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EL APOGEO DEL IMPERIO BIZANTINO AL FINAL

DEL PRIMER MILENIO

du ρ a-

El final del primer milenio e n Bizancio y el comienzo del s e g u n d o fue


una d e las etapas más interesantes de la época bizantina. En ella, consigue
el Imperio establecer su autoridad en sus fronteras y p r e t e n d e ser el garante
del bien cristiano e n el m u n d o . Como afirma A. Bravo García:

El reinado de la dinastía macedónica [la que gobernaba en esta


época] conforma al Imperio como verdadera potencia internacional, aun-
que esta situación de bonanza no había de durar mucho; implica este pe-
riodo de apogeo, entre otras cosas, la conciencia de una superioridad
que, para muchos, halla su reflejo en el complicado ceremonial imperial
admirado por doquier y, por otro lado Ao que es más importante-, la
noción de que existe una escala de nobleza entre los pueblos que no de-
pende de su religión sino de la mayor o menor conexión con el mundo
grecorromano 1 .

En el presente estudio, nos d i s p o n e m o s a recorrer esta época dete-


niéndonos e n sus aspectos históricos, Sociales, culturales, sin faltar una alu-
sión a la ruptura entre la Iglesia d e Occidente y d e Oriente q u e ha dejado
su impronta e n la vida política y social e u r o p e a q u e va más allá de los as-
pectos puramente religiosos.

1. SITUACIóN HISTóRICA: EL REINADO DEL EMPERADOR BASILIO II

Empezamos este recorrido p o r la historia bizantina del fin del primer


milenio, más en concreto, p o r el estudio del reinado de Basilio II, pertene-

1
A. BRAVO GARCíA, Bizancio. Perfiles de un imperio, Madrid, 1997, pp. 30-31.

ERYTHEIA 22 (2001)
ΨΜ

118 FRANCISCO Μ.'•' FERNANDEZ JIMÉNEZ

cíente a la dinastía macedónica2. Ésta, a su vez, la podemos dividir en dos


períodos: el primero, que fechamos desde la ascensión al poder de Basilio I
en el 867 hasta la muerte de Constantino VIII en el 1028, se caracteriza por
ser una de las épocas más brillantes en lo que se refiere a la política impe-
rial. Pertenecen a esta etapa los siguientes emperadores: Basilio I (867-886),
León el Filósofo (886-912) y Alejandro (886-913), que hace de co- emperador,
Constantino VII Porfirogénito (913-959) y Romano I Lecapeno que usurpa el
poder desde el año 920 al 944, Romano II (959-963), Nicéforo II Focas (963-
969), Juan I Tzimiscés (969-976) Basilio II (976-1025) y su hermano Cons-
tantino VIH (976-1028). En este tiempo, las conquistas contra los pueblos ve-
cinos extienden las fronteras del Imperio Bizantino, se produce una gran
labor legislativa consistente en la publicación de las Basílicas y las Novellae
dirigidas contra las desmesuradas adquisiciones de los terratenientes y un
gran progreso intelectual del que se pueden destacar dos grandes figuras: el
patriarca Focio y el emperador Constantino Porfirogénito. El segundo perío-
do, que comprende a los emperadores posteriores a Constantino VIII, que
falleció en el 1028 sin haber tenido un hijo varón en quien pudiera recaer la
sucesión al trono, fue, sin embargo, un período de anarquía que termina con
la muerte de Teodora en 1056. Los emperadores de esta segunda etapa es-
taban unidos a la dinastía por lazos de matrimonio o de adopción con la hija
de Constantino VIII, Zoé, y no eran hijos ele emperadores.
Centraremos, pues, nuestro estudio en Basilio II, que fue el emperador
que vivió, como ya hemos visto, al final del siglo X. Este comienza su rei-
nado, junto con su hermano Constantino VIII, a la muerte de su padre Ro-
mano II en el año 963, a quien los estudiosos caracterizan corno un hom-
bre de carácter débil, dominado por su mujer Teófano, hija de un
tabernero, en los asuntos internos por el eunuco José Bringas, que poseía
los cargos de paracimómeno¿> y de paradinasteuorfi y en los externos por

2
Las fuentes sobre este p e r í o d o se e n c u e n t r a n d e una m a n e r a detallada e n J. KARAYAN-
NOPULOS-G. Wi'.iss, Quellenkunde zur Gescbichte von Byzanz (324-1453), W i e s b a d e n , 1982, II,
p p . 367-427. Remitimos a d e m á s a la copiosa información crítica q u e s o b r e t o d o el p e r í o d o se
n o s ofrece e n las más d e mil p á g i n a s del q u e , hoy p o r hoy, es el m á s reciente m a n u a l d e his-
toria d e Bizancio; nos referimos a W. TRHADGOLD, A History of the Byzantine State and Society,
Stanford, California, 1997.
3
Literalmente -el q u e d u e r m e al lado del emperador», era el e u n u c o q u e originaria-
m e n t e tenía c o m o misión dormir e n la puerta d e la habitación del e m p e r a d o r para guardar
esta sala. Era el oficio m á s alto q u e p o d í a recibir u n e u n u c o . Adquiere m u c h a importancia d u -
rante los siglos IX y X. Cf A. Κ λ ζ ι - I D A N , S.V. " P a r a k o i m o m e n o s " , e n Oxford Dictionary of BU
zantium., III, p . 1584.
4
T é r m i n o eme designa u n p u e s t o imperial q u e se coloca a la cabeza d e u n a u n i d a d
administrativa. Viene a ser sinónimo del q u e tiene gran autoridad. Cf. A. KAZHDAN, S.V. "Pa-
radynasteuon", e n Oxford Dictionary of Bizantium, III, p, 1584.
APOGEO DEL IMPERIO BIZANTINO 119

el domésticos'' Nicéforo Focas. Al principio, al ser los dos emperadores aún


niños, su madre Teófano asume la regencia. Durante los primeros cinco
meses, del 15 de marzo al 15 de agosto, el eunuco Bringas siguió dirigiendo
los asuntos internos del Imperio hasta que Teófano, sabiendo que esta si-
tuación no iba a ser especialmente satisfactoria para ella, decide reempla-
zarlo apoyándose en Nicéforo Focas, y de esta forma, el 15 de agosto, des-
pués de una lucha sangrienta en las calles de Constantinopla, Bringas fue
apartado de su cargo y enviado al monasterio de Asecretis en Pitia Bitinia
donde murió el año 9656.
De esta forma, apoyado por la emperatriz madre y regente, por su ejér-
cito, la aristocracia militar y la jerarquía de la Iglesia, gobernaron el Impe-
rio Bizantino dos generales: Nicéforo II Focas, durante seis años (del 963
al 969), en cuyo mandato se ganó las enemistades del pueblo y de los ecle-
siásticos, principalmente por su política fiscal7, lo que llevó a su muerte me-
diante un complot urdido contra él, y Juan Tzimisces, que dio muestras de
ser un gran general en sus empresas militares tanto contra los búlgaros
como contra los árabes en Siria y quien tras siete años de gobierno murió
en el 9768.
Al fallecer Tzimisces, Basilio tenía ya dieciocho años y su hermano
Constantino dieciséis. En este momento empieza una época conflictiva en
la corte bizantina que estuvo a punto de dejar a Basilio II sin autoridad por
dos motivos. El primero era que los aristócratas, acostumbrados a que el
gobierno imperial estuviera en manos de un estratego, veían con buenos
ojos que se eligiese a otro general como sucesor de Tzimisces, Bardas Es-
cleros. El segundo, las ambiciones de su tío abuelo, el paracimómenos'Ba-
silio el Notos, que, bajo la apariencia de querer mantener en el trono a sus
sobrinos, buscaba dirigir él solo los asuntos del Imperio. Así pues, en esta
situación se produjo la rebelión de Bardas Escleras9, cuñado de Tzimisces,

5
Era el general en jefe de las tropas de Oriente. En la época de Romanos II fue divi-
dido en dos, el de Oriente y el de Occidente. Cf. A. KAZHDAN, S.V. "Domestikos ton scholon",
en Oxford Dictionary of Bizantium, I, pp. 647-48.
6
Sobre este período, desde muy diversos puntos de vista, puede consultarse la obra di-
rigida por A. DAVID, The Empress Theophano. Byzanttum and the West at the Turn of the First
Millenium, Cambridge, 1995.
7
Cf. A. KAZHDAN, S.V. "Nikephoros II Phocas", en Oxford Dictionary of Bizantium, III,
ρ 1478. En este artículo aparece también una bibliografía básica sobre este emperador.
8
Cf. A. KAZHDAN-A. CUTLER, S.V. "John Tzimiskes", en Oxford Dictionary of Bizantium,
II, p. 1045. También sobre este emperador hay una bibliografía básica en este libro, al final
del artículo en cuestión.
9
Sobre Bardas Escleras, se puede consultar la obra de W. SEIBT, Die Skleroi,. Viena,
1976, donde también se nos habla de su familia.

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120 a
FRANCISCO M. FERNANDEZ JIMÉNEZ

que fue vencido por el tío abuelo de los emperadores con la ayuda de Bar-
das Focas después de tres años de luchas. Conjurado este primer peligro,
Basilio Π concentró sus fuerzas en anular a su tío Basilio porque se dio
cuenta del gran poder que había asumido. Enterado este de los planes del
emperador, intentó dar un golpe de estado apoyándose en su amigo Focas.
Informado a su vez el emperador de la trama, cortó a tiempo la conjura y
exilió a su tío. De esta forma es como se hizo con todo el poder mientras
su hermano se dedicaba a "vivir la vida". Su primera actuación fue anular
las leyes promulgadas por su tío. Una vez en el poder, sin embargo, no
tuvo un reinado tranquilo, como lo muestran las rebeliones internas y ex-
ternas a las que tuvo que hacer frente. Una de las más importantes fue la
capitaneada por Bardas Escleros, aliado esta vez con Bardas Focas y apo-
yado por los mandos militares descontentos. Estos dos personajes hicieron
un pacto para repartirse el imperio en dos partes: Europa para Focas y
Oriente para Escleros. Pero Focas, al darse cuenta de su supremacía sobre
Escleros, rompió el pacto y lo encarceló, quedándose como único preten-
diente al trono. Ante esta conjura, la situación de Basilio II se hizo deses-
perada hasta el punto que tener que buscar ayuda en la corte del príncipe
de Kiev, Vladimir, que mandó un contingente de 6.000 varegos, llamado
druzhina10, recibiendo como recompensa a la hermana del Emperador,
Ana Porfirogénita, para contraer matrimonio con ella. Derrotaron estos a
Bardas Focas en la batalla de Abidos en el 989• Con respecto a Escleros,
que estaba en la cárcel, la solución pasó por la firma de un acuerdo amis-
toso entre él y el emperador que puso fin a las luchas internas y así es
como Basilio II pudo dedicarse de Heno a la consolidación de las fronteras
exteriores. Estos conflictos hicieron cambiar el carácter del joven empera-
dor aún más. Veamos el retrato que nos da Ostrogorsky sobre él:

Vivía solo, ensimismado, y en este espíritu de soledad gobernó su


Imperio, esquivando todo consejo: fue un aristócrata en el verdadero
sentido de la palabra. Su modo de vida fue el de un asceta o de un gue-
rrero. No le agradaba la ostentación, y ni siquiera sentía inclinación ha-
cia el arte y las ciencias, aun siendo nieto del docto Constantino Porfi -
rogéneta. Le repugnaba el arte retórica, tan apreciado en Bizancio. Su

10
Soldados procedentes de Escandinavia que llegan a servir al Imperio Bizantino a tra-
vés de Rusia desde al menos el principio del siglo X. Importante es esta donación de 6.000
varegos que hace el príncipe ruso al emperador bizantino, pues a partir de este momento se
van a destacar como soldados muy competentes tanto en el ejército como en la guardia pa-
laciega, siendo considerados militares de élite. Sobre estos soldados, vid. S. BLONDAL, The Va-
rangians of Byzanttum (edición revisada por S. BENEDIKS), Cambridge, 1978. Cf. S. FRANKLIN-
A.CUTLER, s.v. "Varangians", en Oxford Dictionary of Bizantíum, III, p. 2152.
APOGEO DEL IMPERIO BIZANTINO 121

elocuencia era simple y breve: para la sensibilidad del refinado bizan-


tino, ruda y descuidada. Aunque era enemigo de la nobleza, no buscaba
ganarse el favor del pueblo. De sus subditos esperaba obediencia, no
amor. Todos sus esfuerzos estaban destinados al aumento del poder del
Estado y a la lucha contra los enemigos, tanto internos como externos11.

