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Ebook Septenios
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Ebook Septenios
Desarrollo del nivel orgánico del cuerpo, de sus órganos y sus armónicos psíquicos. Ajuste
básico de las presiones externas, especialmente dentro de la familia.
Construcción del nivel de poder del ego consciente; desarrollo del sentido del Yo.
Comprobación de los propios poderes personales de la autoexpresión creativa.
Luna progresada y Saturno IV: la función estructurante toma la primera forma y adquiere
cierta independencia. Etapa en la que se da la segunda dentición: la capacidad de masticar
“el mundo” por uno mismo. Se inicia la escuela primaria. El cuerpo etérico encarna, y
termina de encarnar la motricidad. Se manifiesta la energía diferenciante en el cuerpo. La
correspondencia astrológica con la revela el ingreso a esta etapa de crecimiento.
Neptuno II: el cuerpo astral toma sustancia, tiene su propia naturaleza emocional.
Empiezan a materializarse los arquetipos, generalmente muy relacionados con los modelos
maternos y paternos y los arquetipos místicos (ser monja o unirse a un movimiento
juvenil). Se dan los primeros enamoramientos. La sensibilización de la estructura comienza
a tomar sustancia.
Luego del empuje puberal que se da a finales del septenio anterior, la erupción de la
sexualidad corresponde al nacimiento del vientre psíquico del medio ambiente familiar:
ahora comienza la diferenciación consciente de los padres. Se los debe ver ahora como
adultos, seres humanos capaces de cometer errores. La conciencia objetiva se va
construyendo a través del impacto de las experiencias en la relación humana. El deseo
profundo del adolescente en ser él mismo, descubrir por medio de la experimentación las
posibilidades latentes que tiene.
El adolescente siente el impulso de formar relaciones profundas y significativas. Se tiene
que ir desarrollando el sentido de responsabilidad en las propias relaciones íntimas. El
amor adolescente que se da por la estimulación que generan los cambios biológicos y
glandulares se convierte en el motor de esta etapa. En esta etapa cosas que le eran
totalmente ajenas se introducen en su mundo y lo envuelven.
Siente el impulso de participar en un ritmo que le es propio en una totalidad más vasta. El
adolescente debe aprender por contraste quién y qué es. El amor se convierte en el gran
revelador: el amado se convierte en la imagen espejada del yo y sus necesidades.
Inicialmente el amado es una figura idealizada que se basa en ilusiones de la niñez y esa
imagen es proyectada en un ser humano real y la experiencia obliga a que uno modifique
esas ilusiones.
En esta etapa, en la escuela se aprende de responsabilidad social y de la educación
voluntaria (comienza a elegir que es lo que quiere estudiar).
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Urano IV: el pulsar de la singularidad empieza a tomar forma con la oposición de Luna y
Saturno, el individuo se para en el polo sobre adaptado o en el rebelde, es tiempo de
experimentar esa tensión para luego ir encontrando “un mundo” propio. El cuerpo mental
se hace independiente y “rompe con las ideas del nido”. Se empieza a afirmar la identidad
personal. ¿Qué lo diferencia de la familia de origen? ¿Cómo hace pertenencia? ¿Qué
espacio tienen su creatividad y su libertad? ¿Se permite estar en la búsqueda sin darse ni
darles a otras respuestas definitivas? ¿Puede comenzar a diferenciar sus deseos de las
expectativas de los demás? ¿Se libera de los patrones emocionales o queda enredado?
Esto supone confrontaciones internas y externas dan cuenta de las barreras para la propia
experiencia del Yo, y hasta que no se las pueda reconocer uno no puede asegurar su
individualidad.
Todo lo que en la vida se experimente antes de los 28 años gira primordialmente alrededor
de la propia relación con la familia o con cuanto la haya sustituido. Una persona debe
crecer y descubrirse (descubrir su verdad, finalidad) mientras vive dentro de su familia y, al
mismo tiempo, realizar un esfuerzo para crecer fuera de la familia, y separarse
psíquicamente de sus influencias. Mucha gente después de los 21 años procura formar sus
propias familias, se instruyen para un trabajo, se casan y tienen hijos. Lo realizado antes de
los 28 representa psicológicamente los modos adoptados en el esfuerzo de emerger de la
matriz familiar y de las presiones del medio ambiente social.
