que la Secretaría de
Comunicaciones tomó posesión de cerca de 114 mil metros
cuadrados de terrenos en los municipios de Tultitlán, Tultepec
y Nextlalpan en el Estado de México para construir el ramal
hacia el nuevo aeropuerto.
Los terrenos serán destinados para construir cuatro
centros de transferencia modal que garantizará la conectividad
desde y hacia el AIFA, en tanto que será la Secretaría de
Comunicaciones la encargada de pagar las indemnizaciones
correspondientes.
El AIFA no termina de despegar y actualmente llegar a
dichas instalaciones desde la CDMX requiere de poco más de
dos horas. Pero no hay que hacerse ilusiones, difícilmente la
obra estará terminada en diciembre, aunque con una
perspectiva optimista los responsables esperan tenerla lista para
marzo del 2024.
Y si el tiempo les gana, lo más seguro es que
#EsClaudia incluirá estas obras en su catálogo de propuestas
de campaña, si se convierte en candidata.

18. Ahuehuetes quitapón

Un acontecimiento que quedará como marca de fuego


en la biografía política de #EsClaudia es la sustitución de la
vieja palmera que dio nombre durante décadas a la Glorieta de
la Palma en la Avenida Paseo de la Reforma. La vieja palmera
fue testigo de innumerables acontecimientos en la historia de la
capital en al menos un siglo.
Pero como el tiempo no perdona y menos los
detractores de la corcholata favorita, que corrieron la hipótesis de
que la palmera fue dejada a su suerte, la verdadera razón para

131

jubilar a la emblemática palma es que fue afectada por una


plaga de hongos y por eso la retiraron de su glorieta el 24 de
abril de 2022 por la tarde.
Pero en lugar de sustituirla por otra palma, a alguien se
le ocurrió que lo mejor era sembrar un ahuehuete, para evocar
los tiempos de Moctezuma. Parece broma, pero no lo es.
Sembraron un ahuehuete en junio de 2022 pero se les
secó y en marzo de 2023 nos quedamos sin palma ni
ahuehuete. Aunque usted no lo crea hubo quien responsabilizó
a grupos de manifestantes de no permitir las condiciones
adecuadas para el desarrollo del árbol endémico. En realidad,
ese árbol nunca se adaptó.
La madrugada del 19 de mayo de 2023 trabajadores de
la Secretaría de Medio Ambiente de la CDMX pusieron manos
a la obra y plantaron un segundo ahuehuete para sustituir al
que no logró adaptarse.
No hay de qué preocuparse porque el segundo
ahuehuete sembrado forma parte de un lote de 124 árboles
donados por Viveros Regionales y Viveros los Encinos, en la
Alcaldía Xochimilco, a la Ciudad de México, de tal manera que
si el segundo tampoco prende, pues hay muchos ahuehuetes
quitapón disponibles.
De las muchas versiones que dan cuenta del origen de
la palmera, hay quien asegura que la plantaron a finales del
siglo XIX y otros dicen que la fotografía más antigua es de
1920.
Pero Carlos Martínez Assad tiene otros datos y por el
investigador emérito de la UNAM sabemos que fue un regalo
del emperador etíope Haile Selassie en los años 30, cuando era
presidente Lázaro Cárdenas.

El caso es que no quisieron seguir la tradición de la


palmera y por eso la rotonda de la Glorieta de la Palma tomó el
nombre de Glorieta del Ahuehuete, pero extraoficialmente es
conocida como la Glorieta de las y los Desaparecidos, espacio
acuñado por familiares de víctimas del crimen y la violencia.
La suerte del segundo ahuehuete se conocerá para la
siguiente primavera, entonces se confirmará si libró el invierno

132

o siembran un tercer ejemplar. Coincidirá con los tiempos de


definición de #EsClaudia.

19. ¿Terreno disparejo?

