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Mesopotamia 2021

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Mesopotamia

1. Religión
2. Sociedad
3. La arquitectura
4. Características
5. Pintura y Relieve
6. Orfebrería

Mesopotamia significa en griego "entre ríos". La región así denominada abarcaba inicialmente los
territorios comprendidos entre los ríos Tigris y Eufrates. En la actualidad comprende a Iraq y el este
de Siria.
La abundancia de agua creó una gran riqueza natural, hasta el punto de que, según la Biblia, estuvo
allí localizado el Paraíso. El neolítico pronto alcanzó un gran desarrollo en Mesopotamia, con
asentamientos urbanos importantes, como Eridu o Uruk (desde el año 3.750 a.c.).
En esta ciudad comenzó, muy probablemente, un sistema complejo de escritura. La historia de
Mesopotamia es una sucesión de civilizaciones, iniciada por los sumerios (3.000 a.c. - 2.350 a.c.).
Estos son vencidos por las huestes de Sargón, rey de los acadios (Akkad), que imponen su poder
hasta 1.800 a.c.
Desde ese momento conviven dos importantes culturas: los asirios (Assur), al norte, y los babilonios
(Babilonia), al sur. Cada uno evoluciona de forma diferente, pero ambos acabarán dominados por
pueblos guerreros llegados del este, los persas (Persia), medos y aqueménidas.

MAPA DE MESOPOTAMIA
RELIGIÓN:
La religión en el mundo Mesopotámico domina todo y permanece más o menos inalterable hasta la
conquista musulmana.
Está basada en un principio en las fuerzas de la naturaleza que se identifican con los dioses: el dios
del agua es Enlil, el del cielo Anu y el de la tierra Enki. Estos dioses poco a poco van tomando forma,
primero con símbolos y van a acabar teniendo forma humana. Anu va a ser el dios de los dioses.
Posteriormente se van configurando nuevos dioses: la gran diosa Inanna, que más tarde se va a
identificar con Ishtar, va a ser la diosa más venerada. Es la diosa de la fertilidad y del amor. Sin será
la luna y Shamash el sol. A estos se les van a unir otros dioses que van a ser venerados sólo en
algunas zonas, como Assur en Asiria o Marduk en Babilonia.
Pese a ser extremadamente importante, la religión en Mesopotamia no tiene un desarrollo artístico
tan importante como en Egipto. También creen en espíritus maléficos y demonios, creencia que sí va
a influir en el arte pues hay numerosas representaciones artísticas para espantar a estos espíritus ya
que, entre otras cosas, creían que estaban relacionados con las enfermedades. Ligado a la religión
hay un mundo que en Mesopotamia tuvo un gran auge: la magia, especialmente la relacionada con la
observación de los astros, la astrología, de la que los pueblos mesopotámicos van a tener un gran
conocimiento que transmiten a otros pueblos.
Los templos van a ser grandes complejos que se van desarrollando a través de las distintas épocas y
en ellos se da una gran burocracia. No es sólo una institución religiosa, sino también política y
administrativa. Así, en torno al recinto religioso se van a construir una serie de estancias e incluso el
palacio del rey. El monarca va a ser el que debe construir los templos. Así, el rey-sacerdote pone la
primera piedra de estas construcciones, que para los mesopotámicos era muy importante, por lo que
hay muchas representaciones de este hecho.