Si difícil lo tuvo en el interior del Imperio, no menos problemas le oca-


sionaron los pueblos vecinos. Empezaremos nuestra exposición descri-
biendo la relación de este emperador con los árabes12. Debido a la expan-
sión de estos y a sus continuos conflictos con el Imperio Bizantino, el
emperador se vio forzado a luchar contra ellos tanto en el Oriente como en
el Occidente. En Oriente, las fronteras del Imperio se extendieron debido a
la política de los emperadores de la dinastía macedónica, quienes, unas ve-
ces con más éxito que otras, lograron recuperar gran parte del territorio con-
quistado por los árabes y de este modo, en el reinado de Basilio II, se res-
tauró la presencia bizantina en aquellos lugares donde se había perdido
antaño por una ofensiva árabe. En el Occidente, la situación es distinta,
pues, después de intentar varias veces expulsar a los árabes de la isla de
Creta13, los emperadores bizantinos no lo lograron, ni tampoco desterrar del
Mediterráneo la piratería, hasta que, en la época de Romano II y por obra
de Nicéforo Focas, que mandaba sus tropas, se consiguió conquistar por fin
Creta y se recuperó así un centro de gran importancia para el Mediterráneo.
Por lo que se refiere a los armenios 14 , Basilio II conquistó la mayor
parte de su territorio occidental, convirtiéndose toda esta región en el

11
G. OSTROGORSKY, Historia del Estado Bizantino, Madrid, 1983, p. 303.
12
Sobre este tema se pueden consultar los siguientes libros: M. CANARD, Byzance et les
Musulmans du Proche- Orient, Londres, 1973 y ¿'expansión arabo-islamique et ses répercu-
sions, Londres, 1974. Sobre los temas fronterizos tenemos el artículo de H. AIIRWEILER, «La fron-
tiére et les frontiéres de Byzance en Orient», Actes du XIV Congres International d'Études By-
zantines, II, Bucarest, 1975. En español podemos consultar la obra traducida del francés de
A. DUCKI.LIER, M. KAPLAN, y B. MARTIN, El Cercano Oriente Medieval, Madrid, 1988 que presenta
de forma comparada la historia del mundo bizantino con el desarrollo del mundo musulmán.
Es, pues, una obra de carácter general que nos aporta abundante bibliografía y nos habla no
sólo de la historia sino también de la cultura. W. TREADGOLD, en su Hystory, el manual más re-
ciente dedicado a la historia bizantina, ofrece una buena cantidad de páginas (pp. 301-579;
633-1025) a las relaciones entre bizantinos y árabes; claro que no sólo se estudia aquí la rela-
ción política entre ambos pueblos.
13
Estos datos se pueden ampliar con los siguientes libros recientes: K.GALLAS ETM.II, By-
zantiniscbes Kreta, Munich, 1983; D.TSOUGARAKIS, Byzantine Crete 5th- 12,b Centuries, Oxford,
1984. Y además, sobre la conquista de Creta por los árabes: V. CHRISTIDES, The Conquest of
Crete by the Arabs, Atenas, 1984.
14
Sobre este período se puede consultar la siguiente bibliografía: N. ADONTZ, Études ar-
méno-byzantines, Lisboa, 1965; J. LAURENT, Études d'histoire arménienne, Lovaina, 1971; N.G.
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122 FRANCISCO M.a FERNANDEZ JIMÉNEZ

Tema15 de Iberia. Esta anexión se produjo porque uno de los príncipes de


Iberia, David de Tao, que fue recompensado por su apoyo al emperador
en la revuelta de Bardas Escleras (976-979) con el título de curopalata16,
entregándosele, además un lote de tierras, tomó en la revuelta de Focas un
partido equivocado, es decir, se puso en contra del emperador; por eso,
tuvo que devolverle las tierras regaladas anteriormente. Una vez muerto
David en 1021-22, Basilio se anexionó toda la herencia de este personaje a
pesar de la resistencia de los nobles. Cuando en Armenia vuelven a esta-
llar nuevos enfrentamientos, el emperador lucha contra ella y la vence,
agregando parte al Imperio y sometiendo el resto al vasallaje.
Pero, sin duda, el pueblo que más problemas causó al emperador Ba-
silio II fue el de los búlgaros1?. Estos, a comienzos del siglo X llevaron una
ofensiva contra el Imperio Bizantino en la que se anexionaron: en el 904,
los territorios eslavos de la Macedonia meridional y de Albania, también
meridional, y en el 918 las regiones de Tracia y Macedonia, a excepción de
las ciudades de Constantinopla y Salónica. En la segunda mitad del siglo X,
con Tzimisces, Bizancio, aprovechando la crisis búlgara del momento, se
anexionó toda la Bulgaria oriental. Basilio II, por su parte, provocó la gue-
rra contra los búlgaros con el fin de trasladar la frontera del Imperio hasta
los límites que había tenido en la época de Justiniano y Mauricio, es decir,
hasta la línea del Danubio. Así comenzó un período de luchas cuyos re-
sultados no fueron iguales al principio que al final de su mandato. En los
primeros años, al estar Basilio preocupado por afianzar su trono, amena-
zado por revueltas internas, de las que hemos hablado, tuvo que abando-

GARSOíAN, Armenia between Byzantium and the Sasanians, Londres, 1985; A. ALPAGO, Les Ar-
meniens. Histoire-Art-Archéologie, Milán, 1986 y G. DEDEYAN, Histoire de ¡'Ármente, Toulouse,
1982.
15
Este término se emplea para designar las nuevas circunscripciones provinciales. Se
usa ampliamente a partir del siglo VIII. Está dotado de un ejército a cuyo frente está un es-
tratego que controla lo esencial de ¡os poderes militares y civiles. (Cf. Glosario del libro de A.
DUCELLIER, ed, Bizancio y el Mundo ortodoxo, Madrid, 1992, p. 558).
16
Una dignidad de alto grado. Desde tiempos de Justiniano recaía principalmente so-
bre miembros de la familia impe rial o sobre príncipes extranjeros. En los Taktiká del siglo IX
y X esta dignidad va después de la de Caesar y nobilissimos. En el siglo XI empieza a darse
a personas que no pertenecen a la familia imperial, como por ejemplo generales. Cf. A. KAZH-
üAN, s.v. "Kouropalates", en Oxford Dictionary of Bizantium, II, p. 1157.
17
Para ampliar estas brevísimas consideraciones sobre los búlgaros es esencial consul-
tar el libro de P. BROWMNG, Byzantium and Bulgaria, A. comparative Study across early me-
dieval frontier, Universidad de California, 1975. Sobre el tema se pueden ver también las obras
de F. DVORNIK, The Slavs in European History and Civilization, New Brunswick-N. Jersey, 1962;
J. FERLUGA, Der Byzanlinische Handel auf' dem Balkan von VII bis zum Anfang des XIIIJahr-
hunderts, Skopje, 1986; y la obra colectiva dirigida por I. DUJCEV, Histoire de la Bulgarie, Ro-
anne, 1977.
APOGEO DEL IMPERIO BIZANTINO

. nar su lucha contra este pueblo eslavo. Estos aprovecharon la situación y


ocuparon la provincia bizantina de Tesalia y Helias (a excepción de Tebas,
Atenas y Corinto), en el 985 Larissa, capital de Tesalia y en el 986 la ciudad
macedónica de Berrea, población muy cercana a Salónica. Ante esta ofen-
siva, Basilio, en cuanto apaciguó sus conflictos internos, emprendió varias
campañas contra los búlgaros, cuyos resultados, siendo malos al principio,
llevaron al emperador en el año 1014 a emprender su última ofensiva con-
tra los búlgaros en la que capturó a 14.000 búlgaros a quienes cegó y luego
devolvió sin vista al zar de Bulgaria, Samuel. Este suceso produjo una
honda pena en el corazón del monarca, que murió el 6 de octubre del
1014. Después de su muerte, el Imperio Búlgaro no levantó cabeza y en el
1018 dejó de existir y quedó transformado en provincia bizantina. Relacio-
nado con este ímpetu expansionista hay que citar la teoría del Imperio ba-
sada en la providencia de Dios 18 según la cual cuando el Imperio pierde
territorio es señal de que Dios lo castiga por sus pecados pero con la es-
peranza de que en el futuro le recompensará y le dará los territorios que
tenía el Imperio Romano en época de Trajano. Esta teoría seguía vigente en
las gentes del Imperio en el siglo X. Basilio, por tanto, se veía impulsado
por la voluntad de Dios a conquistar Bulgaria. Pero, como nos dice Jenkins,
¿era la voluntad de Dios lo que le movía o un motivo personal? Esta idea
la basa en su especial saña contra el pueblo búlgaro que no usa contra
otros pueblos a los que conquista: lo que le ha valido el apelativo de Bul•
garoktonos, 'matador de Búlgaros'. La razón que dan es que su padre po-
lítico, cuando contaba Basilio once años, le prometió en matrimonio a una
princesa búlgara. Todo este odio y su explicación no son más que una hi-
pótesis y realmente nunca se sabrá el porqué de que fuera tan encendido
el de este emperador contra estos eslavos. Una interpretación más profunda
de la conducta de Basilio contra sus enemigos eslavos, ortodoxos como él,
es la de Ahrweiler19, para quien los bizantinos de esta época —tal corno se
ve en el De administrando imperio, una de las obras de Constantino VII-
sustentaban la teoría de que existía un orden de los pueblos (con honor y
sin él) encabezados por ellos mismos. Los búlgaros pertenecían a los pue-
blos eslavos, inferiores, odiados por Dios y, por lo tanto, no merecían com-
pasión. Esta idea, que comporta evidentemente lo que Ahrweiler llama un
racismo suigeneris, no es sino una manifestación más de la mentalidad im-
perialista que reinaba en el Bizancio de la dinastía macedónica

18
Cf. R. JENKINS, Byzantium. 'The Imperial Centuries AD 610-1071, Toronto, 1987,
p. 312.
19
Vid. H. AHRWEILER, L'idéologiepolitique de l'empire byzantin, París, 1975, pp. 50-51
βμηηηηηηηηΚμΝΙ

