Apogeo
Apogeo
Apogeo
du ρ a-
1
A. BRAVO GARCíA, Bizancio. Perfiles de un imperio, Madrid, 1997, pp. 30-31.
ERYTHEIA 22 (2001)
ΨΜ
2
Las fuentes sobre este p e r í o d o se e n c u e n t r a n d e una m a n e r a detallada e n J. KARAYAN-
NOPULOS-G. Wi'.iss, Quellenkunde zur Gescbichte von Byzanz (324-1453), W i e s b a d e n , 1982, II,
p p . 367-427. Remitimos a d e m á s a la copiosa información crítica q u e s o b r e t o d o el p e r í o d o se
n o s ofrece e n las más d e mil p á g i n a s del q u e , hoy p o r hoy, es el m á s reciente m a n u a l d e his-
toria d e Bizancio; nos referimos a W. TRHADGOLD, A History of the Byzantine State and Society,
Stanford, California, 1997.
3
Literalmente -el q u e d u e r m e al lado del emperador», era el e u n u c o q u e originaria-
m e n t e tenía c o m o misión dormir e n la puerta d e la habitación del e m p e r a d o r para guardar
esta sala. Era el oficio m á s alto q u e p o d í a recibir u n e u n u c o . Adquiere m u c h a importancia d u -
rante los siglos IX y X. Cf A. Κ λ ζ ι - I D A N , S.V. " P a r a k o i m o m e n o s " , e n Oxford Dictionary of BU
zantium., III, p . 1584.
4
T é r m i n o eme designa u n p u e s t o imperial q u e se coloca a la cabeza d e u n a u n i d a d
administrativa. Viene a ser sinónimo del q u e tiene gran autoridad. Cf. A. KAZHDAN, S.V. "Pa-
radynasteuon", e n Oxford Dictionary of Bizantium, III, p, 1584.
APOGEO DEL IMPERIO BIZANTINO 119
5
Era el general en jefe de las tropas de Oriente. En la época de Romanos II fue divi-
dido en dos, el de Oriente y el de Occidente. Cf. A. KAZHDAN, S.V. "Domestikos ton scholon",
en Oxford Dictionary of Bizantium, I, pp. 647-48.
6
Sobre este período, desde muy diversos puntos de vista, puede consultarse la obra di-
rigida por A. DAVID, The Empress Theophano. Byzanttum and the West at the Turn of the First
Millenium, Cambridge, 1995.
7
Cf. A. KAZHDAN, S.V. "Nikephoros II Phocas", en Oxford Dictionary of Bizantium, III,
ρ 1478. En este artículo aparece también una bibliografía básica sobre este emperador.
8
Cf. A. KAZHDAN-A. CUTLER, S.V. "John Tzimiskes", en Oxford Dictionary of Bizantium,
II, p. 1045. También sobre este emperador hay una bibliografía básica en este libro, al final
del artículo en cuestión.
9
Sobre Bardas Escleras, se puede consultar la obra de W. SEIBT, Die Skleroi,. Viena,
1976, donde también se nos habla de su familia.
wmmmzL•
Si
m
Mi
τΪΕβΒΙϊ
120 a
FRANCISCO M. FERNANDEZ JIMÉNEZ
que fue vencido por el tío abuelo de los emperadores con la ayuda de Bar-
das Focas después de tres años de luchas. Conjurado este primer peligro,
Basilio Π concentró sus fuerzas en anular a su tío Basilio porque se dio
cuenta del gran poder que había asumido. Enterado este de los planes del
emperador, intentó dar un golpe de estado apoyándose en su amigo Focas.
Informado a su vez el emperador de la trama, cortó a tiempo la conjura y
exilió a su tío. De esta forma es como se hizo con todo el poder mientras
su hermano se dedicaba a "vivir la vida". Su primera actuación fue anular
las leyes promulgadas por su tío. Una vez en el poder, sin embargo, no
tuvo un reinado tranquilo, como lo muestran las rebeliones internas y ex-
ternas a las que tuvo que hacer frente. Una de las más importantes fue la
capitaneada por Bardas Escleros, aliado esta vez con Bardas Focas y apo-
yado por los mandos militares descontentos. Estos dos personajes hicieron
un pacto para repartirse el imperio en dos partes: Europa para Focas y
Oriente para Escleros. Pero Focas, al darse cuenta de su supremacía sobre
Escleros, rompió el pacto y lo encarceló, quedándose como único preten-
diente al trono. Ante esta conjura, la situación de Basilio II se hizo deses-
perada hasta el punto que tener que buscar ayuda en la corte del príncipe
de Kiev, Vladimir, que mandó un contingente de 6.000 varegos, llamado
druzhina10, recibiendo como recompensa a la hermana del Emperador,
Ana Porfirogénita, para contraer matrimonio con ella. Derrotaron estos a
Bardas Focas en la batalla de Abidos en el 989• Con respecto a Escleros,
que estaba en la cárcel, la solución pasó por la firma de un acuerdo amis-
toso entre él y el emperador que puso fin a las luchas internas y así es
como Basilio II pudo dedicarse de Heno a la consolidación de las fronteras
exteriores. Estos conflictos hicieron cambiar el carácter del joven empera-
dor aún más. Veamos el retrato que nos da Ostrogorsky sobre él:
10
Soldados procedentes de Escandinavia que llegan a servir al Imperio Bizantino a tra-
vés de Rusia desde al menos el principio del siglo X. Importante es esta donación de 6.000
varegos que hace el príncipe ruso al emperador bizantino, pues a partir de este momento se
van a destacar como soldados muy competentes tanto en el ejército como en la guardia pa-
laciega, siendo considerados militares de élite. Sobre estos soldados, vid. S. BLONDAL, The Va-
rangians of Byzanttum (edición revisada por S. BENEDIKS), Cambridge, 1978. Cf. S. FRANKLIN-
A.CUTLER, s.v. "Varangians", en Oxford Dictionary of Bizantíum, III, p. 2152.
APOGEO DEL IMPERIO BIZANTINO 121
11
G. OSTROGORSKY, Historia del Estado Bizantino, Madrid, 1983, p. 303.
12
Sobre este tema se pueden consultar los siguientes libros: M. CANARD, Byzance et les
Musulmans du Proche- Orient, Londres, 1973 y ¿'expansión arabo-islamique et ses répercu-
sions, Londres, 1974. Sobre los temas fronterizos tenemos el artículo de H. AIIRWEILER, «La fron-
tiére et les frontiéres de Byzance en Orient», Actes du XIV Congres International d'Études By-
zantines, II, Bucarest, 1975. En español podemos consultar la obra traducida del francés de
A. DUCKI.LIER, M. KAPLAN, y B. MARTIN, El Cercano Oriente Medieval, Madrid, 1988 que presenta
de forma comparada la historia del mundo bizantino con el desarrollo del mundo musulmán.
