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Bloques - 3ero 20.30 Hs

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1-

¿Qué es lo que me va a satisfacer? ¡Lo mejor! ¡Sólo me satisface


lo mejor! ¡Me satisfacen los mejores jugadores, el mejor equipo y el
mejor esfuerzo de ese equipo en cada partido! ¡El mejor! ¡Y éste no
fue precisamente el mejor partido que jugaron! Quizás piensan que
soy muy nuevo en todo esto y no tengo autoridad para saber de
qué estoy hablando. Bueno, les voy a decir algo: si piensan que yo
no sé nada, si creen que no tengo la experiencia suficiente para
decirles esto, entonces, piénsenlo. Pero acuérdense muy bien de
una sola cosa: yo soy el/la que les paga el sueldo, ok? El/La que
firma los contratos, la que pone la firma en el papel. Por eso me
pusieron acá. Soy la dueña/o del equipo. Sé muy bien lo que quiero
y tengo que conseguir de ustedes. ¡Y lo que quiero ahora es tener
el mejor equipo! Y si creo que no son los mejores, ¡van a tener que
bancarse que les de el olivo y los ponga de patitas en la calle!

2-

¡Puede ser, no sé, es posible que en algún momento haya tenido el


deseo de vengarme! Yo no me acuerdo bien lo que pensé el día que
vos estabas enfrente mío y me confesaste la porquería que hiciste.
Es posible que sin querer haya deseado que te mueras. Yo no
podía creer lo que me estabas diciendo. Puede ser que en algún
momento haya visto tu cuello y haya tenido deseos de
estrangularte, pero yo no soy un asesino, Laura, vos sabes que yo
no soy un asesino… Claro que estaba enojado, pero no te hice
ningún gualicho. Es absolutamente humano haber fantaseado con
hacer un muñeco tuyo tamaño natural para poder clavarle un
destornillador en el medio del pecho. Es lógico, dios mío… ¿Qué
persona a la que le hayan hecho lo que vos me hiciste no hubiese
tenido el 9deseo de partirte la columna en ocho pedazos? Pero yo
creo que no te hice ningún gualicho. No… no es que creo… no te lo
hice. Si te dije que a vos sin mi te iba a ir muy mal no me refería a
un daño físico, me refería a… no me acuerdo a que me refería… No
sé… quiero llamar a un abogado. Necesito a un abogado. Estoy
confundido… Necesito un abogado

3-

¿Qué más queres que te dé? ¡¿Qué más queres que te dé?! Con el
cuento que tenemos que trabajar por zoom por la pandemia, ya van
tres meses que no me pagas el sueldo. ¿Qué más querés que te
dé? ¿Eh? Decime. ¿Qué más queres que te dé? Hace ocho meses
que mi mama está pagando el alquiler de tu casa, porque vos no
pones nunca un peso. Y ella, pobre, te salió de garante. Y a vos no
se te cae la cara de vergüenza. ¿Qué más queres que te dé?
Decime ¿Qué más queres que te dé? Cuando fuimos a las Toninas
me hiciste dormir tres días arriba de la camioneta porque vos
querías estar en el cuarto solo, con esa mina. Y yo te importe un
carajo. Cuando el año pasado te fuiste a Uruguay te pedí que me
traigas una carta que me mandaba mi tía y volviste con el sobre
vacío porque la plata que estaba adentro te la jugaste. Todavía te
hiciste el ofendido y me dijiste que no te hable por una semana. ¿Y
yo te tengo que dar a vos? Vos, vos me vas a dar. Me vas a dar los
tres sueldos que me debes y los ocho alquileres de mama. Yo no
me muevo sino me das la plata. Así que dame, dame, dame, dame,
dame, dame, dame, dame, dame…

5-

ELLA: (mirando un tenedor) Anoche… si, anoche soñé con un


tenedor. Bueno, eso no tiene nada de raro. Debe ser un símbolo
sexual inconsciente… Pero lo raro era que el tenedor decía que
quería ser cuchara. El pobre tenía un complejo de cuchara… de
cucharita de postre. Wa!

¡Ah! Yo no sé por qué soy tan complicada. El psiquiatra tampoco.