SOCIEDAD:
Las ciudades están aglomeradas en unas ciudades-Estado que son autónomas e independientes y
que están gobernadas por un monarca que dirige el ejército, administra la justicia y dirige los ritos
religiosos junto a los sacerdotes. Es el dueño y señor de todo el territorio.
Hay dos tipos de nobleza: la nobleza cortesana y la nobleza empleada, o bien en el ejército o en la
administración. También hay escribas, aunque no están representados como en Egipto, pero que
también están muy bien considerados y están ligados al templo. La clase urbana está formada por
mercaderes y artesanos. Por debajo se sitúan los campesinos y por último los esclavos. Esta
sociedad está bien organizada desde un principio. Prueba de ello es la legislación que hay desde muy
pronto, como la de Ur-Namu, que es la más antigua, de la época neosumeria, o el código de
Hammurabi, ya de época babilónica.
Este desarrollo de los pueblos se ha podido estudiar gracias a su conocimiento de la escritura. Se
conoce desde finales del IV milenio, con los sumerios. Se trata de una escritura cuneiforme, llamada
así por el aspecto de los trazos, que es en forma de cuña. La escritura ha aparecido en tabletas de
arcilla blanda y era realizada con un buril o cálamo, con los que se van haciendo los trazos, tras lo
que se cuecen las tabletas, para que se endurezcan. Las primeras tabletas eran funcionales, escritas
en ladrillos en los cimientos de los templos, y luego ya apareció en relieves, en materiales duros, etc.
La escritura cuneiforme se conoce desde 1802 gracias a Groterfend que descifró la estela persa de
Behistun, que estaba escrita en tres lengua: persa, acadio y elamita. Se sabe de la existencia de
bibliotecas, pero han desaparecido. La más importante fue la de Nínive.
El pueblo mesopotámico estuvo muy desarrollado y fue poseedor de gran cultura. Fueron los grandes
conocedores de la astrología: conocían planetas, movimientos, constelaciones, inventaron el
horóscopo, etc.
También tenían grandes conocimientos de medicina y cirugía, de lo que quedan notas, por ejemplo,
en el código de Hammurabi.
Sobresalieron en el cálculo matemático y en las operaciones mercantiles. También tenían grandes
textos relacionados con el mundo de la literatura: hay restos de poemas épicos, oraciones, textos
didácticos, etc., pero siempre con una finalidad práctica, que era la continua exaltación del poder, un
continuo carácter político y religioso. Las artes plásticas también tenían esta finalidad, no existe la
motivación estética, por ello no se conocen nombres de artistas, ya que sólo sirven para exaltar al
poder con un matiz propagandístico.
LA ARQUITECTURA:
La producción artística, de la que hasta ahora hemos indicado las características esenciales, se
expresa a través de una serie de “géneros” o categorías sobre cuya autonomía es, evidentemente,
posible formular reservas. Pero también es verdad que el culto de las formas tradicionales, con los
fenómenos de supervivencia y arcaísmo, junto con el componente religioso y hasta mágico de los
modelos, confiere a estos últimos una función esencial. Sería un error creer que, como en el caso de
otras civilizaciones, esto sirve sobre todo para las artes figurativas. Antes bien, la tipología
arquitectónica, es decir, el conjunto de modelos (casa, templo, palacio etc.) del cual dependen las
obras completas, constituye un adecuado paralelo de la tipología escultórica, detal manera que las
formas tipo de los edificios tienen valor de modelos no menos que las estatuarias.
Por otra parte, esta convergencia que la crítica moderna sugiere entre las tipologías de la arquitectura
y las iconografías de las artes visuales (o sea las imágenes figuradas que brotan de la creatividad de
escultores y pintores) halla en Mesopotamia, (como en otras regiones del próximo oriente antiguo, en
particular Egipto) una comprobación muy considerable.
Esto se verifica especialmente en el caso de los toros alados de cabeza humana, insertados en las
puertas de los palacios para protegerlos con su fuerza mágica (carácter profiláctico); y en el de los
relieves esculpidos en las paredes de las salas, como guía ideal de los visitantes. Asistimos aquí
(como para las esfinges situadas en la entrada de los templos egipcios) a las manifestaciones de un
arte que combina elementos arquitectónicos y escultóricos al realizar sus fines determinados. En tales