Es, pues, una obra de carácter general que nos aporta abundante bibliografía y nos habla no
sólo de la historia sino también de la cultura. W. TREADGOLD, en su Hystory, el manual más re-
ciente dedicado a la historia bizantina, ofrece una buena cantidad de páginas (pp. 301-579;
633-1025) a las relaciones entre bizantinos y árabes; claro que no sólo se estudia aquí la rela-
ción política entre ambos pueblos.
13
Estos datos se pueden ampliar con los siguientes libros recientes: K.GALLAS ETM.II, By-
zantiniscbes Kreta, Munich, 1983; D.TSOUGARAKIS, Byzantine Crete 5th- 12,b Centuries, Oxford,
1984. Y además, sobre la conquista de Creta por los árabes: V. CHRISTIDES, The Conquest of
Crete by the Arabs, Atenas, 1984.
14
Sobre este período se puede consultar la siguiente bibliografía: N. ADONTZ, Études ar-
méno-byzantines, Lisboa, 1965; J. LAURENT, Études d'histoire arménienne, Lovaina, 1971; N.G.
H H
m
mBsSllm
WMmim ÜÜ wm m®
GARSOíAN, Armenia between Byzantium and the Sasanians, Londres, 1985; A. ALPAGO, Les Ar-
meniens. Histoire-Art-Archéologie, Milán, 1986 y G. DEDEYAN, Histoire de ¡'Ármente, Toulouse,
1982.
15
Este término se emplea para designar las nuevas circunscripciones provinciales. Se
usa ampliamente a partir del siglo VIII. Está dotado de un ejército a cuyo frente está un es-
tratego que controla lo esencial de ¡os poderes militares y civiles. (Cf. Glosario del libro de A.
DUCELLIER, ed, Bizancio y el Mundo ortodoxo, Madrid, 1992, p. 558).
16
Una dignidad de alto grado. Desde tiempos de Justiniano recaía principalmente so-
bre miembros de la familia impe rial o sobre príncipes extranjeros. En los Taktiká del siglo IX
y X esta dignidad va después de la de Caesar y nobilissimos. En el siglo XI empieza a darse
a personas que no pertenecen a la familia imperial, como por ejemplo generales. Cf. A. KAZH-
üAN, s.v. "Kouropalates", en Oxford Dictionary of Bizantium, II, p. 1157.
17
Para ampliar estas brevísimas consideraciones sobre los búlgaros es esencial consul-
tar el libro de P. BROWMNG, Byzantium and Bulgaria, A. comparative Study across early me-
dieval frontier, Universidad de California, 1975. Sobre el tema se pueden ver también las obras
de F. DVORNIK, The Slavs in European History and Civilization, New Brunswick-N. Jersey, 1962;
J. FERLUGA, Der Byzanlinische Handel auf' dem Balkan von VII bis zum Anfang des XIIIJahr-
hunderts, Skopje, 1986; y la obra colectiva dirigida por I. DUJCEV, Histoire de la Bulgarie, Ro-
anne, 1977.
APOGEO DEL IMPERIO BIZANTINO
18
Cf. R. JENKINS, Byzantium. 'The Imperial Centuries AD 610-1071, Toronto, 1987,
p. 312.
19
Vid. H. AHRWEILER, L'idéologiepolitique de l'empire byzantin, París, 1975, pp. 50-51
βμηηηηηηηηΚμΝΙ
124 a
FRANCISCO M. FERNANDEZ JIMÉNEZ
Otro pueblo que mantiene una relación especial con el Imperio Bizan-
tino en esta época es el ruso 20 , debido a la ayuda que Basilio II recibió del
príncipe de Kiev, Vladimir, para poder sofocar sus luchas internas, a la que
ya nos hemos referido y que el emperador Bizantino agradece otorgando
al príncipe ruso la mano de su hermana, la princesa bizantina, Ana.
Terminamos nuestro recorrido presentando la relación de los bizanti-
nos con las poblaciones de Oriente, refiriéndonos a los pechenegos 21 , pue-
blo establecido, en esta época, en el territorio de la Valaquia actual, es de-
cir, al norte del Danubio inferior, y en las llanuras de la Rusia meridional.
Aunque no serán peligrosos para el Imperio hasta mediados del siglo XI,
por su posición geográfica, tenían una gran importancia para frenar los
avances búlgaro, ruso y magiar22. Estaban situados al sur de Rusia y al norte
del Imperio Bizantino. Por el norte también estaban en litigio con los
uzos 23 . En el siglo XI, después de la conquista de Bulgaria por Basilio II,
terminaron siendo unos vecinos poderosos a los que no se podía poner re-
sistencia suficiente a su ofensiva. A mediados de este siglo, empezaron a
ser un serio peligro pues comenzaron a franquear el Danubio. Se hicieron
los enemigos del norte más temibles y tuvieron que ser comprados a un
alto precio para que se mantuviesen fuera del Imperio Bizantino.
Con respecto a la relación de Bizancio con el mundo occidental, de-
bemos decir que esta se realizó en dos frentes: uno con la República Ve-
neciana con la que firmó, en marzo del 992, un tratado según el cual el
peaje que los barcos venecianos pagaban en su comercio con Bizancio se
regula de forma favorable a Venecia, encargándose esta última de la poli-
20
Para las relaciones de los bizantinos y los rusos ver los libros de G. VERNADSKY, A Ilis-
tory of Russia (especialmente tomos primero, Ancient Russia, Londres, 1969 y segundo, nie-
van Russia, Londres, 19696 y hay, además, una edición de bolsillo publicada en 1973); de J.
FBNNELI. y A. STORES, Barly Russian Literature, Londres, 1974; M. FIELLMANN, K. ZERNACK y G.
SCHRAMM, Handbuch des Geschichte Russland, (Tomo I: Von der KieverReichsbüdung bis zum
Moskauer Zarentum, en once fascículos), Stuttgart, 1976-1982. Para las relaciones entre los dos
imperios ver la obra de A. POPPE, Byzance et la formation de l'Etat russe, Londres, 1979• Muy
reciente y de interés es el primer tomo de una nueva historia de Rusia: S. FRANKLIN-J. SIIEPARD,
The Emergence ofRus 750-1200, Londres, 1996.