En un terreno del que todos se quejaron, menos la


favorita, de que estuvo disparejo, la jefa de Gobierno declaró
sin más, que “sí hay favorita… pero la favorita es la Cuarta
Transformación”. Eso no atemperó los ánimos.
Los diferendos entre los aspirantes a la candidatura
presidencial de la 4T subieron tanto de tono que el riesgo de
una división interna quedó a flor de piel.
Para los acuciosos observadores políticos en la
sucesión adelantada, #EsClaudia siempre fue el Plan A, pero
aparecieron más tarde el Plan B, en el que colocaron a Marcelo
Ebrard, en tanto que el Plan C se reservó para Adán Augusto
López. Para quienes se preguntaron dónde quedó Ricardo
Monreal, el zacatecano se definió en la nada.

20. De técnica a ruda

Entre reproches de sus propios correligionarios, la


corcholata favorita aprendió pronto a batear los misiles políticos
de sus adversarios. En pocas semanas pasó de técnica a ruda.
Ante las severas críticas de la tragedia en la Línea 12
del Metro, la jefa de Gobierno le pasó la bola caliente a sus
antecesores: “Así recibimos la Línea 12”.
A sus contrapartes les pidió serenarse y hasta les
recomendó “tomarse un té de tila”. Nunca tuvo la intención de
solicitar licencia para separarse del cargo antes de tener
asegurada la candidatura.
Marcelo siempre se mostró desconfiado de las
encuestas encargadas por su partido, no así la jefa de Gobierno,
quién además le recomendó no comer ansias, tener paciencia,
eso sí, mantener el corazón caliente y la cabeza fría.
Tan segura estuvo de que el viento de Palacio siempre
sopló a su favor que invitó a las otras corcholatas a integrarse a
su gabinete.

133

Así fue la respuesta del canciller: “Le agradezco, ¡qué


tierna! También me encantaría que estuviera en algún cargo del
gabinete que voy a encabezar, pero nos hace falta un poco de
humildad, la gente todavía no vota, esperemos a que la gente
decida y veamos qué sucede”.
Pero todos siguieron enfocados en sus precampañas.
“Cada quién tiene sus maneras”, reconoció la jefa de Gobierno
de la CDMX.

21. Candidatura para armar

Sobre la marcha, la corcholata favorita fue corrigiendo la


desventaja de ser muy poco o nada conocida en el país. Por eso
armó un programa de conferencias “magistrales” para recorrer
las principales ciudades del país con el doble propósito de
presentarse y de sembrar la idea de que los programas sociales
de la 4T serán transexenales, para que no digan que llega con
las manos vacías.
El punto de arranque de esta primera fase nacional de
reconocimiento lo hizo en Veracruz donde el gobernador,
Cuitláhuac García, se reveló como primer promotor del club
de fans de #EsClaudia.
La secretaria de Energía, Rocío Nahle, hizo causa
común jugándose el todo por el todo, en una apuesta política
en la que espera le retribuyan nombrándola candidata para las
elecciones de Veracruz en 2024, aunque sea zacatecana de
nacimiento.
Pero como la política no es una ciencia exacta, la jefa
de Gobierno se encontró con que la plaza veracruzana también
la reclama la corcholata que despacha en el Palacio de Cobián,
quien tiene su propio candidato para la gubernatura jarocha,
Sergio Gutiérrez Luna. A ver cómo les va.
Una plaza electoral que #EsClaudia tiene
prácticamente en la bolsa es la de Michoacán, ya que el
gobernador Alfredo Ramírez Bedolla la define como “dama de
hierro”, lista para el próximo reto.
En Tabasco, la tierra que vio nacer al presidente y al
secretario de Gobernación, la grilla está a todo lo que da. Un