Previo al retorno de Saturno hay un tiempo en que la persona registra que lo que armó ya
no le sirve, pero desconoce a donde va o lo que quiere, no logra vislumbrarlo. Saturno se
pone laxo hasta el momento de la conjunción en el que recupera tonicidad. La persona
quiere apropiarse de su vida.
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Luna y Saturno IV: Se arraiga la nueva estructura. Las decisiones se toman con más
conciencia de la propia voluntad: “lo que quiero de mí”. Es tiempo de importantes
decisiones.
Urano VI: la creatividad se prueba, el querer ser diferente toca su límite, necesita
articularse con la totalidad. Momento de volverse hacia adentro y pulir el propio talento.
La singularidad entra en un proceso de metamorfosis para luego permitir la repolarización
a partir de los 42 años. Se cuestiona la propia singularidad como función dentro del
sistema.
El tirón del alma se produce porque lo que se armó hacia fuera necesita ser confrontado
con lo interno. El alma tironea desde adentro frente a una aparente crisis externa. Lo que
toma forma se hace visible y se cuestiona muy desde lo profundo. Se remueve lo más
profundo en uno, se encuentran temores, resentimientos, complejos y al mismo tiempo se
abre el depósito de las potencialidades y talentos. Con Plutón en cuadratura a Plutón, se
abren los depósitos más oscuros de cada uno, se actúa con mucha potencia en el ámbito de
Plutón, emergen los resentimientos y se abren los depósitos del inconciente para ser
limpiados (incluso de otras vidas) de allí que surja la necesidad de ir a lugares de
transformación y transmutación. Ese lugar en uno.
Hasta este momento las energías vitales se estuvieron construyendo y expandiendo, ahora
empieza el hemiciclo menguante. Cada nivel sucesivo de aquí en adelante será una
expresión introvertida de su contraparte extrovertida y entrarán en juego los valores e
ideales opuestos. El nivel extrovertido correspondiente al septenio 35-42 es el septenio
inmediato anterior 28-35, estos dos niveles juntos forman una meseta (ambos son niveles
de la personalidad) durante la cual la exigencia básica de la Vida es ser un Yo y ocupar un
lugar en el mundo. Esto significa ser autodeterminado y autosostenido, conciente del
propio destino individual. Por lo tanto, es necesario liberarse de los vestigios de las
influencias externas y escoger la propia reacción básica ante la Vida. Mientras uno siga
atado por hilos psíquicos a la trama de un padre, un cónyuge, un mentor espiritual, un
grupo, una institución o una ideología, tendrá algo “fuera de sí” que determinará sus
acciones. El año 35º es simbólicamente la luna llena del ciclo vital. Los sentimientos de
culpa o inferioridad proporcionan una excusa excelente para perpetuar este tipo de
inmadurez emocional. Este es el momento en que lo externo confronta lo interno, la
persona puede “ver” por que hace lo que hace y luego decidirse a hacerlo o no. Esta
elección supone la aceptación de una responsabilidad.
Son las creencias las que deben ser transformadas. Es tiempo de experimentación,
exploración y apertura a “modelos” que no conocía para que la construcción de mi “modelo
de vida” pueda ser flexible, rico, sólido y adecuado para mí. Esto permite trazar nuevos
surcos para los que viene detrás.
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Nivel sociocultural. Lleva una vida rutinaria y una sumisión pasiva a las cosas como son, o
revé activamente la propia actitud hacia los íntimos. Intento de efectuar un nuevo
comienzo en la vida. Repolarización. Edad de la INICIACIÓN.
Esta fase vital se corresponde con el septenio entre los 21 y los 28 años de edad que es
también un nivel social. En ese septenio ocurría Saturno cuadratura Urano, el adulto
emergía para introducirse en el mundo, es un aspecto de naturaleza extrovertida, la
persona probablemente se casó, se estableció socialmente, creo relaciones propias, etc.