Me dijo que hablara en voz alta, como lo hago ahora, por las
mañanas, que era bueno eso para la salud mental. Sirve para
desintoxicarse después de la noche. “Imagínese, me dijo, que está
sola en un escenario iluminado, frente a grandes personalidades
que la están mirando y a usted no le importa nada, nada, nada.
Bien, nada. (se dirige con desenvoltura a un público improvisado a
través de la pantalla) ¡Excelentísimo público, señor presidente,
excelentísimo ministro consuetudinario, miembros del Cuerpo
Diplomático y de otros cuerpos, señorita agregada cultural… ¡Oh,
monseñor! (escucha ruido proveniente del baño, es una persona
haciendo gárgaras) Vivo, vivo con un hombre. Por lo menos todo el
mundo llama así a ese ser de pies grandes que hace gárgaras en
los momentos más inesperados, como este, por ejemplo.

Oh, yo soy su mujer. Eso quiere decir que debo ser femenina. Lo
que no es fácil. Hay que sentirse débil, poner los ojos brillantes
para que el ser de los pies grandes la proteja a una; ah, y también
tengo que ser atractiva. No puedo permitir que me crezcan pelos,
bigotes, ni que se me caigan los dientes. Además, me tengo que
acordar de que los ravioles ensanchan las caderas y los
espárragos achican el busto. Ah, pero la verdad, la verdad es que
estoy muy cansada de ser la mujer femenina de ese animal
masculino que se rasca, pierde el pelo sistemáticamente y, que
acumula una energía tóxica de la mañana a la noche. Ay, quisiera
engordar, dejarme crecer unos buenos pelos en los sobacos y
enviudar, de manera pura, indolora y elegante. (ALDANA)

6-

ABOGADA: Te voy a tener que parar ahí. La gente no acepta


madres que beben demasiado vino, le gritan a sus hijos, y les dicen
estúpido. Lo entiendo, yo lo hago también. Podemos aceptar a un
papá imperfecto. Enfrentémoslo, la idea de un papá bueno fue
inventada recién hace 30 años, antes de eso se esperaba que los
padres fueran silenciosos y ausentes, poco confiables y egoístas, y
todos podemos decir que queremos que sean diferentes, pero en
algún nivel básico, los aceptamos. Los amamos por sus
imperfecciones, pero la gente no acepta para nada esos mismos
sentimientos en las madres. No los aceptamos estructuralmente, y
no lo aceptamos espiritualmente. Porque la base de nuestro cuento
judeocristiano es María, madre de Jesús, y ella es perfecta. Es una
virgen que da a luz, apoya incondicionalmente a su hijo y sostiene
su cadáver al morir. Y el papá no está ahí, ni siquiera para el coito.
Dios está en el cielo. Dios es el padre, y Dios no apareció. Así que
vos tenes que ser perfecta, y tu marido puede ser un desgraciado
total, eso no importa. Siempre serás evaluada con un estándar más
alto. Es jodido, pero así es como es”.

Situación: Una abogada le habla a su clienta, en crisis matrimonial. Ha


tenido una crisis semejante en el pasado y por eso tiene una postura
tomada.

7-

Una vez alguien me dijo, creo que fue mi padre o mi madre, no


importa cuál de los dos, uno me dijo: Fuimos invitados a una fiesta.
Vos también estás invitada. Pero vas a tener que venir sola, por tu
cuenta. No vas a tener que vestirte elegante. Debes esperar hasta
que la luna se oculte.

Me dijeron dónde iba a tener lugar la fiesta. En una casa al fondo


de un sendero. Pero me dijeron que la fiesta no empezaría hasta
que la luna se ocultara.

Pausa

Me puse una ropa vieja y esperé a que la luna se ocultara. Esperé


un largo rato. Entonces me encaminé a la casa. La luna seguía
brillando y no se movía.
Pausa

Cuando llegué a la casa la encontré bañada por la luz de la luna. La


casa, el parque, el camino, todos bañados por la luz de la luna.
Pero el interior de la casa estaba oscuro y todas las ventanas
estaban cerradas. No se oía un ruido.

Pausa

Permanecí ahí bañada por la luz de la luna y esperando que la luna


desapareciese.