124 a
FRANCISCO M. FERNANDEZ JIMÉNEZ

Otro pueblo que mantiene una relación especial con el Imperio Bizan-
tino en esta época es el ruso 20 , debido a la ayuda que Basilio II recibió del
príncipe de Kiev, Vladimir, para poder sofocar sus luchas internas, a la que
ya nos hemos referido y que el emperador Bizantino agradece otorgando
al príncipe ruso la mano de su hermana, la princesa bizantina, Ana.
Terminamos nuestro recorrido presentando la relación de los bizanti-
nos con las poblaciones de Oriente, refiriéndonos a los pechenegos 21 , pue-
blo establecido, en esta época, en el territorio de la Valaquia actual, es de-
cir, al norte del Danubio inferior, y en las llanuras de la Rusia meridional.
Aunque no serán peligrosos para el Imperio hasta mediados del siglo XI,
por su posición geográfica, tenían una gran importancia para frenar los
avances búlgaro, ruso y magiar22. Estaban situados al sur de Rusia y al norte
del Imperio Bizantino. Por el norte también estaban en litigio con los
uzos 23 . En el siglo XI, después de la conquista de Bulgaria por Basilio II,
terminaron siendo unos vecinos poderosos a los que no se podía poner re-
sistencia suficiente a su ofensiva. A mediados de este siglo, empezaron a
ser un serio peligro pues comenzaron a franquear el Danubio. Se hicieron
los enemigos del norte más temibles y tuvieron que ser comprados a un
alto precio para que se mantuviesen fuera del Imperio Bizantino.
Con respecto a la relación de Bizancio con el mundo occidental, de-
bemos decir que esta se realizó en dos frentes: uno con la República Ve-
neciana con la que firmó, en marzo del 992, un tratado según el cual el
peaje que los barcos venecianos pagaban en su comercio con Bizancio se
regula de forma favorable a Venecia, encargándose esta última de la poli-

20
Para las relaciones de los bizantinos y los rusos ver los libros de G. VERNADSKY, A Ilis-
tory of Russia (especialmente tomos primero, Ancient Russia, Londres, 1969 y segundo, nie-
van Russia, Londres, 19696 y hay, además, una edición de bolsillo publicada en 1973); de J.
FBNNELI. y A. STORES, Barly Russian Literature, Londres, 1974; M. FIELLMANN, K. ZERNACK y G.
SCHRAMM, Handbuch des Geschichte Russland, (Tomo I: Von der KieverReichsbüdung bis zum
Moskauer Zarentum, en once fascículos), Stuttgart, 1976-1982. Para las relaciones entre los dos
imperios ver la obra de A. POPPE, Byzance et la formation de l'Etat russe, Londres, 1979• Muy
reciente y de interés es el primer tomo de una nueva historia de Rusia: S. FRANKLIN-J. SIIEPARD,
The Emergence ofRus 750-1200, Londres, 1996.
21
Sobre este pueblo ver los siguientes libros: O. PRITSAK, The Pecenegs, Lisse, 1976 y P.
DIACONU, Les Petchénegues au Bas-Danube, Bucarest, 1970.
22
No es extraño que Constantino Porfirogénito pida a su hijo, en su libro De adminis-
trando Imperio, c. 1-8 (ed. de G. MORAVCSIK- R. JENKINS, Washington, 19672, pp. 48-57) que
tenga buena relaciones con ellos porque así no le podrán atacar ni los rusos, ni los magiares,
ni los búlgaros.
23
Pueblo de origen turco que bajo la presión de los cumanos se movieron hacia el
Oeste, cruzando el Volga y en el siglo X, siguiendo a los pechenegos aparecieron en el Mar
Negro. Cf. O. PRITSAK, S.V., "Uzes", en Oxford Dictionary of Bizantium, III, pp. 2147-48.
APOGEO DEL IMPERIO BIZANTINO 125

tica bizantina en el Adriático e intensificándose así su influencia sobre el


Imperio; otro con el emperador Otón con el que, después de una ruptura
de relaciones en el reinado de Constantino Porfirogénito, se intentará man
tener buenas relaciones, sobre todo por el peligro que el emperador occi-
dental puede ocasionar a las posesiones bizantinas del Sur de Italia. Por
ello Basilio II y Otón III abrirán negociaciones para el matrimonio del pro-
pio Basilio con una sobrina del emperador de Occidente 24 .

2. SITUACIóN SOCIOFXONóMICA

Pasemos ahora a referirnos a la situación social del Imperio Bizantino


en el paso del primer milenio al segundo. Por lo que se refiere a la demo-
grafía25, observamos que, después de la caída demográfica producida du-
rante los siglos VII y VIII debida en parte a las frecuentes incursiones de
los árabes en las provincias imperiales de Asia Menor, asistimos en esta
época a un crecimiento de la población que tendrá un desarrollo distinto
según las diversas regiones. Así, en la zona eslavizada de los Balcanes, la
recuperación demográfica es lenta y, a veces, se ve frenada por las inva-
siones magiares, las campañas de los búlgaros contra el Imperio e incluso
por las incursiones árabes. Por lo que se refiere a Grecia, siguieron los em-
peradores de la dinastía macedónica y, en especial, León VI la vieja polí-
tica de colonización que habían llevado a cabo los emperadores anteriores
y que consistía en trasladar a Grecia a otros pueblos del imperio, sobre
todo los eslavos. De este modo, en el siglo X, se produce ya una fuerte re-
cuperación demográfica que no se verá afectada por otro descenso hasta el
año 1100. En cuanto a las provincias italianas del Imperio Bizantino en las
que hubo una mayor resistencia a la crisis demográfica de los siglos VII y

24
Además de la bibliografía general a los que he aludido ya, podemos citar los si-
guientes trabajos: Para Venecia: S. BORSARI, Venezia e Bisanzio nel secólo XI, reeditado en Sto-
rla della Civilta veneziana, vol. I, Florencia, 1976. Para las relaciones con el emperador de
Occidente: Ch. M. BRAND, Byzantium confronts the West, Cambridge (Mass.), 1968.
1976 y P. 25
Para hablar de la situación demográfica seguimos, principalmente, la obra ya citada
de A. DUCELLIER (ed.), Bizancioy el Mundo Otrodoxo, pp. 206-212, que a su vez recoge datos
de otros trabajos anteriores como los de P. CHARANIS, Studies on the Demography of the By-
zantine Empire, Londres, 1972, (una colección de artículos) y Social, Economic and Political
Life in the Byzantine Empire, Londres, 1973 (igualmente, una colección de artículos). También
convendría citar el trabajo de G. DAGRON, "Minorités ethniques et religieuses dans l'Orient by-
zantin a la fin de Xe et Xle siécle", Travaux et Mémoires 6 (1976) y la obra de N. SVORONOS,
Etudes sur l'organisation intérieure, la société et l'économie de l'Empire byzantine, Londres,
1973 así como el libro de A. GUILLOU, La civilisation Byzantine, París, 1974.

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126 FRANCISCO Μ." FERNANDEZ JIMÉNEZ

VIH, empiezan en este tiempo a sufrir el ataque árabe que arrebata al Im-
perio Sicilia y saquea las ciudades de Lombardía y, aunque, en estas cir-
cunstancias, cabría esperarse un descenso en la población griega, esta fue
muy resistente e incluso, en el siglo XI, se produce en estas ciudades una
explosión demográfica. Finalmente en Anatolia, la población siguió debili-
tándose aunque en el siglo X parece que hubo un auge demográfico por-
que, por un laclo, encontramos ciudades ricas y pobladas, muchas de las
cuales eran antes aldeas, pero, por otro, hay que tener en cuenta el flujo
migratorio que se produce desde Siria y Armenia hacia esta región. De este
aumento de la demografía hay que exceptuar a las ciudades costeras de la
Península de Anatolia. Ducellier nos da diversas razones para dudar que
existiera una verdadera recuperación demográfica fuerte, sobre todo en el
interior de Anatolia: La primera de ellas es que habría que suponer un des-
censo muy pronunciado de la demografía cuando empieza los problemas
con los turcos en la segunda mitad del siglo XI y esto no es verosímil. En
segundo lugar, el estímulo de la emigración armenia y siria a Cilicia y Ca-
padocia muestra la preocupación del gobierno por la despoblación de la
zona. Y por último, el crecimiento en la población de ciertas ciudades
puede deberse a la concentración de la riqueza agrícola en pocas manos y
que en el campo la población estuviera disminuyendo 26 .
En lo referente a la distribución étnica27 en el siglo décimo, nos en-
contramos lo siguiente: por lo que se refiere a las provincias italianas, la
población o es latina o está latinizada e incluso en ciudades como Barí y
Tarento, a finales de este siglo, los griegos son una minoría; en los Balca-
nes la población es predominantemente eslava o iliria, como en el caso de
Kosovo y los griegos tienen sólo una cierta importancia en las ciudades
costeras; en Macedonia, por el contrario, la población griega es mayorita-
ria cuando uno se va dirigiendo al sur, en cambio en el norte la eslaviza-
ción, con algunas excepciones, es completa; en Grecia, el elemento griego
se impone incluso en zonas eslavizadas y, finalmente, en Anatolia el ele-
mento griego es aplastante aunque en el siglo XI empiezan a asentarse los
sirios y los armenios.
Pasemos ahora a estudiar la sociedad rural que, en esta época, estaba
compuesta principalmente por una aristocracia rural y por los pequeños
campesinos. Ducellier resume la situación de la agricultura bizantina en po-
cas palabras:

26 A. DUCELLIER, O. C, p. 210
27 19-100 un estudio general sobre estos pueblos en esta
Vid. A. GUILLOU, o. c, pp.
época.
APOGEO DEL IMPERIO BIZANTINO 127

...la agricultura bizantina es por tanto una agricultura ele laderas y de


suelos delgados. El clima es igualmente poco propicio. (...) [Y sobre la
ganadería nos dicej: La ganadería se muestra como uno de los mejores
factores de diferenciación social. Por un lado, los ricos propietarios po-
seen miles ele cabezas de ovino y centenares ele bovino (...); por otro, la
posesión ele un par de bueyes es la condición necesaria para la inde-
pendencia económica del explotador agrícola. Sin embargo la cabana del
labrador se limita a esa pareja ele cabezas ele ganado ele bovino, a una o
dos cabras y algunos cerdos28.