Ahora en oposición, este aspecto indica más conocimiento que acción. Urano oposición
Urano ocurre alrededor de los 42 años, y alrededor de los 45 años la oposición Saturno-
Saturno, así que la primera exigencia de este septenio es la de hallar el significado y valor
reales de las propias relaciones interpersonales y sociales y esto tal vez implique que se
rompan pautas habituales de muchos años de duración para que se pueda establecer la
nueva actitud. Para esto debe hallarse un valor personal para las relaciones, las
consideraciones comerciales, familiares y sociales no tendrían que determinar más la
selección. Un matrimonio que se mantuvo “por el bien de los hijos” se disolverá cuando
estos hayan crecido si no se encuentra una razón verdaderamente personal para mantener
esa relación. También las relaciones que se formaron en torno al avance de la propia
carrera laboral o posición social comienzan a volverse carentes de sentido porque uno ya
ha avanzado en la escala social o laboral. Los problemas que surgen en este septenio están
muy ligados a la sensación de soledad cuando esta se vuelve difícil de soportar. Para
compensar esta sensación de aislamiento se puede huir introduciéndose en el mundo de
los sueños (melodramas), perdiéndose en el mundo del trabajo o actividades sociales,
lanzarse a alguna aventura heroica, o hasta huir del hogar para “empezar una vida nueva”.
Durante todo este período fluye una corriente subterránea de ansiedad, una sensación de
última oportunidad. Uno puede encontrarse tratando de aferrarse al amor por la fuerza
por temor a que ya no quede otra oportunidad de hacerlo, los trastornos emocionales que
acompañan al enamoramiento precipitan una nueva forma de crisis adolescente.
SEPTENIOS
Mientras que el adolescente se enamora del amor, la persona durante este septenio busca
el amor para absorber o borrar una sensación de fracaso. Esta búsqueda del amor desde
creer hay que encontrarlo antes de que sea demasiado tarde, puede tener por resultado un
grave desorden emocional cuyo producto puede ser trágico.
Hacia los 40 años la persona nota que su cuerpo pierde energía y resistencia. Esto causa
mucha ansiedad y preocupación por el cuerpo –que apariencia tiene, como se siente, como
se comporta. Por otra parte, en nuestra cultura occidental, el cuerpo está intrínsecamente
atado a la aptitud para amar y ser amado por lo que se genera mucha preocupación a nivel
de relación. La menguante potencia sexual del hombre puede llevarlo a buscar mujeres
más jóvenes con quienes poner a prueba su virilidad. Para la mujer, el impulso sexual puede
ser más fuerte hacia los 40 años que en etapas anteriores; sin embargo, si siempre juzgó su
sexualidad en términos de deseabilidad, la aparición de arrugas, el aflojamiento de la piel y
otras señales externas de la edad son traumáticos. La conciencia de la declinación física
señala la necesidad de un cambio básico de la propia actitud hacia los demás y hacia uno
mismo. Las soluciones externas ya no aplican, ya no se trata de ser más fuerte, más rico o
mejor que otro. Es tiempo de concentrarse en lo interior, en desarrollar los poderes
internos. El cuerpo declina como debe ser en todo organismo vivo. Si la persona logró
madurez psicológica, la capacidad mental crece y se fortalece. La mente se cansa solo en
aquellas vidas en las que el temor y la tensión emocional por rebelarse contra el
envejecimiento impiden cambiar actitudes. De hecho, es el ego el que se cansa en su
esfuerzo por no cambiar, por seguir sosteniendo pautas de pensamiento fijas. Si una
persona logra el estado de integración de la personalidad, liberándose de las exigencias
inconscientes de sus creencias, este septenio puede señalar el tiempo de una real
iluminación del ESPÍRITU o de algún cambio profundo en la dirección positiva de su vida.
