Psychology">
Nothing Special   »   [go: up one dir, main page]

Font, V. - Formas de Estar Con El Paciente

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 18

Psicoanálisis Relacional.

Una nueva mirada, una nueva práctica

Matus, S., (2003) Vínculo fraterno: de la legalidad paterna a la multiplicidad de


las legalidades~ cap. l. "Entre h ermanos. Sentido y efectos del vínculo
fraterno". Buenos Aires. Argentina: Lugar Editorial.
Najmanovich, D. (2019-2020) Seminario Virtual sobre el pensamiento de B.
Spinoza. , Capítulo 6
Nietzsche, F. (2004) El crepúsculo de los ídolos. Madrid. España: Ed. Alianza.
Rodríguez M., A. (2006) El pasado, el presente y el futuro en la Psicología de Formas de estar con el paciente
C. G. Jung. Adepac (Asociación de Psicología Analítica de Colombia)
www.adepac.org

Tanto el capítulo seis como ·el capítulo siet e conforman un conti-


nuum que en la clínica no existe de manera disociada uno del otro; sin
embargo, hemos decidido separarlos en dos capítulos a los fines didác-
ticos. El presente capítulo profundiza sobre las disposiciones del tera-
peuta para llevar adelante su tarea clínica y estar con el paciente,
teniendo en cuenta las conceptualizaciones del Psicoanálisis Relacional.
En el siguiente capítulo haremos r~ferencia m·á s -específicamente a la
acción terapéutica, que como bien dijimos, se encuentr a en interrelación
con las formas de estar con el paciente.

6.1. Revisando los conceptos de neutralidad, abstinencia y


anonimato: del ideal de objetividad a la intersubjetividad

A lo largo de los capítulos de este libro h emos intentado mostrar cuál


es la actitud de un analista desde el enfoque del Psicoanálisis Rela-
cional. Este no buscaría necesru'iamente la neutralidad, la absti~encia
y el anonimato freudianos como prioridad técnica debido a que la pers-
pectiva relacional considera a la relación personal con el paciente como
una herramienta fundamental de cambio. Para lograr esta tarea, el
analista se sumerge en los procesos intersubjetivos que suceden con el
paciente, otorgándole suma importancia a la co-construcción de sentidos
de la experiencia, donde se entraman niveles conscientes e inconscientes,
explícitos e implícitos. De este modo, el terapeuta, considera no sólo la
subjetividad del paciente y la suya propia, sino, además, las produc-
ciones intersubjetivas que emergen entre ambos.
Pensando en una línea temporal, podemos observar cómo el ideal de
la técnica psicoanalítica fue evolucionando a lo largo de la historia del

160
161
Psicoanálisis Relacional. Una nueva mirada, una nueva práctica Formas de estar con el paciente

psicoanálisis, ya que fue acompasándose en concordancia con los cambios Si bien Freud no mencionó en sus escritos el término neutralidad,
sociales y culturales. Recordemos que las teorías siempre son productos consideraba que un analista intentaría ubicarse por fuera de la situa-
de la época. En este sentido, podríamos pensar tres tiempos en la historia ción del paciente, desde donde podía alcanzar una posición neutral para
del psicoanálisis, en los que se puso el acento primero en la objetividad, interpretar, logrando de este modo hacer consciente lo inconsciente y
luego en la subjetividad y más adelante en la intersubjetividad. , posteriormente, genei-ando el cambio psíquico. Incluso se situaba fuera
Como venimos señalando, el contexto histórico _en el que st¡.rgió la del campo visual (detrás del diván), en atención flotante, sin interrumpir
teoría freudiana se encontraba condicionado por el modelo positivista las asociaciones libres del paciente, haciéndose presente frente a la emer-
de las ciencias, cuyo objetivo era llegar a leyes universales (objetivas), gencia de las resistencias, con la interpretación.
a través de un único método de conocimiento (hipotético deductivo) - La neutralidad define la actitud que debe tomar un analista en la
el mismo para todas las ciencias-. La técnica psicoanalítica pretendía situación analítica, absteniéndose de influir a los pacientes en cuanto a
garantizar entonces la objetividad en las intervenciones y la neutralidad sus valo.r es morales, religiosos y sociales. Un analista neutral evitará dar
del analista, sosteniendo de este modo que el analista no interferiría en consejos, ya que la neutralidad, como recomendación técnica, propicia la
la transferencia del paciente. Los ideales de abstinencia, neutralidad y emergencia de la transferencia. La neutralidad establece en este sentido
anonimato (derivado de los anteriores) consecuentemente, eran propi- un límite a la subjetividad del analista; motivo por el que Freud vio en
ciados por el auge de los ideales de la ciencia reinante. Quizás el aspecto la contratransferencia un impedimento para la tarea analítica.
más destacado, nutrido por la controversia Freud-Ferenczi, se debatía A diferencia del modelo freudiano, los analistas relacionales e inter-
entre el acento en la interpretación y el insight, versus el acento en la subjetivos aceptan la inexorable implicación emocional como un recurso
experiencia y la relación, en el proceso terapéutico. Esta controversia que permite vivenciru· el proceso analítico destje adentro, pudiendo darle
giraba en torno a si era mejor frustrar o gratificar al paciente. un uso terapéutico a la propia subjetividad, incluyendo la reciprocidad
Freud sostuvo por varios motivos la frustración, devenida en regla y los afectos. De lo contrario, ¿cómo lograrían resonar afectivamente
básica de abstinencia; Ferenczi (1932), enfrentó numerosos pacientes con sus pacientes?
complejos, para los cuales la abstinencia resultó ineficaz, motivo por Según el relato que se ha podido recoger de una expaciente de Freud,
el cual experimentó el uso terapéutico de gratificar las necesidades de M. Walter, quien en el año 2006 dio una entrevista contando acerca de
sus pacientes. Si bien algunas de sus experimentaciones -con justifi- un encuentro en su consultorio, se refiere a él como una persona afec-
cadas razones- fueron censuradas, Ferenczi merece reconocimiento por tuosa y expresiva en el trato con sus pacientes. Sin embru·go, el ideal de
el coraje en la búsqueda incansable de métodos terapéuticos. En este neutralidad propuesto por él llevó a que múltiples analistas se mostraran
sentido, podríamos considerar que pacientes extra-ordinarios requieren distantes, faltos de afecto y simpatía25 , lo que usualmente es vivido
intervenciones extra-ordinarias. por el paciente como hostilidad e indiferencia y no como cualidades de
La formulación de los principios de neutralidad, abstinencia y anoni- profesionalismo. La creencia errónea de que se puede dejar la propia
mato se encontraba motivada por diversas razones. En primer lugar, era personalidad de lado en el diálogo con el paciente, genera muchas veces
muy importante para Freud la aceptación del Psicoanálisis como parte desconfianza o posibles reacciones que impiden el trabajo terapéutico.
de la ciencia, para lo cual necesitó adoptar en sus escritos una postura Recorriendo algunos de los escritos técnkos de Freud, en "Consejos
científica positivista, especialmente en relación al concepto de neutra- al médico" (1912) señala que "el médico no debe ser transparente para
lidad. En segundo lugar, su intranquilidad en la práctica, se vinculaba el analizado sino como la luna de un espejo, mostra,: sólo lo que es
-moral y éticamente- al adecuado manajo de la erotización de la transfe- mostrado", a los fines de no contaminar con su personalidad el proceso
rencia, entre pacientes y analistas. La regla de abstinencia le debe mucho analítico. Frente a esta afirmación, desde la perspectiva relacional se
a esta preocupación. En tercer lugar, la rncomendación del anonimato
estaba influenciada por la necesidad personal de Freud de.mantener su 25. "Yo aguzaba el oído cuando los pacientes me acusaban de ser insensible, frío, y hasta
cruel, y cuando me reprochaban ser ego{sta, sin corazón y presuntuoso". Ferenczi (1932),
vida privada en reserva. "Confusión de lenguas entre los adultos y el niño".

162 163
Psicoanálisis Relacional. Una nuevo mirada, una nueva práctica Formos de estar con el paciente

entiende que la neutralidad es un mito, ya que dejar de lado la propia la diferenciación entre afirmación y gratificación. La primera tiene el
subjetividad es una meta imposible de cumplir que no tendría ninguna fin de validar la experiencia (Kohut, Killingmo) e incluiría los conceptos
razón de ser buscada. como Holding (Winnicott) y Contención (Bion). Para Killingmo, el prin-
De igual importancia, en "Puntualizaciones sobre el amor de trans- cipio de abstinencia es útil como posición estratégica frente a las 1·esis-
ferencia" (1915), Freud postuló la regla de abstinencia al enfatizar que tencias que emergen en el paciente, ya que resguardan al analista de
"la cura analítica debe ser realizada en privación", refiriéndose a.que el posibles actuaciones, y proveen al paciente de la frustración necesaria
analista debe privarse de satisfacer los deseos sexuales de los pacientes. para alcanzar su recuperación y consiguiente autonomía.
Además, en este mismo texto, hace hincapié en la necesidad de privar Ahora bien, ¿cómo definir en qué terreno nos encontramos?, ¿es
cuantas satisfacciones sustitutivas surjan hasta el levantamiento de siempre tan claro el límite entre deseo y necesidad, o entre conflicto
las represiones recomendando: "dejar subsistir en el enfermo necesidad pulsional y conflicto r elacional? ¿Y entre las motivaciones?
y añoranza como unas fuerzas pulsionantes del trabajo y la alteración, Al ampliar el rango de motivaciones26 hemos reconocido que existen
y guardarse de apaciguarlas mediante subrogados". diversas fuerzas, actuando simul táneamente y no exclusivamente
En "Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica" (1919) Freud reitera la pulsión sexual como motivación hegemónica del psiquismo. Esto
que, al hablar de abstinencia, no señala únicamente la prohibición del complej iza aún más el tema, sumado a que, como ya vimos, la interac-
"comercio sexual" entre analista y paciente. En este escrito, sugiere tener ción recíproca tiene un lugar protagónico en la r elación psicoterapéu-
presente lo que causó la enfermedad del paciente y la contracción de sus tica. Intentaremos describirlo.
síntomas neuróticos, originados en una frustración. En consecuencia, los Nadie discutirá que un analista con principios éticos no debe acceder
síntomas querrán prestar sus servicios a las satisfacciones sustitutivas a los deseos sexuales de un paciente, ni se prestaría a los deseos agre-
y el analista deberá frustrar ese :fin. En otras palabras, si el analista no sivos, lógicamente. Sin embargo, esto no quita .que, en ocasiones, un
se mostrara abstinente, se produciría el desvío de la energía necesaria analis ta permita circular cierta seducción o agresión por parte de su
para la cura. Dice Freud en este mismo artículo: "Lo adecuado al fin es, paciente, a l considerar que ese momento forma parte del camino que
justamente, denegarle (versagen) aquellas satisfacciones que más inten- cree deben desandar ambos pru·a avanzar en la tarea terapéutica. O
samente desea y que exterioriza con mayor urgencia" (1919). intuye que tolerar esa situación es necesaria para el progreso del trata-
Parecería que, para Freud, la neutralidad describe el manejo que el miento y la elaboración psíquica. Consideramos que, al estar implicado
analista hace de la transferencia y la abstinencia, remite a la problemá- con el paciente, haciendo uso de la intersubjetividad, el proceso tera-
tica en torno a si gratificar o frustrar las pulsiones libidinales. péutico moviliza no sólo las distintas motivaciones del paciente, sino
A lo largo de la historia del psicoanálisis hemos aprendido, como tera- también las del terapeuta. Y la interacción recíproca genera un proceso
peutas, la importancia de mantener la abstinencia en el terreno de la dinámico, con encuentros y desencuentros, a veces predominando una
satisfacción sexual. No obstante, esto no significa que debamos ser absti- motivación, a veces predominando otra. Incluso superpuestas, o entre-
nentes en el terreno de la necesidad. Tal es así, que numerosos autores cruzadas, pero siempre en un proceso continuo y dinámico.
han puesto énfasis en este aspecto (H. Kohut, B. Killingmo, D. Winni- En resumen, desde una mirada relacional/intersubjetiva, los procesos
cott, y J. Bowlby, entre otros) subrayando que los pacientes, para poder no son lineales sino complejos, debido a lo cual muchas veces se produce
progresar, requieren experimentar en la relación terapéutica la satis- un cierto caos que es necesario transitru·, antes de que se esclarezca el
facción de algunas n ecesidades no satisfechas en su infancia. material y emerja un sentido. Los sentidos y los insig/its que surgen
B. Killingmo (2002) se refiere a la abs.tinencia como un principio, dife- en un análisis se van construyendo entre ambos participantes; de esta
renciándola de una regla general reguladora de la conducta -general- manera, lo que sucede en la interacción, sea del terreno del deseo, de la
mente vinculada a la imagen de un analista frío y carente de empatía-. Se necesidad, o de una u otra motivación, se configura momento a momento.
pregunta ¿cómo describir la presencia-emocional del analista sin incluir
la idea de la gratificación? Para responder este interrogante, recurre a 26. Ver Sistemas Motivacionales, Capítulo 5.