La situación del campo, antes ele la época que estamos estudiando, se


basaba en la pec]ueña explotación familiar. El campesino vivía siguiendo el
ideal del hombre bizantino: vivir autárquicamente 29 . Esto no significa que,
en ocasiones, no tuviera que vender parte de su cosecha para hacer frente
a un mal año, para pagar sus impuestos, renovar sus aperos, etc. En cuanto
al régimen tributario, el Estado aplicaba el criterio de solidaridad: el contri-
buyente tenía que pagar una cuota; si este no podía pagar, el impuesto se
asignaba a sus vecinos junto con el derecho de disfrutar la tierra corres-
pondiente y el derecho de preferencia en caso su venta 30 . En la época ma-
cedónica la carga fiscal de los pequeños propietarios se hizo tan grande
que tenían que recurrir a los dynatoP1 para pedirles apoyo pagándolo con
su libertad e independencia puesto que el pequeño campesino no tenía
más remedio que vender para hacer frente a los gastos y los otros campe-
sinos no tenían el dinero suficiente para adquirir estas tierras por lo que el

28
A. DUCELLIER, o. c, p. 213.
2Í>
En el artículo de A. KAZIIDAN, «El Campesino», en G. CAVALLO (dir), El hombre bizan-
tino, Madrid, 1994, pp. 63- 98, se nos presenta un estudio conciso de cómo era el campesino
bizantino en el eme se explican los términos que se usaban para designarlo, las técnicas y los
productos de la agricultura, la ganadería, la caza y la pesca, nos introduce en la vivienda del
hombre rústico, sus utensilios, cómo estaban organizados en el pueblo, las calamidades y la
vida espiritual de los campesinos. Al final se nos ofrece una bibliografía de carácter general.
Por lo que hace a la tierra vista desde la perspectiva política y social, una ojeada a A. BRAVO
GARCíA, Bizancio. Perfiles de un imperio, obra ya citada, pp. 18-23, aclarará los términos de
una vieja discusión académica (Lemerle, Kahzdan, Kaplan...).
30
Desde el siglo IX esta práctica fiscal se designa con el nombre de alelingio y viene
a reemplazar el viejo término de Epibolé. A.J. CAPPEL, S.V. "allelengyon", en Oxford Dictionary
of Bizantium, I, p. 69. Por lo que se refiere al término Epibolé, N. OIKONOMIDES afirma: «(it)
was the official transfer of abandoned land, together with its fiscal obligations, to relatives,
cocontributors or members of the same village or fiscal unit.», en ibid., I, p. 709.
31
Los dynatoi son un grupo social que posee gran riqueza o poder en el campo. En la
legislación de los macedonios este término designaba a todas las personas adineradas que po-
dían oprimir a la masa del pueblo. Sobre este grupo, vid. J.C. CHEYNET, Pouvoir et contesta-
tions á Byzance (963-1210), París, 1996, pp. 177-190, 249 y ss.
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128 FRANCISCO M.a FERNANDEZ JIMÉNEZ

único que podría comprarlas era el poderoso. Esto ocasionó un gran pro- años y qi
blema en los siglos IX y X32. Para hacer frente a esta situación, se va a de- nado ileg
sarrollar una política antiaristocrática inaugurada por Romano Lecapeno parientes,
cjue tiene su punto culminante con Basilio II. El primero prohibe a los po- habían ad
derosos la compra de tierras en los pueblos donde no tuvieran propieda- anula la ν
des y permite sólo a los campesinos la adquisición de las posesiones de el año 92
penetes^. Los edictos fueron promulgados en el 922 y el 93434. Constantino grande y]
VII, por su parte, suaviza las normas en orden a facilitar que una clase me- paso de ti
dia del campo pudiera prosperar para ayudar así a mantener la coherencia ñera se p(
del sistema. Por ello publica un edicto en el que se protege a los soldados- estas med
campesinos y se clan medidas favorables para los notables de los pueblos 35 . nos heme
En la misma línea, el emperador Nicéforo Focas, procedente de la aristo- atrasados
cracia rural, suaviza las prohibiciones sobre la compra de tierras por parte contra los
de los aristócratas, pero sólo permite que cada uno adquiera propiedades la venta di
de sus iguales: blos, merr
tenimientc
Nosotros deseamos también que los dynatoi hagan contratos de ficaces y
ventas sólo de tierras de los dynatoi, y que los stratiotai y los pobres rea- durante lo
licen lo mismo sólo con los de su mismo status social. Y así como prohi- Sobre
bimos a los stratiotai y a los penetes comprar posesiones de los dynatoi, vista: El pr
así también prohibimos de ahora en adelante comprar las tierras de los tradicional
pobres y también de los stratiotai indigentes, (...)36
clase ariste
cliciones m
Por su parte, Basilio II recrudece la política antiaristocrática, empren- el emperac
dida por Romano Lecapeno. Dos intenciones le empujaban a ello: su odio esta situad
contra las familias de los magnates que le habían disputado el trono de sus de las fuer
padres y una toma de posición a favor de los pequeños propietarios, pa- a la desorg
gadores de impuestos. Siguiendo esta política, en el año 996, publica una plina férre;
novella por la que derogaba otra que se había mantenido durante cuarenta encontram<
der firme y
32
Vid. D. J. GEANAKOPLOS, Byzantium. Cburch, Society, and Civüization Seen through como hom
Contemporary Eyes, Chicago- Londres, 1984, p. 239, el edicto de Romano I (922). en ellos pa
33
Los penetes eran los pequeños granjeros obligados a pagar los impuestos para man- su voluntac
tener el ejército y la administra ción del Imperio. Se les designa con el nombre de penes. Este tica estas c
término es ya usado desde Homero para referirse a uno de los dos tipos de pobreza: llama-
ban ττένης al «que realiza una actividad, pero sus esfuerzos son insuficientes para garantizarle cuales se ρ
una subsistencia satisfactoria y segura- mientras que πτωχός se refiere al eme «está reducido a desempeña
un estado de postración pasiva y espera todo de los demás•. Cf. E. PATLAGEAN, «El pobre», en
G. CAVALLO (dir), o. c, p. 29.
3< 37
Aparecen en la obra de J. y P. ZEPOS (eds), Ius graecoromanum, Atenas, 1962, I, pp. J. y Ρ
38
201-202 y 207-213 respectivamente. Byza
35 39
A. DUCELLIER, O. C, p. 222. Istorij
36 40
J. y P. ZEPOS (eds), o. o, I, pp. 253-54. A. KA
APOGEO DEL IMPERIO BIZANTINO 129

años y que garantizaba el derecho de los poderosos que se habían adue-


ñado ilegalmente de los bienes de los campesinos y procurando «ya con
parientes, ya usando de su poder, adquirir la propiedad definitiva de lo que
habían adquirido a los pobres por medios deshonestos.»37 De esta forma se
anula la venta de todas las tierras hecha por los péneles a los dynatoi desde
el año 922. Como la cantidad de tierra vendida y ahora devuelta era muy
grande y la fuerza con que se aplicó la ley fue rigurosa, hubo un gran tras-
paso de tierras desde los grandes a los pequeños propietarios, de esta ma-
nera se podían vigilar y regular mejor las cargas fiscales. No contento con
estas medidas en el año 1002 introduce el allelengyon, término al que ya
nos hemos referido, exigiendo a los dynatoi que paguen los impuestos
atrasados de los pequeños propietarios. La causa de esta lucha de Basilio
contra los ricos venía ocasionada por el problema de los impuestos ya que
la venta de tierras erosionaba la economía y la base impositiva de los pue-
blos, mermando los recursos necesarios para los impuestos y para el man-
tenimiento de los soldados. La verdad es que estas medidas resultaron ine-
ficaces y los pequeños campesinos van poco a poco desapareciendo
durante los siglos XI y XII.
Sobre esta política antiarístocrática de Basilio II hay diversos puntos de
vista: El primero de ellos es el de R. Jenkins 38 , que recoge el punto de vista
tradicional según el cual Basilio II, viendo la gran influencia que tenía la
clase aristocrática y los magnates militares, comprendió que bajo estas con-
diciones no podía ser el jefe de sus propios soldados aunque "de iure" fuera
el emperador legítimo. Incluso sus rentas estaban amenazadas. Para evitar
esta situación construyó una estructura noble con vistas a frenar el poder
de las fuerzas internas que buscaban sus propios intereses y así incitaban
a la desorganización del imperio. Además sometió a la nobleza a la disci-
plina férrea de su máquina militar imperial. El segundo punto de vista lo
encontramos en el libro de G. Litavrin39, quien ve a Basilio II como un lí-
der firme y fiel de los altos funcionarios de la ciudad de Constantinopla y
como hombre de resolución firme y de gran talante práctico que se apoya
en ellos para enfrentarse a la aristocracia provinciana y poder someterla a
su voluntad, como hizo, según esta opinión. Finalmente, A. Kazhdan40, cri-
tica estas dos posturas basándose en recientes investigaciones según las
cuales se puede observar que un cuarto de las familias aristocráticas que
desempeñaban un gran papel en la política de los dos siglos siguientes sur-

37 J. y P. ZEPOS (eds), o. c, vol. I p p . 263-67.


38
Byzantium: The Imperial Centuries. AD 610-1071, obra ya citada.
39 Istorija Vizantii, II, Moscú 1967.
40 A. KAZHDAN-G. CONSTABLE (eds.), People and Power in Byzantium, Washington 1991.
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I ^ ^ P I ^ B

130 FRANCISCO M.a FERNANDEZ JIMÉNEZ

gió precisamente en el reinado de Basilio II, lo que nos lleva a pensar que
el daño ocasionado a la aristocracia militar provincial es menor de lo que
los libros han afirmado y los investigadores han creído. Es cierto que había
pretendido debilitar la nobleza pero este debilitamiento fue más aparente
que real puesto que, a la larga, ocasionó un aumento del poder político de
la aristocracia.
Por lo que se refiere a las propiedades eclesiásticas, también pretendió
mediante una novella limitar el crecimiento de su propiedad territorial a
costa de las tierras de los campesinos. Por este motivo, prohibe que se lla-
men monasterios a aquellos que, establecidos en las aldeas como conse-
cuencia de donativos de campesinos, tuvieran menos de ocho monjes. A
esta comunidad pequeña la llama Basilio "casa de oración" y está sometida
no al obispo sino a la autoridad de la aldea. Los monasterios de ocho o
más monjes, por el contrario, quedaban sometidos a la autoridad episcopal
pero no tenían el derecho de adquirir nuevas tierras.
Nos fijamos ahora en la situación de las ciudades del Imperio en la
época que estamos estudiando 41 . En lo que concerniente a la situación de-
mográfica debemos decir que, en este período, observamos un crecimiento
de la población de las ciudades motivado, por una parte, por el éxodo
campo a la ciudad en busca de trabajo y mejores condiciones de vida y,
por otra parte, por la práctica ausencia de epidemias. Por lo que se rela-
ciona con el desarrollo industrial de la ciudad, nos encontramos con un
auge tanto en el mundo artesanal como en lo referente a la metalurgia, ce-
rámica e industria textil42. Desde el punto de vista social, en las ciudades
nos encontramos con los siguientes grupos: el primero, la gente humilde
que busca trabajo y que malvive gracias a la labor asístencial de la Iglesia,
del emperador, del personal de palacio y de los ricos que invierten dinero
en instituciones asistenciales con el fin de perpetuar su memoria43. Esto
provoca que el pueblo no esté dispuesto a trabajar si la cantidad percibida
por su trabajo no supera lo que puede alcanzar de estas instituciones. Esta