8-

-Esperen un momento. ¿Qué es exactamente lo que acá se está


diciendo sobre mi papá? ¿qué se está diciendo? ¿qué es esto?
Evidentemente, lo que no es esto es una disertación sobre los
vencidos o un lamento por lo perdido, ¿verdad? No, no, yo les voy
a decir lo que es. Es un asalto atrozmente prejuicioso e ilegítimo
contra los débiles y los vertiginosos. ¿Me entienden? Así que,
¿qué es esto? Tengo el derecho de preguntar ¿Qué se dice? ¿Qué
se dice acá? ¿Qué se dice acá o en todo caso allá? Hago esta
pregunta. En otras palabras, hago esta pregunta. ¿Qué es, en el
fondo, lo que se dice?

Pausa
Toda su vida, mi padre ha sido objeto de odio y vituperación.
Desde el origen de los tiempos, ha sido perseguido y juzgado por
una fuerza maligna que hasta el día de hoy ha permanecido en las
sombras: una fuerza que resiste la definición o la clasificación.
¿Qué es esta fuerza, cuál es su naturaleza? A ustedes les toca
contestar la pregunta, no a mí. Yo solo voy a decir lo siguiente: yo
sostengo que ustedes están sometiendo al desprecio a un hombre
que ha sido el testigo inocente de su propia náusea. A los tres
años, este hombre ya estaba tocando el final de la cuerda. Con
razón deseaba heredarle a su amado hijo todo lo mejor y más
valioso de su vida y de su muerte. Él me amo. Y algún día lo amaré.
Lo amaré y pagaré con gusto el precio total de ese amor.

9-

Había estado en una fiesta que daban los Doughty. Vos conocías a
su mujer. Te miraba muy tiernamente, como si te dijese que se
estaba enamorando de vos. Me pareció que te amaba. Yo no. Yo no
te conocía. Tenían una casa preciosa. Junto a un río. Fui a buscar
mi abrigo, te dejé esperando. Te habías ofrecido a acompañarme.
Pensé que eras muy amable, muy fino, agradablemente educado,
muy cariñoso. Me puse el abrigo, miré afuera, a través de la
ventana, sabiendo que estabas esperando. Miré al río que corría al
otro lado del jardín y vi la luz del farol sobre el agua. Después, te
fui a buscar y bajamos por el sendero atravesando las rejas en el
medio de un prado, debía ser una especie de parque. Hacía frío. Yo
tenía la espalda contra las rejas. Sentí la reja… detrás de mí. Vos
estabas enfrente mío. Yo te miraba a los ojos. Llevaba mi abrigo
desabrochado. Era muy tarde. Y hacía un frío terrible. Y me tuviste,
y me dijiste que te habías enamorado de mí, y decías que siempre
te ocuparías de mí y me dijiste que mi voz y mis ojos, mis muslos,
mis pechos, eran incomparables… y que siempre me adorarías.

10-

Cuando recibí la llamada y me dijeron que mi hijo había prendido


fuego el colchón, salí corriendo del bar. Creo que recuerdo haber
oído que el mozo del restaurante gritaba que mejor no conduzca,
que había tomado mucho, que podría pasar algo grave. Pero yo no
podía pensar en otra cosa que no sea en Francisco. Tiene cuatro
años nada más. ¡Apreté a fondo el acelerador, me fui volando a
casa! Después, me despierto en el hospital gritando por mi hijo. Me
dijeron que me tranquilizara, que él estaba bien, solamente había
tenido algunas heridas leves, unos rasguños… que se yo. Apareció
la enfermera y un médico, después un par de policías de civil.
Tenían mala cara, me miraban con ojos filosos. Apenas podía
darme cuenta de quienes eran y de qué me estaban hablando.
Solamente entendí un par de cosas: algo de las ruedas del auto y
que estaba registrado por cámara, y al final dijeron que me había
llevado por delante a dos personas. Que estaban muertas, dijeron.
Mi hijo está bien, por suerte. Eso es lo único que me consuela.
Estoy en el infierno. Dos personas murieron por mi culpa.
¿Justicia? No. ¡No hay justicia! Mi hijo no tiene padre. Esa pareja,
tan joven, no tiene vida. Así que no den vueltas: mátenme. Nada
tiene sentido.