164 165
Psicoonólisis Relacional. Uno nuevo mirado, uno nuevo práctico Formas de estor con el paciente

El analista se pregunta continuamente ¿qué está pasando aquí? Y ¿qué la ñsica clásica de la física cuántica- consideramos que nuestra percep-
estoy dejando afuera? ción de la realidad permite conocer sólo una versión de la misma, lo que
Transitar los procesos terapéuticos requiere tolerar la incertidumbre no es más que una perspectiva posible.
inherente a la coconstrucción de la experiencia. Para Levenson (1983), Volviendo a la evolución del psicoanálisis, podríamos decir que el
esta sería "la ambigüedad del cambio". acento en la objetividad como ideal fue dejando paso a la subjetivida d,
Hugo Bleichmar, autor clásico y al mismo tiempo contemporáneo del de modo tal que, en este momento, el analista observa no sólo la subje-
psicoanálisis argentino, no escapó a la revisión del concepto de neutra- tividad del paciente sino también la suya propia, pasando a constituirse
lidad. É l diferenció la neutralidad valorativa de la neutralidad afectiva, en una psicología bipersonal.
enfatizando en sus escritos la coconstrucción entre paciente y analista. En concordancia con la progresiva aceptación e incorporación de la
Y considera que el proceso no puede desanollarse sin una neutralidad subjetividad del analista, luego de 1950 surgieron numerosos autores,
valorativa que resguarde la ética a favor del paciente. Respecto a la como H. Racker en Argentina y P. Heimann en Londres, presentando
valoración afectiva, el analista no puede esconder sus emociones y ocul- novedosas reflexiones en torno al concepto de contratransferencia. Paula
tarlas, al igual que no puede ser emocionalmente del mismo modo con Heimann enfatizó la importancia de la contratransferencia como instru-
todos sus pacientes. Bleichmar (2005) propone la "modulación afectiva mento para comprendei· a l paciente; sin embargo, la consideraba todavía
oportuna del terapeuta" y señala que el concepto clásico de neutralidad una creación del paciente, un fenómeno provocado por la personalidad
ha perdido vigencia porque el analista está muy lejos de la objetividad del paciente. Lejos estaban en ese momento los terapeutas de expresar
que se pretendía en el vínculo terapéutico. algún sentimiento abiertamente hacia sus pacientes.
Asimismo, el anonimato, derivado de la neutralidad y de la absti- Estas ideas originales fueron construyendo un nuevo paradigma en
nencia, era buscado para no contaminar la transferencia y así favo- psicoanálisis, y con el paso del ti~mpo el analista llegó a considerarse
recer la autonomía del paciente. El problema que esto trajo fue que alguien que no sólo responde a los fenómenos que se originan en la
generó contrariamente un sometimiento y un exceso de idealización vida psíquica del paciente (en especia l la transferencia), sino además
de la figura del analista. En otras palabras, pretender ser un analista como una persona que puede provocar fenómenos dentro de la sesión, a
anónimo para el paciente, la mayoría de las veces, provoca interferencia partir de su propio mundo interno -como por ejemplo en la neurosis de
en la transferencia, a pesar de pretender lo opuesto. En palabras de O. contra transferencia (Racker, H. 1949)- . En suma, los analistas fueron
Renik (1993) la "subjetividad irreductible" del analista no puede ser dejando en el pasado la idea de analista como pantalla en blanco -reci-
ignorada ni tapada con el anonimato, ya que influye constantemente en biendo las proyecciones y contenidos mentales del paciente a través
lo que piensa y hace -o no hace- el analista, siendo un elemento nece- de la transferencia-. En este momento, el analista trabaja atento a su
sario del proceso analítico. contra transferencia, como instrumento para comprender al paciente y
Como podemos observar, paulatinamente, los analistas advirtieron teniendo en cuenta las consecuencias de s u subjetividad en el .trabajo
que su participación era inevitable, al darse cuenta de que la persona- terapéutico.
lidad del terapeuta se ponía en juego, aun involuntariamente. Así surge La contratransferencia dejó de ser un "momento" que hay que conocer
la idea pionera de H. S. Sullivan respecto del terapeuta como "observador Y analizar para luego volver al paciente. E l punto de inflexión aquí es
participante", que establece una relación interpersonal con el paciente, que ya no es posible pensarse por fuera de la contratransferencia. Hemos
obligando al analista a observarse continuamente. Si bien puso gran visto qu e en épocas pasadas se pensaba, erróneamente, ·que el analista
énfasis en la participación del analista y su impacto sobre el paciente, la interpretaba desde una posición neutral, a l igual que se creía que al
comprensión de Sullivan sobreestimó la autoconciencia del terapeuta, al interpretar, la acción era dejada de lado, es decir, quedaba fuera del
suponer que este podría alcanzar una visión objetiva de la realidad. En proceso analítico. En otras palabras, es inherente a esta nueva manera
definitiva, los terapeutas son sujetos que no pueden salir de ese estatu_s. de comprender los fenómenos clínicos, observar que todo cuanto ocurre
Siguiendo el principio de incertidumbre de Heisenberg -que diferencia en un tratamiento analítico es acción.

166 167
Formas de estor con el paciente
Psicoanálisis Relacional. Una nuevo mirado, uno nuevo práctico

Como podrá apreciar el lector, esta nueva concepción_ represe~ta otra Ellos priorizaron los aspectos corporales y emocionales de la comuni-
diferencia con el pensamiento freudiano, ya que los teóricos relac10nales cación analista-paciente, enfatizando que la relación crea una fantasía
conceden gran importancia a la acción, señalando incluso a l~s inter- inconsciente compartida, siendo un producto nuevo para ambos parti-
pretaciones como acciones. Freud, consideraba que el pensa1ruento se cipantes.
producía a partir de la inhibi_ción de la ~,cción; este n:1evo ~nfoque, en
cambio sostiene que pensamiento y acc10n suceden s1multaneamente. "La situación analítica tiene por lo tanto que formularse no como
situación de una persona frente a un personaje indefinido y neutral
Incluso'las palabras son acciones, ya que pueden someter, pedir, consolar,
-al final, de una persona frente a sí misma- sino como situación de dos
dañar, rechazar, seducir; en consecuencia, son un medio para actuar
personas indefectiblemente ligadas y complementarias mientras está
sobre las personas y nunca podrían ser neutrales (Greenberg, J. 1996).
durando la situación, e involucradas en un mismo proceso dinámico.
La interacción continua entre analista y paciente ha llevado a los
Ningún miembro de esta pareja es inteligible dentro de la situación
autores relacionales a pensar la transferencia-contratransferencia como sin el otro" (Baranger W., M. Baranger. 1969)27 •
una comunicación continua bidireccional, expresada a través de escenifi-
caciones compartidas denominadas enactments. El enactment siempre es En un estudio comparativo de teorías del campo en psicoanálisis,
mutuo y describe tanto acciones sutiles (cambios e~ la voz, gestos)_ co~o Donnel Stern28 ha observado una diferencia importante entre las concep-
escenificaciones más intensas entre paciente y analista. Una descnpc10n tualizaciones de los Baranger y los aportes de autores, que él denomina
sobre el origen y las características del concepto enactment se encuentra del psicoanálisis interpersonal-relacional (S. Mitchell, E. Levenson, J.
en el apartado 7 .2 de este mismo libro. . . Benjamín, P. Bromberg). Influenciados por Sullivan, el grupo inter-
El psicoanálisis rioplatense vio nacer autores que _r~~hzar~n n:npor- personal-relacional comprende a la contratransferencia no sólo como
tantes aportes. E. Pichon-Riviere (1980), desde una v1s1on social, mtro- fenómeno interno del analista, sino como un hecho que escapa al control
dujo en Argentina el término "vínculo" enfatizando la importancia de consciente, por lo cual se expresa inevitablemente en la conducta. Esto
la pareja analítica como una relación. El vínculo pasó a se1: "la unidad lleva a estos autores, especialmente a E. Levenson, a la consideración de
de observación mínima" (Nemirovsky, C. 2019) dando cormenzo a una enactments mutuamente creado~ entre analista y paciente - que requiere
nueva corriente en el psicoanálisis argentino, al considerar que cada ser negociado posteriormente- llevando a una concepción nueva del
vínculo es específico y ampliando el trabajo a los grupos. cambio terapéutico. Los Baranger, en cambio, señalan que, a raíz de la
Tanto Pichón-Riviere en Argentina como W. Bion en Londres se refi- responsabilidad profesional del analista, su experiencia contratrans-
rieron al vínculo en términos intra e intersubjetivos, comprendiendo el ferencial no emerge en la conducta (idea similar a lo planteado por P.
mundo interno como una reconstrucción de la trama vincular desde la Heimann en 1950). Para ellos, el compromiso del analista en su rol profe-
que emerge el suj eto. sional es suficiente para que esto no ocurra; de esta manera, impide los
Posteriormente, surgió un concepto original de la mano de W. Y M. enactments restringiendo la experiencia contr atransferencial ·al ámbito
Baranger, dos referentes del psicoanálisis argentino y uruguayo, al de la experiencia interna. Esta creencia implicaría una división entre
concebir un campo intersubjetiva, refiriéndose así, a los fenómenos experiencia y conducta, a la que los terapeutas interpersonales-relacio-
inconsciehtes que ambos participantes generan dentro del campo nales no adhieren. Para estos últimos, el compromiso inconsciente del
dinámico de la situación analítica (Baranger M., Baranger W. 1969). analista es inevitable y no puede restringirse.
Inicialmente se refirieron al campo dinámico (concepto tomado de la
teoría lewiniana del campo) que describe la situación analítica como 27. Ambos autores, estaban influidos por Ia filosofía, la literatura, la psicología de la
un espacio dinámico con afluentes intra e intersubjetivos_- En "!-~7_9 Gestalt, la fenomenología de Merleau Ponty, Pichón Riviere y Bion, entre otros. Apor-
taron varios conceptos novedosos para la época, como por ejemplo el de baluarte inter-
Willy Baranger, en un texto para la Revista Uruguaya de Psicoanalis¿s subjetivo, una resistencia compartida entre paciente y analista que detiene el proceso
en homenaje a Pichón Riviere, reformuló sus ideas en torno a] campo analítico, del cual son ca-creadores ambos participantes.
dinámico, r enombrándolo campo intersubjetivo. (Baranger W. 1979) 28. Estas ideas fueron tomadas de un artículo de A.riel Libermann (2014).