fines se pueden reconocer las condiciones necesarias para entender la articulación de la tipología
arquitectónica. Así, en el culto de los dioses encontramos la premisa natural del templo, en la
expresión del poder real de palacio. Ni ciertas carencias están privadas de significado: por ejemplo,
faltan los edificios para espectáculos y deportes, ya que estas actividades van unidas ambas a la vida
del palacio y del templo, sin asumir autonomía propia.
Como se ha dicho, la actividad fundamental de las gentes mesopotámicas es la construcción de
templos en honor de los dioses. Ya antes de los sumerios y después de ellos a través de la
documentación no sólo antropológica, sino también literaria, parece clara la dinámica del pensamiento
mesopotámico: en el ámbito de la ciudad-estado del sistema político con el que los sumerios se
asoman a la historia, cada centro tiene su dios, cada dios tiene su soberano que lo representa en la
Tierra; y es deber primero del soberano erigir lugar de culto, para que el dios pueda complacerse y
asegura como contrapartida el gran recurso necesario para la vida de la región, esto es: el agua
fecundadora de los campos.
Una inscripción del soberano sumerio más famoso, Gudea que gobernó la ciudad de Lagash
alrededor del 2000 a. C., expresa estos conceptos de forma tan evidente que conviene citarlo
directamente. Habla en primera persona el dios de la ciudad: “Cuando el fiel pastor Gudea empiece a
construir mi templo real, el agua será anunciada por un viento en el cielo: entonces la abundancia
llegará a ti desde el cielo e hinchará la tierra. Cuando se coloquen los cimientos de mi templo,
entonces habrá prosperidad. Los grandes campos te llevarán frutos, las osas y los canales se
llenarán de agua para ti” “...” E la tierra de los sumerios el aceite se producirá abundancia, la lana se
pesará en gran cantidad “...”El día en que empieces a construir mi templo, yo pondré el pie sobre los
montes, allí donde habita la tempestad; desde el lugar de la tempestad, desde los montes, desde los
lugares puros, yo te mandaré la lluvia, que dará vida a la tierra”. Circunstancias ambientales
determinadas, referentes al material, condicionan la construcción de los templos.
En el área Mesopotámica, y particularmente en el sur, se construye desde la prehistoria con ladrillos
de arcilla, modelados y secados al sol. Se superponen de una forma tan compacta y maciza, que el
muro raramente aparece interrumpido por ventanas, las cuales comprometerían su solidez. Falta la
columna: o por lo menos no existe la columna con función portante, sino a veces con función
ornamental. Las paredes se articulan con frecuencia en entrantes y salientes, que mitigan la
uniformidad pero no la solidez. La luz se obtiene mediante aberturas en el techo. Las puertas de
acceso tienen amplias dimensiones y constituyen la única interrupción efectiva de la continuidad de
las paredes.
Desde el punto de vista de la planta, el templo mesopotámico aparece inicialmente como único
espacio rectangular, que tiene el altar en uno de los lados cortos y la mesa de las ofrendas delante de
él. El altar no puede faltar y por ello la elevación formada por su plataforma en el lado corto de a
planta es el carácter distintivo del lugar sagrado. La entrada está a menudo en uno de los lados
mayores, o en ambos por la parte opuesta a la del altar. En la siguiente evolución del santuario (que
tiene lugar ya en el periodo prehistórico) al espacio único se añadan otros y aparece el uso del patio,
generalmente en el lado más ancho de la estancia sagrada.
 En el conjunto así ampliado se insertan las habitaciones de los sacerdotes y de los funcionarios, a
veces también las de los escribas anexos a la administración del templo y los depósitos de los
productos alimenticios. Lo completa el cinturón de murallas y de esta manera queda separado del
resto del área ciudadana, constituyendo un temenos (área sagrada). El concepto de área sagrada
prevalece obre el del lugar sagrado; y existen témenoi con más de un templo, además de con más de
un palacio de soberanos porque, como veremos, el edificio profano se integra muy pronto con el
sagrado. Una distinción fundamental que aparece desde la prehistoria, es entre templo “bajo” y
templo “alto”; el primero se apoya directamente en el suelo, el segundo se construye sobre una
terraza de base.