21
Sobre este pueblo ver los siguientes libros: O. PRITSAK, The Pecenegs, Lisse, 1976 y P.
DIACONU, Les Petchénegues au Bas-Danube, Bucarest, 1970.
22
No es extraño que Constantino Porfirogénito pida a su hijo, en su libro De adminis-
trando Imperio, c. 1-8 (ed. de G. MORAVCSIK- R. JENKINS, Washington, 19672, pp. 48-57) que
tenga buena relaciones con ellos porque así no le podrán atacar ni los rusos, ni los magiares,
ni los búlgaros.
23
Pueblo de origen turco que bajo la presión de los cumanos se movieron hacia el
Oeste, cruzando el Volga y en el siglo X, siguiendo a los pechenegos aparecieron en el Mar
Negro. Cf. O. PRITSAK, S.V., "Uzes", en Oxford Dictionary of Bizantium, III, pp. 2147-48.
APOGEO DEL IMPERIO BIZANTINO 125
2. SITUACIóN SOCIOFXONóMICA
24
Además de la bibliografía general a los que he aludido ya, podemos citar los si-
guientes trabajos: Para Venecia: S. BORSARI, Venezia e Bisanzio nel secólo XI, reeditado en Sto-
rla della Civilta veneziana, vol. I, Florencia, 1976. Para las relaciones con el emperador de
Occidente: Ch. M. BRAND, Byzantium confronts the West, Cambridge (Mass.), 1968.
1976 y P. 25
Para hablar de la situación demográfica seguimos, principalmente, la obra ya citada
de A. DUCELLIER (ed.), Bizancioy el Mundo Otrodoxo, pp. 206-212, que a su vez recoge datos
de otros trabajos anteriores como los de P. CHARANIS, Studies on the Demography of the By-
zantine Empire, Londres, 1972, (una colección de artículos) y Social, Economic and Political
Life in the Byzantine Empire, Londres, 1973 (igualmente, una colección de artículos). También
convendría citar el trabajo de G. DAGRON, "Minorités ethniques et religieuses dans l'Orient by-
zantin a la fin de Xe et Xle siécle", Travaux et Mémoires 6 (1976) y la obra de N. SVORONOS,
Etudes sur l'organisation intérieure, la société et l'économie de l'Empire byzantine, Londres,
1973 así como el libro de A. GUILLOU, La civilisation Byzantine, París, 1974.
SMl
Η WM wS® wm
¡m
Ιιΐϋιΐϋ wm IÜ « «
VIH, empiezan en este tiempo a sufrir el ataque árabe que arrebata al Im-
perio Sicilia y saquea las ciudades de Lombardía y, aunque, en estas cir-
cunstancias, cabría esperarse un descenso en la población griega, esta fue
muy resistente e incluso, en el siglo XI, se produce en estas ciudades una
explosión demográfica. Finalmente en Anatolia, la población siguió debili-
tándose aunque en el siglo X parece que hubo un auge demográfico por-
que, por un laclo, encontramos ciudades ricas y pobladas, muchas de las
cuales eran antes aldeas, pero, por otro, hay que tener en cuenta el flujo
migratorio que se produce desde Siria y Armenia hacia esta región. De este
aumento de la demografía hay que exceptuar a las ciudades costeras de la
Península de Anatolia. Ducellier nos da diversas razones para dudar que
existiera una verdadera recuperación demográfica fuerte, sobre todo en el
interior de Anatolia: La primera de ellas es que habría que suponer un des-
censo muy pronunciado de la demografía cuando empieza los problemas
con los turcos en la segunda mitad del siglo XI y esto no es verosímil. En
segundo lugar, el estímulo de la emigración armenia y siria a Cilicia y Ca-
padocia muestra la preocupación del gobierno por la despoblación de la
zona. Y por último, el crecimiento en la población de ciertas ciudades
puede deberse a la concentración de la riqueza agrícola en pocas manos y
que en el campo la población estuviera disminuyendo 26 .
En lo referente a la distribución étnica27 en el siglo décimo, nos en-
contramos lo siguiente: por lo que se refiere a las provincias italianas, la
población o es latina o está latinizada e incluso en ciudades como Barí y
Tarento, a finales de este siglo, los griegos son una minoría; en los Balca-
nes la población es predominantemente eslava o iliria, como en el caso de
Kosovo y los griegos tienen sólo una cierta importancia en las ciudades
costeras; en Macedonia, por el contrario, la población griega es mayorita-
ria cuando uno se va dirigiendo al sur, en cambio en el norte la eslaviza-
ción, con algunas excepciones, es completa; en Grecia, el elemento griego
se impone incluso en zonas eslavizadas y, finalmente, en Anatolia el ele-
mento griego es aplastante aunque en el siglo XI empiezan a asentarse los
sirios y los armenios.
Pasemos ahora a estudiar la sociedad rural que, en esta época, estaba
compuesta principalmente por una aristocracia rural y por los pequeños
campesinos. Ducellier resume la situación de la agricultura bizantina en po-
cas palabras:
26 A. DUCELLIER, O. C, p. 210
27 19-100 un estudio general sobre estos pueblos en esta
Vid. A. GUILLOU, o. c, pp.
época.
APOGEO DEL IMPERIO BIZANTINO 127
28
A. DUCELLIER, o. c, p. 213.
2Í>
En el artículo de A. KAZIIDAN, «El Campesino», en G. CAVALLO (dir), El hombre bizan-
tino, Madrid, 1994, pp. 63- 98, se nos presenta un estudio conciso de cómo era el campesino
bizantino en el eme se explican los términos que se usaban para designarlo, las técnicas y los
productos de la agricultura, la ganadería, la caza y la pesca, nos introduce en la vivienda del
hombre rústico, sus utensilios, cómo estaban organizados en el pueblo, las calamidades y la
vida espiritual de los campesinos. Al final se nos ofrece una bibliografía de carácter general.
Por lo que hace a la tierra vista desde la perspectiva política y social, una ojeada a A. BRAVO
GARCíA, Bizancio. Perfiles de un imperio, obra ya citada, pp. 18-23, aclarará los términos de
una vieja discusión académica (Lemerle, Kahzdan, Kaplan...).
30
Desde el siglo IX esta práctica fiscal se designa con el nombre de alelingio y viene
a reemplazar el viejo término de Epibolé. A.J. CAPPEL, S.V. "allelengyon", en Oxford Dictionary
of Bizantium, I, p. 69. Por lo que se refiere al término Epibolé, N. OIKONOMIDES afirma: «(it)
was the official transfer of abandoned land, together with its fiscal obligations, to relatives,
cocontributors or members of the same village or fiscal unit.», en ibid., I, p. 709.