169
168
Psicoanálisis Relacional. Uno nuevo mirado, uno nuevo práctico Formas de estor con el paciente

Volviendo al PsicoanálisisA.rgentino29 , la teolia vincular de l. Berens- Se produce entonces un pasaje de la dicotomía cartesiana mente-
tein y J. Puget30 de comienzos de la década de 1980, entiende al sujeto y cuerpo a la concepción de la mente como sistema abierto; de un mundo
su problemática en situación, abarcando la pareja, la familia y el grupo; lineal, ordenado, secuencial y predecible pasamos a un mundo complejo,
comprendiendo el vínculo como fundante del mundo intersubjetivo y, intranquilo, incierto -y un tanto caótico- factible de autoorganización.
asimismo, transubjetivo. El tema de la acción en psicoanálisis lleva necesariamente al tema del
Más adelante, algunos autores (Gomel, S. y Matus, S., 2011; Moscona, cuerpo y la acción, por lo tanto, el mito de la mente aislada se comple-
S. Rojas, C., 2002, entre otros) proponen una mirada múltiple, de entre- menta con el mito del cuerpo aislado y de la acción aislada.
cruzamiento y anudamiento de las dimensiones de la red sujeto-vínculo- Sostenemos que la subjetividad es la marca personal de todo indi-
cultura, destacando el valor de encuentro como nueva producción viduo, que va connotando con significados la percepción de su experiencia,
vincular, transformadora tanto para el paciente, como para el analista. abarcando afectos, valores y una perspectiva personal; esto posibilita la
Existen algunos puntos de encuentro entre la perspectiva vincular construcción de su propio mundo de experiencias. Consideramos que toda
y el Psicoanálisis Relacional, tales como la concepción de que el vínculo experiencia relacional es intersubjetiva, es decir, producto del encuentro
analítico deviene de las características singulares de la pareja an alítica, de dos o más subjetividades; la intersubjetividad sería entonces la condi-
situándose ésta en el espacio entre paciente y analista, generando una ción previa contextual para cualquier tipo de experiencia .
producción de sentidos compartidos. Podemos ver cómo, progresivamente, llegamos a un nuevo momento
Desde otro ámbito, las investigaciones sobre el desarrollo psíquico en psicoanálisis, el de la intersubjetividad, que rompe con la visión de
temprano, especialmente las provenientes de la teoría del apego, la psico- dos subjetividades en relación, explorando a partir de este momento, lo
logía psicoanalítica del sel{ y las conceptualizacfones de D. W Winnicott, emergente/novedoso coconstruido entre paciente y analista.
han sido centrales en la evolución del psicoanálisis. Para estos autores, el En la actualidad observamos la danza q~e bailan ambos participantes
ambiente es constitutivo de la mente en desarrollo y lo intrapsíquico es visto de la díada analítica, siendo cada vez más difícil distinguir quién dio el
como el resultado de la internalización de experiencias interpersonales. primer paso en la interacción. Debemos observar la díada tal como lo
Asimismo, el avance de las neurociencias de las últimas décadas h aría un terapeuta de pareja.
brindó esclarecedoras investigaciones sobre la constitución de la mente, S. Mitchell, principal referente y uno de los fundadores de lo que
la vida afectiva y la conducta humana. En afinidad a estos descubri- se empezó a llamar el Movimiento relacional en psicoanálisis, en 1988
mientos, la teoría de la intersubjetividad enfatiza que la mente se desa- aportó el concepto de Matriz Relacional como una noción que ubica
rrolla a partir de la interacción con otros, es decir, no es posible pensa1· la contextualización de la experiencia en primer lugar. Este concepto
una mente aislada del exterior a partir de fuerzas que presionan desde intenta dejar atrás la dicotomía entre lo intrapsíquico y lo interpersonal,
el interior (como creía Freud). En este momento se cuestiona la idea ya que pensar que estamos conformados por una matriz de relaciones con
que concibe al hombre como un individuo que existe separadamente del los demás, abarca tanto lo intrapsíquico como lo interpersonal en perma-
contexto dentro del cual se desarrolla. En consecuencia, se transformó en nente retroalimentación. La mirada de Mitchell sobre la constitución de
un mito la creencia de una mente aislada de su entorno. Siguiendo este la mente es superadora de la idea clásica de un aparato psíquico, porque
31
mismo sentido, es un mito pensar en la existencia de un cuerpo aislado - entiende que la mente individual es un producto que emerge de la matriz
relacional, a la vez que participa dinámicamente en ella. "La mente está
29. Algunos autores que brindaron además grandes aportes al psicoanálisis argentino com.puesta por configuraciones relacionales" (Mitch eTl, S. 1988).
fueron: J. Bleger, A. Garma, C. Cárcamo, A. Rascovsky, M. Langer, D. Liberman, E.
El psiquismo, desde esta perspectiva, se considera tanto un producto
Grassano, A. Aberastw-y y H. Etchegoyeri, entre otros.
30. Enfoque que en la Argentina tuvo s u origen en las formulaciones de I. Berenstein Y de la matriz cultural y lingüística dentro de la cual se produce, como así
J. Puget, y R. Kaes en Francia, por sólo mencionar algunos autores. también, un participante interactivo en ella, lo que nos lleva a consi-
31. En el psicoanálisis clásico predomina el ouerpo pulsional; instalándose en el terreno del derar la dimensión transubjetiva de la experiencia.
proceso analitico una desconfianza res pecto del cuerpo y de la acción: debido a ~ue la
acción -representante de un cuerpo pulsional que busca descarga- debia ser dommada.
Desde un punto de vista clínico, intentamos explorar detalladamente

170 1 71
Psicoanálisis Relacional. Una nueva mirada, una nuevo práctica Formas de estor con el paciente

las interacciones en las cuales ha estado inmerso el paciente, tanto en la intersubjetividad es el campo constituido en todo momento por el
el pasado como en el presente, incluyendo la relación psicoterapéutica. encuentro de dos subjetividades; la segunda, atañe a los autores de la
La matriz relacional, describe t ambién la interrelación continua entre escuela llamada relacionalista (Mitchell, S.;Aron, L.; Benjamín, J.; Stern
paciente y analista, dando cuenta de un a multiplicidad de fenómenos D. B., etc.). Para ellos, en la intersubjetividad se da un proceso evolutivo
co-creados entre ambos. De esta manera, la situación analítica pasa a Y dialéctico, que va desde la negación del otro, que en los comienzos se
ser la portadora de una nueva experiencia 32 • siente como un objeto interno omnipotentemente construido (dimensión
Otros a utores han aportado conceptualizaciones similares a la de la intrapsíquica), al reconocimiento del otro como sujeto, diferente de sí. El
matriz relacional de Mitch ell. En 2004, Daniel Stern se refirió a una reconocer al otro lleva a su vez al reconocimiento del propio sel{, confi-
matriz inter subjetiva, p rivilegiando los aspectos procedimentales e gurándose de este modo la dimensión interpersonal33 •
implícitos de la experiencia. Hablamos de representaciones no cons- La intersubjetividad, para los intersubjetivistas, es primordialmente
cientes que se manifiestan en acciones, las cuales a lo largo del tiempo una forma de percibir y organizar la experiencia; enfoque que ayuda a
van configurando un modo de estar con los otros. comprender la relación analista-paciente como un sistema complejo,
D. Orange, G. Atwood y R. Stolorow (2012) se refirieron a sistemas co-creado en mutua influencia. Para los relacionales, la intersubj etividad
intersubj etivos, conceptualización que intenta dar cuenta del contexto es un punto de llegada, un proceso que incluye tanto lo intrapsíquico,
relacional de la experiencia subjetiva. Influenciados por la filosofía como lo inter subjetivo en interacción recíproca. Así, la relación tiene un
fenomenológica y utilizando como marco la teoría de los sistemas diná- efecto de ir modelando la propia subjetividad; este último lo utilizamos
micos de Von Bertalanffy -que se ocupa de describir la emergencia de en ocasiones para explicar el efecto terapéutico de la intersubj etividad,
fenómenos nuevos y los procesos de cambio- los autores describen la efecto que no escapa al proceso de tensión que se produce entre ambos
generación de patrones a partir de la cooperación de múltiples partes participantes durante el proceso analítico. ·
individuales. De este modo, cada niño o paciente es vist o como un su bsis- Consideramos enriquecedores y cercanos ambos enfoques, ya que
tema que forma parte de un subsistema más amplio (niño-cuidador, cada uno enfatiza algo diferente.
paciente-analista) y a su vez, observamos la emergencia de patrones
surgiendo de sist emas dinámicos, que interactúan cooperativamente
6.2. Mutua lid ad y negociación
entre sí. "En nuestro trabajo consideramos a los estados psicopatológicos,
a las múltiples dimensiones de la transferencia, y a la frontera entre
Mutualidad
consciente e inconsciente, como propiedades fluidamente cambiantes de
sistemas intersubjetivos que son de manera permanente diádicos y diná-
micos" (Orange, D., Atwood, G., Stolorow R. 2012, p. 135). S. Ferenczi enfatizó la importancia de la mutualidad en el tratamiento.
Los sistemas intersubjetivos, son a su vez sistemas intersubjetivos Luego, este concepto fue retomado por otros autores contemporáneos
encarnados o corporizados. La idea que subyace a este concepto es año constituyendo un concepto central en el Psicoanálisis Relacional actual'.
al supu esto que, en los sistemas relacionales/intersubj etivos, existen En la última entrada de su "Diario Clínico" del 2-10-1932, S. Ferenczi
elementos 'verbales, explícitos y conscientes, así como aspectos no amplía la perspectiva de cómo usa el término "mutuo" al señalar que,
verbales, implícitos y corporales. una vez que se ha vivido la experiencia de mutualidad, el análisis ya no
En relación al concepto de intersubjetividad, mencionaremos (siguiendo puede ser unidireccional. La participación mutual de .analista y anali-
a Coderch, J. 2014) dos formas en las que usualmente se la considera. zado -mutualidad de experiencia- es fundamental para percibir la inte-
La primera corresponde a los autores llamados intersubjetivos 33. Detengámonos un momento en el concepto de reconocimiento; dice J. Benja min
(Orange, D.; Atwood, G.; Stolorow, R.; Lachmann, etc.) para quienes (1988;1996) "El reconocimiento es la respuesta del otro que hace significatiuos los
senti~nien_tos, intenciones y las acciones del sel{". Esta a utora señala la paradoja que
32. Carlos Nemirovsky (1999) introdujo el concepto "edición" para expresar las nuevas esto implica, ya que los seres humanos necesitan ser reconocidos por sus actos, y sólo
experiencias desarrolladas en el campo relacional. cuando s us actos son reconocidos, tienen significado para sí.