11-

-Señoría, es mi deber defender a Ernst Janning, y sin embargo


Ernst Janning ha dicho que es culpable. No hay duda, él se siente
culpable. Cometió un gran error al unirse al movimiento nazi,
esperando que fuera bueno para su país. Pero, si él debe ser
declarado culpable, hay otros que también lo hicieron, que también
deben ser declarados culpables. Ernst Janning dijo: "Tuvimos éxito
más allá de nuestros sueños". ¿Por qué tuvimos éxito, Su Señoría?
¿Y el resto del mundo? ¿No conocía las intenciones del Tercer
Reich? ¿No escuchó las palabras de la transmisión de Hitler en
todo el mundo? ¿No leyó sus intenciones en Mein Kampf,
publicado en todos los rincones del mundo? ¿Dónde está la
responsabilidad de la Unión Soviética, que firmó en 1939 el pacto
con Hitler y le permitió hacer la guerra? ¿No debemos considerar a
Rusia culpable? ¿Dónde está la responsabilidad del Vaticano, que
firmó en 1933 el Concordato con Hitler, dándole su primer
tremendo prestigio? ¿No hemos de considerar culpable al
Vaticano? ¿Dónde está la responsabilidad del líder mundial,
Winston Churchill, que dijo en una carta abierta al London Times
en 1938 -¡1938! Su Señoría - "¡si Inglaterra sufriera un desastre
nacional debería rogar a Dios que enviara un hombre con la fuerza
de mente y voluntad de un Adolf Hitler!" ¿No vamos a encontrar
culpable a Winston Churchill? ¿Dónde está la responsabilidad de
los industriales americanos que ayudaron a Hitler a reconstruir su
armamento y se beneficiaron de esa reconstrucción? ¿No vamos a
encontrar culpables a los industriales americanos? No, Su Señoría.
No. Alemania no es la única culpable: El mundo entero es tan
responsable de la Alemania de Hitler. Es fácil condenar a un
hombre en el banquillo de los acusados. Es fácil condenar al
pueblo alemán porque su propio carácter haya sido el que permitió
a Hitler subir al poder y al mismo tiempo ignorar positivamente el
defecto básico del carácter que hizo que los rusos firmaran pactos
con él, que Winston Churchill lo elogiara, que los industriales
americanos se beneficiaran de él. Ernst Janning dice que es
culpable. Si lo es, la culpa de Ernst Janning es la culpa del mundo,
ni más ni menos. (Ivana)

13-

La expresión

MILTON Estomba había sido un niño prodigio. A los siete


años ya tocaba la Sonata Nº 3 Op. 5, De Brahms, y a los once, el
unánime aplauso de la crítica y del público acompañó su serie de
conciertos en las principales capitales de América y Europa.

Sin embargo, cuando cumplió los veinte años, pudo notarse


en el joven pianista una evidente transformación. Había empezado
a preocuparse desmesuradamente por el gesto ampuloso, por la
afectación del rostro, por el ceño fruncido, por los ojos en éxtasis,
y otros tantos efectos afines. Él llamaba a todo ello «su expresión».

Poco a poco, Estomba se fue especializando en


«expresiones». Tenía una para tocar la Patética, otra para Niñas en
el jardín, otra para la Polonesa. Antes de cada concierto ensayaba
frente al espejo, pero el público frenéticamente adicto tomaba esas
expresiones por espontáneas y las acogía con ruidosos aplausos,
bravos y pataleos.

El primer síntoma inquietante apareció en un recital de


sábado. El público advirtió que algo raro pasaba, y en su aplauso
llegó a filtrarse un incipiente estupor. La verdad era que Estomba
había tocado la Catedral Sumergida con la expresión de la Marcha
Turca.

Pero la catástrofe sobrevino seis meses más tarde y fue


calificada por los médicos de amnesia lagunar. La laguna en
cuestión correspondía a las partituras. En un lapso de veinticuatro
horas, Milton Estomba se olvidó para siempre de todos los
nocturnos, preludios y sonatas que habían figurado en su amplio
repertorio.

Lo asombroso, lo realmente asombroso, fue que no olvidara


ninguno de los gestos ampulosos y afectados que acompañaban
cada una de sus interpretaciones. Nunca más pudo dar un
concierto de piano, pero hay algo que le sirve de consuelo. Todavía
hoy, en las noches de los sábados, los amigos más fieles
concurren a su casa para asistir a un mudo recital de sus
«expresiones». Entre ellos es unánime la opinión de que su
capolavoro es la Appasionata.