41
Sobre este tema véase el artículo de M.J. ANGOLD, «The Shaping of the Medieval By-
zantine City», en J.F. HALDON-J. KUMULIDES (eds), Perspectives in Byzantine History and Culture,
Amsterdam, 1984. Otros estudios: Fr. DOLGER, «Beitrage zur Geschichte der Byzantinschen Fi-
nanzverwaltung besonders des X und XI Jahrhunderts», Byzantinisches Archiv, 9, Munich,
1927. G. OSTROGORSKY, Pour l'histoire de la féodalité byzantine, Bruselas, 1954.
42
Para una información más detallada de estos campos: vid.. DUCELIJER, O. C, pp. 228-
232.
43
Se trata de la herencia del viejo Evergetismo. Sobre esta cuestión se pueden consul-
tar principalmente los siguientes libros: T.S. MILLER, The Birth ofthe Hospital in the Byzantine
Empire, Baltimore-Londres, 1985. D. CONSIéNTELOS, Byzantine Philanthropy and Social Wel-
fare, New Brunswick, 1968. E. PATLAGEAN, art. cit.
APOGEO DEL IMPERIO BIZANTINO 131

masa depauperada constituía la gran mayoría de los habitantes de las ciu-


dades. El segundo, el mundo de los artesanos y del comercio que prospera
en esta época porque, al aumentar la población de las ciudades, tienen que
procurar el alimento para mucha gente y a esto se une una creciente de-
manda de servicios por parte de la clase dirigente. Estos estaban asociados
en gremios que eran asociaciones de comerciantes y artesanos que enlazan
con los collegia romanos. Se diferencian de estos porque la pertenencia al
gremio no era hereditaria, como en la época romana, lo que hacía que la
afiliación a la asociación fuera menos cerrada -para ser admitido en un gre-
mio al aspirante sólo se le exigía la demostración de algunas aptitudes- y
porque la sujeción del Estado se hizo más fuerte: además de cumplir con
unos cánones como en la época romana, ahora la labor de los gremios está
más controlada y se regula a través del eparco. Especial supervisión re-
querían aquellos gremios que se dedicaban al aprovisionamiento 44 . Y el ter-
cero, la aristocracia de servicio formada por las familias terratenientes que
van a la ciudad en busca de un puesto en la corte. Estos normalmente eran
enviados a la administración provincial, quedando algunos en el palacio,
los llamados "los hombres de la casa o imperiales" cuyo poder va aumen-
tando 45 . Durante el siglo X esta clase va a contraer fuertes alianzas con la
aristocracia terrateniente.
Finalmente, por lo que toca al comercio, apreciarnos un gran desarro-
llo en este siglo aunque será efímero. Este se debe principalmente a que
Bizancio ejerce el dominio sobre las rutas marítimas y terrestres principa-
les. Esta situación llega a su culmen en el 963 con la reconquista de las is-
las y del norte de Siria. Además existe otro factor de apogeo económico, el
derecho del comerciante a importar y exportar, de comercializar las mer-
cancías e incluso de fijar los precios, aunque fuera extranjero. Sólo tenían
que pagar una tasa aduanera muy reducida, entre un 2% y 4% a un 10%

44
Cf. N.OIKONOMIDES, -El hombre de negocios•, en G. CAVAUO (dir), o. c, pp. 187-218.
En especial las páginas 194-203 nos hablan del desarrollo de los hombres del comercio en esta
época.
45
Sobre esta clase de funcionarios André GUILLOU nos hace un estudio resumido, pero
lleno de datos interesantes en «El Funcionario»», publicado en G. CAVALLO (dir), o. c, pp. 251-
286. En él se nos habla del sueldo de los principales funcionarios, su reclutamiento, sus fun-
ciones y competencias, la promoción y no se olvida de los funcionarios eclesiásticos. Para las
fuentes sobre el funcionariado de este tiempo: N. OIKONOMIDES, les listes depréséance byzan-
tines des IXe- Xe siécles, París, 1972. El libro del Prefecto (ed. p o r j . KODER, en Corpus Fontium
Historíele Byzantinae, Viena, 199DCONSTANTINO VII PORFIROGéNITO, Le livre des cérémonies,
(ed. por A. VOGT), París, 1967. PSEUDO- KODINOS Traite des offices, (ed. por J. VERPEAUX), París,
1966.
132 FRANCISCO M.a FERNANDEZ JIMÉNEZ

llamada kommérkion46. Otro factor de bonanza económica fue la gran es-


tabilidad monetaria de que gozó el Imperio Bizantino47.

3. SITUACIóN LEGISLATIVA

En el campo legislativo, el reinado del emperador Basilio II va a ser


precedido por una ingente labor legislativa llevada a cabo por los miem-
bros de la dinastía macedónica, a la que él pertenece, enlazando así con la
dinastía justinianea. En efecto, Basilio I intentó acometer una gran obra de
compilación del derecho de la época cuya intención era revisar el Código
de Justiniano y recopilar leyes nuevas. A esta gran obra la llamó Purifica-
ción de las antiguas leyes. Para ello reunió todas las actas legislativas, tanto
antiguas como nuevas, eliminando aquellas leyes anticuadas abrogadas por
novellae posteriores e introduciendo, además, cierto número de leyes nue-
vas. De esta forma, intenta crear un código general del derecho grecorro-
mano o bizantino aunque se tuvo que conformar con producir una obra
menor, el Procheiron Nomos'18, un pequeño código donde adelanta lo que
pretende que sea su gran obra legislativa, seleccionando para ello las leyes
más importantes y usuales que aparecen en el derecho público y civil.
Como fuente principal usa las Instituciones y, en menor medida, otras par-
tes de la codificación de Justiniano aunque no suele acudir directamente a
las fuentes sino que usa traducciones y comentarios posteriores. En lo re-
ferente al derecho sucesorio usa, aunque la critica, la Écloga de época ico-
noclasta. Al final de su reinado se da una nueva compilación llamada Epa-
nagogé, que sigue en parte el ya mencionado Procheiron Nomos pero con
modificaciones, pues, en ella, encontramos una remodelación de partes
añadiendo otras nuevas referentes a los derechos y obligaciones del em-
perador, del patriarca y de otros dignatarios civiles y eclesiásticos. En esta
obra hay una concepción del Estado como un organismo unido compuesto
de muchas partes y miembros cuyas cabezas son dos: el emperador que,

46
«Era un impuesto sobre mercancías que aparece en las fuentes alrededor del año 800.
Ha sido entendido como un impuesto de circulación y ventas pagado en la aduana y una sus-
titución de la octava; era recolectada sobre todas las mercancías importadas dentro del impe-
rio (incluidos algunos prisioneros de guerra destinados a ser vendidos como esclavos) y den-
tro del imperio, sobre las mercancías que llegaban a Constantinopla por mar.» N. OIKONOMIDES,
s.v. "Kommerkion", en Oxford Dictionary of Bizantium, I, pp. 1141-1142.
47
La obra clave para todo lo relacionado con la vida económica bizantina es el grueso
tomo de M. F. HENDY, Studies in tbe Byzantine Monetary Economy, 300-1450, Cambridge,
1984.
48
Editada en J. y P. ZEPOS, O. C, II, pp. 107-228 y 95-410.
APOGEO DEL IMPERIO BIZANTINO 133

como jefe supremo del poder civil, se encarga del bienestar físico de sus
subditos y el patriarca que se encarga del bienestar espiritual -vemos aquí
la influencia de las ideas de Focio a quien se atribuye parte de la obra, en
concreto el prefacio y los títulos segundo y tercero, correspondientes al em-
perador y el patriarca- 49 . Pero su circulación fue breve y al poco tiempo
fue reemplazada por el Procbeiron Nomos y, para muchas de sus regula-
ciones, por libros privados de leyes, como Epanagoge Aucta, Epanagoge
cum Procbeiron Composita, Syntagma de Mateo Blastares50.
León VI sigue la labor de su padre en este campo legislativo publicando
sus Basílicas, compilación o resumen en lengua griega de todos los traba-
jos de leyes publicados por Justiniano, divididos en 60 libros y distribuidos
en seis tomos: recoge leyes tanto de derecho civil, como canónico. Sus
fuentes son Codex Justiniano, Digesta, Novellae (de Justiniano y empera-
dores posteriores) y el Procbeiron. Sólo usa fuentes griegas y no recurre a
las latinas51. Sobre esta obra comenta Vasiliev:

Aquella resurrección del Derecho Clásico, aunque cuidadosamente


adaptada a las nuevas condiciones, era artificialísima y no podía sustituir
a las leyes exigidas por la vida en sí. De aquí que numerosas partes de
la Écloga siguieran en vigor después de aparecidas las Basílicas, siendo
incluso revisada y aumentándolas las primeras veces52.

Publica, además, novellae para rectificar y purificar las leyes antiguas,


sobre todo reducir e incluso eliminar los antiguos derechos que tenían las
curias urbanas y el Senado, al que debilita de tal modo que pierde sus an-
tiguas funciones y el significado que tenía en los siglos VII y VIII aunque
no lo hace desaparecer. Así logra reunir en su mano todo el poder político
y el legislativo, confiando la administración del Estado al aparato burocrá-
tico. Este poder absoluto era limitado sólo en las cuestiones religiosas por-
que no podía abolir ni modificar las decisiones de los eclesiásticos ya que
únicamente el concilio podía hacerlo. Por otro lado el jefe de la Iglesia era
el patriarca. La obra legislativa de este emperador fue tan grande que ha
pasado a la historia como uno de los grandes legisladores bizantinos.

49
Cf. J. SCHARF, «Photios und die Epanagoge», BZ 49 (1956) 385-400. La Epanagoge está
editada en J. y P. ZEPOS, O. C, II, pp. 229-368 y 410-427.
50
Cf A. SCHMINCK, s.v. "Epanagoge", en OxfordDictionary of Bizantium, I, pp. 703-704.
51
Están recogidas en la edición de HJ. SCHELTEMA, N. VAN DER WAI. y D. HOLWERDA, Ba-
süicorum Libri LX, texto (8 vol.), scholia (9 vol.), Groningen, 1953-88.
52
A. VASILIEV, Historia del Imperio Bizantino, Barcelona, 1946, I, p. 422.