172 173
Psicoanálisis Relacional. Una nueva mirada, uno nueva práctica Formas de estar con el paciente

racción como auténtica, en la cual el analista expresa su personalidad y Al integrar la mutualidad y el reconocimiento se produce la terceridad
reconoce su s errores. Ferenczi ha enfatizado la honestidad e implicación como dimensión relacional, en el sentido de brindar a la r elación inter-
profunda del clínico con su paciente, es decir, un uso activo de la contra- subjetiva un reconocimiento mutuo -que construye un espacio m ental
transferencia, para conocer (y ayudar) al otro y conocerse con el otro. interno-. La terceridad36 se genera debido a un proceso intersubje tiva
El despliegue de la subjetividad en el ámbito de las relaciones inter- que se apoya en experiencias primarias presimbólicas, de acomodación
personales se produce mediante procesos de mutualidad y reconocimiento y mutualidad, cuya meta es reconocer y ser reconocido por el otro. Se
de/en la alteridad. Lewis Aron en el libro Un encuentro de mentes (1996) da de esta manera un dejarse llevar36 hacia el espacio mental del otro
señala que lo que los teóricos relacionales poseen en común no tiene que sin temor a perder la propia subjetividad. Movimiento que es posible
ver con una metapsicología compartida, ni tampoco con una crítica común gracias a una disposición inte rna, el tercero moral (Benjamín, J. 2012),
hacia la metapsicología clásica psicoanalítica. Más bien lo que comparten que provee el acceso a una relación compartida auténtica, creando una
es el énfasis puesto en la mutualidad entre terapeuta y paciente. transformación personal. Este espacio compartido ünplica flexibilidad
Existe, por un lado, la mutualidad de reconocimiento -en la que dos para ir y venir (de sí mismo al otro y viceversa) al acercarnos a la perspec-
personas se reconocen el uno al otro como individuos discriminados- lo tiva del otro, muchas veces cediendo posiciones personales y suavizando
que otorga valor a los pensamientos, sentimientos, intenciones y acciones defensas, lo que posibilita encontrarnos con el otro y reencontrarnos con
del otro. Y la mutualidad de regulación, que enfatiza la influencia r ecí- nosotros mismos, con una mirada enriquecedora.
proca que dos personas ejercen mutuamente en la relación, generando Actualmente los teóricos relacionales coinciden en que en el vínculo
sentimientos, pensamientos y acciones. En este sentido, mutualidad psicoterapéutico existen dos personas entramadas en una red dinámica
puede entenderse como sinónimo de reciprocidad3·1. de interacciones, donde surgen r ecorridos, afluentes, inicios múltiples y
En palabras de A. Ávila Espada (2013) "Mutualidad y reconocimiento entrecruzamientos. En este sentido, en el proceso terapéutico, un analista
de las respectivas subjetividades y alteridades son las dos premisas relacional e intersubjetiva se vuelca a la exploración empática de una
que nos permiten entender la subjetividad como la realidad de la expe- realidad conjunta.
riencia, sin relegarlas al status de fantasías, artificialmente aislada del
mundo al que pertenece".
Es decir, paciente y analista se encuentran mutuamente influidos Mutualidad y asimetría
y emocionalmente regulados, en forma constante, consciente e incons-
cientemente. Consecuentemente, transferencia y contratransferencia Es importante r ealizar una aclaración: mutualidad no implica
forman un sistema intersubjetiva de influencia mutualmente recíproca. simetría y supone estar atravesada por la diferencia. La relación tera-
Por este motivo, numerosos terapeutas en la actualidad prefieren utilizar péutica transcurre en asimetría, aun cuando el analista se autodevele,
el término ca-transferencia en lugar de transferencia y contratransfe- ya que su tarea se orienta a la d emanda y necesidad del paciente. Y
rencia, al considerar que resulta imposible distinguir en qué participante aunque pueda equivocarse, intentará volver a ese rol. ·
se originó la interacción, quién dio la acción primera y quién la posterior. En otras palabras, el analista debe sostener y proteger el proceso
Cabe señ ~lar que el significativo cambio de enfoque respecto de la analítico; la asimetría en la relación analítica deriva de la necesidad de
actitud del t erapeuta no escapa a la existencia d e una tensión constante procurar y m a nten er esta responsabilidad. S. Mitchell (2015) considera
entre influir al paciente (consciente e inconscie ntement e) y no influir.
35. Thomas Ogden es otro autor que describe un sujeto tercero (el "tercero analítico")
Nos sabemos influyendo inevitablemente, pero simultáneamente aspi- ca-creado entre paciente y analista, que no pertenece a ninguno de los dos individual·
ramos a no cruzar la línea, es decir, a no ·influir de m ás. mente pero que requiere a ambos para emerger. (Ogden T. 1994).
36. Emmanuel Ghent (1990) se refiere a l concepto de cesión para describir este movi-
34. Reciprocidad significa "con-espondencia mutua de una persona o cosa con otra", pero miento de dejarse llevar hacia del otro, que luego Benj amín toma para señalar una
debido a que el término mutualidad ha sido empleado hist-0ricamente para caracterizar disposición interna, que fmalmente denonúna tercero moral y que posibilita el acceso
el proceso de mutua influencia en la relación terapéutica, decidimos mantener el término. a una relación genuina compartida.

174 175
Psicoanálisis Relacional. Una nueva mirada, una n ueva práctica Formas de estar con el pacien te

que el rol del terapeuta es análogo al rol del "conductor designado" (del lograrlo, los terapeutas debemos estar atentos, con el objetivo de ir ajus-
automóvil) en las fiestas, en cuanto a que debe haber alguien que esté tando las condiciones del tratamiento, lo que implica aprender a tolerar
atento al cuadro general. Y es precisamente esa atención y cuidado lo la incertidwnbre, así como cultivar la paciencia y la humildad.
que permite que los demás participantes se dejen llevar en la fiesta. Se Además de negociar horarios, honorarios, vacaciones y otras cues-
espera que la persona que tiene el rol de cumplir con esta responsabilidad tiones formales, analista y paciente n egocian sobre todo los significados
participe en la fiesta, desde luego, pero a la vez debe mantener un est ado que van ca-creando en la sesión. E s una tarea permanente poner se de
mental que pueda gru:antizar la seguridad de todos los involucrados; esa acuerdo en relación a los silencios, las resistencias, los climas emocio-
diferencia de roles hace posible un rango diferente de experiencias. nales, las interpretaciones, etc. Mitchell vio la utilidad de pensar la nego-
El análisis clásico restringe la mutualidad a la alianza de trabajo, ciación como una metáfora para diversos aspectos del proceso analítico,
en la que analista y paciente comparten un acuerdo para el trabajo incluso considera que un deseo puede sentirse como deseo o como n ece-
conjunto. En este sentido la alianza sería mutua. Los teóricos intersub- sidad, dependiendo del contexto relacional en el que surja y de las pers-
jetivos expanden este concepto enfatizando que se produce una partici- pectivas desde las cuales son pensadas.
pación continua entre ambos participantes. L. Aron señala que:

"La capacidad para negociar con el paciente nos recuerda a Ferenczi


Negociación (1928), quien adopta un término sugerido por un paciente: "la elasti-
cidad en la técnica", en la que "el analista, como una banda elástica,
Stuart Pizer, analista de tradición winnicottiana, entiende la n eutra- debe ceder a la influencia del paciente, pero sin cesar de influenciar
lidad como una negociación entre analista y paciente, tomando como en la propia dirección" (Aron, L. 1996, p._95).
responsabilidad del analista mantener el área de ilusión con el paciente:
"intercambio de garabatos entre adultos sin lápiz ni papel" (Pizer, S. En síntesis, la n egociación es una característica inherente a la pers-
1999). El área de ilusión se refiere a que lo que vamos construyendo con pectiva relacional, ya que a partir de la mutua influencia, el analista es
el paciente tiene el sello de una coautoría. Esta coconstrucción requiere conmovido y transformado por el paciente y viceversa. Por este motivo,
acuerdos permanentes entre ambos participantes, convirtiendo la negocia- se asume que el analista es distinto con cada paciente y no a raíz de la
ción en el vehículo intrínseco de la acción t erapéutica. Resaltamos la nece- técnica psicoanalítica, aunque esta pueda influirlo en parte. La idea de
sidad, como terapeutas, de generar los cambios necesarios para mantener un analista genérico no es posible y constituye otro de los mitos dentm
un espacio potencial, el de la ilusión, como te1Teno fértil para el trabajo del psicoanálisis, ya que minimiza la interacción entre analista y paciente
conjunto con el paciente. Pero flexibilizar los límites analíticos no signi- y se basa en la idea de un analista neutral.
fica que "todo vale". Cuando hablamos de negociación, nos referimos a la
importancia de esta blecer reglas de acuerdo a la singularidad de cada
6.3. Empatía. Responsividad empática. Responsividacl óptima.
terapeuta y de cada paciente. Carece de sentido esta blecer reglas rígidas
Investigación empático-introspectiva
que no puedan ser cumplidas. Por ejemplo, si recibimos un paciente que es
tripulante en una aerolínea, probablemente no sabrá qué días estará en Empatía
vuelo h asta recibir su agenda de vuelos m ensuales; en este caso, pen sar
en dar un día y horarios fijos sería infructuoso debido a que el paciente no
La empa tía com o método, dentro del psicoanálisis, fue introducida
podrá cumplir. Lo recomendable será est ablecer los horarios de la sesión
por S. Ferenczi, quien, a partir de vivir experien cias traumáticas en
mes a mes, previa negociación interna del analista consigo mismo.
la infancia, transformó su empatía person al en empatía clínica. Clara
Mantener un clima en el que ambos participantes se sientan cómodos,
Thompson, colega y paciente de Ferenczi, al describir sus cualidades
también requiere de mutua adaptación y negociación. Para intentar
personales par a la empatía expresó:

176 177
Psicoanálisis Relacional. Una nueva mirada, una nueva práctica Formas d e estar con el paciente

"(...) Poseedor de una genuina simpatía por todo sufrimiento humano, mismo. Lo que a lgunos enfatizan es que debemos intentar ser empáticos,
enfrentaba cada día con una entusiasmada creencia en su habilidad aun sabiendo que es imposible pretender serlo infinitamente, porque
para ayudar a los otros, y en la con ciencia de que todo paciente 'ualía- no es posible una perfecta empatía. Tener en cuenta la subjetividad del
la-pena '. Sus esfuerzos fueron incansables y su paciencia inagotable" terapeuta implica aceptar que tien e límites para la comprensión del
(Thompson, C. 1964, p. 66). paciente; en consecuencia, devenir un analista empático consistiría en
sentir con el otro hast a donde uno pueda37 •
La atención de Ferenczi estaba puesta en mejorar la atmósfer a Lo que queremos transmitir es que intentamos ser empáticos, aun
emocional de la sesión analítica, refiriéndose al tacto como la capacidad sabiendo que en algún momento fracasaremos: la frustración es inevitable
para la empatía. Él veía una disminución de las resistencias-tanto del y necesaria. A esto también se h a referido Winnicott al sugerir que no es
paciente como del analista- cuando las interpretaciones eran presen- necesario forzar la frustración con los pacientes, ya que tarde o temprano
tadas con empatía . Así la empatía se convirtió en tm modo de comuni- el analista va a fallar y el paciente se va a frustrar, inclusive cuando no lo
cación y de relación con e] paciente. busquemos. Este es un punto muy delicado, ya que la frustración brinda
Anteriormente, Freud ya había introducido el concepto de tacto -como la oportunidad de reparar la ruptura con el paciente, en el aquí y ahora,
cierto principio de empatía- para describir la experiencia de escuchar facilitando la creación de una nueva experiencia, superadora de la anterior.
al paciente, sintonizando con su inconsciente en atención :flotante. En Aquello que caracteriza al Psicoanálisis Relacional es que el analista
otras pal abras, ponía el acento en aceptar las comunicaciones del anali- se ve a sí mismo implicado y observa su participación a cada momento,
zando aun si estas fueran extrañas para el analista. Sin embargo, a oscilando entre la empatía y la autoobservación.
Freud le preocupaba el enfoque experiencia) de Ferenczi que estimulaba Es indudable que cuando suceden deficiencias empáticas, queda al
a los analistas a implicarse más humanamente en la relación terapéu- descubierto cómo se relaciona el analista con su propia autoestima.
tica, debido al tem or que el psicoanálisis perdiera el est atus intelectual. El manejo clínico de estas situaciones lleva a preguntarse ¿cómo debo
La sesión analítica ferencziana, mediante un proceso de mutua- responder a la propia vergüenza?, ¿es necesario mant en er a toda cost a
lidad, transformó el proceso analítico en una experiencia humanista, y la imagen de un analista correcto, contenedor y empático?, ¿t en emos
al analista en responsivo, cálido y empático. De este modo, desarrolló la valentía necesaria para enfrentar los propios lapsus, equivocaciones
un nuevo método que acentuaba los factores humanos, reconociendo y malentendidos con el paciente? Cuando nos emocionamos frente a
posibles errores del an alista, incluso a través del uso positivo de reac- algo que está diciendo o experimentando el paciente, ¿nos permitimos
ciones contratransferenciales y de autorrevelaciones. expresar la emoción que sentimos, o contenemos las lágrimas en pos de
Con la publicación de "L a elasticidad de la técnica psicoanalítica" sostener una imagen de analista inmutable? Al fallar con un paciente,
en 1928 y la incorpornción de la empatía a la técnica psicoanalítica, el analista, ¿es duramente autocrítico consigo mismo o logra hacerse
Ferenczi abrió un camino que post eriormente continu ó Heinz Kohut responsable y pedir disculpas sin llegar a formas extrem as de culpa?
con sus conceptualizaciones de la empatía. Muchos pacientes llegan al tratamiento sin h aber mirado en· su interior
La psicología del sel{ h a hecho hincapié en la empatía como el punto o sin conocerse profundamente. Por t al motivo, debemos tener presente
de partida para todo proceso psicoterapéutico. Como hemos desarrollado que cada vez que tenemos la oportunidad de explorar sobre nuestros
en un capítulo anterior, para Kohut, la empatía es un reconocimiento de errores y limitaciones, nos ofrecemos como un cata lizador (Buechler, S.
un sí mismo en el otro, una herramienta de observación y conocimiento, 2018) para todo cuanto el paciente pueda comprender de sí. Un analista
así como "un nutriente psicosocial sin el _cual la uida humana tal como que puede mirarse con vergüenza, enojo, tristeza o sorpresa, anima a su
la conocemos y apreciamos no podría sostenerse" (Kobut, H. 1975). paciente a h acerlo con s u persona.
Según este a utor, la empat ía sería una facilitad ora para la compren-
sión de la experiencia del mundo interno del paciente, concepto al que 37. Algunas de estas ideas sobre la empatía fueron expuestas en el XXV Encuentro lati-
noamericano de Winnicott (Chile, 2016), en el trabajo presentado "El bebé no existe,
los teóricos relacionales adhieren, no sin generarse un debate en torno al la neutralidad tampoco", Díaz, C., Piccolo, Y., Font Sru·avia, V

178 179
Psicoanálisis Relacional. Una nueva mirada, una nuevo práctica Formas d e estar con el paciente

Responsividad empática Responsividad óptima

La privación en el tratamiento, fruto de la neutralidad y la absti- Howai·d Bacal es otro autor norteamericano que ha tendido puentes
nencia -recomendadas por Freud- es reemplazada por los terapeutas entre la Psicología del sel{ y el Psicoanálisis Relacional. Inicialmente se
relacionales/intersubjetivos en la actualidad por lo que podríamos déno- formó como psiquiatra en los Estados Unidos y luego en la clínica Tavis-
minar una responsividad empática 38• Esto significa que la respuesta del tock de Londres, donde realizó un entrenamiento psicoanalítico para
terapeuta se orienta a aquello que cree va a facilitar la experiencia tera- adultos y niños. Allí tuvo de maestros a D. Winnicott, Anna Freud, W.
péutica del paciente, en cada momento específico del proceso: interpreta- Bion y M. Balint, entre otros. De regreso a su país, se interesó en la Psico-
ción, validación empática, sostén, silencio, actitudes activas, un gesto o logía del sel{, que lo llevó a estudiar en Chicago con H. Kohut durante
un chiste, todas son potencialmente válidas -no únicamente la frustra- los años 70. Actualmente vive en Los Ángeles donde ejerce su práctica
ción- ya que un mismo paciente se podría beneficiar de una gratifica- privada, trabajando como analista supervisor en el Instituto de Psicoa-
ción en un momento dado y de una frustración o una afirmación en otro. nálisis Contemporáneo y en el Nuevo Centro de Psicoanálisis en LA.
Lo importante es evaluar, a cada momento, con cada paciente, qué inter- Siguiendo en la línea del concepto de responsiuidad empática, H.
vención será más apropiada, enfatizando la predisposición del analista Bacal desarrolla en 1985 (Bacal, H. A. 1988) el concepto de "responsi-
a ser usado terapéuticamente. vidad óptima", abarcando una gran variedad de respuestas por parte del
Si el lector ha llegado hasta aquí en la lectura de este libro, habrá analista: intervenciones interpretativas y afirmativas, sostén, empatía,
notado que la brújula en un tratamiento psicoanalítico de corte relacional restricciones, etc., serían eventu almente adecuadas según cómo el
aspira a lograr la respuesta adecuada para cada paciente; el proceso de analista lo evalúe frente a un determinado momento.
este modo es dinámico. 39 Bacal abre interrogantes acerca de si debemos frustrar-y cuánto- al
En otras palabras, el tratamiento desde esta perspectiva no sigue paciente, si debemos gratificarlo, o si ambas opciones podrían ser válidas,
una "directriz" predeterminada para la respuesta terapéutica, sino que señalando que la meta de un terapeuta es comprender a su paciente, lo
busca descubrir, co-creativamente, con el paciente, lo que puede maxi- que lo acerca más a una gratificación a través de la comprensión que a
mizar específicamente el efecto terapéutico. una frustración. El autor expresa que es propio de la relación terapéu-
A continuación, mencionaremos las ideas de Howard Bacal en torno tica experimentar momentos de conexión, de desconexión y de reconexión,
a lo que él denomina la Responsividad óptima. enfatizando que la frustración deviene justamente de las desconexiones,
tan corrientes en el trabajo psicoterapéutico, frente a las cuales el tera-
peuta pondrá todo su esfuerzo en reconectar con su paciente.
Nos encontramos en la actualidad con numerosas recomendaciones
acerca de cuál es la actitud terapéutica más recomendable para facilitar
el cambio psíquico del paciente. Pero debemos tener en cuenta que cual-
38. El t érmino "r espons ividad" no se encuentra en el Diccionario de Lengua Española,
s in embar go hemos decidido emplear lo en este capítulo por su utilización frecuente quier modelo de acción terapéutica se basa en ideales que muchas veces
en textos d~ lengua ingles a ("r espons iveness"). Como sustantivo, responsiuidad son imposibles de alcanzar. Más bien sirven como un faro que ilumina
r emite a la palabrn "responsivo" y describe la calida d , la disposición para r esponder el camino por donde debemos transitar. En palabra,s de S. Mitchell en
con sen sibilidad. En est e cas o, al uniT el vocablo responsiuidad y empatía queremos
enfatizar la importancia de una respuesta emp_ática específica, momento a momento,
"Influencia y autonomía en psicoanálisis" (2015/1997):
del terapeuta .
39. Existen en la literntw-a psicoanalítica conceptu alizaciones afines a la "r espons ividad "El analista tradicional no puede ser realmente neutral. El analista
empáti.ca" que se hallan fuertem ente r elacionadas. Stolorow y Atwood desarrollar on de la psicología del self no puede ser realmente empático. El analista
el concepto de "responsividad empática". Mitt:bell se r efirió a la "1·esponsivi.dad a uto- preocupado por el desarrollo infantil, no importa con cuánto empeiio
n eflexiva" (2015), anteriormente Sandler describió la "res puesta de r ol" (1976) y Bacal
lo in ten te, no puede en realidad repa.rentaliza1: El lacaniano no p uede
des an olló la ''respons ividad ópti ma" (1985).