14-

El Otro Yo

SE trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le


formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se
metía los dedos a la nariz, roncaba en la siesta, se llamaba
Armando Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo.
El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de
las actrices, mentía cautelosamente , se emocionaba en los
atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le
hacía sentirse incómodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro
Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan
vulgar como era su deseo.

Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los


zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la
radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió.
Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer
momento, el muchacho no supo que hacer, pero después se rehízo
e insultó concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la
mañana siguiente se había suicidado.

Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el


pobre Armando, pero enseguida pensó que ahora sí podría ser
enteramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó.

Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió la calle con el


propósito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio
que se acercaban sus amigos. Eso le lleno de felicidad e
inmediatamente estalló en risotadas . Sin embargo, cuando
pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de
males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: «Pobre
Armando. Y pensar que parecía tan fuerte y saludable».

El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír y, al


mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se
parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica
melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro
Yo.

15-
Los bomberos
OLEGARIO no sólo fue un as del presentimiento, sino que además
siempre estuvo muy orgulloso de su poder. A veces se quedaba
absorto por un instante, y luego decía: «Mañana va a llover».
Y llovía. Otras veces se rascaba la nuca y anunciaba: «El martes
saldrá el 57 a la cabeza». Y el martes salía el 57 a la cabeza. Entre
sus amigos gozaba de una admiración sin límites.
Algunos de ellos recuerdan el más famoso de sus aciertos.
Caminaban con él frente a la Universidad, cuando de pronto el aire
matutino fue atravesado por el sonido y la furia de los bomberos.
Olegario sonrió de modo casi imperceptible, y dijo: «Es posible que
mi casa se esté quemando».
Llamaron un taxi y encargaron al chofer que siguiera de cerca a los
bomberos. Éstos tomaron por Rivera, y Olegario dijo: «Es casi
seguro que mi casa se esté quemando». Los amigos guardaron un
respetuoso y afable silencio; tanto lo admiraban. Los bomberos
siguieron por Pereyra y la nerviosidad llegó a su colmo. Cuando
doblaron por la calle en que vivía Olegario, los amigos se pusieron
tiesos de expectativa. Por fin, frente mismo a la llameante casa de
Olegario, el carro de bomberos se detuvo y los hombres
comenzaron rápida y serenamente los preparativos de rigor. De vez
en cuando, desde las ventanas de la planta alta, alguna astilla
volaba por los aires.
Con toda parsimonia, Olegario bajó del taxi. Se acomodó el nudo
de la corbata, y luego, con un aire de humilde vencedor, se aprestó
a recibir las felicitaciones y los abrazos de sus buenos amigos.

16-
ESCRITOR (Con voz fatigada): Ah, muy bien, ¿y qué? Suponga que
no existe ninguna obra maestra de setecientas ochenta páginas.
(Cierra los ojos y se toca la frente.) ¡Suponga que no existe obra
ninguna! ¿Qué le parece, señora Wire? ¡Qué sólo hay unas
cuantas, muy pocas, páginas sin valor, mal escritas, en el fondo de
mi viejo baúl!... ¡Suponga que yo quise ser un gran artista, pero
que me faltó energía y capacidad! ¡Suponga que mis libros no
tuvieron capítulo final, que incluso mis versos languidecieron
incompletos! ¡Suponga que los telones de mi exaltada fantasía se
alzaron sobre damas magníficos, pero que las candilejas se
apagaron antes de caer el telón! ¡Suponga que todas estas tristes
cosas son ciertas! ¡Y suponga que yo –dando traspiés de bar en
bar, de copa en copa, hasta caer finalmente en el colchón infestado
de piojos de este burdel-, suponga que yo, para hacer soportable
esta pesadilla mientras tenga que seguir siendo su impotente
protagonista, suponga que yo la adorno, la ilumino, la sublimo!
¡Con sueños y ficciones y fantasías! ¡Como la existencia de una
obra maestra de setecientas ochenta páginas…, inminentes
estrenos en Broadway…, maravillosos libros de poemas en manos
de los editores, que sólo esperan unas firmas para ser publicados!
¡Suponga que vivo en este mundo de piadosa ficción! ¿Qué
satisfacción puede procurarle a usted, buena mujer, hacerlo
pedazos, aplastarlo, decir que es mentira? ¡Escuche lo que le digo!
¡No hay más mentiras que las que mete en la boca la mano nudosa
de la necesidad, el frío puño de hierro de la miseria, señora Wire!
¡Así que yo soy un embustero, sí! ¡Pero su mundo está edificado
sobre una mentira, su mundo es una espantosa construcción
hecha de mentiras! ¡Mentiras, mentiras!...¡Ahora estoy cansado y
ya he dicho lo que tenía que decir, y no tengo dinero para pagarle,
de modo que márchese y deje en paz a esta mujer! Déjela sola.
¡Vamos, váyase, fuera!