31
Los dynatoi son un grupo social que posee gran riqueza o poder en el campo. En la
legislación de los macedonios este término designaba a todas las personas adineradas que po-
dían oprimir a la masa del pueblo. Sobre este grupo, vid. J.C. CHEYNET, Pouvoir et contesta-
tions á Byzance (963-1210), París, 1996, pp. 177-190, 249 y ss.
»
H§I§I
único que podría comprarlas era el poderoso. Esto ocasionó un gran pro- años y qi
blema en los siglos IX y X32. Para hacer frente a esta situación, se va a de- nado ileg
sarrollar una política antiaristocrática inaugurada por Romano Lecapeno parientes,
cjue tiene su punto culminante con Basilio II. El primero prohibe a los po- habían ad
derosos la compra de tierras en los pueblos donde no tuvieran propieda- anula la ν
des y permite sólo a los campesinos la adquisición de las posesiones de el año 92
penetes^. Los edictos fueron promulgados en el 922 y el 93434. Constantino grande y]
VII, por su parte, suaviza las normas en orden a facilitar que una clase me- paso de ti
dia del campo pudiera prosperar para ayudar así a mantener la coherencia ñera se p(
del sistema. Por ello publica un edicto en el que se protege a los soldados- estas med
campesinos y se clan medidas favorables para los notables de los pueblos 35 . nos heme
En la misma línea, el emperador Nicéforo Focas, procedente de la aristo- atrasados
cracia rural, suaviza las prohibiciones sobre la compra de tierras por parte contra los
de los aristócratas, pero sólo permite que cada uno adquiera propiedades la venta di
de sus iguales: blos, merr
tenimientc
Nosotros deseamos también que los dynatoi hagan contratos de ficaces y
ventas sólo de tierras de los dynatoi, y que los stratiotai y los pobres rea- durante lo
licen lo mismo sólo con los de su mismo status social. Y así como prohi- Sobre
bimos a los stratiotai y a los penetes comprar posesiones de los dynatoi, vista: El pr
así también prohibimos de ahora en adelante comprar las tierras de los tradicional
pobres y también de los stratiotai indigentes, (...)36
clase ariste
cliciones m
Por su parte, Basilio II recrudece la política antiaristocrática, empren- el emperac
dida por Romano Lecapeno. Dos intenciones le empujaban a ello: su odio esta situad
contra las familias de los magnates que le habían disputado el trono de sus de las fuer
padres y una toma de posición a favor de los pequeños propietarios, pa- a la desorg
gadores de impuestos. Siguiendo esta política, en el año 996, publica una plina férre;
novella por la que derogaba otra que se había mantenido durante cuarenta encontram<
der firme y
32
Vid. D. J. GEANAKOPLOS, Byzantium. Cburch, Society, and Civüization Seen through como hom
Contemporary Eyes, Chicago- Londres, 1984, p. 239, el edicto de Romano I (922). en ellos pa
33
Los penetes eran los pequeños granjeros obligados a pagar los impuestos para man- su voluntac
tener el ejército y la administra ción del Imperio. Se les designa con el nombre de penes. Este tica estas c
término es ya usado desde Homero para referirse a uno de los dos tipos de pobreza: llama-
ban ττένης al «que realiza una actividad, pero sus esfuerzos son insuficientes para garantizarle cuales se ρ
una subsistencia satisfactoria y segura- mientras que πτωχός se refiere al eme «está reducido a desempeña
un estado de postración pasiva y espera todo de los demás•. Cf. E. PATLAGEAN, «El pobre», en
G. CAVALLO (dir), o. c, p. 29.
3< 37
Aparecen en la obra de J. y P. ZEPOS (eds), Ius graecoromanum, Atenas, 1962, I, pp. J. y Ρ
38
201-202 y 207-213 respectivamente. Byza
35 39
A. DUCELLIER, O. C, p. 222. Istorij
36 40
J. y P. ZEPOS (eds), o. o, I, pp. 253-54. A. KA
APOGEO DEL IMPERIO BIZANTINO 129
gió precisamente en el reinado de Basilio II, lo que nos lleva a pensar que
el daño ocasionado a la aristocracia militar provincial es menor de lo que
los libros han afirmado y los investigadores han creído. Es cierto que había
pretendido debilitar la nobleza pero este debilitamiento fue más aparente
que real puesto que, a la larga, ocasionó un aumento del poder político de
la aristocracia.
Por lo que se refiere a las propiedades eclesiásticas, también pretendió
mediante una novella limitar el crecimiento de su propiedad territorial a
costa de las tierras de los campesinos. Por este motivo, prohibe que se lla-
men monasterios a aquellos que, establecidos en las aldeas como conse-
cuencia de donativos de campesinos, tuvieran menos de ocho monjes. A
esta comunidad pequeña la llama Basilio "casa de oración" y está sometida
no al obispo sino a la autoridad de la aldea. Los monasterios de ocho o
más monjes, por el contrario, quedaban sometidos a la autoridad episcopal
pero no tenían el derecho de adquirir nuevas tierras.
Nos fijamos ahora en la situación de las ciudades del Imperio en la
época que estamos estudiando 41 . En lo que concerniente a la situación de-
mográfica debemos decir que, en este período, observamos un crecimiento
de la población de las ciudades motivado, por una parte, por el éxodo
campo a la ciudad en busca de trabajo y mejores condiciones de vida y,
por otra parte, por la práctica ausencia de epidemias. Por lo que se rela-
ciona con el desarrollo industrial de la ciudad, nos encontramos con un
auge tanto en el mundo artesanal como en lo referente a la metalurgia, ce-
rámica e industria textil42. Desde el punto de vista social, en las ciudades
nos encontramos con los siguientes grupos: el primero, la gente humilde
que busca trabajo y que malvive gracias a la labor asístencial de la Iglesia,
del emperador, del personal de palacio y de los ricos que invierten dinero
en instituciones asistenciales con el fin de perpetuar su memoria43. Esto
provoca que el pueblo no esté dispuesto a trabajar si la cantidad percibida
por su trabajo no supera lo que puede alcanzar de estas instituciones. Esta
41
Sobre este tema véase el artículo de M.J. ANGOLD, «The Shaping of the Medieval By-
zantine City», en J.F. HALDON-J. KUMULIDES (eds), Perspectives in Byzantine History and Culture,
Amsterdam, 1984. Otros estudios: Fr. DOLGER, «Beitrage zur Geschichte der Byzantinschen Fi-
nanzverwaltung besonders des X und XI Jahrhunderts», Byzantinisches Archiv, 9, Munich,
1927. G. OSTROGORSKY, Pour l'histoire de la féodalité byzantine, Bruselas, 1954.
42
Para una información más detallada de estos campos: vid.. DUCELIJER, O. C, pp. 228-
232.