180 181
Psicoanálisis Relacional. Una nueva mirada, una nueva práctica Formas de estar con el paciente

evitar ser aquel que sabe cosas. Y el interpersonalista, al intentar ser sobre ellas, en supervisiones y con otros colegas, para arribar a una
auténtico, cae en la misma contradicción que el pobre consumidor de respuesta que se adecue al contexto del paciente y a la relación tera-
psicología popular que está intentando ser espontáneo". (2015/1997). péutica.
Algunas de estas preguntas son: ¿cómo responder a la percepción del
paciente sobre aspectos de la subjetividad del terapeuta?, ¿existe una
La investig ación empático-introspectiva diferencia entre autenticidad y sinceridad?, ¿siempre resulta adecuada
la autorrevelación del terapeuta en pos de la autenticidad? Intenta-
D. Orange, R. Stolorow y G. Atwood enfatizan la díada analista-paciente remos r eflexionar sobre estos interrogantes y ejemplificamos con una
formando un sistema intersubjetiva de mutua influencia. Desde su mirada, viñeta clínica.
los analistas para lograr su tarea deben prepararse para soportar la incer- Hemos mencionado en este libro a S. Ferenczi como el analista que
tidumbre, el desorden y los sentimientos de vulnerabilidad. sembró una de las primeras semillas de lo que más de medio siglo
Proponen, para estar con el paciente, lo que denominan una investi- después germinó como un nuevo psicoanálisis, más cercano a la expe-
gación empático-introspectiva, método que busca investigar los princi- riencia mutua, al reconoéimiento y la aceptación de la vulnerabilidad
pios organizadores inconscientes que se ponen en juego en la experiencia del terapeuta, a una búsqueda de intimidad y de autenticidad en el
del paciente (empatía), los principios que inconscientemente inter- vínculo terapéutico. Tal es así, que Ferenczi muchas veces reconocía
vienen en los sentimientos y acciones del analista (introspección), y el sus errores, admitiendo las percepciones del paciente sobre su persona
interjuego dinámico de fenómenos que se producen en el campo psico- o comunicando algún sentimiento, autorrevelándose, con el objetivo de
lógico creado por ambos participantes (intersubjetividad). Esta postura aumentar la confianza del paciente. Sabemos que la participación del
busca la reflexión continua del impacto del analista sobre el paciente, analista es inevitable y que sus acciones en el tratamiento van más allá
asumiendo que este impacto es inherente a la naturaleza intersubjetiva de lo que intencionalmente intenta realizar. "No hay lugar para ocul-
del diálogo terapéutico. Por este motivo, pretender impedir, negar o mini- tarse", escribió Maroda en 2002, refiriéndose a que el paciente percibe,
mizar este impacto sería infructuoso. En lugar de ello, el analista busca aunque sea parcialmente, lo que le ocurre al analista.
r econocerlo y analizarlo de manera consciente -sin prescribir ninguna Winnicott, asimismo, consideraba a la autenticidad como un elemento
forma de intervención preponderante-, enfatizando que este método fundamental en toda psicoterapia, en el sentido que, para él, era más
no anula la asimetría natural del vínculo terapéutico. Es interesante importante ayudar a que el paciente reconozca su estado real que descu-
una aclaración acerca de la autorrevelación, ya que al reconocer que el brir significados inconscientes. Para lograrlo, el analista debe intentar
analista se revela involuntariamente y en forma constante al paciente, ser auténtico, sin temor a mostrarse vulnerable y al mismo tiempo,
estos autores no recomiendan una autorrevelación deliberada, sino la ser sensible a las necesidades del paciente con disponibilidad. F. Sáinz
evaluación constante, en colaboración con el paciente, de los significados Bermejo (2017) recuerda que en el trabajo sobre el falso self, Winnicott
de la interacción de ambos. subrayó la necesidad de reconocerle al paciente, antes que ninguna otra
cosa, su estado de no existencia. Acostumbrados a las paradojas del autor,
podemos ver en este breve ejemplo, cómo el reconocimiento -por parte
6.4. Autenticidad del terapeuta del terapeuta- de no sentirse vivo puede ser el punto de partida en el
trabajo con algunos pacientes.
"El médico debe estar en el caso verdp,deramente con toda su alma, En Winnicott, la autenticidad sería un logro terapéutico, ligado a un
o bien, si no lo está, debe reconocerlo honestamente" (S. Ferenczi, 1932). sentirse real y al vivir creativo. Al mismo tiempo, la espontaneidad y la
El tema de la autenticidad en nuestra práctica clínica lleva a los autenticidad eran medios para llegar al desarrollo del verdadero self
terapeutas a h acerse preguntas que muchas veces no encuentran una E. Fromm (1984) desde la tradición interpersonal hace notar el lugar
respuesta inmediata, debido a que requieren r eflexionar una y otra vez de la autenticidad en la relación terapéutica, enfatizando que lo que los

182 183
Psicoanálisis Relacional. Una nueva mirada, una nueva práctica
Formas de estar con el paciente

pacientes necesitan de sus analistas no es una actitud neutral sino una


respuesta emocional auténtica. superfluo, sino al contrario, obliga al analista a tomar conciencia de lo
Stolorow, a partir del concepto de autenticidad de la existencia de que está ocurriendo.
Heidegger (1927) -referida a tomar conciencia de la finitud de la vida- Levenson diferencia autenticidad de sinceridad, resaltando que la
remarca el lugar fundamental que este aspecto toma en situaciones en autenticidad (del latín "authenticus": 'ser el autor de nuestros propios
que el trauma emocional amenaza con nuestra ilu_sión de seguridad a~tos') trata de corresponder el ser y la acción. En cambio, dice, la since-
e inmortalidad (frente al trauma nos vemos arrojados a un auténtico ridad (del latín "sincerus": 'puro, no alterado') trata de perfeccionar el
"ser-para-la-muerte"). Contrario a su ética de la finitud, sería no aceptar ser y en consecuencia la acción, quedando fijado a un ideal de "ser" que
la propia muerte ni la de los demás, acarreando una existencia inautén- lo obliga a perfeccionarse, y en definitiva lo distancia de lo que "es". En
tica e impersonal. Para el autor, la existencia auténtica se revela como concordancia con esta concepción, Ortega y Gasset señala que un ser
ansiedad existencial y la ausencia de autenticidad como un sentimiento humano es auténtico cuando es, o llega a ser, lo que verdaderamente es.
de vergüenza, debido al peso que tiene la mirada de los otros sobre el sí Para est e autor, el 'yo auténtico" es el 'yo insobornable" que en el fondo
mismo, que es vivido como defectuoso e imperfecto. Avanzar hacia una y radicalmente, no puede dejar de ser lo que es. (Ferrater Mora,J., 1990).
existencia más auténtica depende significativamente de si los contextos En el tratamiento, "el esfuerzo interno de ser mejor (terapeuta) es reem,-
de nuestra vida proporcionan un "hogar relacional" (Stolorow, R. 2011) plazado por el esfuerzo interpersonal de se,; con los otros, uno mismo, con
en el que el dolor emocional que conlleva tal recorrido pueda ser soste- todas las imperfecciones y limitaciones" (Levenson E. A. 1983).
nido, soportado e integrado. Tomando estos conceptos de Stolorow, consi- Es interesante reflexionar desde la perspectiva de Levenson, en
deramos que, si la relación terapéutica constituye uno de los contextos de cuanto a que, al sabernos influyendo en el proceso, un modo deseable en
la vida del paciente, la manera en que el terapeuta logre, o no, sostener, el encuentro con el paciente es siendo auténticos. Es decir, sólo podemos
soportar e integrar el dolor emocional de su paciente, facilitará o entor- ser nosotros mismos porque es la única forma de generar la confianza
pecerá su proceso de alcanzar una vida más auténtica. Y probablemente, suficiente en el paciente. Al fin y al cabo, es importante que seamos más
cuanto más auténtica sea la actitud del terapeuta, más posibilidades de confiados y menos defensivos en cuanto a las expresiones de los pacientes
ayudar en ese camino tendrá. sobre nuestra subjetividad como terapeutas y la relación, tomando sus
Nos r eferiremos a las ideas expresadas por Edgar Levenson sobre la comentarios, no como distorsiones, sino como r espuestas válidas. Esto
autenticidad del terapeuta. Levenson se formó como psicoanalista en reqwere tomarse el tiempo para explorar lo que está ocurriendo y así
1951 en el WilliamAlanson White Institute -luego de estudiar medicina construir una relación sin mistificación40 •
Y neurología- donde se transformó en el supervisor más solicitado, por Continuando con nuestros interrogantes, ejemplificaremos con una
ser alguien que estimulaba a los candidatos a pensar más allá de los viñeta clínica para pensar algunas ideas respecto de la autorrevelación
propios esquemas. Si bien no ha sido tan difundida su obra, ha escrito intervención que se entrecruza con las conceptualizaciones que venimo~
numerosos artículos y tres libros. Se caracterizó por ser un inconfor- realizando sobre la autenticidad del terapeuta. ·
mista, en el sentido de pensar siempre "¿Qué estoy dejando afuera de lo Existen ocasiones en que el terapeuta decide autorrevelarse, explici-
que está pasando aquí y ahora en la sesión?". Su método de trabajo es al tando un sentimiento, a lguna idea o situación vivida -brindando infor-
mismo tiempo una forma de estar con el paciente que lo lleva a un cons- mación personal- con el objetivo de ayudar al paciente a tolerar sus
tante descentra.miento de lo que está ocurriendo en la sesión. sentimientos de vergüenza y vulnerabilidad. O a partir de una ruptura
Para este autor, son necesarias una relación humana, la negociación en el vínculo de confianza, el analista asume que "algo está sucediendo"
y la autenticidad en el tratamiento con los pacientes. y que autorrevelarse facilitaría la reparación de la confianza en la
El terapeuta auténtico, según este autor, toma la.responsabilidad en relación. Desde esta mirada, podría decirse que la autorrevelación como
s us manos; esto significa, que el analista tiene que hacerse cargo de lo
40. Para Levenson, la mistificación es la responsable de que, tanto paciente como analista,
que está sucediendo en la sesión. Esto no implica realizar un trabajo no logren comprender el mundo, lo que implicaría flexibilizar los sentidos brindando
matices a la expedencia.