Zigurat

La terraza de base es el punto de partida de un ulterior tipo de edificio sagrado, que será el más
característico de toda la civilización mesopotámica: el zigurat (o ziggurat) o torre del templo,
construido por una serie de terrazas superpuestas de dimensiones decrecientes hacia arriba, con un
santuario en el vértice. Un sistema de escaleras en los lados permite la ascensión piso por piso, hasta
la cima. Inmediatamente surge el recuerdo de un típico monumento egipcio, la pirámide escalonada,
que aparece más o menos al mismo tiempo: y es difícil que no haya existido influencia entre un tipo y
otro Sin embargo, es problemático establecer en qué sentido y manera tanto más que el destino de
los dos monumentos es distinto, ya que el zigurat permanece y se perfecciona en el tiempo; mientras
que la pirámide escalonada desaparece para dejar paso a la de pareces lisas.
El esquema de palacio mesopotámico no difiere (salvo en la falta de espacio sagrado del templo): un
patio alrededor del cual se disponen las habitaciones, abiertas todas a dicho patio. La comunicación
con el exterior se asegura con una puerta que se abre a la calle. Tal esquema puede multiplicarse con
la combinación de otros conjuntos con un patio en el centro: ya a principios del II milenio a. C. el
palacio de Mari se extiende sobre en área de más de dos hectáreas y media; presentando un
conjunto de casi trescientas habitaciones. Particular interés adquiere la presencia de grandes palacios
de uno o más santuarios (nosotros lo llamaremos capillas): evidentemente, la integración entre
edificio civil y edifico sagrado continúa y se desarrolla desde épocas antiguas, con un cambio de
importancia que enfatiza el carácter civil.
La arquitectura funeraria, tan esencial en otras religiones y muchos pueblos vecinos presenta un
desarrollo mucho menor en Mesopotamia. Sólo en época sumeria, en la ciudad de Ur, se encuentran
hipogeos de cierta importancia.
A la I dinastía Ur (es decir, hacia mediados del III milenio a. C.) corresponden las tumbas reales que
se han hecho famosas tanto por la cantidad de joyas que contenían, como por el sacrificio de los
familiares y del séquito que allí se encuentra testimoniado. Las tumbas están construidas por cámaras
subterráneas abovedadas, en ladrillo, a las que se accede por un amplio foso de paredes en declive,
que penetra en el terreno con ligera pendiente. Más importante arquitectónicamente, también en Ur,
es la necrópolis de la III dinastía (finales del II milenio).
A nivel del suelo sobre estas tumbas (igualmente subterráneas y abovedadas) se eleva una
construcción que tiene un aspecto de edificios con patios: puede tratarse del lugar donde se
veneraban los difuntos, o en cambio puede ser su residencia en vida.
Es necesario recordar la situación religiosa que es la razón del escaso desarrollo de la arquitectura
funeraria. A diferencia de otros pueblos dela antigüedad (concretamente los egipcios), los
mesopotámicos tuvieron una fe muy débil y vaga en la existencia ultraterrena. Que dicha fe no
faltaba, nos lo revelan en algunos textos que hablan de personajes de regreso de la morada de
tristeza y dolor en el más allá, o de visitas a tales personajes; pero se trata de hechos limitados y,
sobre todo, a nivel de superstición popular o de la mitología que evoca tiempos remotos. Es necesario
observar, para concluir, que la arquitectura mesopotámica, muy definida y predominante en todo el
valle de los dos ríos, registra también algunas irradiaciones más allá de sus fronteras. La estructura
de los templos anatólicos (que se observa en distintos templos de la capital, Khattusha) renueva la
forma mesopotámica de las habitaciones recogidas alrededor de uno o más patios, aunque las
paredes exteriores se abren en amplias ventanas por las que entra la luz. Otro tanto puede decirse de
la región siria, donde el poder mesopotámica se difundió con gran fuerza.
En todo caso, reconocer una obra de arquitectura mesopotámica siempre es posible y a menudo
bastante simple. Toda una serie de características muy evidentes constituyen el armazón de la
identificación y a su vez su garantía: tales características se refieren al arte que surgió o se irradió de
Mesopotamia, y que no se verifican en otros lugares, ni siquiera en alguno de los mundos
geográficamente vecinos un templo en planta central con un patio a cuyo alrededor se recogen las
diferentes habitaciones, con la cámara sagrada señalada o el altar en el lado corto y por la mesa de
las ofrendas delante de dicho altar, es sólo mesopotámico. En Egipto la estructura era completamente
distinta, con una sucesión de espacios desde el exterior hasta el espacio sagrado. El material de
construcción contribuye decididamente a la identificación: los ladrillos crudos son típicamente
mesopotámicos, el contraste entre ellos y la piedra egipcia es claro y lo mismo ocurre con sus
consecuencias totalmente distintas en cuanto aberturas y afluencia de luz. Finalmente, la base del
templo en las terrazas superpuestas y degradantes es un hecho tan típico de Mesopotamia que hace
rápidamente reconocible la arquitectura, y no es ciertamente el breve paréntesis egipcio de la
pirámide escalonada el que pueda alterar este estado de las cosas.