43
Se trata de la herencia del viejo Evergetismo. Sobre esta cuestión se pueden consul-
tar principalmente los siguientes libros: T.S. MILLER, The Birth ofthe Hospital in the Byzantine
Empire, Baltimore-Londres, 1985. D. CONSIéNTELOS, Byzantine Philanthropy and Social Wel-
fare, New Brunswick, 1968. E. PATLAGEAN, art. cit.
APOGEO DEL IMPERIO BIZANTINO 131
44
Cf. N.OIKONOMIDES, -El hombre de negocios•, en G. CAVAUO (dir), o. c, pp. 187-218.
En especial las páginas 194-203 nos hablan del desarrollo de los hombres del comercio en esta
época.
45
Sobre esta clase de funcionarios André GUILLOU nos hace un estudio resumido, pero
lleno de datos interesantes en «El Funcionario»», publicado en G. CAVALLO (dir), o. c, pp. 251-
286. En él se nos habla del sueldo de los principales funcionarios, su reclutamiento, sus fun-
ciones y competencias, la promoción y no se olvida de los funcionarios eclesiásticos. Para las
fuentes sobre el funcionariado de este tiempo: N. OIKONOMIDES, les listes depréséance byzan-
tines des IXe- Xe siécles, París, 1972. El libro del Prefecto (ed. p o r j . KODER, en Corpus Fontium
Historíele Byzantinae, Viena, 199DCONSTANTINO VII PORFIROGéNITO, Le livre des cérémonies,
(ed. por A. VOGT), París, 1967. PSEUDO- KODINOS Traite des offices, (ed. por J. VERPEAUX), París,
1966.
132 FRANCISCO M.a FERNANDEZ JIMÉNEZ
3. SITUACIóN LEGISLATIVA
46
«Era un impuesto sobre mercancías que aparece en las fuentes alrededor del año 800.
Ha sido entendido como un impuesto de circulación y ventas pagado en la aduana y una sus-
titución de la octava; era recolectada sobre todas las mercancías importadas dentro del impe-
rio (incluidos algunos prisioneros de guerra destinados a ser vendidos como esclavos) y den-
tro del imperio, sobre las mercancías que llegaban a Constantinopla por mar.» N. OIKONOMIDES,
s.v. "Kommerkion", en Oxford Dictionary of Bizantium, I, pp. 1141-1142.
47
La obra clave para todo lo relacionado con la vida económica bizantina es el grueso
tomo de M. F. HENDY, Studies in tbe Byzantine Monetary Economy, 300-1450, Cambridge,
1984.
48
Editada en J. y P. ZEPOS, O. C, II, pp. 107-228 y 95-410.
APOGEO DEL IMPERIO BIZANTINO 133
como jefe supremo del poder civil, se encarga del bienestar físico de sus
subditos y el patriarca que se encarga del bienestar espiritual -vemos aquí
la influencia de las ideas de Focio a quien se atribuye parte de la obra, en
concreto el prefacio y los títulos segundo y tercero, correspondientes al em-
perador y el patriarca- 49 . Pero su circulación fue breve y al poco tiempo
fue reemplazada por el Procbeiron Nomos y, para muchas de sus regula-
ciones, por libros privados de leyes, como Epanagoge Aucta, Epanagoge
cum Procbeiron Composita, Syntagma de Mateo Blastares50.
León VI sigue la labor de su padre en este campo legislativo publicando
sus Basílicas, compilación o resumen en lengua griega de todos los traba-
jos de leyes publicados por Justiniano, divididos en 60 libros y distribuidos
en seis tomos: recoge leyes tanto de derecho civil, como canónico. Sus
fuentes son Codex Justiniano, Digesta, Novellae (de Justiniano y empera-
dores posteriores) y el Procbeiron. Sólo usa fuentes griegas y no recurre a
las latinas51. Sobre esta obra comenta Vasiliev:
49
Cf. J. SCHARF, «Photios und die Epanagoge», BZ 49 (1956) 385-400. La Epanagoge está
editada en J. y P. ZEPOS, O. C, II, pp. 229-368 y 410-427.
50
Cf A. SCHMINCK, s.v. "Epanagoge", en OxfordDictionary of Bizantium, I, pp. 703-704.
51
Están recogidas en la edición de HJ. SCHELTEMA, N. VAN DER WAI. y D. HOLWERDA, Ba-
süicorum Libri LX, texto (8 vol.), scholia (9 vol.), Groningen, 1953-88.
52
A. VASILIEV, Historia del Imperio Bizantino, Barcelona, 1946, I, p. 422.
eüsnn
MS
Mi
I B
• «liiilsllsi
4. SITUACIóN CULTURAL A la 1
que no ft
Tratemos ahora la situación cultural, que con la dinastía macedónica importan!
pasa por un período de apogeo que empieza con León el Matemático «la bre 279 η
primera figura de un verdadero hombre del Renacimiento»53. Este establece profanas 5
una escuela en una casa humilde donde enseñaba aquellas materias que labras pai
sus alumnos solicitaban. Al final de su vida, como cuenta Teófanes,54 fue se citaba
puesto a la cabeza de la escuela de filosofía que el cesar Bardas, tío del em- bra, de at
perador Miguel III, instauró en el palacio de Magnaura. Junto a este, que su versiór
impartía la filosofía, se reunieron un profesor de astronomía, otro de gra- Ampbüoc
mática y otro de geometría formando una escuela superior de enseñanza, al obispo
gratuita, que algunos han llamado la "Universidad de Bardas"55. Wilson rácter reli:
afirma sobre esta lo siguiente: tología y
teoría de
La etapa final de la vida profesional de León, en la que dirigió una Dejan
escuela formada por tres profesores, es en teoría la más importante por Aretas, qu
haber dado un renovado impulso al estudio de los autores antiguos. Pero
hay que admitir que no conocemos apenas nada de la escuela ni de sus
actividades. Ni siquiera puede decirse cuánto tiempo duró56.
58
Los
de Focio ant
LEMERLE, O. C.