134

sector de la clase política local espera que el gobernador con


licencia, Adán Augusto López, sea el candidato sorpresa, pero
otros como José Ramiro “Pepín” López Obrador confirma que
no todos los tabasqueños de la 4T están “A-gusto”.
Rutilio Escandón, gobernador de Chiapas, es cuñado
de Adán López y eso hace que la gente de #EsClaudia lo vea
como piedra en el camino. Lo que son las cosas, el hijo del
exgobernador Eduardo Robledo, el hoy director del IMSS, Zoé
Robledo, ya se vio como candidato para Chiapas, pero del
brazo de #EsClaudia.
Los que van a la segura son los gobernadores de
Sonora, Alfonso Durazo, y de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, a
todos les dan ánimo y su “apoyo” desinteresado.
La corcholata favorita presume que en la etapa de
reconocimiento ganó el respaldo de los gobernadores de
Oaxaca, Salomón Jara, de Campeche, Layda Sansores, y de
Colima, Indira Vizcaíno.
En contraste, los estados reclamados por Adán
Augusto son: Baja California Sur, donde abiertamente su
gobernador, Víctor Manuel Castro, anunció que se la juega con
el tabasqueño; en Nayarit, Miguel Ángel Navarro, fue el
primero en pronunciarse a favor de Adán; también tiene de su
lado al chiapaneco Rutilio Escandón, su cuñado, y al
tabasqueño Carlos Merino, a quien impulsó para cubrir el
interinato.
En el caso del canciller, que ostenta el segundo lugar
en casi todas las encuestas formales y hasta patito, el único que
expresó su apoyo a medias fue Alfonso Durazo, nadie más.
Quienes apoyan a Monreal seguramente son muy prudentes
porque no dan color, hasta parece que va en solitario.

22. Escenarios

¿Reelección de terciopelo?
En el contexto de la sucesión presidencial adelantada,
estos son los escenarios posibles y probables para la corcholata
favorita:
–#EsClaudia obtiene el porcentaje más alto de

135

opiniones favorables en la encuesta de encuestas de la 4T.


–El Destape. El destapador confirma a #EsClaudia
como candidata para las elecciones presidenciales de 2024.
–El presidente de la República declara: “se los dije”.
–En Palacio Nacional las corcholatas que se quedaron en
el camino le levantan la mano a #EsClaudia, incluye a Monreal
y a Fernández Noroña.
–En un megaconcierto político, mágico y musical en el
Zócalo arranca la precampaña.
–Está por definirse si #EsClaudia decide ser la nueva
inquilina en el histórico museo de Palacio Nacional.
–Por si acaso, trabajadores reacondicionan el
departamento que dejará #YaSabenQuién.
–Análisis ultra optimistas calculan que, aun perdiendo
las elecciones de la CDMX, #EsClaudia retendría la
Presidencia de la República para la 4T, aunque muy lejos de la
marca de los 30 millones de votos de 2018.

El otro lado del espejo


–#NofueClaudia
–Los resultados inesperados en las encuestas del
partido oficial apuntan hacia otra dirección.
–Descartado el Plan A, la atención se reenfoca en el
potencial electoral de las corcholatas que participaron como los
planes B y C del destapador .
–En Palacio declaran: “Ni modo, así son las
encuestas”.
–El equipo de #EsClaudia busca integrarse a los otros
grupos para no quedar en la orfandad política.
–Aunque le fueron adversos, #EsClaudia asume
disciplinada los resultados y se dispone a terminar hasta el
último día su encargo como jefa de Gobierno de la Ciudad de
México, para luego tomarse un año sabático.

136

VI ACERCA DE LOS AUTORES

Alejandro Ramos Esquivel


Se ha dedicado al periodismo, la comunicación y la
academia en el último medio siglo. Nació en la Ciudad de
México y estudió la licenciatura de Periodismo y Comunicación
Colectiva en la UNAM. Fue corresponsal de la agencia Notimex
en Londres, Inglaterra, donde cursó la especialidad de
Producción en Televisión en la British Broadcasting Corporation
(BBC). Obtuvo el título de maestro en Literatura Española, en
la Universidad de Salamanca, España.
Es cofundador del Servicio de Información Financiera
y Económica (SIFE) con Rogelio Cárdenas Sarmiento;
cofundador y director editorial y analista del periódico El
Financiero y director general de Notimex. Profesor de
Periodismo en la UNAM, en la Escuela de Periodismo Carlos
Septién García y en la UNITEC. Es autor de los libros La
guerra que viene, La psicosis del dólar, La sucesión pactada y Las arcas
vacías. Recibió el Premio Nacional de Periodismo por
Trayectoria. Es conferencista en el país y el extranjero sobre
temas de comunicación, política y economía. También ha
colaborado en programas de diversos medios de comunicación,
principalmente radio y televisión.