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134 FRANCISCO M.!> FERNáNDEZ JIMéNEZ

4. SITUACIóN CULTURAL A la 1
que no ft
Tratemos ahora la situación cultural, que con la dinastía macedónica importan!
pasa por un período de apogeo que empieza con León el Matemático «la bre 279 η
primera figura de un verdadero hombre del Renacimiento»53. Este establece profanas 5
una escuela en una casa humilde donde enseñaba aquellas materias que labras pai
sus alumnos solicitaban. Al final de su vida, como cuenta Teófanes,54 fue se citaba
puesto a la cabeza de la escuela de filosofía que el cesar Bardas, tío del em- bra, de at
perador Miguel III, instauró en el palacio de Magnaura. Junto a este, que su versiór
impartía la filosofía, se reunieron un profesor de astronomía, otro de gra- Ampbüoc
mática y otro de geometría formando una escuela superior de enseñanza, al obispo
gratuita, que algunos han llamado la "Universidad de Bardas"55. Wilson rácter reli:
afirma sobre esta lo siguiente: tología y
teoría de
La etapa final de la vida profesional de León, en la que dirigió una Dejan
escuela formada por tres profesores, es en teoría la más importante por Aretas, qu
haber dado un renovado impulso al estudio de los autores antiguos. Pero
hay que admitir que no conocemos apenas nada de la escuela ni de sus
actividades. Ni siquiera puede decirse cuánto tiempo duró56.
58
Los
de Focio ant
LEMERLE, O. C.
Martínez García, en cambio, pone en duda que se pueda afirmar el ca- que fue func
rácter universitario ele esta institución: Léon a été ρ
l'on a pu dir
tfus avait faii
Lo que resulta de todo esto es que la fundación de Bardas es un sín- gnage; il n'y
toma, sin lugar a duelas, de un renacimiento cultural en ciernes. Lamen- a fait carriére
tablemente no se puede obtener de los textos otra conclusión que indi- cupé de chai
que el carácter que esta institución tenía57. patriarcale». ]
transmisor d<
pública: «Ha>
fueron sólo c
ceptor de los
53
P. LEMERLE, Le premier humanisme byzantin. Notes et remarques sur Enseignement et se deduce de
Culture a Byzance des origines au Xe siécle, París, 1971, p. 148. Se le conoce también como R J MARTíNEZ
León el Filósofo. N.G. WILSON, en su libro Filólogos bizantinos, Madrid, 1994, pp. 119-132, ñanza en Coi
coincide con Lemerle. Además lo considera como el iniciador de una nueva era. Hay dos fuen- tenido de un;
tes para conocer este período de su vida: la primera, la de TEóFANES, Continuatus, ¡V, (edición que, más tare
CSHB, Bonn) y la segunda, la del PSEUDO-SIMEóN y de JORGE EL MONJE, (edición CSHB, Bonn). namos por la
54
TEóFANES, Continuatus, IV, (edición CSHB, Bonn), p. 185. 59 b e
55
L. BRéIIIER, La civílísation byzantine, París 1970, p. 391. 77.
5fi N. G. WILSON, O. o, pp. 123-124. 60
b e
57
FJ. MARTíNEZ GARCíA, «La Universidad de Constantinopla en el Renacimiento Macedó- »i patriarcha
nico•, Erytheia 11-12 (1990-91) 85. Constituye este último artículo un estudio más actual sobre 61
Hay
el tema y que recoge otras interpretaciones. Véase a este respecto al obra de C. MANGO, By~ TERINK, Photíi
zantium. Tbe empire of tbe new Rome, Londres, 1980, pp. 138-141. 1983.
APOGEO DEL IMPERIO BIZANTINO 135

A la muerte de León el Matemático, la antorcha del saber pasa a Focio


que no fue profesor como aquel 58 pero sí un hombre culto que dejó unas
importantes obras corno la Biblioteca en la que nos comenta sus notas so-
bre 279 manuscritos leídos por él en los que hay más obras cristianas que
profanas59; el Léxico^0 en el que se intentaba dar una lista alfabética de pa-
labras para ser usadas por oradores y prosistas; en él, junto a cada palabra,
se citaba un fragmento de un texto de un autor que usaba la misma pala-
bra, de ahí la importancia de esta obra, que apareció de forma completa en
su versión manuscrita en el año 1959. En los años de su vejez, escribió las
Amphilochia o De quaestionibus ad Ampbilochium61, colección de tratados
al obispo de Cízico. La mayor parte de las cuestiones que trata son de ca-
rácter religioso, exégesis bíblica, filosofía (sobre todo la de Aristóteles), mi-
tología y otras cosas. En esta obra hay un juicio severo a Platón por la
teoría de las Ideas.
Dejando a un lado a Focio, mencionemos a un posible discípulo suyo,
Aretas, que, aunque no fue profesor, tuvo un pequeño papel en esta época

58
Los problemas de la fecha de su nacimiento, los años de su formación, la embajada
de Focio ante los árabes, representando al emperador, si era o no profesor lo encontrarnos en
LEMERLE, O. C, cap. VIL Este niega que Focio haya sido profesor de enseñanza estatal y afirma
que fue funcionario en la cancillería estatal hasta que llegó a ser patriarca: «S'il est certain que
Léon a été professeur de métier, il est aussi certain que Photius ne l'a jamáis été. Tout ce que
l'on a pu diré et répéter dans le sens contraire ne repose sur rien, et il me paraít que si Pho-
tius avait fait métier, ne fut-ce qu'un temps, d'enseigner, il en resterait au moins un temoi-
gnage; il n'y en a aucun». «Répétons encoré que dans les bureaux imperiaux et au patriarcal il
a fait carriére de grand administrateur et d'homme d'Etat. Il n'est pas professeur, n'a pas oc-
cupé de chaire, est étranger á la reforme de Bardas, aussi bien qu'á une pretendue Académie
patriarcale». LEMERLE, O. C, p. 183 y 203. En cambio, C. SERRANO AYBAR, en su artículo «Focio
transmisor de cultura clásica•, Erytheia 6 (1985) 232, sostiene que este ejercía la enseñanza
pública: «Hay que aclarar que, a juzgar por sus propias noticias, las enseñanzas de Focio no
fueron sólo de carácter privado en un círculo personal restringido a sus amigos o como pre-
ceptor de los hijos del emperador, sino que también ejerció la enseñanza públicamente como
se deduce de lo que cuenta Aretas de Cesárea, uno de sus discípulos más ilustres». Finalmente,
F. J MARTíNEZ GARCíA, en art. cit., después de afirmar que, al no haber instituciones de ense-
ñanza en Constantinopla, su formación tuvo que ser autodidacta y que, basándose en el con-
tenido de una carta al papa Nicolás I (PG 102, 597 B-D), dio clases en su propia casa, señala
que, más tarde, fue instructor de los hijos del emperador. Nosotros en este artículo nos incli-
namos por la opinión de Lemerle que nos parece la más fiable.
59 La e d i c i ó n m á s reciente d e la m i s m a e s R. LIENRY, Photius. Bibliotbéque, París, 1959-
77.
60
La edición más moderna, aunque todavía incompleta, es la de C. THEODORIDIS, Pbo-
tii patriarcbae lexicón I, Berlín, 1982.
61
Hay de la obra vina edición puesta al día junto con sus cartas: B. LAOURDAS-L-G. WES-
TERINK, Photii patriarcbae Constantinopolitani Epistulae et Amphilochia, Leipzig (Teubner),
1983.
••ι 8Α WttSSBSí

136 FRANCISCO M.a FERNANDEZ JIMÉNEZ

como filólogo. Fue obispo de Cesárea, nacido en Patras hacia el 85062 y


también gozó de gran importancia en este renacimiento cultural al dedi-
carse precisamente a hacer copiar un buen número de textos paganos y
profanos, colocando comentarios personales y escolios. Él acercó la filoso-
fía de Aristóteles y Platón al público del siglo IX y X63.
Volviendo al tema de la enseñanza, estudiemos ahora cómo funcionaba
una escuela en el siglo X. Esta se basaba en dos principios: los alumnos
eran de varios niveles y edades y sólo tenían un profesor que atendía a los
más aventajados mientras que estos se ocupaban de los principiantes, de
los que raramente se ocupaba aquel. Los padres de los alumnos y, en oca-
siones, sus tíos -circunstancia más frecuente entre los eclesiásticos- eran
los que pagaban al profesor según la tarifa que se acordaba 64 . El programa
de estudios consistía en gramática, poesía y retórica. Los alumnos pertene-
cían a dos grupos: los que querían ser funcionarios imperiales y las gentes
de Iglesia65.
En el. segundo cuarto del siglo X, aparece otro personaje muy impor-
tante en el desarrollo de la enseñanza: Constantino VII, quien a fin de pro-
mover la ciencia y la cultura funda una escuela para la que escogió a hom-
bres de su confianza: un profesor de filosofía, otro de retórica, otro de
astronomía y otro de geometría66. Junto a esta fundación, intenta, según Le-
merle, controlar las escuelas de Constantinopla67. Sobre la organización es-
colar, en la época de Constantino, nos dice Bréhier:
Los enseñantes eran clasificados jerárquicamente: en la cima estaban
las cátedras magistrales, thronoi didaskalíkoi, después los asistentes,

62
No todos están de acuerdo en que fuera discípulo de Focio y que hubiera vínculo
entre ellos. LEMERLE en o. c, p. 209 lo niega tajantemente, H.G. BECK, en Kirche und tbeolo-
giscbe Literatur im byzantinischen Reicb, Munich, 1959, p. 614 lo hace con mayor cautela.
N.G. WILSON, en o. c, p. 174 afirma: «La única señal de una posible relación es que Aretas es-
cribió unos versos dirigidos a Focio».
63
P. LEMERLE, en o. c, pp. 205-241 y, con un estudio más actualizado, N. G. WILSON, en
o. c , pp 174-194 nos ofrecen sus datos biográficos y bibliográficos. También citaremos el ar-
tículo de A. BRAVO GARCíA, «Aretas, semblanza de un emdito bizantino•, en Erytheia 6 (1985)
241-254 que contiene, además de una completa nota bibliográfica al final del artículo, un es-
tudio sobre los códices que poseía, sobre su faceta como lector y escoliasta, sobre su dimen-
sión de crítico textual y las valoraciones sobre su figura hechas por los estudiosos modernos.
64
Cf. P. LEMERLE, O. C, pp. 250-251 y FJ. MARTíNEZ GARCíA, art. cit., pp. 89-90.
fi
5 ¿f. C. MANGO, O. C, pp. 141-2
66
Cf. F.J. MARTíNEZ GARCíA, art. cit., pp. 91-92.
67
Prueba de este control es la Vicia de Abmamios-Atanasio en la cual el héroe pasa
por tres niveles: alumno, Profesor adjunto y Profesor Titular. Para ser profesor titular hacía falta
la aprobación imperial [κοινή ψήφω των αυτών αδθις καΐ νεύσει βασιλική επί τόν διδασ-
καλικόν ανάγεται θρόνον], Cf. Ρ. LEMERLE, O. C, pp. 257-260.
APOGEO DEL IMPERIO BIZANTINO 137

maestros de conferencia, ol ev τη συυεδρεία τοΟ διδασκάλου (asesores


o asistentes de un profesor), grado que podía ser conferido a un buen
estudiante. El director era siempre el profesor de filosofía. Bajo el Porfi-
rogénito los titulares de una cátedra magistral llevaban el título de
καθηγητής y tenían derecho a trajes oficiales68.

Sobre la época d e Basilio II, n o s dice igualmente Bréhier:

Después de Juan Tzimiscés, no hay ningún testimonio sobre la exis-


tencia de una enseñanza pública anterior al año 1045. Basilio II, espíritu
superior, pero ante todo guerrero y hombre de acción, no parece haber
tenido ni el tiempo ni el deseo de interesarse en los estudios. Pselos se
asombra de que bajo el reinado de un emperador que menospreciaba
así la ciencia, haya habido tantos rétores y filósofos notables. La instruc-
ción estuvo incluso bastante extendida. Hombres tales como el empera-
dor Argiro (1028-1034), que poseía una cultura griega y latina, o Miguel
Ataliatis, que miraba a Constantinopla como la metrópolis del saber, ha-
bían recibido una amplia instrucción. Jóvenes provincianos seguían vi-
niendo a terminar sus estudios en la ciudad imperial, pero sólo ahora es-
cuelas privadas dispensaban la ciencia69.

Por su parte Martínez García afirma que, e n Constantinopla, en este


tiempo, n o había u n a universidad estatal y q u e la enseñanza n o tenía ni-
veles claramente establecidos ni estaba regularizada.

El error en que cayeron los investigadores anteriores a Lemerle y


Speck es considerar que una institución fundada por alguien en el po-
der debía tener un carácter estatal: nada más lejos de la realidad, estas
escuelas eran producto de un mecenazgo, cuyo fin sería a la larga, el
bien del estado 70 .