184
185
Psicoanálisis Relacional. Una nueva mirada, una nueva práctica Formas de estar con el paciente

intervención (ver el concepto ampliado en el capítulo 7, punto 2) abarca acerca de qué necesitaría de su terapeuta y las diferentes alternativas
la autenticidad del terapeuta. Sin embargo, una actitud auténtica no que había estado barajado con su supervisora, o develar a la paciente
siempre implica la autorrevelación como intervención terapéutica, ya que la incertidumbre vivida frente a esta decisión, exponiéndose al "no
el terapeuta debe evaluar -desde una responsividad empática- si esta saber qué hacer" en esta situación particular. Finalmente, la terapeuta
es la intervención más adecuada para el paciente o si sería adecuada decidió, luego de alguna vacilación, contarle a su paciente el proceso de
alguna otra. duda que había estado atravesando los meses anteriores, remarcando
Por ejemplo, en el caso de una paciente de 35 años que buscaba quedar que justamente había pensado mucho en ella, y que por los efectos que
embarazada y expresaba envidia y un fuerte enojo frente a mujeres en aparecían en la paciente (ira, desilusión y frustración) podía ver que se
este estado con las que tenía relación cotidianamente. Al quedar latera- había equivocado.
peuta embarazada, esta sintió temor por los sentimientos que la situación Si l a terapeuta del ejemplo se hubiera ceñido a las reglas de neutra-
pudiera generar en la paciente, motivo por el cual consultó a su super- lidad y abstinencia, siguiendo los ideales tradicionales del tratamiento
visora en numerosas ocasiones, con el objetivo de reflexionar sobre cuál psicoanalítico, seguramente no hubiera revelado a su paciente el proceso
sería la intervención más adecuada frente a la necesidad de la paciente. de vacilación y lo ocurrido se hubiera enmarcado en una transferencia
La terapeuta se preguntaba si debía esperru· a que la paciente se diera negativa, frente a la cual la analista debería haber interpretado a la
cuenta sola del embarazo de su analista, con el riesgo de actuar intru- paciente.
sivamente, a l adelantarse a los tiempos de la paciente, o si sería mejor Pero esta autorrevelación tuvo el sentido, en primer lugar, de restaurar
anticiparse y darle la noticia ella misma para así amortiguar una posible la falla empática ocun-ida entre ambas; en segundo lugar, facilitó la conti-
desilusión, enojo u otros sentimientos que pudieran emerger del vínculo. nuidad del proceso terapéutico, evitando un impasse.
Y de preferir esta última opción, ¿cuál sería el momento oportuno? Fue muy importante para la paciente enterarse de q ue su terapeuta
¿Antes o después de que pudiera percibir el vientre, o una vez que este había pensado mucho en ella, aunque sintió equivocada la decisión, ya
fuera prominente y notoriamente visible, frente al cual la paciente no que, con posterioridad a esta situación , ambas pudieron explorar otras
hubiera hecho ningún comentario, sugiriendo una negación del mismo? experiencias en las que la paciente se había sentido poco pensada y
Kohut escribió acerca de la importancia de frustrar de manera óptinia, considerada por otros. Como cuando al separarse sus padres, a sus
es decir en un momento adecuado y tolerable para el paciente, situación 8 años, su madre tuvo que trabajar 12 horas diarias debido a que el
que lleva a cada terapeuta, a evaluar con cada paciente (en su singular padre se fue a vivir a otra ciudad sin ocuparse más de los gastos fami-
contexto) cuál será ese tiempo oportuno. La terapeuta de nuestro ejemplo, liar es, quedando la paciente a cargo de su h ermana menor, con respon-
finalmente decidió no anticiparse, y, por recomendación de su supervi- sabilidades para las que no estaba preparada siendo tan sólo una niña.
sora, cerca del quinto mes de embarazo -cuando ya fuera evidente y Quedaba mucho material aún para seguir explorando y analizando, pero
visible- en el caso de que la paciente no hiciera comentarios al respecto, en primer lugar la terapeuta consideró que debía restaurar ~l vínculo
abriría el tema en sesión. Pero antes de que esto ocurriera, el día de su de confianza con la paciente.
sesión la paciente llegó enfurecida al consultorio, porque un conocido en En definitiva, sabernos falibles y vulnerables nos permite en cada
común con la terapeuta le había contado acerca del embarazo de esta. ocasión investigar dentro uno mismo y oportunamente con los pacientes,
La paciente ingresó iracunda a l consultorio, furiosa, cuestionando que lo que sucedió entre ambos y las maneras de esclarecer o reparar lo
no había pensado en ella, al no contarle sobre su embarazo, sabiendo ocurrido. Se hace necesario ser terapeutas "suficientemente buenos" y
"lo sensible que era el tema del embarazo" para su persona y los pade- no ideales. A medida que el terapeuta madura hacia una mayor auten-
cimientos que venía sufriendo, a raíz de tratamientos de fertilización ticidad , el paciente toma el riesgo que la autenticidad lleva consigo.
asistida fallidos en los últimos años. Aprende que confiar en otro no es a lgo fáci l. Y fund amentalmente
He aquí el dilema para la analista: guardar en reserva las nume- comprende que vivir es tomar su vida en sus propias manos.
rosas supervisiones en las que había reflexionado sobre su paciente

186 187
Psicoanálisis Relacional. Una nueva mirada, una nueva práctica Formas de estar con el paciente

6.5. El encuentro con e l desconocido. La hospitalidad a una situación particular, contarnos -con la esperanza de que podamos
ayudarlo y mitigar su sufrimiento- sobre lo que lo hace sufrir, su vida, sus
El encuentro con un otro, un desconocido, es quizás una de las situa- sueños, sus fantasías. Al aceptar -en mayor o menor medida- las reglas
ciones más comunes que nos toca vivir. Salir a la calle y caminar nos que necesitamos impartir para llevar a cabo nuestra tarea, esperamos
pone frente a rostros que marcan una distancia esencial, "ese no soy y.o". que responda a nuestras preguntas, a nuestros señalamientos o inter-
Esta es 1a forma más común de definir al otro, lo que no soy, lo qu_e es pretaciones ya que para nosotros esto es necesario para poder conocerlo
diferente de mí. Así se constituye la "otredad", desde la diferencia. Esta y ayudarlo. Sin embargo, aunque conozcamos muchas o algunas cosas
forma de ver al otro nos permite ponernos en relación con una idea que, sobre é l, sigue y seguirá siendo esencialmente un desconocido, un otro.
al igual que muchas otras, no aparecen de común en nuestras reflexiones; Anteriormente dijimos que el rostro y la voz son dos datos que nos
ese otro diferente, es para mí esencialmente un desconocido, un extraño enfrentan a un otro. Este rostro genera en nosotros una gran responsa-
en todo el sentido de la palabra. De ese otro que está frente a mí desco- bilidad, ya que nos dice: "No matarás, no me dejarás morir solo" (Orange,
nozco quién es, qué siente o qué ve, cómo es su forma de vivenciar el D. 2013). El rostro -rasgo inconfundible del otro- es en sí mismo irre-
mundo, su percepción de olores, colores y sabores, no tengo datos de cómo ductible, trasciende mi capacidad de comprenderlo y creemos que aquí
piensa sobre diferentes temas, ni de su historia, anhelos, dolores, arre- radica una enorme dificultad de nuestra práctica clínica. Reducir a l
pentimientos. Es invariablemente un desconocido, lejano de mí. Sólo otro -en la búsqueda de comprenderlo- a categorías o teorías o procesos
tenemos dos datos de este desconocido para poder construir una idea es, para Levinas "totalizar" (1976/2002), ejercer un acto de violencia
en nosotros de lo que el otro es, su rostro y su voz. contra el otro, ya que como dijimos antes, est e es irreductible. E l otro
Estas ideas aparecen en las reflexiones filosóficas, de la mano de E . es incomprensible para mí. Cuando durante un análisis buscamos
Levinas, quien consideraba que el gran ausente de las reflexiones filo- imponer nuestra agenda por soqre la del paciente, tratamos de imponer
sóficas era el Otro. En su libro Totalidad e infinito (1976/2002) presenta nuestra voluntad por sobre la del otro. Nos transformamos así-al decir
las ideas para pensar a l otro, así como la revalorización de la ética como de Donnel Stern en s u artículo del 2007: "El ojo que se ve a sí mismo"-
respuesta a la otredad. Dentro de la tradición relacional, la Doctora en en instigadores, que provocan la retraumatización de estados disociados
Filosofia y Psicología y analista supervisora del Instituto para el Estudio del self que se h an creado para cuidar a la persona de sentimientos
Psicoanalítico de la Subjetividad, Donna Orange, se encarga de arti- insoportables. También Winnicott nos a lerta sobre esta imposición de
cular el pensamiento de E. Levinas con la práctica clínica. Esta autora agenda, lo hace de manera clara en al capítulo 3 de R ealidad y juego
de numerosos escritos y libros sobre Psicoanálisis Relacional está profun- (1971/1986) donde remarca que: "El momento importante es aquel en el
damente interesada en articular la prácbca clínica con los conceptos que el niño se sorprende a sí mismo. Lo importante no es el momento
de autores tanto de la psicología como del campo de la filosofia. Lleva de mi inteligente interpretación. La interpretación fuera de la madurez
adelante esta tarea de manera profunda en su libro El desconocido que del material es adoctrinamiento y produce acatamiento"41 .
sufre (2013) donde desde una mirada filosófica-infüúda por autores como Así el analista le arrebata al paciente la posibilidad de d~scubrir lo
E. Levinas, H. Gadamer y M. Heidegger- propone una lectura de la teoría que debe descubrir por sí mismo, y se transforma en un analista pene-
y la práctica de ~utores psicoanalíticos como Winnicott, Kohut y Ferenczi, trante, disruptivo, intrusivo, que busca imponer su orden a lo que consi-
para nombrar algunos. dera e l caos del paciente.
Siguiendo las ideas de estos autores sobre la otredad y la práctica Como analistas nuestra actitud frente a este desconocido es variada,
clínica, es que nos interesa centrar nuestra .atención sobre un fenómeno múltiple y compleja. Pero creemos que podemos s intetizarlo en tres
habitual pero dificil de pensar: el encuentro con el otro en el ámbito del posibles disposiciones: la primera se relaciona con la de comprender al
consultorio. Es en ese espacio donde no sólo nos encontramos con un desco- otro. De esta manera tratamos de apropiarnos de su voz, de asimilar sus
nocido, sino que además este se acerca a nosotros porque sufre -a decir
de Orange, es un desconocido que sufi:e- . Este sufrimiento lo pone frente 41. Las negritas son originales.