Martínez García, en cambio, pone en duda que se pueda afirmar el ca- que fue func
rácter universitario ele esta institución: Léon a été ρ
l'on a pu dir
tfus avait faii
Lo que resulta de todo esto es que la fundación de Bardas es un sín- gnage; il n'y
toma, sin lugar a duelas, de un renacimiento cultural en ciernes. Lamen- a fait carriére
tablemente no se puede obtener de los textos otra conclusión que indi- cupé de chai
que el carácter que esta institución tenía57. patriarcale». ]
transmisor d<
pública: «Ha>
fueron sólo c
ceptor de los
53
P. LEMERLE, Le premier humanisme byzantin. Notes et remarques sur Enseignement et se deduce de
Culture a Byzance des origines au Xe siécle, París, 1971, p. 148. Se le conoce también como R J MARTíNEZ
León el Filósofo. N.G. WILSON, en su libro Filólogos bizantinos, Madrid, 1994, pp. 119-132, ñanza en Coi
coincide con Lemerle. Además lo considera como el iniciador de una nueva era. Hay dos fuen- tenido de un;
tes para conocer este período de su vida: la primera, la de TEóFANES, Continuatus, ¡V, (edición que, más tare
CSHB, Bonn) y la segunda, la del PSEUDO-SIMEóN y de JORGE EL MONJE, (edición CSHB, Bonn). namos por la
54
TEóFANES, Continuatus, IV, (edición CSHB, Bonn), p. 185. 59 b e
55
L. BRéIIIER, La civílísation byzantine, París 1970, p. 391. 77.
5fi N. G. WILSON, O. o, pp. 123-124. 60
b e
57
FJ. MARTíNEZ GARCíA, «La Universidad de Constantinopla en el Renacimiento Macedó- »i patriarcha
nico•, Erytheia 11-12 (1990-91) 85. Constituye este último artículo un estudio más actual sobre 61
Hay
el tema y que recoge otras interpretaciones. Véase a este respecto al obra de C. MANGO, By~ TERINK, Photíi
zantium. Tbe empire of tbe new Rome, Londres, 1980, pp. 138-141. 1983.
APOGEO DEL IMPERIO BIZANTINO 135
58
Los problemas de la fecha de su nacimiento, los años de su formación, la embajada
de Focio ante los árabes, representando al emperador, si era o no profesor lo encontrarnos en
LEMERLE, O. C, cap. VIL Este niega que Focio haya sido profesor de enseñanza estatal y afirma
que fue funcionario en la cancillería estatal hasta que llegó a ser patriarca: «S'il est certain que
Léon a été professeur de métier, il est aussi certain que Photius ne l'a jamáis été. Tout ce que
l'on a pu diré et répéter dans le sens contraire ne repose sur rien, et il me paraít que si Pho-
tius avait fait métier, ne fut-ce qu'un temps, d'enseigner, il en resterait au moins un temoi-
gnage; il n'y en a aucun». «Répétons encoré que dans les bureaux imperiaux et au patriarcal il
a fait carriére de grand administrateur et d'homme d'Etat. Il n'est pas professeur, n'a pas oc-
cupé de chaire, est étranger á la reforme de Bardas, aussi bien qu'á une pretendue Académie
patriarcale». LEMERLE, O. C, p. 183 y 203. En cambio, C. SERRANO AYBAR, en su artículo «Focio
transmisor de cultura clásica•, Erytheia 6 (1985) 232, sostiene que este ejercía la enseñanza
pública: «Hay que aclarar que, a juzgar por sus propias noticias, las enseñanzas de Focio no
fueron sólo de carácter privado en un círculo personal restringido a sus amigos o como pre-
ceptor de los hijos del emperador, sino que también ejerció la enseñanza públicamente como
se deduce de lo que cuenta Aretas de Cesárea, uno de sus discípulos más ilustres». Finalmente,
F. J MARTíNEZ GARCíA, en art. cit., después de afirmar que, al no haber instituciones de ense-
ñanza en Constantinopla, su formación tuvo que ser autodidacta y que, basándose en el con-
tenido de una carta al papa Nicolás I (PG 102, 597 B-D), dio clases en su propia casa, señala
que, más tarde, fue instructor de los hijos del emperador. Nosotros en este artículo nos incli-
namos por la opinión de Lemerle que nos parece la más fiable.
59 La e d i c i ó n m á s reciente d e la m i s m a e s R. LIENRY, Photius. Bibliotbéque, París, 1959-
77.
60
La edición más moderna, aunque todavía incompleta, es la de C. THEODORIDIS, Pbo-
tii patriarcbae lexicón I, Berlín, 1982.
61
Hay de la obra vina edición puesta al día junto con sus cartas: B. LAOURDAS-L-G. WES-
TERINK, Photii patriarcbae Constantinopolitani Epistulae et Amphilochia, Leipzig (Teubner),
1983.
••ι 8Α WttSSBSí
62
No todos están de acuerdo en que fuera discípulo de Focio y que hubiera vínculo
entre ellos. LEMERLE en o. c, p. 209 lo niega tajantemente, H.G. BECK, en Kirche und tbeolo-
giscbe Literatur im byzantinischen Reicb, Munich, 1959, p. 614 lo hace con mayor cautela.
N.G. WILSON, en o. c, p. 174 afirma: «La única señal de una posible relación es que Aretas es-
cribió unos versos dirigidos a Focio».
63
P. LEMERLE, en o. c, pp. 205-241 y, con un estudio más actualizado, N. G. WILSON, en
o. c , pp 174-194 nos ofrecen sus datos biográficos y bibliográficos. También citaremos el ar-
tículo de A. BRAVO GARCíA, «Aretas, semblanza de un emdito bizantino•, en Erytheia 6 (1985)
241-254 que contiene, además de una completa nota bibliográfica al final del artículo, un es-
tudio sobre los códices que poseía, sobre su faceta como lector y escoliasta, sobre su dimen-
sión de crítico textual y las valoraciones sobre su figura hechas por los estudiosos modernos.
64
Cf. P. LEMERLE, O. C, pp. 250-251 y FJ. MARTíNEZ GARCíA, art. cit., pp. 89-90.
fi
5 ¿f. C. MANGO, O. C, pp. 141-2
66
Cf. F.J. MARTíNEZ GARCíA, art. cit., pp. 91-92.
67
Prueba de este control es la Vicia de Abmamios-Atanasio en la cual el héroe pasa
por tres niveles: alumno, Profesor adjunto y Profesor Titular. Para ser profesor titular hacía falta
la aprobación imperial [κοινή ψήφω των αυτών αδθις καΐ νεύσει βασιλική επί τόν διδασ-
καλικόν ανάγεται θρόνον], Cf. Ρ. LEMERLE, O. C, pp. 257-260.