Finalmente, v a m o s a aludir brevemente a u n f e n ó m e n o importante e n


la época de Constantino VII, c o n influencia en el p e r í o d o posterior; n o s
referimos al enciclopedismo que surge d e la necesidad d e ofrecer a los p r o -
fesores de estas escuelas privadas, que frecuentemente b u s c a b a n la p r o -
tección de la corte y de la sede patriarcal para obtener subsidios y p o d e r
colocar a sus alumnos en la administración imperial o eclesiástica, una se-
rie d e enciclopedias temáticas por parte del gobierno imperial, q u e e n es-

68
L.BRéHIER, La civilisation byzantine, p. 393.
© Ibid,. p. 394
70
F.J. MARTíNEZ GARCíA, art. cit, p. 93
ΜΜ Hi

Μ Ifs^jlml

138 a
FRANCISCO M. FERNANDEZ JIMÉNEZ

tos momentos va a ejercer un control, pequeño por lo demás, sobre esta


enseñanza de la que saldrán sus funcionarios. Para este fin, este empera-
dor de ambiciones literarias nos ha legado la realización de varias obras de
las que cuatro son de sobra conocidas: De Ceremoniis, nos describe las ce-
remonias de la corte; De administrando imperio, obra dirigida a su hijo en
la que le da consejos prácticos sobre la forma de tratar a los pueblos veci-
nos; De tbematibus, nos habla sobre el. origen de los temas bizantinos; La
Vida de Basilio P1, esta última conocida ahora como el libro V de la Con-
tinuación de Teófanes y que nos habla de la vida de este emperador. Junto
a estos libros nos han llegado fragmentos de una enciclopedia histórica y
moral, los Excerpta, sobre la actividad humana que constaba de cincuenta
y tres secciones de las que sólo nos han llegado veinticinco títulos. Entre
los libros más importantes están: De legationibus, De virtutibus et vitiis, De
insidiis y De sententiis. Más difusión parece haber obtenido la enciclopedia
de tema agrícola, la Geoponica que consta de 25 secciones en las que apa-
rece todo lo referente a la vida rural como la previsión del tiempo, las flo-
res, las viñas, etc. sin olvidarse de la pesca y el pescado. Junto a esta obra
hay compilación de enciclopedias de ternas médicos y veterinarios, cuyos
autores son Teófanes Nonnos, para la primera (eme incluye un tratado so-
bre la dieta), y, para la segunda, se desconoce el autor. Ambas enciclope-
dias no parece que tuvieran amplía difusión72.
Mucho menos ambiciosa es la obra llamada Suda o Suidas, por ser Sui-
das a quien se atribuye. Esta composición se debió realizar durante el rei-
nado de Juan Tzimisces. Basada en dos léxicos: Synagoge y Lexicón Am-
brosianum, se enriquece con una infinidad de artículos más informativos
que lexicográficos, lo cual le hace parecer una combinación de diccionario
y enciclopedia. La obra tiene artículos sobre gran número de personajes y
asuntos clásicos y además cierto material dudoso o erróneo. Entre sus fuen-
tes están los escolios de Aristófanes y otras muchas obras perdidas. Esto da
a la Suidas o Suda una gran importancia73.
Terminamos con una enciclopedia de tipo hagiográfico: el Menologio,
obra de Simeón Metafrastes, que consiste en un compendio de textos ha
giográficos, 148 en concreto, ordenados según la celebración litúrgica de

71 cf. W. BUCHWALD, A. HOHLWEG, y O. PRINZ, Dictionnaire des Auleurs Orees et Latins de


l'Antiquité et du Moyen Age, Brepols, 1991, pp. 211- 213, donde pueden verse las ediciones
más modernas de las obras de éste.
72
Cf. N.G. WILSON, o. c , p p 204-206 y P. LEMERLE, O. C, pp. 288-292.
73
Cf. P. LEMERLE, O. C , pp. 297-300 y N.G. WILSON, O. C , p. 207-209. Edición más reciente
de A. ADLER, publicada en Leipzig, 1928-1938 (5 vol.).
APOGEO DEL IMPERIO BIZANTINO 139

cada santo. Este libro tuvo mucha importancia en los siglos posteriores a
juzgar por la gran cantidad de manuscritos que tenemos de esta obra74.

5. SITUACIóN ECLESIáSTICA

Para terminar este artículo, tratemos ahora uno de los puntos más co-
nocidos e importantes de este paso del milenio en Bizancio: la relación del
patriarcado de Constantinopla con la sede de Roma que en el 1054 acabó
en ruptura cuya causa principal fue el deseo de la Iglesia de Constantino-
pía de ser igual a la de Roma y el recelo de esta que imponía su suprema-
cía a todo el resto de la Iglesia. Además de este motivo, existen otros dos,
a saber, la creencia por parte de los bizantinos de que el clero occidental
era rudo y sin cultura y la pretensión del Emperador de ejercer una autori-
dad absoluta en materia religiosa, lo que los occidentales no podían acep-
tar. Estos recelos entre los latinos y los bizantinos no eran nuevos, los ha-
llamos ya en autores latinos como Cicerón y Horacio o Juvenal y Tácito.
Para éstos los griegos eran soberbios, perezosos y pérfidos por naturaleza
y este estereotipo siguió vigente durante toda la Edad Media, cobrando más
fuerza durante la segunda cruzada (1182-1204). Por otro lado, los bizanti-
nos veían a los latinos como violentos, descarados, insolentes, soberbios y
arrogantes, utilizando además para referirse a ellos la paronomasia 'Ιτα­
λός-ιταμός, debido a su naturaleza belicosa que quedó demostrada en la
antigüedad y durante la segunda cruzada, especialmente con la toma de
Constantinopla en el 1204. Tal era el desprecio de los bizantinos hacia los
latinos que consideraban al latín lengua bárbara75.
De hecho se juntaron aquí dos modelos de entender la Iglesia: en el
caso de Constantinopla se sostenía que el gobierno de la Iglesia debía ser
colegiado y la doctrina infalible de la Iglesia tenía que ser proclamada por
la asamblea de todos los obispos reunidos y no por uno solo. La Iglesia Ro-
mana y, junto a ella, la Iglesia occidental, en cambio, se dirigía hacia una

74
Cf. N.P. SEVCENKO, s.v., "Menologion" y "Menologion of Basil II", en Oxford Dictio-
nary of Bizantium, II, pp. 1341-42, en donde se citan los principales trabajos sobre este tema.
75
Cf. H. HUNGER, Graeculus perfidus: Ιταλός Ιταμός il censo dell'alterita nei rapporti
greco-romani ed ítalo- Bizantini, Roma, 1987. D. Obolensky, en L.J. ROGIER, R. AUBERT, M.D.
KNOWI.ES, (dirs), Nueva Historia de la Iglesia, Madrid, 1977, II, p. 121 afirma sobre este punto:
•Los orientales, alegando su poderío y el carácter cultural y laico de su renacimiento, juzga-
ban al Occidente bárbaro y rudo. El papado, confiado de nuevo en sí mismo y sostenido por
partidarios y propagandistas resueltos, consideraba al Oriente degenerado y hereje.».

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140 a
FRANCISCO M. FERNANDEZ JIMÉNEZ

forma de dirección monárquica de la Iglesia universal76. Junto a esto, había


ciertas discrepancias a la hora de entender el dogma trinitario, sobre todo
cuando ambos intentaban explicar la procedencia del Espíritu Santo, y cier-
tos usos de carácter disciplinar y litúrgico77.
A estos problemas teológico-disciplinares se unían ciertos sucesos his-
tóricos que sirvieron para ir enfriando las relaciones entre la Iglesia Occi-
dental y Oriental. Ya en el año 857, nos encontramos con el conflicto que
protagonizaron Focio e Ignacio, por parte bizantina y el papa Nicolás I, por
parte latina78: cuando Ignacio, a la sazón patriarca de Constantinopla, fue
depuesto por Miguel III y colocado en su lugar Focio. A esta decisión se
opuso el papa Nicolás I que no quiso reconocerlo como patriarca hasta que
en el año 86l se convoca un Concilio en Constantinopla al que asisten le-
gados pontificios, quienes, después de una larga deliberación, acaban por
aceptarlo como obispo de Constantinopla. Dos años más tarde, Focio, que
reivindicaba la independencia de la sede patriarcal frente al papado, es-
cribe al Papa como a un igual, lo que irrita al sucesor de Pedro, quien en
el año 863 excomulga a Focio, el cual, a su vez, convoca un concilio el año
867 donde hace lo mismo con el Papa Nicolás I y acusa a los misioneros
latinos de graves errores contra la ortodoxia. Este cisma duró poco porque
en el 867 subió al trono Basilio I que depuso a Focio y volvió a colocar a
Ignacio. El emperador llevó a cabo esta acción porque deseaba contentar
al papado y a una gran parte del pueblo constantinopolitano que estaba a
favor de Ignacio. Con esta situación, Ignacio y Basilio mandaron unas car-
tas al papado en las que reconocían la autoridad pontificia79 y su deseo de
inspección en los asuntos de toda la Iglesia. Hubo, además, un concilio
ecuménico en Constantinopla -reconocido hasta hoy sólo por los católicos-
en el 869, que depuso a Focio. Pero la postura de Basilio hacia Focio fue
cambiando poco a poco. Primero lo llamó a la corte y le encargó de la edu-
cación de sus hijos. Luego, cuando Ignacio murió, lo restituyó en el pa-

76
Cf. D. OBOLENSKY, O. C, II, pp. 112-113. Otros libros en los que hay un estudio ex-
haustivo sobre la materia y sirven de consulta para el tema que estamos tratando son: F. DVOR-
NIK, Byzance el la primauté romaine París, 1964;]. MF.YENDORFF, A. SCHMEMANN, N. AFANASSIEFF,
y N. Kour.OMZiNE, La primauté de Fierre dans l'Église orthodoxe, Neuchátel, 1960.
11
Nos referimos al problema del Filioque, al uso de panes ácimos para la celebración
eucarística y a la apariencia externa de los clérigos. Para más información sobre estos puntos
teológicos, vid.,}. PEUKAN, The Cbristian Tradition. A History ofthe Development ofDoctrine,
II: The Spirit of Eastern Christendom (600-1700), pp. 171-198 y, en nuestra lengua, A. BRAVO
GARCíA, Bizancio. Perfiles de un Imperio, pp. 101-110.
78
Sobre este cisma, vid. Fr. DVORNIK, The Photian Schism. History and Legend, Cam-
bridge, 1948.
79
G. D. MANSI, Conciliorum collectio, XVI, pp. 47-49.
APOGEO DEL IMPERIO BIZANTINO 141

triarcado y se celebró otro concilio en Constantinopla, que invalidaba el an-


terior, en el que se afirma que Roma no tiene ninguna autoridad sobre la
Iglesia universal. La respuesta del papa Nicolás a este concilio no se hizo
esperar, enseguida pide a Focio la rectificación y al no obtenerla lanzó un
anatema contra él. Sin embargo, en esta ocasión, las relaciones entre las
Iglesias no quedaron rotas.
A comienzos del siglo X, volvemos a encontrarnos otro conflicto entre
las Iglesias romana y constantinopolitana por culpa del cuarto matrimonio
que pretendía contraer el emperador León VI, quien, después de deponer
a Focio de la sede patriarcal, había colocado en su puesto a Nicolás. El mo-
tivo era que el emperador no había tenido herederos varones en sus tres
matrimonios y deseaba casarse con su concubina Zoé con la que había en-
gendrado a un varón llamado Constantino. El patriarca, que no veía con
buenos ojos la posibilidad de casarse más de dos veces, le prohibió la en-
trada en la Iglesia en el 906/7 y se niega a remover el epitimion80 que le
había impuesto por culpa de este matrimonio. Dadas estas circunstancias,
el emperador León, en el año 907, depuso a Nicolás y en su lugar se puso
a Eutimio, quien removió el epitimion, pero castigó severamente al sacer-
dote que había bendecido el cuarto matrimonio, cuestión que fue confir-
mada por un Sínodo. Más tarde, en el año 912, Nicolás vuelve a ser puesto
en la silla patriarcal y lo primero que lleva a cabo es deponer de todas las
sedes a los partidarios de Eutimio, lo que produce una serie de luchas in-
ternas entre partidarios de ambos patriarcas que se agravan durante la re-
gencia de Constantino VII hasta la muerte de Eutimio en el 917. Finalmente,
en el año 920 Romano Lecaperno publica el 'Tomos' de la Unión81 y tres
años más tarde se unen los legados del Papa y el patriarca Nicolás para ana-
tematizar el cuarto matrimonio de León82.