17-

Mi amigo Sergio se ha comprado un cuadro. Es una tela de


aproximadamente un metro sesenta por un metro veinte, pintada
de blanco. El fondo es blanco y si entornamos un poco los ojos,
podemos percibir unas finísimas líneas blancas transversales.

Mi amigo Sergio es amigo mío desde hace tiempo. Es un


muchacho que ha triunfado, es médico dermatólogo y ama el arte.

El lunes fui a ver el cuadro que Sergio había adquirido el


sábado pero que ya codiciaba desde hacía varios meses. Un
cuadro blanco con unas líneas blancas.
Que Sergio se haya comprado ese cuadro me supera, me inquieta,
me provoca una angustia indefinida. Al salir de su casa, tuve que
tomarme tres gránulos de Gelsenium 9 CH que Paula me había
aconsejado —entre paréntesis, me dijo: ¿Gelsenium o Ignatia?
¿Prefieres Gelsenium o Ignatia? ¡¡Y yo qué sé!!—. No consigo
entender cómo es posible que Sergio, que es amigo mío, haya
podido comprarse ese cuadro. ¡Cinco millones!

Un muchacho que no es millonario. Desahogado sí,


confortablemente desahogado, pero sin más. ¡Se ha gastado cinco
millones en una tela blanca! Tengo que contárselo a Iván, que es
nuestro amigo común, hablaré con Iván. Aunque Iván es un
muchacho tolerante, y eso en materia de relaciones humanas es el
peor de los defectos.

Iván es tolerante porque no le importa nada de nada.

Si Iván tolera que Sergio se haya gastado cinco millones en


esa mierda blanca, es que a Iván no le importa nada Sergio. Eso
está claro.

18-

LOS EXCREMENTOS

Un día, un hombre cayó desvanecido en medio del mercado de


perfumes. Ya no tenía fuerza en las piernas. Le daba vueltas la
cabeza, por lo molesto que se sentía a causa del incienso quemado
por los comerciantes.La gente se reunió a su alrededor para
ayudarle. Algunos le frotaban el pecho y otros los brazos. Otros
incluso le vertían agua de rosas en el rostro, ignorando que aquella
misma agua era la que lo había puesto en ese estado.

Otros intentaban quitarle sus vestiduras para permitirle respirar.


Otros le tomaban el pulso. Los había que diagnosticaban un abuso
de bebida, otros un abuso de hachís. Nadie, en definitiva, encontró
el remedio. Pues bien, el hermano de este hombre era curtidor. Tan
pronto como supo lo qué sucedía a su hermano, corrió al mercado,
recogiendo en su camino todos los excrementos de perro que
pudo encontrar. Llegado al lugar del drama, apartó a la multitud
diciendo:

"¡Yo conozco la causa de su mal!"

La causa de todas las enfermedades es la ruptura de los hábitos. Y


el remedio consiste en recobrar esas costumbres. Por eso existe el
versículo que dice: "¡La suciedad ha sido creada para los sucios!"

Así pues, el curtidor, ocultando bien su medicamento, llegó hasta


su hermano e, inclinándose hacia él como para decirle un secreto
al oído, le puso la mano en la nariz. Al respirar el olor de esta
mano, el hombre recobró enseguida el conocimiento y las gentes
alrededor, sospechando algún truco de magia, se dijeron:

"Este hombre tiene un aliento poderoso, pues ha logrado despertar


a un muerto."

Ya ves. Toda persona que no se convenza por el almizcle de estos


consejos se convencerá ciertamente por los malos olores. Un
gusano nacido en los excrementos no cambiará de naturaleza al
caer en el ámbar.

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