APOGEO DEL IMPERIO BIZANTINO 137
68
L.BRéHIER, La civilisation byzantine, p. 393.
© Ibid,. p. 394
70
F.J. MARTíNEZ GARCíA, art. cit, p. 93
ΜΜ Hi
Μ Ifs^jlml
138 a
FRANCISCO M. FERNANDEZ JIMÉNEZ
cada santo. Este libro tuvo mucha importancia en los siglos posteriores a
juzgar por la gran cantidad de manuscritos que tenemos de esta obra74.
5. SITUACIóN ECLESIáSTICA
Para terminar este artículo, tratemos ahora uno de los puntos más co-
nocidos e importantes de este paso del milenio en Bizancio: la relación del
patriarcado de Constantinopla con la sede de Roma que en el 1054 acabó
en ruptura cuya causa principal fue el deseo de la Iglesia de Constantino-
pía de ser igual a la de Roma y el recelo de esta que imponía su suprema-
cía a todo el resto de la Iglesia. Además de este motivo, existen otros dos,
a saber, la creencia por parte de los bizantinos de que el clero occidental
era rudo y sin cultura y la pretensión del Emperador de ejercer una autori-
dad absoluta en materia religiosa, lo que los occidentales no podían acep-
tar. Estos recelos entre los latinos y los bizantinos no eran nuevos, los ha-
llamos ya en autores latinos como Cicerón y Horacio o Juvenal y Tácito.
Para éstos los griegos eran soberbios, perezosos y pérfidos por naturaleza
y este estereotipo siguió vigente durante toda la Edad Media, cobrando más
fuerza durante la segunda cruzada (1182-1204). Por otro lado, los bizanti-
nos veían a los latinos como violentos, descarados, insolentes, soberbios y
arrogantes, utilizando además para referirse a ellos la paronomasia 'Ιτα
λός-ιταμός, debido a su naturaleza belicosa que quedó demostrada en la
antigüedad y durante la segunda cruzada, especialmente con la toma de
Constantinopla en el 1204. Tal era el desprecio de los bizantinos hacia los
latinos que consideraban al latín lengua bárbara75.
De hecho se juntaron aquí dos modelos de entender la Iglesia: en el
caso de Constantinopla se sostenía que el gobierno de la Iglesia debía ser
colegiado y la doctrina infalible de la Iglesia tenía que ser proclamada por
la asamblea de todos los obispos reunidos y no por uno solo. La Iglesia Ro-
mana y, junto a ella, la Iglesia occidental, en cambio, se dirigía hacia una
74
Cf. N.P. SEVCENKO, s.v., "Menologion" y "Menologion of Basil II", en Oxford Dictio-
nary of Bizantium, II, pp. 1341-42, en donde se citan los principales trabajos sobre este tema.
75
Cf. H. HUNGER, Graeculus perfidus: Ιταλός Ιταμός il censo dell'alterita nei rapporti
greco-romani ed ítalo- Bizantini, Roma, 1987. D. Obolensky, en L.J. ROGIER, R. AUBERT, M.D.
KNOWI.ES, (dirs), Nueva Historia de la Iglesia, Madrid, 1977, II, p. 121 afirma sobre este punto:
•Los orientales, alegando su poderío y el carácter cultural y laico de su renacimiento, juzga-
ban al Occidente bárbaro y rudo. El papado, confiado de nuevo en sí mismo y sostenido por
partidarios y propagandistas resueltos, consideraba al Oriente degenerado y hereje.».
• H H E H H H K
i&Wá
•Hi
#§f
• • Η
^ wm
• 1 —
lew » » ^ ^ » HMIS
ii^B^S^m
140 a
FRANCISCO M. FERNANDEZ JIMÉNEZ
76
Cf. D. OBOLENSKY, O. C, II, pp. 112-113. Otros libros en los que hay un estudio ex-
haustivo sobre la materia y sirven de consulta para el tema que estamos tratando son: F. DVOR-
NIK, Byzance el la primauté romaine París, 1964;]. MF.YENDORFF, A. SCHMEMANN, N. AFANASSIEFF,
y N. Kour.OMZiNE, La primauté de Fierre dans l'Église orthodoxe, Neuchátel, 1960.
11
Nos referimos al problema del Filioque, al uso de panes ácimos para la celebración
eucarística y a la apariencia externa de los clérigos. Para más información sobre estos puntos
teológicos, vid.,}. PEUKAN, The Cbristian Tradition. A History ofthe Development ofDoctrine,
II: The Spirit of Eastern Christendom (600-1700), pp. 171-198 y, en nuestra lengua, A. BRAVO
GARCíA, Bizancio. Perfiles de un Imperio, pp. 101-110.
78
Sobre este cisma, vid. Fr. DVORNIK, The Photian Schism. History and Legend, Cam-
bridge, 1948.
79
G. D. MANSI, Conciliorum collectio, XVI, pp. 47-49.
APOGEO DEL IMPERIO BIZANTINO 141
80
Castigo que se imponía al penitente y que consistía en una oración, ayuno, lectura
bíblica, postración o en una exclusión temporal de la Eucaristía. Cf. A. PAPADAKIS, S.V. "Epiti-
mion", en Oxford Dictionary of Bizantium, I, pp. 723-24.
81
Documento que formula la decisión del Concilio de Constantinopla del año 920 para
solucionar el conflicto de los partidarios de ambos patriarcas. Fue promulgado solemnemente
el 9 de julio del 920, prohibiendo el cuarto matrimonio y restringiendo el tercero con una pe-
nalización de cuatro a cinco años de privación de la comunión. Este concilio no sólo supuso
la unión entre los bizantinos sino también la unión con Roma, ya que fue aprobado por los
legados pontificios. Cf. A. KAZHDAN, S.V. "Tomos of Union", en Oxford Dictionary of Bizan-
tium, III, p. 2093.