80
Castigo que se imponía al penitente y que consistía en una oración, ayuno, lectura
bíblica, postración o en una exclusión temporal de la Eucaristía. Cf. A. PAPADAKIS, S.V. "Epiti-
mion", en Oxford Dictionary of Bizantium, I, pp. 723-24.
81
Documento que formula la decisión del Concilio de Constantinopla del año 920 para
solucionar el conflicto de los partidarios de ambos patriarcas. Fue promulgado solemnemente
el 9 de julio del 920, prohibiendo el cuarto matrimonio y restringiendo el tercero con una pe-
nalización de cuatro a cinco años de privación de la comunión. Este concilio no sólo supuso
la unión entre los bizantinos sino también la unión con Roma, ya que fue aprobado por los
legados pontificios. Cf. A. KAZHDAN, S.V. "Tomos of Union", en Oxford Dictionary of Bizan-
tium, III, p. 2093.
82
Cf. A. KAZHDAN, S.V. "Tetragamy of Leo VI", en Oxford Dictionary of Bizantium, III,
pp. 2027. Sobre la cuestión de la Tetragamia se puede consultar los trabajos de J. L. BOOJAMRA,
«The Eastern Schism of 907 and the Affair of the Tetragamy», JEH25 (1974) 113-133; P. KARIJN-
HAYTIíR, -Le synode a Constantinople de 886 á 912 et le role de Nicolás le Mystique dans

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142 ;l
FRANCISCO M. FERNANDEZ JIMÉNEZ

Desde el 925 al 1025 asistimos a una época de esplendor dentro del Im- colaborado
perio Bizantino en lo que se refiere a su influencia y conquista de los pue- ya mencio:
blos vecinos. El patriarcado de Constantinopla no va a ser ajeno a esta si- también ui
tuación y su influencia empieza a ser ejercida en Bulgaria, Rusia y el sur de berto, por
Italia y se afianza su pretensión de ser la cabeza religiosa de su área de in- precio de
fluencia. Durante esta etapa de tiempo hay un período de paz entre ambas parte de Ri
Iglesias que durará hasta que, en el 1012 -siendo obispo de Roma Bene- por parte 1
dicto VIII (1012-1024)-•, el papa deja de ser nombrado en los "dípticos", nopla, mar
parte de la liturgia en la que se mostraba la comunión con la Iglesia de Cerulario a
Roma. En 1024, último año de la vida de Basilio II, hubo un intento de re- una carta 1
conciliación. Se decidió negociar con el papado que se le concediera a tarde, el er
Constantinopla un área de influencia religiosa como la que tenía Roma en de Roma e
todo el mundo cristiano, lo que no fue aceptado por el papa Juan XIX83. cha y, el s<
Entre los años 1025 al 1043 sube a la sede patriarcal Alejo el Estudita. ticos. En re
Este, como sus sucesores, se mostró obsesionado por atraer a la fe orto- cardenal Η
doxa a la Iglesia de Armenia, que era monofisita, y ejercer su influencia re- ordenación
ligiosa sobre el área bizantina. Lo mismo hace su sucesor Miguel Cerulario tumbres lat
(1043-1058), quien trató de tener bajo su control a las Iglesia separadas mo- una embají
nofisitas y, además, se consideró siempre superior a los otros tres patriar- actitud de ¡
cados tradicionales, Antioquía, Alejandría y Jerusalén, e igual a la sede ro- ses se suce
mana a la que recriminó porque sus costumbres diferían de las de ellos. No sia, actos ir
logró su propósito de atraer hacia sí al patriarca de la Iglesia Armenia, que tante, el pa
usaba pan ácimo para celebrar la Eucaristía y ayunaba los sábados, mien- a que Hum
tras que los bizantinos consagraban con pan fermentado y no ayunaban el bre el altar
sábado. Como no pudo por vía del diálogo, recurrió al brazo secular, lo que escrita en u
produjo un rechazo mayor por parte de los armenios. Por otra parte, el pa- Sofía»?. El e
pado, que durante el siglo X y hasta el nombramiento de León IX (1048) un sínodo .
estuvo dominado por los emperadores germánicos, empieza a resurgir des- pañeros. Ai
pués de un siglo decadente y este papa intentará exaltar la figura del ro- haría más ρ
mano pontífice84. pía. Para m
En el año 1054 se produjo la ruptura entre las dos Iglesias en un mo-
mento en el que nadie se lo esperaba ya que el emperador y el obispo de
»5 Cf. A
Roma intentaban ponerse de acuerdo para hacer frente al poder normando •Michael I Ker
en el territorio italiano. Por ello, se intentaba llegar a un acuerdo, pero los 86
Segur
en el trono im-
perador quede
87
l'affaire de la tetragamie», JÚB 19 (1970) 59-101; N. OIKONOMIDES, «La derniére volonté de Léon Cf}.
VI au sujet de la tetragamie», BZ 56 (1963) 46-52. drid, 1982, I, ρ
83
Cf. J.M. HUSSEY, IToe Orthodox Church in the Byzantine Empire, Oxford, 1990, pp. Se discute la ν
111-123. La expresión de esta petición se resume en esta frase: .Constantinopolitanam Eccle- actuaba el Car
8 8
siam in suo orbe, sicut Romanara in universo universalem dici et haberi». OSTRC
84
Cf. J.M. HUSSEY, O. C, pp. 127-140. etc.
APOGEO DEL IMPERIO BIZANTINO 143

colaboradores de ambos no fueron los más idóneos: por parte bizantina, el


ya mencionado patriarca Miguel Cerulario era un buen organizador pero
también un hombre ambicioso, orgulloso y despótico. El cardenal Hum-
berto, por el lado pontificio, era intransigente y no toleraba ningún des-
precio de nadie 85 . Todo el problema comenzó por intentar imponer, por
parte de Roma, los usos romanos a las Iglesias griegas del Sur de Italia y,
por parte bizantina a hacer lo mismo en las Iglesias latinas de Constanti-
nopla, mandándolas cerrar en el año 1053- Λ esto se añadió la petición de
Cerulario a León de Ocrida, jefe de la Iglesia búlgara, para que mandara
una carta llena de insultos contra las prácticas de la Iglesia latina86. Más
tarde, el emperador y el propio patriarca escriben sendas cartas al obispo
de Roma en las que, el primero, le solicita una relación política más estre-
cha y, el segundo, le pide renovar la recíproca incorporación en los díp-
ticos. En respuesta a la actitud de Cerulario sobre los templos latinos, el
cardenal Humberto escribe una carta a Cerulario en la que invalida su
ordenación, por ser un neófito, le reprende por haber criticado las cos-
tumbres latinas y se despide informando que va a ir a Constantinopla en
una embajada maridada por Su Santidad y que espera encontrarlo en una
actitud de arrepentimiento. Así ocurre en abril del 1054. Durante tres me-
ses se suceden insultos y desplantes por parte de los dos hombres de Igle-
sia, actos impropios de su condición. Humberto estuvo truculento e insul-
tante, el patriarca repulsivo y altanero. Después de que Cerulario se negara
a que Humberto celebrara misa, este cardenal, como respuesta, colocó so-
bre el altar una bula de excomunión contra el patriarca y sus partidarios,
escrita en un tono vergonzoso, el 16 de Julio de 1054 en la iglesia de Santa
Sofía87. El emperador Constantino IX, a su vez, manda quemar la bula y en
un sínodo reunido en Constantinopla excomulga a Humberto y sus com-
pañeros. Así se rompían las relaciones entre ambas Iglesias cuya brecha se
haría más profunda en el 1204, cuando los cmzados tomaron Constantino-
pla. Para muchos es ésta la fecha de la ruptura definitiva88.

85
Cf. A. MICHEL, Humbert uncí Kerullarios, (2 vol) Paderbom, 1924-30 y F. TINNEFFXD,
«Michael I Kerullarios, Patriaren von Konstantinopel (1043-1058)», JOB 39 (1989) 95-127.
86
Según R. JKNKINS, en o.c, p. 358, esta carta no hubiera sido mandada de haber estado
en el trono imperial Basilio II. Constantino IX era más débil de carácter. Pero incluso este em-
perador quedó muy sorprendido por el contenido de la misma.
87
Cf. J. LORTZ, Historia de la Iglesia en ¡a perspectiva de la Historia del pensamiento, Ma-
drid, 1982, I, ρ 345. El texto de la bula aparece recogido en el libro de R. JKNKINS, o. C, p. 359.
Se discute la validez de la excomunión romana porque el papa León IX, en nombre de quien
actuaba el Cardenal Humberto, había muerto antes de la fecha.
88
OSTROGORSKY, JENKINS, (obras citadas); T. WARE, The Orthodox Church, Londres, 1964,
etc.
llHlll

144 FRANCISCO M.a FERNANDEZ JIMÉNEZ

CONCLUSIóN

Terminamos así nuestro recorrido por esta época en la que hemos ob-
servado, en primer lugar, que en el plano político, hubo frecuentes luchas
por el poder y revueltas dentro de la política palaciega, sobre todo en los
primeros años del reinado de Basilio II y en los años inmediatamente an-
teriores, pero en cambio, en cuanto al dominio del Imperio Bizantino so- 'DIAR1
bre otros pueblos, asistimos al crecimiento y expansión de este imperio so-
bre las naciones vecinas llegando a engrandecer sus fronteras aunque no MO]
hay que olvidar que las guerras fueron frecuentes. En lo referente a la edu-
cación asistimos a un renacimiento después de los siglos oscuros de la
época iconoclasta. Por último, en lo tocante a los asuntos eclesiásticos, los
siglos X y XI se caracterizan por los continuos enfrentamientos entre el po-
der civil, y el eclesiástico y entre Roma y Constantinopla, que han traído
consecuencias nefastas para las generaciones posteriores y que aún conti- §1. En
núan hoy en el campo eclesiástico. serva un e^
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Francisco María FERNáNDEZ JIMéNEZ encabeza e
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