CARACTERÍSTICAS:
El arte mesopotámico tenía carácter cívico: tiene palacios, templos y servicios públicos; tales como
murallas, canales de riego, puentes, puertas y fortalezas. También combina el sistema de platabanda
y dintel con el de arco y bóveda.
Como en la región no había piedra y la madera era escasa, emplearon el ladrillo (hecho de adobe).
Como el ladrillo es un material algo frágil, los muros se fabricaban gruesos y sin apenas aberturas; de
manera que la apariencia de la edificación es maciza, pesada y monótona.
Debido a las periódicas inundaciones que eran favorables a los cultivos, los edificios solían
construirse sobre terrazas.
Las paredes se cubrían de relieves en colores siguiendo esquemas muy simples, en particular los de
repetición y simetría.
Monumentos Principales:
a) El Templo: Consiste en un gran patio amurallado que en el espacio correspondiente a uno de sus
lados menores lleva lo que va a ser su elemento más característico: el Zigurat.
El Zigurat es una torre cuadrada de varios pisos escalonados, en cuya cima está el santuario. Las
caras se orientan hacia los cuatro puntos cardinales y se sube a los diferentes niveles por medio de
una rampa que rodea los cuatro lados, o por dos escaleras simétricas que trepan por el frente o os
laterales.
En su construcción se empleaban materiales muy ricos: mármol, alabastro, lapislázuli, oro y cedro.

b) El Palacio: No existe una forma prevista para el palacio. Tampoco es un edificio, sino una serie de
edificaciones prismáticas de distintos tamaños unidas entre sí por pasillos, galerías y corredores con
amplios patios intermedios y con murallas alrededor. Consistía en una sencilla construcción
cuadrangular con un patio central por el cual recibía luz y ventilación. Se alzaba sobre terrazas de
ladrillo a las que se subía por escaleras y rampas con desagües para protegerse de las inundaciones
y de la humedad. Las puertas, cuyas hojas solían ser de bronce, estaban flanqueadas por estatuas y
toros alados con cabeza humana a los que se les atribuían poderes protectores. Las paredes
interiores se decoraban con pinturas al fresco sobre enlucido de cal, o con revestimientos de ladrillos
esmaltados de colores vivos y relieves. Algunos de los palacios más importantes fueron los de Nínive,
Khorsabad y Nimrud.