82
Cf. A. KAZHDAN, S.V. "Tetragamy of Leo VI", en Oxford Dictionary of Bizantium, III,
pp. 2027. Sobre la cuestión de la Tetragamia se puede consultar los trabajos de J. L. BOOJAMRA,
«The Eastern Schism of 907 and the Affair of the Tetragamy», JEH25 (1974) 113-133; P. KARIJN-
HAYTIíR, -Le synode a Constantinople de 886 á 912 et le role de Nicolás le Mystique dans
IBÜS
m*W®$
<m
• Μ
m
mm&• H H H M H H H i ili
142 ;l
FRANCISCO M. FERNANDEZ JIMÉNEZ
Desde el 925 al 1025 asistimos a una época de esplendor dentro del Im- colaborado
perio Bizantino en lo que se refiere a su influencia y conquista de los pue- ya mencio:
blos vecinos. El patriarcado de Constantinopla no va a ser ajeno a esta si- también ui
tuación y su influencia empieza a ser ejercida en Bulgaria, Rusia y el sur de berto, por
Italia y se afianza su pretensión de ser la cabeza religiosa de su área de in- precio de
fluencia. Durante esta etapa de tiempo hay un período de paz entre ambas parte de Ri
Iglesias que durará hasta que, en el 1012 -siendo obispo de Roma Bene- por parte 1
dicto VIII (1012-1024)-•, el papa deja de ser nombrado en los "dípticos", nopla, mar
parte de la liturgia en la que se mostraba la comunión con la Iglesia de Cerulario a
Roma. En 1024, último año de la vida de Basilio II, hubo un intento de re- una carta 1
conciliación. Se decidió negociar con el papado que se le concediera a tarde, el er
Constantinopla un área de influencia religiosa como la que tenía Roma en de Roma e
todo el mundo cristiano, lo que no fue aceptado por el papa Juan XIX83. cha y, el s<
Entre los años 1025 al 1043 sube a la sede patriarcal Alejo el Estudita. ticos. En re
Este, como sus sucesores, se mostró obsesionado por atraer a la fe orto- cardenal Η
doxa a la Iglesia de Armenia, que era monofisita, y ejercer su influencia re- ordenación
ligiosa sobre el área bizantina. Lo mismo hace su sucesor Miguel Cerulario tumbres lat
(1043-1058), quien trató de tener bajo su control a las Iglesia separadas mo- una embají
nofisitas y, además, se consideró siempre superior a los otros tres patriar- actitud de ¡
cados tradicionales, Antioquía, Alejandría y Jerusalén, e igual a la sede ro- ses se suce
mana a la que recriminó porque sus costumbres diferían de las de ellos. No sia, actos ir
logró su propósito de atraer hacia sí al patriarca de la Iglesia Armenia, que tante, el pa
usaba pan ácimo para celebrar la Eucaristía y ayunaba los sábados, mien- a que Hum
tras que los bizantinos consagraban con pan fermentado y no ayunaban el bre el altar
sábado. Como no pudo por vía del diálogo, recurrió al brazo secular, lo que escrita en u
produjo un rechazo mayor por parte de los armenios. Por otra parte, el pa- Sofía»?. El e
pado, que durante el siglo X y hasta el nombramiento de León IX (1048) un sínodo .
estuvo dominado por los emperadores germánicos, empieza a resurgir des- pañeros. Ai
pués de un siglo decadente y este papa intentará exaltar la figura del ro- haría más ρ
mano pontífice84. pía. Para m
En el año 1054 se produjo la ruptura entre las dos Iglesias en un mo-
mento en el que nadie se lo esperaba ya que el emperador y el obispo de
»5 Cf. A
Roma intentaban ponerse de acuerdo para hacer frente al poder normando •Michael I Ker
en el territorio italiano. Por ello, se intentaba llegar a un acuerdo, pero los 86
Segur
en el trono im-
perador quede
87
l'affaire de la tetragamie», JÚB 19 (1970) 59-101; N. OIKONOMIDES, «La derniére volonté de Léon Cf}.
VI au sujet de la tetragamie», BZ 56 (1963) 46-52. drid, 1982, I, ρ
83
Cf. J.M. HUSSEY, IToe Orthodox Church in the Byzantine Empire, Oxford, 1990, pp. Se discute la ν
111-123. La expresión de esta petición se resume en esta frase: .Constantinopolitanam Eccle- actuaba el Car
8 8
siam in suo orbe, sicut Romanara in universo universalem dici et haberi». OSTRC
84
Cf. J.M. HUSSEY, O. C, pp. 127-140. etc.
APOGEO DEL IMPERIO BIZANTINO 143
85
Cf. A. MICHEL, Humbert uncí Kerullarios, (2 vol) Paderbom, 1924-30 y F. TINNEFFXD,
«Michael I Kerullarios, Patriaren von Konstantinopel (1043-1058)», JOB 39 (1989) 95-127.
86
Según R. JKNKINS, en o.c, p. 358, esta carta no hubiera sido mandada de haber estado
en el trono imperial Basilio II. Constantino IX era más débil de carácter. Pero incluso este em-
perador quedó muy sorprendido por el contenido de la misma.
87
Cf. J. LORTZ, Historia de la Iglesia en ¡a perspectiva de la Historia del pensamiento, Ma-
drid, 1982, I, ρ 345. El texto de la bula aparece recogido en el libro de R. JKNKINS, o. C, p. 359.
Se discute la validez de la excomunión romana porque el papa León IX, en nombre de quien
actuaba el Cardenal Humberto, había muerto antes de la fecha.
88
OSTROGORSKY, JENKINS, (obras citadas); T. WARE, The Orthodox Church, Londres, 1964,
etc.
llHlll
CONCLUSIóN
Terminamos así nuestro recorrido por esta época en la que hemos ob-
servado, en primer lugar, que en el plano político, hubo frecuentes luchas
por el poder y revueltas dentro de la política palaciega, sobre todo en los
primeros años del reinado de Basilio II y en los años inmediatamente an-
teriores, pero en cambio, en cuanto al dominio del Imperio Bizantino so- 'DIAR1
bre otros pueblos, asistimos al crecimiento y expansión de este imperio so-
bre las naciones vecinas llegando a engrandecer sus fronteras aunque no MO]
hay que olvidar que las guerras fueron frecuentes. En lo referente a la edu-
cación asistimos a un renacimiento después de los siglos oscuros de la
época iconoclasta. Por último, en lo tocante a los asuntos eclesiásticos, los
siglos X y XI se caracterizan por los continuos enfrentamientos entre el po-
der civil, y el eclesiástico y entre Roma y Constantinopla, que han traído
consecuencias nefastas para las generaciones posteriores y que aún conti- §1. En
núan hoy en el campo eclesiástico. serva un e^
tega que c<
Francisco María FERNáNDEZ JIMéNEZ encabeza e
dadela de ]
Estudio Teológico "San Ildefonso' Kara Musta
Pl/ San Andrés, 3 la campaña
45002 Toledo. Francesco 1
la plaza y <
cios, dos m
dicial y var
generales c
ción indepí
me ha sido
sin embarg
conforman
§ 2. Seg
Corte, sita ι
de la tarde
niente de c
acompañab
DGIC
1
En la
bliografia de ¿
ningún ejemp]
ERYTHEIA 22 (20