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Urano VIII: cerca de los 50 años; la propia singularidad en crisis debe transformarse. Es una
fase regenerativa. Suele traer profundas experiencias ocultas y crisis biológicas como
consecuencia de lo que tuvo lugar en el septenio anterior.
Júpiter: nuevo inicio del sentido de sí trae más energía. Valentía espiritual.
La lección a aprender en esta fase del ciclo vital es el significado que puede y debe
recogerse de la vida que se ha vivido. Quien se proponga en el atardecer de la vida solo el
objetivo de hacer dinero o de un logro social sentirá el perjuicio en su alma.
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En esta etapa vuelve a hacerse relevante el apego o la identificación con los padres o
situaciones familiares, ahora de un modo introvertido, en un nivel psíquico. Entre los 14 y
21 años muchas personas intentan romper con los lazos de dependencia psíquica de sus
padres abandonando el hogar. Pero rebelón no significa libertad. En la etapa 49 – 56
reaparece esta temática, ya no se depende económicamente de los padres (e incluso a
veces ellos dependen de uno) y si se vive con ellos es en la casa de uno y no de ellos, se
confronta nuevamente con las actitudes y valores de los padres y ahora se puede escoger
conscientemente aquellos valores hereditarios desde una nueva perspectiva y establecer
una relación individual con los padres. Es muy importante para el desarrollo psíquico de
una persona poder establecer esta relación personal con los padres, si esto no sucede
queda para el resto de la vida la sensación de algo trunco y la culpa podría alzar una barrera
ante la experiencia del YO y uno pasa a la siguiente etapa con una “pizarra manchada”.
Vivir de manera positiva este período, reconociendo la propia valentía espiritual y sentido
fuerte del destino para resignificar las crisis y tragedias de la vida permite ir cosechando
las experiencias del pasado en estado de semilla y enseñar a los demás sobre la base de lo
que se aprendió y experimentó.
La persona también está lista para introducir la cualidad de la sabiduría en sus relaciones.
Ahora puede “devolver” a la juventud los frutos de la experiencia. La vida pide que uno
ocupe un lugar, puede ser que ya se esté establecido profesionalmente, sin embargo, el
desafío es ocupar un lugar desde lo vincular.
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Urano y Júpiter IX: momento de renovar el panorama mental, las creencias personales y de
expresar su sabiduría. La edad de la filosofía.
Empieza un 4to ciclo nodal que indica la renovación potencial de la pauta de integración de
destino y la personalidad.
Es tiempo de darse permiso de ser quien uno es, de hacer lo que uno quiere, más allá de lo
que “debe” hacer. De acuerdo con la promesa de libertad y expansión que simboliza , es
momento de entregarse a cambios positivos en la visión del mundo y en el carácter: uno se
siente más libre. Los hombres son más capaces de expresar sus necesidades y de admitir
sus sentimientos. Las mujeres se sienten mas confiadas al reconocer su poder y al hacerse
valer y uno comienza a tener más tiempo para uno mismo. Es el momento de las
divergencias, los experimentos y la expansión. Si uno sigue haciendo todo “como siempre”
puede estar haciendo cosas muy útiles, pero probablemente muchas de esas actividades ya
pertenezcan al pasado. Apegarse a un solo lugar y tratar de obtener identidad y
satisfacción de una sola senda ya bastante recorrida no contribuye a esta etapa. Es
necesario tomar conciencia de que pronto habrá que jubilarse y es importante prepararse
para ello buscando intereses y actividades que puedan llenar el vacío que deja el dejar de
hacer “lo de siempre”.
Puede ocurrir una repolarización en la que sea necesaria una revisión de lo que uno asimiló
en la vida decidiendo que conservar y eventualmente pasar a generaciones futuras, y que
desechar.
En esta etapa generalmente se siente que ya se entregó todo como hombre o mujer, sin
embargo, esta etapa tiene más que ver con entregar a la red, tomar contacto con sin miedo
y entregar el fuego como servicio, el fuego interno esta redistribuido ahora en todo el
cuerpo por lo tanto es necesario reconocerse con esta nueva cualidad, meditar ayuda a
alquimizar estos cambios.