188 189
Psicoanálisis Relacional. Una n ueva mirada, una nueva práctica Formas de estar con el paciente

vivencias para transformarlas en algo conocido para nosotros e inten- tamente responsables frente a él. El r econocimiento mutuo es lo que
tamos devolverlo como una explicación de a quello que le pasa 42 . Tratamos prima en la actitud de hos pitalidad, reconocer las n ecesidades, pensa-
de encajar a nuestros pacientes dentro de nuestras ideas preconcebidas mientos, prejuicios, anhelos, tratru· al otro como un diferente legítimo
nuestras t eorías y saberes acerca de su patología o su s ufrimiento. Est~ que exige mi cuidado y reparación del daño que fue infringido. La idea
actitud funciona como un calmante para nosotros, pero no necesariamente del tercero moral de Benjamín, que fue tratada anteriormente, ayuda a
da lugar a la voz del otro. Nos puede a lejar aún más. Como marcamos comprender este aspecto de la hospita lida d.
anteriormente, el otro trasciende mi capacidad de comprende,; trasciende La actitud hospitalaria nos r esponsabiliza de t en er una mirada
mi técnica Y mis teorías. Por lo que, si solamente buscamos comprender al compasiva del otro que sufre, permitiéndonos acompañarlo y estar con él,
otro corremos el riesgo de tota lizarlo, al decir de E. Levinas. donde él está, para poder desde ahí buscar juntos una salida, una opción
La segunda de las disposiciones podríamos llamarla la de dis posi- o simplemente una confirmación de lo dificil que es lo que está viviendo.
ción a tolerar. Esta implica aguantar lo que no aguanto del otro. Es una Esta disposición no anula o descarta las anteriormente descriptas, ni nos
ampliación de la primera actitud, pero el otro sigue estando sometido priva d e usar las herramient~s que aprendimos para realizar nuestro
a mis teorías, valores y creencias. Ya no busco que encaje en ellas, pero trnbajo a nalítico, sino q_ue las ordena y jerru·quiza en función de l otro.
estoy en desacuerdo y por eso tolero que el otro sea distinto de mí. La Todo esto nos enfrenta a la difícil tarea de corrernos de nuestras áreas
tolerancia presume el r espeto hacia el otro, pero sin embargo debo sopor- seguras y poder vernos afectados en lo m ás profundo de nuestro ser por
tarlo. Es un "Sí, pero no", e] otro sigue estando equivocado y no puede lo que estamos viviendo con el otro, al punto de poder sentirnos retrau-
ver lo que quiero mostrarle. Supone que aún tengo razón sobre lo que matizados (D. Orange, 2013). Así el mundo del paciente pasa a ser un
el desconocido es, vive, siente y experimenta. mundo compartido, en el que prima la experiencia de que todos somos
La tercera disposición vien e d e la mano de E. Levinas y h ace refe- sencilla mente humanos (máxima de H. Sullivan, que D. Orange nos
rnncia a la hospitalidad. Esto implica colocar en primer lugar la voz, el recuerda en su libro El desconocido que sufre).
rostro y la necesidad del otro. Es una posición de simetría que me lleva Nemirovsky, en s u libro del a ño 2007 reflexionando sobre las carac-
a poder reconocer a l otro como a lguien que está fuera de mi a lcance de terísticas del analista de pacientes graves, refier e a una cita de Winni-
comprensión y ad emás está potencialmente en lo correcto. Podríamos cott y argumenta de la siguiente manera:
representarlo en el proceso terapéutico como una apertura a la vivencia "Por supuesto que el analista con todos sus pacientes debe, en palabras
de un otro que nos obliga a ser humildes, sencillos y pacientes. Privile- de Winnicott, portarse bien (. ..) Este concep to deriva de la "madre sufi-
giando la búsqueda de la sintonización con las necesidades, y no sólo la cientemente buena"y en la clínica resulta que, si el analista se manifiesta
comprensión. Así podemos r esponder a l otro, antes de poner en juego con autenticidad, esto es, si es sensible, constante, coherente, dedicado,
nuestra agenda con reglas, técnicas y teorías. tolerante con su propia ira, si reúne las cualidades de una madre buena
Otro de los aspectos de la hos pitalidad es que no juzga, no hace juicios madre y no d e una madre buena, el paciente podrá desplegar en él su ser
de valor sobr e lo que está sucediendo. E l desconocido se impone como falso. El analista, en los casos complicados, debe "estar preparado para
una exigencia para mí, como a lgo primordial frente a todo lo que tiene aguardar"(...) A veces debemos aguardar años, esperando sin vengarnos,
lug~r en mí. Somos t estigos privilegiados de s u vida y t enemos la opor- conteniendo incluso a la familia. Y no sólo a la del paciente".
tumdad de acompañarlo en s us s ufrimientos, dolores, alegrías, etc. Nos Son los pacientes graves, aquellos que padecen s ufrimientos m ás
permite entender que lo que el desconocido h a logrado hasta aquí, r epre- inten sos, m ás alejados de nuestr a experiencia y que nos obligan a huma-
senta s u mejor esfuerzo para poder ser lo que es. E sto nos hace infini- nizar nuestros encuadres y técnicas para poder acompañarlos como ellos
lo n ecesitan, los que nos enseñan la responsabilidad con el desconocido
42. Muchas veces iniciamos nuestras explicaciones sobre lo que un paciente relata diciendo: que sufre43 • Creemos que la actitud del analista, que Nemirovsky rescata
"Lo que vos quisiste decir es ..." o "esto significa que vos sentís ... " o en a lgw10s casos
"En realidad lo que vos querías hacer era ... ". Esto marca w1a situación donde impo- 43. La m ayoría de los autores que han pensado la clú1ica psicoanalítica desde una mirada
nemos lo que nosotros creemos que él quiso o deseó o intentó hacer. relacional han basado su experiencia clínica en pacientes psicóticos o gravemente

190 19 1
Psicoanálisis Relacional. Una nueva mirada, una nueva p ráctica Formas de estar con el paciente

de Winnicott, está en la línea de lo que entendemos por hospitalidad y Díaz, C., Piccolo, Y., Font Saravia, V (2016) El bebé no existe, la neutralidad
tampoco. (trabajo libre) XXV Encuentro latinoamericano sobre el pensa-
puede ampliarse, abarcando no sólo la clínica de los pacientes graves,
miento de Winnicott, Santiago de Chile.
sino a todos los pacientes que nos encontramos en nuestro trabajo clínico Nemirovsky, C. (2019) Diccionario enciclopédico interregional de psicoanálisis
actual. Esta encarna una actitud de espera, de disposición por parte del de laAPihttps://www.ipa.worlcl/en/Encyclopedic_Dictionary/Espagnol/
analista a no ser un intruso en la vida del paciente y a respetar al otro encesp.aspx, entrada "Intersubjetividad", III. Db. Aspectos históricos
como "una madre buena madre". de las ideas intersubjetivas en América Latina.
Con todo esto creemos que la hospitalidad es una disposición existen- Eizirik, Claudia. Entre la objetividad, la subjetividad y la intersubjetividad.
cial básica para realizar nuestro trabajo como analista. Ideal este dificil ¿Aún hay lugar para la neutralidad analítica? Aperturas Psicoanalí-
de alcanzar, pero que funciona como guía en la tarea clínica. ticas. R evista Internacional de Psicoanálisis, Nº 012 2002
Ferenczi, S. (1988) Diario Clínico de 1932. Buenos Aires. Argentina: Conjetw·al.
Ferenczi, S. (1928) ''Elasticidad de la técnica psicoanalítica", en Obras Completas,
Madrid. España: Ed. Espasa-Calpe (1984).
Bibliografía
Ferrater Mora, J., (1990). Diccionario de Filosofía. Buenos Aires. Argentina:
Alianza Editorial.
Aron, L. (1996). Un encuentro de mentes. Mutualidad en el psicoanálisis, Santiago Font Saravia, V. (2016) El uso de internet como fenómeno transicional. Del
de Chile. Chile: Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2013. mutismo al encuentro [Taller] XXV Encuentro latinoamericano sobre
Ávila Espada, A. (2013). La tradición interpersonal. Perspectiva social y cultural el pensamiento de Winnicott, Santiago de Chile.
en Psicoanálisis. Madrid. España: Ágora Relacional. Freud, S. (2006): Obras Completas. Novena Teimpresión. Buenos Aires, Argen-
Bacal, H. A. (1988) Optimal Responsiveness. H ow therapists Heal Their Patients. tina: Amorrortu Editores.
Howard Bacal editor. New Jersey. USA: Aronson. (1912) Consejos al médico sobre el trat~miento psicoanalítico. Tomo
Baranger, W., Baranger, M. (1969) Problemas del campo psicoanalítico, capítulo XII.
VII La situación analítica como campo dinámico, Argentina. Buenos (1915) Puntualizaciones sobre el amor d e transferencia. Tomo XII.
Aires: Ediciones Kargieman. (1919 (1918]) Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica. Tomo XVII.
Baranger, W. (1979) Proceso en espiral y Campo dinámico. Revista Uruguaya de Fromm, E. (1984) El miedo a la libertad. Buenos Aires. Argentina: Paid6s.
Psicoanálisis, 59: 17-32. 1979. Ghent E. (1990). Masochism, Sub1nission, Surrender-Masochism as a Perversion
Benjamin, J. (1996) Los lazos del amo,: Psicoanálisis, feminismo y el problema ofsurrender. Contemp. Psychoanal., 26:108-1361990.
de la dominación". Buenos Aires. Argentina: Paidós. Gomel S., Matus S. (2011) Conjeturas psicopatológicas. Argentina: Psicolibro.
Benjamin, J. (2012) El tercero. Reconocimiento. Ph. D.2 New York, USA (CEIR: Greenberg J. (1996) Psychoanalytic words and psychoanalytic acts: A briefhistory.
Clínica e investigación relacional, revista electrónica de psicoterapia). Contemp. Psychoanal., 32:195-214 1996.
Bleichmar, H. (2005) Avances en psicoterapia psicoanalítica: hacia una técnica Greenberg J. (1995) Psychoanalytic technique and the interactive matrix.
de intervenciones específicas". Buenos Aires. Argentina: Paidós. Psychoanal. 064: 1-22 1995. .
Buechler, S. (2018) Valores de la clínica. Emociones que guían el tratamiento Heidegger M. (1927). El ser y el tiempo. Buenos Aires. Argentina: Fondo de
psicoanalítico. Madrid. España: Ágora Relacional. Cultura Económica.
Coderch de Sans, J. (2012) Realidad, interacción y cambio psíquico. La práctica Heimann, P. (1949/1950). Sobre la contratransferencia. Revista de psicoanálisis
de la psicoterapia relacional II. Madrid. España: Ágora Relacional. de la Asociación Psicoanalítica. de Madrid, N º32.
Coderch de Sans, J. (2014) Avances en Psicoanálisis R elacional. Nuevos campos Heimann, P. (1959/1960). La contratransferencia, Revista de P,Sicoanálisis de la
de exploración para el psicoanálisis. Madrid. España: Ágora Relacional. Asociación Psicoanalítica. de Madrid Nº 32.
De León de Bernardi, B. (2009) Introducción a! trabajo de Madeleine y Willy Kohut, H . (1975). Tbe psychoanalyst in the community of scholar s, Ann.
Baranger: La situación analítica como campo dinámico. Revista Psychoanal, 3:341-370.
Uruguaya de Psicoanálisis, 108:198-222. León, S., Ortúzar, B. (2020).Diccionario introductorio de Psicoanálisis Relacional
e intersubjetiva. Chile: Ril editores.
perturbados. Este es el caso por ejemplo de Ferenczi, Frida Fromm Reichmann, Levenson, E . A. (1983). The ambiguity of change. Nueva York: Basic Books.
Sullivan, Pichon-Riviere, Fromm, entre otros.

192 193

También podría gustarte