Carlos Ramírez Hernández


Nació en Oaxaca. Es licenciado en Periodismo por la
Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Es maestro en
Ciencias Políticas Cum Laude por la Facultad de Derecho y
Ciencias Sociales de la Benemérita Universidad Autónoma de
Puebla. Candidato a doctor en Ciencia Política por el Centro de
Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de
Morelos (hoy El Colegio de Morelos).
Sus últimos libros: La teoría de sistemas en la ciencia
política, Consideraciones Críticas (Instituto Reyes Heroles); Obama
(Editorial Transición), La comuna de Oaxaca (editorial de la
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez); El regreso del PRI (y
de Carlos Salinas de Gortari) (Editorial Planeta); La silla endiablada,

137

en dos versiones (Editorial Indicador Político); El 68 no existió y


Octavio Paz y el 68: crisis del sistema político priista; La
contrarrevolución neoliberal de Carlos Salinas de Gortari, entre otros.
Todos ellos disponibles en www.amazon.com.
Es columnista político, autor de “Indicador Político”
desde 1990; autor de la columna “Seguridad y Defensa” en el
periódico 24 Horas y la revista Siempre. Profesor de la materia
Sistema Político Mexicano en la UAEM. Diplomado en
Estudios Estratégicos y Gobernanza Global, 2020-2021 de la
Universidad de las Américas Puebla. Director del diario
impreso El Independiente http://elindependiente.mx. Director
de la revista mensual impresa Campo Marte, sobre temas de
seguridad, defensa, marina e inteligencia. Director de la revista
digital semanal Palacio Nacional 2024, sobre la sucesión
presidencial.
Director general del Centro de Estudios Económicos,
Políticos y de Seguridad, del sitio http://indicadorpolitico.mx y
del sitio http://seguridadydefensa.mx. Investigador del
Instituto de Comunicación Política y de Prospecta Consulting.
Director del proyecto “México Contemporáneo 1970-2030”
del Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.
Miembro del cuerpo académico de la Cátedra Internacional de
Opinión Pública de la BUAP. Escribe un artículo semanal en el
sitio www.elimparcial.es de España y es presidente de la
Comisión de Análisis Político y Social del Colegio de
Economistas del Valle de México. Temas de investigación:
seguridad nacional, sistema político mexicano, intelectuales,
economía estratégica, geopolítica, relaciones México-EU.

Jesús Sánchez Martínez


Autodefinido como un periodista de papel en vías de
extinción, reconoce que es un apasionado del teclazo nuestro
de cada día y de las redacciones que aún huelen a tinta fresca y
a las historias cotidianas que dan sentido a nuestras vidas. Hoy
está dedicado a entender los misterios de la comunicación
instantánea en las redes sociales y a viajar por el ciberespacio
para desentrañar la arqueología de la política a la mexicana.
Egresado de la ENEP-Acatlán (UNAM). Sus pininos los hizo

138

en la agencia Informex –desaparecida hace muchos años–,


cuando no existían celulares ni laptops y luego, durante 31
años, se dedicó a combinar el oficio de reportero, editor y jefe
de redacción política en el periódico especializado El Financiero.
Actualmente teje y contempla el mundo desde El rincón del
chamán, un espacio periodístico virtual e independiente.

139

Cuatro corcholatas y un destapa-


dor no dice quién será el candida-
to de Morena a la presidencia de la
República. Más bien busca arrojar luz
sobre los lados oscuros del poder en
la élite gobernante actual.
El libro desentraña los perfiles bi-
ográficos de los cuatro aspirantes a
la silla presidencial, las corcholatas,
como los calificó el propio López
Obrador, erigiéndose él mismo como
el gran destapador.
El lector encontrará también eviden-
cias y claves suficientes para señalar
que la designación del candidato
presidencial de Morena para el sex-
enio 2024-2030 es típicamente priista.

ISBN 9798397197571

También podría gustarte