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Luna, Júpiter y Saturno IV: potente autoafirmación que se arraiga en una sólida estructura
personal.
Los 63 años son una edad particularmente crucial. Si la persona no tiene nada positivo que
ofrecer a la sociedad o no esta abierta a nuevos reinos de conciencia, entonces el proceso
de cristalización corporal y disminución de la vitalidad asume un poder adicional y crece la
sensación de que “el mundo está cada vez más loco.” Es habitual que los hijos estén muy
preocupados por sus padres que ya están “locos”.
El proceso de Urano significó la separación gradual del yo creador respecto del cuerpo y
de la existencia rutinaria. Este proceso se relaciona con el proceso que viene haciendo el
Yo para afrontar la crisis de los 40 años y ocuparse de sus resultados durante los 50 años
de modo constructivo. En esta etapa es importante separar lo que es importante para
nosotros de lo que no lo es y volcar el interés en aquellas que revitalizan.
El sentido de la vida que redirigió la vida desde los 60 años puede llevar a una “tercera
pubertad” cerca de los 73-74 años y se restablecen contactos vitales entre el individuo y la
sociedad, entre el ego conciente y el espíritu interior, dependiendo de donde se centre la
atención.
Luna y Saturno VII: presencia de límites propios en la relación con el afuera y con los
demás. Reorientación. Mucha energía proyectada. El Yo se achica.
Urano y Júpiter XI: momento de asociar la singularidad entrando en contacto con el futuro
y una red que trasciende el propio ser. Movimiento inverso al de los 28 años.
Neptuno VI: la sensibilidad pide ser afinada, “los sueños personales” encuentran
obstáculos, necesitan articularse con la totalidad. Lo transpersonal va interiorizándose y
las funciones corporales se disuelven.
En este septenio todavía hay vitalidad y deseo. Es una edad para hacer lo que uno quiere y
no lo que uno debería. Es tiempo de hacer inventario, evaluar lo logrado o no, reflexionar
sobre ello, asimilarlo y hacer una nueva apreciación de los valores, las metas y objetivos
que son realmente importantes a partir de ahora. Se empieza a vivir la relación con el Yo y
con los otros de manera diferente. Uno sigue creciendo, pero es importante el ir
entregando a los otros, un vivir “para los demás” desde la sabiduría. Los logros creativos se
entregan a la red y esos logros traen abundancia.
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Los frutos de la nueva relación con el cuerpo dan lugar a un cambio ulterior del
magnetismo hacia los 77 años. Despedida del mundo de la materia.
Urano XII: Disolución: fin de ciclo de la singularidad y cierre de cuentas pendientes; lo que
“no he sido”. Baja de energía. Movimiento inverso al de los 35 años.
Júpiter VI: El movimiento es interior. El sentido de la vida se vuelve hacia adentro y se abre
la posibilidad de comprenderlo dentro de “un sistema”.
Los antroposóficos diferencian vejez de ancianidad. La imagen del anciano está unida a la
sabiduría y el respeto. La sensación de transitoriedad se deja traslucir ahora y da clara
conciencia de lo que pasa y de lo que es eterno arrojando luz sobre la vida. El anciano
puede callar y escuchar gracias a su fortaleza interior y sabe cuando hablar. La reflexión, la
prudencia y la oportunidad se vuelven características. Sabe perdonar y agradecer. Asume
la responsabilidad de sus actos. Aprendió a confiar, no teme que lo engañen. No tiene
miedos. No teme a la muerte, la aguarda. Acepta su destino y no tiene exigencias. Su
cuerpo envejece armoniosamente. Su espíritu se expresa a través del cuerpo físico que
envejece, expandiendo la luminosidad del Ser. Vive la libertad de su alma y de su espíritu.
SEPTENIOS
Se inicia un ciclo en otra dimensión para quienes pueden conectarse con otros planos. La
Sabiduría.
Neptuno VII: posibilidad de objetivar emociones y las tramas arquetípicas de los vínculos.