Nínive

Salón del trono en Nimrud

c) Las Murallas: Las ciudades estaban guardadas por gruesas murallas de paredes verticales y
cortadas en ángulos rectos, reforzadas de trecho en trecho por torres cuadradas. El paso se hacía por
puertas fortificadas. El pasaje de estas puertas era de bóveda de medio cañón, en ambos lado se
colocaban las habituales estatuas protectoras.
d) Las Tumbas: Desde el punto de vista arquitectónico, la tumba no ofrece gran interés, pues es un
simple hipogeo con bóveda de ladrillo y varias cámaras, que se manifiesta al exterior por algún
pequeño monumento sin valor artístico. En su interior se ha encontrado un ajuar funerario muy rico:
cadáveres de damas, músicos, criados, cocheros y guardias inmolados en número grande que
revelan las bárbaras costumbres fúnebres de estos pueblos.
Escultura:
En la escultura los habitantes de Mesopotamia emplearon basalto, arenisca, diorita y alabastro.
También trabajaron algunos metales como el bronce, el cobre, el oro y la plata, así como piedras
preciosas en las piezas más delicadas y en las labores de incrustación. En sus sellos cilíndricos
usaron piedras de todas las clases, como lapislázuli, jaspe, cornalina, alabastro, hematites, serpentina
y esteatita. No obstante, algunas de estas piedras escaseaban en la zona, por lo que tuvieron que
importarlas. Otra importante forma de expresión fueron los sellos cilíndricos, delicadamente grabados
en piedra. La mayor perfección en esta técnica la habrían alcanzado los acadios.
La finalidad de este tipo de arte, era social y religioso, por lo cual su finalidad era utilitaria. Su temática
era el retrato de los dioses, reyes o altos funcionarios, en cuya ejecución domina la idea de
duplicación. Respondía a las leyes de verticalidad, frontalidad y simetría, aunque no conocieron la
perspectiva. Había también estilización de las facciones, cabellos y barbas (de cabello rulo). Dentro
de la escultura, se desarrollaron tanto las estatuas como el bajorrelieve.
Estatua:
Es una réplica de la realidad, que incluye también el tamaño. Sin embargo, este realismo lleva la
impronta subjetiva del artista, que le imprime una simbología, o un significado que va mas allá de lo
estrictamente visual. La estatua es quizás, la categoría artística en la que el mundo mesopotámico se
hace reconocer con mayor evidencia: en sus concepciones en sus caracteres, en su manera de
traducirse en arte. Su patrón es el siguiente: manos unidas cruzadas sobre el pecho, cabeza afeitada
y el torso desnudo o cubierto por un manto. Su temática estaba basada en los protagonistas de ese
mundo de poder y de fe del que el arte mana y del que es expresión
Diosa del vaso manante. Caliza (1,49m).

Tableta con escritura pre-cuneiforme Mesopotamia del Sur, época de Uruk III
Fin del IV milenio antes de C.
Tierra cruda
Alto 7,2 cm

b) Bajorrelieve: se usaba para narrar las grandes hazañas militares, los sucesos cívicos y familiares,
y los motivos religiosos. La figura humana es representada de perfil con algunos rasgos frontales,
como lo son los ojos y el torso. Los animales son esculpidos también de perfil, y con un realismo
impresionante.
La guerra entre los asirios.

Pintura y Relieve
Características de la pintura: Fue estrictamente decorativa. Se utilizó para embellecer la
arquitectura. Carece de perspectiva, y es cromáticamente pobre: sólo prevalecen el blanco, el azul y
el rojo. Uso de la técnica del temple. Se puede apreciar en mosaicos decorativos o azulejos. Los
temas eran escenas de guerras y de sacrificios rituales con mucho realismo. Se representan figuras
geométricas, personas, animales y monstruos. Se emplea en la decoración doméstica. No se
representaban las sombras.

Escena de sacrificio ritual. Pintura mural, Mari.

Características del relieve: Fueron frecuentes en las plaquetas o estelas narrativas y algunas de
estas estelas tienen textos cuneiformes. Son obras detallistas y minuciosas. Refleja notable
naturalismo. Se distingue la separación de los asuntos divinos de los humanos. El rey es plasmado en
escenas de guerra, banquetes o caza; una figura aparece siempre erguida, lo que hace destacar su
poderío.

Orfebrería:
La orfebrería mesopotámica constituye uno de los hallazgos más interesantes de las excavaciones de
tumbas reales y templos. El trabajo de los metales era una de las actividades artísticas más
importantes en los pueblos mesopotámicos.
Cabeza de toro en Ur
(2.500 a.c.)

Forma parte de un arpa encontrado como ajuar funerario de la reina Subad. Confeccionada en gran
parte en oro, refleja ya un total dominio en la representación naturalista de los animales.

Cabeza de Naram-sin
(h. 2.250 a.c.)
Es una obra maestra del trabajo sobre bronce. El rostro, y en especial los labios, alcanza un alto
grado de belleza idealizada, en contraste con la barba, muy detallada y que se agrupa en formas
geométricas.

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